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Notas para una caracterización formal de El lazarillo de ciegos caminantes Por sus rasgos contradictorios El lazarillo de ciegos caminantes ha motivado una extensa serie de juicios a veces caprichosos. Acaso se le ha descrito como libro enigmático porque su organización y fuentes no obedecen a los esquemas tradicionales que ha diseñado la historio- grafía literaria’. Lo cierto es que en la obra abundan, materiales inter- calados, datos y polémicas que reducen considerablemente la posibi- lidad de una lectura sugestiva 2 Creo que de este modo lo vería el simple lector curioso, pero no pensarán así los que han escudriñado la obra. Desde un principio y casi obsesivamente se han investigado los aspectos externos de la narración: la identidad de su autor y relatores, así como las fechas 1 El valioso libro recién publicado por don Emilio Carilla se titula precisa- mente El libro de los misterios: El lazarillo de ciegos caminantes (Madrid: Gredos, 1976). En un importante artículo de Marcel Bataillon, al enumerar las vicisitudes del libro, decía que, a pesar de menciones bibliográficas y algunas ediciones, el Lazarillo «continuó siendo un libro raro». «Introducción a Conco- lorcorvo a su itinerario de Buenos Aires a Lima», Cuadernos Americanos, XIX (1960), p. 197. Las citas del texto provienen de la edición preparada por Carilla, que es, a todas luces, la mejor y más informativa (Barcelona: Labor, 1973). He preferido indicar los capítulos en vez de las páginas; lo hago pensando en los que manejan otras ediciones. Sin duda alguna, todos los que estudiamos hoy la obra de Carrió de la Vandera estamos en deuda con el profesor Carilla. 2 Ver: Cap. 1 y VII entre otros. La obra se ha descrito como un gran mo- numento de las letras americanas. Pero compréndase de una vez y por todas, que el libro no es el fruto de una elaboración exquisita, ni mucho menos. A veces deja la impresión de un pedestre registro de propiedades o intercambios. Existen, eso sí, algunos trozos muy sugestivos que cito a continuación; y es además un libro que, en su concepción general, se apoya más de una vez en obras de creación. Para mí, la indiscutible importancia del texto radica primordialmente en su amplio sentido testimonial.

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Notas para una caracterización formal deEl lazarillo de ciegos caminantes

Por sus rasgoscontradictoriosEl lazarillo de ciegoscaminanteshamotivadounaextensaseriede juicios avecescaprichosos.Acaso se leha descrito como libro enigmático porque su organización y fuentesno obedecena los esquemastradicionalesque ha diseñadola historio-grafía literaria’. Lo cierto es que en la obra abundan,materialesinter-calados,datos y polémicasque reducenconsiderablementela posibi-lidad de una lecturasugestiva2

Creo que de este modo lo vería el simple lector curioso, pero nopensaránasí los que han escudriñadola obra. Desdeun principio ycasi obsesivamentese han investigado los aspectosexternos de lanarración: la identidad de su autor y relatores,así como las fechas

1 El valioso libro recién publicado por don Emilio Carilla se titula precisa-mente El libro de los misterios: El lazarillo de ciegos caminantes (Madrid:Gredos, 1976). En un importanteartículo de Marcel Bataillon, al enumerarlasvicisitudes del libro, decía que, a pesarde mencionesbibliográficas y algunasediciones,el Lazarillo «continuó siendo un libro raro». «Introducción a Conco-lorcorvo a su itinerario de Buenos Aires a Lima», CuadernosAmericanos,XIX(1960), p. 197. Las citas del texto provienende la edición preparadapor Carilla,que es, a todas luces, la mejor y más informativa (Barcelona: Labor, 1973).He preferido indicar los capítulosen vez de laspáginas; lo hago pensandoenlos que manejan otras ediciones. Sin duda alguna, todos los que estudiamoshoy la obra de Carrió de la Vanderaestamosen deudacon el profesorCarilla.

2 Ver: Cap. 1 y VII entre otros. La obra se ha descrito como un gran mo-numento de las letras americanas.Pero compréndasede una vez y por todas,queel libro no es el fruto de unaelaboraciónexquisita,ni mucho menos.A vecesdejala impresiónde un pedestreregistrode propiedadeso intercambios.Existen,eso sí, algunos trozos muy sugestivosque cito a continuación; y es ademásun libro que, en su concepcióngeneral,se apoya más de una vez en obras decreación.Paramí, la indiscutible importanciadel texto radica primordialmenteen su amplio sentido testimonial.

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188 Enrique Pupo Walker

y circunstanciasen que se compusoy publicó el libro ~. También sehan emitido —aunquecon escasafortuna— juicios críticos sobrelaubicacióngenéricadel Lazarillo. Pero han sido casi siempre valora-ciones destinadasa encasillarla obra en el marco de nomenclaturastradicionales~. Con todaclaridad los resultadosde esalabor indicanque el texto no puedereducirse fácilmente a las exigenciasde unalectura predeterminada.Todo lo que sabemossobrela narracióndelVisitador Carrió de la Vanderat nos demuestraque en el Lazarilloconfluyentradicionesescrituralesquea duraspenaspodríanreducirsea una tipología identificablee Dicho de otra manera: el texto debeleerse como una pluralidad que apuntahacia significados disímiles.De ahí, el signoavecesequívoco—y mal calibrado—que la narraciónproyecta. Piensoque, en varios órdenes,esa organizaciónmultifacé-tica del texto sugiereindirectamentesu importanciahistórico-literaria,ya queen el Lazarillo quedaestablecidoun espacioen el que se inscri-ben formasprimordiales,aunquemuy dispares,de nuestraexpresióncultural ~. Mi lectura se ubica precisamenteen esadimensiónplurali-zada del discurso,para desdeella proponeruna caracterizaciónfor-mal del texto y también para explicitarlo en su entorno cultural ehistoriográfico.

Todo lo relacionadocon las fechas de publicacióny trayectoria del librolo documentaCarilla en su mencionadoestudio: véasePp. 38-45. Hago notarsin embargoque en este estudio hay un desordenen la paginación.Ver, porejemplo,PP. 17-32.

~ Inclusive una mentetaxi agudá½oiii&1ad&Uffái Piétti,iáééedeÁl&gene-ralización, ya habitual, de afirmar que el Lazarillo es un próximo pariente dela novela picaresca.Ver: Breve historia de la novela hispanoamericana(Cara-cas: Editorial Edime, 1955), p. 39. Otros juicios imprecisosde FernandoAlegríay Richard Mazzara, los ha refutadoCarilla apoyándoseen razonesmuy convin-centes.El libro, PP. 50-53. Para conocer los antecedentesde la novela hispano-americanaconsúlteseel importanteestudio de RobertoEsquenazi-Mayo«Raícesde la novelahispanoamericana»,«Studiode litteratura ispánoamerican(Milano)II (1969), Pp. 92-126.

5 Las investigacionesde José Torres Revello, F. Mojardín, Raúl PorrasBa-rrenechea,Bataillon y posteriormente las de Carilla, señalanal funcionariode Correos don Alonso Carrió de la Vandera (o Bandera) como el indiscutibleautor del Lazarillo; pesquisasque Carilla ha resumido detalladamente.El libro,PP. 7-31.

6 Sorprendela posturainsistentede los que han pretendidouna clasificaciónexacta del texto. Acaso no se ha valorado la obra correctamente,porque casisiempre hemosquerido leerla segúnlo que parecía,y no por lo que es.De esaíndole es la lectura que ofrece María Casasde Fauce en La novela picarescalatinoamericana (Madrid: Alianza, 1977), pp. 26-28; libro que, en otros órdenes,puedeser útil. Más exacto es el trabajo de Raúl Castagnino, «Concolorcorvoenigma aclarado,>,en Escritores hispanoamericanos(BuenosAires: Nova, 1971),pp. 117-132.

Me refiero, por ejemplo, a las peculiaridadesdel lenguaje en el Lazarillo,que por sí solas iluminan un estadode transición social, la penetraciónde lacultura francesay las curiosas supervivenciasde formas arcaicas que handistinguido al españolde América. En otras partes de este estudio considerolas tipologías literarias que expandenesa dimensión testimonial del Lazarillo.Ver en el estudio de Carilla, Pp. 80-89 y en el texto el cap. XVII.

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En todaslas épocasEl lazarillo de ciegos caminantesfue valoradocomo unafuente documentalde inmediatautilidad. Entre muchos,elmarinero españolJoséde Espinosay Tello —segúnlas pesquisasdeCarrilla— lo cita al referirse, por ejemplo, a los gauderiosy al des-cribir Montevideo8 Fue aprovechadotambién en curiosasrelacionesque figuran hoy en el RegistroHidrográfico español9; y sabíamosqueSarmientolo consultaríamás de una vez y que lo cita en sus Viajesy otros textos ~ Con propósitosdesigualesse sirvió del libro RicardoPalmay ademásfue comentadoporVenturaGarcíaCalderón,por men-cionarsólo dosescritoresreconocidos”.En épocasreceintesy con otro

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criterio, Artur IJslar Pietri ha llegadoa tildarlo de libro subversivo» -

Seríaingrato y de pocautilidad enumerarotros juicios similaresqueel libro ha ocasionado.Si hansido tan variadaslas opinionesquela narración provoca, es debido a la naturalezaplurivalente de lamisma. Pero aunqueasí es, el Lazarillo ha mantenido,en términosgenerales,el discursolineal de la relación histórica, sólo que amplián-dolacon los vericuetosy proliferacionespropiasde los libros de viaje-ros; libros que alcanzabanentoncesunaenormedifusión en todo elmundo occidental.Al comentaresabogaha dicho Carrilla:

En resumen,defiendo que la verdaderafisonomía de El lazarillode ciegos caminantescorrespondea un ‘libro de viajes’ de acuerdoauna literatura entoncesnutrida y con muchos de sus caracteresincon-fundibles. El hecho de que el Lazarillo agregue matices especialesy

8 Ibid., p. 135. Allí se enumeranésasy otras relacionesque están en deudacon el Lazarillo.

9 JosÉ TORRE REVELLO, «Un trotamundo español de fines del siglo xviii»,Síntesis,III (1940), p. 50 y ss-

‘~ Obras XXXVIII (BuenosAires: Librería Hachete,1900), p. 178.“ Ríctirno PALMA, Tradicionesperuanas (Madrid: Aguilar, 1961), Pp. 203 y 508.

Ventura García Calderón, como Palma, vio en Concolorcorvo al autor. Ver:El lazarillo de ciegoscaminantes(París: Biblioteca de Cultura Peruana, 1938),pp. 8-9. Opiniones de esa índole han determinadola confusión y el cariz polé-mico que se atribuía a la obra de Carrió.

12 Breve Historia, p. 39. De alguna manera Uslar Pietri lo considera comolibro que anuncia el procesorevolucionario. Carilla no lo ve de esa manera,pero el juicio del escritor venezolanono es desdeñable.El Lazarillo documentaampliamenteun proceso de decadenciapolítica e institucional, y refleja deuna maneravivida la tensadivisión de clasesque ya no podía resolverseen elmarco herméticode los virreinatos.Tangencialmenteel libro pone en evidenciala infiltración del racionalismoliberal que gestóla Revolución francesa;infiltra-ción que se había afincadoen las ideas de maestrosinfluyentes de la Univer-sidad de Chuquisaca.Institución, por cierto, que debió conocerCarrió (capítu-lo XVIII), y quehabíadestacadopor su rango liberal. Cierto es que el Visitadorno asumeuna postura revolucionaria, pero su testimonio detalladono ocultala inestabilididad de estructurassocialesagotadas.

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190 Enrique Pupo Walkersobre todo, de que sea unaobra viva, le da un título mayor de super-

vivencia, pero no altera —repito— su predominantesello genérico13

Más adelantesus juicios concluyende este modo:

Por último, la denominaciónde ‘libro de viaje’ no restringe lasposibilidadesnovelescasde una obra. El carácterde ‘viajes extraordi-narios’ suele ser, en principio, basede esa posibilidad. Precisamente,Carrió mencionaen el prólogo de su libro la Peregrina9aodel portu-guésFernáoMéndez-Pinto(1510-1583),obra muy difundida en pasadossiglos que cumple ese requisito~

En general esos razonamientosson válidos. Pero ocurre que unrepasodetenidode los antecedentesformalesdel Lazarillo no revela,con la precisión deseada,ese «sello genérico» a que alude el eruditoargentino. Apenas si existen estudios analíticos que identifiquen laspeculiaridadesestructuralesdel «libro de viajes»,a pesarde la inmen-sa tradición que respaldaa esaliteratura 15 Será acaso,como lo indicael mismo Carrilla, por la flexibilidad inherenteal libro de viajes ydado que «sus posibilidades novelescas»son, en efecto, ilimitadas.Más que la Peregrinagaomencionadapor el Visitador Carrió, se des-taca como posible modelo dcl Lazarillo, La relation des voyages duSr. Acarettedans la riviére de la Plata, et de lñ terre au Perou et reía-tions de divers voyagescurieux (1672)16 Pero además,sobre el árearioplatense,se escribieronotros libros que sin duda prefiguran algu-nos lineamientosgeneralesdel Lazarillo.

Tampoco puedendesecharsecomo antecedentessignificativos, elDerrotero y viaje a España y las Indias de fInco Schmidel, general-mente conocido bajo el titulo de Viaje al Rio de la Plata (1543-1554)

13 El libro, pp. 55-56.‘~ Cabe suponertambién que Carrió conocía la Peregrinaciónde Bartolomé

Lorenzo (1666) que elaboróel padreAcosta y a la que ya mehe referido en elcapitulo inicial de mi libro La vocación literaria del pensamientohistórico enAmérica que en breve publicará la Editorial Gredos.

‘5 Al considerarlos rasgosformales de esa narrativa piensoen las observa-ciones y comentariosque sobre ella aparecenen el libro de Percy G. Adams,Travellers and Travel Liars 1600-1800(Berkeley: University of California Press,1962) y también en los siguientes: R. W. Frants, The English Traveler and theMovementof Ideas, 1660-1732 <Lincoln: University of Nebraska Press, 1967).Ademáshe consultado: Hans-JoachimPossin,Reisenund Literatur: Das Themades Reisens in der Englischen Literatur das 18 iahrunderts (Tilbingen: MaxNiemayer verlag, 1972). Possin estudia,por ejemplo, el tema de los viajes enBuyan, Addison, Defoe, Fielding y de Beckford en Españay Portugal. Interesael primer capítulo que el autor dedica a «The Essenceanó Form of Travel inLiterature». Y la obra de Phillip U. Gove, The Imaginary Voyage in ProseFiction: A History of its Criticism and Guide for its Study, With an AnnotatedCheck List of 215 Imaginary Voyagesfrom 1700 to 1800 (New York: ColumbiaUnivcrsity Press,1941).

té Hay traducción españolade FranciscoFernándezWallace (Buenos Aires:Librería Hachete,1943).

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y las curiosasrelacionesdel paraguayoRuy Diaz de Guzmán,Analesdel descubrimiento,población y conquista de las provincias del Ríode la Plata (¿1612?).Mejor conocidosaúnson los Comentarios(1555)de Alvar NúñezCabezade Vaca, que redactó Pero Hernández; librooportuno,ya que en su composición,anticipa aspectosde la estrategianarrativa desarrolladaen el Lazarillo. En los Comentariosde AlvarNúñez, como en el texto del Visitador Carrió, se empleaun narradorque evoca la postura del Inca Bustamante,ya que es, a un mismotiempo, hablantefigurado y personahistórica17; y en los Comentariossobresalepor otra parte una proyección individualizaday polémicamuchasvecesreconocidaen fragmentosdel Lazarillo ~ Pero supongoque al consignaresos y otros precedentes,lo haremossiempreconalguna incertidumbre porque —entre otras razones—apenasconoce-mos, con la amplitud necesaria,las lecturas que disfrutó el Visitador.Y aun conociéndolassería indispensablepracticar un cotejo minu-cioso que obviamenteestá fuera de los objetivos en que ahora me

‘9sitúo -

Aunque no se hayan establecidotodos los posibles textos precur-sores,me pareceobvio que el Lazarillo es,en varios planos,unarami-ficación ampliamentematizadade lacrónicavirreinal ‘1t Comotambiénlo fueron, en otras proporciones, los Infortunios de Alonso Ramírez(1680) de Carlos Sigilenzay Góngoray El carnero (1637) de Juan Ro-dríguez Freyle. Es cierto que el Lazarillo no asumetodas las prerro-gativas y temas que habitualmentedesarrollala crónica americana,pero tampocolas abandonade plano. Tal vez es por esarazón por laque algunos, excediéndose,ven en el narrador otro «cronista de la

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colonia» -

A] igual que las relacionestardías, la obra de Carrió se empeflaen un registro de sucesosefímerosy hastatermina por disponerlos

>~ De Pero Hernándezes también la Relación de tas cosassucedidasen elRío de la Plata (1547). No he tenido a mano esa edición, pero sí abundantesreferenciasa ella.

II La semejanzamás directa, ademásde la intervención de un hablantefigurado, se da en las refutacionesmuy personalizadasque distinguen a losComentariosde Alvar Núñez.

19 Las alusionesa la historia de América indican lecturas quizá más ampliasde las que se han documentadohastahoy. El mismo Carilla sospecha,y conrazón, que el Visitador conocía bastante bien la obra de Montesquieu. Ellibro, p. 99.

‘~ Pienso,además,en las relacionesde Jorge Juany Ulloa, en libros comovarios viajes a la mar del Sur y descubrimientode las islas de Salomón (1606)de Alvaro de Mendaña,o las relacionesmismasde Fray Antonio de la Calancha.

21 El juicio es de Eduardo J. Bosco en El gaucho (Buenos Aires: EmecéEditores,1947). Otras noticias y comentariosinteresantesaparecenen el ensayode Alberto Salas, Relación samaria de cronistas, viajeros e historiadores hastael siglo XIX. Recogido en Historia argentina, al cuidado de RobertoLevíllier(BuenosAires; Emecé Editores, 1968>.

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medianteenlacesanecdóticosy personalizados.Pero,aunqueasí sea,en el Lazarillo todavíaresplandecenlos grandesacontecimientosy tó-picos de la Conquista. Son temas evocadosmás de una vez por elfervor polémico,pero narradoscasi siemprecon la inclinaciónmordazque distingue a la prosa de Carrió:

Estosgrandeshombresfueron injustamenteperseguidosde propiosy extraños.A los primerosno quiero llamarlos envidiosos,sino impru-dentes,en haberdeclamadotanto contra unastiranías que, en realidad,eran imaginarias, dando lugar a los envidiosos extranjerospara quetodo el mundo se horrorice de su crueldad. El origen procede desdeel primer descubrimientoquehizo Colón de la isla Española,conocidahoy por SantoDomingo. Colón no hizo otra cosaen aquellasislas queestablecerun comercio y buenaamistad con los príncipes y vasallosde ellas (XVI).

Veremosque el conocimientode las primerasrelacionesamerica-nasse infiltra en la redacciónde Carrió paraocasionar,confrecuencia,formasirregularesde la parodiahistoriográfica.Es un hechoquepue-de verificarse en otro trozo del capitulo que acabo de citar. «FormóColón —sigue diciendo el relator— un fuertecillo de maderay dejóen él un puñadode hombrespara que cultivasenla amistadcon loscaciques más inmediatos, dejándolesalgunos bastimentosy otrosefectospara rescataralgunos del país para su cómodasubsistenciahastasu vuelta»1 Seguidamenteel narrador formula alusionespreci-sasquecon toda seguridadaludenal padreLas Casas:«A los piadososeclesiásticosque destinóel gran Carlos 1, Rey de España,les parecióqueestetrato erainhumano,y por lo mismo escribierona la corteconplumasensangrentadas,de cuyo contenidose aprovecharonlos extran-jeros parallenar sus historias de dicterioscontra los españolesy pri-merosconquistadores»~. Carrió aún padecía—como muchos de suspredecesores—las adhesionesvehementesque suscitaron,a lo largode los siglos, los hechos de la Conquista. Visto así, su texto es unejerciciomimético y tambiénunaextensióndel discursopolémicoqueinauguraronlos historiadoresde Indias y sus apologistas.Con escasoespíritu crítico, Carrió defenderáa ciegas la empresaespañolaen

22 Todo parece indicar que esa reconstrucciónde los hechos iniciales deldescubrimientoy la conquista se hacea partir de las noticias que dio Gómaraen su Crónica General de Indias; libro que alcanzó gran difusión tanto enEuropa como en América. Sabemosque Carrió aprovechó noticias de ésa yotras relaciones.Ver Cap. VIII.

~ Con la frase «plumasensangrentadas»se refiere aparentementea la Breví-sima relación de la destrucciónde las Indias (1540) del padreLas Casas.Con-súlteseel resumenque allí aporta Carilla de esosasuntospolémicos(Cap. VI).El subrayadoes mío.

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América, pero al hacerlo, sus razonamientosincidirán en lo grotescoy hastaen la ridiculez morbosa2tPondráen bocade un indio (Conco-lorcovo) frases torcidas acasopor la ingenuidad: «No es capazespañol

alguno de engañar a un indio» (XIX). En otros capítulos, con igualdescuido,hará posible que Concolorcorvollegue a defenderla mismaconquistaque ha sumido a su pueblo en el vasallaje(XVI).

Comprobaremosde unau otra forma que la mayoríade los comen-tarios que la relación dedicaa los indios se haceneco de las frustracio-nes motivadas por la incomprensión y otros prejuicios muy agudiza-dos, por cierto, en las últimas etapas del período colonial.

Cierto capitán de la compañíavolante, de cuyo nombre no meacuerdo—dice el narrador en el capítulo XIX— pero sí del apellido,Berroterán,a quien los indios bárbaros decían Perrotán, fue variasvecesengañadopor las promesasque le hacían éstos, atendiendo ala piadosa máxima de nuestros Reyes, que encarganrepetidasvecesse concedala paz a los indios que la pidieren, aunque seaen mediodcl combatey casiderrotados,fiadoséstos en la benignidadde nuestrasleyes. Engañado,vuelvo a decir, repetidas veces de estos infieles, sepropusohacerlesla guerrasin guartel, y así, cuandolos indios pedíanpaz, el buen cántabro interpretabapan, y respondíaque lo tomaríapara sí y sus soldados, y cerraba con ellos con más ímpetu, hastaquellegó a aterrorizarlosy desterrarlosde todo aquel territorio (XIX).

Desdesunarrador-amanuense,Carrió conceptualizala historia ame-ricana a partir, sobre todo, de los cronistas tardíos. Toma sus datos

de las relacionesde Herrera y Antonio de Solís, aunquees obvio quetambiénconsultó a Zárate, al padreAcostay, muy atentamente,al IncaGarcilaso 25 Pero al valerse de esasnoticias que le proporcionanlascrónicas, tergiversa la historia al confundir, por ejemplo, a Manco

Cácapde Atahualpa. Y rara vez —como lo ha señaladoMarcel Batai-llon— encontraráen Cuzco u otros sitios, monumentoso razonesquele induzcanal elogio de la civilización incaica~. Siguiendola trayecto-ria que le sugeríasu vocación de narradoí, Carrió acudió principal-mentea las crónicasde mayor contenidoliterario. En otro orden,sutexto asimila casi indiscriniinadamente muchas de las noticias quedieron a conocera Jorge Juany Antonio de Ulloa en la Relación lús-

~ Ver Cap. VIII. Y en las notas de ese capítulo se resumenalgunaspolé-micas que ese detalle soez ha suscitadoen obras de cronistasmuy disimiles.

25 Referenciasdirectas o implícitas al padreAcosta aparecenen el Cap. VI].Ver las notas. Al Inca Garcilaso se refiere con toda claridad en su menciónde los quipus,Cap. XV. La importanciade las Décadasde Herrera como fuentedel Lazarillo la documenta Carilla más de una vez. Señalo, por ejemplo, elCap. XVI.

2~ Leer principalmentelos Caps. XV y XVI.

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tórica (1748); y llevado por razonespersonalesCarrió refutará noti-cias que habían aportadolos textos del abate Raynal ~

Su interéspor el significadoy la raíz etimológicade voces ameri-canases claro, así como también la recuperaciónparódicade temasy procedimientosque abundanen las principalescrónicas de Indias.Al ocuparsede la significación de vocablosimportantes, Garrió repro-duce la preocupaciónfilológica anteel texto, quedistingue a Fernándezde Oviedo, aLas Casas,al Incay a otroscronistasprestigiosos:

Pidiendo unos soldados de Cortés forraje para sus caballos yviendo los indios que aquellosprodigiosos animalesapetecíanla yerbaverde, recogieronla cantidad de puntas de plantas que hoy llamamosmaíz y al tiempo de entregarsus hacecillosdijeron: mahí, señor, quesignifica. «toma, señor’>, de que infirieron los españolesque nombra-ban aquellaplanta y a su fruto maíz,y mientras no se hizo la cosecha,pedíansiempre los soldadosmaíz para sus caballos... (XVI) ~«.

No es mi propósito ofrecer ahora una catalogación exhaustiva deesos fragmentosque documentanla proximidad entre el Lazarillo yla historiografía de Indias.Es evidente,en muchossectores,que pasa-jes numerososde las crónicassemantienencomo referentesexpresivosy temáticos del Lazarillo; y puede advertirse que ademásde esasrela-ciones bastanteprecisas,la narraciónpracticaun cuestionamientodesus fuentes, que nos recuerda la postura mantenidapor Bernal Díazy el mismo Inca Garcilaso.Excepto que en el Lazarillo esa preocupa-ción de cariz erudito suele provocar la matización satírica y locuaz.

Pero esosantecedentesno implican que el marcohistoriográfico delLazarillo esté exclusivamente supeditado a las relaciones de Indias.Repáreseque para satisfacerlas exigenciasqueplanteabala natura-leza equívocade su texto, Carrió contraponeligeramentetipologíasnarrativas que encierranvisiones muy disímiles del pasado:

Supuesta,pues, la incertidumbre de la historia, vuelvo a decir, sedebepreferir la lectura y el estudio de la fábula, porquesiendo ellaparte de la imaginación libre y desembarazada,instruye y deleitamás (1).

Y allí, en el mismo tono, alude a supropio texto al decir:

Los viajeros (aquí entro yo), respectode los historiadores,son losmismos que los lazarillos, en comparaciónde los ciegos.Estossolicitansiempre unos hábiles zagalespara que dirijan sus pasos y les den

~ Me refiero a la Histoire philosophique et politique des éstablissementsetdu comniercedes européensduns les deux Indes (1770).

~ Para comprenderla vigencia de esos temas en el Lazarillo conviene leerlos comentariosque aparecena lo largo del VII capítulo.

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aquellas noticias precisas para componer sus canciones~ con quedeleitan al público y aseguransu subsistencia.Aquéllos, comode supe-rior orden, recogenlas memoriasde los viajeros másdistinguidos en laveracidady talento (1).

Estas alusiones, al parecer casualessubrayan, de paso, la concep-ción ambivalente que se insinúa en el texto de Carrió. La suya esuna

escritura aún sujeta al propósito informativo, pero encaminadadis-cretamentehacia las revelacionesquenos asegurala creación literaria.

Es cierto que sus observacionessobre los hechos ocurridos a vecesseránimprecisas,pero no del todo. Valorando el libro en su totalidad,observamosque en el Lazarillo se procura la aplicacióndel discursoala circunstanciapragmática,según lo propuso Montesquieu~. Apar-tándose de la tradición hispánica, su concepción de la narrativa his-

tórica excluye los designios providenciales del acontecer; se hacevisi-

ble de esemodo la orientación laica brillantementedefinida por Vol-taire en su Fssai sur les moeurs que autoriza —al mismo tiempo—el análisis preciso de la causalidady de los materialesutilizados.

Aunque incapaz de tales refinamientos metodológicos, Carrió seaproximó a un sistemade redacciónfrecuenteen la historiografía delenciclopedismo racionalista. Su proceder llega más de una vez a lapresentaciónestadísticade los hechos,y tambiénse esmerapor conse-guir la compleja simultaneidaddescriptiva, favorecida por Voltairey Montesquieu; simultaneidadque a su vez invita a la disgresiónilus-trativa y otras amplificaciones complementariasdel discurso30 Losnuevosprocedimientoshistoriográficos vigentesen aquellos años acon-sejaban la descripción precisa de las costumbres,usos y todas lasformas —por pedestresque fuesen—de la actividad económicay cul-tural. Y esecriterio esacasoresponsablede muchos fragmentos áridosque el lector del hoy reprocharáal Lazarillo.

Conforme aesesistema de verificaciones se redactóun texto impor-tantequeCarrió habíaconocidoy queal parecerle irritaba.Me refiero,claro está, a la Histoire pl’zilosophiqueet polittque des établissementset du comercedes Europeensdans le deux Indes (1771). En ella que-dabaimplantadoel sentidode rerum gestarum glorificado en las rela-cionesclásicas; sentidoqueel historiadoriluminista retomó desdeunempirismo arbitrario y encaminadohacia la descripciónprogresivadel

29 El cuestionamientoque hace Carrió de la obra del padre Mariana dejaentreveralgo de su visión pragmáticapero a la vez ambiguade la labor histo-riográfica. Al referirse al famoso historiador lo distingue curiosamenteporsu exactitude ingenuidad».Cap. 1.

30 Las aportacionesgeneralesde ambos historiadores las resume E. Fueteren Historiografía moderna(Buenos Aires: Nova, 1953), 1, Pp. 34-56.

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desarrolloeconómicoy social 3í~ Fue, paradógicamente,esesentidouti-litario de la historia el que a su vez motivó el reproche—de carizenciclopedista— que Carrió haría al polígrafo Peralta Barnuevo 32

Entre otras cosas,el autor del Lazarillo entendíaque más beneficiosohubierasido escribir la «historiacivil y natural» del Perú. quecompo-ner Lima Fundada,EspañaVindicada ~>. Pero desprovistode una tradi-ción científica quele respaldara,amenudoCarrió hubo de recurriralapráctica literaria que censuraba,para objetivar de algún modo la natu-raleza de los hechos que describe.

En definitiva, creo que el marco de referenciasque he ~sbozadonos revela, a grandes rasgos, el confuso sincretismohistoriográficoque prevalecíaen los añospostrerosdel períodocolonial. El Lazarilloserá, por esas y otras razones, una recopilación eclética que refleja

abiertamenteel pensamientofragmentado de la época.De hecho, estabreve ubicación historiográfica del texto nos permite una visión másclara de la obra y de su organización interna. Lo afirmo así porqueal emplazarla narraciónen su contexto testimonial seesclarecenmúl-itples rasgos definitorios de la misma y se amplía el sentidotestimo-nial que el Lazarillo retiene en el espectrohistórico-literario de aque-líos años.

II

Es obvio por otra parte que eí Lazarillo no fue concebido exclusi-vamente como arte literario. El texto posee,n.o obstante,varios aspec-

tos que confirman la dimensión creativa de la narración. Estas sonconsideraciones,bien está decirlo, que la crítica ha visto de soslayo

pero que interesanal emprenderahora una lectura centradaen lasingularidad formal del texto.

31 Se pensabaentonces,como hoy, que la historia debía superar metodoló-gicarnentelas desventajasque sufría al ser comparadacon las cienciasexactas.La historiaera consideradapor muchoscomoun conocimientode rango inferior.Y llegó a aplicárselefórmulas matemáticas,según los ensayosde Hartley yPriestly. El resultadode toda esa labor hizo que a fines de siglo, la historiafuese una disciplina más rigurosa, pero de naturalezainterdisciplinaria. Lasformulacionesmás precisasde la teoria comparativay evolucionista dcl cono-cimiento que maduró en el xviii, se resumenen la Scienza Nuova de Giam-battista Vico: obra que seriaexplicitada posteriormentepor Benedetto Croce.

>~ VéasePrólogo, p. 117.33 El reproche fue motivado, tal vez, por el inmenso prestigio científico

que disfrutó Peralta Barnuevo en el siglo xviii; conocimiento entonces tanexcepcionalen la cultura hispánicay al mismo tiempo tan celebradopor lainlelcetualidad del siglo xviii. Lo que indico está documentadoen el estudiode 1. Lconard, «Pedro Peralta: PeruvianPoligraph, «RevistaHispánica Moderna,XXXIV (1968), Pp. 690-699.

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Notas para una caracterizaciónformal de «Rl Lazarillo... 197

Quisiera subrayar que al afrontar el texto de Carrió se destacaenseguidala presenciadesdobladade un relator histórico y otro figu-rado. Concolocorvoo el Inca Calixto Bustamantees el amanuensein-dígenaempleadopor Cariió y, como tal, la persona narrativaqueasu-me el Visitador ~. Se sobreentiendeque en la historia literaria pocotiene eseardid de novedoso.Pero esa duplicación es precisoverla deotro modo.Lo queme interesaapuntares que esedoblez interior ilus-tra, con excepcionalclaridad, la ambivalenciadel Lazarillo como textopatrocinado por el impulso creativo y el afán noticioso; es acaso elpliegue que alude, en otro plano, a recrudecidas distinciones sociales

y a toda un áreade escisióncultural que se acentuabaen los estadiosfinales del período colonial.

El desdoblamiento presente en la imagen dei relator se agudizanotablementecuandoverificamos que no se trata de una función rela-tora de caráctertradicional. Obsérvese,ante todo, que en la escriturase insertan una proyección autobiográfica imaginada, que nana elInca Bustamante,y otra más categóricadeterminadapor Carrió. Estaúltima es visiblemente la coordenadaque orienta el procesonarrativo.En el texto cohabitan entoncesdos estratos inestables: la palabrarepresentadaque emite Concolorcorvo y el discurso propiciado por el

autor. En esteúltimo radica el verdaderocontenido pronominal, evi-dente sobre todo en el piano de las conceptualizaciones.Por ello, meparece lícito atribuir numerosossectoresdel texto al mismo Carrió.Queda consignado de esa manera un ente narrativo que necesaria-mentenos hacepensar en el Lazarillo de Tormes; aunqueel área derelación entre ambos textos es marginal en todo sentido.

Las valoracionesmás precisasaceptanque en la obra clásica,Lá-zaro es el instrumento maleable y transparentea través del cual se

~ Bajo el titulo tan narrativo de la obra se lee: «Sacadode las memoriasque hizo don Alonso Carrió de la Vandera en estedilatado viaje y comissiónque tubo por la corte... Por don Calixto BustamanteCarlos Inca, alias Conco-lorcorvo, natural del Cuzco Nótese la imagen precisa que el título nos dadel Visitador y el perfil brumosode un relator que apareceenvueltoen seudó-nimos y nombres dudosos. Sabernos,por otra parte, que el amanuensefuepersonajehistórico aunqueno sc conocendetallesconcretosde su vida y perso-nalidad. Quisiera añadir que las reservasque tuvo Carrió al publicar su librofueron, por otra parte, motivadas por las restricciones oficiales y por unaposible recepciónpolémicay negativade la obra. Pero esasreservasfueron com-partidas tambiénpor prestigiososhistoriadoresdel sigl.o xviii. Nicolás de JesúsNelando, en su Historia civil de España (1740-1744). admite que la suya es pornecesidaduna versión parcial de los hechosnarrados.Para comprenderel con-texto intelectual y los criterios oficiales e historiográficos -de la época debcconsultarseel documentadoestudio de Tris M. Zavala, Clandestinidady liberti-naje erudito en los albores del siglo XVIII (Madrid: Editorial Ariel, 1978),pp. 367-410.

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198 Enrique Pupo Walker

expresauna sensibilidadculta y refinada~ Es acasoel narradordes-doblado por excelencia36; y Lázaro, al igual que Concolorcorvo,esla entidad que le permiteal relator implícito tomar la distancianece-sariaparaobjetivar los hechosdescritos.Esa escisióndramatizadadelinstrumentonarrativo es quizá el vínculo más directo que el texto deCarrió mantienecon el modelo picaresco~. La diferencia inmediatase percibe, sin embargo, en que el desdoblamientoocurrido en elLazarillo de ciegos caminantesno es una práctica sostenidani fina-mente equilibrada; limitación que, por cierto, impide la ficcionaliza-ción coherentey totalizada que sí logró el autor anónimo.

Aún en las páginasiniciales, la voz de Carrió se impone y hastallega a entorpecer la perspectivaelegida en el proceso de redacción.Apenascomenzadala obra, el Visitador exhibe sus lecturas, y se desvíahacia ocasionalesreferenciasmitológicasque permiten un comentarioaforístico de los hechosen cuestión; material que el narrador designacomo «exordio»de su libro de gestación.Pienso,no obstante,que noson esos los temas y disquisicionesque hubieseinterpoladogratuita-mente, y a tenor de prédica, un simple e inculto amanuenseindígenade Cuzco. Observemosque es esemismo relator el que también aludea vivenciascortesanas:«Esto supuesto,señoresempolvados,sedientoso cansados,sabrán que los correos y mansioneso postas son tan anti-guos como el mundo, porque, en mi concepto,son de institución natu-

ral, y convendránconmigo todos los que quisierenhaceralgunarefle-xión. He visto en la corte de Madrid que algunaspersonasse admira-ban de la grandezade nuestromonarca,porque cuando pasabanalos sitios realesllevaba suprimer secretariode Estado...» (Prólogo).

En otro tono, la página siguiente comunicala postura defensivaquehabitualmenteasociaríamosconunapersonavinculadaa las reali-dades e interesespeninsulares:

35 Esos y otros rasgos estructuralesdel texto clásico se analizan brillante-menteen los siguientes estudios: FernandoLázaro Carreter, «La ficción auto-biográfica en el Lazarillo de Tormes»,Litterae Hispaniae et Lusitanae, 1 (1967),pp. 195-213; «Para una revisión del concepto ‘novela picaresca’»,en Actas delIII CongresoInternacional de Hispanistas (México: Colegio de México, 1970),pp. 2745. StephenGilman, «The Death of Lazarillo de Tormes”, Publicationsof the Modern LanguageAssociation,LXXXI (1966), Pp. 149-166. Claudio Guillén,«La disposición temporal del Lazarillo», Hispanic Review, XXV (1957), pági-nas 264-279.

~Al precisar las divergenciasque existen en el punto de vista narrativo quecontienenambos textos, severá que en la narraciónclásica se evita la ofusca-ción queseproduceen el Lazarillo de ciegoscamina;-ztes,al quedaryuxtapuestosdos planos autobiográficosque se entrecruzanarbitrariamente.

37 Inútil es relacionar la ‘geografía’ de la picarescacon la del Lazarillo. Ladc estcúltimo es, comobien lo señalaBataillon, «un itinerario» y no un empla--zamientoimaginativo, comolo es Toledo en la trayectoriade Lázaro de Tormes.Introducción a, p. 97.

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Notas para una caracterizaciónformal de «El Lazarillo... 199

Los españolesson reputadospor los hombres menos curiosos detoda Europa, sin reflexionar que son los que tienen menos proporciónpor haltarseen el extremo de ella. El genio de tos españolesno sepuede sujetara las economíasde franceses,italianos, flamencosy ale-manes,porqueel español,con doscientosdoblonesen el bolsillo, quierecompetir con el otro de estasnaciones que lleva dos mil, no acomo-dándosea hacerseél mismo tos bucles y alojarse en un cabaret acomer solamenteuna grillada al medio día, y a la noche un trozo devitela y una ensalada(Prólogo)3~.

En los capítulos quizá más conocidos del libro, es obviamenteCarrió quien produceunabriosa defensade la Conquista.E inexpli-cablemente,en Cuzco, tierra del relator Concolorcorvo, el Visitadorse apoderadel hilo narrativo para exponerallí sus prejuicios y orgu-llos de casta; conductaque debilita y reduceaún más la - presenciaefectivadel hablantefigurado: «Más plata y oro sacaronlos españolesde las entrañasde estastierrasen diez añosque los paisanosde Vm enmás de dos mil que se establecieronen ellas, segúnel cómputo de loshombresmás juiciosos. No piense Vm dilatarsemuchoen la descrip-ción de estos países,pues aunqueson mucho más pobladosque losque deja atrás, son más conocidosy trajinados de los españolesqueresidendesdeLima a Potosí.Nimborunz in patriam, loca foeta juren-tibus Austris (XI) ~.

Advertimos que esos y otros fragmentosde la relaciónno favore-cenla imagen del narradorfigurado quepostulael texto. Lejos de ser«indio neto» el relatores,más bien, como él mismo lo dirá, «pejeentredos aguas’>~. La inconsistencianarrativa que he puntualizado no seadvierte acasoporque gran parte de la obra está montada sobre labasede un diálogo tácito y a veces directo entre Concolorcorvoy elVisitador. Aunque podría verificarse en otros pasajes,en el segundoapéndicees aúnmás obvio eseplano de interacciónque acabode seña-lar: «¿ Hay más preguntas, señor Inca? Sí, señor, le respondí, y noacabaríahasta el día del juicio, si Dios nos diera a Vm y mi tantavida como Elías a Enoc. Preguntolo segundo: si en México y Lima,queVm reputapor las dos cortes másenfermizasdel imperio españolamericano,¿viven sus habitantestanto como en los demás paísesdesu dominio?» (Apéndice II).

~> En una escalamenor, la inclinación paródico-críticadel texto estáindicadapor las alusionessatíricasa voces francesase italianas que se introducían enel léxico y la actividad de la época.Ver Prólogo,PP. 102-103.

~ A ¡ni parecer,el despliegueespacialque Carrió permite a la cita indicasu marcadointeréspor destacarla.El texto proviene de La Eneida (Libro 1:51).

~‘ Ver Prólogo, pp. 116-119. Ocurre ademásla yuxtaposición arbitraria delos planos autobiográficosque evitan la creación de un foco narrativo clara-mentedefinido. Tampocoes efectiva ni consistentela representacióndialogadaque el texto desarrolla.

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200 Enrique Pupo Walker

En estefragmento la narraciónse desvíahacia un tópico, por cier-to, muy comentadoen la época colonial: me refiero a las compara-cionesy rivalidadesentre los virreinatos principalesde América. Peroen años momentosesasmatizacionesocasionalestambién manifesta-rán las fricciones socialesy la inevitable gestión opresivaque desarro-lla la cultura] dominante: «Por la lagunaEstigia vuelvo a jurar, señordon Alonso, que es muy poco lo que entiendode la pintura que Vm hahechodel traje de mis compatriotas.¿Y a mí quécuidadome da esto?me respondió.El año de cuarentay seis de estesiglo, memorableporcl último gran terremoto, llegué a estacapital, en dondetodavía halléen usoestostrajes. Si al presenteson ridículos, a lo menosno dejaránde confesarque fueron costososy que en aquel tiempo manifestabanopulenciade susdueñosy eí generosoespíritu que infundía el estelaje»(Apéndice III).

Explícitarríente es esa la dinámica narrativa que otorga al textosusfragmentosde mayor soltura; es también una manipulación retó-rica con precedentesantiquísimos en los debates,panegíricosy en losdiálogosexpositivosque cultivó la literatura europeadel Renacimien-to. Pero cuidémonosde pensarque la relación sc ha elaboradoal azarde esosdiálogosy de los tópicosquehe señalado.La directriz impuestapor el relator dominante(el autor)ejerceunafunción integradoraque,a retazos,fundea ambosnarradores.Lo que he señaladoes visible envarios fragmentos: son sectoresque tangencialmenteindican una vela-da concienciade elaboí-acióntextual. El pasajeque elijo para demos-trarlo es extenso,pero su obvia importanciay función ilustrativa meinduce a reproducirlo en su totalidad:

Despuésde haberdescansadodos días en Potosí,pidió el Visitadoreste diario, que cotejó con sus memoriasy le halló puntual en laspostas y leguas: y aunque le pareció difuso eí tratado de mulas, per-mitió que corriese así, porque no todos comprendenlas concisiones(sic). Guiseomitir las coplasde los gauderios,y no lo permitió, porquesería privar al público dcl conocimiento e idea del carácter de losgauderios,queno sc puedengraduarpor tales sin la música y la poesíay solamente me hizo sustituir la cuarta copla, por contener sentidodoble, que se podía aí>licar a detcrminaÚossujetos muy distantes delos gauderios,lo que ejecuté puntualmente,como asimismoomití mu-chas advertencias,por no hacer dilatada esta pril-nera parte de midiario, reservándolaspara la segunda,que dará í3rincipio en la granvilla dc Potosí hasta dar fin en la capital dc Lima (X) ~‘.

En la caracterizaciónformal del Lazarillo que he sugerido hastaahora,me parecenecesarioapuntar la conductade un texto que llega

41 Este y otros pasajes similares son antecedentesexplícitos de las rela-clones detallistas y excesivamentelocalizadas que emprenderá la literaturacostumbristadcl siglo xix.

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Notas para una caracterizaciónformal de «El Lazarillo.. - 201

a ocuparsede sí mismo y que convierte aspectosdel procedimientonarrativo en tema ocasional del discurso. Se repite pues aquí, unsíndrome escritural que he señaladoen la obra del Inca Garcilasoy RodríguezFreyle, y quecompruebaindirectamenteesaposturaauto-contemplativa e interiorizada que asomacon tanta frecuenciaen laescritura americanadesdeeí siglo xví. Sc veráademásque el párrafoquehe citado es un apretadoresumende temasy actitudesmuy noto-ríos en toda la obra.

Esa coherenciaalcanzadapor la narraciónal revelar sus aspectosmás interiorizados, disminuye considerablementecuando el relatordominante (Carrió) se empeñaen transferir a un primer plano lasquerellasy rivalidades que existieron entre funcionarios de su época.Sondatosque,bien estáapuntarlo,empobrecenel alcanceimaginativode la obra: «Bastantepudor me cuesta—y, es sin duda, Carrió quienhabla— descifrar un enigmatan público, que hastalos muchachosdeLima lo saben.Finalmente, las cuatro PP.P.P.que fijó el gachupína la puerta de este palacio arzobispal no significan otra cosa, comoa VV. SS. Ilustrísimas les consta que Pila, Puente,Pan y Peines,enque excedeLima a la ponderadaciudad de México’> (ApéndiceII 1) ~

Estamos situados pues, ante una narración que se desarrolla apartir de una perspectivaambivalentede sí misma y del mundo quedescribe.Lo digo así porque aun cuandoeí Inca Bustamantees elhablantefigurado, Carrió no logra sustraerletodos los valores y acti-tudes que seríanpropios de su raza y extracción cultural. Persiste,de esemodo, unaconfrontaciónsostenidaaunquetenue de dosmarcosreferencialesque se entrecruzanen el nivel autobiográfico del texto;esun ligero choquede imágenesque terminapor desorientaral lector.Pero viéndolo de otro modo,en la organizacióndel discursoentroncanlos valores extremos de la sociedadcolonial: el indio y el peninsu-lar. E inscrito entreambospermaneceal criollo mayoritario que apa-rentementeresulta excluido como entidad dinámica del texto. Digoaparentementeporque sólo es así en la superficie denotativa de lanarracion.

Invito al lector a meditar sobre lo que acabode señalarporquese esbozaaquí un concepto que nos permitirá una caracterizaciónmucho más exacta de la obra. Quiero decir que en el Lazarillo elespacionarrativo de mayor significaciónes precisamenteun interdicto.Entre los extremosque representanCarrió y el indio Concolorcorvoaparecediluida la expresión cultural del criollo, se omite paradóji-camente el tipo humanoy social que fundaba en América un nuevo

42 Parauna explicación de esos detallespropios de la novela de clave, ver:Carilla, El libro, p. 31.

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contextode valores.Y la omisión se torna aúnmássignificativa cuan-do advertimosque son las actitudesy el mundo criollo las que a lapostre singularizanla obra. Piénsesea la vez que ese curioso signode interdicto puedeverificarse de maneraascendenteen los textosquehe comentado.Por otra parte, la incidencia implícita del criollo aludeen el Lazarillo a los múltiples efectos represivos que instituía el sis-tema imperante.

En seccionesmuy variadas Carrió, desdesu relator, da cuenta delmestizajeen todas susformas y hastadocumentalos hábitosgenerali-zadosdel criollo en México y Perú.Alude en particular a los «chape-tones» limeños y dice, por ejemplo, que «en la Nueva Españalos lla-man peruleros,y en la penínsulamantienenestenombre hastaen suspatrias, y así en Madrid, a mi cuñado y a mí y a los demáscriollasnos reputabanigualmente por peruleros o limeños» (Apéndice III).Pero no seránsiemprefavorableslas imágenesdel criollo que se ofre-cen en el Lazarillo ‘~. Más importante que las quejas y críticas ocasio-nales,es sin embargoel equívococultural y social quepercibimosenla narracióny que a su vez la singulariza.

Lo que deseo consignar ahora es que, tras su reafirmada condiciónpeninsular, Carrió experimentaun plano vivencial —el más significa-tivo de toda su vida— que está cifrado plenamenteen la cultura delcriollo. Razónsobradatiene M. Bataillon al afirmar que el Visitador:«vueltoa Madrid esyaun peruanoo perulero,o sea,tanto como decircriollo y encuentranatural que los madrileñoslo confundancon losdemáscriollos» ~‘. Además,los conocimientosextremadamenteporme-norizadosque Carrió poseíade la vida rural y urbana y suexposicióndetallada de los usos y los grupos étnicos, nos indican que las expe-riencias formativas del relator se consolidaron en una sociedadqueya estabadefinida por la cultura del criollo ~

Para fijar por último la organizacióninterna de la obra tendremosque reconocertambiénque ambosrelatoresson los garantesinmedia-tos del texto. Pero son, además,dos vocesque desdeel plano autobio-gráfico por necesidadficcionalizan granpartede la relación~. Con elloquiero apuntarmuy brevementeque el discursoposeeun significanteimaginativoquelo condicionay queposibilita los significadosdiversos

43 Véase: Prólogo,p. 115. El subrayadoes mio.44 Introducción a, p. 208.~ Para comprendercon exactitud el significado cultural e histórico que

encierrala palabracriollo, léaseel estudio de José3. Arrom, «Criollo: definicióny matices de un concepto»,en Certidumbre de América (Madrid: Editorial Gre-dos, 1971), Pp. 11-26.

~ El proceso -de ficcionalización que desarrolla la relación autobiográficalo analizaWilliam Howarth en su estudio <‘Sorne Principies of Autobiography”,NewLiterary History, V (1974), Pp. 365-368.

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Notas para una caracterizaciónformal de «El Lazarillo. - - 203

que la narraciónmanifiesta.De ello me ocupo en la conclusiónde estasnotas.

III

En lo que precede me he referido someramentea las contraposi-ciones interioresque sugierela mecánicanarrativa del Lazarillo. Peroocurreque eseconocimientonos transfierepor necesidada otro plano,no menos importante del discurso,en el que aparecencontrapuestashastaahora imágenesde procedenciainesperada.Hablo concretamen-te de libros, textos y referenciasque ingresanen la narración comoafluentes para formar una atropelladacorriente narrativa. Son mate-riales que al fundirse, incrementan la dimensión referencial del dis-curso medianteun procesoanalógicoque enriquecey amplia nuestralectura. Insisto en ello porque esasrelacionestextuales—a vecestanconflictivas e imprecisas—son un rasgoesencialde la creaciónlitera-ria; rasgosque en las letrasamericanashemosde verificarlo con pecu-liaridades muy definidas~.

De manera accidentada,en el Lazarillo de ciegos caminantes sedilata notablementeel espaciogestadopor la intertextualidadcreativa.Sin embargono he de explorarlo en todas susformas, ni es necesarioquelo haga~ Adviértasequela narraciónmuestrasucomportamientoreferencialcon un epígrafede Ovidio que le sirve como punto de parti-da al texto, y que dará lugar a otros de procedenciaclásica que heverificado en citas anteriores.Propongoque,en parte, la función tácitay referencial es vincular la escritura a los códigos más prestigiososde la expresiónliteraria. Es tal vez la indicación explícita de que eltexto ligero y coloquial que se ofrece, aún mantienelas garantíasdeun saberrefinado. Observaremos,por ejemplo, queesasasociacionesiniciales son las que suscitanuna breve parodia de motivos clásicosque inician en el Lazarillo una sucesión bastante extensa de interpo-lacionesilustrativas y definitorias. Segúnvimos,al realzar las virtudesde la fábula, en contrastecon la historia, el relator distinguecon algu-

~ Los precedentesmás sugestivosde esapeculiaridadlos exponecon admi-rable precisión RobertoGonzálezEcheverríaen <‘José Arrom, autor de la Reía-clon acerca de las antigUedadesde las Indias: picarescae historia», en Relee-turas (Caracas:Monte Avila, 1976), Pp. 17-31.

~‘ Me atengoal conceptogeneralde intertextualidadenunciadopor la profe-soraJulia Kristeva al definir el texto como «aparatotranslingiiistico que redis-tribuye el orden de la lengua, poniendo en relación una palabra comunicativa,apuntandoa una información directa, con distintos tipos de enunciadosante-,-iores o sincrónicos”. El texto de la novela (Barcelona: Lumen, 1974), p. 15. Esver el texto como un áreade insercionescreativas. O sea la configuración de~in enunciadoque se integra a su vez en la totalidad histórica y social.

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204 Enrique Pupo Walker

na precisión los rasgosidealizadosy las cualidadesque poseeel héroelegendario; alusión que motiva a su vez el siguiente relato: ~<JunoyVenus—dice el narrador—,rivales desdela decisión del pastor de Ida,siguen opuesto partido, procurandocada una traer al suyo al altiso-nanteJúpiter que, como riguroso republicano,apetecela neutralidad;pero deseandocomplacer a las dos coquetas,arroja rayos ya a laderecha,ya a la izquieí’da, en la fuerza del combate,para quequedeindecisa la victoria (1).

Sabeniosque esa parodia festiva se elaborapara retomar, indirec-tamente,el viaje de Telémaco al infierno entre otras alusiones.Con-viene insistir, sin embargo,que los procedimientosque he señaladoaquí no se limitan a las intervencionesfortuitas de la alusión decora-tiva; la concatenacióndirecta o implícita de textos muy variadosins-tituye gradualmenteuna dinámica escritural facilitada por la poten-ciación asociativainherenteal texto literario; textos que llegan a cons-tituirse como un sustrato analógico de latitud muy variable.

Al puntualizar esos atributos de la narración, debemostener encuentaque el Lazarillo se ha estimadoprimordialmente por su caudalinformativo, y no sorprendeque así sea. Pero, con todo, la obra seinspira, por lo menosen parte,en textosde creación,ya que incorporacomo referente inmediato el Telémacodc Fenelón; libro urdido coninmensa riqueza imaginativa, que deriva a su vez de la Odisea,y quedesarrolla una trama de fabulacionesextremas propias de la novelabizantina. Es por ello justificada la observacióndc Carrilla al recalcarque entre las fuentesprincipales del Lazarillo se destacasobre todoel Telémaco~

Por su parte Bataillon afirmaba que ese mismo libro «coronabala cultura clásica de Carrió» ~<. No es necesario insistir en ello, nitampocoen la huella que dejaen el Lazarillo La Vida (1743) de Torresde Villarroel, escritor, por cierto, muy afín al temperamentomordazy satírico de Carrió. Pero esos y otros datos similares fueron escla-recidos a lo largo de muchos añospor investigadoresbien conocidosde todos.

Lo que me intéresa señalares que la secuenciaepisódicaestruc-ttirada por Carrió, provoca, aunqueen proporción desigual,una rela-ción analógicacon textos indirectamenteafines al Lazarillo. En mediode un diálogo irónico en el que se predicenlos comentariosque podríamotivar el Lazarillo entre susfuturos lectores; el relator evoca la pre-senciade obrasque sin duda informan y respaldanla proyeccióncrea-tiva y el carácterpolémico del texto:

~»Remito al lector a las oportunas aclaracionesque hace Carilla en suedición. Cap. 1, p~ 125. Hay otras referenciasal mismo libro en la p. 395.

~»Introducción p. 207.

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Motas para una caracterizaciónformal de «El Lazarillo. - - 205

Ninguna obraha salido hastaahoraal gustode todos,y hay infinidadde sujetos que, no siendo capacesde concertar un período de seislineas en octavo, ponen un defecto en las cláusulasdel hombre máshábil. Todo esto es oro molido para el autor. Si Vs-u logra sacar elcosto de su impresión (que lo dudo mucho) aunque La RobadaSi lehaga mucha gracia por mi respetoy amistad antigua, siempre ganaVm mucho difundiendo su noníbre y apellido por los dilatadosdomi-nios de España,con más fundamento que Guzmán de Alfarache yEstebanilloGonzález,quecelebrantantossabiose ignorantesen distintosentido (Apéndice III).

Otras referenciasintegradasen la narración son menos explícitas,pero identificablesen todo caso. El simple juego de palabrasque oca-siona el refrán invertido «liebre por gato» nos recordarávariacionessimilares en el Quijote y en textos de Quevedo~ Y el trasfondo lite-rario, más quefolklórico, que parecesugerir esejuego, se insinúa tam-bién en otras alusionesaunquemenos precisas: «El chiste de liebrepor gato nos pareció invención del flaire, pero el Visitador nos dijoque, aunqueera muy usadoen el Tucumán; era frase corriente en elParaguayy pampasde Buenos Aires, y que los versos de su propionumenerantan buenoscomo los que cantaronlos antiguospastoresde la Arcadia, a pesar de las ponderacionesde Garcilaso y Lope deVega» (VII)

Los enlacesimplícitos o directos entre escriturasdiversasse com-portan entoncescomo un retraído diálogo intertextual, que es fomen-tado, en parte, por la lógica argumentativay polémica que sirve de

sostén formal al Lazarillo. Con razonamientospropios de un criollo,el relator (Carrió) reincideen tópicosconvencionalesen los que suelendespuntarlas referenciasliterarias: «Protestoa Vm, señor Inca. queha cerca de cuarentaaños que estoy observandoen ambasAméricasla particularidad de los ingenios de los criollos y no encuentrodife-rencia,comparadosen generalcon los de la península’>(Apéndice II).Y allí se precisa otro comentarioque con toda claridad responde ala Defensade los españolesamericanosy su ingenio de Feijóo 1

La información ordenadaque ha propiciado la investigación lite-raria nos permite confirmar desdeotro plano las relaciones tácitasy directasque el Lazarillo mantienecon la obra de Quevedo.Es inne-cesario,por lo tanto, reconsideraríasaquí.Quiero destacar,no obstan-te, que la concepciónimaginadadel relator Concolorcorvo,deriva, al

51 Es cl nombre de la imprenta en que sepublicó la obra de Carrió.32 Véanselas explicacionesbibliográficas que aporta Carilla, El libro, p. líE~ Son útiles las referenciasy paralelostextualesque el editor ofrece en sus

notas.Se reproducela defensavehementequehaceFeijóo de PeraltaBarnuevoyde la intelectualidadcriolla, p. 447.

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parecer,de una fuente literaria; me refiero, claro está,al romancedeQuevedo,«Bodas de negros’>:

Iban los dos de las manoscorno pudieran das cuervos;otros dicen como grajos,porque a grajos van oliendo.

Echólesla bendiciónun negro veintidoseno,con un rostro de azabachey manos de terciopelo~‘.

Gradualmenteesasy otras aportacionessugeridaspor fuenteslite-rarias muy variadasse acumulanen el Lazarillo como un sedimentofértil que pone en evidencia el parcial asiento imaginativo del texto.Esa observaciónse corrobora también al señalar la diligencia con queel narrador recogey sintetiza temas literarios y del folklore, que ape-nasse conocíanfuera de la AméricaLatina. Es éste, tal vez, uno de losaspectosmenosestudiadosde la obra.El Lazarillo, valoradodesdeeseángulo,se percibehoy como un vasto compendiode relatosy motivosque difieren marcadamenteen valor literario e inclusive en su nivelde desarrolloformal.

Al describir los aspectosde la cultura urbanay campesinade aque-lías regiones, se retratan las ferias, hábitos y labores; y en el cursode suitinerario el relator construyeestampaspopularescon matizacio-nes puntillosas que anuncian el auge inminente de la literatura cos-tumbrista. El flujo dialogadode la narraciónpor sunaturalezarecogeanécdotas,relatos y coplas que provocan las circunstanciasy quepersiguena cada paso las tradiciones populares de aquellos sitios.Confirmamospues, un hábito narrativo que habían practicado loscronistas,pero que Carrió empleacon obvio deleite, y mostrandoencada detalle su instinto de narrador:

Antes de salir de esta jurisdicción ~nos dice el relator— voy aproponerun problemaa los sabios de Lima. Atravesandocierto espa-nol estos montes en tiempo de guerra con indios del Chaco, se vioprecisado una noche a dar descansoa su caballo, que amarró a untronco con un lazo dilatado para que pudiesepastarcómodamente,ypor no perdertiempo, sc cchó a dormir un rato bajo un árbol frondoso,poniendo cerca de su cabecerauna carabina proveída dc dos balas.A pocos instantessintió que íe dispertaban(sic) levantándolede unbrazo, y se halló con un indio bárbaro armado de una lanza y con su

54 Obras completas,1. Citado por Carilla, p. 109.

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carabinaen la mano, quien le dijo con serenidad: «español,haz tun»;esto es, que disparasepara oír de cerca el ruido de la carabina.Elespañol,echandoun pie atrás,levantó el gatillo y le encajóentre pechoy espaldalas dos balas al indio, de que quedótendido. Se pregunta alos alumnos de Marte si la acción del españolprocedió de valor o decobardía, y a los de Minerva si fue o no lícita la resolución del es-pañol (IV).

Estey otros cuentossobregauderiosy tucumanoscap. VII) ~ anti-cipan ademáslos temascaracterísticosde la narrativacriollista; y elmotivo de la sorpresabrutal que asomaen el relato de Carrió lógica-mente nos lleva a evocar cuentos muy conocidos de nuestro siglo.Pienso,por ejemplo,en «El pozo» de RicardoGáiraldes,o «El duelo»y «El muerto»de JorgeLuis Borges~. Es evidentequeen esostrozosdel Lazarillo habíancristalizadoya algunasformasarquetípicasde lanarración gauchesca.Son incidentes concebidos a vecesen torno a lacoplay al cuentode fogón: «El Visitador, que no se acomodaa calen-tar muchosu asiento,dijo al viejo con prontitud que aquellaexpresiónle parecíamuy mal, y así, señor Gorgonio, sírvaseVm. mandara lasmuchachasy mancebosque cantenalgunascoplas de gusto, al sonde susacordadosinstrumentos(VIII) ~

Pero otrasnarracionesque distinguimos a lo largo de la obra, soninjertos que provienen sin duda de la cuentisticapopular, que, comoantes indiqué, también penetró en las relacionesdel Inca Garcilasoy RodríguezFreyle. En el Lazarillo, los relatos en torno a las lavan-deras de Córdova que «jamás remiendan sus sayas»(IV); o el queversa sobre «la india muertay el fraile muerto» (IV), deben muchoa la narrativa popular, que prosperóapartir del siglo xvi y que evolu-ciona hacia el espacioilimitado de la consejay el chascarrillo his-pánico.

IV

Esa dimensión del texto que he comentado, manifiesta, a simplevista, una proyeccióncreativa que a su vez confirma el sentido profé-tico que el Lazarillo asume en las letras americanas.La integracióngenerosade formas literarias tan disímiles permite que hoy veamos

~ Ver: Cap. 1, Pp. 134, 136, 171, entre otras.~ Un comentariovalioso y muy reciente sobre las fuentesy grados de ela-

boración en la cuentística de Borges apareceen el libro de Jaime Alazraki,Versiones.Inversiones. Reversiones.(Madrid: Gredos, 1977), Pp. 47 y ss. Verconcretamentepp. 125-126.

~ Obsérveseque en el Cap. 1, p. 133, se ofrece una descripción de carnesapetitosas,reses descuartizadas,desperdicios,ratones y gaviotas que evocandirectamenteescenasiniciales de «El matadero»,de EstebanEcheverría.

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208 Enrique Pupo Walker

la obra como una figura poliédrica que gira sobresi misma para mos-trarnos imágenes,referenciasy procedimientosque aún sorprendenallector especializado.

El texto, como las relaciones del Inca y RodríguezFreyle, admitey fusiona un repertorio sorpresivamenteamplio de códigos literariose historiográficos. Son materiales incorporadospara alcanzar,desdeellos, una escriturasingularizadaque reiteradamenteha de inseribirseen un espaciointertextual. Pero obsérveseque la redacciónno convocasus precedentescon el mero objeto de reproducirlos, sino más paratrascenderlosmediante una reorganización creativa de los mismos.Al proponerloasí, es difícil no pensaren las observacionescerterasdeRoland Barthescuandoindica queel objetivo del lenguaje literario esprecisamente«reconstruir las reglasy sujecionesde la elaboración»58

GerardGenette,por suparte,expandeesejuicio al indicar que el textoliterario «se desdoblade alguna manera para agregar a su propiasignificación explícita o literal, o denotación,un poder suplementario

59

de connotaciónque lo enriquececomo uno o varios sentidos» -

En el Lazarillo se da, entonces,un degradamientointerior, o si sequiere, un sistema de proliferación anecdóticaque hace posible elespacioconnotativo del texto. Aunquenuestraatenciónsuelefijarse enel plano denotativo, los componentesliterarios (relatos, parodias, et-cétera) nos revelan significados laterales —son en rigor, los alrede-dores semánticosde los que tan sabiamentenos habla ‘Carlos Bouso-ño— ~; significados que no puedenomitirse si nos proponemosunavisión plena de la obra.

En último término resulta claro que la originalidad del Lazarilloy de la escritura americana en general no reside obviamente en lapintoresca raíz etimológica del vocablo, sino más bien en esa trans-formación creativa de todos los antecedentesconvocadosSI Se des-prendetambiénque el texto americanono puedeafirmarseen la causa-

~ Ensayoscríticos (Barcelona: Seix Barral, 1967), p. 306.ss-’ Figuras; retórica y estructuralismo (Córdoba, Argentina: Nagelkop, 1970),

p, 213.6~ Me refiero a su admirable y reciente libro El irracionalismo poético:

(El símbolo), Madrid: Gredos, 1977), Pp. 175-203.~> No he querido inferir que ese proceso sea, en modo alguno, exclusivo

de ]a creación literaria en Hispanoamérica.Lo que sí deseosubrayar es queel afán por alcanzar lina expresión singularizada,ha motivado en las letrasamericanasuna faseagónica(en el sentido unamuniano)de introspeccióny con-frontaciones.Es la escrituraconseguidaentre el rechazoy la afirmación fervo-rosade valores y tradiciones propios o aprendidos.De ahí la palabra que seinscribe repetidamenteen un espaciooscilantee intertextual. Es la actividadque por su naturalezadesmientetoda escritura definitiva. Acaso esa tensiónpermite la expresividadinquietanteque alcanzanlos mejores textos de Martí,Alfonso Reyes, Borges,Octavio Paz y tantos otros. En sus obras se ha consa-grado la palabra que siempreva más allá de sí misma, aun cuandoel contextosea la relación histórica, el ensayoo el verso.

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Notas para una caracte;-izaciónformal de «El Lazarillo. - - 209

lidad nítida de una tradición elucidadaen contextos culturales unifi-cadosy precisos.Ya en otras ocasioneshe sugerido que la expresiónliteraria de América será, casi siempre, una actividad reflexiva quetiene sudifícil razón de ser en la noción perennede un devenir incier-to; ése es acaso un signo primordial de nuestros mejores textos; lanuestraes una escritura fundamentadaen una plenitud siemprefutu-ra: plenitud que a un mismo tiempo alimentay cancelaesa escritura.

Paraconcluir estaspáginasquisiera señalarque estosbreves razo-namientos en torno al Lazarillo de ciegos caminantes,nos serviránademáspara corroborar,desdeun libro casiolvidado, la fíccionaliza-ción progresivaque ha experimentadoel discursohistórico de Améri-ca. Por ser así, entiendoque el testimonio histórico que nos entregael Lazarillo no ha de buscarseexclusivamenteen la multitud de datosque el texto recoge.A la postre la estructuramisma de la obra cons-tituye una significativa representacióncultural del ámbito descrito.De ahí la indiscutible condiciónhipertélica que subyaceen varios sec-tores del discurso; condición que no podemosomitir al constatar losverdaderosrasgos diferencialesde la narración.

Enrique PIJPO-WALKERVanderbilt tlniversity

(EE. bu.)