Nostalgias desde el exilio: Desplazados de Trojas de Cataca.

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Nostalgias desde el exilio: Desplazados de Trojas de Cataca joe rosentiehl & MARCOS ARIZA REFLEXIONES

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Nostalgias desde el exilio: Desplazados de Trojas de Cataca

joe rosentiehl &

MARCOS ARIZA

R E F L E X I O N E S

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Tratar de dar a conocer las realidades, cotidianidades, ten-siones, y conflictos de las comunidades locales del Caribe co-lombiano y en general de cualquier grupo humano existente en el mundo desde la disciplina antropológica, trae a colación el dilema del ¿Cómo se hará?, pregunta a la cual se le suman otras como ¿Qué se dirá del “otro”? y ¿Quién puede decirlo?; es por ello que en este ejercicio quisiéramos poner en cuestión este tipo de interrogantes hablando y dejando hablar acerca del caso conflictivo, doloroso y reestructurador de las dinámi-cas sociales, culturales y territoriales de la masacre y despla-zamiento de la población semi-palafita de Trojas de Cataca en la Ciénaga Grande de Santa Marta hacia comienzos del siglo XXI.

foto Portada: En Trojas de Cataca. Tomada por: Joe Rosentiehl.2014.

foto: Pescador de El Oasis que vuelve a Trojas de Cataca acompanANdonos en el trabajo de campo para nuestra monografIa de grado. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014.

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ES importante decir en este punto, que este ejercicio se desprende de nuestra

monografía de grado titulada “Procesos de re-territorialización y construcción de lugar: caso de El Oasis en el municipio de Ciéna-ga, Magdalena” dentro de la cual trabaja-mos con la comunidad llamada a sí misma “El Oasis” la cual está conformada por per-sonas desplazadas forzadamente de Tro-jas de Cataca y que han forjado sus nuevos conocimientos y prácticas en este nuevo territorio construido por estos mismos.

Joe Rosentiehl Marcos Ariza

Estudiantes de grado de AntropologIa investigadores del grupo Oraloteca

En el presente escrito, se quiere dar a conocer los relatos de las

memorias de algunas de las personas que vivieron este proce-

so de violencia y despojo, con el fin de darles voz a las perso-

nas, en articulación a una dinámica de reconstrucción histórica de

las vivencias del conflicto armado en las comunidades del complejo lagunar.

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foto: Acompanamiento etnografico en medio de la C.G.S.M. junto a pescadores de El Oasis; llegando a Trojas de Cataca. Tomada por: Elver Samper. 2014

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Se debe comenzar diciendo que la complejidad en la que se ha venido estructurando la realidad social de las comunidades locales del Caribe colombiano ha sido articulada con diferentes procesos de modernización en nombre del desarrollo económico y/o del terror y el despojo territorial, los cuales han sido propiciados por diferentes actores oficiales (entidades guber-

namentales u ONG s) e ilegales (grupos guerrilleros y paramilitares), los cuales han hecho intervenciones sociales radicales, violentas y excluyentes que han reconfigurado las dinámicas territoriales, cultura-les, ambientales, económicas, políticas y sociales de los grupos humanos pertenecientes a esta región;

dentro de estas comunidades afectadas, se encuentran los pescadores exiliados del pue-blo semi-palafito de Trojas de Cataca, pueblo ubicado al sur-occidente de la Ciénaga Grande de Santa Marta (CGSM), la propia historicidad de este pueblo contiene el desenvolvimien-to y la construcción de este mismo en medio de dinámicas pesquera, que ha actuado como agente importante en la generación de entre-tejido cultural y social, que nutre las relaciones subjetivas que establecen los pescadores con su entorno ambiental, esto ha permitido que se haya formado toda una identidad cultural y social en medio de los pueblos que coexisten en medio de la laguna, hechos que se vieron abruptamente transformados por la incursión paramilitar del Bloque Norte de las Autodefen-

sas Unidas de Colombia (AUC), comandado por Jorge 40 hacia el mes de febrero del año 2000, donde se masacraron decenas de pescadores, se fomentó el miedo y se condenó al exilio a niños, mujeres y hombres que tenían como único patrimonio su territorio y conocimientos tradicionales sobre este mismo1 . La mayoría de los pescadores y sus familias se desplaza-ron a diferentes lugares y sitios alrededor de la Ciénaga Grande de Santa Marta como lo son el municipio de Ciénaga, Tasajera, Pueblo Viejo, etc., y en general por toda la región Caribe co-lombiana, este proceso produjo la reconfigura-ción territorial de estas personas y en diferen-tes casos la producción de nuevos territorios, como lo fue el caso del “El Oasis”, barrio que fue

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con struido por desplazados justamente de Trojas de Cataca como lo men-cionábamos anteriormente, en la periferia suroccidental del municip-io de Ciénaga, junto al caño de Ciénaga que conecta con el complejo

lagunar, desde donde han plantado una nueva forma de desarrollarse, articulando con-ocimientos y prácticas tradicionales y las nuevas posibilidades de desarrollo moderno.

Por otro lado, hubieron pocos que se quedaron en el pueblo después de este hecho, bajo la sombra del miedo y la zozobra que parecía congelarse en el tiempo y en el espacio, emociones que aún se vive en el pueblo y que

no solo se experimenta para sus reducidos habitantes, sino que en parte también es vivida por los visitantes que como en el caso de nosotros (dentro del desarrollo del trabajo de campo de nuestra monografía de grado para obtener el título de antropólogos) pudimos experimentar pernotando en el pueblo solo por una noche en la casa de la única profe-sora del pueblo llamada Adelina; el resonar del agua pasando entre las tablas debajo de las camas donde dormíamos, el ruido incesante de grillos, luciérnagas y demás animales nocturnos que nos acompañaban esa noche, perturbaban nuestro sueño, la imagen con-stante del conflicto se vivió en ese instante, algo extraño para nosotros estudiantes cita-dinos, alejados de la mano negra de la violencia en cierta medida; idea que se hizo más fuerte, cuando decidimos comentarle nuestra experiencia a la señora Elizabeth Camargo2 a lo cual ella nos responde diciéndonos “Jum, y eso que nada más fue una noche, aho-ra imagínese uno”, ahí entendimos que el conflicto no es un suceso pasajero o un hecho aislado, es una experiencia que deja recuerdos latentes que agencian las practicas del pre-sente de las personas y las expectativas de desarrollo del futuro; por este motivo es crucial entender desde la misma voz de las personas la vivencia de aquella madrugada del mes de Febrero en el año 2000 donde el terror hizo vibrar las aguas del complejo lagunar y atormentar la vida de las familias pescadoras.

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Relatar la experiencia del conflicto no es fácil para aquellas personas que lo vivieron en carne propia, aun desde el exilio se complica recordar sucesos de dolor, muerte y terror; empero, algunas personas de El Oasis quisieron retratar las formas en que sintieron, vivieron y recuerden la masacre de Trojas de Cataca, en esta oportunidad

pudimos hablar con la señora Elizabeth Camargo, los señores Manuel Gonzales y Andrés3 ; es-tos nos contaban entre lamentos, tristezas y sustos sus relatos, los cuales está a continuación:

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“Eso fue en el 2000, día 10 de Febrero, Salimos 11 de Febrero, Bueno allá lo que paso fue que allá entraron unos grupos armados, en

unas lanchas, en unas canoas, le digo por que oí decir, no me consta por qué no lo vi, pero si dijeron que venían de unas lanchas, un bote grande, con ese poco de personas así… bueno yo estoy con la hija mía en la cocina, no sé qué es lo que íbamos hacer en la cocina, cuando los mismos muchachos dicen [ey! Tenemos una re-unión allá]; bueno entonces una reunión allá… “anda yo no puedo ir ahora…” [No, no es que no puede quedar nadie en casa, tienen que aceptar la reunión]; le dije yo a la pela… “bueno si nos vamos, después seguimos ahí”, pero no…

Relato de la Señora Elizabeth Camargo4 ¿Cuándo, dónde, cómo y qué pasó en Trojas de Cataca?

foto: Iglesia y Plaza Central de Trojas de Cataca. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014.

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Al tiempo que quisimos salir pensemos, que ya no haya nadie ya por ahí; entonc-

es nos coge otro… [¡ajá! Los estamos esperando…] “a bueno es que no tengo bote”,

empujo una canoa de la casa de la cuñada mía que se llama Olga Torres a la casa

mía, quedamos así… (señala la distancia en la que quedo el bote de la casa) bue-

no nos montamos en la canoa y nos fuimos y allá en la plaza nos descargó la canoa. El trayec-

to de gente que había era muy larga, muy grande, yo acá aplaudía y me reía, sin saber de qué

me reía porque le estoy diciendo es la verdad, bueno ya paso eso, ya paso eso, cuando ya…

no sé qué fue lo que hablaron allá, no, [que se quedan los hombres y se vayan las muje-res] (recuerdo de lo que decían los miembros de las AUC por la señora Elizabeth), bueno… anda yo tenía a mi pelao que le daban ataques (con-vulsiones), y yo decía ay Dios mío! Tenía yo mis cuatro hijos y mi compañero… ay Dios mío! Como hago yo pa sabe de mi hijo (Tarquinio Torres Jr), pero yo vine a la casa, cogí la pastilla, un vaso de agua y la fui a llevar y no la aceptaron, no la aceptaron… [eche pa la casa, ya a él no le da eso, sabe que ya no le da] (decían los miembros de las AUC). Bueno y así Dios quiso, que así no fue; en la mañana yo veo venir al marido mío (Tarquinio Torres)… cuando el entro a la casa le dije ¿mijo tu que traes?, (a lo que contesta él) [nombe que voy pal baño], cuando el regreso del baño yo le pre-gunte, ¿Qué pasa que hay buena gente corriendo Torres?, [no esa gente que mataron a 3 en la ofi-

cina, mataron a 3…] “como va a ser! Y ¿Quiénes son Torres?”, [bueno Eliza yo no sé la verdad no estoy seguro, dijeron que el señor Pache-co, este… Arturo Pacheco (que es el hijo de él), el niño Moreno y la turca, son cuatro y hay muerto bastante en la Ciénaga Grande], oigo decir, [entonces a nosotros también nos ma-taran]. Entonces nosotros teníamos allá una iglesia pentecostal, y nos reuníamos ahí donde Olga Torres que era la iglesia, mientras consi-guiéramos un puesto para hacer una iglesia, pongamos; bueno hacíamos pasteles, ya no-sotros teníamos eso montao, cuando yo veía… [Ay Eliza se llevan a Lorenzo], a mi hermano, hijo de ella con mi papa; [Ay Eliza se llevan a mi hijo, se llevan a Lorenzo], “no se lo pueden llevar, como se lo van a llevar si eso es un pe-laó, ante la gente ese es un pelaó, eso no tie-nen nada que ver con lo que vienen a buscar”.

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Yyo dije “bueno hagamos una cadena de oración” y comenzamos ahí a orar; a la nada vino Lorenzo de allá, al rato oigo el escánda-lo, que [esa gente viene pa dentro otra vez,

recogiendo gasolina a la lata y prendiendo fuego donde ellos estaban metidos], y decía, “Dios mío! Nos van es a arder; ay Dios mío como iremos a quedar nosotros!”, me ponía a pensar todo eso ahí, bueno, se fueron, el-los se fueron y quedaron todos, [que levantaron a (Lobo Calsuelo), mataron a (Lobo Calsuelo)], y yo decía, “joda que vaina!, todo lo que había sembrado”. Teníamos la

casita de material recién, con buen piso y todo. Me dijo (el marido) [bueno como tu estas tan nerviosa], Ah! A mí los hermanos me mandaron a mí, de lo que había, que no se podía hacer nada porque toda la gente ya iba saliendo, me mandaron carne, me mandaron cerdo, ya preparado para el pastel, [vea hermana haga tan siqui-era] un caldero que yo tenía llenito de arroz de cerdo, hermano yo no llegue a saber cómo quedo ese arroz, si quedo salao, desabrido, crudo, cocido, no se!; quedo el marido mío allá con los tres hijos, [yo te voy a man-dar con Olga] (decía el marido), la hermana de él era, tenía el negocio ahí en Cataca grande era mayorista ahí en ese pueblo” (Entrevista a Elizabeth, el Oasis, 2014).

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foto sup: Pescador de El Oasis saliendo de Trojas de cataca. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014.

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”El día de los hechos nada más estábamos haciendo los paste-les, ya habíamos hecho los pasteles (…) habíamos un grupo

bueno. Con Olga Torres teníamos ese evento ahí. (…) maginase usted que los mismos pastores que nos predicaban a nosotros la palabra, se lo cogen en ese momento. Hi-cimos una actividad, unos pasteles para ver si mandábamos a limpiar un pedazo de ahí del monte, como

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¿Qué estaban haciendo las mujeres durante esos hechos?

quedaba cerca para hacer una iglesia ahí, pero no pudimos porque nos tocó salir… ese día hicimos un calderón de arroz de cerdo con boyo; bueno había cerdo, había carne y había pollo en el arroz, entonces yo no pude probar eso, porque los nervios no me dejaban, vea! Me decían cógeme esa jarra y yo no conseguía jarra, yo no conseguía agua, yo no conseguía nada en ese momento…y me decian [oye pero cálmate, cálmate que no está pasando nada], yo dije, “no está pasando na… hay muerto, hay muerto!, veras a ver”, tranquilízate. Cuando yo oigo que el (Tarquinio Torres) le está diciendo a la hija mía, [niña recoge lo que tengas por ahí para que la señora y tu salga, se van ustedes con Olga], entonces el me mando adelante y se quedan ellos allá; entonces yo ay Dios mío! Con mis hijas ahí amanecimos, al otro día le dije “mira ve a la rampla y mira quien vino de Cataca…” [Mami sí que allá están, que están cogien-do, que están desestechando, que cualquiera cosa] (Entrevista a Elizabeth, el Oasis, 2014).

foto: Vivienda despojada en Trojas de Cataca. tomada por: Marcos Ariza. 2014.

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“Algunos ya habían llegados a otros le faltaba, ya venían llegando (…) cuando

eso entraban de la pesca, cuando llegaron pum!, tenían que hacer la re-

unión; venían entrando e íbamos hacer el bocaito, bueno cuando ellos iban

entrando iba a cocinar el bocaito, usted sabe la necesidad. Bueno entonces quedamos así,

así como le digo fuimos allá; la verdad yo me vine” (Entrevista a Elizabeth, el Oasis, 2014).

¿Qué estaban haciendo los hombres?

¿Por qué los sacaron del pueblo?

“No sé y no he sabido por que, por que nos hicieron salir del pueblo,

porque hasta el sol de hoy nadie me ha dicho, salimos por esto, esto

y esto… no, todavía no he visto una persona que me lo haiga dicho,

no sé, la verdad es que no se y eso es lo que a veces a uno lo confunde (…) yo misma me pre-

gunto, cuando estaba con él (el marido), me preguntaba, “¿Torres quiénes serían los acto-

res?”, porque algún actor debe haber de eso supuestamente… quienes serían esos actores,

como hicieron algo para hacernos salir, quien sabe que habrán hecho y pagamos por es, es

la hora y uno no sabe, por ejemplo yo nunca, hago mal con decirle es esto, para que le voy a

echar mentira, si usted mañana va a saber la verdad” (Entrevista a Elizabeth, el Oasis, 2014).

foto: Vivienda de material en abandonada en Trojas de Cataca. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014.

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¿Qué hicieron durante la salida?

Los hombres se que-

daron allá recogiendo

los materiales (…) El

mismo día de la sali-

da, entonces, se me perdieron

un saco con chismes, un poco

de cosas se me perdieron en

el viaje, por que como estaban

en la rampla ayudando, el uno

cogía y uno sin saber, en tanto que había, uno no sabía si lo ayudaban a uno por condol-

erse de uno o por lo de uno ahí, se me perdió un poco de chismes (…) En ese tiempo es-

taba pasando la creciente, una creciente grandecisima, de agua crecida. Bueno y así vin-

imos acá; luego vino el marido mío, vino ese día y yo acá desesperada; yo le decía ay mis

hijas que será de su papa, cuidando el que no fueran a cogernos el techo, tanto techo que

teníamos, se lo robaron, nada más pudimos traer esas baranditas que usted ve ahí, que

fue cuando el salió favorecido de esas casas y le dieron; bueno aunque ahí hay tres nue-

vas que se metieron, por que salieron repartidas” (Entrevista a Elizabeth, El Oasis, 2014).

foto: Pescador en medio de su actividad. Tomada por: Marcos Ariza. 2014.

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“Eso fue maluco eso mejor dicho no quisiera ni comentarlo, eso fue cruel, eso fue duro, eso fue tenebroso. Llamaron a la gente pa hacer una reunión y la reunión fue el mierdero que hubo con las amenazas y la masacre, eso fue pa matar a la gente, ahí cayó gente familia de nosotros. En el momento que

comenzamos a salir del pueblo, esas mujeres llorando en el camino, en esa noche eso fue muy duro. Ahí a nosotros no nos dijeron nada solo se escuchaban voces de la cantidad de muertos que estaban apareciendo, mis papas se querían quedar y yo me los traje. Yo les dije: ustedes no se van a quedar aquí, ustedes se van con-migo. Ninguno de los cataqueros pensó que ese pueblo iba a quedar así... eso fue de sorpresa que llegaran a matar” (Entrevista a Manuel Gonzales, El Oasis, 2014).

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Relato de Manuel Gonzales ¿Qué recuerdos tiene del 10 de Febrero del año 2000?

¿Quisieran regresar a Trojas de Cataca?

“No queremos regresar porque nos da temor que esa gente pueda lle-gar nuevamente y comienza a matar otra vez. Ya pa mi yo muero es aquí en el Oasis pa Trojas de Cataca no cogemos más. Eso donde estábamos no-sotros, que era donde estaban las casas ya eso es puro monte. Ya nosotros

no queremos regresar es por eso” (Entrevista a Manuel Gonzales, El Oasis, 2014).

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Por otro lado, hablando con el señor Andrés, también nos hizo evidente su experi-

encia como persona y víctima de los hechos que ocurrieron el 10 de Febrero

del año 2000, donde él y los demás miembros del pueblo fueron obligados a

abandonar su pueblo por grupos paramilitares. En esta oportunidad nos permitiremos reconstruir el

relato de la experiencia del señor Andrés durante la salida de Trojas de Cataca, por medio de la infor-

mación registrada en una conversación informal, que por preferencias del colaborador no fue grabada.

Reconstrucción del relato del señor Andrés

Así pues, él señor Andrés nos afirmaba que la salida de él y los suyos, tanto

familiares como vecinos se produjo hacia el día 11 de Febrero del 2000,

lo cual fue una experiencia terrible, tormentosa y muy dura. Él como

hombre del pueblo estaba pescando el día de los hechos, precisamente estaba llegando

de su faena de pesca en horas de la tarde el día 10 de febrero; estando ya en su casa con

su mujer e hijos, llegaron aquellos hombres de los cuales es mejor no decir nada como

nos decía el señor Andrés; “(…) a uno le dicen quienes pudieron ser ya después de todo

este tiempo que ha pasado, el hijo del tal o tal persona, pero no se sabe concretamente,

porque uno no los conoce y no se puede hablar así” (entrevista a Andrés, El Oasis, 2014).

foto: Vivienda aun ocupada por una familia de Trojas de Cataca que se quedo en el pueblo. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014

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El tormento del señor Andrés empieza cuando se da el comunicado de que hay una re-

unión con los hombres del pueblo, los cuales debieron dirigirse hacia la iglesia y la es-

cuela, “ahí se duró toda la noche; allá estaban todos los hombres, y nadie podía salir ni

para orinar, ni para defecar, todo se hacía ahí mismo del miedo que tenía la gente y que

aquellas personas no lo dejaban salir a absolutamente nada” (Entrevista a Andrés, El Oasis, 2014);

“a algunos los mataron, entre esos estaba un

vecino del señor Andrés; a los demás, les di-

jeron que esa noche del 10 de Febrero no se

fuera nadie con sus familias, que se fueran a

la mañana siguiente. Según lo que cuenta An-

drés, los que manejaban la lancha (Paramili-

tares) les decían a los hombres del pueblo

encerrados en la iglesia que se fueran con

calma del pueblo, para que pudieran recoger

todo; pero las familias no esperaron hasta la

mañana del otro día por el mismo miedo y te-

mor que tenían, y se fueron a las 4am del 11

de Febrero”. (Ariza y Rosentiehl, 2015: 101)

Las mujeres estaban en sus casas, la espo-

sa de Andrés estaba haciendo los oficios

del hogar, la comida y atendiendo su nego-

cio, dado que esta poseía una tienda en el

pueblo, junto con una cantina que también

tenía el señor Andrés; la cual estaba ubica-

da sobre su casa en tierra, lo demás estaba

construido en tabla, lo que eran las paredes

y el techo en zinc; ahí tenían sus negocios.

Todo eso se debió dejar, lo único que el se-

ñor Andrés pudo llevarse fue parte de su te-

cho y uno que otro chechere (utensilios del

hogar); la tormentosa noche no alcanzo para

nostalgias desde el exilio: desplazados de trojas de cataca

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En todos estos relatos se puede observar gran parte de la racionalidad expresada a través de las oralidades de la gente, la cual se manifiesta en las realidades con-

cretas que una vez vivieron y que aún viven a través de los recuerdos que no son más que el ejercicio de la memoria de sus propias experi-encias cotidianas. En cada uno de los relatos de estas personas desplazadas, estas mismas expresaban no solo la impotencia y rabia que produjo todo ese hecho de violencia en el año 2000 sino también la nostalgia por haber salido de aquel que consideraban su pueblo, desde lu-ego el conflicto es un elemento que ha transgre-dido las dinámicas sociales y culturales de estas personas, las cuales han recurrido al recuerdo de sus vivencias para reconstruir sus formas de pensar, actuar y vivir en medio de otra espacial-

llevarse más objetos materiales. Entre la confusión de la noche y la presión por parte de los hom-

bres de la lancha (Paramilitares) hacia la población, los materiales de las casas fueron robados,

entre esos algunos techos; que en cierta medida fue el elemento que más podían recuperar los

pobladores para emprender la salida. Estos acontecimientos y hechos, él señor Andrés los contaba

con sus ojos llorosos y su voz entrecortada, recordando a su pueblo como un lugar sabroso donde

vivir, pero al cual no quiere retornar, por el tormento que se vivió aquel 10 de Febrero del 2000.

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idad territorial. La nostalgia es en-

tonces activada en la medida que se

va dando aquel ejercicio de la me-

moria, esto pudimos interpretar en

los diferentes instantes y momen-

tos que compartimos con algunas

personas de la comunidad donde

contaban sus relatos del momento

del desplazamiento; en este punto

nostalgias desde el exilio: desplazados de trojas de cataca

la sensibilidad tanto del sujeto investigado como del sujeto investigador, es decir, ellos y no-

sotros, es atravesada por el sentimiento mutuo e íntimo que se comparte en medio de las en-

trevistas, conversaciones informales o cualquier actividad que se realizaba en la comunidad,

dado que eran momentos donde se concentraba toda una semiótica del recuerdo, en la cual

se revivían aquellos momentos de penumbras, de miedo y de dolor por aquellas situaciones

vividas, en estos espacios de socialización la nostalgia no solo se quedaba en los momentos de

dolor sino que también se venían recuerdos de las cotidianidades que se experimentaban en

aquel pueblo Trojas de Cataca, recuerdo que por supuesto no eran desagradables para estas

personas, pues en estos mismos recuerdos ellos reconocen toda una formación cultural que

es la que los ha mantenido en plena subsistencia en medio de sus prácticas tradicionales.

foto: Gallera en Trojas de Cataca. Tomada por: Joe Rosentiehl. 2014.

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Estas personas desplazadas de Trojas de Cataca aún mantienen el recuerdo vivo de

su pueblo natal, no obstante no quisieran retornar a este mismo, habría que pre-

guntarse y preguntarles ¿Por qué no se dá el retorno de estas personas desplaza-

das (ellos) hacia Trojas de Cataca? ¿Qué ha influenciado en las experiencias sociales y culturales para

que no se dé el retorno?, solo se ha quedado en el recuerdo y la nostalgia la imagen de aquel pueblo

donde alguna vez manifestaban en todo su esplendor sus propias dinámicas sociales y culturales,

sus experiencias cotidianas, sentimientos y todas aquellas esencias que han construido sus propias

subjetividades arraigadas en sus propias formas de interpretar el mundo, es así que solo se encuen-

tran en medio de una permanente subsistencia que les ha tocado vivir después del desplazamiento

forzado y donde cabría preguntarse además, ¿Qué sería de las personas de esta comunidad sin su

nostalgia, su memoria y sus recuerdos?. Es evidente que en su memoria han encontrado elementos

de reconstrucción cultural, es decir, el tejido social y todas aquellas prácticas tradicionales como la

pesca, la cual es la principal actividad de esta comunidad, no se han perdido sino que se han manteni-

do en el tiempo y el espacio. Pues es en el ejercicio permanente de la memoria que se ha encontrado

un nuevo sentido de dicha nostalgia, manifestándose en las dinámicas cotidianas de estas personas,

expresadas a su vez en las diferentes actividades que desarrollan en su quehacer como comuni-

dad y en donde dotan de sentido y significado su permanencia como grupo social a pesar de ser

desplazados y sin dejar de lado las realidades que les ha tocado vivir, por esta razón es la nostalgia

desde el exilio la que ofrece insumos para entender esta realidad, puesto que la memoria y las orali-

dades de la gente se convierten en una de las principales y más importantes herramientas de recon-

strucción no solo de sus propias narrativas sino de la puesta en escena de toda una territorialidad.

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Notas1. “El 11 de febrero de 2000 en el municipio de Pueblo Viejo, vereda Trojas de Cataca, Paramilitares ejecutaron a 7 personas y detuvieron arbitrariamente a 3 más, el grupo paramilitar se movilizaba en 6 lanchas, los hechos sucedieron cuando este grupo sacó a los pescadores de su vivienda y los ejecutó en la plaza de dicha vereda. En la acción los paramilitares quemaron una lancha y un motor, hurtaron varios motores y amenazaron de muerte a los pobladores, a los cuales dieron un plazo de 24 horas para que abandonaran la vereda” (del periódico el Heraldo, 24 de noviembre del 2000. P. 12 A citado en Equipo Nizkor. Recuperado: el 01 de junio del año 2013)

2. Miembro de la comunidad del Oasis proveniente de Trojas de Cataca a raíz del desplazamiento forzado en el año 2000.

3. Andrés es un seudónimo que se utilizara para referir el relato de uno de los miembros de la comunidad que hizo la petición de que se reservara su identidad.

4. Al interior del relato de la señora Elizabeth se encontraran conversaciones de segundo plano y pensamientos secundarios que ella dio a conocer en la entrevista, para lo cual utilizamos corchetes, comillas y letra cursiva para marcar estos mismos.

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ORALOTECAGrupo de Investigación sobre oralidades, narrativas audiovisuales

y cultura popular en el Caribe Colombiano

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