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CONOCER PARA PLANIFICAR. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. ¿Un Camí del Pouet (II)?
Víctor M. Algarra Pardo* LA LINDE, 7-2016, pp.18-37
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RESUMEN.- Es evidente que todos los ensanches de Valencia desde finales del siglo XIX hasta la actualidad se han realizado necesariamente a costa de la Huerta. Pero lo inaudito es que se hayan producido ignorándola y borrándola del territorio y de la memoria colectiva. Esta reflexión se hace para manifestar que el paso previo a la toma de decisión sobre la conservación o no de ciertos espacios y elementos es el “conocimiento” profundo. Sin él no puede existir “planificación”, pues sólo cuando conoces algo y aprecias sus valores es posible integrarlo y mejorarlo, adecuando el territorio a las nuevas necesidades que cada sociedad tiene en su tiempo.
PALABRAS CLAVE.- Huerta de Valencia, conocimiento,
planificación del territorio, memoria social. ABSTRACT.- It’s obvious that all of the expansions the
city of Valencia has experienced since the end of the XIX century to the present have been at expenses of “la Huerta”. But the outrageous thing is that this happened by ignoring it and erasing it from the map and people’s memories. This article has the goal of making sure we all know that the first step as to whether some spaces and elements should or shouldn’t be preserved is the profound “knowledge”. Without it there can’t be such a thing as “planning”, for only when you know something and you can appreciate its value is it possible to integrate and improve your territory for the new necessities that each society has at different times.
KEY WORDS.- Huerta of Valencia, knowledge, planning of the territory,
social memory.
* Víctor M Algarra Pardo, arqueólogo. Codirector de La Linde.
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Introducción
La huerta, como las fallas o la paella, son iconos de Valencia
siempre presentes en el imaginario colectivo y en apariencia
inmutables. Sin embargo, para el caso de la huerta que rodea a la
ciudad de Valencia no es así. Aunque la implantación urbana
sobre antiguos territorios de huerta es un fenómeno que de
forma intensiva existe desde principios del siglo XX, no fue hasta
las últimas tres o cuatro décadas cuando se manifestó este
fenómeno de manera casi “finalista”, hasta el punto de que a día
de hoy la huerta del municipio de Valencia se reduce a unos
cuantos retazos, pequeñas bolsas y “recortes” en el plano de
planeamiento urbano de la ciudad, a excepción de las mayores
reservas que todavía hoy se mantienen en las pedanías del norte
(Massarojos, Poble Nou, Carpesa, Cases de Bàrcena, Borbotó,
Benifaraig, Vistavella, Mahuella, Tauladella) y por el sur las
zonas de arrozal de Castellar y Pinedo.
Fuera de la antigua ciudad amurallada de Valencia, lo que hoy
conocemos como el distrito de Ciutat Vella, el término se dividía
en cuatro cuartos de extensa huerta, los llamados “quarters”, de
ellos el cuarto noreste fue el que primero se colmató casi por
completo de suelo urbano. Lo ocupaba la huerta de Benimaclet,
que se extendía entre el Jardín de los Viveros al oeste, El
Cabanyal al este y el límite con Alboraia en la partida de Vera al
norte. La Avenida Blasco Ibáñez fue la columna vertebral de la
urbanización de esa antigua huerta, planificada en sucesivos
planes entre finales del siglo XIX y la década de 1930, pero que,
salvo su comienzo a la altura de la Facultad de Medicina, no
comenzó a ser una realidad hasta casi la etapa del
tardofranquismo. De hecho entre las décadas de 1960 y 1970 (e
incluso la de 1980 para la mitad más oriental) la huerta seguía
presente en lo que ahora son calles de trazado ortogonal. Hoy en
día, el único testimonio huertano son dos pequeños reductos de
tierra en los sectores del Camino de Farinós y de Vera en el
límite con Alboraia.
Misma suerte han corrido los “quarters” sudoeste y noroeste.
Al sudoeste, de la huerta de Patraix nada, sin excepción, queda
de ella, sólo el recuerdo de gentes que como yo íbamos al colegio
entre campos de maíz, cebollas y patatas en la década de 1970.
La reciente urbanización del PAI de Patraix (en buena parte
frustrada por su anulación por parte del Tribunal Supremo por
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falta de “transparencia” en la adjudicación 1 ) ha borrado
cualquier huella de la huerta, aunque sólo una parte del PAI está
ocupado por fincas, mientras la otra corresponde a solares
cubiertos de malas hierbas. El cuarto noroeste es la huerta de
Campanar, Beniferri, Benicalap y Benimàmet. Aquí el expolio ha
alcanzado cotas muy altas de profundo impacto medioambiental,
patrimonial y humano, llevándose por delante, además de la
tierra, alquerías, molinos, acequias y caminos islámicos y
bajomedievales. El Pouet de Campanar es el ejemplo más
sangrante y al que dedicaremos algunas líneas por servir de
comparación con el área de Les Escoles de Malilla, objeto de esta
reflexión.
El último de los cuarteles es el de Russafa, al sudeste, uno de los
más extensos y también de los más castigados en sus partidas de
la Font de Sant Lluis, Nazaret, La Punta2, Camí d’En Corts y
1 En junio de 2012 el Tribunal Supremo ratificó la sentencia del TSJ de Valencia a la que en 2008 había presentado recurso el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat Valenciana en uno de los PAIs de mayor superficie de Valencia, donde según fallo del Tribunal se vulneraron “los principios de no discriminación y libre concurrencia”, del agente urbanizador. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/06/26/valencia/1340728841_304587.html 2 Para el caso particular de La Punta y su profundo expolio para la construcción de la ZAL del Puerto de Valencia véase la publicación AAVV,
Malilla. Restan arrozales y algunas huertas en torno al Castellar y
el Oliveral y más al sur en Pinedo, el Perellonet y el Saler.
Lo lamentable en todos estos casos es que la planificación se
hizo desde la ignorancia y, no diría desprecio, pero sí escaso
aprecio, por el territorio y el legado que conllevaba, sin existir un
proceso de documentación exhaustiva (y mucho menos de
consulta y participación ciudadana) para poder integrar en las
nuevas urbanizaciones la esencia del territorio y aquellos
elementos que verdaderamente merecieran una preservación.
1999: Els valors de La Punta. 18 arguments en defensa de l’horta. Universitat de València. València.
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La Huerta de Malilla
En el último de los “quarters” citados, el de
Russafa, se integraba la huerta de Malilla. La Huerta
de Malilla es un término del pasado. Bien poco es lo
que queda de ella y lo que perdura se encuentra
abandonado y desarticulado a la espera de su
definitiva eliminación. Como fichas de dominó, han
ido cayendo parcela a parcela, casa a casa, acequia a
acequia, no sólo en el olvido físico, sino lo que es aún
peor en el de la memoria, ante la carencia de estudios
generales y específicos que recuperaran, para ser
contada, los pormenores de una historia milenaria.
La antigua Valencia tras sus murallas sobre la trama actual
y algunos de los caminos que partiendo desde ella recorrían
la Huerta Sur. En el centro, el camino viejo de Malilla y la
Alquería de Felip en el extremo inferior de la fotografía en el
entorno de Les Escoles de Malilla.
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Malilla, entre los poblados de Patraix y de Russafa, se incluía
en l’Horta Sud, amplia área del municipio de Valencia situada en
el sector occidental del distrito de Quatre Carreres, limitada al
oeste por el Camino Real de Xàtiva y posteriormente de Madrid,
actual calle de San Vicente Mártir, y por el este hasta alcanzar
una franja anterior al antiguo Camino de Castellar, desde donde
se extiende la antigua Huerta asociada a La Font de Sant Lluís.
El lloc o pueblo de Russafa, hoy un barrio de Valencia, tuvo
entidad municipal propia hasta finales del siglo XIX y abarcaba
un término muy amplio, pues además de la propia Russafa
incluía Nazaret, Mont-Olivet, La Punta, Pinedo, El Saler, El
Palmar, La Font d’En Corts, La Font de Sant Lluís, el Castellar y El
Oliveral, el Forn d’Alcedo y Malilla. En este territorio, Malilla no
llegó a formar (al menos a partir de la época bajomedieval) una
pequeña agrupación de poblamiento más o menos concentrada,
como era corriente en numerosos puntos de la Huerta, sino más
bien componía una extensa partida rural de origen islámico,
donde existió un importante poblamiento en régimen disperso.
Para la época islámica, el ámbito estaba repartido en dos
“alquerías”, la propia de Malilla y la de Benimassot, al norte y al
sur, respectivamente del barranco de la Rambleta.
La arteria que vertebraba de norte a sur este territorio era el
Camí Vell de Malilla, que partía del Portal de Russafa en la ronda
de la antigua muralla de Valencia, pasaba junto al poblado de
Russafa, cruzaba los principales brazos y filas derivadas de la
acequia de Favara (Braç de Jesús, de les Monges y de la Gàbia) y
alcanzaba el Camino de Castellar. En las inmediaciones de este
camino y acequias se desarrollaba el poblamiento de Malilla,
pudiendo considerar uno de sus centros el entorno de la todavía
en pie Alquería de Felip, situada en el tramo donde el Camí de
Malilla va en paralelo con la Fila dels Negrets (del Braç de la
Gàbia) y que podría asimilarse con el ámbito aproximado de la
antigua alquería de Benimassot.
Centraremos en este punto nuestros comentarios, pero antes
debemos advertir que este territorio, desde la Avenida Peris y
Valero hasta la Ronda Sur está ocupado en su totalidad por la
trama urbana, vertebrada por la Carretera de Malilla. Este eje,
consolidado ya en el Plan General de Ordenación de Valencia y
su Cintura de 1946, es el primer elemento exógeno que permitió
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una nueva reparcelación mediante vías rectas paralelas y
transversales a él, rompiendo con los antiguos trazados. Al otro
lado de la Ronda Sur, el nuevo complejo hospitalario de La Fe y
las instalaciones ferroviarias del Centro de Tratamiento Técnico
en la llamada ciudad del Transporte ocupan buena parte del
anterior parcelario agrícola.
Campos baldíos de la huerta de Malilla. Al fondo el nuevo Hospital La Fe
Como decíamos arriba en relación a todo el término
municipal, sólo pequeñas bolsas de tierra perduran, todas ya
incultas, muchas convertidas en vertederos, y con las casas y
alquerías ocupadas por grupos y familias con desarraigo social.
El Camino de Les Escoles de Malilla
Una de estas bolsas es el Camí de les Escoles de Malilla, en el
borde mismo de la autovía V-30 de Circunvalación Sur que va en
paralelo al Nuevo Cauce del Turia. Seguidamente aportaremos
algunas referencias para señalar los singulares valores que
todavía presenta este entorno (aunque ciertamente ocultos por
el fuerte impacto ambiental al que se ha sometido el área).
El valor fundamental de este pequeño reducto de antigua
huerta reside en que todavía son visibles los distintos rasgos que
determinan un paisaje histórico huertano: acequias, caminos,
parcelas y edificaciones rurales con su doble función de vivienda
y de producción agrícola, algunos de los cuales comentaremos
con cierto detenimiento.
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A. La acequia de la Fila dels Negrets. La esencia de la
Huerta es, sin duda, la secular explotación agrícola, base
económica fundamental de Valencia hasta prácticamente
nuestros días. La unidad de riego al sur del barranco de la
Rambleta (y su encauzamiento histórico conocido como Séquia
del Rei) estaba presidida por el Braç de Gàbia3, uno de los brazos
principales de la acequia de Favara. En concreto, el área se
regaba con las derivaciones de la Fila dels Negrets y los brazos
de Els Comunets.
La Fila dels Negrets, en la zona que estamos estudiando
efectúa su recorrido primero junto a las Alquerías del Volante
(edificio del s. XVIII que se conserva milagrosamente), Mantot (s.
XIV-XV), Vilata, Patach y Domingo, todas habitadas por ocupas, y
al alcanzar el Camí Vell de Malilla, en su tramo conocido como de
les Escoles de Malilla, camino y fila se funden en una bella
simbiosis con un trazado sinuoso, donde el agua corre por el
lado izquierdo de la vía en uno de los ya escasos testimonios de
acequia tradicional de cajero de tierra.
3 El Braç de Gàbia se dividía de Favara en un punto hoy ocupado por el Nuevo Cauce del río Turia. En su recorrido hacia el sudeste pasaba por medio de la desaparecida Alquería de La Closa, ocupada hoy por el Tanatorio Municipal
Alquería del Volante
Alquería de Vilata y acequia de la Fila dels Negrets
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Acequia de la Fila dels Negrets y camino de Les Escoles de Malilla
En líneas generales, la Fila dels Negrets se caracteriza por
mantener hasta nuestros días, en un porcentaje elevado de su
recorrido, el antiguo cajero de tierra al aire libre con algunas
zonas reforzadas con obra. El cajero tipo observado entre los
distintos tramos conservados es el de un canal con sección en
cubeta exvasada de considerable anchura entre 1.80 y 2.00 m y
una profundidad de 0,80 m, de los cuales la lámina de agua no
solía superar los 30 cm, característica habitual en las acequias
tradicionales de cajero ancho y poco profundo.
El paisaje hidráulico se completa con el Braç del Comunet
Primer o de Fora, el único de los tres brazos conservados dels
Comunets (los otros dos fueron anulados por la construcción del
Nuevo Cauce del río Turia), que llega a situarse casi en paralelo
con la Fila dels Negrets, a la que se aproxima considerablemente
a la altura de la Alquería de Felip. Es éste también un cajero
tradicional excavado en tierra, que como particularidad
conserva en ciertos puntos de su recorrido estacas o postes de
madera hincados en uno de sus márgenes, antigua práctica para
reforzar y entibar las paredes de las acequias.
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Fila dels Negrets. Ejemplo de acequia tradicional de cajero de tierra.
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Cajero del Braç del Comunet Primer
B. El Camino de les Escoles de Malilla. El segundo gran
elemento en la formación de un territorio es la red de caminos,
en el caso de la Huerta de Valencia el resultado final es una
densa, tupida y jerarquizada retícula de caminos y sendas que
pone en comunicación no sólo las diferentes casas y alquerías,
sino la totalidad de las parcelas. Como se ha indicado, en el
tramo conocido como Camí de les Escoles de Malilla, la vía y la
acequia de la Fila dels Negrets van de la mano sin mediar obra
alguna de separación entre ambas. El camino se encuentra en la
actualidad asfaltado, pero con motivo de las obras del Canal de
Acceso de la entrada del AVE a Valencia en el año 2010, tuvimos
la oportunidad de efectuar un corte transversal que permitió una
lectura arqueológica de su estratigrafía.
Según esta lectura, el actual camino de asfalto sobre
nivelación de zahorras tiene una anchura de 3,80 m y queda
sobre-elevado respecto al nivel de camino anterior en más de 70
cm. Bajo él se halló otro firme ligeramente más estrecho (3,45
m), que mantiene la direccionalidad y que fue datado a partir de
los fragmentos cerámicos recuperados en el siglo XVIII. Consiste
en un estrato de tierra areno-arcillosa con la superficie
compactada y con un fraguado natural que le confiere un aspecto
de hormigón por la alta presencia de gravas, cantos de río,
fragmentos de ladrillos y otros escombros de construcción
generalmente seleccionados y machacados. Esta es la tipología
habitual de los firmes de caminos de la huerta de Valencia.
Finalmente, este firme del s. XVIII se asienta sobre el camino
original de tierra, aún más bajo, excavado en el nivel natural con
una sección en cubeta por tratarse de un camino ligeramente
hondo. A pesar de no hallarse materiales asociados, este nivel
debe considerarse con gran probabilidad el camino medieval de
Malilla.
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Camino de Les Escoles de Malilla. Imágenes junto a la fila del Negrets y
corte con la secuencia estratigráfica.
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Camino de Les Escoles de Malilla y
los edificios históricos que se le
asocian.
C. Poblamiento de Alquerías, casas y barracas. El
verdadero valor del Camí de les Escoles de Malilla reside no sólo
en su antigüedad y en la armonía compositiva con la acequia que
lo acompaña, si no en su coherencia paisajista, que remite, por
un lado, al acceso a las parcelas de cultivo vecinas y, por otro, a la
articulación de un poblamiento que se distribuye a lo largo de él.
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El poblamiento del Camí de les Escoles de Malilla se sitúa a
caballo entre los pequeños núcleos con una mínima agrupación,
tan comunes en el entorno de huerta de Valencia, y el hábitat
disperso que en distintas etapas históricas se fue asentando a lo
largo de un determinado camino o una acequia.
Es, sin duda, un conjunto de gran valor histórico-
arquitectónico-paisajístico. A nivel individual cuenta con piezas
de gran antigüedad, como es el caso de la Alquería de Felip, y con
edificios que son representativos de las diferentes tipologías de
casas rurales e, incluso, con una de las cada vez más escasas
muestras de barracas. En conjunto, su valor reside en constituir
un poblamiento homogéneo que, aun contando con
innumerables agresiones, sigue articulándose a lo largo de ese
eje simbiótico que representa el Camí de Malilla y la Fila dels
Negrets, con los campos de cultivos anexos, la mayoría de ellos
abandonados o muy degradados.
De este a oeste, en el primer tramo recto del camino se
encuentran las casas de Quino y Moncofa en el margen izquierdo
y las antiguas barracas hoy casas de Dionisio, Tana (que sí
conserva barraca) y de Minguet en el derecho.
La Casa de Quino es el resultado de una gran reforma
efectuada hacia mediados del s. XX de estilo racionalista, que
supone la reedificación de su cuerpo principal, manteniendo
cuerpos traseros más antiguos, que podrían datarse hacia
mediados del s. XIX.
Casa de Quino
La Casa Moncofa, vecina de la anterior, también parece haber
experimentado una importante ampliación hacia mediados del s.
XX en el solar de una casa anterior del s. XIX, conserva además
una sebera (pequeña construcción de madera con forma de
barraca para almacenamiento de cebollas) abandonada.
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Casa de Moncofa
En el parcelario del año 1929-1944 se sitúa un edificio
conocido como Barraca de Dionisio, donde hoy existe una gran
casa compacta, que consta de un cuerpo principal de vivienda
con fachada principal al este de planta baja y piso con cubierta a
dos aguas, construida en fábrica de mampostería listada de cara
vista con los vanos adintelados. Esta tipología y fábrica nos
remite a las décadas de 1910-1920.
En la primera de las curvas de este tramo del Camí de Malilla
se sitúan unos modestos conjuntos de casas y una barraca,
conocidas como Barraca de Tana y de Minguet. La Barraca de
Tana se encuentra reformada (como otras tantas de la huerta)
mediante la sustitución de su antigua cubierta vegetal por otra
de nuevos materiales, como en este caso, de placas de Uralita. Al
exterior está enlucida, pero por lo demás parece conservar su
estructura original. La Barraca o Casa de Minguet es una sencilla
construcción que presenta, no obstante, una tipología antigua de
dos crujías con cubiertas a aguas enfrentadas y a distintas
alturas, que podría deparar alguna sorpresa en cuanto a su
cronología.
Barraca de Tana y Casa de Minguet
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La Casa de Severina es otra modesta construcción situada
frente a la Alquería de Felip, de estructura sencilla de dos crujías
paralelas a fachada con planta baja de vivienda, organizada a dos
manos, y planta superior para cambra. Con vanos adintelados y
puerta de arco rebajado.
Casa Severina, a la izquierda de la imagen, y Alquería de Felip, al fondo.
La Alquería de Felip es, a priori, el edificio de mayor
antigüedad de este tramo del Camí Vell de Malilla y, aun
habiendo experimentado fuertes transformaciones a lo largo del
siglo XX, todavía da testimonio de un gran edificio rural, propio
de las alquerías de la huerta, entendidas como centro de una
gran unidad de explotación agrícola. La estructura original
consta de dos cuerpos de una crujía que forman una "L" en los
laterales este, hacia el camino, y norte, de planta baja y piso con
cubiertas a un agua hacia el exterior, construidos con obra de
ladrillo y sillería en la esquina noreste. Por la tipología
arquitectónica y las técnicas constructivas la estructura que se
observa desde el exterior puede situarse en torno a los siglos
XVI-XVII, aunque no sería descartable un origen todavía más
antiguo.
Alquería de Felip
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Pasada la curva de la Alquería de Felip sigue un nuevo tramo
recto donde se localiza la Casa del Agüelo y Casa Cosme, hasta
alcanzar otra curva, emplazándose allí antiguamente las
Escuelas de Malilla, ya demolidas, y la Casa de Colau y más al
oeste las de Castillo, Garrofó, Cabrera y Maltés.
La Casa Colau es otro ejemplo de casa compacta, que podría
datarse entre los siglos XVII y XVIII, a la que se ha llegado por la
adición de diversos cuerpos en torno al edificio original y su
patio.
Casa Colau
La Escuela de Malilla consistía en un edificio de planta
cuadrada de 20 m de lado con patio central, a modo de claustro,
dividido en dos mitades, la derecha para escuela de niñas y la
izquierda para niños. Se inscribía en un patio de planta
trapezoidal, delimitado por una tapia, único elemento que se ha
conservado parcialmente. La tapia es de fábrica de mampostería
listada, que datamos en los últimos años del siglo XIX.
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Por lo expuesto, el poblamiento en su estructuración final se
ha de centrar en la etapa de la segunda mitad del siglo XIX y los
primeros años del XX4, cuando se experimenta el gran desarrollo
de la huerta de Valencia, que como ocurre en este sector de
Malilla supone la puesta en explotación de todas y cada una de
las parcelas en beneficio de una nueva agricultura de corte
capitalista y el incremento inusual de población y con ello de
viviendas.
4 En el plano de 1883 de Valencia y sus Alrededores y en el del Instituto Geográfico y Catastral de 1906 ya se citan todos los edificios que posteriormente se localizan en el catastro de 1929, por lo que, consecuentemente, al menos el origen de todas las casas que hemos ido mencionando tienen una antigüedad mayor o igual a la del último cuarto del siglo XIX. Un hecho interesante en las denominaciones de los edificios entre los planos citados, es que en el plano de 1906 muchos de ellos son calificados de barracas, cuando en el del 1929 ya se rotulan como casas. Este hecho podría ser indicativo de que el poblamiento anterior al siglo XIX pudo estar compuesto por un número más o menos elevado de pequeñas casas y, sobre todo, barracas para las familias de jornaleros y que tan sólo existía un número reducido de alquerías de grandes labradores o señoriales, como la de Felip o la de Colau, exponentes de un poblamiento más antiguo, adaptado al patrón que se gesta desde la época bajomedieval, una vez asentado el poder feudal tras la conquista cristiana del Reino de Valencia.
Consideraciones finales
A día de hoy, el área presenta una calificación en el PGOU
vigente de Valencia de suelo urbanizable y existe un proyecto
urbanístico, de momento no desarrollado, para la edificación de
fincas y edificios comerciales. A la hora de escribir este artículo
no me movía un afán de abanderar una postura de defensa de la
total conservación de los pequeños o grandes espacios de huerta
(en funcionamiento o en proceso de degradación), que impida la
urbanización en este tipo de áreas. Esto es un debate de una gran
complejidad que requiere profundos análisis que no se pueden
reducir a unos pocos parámetros. Los valores paisajísticos,
históricos, arquitectónicos e inmateriales han de ser argumentos
de peso, pero también la viabilidad de los usos tradicionales del
suelo de huerta, poniendo en el centro del debate a las personas
que habitan y explotan este territorio y, por supuesto, en la
balanza deben incorporarse las necesidades reales de suelo
(urbanizable o no) que una ciudad como Valencia pueda tener en
la actualidad o en años venideros. Pero como digo no eran esos
los motivos que me han movido a escribir estas líneas. Son
mucho más modestos y orientados directamente a las
consideraciones de base que cualquier planificación a gran
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escala o puntual debería tener: la de conocer para planificar. Un
conocimiento profundo que puede y debe permitir un plan
integrador y respetuoso con el pasado del territorio y las
personas que allí vivieron y trabajaron.
Se hace inevitable llegados a este punto echar la vista atrás y
remontarse unos veinte años para recordar el doloroso
acontecimiento de la destrucción de la Partida del Pouet de
Campanar. Son muchas las semejanzas que observamos entre los
espacios de Malilla y Campanar. De nuevo en el Pouet un camino
(que tuvo la mala suerte de no seguir un trazado recto, como
gusta a muchos de nuestros actuales urbanistas) vertebraba un
territorio milenario destinado a la explotación de la huerta con
acequias como las de Tormos, Mestalla y Rascanya, que nutrían
con su trazado arborescente de indiscutible origen islámico
todas las parcelas, y un poblamiento que acumulaba más de una
docena de alquerías de contrastada construcción bajomedieval,
incluso con restos de época islámica (s. XII), además de un
molino y una barraca. La diferencia fundamental entre el Pouet y
Les Escoles de Malilla es que en esta última las parcelas hace
unos cuantos años que ya no se cultivan y los huertanos han
huido ante la inmundicia del entorno y la llegada de otros
inquilinos con un fuerte desarraigo y ningún amor por un
entorno que al que nunca han pertenecido y en el que están de
paso. En el Pouet, sin embargo, muchos de los campos siguieron
cultivados hasta el momento de entrar las máquinas
excavadoras y las personas fueron expulsadas de sus casas.
Ahora, como en el caso del Pouet de Campanar, en los deseos
“factibles y reales” de muchos de los que vivimos de una manera
u otra aquel episodio de amputación territorial a finales de los
90, no está la reversión total del plan urbanizador, pero sí la de
acomodar unas supuestas necesidades de construcción de
nuevas fincas (después de 20 años todavía queda algún solar por
construir en el Pouet) con la preservación de un conjunto con un
probado valor patrimonial y, sobre todo, dar la oportunidad (que
no se dió a los vecinos del Pouet) de mantener sus casas y forma
de vida.
Lo del Pouet se llevó a cabo desde el más grande de los
desprecios y la ignorancia, y tuvo como resultado el borrado con
saña de todo cuanto allí había existido (también y sobre todo de
las personas). La línea recta, la solución más fácil para unir dos
Conocer para planificar. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. Valencia ¿Un Camí del Pouet (II)?
Víctor M. Algarra Pardo LA LINDE, 7-2016, pp. 18-37
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Nos interesamos por:
puntos, se impuso y hoy “disfrutamos” de un barrio
impersonal, eso sí, bien adaptado al tráfico de
coches.
Por eso, si llegara el caso de urbanizar Les
Escoles de Malilla sería imprescindible reflexionar
y no cometer el mismo error que en el Pouet.
Urbanizar, si es verdaderamente necesario, sí, pero
no a cualquier precio. La línea “no recta” también
existe en la paleta de herramientas de Autocad y la
ciudad actual puede aprender a convivir con la
trama del pasado, en este caso de huerta. Una
huerta donde podamos borrar huellas del
abandono y del estercolero en el que se ha
convertido este bello paisaje.