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CONOCER PARA PLANIFICAR. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. ¿Un Camí del Pouet (II)? Víctor M. Algarra Pardo* LA LINDE, 7-2016, pp.18-37 18 Nos interesamos por: RESUMEN.- Es evidente que todos los ensanches de Valencia desde finales del siglo XIX hasta la actualidad se han realizado necesariamente a costa de la Huerta. Pero lo inaudito es que se hayan producido ignorándola y borrándola del territorio y de la memoria colectiva. Esta reflexión se hace para manifestar que el paso previo a la toma de decisión sobre la conservación o no de ciertos espacios y elementos es el “conocimiento” profundo. Sin él no puede existir “planificación”, pues sólo cuando conoces algo y aprecias sus valores es posible integrarlo y mejorarlo, adecuando el territorio a las nuevas necesidades que cada sociedad tiene en su tiempo. PALABRAS CLAVE.- Huerta de Valencia, conocimiento, planificación del territorio, memoria social. ABSTRACT.- It’s obvious that all of the expansions the city of Valencia has experienced since the end of the XIX century to the present have been at expenses of “la Huerta”. But the outrageous thing is that this happened by ignoring it and erasing it from the map and people’s memories. This article has the goal of making sure we all know that the first step as to whether some spaces and elements should or shouldn’t be preserved is the profound “knowledge”. Without it there can’t be such a thing as “planning”, for only when you know something and you can appreciate its value is it possible to integrate and improve your territory for the new necessities that each society has at different times. KEY WORDS.- Huerta of Valencia, knowledge, planning of the territory, social memory. * Víctor M Algarra Pardo, arqueólogo. Codirector de La Linde. [email protected]

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CONOCER PARA PLANIFICAR. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. ¿Un Camí del Pouet (II)?

Víctor M. Algarra Pardo* LA LINDE, 7-2016, pp.18-37

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Nos interesamos por:

RESUMEN.- Es evidente que todos los ensanches de Valencia desde finales del siglo XIX hasta la actualidad se han realizado necesariamente a costa de la Huerta. Pero lo inaudito es que se hayan producido ignorándola y borrándola del territorio y de la memoria colectiva. Esta reflexión se hace para manifestar que el paso previo a la toma de decisión sobre la conservación o no de ciertos espacios y elementos es el “conocimiento” profundo. Sin él no puede existir “planificación”, pues sólo cuando conoces algo y aprecias sus valores es posible integrarlo y mejorarlo, adecuando el territorio a las nuevas necesidades que cada sociedad tiene en su tiempo.

PALABRAS CLAVE.- Huerta de Valencia, conocimiento,

planificación del territorio, memoria social. ABSTRACT.- It’s obvious that all of the expansions the

city of Valencia has experienced since the end of the XIX century to the present have been at expenses of “la Huerta”. But the outrageous thing is that this happened by ignoring it and erasing it from the map and people’s memories. This article has the goal of making sure we all know that the first step as to whether some spaces and elements should or shouldn’t be preserved is the profound “knowledge”. Without it there can’t be such a thing as “planning”, for only when you know something and you can appreciate its value is it possible to integrate and improve your territory for the new necessities that each society has at different times.

KEY WORDS.- Huerta of Valencia, knowledge, planning of the territory,

social memory.

* Víctor M Algarra Pardo, arqueólogo. Codirector de La Linde.

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Introducción

La huerta, como las fallas o la paella, son iconos de Valencia

siempre presentes en el imaginario colectivo y en apariencia

inmutables. Sin embargo, para el caso de la huerta que rodea a la

ciudad de Valencia no es así. Aunque la implantación urbana

sobre antiguos territorios de huerta es un fenómeno que de

forma intensiva existe desde principios del siglo XX, no fue hasta

las últimas tres o cuatro décadas cuando se manifestó este

fenómeno de manera casi “finalista”, hasta el punto de que a día

de hoy la huerta del municipio de Valencia se reduce a unos

cuantos retazos, pequeñas bolsas y “recortes” en el plano de

planeamiento urbano de la ciudad, a excepción de las mayores

reservas que todavía hoy se mantienen en las pedanías del norte

(Massarojos, Poble Nou, Carpesa, Cases de Bàrcena, Borbotó,

Benifaraig, Vistavella, Mahuella, Tauladella) y por el sur las

zonas de arrozal de Castellar y Pinedo.

Fuera de la antigua ciudad amurallada de Valencia, lo que hoy

conocemos como el distrito de Ciutat Vella, el término se dividía

en cuatro cuartos de extensa huerta, los llamados “quarters”, de

ellos el cuarto noreste fue el que primero se colmató casi por

completo de suelo urbano. Lo ocupaba la huerta de Benimaclet,

que se extendía entre el Jardín de los Viveros al oeste, El

Cabanyal al este y el límite con Alboraia en la partida de Vera al

norte. La Avenida Blasco Ibáñez fue la columna vertebral de la

urbanización de esa antigua huerta, planificada en sucesivos

planes entre finales del siglo XIX y la década de 1930, pero que,

salvo su comienzo a la altura de la Facultad de Medicina, no

comenzó a ser una realidad hasta casi la etapa del

tardofranquismo. De hecho entre las décadas de 1960 y 1970 (e

incluso la de 1980 para la mitad más oriental) la huerta seguía

presente en lo que ahora son calles de trazado ortogonal. Hoy en

día, el único testimonio huertano son dos pequeños reductos de

tierra en los sectores del Camino de Farinós y de Vera en el

límite con Alboraia.

Misma suerte han corrido los “quarters” sudoeste y noroeste.

Al sudoeste, de la huerta de Patraix nada, sin excepción, queda

de ella, sólo el recuerdo de gentes que como yo íbamos al colegio

entre campos de maíz, cebollas y patatas en la década de 1970.

La reciente urbanización del PAI de Patraix (en buena parte

frustrada por su anulación por parte del Tribunal Supremo por

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falta de “transparencia” en la adjudicación 1 ) ha borrado

cualquier huella de la huerta, aunque sólo una parte del PAI está

ocupado por fincas, mientras la otra corresponde a solares

cubiertos de malas hierbas. El cuarto noroeste es la huerta de

Campanar, Beniferri, Benicalap y Benimàmet. Aquí el expolio ha

alcanzado cotas muy altas de profundo impacto medioambiental,

patrimonial y humano, llevándose por delante, además de la

tierra, alquerías, molinos, acequias y caminos islámicos y

bajomedievales. El Pouet de Campanar es el ejemplo más

sangrante y al que dedicaremos algunas líneas por servir de

comparación con el área de Les Escoles de Malilla, objeto de esta

reflexión.

El último de los cuarteles es el de Russafa, al sudeste, uno de los

más extensos y también de los más castigados en sus partidas de

la Font de Sant Lluis, Nazaret, La Punta2, Camí d’En Corts y

1 En junio de 2012 el Tribunal Supremo ratificó la sentencia del TSJ de Valencia a la que en 2008 había presentado recurso el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat Valenciana en uno de los PAIs de mayor superficie de Valencia, donde según fallo del Tribunal se vulneraron “los principios de no discriminación y libre concurrencia”, del agente urbanizador. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/06/26/valencia/1340728841_304587.html 2 Para el caso particular de La Punta y su profundo expolio para la construcción de la ZAL del Puerto de Valencia véase la publicación AAVV,

Malilla. Restan arrozales y algunas huertas en torno al Castellar y

el Oliveral y más al sur en Pinedo, el Perellonet y el Saler.

Lo lamentable en todos estos casos es que la planificación se

hizo desde la ignorancia y, no diría desprecio, pero sí escaso

aprecio, por el territorio y el legado que conllevaba, sin existir un

proceso de documentación exhaustiva (y mucho menos de

consulta y participación ciudadana) para poder integrar en las

nuevas urbanizaciones la esencia del territorio y aquellos

elementos que verdaderamente merecieran una preservación.

1999: Els valors de La Punta. 18 arguments en defensa de l’horta. Universitat de València. València.

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La Huerta de Malilla

En el último de los “quarters” citados, el de

Russafa, se integraba la huerta de Malilla. La Huerta

de Malilla es un término del pasado. Bien poco es lo

que queda de ella y lo que perdura se encuentra

abandonado y desarticulado a la espera de su

definitiva eliminación. Como fichas de dominó, han

ido cayendo parcela a parcela, casa a casa, acequia a

acequia, no sólo en el olvido físico, sino lo que es aún

peor en el de la memoria, ante la carencia de estudios

generales y específicos que recuperaran, para ser

contada, los pormenores de una historia milenaria.

La antigua Valencia tras sus murallas sobre la trama actual

y algunos de los caminos que partiendo desde ella recorrían

la Huerta Sur. En el centro, el camino viejo de Malilla y la

Alquería de Felip en el extremo inferior de la fotografía en el

entorno de Les Escoles de Malilla.

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Malilla, entre los poblados de Patraix y de Russafa, se incluía

en l’Horta Sud, amplia área del municipio de Valencia situada en

el sector occidental del distrito de Quatre Carreres, limitada al

oeste por el Camino Real de Xàtiva y posteriormente de Madrid,

actual calle de San Vicente Mártir, y por el este hasta alcanzar

una franja anterior al antiguo Camino de Castellar, desde donde

se extiende la antigua Huerta asociada a La Font de Sant Lluís.

El lloc o pueblo de Russafa, hoy un barrio de Valencia, tuvo

entidad municipal propia hasta finales del siglo XIX y abarcaba

un término muy amplio, pues además de la propia Russafa

incluía Nazaret, Mont-Olivet, La Punta, Pinedo, El Saler, El

Palmar, La Font d’En Corts, La Font de Sant Lluís, el Castellar y El

Oliveral, el Forn d’Alcedo y Malilla. En este territorio, Malilla no

llegó a formar (al menos a partir de la época bajomedieval) una

pequeña agrupación de poblamiento más o menos concentrada,

como era corriente en numerosos puntos de la Huerta, sino más

bien componía una extensa partida rural de origen islámico,

donde existió un importante poblamiento en régimen disperso.

Para la época islámica, el ámbito estaba repartido en dos

“alquerías”, la propia de Malilla y la de Benimassot, al norte y al

sur, respectivamente del barranco de la Rambleta.

La arteria que vertebraba de norte a sur este territorio era el

Camí Vell de Malilla, que partía del Portal de Russafa en la ronda

de la antigua muralla de Valencia, pasaba junto al poblado de

Russafa, cruzaba los principales brazos y filas derivadas de la

acequia de Favara (Braç de Jesús, de les Monges y de la Gàbia) y

alcanzaba el Camino de Castellar. En las inmediaciones de este

camino y acequias se desarrollaba el poblamiento de Malilla,

pudiendo considerar uno de sus centros el entorno de la todavía

en pie Alquería de Felip, situada en el tramo donde el Camí de

Malilla va en paralelo con la Fila dels Negrets (del Braç de la

Gàbia) y que podría asimilarse con el ámbito aproximado de la

antigua alquería de Benimassot.

Centraremos en este punto nuestros comentarios, pero antes

debemos advertir que este territorio, desde la Avenida Peris y

Valero hasta la Ronda Sur está ocupado en su totalidad por la

trama urbana, vertebrada por la Carretera de Malilla. Este eje,

consolidado ya en el Plan General de Ordenación de Valencia y

su Cintura de 1946, es el primer elemento exógeno que permitió

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una nueva reparcelación mediante vías rectas paralelas y

transversales a él, rompiendo con los antiguos trazados. Al otro

lado de la Ronda Sur, el nuevo complejo hospitalario de La Fe y

las instalaciones ferroviarias del Centro de Tratamiento Técnico

en la llamada ciudad del Transporte ocupan buena parte del

anterior parcelario agrícola.

Campos baldíos de la huerta de Malilla. Al fondo el nuevo Hospital La Fe

Como decíamos arriba en relación a todo el término

municipal, sólo pequeñas bolsas de tierra perduran, todas ya

incultas, muchas convertidas en vertederos, y con las casas y

alquerías ocupadas por grupos y familias con desarraigo social.

El Camino de Les Escoles de Malilla

Una de estas bolsas es el Camí de les Escoles de Malilla, en el

borde mismo de la autovía V-30 de Circunvalación Sur que va en

paralelo al Nuevo Cauce del Turia. Seguidamente aportaremos

algunas referencias para señalar los singulares valores que

todavía presenta este entorno (aunque ciertamente ocultos por

el fuerte impacto ambiental al que se ha sometido el área).

El valor fundamental de este pequeño reducto de antigua

huerta reside en que todavía son visibles los distintos rasgos que

determinan un paisaje histórico huertano: acequias, caminos,

parcelas y edificaciones rurales con su doble función de vivienda

y de producción agrícola, algunos de los cuales comentaremos

con cierto detenimiento.

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A. La acequia de la Fila dels Negrets. La esencia de la

Huerta es, sin duda, la secular explotación agrícola, base

económica fundamental de Valencia hasta prácticamente

nuestros días. La unidad de riego al sur del barranco de la

Rambleta (y su encauzamiento histórico conocido como Séquia

del Rei) estaba presidida por el Braç de Gàbia3, uno de los brazos

principales de la acequia de Favara. En concreto, el área se

regaba con las derivaciones de la Fila dels Negrets y los brazos

de Els Comunets.

La Fila dels Negrets, en la zona que estamos estudiando

efectúa su recorrido primero junto a las Alquerías del Volante

(edificio del s. XVIII que se conserva milagrosamente), Mantot (s.

XIV-XV), Vilata, Patach y Domingo, todas habitadas por ocupas, y

al alcanzar el Camí Vell de Malilla, en su tramo conocido como de

les Escoles de Malilla, camino y fila se funden en una bella

simbiosis con un trazado sinuoso, donde el agua corre por el

lado izquierdo de la vía en uno de los ya escasos testimonios de

acequia tradicional de cajero de tierra.

3 El Braç de Gàbia se dividía de Favara en un punto hoy ocupado por el Nuevo Cauce del río Turia. En su recorrido hacia el sudeste pasaba por medio de la desaparecida Alquería de La Closa, ocupada hoy por el Tanatorio Municipal

Alquería del Volante

Alquería de Vilata y acequia de la Fila dels Negrets

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Acequia de la Fila dels Negrets y camino de Les Escoles de Malilla

En líneas generales, la Fila dels Negrets se caracteriza por

mantener hasta nuestros días, en un porcentaje elevado de su

recorrido, el antiguo cajero de tierra al aire libre con algunas

zonas reforzadas con obra. El cajero tipo observado entre los

distintos tramos conservados es el de un canal con sección en

cubeta exvasada de considerable anchura entre 1.80 y 2.00 m y

una profundidad de 0,80 m, de los cuales la lámina de agua no

solía superar los 30 cm, característica habitual en las acequias

tradicionales de cajero ancho y poco profundo.

El paisaje hidráulico se completa con el Braç del Comunet

Primer o de Fora, el único de los tres brazos conservados dels

Comunets (los otros dos fueron anulados por la construcción del

Nuevo Cauce del río Turia), que llega a situarse casi en paralelo

con la Fila dels Negrets, a la que se aproxima considerablemente

a la altura de la Alquería de Felip. Es éste también un cajero

tradicional excavado en tierra, que como particularidad

conserva en ciertos puntos de su recorrido estacas o postes de

madera hincados en uno de sus márgenes, antigua práctica para

reforzar y entibar las paredes de las acequias.

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Fila dels Negrets. Ejemplo de acequia tradicional de cajero de tierra.

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Cajero del Braç del Comunet Primer

B. El Camino de les Escoles de Malilla. El segundo gran

elemento en la formación de un territorio es la red de caminos,

en el caso de la Huerta de Valencia el resultado final es una

densa, tupida y jerarquizada retícula de caminos y sendas que

pone en comunicación no sólo las diferentes casas y alquerías,

sino la totalidad de las parcelas. Como se ha indicado, en el

tramo conocido como Camí de les Escoles de Malilla, la vía y la

acequia de la Fila dels Negrets van de la mano sin mediar obra

alguna de separación entre ambas. El camino se encuentra en la

actualidad asfaltado, pero con motivo de las obras del Canal de

Acceso de la entrada del AVE a Valencia en el año 2010, tuvimos

la oportunidad de efectuar un corte transversal que permitió una

lectura arqueológica de su estratigrafía.

Según esta lectura, el actual camino de asfalto sobre

nivelación de zahorras tiene una anchura de 3,80 m y queda

sobre-elevado respecto al nivel de camino anterior en más de 70

cm. Bajo él se halló otro firme ligeramente más estrecho (3,45

m), que mantiene la direccionalidad y que fue datado a partir de

los fragmentos cerámicos recuperados en el siglo XVIII. Consiste

en un estrato de tierra areno-arcillosa con la superficie

compactada y con un fraguado natural que le confiere un aspecto

de hormigón por la alta presencia de gravas, cantos de río,

fragmentos de ladrillos y otros escombros de construcción

generalmente seleccionados y machacados. Esta es la tipología

habitual de los firmes de caminos de la huerta de Valencia.

Finalmente, este firme del s. XVIII se asienta sobre el camino

original de tierra, aún más bajo, excavado en el nivel natural con

una sección en cubeta por tratarse de un camino ligeramente

hondo. A pesar de no hallarse materiales asociados, este nivel

debe considerarse con gran probabilidad el camino medieval de

Malilla.

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Camino de Les Escoles de Malilla. Imágenes junto a la fila del Negrets y

corte con la secuencia estratigráfica.

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Camino de Les Escoles de Malilla y

los edificios históricos que se le

asocian.

C. Poblamiento de Alquerías, casas y barracas. El

verdadero valor del Camí de les Escoles de Malilla reside no sólo

en su antigüedad y en la armonía compositiva con la acequia que

lo acompaña, si no en su coherencia paisajista, que remite, por

un lado, al acceso a las parcelas de cultivo vecinas y, por otro, a la

articulación de un poblamiento que se distribuye a lo largo de él.

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El poblamiento del Camí de les Escoles de Malilla se sitúa a

caballo entre los pequeños núcleos con una mínima agrupación,

tan comunes en el entorno de huerta de Valencia, y el hábitat

disperso que en distintas etapas históricas se fue asentando a lo

largo de un determinado camino o una acequia.

Es, sin duda, un conjunto de gran valor histórico-

arquitectónico-paisajístico. A nivel individual cuenta con piezas

de gran antigüedad, como es el caso de la Alquería de Felip, y con

edificios que son representativos de las diferentes tipologías de

casas rurales e, incluso, con una de las cada vez más escasas

muestras de barracas. En conjunto, su valor reside en constituir

un poblamiento homogéneo que, aun contando con

innumerables agresiones, sigue articulándose a lo largo de ese

eje simbiótico que representa el Camí de Malilla y la Fila dels

Negrets, con los campos de cultivos anexos, la mayoría de ellos

abandonados o muy degradados.

De este a oeste, en el primer tramo recto del camino se

encuentran las casas de Quino y Moncofa en el margen izquierdo

y las antiguas barracas hoy casas de Dionisio, Tana (que sí

conserva barraca) y de Minguet en el derecho.

La Casa de Quino es el resultado de una gran reforma

efectuada hacia mediados del s. XX de estilo racionalista, que

supone la reedificación de su cuerpo principal, manteniendo

cuerpos traseros más antiguos, que podrían datarse hacia

mediados del s. XIX.

Casa de Quino

La Casa Moncofa, vecina de la anterior, también parece haber

experimentado una importante ampliación hacia mediados del s.

XX en el solar de una casa anterior del s. XIX, conserva además

una sebera (pequeña construcción de madera con forma de

barraca para almacenamiento de cebollas) abandonada.

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Casa de Moncofa

En el parcelario del año 1929-1944 se sitúa un edificio

conocido como Barraca de Dionisio, donde hoy existe una gran

casa compacta, que consta de un cuerpo principal de vivienda

con fachada principal al este de planta baja y piso con cubierta a

dos aguas, construida en fábrica de mampostería listada de cara

vista con los vanos adintelados. Esta tipología y fábrica nos

remite a las décadas de 1910-1920.

En la primera de las curvas de este tramo del Camí de Malilla

se sitúan unos modestos conjuntos de casas y una barraca,

conocidas como Barraca de Tana y de Minguet. La Barraca de

Tana se encuentra reformada (como otras tantas de la huerta)

mediante la sustitución de su antigua cubierta vegetal por otra

de nuevos materiales, como en este caso, de placas de Uralita. Al

exterior está enlucida, pero por lo demás parece conservar su

estructura original. La Barraca o Casa de Minguet es una sencilla

construcción que presenta, no obstante, una tipología antigua de

dos crujías con cubiertas a aguas enfrentadas y a distintas

alturas, que podría deparar alguna sorpresa en cuanto a su

cronología.

Barraca de Tana y Casa de Minguet

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La Casa de Severina es otra modesta construcción situada

frente a la Alquería de Felip, de estructura sencilla de dos crujías

paralelas a fachada con planta baja de vivienda, organizada a dos

manos, y planta superior para cambra. Con vanos adintelados y

puerta de arco rebajado.

Casa Severina, a la izquierda de la imagen, y Alquería de Felip, al fondo.

La Alquería de Felip es, a priori, el edificio de mayor

antigüedad de este tramo del Camí Vell de Malilla y, aun

habiendo experimentado fuertes transformaciones a lo largo del

siglo XX, todavía da testimonio de un gran edificio rural, propio

de las alquerías de la huerta, entendidas como centro de una

gran unidad de explotación agrícola. La estructura original

consta de dos cuerpos de una crujía que forman una "L" en los

laterales este, hacia el camino, y norte, de planta baja y piso con

cubiertas a un agua hacia el exterior, construidos con obra de

ladrillo y sillería en la esquina noreste. Por la tipología

arquitectónica y las técnicas constructivas la estructura que se

observa desde el exterior puede situarse en torno a los siglos

XVI-XVII, aunque no sería descartable un origen todavía más

antiguo.

Alquería de Felip

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Pasada la curva de la Alquería de Felip sigue un nuevo tramo

recto donde se localiza la Casa del Agüelo y Casa Cosme, hasta

alcanzar otra curva, emplazándose allí antiguamente las

Escuelas de Malilla, ya demolidas, y la Casa de Colau y más al

oeste las de Castillo, Garrofó, Cabrera y Maltés.

La Casa Colau es otro ejemplo de casa compacta, que podría

datarse entre los siglos XVII y XVIII, a la que se ha llegado por la

adición de diversos cuerpos en torno al edificio original y su

patio.

Casa Colau

La Escuela de Malilla consistía en un edificio de planta

cuadrada de 20 m de lado con patio central, a modo de claustro,

dividido en dos mitades, la derecha para escuela de niñas y la

izquierda para niños. Se inscribía en un patio de planta

trapezoidal, delimitado por una tapia, único elemento que se ha

conservado parcialmente. La tapia es de fábrica de mampostería

listada, que datamos en los últimos años del siglo XIX.

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Por lo expuesto, el poblamiento en su estructuración final se

ha de centrar en la etapa de la segunda mitad del siglo XIX y los

primeros años del XX4, cuando se experimenta el gran desarrollo

de la huerta de Valencia, que como ocurre en este sector de

Malilla supone la puesta en explotación de todas y cada una de

las parcelas en beneficio de una nueva agricultura de corte

capitalista y el incremento inusual de población y con ello de

viviendas.

4 En el plano de 1883 de Valencia y sus Alrededores y en el del Instituto Geográfico y Catastral de 1906 ya se citan todos los edificios que posteriormente se localizan en el catastro de 1929, por lo que, consecuentemente, al menos el origen de todas las casas que hemos ido mencionando tienen una antigüedad mayor o igual a la del último cuarto del siglo XIX. Un hecho interesante en las denominaciones de los edificios entre los planos citados, es que en el plano de 1906 muchos de ellos son calificados de barracas, cuando en el del 1929 ya se rotulan como casas. Este hecho podría ser indicativo de que el poblamiento anterior al siglo XIX pudo estar compuesto por un número más o menos elevado de pequeñas casas y, sobre todo, barracas para las familias de jornaleros y que tan sólo existía un número reducido de alquerías de grandes labradores o señoriales, como la de Felip o la de Colau, exponentes de un poblamiento más antiguo, adaptado al patrón que se gesta desde la época bajomedieval, una vez asentado el poder feudal tras la conquista cristiana del Reino de Valencia.

Consideraciones finales

A día de hoy, el área presenta una calificación en el PGOU

vigente de Valencia de suelo urbanizable y existe un proyecto

urbanístico, de momento no desarrollado, para la edificación de

fincas y edificios comerciales. A la hora de escribir este artículo

no me movía un afán de abanderar una postura de defensa de la

total conservación de los pequeños o grandes espacios de huerta

(en funcionamiento o en proceso de degradación), que impida la

urbanización en este tipo de áreas. Esto es un debate de una gran

complejidad que requiere profundos análisis que no se pueden

reducir a unos pocos parámetros. Los valores paisajísticos,

históricos, arquitectónicos e inmateriales han de ser argumentos

de peso, pero también la viabilidad de los usos tradicionales del

suelo de huerta, poniendo en el centro del debate a las personas

que habitan y explotan este territorio y, por supuesto, en la

balanza deben incorporarse las necesidades reales de suelo

(urbanizable o no) que una ciudad como Valencia pueda tener en

la actualidad o en años venideros. Pero como digo no eran esos

los motivos que me han movido a escribir estas líneas. Son

mucho más modestos y orientados directamente a las

consideraciones de base que cualquier planificación a gran

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escala o puntual debería tener: la de conocer para planificar. Un

conocimiento profundo que puede y debe permitir un plan

integrador y respetuoso con el pasado del territorio y las

personas que allí vivieron y trabajaron.

Se hace inevitable llegados a este punto echar la vista atrás y

remontarse unos veinte años para recordar el doloroso

acontecimiento de la destrucción de la Partida del Pouet de

Campanar. Son muchas las semejanzas que observamos entre los

espacios de Malilla y Campanar. De nuevo en el Pouet un camino

(que tuvo la mala suerte de no seguir un trazado recto, como

gusta a muchos de nuestros actuales urbanistas) vertebraba un

territorio milenario destinado a la explotación de la huerta con

acequias como las de Tormos, Mestalla y Rascanya, que nutrían

con su trazado arborescente de indiscutible origen islámico

todas las parcelas, y un poblamiento que acumulaba más de una

docena de alquerías de contrastada construcción bajomedieval,

incluso con restos de época islámica (s. XII), además de un

molino y una barraca. La diferencia fundamental entre el Pouet y

Les Escoles de Malilla es que en esta última las parcelas hace

unos cuantos años que ya no se cultivan y los huertanos han

huido ante la inmundicia del entorno y la llegada de otros

inquilinos con un fuerte desarraigo y ningún amor por un

entorno que al que nunca han pertenecido y en el que están de

paso. En el Pouet, sin embargo, muchos de los campos siguieron

cultivados hasta el momento de entrar las máquinas

excavadoras y las personas fueron expulsadas de sus casas.

Ahora, como en el caso del Pouet de Campanar, en los deseos

“factibles y reales” de muchos de los que vivimos de una manera

u otra aquel episodio de amputación territorial a finales de los

90, no está la reversión total del plan urbanizador, pero sí la de

acomodar unas supuestas necesidades de construcción de

nuevas fincas (después de 20 años todavía queda algún solar por

construir en el Pouet) con la preservación de un conjunto con un

probado valor patrimonial y, sobre todo, dar la oportunidad (que

no se dió a los vecinos del Pouet) de mantener sus casas y forma

de vida.

Lo del Pouet se llevó a cabo desde el más grande de los

desprecios y la ignorancia, y tuvo como resultado el borrado con

saña de todo cuanto allí había existido (también y sobre todo de

las personas). La línea recta, la solución más fácil para unir dos

Conocer para planificar. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. Valencia ¿Un Camí del Pouet (II)?

Víctor M. Algarra Pardo LA LINDE, 7-2016, pp. 18-37

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puntos, se impuso y hoy “disfrutamos” de un barrio

impersonal, eso sí, bien adaptado al tráfico de

coches.

Por eso, si llegara el caso de urbanizar Les

Escoles de Malilla sería imprescindible reflexionar

y no cometer el mismo error que en el Pouet.

Urbanizar, si es verdaderamente necesario, sí, pero

no a cualquier precio. La línea “no recta” también

existe en la paleta de herramientas de Autocad y la

ciudad actual puede aprender a convivir con la

trama del pasado, en este caso de huerta. Una

huerta donde podamos borrar huellas del

abandono y del estercolero en el que se ha

convertido este bello paisaje.

Conocer para planificar. El espacio de la antigua huerta de Les Escoles de Malilla. Valencia ¿Un Camí del Pouet (II)?

Víctor M. Algarra Pardo LA LINDE, 7-2016, pp. 18-37

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