«No tengáis miedo» · mundo, tras lo que nuestros ojos han visto y lo que hemos escuchado, desde...

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SEMANARIO DE INFORMACIÓN RELIGIOSA Nº 135/17-X-1998 «No tengáis miedo» «No tengáis miedo» XX años de pontificado, como el primer día XX años de pontificado, como el primer día

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SEMANARIO DE INFORMACIÓN RELIGIOSANº 135/17-X-1998

«No tengáis miedo»«No tengáis miedo»

XX años de pontificado,

como el primer día

XX años de pontificado,

como el primer día

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...y además

La foto 12

Criterios 13

Testimonio

El cardenal Kuharic, ex-arzobispo

de Zagreb, recuerda: «Stepinac

fue nuestra fuerza» 14

El Día del Señor 15

Raíces

Un Papa misionero, a lo largo

de los cinco continentes 16-17

Mundo

La encíclica Fe y razón,

en síntesis 20-21

La vida 22-23

Desde la fe

Algunos testimonios

sobre el Papa de ilustres

personalidades del mundo.

Cine: «El abuelo».

Libros, televisión 24-25, 28-31

Contraportada 32

3-11EN PORTADA

XX aniversario del pontificado de Juan PabloII. El cardenal arzobispo de Madrid, el Nuncio Apostólico en España, el DirectorGeneral de Asuntos Religiosos, el Rector de la Universidad San Pablo-CEU, teólogos e historiadores escriben sobre él

26-27DESDE LA FE

Garci conversa con Juan Orellana para «Alfa y Omega»:«Dios es un Misterio, pero puedo sentirlo»

18-19MUNDO

Mañana, Jornada del Domund«Misioneros, esperanza

para el mundo». Carta pastoral del cardenal

arzobispo de Madrid

En este número

ΑΩEtapa II - Número 135

Edita: Fundación San Agustín. Arzobispado de MadridDelegado episcopal: Alfonso Simón Muñoz- Asesores religiosos: Manuel Mª Bru, Javier Alonso

Redacción: Pza. del Conde Barajas,1. 28005 Madrid. Horario de secretaría: 8.30 a 15h. Téls: 91 365 18 13 - 91 366 78 64 Fax: 91 365 11 88 E-Mail: [email protected]

Director: Miguel Ángel Velasco PuenteRedactor Jefe: José Antonio Ullate Fabo - Redactores: Coro Marín Palacios, Inmaculada Álvarez, Jesús Colina (Roma)

Jefe de Producción: Francisco Flores Domínguez - Secretaría de dirección: Sonsoles de la Vega Documentación: Dora Rivas

Imprime y Distribuye: Prensa Española, S.A. - Depósito legal: M-41.048-1995

«Alfa y Omega» ofrece el texto íntegro de la encíclica

«Fides et ratio», regalo delPapa al mundo y a la Iglesia

con ocasión del XXaniversario de su pontificado

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Así fue también aquel do-mingo 22 de octubre de

1978, en la plaza de San Pe-dro. Una ráfaga, como deviento impetuoso, sacudió,por dentro, a las más de tres-cientas mil personas que, con-gregadas en oración en tornoal nuevo Papa, rebosaban laplaza mayor de la cristiandad.Nadie, probablemente, lo hacontado tan hondamente co-mo Andrè Frossard:

Yo formaba parte de la delega-ción oficial que representaba aFrancia. El Santo Padre aparecióen la escalinata de la Basílica conun gran crucifijo colocado delan-te como un espadón empuñadocon las dos manos. Llegó a la pla-za y pronunció tres palabras quesonaron como las salvas de un ca-ñón: «¡No tengáis miedo!» Pro-dujeron tal efecto en la multitudque vi llorar de emoción a los di-plomáticos a mi alrededor, y losdiplomáticos no tienen la lágri-ma fácil en las ceremonias oficia-les. Yo pensé: Este hombre ¿porqué ha causado semejante impre-sión?

Sabíamos que venía de Polo-nia; sin embargo, a mí me parecióque acababa de dejar las redes enla orilla del lago y llegaba direc-tamente de Galilea, pisándole lostalones al apóstol Pedro. Nuncaen mi vida me he sentido tan cer-ca del Evangelio.

Yo también estaba allíaquella suave mañana del oto-ño romano. Y doy fe de queasí fue: también sentí el lati-gazo de la emoción en el co-razón y en la piel: en la delcuerpo, como un escalofríopor la columna vertebral, y enla del alma, como una ráfagapentecostal, largamente de-seada, como una esperanzacierta. Aquel báculo, heredadode Pablo VI –a quien, en susúltimos años, le servía de apo-yo–, en forma de cayado depastor, con el Crucifijo en lomás alto, era enarbolado aho-ra como un estandarte, yaquel grito: ¡No tengáis miedo;abrid las puertas a Cristo! eraexactamente lo que todos losallí reunidos –y muchos cien-tos de millones de personas

más, presentes allí en espíri-tu– necesitábamos ver y oir.

Había sido aquel un añoduro, especialmente duro pa-ra Italia: Italy in torment habíatitulado en una de sus famo-sas portadas la revista Time.Primero fue el asesinato de Al-do Moro por las Brigadas Ro-jas, con la previa y dramáticaimploración del anciano Pa-pa Montini intentando salvar,inútilmente, la vida del esta-dista amigo. Pablo VI fallecíapoco después, con el almadestrozada, en Castelgandol-fo. Luego vino el ferragosto delos dos Cónclaves; la elección

del Papa Luciani, cuya sonri-sa duró tan sólo treinta y tresdías; su impresionante entie-rro bajo la lluvia; el nuevoCónclave; y la elección, porvez primera en la Historia, deun eslavo para ocupar la sedede Pedro.

Ya había pasado el tiempode los Podgorny, De Gaulle,Tito, Franco, Nixon y, mien-tras Kissinger trataba de ha-cer encaje de bolillos en las re-laciones internacionales, elKissinger vaticano, como lla-maban al cardenal Casaroli,recientemente fallecido, trata-ba de hacer otro tanto, puer-

tas adentro de la Iglesia, ost-politik incluída; pero ¿lo con-seguía? En un mundo hoscoy complicado, atenazado porel miedo (miedo a la vida, a laHistoria, al hombre, a la gue-rra atómica, miedo a todo,hasta al propio miedo), la voz,firme y segura, de Juan PabloII abría aquel domingo un ho-rizonte luminoso, hecho deconfianza y de certeza, refle-jo y eco de aquellas otras pa-labras en el lago de Genesa-ret: ¡Hombres de poca fe, echadla red!; o de las que había pro-nunciado, sólo un puñado deaños antes, el buen Papa Juan,

Ayer se cumplieron veinte años de la elección de Juan Pablo II como Papa

Aquel domingo...

Primera alocución de Juan Pablo II desde su estudio privado

Estaban todos reunidosen un mismo lugar. De pronto vino del cieloun ruido como el de unaviolenta ráfaga de viento,que llenó toda la casa...(Hechos de los Apóstoles2, 1-2)

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en la apertura del último delos Concilios Ecuménicos.

Desde la clausura de aquelConcilio, la barca de Pedro sehabía visto zarandeada pormil olas y borrascas, y, prime-ro, el desconcierto, luego, laconfusión –a menudo provo-cada arteramente, desde fueray ... desde dentro– y, en defi-nitiva, el desánimo y la pasi-vidad habían acabado por ha-cer mella en el pueblo de Dios.

Y he aquí que, de repente,la sacudida de aquellas pala-bras, tan antiguas y tan nue-vas, llegaba a la mismísimamédula de la fe del pueblo.Karol Wojtyla –Me llamaré JuanPablo II–, Vicario de Jesucris-to, había iniciado la homilíade la inauguración oficial desu Pontificado confesando, ur-bi et orbi: ¡Tú eres el Cristo, elHijo de Dios vivo! Y, antes desaludar, en realidad de deciradiós, a sus compatriotas, in-vitaba a todos los pueblos aderribar lo que ya entoncesmás le preocupaba: las barre-ras de la división.

Éste fue, exacta y textual-mente, el párrafo sobrecoge-dor y profético de Juan PabloII:

¡Hermanos y hermanas! ¡Notengáis miedo de acoger a Cristoy de aceptar su potestad! ¡Ayu-dad al Papa y a todos los quequieren servir a Cristo y, con lapotestad de Cristo, servir al hom-bre y a la Humanidad entera!

¡No temáis! ¡Abrid, más to-davía, abrid de par en par laspuertas a Cristo!

Abrid a su potestad salvado-ra los confines de los Estados, lossistemas económicos y políticos,los extensos campos de la cultura,de la civilización y del desarro-llo. (La multitud escuchaba ab-sorta, en un silencio espiritual,contagioso, cargado de ex-pectación.) ¡No tengáis miedo!,insistía el Papa. Cristo conoce«lo que hay dentro del hombre».¡Sólo Él lo conoce!

Permitid, pues, –os lo ruego,os lo suplico con humildad y con-fianza– permitid a Cristo que ha-ble al hombre. Solamente Él tienepalabras de vida; sí, de vida eter-na.

Un aplauso cerrado, largo,intenso, irreprimible, estallóen el grandioso recinto, y unabandada de palomas revolo-teó, asustada, por la gran pla-za hasta perderse tras la in-

comparable cúpula de MiguelÁngel. Conservo el originalcon el texto oficial de aquelprimer discurso del nuevo Pa-pa, que la Sala de Prensa dis-tribuyó, allí mismo, al Cuer-po Diplomático y a los perio-distas. La última anotación almargen que tengo escrita so-bre el texto, con el calificativode arrollador, es lo que me con-tó un colega y amigo que ve-nía de transmitir a su agencia:Le han aplaudido hasta en la Sa-la de Prensa. Nunca había ocu-rrido antes algo semejante, y,la verdad, es francamente di-fícil que vuelva a ocurrir.

EL PAPA DEL HOMBRE

Recuerdo que, en la crónicaque transmití a mi periódico,me atrevía a definir –y luegono me he arrepentido– al nue-vo Papa como el Papa del hom-bre. Había concluido su pri-mera homilía así: Me dirijo atodos los hombres, a cada uno delos hombres (y ¡con qué venera-ción el apóstol de Cristo debe pro-nunciar esta palabra: hombre!)¡Rogad por mí. Ayudadme paraque pueda serviros! Pocas fechasdespués iba a precisar: El ca-mino de la Iglesia hacia Dios esel hombre.

En algún viaje del Papa, hevuelto a percibir algo pareci-do, pero no igual a lo que sen-tí aquel día. Hoy, creo que, si

hubiera que resumir en dosfrases estos veinte años depontificado de Juan Pablo II,en estas dos queda resumidode manera cabal, inmejorable:No tengáis miedo. Abrid laspuertas a Cristo. En esas ochopalabras cabe, entero, este Pa-pa. Ése es y será, ya para siem-pre, su legado histórico.

Es mi convicción plenaque, en la actual hora delmundo, tras lo que nuestrosojos han visto y lo que hemosescuchado, desde la caída delmuro de Berlín y del comu-nismo –tántos creían que éseera el enemigo, pero ha caído,y el enemigo sigue– al increí-

ble atentado al Papa en la mis-mísima plaza de San Pedro y asu audiencia a Gorbachov,desde sus lágrimas en Ausch-witz a su esperanza en Ibero-américa y en su África soña-da, desde su reevangelizaciónde una Europa unida, delAtlántico a los Urales, a suAsia y Oceanía descubiertas,desde su tagalo y su japonéschapurreados hasta sus encí-clicas –la última, maravillosa,publicada ayer–, su leit motivde la nueva evangelización,su estrategia, su programa co-mo Vicario de Jesucristo no esotra cosa que la vuelta al prin-cipio, a aquellas palabras pre-ñadas de fe y de energía espi-ritual, que como un trallazoeléctrico commovieron aquel

domingo al mundo.Es, sigue siendo, por des-

gracia, un programa incum-plido y acuciante. El mundosigue teniendo miedo y siguesin abrir las puertas a Cristo.O, mejor dicho: porque noacaba de decidirse, porqueno acabamos de decidirnos,a abrir nuestras puertas aCristo, de par en par, segui-mos los cristianos acobarda-dos, acomplejados, ateridos,estériles, divididos, mirán-donos estúpidamente mu-chas veces el ombligo, o bus-cando muchas otras al ene-migo fuera, y alanceandodesvariadamente molinos,

cuando tenemos al enemigo–bien gigante– dentro de no-sotros mismos.

Juan Pablo II lo supo vercon claridad meridiana desdeel primer día de su pontifica-do y, a lo largo de estos veinteaños –y ¡qué veinte años!–, hainsistido con oportunidad osin ella, evangélicamente,evangelizadoramente, conuna presencia constante en laescena internacional y en lavida de la Iglesia, como pro-tagonista indiscutible y ex-cepcional, siempre en diálogoabierto, sin dejar nada al al-bur, sino trabajando día a día,con absoluta entrega, fiado enla providencia de Dios.

Miguel Ángel Velasco

Juan Pablo II con los fieles en la Plaza de San Pedro, recién elegido Papa

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El día 16 de octubre se cum-plieron veinte años de la

elevación de Juan Pablo II co-mo obispo de Roma y Suce-sor de Pedro y, por ello, comoVicario de Cristo y Pastor dela Iglesia Universal. Dos díasdespués, el 18 de octubre de1978, iniciaba solemnementesu ministerio apostólico al ser-vicio de la Iglesia y de la Hu-manidad, gastándose y des-gastándose heroicamente porla causa del Evangelio, a tra-vés de un arduo y prolonga-do camino que nos ha lleva-do a las puertas del gran Ju-bileo del año 2000.

El pontificado de Juan Pa-blo II, ya uno de los más lar-gos de la historia de los Papas,es susceptible de ser visto yvalorado desde múltiples ysugestivas perspectivas hu-manas y pastorales; pero hayuna decisiva, y que es medi-da de todas las demás: laperspectiva de la fe en Jesu-cristo, Pastor y Cabeza invisi-ble de la Iglesia, el que insti-tuyó el servicio de Pedro en elcentro mismo de lo que es ellacomo misterio de comunión ymisión universal, visible en eltiempo y encarnado en la his-toria humana. ¡Los veinteaños de pontificado de JuanPablo II suponen, en esta pers-pectiva, un don extraordina-rio de la gracia del Señor a suIglesia en una de las horas his-tóricas más cruciales por lasque ha atravesado en el sigloque fenece!

ENCAUZAR EL CONCILIO

El acontecimiento que la hamarcado en estos años –y lacontinúa marcando en la ac-tualidad– hasta el fondo mis-mo de su experiencia espiri-tual, la más interior e íntima,la de su condición de Esposade Cristo, animada por el Espí-ritu Santo, es el Concilio Vati-cano II. Juan Pablo II ha lleva-do todo el caudal de verdade-ra renovación eclesial, quebrota de las enseñanzas y

orientaciones conciliares, a loque es el corazón y razón deser de la misión de la Iglesia:evangelizar.

Lo ha hecho a través desu propio compromiso per-sonal como testigo directo einmediato del Evangelio deJesucristo, en todos los es-pacios geográficos y huma-nos del mundo contemporá-neo. El Papa ha sido estosaños últimos de historia yvida de la Iglesia el prime-ro, el más incansable y elmás intrépido misionero deJesucristo en medio de laHumanidad dolorida y es-peranzada, en el último tra-mo de una de las épocas másdramáticas y más apasio-nantes de la Humanidad. Laluz del Evangelio ha ilumi-nado sus sendas y horizon-

tes por la palabra y el ejem-plo vivos e inmediatos delPapa, con una claridad yproyección universal, des-conocidas hasta ahora.

El aggiornamento que JuanXXIII anhelaba y auspiciabacomo fruto pastoral princi-pal del Concilio que habíadeterminado convocar, sehacía realidad madura en elejercicio del ministerio deaquél llamado por el Señor,para que en el umbral deltercer milenio del cristianis-mo confirmase en la fe a sushermanos y los apacentasepor los caminos del amor yde la paz.

Juan Pablo II ofrecería si-multáneamente un servicioa la Fe de la Iglesia, de in-calculable valor doctrinal, através de un magisterio

pontificio, ordinario y ex-traordinario, que ha miradoprimordialmente a lo que esla verdad esencial del Evan-gelio –el Misterio de la San-tísima Trinidad–; pero pro-yectándolo siempre al hom-bre y a su salvación, alhombre contemporáneo, tantentado por la negación deDios y tan ansioso de en-contrarle en la persona deJesucristo, su verdadero yúnico Redentor.

La vida y el ministeriodel Papa a lo largo y anchode estas dos décadas tan in-tensas, de entrega y dona-ción incondicionales al Se-ñor y a su Iglesia, represen-tan con una verificacióninequívoca, avalada ya porla fuerza persuasiva de loshechos, la mejor demostra-ción del acierto y de la ur-gencia pastoral de la NuevaEvangelización, como laadecuada respuesta de laIglesia a los signos de los tiem-pos, y a lo que el Espíritu delSeñor le viene reclamando através de la voz y la doctri-na del Vaticano II.

María, a quien Juan Pabloha dedicado todo su pontifi-cado, nos enseña como nadie,a través de su Magnificat, desu cántico de acción de gra-cias, el porqué y el cómo denuestra gratitud y júbilo ex-presados al Señor con motivode los veinte años de serviciopastoral de Juan Pablo II a laIglesia de su Hijo, a los hom-bres de este tiempo, llamadosa ser sus hijos, a ser hijos delPadre que está en los Cielos.

Júbilo y acción de graciasque todos los hijos de laIglesia –y, con nosotros, se-guramente muchos hombresde buena voluntad– sabre-mos transformar en oraciónpor nuestro Santo PadreJuan Pablo II: El Señor lo con-serve, lo guarde, y lo haga felizen el servicio evangélico de to-do el Pueblo de Dios.

+ Antonio Mª Rouco Varela

Habla el cardenal-arzobispo de Madrid

El Papa de la evangelizaciónJuan Pablo II y la aplicación del Concilio Vaticano II a través de veinte años de servicio insigne

al anuncio vivo del Evangelio

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Al cumplirse veinte añosde pontificado del Papa

actual, siento como NuncioApostólico, es decir, como re-presentante suyo en España,el grato deber de invitar a to-dos los católicos españoles adar gracias a Dios por el donque ese día 16 de octubre, enel ya lejano 1978, se dignó Élconceder a la Iglesia toda. Pe-ro los hijos de la Iglesia, ade-más de dirigirse en acción degracias al Señor, dador de to-do bien, han de abrigar hon-dos sentimientos de gratitudhacia la persona de Juan Pa-blo II. En él parecen realizarseaquellas palabras y propósi-tos de san Pablo: Yo, con sumogusto, me gastaré y me desgas-taré por vuestras almas.

Juan Pablo II no ha ahorra-do esfuerzos en el cumpli-miento de la tarea que el Se-ñor había encomendado a Pe-dro junto al mar de Tiberíades,tarea en la que él como Papaes su sucesor: Apacienta miscorderos. Apacienta mis ovejas.Consciente de que sobre él, co-mo Cabeza del Colegio epis-copal en el que se prolonga elColegio apostólico, gravita, demodo singular, el encargo úl-timo de Jesús: Id a todo el mun-do y predicad el Evangelio a todala creación ha recorrido todoslos caminos de la tierra predi-cando la Buena Noticia de Je-sús y siendo testigo de una es-peranza que sólo puede fun-darse en Él. Impresiona verlopor televisión en sus viajesmás recientes (pienso en elapenas concluido a Croacia).La fatiga de la edad y de lasenfermedades que ha padeci-do se hace visible en su cuer-po. Pero su corazón sigue jo-ven. Parece sacar fuerzas deflaqueza, y pone una inespe-rada energía en sus palabrasque son siempre de paz y dereconciliación.

Los católicos españoles hansido objeto, con predilección,de la solicitud del Papa. Cua-tro veces ha querido el SantoPadre visitar vuestra Patria.Continúa siendo inolvidable

aquella primera visita desdeel 31 de octubre al 9 de no-viembre de 1982. Todavía hoyla lectura de sus discursos yhomilías podría y debería serun excelente alimento espiri-tual para los católicos espa-ñoles, e incluso un proyectode conjunto para emprenderuna tarea de renovación de lavida cristiana y un proyectode nueva evangelización en elumbral del tercer milenio.

Dos años más tarde, cuan-do iba camino de América, pa-ra comenzar la preparaciónespiritual del V Centenario dela evangelización de aquelcontinente, creyó que era undeber histórico, además de un im-pulso natural del corazón dete-nerse dos días en Zaragoza,junto a la Virgen del Pilar, pa-ra agradecer a los españolescuanto hicieron por la evan-gelización del Nuevo Mundo,y para exhortarles a ser fielesa su historia de fe.

La celebración de la Jorna-da Mundial de la Juventud enSantiago de Compostela en1989, lo trajo por tercera veza tierras españolas. Su estancia

no se limitó a Santiago, sinoque quiso extenderse a Astu-rias, y especialmente a Cova-donga, cuya gruta denominóla cuna del renacer de España.

En 1993 (12 a 16 junio), encontinuidad con la celebracióndel V Centenario de la evan-gelización de América, el Papase hizo presente no sólo en Se-villa, donde clausuró el XLVCongreso Eucarístico Interna-cional, sino también en Huel-va, en los lugares colombinos,en el Santuario de la Virgendel Rocío y, finalmente, enMadrid, donde consagró lanueva catedral de la Almude-na. ¡Reavivad vuestras raícescristianas!, fue su última reco-mendación desde el aero-puerto de Barajas.

Esta intensidad de las visi-tas papales es el ritmo agota-dor que el Papa se impone así mismo en todos sus viajespastorales. El que nos exhortaa que trabajemos en una nue-va evangelización, quiere asíser también él plenamenteevangelizador y modelo deevangelizadores.

Impresiona, además, la

grandeza de su corazón. Ade-más de esta solicitud por todaslas Iglesias, en el alma del Paparesuenan todos los problemasde los hombres, los problemasde cualquier país o región dela tierra. En su encíclica pro-gramática Redemptor hominis,14, Juan Pablo II escribió: Elhombre es el camino de la Iglesia,camino que conduce en cierto mo-do al origen de todos aquellos ca-minos por los que debe caminar laIglesia, porque el hombre –todohombre sin excepción alguna– hasido redimido por Cristo, porquecon el hombre –cada hombre sinexcepción alguna– se ha unidoCristo de algún modo, inclusocuando ese hombre no es cons-ciente de ello. Esta convicciónhace inteligible que la voz alen-tadora del Papa resuene a fa-vor de cuantos sufren en cual-quier parte de la tierra, sean ono miembros de la Iglesia. Meatrevería a decir que en su co-razón lleva una incansable so-licitud por la Humanidad, por-que por ella derramó Cristo susangre.

Lajos Kada, Nuncio Apostólico

Escribe el Nuncio Apostólico en España

«Testigo de esperanza»

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Hace veinte años que el Colegio car-denalicio eligió Papa al arzobispo

de Cracovia, Karol Wojtyla. Ese tiempoya transcurrido sitúa hoy a Juan Pablo IIen el decimotercer lugar, entre todos losPapas de la Historia, en número de añosen el Solio Pontificio. El Pontífice queahora ocupa el número doce, ClementeXI (1700-1721), gobernó la Iglesia duran-te veinte años y tres meses; veinte añosy seis meses la gobernó León III (1795-1816); no llegó a los veintiún años Urba-no VIII (1623-1644). Juan Pablo II, cuandohaya pasado un año a partir de ahora,podrá estar entre los diez Papas a los queha sido concedido un más extenso pon-tificado.

Si ni un pelo de nuestra cabeza cae sinpermiso de Dios, si nuestra vida está enSus manos, la fe nos lleva a pensar quea cada Pontífice le son concedidos aque-llos años que necesita para realizar la obraque le ha sido encomendada.

Tal vez resulten estas palabras dema-siado providencialistas, pero tengo quepensar que la Providencia se ocupa muyparticularmente de los Vicarios de Cristoen la tierra.

¿Cuál es la singular misión del actualPontífice? Juan Pablo II se nos presentacomo uno de los más formidables cate-quistas de toda la historia de la Iglesia.Si a todo Papa le toca tener una persona-lidad propia y específica, me parece quela de Juan Pablo II consiste en ser un ca-tequista cien por cien. Los modernos me-dios de comunicación están permitien-do que su mensaje sea escuchado, de ma-nera directa e inmediata, por un númerode hombres jamás reunido en la Histo-ria por líderes políticos, religiosos o cul-turales de cualquier tipo, y su cateque-sis es una explicación sencilla, razonada,comprensible y valiente de todas y cadauna de las partes más firmes, y de las máscontrovertidas, de la doctrina cristiana.

Los hombres somos tardos y lentos en

comprender. Cristo se lo reprochaba ya,esto mismo, a los Apóstoles. El largo pon-tificado de Juan Pablo II es la medida deltiempo que Dios le concede para que con-siga hacer penetrar en el corazón y en lacabeza de todos los hombres, y particu-larmente de los creyentes, un mensajediáfano y salvífico: la enseñanza de Cris-to, acomodada a nuestros tiempos, in-conmovible en sus bases esenciales, mo-derna y actual en sus respuestas a las ne-cesidades de quienes vivimos en el finaldel siglo XX y en los albores del siglo XXI.

Son muchos los que piden a la Iglesiaque adecúe su doctrina al son que marcanlos tiempos. Pero los tiempos son muda-bles, y la doctrina es perenne. El mensa-je de Cristo no cambia porque los tiemposmuden. La enseñanza del Papa Juan Pa-blo II repite esto una y otra vez, con lainsistencia necesaria para ser compren-dida y seguida: que Cristo fue ayer, eshoy, y será siempre, y que son los tiemposlos que tienen que acomodarse al peren-ne vigor de su llamada universal a la sal-vación.

Alberto de la Hera

Escribe el Director General de Asuntos Religiosos

Un formidable catequista

«A cada Pontífice le sonconcedidos aquellos años

que necesita para realizar la obraque le ha sido encomendada»

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Un período lleno de actividad pasto-ral, prolijo en doctrina, lleno de fru-

tos en el acercamiento de las criaturasentre sí y en el camino que les conduce alCreador, desbordante de generosidad,de pasión por el bien, de entrega incan-sable y sin condiciones a las causas justas.Un período en el que la presencia se mul-tiplica milagrosamente dando perma-nente testimonio de fe en Cristo muertoy resucitado, y penetrando más y máscon ese mensaje de esperanza en la so-ciedad. Un período en el que un desco-nocido para la mayor parte de los fieles,Karol Józef Wojtyla, se convierte, comoS.S. Juan Pablo II, en un miembro de ex-cepcional relieve en cada una de nues-tras familias, en un protagonista en elquehacer de la gran familia humana.

Entre sus múltiples dones, la capaci-dad de captación, de penetración en loscorazones y de transformación de senti-mientos, conductas y propósitos.

Mantengo vivo aquel recuerdo. Eraun día 30 de abril de 1981 cuando, a lasonce y media de la mañana, su secretarioabría aquella silenciosa puerta, tapizadacon un paño gris pálido, que separa eldespacho y biblioteca privada del SantoPadre de la estancia contigua, en la queyo, en el más profundo silencio, habíaentablado un diálogo con la imagen desan Pedro, allí presente, acerca de la fal-ta de merecimiento personal para la visitaque, en unos instantes, iba a tener el pri-vilegio de gozar.

Aprendí entonces que, cuando el gozoes muy intenso, provoca turbación, y quela sensación de satisfacerse aguarda a larecuperación de la normalidad. Recor-dando hoy aquel momento, siento el es-calofrío que el impacto de sus primeraspalabras y de sus acogedores gestos tu-vieron en mi persona. Impacto que mehizo enmudecer, pese a la buena prepa-ración que me había procurado para laexposición del tema de la visita. La Se-mana Social sobre El Paro, a celebrar elaño siguiente en Badajoz, me garantiza-ba llenar con suficiencia los veinte mi-nutos previstos para la visita. Nada secumplió como ya había previsto. Sólo pu-de percibir que mi comportamiento, misreacciones ante el Santo Padre, no se ajus-taban a las conocidas en las diferentes si-tuaciones que la vida me había deparado.

Me sentí envuelto por él y sólo des-pués de un tiempo, que a mí me parecióeterno, aunque supongo que fueron es-casos minutos o incluso segundos, fue laimprovisación, en una situación no pre-

vista, la que me permitió comunicar aJuan Pablo II el pretendido contenido demi torpe preparación.

Ya entonces se había publicado su pri-mera encíclica social Laborem exercens. Aésta le seguirían otras dos, la Sollicitudo reisocialis y la Centesimus annus. En todasellas, un denominador común: la centra-lidad de la dignidad de la persona hu-mana, rechazando moldes y estereotiposque la pudieran condicionar o someter.Ya lo había dicho al comienzo de su pon-tificado. A modo de consejo paternal, nosalertaba acerca del peligro que encierranlos ismos. Comunismo, capitalismo, so-cialismo, etc., son moldes estructuralesque pueden cautivar y esclavizar a la per-sona humana. Ésta, la persona, debe li-berarse de las cadenas que la esclavizany contemplar su proyecto de salvación.Así abordará las cuestiones de orden tem-poral tal y como se plantean en el mundo,para desmitificar a los ídolos marchitosque en él se imponen y someten a la fa-

milia humana.La responsabilidad social ante el tra-

bajo, tanto de empresarios como de tra-bajadores; la dignidad que deviene de ladimensión subjetiva de éste; la respon-sabilidad ante el hambre, la marginación,las guerras que se hacen patentes por losídolos del poder, del dinero, del deseo deimponer la voluntad en detrimento deotros; la idolatración de los sistemas,aceptando de ellos, como máximas deconducta, sus mensajes impregnados decorrupción, alienación, etc.

Su doctrina promulgada y su testimo-nio personal, allá donde la dignidad delhombre está en discusión o simplementeha sido pisoteada, es un acicate continuo,una llamada permanente a seguir la doc-trina sana para la construcción de unmundo mejor, de un mundo caracteriza-do por la fraternidad y por la paz, quedesplace para siempre el que fue de odio,guerras y rencor.

Escribe el Rector de la Universidad San Pablo-CEU

Un pontificado social

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Quienquiera que vuelva la mirada alos veinte años a los que se extien-

de ya el pontificado de Juan Pablo II, que-da fuertemente impresionado por lamagnitud de la obra llevada a términopor el Papa durante ellos. Para evocarunos pocos ejemplos, ha recorrido elmundo entero predicando incansable-mente el Evangelio; ha desarrollado unmagisterio riquísimo y lleno de profun-didad en sus numerosas encíclicas y ex-hortaciones apostólicas; ha sido el Papade los Sínodos, que no sólo ha manteni-do el ritmo normal de sus Asambleas or-dinarias, sino que ha convocado Asam-bleas extraordinarias (como la dedicadaen 1985 al estudio del postConcilio) yotras particulares, entre las que destacanlas continentales, en orden a suscitar, enel mundo entero, un nuevo y lúcido im-pulso evangelizador, al llegar al umbraldel tercer milenio.

Durante todo este tiempo, no han ce-sado sus iniciativas en todos los camposcon una gran apertura y con sensibilidada los nuevos problemas teológicos o a losnuevos movimientos, como también laextraordinaria sintonía con los jóvenes(que, por cierto, no ha disminuído a me-dida que la edad del Papa ha ido avan-zando y las señales de su ancianidad sehan ido haciendo más sensibles); ha si-do un apasionado defensor de la paz yde la vida; ha procurado escrutar los sig-nos de los tiempos para responder, conrapidez de reflejos, a los retos de cadamomento (su preocupación por la familiaen conexión con determinadas Confe-rencias convocadas por algunos organis-mos de las Naciones Unidas es pruebade ello).

Habrá, sin embargo, que señalar queel Papa, desde el momento mismo enque asumió ser Pastor universal de laIglesia, tiene conciencia de no estar re-corriendo solo su camino. En su primersaludo a los fieles que llenaban la plazade San Pedro (16 octubre 1978), confesa-ba: He tenido miedo al recibir este nombra-miento, pero lo he hecho en espíritu de obe-diencia hacia Nuestro Señor Jesucristo y conconfianza total en su Madre, la Virgen San-tísima. Y así me presento a todos vosotros,para confesar nuestra fe común, nuestra es-peranza, nuestra confianza en la Madre deCristo y de la Iglesia. Tanto su aceptacióndel oficio como el desarollo futuro de suacción pastoral se apoyan en su confian-

za en María.Unos días más tarde (22 de octubre de

1978), al celebrar solemnemente la SantaMisa, como acto inaugural de su tarea deSupremo Pastor, tendrá una homilía pro-gramática. Se considera generalmenteque el centro de esa homilía se encuen-tra en su grito apasionado: ¡No tengáismiedo de recibir a Cristo y de aceptar su po-testad! (...) ¡No tengáis miedo! ¡Abrid, másaún abrid de par en par las puertas a Cristo!A su salvadora potestad abrid los confines delos Estados, los sistemas económicos al igualque los políticos, los amplios campos de cul-tura, de civilización, de desarrollo. El Papano ha olvidado posteriormente estas pa-labras programáticas. Abrid las puertas alRedentor será también el grito de su vozpotente en el año jubilar extraordinariode la Redención, renovando –dice el Pa-pa– la invitación hecha a los pocos días demi elección a la Cátedra de Pedro.

Pero, para que los hombres respondana este llamamiento, necesitan el auxiliode la gracia de Dios. Para conseguirlo, elPapa acudirá el primer día de la Inma-culada de su pontificado (8 de diciembrede 1978) a la basílica de Santa María laMayor a suplicar a la Virgen que Ella, la

medianera materna que intercede comoMadre ante su Hijo a favor de los quetambién somos hijos suyos, intervengapara conducir a todos al Redentor, para en-caminar a todos –es decir a cada uno– a suHijo. De este modo, el recurso a María esel medio privilegiado para que los hom-bres abran las puertas a Cristo.

Creo que a partir de este plantea-miento se comprende todo el esfuerzodel Papa actual para conseguir un nue-vo resurgir de la piedad mariana en laIglesia. En sus viajes apostólicos a las di-versas naciones no dejará de visitar elsantuario en que se centre principalmentela devoción mariana de aquel país, paradesde él exhortar a los católicos de aque-lla tierra a la verdadera devoción a María.El 13 de mayo de 1982, en Fátima, con-sagrará el mundo entero al Corazón In-maculado de María, dando a la vez unainteresante explicación del sentido de lasconsagraciones colectivas. Y, sobre todo,el 25 de marzo de 1987 publicaba su granencíclica mariana Redemptoris mater, quecoloca el itinerario de fe de María como elejemplar supremo para el camino de feque todo cristiano ha de recorrer.

Bajo la protección de la Virgen

Juan Pablo II besa la santa Columna en El Pilar de Zaragoza

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Repetidamente me he encontrado conel compromiso de responder a la pre-

gunta sobre Juan Pablo II, y repetida-mente he tenido que recurrir a la mismapalabra y hablar, para caracterizarle a ély, naturalmente, su pontificado, de fir-meza. Una firmeza que estaba ya en laspalabras con que, recién elegido, se diri-gió al pueblo congregado en la plaza deSan Pedro para recibir su bendición, pe-ro que ha seguido inspirando sus veinteaños de apostolado, no ya ante el pue-blo romano, sino ante los pueblos de to-das las naciones del mundo, a losque haconseguido congregar, más allá inclusode las afinidades religiosas, por la enormefuerza espiritual que en Juan Pablo II re-conoció el Secretario general de las Na-ciones Unidas, y que ha hecho de él unade las grandes figuras carismáticas denuestra época.

Que esa firmeza fue necesaria para laIglesia no lo podrá negar quien recuer-de lo que era la Iglesia del postConcilio,sacudida por las corrientes contradicto-rias, entre las que había que abrir caminoa la savia vivificadora del Concilio, sinimposibles retrocesos al pasado ni qui-méricas anticipaciones del futuro. Queesa firmeza haya sido beneficiosa para elmundo tampoco lo discutirán quienestengan presentes las incertidumbres, de-bilidades y contradicciones de una Hu-manidad (la de la llamada postmoderni-dad) que se debate entre sus grandes pro-gresos materiales y la falta de rumbo

espiritual; por no hablar (pensemos enlas grandes guerras, los genocidios, lamiseria y el hambre del tercer mundo, elconsenso monstruoso en favor del abor-to) de los signos y señales de muerte queJuan Pablo II ha condenado con todo el ri-gor necesario. Podrán sus palabras ha-ber rebotado en muchos de sus destina-tarios, pero de que también han encon-trado eco da fe la repercusión mundialde sus viajes y especialmente la acepta-ción de los enfervorizados auditorios ju-veniles que ha tenido. Misionero de certe-zas, se ha llamado a sí mismo; ¿pero no esde certezas de lo que está el mundo más

menesteroso?De certezas y de aquello que palpita

siempre tras las palabras del Papa, inclu-so cuando más duramente denuncia, y es-tá en el título de uno de sus libros. Se titula,¿recordáis? Cruzando el umbral de la espe-ranza. Si firmeza fue la palabra para finalesdel siglo XX, es con otra, esperanza, con laque debemos encarar el XXI. La una y laotra proceden de la misma boca. De al-guien cuyo último secreto está segura-mente en la convicción, que transmite acuantos le escuchan, de que posee efecti-vamente aquello que se le llama: santidad.

En esta fecha tan significativa del XX ani-versario de la elección del Santo Padre

como Sumo Pontífice, la Iglesia universalquiere expresar sus sentimientos de acciónde gracias por estos veinte años de minis-terio del Santo Padre y unirse a él en la ce-lebración y en la plegaria.

Con este motivo, se pide e invita a los sa-cerdotes, en toda la Iglesia, a que celebrenla Eucaristía en esta fecha, o en los días in-mediatos, por el bien del Sumo Pontífice ypor la fecundidad de su ministerio pastoral.Asimismo, se pide a los diáconos que cele-bren la Liturgia de las Horas de ese día porla misma intención. Sería muy recomenda-ble, además, que en todos los santuarios se

promueva alguna oración especial en tor-no a estas fechas, sobre todo de adoracióneucarística, rezo del Santo Rosario, juntocon una adecuada catequesis sobre el ser-vicio petrino a la Iglesia, haciendo referenciaa lo que aparece a este respecto en el Cate-cismo de la Iglesia católica.

La diócesis de Madrid, que tiene siemprevivo en su memoria el recuerdo entrañablede las dos visitas del Santo Padre, en las quenos mostró de manera peculiar su afecto ydedicó nuestra iglesia-catedral, quiere su-marse a esta celebración gozosa.

Por eso, os pido que, además de secun-dar las anteriores iniciativas previstas paratoda la Iglesia, en todas las celebraciones

de la Eucaristía de mañana 18 de octubre setenga un recuerdo y una oración especialpor el Santo Padre, uniendo así a todos losfieles en la oración por el Sucesor de Pedro.

Además, el lunes 19 de octubre, a las 8de la tarde, celebraré una Eucaristía de ac-ción de gracias en la colegiata de San Isi-dro, en la que me gustaría que me acom-pañarais todos los sacerdotes que podáisjunto con vuestros feligreses.

Ponemos en las manos de la Virgen de laAlmudena las intenciones y las necesidadesdel Santo Padre, para que Ella continúeacompañándole y protegiéndole en el ser-vicio a la Iglesia y al mundo.

Con mi afecto y bendición.

El testimonio de un historiador

De la firmeza, a la esperanza

Invitación a la Iglesia en MadridCon ocasión del XX aniversario del Pontificado de Juan Pablo II, nuestro cardenal arzobispo hace la siguiente invitación

a la Iglesia diocesana:

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No es posible hacer un balance defi-nitivo de un proceso todavía vivo,

pero no resulta aventurado emitir algu-nos juicios sobre los veinte años del pon-tificado de Juan Pablo II. Entre otras co-sas, pasará a la Historia por haber pues-to en práctica las enseñanzas del ConcilioVaticano II, que él conocía muy bien des-de dentro, y en el que tuvo una partici-pación muy destacada. Tal aplicación laha llevado a cabo fundamentalmente pormedio de la publicación del Catecismo dela Iglesia católica, de la reforma del Códigode Derecho Canónico, y por medio delcuerpo doctrinal de sus encíclicas.

Es también unánime considerar la fi-gura del actual Romano Pontífice como lapersonalidad más relevante del mundocontemporáneo. No hay líder que, pues-to a su lado, resista la comparación. Lafigura de Juan Pablo II, sin duda, está lla-mada a convertirse no sólo en el granpersonaje de la Edad Contemporánea,sino también en uno de los principalesprotagonistas de la Historia de todos lostiempos. No son afirmaciones gratuitas,se apoyan en hechos bien concretos.

Es espectacular el número de perso-nas a las que Juan Pablo II ha elevado alos altares, en un claro empeño por po-ner de manifiesto que en todas las situa-ciones es posible alcanzar la santidad: re-ligiosos, sacerdotes y laicos; ricos y po-bres; cultos e incultos; intelectuales ytrabajadores manuales; solteros y casa-dos; personas ancianas, adultas y, por su-puesto, también los niños. Con motivodel cuarto centenario de la Congregaciónpara las Causas de los Santos (1588-1988),se llegó a la conclusión de que la llamadauniversal a la santidad no podía excluir alos niños; si bien es cierto que la Iglesia re-conoció siempre la santidad de los niñosmártires, es relativamente reciente la ele-vación a los altares de los niños confeso-res, es decir, de aquellos que a pesar de sucorta vida supieron responder a su con-dición de bautizados viviendo las virtu-des cristianas en grado heroico. Recien-temente, Juan Pablo II ha beatificado a laniña chilena Laura Vicuña (1891-1904),que murió a los doce años y medio.

PAPA VIAJERO

Pero donde no se pueden establecerreferencias con ninguno de sus predece-sores es en los viajes apostólicos. Si escierto que la existencia del reactor ha he-cho posibles todos estos desplazamien-tos, no deja de ser sorprendente el es-fuerzo de Juan Pablo II por predicar per-sonalmente la doctrina de Jesucristo en

todos los rincones de la tierra. Hasta elmomento ha realizado 83 viajes apostó-licos fuera de Italia. Durante ellos ha vi-sitado 115 países diferentes, y en algu-nos ha estado en más de una ocasión. Sinos referimos al número de personas quehan podido escucharle en persona, la ci-fra resultaría incalculable (téngase encuenta que la asistencia a alguno de susactos se cuenta por millones, como fue elcaso de la misa de Manila donde se cal-cula que hubo más cinco millones de per-sonas). No hay duda de que en la actua-lidad, y por tanto en todos los tiempos, noha habido líder alguno con el poder deconvocatoria de Juan Pablo II.

Si a todo lo anterior añadimos el tiem-po que necesariamente debe dedicar algobierno de la Iglesia, a despachar, a re-cibir visitas, a presidir las audiencias, aescribir..., habrá que concluir que su ritmode actividad es sencillamente impresio-nante, continuación del que mantuvodesde su juventud, desde sus años de sa-cerdote, cuando era obispo o cardenal.Lógicamente, los años y las enfermeda-des le han tenido que frenar, pero de to-dos modos su actividad sigue siendo sor-prendente. A pesar de todo, no es el di-namismo el rasgo de su personalidad quemás sorprende a quienes le conocen yhan tenido la posibilidad de tratarle decerca. Lo que –según todos los testimo-nios– más les impresiona es que toda esaingente actividad la genera la misma per-sona que reza y que reza mucho.

Afirma uno de sus biógrafos, TadSzulc, que Juan Pablo II medita unas sie-te horas diarias, y se refiere en muchasocasiones a su capacidad para concen-

trarse en oración en medio de las situa-ciones más diversas: cuando viaja, cuan-do preside una audiencia, cuando recibea sus visitas, mientras pasea... Es decir, atodas horas. Szulc no acierta a definircon las palabras precisas esa actitud deconcentración, que no es otra que su ca-pacidad para mantener una continuapresencia de Dios, como resultado, sinduda, de sus muchos años de lucha as-cética. Y es que la deuda de Juan Pablo IIcon un desconocido sastre de Cracovia,Tyranowski, es doble, pues además deguiarle hacia el sacerdocio, le descubrió,a través de los escritos de santa Teresay de san Juan de la Cruz, los horizontesde la vida contemplativa, que consisteprecisamente en mantener la presenciade Dios a lo largo del día y en las másvariadas situaciones, hasta entre los pu-cheros... Incluso pasó por su mente laposibilidad de ingresar en el Carmelo,pero las orientaciones de su obispo lehicieron abandonar ese proyecto. Perose reafirmó en esa vida que convierte atoda situación y al rezar en una mismacosa. En el caso de Juan Pablo II su si-tuación –todo lo sublime que se quiera,pero al fin y al cabo una situación con-creta– es la de ser el 263º sucesor de SanPedro. El historiador debe detenerse eneste límite, más allá del cual traspasaríaindebidamente su intimidad, que, abuen seguro, algún día será escrutadapor los tribunales eclesiásticos compe-tentes para poder reconocerle ese títuloque –con propiedad plena y definitiva–no se puede conseguir mientras se viveen esta tierra.

Una continua presencia de Dios

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La fotoNº 135/17-X-199812 ΑΩ

¡No másholocaustos!

La impresionante cantidad de peregrinos que acudieron elpasado fin de semana a Roma, sobre todo alemanes, sor-prendió a los mismos organizadores vaticanos. Eran tam-bién numerosos los polacos y franceses venidos a la CiudadEterna para participar en la proclamación de la primera san-ta judía de los tiempos modernos, Edith Stein. El altar de la pla-za de San Pedro giraba hacia la cruz, adornada con rosas ro-jas. El rostro profundo y escrutador de la filósofa y contem-plativa carmelita lo presidía. Entre los miles de alemanes presentes, se encontraban ademástodos los obispos del país y Helmut Kohl, quien guiaba ladelegación oficial del Gobierno en calidad todavía de Can-ciller, así como los familiares de Edith, supervivientes a lamasacre nazi. Pero quizá la presencia más impresionanteera la de todas las carmelitas de Colonia, el monasterio de lanueva santa, que pudieron participar en la ceremonia graciasa un especial permiso del Papa.Juan Pablo II exigió con contundencia al mundo entero mássolidaridad para alcanzar los derechos inalienables del hom-bre, e hizo un llamamiento ala solidaridad: Está en juegola dignidad humana. Existeuna única familia humana,recordando las palabras dela nueva santa. Nuestro amor hacia el próji-mo –escribía ella– es la me-dida de nuestro amor a Dios.Para los cristianos, y no sólopara ellos, nadie es extran-jero. El amor de Cristo no co-noce fronteras.Al explicar el ejemplo de san-ta Teresa Benedicta de laCruz (Edith Stein) –mujer queafrontó los desafíos de un si-glo difícil como el nuestro–,el Santo Padre afirmó: Elmundo moderno promueveel camino fácil del permisi-vismo, ignorando el más di-fícil camino del discernimientoy de la renuncia

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Criterios Nº 131/17-X-1998 13ΑΩ

Se ha dicho a menudo queJuan Pablo II rompe los es-

quemas, que no es fácil de clasi-ficar. Así es: del mismo modoque todo lo verdaderamentehumano, que siempre es más,mucho más, que lo medible ycuantificable por el propiohombre. Y es que la medidadel hombre es precisamenteno tener medida. ¿Acaso nohemos sido creados a imagende Dios infinito? Sin embargo,la cultura contemporánea seempeña en poner puertas alcampo y no quiere reconocerque la realidad –felizmente,porque ése es el anhelo del co-razón humano– nos desborda.Si rechazamos lo que no entraen nuestros cálculos, en lo pre-visto –o bien lo reducimos a lamedida de esas previsiones–,nos quedamos sin lo mejor dela vida. Más aún: nos queda-mos sin la vida.

Como sucedió hace veinteaños en la Plaza de San Pedro,hoy sigue rompiendo nuestrasprevisiones, y al mismo tiem-po cumpliendo nuestros de-seos más hondos, el Papa ve-nido de un país lejano, que di-jo, y sigue diciendo, conprofunda pasión: ¡No tengáismiedo! Era algo inesperado, ypor eso mismo saciaba nues-tra verdadera esperanza.

Frente a la afirmación sar-triana de la pasión inútil, JuanPablo II, testigo de Cristo, pro-clama con su propia vida la to-tal utilidad de la pasión queabrasa el corazón de todo serhumano. Sartre sabía muybien que el mundo entero nosaciaba su pasión. Juan PabloII nos apasiona con el Únicoque puede saciarla, y su vein-te cumpleaños de pontificadonos ofrece un signo bien ex-presivo de esa pasión cumplida.

En el cumpleaños del pa-

dre, lo previsto es que sean loshijos los que le hagan regalos,pero en esta ocasión –como entantas ya de su largo pontifi-cado– ha sido al revés: el Pa-pa nos ha hecho el regalo a loshijos; ¡y qué regalo! La encícli-ca que acaba de entregarnosJuan Pablo II, que podría cali-ficarse de su testamento doctri-nal –lo cual no va a impedirque, si Dios quiere, nos vuelvaa sorprender con la encíclicadel 2000–, es sin duda el rega-lo más expresivo que podíahacernos de la utilidad, es decir,del cumplimiento de la vida.La esperanza de vivir, y viviren plenitud, se cumple, por-que el Verbo se ha hecho carne yhabita entre nosotros; la razónes iluminada por la fe, y la fetoma carne en la razón. Fe yrazón se abrazan.

El drama del mundo con-temporáneo es la separaciónentre fe y vida, entre fe y ra-zón; y así la vida queda irre-misiblemente abocada a lamuerte, y la razón incapaz derazonar con dignidad. Sin lafe, sin lo imprevisto que se nosda gratuitamente, la razón, yel hombre entero, quedamosreducidos a pasión inútil. Este

Papa es un auténtico regalopara la Iglesia, y para todos loshombres. El mejor regalo, elque responde a la paradoja hu-mana: un regalo al revés.

Un último apunte. Al car-denal Biffi, de Bolonia, le aca-ban de decir que este Papa selo pone muy difícil al que ven-ga detrás; y responde: Nada esimposible –y menos aún difícil–para Cristo, que vive en su Iglesia:el Papa, éste y todos los demás,no surgen como los hongos porgeneración espontánea, sino en el«humus» de la Iglesia. La razónsin la fe se topa constante-mente con el límite. Juan Pa-blo II, sin la Iglesia, que le haido conformando, desde suBautismo, como la fe a la ra-zón, sería otro.

«Razones» de fe

Muchas veces os lo digo, yahora lo escribo aquí;

que en esta casa y aun todapersona que quisiera ser per-fecta huya mil leguas de (de-cir) razón tuve; hiciéronme sin-razón; no tuvo razón quien estohizo conmigo. ¡De malas razo-nes nos libre Dios! ¿Parece ha-bía razón para que sufrieseCristo, nuestro Bien, tantas in-jurias y se las dijesen, y tantassinrazones? La que no quisie-re llevar la cruz, sino la que ledieren muy puesta en razón,no sé yo para qué está en elmonasterio; tórnese al mun-do, adonde aun no le guarda-rán esas razones. ¿Por venturapodéis pasar tanto que no de-báis más? ¿Qué razón es ésta?Por cierto, yo no la entiendo.

Cuando os hicieren algunahonra u regalo, sacad esas ra-zones, que cierto es contra ra-zón os los hagan en esta vida.Mas cuando agravios, yo nosé qué hay que hablar. O so-mos esposas de tan gran Rey,o no: si lo somos, ¿qué mujerhonrada hay que no sienta enel alma la deshonra que hacena su esposo? Y aunque no laquiera sentir, en fin, de honrao deshonra participan en-trambos. Pues querer partici-par del reino de nuestro Es-poso y ser compañeras con élen el gozar, y en las deshon-ras y trabajos quedar sin nin-guna parte, es disparate.

No nos lo deje Dios querer,sino que a la que le parecierees tenida entre todas en me-nos, se tenga por más biena-venturada; y verdaderamen-te así lo es, si lo lleva como loha de llevar, que no le faltaráhonra en esta vida ni en laotra; creanme en esto a mí.¡Qué disparate he dicho, queme crean a mí diciéndolo laverdadera Sabiduría, que esla misma Verdad, y la Reinade los ángeles! Parezcámonos,hijas mías, en alguna cosita aesta sacratísima Virgen, cuyohábito traemos. Siquiera en al-go, imitemos esta su humil-dad.

Santa Teresa de JesúsCamino de perfección

Un regalo «al revés»

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TestimonioNº 135/17-X-199814 ΑΩ

Yo fui ordenado sacerdote porel cardenal Stepinac, afirma

monseñor Franjo Kuharic, unroble a sus 80 años, este ex-ar-zobispo de Zagreb, el fuerte yduro cardenal croata de losaños oscuros de la recienteguerra. Es el hombre que másha luchado por la beatifica-ción de Stepinac, su predece-sor en años aún más atroces,entre 1935 y 1960. Kuharic seabandona a los recuerdos:

Nos ordenó en 1945, ya bajoel poder comunista. Un grupo deseminaristas que él mismo habíapreparado. «Os mando a un bañode sangre», nos dijo. Y sangre tu-vimos.

Kuharic es de aquella ge-neración que luchó para quela Iglesia croata no desapare-ciera, ensangrentada, y llevaheridas. Doscientos muertos, en-tre sacerdotes y monjes –cuen-ta–. En el 46, el arzobispo Stepi-nac me hizo párroco de Rakov Po-toc, un pueblecillo que era unaplaza fuerte del Partido. «Irás a lapequeña Stalingrado», me dijoStepinac, y no era una broma.Ocho días después, fue asesina-do el cura de la parroquia de allado. Cinco meses más tarde, in-tentaron matarme a mí; la Pro-videncia me salvó. Un año des-pués, le tocó a un compañero mío

de seminario, asesinado junto alsacristán de su parroquia.

Stepinac era nuestro únicoapoyo. Nos profetizó el final delcomunismo: «Todo esto pasará,y vosotros lo veréis», nos dijo unanoche. «Yo no veré el final, perovosotros sí».

Respecto a las graves acu-saciones de Tito de conniven-cia con el régimen ustacha,Kuharic responde: ¿Y cree al-guien que la Iglesia puede beati-ficar a un hombre sin antes in-vestigar su vida? Yo, durante laguerra, no me perdía una sola desus homilías, en la catedral, y re-cuerdo cómo protestaba contralas ofensas a los derechos huma-nos y a la dignidad de todo hom-bre. Se lo reconoció, en 1979,Louis Brenier, presidente enton-ces de la Sociedad hebrea ameri-cana: «Fue uno de los pocos enEuropa en condenar abiertamen-te el nazismo, desde el 34 en ade-lante se convirtió en un verdade-ro amigo de los hebreos».

Existe una carta de Stepinaca sus sacerdotes, aportada co-mo prueba al proceso de ca-nonización, en la que ordenabaen secreto acoger sin examinara hebreos y serbios, fingiendoaceptar su conversión para sal-varles la vida. Cuando pasen estostiempos de locura y barbarie, que

se queden en la Iglesia los que sehayan convertido por convicción;el resto, pasado el peligro, puedevolver a su fe, escribió.

En el proceso que le hicieronlos comunistas en 1946 –afirmaKuharic–, el metropolitano orto-doxo de Pakrac, Emilijan, se ofre-ció como testigo en su favor, congrave riesgo personal. El fiscal lerechazó, diciendo que estaba «es-candalizado». Muchos médicosserbios salvados por Stepinac fue-ron también a testificar: les acu-saron de «clérigo-fascistas».

Stepinac fue arrestado encuanto Tito llegó al poder, el17 de mayo de 1945. Soltadotras la protesta de Pío XII, el 3de junio, tuvo una reunióncon Tito, que entonces estabaen Zagreb. Tras la entrevista, vi-no a vernos al seminario, cuentaKuharic. Estaba pálido. «Nos ha-rán la guerra. Tendremos que lu-char», nos dijo. Tito le había ofre-cido ser la cabeza de una Iglesiacatólico-croata, separada de Ro-ma. El 18 de septiembre fue arres-tado otra vez. Jakob Blazevic, dela fiscalía general, admitió en1985 que el proceso había sidomanipulado, y que el verdaderomotivo de su condena fue su ne-gativa a romper con Roma.

Stepinac pasó cinco años enla cárcel de Lepoglava, don-

de se le hicieron torturas psi-cológicas y, Kuharic está con-vencido, se le envenenó pocoa poco. Cuando salió, en 1951,fue confinado en su pueblonatal, Krasic. Estaba vigilado–recuerda Kuharic–, le habíanprohibido administrar la Confir-mación. Sí podía decir Misa yconfesar. Pero sólo a los parro-quianos. Los demás debían llevarla tarjeta de identificación. Alprincipio se le permitía recibir al-gunas visitas. En una de ellas,nos invitó a cenar a algunos sa-cerdotes. Estaba lleno de opti-mismo cristiano. Nos habló de unfuturo Concilio: «La Iglesia ten-drá que hacer un Concilio, y ten-drá que declarar que el naciona-lismo exasperado es una herejíacontra Cristo», nos dijo. Al pocotiempo, las visitas fueron dene-gadas.

Recuerdo un día de 1958 –si-gue diciendo Kuharic–. Dos jó-venes sacerdotes nos acercamosen motocicleta a Krasic, pero lapolicía nos echó. Entonces nospusimos de acuerdo con el sa-cristán: pasaríamos en moto bajolas ventanas del cardenal a lasdos, para que él nos diera desdeallí su bendición. Así lo hicimos.Fue la última vez que le ví vivo.

Avvenire-Alfa y Omega

El cardenal Kuharic, ex-arzobispo de Zagreb, recuerda:

«Stepinac fue nuestra fuerza»

El cardenal Alojzije Stepinac pasea con otro sacerdote cerca de un templo mariano, a las afueras de Zagreb

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El Día del Señor Nº 135/17-X-1998 15ΑΩ

Evangeliode mañana

XXIX Domingo del tiempo ordinario

Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, pa-ra explicar a los discípulos

cómo tenían que orar siempresin desanimarse, les propusoesta parábola:

–Había un juez en una ciu-dad que ni temía a Dios ni leimportaban los hombres. En lamisma ciudad había una viu-da que solía ir a decirle: Haz-me justicia frente a mi adversa-rio; por algún tiempo se negó,pero después se dijo: Aunqueni temo a Dios ni me importanlos hombres, como esa viuda meestá fastidiando, le haré justicia,no vaya a acabar pegándomeen la cara.

Y el Señor respondió:–Fijáos en lo que dice el

juez injusto; pues Dios, ¿no ha-rá justicia a sus elegidos quele gritan día y noche?; ¿o lesdará largas? Os digo que leshará justicia sin tardar. Perocuando venga el Hijo del hom-bre, ¿encontrará esta fe en latierra?

El Espíritu, iluminando los ojos ya purifica-dos de toda mancha, los torna espirituales

por su comunión con Él. Y, como los cuerposresplandecientes y traslúcidos, cuando cae so-bre ellos un rayo luminoso, ellos mismos sevuelven brillantísimos y por sí mismos lanzanotro rayo luminoso, así también las almas por-tadoras del Espíritu, ellas mismas, se vuelvenespirituales y proyectan la gracia en otros.

De ahí el previo conocimiento del futuro, lainteligencia de los misterios, la captación de looculto, la distribución de los carismas, la ciu-dadanía celestial, la danza con los ángeles, laalegría interminable, la permanencia en Dios,la asimilación a Dios, y el deseo supremo: ladivinización por la gracia.

San Basilio de Cesarea (329-379)

¡Ven, Espíritu Santo!

En el pensamiento de Jesúshay un lugar destacado pa-

ra la oración. Los hombres dehoy no lo ven claro. Les propu-so esta parábola –dice el evan-gelio– para enseñarles que hayque orar siempre y no desfallecer.Pero no desaparece nuestraperplejidad: ¿Orar siempre?Subrayamos su llamada alamor, acentuamos su com-prensión y capacidad de per-donar, proclamamos con fuer-za su entrega a los demás. Porel contrario, silenciamos másde lo justo la intensidad de sumirada al Padre o la intensi-dad de su oración.

En el fondo de esta actitudsubyace no tanto la mala pren-sa de la oración como el des-conocimiento de lo que es. Lapeligrosa identificación entreoración y rezo ha empobreci-do su contenido. La oraciónvocal o rezo es digna –¿cómono?–, si va acompañada delrespeto, atención y confianzanecesarios. Y de una acepta-ción: Hágase tu voluntad.

Ahora bien, no podemosreducir la oración a la oraciónvocal. Las noches de Jesús enoración y su exhortación a orarsiempre no pueden inscribir-se en la línea de estar siemprerezando, sino en la línea de unamirada profunda y sosegada

al Padre para llenarnos de suluz y vivir la vida bajo esa luz.La finalidad de la oración cris-tiana es que el Padre nos dé elEspíritu, que nos lleve a la Ver-dad y transfigure nuestra vi-da y nuestro trabajo.

Es revelador el pensamientode Gandhi: Hay que orar. Si encualquier actividad o trabajo no serealiza la misma vida religiosa quesi se estuviera haciendo oración enun monasterio, el mundo no se sal-vará nunca. Y es que la oraciónverdadera, la mirada reflexivay serena a Dios, pone al hom-bre en paz consigo mismo. Loenvuelve en luz. Le devuelvela conciencia de que no está so-

lo. Le descubre lo mejor de símismo. Lo empuja a realizar-se según Dios.

Concédeme, Señor, vivir mi vi-da guiado por tu luz, rezaba elsanto de Asís. Miremos a Diosy vivamos de la fuerza de esamirada. Parafraseando a sanAgustín: Ora con tu vida entera.Ora con tu justicia, con tu amor,con tu rectitud, con tu vida segúnDios y así estarás siempre oran-do: Sea tu vida la expresión sin-cera de tu mirada a Dios, perono niegues la necesidad de esamirada-oración. Negarías laspalabras de Cristo.

Ángel-R. Garrido

Oración es más que rezo

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RaícesNº 135/17-X-199816 ΑΩ

El afán misionero, quese manifestó más alládel océano con el des-cubrimiento del nue-

vo continente, no dejó de des-pertar, además, iniciativaseclesiales hacia Oriente. El si-glo XVI es también el siglo desan Francisco Javier, el cual,precisamente allí, en el Este,en la India y en Japón, buscóla meta de su actividad mi-sionera, que fue eficacísima, apesar de encontrar fuerte re-sistencia por parte de las cul-turas que aquellos grandespueblos habían desarrolladoa lo largo de milenios.

Asia es cristiana solamen-te en un pequeño tanto porciento; no obstante, este pe-queño rebaño participa cierta-mente del Reino transmitidopor el Padre a los apóstolespor medio de Cristo. Y es sor-prendente la vitalidad de al-gunas Iglesias asiáticas; unavez más, es fruto de la perse-cución. Esto es así, en parti-cular, para Corea, Vietnam y,en el último período, tambiénpara China

La conciencia de que laIglesia entera se encuentra enestado de misión se manifestócon fuerza en el siglo pasado,y se manifiesta también en elpresente, en primer lugar en-tre las antiguas Iglesias de Eu-ropa occidental. Baste pensarque en el pasado, por ejemploen Francia, de algunas dióce-sis partían para las misionesla mitad de los sacerdotes.

La Iglesia evangeliza, laIglesia anuncia a Cristo, quees Camino, Verdad y Vida;Cristo, único mediador entreDios y los hombres. Y, a pesarde las debilidades humanas,la Iglesia es incansable en esteanuncio. La gran oleada mi-sionera, la que tuvo lugar enel siglo pasado, se dirigió ha-cia todos los continentes y, enparticular, hacia el continenteafricano.

Si el mundo no es católicodesde el punto de vista con-fesional, ciertamente está pe-netrado, muy profundamen-te, por el Evangelio. Se puedeincluso decir que, en ciertomodo, está presente en él demodo invisible el misterio dela Iglesia, Cuerpo de Cristo.

La Iglesia renueva cadadía, contra el espíritu de estemundo, una lucha que no esotra cosa que la lucha por elalma de este mundo. Si de he-cho, por un lado, en él estánpresentes el Evangelio y laevangelización, por el otrohay una poderosa antievan-gelización, que dispone demedios y de programas, y seopone con gran fuerza alEvangelio. La lucha por el al-ma del mundo contemporá-neo es enorme allí donde elespíritu de este mundo pare-ce más poderoso. En este sen-tido, la Redemptoris missio ha-bla de modernos areópagos,que son hoy el mundo de laciencia, de la cultura, de losmedios de comunicación; sonlos ambientes en que se cre-an las elites intelectuales, los

A lo largo y ancho de los cinco continentes

Veinte años de misioneroEn el libro-entrevista «Cruzando el umbral de la Esperanza», a la pregunta de Vittorio Messori

sobre la «nueva evangelización», a la que Juan Pablo II no ha dejado de exhortar con pasión a través de sus palabrasy, sobre todo, de su vida entera, responde así, entre otras cosas, el Papa misionero:

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Raíces Nº 135/17-X-1998 17ΑΩ

ambientes de los escritores yde los artistas.

La evangelización está uni-da al cambio generacional.Mientras pasan las genera-

ciones que se han alejado deCristo y de la Iglesia, que hanaceptado el modelo laicistade pensar y de vivir, o a lasque ese modelo les ha sido

impuesto, la Iglesia mirasiempre hacia el futuro; sale,sin detenerse nunca, al en-cuentro de las nuevas gene-raciones. Y se muestra con to-

da claridad que las nuevasgeneraciones acogen con en-tusiasmo lo que sus padresparecían rechazar. El Espíri-tu Santo obra incesantemente.¡Qué elocuentes son las pala-bras de Cristo!: ¡Mi Padre obrasiempre y yo también obro! Laverdad no cesa de ser fasci-nante para el hombre, espe-cialmente para los corazonesjóvenes. Tal esperanza es unsigno de la fuerza de Cristo. Yla potencia del Espíritu siem-pre se mide con el metro deestas palabras apostólicas:

¡Ay de mí si no predicase elEvangelio!

Página anterior, arriba, Juan Pablo IIen las «favelas», viaje a Brasil,1992. Abajo, el Papa, con unosguías de trineo, en Alaska.En esta página, arriba, a la izquierda, el Papa en Santiagode Compostela, en su viaje a Españade 1982. A la derecha, visita pastoral a África en 1990.Abajo, a la izquierda, jóvenes de Singapur ofrecen guirnaldas de flores al Santo Padre

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MundoNº 135/17-X-199818 ΑΩ

El lema del Domund 98 esMisioneros, esperanza para

el mundo. Monseñor Irízar, Di-rector Nacional de las ObrasMisionales Pontificias, lo ex-plica así: La vocación misione-ra nace en el corazón de los hom-bres por la infusión del Espíri-tu Santo, que se hace posible enhombres y mujeres, desde el díadel Bautismo. El camino de losmisioneros es el camino de Je-sús: «las Bienaventuranzas». Elcamino de las Bienaventuranzases el camino del Evangelio, tra-zado y vivido por Jesús hasta enlos más mínimos detalles.

Esta fe en Jesús se tiene quetransformar en la caridad mi-sionera para que sea eficaz el mi-nisterio apostólico. La caridadmisionera es paciente; es servi-cial; no es ambiciosa; no es jac-tanciosa, por lo tanto no se en-gríe; es decorosa; no busca su in-terés; no se irrita; no toma encuenta el mal; no se alegra de lasinjusticias; se alegra de la ver-dad; y todo lo excusa, todo locree, todo lo espera y todo lo so-porta.

Por eso el lema de este año1998 es éste, porque el mundo,queridos misioneros, os espera,como espera la luz, como esperala noche para el descanso, comoespera la brisa, como espera lalluvia, como espera el amor, co-mo espera a los nuevos hijos quevan a nacer. En la esperanza deun mundo nuevo está vuestroquehacer pastoral.

LAS CUENTAS DEL DOMUND

En 1997 se recaudaron, enEspaña, en la Jornada Mun-dial del Domund, 352.812.019pesetas, de las cuales se des-tinaron 2.571.070.430 a la

Obra pontificia para la Pro-pagación de la fe; 414.491.555pesetas, a la Obra pontificiade San Pedro Apóstol, desti-nada a subsidios para el man-tenimiento de los estudiantesen seminarios y del clero mi-sionero; y 367.250.034 pese-tas, a la Obra pontificia de laInfancia misionera.

España se sitúa en el se-gundo lugar mundial deaportaciones al Fondo uni-versal de solidaridad, de lasObras Misionales Pontificias,sólo superada por EstadosUnidos, y por delante de latotalidad de los países euro-peos, varios de ellos conmuy superior número de po-blación y más alto nivel derenta.

Los fondos recaudados elpasado año se destinaron almantenimiento ordinario dela catequesis, a ayudas a sa-cerdotes, a construcciones, enmuchas diócesis de los cincocontinentes. Pero las colectassólo llegan a satisfacer un ter-cio de las cantidades solicita-das por las misiones.

Un centenar largo de paí-ses concurren a formar elFondo universal de solidari-dad. Las Obras MisionalesPontificias de cada país co-munican a Roma los resulta-dos de las colectas, y a Romallegan todos los años las pe-ticiones de ayuda de las casimil circunscripciones ecle-siásticas que existen en los te-rritorios de misión. A la vistade las peticiones y de la re-caudación mundial, la Asam-blea General de los Directo-res Nacionales de las citadasObras determina el montantede la ayuda económica a cadaIglesia misionera. A cada Di-rección Nacional se le asig-nan los territorios de misión alos que ha de remitir las sub-venciones y el importe de és-tas, y así se ahorra el trasie-go del dinero desde cada pa-ís a Roma, con losconsiguientes gastos que ellocomportaría; pero se salva elprincipio rector del Fondouniversal de solidaridad: quelas ayudas, recogidas de to-das las naciones, lleguen a to-das las misiones con un cri-terio de equidad, según lasnecesidades de cada una deéstas.

Coro Marín

Domund 98: «Misioneros, esperanza para el mundo»

«El caminodel Evangelio»

Juan Pablo II ha afirmado: «En este año, dedicado al Espíritu Santo, el Domund no puede menos de tener en Él su punto de referencia»

¿Sabía que…?De acuerdo con los datos suministrados por la Conferencia

Episcopal Española: En el mundo hay un total de 93.077 misioneros, de los cua-

les el 72% (66.776) proceden de Europa. De ellos 25.000 sonespañoles.

Entre los países receptores, Brasil tiene el mayor número demisioneros (2.933); le sigue Francia con 1.400; entre 1.100 y1.400, Ecuador, Japón, Bolivia y la India. En Guatemala, Costa deMarfil, Kenia y Bélgica trabajan entre 1.000 y 1.100 misioneros,y los Estados Unidos y Zambia son los países de destino de entre900 y 1.000 misioneros.

Asia ofrece más misioneros de los que recibe: 8.147, por5.508. Entre los doce países que reciben el mayor números de mi-sioneros se encuentran Francia, Bélgica y los Estados Unidos.

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Mundo Nº 135/17-X-1998 19ΑΩ

La llegada del Domund es sin dudauna bocanada de aire fresco y reno-

vador para toda la Iglesia, precisamenteporque es una verdadera esperanza parael mundo. La Iglesia no tiene otra razónde ser que la vida del mundo. La Jornadamisionera por excelencia de este año de-dicado especialmente al Espíritu Santo,auténtico protagonista de toda la misiónde la Iglesia, es una gracia grande parael mundo entero, y por ello mismo parala propia Iglesia. Si la Iglesia dejara deser misionera, dejaría de ser Iglesia.

La obra del Espíritu Santo, dice JuanPablo II en su encíclica Redemptoris missioy recoge en su mensaje para este Do-mund 98, resplandece de modo eminente enla misión «ad gentes», como se ve en la Igle-sia primitiva. Y el Santo Padre añade aho-ra que el Espíritu Santo no ha perdido lafuerza propulsora que tenía en la época de laIglesia naciente; hoy actúa como en los tiem-pos de Jesús y de los Apóstoles. Las maravillasque Él hizo se repiten hoy, pero a menudo per-manecen desconocidas, porque en muchaspartes del mundo la Humanidad vive ya enculturas secularizadas, que interpretan la re-alidad como si Dios no existiera.

Esta Jornada es una ocasión privile-giada para descubrir la realidad en todasu verdad, sin el maquillaje de las falsasrespuestas que está dando un mundo sinDios a la sed de vida eterna que abrasael alma de todo ser humano. Esas res-puestas –que bien pueden resumirse, conpalabras de san Juan, en la concupiscen-cia de la carne, la concupiscencia de los ojos yla jactancia de las riquezas– pronto evi-dencian su incapacidad para saciar la ver-dadera necesidad de todo hombre: ¡vi-vir, y vivir en plenitud! ¿Quién, sino sóloDios, puede satisfacer tal necesidad, laúnica realmente indispensable?

Es preciso abrir los ojos a la verdadde la acción del Espíritu en el corazónde los creyentes y en los acontecimien-tos de la Historia, y esto –dice el Papa–invita al optimismo de la esperanza. ¿Dequé modo, si el vacío de ideales y de valo-res se ha ensanchado, ha decaído el sentidode la Verdad y ha crecido el relativismo mo-ral? ¿Cómo ser optimistas y tener espe-ranza si la consecuencia de todo esto esque las personas se descubren áridas, agre-sivas, incapaces de sonreir, de saludar, dedecir gracias, de interesarse por los proble-mas de los demás? Ésta es la respuesta delPapa: El primer gran signo de la acción delEspíritu es, paradójicamente, la crisis mis-ma que experimenta el mundo moderno...Precisamente de estas situaciones, que llevana las personas al límite de la desesperación,

brota el impulso de invocar a Aquel que «esSeñor y da la vida», porque el hombre nopuede vivir sin sentido y sin esperanza.Hoy, con todo su poderío, el hombre ex-perimenta, quizás más que nunca, el ca-llejón sin salida en que ha quedado con-vertido el mundo sin Dios. Muchos hacennotar –dice también Juan Pablo II– cómoel hombre moderno, cuando rechaza a Dios,se descubre menos hombre, lleno de temo-res y tensiones, cerrado en sí mismo, insa-tisfecho, egoísta. Es un hecho, ratificadoen las noticias que cada día nos trans-miten los medios de comunicación, pormucho que se quiera maquillar con eldiscurso del progreso, que las sociedadesmás desarrolladas experimentan una «este-rilidad inquietante», tanto espiritual comodemográfica. No es extraño, por tanto,que brote incontenible la súplica, la in-vocación de Dios.

Los Misioneros, como señala el lema delDomund, son esperanza para el mundo.Ellos hacen presente al Señor que da lavida, al Único a quien pueden acudir loshombres con la seguridad de ser escu-chados y atendidos. No hay tarea másnecesaria, ni más hermosa, que anunciara Jesucristo. A ella hemos de servir contodas nuestras fuerzas, que significa pre-cisamente renunciar a ellas, y contar conlas de Dios. Es consolador saber que no so-mos nosotros, sino que es Él mismo el prota-gonista de la misión. Esto da serenidad, ale-gría, esperanza, intrepidez. Si se mira super-ficialmente a nuestro mundo, impresionanno pocos hechos negativos que pueden llevaral pesimismo. Mas éste es un sentimiento in-justificado: tenemos fe en Dios... Dios está

preparando una gran primavera cristiana, dela que ya se vislumbra su comienzo.

La certeza de esta primavera, porquese funda, no en nosotros, sino en el po-der de Dios, es tan fuerte e inquebranta-ble que, con palabras del Papa, incluso elhecho de que en la Iglesia, nacida de la cruz deCristo, haya todavía hoy «persecución y mar-tirio» constituye un fuerte signo de esperan-za. Como viene sucediendo desde el ini-cio de la Iglesia, esta sangre de los mártireses semilla de nuevos cristianos.

Es numeroso y variadísimo, en todoslos rincones de la tierra, el florecimientode iniciativas misioneras en la vida de laIglesia. Subraya el Santo Padre dos as-pectos esenciales: la necesidad de no cir-cunscribir nunca los horizontes de la evan-gelización, sino tenerlos siempre abiertos alas dimensiones de la Humanidad entera; y elvalor de la vocación misionera. Quiero, pues,en unión con el Papa, invitar a todos, es-pecialmente a los jóvenes, a escuchar lavoz de Cristo que llama también hoy, co-mo el primer día junto al lago de Galilea:Venid conmigo, y os haré pescadores de hom-bres. ¡No tengáis miedo!

Por último, quiero pediros también atodos –desde las parroquias y los movi-mientos hasta los colegios y las familias,tanto en lo espiritual como en lo mate-rial– que secundéis las iniciativas denuestro Consejo Diocesano de Misiones,para que este Domund 98, en nuestra Igle-sia diocesana, produzca abundantes fru-tos para la edificación de la única Iglesiade Cristo extendida por toda la tierra.

+ Antonio María Rouco Varela

Carta pastoral del cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, para el Domund 98

Sin misión no hay Iglesia

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MundoNº 135/17-X-199820 ΑΩ

Fe y razón son como las dosalas del espíritu hacia la ver-dad. El deseo de la verdad per-tenece a la naturaleza mismadel hombre. El núcleo de conocimientosconstante en el pensamientohumano es patrimonio espi-ritual de la Humanidad. Sin la referencia a lo tras-cendente, el hombre queda amerced del arbitrio. Agnosticismo y relativismo:arenas movedizas de un es-cepticismo general. El pluralismo indiferencia-do, síntoma de desconfianzaen la verdad. Si la verdad no es una, úni-ca y exclusiva, todo se reducea opinión. Propuestas actuales elevanlo efímero al rango de valor. Existe un conocimiento pe-culiar de la fe, además del pro-pio de la razón. En el cristianismo, el tiempotiene una importancia funda-mental: en él tiene lugar la sal-vación del hombre. La verdad expresada en larevelación de Cristo no pue-de restringirse a un ámbito te-rritorial o cultural, está abier-ta a todo como palabra defi-nitivamente válida para darsentido a la existencia. Fuerade esta perspectiva, el misteriode la existencia personal re-sulta un enigma insoluble. En la fe, la libertad no sóloestá presente, sino que es ne-cesaria.

LA VERDADERA ESTRELLA

La Revelación cristiana esla verdadera estrella queorienta al hombre que avan-za entre los condicionamien-tos de la mentalidad inma-nentista y las estrecheces deuna lógica tecnocrática.

Hay una profunda e insepa-rable unidad entre el conoci-miento de la razón y el de la fe. El Hijo de Dios crucificadoes el acontecimiento históricocontra el cual se estrella todointento de la mente de cons-truir, sobre argumentacionessolamente humanas, una jus-tificación suficiente del senti-do de la existencia. La razón no puede vaciar elmisterio de amor que la cruzrepresenta, mientras que éstapuede dar a la razón la res-puesta última que busca. En lo más profundo del co-razón del hombre está el de-

seo y la nostalgia de Dios. Toda verdad, incluso par-cial, si es realmente verdad,debe serlo siempre y para to-dos. El hombre, a veces, evita laverdad, porque teme sus exi-gencias. El testimonio de los márti-res evidencia un amor que nonecesita argumentos para con-vencer. La razón puede salir del ca-llejón ciego de los mitos yabrirse a la trascendencia. La prioridad de la fe no esincompatible con la búsque-da propia de la razón.

Santo Tomás de Aquino esmodelo de pensamiento y mo-delo del modo correcto de ha-cer teología. El racionalismo excesivo lle-vó a un recelo hacia la razónmisma y a una desconfianzageneral, escéptica y agnóstica. Algunos científicos, caren-tes de toda referencia ética, tie-nen el peligro de no poner yaa la persona en el centro de suinterés. El hombre vive cada vezmás en el miedo. La fe, ante una razón débil,cae en el grave peligro de serreducida a mito o superstición. A la confianza de la fe de-be corresponder la audacia dela razón. La Iglesia no propone unafilosofía propia ni canonizauna filosofía particular conmenoscabo de otras. No es competencia del Ma-gisterio intervenir para colmarlas lagunas de un razonamien-to filosófico incompleto; sí, re-accionar cuando tesis filosófi-cas discutibles amenazan lacomprensión correcta del datorevelado y cuando se difundenteorías falsas y parciales quesiembran graves errores. Ninguna forma histórica defilosofía puede legítimamentepretender abarcar toda la ver-dad. Expresión de la nueva ten-dencia fideísta difundida hoyes el biblicismo que tiende a ha-cer de la lectura de la Sagra-da Escritura, o de su exégesis,el único punto de referenciapara la verdad. La Tradición y la Escrituraconstituyen el depósito sa-grado de la Palabra de Dios,confiado a la Iglesia. La verdad no es resultadodel consenso, sino de la ade-cuación del intelecto a la rea-

La encíclica «Fe y razón», en síntesis

Juan Pablo II ha querido regalar a la Iglesia y al mundo, con ocasión del XX aniversario de su pontificado, la encíclica Fides et ratio, cuyo texto íntegro Alfa y Omega se honra de ofrecer a sus lectores en este número.

He aquí, en síntesis, algunos de los puntos claves de esta luminosa encíclica:

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Mundo Nº 135/17-X-1998 21ΑΩlidad objetiva.A LA LUZ DE LA FE

A la luz de la fe, debo ani-mar a los filósofos, cristianos ono, a confiar en la capacidadde la razón humana y a no fi-jarse metas demasiado mo-destas en su filosofar. Es preciso no perder la pa-sión por la verdad última y elanhelo por su búsqueda, jun-to con la audacia de descubrirnuevos rumbos. Con sorpresa y pena deboconstatar que no pocos teólo-gos comparten el desinteréspor el estudio de la Filosofía. Sólo la verdad y no las di-ferentes opiniones humanaspueden ayudar a la teología. Ante la riqueza de la salva-ción realizada por Cristo, caenlas barreras que separan lasdiversas culturas. Toda cultura lleva impresay deja entrever la tensión ha-cia una plenitud.El Evangelio no es contrarioa una u otra cultura. Se abren nuevos cometidosa la inculturación. Se presen-tan a nuestra generación pro-blemas análogos a los que laIglesia tuvo que afrontar enlos primeros siglos. La fe, como tal, no es unafilosofía, pero hay un modocristiano de filosofar. La fe libera la razón de lapresunción, tentación típica ala que los filósofos están fácil-mente sometidos. De las verdades de fe deri-van determinadas exigenciasque la filosofía debe respetar. La razón nunca debe dejarde interrogarse, consciente deque no puede exigirse en va-lor absoluto y exclusivo. El mal no se puede reducira una cierta deficiencia debidaa la materia, sino que es unaherida causada por una ma-nifestación desordenada de lalibertad humana. El misterio de la Encarna-ción será siempre el punto dereferencia para comprender elenigma de la existencia hu-mana, del mundo creado y deDios mismo. Preguntarse si todavía tie-ne sentido plantearse la cues-tión del sentido de la vida no ha-ce más que agudizar esa du-da radical, que fácilmentedesemboca en escepticismo,indiferencia y nihilismo.

El fundamento natural deeste sentido es la religiosidadconstitutiva de toda persona. Una filosofía que quisieranegar la posibilidad de unsentido último sería errónea. El hombre, aunque culpa-ble de doblez y engaño, es ca-paz de amores y de compren-der la verdad límpida y pura. Un gran reto que tenemosal final de este milenio es el desaber dar el paso, tan necesa-rio como urgente, del fenó-meno al fundamento. No esposible detenerse en la solaexperiencia. La interpretación de la Pa-labra de Dios no puede lle-varnos de interpretación eninterpretación. Para una forma correcta deconocimiento es determinan-te el papel de la tradición. Nosotros pertenecemos a latradición y no podemos dis-poner de ella como queramos. El historicismo niega la va-lidez perenne de la verdad. Lo técnicamente realizableno siempre es moralmente ad-misible. Se ha ido afirmando un con-cepto de democracia que nocontempla la referencia a fun-

damentos de orden axiológi-co, y, por tanto, inmutables. Las grandes decisiones mo-rales del hombre no puedensubordinarse al voto de ma-yorías parlamentarias. Una vez que se ha quitado laverdad al hombre (nihilismo),es pura ilusión pretender ha-cerlo libre. Verdad y libertad, ovan juntas, o juntas perecen. Una de las mayores ame-nazas, en este fin de siglo, es latentación de la desesperación. Creer en la posibilidad deconocer una verdad univer-salmente válida no es, en mo-do alguno, fuente de intole-rancia; al contrario, es unacondición necesaria para undiálogo auténtico y sincero. La verdad se conoce en laHistoria, pero supera la His-toria misma. La Palabra deDios no se dirige sólo a unpueblo y a una época. Hacen falta filósofos cre-yentes, capaces de asumir lasesperanzas, nuevas perspec-tivas y problemáticas de estemomento histórico. Deseo agradecer a los teó-logos su servicio eclesial y ex-hortarles a recuperar y subra-yar más la Verdad.

¿Nuevos«siervos

de la gleba»?

Hasta hace poco tiempo, lariqueza de los países in-

dustrializados se producía so-bre el terreno, con la contri-bución de numerosos emi-grantes.

Con la dislocación del capi-tal y de las actividades em-presariales, buena parte deesa riqueza es producida enlos países en vías de desarrollo, donde pue-de encontrarse mano de obraa bajos precios.

De este modo, los países in-dustrializados han encontradola manera de aprovechar laaportación de la mano de obraa bajo precio, sin tener que so-portar el peso de la presenciade los inmigrantes.

Y así estos trabajadores co-rren el riesgo de convertirse enlos nuevos siervos de la gleba,vinculados a un capital móvil,que entre las numerosas situa-ciones de pobreza, seleccionasegún las circunstancias aque-llas en las que la mano de obracuesta menos.

Está claro que un sistemaasí es inaceptable, pues en élse ignora prácticamente la di-mensión humana del trabajo.

(12-X-1998)

HABLA EL PAPA

Fides et ratio

Documentos Alfa y Omega

Carta encíclica del Sumo PontíficeJUAN PABLO II

a los obispos de la Iglesia católica sobre las relaciones entre fe y razón

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La vidaNº 135/17-X-199822 ΑΩ

La dirección de la semana

La revista sobre arte sacro de la Conferencia Espiscopal Es-pañola, Ars Sacra, tiene ya dirección en internet. Al ser de

reciente creación, no está aún completa, pero sí operativa.Ofrece interesantes enlaces.

Dirección: http://[email protected]: Pueden obtenerse los textos de la re-vista en versión inglesa.

INTERNEThttp://[email protected]

Con nombre propio

Bajo el título ¿Cómo podríamos los padres…?, va a tener lugar, en la parroquia de San Miguelde los Santos, de Madrid, desde el lunes próximo, día 19, hasta el viernes 23, el ciclo de con-

ferencias de la II Semana de la Familia. Hablarán, a las 19.30h., el día 19, don Venancio Luis Agu-do, periodista; el 20, don Luis Riesgo, psicólogo y escritor; el 21, don Miguel Ángel Velas-co, director de Alfa y Omega; el 22, doña Rosario Gortázar, presidenta de Acción Familiar; yel 23, don Julián Serrano, párroco de San Miguel de los Santos. El domingo 25, a las 12h., elcardenal Rouco clausurará la Semana con una Misa por las familias de la parroquia, y hablará so-bre los padres y la nueva evangelización.

El martes 20, a las 20h., don José Luis Pinillos pronunciará una conferencia sobre el te-ma El antihumanismo de la modernidad, en la sede de la Fundación Universitaria Española, ca-lle Alcalá, 93.

En el marco de la Misión diocesana en la Universidad, monseñor Romero Pose, obispo au-xiliar de Madrid, presidirá, el próximo día 22, a las 20.30h., en el salón de actos de la FundaciónPablo VI (Paseo de Juan XXIII, 3), la mesa redonda, organizada por la Asociación CulturalCharles Péguy, sobre el tema De la tierra a las gentes, origen histórico y contemporaneidad delhecho cristiano. Están invitados también como ponentes los profesores de la Facultad de Teolo-gía San Dámaso, Julián Carrón y Juan José Ayán. Volver a mirar la forma en la que la fe apa-reció en Palestina, y cómo fue el inicio de las comunidades cristianas primeras, puede ser, ademásde un apasionante viaje a nuestros orígenes, una gran ayuda para el presente.

El domingo 25 de octubre, en la basílica madrileña de San Francisco el Grande, tendrá lu-gar un acto ecuménico de oración por la Paz, siguiendo el espíritu del Encuentro de Asís en queel Papa se reunió con representantes de las confesiones cristianas y líderes religiosos de todo elmundo. Previamente, en el Aula Santa Isabel de Hungría (san Buenaventura 1), habrá, los días 20,21 y 22, a las 20h., conferencias a cargo de doña Isel Rivero, don José Antonio Gimbernat,don Pedro León y Francia y Fray Fidel Aizpurúa, sobre Derechos humanos, Historia y rea-lidad; Cristianismo y derechos humanos, y Derechos humanos; y Francisco de Asís.

El chiste de la semana

Gallego y Rey, en El Mundo

Nuevascampanas La parroquia del Santísimo Cris-

to de la Victoria estrena cam-panas. Esta tarde, a las 19 ho-ras, el cardenal de Madrid, donAntonio María Rouco Varela,bendecirá las campanas de es-ta parroquia madrileña, y cele-brará la Eucaristía de acción degracias por el XX aniversario delpontificado de Juan Pablo II.

En estos momentos de frené-ticas negociaciones que bus-

can evitar una nueva escaladade violencia en los Balcanes, pe-ro, al mismo tiempo, hacer jus-ticia ante la impunidad, la San-ta Sede ha señalado su actitudante un eventual conflicto ar-mado. En una entrevista a Ra-dio Vaticano, monseñor Tauran,Secretario para las Relacionescon los Estados, se ha declaradoa favor de otras alternativas a

la opción militar: La Santa Sedeve con mucha preocupación eluso de la fuerza armada pararesolver problemas políticos yhumanitarios. Recuerdo las pa-labras del Papa durante la gue-rra del Golfo: «La guerra es unaaventura sin retorno».

La posición de la Santa Sedeha sido precisada ulteriormen-te por el Nuncio apostólico enBelgrado, el español monseñorSantos Abril. Se vería bien el en-

vío de una fuerza humanitariainternacional para socorrer aquienes están sufriendo, y tam-bién un mecanismo que obli-gue a callar a las armas de am-bas partes, con la condición deque se garantice jurídicamenteun sistema de libertad y de se-guridad para todos. Que Kóso-vo tenga finalmente un estatu-to en el que todos los ciudada-nos pueda vivir en paz, mutuorespeto y solidaridad.

La Santa Sede y el polvorín de los Balcanes

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La vida Nº 135/17-X-1998 23ΑΩ

Antonio Ruiz Retegui es elautor de estas páginas edi-

tadas por Rialp. La relación conla belleza, la capacidad de de-tectarla y de gustarla, es y serásiempre uno de los elementosfundamentales de la existenciahumana. No obstante, desdehace ya bastante tiempo, nu-merosos equívocos y malen-tendidos pesan sobre el con-cepto de belleza; especialmen-te en el arte, cada vez másambiguo, la moda y la propa-ganda, pretenden manipular elgusto de las personas, hacién-dolo variar de estación en es-tación.

Este ensayo busca devolvera la belleza su contenido, en laperspectiva del ser, recuperan-

do el sentido clásico del con-cepto trascendental de pulch-rum y el sentido decisivo de labelleza en la salvación.

William Hewett, jesuíta in-glés, lleva muchos años

dedicado a dar los Ejercicios Es-pirituales de San Ignacio. Du-rante mucho tiempo dirigió elCentro Íñigo, de Londres, en elque se ofrecía ejemplos de ora-ción y de experiencia de Dios.Con su rica personalidad, hasabido abrir caminos insospe-chados a la trascendencia.

En esta obra, Ignacio de Lo-yola. Tras el rastro de Jesús (ed.Edibesa), se trata de seguir laexperiencia vital de san Ignacio,a través de su Autobiografía oRelato del peregrino. No sonunos Ejercicios, pero sí están laspiezas fundamentales de su tra-yectoria, ofrecida como modeloa los creyentes. Este manual,

por primera vez en España, esfruto de años de experiencia.Se ofrece también en casette ycompact.

Breves

En la Asociación de Belenistas de Ma-drid, monseñor César Franco, obispo

auxiliar de Madrid, celebró la Eucaristíaque comenzó la campaña belenista deeste año, y bendijo la imagen de la Vir-gen, Santa María de Belén, que acaba deser declarada Patrona de la Asociación.

En más de 40 ciudades de España,y presididas por su obispo, han sido ce-lebradas misas de acción de gracias enel 70 aniversario de la fundación del OpusDei. En la Universidad Pontificia de la San-ta Cruz, de la Prelatura del Opus Dei, elPrelado, monseñor Echevarría, presidióel acto académico de apertura de curso.Por las aulas de la Universidad de la San-ta Cruz han pasado más de 2.000 estu-diantes, y cuenta con 1.326 alumnos, de65 países.

El Movimiento de las Familias deNazaret, promueve la V peregrinacióna Lourdes, del 23 al 25 de este mes. Par-ticiparán peregrinos de España, Portu-gal, Italia, Inglaterra, Alemania, Franciay Holanda. Información: 91 356 85 49.

En el 25 aniversario de esa queridaparroquia, quiero enviaros mi saludo ca-riñoso y mi felicitación, a todos los queformáis la gran familia parroquial de SanJorge. El día 18 de octubre, en el quecelebraré la Eucaristía y compartiré convosotros esta celebración, será día gran-de para vosotros y para toda la Iglesiadiocesana; motivo de gran alegría, y deacción de gracias a Dios. Vuestro arzo-bispo se une de corazón a esta alegríay a esta acción de gracias. Así escribe elcardenal arzobispo de Madrid, en unacarta dirigida a la parroquia de San Jorge.

Muchas son las iglesiasque en Roma han me-

recido ser portadoras de laadvocación del mártir Lo-renzo, pero ésta es la queel gran Papa Dámaso quisoconsagrar a Cristo como vo-to al santo mártir, cuyos fa-vores en Roma –según sanAgustín– son tan conocidosque es imposible enume-rarlos. Así dijo el cardenalRouco, arzobispo de Ma-drid, en su homilía de la Eu-caristía de toma de posesiónde su título cardenalicio enla ciudad eterna: San Lo-renzo in Dámaso. Concele-braron con él la Eucaristíasus tres obispos auxiliares yel Nuncio monseñor Sebas-tián Laboa, así como el pá-rroco del templo –que tam-bién guarda la memoria dela predicación en él de san

Francisco Javier–, y más de70 sacerdotes, muchos deellos llegados de Madrid; en-tre las autoridades civiles,los embajadores de Españacerca de la Santa Sede y an-te el Gobierno italiano.

El cardenal comentó enla homilía que la comuni-

dad parroquial debe recor-dar al cardenal titular de laiglesia las exigencias pasto-rales vivas que conlleva suservicio al Santo Padre en lasolicitud por todas las Igle-sias, servicio inseparable dela comunión con el sucesordel Apóstol Pedro.

Toma de posesión, en Roma

Monseñor Lajos Kada, Nuncio Apostóli-co en España, desde diciembre de

1995, acaba de cumplir sus Bodas de OroSacerdotales. La celebración oficial de estaefemérides tendrá lugar el 25 de octubre enla archidiócesis de Madrid, y el 25 de no-viembre, en el transcurso de la AsambleaPlenaria de los obispos españoles, que secelebrará del 23 al 27 de noviembre. En laSede de la Conferencia Episcopal, habráuna concelebración de la Eucaristía, y un al-

muerzo fraternal.Asimismo, el próximo 25 de octubre, a

las 12 de la mañana, monseñor Kada con-celebrará una Misa solemne en la BasílicaPontificia de San Miguel (calle San Justo,4), para conmemorar el vigésimo aniver-sario del pontificado de Juan Pablo II.

Como representante de la Santa Sedeen España, el Nuncio invita a los madrileñosa participar en esta solemne Eucaristía deacción de gracias.

Dos libros de interés

Bodas de oro sacerdotales del Nuncio

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Desde la feNº 135/17-X-199824 ΑΩ

Juan Carlos I, Rey de España:El mundo entero sabe que cuenta con

Vuestra atención y Vuestro amor, porque ha-béis consagrado Vuestra vida a su servicio.

Cardenal Angelo Sodano: No es sólo un heraldo del Evangelio, es

un testigo del poder transformador de Cristoen la vida y en la historia de los hombres.

Luigi Giussani, fundador de Comunióny Liberación:

Juan Pablo II es el testimonio más grandeen nuestro tiempo de un hombre alcanzadoy cambiado por Cristo.

Chiara Lubich, fundadora de los Foco-lares:

Hace sentirse a cualquier mujer corazón dela Humanidad. Cerca de él te sientes a ti mis-ma, porque él te ama por ti misma, por el ser-vicio que desarrollas en la Iglesia.

Alejandro Solzhenitsyn, escritor:Ayuda al fortalecimiento de nuestra fe

cristiana común en el mundo entero; sólo ellapuede hoy salvar a la Humanidad.

Joaquín Navarro-Valls, director de la Sa-la de Prensa de la Santa Sede:

Escribir, para él, es adentrarse con el pen-samiento en un tema mientras la inteligencia,simultáneamente, reza.

Paul Thibaud, filósofo: El aterrizaje de este Papa en los últimos

años del siglo XX responde a la necesidad,profunda e inconsciente, de nuestra época,que denuncia el ansia latente de un líder es-piritual adaptado a los tiempos actuales.

Jean Guitton, escritor, intelectual y aca-démico:

El Evangelio privilegia a los más peque-ños. Es algo que Juan Pablo II trata de decir-nos en sus viajes, y todos los días.

Krzystof Zanussi, director de cine:Ha sido definido como el primer Papa te-

levisivo de la Historia. Cuando observo concuánta intensidad consigue concentrarse, apesar de la confusión que le rodea, entiendopor qué llega más a la gente: con su sonrisa ysu mirada sabe llegar al corazón humano.

María Antonieta Macciochi, escritora yeurodiputada:

Pintado como misógino planetario, anti-feminista de choque, feroz dogmático de la in-ferioridad de la mujer, en realidad ha elegidoa la mujer por antonomasia, la Virgen Ma-

ría, como arquetipo absoluto de su inspira-ción mística y de su pontificado.

¡Por fin, un Papa que cree en el genio fe-menino!

Giulio Andreotti, ex Primer ministro deItalia:

Su simpatía con los niños es de una es-pontaneidad maravillosa. Desde las imáge-nes de sus primeras audiencias, todo el mun-do admiró el sentido de paternidad de este Pa-pa, con sus caricias y su ternura hacia losmás pequeños.

Cardenal Marcelo González Martín: Es un hombre muy culto, con una gran

formación filosófica y teológica, con un co-nocimiento privilegiado de la situación polí-tica y social de los pueblos de Europa y Amé-rica. En el ecumenismo, los pasos que ha da-do son extraordinariamente positivos.

Cardenal Eduardo Martínez Somalo:Cuando no se encuentra la solución de un

problema, o ésta se retrasa, suele comentar: «Esque hemos rezado todavía poco. Hay que orarmás». ¡Cuántas veces le he oído esta frase!

Cardenal Jozef Tomko:Como san Pablo, realiza su vocación de

apóstol en el sentido pleno del término, demisionero itinerante por los caminos delmundo.

Cardenal Roger Etchegaray:El calificativo que, sin duda, mejor le ca-

racteriza a los ojos del mundo entero es: «ElPapa de los derechos del hombre».

Lech Walesa, ex Presidente de Polonia:En él, yo he encontrado al hombre de la

confianza, cuya certeza de la existencia de lagracia divina se transmite en seguida a los de-más. Toda su figura, sus gestos, el modo mis-mo con que se inclina, expresan confianza.

Cardenal Joseph Bernardin:Es verdaderamente un ciudadano del mun-

do y pastor de la Iglesia universal como nin-gún Papa lo fue hasta hoy. En dos mil años decristianismo este hecho no se ha visto nuncade modo tan evidente.

Víctor García Hoz, catedrático y acadé-mico:

En su catequesis late un continuado estí-mulo para la promoción del coraje y de la alegría.

Julián Marías, académico y filósofo: Representa, en conjunto, una fabulosa in-

novación, de tal volumen que parece imposi-ble para un solo hombre. Por eso su figurapertenece al futuro, significa el comienzo deuna nueva época.

Cory Aquino, ex Presidenta de Filipinas:Tuve un día el privilegio de participar en la

Esto han dicho de élLas más ilustres personalidades del mundo han reconocido en Juan Pablo II la más alta autoridad moral

de la Humanidad hoy. He aquí algunos testimonios:

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Desde la fe Nº 135/17-X-1998 25ΑΩcelebración de la misa en la capilla privadadel Papa, y allí entendí el secreto de su ener-gía, de su entrega a los demás y de su vidaentera.

Mijail Gorbachov, ex Presidente de laURSS:

Hoy podemos decir que todo lo que ha ocu-rrido en Europa Oriental no habría sucedidosin la presencia de este Papa, sin el gran pa-pel –también político– que ha sabido jugaren la escena mundial.

Monseñor Álvaro del Portillo, preladodel Opus Dei:

La figura de Juan Pablo II es un gran moti-vo de agradecimiento a Dios y de esperanzapara la Iglesia y para la Humanidad entera.

Gianfranco Svidercoschi, ex-subdirec-tor de L’Obsservatore Romano:

Juan Pablo II es el representante máximoy más cualificado de una Iglesia, hoy más quenunca, al servicio del hombre.

Fernando Guerrero, juez y escritor:Es una persona de gran equilibrio y paz

interior, de acabada madurez humana, llena desabiduría, en el más profundo sentido de lapalabra, de estudio y reflexión, no sólo en loslibros, sino también en la vida, pero, sobre to-do, un hombre de oración, de intimidad con Je-sucristo.

Hermano Roger, de Taizé:Después del atentado que sufrió el Papa,

me fue permitido visitarle en la clínica, y aquelencuentro ha quedado para siempre grabadoen mi corazón: sus palabras de entonces aúnhoy me ayudan a seguir en mi camino.

Fernando Lázaro Carreter, académico yescritor:

Considero a Juan Pablo II una figura fun-damental en la historia del Papado. Procla-mo la profunda admiración que siento por él.

Madre Teresa de Calcuta, fundadora delas Misioneras de la Caridad:

Suelo decir a mis hijas: ¿Os habéis fijadoen la delicadeza y amor que el Papa demues-tra hacia el Cuerpo de Cristo, durante la Mi-sa? Id vosotras y haced lo mismo con los ne-cesitados. El Papa es un don de Dios.

Cardenal Bernardin Gantin:Es toda África la que vibra de alegría y en-

tusiasmo cada vez que el Papa hace el don desu visita a cualquier parte del inmenso con-tinente negro.

Heinrich Böll, premio Nobel: Es un Papa progresista desde el punto de

vista socio-político. Sus ideas sobre capitalis-mo y trabajo son casi sensacionales.

Monseñor Carlo Cafarra, arzobispo y teólogo:

Ningún Papa ha dado a la Iglesia una en-

señanza tan amplia y tan profunda sobre elamor humano como Juan Pablo II.

Cardenal Jean Marie Lustiger:El coraje del Papa, cuando habla a los jó-

venes, consiste en expresarles lo que la socie-dad en su conjunto les exige, es decir, el com-promiso con la Historia y la grandeza de sudestino en Cristo.

Miguel Induráin, ciclista:Me llamó la atención que los regalos que se

le ofrecen al Papa no los coge directamente, nolos toma ni los lleva consigo, y me sugirió es-te detalle un fuerte sentimiento de despren-dimiento y austeridad, que no se me escapó.

Emilio Attard, constitucionalista:Pasará a la Historia como el restaurador

del humanismo cristiano frente al materia-lismo marxista; como abanderado de la liber-tad y de los derechos humanos.

Juan Velarde Fuertes, economista y aca-démico:

La obra de este Papa ofrece al economista loque puede ser calificado como una fina y su-gestiva construcción intelectual que encaja, ala perfección, en lo que hoy conoce la cienciaeconómica.

Helmut Kohl, ex Canciller de Alemania:Ha despertado la conciencia del mundo.

Sus llamamientos tienen una gran credibili-dad también fuera de la Iglesia –tanto máscuanto más desagradables de oír y más exi-gentes son–.

Monseñor Elías Yanes, Presidente de laConferencia Episcopal Española:

Un hombre de Dios cuya personalidad im-presiona enormemente; en él claramente seadivina un profundo conocimiento de la cul-tura del hombre moderno y, junto a ello, unhombre con una coherencia profunda de pen-samiento y de vida.

George Bush, ex Presidente de los Esta-dos Unidos:

Cuando estás en su presencia, adviertesuna gran fortaleza y dices para tus adentros:He aquí un gran hombre, un verdadero líder.

Siempre me ha llamado la atención el in-terés sincero que siente hacia cualquier serhumano que tiene ante sí, y la naturalidadcon que lo expresa. No pide credenciales a lagente, sino que la quiere. Eso llega siempreal corazón.

Marcial Maciel, L.C., fundador de losLegionarios de Cristo:

Firme en la fe como Pedro, apóstol incan-sable como Pablo, es para todos los cristianosun motivo de esperanza, un ejemplo y un re-to.

Vicente Palacio Atard, historiador y aca-démico:

Es el Papa misionero que quiere llevar supalabra de aliento y esperanza a los cristia-nos y a todos los hombres que sufren el azotede la enfermedad y la pobreza.

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En toda tu filmografía se palpa unaherida humana que no se cierra; pe-

ro se percibe entre líneas. No es temaexplícito de tus películas.

Me cuesta mucho hablar en serio demis películas, sobre todo porque la gen-te ve en ellas mucho más de lo que yo te-nía en mi mente cuando las hice. Nuncapensé hacer un cine de trilogías, y resul-ta que ahí están: la trilogía de la transi-

ción (Asignatura pendiente; Solos en la ma-drugada; y Las verdes praderas), la de la me-lancolía (Volver a empezar; Sesión continua;y Asignatura aprobada), y la última –ésta síhecha conscientemente–, la del melodra-ma (Canción de cuna; La herida luminosa;y El abuelo). Por ello, volviendo a la cues-tión que me planteabas, no sé bien cuál esesa herida que no sólo tú, sino muchaspersonas, han detectado en estas últimas

películas: Quizá la nostalgia, la pérdidade algo. O puede ser nuestra soledad,nuestra falta de amor...

El cine de ahora es muy nihilista, de-ja desesperanza (Secretos del corazón;Pajarico; La buena estrella). Contigo noocurre lo mismo. Se sale contento de tuspelículas. Remueven por dentro perono entristecen. ¿Piensas que es así? ¿Porqué?

En los planos finales de La herida lu-minosa, la madre Benedicta –a la que pu-se ese nombre en homenaje a Ingrid Berg-man por Las campanas de Santa María– di-ce: Aunque usted no lo crea, hay gente queestá dando a los demás lo mejor de sí mismo,sin esperar nada a cambio. Pues bien, esto esun hecho que existe, aunque uno no loentienda. Es un hecho al que no se puededar la vuelta. Por esto creo que hay quetener fe en el hombre. En Canción de cunala gente podía llorar, pero salían felicesdel cine. Y en El abuelo, lo que se nostransmite es que, por encima de los la-zos de sangre, la familia son lazos deamor. Pensemos en el mundo de la adop-ción infantil. Tú puedes adoptar a un ni-ño pequeño, y para él tú vas a ser su pa-dre, tanto –e incluso más– que si lo fuerasde verdad, porque puedes llegar a darlemás de lo que le daría su padre biológico.Mi película plantea además la disyunti-va del honor y el amor. Porque un honorde guardarropía no sirve, se confundecon el amor propio. Pero el amor está porencima de todo. Es un film en el que to-dos cambian a mejor, se hacen toleran-tes por el amor, se sacrifican por amor...Como ocurre en la vida, las personas másinsignificantes son luego las que te dan lalección. Desde luego, una película que afinales del 98 te habla de un abuelo y susnietas, de la familia, del honor y del amor,no tiene nada que ver con el tipo de cinede violencia, drogas... que se está ha-ciendo hoy.

En tu última trilogía hay muchos mo-mentos de sugerencias religiosas –vi-suales, verbales...– Y, sin embargo, to-dos conocemos tu trayectoria. ¿Qué son:recursos estéticos, nostalgia, un deseode reencuentro, una curiosidad...?

Yo he votado siempre al Partido co-munista. Y sé que esos recursos visualeso dramáticos de tipo religioso, hay gentea la que no les va a gustar. Pero es queyo no tengo nada contra la religión, nin-gún prejuicio ni ningún tabú. Me he edu-cado en un país católico, tengo a santa

Garci conversa con Juan Orellana para «Alfa y Omega»

«Dios es un Misterio, pero puedo sentirlo»Por fin se estrena en España la película El abuelo, el último y mejor film de uno denuestros más grandes cineastas, José Luis Garci. Se trata de una libre adaptaciónde la obra homónima de Galdós, un retrato inteligente de la condición humana, don-de se exalta lo más noble y no se ocultan nuestras miserias. La familia, el amor, elhonor, el perdón, la generosidad, el sacrificio, el amor propio... son realidades queperfilan cada imagen del film. Y siempre con esa ternura y esa herida abierta quecaracterizan la mirada honesta e irreductible de Garci.

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Desde la fe Nº 135/17-X-1998 27ΑΩ

Teresa, a san Juan de la Cruz, ¿cómo novoy a coger parte de mi herencia genéti-ca de ellos? Por ello, igual que hago Asig-natura pendiente, que habla del Partidocomunista, ¿por qué no voy a hablar delsentido religioso, si es un tema maravi-lloso? La religión no es de derechas o iz-quierdas; es un sentimiento que tienenlas personas. Pasolini era marxista, y vesEl Evangelio según san Mateo, y no imagi-nas mayor respeto hacia la figura de Je-sucristo. ¿Cómo no voy a filmar yo con elmayor respeto y esmero un convento ola fe de unas personas? Y si lo filmo, loasumo.

ALGO ESPECIAL

Y ¿por qué es maravilloso el sentidoreligioso?

Por ejemplo, que haya existido la Ma-dre Teresa, y haya dado su vida a cambiode nada, me parece sencillamente im-presionante. ¿Eso qué es? No lo sé, peroes gente que tiene algo especial. Unopuede tener las creencias que quiera, pe-ro ve Ordet, de Dreyer, y no puede que-darse impasible. En esa película ha ocu-rrido un milagro, y yo me lo creo: mecreo el milagro de que Dreyer haga queme crea un milagro. El que se hable enOrdet como hace él, del amor y de lamuerte como algo decisivo e insepara-ble, me parece la emoción más grandeque se puede tener. Para mí, el filmaruna cruz en un camino no es un mero re-curso estético; es un recurso ético, vi-sualmente ético. Mi película es ética, pe-ro no porque trate de dar mensajes deningún tipo. Es ridículo pensar que, por-que hice Asignatura pendiente era rojo, yque por hacer Canción de Cuna soy de de-rechas. En ambas películas hay unasconstantes en el trato de los personajes,en la emoción , en la soledad, la triste-za... A mí las etiquetas me dan igual.

Pero tu audacia no está sólo en loscontenidos; es también formal.

Hoy, que en cine se confunde el ritmocon la prisa, yo he apostado por recupe-rar el tempo narrativo de las películas, queno es el de la televisión o el de la publici-dad. En El abuelo me he fijado en el rit-mo de Dreyer, que siempre comienza conunos planos largos y lentos, y deja luegoque el film se vaya sutilmente acelerando,como un lago que se convierte en casca-da; esta aceleración no es arbitraria, sedebe al cambio interior que van sufrien-do los personajes. Si yo no dedico tiempo

a conocer al conde Albrit, a la condesaLucrecia... la película no tiene sentido.

José Luis, la vida es siempre una pro-mesa; pero ¿se cumple o no?

La vida está en la capacidad de fe queuno tenga. Quien tiene más fe es más fe-liz. Pero, ¿quién nos da esa dosis de fe?;¿nace en uno?; ¿es un problema de la ra-zón?... Es muy complicado. ¿Si eres bue-no tienes recompensa?... El Dios que yoconcibo no es el vengativo del AntiguoTestamento. Pero, entonces, ¿es lo mis-mo ser bueno que no serlo? ¿Por quémuere un niño de dos años? ¿Por qué temueres de hambre, si en vez de haber na-cido en Manhattan, lo has hecho en Ban-gla Desh? Ese misterio ¿cuál es? Creo queno estamos capacitados para entender-lo. Mi sentido religioso se acerca a pensarque el Misterio será siempre indescifrableporque nuestra razón e inteligencia notienen la capacidad suficiente. Pero, aun-que no sepa bien lo que es, a veces medirijo a Dios, y yo tengo suerte, y me es-cucha, y siento que me escucha. Es comosi sintiera la mano de Dios mientras estoyrodando, como si me pusiera la mano enel hombro... Toda la Humanidad tene-mos una herencia genética de Algo queno desciframos, pero que alguna vez sípodemos aprehender o sentir. Y este sen-timiento incomprensible es el que haceque yo no esté solo, que todo pueda tenerun sentido. La vida es una experienciaúnica e irrepetible. Lo que haya despuésde la muerte,... eso yo ya no puedo sa-berlo.

Llevas veinte años filmando. ¿Sabesa dónde quieres llegar?

La persona que triunfa en la vida esla que es feliz. Esto tendríamos que en-

tenderlo todos. No puedes ser feliz sino duermes con paz, sin remordimien-tos (la famosa conciencia tranquila).Hacer cine bien es tan difícil como seruna buena persona. Mi meta es haceralgún día una buena película. Como al-guna de esas de Dreyer, de Ford, de Vic-tor Erice,... películas que aportan uncaudal muy grande. Hitchcoock,Hawks,... ésos que son los que yo con-sidero que han inventado el cine. Es unproblema de don. No es un problematécnico. Todos sabemos escribir, perono puedes hacer un cursillo para serHemingway. La cuestión no es saber re-dactar, sino lo que llevas dentro. Y, ade-más del don, son necesarios pasión yentusiasmo. Si no hay pasión, la espe-ranza es reaccionaria. Si no luchas, teconformas. El entusiasmo es la últimaestación antes del futuro, un futuro quedeseas lleno de luminosidad. Las pelí-culas tienen que tener un fluido espe-cial y misterioso, que hace que el quelas ve va entrando suavemente y de for-ma enormemente natural, y empieza aquerer a las personas que aparecen en lapantalla. Esto es muy difícil. En el cineestoy por vocación, no por profesión.Estoy porque forma parte de mi vida,como les pasará a los pintores, arqui-tectos y a los que hacen este tipo de ac-tividades románticas. No hago cine porser cineasta, sino por algo más, paramodificar algo de mi vida y de la vidaen la que estamos metidos. Eso de la ci-nefilia es una enfermedad incurable ycontagiosa. Para mí el cine es una reli-gión porque es un acto de fe. Creer ono creer en lo que sale por el proyec-tor. Eso es el cine.

Juan Orellana

o sentirlo»

Juan Orellana, con Garci, en un momento de la entrevista

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Por una vez estoy de acuer-do con algo que ha dicho

recientemente Bernardo Ber-tolucci: Hoy hay muchas pelícu-las, más que nunca...; pero pococine. Probablemente ésa debede ser la razón del gozo pro-fundo que le domina a unocuando, ¡por fin!, en vez deuna película más de tantas, leilumina a uno por dentro laluz del cine verdadero. Es loque ocurre con El abuelo, queJosé Luis Garci estrenará pró-ximamente. Afortunadamen-te para él y para los especta-dores –para todos, que a na-die le amarga un dulce–, Garcinos tiene, en este aspecto, bas-tante bien acostumbrados; pe-ro, tan de tarde en tarde...

A don Benito Pérez Galdós–aquel impenitente comecurasal que, tópicamente, se le in-digestaron más de cuatro deaquellos permanentes zam-pabollos funcionarios de misa yolla de su tiempo, y que injus-tamente generalizó el proble-ma haciendo pagar a justospor pecadores– apenas le diotiempo de descubrir el cine.De haber vivido más, le hu-biera encandilado no menosque a Azorín. Pero al cine sí leha dado tiempo –¡y mucho!–de descubrir a don Benito, yde dejarse encandilar por él.El abuelo galdosiano fue lleva-do a la gran pantalla ya en1925 por José Buchs; Rafael Gilfilmó El abuelo en 1972, bajo eltítulo de La duda; pero, antesy después, Luis R. Alonso, conLa loca de la casa, y Buñuel, so-bre todo, con su Nazarín, su Vi-ridiana y su Tristana y, más cer-ca de nosotros todavía, Ange-lino Fons y Mario Camus, consu respectiva Fortunata y Ja-cinta, le han hincado el dienteal resentido e interpelador re-alismo galdosiano. Y Olea, enTormento; y Páramo y Gómezde la Serna, con los EpisodiosNacionales en TV... ¿Por qué seempeñan tanto los galdosia-nos en cargarse a Galdós, in-verosímiles abades de precio-sos monasterios incluidos? Enfin, que no es un parvenu cual-quiera entre nuestros cineas-

tas el cascarrabias maravillo-so y el osado, injusto, certero,fustigador de don Benito.

Ahora, la osadía ha sido deGarci. Y, antes de afirmar quea Galdós, sin duda, le hubie-ran vuelto loco algunas se-cuencias, si no todas, de esteAbuelo de Garci, Fernán Gó-mez y más gente, me urge de-cir que en este Abuelo hay mu-cho más que Galdós. Hay Ca-sona, y Valle Inclán, y Chejov–la secuencia de la conversa-ción entre el abuelo y la nuerabajo el gran árbol verde esChejov puro–, y hay Shakes-peare y hay Calderón... Y haypreguntas como dardos en elmagnífico guión de Garci-Val-cárcel. Por ejemplo: ¿Por quésiempre tratamos de cambiar a

las personas que amamos?; o ¿Lavida es sueño? Ésa es la cosa. Loimportante es la duda...

Pero hay, sobre todo, a mientender, afirmaciones. Si seme apura, hay una sola granafirmación definitiva, en res-puesta a una pregunta tre-menda: la que el viejo hidal-go asturiano plantea a sus dosnietas para sondear cuál deellas es de su propia sangre ycuál, en cambio, no: Si tú tu-vieras que escoger entre el honory el amor, ¿con qué te quedarí-as? En la respuesta a este in-terrogante clave, con toda sumadeja humana y sus impre-sionantes matices, está el me-ollo de esta película. Y no séhasta qué punto es galdosia-no, sin dejar de ser shakespe-

riano (la duda), calderoniano(el honor, el sueño), chejovia-no y valleinclanesco, perociertamente es de Garci, muydel mejor Garci, que el amorpuede más incluso que el ho-nor a la vieja usanza de la máspura cepa española. Puedemás que la propia sangre, yhasta más que la muerte.

Y una pregunta más: ¿cuá-les son, hoy, las formas del ho-nor –tan digno, noble y huma-no, tan nuestro– que, nada me-nos que a Garci, le han hechoplantearse ahora la cuestión?Casi nunca he visto en cineuna utilización de la luz comoen esta película. Nunca ha sidoel cine tan hijo de la luz...

En la interpretación, estánsoberbios Fernán Gómez, en elmayor reto, probablemente, desu espectacular carrera, y Ca-yetana Guillén, y Agustín Gon-zález, y las dos niñas... pero sime tengo que quedar con sólouna de todas las interpretacio-nes, me quedo, sin dudarlo unsegundo, con la prodigiosa deRafael Alonso, que es para con-sagrar definitivamente a un ac-tor, si no estuviera ya tan con-sagrado como él.

Miguel Ángel Velasco

Cine: «El abuelo»

Entre el honor ... y el amor

Los cinco protagonistas, en dos foto-gramas de la película

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Desde la fe Nº 135/17-X-1998 29ΑΩ

El quinto hombreLa empresa es ardua, aun sabiendo

que llegará a buen término. El padre Carlos Valverde S.J., desde

estas páginas, abogó por la apariciónde un quinto hombre, después del hombregriego, del primer hombre cristiano, delhombre ilustrado, cuya divinidad era larazón, y del presente hombre hedonis-ta y relativista.

Reconozco que no soy muy partidariode las generalizaciones; y nunca se meocurre afirmar que los hombres actuales se-amos todos hedonistas o relativistas; nique todos los hombres del siglo XIX fueranilustrados. Dentro de esa mezcla de hom-bres que da gran variedad a la existen-cia humana, yo he visto ya a ese quintohombre actuando entre nosotros. No esun producto cultural, ni es el resultado deun cruce entre libertad-subjetividad-igual-dad; ni de cualquier otro triángulo de pa-labras más o menos abstractas.

El quinto hombre ha descubierto queel vivir es algo más que el pensar, algomás que ensayar un nuevo proyecto devida que su voluntad pone en marcha alatardecer de cada día. Es un ser hu-mano que ha descubierto que el vivires una aventura en la que se halla in-merso, y en la que ha descubierto unextraño compañero de camino: Cristo,el Hijo de Dios hecho hombre. Cristoha dicho de Sí mismo que es el Camino,la Verdad y la Vida, y el quinto hombreha creído esas palabras.

El quinto hombre sabe que su dios esDios personal. No una palabra abs-tracta, por muy absoluta que pueda pa-recer y sonar, que se desvanece ape-nas pronunciada: la razón, el placer, elconsumo. Es la Vida que, en y a travésde la propia vida del quinto hombre, desu inteligencia, de su corazón, de su me-moria, se va convirtiendo en cultura; yengendra cultura cuando reza, cuandotrabaja, cuando ama a su mujer y a sushijos, cuando hace política, cuando de-parte con amigos y vecinos.

Una vida que, en ningún momento, que-da reducida a un humanismo; porque elquinto hombre sabe que la alternativa no es-tá entre vivir con Dios o consigo mismo;sino entre vivir con Dios Padre, Hijo y Es-píritu Santo, o no vivir, aun estando vivo.

Y sabe también que el enemigo del hu-manismo no es el capitalismo; es el mismohumanismo cuando se encierra en los ho-rizontes de la razón, del placer, del con-sumo, de la cultura, del arte, de la eco-nomía, de la política, de la Historia; cuan-do no se abre a los horizontes eternosde Cristo, Camino, Verdad y Vida.

EErrnneessttoo JJuull iiáá DDííaazz

PUNTO DE VISTA

No sé lo que quiere decir con «humani-tario», pero no soy una activista por el

bien social, ni un filántropo. Hago lo quehago sólo por amor a Cristo.

Así respondió la Madre Teresa de Calcu-ta a la petición de Morihiro Oki, fotógrafojaponés, de plasmar en instantáneas lo quesignifica la vida y la misión de las Misione-ras de la Caridad en una ciudad como Cal-cuta. Se figuraba sorprender a la pequeñayugoslava con un par de halagos y diplo-macia de guante blanco para conseguir loque quería, y fue él el sorprendido.

Oki llegó a Calcuta por primera vez, se-gún relata él mismo, en julio de 1974, Añomundial de la Población, para realizar un in-forme sobre la explosión demográfica enla India. La realidad de muerte y miseriaque encontró le abrumaron hasta tal pun-to, que pensó en volverse. En una libreríaencontró uno de los primeros libros escritossobre Madre Teresa, Algo bonito para Dios,del periodista converso al catolicismo Mal-com Muggeridge. Aquello, según su propiorelato, le abrió los ojos a la luz; aunque si-gue convencido de que el humanitarismoes la respuesta encontrada por Madre Te-resa. Y es que el amor a Cristo es la únicaclave que encaja totalmente en la combi-nación de la caja fuerte que constituye loque, como en instantes congelados en eltiempo, encierra cada fotografía de estereportaje, más allá de lo que explícitamentepretendía el ojo y la mente del autor.

El resultado de ese trabajo es este ál-

bum-testimonio, editado por Encuentro,que recoge, en blanco y negro, un repor-taje sobre la obra de las Misioneras de laCaridad en los suburbios de ese pudriderohumano, lleno de confusión, que es Cal-cuta; reportaje realizado entre 1974 y 1980,fundamentalmente en Nirmal Hriday, laCasa del Moribundo, y en Nirmala ShishuBhavan, el hogar para los niños santos. Elresultado es de gran interés.

Inma Álvarez

Un álbum testimonioLIBROS

El Vicario General de LaHabana, monseñor Car-

los Manuel de Céspedes,es el autor de esta novelade retazos autobiográficos,Érase una vez en La Haba-na, editada por la Casa deAmérica, de Madrid, y porla editorial Verbum. Por elladesfilan decenas de rostrosque dibujan, con gran re-alismo, la intrahistoria devarias décadas de revolu-ción cubana.

Al indudable interésque merece esta obra,contribuye la personalidadde su autor: descendien-te de uno de los liberta-dores y padres de la Patriadel siglo pasado y, por

tanto, proveniente de unade las familias más influ-yentes de la cultura crio-lla cubana, es una de laspersonas más preparadasintelectualmente para de-sentrañar el armazón his-tórico de una nación que,como él manifiesta tácita-mente, no puede prescin-dir de su pasado paraconstruir el futuro. Algu-nas de sus reflexiones sonde gran valor, sobre todolas que se refieren al re-torno de los exiliados y ala misión de los cristianosde la Isla.

La novela tiene pasajescrudísimos, especialmentela tercera parte, Las esta-

ciones de Vladimir. Y esque las generaciones futu-ras de Cuba no deberíannunca olvidar a los que ca-yeron por el camino.

Érase una vez... Cuba

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Perdone, ¿podría usted decirme la hora?; Osa-suna «perdonó» varias ocasiones ante la por-

tería contraria; perdona, cariño, pero me marchocon otra; perdona a tu pueblo, Señor. Todos a pe-dir perdón. Pero no queda claro el valor delgesto. En religión no menos que en política, lamoda es pedir que se pida perdón.

Teólogos incitan a la Iglesia a dar golpes depecho en los pectorales de nuestros padres. Li-teratos cristianos –como Maalouf en El Mun-do– no paran de pedir que se pida perdón a mo-do de autocrítica. Es innegable que entre losmillones de seres que han engrosado las fi-las de la Iglesia ha habido santos y pecadores,y algunos requetemalos. La Iglesia se reconocecompuesta por muchos causantes de males.Pero, mientras que una de las notas que de-fine a la Iglesia es la santidad, la iniquidadno pertenece a su esencia. Es comprensibleque los enemigos de la Iglesia la insulten porsus hijos pecadores, ignorando la patente san-tidad católica. Lo que no lo es tanto es quesus hijos valoren a la Iglesia con los ojos delmundo. La Iglesia será siempre santa, es elmisterio de la Redención (que transmutó lamayor injusticia –la muerte del Hijo de Dios–

en nuestra única esperanza). Lo rezamos en elCredo y es la verdad sobre la Iglesia; añadir enél la nota de pecadora es un insulto a Dios,pues Cristo es Cabeza de su Iglesia. Además,pongamos un ejemplo: la Iglesia elevó a los al-tares al Papa Pío V, y los modernos inquisi-dores lo acusan de ser un esclavista. ¿Se pue-de ser santo e inicuo a la vez? No. ¿A quiéncreeremos, a la Iglesia que nos pide demosgracias a Dios por san Pío V, o a quienes nospiden que por él pidamos perdón?

Pedir perdón no es pedir la bendición delmundo, que no puede perdonar como lo de-mandan nuestras faltas. Perdón es, etimoló-gicamente, un regalo: el máximo don, algoque sobrepuja a la justicia y que se pide alamor. Nunca está de más pedir perdón, peropidámoslo por nuestros pecados y con espe-ranza y arrepentimiento. Si somos indulgen-tes con nosotros mismos y severos con loscristianos de las Cruzadas –que son padresnuestros en la fe y merecen más justicia–, hayque sospechar que no hay deseo del granAmor, sino de estar en paz con el mundo.

José Antonio Ullate Fabo

Desde la feNº 135/17-X-199830 ΑΩ

PUNTO DE VISTA

«Es intolerable el continuo afán de ridiculizar las creencias religiosas, par-ticularmente las católicas. La conducta secularista no se guía por los criteriosde una fe madura, pues falta formación y catequesis, con evidente des-conocimiento de los principios de la moral cristiana y de las normas de ladoctrina de la Iglesia sobre la persona, la vida, las relaciones sociales, la con-ducta política y el valor de la familia».

GENTES

CARLOS AMIGO VALLEJO, ARZOBISPO DE SEVILLA

«En nuestros días, la preocupación por lo visible ha aumentado todavía más,hasta el punto de que hoy creemos estar más emancipados porque to-mamos en serio tan sólo lo que podemos dominar. En realidad, todo es-to disminuye la capacidad visual de nuestra mente y de nuestro amor. Yano logramos mirar hacia lo invisible, hacia el Eterno, sin el cual todo lo vi-sible no subsiste ni existe».

JOSEPH RATZINGER, PREFECTO DE LA CONG. PARA LA DOCTRINA DE LA FE

«La mayor garantía para el desarrollo social de las personas ancianas, de losjóvenes, de los minusválidos, consiste en una familia segura y unida. La fa-milia es la primera defensa contra las zozobras del mundo».

RENATO MARTINO, OBSERVADOR PERMANENTE DE LA SANTA SEDE EN LA ONU

EL

RETA

BLILLO

Perdón con denominación de origen

Persona y sociedadLa vida social puede ser estí-

mulo o freno para el desarro-llo de la vida personal, en lo quetiene de más digno y noble. Yaque en estos días se ha hechopopular el simil del cuadro y delmarco, diremos que, para la bue-na exposición de un cuadro ele-vado y digno de cada persona,se requiere un marco social ade-cuado. Cualquiera no sirve: haycircunstancias sociales que difi-cultan o impiden el desarrollonormal de valores personales, yotras que los facilitan.

Siempre se han dado en lasociedad condiciones ambiva-lentes, en favor o en contra delverdadero progreso personal;pero pocas veces como ahora,ha habido tan escasa reacciónpersonal ante imperativos so-ciales.

En casos extremos y en mo-mentos importantes de la vidasocial, el individuo ha de inter-venir de modo personal y di-recto, con manifestaciones a tra-vés de los medios de comuni-cación social, y nunca debeperder su protagonismo perso-nal ni su capacidad de reacción.

La excesiva pasividad degran parte de los ciudadanosdeja las manos más libres a losdesaprensivos, audaces y vio-lentos. La escasa reacción a evi-dentes atentados a la educa-ción cívica, al respeto mutuo ya la convivencia pacífica, re-flejan una cobardía e inhibiciónconformista que camina haciaun relativismo destructor.

Los valores que no se defien-den se pierden, y la defensa dedeterminados valores exige ac-titudes nada cómodas, que mu-chos no están dispuestos a adop-tar. Así caminamos hacia la de-generación de la vida colectiva,por la pérdida de todo aquelloque hace a la vida social fiel re-flejo de la dignidad personal detodos los que la integran.

La recuperación de la digni-dad de una sociedad no sóloes fruto de la estima que cadauno tiene de su propia dignidadpersonal, sino también estímulopara mantenerla o recuperar-la, si se había perdido.

José Antonio Marcellán

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Desde la fe Nº 135/17-X-1998 31ΑΩ

Habló el Rey de España y dijo quelo que más le ha impresionado

siempre de Juan Pablo II, aparte desu afecto personal, es que se le notaque cree lo que dice; cantó Pavarotti.El cardenal Biffi, Vittorio Gassman, Su-sana Tamaro, Joaquín Navarro-Vallsdieron su testimonio de admiracióny afecto al Pontífice, y Bruno Vespa, elespléndido conductor del programa,no pudo contener su emoción cuan-do, en un determinado momento, so-nó el teléfono y la voz del Secretarioparticular del Papa le dijo: Se poneSu Santidad... Y el Papa, al teléfono,conmovido, le dio las gracias por elprograma y por todo lo que duranteestos veinte años habéis trabajadoconmigo...

Se comprende la emoción del pe-riodista. Todos los días un Papa no sepone al teléfono para dar las graciaspor un programa que está viendo portelevisión. Eso indica, una vez más, lainmensa categoría humana de este Pa-pa que ayer ha cumplido los veinte añosde su elección para la Sede de Pedro.

Allí, en el estudio, estaban muchaspersonas: el matrimonio de campe-

sinos –ella con el Rosario que el Papale regaló aquella noche, al cuello–que le dieron, además de su cariño,lo que tenían: unas lentejas de la co-secha; allí estaban Albano y RominaPower, cantando; allí estaba la topmodel que dejó la pasarela y vive fe-liz como religiosa; allí estaban los vie-jos amigos de niñez y de adolescen-cia de Juan Pablo II en Wadowice, elpueblo natal del Papa, y unas imá-genes inolvidables de todos con élrecordando viejos tiempos... El Papales abrazaba y les daba palmadas enla espalda entre sonrisas y lágrimas,entre ellos su amigo judío Jerzy; y allíestaba, claro, la señora Halina, suamiga más querida de cuando eranjóvenes, la que compartía con él elteatro clandestino. Y es difícil olvidarcómo el Papa tomó su cabeza conlas manos, la acercó, con ternura in-finita, a su pecho y la besó en la fren-te. Y la señora Halina acercó su manoa la mejilla del Papa y le hizo una ca-ricia larga y emocionante...

Todo esto, en la RAI, claro, para ce-lebrar los veinte años del pontificadode Juan Pablo II. Mientras tanto, en

las cadenas de televisión españolas,toda la habitual y penosa serie de ba-nalidades que ni merece la pena co-mentar. En televisión también hay cla-ses y diferencias.

Si se tiene sensibilidad, y si se sa-be hacer, claro...

M. A. V.TELEV

ISIÓ

N Con motivo de la canonización de la primera santajudía de la Historia, santa Benedicta de la Cruz (EdithStein), y de la beatificación del cardenal Stepinac, le mo-lesta al editorialista del El País que Juan Pablo II canoni-ce a muchos fieles de la Iglesia cuyo ejemplar testimo-nio de vida les hace modelos de santidad. Titula su edi-torial Muchos santos. Acostumbrados como están en ElPaís a expedir carnets de esto y de lo otro, da toda la im-presión de que, curiosamente, les gustaría dar tambiéncarnet de lo de más allá, es decir, de lo que está por enci-ma de esto y de lo otro, y que, naturalmente, es algo en loque no pueden tener la menor competencia. Escribe queJuan Pablo II ha mostrado una propensión a dejar que cuestio-nes de oportunidad política u opinión pública influyeran ensus decisiones. Evidentemente, no sólo no es verdad, sinoque el editorialista sabe perfectamente que no lo es. Lo quele ocurre es que ve política hasta en la sopa, cree que elmundo se reduce a política y, lo que es peor, cree que to-dos los demás, incluida la mayoría de sus lectores, tene-mos que ver las cosas como las ve él. Y, claro, no. Diceque los que niegan, dudan o son indiferentes tan sólo pueden to-mar nota de algo que para nada les afecta. Pues, si para nadales afecta, ¿a qué viene un editorial sobre el asunto?

Erre que erre, el señor Peces-Barba sigue en sus trecede que, en España, el Estado es aconfensional e ironiza de quehay quien sigue sin querer enterarse. Es inútil que se empeñe:el único que no quiere enterarse –o, al menos, eso parece–es él: en cuanto hay en España una fiesta popular cual-quiera, le bastaría darse una vuelta por la calle para ente-rarse. Si el día del Pilar hubiera estado, o visto por televi-sión, a más de medio millón de personas en Zaragoza,rindiendo homenaje filial de amor y devoción a la Santí-

sima Virgen y hubiera oído por qué lo hacían, se hubieraenterado. Y, más aún, si hubiera estado, o seguido por te-levisión, el desfile de las Fuerzas Armadas el día de laFiesta Nacional de España, hubiera podido comprobarla emoción con que el pueblo, con Su Majestad el Rey, elGobierno en pleno y los más altos representantes de lasInstituciones –que eso sí que no negará el señor Peces-Barba que es Estado, o lo que él entiende por Estado– es-tallaban en un irreprimible aplauso, tras el toque de ora-ción rezado y cantado por los soldados españoles a losmuertos por España. Y entre los que aplaudían había mu-chos, pero que muchísimos jóvenes. De modo que no haypeor enterado que el que no quiere enterarse.

Parece más que claro que, al jurado que otorga, al me-nos desde hace un par de años, el Premio Nobel de Lite-ratura, le importa más la ideología de los premiados quesu calidad literaria, que es lo único que debería importarle.Extraña, pues, que algunos prebostes se sorprendan deque el diario de la Santa Sede haya hablado, tras el Nobelde este año a Saramago, de un nuevo reconocimiento orien-tado ideológicamente, y de que Saramago sigue siendo ideo-lógicamente un vétero-comunista, que, tanto en su Memo-rial do covento como en su O Evangelho segundo Jesús Cris-to, expresa todos sus prejuicios comunistas y toda suóptica de la vida sustancialmente anti-religiosa. Ya se lesvio el plumero el año pasado con Darío Fo; y ahora, se lesve ya mucho más que el plumero. ¿Por qué se rasgan lasvestiduras Manuel Rivas, y tantos otros, si el propio Sa-ramago ha declarado que renunciaría al Nobel antes querenunciar a ser comunista? ¿Pero,a que no renuncia?

Gonzalo de Berceo NO

ES

VER

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D

«Se pone el Papa...»

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ΑΩΑΩ Contraportada

Es propio de la naturaleza sacra-mental del ministerio eclesial te-ner un carácter colegial. En efec-to, desde el comienzo de su mi-

nisterio, el Señor Jesús instituyó a losDoce, semilla del Nuevo Israel, a la vez que elorigen de la jerarquía sagrada. Elegidos jun-tos, también fueron enviados juntos, y suunidad fraterna estará al servicio de lacomunión fraterna de todos los fieles; se-rá como un reflejo y un testimonio de lacomunión de las Personas divinas. Poreso, todo obispo ejerce su ministerio enel seno del colegio episcopal, en comu-nión con el obispo de Roma, Sucesor desan Pedro y jefe del colegio; los presbíte-ros ejercen su ministerio en el seno delpresbiterio de la diócesis, bajo la direc-ción de su obispo (n. 877).

El ministerio sacramental en la Igle-sia es, pues, un servicio colegial y per-sonal a la vez, ejercido en nombre deCristo. Esto se verifica en los vínculosentre el colegio episcopal y su jefe, el Su-cesor de san Pedro, y en la relación entrela responsabilidad pastoral del obispoen su Iglesia particular y la común soli-

citud del colegio episcopal hacia la Igle-sia universal (n. 879).

Cristo, al instituir a los Doce, formóuna especie de Colegio o grupo estable y, eli-giendo de entre ellos a Pedro, lo puso al fren-te de él. Así como, por disposición del Señor,san Pedro y los demás apóstoles forman unúnico colegio apostólico, por análogas razonesestán unidos entre sí el Romano Pontífice,sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores delos apóstoles (n. 880).

El Señor hizo de Simón, al que dióel nombre de Pedro, y sólamente de él,la piedra de su Iglesia. Le entregó las lla-ves de ella; lo instituyó pastor de todo elrebaño. Está claro que también el Colegio delos apóstoles, unido a su Cabeza, recibió lafunción de atar y desatar dada a Pedro. Esteoficio pastoral de Pedro y de los demásapóstoles pertenece a los cimientos de laIglesia. Se continúa por los obispos bajo elPrimado del Papa (n. 881).

El Papa, obispo de Roma y sucesorde san Pedro, es el principio y fundamentoperpetuo y visible de unidad, tanto de los obis-

pos como de la muchedumbre de los fieles. ElPontífice Romano, en efecto, tiene en la Igle-sia, en virtud de su función de Vicario deCristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestadplena, suprema y universal, que puede ejercersiempre con entera libertad (n. 882).

El «Colegio o cuerpo episcopal» no tieneninguna autoridad si no se le considera jun-to con el Romano Pontífice, sucesor de Pe-dro, como Cabeza del mismo. Como tal, es-te Colegio es también sujeto de la potestadsuprema y plena sobre toda la Iglesia, que nose puede ejercer... a no ser con el consenti-miento del Romano Pontífice (n. 883).

La potestad del Colegio de los obispossobre toda la Iglesia se ejerce, de modo solem-ne, en el Concilio Ecuménico. No existe Con-cilio Ecuménico si el sucesor de Pedro no lo haaprobado o al menos aceptado como tal (n.884).

Este Colegio, en cuanto compuesto demuchos, expresa la diversidad y la unidad delPueblo de Dios; en cuanto reunido bajo unaúnica Cabeza, expresa la unidad del rebañode Dios (n. 885).

Los Apóstoles Pedro y Pablo y el Trono. Baptisterio de los Arrianos. Ravena (siglo VI)

En nombre de Cristo...Nada mejor para celebrar eficazmente los veinte años de pontificado de Juan Pablo II que releer y recordar la doctrina del «Catecismo de la Iglesia católica» sobre el primado de Pedro y sobre la sucesión apostólica: