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    ARTCULOS

    DAVID ROCK

    La protesta popular hizo erupcin en las calles de Argentina a lo largo delas calurosas noches de diciembre de 20011. Grandes multitudes prove-

    nientes de los barrios de chabolas asaltaron tiendas y supermercados;enormes manifestaciones los cacerolazos2, compuestas principalmentepor mujeres de clase media, marcharon sobre el centro de la ciudad gol-peando todo tipo de cacharros de cocina; lospiqueteros, grupos organi-zados de desempleados, se dedicaron a tirar adoquines en autopistas ypuentes. Veintisiete manifestantes murieron, cinco de ellos matados a tirospor la polica bajo las grandes fachadas barrocas de la Plaza de Mayo deBuenos Aires. El detonante de esta furia fue la suspensin por parte del FMIde los crditos para Argentina sobre la base de que el gobierno del pre-

    sidente Fernando de la Ra no haba cumplido con sus condiciones derecorte del gasto pblico. La demanda de fondos en los bancos empeza dispararse, a medida que los depositantes corran a sacar su dinero y aconvertir sus pesos en dlares. El ministro de Economa de De la Ra,Domingo Cavallo, impuso un corralito, un pequeo cerco, para limitarla cantidad de efectivo que se poda retirar, dejando los ahorros de muchagente retenidos en bancos en quiebra. El 20 de diciembre, con la intensi-ficacin de las protestas, De la Ra dimiti, abandonando la Casa Rosadaen un ruidoso helicptero y dejando tras de s grandes nubes de gas lacri-

    mgeno.

    La cada de el gobierno de De la Ra a diferencia de lo sucedido contantos otros cambios de gobierno no programados en la historia de

    Argentina no result en un golpe militar. Aunque el pas pas por cincojefes de Estado nominales en el transcurso de diez das, todas las transi-ciones observaron las normas legales. A finales de diciembre, el gobier-no de tres das de duracin de Rodrguez Sa abandon el tipo de cam-bio fijo que equiparaba el peso al dlar, al que Cavallo se haba aferrado

    ARRUINAR ARGENTINA

    1 Me gustara dar las gracias a los compaeros de la Universidad Torcuato Di Tella de Bue-nos Aires por su ayuda, aunque no son responsables de las opiniones expresadas en esteartculo.2 Todas las palabras que estn en cursiva aparecen en castellano (o, ms bien, en la varian-te argentina del castellano) en el texto original [N. de la T.].

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    ARTCULOS

    BUENOS AIRES

    CRDOBA

    LA PAMPA

    NEUQUN

    CORRIENTES

    FORMOSA

    MISIO

    NES

    RO NEGRO

    CHUBUT

    SANTA CRUZ

    TIERRA

    DEL FUEGO

    MENDOZA

    SAN LUIS

    SAN JUAN

    LA RIOJA

    SANTIAGO

    DEL ESTERO

    CHACO

    SALTA

    JUJUY

    CATAMARCA

    TUCUMN

    ENTRE

    ROS

    SANTA FE

    Buenos Aires

    Montevideo

    Asuncin

    Santiago

    Islas Malvinas

    URUGUAY

    PARAGUAY

    BRASIL

    CHILE

    O CANO

    A T L N T I C O

    S UR

    O C A N O

    P A C F I C O

    S UR

    Ro

    Paran

    322 Km0

    A R G E N T I N A

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    (provocando un hundimiento de la moneda que la llev hasta un tipo decambio de 4 pesos el dlar, antes de estabilizarse en torno a 3,60), y repu-di formalmente la deuda del pas, que ascenda a ms de 130.000 millo-nes de dlares. Se trataba del impago ms grande de la historia3. La eco-noma sufri una abrupta contraccin, con una cada rcord del PIB deun 16,3 por 100 en el primer trimestre de 2002 y una disminucin del ren-

    dimiento industrial de casi un 20 por 100.

    De los 37 millones que conforman la poblacin de Argentina, el 52 por100 alrededor de 19 millones de personas cay entonces por debajo delumbral de pobreza oficial, mientras que el 20 por 100, 7 millones ymedio, ya no poda permitirse una cantidad suficiente de comida. Empe-zaron a llegar noticias de que haba nios muriendo por inanicin en laempobrecida provincia rural de Tucumn. El desempleo se elev hastaalcanzar a un 23 por 100 de la fuerza de trabajo, con un 22 por 100 ms

    subempleado en puestos de trabajo a tiempo parcial y en bsqueda dems trabajo. Los servicios pblicos se desintegraron: los hospitales ya nopodan atender a los enfermos; las escuelas cerraron o renunciaron a todatentativa de ensear. Las pensiones estatales y los salarios de los trabaja-dores del sector pblico dejaron de pagarse. La industria de la construc-cin se detuvo. Ante la disminucin de las rentas pblicas, el gobiernofederal haba empezado a repartir bonos Lecop en lugar de salarios. Lasprovincias siguieron el ejemplo, encabezadas por Buenos Aires con suspatacones, y, hacia principios de 2002, haba ya en circulacin bonos por

    un valor de cerca de 4.000 millones de pesos.

    El 1 de enero, el Congreso nombr al senador de Buenos Aires EduardoDuhalde para que cumpliera con lo que quedaba de la legislatura de Dela Ra. El gobierno volvi, pues, a manos del Partido Peronista Justicia-lista, que haba ocupado el poder durante toda la dcada de 1990 bajo lalegislatura doble de Carlos Menem. Los sondeos de opinin no concedana Duhalde ms del 10 por 100 del apoyo popular. Su reputacin de caci-que provincial de los de antao (presuntamente ligado a la delincuencia, ala corrupcin y al trfico de drogas en ese cinturn suburbano del GranBuenos Aires en rpido crecimiento) no le beneficiaba en absoluto. El elec-torado ya le haba rechazado cuando se enfrent a De la Ra hace dosaos. Como presidente de transicin, Duhalde deba afrontar la tarea deconducir el pas a travs de una depresin econmica sin precedentes,arrostrando las exigencias del FMI y atajando la revuelta generalizada.

    Finalmente, las violentas protestas que haban sacudido el pas en diciem-bre disminuyeron tras la cada de De la Ra; pero el descontento ha

    ARTCULOS

    3 Para detalles pintorescos de la carrera de Rodrguez Sa que incluyen su propio secues-tro, dentro de una conspiracin que contaba con la connivencia de su querida, vaseMiquel WIAZKI, El ltimo feudo. San Luis y el caudillismo de los Rodrguez Sa, BuenosAires, 1995.

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    seguido hirviendo a fuego lento. En Buenos Aires, los cacerolazosse con-virtieron con el tiempo en asambleas popularesencuentros abiertos, confrecuencia celebrados las tardes de domingo, para organizar los servicioslocales, las escuelas y las cooperativas de comida. El Bloque PiqueteroNacional coordina cortes de las autopistas en diferentes partes del pas,en cooperacin con otros grupos, entre los que se encuentran los sindi-

    catos radicales de la Confederacin de Trabajadores Argentinos. En mayode 2002, los sindicatos convocaron una huelga general de un da. A fina-les de junio, la polica provincial asesin a dospiqueterosen Avellaneda,uno de los viejos centros industriales del Gran Buenos Aires. El gobiernointent en aquella ocasin atajar las protestas que estallaron con la pro-mesa de proporcionar dinero en efectivo de urgencia. De forma seme-jante, el gobierno federal concedi un crdito de emergencia de 12 millo-nes de pesos unos tres millones y medio de dlares a la pequeaprovincia occidental de San Juan: el 25 por 100 de su poblacin activa

    estaba desempleada y los fondos pblicos sustentaban al 30 por 100 deaquellos que todava se aferraban a algn tipo de puesto de trabajo. Enmayo de 2002, instituy un subsidio para los pobres: 150 pesos al mes(que, para entonces, valan menos de 50 dlares), pagados en bonos fe-derales a los cabezas de familia desempleados. En el plazo de dos meses,ms de tres millones de personas haban solicitado la subvencin y 1,75millones la estaban percibiendo. Con frecuencia, el gobierno permita quelas organizaciones locales depiqueterosse hicieran cargo de los fondos,en un intento de debilitar sus actividades4.

    Las splicas que Duhalde hiciera al FMI para conseguir apoyo financieroy una bombona de oxgeno para su sistema bancario se toparon con unduro rechazo. El Fondo insista en que su gobierno tena primero queacabar con los subsidios a las provincias, proteger los negocios privadosde una judicatura presuntamente corrupta y revocar la Ley de SubversinEconmica en cuyo nombre se estaba persiguiendo a altos representan-tes de la banca por sacar dlares al extranjero ilegalmente, as comootras leyes de excepcin, que obstaculizaban la venta a extranjeros de lasempresas argentinas en quiebra. Cuando Duhalde consigui hacer apro-bar estas medidas en el Congreso, el FMI endureci sus condiciones.Empez a exigir la conversin obligatoria de las cuentas de banco blo-queadas en bonos a largo plazo, un plan que se encontr con una opo-sicin casi total de la clase media argentina, ya que privaba de hecho alos titulares de las cuentas del acceso a su dinero. El gobierno deba, asi-mismo, hacer todava ms recortes en el gasto pblico, lo cual acarrearatasas de desempleo an ms elevadas.

    ARTCULOS

    4 En partes del Gran Buenos Aires, los subsidios cayeron en manos de organizaciones nogubernamentales controladas directamente por un partido poltico o por un grupo piquete-ro: La Nacin, 2 de abril del 2002. Vase tambin Clarn, 18 de abril de 2002 y 18 de juliode 2002.

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    Fortunas de labelle poque

    Sin embargo, an en 1997, The Economistpoda escribir que la prosperi-dad del pas a algunos les recuerda a la poca dorada, hace un siglo,cuando la Pampa suministraba trigo, carne de vaca y lana a la Gran Bre-taa imperial y Argentina era uno de los diez pases ms ricos del

    mundo5. En periodos posteriores, menos afortunados, los argentinosnunca olvidaron que en su da haban estado muy por encima del restode Amrica Latina como creadores y consumidores de riqueza. En elmedio siglo anterior a la Primera Guerra Mundial, se establecieron en

    Argentina como agricultores, peones y tenderos alrededor de tres millo-nes de emigrantes de la Europa mediterrnea. Inversores, banqueros eingenieros de ferrocarriles, fundamentalmente provenientes de Gran Bre-taa, contribuyeron a financiar y construir la infraestructura de una eco-noma de exportaciones agrcolas extraordinariamente rica. Durante dca-

    das, Argentina emul la prosperidad de Canad y Australia; Buenos Airesse convirti en una de las ciudades ms ricas de las Amricas. El paspareca destinado a cumplir los sueos de visionarios liberales de media-dos del siglo XIX como Domingo Sarmiento, cuyas campaas en pro deldesarrollo, la educacin y la inmigracin europea pretendan forjar Argen-tina cual segundo Estados Unidos. El liberalismo, tanto poltico como eco-nmico, disfrutaba de una influencia en el pas ms fuerte que en ningu-na otra parte del mundo, lo cual se haca patente en el consenso casiperfecto en torno al libre comercio y al apoyo a las instituciones repre-

    sentativas federales. Argentina, tal y como declarara en su da el historia-dor Tulio Halpern Donghi, naci liberal.

    El cambio poltico y social acompa el desarrollo econmico. El ocasodel sistema de caudillajede los terratenientes regionales que haba sur-gido de la revolucin de 1810 contra el dominio espaol empez con laadopcin de la Constitucin federal de 1853 y con la aparicin de unnuevo gobierno nacional en 1862. Desde el principio, el pas estuvo mar-cado por fuertes desigualdades regionales, con la provincia de Buenos

    Aires eclipsando a todas las dems en riqueza y poblacin, gracias a suacceso a la economa atlntica. En 1880, finalmente, una coalicin degobernadores y de miembros de la alta burguesa de las provincias, uni-dos en el Partido Autonomista Nacional, consigui subordinar Buenos Airesal control de la mayora. Un elemento central del compromiso del PANera la relacin recproca entre el presidente y los gobernadores provin-ciales, en la que aqul difunda formas de patrocinio y stos le brindabansu apoyo poltico. Por regla general, los presidentes eran provincianos

    proporcionados por las provincias interiores, encabezadas por Crdobamientras que los vicepresidentes provendran de Buenos Aires: esto es,seran porteoso bonaerenses. Se trataba de una frmula que pondranen entredicho los dos movimientos populares del siglo XX, el radicalismo

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    5 The Economist, 14 de junio de 1997.

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    y elperonismo, ambos dirigidos por bonaerenses: Hiplito Yrigoyen y JuanPern.

    Hasta la crisis de Baring de 1890, nada interrumpi el desarrollo de laeconoma de exportacin. Atrada por unas polticas gubernamentalesfavorables a la inversin, la firma londinense haba canalizado enormes

    sumas de dinero hacia la Repblica Argentina y haba garantizado su ren-dimiento. Cuando los tipos de inters britnicos subieron, la situacinresult insostenible. El Banco de Inglaterra organiz un paquete de medi-das urgentes para los Hermanos Baring, pero la desinversin provoc elhundimiento de la economa argentina, la suspensin de los pagos de ladeuda externa y una dura depresin. Si las analogas con la crisis del 2002son sorprendentes, las diferencias quiz sean an ms instructivas. Trescondiciones facilitaron la recuperacin de la dcada de 1890: el gobiernoargentino consigui negociar una moratoria del pago de la deuda con sus

    acreedores britnicos; un peso devaluado rpidamente restableci el equi-librio de pagos, estimulando las exportaciones y restringiendo las impor-taciones, y, por encima de todo, las condiciones del mercado exterior crea-ron una demanda exterior de bienes argentinos que enseguida restituyel crecimiento basado en las exportaciones. Finalmente, haba conseguidoprevalecer una moneda no convertible.

    La crisis de Baring tuvo un resultado adicional. La debacle de la vieja clasepoltica sirvi de acicate de campaas por la democracia popular y con-

    dujo al ascenso del radicalismo, que era un movimiento completamentenuevo6. La expansin econmica de la belle poquehaba creado poten-tes electorados de clase media y obrera, que se contaban entre los msamplios de Amrica Latina. La clase media portea mantena un fuertecarcter rentistay de dependencia del Estado, reflejo del subdesarrollo delas manufacturas y de la importancia de los puestos de trabajo comercia-les, profesionales y burocrticos tpicos de las sociedades perifricas. Laclase obrera, originariamente compuesta por inmigrantes de Europa meri-dional, estaba asimismo concentrada en su mayora en el transporte y enlos servicios, no en la industria. Las condiciones de trabajo con altos nive-les de explotacin y la vivienda de mala calidad provocaban el frecuen-te estallido de disturbios entre otros, la huelga general de 1902, encabe-zada por los anarquistas, a los que se haca frente con una violentarepresin.

    Surgido de los trastornos econmicos de la crisis de Baring, el nacientePartido Radical recab un fuerte apoyo de la clase media en sus campa-as por la democracia popular. Su dirigente, Yrigoyen, se hizo con la pre-sidencia en 1916, tras arrasar en las primeras elecciones de sufragioamplio. Los radicales desviaron el flujo de patrocinio estatal que hasta

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    6 Hasta ahora, pese a lospiqueterosy a las asambleas populares, el impulso poltico parecemucho ms dbil en 2002.

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    ahora haba discurrido hacia manos de los gobernadores provincialespara dirigirlo hacia su base metropolitana. El creciente gasto guberna-mental-federal financi la expansin de la educacin universitaria y unenorme crecimiento de los puestos de trabajo administrativos (para lospartidarios radicales). El gobierno de Yrigoyen instaur asimismo una tra-dicin de trabajo con sindicatos colaboradores con las instituciones. Hasta

    cierto punto, la represin cedi el paso a la cooptacin, el clientelismo yla poltica de aparatos; aunque sin que se perdiera la disposicin a des-plegar la violencia estatal contra los movimientos obreros menos dciles,tal y como se demostr en la oleada de huelgas de enero de 1919, desar-ticulada durante la Semana Trgica. Derrocado por los militares en 1930

    con posterioridad a la conmocin del crackde Wall Street, el radicalis-mo sigui siendo hasta los tiempos de De la Ra sinnimo de defensa deuna amplia y heterognea clase media argentina que no ha acabadonunca de despojarse por completo de sus antecedentes rentistas.

    Durante la poca en la que se impuso una economa liberal de exporta-ciones, el agrarismo capitalista haba desplazado a los tradicionales estan-cierosygauchosde la Pampa. Hasta la Primera Guerra Mundial, miles deitalianos zarpaban cada ao rumbo a Argentina para trabajar como jorna-leros durante las cosechas y la provincia oriental de Santa Fe haba desa-rrollado una clase rural comparable a la de Estados Unidos o Canad. Lainmigracin europea tuvo tambin un efecto significativo en regionesoccidentales y meridionales como Mendoza y Ro Negro. En el interior,

    especialmente en el noroeste, las condiciones mantuvieron un cariz mstpicamente latinoamericano: enclaves tales como la provincia azucarerade Tucumn producan para el mercado interior, mientras que las hacien-dasy las comunidades campesinasde la poca colonial sobrevivan toda-

    va en el resto de la zona. Como sociedad agraria, Argentina desarroll uncarcter dual, que contena tanto el sistema capitalista basado en altossalarios de la Pampa como la estructura campesina indgena del interior.

    Estancamiento e inestabilidad

    El desarrollo basado en las exportaciones lleg a su fin con la dcadade 1930. La cada de los precios de las mercancas durante la Gran Depre-sin condujo a un abrupto descenso de los beneficios y los bloqueos nava-les de la Segunda Guerra Mundial cortaron el acceso a los tradicionalesmercados europeos, hasta el extremo de que los ferrocarriles argentinosempezaron a utilizar maz como combustible. En el periodo de posguerra,el proteccionismo, los subsidios agrarios y la productividad agrcola en

    alza del Mercado Comn dejaron de facto fuera a las importaciones ar-gentinas. Lo que en su da haba sido una economa rural dinmica cayen declive; las exportaciones, gran motor del crecimiento econmico, seestancaron. Durante dcadas, Argentina haba prosperado como compo-nente informal del Imperio britnico al que los diplomticos britnicoshacan referencia con satisfaccin como el sexto dominio. El predominio

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    de Estados Unidos a partir de la dcada de 1940 tuvo un impacto desas-troso en Argentina, que careca del acceso a los mercados norteamerica-nos que en su da haba disfrutado en Europa.

    Cul era la solucin para el estancamiento de dcadas que vino a conti-nuacin? Desde mediados de la dcada de 1930, un programa de sustitu-

    cin de las importaciones cre numerosas industrias ligeras de bienes deconsumo que durante la guerra exportaron sus productos a los mercadoslatinoamericanos vecinos. Despus de 1945, bajo Pern, el acento se des-plaz hacia el mercado nacional y hacia el suministro de bienes de con-sumo al alcance de los salarios para una clase obrera urbana en rpidaexpansin. Durante un breve periodo, Argentina pareca haber hecho unatransicin dolorosa, pero con xito, de la economa agraria a la economaindustrial. Millones de personas empezaron a desplazarse en grandes ria-das del campo a la ciudad; sobre todo a Buenos Aires y, por consiguien-te, al Gran Buenos Aires, la gran conurbacin que rodeaba el ncleourbano de la capital federal y que pronto hizo que ste pareciera dimi-nuto en comparacin. La clase obrera y los sindicatos se presentaroncomo los principales actores polticos, reforzados por los procesos deurbanizacin y de industrializacin incipiente. Una amplia capa de pobla-cin compuesta en gran parte por inmigrantes internos experimentmejoras sustanciales en su nivel de vida, a medida que la economa basa-da en salarios altos de la poca de la produccin orientada hacia lasexportaciones se ampliaba para incluir las ayudas sociales peronistas.

    Durante la dcada de 1950, sin embargo, las manufacturas siguieron alsector de la produccin agrcola para la exportacin en su proceso deestancamiento. Aunque el flujo de poblacin hacia la ciudad no se inte-rrumpi, los inmigrantes ya no encontraban trabajo en las fbricas, sinoque pasaban a incorporarse a una poblacin marginal en rpida expan-sin, en su mayor parte localizada en los barrios de chabolas del GranBuenos Aires. Los esfuerzos peridicos por reconquistar mercados de

    exportacin a travs de la devaluacin crearon una espiral inflacionista ycondujeron a una parlisis social de larga duracin. Las tendencias polti-cas existentes reforzaron la situacin de punto muerto. Llevado al poderpor un golpe dirigido por altos cargos del ejrcito en 1943, Pern efec-tu, con su mezcla nica de gobierno autoritario y apoyo plebeyo, uncambio social ms profundo que ningn otro rgimen desde el siglo XIX.Proclamando los ideales del coronel de independencia econmica y jus-ticia social, el Estado tom a su cargo el comercio exterior, las industriasestratgicas y los servicios pblicos, redistribuyendo la renta en beneficio

    de los trabajadores y de la poblacin urbana pobre. El apoyo de los sin-dicatos qued asegurado gracias a los aumentos salariales y al gastosocial. Pern consum la liquidacin (temporal) del liberalismo tantopoltico como econmico, creando una nueva forma de sociedad corpo-rativista, basada en la pertenencia a asociaciones controladas por el Esta-do: la comunidad organizada.

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    Las formas cuasi totalitarias de este movimiento desaparecieron con elderrocamiento de Pern en 1955, pero el sistema se mantuvo por lodems inmune a todo intento de desbancarlo. Las instituciones corporati-

    vistas abarcaban no slo al relativamente nuevo proletariado, formadopor los programas de sustitucin de las importaciones, sino tambin a laproliferante clase media urbana de Argentina. El peronismo, respaldado

    por los sindicatos, los militares y un sinfn de otras asociaciones, empeza parecerse ms a un movimiento orgnico de masas que a un partido.Los radicales, que en su da haban contado con una adhesin popularmasiva, caan mientras en declive.

    Una dictadura corporativista

    Durante dos dcadas tras la cada de Pern, las efmeras juntas militares

    se alternaron con dbiles gobiernos constitucionales, mientras las faccio-nes peronistas rivales seguan luchando por el poder estatal. La inflaciny la inestabilidad se impusieron. El objetivo de los militares era la despo-litizacin de los poderosos sindicatos y una congelacin salarial antiinfla-cionista como preludio del crecimiento. Hacia finales de la dcada de1960, sus polticas represivas, que amenazaban a las clases media y obrerapor igual, provocaron por el contrario una radicalizacin de la resistencia.En mayo de 1969, los estudiantes y trabajadores de Crdoba encabezaronla insurreccin de masas que pas a conocerse como el cordobazo. Des-

    pus de aquello, la movilizacin popular se intensific hasta desembocaren formas de lucha armada, dirigidas por los peronistas Montoneros y porotros grupos guerrilleros. Empezaron a aparecer entonces escuadrones dela muerte de derechas que tenan a estudiantes y trabajadores radicalespor blanco, preparando el terreno para la guerra sucia.

    En 1976, se reanud la dictadura militar bajo su forma ms sanguinaria.El Proceso de Reorganizacin Nacional hizo de miles de desaparecidossus vctimas y acab convirtindose en un ataque prolongado sobre la

    sociedad civil. Pero si bien logr destruir las guerrillas, este proceso baa-do en sangre no construy nada nuevo desde el punto de vista econ-mico. Dominada por los reaccionarios de la lnea dura, ligada orgnica-mente al complejo corporativista, la junta obstruy todo intento dereforma del ministro de Economa Martnez de Hoz que contradijera suspropios intereses. En consecuencia, el derroche y la corrupcin medra-ron. El desempleo se mantuvo bajo, pero la inflacin sigui siendo galo-pante. El contraste con el Chile de la dcada de 1970 era brutal. El rgi-men de Pinochet hizo pedazos la resistencia obrera, hizo que se aprobara

    una reforma en profundidad de todas y cada una de las esferas de la vidachilena y acab consiguiendo reestructurar por completo las relacioneslaborales y la economa. Los militares argentinos registraron un notablefracaso a la hora de imponer cualquier programa de estas caractersticas.Pese al bombardeo del que fueron objeto, las instituciones y prcticascorporativas salieron ilesas. Una hiperinflacin del 344 por 100, la desin-

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    dustrializacin, un crecimiento negativo y una deuda externa de 45.000 mi-llones de dlares constituyeron el legado que esta tirana de siete aosdej a Argentina cuando por fin se desplom, inmediatamente despusde la derrota en la guerra de las Malvinas.

    ste era el desastroso contexto en el que Ral Alfonsn, el nuevo presi-

    dente radical, proclam el renacimiento de la democracia en 1983. Losintentos iniciales de sacar la economa adelante un retorno a los mto-dos peronistas, aunque en esta ocasin aplicados en funcin de los inte-reses de los electorados de clase media radicales produjeron un efme-ro auge del consumo, seguido de una inflacin en espiral, que se disparde un 627 por 100 en 1984 a un 1.000 por 100 en 1985. Cambiando derumbo, Alfonsn impuso entonces un paquete de medidas de estabiliza-cin, el Plan Austral, que combinaba una poltica monetaria conservado-ra con una congelacin salarial y de los precios, provocando una oleada

    de huelgas generales protagonizada por los sindicatos peronistas. En elplazo de dos aos, el plan se haba hundido bajo el peso de unos pagosde la deuda que no dejaban de hincharse. Enfrentado a la rpida cada delas rentas pblicas, exacerbada por la evasin fiscal generalizada, el go-bierno no pudo ms que emitir moneda y devaluar la divisa. La hiperin-flacin amenazaba de nuevo.

    Alfonsn se enfrentaba asimismo a problemas polticos insolubles. Losmilitares amenazaban con sublevarse contra los recortes en los presu-

    puestos de defensa entre 1983 y 1989, los efectivos de las fuerzas arma-das se redujeron de 175.000 a 95.000 y contra el juicio a los dirigentesdel Proceso por violaciones de los derechos humanos. Alfonsn intentamoldarse, introduciendo el ao 1986 como fecha tope para abrir nuevosprocesos; las Madres de la Plaza de Mayo respondieron con una campa-a de masas, generando pruebas documentales de cientos de casos msde tortura y asesinato. En 1987, los comandantes disidentes organizaronun motn de Pascua que Alfonsn logr aplacar. Entretanto, la mayoraperonista en el Congreso saboteaba el programa legislativo del gobierno,

    mientras grupos de clase media pedan a voces ms seguridad econmi-ca. A finales de 1988, el gobierno introdujo un nuevo plan de estabiliza-cin, pero tambin ste fracas. Lo que vino a continuacin fue otra cri-sis aguda, con evasin de capitales, agotamiento de las reservas exteriores

    y oleadas de hiperinflacin.

    Entre 1981 y 1988, el PIB se haba reducido ms de un 5 por 100, o un15 por 100per capita. Los esfuerzos por controlar la inflacin a travs delos crditos y de las congelaciones temporales haban dejado de ser via-

    bles. Los profesionales del diseo poltico neoconservadores que pron-to habran de ser recalificados de neoliberales exigan reducciones per-manentes del gasto pblico y la privatizacin de las empresas pblicas.El gobierno de Alfonsn intent de hecho vender ENTel, la compaa tele-fnica, y Aerolneas Argentinas, no consiguiendo sino que los sindicatos

    y el Congreso peronistas le echaran abajo la iniciativa. En mayo de 1989,

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    una multitud de gente pobre, urgentemente necesitada de abastecimien-tos bsicos, saque supermercados por todo el Gran Buenos Aires. Laselecciones aquel mismo mes vieron la salida de los radicales del gobier-no; bajo el liderazgo de Carlos Menem, los peronistas estaban de nuevoen el poder.

    Tras los pasos de Menem

    Los orgenes de Menem han de encontrarse en la clase de pequeoscomerciantes de La Rioja, una pequea provincia occidental en la fronte-ra con Chile7. Al igual que muchos de sus miembros, este riojano des-cenda de inmigrantes otomanos, conocidos localmente como turcos.

    Aunque su mujer era musulmana, Menem renunci al islam, aparente-mente con el objeto de hacer carrera poltica como peronista. Pronto se

    convirti en un personaje destacado en La Rioja, cumpliendo varias legis-laturas como gobernador durante las dcadas de 1970 y 1980, y era detodos conocido en Buenos Aires, pese a carecer de conexiones con ladenominada columna vertebral del peronismo entre los sindicatos metro-politanos. Al igual que muchos de sus compaeros, estuvo recluido y fuemaltratado bajo la dictadura militar. Como gobernador durante la dcadade 1980, Menem se las daba de caudillode nuestros das, ejerciendo unaautoridad paternalista sobre su amplio electorado local y aprovechandola dbil autoridad de Alfonsn sobre las provincias para alimentar su pro-

    pia fama con ampliaciones del empleo pblico. Su reputacin populistale vali la nominacin como candidato peronista para presentarse a laselecciones presidenciales de 1989.

    Pese al hundimiento de la economa y a la tasa de inflacin mensual deun 200 por 100, la promesa de la campaa de Menem era el salariazo: unincremento importante del nivel de vida. Cortej al electorado con el eslo-gan Sganme, dando a entender que tal vez se rebelara contra el pagode la deuda externa. Ante la noticia de su abrumadora victoria electoral,sin embargo, las ideas de Menem atravesaron una drstica conversin.Somos pragmticos, declar. Las empresas pblicas se privatizarn en lamedida en que tal accin satisfaga los intereses del gobierno8. En otraparte habl de la necesidad de un golpe de hipercredibilidad. Se adop-taran las polticas del Banco Mundial y del FMI. Menem fragu estrechos

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    7 En el siglo XIX, La Rioja haba sido famosa como bastin de dos de los caudillosms pin-torescos de Argentina, Juan Facundo Quiroga y ngel Vicente Pealoza. Fuerzas liberales

    enemigas mataron a Pealoza y derrotaron el ltimo cuerpo de caballera gaucho, la Mon-tonera, en la dcada de 1860. La provincia se sumi entonces en un periodo de oscuridad,apartada y olvidada por la mayora. rida y subdesarrollada, sigue siendo una de las pro-vincias ms pobres de Argentina.8 Latinamerica Press, 25 de mayo de 1989. Respecto al contexto de las polticas de Menem,vase Mara Victoria MURILLO, Labor Unions, Partisan Coalitions and Market Reforms in LatinAmerica, Nueva York, 2001.

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    vnculos con la elite local, colocando en su primer gabinete a miembrosejecutivos del poderoso conglomerado Bunge y Born, en manos de cuyopresidente, Jorge Born III, depositara un gran poder. Se adhiri a los libe-rales neoconservadores que, en tanto que partidarios doctrinarios dellibre mercado y adversarios del intervencionismo estatal, siempre habansido archienemigos de los peronistas. Logr convencer al Congreso Menem

    disfrutaba de mayora en ambas cmaras de concederle poderes extraordi-narios para llevar la poltica econmica por decreto.

    ste era, por supuesto, el momento del consenso de Washington: se pro-clam que la supresin de aranceles y barreras al flujo de capital, la pri-

    vatizacin de las industrias nacionalizadas, la flexibilizacin del mercadode trabajo, los recortes en las prestaciones de la seguridad social y otrasmedidas similares constituan los ejes del nuevo programa global para

    Amrica Latina. En Argentina, estos objetivos se presentaron como nica

    va para salvar al pas del caos hiperinflacionista9. Durante los primerosdos aos de su presidencia, sin embargo, los intentos de Menem de apli-car este programa no tuvieron gran xito. Hubo una nueva racha de hipe-rinflacin a principios de la dcada de 1990, resistencia por parte de lde-res sindicales radicales y problemas con los militares. Su gobierno recibiacusaciones de corrupcin y severas crticas por haber concedido unaremisin prematura de pena a los dirigentes de la junta encarcelados. Elndice de popularidad del presidente cay por los suelos.

    La aparentemente mgica transicin tuvo lugar en 1991, cuando EstadosUnidos se vio sumido en la recesin y los fondos empezaron a salir hacialos mercados emergentes; el capital extranjero que haca falta para lle-

    var a cabo la revolucin neoliberal en Argentina apareca entonces mila-grosamente. Los tipos de inters estadounidenses se mantuvieron bajoshasta finales de 1994, demarcando exactamente la duracin del boomdeMenem10. La entrada de inversin extranjera coincidi con la estabiliza-cin del gasto pblico y el aplacamiento resultante de la inflacin. A prin-cipios de la dcada de 1990, Argentina se convirti en el cuarto destina-tario ms importante de fondos extranjeros de todo el mundo. El aflujode capitales ascendi de 3.200 millones de dlares en 1991 a 11.000 millo-nes en 1992 y a 10.700 millones en 1993. A medida que la economarepuntaba, la reputacin de Menem en el pas experimentaba un cambiodecisivo. Ahora haba una aceptacin arrolladora por parte del pblicode sus drsticas medidas de reforma; adems, la opinin pblica parece

    ARTCULOS

    9 Vase Felipe de la BALZE, Remaking the Argentine Economy, Nueva York, 1995; RobertSOLOMON, Money on the Move. The Revolution in International Finance since 1980, Prince-ton, 1999, p. 45; respecto a los sindicatos, vase Mara Victoria MURILLO, Union Politics, Mar-ket-Oriented Reforms, and the Reshaping of Argentine Corporatism, en Douglas CHALMERSet al. (eds.) The New Politics of Inequality in Latin America, Nueva York, 1997.10 Vase Pablo BUSTOS (ed.) Ms all de la estabilidad. Argentina en la poca de la globali-zacin y la regionalizacin, Buenos Aires, 1995, p. 11.

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    convencida de que no hay otra alternativa11. Las elecciones provincialesy al Congreso reflejaron esta misma tendencia.

    A partir de aquel momento, Argentina se convertira en un modelo deneoliberalismo y en una joya de la globalizacin. A principios de la dca-da de 1990, unos ndices de crecimiento anual que rozaban el 10 por 100

    parecan disipar el estancamiento y la inestabilidad de dcadas anteriores(vase la Figura 1).

    Las importaciones alcanzaron cotas sin precedentes, costeadas por laafluencia de fondos extranjeros que compensaban el creciente dficitcomercial. Las exportaciones tambin crecieron. A travs de Mercosur, elgobierno busc lazos ms estrechos con Brasil; los aranceles ms bajosestablecidos bajo el Tratado de Asuncin de 1991 pronto hicieron de estepas el mayor mercado exterior de Argentina. En 1994, las exportacionesa Mercosur, encabezadas por los automviles, haban aumentado en un70 por 100; de hecho, ascendan a un 30 por 100 del total de exporta-ciones12. El gobierno persegua vnculos ms estrechos con las principa-les potencias occidentales, dando carpetazo a la disputa con Gran Breta-a sobre las Malvinas a fin de limar asperezas con la Unin Europea

    (durante su campaa electoral, Menem haba fanfarroneado sobre volver

    ARTCULOS

    11 Peter WALDMANN, The Peronism of Pern and Menem: From Justicialism to Liberalism?,en Colin LEWIS y Nissa TORRENTS (eds.) Argentina in the Crisis Years (1983-1990), Londres,1993, p. 98.12 ECLAC, Economic Survey of Latin America and the Caribbean 1994, Santiago, 1995, p. 141.

    FIGURA 1. Porcentaje de crecimiento del PIB per cpita, 1989-2002

    Fuente: IMF World Economic Outlook Database, 2002.

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    a reinvadir las islas). El ministro de Asuntos Exteriores Guido di Tella pro-meti relaciones carnales con Estados Unidos, explicando sin rodeos alabandonar el Movimiento de No Alineados en 1991: el nico centro deinters de nuestro gobierno es Estados Unidos. Como complemento aeste inters, mantendremos relaciones con Europa occidental. El resto delmundo no existe.

    La descentralizacin del Estado

    Mantenido a flote gracias al crecimiento econmico y a la inversinextranjera, Menem emprendi su dominio de la poltica argentina, quehabra de durar una dcada. Las estrechas relaciones con los gobernado-res provinciales, que eran en su mayora peronistas, permitieron al presi-dente cultivar apoyos en todo el pas, al mismo tiempo que le pusieron

    las cosas fciles en el Congreso. La difusin que efectu Menem delpatrocinio estatal del centro a las provincias guardaba un fuerte parecidocon el sistema poltico de la poca liberal bajo el PAN; la expresin ligade gobernadores, acuada en la dcada de 1870, volvi a ponerse enboga. Al igual que a finales del siglo XIX, los gobernadores empezaron aejercer una influencia creciente sobre el Congreso, a travs de lazos per-sonales y en ocasiones nepotistas. Si Pern haba hablado en su da decrear una Argentina nueva, la Vieja Argentina caracterizaba mejor lasaspiraciones de Menem.

    El papel del gobierno federal se transform. En lugar de actuar como unEstado intervencionista, su funcin principal pas ahora a consistir enrecaudar los ingresos pblicos y transferirlos a continuacin a las provinciasa travs de un sistema conocido como la coparticipacin. La responsabi-lidad de la salud y la educacin tambin se descentraliz, colocando lasreformas a ms de 180.000 profesores bajo jurisdiccin provincial. En elproceso, el gobierno federal suprimi ms de 200.000 puestos de trabajoentre 1990 y 1992, aunque en torno al 40 por 100 de ellos quedaron trans-feridos a las provincias. La descentralizacin apenas suscit crticas poraquel entonces; las provincias disfrutaron de un holgado acceso a losfondos de coparticipaciny a los descuentos dobles de los bancos pro-

    vinciales. Tal y como informaba un estudio del Banco Mundial en 1993:las provincias son ahora las mayores responsables de [] servicios socia-les como la educacin, la salud, la seguridad y la vivienda. Aumentar laeficacia de la prestacin de estos servicios sociales provinciales podraser una de las vas ms efectivas para aumentar el nivel de vida en Argen-tina13.

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    13 BANCO MUNDIAL, Argentina. From Insolvency to Growth, Washington, DC, 1993, p. 128.

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    Una privatizacin oligoplica

    La privatizacin domin la agenda de Menem. Desde la poca de Pern,el gobierno federal haba dirigido un amplio abanico de corporacionesnacionalizadas y servicios pblicos. Las presiones para que stas se dis-tribuyeran al capital privado haban empezado bajo Martnez de Hoz,

    pero fueron aumentando progresivamente bajo Alfonsn, fortalecidas porla afirmacin de que los subsidios a las empresas estatales ascendan a4.000 millones en 1989. Sus defensores sostenan que la privatizacin con-ducira a tasas ms elevadas de inversin, acceso a tecnologa nueva y efi-cacia ampliada. Al reducir la necesidad de subsidios del Estado, elimina-ra la principal causa de los dficit presupuestarios inflacionistas. Unprspero sector privado generara nuevas fuentes de empleo, a medidaque el crecimiento econmico empezara a despuntar. Sus adversarios,entre los que se encontraban los restos nacionalistas de derechas de la

    junta, enfatizaban la necesidad de proteger los activos argentinos de suadquisicin por parte de extranjeros y sus efectos nocivos sobre los pues-tos de trabajo. Pero la inestabilidad, el estancamiento y la hiperinflacinde la dcada de 1980 haban sido tan acusados que en un principioMenem apenas encontr oposicin. Contaba con el apoyo de los radica-les y, en cualquier caso, estaba pertrechado de sus poderes extraordina-rios. Tena a los sindicatos apaciguados gracias a los planes de jubilacinanticipada, generosos segn los estndares de un pas en vas de desa-rrollo, y a la concesin de participaciones accionarias en las empresas pri-

    vatizadas.

    Impuesto en su mayor parte durante los primeros tres aos de Menem enel poder, el programa adquiri un amplio alcance, afectando a los secto-res ms bsicos de la economa: petrleo, comunicaciones, electricidad,servicios pblicos y medios de comunicacin de masas. Entre 1990 y1994, estimul enormemente la afluencia de inversin extranjera, inclui-da la repatriacin de algunos de los miles de millones de dlares que losargentinos haban depositado en el exterior. Muchos pequeos ahorrado-res se convirtieron tambin en accionistas de empresas recin privatiza-das. La reforma de las pensiones, que introdujo la posibilidad de elegirentre un plan privado o uno pblico de la seguridad social, incrementasimismo el nmero de microinversores, al mismo tiempo que abra unimportante agujero en las finanzas pblicas. Menem se vio cubierto de loselogios del FMI y del Banco Mundial, los cuales le proporcionaron muchaayuda prctica. Las privatizaciones permitieron recaudar finalmente unos31.000 millones de dlares, prcticamente en su totalidad antes de 199514.

    Estos ingresos se utilizaron en su mayor parte para liquidar la deudaexterna y eliminar el dficit presupuestario, aunque ambos logros noresultaran ser ms que conquistas temporales.

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    14 Luigi MANZETTI, Privatization South American Style, Londres, 1999, p. 93.

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    La aplicacin del programa, sin embargo, desat una encarnizada contro- versia. Las quejas empezaron cuando Menem utiliz la legislacin deexcepcin para iniciar el proceso de privatizacin por decreto y, a conti-nuacin, aprovech sus poderes de nombramiento para el Tribunal Supre-mo con objeto de impedir investigaciones de fraude. Los gestores guber-namentales del proceso de privatizacin fueron acusados de despilfarrar

    los activos nacionales y de ignorar los criterios de eficacia o servicio. Elministro de Obras Pblicas Roberto Domi no hizo ningn esfuerzo porcrear organismos reguladores que se ocupasen de los monopolios privadosrecin formados. Mara Julia Alsogaray, hija de uno de los principalespolticos liberales de Argentina del periodo de posguerra, responsable dela organizacin de la subasta de ENTel, est todava enredada, una dcadadespus, en batallas judiciales sobre dineros presuntamente malversadosen aquella transaccin.

    Entre los beneficiarios de la privatizacin se encontraban grupos finan-cieros tanto extranjeros como nacionales. Como era de esperar, las cor-poraciones forneas proporcionaron la mayor parte de los fondos y de losconocimientos tcnicos, mientras que las argentinas contribuyeron consu conocimiento de las condiciones locales y con su acceso al gobierno.De los grupos nacionales, los ms importantes eran Prez Companc, Techint,

    Astra y el Grupo Soldati, todos objeto de sospecha por sus amplias rela-ciones con la dictadura militar de la dcada de 1970. Exista la creenciageneralizada de que Menem les haba ofrecido un oligopolio sobre el

    antiguo sector estatal a cambio de su ayuda durante la crisis de 1989-1991.Las adquisiciones de Prez Companc incluan participaciones en las doscompaas telefnicas ms importantes resultantes de la privatizacin deENTel, secciones de la antigua compaa petrolfera (YPF) y de la indus-tria elctrica (SEGBA) y acciones en la conduccin y distribucin del gas.El Grupo Soldati tena intereses similares en el petrleo, el gas y las tele-comunicaciones, as como en el suministro de agua15.

    El efecto sobre el empleo fue dramtico. Los puestos de trabajo en losferrocarriles por tomar un ejemplo extremo se redujeron de unos100.000 a slo 10.000. Los despidos fueron menos graves en otros secto-res, pero la mano de obra de las antiguas corporaciones nacionales se viomermada en todos los casos (vase la Figura 2). Para los argentinos, el

    viejo sistema de propiedad estatal, por ms que ineficiente, tena por lomenos el mrito de mantener altos ndices de empleo; los nuevos pues-tos de trabajo en los sectores de alta tecnologa y alto crecimiento no aca-baban de materializarse. Es ms, significaban la prdida de institucionesque durante mucho tiempo les haban protegido de las sacudidas de laeconoma global. Con la privatizacin de Menem toute outrance, adver-ta ya en 1993 un estudio del Banco Mundial, las finanzas pblicas ape-

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    15 Daniel MUCHNIK, Pas archipilago. Las consecuencias del modelo poltico-econmico delgobierno de Menem, Buenos Aires, 1993, p. 54.

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    nas disponen de un colchn en el caso de que los supuestos econmicosy polticos favorables no lleguen a verificarse16.

    Neodesarrollo

    Y qu fue del impulso del crecimiento y de la nueva economa, cuyasexportaciones de alto valor espolearan el incremento de la riqueza y delos puestos de trabajo? En 1994 se haba producido efectivamente unarecuperacin respecto a la contraccin de la dcada anterior, pero slopara llegar en torno a los niveles de principios de la dcada de 197017. Sedieron algunos desarrollos en la industria pesquera, en la ingeniera fores-

    tal y en el gas natural, pero no puede hablarse de ningn cambio estruc-tural de importancia en la economa. Las exportaciones en alza de auto-mviles, productos petroqumicos, acero y vino comprendan productosconsolidados hace ya mucho. Argentina sigui siendo muy dependientede las exportaciones agrcolas tanto de antiguos productos como la carne de

    vaca y el trigo, como de otros nuevos como el sorgo. La entrada de capi-tal extranjero contribuy a aumentar los ndices de consumo, en lugarde incrementar la produccin. La inversin estaba dirigida a las industrias

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    16 Banco Mundial, Argentina, cit., p. xii; vase tambin William SMITH, Hyperinflation, Ma-croeconomic Instability and Neoliberal Restructuring in Democratic Argentina, en E. EPSTEIN(ed.) The New Argentine Democracy, Westport, 1992, p. 57. Para un punto de vista favorable:BANCO MUNDIAL, Argentinas Privatization Program, Washington, DC, 1993.17 ECLAC, Economic Survey of Latin America and the Caribbean 1994, cit., p. 131.

    FIGURA 2. Porcentaje de desempleo en la poblacin activa urbana, 1990-2002

    Fuente: Instituto Nacional de Estadsticas y Censos, Argentina (INDEC).

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    de capital intensivo y a gran escala que figuraban en el programa de pri- vatizacin de Menem. Las denominadas PYMEs (pequeas y medianasempresas) no acabaron de despuntar; todava faltas de acceso a crdito,tecnologa, mercados y tcnicas, apenas podan contribuir a absorber elcreciente excedente de mano de obra. Los incrementos de productividadseguan estando a la zaga de los niveles europeos18.

    Hubo algunas pequeas excepciones a esta regla. Por ejemplo, las exen-ciones tributarias de la poca anterior a Menem condujeron a un enig-mtico incremento de productos manufactureros modernos en la provin-cia occidental de San Luis; pero este tipo de transicin pas de largo enla mayora de las dems regiones. La escasez, la indigencia, el desempleo

    y una desigualdad en aumento caracterizaron a la mayor parte de las pro- vincias argentinas bajo Menem una desigualdad intensificada por laexcesiva confianza del gobierno en el Impuesto sobre el Valor Aadido.

    En el campo, el campesinado sobreviviente subsista gracias a las peque-as parcelas conocidas como minifundioso se ganaba a duras penas la

    vida cogiendo fruta. Las economas locales perdieron subsidios importan-tes con la abolicin de las comisiones de fijacin de precios, creadas en ladcada de 1930; muchas de ellas, como era el caso de Tucumn, produc-tora de azcar, soportaban un declive continuado. En las reas ms pobresde Argentina las provincias septentrionales de Salta, Jujuy y Formosa larenta per capitaentre los pobres haba cado, a finales de la dcada de1990, a los niveles de Bangladesh y Nepal. En varias de las principales ciu-

    dades provinciales, entre otras en Concordia (Entre Ros), Resistencia(Chaco), Corrientes y San Salvador de Jujuy, prcticamente tres cuartos dela poblacin vivan en una situacin de necesidad extrema19.

    La inversin lleg a Argentina en la dcada de 1990 bajo condiciones muydiferentes de las que existan en la belle poque. En aquel feliz periodo,los banqueros podan sealar el probado rcord detentado por el pascomo exportador agrcola. Durante los aos de Menem, el potencial deinversin se qued en gran medida en la imaginacin del equipo de ima-gen del presidente. Los subsidios a la agricultura en Europa y EstadosUnidos hacan imposible el crecimiento rpido a travs de las exporta-ciones agrcolas. Las perspectivas de una nueva prosperidad fraguadasobre la industria manufacturera parecan igualmente lejanas. Las nacio-nes en vas de desarrollo estaban compitiendo por los mercados haciendo

    ARTCULOS

    18 Bernardo KOSACOFF, La industria argentina, un proceso de reestructuracin desarticulada,

    en P. Bustos (ed.) Estabilidad, cit., pp. 93-128.19 Pgina 12, en su nmero del 11 de enero de 1999, presenta las siguientes cifras de larentaper capitadel 20 por 100 ms pobre de la poblacin (jurisdicciones argentinas en cur-siva): Estados Unidos, 6.000 dlares; Gran Buenos Aires, 864 dlares; Bangladesh, 613 dla-res; Corrientes, 510 dlares; Salta, 468 dlares; Nepal, 464 dlares;Jujuy, 400 dlares. Paralas provincias, vase Alejandro ROFMAN, Las economas regionales: un proceso de decaden-cia estructural, en P. Bustos (ed.) Estabilidad, cit., pp. 159-189.

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    bajar los salarios a los niveles ms bajos posibles y los nacientes gigantesindustriales asiticos aseguraban que Argentina apenas tuviera posibilida-des en la escena mundial. En la dcada de 1980, la industria argentina sehaba contrado en un 24 por 100; a principios de la de 1990 recuperparte, aunque no todo, del terreno perdido. En 1994, el empleo en laindustria manufacturera segua sin rondar ms del 75 por 100 de los nive-

    les de 1980. La produccin de bienes de consumo duraderos aument,gracias a Mercosur, pero la produccin de bienes de equipo se contrajocon la entrada de importaciones. Pero, por encima de todo, la sobreva-loracin crnica del peso a lo largo de gran parte del periodo dej a losbienes argentinos en desventaja competitiva en la mayora de los merca-dos de exportacin20.

    Estabilizar el peso

    El sistema de convertibilidad monetaria de Argentina no era, estrictamen-te hablando, un elemento del consenso de Washington, aunque se habaaplicado en otros lugares, por ejemplo, en Chile a finales de la dcadade 1970. La medida, que se hizo ley a principios de 1991, marc la adop-cin de una divisa con una garanta de convertibilidad uno a uno respectoal dlar estadounidense. El arquitecto del sistema era Domingo Cavallo,un economista formado en Harvard que haba sido anteriormente minis-tro de Asuntos Exteriores de Menem. Ligado a lapatria financiera, la elite

    financiera liberal de Argentina, conjugaba una fama de competencia pro-fesional con una personalidad formidable.

    El sistema de Cavallo se pareca al patrn oro, extinto hace tanto tiempoy utilizado antes de 1930 de forma intermitente en Argentina, as comoen Europa occidental y en Estados Unidos, en el sentido de que mante-na un tipo de cambio fijo y ajustaba la oferta de dinero a las reservasexteriores. La ley de 1991 estableca la independencia del Banco Central

    y declaraba que el gobierno electo ya no podra ordenar nunca ms laemisin de moneda. Cavallo arga que la convertibilidad fomentara elahorro nacional, dado que cada peso depositado en el banco valdrasiempre el equivalente a un dlar; atraera la inversin extranjera y ayu-dara a repatriar los fondos argentinos del extranjero, puesto que tenerdinero en el pas sera tan seguro como guardarlo en Estados Unidos. Estocontribuira, por consiguiente, a crear un sistema crediticio duradero, per-mitiendo que un gasto de consumo ms elevado estimulara la vivienda yla fabricacin. Por encima de todo y esto era lo que daba credibilidad a lamedida, pondra fin a la pesadilla de la hiperinflacin.

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    20 B. Kosacoff, Industria, cit., p. 109; ECLAC, Economic Survey of Latin America and theCaribbean 1996, Santiago 1997, p. 72. Para un punto de vista escptico, vase Atilio BORN,Argentinas Neoliberal Reforms, en Leslie ARMIJO (ed.) Conversations on Democratization andEconomic Reform, Los ngeles, 1994, p. 244.

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    Los crticos de Cavallo sealaban los peligros de garantizar la equivalen-cia peso-dlar. Cuando el dlar se revalorizara respecto a otras divisas, lasexportaciones argentinas se volveran menos competitivas; al fin y alcabo, slo un 10 por 100 de ellas iba a Estados Unidos. El patrn orohaba funcionado bien en periodos de crecimiento, amplificando el cr-dito nacional cuando la balanza comercial exterior registraba un super-

    vit, pero, por el mismo motivo, magnificaba los efectos de un dficit y,por lo tanto, aumentaba la prosperidad pero intensificaba la recesin. Lasnaciones del centro de la economa-mundo capitalista eran capaces deregular y reconstituir sus reservas exteriores incrementando los tiposde inters o controlando sus ingresos provenientes de las exportaciones.Durante los tiempos de recesin, bancos centrales fuertes, como la Reser-

    va Federal estadounidense o, antes de la Segunda Guerra Mundial, elBanco de Inglaterra, podan utilizar con tino altos tipos de inters paraatraer fondos del exterior. En cambio, los pases deudores de la periferia,

    como Argentina, carecan de un control de este tipo sobre los flujos decapital a corto plazo. Cuando sus reservas exteriores disminuan, se veanobligados a restringir el crdito; si intentaban mantener el patrn oro, se

    veran inmersos en una espiral inflacionista: reduccin del gasto, con-traccin econmica y aumento del desempleo. En 1914 y en 1929, Argen-tina haba abandonado el patrn oro, precisamente a fin de salir de estetipo de ciclos descendentes. Esto se haba logrado a travs de un decre-to ejecutivo; la ley de 1991 era ms rgida y exiga la intervencin delCongreso para la suspensin o abolicin de la convertibilidad21.

    Cavallo hizo caso omiso de estas advertencias. En su defensa, seal quelos enormes dficit presupuestarios de la dcada de 1980 haban desapa-recido, pese a que el gasto en salud y en educacin estaba incrementn-dose; el desempleo todava no superaba el 7 por 100. Lo que no men-cion fueron los bajos tipos de inters estadounidenses, que constituanla precondicin de su xito22. En todo caso, desde un punto de vista pol-tico, Cavallo se haba convertido a estas alturas en el prisionero de su pro-pia creacin, al igual que acabara convirtindose en su vctima. Una vezinstaurada, la convertibilidad haba empezado a contar con el apoyo depoderosos intereses creados. Las corporaciones recin privatizadas con-trajeron deudas en divisas fuertes en el extranjero, seguras de que podranpagarlas en un futuro. Los argentinos de clase media guardaron sus aho-

    ARTCULOS

    21 La medida de 1991 no llegaba a la dolarizacin en tanto que dejaba espacio para unadivisa nacional al igual que el patrn oro, no requera el uso exclusivo de monedas de

    oro. Esta situacin a un paso de la dolarizacin permita la inversin de reservas de dla-res, reportando unos rditos conocidos como seoreaje[tipo de beneficio obtenido al emi-tir divisa, especialmente en el caso de divisas tasadas por encima de su valor intrnseco (N.de la T.)]. Vase tambin Alec FORD, The Gold Standard 1880-1914: Britain and Argentina,Oxford, 1962,22 Nissan Leviatan (ed.) Proceedings of a Conference on Currency Substitution and CurrencyBoards, Proposiciones para el debate del Banco Mundial 207, Washington, DC, 1993, p. 9.

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    rros en bancos locales o pidieron prstamos para comprar bienes raceso automviles. Hasta los pobres llegaron a acuerdos de compra a plazosa pequea escala. A medida que el crdito y el endeudamiento se fueronampliando, nadie quera acabar con la convertibilidad peso-dlar: estoimplicara reducir drsticamente los ahorros e incrementar las deudas.Este apoyo de base tan amplia perdur incluso una vez desatada la crisis

    de 2001. Cuando un peso era igual a un dlar, muchos, muchos argenti-nos podan dormir tranquilos. Tan fuerte era el consenso en torno a laconvertibilidad que incluso hoy [julio de 2002], nadie asume la responsa-bilidad de haber llevado a cabo la devaluacin23.

    Transformaciones polticas

    A medida que reformaba la economa, Menem redibuj el mapa poltico

    de Argentina. Los cambios ms impresionantes de la dcada de 1990 tie-nen que ver con el eclipse de los militares una fuerza dominante del pasdesde el siglo XIX y con el pronunciado declive de los antao poderosossindicatos. La reputacin de los militares sufri un golpe irreparabledurante la guerra sucia de la dcada de 1970, agravada por la humillantederrota en las Malvinas; finalmente, se vieron expulsados del gobierno en1983 rodeados de ignominia. Durante los aos del gobierno Alfonsn, lasfacciones militares de la lnea dura lucharon contra los recortes del pre-supuesto de defensa y los juicios a los antiguos dirigentes de la junta mili-

    tar. Menem adopt una poltica ms sutil. Por un lado, proclam unapoca de reconciliacin nacional: 200 oficiales condenados por asesina-to o tortura con pruebas concluyentes salieron libres gracias a la amnis-ta de octubre de 1989. Por otra parte, castig severamente la resistenciade los carapintadasde extrema derecha. La ltima rebelin de los cuar-teles se produjo en diciembre de 1990, tras la reanudacin de las relacio-nes con Gran Bretaa por parte de Menem. La jefatura del ejrcito recibila orden de aplastarla, a la cual sta accedi. El cabecilla de la revuelta, elcoronel Mohamed Seineldn, otro turco, fue condenado a cadena perpetua.

    El servicio militar obligatorio qued abolido. Con el slido respaldo delFMI, el gobierno dispuso la privatizacin de sectores clave del complejomilitar-industrial, incluida la productora de armas Fabricaciones Militares,liquidando a su vez algunas de las enormes propiedades inmobiliarias delejrcito. En 1993, el nmero de integrantes de las fuerzas armadas se vioreducido ulteriormente a 65.000, mientras que el nmero de generalesdescendi de 70 en 1989 a 32 en 1995. La moral se mantuvo con la enr-gica participacin en las operaciones de pacificacin de la ONU/EstadosUnidos. Desde que Menem tomara la decisin personal de enviar dos bar-cos, dos aviones militares de transporte y 600 oficiales y suboficiales quese sumaron al bloqueo contra Irak en septiembre de 1990, las fuerzas

    ARTCULOS

    23 Juan Carlos Torre, 24 de julio de 2002 (comunicacin personal).

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    armadas argentinas han participado en operaciones en Croacia, Somalia,Chipre, Kuwait, Hait y Angola. La marcha junto a las tropas estadouni-denses en un desfile de bienvenida a las tropas de la guerra del Golfo

    un evento seguido muy de cerca por los medios de comunicacin argen-tinos supuso un espectacular cambio de perfil para las tropas argenti-nas, observaba un peridico local en aquel momento24. Sin embargo, en

    lo relativo a la poltica domstica, los militares se hicieron invisibles. Endiciembre del 2001, De la Ra orden la intervencin armada contra losmanifestantes en revuelta en Buenos Aires. Los mandos militares se nega-ron a obedecer a no ser que se lo ordenara el Congreso. La orden nuncalleg.

    Desde la dcada de 1940, los sindicatos fueron una componente clave dela coalicin populista. Su influencia encarnada en las 62 Organizacio-nes de la Confederacin General del Trabajo lleg a su pice en 1973,

    cuando Pern comenz su breve tercera legislatura como presidente.Sometido a una brutal represin por la dictadura militar, el movimientoobrero organizado se vio minado ulteriormente por las profundas rece-siones que se produjeron a partir de 1975 y que socavaron la industriamanufacturera. No obstante, llegada la dcada de 1980, los sindicatos die-ron muestras de haber recuperado su vitalidad. Trece breves huelgasgenerales contribuyeron a la cada de Alfonsn a mediados de 1989. Elvolte-facede Menem tras su victoria caus consternacin entre los jefessindicales que haban apoyado su campaa de eleccin; sin embargo, no

    tomaron medidas de respuesta. El resultado fue una escisin en la CGTen octubre de 1989, entre los trabajadores del sector pblico y otros quehabran de pagar la factura de las prometidas medidas de austeridad, porun lado, y el grueso de los sindicatos del sector privado que continuabanprivilegiando el dilogo con el gobierno, por otro. Los intentos de reu-nificacin en 1992 tuvieron como resultado final la ruptura definitiva, trasla cual los sindicatos disidentes formaron la Confederacin de Trabajado-res Argentinos.

    Menem compr a menudo sus apoyos, de ah que los lderes sindicalesrecibieran generosas recompensas. Los dialoguistasLuis Barrionuevo, delsindicato del sector de la alimentacin, y Jorge Triaca, jefe del sindicatode los trabajadores del plstico, fueron nombrados responsables de la

    Administracin de la Seguridad Social y de la compaa de aceros nacio-nal SOMISA respectivamente; aunque al final la magnitud de los cargosde corrupcin que pesaban sobre ellos oblig a Menem a despedir a ambos.Los cambios operados por la privatizacin, la liberalizacin comercial y lacontraccin de las obras pblicas tuvieron un impacto ms profundo enla posicin de la mano de obra. Los porcentajes de desempleo sin pre-

    ARTCULOS

    24 Argentina en el Desfile de la Victoria, Cronista Comercial, 11 de junio de 1991, citadoen Wendy HUNTER, State and Soldier in Latin America, captulo 2, United States Institute ofPeace, octubre de 1996: www.usip.org.

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    cedentes que acarrearon de los que ya se haca eco un informe delECLAC en 1994, en la cresta de la expansin econmica disminuyeronel poder de negociacin de los sindicatos25. La tendencia a largo plazo delpaso del trabajo de fbrica al cuentapropismosubempleo, marginalidad

    y desigualdad se aceler a lo largo de la dcada de 1990. Antao, lostrabajadores argentinos disfrutaban de niveles de vida comparables a los

    de los europeos occidentales. A finales del siglo, se parecan mucho msa los de aquellas que en su da fueron las naciones ms pobres de Am-rica Latina.

    No obstante prueba de la continuidad del papel pblico del movimien-to obrero organizado, Menem fracas en su intento de hacer que seaprobase la legislacin sobre flexibilizacin que habra facilitado la con-tratacin de trabajadores temporales, remuneraciones salariales por deba-jo del salario mnimo nominal y el abandono de los mtodos tradiciona-

    les de negociacin colectiva en favor de negociaciones empresa porempresa26. Entre tanto, la larga tradicin de sindicalismo militante encon-tr una lnea continuidad en la minoritaria CTA, que organiz a los emplea-dos pblicos, los profesores, los trabajadores metalrgicos radicales yotros. Bajo el liderazgo del sindicalista del sector pblico Vctor de Gen-naro, ha desempeado un papel preponderante en los cortes de autopis-ta de lospiqueterosa lo largo del 2002. El sindicato de profesores CTERAha sido uno de los grupos ms activos dentro de la CTA, reflejando laoposicin de sus miembros a la descentralizacin del sistema educativo

    argentino y a la grotesca insuficiencia de las subvenciones provinciales27.

    Sin embargo, por ms que los principales pilares del viejo bloque pero-nista se hayan visto disueltos o neutralizados, Menem demostr su habi-lidad a la hora de manipular nuevas formas de populismo que pasaranpor encima de los grupos corporativos tradicionales28. Los peronistas rein-

    ventaron la poltica de aparato durante la dcada de 1990, utilizando lasredes locales del partido para crear nuevos entramados de relacionesclientelares que recuerdan a los comitsdel Partido Radical de principiosdel siglo XX (destinados a mitigar los efectos de la economa liberal). Enlugar de organizar a travs de los sindicatos, tomaron en este periodo ladecisin de acercarse a la gente en tanto que individuos, propietarios oconsumidores. Las mujeres han desempeado un papel importante enesta ltima generacin de jefes del partido, organizando las unidadesbsicaso clulas del Partido Justicialista en el mbito de la manzana. Lalealtad se reforzaba a travs del suministro de productos para los pobres,

    ARTCULOS

    25 ECLAC, Economic Survey 1994, cit., p. 68.26 F. de la Balze, Remaking the Argentine Economy, cit. p. 109; M. V. Murillo, Labor Unions,cit., pp. 131, 170. En septiembre de 2002, el FMI contina esperando las medidas de flexi-bilizacinque considera adecuadas.27 M. V. Murillo, Labor Unions, cit., p. 164.28 Jeremy ADELMAN, Post-Peronist Argentina, NLRI/203, enero-febrero de 1994.

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    pagados con fondos pblicos pero dispensados por el partido. Actuandoen los arrabales del Gran Buenos Aires, Chiche Duhalde, la mujer deEduardo, se convirti en una de las principales practicantes de este nuevoenfoque. Los neopopulistas resucitaron los mtodos de trfico de nom-bramientos pblicos: los fieles del partido entraron en tropel en la buro-cracia, buscando la recompensa del cargo. La descentralizacin mene-

    mista aadi una dimensin suplementaria al proceso, que supona elaprovechamiento por parte de los lderes provinciales del refuerzo de supapel de proveedores de sanidad y educacin para crear nuevas formasde clientelismo29.

    Mientras que el programa neoliberal abogaba por una reduccin del gastopblico, el neopopulismo y el clientelismoque acarreaba mitigaron hastacierto punto esta tendencia. En la provincia de Buenos Aires con muchola ms grande, con una poblacin de 9 millones de personas el gasto

    creci de forma bastante sistemtica a lo largo de la dcada, como semuestra ms abajo en el Cuadro 1 (una importante proporcin de estegasto se recaud en el mbito local). En las provincias ms pobladas, Cr-doba y Santa Fe, predomin esta misma pauta. En ellas, los gobernado-res presionaron para que aumentara el porcentaje de fondos de coparti-cipacin. A medida que las tasas de desempleo empeoraban, empezarona recibir fuertes presiones desde abajo. El gobierno federal, atado con gri-lletes al sistema de convertibilidad, batall para reducir su captulo pre-supuestario y reducir el dficit presupuestario. Se creaba as un escenario

    para un enfrentamiento que no tardara en estallar en el momento en elque la economa comenz a empeorar.

    Sin embargo, por entonces la estabilidad poltica estaba asegurada.Menem logr reconciliar el neoliberalismo con las formas de la democra-cia representativa, minimizando aunque no evitando completamente elrecurso a procedimientos autoritarios. Se convirti en el primer presiden-te desde Pern en cumplir una legislatura de seis aos; en 1995, trashaber modificado la Constitucin, gan la reeleccin por otros cuatroaos.

    ARTCULOS

    29 En 2002, los informes hablan de 1.360.000 funcionarios que trabajaban en las administracio-nes provinciales y nacionales (Buenos Aires Herald, 31 de mayo de 2002). Javier AUYERO, PoorPeoples Politics: Peronist Survival Networks and the Legacy of Evita, Durham, NC 2000; StevenLEVITSKY, Organization and Labor-based Party Adaptation. The Transformation of ArgentinePeronism in Comparative Perspective, World Politics54 (octubre de 2001), pp. 21-56.

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    Conmociones externas

    Sin embargo, cuando Menem daba comienzo a su segunda legislatura,Argentina volva, tocada del primer gran golpe, a su modelo econmico.En diciembre de 1994, una brusca subida de los tipos de inters esta-dounidenses provoc un cracken el mercado mundial de bonos y la deva-luacin del peso mexicano. La popularidad de los mercados emergentescay en picado. Los capitales huyeron de Amrica Latina. Los precios delos valores bajaron bruscamente en la Bolsa de Buenos Aires a medidaque el efecto Tequilase haca notar. La economa argentina se precipita-

    ba dando tumbos hacia la recesin, hasta el punto de que el desempleose elev del 12 al 18 por 100 en apenas seis meses. La fuga de capitales

    y el descenso de las reservas hicieron cundir los temores acerca de lasupervivencia de la convertibilidad del peso. La consiguiente demanda defondos bancarios el 18 por 100 de los depsitos se perdieron en variassemanas hizo crecer la ansiedad acerca del vigor del sistema bancario en

    ARTCULOS

    Cuadro 1. Gasto provincial de Buenos Aires, en millones de pesos

    1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000

    Administracin 1.146 1.654 1.990 2.369 2.223 2.375 2.179 2.448 2.492 2.588

    Servicios deseguridad

    545 618 712 726 839 811 1.036 1.277 1.288 1.262

    Serviciossociales 2.219 2.818 3.650 4.035 3.970 4.418 5.536 5.901 6.283 6.205

    Sanidad 537 639 788 758 818 912 946 1.042 1.183 1.087

    AsistenciaSocial

    70 147 288 445 330 416 600 627 620 533

    Seguridadsocial

    250 275 248 227 186 228 257 222 257 236

    Educacin/Cultura

    1.153 1.609 2.023 2.280 2.255 2.527 3.252 3.423 3.816 3.915

    Ciencia/tecnologa

    7 8 10 10 10 11 12 12 12 15

    Programasde trabajos

    63 171 120 146

    Vivienda/planificacin

    154 104 177 177 162 198 220 259 182 215

    Agua/aguasresiduales

    48 35 115 137 210 126 187 144 94 59

    Servicioseconmicos

    169 423 493 768 745 823 888 940 774 559

    Deuda pblica 22 162 145 151 150 290 230 215 260 385

    Total 4.101 5.674 6.990 8.049 7.927 8.717 9.869 10.731 11.097 10.997

    Fuente: Direccin Nacional de Coordinacin Fiscal con las Provincias.

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    su conjunto, obligando a algunos cierres en bancos de provincia. El PIBse redujo en un 7,6 por 100 desde el ltimo trimestre de 1994 al primertrimestre de 1996.

    El currency-board system de Menem y Cavallo se mantuvo intacto. Segarantizaron los pagos de la deuda externa con las reservas del Banco

    Central, mientras el gobierno se comprometa a reforzarlas en caso denecesidad a travs de medidas de privatizacin adicionales, por ms quea estas alturas ya quedara poco por vender. Las amistades polticas PrezCompanc y otros se pusieron de acuerdo para respaldar al peso. Losespeculadores declararon un alto el fuego. Alarmado por las repercusionesde la crisis mexicana, Estados Unidos baj un poco sus tipos de inters.Pareca que Argentina haba conseguido capear el temporal. Sin embargo,el coste de financiacin del dficit presupuestario que creci de 1.300 mi-llones de dlares en 1995 a 5.600 millones en 1996, con una cada de los

    ingresos pblicos y un aumento en el pago de los intereses de la deudacoloc al pas en el primer puesto de la espiral ascendente de la deuda queculminara con la gigantesca declaracin de impago de diciembre del 2001.Durante finales de la dcada de 1990, el alza de los tipos de inters exte-riores condujo al aumento sostenido de los costes del servicio de la deuda,que a su vez acrecent esta ltima, acarreando la imposicin de tipos anms altos al pas en concepto de prima de riesgo; al mismo tiempo quese produca, tal y como sealbamos ms arriba, un enorme aumento delmonto total del dficit a resultas del sistema de convertibilidad. El peque-

    o agujero deficitario de los aos anteriores, en gran medida resultado dela privatizacin parcial de la seguridad social, comenz a abrirse30.

    Sin embargo, durante un tiempo, la apreciacin del real brasileo Car-doso haba subido los tipos de inters hasta casi un 65 por 100, en res-puesta a la Tequila crisis vino al rescate de la economa argentina, crean-do una fuerte demanda procedente de uno de sus principales mercados deexportacin31. No obstante, la recuperacin no pas de leve. Las exporta-ciones argentinas siguieron consistiendo sobre todo en bienes primarios deescaso valor aadido. La mitad de los nuevos empleos creados en este tiem-po eran temporales, con un marcado aumento del cuentapropismo. Asi-mismo, en este periodo, los problemas sociales del declive regional y deldesempleo se estaban haciendo notar cada vez ms. Las quiebras banca-rias de 1995 tuvieron un efecto desastroso sobre las finanzas regionalesde algunas partes del pas, conduciendo a una cada en picado de los in-dicadores de la sanidad y la educacin. Los dirigentes provinciales exigie-ron ms recursos. A mediados de 1996, Cavallo dimiti tras una disputa entorno al gasto sanitario, ocupando su puesto Roque Fernndez.

    ARTCULOS

    30 Mark WEISBROTy Dean BAKER, When Good Parents Go Bad: The IMF in Argentina, Cen-tre for Economic and Policy Research, Washington, DC, abril de 2002.31 Manzetti, Privatization South American Style, cit., p. 85; Geisa Maria ROCHA, Neodepen-dencia en Brasil, NLR16 (septiembre-octubre de 2002).

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    Los ingresos procedentes de la privatizacin estaban agotados. La inver-sin extranjera se estanc. Nuevas subidas de los tipos de inters esta-dounidenses multiplicaron los costes del servicio de la deuda, hinchandoel dficit. Sin embargo, lo verdaderamente crucial fue que a principios de1996 el dlar estadounidense tambin comenzara a subir. Su apreciacinsignific el punto de inflexin de la economa mundial en la dcada de

    1990: el toque de difuntos para las economas perifricas que habanatado sus monedas al dlar. Cada vez ms, conforme se acercaba el finalde la dcada, Estados Unidos fue absorbiendo todos los capitales mvilesdel mundo. Ante esta situacin, los pases que haban apostado todo a laatraccin de la inversin extranjera se vieron metidos en un atolladero32.

    A principios de 1997, los tipos de inters volvieron a subir. La brusca subi-da de los pagos de la deuda externa hizo que se extendiera el pnico, lafuga de capitales y, poco despus, el hundimiento de buena parte delsudeste asitico. Un ao ms tarde, en agosto de 1998, Rusia declar el

    impago de su deuda. Para entonces, la economa argentina haba entra-do en recesin. En contra del cuadro que haba pintado el FMI, el gobier-no present un supervit presupuestario primario durante la mayor partedel periodo sin embargo, el aumento de los costes de los intereses hizoque entrara en dficit (vase el Cuadro 2).

    Entretanto, las exportaciones continuaron dependiendo de la continua

    sobrevaloracin del real, vinculado al dlar. En enero de 1999, el realsufri un violento ataque especulativo. El gobierno de Cardoso se vioobligado a abandonar la seguridad del tipo de cambio del Plano Real,

    ARTCULOS

    32 Robert Brenner, junio de 2002 (comunicacin personal).

    Cuadro 2. Gastos e ingresos pblicos, en millones de pesos actuales

    1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2001 2001

    Ingresos totales 50.727 51.078 50.294 47.669 55.377 56.726 58.455 56.571 51.319

    Gastos totales 47.996 51.364 51.667 52.933 59.653 60.800 63.224 63.362 59.429

    - % del PIB 20,3 20,0 20,1 19,5 20,4 20,3 22,3 22,3 22,1

    Pago deintereses

    2.914 3.150 4.084 4.608 5.745 6.660 8.224 9.656 9.630

    - % del PIB 1,2 1,2 1,6 1,7 2,0 2,2 2,9 3,4 3,6

    Dficit/Supervit

    2.731 -286 -1.373 -5.264 -4.277 -4.074 -4.768 -6.792 -8.110

    Gastos primarios 45.082 48.214 47.583 48.325 53.908 54.139 55.000 53.706 49.799

    - % del PIB 19,1 18,7 18,4 17,8 18,4 18,1 19,4 18,9 18,5

    Supervitprimario

    5.645 2.864 2.710 -657 1.468 2.587 3.455 2.864 1.520

    Fuente: Secretara de Hacienda, Ministerio de Economa, Argentina.

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    permitiendo la devaluacin de la moneda. Pareca imperativo que Argen-tina sera la siguiente. El mercado brasileo estaba contrayndose rpida-mente. El sistema de convertibilidad, que ligaba el peso a un dlar al alza,tuvo un efecto devastador sobre las exportaciones. Por qu Argentina nodej que el peso cayera? Hubo sin duda una presin poltica por parte dela extensa clase media del pas, que no quera ver cmo mermaban sus

    ahorros. No obstante, la decisin se vio reforzada por el apoyo del FMI ydel Tesoro estadounidense. El pas, tal y como lo expresara un alto fun-cionario del Fondo, haba aplicado fielmente sus lecciones, hasta elpunto de que sus resultados obtuvieron el reconocimiento internacional,como atestigua la aparicin del presidente Menem junto al presidenteClinton en la reunin anual del Fondo y del Banco en 199933. En estaetapa, Menem lleg incluso a proponer el reforzamiento de la paridadmediante la dolarizacin total.

    Al mismo tiempo, las provincias arruinadas estaban empezando a darmuestras de agotamiento con las polticas neoliberales. Los paradospique-terosya haban comenzado a realizar sus cortes de carreteras, contando conel apoyo del CTA y de grupos radicales como la Corriente Clasista Comba-tiva. Frente al creciente descontento popular, las administraciones provin-ciales encabezadas por Buenos Aires aumentaron levemente su empleoen el sector pblico, que pas de 1.223.000 personas en 1996 a 1.318.000 per-sonas en 1999, en vez de llevar a cabo los despidos exigidos por el go-bierno federal.

    El retorno de los radicales

    El apoyo nacional a Menem estaba comenzando a resquebrajarse. El Par-tido Justicialista estaba tambalendose por los conflictos internos vehicu-lados por las regiones, que enfrentaban al presidente con su claro suce-sor, Eduardo Duhalde (vicepresidente a principios de la dcada de 1990,antes de convertirse en gobernador de Buenos Aires). Menem tante elterreno para una nueva reforma constitucional que le permitiera concu-rrir a una tercera legislatura, pero apenas encontr apoyos; antiguos car-gos de corrupcin y abuso de autoridad empezaban a resonar con muchams fuerza.

    En octubre de 1997, advirtiendo el agotamiento del menemismo, el msviejo de los partidos argentinos, el de los radicales, se uni con el FREPASOuno de los ms recientes para formar la Alianza. Por su parte, FREPA-SO era una coalicin de grupos de centro-izquierda que, al igual que losradicales, contaba con una composicin predominantemente de clase

    ARTCULOS

    33 Vase el discurso de la subdirectora ejecutiva del FMI, Anne KRUEGER, del 17 de julio de2002, Crisis Prevention and Resolution: Lessons from Argentina, en www.imf.org/np/spee-ches/2002/071702.htm.

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    media. Sus principales zonas de influencia electoral residan en la ciudadde Buenos Aires. Su lder Carlos Chacholvarez, profesor y antiguo pero-nista, abandon a los justicialistas en 1993 en protesta contra la descen-tralizacin escolar y la privatizacin. A pesar de su unidad contra Menem,los radicales, favorables al libre mercado, y losfrepasistasprogresistas man-tenan orientaciones marcadamente opuestas entre s. lvarez, un hbil

    comunicador, sermoneaba contra la globalizacin, mientras que otra desus principales figuras, Graciela Fernndez Mejide, defenda posicionesproteccionistas, lo cual constitua una hereja para los radicales.

    Fernando de la Ra, cabeza visible de la Alianza, era ms conocido comoconciliador y reclamo electoral que como un hombre de ideas slidas.

    Veterano radical de Crdoba, contaba con un prestigio en el mbitonacional, lo que permita esperar un slido apoyo de las provincias en laselecciones gubernamentales. En aquel momento, ocupaba el puesto de

    alcalde electo de la recin establecida Ciudad Autnoma de Buenos Aires,donde su historial, aunque no espectacular, tambin era un signo de posi-ble victoria frente a unos peronistas divididos. Era considerado seguro,estable y no manchado por la corrupcin.

    De la Ra y su compaero de viaje lvarez empataron frente a la candi-datura peronista encabezada por Duhalde en las elecciones presidencia-les de octubre de 1999. Siguiendo los consejos de un hombre de Clinton,Dick Morris, la Alianza bas su campaa en la crisis que afectaba al pas

    y ofreci una programa edulcorado de liberalismo moderado y gobiernolimpio, con vagas promesas de mejora en la sanidad y en la educacin.Bajo la direccin de Morris, De la Ra hizo hincapi en su reputacin per-sonal como garanta de seriedad y estabilidad, declarando que se sentaorgulloso de resultar aburrido. En la economa, Jos Luis Machinea,director del Banco Central con Alfonsn y uno de los miembros clave delequipo de De la Ra, era un esforzado defensor de la convertibilidad(haciendo caso omiso de la posibilidad de que el FREPASO no aceptaraesta orientacin). Machinea vea con buenos ojos las propuestas de dola-rizacin que lanzara Menem, pero sostena que para ello era preciso lle-

    var a cabo reformas estructurales previas, al objeto de eliminar el dficitpblico y liberalizar el mercado de trabajo34. Sin embargo, los mrgenesde maniobra se estaban reduciendo rpidamente. Los ingresos pblicosestaban cayendo, junto con la demanda y el consumo, mientras crecanlos dficit, hinchados por la deuda. Conforme un ajuste llevaba a otro, laeconoma continuaba cayendo en picado.

    Los justicialistas estaban divididos. Como bonaerense, Duhalde recibipoco apoyo de los gobernadores provinciales peronistas y absolutamen-te ninguno de Menem. Durante la campaa electoral, dej advertir su dis-posicin a llevar a cabo una devaluacin e incluso a declarar el impago

    ARTCULOS

    34 Financial Times, 12 de marzo de 1999.

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    de la deuda externa, lo que le vali acusaciones de que no estaba sinorecompensando a sus amiguetes del Gran Buenos Aires, a los industria-les y a los sindicatos que saldran beneficiados en caso de reducirse lacompetencia que suponen los bienes importados. Los peronistas nuncaconsiguieron superar la oposicin pblica al abandono de la convertibili-dad, mientras Menem continuaba agitando a favor de la dolarizacin.

    La posterior victoria por escaso margen de la Alianza en diciembre de1999 reflej las divisiones del bando peronista antes que el apoyo a Dela Ra; los peronistas conservaron una amplia mayora en el Congreso yen las provincias. El nico objetivo del nuevo gobierno consista en atraerms inversin extranjera y cumplir, a medida que la situacin empeora-ba, con las obligaciones de la deuda. Segn Machinea, esto se traduca enel apuntalamiento de la paridad y en el apurado del dficit presupuesta-rio, por ms que ste no pasara de un modesto 2,4 por 100 del PIB. Sin

    embargo, los intentos de reducir los fondos de coparticipacinpara dis-minuir el gasto provincial se vieron frustrados por la intercesin de losgobernadores peronistas y del Congreso, de modo que la situacin pol-tica entr en punto muerto. Se subieron los impuestos y se impusieronrecortes, pero el ahorro presupuestario un total del 2 por 100 del PIBse vio eclipsado por el aumento de los costes del servicio de la deuda.Segua sin haber signos de recuperacin. Las medidas de flexibilizacin

    que incluan la abolicin de la negociacin colectiva centralizada y delas contribuciones de los empresarios a las mutuas sanitarias dirigidas por

    los sindicatos volvieron a encontrarse con resistencias en el Congreso.Circularon informes que hablaban de un intento de soborno de los senado-res peronistas por parte del gobierno para comprar su apoyo a las nuevasmedidas. lvarez dimiti del puesto de vicepresidente, que haba ocupadodurante slo nueve meses. De la Alianza quedaba tan slo el nombre.

    Tras la burbuja

    El tiempo se haba acabado. A partir de abril de 2000, el deterioro de WallStreet marc el final del auge econmico estadounidense y el principiode un grave empeoramiento de la economa mundial. Los capitales huye-ron del pas a medida que aumentaban los pronsticos de que Argentinase enfrentaba a un duro aterrizaje. El dficit empeor, a pesar de losrecortes del gasto. En noviembre de 2000, la declaracin de impago erainminente. El gobierno se dirigi al FMI en busca de ayuda urgente. ElFondo impuso condiciones draconianas de austeridad presupuestaria. Decumplirse estas condiciones, se facilitara un voluminoso prstamo de un

    total de casi 40.000 millones de dlares para respaldar el sistema de con-vertibilidad.

    El duro recorte exigido por el FMI no hizo ms que acentuar los efectosnegativos de la deflacin, ahondando la recesin, acelerando la fuga decapitales e incrementando la posibilidad de una declaracin final de impa-

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    go. Exigir al debilitado gobierno De la Ra que combatiera el gasto en losbaluartes provinciales peronistas no era sino un modo de exacerbar losriesgos de derrumbe poltico. En un intento desesperado de aplicar los re-cortes del gasto, el gobierno aument la edad de jubilacin de las muje-res y redujo la pensin mnima del Estado. El programa de obras pblicasencaminado a reducir el desempleo y a estimular el consumo, anunciado

    a comienzos de 2001, no super la etapa embrionaria. Machinea dimiti aprincipios de marzo, despus de demostrarse incapaz de hacer que seaprobaran nuevas reducciones. Como era de esperar, Ricardo Lpez Murphy,el economista neoliberal que le sustituy, declar la guerra a los progra-mas de bienestar social y empleo de las provincias, pero se encontr conun slido frente de oposicin de los gobernadores peronistas de Buenos

    Aires, Crdoba y Santa Fe. Lpez Murphy fij entonces su atencin en laeducacin superior, sin duda porque esperaba encontrarse con un obje-tivo ms fcil, pero lo nico que consigui fue provocar la furia de los

    estudiantes universitarios. Tres semanas despus de su toma de posesin,dimiti.

    De la Ra recuper para el gobierno al ministro de Economa de Menem,Cavallo, que tras un primer intento de reducir los impuestos trat deaplicar la vieja receta de austeridad presupuestaria y reduccin del gasto.En junio, intent negociar una moratoria del pago de los intereses de ladeuda externa mediante un megacanje de aproximadamente 32.000 mi-llones de dlares. En un intento encubierto de llevar a cabo una devalua-

    cin, Cavallo propuso entonces el reajuste de los trminos de convertibi-lidad con arreglo a una tasa basada en una cesta de monedas europeas decotizacin ms baja; la operacin no pas desapercibida y fue rechazadapor el Congreso. En julio, los radicales impidieron otro recorte de las pen-siones.

    A medida que los depositantes vaciaban sus cuentas bancarias y sus cajasde seguridad, De la Ra pareca resignarse a la batalla del fin del mundo:en esta batalla me va la vida, declaraba en julio de 2001, nunca deva-luar35. El FMI exigi entonces que el gobierno consiguiera el dficit cerocomo condicin para un nuevo prstamo de 8.000 millones de dlares;en su punto de mira estaba el aumento del empleo pblico en las pro-

    vincias que lleg a crecer en unas 35.000 personas entre 1999 y 2000,con arreglo a las cifras del Fondo, considerado como uno de los princi-pales problemas presupuestarios y un sntoma de una hinchazn delsector pblico. En octubre de 2001, las elecciones de mitad de legislatu-ra pusieron de manifiesto la desorientacin y desilusin de los ciudada-nos. El voto a la Alianza se desplom; los peronistas crecieron (colocan-do a Duhalde en el Senado), sin embargo, el salto fundamental lo dieronlos cuatro millones de personas que votaron en blanco36. Las retiradas de

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    35 Financial Times, 16 de julio de 2001.36 La ley argentina castiga con multas a los no votantes.

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    depsitos bancarios llegaron a alcanzar la cifra de 500 millones de dla-res diarios a finales de noviembre, mientras que a primeros de diciembreascendan a la impresionante cifra de 1.000 millones de dlares diarios.En tales circunstancias, Cavallo estableci el corralito. El respaldo a De laRa se esfum por completo. Ya no era posible defender la convertibili-dad. Las revueltas populares de diciembre del 2001 trajeron consigo la

    huida de De la Ra, la devaluacin y la histrica declaracin de impagode la deuda.

    Qu balance podemos hacer de la larga dcada de neoliberalismo enArgentina? Sin duda, las promesas de una nueva economa basada en elcapital extranjero resultaron ser un espejismo. El desempleo creci verti-ginosamente, mientras que los sectores de exportacin de bienes de alto

    valor aadido no llegaron a materializarse. La privatizacin, gracias enparte al oligopolio de los conglomerados nacionales, ni siquiera trajo con-

    sigo eficacia, ya que como ha observado el Financial Times, Argentina hasido uno de los lugares ms caros para hacer negocios37. Se esperaba quelos dficit descendieran con el fin de los subsidios estatales a las indus-trias nacionales; por el contrario, experimentaron una hinchazn por elaumento de los costes de la deuda externa. El sistema de convertibilidadde las divisas exacerb drsticamente estos problemas a causa de susefectos deletreos