Nietzsche La Gaya Ciencia

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No nos corresponde a los filósofos separar el alma del cuerpo, como hace el vulgo, y menos aún separar el alma del espíritu. No somos ranas pensantes, ni aparatos de objetivación y de registro sin entrañas; hemos de parir continuamente nuestros pensamientos desde el fondo de nuestros dolores y proporcionarles maternalmente todo lo que hay en nuestra sangre, corazón, deseo, pasión, tormento, conciencia, destino, fatalidad. Para nosotros vivir significa estar constantemente convirtiendo en luz y en llama todo lo que somos, e igualmente todo lo que nos afecta; no podríamos en modo alguno hacer otra cosa. Y en lo tocante a la enfermedad, estaríamos tentados a preguntamos si es totalmente posible prescindir de ella. Sólo el gran dolor es el libertador último del espíritu, el pedagogo de la gran sospecha que de toda U hace una X, una X verdadera y auténtica, es decir, la penúltima letra que precede a la última... “¿Es cierto que Dios nuestro Señor está en todas partes? Preguntaba una niña pequeña a su madre, porque a mí eso me parece indecente." ¡Buena lección para los filósofos! El hombre, incluso el más nocivo, es quizás también el más útil desde el punto de vista de la conservación de la especie, pues conserva en sí mismo, o por su influencia en otros, impulsos sin los cuales la humanidad se habría debilitado y corrompido desde mucho tiempo atrás. El odio, el placer de destruir, el deseo de rapiña y de

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APUNTES PERSONALES

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No nos corresponde a los filsofos separar el alma del cuerpo, como hace el vulgo, y menos an separar el alma del espritu

No nos corresponde a los filsofos separar el alma del cuerpo, como hace el vulgo, y menos an separar el alma del espritu. No somos ranas pensantes, ni aparatos de objetivacin y de registro sin entraas; hemos de parir continuamente nuestros pensamientos desde el fondo de nuestros dolores y proporcionarles maternalmente todo lo que hay en nuestra sangre, corazn, deseo, pasin, tormento, conciencia, destino, fatalidad. Para nosotros vivir significa estar constantemente convirtiendo en luz y en llama todo lo que somos, e igualmente todo lo que nos afecta; no podramos en modo alguno hacer otra cosa. Y en lo tocante a la enfermedad, estaramos tentados a preguntamos si es totalmente posible prescindir de ella. Slo el gran dolor es el libertador ltimo del espritu, el pedagogo de la gran sospecha que de toda U hace una X, una X verdadera y autntica, es decir, la penltima letra que precede a la ltima...Es cierto que Dios nuestro Seor est en todas partes? Preguntaba una nia pequea a su madre, porque a m eso me parece indecente." Buena leccin para los filsofos!El hombre, incluso el ms nocivo, es quizs tambin el ms til desde el punto de vista de la conservacin de la especie, pues conserva en s mismo, o por su influencia en otros, impulsos sin los cuales la humanidad se habra debilitado y corrompido desde mucho tiempo atrs. El odio, el placer de destruir, el deseo de rapia y de dominacin y todo lo que en general se considera malvado pertenece a la asombrosa economa de la especie, a una economa indudablemente costosa, derrochadora y, por lnea general, prodigiosamente insensata; pero que puede probarse que ha conservado a nuestra especie hasta hoy.Lo espritus ms fuertes y malvados son los que hasta ahora han contribuido en mayor medida al progreso de la humanidad; nunca dejaron de inflamar una y otra vez las pasiones adormecidas pues toda sociedad ordenada adormece las pasiones, ni cesaron de despertar siempre el espritu de comparacin y de contradiccin, el gusto por la novedad, por las tentativas audaces, por lo nunca experimentado; ellos fueron quienes forzaron a los hombres a contraponer una opinin a otra, un modelo a otro. Agitaron armas, derribaron lmites fronterizos, vulneraron el espritu de piedad; pero

crearon tambin religiones y morales nuevas! La misma "maldad" que desacredita a un conquistadores da en todo maestro y predicador de lo nuevo, aunque se manifieste de un modo tan sutil que no ponga al punto los msculos en movimiento, ni provoque semejante descrdito precisamente por dicha sutileza. Pero lo nuevo es siempre el Mal, pues nicamente quiere conquistar, pisotear los antiguos lmites fronterizos y las antiguas piedades; y slo lo antiguo constituye el Bien! Los buenos de todas las pocas son los que cultivan a fondo los pensamientos antiguos y los aprovechan. Aunque al final este ejercicio ya no resulte y entonces sea necesario que el arado del Mal venga de nuevo a remover lo cultivado. Hay ahora una hereja fundamental de la mora, preconizada particularmente en Inglaterra, segn la cual los juicios sobre lo que es "bueno" y lo que es "malo" traduciran la suma de experiencias de lo "til" y de lo "intil"; se llama bueno a todo lo que conserva a la especie y malo a todo lo que le es perjudicial. No obstante, a decir verdad, los impulsos malvados son tan tiles, indispensables y convenientes para la conservacin de la especie como los buenos impulsos; nicamente cumplen, una funcin distinta.