Nietzsche: el resentimiento como origen del mas alla

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La genealogía de la moral 53 «de más»), se ha vestido, gracias a ese arte de falsifica- ción y a esa automendacidad propias de la impotencia, con el esplendor de la virtud renunciadora, callada, ex- pectante, como si la debilidad misma del débil --es de- cir, su esencia, su obrar, su entera, única, inevitable, in- deleble realidad- fuese un logro voluntario, algo que- rido, elegido, una acción, un mérito. Por un instinto de autoconservación, de autoafirmación, en el que toda mentira suele santificarse, esa especie de hombre ne- cesita creer en el «sujeto» indiferente, libre para ele- gir. El sujeto (o, hablando de un modo más popular, el alma) ha sido hasta ahora en la tierra el mejor dogma, tal vez porque a toda la ingente muchedumbre de los mortales, a los débiles y oprimidos de toda índole, les permitía aquel sublime autoengaño de interpretar la de- bilidad misma como libertad, interpretar su ser-así-y-así como mérito. 14 -¿Quiere alguien mirar un poco hacia abajo, al mis- terio de cómo se fabrican ideales en la tierra? ¿Quién tiene valor para ello? .. ¡Bien! He aquí la mirada abier- ta a ese oscuro taller. Espere usted un momento, señor Indiscreción y Temeridad: su ojo tiene que habituar- se antes a esa falsa luz cambiante... ¡Así! ¡Basta! ¡Hable usted ahora! ¿Qué ocurre allá abajo? Diga usted lo que ve, hombre de la más peligrosa curiosidad -ahora soy yo "elque escucha.- -«No veo nada, pero oigo tanto mejor. Es un chis- morreo y un cuchicheo cauto, pérfido, quedo, proce- dente de todas las esquinas y rincones. Me parece que esa gente miente; una dulzona suavidad se pega a cada sonido. La debilidad debe ser mentirosamente transfor- mada en mérito, no hay duda -es como usted 10 de- da.»- -¡Siga! ... y la impotencia, que no toma desquite, en 'bon- dad'; la temerosa bajeza, en 'humildad'; la sumisión a

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La genealogía de la moral 53«de más»), se ha vestido, gracias a ese arte de falsifica-ción y a esa automendacidad propias de la impotencia,con el esplendor de la virtud renunciadora, callada, ex-pectante, como si la debilidad misma del débil --es de-cir, su esencia, su obrar, su entera, única, inevitable, in-deleble realidad- fuese un logro voluntario, algo que-rido, elegido, una acción, un mérito. Por un instinto deautoconservación, de autoafirmación, en el que todamentira suele santificarse, esa especie de hombre ne-cesita creer en el «sujeto» indiferente, libre para ele-gir. El sujeto (o, hablando de un modo más popular, elalma) ha sido hasta ahora en la tierra el mejor dogma,tal vez porque a toda la ingente muchedumbre de losmortales, a los débiles y oprimidos de toda índole, lespermitía aquel sublime autoengaño de interpretar la de-bilidad misma como libertad, interpretar su ser-así-y-asícomo mérito.

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-¿Quiere alguien mirar un poco hacia abajo, al mis-terio de cómo se fabrican ideales en la tierra? ¿Quiéntiene valor para ello? .. ¡Bien! He aquí la mirada abier-ta a ese oscuro taller. Espere usted un momento, señorIndiscreción y Temeridad: su ojo tiene que habituar-se antes a esa falsa luz cambiante... ¡Así! ¡Basta!¡Hable usted ahora! ¿Qué ocurre allá abajo? Diga ustedlo que ve, hombre de la más peligrosa curiosidad -ahorasoy yo "elque escucha.-

-«No veo nada, pero oigo tanto mejor. Es un chis-morreo y un cuchicheo cauto, pérfido, quedo, proce-dente de todas las esquinas y rincones. Me parece queesa gente miente; una dulzona suavidad se pega a cadasonido. La debilidad debe ser mentirosamente transfor-mada en mérito, no hay duda -es como usted 10 de-da.»-

-¡Siga!-« ... y la impotencia, que no toma desquite, en 'bon-

dad'; la temerosa bajeza, en 'humildad'; la sumisión a

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54 Friedrich Nietzsche

!.I

quienes se odia, en 'obediencia' (a saber, obediencia aalguien de quien dicen que ordena esa sumisión, -Diosle llaman). Lo inofensivo del débil, la cobardía misma,de la que tiene mucha, su estar-aguardando-a-la-puerta, suinevitable tener-que-aguardar, recibe aquí un buen nom-bre, el de 'paciencia', y se llama también la virtud; elno-poder-vengarse se llama no-querer-vengarse, y tal vezincluso perdón ('pues ellos no saben lo que hacen 29

- ¡únicamente nosotros sabemos 10 que ellos hacen! ').También habla esa gente del 'amor a los propios ene-migos' 30 -y entre tanto suda.»

-¡Siga!-«Son miserables, no hay duda, todos esos chismo-

rreadores y falsos monederos de las esquinas, aunqueestán acurrucados calentándose unos junto a otros -perome dicen que su miseria es una elección y una distinciónde Dios, que a los perros que más se quiere se los azota;que quizás esa miseria sea también una preparación, unaprueba, una ejercitación, y acaso algo más -algo que al-guna vez encontrará su compensación, y será pagado conenormes intereses en oro, ¡no!, en felicidad. A eso lollaman 'la bienaventuranza'.»

-¡Siga!-«Ahora me dan a entender que ellos no sólo son

mejores que los poderosos; que los señores de la tie-rra, cuyos esputos ellos tienen que lamer (no por te-mor, ¡de ninguna manera por temor! , sino porque Diosmanda honrar toda autoridad) 31, -que ellos no sóloson mejores, sino que también 'les va mejor', o, entodo caso, alguna vez les irá mejor. Pero ¡basta!, ¡basta!Ya no lo soporto más. -¡Aire viciado! ¡Aire viciado! Esetaller donde se fabrican ideales -me parece que apestaa mentiras.»

- ¡No! ¡Un momento todavía! Aún no nos ha dichousted nada de la obra maestra de esos nigromantes quecon todo lo negro saben construir blancura, leche e ino-cencia: -¿no ha observado usted cuál es su perfecciónsuma en el refinamiento, su audacísima, finísima, inge-niosísima, mendadsima estratagema de artista? ¡Atien-

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da! Esos animales de sótano, llenos de venganza y deodio -¿qué hacen precisamente con la venganza y con elodio? ¿Ha oído usted alguna vez esas palabras? Si sólose fiase usted de lo que ellos dicen, ¿barruntaría que seencuentra en medio de hombres del resentimiento? ..

-«Comprendo, vuelvo a abrir los oídos ( ¡ay!, ¡ay!,¡ay! , y cierro la nariz). Sólo ahora oigo lo que ya antes

decían con tanta frecuencia: 'nosotros los buenos -nos-otros somos los justos' -a lo que ellos piden no lollaman desquite, sino 'el triunfo de la íusticia'¡ a 10 queellos odian no es a su enemigo, ¡no!, ellos odian la'injusticia', el 'ateísmo'; lo que ellos creen y esperanno es la esperanza de la venganza, la embriaguez de ladulce venganza (-'más dulce que la miel', la llamabaya Homero) 32, sino la victoria de Dios, del Dios justosobre los ateos; lo que a ellos les queda para amar enla tierra no son sus hermanos en el odio, sino sus 'her-manos en el amor' 33, como ellos dicen, todos los bue-nos y justos de la tierra.»

-¿ y cómo llaman a aquello que les sirve de consue-lo contra todos los sufrimientos de la vida -su fantas-magoría de la anticipada bienaventuranza futura?

-«¿Cómo? ¿Oigo bien? A eso lo llaman 'el juiciofinal', la llegada de su reino, el de ellos, del 'reino deDios' -pero entre tanto viven 'en la fe', 'en el amor','en la esperanza'» 34.

- ¡Basta! ¡Basta!

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¿En la fe en qué? ¿En el amor a qué? ¿En la espe-ranza de qué? -Esos débiles -alguna vez, en efecto,quieren ser también ellos los fuertes, no hay duda, algunavez debe llegar también su reino -nada menos que «elreino de Dios» lo llaman entre ellos, como hemos dicho:¡son, desde luego, tan humildes en todo! Para presen-ciar esto se necesita vivir largo tiempo, más allá de lamuerte, -en efecto, la vida eterna se necesita parapoder resarcirse también eternamente, en el «reino de