Nexo Entre Naturaleza y Sociedad

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El nexo entre naturaleza y sociedad en la Historia Ambiental. Los debates acerca de las especificidades de la “disciplina”. Si bien la historia ambiental ha cobrado relevancia recientemente, de la mano del reconocimiento de la crisis ecológica por el sector científico y por la sociedad en general, la discusión académica sobre sus objetivos y contenidos ha sido abordada desde hace pocas décadas por diversos autores en diferentes países. Algunas de estas corrientes de historiadores preocupados por la relación entre historia y medio ambiente han surgido de Europa y de América del Norte a fines de los ´80. La mayoría de las primeras contribuciones, reunidas en revistas, boletines, cursos e incluso libros , tuvieron el objetivo de fundamentar teórica e historiográficamente la conveniencia de la historia ambiental. Entre estas fundamentaciones, se hacía hincapié en la imposibilidad de seguir realizando una historia optimista con una fe ciega en el progreso y el desarrollo tecnológico a la vista de la crisis ambiental, reconocida por casi todos los gobiernos del mundo en la Cumbre de Río de 1992. Esta realidad implicaba la necesidad de un discurso historiográfico más acorde con los tiempos actuales, que reconociera los costos sociales y ambientales del crecimiento económico. Se puede decir, entonces, que la historia ambiental es un llamamiento a poner en el centro de la memoria colectiva al ser humano en inseparable relación con la naturaleza. Su objetivo es, justamente, restaurar el necesario vínculo que siempre existió entre el ser humano y su medio ambiente. (González de Molina y Martínez Alier, 2001) Además, desde la Historia Ambiental se pretende rehabilitar la naturaleza como agente histórico activo, porque el medio natural cambia más rápidamente de lo que puede parecer, sobre todo si se alteran bruscamente los lazos recíprocos entre naturaleza y cultura en los diferentes sistemas. (Galafassi y Zarrilli, 2004) Por ejemplo, el historiador estadounidense Donald Worster, considera tres ejes esenciales de la Historia Ambiental: las consecuencias de las intervenciones humanas en la naturaleza; el carácter histórico de nuestras ideas sobre la naturaleza, que se imbrican de múltiples maneras con intereses, valores y conductas referidos a otros planos de nuestra existencia y desempeñan un importante papel en nuestras relaciones con el mundo natural; y el hecho de que los problemas ambientales de hoy tienen su origen en nuestras intervenciones en los ecosistemas de ayer.

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El nexo entre naturaleza y sociedad en la Historia Ambiental. Los debates acerca de las especificidades de la “disciplina”.

Si bien la historia ambiental ha cobrado relevancia recientemente, de la mano del reconocimiento de la crisis ecológica por el sector científico y por la sociedad en general, la discusión académica sobre sus objetivos y contenidos ha sido abordada desde hace pocas décadas por diversos autores en diferentes países.

Algunas de estas corrientes de historiadores preocupados por la relación entre historia y medio ambiente han surgido de Europa y de América del Norte a fines de los ´80. La mayoría de las primeras contribuciones, reunidas en revistas, boletines, cursos e incluso libros , tuvieron el objetivo de fundamentar teórica e historiográficamente la conveniencia de la historia ambiental.

Entre estas fundamentaciones, se hacía hincapié en la imposibilidad de seguir realizando una historia optimista con una fe ciega en el progreso y el desarrollo tecnológico a la vista de la crisis ambiental, reconocida por casi todos los gobiernos del mundo en la Cumbre de Río de 1992. Esta realidad implicaba la necesidad de un discurso historiográfico más acorde con los tiempos actuales, que reconociera los costos sociales y ambientales del crecimiento económico. Se puede decir, entonces, que la historia ambiental es un llamamiento a poner en el centro de la memoria colectiva al ser humano en inseparable relación con la naturaleza. Su objetivo es, justamente, restaurar el necesario vínculo que siempre existió entre el ser humano y su medio ambiente. (González de Molina y Martínez Alier, 2001)

Además, desde la Historia Ambiental se pretende rehabilitar la naturaleza como agente histórico activo, porque el medio natural cambia más rápidamente de lo que puede parecer, sobre todo si se alteran bruscamente los lazos recíprocos entre naturaleza y cultura en los diferentes sistemas. (Galafassi y Zarrilli, 2004)

Por ejemplo, el historiador estadounidense Donald Worster, considera tres ejes esenciales de la Historia Ambiental: las consecuencias de las intervenciones humanas en la naturaleza; el carácter histórico de nuestras ideas sobre la naturaleza, que se imbrican de múltiples maneras con intereses, valores y conductas referidos a otros planos de nuestra existencia y desempeñan un importante papel en nuestras relaciones con el mundo natural; y el hecho de que los problemas ambientales de hoy tienen su origen en nuestras intervenciones en los ecosistemas de ayer.

Es así como la preocupación por las consecuencias de la degradación ambiental a nivel mundial, la realización de conferencias mundiales sobre medio ambiente a partir de los años ´70, la confirmación de la crisis ambiental con un cúmulo de evidencias científicas, la ocurrencia de accidentes y catástrofes ambientales durante los ´80 y el progresivo aumento de ONGs y movimientos socioambientales,

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entre otros acontecimientos, han creado un contexto favorable para la consolidación de la historia ambiental.

Las principales líneas de trabajo en historia ambiental han sido el estudio de las comunidades cuya evolución o desarrollo histórico está vinculado a la apropiación y explotación de algún recurso natural, la reflexión teórica en perspectiva histórica del problema medioambiental, el análisis de las relaciones extramateriales que establecen los hombres con su entorno natural, la descripción y análisis de las modificaciones del paisaje, la revisión histórica de los conflictos socioambientales, el estudio de los marcos políticos e institucionales que han permitido procesos degradativos del medio ambiente, etc. (Galafassi y Zarrilli, 2004)

Además, la historia ambiental debía conducir también a la fijación de nuevos temas de investigación. Entre ellos, el estudio de los conflictos sociales entendiéndolos como conflictos ecológicos, motivados por la desigualdad en el acceso a los recursos naturales y a la capacidad asimilativa o depuradora de la naturaleza, ha llevado a considerar en nuestro pasado la lucha por el uso y disfrute de los recursos naturales. (Martínez Alier, 2001:10)

“La nueva historia ecológica busca el contenido ecológico de los conflictos sociales rurales y urbanos, y de los internacionales.” (Martínez Alier, 1998).

La necesidad de explicar la historia desde una perspectiva que incluya la interacción del hombre con el medio ambiente puede rastrearse desde antecedentes remotos, pero ha ido desarrollándose con mayor ímpetu a medida que ha crecido nuestro conocimiento de los desastres ambientales, en el contexto de la denominada “crisis ecológica”.

La historiografía tradicional contempló –en general- a la naturaleza como algo inmóvil, en medio de procesos sociales dinámicos. Si la historia era una ciencia centrada en el estudio del cambio, esa naturaleza, en tanto pasiva e inmutable, no tenía cabida como objeto de investigación. Desde la historia ambiental, pretendemos rehabilitar la naturaleza como agente histórico activo, aunque solo sea porque el medio natural cambia mas rápidamente de lo que nos pueda parecer, sobre todo si se alteran bruscamente los lazos recíprocos entre naturaleza y cultura en los diferentes sistemas.

La historia ambiental en tanto modo de interpretación no es nueva, -la historiografía greco-romana ya la contemplaba- pero surgió con características modernas, a principios de la década de los sesenta, cuando en los ámbitos científicos internacionales comenzó a percibirse la gravedad de la crisis ambiental y aparecieron los primeros movimientos ecologistas. Dos fueron los núcleos principales donde empezó a cultivarse este nuevo campo de estudio: Estados Unidos y Francia. En América del Norte surgió de una de las escuelas más pujantes alrededor de la obra pionera de Roderick Nash , quien proponía estudiar el entorno como un tipo distinto de documento histórico, en el que los americanos habían dejado huella de sus formas particulares de organización y evolución social . En Europa, el desarrollo temprano de la Historia ambiental se debe a la Escuela

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francesa de los Annales. Del descubrimiento de la historicidad de la naturaleza y del paisaje se desprende el enorme interés de Marc Bloch en esta temática, o del otro fundador de los Annales, Lucien Frevbre, quien enfatizó las interacciones entre sociedades humanas y el medio natural en un libro pionero “La terre et l’évolution humaine”. También Emmanuel Le Roy Ladurie y Fernad Braudel “dedicaron al medio ambiente una gran capacidad explicativa en sus argumentaciones, influidos por la fuerte tradición de la geografía francesa. Preocupados por las bases ambientales en las que se asentaban las sociedades, consideraron el ambiente natural como un factor que, a lo largo del tiempo, había contribuido a modelar las formas de vida y relación de los seres humanos. Ambas escuelas se proponían también analizar cómo había cambiado su medio ambiente y con que resultados.

No fue entonces hasta la década de 1960 cuando las sociedades occidentales fueron capaces de pensar en tanto ecosistemas, donde el objetivo prioritario no fuese el crecimiento económico puro. Solamente en ese momento fue posible el desarrollo específico de una historia ambiental o una ecohistoria. Atrapados por la convicción del progreso interrumpido, los historiadores descubrimos tardíamente que lejos de producir siempre mejoras, las técnicas mas agresivas podían romper equilibrios ecológicos fundamentales. Surgió, en ese contexto, por un lado, un medioambientalismo mas cultural, desinteresado, que actuaba como corrector de la economía pura, que defendía los espacios naturales, los protegía, los conservaba. Salió a la luz también, un modelo de ambientalismo mas “oportunista” interesado en no agotar los recursos perentoriamente, se trataba mas bien de regularlos económicamente.

Hubo que esperar, por lo tanto, a la segunda mitad del siglo XX para que se produjese un importante cambio de perspectiva: el de integrar al hombre a la biosfera y adoptar posiciones biocéntricas que plantearan el problema del medio ambiente y del paisaje como una cuestión social y no solamente científica o filosófica.

Desde entonces, la Historia ambiental no ha dejado de crecer y desarrollarse, convirtiéndose incluso en una nueva manera de hacer historia y abandonando sus comienzos de un mero factor más de análisis histórico. Sin embargo, aún está en sus inicios y no existe unanimidad en torno a qué es o que debe ser la historia ambiental, tanto que han surgido muchas corrientes que, partiendo de los ambiguos orígenes historiográficos señalados, reivindican concepciones muy distintas e incluso enfrentadas.

En el contexto de América Latina de las últimas décadas, la persistente combinación de un mediocre e incierto crecimiento económico, el deterioro social y la degradación ambiental que aqueja a los países de nuestra región, ha estimulado un creciente interés por las formas de interacción entre nuestras sociedades y su medio natural a lo largo del tiempo, y por las consecuencias que se han derivado de esa interacción para ambas partes. Así, ha empezado a tomar forma en nuestra cultura una historia ambiental que, si por un lado, se nutre de los desarrollos de esa disciplina en sus vertientes europeas y norteamericanas, por el otro va adquiriendo ya un perfil y tarea propio y original.

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En nuestro caso el punto de origen de este proceso intelectual puede ser ubicado a fines de la década de 1970, cuando empezó a manifestarse un creciente interés en los problemas ambientales de la región por parte de organismos internacionales y algunas instituciones académicas. Ya en 1978, el geógrafo chileno Pedro Cunill señalaba la necesidad de establecer un horizonte histórico para el análisis de los problemas ambientales , y en 1980 Nícolo Giglio y Jorge Morello publicaron su breve artículo “Notas sobre la historia ecológica de América Latina”, única referencia al tema en la antología “Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina” que sintetizaba el estado de la discusión sobre el tema en el marco de las discusiones sobre la teoría del desarrollo.

Ahora bien, ¿qué entendemos por Historia ambiental?. La misma se desarrolla a partir de un concepto básico: los hombres no pueden desarrollar su vida (y su historia) despreciando e ignorando la historia que comparten con su hábitat. Evidentemente su devenir está sujeto al de aquél, al de su aire, al de su agua, de su tierra y al de las demás especies.

El desarrollo histórico no se circunscribe estrictamente a lo “humano”, de la misma manera que el espacio ecológico no se limita estrictamente a las relaciones biológicas, sino que se ve afectado o determinado por los procesos políticos, sociales y económicos que protagonizan los hombres y las sociedades en su ocupación de los espacios y en la utilización de sus recursos.

Para el historiador estadounidense Donald Worster , la historia ambiental se constituye a partir del diálogo entre las ciencias humanas y las naturales, que opera a partir de tres ejes esenciales. El primero consiste en las consecuencias de las intervenciones humanas en la naturaleza. El segundo se funda en que nuestras ideas sobre la naturaleza tienen un carácter histórico, se imbrican de múltiples maneras con intereses, valores y conductas referidos a otros planos de nuestra existencia y desempeñan un importante papel en nuestras relaciones con el mundo natural. El tercero es el hecho evidente de que nuestros problemas ambientales de hoy tienen su origen en nuestras intervenciones en los ecosistemas de ayer.

Dentro de ese concierto científico es que se proyecta la historia ambiental. La misma tiene entre algunas de sus principales líneas troncales de trabajo: el estudio de comunidades cuya evolución o desarrollo histórico está vinculado a la apropiación y explotación de algún recurso natural, la reflexión teórica en perspectiva histórica del problema medioambiental, el análisis de las relaciones extramateriales que establecen los hombres con su entorno natural, la descripción y análisis de las modificaciones del paisaje, la revisión histórica de los conflictos socioambientales, el estudio de los marcos políticos e institucionales que han permitido procesos degradativos del medio ambiente, etc.

Este enfoque debe partir de un principio que –como se ha señalado- ha estado en general ausente en los fundamentos de la construcción disciplinar de la historia: la existencia de una unidad indisoluble entre el hombre y la naturaleza. Ello implica introducir variables ambientales en el discurso histórico, no desde una perspectiva de “obstáculos” que para el desarrollo suponen las condiciones

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impuestas por el medio ambiente, sino desde la consideración de los hombres como componentes indisociables de la naturaleza y por lo tanto, sometidos a las leyes que ordenan su funcionamiento.

La historia debe ser comprendida entonces como el resultado de un proceso de coevolución entre el hombre y el medio ambiente, que se fundamenta en el carácter inseparable de los sistemas sociales y ecológicos. Desde esta perspectiva, la posición de la historia ambiental respecto del actual debate historiográfico no es neutral. Es posible y necesario llevar adelante un impulso globalizador de la historia –como sugiere Joseph Fontana- pero una globalización diferente, que ofrezca una visión unitaria de los seres humanos en todas sus dimensiones, en todas las relaciones con sus semejantes y con la propia naturaleza.

Plantear una Historia ambiental de América Latina equivale entonces a proponer una revisión crítica del desarrollo económico-político del continente. Implica analizar la trayectoria del crecimiento económico, volver a sacar algunas cuentas, revisar políticas erróneas, denunciar crímenes, rememorar negligencias y develar la trama del tejido político e institucional que alentó procesos de transformación y degradación ambiental ocurridos a lo largo de la historia continental.

Es también necesario, aceptar otro paradigma, el de la integración de las sociedades y de los ecosistemas y en esta dirección avanzan los ensayos reunidos en este sección. En un sentido los mismos son una demostración de la posibilidad de construir un espacio multidisciplinar, tal como pregona desde sus inicios esta perspectiva de análisis..

La historia ambiental aborda una problemática tan vasta que todavía dista mucho de haber unanimidad en torno a qué es y qué debe ser. En consecuencia, los historiadores ambientales han definido este campo de investigación de la manera más amplia posible. La mayoría de los autores coincide en que esta disciplina aspira a entender el pasado del hombre en su medio ambiente. ¿Que influencia ejercen los fenómenos y catástrofes ambientales en el devenir de las sociedades?. ¿Cual es el rol que ejerce la propagación de microbios y parásitos en la historia del hombre?. ¿Cuales son las consecuencias en el curso de las civilizaciones de las transformaciones que el hombre realiza en su ambiente?. ¿Cómo reacciona el medio ambiente ante las acciones humanas? ¿Cómo se ha transformado la idea de naturaleza en el tiempo?, son algunas de las preguntas más frecuentes que se hacen los historiadores ambientales.

Una de las principales controversias ha sido la inclusión o no de los aspectos sociales, culturales y construidos del ambiente en la definición del objeto de estudio. Sin embargo, en general, se coincide en que la historia del medio ambiente se estudia en relación al hombre. Para Worster, líder de la escuela norteamericana, con una visión más inclinada a entender el medio ambiente como naturaleza, la finalidad principal de este campo de investigación es profundizar nuestra comprensión de cómo los humanos han sido afectados por su ambiente natural a lo largo del tiempo y, al revés, como ellos han impactado al ambiente y con qué

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resultados. McEvoy, también de los Estados Unidos, plantea que “la percepción fundamental de la historia ambiental es la de considerar a la naturaleza como agente histórico y distinto, en vez de un objeto pasivo de contemplación o un telón de fondo para los actos humanos. La naturaleza no es pasiva … es un socio inseparable de la cultura humana en la historia del planeta.”

En cambio, James O’Connor plantea una visión que incluye los aspectos construidos y culturales del ambiente al señalar cómo las acciones humanas modifican la naturaleza y construyen configuraciones espaciales, agronómicas o urbanísticas, y cómo los ambientes naturales y culturales facilitan o limitan la actividad material humana. El suelo, el océano y la atmósfera no sólo se han “hecho a sí mismos, a lo largo del tiempo, sino que también han sido “hechos” en mayor o menor parte por la actividad humana. Joachim Radkau también subraya los aspectos humanos del ambiente al considerar que “la investigación ecológico histórica se integra en la investigación de la evolución a largo plazo de las condiciones de vida y reproducción humanas. Investiga cómo el ser humano mismo ha influido en estas condiciones y cómo reaccionó ante estas alteraciones. En este sentido, se dedica con especial atención a las acciones humanas involuntarias, con consecuencias a largo plazo, en las que se produzcan efectos sinenérgeticos y reacciones en cadena, junto con procesos naturales”.

Las tensiones actuales entre la sociedad y la naturaleza tienen un origen remoto y son a la vez el resultado cruzado de múltiples crisis acumuladas en el espacio y articuladas en distintas escalas temporales. Ninguna civilización ha sido ecológicamente “inocente”. En este sentido hay que considerar que la historia ambiental tiene un fuerte componente interdisciplinario. Sus relaciones con la geografía, la ecología, la biología, la economía, la demografía y el urbanismo son estrechas y necesarias. Radkau plantea que hoy día debería afirmarse unánimemente que el destino de la investigación ambiental depende fundamentalmente de la capacidad interdisciplinaria de los científicos y de la colaboración entre las ciencias naturales y humanas. No obstante, prosigue, una cierta especialización es necesaria por lo menos hasta el punto que se comprenda el lenguaje de las distintas disciplinas y se pueda relativizar o contextualizar en el tiempo la validez de sus resultados. El historiador del medio ambiente adquiere su aporte, competencia e importancia en las fronteras de las disciplinas con las que se relaciona.

¿Es la historia del ambiente o es una nueva manera de mirar la historia? En estos cuestionamientos, el término que habría que definir para seguir una indagatoria fructífera no es la historia, tan elusiva a toda aprehensión entre el devenir de las estructuras ontológicas de lo real y el acontecer de sucesos generados por acciones humanas –por deseos e intereses; por estrategias de poder o por la lucha de clases–, por todos esos móviles y motores de la historia. Es lo “ambiental” lo que redefine a la historia; es la definición sustantiva de esta forma adjetivada del concepto la que habrá de delimitar el campo de la historia ambiental. Es pues la historia del concepto de ambiente –una historia epistemológica– la que habrá de responder a la pregunta sobre la historia ambiental.

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