Newsletter abril 2012 convivium

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convivium Consultoría Desarrollo Humano Newsletter 15Año 3 • abril 2012 • Argentina “Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.” Eduardo Galeano Y si frente al conflicto… ¿nos sentamos a conversar? Parece obvio pero basta observar la realidad, la del mundo, la de nuestro país, la de las calles, la de la empresa donde trabajamos, la de nuestra casa, para ver que el desafío fundamental de nuestra época será como nos ingeniaremos para convivir, en nuestros ámbitos de actuación. El contexto en el que nos encontramos condiciona nuestro actuar, pero nadie dice que no lo podamos modificar, y así modificar y mejorar nuestras conductas. Nos recordaba Paulo Freire “que a pesar de su disfraz de iniciativa y optimismo, el hombre moderno está oprimido por un profundo sentimiento de impotencia que lo mantiene como paralizado, frente a las a veces graves dificultades que se avecinan. Es el hombre trágicamente asustado que teme la convivencia auténtica y que duda de sus posibilidades”. Y si nos ponemos a conversar en serio? Para empezar tendríamos que revertir algunas tendencias que nos llevan en muchos casos a evitar a quienes son diferentes, a eludir todo encuentro con ellos, a simplificar la problemática de los demás y a juzgar negativamente su aporte. Uno de los mayores desafíos que enfrentamos no es el de crear o imaginar ingenuamente organizaciones o relaciones libres de conflicto. El conflicto tiene carácter endémico, por tanto, la cuestión reside más bien en cómo hacer para que los antagonismos que siempre han surgido y surgen, no desemboquen en situaciones difíciles, sin retorno y muchas veces violentas; para que los hechos no nos empujen al final de las conversaciones y nos quiten la posibilidad de construir significado y desarrollar acciones superadoras. No somos iguales, porque las personas somos distintas, porque ocupamos espacios de poder distintos, porque tenemos intereses y necesidades distintas, porque no queremos necesariamente lo mismo, pero aun así podemos caminar juntos. Cuando hablamos de conflictividad, muchas veces nos Un viejo relato Un relato indígena muy difundido: Un viejo cacique Cherokee estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo: - Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí... ¡es entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad. El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza, Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad, Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y Fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la Tierra. Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo: - ¿Y cuál de los lobos crees que ganará? El viejo cacique respondió, simplemente... "El que alimentes."

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Conflictos - Acuerdos

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convivium Consultoría – Desarrollo Humano

Newsletter 15– Año 3 • abril 2012 • Argentina

“Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir,

a la voz humana

no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los

poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada.”

Eduardo Galeano

Y si frente al conflicto… ¿nos sentamos a conversar?

Parece obvio pero basta observar la realidad, la del mundo, la de nuestro país, la de las calles, la de la empresa donde

trabajamos, la de nuestra casa, para ver que el desafío fundamental de nuestra época será como nos ingeniaremos para convivir, en nuestros ámbitos de actuación.

El contexto en el que nos encontramos condiciona nuestro

actuar, pero nadie dice que no lo podamos modificar, y así modificar y mejorar nuestras conductas.

Nos recordaba Paulo Freire “que a pesar de su disfraz de

iniciativa y optimismo, el hombre moderno está oprimido por un profundo sentimiento de impotencia que lo mantiene como

paralizado, frente a las a veces graves dificultades que se avecinan. Es el hombre trágicamente asustado que teme la convivencia auténtica y que duda de sus posibilidades”.

Y si nos ponemos a conversar en serio?

Para empezar tendríamos que revertir algunas tendencias que nos llevan en muchos casos a evitar a quienes son diferentes, a eludir todo encuentro con ellos, a simplificar la problemática de

los demás y a juzgar negativamente su aporte.

Uno de los mayores desafíos que enfrentamos no es el de crear o imaginar ingenuamente organizaciones o relaciones libres de

conflicto. El conflicto tiene carácter endémico, por tanto, la cuestión reside más bien en cómo hacer para que los antagonismos que siempre han surgido y surgen, no

desemboquen en situaciones difíciles, sin retorno y muchas veces violentas; para que los hechos no nos empujen al final de

las conversaciones y nos quiten la posibilidad de construir significado y desarrollar acciones superadoras.

No somos iguales, porque las personas somos distintas, porque

ocupamos espacios de poder distintos, porque tenemos intereses y necesidades distintas, porque no queremos necesariamente lo mismo, pero aun así podemos caminar

juntos.

Cuando hablamos de conflictividad, muchas veces nos angustiamos, tenemos la sensación de puertas y palabras

Un viejo relato

Un relato indígena muy difundido:

Un viejo cacique Cherokee estaba teniendo una charla

con sus nietos acerca de la vida. Él les dijo:

- Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí... ¡es

entre dos lobos! Uno de los lobos es maldad, temor,

ira, envidia, dolor, rencor avaricia, arrogancia, culpa,

resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo,

egolatría, competencia, superioridad.

El otro es Bondad, Alegría, Paz, Amor, Esperanza,

Serenidad, Humildad, Dulzura, Generosidad,

Benevolencia, Amistad, Empatía, Verdad, Compasión y

Fe.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y

dentro de todos los seres de la Tierra.

Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le

preguntó a su abuelo:

- ¿Y cuál de los lobos crees que ganará?

El viejo cacique respondió, simplemente...

"El que alimentes."

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cerradas, y se nos hace difícil abrirnos al otro, a sus expectativas, necesidades e intereses. Nos parece complicada y trabajosa la opción de arribar a acuerdos y consensos, descubrir

y construir nuevos caminos, abrir posibilidades.

Cuando hablamos de consenso, hablamos de acuerdos, de caminar cada uno al ritmo de los pasos del otro, pero

intentando, desde la diversidad, llegar con el otro a un mismo punto. Un espacio en el que acordamos, y permitimos que ese otro también sea.

Lo cierto es que no existe una verdad absoluta, nadie es poseedor de ella. Existen si verdades consensuadas. Es decir miradas de la realidad en la que podemos coincidir con los

demás. Y en esa coincidencia, poder acordar acciones. Esto es negociar, término tan asociado al concepto de conflicto.

El hombre cabal, en su opción no niega el derecho a otro, de

optar. Está convencido de su verdad pero respeta en el otro, el derecho de juzgarse también dueño de su verdad. Intenta convencer pero no oprime a su oponente. Jamás pretende

imponer el silencio.

Cada persona mira el mundo desde quien es y quien desea ser. La mirada que tenemos de la realidad nos define y a la vez

define lo que creemos es la realidad. Por ello indudablemente en el día a día nos encontramos con otras miradas y con interpretaciones distintas de la realidad. ¿Cómo hacemos

entonces para poder decidir, actuar y estar con otros que miran distinto? Quizá un inicio sea animarnos a preguntar sobre esa

distinta y particular mirada, intentar comprender la interpretación que el otro hace de aquello que ambos estamos viendo, pero que cada uno mira distinto.

Y aquí aparece la palabra. Somos dueños de nuestra propia voz.

Todos tenemos necesidad de decir…y decimos. Y porque decimos es que desarrollamos nuestra capacidad de escuchar, y es entonces… cuando escuchamos.

En ese espacio misterioso de ruidos y silencios, creamos vínculos que nos humanizan cuando nos queremos, y que nos deshumanizan cuando nos odiamos. Nos queremos o nos

odiamos desde lo que nos decimos y desde lo que escuchamos.

El poder decir, y el poder escuchar, es el punto de partida.

Y para esto tenemos que habilitar y acondicionar el espacio de encuentro propicio, un espacio de conversación.

Conversación que incluye posibilidad de decir y coraje de escuchar.

Los momentos de cambio y de conflicto son aquellos en que el

diálogo se vuelve más necesario, y al mismo tiempo más difícil. El desafío es, si queremos diseñar nuestro futuro, permanecer como participes activos de este proceso, preservando nuestra

capacidad de reconstruirnos en el dialogo, en lugar de suprimir las voces disonantes.

Las personas, al compartir relatos valorativos, identificarán sus

intereses comunes y ese sentimiento y el vínculo que se genere, tal vez pueda promover nuevas visiones a futuro. El dialogo concreta el sentido de una nueva realidad y sienta las bases

para formas alternativas de acción.

Un dialogo es transformador cuando promueve espacios generativos y acción concertada.

El dialogo, al decir de Schnitman (1) ,pone especial énfasis en

los procesos emergentes, la responsabilidad relacional, la expresión personal, la reafirmación del otro, la coordinación y la

co-creación de nuevas realidades

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Muchos de los obstáculos importantes para el dialogo residen en nuestra formación y en algunos prejuicios, como el supuesto de una verdad única, que por lo general siempre es la mía, la

obsesión por ganar y que el otro pierda, y la culpa que nos paraliza y nos enferma.

Lo que debemos diseñar son las condiciones y los medios para

sustentar procesos de comunicación donde el significado sea buscado permanentemente y nunca se congele o complete, sino que permanezca en estado de devenir continuo.

Pero no cualquier proceso conversacional es útil para reducir la posible hostilidad, conflicto o agresión. Solo si no está dominado por críticas, antagonismos y exigencias belicosas. Caso

contrario, el conflicto puede exacerbarse.

Nadie es, si prohibimos que los otros sean.

El dialogo se nutre del amor y de la esperanza, por eso comunica.

Dice Jaspers (2), que el diálogo solo tiene estímulo y significado en virtud de la creencia en el hombre y sus posibilidades, la creencia de que solamente llego a ser yo mismo cuando los

demás también lleguen a ser ellos mismos.

En las organizaciones en las que trabajamos, ¿que sucedería si nos animamos a conversar en “tiempos de paz” y estar

preparados para “tiempos de lucha”?

¿y si intentamos conversar y reconocer nuestras diferencias que al final nos terminarán enriqueciendo?

¿y si aprendemos a escucharnos para sentirnos dignos?

¿y si conversamos para consensuar nuestros intereses y

nuestros límites?

¿y si nos contamos y compartimos los proyectos y por ahí nos complementamos?

¿y si bajamos nuestras defensas y nos respetamos, y así intentamos construir vínculos positivos?

¿y si nos animamos a levantar las prohibiciones y espantar los miedos, para decirnos y compartir lo que pensamos?

¿y si nos atrevemos a no pensar que estamos perdiendo terreno, sino que estamos ganando horizonte, y así seremos responsables del rescate de nuestra humanidad al crear ámbitos

de convivencia más saludables?

(1). Dora Fried Schnitman, PhD en Psicología, Directora de la Fundación

Interfas, Profesora de la Universidad de Buenos Aires, “Resolución de

conflictos” – “Diálogos generativos”.-

(2). Karl Jaspers, Psiquiatra alemán y Filósofo.-

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