Neuropsicologia de la impulsividad actualizaciones - Celma y Abello.pdf

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N J . C F .

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agresividad neuropsicologia

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  • Neuropsicologa de la impulsividad Actualizaciones

    Jaume L. Celma MerolaFrancesc Abella Pons

    (eds.)

  • NEUROPSICOLOGA DE LA IMPULSIVIDAD

    ACTUALIZACIONES

    Jaume L. Celma MerolaFrancesc Abella Pons

    (eds.)

  • Edicions de la Universitat de Lleida, 2012 Facultat de Medicina del texto: los autores ilustracin de portada: Pieza anatmica cedida por la Dra. Anna Casanovas del Departament de Medici-na Experimental UdL. Tincin de Mulligan. Autores de la composicin Cervell Aquarella , octubre 2012: Jaume Rossell i Soria / Xavier Calomarde i Burgaleta.

    Diseo: cat & cas

    ISBN: 978-84-8409-601-6

    Esta publicacin electrnica ha sido patrocinada por Banco Santander

  • 5NDICE

    PrlogoCarmen Piol Felis ....................................................................................................................................7

    Prefacio. De cmo dos hemisferios se unen espontneamenteJaume Celma Merola y Francesc Abella Pons ................................................................................9

    Festina lente. Conferencia-ensayo inaugural del Congreso de Salud Mental: La impulsividad en relacin con el consumo de drogasRamn Camats i Guardia ....................................................................................................................11

    Revisin del concepto inhibicin en Neuropsicologa como parte esencial de las conductas adictivasPablo Duque San Juan y Mara Megina Martn ......................................................................... 35

    Conciencia y negacin en adiccionesJavier Tirapu-Ustrroz, Mara Jos Fernndez-Serrano y Antonio Verdejo-Garca ................................................................................................................... 49

    Impulsividad como predictora del tabaquismoJ.L. Celma Merola y F. Abella i Pons ................................................................................................ 65

    La comprensin de las bases biolgicas de la personalidad en el siglo XXI:genmica de la impulsividadDavid de Lorenzo .................................................................................................................................... 81

    Autores.............................................................................................................................................................. 99

  • 7PRLOGO

    Desde el Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidadde Lleida somos sensibles a los diferentes proyectos que van surgiendo por parte de sus profesores. En este sentido, se ha apoyado la iniciativa que ahora se presenta en formato de publicacin. El grupo de trabajo sobre la impulsividad viene desarrollando una impor-tante actividad cientca, docente y divulgativa sobre el tema.

    El paciente que debe cambiar un hbito o renunciar a una dependencia suele ser acusado de falta de voluntad o de priorizar las respuestas relacionadas con el refuerzo positivo inmediato o la falta de conciencia sobre su problema. En otras ocasiones se hace referencia al gran poder adictivo de la propia substancia como causante de la esclavitud propia del adicto. El Grupo de Trabajo sobre Impulsividad pretende valorar el papel de esta funcin cognitiva en el mbito clnico. La amplia interrelacin entre los docentes y su actividad asistencial as lo facilitan.

    El presente libro es el resultado de la actividad divulgativa del Grupo y de nuestra Facultad de Medicina. El trabajo directo con los profesionales suele ser la mejor de las herramientas para conocer, aprender y generalizar todo ello a nuestras intervenciones teraputicas. Espero que su lectura benecie tambin a nuestros pacientes, objeto nal de nuestra actividad.

    Dra. Carmen Piol FelisDirectora del Departamento de Medicina

    Facultad de MedicinaUniversitat de Lleida

  • 9PREFACIODE CMO DOS HEMISFERIOS

    SE UNEN ESPONTNEAMENTE

    A veces la entropa, el azar, la casualidad y la coincidencia tienen la virtud de presen-tarse juntas. Esto les pas a los dos protagonistas de esta historia.

    Por vas diferentes llegaron al mismo punto de encuentro. Uno lleg antes, por aque-llo de ser mayor. El otro lleg despus, por lo de ser ms joven. La experiencia adquirida en el trayecto, la perspectiva y la motivacin se acoplaron a la vitalidad, la iniciativa y la inquietud.

    Puestas las cosas claras y denidos los puntos de referencia se inici el viaje. Viaje sin n, lleno de emociones, de experiencias, de conocimientos. Lleno tambin de otras perso-nas cargadas de ms motivaciones, de energas y vitalidades. Pareca un no parar, un no dejar de crecer. Como una impulsividad perptua.

    El camino sigue, la aventura afecta a ms profesionales ahora amigos.El presente libro no es ms que un alto en el camino que ha de permitir reexionar y

    disfrutar lo recorrido hasta ahora. Tambin para adquirir el mpetu necesario para hasta la prxima estacin (que ya se adivina).

    Esperamos que la lectura de esta obra ayude y permita el conocimiento de nosotros mismos. No es ms que el resultado de una efectiva experiencia formativa, que tuvo como objeto reunir a unos amigos afectados por el estudio de cerebro y pedirles que escribieran lo que antes nos haban explicado.

    El material cientco ahora presentado fue expuesto en el II Simposio sobre Impulsvi-dad, realizado en Lleida el 26 de Septiembre de 2011 y organizado por el Institut de Recer-ca Biomdica de Lleida (IRB) y el Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de esta misma ciudad.

    As lo han hecho y as se lo presentamos.

    Jaume Celma MerolaFrancesc Abella Pons

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    FESTINA LENTE. CONFERENCIA-ENSAYO INAUGURAL DEL CONGRESO DE SALUD MENTAL: LA IMPULSIVIDAD

    EN RELACIN CON EL CONSUMO DE DROGAS

    Ramn Camats i GuardiaProfesor de HistoriaUniversitat de Lleida

    Introduccin

    Me llamo Ramn Camats, y soy una persona impulsiva. Mejor dicho, de vez en cuando acto impulsivamente: hablo sin reexionar primero, tomo decisiones sin pasarlas por el tamiz de la almohada, hago alguna compra no planicada y cedo al impulso de los bombones cuando se da el caso. Adems, y en relacin tambin con el tema de hoy, he de confesar que he estado fumando cigarrillos Ducados desde los quince aos hasta que lo dej, hace slo ocho, sin ms ayuda que mi voluntad, y lo que me cost. Y usted, se ha comportado alguna vez impulsivamente? Alguien de la sala ha tenido o tiene alguna adiccin, ni que sean los caramelos? Hay algo que le haga modicar sus planes en cuan-to ese estmulo aparece? Se han enamorado alguna vez y bajo los efectos de la pasin? Nunca ha hecho o dicho algo que no hubiera pensado antes? Veo que nadie dice nada. Doy por hecho, con la venia, que el silencio es la conrmacin de que todos sabemos de qu hablamos y que reconocemos, de primera mano, la presencia y la vivencia de lo que a partir de hoy tenemos que discutir.

    Ya es la segunda vez que uno de los organizadores de este simposio me confa la tarea de dirigir unas palabras a un grupo de mdicos, psiclogos y psiquiatras. Concretamente,se me ha pedido que inaugure y contextualice el simposio. La primera peticin, en cierto sentido, es muy fcil. A todo el mundo y ms si alguna vez se ha dedicado a la poltica, como es mi caso le gusta cortar cintas, aunque slo sean virtuales. Contextualizar, sin embargo, es otra cosa... Qu debo contextualizar, exactamente?

    As, a bote pronto, se me ocurre que... Caramba! Quizs esta expresin, como otras equivalentes, de golpe y porrazo o de buenas a primeras, parece poco meditada y qui-zs un poco... impulsiva. Y lo de la impulsividad, aunque hace siglos que hablemos de ella, no es un tema sucientemente denido porque aunque nos pongamos de acuerdo con la

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    denicin y fenomenologa preero este trmino al de sintomatologa, que suena ms patolgico y que implica ya una toma de posicin, no nos ponemos completamente de acuerdo con las causas, en su naturaleza, en su tratamiento o en la disciplina que debera abordarlo. Si, en cambio, todo esto estuviera claro, seguramente no estaramos aqu, o s?

    Un vistazo a la historia y otro a la literatura y al arte, por superciales y escogidos al azar que sean, nos proporcionan multitud de ejemplos de personas que, de una manera u otra, se ajustan a alguno de los parmetros ms o menos estandarizados, aunque sujetos a discusin.

    La literatura europea se abre con un libro que empieza con las palabras: Canta, oh diosa, la clera de Aquiles... y que resulta, a continuacin, un relato excelente de violen-cia reactiva a distintos hechos: adulterio, humillacin, muerte de personas cercanas... Loque sorprende, desde la perspectiva actual, es la antropomorzacin de las emociones e impulsos anlogos hay que decir a la antropomorzacin de la naturaleza, donde se hace visible que los primeros dioses no son ms que fenmenos naturales humanizados y a la vez divinizados. As, en cuanto a la psicologa primitiva, cuando un individuo expe-rimenta un odio repentino contra alguien que, por ejemplo, ha matado en combate a un amigo, se dice que Ares, el dios de la guerra, ha tomado posesin de su pecho; cuando el furor o la ira de alguien debe ser calmada como cuando Aquiles siente el mpetu de atacar a Agamenn porque este le quita la esclava Briseida, la misma Atenea, apareciendo ante l, le dice al odo: He venido del cielo a calmar tu furor (Canto I). Y cuando se trata de explicar por qu se ha tomado una decisin precipitada, irreexiva, como consecuen-cia de la ira provocada por la ofensa, se apela a la Ofuscacin1 que afecta al corazn y al entendimiento y que hace cometer errores irreparables. Pero la Ilada slo ofrece el tono, pues toda la literatura posterior no hace ms que hablar una y otra vez de la irreexin, la impulsividad y, en general, las pasiones humanas reejando la naturaleza humana. Dejadme mencionar a Dostoievski, que en varias obras hace aparecer algunos de los ras-gos del carcter que l mismo posea y que resultan muy interesantes desde el tema que nos ocupa: la pasin por el juego (Alexei Ivanovich, alter ego del mismo Dostoievski, en El jugador), la decisin irreexiva (Nastasia Filipovna, en El idiota), la dipsomana (Fedor Karamzov en Los Hermanos Karamazov, y Marmeladov en Crimen y castigo), el juicio precipitado sin disponer de datos sucientes (Raskolnikov, en Crimen y castigo), etc. Del mundo de las artes podramos mencionar a personajes como el orfebre Benvenuto Cellinio el pintor Caravaggio, de quienes son tan conocidas tanto la genialidad de sus obras como la impulsividad conictiva y agresiva de sus vidas. Ms cerca, tanto que casi

    1. Ofuscacin, con mayscula, porque es hija de Zeus y no hace sino provocar el error pernicioso, que es otra manera de llamarla: Hija augusta es de Zeus la Ofuscacin, y es para todos tan funesta; sus pies delicados no apoya nunca en el suelo, pero s lo hace en la cabeza de los hombres y gran dao les hace, y lo mismo encarcela con sus redes uno que otro. Canto XIX. Quien emplea el argumento de la Ofuscacin es Agamenn, para justicar su decisin de tomar Briseida a Aquiles cuando este le dice que har bien en devolver a Criseidaa Crises, el sacerdote de Apolo, por el bien de los soldados que estn cayendo bajo las echas del dios.

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    nos toca en el tiempo, podemos citar el caso, ya mundialmente conocido, de impulsividad agresiva de cierto entrenador de un histrico club de ftbol (Es necesario que diga su nombre?) que no duda en poner el dedo en el ojo, literalmente, de sus adversarios depor-tivos. Es un caso digno de estudio porque, adems, tiene una gran inuencia educativa sobre millones de personas. Hay que aadir el caso de la recientemente desaparecida Amy Winehouse, conocida drogadicta que, en ms de una entrevista, haba confesado su impulsividad general: Yo no soy una mujer que piense mucho antes de actuar eran sus palabras, dichas con la misma sinceridad eso s, encomiable con la que redact la letra de su cancin Rehab. Y, por ltimo, ms gente del papel couch que tienen, de forma reconocida, ciertos rasgos impulsivos como la cleptomana: Winona Rider, LindsayLohan, Britney Spears...

    En cualquier caso, pese a la reexin precedente, tenemos un problema de deni-cin a la hora de precisar de qu estamos hablando. Los ejemplos citados no son lo que llamamos cientcos, sino que pertenecen, unos ms que otros, al saber popular; su-ciente para hablar del tema de manera informal pero insuciente a la hora de presentarlo con ms formalidad. Y, a pesar de lo que acabo de decir, una presentacin formal de la impulsividad tampoco es del todo posible. La fenomenologa de la impulsividad es bien conocida y en su denicin hay un acuerdo considerable que no se extiende, en la misma medida, en la denicin de las causas, etiologa y tratamiento. Veamos algunas de las preguntas que nacen de esta diversidad de pareceres:

    Qu es la impulsividad?

    Si los nios son, por naturaleza, impulsivos, o ms impulsivos que los adultos, no tendremos que concluir, antes ya de empezar, que la impulsividad es un rasgo ms o me-nos natural que se modica con la educacin y que, por tanto, es a ella a quien debemos apelar principalmente?

    La impulsividad, necesita atencin psiquitrica en tanto que es sntoma de determi-nados trastornos patolgicos, de enfermedades que pueden ser perfectamente etiqueta-das y diagnosticadas como tales? O, por el contrario, la impulsividad consiste solamente en una serie de rasgos de la personalidad que nicamente merecen atencin si ocasionan problemas en la vida de una persona o en su entorno? Que sea o no una patologa no queda nada claro (quien nunca ha actuado impulsivamente que tire la primera piedra), pero en cualquier caso s que tiene que ver con las pasiones. En resumen, tiene razn Eysenk y la impulsividad no pasa de ser un factor de la personalidad extrovertida o es una patologa de geometra variable?

    La impulsividad es innata o adquirida? Si es un componente del temperamento del que no somos responsables poco podremos hacer; si lo es del carcter, derivado del aprendizaje, tendremos que apelar a la educacin.

    Es un trastorno de la voluntad, una debilidad de la razn, el sntoma del predominio del cuerpo sobre el alma o, como le gustaba decir a Platn, la expresin de la materia en el espritu? Diremos que la impulsividad es una falta de voluntad o de razn? Me complace recordar, ahora, la famosa ancdota del Asno de Buridan, que tiene mucho que

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    ver con las cuestiones decisionales. Buridan era un lsofo medieval que arm que la razn era perfectamente capaz de tomar decisiones, sin necesidad de la voluntad. Unosantagonistas suyos, tratando de ridiculizarlo, inventaron una ancdota segn la cual un asno se encontraba a la misma distancia de dos montones exactamente iguales de alfal-fa. Y a pesar de tener mucha hambre, su razn era incapaz de decidir porque entre los dos montones de delicioso alimento no haba ninguna diferencia... El impulso lo tena, el pobre animal, pero no poda convertirlo en accin.

    Causas de la impulsividad

    Cul es la causa de la impulsividad? Causas neurolgicas, son evidentes. Tenemoscasos como el clsico de Phineas Cage que nos hacen apuntar en esa direccin. Pero dejando de lado esta aproximacin, sin duda muy interesante, hay que ver cules son las circunstancias. Qu pasar si la impulsividad, aparte de ser un rasgo individual, espe-cialmente marcado en algunas personas e identicable por los problemas relacionales y de equilibrio interno que presentan, es tambin un rasgo cultural? No olvidemos que pri-mero es la sociedad que el individuo... Y puede pasar muy bien que una sociedad entera, por ejemplo la nuestra, est marcada por este rasgo de la personalidad. No estoy ahora rerindome al anecdotario de los estereotipos nacionales: los alemanes son trabajado-res, los ingleses emticos, los espaoles orgullosos y celosos, los italianos lujuriosos, los africanos inconstantes y poco trabajadores... Me reero al hecho, que intentar desarro-llar mejor despus, de que nuestra forma de vida promocione unos rasgos de personali-dad tpicos, entre los que se contara este. As, del mismo modo que, como demuestra el estudio clsico de Max Weber, la tica protestante y el espritu del capitalismo, una deter-minada tica religiosa habra contribuido decisivamente a la modicacin de los hbitos de trabajo de sociedades enteras y, as, habra determinado el nacimiento de un nuevo sistema econmico, muy diferente del medieval2. Podramos aqu esbozar la hiptesis contraria: sta sera que la tica capitalista, en su modalidad de consumismo, habra con-tribuido a la formacin de un determinado tipo de persona que ha asumido los valores y normas ticos, estticos, sistemas de vida, etc. de la sociedad y que, a consecuencia de ello, extiende o generaliza el comportamiento asociado al consumismo a su vida entera. As, la facilidad existente en la obtencin de graticacin a travs de las compras acaba siendo exigida en otros mbitos donde las graticaciones no se pueden adquirir. Losbuenos resultados acadmicos no se pueden comprar, al menos no en cualquier parte; el xito social tampoco se puede comprar directamente, aunque se compre parcialmente a travs del consumo conspicuo; el xito amoroso tampoco se puede comprar, etc. Por

    2. Segn el libro de Weber, las ideas de la Reforma sobre la salvacin por la fe y no por las obras habran per-mitido el prstamo con usura en los pases o comunidades protestantes, al mismo tiempo que la prohibicin se mantena a los catlicos. Pero lo ms determinante de la tica protestante sera la idea de predestinacin y la marca, en forma de xito social y econmico, que tendran los elegidos para salvarse. Esta conviccin irracional habra favorecido un espritu de trabajo en los individuos que habran querido poseer la marca de la salvacin.

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    ello, a menudo, las frustraciones derivadas de la incapacidad de obtener fcilmente o inmediatamente las graticaciones que deseamos en cada mbito generan infelicidad.

    En cualquier caso, lo que cuenta es que la personalidad de muchos individuos se ha modelado segn el esquema pide por esa boca:s Desea y obtendrs casi de inmediato y sin mucho esfuerzos Desea todo lo que quierass Desea cuando quieras, sin planicar el deseos El deseo es bueno, no lo reprimas...

    Tratamiento de la impulsividad

    En cuanto al tratamiento, qu diremos del grado de acuerdo que tenemos en este momento? Cmo se debe curar la impulsividad: con pastillitas, como el dolor de cabeza, que vuelve una vez han pasado los efectos? Qu haremos? Nos limitaremos a recetar, cada tres semanas, una dosis de inhibidores selectivos de la recaudacin de la serotoni-na como la uoxetina o la sertralina tan efectivos? O intentaremos una terapia ms psicolgica?

    Y si es el resultado de un hbito, qu haremos? Terapia de modicacin de conducta. Y si es el resultado de la mala educacin que los nios reciben de sus progenitores? Porque es el caso, todos los presentes lo saben, que las prcticas educativas familiares, aunque de todo hay en la via del seor, son cada vez ms permisivas. As, recomenda-mos a los padres que se inspiren en el modelo educativo de sus abuelos, que establezcan lmites ms adecuados en todo, que eduquen mejor a sus hijos para que resistan a las frustraciones de la vida.

    Y si la impulsividad es, como hemos apuntado en la hiptesis, el resultado de una mo-dicacin psicolgica de la sociedad, de acuerdo con las maneras de producir y de vivir, cmo lo arreglaremos? Con una revolucin que aporte nuevos valores, costumbres y leyes?

    En cualquier caso, y para nalizar esta introduccin al tema, todo lo precedente no son ms que preguntas que estoy seguro que ustedes se plantearn durante estas jor-nadas y quizs incluso les darn respuesta. Y es que vale la pena, porque el tema, pese a ser transversal y difcil de denir debido a su multifactorialidad, no es menor. Estamoshablando de la relacin que la impulsividad tiene con la agresividad, en un sentido muy amplio, con otras conductas de tipicacin penal, como la cleptomana, la piromana, el consumo de drogas, que tiene el doble componente de salud fsica y mental y tambin el componente penal (la mayor parte de los delitos que se cometen tiene que ver con las drogas); los trastornos alimentarios, los trastornos por dcit de atencin y tambin el suicidio.

    Festina lente

    57. Ms seguros son los reexivos. Es sucientemente rpido lo que est bien. Lo que se hace deprisa, deprisa se deshace. Pero lo que tiene que durar una eternidad, debe tardar

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    otra en hacerse. No se tiende ms que a la perfeccin. Slo el acierto permanece. El en-tendimiento profundo consigue eternidades. Lo que mucho vale mucho cuesta. El metal precioso es el que tarda ms en fundirse y el ms pesado (BALTASAR GRACIN. Orculo manual y El arte de la prudencia).

    Un oxmoron es una gura literaria que consiste en poner prximas en una frase o a tocar de una misma palabra dos trminos de signicados opuestos. As, hablamos de banca tica, ciencias ocultas, inteligencia militar (este no es mo sino de Groucho Marx), realidad virtual, instante eterno o tolerancia cero. De hecho, el trmino mismo, oxmoron, ya es lo que dice. Se trata de una palabra griega, aunque inventada en el siglo XVIII, que est compuesta de dos partes, dos lexemas: oxs, agudo, puntiagudo, y , blan-do, redondeado, burro. Una cosa no puede ser, en realidad, puntiaguda y redondeada a la vez.

    He titulado Festina lente esta breve disertacin sobre la impulsividad porque esta expresin es un oxmoron perfectamente adecuado al tema que nos ocupa. Festina lente signica date prisa, apresrate lentamente. Son unas palabras que el historiador Sue-tonio atribuye a Octavio Augusto, el primero de los csares. En su obra ms conocida, Devita Caesarum II, 25,4 (La vida de los csares), Suetonio reere que Augusto lo que ms deploraba era la precipitacin y la temeridad en la direccin militar, y por eso (festina lente3, y en su versin latina) era una de sus frases ms apreciadas, junto a dos similares: Mejor es un caudillo prudente que uno temerario y Se hace suciente-mente rpido lo que se hace bien.

    Como podemos comprobar, el ms conspicuo de los emperadores romanos fue el nico que gobern 44 aos seguidos y consigui un largo periodo de paz relativa, que se extendi ms all de su reinado tena por mximas unas recetas de buen aconsejar e inculcar a las personas que tienen lo que clasicamos con el genrico de conductas del espectro impulsivo.

    3. Los romanos de una cierta cultura, tanto en la poca republicana como del imperio, se complacan en mostrar su conocimiento de la lengua de cultura: el griego. Por eso muchas citas o sentencias corrientes de entonces eran en esta lengua. El texto de Suetonio, De vita Caesarum II, 25,4 es el que sigue: Nihil autem minus [in]perfecto duci quam festinationem temeritatemque conuenire arbitrabatur. crebro itaque illa iacta-bat: . et: sat celeriter eri quidquid at satis bene. proelium quidem aut bellum suscipiendum omnino negabat, nisi cum maior emolumenti spes quam damni metus ostenderetur. nam minima commoda non minimo sectantis discrimine similes aiebat esse aureo hamo piscantibus, cuius abrupti damnum nulla captura pensari posset. Traduccin ma: En su opinin nada le convena menos a un gran capitn que la precipitacin y la temeridad, y as repeta frecuentemente el adagio griego: apresrate lentamente y este otro: Mejor es un caudillo prudente que uno de temerario. Y tambin este: se hace sucientemente rpido lo que se hace bien. Tambin deca que slo se ha de emprender una guerra o librar una batalla cuando se puede esperar ms provecho de la victoria que perjuicio en la der-rota, porque, aada, quien en una guerra aventura mucho para ganar poco parece el hombre que pesca con un anzuelo de oro, cuya prdida no podra compensarle ninguna presa.

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    Las tres mximas de Octavio Augusto son bastante buenas y apuntan, y a la vez apuntalan, la idea que de lo que se trata es de hacer las cosas bien las que se tienen que hacer externamente y tambin las cosas de la vida, las que hacemos con nosotros mismos. Hacer las cosas bien signica escoger hacerlas porque hay que hacerlas o por-que as lo creemos conveniente, por una buena razn, hacerlas cuando toca, de manera conveniente, al ritmo adecuado y terminarlas segn el horario o el calendario previsto. Lasabidura reposada de los antiguos informaba de la existencia de un tiempo propio para cada cosa y del hecho que muchas pierden su esencia si se hacen a un ritmo inadecuado o en un momento inconveniente. De ah la importancia de la eleccin del momento, de la decisin correcta. Por eso es muy conocido el adagio: Occasio calvata (la Ocasin la pintan calva. La diosa Ocasin, claro, que se representaba calva y slo con un mechn de pelo en la frente, que si uno no lo agarraba a tiempo, escapaba para no volver). El adagio remita a otro concepto, ms antiguo an, procedente de la mitologa griega: el concepto de Kairs, que designa el momento oportuno. Kairs es hijo de Kronos, dios del tiempo. El padre representa el tiempo cuantitativo, el puro transcurrir, mientras que el hijo repre-senta el tiempo cualitativo, el tiempo adecuado que tiene cada cosa, lo que indica que ha llegado la hora de una cosa.

    Podra extenderme indenidamente, citando aquel fragmento del Eclesiasts, que dice que bajo el sol hay tiempo para todo y un tiempo para cada cosa. Pero no hace falta ms. Basta lo ya dicho para situar el tema. La ubicuidad de Festina lente, en su pluralidad de formulaciones4, nos dice que siempre hemos estado preocupados por el tiempo de las acciones, sobre su oportunidad, sobre la tendencia humana demasiado humana a precipitarnos o a llegar tarde, y sobre las consecuencias, en cuanto al xito de las realiza-ciones y en cuanto a nosotros mismos, que todo ello conlleva.

    Festina lente tambin simboliza los tiempos que vivimos. Apresrate lentamente es una descripcin de nuestra manera de vivir, slo que nosotros ponemos el acento sobre el verbo y no sobre el adverbio. Vivimos, en efecto, tiempos de prisa, de mucha prisa, donde la excelencia de las cosas, de los instrumentos, se mide por la rapidez con la que se producen sus efectos, y lo mismo cabe decir de las personas entonces lo llamamos productividad. Pero no se trata slo del viejo concepto capitalista (El tiempo es oro) y el posterior encadenamiento al reloj de toda la sociedad productiva. No. Me reero a que todo lo queremos para anteayer. No tenemos espera.

    Cuando deseamos algo lo queremos en seguida, un instante despus de haberlo de-seado. Y todava queremos ms, como ya nos hemos acostumbrado, poco o mucho, a tener todo lo que queremos, necesitamos ms, cosas nuevas que nos proporcionen sen-saciones poderosas, emociones fuertes y vivas. Podramos decir que vivimos una poca de bulimia de la emocin en general. Como cada vez gracias a la facilidad con la que, por lo menos hasta ahora, en el seno de nuestra sociedad opulenta se acorta la distancia entre

    4. Festina lente es una traduccin literal del speude brades, que era un adagio griego. Pero nosotros tenemos formulaciones propias: vsteme despacio, que tengo prisa, que dicen que orden Napolen a su asistente antes de una batalla importante, o las expresiones inglesas: haste makes waste y the more haste, less speed, plus suis je presse, plus je ralentise.

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    el estmulo y la respuesta, entre el deseo y su satisfaccin, nos acercamos ms al sueo de una sociedad hedonista perfecta.

    Vivimos en una sociedad en la que aparentemente es fcil obtener aquellos pro-ductos, materiales y espirituales, que nos proporcionan satisfaccin. Todo se puede adquirir y slo hay que sacar la cartera para obtenerlo, de modo que todo el mundo lo hace. Todo ello genera carcter. Nuestra personalidad, y no me reero a la personalidad individual sino a la social, es en buena parte conformada por la manera que tenemos de vivir, por las relaciones de produccin y por las relaciones sociales y econmicas en general. Como deca Marx en la Ideologa alemana, la ideologa (derecho, costumbres, moral, ideas polticas, sociales y religiosas, etc.) no es ms que el lenguaje de la vida real. Esto signica que siempre acabamos pensando tal y como vivimos. En el mundo occidental tenemos un sistema productivo cuyos elementos estructurales y funciona-les determinan muchos aspectos de nuestra manera de ser y comportarnos, que slo por ignorancia llamamos propia y personal. Entre otros, algunos aspectos del tema que nos ocupa hoy.

    Resumidamente podemos decir que nuestro sistema productivo, en buena parte ba-sado en la fabricacin de productos para el consumo, slo se sostiene si el engranaje de fabricacin y compraventa funciona como un reloj, esto es, si se vende todo lo que se fabrica. Dejando de lado aspectos clsicos, como el precio de los productos, la sincrona entre la oferta y la demanda, etc., desde hace unos aos sufrimos una nueva crisis de sobreproduccin. Esto no es nuevo, ya que hace un siglo y medio, en los inicios del capi-talismo, ya pasaba y se resolva con crisis econmicas terribles que Marx llamaba con-tradicciones del capitalismo, que tenan que llevar a su destruccin. Durante los ltimos aos hemos conseguido evitar grandes crisis a base de incrementar el consumo. Losprocedimientos son bien conocidos: incorporacin de nuevos pases en nuestro modelo econmico, abaratamiento de los costes de produccin, globalizacin de la economa y, sobre todo, incremento del consumo.

    El incremento del consumo es la clave de bveda de todo el sistema. Si los ciudadanos de cualquier pas europeo decidieran, por ejemplo, hacer durar sus automviles tanto como fuera posible con permiso de la obsolescencia incorporada que tienen, en pocos aos la industria automovilstica de este pas quebrara. El consumo, repito, es la clave de bveda. La sobreproduccin creciente de bienes de consumo exige la existencia de un gran mercado sin lmites de saturacin en principio. Es imprescindible que sea as, pues lo contrario es el colapso del sistema. Para permitir que el engranaje funcione es necesario que los productos tengan un precio que los consumidores medios puedan asumir, lo que ya se verica en la sociedad actual, al menos en Europa; hay que incorporar al mercado mundial las personas de pases no consumidores o no consumistas, y hay que incremen-tar el consumo, sea ste imprescindible o no.

    Es necesario que todos compren, no importa qu. Este es el primer y nico man-damiento del sistema productivo capitalista. Es preciso que todos consuman produc-tos, que los compren nuevos. Para facilitar la operacin, los fabricantes han ideado la obsolescencia incorporada y articial de muchos productos (bombillas que podran durar 25.000 horas y que slo duran 1.500); la obsolescencia por renovacin y moda,

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    que hace que cualquier producto est anticuado dos meses despus de aparecer en el mercado; la obsolescencia por caducidad (el producto o el servicio se debe consumir en pocos das o semanas, esto ocurre incluso en las programaciones de servicios de peluquera que pueden ser regalados); obsolescencia por mejora constante del pro-ducto en calidad y prestaciones (no en duracin de uso en ningn caso), etc. Pero lo decisivo es que, por encima de todo, el cliente tenga ganas de comprar y compre. Esto ltimo a base de identicar, a travs de los anuncios y creando un modelo humano que asume estos valores econmicos, convertidos en sociales, transmitidos a travs de los medios de comunicacin, que muestran los modelos ms conspicuos de consumo: artistas, personas ricas, etc. Pero ahora, cuando todo el mundo puede tener de todo, lo que hace falta es que todo el mundo adopte estrategias de vida compatibles con el modelo general.

    El modelo general exige que el deseo de compra, convenientemente estimulado por la propaganda, sea posible en la realidad. Es necesario que los ciudadanos, convertidos clientes, puedan comprar tanto si sus ingresos se lo permiten o no. Para ello han apare-cido las hipotecas (que durante el boom econmico engordaban hasta permitir la adqui-sicin del coche al lado del piso), las tarjetas de crdito (que permiten aplazar el pago a nal de mes, que favorecen la compra impulsiva aunque en aquel momento no tengas di-nero, y que, adems, permiten que los pagos se puedan mensualizar en cmodas cuotas). Todo ello da juego a la propaganda que dice, insistentemente, Siga sus impulsos, compre ahora y pague despus.... Dicho de otro modo, en trminos psicolgicos: Disfrute ahora mismo del refuerzo positivo, que el negativo queda aplazado.

    Pero igual que las hipotecas, que hay que pagar, todos los refuerzos inmediatos que nos damos, como los proporcionados por las drogas, tambin tienen su precio. Slo que estas consecuencias negativas para la salud fsica y mental quedan poster-gadas meses o aos. As vemos que el comportamiento promovido preferentemente por el sistema consumista es anlogo al que se observa en las personas que tienen adicciones a determinadas sustancias. Si bien el consumo de sustancias adictivas es tan antiguo como la humanidad (vino, opiceos, etc.), nunca una sociedad y su siste-ma econmico haban promovido indirectamente y no de forma expresa unos de-terminados hbitos de conducta susceptibles de cuajar en una forma de personalidad, tan compatibles con el comportamiento humano en relacin con las adicciones. Creo, por tanto, que es perfectamente pertinente establecer una relacin entre un modelo social y econmico y un comportamiento impulsivo convertido en carcter com-patible con el uso de sustancias adictivas. No digo que el sistema econmico provoque las adicciones, sino que el tipo de comportamiento que ste promueve y ja para el mbito de la economa personal de los individuos favorece la aparicin de determi-nados hbitos que son compatibles con el consumo de sustancias. Lo dijo Aristteles: somos lo que hacemos cada da. Y, del mismo modo que la excelencia no es un acto sino un hbito, el vicio o la adiccin tambin son el resultado de una conducta repe-titiva. Y si nos acostumbramos a tener enseguida lo que deseamos y a aplazar lo que resulta doloroso, ustedes mismos.

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    Teora de la personalidad consumista/la adiccin al consumo

    La adiccin al consumo no es una patologa. Entre nosotros forma parte de la norma-lidad aquello que slo hace unos aos hubiera sido considerado un dispendio excesivo e irracional. En pocos aos hemos pasado de una compra racional y planicada en todos los mbitos a un modelo de compra en buena parte impulsivo. Y el caso no se explica nicamente por el acceso de la gran masa que llena todo el escenario al mercado de los bienes, productos y servicios. La conducta social est cada vez ms relacionada con la conducta de compra fjense que hay muchas familias que pasan tardes o das enteros del n de semana paseando por grandes almacenes o zonas de compra, tanto en los estilos y hbitos de vida como en el comportamiento social ms cotidiano.

    Esta facilidad, junto a la posibilidad de acceso al crdito inmediato, ha abierto paso a la confusin entre las necesidades primarias y las que no lo son, de modo que las compras ya no obedecen siempre a motivos funcionales necesidades primarias, sino que sirven tambin para satisfacer necesidades de autoestima y prestigio que, en so-ciedades ms antiguas, slo podan satisfacer las personas con ms poder adquisitivo, personas que buscaban en la compra o posesin de ciertas cosas el plus del prestigio, esto es, por sus propiedades sociales y autoidenticativas. Junto a estas, la ms importante en relacin con nuestro tema: compramos para graticarnos o resarcirnos de las desgracias de la vida.

    Los ciudadanos-consumidores, sin apenas darse cuenta, modican sus patrones de conducta respecto a la compra. Los criterios racionales, cognitivos, como la regulacin y el autocontrol, cada vez pesan menos. Son los impulsos cuya espontaneidad es alaba-da por los anuncios los que son adecuados: rndase a sus impulsos, dse un placer, compre e incluso siga sus adicciones . Digo esto ltimo porque el lenguaje de la pu-blicidad no encuentra dicultad en emplear el vocabulario que le parece ms apropiado para vincular determinados productos a determinadas conductas. Me reero al anuncio de Dior que dice: Pour les addictes Dior, le nouveau parfum, en el que se entiende la adiccin, aunque sea a un perfume, como algo positivo y recomendable.

    De lo que se trata, en n, es que el consumidor siga sus impulsos como gua de con-ducta adquisitiva5. Otro anuncio, este de la colonia Impulso precisamente, da el tono de lo que quiero decir. El anuncio muestra un chico joven de aspecto agradable, sentado en un banco, leyendo. Por detrs de este pasa una joven, muy bonita. La chica camina hacia un autobs. El chico, sin haberla visto, se levanta de un salto y corre hasta el lugar de venta de ores ms cercano. Compra un ramo de rosas y corre como un poseso hasta alcanzar a la chica, que ya sube por las escaleras del autobs, y le entrega del ramo de ores que acaba de comprar. Al mismo tiempo se oye una voz en off que dice: Esto es impulso. Este

    5. Para estimular la compra por impulso, los distribuidores han ideado varios mtodos: nuevas formas de distribucin de los productos en el interior de los establecimientos, nuevos establecimientos con mucha ms supercie dedicada a la venta, en la que las personas pueden pasear, colocacin de determinados productos al lado de los cajeros (para comprar un producto necesitamos verlo), etc. Adems de la aparicin de nuevos productos de bajo precio (multiplicacin de los todo a cien, de los bazares chinos, etc.).

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    ltimo ejemplo pone de maniesto que los anuncios, adems de emplear los estmulos ms elementales (recompensa en forma de sexo sugerido por este anuncio y por la ma-yora de los que hay de coches) tienen presente que la conducta de compra irracional, impulsiva, tiene que contener o ser sugerida por un arousal o detonante de la motivacin, un elemento afectivo.

    El detonante afectivo es de naturaleza interna: comprar es una especie de recompen-sa, aumenta la autoestima del individuo a veces por el reconocimiento que recibe de los vendedores y responde en general a la idea generalizada de que ser es igual a tener e igual a felicidad. Tambin puede ser de naturaleza externa: lo que el anuncio promete si compramos satisfar alguna de nuestras necesidades (sexo, afecto, etc.) Los anuncios con contenido sexual vago o explcito proliferan y, por otra parte, hemos tenido que llegar a una normativa que prohbe poner en los escaparates de las tiendas de animales de com-paa ejemplares vivos para evitar precisamente las compras afectivo-compulsivas que acababan, paradjicamente, a los pocos das, con el abandono de los animales.

    El trmino medio aristotlico

    Consecuencia de todo ello es que hemos perdido el trmino medio, que es donde se encuentra la virtud, segn Aristteles. Este autor presentaba las bases de una tica por-que de eso se trataba, de una reexin sobre la mejor manera de vivir para obtener la felicidad entendida como un saber hacer, como un saber vivir bien. La tica aristotlica no era una simple tica de la moderacin, ya tradicional en Grecia. Recuerde la sentencia escrita en el frontispicio del templo de Apolo, en Delfos: De nada, demasiado. Aristteles inauguraba la idea de que en nada, empezando por la conducta humana, hay un bien o un mal absolutos ms que en los extremos. Es por exceso y por defecto que hay el vicio. La virtud es el trmino medio entre los extremos.

    Puede parecer que el ttulo del libro de Aristteles se aparte del tema que nos ocupa. Y, en efecto, si tenemos que hablar de la impulsividad no es en trminos morales para juzgarla desde una perspectiva moral u otra. Lo que se trata es de darnos cuenta, aunque desde otra perspectiva, de que la idea de clculo racional en las acciones humanas, pre-sente todo el tiempo desde que Aristteles j las bases que luego encontraremos en Epicuro, en la losofa estoica, en el mismo cristianismo, etc. ahora la hemos perdido mucho de vista.

    Hoy en da la moda social es la tica del exceso, y no me reero a una moral del exce-so, sino a una tica, una manera o un modelo de hacer. La degradacin de la sensibilidad a la que aluda hace un momento se reere tanto a la moda de buscar situaciones y vivencias emocionalmente intensas como al hecho de querer que estas sean inmediatas y nuevas cada vez. Alguien dira que nuestra aspiracin es el hedonismo. Si estamos aten-tos al vocabulario habitual, de la vida cotidiana, maniesta una clara preferencia por las emociones fuertes en detrimento de las ms tranquilas y sosegadas. Velocidad, conductas de riesgo en general (los deportes de riesgo son muy apreciados), con constante irteo con el peligro, subidas de adrenalina, son descritos como los top emocionales que hacen que la vida valga la pena. En este sentido podramos decir que la ingesta de determinadas

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    sustancias, como el alcohol, a ciertas edades, representa uno de los exponentes de este tipo de conducta que est entre la novedad, el riesgo y el desafo.

    Si hacemos caso de lo que dicen, o incluso de lo que sugieren los anuncios, que, como sabemos, son el reejo de lo que estimula a las personas, vemos exactamente lo mismo. Ahora mismo pienso en el anuncio de una sustancia para limpiar los muebles de cocina (KH7), que se presenta con unas imgenes muy estimulantes, de carcter sexual, como ya viene siendo habitual. Es un chico que tiene que hacer la limpieza y no acaba de desen-volverse bien. Entonces, una chica le excita sexualmente con el n de darle, cuando est a punto, una botella del producto. En uno de los clips, la escena nal muestra la chica pul-sando la palanca que hace salir el producto con un chorro horizontal de color blanco... y dejamos para la imaginacin el signicado de todo. En cualquier caso, la imagen y el sen-tido del anuncio son bastante claros: usar este producto produce intensas sensaciones.

    Brave new world (O si lo preeren: un mundo feliz)

    Siguiendo con esta contextualizacin del tema, quiero referirme ahora a uno de los individuos que ms lcidamente ha anticipado buena parte del espritu hedonista e im-pulsivo de nuestra sociedad, y al mismo tiempo ha previsto la necesidad de una difusin del uso de las drogas para compensar los desequilibrios. Hablo de Aldous Huxley y de su libro Brave new world, mal traducido, tanto al espaol como al cataln, con el ttulo de Un mundo feliz. Como saben, se trata de una antiutopa que plantea la posibilidad de una sociedad perfectamente planicada, tanto en lo referente a la produccin material como a la reproduccin de las personas. Y an ms, esta sociedad planicada tiene el objetivo de garantizar la felicidad de todos los individuos que la componen, una felicidad que se consigue con la estabilidad: econmica, poltica, social, reproductiva y afectiva. As, los individuos son fabricados en serie, en varias categoras humanas, categoras que combi-nan el aspecto fsico y las capacidades intelectuales. Los individuos son desiguales, como tambin deben serlo necesariamente sus tareas en la sociedad, pero todo el mundo est contento con lo que es, con el lugar que ocupa en la sociedad, con las responsabilidades que le corresponden, porque todos estn muy bien condicionados para aceptarlo as. Seconsigue, por tanto, una sociedad estable, donde todo el mundo tiene todo lo que quiere tener y donde nadie desea lo que no puede obtener.

    Es una sociedad donde todos tienen trabajo, no existe la familia (a n de evitar los excesos y conictos emocionales de la convivencia), no existe la paternidad-maternidad porque la produccin humana es industrializada, existe un efectivo programa eugensico que hace que todo el mundo conserve una perfecta salud hasta los sesenta aos, cuando se periclita rpidamente y sin dolor; las relaciones sexuales son libres y promovidas por la educacin, y donde los pequeos desajustes que pueda haber en cuanto a la regulacin emocional de las vidas son prcticamente eliminados con el recurso, libre, gratuito y sin efectos secundarios, del SOMA, una droga que, como dice literalmente el libro, tiene to-das las ventajas del cristianismo y del alcohol y ninguno de sus inconvenientes. El SOMA,trmino que en griego signica cuerpo es una droga que, pese a su inocuidad habla-

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    mos de una novela tiene las mismas funciones (en la prctica) que tienen las drogas en nuestra sociedad: apaciguar el dolor emocional.

    El libro de Huxley es una recreacin pardica de la sociedad americana de los aos treinta, donde este autor ya ve elementos muy actuales: la produccin masiva que per-mite que el automvil, el telfono, el televisor y los electrodomsticos en general sean relativamente baratos y ampliamente disponibles en todas las partes del mundo civiliza-do. Pero tambin ve la incipiente, y a la vez ya considerable, inuencia de la propaganda en los hbitos de consumo de la gente. Esta es una de las cosas ms parodiadas en la novela, que se recrea con frases hipnopdicas como: Spending is better than mending6,frase que todos los individuos escuchan miles de veces desde la ms tierna infancia, de modo que se convierte en un axioma, una verdad indiscutible, que condicionar toda su conducta adquisitiva. As es como los planicadores sociales condicionan los individuos para que crean que siempre es mejor comprar algo nuevo que no arreglar algo viejo, he-cho que resulta decisivo a la hora de mantener indenidamente la economa de consumo conspicuo y constante, que es el fundamento y condicin de posibilidad de la estabilidad econmica y, a la vez, poltica del mundo entero7.

    Lo ms interesante del libro en cuanto a nuestro tema es el retrato de las relaciones humanas de un mundo en el que no hay relaciones humanas en el sentido estricto. Lohemos dicho ya: el afecto es proscrito no con violencia, sino con el condicionamiento, la familia no existe, no existe tampoco la experiencia de la maternidad-paternidad ni la de liacin... y no hay ninguna otra razn de fondo que las emociones demasiado fuer-tes son evitadas con el n de conseguir individuos estables que puedan constituir una sociedad estable.

    La felicidad es entendida, en Brave new World, como el resultado global de la estabi-lidad afectiva, econmica y somtica. El sexo es meramente recreativo, la promiscuidad es estimulada por la enseanza hipnopdica con frases como Todo el mundo pertenece a todo el mundo. Se trata de que las necesidades y deseos sexuales encuentren la fcil satisfaccin, de acuerdo con el modelo general, y que la distancia entre el deseo y su culminacin sea lo ms corta posible. Una vez, Mustafa Mond, que es uno de los diez

    6. Es mejor gastar que no arreglar o zurcir. El contexto es un dilogo entre Lenina y una amiga sobre la com-pra de piezas de ropa. Hay que comprar siempre de nuevas o es mejor arreglarlas? El consejo consumista que se da a los nios desde muy tierna edad es que siempre es mejor comprar.

    7. Estabilidad dijo el Interventor. Estabilidad. No hay civilizacin sin estabilidad social. No hay estabilidad social sin estabilidad individual (...) Estabilidad, la primera y ltima necesidad. Estabilidad, por eso fue creado todo lo que vemos (...) El impulso parado se derrama, y este impulso que se derrama es sentimiento, es pa-sin, es locura: todo depende de la fuerza de la corriente y de la altura y la resistencia del dique. La corriente que no encuentra obstculos uye suavemente por los canales previamente sealados, hacia el bienestar. El embrin tiene hambre y da tras da la bomba de sucedneo de sangre gira sin parar a 800 revoluciones por minuto. El nio decantado llora; inmediatamente aparece una enfermera con una botella de secrecin externa. El sentimiento se exaspera en el intervalo entre el deseo y su consumacin. Abreviemos este inter-valo, derribemos estas barreras innecesarias y la estabilidad ser alcanzada. Afortunados muchachos dijo el Interventor. No hay que escatimar esfuerzos para hacer que sus vidas sean sencillas, emocionalmente, para librarnos, en lo posible, de todo tipo de emociones. Aldous Huxley, Brave new World.

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    interventores mundiales, mantiene una conversacin con un grupo de adolescentes. Voy a reproducir un fragmento que da el tono general de las consideraciones que llevaron al diseo de esa sociedad tan especial.

    Consideren sus propias afecciones dijo Mustaf Mond. Alguien de ustedes ha topado nunca con obstculos insalvables? La pregunta fue contestada con un silencio negativo.Alguien de ustedes se ha visto obligado a vivir un largo tiempo entre la conciencia de un deseo y su cumplimiento?Bueno... yo comenz uno de los chicos, y vacil.Hable le orden el DIC. No haga esperar su Forderia.Una vez tuve que esperar casi cuatro semanas para que me aceptara una chica que yo quera.Y sinti una fuerte emocin?Horrible!Horrible! Exactamente. Nuestros antepasados eran tan estpidos y cortos de vista que cuando salieron los primeros reformadores y les ofrecieron librarlos de estas horribles emociones, no quisieron saber nada.

    Nuestra sociedad, que corresponde a la de los antepasados a los que se ree-ren las palabras del personaje de la novela, no est muy lejos, desde luego, de lo que esta representa. Ciertamente, todava no producimos criaturas en serie, pero la lo-sofa hedonista es la misma. No tenemos una losofa social y poltica explcita que precie la estabilidad social por encima de todo, pero s que estamos avanzando en la lnea de lo que la novela antiutpica anticipa. Huxley no inventa nada. Embrionaria-mente, durante el primer tercio del siglo pasado, la sociedad americana, en la som-bra del consumismo, cre las condiciones ahora ya planetarias de una socializa-cin en los valores y costumbres del hedonismo y la impulsividad, una sociedad sin espera, una sociedad que educa individuos que tienen enormes dicultades en apla-zar el placer, la recompensa o simplemente el alivio de una situacin penosa o difcil.Todo ello es humano, demasiado humano. Y sin embargo, qu posibilidades tiene una civilizacin que no es capaz de formar a sus miembros para el esfuerzo continuado sin recompensa inmediata?

    Paciencia

    Seor, quisiera que me concedieras la virtud de la paciencia. Pero date prisa, por favor! ANNIMO

    Me gusta que las cosas ocurran exactamente cundo yo quiero, Odio que me hagan per-der el tiempo, Hazme el informe urgentemente. Hay que ver qu lenta es la gente!, Ya va siendo hora de que cambien las cosas, Date prisa, que llegamos tarde, Lo necesito ahora mismo!, Por qu no me ha llamado todava?, Me muero porque sea viernes! o No soporto que me hagan esperar.

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    Todas las expresiones precedentes son tpicas de la falta de paciencia, de la incapa-cidad o dicultad para esperar. No tienes espera me deca mi abuela cuando, a la hora del desayuno, yo quera sacar del borde de las brasas las rebanadas de pan que ella haba puesto a tostar. Indefectiblemente, si sacaba la tostada antes de tiempo, no estaba lo sucientemente hecha y crujiente. Hay una parbola muy aleccionadora al respecto que tiene por conclusin la idea de que el individuo corriente, a menudo, cuando emprende una cosa la daa porque tiene demasiada prisa por terminarla y ver el resultado. Se suele atribuir a Lao Tse. La historieta cuenta que un hombre paseaba por el campo, aburrido, sin nada que hacer. De pronto se encontr un capullo de mariposa y decidi llevrselo a casa para distraerse un rato viendo como sta naca. Despus de veinte minutos observando la crislida, empez a notar como la mariposa luchaba para poder salir a travs de un diminuto oricio. El hombre estaba realmente excitado. Nunca haba visto nacer a una mariposa. Sin embargo, fueron pasando las horas sin que aparentemente hubiera ningn cambio. El cuerpo del insecto era demasiado grande y, el agujero, demasiado pequeo. Impaciente, el hombre decidi ayudarle. Cogi unas tijeras y, despus de hacer un corte lateral en la crislida, la mariposa pudo salir sin necesidad de hacer ningn otro esfuerzo.

    Satisfecho de s mismo, el hombre se qued mirando a la mariposa, que tena el cuerpo hinchado y las alas pequeas, dbiles y arrugadas. El hombre se qued a su lado, esperando que en cualquier momento el cuerpo de la mariposa se contrajera y deshinchara y esperan-do, al mismo tiempo, que sus alas crecieran y se desplegaran. Estaba ansioso por verla volar.Sin embargo, debido a su ignorancia, disfrazada de bondad, aquel hombre impidi que la restriccin de la apertura del capullo cumpliera con su funcin natural: dar tiempo a la mariposa para que los uidos de su cuerpo nutrieran, desarrollaran y fortalecieran sus alas antes de salir al mundo y empezar a volar. La impaciencia del individuo, evidentemente, provoc que la mariposa muriera antes de convertirse en lo que estaba destinada a ser.

    El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en acabar. (LAO TSE).

    La paciencia es una virtud, lo digo as sin querer parecer moralista. Paciencia viene del latn, patere que signica sufrir. Pero la etimologa es ms lejana puesto que, en griego, el trmino pathos se reere a todo lo que se siente o experimenta; es decir, estados del alma, tristeza, pasin, sufrimiento, enfermedad (patologa)... Sentidos que conservamos actualmente en varios trminos de uso habitual.

    De la paciencia se ha dicho de todo. Para unos es la forma menor de la desesperacin, slo que disfrazada de virtud. Para otros, en cambio, la paciencia parece la menos heroica de las virtudes slo porque tiene menos apariencia de herosmo. En cualquier caso, la paciencia, entendida como disposicin que permite adaptarse a los desajustes del tiempo entre el deseo y la satisfaccin o que permite asumir las frustraciones (por la negacin de la posibilidad de satisfaccin), es una virtud/calidad muy til.

    La paciencia es un amortiguador de la conciencia, un mecanismo de defensa frente a la adversidad: la espera, el fracaso, la frustracin. A veces, la paciencia pasa por un autoen-gao nos decimos que tarde o temprano llegar lo que esperamos pero en realidad es

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    una estrategia emocional y, a la vez, cognitiva. Quiero decir que sabemos que no se puede tener todo, y sabemos todava ms que no se puede tener todo en el momento que lo de-seamos. Por todo ello, la paciencia funciona como uno de los mejores antdotos: estrate-gias mentales o hbitos morales no importa cmo la llamemos contra la impulsividad.Desde una perspectiva ms psicolgica, la paciencia es la capacidad mental que permite aplazar, controlar impulsos y perseverar en una conducta a pesar de las dicultades u obstculos que se puedan encontrar. En este punto, la conexin con la voluntad y con su calicativo ms preciado, la constancia, est muy clara.

    Dada su estrechsima relacin con conductas sociales, la paciencia ha sido objeto de anlisis desde la perspectiva losca y desde la tica. El estoicismo fue una loso-fa de la antigedad que hizo de la paciencia, del saber sufrir, la clave de bveda de su moral prctica. De hecho, el estoicismo es una losofa de la paciencia, una forma de pensar para cuando las cosas van mal. En la tradicin estoica (Epicteto fundamental-mente) los actos del alma dependen de nosotros, al igual que la eleccin fundamental del bien y del mal. En cambio, todo lo que depende del cuerpo o de las relaciones so-ciales escapa de nuestro control. De lo que se trata, pues, es de aceptar lo que la vida nos da y, en consecuencia, el sabio no puede esperar otra cosa que asumir su destino.Para el estoicismo, el bien y la virtud consisten en vivir de acuerdo con la razn, evitando las pasiones (pathos). Las pasiones no son sino desviaciones de nuestra propia naturaleza racional. La pasin es lo contrario de la razn, es algo que pasa sin que lo podamos con-trolar, por eso hay que evitarla. Se trata de vivir libres de pasiones. Las reacciones, como el dolor, el placer o el temor, pueden y deben dominarse a travs del autocontrol ejercitado por la razn, la impasibilidad (aptheia, de la que deriva apata), la imperturbabilidad (ataraxia) y la alegra serena (eutimia8), que permiten la felicidad (eudaimonia). Estassurgirn de la comprensin que no hay bien ni mal en s, puesto que todo lo que pasa es parte de un proyecto csmico determinista. Slo los ignorantes desconocen el logos universal y se dejan arrastrar por sus pasiones. El sabio ideal es aquel que vive conforme a la razn, est libre de pasiones y se considera ciudadano del mundo.

    El Cristianismo, que en tantos aspectos se abreva en las fuentes de la losofa estoica, considera la paciencia una virtud cardinal (tambin la llamada templanza), que se opo-ne a la ira. sta, a su vez, se dene como un sentimiento de frustracin o de irritacin extrema ante una amenaza real o imaginaria que encuentra expresin en una reaccin impulsiva de carcter agresivo. Para el Cristianismo, el arquetipo de la paciencia es Job, el cual, con los ltros pertinentes, no es ms que una representacin bblica del sabio es-toico que resiste a la adversidad sin quejarse. El Cristianismo, si se quitan las adherencias estrictamente religiosas a su concepto de paciencia (Lucas 21:19: Con vuestra paciencia ganaris vuestras almas9) en el fondo no dice otra cosa que lo que la tradicin griega

    8. Me permito recordar que la psiquiatra tiene denida una de las modalidades depresivas con el nombre de distimia depresiva, que tiene bastante incidencia hoy en da.

    9. Otros textos del Cristianismo sobre la paciencia: Carta a los Hebreos 10:36 Porque os es necesaria la pa-ciencia, porque habiendo hecho la voluntad de Dios, tengis la promesa. Aqu tiene el sentido de esperanza,

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    sostena desde el siglo quinto antes de Jesucristo. Los padres del Cristianismo, que en algn caso son tambin lsofos, como San Agustn, por ejemplo, denen la paciencia como la fortaleza del alma frente a las pasiones en general y a la impulsividad en parti-cular, con unas frmulas que recuerdan lo que dice el budismo.

    Control de las emociones

    69-No rendirse a los malos humores. El gran hombre nunca se sujeta a las variaciones anmicas. Es una leccin de prudencia la reexin sobre s mismo, conocer su verdadera disposicin y prevenirla e incluso desviarse hacia el otro extremo para hallar el equilibrio del buen sentido entre la naturaleza y el arte. Conocerse es empezar a corregirse. Hay monstruos de la impertinencia que siempre estn de algn humor y los afectos varan con ellos; eternamente arrastrados por esta grosera destemplanza se arriesgan de modo con-tradictorio. Y no slo corrompe la voluntad este exceso, sino que alcanza al juicio, y altera la voluntad y el entendimiento. BALTASAR GRACIN. El arte de la prudencia.

    No podemos controlar nuestras emociones, en el sentido de que podemos hacerlas desaparecer como si nada. No podemos evitar sentir rabia por las decisiones y accio-nes del jefe laboral, ni tampoco odiarlo por sus injusticias, pero por lo menos podemos razonar para evitar la manifestacin de estos sentimientos, que en nada nos ayudara. A veces, ni el mejor razonamiento que nos hacemos evita que sintamos envidia de un compaero, amigos o parientes que tienen suerte, y alcanzan una posicin inmerecida (al menos as nos lo parece), pero s podemos evitar parecer envidiosos y quedar retratados como tales. Tampoco nos lamentamos del amor que sentimos por alguien, pero s del momento en que lo manifestamos, inoportunamente y de manera inadecuada.

    Quiero decir con esto que lo que s podemos aprender es la manera de gestionar con una cierta racionalidad la expresin de nuestras emociones y que en eso consiste buena parte del autocontrol, del dominio de uno mismo. Tampoco se trata de que nos convirtamos en un Mr. Stevens10, el mayordomo de Darlington Hall, un personaje que cree obsesivamente que la excelencia en su profesin se consigue mostrando dignidad, esto es, un perfecto control de las propias emociones y de la situacin. Es la tpica ema inglesa llevada hasta el extremo. Tanto es as que cuando su propio padre, agonizando de un ictus en la misma casa donde trabajan los dos, Stevens no le atiende pero s deja que lo hagan otros para cumplir mejor con su deber. Sus deberes profesionales pasan por delante de los liales.

    La historia de la losofa est llena de elucubraciones sobre la relacin entre la mente y el cuerpo, sobre las pasiones, sobre la voluntad, las emociones humanas... Las primeras reexiones sobre el tema forman parte del mito, que luego se racionalizar a travs de los textos dramticos que nos han llegado en el contexto de nuestra cultura grecorro-

    de saber esperar, aunque sea una espera estrictamente religiosa. Carta a los Efesios 4:2 Con toda humildad y mansedumbre, soportndoos con paciencia unos a otros en el amor.

    10. Protagonista de la novela inglesa: The remains of the day, (lo que queda del da) de Kazuo Ishiguro.

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    mana bajo el nombre genrico de tragedia griega. Platn, a su vez, simplic el tema suponiendo que el ser humano es bsicamente un alma encarcelada en un cuerpo y que slo este era el culpable de todas las malas inclinaciones de aquella, identicadas como deseos y necesidades del cuerpo11. El Cristianismo se abreva a travs de San Agustn de Hipona de esta concepcin antropolgica, esto en varios sentidos, y uno de los ms conspicuos y conocidos son los pecados capitales: gula, lujuria, ira, envidia, pereza... Uno de ellos, la ira, ser opuesto por la misma doctrina religiosa a la templanza. Y una y otra sern, respectivamente, en terminologa actual, la impulsividad que lleva a acciones agresivas de palabra o de obra, y el control emocional o control de los propios impulsos.

    Platn matiz su dualismo antropolgico extremo en sus libros La Repblica y Fedro,y en este ltimo representa el alma como un carro tirado por dos caballos, uno blanco y uno negro, y un auriga que dirige. Los caballos representan las pasiones, irascibles y concupiscibles, respectivamente, mientras que el auriga representa la parte racional. Lasalud del alma ya no consiste nicamente, como en el Fedn, en el desapego respecto del cuerpo, sino en el control racional de los deseos. Es interesante remarcar que Platn admite, de forma clara, que sin las pasiones (caballo negro: concupiscencia, avidez, gula, etc., y caballo blanco: fortaleza, pero tambin irascibilidad y afn de dominio...) no habra movimiento, y el carro, esto es, el ser humano, sera un ser sin motivaciones, sin voluntad, sin vida. En cualquier caso, la idea de que el control racional sobre las emociones y deseos del cuerpo constituye la salud del ser humano Platn llega a decir que tambin del es-tado se abre paso, y lo hace de una manera que llega hasta la actualidad.

    Los lsofos epicreos, que son los que dan nombre a la tica hedonista qu para-doja, verdad? son, sorprendentemente, los que con ms acierto hablan de la necesidad de controlar las propias emociones. De hecho, fue el propio Epicuro quien, en la Carta a Meneceo, dice que lejos de ceder a nuestros impulsos, que nos llevaran a intentar sa-tisfacer todos nuestros deseos, debemos aprender a calcular cules debemos satisfacer y cules no, porque no son necesarios todos. El concepto es que para ser felices no se deben intentar satisfacer todos los deseos, sino reducir el nmero para no sufrir. Arma Epicuro que el placer es el principio y el n de la vida feliz. Pero atencin, el placer no es, como podra esperarse de un hedonista, el de los libidinosos o los glotones, sino la simple ausencia de dolor. Una ausencia de dolor que no es otra que la que deriva de tener pocos deseos fciles de satisfacer y que renuncia a satisfacer deseos que proporcionan placeres de los que se derivan dolores mayores12. As pues, hablamos de un clculo. La

    11. Esta concepcin es desarrollada en el dilogo Fedn, que relata la muerte de Scrates. En otras obras, como La Repblica, o el Fedro, Platn matiza sustancialmente su postura respecto del cuerpo. Conservandoel dualismo antropolgico, admite que la salud del alma no consiste slo en el dominio del cuerpo. El alma arma tiene diferentes inclinaciones: concupiscible, irascible y racional. La razn, identicable con el alma racional, debe controlar a las otras dos partes.

    12. Lo hemos considerado el bien primero y originario, y nos sirve como punto de partida para elegir y recha-zar, y a l nos referimos para juzgar cualquier bien desde el criterio que marca la sensacin. Dado que es este el bien primero y connatural, no elegimos, por tanto, cualquier placer, sino que hay ocasiones en las que son muchos los que dejamos de lado, cuando consideramos que los acompaa una aiccin an mayor. Creemos

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    felicidad, basada en el placer ausencia de dolor, no consiste ms que en el resultado del clculo inteligente que evita el dolor y que busca la moderacin.

    As, con el hedonismo se llega a la idea paradjica de que la templanza contemplada como una virtud racional que cuenta benecios y perjuicios mirando al futuro es la clave de la felicidad o paz del espritu y del cuerpo.

    Termino este repaso de la historia de la losofa con Spinoza, el sabio judo de Am-sterdam. Este lsofo cartesiano le debe poco, sin embargo, a Descartes, en cuanto al tema de las relaciones entre el alma y el cuerpo. Descartes haba dejado un problema sin resolver: el de la comunicacin de las sustancias. La absoluta heterogeneidad del alma y el cuerpo haca difcil entender cmo podan inuirse mutuamente, y la explicacin segn la cual esta comunicacin se daba en la glndula pineal resultaba fantasiosa. Laimagen cartesiana de un alma dirigiendo el cuerpo como un piloto su barco que ya es un tpico, aunque sesgado no se sostena, como tampoco lo haca su idea de que el alma puede controlar completamente pasiones y emociones. Por ello, Spinoza arma que alma y cuerpo son dos modos de la misma sustancia, esto es, su unin es ntima y sin relacin de precedencia. En su tica, Spinoza trata concienzudamente el tema de los afectos13 (las emociones, segn el vocabulario actual) y los sentimientos que nacen de ellos. Es interesante remarcar que algunos neurlogos actuales, como Antonio Damasio, en su Looking for Spinoza, reconocen en este lsofo un precedente en el tipo de anlisis que considera las emociones de base siempre somtica como determinantes en el mbito del razonamiento y de los sentimientos humanos. Sintticamente, y para decirlo con William James: no lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos.

    En cualquier caso, Spinoza sostiene que la fuerza de los afectos podemos aadir el deseo, que eventualmente conduce a la impulsividad, inmensa como es, puede ser con-trarrestada por conocimiento de las causas que estas tienen. Esto es, y ms especca-mente, por el conocimiento de las causas de las emociones negativas o inadecuadas y el conocimiento de su mecnica entera. As, el individuo que es consciente de los estmulos emocionalmente competentes puede sustituirlos por otros capaces de producir estados sentimentalmente ms positivos. En trminos ms sencillos, diramos que se trata de ser capaz de sugerirse a uno mismo pensamientos positivos que nos distraigan o permitan compensar los negativos. Y esto vale tanto para la tristeza que nos embarga como para el impulso que nos arrastra.

    que hay dolores que son preferibles a los placeres en el caso de que, tras un largo tiempo soportando estos dolores, sobrevenga un placer an mayor. Todo placer, por tanto, por tener una naturaleza familiar, es un bien, aunque no todos sean aceptables. En cuanto a los dolores, todos son malos; sin embargo, no hay que estar siempre huyendo de ellos. Lo ms conveniente es juzgar todas estas cosas mediante el clculo de los benecios y la consideracin de los perjuicios, ya que en algunas ocasiones hacemos uso de un bien como si fuera un mal, y al revs, de un mal como si se tratara de un bien (Epicuro, Carta a Meneceo).

    13. Spinoza entiende por afectos las afecciones del cuerpo por las que este aumenta o disminuye, es fa-vorecido o perjudicado, la potencia de obrar de este mismo cuerpo, y entiende, al mismo tiempo, las ideas derivadas de estas afecciones (tica: III Del origen y naturaleza de los afectos, denicin 3).

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    El control de los impulsos (relacionado con todo lo anterior)

    No se trata tanto de controlar como de conducir (reconducir) y orientar. No podemos reprimir absolutamente todo lo que nos impulsa a actuar. Como en la imagen platnica del alma, la razn no detiene a los caballos que tiran del carro, sino que los dirige y los refrena cuando es necesario, pero sin ellos no se movera.

    Freud lo deni todo bastante bien. Las pulsiones no son ms que los motores de la accin y del pensamiento, y la cultura humana es un inmenso aparato de control de nosotros mismos, de nuestra naturaleza. La psicodinmica freudiana resulta bastante esclarecedora en cuanto a este punto: el Yo se forma gracias al principio de realidad a base de reprimir el Ello. As es como nos convertimos en seres muy bien domesticados. Dicho de esta forma, es una simplicacin; sin embargo, sucientemente claricadora.

    El problema del control y direccin de los impulsos

    El problema esencial es que no nos conocemos lo suciente a nosotros mismos. Conello quiero decir que a menudo no nos damos cuenta de nuestros propios estados emo-cionales, no tenemos suciente conciencia de que estamos enfadados o de que tenemos un determinado tono anmico que determinar todas nuestras acciones y decisiones del da. Y que, eventualmente, podr conducirnos a un verdadero secuestro emocional, que no es ms que el hecho de ser arrastrados por alguno de nuestros impulsos, en este caso la ira. Esta ausencia de conciencia del estado emocional es uno de los elementos que im-pide que podamos controlarlo o dirigirlo mnimamente, y es entonces que somos, como decan los antiguos, esclavos de nuestras emociones e impulsos. La libertad emocional, por tanto, no es ms que, en primer lugar, el conocimiento de nosotros mismos y, en se-gundo, el dominio de ciertas tcnicas dominio que slo se consigue con el hbito que nos permitirn este control y direccin de nosotros mismos al que nos referimos.

    La gestin de uno mismo, en relacin con el tema que nos ocupa hoy, tiene muchas dimensiones: tranquilizarse a uno mismo, distraerse, saber esperar, organizar los pensa-mientos y las acciones... De cada uno de estos aspectos se puede escribir un libro. No me referir a ello.

    Final: libertad emocional

    . (concete a ti mismo). Escrito en el frontispicio del templo de Apolo en Delfos.

    Llamo servidumbre humana a la impotencia humana para moderar y reprimir sus afectos, porque el hombre sometido a sus afectos no es independiente, sino que es bajo la jurisdic-cin de la fortuna, el poder de la que sobre l llega hasta tal punto que a menudo se siente obligado, a pesar de ver qu es mejor para l, a hacer lo peor. (SPINOZA: Etica demonstrata more geometrico. IV De la servidumbre humana, de la fuerza de los afectos.)

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    Hay un breve informe, publicado en 1989, con el ttulo Delay of gratication in Children,14 que nos servir para dar el tono de clausura de mis palabras.

    Walter Mischel (Viena, 1930) es un importante psiclogo que estudia la personalidad. Austriaco de origen, actualmente est ancado en Estados Unidos, donde es profesor de la Universidad de Columbia desde 1983. Mischel es bastante conocido por un estudio longitudinal, Marshmallow Test, que mostr la importancia del control de estmulos y del refuerzo retrasado en el xito tanto acadmico como emocional y social. En los aos 60 puso dulces al alcance de un grupo de nios de cuatro aos, explicando que podran tomar un dulce (un pastelito) en aquel momento o esperar unos minutos y obtener dos. Despus de catorce aos de seguimiento, Mischel descubri que los impulsivos tenan baja autoestima y umbrales bajos de frustracin, mientras que los que haban esperado eran personas socialmente ms competentes y con mayor xito acadmico.

    Se trataba de una investigacin, como dice explcitamente el ttulo, sobre la de-mora o aplazamiento de la graticacin y sobre la capacidad de los nios de ejercer el autocontrol ante una fuerte presin para ellos y para no pocos adultos. El estudio examina, a la vez, los procesos mentales que permiten a los nios renunciar a la gra-ticacin inmediata para esperar una recompensa mayor. Los resultados del anlisis longitudinal no sorprenden en absoluto. Que tuvieran un rendimiento escolar superior a la media medido con los resultados acadmicos y con las pruebas SAT (Scholastic Aptitude Test), que fueran muy competentes en capacidad de atencin y concentra-cin, planicadores e inteligentes y que tuvieran unas altas competencias sociales es perfectamente compatible con las capacidades mostradas cuando todava eran nios.

    Al n y al cabo, es de sentido comn pensar que unos nios capaces de controlar sus impulsos, de aplazar una graticacin inmediata y primaria como es un dulce, seran tambin capaces de extender estas competencias a todos los mbitos de su vida. Un buen estudiante renuncia a muchas satisfacciones inmediatas para dedicarse a estudiar, es-perando el xito escolar y, eventualmente, una posibilidad de trabajo y xito social. Unnio que sabe controlar sus impulsos en relacin con la comida sabr, de adolescente, y ms tarde de adulto salvo que cambien muchas cosas en su vida controlarse a s mismo, dirigir su vida, automotivarse, tranquilizarse, etc. Es decir, todas aquellas compe-tencias que antes eran conocidas bajo el nombre genrico de razn y voluntad y que ahora cobijamos bajo el nombre de inteligencia emocional.

    Este es precisamente el tema que nos ocupa. Las personas impulsivas, en esencia, actan sin pensar como mnimo, sin pensar lo suciente en las consecuencias de su conducta. Aplican a la vida aquello que tanto desaconsejan los profesionales de la geren-

    14. WALTER Mischel; YUICHI Shodo; RODRGUEZ, Mnica L.: Delay of gratication in Children. Science, New Series, vol. 244. No: 4907 (26 de mayo de 1989). Vase tambin: Predicting cognitive and self-regulatory compe-tences from preschool delay gratication, a Developmental Psychology, 26, 6 (1990) pginas 978-986. Hay el cambio de Mnica Rodrguez por Philip K. Peake en cuanto a los autores. Vase tambin, en esta direccin electrnica, otro de los trabajos publicados por Mischel: http://www.columbia.edu/cu/psychology/metcalfe/PDFs/Metcalfe% 20Mischel% 201999.pdf.

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    cia, last in, rst out, lo ltimo en entrar es lo primero en salir. Es decir, no hay planica-cin de ningn tipo y se vive, piensa y acta en funcin de la ltima llamada a la puerta.

    Los impulsivos se mueven por el impulso, valga la redundancia un impulso puede ser provocado por cualquier estmulo o necesidad, no importa si lo que se espera es una graticacin o la atenuacin de una tensin que los lleva a acciones consumativas de recompensa inmediata o mediata. Son incapaces de pensar ms all del futuro inmediato, no importa si hablamos de la salud como del dinero, de bienes materiales o inmateriales o incluso de paz de espritu. El ahora domina sus vidas. O como deca mi abuela, llena de una sabidura antigua y reposada: No tienen espera. Por eso, claro est, hay una co-nexin correlacin positiva, dicen los amantes de las estadsticas entre la impulsividad y el consumo de drogas. Pero, qu es ms evidente que esto mismo? Dejando de lado las razones por las que un individuo inicia un hbito de drogodependencia el estudio de slo esto exigira un misal, ahora, lo que es evidente es que no piensa en las con-secuencias que el hbito tiene para su salud y, si lo hace, la presencia de la graticacin aqu y ahora borra la imagen que se hace del futuro. Y an ms, el mero conocimiento de las consecuencias a medio o corto plazo de su adiccin no le distraen de sta, cuando la graticacin es posible o cercana. El intelectualismo moral de Scrates, segn el cual el conocimiento del bien nos hace automticamente buenos, est lejos de ser cierto.

    El autocontrol, sin embargo, se puede aprender. Y del mismo modo que lo aprendemos todo: sabiendo y haciendo. Aristteles, una vez ms, es de gran ayuda a la hora de formu-lar el principio. La excelencia no es un acto, sino un hbito, dice en su tica a Nicmaco.En efecto, los humanos somos lo que hacemos cada da, por lo que son nuestras acciones las que nos hacen ser y comportarnos de una manera u otra, ms all de los condicio-nantes logenticos. Y ahora, parafrasendolo libremente, es tocando la ctara que nos convertimos en citaristas, y poniendo ladrillos en una pared que llegamos a ser albailes. Porque la virtud est en la accin y no en el conocimiento, dado que las acciones son lo que nos moldea tanto por fuera como por dentro. No son slo callos en los dedos lo que causa la ctara o la paleta, sino tambin una cierta elaboracin del espritu que llamamos hbito y todava carcter, competencia...

    De modo que ni las virtudes ni vicios son afectos, porque por razn de los afectos, no los llamamos buenos ni malos, como en cambio los llamamos por causa de la razn: virtudes y vicios.

    Del mismo modo, por razn de los afectos no somos alabados ni difamados, porque quien teme no es alabado, ni quien se altera, ni tampoco a alguien que se altera le es esto reprochado, sino al que lo hace de una manera determinada; pero es por causa de las virtudes y vicios que somos alabados o difamados. Adems de esto, en el enfadarnos o en el sentir temor no podemos escoger, pero las virtudes son elecciones como lo son su contrario. Finalmente, por causa de los afectos decimos que nos alteramos o movemos; pero por causa de las virtudes y vicios no decimos que nos movemos, sino que estamos en cierto modo dispuestos. ARISTTELES: Captulo V de la tica a Nicmaco.

    Aristteles tiene toda la razn. Nadie nos puede criticar por ser bajitos o feos, pero s por nuestros vicios y virtudes. Ya me permitirn que use este vocabulario antiguo. Des-pus de todo, el nombre no hace a la cosa y no se trata aqu de valorar, sino de analizar.

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    Adems, en realidad, vicios y virtudes no son ms que los nombres con los que calica-mos determinados hbitos, perniciosos los primeros y beneciosos los segundos. Y casi siempre perniciosos o beneciosos no slo para nosotros, sino tambin para los dems.

    No tenemos ninguna culpa del hecho de experimentar determinados impulsos, de tener apetencia por determinadas cosas, bienes materiales, placeres fsicos, etc. Pero s, al menos parcialmente, somos responsables de la gestin que hacemos de nuestros propios deseos y del hecho de permitir, o no, que los impulsos del momento se conviertan en hbitos y, de ese modo, en parte de nosotros mismos.

    Todos somos un poco impacientes a poder ser, todos quisiramos tener inmedia-tamente lo que deseamos, no queremos sufrir, recuerden la etimologa de la palabra paciencia. Esto forma parte de nuestra naturaleza. No pasa nada por reconocerlo. Pero no por impacientes somos tambin necesariamente impulsivos. En cambio, todos los impul-sivos son impacientes. Y sin embargo, de una cosa a otra hay tanta diferencia como de la potencia al acto, como de la capacidad de hacer a la voluntad de hacer, como del poder hacer al hacer mismo. Pasar siempre de la impaciencia a la accin impulsiva signica haber adquirido el hbito de no hacer nada, de dejar hacer al azar y a las emociones que despierta, de dejar que los deseos y el impulso de satisfacerlos en seguida nos recuerden que somos ms animales que racionales.

    La manera de liberarse de la servidumbre a los afectos e impulsos, como nos recuer-da Spinoza, pasa por reconocer su fuerza, por conocer la manera cmo nos afectan y mueven y, a la vez, por aprender, con paciencia y constancia que han de convertirse en hbitos, a reconducirlos y, cuando sea necesario, a conservarlos como el auriga que conduce y al mismo tiempo refrena los caballos que tiran del carruaje. Slo as se consi-gue la mxima de la razn: conocer lo que hay que hacer, lo que es mejor hacer, y hacerlo.

    No hay nadie que pueda considerar feliz a un hombre que no tenga prudencia, jus-ticia, fortaleza y templanza, que tiemble al ver volar una mosca, que se entregue sin reserva a sus apetitos groseros de comer y beber, que est dispuesto, por la cuarta parte de un bolo, a vender a sus ms queridos amigos, y que, no menos degradado en punto a conocimiento, fuera tan irracional y tan crdulo como un nio o un insensato. ARISTTELES,Poltica, IV, I.

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    REVISIN DEL CONCEPTO INHIBICINEN NEUROPSICOLOGA COMO PARTE ESENCIAL

    DE LAS CONDUCTAS ADICTIVAS

    Pablo Duque San JuanDirector Cientco de la Fundacin InstitutoValenciano de Neurorrehabilitacin (FIVAN)

    Mara Megina Martnrea Hospitalaria Virgen Macarena. Sevilla

    1. Introduccin

    Hablar de los tres trminos indicados en el captulo que me compete, que se llam adicciones, impulsividad y dao cerebral [que es el captulo que deviene de la confe-rencia que impart en el curso impulsividad y adicciones en Lleida] es hacer un primer planteamiento que nos logre llevar hacia un objetivo concreto dada la gran cantidad de informacin que puede generar dicho ttulo.

    En un primer momento, podramos centrar qu es impulsividad, qu adicciones y qu dao cerebral, aspectos no tan claros como a veces parece y de los que, por separado, se han escrito innidad de artculos, guas y libros. En un segundo punto nos podramos dedicar a la interrelacin que guardan, a cmo unos pueden ser los causantes de los otros [p. ej., la adiccin de la impulsividad; o la impulsividad de la adiccin; o el dao cerebral de ambos; etc.]. Podra ser un punto importante de analizar. Hay un tercer aspecto, que es centrarse en uno de ellos y, los otros, aadirlos como variables relacionadas. Este es el planteamiento del captulo, que pasar muy sucintamente por algunos aspectos por cuestin de espacio.

    Mi prioridad fundamental durante el captulo ser hacer una revisin sobre el con-cepto inhibicin y, por ende, comprender mejor algunos aspectos relacionados con las adicciones y con la impulsividad.

    Los neuropsiclogos vemos todos los das a pacientes con trastornos cerebrales [neu-rolgico o psiquitricos] de cualquier etiologa que presentan dcit en su inhibicin. As, pacientes con Esclerosis Mltiple, Demencias de varios tipos, cuadros neurovasculares,

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    epilepsia, etc., as como enfermedades del neurodesarrollo, cursan con una inhicin de-fectuosa o, en muchos casos, patolgica.

    Vayamos, pues, analizando punto por punto. Como dira Lao-Ts, la felicidad consiste en dar el nombre exacto a las cosas.

    2. Deniendo inhibicin

    Todo el mundo sabe lo que es la inhibicin y esto supone un gran problema, comien-za diciendo McLeod [1991] en uno de sus artculos. Efectivamente, es un concepto que est muy presente en la Neuropsicologa y en otras disciplinas, pero de difcil caracteri-zacin y consenso.

    A pesar de no tratarse de un concepto nuevo, Mc Leod [1991] indica que denir el fenmeno de inhibicin es una tarea difcil por varios motivos. En Psicologa Social, por ejemplo, el concepto de inhibicin se puede estudiar en relacin a la formacin de este-reotipos [para explicar qu ocurre para que un estereotipo venga a la mente e inuencie una impresin y como se controle ese estereotipo mediante comprehensin, la motiva-cin y la evitacin del prejuicio] [Kunda, 2003], mientras que en Psicologa Clnica se usa para explicar la personalidad y comportamientos anormales.

    Para claricar este concepto se hace necesario diferenciarlo de otros como interfe-rencia, control cognitivo, inhibicin comportamental o control del impulso e inhibicin neural.

    La inhibicin cognitiva y la inhibicin neural son dos fenmenos diferentes, a pesar de que muchos autores hayan hablado indistintamente de ellos. La inhibicin neural es uno de los mecanismos usados en la comunicacin neuronal. Cuando se produce una con-ducta llamada inhibitoria en la cognicin se produce la coordinacin entre fenmenos inhibitorios y excitatorios.

    Quizs sea ms conictiva la diferenciacin con el fenmeno llamado interferencia, ya que han sido usados como sinnimos en multitud de ocasiones [quizs debido a que los paradigmas inicialmente usados para estudiar la interferencia han sido modicados para evaluar inhibicin y a que existe una alta correlacin entre personas que son alta-mente susceptibles a la interferencia y personas con dcits inhibitorios]. Segn McLeodsera preferible reservar el trmino de interferencia para explicar el fenmeno emprico en el que disminuye el rendimiento en relacin a un punto de referencia adecuado a causa del procesamiento de informacin irrelevante para la respuesta que se desea dar, producindose una competicin entre esa informacin y la relevante para la tarea. Estainterferencia se reeja en trminos de costes-benecios.

    Al contrario que ocurre en el fenmeno de inhibicin, la interferencia no requiere supresin de contenidos ni procesos cognitivos. La inhibicin sera el control de esa in-terferencia. Control de la interferencia se reere a suprimir un estmulo que genera una respuesta competidora para poder dar una primera respuesta deseada o suprimir estmu-los internos que pueden interferir con operaciones de la memoria de trabajo. La prueba ms caracterstica en la que se observa este efecto es el Test de Stroop. Mientras con inhibicin cognitiva se trata de excluir informacin de la memoria de trabajo, con control

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    de la interferencia se hace referencia a la habilidad de mantener la respuesta/ejecucin en la presencia de competidores, distractores o estmulos que intereren provocando una respuesta motora competidora [Dempster, 1993].

    Con inhibicin comportamental se entiende el retraso o supresin de una respuesta conductual maniesta, el retraso de una graticacin, o inhibicin motora, ya sea auto-mtica o intencionada y control del impulso [Luria, 1961; Mischel et al., 1989].

    Se entiende por control o inhibicin cognitiva la habilidad para suprimir pensamientos o acciones que compiten entre s para la consecucin de otros objetivos [Casey, 2000]. Puede ser llevado a cabo de manera intencional o inconsciente [pensamientos, signi-cados inapropiados al contexto de palabras polismicas o la supresin de informacin irrelevante de la memoria de trabajo]. Posner propuso este concepto dentro de su teora atencional en la que uno de sus componentes, la Red Atencional Anterior, que sera la encargada de tener el control voluntario sobre el procesamiento ante situaciones que requieren algn tipo de planicacin, desarrollo de estrategias, resolucin de conicto estimular o de respuesta, o situaciones que impliquen la generacin de una respuesta novedosa [Posner et al., 1994].

    Viendo estas distinciones es fcil adivinar, en muchas ocasiones, cul de ellas estn implicadas en nuestros pacientes. Diferentes enfermedades neurolgicas presentan dife-rentes tipos de alteraciones en los procesos de inhibicin. Vemos pacientes con enferme-dades desmielinizantes que presentan dcit en su inhibicin ante tareas que son slo con implicacin emocional y no cuando son tareas puramente cognitivas. Los pacientes que han sufrido daos cerebrales sobrevenidos [como los TCE y los AVC] pueden pre-sentar tan slo dicultades inhibitorias relacionadas con estmulos lingsticos pero no visuales. Y as un largo etctera.

    3. Tipos de inhibicin

    Friedman y Miyake [2004], con un conjunto de datos obtenidos mediante el uso de varias pruebas que implicaban la inhibicin, encontraron tres tipos de procesos: s inhibicin de respuestas preponderantes, s la resistencia a la interferencia [ignorar estmulos irrelevantes] y s la resistencia a la interferencia proactiva [ignorar informacin que anteriormente ha-

    ba sido relevante].A pesar de que muchos autores conciben el fenmeno de inhibicin como de una sola

    dimensin, otros argumentan pruebas a favor de la existencia de varias dimensiones. Sebasan en la idea de que si existen diferentes circuitos implicados en procesos inhibito-rios como los prefrontales con regiones talmicas y ganglios basales [Alexander et al., 1991; Cummings, 1993], podra haber una disociacin en este fenmeno [Alexander et al., 1991; Fuster, 1997]. Por ejemplo, se ha relacionado el cortex prefrontal orbital lateral con inhibicin social, comportamental e hiperactividad [Fuster, 1997] y el giro cingulado an-terior puede estar relacionado con control de las interferencias en la atencin focalizada [Posner et al., 1994; Cabeza et al., 1997; Peterson et al., 1990].

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    Otro dato que apoya la disociacin se reere a los cambios que se van produciendo durante el desarrollo: la inhibicin del comportamiento se consigue antes que la capa-cidad inhibitoria cognitiva y el control de la interferencia en desarrollo hasta la edad adulta. La inhibicin cognitiva se relaciona ms con ansiedad [pensamientos intrusivos como los del Trastorno Obsesivo-Compulsivo] y la comportamental con trastornos como TDAH [inhibicin de la respuesta preponderante inicial reactiva a un suceso].

    Otros estudios han sugerido dos posibles tipos de inhibicin [Rothbart et al., 1994]: s control inhibitorio de tipo ejecutivo;s control inhibitorio de tipo emocional.

    Estos han mostrado la posibilidad de que los sistemas de inhibicin ejecutiva y mo-tivacional se pudieran disociar, aunque siempre de manera categorial y no en la realidad dada la inuencia de uno sobre otro. Esto es muy interesante en clnica, ya que en nu-merosas ocasiones se presentan pacientes que r