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    Estudios Pblicos, 106 (otoo 2007).

    ENSAYO

    NERUDA Y LA SUPERACINDE LA ESTTICA ANARQUISTA

    Greg Dawes

    Este artculo trata del impacto del anarquismo poltico y esttico enPablo Neruda a lo largo de los aos veinte y treinta, a partir de un

    estudio de los artculos periodsticos, las cartas, las entrevistas y lasmemorias del poeta. Aunque se sabe que Neruda se asoci con elanarquismo poltico, Jaime Concha advierte Greg Dawes en esteartculo ha sido el nico en trazar esa trayectoria y hacer alusionesa una posible esttica anarquista en el pensamiento nerudiano. Por medio de un anlisis detenido de dichas fuentes, en estas pginassostiene que el poeta se vio influido por el arte libertario hasta en

    Residencia en la Tierra , obra que es tanto el apogeo de esa ideologaesttica como su agotamiento total pese al realismo que la recorre.

    GREG DAWES. Profesor de literatura latinoamericana en la Universidad Estatalde Carolina del Norte. Es director de la revista A Contracorriente (www.ncsu.edu/pro- ject/acontracorriente) y autor de Aesthetics and Revolution: Nicaraguan Poetry, 1979-

    1990 (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1993) yVerses Against the Dark-ness: Pablo Nerudas Poetry and Politics (Lewiston: Bucknell University Press, 2006).Ha publicado artculos sobre Ernesto Cardenal, Csar Vallejo, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, y tambin sobre la crtica literaria y la novela norteamericana.

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    SA Marcia

    i es cierto que la angustia sorprendida en el Neruda de Residen-cia en la Tierra se produce, al decir de Alain Sicard, por un exceso derealidad o, como lo pone Hernn Loyola, por su aferramiento a lo realinmediato, siempre incomodan las referencias que parecieran ser vestigiosde la enajenacin, como son las referencias a lo proftico, la exaltacin de la juventud, el retrato del artista como hroe o vctima, la insistencia en lasaventuras espirituales, la dicotoma entre la bohemia y la burocracia, y suscrticas al estado como tal. Todas ellas coexisten de forma antagnica conese realismo implacable que han sealado Sicard, Loyola y tambin JaimeConcha en el corpus del poemario residenciario1. Por el predominio de loque Volodia Teitelboim llama un realismo claro hasta el dolor2 si allector no le tienta la lectura cannica de Neruda el vanguardista por excelen-cia o de Neruda el poeta hermtico es fcil pasar por alto estas tendenciaso bien enfocarse excesivamente en una de ellas. As, por ejemplo, Emir Rodrguez Monegal y Enrico Mario Sant exaltan el aspecto proftico en laobra nerudiana no como fenmeno sociohistrico ni tampoco como intertex-

    tual, sino como conciencia profunda e individual del poeta-vate3. Al igualque las batallas titnicas que se dan entre los grandes poetas y tambin consus aclitos en la teora de Harold Bloom, prcticamente todo el esfuerzo yobjetivo de Neruda es interpotico, una pugna con la Tradicin Potica4.

    Sin embargo, si se analizan esos subproductos de la enajenacincomo conjunto vanguardista que sobrevive despus del involucramientodel poeta en las grandes luchas tanto estticas como polticas en sus aosantes de la fuga al Oriente, se hace factible ver en esos elementos sobrados

    el anarquismo. De hecho, el impacto del anarquismo en Neruda es un tema poco tocado por la crtica. Si bien es cierto que muchos estudiosos serefieren ligeramente a esa influencia libertaria, Concha parece ser el nicoque ha abarcado el tema. En su acucioso y reconocido estudio sobre Neru-da, Concha describe el ambiente histrico y poltico en el cual se ve inmersoel poeta joven tanto en Temuco como en la capital. Y sin embargo, pese alanlisis de ciertas imgenes en la poesa que ayudan a formar una idea desus posturas artsticas, no hay una explicacin sostenida de las mismas. No

    1 Me refiero a los vitales Neruda (1904-1936) de Concha, El PensamientoPotico de Pablo Neruda de Sicard, y de Loyola, el prlogo a la edicin Ctedra de

    Residencia en la Tierra .2 Teitelboim, Volodia: Neruda (1993) , p. 138.3 Vase, en particular,Pablo Neruda: The Poetics of Prophecy (1982), de Sant,

    y El Sistema del Poeta (1980) de Emir Rodrguez Monegal.4 Remito a la conocida teora de Bloom enThe Anxiety of Influence (1973).

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    me propongo en este estudio hallar la presencia de la influencia anarquistaen Residencia en la Tierra ni en su obra anterior, pero s demuestro que ensu periodismo, sus cartas, y sus memorias se ven los rastros de una estticaanarquista que sienta las bases para su elaboracin posterior en las residen-cias. Y si la crtica considera que stas son muestras por excelencia delvanguardismo y si, siguiendo la idea de Renato Poggioli, el anarquismo esuna ideologa indispensable para la vanguardia, podemos afirmar que en lasresidencias se aprecian las huellas del pensamiento libertario del poeta5.

    Se sabe que en los aos 20, en el mbito poltico, Neruda navegaentre un marxismo difuso y un anarcosindicalismo mejor definido, pero has-ta el momento no se ha destacado la presencia de una esttica anarquista enel pensamiento del poeta. Identificarla es fundamental para entender cmoaflora y se agudiza en Residencia en la Tierra y luego empieza a desvane-cer ante la guerra de Espaa. Si es cierto, como lo arguye Mikls Sza- bolscsi, que la esttica vanguardista sobresale a raz de las derrotas de losmovimientos obreros, no lo es menos que el advenimiento del fascismo prcticamente arrasa con el experimentalismo de inspiracin libertaria6.Como muy bien se puede constatar y Neruda mismo lo afirma una y otra vez

    a lo largo de los aos, a partir de 1936 su rumbo potico cambia para siem- pre al volver al seno del pueblo.

    Todo esto hace pensar que el nfasis desbordado de parte de Emir Rodrguez Monegal y Enrico Mario Sant en aspectos limitados del van-guardismo que se manifiestan a contracorriente del realismo de las residen-cias son, ante todo, reificaciones, o si se quiere, sincdoques que no vuel-ven al tejido total de la obra. Por ende, lo que se nos impone es la tarea de

    5 Como apunta Poggioli enThe Theory of the Avant-Garde (1968), el vanguar-dismo lo inicia precisamente el famoso anarquista Mikhail Bakunin cuando funda surevista LAvant-Garde en Suiza en 1878 (p. 9). Segn Poggioli, los vanguardistas seadhieren tpicamente a una poltica libertaria. David Weir, en su estudio Anarchy &Culture: The Aesthetic Politics of Modernism (1977) sostiene convincentemente queel anarquismo sobresali en el mbito cultural despus de haber fracasado en el mbito poltico (p. 5; la traduccin es ma). Extrapolando de la idea de Weir, se puede concluir que el impulso del anarquismo cre unacompensacin cultural o una poltica culturalen el seno de Modernism y de la vanguardia. Habra que agregar una estipulacin quenos proporcionan los estudios penetrantes de Nelson Osorio y Guido Podest: siemprehay que tener cuidado con el concepto de la vanguardia tal y como se desarroll enEuropa porque, como indica Osorio, el vanguardismo latinoamericano no es un meroepifenmeno del modelo europeo como sugieren la obra de Peter Brger,Theory of the Avant-Garde, y el libro de Poggioli. Como observa Podest, en esas obras clsicasdel vanguardismo no se alude en absoluto a Latinoamrica ni a la periferia del mundoeurocntrico.

    6 Szabolscsi, Mikls: La Vanguardia Literaria y Artstica como FenmenoInternacional (1972), p. 8.

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    atar los cabos sueltos de la esttica anarquista y verlas como una solavertiente en las residencias y en el pensamiento nerudiano que sobrevivenen la profusin de imgenes realistas y sofisticadas que, sin embargo, en unmovimiento dialctico, crea el poeta enajenado. En resumidas cuentas, po-dramos decir que Residencia en la Tierra es, entonces, tanto el apogeo delarte libertario en Neruda como su agotamiento total. Y eso le permite aban-donarlo a partir de 1936 y acercarse ms a la poltica comunista y al realismocrtico.

    I. El anarquismo poltico en Chile a comienzos del siglo XX

    La poltica anarquista que estaba en el aire en el Chile de los aos 20y que Neruda respiraba a pulmn suelto data desde comienzos del siglo XX.Si el poder organizativo de los libertarios dio resultados en el norte, en laszonas mineras de Chile, y culmin en la gran huelga del salitre en Iquique en1907 y en la masacre de mineros, la columna vertebral del movimiento sehallaba en Santiago y Valparaso. Sin embargo, a comienzos del siglo laagitacin y la propaganda anarquistas no se limitaban al Valle Central nica-

    mente, sino que, como sostiene Angel J. Cappalletti, se hallaba su influenciaen todo el territorio nacional. Se publican diarios y libros, por ejemplo, enlugares como Antofagasta, Aconcagua, La Calera, Iquique, Tarapac, yPunta Arenas7. Los anarquistas protagonizaron varios levantamientos demasas y de obreros que tuvieron lugar en esa poca, entre ellos, la SemanaSanta de Santiago de 1905, en que murieron alrededor de doscientos obre-ros, la huelga general de Antofagasta en 1906 y la huelga de salitreros enIquique en 19078. Segn Hernn Ramrez Necochea, los sectores de la po-

    blacin chilena que ms se interesaban en las ideas promulgadas por elanarquismo se encontraban entre los semiproletarios, los artesanos y la pequea burguesa9. Para miles de obreros de estos sectores de la sociedad,dada las severas inseguridades que enfrentaban a menudo en el trabajo ysus vidas precarias, el anarquismo y el movimiento socialista ofrecan solu-ciones radicales que prometan sacarlos de la pobreza y explotacin y darlesuna voz poltica10. El anarquismo propiamente dicho parece haber tenidoms arraigo inicial porque dependa de la espontaneidad de la accin polti-

    7 Cappalletti, Angel J.: Anarquismo Latinoamericano (1990), pp. LXXXV-LXXXVI.8 Ibid., p. LXXX.9 Ramrez Necochea, Hernn:Origen y Formacin del Partido Comunista de

    Chile: Ensayo de Historia del Partido (1965), p. 48.10 Bergquist, Charles: Labor in Latin America: Comparative Essays on Chile,

    Argentina, Venezuela and Colombia (1986) , p. 57.

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    ca, rehusaba a todo lazo con partidos polticos, y prometa una representa-cin universal en el mbito poltico que reemplazara al Estado.

    Para los aos 20, etapa que nos interesa porque son los aos santia-guinos de Neruda, la situacin econmica empeoraba y pronto entrara enuna depresin. La reduccin precipitada de las exportaciones de salitre, ejefundamental de la economa chilena en esa poca, unida a una profunda penetracin imperialista, supervivencia de una estructura agraria feudal, es-caso desarrollo de la industria ms una desocupacin que llegaba a100.000, desencaden una crisis persistente y nefasta11. Y los sectores msafectados por esa crisis fueron las clases medias, precisamente las capasvoltiles y significativas en cuanto a nmero. Segn Ramrez Necochea lascapas medias recibieron el impacto de lo que aconteca, fueron por la recie-dumbre de la catica situacin econmica y por el clima de incertidumbre ymalestar se adverta en todas partes12. La clase obrera, por supuesto, sevea obligada a enfrentar la explotacin explcita en las condiciones de sustrabajos y los sueldos bajos. En cambio las capas medias, a las que pertene-ca Neruda de forma incmoda, podan padecer o no, dependiendo del go- bierno y las leyes que favorecan o no a ese sector.

    Poco sorprende entonces que hubiera tanta agitacin poltica de par-te de los anarcosindicalistas y los socialistas en esta poca. Entre 1919 y1926, por ejemplo, hubo ms o menos 2.000 huelgas en prcticamente todaslas industrias; 972 de obreros industriales. Este activismo se debi a lamilitancia de federaciones de obreros, sobre todo, la de la Federacin Obre-ra de Chile (FOCH), que se fund en 1919, y que cont con una participa-cin numerosa de socialistas (que, despus de 1922, llegaran a ser comu-nistas)13. Este hecho marca, para Cappalletti, el triunfo de la ideologa

    marxista dentro del movimiento obrero chileno y el momento de decadenciadel anarquismo como fenmeno poltico14. Esto pese a la presencia de laInternational Workers of the World (IWW), que se declaraba contra el capi-tal, el gobierno y la Iglesia y empleaba el sabotaje, la huelga y el boicotcomo estrategias para llevar a cabo su revolucin sindicalista y anarco-comunista. La Federacin Obrera Ferroviaria de Chile, que representa alsector de la fuerza laboral a la cual perteneca el padre de Neruda, se adhiria la Internacional Roja a partir de 192015. En torno a la oposicin a la oligar-

    11 Ramrez Necochea, Hernn:Origen y Formacin del Partido Comunista deChile: Ensayo de Historia del Partido (1965), pp. 83-85.

    12 Ibid., p. 99.13 Ibid., pp. 87-93.14 Cappalletti, Angel J.: Anarquismo Latinoamericano (1990), p. XCII.15 Jobet, Julio Csar: Luis Emilio Recabarren. Los Orgenes del Movimiento

    Obrero y del Socialismo Chilenos (1955), p. 140.

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    qua nacional, se formaba entonces un frente plural que abarcaba a la claseobrera, la clase media y a sectores reducidos de la burguesa16. Es, en resu-midas cuentas, una poca turbulenta aun antes de la crisis desastrosa del29, y alecciona al poeta.

    II. Neruda ante el anarquismo poltico y esttico

    La vinculacin de Neruda con los anarquistas tanto en el sur comoen el valle central en los aos 20 lo divulga en una entrevista iluminadora

    con Rita Guibert en 1971:Yo vengo de una generacin en que todos ramos anarquis-tas. Traduje los libros anarquistas cuando tena 16 aos. Delfrancs traduje a Kropotkin, a Jean Grave y a otros escritoresanarquistas. Lea solamente a los grandes escritores, a losgrandes escritores rusos de tipo anrquico, como Andreiev yotros. En aquel tiempo, nosotros, jvenes anarquizantes, co-menzamos a descubrir por nuestra propia cuenta que era in-

    dispensable una unin con el movimiento del pueblo, que enese momento tambin era de tendencia anarquista. Era la po-ca de la IWW (Industrial Workers of the World), y casi todoslos sindicatos pertenecan a esa tendencia, que representabacreo Harry Bridges, uno de los ltimos en Estados Unidos.Este grupo de anarquistas, que tuvo mrtires como Sacco yVanzetti en Estados Unidos, tambin en Amrica Latina tuvoenorme importancia. Pero, qu pas con la juventud de lapoca que participaba aun del terrorismo y que predicaba,

    como yo mismo lo haca, el sabotaje, el boicot a las eleccio-nes, la oposicin a los movimientos organizados? Qu pas?Unos comprendimos que nuestro camino estaba en la organi-zacin, estaba al lado del movimiento obrero, y otros pasarondirectamente a servir los intereses de la gran burguesa, delcapitalismo y del imperialismo17.

    Cita reveladora de un Neruda maduro y sagaz, ya acercndose a lamuerte que lo espera en dos aos. Interesa, sobre todo, por ser una consta-

    16 Nelson Osorio se dedica a estudiar esta oposicin poltica (y econmica) y suvinculacin con el vanguardismo en Hacia una Caracterizacin Histrica del Vanguar-dismo Literario Hispanoamericano (1981) y Literatura de Postguerra: Renovacin yVanguardia (1982).

    17 Pablo Neruda (1904-1973): Entrevista con Rita Guibert, en Guibert, Rita:Siete Voces (1974), tomado de http://www.literatura.us/neruda/guibert.html

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    tacin de su involucramiento en el anarquismo poltico y cultural, pero tam- bin porque el poeta destaca las flaquezas de ese movimiento (a esto ltimonos vamos a referir ms adelante). Adems de lo que nos cuenta Neruda sesabe que en Temuco haba sido corresponsal deClaridad , diario y rganode la Federacin de Estudiantes, afiliado al anarquismo; en Santiago, unavez que lleg en 1921 como estudiante universitario, conoci a figuras im- portantes en la rebelin estudiantil y en el anarquismo a nivel nacional,entre ellos estaban Juan Gandulfo, Alberto Rojas Gimnez y Manuel Rojas.El joven Neruda se consideraba militante poltico y literario en su calidadde periodista paraClaridad , pero ahora radicado en la capital18. Es notoriotambin que Rojas Gimnez, director del peridico, resumiera todas lascualidades del nuevodandismo y de los vanguardistas de corte anarquistade la poca. Segn el poeta tena una idiosincrasia de prncipe, que re-cuerda a los fundadores del movimiento anarquista, Kropotkin y Bakunin;tena una actitud desdeosa, una comprensin inmediata de los numero-sos conflictos y una alegre sabidura (y apetencia) de todas las cosas vita-les. Era adems bohemio por excelencia, hombre conducido por lo espont-neo, y, para colmo, escriba versos a la ltima moda, siguiendo las

    enseanzas de Apollinaire y del grupo ultrasta de Espaa19.Estudiante perteneciente a las capas medias, lector de libros anar-

    quistas, conociendo el brillo de los atentados individuales y el fuego mortalde las represiones anti-obreras, Neruda, segn Jaime Concha, escribeCrepusculario en medio de la euforia alessandrista y, siguiendo de cercalas ideas de Jean Grave y Max Stirner, tambin se pronunci sobre temas polticos desde la ptica del anarquismo20. Aun una lectura somera de su periodismo en Santiago entre 1921 y 1924 acusa la influencia de la poltica

    anarquista con una huella, eso s, de marxismo. Se percibe desde ya laimpaciencia que acompaa a la indignacin en su retrato de los obrerosexplotados y su identificacin de rebelde en sus Glosas de la ciudad. Enla primera seccin, que se titula Ciudad, empieza con una descripcindetallada y sin embargo algo lejana de estos obreros: Los brazos caen a loslados, como aspas cansadas. Son muchos. Van juntos: las anchas espaldas,las miradas humildes, los trajes deshechos, todo es comn, todo es carne deun solo cuerpo, todo es energa rota de un solo cuerpo miserable que pare-

    ce llevar la tierra entera. Inquieto, el flaneur no aguanta verlos as, nosoporta la injusticia a la que se ven sometidos:

    18 Neruda, Pablo:Confieso que He Vivido (1992), pp. 52-53.19 Ibid., pp. 54-55.20 Concha, Jaime: Neruda 1904-1936 (1972), p. 183.

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    Por qu estos hombres que van juntos, tocndose las espal-das robustas, no llevan los vigorosos brazos levantados, nolevantan hacia el sol la cabeza? Por qu, si van juntos ytienen hambre, no hacen temblar los pavimentos de piedra dela ciudad, las gradas blancas de las iglesias, con el peso som- bro de sus pisadas hambrientas, hasta que la ciudad se que-de inmvil, escuchando el rumor enorme de las pisadas quetreparan hasta cegar el fuego de las fbricas, hasta encender el fuego de los incendios? Por qu, estos hombres no levan-tan los brazos, siquiera?21

    Apartado de la vida cotidiana de los obreros por su propia vidaestudiantil, pese al hecho de que la oficina de la Federacin de Estudiantesestaba a unos pasos de la Federacin Obrera, Neruda periodista no se expli-ca lo que parece ser desde afuera el conformismo de la clase obreraque, sin embargo, tiene la capacidad de cambiar el estado de cosas de lanoche a la maana22. Pero evidentemente no son estos los comentarios deun periodista objetivo ni de un observador que lo ve todo muy por enci-ma, sino los de un comentarista que siente compasin y hasta parece identi-

    ficarse con aquellos obreros que no distan mucho de los obreros ferrovia-rios con los cuales trabajaba su padre en el sur.Esta compasin se trasmite de una forma aun ms desgarradora en la

    prxima seccin que lleva el ttulo Empleado23. A diferencia de la anterior,en sta pasa de la tercera persona a la segunda e inclusive a la primera persona plural. Es claro, no lo sabes, pero conozco tu vida, entera, dice el joven periodista, y agrega: S tu vida febril: de la cama a la calle, de ah altrabajo. El trabajo es oscuro, torpe, matador. Ayer, dice poco despus,maana, pasado, sucedi y suceder lo mismo. Neruda claramente quiereidentificarse con o mostrar empata por los obreros, y sin embargo, estoresulta ser, como lo constata Jaime Concha en relacin con su poesa, unfalso mimetismo que se debe a su mismo lugar de estudiante. As, a conti-nuacin, este artculo se enfoca de manera abstracta en la falta de concien-cia de clase del obrero. La misma vida, sostiene, es decir lo que t llamasvida. Y aade ms abajo: Y es que no sabes que eres explotado. Que tehan robado las alegras, que por la plata sucia que te dan t diste la porcinde belleza que cay sobre tu alma. Es, evidentemente, un anlisis de lateora de la plusvala en la sociedad capitalista que se presenta con lo que parece ser cierto elitismo de parte del joven escritor al afirmar que el obrero

    21 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 252.22 En cuanto a la ubicacin de las dos federaciones, vase Teitelboim, Volodia:

    Neruda (1993), pp. 62-63.23 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 253.

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    no est consciente de su propia explotacin y que considera que es partentegra de la vida. Pero hacia el final pasa a la primera persona plural (noso-tros) como si quisiera mostrar la igualdad entre ellos somos iguales ati, dice pero, a su vez, sealar la brecha fina que separa a los anarquistasde los obreros que no han tomado conciencia de su explotacin:

    Nosotros lo llamamos explotacin, capital, abuso. Los diariosque t lees, en el tranva, apurado, lo llaman orden, derecho, patria, etc. Tal vez te halles dbil. No. Aqu estamos nosotros,nosotros que ya no estamos solos, que somos iguales a ti; y

    como t explotados y doloridos pero rebeldes24

    .El nfasis en la rebelda encaja muy bien con la idea anarquista de

    encontrar una identidad de grupo y as superar la enajenacin momentnea-mente y alzarse contra el estado de cosas pero sin una organizacin poltica bien formada25. La rebelda se une a la libertad poco articulada y abstractacon que termina esta seccin pese a su referencia pasajera a Marx: Y nocreas que necesitas leer a Marx para esto. Te basta con que sepas que noeres libre, que quieres serlo, que rompers, por fuerza o amor qu impor-ta los frenos que te sujetan y te envilecen26. La postura del poeta por nebulosa que pueda parecer a ratos en este artculo, demuestra sin embargouna continuidad en el pensamiento nerudiano en el mbito poltico aunquese ve ms influido por el anarquismo a estas alturas que el marxismo. Sugie-re, por ende, que el radicalismo del poeta se extiende desde por lo menos1920 hasta la fecha de su fallecimiento, 1973. Si es as, no puede haber unaconversin del poeta a la poltica radical a partir de 1936 como alegan Emir Rodrguez Monegal, Enrico Mario Sant y Ren de Costa, sino un hilo con-ductor que atraviesa toda la obra potica de Neruda27.

    Pero antes de apresurarnos a llegar a esa conclusin conviene vol-ver a la ltima parte de su primer artculo Glosas de la Ciudad y a otrosartculos de los aos 20 para confirmar la hiptesis que hemos planteado.El hijo, la tercera y ltima seccin de su artculo sobre Santiago, interesa porque en l acrecienta la identificacin del poeta con el obrero28. No setrata ya de una simpata ni de compasin ambivalentes, sino de una empata

    24 Ibid., p. 253.25 Concha, Jaime: Neruda 1904-1936 (1972), pp. 170-182.

    26 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 253.27 Para una crtica a la idea de la conversin vase el prlogo de Hernn

    Loyola a la edicin Ctedra de Residencia en la Tierra (49-53) y el primer captulo demi libro, Verses Against the Darkness: Pablo Nerudas Poetry and Politics (2006), pp. 65-103.

    28 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), pp. 253-254.

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    ms abierta y sincera. Si en la primera parte el punto de vista era de latercera persona, y en la segunda parte se trataba de la segunda singular, ensta Neruda asume el punto de vista del obrero que trabaja catorce horas,en esa galera mojada, curvados como bestias de carga entre el ruido diab-lico del fierro machacado. Esa es, dice, nuestra miseria (lo subrayado esmo). Esta vida de explotado llega a ser, poco despus, alegora realista de lacondicin de la sociedad, estableciendo as un enlace entre el destino de laclase obrera y la suerte de Chile:

    (Ah! quiebra, deshace, revintalo todo, haz que las malditas paredes dejen entrar el sol de oro, por dos mil rajamientos,crispa, eleva y bota esta turbia y encanallada sociedad denuestra vida, echando al cielo la obra de muchos aos en un puado de huesos y de fierros!)29

    Pero queda todava de por medio, como es el caso en la segunda parte, la cuestin de la conciencia de clase. Si Neruda no va a pecar devoluntarismo, tiene que reconocer que hay aunque sea en forma de relatoalegrico obreros que son altamente politizados y que estn dispuestos aorganizarse y rebelarse. Y la figura que cumple con esa funcin, esa necesi-dad histrica, es Marta, que es la ms valiente, alta y vigorosa y quetiene una mirada de amor. Es como si estuviera, comenta Neruda, pre-ada de un infante nuestro, de todos nosotros, los explotados de todas lasfbricas del universo, de un hijo que ser ms fuerte, ms fuerte, mucho msfuerte que nosotros30. En esta ltima seccin del artculo periodstico elhablante, pese a su furia apenas contenida por la explotacin, no se dejallevar por la impaciencia, por ese afn espontneo y poco realista pero muyligado al pensamiento anarquista de la poca de tratar de resolverlo todo dela noche a la maana. Es como si al imaginarse obrero, el joven estudianteuniversitario y periodista entendiera mejor la vida de aqul y admitiera queel cambio en las condiciones socioeconmicas lleva tiempo.

    En el segundo artculo que lleva el mismo ttulo, Glosas de la Ciu-dad [2], escrito dos meses ms tarde en Santiago, tambin se destacanideas alimentadas por el anarquismo31. En el primer fragmento del artculo,El dolor de los otros, parece abrirse una brecha nuevamente entre el autor y el tema aquellos que sufren. Pero eso depende de la interpretacin dellector porque el ttulo que encabeza el artculo tiene dos posibles significa-dos: 1) que el dolor es de los otros y no de Neruda; o 2) que el dolor,

    29 Ibid., p. 254.30 Ibid., p. 254.31 Ibid., pp. 254-256.

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    siguiendo las pautas del pensamiento de Vallejo, es algo individual y colec-tivo. Y aunque parece que Neruda lo observa todo desde afuera, es unasuerte de abstraccin necesaria para entender la miseria humana no como parte de la inmutable condicin humana, sino como estado anmico que puede cambiar si se lleva a cabo una nueva justicia. Vale la pena citar delartculo:

    Son tantos los hombres que nada tienen y que sufren taladra-dos por el deseo y la necesidad que ese excedente, ese pesonegativo del dolor de la miseria humana, se descarga sobrelos otros que no debieran sufrir. Es la ley inevitable, el equili- brio de la naturaleza que pesa como un yugo sobre los hom- bres y los hace buscar una nueva justicia que anule el senti-miento de dolor comn a los muchos y purifique la felicidadde los otros, fundindolos, igualndolos en la armoniosa rit-macin de la vida32.

    No hace falta un conocimiento profundo del anarquismo para reco-nocer las ideas utpicas de Kropotkin en la solucin que ofrece Neruda. Se

    trata de una sociedad armoniosa entre iguales que depende de la ayudavoluntaria e individual al prjimo33.As tambin en el caso de la segunda parte de estas glosas de la

    ciudad. El poeta/periodista deambula por las calles y narra lo que percibe,siempre desde su inclinacin anarquista. Describe a las mujeres en unaagencia con sus caras deformadas, sus pies vacilantes y el horror dela vida que sufre y calla, estos seres parecen navegantes que van al naufra-gio fatal, irremediable, sin violencia ni rebelda, sumergindose en la fatali-dad. Lo insoportable para el joven periodista y no olvidemos estudiante, es que estas mujeres, as como los hombre agachados, adoles-centes bestializados, parecen conformarse con y someterse a su explota-cin sin violencia ni rebelda. Y esto se vuelve ms inaguantable para elestudiante que tiene una conciencia de cmo funciona el sistema capitalistay ve que estos hombres (...) seguirn maana fabricando dinero para losque hacen leyes y hablan de deberes...34. Volvemos, por lo tanto, a laindignacin justificada por supuesto pero tambin a la impaciencia con elgobierno como tal que se unen a los intereses de burguesa y con la falta deconciencia poltica de las obreras. Lo que se aprecia en estos cuadros urba-

    32 Ibid., pp. 254-255.33Vase Varias, Alexander:Paris and the Anarchists (1996), sobre todo la parte

    sobre Kropotkin y Jean Grave, pp. 46-63. Vase tambin Weir, David: Anarchy &Culture: The Aesthetic Politics of Modernism (1997).

    34 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 255.

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    nos son los nudos temticos e ideolgicos que se asocian con el anarquis-mo poltico, pero queda por ver si esto lleva a una solucin esttica, o,mejor, a unacompensacin artstica.

    III. El anarquismo esttico en el Neruda de los aos 20

    Recordemos que Bakunin se interesa en el artista nico que retrata laparte inalienable del hombre, su derecho a la pasin y a la accin, y quecree, significativamente, que el arte puede servir de arma en la rebelin dela vida contra la ciencia. El arte, como lo pone Andr Reszler en su estudiosobre la esttica anarquista, es para Bakunin el guardin de la parte inmor-tal del hombre contra las fuerzas contemporneas de la alienacin35. YKropotkin crea que los artistas tenan un don nico de llegar al pueblo por medio de convencimiento moral y emocional de la legitimidad de las ideasanarquistas36. El arte junto con la Razn revolucionaria, segn Kropotkin,sentaban las bases para la difusin del pensamiento anarquista y para larebelda contra la explotacin. Tanto Bakunin como Kropotkin sostenanque no deba haber lmites en cuanto a la expresin y exploracin del arte,que el artista/vate deba acechar lo desconocido, lo maravilloso y lo fants-tico y obsequiarle esas indagaciones al vidente, al lector 37. El anarquismo,entonces, le brindaba al artista libertad individual ilimitada y la posibilidadde unirse a una causa revolucionaria.

    Como se puede constatar al leer los artculos periodsticos y escritosen los aos 20, Neruda est consciente aunque no plenamente de queest creando una esttica individualista o una esttica anarquista. En lacapital, en 1921, publica en Juventud un homenaje muy breve al escritor

    anarquista Manuel Rojas: Noble serenidad del verso de Manuel Rojas.Parece que brotara desde el fondo mismo de un alma macerada en la belleza,sabia en exprimir de s misma un divino y puro licor de poesa38. Las cuali-dades que elige para describirlo a Rojas se asemejan a las que caracterizan alos artistas anarquistas de la poca: a diferencia de la poesa sin purezaque proclamara el poeta en una Espaa al borde de la guerra civil en 1935,ac exalta el divino y puro licor de la obra de Rojas, figura que resulta ser un lder esttico y espiritual39.

    35 Reszler, Andr: La Esttica Anarquista (1974), pp. 43-47.36 Varias, Alexander:Paris and the Anarchists (1996), p. 125.37 Reszler, vase el captulo IV, El arte y el movimiento anarquista (1974),

    pp. 55-73.38 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 252.39 Me refiero, claro est, a Sobre una Poesa sin Pureza, recogido enPara

    Nacer He Nacido, de Neruda (1989), pp. 140-141.

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    Pero ya el camino hacia una poesa ms terrenal de parte del residen-te se hace patente en otro artculo sobre temas estticos y polticos, Ora-cin por los pobres hombres, publicado en 192140. Desde el comienzo esun rechazo al arte purista por el que abogaba, entre otros, Walter Pater, y laafirmacin como indica el ttulo de lo que incide inevitablemente en suobra potica: la explotacin del hombre por el hombre. Neruda lo resume as:La belleza y el espritu no tienen poderes capaces de aniquilar en nosotros,nuestra vida hecha de sensaciones exteriores. Y a continuacin dedicaeste escrito a la memoria de su amigo Florin con el que, haciendo eco delfamoso verso dariano fue juventud la ma? comparti la juventudque ni siquiera incendi nuestras almas. Ahora, de hombres, vivimos enanchas ciudades en que las fbricas nos envenenan el cuerpo, ya sin espri-tu, ya disgregados. Y concluye: Y nada podr jams la belleza doliente detu siglo contra este dolor de hombres, aniquilados por los hombres mismos,acorralados y deshechos en un vivir de miseria y de hambre. Son comonosotros, somos iguales e iremos viviendo la vida, anclados en la tierra, sinconocer jams la divina sabidura de tu siglo brbaro y lejano. Su amigollega a ser para Neruda la figura histrica, Florin, soldado romano, cristianoy mrtir que salv un pueblo del incendio y rehus a seguir la orden dematar a unos cristianos. Slo queda entonces en el siglo XX una poesaentonces que arranque de su residencia en la tierra, un testimonio de lalucha de los pobres hombres y hombres pobres41.

    En otro artculo, De la Vida Intelectual de Chile: Todo un Novelis-ta, que escribe paraClaridad desde Temuco en octubre de 1921, Nerudaadhiere a ciertas posturas anarquistas y, sin embargo, le hace una crticaaguda al escritor Joaqun Edwards Bello42. Por un lado, el poeta se identificacon la juventud, se considera hombre libre y busca su inspiracin en losintelectuales que saben manejar las cosas del espritu tal y como losartistas. Admira la valenta de Edwards Bello por haber mostrado la bestia-lidad de la opresin que sufren los de abajo en su obra, pero, por otro lado,deplora su cobarda en cuanto a la supresin de la libertad de palabra du-rante el gobierno de Arturo Alessandri. Ante actos as, dice Neruda,como los del gobierno, se protesta, se grita, se trata de rajar la sensibilidady la sentimentalidad justiciera de los hombres. Y, justo despus lo critica por dadasta al autor de Metamorfosis (1921) y por aristcrata. As Nerudaafirma ciertas ideas de la esttica anarquista pero tambin las critica abierta-

    40 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 256.41 Ibid., p. 256.42 Ibid., pp. 258-259.

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    mente43. Todo lo cual hace pensar que el poeta tena una relacin ambiva-lente con el anarquismo esttico, cosa que seguramente permiti que rom- piera con esa tendencia artstica y con los postulados y la praxis de esemovimiento. Esto queda claro cuando advierte en un artculo de 1922, quese titula Dada, No confundas mi corazn con la joroba de ese polichine-la, frase que indica que se considera vanguardista y acaso influido por elanarquismo todava, pero no tiene nada que ver con el nihilismo y los jue-gos artsticos del dadasmo44.

    Y sin embargo sigue habiendo referencias frecuentes a lo que nodudaramos en calificar de esttica anarquista. Un ao ms tarde, en 1923,asevera que cada poeta cantar lo que quiera, sin hacer caso omiso de preceptos higinicos. Porque cada uno para cantar debe situarse comoAdn: creerse el primer descubridor de las cosas y su primer dueo al entre-garles nombre, palabras que como se ve se unen a ese lan artstico y proftico de Apollinaire y del creacionismo de Huidobro45. Parece remitir alas ideas sobre las artes diseminadas por Bakunin y Kropotkin: el artistacomo descubridor de lo misterioso, lo desconocido.

    Pero Neruda nunca cumple con el rol de vanguardista por excelencia

    ni poeta anarquista. Detesta, como lo aclara meses ms tarde, la gimnasiaverbal y la rebelin letrada de la forma, como se aprecia en su escuetaDefensa de Vicente Huidobro, que resulta ser no un elogio sino un armade doble filo: alaba a Huidobro como poeta pero desconfa de los juegosvanguardistas que pueblan sus versos novsimos.

    Su poesa es extraamente transparente, ingeniosamente in-genua. Con esa pureza del viejolied del norte, motivo desnu-do, de realizacin acuaria. Creacin, creacionismo, estticanueva, todo eso es frmula, garabatos, ropa usada. Lo nicoes el poeta y el camino desde l a su poema. Huidobro, qufresca sensacin infantil, de juego atrevido, mezcla del extti-co hay-kay con el trepidante traqueteo de Occidente46.

    Crtica sutil y mordaz a la esttica libertaria como tal y a la obra deHuidobro tambin, marca claramente una brecha entre lo que se propone Neruda y la vanguardia. Y esto, pese a una que otra caracterstica intrnseca

    del vanguardismo, tiene su peso ideolgico, artstico, y sentimental y da paso al lado notablemente realista del arraigo social y existencial en Resi-

    43 Ibid., pp. 258-259.44 Ibid., p. 266.45 Ibid., p. 310.46 Ibid., p. 322.

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    dencia en la Tierra . As, por ejemplo, en Exgesis y Soledad se aprecia la batalla interior que lleva al poeta a emprender la ms grande salida de mmismo, que consta de diez aos de tarea solitaria47. No son elucubracio-nes o ruminaciones etreas del poeta, sino versos alegres y amargos que brotan de su sufrimiento. Me puse en cada cosa que sali de m, insiste,con sinceridad y voluntad. Y, sin embargo, se empea en subrayar susufrimiento individual y su libertad artstica desatada ambas caractersti-cas del vanguardismo: Sin mirar hacia ninguna direccin, libremente, in-conteniblemente, se me soltaron mis poemas48. Sigue vigente entonces esa pugna entre la voluntad de expresar la realidad que lo rodea con una mme-sis crtica y ese afn de dejarse llevar por sus propios caprichos creativos.En resumidas cuentas, es el camino hacia la espontaneidad dirigida, comolo pone Neruda en sus memorias. Lo que sucede es que todava no haencontrado ese equilibrio necesario que le servir ms tarde de mtodo potico y que aflorar sobre todo a partir delCanto General 49. Por lo tanto,en este momento dado prevalece lo espontneo.

    Y ese impulsivo lado esttico y poltico se avizora sin lugar a dudasen el famoso prlogo a El Habitante y la Esperanza (1926):

    Yo tengo un concepto dramtico de la vida, y romntico; nome corresponde lo que no llega profundamente a mi sensibili-dad.Para m fue muy difcil aliar esta constante de mi espritu conuna expresin ms o menos propia. En mi segundo libro,Veinte Poemas de Amor y una Cancin Desesperada , yatuve algo de trabajo triunfante. Esta alegra de bastarse a smismo no la pueden conocer los equilibrados imbciles que

    forman parte de nuestra vida literaria.Como ciudadano, soy hombre tranquilo, enemigo de leyes,gobiernos e instituciones establecidas. Tengo repulsin por el burgus, y me gusta la vida de la gente intranquila e insa-tisfecha, sean stos artistas o criminales50.

    Esta cita rene hartas caractersticas que se han solido asociar con elvanguardismo y el anarquismo y que se pueden hallar en el estudio clsicode Renato Poggioli sobre la vanguardia. Se trata del neorromanticismo, el

    47 Ibid., pp. 323-324.48 Ibid., pp. 323-324.49 Vase Neruda:Confieso que He Vivido (1992), pp. 362-364; y tambin el

    captulo dos de mi libroVerses Against the Darkness: Pablo Nerudas Poetry and Politics (2006) en el que describo la teora esttica de Neruda.

    50 Neruda, Pablo:Obras Completas (1999), p. 217.

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    desdn por los escritores cannicos en su pas, su oposicin frontal a lasleyes, el gobierno y las instituciones, y hasta la equiparacin entre el artistay el criminal. Son ideas prototpicas de la vanguardia y del anarquismo yvan de la mano de sus declaraciones pblicas despus del golpe de 1925. Neruda, entre otros universitarios anarquistas, se pronuncia contra el golpe pero no para restaurar la democracia poltica y el capitalismo, sino paraabogar por un gobierno mnimo o mejor inexistente, porque todo intento devolver a un estado fuerte va a enderezar en bien del capitalismo51.

    Y esta ideologa anarquista se manifestar en la temtica y en laforma de Residencia en la Tierra y en sus cartas desesperadas enviadasdesde el Oriente. Entendamos primero que esta esuna vertiente nicamenteen una obra que, como lo han demostrado Jaime Concha, Alain Sicardy Hernn Loyola, est empapada de realismo. Sin embargo, vale la pena subrayar su importancia para ayudar a explicar por qu hay, desde1936 en adelante, un revs, que lleva a la formacin de su espontaneidaddirigida.

    Como lo ha sealado Loyola en su magnfico estudio de las Residen-cias , s hay un lado proftico que se destaca visiblemente tanto en sus poemas como en las cartas a Hctor Eandi. Frente a los asedios del colonia-lismo ingls, de la miseria econmica a que est condenado el pueblo indio,de la relativa pobreza en la que vive, de su desconocimiento del hind y delas culturas orientales, y de la soledad que sufre, Neruda se alza con unaconfianza hiperblica y tenue. As confiesa que tiene ambiciones expresi-vas bastante sobrehumanas y declara que el deber del poeta es penetrar en la vida y hacerla proftica: el poeta debe ser una supersticin, un ser mtico, postura afn al aristcrata de la cultura que es el vanguardista se-gn Poggioli (Aguirre, 60). As tambin el individualismo es el ojo en elhuracn y explica por qu las imgenes que elige en las Residencias soninslitas, rebuscadas. Busca vengarse de su enajenacin en el plano de la poesa. Y, finalmente, como lo apunta Loyola, la poesa tiene que ser unaaventura del espritu en gran parte porque se quiere desprender de osuperar en lo posible esa demonaca soledad que lo acosa en el Oriente(Aguirre 61). Pero estos vestigios del anarquismo empezarn a desvanecer ya para 1933, de vuelta a Chile, y se esfumarn o irn formando parte mnimaen la espontaneidad dirigida a partir de 1936.

    51 Cit. en Concha, Jaime:Pablo Neruda 1904-1936 (1972), p. 232.

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