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    SOBRE ANGUSTIAS Y CADVERES(Pablo Neruda, Espaa en el corazn)

    Michle RamondUniversit de Toulouse II

    EL MIEDO A LA METFORA

    La hecatombe espaola es causa en Pablo Neruda de un miedo redoblado haciala metfora, miedo que tiene mucho que ver con cadver y angustia. Definir en ciertamedida a Pablo Neruda por el miedo a la metfora puede parecer extrao en el casode un poeta como parecera tambin extrao que se definiese el salto con prtigacomo miedo al salto, o la fe como miedo a Dios (aunque ya no tanto...), o elhumanismo como miedo al hombre, o la viticultura como miedo a la poda.

    El caso es que Neruda desconfa de la metfora cuanto ms que se trata delanzar el grito de escndalo. Al principio del sexto poema "Explico algunas cosas"

    propone, a modo de irrisin del esteticismo potico no congruente con la

    circunstancia, una definicin de la metfora que por su esquematismo crtico revelaangustia (el esquematismo o la simplificacin son un disimulo y lo que se disimula,en este caso, es que la metfora plantea problemas, que la metfora ES el problema) :

    Preguntaris : Y dnde estn las lilas?Y la metafsica cubierta de amapolas?

    La metfora queda aludida por la metafsica ya que las dos son traslacin (meta)de un lugar visible o de un estado de visibilidad hacia un lugar invisible o un estado

    de invisibilidad. Que lo invisible reciba el nombre de sentido figurado, o de lo no-dicho, o de lo latente, o de lo inconsciente (caso de la metfora) o que reciba elnombre de ideas, modelos, esencias, causas, Dios, numen (caso de la metafsica), loinvisible es motivo de burla apenas disimulada bajo la primaveral belleza de larepresentacin: lilas, amapolas.

    El malva delicado, el blanco y el rojo vivo de las flores son la evanescente yseductora manifestacin de la esencia, casi podramos decir que son su disfraztentador, su engao. Los dos versos introductivos hacen el proceso de una poesa

    metafrica que entregara esencias en tazas de porcelana finsima donde se volveran

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    embriagadoras.

    La metfora es el demonio, es la serpiente que miente proponiendo frutas

    apetecibles, dainas o equivocadas. La belleza floral de la imagen potica se hacecmplice de los ardides de la metafsica. La poesa metafrica es el anzuelo de que sevalen los metafsicos para pervertir con sus indagaciones y sus discursos sobre elSER. Un elemental o ingenuo marxismo intenta defender el campo potico contra lainutilidad o malevolencia de las esencias ideales. Si el campo potico, como lossembrados, se cubre de amapolas encarnadas, eso significa que se ha vuelto un lugarde malgastada belleza donde intilmente se encarnan ideas e ilusiones demetafsicos. Y, segn Neruda, cuando la guerra est llamando a nuestras puertas consu inevitable cortejo de muertes, injusticias, opresiones, sangre derramada y ruinascmo consentir que la poesa se haga metafrica, la aliada de lo invisible, de lofundamentalmente gratuito, frente a los horrores del lugar visible derruido ysufriente? El recelo de Neruda hacia un orden metafrico-metafsico cortado del lugarvisible podra discutirse en trminos morales e ideolgicos. El problema no es ste,sino que la implcita teora de Neruda sobre la metfora es imprescindible compaerade un miedo a la metfora, de un miedo al lugar visible de la metfora. No digo porcierto que la metfora sea carente de idea, de significado, de numen...sino que ellugar ideal invisible de la metfora no es causa ni principio ni Dios de su concrecinimaginaria. La concrecin imaginaria es prioritaria y lo que se puede llamar elconcepto o lo inconsciente de la metfora es un lugar "no finito" e inalcanzable,

    imposible de disociar de la plasmacin imaginaria y que slo el saboreo de la imagennos permite, por instantes, vislumbrar. Por lo tanto se le podra contestar a Pablo

    Neruda que el orden metafrico no corta con el lugar visible porque es un lugarconcreto visible, un lugar permanentemente relacionado con los objetos. El peligrode la metfora no es tanto que se interrumpa la relacin con lo visible, es 1aincertidumbre en cuanto al significado de la concrecin imaginaria. Este miedo alsignificado de la imagen es miedo a la dimensin inconsciente del orden metafrico.Si parece difcil admitir que haya escndalo, es decir divorcio entre el lugar visible yla dimensin imaginaria de la metfora, parece en cambio mucho mas lgico que un

    miedo hacia lo inabarcable de la dimensin ideal se manifieste bajo la formaconfesada, o mejor dicho proclamada, de un recelo hacia la metafsica. La"metafsica" sera por consiguiente una metfora de todo lo que se relaciona con loscontenidos latentes de la imagen potica. El desprestigio sufrido por la metafsica secomunica al problema del significado en el orden metafrico, contagia cuanto se

    pueda rubricar bajo los vocablos: inmaterial, espiritual, incorpreo, con lo cual quedatambin procesada la teora saussuriana del signo lingstico. Lo que pasa es que el

    polo "material" del lenguaje y, claro est, de la metfora, tambin est afectado por lairrisin de la metafsica. Lo que claramente reivindica el poema es la dimensin

    histrica del lenguaje. Pero lo que no aparece tan claramente es que esta

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    reivindicacin enjuicia la metfora y el lenguaje de tal manera que resulta estorbosala dimensin del significado y, por supuesto, de tal manera tambin que resultasuperfluo, antisocial y a-histrico todo tipo de acercamiento analtico al significado.

    Como si la dimensin histrica supusiera la desaparicin de la problemtica delsignificado.

    HISTORICIDAD CONTRA SIGNIFICADO

    El caso es que la problemtica del significado sigue ms viva en el caso de unapoesa en la que lo imaginario, e sea la visibilidad, entronca con el lugar visible,llammoslo realidad o historia. Cada vez que Neruda, por motivos -nobles, por cierto-de historicidad desconfa del poder significante del lenguaje, incurre en creer que hallegado a suprimir todo tipo de significado, de contenido latente. Sin embargo, lahistoricidad del texto potico no puede de ninguna manera servir para eliminar elsignificado latente por la razn muy sencilla de que la historicidad no ES de ningunamanera el significado. La historicidad del texto potico forma parte de su visibilidad.El prejuicio contra la metafsica no sirve ms que para debilitar los circuitos desecretas vinculaciones entre el lugar visible de las imgenes y el lugar invisible de lossignificados latentes.

    Sacrificado a la historicidad que se toma por el nico significado decente yposible de las imgenes, el significado latente es vctima del enfoque ideolgico. A

    falta de percibir que el comprometimiento es una modalidad -entre otras- del ordende visibilidad del texto potico, la escritura, segura de haber encontrado en el afnsocial el significado por antonomasia, tiende a sustentar imgenes intencionales cuyoafn descriptivo o denunciador suspende la libre circulacin de los significadoslatentes. Podemos decir del significado latente, este lugar invisible de la metfora,que es vctima de la intencionalidad de las imgenes. La intencionalidad va matandoo debilitando lo imprevisible de las imgenes. De otra manera se puede argumentar elcaso nerudiano: las imgenes intentan desesperadamente quedarse fuera del campo deamapolas, o sea fuera del campo metafrico. Se proponen eliminar el significado

    latente metafrico, la parte invisible, la parte malquista que soporta el descrdito deuna fundamental desconfianza ideolgica hacia lo ignoto, lo oculto, lo latente, lo no-intencional, lo no-voluntario, lo inconsciente. Como si la dimensin invisible pudieseresultar peligrosa para la dimensin histrica, fuese su rival, fuese una dimensintemible y delictiva, un elemento imposible de integrar en la poesa comprometida. Elerror o la equivocacin tal vez fuera el pensar que la dimensin histrica intencionalera el significado deducible de la imagen. En el nombre de este significado deduciblehaba que eliminar los significados metafricos, el orden metafrico del lenguaje.

    Una de las ms impresionantes angustias que rezuma de Espaa en el corazn

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    que nos remite a un mapa, quiero decir que slo se completa felizmente con lacontemplacin de un detallado mapa de Espaa. Sin un mapa, sin el real itinerariogeogrfico, los versos no son nada. La poesa se vuelve mdium para conseguir que

    se encare la realidad. El lugar visible de la imagen nos devuelve al lugar visibleespaol como si de este cara a cara pudiera surgir la salvacin. Cara a cara de loslugares visibles, que se ahorra los derroteros del significado latente. Espaa y su

    proclamado enfoque ideolgico se han tomado por el nico significado posiblecuando eran (al revs) la visible estructura de este lugar, visible siempre, que es laimagen potica.

    Castrada de su dimensin invisible y comunicada exclusivamente con el exterior(dimensin visible de la guerra de Espaa o de la geografa espaola) la imagen

    potica constituye un bloque, un cuerpo compacto auto-inteligible y especular:Espaa se mira en la imagen potica y la imagen refleja a Espaa. La estructuramarxista (antifascista) de este dilogo narcisista que une los dos lugares visiblesconstituye la modalidad visible del espejo o sea del espacio de escritura donde seconjugan la imagen y su claro referente externo. Cada vez que el espacio especular sereduce a su visible dimensin ideolgica, queda bloqueada la relacin imaginaria enun estado de congruencia reciproca que equivale a un estado de estancamiento de laimagen: no hay modo alguno para la imagen de salir del faz a faz con el referentecircunstancial urgente. Sin embargo hay casos en que el referente, no por menosurgente, deja de presionar la imagen que escapa de su estadio de inmovilidad. En

    estos casos es de suponer que el espacio de escritura deja tambin de ser meramenteideolgico. La imagen por fin se vuelve la impulsora de un movimiento hacia, sevuelve metfora. Estos instantes, no muy frecuentes enEspaa en el corazn, en quelos poemas recobran una dimensin metafrica, son instantes privilegiados en que sedesbloquea la relacin especular entre imagen y referente hispano circunstancial. Esde suponer que si se desbloquea el faz a faz paralizante de la imagen y del referentees porque la tensin psquica acumulada encuentra por fin una va por dondedescargarse en las imgenes. La imagen se des-estrecha o se des-angustia, seafloja el nudo que la mantiene trabada, solidificada con el referente, soldada con la

    circunstancia espaola. Lo latente y lo invisible al fin se invierten en el texto potico.Son tambin los momentos en que el texto llega a comunicar una emocin ms allde la especulacin ideolgica, porque el espacio especular queda vencido, roto por laangustiante tensin incomunicable que al fin se desboca y se vierte en las imgenes.

    LA IMAGEN / INDICIO VEHEMENTE

    Muy sugestivo a este respecto es el poema vigsimo: Paisaje despus de una

    batalla.

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    La coherencia referencial no impide aqu que el campo lastimoso de cadveresse nos imponga como un imaginario metafrico. En la primera estrofa, la troparestregada de los muertos soldados no es mera referencia descriptiva. Incongruente,

    la imagen rompe con el referente, con el parlisis especular y con el estrecho espaciode proyeccin especulativa. La tropa restregada / contra los cereales supone a lavez la restregadura enrgica de los soldados contra los cereales, imagen que da lacosecha por lastimada y perdida y los soldados por el objeto spero-sdico agente delmartirio de los cereales y la restregadura no menos enrgica y despiadada de lossperos y dainos cereales contra el cuerpo victimado de cada soldado mrtir de ladespiadada refriega. Tanto el cadver como el cereal han sido vctimas de un agentemortal agresor, superior a ellos. Este agente es la spera luna que no remiteexclusivamente al agresor circunstancial, sino a un ofensor csmico. Este ofensor

    plenamente imaginario, nocturno y fantasmal tiene lejana relacin metonmica con eldesembarco del General Franco (luna, oriente, imperio turco, luna en creciente, medialuna, Islam, mahometano, moro, rabe, Marruecos), pero la relacin que existe entrela imagen y el referente circunstancial externo no es de ninguna manera una relacinexpuesta y visible. La imagen posiblemente movediza no es una imagen auto-inteligible. Al contrario spera luna permite que se vaya elaborando entre la tropay los cereales, una relacin que trasciende la de la mera coyuntura. Si tropa ycereales van tan extraamente unidos por su recproca restregadura, es gracias al

    poder metafrico de la imagen que rebasa los trminos de una simple adecuacin dela imagen a su referente externo ocasional. Y si en otros poemas la circunstancia

    estrecha, en nudo angustioso, las imgenes, hasta convertirlas en reflejosespeculativos (intencionales), aqu permite que la imagen se abra, des-angustindose,a una dimensin invisible extra y para-circunstancial. Aqu la circunstancia no sirve

    para oprimir la imagen sino que la imagen le da motivo a la circunstancia paradesestabilizarse y fomentar un imaginario desestancado sin monopolios. Lacircunstancia forma parte integrante de lo imaginario, con lo cual el lugar visible del

    poema deja de cerrarse en torno a un ncleo estrecho y angustiante de intencionalidadideolgica. O sea: la ideologa se ha vuelto un modo de recurrir a la imagen y deja detomarse por el significado de la imagen. Certificar, testimoniar, guardar, recordar y

    acusar, en algunos momentos poticos privilegiados se vuelven un modo defuncionamiento de la imagen, una modalidad indicativa de la imagen: la imagen tieneuna estructura imaginaria tal que se vuelve indicio, incluso indicio vehemente. Perohay otros casos (los ms) en que la indicacin funciona no ya al nivel de la imagensino del significado, y eso da ocasin a que la imagen se estreche y angustie, rendidaal sentido propio, al referente o al contenido intencional, imagen tan slo repetidora,que repite su leccin, su pequeo dispositivo referencial, imagen que cae de su propio

    peso, imagen-cadver.

    El bloqueo de la dimensin imaginaria tiene como corolario la invasin de la

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    Agente de la restregadura y de 1a corrosin del espacio donde lo natural y lohumano se confunden en una misma desolacin (un mismo desollarse) y un mismo

    escozor y sufrimiento, la luna spera impele al paisaje imaginario un ser imaginariorasposo, erizado, dientudo, de piel arrugada, rugoso como papel de lija, chirriante alodo, acre al paladar, granoso a la lengua, de trato adusto, duro y cruel. Que pordetrs est el General Franco no le quita un quilate al valor metafrico de la imagenque interrumpe con su ex-abrupta e in extremis cortedad, la llaneza endecaslaba delcuarteto.

    Agente sdico de quemazn, de araazos, heridas, magulladuras, desolladuras,la luna es el sublimado corrosivo que calcina y a la vez que hiela el lugar imaginario.Por la restregadura universal a la que van sometidos, todos los cuerpos (soldados,cereales, herraduras, yeguas, espinas, metal, hueso, mortaja...) son mortalmentequemados y mortalmente enfriados hasta ser de nuevo quemados por los enterradoresque van y vienen sin descanso en medio del humo. El acostumbrado imaginariohecho cadver del libro se torna aqu en un imaginario del cadver. La imagen dejade convertirse en cadver es decir de cerrarse, como unidad auto-inteligible, a todo

    porvenir endo-textual. Al contrario, la imagen da indicios vehementes (y no porcasualidad son indicios del cadver), apunta al cadver, suea con el cadver, con sulicuable e incierto orden perturbado entre fro y ardiente, entre mineral y animal,entre presente y ausente, entre animal y humano, entre duro o slido y lquido. Lejos

    en este caso, la imagen, de su petrificacin referencial e ideolgica, liberada de suestrechez metafrica, de su intolerante angustia, se permite, por fin, vivir unaexperiencia textual. Y esta experiencia textual autorizada por la breve demora de laangustia no podra ser otra: al vivir la imagen vida propia, ms all de laintencionalidad reductora a la que el libro por lo general la somete, no tiene msremedio que vivir su vida de cadver. Vive plenamente la imagen-cadver, a travsde los imaginarios derroteros poemticos, los procesos de descomposicin y denitrificacin de las substancias orgnicas corruptas con las que se identifica. Elestatuto de imagen -cadver es sustituido por una vivencia endo-textual de imagen-

    cadver. La intensidad de la vivencia necrtica endo-textual de la imagen porsupuesto se debe a la insistencia, en el libro, de su funcin como cuerpo muerto de laideologa y del referente. Cuerpo imaginario muerto, cado en el espacio textual comomuerto despojo insepulto del acontecimiento espaol, la imagen potica, por unavez, tiene una oportunidad de echar retoos fuera del estricto mbito de la coyuntura.Esta oportunidad es un espacio oportuno: paisaje despus de una batalla, cubierto decadveres en avanzado estado de putrefaccin. Los humos, los gases, los lquidosinmundos, los vapores amoniacales, la prdida de identidad de los cuerpos, todo esematerial que hay que transferir al espacio textual, por una vez da lugar a que la

    relacin inmvil que suele unir lo imaginario textual con el contenido intencional por

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    fin se rompa: un comps, un ritmo, vence la cerrazn de la relacin imagen /intencionalidad, y en el arca cerrada, angosta y angustiada de la imagen deflagran porfin las posibilidades imaginarias. Lo que vence la relacin estreida de la imagen y

    del contenido intencional es, no cabe duda, una coincidencia: el referente (paisajecubierto de cadveres) y su enfoque ideolgico (denunciar - enunciar - guardar estepaisaje para seguir acusando) coincide al cien por cien con la funcin literaria de laimagen-cuerpo muerto. Una inesperada analoga entre el lugar visible referencial y lafuncin-cadver de la imagen (el lugar visible poemtico) va a despertar unmovimiento de identificacin entre los dos lugares visibles. Lo imaginario textualrevive con esta identificacin o sea que, a travs de la identificacin, la coyunturasirve para impulsar lo imaginario y su vocacin metafrica paralizada. El proceso deinteriorizacin de los cadveres al cuerpo propio, descrito por la ltima estrofa que seincorpora un verso ms (o sea que se incorpora los muertos cuerpos contemplados)seala ampliamente que el lugar visible se ha metido para adentro, se ha conyugadocon lo imaginario. Necrfaga, la imagen potica ha necesitado de este contactoanalgico para recobrar fe en s, es decir en la funcin metafrica. As es como lacoyuntura puede matar y luego resucitar la funcin metafrica. La coincidenciaanalgica (totalmente mgica) entre la imagen potica y el lugar visible referencialsalva la imagen de su didactismo ideolgico. Slo un encuentro mgico entre imageny realidad puede salvar la poesa nerudiana de la necrosis intencional. Pero tambines verdad que, sin esta necrosis, la imagen potica no existiera como cadver niexistiera nada de cuanto se ha dicho sobre la imagen-cadver, su estrechez y sus

    angustias, sus consunciones y vivencias.

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