Índice - Instituto Teológico de Vida Religiosa

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Índice INTRODUCCIÓN............................................................................................ 7 1. Nuestra situación actual................................................................................. 7 2. Pobreza y pobres: una lección de nuestro pasado......................................... 9 FRANCISCO DE ASÍS: liberación para la solidaridad........................ 11 1. Primera parte: el proceso de Francisco....................................................... 12 1.1) La enfermedad (O el sueño y el despertar).............................................. 13 1.2) La crisis.................................................................................................... 14 2. Segunda parte: el cambio (O la conquista de la serenidad)........................ 19 a) La ciudad..................................................................................................... 19 b) Los amigos.................................................................................................. 20 b’) Los amigos................................................................................................. 20 a’) La ciudad.................................................................................................... 21 3. Tercera parte: El conflicto........................................................................... 22 3.1. La incubación........................................................................................... 22 3.2. Estallido.................................................................................................... 23 3.3. Busca de solución..................................................................................... 24 3.4. El “descenso” del Papa............................................................................. 25 Conclusión....................................................................................................... 26 ALGUNAS LECCIONES A SACAR......................................................... 29 1. El privilegio hermenéutico de los pobres.................................................... 30 2. Los pobres factor de unidad........................................................................ 35 3. Comunidad alternativa y civilización de la pobreza................................... 39 4. Aspectos comunitarios de la opción por los pobres.................................... 48 CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN............................................ 51 “Nuestros señores los pobres” El Espíritu de Dios, maestro de la opción por los pobres - José Ignacio González Faus

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Índice

INTRODUCCIÓN............................................................................................ 71. Nuestra situación actual................................................................................. 72. Pobreza y pobres: una lección de nuestro pasado......................................... 9

FRANCISCO DE ASÍS: liberación para la solidaridad........................ 111. Primera parte: el proceso de Francisco....................................................... 121.1) La enfermedad (O el sueño y el despertar).............................................. 131.2) La crisis.................................................................................................... 14

2. Segunda parte: el cambio (O la conquista de la serenidad)........................ 19a) La ciudad..................................................................................................... 19b) Los amigos.................................................................................................. 20b’) Los amigos................................................................................................. 20a’) La ciudad.................................................................................................... 21

3. Tercera parte: El conflicto........................................................................... 223.1. La incubación........................................................................................... 223.2. Estallido.................................................................................................... 233.3. Busca de solución..................................................................................... 243.4. El “descenso” del Papa............................................................................. 25Conclusión....................................................................................................... 26

ALGUNAS LECCIONES A SACAR......................................................... 291. El privilegio hermenéutico de los pobres.................................................... 302. Los pobres factor de unidad........................................................................ 353. Comunidad alternativa y civilización de la pobreza................................... 394. Aspectos comunitarios de la opción por los pobres.................................... 48

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN............................................ 51

“Nuestros señores los pobres”El Espíritu de Dios,maestro de la opción por los pobres - José Ignacio González Faus

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CONSIDERACIONES CRISTIANAS INTEMPESTIVAScon motivos del año de la erradicación de la pobreza....................... 531. “Segundo binario”....................................................................................... 532. Iglesia de los pobres, pero... “dentro de un desorden”................................ 543. Civilización de la sobriedad compartida..................................................... 564. Justicia, no caridad...................................................................................... 57

DIA DE RETIRO PARA CUARESMALa solidaridad con los crucificados en la pasión del mundo de hoy..... 61

SIGNOS............................................................................................................. 79

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Naturalmente, la intuición deFrancesco queda hoy demasiadosimple. El se limitó a percibir que lariqueza de unos pocos, además deno hacerlos felices, producía pobresy desatendidos y era, por eso, pro-fundamente contraria a la voluntadde Dios. Y optó contra la riqueza ennombre de la libertad, pero tambiénde la solidaridad.

Hoy, con varios siglos de im-plantación y de triunfo de la locurade Pietro Bernardone, hay que optarno meramente por la propia mode-ración individual, sino contra todaesa mentalidad y ese sistema quesólo nos libera de nuestras caren-cias básicas esclavizándonos a otrasnecesidades falsas y aumentandoalarmantemente las carencias bási-cas de otros. Hay que recordarconstantemente (precisamente por-que él no la dice en tono de críticasino de loa) aquella lúcida observa-ción de Voltaire, que está en los orí-genes de nuestra “modernidad”: “losuperfluo...¡tan necesario!”. Con-vertir lo superfluo en necesario esconvertirlo en esclavizador y enexpoliador. La heroína y la drogaserán sólo el caso cumbre y el más

hiriente de toda esta lógica.

Por eso, reducir hoy la opciónpor los pobres a una tarea de“madre Teresa de Calcuta” (pornecesaria y benemérita que sea estatarea) puede resultar nefasto por-que suaviza los efectos y señales dealarma, sin combatir las causas.Sería semejante a lo que he oídodecir a algunos amigos sobre la acu-puntura en el campo médico: la acu-puntura puede quitarte el dolor,pero no te cura la enfermedad. Porsupuesto: yo no soy médico y nopretendo aprobar ese juicio. Sólo locito como ejemplo gráfico.

Es decir: hoy las mediacionesson mucho más complejas y requie-ren más análisis, aunque pueda adi-vinarse intuitivamente que (porejemplo) erigir la competitividad enregla suprema y única de relacionessociales puede acabar llevando asituaciones sin salida. Y todavía hayque añadir −contra nuestra pereza ynuestro amor al simplismo cómo-do− que la opción por los pobres,aunque marque todos los campos,no es el único campo ni de la laborhumana ni de la labor misionera. El

Algunas lecciones a sacar

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seguidor de Jesús no puede desen-tenderse de los otros campos huma-nos: de los problemas de interpreta-ción del pasado, de la tecnología, dela nueva imagen de Dios que vaemergiendo del estado actual de lasciencias, de la pregunta por el senti-do, de los problemas (y riquezas) dela psicología y del conocimientopropio, de la presencia del Espírituen las otras religiones de la tierra,de la autoridad y sus formas de ejer-cicio... Desentenderse de estascuestiones provocó en el pasadoinfinidad de inmadureces o proble-mas afectivos no resueltos, que aca-baron dañando la misma opción porlos pobres.

Y es que todas las dimensionesde lo humano están profundamenteentrelazadas. Aquí, por tanto, noproponemos su mutilación hasta unsólo campo, sino la opción por esecampo como clave hermenéuticapara el acceso a los demás: de estemodo se pone en acto la clara pala-bra de Jesús: “dichosos los pobresporque de ellos es (la totalidad querepresenta) el Reino de Dios”. O:“buscad primero el Reino de Dios ysu justicia, que todo lo demás ven-drá dado por añadidura”. Como yaescribí en otro momento, el progre-

so y la razón, que son para muchosnuestras palabras más absolutas ymás “teofánicas”, merecen unos jui-cios muy distintos según se trate deun progreso y una razón puestos alservicio de las víctimas y para ellas,o puestos al servicio de nuestroorgullo y nuestra comodidad7.

1.- El privilegio hermenéutico delos pobres

Hemos definido así lo que hoysuele llamarse “privilegio herme-néutico” de los pobres y de las víc-timas. Si la expresión “privilegiohermenéutico” nos resulta muycríptica, podemos sustituirla por lade Ignacio Ellacuría: “lugar so-cial”: el lugar social por el que seopta, desde el que se mira (y para elcual se mira) y al que quiere servirla praxis propia. O podemos susti-tuirla por un título de L. González-Carvajal8: la causa de los pobres seconvierte así en causante de la vidareligiosa como grupo, y del segui-miento personal de cada cual.

Ahora bien: ese privilegio her-menéutico o “lugar social” necesitaexperiencias intensas de contacto yamistad. Quizá los religiosos hemos

7 ver: Los pobres lugar teológico, en la obra de AA.VV. El secuestro de la verdad, Santander 1986.8 La causa de los pobres causa de la Iglesia, Santander 1982.

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cambiado algunos lugares naturalesy niveles naturales de consumo:pero no sé si hemos ido cambiandola red de nuestras amistades y rela-ciones sociales. Aquí no hemos des-cendido las escaleras (comoFrancesco ni como Inocencio III) o,a lo más, lo hemos hecho sólo parauna bendición momentánea. Y estefactor es decisivo: porque sólo lasexperiencias vividas en este tipo deamistades y relaciones pueden com-pensar el otro tipo de experiencias(que parecen tan naturales) y quebrotan de la relación conlas clases altas: expe-riencias que acaban porenvolvernos y por cons-truir la atmósfera en laque se nos generanmuchas falsas eviden-cias.

Así acabamos pensando que hayotras cosas más importantes que laopción por los pobres, vg. el diálo-go intelectual con el mundo, o elcuidado pastoral de las pocas ovejasque nos quedan (y que, en nuestropaís, son casi todas de clase másbien alta..). Y tememos incluir enesa importancia la opción por lospobres, por miedo a quedarnostodavía con menos ovejas, o pormiedo de fomentar una iglesia “deanalfabetos” incapaz de dialogarcon lo más serio de la cultura.

Para tranquilizar nuestras con-ciencias haremos así una opciónmeramente “asistencial” pero nollegaremos a hacer una verdadera“inculturación” −esa palabra quehoy apreciamos tanto−: porque hoyprecisamente la cultura de los ricosse está convirtiendo en una “aldeaglobal”, donde apenas hay hechosdiferenciales, dado que se reducenlas diferencias entre un japonés y unnorteamericano, entre un catalán yun madrileño, entre un jeque árabey un lord inglés, entre un marajá y

un financiero alemán...El dinero no tiene patriay, en el mundo de losricos, las diferencias sonmucho más fácilmenteneutralizables. El verda-dero hecho diferenciales el que se da hoy entre

anverso y reverso de la historia:entre el primer mundo y los llama-dos tercero o cuarto.

Nos ocurre en este campo unacosa que se dio también antaño enel mundo de las misiones y queacabó siendo una de las causas demuchos fracasos misioneros. El que“sale de su patria y su parentela”para ir a tierra extranjera, si una vezallí sigue teniendo oportunidadesestables para continuar hablando lapropia lengua, tratará constante-mente o preferentemente con el

Y optó contrala riqueza en nombre

de la libertad,pero también

de la solidaridad.

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grupo “de los suyos”, y nunca lle-gará a ser uno con los nativos, ni aaprender la lengua nueva ni a incul-turarse en la tierra nueva. Eso ocu-rrió antaño muchas veces en lasmisiones: los misioneros vivían a laeuropea, seguían hablando francéso inglés, y sólo tenían capacidadpara un cuidado condescendientecon los nativos. Esto mismo puedeocurrirnos ahora con ese pueblo“extranjero” que sonlos pobres, hasta losde nuestra mismacasa.

Y sin duda habráque ser realistas ycomprender que lanaturaleza humana noda para mucho más.Pero también perte-nece al realismo elcomprender que si no hay una deci-sión expresa de remar contracorriente, aunque se avance poco,al poco tiempo la corriente se noslleva y, en lugar de estar en elmismo sitio en que queríamos estar,nos damos cuenta de que vamos ríoabajo y que ahora es mucho másdifícil detenerse. Quizá eso nos estáocurriendo hoy, y por eso dije alcomienzo que no sería honestoechar la culpa de nuestra tibieza ameras causas externas.

Una inculturación es obra demedia vida y no vale para ella esode “aprenda inglés en dos semanasy sin esfuerzo”. Un gran amigo míomexicano, cuya tesis doctoral tuvela suerte de dirigir, que era una delas personas con más garra teológi-ca que he conocido, y a quien elSeñor se llevó prematuramente porun derrame cerebral, me contabauna vez con infinita sorna lo que

solemos pensar todoscuando nos acerca-mos al mundo de lospobres y comenza-mos a tratar con ellos:“los pobres son todosunos seres adorablesy maravillosos, me-nos éste precisamenteque conozco yo, yque es un vago, irres-ponsable y aprove-

chado. Los ricos por supuesto sontodos unos cabrones, menos preci-samente esta familia amiga mía queson unas excelentes personas tanacogedoras y tan complacientes”...Hoy en día lo decimos de manerasgráficas, combatiendo cierta ideali-zación pseudomarxista de lospobres, típica de los años sesenta:“los pobres huelen mal” o (como heoído decir en Africa): “los pobrestienen muchas más moscas”. Debe-ríamos añadir que tienen “derecho”

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Reducir hoy la opciónpor los pobres a una tarea

de “madre Teresa deCalcuta” (por necesaria y

benemérita que seaesta tarea) puede resultar

nefasto porque suavizalos efectos y señales dealarma, sin combatir

las causas.

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a ello. Un extraño derecho que leshemos creado.

Y es que la alteridad y la dife-rencia siempre se nos aparecencomo degeneraciones o inferiorida-des (es la elemental reacción deautodefensa), y la “mejor cara” quetodos podemos exhibir, no es deesperar que la saquemos precisa-mente frente a aquellos que parecenagresores nuestros sino frente aaquellos que son nuestros apoyos.Si así procedemos nosotros, nopuede extrañarnos quetambién ellos proce-dan así. Por eso laamistad y la incultura-ción requieren tiempo,paciencia y muchísi-mo sentido de la gra-tuidad. La escena de lapelícula comentada en que lospobres se negaban a recibir al grupode Francesco y a compartir con él,no es sólo una nube negra pero desolución rápida, sino tarea de todauna vida.

Y por eso, tratando de ser realis-tas y acogedores, no se puede exigirlo mismo a todos. Cada cual puedetener su hora, su llamada y su liber-tad en el seguimiento de Jesús. Lo

único que sí se debe exigir a todos(porque ahí nos jugamos la identi-dad cristiana y del seguimiento) esque apoyen y no dificulten ni censu-ren en defensa propia a quienes vanpor delante de ellos en este campo.“Todos por los pobres, bastantescon los pobres y algunos como lospobres”. Este principio ya clásicodebería ser la primera norma detodo privilegio hermenéutico.

De esta manera, el privilegiohermenéutico a la vez que nos

impone una verdadera“inculturación”, nonecesariamente nosexige la renuncia a una“alteridad” a la quequizás no somos todoscapaces de renunciar.Por más que esta afir-

mación pueda ser peligrosa, yfomentar tibiezas opuestas a la radi-calidad a que estamos llamados9,creo que no conviene olvidarla, pre-cisamente para que la opción porlos pobres y el amor a los pobres nose nos conviertan en una especie defuegos artificiales, cuya maravilladura sólo un momento. Me voy apermitir citar aquí unos párrafostodavía inéditos de Jon Sobrino,que aparecerán algún día en la

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La causa de los pobresse convierte así en causante de la vida

religiosa como grupo,y del seguimiento

personal de cada cual.

9 Y a las que ya aludí al comienzo de este Cuaderno, al decir que “la causa de los pobres no puedesepararse de la suerte de los pobres”.

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segunda parte de su Cristología, yque creo que formulan lo que estoyqueriendo decir, pero desde la ópti-ca misma de los pobres:

“Es una experiencia históri-ca repetida en El Salvador quemuchos no-pobres se han acer-cado a las víctimas −un Msr.Romero, un I. Ellacuría, sacer-dotes, religiosas, profesiona-les...−. Sociológicamente, estaspersonas expresan alteridad conrespecto a ellos, y éstos ven pre-cisamente en la alteridad posibi-lidad de salvación. Hacen laexperiencia de que la alteridadcon respecto a ellos, económica,política, profesional, no tienepor qué ser opresora, sino quepuede ser capacidad de servicioy, por ello, capacidad de traersalvación. Si se les pregunta alos pobres, por tanto, si prefie-ren a un Msr. Romero sin alteri-dad, viviendo como uno de ellosen penuria, indefensión, incapa-cidad de defenderlos, los pobresresponderán que no. Dicho enpalabras gráficas: si en ElSalvador hay cuatro millones depobres, éstos no tienen ningúninterés en que aumente en unomás su número. Su interés con-siste más bien en que la alteri-dad pueda ser servicio y, así,salvación.

Esto sin embargo no es todala verdad. Es un hecho tambiénque cuando las personas que seles acercan participan de algunamanera en su destino (hostiga-miento, difamación, persecu-ción, indefensión, asesinato...),es decir, cuando junto a la alte-ridad aparece algún tipo de afi-nidad, los pobres de este mundosienten que algo bueno les haocurrido. En otras palabras: laafinidad con respecto a ellos estambién salvífica y aun libera-dora, aunque en forma distinta ala salvación que puede producirla alteridad, salvación eficaz porpoderosa, Así, cuando no-pobres con prestigio y poder hanparticipado hasta el martirio enlos sufrimientos de los pobres,éstos han experimentado −enmedio de lágrimas y protestas−algo salvífico”.

El binomio de “alteridad yafinidad” podría ayudar a hacercomprensible lo que quiere decireso del “privilegio hermenéutico”.Por supuesto, todo puede ser malba-ratado y malentendido. Pero escurioso constatar que ese privilegiohermenéutico (que muchos podríanconvertir en una opción meramenteteórica que les dispensa de milrenuncias necesarias), fue parahombres como Romero y Ellacuría

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lo que les llevó a dar su vida enforma martirial. El problema estápues en cada uno de nosotros, y noen las fórmulas.

2.- Los pobres factor de unidad.

Porque además, sólo así recupe-raremos la otra imprescindible lec-ción neotestamentaria tan necesariaen nuestro mundo pluralista: la delos pobres como factor de unidad enla Iglesia. Este es el nuevo capítuloque nos toca examinar.

Históricamente ha terminado laépoca (nefasta, aunque mucho máscómoda) en que catolicidad erasinónimo de uniformidad, y de unauniformidad tal que llegaba hasta eluso del latín como única lengua dela oración de la Iglesia. La unidad ycatolicidad de la Iglesia implicanprecisamente la armonía en la plu-ralidad, en las diferencias y, aveces, hasta en las tensiones.

La iglesia primitiva soportódivisiones mucho mayores que lasque nos caracterizan a nosotros,ante problemas totalmente nuevos,y sin experiencia histórica. En lascuestiones que separaron a Pablodel cristianismo de Jerusalén (y dela misma iglesia de Antioquía deSiria), parecía estar en juego la fide-

lidad al Maestro y la misma identi-dad cristiana, todavía frágil. Lasolución que se impuso a Pablo,según éste la recuerda, no deja deparecer llamativa: se respetaron lasdiferencias “solamente con la con-dición de que nos acordásemos delos pobres” (Gal 2,10). Conocemosalgo de cómo se concretó esa condi-ción, por el ejemplo de la colectaque las iglesias paganas realizaronen favor de sus hermanos (¡y de susperseguidores, o al menos acusado-res!) de Jerusalén. Al organizar lacolecta Pablo encarga con toda sualma que sus cristianos sean gene-rosos hasta el máximo, imitando lagenerosidad de Dios; y éstos no sedefienden alegando que ese dineropodría ser utilizado en Jerusalénpara perseguirles más a ellos...

Siempre que releo estos datos enel Nuevo Testamento termino pen-sando qué habría ocurrido hoy si,por ejemplo, los cristianos millona-rios del Opus Dei, además dedenostar a la teología de la libera-ción por reductora y politizadoradel cristianismo, y de acusarla enRoma, hubiesen imitado el ejemplode la iglesia primera, organizandolo que hoy sería el equivalente deaquella colecta paulina: son nues-tros hermanos más pobres y hemosde acordarnos de ellos no para ex-comulgarlos sino porque Jesucristo

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“siendo rico se hizo pobre por no-sotros” (2 Cor 8,9). ¿Qué habríaocurrido entonces?

Probablemente se habrían evita-do así muchas divisiones inútiles ymuchas polémicas estériles en laIglesia: porque ver el mundo conlos ojos de los pobres es verlo conlos ojos de Dios, con el Espíritu deDios. Esta misión unificadora de lospobres es la que sabía percibir Ino-cencio III, en la película que hemoscomentado, a pesar desu pecado estructural,de su distinto lugarsocial y de sus intere-ses casi contrapuestos.Pero era también loque se negaba a perci-bir la mala voluntadde sus cardenales. Elcontraste de las dosimágenes (Inocencio bajando lasescaleras y los cardenales haciéndo-se al oído comentarios acusadoresen defensa propia) lo expresa bienclaramente. Y creo que también loexpresan estas palabras de uno delos eclesiólogos más acreditadosdel momento actual:

“No hay mayor bendiciónpara la unidad y para las posibi-lidades de irradiación de una

comunidad parroquial o de cual-quier otra comunidad cristiana,que esa Presencia de Cristoentre los pobres, 'en medio denosotros' y al alcance de lamano. Este llamativo retorno dela Iglesia a sus orígenes en lapredicación de Jesús, nos des-pierta una de las imágenes másexpresivas de la comunidad delfuturo: ser una parábola de laamistad de Dios con lospobres”10.

Desde esta ópticacarece de sentido elinsano pluralismo dela Iglesia actual. Y localifico de insano noporque no crea que elpluralismo es bueno yabsolutamente necesa-rio, y que ningún

grupo puede agotar la totalidad de“las insondables riquezas de Cristo”(Ef 3,8), sino porque lo habitualhoy es que cada grupo se considerea sí mismo como el único fiel, elúnico posesor de la verdad y elúnico garante de la identidad cris-tiana, convirtiéndose así en ungueto que se permite condenar odespreciar a los de-más. La mismaescandalosa estupidez que antaño

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10 M. KEHL, Wohin geht die Kirche, Herder 1996, p. 153. Subrayado mío.

Pertenece al realismoel comprender que sino hay una decisión

expresa de remarcontra corriente,aunque se avance

poco, al poco tiempo lacorriente se nos lleva.

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se dio entre las órdenes religiosas(cuando dominicos y jesuitas, ofranciscanos y dominicos andaban ala greña, siempre apelando a pro-fundas razones teológicas y de ser-vicio a Dios), se repite hoy en laIglesia entre carismáticos, neocate-cumenales, Opus Dei, CL, teólogosde la liberación, teología progresis-ta europea etc. etc. Al ecumenismohacia fuera no hay modo de que leacompañe un ecumenismo haciadentro. Algo semejante ocurre en elseno de las pequeñascomunidades que anta-ño parecían la gran pro-mesa de la vida religio-sa y donde hoy, treintaaños después, se ponede relieve lo tremendamente difícilque nos es la convivencia en dimen-siones reducidas.

En ninguno de los dos casosexisten soluciones prefabricadas,pero si en ambos cumpliéramosmás el consejo de la iglesia primiti-va de “acordarnos de los pobres”, sinuestro centro de gravedad es-tuviera en esos vicarios privilegia-dos de Cristo que son “nuestrosseñores los pobres”, quizá entonceslas cosas serían un poquito másfáciles por lo que ya he dicho: mirarel mundo con los ojos de los pobres

es mirarlo con los ojos de Dios.Sólo el Espíritu de Dios puede crearverdadera unidad entre los hom-bres. Y a la luz de los problemasque nos plantea la causa de lospobres, se relativizan significativa-mente nuestros pequeños proble-mas tan agrandados a veces pornuestras afectividades empequeñe-cidas.

A la luz de todo esto quizá sepueda descubrir otro fallo de la

opción por los pobres,en la forma como cuajóen los años sesenta: unaexcesiva culpabiliza-ción de los ricos que, enrealidad, no obedecía al

amor a los pobres sino a esa necesi-dad tan humana de tener un culpa-ble, creyéndonos que con ello tene-mos ya media solución del proble-ma. Hemos comentado también, alconcluir el análisis de la película,cómo Francesco no culpabilizaba anadie y, sin embargo, todos se sen-tían interpelados, y desataba unaconflictividad mayor que la de cual-quier acusador demagogo. Por-quecuriosamente, mientras antaño lan-zábamos esas acusaciones un tantofariseas, dejábamos de decir lo queteníamos que decir y que, por serpalabra de Jesús, tenía mucha más

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“Todos por los pobres,bastantes con los pobres y algunoscomo los pobres”.

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fuerza que todas nuestras impreca-ciones: “no se puede servir a Dios yal Dinero”, “ay de vosotros losricos”, “si quieres venir en pos demí, vende cuanto tienes y dalo a lospobres”...11. Era nada menos queMarx quien explicaba que los capi-talistas como personas no erannecesariamente malvados, sino víc-timas del sistema. Y antaño parecióa veces que, mientrascondenábamos suspersonas, no nos dis-pensábamos de asumirsus costumbres.

¿Que los ricostambién son hijos deDios? Naturalmente.Preci-samente por eso no tienenderecho a estropearle a Dios la cre-ación ni la humanidad. Preci-samente por eso Dios les dirigetodas las frases del Evangelio queacabo de citar. Y esa ha de ser latarea de la vida religiosa: anunciarese evangelio a los ricos, en lugarde descargar sobre ellos nuestraadrenalina.

Este capítulo me parece impor-tante no sólo por razones de lo que

he llamado “ecumenismo inte-rior” sino porque en nuestro mundorico, con escasas excepciones yseguramente por culpa nuestra, lospobres están mayoritariamentefuera de la Iglesia; y el cristianoque, en una sociedad como laactual, necesita una comunidad defe, se expone a encontrar, o a caeren una comunidad “de clase”. Y si

surgiera una vocaciónreligiosa entre losestratos más humildesde nuestra sociedad, seexpone a entrar (quizátambién en una ordenreligiosa, pero sobretodo) “en una ordenburguesa”. Todo ello

dificulta lo que podría ser la mejoraportación de la vida religiosa ennuestra hora histórica, y que va serel tema de nuestro siguiente capítu-lo: la presencia de eso que se llama“comunidades alternativas” queencarnen algo de lo que IgnacioEllacuría definió como “una civili-zación de la pobreza”: aquel grupode Francesco y los suyos en torno ala iglesia (medio destruida primeroy reparada después) de sanDamiano.

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La iglesia primitivasoportó divisiones

mucho mayores que lasque nos caracterizan a

nosotros, ante problemastotalmente nuevos, y sin

experiencia histórica.

11 En este punto sigue teniendo plena vigencia y convendría recuperar la carta pastoral de los obisposvascos de 1980: Los pobres, una interpelación a la Iglesia.

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3.- Comunidad alternativa y civi-lización de la pobreza.

Si el término civilización de lapobreza “puede herir nuestra sensi-bilidad”, quizá podríamos hablar deuna sociedad de la moderación, deuna civilización de la sobriedadcompartida. Lo que se quiera; peroes evidente, y hoy está reconocido,que el nivel del consumo de unaparte del mundo no es universaliza-ble y, si se pretendiera universali-zarlo, destrozábamos el planeta. Nosólo existe un PNB (ProductoNacional Bruto), sino que hay tam-bién un “Producto FotosintéticoNeto” que define toda la energíabiológica que puede dar la tierra, yque los economistas nunca hanhecho entrar en sus cálculos. Se cal-cula que, hoy en día, los sereshumanos consumimos un 40% deese PFN. Se calcula también quehacia el año 2020 consumiremos el80% y que pocos años después qui-zás “habremos sobrepasado loslímites de este globo que es nuestro

hábitat”12. Esto significa que laeconomía ya no puede definirsesólo como la ciencia del producirmás, sino como la ciencia delrepartir lo limitado. Y lo limitadosólo puede repartirse con renunciacompartida o con expolio asesino.

Por tanto, si ese nivel de consu-mo no es universalizable ya no valela antigua excusa desarrollista: “nohay por qué cambiar nada, sóloesperar a que ellos nos alcancen”.Si esto no es posible sólo quedandos salidas: o cambiamos de rumbo,o habremos de emprender una gue-rra a muerte para defender lo quetenemos y no es nuestro. El primerresultado de esa guerra será lo queahora confirman cada año los datosde Naciones Unidas: los ricos sevuelven cada día más ricos y, soncada vez menos; los pobres soncada vez más pobres y más numero-sos. Lo ocurrido en Estados Unidosa partir de 1980, es tremendamenteemblemático13. Pero el dato esmundial: desde los sesenta hasta

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12 Ver el cap. de la admirable SUSAN GEORGE (sobre neoliberalismo y ecología) en la obra de laFUNDACION COMIN, Ecología solidaria, Madrid 1966, p. 44.13 “Entre 1973 y 1990 el PNB real per capita de EE UU aumentó un 28%, pero los salarios reales delos trabajadores que no tenían tareas de supervisión (alrededor de dos tercios de la fuerza total de tra-bajo) descendieron el 12%, y los salarios semanales reales disminuyeron el 18%”. (L. THUROW, Laguerra del siglo XXI, Buenos Aires 1992, p. 62). Según otra norteamericana, Susan George, desde1977 a 1988, el 80% de la población americana con renta más baja, perdieron un 1'8% de sus habe-res; el 10% intermedio ganaron un 1%; y el 10% de población más rica ganaron un 16'5%. “A princi-pios de aquella década los más ricos, es decir el 1% ganaba 65 veces más que el 20% más pobre, siem-

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hoy las cifras que miden la distanciade los países pobres a los ricos, hanido agrandándose14.

Prescindamos ahora de lo queesto supone para los pobres. Lo tre-mendamente significativo es que,para nosotros los beneficiarios, re-sulta igualmente desastroso. En lu-gar de ser más felices con el expo-lio de los pobres, nos parecemosal padre de Francesco. Y hemoscreado

una civilización del miedo,

una civilización de la competi-tividad excesiva,

una civilización de la morbosi-dad,

una civilización de la comodi-dad nociva,

una civilización de la ostenta-ción absoluta,

una civilización de la mentira y

una civilización del jadeo.

¿Es extraño entonces que buenaparte de nuestra sociedad atravieseuna crisis cultural semejante al pro-ceso de enfermedad y crisis quehemos visto en Francisco de Asís?.Vale la pena desarrollar un pocomás los calificativos que acabamosde enumerar.

3.1) Una civilización del miedo.Se atribuye a S. Francisco de Asís larespuesta: “si tuviéramos bienes,necesitaríamos armas para defen-derlos”. Si el 20 % de la poblaciónmundial consume el 80 % de lariqueza del planeta, es evidente queharán falta muchas armas paradefender esa injusticia. Lo queinvertimos en armas y en “defensa”(¿de qué?) es totalmente despropor-cionado. Y eso, aun concediendoque unos mínimos de fuerza y deamenaza pueden ser necesarioscomo medida de protección.

Es tan soberanamente despro-porcionado que, en lugar de liberar-

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pre por familias. Pero al finalizar aquellos diez años, los más ricos ganaban 115 veces más que los máspobres” (Ecología solidaria -cit.-, p. 47). Esa es la civilización neoliberal que nos están imponiendo atodos; si no necesita una civilización alternativa, que venga Dios y lo vea.14 “Si la brecha entre los países del Norte y del Sur era aproximadamente de 2 a 1 en el s. XVIII, des-pués de la Segunda Guerra Mundial estaba aproximadamente en 40 a 1, y hoy es del orden de 60-70a 1, si se considera el PNB por habitante o el consumo de energía. Dicho de otro modo, los paísespobres son 70 veces más pobres que nosotros y son 35 veces más pobres de lo que eran hace dos-cientos años” (S. GEORGE, op. cit., p. 47).

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nos del miedo, nos lo acrecienta enun círculo vicioso sin fin. Y, aunqueluego hagamos un pequeño negociocon esas armas, vendiendo las vie-jas a los países más pobres y engan-chándolos así a nuestra absurdadinámica, ello tampoco nos liberadel miedo. Con sólo reconvertir loque la humanidad destina anual-mente a armamento, podrían resol-verse todos los proble-mas de la miseria . Nose nos pediría ningunaotra renuncia. Y lasrenuncias inmediatasque implicase esareconversión afectaríanexclusivamente a lospaíses más ricos. Sinembargo, ese que sería el caminomás fácil somos incapaces deseguirlo porque el miedo es uno delos peores consejeros del ser huma-no y de los que más totalmente nosciegan.

3.2) Una civilización de la com-petitividad excesiva. Una cosa esque en la vida pueda haber peque-ñas dosis de competitividad, de estí-mulo etc., y otra cosa es que todosea competitividad y que por ésta se

lleguen a hacer verdaderas mons-truosidades, tanto en el campo deldeporte como en el de las empresas.Es como convertir en alimento loque debería servir simplementepara sazonar o aliñar los alimentos.El resultado de esta óptica para laque la competitividad acaba siendoel único componente de las relacio-nes humanas es la necesidad de

aplastar al otro y latácita asunción de que“todo vale” realmente(eso sí: con la únicacondición de que no seperciba el juego sucioporque oficializarlosería oficializar que lavida es “la guerra de

todos contra todos”).

Así está ocurriendo que lospoderes políticos tienen cada vezmenos fuerza frente a los “poderesfácticos” económicos (¡por eso nosdejan elegir a aquellos!). Hastaahora las industrias químicas euro-peas y americanas vendían enAmérica Latina fertilizantes y pesti-cidas prohibidos en nuestros países,o automóviles sin filtro. Eso mismopuede ahora volverse contra noso-tros con frutas y legumbres impor-

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Y si surgiera unavocación religiosaentre los estratosmás humildes denuestra sociedad,

se expone a entrar “enuna orden burguesa”.

15 Ver los datos sobre este punto en RUTH LEWGER-SIVARD, El planeta en la encrucijada,Barcelona 1992.

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tadas del Tercer Mundo, tratadoscon pesticidas que hasta ahora noautorizaba la Unión Europea paranuestros países. Digamos que nos lotenemos bien ganado. Y aprenda-mos que democracia y competitivi-dad (como base de la vida) acabansiendo absolutamente incompati-bles.

3.3.) Vivimos (quizá por la insa-tisfacción y la sensación de un cier-to vacío) en una civili-zación del excesivomorbo: apelar a los ins-tintos más bajos del serhumano es sin dudauna de las maneras másseguras de sacar dineroa niveles sociales. Deahí esa búsqueda de lamorbosidad en todas las cosas:“reality shows”, programas de tele-visión que sólo buscan mayoraudiencia a costa de lo que sea,intromisión pública en los senti-mientos más íntimos y más respeta-bles del ser humano o, en edadesmás juveniles, ese morbo irresisti-ble de las tribus urbanas... Una delas industrias que más han florecidoen Los Angeles en los últimos añoses la de gentes que se dedican a versi pueden filmar una violación, unrobo, un asesinato... para luego ven-

derlos a alguna cadena televisiva: elnegocio es seguro.

Otra vez se produce aquí unainversión entre lo que podría sercondimento, estímulo o sazón y loque debe ser alimento: material-mente podremos consumir caviar ojabugo, pero espiritualmente nosasemejamos a esos países del tercermundo que casi se alimentan depicantes y de especias para engañarel hambre.

Y esto tiene unaconsecuencia fatal, lapeor imaginable parauna sociedad democrá-tica: se produce aquíuna inversión del sig-nificado de las mayorí-as. En una comunidad

de seres racionales y formados, lamayoría tiene las mayores probabi-lidades de acertar en el acceso a laverdad, dado que la razón tiene unatendencia a la universalidad. Peroen los niveles inferiores de la natu-raleza la mayoría está representadasiempre por la tendencia a lo másfácil, a la degradación de la energía,a lo que la termodinámica calificacomo “ley de la entropía”. Unademocracia con entropía es unademocracia en vías de extinción. Yahí parecemos estar. Sólo podría

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El nivel del consumo deuna parte del mundono es universalizabley, si se pretendiera

universalizarlo,destrozábamos

el planeta.

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salvarnos el despertar de Francescoen la película, con la contemplacióndel paisaje y la escena del gorriónque ya hemos comentado.

3.4) Una civilización del excesi-vo confort: como no hay más quemercado y el mercado sólo detectalas demandas de quienes puedenpagar, el resultadoes que la producciónse orienta cada vezmás a evitar las másmínimas incomodi-dades de los pudien-tes, dejando de ladolas terribles caren-cias de los pobres.

Pero eso es insano, porque nues-tro cuerpo necesita para su saluddosis importantes y bien compensa-das de esfuerzo e incomodidad. Elresultado es que tenemos una canti-dad de comodidades inútiles, y suconsumo nos va volviendo fofos,obesos, bulímicos, deformes, des-bordantes de colesterol y obsesio-nados por los índices de colesterol.Entonces, sin ritmo y sin continui-dad, tenemos que darnos la granpaliza haciendo “footing” para versi recuperamos un poco de forma, ya lo mejor, sin llegar a recuperar laforma, nos da un infarto... Así

hemos entrado en una absurda espi-ral. Un equilibrio diario en nuestrascostumbres −que puede llegar hastadetalles como subir y bajar escale-ras, en vez de utilizar el ascensor ymalgastar energía− nos posibilitaríahacer cada día una cantidad de ejer-cicio que nos ahorrase tener queponernos los sábados sin prepara-ción a hacer “footing” y gastar dos

horas corriendo de-trás de la nada,

3.5) Vivimos enuna civilización dela ostentación abso-luta: la profundanecesidad de valer y

de ser reconocido que constituye alser humano, la angustia de nuestrainseguridad, ya no puede compen-sarse en unas relaciones amistosas yfraternas, anuladas por la competiti-vidad. Y acaba buscando satisfac-ción en el triunfo y en la identifica-ción con los cánones que el merca-do dictamina como triunfantes: esel problema de las marcas, de losagentes de imagen, etc. La tomanhasta con los niños, pobrecitos, casidesde que nacen. Los anuncios detelevisión, y demás, todo va en esalínea: no se proclaman las ventajasfuncionales intrínsecas al producto(desautorizadas ya por los detergen-

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Servir a Dios es entrar enuna dinámica de “libertad”,

igualdad y fraternidad”.Mientras que servir al

Dinero es entrar en una dinámica de manipulación,desigualdad y hostilidad.

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tes, puesto que era imposible quetodos lavasen “más blanco”), sinolas posibilidades autoafirmativas yostentadoras supuestamente anejasal producto.

Entre cristianos, convendrá evo-car aquí el ejemplo de las bodas oprimeras comuniones, en las que lasdimensiones de lo sacramental hansido barridas por ese “sueño de unanoche de verano” de ser algo asícomo “reina por un día”, aunqueesto suponga endeudarse hasta laeternidad. Se discute aún si casarseo no casarse “por la Iglesia”, pero loya indiscutible es hacer la primeracomunión “por el Corte Inglés”. Yparece innegable que los cristianoshemos perdido esta batalla. Hastaqué punto hay aquí una fuerza irra-cional, superior a los individuosmismos (que por eso no deben serdemasiado culpabilizados) y que haarrastrado a la misma Iglesia, lomostraba una conocida película deKen Loach Lloviendo piedras. Larecomiendo.

3.6) Vivimos en una cultura dela mentira. La democracia va dege-nerando en “pseudocracia”, y todaslas características anteriores hacenque la información sirva a esa com-petitividad, a ese morbo, a esa

ostentación, y a tranquilizar las con-ciencias de quienes vivimos entreellas. Aunque parece que no, aun-que nos hablen de la gran libertadde información (y encima preten-dan convencernos), lo que tenemoses una información tremendamentesesgada por la ganancia. Pocas ve-ces hubo un despliegue de mediosinformativos como el de la guerradel Golfo. Pero la finalidad de todoese despliegue era convertir lainformación en “espectáculo”, paraponer el espectáculo al servicio dela desinformación. El famoso cor-morán (que luego resultó que “noera de la guerra” como en el chistede Gila), ha quedado como emble-ma de aquella ingente mentira. Aniveles más cotidianos, evoquemosel caso repetido de los titulares deun periódico a los que luego no res-ponde el desarrollo de la noticia.Son pequeños ejemplos.

Los Medios sólo suelen apelar anuestro derecho a la informacióncuando alguna noticia puede supo-nerles a ellos dinero o triunfo sobrela competencia: no precisamenteporque esa información vaya a ser-nos útil para construir la conviven-cia. Todos sabemos bastante sobreChernobyl. ¿Cuántos lectores sabenaproximadamente lo mismo sobrela catástrofe radioactiva de Goiania

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(Brasil, 1987) que fue, en magnitud,la segunda de la historia? ¿Por qué−ya que recibimos tanta informa-ción sobre Cuba− nunca se ha dichoque Cuba recibió a los niños deGoiania enfermos de radioactivi-dad, y les dio tratamiento médicogratuito? Pues a lo mejor porque “el65% de todas las informacionesdifundidas en el mundo proviene deUSA. Cuatro agenciasde información (dos es-tadounidenses, una in-glesa y otra francesa)controlaban el 86% delas informaciones di-fundidas en 1986”16 .

3.7) Y la consecuencia de todoeso es que vivimos en una civiliza-ción del jadeo: todos andamos conprisa, vamos con la lengua fuera,estamos al borde del infarto, de ladepresión o de lo que sea. Inclusocuando descansamos, el descansotiene un tono mucho más de descar-ga que de recomposición, que esuna manera muy diferente de des-cansar. Los ritmos de la temporali-dad humana han sido trastocados: ylos jóvenes esos que se dedican adormir de día y vivir de noche ante

la desesperación (o resignación) desus padres, no hacen más que dar unpasito adelante (con la inconscien-cia, pero también con la lógica quesuelen caracterizar a la juventud) enuna visión del mundo que leshemos transmitido quizá sin sa-berlo.

3.8) En resumen:No pretendo −¡porsupuesto!− que todosesos rasgos sean ni losúnicos, ni exclusivos denuestra civilización:son sencillamente algu-nas de las tendenciaspeores y de las amena-

zas del ser humano. Lo que sí creoes que esas amenazas constitutivastenderán a realizarse en una civili-zación de la riqueza injusta y par-cializada, que es la que parecemosquerer y buscar. Esto puede hacerun poco más inteligible toda la hon-dura de la expresión de Ellacuría. Ypuede hacer un poco más compren-sible que Dios y el Dinero tenganesa contraposición tan radical, nosolamente en Jesús, sino también entodos los grandes maestros religio-sos. Porque el dinero particulariza

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16 P. CASALDALIGA Y J. M. VIGIL, Espiritualidad de la liberación, Santander 1992, p. 46. Para eldato de Goiania véase el capítulo de E. GALEANO en la obra citada Ecología solidaria, p. 55ss.

Con sólo reconvertirlo que la humanidaddestina anualmente a armamento, podrían

resolverse todos los problemas de

la miseria.

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lo que debería ser universal, queson los bienes de la tierra. Precisa-mente porque la dinámica inevita-ble del dinero es esa −particularizarlo universal−, es lógico que de estaprimera inversión, se sigan otrasmuchas, como comentaba san Pabloen el primer capítulo de su carta alos romanos.

Todas esas inversiones nos ame-nazan y amenazan a nuestra civili-zación. Para decirlocon las palabras másqueridas a nuestra Mo-dernidad, servir a Dios(no meramente hablarde El o invocarle) esentrar en una dinámicade “libertad, igualdad yfraternidad”. Mientrasque servir al Dinero es entrar en unadinámica de manipulación, des-igualdad y hostilidad. La contrapo-sición es perfecta. Esa es la civiliza-ción que andamos construyendo. Y,por ello, si la OMS avisa que “losproblemas mentales serán una plagaen el próximo siglo” y que este pro-nóstico “debe hacer sonar algunasalarmas”17, quizá es hora de quedejemos de considerar esos desór-denes psíquicos como una mera

desgracia particular (“pobre, estádeprimido” etc.), y pasemos amirarlos como una enfermedadsociocultural o un síntoma de ella:son el resultado de una configura-ción económica que, por un lado,parece ofrecerlo todo y, por otrolado, amenaza con quitarlo todo, deuna esquizofrenia entre las prome-sas constantes de felicidad supremaal alcance de la mano, y las amena-zas contínuas de cerrarnos el acce-

so a esa felicidad (paro,congelaciones salaria-les etc.). Es innegableque el hombre de fina-les del siglo XX vivelacerado, ya desde muyjoven, entre esa dobleagresión. Y la divisiónque, en otros lugares,

he hecho del mundo entre “deprimi-dos y oprimidos” (Primero y TercerMundo) quizá sea algo más que unjuego ingenioso de palabras.

Por todo ello, quiero terminareste capítulo con un argumento deautoridad. En definitiva, el análisisanterior no es simplemente mío. Unautor tan autorizado y querido ennuestro mundo como ha sido ErichFromm, escribía proféticamente

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17 Por delante del cáncer y junto con los accidentes de tráfico. Ver El mundo, 19.sept.1996, p. S2.

Se discute aúnsi casarse o no casarse“por la Iglesia”, pero

lo ya indiscutiblees hacer la

primera comunión“por el Corte Inglés”.

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hace ya algunas décadas que el eco-nomicismo común a capitalismo ycomunismo estaba convirtiendo aambos regímenes en

“sociedades directoriales,con poblaciones bien alimenta-das, bien vestidas, con susdeseos satisfechos y sin másdeseos que los que pueden satis-facerse; autómatas que obede-cen sin que haya necesidad derecurrir a la fuerza, que songuiados sin necesidad de líde-res, que hacen máquinas quefuncionan como hombres y pro-ducen hombres que actúancomo máquinas; hombres cuyarazón decae mientras su inteli-gencia aumenta, creando así lapeligrosa situación de equipar alhombre con una fuerza materialinmensa, sin la cordura necesa-ria para usarla.

Esta enajenación y automati-zación conducen a un desequili-brio mental cada vez más acen-tuado. La vida no tiene sentido,no hay alegría, ni fe, ni realidad.Todo el mundo es “feliz” salvoque no siente, ni razona, ni ama.

El problema del siglo XIXfue que Dios había muerto; eldel siglo XX es que ha muerto elhombre. En el siglo XIX inhu-manidad significaba crueldad;en el siglo XX significa autoe-najenación esquizoide. El peli-gro del pasado estaba en que loshombres se convirtieran enesclavos. El peligro del futuroestá en que los hombres se con-viertan en robots o autómatas.Cierto es que los autómatas nose rebelan. Pero, dada la natura-leza del hombre, los robots nopueden vivir y permanecer cuer-dos: se convierten en “Golems”,destruirán su mundo y a sí mis-mos porque no pueden resistir eltedio de una vida sin sentido.Nuestros peligros son la guerray el robotismo”18.

Aunque estas palabras fueranescritas en la “avanzadilla” de losEstados Unidos, no por eso dejan deser proféticas. Al citarlas, no hepodido menos de recordar a unalumno religioso que (la primeravez que di un seminario sobre eselibro, hará ahora unos diez años),protestaba siempre arguyendo que

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18 Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. México 1956, pp. 297-98. Subrayados míos. “Go-lem” es una palabra del folclore y de la mitología judíos que designa una imagen a la que se ha dado“vida” mediante conjuros o palabras mágicas. Una especie de intermedio entre el robot y el ídolo.

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la vida ya era demasiado dura, paraque encima “también lo fueran lasclases de teología”. Pienso que unateoría que nos aleje de la realidadno será salvadora por consoladoraque parezca. Y que la teoría deberíatener la misión de ayudarnos aentender la realidad, para podercambiarla.

4.- Aspectos comunitarios de laopción por los pobres.

Todo esto puede ayudarnos acomprender la necesi-dad de esa civiliza-ción de la pobreza, ode la sobriedad com-partida, como unaconcreción de aque-llas palabras de Fran-cesco en la película:“si el sentido de lavida consiste en ese frío ajetreo conque llevamos nuestros días, enton-ces no es para mí; ha de haber algomejor”. Celebrar un año de “erradi-cación de la pobreza” es una hipo-cresía que sólo sirve como el anal-gésico que ayuda a olvidar la enfer-medad. Porque, al comenzar y alacabar ese año de erradicación, elmundo sigue enfocado de tal mane-ra que no se le va ganando la bata-lla a la pobreza (como quizá se le vaganando al cáncer o al SIDA). Apesar de nuestro asombroso des-

arrollo tecnológico, es el desierto dela miseria el que amenaza con inva-dir el oasis del mundo rico, en lugarde ser al revés. Y es que no bastarácon el desarrollo tecnológico si nos-otros no nos decidimos a descenderde nuestro injusto e imposible nivelde vida.

Por eso debemos comprendertambién que, en la pobreza, no setrata hoy de una opción meramentepersonal. Todo soplo del Espíritu escomunitario o para la comunidad.Necesitamos pues, además, peque-

ños oasis comunita-rios, pequeños signoso sacramentos, pe-queñas islas alternati-vas. La vida religiosa(y la misma Iglesia enun sentido más am-plio) deberían ser unmodesto sacramento

de esa civilización. Pero no sólo lavida religiosa: entre los laicos serámucho más difícil llevar adelanteuna opción así, sin alguna forma devinculación comunitaria.

Y entonces, como comunidad,podremos incluso recuperar unelemento de la antigua espirituali-dad tan válido en el fondo comoridículo en la forma en que lo reci-bimos: me refiero a la reparación oexpiación. ¿Quién no recuerdaaquellas estúpidas plegarias que (a

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La opción por los pobreses, efectivamente,opción por Dios.

Por eso sólo puede serobra del Espíritu

de Dios.