Narraciones de Aviadores 07 VII - IEHAP

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Narraciones de Aviadores VII NARRACIONES DE AVIADORES VII INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS AEROSPACIALES DEL PERÚ 2007

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Narraciones de Aviadores VII

NARRACIONESDEAVIADORES VII

INSTITUTO DE ESTUDIOS HISTÓRICOSAEROSPACIALES DEL PERÚ

2007

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Editor: José Zlatar StambukDiagramación: Hans O. Hamann De ViveroCorrección: Luís F. Ramírez AlfaroImpresión: Imprenta FAPCarátula: Avión Douglas Northrop 8A-3P

Rodolfo Parodi G- 1987

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Narraciones de Aviadores VII

ÍNDICE

PRESENTACIÓN

Base Aérea San RamónArmando Revoredo Iglesias

Yzcosasin – Un rescate Eduardo Ángeles Figueroa

Mi encuentro con Charles LindberghVíctor Obando Lanata

Operación PenasEduardo Silva Reggiardo

Vuelo Santiago - Buenos Aires Carlos Martínez de Pinillos

TAMSHI - Dios creo el Mundo, el hombre loestá destruyendo Jorge Tamayo de la Flor

El balcón de la libertad Víctor Salinas Paredes

Último vuelo de Carlos TenaudJosé Zlatar Stambuk

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Bienvenido Alférez FAPRaúl Talledo Aguayo

La eyección del Capitán MoriPedro Izquierdo Kernan

Sátiras amargasLuís Ramírez Alfaro

Como atravesé los AlpesJuan Bielovucic

Un vibrante carajoIván Ljubicic‘ G.

Cuestión de HonorLuís F. Ramírez Alfaro

446 - Una maqueta con historiaHernán Rivas Vargas Machuca

La eyección de «Mero Guia»Eduardo Vargas Acevedo

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PRESENTACIÓN

Esta es la séptima oportunidad en que losaviadores nuevamente dejan fluir sus recuerdos ycomo hemos podido apreciar en las anterioresediciones, el lector podrá participar de las vivenciasrescatadas de las bitácoras de todas las personasque colaboraron en esta oportunidad.

En esta edición de Narraciones de Aviadores VIIse ofrecen más de una docena de relatos, que son laexpresión de experiencias vividas que nos hacenapreciar situaciones de grandes logros, alegrías,sentimientos y tristezas, entre otros, que son el reflejode lo que es la vida y por ende conocer nuestrahistoria a través de las narraciones de las personasque estuvieron allí como actores principales osimplemente la vivieron indirectamente.

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Es importante expresar el agradecimiento a laspersonas que colaboraron en esta séptima edición,así como al Instituto de Estudios HistóricosAerospaciales de Perú por esta gran iniciativa quepermite a través de este tipo de publicaciones,promover la difusión e integración de todas aquellaspersonas que forman parte de este fascinante mundode la aviación y contribuir de esta manera a recrearnuestra historia aeronáutica.

Están todos invitados a participar y contribuircon sus relatos de tal manera que podamoscompartirlas en futuras ediciones de Narracionesde Aviadores, se ha convertido en el punto deencuentro de los aviadores de todos los tiempos

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BASE AÉREA DE SAN RAMÓN

Armando Revoredo Iglesias

Dispuse cargar el avión al máximo de sucapacidad y me hice al aire más o menos a las docedel día. El aspecto de la cordillera de La Sal no erapromisor, pero había que cumplir la orden y salí conmi carga de medicinas tan angustiosamentenecesitadas en el frente. Ya al cruzar la cordillera deLa Sal y ver el río Azupizú, punto de referencia dondecomienza la selva plana, comprendí que se estabaformando una inmensa tormenta que abarcaría enun par de horas toda la cuenca del Pachitea y silograba llegar a Masisea, sería inútil emprender elviaje de regreso.

Seguí avanzando por los ríos Pichis y Pachiteay, al llegar a la punta de Sira, intenté pasar por variossitios donde las densas nubes parecían ofrecer

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algunos claros, pero todo fue inútil. Resolví regresarcon la esperanza de volver a mi Base, pero al dar lavuelta el espectáculo era impresionante: toda lainmensa herradura que formaba la cordillera del Siraal Oriente, el Gran Pajonal y la Cordillera de La Salal sur y la de San Matías al Occidente, era una solamasa de nubes de color gris pizarra. Seguí avanzandohacia mi Base con la preciosa carga de medicamentosy no pude pasar la tremenda barrera. Resolví portanto, dar media vuelta y bajar en Puerto Bermúdez– que había dejado atrás como reserva pues estabaaún descubierto – y pasar la noche allí, seguro de lahospitalidad de Castro Pol, a quien llamábamoscariñosamente «El Curaca», por el ascendiente quetenía sobre los indios campas que lo ayudaban enlas labores agrícolas.

Después de aterrizar y tapar la cabina delanteracon una lona para proteger la carga, Castro Pol medijo que debía amarrar el avión para evitar que losventarrones que seguramente vendrían con latormenta volcaran el avión; llevamos éste hasta unosgrandes troncos de árbol tirados en el suelo ydestinados a la construcción de un pequeño puentey amarramos con cuerdas el tren de aterrizaje y elpatín de cola a los troncos pesados como vigas deacero.

Hecho esto nos dirigimos a la casa del «Curaca»,única en este llamado pomposamente PuertoBermúdez, pues la estación de radio ya no estabahabitada, porque hacía varios años que el servicio

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estaba interrumpido. La casa de Castro Pol, comotodas las de la Selva, estaba construida sobre pilotesde madera para evitar la vecindad de las hormigas yalimañas que constituyen la molesta fauna menorde la jungla. En realidad las dos habitaciones y laterraza eran el segundo piso de esta típica viviendaselvática. En la terraza nos sentamos a charlarmientras a todo nuestro alrededor se seguíaacentuando el color gris pizarra de la enormetormenta en formación. Los gritos de los monos, elchillido estridente de las cigarras, el aviso corto yagudo de las aves de rapiña y la chácharainterminable de los loros y papagayos, son los únicosruidos que se oyen durante el día en la selva. Amedida que se acercaba el estallido de la tormentaen todo su furor, fueron acallándose estos ruidos yse produjo un silencio impresionante. La voz deCastro Pol lo interrumpió: «Esto va hacer grande» –sentenció y volvió a reinar un silencio tan profundocomo incomprensible. En esta selva tan llena deanimales no se oía nada, todo parecía haber muertorepentinamente y no se movía una hoja en losárboles. Había una extraña tensión y angustiamientras el cielo se ponía cada vez más negro yamenazador.

De súbito, como la inmensa puñalada de reflejosvioláceos, el primer rayo de la tormenta rasgó la panzade los gigantescos cúmulunimbo apretujados en lacordillera de La Sal. Como si hubiera sido una ordendada por el jefe invisible de esta ciclópea batalla delos elementos, se sucedieron los rayos y truenos como

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descargas de artillería en todo el ámbito de la cuenca,en el Sira, en el Gran Pajonal y en San Matías. Alsilencio angustioso precursor de este caos sucedióel redoble de gigantescos timbales, los truenosparecían grandes tambores metálicos vacíos, querodaran por las laderas en sucesión vertiginosa, almismo tiempo que las copas de los árboles parecieroncobrar vida. Ráfagas de viento aullando como jauríade perros salvajes, azotaban y doblaban las copasde los corpulentos centenarios árboles y las palmerascon su elasticidad elegante se doblaban a uno y otrolado, y volvían por instantes a su posición vertical.

En la terraza de nuestro refugio comenzaron acaer gruesas gotas de agua haciendo un incesantetac…tac…tac… hasta convertirse en una torre delluvia que azotaba con furia las cortinas de mallametálicas de las ventanas y la terraza. Eran apenaslas 5 de la tarde y la oscuridad hacía más visibleaún los rápidos centelleos de los relámpagos seguidosdel imponente bramido de los truenos. A su luz sepodía ver la densa cortina de agua que nos rodeabapor todas partes y que a ratos por la fuerza del vientoparecía llegar a la horizontal. De pronto cae un rayotan cerca que no hay separación entre la intensa luzvioleta del relámpago y el estallido estridente ypavoroso del trueno, Castro Pol me mira y con esafilosofía conformista de montañés me dice: «Si looímos es porque no nos ha caído» y comienza acontarme que los árboles altos son el blanco preferidode la artillería celeste. «Cuando les cae, los carbonizay allí se quedan de pie hasta que el agua carcome

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sus raíces y una noche cualquiera, en el silencio dela jungla, se oye el estruendo que hacen al caer parano levantarse más».

Ya llevamos tres horas de esta endemoniadabatahola y sigue la lluvia torrencial, pero el viento ylas descargas eléctricas parecen amainar.

¿Nos tomamos un trago? – preguntó el anfitrión.

Si, claro. Nos vendrá muy bien.

No tengo más que aguardiente» – se disculpóCastro Pol.

Aquí cualquier cosa es buena».

Y la verdad es que el tal trago parecía papel delija disuelto en agua. Un indio campa con su típicavestimenta, nos anunció que ya estaba lista la comiday cenamos la eterna comida de la selva: yuca, polloasado y plátanos fritos, para después seguir ennuestro estado de contemplación.

Ahora era una lluvia monótona, continua y yasin viento, ni rayos, ni truenos. Era el momentopropicio para el despertar de los trasnochadoreseternos de la selva: los sapos de todos los tamañosque cada noche entonan su canto, unos de voz gruesacomo bajos profundos, otros barítonos, tenores y losmás, sopranos que lanzan su grito triste y agudo,que es contestado por los más próximos y así en

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cadena por toda la inmensidad de la selva. Estechillar sin concierto se sincroniza en algún momentoy entonces parece la respiración de la montaña. Decuando en cuando se oye el maullido de un gatomontés, llamado tigrillo y el grito de las avesnocturnas que gozan de pésima reputación, pues sugrito es precursor de desgracias.

Vamos ya a dormir – anuncia Castro Pol –Mañana vas a tener buen tiempo, habrá neblina bajahasta que caliente el sol!

Y así fue, después de una noche fresca yapacible, tomamos desayuno, quitamos las amarrasdel avión, calenté el motor y a las ocho de la mañana,me despedí de aquel hombre que era mezcla debravura, bondad y ejemplo viviente del buen amigo.A las ocho de la mañana inicié el despegue sobre elcampo enfangado y me dirigí a Masisea.

Cuando hay grandes lluvias en la selva, selevantan al día siguiente millares de nubecillas quesalen de entre los árboles por la tremendaevaporación y por su extensión puede uno imaginarseel área abarcada por la lluvia anterior. Esta vezestaban presentes hasta donde abarcaba la vista.

Nadie puede considerar que todo lo conoce enmateria de aviación; muchos menos en la selva. Tuvela oportunidad de comprobar esta triste realidadcuando el capitán Leonardo Alvariño Herr, jefe de laBase de San Ramón y mi amigo personal, sufrió un

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accidente, Alvariño tenía cuatro años volando en esascondiciones y era un piloto excelente, con grandescualidades para sortear los obstáculos naturales yenfrentar las tormentas del lugar.

El día 24 de marzo de 1933 salió de San Ramónpilotando un Corsair que se necesitabaurgentemente, se embarcó con mal tiempo a pesarde no sentirse muy bien de salud, pues debía cumplirsu deber. Al ver que enfrentaba un temporal, envióde regreso a los dos aviones que realizaban el trayectocon el suyo, mientras que él continuó dada laurgencia del caso. No lo volvimos a ver más. Yo fuidesignado para dedicarme en forma exclusiva a subúsqueda. No obstante la intensa labor desplegadapara localizarlo, sólo fue hallado once años más tarde,de casualidad. Recorría diariamente diversas zonasselváticas acompañado del hermano del capitán.Llevaba ochenta horas voladas en esta operacióncuando me ordenaron que detengan la búsqueda yvolviera a las labores de transporte. Todos los pilotosquedaron encargados de observar detenidamente laselva durante sus vuelos habituales por si acasodaban con él.

Estando en San Ramón, cierto día escuché sinproponérmelo, cómo un pasajero pedía a otro pilotode la Base que lo incluyera en la lista de pasajerosde su avión, pues prefería viajar con un aviadormilitar a hacerlo con el médico. El piloto aceptódisponer de tal manera los pasajeros, la carga y que

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el hombre que escuché hablar quedase en su avión.Esto me hirió profundamente.

Al día siguiente fui temprano al hangar y ordenéque me pusieran carga de bombas, porque nodeseaba llevar pasajeros. Cuando llegó el otro pilotome preguntó: ¿Por qué no llevas pasajeros? Yo lecontesté: «porque me parece que el tiempo va a estarmalo y estos jovencitos se marean y me ensucian elavión».

Todos me aconsejaron que no saliera, porquedesde la Base se veía el mal estado del tiempo en lacordillera, no hice caso y despegué. Cinco minutosmás tarde salía el piloto de esta historia con suspasajeros, porque tampoco quería quedarse atrás.

¿Cómo pasé la cordillera de La Sal? No lo sé, nilo quería repetir. Pero el hecho es que me encontréen la selva plana rumbo a Masisea con tiempotempestuoso en toda la zona, intenté pasar la zonadel Ucayali, pero era tal el temporal que muy a mipesar regresé hacia Puerto Bermúdez, que eraentonces el único campo de emergencia disponible.Después de cinco horas de lucha llegué sin poderaterrizar, porque era tal la cantidad de agua que caíaque no se veía prácticamente el campo.

Con sólo una hora de gasolina en el tanque ynovecientas libras de bombas en la cabina, más laoscuridad casi completa porque eran las seis y mediade la tarde y el cielo estaba totalmente cubierto, mi

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situación era deplorable. Me dirigí a Puerto Victoriapensando aterrizar en una pequeña playa del río oen el campo a medio construir. Cuando la vida estáen peligro inminente todos los pensamientos seconcentran en Dios, única fuente de ayuda. Saquémi pequeño Cristo y lo coloqué en el tablero deinstrumentos. Victoria también estaba bajo la lluvia,di dos vueltas y arrojé un papel en el que habíaescrito: «Señáleme el principio del campo con unasábana, porque no veo nada». Así lo hicieron y bajé aoscuras adivinando apenas la mancha blanca, conlos frenos puestos. Toqué tierra y recorrí a lo máscien metros. Todo salió bien. Eran las siete de lanoche. Mi lucha de cinco horas con el temporal acabócon mis nervios y a pesar de la fatiga, no pudeconciliar el sueño.

Al día siguiente, con la gasolina del tanque dereserva, salí a Masisea. Mi primera pregunta al llegarfue si había llegado algún avión el día anterior. Lapropuesta fue negativa. Hice recargar mi avión y salíinmediatamente de regreso a San Ramón.

Otra vez la cordillera tapada pero logré pasar yllegué a San Ramón, donde encontré al oficial delcuento que me preguntó: ¿Cómo pasaste ayer conese mal tiempo? Le contesté «Yo no he visto maltiempo si no ya en Sira». Yo se lo que eso duele.Estaba vengado».

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Pude matarme estúpidamente por un malentendido amor propio, que es muy mal consejeroen la aviación

Avión Boeing 1 R 9

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«YZCOSASÍN»Un Rescate

Eduardo Ángeles Figueroa

En los años treinta y cuarenta del siglo pasado,cuando la aviación del Perú trataba de intensificarsus vuelos de enlace y exhibición a los diferentespuntos de la República, se emitió un D.S. creandolas «Juntas de Construcción de Aeropuertos» y a lavez los alcaldes de cada lugar convocaban a lapoblación entera para construir con sus propiasmanos, sin ayuda del Gobierno, campos de aterrizajepara beneficiarse con el servicio aéreo que ofrecía elCuerpo Aeronáutico del Perú con sus pequeñosaviones.

Recordemos acciones anteriores como elaterrizaje que realizó el capitán Lloyd D. Mooreacompañado del ciudadano Ríos Godensi con su

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avión S.V.A., en Santiago de Chuco primero y despuésen «El Pedregal» de Huaraz el 23 de junio de 1921,hecho que impulsó aún más el afán de los pueblospara ver aviones en sus cielos.

Es así que en 1930 en Ancash construyeron elcampo de Mitapampa en Yungay que fue inauguradopor el capitán Francisco de Sales Torres con elcomandante Manuel Escalante en medio de laalgarabía de todo el Callejón de Huaylas.

Poco después se construyó el campo de aterrizaje«San Miguel de Caráz» que permitía el ingreso deaviones C-47, pero fatalmente fue destruido por elterremoto de Áncash en 1970, habiéndose tenido queconstruir después el actual campo de aterrizaje entreHuaraz y Carhuaz denominado «Germán AriasGraziani» en homenaje al distinguido piloto yungaino.

Sucesivamente se construyeron otros camposen la selva del Perú: Tingo María, Uchiza, Pachiza,Juanjuí, Atalaya, Puerto Bermúdez, Puerto Victoria.Algunos de estos fueron ampliados por el CuerpoAeronáutico del Perú en los años cuarenta parapermitir el aterrizaje de los aviones del 41 Escuadrónde Transportes, denominado TAM en ese entonces,para sus operaciones comerciales y de acción cívica.

También se construyó en la zona de los ríosPichis y Palcazu el campo de aterrizaje «Yzcosasín»de sólo 600 metros de largo, pero que tenía una abraen los 400 metros de su extensión, lo que no permitía

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el aterrizaje de los aviones C-47 de los que disponíaTAM que en aquellas épocas prestaba servicios a todaesa zona desde la Base Aérea de San Ramón.

En abril del año 1954, año en que aún no habíasido superada aquella deficiencia en el Campo deIzcosasín, sucedió un grave accidente que sufrió unalto funcionario de la Empresa Minera Cerro dePasco, a quien había que evacuar con urgencia aLima para su atención.

Por coincidencia en aquella oportunidadvolábamos en una misión de rutina de Pucallpa aSan Ramón en un C-47 acompañando al jefe delGrupo 41 (TAM) varios oficiales de la Unidad, entreellos el capitán Abraham Gonzáles Murray, Oficialde Comunicaciones que escuchaba en vuelo losmensajes eventuales que se cruzaban de uno y otropunto de la zona de nuestras operaciones.

Así escuchó que la Alta Dirección de la EmpresaCerro de Pasco, solicitaba al Comando de nuestraUnidad la evacuación del funcionario accidentadoen Izcosasín, lo cual era imposible realizar connuestros aviones por las limitaciones de aquel campo,ya señaladas.

Se nos ocurrió entonces «planear» la forma deefectuar la evacuación solicitada y nos acordamosdel Instituto Lingüístico de Verano (ILV) que operabaen Yarinacocha en Pucallpa. Tomamos contacto conel capitán U.S.A. Larry Montgomery, muy amigo de

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TAM, para solicitarle que traslade al accidentado deYzcosasín a Puerto Victoria para sacarlo nosotros deahí, pero él nos manifestó que el ILV operaba conhidroaviones y en consecuencia no tenía posibilidadde efectuar tal servicio en un campo de aterrizaje.

Felizmente Larry Montgomery se acordó de lapequeña Base de Operaciones que tenía establecidael ciudadano americano Roy Letorneau denominadotambién «Socio de Dios» en Tornavista, cerca del ríoPachitea, que operaba con pequeños aviones y lesolicitó de parte nuestra que efectuara la evacuacióndel accidentado de Izcosasín a Puerto Victoria, lo cualfue realizado de inmediato sin costo alguno.

Entonces nos trasladamos a Puerto Victoria ennuestro avión C-47 y pudimos evacuar al accidentadoa la Base de San Ramón donde lo esperaban losfuncionarios de Cerro de Pasco con camillasespeciales para trasladarlo a Lima para sutratamiento.

Grata sorpresa para nosotros por el éxito deaquel operativo, con nuestro agradecimiento al ILVy al «Socio de Dios» y la satisfacción plena tambiénde recibir por escrito el agradecimiento de la empresaCerro de Pasco y por último la felicitación del AltoMando de la FAP (denominación actual) que compartícon mi gran camarada el «negro» Gonzáles Murray,que está en mi memoria con gratitud por su amistad.

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MI ENCUENTRO CON CHARLES LINDBERGH

Víctor Obando Lanatta

Mi día de suerte

No cabe duda que las personas tienen muy devez en cuando sus días de suerte; y al igual que todos,yo también tuve el mío allá en Talara cuando aúnera un mozalbete de 23 años graduado en los EE.UUy estaba en mi tercer año de alférez volando losHunter F-4, que con su gallo de pelea como insigniay su Lema «Aut Pugna Aut Morere» eran dignos deadmiración, y que por sus curiosidades de la vidaconstituyó en 1959 en la Unidad Aérea con la menordotación en toda la historia de la FAP pues tan soloéramos seis pilotos en el año 59 en aquel 14Escuadrón de Caza interceptor incluyendo a suComando que por ese entonces era el mayor FAP

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Alberto «Chiqui» Thorndike, gran piloto, excelenteprofesional y mejor amigo.

Todo ocurrió un 2 de junio del 59 de acuerdo ainstrucciones recibidas, debía realizar al término deun ejercicio de tiro aéreo, un aterrizaje simulandouna falla hidráulica total, para lo cual debía ponerlos controles de vuelo en «OFF». Estando en esascondiciones y a tan sólo 1,200’ se produjo unarepentina plantada de motor que me imposibilitóllegar a la pista por lo que decidí hacer un forzoso enaquella playa norteña «La Capullana» pero para ello,tenía que realizar un viraje cerrado de 180º y los quehan manejado un carro con timón hidráulico puedendar fe de cuan duro se pone el timón cuando el motorestá apagado.

Sabía que si caía al mar a tan sólo 10 mts. de laplaya moriría ahogado, pues a pesar que soy«charapa» debo confesar que hasta ahora no se nadary rogué al Todopoderoso para que la presiónhidráulica remanente que pudiera haber quedadoen el sistema, fuera lo bastante suficiente parasoportar el viraje que tenía planeado ejecutar.

Grande fue mi sorpresa, cuando al reconectarlos controles de vuelo sólo engancharon loselevadores, tornándose el viraje por demás lento ydifícil dada la reacción tardía de los alerones queeran los que más necesitaba, pero gracias a la DiosaFortuna, a mi Ángel de la Guarda o a mi buenaEstrella o porque simplemente hice las cosas como

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debían haberse hecho, fue que pude salir airoso deaquel incidente; sin embargo fui separado de vuelosy considerado como oficial «No Clasificado» perdiendoel ascenso a teniente a pesar de que el accidente fueclasificado como falla de material y no a error humanocomo los muchísimos que registra la historia y hastase me retiró injustamente la gratificación de vuelos.

Se me advirtió que sería sancionadodisciplinariamente si insistía en reclamar migratificación, pero como jamás en mi vida permitíque se violarán mis derechos, logré tras largos seisaños que me reconocieran, incluyendo el pago dedevengados que por ley me correspondían, y doygracias al Señor que aún estoy con vida, pues de locontrario, nada de los que le voy a relatar hubierasucedido.

Transcurría el año 1961 y estaba en el GRUPO7. Meses de partir hacia los EE.UU para seguir elcurso de Mantenimiento de Aviones en la Base AéreaUSAF «Chanute» en Rantoul, Illinois, llegó a Piurauno de los más célebres personajes de la aviaciónmundial a quien tuve la inmensa satisfacción deconocer y dialogar sobre diversos temas,especialmente sobre sus experiencias pues parasuerte mía, había sido nombrado su ayudante decampo, su cicerone, su edecán, su traductor comoquieran llamarlo, por mi dominio quizás que teníadel idioma inglés.

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Lindbergh en la FAP

Me refiero nada más y nada menos que a donCharles August Lindbergh, aquel pionero que consu proeza, hizo posible que se instaurara añosdespués el correo aéreo y que traigo a colación, puesun paisano y gran amigo el comandante Jorge SuárezDe Freitas, me entregó hace muy poco una foto derecuerdo que yo había olvidado que existía y que tieneen el reverso la firma del propio Lindbergh.

A pesar de haber transcurrido más de 4 décadasde tan singular experiencia, aún están frescos losrecuerdos de los diálogos que yo sostuviera conLindbergh en el Residencial de Piura, pues se habíadispuesto que el GRUP7 le brindara todas lascomodidades y facilidades del caso.

Por razones obvias no voy a comentar suspreguntas relacionadas con mis actividades ni lasrespuestas que le di por considerarlas totalmenteirrelevantes trataré por el contrario de mencionaralgunos temas que conversé con aquel personaje queinicialmente lo traté de Mr. Lindbergh para terminarllamándole simplemente «Charles».

Sabía que Charles era un tanto reservado y unpoco proclive a tratar asuntos que estuvieranvinculados a su pasado pues según él, prefería vivirintensamente el presente. Por su gestos, estoy seguroque jamás se imaginó que le fuera hacer laspreguntas que voy a relatar, ya que me respondió en

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forma por demás alegre y divertida siendo para mi,el mejor de los diálogos que jamás haya sostenidocon un personaje de su talla con quien compartí risassonoras y alegres carcajadas como lo hacen dos viejosamigos.

Recuerdo que al concluir el almuerzo nossirvieron «fruta de la estación» como era usual enese entonces y que resultó siendo nada menos queuna papaya bastante fría. Luego de llevarse a la bocalos primeros trozos me dijo: Dime Vic cómo se llamaesta fruta tan agradable. ¡Es papaya! Le respondí,pero Charles no lo podía creer; tiene otro color, esmás sabrosa, y diferente a las que he comido mecontestó.

«El espíritu de San Luís»

Una de mis curiosidades era saber ¿por qué sehabía bautizado al avión como «Spirit of St. Louis» sial fin y al cabo Lindbergh había nacido en Detroit yel avión había sido construido en San Diego? Mipregunta debió recordarle aquellos momentospletóricos de deseos y ambiciones propios de sus 25años de aquella época, ya que se explayó en formaextensa y por demás interesante.

El nombre lo había adoptado según él, engratitud a todas las personas de St. Louis, que habíancontribuido en alguna forma a hacer posible laconstrucción del avión que llevaría las siglas «NYP»que no era otra cosa que las siglas del raid que

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intentaba realizar, New Cork París y ganar larecompensa de $25,000 que en 1991 había ofrecidoun adinerado hombre de negocios de New Cork, paraaquel que hiciera el primer raid sin escalas New Cork– París o París – New Cork en los siguientes cincoaños, plazo que debió extenderse por otros cinco añosmás, debido a que en 1924, nadie lo había ni siquieraintentado.

El avión según me relató, fue construido en SanDiego, California, por la compañía Ryan si mal norecuerdo, que optó por instalarle tres motores; ideaque fue desechada de plano por Lindbergh pues teníaideas totalmente diferentes. Según él tener tresmotores en lugar de uno no significaba de ningúnmodo que la seguridad se iba a incrementar en unvuelo como el que iba a realizar; tener tres motoressignificaban tener tres posibilidades de fallas segúnsu particular modo de pensar, concepto hasta ciertopunto es aceptable, siendo este, otro tema deconversación en el que intercambiaremos nuestrospuntos de vista.

Lindbergh que contribuyó al diseño del avión,impuso finalmente su idea de que fuera unmonomotor y exigió también que se instalarán loestrictamente esencial a fin de reducir el peso y quelos tanques de combustible estuvieran delante de lacabina y no atrás como era usual hacerlo, lo cual loprivaba de cierta visibilidad que fue corregidacolocándose un periscopio.

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Al incluirse la fabricación del avión, Lindberghhizo un vuelo de prueba entre San Diego y New Corkhaciendo escala técnica en Saint Louis dondepernoctó pues según él, quería mostrar a susbenefactores el avión que había construido para latarea en la cual estaba empañado. Su vuelo San DiegoNew Cork San Diego fue considerado como el primervuelo continental.

Lucky Lindy

Otro de los temas que le sorprendió y que tuvoun inicio bastante serio pero que terminó con unacarcajada, fue cuando le pregunté porque razones lohabían llamado Lucky Lindy. Lindbergh no pudoresistir los recuerdos que a su memoria le habíatraído mi pregunta y me ralató que dos días antes dela fecha fijada para su despegue de San Diego hacíaNew Cork, ciudad ésta última que marcaría el iniciode su trascendental vuelo, la Prensa de París dabacuenta que dos pilotos franceses habían partido deParís con rumbo a New Cork.

Bastante serio y con una voz casi apagada medijo que después de la noticia de la partida de aquellospilotos franceses, nunca más se supo de ellospresumiéndose que debieron haber tenido algúnpercance y desaparecido en las aguas de aquelinmenso mar y esbozó luego una gran sonrisa paraconfesarme que había sido por ese hecho y a partirde ese memento que la Prensa Norteamericana loempezó a llamar Lucky Lindy y que a diferencia de

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muchos otros pilotos que cruzaron el Atlántico, élfue el único que lo había hecho sólo.

El histórico vuelo como ya sabemos, se inicióun 20 de mayo de 1927 desde el campo Roosevelt enNew Cork culminando en el aeropuerto de Le Bourgeten París a las 10:30 de la noche, tras recorrer másde 3,600 millas y emplear 34 horas de vuelo con lasola ayuda de su compás magnético y un velocímetropues ni siquiera tenía indicadores de combustible.El Spirit of St. Louis para los que no lo saben, seencuentra en exhibición en el Smithsonian NacionalAir And Space Museum de Washington D.C.

El secuestro de su menor hijo

Otro de los temas que recuerdo haber intentadodialogar con él estuvo referido a su pequeño CharlesLindbergh Jr. Que como recordarán fue secuestradocinco años después de su trascendental vuelo porsu aya de nombre Betty, cuando la criatura contabacon escasos meses de nacido siendo encontrado sinvida doce días después de haber sido raptado a tansolo cuatro millas de su residencia.

Al llegar a este punto, la cara y el tono de su vozcambiaron por completo, y la alegría que habíamostrado durante sus anteriores relatosdesaparecieron por completo y se trastocaron en unaseriedad pasmosa y mostrando cierta rigidez en suspalabras y con rostro adusto, me manifestó que nodeseaba conversar de ello y que por favor

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comprendiera que era un tema que le traíadesagradables recuerdos que prefería olvidar,petición que acepté de inmediato pidiéndole medisculpara por el atrevimiento de haber queridohurgar en su vida privada.

Comprendí inmediatamente que había metidola pata y el diálogo quedó interrumpido por algunosminutos. Me sentí mortificado por haber sido culpablede aquel mal momento y pensaba cual podría ser lamejor forma de reanudar el diálogo que en forma tanamical y amena habíamos iniciado al punto tal quellegamos a tutearnos y llamarnos por nuestrosnombres.

La historia de la mosca

Fue entonces que se me ocurrió preguntarle algoque estaba seguro le haría recuperar su buen humory le pedí que me contara aquella historia de la mosca.¿was it trae, charles? ¿Existió de verdad la mosca?No había terminado de hacer la pregunta, cuandouna nueva sonrisa volvió a florecer en su rostro. Losque pudieron ver la película que la Metro GoldwinMayer mostró hazaña y que fuera protagonizada porJames Stewart, recordarán que había una moscadentro de la cabina que después de unas horas devuelo empezó a revolotear y que él infructuosamentetrataba de matar consiguiendo tan solo espantarlapara volver a revolotear en su cansado y fatigadorostro.

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¡No, No, No! Me contestó esgrimiendo una sonoracarcajada. ¡Nunca hubo tal mosca! ¿Y por que mehaces esa pregunta? Fue luego su respuesta. Parecesperiodista, me dijo. Sólo por curiosidad, pues comosoy algo incrédulo, no me parecía nada cierto queuna mosca pudiera haber sido la causante directade tu forzada vigilia que te obligó a mantenertedespierto durante todo el vuelo fue mi respuesta.

Siempre con la misma sonrisa, me comentó quelos Directores de la película cuyos nombres norecuerdo por culpa de mis neuronas fatigadas por eltiempo que según parece están siendo visitadas sinyo darme cuenta por ese alemán que todos conoceny cuyo nombre no quiero acordarme, le consultaronsobre la posibilidad de incorporar algún bicho en lacabina que pudiera en alguna forma justificar elhecho de haberse mantenido despierto durante tantotiempo. Charly me manifestó que la idea no le habíaparecido nada mal y no había tenido ningún reparoen que se mostrara a aquel bicho, acordándose luegoque fuera una mosca la que debería mantenerlodespierto.

El defensor de las ballenas

Otras de las preguntas que recuerdo haberleformulado, fue acerca de ¿las razones que lo habíanllevado a esas cálidas tierras norteñas? No recuerdobien si me dijo que era miembro o presidente dealguna Asociación o Fundación cuya finalidad era lapreservación de las ballenas que por esa época

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estaban siendo depredadas en el Pacifico por genteinescrupulosa y que tenía mucho interés por conocernuestra forma de actuar con los cetáceos. Al díasiguiente lo llevé en una camioneta del GRUPO 7 atempranas horas hacia el puerto de Paita donde seembarcó en una bolichera con algunas otraspersonas luego de despedirnos muy cordialmente.

Nuestra despedida

Recuerdo como si fuera que al despedirnos concaluroso abrazo mis palabras finales fueron: Charles,let me know when you come back respondiéndomeen el mismo tono: sure Vic. I will, perodesafortunadamente nunca más volvimos a ver, puesfalleció de cáncer en su casa de Maui, Hawai un 26de agosto de 1974 a la edad de 72 en aquella épocayo estaba como oficial de enlace logístico en la BaseAérea USAF Wright Patterson en Dayton, Ohio.

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De izq. a der.; teniente FAP Jorge Suárez de Freitas, oficial noidentificado, teniente FAP Julio Hesse, visitante estadounidense,mayor FAP Julio Díaz, teniente FAP Obando, Charles Lindbergh

y teniente FAP Grover Ampuero

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OPERACIÓN PENAS

Eduardo Silva Reggiardo

«Ruidos del más allá»

Como todos los días muy temprano en lamañana, se reúne el personal militar en la explanadaque se encuentra frente al local del Estado Mayor dela Unidad, todos presurosos de tomar sus puestosen la formación de la lista matutina. La mañana esligeramente fría y corre un vientecito característicode los amaneceres chiclayanos. Se suceden losdescansos y atenciones que emite el jefe de formación,situación que aprovechan los zancudos que parecenesperarnos en las copas de las palmeras paraprecipitarse sobre nuestros cuellos y brazosdesnudos e inmóviles.

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Esa mañana, el gato presenta un leve cabeceo,resultado de una noche de insomnio y estrés. SabeDios cual será el motivo, pero se le nota ciertocansancio corporal.

El casino de oficiales del Grupo 6, donde tomasus alimentos el personal superior, está unido a lacámara de oficiales por un corredor abierto. Esteedificio, en su planta baja conforma la figura de unaescuadra perfecta donde el espacio que se forma enel ángulo recto, convergen dos pasadizos; uno quese dirige de sur a norte y el otro de este a oeste. Eneste ámbito se encuentran, la puerta principal deledificio, formada por una amplia mampara de maderay vidrio; así como también una ancha escalera conescalones forrados en gruesas maderas que conduceal segundo piso, para acceder a un amplio living quese comunica con un pasadizo que se dirige hacia eloeste.

El local de la planta baja cuenta con aposentosa ambos lados del pasillo que sirven de morada a losoficiales solteros y, que en aquellos tiempos no eranocupados en su totalidad. En el segundo piso, máspequeño que el primero, en el único corredor, tambiénse encuentran dormitorios, utilizados como depósitosde muebles. Cada oficial ocupa habitacionesunipersonales que le sirven de descanso y vivienda.Ciertas noches los jóvenes oficiales se reúnen en elespacio de reposo de alguno de los alojados paracompartir partidas de naipes, ofrecer un brindis osencillamente entablar conversaciones lúdicas y así,

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entre juego y juego se va despertando el espíritu decompañerismo y amistad. Se habla de los problemasdiarios del trabajo, de los sucesos se tocan aspectosde misterios o acontecimientos espirituales de loscuales el ser humano no tiene explicación cabal.

En una de esas noches de relax, juego y brindisde una y otra copa, en el cuarto de Puelche, ubicadocasi frente a la escalera que conduce al segundo piso,éste, la pólvora, el Gato celebran un encuentroamistoso en voz alta, saliendo al corredor a festejaralguna ocurrencia con sonoras carcajadas, paradespués ingresar nuevamente a la habitación y seguircon la ruidosa reunión. La noche seguía avanzandoy la bulliciosa congregación, impedía el plácido sueñode aquellos que compartían las habitaciones deledificio. Uno de aquellos vecinos era el Pulpo quecansado de tanto alboroto y completamente despierto,abandonó su cuarto para sigilosamente tocar lapuerta del dormitorio de Puelche en varias ocasionesy después esconderse seguidamente en el silenciocasi sepulcral de la noche, se le ocurrió tintinear enel corredor dos copas de vidrio; lo cual impresionó alos ocupantes de las morada de Puelche y algunosde ellos comentó: son campanas del más allá. Pasadoalgunos minutos, finalmente el Pulpo se unió al grupoy siguieron festejando, hasta que al Gato se leacabaron los cigarrillos, por lo que abandonó el localpara dirigirse a hacer la compra de los mismos. Enese ínterin los restantes ocupantes acordaron darleal Gato una pequeña sorpresa a su regreso; para locual hicieron subir al segundo piso a un joven

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avionero, aleccionándolo para que a la llegada delGato proceda a hacer ruidos de pisadas ymovimientos de muebles, ya que, a la sazón, elsegundo piso servía de almacén y depósito de camasy hasta de un pequeño bote. Este ardid, acrecentólas tensiones del Gato, mientras sus acompañantesseguían el juego. Esa noche tiraron los colchones alpiso del cuarto del Puelche y allí durmieron. Fue laprimera admonición de lo que vendría después.

Puelche, en aquella época era el oficial más jovende la unidad, había adquirido un aparato electrónicopara escuchar sus cintas musicales en sus ratos deocio, ello dio la oportunidad a que tanto él como laPólvora, acordaran efectuar algunas grabaciones deextrañas manifestaciones con supuestas accionesterroríficas, para después propagarlas en las nochessilenciosas en los altos de la cámara de oficiales. Elhecho es, que, una vez efectuado lo acordado,procedieron a colocar parlantes tanto en el baño y elúltimo cuarto del pasadizo del segundo piso, loscuales estaban conectados por ocultos cables alaparato electrónico de Puelche y que se activaban alencender el toca cinta.

Varias fueron las noches en que se escucharonlos ruidos atemorizantes de puertas que rechinabanal abrirse o al cerrarse, cadenas que se arrastrabanen los altos edificios y todos acudían con sus colchasa cuestas a refugiarse en el cuarto de Puelche. Sinembargo, otro residente a quien llamaremos Catora,también susceptible a tamaño problema, mudó sus

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bártulos al local del Juzgado de Aeronáutica, cuyolocal se encontraba en un edificio frente a la Plazade Armas de Chiclayo, y así tener un descansoreparador sin los ruidos del más allá, pues tampocosabía de esta treta.

En la Base, se corrió la voz de que en los altosdel pabellón de oficiales solteros penaban, por lo quealguien sugirió introducir un perro guardián en lospasadizos en la creencia de que como animal dealerta, espantaría los malos espíritus.

Los oficiales que han servido en el Grupo 6,saben que a partir de las cinco de la tarde, en Chiclayose produce una ventisca que arrastra arena y otroselementos pero que también hace vibrar puertas yventanas. Al final del corredor del primer piso queva de este a oeste, se encuentra una pequeña puertade madera y vidrios que comunica este recinto conun terreno descampado donde los oficiales residentesestacionaban sus automóviles; por tanto, esta puertapermanecía semiabierta y el fuerte viento la estrellabacontra el marco produciendo un estallido agudo. Elhecho fue, que al producirse este fenómeno, elsusodicho can saliera despavorido, murmurándoseque ni el perro había soportado las extrañasmanifestaciones que se sucedían en el segundo piso.

Con ocasión de estos supuestos fenómenosparanormales; no podría confirmar si se le solicitó opor decisión propia, el capellán de la Unidad visitó elrecinto tarde, ya en la noche. Tuve la oportunidad

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de conversar con Pacorro y al preguntarle que habíaescuchado, este me respondió: Mire usted Sologemidos de mujer. Como comprenderán, opté porreprimir mis impulsos de hacer más preguntas, puesno supe si era verdad o mentira lo que me dijo esteservidor de Dios.

Cierta noche, después de algunos traguitos ybromas, en medio de una partida de cartas, el Puelcheintempestivamente sale de la habitación seguido porla vista del Pulpo, la Pólvora y el Gato einexplicablemente entra en un suspenso trancehistérico con movimientos corporales convulsivos,dirigiéndose a la escalera e inicia hacia el segundopiso, mostrando una cara desencajada. Es en estosinstantes que el Gato intenta sujetarlo de los brazospara impedir que culmine su propósito, repitiéndoleconstantemente…No subas, no ves que te estánjalando! te están jalando del más allá, te vas a morir!.El Puelche no puede reprimir la risa, pero se contieney sigue simulando esta extraña exteriorización, hastaque da un paso en falso y cae, rodando unosescalones, para quedar inmóvil por unos segundos,lo que alerta al Pulpo que como buen galeno sospechade un accidente mayor, acercando su cara a la dePuelche y sigilosamente le pregunta: ¿la caída essimulada o cierta? Me caí contesta, ¿te sientes bien?Repregunta el Pulpo si- responde Puelche. Esteincidente, alteró el estado anímico del Gato y despuésdel cuasi drama, todos se reunieron en el dormitoriodel Puelche y tragos más tragos menos, tiraron loscolchones al piso y a dormir acompañados.

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Una noche al regresar de una funcióncinematográfica en Chiclayo, el trío cómplice acuerdaterminar con estas simulaciones fantasmales, dadoque todo ellos se estaba propagandoinnecesariamente en la base. Curiosamente Impalay el Cholo; conocedores de estos sucesos,programaron una visita nocturna al local de laspenas. La Pólvora, enterado de lo que iba a ocurrir,solicitó la llave al puelche del centro de comunicaciónya que éste, se encontraba ocasionalmente decomandante de guardia. Ante la presencia de losantes aludidos y algún personal de avioneros; laPólvora activó el aparato electrónico, emitiéndose lossonidos antes grabados, a fin de darle un ambientede realismo al momento esperado. El hecho fue que,uno de los ocasionales investigadores, era de laespecialidad de electrónica y rápidamente sospechóy probó que aquellos sonidos constituían unagrabación efectuada por un ser humano vivito ycoleando; por lo que, presto se dirigió al segundopiso con linterna en mano y demás luces hallandolos parlantes y cables que transmitían losespeluznantes sonidos. Era un día más de lostormentos del Gato.

Una vez descubierta la Operación Penas, el Gato,a quien iban dirigidos esos mensajes, que habiendopasado por estos transes, nunca hubiera imaginadoque sus compañeros de juerga le reservaran estaspasadas; descargó sus penas y angustias con unaDP 555 (papeleta de castigo) para la Pólvora y elPuelche. El Pulpo, queriendo abogar por sus

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compañeros nocturnos, conversó con el gato,queriendo convencerlo de anular la pena impuesta ydentro de sus argumentos que expuso, dada laamistad que mantenían, le confesó que solo habíasido una broma y que él, estaba involucrado. El Gato,lo miró fijamente y le dijo: Tú también mereces unapapeleta; por lo que recibió su D.P. de cuatro días desimple.

Al ser visadas las papeletas por el Comando dela Unidad, el autor de aquellas, fue llamado paraque justifique el motivo de los cuatro días de castigo.Al requerimiento del segundo comandante para quela pena impuesta sea de menos días, el Gato replicó:Mi Comandante, son cuatro noches que no he podidodormir, por lo tanto, deben ser cuatro días de castigo.

Tuve la oportunidad de conversar con el jefe queintercedió por los sancionados y me contó que habíaescuchado las famosas grabaciones y que en verdadtenían un mensaje aterrorizador; sobre todo paraaquellos creyentes en mensajes del más allá, puesse reproducían ruidos de cadenas que al serarrastradas golpeaban los peldaños de las escaleras,gemidos que resonaban en los rincones de losambientes del piso superior; amen de que seescuchaban puertas que se abrían y cerraban consonidos de bisagras oxidadas. Imagínense todo estoen una noche lúgubre con una persona cargandosus dudas, su curiosidad y sus nervios.

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Olvidaba decirles el motivo que justificaba lapapeleta de cuatro días: por atentar contra laintegridad física y psíquica del superior.

Todos estos sucesos ocurrieron hace ya muchotiempo. Los culpables cumplieron sus castigos, perola amistad fue un estrecho lazo que los unía, por loque, el Gato retiró las papeletas para que no figuraranen los legajos personales correspondientes.

Finalmente, se olvidaron lo malos entendidos yel trío, agasajó al Gato con una ruidosa cena en lasbolas, donde compartieron las ocurrencias de esterelato y se forjó una amistad que ha durado hastanuestros días. Hoy, las personas de esta historiapintan canas, son felices esposos y orgullosos padresde familia y seguramente recordarán estas travesurasde épocas lejanas con una sonrisa complaciente.Amén.

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El avión «Bellanca» en Las Palmas.

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VUELO SANTIAGO - BUENOS AIRES

Carlos Martínez de Pinillos

Diciembre 19Santiago – Buenos Aires1,200 Kms., en 9 horasPromedio de velocidad: 139 Kms. Por hora.

El día 19, cuando estaba aún completamenteoscuro, ya tronaba el Bellanca calentando motor. Noera esa la primera vez que volaba sobre la cordilleracon escaso poder. El problema en esta ocasiónconsistía en que el motor debía rendir la pruebamáxima de altura que haya efectuado un 220 c.f.con el peso de 713 kilos útiles, más los 851 del aviónque daban un total de 1,564 kgs., y no en ellaboratorio sino en el terreno mismo de esa agreste ydura realidad. No digo esto por destacar el hecho

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sino porque por principio hay que decir las cosascomo son o como fueron. Se quería mucho optimismode mi parte y el valioso concurso que debería prestarel motor Wright J-5 las dificultades fueron superadasporque me sobrepuse a las circunstancias y obtuvedel motor el máximo que podía rendir pues pesabael triunfo y renombre de todo un país, el Perú.América entera estaba ya pendiente de este vuelo;los técnicos y personas relacionadas con la aviación,en éste y otros continentes, lo estaban de esta escalacomo lo estarían del tramo Montevideo-Río de Janeiroy el de Caracas-La Habana y de éstas, más que delas otras etapas.

Larraín, que como todos los pilotos nosprestamos para asustar a los colegas, ya se habíadespedido con un: «Que no haya necesidad de irlos arecoger del Cristo Redentor y estaba listo con su«Vicker» para acompañarnos un pequeño trecho.Después de un afectuoso adiós del reducido personalque estaba presente a esa temprana hora, meencaminé hacia el «PERÚ» que, con su hélice girandoal mínimo, esperaba como temiendo efectuar lo quehizo pero en su majestad, a pesar de su pequeñez,me lo figuraba un león con alas de bronce quevencería por su resistencia.

Mi afán de salir de madrugada lo motivaba elcruzar la cordillera antes que el sol causaraevaporaciones en la nieve. Aún no se iniciaba el díay a las 5.20 horas, los comandos obedientespermitieron correr las ruedas en una larga despedida

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del suelo chileno. El enorme ruiseñor se elevócantando no sólo trinos de arrullo, de caricia y demelodía, sino estrofas de voluntad, de coraje y depotencia.

Cuando Santiago dormitaba entre sus lucesencendidas y en el cielo guiñaban las estrellas, enun extenso viraje me iba más y más hacia lo alto.Enrumbé al pueblo de San Bernardo. Los últimosdatos meteorológicos anunciaban tempestad en SanLuís, nada preciso en la cordillera y aceptable en elresto de la ruta.

Las montañas eran viejos pensativos querecortaban su perfil en un azul vago y lejano. Misalas, embrujadas de poder en su plumaje, sentíanseoptimistas y pronto fui ganando altura en el primermillar de metros. El valle seguía oscuro aún cuandoel Sol ya se adivinaba. Las sombras violáceas de labarrera altiva y de impresionantes dimensiones quese elevan bruscas e impetuosas, se pronunciabanmás claras en contraste con el dorado de sus cimasque del otro lado el Astro les paso libre. A los 10,000pies, acercándome a Febo – así me parecía- suresplandor me cegaba cuando estaba frente a mi rutay tenía que poner una mano de visera para poder verel camino. Me sentía con fuerzas para poder subirhasta él. Cuando aún las sombras eran dueñas delas quebradas y estábamos a la vertical del pueblode Los Andes, el Bellanca sin embargo comenzó atitubear, subía muy lentamente, como si estuvierafatigado. Lo auxiliaba con aire adicional y se

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reiniciaba un poco, aunque fallando, mientras le ibadando lo preciso. En 1.30 horas tenía ya 11,500 piesy enfrenté a mi ruta pero el avioncito no subía más.Aumenté el número de revoluciones a 1,800, es deciraceleré a fondo y así continué exigiéndole el máximoal motor hasta que alcancé el punto más alto poratravesar.

A mi izquierda, lejos, al Aconcagua, la imponentemole de 7,019 metros cubierta de su albino ropajedecoraba su majestad y mirándome de soslayoobservaba mi vuelo. ¿Qué parecería a ese gigante, alTupungato y a sus compañeros, ese diminuto pajaritode alas tan pequeñas que sólo con mucho corazón yatrevimiento trataba sin aliento casi cruzar entreellos? Mi avión seguía impertérrito turbando la calmade esos elevados silencios donde algunas nubes sesombreaban. Aquellas fortalezas parecíaninaccesibles por la forma lenta en que iba subiendo.Efectué un regreso hacia la costa cubierta de nubes– ramillete de perlas que adornaban ese lado – perocubrían completamente el mar. En el deseo dealivianar a mi compañero me impulsaba yo mismohacia arriba, desde el asiento. Cuando conseguí12,000 pies me dije:»¡ADENTRO!» confiado en que,conforme avanzara, la disminución del peso delcombustible me favorecería. El Sol acariciabapaternalmente las montañas y plateaba con límpidosfulgores a la hélice. El cielo se puso como de seda,por lo terso, en esa parte. Me pegaba mucho a esasrocas eminentes para así auxiliarme con lascorrientes de aire ascendentes que con viva

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satisfacción aprovechaba. Mi corcel alado, conscientede su debilidad pero también de su deber, seguíapujante por entre los zigzagueantes callejones,hondas quebradas y agrestes laderas que podríanser prontas sepulturas porque una falla allí habríasido el cementerio, pero el motor roncaba más quenunca. EL «PERÚ» bailaba entre remolinos de vientospero con mucho coraje, vibrando todo él en elesfuerzo, avanzaba soberbio sobre un mar de hieloperenne sombreando valientemente con sus alas deblanco de las nieves. Volando sobre ellas a poca alturainfunden mayor respeto y admiración que cuandose va por tierra. Eran silenciosos y amenazantespuños cerrados que herían a la vista con el reflejo desu blanco sudario. El frío me hacía tiritar en aquellasoledad de páramos y de lobreguez, cuyos abismosno se veían. A los 12,800 pies, el altímetro sedescompuso y no pasaba de ese límite pero yo sentíaque lamentablemente iba ganando altura.

Por sobre garras crispantes que desde abajoamenazaban y entre picachotes agrestes, aristasverticales, laderas abruptas, hielo, y hondurasinsondables, seguían ascendiendo muy poco a pocoy con el temor de ser vencido, por la cresta de lamole seguía estando mucho más alto que yo y meacercaba a ella cada vez más peligrosamente y másrápido de lo que podía subir para tramontarla.

Aumentó la luz solar dándome nuevos bríos parala batalla pero me inundó el alma de nostalgia. Frentea la muerte, dejé de estar allí.

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Mi pensamiento voló a lo tan querido, dejadoallá lejos…. En el Perú. Vi a mi madre, a mi esposa ya mis hijos llorando mi ausencia, y a una multitudque agitaba brazos y puños cerrados invitándome adar la pelea y vi también la sonrisa desdeñosa de laenvidia y la burlesca de la incredulidad, y a la abuliaadormilada y al derrotismo cabizbajo.Repentinamente, un fulgor interior alumbró, abrigóy despertó un ansia obsesiva, de vencer la gigantescay huraña barrera que me impedía el paso. Su luzalumbró mi corazón y calentó mi pecho, e indomablesentí la palpitación tumultuosa de quien se empeñaen alcanzar un imposible, pero que por imposibledebe poseerlo. No me cabe duda que en esosmomentos, más que en ninguna otra circunstancia,sentí toda la magnitud de la empresa a la que mehabía lanzado. Tenía que seguir luchando hasta elúltimo aliento, y si veía marchitarse la últimaesperanza seguir peleando. No eran esas cumbreslas que me iban a vencer mientras viviera, sólo lamuerte podría lograrlo. Moriría, o vencería en lademanda.

De improviso se estrechó más aún, y demasiado,el cañón entre el que volaba y se presentósúbitamente una curva – temible- por que no sabíalo que venía después de ella. Me sentí tragado poresa garganta cuyos flancos parecían cerrarse paraservirme de tumba. Si el terreno seguía subiendo nopodría virar- tan estrecha era – y eso sería el fin. Mevi precisado a jugarme el todo por el todo y continué,no podía hacer otra cosa. Más de dos horas de vuelo

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llevaba ya al pasar este trance, cuando de repente,tan cerca y tan ligero como lo narro vi ¡con qué alegría!La silueta blanca y consoladora del Cristo Redentor,destacándose nítidamente contra el azul del cielo, yentre riscos, a la altura de 3,390 metros sobre elnivel del mar. Era la altura justa que necesitaba y aunos 60 sobre la estatua, crucé fugazmente aquelmacizo con cumbres más elevadas a sus lados queaún me parece ver y donde la imagen reinasimbolizando la amistad entre chilenos y argentinos.Di las gracias al Todopoderoso que en el momentode más aflictiva situación, con gesto de piedad yenseñándome la cruz que sólo el Cirineo le ayudó acargar, no solo me había concedido el paso sino meconfortó con su «¡Vayan tranquilos!», que me parecióescuchar.

Desde las cumbres hacía el fondo, como llantoemocionado de la tierra, se escurrían alargados hilosde plata, tal como lo hicieron una centuria atráscuando presenciaron la hazaña de San Martín altramontarlas para después, al frente de EjércitoLibertador, conquistar las victorias de Chacabuco yMaipú que determinaron la independencia de chile.

En cuanto pasé dicha cima, por Las Cuevas,hasta cerca de Uspallata, a pesar de no quererdescender y durante muchos minutos, al avión loaplastaba una poderosa fuerza que me hizo tenernuevamente un fracaso. Era imposible mantener alBellanca en línea de vuelo. La velocidad del avión noera suficiente para escapar de esa mano gigantesca

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que quería enterrarlo en las laderas, combeando lasalas, haciendo crujir en toda su estructura,ladeándolo, llevándolo de un lado a otro. Al fin losriscos quedaron atrás y pude resollar. Estoy segurode que la travesía en sentido inverso no habría sidoposible ese día con esas características y fuerza delviento.

Había vencido. Las palas de mi hélice girabanplácidamente al ritmo triunfante del motor.Claramente distinguía la línea del ferrocarril que haceuna curva hacia el sur, y a las 8:15 – hora Argentinaque en adelante será la que especifique – estabavolando sobre Mendoza con 8,000 pies de altura. Alresto del vuelo ya no había que temerle. Comoharagán se desperezaba aún el velo sutil de la brumaque cubría parte de los contrafuertes. Hubieraquerido aterrizar y tomar aliento, aliviarme de la granfatiga y de la enorme tensión que había soportadodurante esas pocas pasadas horas, pero me rehiceante la idea del triunfo completo y serenándomecontinué sin un comentario, ni interior por elmomento.

El ave se agigantó, diríase que agrandó sus alas,su corazón volvió a su música y ritmo normal – hastaalegre – con la esperanza y seguridad de ver y abrazara sus hermanas que le aguardaban impacientes yafectuosas al final de la etapa. Ufana, enfrentaba suplatinada proa rumbo al este donde seguramente lereservaban un nido tejido con guirnaldas de olivos ylaureles. Llevaba, además, escrita en el timón vertical,

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el saludo de los aviadores chilenos a sus camaradasargentinos.

Se divisó ya la pampa en su primera parte conescasa vegetación y poco a poco fueron apareciendomillones de fanegadas cultivadas. Había poquísimavisibilidad que me obligaba a volar bajo. Minuto aminuto incrementaba el calor, hasta que se fuehaciendo insoportable, por lo que me fui quitando laropa con que estaba forrado hasta quedar en mangasde camisa. Por Santa Rosa pasamos a las 8:50 horas.Subí sobre las nubes que me estaban envolviendoun poco díscolas. Para evitar los famosos vientospamperos, se me había aconsejado volar a 3,000metros. Muy abajo, a intervalos, y por entre pequeñosdesgarramientos, iba viendo la línea del ferrocarril,algunas estaciones del mismo y pequeñas áreas desuelo. A las 9:15 volaba encima de La Paz, y sobrecadetes chilenos a las 9:25.

En la zona que habían anunciado tempestad mecargué un poco al sur, y negándome ese rumboalarmantemente se apreciaba la magnitud delfenómeno. Eran las 9:35 cuando pasaba Mosmota,en la provincia de San Luís.

Más tarde la niebla se hizo más espesa yamenazante. Por abajo la visibilidad era nula yyéndome arriba me sentí por largo trecho un cóndorque flotaba sobre mar de albina espuma. Sobre elmismo algodón encontré nubes tan altas para mis

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fuerzas que tenía que bordearlas como si se tratarade montañas.

A las 10:35 proseguía el vuelo por villa Mercedes.Solo me faltaban 300 millas para llegar a BuenosAires. El «PERÚ» seguía devorando las distancias encompetencia con el viento. Aclaró el tiempo peroarreció el calor. Por Mackena pasaba a las 11:40.

La tierra del gaucho Juan Moreyra y de aquelotro, Martín Fierro, me parecía achatada en contrastecon nuestro accidentado territorio. El camino estabatrillado de rieles de ferrocarriles y con multitud deestaciones. El horizonte del amplio llano verdeante yproductivo, se extendía feraz e infinito ostentaba lariqueza de su suelo. A las 14:30 horas, grandiosa ysevera se divisaba la inmensa ciudad bonaerense,con dos millones y medio de habitantes, «orgullo deAmérica Latina», con su vista panorámica espléndida.Ya roncaba sobre la ciudad el exponente del progresoy eficiencia de la aviación peruana. Muy prontolocalicé el campo y en ese momento vi pasar un aviónrumbo oeste que más tarde supe iba a nuestroencuentro, pero sin vernos.

Cuando yo volaba sobre «El Palomar», despegabaun «Bristol». Comenzó el descenso y después de unasseñales con el piloto, que inmediatamente bajoindicativamente, hice un viraje sobre la multitud yaterricé. Eran las 14:40, después de 9 horas de vueloconsecutivo cumplía la tercera etapa que no habíasido cosa fácil, pero tampoco imposible como se me

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predijo y prohibió ejecutar en Lima. Era un éxito másde la honrosa y excepcional misión. Aunque no oficial,de estrechar los vínculos que unen al Perú conAmérica. Bajé de mi Bellanca que vi más vigorosoque nunca, con su tren de aterrizaje arqueado ymusculoso como las delanteras de un Bulldog depura sangre, diríase sonriente recordando tantaincredulidad.

Los aplausos y las exclamaciones de entusiasmode la muchedumbre que acogía fraternalmente alPerú, me hicieron olvidar el deber de agradecerle ami avión su exitosa travesía. El primer saludo, porla ventanilla, lo recibí de nuestro Embajador, señorMiguel Checa Eguiguren y al bajar, su fuerte abrazoemocionado y gozoso que prolongó mientras decía:«Este es el abrazo del Perú». Me dio un inmenso placerque perdurará y que en ese momento, lejos de laPatria, significaba tanto para mi espíritu. Me sentíorgulloso y complacido le respondí: «¡Viva el Perú».

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TAMSHI - DIOS CREÓ EL MUNDO, EL HOMBRELO ESTÁ DESTRUYENDO

Jorge Tamayo de la Flor

Sobre la afirmación DIOS CREÓ EL MUNDO,puede haber profundas discrepancias. Hay muchosque sostienen que es una «falacia», «un engaño paradañar a otro, hábito de emplear falsedades en dañoajeno». Hay también los «agnósticos», (doctrinafilosófica) que declara inaccesible al entendimientohumano toda noción de lo absoluto. Dios dicen queno existe y así podríamos escribir un sinnúmero depáginas sobre el tema.

Muchos más, felizmente, pensamos que Diosexiste, y como dice G. Ihibon: «El misterio no es unapared donde se estrella la inteligencia; es un océanodonde la inteligencia se pierde».

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Otros son conscientes de que la fe no es tantoun conjunto de creencias cuanto una circulaciónpersonal y vital con CRISTO JESÚS». Ih. Rey Mermet.

Sobre la afirmación EL HOMBRE LO ESTÁDESTRUYENDO, creo sin equivocarme que el 99%de las personas pensantes estamos de acuerdo. Elefecto invernadero que ha producido el calentamientode la atmósfera de la tierra en dos grados, ladelegación de los nevados a nivel mundial. En el Perú,según el Consejo Nacional de ambiente, que en solodiez años han desaparecido más de cinco millonesde metros cuadrados del casquete glaciar, el deshieloa nivel mundial se ha acelerado. Si sumamos a estola destrucción de bosques en el mundo entero y enespecial en la amazonía.

Si comenzamos a preguntar a cualquier persona¿Qué experiencia de vida puedes dar sobre esteproblema?. Estoy seguro que todos tendrían algo querelatar durante su vida. Y con mucha razón los queestán leyendo estas líneas me podrían preguntar ytú, ¿Qué aseguras esto, que nos puedes decir. Quetestimonio en tu vida pueda contribuir a aceptaresta posibilidad?

Eran finales del año 1945, yo era un novato yalegre joven de 21 años; que comenzaba a disfrutarla belleza de nuestra amazonía, la conocía solo porfotografías. Estaba asombrado de lo que Dios habíacreado, una alfombra verde interminable, surcadapor los ríos caudalosos y majestuosos como el río

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Amazonas, con el cual tomaba contacto visual.«Asombrado» es poco explícito para manifestar lossentimientos que experimentaba.

Ya en 1949, había oído comentarios sobre laselva amazónica, en la Escuela de Oficiales de la FAP,de un compañero oriundo de ese mundo nuevo paramí, (a quien amigablemente le llamábamos«Charapa»). Algunas veces había sentido un olorcitomuy peculiar, cuando en el comedor se deleitabacomiendo sus huevos de charapa, que le enviaba sufamilia desde Iquitos, recuerdo las palabras delTécnico Jefe de Mesa, que le ordenaba en son debroma, «Cadete, retírese usted al fondo del comedora comer sus huevos, el olorcito estaba pesado».Después vine a conocer que dichos huevos eran unmanjar, muy demandados y buscados por mispaisanos charapas.

Volviendo a 1947 y hallándome en Iquitos,acostumbraba a eso de las seis de la tarde, despuésde las labores y de un merecido descanso, y cuandola temperatura comenzaba a descender, me dirigía ala Plaza de Armas de la ciudad, y me sentaba en unabanca, y todos los días veía un «desfile aéreomaravilloso». Pasaban bandadas de Guacamayos enparejas de lindos y vistosos colores con susparticulares cantos, igualmente que bandadas deperiquitos y otras aves típicas de nuestra selva. Y apoca distancia de Iquitos, se podía ver un grupo demonos saltando de rama en rama.

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Otros de mis recuerdos, que tengo muy presente,es que uno de mis primeros vuelos por el río Ucayaliy cerca de la ciudad de Orellana, me sorprendió ver,al prepararme para acuatizar, que las aguas del ríoen una respetable extensión parecían que estabanen ebullición. Pensé que había un fuerte viento queoriginaba este fenómeno y comentando la situacióncon mi mecánico Charapa, me contestó: no es elviento mi teniente, es una MIJANADA. Eran milesde peces que surcaban el río, para depositar sushuevos en las «cochas» y remansos de algún lugarpara generar vida a muchos más peces. Se me ocurrióver más de cerca este lindo fenómeno y acuaticé sobreese montón de peces y vi como saltaban y golpeabanlos flotadores del avión. Un espectáculo fabuloso einolvidable.

Igualmente, en esos años me llamaba mucho laatención al observar desde el aire, las playas o islotesque se forman en épocas de «vaciante» de los ríos, alparecer habían muchos troncos de árboles encimade ellos. Mi mecánico Charapa, me dijo: no sontroncos mi Teniente, son lagartos (caimanes) enormesy en gran cantidad, y efectivamente observándoloscon más detenimiento, dichos aparentes troncos, semovían lentamente algunos hacía el agua.

Quiero aclarar, antes de seguir adelante quecuando digo «Charapa» es para señalar a personasque tienen un conocimiento amplios de suscostumbres y un corazón grande como la Amazonía,con este mismo pensamiento y sentimiento, a mi

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esposa, que nació en Iquitos, le digo «linda Charapita»hace 60 años y no se molesta.

Y viene a mi memoria, una publicación en undiario de Iquitos que proporcionaba información enforma detallada de las exportaciones que se hacíany era asombrosa la cantidad de cueros exportadosde diferentes animales, se sumaban por miles laspieles de tigres, lagartos, saginos, guanganas, etc,etc. Pensaba en esa época, a este ritmo se quedaríasin fauna la Amazonía.

Igualmente, en el aeropuerto de Iquitos deMorona Cocha, que era el único que existía en esaépoca, que podía observar como se llenaban losaviones DC-4, con animales vivos, que eranexportados a otros países: loros, guacamayos,periquitos, monos de todo tamaño, peces en grancantidad y otros animales.

Hace muchos años me fue obsequiado un cuadrobastante grande, aparentemente es una simplepaisaje amazónico, pero si nos fijamos con másdetenimiento y apreciaremos que está hechoíntegramente con ALAS DE MARIPOSAS de diferentescolores. El interrogante que se plantea es: ¿Es unaobra de arte o es una forma de depredación especial?

Lo que ha sucedido en el Perú Amazónico,probablemente haya sucedido en mayor o menorgrado en muchos lugares del mundo, en conclusión,estamos todos de acuerdo que la segunda afirmación

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es cierta: EL HOMBRE ESTÁ DESTRUYENDO ALMUNDO.

Misceláneas

Después de algunos años regresé a Iquitos, mevolví a sentar en la plaza de armas, rememorandorecuerdos de antaño, lamentablemente, ya nocontemplé ese «desfile aéreo» y a esas aves tan lindaspasar por ahí. Sólo había mosquitos, zancudos. Losmonitos que se veían muy cerca ya no existían.

Al volar por esos ríos amazónicos ya no ví ensus playas esos troncos se movían (caimanes) habíandesaparecido. Espero que las MIJANADAS de pecesse sigan presentando.

Alguien me preguntó cuando presenté estepequeño pero sincero artículo, ¿Qué significa TAMSHIque has escrito como título? Respondo: que una lianao bejuco muy común en la amazonía, en la mitologíade la selva se cuante que quien le da nacimiento esuna hormiga llamada ISULA, cuyo cuerpo alcanzauna pulgada y cuarto de tamaño. Bastantegrandecita. Asegura el común de la gente, que antesde morir sube lentamente a un árbol hasta la cima,donde al morir prendido de él sus patas crecen ycrecen hasta llegar al suelo formando una liana obejuco «verdad o fantasía».

Para mayor información, les recomiendo a losinteresados visitar el Club Loreto, donde te puede

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atender en forma muy especial su presidente, elmayor general FAP Óscar Dávila Zumaeta, quien tienesolamente 25 años ejerciendo ese importante cargo,por ser reelegido por abrumadora mayoría, cada vezque hay elecciones.

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EL BALCÓN DE LA LIBERTAD

Víctor Salinas Paredes

Mirando tu estructuraque resalta en el ambiente,he querido con mesuraviajar al pasado silente.

Imaginar cual videnteaquellos días gloriososde patriotismo nacientey de soldados valiosos.

Los huaurinos, presurososapoyaron la noble causa,fueron momentos gloriososde luchas y esperanzas.

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San Martín desde su estanciadio su proclama al Continente,liberando, sin tardanzaal pueblo peruano doliente.

Fue un gesto sin precedenteque resonó en los confinesy sobre tu cielo imponentecantaron los querubines.

Hoy al verte silencioso,envuelto en el modernismo,veo que muestras airosotu parte de patriotismo.

Has guardado muchos pasosdesde que te construyeron,atando invisibles lazosde peruanos y extranjeros.

Sobre tus viejos maderoscaminaron grandes hombres,libertadores verdaderosque cambiaron las costumbres.

Hoy observas silenciosocómo cambian tus contornos,tu campanario tan hermoso,tu parque con sus adornos.

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Tu museo casi oculto,tus cuadros en cada ambiente,rinden verdadero cultoa los patriotas merecidamente.

Hablando de nuestra gente,de nuestra patria bravíay del apoyo contundenteque San Martín requería.

Tu estructura relucienteha desafiado los dañosdel modernismo indolentea pesar de tantos años.

Me parece estar presenteen este acto grandiosoconfundido entre la genteavivando al Libertador airoso.

Viendo flamear mi banderay el tañer de las campanas,desde el pueblo a la praderaal Perú llamaba con ganas.

Aún resuenan los gritosde aquellos que se juntaron,rompiendo ancestrales mitossu apoyo al Libertador juraron.

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Huaurinos que enaltecieronel valor y el heroísmo,sin ser soldados marcharonmostrando su patriotismo.

Hoy quiero, viejo balcón,sentirme parte de tu ambiente,sentir en mi corazónlo que sintió aquella gente.

Sentir el grito libertador,de aquel gran soldado argentinoy tener el más grande honor¡por ser yo también huaurino!

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ÚLTIMO VUELO DE CARLOS TENAUD

José Zlatar Stambuk

Tenaud establece su base de operaciones enterrenos de Limatambo, construye su hangar, armasu avión y adiestra con gran entusiasmo al primergrupo de técnicos en aviación que anhelabanadentrarse en los secretos de la nueva ciencia.

Lamentablemente el lugar elegido por el aviadorno era el más adecuado, que existía en los alrededoresde la ciudad, el terreno no reunía las condicionesmínimas para la operación satisfactoria delmonoplano Bleriot; era pequeño en su extensión,peligrosamente limitado por líneas de alta tencióneléctricas y los cables del tranvía, además requeríaser nivelado por los sucos que presentaba, pero noobstante estas limitaciones, Tenaud con tesón yentusiasmo logró en pocos días realizar todos los

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trabajos que requería y con fe en el éxito anunciaque volaría el día 21 de enero de 1911. Sacó delhangar su Bleriot modelo XI, y después de efectuaruna minuciosa inspección del aparato, haciéndolelas pruebas reglamentarias en tierra, lo condujo hastael extremo norte del campo, para de allí iniciar sucarrera de despegue para efectuar su primer vueloen cielo limeño.

Con el motor a toda potencia, el piloto inició eldespegue, logró salir de la pista y se elevó unos pocosmetros sobre el terreno. La polvareda oculta por unmomento la aeronave de los ojos del público presente,el instante que el monoplano inicia su vuelo y sonmuy pocos los que logran observar que el patín decola se engancha con los cables del tranvía eléctricohaciendo que la aeronave choque con su partedelantera con un poste al lado de la línea, saliendoel piloto felizmente ileso y sufriendo el avión seriosdesperfectos, que de acuerdo a opinión de Tenaudsu reparación sería muy fácil.

El dos de febrero de 1911, en la mañana,considerando 2que todo estaba listo, inicia eldespegue, en el aire, el ala derecha se enreda en loscables de alta tención, choca con un poste situadoal lado de las líneas del tranvía y el avión caepesadamente a tierra, toda una verdadera tragedia,el piloto queda muy mal herido y su avión Bleriotdestrozado.

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Conducido el piloto a la clínica del doctor R. deGuarmarquer, en la calle Juan Pablo de Lima, secomprobó que sufría de una lesión en la médula quele originó una paraplejia traumática, permaneciendoen cuidados intensivos y recuperación.

El piloto permaneció en la clínica hasta el 13 dejunio, día en que fue trasladado a casa de sus padres,donde lo atendían los doctores Larrea y Villarán; laparálisis le ocasionaba fuertes dolores y fue minandopaulatinamente su organismo, hasta producirse elsiete de septiembre, después de siete meses de suaccidente, el triste desenlace de su prematuramuerte.

Sus últimos días fueron de prolongada agonía.Lentamente la vida se fue extinguiendo; dos díasantes de morir perdió el conocimiento y entregófinalmente su vida a las dos y media de la tarde.

Podemos imaginar la emoción nacional quesuscitó la muerte del intrépido aviador, el primeroque en suelo peruano rindió el tributo de su juventudentusiasta en aras del progreso de la aviaciónperuana. Hermano de ideales de Jorge Chávez, muriocomo él, víctima de un destino injusto e implacable.

Así fue la muerte de Carlos Tenaud y Pomar.Así terminaron sus ensueños, sus desvelos por dara la aviación de nuestra patria el adelanto que semerecía. Tenaud fue un verdadero precursor de laaviación peruana.

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Carlos Tenaud, junto a su avión, momentos antesde su trágico vuelo.

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BIENVENIDO ALFÉREZ FAP

Raúl Talledo A.

Conversaba con Lalo Buendía director de laRevista Aérea en el bar Cordano que está al costadode Palacio de Gobierno, era jueves de una fríamañana como para tomarse un café, había pocagente, pero no por nosotros.

– Oye Raúl, y tú cuanto tiempo estuviste enItalia? Me preguntó, saboreando su café ypreparándose para atacar el sanguche dejamón aplicando sus conocimientos desupervivencia.

– Bueno toda la etapa de Cadete pues, dije sinprestar mucha atención.

– No te puedo creer, allá te graduaste? Prosiguió

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Muy tranquilo ordenaba mis ideas pensando enlos artículos para la revista, me atreví a sonreír yclaro comencé a revivir los añosos recuerdos buenosy malos de esa época, oportunidad para contarle lospormenores de mi atípica presentación cuandoregresé a nuestro país. Transcurrían los minutosintercalados con risas y vagando entre anécdotas meanimó a escribirlas, así que aquí van:

Después de mi estadía en misión de estudios enItalia regresé por el mes de mayo o junio de 1962.Mis compañeros Armando Llosa «Llosini» y VíctorChávez «Rico Beso» o también «Dolce Vita», debiendohacer el curso en la Escuela de vuelo avanzado deaviones a reacción, fueron destinados a la Base Aéreade Amándola al sur de Italia.

Yo me quedé algún tiempo en la Base Aérea deBrindisi debido a que acusaba en ese tiempo unadisminución de visión en el ojo derecho, que meimpedía por regulaciones de vuelo, el uso del casco ymáscara por lo que tenía que ir a una Escuela dePlurimotores hasta completar la instrucción.

Pensar que después en el Grupo Aéreo Nº 7 dePiura hice varios PDE’s en aviones P-47 buenosaviones pero en ese tiempo con algunos pequeñosdeslices como: plantada de motor, sobre velocidadde hélice, fuga de aceite, sifón, mejor hubiera estadoen el grupo de los «3 chanchitos» como la bodega dela Molina.

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Terminada mi estadía regresé antes que ellos, elvuelo al Perú se me hizo corto, serían las ganas dereencontrarme con mi Fuerza Aérea, con la Escuelade Oficiales o simplemente con mis amigos, llegandovoy a presentarme al toque pensé rebosante deentusiasmo, así lo hice.

Ya en Lima averigüé que debía hacer, no teníala más remota idea donde y como funcionaban lasdependencias de la FAP, sabía que estaban alrededordel Ministerio de Aeronáutica ubicado en Miraflores,ahora Instituto de Estudios Históricos Aerospacialesdel Perú, nada más.

Vistiéndome elegante y preocupado con ternodebido a que para irnos no nos dieron uniforme nuevoy nos fuimos con el usadito nomás, ¡como podríalucir después de cinco años!, pienso que como unseguidor del cómico «guayabera sucia». Me presentépresuroso a la Dirección de Personal, casa antiguapor un transversal de la Av. Ricardo Palma.Respetuosamente me dirigí a un señor mayor FAPque escribía muy despacio en su agenda o algoparecido casi en actitud de Contador PúblicoColegiado, inicié la comunicación a las 08:00 am.,se me había pegado el relay de la puntualidadeuropea.

- ¡Buenos días mi mayor!

Saludé muy animoso y cortés, no tuve la suertede recibir respuesta alguna, así que tomando impulso

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emocional insistí tosiendo ligeramente para llamarla atención.

- Mi mayor ¡tenga usted buenos días!- Fíjese señor, debe haberse confundido con

alguien, no espero a nadie hoy, menos a estahora respondió con cara de pocos amigos,seguramente tenía dos o tres.

- No, mi mayor soy el alférez Raúl Talledo heestado en misión de estudios en Italia y vengoa presentarme, así me indicaron. ¡hasta ahorano se quien caray!

- ¡usted no puede ser oficial! Exclamó, llamenal técnico de guardia, avionero venga, ¿quiénes éste? Preguntaba ya casi alterado con lasmanos en la cintura, alusión que no tiene nadaque ver con el general Gonzalo Arenas.

- Mi mayor, ya me identifiqué con mi carné FAP.

Era lo único que me avalaba además de mipasaporte, que dado el momento servia tanto comousar anteojos oscuros de noche al estilo Pedro Navaja,o como ponerse sayonaras de ambulante para unmarcial desfile militar.

- son disculpas, no me venga con tonteríashombre, no lo conozco, no lo he visto ni enpelea de perros.

Estaba en lo cierto, nunca fui a ninguna.

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- ¿Por qué no se ha puesto el uniforme?, nosabe que esta es una instalación militar?

Echaba humo, fuego y cenizas como el VolcánUbinas.

- Si lo sé mi Mayor

Contesté devotamente y en actitudreverencial.

- Entonces si lo sabes pues, porque rompe lasreglas de disciplina, usted es un descriteriadocomo se atreve etc, etc, etc.

Me parecía que este señor iba a perder la razón,de todas formas sospeché que me estaba cuadrando.

Pasaron algunos tensos minutos que meparecían mucho tiempo sobre el objetivo con losriesgos que esto conlleva, sobre todo que no entendíani entiendo hasta ahora, a que se debía tanto malhumor que se iba convirtiendo en desproporcionadaira.

Como respuesta natural cual plantadaintempestiva de motor de P-47, mi ánimo decayóbruscamente a nivel calamitoso en una especie dechiripiolca del Chavo del Ocho. Con escasas fuerzaspara aclarar la situación, pero siempre manteniendola velocidad y bola al centro casi suspirando para noalterar el flujo del aire dije:

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- No tengo uniforme señor

En Italia nos enseñaron siempre que debíamosanteponer la palabra señor a los grados militares,fue la clave como detonante para que se diera inicioa un criollo vía crucis con tendencia a fiesta patronalanimada por una descarga de pullas y carcajadascrecientes, que por ratos daban espacio a fugacesmiradas de desplante «torero» en soleada tardetaurina de acho con música de cachimbos.

- ¡Oye mira, voltea, voltea! Este se sienteartista, encima me dice señor, ¿Qué te parece?

Preguntaba chillando a una persona del entornoque era parte del desarrollo festivo.

Mientras yo seguía inmóvil, queriéndome ir almismísimo muladar con la cara frente al sol comodice la letra del Himno de España, solo que en estecaso «el gringo» no aparecía por ningún cuadrante.

En ese momento se produjo un fenómenocientífico metafísico, el corazón se me había detenido,lo sé porque no lo sentía, mi cuerpo flotaba, invoquécon ansiedad a «mandrake» el profesor de química, aver si provocaba alguna nube de humo de coloresque a él siempre le salían de color amarillo, para queme ayudase a desaparecer, atinaba solo a movernerviosamente y en actitud chaplinesca los ojos deizquierda a derecha como queriendo ¡zafar!, porque

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el escenario ya se había puesto turbulento, conpronóstico malo.

Entonces, como un tremendo juez acusadorapareció un almidonado comandante muy seriohaciéndome con sublime cortesía una insistenteseñal con el dedo índice para que vaya hacía él. Seme acercó con los ojos que parecían faros halógenos.

- ¿Usted me conoce señor?- No, contesté secamente

Mientras me despedía de este mundo cruel.

- Así que usted ha tenido el atrevimiento depisar una dependencia militar vestido deartista, allí recién me enteré que los artistastenían que ponerse terno.

- Que se ha creído pedazo de alferucho, trinche,trinche, me disparó de frente, haciendo «bull»

- Quise responder, mi comandante soy el alférezRaúl Talledo que………

- ¡Cállese!

Retumbó en la sala, que en ese momento mepareció enorme, porque mientras miraba me puse acalcular mentalmente sus medidas.

- ¿Cuando llegó?- Anoche, mi comandante.

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Fue la agonizante respuesta. El desastre erainminente.

- ¿Cómo es posible que no se haya preocupadode lo principal su uniforme?

Me preguntó con los frenos de poder que se lerompían por lo amargo que estaba.

- Es que, mi momandante, nosotros……..- ¡silencio! Más una interjección conocidaEsa fue la continuación de tan cálido recibimiento.

Posiblemente su intención no era hacerme pasarun mal rato, sino varios, porque el encuentro fue apuertas abiertas, con otros caballeros oficiales quepasaban interviniendo en forma aleatoria en elinterrogatorio, un solícito mayordomo sirviendo café,la secretaria parada en la puerta y para completar laescena se escuchaba un microfónico y sonoro timbrede voz, que ya lo hubiera querido Luciano Pavarottien su mejor momento antes de meterse con suSecretaria.

La fé en la felicidad se desvaneció rápidamente,volaron por el aire todas mis emociones y nostalgiasque sentí por volver, no sabía que actitud tomar, esque todavía no conocía las reglas del achoramiento,de la mosquería limeña, de la fritanga, del pollo a lagrasa y la intelectualidad de la cultura combi. Sentíaque mi vida pendía de una baba, que tal «desfachatez»la mía, me sentí culpable por haber ofendidogravemente en sus status a gente tan respetable.

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Retrocedí un paso derrotado y arrepentido, casisin aliento hice un balbuceo.

- ¿Qué debo hacer mi, mi señor?

No sabía como continuar la sesión deacusaciones, me imaginaba estar con mis escasos60 kilos en posición de lucha frente a un mañoso ypichicateado luchador de sumo japonés, a Estadiolleno de elegante gentita de las barras bravascomiendo canchita y salchipapas para hacer más«nice» el espectáculo.

- ¡Que horror! Escuché, ¡retíreseinmediatamente a las Palmas y póngase a órdenesdel jefe de servicio!.

Mi apreciación es que ya no eran órdenes sehabían convertido en pedradas. Caminandotemblorosamente ajustándome el nudo de mi corbatacomo enfermo convaleciente después de ser operadopor un equipo de expertos galenos en posta médicade pueblo joven, salí de la oficina de Oficiales pordecir algo ¡estaba huyendo!. Esa mañana, ¡lindamañana! Como dice Lalo Archimbó el sesudocomentarista deportivo, me convertí en un acusadosin defensor, creí que había sido solo un percanceen la Dirección de Personal, pero ¡que novato era!.

Con la sensación de preso con cadenas y grilletesen campo de concentración nazi, cumpliendo loordenado me presenté a las Palmas en condición de

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«ser prestado», el jefe de servicio ya me esperaba enla prevención, quien con rápido ademán se llevó lamano a la boca y haciendo ¡shhhhh! Para

- ¿Ahh sí? Las desconoces muy bien,entonces le doy 48 horas para que estécompletamente equipado, porque dentro de unos díastendrá que hacer servicio de Comandante de laGuardia.

Recalcó mirándome de reojo y frotándose lasmanos por el frío reinante, que sumado al gélidorecibimiento, provocó que la temperatura seconvirtiera en apropiada para tiritar, era comopasearse en Cerro de Pasco en Short y BVD.

Cuando me retiraba, en un acto de favoritismototal, sentenció:

Designación que agradecí en el fondo de mi alma,es que ¡la había esperado tanto!, dicho sea de paso,la temporalidad duro como un año.

Me acordé de la despedida del jefe del batallónde cadetes de la Academia Aeronáutica de Italia, «Enla vida de cada hombre hay fechas, situaciones yactitudes importantes y fundamentales querepresentan hitos en el camino que se está destinadoa recorrer», ¿estaría yo en el lugar correcto? ¿y si meapuro había extraviado el camino?.

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Cambiando mi configuración salí de la oficinacon una desorientación de ciego en balacera cargandolatas de hormigón armado, fue entonces cuando seme acercó el Técnico Secretario para darme algunosinformaciones sueltas tipo «la búsqueda del tesoro»,con la espiritualidad que el caso ameritaba porsupuesto, porque ya no era una ayuda, nidemostración de reglas de urbanidad y cortesía alestilo Carreño, era casi un acto de piedad, y así meencaminó:

- Vaya donde el Jefe del Departamento Militarde Cadetes y dígale de parte del Director que leentreguen sus cosas que deben estar en el pañol,usted es la promoción Turcke que se ha recibido endiciembre del año pasado ¿no?

Guardé prudencial silencio, recordé que encircunstancias críticas como prisionero se debía darsolo el apellido y número de serie, bueno hubiesesido que aquí terminara la aventura del retorno, perono.

Al día siguiente, con mi uniforme arreglado enel SEINT y el pantalón medio pasa río, cogí mi gorray me dirigí al sitio indicado, era una oficina no tanpequeña, me pareció bien equipada, con teléfonos,intercomunicadores, alfombrada, presagiaba buenascosas, lo cual era ilusión, como comprobé casi deinmediato.

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- ¡Buenos días mi mayor! Soy el alférez RaúlTalledo vengo de la Dirección, me han dicho querecoja algunas cosas que me corresponden y debenestar en el Pañol, mi promoción se ha graduado endiciembre último.

Dije muy cortés y con gracia, como saludo ypresentación al estilo arcángel, pero sin espada.

En ese momento, por si las moscas meencomendé a San Benito de Palermo, a San Cristóbalque es ele santo de los viajeros en comisión de servicionacional y al extranjero, también a San Judas Tadeoy a las trece Animas Benditas, a ver si me ligaba unarespuesta, pero deduzco que todos habían salidoposiblemente a efectuar alguna chamba masimportante porque ninguno se reportó, después deun instante su alteza real conmovedoramentereaccionó:

Volví a la carga con el rollo conocido y me quedémirándolo fijamente con descomunal valentía.

- ¿Pero que pasa?

Repitió cerrando una revista, con ojos deChaman del Norte.

Fue la única y final respuesta como latigazo, queme dejó naturalmente en posición de ¡firmes! Un buenrato, a mi entender, un recién operado se mueve másque yo en ese momento, cerré los ojos, pensé pedir

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permiso para retirarme, ya era tarde, el peligroacechaba, el alma se me esfumaba. Hace poco Tongoha compuesto algo como para ese momento «sufreperuano sufre».

- ¡Oiga ya entendí, no tiene que repetírmelo!,no me ve que estoy ocupado ya me lo habían dichopor teléfono, ¿Qué quiere? No lo conozco, si no estáni siquiera en el libro anuario de la última promoción,usted bromea.

En esa forma quedé como simple NN…»forever».

Mi espíritu se había acondicionado para la«derrota total» con izamiento de bandera blanca ymúsica de fondo, habían pasado solo 48 horas de millegada, pero ya necesitaba el equipamiento con«ansias locas» como dice la letra de un antiguo bolero,todo por el bendito servicio de Comandante de laGuardia, que era casi de carácter religioso en LasPalmas, porque en esa época lo importante erasobrevivirlo cual verdadero «mártir».

Un poco más repuesto, esperaba que el jefe dierala orden para que algún Oficial del DepartamentoMilitar me hiciera la entrega de las prendas, cuandovi que el Mayor se levantaba del asiento para unirsea un pequeño grupo de oficiales subalternos que allítrabajaban y en ese momento susurraban. No pudesalir de mi asombro, pasado un rato se acercópresuroso a la oficina «un especial» que porconvención de maniobra llamaré Huaracha,

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secándose las manos en su mandil de cocinero colorazul.

- Mi mayor estoy trabajando ¿Qué quieres?Preguntó.

El jefe como dios de un mundo helénico consoberbia orden indicó:

- Llévate a este señor al pañol y hazle una«Ceremonia de Graduación».

- A mi, a mi, con Italia…., Italia.

Repetía sin convencimiento, acomodándose sucasaca azul con peluche al cuello llenando elambiente con el humo del cigarrillo Chester,regalando una sonrisa.

- Ven mi alférez, vamos al pañol yo tengo lasllaves, dijo apurado Huaracha.

Cuando estuvimos en el almacén, bastó unamirada para saber que no había mucho, algunossobrantes tal vez, escasamente llenaban una caja deleche Gloria, estuve desconcertado pero luego me fuisintiendo más cómodo porque finalmente tendría algoque me pertenecía y necesitaba de inmediato.

- ¿Dónde están las casacas? Pregunté- ¿Casacas?, hay 3 nomás mi alférez, uno se

ha muerto, dos usadas no recogieron, dequienes serán pues, ¡agárrate nomás! Decidió

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muy serio el responsable del ceremonial yprotocolo de entrega.

Miré con desconfianza, el problema es que lascasacas eran talla small, tirando para enano, cogíuna, necesito la espada dije para abreviar elprograma, es que ¡me reclamaba el servicio!.

- ¿Espada? Allí señaló.

Habían unas oxidadas, sin dragonas ni tiros,en ese momento vi una hermosa extra – extra largacasi nueva apoyada en la pared, no estaba nada mal.¡Es está pensé!, solo que era tan larga que parecíaun mosquetón de época virreynal. Huaracha se apuróy me la entregó con esmero, creo que ya conocía laestructura y genes de la misma.

- ¿Oye, donde está la pistola que me handescontado? Pregunté casi satisfecho.

- Ahí si estas «jodido» mi alférez, el capitán quele dicen cabezón se ha llevado con todo, si lepides «ese si enchufa», fin de la conversación.

Lo soporté con la paciencia y el estoicismo de«Popi Olivera después del proceso electoral del 2006».

- tengo que ir para terminar almuerzo, estásen tu casa mi alférez para servirte, bueno yatienes algo pues, ¡suerte», oye, cuando serecibieron en diciembre tiraron harto trago¿tu hiciste algo mi alférez?.

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Sonreí ampliamente, le di la mano y me despedí.Después de todo fue un acto austero, digno y para elrecuerdo como debe de ser.

Al poco tiempo descubrí porque había quedado«aislada en cuarentena» la mencionada espada,sucede que en mi primer servicio de Comandante dela Guardia, al desenfundarla para rendir los honorescorrespondientes, no me acuerdo a quien, salióreluciente pero simultáneamente con grandescortesía la funda se iba poniendo muy flácida,haciendo una caída perfecta sin vida.

El espectáculo que brindaba no era muy decente,malograba cualquier prestancia en forma insultante,al extremo que por culpa de ella me gané dos días,dicen que por falta de cuidado en su presentación ypor no preocuparme en arreglarla, ¿pucha!, esa fundano reaccionaba ni con una mano de viagra, créanmeyo si andaba preocupado por su aspecto y reiteradafalta de porte militar así como por las escasasinvitaciones a los matrimonios FAP que recibía. Lafunda era un adefesio y mal presagio para loscontrayentes, así que por cuestión de respeto a lasociedad en su conjunto, en un acto noble me deshicedel artefacto.

Terminé de contar la historia a Lalo y alretirarnos del Cordano añadí: «Tenemos la obligaciónde formarnos en un espíritu sano, constructivo,cultivando los valores, mejorando el espíritu delpasado, no tratemos de expropiar el alma que todavía

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no han logrado los jóvenes oficiales, nodemostraremos nuestra autoridad a empujones ¿porqué dañarnos y maltratarnos? ¿por qué el sufrir nosgusta tanto?. Permitamos que los oficiales desdetemprano desarrollen su personalidad, hagan sentirsu voz, a nosotros nos forman para ser «primeroseñores, después oficiales», Amén.

- ¡Bravo! me dije

Pero como no había gente, solo los fantasmasaplaudieron.

En la puerta echaban a un vendedor dehuachitos un mendigo pedía cualquier cosa, un perromovía desperdicios los olía y los meaba. El escenariosurrealista de mi historia tampoco era muy buenocomo en los viejos tiempos. ¡Que coincidencias!.Recordé otra vez la amable frase:

«Estás en tu casa mi alférez»¡Gracias señor Huaracha!

Lo recuerdo siempre, respondí mentalmente

Nota:

«A mis amigos de Esos Tiempos»

Sí, esperaba alegrementedar un abrazo de hermanoconfundirme con mi gente¡no me dieron ni la mano!

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Cada uno era bien fuerterecepción mal humoradaqueriendo cambiar mi suerte¡me dieron una estocada.

Ponían cara muy duratú que piensas rapiditotal vez sería ¿postura?¡creo que no hermanito!

No te dejan pensartodos metían el miedoy repetí sin pestañear¡me llamo Raúl Talledo!

Momentos que dije adióscircunstancias que no añoromala broma ¡Santo Dios!¡sacarme del libro de oro!

Aquí termina esta historiadel recibimiento a Raúlguardada en mi memoria¡fue sacada del baúl!.

¡Hasta la próxima!

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LA EYECCIÓN DEL CAPITÁN MORI

Pedro Izquierdo Kernan

Una tarde, cuando la noche comenzaba a caer,escuché en el radio de mi casa que un piloto de F-86se había eyectado en algún punto al sur de Williams,y salí disparado a la base. Se trataba del capitánMori, piloto japonés que se había hecho muy amigode nuestro grupo de peruanos, sobre todo los dostenientes. De elevada estatura, era campeón de judoen sus Unidades del Japón, cinturón negro, y gustabade gastar bromas a los tenientes que se la retribuiráncon creces. De manera que no era personadesconocida y por ello cuando llegué a la Base medirijí a Operaciones de la escuadrilla para averiguary ponerme a órdenes de la jefatura.

Por cierto que el sistema de rescate estaba enplena función y varios helicópteros dotados de

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potentes reflectores hurgaban el desierto por laszonas de probable caída del piloto. También avionesT-33 hacían lo mismo desde diferentes alturas. Demanera que tuvimos que esperar en nuestraescuadrilla por el resultado, tres de los oficiales delgrupo peruano y dos americanos. Era curiosocomprobar como se puede desarrollar tal espíritu decamaradería y solidaridad en un grupo de aviadores,aún entre personas de diferentes nacionalidadescomo en este caso. Pero no sólo resultaba curiososino enaltecedor, y era producto de los sistemas quelas diferentes escuelas habían en cada uno denosotros. No éramos personas egoístas, sabíamoscompartir lo bueno y también, como ahora, lo queno era tan bueno.

Menos de una hora más tarde, se apareció ungrupo de pilotos que regresaban de la tarea debúsqueda, anunciando que habían encontrado alcapitán Mori sano y salvo en medio del desierto yque era conducido a la base de los helicópteros derescate. Nos alegramos mucho y esperamos sullegada a la Base. Cuando llegó, luego de los saludosy bromas del caso anunció que le habían encargadodar una conferencia al día siguiente «No falten, seráimportante… «nos señaló».

Efectivamente, nos reunieron a los pilotos devarias escuadrillas en la sala de proyecciones y frentea todos, Mori comenzó su disertación en inglés biencomprensible. Lo que le había pasado no eracualquier cosa, sino que había que estudiarlo

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detenidamente y sacar experiencia y conclusionesútiles. Primero que le tocó volar su primer nocturno,como es natural, se cambió su vestimenta por la devuelo, olvidando y ahí está el punto de algunosdetalles:

- No se cambió el calzado de calle po sus botasde vuelo;

- No se llevó consigo su linterna eléctrica;- No tenía tampoco, una cajita de fósforos;- No llevó su cuchillo.

Como si fuera poco olvidar, una ves instaladoen el avión procedió al taxeo y despegue, sin ajustarseel casco al mentón con la carrillera especial, ni lamanguera del sistema de oxígeno al arnés de suparacaídas. Una vez en la altura asignada, comenzósu vuelo en forma normal hasta que no podía explicarsi por la diferencia de idiomas ó más probable porvértigo nocturno, comenzó a experimentar unaconfusión total de los puntos de chequeo que lecorrespondía sin atinar a encontrar Phoenix óTucsón; o siquiera Williams o Prescott. Comenzó agastar minutos y muchos galones de combustiblesin dar aviso a la Torre de su situación, lo que habríaalertado a una unidad de F-86D de interceptores quelo localizarían en diez minutos, en su zona y lohabrían «llevado» hasta la base.

Así las cosas, los radares de tierra noconsideraron nada anormal en su posición hasta quese escuchó su voz alarmada anunciando «lo malo» –

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Avión Nº tal…¡FLAME OUT!... Piloto mailing out(eyectándose)….»La situación es fácil de imaginar.La Torre comenzó a llamar pidiendo posición, nada,pero si pudieron detectar que provenía del sur de labase; a partir de ese instante centraron la búsquedapor ese lado.

A todo esto, ¿Qué hacía Mori?... Relató que aleyectarse le pareció todo normal, el sacudón de laapertura de la sombrilla, las luces allá abajo. Habíatenido la precaución de bajar hasta 10,000 pies antesde saltar y por su puesto, caía por debajo de esaaltura.. Pero, no tenía su casco, ni sus zapatos, elimpacto contra el viento le había volado todo,mientras se balanceaba y trataba de coordinar susideas, sintió que algo tiraba de su pecho……buscócon sus manos… ¡sí! era la manguera del oxígeno.Por alguna razón permanecía enredada a su arnés,enganchada fuertemente, tiró de ella. Tras lamanguera; llegó a sus manos la máscara y el cascoprotector, se los colocó prestamente y esperó elimpacto con tierra. Por más que miraba hacia abajo,no podía distinguir nada.

De todos modos, juntó sus pies cuando creyóestar cerca, y dobló sus rodillas como paraamortiguar el golpe contra algo: podrían ser, uncactus, un algarrobo ó «mesquite tree» como losllamaban allá, rocas, o simplemente arena. No pudoapreciar que flotaba hacia atrás hasta que chocó conel suelo. Se sintió arrojado de espaldas y su cabezagolpeó fieramente contra algo duro, sintió mil agujas

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que se clavaban por todas partes, y se detuvo. Sedespojó del arnés y comenzó su martirio. No podíadar un paso, el suelo parecía la zona de producciónde una fábrica de agujas sobre el cual hubiese caídoel producto de un año de trabajo.

De buena gana habría gritado lo estúpido quese sentía de pié en medio de la nada, sin zapatos, sinuna luz portátil que lo ayudara a saber donde estaba.Ni siquiera tenía fósforos como para iniciar una fogatasalvadora. Ni su cuchillo que le brindara una pequeñasensación de protección. Pensó en chacales, lobos,alacranes que en Arizona pueden ser mortales y¡horror! ¡las cascabeles! Como pudo, trató de limpiarun escaso metro cuadrado alrededor de donde estabade pié para mantenerse así sin clavarse más espinas.Muerto de miedo escuchaba toda la gana de ruidosdel desierto y su vida salvaje. Aviones circulabansobre su cabeza y algunos abajo…sí, lo buscaban….Alcanzó a distinguir potentes reflectores quehurgaban la llanura desde helicópteros y gritó paraatraer su atención, por lo menos gritando sentía quehacía algo.

Para su suerte, uno de los helicópteros realizóun viraje en redondo que lo haría enfrentar suposición. Con el casco en una mano, comenzó aagitarlo frenéticamente sobre su cabeza, elhelicóptero pareció detener su viraje y el haz de luzle dio de lleno en la cara….la búsqueda habíaconcluido. Se dio cuenta que todos los avionescomenzaban a despejar el área. El oficial a cargo del

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rescate llegó hasta él, observó el casco de Mori y luegose acercó donde éste había aterrizado. Levantó unapiedra de rara forma y la trajo consigo. Se la enseñóal capitán japonés: tenía adheridos restos de fibra alque había hendido como una hacha de triple hoja…

Pero era una cadena de acontecimientos en unsolo accidente, y Mori había escrito una página muyespecial para el personal del «Flight Safety»(Seguridad de vuelo). Claro que ahora el relatoprovocaba hilaridad en algunos puntos, pero larealidad era cruda: esa piedra pudo haber acabadocon la carrera de Mori aquella noche… y con sucabeza. Cada uno de los pilotos en la sala habíatomado cuidadosamente nota de todo lo queaconteció. Yo me encontraba feliz de saber que Morise había salvado de un feo trance, era persona muysimpática y muy amigo como los demás japoneses,de nosotros los peruanos.

Hubo suerte y quedó una gran experiencia. ElFlight Safetty no desperdició la oportunidad parailustrar con alguna película, las condiciones de vidaen el desierto y algunas cosas que debíamos conocerpara sobrevivir.

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SÁTIRAS AMARGAS

Luís Ramírez Alfaro

Dije las cosas que creo y cientoY nunca hablé arrodilladoSufrí los golpes que merecieraY siempre lo hice, a mi manera

Ser poeta, no es mi fuertequiero halagar al lectorsoy un jubilado aviadorque no le sonríe la suerte

Quise dominar los cielosdesde mi añorada niñezser un rey en el espacioy todo me salió al revés

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y dice así:

Cinco de la mañana sonya timbra el despertadordoce vueltas a la manzanallevo el carro a la estación

Me miro con atencióncon el ojo medio tuertodios me libre regresarverme después de muerto.

Busco la ducha calientepara guarecerme del fríola terma estaba apagadasalí como pingüino de río.

Desayuno bien ligeropastillas de mil coloresson achaques de la edadpara todos los dolores.

Me aconseja mi esposano trabajes tanto amorno te olvides de la platavuelve pronto por favor.

Cruzo San Borja Surel parque está desiertoatravieso por Vivaldiclub de pájaros muertos.

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Madrugo en la casonade los Salazar Orfilame apuro para ingresarperdón, me hago la pila.

Esta señorial mansiónde bello estilo Tudorsus pasillos son historiade Santiago el Volador

Dos ancianos gallinazossalen vestidos de curasalvaron del holocaustodel reciclado de basura

Ahora escribo la historiade mi gloriosa aviaciónayer no fue como ahorase cantaba otra canción

En julio estaba previstoque asistiera a un congresofue tan grande mi ilusiónhasta hoy sufro por eso

Entre veinte y veintiochotodo estaba programadode viajar a Río de Janeiroy pasear por Corcovado

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Varig suspendió vuelosa horas antes de partidasin cupo en otras líneasno existiendo más salida

De admirar a las mulatastuve frustrada esperanzay al final pude apreciara los negros del Alianza

Día de la Fuerza Aéreaaquí se festeja un mesojalá los demás feriadostreinta días tengan pues

De cien cartas que escriboninguna tiene respuestaserá que les pesa la manoo le huele y nada le apesta

Del vivo nadie se acuerdade su amargada epopeyaquizá podamos cambiaresta situación de mieda

Las Bases están en ventaya nos quieren amontonaren Las Palmas que es lacuna del aviador militar

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Desde tiempos de Adánreestructuran la pensiónLas Palmas pronto serácampo de concentración

La indiferencia campeadevuélvanme mi aviaciónno cerremos pues los ojosse ha perdido el corazón

Si ocurre un accidentede un aviador militarhace falta un voceroque nos pueda avalar

Porque caen los aviones?es pregunta de mil realesla respuesta es muy sencillasin plata pero hay genitales

Han pensado en las familiasde los que sufren accidentes?con las almas destrozadasempeñada hasta los dientes

Si hoy regresara Quiñonesy estuviese en este mundohoy, se volviera a inmolarpor la falta de pantalones

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El halagar a los pobreses propuesta principistarecortar los presupuestosque vuelen los ahorristas

Hermosas evolucionesteníamos en Las Palmasacrobacia en formaciónvibraban los corazones

Sumándose al homenajetributado a la aviaciónMurciélagos del Institutocumplieron su progresión

Con destreza sin igualhicieron ocho cubanobombardeo de precisiónen cabeza de un fulano

Para alentar el turismoa cada rato es feriadosólo alcanzaría llegardonde estuviera parado

Hoy concurro al hospitalmi turno es el primerohoras tengo que esperarhasta me borro el trasero

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Para obtener una citay reclamar medicinastremendas colas hacercomo nos friegan la pita

Por el pelo dicen que soyde la tribu de Molongoyo no los quiero freiren mi olla de mondongo

Buen hermano lee y atajaquiere a tu Institucióncomo yo aprendí a amarsin pensar en la marmajaMi Ejército de Salvacióndecídanse ya a trabajartenemos la misma causapues se pueden apolillar

Yo te quisiera recordarlo que dijera Lumumbasi no quieres colaborarestás pedido en la tumba

No se den por aludidosque la Revista Aviaciónse ocupe hoy del guanacocamélidos en extinción

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Aquí termina la Sátiratenga o no tenga razónsólo digo lo que sientohasta próxima ocasión

Oh Dios bendice a todoshermanos de mi corazónlos llevo aquí en mi almacerramos ahora el telón.

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COMO ATRAVESÉ LOS ALPES

Juan Bielovucic

¡He seguido a mi fortuna! Así como los lectoresde «El auto» han podido leerlo, la suerte me hasonreído; pero a los que creen que yo he ganado algoen esta empresa, les respondo rápidamente que ¡no!Sólo he tenido la gran satisfacción de haber vengadoa mi compatriota y amigo Chávez, atravesando esosAlpes, famosos por ser invencibles.

Viendo que el mal tiempo reinaba aún, unamañana decidí imprevistamente efectuar mi raid, alque muchos han calificado de proeza.

Es pues al mediodía, exactamente, que eldomingo último inicié la partida de Briga. Antes habíaestado empeñado en hacer despejar, con la ayudade 60 hombres, 300 metros cúbicos de nieve.

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En 17 minutos alcancé los 1200 metros, no sinantes haber ejecutado dos espirales por encima delos glaciares. Sin embargo, de pronto mi motor sedetuvo. Involuntariamente había impulsado elindicador de gasolina. Sin perder la cabeza, puse enfuncionamiento todos los controles; por lo que,inmediatamente, el rugido providencial se hizoescuchar nuevamente.

Más tarde supe que desde el lugar de partida sehabían percatado muy bien del incidente. HastaBellot había gritado, con terrible voz, a los asistentes:¡cállense!

Continuando mi ascenso, alcancé rápidamentelos 2,500 metros, y luego los 3,500 metros pasandosobre el Monscera.

Fue por encima del Simplón que sentí talessacudidas, que me pareció ver los Alpes venirse abajo.Esa terrible sensación cesó al pasar por encima deGaby y del Weissmiess.

A partir del Gaby ya había reconocido mi camino;sin dudarlo, me dirigí en línea recta, paralelamente,a la cresta del Fietschorn y al pico de Audolla.

A partir de ese momento, he sentido la cadenadel Laquinhorn, dominé todos los Alpes; únicamenteel monte Leone con sus picos se erguía amenazadordetrás de mí. Desde esa vista el Simplón parecía un

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sendero entre dos glaciares y el famoso valle delGondo, una pequeña cinta negra.

También distinguí con nitidez a Domodossola, einmediatamente inicié el descenso en vuelo planeado.El barómetro descendía cada vez más rápido, pero eltermómetro permaneció en los 5 grados bajo cerodesde el inicio.

La atmósfera en ese momento se encontraba tanlímpida, que distinguí fácilmente la banderadesplegada por mis amigos que me esperaban.

Aproximándome a tierra, mientras estaba a 100metros, sentí los terribles remolinos que habían traídoabajo a Chávez. Mi gran emoción al aterrizar era elrecuerdo de mi afortunado amigo, por ello mi primergrito fue: ¡Gloria a Chávez!

Ni en un solo instante, durante toda mi travesía,tuve la impresión de caída. Por lo tanto, yo sentíaque había sido maravillosamente servido por miaparato y por el motor.

Es conocido el entusiasta recibimiento en Briga,en Milán y en Ginebra. Por todos lados escuchéaclamar a Francia, pues es con el ave francesa queyo vencí los Alpes».

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Bielovucic, en su avión Hariot en el Campo de Briga, antes de latravesía de los Alpes, el 25 de mayo de 1913.

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UN VIBRANTE CARAJO

Ivan Ljubicic G.

Se había dado término al ordenadodesplazamiento y ubicación del personal en la plazaprincipal de nuestra vieja y querida Escuela deoficiales, mientras los especialistas en electrónicaculminaban la instalación del equipo de amplificacióny parlantes: Alo….. aló…… aló…. 1… 2… 3….probando…..probando….resonaban con claridad ypotencia en nuestros oídos, una y otra vez, hastaque lograron regular la modulación y potenciaóptimas para la transmisión.

Era la primera vez que nuestra nacientepromoción participaba en una ceremonia junto contodo el personal de Las Palmas. Se trataba de laentrega de premios para el personal de técnicos,

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suboficiales y tropa que se habían distinguido en eldesempeño de sus funciones.

Cerrando el círculo de la formación que obligabael diseño de la plaza, se hallaba una mesa grandecubierta con paño verde, donde enrollados diplomas,sujetos con cinta bicolor de nuestra bandera y cajasde diferentes tamaños, forrados con papel especialde regalo de brillantes colores, se hallabandistribuidas a los lados del tablero, dejando unespacio en la parte central, donde estaba ubicado elmicrófono sujeto a una base triangular.

Todo estaba listo para dar inicio a la ceremonia.La expectativa crecía conforme pasaba el tiempo ylos murmullos de la gente se hacían más fuertes. Depronto, la aguda penetrante voz del capitán De lasCasas, resonó en la plaza alertando a las cerca dequinientas personas que la rodeaban:

Batallón!!...atención!!.

El sonido de los tacos al golpearse, convirtió elambiente en sepulcral silencio. Del edificio principalsalió el temido jefe de disciplina seguido del séquitode oficiales de año. Cruzaron la plaza y se ubicarondetrás de la mesa verde. Mientras que el comandantese colocó frente al micrófono. Todos lo conocíamospor «Pescuezo», por el ancho y rollizo cuello que tenía;parecía tener la cabeza hundida entre sus hombros.Breves minutos después inició la ceremonia,dirigiéndose a todo el personal con su voz ronca y

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quebrada, para elogiar y felicitar a quienes se habíanhecho acreedores a los premios de estímulo, invitandoluego a seguir su ejemplo.

El trámite de entrega de las recompensas quecorrespondía al personal de técnicos y suboficiales,había transcurrido normalmente. El suboficial quese encargaba de las funciones de entregar a su jefeel diploma y premio para que éste, a su vez, loentregara al interesado, le anunciaba, en cada casoy en voz baja, el nombre y el contenido del premio,luego el comandante llamaba mediante el micrófonoal favorecido para que se acercara a recibirlo.

Después de breves minutos de intervalo en losque el ayudante reacomodaba en la mesa los quecorrespondía al personal de tropa, se inició lasegunda parte, el jefe de disciplina llamó al primerinteresado:

– Sargento primero Leonidas Gutiérrez!!!,– Presente….!! – gritó el sargento y salió de filas

a paso ligero y con envidiable porte militar,se cuadró en posición de atención frente alcomandante y lo saludó.

– Se hace acreedor a un juego de lapicerosPaper mate!! (pronunciando la marca tal comoestá escrita).

El suboficial ayudante al escuchar a su jefe, seacerca a él y prácticamente pegado al micrófono, ledice:

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- Es «peiper metí» mi comandante-pronunciando la palabra en inglés, tal comoestá escrita.

- Paper mate o «Peiper metí dá lo mismocarajo!!!- fue la rápida y contundenterespuesta del jefe de Disciplina que resonóen la plaza, provocando ruidosas carcajadasde los presentes.

Habíamos roto el estricto ritual de la ceremonia.Pecado mortal en la disciplina de la oficialidad de laInstitución, que no duró sino breves segundos, puesfue de inmediato interrumpida por el comandante:

- Silencio!!!...- gritó furioso e indignado por elinusual rompimiento del orden.

Si el sepulcral silencio que se guardó en laformación, cuando salió para iniciar la ceremonia,esta vez, se tomó algunos segundos más. La risa tanabruptamente contenida, no fue posible aguantarlapara algunos; sin embargo, llegó el mutismo ycontinuó la ceremonia.

Aunque no volvimos a ver al comedido suboficial,meses después, nos enteramos que sus compañeroslo apodaron como «peiper meit» y también «lapicero».

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CUESTIÓN DE HONOR

Luís F. Ramírez Alfaro

«¿Qué esta es una mala época? Puesbien, estamos aquí para hacerlamejor.»

Thomás Carlyle

Como consecuencia de políticas de Estado, lasinstituciones armadas están viviendo una etapacrucial en la vida republicana enfrentando quizá, lapeor crisis de su historia, en que las agrupacionespolíticas en pugna por el poder, miran con indolenciay arrogancia la conveniencia de mantener lacapacidad operativa y disuasiva de nuestrasUnidades militares, que bien es sabido, constituyenen diversas instancias de peligro o desastresnaturales la única alternativa eficaz que garantice

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una paz duradera y auxilio para mitigar el sufrimientoy dolor de nuestros pueblos.

Tan inadmisible descuido ha tenido siemprecomo secuela la pérdida de valiosas vidas humanas,la sustracción de parte considerable de nuestropatrimonio histórico y cultural y lo que es más grave,la desmembración considerable de nuestro territorio,sobre todo, la proclividad al sacrificio conciente antela superioridad numérica y potencial, en aras depreservar el honor nacional.

No obstante, estar el Perú desprevenido e inerme,no fue óbice para que la guerra le produjera temor,por el contrario, evidenció un loco entusiasmodesconociendo la preparación del enemigo de turno,su situación económica y la disponibilidad derecursos para emprenderla con eficacia.

En la concepción moderna de la guerra, el paísque asume el papel de agresor, tiene siempre mayorventaja porque al adoptar esa iniciativa, ha preparadopreviamente su concepción estratégica, se hapertrechado de sistemas de armas de todas lasmodalidades para vencer y alcanzar el éxito final enla contienda, ha estudiado en fin, todos los posiblescursos de acción y preparado con el conocimientoexhaustivo del terreno, el empleo adecuado de susfuerzas de aire, mar y tierra, como también susposibilidades logísticas.

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Como prueba de esta afirmación, podemosrecordar el caso de Alemania y los países aliados enla Primera Guerra Mundial de 1914, cuyaconflagración, jamás fuera vislumbrada en la historiade la humanidad. En ese conflicto, la situación deFrancia, era análoga a la del Perú de hoy en lo queatañe a falta de entrenamiento, desmantelamientode medios, escasos efectivos y descuido de sucapacidad operativa.

Sabemos que la guerra es un flagelo que solopueden afrontar las naciones que se hallan encapacidad de hacerla por los ingentes gastos que ellasuscita, por sus efectos devastadores y las terriblesconsecuencias que de ella se derivan. Se sabe, comoprincipia pero no se puede determinar como concluirápor los grandes intereses que se comprometen, losmúltiples factores que intervienen y deciden la suertede una nación arruinándola siempre y agotando susfuerzas vivas durante años.

En diversas ocasiones, el Perú ha sido arrastradoa la guerra y como siempre desprevenido, aúnestando concientes de nuestros derechos y de lajusticia de nuestra causa, confiados en la DivinaProvidencia, desconociendo la preparación delagresor, la magnitud de sus fuerzas y los recursosque posee para aplicarlos con relativa rapidez, éxitoy las mayores posibilidades para asegurarle lavictoria.

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El pueblo del cual procedemos, usando losprivilegios de la libertad de prensa que otorga lademocracia, se encuentra sensibilizado y proclive aemitir juicios negativos de las instituciones armadas,tildándolas sin reunir pruebas suficientes decorruptas y de violar los derechos humanos, cayendoen una condenable y mordaz generalización atizadapor malos peruanos que respondiendo a oscurosintereses socavan su moral y disciplina y sucredibilidad y prestigio. Una fuerza armadaorganizada, entrenada y equipada, es garantía de pazeminentemente disuasiva y constituye un vigorososeguro de los intereses nacionales.

Existen casos aislados de corrupción y abuso,los cuales deben ser sometidos a exhaustivainvestigación y debido proceso, para ello existe la leypara sancionar con todo rigor a quienes haciendomal uso de las armas que le otorga la Nacióndelinquen, pero se debe tener sumo cuidado de noponer en el mismo saco a la gran mayoría decompatriotas que han abrazado la carrera de lasarmas imbuidos de nobles propósitos formados ensólidos valores de permanente vigencia demostradopor nuestros héroes, mártires y predecesores queconforman un martirologio de patriotismo ypulcritud. Cuando se ofende a las fuerzas armadascomo Institución, se hiere mortalmente a susparadigmas que ofrendaron sus vidas por amor a laPatria y no vacilaron en poner el pecho para ello,porque sabían, que las balas enemigas no matan y

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que es vivir permanentemente en la inmortalidad dela gloria.

Se dice cotidianamente que quien calla otorga yque las fuerzas armadas no son deliberantes. Lapregunta es ¿De que medios se pueden valer talesinstituciones dentro de un régimen que se precia dedemocrático para salir al frente de tanto infundio yacusación generalizada y sin pruebas? Desde tiemposinmemoriales, se afirma que deben ser apolíticas,creadas fundamentalmente para respaldar alGobierno legal y legítimamente constituido por el votopopular sin distinción de credos ni color político. Através de la vida republicana se ha cumplido acabalidad el mandato, pero en ocasiones ante el juiciode la historia han sido severamente cuestionadas yvejadas por cumplir la norma de obediencia debida,por lo que merecen un desagravio inmediato que lepermita recuperar su prestancia ante los ojos de laopinión pública. No olvidemos el precepto castrense,de que «las órdenes se cumplen sin dudas nimurmuraciones, porque el superior que las impartees el único responsable».

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Maqueta en escala 1/10 del avión MB-339A en el patio delMuseo Aeronáutico, con el numero 446, que el mayor Consiglieri

le asignó.

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446 - UNA MAQUETA CON HISTORIA……..

Hernán Rivas Vargas-Machuca

En noviembre del año 2005 me encontrabaconversando en mi calidad de director del MuseoAeronáutico con mi buen amigo Rocco Leo, el cuales un diseñador maquetista de aeronaves a escala,quien actualmente trabaja realizando las maquetasen escala 1/10 para la nueva sala de exhibición delmuseo «Sala de Aviones», el tema en esa oportunidadera su próxima maqueta a realizar y efectivamentecoincidimos en que sea el MB-339A, aeronave quese utiliza para el entrenamiento de transición paraaeronaves de alta performance.

Para tener una mejor información de detallesconvocamos a nuestro amigo, el mayor FAP AldoConsiglieri, conocido por su indicativo como «Benyer»y que se desempeñaba como jefe del Escuadrón Aéreo

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del 513 del Grupo Aéreo 51 que opera esta aeronave.Él nos estuvo apoyando con fotografías y cuandovolaba con su aeronave a la Base Las Palmas nospasaba la voz para tomar algunas fotos para afinarunos detalles a tener en cuenta para el plano yacabado final de la maqueta de este avión.

En la última visita que nos hizo antes de sercambiado a su nuevo destino, es decir la Base dePiura para volar el avión A-37, Rocco le preguntóque número le podríamos poner a esta aeronave y élle escribió en un papel el número 446, que en esemomento pasó desapercibido. Transcurrió el tiempoy la maqueta se encontraba en un avance de ochentapor ciento y ocurrió el lamentable fallecimiento denuestro buen amigo «Benyer» a consecuencia de unaccidente aéreo ocurrido en Brasil en el aeródromode Puerto Velho (Brasil) en agosto de 2006 cuandose trasladaba a realizar una operación conjunta conotras fuerzas aéreas de la región conocida comoCRUZEX .

Cuando nos reunimos con Rocco días despuésde este lamentable suceso para conversar sobre eltema de la maqueta decidimos dedicársela InMemorian a nuestro amigo poniéndole su nombre yapelativo en la cabina del avión como unreconocimiento a su contribución en este trabajo,pero cuando conversamos sobre el número de colaque le íbamos a poner, Rocco me mencionó que elque tenia indicado era el 446, número que no existeentre los aviones MB-339A de la FAP. Más aún el

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avión que más voló era el 452, pero ¡oh sorpresa! elmismo Benyer había escrito de puño y letra estenúmero, así que finalmente decidimos que semantenga él nos indicó y así se hizo.

Pasaron unas días y conversando con uncompañero de promoción y de vuelos de Benyer enesta aeronave, le comenté sobre esta historia ysorprendido me comentó ¡no puede ser! el númeroque te dio Aldo era su número de serie aeronáutico446 y efectivamente así consta en los documentosoficiales.

Quien podría creerlo nuestro buen Benyer nosestaba dejando una simpática charada digna de él ysi nos ponemos a pensar los que creemos que eldestino está escrito, él lo marcó con su propia mano.¡Buena Aldo! y que Dios te tenga en su gloria.

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Edmundo Vargas, frente al Mirage M5

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LA EYECCIÓN DEL «MERO GUÍA»

Edmundo Vargas Acevedo

Antes de iniciar este relato debo señalar que enesta época, al igual que ahora, todos los pilotos decombate de nuestro glorioso Grupo Aéreo Nº 6 éramosjóvenes y sentíamos en nuestra sangre el azul de laFuerza Aérea. Pero además: ¡teníamos un intensoentrenamiento y contábamos con los medios!

Como suele ocurrir los días de entrenamiento,una fresca madrugada del verano de 1978, y cuandoaún la ciudad de Chiclayo dormía, en el Grupo 6,casi todo el personal militar de la Unidad seencontraba pendiente de la actividad en la línea devuelo, donde se estaba trabajando intensamente enel acondicionamiento y armado de nuestrasaeronaves para el cumplimiento de una programaciónde vuelos, que consistía en: navegación aérea en

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rasante y finalizar con el lanzamiento de bombas ycohetes en el Polígono de Reque.

Siendo las 04:30 horas, los pilotos nos reunimosen la Sala de Conferencias del Escuadrón 611 paraescuchar el briefing con todas las informaciones dedetalle. La misión de ese día era de interdicción porlo que la configuración de los aviones tenía elarmamento asignado APRA tal fin, que consistía enbombas multipropósito, cohetes S68 y obuses.

Nuestra patrulla la integrábamos el suscrito«Mero» guía, y como alero el capitán Luís Ríos Vienrich«Chicharra».

Todas las patrullas recibimos las indicacionesespecíficas sobre la misión, que consistía, en unanavegación rasante para luego ingresarescalonadamente al polígono. A nuestra Patrulla sele había designado como hora de ataque (hora H) las06:00 en la Sala de Conferencias todas las mesitastenían cartas de navegación cubiertas de plástico yen ellas, con nuestros lápices de cera, desarrollamosel plan de vuelo, hasta que no quedaron dudas. Lareunión finalizó con un repaso de los procedimientosa seguir en caso de emergencias. Yo nunca imaginéque precisamente ese día tendría la oportunidad deaplicarlos.

Al amanecer pudimos observar que lasindicaciones del Oficial de Meteorología eranacertadas; el tiempo para el vuelo era bueno, estaba

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cubierto 8/8 pero a 3,500 pies, lo que nos permitíallevar a cabo la navegación rasante y el ataque sinproblemas.

Al salir del Escuadrón fuimos a la línea de vuelo,como se acostumbra en estos casos todos los pilotosestábamos rebosantes de optimismo y no faltabaalguna que otra broma. El avión en el que fuiprogramado era el Mirage M5P3 101, al cual se lehabía instalado un motor que recién había llegadode Francia luego de un mantenimiento mayor, y enese momento no tenía más de tres horas de vuelo.Siguiendo los procedimientos hice un minuciosochequeo de prevuelo, y pude comprobar que todoestaba en perfectas condiciones.

Siendo las 05:30 soltamos frenos y despegadostodas las aeronaves casi al mismo tiempo, el rugidode nuestras PC se sentía en toda la ciudad, segundosdespués estábamos «metiendo tren». De acuerdo conel plan de vuelo nos dirigimos al «Punto Crono» ytodos los aviones cumplieron la navegación rasantesin novedad. Debo decirles que en esos momentos,estando en el aire a una velocidad de 420 millas porhora, justo al comenzar un nuevo día, uno sienteque nuestros espíritus se nutren con la hermosasensación de fuerza y poder que es casi indescriptible.

A la hora prevista llegamos al «Punto Zoom»haciendo un primer pasaje de bombardeo horizontala 200 pies sobre el terreno y a una velocidad de 500millas por hora. Al hacer el segundo pasaje caliente

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y saliendo hacia pierna con el viento sentí unapérdida total de potencia; de pronto la cabina se llenóde humo dificultando la visión. De inmediato,obligado por las circunstancias, utilicé la velocidadque tenía para iniciar un ascenso hasta llegar apierna con el viento. Solo llegué a alcanzar la alturaque la capa de nubes me permitía. En ese momentole comuniqué a mi alero sobre la pérdida de potenciay procedí a aplicar lo indicado en los manuales paraeste tipo de emergencia.

Cualquier problema que le estuviera pasando almotor o al avión era yo quien debía resolverlo, asíme tomé un tiempo para analizar el origen de laemergencia. Al efectuar las verificaciones puedeconstatar que las revoluciones del motor, de maneradescontrolada, subían y bajaban fuera de los límites,sin embargo la falta total de empuje continuaba igualy a pesar de mis esfuerzos no se notaba ningunamejora.

Pasamos a frecuencia de la Torre de Control yrecién comuniqué la emergencia y simultáneamente,la falta de potencia hizo que el avión pierda velocidade inicie un franco descenso. En esas circunstanciasel motor perdió todas las revoluciones, eso si me hizover que la situación era extremadamentepreocupante.

De inmediato inicié el procedimiento deencendido a baja altura. En ese momento mi alero«Chicharra», que ya se había acercado a mi avión,

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me hizo saber que por el tubo de escape estabansaliendo partes incandescentes, y que debíaeyectarme de inmediato. Mi intensión siempre fuesalvar el avión, pero pronto me percaté que por faltade potencia el M5 estaba bordeando la velocidadaérea indicada para entrar en pérdida. Comosabemos los pilotos, es a partir de ese momento enque se pierde totalmente el control de una aeronave.

Era inevitable, el avión lo perdería casi deinmediato; maniobré hasta poner la actitud de narizarriba y comuniqué a la Torre de Control que meeyectaba. Accioné el mecanismo eyector que estáubicado en la parte inferior del asiento y sentí ladetonación, y…¡ estaba en el aire!....cuando salí elM5 tenía aproximadamente 300 pies sobre el terreno!

No hay nada que hacer, el asiento eyector hasido un gran invento, y gracias a él estoy vivo, perotambién debo dar gracias a nuestros especialistasde Armamento y Equipos Auxiliares, pues todofuncionó a la perfección. Mi aterrizaje se produjo caside inmediato, había caído en medio de una chacracercana a Monsefú.

Si bien toda la secuencia de los eventos fue casiinstantánea, a mi por momentos me parecieron comosi estuviera en cámara lenta, la salida del avión, elchoque con el viento, la separación del asiento, laapertura del paracaídas, menos mal que mi caída nome causó mayores daños, un revolcón y listo. Elasiento eyector había caído bastante cerca, y yo

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procedía a quitarme el paracaídas. En ese momentoque sentí los efectos de la adrenalina que tantobuscan quienes hacen deportes de alto riesgo.

Al mirar al cielo pude distinguir el avión de«Chicharra» (mi alero) que sobrevolaba el lugar, elver la esbelta silueta del «fierro» me hizo sentir queno estaba solo, y de inmediato le hice señas parahacerle saber que me encontraba bien. A los pocosminutos se presentó un taxi; el chofer, que era deMonsefú, fue sumamente amable y me llevó primeroa la Comisaría del distrito desde donde llamé a miesposa para decirle que yo estaba bien y solicitarapoyo policial para la protección del avión siniestrado.Luego en el mismo vehículo me dirigí a mi Unidad,la Base FAP de Chiclayo.

Antes de concluir este breve relato deboconfesarles que, desde el momento en que me pusea redactarlo, han venido a mi ente muchas vivenciasde aquella época; entre estas he recordado con orgulloy nostalgia lo bien entrenados que estábamos todoslos pilotos, tanto para tomar decisiones como paraenfrentar cualquier tipo de eventualidades. En estecaso el entrenamiento me permitió tener una reacciónrefleja que me hizo actuar con seguridad y sintemores, logrando salvar la vida.

¿Qué pasó con el avión? Bueno, el fiel M5, apesar de la falta total de potencia y estando sin quenadie lo guíe, fue a posarse en un campo de cultivorecién regado, y cosa curiosa ¡estaba en una sola

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pieza! Lo que permitió a los investigadores de la Juntade Accidentes Aéreos determinar el origen de la falla,que estaba ubicada en el interior del motor reciénreparado en Francia.

Como corolario debo añadir que, de seguro, todospilotos y los oficiales de mantenimiento que porentonces revistaban en el Grupo 6, deben recordarestos hechos y también que, luego de largasnegociaciones con los representantes de la fábricareconocieron tener responsabilidad en un accidente.

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