mutaciones_sigloXVIII

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Para comprender la causa por la cual los países europeos han seguido vías tan diferentes en su marcha hacia la Modernidad, es necesario examinar esquemáticamente las relaciones entre el régimen político, la sociedad y la cultura en el siglo XVIII. Tanto en Francia como en España, las muta- ciones son evidentes en estos tres campos, pero, el proble- ma que se plantea entonces es que esas mutaciones sean compatibles entre ellas. La victoria del absolutismo y sus consecuencias es, sin duda, el fenómeno clave del XVIII francés e ibérico. Esta victoria es una de las salidas posibles de una vieja pugna que viene de la Europa medieval: la del Estado moderno en formación con las instituciones representativas de la sociedad: las Cortes en los reinos ibéricos, los Estados Generales en Francia, el Parlamento en Inglaterra. Esta pugna había cristalizado en diversas tradiciones políticas. En unas, el poder del rey y del Estado moderno aparece limitado por el de las antiguas insti- tuciones re-presentativas, como en Inglaterra y en la Corona de Aragón. En Francia, Castilla y Portugal el poder real había conseguido frenar este desarrollo institucional. La presión del Estado sobre la sociedad y sobre sus institu- ciones representativas se acrecienta en los siglos XVI y XVII en todas partes. Como consecuencia, a mediados del XVII se producen, con una concordancia cronológica espectacular, graves crisis políticas en todas las grandes Monarquías. En Inglaterra, la primera revolución inglesa; en la Monarquía his- pánica, las rebeliones de Cataluña y Portugal y la resistencia de las Cortes castellanas; en Francia, la Fronda. Al concluir estas crisis, las relaciones entre el poder real y las institu- ciones representativas del reino son de tres tipos: victoria del poder del rey en Francia; victoria definitiva del Parlamento, después de la segunda revolución, en Inglaterra; empate pro- visional, statu quo, en la Monarquía hispánica de los Austrias. A principios del XVIII, con la instalación de los Borbones en el trono de España, estos tres tipos se reducen a dos. Las Cortes de los reinos de la Corona de Aragón -en donde, pre- cisamente, el poder del rey era el más limitado- son suprimi- das. Las nuevas Cortes unitarias de la Monarquía hispánica, compuestas de un corto número de ciudades privilegiadas y reunidas sólo de cuando en cuando -las últimas en 1789-, no tienen ni representatividad ni funciones que les permitan ser un freno al crecimiento del poder real. Por su parte, la coro- na se esfuerza por imponer la teoría y por difundir el imagi- nario absolutista y prohíbe la enseñanza de las ideas pactis- tas del neo-tomismo español. La Monarquía hispánica tiende a semejarse cada vez más al modelo político francés. De ahora en adelante, las dos áreas políticas del siglo XVIII están claramente determinadas: la primera, la inglesa, en la que las instituciones representativas del reino han triunfado sobre el poder del rey; la segunda, constituida por Francia, España y Portugal, en la que tiende a imponerse el abso- lutismo real 5 . El absolutismo condiciona en gran parte la ruptura revolu- cionaria de finales de siglo. En efecto, el crecimiento del Estado va desplazando cada vez más las funciones y las competencias de los cuerpos en las que estaba organizada la sociedad. El Estado tiende a pensar su relación con la sociedad, no como una relación con cuerpos necesariamente heterogéneos, sino como la relación binaria, y más abstrac- ta, soberano-súbditos. La lucha contra todo poder concur- rente lleva al Estado a una ofensiva contra los privilegios de los cuerpos y con ello a una empresa de homogeneización de la sociedad. Paralelamente al avance del absolutismo se produce también en el siglo XVIII la gran mutación cultural que designamos con el cómodo término de Ilustración. De hecho se trata de un conjunto de mutaciones múltiples en el campo de las UNTREF VIRTUAL | 1 MODERNIDAD E INDEPENDEN- CIAS. Ensayos Sobre Las Revoluciones Hispánicas François- Xavier Guerra Las Mutaciones Del Siglo XVIII 5 Para más amplios desarrollos, cfr. capítulo II, "El rey y sus reinos".

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  • Para comprender la causa por la cual los pases europeoshan seguido vas tan diferentes en su marcha hacia laModernidad, es necesario examinar esquemticamente lasrelaciones entre el rgimen poltico, la sociedad y la culturaen el siglo XVIII. Tanto en Francia como en Espaa, las muta-ciones son evidentes en estos tres campos, pero, el proble-ma que se plantea entonces es que esas mutaciones seancompatibles entre ellas.

    La victoria del absolutismo y sus consecuencias es, sin duda,el fenmeno clave del XVIII francs e ibrico. Esta victoria esuna de las salidas posibles de una vieja pugna que viene dela Europa medieval: la del Estado moderno en formacin conlas instituciones representativas de la sociedad: las Cortesen los reinos ibricos, los Estados Generales en Francia, elParlamento en Inglaterra. Esta pugna haba cristalizado endiversas tradiciones polticas. En unas, el poder del rey y delEstado moderno aparece limitado por el de las antiguas insti-tuciones re-presentativas, como en Inglaterra y en la Coronade Aragn. En Francia, Castilla y Portugal el poder real habaconseguido frenar este desarrollo institucional.

    La presin del Estado sobre la sociedad y sobre sus institu-ciones representativas se acrecienta en los siglos XVI y XVIIen todas partes. Como consecuencia, a mediados del XVII seproducen, con una concordancia cronolgica espectacular,graves crisis polticas en todas las grandes Monarquas. EnInglaterra, la primera revolucin inglesa; en la Monarqua his-pnica, las rebeliones de Catalua y Portugal y la resistenciade las Cortes castellanas; en Francia, la Fronda. Al concluirestas crisis, las relaciones entre el poder real y las institu-ciones representativas del reino son de tres tipos: victoria delpoder del rey en Francia; victoria definitiva del Parlamento,despus de la segunda revolucin, en Inglaterra; empate pro-visional, statu quo, en la Monarqua hispnica de losAustrias.

    A principios del XVIII, con la instalacin de los Borbones enel trono de Espaa, estos tres tipos se reducen a dos. LasCortes de los reinos de la Corona de Aragn -en donde, pre-cisamente, el poder del rey era el ms limitado- son suprimi-das. Las nuevas Cortes unitarias de la Monarqua hispnica,compuestas de un corto nmero de ciudades privilegiadas yreunidas slo de cuando en cuando -las ltimas en 1789-, notienen ni representatividad ni funciones que les permitan serun freno al crecimiento del poder real. Por su parte, la coro-na se esfuerza por imponer la teora y por difundir el imagi-nario absolutista y prohbe la enseanza de las ideas pactis-tas del neo-tomismo espaol. La Monarqua hispnica tiendea semejarse cada vez ms al modelo poltico francs. Deahora en adelante, las dos reas polticas del siglo XVIIIestn claramente determinadas: la primera, la inglesa, en laque las instituciones representativas del reino han triunfadosobre el poder del rey; la segunda, constituida por Francia,Espaa y Portugal, en la que tiende a imponerse el abso-lutismo real5.

    El absolutismo condiciona en gran parte la ruptura revolu-cionaria de finales de siglo. En efecto, el crecimiento delEstado va desplazando cada vez ms las funciones y lascompetencias de los cuerpos en las que estaba organizadala sociedad. El Estado tiende a pensar su relacin con lasociedad, no como una relacin con cuerpos necesariamenteheterogneos, sino como la relacin binaria, y ms abstrac-ta, soberano-sbditos. La lucha contra todo poder concur-rente lleva al Estado a una ofensiva contra los privilegios delos cuerpos y con ello a una empresa de homogeneizacinde la sociedad.

    Paralelamente al avance del absolutismo se produce tambinen el siglo XVIII la gran mutacin cultural que designamoscon el cmodo trmino de Ilustracin. De hecho se trata deun conjunto de mutaciones mltiples en el campo de las

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    Las Mutaciones Del Siglo XVIII

    5 Para ms amplios desarrollos, cfr. captulo II, "El rey y sus reinos".

  • ideas, del imaginario, de los valores, de los comportamien-tos. No podemos tratar aqu de su extraordinaria compleji-dad; solamente insistiremos en lo que puede ser considera-do como el centro del nuevo sistema de referencias: la victo-ria del individuo, considerado como valor supremo y criteriode referencia con el que deben medirse tanto las institu-ciones como los comportamientos.

    Este triunfo del individuo, visible claramente en lo filosficocon Descartes, con Hobbes, Locke y Rousseau en lo polticoy con Adam Smith en lo econmico, es inseparable de laextensin de formas de sociabilidad de un nuevo tipo. Estassociabilidades modernas qu se caracterizan por la aso-ciacin de individuos de orgenes diversos para discutir encomn, presentan rasgos muy distintos de los cuerpos y delas asociaciones antiguas. En los "salones", tertulias, acade-mias, logias masnicas, sociedades econmicas, etc. nacela opinin pblica moderna, producto de la discusin y delconsenso de sus miembros. Estas sociedades son iguali-tarias, ya que se establecen con la finalidad de una simplediscusin en la que slo cuenta la razn. La autoridad saleen ellas de la voluntad de los asociados, lo que lleva consi-go prcticas electorales de tipo moderno; por todo ello hanpodido ser calificadas de "democrticas"6.

    Estas mutaciones del imaginario y de la sociabilidad son,ciertamente, comunes a toda el rea europea, pero sus con-secuencias divergen, como bien lo mostr Tocqueville7, enfuncin de su relacin con el rgimen poltico. En Inglaterra,ms avanzada incluso que Francia en esta va, las lites cul-turales afectadas por estas mutaciones -que son tambin laselites sociales- participan en el ejercicio del poder gracias alas instituciones representativas de tipo antiguo. El procesode individuacin en curso va a provocar en ella una moder-nizacin progresiva de estas instituciones, paralela a ladifusin de la Modernidad cultural. Por otra parte, las nuevasideas y el nuevo imaginario, -inevitablemente tentados porun modelo ideal- estn siempre compensados por el ejerci-cio real del poder, lo que obliga a compromisos constantes

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    6 Cfr. sobre estos temas, el captulo III, "El individuo y la sociedad".

    7 Es la explicacin clsica que se encuentra en Rgime et la Rvolution,Pars, 1856.

    8 Toda sociabilidad nueva no es, en la prctica, necesariamente revolu-cionaria, pero todas participan de "un pensamiento gestionario y utpi-co", cfr. Roche, 1988.

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    con la realidad. De ah que en el mundo anglosajn la evolu-cin hacia las instituciones democrticas modernas -el sufra-gio, por ejemplo-, sea, al fin y al cabo, ms lenta que en elmundo latino, pero que, al mismo tiempo, se haga progresi-vamente, con un carcter emprico que evita la ruptura conun pasado del que se conservan muchos elementos.

    En Francia y en Espaa la situacin es totalmente diferente.Las lites, alejadas de la participacin en el poder por el olvi-do o la decadencia de las antiguas instituciones representa-tivas, no participan en l por derecho propio. Algunas s par-ticipan como servidoras del Estado, pero en una situacin desubordinacin que slo puede ser soportada mientras lanueva sociedad no se haya fortalecido. Sus nuevas formasde sociabilidad y su nueva cultura se construyen al mar endel ejercicio del poder. De ah el carcter ideal, puro, sincompromisos con la realidad existente, del modelo de hom-bre, de sociedad y de poltica que elaboran. ste modeloideal aparece, en cierta manera, como la proyeccin a escalade toda la sociedad de la estructura y del funcionamiento delas nuevas sociabilidades. Aparece as la imagen de unasociedad contractual e igualitaria, de una nacin homognea,formada por individuos libremente asociados, con un podersalido de ella misma y sometido en todo momento a laopinin o a la voluntad de los asociados8.

    En comparacin con este ideal, la sociedad realmente exis-tente aparece como un conjunto de absurdos: cuerpos yestamentos en vez de individuos; jerarqua, en vez de igual-dad; comunidades polticas heterogneas producto de la his-

  • toria y no de la asociacin; poderes fundados en la tradicino en la Providencia y no en la voluntad de los ciudadanos...El contraste entre el ideal y la realidad es tan grande que lasreformas parecen inadecuadas. Slo una ruptura, una nuevafundacin, un nuevo pacto social parecen aptos para constru-ir este nuevo mundo9.

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    9 En cierta manera los Estados Unidos se encuentran a medio caminoentre las dos reas culturales que estamos describiendo. Por un lado,el ideal de la fundacin de una nueva sociedad aparece claramente enel prembulo de la Declaracin de Independencia. Pero por otro, eltexto mismo de la Declaracin aparece mucho ms en la lnea de laslibertades tradicionales: como un pacto entre 13 colonias con sus leyespropias. Es lo que de otra manera deca Edmond Burke al defender enel Parlamento ingls a los insurgentes americanos: lo que l defendano eran sus ideas abstractas, sino las viejas libertades inglesas.

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