MUSEUM XXXIX 2 1982 Museos, Patrimonio y

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Museos, patrimonio y políticas culturales en América latina y el Caribe.Museum, sucesora de Alouseion, es una revista publicada en París por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Publicación trimestral. Una tribuna internacional de información y reflexión sobre todo tipo de museos.

Transcript of MUSEUM XXXIX 2 1982 Museos, Patrimonio y

  • Museum

    Vol XXXIV, n 2, 1982

    Museos, patrimonio y polticas culturales en

    Amrica latina y el Caribe

  • Vol. m, n.O 2 , 1982 Museum, sucesora de Alouseion, es una revista publicada en Pars por la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura. Publicacin trimestral. Una tribuna internacional de informacin y reflexin sobre todo tipo de museos.

    Los autores son responsables de la eleccin y presentacin de los datos contenidos en sus artculos y de las opiniones vertidas en ellos, las cuales no coinciden forzosamente con las de la Unesco o del Comit de Redaccin de Mujeum. En algunos casos, los ttulos, textos introductorios y leyendas son escritos por el Redactor.

    DIRECTOR Percy Stulz

    COMIT DE REDACCI~N

    Syed A. Naqvi PRESIDENTE

    REDACTOR Yudhishthir Raj Isar

    AYUDANTE DE REDACCI6N Christine Wilkinson

    COMIT CONSULTIVO DE REDACCI~N

    Om Prakash Agrawal, India Fernanda de Camargo e Almeida-Moro, Brasil Chira Chongkol, Tailandia Joseph-Marie Essomba, presidente de

    Gael de Guichen, asistente para la formacin

    Jan Jelinek, Checoslovaquia Grace L. McCann Morley, consejero,

    Luis hfonreal, secretario general del ICOM,

    Paul Perrot, Estados Unidos de Amrica Georges Henri Rivire, consejero

    Vitali Souslov, Unin de Repblicas

    OMMSA

    cientifca ICCROM

    Agencia regional del ICOM en Asia

    ex 08cio

    permanente del ICOM

    Socialistas Soviticas

    Foto de la cubierta: Restauracin de una escul- tura en madera policroma en el Centro de Restauracin de la Antigua Guatemala. [Fofo: Alejandro Rojas Garca.]

    Precio del ejemplar: 2 8 francos franceses Suscripcin ( 4 nmeros o nmeros dobles correspondientes) : un ao, 100 francos franceses; dos aos, 160 francos franceses.

    0 Unesco 1 9 8 2 Printed in SwtzerLand Imprimeries Populaires de Genve.

    La correspondencia relativa a[ contenido de la revista y a posibLes colaboraciones debe ser dirigida al Redactor (Divisin del Patrimonio Cultural, Unesco, 7 Place de Fontenoy, 75700 Paris, Francia), quien est dispuesto a tomar en consideracin textos originales para su eventual publicacin, pero sin responsabilidad de custodia o de devolucin al autor. Se aconseja a los autores dirigirse en primer trmino al Redactor.

    Se pueden r@roducir y traducir los textos publicados (e.wtpto cuando est reservado el &recho de qbroduccn o & traduccin) siempre que se indique el autor y la fuente.

    Las solicitudes de suscr$cin deben ser dirigidas a: Divisin de Servicios Comerciales, Editorial de la Unesco, Unesco, 7 Place de Fontenoy, 75700 Paris, Francia.

  • I

    Museos, patrimonio y politicas cnZturaZes en Amrica Ldtina y el Caribe Presentacin 7 1 Desarrollo de los museos y poltica czdtural: objetivos, perspectivas y desafios

    Elfinanciamiento de los museos: un desafio que debemos aceptar Nuevas maneras de organizar los museos en Amrica Latina

    7 2 Sergio Durn Pitarque y Beln Rojas Guardia

    Fernanda de Camargo- Moro 83

    86 Felipe Lacouture Aspectos de la fomnac?n del personal 90

    Sylvio Muta1

    Centro de Documentacin de

    Los cursos de museologa organizados por el PNUD, la Unesco y Colcultura 94

    la Unesco-ICOM Cursos de capacitacin profesional 98

    OPININ Luis Monreal 2 Cien aos de soledad? 101

    NiPde Guidon Jos Balza

    Grard Collomb e Yves Renard

    Rubn Stehberg

    Reina Torres de Aruz Alejandro Rojas Garcia

    Gloria Zea de Uribe Frances Kay Brinkley Eusebio Leal Spengler

    LBUM El arte rupestre en Amrica Latina 103 La Galera de Arte Nacional de Garacas 105

    En Mara Galante (Guadalupe): una poblacin y su ecomuseo Revalorizacin de sitios arqueolgicos por el Museo Nacional de Historid Natural de Chile 114 El museo de sitio del Parque Arqueolgico de El Cao El Centro de Restauradn de la Antgua Guatemala Progresos recientes en la museologa colombiana 1 2 4 El Caribe oriental: un museo en cada isla El Museo de la Habana: espejo de una ciudad 130

    109

    11 7 12 1

    127

    RETORNO Y RESTITUCIN DE LOS BIENES CULTURALES El trdfico ilcito: fracasos y xtos Los museos y la lucha contra el trfico ilicto

    Rodrigo Pallares Zaldumbide Reina Torres de Aruz

    13 2 134

    ISSN 0250.4777 Mllreum (Unesco, Paris) vol. =IV, n.' 2, 1782

  • Presentacin

    MUSEO DE ARTE COLONIAL, La Paz, Bolivia. [Foto: S. de Vajay.]

    1. Extracto del discurso de clausura pronunciado el 29 de enero de 1978 por Amadou Mahtar MBow, director general de la Unesco, en la Conferencia Intergubernamental sobre las Polticas Culturales en Amrica Latina, Bogot.

    los nmeros publicados entre 1970 y 1980, result evidente que de un total de 1.9 10 pginas impresas, slo 156, o sea el ocho por ciento, estaban dedicadas a Amkrica Latina o al Caribe.

    patrimonio y cultura viviente pronunciada por . Jacques Rigaud, director general de Radio-Tl Luxembourg y ex subdirector general de la Unesco, en la 1 2 .1 Conferencia General del ICOM, Mxico, 25 de octubre4 de noviembre de 1980, y reproducida en el Acta de la 12.n Cotajrencia y de la 13 .a Asamblea General del Cons@ Internacional de A~USEOS, p. 44-45, Pars, ICOM, 1981.

    2. Con ocasin de una reciente compilacin de

    3 . Extracto de la alocucin intitulada Museos:

    Asimismo, no ban aceptado ustedes concebir el patrimonio cultural y sus depositarios, que son, por ejemplo, los museos, bajo el dngulo exclusiuo de la conservacin material; por el contrario, los ban considerado, ante todo, como medios de educacin y de enriquecimiento para el pueblo y como la expresin mds manifiesta de la identidad cultural.

    Este nmero de Museum se propone un doble objetivo. Trata, por una parte, de crear en Amrica Latina y en el Caribe una plataforma para que un grupo de especialistas de la museologa pueda compartir ideas e informaciones con sus colegas de la regin y del resto del mundo. Nuestro segundo objetivo es e~tratgico~: consiste en llamar la atencin de los responsables de las polticas y de las decisiones que asistirn a la Segunda Conferencia Mundial sobre las Polticas Culturales, que se llevar a cabo en Mxico del 26 de julio al 5 de agosto de 1982, sobre la importancia del desarrollo de los museos.

    Nuestro centro de inters regional fue evidentemente elegido en funcin de esta manifestacin que tendr lugar en tierra latinoamericana. Pero los proble- mas que aqu debatimos se plantean tambin en otros pases del tercer mundo donde el desarrollo cultural y, afortiori, el papel que en ellos desempean los museos esperan an el lugar que les corresponde.

    El volumen XXV, n.o 3 (1973) de nuestra revista, intitulado El papel de los museos en la Amrica Latina de hoy, ofreca una visin general, que exclua al Caribe, sobre la situacin imperante hace unos diez aos en esa regin y permita abrigar las mejores esperanzas para el porvenir. Entretanto, ha llegado la hora del balance. Nuestro comit de redaccin ha constatado con asombro hasta qu punto la vida de los museos de la regin, con la evidente excepcin de Mxico, tena poco lugar en las pginas de Museum2. Este nme- ro especial -as como la documentacin suplementaria recibida que no pode- mos publicar aqu por falta de espacio- contribuir sin duda a colmar ese vaco.

    Tanto los artculos temticos con que se abre este nmero como las mono- grafas que figuran en la seccin Album fueron elaborados poniendo particu- larmente de relieve las polticas culturales. Cu1 es el papel que pueden y deben desempear en la actualidad los museos en nuestras sociedades? Los ejemplos concretos de museos que responden a una necesidad profunda o que la satisfacen a la perfeccin (cada uno en su escala y en su propia esfera de intereses) sabrn convencer, por lo menos as lo esperamos, a los participantes de la reunin de Mxico.

    En verdad, la nocin de desarrollo cultural lanzada por la Unesco hace ms de veinte aos en la primera de sus conferencias internacionales sobre el tema, en Venecia, se ha abierto camino. Pero no lo bastante. Un responsable y encargado de tomar decisiones juzg oportuno afirmar a propsito de los mu- seos: SU papel educativo, [...] esta funcin de preservacin del pasado frgil, de estudio y de investigacin incesantes del patrimonio llegado del fondo de los tiempos, esta vocacin original del museo que consiste en organizar el comportamiento y la mirada de una sociedad en un determinado momento de su historia frente a su propio pasado y a todo el pasado del mundo, constituye un aspecto fundamental e irreemplazable de una cultura viviente. Renunciar a ello, abandonar el esfuerzo que esto representa, sera comprometer irremedia- blemente el patrimonio cultural. En este sentido, el museo no es en 1980 una supervivencia, un anacronismo; es uno de los motores del desarrollo cultural. Los gobiernos y las sociedades que no aceptaren esta idea y lo que ella implica en trminos de voluntad y sobre todo de esfuerzos en el aspecto financiero condenaran, a plazo ms o menos fijo, el desarrollo ~ul tural .~

    Esperamos que este nmero de Museum vendr en ayuda de este alegato.

  • 72

    Desurrollo de los museos y poltcu cultu ral: objetivos, perspectvus y desufios

    con la colaboracin de Marta Arjona, Frances Kay Brinkley, Fernanda de Camargo-Moro, Roderick C. Ebanks, Manuel Espinoza, Felipe Lacouture, Luis Lumbreras, Aloisio Magalhaes, Grete Mostny

    MUSEO ARAWAK, Jamaica. Un museo que honra a la ms antigua tribu indgena del Caribe. Metate y piln de piedra utilizado por los arawaks para moler el maz (1000

    [Foto: Museo Arawak.] a 1500 D.C.).

    Para redactar este artculo, Museum se inspir en los documentos preparados a su pedido por Marta A rjona, directora del Patrimonio Cultural, Cuba; Frances Kay Brinklev, museloga voluntaria en el Caribe oriental; Femanda de Camargo-Lbloro, directora general de Museos, estado de Rio de Janeiro. Brasil; Roderick C. Ebanks, director de la divisin de Museos y de Arqueologa del Instituto de Jamaica; Manuel Espinoza, director de la Galer2 Nacional de Arte de Caracas. Venezuela; Felipe Laouture, director del Museo Nacional de Historia de iMkco; Luis Guillermo Lumbreras, arquelogo, ex director del Museo Nacional de Antropohga y de Ar- queologa, Lima, Per; Aloisio Magalbaes, secretario de Estado de Cultura, Brasil; y Grete Mostny, directora del Museo de Historia Natural, Santiago de Chile, ChiLe. fitas contribuciones fueron transmitidas a los responsables del Proyecto Regional PNUD/Unesco de Patrimonio Cultural. en Lima. Per. quienes encomendaron a

    Juana Truel, lingista especializada en literatura comparada. que preparara un proyecto de sntesis.

    Los autores de estas contribuciones son ya conocidos por sus colegas y ocupan un lugar privilegiado en el movimiento museolgco de Amrica Latina y el Caribe. Consciente delpapel que desempean en la actualidad -tanto al nivel local, regional como interna&"- en el campo de los intercambios, de la organizacin y de la gestin de los museos e incluso en la concepcin y en la instauracin de las polticas de protecci?~ del patrimonio nacional, Museum pidi a cada uno de estos especialistas que estableciera en unas pocas pginas un balance de la situacin en Amrica Latina y el Caribe. En la perspectiva de la prxima Conferencia itlundial sobre las Polticas Culturales (Miico, 26 de julio-3 de agosto de 1982), solicitamos a los autores que analizaran los problemas museolgicos poniendo particularmente de relieve lus polticas culturales que se desarrollan en sus pahes. Cada uno de ellos re@" a nuestra solicitud segn su criterio personal. La sntesis que presentamos aqui no pretende ser un panorama exbaustivo y objetivo de la situacin actual ni tampoco un programa para el porvenir. Esperamos, sin embargo, haber logrado "tomar el pulso" de /a vida museolgica ak esta regin donde los museos tienen que aceptar desafios anlogos a los que afrontan otrus regiones del tercer mundo.

    Amrica Latina y el Caribe constituyen un vasto mosaico formado por influen- cias indgenas, europeas, africanas y, en ciertos casos, asiticas.

    Esta identidad transcultural se encuentra en constante evolucin y los pue- blos de la regin toman de ms en ms conciencia de los valores especficos y del potencial creador de los diversos elementos de su patrimonio. Los museos, pues, estn llamados a desempear un papel de primer plano en este proceso considerado como una fuente de inspiracin vital para el desarrollo.

    Las polticas culturales de los estados de la regin son tan diversas como sus

  • Desarrollo de los museos y poltica cultural: objetivos, perspectivas y desafos 73

    culturas y sus sistemas socioeconmicos. Sin embargo y pese a estas diferencias, la definicin global de la cultura propuesta por el Instituto Nacional de la Cultura de Panam debera, sin lugar a dudas, ser unnimemente aprobada: El concepto de cultura abarca un gran nmero de manifestaciones a la vez espiri- tuales y materiales cuyo desarrollo se sita en la dimensin histrica. Entre ellas se encuentra todo lo realizado por el hombre y la experiencia resultante de tales reali- zaciones, los mecanismos de transmisin que permiten perpetuarlas, los modos de ponerlas de relieve, la tecnologa y las relaciones que los hombres establecen entre ellos para hacer y distribuir esos productos, la organizacin misma de la sociedad, todos son elementos que forman parte de la cultura.771

    Este nuevo enfoque de la cultura es a la vez el resultado y el motor de una manera diferente de concebir el papel del museo.

    Diez aos de euolucion La mesa redonda sobre el papel de los museos en la Amrica Latina de hoy, organizada por la Unesco en Santiago de Chile en 1972, seal en el plano regional un momento capital en la esfera de la museologa. De modo significa- tivo, esta reunin -sin lugar a dudas la primera en su gnero- haba sido propuesta como un encuentro entre especialistas de los museos y especialistas

    1. Panam, Instituto Nacional de Cultura, poltica cultuUral de la Repiblica de Pa,zama, Pars, Unesco, 1977.

    MUSEU PARAENSE EMILIO GOELDI, Brasil. La investigacin cientfica realizada sobre el terreno es la base para la instauracin de cualquier plan socioeconmico global que tome en cuenta el patrimonio natural. [Fato: Pedro Oswaldo Cruz.]

  • 74 Desarrollo de los museos y poltica cultural:

    MUSEO IGNACIO AGRAMONTE, Camagey, Cuba. Salas de exposicin sobre la esclavitud y la presencia del hombre negro en Cuba. [Foto: Paolo Gasparini.]

    MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, La Habana, Cuba. Exposicin El mziehle et1 Cuba. [Foto: Grandal, La Habana.]

    2 . Mario E. Teruggi lo expres claramente en el nmero de Museum dedicado a la mesa redonda al afirmar: Es innegable que la mesa redonda de Santiago ha revelado una nueva manera de plantear los problemas relativos a los museos. Por poco que rdexionemos sobre ello observamos una profunda diferencia en la concepcin del museo en tanto que institucin cultural. Hasta ahora, en nuestros pases, el museo s610 viva en hnci6n del pasado; el pasado era su razn de ser. Los muselogos renen, clasifican, preservan y exponen las obras, incluidas las ruinas, de culturas anteriores, prximas o alejadas de nosotros. En la dimensin temporal, el museo es un vector que parte del presente y se desplaza libremente hacia el pasado. Cuando, con ocasin de la mesa redonda, se acept que el museo se integrara al desarrollo, nos estbamos simplemente esforzando por invertir el sentido de su vector temporal cuyo punto de partida se sita en un momento cualquiera del pasado, pero cuya extremidad, la punta de la flecha, llega hasta el presente e incluso lo supera para alcanzar el futuro. De alguna manera se le pide al muselogo que cese de saquear el pasado y que, adems, llegue a ser un virtuoso del presente y un augur del porvenir. (hfu~eum, vol. XXV, n. 3 , 1973, p. 132).

    de diversos campos de las ciencias naturales, sociales y aplicadas. Este enfoque interdisciplinario, el nico que conviene para tratar la realidad contempornea, permiti que se llegara a la conclusin de que los museos de la regin tenan una misin social particular que cumplir y que se formulara a la vez una definicin del museo en su integralidad. Esta conclusin y esta definicin, aplicables en cualquier contexto en el mbito de Amrica Ladina, exigan una transformacin del papel de la institucin y una completa reestructuracin de

    Anteriormente, los museos tenan tendencia a ser instituciones estticas, preocupadas sobre todo por la conservacin y el inventario cientfico de un patrimonio las ms de las veces desvinculado de las necesidades de la sociedad actual o, en el caso de los museos dedicados al arte, dependientes de los valores artsticos europeos. Sin embargo, durante el ltimo decenio, los museos acepta- ron el desafo q,ue consiste en integrar este patrimonio al desarrollo cultural contemporneo.

    Naturalmente, esta nueva concepcin ha engendrado un n evo conjunto de

    aos ? 2 Tales ideas no han caducado ? 2 Cules son las preocupaciones actuales y las nuevas orientaciones ? Si estas ideas han conservado su validez, de qu modo evaluar su puesta en prctica ? 2 Qu impacto han tenido en las autorida- des responsables y en aquellas personas encargadas de tomar decisiones ?

    Lo primero que se puede afirmar es que las conclusiones de la reunin de Santiago siguen siendo fundamentalmente aplicables.

    As, por ejemplo, en Mxico, la prctica museolgica ha respetado. sin lugar a dudas, las declaraciones de principio. Lo que no impide que Felipe Lacouture, director del Museo Nacional de Historia de la ciudad de Mxico, formule la siguiente advertencia: Los museos no pueden despreocuparse de las principales necesidades y problemas nacionales. Dado el lugar que ocupa el continente en la divisin internacional del trabajo, muchas personas no tienen la posibilidad de beneficiar del modo de vida de que gozan las naciones industrializadas( ...) Del mismo modo, la divisin social del trabajo engendra una situacin que afecta a la cultura de una capa importante de la poblacin que no tiene acceso a la educacin y vive en condiciones muy precarias. Ciertamebte, no podemos ofrecernos el lujo de un tipo de museologa no estructurado, dzZettmte, que, por no apoyarse en una concepcin de conjunto, no permite colocar al hombre en su contexto global.

    Por su parte, Roderick C . Ebanks, director de la divisin de Arqueologa y de Museos del Instituto de Jamaica, subraya la importancia de las implicacio- nes del concepto de identidad cultural, sobre todo en un pas que, como

    las percepciones y de las concepciones vigentes * . I

    principios y de criterios. Qu tipo de evaluacin realizar al 1 abo de esos diez

  • objetivos, perspectivas y desafos 75

    MUSEU DA RUA, Rio de Janeiro, Brasil. Un grupo de paneles fotogrficos, listos para ser colocados en distintos lugares de la ciudad, atraen a u n nuevo pblico y muestran los problemas sociales y urbanos contemporneos. [Foto: Gabriel Carvalho.]

    MUSEU AO AR LIVRE, Orleans, Brasil. El museo en construccin en 1980. Artesanos y albailes de la regin construyen el edificio segn tcnicas tradicionales. Al fondo, la ciudad de Orleans. [Foto: Museu ao Ar Livre.]

    Jamaica, se caracteriza por un pluralismo cultural fundado en los patrimonios europeo, africano, mulato y asitico. Es de esta pluralidad de formas y de conceptos que naci en 1962 una nueva nacin. Estos diferentes patrimonios, a menudo antagnicos, deben ser reconciliados. El difcil papel que les incumbe a los museos jamaiquinos consiste pues en contribuir a trad cir en los hechos nuestra divisa nacional: Unificar la diversidad.

    Manuel Espinoza, director de la Galera de Arte Nacional de Caracas, tam- bin considera que los museos de los pases en desarrollo son esenciales en la formacin y el fortalecimiento de la personalidad de una nacin. Si en el pasado los museos aspiraban a reproducir lo que se realizaba y lo que se apreciaba en el extranjero, su tarea consiste hoy en promover la identidad nacional.

    Cuba, pas que en 1959 slo dispona de siete museos, cuenta en la actuali- dad con ms de sesenta museos repartidos en todo su territorio. Una de las caractersticas de la poltica cultural cubana consiste en afirmar las races nacio- nales. Como lo recuerda Marta Arjona, directora del Patrimonio Cultural de Cuba, aun cuando remonten a 1891, los escritos de Jos Mart se aplican perfectamente a la realidad actual: La historia de Amrica, desde los incas hasta nuestros das, debe ser enseada con minucia, aun si ello significa el abandono de la enseanza de la historia de la antigua GrFcia (...) Nuestra antigedad vale tanto como cualquier otra y nos es ms til (...) La historia del resto del mundo debe venir a injertarse sobre la de uestras naciones, historia que debe constituir el cuerpo de nuestra enseanza.

    Cuando se estudian los museos y sus vnculos con la cultura, prosigue Marta Arjona, resulta esencial no perder de vista la historia de Amrica. Si se quiere contribuir a salvaguardar los valores culturales de nuestras naciones por medio de los museos, nos es necesario comenzar por salvar la verdad histrica. i Se puede acaso estudiar la presencia de negros en nuestros pases sin mencio- nar la bestialidad de la esclavitud ? i Podemos hablar de nuestros recursos natu- rales sin mencionar la explotacin de los indios, hecho que constituye el ele-

    la belleza de nuestros recursos naturales sin mencionar los estragos causados por los extranjeros vidos ?

    Entre los ejemplos caractersticos de la voluntad de afirmar los valores nacio- nales, encontramos igualmente el del Museo del Hombre Panameo, instalado -de manera simblica- en los antiguos locales de la estacin central de la Sociedad Ferroviaria Panamea. Esta empresa norteamericana, creada a media- dos del siglo XIX, simboliza el largo periodo de dominacin econmica y cultural de los Estados Unidos en el istmo. Actualmente, la asombrosa colec-

    Y

    mento primero de nuestra identidad ? i Se puede abordar la g J ografa, hablar de

    3. Hacia mediados de la dcada de 177 O , la museologa jamaiquina comenz a orientarse hacia una concepcin mis moderna. Creado ochenta aos atrs, el Instituto de Jamaica posea colecciones compuestas de especmenes de historia natural y de objetos arawaks y amerindios. Durante los ltimos veinte aos, esas colecciones se han enriquecido en forma rpida. Actualmente, la divisin arqueolgica del instituto es responsable de siete museos: el Museo Africano, consagrado a exponer objetos provenientes de la costa occidental de Africa; el Museo Arawak de Whitemarl, implantado en la zona de asentamiento amerindio ms importante de Jamaica; el Museo Martimo de Fort Charles en Port Royal; el Museo Militar; el Museo Nacional de Arqueologa Histrica, donde el proceso arqueolgico es objeto de una exposicin explicativa; el Museo Arqueolgico de la Antigua Casa del Rey (residencia del gobernador hasta 1872); el Museo de Artesana y de Tecnologa Popular que posee una coleccin de objetos artesanales e industriales realizados y utilizados en Jamaica durante los ltimos trescientos aos.

  • 76 Desarrollo de los museos y poltica cultural:

    4. Sylvio Mutal, consejero tkcnico principal y coordinador regional del Proyecto Regional PNUD/Unesco de Patrimonio Cultural, observa que a menudo las colecciones de los museos arqueolgicos han sido constituidas Gnicamente en funcin de criterios estkticos y no reflejan la historia del periodo en su conjunto. El arte que con tanto orgullo se exhibe es el producto de una clase dominante, a menudo de una teocracia. Pero el museo debe ser el reflejo del conjunto del proceso histrico, debe mostrar c6mo vivan las gentes comunes, lo que producan. Es la nica frmula que permite al visitante medio poder identificarse con el pasado histrico.

    Rim, Pars, Unesco, 1977. S . Samuel Rovinski, La poktica cclhral de Com

    cin de objetos presentados por el museo habla de la existencia de una cultura nacional forjada gracias a la cohabitacin secular de por lo menos una docena de grupos tnicos. Las diferentes exposiciones didcticas -Sintesis de a cultura

    patzamea, A rqueoogia, El oro, Contacto cultura y Etnografia- ofrecen a los visitantes una presentacin resumida de la vida pasada y presente del pana- meo.

    Comunicu r Luis G. Lumbreras, arquelogo y ex director del Museo Nacional de Antropo- loga y de Arqueologa de Lima, abunda en el sentido de Felipe Lacouture cuando declara: No se puede hablar de una cultura de productos sin mencio- nar a los productores. En muchos de nuestros museos de historia el pueblo est ausente.

    Lumbreras est convencido de que los museos deben ayudar a crear una conciencia social que se proyecte hacia el porvenir de manera positiva. Se insurge contra las connotaciones regresivas que algunos museos arqueolgicos transmiten: Los museos que favorecen el pasado en detrimento del porvenir y del presente dan una imagen errnea de la historia. Si adems no se hace hincapi en el carcter permanente del cambio social, el orgullo del pasado no es sino vanidad. Los museos deberan mostrar lo que el pueblo ya ha realizado y lo que queda por h a ~ e r . ~ Es sobre este enfoque global del proceso histrico que debera descansar la organizacin del nuevo Museo Nacional de Antropo- loga y de Arqueologa de Lima y de las exposiciones que en l se presentarn (en un prximo nmero de esta revista se publicar un artculo sobre el tema).

    Intenciones como las que acabamos de describir muestran a las claras que el papel educativo del museo se encuentra en el centro de las ambiciones expresa- das por los muselogos de la regin. Este papel estaba ya implcitamente contenido en la idea de misin social formulada en Santiago. Recientemente, en un texto dedicado a la poltica cultural en Costa Rica, se hace referencia a esta idea de manera explcita: Los museos no deberan ser instituciones dedica- das a acumular objetos histricos y artsticos, sino centros de aprendizaje y de esparcimiento destinados a completar la educacin cultural de los individuos. Deberan constituir el elemento suplementario en un mecanismo de enseanza complejo tendiente a integrar a todos los miembros de la sociedad en una vida cultural positiva, evitando cualquier discriminacin voluntaria o fortuita.>

    Como lo recuerda Felipe Lacouture, luego de haber definido el museo como un centro de comunicacin por medio de los objetos, los participantes de la mesa redonda de Santiago haban subrayado la ventaja consistente en estable- cer de modo permanente mtodos de evaluacin de las exposiciones con el fin de comprobar si de veras son tiles a la comunidad.

    El problema de comunicacin, prosigue Lacouture, es particularmente sen- sible en Amrica Latina donde, tradicionalmente, los visitantes de los museos estn inhibidos y desprovistos de sentido crtico. Comunicar significa dialogar y no imponer. Si se quiere establecer un dilogo, es necesario que exista re- troaccin. De lo contrario, no se hace sino transmitir un mensaje sin saber de qu modo ha sido percibido. Es esencial que lleguemos a conocer a nuestro pblico, sus reacciones ante las exposiciones, su facultad de comprenderlas. Debemos tener en cuenta las opiniones y las sugerencias de los visitantes. Desgraciadamente, ese dilogo con el pblico slo se da en algunos museos importantes.

    Debemos definir el museo como un centro de educacin de masas, pero cmo hacer para interesar al pblico que no va nunca?

    A comienzos de este siglo, la regin contaba con unos 63 millones de habitantes. Actualmente, la poblacin es de 5 2 3 millones, y debera alcanzar los 630 millones a finales de siglo. Para retomar las palabras de Felipe Lacoutu- re: A comienzos de siglo, la ciudad de Mxico ocupaba una superficie de cuarenta kilmetros cuadrados; actualmente se extiende sobre ms de quinien- tos kilmetros cuadrados. Tradicionalmente, el problema de los museos se resolva construyendo vastos edificios. Sin duda, deberamos preguntarnos: c-

    I

  • objetivos, perspectivas y desafos 77

    mo funcionan estos museos ahora que las metrpolis son tan vastas ? Es impo- sible seguir concibiendo la museologa en trminos de grandes bancos de obje- tos, cuya accin es tan limitada. Los museos deben interesar al pblico en su totalidad. Se han hecho algunos esfuerzos pero ha llegado el momento de que esos grandes museos nacionales creen verdaderas sucursales en las diferentes zonas urbanas. Se obtendra as una red de pequeas entidades que no slo aseguraran las funciones tradicionales del museo sino que tambikn suscitaran la participacin activa de la comunidad.6

    En Chile, por ejemplo, los museos y las universidades trabajan en estrecha colaboracin; es habitual que, independientemente de su tarea de investigacin, los miembros ms calificados del personal de los museos enseen en la universi- dad. Son numerosos los museos que publican su propia revista cientfica. Pero, como la seala Grete Mostny, nos es preciso definir una pedagoga adaptada al museo -cosa que todava no existe en Chile- con el fin de desarrollar una estrategia de comunicacin del conocimiento. Sin embargo, un cierto nmero de experiencias lanzadas por museos, tales como las Juventudes cientficas de Chile y sus Ferias cientficas juveniles han tomado una dimensin nacional y recibido el apoyo del Comit Nacional para la Investigacin Cientfica y Tecnolgica (CONICYT) y de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile.

    En Jamaica, los muselogos que tratan de realizar exposiciones que permitan establecer vnculos entre los diversos patrimonios culturales y dar a conocer lo mejor posible la historia de los continentes se dedican a encontrar frmulas de presentacin didcticas que tengan en cuenta el hecho de que el 60 por ciento de la poblacin es analfabeta. Para que esta informacin sea accesible, el perso- nal de los museos ha recibido una formacin que le permite organizar visitas guiadas. Adems, en la actualidad, se procede al perfeccionamiento de un modelo de exposicin tipo presentado en forma de maqueta, destinado a los alumnos de los ciclos primario y secundario.

    En esta fase del proceso y con tales esperanzas, el observador crtico podra preguntar hasta qu punto la teora se ha materializado en la prctica o, para

    MUSEO MARTIMO DE FORT CHARLES, Port A Royal, Jamaica, Museo consagrado a la . tecnologa y a la historia martima de la regin. Creado en 1978, se encuentra en la casa de Nelson. [Foto: Museo Martimo de Fort Charles.]

    Patio del palacio de la Real Audiencia. La implantacin de museos en edificios histricos confiere una nueva vida al rico patrimonio de Amrica Latini. La restauracin de este edificio neoclsico que data de 1804, antigua sede de la autoridad colonial suprema, trata de devolverle su carcter original. Se ha previsto instalar en l el Museo Histrico Nacional de Chile. [Foto: Museo Histrico Nacional de Chile.]

    6 . Ante la explosin urbana, los museos de Rio de Janeiro y de So Paulo, Brasil, trataron de participar en la experiencia de los museos en la calle. Se colocaron paneles de presentacin y se realizaron exposiciones callejeras en varios puntos de la ciudad.

  • 78 Desarrollo de los museos y poltica cultural:

    GALERA DE ARTE NACIONAL, Caracas. Para presentar la exposicin sobre las huellas de las antiguas civilizaciones precolombinas, el museo replante y adapt el espacio. [Foto: Galera de Arte Nacional.] D

    h h E 0 CHILWO DE ARTE PRECOT.0MAINO. Santiago de Chile. Muchas instituciones carecen todava de infraestructuras en materia de laboratorios y de conservacin. Este museo, inaugurado en 1981, posee un taller de conservacin y de restauracin de textiles bien equipado. [Foto: Museo Chileno de Arte Precolombino.]

    7. Mumm espera que los elementos aqu presentados incitarn a nuestros lectores a la reflexin y contribuirn a una autoevaluacin justa que podra publicarse en un prximo nJmero.

    hablar ms claramente, en qu medida los medios disponibles responden a las ambiciones expresadas. En Amrica Latina y el Caribe -con excepcin quizs de uno o dos pases entre los ms prsperos-, los museos sufren de la escasez de recursos financieros y ocupan una posicin relativamente desfavorable en el orden de prioridades de aquellos servicios que benefician del apoyo estatal (situacin compartida por el conjunto de los museos de los pases en desarro- llo). Con ocasin de una consulta informal en materia de preservacin y de presentacin del patrimonio cultural organizada por la Unesco en Pars en junio de 19S1, se seal el hecho de que en este dominio son numerosos los pases que no poseen una poltica operacional precisa, definida en el marco del proceso de planificacin global del desarrollo. Este problema depende a la vez de la toma de decisiones y de un enfoque global de la sociedad. Al nivel gubernamental como al del pblico en general, la preservacin y la presenta- cin del patrimonio se consideran como elementos distintos de la vida y de la cultura de nuestro tiempo.

    Entre los aspectos particulares mencionados, se encontraban los siguientes: La insuficiente legislacin en materia de proteccin, la que constituye, sin

    embargo, el elemento bsico para la toma de decisiones; La inadecuacin de los recursos humanos -instrumento de ejecucin- sumi-

    nistrados por los estados para la proteccin del patrimonio cultural, incluso en aquellos casos en que la legislacin adoptada declara la necesidad de este tipo de infraestructura;

    La necesidad de precisar los procesos de elaboracin de las polticas en materia de patrimonio cultural. i Quin elabora estas polticas ? i Cules son las com- petencias necesarias? De qu modo influir en las personas encargadas de elaborarlas ?

    Estas observaciones aludan a ciertas carencias constatadas en los mtodos em- pleados por los muselogos de la regin para tratar de superar estos obstculos. Probablemente algunos lectores estimarn que la autoevaluacin y los comen- tarios formulados en otros artculos no son lo bastante crticos.

    Aun cuando ste sea efectivamente el caso, es preciso reconocer, en descargo de los responsables de los museos, que numerosos gobiernos de la regin todava no han llegado a comprender la importancia de los museos para el xito de su poltica cultural. Existen excepciones notorias. En Mxico y en Venetue- la, por ejemplo, los museos son parte integrante de un programa claramente definido en el plan de desarrollo nacional. As, el plan nacional mexicano para el periodo 1977-1982 estipula: Con el objeto de promover un mejor conoci- miento de la historia de la nacin y de las caractersticas arqueolgicas y etnogrcas de la poblacin, el plan nacional prev, entre otras cosas, la crea-

  • obietivos. x t i v a s v desafos 79

    cin de una organizacin nacional de museos, de la cual dependern los museos existentes, ya sea que se encuentren en pequeas ciudades o en grandes aglome- raciones. De este modo, los habitantes del pas podrn tener una visin lo ms completa posible del patrimonio histrico y cultural de la nacin y del mundo. La instauracin de esta organizacin se har de acuerdo con un programa definido. Igualmente se harn esfuerzos para iniciar a los estudiantes en la museografa a los diferentes niveles de la enseanza, organizando en cada escue- la un pequeo museo en el que podrn exponer objetos que presenten un inters puramente local y hasta personal.

    En su discurso inaugural de la 12. Conferencia General del ICOM, en Mxico, el ministro de Educacin Pblica declar claramente que los cuatro principios bsicos de la poltica cultural de su gobierno -libertad de creacin, estmulo a la produccin cultural, participacin en la reparticin de los bienes y servicios culturales y preservacin del patrimonio cultural de la nacin- se aplicaban tambin al desarrollo de los museos.

    Segn Manuel Espinoza, Venezuela constituye un ejemplo nico en Amri- ca Latina. Su experiencia de la democracia ha generado un grado de conciencia en el dominio cultural que obliga al gobierno (...) a formular con claridad un modelo de desarrollo cultural, modelo indispensable en una sociedad demo- crtica y pluralista fundada en la participacin plena de sus miembros.

    Por primera vez, el sexto plan de desarrollo nacional venezolano, que abarca el periodo 178 1 -1 78 5 , comporta un captulo especialmente consagrado al desarrollo de la cultura y redactado en base a informaciones suministradas por las propias instituciones. Desde este punto de vista, puede decirse que los museos han elaborado su propio plan quinquenal.

    Los museos venezolanos, prosigue Espinoza, fueron promotores de una forma de arte producida y apreciada internacionalmente en las capitales de todo el mundo, ignorando de este modo las exigencias histricas y culturales de su propia comunidad. Durante la dcada de 1770, se asisti a un desarrollo de la conciencia de la realidad, del papel y de la responsabilidad de los museos en el plano interno (vase el artculo de Jos Balza en este nmero). Una de las tareas del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), principal organismo venezolano en materia de desarrollo cultural, consiste en estimular las activida- des de los museos. Las infraestructuras y la utilizacin del espacio disponible en los principales museos y galeras sern objeto de mejoras. Paralelamente, se ofrecern cursos de capacitacin para el personal de los museos, los programas de publicaciones de estos ltimos recibirn asistencia y se crearn centros de conservacin y de restauracin. Tambin se brindar apoyo al Centro Nacional de Informacin y de Documentacin de las Artes Plsticas.

    8. Eduardo Martnez, La poltica cultural a2 Miico, Pars, Unesco, 1977.

    9. El seor Solana explic que de acuerdo con el primero de esos principios, el gobierno considera que los museos deben ante todo atestiguar de la libertad de creacin y de expresin cultural. Segn su naturaleza y su objetivo, cada uno de ellos debe testimoniar en favor del desarrollo ilimitado de la cultura, ya sea en el plano internacional, nacional o local. No deben poner trabas a la espontaneidad y al arte verdaderos, a los descubrimientos cientficos o a los hechos histricos mediante interpretaciones oficiales provisorias. Por naturaleza, los museos son instituciones generosas, hospitalarias y fundamentalmente antidoctrinarias.

    La proliferacin y el mejoramiento de nuestros museos demuestra que el gobierno mexicano tiene la voluntad de apoyar y de estimular la creacin cultural, de acuerdo con el segundo principio mencionado.

    La intervencin del Estado que tiende a garantizar la accesibilidad, la propagacin y la reparticin de los bienes culturales -tercer principio- interesa especialmente a los museos. El gobierno los considera como parte integrante de la educacin y desea transformarlos en instrumentos dinmicos de una educacin verdaderamente democrtica. Estimula, en especial, a los docentes a que utilicen los recursos educativos que los museos constituyen y a hacer que los alumnos se inicien en las alegras que procura el hbito de visitarlos.

    Por ltimo, los museos contribuyen de manera inestimable a la preservacin del patrimonio cultural nacional, lo que constituye el cuarto principio en el cual se funda la poltica cultural mexicana. Este ltimo punto se inserta perfectamente en el marco del tema principal de esta conferencia: El patrimonio mundial - las responsabilidades del museo.

    culturales que constituyen las caractersticas particulares de su pueblo. Los objetos producidos por el hombre le sobreviven y presentan la ventaja de reflejar las realidades humanas que dieron nacimiento a las formas de expresin culturales contemporneas. Los gobiernos deben preservar el patrimonio cultural de sus pases y estimular el , espritu creador de su pueblo. Este deber corre parejo con la obligacin de fortalecer la soberana y la independencia nacional.

    Cada pas debe preservar y propagar los bienes

  • 80 Desarrollo de los museos y poltica cultural:

    BANCO CONTINENTAL, Lima. Los nios y los museos. [Foto: s. Mutal.]

    En Chile, donde no existe una institucin centralizada, se ha asistido en estos ltimos aos a un extraordinario florecimiento de los museos. Como en los dems pases, los primeros museos chilenos fueron creados poco despus de la independencia. El Museo Nacional, llamado hoy Museo Nacional de Histo- ria Natural, data de 18 3 O . A comienzos del siglo xx, Chile contaba con ocho museos; en 1972, con sesenta y uno. En la actualidad cuenta con ciento cincuenta.

    D e Ius consideruciones ubstructus ul museo viviente Los muselogos no ignoran la distancia que existe entre las polticas culturales fundadas en una definicin global y viviente de la cultura y el apoyo que el gobierno aporta efectivamente a los museos, apoyo que se ejerce a veces segn nociones estrechas y elitistas. Sin embargo, en Brasil, Aloisio Magalhaes, secre- tario de Estado de Cultura y director del SPHAN (Subsecretara de Estado del Patrimonio Histrico y Cultural) y de la fundacin Pro-Memria, observa que la cultura constituye un proceso global. Es parte integrante del medio ambien- te. No se puede estimular o poner de relieve un producto (casa, templo, obra de arte, danza) en detrimento de las condiciones del espacio ecolgico en las cuales fue realizado.

    La cultura y la educacin son consideradas como un todo indisoluble; en otros trminos, el conocimiento que posee el profesional que disea un edificio, una casa, una escuela, una iglesia o una ciudad encuentran su equivalente en los conocimientos prcticos y de tipo popular adquiridos por los artesanos locales y que les permiten dedicarse a la agricultura, la pesca o la produccin de cermicas o de tejidos.

    Esta orientacin que hemos impartido a nuestra poltica cultural nos ha llevado a acordar una atencin especial a los pequeos museos regionales adap- tados a un medio ambiente rural y que llamamos museos desvanes.

    Lo que intentamos es transformar esos museos en centros comunitarios cada vez ms activos para acercarnos as al concepto de museo integral.

    La concepcin y la aplicacin de esta poltica estn centralizadas a nivel del Ministerio de Educacin y de Cultura. Se han instaurado mecanismos institu- cionales con el fin de promover a la vez la creacin artstica -literatura, teatro, msica, cine y artes plsticas- y la preservacin y presentacin del patrimonio cultural. Tomadas en su totalidad, ambas esferas tienen una importancia capital desde el punto de vista de la nueva concepcin de los museos y de su papel en la sociedad.

    Por ejemplo, el Museu ao Ar Livre de Orleans (ciudad del estado de Santa Catarina, al sur de Brasil) fue realizado en colaboracin con la comunidad local, a la que el SPHAN y la fundacin Pro-Memria decidieron confiar la responsabilidad. Este museo se dedica al inventario de las tecnologas utilizadas por los inmigrantes de la regin en sus actividades domsticas. Presenta, de modo dinmico, la cultura tecnolgica de los inmigrantes del siglo XIX y de sus descendientes, con el objeto de reanimar la vida cultural de la regin y de ayudar a las escuelas locales estimulando experiencias de aprendizaje que permitan a los nios entrar en contacto con la cultura regional. La poblacin local someti el proyecto a las instituciones federales y a las organizaciones educativas y se encarg de su realizacin.

    El museo fue construido por artesanos y albailes de la regin segn las tcnicas tradicionales. Se realiz un esfuerzo especial para preservar la armona del entorno y para conservar las especies de la flora regional en vas de desapari- cin.

    Entre los museos realizados por la poblacin se encuentra tambin el Museu Casa Setecentista que se encuentra en la Casa da Princesa de la ciudad de Pilar de Gois (estado de Gois). Se trata literalmente de un museo viviente en la medida en que tambin se utiliza el edificio para reuniones locales y otras actividades. El museo fue inaugurado el 28 de junio de 198 1, da de la celebra- cin de la fiesta popular del Espritu Santo. Los edificios del museo as como la Casa de Cmara e Cadeia, que se encuentra en la misma ciudad, fueron

  • objetivos, perspectivas y desafos 81

    restaurados por el SPHAN y Pro-Memria. De acuerdo con las sugerencias de la comunidad local, la casa de Cmara e Cadeia servir como sede de los clubes juveniles de la ciudad.

    Prioridad d las iniciatiuas autnonzm Estos ejemplos nos recuerdan que en materia de desarrollo de los museos, en Amrica Latina y el Caribe como en cualquier otra parte, no nos podemos permitir rechazar las iniciativas privadas, sobre todo cuando la ayuda estatal puede ser completada -y hasta reemplazada- por contribuciones que no revisten la forma de ayudas financieras provenientes ya sea del sector industrial o comercial (vase el artculo de p. 84 j sino de horas de trabajo aseguradas por miembros de la comunidad. De qu modo el museo puede pretender estar al servicio de la comunidad si no existe ningn compromiso personal efectivo ?

    Frances Kay Brinkley, conservadora del museo de la Sociedad Histrica de Carriacou, relata la curiosa historia de este museo creado por la poblacin en una isla dependiente de Granada y de slo veinticuatro kilmetros por cinco de superficie. El gobierno no aport ninguna ayuda financiera.

    En la poca de creacin del museo, Carriacou tena 7 .o00 habitantes, en su mayor parte modestos granjeros, pescadores, marinos y constructores de barcos. Frances Kay Brinkley dice: Se hubiera podido pensar que no era el mejor lugar para implantar una sociedad y un museo histricos. El 95 por ciento de la poblacin ni siquiera saba lo que era un museo. La idea surgi en 1974. Algunos habitantes de la isla (el gerente del hotel y su mujer, un joven mozo de bar, la mujer del nico plantador de la isla, un artista) se libraban ya a la colecta de vasos de piedra antiguos y a excavaciones para buscar objetos ame- rindios. Estas personas constituyeron el ncleo inicial cuando la idea tom cuerpo.

    Para comenzar, el grupo procedi a un inventario general del patrimonio cultural material especifico de los isleos que deba ser preservado y que era preciso dar a conocer a los habitantes. Luego se tuvo que decidir qu coleccio- nes se conservaran y sobre qu bases funcionara el museo. Tambin se consi- der la eventualidad de un pedido de ayuda al gobierno.

    Puesto que Carriacou posee un triple patrimonio cultural -africano, ame- rindio y europeo- el museo fue concebido de modo tal que cada cultura estuviera representada. En lo que respecta al financiamiento, seala Frances Kay Brinkley, y teniendo en cuenta la situacin poltica de la poca, se decidi no apelar a la ayuda del gobierno. Se lo asegurara mediante un sistema de cotizaciones (miembros activos, miembros socios y miembros benefactores). Se reservaba el ttulo de miembro socio a los nativos de Carriacou residentes en la isla. Queramos con ello evitar que alguien rechazara ser miembro con el pretexto de que no poda pagar su cotizacin. Se fij pues la cuota mnima en 1 EC por ao (2,70 EG=1 dlar de los Estados Unidos).

    Una de las decisiones importantes consisti en determinar lo que deberan incluir las colecciones del museo. Los criterios que se respetaron fueron los siguientes: el espacio disponible, un cierto equilibrio entre las colecciones y el inters del pblico. Los dos primeros criterios constituyen sujeciones evidentes que se imponen a cualquier museo. La frmula adoptada para satisfacer el tercero sin duda no habra sido posible en Europa. Cuando llega el momento en que las personas empiezan a considerar el museo como algo que les pertene- ce y de lo que estn orgullosos, comienzan a traer objetos de su propiedad. Naturalmente, a veces ser preciso rechazar algunos. Pero en este caso -aun si son intiles o si se trata de verdaderos horrores- mejor es aceptarlos y almacenarlos en lugar de debilitar el entusiasmo que el museo ha hecho nacer en el corazn del donante.

    Sin embargo, despus de todo y pese al xito de tales experiencias, los museos seguirn dependiendo en gran medida de la ayuda estatal. Como lo recuerda justamente Roderick C . Ebanks: El desarrollo de los museos en los pases del tercer mundo que pasan por una crisis econmica constituye un verdadero desafo. Pero la dificultad principal no reside en la falta de financia-

    MUSEO DEL HOMBRE PANAMEO, Panam. Desarrollo del material cultural. [Foto: S. Mutal.]

  • 82 Desarrollo de los museos y poltica cultural: objetivos, perspectivas y desafos

    miento. El problema se sita ms bien al nivel de la falta de conocimientos, de personal calificado, de objetivos claramente definidos, de planificacin seria y de integracin de los servicios culturales, carencias que reducen a cero las mejores intenciones.

    La solucin que este experto en museos propone consiste, en primer lugar, en desarrollar las motivaciones profesionales del personal de los museos y en educar al pblico del que forman parte los numerosos burcratas encargados de los asuntos culturales y que lo ignoran todo de los museos. Los malos polticos y los burcratas no estn informados acerca de los museos y de sus exigencias, los consideran como desvanes donde se acumulan objetos exticos y como una manera de sacar algunos dlares ms del bolsillo de los turistas. En consecuencia, no estn dispuestos a invertir fondos en los museos. Convie- ne, pues, poner a estos altos responsables al corriente del proceso museolgico.

    MLJSEO ARQUEOL~GICO Y GALER~AS DE ARTE DEL BANCO CENTRAL DEL ECUADOR, Quito. El bautismo de Cristo por San Juan Bautista. [Foto: S. Mutal.]

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    ElJilzdncumento de los museos: un &mfio que debemos u c q t u r

    Sergio Durlin Pitarque

    Naci en Quito, Ecuador, en 1949. Realiz estudios de economa en la Universidad Central de Ecuador y cursos en el Centro Churubusco, Mxico. Asisti al primer y segundo cursillos para los directores y administradores de museos de Amrica Latina en la Escuela de Restauracin y de Museologia de Bogot. Es director adjunto de museos del Banco Central del Ecuador; profesor de museologa y de museografa en el Instituto Tecnolgico Equinoccial, Escuela de Restauracin y de Museografia, Quito, Ecuador. Es miembro del consejo de direccin de la Asociacin Ecuatoriana de Museos. Ha dictado conferencias y redactado artculos para diversas revistas.

    Beln Rojas Guardia

    Naci en Caripito, Venezuela, en 1945. Antroploga. Trabaj durante diez aos en calidad de productor de documentales, las ms de las veces en la esfera del desarrollo cientco y tecnolgico. Directora de produccin de cuatro largos metrajes: Fiebre, Santana, Se solicita mgdacha y El viviabr. Directora del departamento de investigacin de la Galera de Arte Nacional. En la actualidad es directora tcnica adjunta encargada de planificar y coordinar las actividades tcnicas de ese museo.

    En Amricu Latinu y el Caribe, como en el resto del mundo en desurrollo, el princ)al pmblemu de los museos es la fultu de crditos.

    Ld muyoiCu de los museos funcionan como instituciones sin vidu, incapuces de proyectarse huciu lu comunidad de la que son parte inte- grante porque carecen de recursos materiales. Directores y personul de los museos manifies- tun continuamoite su descontento: No pode- mos hacer nada porque no tenemos dinero. Muchos de ellos no disponeti ni siquiera de los medios puru empleur al personal capucitudo necesario; otros, que poseen personal competente en las tcnicas museolgicas modemas, conside- run que sus proyectos ubortun por fultu de crditos puru instulur convaiienteme-nte sus ex- posiciones o ulmacenur las colecciones en condi- ciones adecuadas. En lu mayord de los casos, los museos no tienen lu posibilidud de adqzlirir nuevos objetos o de instulur sistemas eficaces de seguridud.

    Algunos puiies que se enorgullecen de una rica tradicin histricu - e n especiul preco- lombinu- estdn nzh dispuestos u utribuir und parte de su presupuesto u los mseos ay- queolgicos, pues los gobiernos consideran que los museos utraen a los turistas y que cual- quier iwversin en el turismo es un uporte finunciero puru el puil Pero este argumento no es vdlido puru todos los pu fies y, lo que es mas importante, desnaturalizu el papel real de los museos: ser un establecimiento educativo destinado u la colectividud. Estos fuctores for- tulecen nuestru conviccin de que los museos slo beneficiarhz de un financiamiento ude- cuudo mundo los gobiernos hayari reconocido hastu qu punto son importantes y udmitun que el objetivo de cuulquier museo, ya seu de historia, ciencias, tecnologu o historia natu- ral, consiste en presentar todos los aspectos de lu identidad cultural y del desurrollo de un puh. Slo cuando los gobienios los consideren como un elemento que contribuye al desurrollo global del pair, los niuseos obtendrn fozdos equivulentes u los que se asgnun u la sulud pblicu, lu educacin y los asuntos sociules.

    Desgraciadumente no existe un andlisis comparativo serio, basado en dutos finuncieros concretos, sobre lu muneru en que los fondos son asignados u los museos en los diferentes pulses. De modo genera, elpresupuesto de los museos estutules munu del fondo destinudo al conjunto del sector cultural. Los montos vu- ran segzn las prioridudes establecidas pu ru el sector cultural de cadu pub.

    No obstunte, durante estos ltimos &os se han producido cunzbos importuntes. En Bra- sil y en Venezuelu, por gemplo, el gobierno ha utribuido u los museos zinu updu finunciera sustuiiciul. En Ecuador y en Colombia, las uctividudes de los museos se h m visto estimu- ludas mediante subsidios provenientes de ban- cos estatales yprivados* Actualmente, el sector privado comienzu a tomur conciencia del vulor de los museos y contribuye de nzh en m b u finunciurlos, pero uzn qorddicamente y por necesidades deteminudas.

    El financiumiento es tumbin una esferu en la cual los niuselogos deben recibir und for- mucin purticulur. Lo ideal seru que el perso- nal del museo contura con economistas y admi- nistradores. Como Jucques Rigaud lo ha seiu- lado en lu 12.a Conferencia Generul del ICOAf en Mkico: Hu llegado el momento de procluinar esta verdad: los museos son empre- sas en el sentido amplio y moderno del tmi- no. Su destino no es &?rente del de los de establecimientos culturules dedicados a tareas creadoras, u lu conservucin y u lu difusin. Deben @$rentar los mismos problemas de ges- tin, ya sea en lu esfera del teatro, del uudio- visual o de las mzlt;Ples uctividudes culturu- les. Et2 cada cuso, es difcil hacer admitir lu idea de que las instituciones culturules son u lu vez entidades origir2ules en razn de su objetivo, y tambih y e-n cierto modo, empresas? es decir, colectividades de trabajo y de inter- cambio con zinu responsabilidad uutnomu paru combinar todos los medios u su dispos- ciha y poder ulcunzar as sus objetivos.

    Ecuador y Venezuelu -el primero dt am- bos pubes utruviesa por und situuciz econ- micu dFcil, el segando es miembro del OPEP- suministrun demplos interesuntes de lu muneru en que el sector de los nzuseos puede romper el circulo vicioso del jltdnciumiento. Sergio Dur& Pitarque, director uajunto de museos del Bunco Central del Ecuador, y Be- ln Rojas Guardia, directoru tcnicu a&untu de lu Galera de Arte Nacionul de Caracas, bun respondido al pedido de informes fomu- ladopor Museum. Se encuentran u continua- cin versiones condensadas de sus dos urtcu- los.

    1. Quisihamos agradecer a Juana True1 y a Sylvio Muta1 del Proyecto Regional PNUD/Unesco de Patrimonio Cultural, Lima, Pen, quienes prepararon esta introduccin. Las versiones resumidas de los dos artculos siguientes tambin fueron bosquejadas por ellos.

  • 8. c El financiamiento de los museos: Sergio Durn Pitarque

    Ya sea que abriguen colecciones que refle- jan la riqueza arqueolgica del pas o de su pasado colonial, su desarrollo histri- co, sus artes visuales contemporneas o el desarrollo de su arquitectura, los museos son financiera y administrativamente tri- butarios de dos sistemas diferentes: a) go- biernos centrales o regionales o autorida- des municipales; b) personas, fundaciones T; organismos privados.

    En los diferentes niveles, las autorida- des oficiales incluyen generalmente a los museos en su presupuesto operacional anual. De modo casi invariable, les asig- nan crditos anuales mnimos que apenas alcanzan para mantener las salas de expo- sicin con un contenido museogrfico ca- rente de todo carcter didctico.

    Puesto que los museos no tienen nin- guna autonoma administrativa o econ- mica, estos crditos no son directamente puestos a disposicin de los directores de los museos. Estos nunca saben con certeza con qu recursos pueden contar verdade- ramente para llevar a cabo sus programas. Los presupuestos estn completamente inadaptados a las necesidades reales, nece- sidades que son expuestas en los presu- puestos anuales tericos de los museos. El gobierno da generalmente su aprobacin a asignaciones presupuestarias destinadas a gastos determinados. Pero, de modo ge- neral, los museos no cuentan con asig- naciones estables -menos an con au- mentos- que les permitiran enriquecer sus colecciones. En esto estriba probable- mente la causa principal del saqueo del patrimonio cultural de los pases de Am- rica Latina y del Caribe.

    En lo que respecta a los museos priva- dos, los crditos dependen en general de la solvencia econmica de sus propietarios y de los intereses sobre el capital inverti- do, intereses reservados a la administra- cin. Este tipo de museo cuenta con una mayor autonoma y dispone en general de un presupuesto ms importante, lo que le permite dedicarse activamente a lograr que la colectividad se interese en sus acti- vidades. Sin embargo, existen tambin museos privados que, aun disponiendo de crditos suficientes, no cumplen como de- beran con sus funciones museolgicas.

    Los museos, es verdad, ocasionan gas- tos pero aportan tambin ingresos bajo diversas formas: derechos de entrada, de- rechos sobre las fotografas, las pelculas y la televisin, etc. ; donaciones (incluidas las contribuciones de los amigos de los museos en sus categoras respectivas) : venta de reproducciones, de libros y de otros objetos que se pueden encontrar en las tiendas de los museos; alquiler de los locales; ganancias de la cafetera; suscrip- ciones a sus publicaciones, etc. Pero estos ingresos, en general, no son administra- dos por los museos. Se los deposita en el Tesoro por medio de los ministerios de finanzas y en las cuentas bancarias de las instituciones y fundaciones. Como conse- cuencia de esto, los museos no slo se hallan privados de los recursos que necesi- tan sino que adems son incapaces de re- cuperar los fondos que han producido.

    Tambin es verdad que con mucha fre- cuencia los directores de museo adoptan una actitud derrotista. A menudo stos son hombres de cierta edad que se dedican a escribir sus memorias y cuyos criterios son elitistas; en estos casos, los museos estn dirigidos por gentes refinadas cuya preocupacin no es llegar al gran pblico. Es interesante citar el juicio de Hermn Crespo Toral, director del Museo del Ban- co Central de Ecuador: El museo no puede permanecer aislado en sus locales, y su mensaje no est destinado a algunos felices elegidos; el museo debe llegar a to- das las personas, estar totalmente implica- do en los problemas existentes, o desapa- recer.

    2 Qu podemos hacer para mejorar una situacin tan sombra? De modo ma- nifiesto, nuestra principal apuesta consiste en suscitar la toma de conciencia necesaria entre las autoridades. Debemos ayudarles a comprender que la conservacin y la preservacin del patrimonio cultural son una base esencial del desarrollo socioeco- nmico. Estamos obligados a soportar una amarga paradoja: presupuestos de va- rios millones de dlares se consagran a la adquisicin de material blico, so pretex- to que debemos ser capaces de defender el suelo natal, mientras que muy a me- nudo ignoramos nuestra propia historia.

    Debemos tambin estimular la crea- cin de fondos nacionales independientes para el apoyo y la promocin de activida- des culturales y artsticas. En este terreno, las empresas privadas podran desempear un papel importan te.

    En un plano prctico, se podran obte- ner fondos suplementarios gracias a ini- ciativas tomadas directamente por los di- rectores de los museos y su personal. Estas iniciativas podran consistir, por ejem- plo, en: Apoyar la adopcin de una ley que atri-

    buya a los museos los ingresos obteni- dos de los principales productos de ex- portacin provenientes de su regin;

    Apoyar una decisin administrativa ten- diente a asignar a los museos una parte de los ingresos de la venta o del embar- go de bienes de contrabando. Una me- dida similar podra prever una pequea tasa que se agregara al precio de entra- da para diversos espectculos pblicos, como el cine, encuentros deportivos, etc.

    Estimular a los comits nacionales del ICOM, a los museos nacionales, aso- ciaciones o ministerios de educacin y de cultura de todos los pases de Am- rica Latina para que efecten un anli- sis objetivo de la situacin de los mu- seos, afin de determinar sus verdaderas necesidades y encontrar solucin a sus problemas.

    Existen sin lugar a dudas medios innova- dores para financiar los museos. Por ejem- plo, para ayudar a un pequeo museo de arte religioso situado en una de nuestras pequeas ciudades -cuya poblacin no era muy devota- se sugiri consultar a los habitantes acerca de la posibilidad de que cada propietario de un contador elc- trico hiciera don al museo del equivalente de tres dlares de los Estados Unidos por mes, excedente de sus gastos de electrici- dad. La consulta dio resultados positivos y se prev que la colecta producir 2 .y00 dlares.

    En muchos pases, las instituciones pri- vadas tales como los consorcios financie- ros, bancos privados de capital nacional, organismos gubernamentales autnomos, en especial el Banco Central y el Banco de Reserva, al conocer este problema comen- zaron a aportar una ayuda decisiva a los museos. El gobierno, por su parte, ofrece una desgravacin a aquellas empresas pri- vadas que donen un porcentaje de sus be- neficios a los museos. Estas empresas a menudo adquieren obras de arte y hacen as una excelente inversin: a diferencia de los dems valores, los bienes culturales no se devalan nunca. por el contrario los

  • un desafo que debemos aceptar 83

    precios aumentan con el tiempo. En lo que respecta a los organismos guberna- mentales privados, sus funcionarios han comprendido que el desarrollo socioeco- nmico de un pas no puede disociarse de su desarrollo cultural y que un patrimo- nio cultural correctamente presentado in- cita al visitante y aumenta la rentabilidad econmica.

    Es as como el Banco Central del Ecua- dor ha adquirido colecciones arqueolgi- cas, etnogrficas y numismticas, y obje- tos de arte colonial y moderno. Miles de objetos son hoy accesibles al pueblo ecua- toriano en los museos del Banco, en Qui- to, 1% capital, y en las ciudades de Guaya- quil, Cuenca y Manta, as como en las galeras de Esmeraldas, Ambato, Latacun- ga, Riobamba y Loga.

    Adems del presupuesto que asigna a sus museos, el Banco subvenciona todos los aos proyectos de investigacin ar- queolgica y de conservacin de monu- mentos. Afecta adems fondos que llegan a los treinta y cinco millones de sucres (alrededor de un milln de dlares de los Estados Unidos) para construir museos y para presentar exposiciones en todo el mundo.

    Este ejemplo podra ser seguido por es- tablecimientos similares en otros pases. En la actualidad, el Banco de la Repblica de Colombia desempea una tarea anlo- ga con su Museo del Oro y sus programas de investigacin arqueolgica.

    Si los museos de Amrica Latina y del Caribe pudieran contar con la compren- sin de los que los gobiernan y con fon- dos suficientes, podran llegar a ser ele- mentos eficaces en la promocin y la difu- sin de la cultura. Al transmitir mensajes de valor, prestaran reales servicios a nues- tros pases, ayudaran a los pueblos a superar la amarga realidad de los inconta- bles problemas polticos, sociales, econ- micos y culturales. La actividad y la efica- cia de los museos abrir la va de un futu- ro mejor para los pueblos de Jurez, Bol- var y San Martin.

    Beln Rojas Guardia

    El medio gracias al cual los museos obtie- nen recuhos financieros suficientes, ya sea por una asignacin del presupuesto del Estado o por una contribucin del sector privado, depende de una serie de factores. Estos se relacionan con las prioridades es- tablecidas en los modelos de desarrollo para el sector cultural, tal como lo expre- san los planes nacionales elaborados con destino a las autoridades de los museos para que stas pongan en prctica una es- trategia audaz e innovadora de colecta de fondos.

    La eficacia de la institucin, su dina- mismo y su alcance constituyen elemen- tos decisivos para el financiamiento de un museo. La calidad de los objetos expues- tos, el grado de responsabilidad y de pro- fesionalismo, su actividad de formacin y de educacin, su capacidad para atraer a todos los pblicos, en resumen: cualquier accin que confirme el papel histrico del museo en la creacin de una identidad cultural ser una ventaja apreciable para obtener financiamiento. Venezuela tiene un sistema poltico democrtico pluralista de participacin, una economa basada en sus recursos petrolferos y todas sus indus- trias bsicas estn administradas por el Es- tado. Este asume una evidente responsabi- lidad en la promocin y estmulo de otros sectores (no productivos en el estricto sentido econmico) que forman parte de un modelo de desarrollo integral y cuya finalidad es promover la capacidad de in- novacin individual y comunitaria con- servando a la vez una relacin armnica con el medio ambiente.

    El Estado es la fuente de financiamien- to ms importante, y casi la nica, de una gran parte de las instituciones culturales del pas (estn o no administradas por el gobierno). En 1977, la nueva Galera de Arte Nacional (vase artculo de pgina 105 ) , tom por primera vez la iniciativa de presentar directamente y en forma in- dependiente su proyecto de presupuesto por separado del presupuesto general so- metido tradicionalmente al Consejo Na- cional de la Cultura (CONAC). Como era de prever, esta iniciativa llam la aten- cin de los organismos interesados en la toma de decisin presupuestaria al ms

    alto nivel sobre los problemas que deben enfrentar los museos nacionales. Esta ini- ciativa separ temporariamente a la gale- ra del CONAC mediante una accin es- tratgica perfectamente legal y a la vez lo suficientemente imaginativa para poner de relieve el estado de nuestros museos.

    El xito obtenido por la galera durante su primer ao de existencia, la formacin de un equipo de profesionales cuya volun- tad y dedicacin se revel en la prctica (tareas de inbestigacin, conservacin y preservacin; dieciocho exposiciones iti- nerantes recorren todo el pas) le facilita- ron la obtencin del presupuesto solicita- do ese ao. La suma es ms o menos equi- valente al presupuesto total para los diez aos anteriores y no hizo sino satisfacer necesidades que hasta entonces haban sido ignoradas.

    Esta medida sin precedentes engendr controversias en cuanto a los derechos que las instituciones culturales descentra- lizadas tienen de dirigirse directamente al gobierno para obtener su presupuesto. El debate se resolvi en nuestro favor, y los museos nacionales recibieron el acuerdo para la puesta en prctica de proyectos vi- tales para la personalidad cultural del pas, lo que les permiti adems fortalecer su situacin.

    En 1980, se atribuy al sector de los museos el 21 por ciento de las asignacio- nes totales del CONAC.

    La presencia activa y dinmica de los museos en nuestra sociedad h engendra- do un clima de confianza. Se han abierto nuevas perspectivas de financiamiento. El sector privado toma conciencia de ms en ms de la necesidad de participar y de contribuir al desarrollo de una institucin que pertenece e interesa a todos.

  • 86

    MUSEO DE SANTIAGO, Santiago de Chile. Renear la historia de la comunidad urbana. Maqueta de la antigua residencia de los gobernadores. [Foto: Museo de Santiago.]

    Nnevas maneras de wganzur los museos en A&cu Latinu

    Fernanda de Camargo-Moro

    Naci en Rio de Janeiro (Brasil). Licencia en museologa: maestra y doctorado en arqueologa. Profesora adjunta de antropologia en la Universidad Catlica de Rio de Janeiro; profesora adjunta y posteriormente jefa del departamento de arqueologa de la Facultad de Museologa, Rio de Janeiro. Presidenta de la Fundacin de Museos de Rio de Janeiro. Actualmente, directora general de Museos del estado de Rio de Janeiro. Presidenta del Consejo para la Proteccin del Patrimonio Cultural de la ciudad de Rio de Janeiro: presidenta del ComitC Nacional Brasileo del ICOM. Autora de varios libros y ensayos sobre museologa, arqueologa y conservacin del medio ambiente. Miembro del Consejo Ejecutivo del ICOhi, 1980. Miembro del Consejo del Museo de Imigenes del Inconsciente y supervisora general de su programa de museolopa.

    Escrbir sobre la organzacitz de los museos en Antrica Ldtna y el Caribe constituye una d@if tarea. Femanda de Camargo-Moro, quien posee una gran experiencia pmjsonal en su propio pah, el Brasil. y ha particpado activamente en diversos programas en otras pastes del contnente, sefiuh el cdrcter muy personal de las opil2iones que expresa en este artculo sobre la et~olucit~ del proceso museol- gico de fa regn.

    La entrega de la revista hkseum (vol. XXV, n.o 3) , intitulada El papel de los museos en la Amrica Latina de hoy, no reflejaba an el impulso que los museos de Amrica Latina iban a conocer en vir- tud de la ideas desarrolladas durante la mesa redonda de Santiago de Chile en 1972. Publicada poco despus del evento, da a conocer las proposiciones de la reu- nin y describe la situacin en esa poca en algunos museos de la regin.

    Las modificaciones que se han venido gestando han sido lentas. La geografa la-

    tinoamericana con la delgada franja de tierras de Amrica Central que une a M- xico con Amrica del Sur, cuya configura- cin longitudinal est cortada en dos por los Andes y dividida por la cuenca del Amazonas, limita las posibilidades de la puesta en prctica de programas conjun-

    Si bien nuestro pasado comn y la in- fluencia ibrica nos ofrecen desde la era colonial un vehculo de comunicacin esencial -hablamos lenguas similares- y constituyen un poderoso factor de cohe- sin, los proyectos se ven contrariados por las dificultades materiales de comunica- cin. Las distancias son enormes (por ejemplo, Rio de Janeiro est ms cerca de Lisboa que de hfxico) y, en la mayora de los casos, la comunicacin debe efec- tuarse a travs de rutas areas entre capita- les, con tarifas elevadas. El trfko terrestre es ms fcil en la zona atlntica, pero el problema de las distancias se ve aumenta- do por la amplia curva de la costa brasile- a y por lo ondulado del litoral del cono

    tos.

  • Nuevas maneras de organizar los museos en Amrica Latina 87

    sur. Las posibilidades de viajes terrestres intercontinentales, del Atlntico al Pacfi- co, son pocas y deben abordarse siempre como una aventura muy lenta. Por va martima, los viajes, aun a travs del canal de Panam, son verdaderos periplos.

    Todo ello, unido a la crisis econmica mundial, ha contribuido a retardar el pro- ceso de difusin y de aplicacin de las nuevas propuestas. N o obstante, pasados diez aos, ya podemos tener una cierta idea de las modificaciones introducidas en la organizacin y el funcionamiento de los museos de Amrica Latina y del modo en que estas propuestas influyeron en el Caribe '.

    La mayor parte de nuestros museos fueron creados en el siglo XIX a imagen y semejanza de los museos europeos y, por regla general, de los museos que entonces ejercan la mayor influencia en la regin. Si bien, por un lado, las colecciones tra- das y donadas por las casas reinantes o gobernantes2, o provenientes de misiones cientficas y artsticas enviadas por Euro- pa, eran del ms alto nivel, por otro, la concepcin del museo era extremadamen- te estrecha. La coleccin y la conservacin de objetos locales presentaban graves ca- rencias. Gran parte de estos objetos eran exportados, y la presentacin de lo que aqu quedaba obedeca a criterios extran- jeros. La documentacin era inexistente, tanto con respecto a las colecciones que llegaban como a las que salan. Los mu- seos estaban estructurados como gabine- tes de curiosidades que posteriormente se transformaban en colecciones de historia natural. En ellos la cultura del indgena americano era presentada junto a plantas y animales exticos. Otra aberracin: en los casi siempre inspidos museos de bellas artes, la cultura de los pueblos de Asia, Africa y de nuestro propio continente no tena cabida o estaba clasificada en forma discriminatoria pues no era considerada como arte sino como etnografa.

    Durante ms de un siglo hasta el final de la dcada de 1960; las modernizaciones introducidas en nuestros museos revestan apenas un carcter decorativo. Se modifi- caban los equipos: vitrinas, paneles de co- lores; se deca que el museo y la educacin formaban un binomio esencial, pero no se haca mucho. La investigacin era restrin- gida, la interdisciplinariedad estaba ausen- te. N o exista el concepto de conseryacin de las colecciones, apenas si se hablaba de restauracin de la pintura. Entre 19 5 0 y 1960, los museos nacionales, estatales, municipales, privados, enciclopdicos, monogrficos se multiplicaron pero sin organizacin bsica y sin la menor estruc-

    turacin. Nacan anticuados y sin posibi- lidades de desarrollo. Estticos, preocupa- dos tan slo por ceremonias de inaugura- cin, se transformaban rpidamente en baratillos mrbidos. Alrededor de 197 0 , todos los sectores conocieron dificultades financieras, y los museos, que ya tenan problemas de subsistencia, fueron particu- larmente afectados. Estas instituciones no cumplan con su misin esencial: la pre- servacin de los bienes culturales; algo faltaba, un mayor enlace, un mejor siste- ma de participacin de la comunidad. Po- dan sobrevivir a este precio.

    En 1972, la propuesta de Santiago pre- coniz una redefinicin de nuestro patri- monio y, consecuentemente, una modifi- cacin de la mentalidad de las lites cultu- rales de nuestros pases, muchas veces to- dava impregnadas del concepto europei- Zante del siglo XIX.

    Con el fin de difundir nuevas ideas, se pens en la formacin de una Asociacin de Museos de Amrica Latina (ALAM), que fuera capaz de activar el proceso. A comienzos de 1973 se cre en Quito, en una reunin dinmica y laboriosa, una asociacin que, pese al entusiasmo de ciertos miembros, no consigui seguir en pie. Ello no obstante, la simiente de una nueva concepcin del museo estaba lanza- da y comenzaban a verse los primeros fru-

    La creacin en 1964 del Museo Nacio- nal de Antropologa de Mxico ha sido considerada por algunos como un mo- mento capital en el movimiento museol- gico de Amrica Latina. A nuestro modo de ver, se trat de un caso aislado cuyas connotaciones eran ms museogrficas que filosficas. Con ello, no intentamos desmerecer ni el esfuerzo inmenso ni la indiscutible belleza de este museo mexica- no. En nuestra opinin, este aconteci- miento modific en parte la manera de ver que prevaleca en la regin. El museo dej de ser una casa bella que guardaba recuerdos olvidados y pas a ser un ins- trumento poltico y de prestigio, un mo- numento a los antepasados indgenas al dar mayor objetividad y claridad a la defi- nicin del rea arqueolgica que a la del rea etnogrica. Pero, desde este punto de vista, probablemente el magnfico Museo Nacional de Historia del castillo de Cha- pultepec permite comprender mejor la cultura mexicana actual en su totalidad. El Museo Nacional de Antropologa al- canza un alto nivel en la exhibicin de objetos museolgicos, pero no logra esta- blecer el dilogo con la comunidad, espe- cialmente con los sectores ms necesita-

    t 0 ~ 3 .

    dos4.

    MUSEU PFUEIRO REINADO, Rio de Janeiro. Ir hacia los incapacitados: u n nio sordomudo aprende nociones de ritmo. [Foto: 0 Edson Meirelles.]

    1. Jamaica se organiza y se esfuerza por establecer vnculos estrechos con el movimiento museolgico de dos pases africanos. Trinidad y Tabago realiza desde 1976 un vasto programa de renovacin y de expansin de sus museos con el apoyo activo de la Unesco.

    2. Por ejemplo, las colecciones de arqueologa etrusca tradas por Teresa Cristina, emperatriz del Brasil, que se encuentran en un museo de historia natural, el Museo Nacional de Rio de Janeiro.

    3 . Mencionemos como primeros signos de la difusin de la nuevas ideas en la regin: el proyecto del Museo Arqueolgico y de las galeras de arte del Banco Central del Ecuador; las casas de la cultura y las exposiciones itinerantes de El Salvador (1974); los proyectos de ecomuseos comunitarios del Brasil y el Museo de Imgenes del Inconsciente (1973-1974); los programas del Museo de Historia Natural de Santiago de Chile (1973-1974); la Casa del Museo en Mxico (1973-1974); y la reestructuracin de los museos de Trinidad y Tabago iniciada en 1976.

    4. Este objetivo ser alcanzado por la Casa del Museo, emanacin de las nuevas ideas que inspiran todos sus programas. Mxico progresa tambiin en la va del dilogo con la poblacin gracias a museos ms pequeos.

  • ss Fernanda de Camargo-Moro

    MUSEO AMANO, Lima. Adquirir y preservar los conocimientos tcnicos. Un pequeo museo privado presenta textiles precolombinos. [Foto: Museo Amano.]

    Se asiste a un creciente inters por conservar a la vez el entorno natural y cultural. En el ra de Rio de Janeiro, los museos llevan a cabo una actividad que permite un mejor conocimiento de la agricultura. [Foto: SMU-FUNARJ.]

  • Nuevas maneras de organizar los museos en Amrica Latina 89

    Hucu un 11zuseo Nu escala humana" Siempre nos hemos preguntado si la pro- puesta de humanizar los museos, formu- lada en 197 2, no hizo que todas las capi- tales latinoamericanas y sus ciudades veci- nas copiaran el famoso museo mexicano sin ninguna adaptacin a la realidad pro- pia de cada pas.

    Hasta hoy es frecuente que los tecn- cratas de nuestros pases, luego de visitar la capital mexicana, vuelvan obsesionados por la idea de copiar el Museo Nacional de Antropologa, olvidando que cada pas tiene su propia dimensin, su propio pro- ceso histrico, sus propias aspiraciones, y que la finalidad del museo es conjugar to- dos estos elementos.

    Hacer que los tecncratas y las autori- dades administrativas se interesen por procesos ms simples y artesanales no es fcil, como tampoco es fcil encontrar apoyo para preservar los museos y sus co- lecciones. Obtener financiamiento para proyectos de prestigio, costosos y de en- vergadura, es y ser siempre, en muchas regiones del mundo, ms fcil que conse- guir apoyo para proyectos ms viables y de dimensin humana.

    A pesar de ello, la idea del museo adap- tado a la comunidad se ha impuesto poco a poco y se est convirtiendo en un rasgo caraterstico de nuestra regin. En el in- consciente colectivo de la regin se ha abierto paso una reaccin. Tambin em- pieza a manifestarse una preocupacin constante por preservar el entorno cultu- ral y natural.

    Ahora, las colecciones de los museos son estudiadas en forma multidisciplinaria y los objetos de la vida cotidiana son con- siderados dignos de preservacin. Han surgido pequeos museos dedicados al origen de las comunidades urbanas y rura- les, y comienza a aplicarse el principo de descentralizacin de las colecciones de bienes culturales. Se ha descartado total- mente la idea de despojar a una comuni- dad de las colecciones representativas de sus races. Se ha comenzado a adaptar las colecciones al carcter especifico de cada museo y al inters de la comunidad.

    Uno de los puntos bsicos ha sido el establecimiento de programas de educa- cin no formal en los cuales el museo es utilizado como un sistema tridimensional de informacin. Los museos se desarrollan con espritu creador, y la ingeniosidad ocupa ahora el lugar del lujo y de lo mo- numental.

    Ecuador nos propone un excelente ejemplo de desarrollo de una propuesta

    museolgica extensiva, mejor adaptada a las aspiraciones de la comunidad. Estudios sistemticos en el campo de la antropolo- ga afirman que este pas posee por lo me- nos 120 siglos de cultura. Las excavacio- nes arqueolgicas as lo demuestran, sea- lando la existencia de un material del ms alto nivel. El Banco Central del Ecuador lanz las bases de una museologa moder- na y activa con el proyecto del Museo Arqueolgico y las galeras de arte del Banco Central inauguradas a comienzos de la dcada de 1970. Este proyecto de- mostr ser una propuesta a la medida del hombre de nuestra regin y de nuestras aspiraciones. El programa no se detiene en el museo y las galeras de Quito, sino que incluye adems la creacin de nuevos museos en otras localidades del pas, el establecimiento de misiones arqueolgicas y el desarrollo de la investigacin.

    En Brasil, se puede citar como ejemplo de propuesta extensiva de organizacin el sistema de museos que est implantando en Rio de Janeiro la Direccin General de Museos de la Fundacin de las Artes de ese estado. La actual direccin, sucesora de la Fundacin Estatal de Museos, se est transformando de una agrupacin de mu- seos que funcionaban en compartimentos estancos y sin vinculacin con la comuni- dad, en un sistema integrado que se apoya en dos reas de accin prioritarias: preser- vacin y desarrollo dinmico. En el rea de la preservacin, el Departamento de Museologia establece normas tcnicas de inventario, conservacin, mantenimiento de los museos y de sus colecciones, exca- vaciones y plan museogrhco realizados por doce unidades museo-casa de cultura, as como un programa de exposiciones temporales que circulan en todo el estado. En el campo del desarrollo dinmico, el programa de accin educativa estimula las actividades de las unidades, llama la aten- cin sobre las municipalidades que toda- va no poseen museos y se esfuerza por vincular el programa con la comunidad local. A la cabeza de este proyecto se en- cuentra el Museo del Primeiro Reinado en la ciudad de Rio deJaneiro, que aplica los programas piloto y analiza los resulta- dos. El proyecto poco a poco est llegan- do a todas las capas sociales, tanto del rea urbana como rural, y creando vnculos entre el museo y las diversas comunida- des.

    Otros proyectos muy importantes de carcter extensivo y de integracin comu- nitaria estn siendo aplicados por el intere- santc Museo del Hombre del Nordeste, en Recife, Pernambuco, por el Museo Dom Diego de Souza en el sur del pas y

    por la Divisin de los Museos del Estado, en So Paulo. Se trata de un programa reciente que ya est dando buenos resulta- dos. Estos proyectos cuentan con el apoyo tcnico del Centro de Documentacin Museolgica ICOM-Brasil.

    Entre las actividades de mayor impor- tancia en la regin, con una influencia di- recta en la organizacin de los museos en Amrica Latina, mencionemos el Proyec- to Regional PNUD/Unesco de Patrimo- nio Cultural, antes conocido como Proyecto Andino de Patrimonio Cultural. Este proyecto, cuya sede se encuentra en Lima, ha sido la fuerza propulsora de una serie de actividades en la regin. N o slo ha incrementado la Organizacin de nue- vos museos, estimulndolos y dndoles apoyo tcnico, sino que tambin ha con- tribuido a reorganizar antiguos museos y a instaurar actividades de formacin indis- pensables (vase el artculo de la p. 94).

    Las semillas de la nueva museologa han comenzado a germinar, aun si el tiempo de la cosecha no ha llegado toda- va. Nuestros museos se estn despojando de su apariencia carcelaria para ir adqui- riendo poco a poco la calidez de las anti- guas goras.

  • Aspectos de lu formucin Felipe Iacouture

    Naci6 en hGxico en 1928. Realiz6 estudios de arquitectura en la Universidad Nacional Autnoma de Mxico de 1947 a 1952; cole du Louvre, 1952-1955. Ha enseado arquitectura en la Universidad Iberoamericana de la LiNAM, entre 1956 y 1959. Ha dado conferencias en el hstituto Latinoamericano para la Conservacich de la Propiedad Cultural, Mxico, 197 1 -1 977. Fue director del Museo de Artc e Historia de Ciudad Jurez, 1964-1970; jefe del Departamento de Museos Regionales, INAH, 1970-1973 ; director del Museo de San Carlos, 197J-1977; jefe del Departamento de Artes Gtfcas del Instituto Nacional de Bellas Artes, 1974-1977. Es director del hluseo Nacional de Historia, Mxico, desde KI ao 1977. Ha efectuado tareas como arquitecto restaurador y realizado diversas misiones para la Unesco y la OEA. Ha participado en numerosas reuniones internacionales de expertos.

    Curso de teora de la fotografa en la Escuela de Conservacin, Restauracin y Museologia en el centro nacional del mismo nombre, Bogot, 1980. [Foto: Colcultura.]

    del personul La Repblica Argentina ha hecho obra de pionera en el terreno de la formacin universitaria sistemtica de personal de museos: a partir de 1922 instaura, en la Facultad de Filosofa y Letras de la Uni- versidad Nacional de Buenos Aires, un curso destinado a formar personal tcnico de museos. El curso se sigui dictando durante treinta y siete aos. Con posterio- ridad aparecieron otras instituciones peda- ggicas con esta misma finalidad. Se cuentan actualmente cuatro instituciones que proponen un total de siete programas de estudio de museologa de niveles dife- rentes.

    Muchos pases latinoamericanos se es- forzaron, o se esfuerzan todava, por brin- dar formacin sistematizada, como en el caso argentino. Otros, en cambio, se han inclinado por la formacin en ejercicio, en el seno de estructuras autnomas. As, Mxico inicia su trayectoria en materia de formacin en presentacin museogrca en 1934 con la creacin del Museo Na- cional de Artes Plsticas en el que partici- paron artistas de relevancia como Julio Castellanos, y que marca, dicho sea de paso, el comienzo de una orientacin de- corativista en la actividad artstica mexi- cana. Tengo que referirme tambin a los esfuerzos realizados por el Instituto Na- cional de Antropologa e Historia (INAH) para conservar el carcter emi- nentemente didctico de las exposiciones, respondiendo as a las necesidades de un pblico no familiarizado con las discipli- nas antropolgicas.

    Si bien estas dos tendencias dentro de la presentacin museogrfica llegaron a ser antagonistas, una verdadera simbiosis se oper en 1964 gracias al trabajo de coordinacin e integracin realizado por un equipo de antroplogos y de arquitec- tos dirigido por un coordinador dotado de una formacin polivalente en historia del arte, arquitectura y antropologa. Nu- merosos elementos que sirvieron de base al desarrollo de la museografia mexicana tomaron vida en un marco mucho ms prctico que terico.

    Ms tarde fue necesario jerarquizar y organizar el trabajo de manera sistemti- ca, ubicando a los diferentes elementos profesionales segn el nivel de conoci- mientos y experiencia. Con ese fin se cre la Comisin Escalafonaria del INAH.

    Para el personal dedicado a la presenta- cin museogrfica se elabor una serie de definiciones del trabajo del musegra- fo; as, se establecieron cinco cate- goras desde A hasta E. Las personas pertenecientes a una categora dada (ex- cluyendo la categora A) eran automtica- mente consideradas como calificadas para ejercer la tarea de la categora siguiente. De esta manera, mediante la tarea diaria y algunos estudios complementarios, el musegrafo puede aspirar a una mejor ca- lificacin que le permitir ascender en el escalafn.

    Dos enfoques de lu fortnucin del personul Cules son los resultados obtenidos por los enfoques o, mejor dicho, por los siste- mas argentino y mexicano en la esfera de la formacin del personal de museos ?

    Cada uno de ellos presenta sus propios problemas, en particular aqul que deriva de una actitud liberal: la dificultad consis- te en crear una escuela que ofrece diplo- mas sin garanta de empleo.

    Volviendo al caso argentino, podemos mencionar la Escuela de Museologa. En 195 1 inicia sus cursos de nivel universita- rio con un plan de dos ciclos: el primero, de dos aos, formaba auxiliares tcnicos de museos y el segundo, con dos aos adicionales de estudio, licenciados en mu- seologa.

    El Instituto Superior de Perfecciona- miento Tcnico y Docente en Museologia tambin ofrece formacin a alumnos con estudios secundarios, en las carreras de au- xiliar tcnico de museos y de museologa. Otra interesante posibilidad: los profeso- res titulares pueden desempearse como educadores en los museos siguiendo un ao de estudios. En Amrica Latina, como en otras partes, muchos docentes, pese a sus conocimientos, no saben sacar partido de los museos para mejorar la en- seanza (en Mxico, cada museo ha re- suelto el problema a su manera organi- zando cursos destinados a los maestros para que stos se familiaricen con los mu- seos y aprendan a servirse de ellos en la tarea docente).

    La Escuela Superior de Conservacin de Museos, propiciada por el Instituto Argenti