Museo de las culturas

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Turistas extranjeros en el interior del museo. Museo de las Culturas de Oaxaca: un viaje a otra dimensión Cynthia Ordaz Hernández Q uien diga que una visita al museo es aburrida, es porque aún no ha visitado un Museo en Oaxaca. La experiencia de ir al Museo de las Culturas de Oaxaca no tiene comparación, en sus diecinueve salas se pueden observar piezas dignas de un Oaxaca rico en historia y con un legado cultural incomparable. Al entrar los extranjeros muestran su interés tomando fotos de las esculturas que se encuentran fuera del museo, lo mismo al Ex convento de Santo Domingo, es imposible pasar y no fotografiar el bello paisaje. FOTO: NEMESIO MÉNDEZ

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Turistas extranjeros en el interior del museo.

Museo de las Culturas de Oaxaca: un viaje a otra dimensión

Cynthia Ordaz Hernández

Quien diga que una visita al museo es aburrida, es porque aún no ha visitado un Museo en Oaxaca.

La experiencia de ir al Museo de las Culturas de Oaxaca no tiene comparación, en sus diecinueve salas se pueden observar piezas dignas de un Oaxaca rico en historia y con un legado cultural incomparable. Al entrar los extranjeros muestran su interés tomando fotos de las esculturas que se encuentran fuera del museo, lo mismo al Ex convento de Santo Domingo, es imposible pasar y no fotografiar el bello paisaje.

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Una vez en el museo, después de comprar el boleto de acceso se puede observar aún más ex-tranjeros con ánimos de conocer nuestra cultura, también hay mexicanos, sin embargo, éstos se muestran menos entusiasmados con el recorrido. Los días de visita al museo son de martes a domingo de 9: 00 am a 6:15 de la tarde, el costo es de $51pesos, si eres estudiante y llevas tu credencial la entrada no tiene costo y los domingos el acceso es libre para todos.

Una vez con boleto en mano (evita tirar el boleto) en el primer pasillo del museo se encuentra una joven ofreciendo el servicio de traducción por $45.00 servi-cio que adquieren los extranjeros.

Lo primero que se observa es una her-mosa fuente en el centro, iluminada por los rayos del sol que caen desde el te-cho del edificio, en la esquina un policía; la primera sala repleta de tapices en to-nalidades rojas y verdes, con calaveras, huesos y algunas vasijas pertenecientes a nuestros ancestros, en el techo luces de colores que dan un efecto psicodélico al lugar y que lo hacen aún más intere-sante.

Los policías como siempre haciendo su ‘chamba’, uno en cada sala y otro en cada pasillo, la seguridad no es proble-ma. La siguiente sala llamada Tiempos de Florecer está constituida por armas

de piedra impresionantes que pertenecieron a gobernantes, cajas de seguridad que se encontra-ban en las casas como la de Juana C. Romero en Tehuantepec, mapas y cartas de felicitación por el cumpleaños de Porfirio Díaz y un busto del mismo. Conforme el recorrido transcurre es imposible perder de vista las escaleras y las impresionantes paredes de oro con imágenes de santos; indudablemente algo extraordinario. Es como transpor-tarse a otra dimensión.

En el interior del museo hay dos escaleras que te conducirán a salas distintas, si eliges el lado de-recho, al fondo del pasillo se encuentran los balcones enormes con vista al Jardín Etnobotánico, es impresionante tanta belleza; en ocasiones es posible escuchar música regional que armoniza el recorrido.

El recorrido conduce al patio donde se encuentran las esculturas en forma de reptiles, las cuales están talladas en madera; al cruzar el enorme patio está la biblioteca, el aroma a historia es agradable, un olor a viejo que envuelve los sentidos de cada visitante. Hay miles de libros, tantos que pareciese no nos alcanzaría una vida para leerlos, en las esquinas pueden verse ‘sillitas’ de colores para los niños y una televisión para que se distraigan.

El Centro Cultural Santo Domigo arropa diversas atracciones, una de ellas es el Museo de las Culturas.

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Poco a poco vas conociendo cada una de las catorce salas, pasando por la vestimenta de Don Porfirio Díaz, las ollas en las que se guisaba anteriormente, los primeros teléfonos y radios, las joyas utilizadas por las mujeres (la mayoría hechas en oro y turquesa) ropa, abanicos y zapatos de la temporada.

Recorrer cada uno de los pasillos es trasladarse a la vida ancestral, el olor del museo y de cada una de sus salas, las imágenes y las piezas son un conjunto majestuoso de riqueza invaluable.

El recorrido es muy interesante, pero siempre dependerá del estado de ánimo de cada visitante◘