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7 MUNDO JULIO 2018 MIÉRCOLES 4 Vísperas de la celebración de aquel 4 de julio de 1898, se desarrollaba la Batalla Naval de Santiago de Cuba, en la que los cubanos derrochaban valor y sacrificio, a costa del cansancio y los tantos años de lucha por su independencia. Se avizo- raba lo que tanto habían soñado, por lo que tantas vidas se habían entregado: la independencia del colonialismo español. Desde el mes de abril, con supuestos fines humanitarios, buques norteame- ricanos habían implantado un bloqueo naval en puertos cubanos y se había A 50 años de abrirse a la firma el Tra- tado sobre la no proliferación de las ar- mas nucleares, el escenario internacio- nal gira en torno a la desnuclearización de la península coreana, pero poco se habla del arsenal de otras naciones que engordan, gracias a la carrera arma- mentista, sus economías. Varios han sido los encuentros de alto nivel para zanjar el llamado conflicto coreano. En ellos, además de los loca- les al Norte y al Sur de la línea fronte- riza, han intervenido grandes potencias como Estados Unidos, China y Rusia, a fin de lograr la desnuclearización defi- nitiva de la península. Seúl y Pyongyang parecen haber ha- llado el camino hacia la paz, pero esto, más allá del beneficio que pueda traer- les a los habitantes de un lado y del otro de la franja, algunos han querido inter- pretarlo como la cesión de Kim ante presiones foráneas, en especial las de Estados Unidos, nación que se sustenta en la industria de las armas y despliega su influencia por el mundo a través de bases militares y otras acciones. De ahí que la falta de transparencia motivada por juegos de poder dificul- te también el avance hacia un mun- do «desnuclearizado». Cinco décadas atrás, los firmantes del Tratado lo ad- vertían, con un tono desiderativo: el documento partía del deseo de «pro- mover la disminución de la tirantez firmado la conocida Declaración Con- junta con España –desconociendo a los cubanos– en la que se reconocía el dere- cho de Cuba a ser libre e independiente y los Estados Unidos aseguraban no tener intenciones de ejercer soberanía sobre la Isla, excepto para su «pacificación». Para el mes de julio, sin embargo, los españoles procedieron a hundir el viejo barco conocido como Reina Mercedes y obstruyeron la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, mientras el capitán general Ramón Blanco se negaba a ca- pitular y en Estados Unidos se recibía con júbilo la destrucción de la avalada escuadra del contralmirante Pascual Cervera. Para entonces, los estadounidenses realizan importantes acciones: blo- quean puertos, movilizan buques de la marina, yates y en un campamento en la Florida entrenan un ejército de volunta- rios que, tras los éxitos en las Filipinas, los primeros contactos con el General cubano Calixto García y tener a su dis- posición al delegado del Partido Revolu- cionario Cubano (prc), Tomás Estrada Palma, les permite presentarse como los «pacificadores». Pero una realidad se imponía: más que bertha mojena milian A 120 años de una gran ironía afectar a los españoles, el bloqueo naval afectaba a la población, que además del desgaste provocado por la guerra, ahora se enfrentaba a una especie de reconcen- tración. Mientras, las tropas norteameri- canas utilizaban a los cubanos como pun- ta de lanza para después desplazarlos. Solo en las costas de Guantánamo y Santiago de Cuba llegaron a desem- barcar 16 000 hombres que, unido el bombardeo a la ciudad y sus respectivas consecuencias, así como el desconoci- miento del Ejército Libertador y la con- creción de la intervención militar unos días después, completaban el gran ciclo que desembocó en la primera guerra imperialista de la historia, como la ca- lificara Lenin. A 120 años de aquellos hechos, resulta aún irónico pensar que el país que tan- ta sangre había derramado para lograr su unificación y la independencia de sus colonias, impulsara un conflicto de tal magnitud bajo la justificación de la paz, pero con la pretensión real de apo- derarse de la soñada Llave del Golfo y a su vez, extenderse por nuestras tierras de América. Estados Unidos sentaba banderas con su famosa Doctrina Monroe como es- tandarte, esa que por estos días parece retomar fuerzas, desconociendo que son otros los tiempos y que la celebración del 4 de julio debiera ser hoy, más que todo, un llamado a la reflexión, al respeto a la soberanía y la convivencia pacífica entre los pueblos. ¿Adiós a las armas nucleares? darcy borrero batista internacional y el robustecimiento de la confianza entre los Estados con el obje- tivo de facilitar la cesación de la fabrica- ción de armas nucleares, la liquidación de todas las reservas existentes de tales armas y la eliminación de las armas nu- cleares y de sus vectores en los arsena- les nacionales en virtud de un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional». Como bandera se levantaba entonces la idea de «las devastaciones que una guerra nuclear infligiría a la humani- dad entera y la consiguiente necesidad de hacer todo lo posible por evitar el pe- ligro de semejante guerra y de adoptar medidas para salvaguardar la seguri- dad de los pueblos». En la base de estos planteamientos se lee un sobrentendido fundamental: «la proliferación de las armas nucleares agravaría considerablemente el peligro de guerra nuclear». No obstante, el tratado no fue tan le- jos como pudo o debió. En vez de pros- cripción, prefirió emplear la frase «no proliferación», y con ello continuaba dejando abierta la brecha entre los paí- ses que ya tenían las armas nucleares y los que no. Pareciera que con este tra- tado se buscara perpetuar la posición de asimetría entre el grupo de naciones que marcan la hegemonía global y el resto. Una ojeada a los poseedores de ar- mas nucleares podría esclarecer mucho en este sentido: con Estados Unidos y Rusia a la cabeza, la lista la completan el Reino Unido, China, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Saltan a la vista por su menor peso en la economía –aunque no en la geopolí- tica– los casos de Pakistán y Corea del Norte. Pero habría que entender ele- mentos de trasfondo: ambos Estados salieron de guerras que marcarían a sus ciudadanos y se volcaron hacia la de- fensa a ultranza de sus territorios. El resto de los países en posesión de bombas nucleares no sorprende. El di- ferendo Estados Unidos-Rusia, trasno- chado en una Guerra Fría que han ca- lificado de caliente por su constancia y puntos de tensión sin par, se sabe clave en la búsqueda de armamentos letales. En esa búsqueda chocaron con los nu- cleares. Sin embargo, Vladimir Putin ha reiterado que Rusia está interesada en encontrar una solución definitiva a este problema mediante el diálogo. «Nos gustaría ayudar y participar en la bús- queda de una solución para la desnu- clearización». A los efectos del Tratado sobre la no proliferación… «un Estado poseedor de armas nucleares es un Estado que ha fabricado y hecho explotar un arma nu- clear u otro dispositivo nuclear explosi- vo antes del 1ro. de enero de 1967». El año pasado, tras varias décadas signadas únicamente por la «no proli- feración», se aprobó de manera formal en las oficinas generales de las Naciones Unidas en Nueva York, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares. Analistas consideran que este nue- vo acuerdo en parte proviene de la de- cepción de las naciones que no tienen armamento nuclear ante la ineficacia del Tratado de No Proliferación…, que se ha distanciado del desarme una vez que prefirió no afectar «el derecho inalienable de todas las Partes en el Tra- tado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos sin discrimi- nación». En cambio, el nuevo Tratado sobre la Prohibición se pronuncia por la ilegali- dad del uso de armas nucleares, contra la amenaza de usarlas, las pruebas, el desarrollo, la producción, la posesión, la transferencia y la colocación en otros países. Y va más allá: para las naciones que tienen armas nucleares y acepten unirse al tratado, se describe un proce- so para la destrucción de sus reservas y dar cumplimiento a la promesa de no volver a tener armas nucleares. Daryl G. Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, un grupo que apoya el tratado y tiene sede en Washington dijo a The New York Times que el nuevo tratado es «una expresión del profundo desaso- siego respecto de los enormes riesgos que plantean las armas nucleares y de la creciente frustración provocada por los Estados que tienen armas nucleares debido a su incapacidad de cumplir los compromisos de desarme nuclear». Sin embargo, las limitaciones de esta propuesta son obvias, en tanto surgió de las naciones que no poseen arma- mento nuclear. Buques norteamericanos bloqueaban la bahía de Santiago de Cuba en julio de 1898. FOTO: INTERNET Solo en el estrecho de Santiago de Cuba, llegaron a desembarcar 16 000 hombres, que, unido el bombardeo a la ciudad y sus respectivas consecuencias, así como el desconocimiento del Ejército Libertador y la concreción de la intervención militar unos días después, completaban el gran ciclo que desembocó en la primera guerra imperialista de la historia. G contraplano

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7mundojulio 2018 miércoles 4

Vísperas de la celebración de aquel 4 de julio de 1898, se desarrollaba la Batalla naval de Santiago de Cuba, en la que los cubanos derrochaban valor y sacrificio, a costa del cansancio y los tantos años de lucha por su independencia. Se avizo-raba lo que tanto habían soñado, por lo que tantas vidas se habían entregado: la independencia del colonialismo español.

desde el mes de abril, con supuestos fines humanitarios, buques norteame-ricanos habían implantado un bloqueo naval en puertos cubanos y se había

A 50 años de abrirse a la firma el Tra-tado sobre la no proliferación de las ar-mas nucleares, el escenario internacio-nal gira en torno a la desnuclearización de la península coreana, pero poco se habla del arsenal de otras naciones que engordan, gracias a la carrera arma-mentista, sus economías.

Varios han sido los encuentros de alto nivel para zanjar el llamado conflicto coreano. En ellos, además de los loca-les al norte y al Sur de la línea fronte-riza, han intervenido grandes potencias como Estados unidos, China y Rusia, a fin de lograr la desnuclearización defi-nitiva de la península.

Seúl y Pyongyang parecen haber ha-llado el camino hacia la paz, pero esto, más allá del beneficio que pueda traer-les a los habitantes de un lado y del otro de la franja, algunos han querido inter-pretarlo como la cesión de Kim ante presiones foráneas, en especial las de Estados unidos, nación que se sustenta en la industria de las armas y despliega su influencia por el mundo a través de bases militares y otras acciones.

de ahí que la falta de transparencia motivada por juegos de poder dificul-te también el avance hacia un mun-do «desnuclearizado». Cinco décadas atrás, los firmantes del Tratado lo ad-vertían, con un tono desiderativo: el documento partía del deseo de «pro-mover la disminución de la tirantez

firmado la conocida declaración Con-junta con España –desconociendo a los cubanos– en la que se reconocía el dere-cho de Cuba a ser libre e independiente y los Estados unidos aseguraban no tener intenciones de ejercer soberanía sobre la Isla, excepto para su «pacificación».

Para el mes de julio, sin embargo, los españoles procedieron a hundir el viejo barco conocido como Reina mercedes y obstruyeron la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, mientras el capitán general Ramón Blanco se negaba a ca-pitular y en Estados unidos se recibía con júbilo la destrucción de la avalada

escuadra del contralmirante Pascual Cervera.

Para entonces, los estadounidenses realizan importantes acciones: blo-quean puertos, movilizan buques de la marina, yates y en un campamento en la Florida entrenan un ejército de volunta-rios que, tras los éxitos en las Filipinas, los primeros contactos con el General cubano Calixto García y tener a su dis-posición al delegado del Partido Revolu-cionario Cubano (prc), Tomás Estrada Palma, les permite presentarse como los «pacificadores».

Pero una realidad se imponía: más que

bertha mojena milian

A 120 años de una gran ironíaafectar a los españoles, el bloqueo naval afectaba a la población, que además del desgaste provocado por la guerra, ahora se enfrentaba a una especie de reconcen-tración. mientras, las tropas norteameri-canas utilizaban a los cubanos como pun-ta de lanza para después desplazarlos.

Solo en las costas de Guantánamo y Santiago de Cuba llegaron a desem-barcar 16 000 hombres que, unido el bombardeo a la ciudad y sus respectivas consecuencias, así como el desconoci-miento del Ejército Libertador y la con-creción de la intervención militar unos días después, completaban el gran ciclo que desembocó en la primera guerra imperialista de la historia, como la ca-lificara Lenin.

A 120 años de aquellos hechos, resulta aún irónico pensar que el país que tan-ta sangre había derramado para lograr su unificación y la independencia de sus colonias, impulsara un conflicto de tal magnitud bajo la justificación de la paz, pero con la pretensión real de apo-derarse de la soñada Llave del Golfo y a su vez, extenderse por nuestras tierras de América.

Estados unidos sentaba banderas con su famosa doctrina monroe como es-tandarte, esa que por estos días parece retomar fuerzas, desconociendo que son otros los tiempos y que la celebración del 4 de julio debiera ser hoy, más que todo, un llamado a la reflexión, al respeto a la soberanía y la convivencia pacífica entre los pueblos.

¿Adiós a las armas nucleares?darcy borrero batista

internacional y el robustecimiento de la confianza entre los Estados con el obje-tivo de facilitar la cesación de la fabrica-ción de armas nucleares, la liquidación de todas las reservas existentes de tales armas y la eliminación de las armas nu-cleares y de sus vectores en los arsena-les nacionales en virtud de un tratado de desarme general y completo bajo estricto y eficaz control internacional».

Como bandera se levantaba entonces la idea de «las devastaciones que una guerra nuclear infligiría a la humani-dad entera y la consiguiente necesidad de hacer todo lo posible por evitar el pe-ligro de semejante guerra y de adoptar medidas para salvaguardar la seguri-dad de los pueblos».

En la base de estos planteamientos se lee un sobrentendido fundamental: «la proliferación de las armas nucleares agravaría considerablemente el peligro de guerra nuclear».

no obstante, el tratado no fue tan le-jos como pudo o debió. En vez de pros-cripción, prefirió emplear la frase «no proliferación», y con ello continuaba dejando abierta la brecha entre los paí-ses que ya tenían las armas nucleares y los que no. Pareciera que con este tra-tado se buscara perpetuar la posición de asimetría entre el grupo de naciones que marcan la hegemonía global y el resto.

una ojeada a los poseedores de ar-mas nucleares podría esclarecer mucho en este sentido: con Estados unidos y Rusia a la cabeza, la lista la completan

el Reino unido, China, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del norte.

Saltan a la vista por su menor peso en la economía –aunque no en la geopolí-tica– los casos de Pakistán y Corea del norte. Pero habría que entender ele-mentos de trasfondo: ambos Estados salieron de guerras que marcarían a sus ciudadanos y se volcaron hacia la de-fensa a ultranza de sus territorios.

El resto de los países en posesión de bombas nucleares no sorprende. El di-ferendo Estados unidos-Rusia, trasno-chado en una Guerra Fría que han ca-lificado de caliente por su constancia y puntos de tensión sin par, se sabe clave en la búsqueda de armamentos letales. En esa búsqueda chocaron con los nu-cleares.

Sin embargo, Vladimir Putin ha reiterado que Rusia está interesada en encontrar una solución definitiva a este problema mediante el diálogo. «nos gustaría ayudar y participar en la bús-queda de una solución para la desnu-clearización».

A los efectos del Tratado sobre la no proliferación… «un Estado poseedor de armas nucleares es un Estado que ha fabricado y hecho explotar un arma nu-clear u otro dispositivo nuclear explosi-vo antes del 1ro. de enero de 1967».

El año pasado, tras varias décadas signadas únicamente por la «no proli-feración», se aprobó de manera formal en las oficinas generales de las naciones unidas en nueva York, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas nucleares.

Analistas consideran que este nue-vo acuerdo en parte proviene de la de-cepción de las naciones que no tienen armamento nuclear ante la ineficacia del Tratado de no Proliferación…, que se ha distanciado del desarme una vez que prefirió no afectar «el derecho inalienable de todas las Partes en el Tra-tado de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos sin discrimi-nación».

En cambio, el nuevo Tratado sobre la Prohibición se pronuncia por la ilegali-dad del uso de armas nucleares, contra la amenaza de usarlas, las pruebas, el desarrollo, la producción, la posesión, la transferencia y la colocación en otros países. Y va más allá: para las naciones que tienen armas nucleares y acepten unirse al tratado, se describe un proce-so para la destrucción de sus reservas y dar cumplimiento a la promesa de no volver a tener armas nucleares.

daryl G. Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, un grupo que apoya el tratado y tiene sede en Washington dijo a The new York Times que el nuevo tratado es «una expresión del profundo desaso-siego respecto de los enormes riesgos que plantean las armas nucleares y de la creciente frustración provocada por los Estados que tienen armas nucleares debido a su incapacidad de cumplir los compromisos de desarme nuclear».

Sin embargo, las limitaciones de esta propuesta son obvias, en tanto surgió de las naciones que no poseen arma-mento nuclear.

Buques norteamericanos bloqueaban la bahía de Santiago de Cuba en julio de 1898. foto: internet

Solo en el estrecho de Santiago de Cuba, llegaron a desembarcar 16 000 hombres, que, unido el bombardeo a la ciudad y sus respectivas consecuencias, así como el desconocimiento del Ejército Libertador y la concreción de la intervención militar unos días después, completaban el gran ciclo que desembocó en la primera guerra imperialista de la historia.

G contraplano