Mujer Gitana Mediadora en Tratamientos Por Drogas

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INSTITUTO DE LA MUJER

Estudios e Investigaciones

LA MUJER GITANA COMO MEDIADORA EN LOS PROCESOS TERAPÉUTICOS Y DE

RECOMPOSICIÓN FAMILIAR ASOCIADOS AL CONSUMO DE DROGAS

Año 2002 – Año 2006

Equipo investigador dirigido por: Manuela Cantón Delgado

Cristina Marcos Montiel Salvador Medina Baena Ignacio Mena Cabezas

Universidad de Sevilla

Ref: 655– 59/ 02

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1.- TITULO: LA MUJER GITANA COMO MEDIADORA EN LOS PROCESOS TERAPÉUTICOS Y DE RECOMPOSICIÓN FAMILIAR ASOCIADOS AL CONSUMO DE DROGAS. 2.- AUTOR/A O AUTORES/AS: Investigadora principal: Dra. Manuela Cantón Delgado Miembros del Equipo: Lcda.. Cristina Marcos Montiel Lcdo. Salvador Medina Baena Dr. Ignacio Mena Cabezas

3.- FECHA DE REALIZACIÓN: De enero de 2003 a noviembre de 2006 (Proyecto trianual prorrogado) 4.- OBJETIVOS

El objetivo principal de este proyecto ha sido analizar el conjunto de estrategias de acción y reproducción social1 (económica, sociales, educativas, sanitarias, religiosas, culturales, etc.) puestas en marcha por un grupo de mujeres gitanas en el marco tanto de los procesos terapeúticos de rehabilitación y reinserción de drododependientes, como de re-estructuración familiar que siguen a éstos. Nos ha interesado explorar el papel de las mujeres gitanas como mediadoras decisivas, aunque invisibilizadas, en los procesos terapéuticos, sociofamiliares y de diálogo con las instituciones (generalmente percibido en términos de fracaso comunicativo) asociados al consumo de drogas, tanto intravenosas como a la práctica del policonsumo. Hemos partido de la base de que las situaciones en las que emerge este problema no son únicas ni homogéneas, sino múltiples y muy distintas entre sí. De ahí que hayamos tratado de desplegar, en lo posible, el abanico de contextos en los que viven estas mujeres y los roles que desempeñan, así como su percepción del papel jugado por las redes de parientes y por las instituciones, todo ello en los casos asociados al consumo prolongado de drogas y en los procesos de desintoxicación y/o reinserción socio-laboral que eventualmente siguen a esas adicciones o, más frecuentemente, se entreveran prolongadamente con su práctica. Lo que aquí se plantea es una revisión desde la perspectiva étnica y de género del impacto del “problema de la droga” y de sus impactos en el seno de un número limitado de familias de gitanos bajoandaluces.

Y en relación con ello, nos hemos planteado dar cuenta de los siguientes

objetivos específicos a lo largo del desarrollo de nuestra investigación:

1) Analizar la diversidad de roles desempeñados por las mujeres gitanas en los procesos de conflicto familiar desencadenados, aunque no entendemos ésta como una relación causa efecto, por el consumo de drogas. Nos referimos especialmente a su papel en los procesos

1 BOURDIEU, P. (1995): Respuestas. Por una antropología reflexiva. Grijalbo. México, pág, 122.

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terapéuticos destinados a la desintoxicación, rehabilitación y reinserción del drogodependiente y en los procesos de sostenimiento de la estructura y economía familiares, asociados a las prácticas adictivas de uno o más miembros de las familias gitanas.

2) Verificar el tipo de relación que mantienen las mujeres gitanas con

el tráfico y consumo de drogas y conocer la diversidad de papeles que desempeñan en estos casos: vendedora-traficante, colaboradora en la venta, consumidora y, sobre todo, cuidadora. Este papel de cuidadora es el que con más frecuencia desempeñan las gitanas en relación al problema de la droga, y en este sentido nos hemos interesado por la articulación de saberes culturales, biomédicos, religiosos, terapéuticos y populares en estos procesos.

3) Profundizar en el conocimiento de las transformaciones que están

afectando a los sistemas de autoridad (gerontocracia gitana, jerarquía eclesiástica y autoridad de los pastores evangélicos), así como en la organización familiar gitana, cambios derivados de las condiciones de vida desencadenadas a partir del inicio de la práctica adictiva, durante el período de consumo de droga y a lo largo del proceso terapéutico de desintoxicación, rehabilitación y reinserción.

4) Explorar la puesta en marcha de estrategias propias destinadas a la

superación de las desigualdades estructurales y coyunturales a las que se ven sometidas las mujeres gitanas. Estas estrategias nos interesan en la medida en la que se generan y ponen en funcionamiento en un contexto nuevo como es el de los nuevos escenarios sociales, médicos y penales generados por el consumo de droga, los sistemas de desintoxicación y los procesos de reorganización familiar asociados a ellos, en los que las mujeres gitanas han de redefinir o renegociar sus roles en nuevos contextos sociales de interacción.

5) En este marco, no podemos soslayar el papel desempeñado por el

nuevo movimiento socio-religioso representado por la evangelismo gitano de las iglesias Filadelfia en los procesos terapéuticos de desintoxicación, así como las similitudes y diferencias existentes entre éste y otros modelos de actuación en el campo de las drogodependencias. Nuestro Informe también se ocupa de las especificidades de los imaginarios y las acciones prácticas de las mujeres gitanas vinculadas al “problema de la droga” y conversas a este movimiento socio-religioso, en relación a las gitanas que permanecen al margen de él, por razones que (dada la importancia creciente del protestantismo pentecostal entre los gitanos, desde hace casi medio siglo) también hemos tratado de explorar.

6) El consumo de drogas intravenosas tiene implicaciones para la salud

bien conocidas: enfermedades altamente contagiosas asociadas a determinadas prácticas colectivas vinculadas al consumo, principalmente hepatitis C y VIH-SIDA. En este sentido, nos ha interesado analizar las consecuencias que para la economía familiar,

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la relación con las instituciones (sistema hospitalario) y la propia salud de las mujeres gitanas tienen las enfermedades contagiosas derivadas de la práctica adictiva de los miembros masculinos de sus familias.

7) En relación con ello, hemos procurado también acercarnos a las

percepciones, representaciones, discursos y estrategias prácticas que se generan desde dentro del mundo gitano hacia las mujeres de esta etnia, según el papel que éstas desempeñan en relación a las drogas: cuando las mujeres asumen el papel asistencial de cuidadoras o, por el contrario, cuando son protagonistas (consumidoras) en el hábito del consumo de drogas, víctimas de las enfermedades vinculadas a este consumo, o cuando han de pedir ayuda y someterse a algún proceso de desintoxicación. En este sentido, partimos de la siguiente consideración que podríamos formular también como hipótesis: El gitano drogadicto generalmente cuenta con el apoyo de toda la familia, mientras que la gitana drogadicta es condenada al ostracismo y el aislamiento, lo que está relacionado con la mayor versatilidad de los varones para adoptar papeles diferentes de los prescritos en una estructura de las relaciones sociales y de género que, entre los gitanos, es extremadamente inflexible con las mujeres.

8) También hemos querido contribuir al conocimiento de los procesos de

feminización de la pobreza y desigualdad social, así como de violencia doméstica extrema, que se ponen en marcha cuando las mujeres gitanas se ven forzadas a sostener en solitario la economía familiar al encontrarse en varón encarcelado por tráfico de drogas, inhabilitado por su consumo, o en proceso de desintoxicación en un Centro generalmente dependiente de la Iglesia Filadelfia (período de aislamiento en un centro vigilado por monitores y cuya duración está condicionada a la superación de las distintas fases de que consta el proceso). Ello ocurre en unas circunstancias que en ningún caso son equilibradas o simétricas, esto es, se parte de la posición tradicionalmente subordinada de las mujeres gitanas dentro de su propia cultura y de la sociedad mayoritaria, lo que vuelve estos casos extremadamente dramáticos en la mayor parte de las ocasiones.

9) Analizar cómo inciden todos estos procesos en la resignificación de las

identidades étnicas y sociales gitanas, y muy especialmente en las identidades de género, a través de la exploración de los relatos de coherencia que tematizan la identidad. En lo que se refiere a las identidades étnicas, por nuestros anteriores estudios sabemos que el sentido de pertenencia sale fortalecido debido a la conciencia de estar promoviendo vías propias de innovación, como los Centros de Desintoxicación llevados por gitanos y que permiten hablar, en cierta medida, de procesos de “autogestión del cambio”. En lo que se refiere a las identidades de género, nuestra atención se ha de centrar también en los cambios que se pueden estar produciendo en el rol y el estatus de la mujer gitana, especialmente a partir de la asunción de un papel protagonista en los procesos de recomposición familiar en la situaciones

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asociadas al consumo de droga, así como en los procesos de desintoxicación. Eso sí, la mayor parte de estos casos se corresponden con mujeres vinculadas al mundo asociativo o evangélico.

10) En relación con todo ello, hemos querido verificar si la mujer gitana se

convierte, en los casos analizados, en un agente potencial de cambio social dentro de su propio grupo étnico. Para ello atendemos a una ecuación clave: la distancia entre su posición tradicionalmente subordinada dentro del sistema cultural gitano, y la situación protagonista en la que la colocan las necesidades de reorganización y recomposición familiar, así como de desintoxicación y atención a la salud, derivadas de las situaciones de consumo de drogas por parte de los miembros masculinos de su grupo doméstico. Esa distancia se nos ha revelado como un espejismo, en el sentido de que lo que las situaciones analizadas revelan es una potenciación llevada al extremo del rol tradicional que lleva en muchos casos a estas mujeres a asumir el papel prescrito y simultáneamente uno nuevo que suplanta al que en una situación de normalidad desempeña el varón en el ámbito doméstico, de manera que lejos de suponer un reconocimiento esta nueva situación acaba por reforzar la asunción de la invisibilidad por parte de unas mujeres saben que están rebasando lo que estructuralmente son, para asumir lo que coyunturalmente se les exige.

El conjunto de HIPÓTESIS de las que partimos puede ser formulado como sigue: el papel que las mujeres gitanas pueden estar representando como nuevos agentes sociales en los contextos gitanos que han registrado el impacto de las prácticas vinculadas al tráfico y consumo de drogas, intravenosas (años ochenta) o marcadas por la actual pauta de policonsumo, les conduce a generar nuevas estrategias para hacer frente a los procesos terapéuticos, de sostenimiento económico y de recomposición familiar asociados a aquellas prácticas desestructuradoras, y a redefinir eventualmente sus identidades y sus roles en respuesta a estas nuevas situaciones. Esas estrategias, que han variado en los últimos veinte años como lo han hecho las pautas mismas de consumo, el tipo de sustancia consumida y el perfil del drogodependiente, desencadenan dos posibles consecuencias dependiendo de factores diversos:

1.- Por un lado, ese papel esencial como mediadora y cuidadora es

desempeñado en medio de una situación de invisibilidad, ya que el entorno entiende que forma parte de lo que se espera de ellas como madres, hijas y esposas (de sus roles prescritos, en definitiva), pero al mismo tiempo transgrede ese mismo papel al exponerlas a situaciones nuevas. La permanente búsqueda del equilibrio y la normalidad (social, simbólica, económica, familiar, penal, sociosanitaria) se convierte en el eje en torno al que pivota la cotidianeidad de estas mujeres.

2.- Por otro, es sólo en los casos de mujeres con vínculos asociativos y/o

eclesiásticos (debidos a la conversión al evangelismo de la Iglesia Filadelfia),

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que se puede hablar de ellas como nuevos agentes sociales capaces de promover cambios importantes tanto en la percepción del papel de las mujeres gitanas, como en el de las prácticas que pueden legítimamente formar parte de esa percepción, de ese imaginario.

3.- Por su parte, las gitanas consumidoras y las afectadas por

enfermedades vinculadas al consumo de drogas intravenosas (Hepatitis C, VIH-SIDA), experimentan generalmente un rechazo y aislamiento no reversibles, por ser consideradas responsables de una transgresión grave al conjunto de valores asociados a la mujer gitana (que “tiene un respeto”, como opuesto a la “libertad que tiene la mujer paya”) y que vertebran el núcleo duro del sistema cultural del grupo étnico, mientras los varones consumidores (comparativamente mucho más numerosos que las mujeres, y también mucho más visibles en términos sociales, sanitarios, familiares y simbólicos) cuentan por lo general con el apoyo de toda la red de parientes, con la construcción de discursos benévolos y legitimantes hacia su conducta, con centros de desintoxicación que están concebidos y organizados pensando exclusivamente en ellos, y tienen en las mujeres (madres, esposas, hijas, tías, etc.) su principal soporte para el sostenimiento económico de la familia, para el apoyo psicológico y emocional al enfermo y para la reestructuración familiar, que en todos los casos se convierte en un imperativo a causa de los graves episodios de conflicto y violencia asociados a la práctica adictiva y al entorno de la droga.

5.- METODOLOGÍA

5.1 Fecha de realización del trabajo de campo: 2004-2005 5.2 Muestra y Objeto MUESTRA: Mujeres gitanas que encabezan unidades familiares desestructuradas a causa de la combinación de un entorno socioeconómico degradado y marginal y el tráfico-consumo de productos psicotrópicos vía intravenosa (heroína), inhalada, fumada, o bien vinculadas a las politoxicomanías. Muestra no representativa. Unos 120 informantes, 30 entrevistas extensas y completas y casi 100 incompletas. Muestreo realizado entre mujeres asociadas (asociaciones confesionales y aconfesionales) o pertenecientes al Culto (Iglesia Evangélica Filadelfia, pentecostalismo de origen norteamericano). Ámbito de aplicación: áreas urbanas de Sevilla capital y de La Línea de la Concepción (Cádiz). Unidades de observación: contextos vinculados a las asociaciones, las iglesias protestantes, los mercados ambulantes, los centros de desintoxicación de drogodependientes y el barrio. OBJETO: Salud, Etnicidad (Gitanos), Género, Religión, Asociacionismo, Drogas. 5.3 Proceso de la investigación (procedimiento, método, diseño, variables)

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Trabajo de campo etnográfico. Metodología cualitativa. Variables: género, edad, tipo de vínculo con afectado/s, pertenencia formal o informal a Iglesia Evangélica y asociaciones, tanto confesionales y no confesionales. 5.4 Instrumentos de obtención de información (entrevistas y observación, y qué

variables o aspectos he medido con ellos) 1.- Entrevistas semiestructuradas: relatos biográficos-historias de vida, triangulación de la información. 2.- Observación: participante en los cultos evangélicos, simple en las asociaciones y centros de desintoxicación, explicativa –con uso de hipótesis- en todos los casos, asistemática y sistemática –por este orden- en los contextos urbanos. 5.5 Técnicas de análisis Transcripción, interpretación, descripción densa (encarnación, triangulación, datos multirreferenciales), clasificaciones en función de variables y con vistas a la interpretación. 6.- RESULTADOS 1.- En general el perfil del adicto a nuestro estudio se corresponde con el del drogodependiente apoyado, el más frecuente entre la población gitana. Se trata de personas policonsumidoras (heroína, cocaína, alcohol, tranquilizantes) cuyo entorno familiar conoce el problema de la adicción y le proporciona al afectado condiciones mínimas para que no “acabe en la calle”. La presión del medio familiar para que se “cure” hace que el drogodependiente apoyado haya pasado a menudo por varios centros de desintoxicación pertenecientes a comunidades terapeúticas diversas (evangélicas o no), y haya probado diversas maneras de reinsertarse, haya recaído y encadenado tratamientos durante un largo período (con metadona, sucedáneo sintético de la heroína administrado por vía oral), haya pasado por la experiencia carcelaria, el empleo precario y el desempleo, la falta de perspectivas y el diario “buscarse la vida” (“pillar” para “ponerse”), prácticas de robo para reventa posterior a bajo precio o para intercambio directo por droga, huir de la policía, etc. 2.- La mayoría de nuestras entrevistadas relatan casos que se corresponden con los predominantes en la etapa que se dio en llamar (Gamella, 1997) crisis de la heroína, que dejó una mayor sensibilidad social y familiar para la problematización del uso de drogas ilícitas, y también una estructura institucional específica, pública y privada, de expertos, organismos y agencias dedicadas a conocer, prevenir y tratar los problemas derivados del uso de productos psicotrópicos, que es aún hoy principalmente heroinocéntrica. El apego a la crisis de la heroína ha condicionado, por ejemplo, nuestra visión de los nuevos usos de las drogas, y de los nuevos usuarios, que no son desde luego los de nuestro universo de estudio. Los males que causan las drogas siguen, veinte años después, identificados con los que causó la heroína, o mejor aún, con “el destino de ese amplio sector de desafortunados politoxicómanos sobre los que han recaído la mayoría de los efectos de la

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crisis de la heroína” (Gamella, 1997: 22). Nuestros informantes caen de lleno dentro de este sector. 3.- En el proceso de paulatino deterioro y quiebra final de los vínculos y lealtades familiares gitanos, al menos tal y como habían sido entendidos y vividos hasta el momento de iniciarse la adicción, proceso en el que muchos de esos referentes axiológicos se ven vulnerados, cuestionados o transgredidos, estas mujeres tratan de seguir respondiendo, frecuentemente en solitario, a un ideal representacional y narrativo de madre y esposa que las empuja, cuando las condiciones de marginación y violencia se extreman, a una situación desesperada. La situación conlleva un enorme sufrimiento, narrado con vehemencia y sinceridad, un impacto emocional muy intenso, una sobrecarga de responsabilidades, de trabajo y, por encima de todo, el aislamiento, la vergüenza y el desprecio generalmente vividos en silencio y durante períodos de tiempo muy prolongados, experimentado con humillación y vergüenza por esas mujeres que el imaginario gitano tan repetidamente ensalza. 4.- La drogodendencia viene a profundizar las condiciones pre-existentes de marginalidad y escasez de recursos, y además constituye el eje de un proceso de construcción social de estereotipos estigmatizantes, lo que implica el endurecimiento de las percepciones deslegitimadotas, el reforzamiento de las actitudes de rechazo y desemboca en la consolidación de una ideología de tintes xenófobos que legitima y justifica solapadamente la desigualdad, matríz misma del problema. A medida que las relaciones entre el mundo gitano y las drogas han ido transformándose desde los años ochenta del siglo XX hasta hoy, y como quiera que se han generalizado los casos de drogodependencia en el seno de muchas familias gitanas y que la Iglesia Filadelfia (presente en Andalucía desde comienzo de los sesenta del siglo XX) ha hecho de la lucha contra la droga entre los gitanos una de sus principales señas de identidad, ese proceso de estigmatización se ha ido enriqueciendo con nuevos matices a lo largo de la última década. Se ha convertido en un problema diana en los procesos de autogestión del cambio llevados a cabo por los propios gitanos, tanto desde el mundo asociativo, como desde el evangélico. 5.- Estos procesos de estigmatización funcionan tanto dentro como fuera del grupo étnico y varían en función de la variable de género: Cuando la adicta es mujer con responsabilidades familiares no hay figura que sustituya esos cuidados interrumpidos por una conducta sancionada como vergonzante, sin beneficiarse de la condición de enferma. Cuando el adicto es varón, la atención familiar se mantiene en tanto permanecen intactos los principios de gitaneidad. En caso de que haya algún episodio transgresor es más fácilmente sobreseído en función de la distinta consideración social que acompaña a la diferenciación por géneros. En este sentido, son casos generalizados los de los drogodependientes apoyados. Eso sí, con independencia del resultado final del proceso, las cuidadoras son tenidas en mayor consideración si logran mantener, en todos los aspectos y por extremas que sean las circunstancias, la unidad familiar, la discreción y un mínimo control sobre acciones

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potencialmente descontroladas o transgresoras de las normas básicas tenidas por gitanas. 6.- Nuestra informante tipo ha sido una mujer gitana, casada entre los 13 y 16 años, es decir, muy joven en relación a la edad media en la que se contrae matrimonio entre la población no gitana, madre de varios hijos, algunos de ellos heroinómanos, o bien esposa de un drogadicto, vendedora, que ha sufrido y/o sufre regularmente malos tratos, a veces enferma ella misma, vinculada a la Iglesia Filadelfia de manera más o menos estable, o a alguna asociación (confesional o no) de mujeres gitanas, con enormes reticencias para hablar de su biografía en relación con las drogas, la mayoría de las cuales han rechazado la posibilidad de ser entrevistadas de una manera formal y con grabadora, o sólo han accedido a hablar parcialmente de su situación, lo que nos ha llevado lógicamente a experimentar una gran inseguridad con respecto a la veracidad de los que nos narraban. La distancia socio-étnica y la colaboración de dos entrevistadores gitanos en nuestro Proyecto, nos ha obligado a reflexionar sobre el ideal alimentado por esa filosofía positivista de la ciencia que, de alguna manera, elimina al científico y acaba ignorando la necesidad de problematizar las relaciones entre científicos sociales e informantes, así como el impacto de nuestra mera presencia como investigadores/as en este tipo de realidades sociales. Esta ceguera sólo elude o pospone el imperativo de la reflexividad, consistente en tomar como objeto el mismo proceso de construcción del conocimiento del objeto, sus condiciones prácticas y objetivas (Bourdieu, 1992).

7.- En general, y de manera muy resumida, los relatos producidos durante las entrevistas nos han permitido, como hemos explicado detalladamente en el capítulo correspondiente del Informe Final, aproximarnos a experiencias de primera mano cuyas protagonistas, las mujeres gitanas entrevistadas, nos han aportado su visión y su conocimiento sobre TEMAS como: la percepción gitana (de cierto sector de las familias gitanas vinculadas al mundo de la droga) de la sociedad paya (no gitana) en general, y en particular hacia el mundo de la administración, una visión extremadamente hostil en la que funcionan unos estereotipos muy precisos alimentados con la experiencia repetida del rechazo y la marginación. Incluso entre los gitanos vinculados de manera estable al Culto evangélico (bautizados), cuyos líderes fomentan una identidad no rupturista (Cantón, 2004). Reconocen en el racismo el mayor de los problemas, relatan con detalle el papel de ese racismo en el automatismo con el que se vincula mundo gitano y droga. En casi todos los casos las entrevistadas han tratado de minimizar las referencias a la adicción y a los peores episodios, limitándose a relatar la curación a través del Culto evangélico y los centros asociados, es decir, nuestras entrevistadas han tendido a negar o a evitar el relato de los episodios que, salvo las que pertenecen al Culto, consideran privados. Pero para los evangélicos el relato de la adicción es parte de un testimonio de humillación, desobediencia, arrepentimiento y renacimiento personal muy valorado por la comunidad de creyentes (Testimonio de Conversión), y eje del proceso de resocialización que sigue a la conversión religiosa y el establecimiento de un vínculo estable con la comunidad de creyentes. También en los relatos de las entrevistadas hemos asistido repetidamente a los contornos del rechazo, y a

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casos en los que el rechazo no se ha llegado a experimentar debido generalmente a la presencia de una sólida coraza representada por la familia nuclear y el fuerte entramado familiar extenso (patrigrupo gitano), y al papel jugado por los familiares pastores evangélicos, líderes del Culto. Se nos habla de la importancia extrema del entorno social, la rapidez con la que se establece una pauta de consumo destructiva y acelerada entre los más jóvenes y el papel de la consistencia del entramado familiar gitano, que generalmente no abandona al adicto. Aparece como fundamental el apoyo decisivo de la familia nuclear, mujer e hijos, más aún que la proximidad de la Iglesia Evangélica.