Mujer Fatal: La Revista N° 1

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La primera publicación de la revista del grupo literario Mujer Fatal

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AgradecimientosQuerido lector:

Se hace necesario para mí agradecer la lectura de este que es el primer número de Mujer Fatal; La Revista. Ha sido un gusto trabajar para otorgarle a usted este pedacito de muestra de lo que nuestras autoras pueden lograr, llevando a su computador palabras, pensamientos e imágenes que todas —en particular yo— de-seamos que disfrute.

Esperamos que en el futuro siga nuestra revista publicación a publicación y disfrute lo que para usted estamos preparando. Así como también deseamos que nuestra comunidad de Mujer Fatal siga creciendo y muchas autoras se nos unan en esta cruzada de dar a conocer a las nuevas voces de la literatura romántica en español.

Saludos cordiales:

Nadia Salamanca F.Administradora de Mujer Fatal

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ÍndiceFemme Fatale ¿De dón surge el nombre del grupo?............. pag. 4-5Conoce a : Regina Roman y su Psico-comedia............... pag.6-9 Un poquito de Arte: Pin Up............................................. pag. 10-11

Un instante... y la eternidad: Brianna Callum.......... pag. 13-23Especial: COMA........................................... pag. 25-31

Nos recomienda: Tania Castaño................ pag. 32-34Anna Karine nos presenta a:................ pag. 36-38

Pollo a lo Sorrentino con pasta......... pag. 39-41

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Femme Fatale¿De dónde surge el nombre del grupo?Si crees que en este pequeño artículo te hablare-

mos de la simpática manera en que nuestras adminis-tradoras decidieron el nombre de nuestro grupo, estás muy equivocado. Te hablaremos del trasfondo en este nombre y al mismo tiempo descubrirás que no todo es tan simple como pensabas.

Mujer Fatal o Femme Fatale —en francés— es un arquetipo de personaje literario. Sí, la expresión es del mundo de la literatura, de ahí que un grupo literario puede ostentar este nombre sin pensar en el fetiche de mujer fatal de la cultura popular.

¿Pero qué tipo de personaje es este? Por lo ge-neral se trata de villanas, mujeres exuberantes y bellas que pueden seducir al héroe de la novela con su sen-sualidad. Se la describe como sexualmente insaciables, mujeres que son capaces de dejar a un lado los escrúpu-los con tal de conseguir su objetivo.

Aunque como ya dijimos, por lo general son Mal-vadas, también se las encuentra como heroínas de la narración, llegando incluso a ser protagonistas en cier-tos casos. Pero sea como sea nuestra mujer fatal, siem-pre será una seductora que no escatima en abandonar los escrúpulos por su cometido. Actualmente muchas novelas cuentan con el arquetipo de mujer fatal entre sus personajes, pero la bondad o la maldad en ellas no es tan delimitada, pasando de buenas a malas durante la narración.

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Personajes asociados al arquetipo de mujer fatal han existido desde las primeras culturas, rondando en-tre las leyendas, inclusive en la biblia, con Dalila, una hermosa mujer que es la perdición de Sansón en el libro de los jueces del antiguo testamento. Pero es a finales del siglo XIX cuando la expresión comienza a acuñar-se en el mundo occidental, de la mano de Oscar Wilde, Edvard Munch y Gustav Klimt entre otros.

Como ven hemos nombrado a dos artista, pues este personaje no es sólo del mundo de la literatura, también está infiltrado en el arte, existiendo hermosas e importantes pinturas en torno a ella. Aquí incluso po-demos descubrirla físicamente, pues sigue un patrón identificable. Es una mujer de labios gruesos, rojos y sensuales, de cabello rojizo y ondulado, con curvas bien definidas y exuberantes, cuya mirada atrapa a quien se atreva a darle un vistazo.

Hay quienes piensan que la popularización de esta figura en el siglo XX surge como una reacción a los mo-vimientos feministas y al cambio de rol de la mujer en la sociedad. Pero es con el cine negro que este personaje se masifica, llegando incluso al comics.

El cine negro es una expresión ambigua para refe-rirse a un tipo de películas que se dio durante la década de 1940 a 1950, donde los personajes principales suelen ser antihéroes, se desarrollan en el mundo delictual, las mafias y los bajos mundos. Su estética es principalmen-te oscura y tétrica, casi cercano al cine expresionista. Un mundo cinematográfico donde el personaje de la mujer fatal puede aflorar en su máxima expresión.

Y ahora que sabes todo esto ¿Te atreverás conocer Mujer Fatal?

Nadia Salamanca F

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Entrevista conRegina Roman y su Psico-comedia

Entrevistamos a Regina Roman, una de nuestras Mujeres Fata-les, autora de “Cuarentañeras”, “Un féretro en el tocador de señoras” y “Del suelo al cielo”.

Regina nació en Málaga, es abogada de profesión, actriz y escri-tora. Una mujer multifacética. Considera que el mejor regalo es arran-carle una sonrisa al prójimo y el mejor momento de la existencia, aquel en que te das cuenta cuál es tu misión en la vida. En la actualidad com-pagina su trabajo de actriz con la escritura; cuenta con cinco novelas publicadas en la colección de psico-comedias y una saga de fantasía juvenil que en breve verá la luz.

Si quieres conocerla un poquito más, saber de sus proyectos, sus publicaciones y algunos datito, sigue leyendo.

¿Cómo te describes?

Básicamente como una buen persona incapaz de hacer daño a una mosca. Palabrita del Niño Jesús.

¿Qué es lo primero que haces por la mañana?

¡Desayunar! Si no como no soy persona. Lo demás vendrá a continuación pero lo primero es lo primero.

¿Tienes alguna manía a la hora de escribir? ¿Utili-zas algún amuleto que te ayude a producir ideas?

Manías, ninguna. Puedo escribir donde sea, como sea y en las condiciones más precarias. En cuanto a lo del amuleto... Jolines, ya me gustaría tener uno de esos, ya. ¿Dónde dices que los venden? Lo único que tengo

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cerca cuando escribo es mi perra que es un tostón y se me tumba encima [ :) ]

Cuando estás muy concentrada desarrollando una es-cena ¿muerdes lápices, chupas un collar, frotas algún objeto?

Noooooo. Jajjajajajaja. Tecleo compulsivamente.

Explícanos ¿qué es eso de psico-comedia? ¿Qué te inspiró a escribir en ese subgénero?

Siempre me ha encantado la comedia romántica, dis-fruto una barbaridad con ella. Y la psicología femenina es otro de mis “constantes”. Sin querer fusioné ambas y salió un combo al principio extraño, de novela más autoayuda más humor. Exteriormente, el formato es de comedia romántica con todos los ingredientes propios del chick-lit y generalmente, una mayor dosis de humor de lo normal. Interiormente, ofrece un profundo estu-dio psicológico de los personajes y del tema en parti-cular que trate la novela, apoyado por el argumento y los diálogos para que sirva de ejercicio de reflexión, autoayuda y conclusiones o moraleja.

Tienes protagonistas egocéntricas, con crisis de edad, mitómanas, de baja autoestima, mal caracter, sufridas y hasta malasangronas. ¿Cómo haces para desarrollar el perfil de tus protagonistas? ¿Tienen algo de ti? ¿Te identificas con alguna en particular?

Creo que cada personaje tiene un pedacito del alma del autor. Por negativos que sean siempre reluce su cora-zoncito y por buena gente que parezcan a veces pueden sacar su lado oscuro. Son reales, redondos, con volu-men, no me gustan los estereotipos. Pero ninguna es yo al cien porciento. La que menos (diría nada) tiene

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que ver conmigo es Blanche, protagonista de “Muerta de envidia” que está a punto de salir en México para Latino-américa con Ediciones B México. Me costó sudor y lágri-mas construir ese personajes y que estuviera vivo y fuese creíble porque es el antiyo.

¿Cómo fue ese salto de las novelas de psico-comedia a las sagas de fantasía juvenil?

Nooo, más bien fue al contrario, llevo años escribiendo fantasía juvenil. Cuando aparqué la toga surgió la necesi-dad de contactar con el público adulto (aunque creo que mi saga de fantasía puede gustar al lector adulto, no está dirigido realmente al adolescente, es un estilo “apto para todos los públicos”) y continuar esa labor que llevaba años realizando como mediadora familiar. Fue maravilloso y si-gue siendo genial poder saltar de un género a otro y refres-car.

En próximos proyectos, ¿experimentarás con otros gé-neros o veremos más de los que ya has trabajado?

Tengo que terminar la colección de psico-come-dias, se lo debo a mis fans, hay mucha gente coleccionándolas. Acabaré la saga, seguiré con fantasía (algo hay pensado) y tengo pendiente un thriller con notas de hace dos años y muchas ganas pero poco tiempo.

¿Qué tipo de lecturas te gustan? ¿Cuá-les son tus autores preferidos?

Lo leo todo, cosas que me apasionan y co-sas más densas y aburridas, generalmente para clubs de lecturas que por mí sola jamás habría escogido. Me da mucha pena aburrirme con una lectura habiendo tantas cosas buenas es-

JJ Campagnuolo

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perándome ahí fuera. Me gusta la intriga, sobre todo si está bien rematada, el estilo ágil, fluido, concreto y bien encajado. La lista de autores preferidos sería lar-guísima, leo mucho a mis amigos y amigas que son todos fantásticos y escriben la mar de bien [ :) ]

¿Qué opinas sobre las redes sociales y los nuevos autores? ¿Crees que Internet acabará algún día con las editoriales?

Es un instrumento valiosísimo y un mecanismo fan-tástico no solo para darte a conocer sino para estar en contacto con la gente que te lee. Recibo todos los días mensajes de mis lectoras y algunos merecerían una no-vela, no podéis imaginar las cosas increíbles que me cuentan. Y no, no creo que nada acabe con nada. Las cosas están evolucionando y las editoriales, que son un negocio bastante antiguo, tendrán que renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos pero te aseguro que los que sean inteligentes a la hora de hacerlo no solo sub-sistirán sino que saldrán reforzados.

Para finalizar, ¿con cuál escena de tus nove-las has disfrutado más al escribirla?

Uff... eso casi que no te lo puedo contes-tar, son demasiadas y no hay ningu-na en especial que destaque. Quizá ese primer contacto entre Gilda el fantas-ma y Olivia en “Un féretro en el to-cador de señoras” o esas charlas que Lola le regala a sus amigas depresivas para subirles la autoestima en “Cuaren-

tañeras”... Todo el libro de “Del suelo al cielo” me hizo disfrutar, Cayetana, la

mentirosa compulsiva, es un personaje in-creíble.

JJ Campagnuolo

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Un poquito de ArteEl Pin Up

La expresión “pin-up” se acuñó en EEUU en las déca-das de los ‘40 y ‘50, durante la segunda guerra mundial. Con este nombre se conocen los dibujos e ilustraciones de chicas bonitas en actitudes sugerentes sin llegar a ser pornografía.

Desde las revistas y los calendarios, formas de publicidad muy extendida en la época, las Pin Up se extendieron por todos los rincones del país, llegando incluso a inter-nacionalizarse, al punto que hoy son conocidas en todo el mundo y, aunque hay países que las trasladan hasta la última página de la revista, en ninguno de ellos se le considera ne-cesariamente inmoral o pornográfico.

Su popularidad fue tal que muchos artistas y dibujantes contrataban modelos especialmente para realizar dichas ilus-traciones, las llamadas Pin Up Girl.

Las pin-ups Girls siguen ciertos cánones: son mujeres hermosas, muy sensuales, de cabello generalmente ondula-do y cuerpos curvilíneos y exuberantes. Generalmente las

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ilustraciones tienen como tema “pillar” a la Pin UP en situaciones “comprometedo-ras”, en las que su actitud destila erotis-mo e ingenuidad. No hace falta que estén desnudas, y en su mayoría no lo están, pues su encanto reside la pose de la mo-delo, su mirada inocente, en aquella fal-da que se lleva el viento sin dejar ver más allá, en los pequeños vistazos a la lencería que no excede la visión de la piel, en la actitud de mujer deseable sin ser evidente.

Las Pin Up Girl eran más que una forma de arte, una ilustración o la portada de la revista del domingo. El Gobierno las utilizaba como modo de distracción de los vejámenes ocurridos durante la segunda guerra mundial, una manera de esconder la realidad los ciudadanos estadounidenses, siendo este el real motivo por el cual se les enviaba a los sol-

dados, escondiéndolo tras la ex-cusa de enviarles “entretención”.

Con el apogeo de la foto-grafía las ilustraciones perdie-ron peso y algunas modelos se especializaron en el striptease o el cine, bajando la popularidad de los ilustradores o dibujantes, pero no así de la actitud Pin Up Girl.

Nadia Salamanca F

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Brianna Callum nos presentaUn instante… y la eternidad

Buenos AiresAño 2008Primeros días de marzo

—Tomá —me dijo Rafa, y empujó en mi mano un trocito arrugado de papel.

—¿Qué es? —Le pregunté, apenas echando una ojeada al rollito.

—Te lo manda Martín —dijo solamen-te, antes de darse media vuelta y echar a correr hacia el campito en el que los chicos del barrio disputaban un partidito de fútbol.

Martín… pensé con ilusión, mientras mi-raba, sin ver, la espalda de Rafa alejándose.

¡El papelito me lo había enviado Martín! Lo aferré con fuerza en mi palma. Sentí que el corazón saltaba dentro de mi pecho.

PresenteAño 2012

Tenía catorce años cuando conocí a Mar-tín. Fue a mediados de febrero del año dos mil ocho. De eso, hoy hace justamente cuatro años…

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Año 2008Febrero

Estaba yo en la despensa. Mamá me había pedido que realizara algunas compras. Conversaba con Doña Teresa, la de-pendienta; una mujer simpática a la que era sumamente extraño encontrar en silencio.

Mientras escuchaba una divertida anécdota, volteé hacia la pared trasera. Allí se encontraba la estantería repleta de latas de galletitas.

Quería comprar los pescaditos azucarados de Okebon, pero sabía que esa lata siempre estaba en los estantes más altos y que a la mujer, bastante entrada en años, le costaba demasiado poder alcanzarlos.

Ya me había acostumbrado a la rutina de subirme yo a la banqueta, y alcanzarle la lata cuadrada con visor de vidrio. Y en eso estaba…

Distraída con la conversación, y concentrada en la tarea, me pasó desapercibida la llegada de más personas al almacén.

Me paré en puntas de pie sobre la banqueta. Ese día, la lata se encontraba en uno de los últimos estan-tes, más alta que de costumbre. Estiré el brazo. Alcanzaba a tocar el borde inferior, pero no más que eso.

Me sostuve en un solo pie, flexionán-dolo aún más en punta, y estiré brazo, mano y dedos lo máximo posible… Alcancé a mover la lata un poco hacia afuera del es-tante, pero algo salió mal…

Mi pie, demasiado cerca del borde de la banqueta, hizo que esta se tamba-leara y, con ello, yo perdí el equilibrio.

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Me sentí caer hacia atrás, y cerré los ojos.

Aún no sé si grité de horror, o si enmudecí de pánico. Esos segundos siguientes permane-cen borrosos en mi memoria; sólo recuerdo con nitidez lo que siguió después.

De un momento a otro me vi atrapada por un par de brazos, pero no fue como en las películas o en las novelas románticas en donde la heroína cae prolijamente en los brazos del héroe, no señor, lamentablemen-te, ese no fue mi caso.

Mi salvador logró alcanzarme poniéndose a mi espalda y yo caí entre sus brazos. Hasta ahí no había ocurrido ningún de-sastre, pero falta mencionar que mi espalda golpeó con fuerza su pecho y, con el envión que yo llevaba y lo rápidos que habían sido sus movimientos con el fin de amortiguar mi caída, él no pudo mantener el equilibrio, y también cayó.

Mi héroe quedó sentado en el suelo húmedo, recién bal-deado, de baldosas grises de la despensa, y yo, caí en su regazo...

Había escuchado, muy desde lejos, un: ¡Nena, vas a ma-tarte! Pronunciado por la voz de Doña Teresa, seguido de cuchi-cheos.

Yo aún no quería abrir los ojos, ya no por miedo, sino por vergüenza. No tenía idea de quién había sido mi salvador y, de todos modos, jamás lo hubiese adivinado de haberlo intentado, puesto que nunca lo había visto antes.

—¿Estás bien? —Me preguntó. Mi espalda seguía recos-tada sobre su pecho y, al hablarme, él había acercado su boca a mi oreja.

Un escalofrío recorrió mi columna al sentir su cercanía,

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la tibieza de su aliento perfumado con menta, y su voz… Su voz era la más ex-

traordinaria que había escuchado en toda mi vida.

—Mhmm —asentí. Sólo entonces abrí los ojos y volteé el rostro hacia él para verlo. Deseaba

fervientemente conocer la identidad de mi salvador y, cuando mis ojos se encontraron con los de él, todo alre-

dedor dejó de existir…Ya no sentía el olor del limpiador de pisos, ni el del in-

secticida que Doña Teresa echaba para ahuyentar las moscas… Ya no percibía el fuerte olor a fiambres que algún cliente había pedido que le cortaran, ni el queso de rayar, ni el olor del pan, las galletitas o de la madera de los estantes… Sólo era su perfume fresco el que se colaba en mis fosas nasales, y era su imagen la que llenaba mis ojos.

Mi salvador llevaba el cabello negro un poco largo, segu-ramente aprovechaba que en vacaciones no tenía que cortárselo para la escuela. Lo que más me impresionó de él, al verlo tan de cerca, fueron sus hermosos ojos azules con motitas negras. Nunca había visto ojos iguales a los de él.

Me puse de pie, no porque en verdad tuviese ganas de ha-cerlo, sino porque ya resultaba bastante embarazoso que perma-

neciera más tiempo entre los brazos de mi salvador, y me disculpé por derribarlo. Él, como toda respues-

ta, me sonrió; y juro, de verdad les juro, que sentí que mis rodillas se volvían de gelatina.

Sintiendo un nerviosismo que jamás había sentido antes, pagué a doña Teresa la cuenta y guardé la compra en una bolsa. Me despedí de todo el mundo con un saludo ge-neral, y me dispuse a salir.

Antes de que llegara a la puerta, mi

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salvador me detuvo tomándome con suavidad de la muñeca. Creí escuchar un redoble de tam-bor, pero sólo se trataba de mi corazón, segu-ramente haciendo locas piruetas dentro de mi pecho.

—Si me esperás dos minutos, me gustaría acompañarte. Creo que vamos en la misma direc-ción —me dijo.

Asentí con la cabeza, luego tuve que carraspear para que me saliera la voz, y así y todo, tartamudeé un poco.

—Bu…bueno. Te espero acá —le respondí, señalando la baja tapia. Él sonrió y volvió al interior de la despensa; yo me senté y aguardé.

No me resultó sencillo mantener la calma, no cuan-do a mi corazón se le había dado por seguir el ritmo de una canción de heavy metal. De todas formas, no fue mucho tiempo el que tuve que esperar.

Mi salvador volvió a reunirse conmigo. En una de sus manos llevaba un cartón de leche y una bolsa de galletitas. Intuí que para la merienda.

—Gracias por esperarme —dijo cuando llegó a mi lado. Yo me había puesto de pie en cuanto lo había visto acercarse a la puerta del negocio. Él volvió a sonreír. Noté que lo hacía con frecuencia, entonces se presentó—: Me llamo Martín. ¿Y vos?

—Mora —le respondí, mientras emprendíamos la marcha, uno al lado del otro.

—Me gusta tu nombre. No es muy común.—No, supongo que no es común —le respondí. De alguna

manera me sentía un poco más tranquila, al menos, como para mantener una conversación decente—. ¿Estás de vacaciones? —Quise saber. Nunca lo había visto por el barrio.

—En realidad nos mudamos esta

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mañana. Se supone que para quedarnos… —se alzó de hombros, lue-go añadió—: Al menos, hasta que a mi papá vuelvan a trasladarlo.

—Ah… Antes dijiste que íbamos en la misma dirección ¿Cómo sabías hacia dónde me dirigía yo? —pregunté, al recordar sus pala-bras de un momento antes.

—Te vi salir de tu casa… bueno, creo que debe de ser tu casa —dijo, y volvió a sonreír—. Si la casa que tiene el mejor jardín de la cuadra, es donde vos vivís, entonces vamos a ser vecinos. Me mudé al chalet de la esquina. Frente a tu casa, aunque en diagonal, serán unos cuarenta metros.

Asentí. Mi madre adoraba las plantas. El jardín era su mayor orgullo. Sin dudas, Martín me había visto salir de mi casa, ¡y por

Dios Santo, él ahora sería mi vecino!Intercambiamos un par de palabras más antes de

que llegáramos a nuestra cuadra. Entonces supe que él tenía dieciséis años, uno más que yo; y que en los

últimos cuatro años se había mudado al menos en cinco oportunidades. ¡Y decían que los Queran-

díes eran nómadas!A pesar de que Martín y yo nos despe-

dimos habiendo empezado a entablar amis-tad, durante las siguientes dos semanas, únicamente pude verlo desde lejos. Él se preparaba para rendir unos exámenes y casi no salía a la calle, y cuando lo hacía, yo no me animaba a salir a su encuentro.

Debo confesar que pasé esas dos semanas espiando por la ventana ha-cia la casa de Martín. Cada vez que lo veía a la distancia, mi corazón volvía a saltar dentro de mi pecho.

Y llegaron los primeros días de

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marzo… Fue entonces cuando Martín me envió una

notita con Rafa…

Mora, necesito hablar con vos. Te espero a las cuatro en la placita del centro, frente al locuto-rio. Martín.

Cuando Rafa me llevó la notita, eran las once de la mañana.

Creí que no soportaría la ansiedad hasta las cuatro de la tarde, también creo, que las agujas del reloj nunca se habían movi-do con tanta lentitud.

Cuatro en punto llegué al lugar indicado. Martín ya estaba allí. Me esperaba sentado en uno de los ban-

cos, pero se puso de pie cuando me vio aparecer por la esquina. Avan-zó para alcanzarme a medio camino.

Sonreía, pero también noté su nerviosismo.—Hola —me saludó, se inclinó hacia adelante y me besó en la

mejilla, provocando que las mariposas que anidaban en mi estómago jugaran a la montaña rusa—. Me alegra que vinieras.

—En la nota decías que necesitabas hablarme… —señalé con timidez.

—Mhmm. Hace días que quería hablar con vos —confesó.Caminamos hacia el otro extremo de la plaza. A esa hora, no

había muchas personas allí; sólo un puñado de niños repartidos entre las hamacas y el tobogán. Los dejamos atrás, y nos sentamos en uno de los bancos de piedra.

—Estuve estudiando —me contó. Yo ya lo sabía; Rafa me lo había dicho al menos diez días atrás—. Quería hablar con vos, pero si no me preparaba bien para los exámenes, en mi casa iba a ocurrir una masacre —bromeó. Debía cuatro materias y si no las aprobaba, se quedaría de año. Esa mañana había rendido la última, supe.

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Martín volteó el rostro hacia mí. Con una suave caricia de sus dedos acomodó detrás de mi oreja una hebra de cabello que la brisa había volado sobre mi mejilla.

Contuve la respiración, no adrede, simplemente había olvidado cómo respirar.

Volteé el rostro hacia Martín, y lo encontré peligrosamente cer-ca de mí.

Tragué saliva. Estoy segura de que mis mejillas se habían colo-reado igual que una manzana. Oí mi propia sangre bullir en mis oídos.

Martín acarició mi mejilla, luego posó su mano en mi nuca.Acortó aún más la ínfima distancia que nos separaba.Cerré los ojos, anticipando lo que vendría.Entonces me besó…

Ocho meses y tres días fue el tiempo que duró nuestro noviazgo. Los ocho meses y tres

días más maravillosos de mi vida, hasta que al padre de Martín volvieron a trasladar-

lo, esta vez a Río Negro. Martín tuvo que partir con su familia.

Las distancias y el amor nunca se llevaron bien…

Cuando Martín se fue del ba-rrio, y por ende, de mi vida, lo hizo sin hacer promesas. Por esa razón, a pesar de que jamás pude olvidarlo, nunca guardé esperanzas de volver a verlo otra vez. Por esa razón tam-bién, me sorprendió volver a verlo hoy…

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PresenteAño 2012

Descendí del colectivo y caminé las dos cuadras que me separaban de mi casa. Iba distraída. Pensaba en lo último que había aprendido ese día en el magis-terio, en donde estudio para convertirme en maestra de jardín de infantes.

Al llegar a la esquina, me llamó la aten-ción ver movimiento de mudanza en el chalet de la cuadra… De inmediato, mi mente se disparó hacia el pasado, y Martín invadió cada gramo de mi cerebro.

Después de que Martín y su familia se mudaran, el chalet había sido ocupado por un matrimonio mayor, aunque ellos habían dejado la casa unos meses atrás y ya nadie la había ocupado. Evidentemente, ahora habían llegado nuevos inquilinos.

Al pasar frente a la construcción, evité mirar hacia adentro… ¿Para qué hacerlo, si Martín no estaría allí? Seguí mi camino… Y seguí recordando…

Martín…No lo había olvidado, aunque sí me había resignado a vivir sin

él.Moví la cabeza como por acto reflejo intentando ahuyentar los

recuerdos, y es que el que fueran sólo recuerdos, los volvía intensa-mente dolorosos.

Entonces oí su voz…—Mora…No volteé.Temía darme vuelta y comprobar que no había sido más que mi

mente, cargada de recuerdos, engañándome. ¡Oh, pero con qué fide-

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lidad había reproducido mi imaginación el amado sonido de su voz!Durante un volátil instante, la resignación había cedido su lu-

gar a la esperanza; pero yo no quería que la siguiente emoción que me invadiera fuera la desilusión, entonces, seguí caminando…

—Mora…Volví a escuchar, esta vez, mucho más cerca de mí.¿Sería posible…? ¿Sería posible que después de todo no fuera

mi mente engañosa?—Mora. Esperá —dijo la amada voz, al mismo tiempo que

sobre mi hombro yo sentía la leve presión de una mano. La suya.Él me volteó hacia él, entonces la imagen se reveló ante mis

ojos. Y no era una ilusión; era real… muy real.Frente a mí estaba Martín…Martín… más alto. Martín… con sus exóticos ojos azules con

motitas negras. Martín… con un atisbo de barba de un día sobre su barbilla. Martín… con su inalterable sonrisa, la cual había habitado en mi mente y me había hecho compañía durante todo ese tiempo en el que él no estuvo junto a mí.

Martín…—Martín… ¿Martín? ¿Qué… cuándo…? —¡Por Dios, si pare-

cía tonta, sin conseguir pronunciar las tantas preguntas que se agol-paban en mi mente!

Martín sonrió. Había comprendido todo cuanto yo había de-seado preguntarle.

—¿Qué hago aquí? —Dijo, formulando él sí el que debía ha-ber sido mi interrogante, entonces respondió—. Me mudé al chalet —señaló con la cabeza hacia la construcción de ladrillos a la vista y tejas—. Y esta vez, espero que sea definitivo. ¿Cuándo me mudé? Bueno —volvió a sonreír—, estoy en eso.

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Eché un vistazo hacia el chalet, esta vez prestando mayor aten-ción al cuadro.

Algunas cajas, bolsas negras y un baúl estaban sobre las lajas del porche esperando que alguien las llevara adentro. Un automóvil que era evidente había dejado de ser cero kilómetro al menos una década atrás, había sido estacionado frente a la verja. No se veía más movimiento que el de un enorme perro labrador olfateando los bultos.

—¿Y tu familia? —le pregunté.—Están en Santa Rosa . Yo ya no estoy para esos trotes… —

bromeó, mientras negaba con la cabeza. Hizo una pausa, y me miró a los ojos con intensidad abrumadora—. He vuelto solo… Y volví sólo por vos.

El aire se atascó en mi pecho… o tal vez fue la arrolladora emo-ción que sentí.

Martín acortó la poca distancia que nos separaba.—Sólo espero que no sea tarde…¿Tarde? ¿Tarde? El tiempo había transcurrido, de eso, no había ninguna duda. Ni Martín ni yo éramos ya adolescentes de escuela secundaria.

Éramos un hombre y una mujer, parados frente a frente y compro-bando azorados que el tiempo que nos había separado, y que en su momento nos había parecido eterno, en un instante… en ese instante en el que nuestros ojos volvieron a encontrarse, parecía esfumarse por completo.

¿Tarde? No. No podía ser tarde cuando una sola mirada nos transportaba

a los mismos sentimientos y a las mismas emociones que habíamos sentido en el pasado. A un amor tan puro e imperece-dero, que era capaz de trascender en el tiempo, e ir más allá de la eternidad.

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EspecialComa

Nuestro primer especial del mes es, con todo el honor que esto significa, COMA, de nuestra querida mujer fatal Dianna M. Marquès. Una novela postapocalíptica que nos trasladará a un mundo completamente distinto, dónde los instintos vuelven a los protagonistas y las re-laciones humanas se vuelven conflictivas sólo por sobrevivir.

SINOPSIS:

En el año 2012, una extraña enfermedad que sume a todos los niños en un largo coma se apodera del planeta.

Siete años después, desperta-rán solos en un mundo en el que la naturaleza ha devorado a la civili-zación.

Sobrevivir no será fácil en esa nueva realidad.

A la lucha contra sus más primitivos instintos, se sumarán intensos sentimientos, relaciones complicadas y una desconocida amenaza que cambiará el futuro de la Tierra.

Autor: Dianna M. MarquèsEditorial: Huérfanos Literarios (Dianna M. Marquès)Género: Distopia, ficción, juvenil, románticaPáginas: 370Encuadernación: Tapa blanda, pegado con solapas.ISBN: 978-84-615-6374-6Publicado en marzo de 2012

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El mundo Derruido

El mundo como lo conocemos deja de exis-tir en COMA, y los pro-tagonistas deben comen-zar a recurar los instintos perdidos por las comodi-dades y la tecnología, y adentrarse en este nuevo panorama totalmente adverso para chicos que siempre tuvieron su cama y comida listas para ser aprovechadas por ellos. Duran-te el transcurso de la historia podemos ver cómo los persona-jes se van acostumbrando a su nueva realidad, aprovechando lo

que este mundo les provee para sobrevivir. Pero no todo es de maravilla en esta reali-dad, animales salvajes, el clima, y muchas otras circunstancias traerán el miedo al grupo, sacando lo peor y lo mejor de ellos.

¿Y tú, qué harías si despertaras de un COMA

profundo y tu mundo ya no existiese?

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—Eso es…—¿Un reloj de sol? (…)—Es impresionante. ¿Qué eres, un boy-scout o algo así?Él la miró desde su cómoda posición en el suelo, y sus ojos se entre-

cerraron al verse deslumbrados por el sol. —Algo así. (…)—Lástima que no te vaya a servir de mucho un reloj en nuestra si-

tuación, a no ser que te dediques a pregonar las horas haciendo sonar una cuchara contra un puchero— sonrió satisfecha ante su sarcasmo.

El azul de los iris de Justin destelló bajo el sol y apartó la mirada de ella de una manera tan lenta y autosuficiente que Hailey temió echarse a su cuello para estrangularle.

—No es mi intención, pero si quieres ser tú nuestro reloj de cuco par-ticular….

Hailey cerró los puños con fuerza hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

—¿Entonces para qué es?“Egocéntrico y creído.”- añadió mentalmente. —El otoño no durará eternamente, así que quiero ver a la hora en la

que se pone el sol cara día para hacer una media……

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Al introducir la mano entre las ramas del arbusto para llegar a los frutos más escondidos, unas espinas arañaron la piel de Lori. La sacó rápi-damente y se frotó los arañazos, que empezaban a emanar pequeñas perlas de sangre.

—¡Te ha hecho pupa! —Nicole frunció el ceño—Eres malo.La niña empezó a darle patadas al arbusto y Lori la cogió de los hom-

bros para evitar que destrozara la planta. —No, no puedes hacer eso.

Esta zarzamora es un ser vivo y he-mos de darle gracias por darnos su fruto que nos alimenta.

—Pero, te ha hecho sangre. —farfulló poniéndose de morros.

—No, la naturaleza ha de de-fenderse y este arbusto pincha. Pero tú y yo somos personas y hemos de entender que si le robamos sus frutos él nos puede herir.

—¿Le duele?Lori la miró confundida. —¿El qué?—Le estás arrancando mo-

ras. ¿Le haces pupa?Durante unos minutos, Lori

no supo qué contestarle a la niña.—No lo sé, pero sí hay que

respetarlo. ¿Entendido?Nicole asintió.—Nada de patadas.

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La liebre, alertada por el grito de Hailey, salió en busca de refugio y Jake erró su disparo.

—¡¿Pero qué hacer Hailey?!—No puedes matarla. —¿Por qué no?Hailey abrió la boca sin saber exactamente como excusarse. —Es una pobre liebre indefensa. —Hermanita, por si no te has dado cuenta, estamos solos en la

mitad del mundo, sin comida ni medios y lo único que podemos hacer es intentar cazar para sobrevivir.

—Pero…—Miró al suelo— lo siento, tienes razón, es sólo que no me creo que pueda matar a un ser vivo.

—Pasa un par de días sin comer y verás cómo sí vences a tus escrúpulos. Hailey, ya no somos personas civilizadas, domos salvajes.

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—No te rasques, Amber, ya sabes que es peor— Lori hizo una rápida mezcla de agua y barro y se la aplicó en la mano.

—¿Es que esas malditas arañas siempre han de picarme a mí?—Viven en los arbustos de las moras, ya deberías saberlo— cantu-

rreó Hailey divertida—. ¿Ésta ya es la tercera picada esta semana?Amber la miró indignada. Desde la conversación en el arroyo,

Hailey se había vuelto fría y distante con ella, sacando una parte de su carácter que creía que no tenía.

—Odio este lugar, odio esas arañas…¡Odia esta vida!— se alejó por el camino

del arroyo, dejando a Lori con las manos llenas de barro.

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—Es esa chica, Antia.—¿Qué pasa con ella?—¿No te pone nervioso?Justin se encogió de hombros.Hailey se incorporó para hablar cara a cara con él:—La verdad es que no sé que es, pero hay algo en ella que me

inquieta bastante. No sé si es su belleza perfecta, sus ojos con esa alegría cristalina o esa actitud suya como si fuéramos amigas de siempre.— Se estremeció.

Puedes comprarlo en la web oficial de la autora.

www.diannammarques.com

O en el apartado de nuestro blog.

http://mujerfatalgrupo.blogspot.com/

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Tania Castaño FariñaNos recomienda

Nuestra Mujer Fatal Tania, autora de “Reden-ción” nos recomienda algo de buena lectura, dándonos a conocer su opinión sobre “El libro de la Sacerdotisa” de Lena Valenti.

Autor: Lena ValentiSaga Vanir IIEditorial: VanirFecha de Publicación: 15 de septiembrePáginas: 580ISBN: 978-84-938170-1-5

SINOPSIS

Cuando Ruth llegó a Londres para visitar a su mejor amiga, Ai-leen, nunca imaginó que se vería envuelta en una guerra entre seres ancestrales creados por los dioses Vanir y Aesir. Después de un tiempo amoldándose a su nueva realidad, los traumas y las voces del pasado han regresado para atormentarla y, poco a poco, le están robando la ra-zón. Sin embargo, el destino le ha dado una oportunidad para encon-trarse a sí misma y no dudará en aprovecharla, aunque eso la ponga en manos de un berserker moreno y taciturno que no cree en nada de lo que ella representa.

Hacía un mes y medio queAdam no dormía. Sus sueños estaban plagados de sangre, muerte y oscu-ridad, y en el centro de aquellas pesadillas sólo había una culpable. Una

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mujer de pelo rojo y ojos dorados. Una humana que no era quien decía ser: Ruth. Por eso, cuendo ella lo desafía y quebranta su orden de no regresar a Wolverhamptom, él no dudará en darle caza y detenerla, aun-que eso implique volverse loco y mantener sus instintos más salvajes a raya. Adam quiere desenmascararla pero, en un juego de voluntades, desidia y deseos, ¿a quién se le caerá la máscara primero?

Vienen tiempos de caza en el Midgard. El Ragnarök enseña sus colmillos. ¿Quién saldrá vencedor? ¿El lobo o la cazadora?

Opinión personal:

Antes de nada, aclarar que es el segun-do libro de una gran saga de la mano de la fabulosa Lena Valenti. Su primer libro es: “El libro de Jade” y sus protagonistas son Aileen y Caleb.

Éste segundo libro, he de reconocer, que desde la primera coma me atrapó y me leí sus 572 páginas en tres días. Sus personajes princi-pales (Adam y Ruth) tienen un carácter tan adictivo que necesitas saber cómo van a continuar las peleas constantes de dicha pareja.

Desde el primer libro, Ruth deja entrever la atracción que siente por Adam y decide provocarlo, aunque, él actúe de una manera más bien borde y antipática con ella. Pero lo mejor, es cuando ambos (por circunstancias de la autora) se ven encerrados y conviviendo bajo el mismo techo.

Adam es duro, soez, calculador y, incluso, cruel con ella. Hay momentos en los que sientes que debes matarlo lentamente para evitar que Ruth siga sufriendo. Gran parte del libro tienes la sensación de que, en cualquier momento, el lobo va a matarla. La insulta, la golpea y la trata como un trapo, pero inevitablemente te encariñas de ese lobo gruñón.

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Ruth es una mujer sen-sacional (mamá, de mayor quiero ser así) puede que el lobo le inspire terror pero le planta cara de una manera mordaz. Es fuerte, indepen-diente que no duda en despe-llejar a Adam si la ocasión lo pide. Es una mujer a la cual admirar y poco a poco ves que no sólo es una mujer fuerte sino que tiene un pasado terri-ble que te hace quererla toda-vía más y desear que Adam se meta sus palabras en un lugar donde no toca el sol.

Sencillamente una gran novela, la primera entrega lo

es pero sin dudas me quedo con la segunda. Fuerza, pasión ardiente y peleas que te hacen reír inevitablemente; una combinación increíble que te fascinará y te hará pasar un buen rato.

Debo reconocer que las secuelas de éste libro todavía me persiguen y que ya he empezado su tercera lectura.

Un libro para no olvidar.

Lighling. (Tania)

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Anna Karine nos presenta a:Justin y Harriet, de su novela”Malas intenciones”

Creo que los personajes son la parte más importante de una historia. Ellos mueven los hilos de la trama, y aunque comienzan siendo nuestra invención, con el correr de las páginas, adquieren vida propia y ellos nos dictan sus propias acciones.

Primero imagino, luego trato de encontrar rostros de la realidad que puedan asemejarse a lo que está en mi mente y así sentir que la historia cobra vida. De este modo llegué a las fotos que aquí comparto y representan no exactamente, pero sí de forma cercana, a los personajes de mi próxima novela que se publicará por Ediciones B este año: Malas intenciones.

Justin Bacon, representado por Henry Cavill, y Harriet Spencer, representada por Rachel Hurd-Wood.

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Justin es un huérfano que llevó una vida dura hasta que los Bacon lo convirtieron en un miembro más de la familia. Sin embargo, su pasado vive en él cuando se convierte en un adulto vanguardista y rebelde. Es pasio-nal y valiente, arrasador. Un hom-bre con mucha fuerza de espíritu que no dejará indiferente al lector en ninguna escena de la que forme parte.

Su pareja es Harriet, una mujer joven que oculta todo cuanto Justin demuestra abiertamente. Harriet es víctima de las presiones de su madre, quien la hace responsable de salvar a toda la familia de la ruina comprometiéndola con un hombre al que no ama. Oculta su verdadero ser independiente y apenas se atreve a ser libre en su imaginación. Es una artista.

Estas dos personalidades se encontrarán en la multifacéti-ca Buenos Aires de principios del Siglo XX, donde la guerra europea de la que escapan parece muy lejana, pero otras se agi-tan en una familia y en el corazón de varios personajes.

Harriet debe casarse con el hermano de Justin para arreba-tarle su fortuna, pero su encuentro fortuito con el hijo adoptivo de los Bacon torcerá el destino de todos.

En esta novela encontrarán una silenciosa y a veces ágil batalla entre dos hermanos enfrentados por la misma mujer. Una protagonista femenina que se debate entre sus sentimientos y la obediencia, y un hombre temperamental que oscila entre el amor que siente por Harriet y el odio que le despiertan sus malas intenciones.

Como aperitivo les dejo un pequeño fragmento y les agra-dezco el interés por esto que surge de mi corazón y se transmite a ustedes a través de las páginas que con cariño y esmero elaboro.

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Dejemos que Justin cierre esta nota con sus palabras:

“—Ella es puro fuego… un fuego ahogado por las sombras de la moral y la imposición de la conducta. ¿Sabes lo que suce-derá con ese fuego una vez que este matrimonio se concrete? —su madre permaneció en silencio, tratando de interpretarlo, pero cada día le resultaba más difícil—. Se habrá extinguido.

Como la nube oscura acaba con el sol”.

Anna.

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Y nos despedimos con:La recera de Tania Castaño “Pollo a lo Sorrentino con pasta”

Yo os voy a presentar una receta que me pareció fácil de cocinar (yo y la cocina nos tenemos vértigo). Así que, tras verla en la televisión y ver lo bien que lo hacia el cocinero, decidí que el día siguiente era el día idóneo para cocinarla.

Así pues, elegí que mi receta sería “Pollo a lo Sorrentino con pasta”

Ingredientes:

-Dos pechugas de pollo.-Sal.-Parmesano.-Mozzarella.-Pimienta.-Albahaca.-Pasta.-Berenjena.-Pan rallado. -Tomate triturado.-Ajo.-Jamón (proscuito, salado, cocido…. Como más os guste)

Pasos a seguir:*En un cuenco de cristal (para horno), hemos de colocar

las pechugas de pollo y salpimentar. Además, añadiremos un par

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de ajos triturados. *Se deja marinar unos minutos, al mismo tiempo que pela-

mos dos berenjenas y cortamos en láminas de medio centímetro. *Luego, pasamos las berenjenas por huevo y por pan ra-

llado. Por último, en una sartén las freímos con poquito aceite (de oliva)

*Hervimos pasta (lazos, macarrones, galets….) pero ¡OJO! Sólo la mitad del tiempo, la pasta debe salir dura ya que se terminará en el horno. Y un consejo, si al hervir la pasta le añadís mucha sal la pasta luego quedará muy sabrosa (y para nada salada).

*¿Os acordáis del pollo? Pues ahora toca pasar por la plan-cha lo mismo que la pasta, la mitad, debe quedar crudo por den-tro.

*Por último preparamos la salsa tomate y sólo quedará montar el plato y hornear.

Aquí os dejo una salsa de tomate que enseñaron en la tele-visión (pero cada uno tiene la suya propia):

-En una sartén colocamos aceite y un diente de ajo tritura-do, cuando esté bien doradito se le añade tomate (frito, triturado, natural… como deseemos…) se le añade sal. Pimienta y alba-haca fresca.

*Y ahora, solo queda montar. En la bandeja de cristal de horno, se coloca en la base la

pasta (a medio cocer) y la cubrimos con un poco de salsa tomate. Adornamos con queso parmesano y sobre el queso colocamos las dos pechugas de pollo.

Sobre el pollo, pondremos el jamón salado y, nuevamente, queso parmesano.

Ahora viene el momento de colocar las berenjenas fritas con pan rallado y cubrir con lo que nos quede de la salsa tomate.

Y ¡sí!, nuevamente cubrimos con queso parmesano y por último poner, también, queso mozzarella.

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*Ahora sí, al horno unos 7 minutos (lo que tarde el queso en gratinar) a 250 grados y listo para servir.

Buen provecho.

Sí, es una receta muy elaborada, pero bueníiiiiiiisiiiisima. La verdad es que es una receta para hacer de tanto en tanto pero el resultado es increíble.

Una receta cienporciento italiana que te quitará el aliento cuando todos los sabores exploten en la boca.

Eso sí, mi pareja y yo casi no salimos con vida de la co-cina.

Soy terrible cocinando y claro… se me ocurre la feliz idea de cocinar algo tan elaborado.

Mientras freía las berenjenas en pan rallado se me quema-ba la salsa tomate, cuando removía la salsa se me quemaba el pollo…. Era un stréss constante.

Olé las que sepáis cocinar bien, os envidio muchísimo. ¿Queréis saber algo más? Cuando montaba el plato para ponerlo en el horno se me

cayó la salsa tomate al suelo [ :’ ](la olla donde la hice quemaba y no lo recordaba, así que, cogí el mango, me quemé y solté la olla…. Cayendo TODA la salsa al suelo. Me entran ganas de llorar cuando lo recuerdo.

Así que, ya me veis cocinando otra. Pero el resultado del plato fue alucinante. Espero que os guste.

Lighling.(Tania)

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