mudrovcic

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María Inés Mudrovcic , orometeo ) .( t l i b r o s (editora)

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historia y memoria

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  • Mara Ins Mudrovcic

    , orometeo ).( t l i b r o s

    (editora)

  • DFLEbtrD-

    EEElybj

    Masacres antiguas y masacresmodernas.

    Discursos, imgenes, representaciones

    los Emilio BurucaUNSAM

    Mcolrs KtuiatkowshiIDAES-Conicet

    Soyballestero. Llegar arcsidr enViena: Museo de flistonttdel Arte.Estol expresamente dlbuiado en I-n Cacera (ao 1529, 80 cm por114), de Lucas Cranach.Ben azul mi gorro, semejante la montera, solidana en el reparode mis sudo1gs. RtQtffia mi bdrba, corto J cant, cama sert la tleHemingwaylE:l mbrral emhoza ms ntenciones, que son t'unestas.Guay del que crea que gananda esta onlla segtira a los bncos!Hara mi ballesta lo que na puedan con sus lanzas mis anos y misiguales, los canes coft sus fauces. Cercan, acosan, persigrten, ineteslos seores, pedestreslos sewidores. Perras asedian, perroshincan eldente y se cuelgan desgarrando. Cemos sucumben. Ciervos embisten.Cienoshuyen. EJ contraataque, con sus robustas y cartantes cornd-mentas. La t'uga, por el agua, saltan del prtcioso pdrterre de la islaen descuberto y reman al encuentro de la loresta celestina. Dondeella nace, aqu, permdnezco yo. La muerte puede vestir de azul' Miballesta puede proveer Ia mesa de los biencomientes y gan'onedr uncuarto de la presa, o los menudos e t"Ltestinas, parala voracidad demis cachorros. Somos todos d.e alla, unas en mas, otros en menos,del castillo sobre las calnas, nacarado por el sol este momento. Node-sotiendo la espera sgilosa Por entretenerme conlas diversiones dela canoa delos ocosos, caballeros y damas expectantes delamdtlnza,uno qtle otro aprestado para el desembarco con su arma o entregadoen popa al juego de manos ligeras de amor impro'tisado Convidala naturaleza,lo comprendo. Un ultllrio instante, ya ningtno mas,sustraerala atencin del cuidadoso acecho: para comprcbar que ni de

  • oz I Josr Evrrro Bunuc v Nrcor,rs Kwrtxowsrl

    las ramas abundosas viene rumor de palaros ni enlos aires propiciosse inscriben sus

    '",uelos. No hay a''tes. Esta, de las aves,Ia ausencia.El campo ha dejado a la muerte. La que por mis manos sabe daresta ballesta, y no a las bestas solamente!Soy Lucas Cranach. Prohtjaminombre el Kronach, delaFranconia,y el de 1472 es mi aiLo de ngreso en la vida. Mi arte bebe en lasaguas mas augustas,las del esprituy laJe. Asy todo me permitoladebilidad de la nsa y Ia irons, y mis instruntentos aciertan 6 sonarlas mismas cuerdo,s.Este a0, hallanCome en los l..ndes de mis cincuenta y siete , he com-puesto lLtJuente dellnencia, prowcado por miinstinto mordaz, acasopor mi propia sed de 1o que nonrbra tl tema con que juego. Me hailustrado, con reserva de mi condicin de ilustrador libre, Ialeyendagermanica. No groro sus va riadas t ersiones; para expresar la mismaansiedad por una jtnentud rLextinguible, hasta el Nuevo Mundode Coln, con seT tan nuevo, cautivo con Ia suya alos aventureros.Paradoja: en cambo, en su Gventura real pierden juventud y tida,f"nados por hastiados nativos de su ruta indiana.

    nio Di Benedetto, Pintor y Pintado.r

    La historiografa reciente mostr que el relato de ios hechos de1pasado es una construgein intelectual y retrica de los historiadores.Construccin,'fi, mas no invencin ficcional, trabajo de1 intelecto y de1a imaginacin a partir de las huellas materiaies del pasado; recupera-crn prosoria de parte de la verdad de "lo realmente acontecido". Cadaobjeto de anlisis histrico impone un grado especfico de complejidady es posible que los objetos a los que nos aproximamos con mayor cargaalectiva sean los que ms grandes dilemas de mtodo nos imponen.La masacre como hecho histrico ocupa un polo de tales dlficultades,cuesiin que ya percibieron Appiano y otros hlstoriadores antiguos.Este trabajo estudia ios modos de comprensin de aigunas masacresmodernas, ocurridas en el marco cie 1as guerras de religin en Francia,que relracian ejemplos antiguos e imgenes de1 martirio cristiano. Apartir de las Histoires diverses qui sont mmorables touchantles guerres,

    I -{ntonic Di Benedetto, Cuentos Completos, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2006, pp

    5+-56. Este pasaje deslumbrante de Di Benedeto, centrado en la metfora cinegticaque nuestro trabajo desarrollar, nos sali al paso inesperadamente en los itrmos tramosde la redaccin. Aunque el sentido es otro, la arttculacin con el fenmeno americanono deja de ser sorprendente. '

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    sin y Tortorel .

    puede comprerinclusin en rnobjeto-sujeto caquel. factum '

    Cuando, enrealidad haciei:retricos del dlla antigedad cconstituyeron imetodolgica ssido expresad;:retricasr. Incl,-de White, son:aspectos discu:Todos e1los hi;rrica no slo es :hacerla comp:.historiogrf,ca ,permite desnu:que colaboral :pasado comc .tuvieron lugai.

    2 Whire, HavC:., -i

    Baltimore, Johns ,:r Marco Tulio C:::raba los atributcs :magistra vitae, r-;-.:memoria, maesil. :I Entre ellos, p.-i :Middle Ages: Ri^.;:;,Press, 1990; Girr:--2001; Skinner. Q:,Cambridge Uniler.

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    [t0, PPirgticaEE:TMOSxrtcano

    Mscnts ANTIGUAS y MASACRES MoDERNAS

    massacres, troubles, advenues enFrance ces dernieres annees de Perris-sin y Tortorel (1569), intentaremos demostrar que, paradojicamente,puede comprenderse un hecho lmite como la masacre a partir de suinclusin en marcos retricos y estticos que Sarantizan una distanciaobjeto-sujeto capaz de desvelarnos algo contundentemente real deaquelfactum de otro modo intoierable.

    ICuando, en 1973, Hayden White public Metahistory), no estaba en

    realidad haciendo nada demasiado novedoso. Ei estudio de los aspectosretricos del discurso histrico es una tradicin que se remonta hastala antigedad clsica: durante un milenio y medio, las ideas de Cicernconstituyeron uno de los puntales cruciales de la reflexin terica ymetodolgica sobre la historia en Occidente, y esas opiniones habansido expresad as en De lratore, una obra que se ocupaba de cuestionesretricas3. Inclso en la historiografa contempornea, antes y despusde White, son numerosos los estudios que se ocuparon de analizar losaspectos dlscursivos y retricos de varias obras histricas de1 pasado.'Todos ellos han aclarado que el propsito ltimo y superior de la ret-rica no slo es compatible con la verdad, sino que procura desvelarla yhacerla comprensibie a losgeceptores del discurso. Ta1 aproximacinhistoriogrfica es si*t duda-saludable, pues llama la atencln sobre

    -ypermite desnudar- algun4s de las estrategias conscientes e inconscientesque colaboran para ia cBnstruccin de un conjunto de textos sobre elpasado como discursod verdaderos acerca de eventos que realmentetuvieron lugar.

    2 White, Hayden, Metahistory. The Hstocal Imagnation in Nineteenth-Century Europe,Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1973.I Marco Tulio Cicern, Dt Oratore,Ii, 9, 3. All, Clcern se efera a los que conside-raba los atributos princtpales de 1a historia: testis temporum,llu'veitatis,vitamemonae,maglstra vitae, nuntia vetustats (testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de lamemoria, maestra de 1a vida y mensajera de Ia antigedad).' Entre ellos, por citar ejemplos diversos, Morse, Ruth, Truth and Convention in theMiddle Ages: Rhetonc, Representation and P.eality, Cambridge, Cambridge UniversityPress, I 990; Ginzburg, Carlo, Rapporti de Jorza. Stona, retonca, prova,Miln, Feltrinelli,200I;Skinner, Quentin, ReasonandRhetoncinthe PhIosophy oJHobbes, Cambridge,Cambridge University Press, 1996.

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  • u*l Jos Ervrn-ro BuRUcA v Ntcol-.is Krvterxowsx

    El problema con el estudio retrico de la historiografa no es" enmodo alguno, el descubrimiento de esos procedimientos, sino laconviccitln ,1e que no hay en el discurso historiogrfico otra cosa queestraf.egia retrica e invencin.5 Fue as que 1as versiones ms radicalesy i'r-iigares del giro lingiistico llegaron a proponer 1a lmposibilldad dela historiografa concebida como un texto 11o ficcional sobre 1o acon-tecido en el pasado, pues se trarara de un discurso que se apoya sobrechscursos, y stos no nos diran nada sobre 1o ocurrido en el pasado,sino que slo nos trablaran de s mismos, de otras representacionesy de sus autores. No hizo lalta mucho para que scholars posterioresdieran un paso ms y consideraran que, con las posibilidades de accesoal pasado a travs de los textos, desapareca el pasado rnlsmo, y con1, todo salvo ei instante fugitivo.

    Es esta suerte de negacin del principio cle realidad la que vuelveextrenaclamente problenrtica la obra de algunos herederos de latradicin retrica y lingstica del estudio historiogrfico, y entrelas razones de este carcter rroblemtico est que los historiadorescuentan con dispositivos culturales y materiales (historiogrficos,filolgicos, arqueolgicos, iconogrficos) que les permiten dotar desustento a sus afirmaciones sobre lo qtte aconteci en el pasado: R"omavenci a Cartago y 1a destruy, no a ia inversa, y los historiadorespueclen probarben ios textos, por meclio de los textos y adems delos text'! (i.ei, restos y datos arclueolgicos, datos lingiisticos, icono-grafia). Roma conquist Grecia, mas no ia destruy, sinr: que, por elcontrario, incorpor ios sistemas eidticos y de representacin de lacivllizacin griega y los adapt a sus propias necesidades, un procesoc1el que quedan rastros en los mismos campos que destacbaros parala destruccin de Cartagtt y que tuvieron su mejor sntesis, tal vez, enel verso de Horacio: "Graeciacapta.ferun'tvictorem cepit".7 Todava ho;',

    ; En esre senrido, ei estudio rerlco de 1a historiograla es comparable con e] anlisisdel campo intelectual como campo rle poder en el que se juegan estrategias de acumu-iacin y utilizacin ce poder simblico: pueden o no gustarnos los descubrimientos dePiere Bourdieu ai respecto, pero lo cierto es que el sistema acadmico contemporneonuesra claros sig,nos de funcionar cle ese moclo. Lo que no significa que iuncione slode ese modo, ni que esas estrategias sean el nico modo de existencia y subsistenciaen ei campo. A1 respecto, puede consuitarse E. A. Clark, History, Theory, lext: Histonans and theLinguistic lurn, Cambndge ir'lA, Han'ard Universiiy Press, ?-004.

    'i Ept.,11,1, v ]56.

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  • Mscnrs ANTIGUAS Y MASACRES MoDERNAS

    y a pesar de los embates que ha sufrido la teora de White, podemostoparos con un trabajo como el de Linda-Marie Gnther sobre Herodesel Grande, en el que la auiora se iamenta del exceso de documentosescritos acumulados por los siglos en torno a la figura del rey deJudea'ios que nos impediran alcanzar una comprensin objetiva de su papelhistrico y de su figura agoblacla por los "as liamados hechos"' queperturban, por cierto, a nuestra colega8. El tpico de las reiacionesentre hechos, verdad y relato es particularmente sensible en eventosque por sus caractersticas especficas comprometen emocionalmentey de manera necesaria ai historiador, pues son tan radicales que ponenen cuestin aquello que nos hace humanos. De all que reconocemoslas dificultades enormes de1 relato y la representacin de los hechosque engiobaremos en el concepto general de masacres' sean antiguas,modernas o contemporneas, pero no por ello dejamos de techazar apnonla armacin de que tales fenmenos no pertenecen al campode "lo realmente acontecido" porque para representarlos textual ovisuahnente se utilizan clispositivos discursivos, retricos o pictri-cos (considese el negacionismo de 1a historiografa turca versus e1desencubrimiento del genociciio armenio que lleva a cabo la literaturaturca contempornea, con Ohran Pamuk ala cabeza; el negacionismodei Holocausto agazapado en el punto de vista de la Segunda GuerraMundial como guerra civil gurop-eav ersusla crtica de Habermas en eicontexto de| Historiher s tr e { el nevo ne gacionismo de los presidentesAhmadinejad y Chvez versusla crtica cultural producida en el senodel Islam por figuras como la doctora iran Ebadi Shirin, la intelectualsomal holandesa Ayaan Hirsi Ali, las actlvistas turcas Eren Keskin,Sandra Bakutz y la luchadora kurda Leila Zana).

    i,a regin de \/azikhistn, ai noroesle dei Pakistn y sobre la fronteraafgana, es uno de ios pocos iugaies de la Tierra donde la poiiomielitises todava una enfennedad endmlca que causa miles de muertes denios por ao. El mdico paquistan Abdul Ghani Khan, autoridadsanitaria de su pas y delegado de las Naciones Unidas, haba asumi-do la responsabilidad de dirigir una carnpaa de vacunacin masivaconrra la parlisis infanrii en aquel disrrito. Los jefes tribales de1 lugarprohibieron explcitamente a 1as mujeres wazlkhistanas e1 presentar asus hijos en los centros de vacunacin, por entender que e1 remedio noera sino una trampa, enmascarada de ciencia y filantropa, producida

    8 Gnthe, Lincla-Marie , Herodes der Grosse . Gestaltn der Anlhe , 2005

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  • Ioo I JosE Eruuo Bunucn v Ntcors Kwr,qtxowsn

    por 1a "medicina de los infieles". El doctor Khan en persona realtznumerosas entrevistas con las cabezas polticas dei Wazikhistn enprocura de obtener la anulacin de las prohibiciones mencionadas.Ignoramos qu resultados obtuvo porque, el 16 de febrero de )-007,a la salida de una de aquellas conversaciones, su vehculo fue vola-do en pedazos y i brutalmente asesinado. A pesar de que 1a prensainternacional casi no se haya hecho eco de estos acontecimientos, apesar de que las masas musulmanas, tan lcilmente soliviantadas poruna caricatura algo elemental sobre el profeta Mahoma, publicada enDinamarca, hayan permanecido indiferentes y paralzadas frente a1asesinato de1 doctor Khan, l no dejar de ser, as 1o esperamos, unejemplo de bondad humana y de sacricio por la verdad. De modoconcomitante, los atentados cotidianos que sulre el pueblo del Darfurdesde el ao 2003 por parte de los guerreros sudaneses llamadosjanjawid han ilegado a configurar un fenmeno en curso, abierto yescandalosamente creciente de matanza colectiva tan devastador comoel asesinato de ms de setenta mil civiles en Irak durante el perodode la invasin estadounidense (son aproximadamente 300 mil losmuertos del Darfur). Subrayemos adems que 1as masacres iraques sonen buena medida consecuencia, no de daos colaterales de la guerra,sino de la accin de ejrcitos mercenarios contratados por las empresasnorteamericanas$s que suman ya ciento ochenta mil efectivos apartede ios cieto cihcuenta mil hombres del ejrcito regular de 1os EstadosUnidos.e As llegamos a1 punto que nos interesa analizar en nuestraponencia, pues, ms aun que el asesinato del doctor Khan, las masacresson objetos historiogrficos en 1os que predomina aquella radicalidadde las tensiones entre hechos, verdad y relato, debido a la conmocinemocional que los npregna.

    En su informe de ia expedicin antropolgica de 1896 a NuevoMxico, tardamente redactado en 1923,r0 Aby Warburg encontr enla ciencia

    -como en la magia, el arte y la religin- un espacio para1a inteleccin (Denhraum) que hace posible el abordaje de objetosque nos enlientan con nuestros temores y ansiedades ms ntimos y

    e Singer, Peter, Corporate Warnors: The Rise of the Pnvatized Miltary lndLlstry, Ithaca,Cornell University Press, 2003.10 Warburg, Aby, Images Jrom the Region of the Pueblo Indians oJ North Amenca. Irhacav Londes, Cornell University Press, 1995. Traduccin y ensayo interpretativo por\lichael P Steinberg.

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    MesecRrs ANTTGuAS y MASAcRES MODERNA5

    existenciales, esto es, un lugar para el pensamiento que nos permiteenfrentar el miedo a la muerte. El tema de las masacres como objetode la historiografay de la figuracin esttica exige plantear en pro-fundidad ia cuestin del Denhraum, ya que pocos topoi se ie puedencomparar en cuanto a la presencia radical de la muerte en el tejido desus significados. Este texto intentar rasfrear en las representacionesde las masacres religiosas de ia temprana modernidad europea marcosretricos y estticos que garantizan una distancia objeto-suj eto capazde desvelarnos algo contundentemente real de aquellos sucesos que,de otra forma, se volveran intolerables. Creemos que esra indagacinpuede auxiliarnos en el presente para repiantear los trminos fuerte-mente dilemticos en los que han sido y son reiteradamente colocadosios lmites de la representacin de masacres contemporneas como laShoah, el genocidio camboyano o ei genocidio argentino. Es ms, ralcomo sugiere Carlo Ginzburg, cuando slgue al lingista norteamericanoKenneth L. Pike, las preguntas de las que partimos los historiadores ennuestra exploracin del pasado pertenecen al dominio etic,vale decir,estn formuladas en el lenguaje contemporneo de ios invesrigadores ydeterminadas por su experiencia histrica y cultural, mientras que lasrespuestas que nos provee el pasado son vertidas segn los trminos deldominio emic, i.e., nos llegln en el idioma de ios actores protagonistasde los hechos que.sistud+a"os.rI Nuesrra comprensin actqal de 1o quees una masacre, esto es, el horizonte etic, est necesariamente marcadapor la impronta de los genocidios contemporneos, eminentemenre porlaShoah. La exploracin de las masacres que aqu emprendemos puedevolvernos conscientes de aquello que ios genocidios contemporneosy sus representaciones tienen en comn con las masacres antiguas ymodernas y sus propias representaciones, as como de aquello quelos distingue y les otorga su especificidad. Hasta cierro punto, y comotambin ha sugerido Ginzburg, nuestra empresa es un trabajo de tra-duccin entre los diversos lenguajes emic que fueron utilizados pararepresentar las masacres de la Antigedad y la Modernidad tempranay el lenguaje etic del que inexorablemente partimos para nuestra in-

    It Ginzburg, Carlo, Tentativas, Morelia, Michoacn, Mxico, Universidad Michoacanade la Univesidad de Hidalgo, Facultad de Hisroria, 2003, pp. 328-330; pike, KennethL., nguistic Concepts. An lntroduction to Tagmemics, Lincoln, University of NebaskaPress,19B2.

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  • uu I lo* Evrrro Bunuce v Nrcos Kwrrxowsxr

    dagacin. Ese ejercicio de traduccin, finalmente, puede ilurninar lacomprensin de ambos grupos de lenmenos.

    IIEl punto de partida es, entonces, el trauma dela Shoah, un proceso

    histrico sobre el que el abogado polaco-norteamericano Rafael Lenikinconstruy, en 1944,la definicin de una forma nueva del derech,:penai, el delito de genocidio, adoptada cuatro anos ms tarde por laAsamblea de las Naciones Unidas (con una mutilacin de lo poltico,que reaparecer slo aos ms tarde, a la luz de Camboya y de \atragedia argentina). Genocidio es un acto "cometido con la intencinde destruir, en el todo o en la parte, un glupo nacional, tnico, racialo religioso como tal: asesinrto de miembros de1 grupo; ataque gravecontra Ia integridad lsica o mental del grupo; sumisin intencional delgrupo a condiciones de existencia que provoquen su destruccin fsicatotal o parcial; medidas que procuren dificultar los nacirnientos en elseno del grupo; transferencia forzada de nios de ese a otro grupo".12El genocidio parecera estar necesariamente asociado con una ideologade Estado qug$usca la destruccin sistemtica, no espordica; de ungrupdhurrfrno delimitado por criterios raciales o religiosos. Cabraentonces realizar en este punto una distincin entre rrasacre, cofitomatanza masiva y catastrfica c1e seres humanos y comunidades, ygenocidio: la diferencia radicara, segrn la perspectiva de varios espe-cialisas, en la presencia de una poltica, de una ideologa, de un estadogenocidalr sobre el que recaen responsabilidades colectivas, a la parque recae la responsabilidad penal, definida por la tradicin jurdica,sobre los individuos particulares que ordenaron 1as matanzas. En suIlbro Genocide de i981, Leo Kuper agreg al "asesinato genocida" ladestruccin por motivos politicos y ias masacres colectivas no sistemti-cas ni preparadas por un plan previo y global.ta Segn la opinin msextendida de los historiadores recientes, los lactores predeterminantesdel genocidio serian los siguientes:

    r) El Kenz, Dad, L massacre, objtt d'hstoire, Paris, Gailimard, 2005, p.rr Wenzel, Eric, "Le massacre dans.les mandres de I'histoire du droit"op.cit. , pp. 28-31 .i' Ibidem.

    11.

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    Mscncs ANrrcuAs y MA'ACRES *oo.**o, I un

    i) La existencia de una minora percibiday construida como amenazacontra ei estado nacin, sobre todo, pero tambin contra una socie-dad radicalmente nueva que, no obstante, es considerada siempree imaginada en el marco del mismo estaclo nacin rnoderno. ldicha construccin srrele erigirse airededor de un iibro: Taran, deZrja Gkalp, para el genocidio armenio; el Lbro rojo por detrs delgenocidio camboyano; Mein Kampf ...

    ii) Una guerra que produce labarbairzacin de las costumbres, que ranblen ha estudiado George Mosse. Si bien el caso argenrino pudieraparecer excepcional, no 1o es tanto si tenemos en cuenta la barba-rizacin de la lucha poitica que caracreriz ia guerra civil larvadaa ia que aludi Halpern Donghi en su Argentina en el callejn.

    iii) La preexistencia de regmenes polticos dictatoriales, totalitarios, siaceptramos Ia categora de Hannah Arendt, lo que implica expe-riencias eliminacionstas vividas y lievadas a cabo, sea ideolgicas(por ejemplo, el antisemiismo raciai), sea mareriales (por ejempio,ei irnperialismo capitalisra europeo de la segunda mitad del siglo XIXcon los casos lmites dei Congo Belga y dei frica Occidental alema-na). 41 mismo tiempo, en los rrminos establecidos por ZygmuntBauman, las dictaduras conternporneas disponen de una tecnologaque slo eldesarrc*b capitalista ha coiocado a disposicin de losperpetradoiis (ta1 vez una excepcin sea el genocidlo campesino deCamboya, tal como lo describieron Agnes Heller y Ferenc Fehr).Un elemento del eliminacionismo ideolgico,ligado al predominiocultural de la ciencia moderna y que siempre se maniesta, es lametfora bioigica corporal de la sociedad y del esrado, por la quesus enemigos son vistos como insectos, microbios nocivos y cosassemejantes.

    ir') La presencia de una lite juvenil, que se forma en institucionescerradas y autopercibidas como reserva de la moral verdadera, quedebera constituir la base de la nacin o de la nueva sociedad: porejemplo, los 'Jvenes Turcos", Ios SS, el Khmer Rojo, los jvenesoficiales argentinos.Tales son los rasgos especficos que predeterminan las masacres

    coniemporneas, pero que estaran presuntamente ausentes en lahistoria de las maranzas colectivas desde la antigedad clsica hasrala primera rnodernidad. Sin embargor apenas examinamos ios casos

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    Msecnrs ANrrcuAS y MA'ACRE' "oo.**^.

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    "perros de caza", configuran el panorama de un mundo sin sentido.Appiano subraya la paradoja y el escndalo de que aquella rn;;;hublera sucedido "no en un reino dbil y pequeo, sino en ia msgrande dominadora del mundo". 4) Lamasacre de los habitantes deAlejandra que orden el emperador Caracalla en el ao 215 ;6;registr Herodiano en su Histona de los emperadores romanos d, Ma'rcoAurelio a Gordiano III.20 Mentiras dichas a ras vctimas, ocultamientode los sucesos' destruccin de cadveres, son todos elementos quejalonan el reiato de Herodiano y nos permiten azar pararelos ctnnuestra experiencia inmediata de la masacre moderna.

    De tal modo, revisado el arco de casi un milenio de la Antigedaddesde la poca de pericles hasta la disolucin del Imperio d;;,caemos en la cuenra d" ql: aquella historiografa habia planteado yaentonces varios topoi problemticos en torno a la descripcin de lamasacre, que hoy vemos despuntar en el tratamiento de sus equiva_lentes modernos, i.e.: intervencin directa del aparato del estad y desus agentes en Ia matanza colectiva, enormidad del mal u.on,..ido,engao de ias vctimas, ahogo u opresin del testimonio, ocultamientodel hecho, desrruccin de pruebas, carcter inexplicable de la rupturaproduclda en las cadenas de causas y efectos, discontinuidad en laprogresin del tiempo, prdida ablsal del significado de los hechos,sensacin de la icapaqi$ad insuperable del lenguaje y de orros me_dios de represefiaci para desciibir aconrecimi..rtoi d. semejantenaturaleza, bsqueda incesante de las frmulas necesarias a ese finms all de los fracasos y suspensiones de la racionaridad histrica. ysi bien la planificacin previa de ia masacre tampoco estuvo ausentede los procesos antiguos (los atenienses llevaban en sus mentes y suscorazones la idea feroz de arrasar Me10s, Caracalradescendi a Al',ejan-dra con la intencin de infrigir un castigo devastador a sus habitantesburlones), ellos revistieron la forma de un estallido que no,. p."i;;;;ms de algunas jornadas a lo sumo, que fue asistemtico y aeno"acualquier superioridad en ros medios rcnicos y en ra orgnizaciondel aniquilamiento. Hay, sin embargo, u., .urg fundamtal de lamasacre moderna que no despunta en ninguno de los casos que hemosencontrado hasta ahora; el desdn radical de los hombres oeto de ra20 Herodiano, Histonadelosemperad,oresromanosdeMarcoAurelioaGordianolll,ry,B-9 vase Brenguer-Badel, Agns, "Caracaila er le massacre des Alexandrins: entrehistoire et lgende noire", en El Kenz, op.cit.,pp.J2f-135.

  • Izl I Jase Erll-ro BuHr cr.tn v Nlcors Ki,lnrrorvsxr

    matanza, en otras paiabras, la conversin de las victimas en un otroradlcal, inferlor, asirnilable a lo no-humano r: animai.

    IIIUn salto terirporal nos permite ahora introducirnos en el planc, ico-

    nogrfico. Las rnasacres por antorrornasia representadas en el medioevclfueron 1as matanzas mticas cle varios maririos colectivos, ei de ros diezmil de Capadocia, el de las otras tantas vrgenes que acompaaban aSanta rsula, y por supuesto, el de ios santos inocentes. Este itimopasa a ser, a partrr d,elTrecenta, el escenario de todas las representa_ciones figurativas de ia desesperacin y de1 desgarram.iento emocionalsin lmites ("tideIa versin dei tema que pint Giorro en la capilia clelos scrovegni en Padua). I-a masacre mtica se convierte tambin e.metfora de la reai con la liegada de los turcos a las puertas c1e Europa,por 1,r que, entre 1450 y 1500, el martirio de los inocent*u r. trur,r_forma en una descripcin de los horrores asignados a los otomanosen consrantinopla, en los llaicanes y tambin en el saqueo de otrantocn 1480. Ei arrista siens Maueo di Glovanni realiz ties versiones cieltema cie los inocenres enire 1485 , 1495, eu las que se profundiza elparagn entre pasado y presente. La ltima versin de Mateo, pintadapara ia iglesia de SalAgustn eri Siena, donde an se conserva, luedurarte ei siglo XVi-el nrodelo iconogrfico, no slo para ei episodioevang]ico, sino para las representaciones de otras masacres pesadas ycoe tneas. Por ejemplo, en la serie de las veinticu atro tailles-daces sobrelas guerras ci'iles en Francia, desde la muene cle Enrique 1l hasta labatalla de Monconrtur (octubre cte 1569), diseadas :orJean perrissiny grabadas porJacques Tortorel en 1569,?1 se ad'ierte la improi-rra clt:ia frmula usada en 1a representacin del martirio de los inocenre-ssobre ia estampa'mero 11, en la que se ilustra la msacre de \;as:.,.(l de marzo de 1562), perpetrada por los hombres del auque dr (,,.risrconira los prorestantes y que signific el comienzo de ia rrrre r;r gllerrade rehgin. como en los cuadros de Matteo di Gio.amri. el rrii:u.o dePerrissin muestra a ios perpetradores en ia posicin ver,ical, con el

    :1 Totorel, jacques & Perrissin, Jean. Quarante tableaux c,i. Hsoircs clituses qtti sontmnorables tlucha.nt les guerres, massacres, 6 troubles, adtatnrcs en France ces dernieresannees. Le tout recueilly selonle icsmuigr;age de rctx qLfi r- ont csle rnpersonnt, & tp+iles.rnr 1'eus, Iescyte!.s sont potrrr.ls .i ld vi!(.. ()er.i,tr:..;elln t1e Laon- 1569.

    braztradr,rctiangria obalusiparaen lagrabr

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    del rede lo.supre_ lo