..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí...

5
Arturo Andrés Roig ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

Transcript of ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí...

Page 1: ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que se han de buscar para la reconstrucción

Arturo Andrés Roig

..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIADEL DISCURSO Y PENSAMIENTO

LATINOAMERICANO

Page 2: ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que se han de buscar para la reconstrucción

I

CENTRO DE ENSEÑANZA DESESCOLARIZADA

CONSRJO DIRECTIVO

ALVARO GAL VIS RAMIREZ. O.P. Rector

Hecho el dep6sito que establece la ley.

o Autor: Arturo Andrés Roig.

o Editor: Universidad Santo Tomás - USTA.

Carrera 9· N° 51-23, tels.: 2553034,235 7192, ext. 22.

Santafé de Bogotá, D. C. - l'

CONTENIDO

JOAQUIN ZABALZA IRIARTE. O.PVicerrector Administrativo PRESENT ACION

JORGE ENRIQUE VERGEL VILLAMIZARVicerrector Académico .

1. LA HISTORIA DE LAS IDEAS

La '.'Historia de las ideas" y sus motivaciones fundamentales .

De la historia de las ideas a la filosofía de la liberación

La "Historia de las ideas" cinco lustros después .. ..

La "Historia de la~ ideas" y la historia de nuestra cultura

Tres décadas de "Historia de las ideas" en Argentina: recuento ybalance. . ~ .

1" edición: 199311. LA TEORIA DEL DISCURSO

¿Cómo leer un texto? . . . . . .

La "Teoría del discurso" y la investigación de lo ideológico

La radical historicidad de todo discurso . . . . . . . . .

El siglo XIX latinoamericano y las nuevas formas discursivas

El Facundo como anticipo de una teoría del discurso

III. LA FILOSOFIA LATINOAMERICANA '"

Categorías y temporalidad para un filosofar latinoamericano

La historia de las ideas y la filosofía latinoamericana

La filosofía de la historia en Antonio de León Pinelo.

INDICACIONES SOBRE LOS ENSAYOS DE ESTE VOLUMEN

Pág.

5

9112347

091

105I

107 l(¡

115129137163

/169171175 ...195

201

3

Page 3: ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que se han de buscar para la reconstrucción

.,,

CATEGORIAS y TEMPORALIDAD PARA UNFILOSOFAR LATINOAMERICANO

¿Por qué loschombres de nuestra América han cobrado conciencia de .sutiempocoñdetenmClas categoría~jj.o _~ºn otras-¡eggn Jas _~p'oc~as,y qué tiem-pos sOnlos quese han-iñostrado a ese hombre con esas categorías?

¿Se trata de un "tiempo natural" o de un "tiempo histórico"? y si es afIr-mado como "histórico'; ¿hasta qué punto se ha om..,!o conciencia, pOr l'1arte eesos hombres oe-nuestra América e que no s610 han construido. la "objetividad',sihoque-firm15i~n son~íigeñfés dé a realidad social -aun c~~ode modo deficita-río- que ellos mismos objetivan? ¿En qué grado y medidas se han descubierto así mismos como factor de cambio, inclusive de una posible modiñcación profun-da de las relaciones que constituyen la "real idad social", fundamento de la "re-alidad" de los.hombres?

¿Hasta qué punto nuestro "mundo" es realmente "nuestro"y cómo podríadefinirse la apropiación que queremos significar con la palabra "nuestro"? Evi-dentemente que el único sentido de lo "nuestro" se deriva de una relaci6n nomistificadora de los hombres y de las cosas. En la medida en que la cultura seresuelva, en cuanto alienada y alienante en formas diversas de alienaci6n, no ha-brá duda de que el "mundo" habrá de dejar de ser nuestro, como deja de serIoel discurso con el que expresamos ese mundo. ,

Siguiendo el hilo que deja planteada esta serie de cuestiones que bien podríasintetizárselo en la problemática de la relaci6nentre formas categoriaIes vigentes ytemporalidad, bien podríamos intentar una inquisición que nos aproxime, desde eseenfoque, a lo que ha sido y es el pensar -de modo particular el pensar filosófico- ennuestras tierras y cuáles podrían ser sus abordajes metodol6gicos.

Bien es cierto que el tema tan llevado y traído de si es posible la filosofíaentre nosotros lo hemos rechazado hace tiempo, por ocioso y bizantino. Parti-mos pues de suifactum, el que ofrece nuestro mundo cultural, dentro del cual el

171

Page 4: ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que se han de buscar para la reconstrucción

hecho del filosofar se ha dado y se da, desde aquellas formas de la "filosoffa es-pontánea" de la que hablaba Gramsci, hasta las que pretenden competir, desdesus desarrollos y esfuerzos te6ricos, con modelos consagrados dentro de diver-sas tradiciones académicas. E inclusive dentro de ese mundo del pensar filosófi-co nuestro no podríamos dejar de considerar, como momento de particularsignificaci6n, la apasionada polémica que alguna vez tom6 cuerpo, en contra dela posibilidad de una filosoffa entre nosotros.

Hay pues un hecho filosófico que no se puede desconocer. Ahora bien,¿pensaremos a la filosoffa como algo dado, con un poder aut6nomo de desarro-llo que podría hacemos olvidar de los sujetos filosofantes? ¿Cuál es el trata-miento que habrá de darse a la filosofía y, por cierto, a todo el mundo denuestra cultura supuesto el factum mencionado? Tal vez en ese tratamiento seencuentre para nosotros lo más importante de la cuestión, pues desde él habríala posibilidad de señalar la existencia de diversos tipos de filosofar, algunos delos cuales podrían entrar en una historiograffa, pero para afirmar de ellos que nopasaron más allá de respuestas rigurosas en cuanto a técnica, pero débiles encuanto a su peso hist6rico. Cabría por tanto preguntarse por las vías de señala-miento de esa' categoría no fácil de fundar, y explicar la de " eso hist6rico", laque a nuestro juicio no podrá alcanzar respuestas satisfactorfas si no retrotrae-mos la in uisici6n no s610 al suieto Q!QQu~QLd1:Lciisg¡lSO ",filos6fico", sino,más aún, al momento mismo de la producci6n discursiva, todo ello sin perjuICio

e intentar, a mismo tiempo, una cierta evaluaci6n de filosofemas -.Y es este"retroceso metodologico", que nos aconseja caminar desde el discurso hacia loque en una primera instancia podríamos considerar co. o el momento de pro-ducci6n del discurso el que nos explicaría tal vez más ácilmente, por ejemplo,esa pasi6n autodestructiva que lIev6 con tanto ardor a negar no sólo la capacidadteorética del hombre de nuestra América, sino a la América misma.

Pero así como el método podrfa servir para señalar aquella carencia de"peso histórico;', también podrfa ser y es, a nuestro juicio, una de las vías parareencontrarnos con formas discursivas que han hecho historia o que podríamosreconocerlas en tal sentido. ¿Acaso no ha habido formas de negaci6n y de des-

/1conocimiento que han dejado planteadas fecundas polémicas y que han resonadoy aún resuenan entre nosotros mucho más que esos discursos académicos que es-tán esperando que se los descubra desde una metodología de lectura yasupuestaen el mismo discurso?

i.Vamos a movemos dentro del ámbito de lectura que el autor del discursopreestableci6 de alguna manera para su propio discurso y de ella lo escribió? Osi se quiere, para hacer la pregunta más rica: ¿Leeremos tal corno las academiasentendieron que se había de leer aquello que escribieron ya desde un determina-

172

I ~ rL jJ) I ICJ~7 p . .u -

'i~ do tipo de lectura? Es evidente ue ha lIe ado el momento de "desbordar...:l9 ]~C. textos ~ buscar en ellos, si realment~ es posible desbordarlo~, su contextualidad.t '1 A" un aspecto que nos pone en el Ifmlte entre texto y textual Ida es precisamente

~

' '~ .eI que surge de la osibilida.d de determinaci6n d:..!as pautas pre-estable~i as de~ec ra con las que fue esCrito -entre el as a e la He ero omra ~ escrí r res=--

, pec o e escnto-, lo cual nos conduce, necesariamente desde el discurso, ai aquel momento productivo del discurso. Por cierto que no compartimos los te-I mores que en algunos despierta esa referencia a la contextualidad discursiva,

Ique no deja de ser en algún sentido fundada en cuan o que a re aCI n "texió-co to" bien puede intentar mostrársela de modo mecánico, pero que resü ta

"

infundada, toda vez que la posibilidad de ralaciones mecánicas y hasta determi-I nistas, únicamente se da si establecemos previamente a toda lectura, la "exter-

nalidad" y "autonomía" discursivas. No se trata de un texto y a su alrededor deuna contextualidad, sino que ésta atraviesa y llena e t mo o a a uél ue mu- je as veces, sobre todo en os casos e formas de alta "densidad discursiva" ypor eso mismo con real "peso hist6rico", el texto mismo se constitu e en su

ro ia conte tl1~ldad.

/ Habíamos hablado de u metodo resivQ e nos llevaría desde el dis-/ ~urso como lo inmediatamente aClo, a lo ue denomí amos momento produc- .

nvo dé! discurso". Ahora bien, deberíamos alertar ahora sobre el sentido que /posee aquella "regresión metodoI6gica", toda vez que ella es particularmente unfenómeno que no se cumple en un simple regreso a un momento dado "fuera"de nuestra relaci6n .. ~ . ic o e otro mo o, tal vez deberíamos aten er alas sugerencias d Julia Ksisteva que con tanta fuerza nos ha dicho que el mo-mento propiament conStitutivo deLQiscurso se da en ese "encuentro" o conver- ',,",. encía en re el escrit~r y el lector, que ~s momento de renacimiento yrecreación permanente del hecho aiScursivo. Así pues, el "regreso" al momento \ ~roductivo ~iLCO~ d~~este o o gunto de vista en un "re-encuentro" en

.!ID-PLesente. Y la contextualidad no s610 atraviesa al autor del mensaje, sino quehace otro tanto con el lector actual y se da por tanto un complejo entrelazamien-to de planos contextuales que habrá que saber conjugar. /'

El momento <!..e~r~ ~et;016gi~a' e cumple en la medida en que, Isobre lo que el texto nos dice de su propia contextualidad y sobre aquellos datos .'extralingüísticos que permiten clarificar esa "contextualidad interna", podemosreconstruir el sistema de "discursos referidos" en sus diversos niveles y ámbi- .tos; el momento de "convergencia discursiva" que no es ajeno al señalado, encuanto no es anterior o posterior temporalmente y sf sólo rnetodológicamente,podríamos concebirlo como aquel en el que intentamos alcanzar un nivel expli-cativo del sistema epocal de discursos referidos, desde lo que sería nuestro pro-pio sistema, dentro del que viene a quedar incorporado todo texto. Una praxis,

<S

Page 5: ..mSTORIA DE LAS IDEAS, TEORIA DEL DISCURSO Y … · 2013. 7. 29. · de la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que se han de buscar para la reconstrucción

que en última instancia es siempre social, imprime por lo demás, un desarrollo alo que podría, más limitadamente, denominarse praxis de lectura.

Pues bien, regresemos al tema con el que iniciamos estas palabras, el de la ('1

relación entre formas categoriales vigentes y la temporalidad. No cabe duda a1- t~~guna de que en una cultura organizada sobre la base de la fetichización de sus \productos, entre ellos el propio discurso filosófico, las categorías de análisistenderán a' ser postuladas como herramientas señaladoras de formas ajenas a loque podríamos considerar como una auténtica dinamlcidadhistdrica.'

Felizmente, podemos hablar de una "conflictividad categorial" no difícil-mente señalable sobre todo si establecemos comparaciones de época y en parti-cular si esa aproximación a la epocalidad la llevamos a cabo desde lo que seríala socialidad que le da sentido como período histórico. Conflictividad que seconjuga con modificaciones a veces profundas de la noción misma de temporali-dad, visible en el hecho muy simple de que ciertas cosas que hasta un determi-nado momento se las vio como inmutables y hasta sagradas, pasaron a ser vistascornosujetas a movilidad y cambio. La caída o el fin de los (dolos (fetiches) haido marcando pasos de visión estática a visión dinámica, por lo general doloro-samente, y este hecho se expresa, de modo patente, en todas las manifestacionesde la cultura. De ahí aquellos "recomienzos" que para nosotros son los que sehan de buscar para la reconstrucción desde nosotros, de un discurso filosóficolatinoamericano, que son a la vez ocasión de permutación de valores y por tantode abandono de categorías o de reformulacion de las mismas, desde otro sujetohistórico .que lasmodifica mediante una semantízación que responde a otras exi-gencias, las que pueden ser y son en más de un caso, de [iberación. '

Todo lo dicho converge en la determinación de las condiciones que, ha decumplir un discurso filosófico propio, más allá de si responde o-no a modelos yformas expresivas impuestas p0.1las sucesivas modas intelectuales generadas en

\

OS centros de poder mundial,/Una filosofía o un filosofar elaborado sobre un,sistema categorial que coincida con una temporalidad desde la cual nuestro hom-bre se sienta responsable de su hacerse y su gestarse/ '

(í ¡¿¡?él.. ;1'l1 (4") J

/

174