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MONSACRO / 507 El Monsacro, situado a 13 kilómetros de Oviedo, es una montaña exenta con aspecto de cono truncado y altura máxima de 1057 metros. Ocupa el centro de la zona en la que se emplaza y está rodeada por otros cordales montañosos, entre los que se encuentra el Aramo. Por el hecho de ser un monte elevado, con una posición relevante en su entorno, el Monsacro se convirtió en un lugar sagrado, pues las montañas de mayor altitud surgían ante el hombre como los pun- tos que más se adentraban en la región celeste recorrida por el sol y donde parecían fraguarse las tormentas, que se explicaban como obra de la divinidad. Del carácter sagrado de este terri- torio dan fe los restos hallados en él de una necrópolis tumular que data de tiempos del Neo- lítico y del Calcolítico, según el inventario arqueológico del concejo de Morcín. A partir de una fiesta popular que tenía lugar en esta montaña de Morcín, la quema del Tararu, Fernández Conde deduce que en el Monsacro estuvo entronizado Taranus, el dios de la guerra en la Astu- rias de época prerromana, que por asimilación lo era también del trueno y de las tormentas. En la época romana esta divinidad fue asimilada a la de Iupiter Tonans, por lo que la montaña de Morcín se convierte en morada del dios romano central. La cristianización de un santuario pagano por el sistema de sustitución fue un fenómeno generalizado en todas partes a lo largo de la Edad Media, y esto sucedió en el Monsacro, que pasó a ser un centro cristiano y además importante porque, según la tradición, en él se habría depositado el famoso relicario, trasladado a la vecina ciudad de Oviedo en época de Alfonso II. Este relicario atrajo a numerosos peregrinos, que se dirigían, especialmente desde el siglo XI, al lugar donde se custodiaba, San Salvador de Oviedo, lo que convirtió a la capital asturiana en el segundo centro de peregrinación en importancia de la Península, tras Santiago de Com- postela. Existen varias referencias documentales que, con ligeras variantes, coinciden en afir- mar la creencia de que el Arca de las Reliquias había sido traída por los cristianos fugitivos del Islam hasta las montañas asturianas, donde habían logrado llegar tras numerosos avatares. En uno de estos documentos, datado en 1200, se habla por primera vez del Monsacro como el lugar donde se depositaron las reliquias antes de llegar a San Salvador de Oviedo, aunque en otro relato que aparece en el Libro de los Testamentos se menciona que las reliquias estuvieron en cuevas y tabernáculos, que bien pudieron ser los del Monsacro. Por lo tanto, parece que desde principios del siglo XIII el Monsacro se consolidó como el lugar en el que habían sido deposi- tadas las reliquias. Existe otra leyenda paralela que hace referencia a Santo Toribio, obispo de Astorga, según la cual este prelado astoricense llegaría al Monsacro portando reliquias traídas de Tierra Santa, que depositaría en la mencionada montaña de Morcín. Sin embargo, es preciso señalar que este obispo murió hacia el 480 y que si tenemos en cuenta los relatos mencionados en el párra- fo anterior, el Arca Santa llegaría al Monsacro en el siglo VIII, con lo que la relación de este prelado con el mencionado relicario constituye un grave anacronismo. J. M. González subra- ya en su artículo sobre el Monsacro esta incoherencia, que relaciona con la corrupción del vocablo prelatino taurus o turo equivalente a dolmen, una construcción sobre la que pudo edi- ficarse, según el mencionado autor, la capilla de Santiago. Sin embargo, tras una excavación de urgencia en esta última, se llegó a la conclusión de que no había sido construida sobre nin- guna edificación tumular, sino que la fábrica se levanta directamente sobre la roca viva. Por otro lado, en 1158, Fernando II de León y su hermana Urraca donaron al frater Rodri- go Sebastiániz, en origen un noble al servicio del emperador Alfonso VII, un coto en este monte de Morcín. En el documento en el que se menciona esta donación se hace referencia además a los frates de Monte Sacro, lo que lleva a pensar en la presencia de un grupo de monjes MONSACRO

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El Monsacro, situado a 13 kilómetros de Oviedo, es una montaña exenta con aspecto de cono

truncado y altura máxima de 1057 metros. Ocupa el centro de la zona en la que se emplaza y

está rodeada por otros cordales montañosos, entre los que se encuentra el Aramo. Por el hecho

de ser un monte elevado, con una posición relevante en su entorno, el Monsacro se convirtió

en un lugar sagrado, pues las montañas de mayor altitud surgían ante el hombre como los pun-

tos que más se adentraban en la región celeste recorrida por el sol y donde parecían fraguarse

las tormentas, que se explicaban como obra de la divinidad. Del carácter sagrado de este terri-

torio dan fe los restos hallados en él de una necrópolis tumular que data de tiempos del Neo-

lítico y del Calcolítico, según el inventario arqueológico del concejo de Morcín. A partir de

una fiesta popular que tenía lugar en esta montaña de Morcín, la quema del Tararu, Fernández

Conde deduce que en el Monsacro estuvo entronizado Taranus, el dios de la guerra en la Astu-

rias de época prerromana, que por asimilación lo era también del trueno y de las tormentas.

En la época romana esta divinidad fue asimilada a la de Iupiter Tonans, por lo que la montaña

de Morcín se convierte en morada del dios romano central.

La cristianización de un santuario pagano por el sistema de sustitución fue un fenómeno

generalizado en todas partes a lo largo de la Edad Media, y esto sucedió en el Monsacro, que

pasó a ser un centro cristiano y además importante porque, según la tradición, en él se habría

depositado el famoso relicario, trasladado a la vecina ciudad de Oviedo en época de Alfonso II.

Este relicario atrajo a numerosos peregrinos, que se dirigían, especialmente desde el siglo XI,

al lugar donde se custodiaba, San Salvador de Oviedo, lo que convirtió a la capital asturiana

en el segundo centro de peregrinación en importancia de la Península, tras Santiago de Com-

postela. Existen varias referencias documentales que, con ligeras variantes, coinciden en afir-

mar la creencia de que el Arca de las Reliquias había sido traída por los cristianos fugitivos del

Islam hasta las montañas asturianas, donde habían logrado llegar tras numerosos avatares. En

uno de estos documentos, datado en 1200, se habla por primera vez del Monsacro como el

lugar donde se depositaron las reliquias antes de llegar a San Salvador de Oviedo, aunque en

otro relato que aparece en el Libro de los Testamentos se menciona que las reliquias estuvieron en

cuevas y tabernáculos, que bien pudieron ser los del Monsacro. Por lo tanto, parece que desde

principios del siglo XIII el Monsacro se consolidó como el lugar en el que habían sido deposi-

tadas las reliquias.

Existe otra leyenda paralela que hace referencia a Santo Toribio, obispo de Astorga, según

la cual este prelado astoricense llegaría al Monsacro portando reliquias traídas de Tierra Santa,

que depositaría en la mencionada montaña de Morcín. Sin embargo, es preciso señalar que

este obispo murió hacia el 480 y que si tenemos en cuenta los relatos mencionados en el párra-

fo anterior, el Arca Santa llegaría al Monsacro en el siglo VIII, con lo que la relación de este

prelado con el mencionado relicario constituye un grave anacronismo. J. M. González subra-

ya en su artículo sobre el Monsacro esta incoherencia, que relaciona con la corrupción del

vocablo prelatino taurus o turo equivalente a dolmen, una construcción sobre la que pudo edi-

ficarse, según el mencionado autor, la capilla de Santiago. Sin embargo, tras una excavación

de urgencia en esta última, se llegó a la conclusión de que no había sido construida sobre nin-

guna edificación tumular, sino que la fábrica se levanta directamente sobre la roca viva.

Por otro lado, en 1158, Fernando II de León y su hermana Urraca donaron al frater Rodri-

go Sebastiániz, en origen un noble al servicio del emperador Alfonso VII, un coto en este

monte de Morcín. En el documento en el que se menciona esta donación se hace referencia

además a los frates de Monte Sacro, lo que lleva a pensar en la presencia de un grupo de monjes

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en el Monsacro. No sería extraño, además, que este grupo de monjes dependiera de la vecina

comunidad de San Vicente de Oviedo, pues el documento que contiene la donación real men-

cionada anteriormente se conserva en este cenobio ovetense. La existencia en el lugar de algu-

nas denominaciones toponímicas relacionadas con la vida monástico-eremítica, como la “Cueva

del Ermitaño o el Prado del Ermitaño”, confirma aquel pasado monástico del Monsacro.

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Capilla de Santiago o Capilla de Arriba

LA ERMITA DE SANTIAGO se sitúa en el extremo sur de

la Majada de les Capilles, a 300 metros de la Capilla

de Abajo, entre numerosas rocas calizas que la ro-

dean y que han suministrado el material para su construc-

ción. Esta capilla estuvo consagrada a Santa Catalina,

según el Libro Becerro del obispo Gutierre, y, posterior-

mente, tuvo otras advocaciones, como la de Santiago,

Santo Toribio o la de Santa María.

Su construcción se lleva a cabo con un aparejo de

mampostería, y sus trazas adoptan una disposición poligo-

nal derivada de las primitivas tipologías martiriales. Cuen-

ta con una nave octogonal de lados desiguales, que comu-

nica, por una parte, con un presbiterio formado por ábside

semicircular, precedido de tramo recto, y, por otro lado,

con una estancia trapezoidal que da acceso a la Cueva del

Peregrino desde el interior del templo. En varias de las

Exterior

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Axonometría Exterior desde el sur

Planta Detalle de la bóveda

Sección transversal Interior

0 1 5 m

0 1 5 m

0 1 5 m

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esquinas de la iglesia se sitúan contrafuertes que no alcan-

zan toda la altura del edificio, dos en el Norte y cuatro en

el Sur, un par de estos últimos ocultos por haberse adosa-

do a ellos la estancia que comunica con la Cueva del Pere-

grino. También aparece, en uno de los lados del octógono,

un cuerpo prismático recubierto con tejaroz que cumpliría

funciones de refuerzo de la bóveda que se encuentra en el

interior, al igual que los contrafuertes. Es en este cuerpo

donde se ubica la puerta de acceso al templo, que consis-

te, simplemente, en un arco semicircular que reposa sobre

dos impostas y a la vez sobre otras tantas jambas sin

columnas intermedias. El ábside aparece a menor altura

que la nave, no cuenta con columnas adosadas, y en él úni-

camente aparece una pequeña ventana semicircular.

La nave octogonal, se cubre con crucería central

apuntada, cuyos nervios arrancan de los vértices del polí-

gono y se unen en la clave central. Los nervios se inte-

rrumpen en el muro siguiendo el procedimiento del góti-

co primitivo de cul de lamp y descargan los empujes de la

bóveda en los puntos donde la estructura se refuerza exte-

riormente con contrafuertes. La plementería es de toba,

aunque actualmente está enlucida, igual que los muros,

manteniendo los nervios su aspecto desnudo, que, aparte

de ser un elemento de refuerzo, cumplen también una fun-

ción decorativa y de articulación. Un altar se coloca exen-

to en la nave, con una apertura en su frente que comunica

con el llamado Pozo de Santo Toribio, lugar en el que,

según la tradición, se guardaron las reliquias y del que los

peregrinos extraían tierra milagrosa. En uno de los muros

de la nave, sobre el mencionado altar, se abre la única sae-

tera con la que cuenta la nave octogonal, que sirve de ilu-

minación al templo.

La puerta que comunica la nave con la cabecera es de

arco semicircular, construido con dovelas y clave central.

La cabecera se cubre con bóveda de cañón, en el tramo

recto, y de cuarto de esfera, en el hemiciclo, y en este últi-

mo se sitúa una ventana semicircular, que seguramente fue

ampliada posteriormente, pues en origen seguramente fue

una estrecha saetera con derrame interno. Una puerta

simétrica a la entrada da acceso a una dependencia trape-

zoidal, cubierta mediante bóveda de cañón, que comunica

con la cueva del ermitaño, situada en el exterior a través

de un gran arco semicircular, en el que actualmente se

encuentra una reja.

Aunque la presencia de monjes en el Monsacro data

del siglo XII, la capilla de Santiago se construyó segura-

mente a partir del XIII, una vez que este monte de Morcín

se consolidó como el lugar donde fueron depositadas las

reliquias. En efecto, la ermita de Abajo se relaciona con el

románico rural y arcaizante típico de finales de la decimo-

tercera centuria, ya que no cuenta con relieve integrado y

emplea técnicas constructivas rústicas. Sin embargo, tam-

bién hay que decir que la planta y la estructura de la Capi-

lla de Arriba suponen la aplicación novedosa en Asturias

del esquema centralizado, del que constituye el único

ejemplo.

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La Magdalena o Capilla de Abajo

LA ERMITA DE LA MAGDALENA está emplazada en el

extremo septentrional de la Majada de les Capilles,

sobre una plataforma natural desde la cual se puede

divisar casi por completo la ciudad de Oviedo.

La Capilla de Abajo presenta planta rectangular con

ábside semicircular precedido de tramo recto y se orienta

al Este. El aparejo utilizado es también de mampostería en

la mayor parte del templo, en origen cubierta mediante

revocado, y de sillares bien tallados para las esquinas y los

vanos. El lado oeste de la iglesia cuenta solamente con una

pequeña saetera situada en la parte superior, y en el costa-

do sur se coloca la única puerta de acceso al templo. Este

hecho es poco habitual en el románico astur, pues cuando

existe una sóla entrada al templo suele colocarse al Oeste;

si aparecen dos, se sitúan en el lado meridional y en el de

poniente. Sin embargo, la posición que ocupa la única por-

tada en La Magdalena puede responder a la existencia de

procesiones entre las dos iglesias del Monsacro, por lo que

sus puertas debían enfrentarse. La portada de la Magdale-

na consiste en arco de medio punto, que reposa directa-

mente sobre dos impostas lisas y a su vez sobre dos jambas

sin columnas adosadas. Al lado del muro septentrional,

que cuenta con varios vanos cuadrados, al igual que la de

la Capilla de Arriba, se conservan restos de un muro que

pudo pertenecer a un cuerpo añadido posteriormente a la

construcción románica del templo. La cubierta de la nave

es a dos aguas y se remata con dos aleros en los lados norte

y sur con moldura sencilla y canecillos carentes de orna-

mentación. El ábside no cuenta con columnas adosadas y

presenta un vano con derrame interno.

En el interior, la nave se cubre actualmente mediante

bóveda de cañón apuntado, lo que hablaría de una crono-

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logía tardía. Sin embargo, el templo pudo cubrirse en ori-

gen con armadura de madera, pues por encima del arco de

triunfo, y a la altura del arranque de la bóveda de cañón,

existe una superficie sobre la que bien pudo apoyarse la

mencionada cubierta. Esta hipótesis quedaría avalada por

el hecho de que no existen otras bóvedas o arcos apunta-

dos en el templo, y la mayor parte de las iglesias de carac-

terísticas parecidas a la Capilla de Abajo se cubren con

armadura de madera, aunque ese modelo de bóveda tam-

bién existe en ejemplos tardorrománicos de la zona de

Cangas del Narcea. El pavimento de la nave se adapta a la

disposición del lugar sobre el que se asienta el templo, uti-

lizándose en, algunos lugares, la roca vista. La cabecera

está precedida por un arco de triunfo, que reposa sobre dos

impostas y dos jambas sin columnas adosadas, al igual que

la portada. La cabecera está formada por un ábside semi-

circular precedido de tramo recto, cubriéndose el primero

mediante bóveda de cañón, y el segundo con bóveda de

cuarto de esfera, debajo de la que se encuentra una saete-

ra con derrame interno que ilumina este espacio.

La capilla de la Magdalena fue construida casi con

seguridad en el siglo XIV y manifiesta la pervivencia iner-

cial de carácter regresivo de las soluciones del románico

Vista panorámica

Arco triunfal

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internacional en el siglo XIV, como evidencian la única

puerta de arco semicircular sencillo y los canecillos desor-

namentados.

Texto y fotos: MPM - Planos: CFS/MCLF

Bibliografía

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Alzado sur y sección transversal

Planta

0 1

0 1 5 m

5 m

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