MODULO EPISTEMOLOGIA DE LA COMUNICACION 2009.pdf

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MATERIAL DIDACTICO EPISTEMOLOGIA DE LA COMUNICACIÓN CODIGO 401103 MARIA ISABEL CORTES CORTES UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA –UNAD- ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES PROGRAMA COMUNICACIÓN SOCIAL BOGOTA 2009 LECTURAS UNIDAD I La comunicación como campo de estudio

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MATERIAL DIDACTICO EPISTEMOLOGIA DE LA COMUNICACIÓN

CODIGO 401103

MARIA ISABEL CORTES CORTES

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA –UNAD- ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, ARTES Y HUMANIDADES

PROGRAMA COMUNICACIÓN SOCIAL BOGOTA 2009

LECTURAS UNIDAD I La comunicación como campo de estudio

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LA TRANSDISCIPLINARIEDAD UNA NUEVA VISIÓN DEL MUNDO

Sabemos de donde surgieron estas divisiones del objeto de estudio. En términos intelectuales se derivan de la ideología liberal dominante en el siglo XIX que decía que el

estado y el mercado, la política y la economía, eran ámbitos separados de manera analítica (y en gran medida autónomos), cada uno con sus reglas (con su "lógica")

particulares. Se pidió a la sociedad que las mantuviera separadas, y los académicos las estudiaron por separado.

Immanuel Wallerstein Impensar las Ciencias Sociales, 1998 (pp. 261)

Extracto del libro LA TRANSDISCIPLINARIEDAD-Manifiesto, de Basarab Nicolescu Éditions du Rocher - Collection "Transdisciplinarité" Traducción del Francés Consuelle Falla Garmilla Escuela Nacional de Trabajo Social Universidad Nacional Autónoma de México Fuente: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm Un Pic de la Mirandole en nuestra época es inconcebible. Dos especialistas de la misma disciplina tienen dificultad en entender, hoy día, sus propios resultados recíprocos. Eso no tiene nada de monstruoso en la medida en la que es la inteligencia colectiva de la comunidad apegada a esa disciplina la que hace progresar y no solo es un cerebro el que debe por fuerza conocer todos los resultados de todos esos cerebros-colegas, situación ésta por demás imposible. Por otra parte debido a que hoy en día hay centenares de disciplinas uno se pregunta. ¿cómo podría un teorizante en física de las partículas dialogar verdaderamente con un neurofisiólogo; un matemático con un poeta, un biólogo con un economista, un político con un especialista en informática, más allá de las generalidades más o menos banales? Y sin embargo un verdadero dirigente debe poder dialogar con todos a la vez. El lenguaje disciplinario es una barrera aparentemente infranqueable para un neófito. Y todos somos neófitos de los otros. ¿La Torre de Babel será inevitable? No obstante, un Pic de Mirandole en nuestra época es concebible como una supercomputadora a la cual se podría alimentar con todos los conocimientos de todas las disciplinas. Esa supercomputadora podría saber todo pero no entender nada. El que utilizara dicha supercomputadora no estaría en mejor situación que la supercomputadora misma. Tendría acceso instantáneo a no importa cual resultado de no importa cual disciplina pero no sería capaz de entender sus significados y aún menos formar lazos de unión entre los resultados de las diferentes disciplinas. Ese proceso de babelización no puede continuar sin poner en peligro nuestra propia existencia porque significa que un dirigente se vuelve aún sin querer, más y más incompetente. Los desafíos mayores de nuestra época, como por ejemplo los desafíos éticos, requieren capacidades más y más amplias. Pero la suma de los mejores especialistas en sus dominios no puede engendrar, evidentemente, más que incompetencia generalizada, porque el total de las capacidades no es la capacidad: en plan técnico, la intersección entre los diferentes campos del saber es un conjunto vacío. Ahora bien, ¿qué es un dirigente individual o colectivo sino aquel que es capaz de tener en cuenta todos los elementos del problema que examina?

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La necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo veinte, de la pluridisciplinariedad y de la interdisciplinariedad. La pluridisciplinariedad consiste en el estudio del objeto de una sola y misma disciplina por medio de varias disciplinas a la vez. Por ejemplo, un cuadro de Giotto puede estudiarse por la historia del arte alternando con la física, la química, la historia de las religiones, la historia de Europa y la geometría. O bien, la filosofía marxista puede estudiarse por la filosofía alternando con la física, la economía, el psicoanálisis o la literatura. El objeto saldrá así enriquecido por la convergencia de varias disciplinas. El conocimiento del objeto dentro de su propia disciplina se profundiza con la aportación pluridisciplinaria fecunda. La investigación pluridisciplinaria en consecuencia aporta un "más" a la disciplina en cuestión/la historia del arte o la filosofía en nuestros ejemplos/, pero ese "más" está al servicio exclusivo de esa misma disciplina. Dicho de otro modo, la gestión pluridisciplinaria sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en el marco de la investigación disciplinaria. La interdisciplinariedad tiene una mirada diferente. Concierne a la transferencia de métodos de una disciplina a otra. Se pueden distinguir tres grados de interdisciplinariedad: a) un grado de aplicación. Por ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina conducen a la aparición de nuevos tratamientos del cáncer; b) un grado epistemológico. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la lógica formal en el campo del derecho genera análisis interesantes en la epistemología del derecho; c) un grado de concepción de nuevas disciplinas. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la matemática en el campo de la física ha engendrado la físico-matemática, de la física de las partículas a la astrofísica -la cosmología cuántica, de la matemática a los fenómenos meteorológicos o los de la bolsa -la teoría del caos, de la informática en el arte- el arte informático. Como la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en la investigación disciplinaria. Por su tercer grado, la interdisciplinariedad contribuye al gran "bang" disciplinario. La transdisciplinariedad por su parte concierne, como lo indica el prefijo "trans", a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento. ¿Hay algo entre y a través de las disciplinas y más allá de toda disciplina? Desde el punto de vista del pensamiento clásico no hay nada, estrictamente nada. El espacio en cuestión está vacío, como el vacío de la física clásica. Aún cuando renuncia a la visión piramidal del conocimiento, el pensamiento clásico considera que cada fragmento de la pirámide por el gran "bang" disciplinario es una pirámide entera; cada disciplina pretende que el campo que le pertenece es inagotable. Para el pensamiento clásico la transdisciplinariedad es un absurdo porque no tiene objeto. En cambio para la transdisciplinariedad el pensamiento clásico no es absurdo pero su campo de aplicación es considerado restringido. En presencia de varios niveles de realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las disciplinas está lleno, como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: desde la partícula cuántica a las galaxias, del cuarzo a los elementos pesados que preparan la aparición de la vida en el Universo. La estructura discontinua de los niveles de Realidad determina la estructura discontinua del espacio transdisciplinario que, a su vez, explica por qué la investigación transdisciplinaria es radicalmente distinta a la investigación disciplinaria, siéndole sin embargo complementaria. La investigación disciplinaria concierne más o menos a un solo

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y mismo nivel de realidad, por otra parte, en la mayoría de los casos no concierne más que a los fragmentos de un solo y mismo nivel de realidad. En cambio la transdisciplinariedad se interesa en la dinámica que se engendra por la acción simultánea de varios niveles de realidad. El descubrimiento de dicha dinámica pasa necesariamente por el conocimiento disciplinario. La transdisciplinariedad, aunque no siendo una nueva disciplina o una nueva hiperdisciplina se nutre de la investigación disciplinaria la cual a su vez se aclara de una manera nueva y fecunda por medio del conocimiento transdisciplinario. En ese sentido las investigaciones disciplinarias y transdisciplinarias no son antagónicas, son complementarias. Los tres pilares de la transdiciplinariedad -los niveles de Realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad- determinan la metodología de la investigación transdisciplinaria. Existe un paralelo sorprendente entre los tres pilares de la transdisciplinariedad y los tres postulados de la ciencia moderna. Los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna han permanecido sin cambios desde Galileo hasta nuestros días, a pesar de la infinidad de métodos, teorías y modelos por los que han atravesado la historia de las diferentes disciplinas científicas. Pero solo una ciencia satisface enteramente los tres postulados: la física. Las otras disciplinas científicas satisfacen solo parcialmente los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. Sin embargo la ausencia de una formalización matemática rigurosa de la psicología, de la historia de las religiones y de una multitud de otras disciplinas no llevan a la eliminación de dichas disciplinas del campo de la ciencia. Aún las ciencias de punta como la biología molecular, no pueden pretender por el momento, al menos, una formalización matemática tan rigurosa como la física. Dicho de otra manera hay grados de disciplinariedad en función de que se tome en cuenta, más o menos de manera completa, los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. Igualmente, el tomar en cuenta de manera más o menos completa los tres pilares metodológicos de la investigación engendra diferentes grados de transdisciplinariedad . La investigación transdisciplinaria correspondiente a un cierto grado de transdisciplinariedad se aproxima más bien a la multidisciplinariedad (como es el caso de la ética); a la de otro grado -el de la interdisciplinariedad (como en el caso de la epistemología)-; y aún a otro grado el de la disciplinariedad. La disciplinariedad, la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad son las cuatro flechas de un solo y mismo arco: el del conocimiento. Como en el caso de la disciplinariedad, la investigación transdisciplinaria no es antagonista sino complementaria a la investigación pluri e interdisciplinaria. La transdisciplinariedad es sin embargo radicalmente distinta a la pluridisciplinariedad y a la interdisciplinariedad, por su finalidad, la comprensión del mundo presente, que es imposible inscribir en la investigación disciplinaria. La finalidad de la pluri y de la interdisciplinariedad es siempre la investigación disciplinaria. Si la transdisciplinariedad es con frecuencia confundida con la interdisciplinariedad y la pluridisciplinariedad (como por otra parte, la interdisciplinariedad es frecuentemente confundida con la pluridisciplinariedad) esos se explica en parte por el hecho de que las tres desbordan las disciplinas. Esta confusión oculta las diferentes finalidades de estas tres nuevas aproximaciones. Absolutizar el carácter radicalmente distinto de la transdisciplinaridad en relación con la disciplinariedad, la pluridisciplinariedad y la interdisciplinariedad, es extremadamente peligroso ya que la transdisciplinariedad sería vaciada de todo su contenido y su eficacia en la acción reducida a la nada.

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El carácter complementario de las diversas aproximaciones, la disciplinaria, la pluridisciplinaria, interdisciplinaria y transdisciplinaria se pone en evidencia de una manera clara, por ejemplo, en el acompañamiento de los moribundos. Este paso relativamente nuevo de nuestra civilización es de suma importancia, porque, al reconocer el papel de nuestra muerte en nuestra vida, descubrimos dimensiones insospechadas de la vida misma. El acompañamiento de los moribundos no puede ahorrarse una investigación transdisciplinaria en la medida en que la comprensión del mundo presente pasa por la comprensión del sentido de nuestra vida y del sentido de nuestra muerte en este mundo que es el nuestro.

Lección 1

Comunicación: Disciplinariedad, Interdisciplinaridad y Transdisciplariedad

Mónica Valle*

Fuente: VALLE, Mónica (2005). Comunicación: Disciplinariedad, Interdisciplinaridad y Transdiciplariedad. Texto publicado en la Revista Comunicologí@: indicios y conjeturas, Primera Época, Número 3, Primavera 2005, Publicación Electrónica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, disponible en: http://revistacomunicologia.org/index.php?option=com_content&task=view&id=95&Itemid=89

"…en la experiencia humana lo sociológico, lo político, lo económico, lo filosófico, lo psicológico, lo histórico, lo poético y todo lo demás se mezclan

hasta el punto de que ningún ingrediente puede mantener su esencia distinta en caso de que se intente aislarlo..."

Zygmunt Bauman El estudio de la comunicación se ha consolidado, a lo largo del siglo XX. Aunque como temática empieza a ser discutida a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, bajo el impacto de la emergencia de los primeros medios masivos y en el escenario de grandes transformaciones culturales tales como: la religiosa, la social, la política, la económica y la técnica. El estatuto de ciencia constituida o campo de intersección del saber de la comunicación, ha suscitado el interés y el debate en los más variados ámbitos sociales y en los más variados grupos de interés epistémico, pero su vivencia más allá del debate decisivo acerca de su definición teórica, es quizás su más fuerte atractivo. “Todos se interesan en el papel y el efecto de los medios de comunicación sobre la sociedad y el individuo, en consecuencia la entrada de la comunicación en la escena intelectual no se debe a la consistencia de su fundamento teórico sino a una fuerte demanda social”(1) .

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De allí la importancia de establecer los fundamentos de la comunicación, pues ellos proporcionaran la medida de la limitaciones y de las posibilidades de ese conocimiento. Este artículo es sólo una aproximación a esta tarea prioritaria, en primera instancia se abordará la constitución del campo de las ciencias sociales, en segundo lugar se enmarca la comunicación como disciplina social y su relación interdisciplinar y en tercer término se enfatiza en la transdisciplinariedad. LAS CIENCIAS SOCIALES La ciencia social como tal es una empresa del mundo moderno, que a partir del Siglo XVI, busca de forma sistémica desarrollar un conocimiento secular, sobre la realidad, que tuviese validación empírica. Sin embargo, es de anotar que la construcción histórica de las ciencias sociales, es heredada de la sabiduría que implica la selección inductiva de la experiencia humana, desarrollada durante periodos largos de la historia. La visión clásica de ciencia, es decir conocimiento fue constituida sobre dos premisas: (2) a) el modelo newtoniano de causa – efecto, en el cual hay una simetría entre el presente y el futuro y b) el dualismo cartesiano, que plantea fronteras limitadas entre la naturaleza y lo humano, es decir materia y mente, mundo físico y espiritual. En el siglo XIX con la universidad entendida como institución diseñada para producir nuevo conocimiento y reproducir a los productores de conocimiento, se plantean nuevas y múltiples disciplinas bajo la creencia de la que la investigación sistemática requería la concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad. (3) Tras la Revolución Francesa el debate entre la ciencia y lo social se construyó bajo la premisa de racionalizar y organizar el cambio social. Augusto Comte revive el término de física social y se propone el descubrimiento de las reglas que “gobiernan el mundo social” con el objeto de salvar al occidente de la corrupción sistémica y de la anarquía que produjo la revolución francesa. En el mismo sentido, el inglés John Stuar Mill, se propone crear una ciencia social exacta, tan científica como la que podía estudiar las mareas o los astros. Bajo las premisas metodológicas de las ciencias naturales se consolida la institucionalización de las ciencias sociales, con nacientes disciplinas como la historia, la economía, la sociología, las ciencias políticas y la antropología. La mayor actividad de este naciente campo se dio principalmente en: Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y EE.UU en donde se abordó la reflexión de sus propias realidades. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LA CIENCIAS SOCIALES Para 1945 las ciencias sociales se distinguían perfectamente de las ciencias naturales que estaban encargadas de estudiar los sistemas no humanos y las humanidades, que se centraban en la producción de estudios sobre la cultura, la mente y el espíritu de las sociedades civilizadas.

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Para esta fecha tres procesos afectaron la estructura de las ciencias sociales: a) El cambio en el sistema político mundial con la novedosa fuerza económica de los EE.UU en el contexto de la guerra fría que implicó una polinización hacía este país de los esfuerzos de investigación y la estructuración de una agenda de reflexión desde su propio talante, además de poner en cuestión planteamientos anteriormente hechos. b) La expansión de la población, de su capacidad productiva y tecnológica que implicó la generación de recursos para sostener centros de enseñanza superior, institutos de investigación, y fundaciones financieras, lo que reforzó el paradigma subyacente de las ciencias sociales. c) La explosión del sistema universitario y de un sistema de generación de pensamiento social, con un enorme soporte de inversión pública y privada, que terminó por validar el tipo de enfoque social nomotético en contra de las orientaciones que parecían menos rigurosas y más orientadas a la política. Ante estos acontecimientos quizás, la más notable innovación académica después de 1945 fue la creación de los estudios de áreas con enfoques multidisciplinares. Los grupos de académicos de las áreas tenían diversos orígenes disciplinares y por lo tanto atravesaban las líneas divisorias definidas tradicionalmente develando así el carácter artificial de las divisiones antes dadas entre las ciencias naturales y las sociales. Cada disciplina se enfrentó a nuevos retos, deslizándose hacía puntos que retaban los antiguos enfoques. Contribuyó a esto el reclutamiento de académicos de distintos orígenes geográficos. Esta superposición de saberes y la relación entre diferentes académicos tuvo como consecuencia el cuestionamiento interno en torno de la coherencia de las disciplinas y la legitimidad de las premisas intelectuales que cada una había argumentado para justificar su existencia separada. De allí que se crearan nombre multidisciplinarios como estudios de la comunicación, ciencias administrativas y ciencias del comportamiento. Este fenómeno fue catalogado por algunos estudiosos como fertilización profunda de la interdisciplinariedad, otros en cambio interpretaron este horizonte como reflejo de la confusión intelectual que implicaba una reconstrucción más radical de las disciplinas para lograr su legitimidad. Después de la década de los sesenta se presentaron procesos en las ciencias duras o naturales que parecían acercarla a las ciencias blandas o sociales. Procesos tales como pensar la no linealidad por encima de la linealidad, la complejidad sobre la simplificación, la relación del que mide con lo medido. Y en algunos matemáticos, la superioridad de la interpretación cualitativa sobre la precisión cuantitativa. Esto contribuyó a hacer menos claras las fronteras de los dos “super campos”. La visión cartesiana que describía al mundo como un automaton, determinista y capaz de ser totalmente descriptivo en forma de leyes causales no encuentra cabida en los nuevos hallazgos que conciben un mundo más complejo, un mundo en el que las perturbaciones desempeñan un papel muy importante y en donde una de las cuestiones claves es explicar cómo surge esta complejidad.

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En este debate se puede decir que la división principal del conocimiento contemporáneo: humanidades, ciencias sociales y ciencias naturales han luchado continuamente en los frentes intelectuales, políticos e ideológicos para mantener sus distintas afirmaciones de universalidad. Afirmaciones han tenido problemas severos, pues no se ha cumplido la expectativa creada por las tres ciencias para predecir y administrar características que se derivan de su presumible carácter de exactitud cuantificable. El universalismo ha sido atacado como un particularismo disfrazado y opresivo: al no poder abarcar una visión globalizadora y válida para todo tiempo y circunstancia, necesariamente es parcial. Si la ciencia social es un ejercicio en la búsqueda del conocimiento universal, entonces, lógicamente no puede haber otro porque ese otro es parte de nosotros al que estudia ese nosotros que hace el estudio. Las ciencias naturales aceptan que el que mide modifica el medido. Las ciencias sociales aún no, en una realidad que es mucho más obvia. La alternativa, argumenta Wallerstein, es pensar en la necesidad de un universalismo históricamente contingente y pluralista, que nos lleve a aceptar la coexistencia de interpretaciones diferentes de un mundo incierto y complejo. Sólo un universalismo pluralista nos permitirá captar la riqueza de las realidades sociales en que vivimos y hemos vivido. Para Giddens, la tensión interminable entre lo universal y lo particular, como rasgo permanente de la sociedad humana invita a un debate más multicultural de las ciencias. Al igual que la objetividad, ya que “la representación cuasi-geográfica de la realidad es imposible”. Es necesario, señala Giddens, que las ciencias sociales acepten que han utilizado mascaras de objetividad para seguir sus propias subjetividades. Ante esta situación Emmanuel Wallerstein propone abrir las ciencias sociales. Edgar Morin apunta a la visión compleja de la realidad: “la complejidad de los problemas nos desarticula y por esta razón precisamente, se vuelve necesario un reordenamiento intelectual que nos habilite para pensar la complejidad" y Barman (4), figura clave del pensamiento social actual , manifiesta que “en la búsqueda de conocimiento integral y significativo del mundo social, se debe sospechar de las fronteras disciplinares cuando no ignorarlas por completo”. “La ciencia, los procesos culturales y la subjetividad humana están socialmente construidos, recursivamente interconectados: constituyen un sistema abierto. Precisamente, de estas interfaces, de sus descentramientos científico- culturales complejos se conforman y caracteriza el espíritu que atraviesa una época. Estas configuraciones transversales son muldimensionales; no son homogéneas ni estáticas, sino que presentan polarizaciones antinómicas y densidades diversas” (5)

Lección 2 LA COMUNICACIÓN COMO DISCIPLINA SOCIAL En comparación con la antropología o la sociología, la comunicación es una disciplina nueva a la que varios teóricos se han interesado en dotar de un estatuto epistemológico, que les otorgue un objeto de estudio autónomo y una serie de herramientas metodológicas independientes para tener acceso a la nominación de ciencia social legítima

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y específica. La epistemología contemporánea, propone tres vías abiertas (6) para considerar el problema de la definición de la disciplina comunicación y de su objeto. La primera a través de una respuesta de tendencia empírica, tomando como base el análisis de las instituciones relacionadas con la comunicación. La segunda a través de una definición lógico – formal de su objeto de estudio y la tercera a través de un análisis diacrónico, procurando situar la génesis del campo de esa disciplina. Bajo la definición empírica se agrupan los intentos de definir la disciplina comunicación que no parten de una especulación sobre el sentido ideal de lo que sería la comunicación en tanto disciplina y su objeto sino que, al contrario, procuran situarla como el correlato de ciertas instituciones del saber, vinculadas a la investigación o a la enseñanza. En este sentido la comunicación sería: el producto de la actividad de esas instituciones y de quienes trabajan en ellas. Aunque coherente la dificultad está en la diversidad de repuestas concretas producidas por las descripciones de la realidad de esas instituciones. Por ejemplo: hay escuelas de comunicación que tienden a aproximarse, o hasta incorporar, temas tan heterogéneos como el turismo o las artes, lo que vuelve difícil la confrontación de los datos recogidos en diferentes instituciones. Además, la diversidad misma de las habilidades profesionales: periodismo, publicidad y propaganda, relaciones públicas, radio y televisión, cinematografía, producción editorial, etc. Indica una constelación de prácticas sociales, en sí misma testigo de importantes variaciones en el sentido del término comunicación que difícilmente se dejan sintetizar en un concepto unívoco y en todo caso poco formalizado. (7) En relación con las ciencias sociales la comunicación, ha enmarcado su que hacer social desarrollando sus propias teorías y métodos, adoptando, de acuerdo a sus necesidades, diferentes herramientas y técnicas de cada disciplina social. “No obstante, son los desarrollados a través de la antropología, la sociología y la psicología social los que le han ido dando sentido y han contribuido con sus instrumentos de investigación y análisis a entender cómo la comunicación, habilidad innata del ser humano, ha ido transformando la realidad de su cultura en el largo camino de su evolución social”. (8) Por otra, la definición lógico – formal de la disciplina de la comunicación, se aboca al objeto de estudio de la comunicación. El resultado de las observaciones generadas a partir de ese paradigma no puede proporcionar sino una imagen del estado actual del campo y por tanto un “corte” y una instantánea sobre lo que en verdad es una realidad cambiante. “El entendimiento que los comunicólogos tienen de su objeto de estudio, aun captado in loco y respetando fielmente la diversidad de opiniones, en la medida misma en la que es formulado y expresado, enmascara las tensiones y las incertidumbres que están en la base del lento y a veces invisible proceso de formación y transformación al que se encuentran sujetos esos entendimientos” (9). Los dos paradigmas definidos anteriormente acaban formando un cierto sistema, aunque normalmente en la práctica, no es raro encontrarlos inmiscuidos en polémicas que los colocan como contradictorios.

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El tercer paradigma: génesis del campo es otra forma de abordar el problema de la definición de la disciplina comunicación y su objeto. Propone pensar la génesis del campo, o sea el advenimiento de la “comunicación moderna”. Para este paradigma, la cuestión fundamental reside en la desnaturalización de los procesos comunicacionales, es decir, en la compresión de que la significación de un fenómeno social no puede ser alcanzada si no es mediante la delimitación de su singularidad histórica. Esto equivale a extraer todas las consecuencias de la afirmación de que la comunicación no es, y no debe ser tratada como un proceso transhistórico. “La investigación en comunicación muchas veces se aleja de la importancia de la historicidad para las ciencias del hombre, sobre todo en lo que toca a las consecuencias epistemológicas, como si los procesos comunicacionales pudieran permanecer indiferentes a la acción del tiempo y a la variedad cultural”. Los procesos comunicacionales asumen, a partir de ciertas condiciones sociohistóricas que denominamos modernidad, un valor y un sentido histórico que se puede considerar único u original, en comparación con otros tipos de organización social (sociedad tradicionales, comunidades primitivas). Si partimos de que la comunicación es única en su representación simbólica y en su recreación de aspectos de la condición humana. Podemos vislumbrar la estrecha relación entre la comunicación y la cultura a través de la cual se infiere la importancia de la antropología en los estudios de comunicación. Así como el de sociología para conocer las coyunturas del hombre en sus prácticas sociales. (10) Esta situación indica la diversidad de la realidad compleja, cuyos sentidos son recogidos junto con el entendimiento de la comunicación que tienen las instituciones de conocimiento socialmente reconocidas. Ante el debate generado en las ciencias sociales, acerca de la articulación de las distintas disciplinas que la conforman y el estudio de los fenómenos y las producciones culturales y sociales que cotidianamente van modificando a la sociedad en el mundo, la comunicación no ha salido exenta. Y no es para menos, ya que el siglo XX fue esencialmente de la comunicación, campo de experimentación cuyo proceso tiene consecuencias importantes al amanecer del presente siglo y milenio. Por ello si la extensión del campo excede los esfuerzos de una sola disciplina, dar cuenta de ese campo significa entonces que éste será atravesado por varios saberes. Tal es el diagnóstico de quienes plantean sus reservas en cuanto a la posibilidad de una ciencia de la comunicación, en la medida en que esto implica una megadisciplina. Con todo, la cosa cambia si en vez de reivindicar todos y cada uno de los procesos comunicacionales, una determinada disciplina se ocupa “solo” de lo que hay de original y decisivo en los procesos comunicacionales, a la luz de las transformaciones producidas por la modernidad, y en cierta forma quizás un poco reflexiva, esto es lo que ya hace una franca mayoría de los estudios en comunicación, que rara vez abordan procesos comunicacionales que no sean los del siglo XX. Para sintetizar es necesario decir que para este paradigma de análisis, las prácticas comunicacionales se convierten en el centro que explica tanto el objeto como la disciplina. Porque ya no se trata de dar cuenta de un campo descomunal, cuya extensión no podría

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ser cubierta sino por la filosofía o por el conjunto de las ciencias del hombre. Son exactamente esos procesos comunicacionales, bien fechados, contextualizados en un determinado tipo de organización social y con especificidad propia, los que tienen en el empleo de los medios de comunicación su expresión más contundente y evidente, lo que se convierten en el objeto de estudio de una ciencia particular: la comunicación. Gaston (11) (2001) afirma que desde la epistemología no es posible llegar a fundamentar una disciplina que se ocupe de “la comunicación”. Esa afirmación disciplinaria, afirma este profesor Argentino, de la universidad del Mar de Plata; sólo puede ser sostenida sobre la propuesta de una intervención política en el campo de las ciencias sociales. “Es aquí donde los estudios de comunicación están en condiciones de construir esa especificidad. Las enormes potencialidades de intervención que el campo plantea ponen en escena un espacio de reflexión en el que podría definirse prioridades de investigación vinculadas a la responsabilidad social de la ciencia. Los procesos de concentración económica en los medios masivos de comunicación o las ideologías autoritarias que impregnan los discursos hegemónicos que circulan por los medios constituyen, aspectos insoslayables que merecen, como primera medida, un conocimiento fundado para luego estar en condiciones de intervenir, en virtud de un claro objetivo político que cualquier estructura de investigación debe plantearse”. Esa necesidad por demás indispensable, de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacía la mitad del siglo veinte, de la pluridisciplinariedad y de la interdisciplinariedad. La primera consiste en el estudio del objeto de una sola y misma disciplina por medio de varias disciplinas a la vez. Por ejemplo, un cuadro de Giotto puede estudiarse por la historia del arte alternando con la física, la química, la historia de las religiones, la historia de Europa y la geometría. O bien, la filosofía marxista puede estudiarse por la filosofía alternando con la física, la economía, el psicoanálisis o la literatura. El objeto saldrá así enriquecido por la convergencia de varias disciplinas. El conocimiento del objeto dentro de su propia disciplina se profundiza con esta aportación. La investigación pluridisciplinaria aporta “más” a la disciplina en cuestión, pero ese “mas” está al servicio exclusivo de la misma disciplina. Dicho de otro modo, la gestión pluridisciplinaria sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en el marco de la investigación disciplinaria. Ahora ¿qué de la interdisciplinariedad y la comunicación?

Lección 3 LA INTERDISCIPLINARIEDAD DE LA COMUNICACIÓN La interdisciplinariedad es una realidad en las ciencias del hombre del siglo XX. La interdisciplinariedad no niega ni desconoce la distribución de saberes, el término interdisciplinariedad puede ser útil para designar una cierta estrategia para replantear el marco de distribución de los saberes, La intención de la interdisciplinariedad es captar las eventuales lagunas entre los grandes espacios disciplinarios consolidados. También puede representar el esfuerzo por efectuar una síntesis entre las contribuciones de dos o más disciplinas científicas, fundando así un objeto intersticial, que podrá o no generar una subdisciplina (antropología social, sociología histórica, psicología social, sociolingüística).

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En la interdisciplinariedad se pueden distinguir tres grados: a) un grado de aplicación. Por ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina conducen a la aparición de nuevos tratamientos del cáncer; b) un grado epistemológico. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la lógica formal en el campo del derecho genera análisis interesantes en la epistemología del derecho; c) un grado de concepción de nuevas disciplinas. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la matemáticas en el campo de la física ha engendrado la físico – matemática, de la física de las partículas a la astrofísica- la cosmología cuántica, de la matemática a los fenómenos meteorológicos o los de la bolsa. La teoría del caos, de la informática en el arte- el arte informático. Como la pluridisciplinariedad, la interdisciplinariedad sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en la investigación disciplinaria. Por su tercer grado, esta contribuye al gran “bang” disciplinario. Si se asume la interdisciplinariedad en la práctica de la comunicación social, podemos ver que esta cruza todas las fronteras de las ciencias sociales departamentalizadas, combina la acción social con la acción instrumental (12). Ante esta situación el papel que puede desempeñar las facultades de comunicación, si asumen esta perspectiva teórica en la transformación de la estructura disciplinaria y organizacional de las universidades, es de una proyección inestimable. Y, claro, para ello requieren incorporar en su programa de estudios un enfoque transdisciplinar que contemple el conocimiento y asimilación de las ciencias horizontales, entre las cuales se destacan la ciencias y técnicas del gobierno. En realidad, ya no quedan muchos espacios específicos del conocimiento humano que puedan desarrollarse sin el concurso de otras disciplinas; pues las confrontaciones y fragmentaciones científicas, tan comunes en el siglo XIX, particularmente, han cedido el paso a la conjunción de saberes y a la suma de destrezas, cuyas confluencias se han ido convirtiendo en estrategias generadoras de procesos investigativos renovados y en ocasiones deslumbrantes. De allí que la interdisciplinariedad no es el problema central ni el más complejo que presentan los problemas reales, pues no basta con equipos interdisciplinarios que aporten conocimientos especializados en idiomas particulares incapacitados para la interacción que exige las deliberaciones que preceden a la toma de decisiones. Se trata de un cruce horizontal, transdepartamental, que exige una metateoría del juego social para comprender el proceso de producción social desde la perspectiva práctica del actor participante comprometido en la acción. No se trata de poner en interacción varias disciplinas verticales, como son las diversas profesiones universitarias, sino de la metateoría común necesaria para que ellas puedan interactuar de un modo productivo y eficaz, con un idioma común, en el análisis de problemas y en la toma de decisiones. Señalaba Roland Barthes, en los años sesenta, que la interdisciplinariedad no es una cosa reposada: comienza efectivamente (y no solamente como emisión de un piadoso deseo) cuando se deshace la solidaridad de las antiguas disciplinas, quizás hasta violentamente, gracias a los invites de la moda, en provecho de un objeto nuevo, de un lenguaje nuevo, que ni uno ni lo otro pertenecen al dominio de las ciencias que pretendían confrontar apaciblemente.

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Como se sabe estas performance no son gratuitas ni fortuitas; obedecen, por una parte, al reforzamiento cognitivo y búsquedas metodológicas, que faciliten los procesos específicos y , por otra, al surgimiento de disciplinas nuevas que responden a las expectativas de la sociedad.

Lección 4 COMUNICACIÓN Y TRANSDISCIPLINARIEDAD La comunicación como objeto reciente de estudio carece de legitimidad ante estas ciencias sociales, sin embargo el estallido de las fronteras que entrañan las ciencias sociales y sus disciplinas, configuran, objetos móviles, nómadas, de contornos difusos, imposibles de encerrar en la malla de un saber positivo y rígidamente parcelado. Como señala Jesús Martín Barbero (13), “en la nueva percepción del espacio y el tiempo que configura un nuevo siglo se despliega un mapa de síntomas y desafíos para la ciencias sociales”. Indica Barbero, que hay un cambio en el fomento del saber mismo, en las transformaciones de la sensibilidad que emergen en la experiencia comunicacional, “por allí pasan cuestiones que atraviesan por entero el desordenamiento de la vida urbana, el desajuste entre comportamientos y creencias, la confusión entre realidad y simulacro”. En este mismo sentido, un grupo de intelectuales (14) del mundo preocupados por el devenir de los seres humanos en este mundo complejo, manifestaron públicamente en1994, su proclama a la transdisciplinariedad, argumentando que: — Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la autodestrucción material y espiritual de nuestra especie. — La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia. — La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas consecuencias en el plano individual y social son incalculables. — El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta. — Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana. De manera conjunta manifiestan estos intelectuales, que ya, no es suficiente, la comprensión del mundo presente, desde el conocimiento disciplinar y que se requiere un método que permita conocer e interpretar los diferentes niveles de esa realidad, y señala al respecto: “La dignidad del ser humano es también de orden cósmico y planetario. La operación del ser humano sobre la Tierra es una de las etapas de la historia del universo. El

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reconocimiento de la Tierra como patria es uno de los imperativos de la transdisciplinariedad. Todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, pero, a título de habitante de la Tierra, él es al mismo tiempo un ser transnacional. El reconocimiento por el derecho internacional de la doble pertenencia –a una nación y a la Tierra– constituye uno de los objetivos de la investigación transdisciplinaria. La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las religiones y hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario. No hay un lugar cultural privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas. El enfoque transdisciplinario es en sí mismo transcultural”. (15) La transdisciplinariedad, como lo indica su prefijo “trans”, concierne a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento. Desde el punto de vista clásico no hay nada entre y a través de las disciplinas y más allá de toda disciplina. El espacio en cuestión está vacío, como el vacío de la física clásica. Aún cuando renuncia a la visión piramidal del conocimiento, el pensamiento clásico considera que cada fragmento de la pirámide por el gran “bang” disciplinario es una pirámide entera; cada disciplina pretende que el campo que le pertenece sea inagotable. Para el pensamiento clásico las transdisciplinariedad es un absurdo porque no tiene objeto. En cambio para la transdiciplinariedad el pensamiento clásico no es un absurdo pero su campo de aplicación es considerado restringido. (16) En presencia de varios niveles de realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las disciplinas está lleno como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: desde la partícula cuántica a las galaxias, del cuarzo a los elementos pesados que preparan la aparición de la vida en el universo. El crecimiento sin precedente de los saberes en nuestra época vuelve legítima la cuestión de la adaptación de las mentalidades a esos saberes. El juego es de grandes proporciones porque dada la extensión continua de la civilización de tipo occidental a escala planetaria su caída sería equivalente a un incendio interplanetario sin medida común con las dos guerras mundiales. Para el pensamiento clásico no hay más que dos soluciones posibles para salir de una situación de decadencia: la revolución social o el retorno a la supuesta edad de oro". La revolución social ha sido experimentada en el curso del siglo que termina y sus resultados han sido catastróficos. El hombre nuevo no era más que un hombre vacío y triste. Cualquiera que sean los arreglos cosméticos que no tardará en sufrir en el futuro la "revolución social", no podrán borrar de nuestra memoria colectiva lo que ha sido efectivamente experimentado.

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El regreso a la edad de oro no se ha ensayado todavía por la simple razón que la edad de oro no ha sido encontrada. Aún si se llega a suponer que dicha edad de oro existió en tiempos inmemoriables, ese retorno debería acompañarse de una revolución interior dogmática, imagen retrospectiva de la revolución social. Los diferentes integrismos religiosos que cubren la superficie de la tierra con su manto negro son un presagio funesto de la violencia y la sangre que podría brotar de esa caricatura de "revolución interior". Pero, como siempre, hay una tercera solución. Esa tercera solución es la armonía entre las mentalidades y los saberes presuponen que esos saberes sean inteligibles, comprensibles. A mediados del siglo XX, ante esta necesidad se manifestó el surgimiento de la pluridisciplinariedad y la interdisciplinariedad. Ahora ante la presencia de varios niveles de realidad: los niveles de Realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad, se determina la estructura discontinúa del espacio transdisciplinario. “La transdisciplinaria es radicalmente distinta a la disciplinaria, siéndole sin embargo complementaria. La disciplinariedad concierne más o menos a un solo y mismo nivel de Realidad, por otra parte, en la mayoría de los casos no concierne más que a los fragmentos de un solo y mismo nivel de Realidad. En cambio la transdisciplinariedad se interesa en la dinámica que se engendra por la acción simultánea de varios niveles de Realidad. El descubrimiento de dicha dinámica pasa necesariamente por el conocimiento disciplinario. La transdisciplinariedad, aunque no siendo una nueva disciplina o una nueva hiperdisciplina se nutre de la investigación disciplinaria la cual a su vez se aclara de una manera nueva y fecunda por medio del conocimiento transdisciplinario. En ese sentido las investigaciones disciplinarias y transdisciplinarias no son antagónicas, son complementarias” (17) Para Barbara Nicolescu (18) “Existe un paralelo sorprendente entre los pilares de la transdisciplinariedad y los postulados de la ciencia moderna. Los postulados metodológicos de la ciencia moderna han permanecido sin cambios desde Galileo hasta nuestros días, a pesar de la infinidad de métodos, teorías y modelos por los que han atravesado la historia de las diferentes disciplinas científicas. Pero solo una ciencia satisface enteramente los tres postulados: la física. Las otras disciplinas científicas satisfacen solo parcialmente los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna. Sin embargo la ausencia de una formalización matemática rigurosa de la psicología, de la historia de las religiones y de una multitud de otras disciplinas no lleva a la eliminación de dichas disciplinas del campo de la ciencia. Aún las ciencias de punta como la biología molecular, no pueden pretender por el momento, al menos, una formalización matemática tan rigurosa como la física. Dicho de otra manera hay grados de disciplinariedad en función de que se tome en cuenta, más o menos de manera completa, los tres postulados metodológicos de la ciencia moderna". Igualmente, el tomar en cuenta de manera más o menos completa los pilares metodológicos de la investigación engendra diferentes grados de transdisciplinariedad. La investigación transdisciplinaria correspondiente a un cierto grado de transdisciplinariedad se aproxima más bien a la multidisciplinariedad (como es el caso de la ética); a la de otro

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grado -el de la interdisciplinariedad (como en el caso de la epistemología)-; y aún a otro grado el de la disciplinariedad”. Sin embargo, la transdisciplinariedad es radicalmente distinta a la pluridisciplinariedad y a la interdisciplinariedad, por su finalidad. La finalidad de la pluri y de la interdisciplinariedad es siempre la investigación disciplinaria. Si la transdisciplinariedad es con frecuencia confundida con la interdisciplinariedad y la pluridisciplinariedad (como por otra parte, la interdisciplinariedad es frecuentemente confundida con la pluridisciplinariedad) eso se explica en parte por el hecho de que las tres desbordan las disciplinas. Esta confusión oculta las diferentes finalidades de estas tres nuevas aproximaciones.

Lección 5 LA DISCIPLINARIEDAD, LA PLURIDISCIPLINARIEDAD, LA INTERDISCIPLINARIEDAD Y LA TRANSDISCIPLINARIEDAD SON LAS CUATRO FLECHAS DE UN SOLO Y MISMO ARCO: EL DEL CONOCIMIENTO En relación con la trasdisciplinariedad y la comunicación, es necesario tener presente que en una sociedad organizada en forma cada día más “abstracta”, más alejada de la experiencia y una política profesionalizada y separada de las preocupaciones y los miedos cotidianos de la gente, la comunicación, no deben someterse a patrones legaliformes que cumplan con el ideal predictivo de las ciencias naturales (19). Debe entenderse que la comunicación tiene como tarea organizarse en torno a la necesidad de explicar e interpretar las distintas formas de vida, por medio de metalenguajes descriptivos y la explicación de la producción y la reproducción de la sociedad como el resultado de un obrar humano. No se propone con esto que la comunicación abandonen la búsqueda de una precisión que les permita prever ciertos fenómenos o establecer conexiones causales útiles que posibiliten anticiparse a determinados efectos. En tal sentido el reto prioritario para los académicos de la comunicación, en cualquier parte del mundo, podría sintentizarse en avanzar, reflexiva y sistemáticamente, en producir sentido sobre la producción social de sentido. Y ese reto, al mismo tiempo, por paradójico que parezca, debido a las urgencias y contradicciones de la “realidad social de nuestros países”, tiene mayores probabilidades de ser enfrentado con éxito en América latina que en otras regiones del planeta (20). La razón principal, argumenta Raúl Fuentes, está en que la investigación de la comunicación latinoamericana nunca ha prevalecido el afán de cerrazón disciplinaria, pues desde las obras pioneras hasta la actualidad, y a pesar de los esfuerzos de legitimación de los programas universitarios de formación de comunicadores como una especialidad o incluso una “ciencia” independiente, la práctica multidisciplinaria de la investigación de la comunicación ha sido influyente y sugerente. Fuentes citando a Wallerstein, señala que en el estudio latinoamericano de la comunicación hay terrero avanzado hacía la apertura” científica y social. Y se refiere a un artículo de Héctor Schmucler, en que se argumenta que: la relación comunicación /cultura es un salto teórico que presupone el peligro de desplazar las fronteras. Argumentando que justamente se trata “de eso, de establecer nuevos límites, de definir nuevos espacios de contacto, nuevas síntesis. En vez de insistir en una especialización reductora, se propone una complejidad que enriquezca” (21)

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RERERENCIAS DOCUMENTALES

Comunicación Campo de y Objeto de Estudio. Maria Inmacolata de Lopes y Raúl Fuentes Navarro (comps). Iteso 2001.

Abrir las Ciencias Sociales. Emmanuel Wallerstein. Seminario Construcción del Pensamiento Social. Iteso 2003. La Ambivalencia de la Modernidad y Otras Conversaciones. Zygmunt Bauman.

2001.

Encuentro Interdisciplinario Internacional: Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Fundación INTERFAES.1994

Comunicación en El Tercer Milenio. Iván Rodrigo Medizábal. Leonela Cucurella (Editores). Quito Ecuador, 2001. pag. 37

Carta de la Transdisciplinariedad. Convento de Arrábida, noviembre de 1994 LA TRANSDISCIPLINARIEDAD-Manifiesto, de Basarab Nicolescu . Éditions du

Rocher - Collection "Transdisciplinarité" .1997 Notas * Doctorando Estudios Científico Sociales, Instituto Tecnológico de Occidente –ITESO (México) y docente de la misma institución. Magister en Comunicación de la Universidad Iberoamericana (México), Especialista en Gerencia de la Comunicación de la Universidad Pontifica Bolivariana (Colombia) y Comunicadora Social Periodista de la Universidad De Antioquia (Colombia). Se desempeña como consultora empresarial, docente e investigadora. Ha participado como ponente en congresos en Ecuador, Colombia y México. Su tesis de Magister fue premiada por la Secretaria de Trabajo y Previsión Social de México con recursos otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Coordinadora y Autora del libro Comunicación Organización: Abordajes y Perspectivas de Análisis, actualmente en edición por Ciespal - 2004 (1)Luis C. Martino en Comunicación Campo de y Objeto de Estudio. Maria Inmacolata de Lopes y Raúl Fuentes Navarro (comps). Iteso 2001. pag. 75 (2)Abrir las Ciencias Sociales. Emmanuel Wallerstein. (3)Martín Barbero Jesús. Seminario Interdisciplinario Construcción del Pensamiento Social. Iteso 2003. (4)La Ambivalencia de la Modernidad y Otras Conversaciones. Zygmunt Bauman. 2001. (5)Encuentro Interdisciplinario Internacional: Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad. Fundación INTERFAES.1994 (6)Luis C. Martino en Comunicación Campo y Objeto de Estudio. Iteso 2001. pag. 82 (7)Luis C. Martino en Comunicación Campo y Objeto de Estudio. Iteso 2001. pag. 82 (8)Arjona lopez, Ana. En Comunicación en El Tercer Milenio. Iván Rodrigo Medizábal. Leonela Cucurella (Editores). Quito Ecuador, 2001. pag. 37 (9)Luis C. Martino en Comunicación Campo y Objeto de Estudio. Iteso 2001. pag 85 (10)La comunicación es un determinante fundamental del hombre, desde los albores de la humanidad, con el homo sapiens , el sistema de relación del hombre con sus congéneres ha ido perfeccionándose, a través de gestos, signos y símbolos. Sus primeros sonidos también se articularon en un sistema de palabras y luego en lenguaje. Que permitió al

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hombre transmitir y participar informaciones a sus descendientes, creando una memoria colectiva de la sociedad. El lenguaje ha multiplicó el poder de comunicación de los seres humanos, dándoles la posibilidad de atribuir significado a lo que les rodea, de verlo desde su perspectiva y darle su propia interpretación. A través de esta interpretación cada grupo social creo su propia lógica y, por extensión, la de cada uno de sus integrantes. Es en este sentido que se identifica el comportamiento de cada individuo orientado en función del comportamiento del otro. Al mismo tiempo que ambos comportamientos son significantes para los agentes, es decir lo que Max Weber denomino “acción social”. (11)Gastón Julian Gil. en Comunicación Campo y Objeto de Estudio. Iteso 2001. pag 91 (12)Matus, citado por Patricio Moncayo en Comunicación en El Tercer Milenio. Quito Ecuador 2001. pag 30 (13)Deconstrucción de la Crítica: Nuevos Itinerarios de la Investigación, en Comunicación como Objeto de Estudio. Iteso 2001. pág 15 (14)José ANES • André ASTIER • Jeanne BASTIEN • René BERGER • François BIANCHI • Gérard BLUMEN • Lais P. BRANDINI • Jorge BRITO • Jacqueline CAHEN-MOREL • Michel CAMUS • Antonio CASTEL BRANCO • Costin CAZABAN • Laura CERRATO • Oliver COSTA DE BEAUREGARD • Maurice COUQUIAUD • Ubiratan d'AMBROSIO • Manuel DA COSTA LOBO • Adriana DALCIN • Nicola DALLAPORTA • Robert DE BEAUGRANDE • Marc Williams DEBONO • Isabel María DE CARVALHOVIEIRA • Giuseppe DEL RE • Javier DE MESONE • Michele DUCLOS • Gilbert DURAND • Ruth ESCOBAR • María FERNÁNDEZ • Raquel GONÇALVEZ • Georges GUELFAND • Helle HARTVIG DE FREITAS • José HARTVIG DE FREITAS • Eiji HATTORI • Phil HAWES • André JACOB • Roberto JUARROZ • Anthony JUDGE • Jacqueline KELEN • Jacques LAFAIT • Ghislaine LAFAIT-HÉMARD • LIMA DE FREITAS • Salomon MARCUS • Michel MATHIN • Edgar MORIN • Raúl NICOLAU • Domingo MOTTA • Edmond NOCOLAU • Basarab NICOLESCU • Alain ORIOL • Patrick PAUL • Odette PÉTREQUIN • Jean-Marc PHILIPPE • Patricia PROUS-LAABEYRIE • Philippe QUÉAU • Daniel RABY • Michel RANDOM • Lucía SANTAELLA-BRAGA • Elisabeth SAPORITI • Luigi SECCO • Jules SIX • Luis SOUSA RIBEIRO • Dominique TEMPLE • Ana María VIEIRA (15)Carta de la Transdisciplinariedad. Convento de Arrábida, noviembre de 1994 (16) LA TRANSDISCIPLINARIEDAD-Manifiesto, de Basarab Nicolescu . Éditions du Rocher - Collection "Transdisciplinarité" .1997 (17) idem. (18) LA TRANSDISCIPLINARIEDAD-Manifiesto, de Basarab Nicolescu . Éditions du Rocher - Collection "Transdisciplinarité" .1997 (19) Raúl Fuentes Navarro. Comunicación, cultura, sociedad: fundamentos conceptuales de la Postdisciplinariedad. Iteso. 2003 (18) Idem

Lección 10

Carta de la Transdisciplinariedad

Preámbulo Considerando que:

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— La proliferación actual de las disciplinas académicas y no-académicas conducen a un crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda mirada global del ser humano. — Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la autodestrucción material y espiritual de nuestra especie. — La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia. — La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas consecuencias en el plano individual y social son incalculables. — El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta. — Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana. Considerando lo que precede, los participantes del Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal, 2 a 7 de noviembre de 1994) adoptan la presente Carta como un conjunto de principios fundamentales de la comunidad de espíritus transdisciplinarios, constituyendo un contrato moral que todo signatario de esta Carta hace consigo mismo, fuera de toda coacción jurídica e institucional. Artículo 1. Toda tentativa de reducir al ser humano a una definición y de disolverlo en estructuras formales, cualesquiera que sean, es incompatible con la visión transdisciplinaria. Artículo 2. El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos por diferentes lógicas, es inherente a la actitud transdisciplinaria. Toda tentativa de reducir la realidad a un solo nivel, regido por una única lógica, no se sitúa en el campo de la transdisciplinariedad. Artículo 3. La transdisciplinariedad es complementaria al enfoque disciplinario; hace emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que las articulan entre sí, y nos ofrece una nueva visión de la naturaleza y de la realidad. La transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden. Artículo 4. La clave de la bóveda de la transdisciplinariedad reside en la unificación semántica y operativa de las acepciones a través y más allá de las disciplinas. Ello presupone una racionalidad abierta, a través de una nueva mirada sobre la relatividad de las nociones de «definición» y «objetividad». El formalismo excesivo, la absolutización de la objetividad, que comporta la exclusión del sujeto, conducen al empobrecimiento. Artículo 5. La visión transdisciplinaria es decididamente abierta en la medida que ella trasciende el dominio de las ciencias exactas por su diálogo y su reconciliación, no solamente con las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la experiencia interior. Artículo 6. En relación a la interdisciplinariedad y a la multidisciplinariedad, la transdisciplinariedad es multirreferencial y multidimensional. Tomando en cuenta las concepciones de tiempo y de historia, la transdisciplinariedad no excluye la existencia de un horizonte transhistórico. Artículo 7. La transdisciplinariedad no constituye una nueva religión, ni una nueva filosofía, ni una nueva metafísica, ni una ciencia de las ciencias.

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Artículo 8.La dignidad del ser humano es también de orden cósmico y planetario. La operación del ser humano sobre la Tierra es una de las etapas de la historia del universo. El reconocimiento de la Tierra como patria es uno de los imperativos de la transdisciplinariedad. Todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, pero, a título de habitante de la Tierra, él es al mismo tiempo un ser transnacional. El reconocimiento por el derecho internacional de la doble pertenencia –a una nación y a la Tierra– constituye uno de los objetivos de la investigación transdisciplinaria. Artículo 9. La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las religiones y hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario. Artículo 10. No hay un lugar cultural privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas. El enfoque transdisciplinario es en sí mismo transcultural. Artículo 11. Una educación auténtica no puede privilegiar la abstracción en el conocimiento. Debe enseñar a contextualizar, concretar y globalizar. La educación transdisciplinaria reevalúa el rol de la intuición, del imaginario, de la sensibilidad y del cuerpo en la transmisión de los conocimientos. Artículo 12. La elaboración de una economía transdisciplinaria está fundada sobre el postulado de que la economía debe estar al servicio del ser humano y no a la inversa. Artículo 13. La ética transdisciplinaria rechaza toda actitud que niegue el diálogo y la discusión, cualquiera sea su origen, ideológico, cientista, religioso, económico, político, filosófico. El saber compartido debería conducir a una comprensión compartida, fundada sobre el respeto absoluto de las alteridades unidas por la vida común sobre una sola y misma Tierra. Artículo 14. Rigor, apertura y tolerancia son las características fundamentales de la actitud y visión transdisciplinaria. El rigor en la argumentación, que toma en cuenta todas las cuestiones, es la mejor protección respecto de las desviaciones posibles. La apertura incluye la aceptación de lo desconocido, de lo inesperado y de lo imprevisible. La tolerancia es el reconocimiento del derecho a las ideas y verdades contrarias a las nuestras. Artículo final. La presente Carta de la Transdisciplinariedad es adoptada por los participantes del Primer Congreso de la Transdisciplinariedad, no valiéndose de ninguna otra autoridad que aquella de su obra y de su actividad. De acuerdo a los procedimientos, que serán definidos de acuerdo con los espíritus transdisciplinarios de todos los países, la Carta está abierta a la firma de todo ser humano interesado por las medidas progresivas del orden nacional, internacional y transnacional para la aplicación de sus artículos en la vida.

Convento de Arrábida, 6 de noviembre de 1994 Fuente: http://www.filosofia.org/cod/c1994tra.htm

Lección 11

La comunicación entre campo de conocimiento y formación profesional

Mtro. José Miguel Pereira Director de la Escuela de Comunicación Universidad Javeriana Bogotá, Colombia Fuente: http://ciruelo.uninorte.edu.co/pdf/invest_desarrollo/13-2/9_La%20comunicacion.pdf

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1. ¿Comunicación: campo transdisciplinar? Uno de los debates más interesantes en el contexto internacional es el que se viene realizando por investigadores en varios escenarios del mundo sobre si la comunicación y sus diversas especializaciones, entre ellas la comunicación social y el periodismo, son disciplinas, interdisciplinas, campos de conocimiento, transdisciplinas, oficios, profesiones o como prefiere Fernando Andach “indisciplinas”, si como lúcidamente afirma Muñiz Sodré “una verdadera teoría de la comunicación sería un puesta en crisis de las ciencias sociales.” El debate no solo es interesante, es inacabado y también se ha convertido en objeto de estudio y de publicaciones tanto en América Latina como en otros países. Las conclusiones parciales apuntan a comprender a la comunicación y sus diversas especializaciones más como un campo de conocimiento transdisciplinario, que como una disciplina. Un campo en permanente construcción que se ha venido legitimando, afinando sus metodologías de investigación y construyendo algunos abordajes teóricos y metodológicos en el procesos de creación de nuevos conocimientos. Según Raúl Fuentes la comunicación debe su impulso a la necesidad de explicar los fenómenos sociales provocados por el desarrollo de los llamados medios masivos, en cuya evolución la tecnología representa un factor determinante. Dicho proceso ha sido más rápido y extenso que otros avances socioculturales de nuestro siglo. Para Raúl Fuentes y Enrique Sánchez la comunicación, en primer lugar, “no tiene ni ha tenido un campo disciplinar propio, sino un dominio de estudio, más o menos común, alrededor del cual se ha conformado el campo sociocultural. Y, en segundo lugar, este dominio ha sido, es y quizá tendrá que seguir siendo una encrucijada inter y transdisciplinaria, dentro de las ciencias sociales y humanas, lo que hace el reto aún mayor, en la medida que exige de cada uno –dependiendo de los objetos específicos de investigación- el desarrollo de un amplio espectro de capacidades teóricas y metodológicas”. Estos y otros investigadores han tomado del sociólogo Pierre Bourdieu el concepto de campo, quien lo define como “un espacio social estructurado, un campo de fuerzas -hay dominantes y dominados, hay relaciones constantes, permanentes, de desigualdad, que se ejercen al interior de ese espacio- que es también un campo de luchas para trasformar o conservar este campo de fuerzas.” Al interior de ese universo, cada actor y fuerza involucrados se constituyen en su relación con los demás. Y es en esta relación la que define la posición y las posibilidades de acción de cada elemento dentro del campo. Para Bourdieu los campos poseen dos características que se involucran estrechamente. De un lado, el campo es espacio en el que se construye una visión interpretativa, una mirada de conjunto y de apuesta por la construcción de sentido, entendiendo por ello la emergencia de lecturas globales, explicativas y comprensivas de la(s) realidad(es). Por otro lado, el campo es un dispositivo que promueve a la existencia de objetos, discursos, sujetos, conocimientos y acciones. De esta forma, el campo es productor-limitador de sentido y productor-formador de nuevas dimensiones formativas. La investigadora brasilera María Immacolata Vasallo aplica el concepto de Bourdieu a la comunicación y sostiene que “el campo académico de la comunicación está constituido

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por: un conjunto de instituciones de educación superior destinadas al estudio y a la enseñanza de la comunicación, donde se produce la teoría, la investigación y la formación universitaria de los profesionales de la comunicación. Lo que implica que en ese campo se pueden identificar varios subcampos: el científico, implicado en prácticas de producción del conocimiento: la investigación académica tiene la finalidad de producir conocimiento teórico y aplicado por medio de la construcción de objetos, metodologías y teorías; el educativo, que se define por prácticas de reproducción de ese conocimiento, es decir mediante la enseñanza universitaria de materias relacionada con la comunicación, y el profesional, caracterizado por prácticas de aplicación del conocimiento y que promueve vínculos variados con el mercado del trabajo.” El concepto de campo, además, a nuestro modo de ver, tendría que incluir a otros actores como los medios masivos de comunicación, el Estado y las organizaciones sociales.

Lección 12 La discusión también se viene haciendo en el contexto europeo, por ejemplo en Francia la comunicación se entiende como un proyecto interdisciplinar en formación que tiene por vocación articular fenómenos muy distintos, reuniendo métodos y herramientas provenientes de diversas disciplinas. No se trata con ello de desarrollar una nueva disciplina, pues en concepto de Edgar Morin “una disciplina tiene como función circunscribir un campo de competencias y existen para estructurar y separar”. Por el contrario campo de la comunicación busca abrir las fronteras para articular fenómenos procedentes del encuentro entre diferentes disciplinas y de resolver la tensión fundamental existente entre unas disciplinas constituidas y un proyecto interdisciplinar en formación que pretende reorganizar las maneras de pensar y analizar. Desde esta perspectiva aparecen algunas preocupaciones de orden epistemológico planteadas por Bruno Ollivier que vale la pena retomar. La primera se refiere a la tendencia existente de aplicar la comunicación a todos los fenómenos humanos, en el sentido de emplear los mismos conceptos tanto en las ciencias exactas como en las ciencias humanas, de ahí se pregunta ¿qué tipo de coherencia puede proporcionar una interdisciplina que está en vías de formación?, ¿sobre qué conceptos se apoya?, ¿de qué puede y de qué quiere hablar? La segunda plantea: ¿de dónde han surgido los conceptos que maneja la comunicación como base teórica?, ¿cómo se asumen y modifican a partir de la comunicación? y ¿a qué se pueden aplicar? Una tercera, más de orden práctico, se pregunta por las implicaciones de la observación y la investigación en la comunicación. Si se analizan diversos campos, objetos, prácticas, situaciones, ¿qué significa observar diferentes circunstancias desde el punto de vista de la comunicación? El campo de la comunicación, como campo de conocimiento, se viene construyendo en medio de una doble paradoja: de un lado, toda actividad humana tiene algo que ver con la comunicación, sin embargo, la comunicación no debe diluirse conceptualmente hasta el punto de perder toda consistencia y pertinencia explicándolo todo, sin importar el cómo. Del otro lado, si bien el estudio de la comunicación se apoya en discursos de la lingüística, la semiótica, la sociología, el psicoanálisis, ella no consiste simplemente en un agregado de discursos, ni en la hegemonía de un sólo paradigma sobre los demás. La comunicación se despliega en el universo de lo social, se realiza fundamentalmente en la relación intersubjetiva y mediática. De ahí que si la comunicación tiene algo que decir, lo hace

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dando cuenta de las actividades (interrelación, expresión, significación) que permiten, a distintos niveles, tanto en una relación intersubjetiva como en los procesos mediatizados o mediáticos, estar en relación con el otro. Por eso, lo propio de la comunicación es dar cuenta de los procesos de intercambio expresivo y de las mediaciones en dichos procesos formulados en objetos de investigación. Y puesto que se trata de fenómenos sociales, allí se ven implicadas lógicas diversas que intervienen sobre diferentes planos y distintos enfoques, para dar cuenta de la complejidad de situaciones y procesos en juego. En ese sentido, el desarrollo reciente de los estudios de la comunicación, su constitución como campo académico, la incidencia de la revolución tecnológica en los objetos de estudio, además de las variaciones y cambios culturales, políticos e históricos han colocado a la comunicación en un juego no siempre simétrico de las comprensiones disciplinares con los acontecimientos sociales, los caminos de la investigación con las nuevas exigencias de los mercados o de la política. Esta intrincada trama ha llenado de tensiones y de sugerencias los estudios de comunicación. La investigación en comunicación, desde Norbert Wiener, nació interdisciplinaria, “más que un nuevo campo de especialización, la comunicación adquiere estatuto científico en cuanto espacio interdisciplinar, Wiener propone una nueva manera de hacer ciencia, pensar comunicativamente los fenómenos, lo que equivale estudiar los comportamientos de los fenómenos en cuanto complejos intercambios de información, se arriesga a afirmar que en el universo todo comunica, pues está hecho de un flujo permanente de intercambios” .

Lección 13 El concepto de disciplina “es una categoría organizacional en el seno del conocimiento científico; ella instituye allí la división y especialización del trabajo… una disciplina tiende naturalmente a la autonomía, por la delimitación de sus fronteras, la lengua que ella se constituye, las técnicas que ella está conducida a elaborar o a utilizar, y eventualmente por las teorías que le son propias”. La proliferación actual de disciplinas académicas y no-académicas conducen a un crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda mirada global del ser humano, por el contrario la transdisciplinariedad es complementaria, es multidimensional y multirreferencial. La comunicación está más cercana al concepto de “campo” tal como se ha expuesto y al concepto de transdisciplinariedad tal como se viene proponiendo desde el Primer Congreso Mundial de la Transdisciplinariedad realizado en Portugal en 1994, en donde los participantes escribieron y adoptaron la “Carta de la Transdisciplinariedad”. La transdisciplinariedad “concierne, como lo indica el prefijo “trans”, a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento”. En el contexto de la reflexión y los debates en América Latina para Gustavo Cimadevilla el campo de la comunicación parece reconocerse básicamente como un conjunto de problemas, dado que cuando de estudios de comunicación se trata, hablamos

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principalmente de conocimientos que tienden a dar respuesta a interrogantes precisos. Así, hemos de reconocerlo como un campo de conocimientos aplicados porque desde sus orígenes ha tratado de resolver interrogantes que surgen de la propia dinámica de la sociedad, atendiendo particularmente dos tipos específicos de problemas: los que se refieren a la interacción y los que se vinculan a la significación. Para Cimadevilla el diálogo entre interacción y significación, aún cuando pueda ser en su divisibilidad parte correspondiente de otros objetos y disciplinas, es el que en definitiva ha permitido crecer y caracterizar el campo. Sea tanto en sus recortes interpersonales como grupales, institucionales o colectivos, personales o mediáticos, manuales o tecnológicos, es en la confluencia de esas instancias donde particularmente se advierte la especificidad. Reafirmar el papel de las preguntas en torno a esas relaciones y procesos, resulta entonces fundamental para identificar el campo. Por otro lado, los debates actuales en la ciencia, las estéticas y las ciencias sociales y humanas presentan un enorme desafío para pensar y hacer comunicación. Desde los planteamientos de N. Wiener, pasando por las denominadas corrientes fundadoras (funcionalismo, estructuralismo, teoría crítica) el campo de la comunicación aborda hoy los procesos culturales, la globalización creciente, las implicaciones de la sociedad de la información y los nuevos desafíos que, desde la ciencias “duras”, nos ubican en el paradigma de la complejidad, de las estéticas, las subjetividades, la inestabilidades y las incertidumbre de que está hecha tanto la vida natural como la vida social y cultural, y la investigación en comunicación enfrenta, al igual que las ciencias sociales, la necesidad, como sostiene el brasilero Renato Ortiz, de crear tanto nuevos conceptos y nuevas maneras de ver, como otros métodos que den cuenta de los cambios socioculturales de la contemporaneidad, lo que nos permite construir globalmente algunos de nuestros objetos de estudio. El campo de la comunicación convoca pues múltiples discursos que se van hibridando, que van abriendo paso a nuevos modelos que sintetizan posturas, que releen paradigmas. Es importante señalar que las teorías de la comunicación se inscriben en el escenario de la crisis de los grandes relatos, que no es otra cosa que la crisis de la modernidad. Preguntas que se instauran en terrenos en movimiento. El campo de la comunicación afecta y es afectado por las nuevas preguntas que se producen en zonas de fronteras de las disciplinas que lo atraviesan. Es un campo de «tejido complejo» (complexus: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados donde se presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. A juicio de Edgar Morin, “la complejidad es el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares que constituyen nuestro mundo fenoménico”. Los nuevos medios de comunicación o la red integrada de tecnologías de comunicación digitales que está desarrollándose, ofrecen como aporte central su capacidad de integración, de red, de interconexión e interactividad. A diferencia de los medios masivos comunicación que eran centralizados y verticales, hoy las comunicaciones e interpretaciones podrían ser descentralizadas y horizontales, podrían encontrar su propio equilibrio en la medida que ellas reflejen las energías humanas y las inclinaciones culturales de la población a través de una gama de asuntos públicos cotidianos. Además, los nuevos medios de comunicación son más baratos, disminuyen la sensación de las

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distancias, aumentan la velocidad y el volumen de información, diversifican el contenido, permiten el creciente flujo bidireccional, la flexibilidad, la extensibilidad y la interconectividad. Bajo esta perspectiva asistimos a una nueva manera de comprender la comunicación: como red, tejido, interacción e interconexión, que se constituye en fundamento de la cultura y la interacción humana. Sin embargo, para el caso de América Latina estas potencialidades se ven limitadas por la baja cobertura, la baja conectividad, el analfabetismo tecnológico y los costos de la tecnología entre otras. Los debates contemporáneos en América Latina, perfilan a la comunicación más como un campo de conocimiento transdisciplinario que como una disciplina. Es un campo de conocimiento desde el cual se puede comprender, interpretar e intervenir a múltiples niveles los procesos de interacción y significación a través de la creación, circulación y usos de medios y tecnología y de formas simbólicas con multiplicidad de perspectivas: social, cultural, ética, política, estética y económica entre otras. El debate aún no está cerrado y se presenta como un desafío para la legitimación y consolidación del campo académico de la comunicación y para las ciencias sociales en general, tanto en el ámbito de la producción de conocimiento como en el ámbito de formación de profesionales que demanda la sociedad.

Lección 14 2. Entre campo de investigación y de formación profesional En este documento se plantea que la Comunicación Social y el Periodismo son campos tanto de producción de conocimiento, esto es de investigación, como de formación de profesionales universitarios. Como campo de investigación y de producción de conocimiento, es claro que la comunicación se entiende como un modo peculiar de interacción mediadora y mediada entre sujetos-agentes sociales. Los procesos de interacción son significativos y comprometen al ámbito de la vida cotidiana, las dinámicas sociales y culturales, la esfera pública, las sensibilidades y las identidades colectivas. La investigación en comunicación se centra en estudiar los procesos de producción, circulación, intercambio, negociación y usos de formas simbólicas en la vida social. Las formas simbólicas “son acciones, objetos y expresiones significativas de varios tipos en relación con contextos y procesos históricamente específicos y socialmente estructurados dentro de los cuales, y por medio de los cuales, esas formas simbólicas son producidas, transmitidas y recibidas.” En tal sentido, la investigación en comunicación se pregunta por la manera como una sociedad amplía o recorta la red de relaciones sociales, los modos de expresión y significación de sus habitantes, la participación ciudadana, la libertad de expresión y de información de diversos actores sociales, el grado de accesibilidad a los medios de comunicación y el reconocimiento -que éstos hacen- de la pluralidad regional, social, cultural y política de una sociedad. Si comunicar significa negociar significados, "expresarse, interactuar, gozar, proyectarse, afirmarse en el propio ser, abrirse al mundo, sentirse, sentir a los demás y ejercer la calidad del ser humano", esa negociación e intercambio no es transparente, es problemática. El “compartir y negociar” significados está mediado por los conflictos, por

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las múltiples comprensiones del mundo, por los enigmas, los secretos, la polisemia y las ambigüedades de las que está repleta la experiencia humana. La comunicación es un asunto de interlocución conflictiva de sentido en contextos determinados, y por su práctica pasan las identidades regionales y locales, las diferencias culturales, sociales, políticas, estéticas y éticas de los individuos y las sociedades. Desde el punto de vista de la investigación, la comunicación y otros campos de conocimiento pretenden comprender entre otras cuestiones: ¿por qué el hombre habla, y habla de tantas maneras?; si es posible la comunicación, y de ser afirmativo; ¿cómo es que los seres humanos llegan a producir, compartir sentido y a establecer acuerdos para la vida colectiva?; ¿qué hacer y cómo cualificar la capacidad expresiva y comunicativa de los seres humanos?; ¿cómo interviene la comunicación en los diversos campos de las acciones humanas?; ¿cuáles son los dispositivos, creados por la sociedad, para controlar la libertad de opinión y expresión? y ¿cuál ha sido el impacto de las transformaciones económicas, políticas y tecnológicas en los procesos sociales, culturales y, especialmente, en el ámbito de la comunicación e interacción social?; ¿cuál es el papel de los medios masivos de comunicación, de las industrias culturales, de las empresas de comunicación en los procesos de información y de opinión pública? Aunque los medios masivos tienen un papel central los estudios de Comunicación Social y el Periodismo, la investigación también incluye a los otros modos de interacción, expresión y significación como la comunicación interpersonal, la comunicación grupal, la comunicación no verbal, la kinésica, la proxémica y los estudios sobre la imagen. Pero los medios masivos de comunicación, sus modos de interacción y significación, constituyen el objeto central de las investigaciones, ya no entendidos como herramientas e instrumentos de transmisión de información y contenidos, sino como mediadores sociales y culturales, instituciones de servicio público, como agentes de socialización de sistemas referencia y de demandas sociales y como dispositivos generadores de opinión pública. Por otro lado, la Comunicación y el Periodismo son además, campos de formación de profesionales universitarios, entendiendo que "un profesional es la persona que desarrolla una competencia práctica que le permite desempeñarse como un experto en su campo, sobre todo, en aquellas áreas más complejas y sofisticadas donde lo que se premia es la capacidad de innovación." La competencia se define como “una actuación idónea que emerge en una tarea concreta, en un contexto con sentido. La competencia o idoneidad se expresa al llevar a la práctica, de manera pertinente, un determinado saber teórico.” Formar profesionales competentes implica, entonces, pensar en la formación de ciudadanos idóneos para el mundo de la vida, quienes asumirán una actitud interpretativa y crítica de cada problema o situación, un análisis y una decisión o propuestas responsables para resolver dichos problemas

Lección 15 La formación de profesionales en Comunicación Social, tanto en Colombia como en América Latina, además de la formación de periodistas, incluye otras áreas como la producción audiovisual, la comunicación publicitaria, la comunicación organizacional, la comunicación educativa, la comunicación para el desarrollo, la producción radiofónica y la

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producción multimedial, la comunicación intercultural entre otras. Las universidades, facultades y programas universitarios le han apostado a la combinación de la formación conceptual-disciplinar y la formación práctica-específica con la creación de los denominados énfasis profesionales, lo cual ha enriquecido al campo no sólo en la creación de nuevos objetos y ámbitos de investigación, sino también en la formación de nuevos profesionales que demanda la sociedad. La mayoría de los programas académicos profesionales en Comunicación Social y Periodismo en Colombia han sido cuidadosos en no reducir su tarea a la enseñanza de oficios y prácticas, en no caer en la trampa exclusiva de la reproducción del mundo laboral en las aulas, de las profesiones y en centrar su labor en la primacía de la razón técnico-instrumental. Creemos que, retomando a José Joaquín Brunner, las universidades vienen trabajando, recreando el sentido y las bases cognitivas de las prácticas y oficios propias de la Comunicación Social y el Periodismo. Esto significa que las universidades buscan que sus estudiantes comprendan la época en la que desarrollan su tarea, fomentan y realizan investigaciones, así como, forman integralmente a sus estudiantes con fundamentos teóricos y éticos para intervenir en un contexto caracterizado por una crisis ética y política, por la violencia cotidiana, la exclusión social, política y cultural, la violación sistemática de los derechos humanos y la desinformación generalizada. El contexto colombiano, su historia y sus contradicciones ha implicado que las universidades y en especial las Carreras de Comunicación Social y Periodismo le apuesten a la formación de profesionales que investiguen, propongan y diseñen formas y modos de comunicación que posibiliten entre otras cuestiones las siguientes: el respeto a la vida, a la convivencia pacífica y a los derechos humanos; la construcción de una cultura de lo público, de la ciudadanía política y cultural, el diseño de políticas públicas y la construcción de tejido social; el mejoramiento de la calidad de vida, el bienestar, la construcción de capital social; el desarrollo humano sostenible con equidad y justicia social; el reconocimiento del otro, de la diversidad étnica y cultural, de las diferencias, de la multiculturalidad, el desarrollo de capital humano y, finalmente el reconocimiento de lo local, de la expresión comunicativa y lúdica de los ciudadanos a través de la creación de relatos, mensajes para la vida, para la visibilidad pública y el ejercicio de la libertad de pensamiento y expresión. Para ello los programas académicos profesionales en Comunicación Social y Periodismo han avanzado en la legitimación del campo a través de la formación de profesionales y en sus currículos combinan teorías de comunicación y del periodismo, asignaturas de ciencias sociales y humanas y contenidos relacionados con los oficios, las destrezas y habilidades prácticas propias del quehacer comunicativo y periodístico. Entre este juego y tensión de la comunicación, como un campo del saber y como un campo de formación profesional, se ha construido el debate académico y profesional en Comunicación Social, no sólo en Colombia, sino también en otros países de América Latina y el mundo. Esta es la actitud, que han asumido las universidades y en especial, los programas académicos profesionales en Comunicación y Periodismo en Colombia en los últimos años.

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LECTURAS UNIDAD II Pensamiento comunicacional

Lección 16 Modelos de la comunicación

Miquel Rodrigo Fuente: http://www.portalcomunicacion.com/esp/n_aab_lec_3.asp?id_llico=20&index=0 Introducción Empecemos con una narración de Jorge Luis Borges (1981: 143-144) (1): "En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas. Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap, XLV, Lérida, 1658." Recordemos que el título de la narración de Borges es, significativamente, "Del rigor en la ciencia". He ahí la paradoja: si el rigor de la ciencia lleva a hacer un modelo que reproduce punto por punto la realidad, la ciencia se vuelve inútil. Un modelo es un plano de la realidad (2). No se puede pedir a un modelo que tenga en cuenta todos los elementos existentes en la realidad porque sería innecesario e inútil. Sería innecesario, porque no vale la pena hacer una copia exacta de la realidad si ya tenemos la propia realidad. Sería inútil, porque la realidad es tan compleja que un modelo que diera cuenta de todos sus elementos sería inmanejable. Así pues, debe quedar claro que un modelo es una representación simplificada de la realidad. A un modelo no se le puede pedir más de lo que es: un instrumento que pone de manifiesto determinados elementos que considera significativos del fenómeno analizado. Por ello, todo modelo es un mirada reduccionista de la realidad. El problema no es tanto este reduccionismo en sí mismo, sino que no se sea consciente del mismo y que el modelo se autorepresente como una propuesta omnicomprensiva de la realidad. Además, gracias a esta focalización, también es una mirada esclarecedora de ciertos aspectos de la realidad. Recordemos que un modelo no sólo implica una descripción simplificada de la realidad, sería el plano del cuento con el que iniciábamos este texto, si no también una explicación de la realidad descrita, que sería el principio racional que sustenta el modelo. En definitiva, un modelo no es más que un instrumento de interpretación de la realidad. Los modelos son construcciones realizadas por investigadores. No deja de ser significativo que los modelos, en la mayoría de las ocasiones, son conocidos por el nombre de los

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investigadores que los proponen. Evidentemente los investigadores tienen intereses y objetivos distintos, por ello sus modelos son distintos. Para comprender una realidad heteróclita, en la que intervienen muchos elementos comunicativos distintos, y compleja es necesario un instrumento organizador que permita descubrir la estructura de esta realidad para hacerla aprehensible. Un modelo es una construcción teórico-hipotética de la realidad. Es un postulado de interpretación de la realidad: describe y explica la realidad definida. Esta descripción y explicación se hace a partir de un principio racional que es el que da congruencia al modelo. Este principio racional es el que determinará cuáles son los elementos significativos para el modelo y cuáles no van a tener en cuenta. En cada momento histórico los modelos han cumplido distintas funciones. Por un lado, cada modelo intentaba dar explicación a los cuestionamientos que su objeto de estudio le planteaba. Por otro lado, cada modelo reflejaba y coadyuvaba a la evolución de las teorías de la comunicación. A la hora de establecer una selección de los principales modelos de la comunicación es difícil por varios motivos. En primer lugar porque los modelos existentes de la comunicación son bastante numerosos y en segundo lugar porque los criterios de relevancia siempre pueden ser discutibles. En este texto voy a seleccionar cuatro modelos que me parecen representativos de la evolución de las teorías de la comunicación. Así, veremos brevemente la historia de la investigación, el papel que cumplió cada modelo en su momento y la perspectiva desde la que abordaba el estudio de la comunicación.

Lección 17 Hacia la legitimación académica Las teorías de la comunicación necesitaron, al igual que cualquier disciplina académica una legitimación para ser considerada en el ámbito de la ciencia. A mediados del siglo XX el sistema de los medios de comunicación de masas (prensa, radio y televisión) ya constituía un fenómeno social digno de la máxima atención. Se planteaba pues el abordaje del mismo desde el ámbito científico (Moragas 1993). De ahí la importancia del modelo de Shannon (3) y Weaver (4), que desde la teoría matemática de la comunicación, plantearon el primer modelo, en 1949, que ayudaría a consolidar la teoría de la comunicación dentro del ámbito de las ciencias sociales. A mediados del siglo XX, de acuerdo con los principios de la modernidad, para que una disciplina fuera considerada científica debía aproximarse a las ciencias naturales, aunque también se aceptaba la existencia de otro campo, el de las humanidades, en que los requisitos eran distintos. Dentro del ámbito de la comunicación se dan ambas tradiciones: la científica y la humanística. Según esta última la comunicación sería una forma de conocimiento y de expresión, como la filosofía o el arte. Pero para los que consideraban que la ciencia de la comunicación era una de las ciencias sociales, como la sociología o la economía, se hacía imprescindible la legitimación científica que le podría aportar un modelo matemático de la comunicación. Para comprender mejor la génesis de este modelo debemos destacar dos factores. En primer lugar, recordemos la influencia del matemático Norbert Wiener (5), al que se le considera el fundador de la cibernética y que fue uno de los maestros de Shannon. La

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cibernética trata cómo un estímulo se transforma en información (input) y cómo el sistema receptor reacciona con una respuesta (output). En segundo lugar hay que tener en cuenta el contexto. En 1966, Wiener (1972: 50) señalaba: "Si los siglos XVII y la primera parte del XVIII fueron la edad de los relojes y el final del siglo XVIII y el siglo XIX fueron la edad de las máquinas de vapor, el presente es la edad de la comunicación y el control." A mediados del siglo XX el desarrollo de las telecomunicaciones es fundamental y se hace necesario la existencia de algún modelo científico que dé cuenta de esta nueva realidad. La propuesta de Shannon y Weaver, basada en el paradigma de la teoría matemática de la comunicación, fue pionera y ha influido notablemente en los estudios de comunicación y muchos de los modelos que le siguieron son deudores de él, por ejemplo los dos próximos modelos. Una de las causas del éxito de modelo de Shannon y Weaver fue que sintonizaban claramente con el esquema Estímulo-Respuesta del conductismo, aproximación dominante a principios del siglo XX. El esquema E-R fácilmente se puede convertir en el modelo canónico de la comunicación E-M-R que ha dominado largamente la teoría de la comunicación funcionalista. Como apunta Abril (1997:21) "Las corrientes funcionalistas y conductistas de la sociología y de la psicología social fueron especialmente sensibles al hechizo 'económico' del modelo 'E-M-R'." El modelo de Shannon y Weaver aunque se centraba en un aspecto concreto de la comunicación: la eficacia en la transmisión de mensaje, sin embargo se partía de una concepción amplia del fenómeno comunicativo. Weaver (1981: 20) consideraba la comunicación como el "conjunto de procedimientos por medio de los cuales un mecanismo (...) afecta a otro mecanismo". Como puede apreciarse esta idea sintoniza perfectamente con uno de los elementos fundamentales del proceso de comunicación como es su capacidad de influencia. Aunque para Weaver (1981:20) en la comunicación hay que distinguir tres problemas distintos y sucesivos. En primer lugar, en la comunicación, se plantea un problema técnico: ¿Con qué precisión se pueden transmitir las señales de la comunicación? El segundo problema es semántico: ¿Con qué precisión los mensajes son recibidos con el significado deseado? Por último estaría un problema de efectividad: ¿Con qué efectividad el significado recibido afecta a la conducta del destino en el sentido deseado por la fuente de la información? Para la teoría matemática de la comunicación el problema técnico es el problema fundamental, porque si la transmisión no se produce eficazmente, de hecho, los otros problemas ni se plantean. En definitiva como señala Weaver (1972:36) "los problemas que han de estudiarse en un sistema de comunicación tienen que ver con la cantidad de información, la capacidad del canal de comunicación, el proceso de codificación que puede utilizarse para cambiar un mensaje en una señal y los efectos del ruido."

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Gráfico 1. Fuente: Shannon y Weaver (1981) Como puede apreciarse el proceso de la comunicación se inicia en la fuente del mensaje que es la que genera el mensaje o mensajes a comunicar. La fuente de información selecciona a partir de un conjunto de posibles mensajes el mensaje escogido. A continuación, el transmisor opera sobre el mensaje y lo codificará transformándolo en señal capaz de ser transmitida a través de un canal. El canal es simplemente el medio utilizado para la transmisión de la señal desde el transmisor hasta el receptor. Es el medio que permite el paso de la señal, y es precisamente en el canal donde puede incidir la fuente del ruido. Es posible que en el proceso de transmisión de la señal, a través del canal, se agreguen a ésta una serie de elementos que no son proporcionados intencionalmente por la fuente de la información, esto es el ruido. Cuando la señal es recibida por el receptor se lleva a cabo la operación inversa a la del transmisor reconstruyendo el mensaje a partir de la señal. El receptor recibe la señal y la transforma de nuevo a su naturaleza original de mensaje, al que se habrá podido añadir eventualmente los ruidos anteriormente señalados. El destino es el punto final del proceso de la comunicación. El destino es el ente al que va dirigido el mensaje. Lo importante en este modelo es que la señal se descodifique en el transmisor de forma adecuada para que el mensaje codificado por el emisor sea el mismo que es recibido por el destino. Uno de problemas que nos plantea este modelo es el propio éxito que tuvo más allá de su ámbito disciplinar. Las extrapolaciones a otras disciplinas hicieron que, en muchas ocasiones, no cumpliera las expectativas depositadas en su capacidad explicativa de un fenómeno tan complejo como la comunicación. Sin embargo, una perspectiva que el modelo de Shannon y Weaver no desarrolla explícitamente pero que seguramente sería su proyección lógica dentro de las ciencias de la comunicación es el determinismo tecnológico: desde las propuestas de Marshall Mc Luhan (6) hasta la irrupción de Internet en el mundo de la comunicación (7).

Lección 18 La consolidación sociológica

Una de las disciplinas que ha jugado un papel muy importante en la consolidación de los estudios de la comunicación ha sido la sociología. Así, durante mucho tiempo, la distinción entre sociología de la comunicación y teoría de la comunicación era bastante borrosa. Como señala Moragas (1985:15) "Durante muchos años, 'investigación de la comunicación de masas' fue sinónimo de 'sociología de la comunicación de masas' y viceversa. Esto fue así sobre todo en el ámbito norteamericano, sin duda el de mayor influencia internacional."

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Uno de los autores precursores en la investigación de la comunicación desde las ciencias sociales fue Harold Lasswell (8) que, a mediados del siglo XX, planteaba el estudio de la comunicación a partir de sus conocidas preguntas: "Quién dice qué, por qué canal, a quién y con qué efectos". Pero hay que recordar que de estas cinco preguntas la que va a dominar las aproximaciones de la sociología a la comunicación es la que hace referencia a los efectos. Como señala Schramm (1982:19) "Las investigaciones sobre comunicación, en consecuencia, se refieren a cómo se puede ser efectivo en la comunicación, cómo ser comprendido, cómo ser claro, cómo utilizan las personas los medios efectivos de comunicación, cómo pueden entenderse entre sí las naciones, cómo puede usar la sociedad los medios de masa con mayor provecho y, en general, cómo funciona el proceso básico de la comunicación". Como puede apreciarse muchos de estos problemas hacen referencia a la influencia de la comunicación. El modelo que quizás ejemplifica mejor la impronta de la sociología en los estudios de la comunicación es el que propuso Wilbur Schramm (9), en 1954. Schramm fue sin duda uno de los principales divulgadores de la Mass Communication Research, la investigación dominante de la comunicación de masas norteamericana. Uno de los autores más señeros de esta tradición investigadora es sin duda Paul F. Lazarsfeld (10), de cuyas aportaciones da cuenta el modelo de Schramm. Schramm propone distintos modelos que van desde el más simple de la comunicación interpersonal hasta el de la comunicación de masas. Por mi parte comentaré, simplemente, este último.

Gráfico 2. Fuente: Schramm (1954)

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Para Schramm el medio de comunicación de masas es un sujeto comunicador que, al igual que la persona, es un descodificador, intérprete y codificador. Es decir, un mass media es un receptor de acontecimientos que codifica e interpreta, de acuerdo las lógicas productivas del periodismo. Los inputs que recibe la organización productiva son acontecimientos provenientes de distintas fuentes, e incluso el feed-back de la propia audiencia. A continuación, se da forma al acontecimiento convirtiéndolo en noticia. Así, el comunicador codifica el mensaje que va a transmitir (Rodrigo 2005). La organización comunicativa transmite multitud de mensajes idénticos. En la recepción de estos mensajes hay que distinguir tres niveles. En primer lugar, estos mensajes son recibidos por una audiencia masiva. Cuando hablamos de medios de comunicación de masas, las masas son la audiencia. En segundo lugar, cada receptor individual, aunque forma parte de la audiencia masiva, va a descodificar, interpretar y codificar los mensajes que reciba. Es decir, la interpretación de estos mensajes es un acto individual que hace cada uno de los lectores/oyentes/telespectadores de los mass media. Por último, hay que recordar que esta persona tiene múltiples contactos sociales en su vida cotidiana. Los individuos se relacionan con distintos grupos en los que comentan los mensajes transmitidos por los mass media. Téngase en cuenta que muchos de los temas que comentamos en nuestros distintos grupos sociales (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.) nos han sido servidos por los medios de comunicación, pero precisamente en estos grupos se reinterpretan los mensajes mediáticos. En los grupos hay que destacar la existencia de los líderes de opinión. Los líderes de opinión suelen tener un mayor contacto con los medios o un nivel de educación más alto; esto les permite hacer de tamiz entre los medios de comunicación y los otros miembros del grupo. La efectividad de su reinterpretación se debe a varios factores: a) tiene una competencia reconocida por el grupo, b) es digno de confianza, al ser miembro del grupo y no representar ningún interés ajeno, c) en el contacto cara a cara puede adaptar su mensaje a las características de cada destinatario y d) puede recompensar en forma personal e inmediata a los que coinciden con él. La influencia del líder de opinión y del grupo, sobre sus miembros, es muy importante. El grupo actúa como: a) canal de información, b) fuente de presión para adaptarse al modo de pensar y actuar del grupo y c) base de apoyo social al individuo. De ahí que se considere que la influencia interpersonal es uno de los fenómenos claves para estudiar, en última instancia, la influencia de los mass media. La importancia de este modelo radica en que se hace eco de las teorías dominantes sobre los efectos de comunicación de los años 50 a los 70. Así, se apuntaba que la influencia de los medios de comunicación estaba muy condicionada por multitud de variables que intervenían en el proceso comunicativo, de las que el comunicador sólo controlaba el mensaje y su distribución, pero no la interpretación, la recepción ni la reinterpretación por parte del grupo. Por ello, se llegaba a postular que, salvo casos muy específicos, los

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medios de comunicación no podían por sí mismos conseguir un cambio de actitud o de opinión en los miembros de la audiencia. A la sociología de la comunicación, a partir de los años 70, se le suma una nueva disciplina: la semiótica. Sin embargo, es de destacar que las preocupaciones que concitaba la comunicación de masas tampoco cambian tanto con la nueva perspectiva. Es cierto que la semiótica estudia fundamentalmente el mensaje, pero como se podrá ver, en el próximo modelo, muestra una gran preocupación por la interpretación y la recepción del mismo.

Lección 19

El giro semiótico

Se suelen considerar como padres de la semiótica moderna a Ferdinand de Saussure (1857-1913) (11) y a Charles Sanders Peirce ( 1839-1914) (12). El primero inició una semiología o semiótica estructuralista a partir del estudio de la lingüística. Peirce, por el contrario, partía de la filosofía pragmática para estudiar cualquier clase de signos, no sólo los lingüísticos. Durante muchos años estas dos corrientes semióticas siguieron recorridos paralelos sin encontrar puntos de contacto, dado que partían de principios distintos. En la actualidad, después de muchos años de desencuentro ya se han establecido puentes entre ambas corrientes. En los años setenta la semiótica se convirtió en una disciplina importante en el estudio de la comunicación. Se había pasado de una semiótica que estudiaba los signos a una semiótica discursiva. Durante muchos años el objeto básico de estudio de la semiótica fueron los signos. Las virtudes de este objeto eran claras. Se trataba de una entidad empírica, constatable y manejable. Así los semióticos se dedican a la ardua labor de su clasificación (Eco 1976). Sin embargo, pronto el objeto pasó al enunciado y de ahí al discurso. De esta forma se aproximaba a la comunicación, ya que en la comunicación se dan discursos, no simplemente signos. Debemos entender que el sentido del discurso es más que la suma de los significados de los signos que lo componen, el sentido es global. Además, cuando se habla de discurso no sólo nos referimos al lingüístico, sino también, por ejemplo, al televisivo. Por otro lado los límites del discurso vienen determinados por el propio discurso. Por ejemplo, el "Stop" en una carretera puede ser considerado un discurso, al igual que una novela de muchas páginas. En 1973, Paolo Fabbri (13), en su conocido artículo de la revista Versus, "La communicazioni di masse in Italia: sguardo semiotico e malocchio de la sociologia", anunciaba la decadencia de la perspectiva sociológica frente a la semiótica en el estudio de la comunicación de masas. Para Fabbri la sociología tradicional entra en crisis al pasar de la ciencia de los hechos a la ciencia del sentido. Por ello la semiótica es la disciplina más idónea para el estudio de la comunicación de masas. Esta confrontación entre la semiótica y la sociología en el estudio de la comunicación de masas debe matizarse. En primer lugar, no es pertinente concebir un campo de estudio como un campo de batalla en el que se enfrentan distintas disciplinas. Por el contrario, pueden apreciarse bastantes puntos en común entre sociología y la semiótica, como veremos en el último modelo expuesto.

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El modelo semiótico propuesto por Umberto Eco (14) gira en torno al concepto de código y a la descodificación del destinatario. Como se puede apreciar tiene una clara influencia del modelo de Shannon y Weaver, por un lado, y, por otro lado, retoma las preocupaciones explícitas en el modelo de Schramm sobre los efectos de los mensajes.

Gráfico 3. Fuente: Eco (1977) En este modelo no se plantea la existencia de un solo código compartido entre emisor y destinatario, sino una multiplicidad de códigos. En el esquema de Shannon y Weaver el código era el elemento común entre emisor y receptor, que permitía que se produjera la descodificación del mensaje. Para Eco (1977: 249) el proceso de codificación y de descodificación se complica: "la propia multiplicidad de los códigos y la infinita variedad de los contextos y de las circunstancias hace que un mismo mensaje pueda codificarse desde puntos de vista diferentes y por referencia a sistemas de convenciones distintos." Además, los subcódigos son independientes en el emisor y en el receptor, mientras que sería condición necesaria que hubiera cierta coincidencia en el código. Esta necesidad de como mínimo una cierta coincidencia de códigos se ve muy claramente en la comunicación intercultural (15). Los subcódigos son varios: ideológico, estético, afectivo, etc. Todos estos subcódigos inciden en los procesos de codificación y descodificación aportando una nueva información más allá de la simple denotación del mensaje. Pero también intervienen en la codificación y la descodificación los elementos contextuales y circunstanciales. El contexto hace referencia a los elementos del entorno en que se produce el mensaje. Según en que contexto aparece un mensaje, manteniéndose la expresión, sin embargo puede cambiar totalmente su contenido. Recordemos la escena de Tiempos modernos en la que Charles Chaplin recoge una bandera roja que se ha caído de un camión cargado de maderas y que, a pesar de sus esfuerzos, no puede volver a colocar, en el vehículo que se aleja, este signo de peligro. Justo en el momento que Charlot que queda dubitativo con la bandera en la mano aparece detrás de él, doblando la esquina, una manifestación obrera que es, en este instante, disuelta por la policía. Inevitablemente Charlot es detenido por la policía como abanderado de la revolución, ya que en este contexto la bandera tiene un contenido diferente al de su situación originaria. Por el contrario la circunstancia hace referencia a las relaciones que se establecen entre el emisor y el destinatario. Por ejemplo, si un emisor envía el siguiente mensaje a un destinatario, su contenido puede ser muy distinto según dos posibles circunstancias: "Te deseo que seas todo lo feliz que te mereces". Si el emisor es la mejor amiga del destinatario el contenido es uno, pero si el emisor es la expareja del destinatario, con la

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que ha roto después de una tormentosa relación para irse con su hermana, podríamos pensar que el significado es otro totalmente distinto. Un elemento muy importante en este modelo es el diferenciar el mensaje como fuente de la información (expresión) y el texto interpretado como el contenido del mensaje, después que el destinatario lo ha interpretado de acuerdo con sus códigos y subcódigos, y el contexto y las circunstancias existentes. Este cambio en el modelo es muy relevante porque plantea que el receptor lleva a cabo una lectura personal del mensaje. Eco (1977:252) señala que pueden darse descodificaciones aberrantes. Pero entendiendo por "aberración" exclusivamente la traición a las intenciones del emisor. Por ejemplo, uno puede encontrar, en la actualidad, absolutamente risibles los discursos del general Franco o sentir una entrañable ternura hacia el anoréxico vampiro de la película Nosferatus, que difícilmente podría causar miedo en una persona adulta, como se pretendió en su momento. Es decir, más allá de la intencionalidad comunicativa del emisor tenemos las emociones no programadas por éste, pero que se producen en el receptor. Esto pone de manifiesto que, en la comunicación, no siempre es evidente comprender el mensaje y/o compartir el contenido del mensaje. Los estudios de recepción (16) ponen de manifiesto, precisamente, cómo se negocian los significados de los discursos compartidos. Este modelo se preocupa principalmente del proceso de descodificación del receptor. Eco (1985:175) se ha preocupado de cómo la audiencia reinterpreta los mensajes mediáticos, así señala: a) por sí solos los mass media no pueden formar la manera de pensar de una generación y b) si esta generación actúa de forma distinta del sistema conductual propuesto por los mass media, esto significa que ha descodificado el contenido de los mismos de forma diferente de cómo los hacían los productores de los mensajes y parte de los que los consumían de otro modo. Este modelo de Eco se basa fundamentalmente en una teoría de los códigos. Pero, posteriormente se hicieron una serie de puntualizaciones (Eco y Fabbri 1978: 570-571): a) los destinatarios no reciben mensajes sino conjuntos textuales, b) los destinatarios no comparan los mensajes con códigos sino con un conjunto de prácticas textuales depositadas y c) los destinatarios no reciben nunca un solo mensaje, sino muchos, tanto en sentido sincrónico como diacrónico. En sentido sincrónico porque un mismo acontecimiento puede venir transmitido por distintos mass media. En sentido diacrónico porque una misma información es recibida de forma redundante aunque de un modo diverso a lo largo del tiempo. En muchas ocasiones, un texto nos remite, explícita o implícitamente, a otros textos, produciéndose un proceso de intertextualidad. Eco (1987:10) nos recuerda que las teorías semióticas de la recepción aparecieron hacia los años sesenta en reacción a:

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a) el endurecimiento de algunas metodologías estructurales que pretendían poder dar cuenta del texto objetivamente en tanto que objeto lingüístico, b) la rigidez de algunas semánticas formales que pretendían hacer abstracción de cualquier referencia a las situaciones, a las circunstancias y al contexto de la emisión de los enunciados y c) el empirismo de algunas aproximaciones sociológicas. Sin embargo, la confrontación disciplinar entre la semiótica y la sociología, a finales de los años 80, da paso a un diálogo interdisciplinar. Esto hace que en el campo de la comunicación las fronteras disciplinares se desdibujen. En 1993, Journal of Communication (verano vol.43 nº3 y otoño vol.43 nº4) se plantea una nueva revisión del campo, una década después de su número especial de 1983 "Ferment in the Field" (La agitación del campo), Journal of Communication (verano, vol.33 nº3). En este caso hace dos números monográficos bajo el titulo "The Future of the Field - Between Fragmentation and Cohesion" (El futuro del campo - entre la fragmentación y la cohesión). En mi opinión el fermento, la agitación del campo sigue presente, pero se dibujan tres escenarios futuros (Shepherd 1993:88-91): a) La indisciplinaria: "Este punto de vista defiende la comunicación como un objetivo académico pero que no es en sí mismo una disciplina, sino que es transdisciplinar [cross-disciplinary]" (Shepherd 1993:88). Es decir, los estudios de comunicación es un ámbito que se produce la convergencia de distintas disciplinas. b) La antidisciplinaria: para Shepherd (1993:89-90) está es la actitud más posmoderna. En ella se niega que la comunicación sea una disciplina, pero también se cuestiona que lo sean la filosofía o la física. Así el campo de la comunicación no conocería fronteras y podría desarrollarse en cualquier ámbito académico. c) La disciplinaria: los autores que defienden este punto de vista tratan de establecer el estatuto disciplinar de los estudios de comunicación, diferenciándolo de otras disciplinas. En relación a los modelos de la comunicación, quizás lo más productivo son aquellas posturas que intentan hacer dialogar disciplinas, que hasta entonces se habían dado la espalda.

Lección 20 Hacia un diálogo disciplinar: El modelo sociosemiótico de la comunicación A pesar que los diálogos interdisciplinares son difíciles es cada día más evidente la necesidad de establecer puentes entre disciplinas. Una propuesta puede ser buscar los puntos de contactos entre, por ejemplo, la sociología y la semiótica. Así se puede apreciar que una sociología interpretativa, que se centre en el significado de las acciones sociales de la vida cotidiana, y una semiótica, próxima a la pragmática (Rodrigo 1995: 145-150), pueden fácilmente proponer una relación bidisciplinar sociosemiótica. En esta línea está el modelo sociosemiótico de la comunicación (Rodrigo 1995: 101-145).

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Gráfico 4. Fuente: Rodrigo (1995)

El modelo sociosemiótico muestra el proceso de la comunicación de masas como tres fases interconectadas: la producción, la circulación y el consumo. La producción corresponde a la fase de creación del discurso de los mass media. La circulación se produce cuando el discurso entra en el mercado competitivo de la comunicación de masas. El consumo se refiere a la utilización por parte de los usuarios de estos discursos. En primer lugar, hay que señalar la existencia de unas condiciones político-económicas corresponden a las circunstancias históricas que van a permitir el desarrollo de las industrias comunicativas con unas características determinadas. En cada momento histórico, en las distintas sociedades, se establecen las condiciones de orden político y económico que va a permitir o impedir el desarrollo de los medios de comunicación en determinadas tendencias. Aunque es cierto que las industrias de la comunicación pueden incidir en las condiciones político-económicas, constituyéndose en un lobby, son éstas últimas las que dibujan un escenario posible de la estructura de la comunicación. Las características más generales que podríamos detectar en la estructura de la comunicación occidental son: la transnacionalización del mercado de los medios, la integración de las distintas tecnologías de la comunicación y la multiplicación de canales. La comunicación de masas se caracteriza por el carácter industrial de su producción. En las empresas comunicativas, como en cualquier otro tipo de empresa hay grupos de presión y centros de decisión política y económica. Pero también hay que tener en cuenta que al ser un sistema productivo profesionalizado los productos comunicativos se homogeneizan. Esto nos lleva a abordar el siguiente punto del modelo: la organización productiva. Hay que reconocer que las industrias comunicativas llevan a cabo una producción bien especial: producen discursos. Discursos que, si aceptamos las funciones clásicas, informan, educan y entretienen. Así, podríamos decir que la lógica productiva de las organizaciones productivas son tres. Hay una lógica informativa que busca la actualidad y que se basa en la credibilidad del medio para que estos discursos cumplan su función. Hay también una lógica del servicio que, más allá de las presiones del mercado o de las audiencias, busca objetivos educativos y de ayuda a las comunidades. Por último hay una lógica del entretenimiento que se centra en el desarrollo de una cultura de masas. Cada

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organización productiva gestiona una proporción distinta de cada una de estas tres lógicas. Así, se van produciendo productos comunicativos a partir de las características tecno-comunicativas del medio y de las estrategias discursivas del programa. Las características tecno-comunicativas de cada medio determinarán el plano de expresión del discurso, mientras que las estrategias discursivas se situarían en el plano del contenido. Aunque ambas están indisolublemente interrelacionadas, las vamos a explicar separadamente. Cada medio de comunicación clásico -prensa, radio y televisión- tiene unas características tecno-comunicativas propias. Así la palabra escrita de la prensa puede ampliar una información que la radio y la televisión no pueden desarrollar, mientras que la radio permite estar en cualquier lugar que haya un teléfono móvil y la televisión tiene el impacto de las imágenes. La prensa, la radio y la televisión construyen sus discursos mediante semiosis sincréticas diferentes. Cada una juega con posibilidades expresivas distintas. Pero además, entrando en el contenido del producto comunicativo, podemos descubrir unas estrategias discursivas que determinarán un modelo de narración, un modelo de enunciador y un modelo de enunciatario. Cada narración tiene implícita o explícitamente un sujeto de la enunciación. Evidentemente no es lo mismo un locutor de un informativo de televisión que el reportero que retransmite un partido de fútbol. Cada modelo de relato reclamará un modelo de enunciatario distinto, aunque en ocasiones hay algunas variaciones interesantes en los modelos clásicos. Por ejemplo, se puede introducir el humor en las retransmisiones de los partidos, con lo que se crean géneros híbridos. Toda narración tiene, así mismo, implícita o explícitamente un destinatario. El modelo de enunciatario aparece en el propio discurso, a veces explícitamente, como cuando en la radio se establece un simulacro de relación dialógica con el supuesto oyente que escucha el programa o, implícitamente, a partir de las competencias que el propio texto otorga al destinatario. Así, se supone que el oyente entiende el idioma en que se hace el programa. En la comunicación mediática estos productos comunicativos sufren una intervención tecnológica que facilita su difusión y que les permite entrar en el ecosistema comunicativo de los mass media. Evidentemente esta intervención tecnológica tiene una incidencia comunicativa importante. Sin caer en un determinismo tecnológico, es claro que cada tecnología propicia unos usos comunicativos determinados. Para no alargarme excesivamente sólo quiero recordar la importancia del proceso de digitalización de las comunicaciones. La revolución digital supone un cambio importantísimo en el ecosistema comunicativo, del que todavía no somos totalmente conscientes de su alcance real. El ecosistema es el espacio por el que circulan los discursos de los mass media y en el que se desarrollan complejas relaciones. Nos encontramos con un sistema diferenciado, por un lado, pero bastante homogéneo, por otro. En este ecosistema intervienen medios con distintas características tecno-comunicativas (prensa, radio, televisión.) y con políticas editoriales diferenciadas (por ejemplo, diarios conservadores, liberales, etc.) (17). Pero por otro lado es un sistema bastante homogéneo porque se rige por una lógica productiva y de consumo semejante. Esto puede apreciarse, por ejemplo, en la tematización. Lo que es interesante es tener en cuenta las relaciones de competencia y cooperación que se producen en este ecosistema. Por ejemplo, en el caso de Internet. Por un lado, se dice

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que puede ser el cuarto medio que ponga en crisis los medios clásicos: radio, prensa y televisión. Pero, por otro lado, los medios clásicos han introducido Internet en su práctica productiva y lo utilizan, por ejemplo, para estar en contacto con su audiencia. Lo que ha sucedido a lo largo de la historia de los medios de comunicación es que la aparición de cualquier nuevo medio ha supuesto una reestructuración del ecosistema en busca de un nuevo equilibrio. En el ámbito del consumo, el modelo sociosemiótico quiere dejar claro que no se trata de un modelo inmanente. Es decir que en el proceso comunicativo hay elementos previos a la comunicación que inciden en ella. En esta situación precomunicativa se destacan tres aspectos: el contexto, la circunstancia y la competencia. El contexto se refiere al momento histórico y cultural de cada sociedad. Las sociedades son cuerpos vivos y en cada momento histórico van a interpretar los fenómenos sociales de una forma distinta. Hay que destacar que, en España, la violencia de género no entraba dentro de los discursos mediáticos porque se consideraba que formaba parte del ámbito privado. Así, la interpretación de un mismo fenómeno, como es la violencia, puede cambiar a lo largo de la historia. Esto también puede apreciarse en el periodismo bélico (18). La circunstancia es la situación concreta de consumo de la comunicación. Las teorías de la recepción ponen en evidencia la importancia de dónde y con quién se consumen los medios de comunicación. El uso de los medios de comunicación se inscribe dentro de otras prácticas culturales cotidianas. La competencia comunicativa son los conocimientos y aptitudes necesarios para que un individuo pueda utilizar todos los sistemas semióticos que están a su alcance como miembro de una comunidad sociocultural determinada. También hay que aclarar que la competencia comunicativa de emisor no tiene que coincidir necesariamente con la de los receptores, y la de éstos puede ser, a su vez, diferente entre sí. También hay que tener en cuenta la competencia intertextual, ya que ningún texto se lee independientemente de la experiencia que el lector tiene de otros textos. El receptor, mediante su enciclopedia, interpreta el discurso mediático. La interpretación es un proceso complejo que lleva a cabo cada uno de los miembros de las audiencias de los medios de comunicación. El autor del discurso mediático propiciará una interpretación del mismo, sin embargo esto no significa que, aun siendo ésta la inicialmente la prioritaria, sea la interpretación que haga el receptor. Se produce, pues, una negociación de los significados propuestos. En los efectos hay que apuntar que, en el modelo sociosemiótico, se diferencian los efectos de la reacción, que en otros modelos sería el efecto conductual. La idea es que los efectos son cognitivos y emotivos y que estos efectos pueden dar lugar a una reacción, que sería el efecto conductual. Los diferencio porque me parece que están a niveles distintos. El efecto conductual necesita unos efectos emotivos-cognitivos previos, pero no viceversa. Finalmente, hay que señalar que las reacciones pueden ser individuales, grupales, institucionales y/o de la opinión pública, a través de los medios de comunicación.

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Epílogo Como el lector ya sabe, existen otros modelos de la comunicación. Inevitablemente he tenido que hacer una selección. Como toda selección, se basa en unos criterios determinados. Lo que he pretendido, como ya apunté al principio, es mostrar cómo a lo largo de la historia de la teoría de la comunicación se han ido proponiendo distintos modelos de la comunicación, que estaban íntimamente relacionados con los momentos históricos de los estudios de la comunicación y de su devenir como disciplina. Creo que se ha podido apreciar claramente esta evolución y como cada modelo hace una aproximación diferenciada al fenómeno de la comunicación. Aunque también se puede constatar la existencia de una continuidad, ya que existen notables relaciones de unos con otros. Para comprender un fenómeno es necesario delimitarlo, mostrando del mismo aquellos elementos que se consideran significativos y dignos de ser estudiados. Cada modelo es una aproximación al fenómeno a partir de unos criterios de pertinencia que van a dar una nueva inteligibilidad determinada al mismo. Así, según qué aspectos deseo estudiar de la comunicación, un modelo será más adecuado que otro. Es decir, la adecuación de un modelo dependerá de los objetivos de estudio. Como señala Muchielli (1998:65) "Ninguno de ellos puede pretender tener la exclusiva y por ello la 'verdad'. Cada uno aporta una aproximación específica. Todos los modelos, es decir este conjunto de teorías, de principios y de prácticas expuestas a partir de esquemas, funcionan como unas gafas que nos permiten ver la comunicación a partir de diferentes ángulos." Los modelos hacen miradas distintas sobre el mismo objeto: la comunicación. Pero como es sabido, toda forma de ver es una forma de ocultar. Finalicemos con una narración de Bernardo Atxaga (1997: 10-11): "Pues resulta que a mediados del siglo XII se produjo una nova, es decir, que nació una de estas estrellas que ahora mismo vemos desde aquí (...) Nació además, al igual que las demás estrellas, tras violentas explosiones, provocando la aparición de señales luminosas en el cielo; señales que, por lo visto, suelen ser perfectamente visibles desde la Tierra sin ayuda de instrumento alguno. Pues bien: los astrónomos chinos observaron el fenómeno y dejaron constancia de él en sus anales, cosa que también hicieron, según han comprobado los historiadores, los astrónomos persas y los aztecas. ¿Y los astrónomos europeos? ¿Qué hicieron los astrónomos de Florencia o de París? Pues no hicieron absolutamente nada. No dejaron constancia del fenómeno. No vieron las señales, o no concedieron importancia a las que habían visto. ¿Por qué razón? Pues a causa del prejuicio que tenían. Ellos, los astrónomos europeos, eran aristotélicos, seguidores de la Física de Aristóteles, y estaban convencidos por ello de la inmutabilidad de las estrellas: las estrellas estaban rodeadas de una sustancia incorruptible llamada éter y eran fijas, estaban como clavadas en el cielo. En lo que a ellas se refería, ningún movimiento o cambio de estado era posible. Cegados por ese prejuicio, o esa previsión, no repararon en nada." Seguramente el gran reto con que se enfrenta una disciplina es descubrir cuál es, en cada momento histórico, su "física aristotélica", que le impide ver un fenómeno social que se produce cotidianamente sin que los modelos sean capaces de detectarlo.

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Lección 21 Consideración Crítica de la Teoría de la Información

Ricardo López Pérez

Fuente: http://rehue.csociales.uchile.cl/rehuehome/facultad/pares3/critica.htm RESUMEN

De vuelta en un tema de larga permanencia en el estudio de la comunicación, este artículo destaca algunas características y elementos importantes presentes en la génesis de la teoría de la información; y recorre parte de las críticas que ha recibido. Su objetivo es mostrar como una propuesta de alcance muy acotado y en extremo vulnerable a la crítica, se convirtió en un referente obligado, llegando a tener un sentido paradigmático. La proposición final indica que la persistencia en mantener este marco de referencia, ha puesto severas dificultades a los esfuerzos por comprender la comunicación desde una perspectiva psicológica y social.

Un antecedente obligado en el estudio de la comunicación ha sido por mucho tiempo la llamada teoría de la información, formulada a finales de los 40 por el ingeniero Claude E. Shannon. En su intención original esta teoría es de un alcance muy acotado, debido a que se refiere sólo a las condiciones técnicas que permiten la transmisión de mensajes, pero eso no impidió que lograra una amplia repercusión y terminara elevada a la calidad de paradigma. En su primera versión apareció en el Bell System Technical Journal de octubre de 1948, perteneciente a la Bell Telephone Laboratories, organización a la que Shannon se encontraba profesionalmente ligado. Poco después el sociólogo Warren Weaver redactó un ensayo destinado a enfatizar las bondades de esta propuesta, que fue publicado junto al texto anterior en julio de 1949. El trabajo de Shannon se titula The Mathematical Theory of Communication, y el de Weaver Recent Contributions to the Mathematical Theory of Communication. En conjunto dieron lugar a un pequeño libro que tomó el título del primero de ellos. De este modo, la unión de dos textos y de dos disciplinas diferentes produjo una obra de referencia duradera en el campo de la comunicación. Lo habitual es que se aluda a estas concepciones como el modelo de Shannon y Weaver o como la teoría de la información. El especialista norteamericano Bernard Berelson en una revisión sobre el estado de la investigación, ubica tempranamente esta teoría dentro de un grupo de "aproximaciones menores", para diferenciarlo de las grandes líneas que han determinado la orientación de los estudios. Este calificativo implica poner de manifiesto su escasa influencia sobre la evolución posterior de la investigación comunicacional, (1959). En lo que se refiere al desarrollo teórico en el área esta afirmación puede ser aceptada. Efectivamente la teoría de la información no se ha mostrado muy fértil en cuanto a estimular nuevos desarrollos teóricos, pero hay otros aspectos en que su presencia es muy sensible. Las ideas no siempre se popularizan por su consistencia o sus propiedades heurísticas. No son pocas las ocasiones en que determinadas interpretaciones, convertidas en creencias de cómoda asimilación, adquieren respaldo y notoriedad, sin que sus méritos les permitan superar las barreras de una crítica más cuidadosa y exigente. La teoría tiene una expresión gráfica de notable sencillez:

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Mensaje señal señal mensaje FUENTE TRANSMISOR CANAL RECEPTOR DESTINO Fuente de Ruido A continuación Weaver hace la siguiente descripción: En la figura se presenta simbólicamente un sistema de comunicación. La fuente de información selecciona a partir de un conjunto de posibles mensajes el mensaje deseado. El transmisor transforma el mensaje en una señal que es enviada por el canal de comunicación al receptor. El receptor hace las veces de un transmisor invertido que cambia la señal transmitida en un mensaje y pasa este mensaje a su destinatario. Cuando yo hablo con usted, mi cerebro es la fuente de información, el suyo el destinatario, mi sistema vocal es el transmisor, y su oído, con su octavo par de nervios craneanos, es el receptor. Infortunadamente, es característico del proceso de transmitir la señal que se agreguen a ésta ciertas cosas que no son proporcionadas deliberadamente por la fuente de información. Estos aditamentos indeseados pueden ser distorsiones de sonido (en telefonía, por ejemplo), o estáticos (en radiotelefonía), o distorsiones de la forma o sombreado de una imagen (televisión), o errores de transmisión (telegrafía o facsímil). Todos estos cambios en la señal pueden ser llamados ruidos. Los problemas que han de estudiarse en un sistema de comunicación tienen que ver con la cantidad de información, la capacidad del canal de comunicación, el proceso de codificación que puede utilizarse para cambiar el mensaje en una señal y los efectos del ruido, (1984, pág.36). A lo largo de este movimiento orientado linealmente se encuentra un conjunto de componentes que pueden ser distinguidos en forma precisa, por su ubicación y su función. Fuente: Componente de naturaleza humana o mecánica que determina el tipo de mensaje que se transmitirá y su grado de complejidad. Transmisor: Recurso técnico que transforma el mensaje originado por la fuente de información en señales apropiadas. Canal: Medio generalmente físico que transporta las señales en el espacio. Cumple una función simple de mediación y transporte. Ruido: Expresión genérica utilizada para referirse a variadas distorsiones originadas en forma externa al proceso de comunicación. Receptor: Recurso técnico que transforma las señales recibidas en el mensaje concebido por la fuente de información. Destino: Componente terminal del proceso de comunicación, al cual está dirigido el mensaje. Es el elemento decisivo para pronunciarse sobre la fidelidad de la comunicación. A poco andar estos términos pasaron a formar parte de la jerga comunicacional y aun del lenguaje corriente, desarrollando una existencia propia, con independencia del marco explicativo en que tuvieron origen. Comenzó a ser común hablar de fuente, emisor, mensaje, canal, destinatario o receptor. Su representación gráfica se ha usado una y otra vez agregando o quitando algún elemento, pero siempre manteniendo su apego a una estricta causalidad lineal. A título de ejemplo, se puede mencionar la propuesta de David K. Berlo, publicada en 1960, de gran aceptación en círculos académicos; y los intentos de Wilbur Schramm en la década del 70, por interpretar desde la teoría de la información el proceso de la comunicación humana y los medios de comunicación social, (Berlo, 1981; Schramm, 1982).

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Del mundo de los cables telefónicos se saltó a las interacciones humanas sin demasiadas precauciones; y corresponde sin duda a Warren Weaver el mérito de haber sacado esta teoría desde los restringidos límites de la dimensión técnica, dotándola de universalidad. Su esfuerzo fue sin duda deliberado: Este trabajo se aplica en primera instancia sólo al problema técnico, pero la teoría tiene una significación más amplia. Para comenzar, el significado y la efectividad están inevitablemente restringidos por los límites teóricos de la exactitud en la transmisión de símbolos. Más aun, el análisis teórico del problema técnico pone en evidencia que éste se superpone a los problemas semánticos y de efectividad más de lo que se podría sospechar, (1984, pág. 35) Weaver alude concretamente a los tres niveles en que tradicionalmente se abordan los problemas de la comunicación: Técnico, semántico y pragmático. Cada nivel se abre en una dimensión de análisis e interpretación diferentes. En el nivel técnico se enfrentan problemas relacionados a la fidelidad con que cierta información puede ser transmitida desde un emisor a un receptor, en el nivel semántico se estudian cuestiones relativas al significado e interpretación de un mensaje; y en el nivel pragmático se enfoca la comunicación desde el punto de vista de sus consecuencias en el comportamiento manifiesto de las personas. Weaver advierte que estamos en presencia de un modelo de gran alcance y no disimula su entusiasmo: La teoría matemática de la comunicación es tan general que no es necesario decir qué clase de símbolos se consideran: Si se trata de palabras o letras escritas, de notas musicales, de palabras habladas, de música sinfónica o de imágenes. Las relaciones que la teoría revela se aplican a todas estas formas de comunicación y a muchas otras. La teoría está tan imaginativamente motivada que se ocupa del núcleo interior mismo del problema de la comunicación, (1984, pág. 43) Todo esto ocurre en circunstancias de que el propio Shannon en su escrito original, había establecido expresamente el carácter restringido de su posición, atendiendo a su particular orientación profesional: El problema de la comunicación consiste en reproducir en un punto, sea exacta o aproximadamente, un mensaje seleccionado en otro punto. Frecuentemente el mensaje tiene significado; éste se refiere o está correlacionado con algún sistema con ciertas entidades físicas o conceptuales: Estos aspectos semánticos de la comunicación son irrelevantes para los problemas ingenieriles. El aspecto significativo es que el mensaje actual es seleccionado de un conjunto de posibles mensajes. El sistema debe ser activado para operar cada posible selección, no sólo de la que fue elegida sino también desde una desconocida en el momento de ser activada, (Shannon y Weaver, 1964, pág. 31) Es evidente que en su origen la propuesta de Shannon es completamente ajena a la comunicación desde una perspectiva social. Aquí no están directamente comprometidas ni personas ni grupos. No hay interacciones, influencias, emociones, percepciones, aprendizajes u otros elementos de carácter psicosocial. No aparecen variables de tipo situacional, como tampoco aparece la cultura en ninguna de sus manifestaciones. En síntesis, tal como fue concebido, este modelo no se refiere a las personas como protagonistas de la comunicación, sino al proceso desde la perspectiva de sus aspectos mensurables, al estudio de las condiciones idóneas de transmisión de información entre máquinas; y al cálculo del volumen o pérdida de la información transmitida a través de un canal. Nada de esto, sin embargo, restó energía al sociólogo Weaver ni impidió su popularización y posterior aplicación para representar distintas expresiones de la

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comunicación humana. Su esquema simple, de fácil adaptación, y su apariencia de objetividad, abrieron las puertas para una divulgación exitosa. Esto se expresó en forma manifiesta en la adopción amplia de su terminología, y como una contribución a la forma analítica y descontextualizada de interpretar el proceso de la comunicación. Weaver ha forzado las cosas hasta un punto difícil de aceptar. Hablar de un aparato telefónico como transmisor y de un cable como canal, es muy coherente en un contexto ingenieril. El teléfono efectivamente transforma la presión del sonido de la voz en una señal eléctrica, y gracias a esto se produce la comunicación a distancia desde un punto de vista técnico. Pero homologar esos elementos, por ejemplo, por el "sistema vocal" o el "octavo par de nervios craneanos", es un paso arriesgado. Privilegiar los problemas de codificación, magnitud de la información y capacidad del canal, es poner la experiencia de la comunicación por debajo de su complejidad y riqueza.

Lección 22 La teoría de la información es con toda propiedad una teoría de la transmisión, bien adaptada para responder a los requerimientos técnicos de una empresa telefónica, pero incapaz de servir de marco explicativo para una experiencia social como es la comunicación interpersonal. Lo anterior es muy evidente, dado que una de las claves de este modelo es el concepto de información, que adquiere en este contexto un significado muy preciso. No se trata de alguno de sus sentidos habituales, como noticia, dato o testimonio, sino de una magnitud estadística, abstracta, que califica el mensaje con absoluta independencia del significado que pueda tener para las personas que participan en una interacción. Se trata de una información ciega en el contexto de un modelo telegráfico de la comunicación, tal como lo sostiene Yves Winkin, (1982). En la actualidad prácticamente no se encuentra un texto especializado de orientación social en que no se aborde críticamente el examen de esta teoría. Yves Winkin resume la posición de los autores de la universidad invisible, que incluye a pensadores tan prestigiosos como Gregory Bateson, Ray Birdwhistell, Edward Hall, Erving Goffman, Don Jackson y Paul Watzlawick, mostrando su clara coincidencia abandonar este modelo. Winkin resume las cosas del siguiente modo: Dicho consenso se funda en una oposición a la utilización en las ciencias humanas del modelo de la comunicación de Shannon. Según estos investigadores, la teoría de Shannon ha sido concebida por y para ingenieros de telecomunicaciones, y hay que dejárselas a ellos. La comunicación debe estudiarse en las ciencias humanas según un modelo que le sea propio. Estos investigadores estiman que la utilización del modelo de Shannon en lingüística, antropología o psicología ha conducido al resurgimiento de los presupuestos clásicos de la psicología filosófica sobre la naturaleza del hombre y de la comunicación. Según ellos, la concepción de la comunicación entre dos individuos como transmisión de un mensaje sucesivamente codificado y después decodificado, reanima una tradición filosófica en la que el hombre se concibe como un espíritu enjaulado en un cuerpo, que emite pensamientos en forma de ristras de palabras. Esas palabras salen por un orificio ad hoc y son recogidas por embudos igualmente ad hoc, que las envían al espíritu del interlocutor, el cual las analiza y extrae su sentido. Según esta tradición, la comunicación entre dos individuos es, pues, un acto verbal, consciente y voluntario, (1982, págs. 20 y 21).

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Precisamente, en este ambiente intelectual, la pragmática de la comunicación, con seguridad un enfoque de gran desarrollo teórico ya a partir de los 70, marca un quiebre que implica saltar fuera del modelo de causalidad lineal, y avanzar hacia un planteamiento interaccional de perspectiva antropológica y circular. Una elemental consideración de los axiomas exploratorios de la comunicación, reposiciona todo el estudio de la comunicación interpersonal respecto al modo como se desprende del modelo de Shannon y Weaver, (Watzlawick y otros, 1982, cap. 2). Paul Watzlawick renuncia a todo intento de atomizar la investigación apoyándose en otras categorías de análisis: Sin embargo, no nos parece solamente permitido sino imprescindible el concebir la tríada emisor-signo-receptor como la unidad más pequeña de cualquier análisis pragmático y el tratarla como invidisible. (...) Es inútil analizar la relación entre emisor y signo sin tener también en cuenta al receptor y su reacción, o la relación entre el receptor y signo dejando de lado al emisor. (...) De esta forma se ha dado un paso decisivo: Nuestra perspectiva se desplaza del individuo hacia la relación entre individuos como fenómeno sui generis, y en el momento en que esto sucede entramos en conflicto con viejas concepciones del hombre y su comportamiento, (1992, pág. 12). Surge ahora una mirada de carácter constructivista, que se opone a cualquier pretensión de concebir la realidad como independiente de la experiencia, y con una existencia asegurada más allá de la intervención de los observadores y de la comunicación. Las ideas no discutidas de neutralidad y de objetividad, siempre implícitas en el modelo de Shannon y Weaver, pierden desde este momento su alto valor tradicional, (Watzlawick, 1993; Watzlawick y Krieg, 1994). Así, las críticas han ido surgiendo por todas partes. En Europa el lingüista Bernard Rimé de la Universidad de Lovaina, asociado a las investigaciones del psicólogo social Serge Moscovici y a la Escuela de Ginebra, formula el siguiente planteamiento: Este modelo sirvió de base al estudio psicológico del lenguaje y de la comunicación, llevado a cabo desde 1952 con el nacimiento de la psicolingüística. Sin embargo, presenta un límite que implicará graves consecuencias para la orientación de estos trabajos. Inspirado en las máquinas, este modelo hará que los investigadores desprecien el hecho de que la fuente y el destinatario son los seres humanos y que entre ellos, en la comunicación, se establece una relación psicosocial. Los psicolingüístas han puesto entre paréntesis la cuestión del locutor, del auditor y de la interacción de sus expectativas, características, actitudes, intereses y motivaciones, para preocuparse únicamente de las operaciones de codificación y desciframiento, (1984, pág. 536). También el gran pensador canadiense Marshall McLuhan se refiere al modelo de Shannon y Weaver, atribuyéndole una inusitada importancia. En un libro póstumo, en que aparece en calidad de coautor con su hijo Eric, retoma la crítica señalando que la influencia de este modelo ha sido poderosa, al extremo de constituirse en el punto de referencia privilegiado de toda la teorización occidental sobre comunicación. Sostiene McLuhan: El modelo de comunicación de Shannon-Weaver, base de todas las teorías occidentales contemporáneas de los medios informativos y de comunicación, tipifica la tendencia lineal del hemisferio izquierdo. Esta es una especie de modelo de plomería de un recipiente de hardware para un contenido software. Subraya la idea de "dentro" y "fuera" y presupone que la comunicación es una especie de apareamiento real y no de creación resonante. ( ... ) El modelo Shannon-Weaver y sus derivados siguen la pauta lineal de la causa eficiente: La única forma secuencial de causalidad, (1990, págs. 99 y 100). La influencia de este modelo ha sido importante. McLuhan le atribuye la responsabilidad de provocar una particular interpretación de los fenómenos comunicacionales, en términos

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de un transporte secuencial y lineal de datos como simples contenidos destacados, pasando por alto completamente el campo de los usuarios y de la sensibilidad. Cuestiona también el haber condenado al olvido todos los efectos laterales que siempre posee un sistema de comunicación, pretendiendo que un canal puede ser concebido como un recurso neutro. Los tres conceptos que McLuhan utiliza con mayor frecuencia para calificar el legado de Shannon y Weaver son lineal, secuencial y lógico. Desde luego, si nos atenemos a la fuerza de toda esta crítica y a la autoridad intelectual de sus autores, no parece quedar nada que nos permita seguir insistiendo en su vigencia. En el plano de las ideas, el modelo de Shannon y Weaver está superado para las ciencias sociales, pero no podemos dejar de reconocer el hecho de que este modelo, excesivamente analítico, lineal, causal, verbal y descontextualizado, ha sido por décadas una poderosa influencia para quienes se ocupan de la comunicación. Permitió visualizar, medir y objetivar elementos de un proceso continuo e interconectado. Petrificó el movimiento y lo hizo accesible. Ciertamente, no se trata de una influencia siempre abierta, sino lo contrario. Sin que se lo recuerde explícitamente, sin que sea citado con toda formalidad, sin que habitualmente se mencionen los nombres de sus autores, su presencia ha dejado hasta hoy una huella evidente. Esto, por lo demás, está implícito en el mismo hecho de que haya suscitado tanta energía crítica. No se explica que autores de conocida respetabilidad intelectual, dediquen toda esa tinta para referirse a un modelo que sólo pasó sin impresionar a nadie. En último término, la fuerza de este modelo está en haber proporcionado una terminología pegajosa de fácil aplicación, y un marco conceptual simple que inadvertidamente se instala en el discurso de divulgadores y pedagogos cuando eligen la comunicación como centro de sus preocupaciones. Al final, se trata de una herencia que más que ayudarnos a reconocer y comprender la profundidad de la comunicación como fenómeno psicológico y social, nos ha mantenido alejados de ella.

Autores representativos de la Teoría de la Información Claude Ewood Shannon: http://www.infoamerica.org/teoria/shannon1.htm Warren Weaver: http://www.infoamerica.org/teoria/weaver1.htm

Lección 23

EL ESTRUCTURALISMO Fuente: http://www.wanadoo.es/ Introducción En el presente trabajo, se exponen los antecedentes principales del estructuralismo, así como también sus principales autores y sus respectivos planteamientos. Las características principales de esta teoría y los comentarios del grupo acerca de los planteamientos, así como ejemplos de estructuralismo apegados a la realidad.

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El Estructuralismo es una tendencia filosófica que cobró auge en la década de los '60, especialmente en Francia. Se trata de un "estilo de pensar" que reúne autores muy diferentes que se expresan en los más diversos campos de las ciencias humanas, tales como la antropología, la crítica literaria, el psicoanálisis freudiano, la investigación historiográfica, o en corrientes filosóficas específicas como el marxismo. Se articula como planteamiento teórico inicialmente en la corriente de la lingüística en los años 60 en Francia, promovida por Saussure y cuyas propuestas teóricas son mundialmente asumidas en la Antropología por Levi-Strauss. Ferdinand de Saussure con su libro “Curso de Lingüística general” da varios aportes valiosos para la teoría del estructuralismo, ya que a partir de su obra obtenemos simulacros los cuales son los modelos estructurales que intentan describir las reglas inconscientes de las normas sociales. En el enfoque del estructuralismo se considera que es necesario construir “simulacros lógicos” que nos permitan comprender los hechos que la vida social ha impregnado de significación. Historia – Antecedentes El concepto de estructura y el método inherente a él llegan al estructuralismo no directamente desde las ciencias lógico-matemáticas ni de la psicología (escuela de la Gestalt) con las que éstas ya se encontraban operando desde hacía mucho tiempo. El estructuralismo obtiene sus instrumentos de análisis de la lingüística. Un punto de referencia común a los distintos desarrollos del estructuralismo ha sido como ya lo habiamos mencionado la obra de Ferdinand de Saussure, "Curso de lingüística general" (1915), que, además de constituir un aporte decisivo para la fundación de la lingüística moderna, introduce el uso del "método estructural" en el campo de los fenómenos lingüísticos. La concepción de estructura en el pensamiento occidental no es tan nueva como suele creerse. Desde comienzos de este siglo comenzaron a plantearse elementos de pensamiento estructural en las ciencias sociales, especialmente en lingüística. Más tarde, a partir de la década del 20, estas ideas, junto con aquellas provenientes del formalismo ruso, se conformaron y consolidaron con mayor firmeza en lingüística y posteriormente en crítica estética y literaria, sobre todo alrededor del llamado "Círculo de Praga". Durante la segunda guerra mundial y los años siguientes, el lingüista ruso Roman Jakobson, antiguo integrante de la escuela de Praga, trabajó en los Estados Unidos en estas áreas, sin que la influencia de sus ideas llegara a influenciar otros campos de las ciencias sociales. Fue necesario que surgiera el trabajo de Claude Levi-Strauss para que el estructuralismo desbordara al marco de la lingüística, dentro del cual había crecido por más de medio siglo. En 1949, la publicación de Las Estructuras Elementales del Parentesco muestra que las convicciones estructuralistas están ya consolidadas y ofrecen un sistema coherente y efectivo para analizar la realidad. A partir del medio siglo, su pensamiento comienza a impregnar el trabajo de numerosos antropólogos y, poco a poco, a convertirse en alternativa para otras áreas del pensamiento social, en especial para la sociología política. Luego de esto, sus ideas llegan a captar la atención de Louis Althusser, miembro del Partido Comunista Francés, quien propone una relectura de Marx con el fin de encontrar detrás de sus palabras, detrás de sus planteamientos, un contenido que nadie había podido leer porque estaba implícito, oculto detrás del discurso y los conceptos evidentes:

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la armadura, la estructura del pensamiento marxista. Su teoría impacta con fuerza en la sociología y aun en el marxismo. Con este nuevo impulso, que liga el estructuralismo con la política de izquierda y las ideas revolucionarias, esta corriente experimenta un fuerte impulso durante los años 60 y 70, hasta abarcar también distintas ciencias sociales. Al ser renovados los enfoques marxistas sobre las sociedades que estudia la antropología con principios teóricos y metodológicos estructuralistas, también lo son la visión antropológica con la introducción de los conceptos de Marx, en especial aquellos que se refieren al fetichismo, al modo de producción del comunismo primitivo, a la moneda y el dinero, a la relación entre lo material y lo ideal y otros no menos importantes. El concepto de estructura Lévi-Strauss ha definido las condiciones que implican el concepto de estructura: 1. Implican el carácter de SISTEMA. Esto consiste en que sus elementos se relacionan de manera tal que la modificación de cualquiera de ellos implica una modificación de todos los demás. 2. Como todo modelo pertenece a un grupo de TRANSFORMACIONES, cada una de éstas se corresponde con un modelo de la misma familia, de manera que el conjunto de estas transformaciones, constituye un grupo de modelos. 3. Las propiedades enunciadas previamente permiten PREDECIR, de qué manera reaccionará el modelo en el caso en que alguno de sus elementos se modifique. 4. El modelo debe ser construido de tal manera que su FUNCIONAMIENTO pueda dar cuenta de todos los hechos observados. Una estructura, pues no es una realidad empírica observable sino un modelo explicativo teórico construido no como inducción sino como hipótesis. Se diferencia así “estructura” de “acontecimiento”. En la estructura no se considera a los términos en sí mismos sino a sus relaciones, es por lo tanto, un sistema de relaciones y transformaciones, regulado por una cohesión interna que se revela en el estudio de sus transformaciones. Características del Estructuralismo Los estructuralistas afirman que los sentidos nos enseñan y que los medios de comunicación son solo modalidades de transmisión mediante las cuales se reestructuran determinadas formas que enriquecen su fuerza de expresión; es decir, que son condicionantes para codificar o reforzar lo que en la sociedad tiene ya un sentido. Dentro de esta teoría, la sociedad se constituye en la medida que tiene determinadas reglas o estructuras que producen el sentido de los acontecimientos, los cuales son producto de las normas que los hombres han asimilado en sociedad y les permite evocar en común los mismos significados. El enfoque estructuralista sostiene que los sentidos engañan, y por lo tanto la comunicación se debe estudiar mediante la construcción de estructuras lógicas, que permitan descubrir las interrelaciones creadoras del sentido y las reglas que constituyen a las normas sociales. También plantea que si la sociedad se constituye porque existen determinadas reglas o estructuras, las cuales producen el sentido de los acontecimientos y las normas externas para juzgarlos, entonces los datos que se presentan ante el observador son en apariencia interpretados de acuerdo con las normas observables en

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forma directa, pero en realidad esas normas se constituyen o informan, por las reglas operantes en una sociedad determinada a fin de producir tal sentido. De esta manera los individuos se encuentran atrapados dentro de estructuras, las cuales sirven como pautas para informar la acción en relación con los datos que reciben. Al interior del sujeto están interiorizadas las reglas productoras de normas, aplicables a cada caso. Dentro de esta corriente la contradicción entre comunicación e información no se plantea como problema. Utilizando un método en contraste con los fenomenólogos, los "estructuralistas" tienden a estudiar al ser humano desde fuera, como a cualquier fenómeno natural y no desde dentro, como se estudian los contenidos de conciencia. Con este enfoque, que imita los procedimientos de las ciencias físicas, tratan de elaborar estrategias investigativas capaces de dilucidar las relaciones sistemáticas y constantes que existen en el comportamiento humano, individual y colectivo, y a las que dan el nombre de "estructuras". No son relaciones evidentes, sino que se trata de relaciones profundas que, en gran parte, no se perciben concientemente y que limitan y constringen la acción humana. La investigación estructuralista tiende a hacer resaltar lo "inconsciente" y los condicionamientos en vez de la conciencia o la libertad humana. El estructuralismo obtiene sus instrumentos de análisis de la lingüística. De hecho, un punto de referencia común a los distintos desarrollos del estructuralismo ha sido siempre la obra de Saussure, Curso de lingüística general (1915), que, además de constituir un aporte decisivo para la fundación de la lingüística moderna, introduce el uso del "método estructural" en el campo de los fenómenos lingüísticos. La visión del que hubiera experimentado grandes progresos profundizando el estudio de los campos de "presencia" y "copresencia" en los que Husserl encuentra esa característica de la conciencia que hace inferir a ésta más de lo que percibe o entiende. En esta copresencia ahonda el raciovitalismo para comprender la estructura de ideación a la que llama creencia, sobre la que se asientan las ideas y la razón. De ninguna manera el sistema de creencias está relacionado con un supuesto "inconsciente". Tiene sus leyes, su dinámica, y se desplaza históricamente transformado por las generaciones en su cambio de paisaje. Las creencias aparecen entonces como el "suelo" en el que se apoyan y del que se nutren esas otras estructuras de ideación llamadas "ideas". Planteamiento de los autores del Estructuralismo El estructuralismo agrupa diferentes autores con planteamientos similares que dan su aporte particular. Entre ellos tenemos: Lévi-Strauss: Resume sus principales ideas acerca de la distinción entre el mal llamado -según él- pensamiento "primitivo" y la mente "civilizada". El único medio de que nos servimos para hallarlos es el estudio minucíoso de los canales y formas de funcionamiento de las ideologías en las distintas culturas" En definitiva, la diversidad y la riqueza del material bruto proporcionado por el medio ambiente es tan grande que solamente unos pocos de los innumerables elementos posibles pueden ser retenidos por el sistema, lo que hace evidente la existencia de un número considerable de sistemas posibles alternativos, ninguno de ellos predestinado a ser el único elegido por todas las sociedades y civilizaciones.

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Lévi-Strauss afirma que las diferentes culturas de los seres humanos, sus conductas, esquemas lingüísticos y mitos revelan la existencia de patrones comunes a toda la vida humana. Husserl: Afirma que en el estructuralismo los elementos de un todo no son comprendidos como partes del mismo sino como miembros y así, el conjunto o grupo es un todo y no una "suma". Los miembros de un conjunto dado están correlacionados de manera que son no independientes unos respecto de otros y se compenetran mutuamente. Esto marca una diferencia importante con la concepción atomista y su método de análisis, en lo que hace al estudio de una estructura. Foucault: Dice que la estructura de por sí misma ejerce un poder de dominación que no necesariamente es activo y con uso de fuerza, sino que en la mayoría de los casos es pasivo y se caracteriza por manifestarse en forma de consenso entre los individuos (aceptación de las normas). Foucault plantea que el hombre jamás podrá ser totalmente libre. El origen está en el conjunto de relaciones de poder que se establecen en cada sociedad en particular. Su estructuralismo antes de ser universal es particular a cada objeto de análisis específico. Ferdinand de Saussure Su estudio se basa en las siguientes premisas:

el lenguaje es un sistema superior a la suma de sus partes (H2O); los elementos del lenguaje siempre son definidos por relación (combinación o

contraste) con otros elementos, en un determinado momento; la naturaleza arbitraria de los elementos lingüísticos, donde todo son definidos en

términos de función y propósito, en oposición a sus cualidades inherentes. Saussure distingue entre: Lengua/habla Símbolo/signo Significante/significado: concepto/imagen acústica Forma/contenido Lineal Arbitrariedad: sincrónico (inmotivado)/ diacrónico (motivado) Relaciones paradigmáticas/sintagmáticas Diferencial: presencia (+)/ausencia (-) Consideraciones del Grupo El Estructuralismo es una parte muy importe dentro de las tendencias filosóficas. Como parte de la Comunicación es muy importante ya que señala que los medios de comunicación transmiten condiciones para codificar lo que la sociedad ve ya provisto de sentido, ya que lo que realmente enseña son los sentidos. En este aspecto si estamos de acuerdo con el Estructuralismo, ya que, aunque sabemos que los medios tienen la capacidad de influenciar a las personas y hacer que ciertas ideas sean aceptadas con mayor facilidad que otras, si las personas no tienen ciertas reglas inconscientes de las normas sociales que en los medios se transmiten, no comprenderán estos hechos.

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Los medios si tienen la capacidad de influenciar, pero es más que todo una forma de reforzar lo que en la sociedad ya esta establecido, las normas y reglas dentro de las cuales se mueve esta estructura. La sociedad ya ve estas normas como algo que da sentido a la sociedad y es por eso que son aceptadas y reforzadas en los medios de comunicación. Aplicación en 2 casos específicos Como ejemplo de Estructuralismo podemos tomar una Universidad. La Universidad consta de una estructura. Podemos identificar al rector de la institución, vicerrectores, directores de cada centro, profesores, alumnos y empleados. Todos ellos forman parte de esta estructura en la cual se siguen ciertas normas aceptadas por todos. Estas normas de la estructura son necesarias para darle significado a la vida social dentro de la Universidad, y para reforzar lo que en ella se intenta de inculcar. Otro ejemplo de la realidad es un banco. En un banco también se puede ver una estructura. Los bancos tienen normas que todos sus empleados deben cumplir para poder formar parte de esa empresa, así como normas que sus clientes deben cumplir para recibir ese servicio, dentro de esta estructura se acatan reglas inconscientes de las normas sociales. Autores representativos del Estructuralismo Wilbur L. Schramm: http://www.infoamerica.org/teoria/schramm1.htm Ferdinand de Saussure: http://www.infoamerica.org/teoria/saussure1.htm Roland Barthes: http://www.infoamerica.org/teoria/barthes1.htm

LOS ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA TEORÍA CRÍTICA

Alejandro Barranquero Carretero

Fuente: http://www.ucm.es/info/nomadas/11/abarranquero.htm

La prohibición de la imaginación teórica abre camino a la locura política. M. Horkheimer y T Adorno

Para quienes se ocupan de la fundamentación teórica de las Comunicaciones, Frankfurt es una obligada estación de tránsito y reflexión. A sus principales autores debemos, sépase o

no, casi todos los argumentos críticos que hoy pasan por lugares comunes. Antonio Pasquali

Más de seis décadas después de los primeros trabajos de la Escuela de Frankfurt, la teoría crítica de la comunicación continúa provocando gran interés y controversia. Los teóricos críticos siguen influyendo poderosamente en buena parte de la sociología contemporánea,

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la filosofía, el arte y otras disciplinas. En el caso de las “incipientes” ciencias de la comunicación, la huella es, si cabe mayor. La teoría crítica es una obligada estación de paso de todo intento serio de reflexión sobre la comunicación y la cultura. El aparato conceptual y la metodología crítica siguen influyendo en la visión interdisciplinar y el alejamiento del positivismo de estas ciencias. Las metáforas de sus pensadores han proporcionado paradas inevitables a la hora de explicar ciertos rasgos de las sociedades contemporáneas, incomprensibles hoy sin términos como el de "industrias culturales", “pseudocultura”, “desublimación del arte”, etc., que describen con gran exactitud la intersección de lo económico, lo social y lo cultural o la imbricación constante entre lo super y lo infraestructural. Pero, ¿qué papel juega exactamente la teoría crítica en el universo de los estudios de comunicación? ¿Qué implica exactamente hablar de enfoque crítico? ¿Existe también una “metodología crítica” o unos “instrumentos críticos” de investigación social? Tradicionalmente, la noción de “teoría crítica” ha mantenido un doble significado:

1) Por una parte, de modo específico, se refiere al legado de algunos miembros de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Walter Benjamin, Jürgen Habermas, etc.) al estudio de la comunicación.[4]

2) Por otro, de manera genérica, hace mención a la naturaleza de la crítica

autoconsciente en investigación comunicativa; es decir, a la necesidad de desarrollar un discurso científico de transformación y emancipación, no aferrado dogmáticamente a sus propias suposiciones doctrinales.

Desde cualquiera de estas posturas, no cabe duda de que buena parte de las ciencias de la comunicación contemporáneas pueden concebirse bien como una recepción y desarrollo del pensamiento de la teoría crítica, bien como una discusión abierta de sus principales posiciones. Pese a que no existe ningún estudio global sobre el alto impacto que tiene la Escuela de Frankfurt o los pensadores críticos en las reflexiones sobre comunicación y cultura, los itinerarios que toman las teorías desde mediados de siglo están influidos directamente por su producción teórica, en especial en el período clave de las posiciones críticas - años sesenta y setenta – y en el contexto europeo, latinoamericano y crítico estadounidense. Su repercusión es inevitable. Desde la primera mitad del siglo XX, los teóricos críticos fueron precursores en alertar sobre la importancia de comunicaciones de masa en la constitución de las sociedades avanzadas del capitalismo. Frankfurt fue pionera en la crítica a la sociedad de consumo o en el tratamiento de la ciencia y la tecnología como fuerzas y relaciones de la producción. La teoría crítica se distinguió también a través de su objeción al positivismo, observando su carácter instrumental y legitimador de todo orden social. También sobresalieron en su crítica de la ideología y en la influencia de la misma como primera herramienta de control

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social y persuasión del capitalismo. Y pese a los que critican su excesivo pesimismo, los críticos sugirieron también la necesidad de nuevas formas y agentes de cambio social, entre otras tantas propuestas. A la vez, con la expresión “teoría crítica” se ejemplifica un modelo de trabajo o metodología que requiere, entre otros factores: Vincular las dimensiones explicativas, normativas e ideológicas del pensamiento social. Analizar la totalidad del mundo social moderno o cualquiera de sus esferas - psicológica, cultural, económica, legal, política, comunicativa –, desde la compleja interconexión de lo material y lo ideológico [5]. Adoptar una perspectiva interdisciplinar amplia.[6] Combinar teoría y praxis, crítica pura y acción social. Utilizar el conocimiento para cambiar la realidad existente, mejorarla y adecuarla a intereses más humanos. Favorecer una crítica continua, una “dialéctica negativa”, en la que cualquier denuncia debe ser confrontada con la realidad social existente. La teoría social debe ser capaz de tomar una postura crítica: Hacia sí misma, reconociendo sus propias presuposiciones y papel en el mundo social. Hacia la realidad social que investiga, proporcionando los argumentos para la justificación y crítica de las instituciones, relaciones sociales o prácticas de dicha realidad. Con todo esto, dentro de la perspectiva crítica se puede englobar a un amplio espectro de teorías comunicativas, aparecidas desde los años 30 hasta la actualidad. Bajo este “paraguas terminológico” cabe citar a autores y obras ligadas a la de la Escuela de Frankfurt, la teoría posmarxista / neomarxismo, estructuralismo, post-estructuralismo, Estudios Culturales / Escuela de Birmingham, Escuela (Crítica) Latinoamericana de la Comunicación, etc.[7] Derivada directamente del marxismo y de sus ramificaciones posteriores y nacidas en buena parte como reacción a las teorías libertarias, funcionalistas y de responsabilidad social, la teoría crítica ofrece hoy un marco mucho más amplio del que propusieron los frankfurtianos cuando se adoptó oficialmente esta denominación. La teoría crítica concibe su actividad como algo más que una mera praxis dedicada a la denuncia y al estudio de los sistemas ideológicos de la sociedad capitalista. Así, muy a grandes rasgos, si los teóricos de la Economía Política de la Comunicación dirigen su mirada hacia la base económica o infraestructura que determina los intereses del sistema de medios, el Post-estructuralismo enfatiza en la estructura lógica / ideológica del mensaje y los Estudios Culturales observan tanto la inculcación de ideología como la generación de “resistencias” en las audiencias. Pese a sus ventajas, la investigación crítica en comunicación ha sido siempre objeto de ataque por su carácter de denuncia y emancipación. Las críticas provienen generalmente

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de teóricos que defienden modelos más integrados, pragmáticos o funcionales, acordes con la corriente central de pensamiento de cada contexto socio-histórico. En la actualidad, las diatribas del post-modernismo y el neopositivismo, así como ciertos rasgos históricos contemporáneos - fin de los regímenes comunistas del Este, “tecnocentrismo”, primacía de los modelos económicos liberal-capitalistas, etc. - han teñido a empañar algunos de los últimos hallazgos. Hacia los años 80, como señala Kellner, la teoría crítica parecía no más que el borde de la teoría social radical. El nuevo pensamiento social postmoderno inspiró a Baudrillard, Foucault, Lyotard y pareció proporcionar descripciones más vivas de las actuales configuraciones de la cultura y de la sociedad (Kellner, 1991). La teoría crítica comenzó a parecer pasada de moda y algo obsoleta en un nuevo mundo cibernético, complejo y “deconstructivo”. Las críticas acecharon apelando a argumentos como su frecuente normativismo (preponderancia del “deber ser” sobre el “ser”), “utopismo”; su falta de rigor, radicalismo, la tendencia a la retórica o la excesiva atención a la ideología, etc.[8] Sin embargo, estamos de acuerdo con la profesora Rita Atwood (1986) cuando señala que la mayoría de las objeciones llegaron de manos de críticos que defendían las bondades de la ciencia positivista, sin tomar en cuenta el hecho de que el positivismo libre de valores ha sido ampliamente desacreditado desde hace algún tiempo en otras disciplinas científicas y en el ruedo de la filosofía de la ciencia.[9] La profesora coincide en lo esencial con otro de los teóricos críticos más influyentes de las ciencias de la comunicación norteamericanas, Dallas Smythe (1979: 104), pionero de la Economía Política de la Comunicación. El pensador rechaza que las ciencias de la comunicación puedan permanecer libre de valores o ser apolíticas y denuncia que un análisis estrictamente positivista no hace sino brindar un modelo ideológicamente consecuente con el capitalismo de libre empresa. Y de ahí que tengan plena vigencia las aportaciones de Theodor W. Adorno (2001: 32), representante de la Escuela de Frankfurt, que apela a los peligros del positivismo en ciencias sociales, por ende en la comunicación. Según Adorno, behaviorismo, funcionalismo, conductismo o positivismo en ciencias sociales, habían proporcionado, en definitiva, la justificación para la actividad científica conservadora, conformista y escapista. En suma, la teoría crítica de la comunicación es un aparataje teórico extenso, multidisciplinar y multiprogramático. Su visión es global, pluralista y dialéctica. Combate la excesiva fragmentación de objetos y áreas de estudio y tiene como finalidad última desenmascarar las falsas “transparencias” y las ideologías encubiertas que subyacen en las industrias de la cultura. Contribuye, en definitiva, a la emancipación de la comunicación misma, buscando su liberación en la esencia misma del proceso: dialógico, participativo y comunitario. LA CRÍTICA COMO NECESIDAD DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

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El análisis de la investigación en comunicación, como se aprecia con lo anterior, es una tarea ardua y compleja, sobre todo porque la disciplina no tiene la consolidación de otros campos más antiguos y porque buena parte de sus métodos y perspectivas se toman “prestadas” de otras ciencias sociales más consolidadas – sociología, antropología, economía, filosofía, etc. -. Pero es justo en esta situación de cruce de caminos e interdisciplinariedad donde la teoría crítica encuentra su misión más importante. Las teorías críticas de la comunicación podrían ser de hecho la argamasa que permitiese relacionar otras disciplinas más consolidadas - pero por ello con menor flexibilidad -; integrar metodologías diversas – cualitativas, cuantitativas, “imaginación sociológica” -; aplicar lo científico-académico a lo cotidiano – teoría y praxis -, etc. Frankfurt fue una de las primeras en reclamar una aproximación holística y global al objeto de estudio. Y, de hecho, hoy existe un amplio conjunto de herederos directos e indirectos aún la reclaman, conscientes o no de la procedencia original de su rico patrimonio. Fuera de España, instigados por el movimiento anti/alter globalista, resuenan cada vez con más fuerza la voz de analistas como Ignacio Ramonet, Susan George, Samir Amin, Noam Chomsky, Gilles Lipovetsky, Armand Mattelart, Edgard Morin, Alain Touraine, Jesús Martín Barbero, etc. El listado es mucho más amplio. En España destacan diferentes obras de Miguel de Moragas, Enric Saperas, Miguel Roiz, Blanca Muñoz, Gonzalo Abril, Ángel Benito, Manuel Martín Serrano, Mariano Cebrián, Francisco Sierra, Manuel Chaparro, Ramón Zallo, José Vidal Beneyto, Vicente Romano, Enrique Bustamante, Ramón Zallo, Fernando Quirós, Felicísimo Valbuena, José Manuel Pérez Tornero, Agustín García Matilla, etc. El listado, en este caso, también es extenso. Hace algunos años, Moragas Spà (1981: 245) afirmaba que la teoría crítica de la comunicación encuentra su finalidad en un doble desafío: 1) Por una parte, en la posibilidad de establecer bases teóricas para la participación democrática. 2) Por otra, en su contribución al desenmascaramiento de las propuestas de participación simbólica – alienada – de una democracia neutralizada por los procesos comunicativos tendentes a la sustitución social. El desafío es similar. Sea como fuere, la perspectiva crítica ha defendido y sigue defendiendo siempre sus posiciones en continua polémica con otras teorías contemporáneas. Actualmente, los teóricos críticos han sido los principales censores de los innumerables excesos y afectaciones en que han incurrido algunos escritos post-modernos o culturalistas. También lo fueron con la llegada de la democracia, cuando los viejos esquemas teóricos se hallaron obsoletos para interpretar la realidad comunicativa y cultural de una nueva época. Los críticos construyen a partir de su pesimismo, procuran el alejamiento de las modas teóricas y neologismos para el análisis de situaciones siempre presentes – dominación, poder, manipulación ideológica, etc. -. En este contexto, un regreso a las obras clásicas y contemporáneas más destacadas de la teoría crítica debe centrarse en los recursos que su

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tradición continúa ofreciendo teoría social contemporánea, así como las limitaciones que requieren superar las versiones clásicas en sus postulados erróneos. Ya sea como instrumento de análisis o como instrumento cívico-político de actuación, la teoría crítica de la comunicación debe ayudarnos a comprender la esencia misma de la comunicación social. Como los buenos consejos tampoco pierden valor, valgan unas frases de Moragas como guía de futuro y conclusión: De la misma manera que se ha criticado y puesto en duda la supuesta opulencia comunicativa de nuestro siglo – con los satélites, los videos, los teletextos, etc. – deberá someterse a crítica la supuesta opulencia del almacén de datos científicos sobre la comunicación de masas, de los aparatos teóricos constituidos para la supervivencia de aquella supuesta opulencia que, de hecho, tiende a convertirse en el límite y la miseria de la comunicación humana. (Moragas, 1981: 246). Bibliografía

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CITAS [1] El paradigma tecnoinformacional se ha convertido en el pivote de un proyecto geopolítico cuya función es garantizar la reordenación neoeconómica del planeta en torno a los valores de la democracia de mercado y en un mundo unipolar. El horizonte planetario condiciona las formas y manifestaciones de protesta contra el orden mundial en gestación. (Mattelart, 2002: 135). La propia UNESCO ha arremetido contra quienes postulan el igualitarismo como bandera de las nuevas tecnologías. En su Conferencia de 2001 (recogido en Mattelart, 2002: 153), el organismo “plantea el problema en el plano de las exigencias de una infoética y considera las disparidades existentes ante las nuevas tecnologías como el punto de partida de sus recomendaciones sobre la promoción y el uso del multilingüismo y el acceso universal al ciberespacio, sin los cuales el proceso de globalización económica sería empobrecedor, no equitativo e injusto”. En este sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) recoge entre sus conclusiones: La revolución tecnológica actual nos sitúa ante una tremenda contradicción: cuando la Humanidad ha conseguido un desarrollo tal que es posible erradicar el hambre y las enfermedades que han asolado al ser humano desde los inicios, cuando es posible técnicamente que todas las personas del planeta vivan con las necesidades básicas cubiertas, constatamos que las desigualdades entre el Norte y el Sur se agrandan cada vez más en lugar de disminuir. El actual desarrollo tecnológico es potencialmente positivo, pero al insertarse en el sistema económico capitalista y al regirse bajo la lógica neoliberal, genera altos grados de exclusión social. (PNUD:1999). [2] En su clásico estudio La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas. Ed. Paidós. Barcelona, Wolf distingue entre investigación “administrativa” y “crítica”: es decir, entre investigación americana, marcadamente empírica y caracterizada por objetivos cognoscitivos inherentes al sistema de los media; e investigación europea, teóricamente orientada y atenta a las relaciones generales entre sistema social y los medios de comunicación de masas (Wolf, 1996: 63). Moragas Spá, por su parte, habla de investigación sobre “medios de masas” y “alternativas populares a los medios de masas” (De Moragas, 1979: 63/78). [4] Evidentemente, la Escuela de Frankfurt no es un sinónimo de conformidades y directrices seguras, es más un escenario de contradicciones y desacuerdos profundos sobre la posición crítica frente a la sociedad. La noción de crítica venida de Marx no se materializa aquí en una concordancia de perspectivas. Por lo tanto, la identificación de obras y autores bajo la insignia de la Teoría Crítica es, más bien, una reconstrucción mítica producida a finales de la década del sesenta. Tal como sugiere Rafael Fernández, la Escuela de Frankfurt y la Teoría Crítica no son sinónimo (Fernández, 2001), y por lo tanto toda asimilación es producto de la realización de un mito. [5] El interés suscitado, en la década de los años veinte, por los aspectos ideológico-culturales será uno, por no decir el fundamental, de la constitución del Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social) en l923 y centro de lo que con posterioridad se conocerá como Escuela de Frankfurt. La atracción que tanto Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, Walter Benjamin o, después, Herbert Marcuse, Leo Lowenthal, Franz Neumann, Erich Fromm y Siegfried Kracauer, entre otros, sintieron por el estudio del desarrollo cultural, tiene que enmarcarse en el interés por la compleja sofisticación ideológica que el capitalismo para masas va adquiriendo. Y en esa complejidad será imprescindible la utilización teórica no sólo de la tradición hegeliano-marxiana, sino que se

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hace indispensable la herencia recibida del caudal inagotable de la obra de Freud. (Muñoz, 1989). [6] El proyecto original de Max Horkheimer, formulado, entre otras obras, en Teoría tradicional y teoría crítica o en Materialismo, metafísica y moral, influye en el cambio de orientación del proyecto originario del Instituto para la Investigación Social, del que toma las riendas en 1931. Se puede afirmar que la orientación predominantemente sociológica dio lugar a un enfoque más filosófico. Así una de las ideas centrales seguirá siendo la interdisciplinariedad. Si se trata de transformar la sociedad o “introducir razón en el mundo”, un conocimiento lo más científico posible de la misma será una condición indispensable. Esta interdisciplinariedad se concretará en tres disciplinas fundamentales, que podrán verse complementadas por otras secundarias: sociología, economía y psicoanálisis. [7] En este sentido, hay una gran discrepancia entre las corrientes que situamos bajo la etiqueta de teorías críticas. Por ejemplo, Parés (1992: 136-140) sitúa dentro de este grupo a la teoría marxista de los medios de comunicación, la Escuela de Frankfurt, la teoría de la hegemonía y la teoría de la economía política de la comunicación. Montero (1994: 61-72) incluye dentro de la perspectiva marxista el punto de vista socio-económico, los estudios culturales (Escuela de Birmingham) y los estudios críticos norteamericanos. Saperas (1992: 209-232) sitúa en la teoría crítica apenas a la Escuela de Frankfurt y a Haberlas. Rodrigo Alsina (2001), a la Escuela de Frankfurt, la economía política y los estudios culturales. Por nuestra parte, utilizamos la etiqueta para englobar, entre otros, enfoques tan diversos como los de: · Escuela Crítica de Frankfurt (Adorno, Horkheimer, Benjamin, Marcuse, etc.) · Estructuralismo y Post-estructuralismo (Althusser, Barthes, Lacan, Poulantzas, Foucault, Levi-Strauss, etc.) · Crítico-cultural / Estudios Culturales (con el Centro de Estudios Culturales Contemporáneos de la Escuela de Birmingham - Hall, Thomson y Williams -, a la cabeza, carente en la actualidad del impulso crítico de sus inicios) · Economía Política de la Comunicación (Smythe, Schiller, Garnham, Murdoch, Mattelart, etc.) · Escuela (Crítica) Latinoamericana de la Comunicación (Marqués de Melo, Pasquali, Martín Barbero, etc.) · Comunicación para el Desarrollo / Cambio Social (Servaes, Beltrán, Alfaro, Tufte, etc.). · Otras: Teorías de la Dependencia, Teorías del Imperialismo Cultural, Teorías Participativas, Comunicación Democrática, etc. [8] Las críticas no fueron ni son gratuitas. De hecho, son numerosas las investigaciones que carecen de suficiente rigor o están determinadas excesivamente por fines políticos, doctrinales o posturas excesivamente ortodoxas. [9] De hecho, la crisis se producía a mediados de siglo XX, especialmente, a partir del “giro lingüístico” de las ciencias sociales, en la que los viejos parámetros del positivismo entraban en un proceso de profunda renovación. La pretendida neutralidad objetivista se viene abajo desde el momento en que se acepta que los hechos no son algo dado sino que están predeterminados pro una determinada organización de nuestra experiencia subjetiva, así como por unas circunsattancias de contrastación empírica en base a acuerdos entre investigadores. [10] A partir de 1972 y coincidiendo con la creación de las Facultades de Ciencias de la Información, se consiguió ampliar considerablemente el número de investigadores,

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publicaciones propias, así como la convicción de que los medios de comunicación exigen un tratamiento teórico complejo que no puede ser asumido, o resumido, en la tarea divulgadora de profesionales de la información no consagrados a la investigación (Moragas, 1981: 240). [11] En 1973, el Collegi d´Enginyers Industrials de Barcelona auspicia un Congreso Mundial sobre “Manipulación de la Comunicación”, con presencia de Vidal Beneyto, Umberto Eco, Edagar Morin, Julia Kristeva, encuentro que finaliza con la lectura de un manifiesto de los profesores asistentes contra la centsura y la represión. En 1979, la Facultad de Ciencias de la Información de Barcelona celebra el simposium sobre “Televisión y Autonomía Política”, con la aistencia de Séller, Holding, Cayrol, Richeri, Hamelink, Pross, etc. En 1978 y 1979, Vidal Beneyto organiza los simposios internacionales “Alternativas a los Medios de Comunicación” en Salou-Reus (Tarragona) y “Economía Política de la Comunicación y la Cultura”, en Burgos, respectivamente. (Información recogida en Moragas Spà, 1981). [12] Durante la dictadura, la mayor parte de los textos clásicos de teoría crítica que circulaban en España eran ediciones publicadas en Latinoamérica (principalmente en México o Argentina). Otros, en cambio, comienzan a ser traducidos en España ya durante la dictadura: ADORNO, Theodor (1969): Crítica cultural y sociedad. Ariel. Barcelona, 1969; ADORNO, T. (1972); Filosofía y superstición. Alianza. Madrid; ADORNO, T. (1972): La disputa del positivismo en la sociología alemana. Grijalbo, Barcelona; BENJAMIN, Walter (1972): Poesía y Capitalismo. Taurus, Madrid; BENJAMIN, W. (1973): Discursos interrumpidos. Taurus, Madrid. HORKHEIMER, Max (1970): Crítica de la Razón Instrumental. Edhasa, Barcelona; HORKHEIMER, M. (1973): Teoría Crítica. Barral. Barcelona. Algunos de los textos más importantes de la Escuela han estado descatalogados y fuera de circulación durante unos años. Desde hace unos años, editoriales como Akal, Trotta o Paidós han emprendido un esfuerzo importante para su recuperación y reedición. [13] RODRIGO ALSINA, Miguel: Teorías de la Comunicación. Ámbitos, métodos y perspectivas. Universitat Autònoma de Barcelona, Servei de Publicacions. Barcelona, 2001 [14] La década de los setenta fue escenario de los debates más fructíferos sobre la dependencia comunicativa, establecida sobre la base de los flujos desequilibrados de información masiva internacional, sobre todo desde organismos como la UNESCO y CIESPAL, donde destacan hitos como la presentación del Informe MacBride en 1980. En la XIX Conferencia General de la UNESCO se conformó una Comisión destinada a estudiar los problemas contemporáneos de la comunicación en el mundo. Su director fue el especialista Sean MacBride que comenzó a trabajar ya desde 1977 y presentó su informe en la XX Conferencia del organismo, titulado Un solo mundo voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo. Este documento retrató las presiones de los monopolios internacionales, la dependencia informativa y cultural con las agencias y las industrias culturales transnacionales, el desequilibrio en los flujos informativos a escala mundial, la propiedad privada de los medios y el escaso acceso informativo por parte de las grandes mayorías y el establecimiento de libertad de expresión como sinónimo de libertad de empresa, entre otros. De igual modo, recomendó promover Políticas Nacionales de Comunicación en los países en desarrollo y proclamó las bases del nuevo paradigma democrático comunicacional. (Herrera, 2000). En este punto destacan también los intentos ejercidos desde el Movimiento de los Países no Alineados, que en base a un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI), derivó hacia la propuesta de un Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOMIC).

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[15] Destacar, entre las iniciativas aisladas, la labor desempeñada por el Centro Iberoamericano de Comunicación Digital (http://www.aloj.us.es/gicomcult/), la página de Economía Política de la Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, dirigida por el Prof. Fernando Quirós (www.ucm.es/info/per2/Economia%20politica.htm). [16] Como continuación de los celebrados en 1984 y 1989, la Asociación de Investigadores en Comunicación del Estado Español (AICE), organizó en abril de 1992 su III Simposio dedicado a examinar el panorama de la investigación en las áreas académicas y profesionales de la comunicación. Una de las aportaciones más interesantes fue un informe que dio cuenta de la segunda parte de la investigación desarrollada por Dolores Cáceres y Carmen Caffarel sobre los planteamientos temáticos y metodológicos de la investigación en comunicación en España, y que figura como continuación de un primer tramo, realizado además por Milagros Domínguez y Vicente Romano, cuyos resultados fueron expuesto en 1989, durante el transcurso del II Simposio de la AICE, y publicados en el numero 3 de la revista CINCO. Si en aquella ocasión se abordó el análisis cuantitativo de los datos obtenidos en el periodo que va de 1978 a 1987, en esta segunda parte se emprendió un estudio selectivo sobre más de tres mil quinientos registros publicados en referencia a temas de investigación en el periodo 1987-1990.

La "Escuela de Frankfurt" Y La Teoría Crítica Tomás Austin Millán

Fuente: www.geocities.com/tomaustin_cl Según Ritzer, la teoría crítica es el producto de un grupo de neomarxistas alemanes que se sentían insatisfechos con el estado de la teoría marxista y, en particular, con su tendencia hacia el determinismo económico.(1) Fundada oficialmente el 23 de febrero de 1923, en Frankfurt, Alemania, como Instituto de Investigación Social (Instituto für Sozial Forschung), institución cultural independiente aunque asociada a la Universidad de Frankfurt, creada en los años veinte por un grupo de intelectuales burgueses ideológicamente marxistas, pero no militantes de ningún partido. Con la llegada al poder de los nazis en la década de los años treinta, sus principales figuras emigraron de Frankfurt a Nueva York en un instituto asociado a la Universidad de Columbia, para restablecerse finalmente en Europa, en los años 50. Fue innovadora al inaugurar una dirección nueva para la investigación. Rechazando la posibilidad de un positivismo marxista, los miembros de esta escuela han tratado de desarrollar una "teoría crítica" de la sociedad. Dagman y Pahre, haciendo presente la hibridación y recombinación de disciplinas científicas que caracteriza a algunas escuelas de ciencias sociales, permiten conocer a los principales exponentes de la Escuela de Frankfurt mostrando la variedad disciplinaria que los inspira. Casi todas las grandes figuras de la Escuela de Frankfurt han retomado varias disciplinas formales: Max Horkheimer (filosofía, sociología y psicología social), Theodor Adorno (filosofía, sociología, psicología, crítica cultural y musicología), Erich Fromm psicoanálisis y psicología social, y Franz Neumann y Otto Kirchheimer (ciencia política y derecho); y lo mismo puede decirse de la segunda generación de la escuela de Frankfurt, que incluye entre otros a Arkadij Gurland (economía y sociología), Jürgen Habermas (filosofía, sociología, filosofía lingüística y filosofía de la ciencia) y Claus Offe (ciencia

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política y sociología). Estos investigadores escaparon de la esterilidad característica de numerosos marxistas mediante la búsqueda de inspiración fuera del marxismo.(2) La escuela adopta la forma de crítica, pero su meta última es revelar con mayor precisión la naturaleza de la sociedad (3). La crítica a la que hace mención su nombre, presenta varias vertientes: la primera consiste en la crítica de la sociedad occidental capitalista y consumista contemporánea, y la segunda, en la de las ciencias sociales, especialmente de la sociología norteamericana imperante de tipo empirista y positivista (4). Por su parte Ritzer agrega la presencia de una crítica a la teoría marxista, del positivismo, de la sociología, de la sociedad moderna y de la cultura. Sierra Bravo ubica a la Escuela de Frankfurt aun en su época teórica marxista crítica, junto al funcionalismo, el estructuralismo y la teoría de sistemas, lejos de la posición hermenéutica --que en su libro denomina "interpretativa"-- en que comúnmente se ubica hoy a sus representantes, inclusive Habermas. La investigación social propuesta por la teoría crítica se propone como teoría la sociedad investigada como un todo, por lo que rechaza los intentos de crear sociologías especializadas en sectores de la sociedad, por encontrarse desviadas de la comprensión de la sociedad como totalidad interrelacionada.(5) Ritzer, citando a Friedman dice que la Escuela de Frankfurt centró focalmente su atención en el reino cultural, apuntando sus críticas hacia lo que sus teóricos denominaban la "industria de la cultura", hacia las estructuras racionalizadas y burocriatizadas (por ejemplo, las cadenas de la televisión) que controlan la cultura moderna, preocupación que refleja un mayor interés por el concepto marxista de "superestructura" que por los elementos económicos. La industria de la cultura que produce lo que convencionalmente se ha denominado una "cultura de masas", se define como "una cultura manipulada... falsa, no espontánea y reificada, opuesta a la verdad ". "En relación con esta industria, lo que más preocupa a los pensadores críticos son dos cuestiones. Primero, les preocupa su falsedad. Piensan que se trata de un conjunto preempaquetado de ideas producidas en masa y divulgadas a las masas por los medios de comunicación. Segundo, a los teóricos críticos les inquieta su efecto apaciguador, represor y entontecedor en la gente "(6) La escuela Crítica también se interesa por lo que ella denomina la "industria del conocimiento", que hace referencia a las entidades relativas a la producción del conocimiento (como universidades e institutos de investigación), las que se habrían convertido en estructuras opresoras interesadas en extender su influencia por toda la sociedad. Notas 1. George Ritzer, Teoría sociológica contemporánea, 1993:162 2. Matei Dogan y Robert Pahre, Las nuevas Ciencias Sociales, Grijalbo 1993:90.-

Mattei Dogan, tiene también en INTERNET, "Las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas de las disciplinas", en http://www.unesco.org/issj/rics153/doganspa. (Leído segundo semestre 2000)

3. George Ritzer, citado, pág. 163 4. R. Sierra Bravo, Ciencias sociales, epistemología, lógica y metodología, Paraninfo,

1983:244 5. Respecto de Teoría Crítica y comunicación de masas: Mauro Wolf ,1991, La

investigación de la comunicación de masas, Paidos, Barcelona, págs. 90 y ss. 6. George Ritzer, citado, pág. 166.

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Autores representativos de la Teoría Crítica Theodor W. Adorno

http://www.infoamerica.org/teoria/adorno1.htm Jürgen Habermas

http://www.infoamerica.org/teoria/habermas1.htm Max Horkheimer http://www.infoamerica.org/teoria/barthes1.htm

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La institucionalización transnacional de los “Estudios Culturales Latinoamericanos”: problemas, retos y oportunidades

Parte I

Daniel Mato En: Estudios y Otras Prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder. Fuente: http://www.campus-oei.org/salactsi/mato.htm Hace sólo unos años Jesús Martín Barbero, una de las voces más reconocidas como exponente de lo que algunos llaman “Estudios Culturales Latinoamericanos” y otros “Latin American Cultural Studies”, aclaraba: “Yo no empecé a hablar de cultura porque me llegaron cosas de afuera. Fue leyendo a Martí, a Arguedas que yo la descubrí… Nosotros habíamos hecho estudios culturales mucho antes de que esa etiqueta apareciera” (1997: 52). Por su parte, Néstor García Canclini, otra de las voces más reconocidas en ese campo, al ser interrogado para la revista Journal of Latin American Cultural Studies sostuvo: “Comencé a hacer Estudios Culturales antes de darme cuenta que así se llamaban” (1996:84; mi traducción, D.M.) . Mientras que Beatriz Sarlo, al ser inquirida por esa misma revista, respondió: “En Argentina nosotros no los llamamos ´Cultural Studies´. Más aún, con Carlos Altamirano hemos creado una Maestría [...] y la hemos llamado ´Sociología de la Cultura y Análisis Cultural´, no ´Cultural Studies´--que es un término que ha sido puesto en circulación masiva por la academia estadounidense” (1997:90 mi traducción, D.M.). Más recientemente, Renato Ortíz, en su respuesta a una encuesta organizada por la Universidad de Stanford, publicada luego en la revista Punto de Vista, de Buenos Aires, explicaba: “El cuestionario propuesto por la Universidad de Stanford me cita como uno de los más ´sobresalientes´ latinoamericanistas dedicados a los estudios culturales, lo que me proporciona gran satisfacción. Sin embargo, a pesar de estas pruebas, la imagen que tengo entre mis colegas brasileños no se ajusta a esta definición. Para ellos soy, simplemente, sociólogo, antropólogo, [...]” (2001: 36). ¿Porqué Martín-Barbero, García Canclini, Betriz Sarlo y Renato Ortíz hacían estas declaraciones? ¿Porqué eran interrogados y porqué se veían en la necesidad de aclarar esto? Desde hace poco menos de una década asistimos en América Latina a un proceso acelerado de institucionalización de eso que algunos colegas latinoamericanos han comenzado a llamar “Estudios culturales latinoamericanos”. Este proceso viene ocurriendo en diálogo y relación, y a veces también como consecuencia, del proceso de institucionalización de lo que nuestros colegas que trabajan en universidades de Estados Unidos, Inglaterra y Australia llaman en inglés Cultural Studies y de lo que algunos de ellos de manera complementaria denominan Latin American Cultural Studies. Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Beatriz Sarlo y Renato Ortíz emitieron las opiniones que reproduje más arriba al ser interrogados en el contexto de este proceso de institucionalización. Se trata de un proceso muy particular y significativo para la configuración que va tomando a nivel mundial este campo, para el establecimiento del sistema de valores y de supuestos éticos, políticos y epistemológicos en que se asienta, para el sistema de categorías de análisis, preguntas y modos de investigación que se

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consideran parte del mismo y los que no, para el sistema de autores que se consideran “fundadores” y/o referencias ineludibles, etc. Pero no sólo estos colegas tan ampliamente reconocidos han sido interrogados en estos términos y sus trabajos leídos como “Cultural Studies”. Esto también nos ha pasado a otros, o en todo caso, al menos también me ha sucedido a mí. Más aun, mi elaboración crítica sobre este asunto y la formulación de la idea de “estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder” (y así del proyecto que ha dado origen a este libro) se han dado no sólo como consecuencia de mis intereses y posiciones en el ámbito --digamos-- estrictamente latinoamericano, sino también, y al menos en parte, en respuesta a esas interpelaciones. Resultan en parte de mi sorpresa al encontrarme con que algunos colegas de Estados Unidos insistían en llamar “Cultural Studies” a lo que yo venía haciendo en América Latina y llamaba simplemente una perspectiva transdisciplinaria. Lo que hacía, y que entonces hacíamos y aún hacemos muchos en América Latina, encontraba antecedentes en los escritos y prácticas de algunos intelectuales y artistas latinoamericanos, pero también de intelectuales franceses, alemanes e italianos, y en mi caso particular –en esto no muy representativo—también encontraba más que antecedentes simultaneidades con el trabajo de unos pocos estadounidenses del campo de los estudios de “performance”. En todo caso, esta sorpresa me condujo no sólo en una reflexión crítica respecto del uso de la traducción de la denominación “Cultural Studies” al castellano que algunos comenzaban a hacer, sino también en el establecimiento de diálogos sumamente enriquecedores con varios de estos colegas de habla inglesa. Destaco esto de manera pormenorizada --y deliberadamente en el cuerpo principal de este texto y no en una nota al pié-- porque me parece necesario poner de relieve, una vez más, que de ningún modo propongo contraponer alguna suerte de “esencia latinoamericana” a unos supuestos designios imperiales de nuestros colegas de habla inglesa, o de otras hablas extranjeras. Tampoco me propongo sugerir que las prácticas intelectuales latinoamericanas son de ningún modo “puras” y “vírgenes” de todo contacto con otras tradiciones intelectuales. No, de ningún modo. No se trata de negar el potencial de fertilidad de los aprendizajes intersocietales. Por el contrario, pienso que es provechoso cultivarlos. Pero de lo que si se trata es de tener conciencia tanto de las diferencias de contextos institucionales y sociales, como de las de tradiciones intelectuales, para de este modo poder dialogar provechosamente y apropiarse consciente y creativamente de todo aquello que se juzgue conveniente. Es necesario comprender que el proceso de institucionalización de los así llamados “Cultural Studies” tiene carácter transnacional y se da a escala mundial. Y que esto ocurre en un tiempo histórico marcado por la existencia de significativas relaciones de poder entre instituciones académicas e individuos de diferentes áreas del mundo, en el cual la expresión y publicación de ideas en idioma inglés ejerce particular influencia en el curso de la configuración del canon, o de los paradigmas fundamentales, del campo. Esto se debe particularmente, tanto a la preexistencia de relaciones de poder intersocietales que responden a factores históricos de muy larga data, como a ciertas diferencias contemporáneas específicas en términos de magnitud, y recursos entre las universidades, editoriales y mercados profesionales y lectores entre diversas áreas del mundo ---- algunas de las cuales en última instancia se relacionan al menos parcialmente con algunos de esos factores históricos. Pero, no sólo el uso del idioma inglés vs el castellano o el portugués marca diferencias en el poder de definición del campo y sus paradigmas,

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también las marca el uso de estas lenguas coloniales hoy oficiales de los estados latinoamericanos vs. la expresión en lenguas indígenas que caracteriza las prácticas de no pocos intelectuales indígenas en varias sociedades latinoamericanas; particularmente, pero no sólo, en países cuya población indígena representa poco más o menos la mitad de las respectivas poblaciones nacionales, como por ejemplo en Ecuador (ver en este volumen Dávalos 2002), Bolivia y Guatemala. Las diferencias de poder también se relacionan con el hecho que las prácticas basadas en medios académicos tienen a la escritura como principal medio vs otros medios utilizados por intelectuales fuera de la academia: la oralidad presencial y/o diversos medios visuales y audiovisuales. Este conflicto no es nuevo en América latina y de hecho ha sido un elemento importante en las reflexiones de Angel Rama (ver en este mismo volumen Poblete 2002). Pero, desde luego, este problema trasciende el ámbito latinoamericano y ha sido objeto de abundante bibliografía. Significativamente, aunque con una perspectiva muy distinta a la de Rama, este tema ha sido un eje importante en el trabajo de Richard Hoggart (1958), quien es señalado como uno de los fundadores de los “Cultural Studies” en Gran Bretaña. En todo caso, lo importante es que no es sólo el inglés vs otras lenguas, sino también la escritura vs la oralidad y otros medios—y esto además también es significativo en los países de habla inglesa, aunque no suele discutirse este asunto en ellos. Podríamos decir que existe al menos una cierta influencia del proceso de definición del campo y su institucionalización que se da en EEUU e Inglaterra en lo que ocurre al respecto en América Latina. Podría argumentarse que lo opuesto también ocurre, sin embargo, los alcances y modos en que se dan una y otras influencias son muy diferentes, y esto se debe, nuevamente, a la preexistencia y permanente reproducción de relaciones de poder entre las sociedades en cuestión, sus sistemas educativos e instituciones académicas, así como en el mercado editorial. Así, no es de extrañar la preeminencia de representaciones y referencias del campo producidas en inglés. Pero además --y por lo antes dicho respecto de la hegemonía de la escritura como medio y meta-- tampoco debe sorprendernos la tan paradójica como indiscutida hegemonía de la idea de “Estudios” (“Studies”) para definir un campo de “prácticas intelectuales” cuyo carácter político ha sido enfatizado tanto por quienes hoy se autoidentifican como partícipes de él, como por aquellos frecuentemente señalados como sus “fundadores” (Williams, Hoggart, Hall) en las narraciones de la historia del campo, las cuales indefectiblemente suelen remitir sus orígenes a las prácticas del grupo de intelectuales del Birmingham Centre for Contemporary Cultural Studies (ver por ej: Turner 1992). ¿Es qué acaso un campo proclamadamente político sólo da lugar a “Estudios”? ¿Quedaron las prácticas extramuros del grupo de Birmingham en el olvido? ¿Es qué sólo se puede participar en este campo produciendo “Estudios”? ¿Qué sucede con otras formas de práctica intelectual? ¿Dónde quedan: las prácticas no escritas en el seno de movimientos sociales, las prácticas en artes visuales, o en cine, etc? Volveré sobre este escrituro-centrismo más adelante en este texto, pero antes me parece necesario continuar con la argumentación de orden --digamos-- geopolítico. Desde luego, esta no es la primera vez en la historia de las ideas, las disciplinas, o las teorías que los paradigmas, o el canon, se forman con fuerte incidencia de relaciones jerárquicas entre diversas comunidades académicas o intelectuales. No obstante, que no sea la primera vez que ocurre no es razón para silenciarlo. Pero, además lo que ocurre en

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este período histórico, que —como decía más arriba-- podemos caracterizar como “tiempos de globalización”, es que estas relaciones jerárquicas operan sobre un sistema de redes más extenso y con intercambios más intensos. Las investigaciones que he venido realizando sobre redes de otros tipos de actores sociales —por ejemplo organizaciones indígenas, cívicas, ambientalistas, etc.— me han permitido observar cómo gracias a una mayor disponibilidad de diversos tipos de recursos, los actores con capacidad de actuar a niveles globales no sólo promueven sus propias representaciones y orientaciones de acción a través de sus relaciones bilaterales con actores locales, sino también a través de la promoción de eventos y redes de trabajo entre actores locales de numerosos países que de este modo resultan convocados y organizados en torno a las representaciones de esos actores que actúan a niveles globales. Así, estos actores, que en este sentido podemos llamar “globales”, participan en condiciones “ventajosas” en los procesos transnacionales de producción de representaciones significativas. Esto no necesariamente implica que los actores que podríamos llamar “locales” adopten sin más las representaciones que promueven los actores “globales”, pero sí que elaboran sus propias representaciones en el marco de esas relaciones trasnacionales. De este modo, resulta que las representaciones que orientan las acciones de esos actores “locales” se relacionan de manera significativa, aunque de formas diversas, con las de los actores “globales”. Si bien en algunos casos esto implica la adopción de ciertas representaciones y de las orientaciones de acción asociadas a ellas, en otros significa crítica, rechazo o resistencia, en otros negociación, en otros apropiación creativa. En fin, el estudio de casos verifica tanto que las relaciones son ineludibles, como que se establecen distintos tipos de relaciones entre estas representaciones y orientaciones de acción. Esto lo he observado tanto en casos de producción de representaciones de identidades y diferencias étnicas y raciales, como de ideas de desarrollo sostenible, sociedad civil y otras (para estudios de casos ver por ej.: Mato 1999, 2000a y 2001a). Lo que vengo observando --en última instancia como participante, crítico sí, pero de un modo u otro participante-- me lleva a pensar que algo análogo está ocurriendo con la producción transnacional de representaciones del campo que a nivel mundial se viene nombrando como “Cultural Studies”. Las voces que tienen mayor poder para establecer qué es y qué no es este campo, el sistema de inclusiones y exclusiones (de temas, enfoques, autores, etc.) son las que se expresan mediante publicaciones en inglés. Así se ha venido configurando un canon que aunque se exprese en varios idiomas y luego incluso incorpore otras voces, resulta que básicamente se escribe en inglés, o que se escriba en el idioma que se escriba, de todos modos se produce en el contexto de las instituciones académicas de Estados Unidos, Inglaterra y Australia (entre las cuales hay diferencias que no es posible comentar en este texto), y que se legitima, disemina y reproduce a través de las respectivas industrias editoriales y mercados de estudios de postgrado. Como parte de estos procesos transnacionales en América latina podemos observar relaciones muy diversas con esto que ocurre en inglés o incluso en español pero el marco de universidades de los Estados Unidos, algunas de ellas son simples importaciones, gestos de autosumisión irreflexiva, otras suponen negociaciones de sentido muy diversas con lo que ocurre en inglés, otras implican diversas formas de resistencia. El énfasis que aquí hago en la necesidad de tomar en cuenta las referencias contextuales se debe a que de unos modos u otros la producción de discursos es condicionada por los contextos de producción (Foucault 1980 [1970]). A nadie se le escapará que los desafíos,

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problemas, condicionamientos y tradiciones intelectuales que marcan las prácticas de quienes teorizan y dan clases por ejemplo en algunas de las universidades privadas y ricas de Estados Unidos y hacen sus vidas en el marco de esa sociedad nacional, esa economía nacional, ese mercado y ese Estado, son significativamente diferentes de los que marcan las prácticas de quienes lo hacen desde cualquier universidad pública de América Latina, esas diversas sociedades, economías, mercados y Estados. Desde luego también hay diferencias entre distintos tipos de instituciones dentro de Estados Unidos, así como entre países latinoamericanos, y también al interior de estos. Y desde luego, lo sostenido no supone asumir que los intelectuales latinoamericanos constituiríamos un conjunto homogéneo que se confundiría con las “masas populares” de los respectivos países, ni tampoco que los de Estados Unidos, constituirían otro que se confundiría con la CIA. Obviamente no se trata de plantear ninguna simplificación ni dicotomía de este tipo. Sino, de reconocer la existencia tanto de heterogeneidades y conflictos al interior de cada uno de esos dos conjuntos, como de condiciones y demandas contextuales (de las universidades, de actores sociales, de agencias de financiamiento, etc.) marcadamente diferentes para uno y otro. En consecuencia, no se trata de pensar en la existencia de dos “tipos puros” de prácticas intelectuales, sino en una amplia diversidad de casos, incluyendo sobreposiciones, tránsitos e hibrideces.

La institucionalización transnacional de los “Estudios Culturales Latinoamericanos”: problemas, retos y oportunidades

Parte II

Daniel Mato En: Estudios y Otras Prácticas Intelectuales Latinoamericanas en Cultura y Poder. Fuente: http://www.campus-oei.org/salactsi/mato.htm Ahora bien, en el caso específico de los “Latin American CS” (LACS)--mantengo el nombre en inglés porque me refiero al campo que se construye en inglés—la relación contexto-discurso es un asunto más complejo y a la vez más delicado políticamente que en el de los CS sin adjetivo. Más complejo porqué en la constitución del canon de este subcampo también participan voces que hablan desde América Latina, o al menos que son originarias de América Latina aun cuando en la actualidad algunas hablen desde instituciones académicas de países de habla inglesa. Y más delicado políticamente porque los Latin American CS no sólo están conceptualmente vinculados a los CS, sino a lo que en inglés se llaman Area Studies (estudios de áreas o regiones del mundo), y esto agrega nuevos ingredientes. Particularmente, por la herencia que cargan los Area Studies de su origen asociado a proyectos imperiales, a la producción de conocimientos para uso en las metrópolis acerca de pueblos y naciones dominadas, o que se proyecta dominar. Esta herencia, a la que se enfrentan y cuestionan muchos de nuestros mejores colegas de Estados Unidos y Gran Bretaña, marca, no obstante, el sistema fundante de construcción de objetos de estudio, preguntas y modos de investigación de los Area Studies (4) . El caso es que, dadas esas relaciones transnacionales de carácter jerárquico y que involucran relaciones de poder, el canon y/o los paradigmas de qué son y qué no son CS, e incluso LACS, cuáles orientaciones de trabajo (éticas, epistemológicas y políticas) son incluidas, y cuáles no, en la conformación del campo se forma en buena medida en

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Estados Unidos y/o en el contexto de relaciones de diversa índole con la academia estadounidense. La academia estadounidense ha canonizado particularmente un libro de Martín Barbero (De los medios a las mediaciones) y dos de García Canclini (Culturas Híbridas y Consumidores y Ciudadanos) como paradigmas (en el sentido restringido que daba Thomas Kuhn a este término en su clásico La estructura de las revoluciones científicas, el de realizaciones ejemplares que sirven de referencia a una comunidad académica) de los LACS. Pero lo más interesante del caso es que en ocasiones incluso las obras de estos dos autores, las cuales se han traducido al inglés y se utilizan en numerosos cursos en EEUU son—digamos—“subalternizadas”. Así, por ejemplo a Néstor García Canclini en más de un foro le han pedido que explique la relación de su obra Culturas Híbridas con la idea de “hibridación” de Homi Bhabha. Esto me lo comentó el mismo García Canclini a la salida de uno de estos foros, quien además me explicó que para la época en que escribió Culturas Híbridas, como para la época en que le formularon por primera vez esa pregunta, el no había leído a Bhabha. La existencia de estas relaciones de poder entre la academia estadounidense y las de diversos países latinoamericanos tiene diversas consecuencias. En primer lugar ocurre algo que ya ha sido expresado por numerosos colegas latinoamericanos: que muchos de quienes trabajan en el marco de instituciones académicas de Estados Unidos frecuentemente no consideran los aportes teóricos hechos desde América Latina, o que cuando lo hacen los asumen subordinados a los que se escriben en inglés (por ej.: la pregunta acerca de Bhabha formulada a García Canclini). Nótese que mi argumento al respecto no refiere al lugar de nacimiento de unos u otros autores, sino a la lengua y al marco institucional de trabajo. Desde este punto de vista resulta irrelevante el lugar de nacimiento de un autor (para el caso del ejemplo antes mencionado, el de Homi Bhabha). Por otro lado, mi argumentado, al enfocar específicamente en el contexto social e institucional de producción, a la vez que en el idioma de expresión escrita, abre espacio para el análisis de un amplio campo de situaciones polivalentes que incluye tanto obras traducidas al inglés, como otras que son escritas y publicadas directamente en inglés por autores que residen en países no angloparlantes (entre los cuales me incluyo). Este des-conocimiento, este no-reconocimiento, en no pocos casos ocurre simplemente por incapacidad de algunos colegas angloparlantes para leer castellano o portugués. En otros, responde, al menos en parte, a una suerte de ignorancia arrogante, institucionalmente cultivada y asociada a las relaciones de poder a escala mundial, las mismas que algunos de estos mismos colegas critican con referencia a estados y corporaciones transnacionales, pero sin extender su reflexión a sus propias prácticas. Afortunadamente hay numerosas excepciones. El caso es que esta práctica de no-reconocimiento afecta las posibilidades de circulación internacional del trabajo de los investigadores latinoamericanos que trabajan en castellano y portugués. Además, debido a la existencia de actitudes colonizadas en América Latina, esto también incide en las posibilidades de reconocimiento e incorporación de estos aportes en América Latina. Al menos por parte de quienes esperan que las contribuciones de autores latinoamericanos sean reconocidas en Europa o Estados Unidos para recién entonces considerarlas seriamente. Esta es una peculiaridad que se relaciona con nuestra historia colonial y nuestro presente—digamos—neocolonial, postcolonial, subordinado, o como deseemos llamarlo. Pero esto no sólo se debe a nuestra mentalidad “colonizada”, sino también a dificultades prácticas relacionadas por ejemplo con el escaso intercambio de

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información entre nuestras universidades y editoriales (lo cual no está desvinculado de ese tipo de mentalidades); la casi inexistencia de revistas académicas y/o de artes e ideas con buena distribución a nivel abarcadoramente latinoamericano; la menor disponibilidad de becas para que los colegas de un país latinoamericano hagan su postgrado en otro país de la región, en comparación con las que hay para hacerlos en EEUU y algunos países europeos; y otras circunstancias análogas. Estos problemas se relacionan con un complejo conjunto de factores que de hace tiempo han preocupado a algunos intelectuales latinoamericanos, y que han dado lugar a varios intentos de respuesta. No obstante, esas respuestas hasta ahora han resultado insuficientes, por lo que requieren nuestra mayor atención, cada vez más urgentemente en vista de los retos que plantean los procesos contemporáneos de globalización. Hasta la fecha la irrupción de la denominación “Estudios Culturales Latinoamericanos” en espacios universitarios de América Latina generalmente ha sido consecuencia de entrecruzamientos entre las prácticas de académicos e intelectuales de América Latina con las de colegas, universidades, asociaciones académicas, editoriales y revistas académicas de Estados Unidos y Gran Bretaña. Esto no puede ni debe ser calificado en términos de “bueno” o “malo”, sino que debe ser analizado de manera específica en los diversos contextos en que tiene lugar y desde los puntos de vista de diferentes comunidades intelectuales y sus intereses. Por ejemplo, personalmente valoro el que la irrupción de esta idea y el sistema de relaciones transnacionales asociado a ella contribuya a debilitar las rigideces de las disciplinas y el poder de sus instituciones guardianas (sociedades profesionales, escuelas y departamentos) y a favorecer el desarrollo de iniciativas transdisciplinarias, así como también a desafiar los discursos sobre la supuesta “objetividad” de las ciencias sociales (como sabemos, nada más subjetivo que tal pretendida “objetividad”). Pero, en cambio, me preocupa que esta idea y sistema de relaciones tiendan a estimular la sobrevaloración de las tendencias intelectuales de los centros y la vinculación a ellas, a la vez que a desestimular (o al menos a no-estimular) la vinculación con las prácticas críticas en cultura y poder desarrolladas por intelectuales locales en una amplia diversidad de movimientos sociales y en otros ámbitos más allá de las universidades. Fascinación por lo metropolitano que ya ha ocurrido anteriormente, sólo que ahora es facilitada por las prácticas crecientemente globales de los colegas e instituciones del “Norte”, por las tecnologías digitales y electrónicas aplicadas a las comunicaciones, a la vez que por la creciente escasez de recursos locales para realizar investigación, becas de estudio, etc., asociados a las restricciones aplicadas a las universidades públicas en el marco de las políticas neoliberales. Me preocupa lo que esto muchas veces supone en términos de autocolonización intelectual y desarticulación de redes locales, así como la seducción que ejerce la posibilidad de cierta politización de carácter meramente retórico en los discursos académicos, pero que no se acompaña de iniciativas prácticas por construir mediaciones con actores sociales locales. Peor aún, que es crecientemente reforzada por los sistemas de “estímulo a la investigación científica” que en varios países latinoamericanos (por ej: Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela) se han establecido como políticas de estado y que mediante recompensas monetarias y de otros tipos tienden a reforzar la división del trabajo intelectual entre dentro y fuera de “la academia”.

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Sin embargo, la situación es polivalente. Por un lado tenemos que en varios países latinoamericanos se ha venido incorporando la idea de “Estudios Culturales Latinoamericanos” (o sus acotaciones subregionales o nacionales) en nombres de revistas, encuentros y congresos, seminarios, títulos y contenidos de artículos y libros. En buena parte de los casos, la adopción de este nombre no es acompañada de una reflexión crítica. Y además, en no pocos de ellos es posible observar diversos indicadores de continuidades fuertes con los “Cutural Studies”, esos que se hace en inglés, o incluso que se narra el mito fundador que coloca su origen en Birmingham, Inglaterra. Al decir indicadores me refiero a referencias bibliográficas, conferencistas principales de eventos, adopción de temas, etc. Los ejemplos no son pocos, pero me parece innecesario hacer señalamientos particulares, pues el objetivo no es entrar en polémicas personalistas, sino promover la reflexión al respecto. Por otro lado, existen otros tipos de casos en los cuales si bien se observa la adopción del nombre sin una reflexión explícitamente crítica al respecto, no obstante no se observan indicadores de que los “Cultural Studies” sean vistos como referencia fuerte, o como origen genealógico. Por el contrario, en algunos de estos casos es posible observar que bajo el nombre “Estudios Culturales Latinoamericanos” (o sus acotaciones subregionales o nacionales) se incluyen mayormente, cuando no exclusivamente, producciones intelectuales locales, e incluso no sólo del tipo “estudios”, sino también del tipo “otras prácticas”. El conocimiento directo de algunos casos con estas características, me ha llevado a pensar que quizás razones de tipo práctico y/o estratégico llevan a algunos colegas a adoptar la denominación “Estudios Culturales Latinoamericanos”, sin por ello necesariamente adoptar el sistema de representaciones del campo, canon y paradigmas propios de los “Cultural Studies” o de los “Latin American Cultural Studies”. Desde este punto de vista, es posible asumir que el problema no es el nombre que le damos al campo, sino el concepto del mismo que manejamos. Puesto de otro modo, creo que es necesario evitar la naturalización de la idea de “Estudios Culturales” que no es sino la traducción de la de “Cultural Studies”. Pienso que la utilización de esta denominación no sólo construye una asociación dependiente con lo que ocurre en inglés, sino que además naturaliza la exclusión (coloca fuera de los límites del campo) de prácticas muy valiosas en cultura y poder, las cuales guardan relaciones política y epistemológicamente significativas con los contextos sociales y con los movimientos sociales latinoamericanos. Y esto último ocurre, entre otras cosas, porque el proyecto de los Cultural Studies, esos que se hacen en inglés, ha venido academizándose a la vez que despolitizándose. Esto incluso lo señalan así algunos de los más destacados partícipes de este campo (ver por ej. Grossberg 1998). En efecto, la creciente importancia académica de los Cultural Studies en Estados Unidos y Gran Bretaña se ha dado combinadamente con una pérdida de importancia de la condición política que se supone le era propia. Su carácter político ha venido disolviéndose en una retórica de la política y los asuntos de poder que no permite ver las prácticas de los actores sociales, que en inglés se denominan “social agents”. Así, buena parte de los Cultural Studies, esos que se hacen en inglés, ha devenido “agentless”, es decir “sin actores sociales”; mero asunto de análisis de textos y discursos, puestos en contextos en los que no se da cuenta de prácticas sociales específicas. Pero, además, uno de los problemas del campo particularmente en Estados Unidos es que los colegas no han encontrado formas efectivas de superar los esquemas de división del trabajo que separan a las prácticas académicas de esas otras prácticas en cultura y poder que se dan fuera de la academia. Si acaso, han encontrado como incluir lo que se hace en algunas artes y en

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los medios, o en las llamadas “industrias culturales”. Pero no han encontrado cómo integrar en el proyecto lo que hacen por ejemplo muchos intelectuales en diversos ámbitos extra académicos (feministas, Chicanos, Afroestadounidenses, de derechos humanos, etc.), al punto que en entrevistas sostenidas con algunos de ellos incluso se han referido a los “Cultural Studies” como un proyecto “reaccionario”. Y uno de los problemas de importar esa denominación es que ella viene cargada de esos problemas. Pero más aún, pienso que la importación acrítica y descontextualizada de la idea de “Cultural Studies” no sólo resulta inconveniente por todo lo que desconoce de los contextos latinoamericanos a los que se la pretende incorporar, sino que incluso resulta inapropiada con relación a la propia idea de “Cultural Studies” originalmente acuñada por el grupo de intelectuales de Birmingham, y al menso también con algunas de las corrientes actuales más fuertes en este campo en los Estados Unidos. Veamos: ¿Qué son los “Cultural Studies”, esos que se hacen en inglés?. Pienso que una manera posible de definirlos de manera sintética es diciendo que esta etiqueta se aplica a un campo sumamente heterogéneo de prácticas académicas e intelectuales (y especialmente a aquéllas) cuya retórica enfatiza su carácter no-disciplinario, inter o transdisciplinario según los casos, que estudian asuntos de cultura y política, o lo político de lo cultural y lo cultural de lo político y que se reconocen contextualmente específicas (vease por ej.: Burgin 1990, Grossberg 1993, Hall 1996, Nelson, Treichler y Grossberg 1992, Storey 1996, Turner 1992) En concordancia con lo anterior, en mi opinión, incluso si se deseara postular la existencia en América Latina de un campo al cual considerar comparable con el proyecto de “Cultural Studies”, la manera de hacerlo no sería incluyendo en él aquellas prácticas intelectuales que se apropian (cretinamente o no) de las líneas de trabajo (y bibliografía) inicialmente generadas por los intelectuales del Centre for Cultural Studies de Birmingham, o por sus seguidores en ese país, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia. En todo caso, hacerlo de este modo equivaldría a imaginar que tal campo es simplemente una importación hecha desde una suerte de continente vacío, lo cual no haría más que reiterar actitudes colonizadas. En caso que, en cambio, se deseara postular la existencia de tal campo pero desde una perspectiva no-colonizada, entonces cabría incluir en el mismo todas aquellas prácticas intelectuales de carácter no-disciplinario, o transdisciplinario, que estudian y/o intervienen reflexivamente en asuntos de cultura y política/poder, y que lo hacen en relación con condiciones contextuales y coyunturales específicas, cualquiera sea su genealogía intelectual, y/o su historia institucional. Autores representativos de los Estudios Culturales Ingleses Raymond Williams: http://www.infoamerica.org/teoria/williams1.htm Stuart Hall : http://www.infoamerica.org/teoria/hall_s1.htm Richard Hoggart: http://www.infoamerica.org/teoria/hoggart1.htm

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Autores representativos de los Estudios Culturales Latinoamericanos Jesús Martín Barbero: http://www.infoamerica.org/teoria/martin_barbero1.htm Nestor García Canclini: http://www.infoamerica.org/teoria/garcia_canclini1.htm Beatriz Sarlo: http://www.literatura.org/Sarlo/Sarlo.html Campos de desarrollo de las teorías Teoría de la Información El periodismo Las Relaciones públicas El mercadeo político La Publicidad La Comunicación Organizacional Estructuralismo Análisis del discurso Análisis de contenido Siginifcación y producción de sentido Teoría Crítica La comunicación como reveladora de una ideología - Conflicto social - El surgimiento de la industria cultural - La alienación cultural - Los problemas de poder Estudios Culturales Primera etapa: las formas culturales de las clases populares Segunda etapa: Los géneros populares en los medios Tercera etapa: Importancia por el sujeto (estudios de género, clase y etnia) Los procesos de comunicación como procesos culturales

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LECTURAS UNIDAD III Tendencias contemporáneas

La obra de McLuhan o el trabajo intelectual como provocación

Jordi Berrio Fuente: Portal de la comunicación Aula abierta | Lecciones básicas http://www.portalcomunicacion.com Algunas palabras previas a modo de prólogo En este texto me propongo realizar un esbozo de las ideas esenciales que nos ha transmitido este autor canadiense de la forma más ordenada posible. Se trata de una pretensión que no es fácil de llevar a cabo, dado que su obra constituye un conjunto intencionadamente desordenado, con la manifiesta pretensión de ofrecernos una muestra de pensamiento que vaya más allá de la racionalidad textual. Así pues, no es recomendable juzgar su obra a través de los criterios usuales en las ciencias sociales, ya que él, de forma manifiesta, huye de los mismos. Si centramos nuestra atención, por ejemplo, en La Galaxia Gutenberg, que es uno de sus libros más importantes, tenemos un estudio sobre la cultura escrita, y, es más, impresa, que pretende escabullirse de lo que

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esta cultura ha impuesto: la secuencia lógica del pensamiento. De modo paradójico, escribe un libro que no pretende serlo, dado que más bien está configurado como un programa audiovisual en cuanto a su estructura expositiva. Por lo tanto, si deseamos captar la originalidad del pensamiento de McLuhan, nos conviene desprendernos de los prejuicios académicos. Aun así, creo que, pese a sus pretensiones de pensar de forma multisensorial, es posible construir un discurso más o menos coherente de todo aquello que nos ha querido decir, siempre y cuando nos situemos fuera del bosque de sus metáforas, aforismos y frases con que parece querer épater le bourgeois. De todas formas, creo que es justo reconocer que McLuhan fue uno de los primeros en comprender la dirección y contenido de los cambios que experimentaba la cultura a mediados del siglo XX; unos cambios provocados, en gran parte, gracias a la existencia de unas industrias culturales que empleaban las nuevas tecnologías comunicativas. Éste es el motivo por el que, casi cincuenta años después de haber publicado sus obras más importantes, todavía las recordamos; todavía podemos dialogar con ellas. Tal y como el lector comprobará, he incluido algunos de los aforismos que McLuhan nos ofreció, en un esfuerzo, por su parte, que no dudaré en calificar de impresionista, o mejor aún, de construir su pensamiento como un mosaico. Estos aforismos, que se encuentran en el texto en número muy limitado, hacen justicia a la figura de nuestro autor y no oscurecen el esfuerzo que se propone este trabajo de racionalizar su mensaje. Querer dar coherencia lógica y textual a una obra como la del autor que nos ocupa es posiblemente un afán inútil, y quizá alguien pensara que está fuera de lugar, dado que puede considerarse como una tergiversación de sus mensajes. De todas formas, el fin de la síntesis que sigue es ayudar a comprender la obra de McLuhan, y estoy dispuesto a aceptar las críticas que pueda recibir. “Yo no explico nada. Exploro” McLuhan nació en 1911 en Edmonton, Alberta (Canadá) y murió en 1980 en Toronto. Después de estudiar ingeniería, se decantó por la literatura, disciplina que estudió en la Universidad de Manitoba, y se doctoró en Cambridge, Inglaterra, en 1943, con una tesis sobre la poesía inglesa en la época isabelina. Enseñó en varias universidades de Estados Unidos y Canadá, pero especialmente en el Saint Michael’s College, de la Universidad de Toronto. De entre sus numerosas obras, fueron La Galaxia Gutenberg y Comprender los medios de comunicación las que le proporcionaron fama internacional a partir de la segunda mitad de los años sesenta. De su biografía, resulta interesante resaltar un par de aspectos. El primero es que resulta difícil situar a McLuhan dentro del panorama de las ciencias sociales, aun cuando, como es natural, estuvo sometido a varias influencias. Por ejemplo, conocemos la relación que mantuvo con Harold Innis, uno de los fundadores de los estudios de comunicación. Por otro lado, puede parecer extraño, pero algunos aspectos de su obra concuerdan con la de Herbert Marcuse, de quien, probablemente, debió recibir alguna influencia, si bien el marxismo, fundamental en el pensamiento del sociólogo crítico alemán, está totalmente ausente de la de McLuhan. El segundo aspecto que vale la pena destacar es que era un buen conocedor de la literatura inglesa y que la enseñó en varias universidades de Canadá y Estados Unidos. Quizá fue precisamente su bagaje de conocimientos literarios lo que le ayudó a comprender que estaba viviendo el final de una época cultural gobernada por la textualidad. El hecho es que McLuhan fue uno de los primeros autores, aunque el primero, que se dio cuenta del cambio cultural que

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suponía la existencia de los nuevos medios audiovisuales. Sus afirmaciones, a veces provocadoras, a veces crípticas, originaron adhesiones entusiastas y férreas críticas. Hoy en día, veinticinco años después de su muerte, después de que su obra se pusiera de moda y de que haya permanecido en un olvido relativo en los últimos tiempos, parece que estamos en condiciones de leerla desapasionadamente, juzgándola con el distanciamiento que proporciona el paso del tiempo. He aquí una síntesis y una interpretación de su pensamiento. Las influencias de las tecnologías comunicativas en los contenidos que transmiten

“El medio es el mensaje” McLuhan adopta la concepción elaborada por la antropología según la cual se considera que hemos creado los instrumentos, las herramientas, como extensiones del cuerpo humano. El martillo lo sería del puño; la rueda, de nuestras piernas; unas pinzas, de la mano, y así podríamos seguir con los diferentes utensilios, tanto materiales como intelectuales, que constituyen nuestra cultura. Lo altamente significativo, que él remarca de forma acertada, es que, si hasta ahora los artefactos que incorporábamos a nuestra vida venían a ampliar las piernas, los brazos y otras partes de nuestro cuerpo, los medios de comunicación son instrumentos que actúan como extensiones de nuestro cerebro y de los órganos de la sensibilidad, y éste sería, según su criterio, un fenómeno nuevo y revolucionario. La vinculación de los instrumentos con el cuerpo humano y sus necesidades es una tesis que la antropología cultural ha expresado ampliamente, pero a la que McLuhan da una dimensión diferente. Nos dice que no es que los nuevos medios sean puentes entre el hombre y la naturaleza, sino que son naturaleza, al ser extensiones del cuerpo humano. Y “Los medios como extensiones del cuerpo humano” es un aforismo que ha adquirido gran popularidad, pero que me temo que muchos citan sin entender plenamente. Contribuye a ello que se trata de un mensaje frío que será necesario calentar –utilizando la terminología propia del mismo autor–. McLuhan parte de la idea de que los medios, por ellos mismos, más que los contenidos que transmiten, conforman la mentalidad de las personas y de la sociedad. De acuerdo con este punto de partida, se afirma reiteradamente en su obra que el hecho de pasar, en su día, de la oralidad exclusiva a la textualidad condicionó la naturaleza de la cultura. A partir del momento en que ocurrió tal fenómeno, la mentalidad de los individuos cambió, así como también las relaciones sociales y la economía. Es en este sentido que debemos entender la famosa frase “El medio es el mensaje”. Por ejemplo, la escritura, como fármaco de la memoria que es, transformó los sistemas de educación y de conservación del conocimiento; el maquinismo originó efectos en la vida particular de las personas y de la sociedad en general, con independencia de los productos concretos que se fabricaran. La luz eléctrica es un medio sin mensaje y, en cambio, da vida a todos los mensajes y utilidades que se le dan. El mensaje real de cualquier medio o tecnología es el cambio de escala, de ritmo o de patrones que origina en los asuntos humanos. El ferrocarril no introdujo ni el movimiento ni el transporte, sino que aceleró y cambió la escala del

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movimiento de personas y mercancías. Así pues, podemos decir que el mensaje del ferrocarril es la aceleración que provoca en las relaciones humanas. Los instrumentos no son neutrales. Sus efectos no dependen únicamente de cómo son utilizados, tal y como cree mucha gente. Se dice que los instrumentos no son ni buenos ni malos en sí mismos, sino según el modo en que se utilicen. Evidentemente, las ideas que se esconden tras el aforismo que comentamos contradicen plenamente dicha creencia. Sus efectos tampoco dependen de sus contenidos, sino de su naturaleza. El cine no explica una historia del mismo modo que lo hace la literatura, y uno y otra no producen los mismos efectos en los públicos. La pintura no puede ser igual ni parecida a la fotografía; la radio reencuentra las resonancias tribales: es de nuevo el tambor que expande sus ecos, mientras que la televisión es un gigante tímido que reclama mucha participación. Pero los medios también son el masaje –y aquí tenemos otro de sus aforismos, porque nos penetran por todas partes y en los diferentes ámbitos de nuestra cultura, formando el ambiente que nos da forma. El masaje sería el efecto de los medios, es decir, su mensaje. Nos afectan en la estética, en la moral, en la economía, en la psicología, etc. No pueden entenderse los cambios sociales si no se tienen en cuenta los cambios de ambiente que han producido los medios de comunicación. Si se considera que nuestra privacidad está en peligro es porque el nuevo ambiente de información la amenaza. La familia está obsoleta, dado que ya no puede ejercer su función educativa y los medios han ocupado su lugar. Los medios electrónicos han acabado con las ideas tradicionales de tiempo y espacio. Ahora todo es inmediato, reproducible, combinable; ya no existe un lugar para cada cosa y un tiempo para cada acontecimiento. El tiempo y el espacio nos los hacen los medios, pero también nosotros mismos al poderlos manipular. Cómo los sentidos y sus extensiones configuran tres etapas de la humanidad Introducción “Empezamos a reestructurar los sentimientos y emociones primordiales, de los

que nos separan tres mil años de alfabetización” En su condición de extensiones del cuerpo humano, los diferentes medios han ido marcando el desarrollo de la cultura. Nuestras percepciones han configurado la forma como entendemos y pensamos. Estos efectos son tan importantes que provocan etapas diferenciadas en la cultura. A partir de aquí, McLuhan, en una mirada histórica, describe tres eras de la humanidad: era de comunicación oral, era de comunicación escrita y era electrónica o aldea global (1). Conviene recordar que el paso de una a otra era siempre se ha debido a los cambios en las tecnologías de la comunicación. La invención del alfabeto señala el fin de la primera etapa de cultura oral; la de la imprenta de tipo móvil radicaliza las condiciones de esta última etapa; finalmente, la invención del telégrafo abre las puertas a un proceso de descubrimientos que culminarán en la televisión. Estas invenciones marcarán los procesos de cambio que han condicionado nuestra evolución cultural.

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Era prealfabética, o sociedad oral “En un mundo prealfabético las palabras no son signos” Se trata de los primeros tiempos de la humanidad. Una era en la que el único medio para la transmisión de los mensajes es la palabra. No existen procedimientos para la conservación de la información más allá de la memoria humana. Por ello los actos comunicativos que se realizan entre emisores y receptores están necesariamente ligados en una unidad de espacio y de tiempo. Una edad tribal oral que sería como “un estado de naturaleza” en el que los sentidos se conjugarían de forma armónica, ya que la palabra disfruta de gran riqueza sensorial. El tiempo y el espacio son concebidos de modo circular y no como un móvil que va del pasado al futuro, según la concepción euclidiana. Todo lo que existe en el entorno humano está integrado en el contexto general y tiene vida. El ser humano de esta era podía dialogar con las entidades naturales, influir en ellas y negociar con ellas en tanto seres con vida. No las convertía en mercancías inertes. Pensemos, por ejemplo, en la magia y el fetichismo: las imágenes no eran representaciones de seres y fuerzas ocultas, sino que eran esos seres y fuerzas; las frases rituales tenían poderes; toda la naturaleza tenía intención y estaba viva. Se trata de una etapa cultural en que todos los órganos de la sensibilidad hacían su papel, principalmente el oído y el tacto. Debemos recordar que estos órganos están regulados por el hemisferio derecho del cerebro. Desde el punto de vista social, se argumenta que todos los hombres eran iguales en la tribu, ya que el habla es una capacidad que define a la especie. No había analfabetos. El bagaje cultural estaba uniformemente repartido. La única diferencia era que los viejos sabían más cosas que los jóvenes, debido a su dilatada experiencia. Por otro lado, las relaciones estrictamente orales limitaban la amplitud del grupo humano a la tribu, a la aldea. La forma de comunicación básica era la comunicación oral, y las relaciones sociales únicamente tenían lugar cara a cara. Los seres humanos de la era prealfabética tenían una visión del mundo de acuerdo con la importancia que tenía el sentido de la audición. El oído predominaba sobre la visión, lo cual creaba una concepción del mundo integradora.

Era alfabética. La cultura escrita “La escritura es la visualización del espacio acústico. Iluminó la oscuridad” Esta edad empezó con la introducción del alfabeto fonético, lo que provocó una ruptura entre el ojo y el oído; y culminó con la imprenta de tipo móvil como fase final de la cultura alfabética, que nos introducirá en la denominada Galaxia Gutenberg. Con la escritura alfabética se pasa de una cultura basada en la comunicación oral, directa, que favorece las relaciones de tipo emotivo, a otra en que predomina la racionalidad abstracta. La lectura privilegia la vista entre el resto de los sentidos. Leer es una actividad visual que no tan sólo hipertrofia el sentido de la vista, sino que falsea la armonía de las proporciones de los cinco sentidos. La cultura escrita ha desestructurado las relaciones que mantenían los diferentes sentidos. Resulta evidente que el hombre alfabético, y aún

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más el tipográfico, utilizará cada vez menos los sentidos del oído, el tacto y el olfato, hasta el punto de que se producirá una cierta atrofia. Si tomamos como ejemplo el sentido del oído, deberemos constatar que está saturado por la cantidad de estímulos que no puede atender. El ruido del ambiente no le aporta ninguna información útil. Es muy cierto que estos cambios fueron originados por un conjunto de causas, además de las estrictamente comunicativas, pero McLuhan no las analiza. La sociología de la cultura nos hablará de la creación de las ciudades y del progresivo distanciamiento de los hombres occidentales de los ambientes naturales; de los cambios en los sistemas políticos y muchos otros, en cambio, él se abstraerá. McLuhan reconoce el gran papel que ha tenido la introducción del alfabeto en el progreso de la civilización, pero ello no le priva de lamentarse de las deformaciones mencionadas en el equilibrio sensorial. Para él, el problema radica en el hecho de que el hombre tipográfico que ha llegado prácticamente hasta nosotros y que todavía perdura se ha desarrollado en una sola dimensión. El alfabeto fonético, que ha caracterizado a nuestra civilización durante toda esta edad, ha introducido una tendencia analítica que no existía anteriormente o no con la misma fuerza. McLuhan desea poner en evidencia que los textos favorecen la racionalidad abstracta, el ver las cosas y el mundo entero como un proceso, la posibilidad de discernir y clasificar unidades dentro del conjunto que se presenta, en primer lugar, como complejo. Si el mundo prealfabético tendía a comprender la realidad como una unidad, el alfabético y su radicalización a través de la imprenta favorecerán la desmembración de la totalidad en unidades a través de un proceso analítico. La imprenta de caracteres móviles añade otra dimensión a esta tendencia analítica: la idea de uniformidad, de intercambiabilidad y de reproductibilidad ilimitada de las cosas. Sin este complejo de ideas no hubiera sido posible el desarrollo científico y técnico que se encuentra en la base de nuestra civilización. La imprenta constituirá la primera máquina cultural fabricada por medios mecánicos y multiplicará exponencialmente los efectos que había producido el alfabeto. Los libros, por un lado, pueden ser de propiedad privada, permitiendo una apropiación individual de la cultura, pero, por otro, extienden los efectos de la lectura desde pequeño grupos hasta sectores muy amplios de la sociedad. La concepción del mundo del hombre alfabético, y aún más del tipográfico, está marcada por el hecho de la lectura y de su extensión gracias al libro impreso. El espacio y el tiempo, que habían sido hasta entonces múltiples y circulares, se ordenan a partir de una cultura que nos aleja de la tribu. La racionalidad ligada al texto nos introduce en un espacio euclidiano, medible y ordenable a través de coordinadas, así como en un tiempo lineal que se distribuye en un antes, un ahora y un después. Se crean objetos desligados de su contexto, sin alma, inertes, diferentes de los que existían en otras épocas. Los objetos de ahora son el producto de un diseño racional y se pueden comprar y vender. El lenguaje se inscribe en el hemisferio izquierdo del cerebro.

La era electrónica. La aldea global “Volvemos al espacio acústico” “Al superar la escritura hemos recuperado nuestra TOTALIDAD”

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El dominio cultural y social de la escritura ha sido asaltado por los nuevos medios. El proceso de demolición que empezó con el telégrafo a mediados del siglo XIX no ha hecho más que fortalecerse con los nuevos medios, y principalmente con la televisión, que es el último medio que conoció McLuhan. A través de un siglo y medio hemos podido experimentar el largo crepúsculo que ha sufrido la imprenta; un crepúsculo que todavía perdura, porque lo que se ha producido no es una sustitución radical, sino un cambio de hegemonías, una ampliación del repertorio sensorial. Así pues, después del largo preámbulo que ha supuesto la imprenta, ahora hemos recuperado lo que podríamos denominar la armonía sensorial. El tiempo y el espacio se funden en la física actual en un espacio-tiempo que nos aproxima a las nociones que tenían los humanos de nuestra cultura en los tiempos pretéritos y que todavía mantienen las comunidades no influidas por la cultura occidental. Los medios audiovisuales obligan a la presencia de emisores y receptores en sendos espacios, aunque no en una unidad de tiempo. La comunicación escrita no exigía ni la participación temporal ni tampoco la espacial, y fomentaba un ambiente propicio a la abstracción. Los circuitos eléctricos han devuelto las relaciones sensitivas a las etapas primitivas. Como gran síntesis que será necesario explicar mínimamente, nos dice que imitan el cerebro humano y lo prolongan; diluyen la racionalidad del texto y promueven el regreso al tribalismo. Los efectos de los nuevos medios de comunicación alcanzan al mundo entero, de tal forma que justifican otra de las metáforas que nuestro autor ha popularizado: la aldea global. Los objetos tienden a desmaterializarse y a convertirse en idea pura. Por ejemplo, el corazón de un ordenador es prácticamente inmaterial, es una especie de estructura que funciona. La autoría de los sistemas se desdibuja. Éste es un hecho general en nuestros días y abarca el sistema productivo y también la cultura. En el tema que nos ocupa resulta particularmente interesante que la práctica sustitución del autor por el trabajo en equipo sea una práctica dominante en las industrias culturales. Pero lo que realmente estudia McLuhan en La Galaxia Gutenberg y Comprender los medios de comunicación, sus obras fundamentales, es el proceso que nos hace pasar de la era de Gutenberg a la de la electrónica. Porque no estamos en una era en la que hayamos descartado totalmente la escritura, y más aún en los años en que nuestro autor realizaba sus trabajos. Nos hallamos, por lo tanto, en una situación de transición, y es en dichas situaciones cuando uno es consciente de lo que pierde y todavía no tiene muy claro qué es lo que gana. Precisamente éste es uno de los motivos que hacen que autores como McLuhan tengan un especial interés, porque, instalado en el cambio, nos señalan cuál será la dirección que tomará la nueva cultura. El final de una etapa nos muestra las características contrarias a las de sus primeras fases. Una galaxia es tributaria de la inmediatamente anterior (el libro impreso fue sofocado en una primera etapa por la cultura que le precedió). La cultura audiovisual ha sido menospreciada por los intelectuales. No obstante, últimamente los productos de las industrias culturales han ganado prestigio e influyen en lo que queda de la cultura tradicional. En las obras posteriores a La Galaxia Gutenberg, que es del año 1962, su autor se dedica a establecer la configuración de la nueva etapa en todos los aspectos de la actividad humana, desde el dinero, el tiempo, la vivienda, el vestido, las historietas y los

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medios de comunicación de masas. Comprender los medios de comunicación, publicada en 1964, una de sus obras más importantes, se dedica a desarrollar precisamente el papel de los medios de comunicación de masas en la nueva era. En El medio es el masaje, del año 1967, va más lejos y escribe una especie de antilibro, si fuera posible, en el que nos muestra, más que explica, cómo nos penetran los medios. A grandes rasgos, la característica de esta galaxia es que se basa en la implicación, la simultaneidad, la discontinuidad, el espacio tiempo, y tiende a desarrollarse en el trabajo por la desfragmentación y en la política por la teleparticipación. También cabe indicar que la electrónica impone una nueva interdependencia, así como una nueva relación concreta e inmediata que no tan sólo retribaliza, sino que también recrea el mundo según la imagen de una aldea global. Pero nuestra cultura ofrece resistencias a la retribalización que provocan las nuevas formas de comunicación, del mismo modo que, en su tiempo, se resistió a la escisión del yo al introducirse la cultura del texto. La transmisión oral del conocimiento se mantuvo muchos años después del invento del alfabeto, tal y como sucede actualmente con la permanencia de los textos. Los medios y nuestros órganos de la sensibilidad “Lo caliente excluye. Lo frío incluye” Los medios de comunicación de masas nos introducen, por lo tanto, en un mundo global, y lo hacen según dos características que McLuhan obtiene del análisis sensorial, calor y frío, con sus correspondientes exclusión e inclusión. Existen unos criterios básicos que nos permiten distinguir los diferentes medios según la posibilidad de participación que ofrecen. Un medio caliente es aquél que se dirige, con gran riqueza de información –en alta definición– a un solo sentido. Los medios calientes, al estar llenos de información, exigen poca participación del público. La alta definición es una información que rebosa. Son medios calientes la escritura alfabética, la radio, el cine y la fotografía. Por su parte, los medios fríos son pobres en información –de baja definición– y, por ello, ricos en participación. Esto quiere decir que el receptor tiene que poner mucho de su parte si quiere entender el mensaje. Se dirigen a más de un sentido. Son la escritura jeroglífica, la televisión, el teléfono y las historietas ilustradas (el cómic). Denotan calidez afectiva. Siempre permite más participación un seminario que una conferencia, un diálogo más que un libro. Del mismo modo, el jazz obliga a participar, mientras que el vals lo permite menos. Los medios fríos que eran la escritura jeroglífica y los ideogramas, que todavía conservan algunas lenguas, tienen efectos muy diferentes de los del caliente alfabeto incorporado por fenicios y griegos. Las últimas consecuencias del alfabeto se consiguieron con la imprenta. Se rompió el corporativismo medieval y se crearon las pautas para el individualismo moderno. El calentamiento extremo del medio llevó al nacionalismo y las guerras de religión del siglo XVI. También hay ejemplos de épocas más recientes sobre los efectos de la inclusión y la exclusión que favorecen los medios. El papel de la mujer cambió y se fragmentó con el industrialismo, las máquinas que realizaban los trabajos del hogar y las guarderías.

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La fotografía es, visualmente, de alta definición. La historieta ilustrada es de baja definición porque aporta una información visual más bien pobre. El teléfono es un medio frío, o de baja definición, porque el oído únicamente percibe una pequeña cantidad de información. Lo mismo sucede con el habla. Un discurso lingüístico tan sólo puede entenderse si los receptores lo saben situar en los contextos adecuados para su comprensión. Por su parte, el cine es caliente porque es un medio que pertenece a la era de transición. Combina las técnicas mecánica y eléctrica. Está emparentado con la imprenta porque, en forma de rollos y de guiones, tiende a desarrollar el mundo real y se muestra muy próximo al libro. Pero el filme, a diferencia del texto, produce las mismas impresiones que aquello que se vive. En cambio, la televisión es fría porque, al contrario que el cine, pide al espectador un gran compromiso. Su imagen es muy pobre al estar formada por un número limitado de rayas y puntos, y, además, exige la manipulación de botones. Dice McLuhan que la televisión es una prolongación del sentido del tacto. Esta afirmación puede sorprender, pero pensemos en la participación que reclama ir más allá del sentido de la vista. La televisión se hace en el momento en que el espectador la contempla, mientras que el filme cinematográfico ya está hecho cuando se proyecta; la primera está formada por acciones y procesos en gestación, el segundo es historia vivida. Es evidente que lo más genuino de la televisión es el directo, aunque sea notorio que también permite la transmisión en diferido. En cambio, el cine necesariamente ha sido grabado con anterioridad. Pero, más allá de la naturaleza de los medios, también interviene la del ambiente sobre el que actúan. Así, los efectos de los medios calientes pueden ser fríos si el receptor es frío. Los individuos de los países en desarrollo son fríos. En cambio, son calientes los individuos que mantienen una cultura ligada a la textualidad. Las consecuencias de los medios calientes o fríos siempre dependen del medio cultural en que se empleen. Al usarse un medio caliente en una cultura fría, o a la inversa, se producen efectos de recalentamiento o enfriamiento. Así pues, debemos considerar que las nociones de frío y caliente deben ser entendidas de forma compleja, al referirse a la vez al medio y a su ambiente. La exploración del universo cultural “Yo no busco, encuentro” La forma de pensar occidental, y el método científico que ha crecido a su abrigo, está formada por modelos de ordenación lineal del espacio y del tiempo, con gran énfasis en la causalidad. El ejemplo que propone es el conocido paradigma de Shanon y Weaver. En la nueva era eléctrica se necesita otro modelo, otra forma de pensar basada en la riqueza sensorial de la parte derecha del cerebro. Si seguimos con los esquemas de pensamiento anteriores no podremos comprender la nueva complejidad en que nos han situado los medios de comunicación. McLuhan supone que la forma de pensar científica aísla la forma del fondo. Estas dos nociones las toma de la psicología de la Gestalt y de su aplicación en la crítica artística. Cada una de las situaciones que pueden encontrarse en la cultura está formada por un fondo que permanece desatendido y una figura que es atendida de forma preferente. En las pinturas hay una figura principal que sobresale y un fondo que se presenta de una sola vez y que está dominado por la figura. Los artefactos en los que domina una sola

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dimensión sensitiva menguan las funciones de los demás sentidos. Utilizando sus mismas palabras: “El truco es reconocer el patrón de cuatro partes de la transformación antes de que acabe. En su plena madurez, el tetraedro revela la estructura metafórica del artefacto con dos figuras y dos fondos en relación dinámica y analógica entre sí. El intervalo resonante define la relación entre figura y fondo, y estructura la configuración del fondo. A través de una conciencia comprensiva podemos ver el pasado y el futuro a la vez” (M. McLuhan y B. R. Powers, 1996, p. 21). Es precisamente la posibilidad de ver la realidad de forma multisensorial lo que se propone McLuhan con su, digamos, mecanismo. La tétrada, tomada en su totalidad, es la manifestación de cómo opera el pensamiento humano, y, al igual que el mecanismo semántico que realiza el tropo conocido como metáfora, proporciona la elevación de un fondo oculto hacia un primer plano de la sensibilidad. En términos generales, la tétrada, más que un método científico de ampliación del conocimiento, es un procedimiento de exploración. Un procedimiento a través del cual pueden valorarse las tensiones que actualmente se producen entre el espacio acústico y el visual. El científico, inmerso en el mundo visual (secuencial, lineal, lógico) hace preguntas interesadas en la realidad y actúa sistemáticamente. En cambio, el explorador se adentra en un ámbito de complejidad en el que no sabe qué encontrará. No tiene, no puede tener, un plan lógico de descubrimiento. Tiene que entregarse a la complejidad con todos los sentidos despiertos. Es así como funcionaba el ser humano primitivo. Tenía que actuar armado con todos los sentidos, que le orientaban en las diferentes direcciones posibles, introduciéndolo en un espacio y un tiempo no euclidianos. La semblanza que lleva a cabo McLuhan del hombre prealfabético nos recuerda el tipo de cognición que se produce en las culturas del Lejano Oriente. Allí los individuos tienden a ver la realidad en su totalidad, sin objetivarla en fragmentos. La principal utilidad de la tétrada es que permite ver el fondo oculto de las ideas o de los artefactos. Tal cosa permite al analista percibir la realidad que estudia, tanto desde el punto de la linealidad textual como del de la simultaneidad de los demás sentidos. La tétrada es como la metáfora. Revela la figura y el fondo de la misma forma que la cámara de televisión mostró, en las imágenes que proporcionaron las sondas espaciales, la figura y el fondo de la Tierra simultáneamente: se había creado un intervalo resonante. Inmersos en la situación de estar aquí y allí, lo que hacemos es armonizar las percepciones situadas en los dos hemisferios del cerebro. En estas condiciones el intervalo resonante es una especie de límite invisible entre el espacio visual y el acústico, y, al ser límite, establece un conjunto de posibilidades de acción recíproca. El espacio auditivo y el táctil (que va ligado a la vista) siempre van juntos. En las imágenes creadas por estos sentidos la figura y el fondo están en un equilibrio dinámico, que es resonante por las presiones que se hacen mutuamente. La tétrada tomada en su totalidad es una manifestación de los procesos de pensamiento humano. En concreto, las exploraciones no se basan en cuestiones teóricas, sino en los datos empíricos que se encontrarán. Este procedimiento, al aplicarse a medios nuevos o a artefactos desconocidos, permite realizar predicciones y, por lo tanto, podemos decir que es un instrumento de conocimiento. McLuhan añade una consideración interesante, desde el punto de vista de la antropología cultural: las tecnologías que empleamos los humanos

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son como las palabras que actúan como metáforas. Las relaciones entre presente y ausente, forma y fondo hacen que los usuarios establezcan relaciones impensadas. Las conexiones que encontramos en los tropos de presente y ausente –pero de un ausente que, de alguna forma, permanece en la mente de quien usa una metáfora o de quien la recibe– son precisamente de la misma naturaleza que las que podamos encontrar en todos los artefactos culturales. El mecanismo de la metáfora nos indica que los dos hemisferios del cerebro son intercambiables, a pesar de tener mediciones distintas, puesto que, como sabemos, uno proporciona la información ordenada de forma secuencial y en el otro los procesos se llevan a cabo de forma simultánea. Si se pretende manifestar todo este conjunto de relaciones esbozadas, McLuhan propone que se realicen las siguientes preguntas genéricas: 1. ¿Qué agranda cualquier artefacto? 2. ¿Qué desgasta o deja sin utilidad? 3. ¿Qué recupera de lo que antes había estado en desuso? 4. ¿Qué invierte o cambia al empujarlo hasta el límite de su potencia? Y, con sus mismas palabras: “La tétrada, como visualización del hemisferio derecho, nos ayuda a ver la figura y el fondo a la vez, precisamente ahora cuando los efectos latentes de la era mecánica tienden a oscurecer el fondo subliminado en la forma. Su principal utilidad es que lleva el fondo oculto a un plano visible que permite al analista percibir la doble acción de lo visual (hemisferio izquierdo) y lo acústico (hemisferio derecho) en la vida del artefacto o la idea” (M. McLuhan y B. R. Powers, 1996, p. 26). A través de este procedimiento podemos precisar e incluso prever las ventajas e inconvenientes de cualquier artefacto cultural. Por ejemplo, el automóvil. En La aldea global aparece un glosario tetrádico que conviene consultar. Por ejemplo, dice: Perspectiva a) Alienta el punto de vista particular. b) Convierte en obsoleta la observación panorámica. c) Recupera la especialidad. d) Se convierte en cubismo, multivisión. Palabra hablada a) Aumenta la conciencia de sí mismo: conciencia de lo que ha dicho otro. b) Convierte en obsoleto lo subhumano. c) Recupera la experiencia del pasado. d) Agrupa la competitividad y la estructura de clases. Palabra escrita a) Amplía la autoría privada, al individuo competitivo y orientado hacia un objetivo. b) Convierte en obsoleto el argot, los dialectos y la identidad de grupo, separa la composición y el rendimiento, divorcio de la vista y el oído. c) Recupera el elitismo tribal, el circuito encantado.

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d) Con el asalto del manuscrito a la producción masiva a través de la prensa llega el público lector corporativo y el “sentido histórico”. Radiotelevisión a) Mejora el acceso simultáneo (regional) de todo el planeta: todo el mundo “en el aire está en todas partes”. b) Convierte en obsoletos los cables y los cuerpos físicos. c) Recupera los medios ecológicos tribales –eco, trauma, paranoia– y también recupera la primacía de lo espacial, lo musical y lo acústico. d) Se convierte en un teatro de globalización (la invasión desde Marte de Orson Welles): ningún espectador, tan sólo actores. La representación tetrádica de los procesos nos ha llevado al conocimiento de que todos nuestros artefactos son en realidad palabras. Las palabras son la representación de las cosas, pero también son ideas. Por lo tanto, tienen la doble dimensión que representa la tétrada. Todos los objetos no verbales, ya sean agujas o artefactos, y también las leyes de la ciencia, incluyen en sus manifestaciones y efectos la estructura de cuatro partes, que, en principio, es propia del lenguaje. Ésta es la forma de ver de la parte derecha del cerebro. En cambio, si únicamente nos centramos en los objetos que denotan las palabras, nos situamos en el hemisferio izquierdo exclusivamente. McLuhan, pese a las ideas que postula, escribe libros, lo que podría interpretarse como una contradicción. Pero sus libros no son nada convencionales. Podría decirse que La Galaxia Gutenberg es el resultado del esfuerzo de traducir la televisión en forma escrita. Se trata de una especie de mosaico, lo que dificulta su comprensión de forma corriente. Hay que tener en cuenta que McLuhan no sigue las normas canónicas establecidas en las ciencias sociales. Si uno desea introducirse en su universo, debe centrarse en captar su originalidad. Algunas consideraciones finales La obra de Marshall McLuhan ha sido ampliamente discutida. Ha sido elogiada, pero también reprobada. Probablemente, una de las principales razones por las que todavía hoy no es reconocida en todo lo que vale es su estilo, y también su contenido. Después de leerlo y de comprender algunos aspectos de sus mensajes –y de constatar los numerosos puntos oscuros con respecto a otros–, uno puede darse cuenta de que la forma y el fondo de su obra mantienen siempre una profunda coherencia y que, por lo tanto, no se manifiesta a simple vista para un lector acostumbrado a trabajos académicos. La forma es poco presentable, pero no vulgar; desordenada, pretendidamente caótica al servicio de un fondo que puede sintetizarse mediante un par de metáforas: el círculo y el mosaico, o el trencadís, por recordar la obra de J.M. Jujol (2). El círculo, porque su pensamiento no sigue el orden lógico de la racionalidad que los occidentales hemos ido elaborando desde hace más de dos mil años. Los efectos se convierten en causas, y también al revés, de forma que la interpretación de sus discursos puede empezarse por el principio o por el final, tanto da. Su pensamiento es como un bosque –otra metáfora– formado por numerosísimos ambientes al mismo tiempo iguales y diferentes, que permiten una

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multitud de itinerarios posibles, lo cual quiere decir que invita a andar sin tener ninguno prefijado. Su obra también es un mosaico o un trencadís, porque está formada por elementos heterogéneos que forman una unidad nunca consolidada, nunca uniforme, nunca fijada en el espacio y el tiempo euclidianos. Lo cierto es que, con su fondo y su forma nos ha dicho cosas importantes sobre la cultura que estaba cambiando en el siglo XX y que sigue cambiando en el presente. Aun así, parece mentira pero muchos de quienes trabajan de una u otra forma en el campo de la cultura todavía no se han dado cuenta del terremoto que se ha producido a partir de la aparición del telégrafo y la fotografía, y, más tarde, de la creación de las industrias culturales. Él fue consciente de que, al cambiar la forma de comunicarnos, también lo haría nuestra vida sensorial y cognitiva. Se había acusado a McLuhan de ser un pensador conservador porque nunca le encontramos afirmaciones críticas sobre cuestiones sociales o políticas. Pero ésta es una cuestión secundaria, porque lo que realmente debe interesarnos es qué aportaciones ha realizado para un mejor conocimiento de la cultura contemporánea. En el fondo, ningún autor que haya realizado aportaciones a la civilización puede ser considerado como conservador. No hay nada más revolucionario que el pensamiento y la ciencia. McLuhan pensó y nos ha dejado el legado de sus obras. Notas 1. McLuhan habla de tres eras de la civilización. Se trata de una afirmación genérica, pero en realidad su razonamiento únicamente se aplica, de forma plena, en Occidente, dado que la etapa eléctrica es un objetivo no alcanzado por muchos pueblos. De lo que dice se desprende que las culturas no occidentales tan sólo han realizado un recorrido parcial. 2. Josep Maria Jujol, arquitecto que colaboró con Antoni Gaudí y al que se deben los bancos del Parque Güell de Barcelona. Dichos bancos están formados por una estructura de cemento recubierta por numerosos trozos de cerámica rota. Obras de McLuhan (1951) The Mechanical Bride: The Folklore of Industrial Man. Nueva York: Vanguard Press. (1960) Explorations in Communication, Edmund Carpenter y Marshall McLuhan (comp.). Boston: Beacon Press. Edición castellana (1974): El aula sin muros. Barcelona: Editorial Laia. (1962) The Gutenberg Galaxy: The Making of Rypographic man. Toronto: University of Toronto Press. Versión catalana (1972): La Galàxia Gutenberg. La formació de l’home tipogràfic. Barcelona: Edicions 62. Versión castellana (1969): La Galaxia Gutenberg. La formación del homo tipográfico. Madrid: Aguilar. (1964) Understanding Media. The Extensions of Man Cambridge, Massachusetts: The MIT Press. Edición castellana (1996): Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós. (1964) Voices of Literature, vol. 1. Toronto y Montreal: Holt, Richard and Winston of Canada. (1965) Voices of Literature, vol. 2. Toronto y Montreal: Holt, Richard and Winston of Canada.

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(1967) The Medium is the Massage: An Inventory of Effects, con Quentin Fiore. Nueva York: Bantam Books. Edición castellana (1995): El medio es el masaje: un inventario de efectos. Barcelona: Paidós. (1967) McLuhan: Hot and Cool (comp.). Gerald S. Stern. Nueva York: New American Library, Signet Books. (1968) Through the Vanishing Point: Space in Poetry and in Painting, con Harley Parker. Nueva York: Harper and Row. (1968) War and Peace in the Global Village, con Quentin Fiore. Nueva York: Bantam Books. Edición catellana (1985): Guerra y paz en la aldea global. Barcelona: Planeta Agostini. (1969) The Interior Landscape: The Literary Criticism of Marshall McLuhan, 1943-1962, compilación e introducción de Eugene McNamara. Nueva York: McGraw-Hill. (1969) Counterblast. Toronto: McClelland and Steward. (1969) McLuhan: Pro and Con, Raymond Rosenthal (comp.). Nueva York: Pelican Books. (1970) From Cliche to Archetype, con Wilfred Watson. Nueva York: Viking Press. (1970) Cultur Is Our Business. Nueva York: McGraw-Hill. (1972) Take Today: The Executive as Droupot, con Barrington Nevitt. Nueva York: Harcourt Brace Jovanovitch. (1977) City as Classroom: Understanding Language and Media, con Kathryn Hutchon y Eric McLuhan. Agincourt, Ontario: The Book Society of Canada. (1977) D’oeil à oreille. Montreal: Éditions Hurtubise HMH. (1977) Autre homme autre chrétien à l’âge electronique, con Pierre Babin. Lyon: Éditions du Chalet. (1987) Letters of Marshall McLuhan, Matie Molinaro, Corinne McLuhan y William Toye (comp.). Toronto: Oxford University Press. (1988) Laws of Media: The New Science, con Eric McLuhan. Toronto: University of Toronto Press. (1989) The Global Village, con Bruce Powers. Nueva York y Oxford: Oxford University Press. Edición castellana (1996): La aldea global. Barcelona: Gedisa. (1989) Marshall McLuhan: The Man and his Message, con George Sanderson y Frank MacDonald (comp.). Golden, Colorado: Fulcrum.

Lección 33

Los estudios de recepción (apartes de la lección original)

Maria Corominas Fuente: Portal de la comunicación Aula abierta | Lecciones básicas http://www.portalcomunicacion.com Introducción Los estudios sobre la recepción, ligados al análisis de la influencia, se han convertido en los últimos veinte años en uno de los sectores clave del desarrollo de las teorías de la comunicación. En este ámbito se ha producido, además, un progresivo acercamiento –

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algunos autores hablan de convergencia— entre las tradiciones de investigación hasta aquel momento separadas –y en oposición--: la funcionalista, también llamada sociológica o liberal y la crítica, también conocida como marxista, junto a los estudios etnográficos de audiencia o conceptos como “comunidad interpretativa”, de procedencia interpretativa. En estas líneas, se presenta una caracterización global de estos estudios, a la vez que se analizan las influencias recibidas, los principales conceptos y las aportaciones más significativas. Los estudios de recepción: Caracterización general A partir de los años ochenta se desarrolla lo que podríamos calificar como una nueva corriente –o, por lo menos, que tiende a definirse como tal, aunque solo lo sea relativamente—en el análisis de audiencia (nota 1). De forma general, esta corriente estudia los procesos a través de los cuales la audiencia construye significado a partir de la exposición a los medios. Justamente, uno de los puntos centrales de los estudios de recepción es el carácter activo que se otorga a la audiencia; la capacidad de actuación que se le reconoce en su relación con los medios. Este punto, además, se presenta como novedoso en la investigación. El investigador danés Klaus Bruhn Jensen (992: 97), que trabaja en este campo desde la perspectiva de la semiótica social de la comunicación de masas, lo ha sintetizado así: “La investigación cualitativa reciente indica que las audiencias tienen la capacidad de asignar su propio sentido a los medios de comunicación y además, que en el proceso de recepción los medios satisfacen una fama de intereses y placeres legítimos de la audiencia”. Influencia funcionalista Sin embargo, hay que matizar que la tradición funcionalista clásica ya había reconocido una primera actuación a la audiencia, por lo menos en términos de cierta capacidad selectiva (nota 2). En la misma línea, también el modelo de los Usos y las Gratificaciones había entendido a los receptores como individuos activos en su relación con los medios de comunicación en términos de exposición, consumo, decodificación y usos sociales. Virginia Nightingale (999:3 ), al estudiar la genealogía de los nuevos estudios de audiencia y recepción, ha señalado que “la actividad de la audiencia y su prioridad como fuente de crítica cultural”, dos premisas básicas de los Usos y las Gratificaciones, “se puede considerar que anuncian algunos de los aspectos más radicales de la teoría textual abordados por el experimento de los estudios culturales de audiencia, aunque la adhesión de este modelo al funcionalismo resulte inaceptable para el culturalismo”. Influencia de los estudios críticos Desde el punto de vista de los estudios críticos, la investigación ha tendido a subrayar como la audiencia genera significados propios a partir de la recepción de los textos

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mediáticos, incluso en oposición a las lecturas preferentes (nota 3) propuestas por los propios textos. Toda esta tradición de investigación ha sido muy influida por la obra del francés Michel de Certeau, filtrada –en inglés—por John Fiske (nota 4). Las ideas-fuerza de estos autores giran alrededor de la capacidad de la audiencia para desarrollar tácticas de resistencia y para crear significados acordes “con sus necesidades sociales y emocionales y no con la de los productores capitalistas” (Underwood, Mick: Mick’s cultural studies). Todavía en el campo de los estudios críticos hay que citar, especialmente para el contexto latinoamericano, la influencia de los estudios de Jesús Martín Barbero (nota 5) sobre las mediaciones, la que se ha llamado corriente del Uso social de los medios. Influencia intepretativa Una de las influencias principales de la corriente interpretativa en los estudios de recepción es el concepto de “comunidad interpretativa”, entendida –de acuerdo con Lindlof (988)—como grupo de personas que comparten unas competencias a la hora de interpretar los medios de comunicación de masas. El contexto de recepción Por otra parte, hay que señalar también que los estudios culturales se han interesado cada vez más por la etnografía de las audiencias. Esto ha conducido a los estudios de audiencia a ampliar la perspectiva y, con el fin de estudiar los procesos de entendimiento y de interpretación de los mensajes por parte de la audiencia, incorporar al lado del texto (novela, película, programa de televisión, etc.) y del receptor al contexto de recepción, entendido básicamente como contexto social en cuyo interior los mensajes adquieren sentido. Los estudios de audiencia, pues, tienen en cuenta a los contenidos y a la audiencia, pero enfatizan los contextos dónde viven los receptores, porque son los que crean los marcos idóneos dentro de los cuales los mensajes adquirirán sentido. En esta línea, y teniendo en cuenta que un número significativo de estudios se ha ocupado de la televisión, la familia se ha definido como contexto de recepción especialmente pertinente. En palabras de Guillermo Orozco (992:11), un autor fundamental en los estudios de recepción en América Latina: “La familia en tanto que grupo donde regularmente se ve la televisión y se entabla una interacción directa con su programación cotidiana, constituye también una ‘comunidad de apropiación’ del mensaje televisivo. Los miembros de la familia, sobre todo los adultos, ejercen una influencia permanente en los más pequeños (los niños), no sólo en los gustos y preferencias televisivas que van desarrollando, sino también en sus modos de apropiación de lo que ven y escuchan en la pantalla”. La actividad de la audiencia El carácter activo de la audiencia se define en esta corriente de estudios como fundamental, pero ¿en qué consiste? El investigador mexicano Guillermo Orozco la analizó

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en su tesis doctoral (Ver nota 6) y lo ha explicado posteriormente. Según este autor (996:35), ante el televisor los miembros de la audiencia entran en una “secuencia interactiva que implica varios grados de involucramiento y procesamiento de contenido televisivo”. Aunque identifica las etapas principales de esta secuencia, que “arranca con la atención, pasa por la comprensión, la selección, la valoración de eso percibido, el almacenamiento e integración con informaciones anteriores y, finalmente, se realiza una apropiación y una producción de sentido”, también reconoce que se puede realizar de formas distintas. Sin embargo, en cualquier caso se trata de un proceso fundamentalmente sociocultural. Los niveles microsociológico y macrosociológico Uno de los objetivos fundamentales de los estudios de audiencia –o por lo menos de algunos autores—es articular los dos niveles de constitución de la sociedad: el macrosociológico y el microsociológico. El ámbito macrosociológico es el campo amplio y abstracto de la política, la economía, la ideología, la cultura; el microsociológico, en cambio, es el campo concreto de interacciones humanas: la familia, el trabajo, los vecinos, etc. El norteamericano James Lull (992a), uno de los autores que ha trabajado en este campo, concreta este objetivo: “La teoría social nos tendría que proporcionar un marco para analizar cómo la gente interactúa con los medios y entre ellos y qué significan estas actividades en términos sociales más amplios”. Los estudios de audiencia se mueven en el entorno inmediato del individuo, sus relaciones personales directas, sobre todo dentro de la familia. Se situan, pues, en el nivel microsocial y parten de las capacidades comunicativas de los individuos. Estos actúan recibiendo y dando sentido a lo que les llega de los medios y, simultáneamente, participan en la vida social: forman parte de partidos políticos, sindicatos, ONG, votan en las elecciones, etc.; son ciudadanos y, en tanto que tales, actuan en el ámbito macrosociológico. Para vincular estos dos niveles, Lull parte de las aportaciones del sociólogo británico Anthony Giddens y, en concreto, de su teoría de la estructuración. Giddens no quiere distinguir explícitamente entre estos dos niveles y se centra en el concepto de estructura, entendida como los procesos de articulación de los sistemas sociales, los procesos de construcción de las relaciones sociales. El planteamiento de Giddens se caracteriza, por un lado, porque nos sitúa dentro de la producción de la sociedad por parte de los individuos y, por otra parte, porque pone el énfasis en los procesos de comunicación –y más en concreto la conversación o la comunicación cara a cara—como motor de la dinámica social. En realidad, aquí se plantea la discusión sobre la supeditación de los individuos a las estructuras básicas de la sociedad. Para el pensamiento moderno, sea funcionalista o marxista, la sociedad se impone a los individuos; las creencias y las actuaciones de los individuos se supeditan a la ideología, la cultura o el sistema legal de la sociedad.

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Los estudios de la recepción no niegan rotundamente esta relación, pero plantean la necesidad de rediscutirla, de volverla a plantear ante la evidencia que los individuos utilizan creativamente los marcos sociales generales (Ver nota 7). Lull, en concreto, reclama que se supere la contradicción entre los individuos y la estructura social. Para él, la actuación de los individuos se explica siempre como si fuera casi autónoma; se plantea como si los individuos actuaran de forma muy autónoma en el nivel microsocial, olvidando que los individuos y las relaciones microsociales son construidos en el nivel macrosocial. Para Lull, la salida de esta contradicción es posible si se consideran las estructuras de la sociedad como creadas y recreadas de forma continua por la acción de las personas; si se considera que no hay reproducción pasiva de ideología, sino interacción continua. Los medios de comunicación se consideran uno de los procedimientos más importantes de los que dispone la sociedad para autoreproducirse. Pero la audiencia no reproduce pasivamente la ideología, sino que interactua continuamente con los contenidos de la televisión (medio central) y del resto de medios del sistema comunicativo. En los estudios de recepción, el contexto de recepción permite ver como los distintos planos de la vida (el económico, el político, el cultural, etc.) se articulan en prácticas rutinarias regidas por normas, entre las que se encuentra ver la televisión. Aspectos metodológicos Desde el punto de vista de la forma como se lleva a cabo la investigación, los estudios de recepción también se caracterizan por la confluencia entre las dos grandes tradiciones, ya que utilizan tanto las metodologías cuantitativas como las cualitativas. El británico David Morley (996:3), entre otros, lo comenta explícitamente y de forma muy gráfica: “Creo que un solo método no puede reclamar el monopolio de la virtud y, además, que la sola elección del método no puede garantizar o echar a perder un determinado estudio. Personalmente, leería con mayor entusiasmo una buena encuesta que un mal trabajo etnográfico (y a la inversa)”. Hay que decir, sin embargo, que en general se tiende a primar la investigación cualitativa. Asimismo, hay que señalar que los estudios de recepción también reivindican la empiria –que había sido prácticamente monopolizada por el positivismo—desde la tradición crítica. Debe subrayarse también que la investigación etnográfica sobre audiencia televisiva presupone que el investigador puede acceder físicamente al ámbito privado –y hasta aquel momento respetado—dónde tiene lugar la recepción televisiva: el hogar. De esa forma, la familia se considera la audiencia primaria de televisión y se convierte en una especie de unidad natural de análisis. Pero, como ha destacado Morley (996:268), ni todos los sectores del hogar ni toda la acción social que se desarrolla en el serán accesibles para el investigador. Por ello, “el etnógrafo debe ser consciente de esta parcialidad, este carácter incompleto y estas brechas estructuradas que siempre tendrá el informe que pueda elaborar”. Desde distintas perspectivas se ha constatado la dificultad de estudiar las audiencias de televisión. Para el mexicano Orozco (996:67), “se han manifestado como entes colectivos,

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aunque segmentados, de difícil apreciación. Su actividad ante los medios y mensajes, ya sea con ellos o a partir de ellos, así como la consiguiente producción comunicativa, constituyen siempre un desafío para los investigadores de la comunicación”. El británico Morley (996:285) también se expresa en términos de reto: “el desafío principal se encuentra en nuestra capacidad para construir la audiencia como fenómeno social y también semiológico (cultural), y en nuestra capacidad para reconocer la relación entre los televidentes y el aparato de televisión, en tanto que ambas están mediadas por las determinaciones de la vida cotidiana y la vinculación diaria que establece la audiencia con todas las otras tecnologías en juego en el manejo de la comunicación cotidiana mediática”. Para la australiana Nightingale (999:233), es “problemático decidir cuando una persona se encuentra en una relación de audiencia y cuando cesa dicha relación. En algunos contextos, la relacion audiencia-texto puede existir tan solo en el espacio-tiempo en que se mira un programa. Pero es bastante posible que la relación continúe fuera del marco de este contexto”. Esta concepción lleva, en definitiva, a entender a la audiencia como sujeto y no solo como objeto y, como ha destacado Orozco (996:32), “como un sujeto ‘que se va constituyendo’ como tal de muchas maneras y diferenciando como resultado de su interacción particular con la TV y, sobre todo, como consecuencia de las distintas mediaciones que entran en juego en su proceso de recepción”. Usos sociales de la televisión A partir de sus estudios sobre recepción televisiva en casa, James Lull ha establecido una tipología sobre usos sociales de este medio, dentro de la cual distingue dos grandes tipos: los usos estructurales y los usos de relación. Los usos estructurales, a su vez, pueden ser ambientales o reguladores. En el primer caso, se trata de usos televisivos que hacen referencia a la creación de un flujo que actua como ruido de fondo. Con un símil, podríamos decir que se trata de una especie de música ambiental que proporciona, por ejemplo, compañía mientras se realizan las tareas domésticas. Sin embargo, en otro sentido, este rumor de fondo también debe entenderse como la garantía de que la televisión es una fuente de entretenimiento para la familia. En cuanto a los usos estructurales reguladores, designan la organización de la jornada, y de las distintas actividades familiares, en función de las citas televisivas. Lull también incluye aquí la incidencia de la televisión en los modelos de conversación que se mantienen dentro de la familia. Los usos de relación se centran en ver cómo los miembros de la familia utilizan la televisión para crear acuerdos prácticos sociales. Para Lull, estos usos pueden ser de cuatro tipos distintos, aunque no tiene que haber plena exclusividad entre categorías. En este sentido, la televisión puede ser una ayuda para facilitar la comunicación: la audiencia utiliza las historias, los personajes y los temas propuestos por la televisión como modalidades que facilitan la conversación. La televisión también puede tener un uso de

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pertinencia/exclusión; puede ser un medio de aprendizaje social, puede ofrecer oportunidades para demostrar la competencia o para crear formas de dominio. A partir de la obra de Lull, el danés Jensen (992) ha analizado los usos (Ver nota 8) sociales de las noticias de televisión y ha identificado usos contextuales, informativos, legitimadores y diversos. A modo de conclusión Una de las contribuciones de la investigación sobre recepción es, sin duda, la reflexión crítica que se ha producido sobre la propia investigación. Esta reflexión ha permitido la superación progresiva de los marcos teóricos o conceptuales pero, sobre todo, ha hecho posible el avance en el proceso de comprensión de la comunicación mediada en la sociedad de una forma más global, y ya no compartimentada en las parcelas clásicas de audiencia y efectos. En la medida que la comunicación es un proceso cambiante, el debate no está cerrado ni terminado. Entre otros, se plantea ahora como cuestión fundamental la necesidad de plantear la reflexión en el nuevo contexto que define la globalización. Notas 1. Para un análisis del debate sobre este campo de estudio véase, entre otros, el trabajo de investigación de Anna Clua (999): L'estudi dels contextos de la recepció dels mitjans de comunicació de masses. Una aproximació. Bellaterra: Departament de Periodisme i de Ciències de la Comunicació. Universitat Autònoma de Barcelona [mecanoscrito, en catalán] y, en castellano, la obra de Virginia Nightingale (999). Para información en línea en inglés sobre y de algunos autores, véase el apartado correspondiente a "Theorists and Critics" dentro de popcultures.com del Sarah Zupko's Cultural Studies Center. 2. Precisamente una primera conceptualización de la audiencia como tal (diferenciándola de masa o de público) tiene lugar en The People's Choice: How the Voter Makes Up His Mind in a Presidential Election (Lazarsfeld, Paul F.; Bernard Berelson y Hazel Gaudet. Nueva York: Columbia University Press, 1 944), investigación que marcó el inicio de la etapa de los efectos limitados y que comportó el reconocimiento de la capacidad selectiva de la audiencia o, dicho en otros términos, la tendencia a buscar contenidos afines con sus opiniones y a evitar los discordantes. Aunque posteriormente la hegemonía de la televisión dentro del sistema comunicativo llevó a cuestionar estos supuestos, "la evitación defensiva de mensajes disonantes persiste hasta cierto punto, particularmente cuando la definimos como falta de atención en lugar de simplemente como abstención" (Curran, 1 997:1 0). 3. De acuerdo con Stuart Hall, de forma simplificada podemos decir que la lectura preferente és la propuesta por el texto como dominante a través de la codificación. Sin embargo, la audiencia puede adherirse a ella, oponerse o también realizar una lectura negociada. 4. El jesuita Michel de Certeau (925-1 986) se dedicó a la historia, la antropología y el psicoanálisis, entre otros. Su obra ha tenido relativamente poca difusión directa. En español, por ejemplo, se editó en 1 999 La cultura en plural (Buenos Aires: Nueva Visión), obra original de 1 974 y un antecedente de su texto fundamental en los estudios de audiencia: L'invention du quotidien (París: Gallimard, 1 980). Se ha conocido

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especialmente a través de la difusión hecha, en inglés, en la obra del australiano John Fiske. 5. Martín Barbero, Jesús (986): De los medios a las mediaciones. México: Gustavo Gili. El mexicano Guillermo Orozco (996:3) dice que la pregunta que ha orientado esta corriente ha sido la misma que ha inspirado a la investigación de Usos y gratificaciones: ¿Qué hace la audiencia con la TV?" 6. La tesis, de 1 988, lleva el título de Commercial Television and Children's Education in Mexico y fue defendida en la Universidad norteamericana de Harvard." 7. En este sentido, el propio Lull ha estudiado como se ha utilizado creativamente la televisión por parte de la audiencia la televisión en China. Véase, por ejemplo, en español Lull (992b)." 8. El término uso hace referencia a "este amplio rango de relevancias sociales, familiares e individuales que los televidentes adscriben a las noticias y a otros géneros de los medios de comunicación. Eso sobrepasa a la mayoría de las formulaciones de la investigación sobre usos y gratificaciones" (Jensen,1 992:1 06)." Bibliografía

Clua, Anna (999): L'estudi dels contextos de la recepció dels mitjans de comunicació de masses. Una aproximació. Bellaterra: Departament de Periodisme i de Ciències de la Comunicació. Universitat Autònoma de Barcelona. [Mecanoscrit]

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Fiske, John (987): Television Culture. Londres-Nueva York: Methuen. Jensen, Klaus Bruhn (992): "La política del multisignificado: Noticias en la

televisión, conciencia cotidiana y acción política", in Guillermo Orozco (comp.): Hablan los televidentes: Estudios de recepción en varios países, México, Universidad Iberoamericana, pág. 97-1 29.

Jensen, Klaus Bruhn; Nicholas Jankowski (eds.) (993): Metodologías cualitativas de investigación en comunicación de masas. Barcelona: Bosch. [Ed. original: Qualitative methodologies for mass communication research. Londres: Routledge, 1993.]

Lindlof, Thomas R. (988): "Media Audiences as Intepretive Communities", in James A. Anderson (ed.): Communication Yearbook, núm.11 , Newbury Park, Sage, pág. 8 -07.

Lull, James (992a): "La estructuración de las audiencias masivas", in Diálogos de la comunicación [en línea], núm.32 (Consulta: Febrero de 2000).

Lull, James (992b): "Recepción televisiva, reforma y resistencia en China", in Guillermo Orozco (comp.): Hablan los televidentes: Estudios de recepción en varios

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Nightingale, Virginia (999): El estudio de las audiencias. El impacto de lo real. Barcelona: Paidós. [Ed. original: Studying Audiences. The Shock of the Real. Londres-Nueva York: Routledge, 1 996]

Orozco, Guillermo (992): "Familia, televisión y educación en México", in Guillermo Orozco (comp.): Hablan los televidentes: Estudios de recepción en varios países, México, Universidad Iberoamericana, pág. 11 -32.

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CAPÍTULO 8 Lección 36

El interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto Hacia un nuevo concepto de comunicación

Marta Rizo

Fuente: Portal de la comunicación Aula abierta | Lecciones básicas http://www.portalcomunicacion.com Introducción Desde el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad, la teoría de la comunicación se ha ido construyendo desde perspectivas muy diferentes. Desde la teoría físico-matemática de Shannon y Weaver, conocida como “Teoría matemática de la información”, hasta la teoría psicológica basada en la percepción propuesta por Abraham Moles, pasando por una teoría social que relaciona lenguaje y comunicación –Saussure-, por el enfoque de la antropología cognitiva –Levi Strauss- y los abordajes fundamentados en la interacción –Bateson, Watzlawick, Goffman. Y más aún, también han destacado las aportaciones en el campo de los efectos de la comunicación de masas, un ámbito representado por nombres como Lasswell, Lazarsfeld, Berelson y Hovland, y las teorías críticas de la comunicación, promovidas desde la Escuela de Frankfurt por intelectuales como Adorno, Horkheimer y Marcuse, entre otros. Este panorama pone en evidencia la complejidad del tema, las múltiples aportaciones con que se ha tratado de dotar de coherencia a lo que conocemos como Teoría de la Comunicación. Ello es resultado, entre otros factores, de la polisemia misma del concepto de comunicación. Es sabido que la comunicación puede entenderse como la interacción mediante la que los seres vivos acoplan sus respectivas conductas frente al entorno, a partir de la transmisión de mensajes, signos convenidos por el aprendizaje de códigos comunes. También se ha concebido a la comunicación como el propio sistema de transmisión de mensajes o

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informaciones, entre personas físicas o sociales, o de una de éstas a una población, a través de medios personalizados o de masas, mediante un código de signos también convenido o fijado de forma arbitraria. Y más aún, el concepto de comunicación también comprende al sector económico que aglutina las industrias de la información, de la publicidad, y de servicios de comunicación no publicitaria para empresas e instituciones. Estas tres acepciones ponen en evidencia que nos encontramos, sin duda alguna, ante un término polisémico. Sin embargo, el debate académico en torno a la comunicación ha sido dominado por una perspectiva que reduce el fenómeno comunicativo a la transmisión de mensajes a través de los llamados medios de difusión. Sin ánimos de considerar vacío e innecesario dicho debate, consideramos que la comunicación va más allá de esta relación mediada. Es, antes que nada, una relación interpersonal. El Interaccionismo Simbólico –nombre acuñado por Herbert Blumer en 1938- y la Escuela de Palo Alto, también conocida como “Colegio Invisible” (nota 1), son dos claras manifestaciones de este intento por considerar a la comunicación, antes que nada, como interacción social. Ambos enfoques se desarrollan a mitad del siglo XX, y hasta entrados los años 80. Las dos corrientes orientan sus reflexiones e investigaciones desde un punto de partida básico: las definiciones de las relaciones sociales son establecidas interactivamente por sus participantes, de modo que la comunicación puede ser entendida como base de toda relación. El Interaccionismo Simbólico Los principales autores del Interaccionismo Simbólico son Herbert Blumer, George Herbert Mead, Charles Horton Cooley y Erving Goffman. Todos ellos compartieron el interés de analizar a la sociedad en términos de interacciones sociales. El punto de partida se encuentra en las ideas ya expuestas por Robert Ezra Park, de la Escuela de Chicago. Sin embargo, los conceptos de “sí mismo” (George H. Mead), “yo espejo” (Charles H. Cooley) y “ritual” (Erving Goffman), son los que han pasado a la historia como fundamentales para la comprensión del Interaccionismo Simbólico.

Génesis y antecedentes Desde 1910, la comunicación en los EEUU está vinculada al proyecto de construcción de una ciencia social sobre bases empíricas. La Escuela de Chicago es su centro. La supremacía de esta escuela vio su fin en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. El campo de observación privilegiado por la Escuela de Chicago es la ciudad como “laboratorio social”, con sus signos de desorganización, marginalidad, aculturación, asimilación; la ciudad como lugar de “movilidad”. Uno de los principales estudiosos fue Robert Ezra Park (1864-1944), quien fundamentó sus estudios en lo que denominó "ecología humana". Robert E. Park define la ecología como la ciencia de las relaciones del organismo con el entorno que abarca el sentido amplio de las condiciones de existencia; uno de los componentes de la ecología humana

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es el territorio, y los medios están dentro de éste. Tomando como marco esta definición, se inician nuevos parámetros de estudio donde se observan las competencias entre individuos que tienen la misma cultura y que buscan la interacción entre ésta; se observan, por otra parte, las diferencias sociales y culturales que hacen a cada ser alguien diferente. Robert E. Park, E.W. Burguess y R. D. McKenzie, en The City (1925), presentan su programa como un intento de aplicación sistemática del esquema teórico de la ecología vegetal y animal al estudio de las comunidades humanas. En sus estudios sobre la sociabilidad en el seno del tejido de la vida urbana, Park admite la dificultad de trazar la línea de separación entre lo biótico y lo social. La obra de Charles Horton Cooley (1864-1929) precedió a Robert E. Park en el análisis de los fenómenos y los procesos de comunicación. Cooley se dedicó a la etnografía de las interacciones simbólicas de los actores, siguiendo los pasos de George Herberd Mead, y fue el primero en usar la expresión “grupo primario” (Cooley, 1909) para denominar a los grupos que se caracterizan por una asociación y una cooperación íntima cara a cara. La propia opción etnográfica (nota 2) estuvo supeditada a una concepción del proceso de individuación, de la construcción del self o ‘sí mismo’ (Mead, 1934). El individuo es capaz de una experiencia singular, única, que su historia vivida traduce, y está sometido al mismo tiempo a las fuerzas de la nivelación y la homogeneización de los comportamientos. Con respecto a los medios de comunicación, desde la Escuela de Chicago éstos fueron concebidos como factores de emancipación, de ahondamiento en la experiencia individual, y como promotores de la superficialidad de las relaciones sociales y de los contactos sociales, de la desintegración. Uno de los postulados básicos de la escuela fue que si existe comunicación, es sólo en virtud de las diversidades o diferencias individuales, algo que se contradice si tomamos en cuenta las teorías que, en esa época, ponían el énfasis en el carácter homogéneo de la “masa” receptora de los medios de comunicación.

Premisas básicas Desde el Interaccionismo Simbólico se destaca la naturaleza simbólica de la vida social. La finalidad principal de las investigaciones que se realizaron desde esta perspectiva fue el estudio de la interpretación por parte de los actores de los símbolos nacidos de sus actividades interactivas. En este sentido, en Symbolic Interaccionism, Herbert Blumer (1968) establece las tres premisas básicas de este enfoque: 1. Los humanos actúan respecto de las cosas sobre la base de las significaciones que estas cosas tienen para ellos, o lo que es lo mismo, la gente actúa sobre la base del significado que atribuye a los objetos y situaciones que le rodean. 2. La significación de estas cosas deriva, o surge, de la interacción social que un individuo tiene con los demás actores.

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3. Estas significaciones se utilizan como un proceso de interpretación efectuado por la persona en su relación con las cosas que encuentra, y se modifican a través de dicho proceso. De estas premisas se extrae que el análisis de la interacción entre el actor y el mundo parte de una concepción de ambos elementos como procesos dinámicos y no como estructuras estáticas. Así entonces, se asigna una importancia enorme a la capacidad del actor para interpretar el mundo social. Los interaccionistas simbólicos conciben el lenguaje como un vasto sistema de símbolos. Las palabras son símbolos porque se utilizan para significar cosas, y hacen posible todos los demás signos. Los actos, los objetos y las palabras existen y tienen significado sólo porque han sido o pueden ser descritas mediante el uso de las palabras. Uno de los conceptos de mayor importancia dentro de la corriente del Interaccionismo Simbólico fue el de self, propuesto por George Herbert Mead. En términos generales, el self (‘sí mismo’) se refiere a la capacidad de considerarse a uno mismo como objeto; el self tiene la peculiar capacidad de ser tanto sujeto como objeto, y presupone un proceso social: la comunicación entre los seres humanos. El mecanismo general para el desarrollo del self es la reflexión, o la capacidad de ponernos inconscientemente en el lugar de otros y de actuar como hablarían ellos. Es mediante la reflexión que el proceso social es interiorizado en la experiencia de los individuos implicados en él. Por tales medios, que permiten al individuo adoptar la actitud del otro hacia él, el individuo está conscientemente capacitado para adaptarse a ese proceso y para modificar la resultante de dicho proceso en cualquier acto social dado. Mead identifica dos aspectos o fases del self: el yo y el mí. El yo es la respuesta inmediata de un individuo a otro; es el aspecto incalculable, imprevisible y creativo del self. Las personas no saben con antelación cómo será la acción del 'yo'. El yo reacciona contra el mí, que es el conjunto organizado de actitudes de los demás que uno asume. Las propuestas de Erving Goffman En los años 60 y 70 destaca la obra de Erving Goffman (1922-1982), conocida por su extraordinaria minucia descriptiva, vertebrada por la idea de que la interacción social agota su significado social más importante en la producción de apariencias e impresiones de verosimilitud de la acción en curso. En Goffman, la sociedad se muestra como una escenificación teatral en que la vieja acepción griega de “persona” recobra plenamente su significado. Algunas de sus obras más representativas son La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959), Estigma. La identidad deteriorada (1963) y Relaciones en público (1971). El autor se propuso comprender la vida cotidiana de las instituciones. Entendiéndolas como sistemas cerrados, Goffman superó los enfoques clásicos, que él mismo agrupa en cuatro grandes rubros: el técnico, el político, el estructural y el cultural. Su enfoque dramático permite la intersección de los cuatro rubros anteriores y, por lo tanto, la captación de la vida institucional en todos sus aspectos. Es, en este sentido, un acercamiento multidimensional.

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El punto de partida de Goffman fue un amplio conocimiento de la historia de las instituciones anglo-americanas. Progresivamente, el autor completó una conceptualización de los actos de la vida cotidiana como escenificaciones: el modelo analógico se convirtió, así, en el cimiento de las observaciones posteriores que permitieron enriquecer y ajustar el modelo propuesto. En primer lugar, el trabajo de Goffman no se limita a aportarnos un cuadro descriptivo de las instituciones observadas. Los datos son procesados y analizados, hacen surgir y retroalimentan al modelo interpretativo. En segundo lugar, las conclusiones analíticas rebasan el nivel del aquí y ahora. La comparación de diferentes estudios permite pasar a un segundo nivel de abstracción en el que el modelo es sometido una vez más a prueba. En tercer lugar, esta última fase es sometida una vez más al proceso analítico al final del cual es posible postular que las conclusiones y el modelo teórico-metodológico que lo sustentan tienen las características esenciales de un teorema general. El modelo planteado por Erving Goffman recibió el nombre de enfoque dramático o análisis dramatúrgico de la vida cotidiana, y puede sintetizarse como sigue: 1. Permite comprender tanto el nivel macro (institucional) como el micro (el de las percepciones, impresiones y actuaciones de los individuos) y, por lo tanto, el de las interacciones generadas y generadoras de la vida social. En este sentido, destaca el importante papel asignado a la interacción –a la comunicación, así pues- en la formación de la vida social. 2. El poder interpretativo de este modelo tiene como límites el de los mundos culturales análogos al de las sociedades anglosajonas. Para conservar su poder heurístico en otras sociedades como las orientales, el modelo deberá ser alimentado con estudios de casos que permitan el ajuste de las categorías de análisis que conforman su estructura. En este punto se advierte una limitación en el modelo de Goffman; limitación que, por otro lado, se repite en cualquier modelo teórico-metodológico, realizado en un contexto –espacio-temporal- determinado. 3. Goffman lleva su reflexión sobre la interpretación dramática hasta sus últimas consecuencias. Así entonces, el autor retoma los elementos esenciales de su análisis para acercarse al problema del individuo. Es decir, lleva a la práctica el principio dialéctico que establece la relación y el enriquecimiento entre cada una de las fases de la investigación y, aplicando el conocimiento sobre los dos primeros niveles, logra explicar elementos de las actuaciones individuales inicialmente no definidos. Uno de los elementos más decisivos de la obra de Erving Goffman fue la conceptualización del “ritual”. Desde su perspectiva, más que de un suceso extraordinario, el ritual es parte constitutiva de la vida diaria del ser humano, por lo que se puede decir que la urdimbre de la vida cotidiana está conformada por ritualizaciones que ordenan nuestros actos y gestos corporales. En este sentido, los rituales aparecen como cultura encarnada, interiorizada, cuya expresión es el dominio del gesto, de la manifestación de las emociones y la capacidad para presentar actuaciones convincentes ante otros.

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Las personas muestran sus posiciones en la escala del prestigio y el poder a través de una máscara expresiva, una ‘cara social’ (Goffman, 1959) que le ha sido prestada y atribuida por la sociedad, y que le será retirada si no se conduce del modo que resulte digno de ella; las personas interesadas en mantener la cara deben de cuidar que se conserve un cierto orden expresivo. Goffman relacionó la conducta ritual interpersonal con las fases de los encuentros o interacciones cara a cara: el desafío, el ofrecimiento, la aceptación y el agradecimiento, entre otras. En dichas interacciones quedan expresados las reglas de etiqueta social y los atributos de las personas, tales como el orgullo, el honor, la dignidad y, en general, la posición social. Del concepto de ritual propuesto por Goffman se derivaron dos ideas importantes. La primera, la de relacionar a los rituales con el proceso de comunicación, pues los rituales se ubican en la categoría de actos humanos expresivos, en oposición a los instrumentales. Además de ser un código de conducta, el ritual es un complejo de símbolos, pues transmite información significativa para otros. La segunda idea consiste en relacionar a los rituales con los movimientos del cuerpo, en el sentido de que la ritualización actúa sobre el cuerpo produciendo la obligatoriedad y asimilación de posturas corporales específicas en cada cultura. La Etnometodología y el Interaccionismo simbólico La Etnometodología no es un enfoque teórico, es más bien una orientación metodológica, que incluye varias técnicas de investigación. No hay que confundirla, por tanto, ni con un método ni con una teoría o paradigma. El punto de partida básico de la orientación etnometodológica es que el contexto y el lenguaje, es decir, los escenarios sociales y las acciones que en ellos se producen, están determinados recíprocamente, conectados entre sí. En este sentido, igual que para el Interaccionismo Simbólico, para la Etnometodología el concepto de interacción es uno de sus pilares básicos, y se concibe como el fundamento de toda relación social. Harold Garfinkel es el exponente principal de la Etnometodología, y con la voluntad de manifestar el carácter eminentemente práctico de esta orientación metodológica, el autor prefiere sustituir el término etnometodología por el de “neopraxeología” (Garfinkel, 1967). El concepto de Etnometodología constituye una palabra afín a un conjunto de términos estándar en antropología, como etnobotánica, etnofísica, etnología, etc. El término “metodología” se refiere a un conglomerado de datos, más que a un aparato científico completo; mientras que el prefijo “etno” hace referencia a los conocimientos de sentido común que los sujetos tienen sobre su sociedad. En términos generales, la Etnometodología se puede definir como el estudio de los modos en que se organiza el conocimiento que los individuos tienen de los cursos de acción normales, de sus asuntos habituales, de los escenarios acostumbrados. La vida cotidiana, por tanto, se erige en la principal “materia prima” de este enfoque metodológico. La Etnometodología se centra en estudiar los métodos o estrategias empleadas por las

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personas para construir, dar significado a sus prácticas sociales cotidianas. De alguna manera, intenta estudiar los fenómenos sociales incorporados a nuestros discursos y nuestras acciones a través del análisis de las actividades humanas. Como afirma Garfinkel (1967), la Etnometodología “reserva para las actividades más comunes de la vida cotidiana la atención normalmente concedida a los sucesos extraordinarios”. En aquello que normalmente vemos cosas, datos o hechos, el etnometodólogo ve los procesos mediante los cuales se crean y sostienen de manera constante las características de escenarios socialmente organizados (Pollner, 1974). Dicho de otro modo, el etnometodólogo estudia las prácticas, los métodos con los que los sujetos viven la normalidad, la continuidad y la estabilidad de su vida cotidiana. A partir de los 70, se diferencian dos grandes tendencias dentro de la orientación etnometodológica: - Por una parte, se siguen abordando los objetos de estudio tradicionales, tales como la educación, la justicia, la organización, etc., en todos los casos a partir de las etnografías en instituciones y en situaciones de interacción social, tomando como punto de partida que las acciones de las personas sólo pueden explicarse en referencia al contexto dentro del cual tienen lugar. - Por la otra, comienza a tomar auge el análisis conversacional, centrado en la organización del diálogo en la actividad cotidiana, en cómo se presentan la ordenación y coherencia en los intercambios conversacionales (nota 3). Para recapitular, se apuntan las características esenciales de los estudios con orientación etnometodológica: 1. Proponen analizar cualquier coyuntura social (un ritual religioso, una conversación familiar, etc.) según el punto de vista del sentido que le dan los sujetos sociales implicados en dicha coyuntura. 2. Observan la racionalidad del comportamiento en la vida cotidiana. 3. No se preguntan si existe el mundo, sino “¿cómo puedo saber que existe un mundo social compartido con y por los demás?” (Skidmore, 1975). 4. Rechazan el punto de vista acostumbrado según el cual la eficiencia, la concreción, la inteligibilidad, la coherencia, etc., son fijadas, reconocidas y categorizadas a partir de reglas y modelos independientes de la situación social. 5. Proponen la hipótesis de que cada situación social ha de ser considerada como auto-organizada. 6. El centro de análisis es la vida cotidiana, pero esta vez observada a partir de los métodos con los cuales se construye un escenario de sentido común. Así, “el tema crucial de la etnometodología (…) es el análisis de los modos comunes en que los individuos hacen racionales y explicables sus experiencias de todos los días. En otras palabras, la etnometodología es una sociología de la vida cotidiana” (Filmer y otros, 1972: 217). 7. El centro de su indagación es el proceso con que los miembros sociales producen y sostienen un sentido de la estructura social en la que interaccionan.

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Pese al interés que despierta la orientación o enfoque etnometodológico, este no ha estado exento de críticas. Algunos de los aspectos que le han sido criticados a la Etnometodología son los siguientes: - Llega a un relativismo sin salida que le impide producir ninguna afirmación teórica sólida y sistemática. - Es banal y trivial; es un desierto intelectual; es un conjunto de puntos de vista (Mc Sweeney, 1973: 141-142). - Falta mayor profundidad al tratar la relación entre vida cotidiana e instituciones sociales. Por ejemplo, el problema del poder está ausente en sus estudios. - La consideración de que los fenómenos sociales existen sólo en la medida en que el hombre de la calle los clasifica o los identifica como existentes es del todo insostenible (Giddens, 1976: 52). Concluimos este apartado con una frase que, a nuestro entender, resume el sentido último de los estudios etnometodológicos: “la moraleja que nos ofrece la etnometodología es la de volver a la tierra y alcanzar una más completa comprensión del ‘mundo dado por descontado’, evitando así la tendencia a erigir vastos edificios sociológicos” (Gidlow, 1972: 396). Notas 1. El nombre de “Colegio Invisible” responde a la particularidad del grupo de investigadores que conformaron la Escuela de Palo Alto: todos procedían de disciplinas distintas y de lugares e instituciones distintas, por lo que nunca se constituyeron como un grupo con un espacio de trabajo físico determinado. Más bien se fueron conformando a partir de encuentros en coloquios nacionales e internacionales, donde fueron encontrando ideas y enfoques comunes. 2. Las investigaciones del Interaccionismo Simbólico optaron por una metodología cualitativa, en su mayoría fundamentada en la técnica de la etnografía, también conocida como observación participante. La razón de esta elección fue el interés por captar las acciones e interacciones de los individuos en sus marcos o escenarios naturales de desarrollo. 3. Las hipótesis básicas del análisis conversacional son las siguientes: 1) La interacción está organizada estructuralmente; 2) El proceso de ajustamiento del enunciado a un contexto es inevitable; 3) Ningún detalle de la conversación puede ser desechado por accidental o no pertinente; 4) La conversación es organizada por las partes que conversan; 5) Presenta un sistema de turnos de palabra, y éstos no están fijados sino que varían; 6) Los datos de la conversación deben captarse de la forma más fiel posible y desde los lugares donde se producen, por lo general a través de registros tecnológicos; 7) Se pone énfasis en la organización secuencial e interactiva de la conversación, lo cual distingue a este enfoque de otros más lingüísticos y sociolingüísticos.

La Escuela de Palo Alto Hacia un nuevo concepto de comunicación

Marta Rizo

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Fuente: Portal de la comunicación Aula abierta | Lecciones básicas http://www.portalcomunicacion.com La Escuela de Palo Alto Los autores más representativos de la Escuela de Palo Alto son Gregory Bateson, Paul Watzlawick y Don Jackson. Las propuestas de los tres autores, entre otros, confluyeron en una visión interdisciplinaria de la comunicación, lo cual queda demostrado en su voluntad de elaborar una teoría general de la comunicación humana que pudiera ser aplicada en contextos tan distintos como la psicoterapia y el sistema familiar, entre otros temas. Orígenes y propuestas iniciales La historia de la Escuela de Palo Alto, también conocida como “Colegio Invisible”, comienza en 1942 con Gregory Bateson, que se asocia con Ray Birdwhistell, Edward T. Hall, Erving Goffman y Paul Watzlawick, entre otros. Todos ellos proponen una alternativa al modelo lineal de la comunicación, y trabajan a partir del modelo circular retroactivo propuesto por Norbert Wiener en su ya clásica obra Cibernética, o el control y comunicación en animales y máquinas (1948). Para los autores de la Escuela de Palo Alto, la comunicación debe ser estudiada por las ciencias humanas a partir de un modelo que le sea propio, y hay que concebir la investigación en comunicación en términos de niveles de complejidad, contextos múltiples y sistemas circulares. La principal aportación de esta corriente de pensamiento es que “el concepto de comunicación incluye todos los procesos a través de los cuales la gente se influye mutuamente” (Bateson y Ruesch, 1984). La comunicación fue estudiada, por tanto, como un proceso permanente y multidimensional, como un todo integrado, incomprensible sin el contexto en el que tiene lugar. La definición de comunicación que se puede extraer de la obra de estos autores es común a todos los representantes de la Escuela de Palo Alto. En uno de los pasajes iniciales del libro, Bateson y Ruesch (1984: 13) afirman que “la comunicación es la matriz en la que se encajan todas las actividades humanas”. De ahí que este enfoque inaugure una forma de comprender la comunicación mucho más amplia, superando el enfoque anterior y ubicando la reflexión sobre la comunicación en un marco holístico, como fundamento de toda actividad humana.

Premisas básicas: los “Axiomas de la Comunicación” Desde su comprensión de la comunicación en términos contextuales, las premisas fundamentales de la Escuela de Palo Alto se pueden resumir como sigue: 1. La esencia de la comunicación reside en procesos de relación e interacción. 2. Todo comportamiento humano tiene un valor comunicativo. 3. Los trastornos psíquicos reflejan perturbaciones de la comunicación entre el individuo portador del síntoma y sus allegados.

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De estas premisas se infiere, por tanto, el concepto de comunicación del que parten los autores de la Escuela de Palo Alto: la comunicación es un proceso social permanente que integra múltiples modos de comportamiento, tales como la palabra, el gesto, la mirada y el espacio interindividual. Los fundamentos teórico-conceptuales de la Escuela de Palo Alto se establecen de forma muy clara en los denominados “Axiomas de la Comunicación” (Watzlawick, Jacskon y Beavin, 1971). En la obra Teoría de la Comunicación Humana, los tres autores explicitan los siguientes puntos de partida para el abordaje de la comunicación: - Es imposible no comunicar, por lo que en un sistema dado, todo comportamiento de un miembro tiene un valor de mensaje para los demás; - En toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido o semánticos y aspectos relacionales entre emisores y receptores; - La definición de una interacción está siempre condicionada por la puntuación de las secuencias de comunicación entre los participantes; - Toda relación de comunicación es simétrica o complementaria, según se base en la igualdad o en la diferencia de los agentes que participan en ella, respectivamente. El planteamiento de estos axiomas rompe con la visión unidireccional o lineal de la comunicación. De alguna manera, los axiomas marcan el inicio para comprender que la comunicación no es sólo cuestión de acciones y reacciones; es algo más complejo, y debe pensarse desde un enfoque sistémico, a partir del concepto de intercambio. Así entonces, “la comunicación en tanto que sistema no debe pues concebirse según el modelo elemental de la acción y la reacción, por muy complejo que sea su enunciado. En tanto que sistema, hay que comprenderla al nivel de un intercambio” (Birdwhistell, 1959: 104) (nota 5). Los axiomas de la comunicación confirman el modelo relacional, sistémico, que enmarca toda la reflexión sobre los fenómenos comunicativos realizada desde la Escuela de Palo Alto. En una situación comunicativa, por tanto, el objeto de estudio fundamental es la relación misma, más que las personas que están implicadas en ella. De ahí que la interacción se erija como el centro del debate y como el objeto a atender antes que cualquier otro elemento. Propuestas metodológicas: “encuadrar las observaciones” Ver la comunicación de forma holística –multidimensional-, ubicarla en el marco de un contexto determinado, obliga a pensar las metodologías o formas de acercarse a ella. Alex Mucchielli (1998) recupera los aportes de la Escuela de Palo Alto y afirma que, según este enfoque, “una acción, una comunicación, es decir, una interacción, si se analiza por sí misma carece de sentido” (Mucchielli, 1998: 42). Por ello, se hace hincapié en una de las ideas fundamentales aportadas por Paul Watzlawick, quien afirma que “un segmento aislado de comportamiento es algo que formalmente no se puede definir, es decir, que carece de sentido” (Watzlawick et. al., 1971: 37). Estas consideraciones ponen en evidencia que el contexto es una de las categorías analíticas fundamentales para el estudio de la comunicación. Así pues, las acciones, las interacciones, no pueden

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entenderse si no se ubican en un contexto, sin atender al sistema o escenario en el que se realizan o tienen lugar. Todas estas afirmaciones se sintetizan con lo que los investigadores de la Escuela de Palo Alto nombraron como “encuadrar las observaciones” (Watzlawick et. al., 1971), lo cual significa que “hay que aprender a mirar todo el entorno de un fenómeno comunicativo para poder percibir el conjunto de actores implicados” (Mucchielli, 1998: 46). Para ello, los investigadores se situaron en lo que se denomina investigación hic en nunc -aquí y ahora-. La lectura de un pasaje de la obra de Paul Watlawick puede hacer comprensible la naturaleza básica de este tipo de investigación: “Sin ninguna duda, el comportamiento se encuentra determinado, al menos parcialmente, por la experiencia anterior, pero se es consciente de lo aventurado que resulta buscar las causas en el pasado... La memoria se basa esencialmente en pruebas subjetivas... Pero todo lo que A le dice a B sobre su pasado está ligado estrechamente a la relación actual en curso entre A y B y se encuentra determinado por dicha relación. Si, por el contrario, se estudia directamente la comunicación de un individuo con los miembros de su entorno... se pueden llegar a identificar diferentes modelos comunicativos de valor diagnóstico, que permitan determinar una estrategia de intervención terapéutica tan apropiada como sea posible. Este tipo de enfoque constituye más bien una investigación hic et nunc que una investigación del sentido simbólico, de las motivaciones o de las causas deducidas del pasado... El síntoma... deja percibir bruscamente su significación si se lo reemplaza en el contexto de interacción actualmente en curso entre un individuo y su medio humano. El síntoma aparecerá como una redundancia, como una regla de ese “juego” específico que caracteriza su interacción, y no como el resultado de un conflicto sin resolver entre dos fuerzas intrapsíquicas superpuestas” (Watzlawick et. al., 1971: 40-41). El pasado, así entonces, es sustituido por la situación de interacción presente, la que se está dando “aquí y ahora”. Esta forma de abordar la comunicación constituyó una novedad. El punto de vista determinista según el cual lo pasado influye necesaria y directamente sobre lo presente, se deja a un lado para dotar de mayor importancia al momento actual, a la situación comunicativa que, enmarcada en un contexto determinado pero presente, es portadora del significado sustantivo que caracteriza a esa misma situación de interacción. Aunado a este enfoque presente, otro cambio importante en la perspectiva propuesta por la Escuela de Palo Alto para el abordaje de los fenómenos comunicativos es la importancia otorgada al qué y al como de la situación, abandonando la reflexión sobre las causas de las situaciones y los sujetos mismos que en ellas participan. Atendiendo a esta idea, se puede decir que la perspectiva interaccional “es algo nuevo... examina los acontecimientos y los problemas en términos de comportamientos entre individuos de un sistema de relaciones sociales... se dirige hacia el “qué” y el “cómo” de la situación (en vez de hacia el por qué o el quién)... le interesa menos el origen o los fines últimos que la situación actual, así como el modo en el que se perpetúa y se podría modificar” (Weakland, 1977: 456).

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Hacia un nuevo concepto de comunicación Las aportaciones del Interaccionismo Simbólico y la Escuela de Palo Alto a la comprensión de la comunicación se resumen en considerarla como la base de la interacción social y, de este modo, como fundamento para la construcción del mundo social. Sin comunicación, dirían los autores de ambos enfoques, no se puede hablar de sociedad. Así pues, la cultura y el aprendizaje humanos se realizan mediante la comunicación, o interacción simbólica, por la que cada ser humano adquiere el propio sentido del ser, su carácter e identidad. El self (Mead, 1934), o el ‘yo espejo’ (Cooley, 1909), es la constitución de un yo a partir de la interacción con los demás. Para George H. Mead, vamos adquiriendo nuestro sentido del yo de un modo simétrico a nuestro sentido de la existencia del otro. Así, cada uno de nosotros llega a ser consciente de una especie de otro generalizado, a saber, la sociedad en general. Cada situación de interacción se define de acuerdo con el bagaje simbólico que poseemos y que proyectamos in situ, definiendo la situación de interacción en la que nos encontramos. La interacción simbólica –la comunicación- es el medio por el cual se realiza la socialización humana que acompaña toda la vida del ser social. Lo interesante de las aportaciones del Interaccionismo Simbólico y la Escuela de Palo Alto es que ponen en evidencia la importancia de retomar y de hacer observable la comunicación atendiendo a su significado originario: la puesta en común, el diálogo, la comunión. Notas 4. El paso del “modelo telegráfico” al “modelo orquestral” de la comunicación implica, por tanto, el dejar de considerar a la comunicación como un proceso lineal y unidireccional –modelo de Shannon y Weaver- y pasar a comprenderla como un proceso multidimensional en el que entran en juego otros elementos contextuales, además del emisor, el mensaje y el receptor. 5. Citado en Winkin (1982: 77). Bibliografía

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El Camino Hacia la “Nueva Comunicación” Breve Apunte Sobre las Aportaciones de la Escuela de Palo Alto

Marta Rizo

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Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n40/mrizo.html Para abrir el debate Desde el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad, la teoría de la comunicación se ha ido construyendo desde perspectivas muy diferentes. Desde la teoría físico-matemática de Shannon y Weaver, conocida como “Teoría matemática de la información”, hasta la teoría psicológica con base a la percepción propuesta por Abraham Moles, pasando por una teoría social con base en la lengua –Saussure-, con base en la antropología cognitiva –Levi Strauss- o con base a la interacción –Bateson, Watzlawick, Goffman. Y más aún, también han destacado las aportaciones en el campo de los efectos de la comunicación de masas, un ámbito representado por nombres como Lasswell, Lazarsfeld, Berelson y Hovland, y las teorías críticas de la comunicación, promovidas desde la Escuela de Frankfurt por intelectuales como Adorno, Horkheimer y Marcuse, entre otros. Este panorama pone en evidencia la complejidad del asunto, las múltiples aportaciones con que se ha tratado de dotar de coherencia a lo que conocemos como Teoría de la Comunicación. Ello es resultado, entre otros factores, de la polisemia misma del concepto de comunicación. Es sabido que la comunicación puede entenderse como la interacción mediante la que gran parte de los seres vivos acoplan sus respectivas conductas frente al entorno mediante la transmisión de mensajes, signos convenidos por el aprendizaje de códigos comunes. También se ha concebido a la comunicación como el propio sistema de transmisión de mensajes o informaciones, entre personas físicas o sociales, o de una de éstas a una población, a través de medios personalizados o de masas, mediante un código de signos también convenido o fijado de forma arbitraria. Y más aún, el concepto de comunicación también comprende al sector económico que aglutina las industrias de la información, de la publicidad, y de servicios de comunicación no publicitaria para empresas e instituciones. Estas tres acepciones ponen en evidencia que nos encontramos, sin duda alguna, ante un término polisémico. El debate académico en torno a la comunicación ha sido dominado por una perspectiva que reduce el fenómeno comunicativo a la transmisión de mensajes a través de los llamados medios de difusión. Sin ánimos de considerar vacío e innecesario dicho debate, consideramos que la comunicación va más allá de esta relación mediada. Es, antes que nada, una relación interpersonal. Desde esta perspectiva, hablar de comunicación supone acercarse al mundo de las relaciones humanas, de los vínculos establecidos y por establecer, de los diálogos hechos conflicto y de los monólogos que algún día pueden devenir diálogo. La comunicación es la base de la interacción social, y como tal, es el principio básico de la sociedad, su esencia. Sin comunicación, diría Niklas Luhmann (1993), no puede hablarse de sistema social: Todo lo que es comunicación es sociedad (...) La comunicación se instaura como un sistema emergente, en el proceso de civilización. Los seres humanos se hacen dependientes de este sistema emergente de orden superior, con cuyas condiciones

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pueden elegir los contactos con otros seres humanos. Este sistema de orden superior es el sistema de comunicación llamado sociedad (Luhmann, 1993: 15). Por tanto, la sociedad y la cultura deben su existencia a la comunicación. Es en la interacción comunicativa entre las personas donde, preferentemente, se manifiesta la cultura como principio organizador de la experiencia humana. En este sentido, la vida social puede ser “entendida como organización de las relaciones comunicativas establecidas en el seno de los colectivos humanos y entre éstos y su entorno” (Moreno, 1988: 14). Aproximación sistémica a la comunicación La concepción anterior apunta a situar el debate en una aproximación sistémica de la comunicación. Desde este enfoque, la comunicación se puede definir como un “conjunto de elementos en interacción en donde toda modificación de uno de ellos afecta las relaciones entre los otros elementos” (Marc y Picard, 1992: 39). Esta definición nos acerca al concepto de sistema, cuyo funcionamiento se sustenta a partir de la existencia de dos elementos: por un lado, la energía que lo mueve, los intercambios, las fuerzas, los móviles, las tensiones que le permiten existir como tal; y por el otro, la circulación de informaciones y significaciones, misma que permite el desarrollo, la regulación y el equilibro del sistema. En este sentido, la comunicación es un sistema abierto de interacciones, inscritas siempre en un contexto determinado. En palabras de Marc y Picard (1992: 39), como sistema abierto la comunicación obedece a ciertos principios. Primero, el principio de totalidad, que implica que un sistema no es una simple suma de elementos sino que posee características propias, diferentes de los elementos que lo componen tomados por separado. Segundo, el principio de causalidad circular, que viene a decir que el comportamiento de cada una de las partes del sistema forman parte de un complicado juego de implicaciones mutuas, de acciones y retroacciones. Y tercero, el principio de regulación, que afirma que no puede existir comunicación que no obedezca a un cierto número mínimo de reglas, normas, convenciones. Estas reglas son las que, precisamente, permiten el equilibrio del sistema. Los tres principios apuntados en el párrafo anterior constituyen una de las principales aportaciones de la Escuela de Palo Alto a la comprensión de la comunicación. En la obra clásica de Watzlawick, Beavin y Jackson, Teoría de la comunicación humana (1971), se hace hincapié en estos principios básicos del sistema. La totalidad se explica afirmando que “cada una de las partes de un sistema está relacionada de tal modo con las otras que un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total” (Watzlawick et. al., 1971: 120). El principio de causalidad circular se explica a partir del concepto de retroalimentación, proveniente del enfoque cibernético inaugurado por Norbert Wiener en 19481. Por último, el principio de regulación es nombrado a partir del término equifinalidad, comprendido como el conjunto de elementos que dotan de estabilidad al sistema. Todo lo anterior pone en evidencia que la comunicación, antes que nada, es un sistema abierto de interacciones. De hecho, las primeras definiciones de comunicación apuntan a

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su vertiente interpersonal, relacional, más que a la concepción mediada que ha prevalecido y dominado el pensamiento sobre comunicación a lo largo de su existencia como campo académico. El predominio de los medios de difusión como centro de la reflexión oscurece las aportaciones de todo lo concerniente al diálogo, al vínculo entre seres humanos, a la capacidad de éstos para comunicarse consigo mismos, con los otros y con el entorno físico y simbólico en el que se desenvuelven. Comunicación e Interacción: algunas definiciones La comprensión de la comunicación como interacción se fundamenta en una tesis amplia que concibe a la primera como telón de fondo de toda acción social. Ya Talcott Parsons2 (1966) señaló que la acción social no consiste tan sólo en respuestas particulares ante estímulos situacionales particulares, sino que el agente envuelve la relación de un verdadero sistema de expectativas relativas a la configuración social en que se encuentra. El concepto de interacción social organizada parece ser el que mejor define la relación social. Aunque las interacciones sociales en forma de relaciones terminan por fijarse ritualmente en esquemas de conducta social. Acción e interacción Inevitablemente, así entonces, en el estudio de la comunicación en el medio social, ésta se halla relacionada con los conceptos de acción e interacción. La acción social puede ser entendida desde la perspectiva positiva de Émile Durkheim (1973) como el conjunto de maneras de obrar, pensar y sentir, externas al individuo y dotadas de un poder coercitivo, en cuya virtud se imponen a él3. O puede ser entendida desde la perspectiva subjetivista de Max Weber (1977), en la medida en que los sujetos de la acción humana vinculen a ella un significado subjetivo, referido a la conducta propia y de los otros, orientándose así cada una en su desarrollo. O puede finalmente comprenderse a partir de la fusión de la óptica positiva y subjetiva, que se integran en el concepto más holístico de praxis social, desde la que todo conocimiento humano individual, inserto en el conocimiento social, está basado en las relaciones sociales de producción y transformación de la realidad, que han sido fijadas por los propios hombres en un proceso de desarrollo real y material de las condiciones históricas dadas. Los seres humanos establecen relaciones con los demás por medio de interacciones que pueden calificarse como procesos sociales4. Así, la comunicación es fundamental en toda relación social, es el mecanismo que regula y, al fin y al cabo, hace posible la interacción entre las personas. Y con ella, la existencia de las redes de relaciones sociales que conforman lo que denominamos sociedad. Así entonces, los seres humanos establecen relaciones con los demás por medio de interacciones que pueden calificarse como procesos sociales. Y como ya quedó claro, toda interacción se fundamenta en una relación de comunicación. Aaron Cicourel (1979) toma la noción de “esquema común de referencia” de Alfred Schutz (1964) para definir toda situación de interacción social. Según el autor, A partir de los procesos interpretativos los actores pueden comprender diferentes acciones comunicativas, reconocer las significaciones y las estructuras subyacentes de las acciones

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comunicativas, asociar las reglas normativas generales a las escenas de interacción vividas por medio del conocimiento socialmente distribuido, desglosar la interacción en secuencias (Cicourel, 1979: 13). Los elementos simbólicos, “susceptibles de ser dotados de un significado subjetivo por parte de las personas implicadas en la acción” (Gómez Pellón, 1997: 110), son los que nos permiten hablar de la interacción social. Y dado que toda interacción social se fundamenta en la comunicación, es pertinente hablar de interacción comunicativa. En términos generales, la interacción puede concebirse como la acción recíproca entre dos o más agentes. Sin embargo, situándonos en un marco de reflexión un tanto más complejo, interesa remarcar que, al margen de quién o qué inicie el proceso de interacción, el resultado de ésta es siempre la modificación de los estados de los participantes. Desde el nacimiento de las ciencias sociales y humanas, la interacción social se erigió como uno de sus conceptos básicos. Además, este término ha favorecido un avance muy destacado en campos de conocimiento como la psicología social y la sociología fenomenológica. Desde este punto de vista, por tanto, el concepto de interacción hace referencia a la emergencia de una nueva perspectiva epistemológica en la que los procesos de comunicación entre seres humanos pasan a ocupar un lugar central para la comprensión de los fenómenos sociales. Todo esto se relaciona con la concepción de la persona como un ser social, un ser que sólo puede desarrollarse como tal a través de la comunicación con sus semejantes. La interacción comunicativa es un proceso de organización discursiva entre sujetos que, mediante el lenguaje, actúan en un proceso de constante afectación recíproca. La interacción es la trama discursiva que permite la socialización del sujeto por medio de sus actos dinámicos, su adaptación al entorno y la comprensión de las acciones propias y ajenas. La interacción como “corazón” de la comunicología En la propuesta de “Hacia una comunicología posible”, impulsada y coordinada por Jesús Galindo, se apuntan cuatro dimensiones comunicológicas fundamentales, que de menor a mayor complejidad, son las siguientes: expresión, difusión, interacción y estructuración5. La dimensión de la interacción aborda la configuración y organización de sistemas de comunicación, esto es, el desarrollo de vínculos entre seres vivos. Esta dimensión es, según Jesús Galindo, el “corazón de la comunicología” (Galindo, 2004) y se ha desarrollado fundamentalmente a partir de las aportaciones de la Psicología Social, la Sociología Fenomenológica y la Cibernética –tanto de primer como de segundo orden-. Paradójicamente, pese a que las primeras definiciones de la comunicación apuntan sobre todo a su dimensión de establecimiento de vínculos e interacciones, son todavía muy escasas las aportaciones que se han realizado a esta dimensión desde el campo académico de la comunicación. La difusión sigue siendo la dimensión fundamental en torno a la que se estructura la mayor parte del pensamiento comunicológico.

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En el marco del proyecto “Hacia una comunicología posible” se han desarrollado sistemas de información bibliográfica que permiten ordenar o dotar de coherencia a la producción académica sobre comunicación. El análisis de estos sistemas ordenadores de la producción campal deja ver, claramente, el predominio de la dimensión de la difusión. En el terreno de la interacción son muchas menos las obras consideradas como fundamentales para la Comunicología. Y cabe destacar, además, que casi todas ellas, provienen de disciplinas distintas a la comunicación, lo cual confirma la hipótesis de que nuestro campo todavía no presta mucha atención a este ámbito del pensamiento comunicológico. La Escuela de Palo Alto, así como la corriente del Interaccionismo Simbólico, son los que aportan mayor parte de la obra en torno a la dimensión comunicológica de la Interacción6 . Este elemento hace que consideremos importante, por tanto, la revisión de los principales aportes de estas escuelas al campo de la comunicación. La Escuela de Palo Alto: hacia una “Nueva Comunicación” La preocupación por la interacción no es nueva en la agenda de las ciencias sociales. Ya desde los años ciencuenta, los investigadores de la llamada “Escuela de Palo Alto”, también conocida como “Colegio Invisible”, dieron cuenta de las situaciones globales de interacción de las que participa el ser humano. Si bien durante esa época el modelo lineal de la comunicación propuesto por Shannon y Weaver gozaba de una posición dominante en la reflexión teórica sobre la comunicación, algunos investigadores norteamericanos trataron de partir de cero en el estudio de los fenómenos comunicativos. Fue así como se pasó del modelo lineal al modelo circular de la comunicación, enormemente influido por las ideas de la cibernética –de la que proviene el concepto de feed-back o retroalimentación-7. Por oposición al modelo lineal de Shannon y Weaver, conocido también como el “Modelo telegráfico”, la propuesta de la Escuela de Palo Alto se conoce, también, como “Modelo orquestral de la comunicación”. En palabras de Yves Winkin (1982: 25), “el modelo orquestral, de hecho, vuelve a ver en la comunmicación el fenómeno social que tan bien expresaba el primer sentido de la palabra, tanto en francés como en inglés: la puesta en común, la participación, la comunión”. Para los representantes de Palo Alto, procedentes de disciplinas como la antropología (Gregory Bateson, Ray Birdwhistell, Edward Hall), la sociología (Erving Goffman) y la psiquiatría (Paul Watzlawick, Don Jacskon), entre otras, la investigación y reflexión sobre la comunicación sólo puede darse a partir de la formulación de la siguiente pregunta: ¿Cuáles son, entre los millares de comportamientos corporalmente posibles, los que retiene la cultura para constituir conjuntos significativos?. Para hallar respuestas a esta interrogante, los investigadores del Colegio Invisible partieron, en un primer momento, de tres consideraciones básicas: a. La esencia de la comunicación reside en procesos de relación e interacción. b. Todo comportamiento humano tiene un valor comunicativo. c. Los trastornos psíquicos reflejan perturbaciones de la comunicación. La principal aportación de esta corriente de pensamiento es que “el concepto de comunicación incluye todos los procesos a través de los cuales la gente se influye mutuamente” (Bateson y Ruesch, 1984). La comunicación fue estudiada, por tanto, como un proceso permanente y de carácter holístico, como un todo integrado, incomprensible

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sin el contexto en el que tiene lugar. La definición de comunicación que se puede extraer de la obra de estos autores es común a todos los representantes de la Escuela de Palo Alto. En uno de los pasajes iniciales del libro, Bateson y Ruesch (1984: 13) afirman que “la comunicación es la matriz en la que se encajan todas las actividades humanas”. De ahí que este enfoque inaugure una forma de comprender la comunicación mucho más amplia, superando el enfoque anterior y ubicando la reflexión sobre la comunicación en un marco holístico, como fundamento de toda actividad humana. Los denominados “Axiomas de la comunicación” ponen en evidencia las ideas anteriores. Según Watzlawick, Beavin y Jackson (1971), es imposible no comunicar, por lo que en un sistema dado, todo comportamiento de un miembro tiene un valor de mensaje para los demás; en segundo lugar, en toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido o semánticos y aspectos relacionales entre emisores y receptores; como tercer elemento básico, los autores señalan que la definición de una interacción está siempre condicionada por la puntuación de las secuencias de comunicación entre los participantes; por último, establecen que toda relación de comunicación es simétrica o complementaria, según se base en la igualdad o en la diferencia de los agentes que participan en ella, respectivamente. El planteamiento de estos axiomas rompe con la visión unidireccional o lineal de la comunicación. De alguna manera, los axiomas marcan el inicio para comprender que la comunicación no es sólo cuestión de acciones y reacciones; es algo más complejo, y debe pensarse desde un enfoque sistémico, a partir del concepto de intercambio. Así entonces, “la comunicación en tanto que sistema no debe pues concebirse según el modelo elemental de la acción y la reacción, por muy complejo que sea su enunciado. En tanto que sistema, hay que comprenderla al nivel de un intercambio” (Birdwhistell, 1959: 104)8. Los axiomas de la comunicación vienen a confirmar el modelo relacional, sistémico, que enmarca toda la reflexión sobre los fenómenos comunicativos realizada desde la Escuela de Palo Alto. En una situación comunicativa, por tanto, es la relación misma lo fundamental que hay que estudiar, más que las personas que están implicadas en ella. De ahí que la interacción se erija como el centro del debate y como el objeto a atender antes que cualquier otro elemento9. Encuadrar las observaciones Ver la comunicación de forma holística, ubicarla en el marco de un contexto determinado, obliga a pensar las metodologías o formas de acercarse a ella. Alex Mucchielli (1998) recupera los aportes de la Escuela de Palo Alto y afirma que, según este enfoque, “una acción, una comunicación, es decir, una interacción, si se analizar por sí misma carece de sentido” (Mucchielli, 1998: 42). En este sentido, hace hincapié en una de las ideas fundamentales aportadas por Paul Watzlawick, quien en una de sus obras principales afirma que “un segmento aislado de comportamiento es algo que formalmente no se puede definir, es decir, que carece de sentido” (Watzlawick et. al., 1971: 37). Estas consideraciones ponen en evidencia que el contexto es una de las categorías analíticas fundamentales para el estudio de la comunicación. Así pues, las acciones, las interacciones, no pueden entenderse si no se ubican en un contexto, sin atender al sistema en el que se realizan o tienen lugar.

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Todas estas afirmaciones se sintetizan con lo que los investigadores de la Escuela de Palo Alto nombraron como “encuadrar las observaciones” (Watzlawick et. al., 1971), lo cual significa que “hay que aprender a mirar todo el entorno de un fenómeno comunicativo para poder percibir el conjunto de actores implicados” (Mucchielli, 1998: 46). En el mismo tenor, los mismos investigadores se situaron en lo que se denomina investigación hic en nunc. La lectura de un pasaje de la obra de Watlawick puede hacer comprensible la naturaleza básica de este tipo de investigación: Sin ninguna duda, el comportamiento se encuentra determinado, al menos parcialmente, por la experiencia anterior, pero se es consciente de lo aventurado que resulta buscar las causas en el pasado... La memoria se basa esencialmente en pruebas subjetivas... Pero todo lo que A le dice a B sobre su pasado está ligado estrechamente a la relación actual en curso entre A y B y se encuentra determinado por dicha relación. Si, por el contrario, se estudia directamente la comunicación de un individuo con los miembros de su entorno... se pueden llegar a identificar diferentes modelos comunicativos de valor diagnóstico, que permitan determinar una estrategia de intervención terapéutica tan apropiada como sea posible. Este tipo de enfoque constituye más bien una investigación hic et nunc que una investigación del sentido simbólico, de las motivaciones o de las causas deducidas del pasado... El síntoma... deja percibir bruscamente su significación si se lo reemplaza en el contexto de interacción actualmente en curso entre un individuo y su medio humano. El síntoma aparecerá como una redundancia, como una regla de ese “juego” específico que caracteriza su interacción, y no como el resultado de un conflicto sin resolver entre dos fuerzas intrapsíquicas superpuestas (Watzlawick et. al., 1971: 40-41). El pasado, así entonces, es sustituido por la situación de interacción presente, la que se está dando “aquí y ahora”. Esta forma de abordar la comunicación constituyó una novedad. El punto de vista determinista según el cual lo pasado influye necesaria y directamente sobre lo presente, se deja a un lado para dotar de mayor importancia al momento actual, a la situación comunicativa que, enmarcada en un contexto determinado pero presente, es portadora del significado sustantivo que caracteriza a esa misma situación de interacción. Aunado a este enfoque presente, otro cambio importante en la perspectiva propuesta por la Escuela de Palo Alto para el abordaje de los fenómenos comunicativos es la importancia otorgada al qué y al como de la situación, abandonando la reflexión sobre las causas de las situaciones y los sujetos mismos que en ellas participan. Atendiendo a esta idea, se puede decir que la perspectiva interaccional Es algo nuevo... examina los acontecimientos y los problemas en términos de comportamientos entre individuos de un sistema de relaciones sociales... se dirige hacia el “qué” y el “cómo” de la situación (en vez de hacia el por qué o el quién)... le interesa menos el origen o los fines últimos que la situación actual, así como el modo en el que se perpetúa y se podría modificar (Weakland, 1977: 456). Para cerrar...

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En este texto se han repasado algunos de los aportes básicos de las investigaciones realizadas desde la Escuela de Palo Alto para el estudio de los fenómenos comunicativos. Se ha situado el centro del debate en el concepto de Interacción, comprendida como el fundamento de las situaciones comunicativas, por un lado, y como corazón conceptual para la construcción de la comunicología, por el otro. Luego de establecer algunas relaciones conceptuales entre comunicación, interacción y acción social, se han expuesto los denominados axiomas de la comunicación concretados por los investigadores de la Escuela de Palo Alto. Estos axiomas son, a nuestro entender, los que justifican el paso de un modelo lineal de la comunicación a un modelo circular, o lo que es lo mismo, los que explican el paso del “modelo del telégrafo” al “modelo orquestral” (Winkin, 1982). Lo interesante de la Escuela de Palo Alto es que, junto con las aportaciones de la corriente del Interaccionismo Simbólico, pone en evidencia la importancia de retomar y de hacer observable la comunicación atendiendo a su significado primero: la puesta en común, el diálogo, la comunión. La intención de este artículo no ha sido examinar en profundidad los aportes de la Escuela de Palo Alto a los estudios de la comunicación. Más bien se han tratado de sentar las bases mínimas para la comprensión de la naturaleza de estos enfoques, y de exponer brevemente una forma de conceptuar la comunicación que poco tiene que ver con la comunicación mediada a través de los medios de difusión masiva, que sin duda sigue siendo la acepción que goza de mayor aceptación no sólo en el campo académico de la comunicación sino también socialmente. Explorar la dimensión comunicológica de la interacción pasa por revisar fuentes teóricas como la psicología social, la cibernética y la sociología fenomenológica. Y la Escuela de Palo Alto, por la diversidad y heterogeneidad de sus principales exponentes, toma partido en las tres fuentes. La “Nueva comunicación” está apuntada, pero queda mucho por hacer, mucho por discutir y reflexionar, para recuperar la naturaleza del compartir, del vincular, del poner en común... Para recuperar el corazón conceptual de la comunicación que hoy en día parece estar secundado. Notas 1 La obra de Norbert Wiener que inaugura, de alguna forma, el enfoque cibernético es Cibernética, o el control y comunicación en animales y máquinas (Barcelona, Tusquets, 1985). 2 De hecho, Parsons (1966) concibe al complejo de comunicaciones interpersonales como uno de los elementos que conforman cualquier estructura comunitaria; para el autor, las relaciones de interacción entre dos personas están relacionadas en su aspecto físico, dos lugares discernibles entre sí; pero la comunidad no se queda en este mero intercambio físico o espacial, ya que la comunicación siempre supone el poseer una cultura común. 3 Para Durkheim (1973) existe, por encima de las representaciones privadas de los sujetos, un mundo de “nociones-tipo” que regula las ideas y que supera al propio individuo. Así entonces, el individuo interactúa con estos códigos para transformarlos y estructurarlos según su interpretación personal.

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4 Según la tesis interaccionista, la construcción cognoscitiva del sujeto se produce por la interacción con el medio ambiente, a través de una relación de interdependencia o de bidireccionalidad entre el sujeto cognoscente y el objeto cognoscible. 5 Para mayor información acerca del programa “Hacia una comunicología posible”, ver los artículos de Jesús Galindo disponibles en la página web del autor: <http://www.geocities.com/arewara/arewara> 6 Como representantes de estas corrientes de pensamiento, en el sistema de información elaborado por el grupo de estudio “Hacia una comunicología posible” están presentes las obras de Goffman (1972), Mead (1968) y Watzlawick et.al. (1971), y otras obras que de alguna manera son cercanas o recogen parte de las ideas planteadas desde las corrientes anteriores: Marc y Picard (1992), Mucchielli (1998). 7 De hecho, el feed-back o retroalimentación es el concepto que marca la diferencia entre ambos modelos de la comunicación. El modelo lineal de Shannon y Weaver se fundamentaba, básicamente, en la relación unidireccional entre emisor, mensaje y receptor. Con el modelo circular, por tanto, se vislumbra la posibilidad de la respuesta, que dota de circularidad y hace más interactivo el proceso de comunicación. 8 Citado en Winkin (1982: 77). 9 Los tipos de interacción nos remiten a la diferencia establecida entre señales analógicas y señales digitales. Las primeras se refieren a lo que se conoce como comunicación no verbal, esto es, a los gestos, las posturas, el paralenguaje, etc., a todo lo que no remite a unos códigos concretos. Por su parte, las señales digitales están sujetas a palabras comprensibles a partir de un código determinado, y serían lo que comúnmente se conoce como comunicación verbal, hablada. Junto a esta clasificación, la Escuela de Palo Alto abordó la comunicación a partir de la distinción entre interacción simétrica y complementaria. Suscribiendo a Mucchielli (1998), esta distinción favorece la constitución de roles complementarios: por un lado el individuo sumiso favorece el rol autoritario del que manda, y por el otro, ambos miembros pueden instaurar y mantener la igualdad de posiciones e intercambian sus interacciones a modo de espejo. Bibliografía

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Miguel Rodrigo Alsina Fuente: http://www.ehu.es/zer/zer1/4notinvrodr.htm Resumen

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A mediados del siglo XX se hizo más patente la necesidad de los estudios de la comunicación intercultural, que se iniciaron en los Estados Unidos. En las sucesivas décadas distintos movimientos sociales y políticos impulsaron estas investigaciones. Los estudios de comunicación intercultural estuvieron muy condicionados por sus inicios, en los que se partía de los análisis de la comunicación interpersonal. Así la mayoría de la producción norteamericana corresponde a la comunicación intercultural interpersonal. Aunque este ámbito de estudio plantea problemas metodológicos y espistemológicos e incluso su delimitación sigue estando todavía sometida a debate, hay que destacar que ya ha dado lugar a numerosas investigaciones. En este artículo se hace la propuesta de construcción de un campo de estudio de la comunicación intercultural más integrado. Por un lado, cada día son más claras las interrelaciones entre la comunicación interpersonal y la mediada. Por otro lado, la relaciones entre comunicación y cultura son obvias en la comunicación intercultural. Para trabajar en este sentido se propugna utilizar el concepto de identidad como puente entre la comunicación intercultural interpersonal y la comunicación intercultural mediada. Las teorías, como los objetos de estudio, suelen construirse a partir de la necesidad de su existencia. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial no se dieron las condiciones idóneas para que se desarrollaran los estudios de la comunicación intercultural. Aunque en la actualidad hay una notable producción internacional en este campo, no puede decirse que sea un área de estudio definitivamente consolidada. En vistas al futuro sería necesario construir un ámbito de estudio que relacionara la comunicación interpersonal y la comunicación de masas. Los inicios de la comunicación intercultural Durante la época colonial la idea propugnada era la asimilación de los indígenas a la cultura de la potencia colonizadora. Después de la Segunda Guerra Mundial, con los procesos de descolonización se produjo un cambio. Desde occidente se trataba de conocer la cultura de distintos pueblos para poder comunicarse y, fundamentalmente, para negociar con ellos. La creación de la Sociedad de Naciones (1920) y, sobre todo, de la ONU (1945) y otras organizaciones internacionales (Organización Mundial de la Salud, Banco Mundial, UNESCO, etc) puso claramente de manifiesto la necesidad de comunicación entre los distintos pueblos y culturas. Los Estados Unidos como potencia hegemónica de la época, y dentro del contexto de la guerra fría, estaba muy interesada en cimentar su influencia exterior. Así pues, la comunicación intercultural era un instrumento estratégico de importancia evidente. Uno de los pioneros, en los años 50, de la comunicación intercultural fue el antropólogo norteamericano Edward T. Hall. De hecho, donde se utilizó por primera vez la expresión "intercultural communication" fue, en 1959, en su libro The Silence Language. En los años 60, en los Estados Unidos, la necesidad de este campo de estudio recibió un doble empuje. Uno endógeno fue propiciado por la reivindicación de algunas minorias de su propia cultura, como es el caso de los afro-norteamericanos. El otro, inicialmente

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exogóno, tuvo su origen en las guerras en el sudeste asiático que supuso no sólo un contacto con las culturas de estos países, sino también que una gran cantidad de personas de Camboya, Laos y Vietnam se refugiaran en los EE.UU. A estos flujos migratorios hay que añadir los de los países latinoamericanos. Además, en la década de los 60, otro dato importante fue que estudiosos latinoamericanos (García Canclini,1995), entre otros, formularon la teoría de la dependencia y del imperialismo. Estas teorías critican la teoría del desarrollo que, desde a los años 50, consideraba a los medios de comunicación instrumentos para el progreso de los pueblos y por ello propugnaba la libre circulación de todos los productos comunicativos industriales. En los años 60, también se rompe la visión etnocéntica que consideraba que el problema del desarrollo podía solventarse aplicando mecánicamente el sistema político y económico occidental en el tercer mundo. En los años 70, en los Estados Unidos (Gudykunst,1985) la comunicación intercultural se fue consolidando como una disciplina académica (Hoopes,1977), aunque pronto en muchos países también se iniciaron estudios en este campo (Shuter, 1985). A principios de esta década la Speech Communication Association creó una comisión para estudiar la International and Intercultural Communication, que a partir de 1974 inició una publicación anual. Estos orígenes han hecho que en este campo se potenciara enormemente los estudios de comunicación interpersonal en detrimento de la comunicación de masas. De hecho, en muchas definiciones de comunicación intercultural sólo se tiene en cuenta la comunicación interpersonal, por ejemplo: "Los estudios de comunicación intercultural pretenden comprender que sucede cuando los seres humanos de diferentes culturas se reunen, interactuan e intentan resolver los problemas en distintas interrelaciones." Casmir y Asuncion-Lande (1989:278). Delimitación del campo de estudio Como se ha podido apreciar la comunicación intercultural es un campo de estudio bastante reciente. Esto hace que haya pasado por las vicisitudes habituales conducentes a su consolidación. Si en muchos campos de las ciencias sociales hay problemas de orden epistemológico y metodológico, en el caso de la comunicación intercultural éstos se acentuan por las propias características del objeto de estudio (Jonson y Tuttle,1989). De hecho todavía la delimitación del campo de estudio está sometida a debate. Como nos recuerdan Casmir y Asuncion-Lande (1989:283) "...hay todavía una necesidad de unificación de conceptos, modelos y bases teóricas que aseguraría y demostraría su unicidad en relación a otras áreas de los estudios de comunicación.". Sin embargo, como señala Biernatzki (1986:3) "Uno de los mayores esfuerzos ha sido el desarrollo de un aceptable cuerpo teórico diferenciado de otros campos que explique cómo se produce realmente el proceso de comunicación intercultural.". En cualquier caso, en los años 80, a partir de una aproximación pluridisciplinar, se empieza a ver la necesidad de coordinar las distintas investigaciones para perfilar mejor el campo de estudio. Así, Gudykunst (1987: 848) establece cuatro diferentes áreas de estudio:

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a) La "comunicación intercultural" es la comunicación interpersonal entre pueblos con diferentes sistemas socioculturales y/o la comunicación entre miembros de diferentes subsistemas (por ejemplo grupos étnicos) dentro del mismo sistema sociocultural (Gudykunst y Ting-Tooney,1988). b) La "comunicación transcultural" (cross-cultural) es la comparación entre formas de comunicación interpersonal de distintas culturas. En este caso no se trata de analizar las interrelaciones, sino simplemente comparar las diferencias entre las propias formas de comunicación de cada cultura (Brislin,1986). c) La "comunicación internacional" hace referencia a los estudios de las relaciones internacionales en el ámbito de la comunicación de los mass media. Desde la perspectiva de la política económica de los medios se trataría el orden internacional de la información y la comunicación (Hamelink,1994). d) La "comunicación de masas comparada" se centra tanto en el tratamiento diferenciado de la información de un mismo acontecimiento en medios de distintos países, como en los efectos que tiene un mismo tipo de programa en cada país (Blumler, McLeod y Rosengren,1992). Esta clasificación puede ser útil para dibujar el escenario de los estudios norteamericanos sobre la materia. Podría decirse que el mayor volumen de la producción estadounidense corresponde a la denominada anteriormente "comunicación intercultural" y decrece progresivamente en las siguientes. Como señalan Korzenny y Schiff (1992:7) hay muy pocas obras que hayan tratado el tema de los efectos de los medios de comunicación a través de las culturas. También quisiera comentar que la diferenciación entre "comunicación internacional" y "comunicación de masas comparada", aunque pueda ser operativa, puede propiciar la disgregación de los estudios de la comunicación de masas. Como señalan Gandy y Matabane (1989:319) la teoría de los efectos de los medios de comunicación no puede olvidar el entorno político y económico en el que se producen y distribuyen estos discursos. Por mi parte, creo que sería más interesante diferenciar simplemente la comunicación intercultural interpersonal y la comunicación intercultural mediada que correspondería, por ejemplo, a los mass media. Para dejarlo más claro, entiendo por comunicación mediada aquella en la que hay una producción mediatizada del discurso. Así, por ejemplo, una video-conferencia no sería comunicación mediada si se trata de un plano fijo de una sala con los participantes. Pero sería comunicación mediada a partir del momento que se empieza a dirigir la mirada del espectador. Es decir, cuando mediante la realización se hace, por ejemplo, un primer plano de la cara de sorpresa de algún participante. Pero incluso la diferenciación entre la comunicación intercultural interpersonal y la comunicación intercultural mediada debería ser matizada ya que cada día se apunta más hacia un campo de estudio integrado. Hacia un campo de estudio integrado En primer lugar, las nuevas tecnologías al aumentar la interacción existente en la comunicación mediada hacen plantearnos hasta qué punto la tradicional distinción comunicación de masas y la comunicación interpersonal sigue siendo válida

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(Rodrigo,1994). Es evidente que los medios de comunicación están cambiando muy rápidamente y que esto afecta a todo el proceso de la comunicación. Además el futuro parece que va a depararnos bastantes sorpresas. Bill Gates (El País,15-V-95), presidente de Microsoft, afirma "Cuando la televisión se haga interactiva, la gente podrá solicitar siempre que quiera cualquier programa de actualidad, reestreno o película. Verá los telediarios de Milán o el primer episodio de Star Trek o revivirá la transmisión de Neil Armstrong cuando puso el pie en la luna. Los programas de televisión que sobreviven actualmente sólo gracias a que no se enfrentan a una fuerte competencia durante su franja horaria podrían desaparecer, ya que todos los programas competirán continuamente con todos los programas.". Microsoft y la NBC han firmado un acuerdo para desarrollar las posibilidades de la unión entre la televisión y el ordenador (El País,18-V-95). En segundo lugar, tengamos en cuenta que para las actuales teorías de la comunicación es muy evidente la imbricación entre la comunicación interpersonal y la mediada. Así cuando Lull (1992:57) afirma "La visión familiar de la televisión, por ejemplo, aun cuando esté siendo hecha por individuos que están aislados uno de otro en el espacio vital, es mucho más un acto de comunicación interpersonal que un acto de consumo o de construcción de sentido.", está dando un giro copernicano a los estudios tradicionales de la comunicación de masas. La recepción se ha convertido en un ámbito para repensar todo el proceso comunicativo (Rodrigo,1993). Los actuales estudios de la recepción (White,1994) ponen el manifiesto que el uso de los medios de comunicación se inscriben dentro de otras prácticas culturales cotidianas. Ser un espectador no es simplemente ser un tipo de sujeto determinado, sino que es estar en una situación de comunicación determinada que está condicionada por las propias características del sujeto y por su entorno personal y social. Es decir que de nuevo se pone de manifiesto las interrelaciones entre la comunicación interpersonal y la comunicación mediada. Los estudiosos de la comunicación tienen cada día más claro la sinergia de cualquier proceso comunicativo. Ni la comunicación mediada puede no tener en cuenta la comunicación interpersonal, como hemos visto, ni la comunicación interpersonal puede estudiarse sin tenerse en cuenta el contexto cultural y mass mediático. Como señala Prosser (1977:128) muchos autores han considerado que el diálogo entre culturas se situa a nivel de la comunicación interpersonal, ignorando el importante papel de los medios de comunicación. No se ha tenido suficiente en cuenta que muchas de las imágenes e ideas que tenemos sobre culturas remotas han sido suministradas por los medios de comunicación. La comunicación intercultural es un ámbito privilegiado para resaltar las interrelaciones entre la comunicación interpersonal y la mediada. Por un lado, en la comunicación intercultural se parte del principio de la dificultad o imposiblidad de comunicación entre los implicados. "El proceso básico empieza con la percepción de las diferencias que sugiere que los participantes a menudo no comparten normas, creencias, valores y ni tan siquiera modelos de pensamiento y conducta." (Casmir y Asuncion-Lande,1989:283). En la comunicación intercultural no puede presuponerse que lo que pretende comunicar el emisor sea lo que intreprete el receptor. Es decir, en la comunicación intercultural mediada se pueden dar contextos de recepción muy dispares y que nada tengan que ver con el contexto de producción del mensaje. Muchos programas producidos en los Estados

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Unidos han dado lugar a muy distintas interpretaciones en algunos países. Por esto es importante tener en cuenta la comunidades interpretativas y los contextos de recepción. Es decir, en los estudios de comunicación intercultural son patentes las relaciones entre la comunicación mediada y la interpersonal. Por otro lado, la comunicación intercultural pone en relación dos conceptos que van intrínsecamente unidos como son comunicación y cultura. Servaes (1989:385) afirma que el concepto de cultura ha sido virtualmente ignorado en el debate de la comunicación. Esta afirmación debería ser convenientemente matizada, ya que hay que recordar la corriente de los Cultural Studies. Sin embargo, creo que hay que aceptar que quizás en los estudios de comunicación no se ha prestado la suficiente atención a la cultura. Durante muchos años gran parte de los estudios de la comunicación tuvieron como soporte científico el modelo de la teoría matemática de la comunicación, que primaba la idea de transmisión de mensajes, o la teoría funcionalista, que estudiaba los efectos pero sin conectarlos con otras prácticas culturales. En la comunicación intercultural interpersonal o mediada es evidente que comunicación y cultura están indisolublemente interrelacionadas. Por último quisiera apuntar que quizás fuera más asequible empezar a trabajar con algunos conceptos concretos para ir poco a poco perfilando las teorías que nos permitieran comprender la comunicación intercultural como un fenómeno global. Por ejemplo, un concepto entorno al que fácilmente puede construirse un campo de estudio integrado es el de identidad. Como señala Fitzgerald (1993:2) el concepto de identidad puede ser un puente entre los estudios de comunicación interpersonal y de masas. Aunque este concepto parece estar más próximo a la comunicación interpersonal no se puede ignorar la influencia de los mass media en los procesos de identificación. Los discursos de los medios de comunicación proporcionan modelos de identidad a diferentes niveles, personales, profesionales, subculturales, culturales, etc. Estos modelos que se muestran a los espectadores les ayudan a formar o a renegociar su identidad. En relación a la comunicación intercultural es bastante claro que los medios de comunicación son uno de los principales constructores de los estereotipos culturales y de la identidad cultural, que aunque es un concepto polémico (Hamelink,1989), va a ser una de las claves de bóveda de los próximos estudios de comunicación intercultural (Parés,1991). Bibliografía

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Brislin, Richard W. (1986): Cross-Cultural Encounters. Face-to-Face Interaction. New York: Pergamon Press, (es la 4ª reimpresión, la 1ª edición es de 1981).

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Comunicación e Integración: entre la mediación y las redes Marisa E. Avogadro Fuente: http://www.encuentroconosur.uchile.cl/ponencias/1/1a_marisaavogadro.html El desenvolvimiento de los procesos de globalización, íntimamente ligados a la temática de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), abren un panorama diferente para el desarrollo social de los individuos que forman parte de los mercados comunes y que por ende están inmersos en procesos de integración. La realidad que hoy nos ocupa, el tema de la comunicación y culturas globales, vinculada a los proyectos de integración y en este caso en particular a los desafíos que plantean las NTIC, nos lleva a referirnos al Mercado Común del Cono Sur, conocido como MERCOSUR, el cual rige plenamente desde el primero de enero de 1995. Se presenta como una unión aduanera que debe definir en el futuro aspectos importantes sobre la libre circulación de capitales y trabajadores. Esta unión, un ejemplo de las tendencias internacionales a constituir mercados globales, a nuevos mercados comunes donde se conjugan similitudes y también características distintivas con realidades científicas y tecnológicas propias; representa un escenario donde forma parte la escena de la comunicación, desde la interpersonal a la masmediática, con sus necesarias reglamentaciones y planteos éticos. El MERCOSUR, conformado inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; da sus primeros pasos en 1991, cuando el 26 de marzo se firma el Tratado de Asunción. A estos países se les han sumado como asociados Bolivia y Chile. Significan unos 215 millones de habitantes lo cual asciende aproximadamente al 50% de la población total de América Latina, cifra para nada despreciable. Argentina con 36.000.000 hab. y el MERCOSUR en total con 215.000.000 hab., en una superficie territorial de 12 millones de Km2 ( Fuente: INDEC, 2001). En todos ellos la población femenina es de aproximadamente del 50%. En contraste con la Unión Europea (con quien se estableció un acuerdo desde diciembre de 1995) representada por aproximadamente 370 millones de habitantes y compuesta por 15 países miembros, con una superficie territorial de 3.3 millones de Km2. Sociedad del conocimiento y los medios de comunicación Si bien las ciudades y los mercados comunes están desarrollando un proceso de cambio histórico que se traduce en nuevas formas de conducta de las personas, nuevos modelos y nuevas sociedades; debemos también pensar que las nuevas tecnologías sustituyen a otras formas de intercambio tecnológico. Los tres pilares de las nuevas tecnologías son la ingeniería genética, la inteligencia artificial y la colonización del espacio. Pero tanto la cibernética como el ciberespacio, los cibernautas y una larga lista de vocablos, no aparecen en la escena social de manera intempestiva. Desde aproximadamente los años '50 se introdujo el concepto de cibernética, del griego "cibernetes": gobierno, timonel y transcurrido el tiempo, ligados nuevamente a este vocablo - tecnología mediante-, "navegan" hoy por el ciberespacio, una gran cantidad de personas, sólo que hoy ha cambiado quién dirige y hacia dónde dicho timón. Ya Platón hace más de 2000 años hablaba del arte de pilotear las naves y decía que el piloto es el elemento fundamental de ese arte. En 1834 en Francia, Ampere toma la palabra cibernética para designar la parte de la política que se ocupa de los medios de gobernar y algunos autores afirman que es la expresión griega, utilizada por Ampere, la que induce a

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Wiener a bautizar la ciencia que estudiará, como versa en el subtítulo del control y la comunicación en el animal y la máquina". Actualmente encontramos unos 500 millones de usuarios que conforman a Internet. Hoy, un cable de fibra óptica tiene una capacidad de trasmisión de 1,5 millones; mientras que en 1960 un cable telefónico intercontinental trasmitía 138 conversaciones al mismo tiempo. Estos y otros datos, posicionan a las tecnologías de la información como elementos indispensables para agilizar el comercio, el flujo de inversiones y la actuación de las empresas transnacionales y los multimedios en el marco de los mercados globales. La información hoy es considerada imprescindible para el desarrollo tanto de la ciencia como de las sociedades y de los individuos. Por ello, se hace necesario referirse a la palabra comunicación y si recordamos que es "poner en común", más todas las definiciones dadas sobre el tema hasta nuestros días; se presenta como un proceso en constante movimiento, que ofrece una amplia gama de posibilidades y que por lo tanto no se puede limitar a una sola expresión. Son los actos que permiten a las personas relacionarse socialmente y la vinculación de unos con otros, llevando implícita la idea de actos comunicativos permanentes, que se manifiestan en todos los hechos cotidianos, con mayor o menor zonas de contacto y creando y creciendo a través del diálogo y la discusión. De esta manera, el conocimiento y la información se traducen en los pilares de un nuevo planteo social y económico, donde los medios de comunicación tienen un papel fundamental. Toda vez que dicha información se ha convertido en un valor económico en sí mismo y a su vez multiplicado por el efecto globalizador. Entonces, hablamos de la sociedad del conocimiento. En términos de José Manuel Pérez Tornero, la sociedad del conocimiento permite informarse y conocer; conocer en el sentido de añadir conciencia a la información, en el marco de una sociedad postindustrial, donde, quien tiene la información científico - técnica, tiene la clave del progreso y el dominio tecnológico. Tornero habla de nuevas capacidades en esta sociedad y también de la ampliación de los registros de la realidad, de la expresión y representación y la simulación. Asimismo, explica las características del paradigma mass- media: difusión masiva, lenguaje audiovisual, emisión/recepción sincrónica y escasa interactividad frente al paradigma Internet, de difusión universal, lenguaje texto/audiovisual, emisión/recepción sincrónica y acrónica y con una interactividad muy amplia. Sobre la presentación de cambio de valores, compara los de la comunicación de masas con los de la comunicación en red. Para el primer caso, alude a los siguientes valores. 1) control, poder, vigilancia. 2) paternalismo, instrucción vertical. 3) Homogeneización, estandarización. 4) Identidad unificada. 5) productividad industrial. 6) Recepción, asimilación, mímesis. En cuanto a la comunicación en red, distingue: 1) libertad, dispersión. 2) Individualismo, aprendizaje, exploración. 3) Personalización, comunitarismo. 4)Explosión de identidades virtuales. 5) Artesanía tecnológica. 6) Creación, hibridación, bricolage. Se plantea una nueva mirada, más rápida, más inteligente e interactiva En esta tarea, Internet tiene un papel fundamental. La red de redes, que se inicia en 1960, llega masivamente a partir de 1991 cuando se gesta el servicio WWW (World Wide Web), para favorecer el intercambio de información científica. Aparece la primera red hipermedia es decir un sistema que incorpora la tecnología de los hipervínculos y permite al usuario moverse entre páginas e información. Tenemos desde los primeros servicios ofrecidos por Internet, como la transferencia de ficheros hasta el correo electrónico; los

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grupos de noticias, el servicio de directorio; el chat; las teleconferencias, los foros de discusión; el e-commerce ( comercio electrónico); el e-learning ( aprendizaje a través de medios electrónicos); la educación a distancia tanto de grado, como de posgrado, maestrías, doctorados; usos en medicina e intervenciones quirúrgicas de alta complejidad y realizadas a distancia y una larga lista. Por otra parte, el acceso masivo a Internet comienza a provocar atascos en las redes telefónicas. Las aplicaciones multimedia son cada vez más complejas y consumen muchos recursos de canal y con las infraestructuras actuales la demora aumenta cada día. Asimismo, desarrollada ya Internet 2, aunque no de acceso masivo; permitirá redes de alta velocidad para que estas lleguen a ser hasta mil veces más veloces que la actual red. De la totalidad de cibernautas mundiales, a América Latina le corresponden unos 18 millones, lo que constituye el 4% de los usuarios del mundo y de ellos, la Argentina participa con 3,6 millones; ocupando el tercer lugar en Latinoamérica, después de Brasil y México y contando con 10,13% de usuarios de la red, sobre el total de la población de nuestro país. Proceso de mediación tecnológica Damos un esbozo del milenio que nos dejó y de este que recién empieza. Encontramos el siglo 20, tiempo de traumáticos acontecimientos bélicos, crisis culturales y una gran capacidad de la tecnología tanto para mejorar como no, la vida humana, dependiendo del planteo ético propuesto. Innovaciones tecnológicas que se basan en los descubrimientos del Siglo 19. Algunos autores consideran a la mitad del siglo 19 como el comienzo de la era de la ciencia, basándose en las nuevas industrias químicas y eléctricas que se desarrollan: el empleo del vapor, la electricidad y la radiación. Salimos del siglo 20 y planteamos los tres pilares de las nuevas tecnologías que son: la ingeniería genética, la inteligencia artificial y la colonización del espacio. La información hoy es considerada imprescindible para el desarrollo tanto de la ciencia como de las sociedades y de los individuos. Por tanto, difundir la ciencia implica tener presentes como objetivos la formulación y el replanteamiento de los problemas de la comunicación de la ciencia al público y el estudio y la puesta en práctica de las posibles vías de solución. El nuevo milenio nos espera con cifras tales como: que más de la mitad de la población mundial vivirá en ciudades; con medios de comunicación propalando informaciones inconexas y también inaugurando "el siglo de la pérdida de la privacidad y la falta de respeto por la intimidad" y más que nunca de la manipulación masmediática. Respecto a cantidades, la Organización de las Naciones Unidas preveía unos 5.700 millones de personas para el año 1994 y unas 1000 millones más para el 2000, con lo cual contamos además con el efecto de la superpoblación. La pobreza afectando a unos 1.100 millones de personas. El deterioro ambiental con una prospectiva de la FAO de desaparición de unos 140 millones de hectáreas en los próximos veinte años. Agua, especies amenazadas. Valores morales en franco deterioro. A ello se le suman, los terrores de este nuevo milenio. Miedo al desempleo, a la tecnología, a los totalitarismos, a ciertos animales, virus y bacterias; a desaparecer; a la energía atómica; a la clonación; a vivir, al futuro, a la discriminación, al ser humano y su esencia... Edgar Morin plantea que "el conocimiento del mundo, en tanto mundo, se vuelve una necesidad intelectual y vital al mismo tiempo. Es el problema universal para todo

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ciudadano del nuevo milenio: ¿cómo lograr el acceso a la información sobre el mundo y cómo lograr la posibilidad de articularla y organizarla? ¡Cómo percibir y concebir el Contexto, lo Global ( la relación todo/partes), lo Multidimensional, lo Complejo?". Morin establece el desfasaje educativo entre saberes desunidos, fragmentados y una necesidad de abarcarlos, desde el todo, con una visión multidisciplinaria, polidisciplinaria. El contexto: es evidente que los conocimientos y las informaciones cobran validez y eficacia en su contexto. En este caso, por ej: el tema de la globalización, como se sitúa aquí, mostrará las ventajas y desventajas de este proceso en países subdesarrollados y luego, la comparación con otros países (plantea otro contexto y por ende otros resultados). Lo global: más allá del contexto, como concepto abarcador que incluye el todo y las partes, las cuales están interactuando de forma permanente; si se modifica una, se modifica el todo y ese todo es organizador. Lo multidimensional: el conocimiento plantea la necesidad de la multidimensionalidad, toda vez que el todo interactúa con sus partes y ellas también, se alimentan y retroalimentan, desde diferentes puntos de vista. Lo complejo, expresado por Morin en estas palabras: "hay complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el psicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Finalmente, se hace necesario conocer el papel que tiene la comunicación en los procesos de ajuste al cambio social y para ello se plantean los mecanismos de mediación que ocurren en la sociedad y que implican y/o determinan la capacidad de producción y reproducción de los sistemas sociales; es decir, su capacidad de permanencia, de coherencia y de libertad; así como, a la inversa, su incapacidad para permanecer, ser coherentes y sostener cierto margen de libertad para enfrentar lo contingente. "La mediación, como sistema institucionalizado, no solamente cumple funciones mediadoras sino que produce objetos que transportan modelos de ajuste a los cambios que se originan en el plano cultural-tecnológico y en el plano de la innovación y el cambio cultural; que implican, a su vez, el ajuste necesario a una visión del mundo que justifique la relación entre el medio social y el medio natural (Martín, 1978: 49-51). En estos términos, la mediación que aquí se plantea viene a reducir la disonancia que plantea la conformación de procesos que integran elementos disímiles en mercados comunes e intentará reducir la distancia entre los cambios culturales y tecnológicos que se contraponen y no armonizan con las relaciones del medio natural con el medio social. Por tanto, la mediación es una alteración cognitiva (opinión, creencia, etc.) que requiere de la búsqueda de concordancia o de una integración. Como la mediación reproduce los códigos, en este caso del proceso comunicacional, coadyuva para reforzar los modelos propuestos. Varios autores, entre ellos Martín Serrano, hablan de los tres elementos de la mediación señalando el plano cognitivo (la mediación); el plano de la situación (cambios del acontecer) y el plano de la principia (donde operan las consonancias para preservar el grupo). Así, la mediación tecnológica, intenta reducir la disonancia entre la tecnología, las innovaciones tecnológicas, el universo educativo, la vida cotidiana y disminuir la brecha que se genera por falta de conocimiento y el aumento de las incertidumbres.

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Globalización - Integración Aparece en esta instancia el proceso de globalización frente a la integración de bloques económicos, generalmente de cercanía geográfica, que se ha intensificado desde 1980. Esta integración de economías en mercados globales se ha visto facilitada por la revolución que han producido el desarrollo de la tecnología, el campo de las telecomunicaciones y medios de transporte sumamente rápidos, que han ido perfilando este panorama. Remontados en el tiempo, se consideran sus antecedentes históricos a los siglos 15 y 16, cuando los estados europeos dan inicio a la expansión marítima y comercial, conquistando y explorando nuevos territorios fuera del continente. Otros estadios son: la Revolución Industrial (S. 18 y 19) , luego de la quiebra de la Bolsa de Nueva York (1929) en el periodo seguido a la II Guerra Mundial y en el cierre de la Guerra Fría (1980) . Por lo tanto se encuentra un proceso globalizador, no sólo a nivel mundial sino en nuestro caso en particular a nivel regional, el MERCOSUR. Este mercado a su vez formado por cuatro países y ellos por sus correspondientes regiones. Se abarcan además variadas instancias, diseñadoras de una nueva realidad, a la que se le incorpora también el tema de lo local - ya que la tendencia en los medios- por motivos de competencia, es destacar lo regional - y comienza la convivencia de los vocablos: crecimiento, competitividad, empleo, y aparece lo que los empresarios japoneses llaman "glocalize", sencillamente la contracción de lo global y lo local. Y continua la lista de sustantivos relacionados a este fenómeno global: optimización de recursos, saturación informacional o hiperinformación planteada a modo de collage (se sabe poco de casi todo), internacionalización de la información, con lo cual arribamos al planteo de generar un marco jurídico que legitime una escena comunicacional dada en el aquí y ahora. En este camino, seres humanos, recursos económicos y tecnologías no van de la mano y cada vez son mayores las distancias y la brecha que se produce en los países de América Latina, entre los que tienen y los que no tienen acceso a las redes de información o como otros autores han dado en llamarlas, las autopistas de la información. En este múltiple escenario de desafíos, de tejidos de redes, de relaciones interdependientes, aparece el vocablo integración. Varios autores hacen hincapié al momento de referirse a la palabra integración aludiendo a un proceso multidimensional y a la integración política; que para algunos consiste en una pérdida de la soberanía. Otros la definen como un conjunto de procesos que produce y sostiene y un sistema de concordancia en el nivel internacional. Variados autores aluden a un proceso multidimensional. También se habla del proceso de ramificación o derrame, es decir que por ejemplo: si en un sector se establece un sistema de cooperación, dicha cooperación se contagiaría a los otros sectores. Transacciones crecientes, derrame acelerado, formación de grupos regionales; compromisos de agentes externos; proceso identificatorio; entre otras características. Como manifestación posmoderna de doble decodificación: ante un universo de medios de comunicación conviviendo en la globalización y lo local, está la necesidad de encontrar un elemento en común que los asocie o que por lo menos les permita convivir en armonía. De esta manera nos proyectamos a mercados comunes, con idiosincrasias diferentes, sin saber a ciencia cierta cómo integrarlas, tal vez en un camino que por nuevo, también sea necesario "descubrir y escribir". Por ello, hemos intentado esta definición de integración

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desde nuestra disciplina, la comunicación, ante la dificultosa tarea de encontrar definiciones compartidas por otras áreas de estudio. Sin embargo, están en escena los medios de comunicación, sus mensajes, el desarrollo tecnológico y científico y la presencia de un mercado común. Algunas personas piensan en los mercados comunes y a veces sólo hacen hincapié en determinados sectores y abstraen este proceso a una variable puramente económica, cuando son justamente las personas las que se mueven en los mercados. La integración cultural, entendida la cultura como todos los actos humanos que se desarrollan en la sociedad, definirá un nuevo modo de vida, la de los mercados comunes. Sin lugar a dudas en esta tarea, tanto la comunicación como la educación desempeñarán un papel importante. Frente a la Unión Europea, con nueve lenguas oficiales, el MERCOSUR plantea una integración idiomática más viable, ya que son dos las lenguas oficiales: el español y el portugués. Los especialistas de la lengua afirman que la tendencia actual es la de grandes contingentes de personas hablando un número cada vez más reducido de idiomas. Unos 266 millones de personas hablan español actualmente y 170 millones lo hacen en portugués. Mercados y comunicación Seguramente las tierras de estos países tienen muchas diferencias. Desde la geografía hasta las costumbres, desde los colores a las razas. Pero lo más importante de todo es la posibilidad de poder complementar esas diferencias; de proyectarnos interculturalmente desde la comunicación, sin perder nuestros rasgos distintivos e ir enriqueciéndonos de modo permanente y aprender a caminar por caminos de incertidumbres, valiéndonos de los procesos de mediación que establece la comunicación para establecer lazos de certidumbres. Actualmente vivimos en un juego de idas y venidas, de haceres y retrocesos. De un nuevo planteo social, con un mundo organizado frente a nuevas pautas de intercambio social, de flujo informacional, donde el conocimiento está constituido en un nuevo modo de relación y de poder. Frente a todo ello, contamos con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación que vienen a inaugurar también una nueva instancia en este proceso comunicacional. Dejamos por sentado que la autora prefiere hablar de sociedad de la comunicación. Toda vez que informar es dar forma y se entiende a la comunicación como un proceso, que por consiguiente, más abarcartivo, engloba todas las instancias anteriores. Las NTIC nos abren camino a los ciberconsumidores, los ciberciudadanos, coadyuvan a resolver por ejemplo crisis urbanas, modernizar gestiones del gobierno, reconstruir las diferentes pautas culturales, potenciar el espacio económico urbano-regional, integrar a la población de las ciudades, acelerar los procesos de intercambio económico, científico, entre otros. Pero al mismo tiempo, la red de redes, la que nos une y nos integra, también genera situaciones de desigualdad. Quiénes se refieren a la globalización de la pobreza, de los ciberdelitos, al acceso desigual a la información. Los países de América Latina, sumidos en economías deprimidas, cómo pueden salvar la brecha generada por la escasez de elementos tecnológicos. La descoordinación de la modernización o del acceso a las nuevas tecnologías, los desequilibrios urbano-regionales. Como pequeños islotes navegan algunos

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países, que no son los nuestros, y nosotros estamos inmersos en un mar de incertidumbres y desigualdades. Los medios median nuestros actos. La red nos integra y nos desune al mismo tiempo. Los mercados nos aglutinan y marcan también profundas diferencias. Algunas personas están a favor y otras en contra de la tecnología. Y por qué no recordar el exquisito relato anticipatorio sobre los medios de comunicación y pensar en "Las doradas manzanas del sol" de Ray Bradbury. Quién asesinará al aparato de teléfono con una barra de chocolate...? Seguramente no serán los tecnófilos. Bibiografía AGUILERA, Miguel. El estudio sociológico de la comunicacón, el conocimiento y la cultura. TELOS, Cuadernos de Comunicación,Tecnología y Sociedad, N º22. Madrid, FUNDESCO, Junio-Agosto 1990. AVOGADRO THOME, Marisa E. La presencia de las ausencias. Cuadernos de Comunicación, Tecnología y Sociedad-TELOS Nº36. Ediciones FUNDESCO, Madrid, diciembre 1993-febrero 1994. AVOGADRO THOME, Marisa E. Comunicación, Ciencia, Investigación. Prólogo de Manuel Calvo Hernando. Inca Editorial, Mendoza, Argentina, Mayo de 1995. Idem. Desafíos del Periodismo Científico Ante el Tercer Milenio. Mendoza, Argentina, setiembre de 1996. Idem. Una nueva propuesta de periodismo científico. Diario El Nuevo Lunes, Suplemento de Ciencia y Tecnología, Sección Análisis, pág. 2, Madrid 17 al 23 de noviembre de 1997. Idem. Integración y medios de Comunicación: la escena de la globalización (edición español-portugués). Mendoza, setiembre de 1997. Idem. Comunicar la ciencia: un periodismo de proyección al 2000. Boletín de Periodismo Científico, Madrid, noviembre-diciembre de 1999. Idem. Medios, NTCI y la presencia de las ausencias. 1er. Encuentro de Facultades y Carreras de Comunicación de la Región Cono Sur. Ediciones Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Mendoza, Argentina, octubre de 2001. Idem. Ciencia y Sociedad. Periodismo Científico: una necesidad del Tercer Milenio. Revista científica digital "Pensamiento Científico Latinoamericano". Volume 3, Nº2, enero-febrero-marzo de 2002. http://www.mwtodista.br/unesco/PCLA/revista.index.htm. Idem. Las mujeres que hicieron historia. http://www.infociencia.net, España, agosto de 2002. BETTETINI, G y COLOMBO, F. Las nuevas tecnologías de la comunicación. Ediciones Paidós, Barcelona, 1997. BRENNER, Salathiel & VLACH, Vânia. Transportes e Telecomunicações. Editora Ática, Sâo Paulo, Brasil, 1997. CALVO HERNANDO, Manuel. La Ciencia en el Tercer Milenio. Desafíos, direcciones y tendencias. Mc Graw Hill, España,1994. CASASUS, Josep María. Ideología y análisis de medios de comunicación. Ed. Mitre, Barcelona, 1985 CASULLO, Nicolás. Compilación y Prólogo. BERMAN, M. ANDERSON, P y otros. El debate modernidad - posmodernidad. Punto Sur Editores, Buenos Aires, 1989. CONSELHO NACIONAL DOS DIREITOS DA MULHER. Estratégias de Igualdade. Ministério da Justiça, Conselho Nacional dos Direitos da Mulher, Brasília, Brasil, 1997. DICCIONARIO LAROUSSE ILUSTRADO. Ediciones Larousse, España, 1993.

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Comunicación fin de siglo. ¿Para dónde va nuestra investigación?

Jesús Martín-Barbero Fuente: http://www.innovarium.com/Investigacion/ComJMB.htm

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La trayectoria de la investigación latinoamericana en los últimos años no puede entenderse sin su contexto de transformaciones sociales, de escenarios internacionales y nacionales, de las atmósferas culturales generadas. En ellas se sitúan los movimientos, los conflictos y contradicciones del pensamiento en evolución sobre la comunicación. Malos tiempos estos para la prospectiva, pero quizá por ello sea aún más necesaria. Pues nos obliga a romper la tramposa inmanencia del presente continuo a que nos condena la ausencia de utopías, y el consiguiente ensimismamiento de los discursos, exigiéndonos un mínimo horizonte de futuro desde el que comprender los procesos que dotan o despojan de sentido a los discursos. Hoy, menos que nunca, lo que pasa en la investigación latinoamericana de comunicación puede entenderse o valorarse al margen de las rupturas y recreaciones de la socialidad: de los chantajes económicos y las perversiones sociales que disfraza la apertura, del vaciado de significación que sufre nuestra democracia, de la sintomática centralidad de las comunicaciones en los proyectos de privatización, de la absorción de la esfera pública por los medios masivos. Dos escenarios se configuran como decisivos: el de las contradicciones de la integración regional y el de la desestructuración del espacio nacional (1). En la era de la globalización la integración de los países latinoamericanos implica su inevitable integración a la pura y dura lógica de una economía-mundo en la que toda alianza es para competir y fragmentar. Y en esa lógica la creación de grupos de países –desde el TLC de los del norte hasta el Mercosur–, produce la paradoja de fortalecer a los que están dentro y debilitar a los que quedan fuera fracturando la solidaridad regional, lo que se hace aún más grande en las modalidades de inserción excluyente de los grupos regionales en los macro-grupos del Norte, del Pacífico o de Europa. Sometidos al movimiento globalizador, exigencias de competitividad entre los grupos prevalecen sobre y devalúan las de cooperación y complementariedad regional. El segundo escenario es el de la desintegración social y política de lo nacional. ¿Cómo construir democracia en países donde la polarización social se profundiza?, ¿pueden revertir las instituciones políticas los procesos de concentración, del ingreso, la reducción del gasto social, el deterioro de la esfera pública?, ¿qué viabilidad pueden tener proyectos nacionales cuando los entes financieros trasnacionales sustituyen a los Estados en la planificación del desarrollo?, ¿cómo reconstruir ahí sociedades civiles en las que reencuentren sentido los intereses colectivos y formas de ciudadanía que no se agoten en el consumo? El crecimiento de la desigualdad atomiza la sociedad deteriorando los mecanismos de cohesión política y cultural, y desgastadas las representaciones simbólicas "no logramos hacernos una imagen del país que queremos y por ende la política no logra fijar el rumbo de los cambios en marcha" (N. Lechner). Nada de extraño tiene entonces que hasta las, en principio democratizadoras, dinámicas de descentralización resulten más atomizantes que participativas, y que la justa defensa de las identidades locales desemboque en rupturas de la solidaridad nacional. Entretejidas a esos escenarios se percibe la formación de atmósferas culturales (2), cuyas mediaciones matizan tanto el grave pesimismo que carga la visión social de las macrotendencias como el ligero optimismo que permea la mirada comunicacional, fascinada por las maravillas tecnológicas. La primera atmósfera se forma en la convergencia de la fascinación tecnológica con el realismo de lo inevitable: la hipóstasis de la eficiencia y la eficacia se traduce en "una cultura del software que permite conectar la razón instrumental a la pasión personal" (Hopenhayn). Con una multiplicidad de paradojas densas y desconcertantes: la convivencia del derroche estético de los centros comerciales con las condiciones insalubres e inhabitables de los barrios de invasión, la opulencia

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comunicacional con el debilitamiento de lo público, la más grande disponibilidad de información con el palpable deterioro de la educación formal, la continua explosión de imágenes con el empobrecimiento de la experiencia, la multiplicación de signos y el déficit de sentido. La convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad tecnológica disocia la sociedad en sociedades paralelas: la de los conectados a infinita oferta de bienes y saberes y la de los excluidos cada vez más abiertamente tanto de los bienes como de la capacidad de decidir. Lo que remite a una segunda atmósfera: la "cultura de la privatización". Con su dimensión económica –exaltación del mercado a instancia globalizadora y dinamizadora de lo social–; su conversión de la política en intercambio y negociación de intereses; y su legitimación cultural: identificación de la autonomía del sujeto con el ámbito de la privacidad –en el que resguardarse de la masificación– y el del consumo, con el que construirse un rostro reconocible socialmente. Tercera atmósfera: el malestar latinoamericano en la modernidad. La desmitificación de las tradiciones y las costumbres desde las que, hasta hace bien poco, nuestras sociedades elaboraban sus "contextos de confianza" (JJ Brunner) desmorona la ética y desdibuja el hábitat cultural. Ahí arraigan algunas de nuestras más secretas y enconadas violencias. Pues las gentes pueden con cierta facilidad asimilar los instrumentos tecnológicos y las imágenes de modernización, pero sólo muy lenta y dolorosamente pueden recomponer su sistema de valores, de normas éticas y virtudes cívicas. El cambio de época está en nuestra sensibilidad pero "a la crisis de mapas ideológicos se agrega una erosión de los mapas cognitivos" (Lechner). No disponemos de categorías de interpretación capaces de captar el rumbo de las vertiginosas transformaciones que vivimos. Sólo alcanzamos a vislumbrar que en la crisis de los modelos de desarrollo y los estilos de modernización hay un fuerte cuestionamiento de las jerarquías centradas en la razón universal, que al trastornar el orden secuencial libera nuestra relación con el pasado, con nuestros diferentes pasados, permitiéndonos recombinar las memorias y reapropiarnos creativamente de una descentrada modernidad. Las reconfiguraciones del campo ¿Cómo están traduciendo los estudios de comunicación los desafíos y sensibilidades que esos escenarios y esas atmósferas plantean? ¿Y en qué movimientos, conflictos o estrategias del campo se reflejan? En los últimos años la institucionalización del campo de la comunicación en América Latina es un hecho notorio y contradictorio, que ha producido cambios cualitativos y ha hecho emerger nuevas tensiones. De un lado, está el número creciente de investigaciones, el volumen y calidad de las publicaciones, la conformación en algunos países de amplias comunidades de investigadores, los convenios de investigación entre países, la presencia internacional de sus instituciones académicas, la cualificación de los postgrados. De otro, se ha ido configurando una densa tensión: la que plantean los diferentes modos de entender y efectuar la relación entre investigación y mercado. Lo que ahí esta en juego no es una reedición de los viejos conflictos entre teoría y práctica, o entre saberes técnicos y crítica social, sino algo mucho más ambiguo y escurridizo, ligado a los desconciertos y escapismos que alimentan las atmósferas culturales del fin de siglo. La combinación de optimismo tecnológico con escepticismo político ha fortalecido un realismo de nuevo cuño que se atribuye a sí mismo el derecho a cuestionar todo tipo de estudio o investigación que no responda a unas demandas sociales

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confundidas con las del mercado o al menos mediadas por éste. Se acusa entonces al trabajo académico e investigativo de la década de los ochenta de improductivo, de no haberse insertado en los ritmos del cambio tecnológico y económico, de haberse divorciado de los requerimientos profesionales que hace la nueva sociedad. Desde otro ángulo, esa posición representa una muestra de la sofisticada legitimación académica que ha logrado el neoliberalismo en nuestros países: el mercado, fagocitando las demandas sociales y las dinámicas culturales, deslegitima cualquier cuestionamiento de un orden social que sólo puede darse su "propia forma" cuando el mercado y la tecnología liberan sus fuerzas y sus mecanismos. Lo que torna altamente sospechosa una búsqueda de institucionalización en la que el afán por tener un campo propio se hace a costa de algo que, hasta en Estados Unidos, está siendo hoy cuestionado: la utilización de la investigación no como foco de comprensión sino como instrumento de legitimación que "negocia alcance teórico por territorio académico" (3). Lo que conduce a uno de los investigadores latinoamericanos que más ha luchado en y desde su país por la consolidación de la comunidad investigativa en comunicación, a afirmar: "La difícil y nunca consolidada constitución disciplinaria del estudio de la comunicación, que tantas desventajas ha acarreado a sus practicantes, es precisamente la condición de posibilidad de su nuevo desarrollo. No haber tenido la posibilidad en América Latina de haberse convertido en una "ciencia normal", como diría Kuhn, es lo que ahora proporciona la movilidad necesaria para seguir persiguiendo su objeto y generando socialmente sentido sobre la producción social del sentido (..) conservando el impulso crítico y utópico que ha caracterizado a este campo en América Latina" (4). Ligado al anterior se configura otro ámbito de tensiones: en la medida en que la institucionalización de un campo supone su especialización disciplinaria, la especificidad latinoamericana que se expresa en la propuesta de insertar la investigación de comunicación en el espacio de las ciencias sociales y en el desarrollo de los estudios culturales, suscita últimamente polémicas descalificaciones. De un lado, el propósito de focalizar como eje de los estudios la trama social de los procesos comunicativos es visto como un obstáculo a la delimitación del objeto propio de la disciplina, objeto que estaría hace tiempo definido por el paradigma informacional y el análisis semiótico; y del otro, el esfuerzo por asumir la envergadura y el espesor cultural de la massmediación es confundido con un culturalismo que despolitizaría los procesos olvidando el peso de las estructuras de poder. Desde ambos lados la transdisciplinariedad se ha convertido en catalizador de malestares y sospechas, siendo acusada ya sea de la falta de rigor y seriedad metodológica que lastraría la investigación latinoamericana, impidiéndola alcanzar su mayoría de edad, o de devaluar la importancia de lo empírico en la compleja tarea de construcción de los nuevos objetos. Y sin embargo, lo que ha movilizado más fecundamente la investigación latinoamericana de comunicación en los últimos años han sido menos los cambios internos al propio campo que el movimiento de reflexividad producido en las ciencias sociales y el empate con la reflexión que viene de los estudios culturales. Más que por recurrencias temáticas o préstamos metodológicos, esa inserción se ha producido por apropiaciones: desde la comunicación se trabajan procesos y dimensiones que incorporan preguntas y saberes históricos, antropológicos, estéticos, al mismo tiempo que la sociología, la antropología y la ciencia política se empiezan a hacer cargo, ya no de forma marginal, de los medios y de los modos como operan las industrias culturales. De la historia de las transformaciones sufridas por la música negra en Brasil, que la llevan de las haciendas esclavistas a la ciudad masificada donde se produce su legitimación

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cultural como música nacional, a la antropología que indaga continuidades y rupturas en los rituales urbanos de la protesta política, y a la sociología que investiga el lugar que los medios ocupan en los consumos y las políticas culturales. La conciencia creciente del estatuto transdisciplinar del campo (5) no hace sino dar cuenta de la multidimensionalidad que en nuestra sociedad revisten los procesos comunicativos y su gravitación creciente sobre los movimientos de desterritorialización e hibridaciones que en Latinoamérica cataliza y produce la modernidad. Transdisplinariedad que en modo alguno significa la disolución de los problemas-objeto del campo de la comunicación en los de otras disciplinas sociales, sino la construcción de las articulaciones e intertextualidades que hacen posible pensar los medios y las demás industrias culturales como matrices de desorganización y reorganización de la experiencia social y de la nueva trama de actores y estrategias de poder. Abriendo brechas al nuevo siglo Aunque las temáticas de los congresos y los encuentros latinoamericanos de comunicación en los noventa –Identidad e integración (Felafacs, Acapulco, 1192) (6), Comunicación y libre comercio (Alaic, Sao Paulo, 1992), Propuestas metodológicas (7) (Alaic, Guadalajara, 1993) (8), Modernidad y democracia (Felefacs, Cali, 1994) (9) dibujan un mapa de preocupaciones sentidas y consensos institucionales, ellas no alcanzan a dar cuenta cabal de los desplazamientos que tensionan y dinamizan el campo. La conflictiva riqueza de esas dinámicas pasa a mi modo de ver por otro mapa: el que dibujan los textos que otean el horizonte del nuevo siglo. Empezando por las investigaciones que indagan el des-ordenamiento y des-centramiento de lo cultural. Introducido en primer lugar por la globalización económica que replantea la identificación de periferia con exterioridad: es desde dentro de nuestros países, en el espacio de lo nacional y lo local, donde la cultura se mundializa (10), pues globalización no equivale a una mayor difusión de productos sino a la rearticulación de las relaciones entre países desde una des-centralización que concentra poder, y un des-enraizamento que hibrida las culturas. Pero lo que verdaderamente está en juego en la hibridación (11) no es sólo asunto de nuevos mestizajes sino la reorganización del campo cultural desde una lógica que desancla las experiencias culturales de los nichos y repertorios de las etnias y las clases sociales, de las oposiciones entre modernidad y tradición, modernidad y modernización (12), espesando la medición tecnológica que emborrona las demarcaciones entre arte y ciencia, trabajo y juego (13), entre lo oral, lo escrito y lo electrónico (14), abriendo un desafío radical a las inercias teóricas, a las barreras entre saberes sociales, y planteando no sólo nuevos objetos de investigación sino nuevo modos de concebir las luchas entre mercado y producción simbólica, entre cultura y poder, entre modernización y democratización. Una especial reconfiguración de lo cultural es la que produce el universo audiovisual, y particularmente la televisión (15), al constituirse en dispositivo radicalizador del desanclaje que produce la modernidad, redefine las jerarquías que normaban la cultura y también sus modalidades, niveles y lenguajes. Con la deslegitimación que ello opera en el campo de los intelectuales (16): al cuestionar los paradigmas del saber que sustentaba la cultura letrada, y las autoridades en que cristalizaron viejas formas de dominación simbólica, los intelectuales ven hoy tensionada su figura entre el experto académico y el neopopulista de mercado; y descolocada por la del analista simbólico (17) que replantea la tarea del investigador social y el intelectual al insertar la crítica no en la distancia de los riesgos que

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conlleva toda intervención en lo social sino en la dinámica que necesita toda sociedad para no anquilosarse. En un segundo plano estratégico se ubican los procesos de massmediación de la política: la asimilación del discurso político al modelo de comunicación que propone, especialmente, la televisión (18) –identificando lo público con la escena mediática– y su incidencia en los nuevos modos de representación política y de conformación de ciudadanía (19). Agotadas las generalidades en torno a la espectacularización de la política, hacia donde apunta el análisis que avizora el futuro es a dar cuenta de los dispositivos específicos que en la televisión conectan con la emergencia de una nueva cultura política (20). Esa que exige pensar los modos en que los medios entran no a sustituir sino a constituir, a formar parte de la trama tanto del discurso como de la acción política, pues densifican las dimensiones simbólicas, rituales y teatrales que siempre tuvo la política, y hacen parte de las nuevas formas del reconocimiento y la interpelación de los sujetos y los actores sociales. Lo que desplaza la investigación de los mecanismos que oponen "la plaza a la platea" (M.C. Mata), es decir, a la escena mediática, para enfocar más bien las tensiones entre ambas, los usos que la política en la plaza hace de los medios –sus modos de mirar a la cámara (21)– y los movimientos de resemantización mediante los cuales la escena mediática transforma el sentido de la acción política en representación, reduciendo la publicidad –el acto de hacer público– a mera visibilidad (22). Y también la que desplaza el punto de vista de la política formal para investigar el papel del consumo en los otros modos en que se construyen identidades y ciudadanías: esas prácticas socioculturales que configuran formas de reconocerse y de satisfacer necesidades, rituales de distinción y modos de comunicación, pues en el consumir no sólo derrochamos y exhibimos, nos alineamos y sometemos, sino también reelaboramos el sentido de lo social, redefinimos la significación de lo público al publicar lo que creemos socialmente valioso, rehacemos lo que percibimos como propio, nos integramos y nos diferenciamos (23). La ciudad-espacio de comunicación aparece como otra atalaya desde la que vislumbrar cambios de fondo. La estrecha relación entre expansión/estallido de la ciudad y crecimiento/densificación de los medios y las redes electrónicas, está exigiendo pensar la envergadura antropológica de los cambios en los modos de estar juntos, esas nuevas socialidades que empatan con los nuevos escenarios urbanos de comunicación. Escenarios ubicados a múltiples niveles y conformados por ingredientes bien diversos. Los que corresponden al desequilibrio generado por una urbanización irracional y especulativa que se hace visible en el empobrecimiento de las solidaridades e interacciones vecinales, la reducción de la ciudad usable por los ciudadanos y su compensación por la cultura a domicilio y la reinvención de unos lazos sociales en los que se entreteje la información que circula por las redes internacionales con la necesidad de pertenencia y de arraigo local (24). Los escenarios que trazan los imaginarios desde los que la gente siente y se representa su ciudad: acontecimientos, personajes, mitos fundadores, lugares, olores y colores, historias, leyendas y rumores que la narran e identifican siguiendo topografías y trayectos bien diferentes de los que manejan los planificadores (25) y al mismo tiempo modernización, tensión entre memorias étnico-locales y memorias trasnacionales, produciendo un mosaico cuya figura remite menos a las regularidades que pautan los expertos que al desorden y al caos que experimentan en su habitar los ciudadanos (26). O los escenarios de la ciudad-acontecimiento que, al trastornar la cotidianidad inerte, sacan a flote la fragilidad del moderno orden urbano poniendo al descubierto la corrupción que

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enlaza la explosiva ineficiencia de los servicios públicos –inundaciones que dejan en la calle miles de habitantes por mal estado de las redes de alcantarillado o escapes de gas que vuelan barrios enteros– con los dispositivos subterráneos del poder; y también el espesor comunicacional de las estrategias de supervivencia y de conformación de identidad ciudadana entre los marginados (27). Y los nuevos escenarios de los jóvenes, constituidos a la vez desde la homogeneización inevitable del vestido, la comida, la música, y una profunda necesidad de diferenciación que se expresa en los signos con que tejen sus grupalidades: del hoyo fonqui al punk, de la salsa barrial a la discoteca in, del concierto-ritual tecnológico y coreográfico al rock artesanal, en que se dicen las nuevas sensibilidades, las estéticas de lo desechable, las nuevas sonoridades, sones, ruidos y ritmos de la ciudad, la experiencia de las pandillas ante la cotidiana presencia de la muerte en las calles, la exasperación de la agresividad, la soledad hostil, la desazón moral, el desarraigo (28). Finalmente, otro foco de avizoramiento: la recepción/uso de medios y el consumo cultural. Especialmente polémico, e incluso para algunos desgastado, estudio de los procesos de recepción resulta doblemente ambiguo y también fuertemente revelador de algunos de los cambios más de fondo en la investigación de comunicación. Pues confundida con la etapa que, en la escuela norteamericana se adjudicó primero al paradigma de los "efectos" y después al de "usos y gratificaciones", se pierde lo que desde América Latina se busca plantear: la recepción/consumo como lugar epistemológico y metodológico desde el que repensar el proceso de comunicación. Pero al identificar esa propuesta, en no pocas investigaciones, con una especie de hipóstasis de la recepción, se acaba confundiendo el rescate de su actividad con el sofisma del "todo el poder al consumidor". De lo que se trata, aunque quizá aún no se haya logrado, es sin embargo de indagar lo que la comunicación tiene de intercambio e interacción entre sujetos (29) socialmente construidos, y ubicados en condiciones y escenarios que son, de parte y parte aunque asimétricamente, producidos y de producción, y por lo tanto espacio de poder, objeto de disputas, remodelaciones y luchas por la hegemonía (30). Y de otro lado, se trata de comprender las formas de socialidad que se producen en los trayectos del consumo (31), en lo que estos tienen de competencia cultural, hecha pensable desde una etnografía de los usos (32) que investiga los movimientos de ruptura y de continuidad, de enraizamiento y deslocalización, así como las memorias cortas y largas que los atraviesan y sostienen. Perspectiva que resulta especialmente prospectiva al aplicarla a los trayectos culturales de la generación joven, esos que se constituyen en gran medida en la conexión/desconexión con las tecnologías y su capacidad de insertarse en la velocidad de los tiempos. Notas (1) Sobre la prospectiva que señalan esos escenarios ver: Ndeg. 139 de la rev. Nueva sociedad, dedicado a "América Latina: la visión de los cientistas sociales", Caracas, 1995; y la compilación de textos: N. LECHNER (Comp.), Cultura política y democratización, Flacso/Clacso/lCI, Santiago, 1988. (2) La noción es de M. HOPENHAYN, Ni apocalípticos ni integrados, F.C.E., Santiago, 1994, en cuya reflexión me apoyo, así como en la de J.J. BRUNNER, Bienvenidos a la modernidad, Planeta, Santiago, 1994. (3) J.D. PETERS, "Institutional Sources of Intellectual Poverty in Communication Research", Communication Research, vol. 13, ndeg. 4, p. 314, 1986.

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(4) R. FUENTES, La investigación de la comunicación: ¿hacia una postdisplinariedad en las ciencias sociales?, en J. LAMEIRAS/J. GALINDO (ed.), p. 237, Iteso, México, 1994; ver del mismo autor, La comunidad desapercibida. Investigación e investigadores de la comunicación. México. Coneic/lteso, México, 1991. (5) R. FUENTES, Un campo cargado de futuro. El estudio de la comunicación en América Latina, Felafacs/Coneic, México, 1992. (6) VV.AA. Comunicación, identidad e integración latinoamericana, 5 vols. Felafacs/Opción/Univ. Iberoamericana, México, 1992 y 1994. (7) J. MARQUES de MELO (Coord.), Comunicación latinoamericana: Desafíos de la investigación para el siglo XXI, Aleic/USP, Sao Paulo, 1992. (8) C. CERVANTES/E. SÁNCHEZ RUIZ (Coord.), Investigar la comunicación. Propuestas latinoamericanas, Aleic/Univ. de Guadalajara, México, 1994. (9) VV.AA. "Comunicación, modernidad y democracia", ndeg. 41 de Dia-logos de la Comunicación, Felefacs, Lima, 1995. (10) R. ORTIZ. Mundializaçao e cultura, Brasiliense, Sao Paulo, 1994. (11) N. GARCÍA CANCLINI, Culturas híbridas, Grijalbo, México, 1990. (12) J.J. BRUNNER, Cartografías de la modernidad, Dolmen, Santiago, 1994. (13) A. PISCITELLI, "De las imágenes numéricas a las realidades virtuales: esfu-mando las fronteras entre arte y ciencia", en David y Goliath, ndeg. 57, Buenos Aires, 1990; "Tecnología, antagonismos sociales y subjetividad", en Dia-logos de la Comunicación, Lima, 1992. (14) A. FORD, Navegaciones: comunicación, cultura y crisis, Amorrortu, B.A. 1994. (15) Oscar LANDI, Devórame otra vez. Qué hizo la televisión con la gente, qué hace la gente con la televisión, Planeta, B.A. 1992; B. SARLO, Escenas de la vida postmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en Argentina, Ariel, B.A., 1994; J. BRUNNER/C. CATALÁN, Televisión: libertad, mercado y moral, Los Andes, Santiago, 1995. (16) A. PAGNI/E. Von der WALDE, "Qué intelectuales en tiempos postmodernos", en Culturas del Río de la Plata, Lateinamerika-Studien, 36, Númberg, 1996. (17) J.J. BRUNNER/G. SUNKEL, Conocimiento, sociedad y política, Flacso, Santiago, 1993. (18) D. PORTALES y otros, La política en pantalla, Ilet/Cesoc, Santiago, 1989; O. Landi, "La política en las culturas de la imagen", en Devórame otra vez, obra citada. (19) R. Mª ALFARO y otros, Los medios, nuevas plazas para la democracia. Calandria, Lima, 1995; M.A. GARRETON, Estudios sobre la transformación cultural, Lom, Santiago, 1995. (20) H. SCHMUCLER/Mª C. MATA (Coord.), Política y comunicación, Catálogos, Córdoba, 1992. (21) F. CRUCES, Las transformaciones de lo público: Imágenes de protesta en la ciudad de México, UAM Iztapalapa, México, 1995. (22) G. REY, Visibilidad y corrupción: los medios en el proceso 8000, Bogotá, 1996 (23) N. GARCÍA CANCLINI, Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México, 1995. (24) N. GARCÍA CANCLINI/M. PICCINI, "Culturas de la Ciudad de México símbolos colectivos y usos del espacio urbano" en El consumo cultural en México, Conaculta, 1993. (25) A. SILVA, Imaginarios urbanos, Tercer Mundo, Bogotá, 1992. (26) C. MONSIVAIS, Los rituales del caos, Era, México, 1995. (27) R. REGUILLO, La construcción simbólica de la ciudad, lteso, Guadalajara, 1995. (28) M. MARGULIS y otros, La cultura de la noche, Espasa, B.A., 1994; C. Monsivais, Escenas de pudor y liviandad, Era, 1989; A. SALAZAR, No nacimos pa’semilla. La cultura de las bandas juveniles en Médellín, Cinep, Bogotá, 1990.

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(29) J. MARTÍN-BARBERO (Coord.), "Recepción, uso de medios y consumo cultural", nº 30 Dia-logos de la Comunicación, Lima, 1991; M. WILTON DE SOUSA (Org.), Sujeito: o lado oculto do receptor, Brasiliense, Sao Paulo, 1994; G. OROZCO (Coord.), Televidencia: perspectivas para el análisis de los procesos de recepción televisiva, Univ. Iberoamericana, México, 1994. (30) Mª C. MATA, "Interrogaciones sobre el consumo mediático", en Nueva sociedad, ndeg. 140, Caracas, 1995; M.I. VASALLO de LOPES, "Recepçao dos medios, classes, poder e estructura", en Comunicacao & Sociedade, ndeg. 23, Sao Paulo, 1996. (31) N. GARCÍA CANCLINI (Coord.), El consumo cultural en México, Conaculta, México, 1991; S. RAMÍREZ/S. MUÑOZ, Trayectos del consumo, Univalle, Cali, 1995. (32) VV.AA., "Etnografía y comunicación", ndeg.4 monográfico rev. Versión, México, 1994.

Un Nuevo Desafío en la Investigación:

Enfoque Transdisciplinario en Comunicación y Desarrollo

Miguel García Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n49/mgarcia.html Presentación La investigación social en la comunicación, en general, siempre fue un acercamiento teórico metodológico, desde la propia disciplina de las ciencias de la comunicación social. Por lo menos así, lo reflejan las más de doscientas tesis elaboradas por estudiantes de la carrera de comunicación de la Universidad Católica Boliviana de la ciudad de Cochabamba1 y algunos estudios de comunicólogos en esta área2. Es decir, investigar fenómenos de la realidad desde la comunicación, lo hace “indefectiblemente” el profesional comunicador formado y preparado para este tipo de investigaciones. No se considera “siquiera” un enfoque multidisciplinario, menos interdisciplinario para este tipo de abordajes. El objetivo de este trabajo es mostrar al investigador o investigadora en comunicación que debe tener mayor amplitud gnoseológica3, ya que abordar problemas sociales desde el enfoque de la transdisciplinariedad es válida científicamente y a la vez un desafío teórico y metodológico, en particular para el área de comunicación y desarrollo4. Este enfoque propone una ruptura en la investigación “unidisciplinar” o “individual”, formando parte de un equipo de investigadores técnicos (los que se forman en las universidades) y los no técnicos (los actores locales formados en la vida cotidiana y no en las universidades y/o instituciones formalmente establecidas). No olvidemos que la investigación o el ejercicio de hacer ciencia siempre es un proceso de creatividad reflexivo. Primeramente, se hace una breve descripción de las investigaciones en comunicación, en particular en temas de desarrollo. Segundo, un análisis de los distintos enfoques de investigación multidisciplinaria e interdisciplinaria y finalmente aproximaciones a una nueva propuesta de investigación transdisciplinaria en comunicación y desarrollo. Este trabajo culmina con algunas conclusiones importantes a tomar en cuenta por los y las

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investigadoras en comunicación, en particular en comunicación y desarrollo, terminando con una bibliografía referencial usada para este fin. Retrospectiva de las investigaciones en comunicación La comunicación social, pese a haberse desarrollado y nutrido desde distintas ciencias como la sociología, la psicología, el enfoque matemático de la información, los enfoques culturales y otros, todavía presenta características de ser uni-disciplinar y no así una articulación con otras ciencias, que permitan trabajar una investigación de la realidad desde un verdadero equipo de actores “diversos” y no simplemente desde nuestra propia disciplina, en particular en temas de desarrollo. Así por ejemplo, se tienen investigaciones (en calidad de publicaciones) como la de Teresa Flores, en su libro “Comunicación para el desarrollo sostenible” (2002), quien hace una sistematización de las bases conceptuales y el cuerpo teórico de la comunicación para el desarrollo sostenible. El propio Juan Díaz Bordenave, en el prólogo del libro, manifiesta en varias partes que esta investigación lo hizo solamente Teresa Flores, por lo que se interpreta que fue un trabajo desde una sola disciplina y no dentro de un enfoque multi o interdisciplinario. Por otro lado, Luis Ramiro Beltrán y René Cevallos C. en su libro “Estrategias de comunicación educativa para el desarrollo” (2001), quienes proponen herramientas de la comunicación y la educación para lograr procesos de desarrollo en sociedades con necesidades y demandas insatisfechas. Ambos autores rescatan el abordaje de dos disciplinas (comunicación y educación) y por lo tanto su riqueza reside aplicar lo interdisciplinario en comunicación y desarrollo, pero todavía no se ve características de un enfoque transdisciplinario. Lo mismo sucede con Erick Torrico, en su libro “Abordajes y períodos de la teoría de la comunicación” (2004), pese a no ser necesariamente un tema de comunicación y desarrollo, propone que la comunicación tuvo y sigue teniendo abordajes, enfoques y períodos económico políticos de acuerdo a contextos determinados y que ello supone un sistema de organización de las diversas matrices teóricas e históricas que lo articulan. Por lo tanto, también se puede observar que fue un trabajo uni-disciplinar también. Los tres investigadores descritos, por supuesto reconocidos en el ámbito latinoamericano y mundial en el área de comunicación, son simplemente un ejemplo de cómo la comunicación fue haciendo ciencia desde una sola disciplina, llegando en algunos casos a un enfoque interdisciplinario, pero todavía no se llegó a romper y llegar a un abordaje transdisciplinar en temas de comunicación, y en particular en temas de comunicación y desarrollo. El enfoque transdisciplinario se refiere en lo esencial a una visión de los fenómenos a investigar que trasciende las diferentes disciplinas y se basa en una participación global en el sentido de una cooperación sistemática con las personas afectadas (HURNI y WIESMANN 2003: 1) Precisamente esta necesidad latente permite o debe permitirnos iniciar el desafío de investigar en comunicación y desarrollo desde el enfoque transdisciplinario, que gracias al aporte de varias ciencias como la agronomía y la sociología, ofrecen herramientas de

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investigación para analizar y sistematizar fenómenos de la realidad de manera más integral y acorde a las necesidades y demandas de la sociedad en general, en particular en temas de desarrollo. Enfoques en comunicación y desarrollo Las investigaciones en temas de desarrollo, fueron abordadas por instituciones privadas (Instituciones de Desarrollo, Organizaciones No Gubernamentales y otros) y públicas (Universidades e Instituciones públicas) a partir de la idea de que la realidad, por su complejidad, debe ser dividida en “partes” para ser entendida y explicada, y por ello - es decir en esta “división” – se requiere abordar también con un solo enfoque y por tanto una disciplina. Este enfoque corresponde a la ciencia tradicional positivista y occidental de la cual todavía dependemos de gran manera. De lo que se trata en este punto es, describir cómo se han ido dando los enfoques multi e interdisciplinario en temas de desarrollo, y cuál ha sido el papel de la comunicación. Cabe aclarar que lo que se describe, de los tres enfoques, es resultado de las diferentes experiencias que tuvieron las instituciones de desarrollo a lo largo de su intervención en programas y proyectos de desarrollo. La necesidad indispensable de entrelazar las diferentes disciplinas se manifiesta en el surgimiento, hacia la mitad del siglo veinte, con los enfoques multidisciplinario e interdisciplinario, que es lo que a continuación veremos. Enfoque multidisciplinario en comunicación y desarrollo Lo multidisciplinario también se conoció como “pluridisciplinario”, entendido como el estudio de un objeto de una sola y misma disciplina por medio de varias disciplinas a la vez. La gestión multidisciplinaria sobrepasa las disciplinas pero su finalidad queda inscrita en el marco de la investigación disciplinaria (NICOLESCU 1999: s.p.). En temas de desarrollo, la investigación multidisciplinaria nació en la década de los años ochenta (80), impulsada por instituciones de desarrollo apoyadas por la cooperación internacional. Lo multidisciplinario ha sido conceptualizado como un enfoque de investigación científica que toma en cuenta varias disciplinas; es decir, se tiene un problema macro común, pero unos objetivos diferenciados para cada una de las disciplinas que intervienen. Además de, unas conclusiones también desde cada una de las disciplinas. Así por ejemplo, si se está investigando el problema de la “erosión de suelos en el altiplano boliviano”, se siguen pasos desde el enfoque multidisciplinario: Primero, el tema común “erosión de suelos...” será para todas las disciplinas que intervengan en esta investigación. Por ser tema común, también se convierte en problema de desarrollo común. Segundo, cumpliendo lo multidisciplinario, los investigadores serán tres: un ingeniero agrónomo, un economista y un sociólogo. Por supuesto tomando en cuenta el enfoque de género. Tercero, al abordar este tema común, se definen objetivos diferenciados desde la especialidad de cada disciplina; así lo exige la multidisciplinariedad.

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Ejemplificando, el economista tendrá como objetivo identificar las pérdidas económicas que provoca la erosión de suelos para los habitantes del altiplano boliviano; el agrónomo se planteará describir las causas que provocan la erosión de suelos en el altiplano boliviano y, finalmente el sociólogo se limitará a analizar el papel de las organizaciones locales para contrarrestar los efectos negativos de la erosión de suelos. Como se puede observar, cada disciplina plantea objetivos diferenciados desde su propia especialidad, empero con un problema común de desarrollo. Por lo tanto, a las conclusiones a las que se llegué también serán diferenciadas desde cada disciplina. ¿Y el comunicador...?, en este enfoque, simplemente juega un rol “instrumental”, ya que no participa de manera directa de la investigación. Su trabajo se limitaría, como ejemplo, a formar parte de la redacción y formato del resultado de dicha investigación consistente en la publicación del libro. El objetivo final de este tipo de enfoques, es buscar la “alta especialización” de los profesionales, cada uno en sus respectivas disciplinas. Por lo tanto, cada profesional mientras más especializado esté en un tema, mayor posibilidades tendrá de formar grupos multidisciplinarios. Enfoque interdisciplinario en comunicación y desarrollo La interdisciplinariedad, en comparación a la multidisciplinariedad, presenta una mirada diferente, ya que concierne a la transferencia de métodos de una disciplina a otra. Puede haber tres grados de interdisciplinariedad: por su grado de aplicación, por su grado epistemológico y por su grado de concepción de nuevas disciplinas. Por el tercer grado, este enfoque sigue contribuyendo al gran “bang” disciplinario (NICOLESCU 1999: s.p.). El enfoque interdisciplinario, en temas de desarrollo, empieza a aplicarse y posterior desarrollo a inicios de la década de los noventa (90) ante la necesidad de superar lo mulitidisciplinario. Se trata de investigar problemas de desarrollo con varias disciplinas, al igual que el multidisciplinario, pero esta vez se identifica un solo problema y objetivos comunes. Por lo tanto, todo el equipo de manera consensuada asume la investigación como un todo. El aporte fundamental de este enfoque reside en que el problema a investigar ya no se la divide en partes sino el abordaje es en equipo, ya que se tiene un mismo problema y objetivos a investigar. Por lo tanto comunes. Para esto, el equipo investigador deberá estar formado en abordajes teóricos y metodológicos de otras disciplinas también. Deberán conocer un poco otras teorías que no son propias de su disciplina. Es decir, retomando el ejemplo de la investigación sobre “la erosión de suelos en el altiplano boliviano” se tiene lo siguiente: Primero, los tres profesionales (por lo tanto tres disciplinas) abordarán el problema y los objetivos de manera común. Tendrán un solo problema y varios objetivos consensuados por los tres profesionales. Trabajarán en “equipo” todo el proceso de planificación, ejecución y evaluación de la investigación. Los objetivos diferenciados ya no se dan sino son fruto de discusiones y consensos entre ellos. Las conclusiones también son fruto de

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acuerdos, discusiones y consensos entre los tres profesionales para presentar un informe común. El rol del comunicador, en este caso, mejora un poco, ya que participa de manera directa en alguna de las etapas de investigación, generalmente cuando se requiere una mediación tecnológica en la recolección de datos para el trabajo. Además de seguir colaborando en la producción y difusión de los resultados de dicha investigación. Desafío del enfoque transdisciplinario en comunicación y desarrollo Conceptualmente, la transdisciplinariedad, concierne, como lo indica el prefijo “trans”, a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del conocimiento (NICOLESCU 1999: s.p.). La investigación transdisciplinaria es un enfoque incipiente aún, y empieza a desarrollarse con mucha fuerza a partir del año dos mil (2000). Nace como una respuesta a la necesidad de superar los abordajes multi e interdisciplinario de la investigación en temas de desarrollo. Lo transdisciplinario supone un proceso de comunicación, de interacción con otros grupos, que no necesariamente son profesionales y/o especialistas en el tema. Se involucra de manera más activa, en este proceso, entre todos los actores: profesionales, campesinos, indígenas, autoridades y otros (RIST 2002: 46). También entendida como un proceso de autoformación e investigación que se oriente en la complejidad real de cada contexto, superando los límites del conocimiento disciplinario de modo que la investigación y la recreación de alternativas y soluciones sean definidas indistintamente de su conocimiento específico y metodológico (DELGADO 2001:14) Mientras al comienzo se utilizó enfoques sectoriales o unipersonales del investigador, es decir disciplinares, con lo que prácticamente se respondía a los intereses y curiosidades del propio investigador, se hacía necesario la ampliación científica. A la dimensión técnica propia de las ciencias naturales se añadió la visión económica y en último término también lo social, donde la comunicación por su carácter social, inicia el nuevo desafío de investigación. En comunicación, el enfoque transdisciplinario, permite al o la comunicadora, ser un sujeto importante que investiga, planifica y sistematiza juntamente con el resto del equipo técnico y no técnico para abordar problemas de la sociedad dentro de un contexto de desarrollo. No se puede negar que hasta hace cinco u ocho años, el papel del comunicador para el desarrollo simplemente era “instrumental”, es decir, las investigaciones en temas de desarrollo lo hacían los técnicos especialistas en dicho tema. Siguiendo el ejemplo descrito, se tiene lo siguiente: Primero, para el mismo problema de la “erosión de suelos en el altiplano boliviano” participan no solamente las tres disciplinas (economía, sociología y agronomía) sino se tiene un nuevo actor investigador: los propios sujetos cognoscibles que se convierten también en sujetos cognoscentes, y por ello se les llama “actores locales” de la

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investigación. Segundo, aparte de tener un solo problema y objetivos comunes consensuados en equipo, también se aplica la metodología de la investigación acción participativa por ser más integral e involucra a los propios actores locales; tercero, se inicia un proceso de diálogo intercultural de todo el equipo técnico y local sobre un solo problema de desarrollo; cuarto, con la incorporación de los actores locales en la investigación, se pone en práctica revalorizar los conocimientos y saberes de la gente sobre el problema de desarrollo a investigar. En discurso, parecería todavía simple abordar este nuevo enfoque, pero en la práctica es bastante complejo por el tiempo y los acuerdos y consensos a los que se deben llegar con todos los actores (profesionales y actores locales) para realizar una buena investigación que busque la sostenibilidad de la misma. El comunicador, en este proceso, es activo porque forma parte de todo el proceso de investigación, desde la planificación, ejecución y evaluación de la misma. El comunicador, como las otras disciplinas es un actor más de la investigación, y se toma con mucha fuerza los conocimientos tradicionales de los actores locales. Procedimiento transdisciplinar en comunicación y desarrollo La ciencia positivista, a decir de Foucault5, ha generado saberes “sometidos”, por lo tanto conocimientos que genera la gente cotidianamente. Foucault reconoce a los saberes locales como válidas. En este contexto, la transdisciplinariedad rompe la hegemonía de la ciencia positiva y promueve los conocimientos a partir de la gente y de la comunidad, como sujetos activos de su propio desarrollo científico, social, económico, político y cultural. La transdisciplinariedad investiga problemas de desarrollo en búsqueda de ese desarrollo sostenible. La comunicación social debe ser parte activa de ese equipo técnico y de actores locales, en la búsqueda de nuevos significados (teorías y métodos) para generar mejores condiciones de vida para poblaciones como Bolivia. El procedimiento para aplicar un enfoque transdisciplinar es igual que cualquier investigación convencional. La riqueza de este enfoque consiste en organizar un equipo técnico y de actores locales desde el inicio de la investigación hasta la culminación de la misma. Todos participan desde la elaboración del perfil de investigación, su ejecución hasta la evaluación de la misma. Es decir, la investigación transdisciplinar para el desarrollo es también interdisciplinar y participativa, y debe moverse dentro de un contexto específico, y esto tanto a la hora de identificar los problemas como a la hora de buscar soluciones y ponerlas en práctica. Posibles técnicas de la transdisciplinariedad Para el enfoque transdisciplinar, basadas en la metodología de la Investigación Acción Participativa6, se pueden utilizar las siguientes técnicas de recolección de información: Lectura de fotografías aéreas: Profesionales, técnicos y actores locales analizan, reflexionan y sacan valoraciones de grupo sobre fotografías aéreas de la comunidad o

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municipio donde se hace la investigación, indicando cambios históricos y espacios problemáticos. Visualización conjunta: Técnica cualitativa que permite generar conocimiento de la realidad a través de mapas, que lo hacen los actores locales. Existen mapas de recursos naturales, mapas de organización social, mapas de flujos y otros. Se trata de un proceso de visualización conjunta de las principales fortalezas y oportunidades de la comunidad o municipio donde se hará la investigación. Mapas parlantes: Técnica que permite a los actores locales ir dibujando su comunidad, municipio o cantón, con la idea de generar información del espacio físico geográfico, de los actores, los conflictos, problemas, espacios de interacción, recursos y otros. Ventajas del enfoque transdisciplinar Investigar la comunicación desde un enfoque transdisciplinario, trae consigo un conjunto de ventajas: primero, se valoriza de sobremanera la participación de los sujetos cognoscibles de la investigación; segundo, el actor principal de la investigación no es él o la investigadora, sino básicamente la propia comunidad, municipio o gente cognoscible; tercero, este tipo de abordajes requieren procesos sociales y culturales y no partes temporalmente definidos; cuarto, tiene una base metodológica en la interdisciplinariedad, y de ello la riqueza de enfoques científicos diferentes con un solo problema, y finalmente, este enfoque busca la articulación cualitativa y cuantitativa para lograr procesos de desarrollo sostenible. Este enfoque inicia el despliegue de potencialidades locales7 de los propios actores sociales (municipios, comunidades, pueblos indígenas y originarios y otros) en el desafío de investigar la realidad para lograr verdaderos procesos de desarrollo sostenible, y en ello la comunicación es un actor más (importante por cierto) dentro de este proceso. La visión transdisciplinaria es abierta en la medida en que ella trasciende el dominio de las ciencias exactas por su diálogo, su reconciliación y su capacidad de reflexión epistemológica, no solamente con las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la experiencia interior (MORÍN 1994: 2). Finalmente, la transdisciplinariedad tiene ética, ya que rechaza toda actitud que niegue el diálogo y la discusión, cualquiera sea su origen, ideológico, científico, religioso, económico, político y filosófico. Desventajas del enfoque transdisciplinar Como todo es perfectible, por nuestra condición humana, el enfoque transdisciplinario para investigaciones en temas de desarrollo, presenta algunos riesgos que deben ser subsanados a lo largo de su propia dinámica: primero, existe un riesgo de subordinar al profesional técnico a expensas del actor local, y segundo, existe la posibilidad de enaltecer al actor local y por ende fundamentalizar su rol social. Conclusiones

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El enfoque transdisciplinario trata de romper fronteras disciplinarias y articular ciencias y conocimientos en pos de resolver los problemas de la sociedad de una manera más integral y participativa. El enfoque transdisciplinario es complementario al enfoque interdisciplinario, ya que hace emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que los articulan entre sí, y ofrece una visión de la investigación más ligada a la realidad socio-cultural de las personas. La transdisciplinariedad no busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos que las atraviesan y las trascienden. Lo transdisciplinario, en temas de desarrollo, toma en cuenta varias disciplinas y actores locales, con la idea de generar nuevos conocimientos y por ende una ciencia más integral y humana. Lo transdisciplinario permite y crea condiciones para que exista un diálogo y por ende una reciprocidad de conocimientos y saberes. El comunicador o comunicadora, en este enfoque transdisciplinar, es un sujeto activo de todo el proceso de investigación en temas de desarrollo, desde la elaboración participativa de la investigación hasta la devolución de los resultados del trabajo a los beneficiarios, y con ello se rompe la noción instrumental de la comunicación. La comunicación para el desarrollo, desde el enfoque transdisciplinar, debe tomar en cuenta a la población local y a los sujetos de decisión (actores locales), y que éstos sean incorporados en la planificación, ejecución, evaluación y monitoreo de proyectos e investigaciones de comunicación. Los enfoques de investigación transdisciplinar deben ser un nuevo desafío en la investigación académica de las ciencias naturales y sociales, y más aún en la comunicación y desarrollo. La disciplinariedad, la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y, ahora, la transdisciplinariedad son las cuatro flechas de un solo y un mismo arco: el del conocimiento. Por lo tanto, la búsqueda de nuevos enfoques de investigación, en particular en comunicación y desarrollo, siempre es y será un desafío. Notas 1 Ver artículo “¿Qué investigamos en comunicación?...”, de López, Pedro Luis y Tórrez, Yuri. EN: Revista de Comunicación Punto Cero, Nro. 9. UCB. 2003. 2 Ver publicaciones de Teresa Flores, Erick Torrico, Marcelo Guardia y Luis Ramiro Beltrán, quienes hacen investigaciones desde una sola disciplina: comunicación social. Es decir, son investigaciones unipersonales, y por ende unidisciplinares. 3 Entendida como aquella investigación que trata orígenes, naturaleza, valores y los límites de la facultad de conocer fenómenos de la realidad. 4 Pero como desarrollo sostenible, el cual entendida como un proceso intencional de satisfacción de necesidades básicas del hombre actual, sin afectar a las generaciones futuras. Es un estado de justicia intra e intergeneracional. También entendida como

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resultado de un consenso y negociación entre todos los actores de la sociedad, priorizando sus principales problemas. 5 En su libro “Microfísica del poder”, Michel Foucault (1997) explica que las causas, desarrollo y monopolio de la ciencia occidental fueron más por factores de poder político, económico y cultural, antes que científica, subordinando permanentemente otro tipo de conocimientos. 6 Entendida como un enfoque metodológico que encara el desafío de generar conocimiento con los actores locales de una realidad para que ellos asuman el poder de transformarla creativamente (INIAP 2003: 8). 7 Ver la publicación de Rolando Sánchez S.: “El desarrollo pensado desde los municipios. Capital social y despliegue de potencialidades locales.” PIEB. La Paz. 2003. Bibliografía

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Otra Comunicación es Posible Fuente: http://www.choike.org/nuevo/informes/2051.html

Carta pública de las redes latinoamericanas de comunicación en apoyo a la campaña CRIS Autores corporativos: Agencia Latinoamericana de Información (canal) Lugar: Quito (Ecuador) Fecha: 29 de Julio de 2004 Entradilla: Carta pública en la que las organizaciones latinoamericanas de comunicación que promueven los derechos de la comunicación, expresan su idea de que la gente, los pueblos, las naciones y comunidades requieren otra comunicación, dado que entienden la comunicación como un derecho humano fundamental. Introducción/Descripción: Las organizaciones latinoamericanas de comunicación que promueven los derechos de la Comunicación, reunidas en la ciudad de Quito en el marco del Foro Social de las Américas, se dirigen a comunicadoras y comunicadores, miembros de la sociedad civil y a la opinión pública en general, para manifestar lo siguiente:

Reconocemos la creciente influencia de la comunicación y de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información. Sin embargo, denunciamos que continúa la avasalladora concentración de la propiedad y de la producción de contenidos en muy pocas manos, que desde hace décadas coincide con la misma concentración que experimentan los medios de producción, comercialización y finanzas.

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Nos preocupa profundamente que esta tendencia a la concentración empresarial en el sector de la comunicación y la progresiva transformación de la información en mercancía implica una negación de estos derechos de la comunicación: amenaza el derecho a la información y a la libertad de expresión, a la diversidad y a la pluralidad mediática. Esta situación convoca a todos los sectores comprometidos con la democracia a estar vigilantes y a asumir la necesidad de democratizar la comunicación.

La gente, los pueblos, las naciones y comunidades requieren otra comunicación.

Una comunicación donde la palabra individual y colectiva de todas las personas, dicha desde su particular horizonte simbólico, tenga valor; donde su decisión de construir condiciones de dignidad y justicia pueda ser verbalizada y, por tanto, profundamente asumida; donde la opinión, desde cualquier identidad que provenga, tenga peso proactivo en el conjunto de la sociedad.

Entendemos a la comunicación como un derecho humano fundamental que nos

asiste desde que nacemos y que todas y todos debemos ejercerlo a lo largo de la vida con igualdad de oportunidades. Por esa naturaleza, la comunicación debe servir para la inclusión social, para que a través de ella se expresen los conflictos y diferencias en diálogo con todos los pareceres, en la búsqueda del bien común.

Por ello invitamos a comunicadores y comunicadoras, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, personas y entidades con sensibilidad social, a unir esfuerzos para hacer de la comunicación y de las tecnologías de la información instrumentos útiles al desarrollo humano integral, democrático, sostenible y sustentable, afirmando los siguientes aspectos:

Una comunicación que se base en el reconocimiento del otro, de aquel o aquella que tiene otra cultura, otra identidad política, otra orientación sexual, otro color de piel, otra edad, otro nivel económico, para así impulsar una cultura de paz.

Una comunicación orientada a desarrollar sujetos ciudadanos y ciudadanas, empoderados y empoderadas de los instrumentos necesarios para diagnosticar, proponer, decidir, ejecutar (en cuanto sea posible) y evaluar las políticas públicas que convengan a todas y todos los actores sociales que intervengan en cada caso.

Nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC), cuyo desarrollo se oriente en prioridad a cerrar la brecha educativa, económica, científica y de oportunidades que existe entre ricos y pobres.

Medios de comunicación, comerciales y comunitarios, con responsabilidad social e inspiración democrática, que privilegien la defensa y promoción de lo público, porque lo público permite el ejercicio de una cultura deliberativa que confronta y acepta diversas posiciones para hacerlas dialogar y construir acuerdos basados en la discrepancia sobre los conflictos que vivimos, pero asumiéndolos.

Marcos regulatorios y legales de comunicación e información que apunten, principalmente, al ejercicio de los derechos de la comunicación de los pueblos sin discriminaciones ni exclusiones, y que superen sus parámetros puramente económicos y técnicos.

Ciudadanos y ciudadanas ejerciendo su derecho de vigilar a los medios, y éstos asumiendo su obligación de responder positivamente a las críticas que se les haga,

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puesto que, aún siendo privados, su esfera es pública. Para esto es necesario multiplicar las experiencias de veedurías u observatorios ciudadanos de medios.

La comunicación es un derecho y no una actividad comercial. En este sentido, rechazamos cualquier intento de considerar las diversas formas de ejercicio de los derechos de la comunicación simplemente como servicios audiovisuales o informáticos y como medios de carácter comercial, tal como se pretende imponer en la Organización Mundial del Comercio, OMC, y en tratados regionales como el ALCA y los TLC.

Finalmente, renovamos nuestros compromisos de construir y fortalecer redes ciudadanas de comunicación o de medios con sentido público de la comunicación para ayudar a construir un pensamiento autónomo y más comprometido con la democracia y el planeta, un pensamiento cuyo fundamento es la solidaridad y la responsabilidad histórica.

Quito, 29 de Julio, 2004 Redes latinoamericanas de comunicación en apoyo a la Campaña CRIS: ALAI - ALER - AMARC - Proyecto Monitor de Políticas TIC en LAC de APC - OCLACC - Radipaz - WACC - Adital (Se suman más de cien personas e instituciones que adhirieron al documento, cuando se le dio lectura durante el Encuentro)

Una propuesta de conocimiento en torno a la comunicación comunitaria

María Isabel Cortés Cortés

Las reflexiones que a continuación presento, hacen parte de las múltiples discusiones que alrededor del campo de la comunicación hemos ido construyendo docentes y estudiantes en el programa de Comunicación Social de la UNAD, específicamente en el campo de la comunicación comunitaria, y que desde la creación del programa académico ha sido su énfasis y su área de intervención desde la investigación formativa. Para empezar hemos hecho un primer boceto del campo a manera de croquis, más que de mapa, que permite ir delineando una breve noción de este espacio, de por si interdisciplinario, para ir recorriendo luego, con ojos de buen viajero, temas y líneas que desde el particular interés del programa de Comunicación Social de la UNAD, nos interesa trabajar. Vale la pena mencionar que el programa académico hace parte de una universidad cuya base teleológica está asentada en lo comunitario y lo regional, con presencia en 54 ciudades y pueblos del país, lo que le imprime un fuerte compromiso con las comunidades y sus expectativas y necesidades. Es importante entonces reconocer y comprender el perfil de formación que le brinda la Universidad Nacional Abierta y a Distancia a sus estudiantes y lo que significa para el contexto nacional ser egresado de una universidad pública que busca promover y dinamizar desde lo local y lo regional una sociedad democrática, participativa y pluralista. Los interrogantes que surgen son variados ¿qué significa hoy en

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la globalización hablar de una comunicación comunitaria?, ¿Podríamos decir que esto es algo que ya no se puede o se debería trabajar desde que se cayó el muro de Berlín y con él todos los modelos de construcción social, económica y política diferente al capitalismo?, ¿cómo reconstruir hoy en la realidad social del país y del mundo una propuesta diferente a la que nos imponen las grandes hegemonías?, y sobre todo, ¿cómo pensar un mundo diferente desde la comunicación?1 Al respecto Rosa María Alfaro menciona lo siguiente: hoy en la globalización lo que debemos rescatar es una comunicación comprometida con un desarrollo de lo popular desde perspectivas económicas, sociales y políticas alternativas, trabajar con la comunidad para lograr resignificar los significantes que los medios masivos globales están impartiendo en el mundo, trabajar desde la comunicación alternativa para reconstruir un sentido de la realidad donde la comunidad tenga un papel fundamental y no solo se les tome en cuenta como brazos de trabajo … que se usan y desechan como un artículo más del mercado. La investigación en la formación de los comunicadores sociales Es a través de la investigación formativa como nuestros futuros profesionales llegan a comprender los procesos comunicativos de su comunidad y a la vez generar alternativas de cambio. Lo comunitario se asume como todas aquellas congregaciones humanas que comparten unas explicaciones comunes, interrses comunes, comprensiones comunes del mundo que les configura una manera particular de ser y habitar un territorio. Desde esta perspectiva los ejercicios investigativos no se quedan únicamente en las lecturas de las lógicas de la comunicación en comunidades determinadas con el objetivo de crear medios alternativos de comunicación sino que posibilitan la creación de paradigmas comunicativos como aporte a la construcción teórica de la comunicación social comunitaria. Los proyectos de grado de los estudiantes dan cuenta de algunos abordajes y aproximaciones interesantes en este sentido, en lo que tiene que ver con lo comunitario en el ámbito comunicativo y que vale la pena mencionar aquí: - Lo comunitario en la constitución de identidades y subjetividades colectivas en torno a iniciativas y proyectos locales y globales. - La Construcción de identidades y sujetos sociales a través de las prácticas, simbologías y discursos. - Lo comunitario como valor alternativo Lo comunitario como vínculo (vínculos que no se dan necesariamente entre iguales) para el reconocimiento de las dinámicas sociales y políticas emancipadoras (más allá del territorio) - Nuevas formas de sociabilidad marcadas por intensos lazos afectivos en torno a espacios masivos o de consumo cultural (intereses y valores compartidos) Lo comunitario asociado a la reivindicación de lo público y lo democrático Lo comunitario desde nuevos movimientos sociales (redes en movimiento) - La construcción de nuevas comunidades de comunicación y sentido Lo comunitario entendido como RED - TEJIDO

1 Leguizamón Orjuela Yenny, Modulo de Estudios Culturales. UNAD 2005

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En perspectiva Si bien son numerosas las experiencias comunitarias particularmente en los medios de comunicación, son pocas las construcciones que se ha hecho en torno al concepto de "comunicación comunitaria" desde lo epistemológico. Las nociones que discurren en los imaginarios, por lo menos en Colombia, es que lo comunitario es esencialmente trabajo con sectores marginales, sectores cuyos derechos económicos y sociales están vulnerados. Marginal es quien está en un borde, pugnando por estar “dentro de” un espacio que le es negado o frente al cual se “ingreso” se halla postergado. Esto lo que deja ver es que el carácter socio-económico de la marginalidad es insuficiente para desarrollar una propuesta comunicativa enfocada a lo comunitario, más aun si esa sigue siendo la única variable para intervenir comunicativamente en procesos y dinámicas sociales, por lo tanto se hace necesario construir otro tipo de definición. Desde la práctica, lo comunitario no se queda únicamente inscrito en lo marginal todo lo contrario, es una propuesta de construcción colectiva, es un ámbito de construcción de lo público, y que en nuestro caso particular es promovido por el Estado, como lo expresa la Constitución Política de Colombia de 1991 en su artículo 103, al considerar la participación democrática a través de la contribución a la organización, promoción y capacitación de asociaciones de carácter diverso, llámense a éstas organizaciones de la sociedad civil . A este marco normativo hay que integrar también la dimensión cultural2, Ubicar lo comunitario nos plantea una tensión, porque si nos colocamos en la situación de trabajar con grupos o instituciones ambientalistas, o con una cadena radial, o con madres comunitarias, ¿cómo abordar lo cultural desde la posibilidad de nombrar lo comunitario desde lo cultural? ¿cómo cifrar el componente identitario en la labor comunitaria, cuando incluso se trata de identidades con lógicas distintas? entonces lo cultural no es un punto de partida sino una posibilidad de enriquecerse en la diversidad y proyectarse en común. Lo comunitario no está en alguna parte como un referente, sino que se hace, el referente de compromiso se construye, y en esto lo que subyace no es sino la prevalencia de una unidad en la diferencia, de la emergencia de una identidad nacional llamada ciudadanía. Con el advenimiento de la globalización, se ha dado un fenómeno de explosión de identidades regionales y locales que se oponen a una idea trabajada en la modernidad sobre la homogenización cultural a nivel nacional, pero que en esta nueva etapa busca una homogenización cultural global, y la cultura hegemónica es la de los países del centro y en lo local es la hegemonía de los grupos que han ostentado el poder por mucho tiempo. Pero qué significa que exista esta anhelada cultura global?, bueno que los procesos de interpretación de la realidad son aquellos que utiliza la cultural hegemónica, ignorado e invisibilizando otras formas de ver el mundo y otras formas de apropiarse del mismo3. Es por eso que hablar de lo comunicativo comunitario es abordarlo como una interlocución que se mueve dentro de unas tensiones cuya intensidad es difícil de establecer.

2 Las nociones de este acápite han sido tomadas del proyecto Red de voces e imágenes para un

nuevo país. Ejecutado en dos regiones del país por la Corporación Andares Ida y Vuelta y financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional –AECI- . 3 Leguizamón Orjuela Yenny, Modulo de Estudios Culturales. UNAD 2005

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Lo comunitario no es una referencia fija y anclada en algún lugar, es la posibilidad y viabilidad de proyecto con la comunidad, cuya identidad como ya hemos dicho no responde a una única matriz cultural, sino cuya composición mezcla la diversidad con la desigualdad. Queda extraño, entonces, afirmar que es poco lo que se puede hacer desde una localidad pequeña, o desde un municipio rural: los u’wa son un ejemplo de actuación local y pensamiento global; movilizan a organismos no-gubernamentales y a la opinión pública inglesa para que presione a las empresas petroleras británicas y, dificulten los trabajos de éstas en lo que ellos consideran territorio sagrado. De otro lado, podemos afirmar que toda intervención social o acción cultural debería insertar la idea de que los grupos humanos deben aportar algo a los demás. Para que una comunidad sea incorporada o geste su proyecto cultural, un comunicador social deberá intentar "reinsertarse" (volver a pensar-se y sentir-se) en la comunidad comprendiendo sus procesos sociales y culturales con el fin de ayudarla a planificar y organizar desde el saber-hacer que lo define como persona y profesional. La nueva estructura curricular la luz de los Estudios Culturales Dentro de la propuesta de nueva estructura curricular del programa de Comunicación Social Comunitaria, los contenidos cobran su valor sólo a través de una visión cultural de dicho currículo que descentra la sola mirada mediática de la comunicación social y aborda la complejidad de los procesos comunicativos en el contexto de las sociedades contemporáneas. En esta perspectiva, el Plan de Estudios del Programa de Comunicación Social, toma como referente conceptual el campo de estudios denominado “Estudios y Crítica Culturales”, puesto que desde allí puede consolidarse una propuesta cultural de la comunicación que no deslegitime los saberes locales, los contextos particulares y los procesos de interacción humana hasta ahora desconocidos y/o ignorados por la academia formal. Los estudios culturales tal como han sido definidos también se mueven en una dirección transdisciplinaria, al querer diseñar un modelo de reorganización académica del conocimiento que incorpore saberes hasta ahora marginados por el canon de las disciplinas tradicionales. La crítica cultural y los estudios culturales compartirían un mismo interés por ciertas combinaciones teóricas que les sirven a ambos para analizar (y defender) representaciones sociales y formaciones de identidad habitualmente segregadas por las jerarquías de la cultura oficial.4 Desde la sombrilla de los estudios culturales se han reconfigurado las preguntas de la comunicación, refiriéndonos a América Latina, los estudios de comunicación pasan de una visión instrumental que puede verse plasmada en los albores de la comunicación para el desarrollo o en la función ideológica, a comprenderla como una mediación fundamental en las sociedades contemporáneas, esta mirada nos permitirá ir resignificando el concepto de lo comunitario. Esta afirmación descentra el pretendido objeto de estudio de la comunicación: los medios masivos de comunicación. Lo anterior no significa olvidarse de éstos, todo lo contrario, significa redimensionar su existencia en la sociedad, más allá de

4 Richard, Nelly. “Antidisciplina, transdisciplina y redisciplinamientos del saber”. En: Revista de

Estudios Sociales. No.1. Agosto/98. Santafé de Bogotá: Uniandes/Fundación Social, 1998. Pp.119.

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difusores ideológicos de la clase propietaria de las empresas de comunicación o de instrumentos educativos para el cambio social, los medios cobran un valor y un sentido para las sociedades, forman parte de un sistema social con características particulares, de tal manera que el espacio cultural se vuelve un eje fundamental en el estudio y producción de comunicación. Según Fabio López de la Roche y Jesús Martín Barbero5 en América Latina la investigación cultural es anterior a que apareciera la etiqueta de “Estudios Culturales”, pero esta investigación de lo cultural se fundamenta tanto en la experiencia que aportan los movimientos sociales como en el trabajo de los ingleses Raymond Williams, R. Hoggart y Stuart Hall, quienes inicialmente investigaron la inserción de los medios de comunicación en las dinámicas de la cultura contemporánea y la relación de las culturas juveniles con las industrias culturales y las transformaciones de la ciudad. Fue en búsqueda de la comprensión de los procesos sociales –dicen López de la Roche y Martín Barbero- que la investigación cultural en Latinoamérica se ha convertido en un área estratégica de reconocimiento de las rupturas y continuidades de que está hecha nuestra modernidad. El comunicador en la gestión de procesos de cultura Pensar en formar a un comunicador social-comunitario entonces, se presenta como una manera de hacer posible la inserción necesaria en procesos sociales más amplios que aquellos inscritos en la denominada marginalidad, es decir, una visión, una comprensión y unas competencias que permitan formular unas preguntas a la realidad, en un espacio en el que converjan –antes que discurrir paralelamente- los aspectos denominados alternativos y aquellas dinámicas hegemónicas de la sociedad, en especial las socio-culturales y mass-mediáticas. Esto involucra desde la perspectiva de los Estudios Culturales el rompimiento de unas maneras de acercarse a la realidad marcadas por un análisis basado en dicotomías –como masivo vs. alternativo, culto vs. popular, medios masivos de comunicación vs.ç medios comunitarios de comunicación-, que rompe con unas delimitaciones que no aportaban a una comprensión más compleja de lo que significa la existencia de la comunicación masiva en las sociedades contemporáneas y su presencia en contextos tan particulares, como los locales. Hablamos de Gestor porque el profesional de Comunicación Social de la UNAD tiene en sus manos la capacidad de generar, desde el re-conocimiento de su entorno local, las relaciones con otros entornos –como el regional y el nacional-, el perfil socio-cultural del contexto específico, el valor y el sentido de los medios de comunicación para su comunidad y la comprensión de los fenómenos propios del quehacer mediático y de coyunturas y realidades nacionales y globales. Así visto, todo lo anterior lo faculta para encaminarse hacia la elaboración de propuestas de diseño comunicativo que dinamicen procesos de cultura, es decir, haciendo de la comunicación mucho más que un instrumento, hacer de ésta una comprensión y una(s) estrategia(s) que interviene en procesos buscando modificarlos en su transcurrir siendo capaz de mirar su propia “gestión”.

5 López de la Roche, F. y Martín Barbero, J. (eds.) Cultura, medios y sociedad. Santafé de Bogotá:

CES/Universidad Nacional de Colombia, 1998. Pp.13.

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De procesos de cultura, porque en el enfoque de la intervención está presente el carácter dinamizador de los procesos de comunicación en los procesos de cultura, entendiendo ésta última como la producción de fenómenos que contribuyen, mediante la representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales, a comprender, reproducir o transformar el sistema social, es decir todas las prácticas e instituciones dedicadas a la administración, renovación y reestructuración del sentido6. Puede decirse que la comunicación comunitaria más que un énfasis, es una perspectiva de trabajo, es mirada que, obviamente, se traduce en la manera como las asignaturas comprometen unas comprensiones comunicativas imbricadas a los procesos de cultura. Se trata de un profesional cuya opción por la producción en medios, por ejemplo, no se reducirá al conocimiento de unas técnicas y unos procedimientos de factura de un relato audiovisual, sino incorporará para su labor comunicativa la(s) manera(s) como ese relato audiovisual cobra vida al interior de una(s) comunidad(es). Es el definir todo producto comunicativo en relación con un “otro”, quién es un sujeto histórico, social y cultural.

6 GARCÍA CANCLINI, Néstor. “Las culturas populares en el capitalismo”. República de Cuba:

Ediciones Casa de las Américas, enero 1982. p. 32.