Modulo 2 Cuarto Medio

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PROFESORA: CAROLINA HERRERA RAMOS MÓDULO TEÓRICO – PRÁCTICO 2 UNIDAD 1: FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA. TEMA 2: EL ANIMAL MORAL, EL HOMBRE. CUARTO MEDIO NOMBRE: _____________________________________________________________ FECHA: __________ ANIMALES DE DISTINTO PELAJE. El ser humano es un animal. Podemos ubicarlo dentro de la clasificación de los tipos de animales y reconocer en él gran cantidad de características compartidas con otros animales que ocupan lugares cercanos en dicha clasificación. El ser humano es un primate y, como tal, posee capacidades físicas y estructuras de comportamiento que le permiten sobrevivir relacionándose con la realidad que le rodea. Su estructura biológica hace posible su supervivencia, pero también delimita la manera concreta en que ésta puede producirse. Cuando analizamos la conducta de los animales nos encontramos con patrones de acción fijos frente a las diversas situaciones en que se pueden encontrar. Dependiendo de la complejidad del animal y de su nivel de desarrollo, estos patrones son más o menos complicados y más o menos previsibles, pero tienen algo en común: la especialización. Los animales en general tienden a adaptarse a las situaciones en que se encuentran especializando y automatizando sus pautas de comportamiento y su estructura física. El proceso por el que se produce esta especialización es conocido como evolución, y se suele explicar por medio de la selección natural por la supervivencia de los más aptos o mejor adaptados al medio. El resultado de este proceso es un tipo de conducta caracterizada por el ajuste al medio: una continuidad entre la situación real y la conducta del animal. Así, por ejemplo, el animal hambriento, ante la presencia de diferentes estímulos, reconoce como comida sólo aquellos que la especialización propia de su especie le ha llevado a considerar como tal. Y no sólo eso, ante un estímulo reconocido como comida, el animal hambriento desarrollará una estrategia de caza o recolección específica. La especialización permite a los animales sobrevivir en las condiciones para las que están especializados, pero limita las condiciones ambientales para las que el animal está preparado. Por otra parte, hay animales cuyo proceso de ajuste al medio no consiste en la especialización, sino en la versatilidad. Estos animales buscan la eficiencia en la supervivencia variando de estrategia según el tipo de situación al que se enfrentan, gracias a lo cual evitan las limitaciones de la especialización. Las respuestas de estos animales son más flexibles y sus hábitos varían dependiendo de las zonas y los grupos en que se encuentran. Un ejemplo de este tipo de animales es el chimpancé, que elabora distintas soluciones a los mismos problemas de supervivencia, los comunica a sus congéneres y es capaz de aprender los de chimpancés traídos de otras zonas. El ajuste al medio de los

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PROFESORA: CAROLINA HERRERA RAMOS

MÓDULO TEÓRICO – PRÁCTICO 2UNIDAD 1: FUNDAMENTACIÓN DE LA ÉTICA.

TEMA 2: EL ANIMAL MORAL, EL HOMBRE.CUARTO MEDIO

NOMBRE: _____________________________________________________________ FECHA: __________

ANIMALES DE DISTINTO PELAJE.El ser humano es un animal. Podemos ubicarlo dentro de la clasificación de los tipos de animales y reconocer en él gran cantidad de características compartidas con otros animales que ocupan lugares cercanos en dicha clasificación.

El ser humano es un primate y, como tal, posee capacidades físicas y estructuras de comportamiento que le permiten sobrevivir relacionándose con la realidad que le rodea. Su estructura biológica hace posible su supervivencia, pero también delimita la manera concreta en que ésta puede producirse.

Cuando analizamos la conducta de los animales nos encontramos con patrones de acción fijos frente a las diversas situaciones en que se pueden encontrar. Dependiendo de la complejidad del animal y de su nivel de desarrollo, estos patrones son más o menos complicados y más o menos previsibles, pero tienen algo en común: la especialización.

Los animales en general tienden a adaptarse a las situaciones en que se encuentran especializando y automatizando sus pautas de comportamiento y su estructura física. El proceso por el que se produce esta especialización es conocido como evolución, y se suele explicar por medio de la selección natural por la supervivencia de los más aptos o mejor adaptados al medio.El resultado de este proceso es un tipo de conducta caracterizada por el ajuste al medio: una continuidad entre la situación real y la conducta del animal. Así, por ejemplo, el animal hambriento, ante la presencia de diferentes estímulos, reconoce como comida sólo aquellos que la especialización propia de su especie le ha llevado a considerar como tal. Y no sólo eso, ante un estímulo reconocido como comida, el animal hambriento desarrollará una estrategia de caza o recolección específica. La especialización permite a los animales sobrevivir en las condiciones para las que están especializados, pero limita las condiciones ambientales para las que el animal está preparado.

Por otra parte, hay animales cuyo proceso de ajuste al medio no consiste en la especialización, sino en la versatilidad. Estos animales buscan la eficiencia en la supervivencia variando de estrategia según el tipo de situación al que se enfrentan, gracias a lo cual evitan las limitaciones de la especialización. Las respuestas de estos animales son más flexibles y sus hábitos varían dependiendo de las zonas y los grupos en que se encuentran. Un ejemplo de este tipo de animales es el chimpancé, que elabora distintas soluciones a los mismos problemas de supervivencia, los comunica a sus congéneres y es capaz de aprender los de chimpancés traídos de otras zonas. El ajuste al medio de los animales no especialistas es menor, pero no debemos confundir esta característica con una independencia total del medio. Los animales de este tipo también parten en su proceso de adaptación de un comportamiento ajustado. Es cierto que existe flexibilidad en ese ajuste, pero no libertad o distanciamiento del medio.

En el ser humano la no especialización y la versatilidad de respuesta ante el medio es enorme.

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Es cierto que también en él existen mecanismos de respuesta automáticos parecidos a los de los animales en general (agresividad, acecho, huida...), pero estos toman formas muy diversas, a veces derivadas del grupo humano del que forman parte los individuos, a veces originales, innovadoras y autónomas.

Esta caracterización como experto de la no especialización es la que ha llevado a diferenciar al ser humano del resto de los animales y a considerarlo como un ser que de alguna manera se despega de la animalidad. Es esto lo que se ha querido indicar definiendo al ser humano como animal racional, animal superior o animal social. Aunque estas definiciones deben tomarse de un modo relativo: no podemos afirmar de un modo terminante que el ser humano sea el único animal capaz de relaciones grupales organizadas, respuestas flexibles ante el medio y conocimiento. La diferencia parece estar en el grado y complejidad en que posee estas cualidades en relación a los otros animales, incluso a los considerados más cercanos a él.

En este sentido se dice que el animal está ajustado al medio, reaccionando de forma instintiva a los estímulos del mismo, mientras que el ser humano está abierto al mundo. Con este concepto de apertura lo que se destaca es la capacidad propiamente humana de considerar la situación y el medio, comprenderlos según un sistema de significados o conocimientos y, finalmente, elegir o inventar la respuesta que se considera más apropiada.

LO HUMANO, BASE DE LA MORAL.

En la idea de apertura está la base de lo humano: considerar las posibilidades que nos ofrece el entorno, comprenderlas, compararlas y tomar una decisión que guíe nuestra acción. Todo esto quiere decir que lo que para el resto de los animales es medio, conjunto de estímulos ante los que se reacciona automáticamente, para el ser humano es otra cosa, ante la cual no siempre reaccionamos de un modo inmediato. A esta otra cosa la llamamos realidad o mundo.

El ser humano percibe las cosas, como el resto de los animales, como medios de satisfacer sus necesidades de un modo inmediato, pero también considera todos los elementos del medio como cosas diferentes de él mismo, con significado propio. Esta distancia, esta percepción de que las cosas no son sólo medios u obstáculos para la satisfacción

de las necesidades propias, es lo que define la apertura. El ser humano, de este modo, al considerar las cosas como realidades independientes, se abre a ellas y las puede conocer.

El distanciamiento de las cosas da al ser humano la posibilidad de relacionarse con ellas de muchas maneras. Al comprender las cosas, el ser humano es capaz de captar en ellas

posibilidades que ningún otro animal parece poder atisbar. Estas posibilidades abren el camino a la elección: al no estar ajustado al medio, el ser humano necesita elegir cómo va a actuar de acuerdo a las posibilidades que percibe.

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La necesidad de elegir a la que se enfrenta el ser humano es la base de lo que llamamos moral. Si no pudiéramos elegir, ésta no existiría. De ella se deriva la necesidad de explicar y justificar las propias elecciones. No nos estamos refiriendo a una justificación pública ante ninguna autoridad, sino a algo mucho más íntimo y constitutivo de cada individuo: el ser humano necesita entender sus acciones, y las entiende poniéndolas en relación con los significados que usa para entender el mundo. El ajuste al medio que se producía en las acciones del resto de los animales automáticamente se produce en las acciones humanas por medio de la explicación, de la justificación.

La necesidad de justificación surge de la misma fuente que la necesidad de elegir. Como el ser humano puede conocer las cosas, saber cómo funcionan, también puede conocerse, en cierta medida, a sí mismo y a sus acciones. De la misma manera que explica el mundo y relaciona las acciones de unas cosas y sus consecuencias sobre otras, comprende que sus acciones provocan determinados efectos en las cosas que lo rodean y en los otros seres humanos. Esta comprensión produce la idea de responsabilidad con la realidad. Esto quiere decir conciencia de que los actos que realizamos tienen consecuencias reales en el mundo, y de que esas consecuencias pueden ser positivas o negativas para nosotros y para el resto de lo real.

La moral surge como un intento de ajustar el comportamiento humano a la realidad. En este sentido, como los seres humanos no respondemos automáticamente a los estímulos del medio, como podemos y tenemos que elegir qué hacer ante cada situación, todos los seres humanos somos morales -es decir, todos necesitamos justificar y entender nuestras acciones-.

A esta capacidad de elegir y a esta necesidad de justificar es a lo que llamamos estructura moral. A partir de este nivel estructural de la moral, común a todo ser humano, surgen las distintas respuestas que se han dado a lo largo de la existencia de la especie humana al problema moral, las distintas justificaciones o explicaciones del comportamiento propio y el ajeno. Estas respuestas, formadas por las reglas y códigos de comportamiento que se han dado a lo largo de la historia, constituyen los contenidos morales.

La estructura moral es universal, común a todos los seres humanos, ya que todos necesitamos explicarnos y justificarnos; sin embargo, los contenidos morales son variados, diversos, y están relacionados con las épocas, las culturas y el desarrollo de cada individuo, ya que lo que se considera una buena razón para actuar, elegir, etc. varía de una cultura a otra, de un tiempo a otro, de un individuo a otro. La estructura moral depende, como hemos dicho, del conocimiento y de la libertad. Para aprender más sobre el ser humano como animal moral hemos de considerar ambos aspectos.