Modernizando cuentos

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MODERNIZANDO CUENTOS IES AXULAR DBH 3.B

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Alumnos de 2º ciclo de secundaria elaboran versiones modernas de cuentos tradicionales

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MODERNIZANDOCUENTOS

IES AXULAR

DBH 3.B

LUPE, LA CENICIENTA

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DEL SIGLO XXI

Miriam Benítez Martín 3ºB

Había una vez una muchacha llamada Lupe, la llamaban así porque tenía gafas. Lupe no tenía ni madre ni padre. La pobre tenía que vivir con su madrastra, ya que su madre había fallecido cuando ella era pequeña y su padre no hacía mucho también.

Su madrastra tenía dos hijas más y, como Lupe no era su hija, siempre la dejaba apartada y la obligaba a hacer todas las tareas de la casa, además de ir al colegio y tener que sacar un ocho de nota media. Era bastante inteligente porque casi no tenía tiempo y conseguía sacar esa nota. Hasta que un día el curso se le fue complicando y sacó menos de un ocho.

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Su madrastra se había enterado de que Justin Bieber había llegado a la ciudad y que iba a ir al colegio de Lupe y sus hermanas a darles una invitación para una fiesta que él mismo iba a organizar. Sólo le iba a dar esa invitación a las chicas y si eran guapas, mejor.

Al día siguiente las tres hermanas volvieron con la invitación a casa. Lupe estaba especialmente feliz porque era súper fan de Justin Bieber. Se lo contó a todo el mundo. A todo el que se encontraba camino a casa le decía que iba a ir a la fiesta de Justin Bieber.

Todo iba sobre ruedas hasta que sus “hermanas” le contaron lo de la fiesta a su madrastra. En cuanto se enteró de que ya les habían entregado la invitación se dirigió al cuarto de Lupe para castigarla. La pobre Lupe no podía creérselo. Estaba en una nube de la cual le tocaba bajarse de golpe y eso no le hacía mucha gracia.

Llegó el día de la fiesta y sus “hermanas” se prepararon bastante. Como su madrastra iba a llevarlas a la fiesta y luego se iba a ir de cena guardó toda la ropa de Lupe en un armario bajo llave. Pero eso sí, no se acordó de quitarle la invitación.

Lupe no dejaba de llorar en su habitación y su vecina, muy amiga de ella por cierto, la llamó al timbre. Le contó lo que había ocurrido y esta decidió ayudarla. La llevó a su casa y abrió un inmenso armario con cientos de vestidos. Le dejó elegir uno y el primero que vio, con ese se quedó. Se lo probó y le quedaba estupendamente bien. La mujer también le prestó un collar de perlas y unos pendientes a juego.

Lo único que le faltaba era el medio de transponte y, por supuesto, cumplir la condición que le había puesto su vecina, marcharse de la fiesta a las doce en punto para poder llegar a su casa antes que sus “hermanas”.La llevó la vecina personalmente en su coche y le dijo que la recogería a las doce, la hora anteriormente acordada.

Cuando llegó a la fiesta le enseñó su invitación al portero y en cuanto entró Justin se dirigió hacia ella. No podía creérselo. La invitó a pasar a una zona que él había habilitado por si quería estar un poco más tranquilo durante la fiesta. Estuvieron hablando durante bastante tiempo hasta que la alarma de su reloj sonó, señalando que eran las doce. La muchacha salió corriendo olvidando allí su bolso.

Justin se quedó boquiabierto al ver cómo se había ido aquella chica, no podía creérselo. Al darse cuenta de que se había olvidado el bolso, miró a su alrededor y, al no ver a nadie, metió la mano en el bolso y vio la cartera. La cogió y miró su DNI. Leyó su dirección y a la mañana siguiente se presentó en su casa.

Le pidió que saliese con él, que se fuese a vivir con él y que en un futuro se casase con él. La muchacha, que era muy fan de él, no pudo decir que no. Se fue dejando todo atrás y por fin fue feliz, lejos de su madrastra.

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LA EXPERIENCIA

DE

HANSEL Y GRETEL

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Haizea Fernández

3. B

Hansel y Gretel eran dos hermanos de corta edad. Su padre se había quedado en el paro y su madrastra nunca había trabajando. A causa de la gran crisis que estaban pasando, la madrastra convenció al padre para dejarlos en la playa de La Arena. Al día siguiente, así lo hicieron y les dejaron allí diciéndoles que jugasen en la arena, que ellos se iban a hacer unas compras y que enseguida regresaban.

Pasaron varias horas y comenzaron a sentir hambre. Entonces, buscaron unos palos largos y como la marea estaba baja, comenzaron a pescar. Empezó a oscurecer y sus padres no volvían.

-Creo que con estos peces ya tenemos bastante, ¿no?-dijo Gretel.

-Sí, creo que tienes razón así que, ¿vamos a comerlos, no?-contestó Hansel.

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-Pero, ¿piensas que nos los vamos a comer así? ¿Crudos?-respondió la niña sobresaltada.

-No, mujer, vamos a cocinarlos.- contestó todo convencido.

-Pero, ¿cómo?-Gretel.

-El viejo cascarrabias del colegio me enseñó a hacer fuego con unas simples piedras de río. Supongo que con estas que hay en la playa también se podrá.-contestó Hansel.

Entonces, Hansel comenzó a frotar una piedra contra otra mientras Gretel conseguía más palos secos. Al cabo de un rato, consiguieron algo de fuego para poder hacerlos un poco. Los padres seguían sin aparecer, entonces, se tumbaron en la arena junto las rocas que guardaban calor.

A la mañana siguiente, volvieron a pescar y repitieron lo mismo que el día anterior. Gretel recogió unas cuantas conchas y junto con las espinas de los peces comenzaron a caminar. Al ir andando, a lo lejos vieron un puente. Entonces, fueron hacia él e iban dejando el rastro con conchas que iban recogiendo y con las espinas que habían guardado del pescado comido. Por fin llegaron al puente, lo cruzaron y vieron unos columpios. Fueron hacia ellos. Después de un largo rato, un vagabundo se les acercó y comenzó a hablarles hasta que les convenció para que fuesen con él.

El vagabundo lo único que hacía era explotarles para que consiguiesen comida, bebida, dinero, todo para él. Después de unos días, había una feria medieval y con el bullicio de toda la gente consiguieron escapar y al correr se encontraron con su padre que les estaba buscando.

Les contó que su madrastra había fallecido y que llevaba ya días buscándoles. Más tarde montaron en el coche del padre y se fueron a su casa situada en Santurce.

FIN

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PABLO Y MARÍA

Irene González

3. B

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En el año 2236 vivía una familia española en una gran ciudad de Francia. Esa familia tenía dos hijos: Pablo y María, que se portaban muy mal en casa y no hacían caso a sus padres.

Un día Juan, el padre, se hartó de su comportamiento y decidió hacer un plan para deshacerse de ellos. Aunque fueran sus hijos no les aguantaba más y pensó que perderles sería la mejor solución. Metió a Pablo y María en un coche volador y les tapó los ojos con la excusa de una gran sorpresa. Luego se montó él también y les llevó a otro planeta a años luz de la Tierra. Les

quitó las vendas y abandonó a sus hijos en aquel planeta desconocido.

Pablo y María estaban muy asustados, pero decidieron que lo mejor era buscar algo o a alguien que les ayudara a salir de allí y volver a su casa. Estaban enfadados con su padre por haberles dejado allí solos, pero en el fondo sabían que ellos habían hecho algo mal y que se lo merecían. Salieron en busca de ayuda y para no olvidarse de dónde habían partido engancharon un hilo del traje espacial ignífugo de María en una roca para que fuese dejando rastro.

A lo lejos vieron una casa espacial y se acercaron. Era plateada y con una puerta de oro. En la puerta había un cartel que decía: “Aquí vive el Sr. Nintendo”. Entraron y vieron que la casa estaba llena de juegos y simuladores virtuales para la nintendo. Al final del pasillo

había un hombre de piel plateada, como la casa, jugando a la nintendo. Pablo y María decidieron acercarse y preguntarle cómo podían salir de allí y volver a su casa. Cuando el Sr. Nintendo escuchó su pregunta les respondió que lo único que les podía salvar de aquel planeta era que le ganasen una partida del Mario Bross

serie 200, su juego preferido y en el que era un experto.

Pablo y María nunca habían utilizado una nintendo. Lo único que sabían era que sus padres de pequeños jugaban con ella. Empezó Pablo pero como no sabía cómo funcionaba murió enseguida. Luego María pero no consiguió ganarle. El Sr. Nintendo no les quería dejar escapar, pero se quedó enganchado con el juego de Mario Bross y

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Pablo y María aprovecharon aquella ocasión para salir de aquella casa.

Siguieron el camino que había dejado el hilo del traje de María y llegaron al mismo sitio de antes. Allí les esperaba su padre que les preguntó por aquella experiencia. Ellos le pidieron por favor que nunca les abandonase y le prometieron que se iban a portar bien. Al final regresaron los tres felices a la Tierra.

CAPERUCITA ROJA

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Gorka López 3.B

Erase una vez una niña de diez años que vivía con su madre. Todos los días le mandaba llevar una bolsa del supermercado llena de comida a su abuela.

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Un día que fue a llevársela bajó de su casa en ascensor, porque vivía en un séptimo. Como tenía el metro a dos pasos a la derecha, lo cogió. Cuando el metro recorriese cuatro paradas, ella tenía que bajar. Como su madre le había dicho que tuviese cuidado, ella lo tuvo.

Cuando ya iban dos paradas un hombre muy extraño se montó. Él no la dejaba de mirar y cuando estaba a punto de llegar el metro a la tercera parada le dijo: “A ver quién llega antes a casa de tu abuela, yo por la tercera parada o tú, por la cuarta”. Caperucita aceptó la apuesta.

El hombre bajó en la tercera parada y cuando salió del metro, echó a correr como nunca había corrido. Caperucita estaba contenta pensando que iba a ganar la apuesta, pero no era así.

El hombre, cuando llegó a la casa de la abuelita, la amenazó con un cuchillo y le dijo que estuviese quieta.

Caperucita llegó y el hombre le dijo: “O me das toda la comida o mato a tu abuela”. Caperucita empezó a gritar: ¡”Socorro”! Y un policía entró en la casa y arrestó al hombre.

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IRATXE LÓPEZ 3. B

Erase una vez, un Tarzán de asfalto llamado Kerman que trabajaba en un edificio de oficinas muy importante de Donostia.

Cultivaba mucho su cuerpo y acostumbraba exhibirse ante sus compañeras de trabajo. Todas le gustaban pero él se interesaba especialmente por Jone, una inteligente chica que se le resistía.

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El mejor amigo de Kerman era su inseparable Txomin. Un joven que ocupaba un puesto en aquella oficina por enchufe. Era muy adulador e intentaba hacerse el gracioso dada su falta de preparación.

Ca da año se hacían simulacros de incendios en su oficina para estar preparados en caso de producirse un fuego. Kerman nunca se los tomaba en serio porque creía que nunca correría peligro gracias a sus increíbles condiciones físicas. Se ofrecía a llevar a las chicas en brazos mientras Txomin aplaudía sus gracias.

Jone siempre mostraba indiferencia a sus tonterías y escuchaba atentamente las explicaciones de los responsables de los simulacros.

Dentro de la oficina no estaba permitido fumar pero aun así Txomin incumplía las normas fumando a escondidas en el almacén. Un día, al salir del almacén se distrajo leyendo los mensajes del móvil y no apagó bien el cigarro. Al de poco tiempo la sala empezó a arder.

Kerman, que vio las llamas, comenzó a vocear mientras hacía señas intentando dirigir a todos sus compañeros hacia el ascensor. Pero Jone más observadora, se dio cuenta de que aquello era meterse dentro del peligro ya que las escaleras conducían al foco del incendio y propuso salir a través de la ventana. Sus compañeros siguieron sus instrucciones y todos consiguieron salir.

Jone, se quedó la última dirigiendo la operación y observó a Kerman aterrado por saltar aquella altura. Entonces Jone, tirando de su brazo le forzó salir.

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Kerman se sentía avergonzado y sorprendido al haber sido salvado por una chica, aun así mostró su agradecimiento hacia Jone y ella correspondió dándole un beso en la mejilla.

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Endika Marqués Martínez 3. B

La tortuga caminaba por el pueblo. Al cruzar la esquina de la calle se encontró con la liebre. Las dos se detuvieron a hablar. La liebre hizo una apuesta que consistía en una carrera que empezaría al final del pueblo, tendrían que cruzar el bosque y llegar a la playa. La tortuga se lo pensó, porque ella tenía un 600 y su amiga tenía un Ferrari, pero la tortuga aceptó.

Esa misma tarde la tortuga fue con su coche a practicar el camino, hasta que se lo aprendió de memoria.

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La liebre, en cambio, al tener un Ferrari, daba por hecho que la victoria de la carrera iba a ser para ella.

Al la mañana siguiente, la tortuga decidió ir a donde el taller de la cobaya para que le revisara el coche para que en la carrera no se le estropeara. La liebre, como tenía ese coche tan potente, pensó que cómo se le iba a estropear.

El mediodía se le hizo eterno a la tortuga, pero al fin llegó la carrera que se había comentado toda la mañana por el pueblo, hasta se habían puesto carteles. Cuando los dos participantes llegaron a la salida vieron que todo el camino estaba lleno de gente y se les escaparon unas sonrisas.

La salida la iba a dar el alcalde del pueblo. Según dio la salida, la tortuga salió a una velocidad considerable. La liebre, en cambio, se quedó parada en el sitio, como si no pudiera arrancar, pero ella en voz alta dijo que le estaba dando ventaja. Después de cinco minutos, la liebre decidió salir. Poco tardó en adelantarla y cuando iba a la par de la tortuga frenó como si se le hubiera cruzado algo. Pero no era así, lo que estaba haciendo era chulearse de la tortuga.

La tortuga pensó que si perdía, sería al menos peleando hasta el final. La tortuga siguió poco a poco sin parar ni un solo minuto. Ella ya veía el cartel que señalaba la meta. La liebre decidió arrancar el coche pero, como había acelerado y frenado tanto, había consumido mucho más de lo que pensaba y no pudo arrancar el coche.

La tortuga llegó a la meta y esperó a la liebre pero, como la liebre se había burlado de la tortuga por su coche, no se atrevió a llegar y desapareció del pueblo para siempre. A la tortuga le dieron el trofeo y un coche nuevo, pero ella dijo que prefería su viejo coche de siempre.

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LA BELLA Y LA BESTIA

José era un hombre alto, fuerte y muy elegante. También era bastante educado, pero su único fallo era que era muy feo.

Un día José paseaba por el parque bastante distraído. Sin darse cuenta se chocó con una preciosa chica que salía de la universidad. La chica al mirarle echó a correr asustada. José quedó marcado por aquella belleza. Empezó a mandarle mensajes, a esperarla en la puerta del colegio. Aun así la chica, siempre que le veía, huía asustada.

Poco a poco la chica entendió que no quería hacerle daño y empezó a hablar con él, aunque al principio un poco distante. Con el paso del tiempo se hicieron muy amigos, lo que era un problema para José, porque él no solo buscaba una amistad. Un día decidió declarársele. A la chica le sentó muy mal que su gran amigo le dijese eso y llorando salió de aquel lugar.

Con el tiempo volvieron a hablar y la chica se dio cuenta de que cada vez le gustaba más y le veía menos feo. José la intentó convencer para llevarla a cenar y lo logró. Aunque José pensaba que era una cita y ella pensaba que era una cena entre amigos, José se comportó como un total caballero. La chica quedó conmovida por aquella preciosa cita. En la tercera cita empezaron a salir. Lo pasaban muy bien juntos y los dos eran muy felices.

Al de dos años se casaron por la iglesia. Todos los familiares acudieron, aunque José no tuviese mucha familia. Tuvieron dos hijos, que por suerte salieron a la madre.

Sergio Martínez

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3. B

Los tres vagos

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Julen Pérez 3. B

En una empresa en la gran ciudad trabajaban tres empresarios, todos ellos apenas tenían casi pelo y todos coincidían en lo mismo, en el sobrepeso.

Los tres eran muy vagos, pero uno era el que más. Pasaban el día sentados frente a la pantalla del ordenador y el máximo movimiento que realizaban en todo el día era para alcanzar un café que acompañaban con un dulce bollo de crema.

Un día llegó el jefe a la oficina. Este conservaba aún su pelo y era de una estatura normal, tenía un gran bigote y una pequeña perilla. Decían que era bastante bromista y por eso toda la gente le reía las cosas sin sentido, porque si no se enfadaba y podía expulsar a cualquiera.

¡Al fin! Llegó la hora de dejar el “agotador” trabajo y regresar a casa con la familia que les esperaría sin entusiasmo alguno. Cenarían todos reunidos y después se tumbarían en el sofá durante horas hasta que se les empezasen a cerrar los ojos y tomasen la decisión de irse a la cama, para despertarse al siguiente día y volver a repetir su rutina diaria, que no conllevaba ningún tipo de esfuerzo.

Llegó la mañana, los tres se despertaron alrededor de una hora antes de entrar de nuevo a trabajar. Se quitaron el pijama, se pusieron las vestimentas de trabajo y cogieron el coche. Como de

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costumbre en la carretera había algún pequeño atasco debido a que casi toda la gente tenía el mismo horario.

Aparcaron su coche, se aseguraron de que estaba bien cerrado y subieron a su lugar de trabajo.

Allí les esperaba su jefe, los tres se sentaron e hicieron como que prestaban atención a lo que les decía.

Les dijo que deberían de inventar un nuevo antivirus para poder hacer frente a un nuevo virus, que en caso de que consiguiera entrar en el ordenador lo borraría y lo destrozaría todo también.

El jefe se fue y, tras unos instantes, los tres hombres se sentaron frente a la pantalla del ordenador.

Pasó una hora y uno ya había acabado su trabajo. No había hecho ni el más mínimo esfuerzo y solo quería que acabase el día para irse a su casa.

El segundo, aunque le llevó más tiempo, tampoco se esforzó mucho. Pero el tercero, por primera vez, se estaba esforzando de verdad y no aceptaba ningún tipo de distracción por parte de sus compañeros. Los otros dos estaban navegando por la web y visitando páginas sin sentido y viendo vídeos de gente haciendo el tonto y dándose golpes. La gente que por allí pasaba no comprendía como en esa empresa podían trabajar dos incompetentes como aquellos.

Pasó una semana y el famoso virus al fin llegó. Estaba destruyendo todos los ordenadores que a su paso se ponían, menos el del tercer trabajador porque con ese no pudo y además el antivirus no solo lo rechazó sino que también lo eliminó, no dejando ni rastro de él. Así que los dos trabajadores se acercaron a él y le pidieron que le dijera al jefe que ese antivirus lo habían inventado entre los tres. Tras mucho pensarlo dijo que sí.

De modo que los tres siguieron conservando su empleo y el virus nunca volvió. Pero eso no fue lo único, porque también aprendieron que en la vida hay que realizar esfuerzos.

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Blancanieves y los siete enanitos(Todo por la fama)

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Yrama Ruiz Artetxe, 3.B

Había una vez, en Milán, una joven modelo de 18 años morena, con unos preciosos ojos azules y una sonrisa encantadora.

La joven trabajaba en una importante agencia de modelos junto con otras chicas muy bellas también. Pero una de las modelos, al ver que Blancanieves, que así se llamaba la joven, poco a poco iba ascendiendo de puesto, se puso tan celosa que fue donde un sicario para pedirle que destrozara la cara a la joven para que perdiera su belleza.

El sicario, al ver la belleza y el glamour de la joven, se quedó pasmado y no quiso hacerle daño. Además de eso, la advirtió para que se escondiera y para que se alejara de Noelia, que así se llamaba la otra modelo. La joven no era nada conflictiva y para no meterse en ningún problema decidió irse rápidamente a un pequeño pueblecito.

En aquel pueblo solo vio siete casuchas bastante viejas y destartaladas. Se metió en cada una de ellas viendo lo antiguas y pequeñas que eran. Por la decoración, nada de su estilo, pensó que serían de alguna pareja de ancianos. Estaba tan cansada que decidió ocupar una de las casas vacías para dormir un poco, porque aparte de que no tenía dinero para hoteles, en ese pueblo apartado de la sociedad no había ninguno.

Llegó la noche, pero no solo eso, sino que también llegaron los propietarios de las casas, que venían como todos los días de estar de bar en bar. Eran siete ancianos, de unos 85 años cada uno. Vieron a la joven y se quedaron sorprendidos por su presencia y cómo no, por su hermosura. Decidieron dejarla dormir y no despertarla hasta el día siguiente.

Por la mañana cuando despertó, se quedó asombrada al ver siete ancianos rodeándola. Se asustó bastante pero al momento se

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tranquilizó, al ver que los hombres no la harían nada malo.

Blancanieves les contó su historia para que tuvieran compasión y los hombres conmovidos le dijeron:

-Nosotros te ayudaremos. En nuestra época joven fuimos modistos y maquilladores en grandes pasarelas y, si tú quieres, podremos diseñarte trajes preciosos para deslumbrar a tu jefe.

La joven aceptó el trato y estuvo ayudando a los ancianos a confeccionar un fantástico traje. Los ancianos siempre le advertían para que estuviese alerta, ya que Noelia podía descubrir dónde estaba.

Noelia, decían las malas lenguas, que aparte de ser modelo, también era pitonisa y que, a través del té, podía ver lo que ella quisiera. También se decía que siempre preguntaba al té si ella era la más bella, a lo cual le contestaba que no. A través del té, la pitonisa vio dónde estaba Blancanieves y decidió ir a matarla a la agencia ella misma, disfrazada de modista.

Esa mañana como cualquier otra, la muchacha se dispuso a ir a la agencia a impresionar a su jefe con el nuevo traje. Llegó y se encontró en el vestuario con la “modista” que la propuso probarse un traje que estaba hechizado. La joven se lo probó y al momento se cayó al suelo.

Los ancianos cuando por la noche llegaron a casa y vieron

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que Blancanieves no estaba, fueron a la agencia a buscarla y la encontraron en el suelo. Ellos solo podían llorar y decidieron dejarla en el pueblo metida en un ataúd de cristal para que todo el mundo pudiera ver su belleza.

Al de dos meses, una visita del imserso llegó al pueblecito y decidieron ir a ver a la muchacha muerta. El joven guía, de tan solo 20 años, se quedó pasmado al ver la belleza de esa mujer y, al momento, se enamoró de ella y pidió a los ancianos poder llevársela a su pueblo para que la vieran sus padres. Ellos aceptaron.

Cuando el guía llegó a su pueblo decidió vestir a la joven de una manera menos provocativa y cuando le quitó el traje hechizado, la muchacha empezó a respirar. El guía le contó toda la historia y tras un apasionado beso, decidieron casarse.

Se dice que ahora viven en el pueblecito con los ancianos y que son padres de tres preciosos hijos. Y de Noelia, dice la gente que está en la cárcel por intento de asesinato.

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Mi nombre es Odiseo y les voy a contar la historia que durante tantas horas sufrí en esa malvada autopista a la que llaman… ¡A-8!

Estábamos en Madrid un día en una comida de empresa que resultó ser muy agradable y divertida y como apenas hubo alcohol decidimos no quedarnos en el hotel que nos habían dispuesto y volver a nuestros respectivos pueblos o ciudades. Ahí fue cuando cometimos el mayor error de nuestras vidas, nos adentramos en la A-8. Nos desviaremos en la quinta y llegaremos en diez minutos, pensábamos. Pero eso nunca ocurrió porque, como vosotros os habréis imaginado, había un atasco monumental.

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Tres horas más tarde llegamos a nuestro desvío, pero, por obra de la malvada diosa, llamada obra de reparación de asfalto, tuvimos que esperar un segundo desvío 50 kilómetros más adelante.

Cuando creíamos que nos moriríamos de hambre ahí mismo, llegó un regalo de los dioses, más concretamente de Alcínoo o igualmente conocido como parador.

Parador Juan y Loli, ese era su nombre, aun sonando sucio y antihigiénico, segurísimo que tenía comida y bebida. Al entrar pedimos la carta y nos dieron unos chipirones en su tinta y después un plato de jamón, pero también una botella de vino. La miré y me di cuenta de que ese vino tenía 20% de volumen en vez de 12% y supe que era obra de los lotófagos, que nos tentaban para que nos embriagásemos y no pudiéramos salir de ahí y, naturalmente, alquiláramos una habitación hasta el siguiente día.

Salimos de allí pitando y nos dirigimos de nuevo a la A-8. Esta vez estaba tan colapsada que tuvimos que esperar media hora en el cruce hasta que hubiera espacio. Tras tres tristes horas tragando humo a un trote de diez metros por hora, la autopista se despejó un poco. Y tras una hora más, habíamos avanzado la increíble cantidad de tres kilómetros, pero el mal nos volvió a atrapar. Un camión en cuyo morro se distinguían grabadas unas horrendas palabras:

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transportes Polifemo, se nos cruzó y nos impidió el paso. Además a algunos se los comió con su humo, más concretamente a Juanma y a Pitxu que para mal de ellos, eran asmáticos.

Pero, como yo iba al volante, logré dejar atrás al cíclope con una maniobra y lo cegué con el humo de mi Ford Scort, lo que a su vez, nos dio ventaja para escapar.

Pero en el tramo final un último peligro nos atacó, la guardia civil que me quitó tres puntos del carnet y doscientos euros de multa por no llevar el cinturón de seguridad. Es que con las prisas, se me había olvidado.

Olatz Vázquez Carballo 3ºB

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Hansel y Gretel, dos niños de unos diez años de edad, vivían en una casa con su padre y su madrastra en un pueblo no muy grande. Su padre era informático y no ganaba mucho dinero y su madrastra estaba en el paro. La madrastra, que sólo se preocupaba por ella, le dijo al marido:

-Ya que tú no ganas mucho dinero y yo estoy en el paro, he decidido que podríamos dejar a los niños un tiempo en el bosque, y cuando hayamos recuperado un poco de dinero como para poder alimentarlos, iremos a buscarles.

Los niños, estaban en la cama, pero no dormidos, así que escucharon todo lo que la malvada madrastra había dicho. Su padre no quería hacer eso, pero al final, le convenció.

Gretel empezó a llorar, pero Hansel, seguro de lo que decía, le dijo que sabía lo que hacía y que no se perderían, que tenía un plan.

Al día siguiente, la madrastra les dijo que al de unas horas les iban a buscar, y ellos se lo creyeron, pero por si acaso se llevaron el GPS que su padre acababa de arreglar. Decidieron no encenderlo hasta que anocheciera un poco más, por si la batería se agotaba.

Cuando hubo anochecido, decidieron encender el GPS, pero se dieron cuenta de que no quedaba mucha batería, pero les dio tiempo para localizar una casa cercana. Se acercaron sigilosamente, y vieron que la casa estaba hecha de caramelos.

Antes de poder comer un poco de esos deliciosos caramelos, una extraña mujer les abrió la puerta. La mujer encerró a Hansel en una habitación con comida con mucha grasa, para luego poder quemarle la pierna y así luego pedir limosna en la gran ciudad, ya que ella estaba en el paro. Gretel, mientras, se ocupaba de todo tipo de tareas de casa: limpiarla, ordenarla, hacer la comida, las camas. . .

Un día, cuando Hansel ya había comido bastante, la mujer le dijo a Gretel:

-Enciende la chimenea, que ya empieza a hacer frío -dijo sin querer decirle que, en realidad, iba a quemarle la pierna a su hermano.

Gretel, que sabía las intenciones de la señora, cuando Hansel acercó la pierna porque la mujer le dijo que la tenía fría, la empujó a ella, y fue ella la que se quemó.

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Hansel y Gretel rebuscaron en toda la casa y encontraron otro GPS, que este sí tenía batería, y cogieron también unos cuantos billetes.

Utilizaron el GPS para volver a casa, pero se encontraron con un río en medio, pero por suerte vieron cómo había lanchas para alquilar. Cogieron una por 5€ y cruzaron el río.

Al cruzarlo, se encontraron allí con su padre que les dijo que la madrastra había desaparecido y había muerto. Y utilizaron el dinero que habían robado de la casa de la extraña mujer para comer, y para pagar la hipoteca de la casa.

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Aritzeder Zaballa 3. B

En un pueblo llamado Santurce se habían instalado, siendo

dueños y señores, todos los banqueros y políticos habidos y por haber que arrasaban con los impuestos e hipotecas a todos los habitantes. Esto se debía a que Santurce estaba dirigido por un alcalde muy tacaño que no quería más que estar en el poder.

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Pero ocurrió que los banqueros y políticos también le acecharon al alcalde. Entonces el alcalde, viendo que esto le perjudicaba a él, pidió ayuda a la gente llana del pueblo para luchar contra la corrupción política y bancaria. Y prometió al pueblo unas libertades y bajada de impuestos.

Así el pueblo salió a la calle y con el grito de un sonido agradable “iros ya “consiguió llevarles hasta el río y montarles en unos barcos para que se perdieran en la distancia.

El pueblo después de echar a banqueros y políticos fue al alcalde. Pero el alcalde les dijo: “No os voy a bajar los impuestos y el que quiera que se vaya”.

Entonces el pueblo y todos los trabajadores se fueron y el pueblo se quedo solo, abandonado y triste. Entonces el alcalde no tuvo más remedio que bajar los impuestos para que el pueblo volviese.

Y desde entonces aquel alcalde fue siempre reelegido por que siempre cumplía sus promesas.

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