Miquel 2012

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 Jesús y la higuera. Exégesis sincrónica de Mc 11,12-14.20-25 Esther Miquel Pericás INVESTIGADORA INDEPENDIENTE RESUMEN Este artículo propone una interpretación simbólica e irónica del episodio marcano de la higuera (Mc 11,12-14.20-25), que muestra su con exión signicativa con la escena intercala- da del templo (Mc 11,15-19), se toma en serio la explicación sugerida por el propio Jesús de lo ocurrido con el árbol, y da pleno sentido al extraño comentario del narrador del v. 13d: “pues no era tiempo de higos”. Recurre a metáforas tradicionales que utilizan la planta des- truida por no dar el fruto esperado como símbolo de sujetos h umanos condenados por su de- ciencia moral. PALABRAS CLAVE Marcos, higuera, templo, simbolismo, ironía. SUMMARY This paper advocates for a symbolic and ironical reading of the Markan g tree episode (Mk 11:12-14.20-25) that shows its meaningful connection with the intercalated tem-  ple scene (Mk 11:15-19) , takes seriously Jesus’ own account of the inci dent with the tree, and  succeeds in making sens e of the strange sta tement of th e narrator in v . 13d: “f or it was n ot the time for gs”. It resor ts to traditional metaphors that use the image of destroyed fruitless plants as symbols of humans that deserve punishment because of their moral inadequacy. KEYWORDS  Mark, g tree, t emple, symbolis m, irony . I. INTRODUCCIÓN Uno de los episodios más desconcertantes del Evangelio de Marcos es la agresión taumatúrgica de Jesús contra una higuera que tuvo la mala fortuna de ser avistada por el maestro galileo y sus discípulos en el camino de Betania a Jerusalén. El episodio está narrativamente dividido en dos partes (11,12-14 y 11,20-25), situadas ambas en el mismo lugar del camino, pero en días sucesivos. ESTUDIOS BÍBLICOS LXX (2012) 147-165

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  • Jess y la higuera. Exgesis sincrnica de Mc11,12-14.20-25

    Esther Miquel PericsinvEstigadora indEPEndiEntE

    R E S U M E N Este artculo propone una interpretacin simblica e irnica del episodio marcano de

    la higuera (Mc11,12-14.20-25), que muestra su conexin signicativa con la escena intercala-

    da del templo (Mc11,15-19), se toma en serio la explicacin sugerida por el propio Jess de

    lo ocurrido con el rbol, y da pleno sentido al extrao comentario del narrador del v. 13d:

    pues no era tiempo de higos. Recurre a metforas tradicionales que utilizan la planta des-

    truida por no dar el fruto esperado como smbolo de sujetos humanos condenados por su de-

    ciencia moral.

    P A L A B R A S C L A V E Marcos, higuera, templo, simbolismo, irona.

    S U M M A R Y This paper advocates for a symbolic and ironical reading of the Markan g tree

    episode (Mk11:12-14.20-25) that shows its meaningful connection with the intercalated tem-

    ple scene (Mk11:15-19), takes seriously Jesus own account of the incident with the tree, and

    succeeds in making sense of the strange statement of the narrator in v. 13d: for it was not the

    time for gs. It resorts to traditional metaphors that use the image of destroyed fruitless plants

    as symbols of humans that deserve punishment because of their moral inadequacy.

    K E Y W O R D S Mark, g tree, temple, symbolism, irony.

    I . INtRODUCCIN

    Uno de los episodios ms desconcertantes del Evangelio de Marcos es

    la agresin taumatrgica de Jess contra una higuera que tuvo la mala fortuna

    de ser avistada por el maestro galileo y sus discpulos en el camino de Betania

    a Jerusaln. El episodio est narrativamente dividido en dos partes (11,12-14 y

    11,20-25), situadas ambas en el mismo lugar del camino, pero en das sucesivos.

    E S T U D I O S B B L I C O S L X X ( 2 0 1 2 ) 1 4 7 - 1 6 5

  • En la primera parte, Jess se acerca a la higuera buscando algo para comer y,

    al no encontrar nada ms que hojas, le lanza una dura y aparentemente des-

    proporcionada maldicin: Que nunca jams coma nadie fruto de ti.

    A diferencia de lo que ocurre en muchos relatos de acciones extraor-

    dinarias de Jess, su palabra no tiene un efecto visible inmediato. Para conocer

    las consecuencias de la misma es necesario avanzar en el tiempo narrativo del

    evangelio hasta la maana siguiente, cuando el grupo recorre el mismo camino

    y Pedro hace notar al maestro que la higuera maldecida se ha secado. Jess

    aprovecha la ocasin para impartir a sus discpulos un conjunto de enseanzas

    sobre el poder de la fe en la oracin y el perdn de los pecados.

    Entre la maldicin de la higuera y la constatacin de su efecto por parte

    de Pedro, transcurre toda una jornada que el relato ocupa con una nica

    escena: la actuacin violenta de Jess en el templo de Jerusaln (11,15-18),

    tradicionalmente conocida como la puricacin del templo.

    Texto Mc 11,11-25

    11,11 Y entrando en Jerusaln fue al templo y observ todo alrededor,

    y siendo ya la hora del atardecer sali hacia Betania con los doce1.

    12 Al da siguiente, cuando salieron de Betania, sinti hambre. 13 Al

    ver de lejos una higuera con hojas, se acerc a ver si encontraba algo

    en ella. Pero no encontr ms que hojas, pues no era tiempo de higos.

    14 Entonces le dijo: Que nunca jams coma nadie fruto de ti. Sus dis-

    cpulos lo oyeron.

    15 Cuando llegaron a Jerusaln Jess entr en el templo y comenz a

    echar a los que vendan y compraban en el templo. Volc las mesas de

    los cambistas y los puestos de los que vendan las palomas 16 y no

    consenta que nadie trasladase recipientes por el templo. 17 Luego se

    puso a ensear dicindoles: No est escrito: Mi casa ser casa de ora-

    cin para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habis

    convertido en una guarida de ladrones.

    2 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    1 aunque los anlisis del episodio de la higuera orientados a descubrir la forma ms antigua de la percopa (crtica de las for-

    mas) no suelen incluir el v.11 en el texto a estudiar, considero, junto con otros autores, que s es necesario tenerlo en cuenta

    a la hora de interpretar dicho episodio en el contexto de la narracin marcana (exgesis sincrnica): s. g. Brown, Mark

    11:1-12:12: a triple intercalation? : The Catholic Biblical Quarterly 64 (2002) 78-89; M. navarro PuErto, Marcos (verbo di-

    vino, Estella 2006) 400-401.

  • 18 Los jefes de los sacerdotes y los escribas lo oyeron y buscaban el

    modo de acabar con Jess, porque lo teman, ya que toda la gente

    estaba admirada de su enseanza.

    19 Cuando se hizo de noche, salieron fuera de la ciudad.

    20 Cuando a la maana siguiente pasaron por all, vieron que la higuera

    se haba secado de raz. 21 Pedro se acord y dijo a Jess: Maestro,

    mira la higuera que maldijiste se ha secado.

    22 Jess les dijo: Tened fe en Dios. 23 Os aseguro que si uno le dice

    a este monte: Qutate de ah y arrjate al mar, si lo hace sin titubeos

    en su interior y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendr.

    24 Por eso os digo: Todo lo que pidis en vuestra oracin, lo obtendris

    si tenis fe en que vais a recibirlo. 25 Y cuando oris, perdonad si tenis

    algo contra alguien, para que tambin vuestro Padre celestial os

    perdone vuestras culpas.

    Los motivos de desconcierto sealados por los exgetas actuales en este

    texto son muy numerosos2, pero es importante tener en cuenta que no todos

    seran igualmente desconcertantes para sus destinatarios originales. As, por ejem-

    plo, el efecto extraordinario de la palabra de Jess sobre la higuera es para

    nosotros, lectores del siglo XXI, difcil de aceptar, pues contradice la concepcin

    cientca de la naturaleza propia de nuestra cultura moderna occidental. Sin em-

    bargo, es perfectamente coherente con la visin del mundo de Jess, sus seguido -

    res del siglo I y los habitantes antiguos de la cuenca del Mediterrneo en general.

    De hecho, el propio Evangelio de Marcos atribuye a Jess numerosos exorcismos,

    sanaciones y otras acciones sorprendentes que, a pesar de provocar en los es-

    pectadores del relato la admiracin debida al reconocimiento de lo extra-ordi-

    nario, no contradicen la concepcin de lo posible propia de la cultura en la

    que se escribi. Tampoco es verosmil que el dao inigido a un ser vivo no ra-

    cional como la higuera fuera, a los ojos de esa audiencia original, incompatible

    con el carcter moral de Jess. Al n y al cabo, ya haba escuchado, seguramente

    con regocijo, el nal que Jess haba dado a unos cerdos, testigos a su pesar del

    exorcismo mltiple realizado por el maestro Galileo junto al lago (5,1-13).

    3J e s s y l a h i g u e r a

    2 Los motivos de sorpresa hallados en el texto han sido los principales motores de la historia de su investigacin. vase:

    w. r. tELford, The barren temple and the withered tree (sheffield university Press, sheffield 1980) 1-38. ver tambin:

    M. E. Boring, Mark. A commentary (westminster John Knox Press, Louisville London 2006) 318.

  • Si deseamos hacer una exgesis respetuosa con los presupuestos cultura -

    les del texto evanglico, no debemos dejarnos sorprender sino por aquello que

    pudo ser tambin motivo de sorpresa para sus destinatarios originales. En el epi-

    sodio marcano de la higuera, el nico elemento capaz de haber provoca do des-

    concierto en un oyente del siglo I es la aparente irracionalidad del comporta -

    miento Jess ante el rbol sin fruto comportamiento anlogo al de un nio

    consentido, incapaz de contener su rabia ante una pequea contrariedad. El pro-

    blema que plantea es, sin embargo, de capital importancia, pues si se pone en

    duda la racionalidad de Jess, se pone en duda que el texto tenga siquiera

    sentido. A primera vista, el comentario del narrador incluido en el v. 13d: pues

    no era tiempo de higos ( ) parece querer imponer, conms fuerza si cabe, esta conclusin decepcionante, pues, si no era tiempo de

    higos, la reaccin agresiva de Jess resulta todava ms inexplicable3.

    Numerosos exegetas han tratado de eliminar el problema aduciendo

    que, a principios de primavera, las higueras de Palestina pueden tener todava

    algunos higos de invierno y, en aos propicios, bulbos tempranos ya comes-

    tibles4. Sin embargo, estas posibilidades no justican sucientemente el com-

    portamiento de Jess, ni ante nosotros ni ante su audiencia originaria. El co-

    nocimiento de estos pormenores de la agricultura local palestina permite

    entender que Jess intentara encontrar algo comestible en la higuera, ya que

    el episodio transcurre durante las estas de la Pascua, siempre prximas al

    equinoccio de primavera. Pero en ningn caso justicara la magnitud de su

    despecho pues, en virtud de ese mismo conocimiento tambin debera saber

    que la probabilidad de encontrar bulbos comestibles o higos de invierno en

    esa poca del ao nunca ha sido grande5.

    4 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    3 a primera vista, al lector no le sorprende el carcter milagroso del episodio, sino lo que tiene de incongruente, mezquino,

    gratuito y cruel: M. PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales de la narrativa evanglica. Metodologa aplicada a una

    seleccin del evangelio de Marcos (Ed. verbo divino, Estella 2008) 458. regarded as an actual historical occurrence taking

    place at the Passover season, this incident, and especially the words of 11.13d, seemed to cast doubt on Jesus reason-

    ableness in expecting fruit from the tree when it was not the season for figs: tELford, The barren temple, 2.

    4 d. E. oaKMan, Cursing fig trees and robbers dens (Mark11:12-25), en: id. Jesus and the peasants (Cascade Books, Eugene

    2008) 185-186. w. CottEr, for it was not the season for figs: Catholic biblical Quarterly 48 (1986) 62-66 apela a una

    supuesta falta de lgica narrativa en el Evangelio de Marcos para trasladar de lugar el comentario y afirmar que su fin es

    explicar por qu Jess se acerc a ver si haba algo comestible (bulbos). Esta hiptesis es, sin embargo, insuficiente para

    explicar el carcter excesivo de la reaccin de Jess.

    5 algunos autores han querido solucionar este problema suponiendo que el episodio de la higuera estaba tradicionalmente

    ligado a otra poca del ao y que ha sido algn redactor del Evangelio de Marcos quien lo ha trasladado a la poca de Pas-

  • La aparente extravagancia del comportamiento de Jess afecta a la lgica

    interna del propio universo narrativo marcano, y por tanto, produce sorpresa

    y desconcierto en cualquier lector u oyente que considere este comporta -

    miento en clave realista, es decir, como la mera expresin del disgusto de Jess

    frente a la ausencia de frutos en el rbol. En consecuencia, la nica manera

    de salvar al texto del sinsentido es suponer que la intencin con la que Jess

    maldice la higuera no es atraer un castigo sobre el rbol, sino transmitir una

    enseanza o expresar un mensaje.

    Algunos exegetas han argumentado que la actuacin de Jess contra la

    higuera debe entenderse, simplemente, como una demostracin prctica de

    la enseanza sobre la importancia de la fe en la oracin que impartir luego

    a sus discpulos junto a la higuera seca (vv. 22-24)6. Esta tesis es parcialmente

    correcta, por cuanto se toma en serio la explicacin que Jess mismo ofrece

    a los discpulos acerca de lo que ha ocurrido con el rbol7. En efecto, en res-

    puesta a la exclamacin asombrada de Pedro, Jess da a entender que las pa-

    labras nunca jams coma nadie fruto de ti haban sido una oracin de

    peticin dicha con fe y que la muerte del rbol muestra, por tanto, el poder

    de la fe en la oracin. Dicha explicacin deja, no obstante, sin resolver, otras

    dicultades planteadas por el texto, como la presencia, aparentemente fuera

    de contexto, de la instruccin sobre el perdn (v. 25), la inclusin de la escena

    del templo entre las dos partes del episodio de la higuera y, lo que es ms im-

    portante, el comentario del narrador del v. 13d. Si Jess hubiera querido sim-

    plemente probar que la oracin conada tiene garantizado su resultado,

    hubiera podido ofrecer ejemplos menos desconcertantes que el de la condena

    a muerte de una higuera por no tener fruto fuera de estacin.

    De acuerdo con muchos otros exegetas sostengo que, para captar la ver-

    dadera intencin con la que Jess maldice a la higuera y el mensaje global que

    el Evangelio de Marcos pretende transmitir a sus destinatarios a travs de este

    texto, es preciso interpretarlo en clave simblica8. Mi opcin interpretativa no

    5J e s s y l a h i g u e r a

    cua. ver: Ch. w. f. sMith, no time for figs: Journal of Biblical Literature 79 (1960) 315-327. Esta hiptesis puede ser rel e-

    vante para la investigacin de la historicidad del episodio, pero no para un estudio sincrnico como ste cuya finalidad es

    captar su sentido para una audiencia original del evangelio y, por consiguiente, dentro de la propia narracin evanglica.

    6 h. BransCoMB, The gospel of Mark (hidder and stoughton, London 1964) 206.

    7 r. h. gundry, Mark: A commentary on his apology of the cross (Eerdmans, grand rapids 1993) 676-677.

    8 tELford, The Barren Temple, 48-49; C. E. B. CranfiELd, The Gospel according to St. Mark (Cambridge university Press, Cam-

    bridge new york Port Chester Melbourne sydney 1989) 357-358; g. Biguzzi, Yo destruir este templo. El templo y

  • niega que, para las primeras audiencias del evangelio, el episodio tuviera tam-

    bin el efecto inmediato e intencionado de corroborar el poder extraordinario

    de Jess y demostrar la ecacia de la fe en la oracin. Dicho efecto es perfec-

    tamente compatible con la tesis que me propongo defender, segn la cual el

    Jess marcano, es decir, el personaje que representa a Jess en el Evangelio

    de Marcos, y el propio narrador ponen estas manifestaciones de poder y

    ecacia al servicio de un mensaje simblico.

    Existen, ciertamente, ejemplos de estudios diacrnicos del episodio de

    la higuera que consiguen ofrecen una razn de ser para cada una de las di-

    cultades antes mencionadas evitando, al mismo tiempo, cualquier recurso a

    la interpretacin simblica. Estos estudios tienen, sin embargo, el inconve -

    niente de que slo consiguen su objetivo a costa de dejar muy mal paradas

    las habilidades literarias de los ltimos redactores9. En vez de explicar el

    sentido del versculo 13d en su contexto narrativo, se limitan a justicar su pre-

    sencia en el texto apelando a la historia de su composicin y atribuyendo a

    los redactores nales la responsabilidad de no haber sabido evitar las incohe-

    rencias de la versin nal.

    Aunque los anlisis diacrnicos tienen su razn de ser en la investiga cin

    sobre la historia de la composicin del texto, no pueden suplantar la bsqueda

    del signicado del texto nal en el contexto narrativo del propio evangelio y en

    el contexto social de sus primeras audiencias. Slo cuando todos los intentos

    por hallar ese signicado han fracasado sera, a mi entender, legtimo apelar a

    las deciencias de los redactores. Hasta ese momento, el exgeta debera resis -

    tirse a aceptar que los escritores antiguos eran ms torpes que los actuales a la

    6 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    el judasmo en el Evangelio de Marcos (El almendro, Crdoba 1992) 61-66; M. d. hooKEr, The Gospel according to St. Mark

    (hendrickson, Peabody 1992) 261-265; J. gniLKa, El Evangelio segn San Marcos (sgueme, salamanca 1993) 144-146;

    J. P. MEiEr, A marginal Jew ii. Mentor, message, and miracles (doubleday, new york London toronto sydney auck-

    land 1994) 887-889; C. a. Evans, Mark 8:27-16:20. Word Biblical Commentary XXXivB (thomas nelson Publishers, nashville

    2001) 150-154; J. donahuE d. harrington, The Gospel of Mark (the Liturgical Press, Collegeville 2002) 331-332;

    f. J. MoLonEy, The Gospel of Mark. A commentary (hendrickson Publishers, Peabody 2002) 227; C. foCant, LEvangile selon

    Mark (Les editions du Cerf, Paris 2004) 422; Boring, Mark, 319; a. y. CoLLins, Mark. A commentary (fortress Press, Min-

    neapolis 2007) 525; PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales, 462-463; J. MarCus, Mark 8-16. A new translation with

    introduction and commentary (yale university Press, new haven London 2009) 788-790; s. guiJarro, Los cuatro evangelios

    (sgueme, salamanca 2010) 253-254; X. PiKaza, Evangelio de Marcos. La buena noticia de Jess (vervo divino, Estella 2012)

    781-808.

    9 P. f. EsLEr, the incident of the withered fig tree in Mark 11: a source and redactional explanation: Journal for the Study

    of the New Testament 28.1 (2005) 58.

  • hora de utilizar sus fuentes y que los oyentes antiguos eran menos exigentes

    que los modernos a la hora de comprender lo que escuchaban.

    Mi objetivo es encontrar las claves interpretativas utilizadas tanto por

    quienes incluyeron el episodio de la higuera en el Evangelio de Marcos, como

    por los destinatarios originales del mismo, supuestamente capaces de entender

    su mensaje. Este objetivo nos exige adoptar una perspectiva exegtica

    sincrnica, es decir, considerar el texto a estudiar como parte de una compo-

    sicin literaria terminada10.

    Antes de proceder a la identicacin de la simbologa subyacente al epi-

    sodio de la higuera, sobre la que se fundamentar mi propuesta interpretativa,

    considero conveniente sealar los lmites entre un estudio literario sincrnico

    del texto, como el que pretendo llevar a cabo, y la investigacin sobre la his-

    toricidad de los hechos en l relatados. Aunque en pginas anteriores me he

    referido a la concepcin de lo posible de las primeras audiencias marcanas,

    no es mi intencin abordar aqu cuestiones relacionadas con la probabilidad

    o plausibilidad histrica. No busco respuesta a la pregunta sobre la posibilidad

    de que existan elementos histricos en el episodio de la higuera, y tampoco

    me interesa saber si los destinatarios originales del evangelio crean o no en

    la factualidad del relato. La interpretacin simblica que me propongo defen -

    der implica que esos destinatarios habran podido entender el mensaje esce-

    nicado por el Jess marcano como la expresin simblica de una enseanza

    o una posicin poltico-religiosa del Jess real, sin necesidad de suponer que

    la escenicacin haba tenido realmente lugar en algn momento de su vida11.

    Probablemente algunos de estos destinatarios pensaran que el Jess real s

    maldijo en vida una higuera provocndole la muerte, y otros pensaran que

    no. Pero todos entenderan que la intencin con la que se les contaba este

    relato no era dar testimonio de ese supuesto hecho, sino expresar de forma

    simblica un aspecto del mensaje de Jess.

    7J e s s y l a h i g u e r a

    10 La perspectiva de lectura sincrnica es compatible con el supuesto, cada vez ms aceptado por los exegetas, de que el Evan-

    gelio de Marcos fue compuesto para ser proclamado o representado y que las interacciones entre los transmisores y las

    primeras audiencias tuvieron un papel importante en el proceso de su creacin. La lectura sincrnica slo se apoya en el pre-

    supuesto de que todas las proclamaciones o representaciones del evangelio pretendan ser plenamente comprensibles para

    sus destinatarios. ver: E. MiquEL, El Nuevo Testamento desde las ciencias sociales (verbo divino, Estella 2011) 253-259.

    11 El episodio de la higuera puede clasificarse como relato metafrico (metaphorical narrative) de acuerdo con la definicin

    de M. J. Borg, Jesus. Uncovering the life, teaching and relevance of a religious revolutionary (harperCollins e-books, 2006)

    57-69.

  • I I . EL tRASfONDO SIMBLICO DEL EPISODIO DE LA hIgUERA

    Las interpretaciones simblicas del episodio de la higuera, entre las que

    se encuentra la aqu propuesta, arman que sea cual sea el origen de la historia

    de la higuera, su funcin en el Evangelio de Marcos no parece reducirse a in-

    formar sobre el hecho que relata, sino que pretende dar a entender algo ms.

    La razn fundamental que generalmente se aduce para justicar esta

    sospecha es la frecuencia con la que el Antiguo Testamento y la literatura juda

    intertestamentaria utilizan la imagen de un rbol frutal o de una planta

    cultivable para representar metafricamente al pueblo de Israel12. Aunque esta

    apreciacin es cierta, es demasiado general e imprecisa para poder extraer de

    ella alguna clave con la que interpretar el contenido simblico del episodio

    de la higuera. El Antiguo Testamento y la literatura juda intertestamentaria uti-

    lizan metafricamente esas imgenes con mucha frecuencia, pero con no

    menos frecuencia tambin hacen uso de ellas de forma realista.

    Ahora bien, si analizamos con mayor precisin el argumento narrativo del

    episodio, podemos distinguir un esquema de pensamiento muy concreto que

    tambin encontramos en otros muchos textos antiguos del contexto cultural de

    pueblo judo, y que suele utilizarse de forma metafrica para expresar un mensaje

    moral. El esquema en cuestin es muy sencillo: Si un rbol o una planta frutal

    no produce el fruto esperado, merece ser destruido. La clave metafrica que lo

    transforma en mensaje moral tiene, sin embargo, un trasfondo mucho ms com-

    plejo que posibilita la expresin de gran cantidad de matices. Dicha clave consiste

    en utilizar distintas especies de plantas frutales para representar a personas o

    grupos humanos junto con el valor moral que la sociedad en torno les atribuye.

    El papel de la sociedad es aqu crucial, pues lo que con esta clave metafrica se

    pretende expresar es la expectativa social de que cada individuo encarne los

    valores morales que corresponden a su posicin jerrquica, origen familiar, edu-

    cacin recibida, oportunidades disfrutadas etc. As como cada especie de planta

    produce un fruto distinto (Gn1,11) y es valorada y cuidada de acuerdo con el

    fruto que produce, as tambin cada persona debe actuar de acuerdo con los va-

    lores morales propios del tipo social que supuestamente encarna13. Por tanto,

    8 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    12 Elencos de textos bblicos y judos supuestamente evocados por el episodio de la higuera pueden encontrarse en: tELford,

    The barren temple, 128-250 y PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales, 458-469.

    13 Las imgenes de plantas fructferas y marchitas como metforas de la persona moralmente buena y mala respectivamente

  • aquellos individuos que gozan de un alto estatus social, que detentan poder,

    que han recibido una formacin esmerada, son representados por rboles o

    plantas con frutos valiosos, como el olivo, la higuera y la via, o que disfrutan

    de circunstancias y cuidados privilegiados, como crecer en tierra buena y

    arada, cerca del agua, estar bajo la proteccin de cercas o empalizadas, recibir

    lluvias oportunas, beneciarse de podas, limpiezas u otras atenciones por parte

    de los agricultores. Por oposicin, los individuos socialmente despreciables

    son representados por plantas intiles o improductivas que nadie se molesta

    en cuidar. Un ejemplo claro de la aplicacin de esta clave metafrica es la

    fbula narrada por Yotn, en Jc9,7-15, donde los hijos legtimos de Geden

    aparecen representados por plantas como el olivo, la higuera y la vid, mientras

    que Abimlec, el hijo que engendr con su concubina de Siquem, es repre-

    sentado por una zarza.

    El relato esquemtico de la condena de un rbol o una planta por no

    haber dado el fruto esperado es muy frecuente tanto en el Antiguo como en

    el Nuevo Testamento y existen indicios de que tambin era usado en contextos

    culturales no judos. En todos los casos pertenecientes a la literatura bblica

    tiene carcter claramente metafrico. El rbol o la planta en cuestin representa

    siempre a un individuo o a un grupo humano que no se comporta de acuerdo

    con los valores morales propios de su posicin y que, por consiguiente, merece

    ser castigado14. En el Antiguo Testamento, el referente de la imagen metafrica

    del rbol o la planta es casi siempre el pueblo de Israel en su conjunto o el

    grupo especialmente favorecido de sus lderes poltico-religiosos.

    Segn los escritos fundacionales del Judasmo, Dios eligi al pueblo de

    Israel entre todos los pueblos de la tierra para establecer con l una relacin

    privilegiada. Dios se comprometi a proteger, cuidar y favorecer al pueblo de

    su eleccin a cambio de que ste cumpliera su voluntad, expresada en las nor-

    mas ticas y cultuales recopiladas en la Torah. Debido a su posicin privile -

    giada respecto a las dems naciones, Israel es representado por un rbol o una

    planta frutal de gran valor para su dueo15. El dueo, que no es sino la imagen

    9J e s s y l a h i g u e r a

    aparecen, por ejemplo, en sal1,3; 92,12-14; 37,35-36; Jr17,5-8; salsl14,1-3; Job18,16.

    14 tanto Ez31,1-14 como dn4 utilizan relatos figurativos de un rbol alto y frondoso que es cortado o derribado, para anunciar

    el castigo futuro de los reyes de Egipto y Babilonia debido a su engreimiento.

    15 de aqu proceden las imgenes profticas de israel como como la via del seor (is5,7; 27,2-3; Ez17,1-6; 19,10-11), la

    prim icia de su cosecha (Jr2,2) u otro tipo de produccin frutal valiosa (nm24,5-6; os9,10; 14,6-7). Podemos detectar el

  • metafrica de Dios, tiene razones para esperar fruto bueno y abundante, pero

    sus expectativas se ven frecuentemente decepcionadas. Israel produce actos

    contrarios a las normas por las que debera regirse, y por tanto Dios lo tratar

    de forma anloga a como el agricultor trata al rbol o a la planta que no da

    el fruto esperado16.

    Uno de los textos que ms claramente sigue este esquema narrativo me-

    tafrico es el Canto a la via de Isaas (Is5).

    1 Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor dedicado a

    su via:

    Mi amigo tena una via en una frtil colina. 2 La cav y despedreg,

    plant cepas selectas, levant en medio una torre y excav tambin un

    lagar. Esperaba que diera uvas, pero dio agrazones.

    3 Ahora, habitantes de Jerusaln, hombres de Jud, juzgad entre m y

    mi via. 4 Qu caba hacer por mi via que yo no haya hecho? Por

    qu esperando uvas dio agrazones? 5 Pues os voy a decir lo que har

    con mi via: Le quitar su cerca y servir de pasto, derribar su tapia

    y ser pisoteada. 6 La convertir en un erial, no la podarn ni la escar-

    darn, crecern cardos y abrojos y prohibir a las nubes que lluevan

    sobre ella. 7 La via del Seor todopoderoso es el pueblo de Israel, y

    los hombres de Jud su plantel escogido. Esperaba de ellos derecho y

    no hay ms que asesinatos, esperaba justicia y slo hay lamentos.

    Ntese que, aunque Isaas aplica la metfora de la via improductiva al

    pueblo de Israel y a los hombres de Jud, los comportamientos condenados en

    los versculos siguientes (Is5,7-17) indican que el profeta est pensando fun-

    damentalmente en las lites sociales, polticas y econmicas de la na cin per-

    sonas que tienen autoridad para hacer justicia, que acaparan campos y casas,

    y banquetean con msica y vino abundante. Esta apreciacin ser especial -

    mente relevante para los argumentos expuestos en los siguientes apartados.

    10 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    mismo trasfondo metafrico en la imagen cristiana de los creyentes en Cristo como frutos valiosos o primicias de dios:

    rm7,4; flp1,11; st1,18; 3,18; ap14,4. En 2Co9,10 Pablo habla de los frutos de generosidad que producirn los creyentes

    gracias a los cuidados del dios que proporciona la simiente con la que se siembra.

    16 Jr2,21; 11,16-17; 12,10-11; Ez19,10-14; os10,1; Mi7,1-4; sal80,9-16.

  • El uso metafrico del castigo de la planta improductiva aparece tambin

    en la literatura no religiosa del entorno cultural judo. Un caso especialmente

    relevante por su parecido con la parbola lucana de la higuera (Lc13,6-9) es

    la fbula de Ajicar, incluida en algunas versiones de un texto arameo conocido

    como Historia de Ajicar17. La fbula es la respuesta nal del escriba Ajicar a

    la peticin de perdn de su sobrino, que est sufriendo un duro castigo por

    haber tramado la muerte de su to. El referente de la imagen del rbol es el

    sobrino, cuyo comportamiento decepciona profundamente las expectativas

    que haba abrigado sobre l Ajicar tras haberle adoptado como hijo y haberle

    educado con esmero para que le sucediera en su cargo al servicio del rey.

    Hijo mo! eres como aquel rbol que, a pesar de estar cerca del agua,

    no daba fruto; y su dueo se vio obligado a cortarlo. Y el rbol le dijo:

    trasplntame, y si a pesar de ello sigo sin dar fruto, entonces, crtame.

    Pero su dueo le dijo: Si estando al lado del agua no das fruto, Cmo

    vas a darlo en otro lugar? (Ajicar 7,46-47)18.

    El Nuevo Testamento contiene numerosos dichos gurativos que

    asumen la metfora del rbol y sus frutos para expresar el valor moral de las

    personas (Mt7,15-18//Lc6,43-45; Mt12,33-35; Hb6,4-8) y el tema metafrico

    de la destruccin del rbol o el sarmiento improductivo para anunciar el

    castigo de quienes rechazan convertirse (Lc13,6-919; Mt3,8-10//Lc3,7-9;

    Jn15,1-2). Este ltimo tema suele aparecer en textos que presuponen, aluden

    o mencionan explcitamente la expectativa de un juicio divino, es decir, de un

    momento futuro en el que Dios pedir cuentas de su comportamiento al per-

    sonaje o grupo humano representado por el rbol o el sarmiento. No obstante,

    11J e s s y l a h i g u e r a

    17 El testimonio ms antiguo de la Historia de Ajicar es un manuscrito arameo, claramente incompleto, anterior al siglo v a. C.

    Para un comentario del texto, ver: J. h. CharLEsworth, The Old Testament Pseudopigrapha ii (darton, Longman & tod, Lon-

    don 1985) 479-507. hay varias versiones de poca cristiana en diferentes lenguas. El discurso mencionado slo aparece en

    stas ltimas.

    18 traduccin propia del texto citado por J. JErEMias, en: Rediscovering the Parables (Charles scribners sons, new york 1966)

    135.

    19 Parbola propia de Lucas que comienza describiendo una situacin paralela al encuentro del Jess marcano con la higuera.

    En este caso, sin embargo, entre el rbol y el dueo que va a buscar sus frutos se interpone la figura del hortelano, que in-

    tercede por el rbol para que se le conceda un ao ms de gracia. no se puede descartar la posibilidad de que haya una

    relacin literaria entre los dos textos.

  • el juicio en cuestin no tiene siempre el carcter universal y denitivo asociado

    a la idea de juicio nal, sino que puede tambin referirse al juicio de un in-

    dividuo o grupo en un momento particular de sus vidas, a un juicio personal

    post mortem, o a un juicio intrahistrico de un determinado pueblo o de un

    conjunto de naciones.

    El esquema metafrico tradicional de la planta destruida por no dar el

    fruto esperado opera naturalmente bajo el presupuesto de que el castigo se

    aplica en el tiempo adecuado, es decir, cuando los frutos de la especie vegetal

    en cuestin han alcanzado su maduracin y los agricultores pueden ya cose-

    charlos. Consecuentemente, si el momento cronolgico apareciera directa -

    mente mencionado, debera simbolizar el tiempo de pedir cuentas, el momento

    en que el personaje o grupo humano representado por la planta es llamado

    a responder por su comportamiento. En el contexto literario de la Biblia y del

    Nuevo Testamento, ese momento temporal se identica con un juicio divino.

    La parbola del trigo y la cizaa que encontramos en el Evangelio de

    Mateo acompaada de su explicacin (Mt13,24-30.36-43) ilustra perfectamente

    esta correspondencia simblica20: El tiempo de la cosecha ( :v. 30), cuando el amo ordena a los segadores separar el trigo de la cizaa, re-

    presenta el momento en que el Hijo del Hombre enviar a sus ngeles, que

    recogern de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malva -

    dos, y los echarn al horno de fuego (vv. 41-42)21.

    La frecuencia con la que este tema metafrico aparece en el contexto

    literario del Antiguo Testamento y de los primeros escritos cristianos avala la

    conjetura de que los primeros destinatarios del Evangelio de Marcos estaban

    lo sucientemente familiarizados con l para darse cuenta de que el compor-

    tamiento de Jess con la higuera reproduce con bastante delidad todos sus

    12 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    20 En esta parbola, la imagen de la planta daina o improductiva (cizaa) sustituye a la de la planta que no produce el fruto

    esperado, pero cumple una funcin metafrica anloga: la cizaa representa sujetos humanos moralmente reprobables que

    merecen ser castigados.

    21 ga6,7-9 usa una imagen similar cuando se refiere a las obras guiadas por los apetitos desordenados y a las obras guiadas

    por el espritu como semillas que, en el tiempo de su cosecha, darn respectivamente frutos de corrupcin y frutos de vida

    eterna. El tiempo de la cosecha es, evidentemente, el momento de recibir el castigo o el premio por lo realizado.

    ap14,14- 20 representa tambin el momento del juicio divino a la tierra como una cosecha de grano y de uvas realizada por

    ngeles de dios. de forma anloga, Ctr interpreta el tiempo de los higos como el momento del juicio y la liberacin, libe -

    racin que asocia a la llegada del Mesas. Existen otros textos rabnicos que asocian la recogida de los higos con la muerte

    y el juicio: PrEz fErnndEz, Textos fuente y contextuales de la narrativa evanglica, 467-470.

  • momentos fundamentales: alguien se acerca a una planta valiosa en busca del

    fruto esperado y, al no hallarlo, sentencia, anuncia o pide su destruccin. Este

    reconocimiento les predispondra a interpretar el episodio de la higuera como

    un mensaje simblico relacionado con la condena moral de algn personaje

    o grupo humano socialmente relevante.

    I I I . ANLISIS E INtERPREtACIN DEL EPISODIO DE LA hIgUERA

    La familiaridad con el trasfondo simblico tradicional sobre el que debe

    entenderse la accin del Jess marcano contra la higuera no resuelve todos

    los problemas de su interpretacin, ni para nosotros, ni para su primitiva au-

    diencia. Dos son las principales dicultades que todava persisten. La primera

    es identicar al individuo o al grupo humano representado por la higuera; la

    segunda explicar la razn de ser del problemtico comentario introducido por

    el narrador en el v. 13d (pues no era tiempo de higos), al que nos hemos

    referido en la introduccin22.

    Entre los exegetas que deenden una interpretacin simblica del epi-

    sodio, una proporcin importante identica el referente metafrico del rbol

    con alguna realidad estrechamente asociada al templo23: las construcciones

    que formaban el recinto sagrado, las personas responsables de su funciona-

    13J e s s y l a h i g u e r a

    22 BoEing, Mark, 319 lo considera como una estrategia literaria cuyo nico fin sera indicar al lector que el episodio tiene un

    sentido simblico, pero no explica cmo opera dicha estrategia. otra hiptesis explicativa, apoyada por tELford, The barren

    Temple, 161-3,196 y foCant, LEvangile selon Mark, 422, entre otros, es que el Jess marcano sube a Jerusaln para inau-

    gurar la era mesinica y, que de acuerdo con ciertas tradiciones mesinicas, esperaba la fructificacin extraordinaria de r-

    boles y plantas a su paso. El carcter excesivo de la reaccin de Jess correspondera a lo extraordinario del momento que

    estaba protagonizando. El problema de esta explicacin es que debe atribuir esas creencias mesinicas particulares a los

    creadores y a las audiencias originales del Evangelio de Marcos. Por otra parte, del conjunto de textos tradicionales donde

    aparece el smbolo de la destruccin de la planta que no da el fruto esperado, slo considera relevantes para explicar el

    episodio de la higuera aquellos pocos que pueden interpretarse en clave mesinica. CoLLins, Mark, 526, propone una expli-

    cacin muy sofisticada que depende de su particular interpretacin cristolgica del Evangelio de Marcos y de una alegori-

    zacin excesiva y poco fundamentada de la imagen de la higuera: El tiempo de la entronizacin de Jess como Mesas, que

    la autora sita en la cruz, correspondera al tiempo de higos. Las hojas de la higuera corresponden a la aclamacin de la

    gente, que es capaz de reconocer en Jess al Mesas (11,1-11), y la falta de fruto corresponde a la falta de reconocimiento

    de Jess por parte de los lderes religiosos judos.

    23 ver, por ejemplo, Evans, Mark8:27-16:20, 154, 186.

  • miento gestin y control, o la institucin religiosa considerada como un todo.

    Uno de los argumentos ms frecuentemente utilizado para justicar estas iden-

    ticaciones es la inclusin de la escena del templo entre las dos partes que

    componen el episodio de la higuera, formando una estructura literaria tcni-

    camente conocida como intercalacin24.

    Segn S. G. Brown, la intercalacin es un medio para yuxtaponer de

    forma conspicua dos episodios o percopas. Esta relacin estructural estrecha

    llama la atencin sobre cualquier parecido, contraste o paralelismo formal que

    estos episodios puedan compartir. Cuando estas interconexiones son sucien-

    temente prominentes y carecen de explicacin natural o causal son percibidas

    por el lector con una cualidad misteriosa, que le impele a buscar una razn

    de esta relacin a un nivel de signicados ms profundo o simblico. Es

    habitual suponer que los relatos intercalados se interpretan mutuamente. Las

    dos historias relacionadas se iluminan y enriquecen una a la otra. El procedi-

    miento aparece, por tanto, como una invitacin a leer el episodio enmarcado

    a la luz del episodio que lo enmarca, y viceversa 25.

    Sin conceder la importancia que otros exegetas atribuyen a la estructura

    literaria de intercalacin como procedimiento literario estndar de sealar una

    relacin signicativa entre dos temas, considero que, en el caso particular que

    nos ocupa, la relacin existe y la intercalacin facilita su reconocimiento26. Para

    captarla es, no obstante, necesario ampliar un poco ms el texto a considerar,

    tener en cuenta el orden cronolgico de las situaciones relatadas y examinar

    detalladamente sus contenidos.

    El texto a considerar empieza, a mi entender, en Mc11,11, cuando des-

    pus de haber subido por primera vez a Jerusaln, aclamado por la gente y

    montado en un borrico, Jess va al templo, lo inspecciona todo y, estando ya

    prxima la puesta de sol, sale de la ciudad con sus discpulos para pasar la

    noche en Betania. Sin esta inspeccin, el Jess marcano, que nunca antes haba

    estado en Jerusaln, no habra podido formarse un juicio negativo del funcio-

    14 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    24 otros textos marcanos que exhiben esta estructura son 3,20-21.22-30.31-35; 5,21-24a. 24b-34.35-43; 14,53-54.55-65.66-72.

    25 Brown, Mark11:1-12:12, 78-79. ver tambin: E. BEst, Marks narrative technique: Journal for the Study of the New Tes-

    tament, 37 (1989) 52; J. r. Edwards, Markan sandwiches: the significance of interpolation in Markan narratives: Novum

    Testamentum 31.3 (1989) 196-216; d. rhoads J. dEwEy d. MiChiE, Mark as story. An introduction to the narrative of a

    gospel (fortress Press, Minneapolis 1999) 52.

    26 investigaciones recientes sugieren que las estructuras de inclusin o intercalacin son formas tpicas de la transmisin oral

    sin implicaciones precisas para la interpretacin de sus contenidos: CoLLins, Mark, 524-525.

  • namiento del templo previo a su encuentro con la higuera y, por tanto, no

    habra podido aprovechar el encuentro con el rbol para expresar de forma

    simblica su rechazo a la institucin27.

    Si tenemos en cuenta que la cultura juda antigua empieza a contar el

    periodo temporal de un da a partir de la puesta de sol, la inclusin del v. 11

    pone todava ms de relieve la estructuracin temporal del texto, pues seala

    explcitamente los comienzos de los dos das sucesivos en los que transcurre

    el episodio con sendas referencias a la cada de la noche (vv. 11 y 19)28. Estas

    dos referencias paralelas estn ulteriormente reforzadas por otros dos marca-

    dores temporales que seala las maanas correspondientes a cada uno de esos

    das (vv. 12 y 20) como los momentos en que tienen lugar los dos encuentros

    de Jess con la higuera.

    El texto del episodio de la higuera con la escena del templo intercalada

    exhibe, pues, una estructura tripartita que puede ser representada por la matriz

    [Hm T Hs], donde:

    Hm (Higuera maldita) = Primera parte del episodio de la higuera (vv. 11-14)

    T (Escena del Templo) = Escena intercalada (vv. 15-19)

    Hs (Higuera seca) = Segunda parte del episodio de la higuera (vv. 20-25)

    Gracias al v. 11 sabemos que, al encontrarse Jess por primera vez con

    la higuera sin frutos, ya haba podido formarse una opinin sobre la manera

    como las autoridades religiosas de Jerusaln hacan funcionar el templo; y de

    15J e s s y l a h i g u e r a

    27 segn Biguzzi, Yo destruir, 36, la expresin con la que se describe lo que Jess hace en estaprimera visita al templo sugiere que se trata de una autntica inspeccin. Brown, Mark11:1-12:12, 78-90, ha propuesto

    leer el episodio de la higuera en el contexto de una estructura literaria ms amplia y compleja que empezara con la subida

    de Jess a Jerusaln (11,1-11) y terminara con la parbola de los viadores homicidas (12,1-12). aunque la consideracin

    de esta estructura permite relacionar las alusiones mesinicas incluidas en la escena de la subida a Jerusaln y en la

    parbola, el nico elemento de los textos 11,1-11 y 11,27-12,12 que Brown vincula significativamente con el episodio de

    la higuera es la inspeccin del templo por parte de Jess en 11,11. Brown considera que esa inspeccin tiene un paralelo

    simblico en la accin de Jess de buscar higos en la higuera. a mi entender, la menor seccin de texto con sentido com-

    pleto que incluye el episodio de la higuera es 11,11-25, donde no hay ninguna alusin mesinica. El versculo 11,11 es re -

    levante para la interpretacin del episodio de la higuera, no por ese supuesto paralelismo, sino porque es en l donde Jess

    visita por primera vez el templo.

    28 El paralelismo de estas referencias temporales se refuerza por el uso de trminos de la misma familia: el sustantivo (atardecer) en el v.11 y el adverbio en el v.20. navarro PuErto, Marcos, 400-401, incluye el v.11 en la primera parte delepisodio de la higuera por motivos de carcter estrictamente narratolgico.

  • acuerdo con el apartado anterior podemos tambin suponer que cualquier per-

    sona socializada en la cultura juda antigua conoca el uso metafrico de la

    planta castigada por no dar el fruto esperado. Se cumplan, por tanto, todas las

    condiciones para que el Jess marcano pudiera expresar su rechazo moral a

    esas autoridades mediante su actuacin simblica contra la higuera, y para que

    cualquier testigo u oyente antiguo sucientemente perspicaz pudiera reconocer

    el carcter simblico de semejante actuacin. Alertados por este reconoci -

    miento, los discpulos marcanos y los destinatarios originales del evangelio se

    dispondran a examinar con atencin las acciones y palabras subsiguientes de

    Jess con el n de descubrir contra quien o quienes iba dirigida esa represen-

    tacin simblica. Al presenciar o conocer inmediatamente despus las acciones

    violentas y las palabras acusadoras de Jess en su segunda visita al templo, no

    podran dejar de sospechar que ese comportamiento agresivo y la condena sim-

    blica a la higuera apuntaban al mismo blanco.

    Esta segunda visita al recinto sagrado constituye el tema de la escena

    central (11,15-19) intercalada entre la maldicin pronunciada por Jess contra

    la higuera y la constatacin de sus efectos letales. Un anlisis crtico de los

    contenidos de dicha escena pone claramente de maniesto que el Jess

    marcano rechaza el uso y funcionamiento del templo de Jerusaln. Todas las

    acciones que ejecuta parecen indicar que su rechazo se dirige fundamen -

    talmente contra la mercantilizacin del sacricio29 y contra la aristocracia sa-

    cerdotal de Jerusaln que utiliza la institucin religiosa para benecio propio

    y de su clientela30. Todo lo que Jess hace en el recinto sagrado sirve, en efecto,

    para obstaculizar el correcto engranaje de los procedimientos mediante los

    que la gente corriente ofreca sus ofrendas y sacricios:

    En primer lugar, expulsa a todos cuantos compraban o vendan en el

    recinto sagrado. Dado que la mayora de los oferentes compraban las vctimas

    para sus ofrendas y sacricios cruentos en el propio atrio del templo31, esta

    actuacin de Jess frustra a quienes obtenan ganancias con la venta de

    16 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    29 Bajo el concepto sacrificio se incluye cualquier bien puesto aparte para ser ofrecido a una divinidad. En el templo de

    Jerusaln se practicaba el sacrificio cruento y el sacrificio incruento. Los sacrificios tenan distintas funciones y finalidades:

    expiar por los pecados, confirmar una purificacin, cumplir un voto etc. ver: h.-J. KLauCK, The religious context of Early Chris-

    tianity. A guide to Graeco-Roman religions (fortress Press, Minneapolis 2003) 12-23.

    30 MarCus, Mark 8-16, 790. CoLLins, Mark, 531-532 cita AntJ.20.9.2.205-7 como testimonio de los abusos cometidos por los

    sumos sacerdotes en la recoleccin forzada de diezmos durante las dcadas de los 50 y 60.

    31 E. P. sandErs, Jesus and Judaism (CMs Press, London 1985) 61-76.

  • animales y deja a muchos oferentes intencionales sin posibilidad de cumplir

    su propsito.

    En segundo lugar, vuelca las mesas de los cambistas. Dado que en el

    templo de Jerusaln slo se permita el uso de monedas de plata acuadas en

    Tiro, la mayora de quienes all compraban o queran hacer ofrendas en met -

    lico deban cambiar monedas de uso corriente por esta otra acuacin ms

    valiosa32. Por tanto, la actuacin de Jess frustra las ganancias tanto de los cam-

    bistas como del tesoro del templo, y diculta todava ms la adquisicin de

    animales por parte de los oferentes.

    En tercer lugar, vuelca las sillas de los vendedores de palomas. Dado

    que las palomas eran las ofrendas animales ms frecuentes entre la gente hu-

    milde, esta accin de Jess parece especcamente dirigida a dicultar el sa-

    cricio de este sector concreto de la poblacin33.

    Finalmente, impide que se transporten recipientes a travs del templo.

    El trmino que hemos traducido aqu por recipiente tiene un abanicomuy amplio de signicados, pudiendo denotar tambin un elemento de las

    propiedades de una persona (incluida la esposa), de sus instrumentos, herra-

    mientas o implementos militares. Creo, sin embargo, que a la vista de las dems

    acciones realizadas por Jess en este contexto, se reere aqu a los re-cipientes donde se trasladaban los distintos productos de los sacricios (por-

    ciones de carne sacricada destinadas al oferente o a los sacerdotes, ofrendas

    vegetales como tortas de harina, primeros frutos de las cosechas, etc.)34. Si mi

    traduccin es correcta, Jess estara de nuevo dicultando los procedimientos

    habituales de las prcticas del sacricio y las ofrendas.

    Aunque el texto no explica las razones por las que el Jess marcano se

    opone a estos procedimientos, la segunda parte de la cita escriturstica del v. 17

    incide de nuevo en el aspecto econmico de los mismos. Segn este versculo,

    17J e s s y l a h i g u e r a

    32 Es posible que muchas personas pagaran directamente en el templo el impuesto religioso al que estaban obligados todos

    los judos varones adultos. En este caso, es posible que los cambistas mencionados por el texto ejercieran tambin como

    banqueros del templo: PiKaza, Evangelio de Marcos, 792,

    33 El rechazo a las ofrendas y sacrificios de la gente humilde es coherente con Mc12,38-44, donde el Jess marcano denuncia

    a los escribas que devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones y explica las consecuencias letales

    que la prctica de las ofrendas al templo puede tener sobre personas pobres cuya piedad les mueve a desprenderse de todo

    lo que tienen para vivir.

    34 J. P. hEiL, the narrative strategy and pragmatics of the temple theme in Mark: The Catholic Biblical Quarterly 59.1 (1997)

    77; MarCus, Mark 8-16, 783.

  • Jess cita en su enseanza a los profetas diciendo: No est acaso escrito: Mi

    casa ser casa de oracin para todos los pueblos? Pero vosotros, la habis

    convertido en una guarida de bandidos.

    La cita, una amalgama creativa de Is56,7 y Jr7,11, va especcamente

    dirigida a quienes controlan el funcionamiento del recinto sagrado, pues

    supone que han tenido poder suciente para transformar lo que deba ser una

    casa de oracin para todas las naciones en una guarida de bandidos. El sus-

    tantivo bandido traduce aqu al trmino griego , que se reere espe-ccamente al individuo que roba con violencia35.

    Si tenemos en cuenta que, de acuerdo con la tradicin de Israel, el

    templo de Jerusaln era el nico lugar de la tierra elegido por Dios para recibir

    el culto sacricial de su pueblo, y que, desde haca siglos, todas las actividades

    que se realizaban en l giraban en torno al sacricio, es inevitable concluir

    que ste deba ser la principal fuente de enriquecimiento ilegtimo a la que

    alude Jess.

    Si la segunda mitad de la cita proftica corrobora que Jess acusa a quie-

    nes controlan el templo de enriquecerse ilegtimamente en virtud del uso al

    que lo destinan, la primera mitad les dirige implcitamente otro reproche de

    no menor calado: Haber excluido de la casa de Dios a la entera poblacin no

    juda; una poblacin inmensa cuyo culto orante formaba parte del destino ori-

    ginal del templo. Dominando sobre el recinto sagrado como bandidos en su

    propia cueva, esas autoridades religiosas impiden que Dios reciba desde all

    las oraciones de los gentiles36.

    18 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    35 algunos autores han sealado que el uso del trmino en la cita escriturstica puesta en boca de Jess (v. 17) podrareflejar la situacin del templo durante la primera guerra juda, cuando grupos populares revolucionarios, denominados pre-

    cisamente de ese modo por flavio Josefo, ocuparon el recinto sagrado: J. MarCus, the Jewish war and the sitz im Leben

    of Mark: Journal of Biblical Literature 111.3 (1992) 448-451. Esta posibilidad no implica, sin embargo, que el Evangelio de

    Marcos pretenda comparar o equiparar a los sumos sacerdotes y letrados de su universo narrativo con jefes populares revo -

    lucionarios. de hecho, la versin griega de la cita de Jr7,11, a la que se refiere el v. 17 no sugiere este sentido.

    36 La eliminacin de la barrera cultual entre judos y gentiles defendida aqu por el Jess marcano es coherente con su des-

    precio sistemtico a las normas de pureza; unas normas cuyo objetivo prctico fundamental era impedir el acceso al culto

    divino de aquellos no considerados aptos. En el Evangelio de Marcos, Jess toca y se deja tocar por todos los tipos de per-

    sona que el Judasmo de su poca consideraba fuentes de impureza ritual: un leproso (1,40-45), una mujer con flujos de

    sangre (5,25-34), una nia dada por muerta (5,35-43). Pero, adems, en ningn momento manifiesta inters alguno por li-

    brarse de las impurezas rituales adquiridas, ni siquiera para entrar en el templo o para celebrar la cena de pascua en

    Jerusaln tras haber estado alojado en casa de simn el leproso (14,3-9).

  • Sabemos que desde la destitucin de Arquelao en el ao 6 d. C. hasta

    el inicio de la guerra juda en el 66 d. C., el templo de Jerusaln estuvo siempre

    controlado por una aristocracia sacerdotal hereditaria de entre cuyos miembros

    varones se elega al sumo sacerdote37. Estos sacerdotes aristcratas, a los que

    el Evangelio de Marcos denomina jefes de los sacerdotes (), eran losresponsables ltimos de la gestin del templo y, por tanto, el blanco funda -

    mental contra el que debemos suponer iban dirigidas las palabras acusadoras

    de Jess. La manera como reaccionan a estas palabras, confabulndose con

    los escribas para acabar con Jess, conrma esta suposicin (v. 18).

    Dado que, en la simbologa de la planta castigada por no dar fruto, el

    referente metafrico de la planta es siempre un grupo o un individuo humano

    deciente desde el punto de vista moral, los discpulos del Jess marcano y

    los destinatarios originales del evangelio, que le acaban de escuchar maldi -

    ciendo a la higuera, asociaran fcilmente ese referente con los jefes de los sa-

    cerdotes. Es, sin embargo, probable que no limitaran el colectivo representado

    por el rbol a estos jefes religiosos, sino que lo ampliaran para incluir tambin

    a los escribas, comerciantes, banqueros y dems clientes que colaboraban con

    ellos en la explotacin de los recursos del templo.

    Si la actitud de rechazo agresivo adoptada por Jess en la primera parte del

    episodio de la higuera y en la escena del templo facilita el descubrimiento de la

    relacin simblica existente entre estos dos textos, la repeticin del tema de la

    oracin en esa misma escena central y en la segunda parte del episodio de la hi-

    guera sugiere conexiones signicativas entre ambas. En la escena central, Jess

    apela a la Escritura para armar que la oracin universal es la nalidad que Dios

    asign originalmente al templo (v. 17)38. En la segunda parte del episodio, la

    oracin es el tema que articula las diversas instrucciones que Jess imparte a sus

    discpulos.

    19J e s s y l a h i g u e r a

    37 El sumo sacerdocio era un cargo reservado a familias aristocrticas de sacerdotes desde haca siglos. algunos gobernantes

    de la dinasta hasmonea violaron esa norma, que volvi a imponerse en poca romana. no obstante, la eleccin del indi-

    viduo concreto que deba ocupar el cargo estaba condicionada por los intereses de roma. E. P. sandErs, Judaism. Practice

    and belief. 63BCE-66CE (sCM Press, London trinity Press international, Philadelphia 1992) 49-50.

    38 aunque en 1r8,27-53 salomn habla del templo como de un lugar de oracin, todas las fuentes indican que, desde su fun-

    dacin, su funcin principal fue la de ser un lugar privilegiado o exclusivo para ofrecer sacrificios a yhwh. La pretensin del

    Jess marcano representa una innovacin que podra haber quedado parcialmente reflejada en la prctica de la comunidad

    postpascual de Jerusaln. segn hch3,1; 5,21; 6,42, los miembros de esta comunidad utilizaban el templo para orar y

    predicar.

  • Este conjunto de instrucciones, al que la mayora de los estudiosos atri-

    buye un origen tradicional39, tiene un papel crucial en la trama narrativa del

    episodio de la higuera, pues constituye la respuesta de Jess a la llamada de

    atencin de Pedro y, por tanto, tiene supuestamente la funcin de explicar lo

    ocurrido con la higuera40.

    En respuesta a la admiracin de Pedro ante la muerte de la higuera mal-

    decida (v. 21), Jess se dirige a sus discpulos exhortndoles con vehemencia

    a creer que Dios cumplir cualquier cosa que pidan con fe en la oracin

    (vv. 22b-24): Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno le dice a este monte:

    Qutate de ah y arrjate al mar, si lo hace sin titubeos en su interior y

    creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendr. Por eso os digo: Todo lo

    que pidis en vuestra oracin, lo obtendris si tenis fe en que vais a recibirlo.

    Aunque es posible que las audiencias marcanas conocieran y veneraran

    ya estas exhortaciones como sentencias independientes atribuidas a Jess, su

    uso en este contexto narrativo no podra dejar de parecerles sorprendente e

    irnico.

    Con esta respuesta Jess pretende, nada ms y nada menos, que su mal-

    dicin extempornea contra la higuera ha sido, en realidad, una oracin dicha

    con fe, y que la muerte del rbol es la prueba de que Dios le ha escuchado.

    Para sorpresa del lector moderno y probable regocijo de la audiencia

    originaria, Jess sugiere adems a sus discpulos que prueben ellos mismos la

    ecacia de la fe en la oracin ordenando a este monte que se arroje al mar

    (v. 23)41. Si tenemos en cuenta que el templo estaba edicado sobre un pro-

    montorio de la colina de Jerusaln, que Jess est hablando a sus discpulos

    en algn punto del camino que conduce de Betania a la ciudad santa, y que

    20 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    39 1Co13,2; Mt17,19-20; 21,21; Lc17,5-6; Evtom48 y 106 pueden considerarse textos paralelos o cercanos al v. 23;

    Mt7,7- 8 // Lc11,9-10; Mt18,19; 21,22; Jn14,13-14; 15,7.16c; 16,23b.24b; st1,5-6 y 1Jn5,14-15 al v. 24 y Mt6,14 al v. 25.

    40 debido al carcter tradicional de las sentencias que componen esta enseanza, algunos autores la consideran un conjunto

    de dichos laxamente aadidos al episodio de la higuera sin inters explicativo respecto al texto que prolongan. ver, por

    ejemplo, MEiEr, A marginal Jew ii, 888-889. siguiendo a gundry, Mark, 676-677, y a EsLEr, the incident, 49-50, entre otros,

    entiendo, por el contrario, que el carcter tradicional de un fragmento no implica que carezca de funcin explicativa en el

    evangelio al que ha sido incorporado, menos aun si esa funcin le viene asignada por el propio relato evanglico.

    41 gundry, Mark, 148-9, seala lo sorprendente de este dicho, pero no es sensible a la irona que encierra. CoLLins, Mark,

    534- 5, considera que los vv. 22-23 son una instruccin sobre cmo realizar milagros en la que Jess subrayara el requisito

    fundamental de la fe. Collins tampoco capta la irona de la instruccin por lo que no atribuye a la expresin este templo

    ningn el referente concreto (p. 535).

  • en la escena anterior ha asimilado el recinto sagrado a una guarida de bandi -

    dos, no podemos dejar de sospechar que el monte en cuestin es precisamente

    el monte del templo42. Desde el escenario topogrco donde Jess instruye a

    sus discpulos podra incluso acompaar el demostrativo este con un gesto

    de la cabeza o de la mano que sealara al templo.

    As, pues, bajo la apariencia de estar impartiendo una instruccin piado -

    sa sobre la importancia de la fe en la oracin, Jess estara jocosamente sugi-

    riendo a sus discpulos que pidieran a Dios por la desaparicin del templo.

    Ms an, les estara implcitamente asegurando que, as como Dios haba es-

    cuchado su oracin-maldicin contra la higuera, tambin escuchara sus deseos

    destructivos respecto al recinto sagrado.

    Las explicaciones ofrecidas por Jess de lo sucedido a la higuera arrojan

    una luz considerable sobre la intencin y los matices expresivos de su juego

    metafrico con el rbol. En primer lugar, la identicacin de la maldicin con

    una oracin de peticin indica que el Jess marcano no pretende castigar por

    su propia cuenta a las personas representadas por la higuera, sino slo pedir

    a Dios que lo haga.

    En segundo lugar, la alusin velada al templo en la oracin de peticin

    que Jess propone a sus discpulos sugiere que el castigo que pide para los

    jefes de los sacerdotes es, precisamente, la desaparicin del recinto santo donde

    han hecho su guarida de bandidos43. Si tenemos en cuenta que la institucin

    del templo era el medio principal del que se serva la aristocracia sacerdotal de

    Jerusaln para legitimar su prestigio y su poder, la desaparicin del recinto sa-

    grado parece, en efecto, un castigo pensado especialmente para ella.

    Sabemos, nalmente, que los destinatarios originales del Evangelio de

    Marcos esperaban un juicio divino de algn modo mediado por el hijo del

    hombre (8,38; 13,24-26; 14,62). Como ya indicamos con anterioridad, segn la

    21J e s s y l a h i g u e r a

    42 aunque algunos estudiosos han sealado la posibilidad de que este monte se refiera al monte de los olivos, la mayora

    considera que la identificacin con el monte del templo es mucho ms probable y tiene ms sentido en el contexto del relato

    marcano: Evans, Mark 8:27-16:20, 188-189; foCant, LEvangile selon Mark, 428-429; Boring, Mark, 289; EsLEr, the incident,

    51; MarCus, Mark 8-16, 785. tELford, The Barren Temple, 170, n.65 seala algunas tradiciones rabnicas que hablan del

    monte del templo como este monte: b.Pes 87b; b.git. 56b.

    43 segn el Jess marcano, el uso corrupto que los jefes de los sacerdotes dan al templo justifica su destruccin, por mucho

    que dios lo hubiera originalmente concebido como su casa de oracin. La situacin es similar a la planteada en 1r89

    donde, tras la consagracin del templo como lugar de oracin por parte del rey salomn, dios amenaza con destruirlo si el

    pueblo o sus jefes se dejan corromper por la idolatra de las naciones vecinas.

  • lgica de correspondencias que determinan el signicado metafrico de la

    planta condenada por no dar el fruto esperado, ese juicio divino estara repre-

    sentado por el tiempo () de la cosecha, es decir, por la estacin en laque el fruto alcanza su maduracin. Por tanto, el hecho de que Jess maldiga

    a la higuera a pesar de no ser la estacin de higos (v. 13d) no indica sino su

    deseo impaciente de que Dios castigue ya a los sumos sacerdotes, sin tener

    que esperar a ese juicio.

    Esta manera de entender el comentario, pues no era tiempo de higos,

    convierte la frase del episodio de la higuera que mayor dicultad interpretativa

    generaba, en un elemento clave para la plena comprensin del texto. Por una

    parte nos hace ver que la reaccin de Jess ante el rbol sin frutos no era una

    manifestacin irracional de despecho, sino una demostracin de impaciencia

    ante la corrupcin moral de los responsables del templo. Por otra parte,

    clarica la lgica subyacente a la pretensin jocosa de Jess de que su

    maldicin sea considerada una oracin de peticin. En efecto, al expresar esta

    pretensin, Jess est atribuyendo la muerte de la higuera a Dios, y por tanto

    tambin el poder para castigar a los personajes representados por el rbol.

    Dios ha castigado al rbol, a pesar de no ser tiempo de higos, porque Jess

    se lo ha pedido con fe. De la misma manera, si los discpulos se lo piden con

    fe, acceder a destruir a la institucin corrupta del templo, aunque todava no

    haya llegado el tiempo del juicio.

    Aunque el Jess marcano sabe que el tiempo del juicio divino, el tiempo

    de higos, no ha llegado todava, su primer contacto con el templo le induce

    a desear que el castigo de quienes han corrompido la institucin religiosa se

    adelante. Por eso quiere que su accin simblica contra el rbol que los re-

    presenta se entienda como una oracin de peticin, y por eso anima a sus dis-

    cpulos a que pidan a Dios con fe por la desaparicin del monte donde se

    asienta el recinto sagrado.

    El resto de la enseanza de Jess junto a la higuera seca trata sobre el

    perdn de los pecados (v. 25): Y cuando oris, perdonad si tenis algo contra

    alguien, para que tambin vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas.

    Probablemente tambin en este caso estamos ante una instruccin tradicional44

    22 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    44 Encontramos un paralelo de esta instruccin en Mt6,14-15. sorprendentemente, hay exegetas como tELford, The barren

    Temple, 50-54; Evans, Mark 8:27-16:20, 194 y gundry, Mark, p. 655, que no disciernen relacin alguna entre esta enseanza

    sobre el perdn y la destruccin del templo, por lo que consideran la presencia del v. 25 en este lugar como una adicin irre -

  • que, gracias nicamente al contexto en el que se utiliza, aparece cargada de

    polmica e irona. En efecto, segn estas palabras puestas en boca del Jess

    marcano, una condicin suciente para que Dios perdone al orante sus

    pecados es que l haya perdonado antes a cualquiera contra quien tuviera algo

    (se entiende, alguna queja). Ahora bien, en el contexto de polmica contra los

    jefes de los sacerdotes en el que esta instruccin se inserta, lo ms destacable

    de ella es precisamente lo que omite, a saber, que el mtodo enseado por

    el Jess marcano para obtener el perdn divino, adems de ser universal, pres-

    cinde por completo del templo. La persona que se dispone a orar habiendo

    perdonado antes a sus enemigos puede estar segura del perdn de Dios; no

    necesita de las mediaciones que el Judasmo ocial de la poca prescriba45.

    En oposicin a este Judasmo, que haca del templo una institucin imprescin-

    dible para que el pueblo pudiera expiar ante Dios por sus pecados, el mtodo

    de Jess hace intiles tanto al sacricio expiatorio como al recinto sagrado de

    Jerusaln donde estaba centralizado46.

    Por tanto, segn la enseanza implcita en las palabras de Jess, nada

    grave ocurrira si el templo desapareciera de repente hundindose en el mar

    o de cualquier otra manera, pues nadie, ni judos ni no judos tienen necesidad

    de l para obtener el perdn de sus pecados47. Los nicos perjudicados con

    la desaparicin del templo seran quienes haban hecho de l una fuente de

    benecios econmicos y de poder, es decir, los jefes religiosos que se ampa-

    23J e s s y l a h i g u e r a

    levante a los vv. 23-24, propiciada por compartir con estos dichos el tema y la terminologa de la oracin.

    45 Borg, Jesus, 111; PiKaza, Evangelio de Marcos, 805.

    46 El movimiento de Jess no es el nico movimiento judo que ofrece alternativas a la piedad sacrificial centrada en el templo.

    aunque de modos diversos, los sectarios de qumrn y los fariseos ya lo haban hecho: sh. E. dowd, Prayer, Power and the

    problem of suffering. Mark11:22-25 in the context of Markan theology (dissertation series 105, atlanta 1988) 47-51, 126.

    sobre el principio de que es necesario perdonar para obtener el perdn divino en el Judasmo, ver: si28:1-5; b.sab.151b.

    segn Boring, Mark, 324-325, esta instruccin pretende tranquilizar a los seguidores postpascuales de Jess que han co-

    nocido la destruccin del templo frente a la imposibilidad de expiar por los pecados de acuerdo con la Ley. Este autor no

    es, sin embargo, sensible al carcter polmico que la instruccin tiene en el contexto marcano.

    47 La orden de Jess al leproso purificado en Mc1,44 podra dar a entender que Jess acepta la autoridad de los sacerdotes

    para certificar la purificacin de este tipo de personas as como la obligacin de realizar los sacrificios prescritos por Moiss

    (Lv14) para estos casos. Este texto no contradice la tesis aqu defendida pues el participio , con el quese describe la actitud de Jess, sugiere que no ha dado la orden de buen grado, sino slo para se reconozca oficialmente

    la nueva condicin social y religiosa del ex-leproso. Pero adems, el episodio de la purificacin del leproso est narrativa-

    mente situado en galilea, mucho antes de que el Jess marcano visite por primera vez el templo y tenga la oportunidad de

    conocer y condenar su funcionamiento.

  • raban en el culto para legitimar su enriquecimiento48. No es, pues, sorprenden -

    te que el Jess marcano pidiera para ellos este castigo.

    El texto que sigue inmediatamente a la segunda parte del episodio de

    la higuera apoya mi interpretacin. Este texto (11,27-12,12) describe una con-

    troversia entre Jess y los jefes polticos y religiosos de Israel (sumos sacer -

    dotes, ancianos y escribas) en la que estos ltimos preguntan a Jess por el

    origen de su autoridad. Jess reacciona de un modo que, en un primer mo-

    mento, puede parecer desconcertante, pero que en realidad es enormemente

    sagaz. Slo accede a responder si sus interlocutores se pronuncian antes sobre

    el origen del bautismo de Juan.

    La estrategia dialctica adoptada aqu por Jess consiste en dirigir la dis-

    cusin a un tema espinoso que ponga en evidencia a sus oponentes. Y el tema

    elegido tiene, precisamente, mucho que ver con la anterior instruccin de Jess

    sobre el perdn, pues el bautismo de Juan era otro mtodo de obtener el

    perdn de los pecados (1,4) que tambin prescinda del papel mediador del

    templo, del sacrico y del sacerdocio49. La demanda de Jess pone a los sumos

    sacerdotes, ancianos y escribas en la difcil disyuntiva de reconocer la posibi -

    lidad de obtener el perdn divino al margen del templo o enfrentarse al sentir

    mayoritario del pueblo, que honraba a Juan como profeta. Temerosos de com-

    prometer su posicin en uno u otro sentido, evaden la respuesta ngindose

    ignorantes.

    El primer asalto dialctico de la controversia conrma, pues, que en este

    punto del relato evanglico Jess est defendiendo implcitamente la tesis de

    que el templo es innecesario.

    El segundo asalto de la controversia, iniciado esta vez por Jess, retoma

    y expande otro de los temas tratados en 11,11-25, a saber, la condena divina

    a los lderes corruptos de Israel. Los sumos sacerdotes, ancianos y letrados ha-

    ban abierto el debate cuestionado la autoridad de Jess para hacer lo que

    haca. Jess contrataca cuestionando su autoridad para mediar entre Dios e Is-

    rael. El contrataque tiene la forma de una parbola que trata, precisamente, de

    mediadores y medianeros50: La parbola de los viadores homicidas (12,1-12):

    24 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    48 MarCus, Mark8-16, 788-789; foCant, LEvangile selon Mark, 424-425.

    49 Borg, Jesus, 123.

    50 El Evangelio de Toms contiene otra versin de esta parbola (log 65) que probablemente se parezca ms a la forma original.

  • 1 Entonces Jess les cont esta parbola: Un hombre plant una via,

    la rode de una cerca, cav un lagar y edic una torre. Despus la

    arrend a unos labradores y se ausent. 2 A su tiempo envi un siervo

    obtener de los labradores fruto de la via. 3 Pero ellos lo agarraron, lo

    golpearon y lo despidieron con las manos vacas. 4 Volvi a enviarles

    otro siervo. A ste lo descalabraron y lo ultrajaron. 5 Todava les envi

    otro, y lo mataron. Y otros muchos, a los que golpearon o mataron. 6

    Finalmente, cuando ya slo le quedaba su hijo querido, se lo envi

    pensando: A mi hijo lo respetarn. Pero aquellos labradores se dijeron:

    Este es el heredero. Matmoslo y ser nuestra la herencia. 8 Y echn -

    dole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la via.

    9 Qu har, pues, el dueo de la via? Vendr, acabar con los labra-

    dores y dar la via a otros. 10 No habis ledo este texto de la

    Escritura: La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido

    en piedra angular; 11 esto es obra del Seor, y es admirable ante nues -

    tros ojos?

    12 Estaban deseando echarle mano, porque se dieron cuenta de que

    Jess haba dicho la parbola por ellos. Sin embargo lo dejaron y se

    marcharon, porque tenan miedo a la gente.

    Esta es una de las parbolas ms estudiadas de los evangelios.

    Numerosos exegetas y telogos han reexionado a fondo sobre la manera

    como el destino del hijo amado del dueo, que representa claramente a Jess,

    desvela algo sobre el papel atribuido por el Evangelio de Marcos a su misin

    y a su muerte51. Aqu, sin embargo, nos interesamos tan slo por lo que la pa-

    rbola aporta al tema tratado en el episodio de la higuera, es decir, por su re-

    lacin con la condena moral del Jess marcano a las autoridades poltico-re-

    ligiosas de Israel.

    Del contexto narrativo de la parbola y del comentario nal del narrador

    (v. 12b) se desprende que este relato gurado habla fundamentalmente y de

    forma acusatoria sobre los oponentes de Jess. Dado que los labradores en-

    carnan el nico rol negativo del relato, es necesario concluir que son la repre-

    25J e s s y l a h i g u e r a

    51 a travs de su identificacin implcita con el personaje del hijo, Jess responde a la pregunta que sus oponentes le haban

    hecho acerca del origen de su autoridad: La autoridad de Jess para hacer lo que hace es la del hijo amado enviado por su

    padre dios.

  • sentacin metafrica de los sumos sacerdotes, ancianos y escribas contra los

    que polemiza Jess52.

    Si la imagen de los labradores representa a los mediadores ociales entre

    Israel y Dios, la lgica de la relacin de mediacin nos induce a suponer que

    la via y su dueo son respectivamente metforas del pueblo de Israel y de

    Dios. La frecuencia con la que dichas metforas aparecen en el Antiguo Tes-

    tamento conrma sin lugar a dudas la suposicin. De hecho, la mayora de los

    exegetas reconoce en los versculos iniciales de la parbola una alusin directa

    al canto de la via de Isaas (Is5)53, un texto que, como vimos en pginas an-

    teriores, hace explcitas las claves de las metforas que utiliza (Is5,7).

    Ahora bien, mientras que el canto de Isaas no distingue a nivel gura -

    tivo entre el pueblo y sus lderes todos estn representados por la misma

    via, la parbola marcana utiliza dos imgenes diferentes, la via y los labra-

    dores, para referirse a uno y a otros respectivamente. Esta distincin permite

    diferenciar al pueblo, representado por la via, que en este caso s da fruto,

    de los lderes poltico-religiosos representados por los labradores, que preten -

    den quedarse con todo el fruto producido por el pueblo. Vemos, pues, que

    tambin aqu est Jess denunciando los benecios ilegtimos que estos lderes

    extraen de la gente54. Como ya habamos adelantado, la denuncia coincide en

    lo esencial con la pronunciada por Jess en la escena del templo, aunque en

    este caso no es claro que los benecios aludidos se reduzcan a los derivados

    del negocio del sacricio.

    Los anlisis y reexiones expuestos a lo largo de este apartado ofrecen

    una interpretacin global y coherente del episodio de la higuera basada en el su-

    puesto de que la maldicin extempornea de Jess contra el rbol es una accin

    simblica. La expresin del mensaje simbolizado sigue en lneas generales el es-

    quema metafrico tradicional de la planta destruida por no producir el fruto es-

    perado y se apoya sobre las siguientes equivalencias: La higuera sin frutos repre-

    26 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    52 Evans, Mark8:27-16:20, 154.

    53 ver: w. J. C. wErEn, the use of isaiah5:1-7 in the Parable of the tenants (Mark12:1-12; Matthew21:33-46): Biblica 79

    (1998) 1-26. J. s. KLoPPEnBorg vErBin, Egyptian viticultural practices and the citation of isa5:1-7 in Mark12:1-9: Novum

    Testamentum 44.2 (2002) 134-162, defiende que la parbola marcana depende de la versin griega de is5.

    54 MarCus, Mark8-16, 790. Las exgesis antijudas del Evangelio de Marcos deberan tener en cuenta que ningn miembro

    del pueblo llano aparece jams como antagonista de Jess en las controversias de este evangelio. El nico rasgo negativo

    de la imagen marcana del pueblo judo es la facilidad con la que se deja manipular por sus lderes (Mc15,1-15). ver:

    h. risnEn, The Messianic Secret (Clark, Edimbugh 1990) 92-96.

  • senta a los jefes religiosos de Israel y su clientela, que se benecian ilegtimamente

    del funcionamiento corrupto del templo. La maldicin es la expresin simblica

    del deseo impaciente de Jess porque este colectivo corrupto sea castigado con

    la desaparicin del templo. El tiempo de la cosecha de higos, que en los das de

    la Pascua aun no ha llegado a Judea, simboliza el juicio futuro de Dios. El Jess

    marcano no quiere esperar a ese juicio futuro, que nadie sabe cundo ser (13,32),

    para que el castigo se haga efectivo. Por eso pide a Dios con los suyos que lo

    ejecute ya haciendo desaparecer el templo. Finalmente, previendo la respuesta

    positiva de Dios a su peticin, instruye a sus discpulos sobre una forma de

    obtener el perdn divino que prescinde por completo de la institucin religiosa.

    IV. CONCLUSIN

    La interpretacin aqu propuesta del episodio marcano de la higuera re-

    suelve las dos grandes dicultades que la lectura sincrnica del texto pareca

    plantear: el carcter aparentemente impulsivo e infantil de la actuacin de Jess

    frente al rbol sin frutos y el aparentemente extrao comentario del narrador

    del v. 13d. Explica, asimismo, de forma coherente la relacin signicativa del

    episodio con la escena del templo que se intercala entre sus dos partes.

    De acuerdo con los argumentos esgrimidos en pginas anteriores, las

    claves de esta interpretacin habran sido accesibles tanto a los discpulos que

    siguen a su maestro en el mundo de la narracin, como a los destinatarios ori-

    ginales del Evangelio de Marcos, pues pertenecen unas a la tradicin meta f -

    rica del rea cultural del Oriente Prximo y otras a la propia enseanza que

    el Jess marcano imparte junto a la higuera seca.

    Creo haber mostrado, en efecto, que el esquema metafrico de la planta

    sentenciada por no dar el fruto esperado puede considerarse parte del cono-

    cimiento cultural compartido por todas las personas socializadas en la tradicin

    juda, quienes seran, por tanto, capaces de reconocerlo en los gestos y pala -

    bras del Jess marcano en su primer encuentro con la higuera. Las acciones

    agresivas y las palabras condenatorias de ese mismo Jess en la visita que in-

    mediatamente despus hace al templo, les permitiran identicar el referente

    metafrico de la higuera sin frutos con los responsables del funcionamiento

    corrupto de la institucin.

    27J e s s y l a h i g u e r a

  • El resto de las claves necesarias para entender el mensaje del episodio

    de la higuera estn en el propio texto, semiocultas tras la tremenda irona con

    la que Jess interpreta lo sucedido. Segn l, su maldicin es un ejemplo de

    oracin de peticin dicha con fe, y la muerte del rbol una demostracin de

    que Dios atiende siempre este tipo de peticiones. El carcter mordaz de esta

    explicacin sugiere que las otras enseanzas impartidas junto a la higuera estn

    expresadas desde una perspectiva igualmente humorstica o irnica. Dicha su-

    gerencia facilita a los discpulos y a los destinatarios del evangelio caer en la

    cuenta de que el siguiente ejemplo de oracin conada la orden a esta

    montaa de que se arranque y se arroje al mar es una peticin camuada por

    la destruccin del templo de Jerusaln, y que el verdadero propsito de la ins-

    truccin sobre el perdn es mostrar la inutilidad del sacricio expiatorio rea-

    lizado en dicho templo.

    Finalmente, las claves de la metfora representada por Jess en su inter-

    accin con el rbol nos han permitido descubrir el sentido del extrao comen-

    tario del narrador, pues no era tiempo de higos (v. 13d), que no sera sino

    una referencia simblica al hecho de que, en el relato marcano, el juicio divino

    no ha llegado todava. Esto explica, a su vez, por qu Jess pretende que la

    maldicin mediante la que ha expresado simblicamente su condena a la ins-

    titucin del templo no era una palabra taumatgica sino una oracin de

    peticin dicha con fe.

    Los anlisis expuestos en este escrito sugieren que la exgesis del Evan-

    gelio de Marcos podra ganar en profundidad y resultados si tuviera en cuenta

    la posibilidad de que el sentido de su discurso est, en ocasiones, intenciona-

    damente velado por el humor o la irona. Estudios antropolgicos recientes in-

    dican que estas estrategias de expresin aparecen con mucha frecuencia en

    el discurso de grupos contraculturales y sectores sociales marginales o subor-

    dinados que no quieren o no pueden comunicarse abiertamente en mbitos

    controlados por la ideologa dominante55.

    Segn el testimonio del libro de Los Hechos de los Apstoles acerca del

    apresamiento y muerte de Esteban (Hch6,8-7,60), hubo al menos otro seguidor

    postpascual de Jess que rechaz pblicamente el templo y por hacerlo en-

    28 E s t h e r M i q u e l P e r i c s

    55 J. C. sCott, Domination and the arts of resistance. Hidden Transcripts (yale university Press, new haven Londres 1990).

    r. a. horsLEy (ed.), Hidden Transcripts and the arts of resistance. Applying the work of James C. Scott to Jesus and Paul

    (society of Biblical Literature, atlanta 2004).

  • contr la muerte56. Nadie debera, por tanto, extraarse de que, para expresar

    su mensaje contra dicha institucin, el Evangelio de Marcos haya optado por

    recurrir a estrategias de camuaje discursivo como las detectadas en nuestro

    estudio57. Esta opcin pudo haber sido pertinente incluso en el supuesto de

    que el Evangelio de Marcos fuera posterior a la destruccin del templo en el

    ao 70, pues en contextos sociales con una proporcin signicativa de

    poblacin juda, la idea de que Jess dese en vida ese trgico acontecimiento

    habra sido motivo de ofensa para muchos.

    29J e s s y l a h i g u e r a

    56 La historicidad de la actitud crtica de Esteban frente al templo est corroborada por el hecho de que la comunidad post-

    pascual de Jerusaln descrita en el mismo libro de los hechos de los apstoles no parece haberla compartido. de acuerdo

    con este escrito, los doce mantuvieron una actitud respetuosa respecto al templo, donde solan ir diariamente para rezar

    (hch2,46; 3,1; 5,12b).

    57 E. trocm reconoce el rechazo marcano al templo y considera que su contraste con la postura ms conciliadora de la iglesia

    de Jerusaln respecto a esta institucin podra reflejar un distanciamiento histrico entre dos tendencias divergentes den-

    tro del Cristianismo de los orgenes: E. troCM, LEvangile selon saint Marc (Labor et fides, genve, 2000) 290.