Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ......

32
CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA Carta de Fr. Giacomo Bini, ofm Ministro general Roma 2002

Transcript of Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ......

Page 1: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

CLARA DE ASÍS,UN CANTO DE

ALABANZA

Carta de Fr. Giacomo Bini, ofmMinistro general

Roma 2002

Page 2: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Grafica: JA per Ufficio Comunicazioni OFM - RomaImpaginazione: JA/GPO

Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5I. Misión común de nuestras fraternidades . . . . . . 9

Vivir el Evangelio y dar testimonio de él . . . . . 11Por el camino de la cruz . . . . . . . . . . . . . . . . 13Para la reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

II. Reciprocidad y complementariedad . . . . . . . . . 19Complementariedad teocéntrica . . . . . . . . . . . 21Complementariedad construidasobre la Palabra de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . 24Para la reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

III. Huéspedes y peregrinos . . . . . . . . . . . . . . . . . 27«Sólo en la muerte se conoce al hombre» . . . . 29Belleza de una vocación . . . . . . . . . . . . . . . . . 32Para la reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

IV. «Sigue los consejosde nuestro ministro general» . . . . . . . . . . . . . 37

Autonomía y relaciones en la vida de un monasterio . . . . . . . . . . . . . . 39La formación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43Para la reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

V. Los retos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Formación del corazón y creatividad . . . . . . . 49Espiritualidad bíblica litúrgica y carismática . . 51Sentido de pertenencia . . . . . . . . . . . . . . . . . 53Formación a la relación . . . . . . . . . . . . . . . . . 54Para la reflexión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Siglas y abbreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61Índice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66

63

Page 3: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Tú, Señor, seas benditoporque me creasteTú, Señor, seas benditoporque me creaste

Page 4: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

SIGLAS Y ABREVIATURASDE LAS FUENTES UTILIZADAS

Escritos de San Francisco

Adm AdmonicionesCtaO Carta a toda la OrdenFVCl Forma de vida para Santa ClaraRb Regla buladaRnb Regla no buladaTest TestamentoSalVM Saludo a la bienaventurada Virgen María2CtaF Carta a los fieles, segunda redacción

Escritos de Santa Clara

BeCl Bendición de Santa ClaraRCl Regla de Santa ClaraTestCl Testamento de Santa Clara2 CtaCl 2ª Carta a Inés de Praga3 CtaCl 3ª Carta a Inés de Praga4 CtaCl 4ª Carta a Inés de Praga

Fuentes biográficas y otros documentos

BulSCl Bula de canonización de Santa ClaraFlor FlorecillasLCl Celano: Leyenda de Santa ClaraLP Leyenda de PerusaProc Proceso de canonización de Santa ClaraSC Sacrum Commercium1 Cel Celano: Vida primera de San Francisco2 Cel Celano: Vida segunda de San Francisco

Los textos de y sobre San Francisco están tomadosde: San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Docu-mentos de la época. Edición preparada por José Anto-nio Guerra. BAC, Madrid 1998, séptima edición(reimpresión).

Los textos de y sobre Santa Clara están tomadosde: Escritos de Santa Clara y documentos complemen-tarios. Edición bilingüe preparada por IgnacioOmaecheverría, ofm, y colaboradores. BAC, Madrid1993, tercera edición ampliada.

61

Page 5: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán» (Mt28, 9-10). ¡Id! Vayamos con valentía y sin miedo: ElSeñor nos espera. Decid con decisión: «¡He visto alSeñor!» (Jn 20, 18). Mostradlo con vuestra vida apasio-nada por el Señor, dad testimonio de Él con vuestra«exageración evangélica» enraizada en la confianza enÉl, con la superabundancia de vida que rebosa de vues-tra kénosis, de vuestro silencio que cambia y «perfuma»el mundo entero: «Y toda la casa se llenó del perfumedel ungüento» (Jn 12, 3). Nuestra vida necesita hoyrecuperar la audacia, la «exageración», la gratuidad quebrotan de la alegría de haber encontrado el «tesoro»que trastoca positivamente las perspectivas de nuestraexistencia; tenemos necesidad de la «esperanza que nodefrauda» (Rm 5, 5).

El privilegium pautertatis que Clara tanto defendióes la alegría de seguir y compartir la vida de Jesús, lagarantía de fidelidad a nuestro carisma; recordadnosque un hermano o una hermana que no son evangé-licamente pobres y libres están condenados a ser esté-riles y tristes (cf. Mc 10, 22), no obstante la grandio-sidad de las obras y la riqueza de las tradiciones.

«Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de nuestroSeñor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre, y de nuestro beatísi-mo padre Francisco y de todos los Santos, para que elmismo Señor que nos concedió un buen comienzo,conceda asimismo el incremento y también la perse-verancia final. Amén.» (TestCl 77-78),

El Señor esté siempre con vosotrasy haga que vosotras estéis siempre con Él.

Roma, 11 de agosto de 2002Fiesta de Santa Clara

Fray Giacomo Bini, ofmVuestro hermano y Ministro

60 Introducción

¡En el nombre del Señor!A vosotras, hermanas pobres de Santa Clara;

a todas vosotras, contemplativas que os inspiráisen la espiritualidad franciscano-clariana;

a todos los hermanos y a todas las hermanasque aman a Clara y a Francisco:

como Ministro y siervo de todos, os deseo«paz verdadera del cielo

y caridad sincera en el Señor» (2CtaF 1).

«Ya que, por divina inspiración, oshabéis hecho hijas y siervas del altísimo sumoRey Padre celestial y os habéis desposado conel Espíritu Santo, eligiendo vivir según laperfección del santo Evangelio, quiero yprometo dispensaros siempre, por mí mismoy por medio de mis hermanos, y como a ellos,un amoroso cuidado y una especial solicitud»(RCl 6, 3-4; cf. FVCl).

5

Page 6: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

¡Queridas Hermanas! Como conclusión de estemensaje fraterno y cordial os expreso una vez más, ennombre de todos los hermanos de la primera Orden yde toda la Familia Franciscana, sincera gratitud yreconocimiento por vuestra presencia a nuestro ladocomo memoria y estímulo para manifestar con unacoherencia cada vez mayor lo que somos, lo quehemos prometido, lo que se nos ha prometido y nosespera. En este mundo tan enfermo pero tan sedien-to de una auténtica experiencia espiritual, vosotrasrepresentáis para nuestras generaciones el elementodeterminante del carisma franciscano.

«Queremos ver a Jesús», pidieron unos griegos aFelipe (Jn 12, 21). Tantos hombres y mujeres nosformulan hoy la misma petición. Ayudadnos, a ejemplode Clara, a «reflejar» lo que contemplamos e irradiarloal mundo, a mostrar ese icono viviente construido ennuestra interioridad por las manos de Dios y que seexpresa en la unidad armoniosa vivida en la vida decada día. «Lo único que podemos salvar en estos tiem-pos… es un trocito de Ti en nosotros mismos, Dios mío.Y quizás podemos también contribuir a desenterrartede los corazones desolados y a abrirte camino» (EttyHillesum). Sí, es muy importante salvar y liberar laimagen de Dios presente en nosotros para poder ofre-cerla a los otros, liberada de nosotros mismos, de un yoegocéntrico e invasor que, olvidando la presencia deDios, se pierde en mil preocupaciones y afanes. Debe-mos «proteger a Dios de nosotros mismos» en unmundo tan dividido, fraccionado y extraviado que nece-sita el testimonio de nuestras relaciones fraternas como«teofanía», manifestación amorosa de la presencia deDios; hace falta anunciar de nuevo con fuerza a todosque todavía es posible querernos y recuperar nuestraunidad en Cristo muerto y resucitado.

Dando eco a las palabras del Resucitado a las muje-res, me surge espontáneamente repetiros: «Id, avisad a 59

Page 7: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

En consonancia con estas palabras, y obedecién-dolas, me atrevo a dirigirme como hermano vuestro atodas vosotras, que constituís una realidad preciosaentre cuantos viven la herencia espiritual de Francis-co y de Clara. Ante todo os expreso, en nombreproprio y también en nombre de los hermanos yhermanas que se inspiran en el proyecto evangélicode Francisco y Clara, mi profunda gratitud por lariqueza carismática espiritual que representáis ennuestra Familia. Gracias por vuestra profunda comu-nión en el Espíritu, que nos sostiene en nuestrosviajes apostólicos por los caminos del mundo; graciaspor vuestra silenciosa tarea de «centinelas de lamañana» que vigilan y escrutan en la oscuridad de losacontecimientos humanos los signos de vida quebrotan en la tierra. Vosotras nos ayudáis a interpretarnuestra vocación común y a gozar por ella. Claraprorrumpe, al principio de su Testamento, en estaacción de gracias: «Entre otros beneficios que hemosrecibido y seguimos recibiendo de nuestro benefactorel Padre de las misericordias, y por los cuales estamosmás obligadas a rendir gracias al mismo gloriosoPadre de Cristo, se encuentra el de nuestra vocación;y cuanto más perfecta y mayor es ésta, tanto es máslo que a Él le debemos» (TestCl 2-3). Por tanto, todos,vosotras y nosotros, tenemos la obligación de conocercada vez mejor nuestra vocación, de amarla y deresponder a ella con fidelidad y generosidad.

El año que viene celebraremos el 750 aniversariode la muerte de nuestra madre y hermana Clara. Esuna ocasión propicia, una gracia especial que deberíahacernos recuperar el amor «esponsal» que animótoda su vida. Mientras os escribo, pienso y medito laspalabras y los gestos tan llenos de significado quecaracterizaron los días previos a su éxodo final. Sulecho pobre y desnudo en San Damián se convirtió enpunto de relaciones y de encuentros de profundahumanidad y espiritualidad. 7

Page 8: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Una carta también puede ser lugar de comunión,de diálogo fraterno para descubrir ese «algo nuevosobre el Señor» que Clara pedía a Junípero y quenuestros tiempos y nuestras generaciones esperancon urgencia de nosotros. En mis visitas a los herma-nos en varias partes del mundo siempre he tenido lagracia de encontraros, de escucharos, de dialogar yde orar con vosotras. Me ha impresionado la profun-da amistad que os une a nosotros y a toda la FamiliaFranciscana, la ardiente sed de Dios que anima vues-tras comunidades y que querríais compartir connosotros. ¡Cuánto tenemos que aprender todos loshermanos y hermanas itinerantes por el mundo devuestra experiencia mística, tan radical y tan absolu-ta que sólo puede comprenderla o intuirla quien hasido vencido por el Amor!

Fray Rainaldo, fray León, fray Ángel, fray Junípe-ro estaban allí, cerca de Clara, en los últimos días dela vida de ésta, para escuchar, compartir y avivar encomunión profunda la búsqueda apasionada de Dios.Ése es también el deseo de esta carta, como prologa-ción en el tiempo de la amistad que desde entoncessostiene a los hermanos menores y a las hermanaspobres en su peregrinación terrena.

Estas reflexiones van dirigidas directamente a lashermanas clarisas con ocasión del 750 aniversario dela muerte de Santa Clara: todos los textos se refierena ella; pero quieren ser también un mensaje fraternoa todas las hermanas contemplativas franciscanasexistentes en el mundo entero; he escrito pensandotambién en ellas; las sugerencias y estímulos quizásles sean también útiles.

Por último, espero que estas líneas sean leídas porlos hermanos y las hermanas de toda la Familia Fran-ciscana, pues la complementariedad y la reciprocidadson compromisos comunes de todos nosotros.

8

Conclusión

«Y nuestro beatísimo padre Franciscoprofetizó de este modo no sólo acerca de noso-tras, sino también de aquellas otras quehabrían de seguir la santa vocación, a la quenos llamó el Señor» (TestCl 17)

57

Page 9: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Misión comúnde nuestras fraternidades

Toda relación personal con el Señor,todo carisma religioso entraña dos elemen-tos inseparables: la vocación y la misión:«seguidme» e «id», dad testimonio de lo quehabéis visto. El Señor nos llama para hacer-nos discípulos suyos y sus testigos en elmundo entero. De ese modo nos insertamosen la historia como memoria viva del Evan-gelio de Jesucristo, dispuestos siempre ainventar las formas más aptas para testimo-niar y anunciar el Reino de Dios, presenteya en medio de nosotros. Como hermanas yhermanos de Clara y de Francisco, tenemosun mensaje bien definido que anunciar,aunque de diversas maneras; nuestrasReglas indican claramente los elementosfundamentales que caracterizan este cami-no.

9

I

Page 10: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Para la reflexión

1 Sólo una fe «inteligente», la fides quaerens inte-llectum, iluminada, puede dar un fundamentoadecuado a la opción de vivir según el Evange-lio. ¿Qué empeño ponemos y qué medios utili-zamos para ahondar nuestra fe? ¿Somos capa-ces de usar al máximo los dones y los carismasde cada una -sin excluir, naturalmente, supreparación intelectual- para el bien de toda lafraternidad?

3 2 «La lectio divina (…) permite encontrar en eltexto bíblico la palabra viva que interpela,orienta y modela la existencia» (Juan Pablo II,NMI 39). ¿Cómo nos dejamos «modelar» por laLiturgia de las Horas, por las celebracioneslitúrgicas, por la lectura orante de la Palabra deDios?

4 ¿Cuánto «invertimos» en favorecer una forma-ción bíblica, litúrgica y carismática que impli-que la vida en su integridad?

5 ¿Qué espacio damos a la formación humana, ala valoración de nuestra afectividad en la vidacotidiana en fraternidad?

55

Page 11: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

más claramente la necesidad de trabajar juntos, deconvertirnos juntos, de caminar juntos: no nos hace-mos santos cada uno por su cuenta, sino ayudándo-nos unos a otros.

Formación a la relación

«Sed siempre amantes de Dios y de vuestrasalmas y de todas vuestras hermanas, para queobservéis siempre solícitamente lo que al Señorprometisteis» (BeCl 14).

Hablando de formación, hoy, es necesario subrayarespecialmente la capacidad de relación de la persona:relación con ella misma, con su propia historia, con suafectividad, con sus fracasos, con sus cualidades -queha de restituir al Señor-… Ése es el fundamento de lasrelaciones con los otros y con Dios. Sobre todo nuestradimensión afectiva necesita ser aceptada sin comple-jos; sólo así puede alcanzarse la serenidad interior yengendrar la increíble riqueza de vida que favorece eldesarrollo armónico de la personalidad. A veces vesti-mos el hábito religioso y pensamos que el resto vendrápor sí mismo. ¡Cuántos dramas se leen en ciertosrostros tapados por un velo! Dramas no resueltos, quese convierten en infinitas ocasiones de tensión capazde destruir la paz de una casa durante meses y años.¡Qué «paraíso», en cambio, la atmósfera de una frater-nidad en la se ha aprendido a conocerse, a dialogarconsigo mismo, con Dios, con los otros! «La señal porla que conocerán que sois discípulos míos, será que osamáis unos a otros» (Jn 13, 35). Tenemos esta respon-sabilidad como cristianos y como consagrados; debe-mos, pues, invertir todos nuestros talentos en fomen-tar la formación a la relación fraterna y a la relacióncon Dios. No existen atenuantes: ni la edad, ni elcarácter, ni las tradiciones pueden dispensarnos deeste compromiso.

54 Vivir el Evangelioy dar testimonio de él

«Admiro cómo has hallado el tesoro incom-parable, escondido en el campo del mundo y delos corazones de los hombres, con el cual secompra nada menos que a Aquel por quienfueron hechas todas las cosas de la nada; y cómolo abrazas con la humildad, con la virtud de la fe,con los brazos de la pobreza. Lo diré con palabrasdel mismo Apóstol: te considero cooperadora delmismo Dios y sostenedora de los miembros vaci-lantes de su Cuerpo inefable» (3 CtaCl 7-8).

La regla de vida común a toda la Familia Francisca-na consiste en «vivir el santo Evangelio de nuestroSeñor Jesucristo» (cf. Rb 1, 1; RCl 1, 2; ROFS 4), dese-ando ante todo «tener el Espíritu del Señor y su santaoperación» (Rb 10, 8; RCl 10, 9), teniendo como prio-ridad absoluta la oración y la contemplación (cf. Rb 5,2; RCl 7, 2). El trayecto, bien definido, es también elmismo: la humildad y pobreza de nuestro Señor Jesu-cristo y de su Madre pobrecilla. Clara dice explícita-mente: «El Hijo de Dios se hizo para nosotras camino»(TestCl 5). La existencia en pobreza de Jesús de Naza-ret, desde Belén hasta el Calvario, como epifanía deDios, se convierte en la vida de Francisco y de Clara enuna experiencia espiritual unificadora y revoluciona-ria: es una pasión que los ajusta tan plenamente a Cris-to que nunca admiten comentarios acomodaticios oreducciones. Responde Francisco a quienes le propo-nen otros modos de servir al Señor, otras Reglas yaexperimentadas y mejor organizadas: «El Señor medijo que quería hacer de mí un nuevo loco en elmundo, y el Señor no quiso llevarnos por otra sabidu-ría que ésta» (LP 18b). Y Clara replica al Papa, quequería aligerar su pobreza dispensándola del voto:«Santísimo Padre, a ningún precio deseo ser dispensa-da del seguimiento indeclinable de Cristo» (LCl 14a). 11

Page 12: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Ésta es, pues, nuestra vocación, nuestra «ciencia»,nuestra diaconía: ser cada vez más oyentes de la Pala-bra evangélica y más fieles cumplidores de la misma,contemplando y siguiendo hasta las últimas conse-cuencias a Jesús pobre. De esta identidad clara yconcreta brotan las formas diversas y complementa-rias de evangelización, las diversas misiones francis-cano-clarianas en el seno de la Iglesia de Dios y conmiras a su Reino.

Los «hermanos menores» se esparcen por elmundo, que es su «claustro» (cf. SC 63), el lugar delas relaciones fraternas y contemplativas (cf. Rnb 16):«Para esto os ha enviado [el Señor] al mundo entero,para que de palabra y de obra deis testimonio de suvoz y hagáis saber a todos que no hay otro omnipo-tente sino él» (CtaO 9).

Las «hermanas pobres», desde el «claustro» de suinterioridad, a ejemplo de María (cf. 3 CtaCl 19), sehacen acogida, morada e icono del Dios del amor; yeste testimonio se «refleja» y se proyecta al mundoentero. La clausura se abre al universo y se vuelvelugar y espacio de relación, a la manera como elangosto espacio del jardín de San Damián se trans-formó para Francisco, dolorido y casi ciego, en visióny canto de la creación entera. No se ingresa en la clau-sura para buscar un refugio o para huir de las dificul-tades del mundo, sino para acoger, para participarmás profundamente de la vida de los hombres, de susmás secretas y desconocidas aspiraciones, paracomprometerse a construir la historia humana segúnel proyecto de Dios, que sólo los santos y los profetassaben intuir.

La clausura de Clara asume una dimensión univer-sal y es vivida y transformada por una dinámica espi-ritual que no tiene fronteras. Antes de caer enferma,Clara está fuertemente tentada incluso de marchar a

12 responsabilidad de búsqueda ante Dios y ante nuestromundo. ¿Cómo logramos adaptar o crear nuevasformas de oración, para convertirlas en «ejemplo yespejo» (TestCl 19), evangelización y misión en nues-tro ambiente?

Sentido de pertenencia

«Os ruego, mis señoras, y os aconsejo queviváis siempre en esta santísima vida y pobreza. Yestad muy alerta para que de ninguna manera osapartéis jamás de ella por la enseñanza o conse-jo de quien sea» (RCl 6, 8-9).

¿A quién pertenecemos? Quizás la respuesta -apren-dida de memoria- sea fácil. Pero preguntémonostambién: ¿Dónde convergen nuestros deseos y nues-tras preocupaciones? ¿Qué cosas nos causan sufri-miento? ¿En qué invertimos de hecho las energías y eltiempo? ¡La respuesta resulta entonces un poco másdifícil! Creo que muchas veces no logramos centrarnosen lo esencial y nos perdemos en lo secundario, quepuede ser: la salvaguardia de ciertas estructuras, lasupervivencia del monasterio, la búsqueda de vocacio-nes incluso haciéndolas llegar -improvisadas- de otroscontinentes, los «celos» territoriales...

¿A quién pertenecemos? ¿Al Espíritu de Dios, quenos «inventa» cada día con nuestra colaboración? ¿Oa quiénes otros? «El Señor nos pide una respuestanueva en cada etapa de la vida» (Pablo VI). Y en estadinámica de hacer espacio a Dios en nosotros, la prio-ridad debemos dársela al Evangelio, al carisma fran-ciscano-clariano, a la Familia Franciscana más que almonasterio. ¡Nuestra misión tiene amplios horizon-tes! No es un sueño, sino la verdadera dimensión denuestra vocación, que exige kénosis y conversióncontinua. Precisamente en esos espacios de vida se ve 53

Page 13: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

ción prolongada con la Palabra de Dios no puedemenos que transformar ciertas «prácticas de piedad»que se remontan a siglos pasados y que existen toda-vía en algunos (pocos) monasterios. La liturgia viva,bien preparada y participada no se opone al espíritude la clausura sino que, más aún, debería «formar»también al sacerdote celebrante, como he podidoexperimentar en algunos monasterios. Quizás noshemos limitado a «doctas» conferencias sobre laBiblia o sobre la Liturgia, pensando haber obedecidoasí a la Iglesia. Pero la verdad que no caldea el cora-zón y no cambia la vida no es conocimiento verdade-ro, no es formación verdadera.

Además, no debemos olvidar que toda liturgia,como indica su etimología, es un servicio al enteropueblo de Dios; por eso, es preciso reflexionar sobrenuestra acogida litúrgica a los fieles laicos que dese-an unirse a la oración de nuestras comunidades.Todos los monasterios de clarisas del mundo acogenlas peticiones de oración que les dirigen hombres ymujeres cercanos y lejanos; quizá haga falta ayudarmás a los laicos, empezando por los cercanos a laFamilia Franciscana, a sentir más profundamente laoración litúrgica de las comunidades de las clarisas yde los frailes como una realidad que les afecta y no esextraña a su vocación.

Este reto, esta transformación en la que ya estáncomprometidos muchos monasterios, será la verdaderarevolución copernicana que garantizará a la contem-plación su identidad fructuosa. «Nuestras comunidadestienen que llegar a ser auténticas “escuelas de oración”»(Juan Pablo II, Novo millennio ineunte 33c).

Con frecuencia damos la impresión de considerarnuestra vocación como si fuera un hecho adquiridode una vez para siempre, olvidando que el carisma noes sólo una herencia recibida, sino sobre todo una

52 Marruecos, donde los primeros hermanos habíanconfesado su fe con el «martirio» (cf. Proc VI, 6);durante sus últimos 30 años vivirá, mediante el«martirio» de su enfermedad, una increíble multipli-cidad de relaciones de amistad: recibe visitas delPapa, de cardenales, de frailes, de personas humildesy de personas importantes… En su «claustro» arde elfuego del amor, que inflama todo tipo de relación (cf.Flor 15) y supera todas las limitaciones que puedaimponer la clausura. Clara es una verdadera «místi-ca»: arde con una pasión única que la identifica conCristo. Todo lo demás es «relativo» y converge en ese«centro».

¡Qué despilfarro de energías y de «buena volun-tad» se advierte en algunos monasterios, cuando notodas las fuerzas tienden a la búsqueda de la unidad,al Esencial! En cambio, el «genio femenino» resplan-dece en toda su riqueza cuando intuye lo esencial ylogra dar a lo secundario su justo valor.

Por el camino de la cruz

«Si sufres con Él, reinarás con Él; si con Éllloras, con Él gozarás; si mueres con Él en la cruzde la tribulación, poseerás las moradas eternasen el esplendor de los santos» (2 CtaCl 21).

«Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré atodos hacia mí» (Jn 12, 32): desde lo alto de la cruz,Jesús es ofrecimiento de salvación para todos loshombres. Siguiendo a Francisco en su itineranciamisionera llegamos a las llagas del monte Alverna;siguiendo a Clara en su clausura llegamos al lecho delsufrimiento, de la enfermedad, que empezó cuando 13

Page 14: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

el Pobrecillo llevaba en su cuerpo las llagas y queduró toda la segunda mitad de la vida de Clara. Unavez más comprobamos la sorprendente complemen-tariedad del carisma: dos caminos igualmente «misio-neros», el de la itinerancia y el de la clausura, queconducen a la misma meta: la cruz. El amante quiereestar junto al Amado no sólo en el camino de lapobreza, sino también en el del sufrimiento (cf. 2CtaCl 19), para completar en su propia carne losdolores de Cristo (cf. Col 1, 24). No basta con escu-char y servir; es menester compartir también el desti-no de Jesús y llevar su cruz (cf. Lc 9, 23-24).

La lógica evangélica de la no-eficacia, de la no-espectacularidad, de los resultados no-llamativossiempre es desconcertante: lo fue para los discípulosde Jesús y lo será para todo creyente en su peregrina-ción terrena. El «mundo» no puede aceptar esta lógi-ca: nuestro mundo se basa justamente sobre la efica-cia y, desde ella, crea una serie de «psicosis» de resul-tados, de «hacer», de apariencias, de asegurarse elpresente y el futuro, de éxito en todos los ámbitos:trabajo, afectos, negocios, fama… Por desgracia,estas psicosis no nos son extrañas: quien cuenta esaquel que es capaz de producir más. En cambio, el«milagro» de Clara y de Francisco, fieles al Evangelio,consiste en un gran abandono en Aquel que siguenutriendo una confianza increíble en nosotros. Claray Francisco respondieron con pasión a la pasión deDios por el hombre; vivieron con audacia el reto de lapobreza absoluta, que conduce necesariamente a lacruz, a la impotencia como camino de vida. Toda acti-vidad misionera, por tanto, está sometida a la lógicade la semilla, que ha de morir para poder dar fruto.

La eficacia «misionera» de Francisco alcanza sucumbre en la última etapa de su vida: en la etapa dela identificación con Cristo en el monte Alverna,donde coloca su experiencia espiritual en el seno de

14 nosotros mismos, que, por miedo a perder el talentorecibido, tendemos a conformarnos con lo que siem-pre se ha hecho, contentándonos con esconderlo yconservarlo (Mt 25, 18). La resistencia a los cambiospuede significar resistencia a la conversión, a dejarseguiar por el Espíritu por sendas inéditas que iremosdescubriendo al andar (cf. Heb 11, 8). Todo esto noscompromete a revisar nuestra vida diaria, nuestroestilo de vida, nuestros esquemas, incluso nuestrohorario, que, si es demasiado fragmentario, puedeobstaculizar la dimensión contemplativa, que necesi-ta tiempos más largos de diálogo personal y de silen-cio con el Señor, para valorar mejor la oración comu-nitaria. La preparación seria y creativa de los espacioslitúrgicos, comunitarios, recreativos, favorece unaformación permanente a la relación con Dios y conlos otros. Sobre todo la autenticidad de la palabra yde los gestos, madurados armónicamente en el silen-cio y en el tiempo que necesitan, ayuda a construiruna personalidad verdadera, libre, serena y acogedo-ra. Esta creatividad espiritual puede continuar cuan-do el cuerpo se debilita o enferma: el ejemplo deClara, incluso en este punto, debe enseñarnos apermanecer vivos en el amor y a no resignarnosnunca, a no refugiarnos en la costumbre, que, inde-fectiblemente, adormece y paraliza cualquier espíritude iniciativa.

Espiritualidad bíblica,litúrgica y carismática

Creo que no hace falta alargarse recordando losnumerosos documentos de la Iglesia y de la Ordenque -desde hace cuarenta años- tratan de la impor-tancia de una sólida formación bíblica y litúrgica,sobre todo para las personas consagradas y, en parti-cular, para las contemplativas. ¿Pero qué eco hantenido en la VIDA de nuestras comunidades? La rela- 51

Page 15: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

La mayor tentación de quien busca a Dios consistesiempre en encerrarlo en las propias perspectivas; encambio, Dios quiere superar nuestras expectativas,ampliar los horizontes de nuestra existencia. Dios nossorprende porque tiene confianza en nosotros y nospide una disponibilidad plena y continuamente reno-vada. Nosotros tendemos a replegarnos sobre el«siempre se ha hecho»; el Espíritu, en cambio, nosimpulsa a inventar «lo que debemos hacer hoy», enlas nuevas situaciones que la existencia nos propone.La resistencia a la conversión proviene sobre todo deldeseo de conservar la tradición en sí misma y mante-ner un equilibrio nivelado desde abajo, que confrecuencia expresa aferramiento a los propios esque-mas y rechazo a renovarse, más que aprecio de lo quehemos recibido. La fidelidad evangélica siempre esfuente de audacia y de creatividad, de una creativi-dad que no significa rechazo del pasado o de la rique-za recibida de nuestros santos ni desestructurarcompletamente nuestra existencia: es imposible vivirsin estructuras y sin insertarse en una historia. Crea-tividad significa poner «vino nuevo en odres nuevos»(Mc 2, 22), adaptar las estructuras a la nueva vidaque se manifiesta día tras día en nosotros, hacerlasmás expresivas y adaptarlas teniendo en cuenta lossignos del tiempo en que vivimos. Es una misiónconfiada a toda generación, a toda época, para hacervivo y vivificante el mensaje evangélico. Hoy en díavivimos en una cultura que favorece una identidadcentrada en el conocimiento intelectual o en expre-siones psicológicas y emotivas, más que en la forma-ción del corazón, definido por la Biblia como elcentro de la vida del hombre nuevo, «el centro deintegración, de apertura y de superación de todo elser humano». El corazón endurecido -en griego «skle-rokardia»- es como la esclerosis de las capacidades yposibilidades de amar, de abrirse a la confianza enDios; la novedad del Espíritu, en cambio, nos sorpren-de e impide toda forma de repliegue obstinado sobre

50 la Iglesia, junto a la cruz, y restituye su aventuraevangélica al Padre, al tiempo que la ofrece como«don» misionero a tantos hermanos y hermanas quelo seguirán, fascinados por su ejemplo, a lo largo delos siglos. Es una libertad reencontrada justamente enel momento de la «gran prueba», cuando ya no sabequé es lo que debe hacer y decide restituir a Dios elproyecto evangélico que ha elaborado durante todasu vida y que ahora descubre que no es suyo; loshermanos, que no son suyos; la vida, que no es suya…

¡Y qué decir de Clara, de los años de su enferme-dad, «inútiles» según la mentalidad de los resultados,pero tan ricos y significativos ante Dios! Cuando lamuerte, presurosa, privó a los hermanos y a lashermanas de la presencia de Francisco…, la presenciade Clara, en buena salud y llena de energía, habríapodido «hacer tanto» -según nosotros- por la FamiliaFranciscana de los orígenes: fundar muchos monas-terios, animar a muchísimas otras hermanas… Encambio, ¡el Señor «hizo tanto» mediante su pobreza,su enfermedad, su inactividad! Otras hermanas irán,enviadas por ella y por Francisco, en aquellos prime-rísimos años de la vida de la Orden.

Pero qué difícil nos resulta asimilar estos valorescuando el «mundo» en torno a nosotros habla otralengua y nos impulsa a aceptar sus seducciones.Sabemos bien que nuestra eficacia está vinculada conla fecundidad divina; que nuestros servicios, estruc-turas y actividades apostólicas han de estar enfunción de nuestro ser memoria viva del Evangelio deJesús. Ése es el primer servicio que debemos a la Igle-sia y al mundo, antes que cualquier actividad: la cali-dad de nuestra vida es lo que da sentido a la cantidadde nuestros compromisos, cuyo punto de referenciadebe ser esta dimensión existencial en la que todosnos sabemos «misioneros, enviados», tanto si estamosen un monasterio como si recorremos los caminos del 15

Page 16: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

mundo; tanto si oramos como si predicamos; tanto sigozamos de buena salud como si estamos enfermos.Conservo siempre en mi corazón la imagen de muchí-simos rostros radiantes de hermanas, jóvenes y ancia-nas, que he encontrado en mis visitas y que reflejan,como una palabra viva, el absoluto de Dios que lashabita; rostros de hermanas enfermas que, purifica-das como Clara por los sufrimientos, iconos vivientessemejantes al Crucifijo de San Damián, reflejan unahumanidad sufriente pero transfigurada y gloriosa: sehan convertido en palpitante espera del Esposo queviene, y su cuerpo, pura envoltura transparente, dejaentrever la presencia liberadora de Dios. ¡Quéextraordinaria misión!

Recuerdo el ejemplo de una clarisa del siglo XV:Catalina de Bolonia. Al final de su vida, llena de sufri-mientos y dolores, recibió en una visión el mandatode tocar una viola. Catalina no tocaba la viola desdeque había dejado, siendo una adolescente, la corte deBolonia para ingresar en el monasterio; pero, ante elmandato divino, pidió que le trajeran una viola ycompuso un breve himno con un texto del profetaIsaías: «Gloria eius in te videbitur». Así mostraba a lashermanas que la gloria del Omnipotente se manifies-ta también en la debilidad de una mujer enferma. Laviola, que se conserva en el monasterio del CorpusDomini de Bolonia, nos recuerda que la vida de cadauno de nosotros, en su debilidad, puede ser un instru-mento que canta la grandeza de Dios.

¡Queridas hermanas! Quizás seguir ayudándonosa recobrar el sentido profundo de nuestra misión, elvalor «relativo» de todas nuestras actividades,sabiendo que la persona sólo puede realizarse sidescubre su verdadero rostro «mirándose en el espe-jo» de Jesús de Nazaret, en su Evangelio, en lacontemplación como prioridad. En la búsqueda denuestra identidad, con frecuencia tendemos más a

16 Esta previsión positiva de Francisco sobre el futu-ro de las damianitas nos alienta también a nosotros amirar más allá de los horizontes del presente paraescrutar posibilidades evangélicas todavía no mani-festadas y construir dinámicamente una dimensióncontemplativa auténtica y cada vez más profunda yevangelizadora para el mañana. Es una exigenciaadvertida con fuerza por nuestro mundo, centrado,como consecuencia del fenómeno de la globalización,en la cultura de la exterioridad y de la apariencia. Laspersonas contemplativas pueden ofrecer la alternati-va de una cultura de la interioridad y la profundaexperiencia espiritual de una soledad habitada queno es aislamiento. Sabemos bien que la auténticadimensión contemplativa, enraizada en la relacióntrinitaria, tiene una evidente función crítica respectoa una pseudoreligiosidad que se parece más a unconsumismo religioso, a un cristianismo «a la propiamedida» que a la verdadera búsqueda de Dios. ¡Elhombre moderno se descubre cada vez más «religio-so» y cada vez menos creyente!

Hablando de retos, de las tareas series y urgentesque el Espíritu nos pone delante, la lista es siemprerelativa y, sobre todo, subjetiva. Ya hemos tocadotemas de importancia vital como la Palabra de Dios,la formación, el ejercicio evangélico de la autori-dad… En esta última parte deseo acentuar otrosaspectos que considero retos fundamentales y que, encierto modo, son una síntesis de todos los demás.

Formación del corazón y creatividad

Cristo resucitado echa en cara a los discípulos su«dureza de corazón» (cf. Mc 16, 14; Lc 24, 25), esdecir la actitud de repliegue sobre nosotros mismos,prisioneros de nuestros esquemas, que consideramossólidos y bien fundados, pero que en realidad sonincapaces de abrirnos a la novedad de Dios.

49

Page 17: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

mirar al pasado -corriendo el riesgo de seguir ence-rrándonos cada vez más- que al futuro hacia el queestamos proyectados. El afán por la supervivenciapuede destruir la esperanza, la creatividad y la aper-tura al Espíritu del Señor.

La misma ancianidad no es siempre y sólo un lími-te; también es testimonio de síntesis espiritual y rela-cional, armonía de los valores vivida serenamente.Esta etapa de la vida también necesita evangelizacióny acompañamiento para convertirse, como todapobreza, en manifestación de Dios.

La clausura de un monasterio aceptada con sere-nidad (¡no somos eternos!): también eso es testimo-nio de una fe madura y de una esperanza viva.

17

Page 18: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Para la reflexión

1 ¿Qué aspiraciones o valores evangélicos funda-mentales constituyen la base de nuestra unidadinterior y de los compromisos de la fraterni-dad? ¿Estamos dispuestas a comprometernosde verdad? ¿Para cambiar qué? ¿Cómo? ¿Conquién?

2 ¿Hay conciencia de que la primera tierra delanuncio evangélico sois vosotras mismas,llamadas a daros unas a otras testimonio de laBuena Noticia en la concretez de los gestos decada día?

3 La fecundidad divina de nuestra existenciaresplandece también en la impotencia humana,como la ancianidad y la enfermedad, que nosvuelven signo más transparente de la esperan-za que habita en nosotros. ¿Cómo nos prepara-mos a esta etapa «misionera» tan importante ydecisiva?

4 Vosotras, hermanas, sois, junto con nosotros,una Fraternidad-en-misión en el silenciocontemplativo. ¡Sois anuncio de una Palabraviva en cada una de las etapas de vuestra vida,en la pasión por el Evangelio que os configuracon Cristo. ¿Cómo podemos traducir y anunciarconcretamente esta experiencia junto con todala Familia Franciscana?

18

Los retos

«Encaramándose sobre el muro de dichaiglesia, decía [Francisco] en francés y en altavoz a algunos pobres que vivían en las proxi-midades: “Venid y ayudadme en la obra delmonasterio de San Damián, pues con el tiem-po morarán en él unas señoras, con cuyafamosa y santa vida religiosa será glorificadonuestro Padre celestial en toda su santa Igle-sia» (TestCl 12-14).

47

V

Page 19: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

aun cuando las Constituciones contienen algunasllamadas y recomendaciones que invitan a la colabora-ción. Para garantizar y profundizar nuestra identidadfranciscano-clariana es urgente definir mejor esta rela-ción tan importante y querida por Clara y por Francis-co, sin menoscabar la autonomía de ningún monaste-rio y evitando el riesgo de que dependan de los frailes.Estamos llamados a vivir nuestra «unicidad» en el senode una relación sincera, en reciprocidad y complemen-tariedad con vistas al Reino.

Para la reflexión

1 «Somos una fraternidad contemplativa con unmisión particular en un mundo que cambia».¿Cómo vivir una fidelidad creativa a nuestrocarisma de Órdenes complementarias?

2 Garantizar la autenticidad de nuestra espiritua-lidad franciscano-clariana es fruto de uncompromiso tomado seriamente como herma-nos y hermanas en la confianza mutua. ¿Cómoconcretizarlo en el país o la zona donde vivi-mos? ¿Cómo podemos obedecer hoy al manda-to del Crucifijo de San Damián: «¡Ve y repara micasa!»?

3 ¿Cómo ayudar a los monasterios en dificultad ya los monasterios demasiado «autosuficientes»a ponerse más a la escucha del Espíritu, verda-dero formador, y a la escucha de los signos delos tiempos?

4 Para ser auténtica, la formación debe cambiarnuestro estilo de vida y hundir sus raíces en labúsqueda teórica y práctica del rostro de Dios.¿Qué hemos hecho en los últimos años y quéplan de formación tenemos para el futuro? ¿Enqué nos formamos?

46

Reciprocidady complementariedad

«Mostrándose ya más cerca el Señor, ycomo si ya estuviera a la puerta, [Clara] quie-re que le asistan los sacerdotes y los hermanosespirituales, para que le reciten la pasión delSeñor y sus santas palabras. Cuando apareceentre ellos fray Junípero, notable saetero delSeñor, que solía lanzar ardientes palabrassobre Él, inundada de renovada alegría,pregunta si tiene a punto alguna nueva1. Él,abriendo su boca, desde el horno de su fervien-te corazón, deja salir las chispas llameantes desus dichos, y en sus palabras la virgen de Diosrecibe gran consuelo» (LCl 45a).

1 Texto latino: «aliquid novi de Domino», «algo nuevo sobreel Señor», como traduce la edición italiana («qualcosa dinuovo sul Signore»).

19

II

Page 20: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

el contrario, un éxodo, una esperanza en un futuro quehay que crear con el Espíritu. A menudo tememosemprender nuevas sendas, sobre todo si ha habido algúnfracaso, como si las experiencias de fracaso no pudieranconvertirse también en epifanía de Dios y constituirmomentos de crecimiento. O bien olvidamos preguntar-nos periódicamente si nuestras estructuras favorecen lacontemplación: de hecho, para responder con autentici-dad a nuestra vocación, algunas estructuras puedenmantenerse tal como están, pero otras necesitan serrenovadas regularmente, a la vez que hay que sabercrear otras nuevas. La tensión entre las estructuras y losvalores nos acompañará hasta la tumba, pero debemossaber dominarla y orientarla con sabiduría y paciencia.¿Quién no ve, por ejemplo, la necesidad de formarsecontinuamente a ejercer fraternamente la autoridad?«La estructura de la segunda Orden, como la de laprimera, no es piramidal ni reproduce el grupo benedic-tino, ceñido en torno al abad o a la abadesa como a unalter Christus, sino que es evangélica. La atención detodas -abadesas y hermanas- converge en el Evangelio ya él obedecen».

Creo que todos podemos suscribir esta reflexión deuna clarisa; pero ¿cómo se vive en muchos monasteriosel servicio de la autoridad? ¿Qué atención se presta a laformación de las abadesas a la responsabilidad? Esimposible un verdadero camino formativo sin un verda-dero diálogo fraterno en el seno de cada monasterio,entre unos monasterios y otros y en la Federación. Noson raros, en cambio, los casos de monasterios quepiensan que no necesitan de la ayuda de los otros…

La colaboración entre nuestras dos Órdenes depen-de, en este campo, de las varias áreas geográficas.¡Existe mucha, muchísima diversidad! Prácticamentetodo se deja a la buena voluntad y a la iniciativa -máso menos prudente- de las abadesas, de los ministrosprovinciales, de las presidentes de las Federaciones, 45

Page 21: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

de todos al Espíritu, de una profunda actitud de respon-sabilidad. Todas las relaciones humanas, todos los acon-tecimientos de la vida, leídos a la luz del Espíritu, seconvierten para nosotros en otras tantas ocasiones de«obediencia», de discernimiento de la voluntad de Dios yde aceptación de su designio sobre nosotros.

Es menester formar a una expropiación radical. SegúnClara y Francisco, observar el santo Evangelio significavivir «en obediencia, sin nada propio y en castidad» (Rb1, 1; RCl 1, 2). Es importante advertir cómo ninguno delos dos utiliza el término «pobreza»: ambos emplean laexpresión «sine proprio», «sin nada propio». No se tratasolamente de tener una relación equilibrada con lascosas: estamos ante una actitud que debe caracterizarprofundamente la identidad de las hermanas pobres yde los hermanos menores; vivir «sine proprio» significarenunciar a exigir derechos sobre las personas, sobre loscargos que se nos confían, sobre Dios, sobre su Palabra…Hemos recibido todo de Dios y debemos devolver todo aDios, de lo contrario nos convertimos en «ladrones» delos bienes que el Señor distribuyó gratuitamente. Estaactitud de expropiación radical, de autodonaciónconvencida y sin reservas, exige una conversión cons-tante y debe renovarse todos los días desde la contem-plación asombrada de todo lo que Dios hizo pornosotros: «Mirad, hermanos, la humildad de Dios…Nada de vosotros reservéis para vosotros mismos» (CtaO28-29; cf. 4 CtaCl 15.19-23). ¡Es el gran compromiso dela formación! Y es un camino no carente de obstáculos:el peligro más grave es la autosuficiencia, la seguridadde estar en el camino justo, el miedo a confrontarse conlos otros, la pereza de buscar. Se vive siguiendo ciertosesquemas que se dan por supuestos de una vez parasiempre, fieles a ciertas estructuras recibidas en herenciay consideradas inmutables en el tiempo. San Juan de laCruz escribía: «Bienvenido sea todo cambio, Señor Dios,para que permanezcamos fijos en Ti». Cualquier cambiopuede parecer una amenaza que engendra miedo o, por

44 Complementariedad teocéntrica

«En efecto, cuando el Santo no tenía aúnhermanos ni compañeros, casi inmediatamentedespués de su conversión, y mientras edificaba laiglesia de San Damián, en la que había experi-mentado plenamente el consuelo divino y sehabía sentido impulsado al abandono total delsiglo, inundado de gran gozo e iluminado por elEspíritu Santo, profetizó acerca de nosotras loque luego cumplió el Señor» (TestCl 9-11).

He aquí un cuadro profundamente significativo yque expresa muy bien, justamente al final de la vida deClara, el lazo espiritual que une en la contemplaciónde Dios a los hermanos menores y a las «damaspobres». El camino evangélico de Francisco y de Clara,sus dos historias, son interdependientes. Si Clara sedefine la «plantita» (plantula) de Francisco, éste, porsu parte, según la tradición, en los momentos más difí-ciles de su vida acude a Clara y se deja guiar por ella,le confía sus dudas y preocupaciones, a veces le mandahermanos (cf. Proc II, 15). Francisco está en el origende la vocación de Clara y de sus hermanas; Clara pidela asistencia de los hermanos y protesta ante GregorioIX cuando éste prohibe a los frailes ir a los monasteriosde las clarisas sin su licencia (cf. LCl 37c).

Clara indica con satisfacción que la contemplaciónde las «damas pobres» es parte originaria del carisma:«Cuando el Santo no tenía aún hermanos ni compa-ñeros…» (TestCl 9); y, después de la muerte de Fran-cisco, los hermanos encuentran en Clara la custodiadel proyecto evangélico originario, pues «un mismoespíritu había sacado de este siglo a los hermanos y alas damas pobres» (2 Cel 204b). Francisco constituyeel momento inspiracional de la vocación común;Clara, en su fidelidad, garantiza la continuación delproyecto de vida de Francisco: desde la clausura de 21

Page 22: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

San Damián, ella y sus hermanas sostienen y animana los seguidores de la forma de vida franciscana. Enestos años, a partir de la renovación fomentada por elConcilio Vaticano II, hemos recuperado mucha de lariqueza de esta relación, que, me parece, es indispen-sable para nuestra identidad carismática.

El punto focal de esta relación son las «santas pala-bras» o el «hablar de Dios», según la estupenda expre-sión de las Florecillas (cf. Flor 15). Se trata de unacomunicación «extática», es decir, de una comunica-ción que nos saca de nosotros mismos, con el centrohacia lo «alto»: de aquí nace la complementariedad yla reciprocidad que dan plenitud humana y divina anuestra vocación. Le experiencia de esta comuniónnos obliga a ir mucho más allá de toda «compensaciónafectiva»: no se busca esta cercanía por «estrategiapastoral-vocacional» o por necesidad de «apoyarnos»mutuamente, de «sentirnos bien» unos junto a otras,sino para comunicarnos «algo nuevo sobre el Señor»,para acelerar nuestro paso hacia Él. Es una vibrante ysincera búsqueda en común de Aquel que está en elorigen de nuestra aventura. Nuestras palabras, portanto, no serán sólo expresión del deseo de decirsealgo, sino sobre todo «chispas llameantes» que brotandel «horno de un corazón ferviente», de un corazónconvertido en un horno encendido por el amor deDios. Es Dios que se expresa y habla en nosotros y através de nosotros para convertir todo diálogo nuestroen una teofanía, en una manifestación cada vez másdiáfana de su presencia y de su voluntad.

¡El ideal es muy alto y la conquista no puede darsepor supuesta! En la Regla, Francisco advierte a sushermanos sobre posibles desviaciones; quizás esta-ban, incluso, dándose realmente (cf. Rb 11, 1-2).Quizás una interpretación demasiado rígida de estepasaje provocó la reacción de Clara, que quería salvara toda costa ante el Papa esta complementariedad (cf.

22 autonomía con la autosuficiencia, con la autogestión yla autodecisión, sintiéndose casi justificado para desin-teresarse de la Federación y no preocuparse del cami-no de la Orden. Estas actitudes son claramente contra-rias al espíritu de fraternidad, que debería ser el cora-zón de nuestra vocación.

La formación

«(Clara) había clavado en la Luz eterna elardentísimo dardo de su ansia íntima y, trascen-diendo la esfera de las realidades materiales,abría más plenamente el seno de su alma altorrente de la gracia» (LCl 19).

La persona humana es un ser que lleva en su cora-zón un misterio mayor que ella misma: la clave consis-te en «clavar» como Clara la mirada en el misterio-donpara encontrar a Aquel con quien se puede vivir enplenitud. Este «clavar» el ansia íntima en la Luz quehabita una criatura finita se transforma progresiva-mente en un deseo de Dios y en un compromiso totalde la persona para hacerle espacio, para quitar todocuanto pueda obstaculizar la unión, para vivir cotidia-namente esta relación en profundidad.

Se trata de formar y de formarse en la obediencia alEspíritu. «Aplíquense [los hermanos y las hermanas] -afirman Francisco y Clara- a lo que por encima de tododeben anhelar: tener el Espíritu del Señor y su santaoperación» (Rb 10, 8; RCl 10, 9). El Espíritu Santo hacememoria en nosotros de las palabras de Jesús y nos reve-la la paternidad universal de Dios, que nos posibilita vivircomo hermanos y hermanas. «El Espíritu del Señor, quehabita en sus fieles» (Adm 1, 12), nos ayuda a discernirdía a día las exigencias de nuestra vocación y nos infun-de valentía para vivir en la obediencia radical y recípro-ca. No se trata, por tanto, de educar a una obedienciaformal a los ministros o a las abadesas, sino de sumisión 43

Page 23: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Todos los Institutos de vida consagrada, contem-plativos o de vida activa, tienden hoy en día a unareestructuración que fomente una colaboración másintensa; lo pide la misma vida de la Iglesia, concebidacomo comunión de carismas. Rechazar este diálogosignifica privarse de una riqueza, negar la copartici-pación de un don que nos ha sido transmitido y confia-do para el servicio de todos. «En conclusión: nada devosotros retengáis para vosotros mismos» (CtaO 29).

En un futuro próximo, al menos en algunas nacio-nes, nos veremos en la necesidad de reestructurar ydisminuir el número de los monasterios y de otrasformas de presencia franciscana y clariana. Es, pues,indispensable la ayuda entre los monasterios y entre laprimera y la segunda Orden en estos momentos parti-cularmente difíciles; una fraternidad serenamente vivi-da entre nosotros puede contribuir a superar tensionesdestructoras o sentidos de culpa injustificados por laclausura de un monasterio, como si eso fuera un fraca-so. La Iglesia nos anima y nos dice que «la debilitaciónde la vida consagrada no consiste tanto en la disminu-ción numérica, sino en la pérdida de la adhesión alSeñor y a la propia vocación y misión» (Vita consecrata63d). Esos son, en efecto, los tres campos fundamen-tales para verificar el camino de fraternidad de unmonasterio: la adhesión al Señor, la fidelidad a lapropia vocación y la coherencia con la propia misión. Ypara eso estamos todavía poco formados; la experien-cia de las Federaciones está también todavía en suscomienzos. La supervivencia a toda costa, sin la serie-dad de un discernimiento vocacional, es una traición ala propia misión espiritual. Hay que seguir otros crite-rios: cada monasterio debe poder favorecer un creci-miento vocacional serio, y no todos los monasteriosestán en condiciones de hacerlo; más aún, algunos nopueden acoger nuevas vocaciones. Otras veces quientiene vocaciones y medios económicos piensa en untipo de vida todavía más independiente, confunde la

42 LCl 37c). Vivir este tipo de relaciones siempre es undesafío, requiere en ambas partes un firme equilibrio,sabiduría humana y espiritual, formación sólida; perono por eso podemos renunciar a este ideal: es,evidentemente, voluntad de Clara y de Francisco.

Entre los testimonios en el proceso de canoniza-ción de Clara leemos: «Habiendo enfermado de locu-ra un fraile de la Orden de los Hermanos Menores,llamado fray Esteban, San Francisco lo mandó almonasterio de San Damián para que Santa Clarahiciese sobre él la señal de la cruz. Hecho esto, el frai-le quedó adormecido un poco de tiempo en el lugardonde la santa madre solía hacer oración; y, luegoque despertó, tomó algún alimento y se marchó cura-do» (Proc II, 15). Este hecho, relatado también porotras fuentes (BulSCl 18; Proc III, 12; LCl 32), expre-sa cuán importante es la colaboración entre los dosSantos y entre las dos Órdenes: Francisco envía conconfianza a Clara hermanos que sufren dificultadesespeciales y a quienes quizás sólo ella puede devolverla salud; Francisco mismo había vivido personalmen-te esta experiencia en momentos difíciles. Estaexigencia espiritual «relativiza» todas las estructurasordinarias, como el saludable sueño de fray Estebanen el oratorio de Clara. También nosotros somos hoyen día víctimas de tensiones, de estrés, de depresio-nes que amenazan nuestra «salud» espiritual. Quizásuna de las tareas de las hermanas de Santa Claraconsista hoy en ayudarnos a recobrar la armonía delos valores franciscano-clarianos, la gratuidad y labelleza de nuestra vida, sin pretensiones de eficacia.Es fácil ser instrumentalizados por las necesidadesinmediatas y perder la visión de conjunto, la capaci-dad de discernir entre lo urgente y lo necesario; nospreocupamos por los muchos proyectos que progra-mamos o que nos propone el mundo consumista enque vivimos, corriendo el riesgo de olvidar el compro-miso primario de ser «proyecto de Dios». Creo que 23

Page 24: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

hoy en día es urgente renovar y continuar la colabo-ración entre Clara y Francisco para evitar cualquierforma de «locura», de «esquizofrenia» que destruyeincluso la vida consagrada.

Doy gracias al Señor por todas las veces que,desde los primeros años de mi vida consagrada, hepodido vivir junto a un monasterio la experiencia de«curación» y he vuelto a poner en orden y armonía losvalores evangélicos de mi vocación y misión, graciasa la ayuda de las hermanas clarisas. He pedidomuchas veces hospitalidad en sus monasterios paraentonar de nuevo espiritualmente mi vida. Gracias atodas vosotras, hermanas clarisas, por esta función«terapéutica», tan importante para el camino voca-cional de toda persona consagrada.

Complementariedad construida sobre la Palabra de Dios

«[Clara] provee a las hijas, por medio depredicadores devotos, del alimento de la Palabrade Dios, del que se reserva para sí una buenaración» (LCl 37a).

Francisco nunca fue un «oyente sordo del Evange-lio» (1Cel 22b); Clara, a su vez, «gozaba mucho escu-chando la Palabra de Dios» (Proc X, 8a), la vivía, «semiraba en ella como en un espejo», se dejaba trans-formar por ella y la irradiaba a sus hermanas y almundo, consciente de que esta es la misión de lasdamas pobres (cf. TestCl 21).

Francisco y Clara son artífices de una espirituali-dad construida a partir de la escucha y de la obedien-cia inmediata a la Palabra. Se dejan sorprender,desarmados, por la Palabra; se dejan «des-estabilizar»para emprender nuevos caminos, sin saber, comoAbrahán, a dónde llevan (cf. Heb 11, 8). Se dejan

24 contemplativa en los hermanos de la primera Ordeno el desánimo carismático y espiritual en las herma-nas de clausura.

En los últimos años hemos recorrido un buentrecho, pero todavía queda mucho camino por andar.Aunque las hermanas clarisas no tengan lazos jurídi-cos definidos con la primera Orden como los tienenotras grandes familias espirituales (dominicas,carmelitas…) con las respectivas Órdenes masculi-nas, sin embargo, espiritual y carismáticamente, vivi-mos la misma aventura evangélica en la minoridad yarriesgamos mucho si descuidamos esa complemen-tariedad profunda que nos une sin mermar en nada laautonomía de cada monasterio. Por otra parte, lajusta autonomía no puede entenderse como unpretexto para recorrer un camino «aislado», total-mente independiente y casi «autosuficiente». Ni bastala presencia de un franciscano que presta el serviciopastoral sacramental para garantizar la espiritualidadfranciscano-clariana. Francisco, al final de su vida,promete «tener atento cuidado» (cf. RCl 6, 4; 2 Cel204) de las hermanas clarisas: esto es algo muchomás amplio; y Clara, a su vez, remacha: «Encomien-do y confío mis hermanas, presentes y futuras, alsucesor del bienaventurado padre Francisco y a todala religión, [y les ruego] que nos ayuden a progresarde continuo en el servicio de Dios, y especialmente enuna mejor observancia de la santísima pobreza»(TestCl 50-51). Puede ocurrir que un monasterio sesienta seguro, tranquilo y sin problemas porque se haconvertido en punto de referencia de alguno de losmovimientos carismáticos contemporáneos, del cualha recibido quizás nuevas vocaciones; esto puedefavorecer un clima mejor en el monasterio, pero laidentidad carismática puede correr el riesgo de«disolverse» o de ser sustituida por otras espirituali-dades que Francisco y Clara no reconocerían comopropias (cf. LP 18; 2 CtaCl 16). 41

Page 25: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

franciscanas que han llevado a un conocimiento másobjetivo de la figura de Clara y de la espiritualidad delas damas pobres. Estamos al principio; todavía pode-mos crecer con la aportación y la ayuda recíproca eimpulsando la aportación de las mismas hermanas.

Todos nos acercamos hoy a Clara no como a unasimple «copia» de Francisco, sino como a una perso-nalidad rica en sí misma, en relación constante conFrancisco en la reciprocidad y la complementariedaddel carisma. Francisco fue la palabra evangélica vivaque la inspiró y acompañó durante toda la vida; peroClara mantiene su propia originalidad, que no puedereducirse a la de Francisco. Esta relación de «identifi-cación–diferenciación» garantiza la identidad inspira-dora del carisma.

Según Clara, después de la Palabra de Dios, la deFrancisco o de quien le sucede al frente de la Ordenha de anteponerse a cualquier otra. Sabemos concuánta fuerza aparece expresada esta idea en lasegunda carta a Inés de Praga y en la Regla, y sabemosa quién se refiere cuando habla de «todos los demás».¡También sabemos que fray Elías no era ciertamentela copia de Francisco! A pesar de ello, hay que defen-der la unión entre las dos Órdenes, incluso, si esmenester, mediante una «huelga de hambre» de lasmonjas de San Damián (cf. LCl 37c).

Las visitas que Dios me ha concedido hacer duran-te estos años a varias Federaciones y las relacionesmantenidas con monasterios de varias partes delmundo han reafirmado mi convicción de que existeuna relación muy fuerte entre nuestras dos Órdenes;un profundo sentido de pertenencia común a lamisma Familia sostiene evidentemente esta comple-mentariedad. Hay un gran deseo de crecer juntos enesta ayuda mutua. Donde falta esta conciencia, exis-te a veces un gran peligro: la pérdida de la dimensión

40 atraer (ad-trahere) y plasmar por la Palabra paraidentificarse con sus exigencias sin permitir que nadalos distraiga (dis-trahere); terminan por convertirseellos mismos en palabra viva y profética para elmundo en el que viven.

Uno de los signos más evidentes de estos añospostconciliares consiste sin duda en el redescubri-miento de la centralidad de la Palabra de Dios paratoda experiencia espiritual que pretenda llamarsecristiana. La Iglesia nos exhorta continuamente aentrar en esta riqueza y nos invita formarnos y a reno-varnos en esta fuente de agua viva. «No cabe duda deque esta primacía de la santidad y de la oración sólose puede concebir a partir de una renovada escucha dela palabra de Dios» (Juan Pablo II, Novo millennioinneunte 39). Los laicos, los movimientos -sobre todolos movimientos juveniles-, las nuevas comunidadesreligiosas nacidas en los últimos años han colocado lalectura de la Palabra de Dios y el examen a la luz dela Palabra de Dios como estructura-base de su vidaespiritual. Para nosotros debería ser una vuelta anuestros orígenes: «nutrido» con esta Palabra, elcorazón se convertiría, como el de Junípero, en un«horno» y nuestras palabras volverían a adquirir fuer-za «arrebatadora». La Palabra de Dios provoca siem-pre una reestructuración espiritual de la persona: nosobliga a revisar nuestras costumbres y nuestrosesquemas; crea una dinámica de búsqueda y de adhe-sión que cambia nuestro estilo de vida en el Espíritu,como les sucedió a Francisco y a Clara. Quizás por esopuede advertirse con frecuencia en nuestros ambien-tes una cierta resistencia, y así se sigue en la rutina,tumba de cualquier entusiasmo. ¡Tenemos miedo deque Dios pida demasiado, todo! Tememos perder cier-tas estructuras «que nos dan seguridad» aunqueobstaculicen nuestro camino contemplativo.¡Amamos más conservar que contemplar! Seguimosdepositando nuestra confianza en los medios más 25

Page 26: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

tradicionales, más inmediatos, sin preguntarnos sinecesitan un espíritu nuevo. Es éste un campo en elque la ayuda mutua entre hermanos y hermanaspodría infundir dinamismo y entusiasmo a nuestravida y, sobre todo, podría avivar ese deseo de búsque-da y de adhesión al Señor que sólo una espiritualidadbíblica profunda puede ofrecer. Acoger, concebir,custodiar, engendrar la Palabra, a ejemplo de la VirgenMaría, son elementos indispensables para una vidaconsagrada vivida en profundidad y autenticidad.

Para la reflexión

1 En 1991, preparando el octavo centenario delnacimiento de Santa Clara (1993), los Minis-tros generales escribían a todas las franciscanasde clausura: «Por parte de los hermanos no hade ser una tutela paternalista, sino un serviciorecíproco en minoridad y fraternidad verdade-ra, que enriquece a unos y otras… ¿Y por quéno intensificar las relaciones informativas, ytambién las formativas, por parte de las herma-nas hacia los hermanos, como hacía el mismoFrancisco desde el inicio de la vocación evan-gélica?» (Clara de Asís, mujer nueva, n. 51).¿Qué camino hemos recorrido en los últimosaños?

2 ¿Es la Palabra -especialmente el Evangelio-, elcriterio de discernimiento y de respuesta a losretos, situaciones y cambios de la vida comuni-taria cotidiana?

3 ¿Cómo armonizamos la tensión valores-estruc-turas? ¿Qué medios empleamos, personalmen-te y en fraternidad, para comprobar el camino?

26 En esta parte de nuestra reflexión común quisieradetenerme en algunos puntos que pueden ser ocasiónde búsqueda, de diálogo en la relación entre nuestrasdos Órdenes y en el seno de la Familia Franciscana.Trataré sobre todo dos temas: 1) La colaboraciónentre los monasterios y en la Federación; 2) Laformación y la relación especial querida por Clara ypor Francisco entre la primera y la segunda Orden.Estas perspectivas serán desarrolladas y consideradassegún las orientaciones de la Iglesia y continuandolas metas que ya se han alcanzado. Espero que seatambién el principio de una reflexión que ayude aencontrar nuevas formas de colaboración, paraprovecho de todos. Ya conocemos las iniciativas pues-tas en marcha en casi todas partes: programas deformación para abadesas, para formadoras, para reli-giosas con poco tiempo de profesión; noviciadoscomunes en las Federaciones... Todo ello ha favoreci-do un crecimiento vocacional en las dimensioneshumanas, cristianas y carismáticas. Es evidente quedeben continuarse todas estas iniciativas. Podemosañadir, sin duda, a fin de conocer mejor la experien-cia espiritual de Clara y de las clarisas, la formaciónde los hermanos de la primera Orden y, sobre todo, delos asistentes de las Federaciones: en este campo nose ha hecho mucho; y, sin embargo, es un caminoindispensable para poder dialogar con las hermanascontemplativas sin complejos de superioridad o deinferioridad y evitar así toda expresión de paternalis-mo, con miras a una relación y complementariedadauténticamente evangélicas.

Autonomía y relacionesen la vida de un monasterio

En un pasado reciente, sobre todo después de la cele-bración del VIII centenario del nacimiento de SantaClara (1993), ha habido un aumento de los estudiosespecializados en los escritos de Clara y de las fuentes

39

Page 27: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Huéspedes y peregrinos

El encuentro de Dios con el hombre enJesús de Nazaret se manifiesta como un éxodo:el Verbo deja el seno del Padre para venir almundo y, después de su muerte y resurrec-ción, deja el mundo para volver al Padre.

Nosotros somos testigos y protagonistasde esta peregrinación hacia la casa del Padreempezada por Jesús; el Resucitado nos haintroducido mediante el don del Espíritu enesta dinámica. Vivimos el reto de ser «pere-grinos y forasteros» cuando, liberándonos detoda esclavitud de apropiación, estamosdispuestos a restituir todo a Dios, consideran-do la vida no como un bien de consumo sinocomo un don que hay que devolver: «Y resti-tuyamos todos los bienes al Señor Dios altí-simo y sumo, y reconozcamos que todos sonsuyos, y démosle gracias por todos ellos, yaque todo bien de Él procede» (Rnb 17, 17).

La persona consagrada, si no está radi-calmente expropiada, pierde la dimensiónprofética, que es el corazón de la vidaconsagrada. 27

III

Page 28: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

«Sigue los consejosde nuestro ministro general»

«De nadie te fíes ni asientas a ningunoque quiera apartarte de este propósito, o quete ponga obstáculos… Y, para avanzar conmayor seguridad en el camino de la voluntaddel Señor, sigue los consejos de nuestro vene-rable padre el hermano Elías, ministro gene-ral; antepón su consejo al de todos los demás,y tenlo por más preciado que cualquier rega-lo» (2 CtaCl 14-16).

37

IV

Page 29: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Para la reflexión

1 El joven rico del Evangelio «se marchó triste,porque tenía muchos bienes» (Mt 19, 22).¿Sabemos «gustar» la belleza de la simplicidadfranciscano-clariana como fruto de la purifica-ción de lo superfluo?

2 Y Dios «estaba en el susurro de una brisa suave»(cf. 1 R 19, 12). ¿Cómo logramos custodiar,vivir, habitar el silencio contemplativo? ¿Sabe-mos «revestir» de calma profunda y serenanuestras palabras, tanto en la oración como enlas relaciones fraternas, a fin de que sean vivasy vivificantes?

3 «¡Salve, palacio de Dios!¡Salve, tabernáculo de Dios!¡Salve, casa de Dios!¡Salve, vestidura de Dios!¡Salve, esclava de Dios!¡Salve, Madre de Dios» (SalVM 4-5).¿Somos también nosotras «palacio, tabernácu-lo, casa, vestidura, esclavas, madres» de Dios?¿Cómo vivimos esta realidad?¿Cómo logramos armonizar las estructurascotidianas (horario, lugares, tiempos…) yhacer que converjan en la «pasión contemplati-va» que nos habita?

4 El silencio, exterior e interior, custodia y favo-rece nuestra vida interior. ¿Cómo armonizamosestos valores con lo «exterior» (teléfono,medios de comunicación escrita, internet, tele-visión, locutorio…)? ¿Logramos usar estosinstrumentos sin que perjudiquen nuestracontemplación personal y comunitaria?

36 «Sólo en la muertese conoce al hombre»(Si 11, 28)

«Dijo también la testigo que, estando ladicha madonna y santa madre cercana a la muer-te, una noche, al comienzo del sábado, la bien-aventurada madre comenzó a hablar, expresán-dose así: “Vete segura en paz, porque tendrásbuena escolta: el que te creó, antes te santificó, ydespués que te creó puso en ti el Espíritu Santo ysiempre te ha mirado como la madre al hijo queama”. Y añadió: “¡Bendito seas Tú, Señor, porqueme has creado!”» (Proc III, 20; cf. LCl 46).

A partir de estas palabras -transmitidas por las testi-gos en el proceso de canonización- que Clara dice envoz baja a su alma, se puede descubrir su verdaderapersonalidad, su profunda espiritualidad, casi unasíntesis de su camino espiritual. «Vete» sin miedo, sedice a sí misma; vete como aquella noche en queforzaste la puerta de los muertos de tu casa paterna;vete y no te preocupes de nada; vete tranquila y en paz,aunque el Papa no haya querido todavía aprobar tuRegla: no importa; vete con esa gran libertad que hascustodiado con alegría y energía en el «Privilegiumpaupertatis», en tu experiencia de abandono confiadoen el Señor, que recompensa siempre al ciento por uno.Vete, «recordando tu propósito… Con andar apresura-do, con paso ligero, sin que tropiecen tus pies ni aun sete pegue el polvo del camino, recorre la senda de la feli-cidad, segura, gozosa y expedita, y con cautela: denadie te fíes ni asientas a ninguno que quiera apartar-te de este propósito» (2 CtaCl 11-14).

En las últimas palabras de Clara antes de su muer-te emerge, una vez más, la característica trinitaria desu espiritualidad: la buena escolta de Jesús, el Señor, 29

Page 30: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

«nuestro camino»; la acción de gracias a Aquel que lacreó, la santificó, la custodió con la misma atenciónque una madre y puso en ella su Espíritu Santo.Además, esta invitación a ponerse rápidamente encamino es la traducción concreta de la opción de vivircomo «peregrinos y forasteros» en este mundo (RCl 8,2; Rb 6, 2), que Clara y Francisco llevaron a cabodesde las primeras etapas de su conversión. Su vidaestuvo siempre animada por el deseo de volver aempezar, sin miedo ni dilaciones. Clara debió dehaber vivido -directa o indirectamente- la escenaviolenta y simbólica en la que Francisco emprendiódesnudo, en la plaza de Asís, ante sus conciudadanos,el obispo y su propia familia, su camino de libertad,entregándose al único Padre: «Quedó desnudo el sier-vo del Rey altísimo para poder seguir al Señor desnu-do en la cruz, a quien tanto amaba» (LM 2, 4b). Sinduda Clara también se enteró, por los frailes, de cuálhabía sido el último deseo de Francisco antes demorir: que le pusieran desnudo sobre la tierra desnu-da, en la Porciúncula. Estamos, pues, ante un «éxodo»simétrico y convergente de estos dos Santos queconvierten su vida en una «entrega» total a Dios, a eseDios que vino a su encuentro y que ellos amaron sinreservas. La muerte siempre da miedo e infundeterror, pues nos expropia totalmente de todo y detodos; pero para los místicos se transforma en la cimade la gratitud y de la felicidad: Clara y Franciscoviven esta experiencia. Se muere como se vive: suvida entera es una vida de «restitución» (cf. Rnb 17,17-18), de liberación progresiva para que ningunaforma de apropiación (cf. Rb 6, 1-2; RCl 8, 1-2) o derepliegue sobre ellos mismos impida en lo más míni-mo u oscurezca el diálogo con el Amado. Toda formade cerrazón o de autosuficiencia impide la relación y,por tanto, la comunión. La vida mística es lo que justi-fica y orienta la vida ascética con todas sus prescrip-ciones. Los mismos votos, el silencio de la montaña oel de la clausura, el trabajo apostólico o el trabajo

30 ¡Cuánto necesita el hombre de hoy la gracia y labelleza de vivir en el tiempo de Dios! No es unautopía, un sueño: es una posibilidad realizable. Lasantidad no consiste en la cantidad de «obrasbuenas», sino en la calidad del amor vivido cada día.La contemplación, la adoración, más que un acto, esun modo de ponerse ante Dios, en la oración y en lavida; es una actitud global de la vida diaria, en la quelogramos captar el primado de Dios. La bellezaconsiste precisamente en dejarse mirar por Dios: «SiTú, Dios, me miras, me vuelvo bella» (GabrielaMistral, OFS).

La belleza de nuestra vocación nace de esta cons-trucción espiritual armónica en la que todo encuentrasu lugar, pues todo: tiempo, espacio, trabajo, descan-so, silencio, palabra… hace referencia a la relaciónesponsal con el Señor y se vincula con ella. Lacontemplación es precisamente esa armonía que hayque construir diariamente, en primer lugar en nues-tro proprio interior, donde nos espera Aquel que noshabita. San Agustín decía: «Noli foras ire»: No salgasde ti mismo; a Dios lo encuentras dentro de ti. Sólopuedes salir hacia el otro, hacia el mundo con todo túmismo, ese tú mismo reconciliado con Dios y acom-pañado de Dios. Entonces, ni siquiera las tensiones,que no faltarán nunca, entre «dentro» y «fuera», entrecarisma y estructuras, entre alma y cuerpo, entreclausura y mundo, entre vida personal y vida defraternidad turbarán la armonía y la serenidadprofunda, pues la contemplativa siempre encontrarála senda que conduce al Absoluto, senda de paz y node turbación, ansiedad o preocupaciones.

35

Page 31: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

clausura pueden convertirse en lugares de fiesta, y node penitencia, si están iluminados y caldeados poruna Presencia. ¡Qué importante es en la vida claustralcontemplativa valorar los lugares! En la simplicidadfranciscana, que forma y ayuda la relación, hay unabelleza estupenda; en el orden, la limpieza y la deco-ración de los ambientes de un monasterio hay unaarmonía «contemplativa». Al mismo tiempo, quienvive la comunión se vuelve creativo cuando preparalos lugares y el espacio para el encuentro con el Amory con los otros.

Igualmente importante es la palabra. Para unacontemplativa, incluso el silencio se vuelve palabraviva que «informa» y transforma la dinamicidad delos gestos diarios. Cuando la palabra es concebida ymodelada por el silencio, plasma el corazón y trans-forma la vida.

Así, el tiempo en que vivimos se convierte en unelemento indispensable para construir una vidaarmoniosa: gracias a la Encarnación, vivimos ya en eltiempo de Dios y escribimos nuestra pequeña historiaen este tiempo «habitado»; no podemos apropiarnosde él, sino sólo vivirlo como una gracia, captando enél una Presencia y restituyéndolo a Aquel que nos lodio. Vivir este ritmo sereno del tiempo significa viviren el respiro profundo de Dios, sin prisa o precipita-ción, sin añoranzas o huidas en la acción, sin «consu-marlo» ávidamente ni dejarse consumar, arrollar oestresar por él. Vivir en el tiempo de Dios, captandosu epifanía en todos los acontecimientos, incluso enlos mínimos, en todos los gestos del día, puede ser unverdadero ejercicio de contemplación, una auténticaproclamación de liberación frente a un mundo vícti-ma de una visión egocéntrica del tiempo, que empu-ja al hombre a la angustia o a la huida en el vacío. ¡Lareligiosa contemplativa da testimonio de que el tiem-po no es dinero, sino relación!

34 escondido y humilde en casa, todo debe converger enla Palabra que hay que asimilar, en la unión con Diosy en la caridad fraterna.

El grave riesgo que siempre se corre es absolutizarlo relativo, lo que debería existir sólo en función de loesencial: entonces se pierde la belleza y la armonía detoda la construcción espiritual. La actividad pastoralo caritativa al servicio de los hermanos no puedeconvertirse en el fin último de la vida consagrada; elsilencio, la clausura, el trabajo escondido en elmonasterio deben estar animados y ser transforma-dos por una Presencia, por un diálogo interior que esla razón de todo. Puede también suceder que el silen-cio exterior y la observancia rígida de la clausuracustodien sólo un miedo y tranquilicen una concien-cia que ha dejado de buscar, de desear, de amar.

Cuánta tristeza y cuánto sufrimiento se sienten alencontrar comunidades bloqueadas por una rigidezlegalista y que no tiene nada que ver con la radicali-dad evangélica, fuente de alegría, de fantasía, deaudacia; comunidades de hermanas de mirada tristey de rostro hastiado y resignado, porque han dejadode soñar, de creer en lo que se les ha prometido.

La «liberadora» experiencia espiritual de Clara yde Francisco nos invita a crear espacios «pobres» yllenos de silencio interior a lo largo de toda la jorna-da, para dejarnos transformar por lo que contempla-mos, para dejarle a Dios la posibilidad de volver acrearnos, completamente nuevos, cada día. Entoncesla Eucaristía, la Liturgia de las Horas, las variasformas de oración ya no son «obligaciones», sinomomentos deseados de un encuentro, de una relaciónde amor. Más aún, nosotros mismos nos convertimosen «eucaristía», en «liturgia» en todas las expresionesde nuestra vida.

31

Page 32: Ministro general ALABANZA UN CANTO DE CLARA DE … · CLARA DE ASÍS, UN CANTO DE ALABANZA ... Señor Jesucristo y me acojo a los méritos de la glorio-sa Virgen Santa María su Madre,

Belleza de una vocación

«¡Bendito seas Tú, Señor, porque me hascreado!» (cf. Proc III, 20).

La mirada de Dios a una criatura que se deja amary responde con disponibilidad, es siempre un aconteci-miento maravilloso. Este grito de alabanza de Clara, alfinal de sus días, es la síntesis de su riqueza espiritual,de su existencia aceptada en todos sus aspectos, positi-vos y negativos, y que ella restituye sin añoranzas nipesares al Señor. En esto, Francisco es distinto deClara: se siente más indigno ante Dios cuando lo alaba.Clara es más espontánea: contemplando retrospectiva-mente toda su vida, la capta inmediatamente comouna creación de Dios, como una historia sagrada, bella,positiva. «La comunión produce siempre belleza».Clara está plenamente reconciliada consigo misma,con su pasado, con sus límites, y ofrece todo a Dios conserenidad y libertad. Todo cuanto ha constituido suexistencia es fruto de la ternura y del amor con queDios la envuelve; y ella se ha hecho «espejo» para refle-jar esta belleza divina en quienes están a su lado; se hahecho icono para el mundo, para que todos puedancontemplar la atención paciente con que Dios se preo-cupa de sus criaturas. «Ama totalmente a quien total-mente se entregó por tu amor» (3 CtaCl 15), escribe aInés de Praga, evocando la exhortación de Franciscoasombrado y casi incrédulo ante la humildad de Dios:«Nada de vosotros retengáis para vosotros mismos a finde que enteros os reciba el que todo entero se os entre-ga» (CtaO 29).

Toda la vida de Clara deviene un himno de alaban-za y de acción de gracias a Aquel que la creó, la guióy la custodió. Se «miró en el espejo» que es su Amado,se vio transformada en Aquel a quien contemplaba ysaborea ya el gusto de la eternidad. No siente necesi-

32 dad de pedir perdón al hermano cuerpo, como Fran-cisco: lo ha unido a este canto de alabanza; su cuer-po, que ha sufrido con paciencia y durante largosaños la enfermedad, es también objeto de alabanza,pues es objeto del amor del Padre: «¡Bendito seas Tú,Señor, porque me has creado!». La rígida pobrezaobservada a lo largo de toda la vida también hadesempeñado una importante labor en la construc-ción de esta belleza, pues creó un espacio interiorpara poder hospedar al Amado.

Miguel Ángel definía la belleza como purificaciónde lo superfluo. La vida de Clara fue una proclama-ción de la belleza: un camino de purificación, de«cincelado» para hacer emerger lo más limpia posiblela imagen de Dios que cada uno llevamos dentro.Cuando la experiencia religiosa se vuelve progresiva-mente experiencia de un «encuentro», todo se trans-forma, todo deviene sacramento de la belleza, signoe instrumento de una relación que abarca alma ycuerpo: «Y como el piadoso varón fray Rainaldo laexhortaba a la paciencia en aquel prolongado marti-rio de tan graves enfermedades, ella, con voz clara yserena, le contestó: “Desde que conocí la gracia de miSeñor Jesucristo por medio de aquel su siervo Fran-cisco, ninguna pena me resultó molesta, ningunapenitencia gravosa, ninguna enfermedad, hermanocarísimo, difícil”» (LCl 44). «Y aquello que me parecíaamargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo»(Test 3). Ya no hay que despreciar, sino sólo valorar yamar con humildad: «Odiarse es más fácil de lo quese cree. La gracia consiste en olvidarse de uno mismo.Y si hubiera muerto todo orgullo en nosotros, lagracia de las gracias consistiría en amarse humilde-mente a uno mismo como a cualquier miembrosufriente del cuerpo de Cristo» (G. Bernanos).

¿Cómo podemos volver bella nuestra vida hoy?Valorando los espacios: los angostos espacios de la 33