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7/17/2019 Miller, J.A. - United Symptoms.pdf http://slidepdf.com/reader/full/miller-ja-united-symptomspdf 1/21  United ymptoms JACQUES-ALAIN MILLER: on el título El Otro que no xist sus comi- tés de ética comenzaremos tm seminario que durará todo el año. Em pezaremos dictándolo dos personas, pero, de acuerdo con la noción de seminario, esperamos seguirlo de vez en cuando con otros, con varios, con el refuerzo que nos ofrecerán quienes eventualmente acepten in corporarse a esta elaboración. Existe tma relación entre el tíhllo con el cual situarnos nuestro ptm to de partida el tema de la inexistencia del Otro y la ética elaborada en comités) y la modalidad del seminario, que es corno pensarnos traba jar y presentarles este trabajo a ustedes. Nosotros elegirnos retmirnos, fusionar los temas que habíamos es tablecido y anunciado cada uno por su lado; elegirnos encontramos jtmtos en la tribuna y enseñar con la modalidad del seminario justa mente para mostrar, exhibir, incluso escenificar que el Otro no existe; qtúsirnos evidenciar que renunciamos este año al monólogo docente, que, se quiera o no, conduce a creer en el Otro el Otro singular, con mayúscula, mico, el Otro de referencia). Teniendo en cuenta entonces el terna en cuestión, preferimos presentarles al Otro de la enseñanza en forma doble, desdoblada. · l Esta primera clase del seminario de Éric Laurent y Jacques-Alain Miller, promm ciada en el marco de la Sección Clínica del Departamento de Psicoanálisis de París VIII, fue editada por Catherine Bonningue y Béatrice Chahtoussi y publicada en La Causefrezl- dielme 35, París, Navarin-Seuil, 1997, con la amable autorización de los autores. 9

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United

ymptoms

JACQUES-ALAIN MILLER: on

el título

El Otro

que

no xist sus comi-

tés

de

ética

comenzaremos

tm

seminario que durará todo el año. Em

pezaremos dictándolo dos personas, pero, de acuerdo con la noción

de

seminario, esperamos seguirlo de vez

en

cuando con otros, con varios,

con el refuerzo que nos ofrecerán quienes eventualmente acepten in

corporarse a esta elaboración.

Existe tma relación entre el tíhllo con el cual situarnos nuestro ptm

to de partida el tema de la inexistencia del Otro y la ética elaborada

en

comités) y la

modalidad

del seminario,

que

es corno pensarnos traba

jar y presentarles este trabajo a ustedes.

Nosotros elegirnos retmirnos, fusionar los temas que habíamos es

tablecido

y

anunciado cada

uno por su

lado; elegirnos encontramos

jtmtos en la tribuna y enseñar con la

modalidad

del seminario justa

mente

para

mostrar, exhibir, incluso escenificar que el Otro

no

existe;

qtúsirnos evidenciar que renunciamos este

año

al monólogo docente,

que, se quiera o no, conduce a creer en el Otro el Otro singular, con

mayúscula, mico, el Otro de referencia). Teniendo

en

cuenta entonces

el terna

en

cuestión, preferimos presentarles al Otro de la enseñanza

en

forma doble, desdoblada. ·

l

Esta primera clase del seminario de Éric Laurent

y

Jacques-Alain Miller, promm

ciada en el marco de la Sección Clínica del Departamento de Psicoanálisis de París

VIII,

fue editada por Catherine Bonningue

y

Béatrice Chahtoussi

y

publicada en

La

Causefrezl-

dielme N° 35, París, Navarin-Seuil, 1997, con la amable autorización de los autores.

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAUREJ\TT

Este tándem es así el esbozo de un plural. Si ya franquearnos la pri

sión del

t.mo

del

t.mo

Otro, para pasar al dos, es posible abrigar cual

quier esperanza y quizá también cualquier desesperación.

De acuerdo con nuestra tesis de partida, nos presentarnos aquí de a

dos para debilitar, hacer vacilar, socavar al Otro, para mostrarlo en su

ruina y al mismo tiempo, para constituir y representar el comité, para

manifestar

que

la inexistencia del Otro inicia precisamente la época de

los comités, en la que hay debate, controversia, polílogo, conflicto, es

bozo de consenso, disensión, comunidad -confesable o inconfesable-,

parcialidad, escepticismo sobre lo verdadero, lo bueno, lo bello, sobre

el valor exacto de lo dicho, sobre las palabras y las cosas, sobre lo real.

Y esto sin la seguridad de la Idea con mayúscula), la tradición o

por

lo menos el sentido común.

¿Esto es lo que se proclamó con la famosa sentencia

Dios ha

muerto?

Ciertamente no, porque ni la muerte de Dios

ni la muerte

del

padre

que Freud escenifica en «Tótem y tabú» terminan con su poder, sino

que por el contrario lo eternizan y sirven de velo a la castración.

La muerte

de

Dios es contemporánea de lo que se estableció en el

psicoanálisis corno reino del Nombre del Padre, que

en

una

primera

aproximación podernos definir corno el significante de que el Otro

existe. El reino del Nombre del Padre corresponde

en

el psicoanálisis a

la época freudiana.

Si

Lacan lo despejó, achlalizó, formalizó, no fue

por adhesión,

para

contimÍarlo, sino para ponerle fin, lo que se anun-

ció en su enseñanza con el materna S IÁ) significante del Otro tacha

do), y que estalló cuando presentó los nombres

del

padre lectura que

pluraliza el Nombre del Padre.

La lectura de este materna

no

solo pluraliza el

Nombre

del Padre,

sino que también lo pulveriza, lo socava desde el interior atacando me

diante el equívoco el lazo del significante con lo

que

se cree

que

es

su

--sigrufit<rd:o:·se-trata··deHarnoso··eqtúvoeo-entre-les-noms

du-pere....[los

..

______

_

nombres del padre] y

les non-dupes

errent [los desengañados se enga-

ñan], al que Lacan se vio lógicarnenté conducido a

partir de

su semi-

nario Aun que consagra la inexistencia del Otro y que comenté el año

pasado

en mi curso.

La inexistencia del Otro inaugura verdaderamente lo

que

llamare-

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UNITED SYMPTOMS

mos la época

lacnniana del psicoanálisis -que

es la nuestra- la época de

los desengañados, la época

de

la errancia.

2

¿De qué están desengañados estos

nonzs-du3?

Ciertamente, no se en

gañan

más

-más

o

menos-

con el Nombre del Padre; incluso, no se en

gañan más

-más

o menos- con

la

existencia del Otro. Saben de mane

ra explícita o implícita, ignorándolo, inconscientemente, que

el

Otro es

solo tm semblante.

Por eso, nuestra época ve inscribirse en

su

horizonte mejor

el

hori

zonte que

el

muro)

la

sentencia de que no

hay

más que semblante. En

efecto, la época ach1al está atrapada

en

el movimiento en continua ace

leración de tma desmaterialización vertiginosa que coronará de angus

tia

la

cuestión de lo real. Se trata de una época

en

la que

el

ser, o más

bien

el sentido de lo real, se volvió

un

interrogante.

Este año examinaremos trabajos de filosoña contemporáneos, achw

les, donde se despliegan tanto el cuestionamiento como la defensa de lo

real. Estos textos testimonian de manera ingenua o sofisticada el dolor

de

los desengañados con respecto al estahüo y la existencia

de

lo real.

Si

hay

crisis

hoy

no es seguro que la palabra sea apropiada),

no

se

trata, como

en

la época de Descartes, de tma crisis del saber. Justamen

te, Descartes

pudo dar

lugar a la solución de la crisis del saber con la

promoción del saber científico.

El

resorte principal de la crisis de la

época cartesiana fue el equívoco introducido

en

la lechrra del signifi

cante bíblico, debido a la irrupción de la Reforma. Luego del retomo a

los textos de la sabiduría antigua grecorromana en el Renacimiento,

una

crisis de la interpretación del mensaje divino a?oló Europa.

Esta crisis del saber

-que

habría

que

describir

con

más detalle y mi

nuciosidad-

de la interpretación,

no

afectaba a lo real,

no

tocaba la ins

tancia de Dios como real, de «De Dios; que existe», que es el tíhuo que

Descartes da a

su

Tercera Meditación, a la

que me

remití

para

presen

tar

el tíhllo

El Otro que

no

existe

La mutación científica implica que Dios ya no es solamente el objeto

del acto de fe sino también el de tma demostración que sustenta en

un

real que

no

engaña la soledad asediada, precaria, del

cogíto.

En esa épo

ca, este real estaba

en

condiciones

de

proteger al sujeto de los semblan

tes, los simulacros, esto es, las alucinaciones. Hoy,

en

cambio, si

hay

cri-

2. Juego de palabras: errer significa en francés tanto «errar••, «vagar>> como «equivo

carse>>.

[N. de la

T.]

3.

Noms-d l nombres del) es homófono de

I OI -dupes

desengañados). [N. de la T.]

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

sis, es tma crisis de lo real. Pero ¿es una crisis? Tal vez se prefiera a esta

la

palabra

malestar

y

podría decirse que hay malestar respecto de lo

real-, pero este término freudiano está a punto de ser superado.

En efecto, la inmersión del sujeto contemporáneo

en

los semblantes

problematiza lo real de allí en más para todos. Y no es exagerado afir

mar

que esta problematización se esboza sobre

un

fondo de angustia.

Hay en esto sin duda tma inversión paradójica. Fue el discurso de

la ciencia el que,

desde

la

edad

clásica,

fijó para

nuestra civilización el

sentido de lo real. Y

recordémoslo a partir de la seguridad de esta -

xion4

científic.a de lo real, Freud descubrió el inconsciente e inventó el

dispositivo secular que seguimos utilizando aún funciona), la prácti

ca que nos dedicamos a perpetuar con el nombre de psicoanálisis.

Esta práctica se volvió posible por la fixion científica de lo real, que se

sostenía en tiempos de Freud e incluso era objeto de

una

valorización es

pecial bajo la forma de la ideología cientificista en la que Freud partici

ampliamente). Ahora bien y aqtú me adelanto-, el mtmdo de los

semblantes, salido exclusivamente del discurso de la ciencia, se dedicó

en:lo sucesivo no es algo concluido hoy, pero está

encurso}adestruir

la

fixion

de lo real, hasta tal punto que la pregunta ¿qué

es lo real?

solo tiene

respuestas contradictorias,

n c o n s i s t e n t ~ s ~ todos lgs

c a s o s . ] n c i ~ r t a s .

_

Una clínica de lo real

De modo que para ubicar el psicoanálisis en

su

justo lugar, debe

mos desplazarlo a ese espacio de tensión, emoción y reflexión entre

semblante y real.

¿Cómo entenderemos hoy la frase

o

el

Witz

de Lacan:

podemos

prescindir del

Nombre del

Padre

con

la

condición

de servirnos de él,

que

ha-

ce algún tiempo subrayó Éric Laurent? Quizá de este modo:

podemos

prescindir

del

Nombre

del

Padre como

real

con

la condición

de servirnos de él

como

semblante.

El psicoanálisis mismo es eso,

en

la

medida en

que el psicoanalista

entra

en la operación

que

dirige en calidad de o

en

el lugar

de

sem-

hlante y se-ofrececomoTci ca1isa-áel

deseoaeranalizante pari:cperrn.i::: -

tirle producir los significantes que organizaron sus identificaciones.

En

4 Fixion:

en francés, neologismo formado a partir de

fixl r

fijar) ftction ficción). [N.

de la T ]

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UNITED SYMPTOMS

todo caso, es un comentario del esquema que dio Lacan del discurso

analítico. Pero, igualmente,

el

uso

de

los semblantes es vano,

inoperan-

te, hasta

profundamente

nocivo si se omite

lo

real

en

juego.

Hay real en la experiencia analítica.

La

inexistencia del Otro no es

antinómica de

lo real, sino correlativa. Pero este real del que dije:

hay

real en n experiencia analítica no es el del discurso ele la ciencia, no es ese

real

gangrenado por los semblantes mismos salidos de él, y que no

te-

nemos más remedio

que

abordar, como se hace desde siempre, por los

números. Se trata, por el contrario, de lo real propio del inconsciente o

por

lo menos

de

ese real que, segím Lacan, el inconsciente testimonia.

A

medida que

se extiende el imperio

ele

los semblantes, resulta ca-

da vez más importante mantener en el psicoanálisis la orientación ha-

cia lo real. Este es el sentido, el alcance de la última tentativa de Lacan,

que consiste

en mostrar

lo real propio del psicoanálisis, volviéndolo

presente, visible, palpable, manipulable,

en

forma

de

nudos borro-

mees

y demás. Concluyente o no, esta tentativa

prueba que

la orienta-

ción lacaniana es la orientación hacia lo real,

porque

el nudo suscepti-

ble

de

manifestarse

en

las formas visibles

más

diversas, ese objeto

por

excelencia flexible, plural que está allí y también se escurre, escapan-

do, corno expresa Mallarrné, ese objeto inconstante, diverso, aparente,

con innumerables facetas,

no

es un semblante. Pertenece, al igual que

el

número

al

orden

de lo real. Por eso Lacan habría querido volverlo

el testirnonio,la manifestación de lo real propio del psicoanálisis.

Aun-

que

se modifique,

atmque

tenga aspectos múltiples e inasequibles,

no

es tm semblante.

El

nudo

entonces es, al

igual que

el

número del

orden de

lo real,

pero posee respecto

del

nú_rnero el privilegio

de no

estar cifrado y

no

tener sentido. La lección

que puede

extraerse es, si

me

p ~ r r n i t e n

que

resulta

importante

en el psicoanálisis

mantener

el

rumbo

hacia lo real.

Pero esto

no

solo es importante

en

el psicoanálisis ... También impor-

ta en el malestar

en

la civilización, que dejamos

en

singular

aunque

exis-

tan

las

civilizaciones y

que ya

se ammcie,

para

el siglo

XXI

que la histo-

ria se hará con el choque, la rivalidad, la guerra de las civilizaciones po-

dríamos

detenemos

tm

momento

este año

en

esta tesis reciente y

muy

discutida de un profesor norteamericano). Pero también está,

por

su-

puesto, la civilización

en

singular, el hegemón de hegemonía) científico

y capitalista, cuya influencia totalitaria

hoy

se volvió patente, y

que

lla-

mamos

aqtú,

en

nuestra comarca, globq.lización. Esta globalización

arrastra, atraviesa, agrieta y quizás incluso ya fusiona las civilizaciones.

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

En este malestar o vértigo global, el psicoanálisis tiene su lugar, ya

que sufre los efectos cotidianos

en

su

práctica. Pero

además

debe jugar

una partida que no interesa solamente a

su

disciplina, que afecta a

aquellos y aquellas que comparten con nosotros el malestar.

Lacan escribía hace

1 ma

eternidad,

en

1953, en su informe de Roma,

que el psicoanálisis había desempeñado un papel en la dirección

de

la

subjetividad moderna, y que

no podría

haberlo sostenido sin ordenar

lo en relación con el movimiento que en la ciencia lo elucida. Aunque

el contexto actual es muy diferente, sigue interesando saber qué

papel

puede

sostener el psicoanálisis

en

lo que Lacan llamaba

la

dirección

de

l

subjetivid d moderna

Para nuestro comité, este año se tratará justamente de la dirección

de la subjetividad contemporánea, moderna, incluso posmoderna no

podremos evitar la palabra), del papel que el psicoanálisis puede sos

tener en ella, de las impasses crecientes

de

la

civilización

que el malestar

freudiano anticipaba. Lacan pronosticaba que allí el psicoanálisis po

dría faltar, entregar las armas.

Ya

referí

lo

suficiente como

para

indicar el camino

en

l q u ~ ~ r m o s

comprometer nuestro esfuerzo. La subjetividad contemporánea no sé si

conservaremos esta expresión que resulta cómoda para lanzar el movi-

  ~ - r i l l e n t o Y e s t a

a r r a s ~ f r a d a

c a u t i v a a a : ~ ~ e i l . v i . . t e l t a ent:m movimiento casnn:e=

sistible que la sumerge industrialmente en semblantes cuya producción

siempre acelerada constituye, en lo sucesivo, un

m1 mdo

que no deja a la

idea de naturaleza más que 1 ma ñmción de nostalgia, un nthrro

de

con

servatorio,

de

especie protegida,

de

zoológico, de museo.

¿Y

lo simbólico? Pues bien,

donde

lo simbólico contemporáneo es

tá vivo, es productivo, intenso, donde concierne al s1.*to

sus

afec

tos, está

dominado

por lo imaginario o en continuidad con él. Este

simbólico no se encuentra en absoluto en condiciones de perforar,

atravesar lo imaginario, como implicaba el esquema L

de

Lacan,

que

comenté largamente presenté

de

distintas maneras en

mi cmso:Es-

te esquema se basa en

1 ma

x, en él la flecha de lo simbólico atravie

sa aun cuando pueda ser frenada, a veces detenida, demorada el eje

de

lo

imaginario.

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UNITED SYMPTOMS

Este es el esqueleto del esquema

que

La can consideraba f u n d a m e ~

tal al comienzo de

su

enseñanza.

Una

oposición franca, neta,

de

lo sim

bólico

y

lo imaginario,

y

la noción de t atravesamiento dialéctico del

primero respecto del segundo.

Lo simbólico contemporáneo ya no cumple este atravesamiento

dialéctico que le permitía a Lacan ordenar la experiencia analítica.

Se

podría creer,

por

el contrario, que lo simbólico se consagra a la imagen,

como cuando

en

nuestras computadoras se disimula como

hardware

tras la pantalla donde resplandece como semblante.

En

este paisaje apocalíptico

tm

apocalipsis cómodo, al

menos

pa

ra algm1os-, el

papel que

el psicoanálisis

debe

sostener no permite am

bigüedad: le toca recordar lo real, que es lo que Lacan indicó para

terminar.

Que

la

verdad

tiene estructura de ficción es algo completamente

cierto, pero

de

un tiempo a esta

parte

la estructura

de

ficción cubrió la

verdad, la incluyó, la absorbió. Sin duda la

verdad

prospera

en

ella, se

multiplica, se pluraliza,

pero

está casi muerta. Ante esta decadencia

ficcional

de

la

verdad

se

impone

recurrir a lo real como lo

que

no

tie

ne estructura de ficción.

El privilegio del psicoanálisis (¡fue necesario que Lacan lo enseña

ra ) es la relación unívoca que sostiene con lo real. Lacan planteaba en

1967 que lo real solo flota

en

los otros discursos,

en

los que no son el

discurso analítico. El uso contemporáneo del término

depresión

que

evidentemente se utiliza para todo, constituye el síntoma de la rela

ción con lo real cuando este se revela

en

la clínica como lo imposible

de

sopo -"tar.

Si

se lo

engaña

con semblantes, solo se consigue hacerlo

fluch1ar.

La clínica psicoanalítica

es

el emplazamiento propio de lo real

en

cuestión.

En

la práctica se establece la relación

con

lo real. Y

en

la Sec

ción Clínica, en el Departamento de Psicoanálisis,

en

las diversas sec

ciones clínicas

que

existen

en

Francia y

en

otros sitios, desde hace años

nos dedicamo.s a destacar lo real

en

su relieve,

en

su orografía.

Este

año

solo se tratará

para

nosotros

de

relacionar

de manera

ex

plícita este real

con

una

civilización

que ya

dejó la

edad

del malestar

para entrar decididamente

en

la época de la

impasse

(que es particular

mente patente en el nivel de la ética). Se desterró la solución victoria

na -aún preponderante

en

tiempos de

Freud-

la de una ética capita

lista de las virtudes, y si

hoy

reaparece, lo hace siempre

en

formas irri

sorias e inconsistentes.

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

Se busca la nueva ética, pero no se la encuentra. Se la busca por el

camino que subrayó Éric Laurent de los comités, que es una práctica

de parloteo, como tal ensordecedora, y que, a diferencia de la charla

analítica,

no

tiene la oporh.midad de dar acceso a

una

relación con lo

real que no fluctúe.

Como predijo Lacan, el fracaso de lo humanitario se declara todos

los días. ¿Cómo resistiría lo humanitario al cálculo Lmiversal de la

plusvalía y el

plus de

gozar?

Aunque no haremos del periódico la oración matinal del psicoana

lista, este año leeremos los diarios. Y es que nos preguntamos cómo

operar todos los días en la práctica sin inscribir el síntoma en el con

texto actual del lazo social que lo determina en su forma

en

la medi

da

en que esto sea así-.

Este año Éric Laurent

y

yo pretendemos mostrar la dimensión so

cial del síntoma. Y probar lo social en el síntoma, lo social del síntoma,

no es contradictorio con la tesis

de

la inexistencia del Otro. Por el con

trario, la inexistencia del Otro implica y explica la promoción del lazo

social

en

el vacío

que

abre.

Al interesamos en

lo

que aislaremos como fenómenos de la civili

- zación, no p r e . t e n d e r n Q S _ é l l ~ j ª m Q _ Q _ g e ª c:línica d ~ o real,

Sin ) 1 1-_l:lL

por

el contrario adoptar la perspectiva necesaria (que implica tomar

distancia) para circunscribir este real en

su

lugar.

a dimensión social del síntom

Tomemos la identificación. Como sabe perfectamente la mayoría,

mencioné que la producción de los significantes

de

la identificación

por parte del analizante es lo que se espera de la operación analítica se

  ún

la lechrra más simple del esquema del discmso analítico de Lacan.

Ahora bien, la identificación como tal establece precisamente un lazo

social, es en sí misma lazo social. Por eso para constrLúr

su

teoría de la

identificación Freud se deslizó sin esfuerzo del análisis subjetivo a la

psicología

de

las masas y viceversa.

¿Quién

puede

pensar por ej emplo

qüe

a i d e n t i f i c a c 1 0 n . c o m : ~ l s i : g n . i = ·

ficante ser mza mujer quedó intacta tras -la espectacular mutación que

desde la proclamación revolucionaria de los Derechos del Hombre

condujo a la emancipación jurídica y política de las mujeres, hasta de

sembocar en la revuelta propiamente ética del feminismo,

que

incide

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UNITE SYMPTOMS

en todos los niveles del

Amerimn way

of lije (que se distingue por com

pleto

de

lo que había

en

tiempos del informe

de

Roma),

desde

el

con

trato de trabajo hasta el modo de relación sexual?

¿Qué permanece invariable

de

la

homosexualidad

y qué cambia

cuando el Otro social la recibe de una manera completamente diferen

te y cuando se está elaborando

una norma nueva que

confiere tma le

gitimidad inédita y masiva al lazo homosexual? Y no es algo confina

do

a San Francisco.

Cabe agregar

que

el año pasado vi formarse

en

Italia comités es

pontáneos

de ética

-que

antes

de

Éric

Laurent

se

llamaban

charlas

de

ca-

fé-,

cuando

(¡sorpresa )

una

africana ganó la corona

de

Miss Italia.

La soberbia que testimoniaba el ¿cómo se

puede

ser persa se extingue

hoy para

dar

lugar a

¿cómo

se

puede

ser francés Cómo se puede seguir

siendo francés es una

pregunta que

atormenta a tm pueblo -hasta se

gím

se comenta, la depresión colectiva- cuyos ideales universalistas,

establecidos sobre certezas identificatorias milenarias, desmiente la ac

tual globalización.

Este seminario

no

solo

no podrá

abstraerse

de

este contexto, sino

que no

sabría hacerlo.

Por

eso este

año

enconh·aremos nuestras referen

cias electivas en los fenómenos de la civilización norteamericana. Para

decirlo rápidamente, los síntomas de la civilización deben primero des

cifrarse

en

los Estados Unidos; y

no

es

en

vano hacerlo desde Francia,

que es en muchos sentidos el Otro de ese país. Universalismo frente a

globalización: ese será nuestro capítulo US (léase Llnited Symptoms .

Al final del quinto capítulo

de

«El malestar

en la

cultura», Freud

aclara

que

resiste la tentación

de

iniciar tma crítica del estado actual

de

la culh1ra

en

Norteamérica. Pues bien nosotros tenemos la intención

de no

resistirnos a esta crítica

que

recae, por otra parte, sobre tm ptm

to

muy

preciso que él esboza: mientras que en Europa se practica más

fácilmente la identificación vertical con el líder,

que

pone

en

acción la

sublimación

de

una

manera poderosa

(y tiene su mérito haberlo dicho

en

ese momento

porque

esa identificación condujo a sus contemporá

neos a cierto nínnero

de problemas

en la civilización), los Estados Uni

dos

la sacrifican

en

beneficio de lo

que

se

puede

llamar la identifica

ción horizontal de los miembros de la sociedad entre ellos.

No

identi

ficación con el más tmo, sino identificación horizontal

de

los miembros

de la sociedad entre sí.

No

es excesivo ver

en

esto el presentimiento del Otro que no existe

y

su

reemplazo

por l

circulación

de

los comités

de

ética.

17

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

Mencioné la identificación para marcar la dimensión social de los

conceptos ftmdamentales del psicoanálisis.

¿Y

por

qué

no

hablar

de

la

pulsión? uando

Freud necesita inventar

nn

compañero

para

la pul

sión, plantea el superyó, que no se refiere solo al Ich al

yo.

Esta instan

cia que le sirve para pensar la pulsión sobrepasa al sujeto y solo

pue-

de

situarla en el nivel de lo que llama la civilización. En ese nivel, por

lo menos en esta obra, él piensa los avatares de la pulsión, tanto las re

ntmcias como las sublimaciones.

Detengámonos

en

este pnnto: ¿qué es tma civilización? Digamos

que es

nn

sistema de distribución del goce a partir de semblantes.

En

la perspectiva analítica, en la perspectiva del superyó (concepto que

nosotros no podemos mejorar), tma civilización es tm modo de goce,

incluso

tm

modo comím de goce, una repartición sistematizada

de

los

medios y las maneras de gozar. Será preciso decir más sobre la civili

zación, atmque tenga que volver incluso a lo histórico

de

la palabra y

oponerla a cultura, pero esto bastará por ahora.

¿Cómo podría ser indiferente la clínica psicoanalítica al régimen

de

la civilización

en

el que entramos ahora

y

en

el

que

nos-precedieron los

United Symptoms?

¿Cómo la clínica

podría

ser indiferente a esta vía

que

_llalll.aríamosc:on el

té¿:_mino

freudi,an2 I;Iilflosjgl5eit (el

I;Iilflofiigkeit_c:.api-

  -

talista, el desamparo organizado frente a los ftmdamentos del impera-

tivo

de

rentabilidad)? Para abreviar, si la civilización antigua implica-

ba ocuparse del esclavo, la nuestra supone angustiar metódicamente al

asalariado.

Es preciso anticiparse a tma inqtúetud

que

nacería de

suponer que

introducimos

en

la clínica

tm

relativismo social.

Opondría

a esta in

quiehld la advertencia de Lacan en «Les complexes familiaux», de

1938, que encontrarán en utres écrits: el Edipo no se ftmda fuera

de

la

relatividad sociológica y la ftmción del

padre

está ligada a

la

prevalen

cia

de

nna

determinación social, la de la familia patemalista. En ese

momento se refería expresamente a la investigación etnológica de Ma

linowski en la Melanesia, donde, como se sabe, el tío materno .repre

senta la autoridad familiar. Luego, el padre no acumula sobre su per

sona las ftmciones represivas y sublimatorias, sino

que

estas se en-

--cuentran reparfiaas:cel-tí<:nnaterno gatantiza:-ta-au:torida·d-y-la repre--------

sión, y el padre, amablemente, las acti':l idades

de

sublimación. Según.

Malinowski, se sigue de este dispositivo social distinto un eqtúlibrio

diferente del psiquismo, en términos

de

Lacan, atestiguado por la au

sencia de neurosis. De aqtú que el complejo

de

Edipo sea relativo a

tma

8

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UNITED SYMPTOMS

estructura social y que lejos de ser el Paraíso la separación entre re

presión y sublirnación tenga como consecuencia

una

estereotipia de las

creaciones subjetivas en esa sociedad.

Que después Lacan haya elaborado el mito freudiano hasta forma

lizarlo

segím el modelo lingüístico de la metáfora no significa que ig

norara su relatividad. Incluso ammció su ocaso

en

1938 cuando seña

ló que las formas de neurosis dominantes al final del siglo

XIX

pare

cían haber evolucionado

en

el sentido de liD complejo caracterial don

de se reconoce la

gran

neurosis contemporánea determinada princi

palmente

en

esa época

por

la carencia de

padre cuya personalidad

es

tá ausente humillada dividida o es artificial.

Se

pensó

equivocadamente

que

con el

Nombre

del

Padre

Lacan res

tauraba el padre pero se trata de algo distinto. Por su formalización

misma este concepto del retorno a Freud aplmta a demostrar el sem

blante y a dar

lugar

a

su

pluralización.

¿Podemos hablar hoy

de

una gran neurosis contemporánea? De ha

cerlo se diría que su determinación principal es la inexistencia del

Otro

que condena

al sujeto a la caza del

plus de

gozar.

El

superyó

freudiano

produjo

cosas como lo prohibido el deber

hasta la culpabilidad que son términos que hacen existir al Otro son

los semblantes del Otro suponen al Otro. El superyó lacaniano que

Lacan despejó

en

Aun produce

un

imperativo distinto: ¡Goza Este es

el superyó de nuestra civilización.

Concluyo

para

pasarle la palabra a Éric Laurent.

Por

supuesto el

superyó lacaniano da cuenta de los datos recogidos por Freud es la

verdad

del

superyó

freudiano. Pero

que esté

hoy

enunciado

claramen

te traduce el pasaje es isócrono del nuevo régimen de la civilización

contemporánea.

Dioses locales

Éruc LAURENT:

No

es casual

que

el

término

comités de

ética haya

pro

liferado

en

el sector

de

las prácticas sociales

ligadas

a la

vida

y

que

se

aborden

con esta

expresión

que

conoció

forhma en

el vocabulario

contemporáneo las dificultades para aplicar una moral como guía de

vida.

El Otro de la civilización se confronta con lma serie de atolladeros

para diagnosticar aplicar reducir los efectos de los mandatos univer-

  9

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

sales o de los ideales que pretenden abrazar vastos dominios. Nos en

frentamos con

una

pérdida de confianza

en

los significantes amo, una

nostalgia por

los grandes designios.

Al seguir al Otro del imperativo, surgen problemas locales cada vez

más numerosos que se rebelan y objetan su aplicación. La urgencia de

nuestra modernidad no nos hace olvidar,

por

supuesto, que la dialéc

tica del imperativo y la casuística fue

tm

constante tormento.

El imperativo puede contornear el obstáculo de diversas maneras:

ya sea ritualizando, inventando

un

ritual local, ad hoc, que permita cir

etmscribir la dificultad, ya,

por

el contrario, saliendo del apuro con al

tura, creando

tm mandato

más generalizado

que

sostenga de

manera

completamente inverosímil

que

no existe ningtma dificultad de aplica

ción y que el honor es mayor si se logra aplicar el mandato donde no

se puede.

La casuística ritual de la ley puede identificarse con la ley misma:

por ejemplo, el modo en el que en la common l w inglesa se pasó al ré

gimen moderno de la ley; o,

por

el contrario, sobre el modelo cristiano

del mandamiento simple se

puede

querer

un

espacio aligerado, sin

mucha ley, donde el imperativo saldría engrandecido. Este era el anhe

lo de Saint-Just.

- T ~ ; ; i ~ o s d e r e c h o a t o d ~

ciesp11és

q11e el m o n o t e í s ~ o u.rUversalnos____ - ----

alejó del recurso a los dioses locales. Para cada problema había, no 1.m

imperativo, sino un dios. ¿Problema sexual? Templo de Venus por la

mañana, templo de Venus por la tarde. Las dificultades en

1.m

sitio

po

dían

superarse en otro. Se obtenía ciertamente un universo poblado de

dioses

que

no estaba

plagado

de imperativos-, poblado

de

goces lo-

cales, contradictorios, cuyas insignias y atributos o prescripciones

arrojaban listas inconsistentes, enigmáticas, que dejaban la voluntad

~ los dioses en busca de alg m intérprete cualesquiera que fueran las

listas que se multiplicaban). Por eso en la multiplicidad de las ciuda-

des griegas se daban cita en

por

lo menos tres lugares

para

ir

en

busca

del oráculo, la solución que no enunciaba ni lo verdadero ni lo falso,

pero indicaba dónde se ¡Üojaba el problema del goce culpable.

·De

este

modo

procederá Edipo,

quien

irá a Delfos a buscar el orá-

  ----c:ul:opata:encontrarse-a-sí-mismo:-Y·sea-cual-fuere-la-diversidad-de-dis- -------------

cursos sobre los dioses y sus dorninios,.que varían seg m las ciudades

y las épocas, se encuentra el suficiente aire familiar

para

que en Ol.i:rn

pia, Delfos y Delos algunos se encarguen de mantener el rumbo del

discurso sobre lo divino.

20

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UNITED SYMPTOMS

El

modo de proceder de las ciudades griegas respecto de lo divino

es

muy

distinto evidentemente del

de

los Estados cenh·alizados que,

antes del monoteísmo universal, disponen de

la

escritura

para

clasifi-

car a los dioses. Los reyes reorganizaban regularmente los panteones

rehacían las listas de los dioses apoyándose en el saber de los sacerdo-

tes. El poder central decidía redibujar el

mapa de

santuarios y reestruc-

turar la sociedad de los dioses.

Marcel Détienne

en

sus trabajos cita el ejemplo del

mtmdo

hitita,

donde

cuando tm rey asumía el poder, tres

grupos

divinidad

delator-

menta, divinidades

de

la

fectmdidad

y potencia de la guerra) se reor-

ganizaban

y recomponían una larga lista

de

nombres divinos. Se deter-

minaban por

ley los

administradores

del

nuevo

panteón

gue eran

los

encargados

de

ubicar los

nuevos

ídolos

en

templos

de

materiales resis-

tentes y de repartir prohibiciones y poder. Détienne destaca

que en

el

Louvre

hay

sobre este mtmdo tma lista

que data

del segtmdo milenio,

donde

cuatrocientas setenta y tres divinidades están catalogadas, dis-

tribuidas

en

grandes familias,

en

torno de quince parejas. Gracias a la

escritura, la exégesis teológica

de

los dioses busca el

poder

mediante

la

pluralidad de sus

nombres. Pero con el monoteísmo los imperativos se

reagrupan en loables esfuerzos de simplificación que terminan en el

insuperable decálogo que aún falta saber adaptar al caso. Y bien sabe

Dios que esta adp.ptación dio ese saber de la interpretación que Lacan

destaca con el Midrash. El monoteísmo universal resguarda lo que

Freud llama el más reciente de los mandamientos:

ma

tu prójimo co-

mo

ti mismo que nos

impone con

su

universaltma ruptura

radical con

la

philia

griega.

El peso del Otro

Los griegos limitaban el amor al Otro a aquel

que podía

ser digno

de ocupar

ese lugar, y la u ~ s t i ó n permitía excltúr a bastante gente. Sin

embargo, la phílía

no

dejaba

de asegurar

la cohesión

de la ciudad de

los

hombres libres.

Los comités

de

ética se inscriben

en

tma

civilización

en la que

co-

existen religiones, sabidurías,

poderes

de Estado, el culto de la razón,

la ciencia, sin que

unos

prevalezcan sobre los otros, sin que tengan que

hacerlo. En este mtmdo las guerras de religión producen cada vez más

estragos y al mismo tiempo,

podemos

reunirnos

en

rituales eclécticos

21

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

de

lo más variados,

donde por

primera vez Oriente encuentra en Oc

cidente

tm

público fiel a la referencia búdica.

Todo esto debe ser consultado para enfrentar las medidas sobre el es

tilo de existencia

que

adoptó el amo moderno, quien,

por su

acción mis

ma, hizo de la vida,

pensada

como la salud,

tm

objeto político.

Durante

mucho

tiempo la

salud

dependió exclusivamente

de

la esfera

privada.

Solo dependía

de

la esfera pública la

salud

del rey (no el reintegro

de sus

enfermedades), que garantizaba la del reino

por

simpatías extrañas y ge

neralizadas. El

amo

moderno alzó tma piedra

que

le cayó sobre los

pies

y

que

duele. Las metáforas que

abordan

el

estado de

la sociedad a tra

vés

de

la salud y segím el modelo médico terminaron realizándose y es

ta se volvió el problema como tal de la sociedad civil en tiempos

de

paz.

El comité

de

ética es una manera,

más

allá

de

este campo

de

sopor

tar el

peso

del Otro, por la práctica del parloteo

que

mencionaba Jac

ques-Alain Miller, la manera en la

que

llegaremos a

soportar

la rela

ción

con

el Otro y la carga que este implica.

¿Cómo

soportar

al Otro? Esta es la

pregtmta que

se

plantea Freud

en

«El

malestar en

la

cultura» y

en

los textos

contemporáneos se

ocupa de

distinguir el

modo en

el

que

los

dos

sexos lo soportan.

Con

--

  r e s p e c t o ~ a l o s ~ h o m b r e s _ p 1 a n t e _ ª J ª _ S 1 l b l i m a c i ó n _que _se p_I_g_sentª S:OJJ::lO

sublimación

pulsional

o como

homosexualidad sublimada

reinterpre

tación

de

la phili griega. Las mujeres, en cambio,

soportan

al Otro

por

que

se

separan

de

él.

En

las páginas 124 y 125

de «Nuevas

conferencias

de introducción al

psicoanálisis»,

de

1933,

Freud

habla de

estos intere-

ses soci les más endebles de l s mujeres

y los

remite

al «carácter disocia

que

es

rasgo

inequívoco

de

todos los vínculos sexuales. Los

amantes se

bastan uno

al otro y atm la familia es reacia a

su

inclusión en asociacio

nes

más

amplias».

En

esto

Freud

es muy hegeliano. Las mujeres sostie

nen

al

Otro con

su retirada. El Otro

puede

hablar; ellas

se reservan

el

autoerotismo, el secreto de su goce. Esta sería la clave de la retirada en

la

que

se

mantienen

y que las

ayuda

a sostener, en una posición que

no

es

la del

esclavo, al

amo

masculino.

Nuestro momento

histórico

ya no

puede contentarse

con

esta

posi

ción

que

enunciaba

Freud

en 1933

porque hubo

tm

inmenso

esfuerzo

d e éivílízar la posiCionfemeruna en la cillfiira i o e r a l ~ quequiererea:o-=--------

sorberla por

un

contrato

de

trabajo

no muy

igualitario -hay

que

decir-

lo- pero que

ofrece como

nunca

antes en

la

historia ese

modo de

so

cialización a las mujeres, quienes,

en cualquier otra parte

solo

podían

trabajar en áreas absolutamente prescriptas. Las mujeres en

el

trabajo

22

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UNITED SYMPTOMS

cuestionan lo que Freud llamaba su supuesta incapacidad para la su

blimación. Por otra parte es preciso releer

desde

esta perspectiva la di

ficultad freudiana para reconocer el alcance sublimatorio como tal del

trabajo.

La

oposición del

hombre

sublimable y la mujer no sublimable

se hereda incluso del final del siglo XIX.

En Mi corazón al desnudo

Baudelaire antmcia que: «La mujer es lo

contrario del

dandi

luego debe causar horror. [ ...

]La

mujer es natu

ral es decir abominable>>. Esta abominación designa para Baudelaire

la retirada de la posición femenina del Otro que Freud más precisa

mente califica

de

enigma.

Que

las mujeres

tengan

un

superyó

débil es

una proposición

que

debe examinarse a partir de la clínica ya

que

evi

dentemente ellas pueden sentirse culpables o

deprimidas

e incluso

más

que los hombres.

Hay

que revisar la dificultad

-de

la que siempre

se quejaron los hombres- para educar a las mujeres o incluso influir

en

sus deseos. La inserción masiva de las mujeres

en

el mundo del Otro

mediante el trabajo desplaza pues el problema.

Este hecho crucial que no figura

en

<<Fm1ción y campo de la pala

bra

y

del lenguaje

en

psicoanálisis>>

de

1953 aparece explícitamente

en

«Ideas directivas para tm congreso sobre la sexualidad femenina>>

en

1958.

Lacan no retoma la cuestión del límite de las capacidades subli

matorias

de las mujeres

pero

considera el límite de la reabsorción de

la cuestión femenina

en

el orden del contrato. Por eso para nosotros es

ta cuestión está desplazada estamos listos para captar las capacida

des sublimatorias de la posición femenina. Para ambos sexos existe la

relación con el Otro y un goce asexuado por eso autoerótico. La di

ficultad de la sublimación

que

el psicoanálisis

popularizó para

el

hombre

es generalizada

en

nuestra condición subjetiva seg{m demos

tró Jacques-Alain Miller

en

la manera en la que Lacan lee a Freud y lo

prolonga. Hoy tanto los hombres como las mujeres

están

determina

dos

por

el aislamiento en

su

goce. Su retirada es allí

ascenso al

cenit so-

cial

del

objeto

a y el comité de ética es

síntoma

de este ascenso.

Este año seguiré las huellas en tma serie de síntomas de la subjeti

vidad

moderna en

su relación con el Otro.

Una gener ción

moral

Desde

1953

desde el límite de su enseñanza Lacan propuso tma

lectura no sociológica sino clínica y ética de

«El

malestar en la cultu-

23

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

ra,,, inspirado en lo que Georges Ba taille llamó el sen

t

do moral de

in

so-

ciología

en

un

famoso artículo de

1946.

De

manera admirable sitúa

en

dicho texto

un

corte ético entre las culturas de los siglos

XX

y XIX que

termina antes de la Primera Guerra Mtmdial:

La generación que alcanzó la madurez entre las dos guerras abordó

el problema de la sociedad en condiciones que merecen ser destacadas.

Obtuvo de sus mayores la herencia de una cultura humanista

donde

to

do valor era referido al inciividuo. [ ..

]No

recuerdo que en años se ha

yan

defendido

en

mi presencia los derechos

de

la sociedad contra los

del individuo. Solo se podía ambicionar la precipitación

de

su desmo

ronamiento. Sin embargo, se encontraron dificultades

en

la práctica.

Si

se debía luchar para echar por tierra el edificio social, era preciso sacri

ficar el deseo del individuo a las necesidades

de

la revolución, la que

entonces se muestra como es, tm movimiento de naturaleza colectiva

que no puede exigir menos que el amo precedente, que debe incluso

exigir más que el antiguo amo.5

Los intelech1ales de esa generación se veían llevados

en

estas con

diciones a hacer

de

la realidad colectiva y de su sentido tma experien-

- éia-:iriesperéldél, m c l ú s o ~ o a s t < n i E e pesada::-Bahúlleaesfaca l a p a r a d o j ~

del intelech1al que, al querer afirmar estos derechos

del

individuo, se

encontraba teniendo que soportar tm amo aún más ávido.

Era preciso correlacionar esto explica con el agotamiento de las

posibilidades

de

tma cultura individualista, el movimiento

de

la poesía

que excedía con

su

ambición los límites del individuo cultivado, del

burgués distinguido, rico o pobre, que se encontraba forzado al aisla

miento

y

la distinción. El surrealismo fue tma determinación decisiva

que hizo del texto poético la expresión

de

elementos comunes semejan

tes a aquellos que revelan los versos.

Bataille muestra de este

modo

cómo en medio de tma crisis moral

nació el interés de la generación del período anterior a

la

guerra

por

las

_<:rea5_iones

colectivas,

QOr

el Otro colectivQ p.troducidQ en lQsmitQs_y: ________

las actividades religiosas, que manifiestan de entrada el lazo social. In-

dica qüe paradójicáriúmte a

partir

de ese momento,

mucho

tiempo des-

5. La

traducción siempre

es

nuestra. [N.

de

la T.]

4

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UNITED SYMPTOMS

pués de la muerte de Durkheim, toda una generación de intelectuales,

especialmente

de

jóvenes escritores salidos del surrealismo Caillois,

Leiris), comenzó a seguir las enseñanzas de Marcel Mauss, fascinados

por su obra.

Este texto

de

Bataille es notable

porque

precisa la importancia

que

el horizonte intelectual francés concede a la disciplina

de

la etnología

y el

lugar que

ocupó el

continuador

y

renovador de

Durkheim, Clau

de Lévi-Strauss. Atmque no desarrollaré este

ptmto

hoy, destaco este

texto del 46 de Bataille que nos instruye sobre las maneras en las que

se

sitúan

las figuras de la subjetividad

en

el relevo del

peso

ético

que

el Otro de la civilización hace recaer sobre sujetos apresados

en

tma

respuesta común

para

dar.

Vemos cómo esa generación del período anterior a

la

guerra respon

de a la cuestión y cómo en la posguerra aparece otra figura, muy distin

ta de esta subjetividad moderna, con la forma del alma bella,

en

la que

desde varios ptmtos de vista se dibuja bien el retrato del sartreano.

Los comités de ética generalizados

son

las figuras con las

que

la

subjetividad

de nuestra

época intenta

restaurar

el sentido moral del

Otro, mientras

que

nosotros somos contemporáneos de la fuga del sen

tido,

de

la paradoja

de

la confusión

de

goces y

de su

segregación,

su

aislamiento,

sin que

aparezca claramente la instancia decidida a hacer

se responsable

de

ella.

Hoy

solo presentaré tma

de

la serie

de

figuras contemporáneas: los

neokantianos, que

son

quienes más gustosamente dan lecciones y

quienes criticaron el estructuralismo porque al antmciar la muerte del

hombre produjo

tma generación

sin

espina dorsal, desorientada mo

ralmente, extraviada luego

de

la

pérdida del

frágil horizonte

de

la

ideología política. Se lanzaron muchas críticas violentas sobre el es

tructuralismo

en

Europa Francia, Alemania, España) y

en

los Estados

Unidos donde la condición moral

de

los

baby

boomers

sus

desviacio

nes como las del presidente Clinton), se

consideran tma

demostración

de lo

que

son capaces.

Los neokantianos están urgidos por restaurar el imperativo y sus

normas,

para que

después del Otro

de

la política el Otro de la moral en

cuentre su lugar. Y es preciso trabajar por cuatro

para

la instauración de

una

generación moral. El esfuerzo es grande

porque

se necesita, por un la

do, restablecer ese

buen

sujeto kantiano y por otro, encontrar el

punto

de

vista desde

donde puede

proferirse que debo actuar de

modo

tal

que

mi

acción sea válida en todos los casos. n efecto, segím planteaba La-

25

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRIC LAURENT

can en la página 746 de «Kant con Sade» para que la máxima dicte la ley

se necesita y basta «que ante la prueba de tal razón

pueda

retenerse co

mo universal por derecho lógico». Restablecer el todo no es fácil porque

se escurre y porque el relativismo cultural el debilitamiento de las na

ciones en general del modelo europeo de desarrollo económico en par

ticular y del consenso de la nación para terminar no hacen sencilla la co

sa.

La

dificultad reside en que el sujeto liberal perfectamente democrá

tico no supone un todo previo. El todo la comunidad solo surge al fi-

nal del debate democrático y no antes a priori. Ahora bien el imperati

vo

categórico solo vincula al sujeto a través del todo. Lacan precisa la di

ficultad

en

«Kant con Sade»: solo es posible aplicar el universal de la má

xima kantiana en democracia porque el hecho de que sea válido como

universal no significa que se imponga a todos. Pero la restauración del

neokantiano y la manera más o menos sutil con la que opera encuentra

un tope en el relativismo cultural otro nombre de la confusión de goces;

y está el problema de lo real en este imperativo. Deberemos examinar

los distintos modos en los que se intenta constihlir comunidades sufi

cientemente

s t b l e s ~

para enfrentar el goce del sujeto.

}ACQUES ALAIN MILLER: No

me esperaba tu desarrollo sobre el poli

teísmo la formidable solución politeísta: a cada problema su dios. Un

universo poblado

de

dioses y

de

goces locales y

no de

imperativos ..

Esto introduce

el

Otro

no

existe

que presentaba hace muchísimo tiem

po como nuestro momento habitual vivo urticante y también propul-

sor.

El

monoteísmo hace existir al Otro ya que si hay el

Nombre

del

Padre como indica Lacan en algün lado es

según

la tradición. Si hoy al

go del Otro falta cabe recordar los cultos de la Gran Madre y de la

multiplicidad de los dioses. Los militantes del monoteísmo dijeron

bastante sobre el mal

de

lo poli. Pienso en san Agustín y sus listas

de

La ciudad de Dios

donde

enumera los dioses mllitiples para cada oca

sión

de

la vida:

Lo quieres

lo tienes

como se ofrecen

hoy

los

productos

~ ~ dela-industria.

Falta agregar:quelos tres lugares de encuentro que re · -

cuerdas siempre estuvieron ligados a .una organización jerárquica.

ÉRIC LAURENT:

El politeísmo

para

no es una modalidad

del

Otro

que no existe. Esta modalidad centralizada que necesita intérpretes

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UNITED SYMPTOMS

para avanzar supone sin embargo la existencia del gran Pan. Y esto

implica que cuando se

dihmde

la

novedad:

El

mn

Pan

za

muerto

deja

de existir. Podemos no obstante retomar en la perspectiva del Otro que

no existe las pregtmtas clásicas: ¿existían los dioses de Epicuro? ¿qué

era ese diálogo en el que se convocaba al dios y se llegaba a conversar

con él? ¿creían en él o no? Se necesita una creencia fundamental. La

cuestión misma estaba limitada a esos círculos esas

bases

de

operación

que eran las sociedades filosóficas.

JACQUES ALAIN MILLER:

Otro punto.

Tu

introducción muestra que la

gran diferencia entre la llamada

subjetividad

moderna que menciona La-

can

en

1953 y el sujeto contemporáneo es la cuestión femenina. Lacan

puede

perfectamente abordar en esa fecha la actualidad de la subjetivi-

dad moderna presentarla situar el psicoanálisis en el contexto y no de-

cir una palabra sobre la posición especial de la mujer. Entre la subjetivi-

dad

moderna y el sujeto contemporáneo estalla la cuestión femenina. A

menudo

hablamos o por lo menos yo lo

hago

despectivamente del fe-

minismo ... Estos esfuerzos

por

elaborar identificaciones nuevas se hun-

dieron

en

la paradoja o demostraron cierta inconsistencia. Pero esta vez

lo mencioné al pasar respetuosamente. En esto se diferencia la época

contemporánea. Sería preciso saber si como hipótesis se pueden orde-

nar cierto número de síntomas de la civilización contemporánea

en

rela-

ción con este hecho central y

su

manera de difundirse.

¿Llamas neokantianos a los filósofos restauradores de lo universal?

Éruc

LAURENT:

Los restauradores si se quiere del deber imperativo

y de lo universal como única salida a la crisis moral.

JACQUES ALAIN MILLER: Restaurar hallar los

buenos

imperativos o

las buenas fórmulas del imperativo ... ¿Habermas es neokantiano? De

hecho es

una

búsqueda vana restaurar lo universal por la conversa-

ción. Si el Otro no existe ¿qué nos queda? Nos queda conversar como

hacemos aquí debatir y ponernos de acuerdo. Ahora bien para poner-

se

de

acuerdo

en

un

debate primero

hay

que llegar a

un

acuerdo so-

bre

sus reglas y debatir las reglas del debate es

un

debate. De aquí re-

gresión al infinito. ¿Cómo escapar

cuando

uno querría proscribir todo

significante amo lo

que

es muy importante

para

Habermas heredero

de la

gran

tradición democrática alemana? Tan pronto como siente que

en alguna parte se recurre al significante amo exclama: ¡Cuidado esto

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JACQUES-ALAIN MILLER Y ÉRJC LAURENT

puede

ondu ir n cosns

terribles Se considera heredero de la tradición

muversalista alemana

y

al

mismo tiempo, es el más norteamericano

--es decir, el más horizontal- de los alemanes.

Los norteamericanos empezaron a conversar con Habermas, lo to

man en serio y discuten con él la posibilidad del consenso, cuestión

esencial, atolladero de la cultura norteamericana: todas las identifica

ciones compiten. Luego, el alemán llega y dice: Todos

dis utirán con

to-

dos. Y los norteamericanos responden:

Pues

bien,

en nuestro

pnís, no

todo

el mundo

quiere

dis utir con todo

el

mundo. ¿Qué lzncemos? ¿Los obligmnos?

De allí,

t.m

diálogo.

No sé si se lo puede calificar de neokantiano.

Éru

LAURENT:

No desde esa óptica. No me refería a esa generación

de pensadores que mantienen su esfuerzo desde los años sesenta, sino

más

bien a los que defendieron la opinión contraria de todo lo que

ammciaba el estructuralismo, de la serie Foucault, Derrida, y los que

se dedicaron a eso en esa perspectiva.

Lo· sorprendente· es que con respecto a Habermas

durante

años los

norteamericanos (Putnam, Rorty, etcétera) fueron

prudentes

porque

~ n o tenían-una-filosofía.delas

i e n c i a s n m y ~ c l a r a _ N o ~ s e s a b í a m J J y J ; ¡ i ~ n

dónde

ubicaba él el real científico. Pero

hoy

se reencontraron en el de

bate para ubicar la cuestión del real de la ciencia, que ya no es

un

tor

mento. El

gran

tormento en la civilización es poder ret.mirse

en

el esta

do actual del Otro,

muy

rasgado, mientras que en los Estados Unidos

están

de

acuerdo sobre el

punto

en el que se encuentra el real científi

co. Hay un gran

consenso al respecto, pero,

en

las identificaciones,

un

gran

retroceso ...

JACQUES-ALAIN

MrLLER

Nuestro problema local, en Francia,

no

pa-

rece

aún

del todo atrapado en esa tormenta. La gran

r e g u p . ~ a

es si si

gue funcionando la asimilación francesa. ¿Acaso la escuela y la umver-

sidad fabrican el francés estándar? Cuando aparecen en alguna parte

muchachas con

un

velo sobre el rostro, a todo el mt.mdo le

da

un

pata-

tús. La cuestión de la identificación social sigue at m casi intacta en

F r anda srvemos su desencadenarrí.iento en los EstaoosurudoS. ·

Éru LAURENT: Incluso en Inglaterra, sorprendentemente, el

modo

de tratamiento es muy distinto.

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UNITED

SYMPTOMS

}ACQUES ALAIN

MILLER:

Es distinto porque allí es estrictamente co-

munitario. Los ingleses

que forman

h·ibu si me permiten

aceptan de

buen grado tratar con los vecinos de otras tribus. Pero no es la referen-

cia francesa.

Piensen en esa señora

llamada Gertrude

Himmelfarb

que

hizo

una bonita carrera:

primero commusta

muy trotskista muy

de

iz-

quierda es

hoy

tma antorcha del

neoconservadurismo

norteamerica-

no. Dedicó

un

gran estudio a la solución victoriana y piensa que esta

es la ética

apropiada para

el capitalismo. La gente debería estar lim-

pia

trabajar

mucho no

beber ahorrar ir a la Iglesia etcétera pero

por descuido se perdió esta ética. Propone entonces restaurarla sin te-

ner demasiado en cuenta que

el mercado capitalista

mismo

es

por

ex-

celencia el que

luzo

tabla

rasa de

ella. Himmelfarb es la

mujer

de Ir-

ving Kristol la madre de William Kristol. Por otra parte leí un repor-

taje en el que ambos dicen básicamente: De hecho hay

zm solo hombre

en

la familia: mamá Gertrude.

20

de

noviembre

de

1996