Miguel Hernandez

31
El fusil o la pluma. La participación de los intelectuales republicanos durante la guerra civil española. María del Socorro Guzmán Muñoz Una guerra es como un gran pie que se colocase bruscamente interrumpiendo la vida de un hormiguero María Teresa León En julio de 2006 se cumplirán setenta años del inicio de la guerra civil española, por lo que sin duda las editoriales españolas ya estarán preparando diversas ediciones de libros alusivos al tema así como reediciones de aquellos títulos considerados indispensables sobre este importante acontecimiento en la historia de España. Esta guerra (1936-1939) es ejemplo de cómo un evento extra literario puede afectar de una manera tan directa y contundente a las letras y a la cultura de un país, ya que generó, por una parte, la desbordante creación -sobre todo de poesía- durante los casi tres años que duró y, por otra, llevó al exilio a miles de españoles, muchos de los cuales llegaron a México para continuar -en algunos casos- con su obra literaria y, en otros, para descubrirse escritores aquí. Los intelectuales y la República Se ha dicho que la República española fue una república de intelectuales, de ahí que un alto número de ellos haya salido al exilio. Su último Presidente, Manuel Azaña, “un escritor perdido en la política”, como dijera Arturo Souto, fue secretario -de 1913 a 1920- del Ateneo de Madrid, centro de actividades culturales y políticas de tendencia liberal, y desde 1930 fue su presidente. Juan Negrín, el último Jefe de Gobierno, era un profesor de fisiología de renombre internacional. Las Cortes de 1931 incluían a un grupo de intelectuales sin partido que deseaban colaborar en la construcción de una nueva España: el filósofo Ortega y Gasset, los escritores Miguel de Unamuno y Ramón Pérez de Ayala, entre otros. La representación socialista contaba con

description

biografía, poemas, guerra civil española

Transcript of Miguel Hernandez

El fusil o la pluma. La participacin de los intelectuales republicanos durante la guerra civil espaola. Mara del Socorro Guzmn Muoz Una guerra es como un gran pie que se colocase bruscamente interrumpiendo la vida de un hormiguero Mara Teresa Len En julio de 2006 se cumplirn setenta aos del inicio de la guerra civil espaola, por lo que sin duda las editoriales espaolas ya estarn preparando diversas ediciones de libros alusivos al tema as como reediciones de aquellos ttulos considerados indispensables sobre este importante acontecimiento en la historia de Espaa. Esta guerra (1936-1939) es ejemplo de cmo un evento extra literario puede afectar de una manera tan directa y contundente a las letras y a la cultura de un pas, ya que gener, por una parte, la desbordante creacin -sobre todo de poesa- durante los casi tres aos que dur y, por otra, llev al exilio a miles de espaoles, muchos de los cuales llegaron a Mxico para continuar -en algunos casos- con su obra literaria y, en otros, para descubrirse escritores aqu. Los intelectuales y la Repblica Se ha dicho que la Repblica espaola fue una repblica de intelectuales, de ah que un alto nmero de ellos haya salido al exilio. Su ltimo Presidente, Manuel Azaa, un escritor perdido en la poltica, como dijera Arturo Souto, fue secretario -de 1913 a 1920- del Ateneo de Madrid, centro de actividades culturales y polticas de tendencia liberal, y desde 1930 fue su presidente. Juan Negrn, el ltimo Jefe de Gobierno, era un profesor de fisiologa de renombre internacional.Las Cortes de 1931 incluan a un grupo de intelectuales sin partido que deseaban colaborar en la construccin de una nueva Espaa: el filsofo Ortega y Gasset, los escritores Miguel de Unamuno y Ramn Prez de Ayala, entre otros. La representacin socialista contaba con algunos de los universitarios de ms prestigio, como Jimnez de Asa, Julin Besteiro y Juan Negrn.Para diciembre de ese ao, Ortega y Unamuno haban perdido su entusiasmo inicial por la Repblica. La situacin a finales de 1931, Gabriel Jackson la resume as: el Gobierno de Azaa poda contar con el apoyo de los republicanos liberales y los socialistas, la oposicin de monrquicos y catlicos, la hostilidad de los anarquistas y la desilusin de destacados intelectuales. (1985:67) La Alianza de intelectuales antifascistasA pesar de todo, al estallar la guerra civil -el 17 de julio de 1936- la gran mayora de los intelectuales espaoles -algunos de ellos comprometidos ms con la cultura que con un partido- se incorporaron a la faccin republicana. Dice Rafael Alberti, La guerra, despus, nos junt casi a todos en la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Y luego, el exilio nos dispers. (2002: 75). Sobre esta Alianza y su revista, Mara Zambrano recuerdaEn los das del diez y siete al veinte de julio muchos muchachos de profesin intelectual, sintindose ante todo hombres, marcharon a combatir al frente... Pasado tambin el primer momento... el intelectual record su oficio pensando que la guerra no deba despojarle de esta su condicin, que deba, por el contrario, afinar y pulir como un arma ms en servicio de la causa comn... Se senta la intelectualidad como un oficio [...] cualquiera que tena su funcin y su utilidad social. La inteligencia tena que ser tambin combatiente. Y naci El Mono Azul publicado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas, la inteligencia visti este traje sencillo de la guerra, este uniforme espontneo del ejrcito popular. (Caudet, 1975:22) Siguiendo los recuerdos de Alberti, la Alianza era un jubileo de pintores, actores, periodistas, poetas, escritores, polticos, tanto espaoles como extranjeros. No debo olvidar, en ningn momento, la presencia de Csar Vallejo, Vicente Huidobro y la de Neruda, que an era cnsul de Chile en Madrid, o Ernest Hemingway. (2002:103) Los poetas-soldadosLa solidaridad de los intelectuales con el ejrcito republicano muchas veces lleg hasta el frente, a donde iban camiones con un altavoz por el cual los soldados escuchaban a Miguel Hernndez, a Jos Herrera Petere, a Pedro Garfias o a algn otro integrante del grupo encabezado por Rafael Alberti. Mara Teresa Len y Jos Bergamn, principales organizadores del movimiento intelectual antifascista, que pusieron su arte al servicio del pueblo desde el inicio del conflicto.Algunos se incorporaron al ejrcito republicano y lucharon en el frente; otros, por razones de edad o de salud, defendieron la causa escribiendo; algunos otros, lo hicieron con el fusil y la pluma, como Miguel Hernndez, quien para muchos, Alberti entre ellos, es el mejor y ms autntico poeta de la guerra, que viva a cada momento aquellos versos suyos Mujer, mujer te quiero cercado por las balas / ansiado por el plomo. Entre los segundos destaca el poeta Antonio Machado[1], quien evacuado a Valencia -en noviembre de 1936- escribi: Soy viejo y enfermo: viejo, porque paso de los sesenta, que son muchos aos para un espaol, enfermo, porque las vsceras ms importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente sus funciones [...] De todos modos, aqu me tiene usted al lado de la Espaa joven y sana, de todo corazn al lado del pueblo, de todo corazn tambin en frente de esas fuerzas negras-y tan negras! [...] En Espaa, lo mejor es el pueblo. Por eso la abnegada defensa en Madrid, que ha asombrado al mundo, a m me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los seoritos invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. (Arana, 1977:5) Un ao despus, en noviembre de 1937, escribi para el Socorro Rojo un llamado a la solidaridad con los combatientes que estaban en el frente: Sobre nuestra Espaa, traicionada y vendida, pesa la guerra con todos sus horrores y todas sus crueldades, hace ya quince meses, y pronto, por segunda vez, vendr el invierno con sus escarchas, sus nieves y sus ventiscas a aterecer el cuerpo de nuestros luchadores; llegar, implacable, a los hogares humildes donde los viejos, las mujeres y los nios aguardarn, llenos de angustia y de esperanza el retorno del soldado querido, del hroe ausente, que no siempre puede volver [...] Razn tiene mi buen amigo Pedro Garfias, poeta y soldado, noble capitn de su lrica al no querer cantar, melanclicamente a las hojas secas que barre el viento de noviembre; porque no vivimos horas de melancola sino de sangre, y porque los vientos de hoy se llevan mucho ms que el follaje amarillo: arrastran tambin las ramas ms floridas del rbol humano [...] Mantas, cobertores, bufandas y pasamontaas, abrigos para los que luchan! Esto pide hoy el poeta en sus romances, estoy pide el Socorro Rojo de Espaa y esto pedimos todos. Porque el invierno viene y hay que ayudar a nuestros hermanos [....] (Barckhausen-Canale, 1992: 309-310) Al inicio de la guerra varios de los intelectuales, al igual que miles de espaoles, pidieron asilo en alguna embajada, pero los ms compartieron la suerte del Gobierno republicano, y en noviembre de 1936 se trasladaron con l a Valencia, donde se les instal en la Casa de la Cultura. Despus, con el Gobierno, se iran a Barcelona. Las bombas y el arte Indudablemente la relacin arte-guerra civil espaola nos trae a la mente el Guernica, monumental obra de Pablo Picasso inspirada en los bombardeos a la ciudad vasca que da nombre al cuadro, realizado en 1937 por encargo del gobierno republicano para el pabelln espaol de la exposicin internacional de Pars. El Guernica refleja con dramatismo el horror de la guerra y aparecen en l algunos de los smbolos ms queridos de su autor, tan espaoles, el caballo y el toro. Pero la relacin de la pintura con la guerra no se limita a ese cuadro, ya que los bombardeos eran una seria amenaza para las obras de arte, por lo que los archiveros y bibliotecarios de la capital tomaron la iniciativa de salvarlas. Imprimieron folletos ilustrados en donde explicaban a la gente el valor de los objetos entre los cuales viva en los palacios que eran usados como refugios y , siempre que era posible, los llevaban al Museo del Prado. Pero el Museo del Prado cerr sus puertas al pblico a partir de los primeros bombardeos de Madrid por la aviacin franquista, cuyas bombas lo haban alcanzado, cayendo precisamente algunas en la sala de Velzquez, aunque la gran mayora de las obras ya haban sido evacuadas a los stanos, no muy profundos, del museo, que comenz a ser la gran preocupacin del Gobierno, de todo el Madrid intelectual y artstico que amaba y se enorgulleca de poseer una de las pinacotecas ms ricas y asombrosas del mundo. (Alberti, 2002: 98) Posteriormente, las obras de este museo seran transportadas a Ginebra. Hubo una preocupacin especial por dos cuadros insignes y universales de este museo, a decir de Alberti: Carlos V en la batalla de Mhlberg, de Tiziano y Las Meninas de Velzquez. Aos despus, Fernando Gamboa dira en una entrevista que en Valencia vio pasar, bajo las bombas, los treinta camiones que llevaban fuera de Espaa las obras de arte. En todos los rostros de los conductores, motociclistas y hombres a pie, era visible la conciencia de su importante misin.Se decidi trasladar El Prado despus de que cay una bomba incendiaria en la techumbre. Fue muy emocionante porque era salvaguardar la cultura. Iban inflamados por la frase profunda, [...] de don Manuel Azaa: El Museo del Prado vale ms que la Repblica y la Monarqua juntas. (Alvira, 1983: 884) El Segundo Congreso Internacional de Escritores AntifascistasEn julio de 1937, a un ao de haberse iniciado el conflicto, se realiz el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, el cual recuerda Stephen Spender como una especie de feria ambulante, ya que se inaugur en Valencia, despus se traslad a Madrid y luego a Barcelona, para concluir en Pars. Entre los asistentes hubo algunos intelectuales mexicanos pertenecientes a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y algunos otros que iban de manera independiente. El joven Octavio Paz fue invitado por Pablo Neruda tras haber publicado al inicio de la guerra su poema No pasarn!. Algunos otros, a quienes Elena Garro llama espontneos se unieron al grupo: Silvestre Revueltas, Mara Luisa Vera y ella misma.[2]Otras de las figuras que asistieron a este evento, y que coincidieron en alguna de sus sedes, fueron: Nicols Guilln, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Rafael Alberti, Andr Malraux, David Alfaro Siqueiros -que integraba la brigada mexicana- Alejo Carpentier, Ernest Hemingway, Rodolfo Usigli, Jos Bergamn, Tristan Tzara, Miguel Hernndez, Len Tolstoi y otros.[3] Juan Gil-Albert recuerda la llegada de la delegacin mexicana [...] Entre la infame turba mexicana -pastoreada por el radical Mancisidor, suavizada por el cuentista Juan de la Cabada, embriagada por el estruendo del msico Silvestre Revueltas, decorada por el pintor Jos Chvez Morado, cantada en bajo profundo por Pellicer, vigilada por el musegrafo Fernando Gamboa-, los jvenes de Hora de Espaa eligen naturalmente a Paz, figura en que se centr nuestra preferencia, como recordara Gil-Albert aos ms tarde, asombrado de que siendo Paz tan afn y tan diferente a los suyos [los mexicanos], les perteneciera a ellos y no a nosotros. (Sheridan, 1995: 290) Con motivo de este evento, se public el volumen antolgico Poetas en la Espaa leal, en el cual se incluyeron versos de Antonio Machado, Rafael Alberti, Miguel Hernndez, Len Felipe, Moreno Villa y otros, a quienes, como dice Luis Cernuda, si por fatal destino no les salva su talento, [...] tal vez les salve en la memoria futura el recuerdo de la tempestad a travs de la cual se alzaron sus voces, asombradas unas y otras confundidas.(Cernuda, 1975:269-270) Stephen Spender dice que en algunos libros de memorias de esta poca aparecen a veces comentarios negativos acerca de este Congreso, sobre todo de personas que estaban al frente. Agrega que exista durante la segunda Guerra Mundial, un trmino en ingls, Swanning, o sea el paseo de los cisnes, que significaba que mientras caan las bombas los artistas entraban para ser admirados y luego desaparecan para asistir a banquetes (Berger, 1978:50). A pesar de estos comentarios, no dej de reconocerse el apoyo que para el Gobierno de Valencia signific la presencia de los congresistas. Recordando a Federico Garca Lorca Tambin en 1937, en agosto, se organizaron diversos eventos con motivo del primer aniversario del asesinato del poeta y dramaturgo Federico Garca Lorca, Mara Teresa Len recuerda uno en especial en el cual: Rafael daba una conferencia., se cantaban las canciones que Federico armoniz, se le recordaba porque lo haban asesinado en Granada los que asediaban Madrid. En Madrid representamos, en el saln de la Alianza de Intelectuales, el Amor de Don Perlimpln con Belisa en su jardn. Era nuestra manera de que nadie olvidase el crimen. (2001: 43)Asimismo se recopilaron poemas para integrar el Romancero de la guerra de Espaa, publicado ese mismo ao, ilustrado y dedicado a la memoria de Garca Lorca. La respuesta a esta convocatoria fue abrumadora, se reunieron 900 romances, de los cuales Emilio Prados eligi 302 que integraron el libro, figurando el nombre de 83 poetas y dieciocho trabajos annimos. (Blanco, 1984:21) La mujer y el teatro en tiempos de guerraLa presencia femenina la encontramos en cada una de las etapas de la guerra[4] y sin duda, una de las mujeres que particip de una manera ms activa y decidida por la causa republicana fue la ya mencionada, Mara Teresa Len, quien en sus Memorias de la melancola recuerda cmo tambin la actividad teatral se vio afectada por la guerra y cmo el teatro, fue al frente: Si a algo estoy encadenada es al grupo que se llam Guerrillas del Teatro del Ejrcito del Centro. [...] La guerra nos haba obligado a cerrar el gran teatro de la Zarzuela y tambin la guerra convertido a los actores en soldados. Este llamamiento a las armas nos hizo tomar una resolucin y la tomamos. Por qu no ir hasta la lnea de fuego con nuestro teatro? As lo hicimos. Santiago Ontan, Jess Garca Leoz, Edmundo Barbero y yo nos encontramos dentro de una aventura nueva. Participaramos en la epopeya del pueblo espaol desde nuestro ngulo de combatientes. (2001: 41) La fuerza de la poesa Hemos dicho ya que fue en la poesa donde se manifest de una manera ms abundante la produccin literaria de los simpatizantes de la Repblica. A lo largo de los tres aos de la guerra civil surgen publicaciones que incluan composiciones de escritores reconocidos, al lado de nombres nuevos y colaboraciones annimas. El comandante Enrique Lster (Blanco, 1984:19) en sus memorias lo dice de una manera muy clara y sincera: Yo, que no entiendo nada de potica, les estoy profundamente agradecido a los poetas por el importante papel que la poesa ha desempeado durante la guerra... Una buen poesa era para m como varias horas de discursos resumidos en unos pocos minutos. He podido comprobar muchas veces que una poesa capaz de llegar al corazn de los soldados vala ms que diez largos discursos. Es tal la fuerza de la poesa para desarrollar o cantar el herosmo, que los peridicos y revistas de las unidades militares estaban llenas de poesas hechas por los propios combatientes... El 30 de noviembre de 1936 apareci el primer Romancero de la guerra civil, con 35 composiciones, tanto de escritores consagrados como de espontneos cantores populares. Esta poesa de urgencia se convirti en el cauce preferido del pueblo, quien eligi para expresarse el romance, al cantar y narrar la epopeya de la guerra en las ocho slabas simples, puras, tradicionales de nuestro romance popular. (Santoja, 1984:5)Otro testimonio de cmo la guerra propici una comunin entre pueblo y poetas, lo encontramos en las memorias del destacado militar Antonio Cordn, quien recuerda que en un mitin espontneo tras los bombardeos areos a la poblacin civil de Andujar, en abril de 1937,Alguien pidi que, como final, se recitase una poesa de Garfias, una sola, pues, deca, el auditorio est formado en su mayora por campesinos que no entienden mucho de esas cosas y no hay que cansarlos. Pero fue tal el entusiasmo que levant la poesa que el pblico pidi otra, y otra... Y vaya si entendan los campesinos y la gente sencilla las poesas que hablaban de cosas que les llegaban al alma! Nuestra guerra puede atestiguar el enorme poder movilizador de voluntades, esfuerzos y herosmos que tiene la poesa. (1977:275-276)Las revistasAl estallar la guerra civil, en julio de 1936, Espaa gozaba de una activa y ascendente vida cultural. En literatura, debido sobre todo a la llamada Generacin del 27, se empezaba ya a hablar de un Siglo de Plata de la letras espaolas. En el aspecto de las publicaciones, el verano de 1936 marc el inicio de la guerra y el fin de las revistas en las que autores de varias generaciones escriban, como Revista de Occidente (1923- julio de 1936), Cruz y Raya (1933-junio de 1936), Tierra firme (1935-julio de 1936), Leviatn (1934-julio de 1936), Caballo Verde para la poesa (1935-julio de 1936) y otras.La sorpresiva sublevacin que hizo tomar partido a los intelectuales, poco despus los llev a publicar revistas y peridicos, adems de volantes, los cuales llegaban a las trincheras conteniendo material en prosa y en verso. Algunas de estas publicaciones slo tuvieron un nmero, como fue el caso de la revista El buque rojo, cuyo nico nmero, hasta donde sabemos, apareci el 1 de diciembre de 1936. En Estampa (Madrid, 26 de septiembre de 1936) apareci el artculos Peridicos del frente, de Eduardo de Ontan, el cual hablaba de la labor realizada por los intelectuales, cuyos trabajos se publicaban junto a los de los poetas espontneos. Armas y letras (1937), fue el representativo ttulo de una de las revistas de las Milicias de la Cultura, subvencionada por el Ministerio de Instruccin Pblica. Otra publicacin, que ya hemos mencionado, fue El Mono Azul , fundada en agosto de 1936 por la Alianza de Intelectuales Antifascistas, la cual no pretenda ser la revista de esta Alianza, sino una hoja volandera que quiere llevar a los frentes y traer de ellos el sentido claro, vivaz y fuerte de nuestra lucha antifascista... (Caudet, 1975:22-23) Por varias razones, la ms importante de las publicaciones surgidas tras el inicio de la guerra fue Hora de Espaa, fundada en Valencia a finales de 1936, por Rafael Dieste, Antonio Snchez Barbudo, Ramn Gaya y Juan Gil-Albert. A ellos se unieron en la redaccin, a mediados de 1937, Mara Zambrano y Arturo Serrano Plaja. A pesar de las circunstancias por las que atravesaba el pas, esta revista logr una continuidad de veintitrs nmeros. Los doce primeros -correspondientes a 1937- se publicaron en Valencia y los once restantes aparecieron en Barcelona, al ao siguiente.Esta revista no naci -como otras lo hicieron- de manera inmediata tras el inicio de la guerra, sino algunos meses despus. El valor potico del material incluido en Hora de Espaa es reconocido y se considera el ms impresionante que se public durante los aos de guerra. Una vez terminado el conflicto, Waldo Frank escribi en The Nation: Hora de Espaa fue en mi opinin el mayor esfuerzo literario nacido de una guerra, y prueba de que la lucha de Espaa contra la traicin del mundo dio nacimiento a una cultura que no debe morir. (Caudet, 1975:26)Se le ha tachado de ser la revista de la alta intelectualidad espaola, porque casi todos sus colaboradores eran ya reconocidos: Antonio Machado, Luis Cernuda, Mara Zambrano, Dmaso Alonso, Csar Vallejo, Octavio Paz, entre otros, y porque no inclua poemas annimos ni de poetas espontneos, como hacan otras revistas de la poca. Los libros En cuanto a los libros, la guerra contribuy a que el pueblo espaol se entregara a la lectura. Sobre esta paradoja, Eduardo de Ontan, a su llegada a Mxico, en una entrevista concedida a El Nacional, publicada el 26 de junio de 1939, dijo: Las obras de Baroja, y de otros muchos, que se editaban en cifras de 5,000, sbitamente aumentaron hasta el cudruplo, por obvia razn: la juventud hispana, sumida en las trincheras, tena ya dinero con que comprar los libros de su agrado, y El Romancero de Garca Lorca, por ejemplo, sobrepas la cifra de 80,000.Un caso asombroso y desconocido en Espaa. El libro fue el compaero inseparable del fusil, y al estallido rojo de las granadas subversivas, muchos campesinos espaoles aprendieron a leer y muchas inteligencias dormidas despertaron en una ansia de aprender. Los soldados tambin hicieron labor editorial. A finales de 1936, el Quinto Regimiento lanz la coleccin Documentos histricos, que inclua libros de prosa, poesa y teatro. Rafael Alberti recuerda que en el Madrid asediado se public la novela Cumbres de Extremadura, de Jos Herrera Petere. En 1939, el Comisariado del Ejrcito del Este, a cargo de Manuel Altolaguirre, public el libro de Neruda Espaa en el corazn, del que dicen que hasta el papel fue hecho por los soldados y una primera edicin de Espaa, aparta de mi este cliz de Csar Vallejo, estaba a punto de ser publicada cuando cay Catalua. BIBLIOGRAFAALBERTI, Rafael (2002), La arboleda perdida, 2. Tercero y cuarto libros (1931-1987),Madrid: Alianza Editorial.ALFARO Siqueiros, David ((1986), Me llamaban el Coronelazo, Mxico: Grijalbo.ALVIRA, Montserrat (1983), Retrospectiva del exilio en El exilio espaol en Mxico,1939-1982, Mxico: FCE-Salvat, pp. 879-885.ARANA, Jos Ramon (1977), Antonio Machado, Vida Universitaria, Monterrey,Mxico, pp. 5 y 11.BARCKHAUSEN-CANALE, Christiane (1992), Verdad y leyenda de Tina Modotti,Mxico: Diana.BERGER, Vctor (1978), Stephen Spender y la guerra civil espaola, Vuelta, Mxico,nm. 19, pp. 49-50.BLANCO Aguinaga Carlos, Julio Rodrguez Purtolas e Iris M. Zavala (1984), Historiasocial de la literatura espaola (en lengua castellana) III, Madrid: Castalia.CAUDET, Francisco, Introduccin en Hora de Espaa (Antologa), Madrid: Turner,pp. 9-49.CERCAS, Javier (2003), Soldados de Salamina, Barcelona: Tusquets.CERNUDA, Luis (1975), Poetas en la Espaa leal en Hora de Espaa (Antologa),Madrid: Turner, pp. 266-270.CORDN, Antonio (1977), Trayectoria. Memorias de un militar republicano, Barcelona: Crtica.GARRO, Elena (1992), Memorias de Espaa 1937, Mxico: Siglo XXI.JACKSON, Gabriel (1985), La Repblica espaola y la guerra civil (1931-1939),Barcelona: Orbis. LEN, Mara Teresa (2001), Memoria de la melancola, La Habana: Casa EditorialAbril.NASH, Mary (1999), Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil, Madrid: Taurus.NERUDA, Pablo (1980), Confieso que he vivido .Memorias, Barcelona: Seix Barral.SANTONJA, Gonzalo, ed. (1984), Romancero de la guerra civil espaola, Madrid: VisorLibros.SHERIDAN, Guillermo (1995), Hora de Taller. Taller de Espaa en Poesa y exilio. Lospoetas del exilio espaol en Mxico, Mxico: El Colegio de Mxico, pp. 287-299. Miguel HernndezEn Orihuela, un pequeo pueblo del Levante espaol, rodeada del oasis exuberante de la huerta del Segura, naci Miguel Hernndez el 30 de octubre de 1910. Hijo de un contratante de ganado, su niez y adolescencia transcurren por la aireada y luminosa sierra oriolana tras un pequeo hato de cabras. En medio de la naturaleza contempla maravillado sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, las propiedades de diversas hierbas, los ritos de la fecundacin de los animales. Por las tardes ordea las cabras y se dedica a repartir la leche por el vecindario. Slo el breve parntesis de unos aos interrumpe esta vidad para asistir a la Escuela del Ave Mara, anexa al Colegio de Santo Domingo, donde estudia gramtica, aritmtica, geografa y religin, descollando por su extraordinario talento. En 1925, a los quince aos de edad, tiene que abandonar el colegio para volver a conducir cabras por las cercanas de Orihuela. Pero sabe embellecer esta vida montona con la lectura de numerosos libros de Gabriel y Galn, Mir, Zorrilla, Rubn Dario, que caen en sus manos y depositan en su espritu vido el germen de la poesa. A veces se pone escribir sencillos versos a la sombra de un rbol realizando sus primeros experimentos poticos. Al atardecer merodea por el vecindario conociendo a Ramn y Gabriel Sij y a los hermanos Fenoll, cuya panadera se convierte en tertulia del pequeo grupo de aficionados a las letras. Ramn Sij, joven estudiante de derecho en la universidad de Murcia, le orienta en sus lectura, le gua hacia los clsicos y la poesa religiosa, le corrige y le alienta a proseguir su actividad creadora. El mundo de sus lecturas se ampla. El joven pastor va llevando a cabo un maravilloso esfuerzo de autoeducacin con libros que consigue en la biblioteca del Crculo de Bellas Artes. Don Luis Almarcha, cannigo entonces de la catedral, le orienta en sus lecturas y le presta tambin libros. Poco a poco ir leyendo a los grandes autores del Siglo de Oro: Cervantes, Lope, Caldern, Gngora y Garcilaso, junto con algunos autores modernos como Juan Ramn y Antonio Machado. En el horno de Efn Fenoll, que est muy cerca de su casa, pasa largas horas en agradable tertulia discutiendo de poesa, recitando versos y recibiendo preciosas sugerencias del culto Ramn Sij que acude all a visitar a su novia Josefina Fenoll. Desde 1930 Miguel Hernndez comienza a publicar poemas en el semanario El Pueblo de Orihuela y el diario El Da de Alicante. Su nombre comienza a sonar en revistas y diarios levantinos.Primer viaje a Madrid y Perito en lunasPosedo por la fiebre de la fama, en diciembre de 1931 se lanza a la conquista de Madrid con un puado de poemas y unas recomendaciones que al fin de nada le sirven. Aunque un par de revistas literarias, La Gaceta Literaria y Estampa, acusan su presencia en la capital y piden un empleo o apoyo oficial para el "cabrero-poeta", las semanas pasan y, a pesar de la abnegada ayuda de un puado de amigos oriolanos, tiene que volverse fracasado a Orihuela. Pero al menos ha podido tomarle el pulso a los gustos literarios de la capital que le inspiran su libro neogongorino Perito en lunas (1933), extraordinario ejercicio de lucha tenaz con la palabra y la sintaxis, muestra de una invencible voluntad de estilo. Tras este esfuerzo el poeta ya est forjado y ha logrado hacer de la lengua un instrumento maleable. En Orihuela contina sus intensas lecturas y sigue escribiendo poesa. Tambin sus amigos le preparan alguna actuacin en pblico. En el Casino de Orihuela recita y explica su "Elega media del toro". Otra vez, en abril de 1933, es en Alicante donde interpreta la misma elega despus de una docta charla de Ramn Sij sobre Perito en lunas. La prensa local se hace eco del acontecimiento literario alimentando en el joven poeta el ansia y sed de celebridad.Segundo viaje a MadridUn da, al salir de su trabajo, en una notara de Orihuela, conoce a Josefina Manresa y se enamora de ella. Sus vivencias van hallando formulacin lrica en una serie de sonetos que desembocarn en El rayo que no cesa (1936). Las lecturas de Caldern le inspiran su auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, que, publicado por Cruz y raya, le abrir las puertas de Madrid a su segunda llegada en la primavera de 1934. All se mantiene con un empleo que le ofrece Jos Mara de Cosso para recoger datos y redactar historias de toreros. En Madrid su correspondencia amorosa no se interrumpe y la frecuente soledad inevitable en la gran ciudad le hace sentir nostalgia por la paz e intimidad de su Orihuela. Las cartas abundan en quejas sobre la pensin, rencillas de escritores, intrigas, el ruido y el trfico. As es que en cuanto le es posible vuelve a su pueblo para charlar con los amigos, comer fruta a satisfaccin y baarse en el ro. Aunque lentamente, va crendose en Madrid su crculo de amigos: Altolaguirre, Alberti, Cernuda, Delia del Carril, Mara Zambrano, Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Entre ellos trata de vender algunos nmeros de la revista El Gallo Crisis, recin fundada por Ramn Sij, pero tienen que constatar que sta no gusta a muchos de sus nuevos amigos. Neruda se lo confiesa abiertamente: "Querido Miguel, siento decirte que no me gusta El Gallo Crisis. Le hallo demasiado olor a iglesia, ahogado en incienso". Ramn Sij teme perder a su gran amigo para sus ideales neocatlicos, pero pronto tienen que constatar que el ambiente de Madrid puede ms que los ecos de la lejana Orihuela. Pablo Neruda insiste en sus ingeniosos sarcasmos anticlericales: "Celebro que no te hayas peleado con El Gallo Crisis pero esto te sobrevendr a la larga. T eres demasiado sano para soportar ese tufo sotnico-satnico". Si Ramn Sij y los amigos de Orihuela le llevaron a su orientacin clasicista, a la poesa religiosa y al teatro sacro, Neruda y Aleixandre lo iniciaron en el surrealismo y le sugirieron, de palabra o con el ejemplo, las formas poticas revolucionarias y la poesa comprometida, influyendo, sobre todo Neruda y Alberti, en la ideologa social y poltica del joven poeta provinciano. Superada esta crisi, Miguel Hernndez es ya un poeta hecho y comienza a crear lo ms logrado y genial de su obra.La Guerra CivilEl estallido de la Guerra Civil en julio de 1936 le obliga a tomar una decisin. Miguel Hernndez, sin dar lugar a dudas, la toma con entereza y entusiasmo por la Repblica. No solamente entrega toda su persona, sino que tambin su creacin lrica se trueca en arma de denuncia, testimonio, instrumento de lucha ya entusiasta, ya silenciosa y desesperada. Como voluntario se incorpora al 5 Regimiento, despus de un viaje a Orihuela a despedirse de los suyos. Se le enva a hacer fortificaciones en Cubas, cerca de Madrid. Emilio Prados logra que se le traslade a la 1 Compaa del Cuartel General de Caballera como Comisario de Cultura del Batalln de El Campesino. Va pasando por diversos frentes: Boadilla del Monte, Pozuelo, Alcal. En plena guerra logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos das tiene que marchar al frente de Jan. Es una vida agitadsima de continuos viajes y actividad literaria. Todo esto y la tensin de la guerra le ocasionan una anemia cerebral aguda que le obliga por prescripcin mdica a retirarse a Cox para reponerse. Varias obritas de Teatro en la guerra y dos libros de poemas que han quedado como testimonio vigoroso de este momento blico: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939).El poeta en la crcelEn la primavera de 1939, ante la desbandada general del frente republicano, Miguel Hernndez intenta cruzar la frontera portuguesa y es devuelto a las autoridades espaolas. As comienza su larga peregrinacin por crceles: Sevilla, Madrid. Difcil imaginarnos la vida en las prisiones en los meses posteriores a la guerra. Inesperadamente, a mediados de septiembre de 1939, es puesto en libertad. Fatdicamente, arrastrado por el amor a los suyos, se dirige a Orihuela, donde es encarcelado de nuevo en el seminario de San Miguel, convertido en prisin. El poeta -como dice lleno de amargura- sigue "haciendo turismo" por las crceles de Madrid, Ocaa, Alicante, hasta que en su indefenso organismo se declara una "tuberculosis pulmonar aguda" que se extiende a ambos pulmones, alcanzando proporciones tan alarmantes que hasta el intento de trasladarlo al Sanatorio Penitenciario de Porta Coeli resulta imposible. Entre dolores acerbos, hemorragias agudas, golpes de tos, Miguel Hernndez se va consumiendo inexorablemente. El 28 de marzo de 1942 expira a los treinta y un aos de edad."Porque, no slo se asesinan los hombres en el Extremo Este, como cantaba el gran Rubn Daro (mucho ms grande que todo cuanto se ha dicho de l), sino que tambin, en el Extremo Oeste se est ensayando con el ms vil asesinato de un pueblo que registran los siglos () "INTRODUCCIN AL TEMAEs relevante conocer de qu modo se instaura el pensamiento esperanzado de dos poetas luchadores, Antonio Machado (1875-1939) y Miguel Hernndez (1910-1942), en el campo literario y cmo la temtica subyacente en sus poemas tienen plena vigencia en el mundo actual.Este trabajo pondr en contacto las ideologas de ambos escritores que, mediante sus poemas, gestaron la posibilidad de un mundo diferente durante la Guerra "Civil" Espaola (de qu modo una guerra puede ser "civil"?). La posicin ideolgica de estos poetas "marc caminos" y "gui a otros" a travs de sus letras, generando "nuevas conciencias" en la sociedad, lo cual no ha sido una empresa menor.Pero, qu tienen en comn estos autores tan dispares en pocas generacionales como en estilos literarios? Pues varias cosas: su entereza, su humanidad admirable, pusieron su intelecto al servicio de la, mal denominada, "Guerra Civil" Espaola y compartieron el mismo destino trgico debido a sus poemas.Tradicionalmente, las "literaturas espaolas" encasillan la labor machadiana en la Generacin del 98 mientras consideran que la obra de Miguel Hernndez posee caractersticas de la Generacin del 36; no obstante, surgieron ciertas controversias pues muchos autores (entre ellos, Dmaso Alonso) han comprobado mayor afinidad del escritor alicantino con la Generacin del 27. Si bien en las "literaturas espaolas", estos autores se estudian generalmente por separado, me dispongo a hacer una elipsis temporal puesto que analizar la unidad de espritu que encuentro en ambos escritores al enarbolar la bandera de los valores humanos.Antonio Machado y Miguel Hernndez, son dos referentes obligados en la historia de la Literatura Espaola que estuvieron comprometidos con la historia de su pas. Sus poemas perduraron por sus singulares caractersticas estilsticas, pero ideolgicamente se destaca la bsqueda de un "hombre nuevo", pues ambos escritores apuestan a un futuro mejor.Pero cul ha sido el haz de luz que me llev a ampliar mis lecturas sobre estos poetas?La profesora Graciela Ballestrino, en las clases de la ctedra de "Literatura Espaola" expres sobre Antonio Machado que "escribi poesas para todos" y sobre la poesa de Miguel Hernndez dijo que fue un "arma de guerra" agregando que durante la Guerra Civil Espaola, la literatura cumpli un "rol social". Por lo tanto, pretendo rescatar este carcter "colectivo" aderezado con "races populares". En efecto, la obra potica con la cual trabajar se restringe a los poemas escritos en el marco de la Guerra Civil Espaola e intentando esbozar algunas caractersticas particulares del pensamiento ideolgico de ambos poetas, tratar especficamente el punto de vista socio-crtico.I. CONTEXTO HISTRICO: "Guerra tras Guerra"La Guerra Civil Espaola comenz con una sublevacin militar en Julio del ao 1936, caracterizada por un gran antagonismo ideolgico en el que se reflejaban las luchas de clases, y culmin en Abril del ao 1939 con la instalacin de un rgimen ditactorial al mando del General Franco. Sin embargo, Espaa ya vena padeciendo el dolor de tres guerras civiles anteriores, las Guerras Carlistas, desencadenadas a partir de una problemtica sucesin al trono luego del reinado de Fernando VII.Durante la Guerra Civil Espaola colisionaron, dos Espaas que no eran precisamente las "dos Espaas" de Antonio Machado, quien sola contraponer la Espaa "del pasado" a la Espaa "del presente", sino ms bien dos modos de pensamientos polticos divididos en "bandos de izquierda" (milicianos o revolucionarios) y de derecha (fuerzas militares fascistas).Intelectuales de todo el mundo expresaban artsticamente dolor, desgarro y admiracin por la sangre espaola que se derramaba en cruenta lucha diaria. Muchos poetas extranjeros se solidarizaron con la causa espaola entre los que sobresalieron el cubano Nicols Guilln, el chileno Pablo Neruda, y el peruano Csar Vallejo. La edicin en Espaa de estos poemas que apoyaban la resistencia espaola surgira entre bombardeos, sangre, lucha, vida y muerte:"() Bajo un diluvio de hombres extinguidosEspaa se defiende ()"El incendio, Miguel HernndezII. GENERACIONES DEL 98 Y DEL 27: "Bajo un mismo cielo revolucionario"UN EJE COMN: "Conflictos sociales"Los revolucionarios poetas proponen, bajo sus perspectivas particulares, una "nueva Espaa".El marco histrico en el que se desencadena la literatura de la Generacin del 27, as como el contexto general de la Generacin del 98 est relacionado con la esperanza de un futuro mejor.Para los intelectuales de la Generacin del 98 el mundo mereca cambiar esa mirada desganada y corrompida, que signific el pasado espaol cuyo mayor pecado fue girar alrededor del tema de la "honra", por una mirada ampliamente crtica de la sociedad sin adoptar una postura revolucionaria activa. En este sentido Antonio Machado fue la excepcin pues mantuvo una postura "de izquierda" hasta su muerte.Debido a la necesidad de esclarecer los lmites que contornean la poesa de Miguel Hernndez, debo explicitar que la Generacin del 27 se destaca ante todo por recuperar las "tradiciones populares espaolas" (coplas, romances), tanto sus formas musicales como, as tambin, las poticas; combinndolas con "recursos vanguardistas" del ultrasmo (imgenes chocantes y asociaciones absurdas) y del surrealismo (intentan expresar la irracionalidad del inconsciente). A los escritores de la Generacin del 27 les interesaba la pureza formal. No obstante, las circunstancias polticas obligaron a Miguel Hernndez a tratar temas sociales y en este sentido se asemeja a los escritores de la Generacin del 36 quienes esperaban conseguir un mundo nuevo a travs de la lucha, consideraban que junto al sacrificio de miles de espaoles surgira un mundo renovado, con leyes ms justas; es lo que se denomin la "poesa social", correspondiente cronolgicamente con el ao en que se inici la Guerra Civil.Los pensamientos de Antonio Machado y de Miguel Hernndez estn sintonizados por una preocupacin fundamental por el hombre y un inconformismo ante el mundo que los rodea.Hace poco, en mis conversaciones cibernticas con un amigo espaol, ste me dijo:"A los espaoles, las guerras civiles nos borraron las ganas de luchar contra la monarqua, nosotros no la consideramos necesaria, sin embargo el ms fuerte siempre se impone y tiene armas para callar conciencias."Sin embargo, no considero real que "las conciencias se silencien con armas", las verdaderas armas invencibles son las palabras, son verdaderamente invencibles aquellas palabras que perduran traspasando las barreras temporales y espaciales. Antonio Machado y Miguel Hernndez son prueba de ello.No es extrao que tanto AM como MH abrazaran "la causa revolucionaria" pues la Espaa sublevada era de "poblacin rural" y en este sentido no debemos olvidar que AM en sus poemas se identificaba con la naturaleza y con las historias mnimas de los habitantes de Espaa, mientras que MH, nacido en un contorno social campesino no poda hacer otra cosa ms que amar su originaria naturaleza proclamando el "amor social". Ambos escritores coincidan en mostrar la trama del "ideal humano". AM resume "el ideal humano" cuando le cede la voz a su heternimo Juan de Mairena: "Por mucho que un hombre valga, nunca tendr valor ms alto que el de ser hombre".III. COMPROMETIDOS CON SU TIEMPOAmbos escritores espaoles se identificaron con el pueblo espaol bajo dos posturas diferentes y sin embargo muy comprometidas:Antonio Machado, perteneciente a la Generacin del 98, se instaura como un caminante observador de su patria y a partir de sus detallados anlisis contrapone las dos Espaas: una Espaa "gloriosa", perteneciente al pasado; y la otra "decrpita y en ruinas", perteneciente al presente, destacando en sus descripciones poticas la importancia no de la "gran historia espaola" sino ms bien de la "historias mnimas del pueblo", la historia de sus habitantes.Si AM fij su perspectiva sobre el pueblo espaol, entonces, no es raro que en el momento decisivo haya apoyado, fehacientemente, la causa revolucionaria.AM, antes de morir exiliado, al trmino de la Guerra Civil, en Collioure, Francia, en el ao 1939, escribi Poesas de la guerra denunciando el asesinato o "crimen", en Granada, de un grande de las letras espaolas, el seor Federico Garca Lorca:"Todos cerraron los ojos;rezaron: ni Dios te salva!Muerto cay Federico.-sangre en la frente y plomo en las entraas-....Que fue en Granada el crimensabed -pobre Granada!-, en su Granada..."El crimen fue en Granada, Antonio MachadoLa vida de AM sintetiza su lucha entre dos dimensiones, pues "en sueos, lucha con Dios" (plano metafsico, intenta lograr el ideal humano) y "despierto con el mar" (el mar aparece aqu como smbolo de la vida) y ser ese mar el eje constitutivo de su obra que condensa la lucha del hombre en el plano terrenal:"Todo hombre tiene dosbatallas que pelear:en sueos lucha con Dios;y despierto, con el mar."Proverbios y cantares, Antonio machadoAs, mientras AM vivi el dolor y la angustia por su patria desde una perspectiva descriptiva y analtica con la cual intent develar y solucionar los "males de Espaa", MH demostr su amor patritico involucrndose activamente en las luchas civiles junto a su pluma-estandarte-guerrera.Miguel Hernndez, en el marco de lo que signific la guerra civil espaola, se levant como el estandarte vivo del pueblo espaol cuyas letras fueron el mayor "altavoz" contra el fascismo. As, encarn la figura del poeta-soldado, pues uni el sentimiento de "vida" con el de "escribir". Su obra potica ha sido la resultante de esta conjuncin conformando un compendio de poemas de lucha que amalgaman la vida, la muerte, el amor y la escritura.Durante la Guerra Civil, la cuestin propagandstica fue un "recurso manipulador" utilizado frecuentemente por ambos bandos en pugna.En septiembre del ao 1936, Miguel Hernndez se reclut en el bando republicano, en el Quinto Regimiento, para aliarse "con su pluma" a los intelectuales antifascistas. La presencia de la poesa republicana durante los casi tres aos que dur la Guerra Civil fue crucial y MH ejerci como poeta, locutor y periodista, obteniendo el nombramiento de Comisario Cultural.MH, con un humanismo caracterstico enfrenta la guerra en pos de lograr la anhelada justicia social y su corazn se derrama "de sangre en sangre" en los artculos propagandsticos que suele escribir en peridicos y revistas.Si AM lucha en sueos con lo divino en su afn por conseguir la "entereza humana", MH tambin luchar con los "pies en la tierra", muy comprometido socialmente, y con su "mirada al cielo" buscando alcanzar al ideal humano.En este sentido, ambos poetas siguen una misma lgica inspirativa regida por oscilaciones entre las "aspiraciones ideales" y las "realidades terrenales".Los poemas de MH lo posicionaron como arquetipo republicano, pues tenan una funcin clara: servir a la (entonces "posible") victoria republicana, "alentar a los milicianos" y difundir sus ideales polticos entre los campesinos de Espaa, "exaltando el valor de la bravura, de la valenta y justificando un pueblo levantado en armas":"() No soy de un pueblo de bueyes,que soy de un pueblo que embarganyacimientos de leones ()"Vientos del pueblo me llevan, Miguel HernndezEn estos tres versos se contrapone la idea del "pueblo sumiso" con un "pueblo revolucionario" y tambin se construye una lnea jerrquica entre estas dos relaciones metaforizadas con la imagen del "buey" y del "len", respectivamente, en la que se advierte la significancia positiva del "len" como sinnimo de "valor".Los ttulos de algunos poemas suyos, lo instauran como un miliciano en plena lucha: "Cancin del esposo soldado", "El soldado y la nieve", "Viento del Pueblo".El romancero de mayor importancia fue el militar, pues elevaba la moral de los soldados y los instaban a continuar la lucha revolucionaria. Numerosos poetas convergieron en lo que se denomin la "Poesa de urgencia" y en el mes de Noviembre de 1936 imprimieron el primer Romancero de la guerra civil, que constaba de treinta cinco romances (la mtrica espaola popular octoslaba). Algunos intelectuales de los que colaboraron en estos medios de propaganda, fueron: Rafael Alberti, Luis Cernuda, Vivanco, Emilio Prados, Vicente Alexaindre, y por supuesto MH, entre otros.MH muri en plena juventud, a los 31 aos, en las mazmorras franquistas las cuales "truncaron la evolucin de otra promesa talentosa de las letras espaolas".IV. FORMADORES DE CONCIENCIASMs all de los malogrados hechos histricos, tanto Antonio Machado como Miguel Hernndez trascienden las barreras de la muerte para renacer junto a cada poema ledo o cantado. Las palabras lo dicen todo y el arte demuestra, una vez ms, que ni siquiera la muerte silencia los pensamientos. As, se concreta la mstica de la "vida infinita" que MH dejaba latir en sus poemas.AM y MH recurren a formas populares, pues no descartan la idea de influir en toda la sociedad. As, reflexionan y luchan a travs de sus poemas, "removiendo conciencias" a partir de un mundo significativo.AM, crtico incansable de su sociedad, "denuncia" y podemos observar que la poesa funciona como mediadora de la historia pues, a travs de ella, el hombre "dialoga" con su tiempo. Un ejemplo de ello son las siguientes cuartetas en las cuales el yo lrico interpela al pueblo espaol, responsable pasivo de la decadencia espaola del 98, en los siguientes versos:___ Nuestro espaol bosteza___ Es hambre? Sueo? Hasto?___ Doctor, tendr el estmago vaco?___ El vaco es ms bien en la cabeza.Proverbios y cantares, Antonio machadoLos poemas remueven las conciencias y las desestabilizan, pero sin dejar de lado un tono esperanzado. En AM pueden rastrearse las huellas del pensamiento "regeneracionista" propio de la Generacin del 98, mientras que en MH adquieren mayor importancia los "espritus por nacer", "mstica naturalista" dir Marie Chevallier, formando una infinita cadena de nacimientos que emulan "la infinidad divina" "perpetuada por la unin corporal".En A un olmo seco de AM, los lexemas "rama enverdecida", "corazn", "luz", "vida", "milagro" y "primavera" refuerzan el campo semntico del "nacimiento", dotndolo de caracteres positivos que aguardan un futuro mejor:"() olmo, quiero anotar en mi carterala gracia de tu rama enverdecida.Mi corazn esperatambin, hacia la luz y hacia la vida,otro milagro de la primavera."A un olmo seco, Antonio MachadoMH sintetiza en Dos canciones la idea de ciclo permanente, asemejndose al recorrido de la cinta de Moebius, como un constante transcurrir aunando las esperanzas del nuevo ser y sintetizando "la fusin amorosa sensible exaltada", asimismo el "vientre" tambin tiene otras acepciones, no es slo el vientre de la mujer amada, pues a la vez simboliza la Patria del poeta en trnsito hacia el "nuevo futuro", que por supuesto, MH nunca ver concretado."Se puso el sol.Pero tu temprano vientrede nuevo se levantpor el oriente"Dos canciones, Miguel hernndezMH recurre al smbolo del agua para introducir la idea de "espejo interno", en el cual tambin se percibe la "regeneracin corporal y espiritual" a la que hace referencia Manuel Alvar cuando detalla la simbologa de AM, pues en el hombre reposa la voluntad de que el agua sea "clara" o "removida". Esta simbologa apunta a un "hombre ideal", cuyos cimientos slo sean el "amor", sinnimo de agua clara. Asimismo, ambos poetas dejan plasmado el mayor valor, lograr el "ideal humano":"En el fondo del hombreagua removida ()""En el agua ms claraquiero ver la vida ()"Cancionero y Romancero de ausencias, Miguel Hernndez"Virtud es fortaleza, ser bueno es ser valiente"Proverbios y Cantares, Antonio machadoAs, aparece la proclama por un "amor social" pues el hombre se salvar mediante el amor hacia otros seres, pues la "capacidad de amar" nos hace verdaderamente libres. Mientras MH hablar de la guerra como el medio para lograr el fin universal "el amor", AM habla de una "teologa del amor", de la religin del amor:"Tristes guerrassi no es amor la empresa ()"Cancionero y romancero de ausencias, Miguel HernndezDante y yo perdn seores,trocamos perdn Luca,el amor en teologa.Proverbios y cantares, Antonio machadoCONCLUSINLa mirada crtica de Antonio Machado apostando al "ideal humano" y la perspectiva alentadora de Miguel Hernndez en busca de una "justicia social" dejan al descubierto las atrocidades histrico-blicas cometidas en perjuicio de los dbiles pobladores de Espaa y de otros pases del mundo.Dir ms tarde Ricardo Gulln: "() la guerra puso de manifiesto hasta adnde haban llegadolas aguas de la irracionalidad ()"Todas las guerras son inciviles. Podrn existir estas vilezas disfrazadas de guerras "civiles", ms en ninguna guerra cabe "lo civilizado". Las artes, y entre ellas el rol de la literatura fue fundamental, afortunadamente pudieron ir despojando y revelando, de a poco, aquellas "pautas establecidas y normalizadas" que daan a la humanidad.Los pensamientos perennes de artistas memorables, como los de Antonio Machado o Miguel Hernndez, vctimas de su tiempo, an hoy pueden leerse como poemas escritos para esta realidad actual que nos toca vivir. Las guerras no cesaron pero las palabras, sinnimo de lucha silenciosa, instan a remover las conciencias de toda la humanidad.AM y de MH anhelaron un mundo renovado y justo que est, an, sin concretarse porque las guerras continan y la sangre de miles de inocentes sigue derramndose en el mundo entero. El noble deseo de estos grandes escritores espaoles es una asignatura pendiente para la humanidad.BIBLIOGRAFAALLEMANY, Carmen (ed.) (1992). Miguel Hernndez. El escritor Alicantino y la crtica. Alicante: Fundacin Cultural Caja de Ahorros del Mediterrneo. Javier Herrero, "Miguel Hernndez: Sangre y guerra", 71-79.Antologa de Poemas de Antonio Machado y de Miguel Hernndez, Ctedra de Literatura Espaola, UNSA, 2007.CALVO CARILLA, Jos Luis (1998). "Cuando el honor de unpas permite hacer ciertas cosas que el mismo honor no permite decir" (O los achaques de "la Espaa con honra" (seleccin), en La cara oculta del 98. Msticos e intelectuales en la Espaa de fin de siglo (1895-1902) . Madrid. Ctedra, 68-113.CHEVALLIER, Marie (1978). "Los temas poticos de Miguel Hernndez", en V. Garca de la Concha, Historia y crtica de laliteratura espaola . Epoca contempornea. 1914-1939, Tomo 7. Barcelona, Crtica, 703-707.CHEVALLIER, Marie (1978). "Metfora hernandiana y experiencia interior en Cancionero y romancero de ausencia y ltimos poemas" en AA.VV. En torno a Miguel Hernndez. Madrid: Castalia, 142-183.GUILLN, Claudio (1980). "Campos de Castilla" en J. C. Mainer, Historia y crtica de la Literatura Espaola, Modernismo y 98, Tomo 6.GULLN, Ricardo (1980). "La invencin del 98" en J. C. Mainer, op. cit. 41-44.MACHADO, Antonio. La Guerra. Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodrguez Purtolas y Gerardo Prez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983, pp. 223-25.MACHADO Antonio (1998). "Obras selectas". Prlogo de Manuel Alvar. Ed.Espasa Calpe. Madrid. Op. cit. 9 69.MOLINA, Antonio. (1980). La generacin del 98, Juan Lpez Morillas, "Las consecuencias de un desastre", op. Cit.RAMSDEN, Herbert (1980). "El problema de Espaa" en J. C. Mainer, op. cit. 20-26.MARCO, Joaqun (1993). "Funcin y ficcin del poeta en la poesa de guerra de Miguel Hernndez", en Jos Carlos Rovira (coord.), Miguel Hernndez. 50 aos despus. Alicante: Comisin de Homenaje a Miguel Hernndez, 139-146. ______________________________________________________________La vida y la obra de Miguel Hernndez estn caracterizadas por su compromiso social y poltico que de forma gradual, ir aumentando conforme se sucedieron en la dcada de los aos 30 tanto situaciones personales del autor como hechos histricos en Espaa.Miguel Hernndez nace en una familia humilde que vive del campo y en la que recibe una educacin catlica. En su orientacin literaria jug un papel muy importante su amigo Ramn Sij, que junto la citada educacin religiosa le llevaron a una tendencia literaria clasista, es decir, a una obra marcada por una ferviente fe religiosa, como vemos en el hecho de que su primera obra de teatro fuera un auto sacramental. En sta primera poca, Miguel Hernndez se caracteriza por una actitud conservadora y conformista, expresando que la manera de llegar a Dios es a travs del trabajo, y critica las acciones revolucionarias campesinas y obreras. Esta tendencia queda reflejada en su poesa en las obras Perito en Lunas, en Imagen de tus huellas y sobre todo en los poemas sueltos que escribe hasta la primera mitad de la dcada de los 30. stos son poemas con temas clsicos tratados de ste modo, como son la naturaleza, la muerte, el amor y el odio, temas que vemos en poemas como Lagarto, mosca, grillo o en Un carnvoro cuchillo

Pero con la llegada de la Repblica, esta tendencia conservadora empieza a cambiar. Miguel Hernndez comienza a pensar en el ms dbil, en el obrero, y busca una mejor calidad de vida del ms dbil a travs de la alfabetizacin, de la enseanza. Este es el primer compromiso social de Miguel Hernndez, que mantendr hasta su muerte. Buscar llegar al obrero y culturizarlo a travs de una poesa sencilla, de modo que ste lo entienda y piense sobre su vida. Es una poesa dirigida, como el propio Hernndez indica, para la inmensa mayora[1]; ser a partir de ste momento cuando comience la poesa social del poeta. Este cambio de mentalidad se ver muy influenciado por la crisis religiosa que sufre en este momento. Esta poca de trnsito la veremos reflejada en la obra El rayo que no cesa, siendo el mejor ejemplo el poema suelto Sonredme, donde el autor se aparta de las creencias religiosas[2] a las que ha estado sujeto desde su juventud.Ya con posterioridad a influencia de Alberti y Neruda, jugar un papel muy importante en la evolucin poltica de Miguel Hernndez, que, impulsado por los hechos que acontecen a la segunda mitad de los aos 30, pasar a una actitud en la que busca defender y dignificar al hombre del campo, buscando concienciarlo de sus derechos y alentarle a conseguirlos. En sta actitud el origen humilde y campesino de Miguel Hernndez jugar un papel muy importante, utilizando incluso en su poesa experiencias para denunciar la situacin del hombre del campo. Es precisamente en ste momento y sumido en el contexto histrico, cuando comienza el compromiso poltico de Miguel Hernndez. Compromiso en el que Miguel Hernndez no busca poder o un cargo poltico, sino conseguir la dignidad de los ms dbiles a travs de la denuncia social por medio de la poesa.En el momento en el que estalla la Guerra Civil, el poeta se decanta por el bando republicano, que es el que se identifica con los pobres. Miguel Hernndez consideraba su poesa como arma para conseguir esa dignificacin del ms dbil, por lo que elaborar una poesa de guerra, es decir, de aliento y propaganda a su causa. Por lo tanto vemos que su mayor compromiso poltico y social tiene dos detonantes: uno personal, como es la amistad de otros autores como Neruda o Alberti, y otro histrico, que es el comienzo de la Guerra Civil. Sus dos obras ms significativas en el aspecto social y poltico pertenecen a sta poca: Vientos del pueblo y El hombre acecha. La primera se escribe a comienzos de la guerra, y la segunda a finales, por lo que son dos obras con una actitud muy diferente por parte del autor. Es la poesa impura, alejada de las vanguardias y asentada en el surrealismo.En la primera obra potica, Miguel Hernndez toma una actitud luchadora y alentadora, con optimismo en la victoria y alentando a los obreros a luchar contra las personas que les aprisionan y explotan[3]. Miguel Hernndez se siente pueblo, y como l, luchar desde las trincheras por sus derechos. Es una poesa comprometida con la bsqueda de la libertad, y que exalta la figura de la patria. Trata de transmitir valenta a los soldados, utilizando lo que l considera su mejor arma: la palabra. Los obreros podrn morir en la guerra, pero morirn con el valor que Miguel Hernndez ha buscado desde un principio que consigan: la dignidad[4].El poeta pasar a la figura plural, la figura del nosotros, con el fin de arengar a sus compaeros y los incite a luchar por los valores de la solidaridad. Para reflejar este compromiso social y poltico, Miguel Hernndez emplear smbolos del obrero, como es el trabajo, la sangre o el sudor[5], y utilizar otros como el martillo para incitar a la lucha en busca de los valores comentados y, sobre todo, de la libertad del pueblo llano[6]. Utilizar una forma sencilla para llegar a todo el pueblo. Finalmente el poeta luchar por conseguir una Espaa en la que todo el mundo tenga los mismos derechos para las siguientes generaciones y as lo dejar reflejado en ambas obras.En la segunda obra citada, el poeta refleja una actitud pesimista y desalentadora, debido al momento en el que la escribe, ya en las ltimas fases de la guerra. Lamenta el amor hacia la patria con la inminente derrota en la guerra[7]. En esta obra veremos la frustracin del autor, expresando lo ms ntimo de l mismo, de su identidad, marcando el destino de la muerte por las consecuencias de la guerra. Pero Miguel Hernndez mantendr una pequea esperanza en la victoria a travs del amor a su pas, intentando negar la derrota total[8].Por lo tanto, vemos que el fuerte compromiso social de Miguel Hernndez tiene, desde que abandona la motivacin religiosa, una faceta cultural hacia el obrero. Mientras tanto, su compromiso poltico se une con su compromiso social, en la lucha por conseguir la dignidad, la libertad y los derechos de todos los trabajadores de Espaa. Ambos compromisos, como hemos visto, estn muy influenciados por los motivos personales del autor y sobre todo por los hechos polticos que caracterizan la poca.BIBLIOGRAFA EMPLEADA PARA LAS CITAS-Riquelme, Jesucristo. Miguel Hernndez, un poeta para espritus jvenes. Editorial Ecir. 1 edicin. Ao 2009