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Sánchez, Martha Judith “Migración indígena a centros urbanos” Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002 MIGRACIÓN INDÍGENA A CENTROS URBANOS Al área metropolitana de la ciudad de México con referencias a las ciudades de Guadalajara y Tijuana (versión CD, 2001, IISUNAM) Dra. Martha Judith Sánchez * E l presente trabajo tiene el objetivo de caracterizar a la población migrante hablante de lenguas indígenas a los principales centros urbanos del país, en particular al área metropolitana de la ciudad de México, haciéndose referencia también a las ciudades de Guadalajara y Tijuana. Haremos una exposición sobre el estado del conocimiento que tenemos sobre los indígenas en las ciudades, considerando elementos tanto sociodemográficos como de dinámicas culturales creadas a partir de esas migraciones. Abordaremos también las organizaciones formales e informales de los migrantes y sus alcances y relaciones con diferentes actores en escenarios nacionales y transnacionales. México como país tiene una historia étnica y cultural mucho más compleja de la que generalmente conocemos. En otras palabras, la distinción mestizos- indígenas es la historia étnica principal y oficial, aún cuando los integrantes de otros grupos étnicos y raciales han impreso su presencia en nuestra historia y geografía. 1 En este estudio sólo abordaremos esa historia. Los indios siguen presentes en nuestro país a pesar de los diferentes acontecimientos históricos 1 * Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. 1 Para ese punto véase el trabajo Goldsmith, Mary y M. J. Sánchez, 2000.

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MIGRACIÓN INDÍGENA A CENTROS URBANOS

Al área metropolitana de la ciudad de México con

referencias a las ciudades de Guadalajara y Tijuana

(versión CD, 2001, IISUNAM)

Dra. Martha Judith Sánchez*

E

l presente trabajo tiene el objetivo de caracterizar a la población

migrante hablante de lenguas indígenas a los principales centros urbanos

del país, en particular al área metropolitana de la ciudad de México,

haciéndose referencia también a las ciudades de Guadalajara y Tijuana. Haremos

una exposición sobre el estado del conocimiento que tenemos sobre los indígenas

en las ciudades, considerando elementos tanto sociodemográficos como de

dinámicas culturales creadas a partir de esas migraciones. Abordaremos también

las organizaciones formales e informales de los migrantes y sus alcances y

relaciones con diferentes actores en escenarios nacionales y transnacionales.

México como país tiene una historia étnica y cultural mucho más compleja

de la que generalmente conocemos. En otras palabras, la distinción mestizos-

indígenas es la historia étnica principal y oficial, aún cuando los integrantes de

otros grupos étnicos y raciales han impreso su presencia en nuestra historia y

geografía.1 En este estudio sólo abordaremos esa historia. Los indios siguen

presentes en nuestro país a pesar de los diferentes acontecimientos históricos

1

* Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM. 1 Para ese punto véase el trabajo Goldsmith, Mary y M. J. Sánchez, 2000.

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destinados a: conquistarlos, colonizarlos, aculturarlos, integrarlos, según fuese el

momento histórico. No obstante lo anterior, los indios han logrado no sólo

preservarse sino en algunos casos reforzar sus formas de organización y de cultura.

No es el caso por ejemplo de los negros, que si bien llegaron a tener una presencia

demográfica importante en nuestro país durante la conquista y colonización, ese

grupo nunca fue reconocido como tal, ni logro recomponerse y perdurar a lo largo

del tiempo.

Exploraremos la presencia indígena en dos de las grandes ciudades del

país. México y Guadalajara, y en un polo urbano de desarrollo más reciente pero

sumamente dinámico en la actualidad como es la ciudad de Tijuana. Es

importante aclarar que el conocimiento que tenemos sobre los indígenas en las

ciudades es escaso y fragmentado, expondremos por ello lo poco que sabemos

sobre esos pobladores cuya presencia en las grandes urbes es muy importante en

la actualidad.

1. La ciudad de México a lo largo del presente siglo

Luna y Gómez (1992, pp. 40 y ss.) señalan cuatro etapas en el proceso de

megalopolización de la ciudad de México. La primera etapa que va de 1900 a

1930 la denominan como crecimiento del núcleo central. Señalan que en esta

etapa se da un aumento de la población que pasa de 345 000 a 1 049 000

habitantes en sólo 30 años. En el estado de México no se iniciaba todavía el

proceso de urbanización ni de industrialización. En el oriente de Chalco, el

poniente y norte de Naucalpan, Tlanepantla y Cuautitlán existía en ese entonces

una importante actividad agropecuaria. La segunda etapa va de 1930 a 1950 y la

denominan como de expansión periférica. En 1930, la ciudad de México se

limitaba a los 12 cuarteles denominados posteriormente delegaciones. Esas

delegaciones eran: Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza y

Cuauhtémoc. Los autores señalan que en 1950 la población se seguía

concentrando en el Distrito Federal que tenía 2 872 000 habitantes y se dan dos

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cambios importantes en este periodo. El primero es la incorporación del estado

de México a la zona metropolitana de la ciudad de México. Entre 1950 y 1960 se

incorporan los municipios de Naucalpan, Tlanepantla, Ecatepec y Chimalhuacán.

En 1960, el estado de México tenía alrededor de 500 000 habitantes y la

población urbana era de 4 910 000 habitantes. El segundo cambio importante en

este periodo fue que en 1957 se decretó la prohibición de fraccionamientos en el

Distrito Federal lo que llevó al crecimiento de otras áreas.

El total de habitantes de la ZMCM en 1970 era de 8 567 000, de los cuales

6 855 000 se encontraban en el Distrito Federal y 1 937 000 en el estado de

México. En esta etapa se sumaron los municipios de Nezahualcóyotl (creado en

1964 con parte de los municipios de Chimalhuacán, Texcoco y Ecatepec), La Paz,

Atizapán de Zaragoza, Tultitlán, Coacalco, Cuautitlán y Huixquilucan. En 1973 se

creó el municipio de Cuautitlán Izcalli. En 1980 se agregaron al área

metropolitana de la ciudad de México seis municipios adicionales: Chalco,

Chicoloapan, Chinconcuac, Ixtapaluca, Nicolás Romero y Técamac. Para 1980 el

AMCM quedó constituida por las 16 delegaciones del Distrito Federal y 21

municipios del estado de México. De estos últimos, 17 formaban parte del área

urbana de la ciudad denominándose “conurbados” con el área urbana de la

ciudad de México.

La cuarta etapa, que va de 1980 a la fecha, los autores la denominan como

megalopolización. Mencionan que el crecimiento desorbitante de la ciudad de

México, como vimos anteriormente, ocurre a lo largo del siglo XX, cuando pasó de

ser una pequeña ciudad de 345 000 personas en 1900 a cerca de 15 millones en

la actualidad, de los cuales 55% de la población se encuentra en el Distrito

Federal y el 45% en los 17 municipios metropolitanos.

Entre 1980 y 1990 disminuyó la tasa de crecimiento de los 17 municipios

metropolitanos, sin embargo, el cambio más importante se dio en el Distrito

Federal que redujo su población de nueve millones a 8.2 millones de habitantes,

tendencias que difieren de la década anterior en donde el AMCM experimentó un

crecimiento desorbitante. Esto se explica, según los autores señalados, por la

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disminución de las tasas generales de natalidad; por la reorientación de las

corrientes migratorias, del centro a la periferia; así como de la emigración de la

población originaria del área metropolitana hacia otros estados.

Plantean que de los 17 municipios metropolitanos, Ecatepec, Naucalpan,

Nezahualcóyotl y Tlanepantla concentran el 63% de la población total del área

conurbada del estado de México con el Distrito Federal. Finalmente, también

mencionan que los municipios que han registrado un mayor incremento

poblacional (83% del registrado en los 17 municipios metropolitanos) son los de

Atizapán de Zaragoza, Chalco, Chimalhuacán, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec y

Tultitlán.

Hasta este momento hemos descrito la expansión de la mancha urbana,

expansión que ha sido consecuencia del tipo de desarrollo económico adoptado por

el país. Esto ha tenido como consecuencia la configuración de un mercado de trabajo

que ha ido cambiando conforme van cambiando las políticas de desarrollo, una

estructura ocupacional que ha ido variando y ha propiciado también ciertos tipos de

movimientos migratorios. Veamos esas características.

Bataillon y D’Arc (1979) mencionan que la creación y el crecimiento de la

industria en el Distrito Federal se iniciaron hacia la década de 1920 debido a la

es-tabilidad que empezó a vivir el país y a la instrumentación de una serie de

políticas proteccionistas. La década de 1940 fue decisiva para el rápido

crecimiento de la industria debido a la puesta en práctica de un sistema de

financiamiento e inversiones y a la política de sustitución de importaciones. De

1940 a 1960 hubo una tendencia continua de crecimiento industrial. Como

resultado de lo anterior la demanda de fuerza de trabajo para la industria

aumentó considerablemente y muchos migrantes fueron atraídos hacia la capital.

Hacia 1970 la ciudad de México fue el principal centro industrial del país.

Esta dinámica de crecimiento industrial tuvo como consecuencia el

empobrecimiento del campo mexicano, lo que provocó un movimiento migratorio

importante. El movimiento migratorio nacional se efectuó de áreas menos

desarrolladas a los grandes centros urbanos.

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Mora (1991) señala que la visualización de ciertos indicadores

demográficos en la década de 1950-1960, tales como la tasa de crecimiento de la

población que era de 3.1% y la migración rural-urbana, no se consideraban como

problemáticos. Ambos fenómenos respondían a las necesidades del modelo

económico adoptado; se requería de una gran cantidad de trabajadores en los

centros urbanos. De ahí que la política demográfica expresada en la Ley de

Población de 1947 fuera favorable tanto al incremento de la población por el

crecimiento natural como por la emigración (Mora, 1991: 19).

Con respecto a la ubicación de los migrantes en la estructura ocupacional,

Muñoz, Oliveira y Stern (1977) mencionan que la primera fase importante de

migración a la ciudad de México fue entre 1936 y 1958 y coincidió con el

desarrollo de una economía dinámica industrial y urbana. La ciudad de México era

el centro principal, donde se dio un crecimiento no sólo de los sectores primarios

y secundarios de la economía, sino de las actividades terciarias y de servicios que

apoyaron a ese crecimiento industrial. El origen de los migrantes en ese periodo

fue, por un lado, de ciudades aledañas no desarrolladas, esos migrantes eran

trabajadores calificados que venían a la capital en busca de mejores salarios en

ocupaciones no manuales; por el otro, eran migrantes de áreas de agricultura de

subsistencia, éstos eran trabajadores que ocuparon trabajos no calificados en la

industria y en el sector terciario de servicios.

Los autores señalan que de 1950 a 1960 hubo una reducción tanto del

crecimiento industrial como de la migración a la capital. Hay un cambio en esa

tendencia en la siguiente década, en donde se observa un incremento gradual en

el crecimiento industrial y en la migración que resultó de ese nuevo periodo de

crecimiento industrial y de desarrollo. En este periodo también cambió la

composición de los migrantes. Las corrientes migratorias aumentaron de las

regiones rurales y relativamente deprimidas. Con el paso de los años se observan

las siguientes tendencias de los lugares de origen y de las características de los

migrantes: cada vez es más frecuente el arribo a la capital de migrantes de

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poblados más pequeños y con un menor nivel de desarrollo, y los migrantes

tienen niveles educativos más bajos.

Desde la década de 19602 es más frecuente que los migrantes provinieran

de lugares más lejanos. De todo lo anterior, los autores concluyen que la

migración a la capital se debió a una combinación de factores: presión

demográfica; el deterioro de la situación en la agricultura, y la necesidad de

trabajadores calificados y no calificados en la ciudad de México.

Durante las décadas de 1960 y 1970 los migrantes rurales se concentraron

en trabajos no calificados en el sector de manufactura en la economía urbana. De

sus datos también concluyen que entre 1950 y 1970 pocos migrantes se

incorporaron a las actividades terciarias en los servicios. También mencionan que

en 1970 la estructura ocupacional en la capital se fue “cristalizando”, lo que hace

cada vez más difícil para los migrantes entrar en ocupaciones no manuales en la

industria. Los autores preveían que se acrecentarían las dificultades para la

incorporación de los migrantes al mercado de trabajo urbano.

Lo anterior es consecuencia de la crisis del modelo de desarrollo que

empezó a manifestarse desde 1965. Esa crisis se reflejó, entre otros aspectos, en

palabras de Ríos (1990), en los siguientes:

[...] el derrumbamiento de la producción de alimentos y materias primas en el

campo debido a la falta de apoyo gubernamental a la agricultura tradicional de

temporal que es la mayoritaria; la elevación de los costos de producción con la

introducción de tecnología moderna; la estabilidad artificial de precios y a la baja

productividad del minifundio, dando como resultado que de ser México un país

autosuficiente en granos alimenticios y exportador de éstos, pasó en la década de

los años 70 a depender de las importaciones de granos de los Estados Unidos,

principalmente, fenómeno que perdura hasta nuestros días y que deja ver en

términos generales la crítica situación por la que atraviesa la mayoría de la

2 Ríos (1990: 51) menciona que el auge del desarrollo industrial en México generó una fuerte demanda de trabajadores para las fábricas, para la construcción y el servicio doméstico. En la ciudad de México se generaron 50 300 empleos en los años 40, 68 600 en los 50 y 679 000 en los 70.

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población rural mexicana, que no encuentra en la actividad agrícola, los ingresos

suficientes para satisfacer sus necesidades básicas y tiene que adoptar como

estrategia de subsistencia la emigración para complementar su ingreso. (Ríos,

1990: 20)

Esa crisis también se manifestó en la falta de dinamismo del desarrollo industrial

y en su poca capacidad para absorber la mano de obra de emigrantes del campo

a la ciudad, de ahí que los grandes centros del país fueran perdiendo su atractivo

para los migrantes.

El desequilibrio que se generó entre agricultura e industria antes

mencionado, aunado a la elevada tasa de crecimiento poblacional que era de

3.2%, llevó a que al finalizar la década de los 60 se empezaran a generar

problemas sociales que el Estado no pudo resolver, tales como el desempleo y la

creciente demanda de viviendas, especialmente en las ciudades.

La crisis que se desencadenó desde mediados de los 60 llevó a una

acentuación del desempleo y a visualizar tanto el crecimiento de la población como a

la migración como causantes de esos problemas. El gobierno empezó a adoptar un

cambio en su política de población. En 1973 se aprobó la Ley General de Población.

Se prestó especial atención al control de la natalidad. A partir de entonces, dentro

de los planes y políticas del gobierno, prevaleció la visión de que era urgente y

necesaria la disminución de la tasa de natalidad y generar políticas para evitar la

creciente migración a las grandes urbes, principalmente al AMCM. En lugar de

cuestionarse el modelo de desarrollo seguido por el país y el modelo de acumulación

consecuente como causante de los crecientes problemas, se pensaba que la solución

radicaba en regular los dos factores anteriores.

Salas (1992), con respecto a la actividad económica y el empleo en el AMCM

en la década de los 80, plantea que debido al cambio en el proceso de acumulación

nacional ha habido un cambio importante en los sectores de actividad. Menciona

que el rasgo sobresaliente de la década de los 80 es el aumento en la ocupación

por cuenta propia. Que ello responde a la acentuación de tres fenómenos que se

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habían venido configurando desde la década anterior: la pérdida de la capacidad

relativa del sector manufacturero de generar nuevas ocupaciones; el freno a la

proletarización de fuerza de trabajo; y la terciarización del mercado de trabajo

que se profundiza aún más. Plantea que en el AMCM lo anterior llevó en la década

de los 80 a que el trabajo no asalariado creciera mucho más rápidamente que el

asalariado. Ese crecimiento coincidió con la proliferación de actividades de

pequeña escala tales como las unidades de hasta cinco trabajadores. Menciona

también que se incrementó la participación de las mujeres en el trabajo a tiempo

parcial. Considera que todo lo anterior responde a la necesidad de los individuos

de allegarse un ingreso. Como conclusión menciona lo siguiente:

“[...] en condiciones de caída salarial y contracción en la generación de empleos

asalariados, la gente debe buscar cualquier actividad que le permita lograr un

ingreso. Pero ello no significa su logro y mucho menos que la actividad sea estable

o bien remunerada. En estas condiciones, más bien se espera encontrar un

aumento en el trabajo marginal” (Salas, 1992: 93).

Con respecto a los cambios en los patrones de inmigración a la zona

metropolitana de la ciudad de México, en la década de los 80, Luque y Corona

(1992) mencionan que hay dos situaciones que tienden a reforzarse en este

periodo: el AMCM ha visto disminuir su fuerza de atracción de migrantes y la

tendencia creciente de este lugar de convertirse en área expulsora de migrantes

hacia otras ciudades. Señalan que un cambio muy importante en los patrones de

migración de la ZMCM ha sido la migración intraurbana, que se ha dado del centro

a la periferia. Esto se explica por dos tipos de factores: los crecientes problemas

que aquejan a la ciudad, entre otros por la escasez de vivienda accesible en el

Distrito Federal, y la ampliación de la red de transporte urbano a los municipios

conurbados y a los aledaños a la ZMCM. Esto propició que 510 050 habitantes del

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Distrito Federal se dirigieran a los municipios conurbados entre 1985 y 1990,3

cifra muy superior a lo que había ocurrido entre 1975 a 1980 que fue de 255 311

personas. Los mismos autores también señalan que aun cuando ha disminuido la

migración a la ZMCM, la que continúa mantiene algunos de sus patrones

anteriores tales como los lugares de origen de los migrantes que no han variado

desde la década de los setenta. Señalan que tanto para el periodo 1975-1980

como para el 1985-1990, tres de cada cuatro inmigrantes provenían de alguna de

las siguientes entidades, en orden decreciente de importancia: Puebla, Veracruz,

Oaxaca, Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Guanajuato y Jalisco. Mencionan que el

62.3% de los inmigrantes era de origen rural y de edades jóvenes, el 60% se

concentraba en el grupo de 15 a 49 años (en el periodo de 1978 a 1987). Un

dato interesante es que la actividad principal que realizaron los inmigrantes al

llegar a la ZMCM: el 37% se dedicó a trabajar; el 22% a buscar trabajo y el 41%

restante era población económicamente inactiva. Como conclusión a estos

movimientos migratorios los autores señalan lo siguiente:

A pesar de que la inmigración a la ZMCM no fue tan elevada como se esperaba, su

impacto fue diferencial, ya que una parte importante de ellos se dirigió a los

municipios conurbados del estado de México, lo que aunado a los desplazamientos

intraurbanos contribuye a agravar los problemas de la ZMCM, como son la

contaminación ambiental, el déficit de servicios, la inseguridad pública, etc. (Luque

y Corona, 1992: 29).

2. Datos acerca de los migrantes indígenas en la capital

En este rubro proporcionaremos una visión general de la presencia indígena en la

ciudad de México. En numerosos foros, exposiciones, conferencias, etc., se

3 Los autores señalan que este movimiento intraurbano ha contribuido al incremento de los índices de contaminación en la ZMCM, ya que cada vez se hacen recorridos más largos y por las crecientes demandas de servicios básicos tales como agua, luz, drenaje, etc., en los municipios conurbados del Estado de México.

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menciona que la ciudad de México se ha convertido en la capital indígena. Ha sido

creciente la tendencia a la atracción de indígenas dentro de los contingentes

migratorios que han llegado a la capital.

A pesar de esos pronunciamientos, es muy poco lo que sabemos de los

indígenas que viven en el AMCM. Algunos autores (Hyrabayashi, 1981; Nolasco,

1990; Thacker, 1993) suponen que la migración indígena a la ciudad es posterior

a la primera oleada importante de migrantes. Ubican la primera migración de los

40 a los 50 y la segunda de los 60 a los 70.

Existen algunos estudios de caso y algunas investigaciones más ambiciosas

en el ámbito urbano (en el último rubro está la investigación sobre los indios

urbanos realizada por el INI y la investigación también realizada por la misma

dependencia en el ámbito nacional sobre las tendencias migratorias de la

población indígena, 1988. En el primer rubro, los estudios de caso, tenemos a los

siguientes: Arizpe, 1980; Bueno, 1994; Gidi, 1988; Hyrabayashi, 1981, 1985,

1993; Iwanska, 1973; Méndez y Mercado, 1975,1988; Mora, 1991; Odena, 1983;

Orellana, 1973; Sánchez, 1995; Sánchez, 2000). No obstante, podemos

considerar que no tenemos aún un panorama general de los indios urbanos.

Empecemos por ubicar la cantidad de población indígena en el AMCM y los

grupos hablantes de alguna lengua indígena que predominan en ese ámbito. La

única fuente con la que contamos para esta información es la del Censo. El

problema de la subrepresentación de la población indígena en los Censos deriva

de dos fuentes. La primera es la de definir a la población indígena únicamente por

la lengua y la segunda deriva del ocultamiento intencional de algunos hablantes

de lengua indígena de su lengua debido a la discriminación de que son objeto en

la ciudad. Hecha esa mención que nos lleva a tomar ciertas precauciones con los

datos censales, analicemos los datos disponibles.

Como puede observarse en el Cuadro 1, se reporta un total de 206 862

hablantes de alguna lengua indígena (mayor de cinco años) en el área

metropolitana de la ciudad de México para 1995. Consideramos que esa cifra está

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muy por debajo de la cifra real,4 por lo que creemos que es necesaria la

instrumentación de formas alternativas de captación de la información acerca de

los indios urbanos. Lo que sí se puede afirmar de los datos censales que

proporcionaremos a continuación es el creciente aumento, en números absolutos,

de la población indígena en la ciudad.

CUADRO 1 Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena (1995)

Ubicación de la

población Población de 5 años y más por

sexo

Habla lengua indígena

No habla lengua

indígena Área Metropolitana 14156243 206862 13884209 Hombres 6840148 98005 6709855 Mujeres 7316095 108857 7174354Distrito Federal 7689652 100890 7557620 Hombres 3669644 45065 3609333 Mujeres 4020008 55825 3948287Municipios conurbados

6466591 105972 6326589

Hombres 3170504 52940 3100522 Mujeres 3296087 53032 3226067

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México T. I, pp. 326-378.

Distrito Federal p. 80.

En el censo de 1930 se registraron 14 676 hablantes de lenguas indígenas en el

D.F., identificándose únicamente el náhuatl como lengua indígena, cifra que pasó

a 45 105 en el D.F. y a 6 580 en los municipios conurbados en 1960, y se

agregan el mazateco, otomí y totonaca. En 1980, se registran 315 051 individuos

en la ZMCM y se identifican 39 lenguas diferentes. Como puede verse, a pesar de

los problemas de captación de información de los censos, tenemos que hay un

4 Una estudiosa en el tema señala que si para 1980 se suponía que había en la ciudad de México 150 000 indios migrantes, la migración aumentó drásticamente después de esa década, por lo que supone que para 1990 se puede calcular alrededor de 1.6 millones de indios en la zona metropolitana de la ciudad de México (Nolasco, 1990). Otra fuente señala que para 1989 se calcula una población total indígena entre dos y cinco millones (INI, 1990).

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aumento creciente de indígenas en el AMCM y una mayor representación de los

diversos grupos hablantes de lenguas indígenas del país en este ámbito.

De los datos del cuadro anterior sobresalen los siguientes elementos: en

número absoluto hay más hablantes de lenguas indígenas en los municipios

conurbados que en el Distrito Federal (esta tendencia es nueva, anteriormente

encontrábamos la situación contraria, más hablantes de lenguas indígenas en el

Distrito Federal que en los municipios conurbados). De acuerdo con lo que

nosotros conocemos sobre los indios urbanos consideramos que esa tendencia es

correcta y que coincide además con las características de los movimientos

migratorios intraurbanos que han ocurrido en el AMCM que señalamos en el

apartado anterior. Los migrantes indígenas que llegaron a la ciudad en las décadas

de los 40, 50 y en la primera mitad de los 60, al igual que la gran mayoría de los

migrantes, se asentaron principalmente en el centro de la ciudad. Posteriormente

se da un movimiento migratorio intraurbano del centro a la periferia, movimiento

en el que consideramos ha participado en gran medida la población indígena.

Además de que los migrantes posteriores a la década de los 70 arribaron

principalmente a los municipios conurbados.

El movimiento intraurbano del centro a la periferia ha estado propiciado no

sólo por las razones que enumeramos en el apartado anterior, sino también por

la pérdida de la vivienda de muchos indígenas que residían en el centro de la

ciudad como consecuencia de los sismos de 1985.

Con respecto a la cantidad de varones y mujeres, tenemos que hay más

mujeres que varones en el AMCM, ubicándose principalmente las mujeres en el

Distrito Federal, y los varones en los municipios conurbados en casi igual número

que las mujeres. Aquí también consideramos que la tendencia es correcta, ya que

quizás el mayor número de mujeres en el Distrito Federal se podría explicar por

las mujeres que migran solas para trabajar en el servicio doméstico, en tanto que

una cantidad más o menos similar de varones y mujeres en el área conurbada

puede explicarse porque la mayoría de las familias indígenas que migran se

ubican en esa zona. El mayor número de mujeres en el AMCM se puede explicar

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por la mayor facilidad que sigue teniendo para la población femenina el obtener

un empleo en el servicio doméstico, en tanto que los varones se enfrentan en la

actualidad con muy pocas opciones laborales.

Para ubicar espacialmente a los grupos hablantes de lenguas indígenas en

el AMCM señalamos su ubicación en las diferentes delegaciones y municipios

conurbados.

En los Cuadros 2 y 3 están señalados las delegaciones y los municipios en

orden decreciente de importancia en cuanto a la cantidad de población hablante

de alguna lengua indígena en números absolutos. En porcentaje relativo al total

de población tenemos que en el Distrito Federal las delegaciones con más

hablantes de lenguas indígenas son: Milpa Alta, Xochimilco, Cuauhtémoc,

Iztapalapa, Tlalpan, Coyoacán y Benito Juárez. En el caso de los municipios

conurbados son los siguientes: Chimalhuacán, Naucalpan, La Paz, Chalco,

Huixquilucan, Ecatepec. Con estos datos podemos hacer dos tipos de reflexiones.

La primera indica que la población indígena no se encuentra muy localizada

espacialmente, de tal manera que pudiéramos hablar de una zona indígena en el

AMCM. En el caso del Distrito Federal tenemos que en todas las delegaciones se

encuentra asentada población indígena y en los municipios conurbados tenemos

que 17 municipios tienen un porcentaje arriba del 0.7 de población hablante de

alguna lengua indígena. Si se sacara una relación por colonias, podría ser más

clara la localización espacial de los grupos hablantes de lenguas indígenas. Este

tipo de información no se puede obtener, ya que no está desglosada la

información hasta ese nivel. En otras palabras, consideramos a partir de nuestra

experiencia que sí hay una concentración espacial de los grupos hablantes de

lenguas indígenas que se da principalmente en las colonias (en algunas cuadras)

y no se visualiza, como lo acabamos de ver, en las delegaciones y municipios.

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CUADRO 2 Delegaciones del Distrito Federal con población hablante de lengua indígena

de 5 años y más (1995)

DELEGACIONES Total de HLI

HLI de 5 años y mas % sobre

población total por delegación

% total

Distrito Federal 100890 1.31 100.00Iztapalapa 23518 1.55 23.31Gustavo A. Madero 12727 1.12 12.61Cuauhtémoc 8057 1.62 7.99Coyoacán 8438 1.41 8.36Álvaro Obregón 7166 1.17 7.10Tlalpan 7200 1.44 7.14Benito Juárez 4549 1.32 4.51Miguel Hidalgo 3852 1.14 3.82Venustiano Carranza 4794 1.08 4.75Iztacalco 3595 0.94 3.56Xochimilco 5362 1.80 5.31Azcapotzalco 3049 0.73 3.02Milpa Alta 2891 4.04 2.87Magdalena Contreras 2218 1.16 2.20Tláhuac 2430 0.03 2.41Cuajimalpa de Morelos 1048 0.86 1.04

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Distrito Federal.

CUADRO 3 Municipios conurbados con población hablante de lengua indígena

de 5 años y más (1995)

MUNICIPIOS Total de HLI HLI de 5 años y más % sobre población total por municipio

% total

Municipios Conurbados

105972 1.64 100.00

Naucalpan 19978 2.67 18.85 Nezahualcóyotl 15078 1.37 14.23 Ecatepec 19472 1.51 18.37 Tlanepantla 8821 1.38 8.32 Chalco 2804 1.84 2.65 Chimalhuacán 12356 3.49 11.66 Atizapán de Zaragoza 6286 1.66 5.93 Huixquilucan 2704 1.81 2.55 Paz, La 3339 2.14 3.15 Cuautitlán Izcalli 2344 0.63 2.21 Tultitlán 3087 0.97 2.91 Nicolás Romero 2960 1.42 2.79

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Ixtapaluca 2801 1.71 2.64 Tecmac 1601 1.22 1.51 Coacalco 1102 0.60 1.04 Chicoloapan 839 1.33 0.79 Cuautitlán 400 0.79 0.38

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México. Tomo I

La segunda reflexión es con respecto a la concentración espacial de hablantes de

una misma lengua indígena. Tampoco hay datos acerca de las lenguas indígenas

por delegaciones; contamos con los datos desglosados de los números de

hablantes de las distintas lenguas indígenas, pero esos datos no están cruzados

con su ubicación en las distintas delegaciones y municipios y menos aún por

colonias. Conocedores en el tema y de mi propia experiencia consideramos que

algunos de los hablantes de lenguas indígenas se encuentran concentrados

espacialmente, es así que los hablantes de zapoteco y mixteco se encuentran

principalmente en Ciudad Nezahualcóyotl, los triquis en Naucalpan, los otomíes en

Coyoacán, los mixes en el centro de la ciudad. Más que una concentración debido

al hecho de compartir una determinada lengua indígena la concentración se realiza

por la pertenencia a un determinado poblado o región, predominando la per-

tenencia a un pueblo determinado.

Con respecto a la cantidad de hablantes de las distintas lenguas indígenas

en la ciudad tenemos que en el censo se reportan hablantes de 65 lenguas

indígenas,5 en orden de importancia (véase el Cuadro 4).

5 Como mencionamos al inicio del trabajo no hay un acuerdo acerca del número de grupos indígenas o de grupos hablantes de lenguas indígenas, aun cuando se tome únicamente el criterio lingüístico como criterio definitorio. Esta aclaración la hacemos porque en los distintos Censos aparecen nombres de lenguas que en otros Censos no aparecen.

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CUADRO 4 Población de 5 años y más en el Área Metropolitana de la Ciudad de México

que habla alguna lengua indígena (1995)

LENGUA Población de 5 años y más

Nahuátl 59361 Otomí 31470 Mixteco 30444 Zapoteco 24632 Mazahua 12416 Mazateco 10249 Totonaca 7873 Maya 2686 Purépecha 2228 Huasteco 1303 Tlapaneco 2015 Chinanteco 2158

Fuente: Conteo de Población y Vivienda 1995. Estado de México. Tomo I, pp. 383-404. Distrito Federal p. 88. INEGI reporta otras 53 lenguas (con menos de 1,000 hablantes). Cabe mencionar que este número es aproximado pues también se reportan las categorías “otras lenguas indígenas de México” “otras lenguas indígenas de América” y “no especificado”.

Con respecto a la información anterior podemos hacer tres observaciones. La

primera es con respecto a la cantidad de hablantes de lenguas indígenas. Como

podemos observar de los datos anteriores, los dos primeros grupos que tienen el

mayor número de hablantes que son el náhuatl y el otomí no son de migrantes,

sino es población original de esta zona. Por lo que se puede afirmar que los grupos

con mayor número de migrantes al AMCM son en primer lugar los mixtecos, en

segundo los zapotecas y en tercero los mazahuas. La segunda observación tiene

que ver con la presencia de las distintas lenguas indígenas en el AMCM. Del Censo

se puede concluir que la mayoría de los grupos hablantes de las diferentes lenguas

indígenas en el país están representados en la ciudad de México, esto plantea

nuevos retos y posibilidades en el espacio urbano en donde la riqueza de las

manifestaciones culturales es muy diversa en la actualidad. En 1940, la capital

del país contaba con la población indígena que se ubicaba en las delegaciones

rurales de pueblos que conservaban sus lenguas y sus tradiciones, que eran los

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grupos hablantes de náhuatl y otomíes. En aquel entonces, la población de

hablantes de lenguas indígenas era de 6 104 y representaban el 0.5% de la

población. Actualmente tenemos 206 862 hablantes de la mayoría de las lenguas

indígenas del país.

La tercera observación tiene que ver con la confiabilidad de este tipo de in-

formación. Nosotros consideramos que el Censo capta únicamente a un tipo de

población que es la de los migrantes definitivos en el AMCM con cierta estabilidad

en la vivienda y en el empleo. De acuerdo con los distintos estudios existentes

sobre indígenas en la ciudad, sabemos que éstos se distinguen de los demás

migrantes entre otras cosas por el tipo de migración y la época de llegada a la

capital. En cuanto al tipo de migración podemos distinguir varios grupos. Un

primer grupo, que es el que posiblemente capta el Censo, lo constituyen quienes

llegaron a la ciudad antes de la década de los 70. Esos migrantes pudieron

insertarse en la estructura laboral formal y pudieron resolver asimismo sus

problemas de vivienda de una forma más o menos permanente. Existe un segundo

grupo que llegó después de la fecha antes mencionada y que se encontró con una

situación muy desventajosa tanto para su inserción en la estructura laboral, a la

cual prácticamente no pudieron acceder, como para resolver sus problemas de

vivienda. Estos migrantes se dedican principalmente a las actividades informales.

Existe un tercer grupo de migrantes que viene cíclicamente a vender sus

artesanías u otro tipo de mercancías a la ciudad. Son migrantes que pasan algunos

días, semanas o meses en la capital y se regresan a sus comunidades de origen o

continúan con sus ventas en otros lugares de la república. Un cuarto tipo está

conformado principalmente por mujeres solteras que trabajan en el servicio

doméstico. Este contingente es difícil también de captar dado el constante

ocultamiento que estas mujeres hacen del conocimiento de otra lengua. Un quinto

tipo de migrantes son los varones que vienen temporalmente a complementar sus

ingresos y participan principalmente en actividades de construcción. De esos cinco

tipos de migración, como ya lo señalé anteriormente, quizás el primer grupo es el

único que capta el Censo de Población.

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Hasta aquí contamos con información global acerca de los grupos de

hablantes de lenguas indígenas en el AMCM. Con respecto a otros indicadores

como inserción en la estructura ocupacional, nivel de escolaridad, condiciones de

vida, etc., contamos con información muy fragmentada y algunos señalamientos

hechos por estudiosos de esta problemática.

Nolasco (1990) menciona que los cinco problemas básicos a los que se

enfrentan los migrantes indígenas al llegar al AMCM son: obtener un lugar para

vivir; conseguir empleo; acostumbrarse a una cultura y un medio desconocido;

defender sus derechos humanos y étnicos; y finalmente acostumbrarse a una

lengua ajena. Con respecto al empleo tenemos la información de Thacker (1993)

y de Bravo (s/f) que mencionan lo siguiente. Thacker plantea que:

El perfil ocupacional del indígena se ha ido transformando según la época en la que

ha migrado a la capital: en los 50 fueron incorporados a la industria y a la

burocracia; en los 60 a la industria de la construcción y al comercio establecido; en

los 70 primordialmente al trabajo doméstico y como machetero, diableros y

estibadores. Ingresan también a la policía auxiliar y al ejército. Se expresan en las

artesanías. En los 80, los que migran se integran a la economía informal y a través

del comercio ambulante diversificado (artesanías, venta de frutas y verduras,

venta de aparatos importados, entre otros) [...] En la actualidad los diferentes

grupos se encuentran ubicados en el sector de producción y de servicios,

fundamentalmente en la industria de la construcción, las instituciones

gubernamentales por ejemplo: D.D.F., el ejército y la policía auxiliar y en algunas

universidades. Las mujeres mayoritariamente en el servicio doméstico; grandes

grupos en el comercio establecido y en la economía informal a través del comercio

familiar e informal (Thacker, 1993: 14).

Bravo por su parte señala que:

[...] las actividades económicas, base de la reproducción social de la población

indígena metropolitana, son tan diversas como el mismo espacio urbano en el que

se desarrollan. Estas actividades dependen de factores como la posición social que

ocupan dentro de la estructura social; la capacidad y necesidades de mano de obra

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que requiere en determinados momentos el crecimiento urbano industrial y de

servicios en la ciudad; las formas en que históricamente se han vinculado con la

ciudad de México, y la cultura particular de cada grupo que da matices singulares

a la actividad económica de los indígenas urbanos (Bravo, s/f: 29).

No obstante, señala que existen ciertas áreas y actividades económicas más

representativas. Entre ésas señala las siguientes: las asalariadas y las que se

realizan por cuenta propia. Dentro de las asalariadas menciona las que se de-

sarrollan en dependencias gubernamentales, empresas privadas, pequeños

talleres, servicios de vigilancia públicos y privados, el ejército, la industria de la

construcción y el servicio doméstico. Dentro de las que se realizan por cuenta

propia señala el comercio, la prestación de servicios y las actividades artístico-

culturales.

Nosotros consideramos que hay una gran variabilidad en las condiciones de

vida y de trabajo de los individuos pertenecientes a diferentes grupos indígenas.

Estamos de acuerdo en que la inserción en la estructura laboral varía de acuerdo

con la época de llegada a la ciudad de México, pero consideramos que también

varía de acuerdo con los intereses del grupo en cuestión. Hay estudios como el de

Eshelman (1988) que señala que los migrantes nahuas vendedores de amates no

migraron a la ciudad para incorporarse en la estructura laboral formal, lo cual

consideran que no les conviene por lo bajo de los sueldos y las restricciones de

horarios y tiempos, que les impediría continuar con su participación en la vida

comunitaria. De ahí que prefieran dedicarse al comercio de sus artesanías y crear

toda una red para sus ventas en distintos puntos del país. Esto les permite

combinar sus ventas, que les aporta recursos económicos adicionales necesarios,

y seguir participando en la vida comunitaria. Este es un ejemplo de la variabilidad

de las condiciones de vida y trabajo de los llamados indios urbanos.

Por otro lado, también las condiciones de vida varían significativamente

entre los migrantes indígenas asentados en el AMCM. Si bien estamos de acuerdo

en considerar que para la mayoría de los hablantes de lenguas indígenas la

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pobreza es su compañera constante, hay una gran diversidad de situaciones que

habría que conocer y que oscilan desde los casos de pobreza y pobreza extrema,

en donde se concentran la mayoría, hasta los que han logrado ascender

económicamente, ya sea a través del aprendizaje de un oficio y su utilización

posterior en un negocio propio, hasta los que han logrado empleos en algún

organismo público, etcétera.

En cuanto a la vivienda de los migrantes, Bravo señala que hay una

diversidad de situaciones. En el estudio realizado por el INI se detectaron los

siguientes tipos de viviendas: cuartos de servicio, barracas, albergues y

pensiones de asistencia, cuartos de vecindad, cuartos de hotel, viviendas

múltiples de autoconstrucción, predios de préstamo y casas propias unifamiliares.

Señala que a pesar de la diversidad de viviendas encontraron rasgos comunes

como los siguientes: colocación de altares, la distribución y uso del mobiliario, el

cultivo de plantas medicinales y/u ornamentales dentro de la vivienda o predio,

cría de algunos animales domésticos y el uso general dado a la vivienda que en

ocasiones invade la calle para las celebraciones familiares o para los rituales

tradicionales (op. cit.: 26). Otro aspecto muy importante que encontraron es que

el acceso a la vivienda está condicionado por factores como el tipo de migración

(si es temporal o definitiva), la época de llegada a la ciudad y el tipo de inserción

laboral. Pero además de esos factores las relaciones de parentesco y de amistad

dentro de su grupo son cruciales para acceder a la vivienda. Esto ha llevado a

que en ocasiones se formen núcleos o enclaves residenciales étnicos en la ciudad

que pueden incluir varios cuartos de vecindad o varios cuartos de hotel, varios

predios contiguos, varias calles e incluso manzanas donde predomina población

indígena proveniente de un mismo lugar.

Finalmente, tampoco tenemos datos acerca de muchos otros indicadores

que nos permitirían conocer la situación de los hablantes de lenguas indígenas en

la capital como: las tasas de natalidad y mortalidad de dichos grupos; su acceso

a la educación, a servicios de salud y a programas de vivienda, ni a otras

situaciones como violación de sus derechos humanos. Tachker menciona en su

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trabajo que muchos de los indios en la ciudad desconocen sus derechos más

elementales lo que los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad e

indefensión.

En dos estudios realizados en la ciudad de México desde ámbitos

ocupacionales en donde los indígenas tienen una fuerte presencia, esto es, en el

comercio informal y en las actividades de construcción, se aportan datos

interesantes. Con respecto a la participación de los indígenas en las actividades de

construcción (Bueno, 1994), la autora señala que la mitad de los trabajadores

entrevistados en su estudio hablaba alguna lengua indígena; otomíes, nahuas,

mazahuas, mazatecos y mixtecos en orden de importancia. Reporta una mayor

participación de varones indígenas y señala que la participación de mujeres y niños

se da en periodos de sobredemanda de trabajadores. En cuanto a niveles de

escolaridad señala que los indígenas son los que tienen los niveles más bajos y una

mayor deserción escolar (el 81% sólo han cursado la primaria). En cuanto a los

movimientos migratorios menciona lo siguiente. La más socorrida es la migración

temporal con dos variantes. Los que están en la ciudad en las temporadas en que

no tienen actividades en sus comunidades de origen (agrícolas principalmente) y

los que van y vienen entre sus comunidades y la ciudad cada semana o quince

días. El segundo tipo lo constituye los que ya residen en la ciudad.

El otro elemento que aporta este estudio y que no había sido señalado más

detalladamente en los estudios anteriores es en cuanto a las formas de acceder al

empleo. A diferencia de los no indígenas, los indígenas que trabajan en la

construcción accedieron principalmente al empleo por medio de lazos familiares o

comunitarios. Y en cuanto a su experiencia laboral señala que estos trabajadores

tienen en común el ingresar en empleos inestables, donde lo más importante es

la inversión de esfuerzo físico y las habilidades son aprendidas en la práctica, en

palabras de uno de sus entrevistados: “a nosotros nos tocó hacer lo negro de la

obra, por eso le llaman obra negra” (p.16).

El otro sector en donde los indígenas tienen una presencia importante es

en el sector informal, en donde el comercio ambulante es una de las estrategias

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más socorridas. Esta estrategia, que es la que les ha dado “visibilidad” a los

indios en las ciudades, se realiza también en las otras dos ciudades que

abordamos en este estudio.

Sánchez (2000) señala que si bien en la década de los 50 y 60 la tendencia

ocupacional de la población indígena migrante se orientó hacia las fábricas, la

burocracia, la industria de la construcción y al comercio establecido, para los 80

éstos ven reducidas las oportunidades de un empleo formal que para los 90 se

agudiza y sólo encuentran en la calle la oportunidad para trabajar.

Señala varias organizaciones de indígenas que se dedican al comercio. De

acuerdo con los datos del Centro de Atención para el Indígena Migrante, los

mazahuas tienen 11 organizaciones, los otomíes 10, los triquis 9, los nahuas 5, y

existe además un número indeterminado de grupos informales y familiares de

mazahuas, otomíes, nahuas, así como de amuzgos, purépechas, huicholes,

tzotziles que llegan a la ciudad a vender por temporadas.

El mismo autor señala que la condición “laboral” de estos grupos indígenas

los han marginado del acceso a los servicios de salud, educación y vivienda.

Resalta el alto índice de analfabetismo y la baja escolaridad de estos sectores así

como su alto nivel de deserción escolar, pocos terminan la primaria y menos aún

la secundaria, son contados los casos en que acceden a la educación superior.

Estos elementos influyen en sus pocas posibilidades de acceso a la economía

formal aunados a lo poco atractivo que resultan los salarios de un empleo fijo

(Sánchez, 2000:146)

3. Migración indígena a la ciudad de Guadalajara

A partir de la década de los 40 empieza una tendencia migratoria importante

hacia la ciudad de Guadalajara, tendencia que coexiste con la migración hacia

Estados Unidos. La migración a Guadalajara fue principalmente de carácter

definitivo y de tipo familiar, no hubo migración importante de mujeres solas como

fue el caso de la migración a la ciudad de México.

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A pesar de que la ciudad de Guadalajara ha sido uno de los destinos

principales de la migración tanto nacional como extranjera y que la presencia

indígena ha aumentado considerablemente en esa ciudad, en el imaginario de los

habitantes de la capital tapatía existe la concepción de una ciudad de criollos, y

se niega la presencia indígena en ese ámbito (Martínez, 1998:47). Ello es más

sorprendente si se considera, según Anderson (citado por Martínez, op. cit.), que

esta ciudad siempre ha tenido una fuerte presencia indígena. En el Censo de

1821 casi el 38% de los jefes de unidad doméstica fueron registrados como

indígenas, tanto nacidos en la ciudad como migrantes.

La atracción migratoria a Guadalajara se ha debido a su rápido desarrollo

industrial, comercial y de servicios, lo cual ha permitido también un fuerte

crecimiento de las actividades informales en la llamada economía subterránea o

paralela, en donde migrantes y no migrantes crean empresas para emplearse

ellos mismos y, posteriormente emplear a sus amistades, parientes y prole

(Arroyo y Velázquez, 1988 citado por Martínez, op. cit.:48).

En los datos recientes, en el Censo de 1970 y 1995 en el Conteo, tenemos

que ha aumentado tanto el número de hablantes de lenguas indígenas, como el

número de lenguas presentes en Guadalajara. Esto es, para 1970 tenemos que la

población total de dicha ciudad era de 1 199 391 y que de ellos 1 109 hablaba

alguna lengua indígena. Para 1995 aumentó a 1 460 247 para los primeros y 3 599

para los segundos (véase cuadro no. 5).

CUADRO 5 Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena

(1970 y 1995)

1970 Población por

sexo de 5 años y más

Habla lengua indígena

1995 Población por sexo

de 5 años y más

Habla lengua indígena

Guadalajara 1 199 391 1 109 1 460 247 3 599 Hombres 579 470 683 696 681 1 771 Mujeres 619 921 426 763 566 1 828

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995.

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En cuanto al número de lenguas que se hablan tenemos que para 1970 se

reportaron cinco lenguas (de las cuales dos de ellas son las que se hablaban en el

lugar (huichol y náhuatl), y para 1995 tenemos que se reportaron 12, un

aumento bastante significativo (véase cuadro no. 6).

CUADRO 6

Población de 5 años y más en Guadalajara que habla alguna lengua indígena (1970 y 1995)

LENGUA Población de 5 años y más*

1970 % 1995 % Cora ----- ----- 39 1.08 Huichol 38 3.43 148 4.11 Maya 93 8.39 111 3.08 Mazahua ----- ----- 100 2.78 Mixteco ----- ----- 342 9.50 Náhuatl 215 19.39 1027 28.54 Otomí ----- ----- 157 4.36 Purépecha ----- ----- 727 20.20 Tarahumara ----- ----- 42 1.17 Tarasco 273 24.62 ----- ----- Totonaca ----- ----- 81 2.25 Yaqui ----- ----- 31 0.86 Zapoteco 92 8.30 205 5.70 Total HLI 1109 100.00 3599 100.00

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995. * cuando aparece -----, el dato no es cero, puede ser que la información no se presenta o no se encuentra de manera específica.

Si bien harían falta más estudios para comprender la dinámica particular

que cada grupo adopta en la nueva urbe, es de esperarse que todos ellos ocupen

posiciones de pobreza y marginalidad en el medio urbano (véanse cuadros nos. 7

y 8 con información sobre aptitud para leer y escribir y disponibilidad de servicios

en la vivienda).

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CUADRO 7 Guadalajara. Población de 6 años y más que habla alguna lengua indígena según

aptitud para leer y escribir (1995)

población** % %

sabe leer y escribir 3141 87.88 no sabe leer y escribir 427 11.95 Total 3574 100.00

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos. (Tomo II)** No se toman en cuenta los datos reportados como "no especificados”.

CUADRO 8 Guadalajara. Viviendas particulares habitadas donde el jefe (a) o conyúge habla alguna lengua indígena según disponibilidad de servicios en la vivienda (1995)

Viviendas particulares

habitadas 1415 100.00

dispone de agua entubada 1335 94.35 no dispone de agua entubada 80 5.65 Dispone de drenaje 1362 96.25 no dispone de drenaje 49 3.46 dispone de energía eléctrica 1408 99.51 no dispone de energía eléctrica

7 0.49

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos (Tomo II).

Señalaré algunos elementos mencionados por estudiosos con el grupo de

otomíes.

La importancia de la familia y de la lengua son los elementos que señala

Martínez como distintivos de los otomíes que viven en la ciudad de Guadalajara.

Los individuos tienen a la familia como la forma de organización de sus actividades

para la sobrevivencia. El grupo doméstico como una unidad familiar productiva

donde todos sus miembros juegan algún papel en dicha organización (Martínez,

1998:78). Y como el ámbito privilegiado de socialización e interacción, ámbito que

se extiende a los de su mismo grupo étnico, seguido por la interacción en algunas

esferas con otros indígenas, como en el lugar de trabajo o de vivienda. Los

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habitantes de la urbe les son extraños y no mantienen ámbitos de interacción, su

contacto se limita, en el caso de los adultos, a la relación comercial a pequeña

escala. Los niños asisten sólo algunos años a la escuela o la iglesia (a clases de

doctrina), lugar en donde están en contacto con los no indígenas. No obstante, en

esos espacios sus características culturales no son comprendidas a cabalidad, por

lo que sus bajos desempeños académicos o su falta de habilidad para el idioma

español son atribuidos a falta de capacidad más que a un entendimiento real de su

etnicidad. Son rechazados y ellos también se excluyen como resultado de lo

anterior y se agrupan en torno a sus compañeros de etnia.

La relación con la comunidad de origen es más bien simbólica, los

intercambios de personas y bienes entre ambos espacios son limitados y

esporádicos. Ellos consideran su permanencia en la ciudad como un “mal

necesario” y no logran incorporarse a otros espacios.

Es interesante el señalamiento que hace la autora de que los otomíes en

Guadalajara siguen participando en la vida comunitaria. No obstante no se crean

asociaciones o comités de migrantes o paisanos, como es el caso de los

migrantes de otros grupos étnicos.

En tres generaciones, estudiadas por la autora, no mejoran

significativamente los niveles educativos ni existe movilidad laboral; siguen

vendiendo en las calles junto con sus grupos familiares. También señala que la

mayoría de los otomíes que estudió son analfabetos, la escolaridad promedio es

de tres meses y que se da en el seno familiar una transmisión de conocimientos

semi-formal en donde los niños aprenden nociones de aritmética al iniciarse en

las labores propias del comercio (Martínez, op. cit.:103). Un dato interesante

sobre el trabajo infantil, es que según los cálculos de Martínez (ibid:172) los

niños entre los ocho y los 15 años proveen el 25% de los ingresos de una familia

de ocho miembros

La autora señala un dato, en cuanto al idioma, que es alarmante y que

hemos constatado en otras regiones en el país y fuera de él. Por la inviabilidad de

su lengua en el nuevo medio, los individuos de la segunda y tercera generación

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van perdiendo el dominio de la lengua indígena y no logran dominar la nueva

lengua, sea ésta el español en este caso, o el inglés para los migrantes a Estados

Unidos. La autora menciona que Pellicer denomina este lenguaje como “español

indígena” que es el código hablado por migrantes mazahuas y otomíes en la

ciudad y propone que presenta una sintaxis peculiar y un vocabulario restringido

(ibid: 52) En el caso de los migrantes a Estados Unidos se encuentra una

situación similar, el espangles está presente en estos migrantes.

Como señala Martínez en sus conclusiones “Triplemente discriminados,

primero por la sociedad nacional, luego por su comunidad de origen y por último

por la ciudad en donde residen, estas familias encuentran en su organización

compacta y autocontenida una estrategia de sobrevivencia al medio que les

resulta tan hostil.” (ibid:159).

4. Migración indígena a la ciudad de Tijuana

La ciudad de Tijuana constituye uno de los polos más dinámicos del país. Al ser

frontera con uno de los países más poderosos del mundo, la convierten en lugar

de arribo, espera (mientras se encuentra el momento para ingresar el vecino

país), dormitorio y lugar de empleo, principalmente en las maquilas, de múltiples

mexicanos y latinoamericanos. Por ello este espacio se ha constituido en un lugar

privilegiado para la investigación y análisis de múltiples fenómenos sociales

(entre otros véase el libro de Valenzuela, 1992 a y b).

Son varios los estudios sobre migración que se han realizado en el área, sobre

todo aquellos que intentan medir el flujo hacia Estados Unidos y las características

de esos flujos. Es poco lo que conocemos sobre la migración de los grupos

indígenas, y dentro de ésta es desigual nuestro conocimiento, sabemos más sobre la

migración y asentamiento de los mixtecos y oaxaqueños que sobre cualquier otro

grupo (hay que aclarar también que es el grupo más numeroso).

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No obstante, la visibilidad de los indígenas en esta área y su problemática

ha sido más conocida y difundida que, por ejemplo, sobre los indígenas en

Guadalajara.

La experiencia acumulada por estos migrantes a lo largo de sus múltiples

movimientos: ya sea porque en algún momento trabajaron o aún trabajan en

zonas agrícolas cercanas al lugar; si migraron antes a la ciudad de México o a

algún otro lugar de la república; o por su contacto y experiencia con el otro lado

como commuters, esto es, que trabajan en el “otro lado” y tienen a su familia en

la ciudad de Tijuana a donde llegan diariamente o el fin de semana, les ha dado

un amplio conocimiento sobre los diferentes mercados de trabajo, condiciones

laborales y posibles derechos como trabajadores, mexicanos, migrantes, latinos,

oaxaqueños, indios, en los dos lados de la frontera.

Asimismo son también los que han sufrido en carne propia las múltiples

discriminaciones que su condición de pobres, migrantes e indígenas les marcan

tanto en nuestro país como en Estados Unidos. Sus luchas y reivindicaciones, que

en general han cristalizado en diferentes tipos de organizaciones, pasan por

múltiples niveles; desde demandas como miembros de grupos étnicos o

regionales,6 hasta demandas como vendedores ambulantes, como trabajadores

agrícolas, como migrantes, como mexicanos, etcétera. Según datos de Anguiano

(1992) la presencia de los mixtecos en Tijuana data de los años 70. Señala que

residen en seis colonias populares (nombradas por Lestage7 como “comunidades

gemelas” y que trabajan principalmente como peones en la construcción,

jardineros, trabajadoras domésticas y vendedores ambulantes (Anguiano, op.

cit.:108). 6 Entre otros materiales, véase el trabajo de Lestage y Pérez Castro (2000) con respecto a las escuelas bilingües en Tijuana. Ellos estudian la formación de esas escuelas y su relevancia para la permanencia de la identidad étnica. En sus palabras “...las escuelas bilingües... han tenido un papel fundamental no sólo por su voluntad de conservar una especificidad étnica-mixteca-enseñando el idioma y transmitiendo algunos valores particulares sino por su capacidad de organizar a la población (p. 4). 7 Lestage señala que en la ciudad de Tijuana que cuenta con un millón de habitantes (datos del Conteo, 1995) aproximadamente dos o tres mil migrantes mixtecos radican en unas 14 colonias donde conviven con migrantes de otras partes del país y que son mayoritariamente mestizos (Lestage, 1999: 422).

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En términos demográficos tenemos la siguiente información. En el Censo de 1970

se señalan cinco lenguas indígenas en la ciudad de Tijuana y un número

significativo de lenguas no identificadas que se agrupan en la categoría de

“otras”, para 1995 encontramos ocho lenguas indígenas y un aumento

importante en la misma categoría de “otras”. Sobresale indudablemente el

aumento de los mixtecos, quienes representaban el 42.94% de hablantes de

lenguas indígenas por sí solos, seguidos con un 16.23% de los catalogados como

“otras” y el 14.30% de purépechas.

CUADRO 9

Tijuana. Población de 5 años y más por sexo según condición de habla indígena (1970 y 1995)

1970 Población por sexo

de 5 años y más

Habla lengua indígena

1995 Población por sexo

de 5 años y más

Habla lengua indígena

Tijuana 340 583 833 859 375 6 383 Hombres 169 317 464 433 352 3 551 Mujeres 171 266 369 426 023 2 832 Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995.

CUADRO 10

Población de 5 años y más en Tijuana que habla alguna lengua indígena (1970 y 1995)

LENGUA Población de 5 años y más 1970 *

% Población de 5 años y más 1995 **

%

Maya 94 11.28 198 3.10 Mayo ----- ----- 127 1.99 Mixteco 48 5.76 2741 42.94 Náhuatl ----- ----- 481 7.54 Otomí ----- ----- 263 4.12 Purépecha ----- ----- 913 14.30 Tarasco 193 23.17 0.00 Yaqui 35 4.20 156 2.44 Zapoteco 83 9.96 468 7.33 Otras 258 30.97 1036 16.23 Total HLI 833 100.00 6383 100.00

Fuentes: Censo de Población y Vivienda 1970 y Conteo de Población y Vivienda 1995. * cuando aparece -----, el dato no es cero, puede ser que la información no se presenta o no se encuentra de manera específica.

** el número de habitantes de 0 a 4 años cuyo jefe (a) o cónyuge habla alguna lengua indígena fue de 2025, de acuerdo con el Conteo de Población y Vivienda de 1995.

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Como se ve en los cuadros 11 y 12 las condiciones de vida de estos

indígenas son peores que las condiciones de los que habitan en la ciudad de

Guadalajara; tienen porcentajes más elevados en no saber leer y escribir

(18.76% en comparación de 11.95% de los primeros), y peores condiciones de

vida (ejemplo, viviendas sin energía eléctrica el 10.17% contra 0.49% de los de

Guadalajara).

CUADRO 11

Población de 6 años y más que habla alguna lengua indígena según aptitud para leer y escribir (1995)

población** % %

sabe leer y escribir 5092 80.90 no sabe leer y escribir 1181 18.76 Total 6294 100.00 Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos. ** No se toman en cuenta los datos “no especificados”.

CUADRO 12

Tijuana. Viviendas particulares habitadas donde el jefe (a) o cónyuge habla alguna lengua indígena según disponibilidad de servicios en la vivienda (1995)

% Viviendas particulares habitadas 2763 100.00 dispone de agua entubada 1879 68.01 no dispone de agua entubada 881 31.89 dispone de drenaje 1696 61.38 no dispone de drenaje 1063 38.47 dispone de energía eléctrica 2479 89.72 no dispone de energía eléctrica 281 10.17

Fuente: Conteo Nacional de Población y Vivienda 1995. Resultados Definitivos Tabulados Básicos.

La bibliografía sobre los migrantes mixtecos es mucho más abundante en el tema

de organizaciones indígenas; sus novedosas formas de organización y sus

demandas a múltiples niveles son más conocidas que sobre sus condiciones de

vida y trabajo.

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

Fuera de esa problemática existen algunos estudios que abordan otros

aspectos sobre la vida de los indígenas en Tijuana. Por ejemplo, el estudio de

Velasco (1996) sobre la organización de las mujeres mixtecas para ganar

espacios para la venta ambulante es uno de ellos. Los estudios de Lestage (1998

y 1999) y Velasco (1998) que se centran en entender las formas en que se

reproduce una identidad étnica en el nuevo contexto. Lestage (1998) aborda

también los cambios en las uniones matrimoniales de los migrantes asentados en

Tijuana y hace un análisis sobre las escuelas bilingües en Tijuana (ya mencionado

anteriormente). Y finalmente el estudio de Anguiano (1992) sobre las condiciones

de vulnerabilidad y violación de los derechos humanos de estos migrantes.

Veamos algunos aspectos planteados por estos estudios.

En general sabemos que la pobreza, la vulnerabilidad (véase Anguiano,

1992) y la falta de respeto a sus derechos humanos son los acompañantes

habituales de estos migrantes. También tenemos información sobre las formas en

que se entretejen etnicidad y pertenencia a un pueblo o región o en algunos

casos grupo étnico, como recursos para acceder: al empleo (el caso de las

mujeres mixtecas en su lucha por ganar espacio en la venta ambulante); a la

educación (la formación de escuelas bilingües en mixteco); y para luchar por sus

derechos laborales se han integrado junto con otros jornaleros agrícolas no

mixtecos en sindicatos tradicionales e independientes: La Central Independiente

de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) y el Sindicato Nacional Independiente

de Jornaleros y Obreros Agrícolas entre otros.

En estos procesos las formas de organización familiar y comunitaria cambian

y se adecuan a las nuevas condiciones. Ejemplo de ello lo tenemos en el estudio de

Lestage sobre los cambios en las uniones matrimoniales. Tal y como lo plantea la

autora, la endogamia presente en la comunidad sigue vigente en el nuevo medio,

aunque modificada por un nuevo concepto de membresía. La membresía a la

comunidad ya no se sustenta en el hecho de haber nacido en la comunidad, ni en

hablar el idioma materno, ni en haber sido registrado en el pueblo, sino en ser hijo

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de padres nacidos en el pueblo quienes continúan participando en su sistema

económico y/o político religioso (Lestage, 1999: 428)

5. Políticas gubernamentales y organizaciones indígenas

En este apartado no se expondrá la política indigenista implementada en el país a

lo largo de los diferentes sexenios, lo cual sería objeto de otro artículo.8

Abordaremos únicamente las políticas y programas cuyo interés son los indios

urbanos y las organizaciones que estos grupos han creado.

En el documento del INI intitulado “Políticas y tareas indigenistas (1989-

1994)” se plantearon los lineamientos generales que seguiría la política

indigenista en ese periodo. En dicho documento existe únicamente un párrafo

dedicado a los indios de la ciudad en donde de manera muy general se señala la

importancia de atender a ese sector, en sus propias palabras,

Hasta hace poco tiempo, la presencia de los pueblos indígenas podía asimilarse a

la sociedad rural. Esta situación ha cambiado como resultado de los masivos

procesos migratorios y la presencia indígena es también parte del horizonte

urbano y de su problemática en el México contemporáneo. En coordinación con las

autoridades del Distrito Federal, que es también la capital indígena de la nación,

hemos iniciado la búsqueda para la formulación de programas de desarrollo

indígena en las urbes del país. En la medida de nuestras posibilidades y de nuestra

capacidad de coordinación procuraremos ampliar ese esfuerzo para cubrir las

principales concentraciones indígenas en las ciudades del país (Warman, s/f: 5).

Como puede observarse, lo anterior es un enunciado muy general en donde no se

detallan las acciones específicas que se emprenderán. En términos de programas

concretos dirigidos para los indios urbanos, el INI inició en 1991 un proyecto de

investigación intitulado “Grupos Indígenas en la ciudad de México” que tenía

como principal objetivo:

8 Para ese punto véase el trabajo de Barre, 1988.

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Contribuir al conocimiento de la situación de los indígenas asentados en la ciudad de México

y su área metropolitana, con el fin de que a través de este conocimiento obtenido de la

relación con estos grupos, se sienten las bases para una acción del INI más rica y con una

mayor participación por parte de los indígenas en el planteamiento y la solución de sus

problemas (INI, s/f: 6).

Son pocos los productos que conocemos de este proyecto de investigación,

proyecto que además fue suspendido con el cambio de sexenio.

En 1991 la Asamblea de Representantes del Distrito Federal convocó a una

serie de reuniones con el propósito de discutir la problemática india en la ciudad.

A dichas reuniones invitó a diferentes sectores de la sociedad: a estudiosos de la

cuestión india, a representantes de diferentes organismos gubernamentales, y a

representantes de diversas organizaciones indígenas. La constante que apareció

en dicha reunión es que no existen programas estructurados que puedan dar

respuesta a las demandas y necesidades de los indios en la ciudad. De manera

general se señalaron los siguientes problemas. La mayoría de los estudiosos de

los indios urbanos, como de los representantes de grupos indígenas plantearon

que los principales problemas de los migrantes son la vivienda, el trabajo y el

acceso a servicios de salud. Las Secretarías encargadas de resolver esos

problemas no toman en cuenta en sus programas en ningún momento la

especificidad de la situación y las condiciones de los indígenas; para estas

instancias la cuestión indígena en la ciudad es inexistente.

Otro problema muy frecuente es el del enfrentamiento lingüístico. La falta

de vigencia y viabilidad de sus lenguas en el nuevo medio, el desprecio que existe

en la ciudad hacia las lenguas indígenas, y el poco dominio, y en ocasiones el

desconocimiento del español por parte de algunos migrantes, en muchas

ocasiones les ha ocasionado serios problemas. Esos problemas pueden ser

menores, como no poder darse a entender, tener consecuencias negativas como

el abuso que enfrentan los indígenas en condiciones de trabajo y sueldo por su

poca capacidad para defenderse, hasta intrincados problemas legales en los que

se han visto envueltos por no entender correctamente el español.

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

Además de lo anterior, la contradicción existente entre las concepciones

normativas, lo que se ha llamado comúnmente como derecho consuetudinario

propio de cada grupo indígena y la vigencia de un derecho constitucional para el

conjunto de los mexicanos que en muchas ocasiones desconocen los migrantes

indios en la ciudad. Esto ha llevado a que los indígenas se vean envueltos en

procesos judiciales que no entienden y en donde no se considera la especificidad

de sus valores y sus culturas.

Finalmente, se menciona la carencia de programas específicos de

orientación para los migrantes que pudieran ayudarlos a adaptarse y conocer

mejor el nuevo medio al que se enfrentan.

Una de las investigadoras que participó en dicha reunión propuso los

siguientes aspectos:

Se requieren programas diversos para hacer frente al problema del espacio, de la

lengua, de la integración cultural, del empleo y de la defensa de los derechos

humanos y étnicos. Habría que instalar en principio: 1) Módulos de orientación

indígena que permitan dirigirlos hacia espacios urbanos disponibles, con bolsas de

trabajo y en los que se les proporcionara información sobre centros de

capacitación indígena; 2) Centros de capacitación indígena en donde se ofrecieran

cursos acelerados de castellanización a diversos niveles [...] Asimismo, cursos de

alfabetización para adultos, primaria acelerada y hasta módulos de secundaria o

de enseñanza técnica diversa. Finalmente de capacitación para el trabajo urbano

en diversos niveles; 3) instalar procuradurías indígenas [...] para ello habría que

garantizar la disponibilidad de abogados de oficio y la asistencia de traductores

que aseguren que los indios entienden el proceso al que están sometidos o el que

pueden o quieren seguir; 4) contar con promotores de salud que sirvan de

intérpretes para los indios que soliciten servicios médicos en cualquiera de las

instancias del Sector Salud (Nolasco, 1990).

Se puede concluir que hay una ausencia de programas destinados a resolver las

necesidades más sentidas de los indios en la ciudad. Existen acciones aisladas

encaminadas al apoyo de grupos organizados para la preservación de sus

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

manifestaciones culturales. También existen algunos cursos de capacitación para

el trabajo. De acuerdo con Thacker (1993) esos programas son de bajo nivel y no

ayudan realmente a entrenar adecuadamente a sus participantes.

En términos de políticas públicas para un sector de la población indígena,

los que se dedican al comercio ambulante, durante el gobierno de Luis Echeverría

se implementó la capacitación para el trabajo y la dotación de puestos a las

mazahuas para la venta de sus artesanías.

Además de lo anterior han habido intentos y políticas en la ciudad para la

reubicación y regulación del comercio ambulante. A inicios de la década de los

noventa en la administración del regente Manuel Camacho se reubicaron 10 000

vendedores en 40 plazas comerciales (actualmente no todas funcionan, pero

según Sánchez (2000) ese esfuerzo fue el que más impacto tuvo con relación a

los posteriores que intentaron controlar el ambulantaje).

Actualmente el gobierno capitalino (GDF) ha otorgado un trato diferenciado

a la población indígena para encontrar alternativas de solución al problema de la

venta en la vía pública. Dentro del programa de reordenamiento del comercio en

la vía pública se creó en 1998 una mesa de concertación exclusiva para atender a

la población indígena y por medio de la Subsecretaría del Trabajo se han

empadronado a diversos grupos indígenas, principalmente a otomíes, mazahuas

y triquis, que son los que constituyen la mayor parte de esta población que

comercia en la vía pública en el Centro Histórico en las delegaciones de

Cuauhtémoc y Venustiano Carranza. Esta instancia firmó varios convenios con las

organizaciones donde sus integrantes aceptaron su incorporación al programa de

reordenamiento y el gobierno propuso lo siguiente:

1) integración a los comerciantes y artesanos a proyectos productivos; 2) el GDF

evaluará la asignación de espacios acordes con la naturaleza comercial de los

bienes que produzcan en sus micro-empresas; 3) los comerciantes respetarán el

bando que prohíbe el comercio en el Centro Histórico; 4) el GDF hará las

gestiones necesarias para que se otorguen a los comerciantes las facilidades y

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

autorizaciones para que puedan ejercer en forma legal su actividad y el GDF se

compromete a otorgar la asesoría y capacitación para la integración de micro

empresas; 5) el GDF se compromete a otorgar becas y cursos de capacitación a

los comerciantes (artesanos) empadronados y gestionar, en su caso, la

incorporación de un trabajo formal mediante la bolsa de trabajo de la misma

Subsecreataría; 6) El GDF se compromete a gestionar ante la Secretaría de

Educación, Salud y Desarrollo Social (hoy Secretaría de Desarrollo Social) el

apoyo con despensas y becas para los hijos de vendedores ambulantes que

cursan la educación preescolar y primaria; 7) El GDF se compromete a gestionar

ante la Secretaría de Educación, Salud y Desarrollo Social la atención médica

necesaria.

Estas son acciones están en camino y es un proceso complejo ya que tiene

aristas no totalmente resueltas, entre ellas, el autor mencionado destaca que por

un lado el GDF pretende que “los indígenas abandonen al comercio informal y se

integren ya sea a proyectos productivos propios o se capaciten para un trabajo

formal.... por su parte los indígenas quieren seguir vendiendo en las calles

porque les es más redituable que integrarse a un trabajo formal donde ganarían

el salario mínimo” (Sánchez, 2000:149)

Como resultado de una serie de factores tales como: la creciente

conciencia de los indígenas acerca de su identidad étnica y de su potencialidad

como actores políticos, conciencia adquirida por la mayor presencia y lucha de los

indígenas en el ámbito nacional, como de su conocimiento de las luchas que

llevan a cabo los indígenas del continente; de su cada vez mayor desconfianza

del partido oficial que los ha utilizado a lo largo de la historia como votos seguros

y que no les ha planteado alternativas ni soluciones a sus problemas; de sus

vivencias de tener que enfrentarse a una ciudad cada vez más problemática y a

condiciones de vida y trabajo más difíciles, ha llevado a que muchas de las

organizaciones indígenas “informales” existentes en la ciudad, se vayan

convirtiendo en organizaciones formales o se vayan uniendo con otras

organizaciones para convertirse en activos interlocutores con el Estado.

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

Las formas organizativas que los migrantes han desarrollado en la ciudad

son diversas. Existen organizaciones de carácter deportivo, de tipo cultural y de

corte religioso, que han mantenido una continuidad y una estrecha relación con

sus comunidades de origen. Se han formado también organizaciones que cubren

diversos ámbitos, tales como el económico, el político, el artístico, el deportivo, el

ritual y el educativo, todas ellas sustentadas en una base étnica. Están también

aquellas organizaciones más formales que aglutinan a hablantes de varias

lenguas o a hablantes de una misma lengua originarios de diferentes pueblos y

regiones. Las características y objetivos de estas organizaciones son muy

diversos. Thacker por ejemplo menciona que existen algunos grupos que han

desarrollado alianzas con instituciones, manejan y venden sus proyectos al mejor

postor, son grupos que se acomodan al grupo o partido político que pueda darles

pronta respuesta a sus demandas y que se prestan a acarreos políticos, son

peticionarios y asistencialistas. En fin, existe una diversidad de situaciones. El INI

menciona la existencia de 80 organizaciones indias urbanas constituidas por

aproximadamente 15 etnias.

En otro nivel, y más recientemente, se han formado organizaciones cuyo

ámbito de acción trasciende la relación con sus territorios tradicionales o

únicamente con los lugares de asentamiento. Estas organizaciones abarcan

migrantes de una región o etnia(s) ubicados en diferentes zonas geográficas

tanto nacionales como internacionales. Sobre estas organizaciones hablaré en el

siguiente punto.

6. Comunidades sin límites territoriales o comunidades transnacionales

De la exposición anterior sobre los distintos centros urbanos receptores de

migrantes indígenas se puede uno formar una imagen equivocada acerca de la

dinámica y funcionamiento de estos flujos migratorios. Si bien el espacio y el

tiempo de estas migraciones se puede aislar con fines de exposición, los espacios y

tiempos de la migración están interconectados en una dinámica que actualmente

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

ha sido nombrada como propia de las comunidades transnacionales (entre otros

Varese, 1999; Besserer, 1998; Mountz, 1995, Gledhill, 1999; Smith, 1999, Rivera-

Salgado, 1999) o comunidades sin límites territoriales (Sánchez, 1995).

Actualmente la migración de estos grupos no puede entenderse como un

movimiento a espacios sin conexión. La experiencia en la migración y lo que

algunos autores han llamado el “capital cultural” (Hyrabayashi, 1993) de estos

migrantes nos plantea retos teóricos y analíticos que actualmente son parte del

debate y la investigación en el tema.

Las categorías tradicionales para entender los movimientos migratorios nos

son insuficientes. La migración ya no tiene el sello de rural-urbana, cíclica,

temporal o definitiva, de sectores agrícolas a sectores industriales y cuyos sujetos

son primordialmente los varones.

Por los dos polos del fenómeno, los mercados de trabajo y los migrantes, la

situación se ha complejizado. Por el lado de los mercados de trabajo tenemos que

a partir de la globalización y reestructuración de los mercados de trabajo, así

como de las políticas de los gobiernos acerca de la migración, la “tendencia ideal”

de migrar y establecerse en el nuevo lugar se hace cada vez más impensable. Los

migrantes se encuentran enfrentados actualmente a políticas más restrictivas

acerca de sus movimientos (si es el caso de migración de un país a otro) y a una

visión gubernamental de la migración, si es interna, como indeseable y la

responsable de muchos de los problemas de las grandes urbes. Por el lado de los

mercados de trabajo los migrantes se enfrentan a una creciente dificultad para

obtener empleo estable y bien remunerado, situación muy diferente de la

migración interna en la década de los cuarenta a los sesenta, y sus posibilidades

de inserción en los mercados de trabajo es en condiciones de informalidad,

flexibilidad, bajos salarios y nulas prestaciones. Situación que limita la posibilidad

de permanecer a largo plazo en los lugares de destino. Ello hace que el tránsito

entre diversas zonas rurales y entre éstas y las zonas urbanas sea frecuente.

Por el lado de los migrantes se ha reforzado la creación de redes y recursos

que les permiten transitar entre diferentes zonas con una mayor facilidad y

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Foro Invisibilidad y conciencia: Migración interna de niñas y niños jornaleros agrícolas en México 26 y 27 de septiembre del 2002

menor costo, tanto económico como emocional, y han expandido esas redes

hasta formar lo que se ha llamado en la literatura como comunidades

transnacionales o sin límites territoriales.

En la literatura sociológica y antropológica el ejemplo paradigmático de

esta situación es el de los mixtecos y zapotecos, grupos para los cuales existe

una amplia literatura.

Como consecuencia de lo anterior, las organizaciones de migrantes ya no

se limitan a un espacio determinado. Encontramos organizaciones de migrantes

asentados en diferentes estados de la República Mexicana, así como

organizaciones de migrantes que trascienden los límites nacionales. (La

información que sigue es tomada del Coloquio Nacional... passim).

Un ejemplo de este último tipo de organización es el Frente Indígena

Oaxaqueño Binacional (FIOB)9.

En Estados Unidos ha luchado en contra de las leyes y medidas

discriminatorias contra los migrantes (tales como la ley 187 y la propuesta 227

que desmanteló la educación bilingüe en California). Se han manifestado contra

la iniciativa de algunos políticos para implementar un programa como el de

“trabajadores invitados” argumentando que ello llevaría a seguir manteniendo los

sueldos bajos y no respetar las leyes laborales en Estados Unidos, y proponen al

presidente de ese país que se implemente una nueva amnistía para todos los

trabajadores que entraron antes de diciembre de 1996. Apoyan a los

trabajadores agrícolas que viven en Estados Unidos y que se encuentran

afectados por falta de empleo en la temporada, a los familiares que enfrentan el

deceso de alguno de sus miembros en aquél país, etc.10 (Coloquio Nacional...

passim)

9 Esta organización abrió su oficina en 1988 en Livingston y opera actualmente en Fresno con proyectos a diferentes niveles y en un espacio binacional 10 Tienen además los siguiente proyectos: a) un convenio de colaboración de 12 puntos con la Unión de Campesinos de América (UFW), para poder sindicalizar a miles de indígenas; b) desde 1997 cuentan con el programa de intérpretes indígenas para ayudar a los indígenas en su idioma ante las diferentes instancia de aquél país; c) desde 1998 el proyecto de salud de la mujer indígena migrante; d) programa de orientación de los indígenas migrantes acerca de sus derechos para

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Dentro del Proyecto de los Pueblos Indígenas, junto con el programa

Asistencia Legal Rural de California (CRLA) han orientado a los trabajadores

agrícolas sobre sus derechos laborales, en la resolución de problemas legales de

diferente índole, tales como el incumplimiento de la ley en las condiciones de

trabajo y pago de salarios, en la renta de casas, etcétera.

Las organizaciones en Estados Unidos tienen una página mundial en

Internet, tienen su propio boletín trimestral El Tequio que difunde actividades y

noticias de su organización, y el periódico El Oaxaqueño, que tiene como objetivo

la comunicación y difusión de las noticias que acontecen en ambos lados de la

frontera “sirve como la voz de los migrantes para difundir todos los problemas

que tenemos” (Coloquio Nacional, 1999: 49) .

En 1986 se fundó la Asociación Cívica Benito Juárez con el objetivo de

difundir y promover, entre los compañeros migrantes de las localidades de Fresno

y Madera, los derechos humanos, laborales e indígenas, además de promover la

cultura y conservar las tradiciones. Existen comités de migrantes que coordinados

con las organizaciones binacionales oaxaqueñas han formado un Fideicomiso de

Apoyo a Migrantes. Ese Fideicomiso se formó en 1998 con 12 de las 13

organizaciones de migrantes oaxaqueños existentes entonces en los USA.11

RIIO está integrada por 22 organizaciones de migrantes entre otras, La

Organización Regional Oaxaqueña, La Asociación Cívica “Benito Juárez”, El Centro

de Desarrollo Integral Indígena, La Cooperativa Fondo Mixteco, y mesas locales

como las de Santa María Tindú, la de San Juan Mixtepec, y varias expresiones

recibir el Medicaid (ayuda médica para la familia); e) realizan una campaña nacional de educación para invitar a los indígenas que se registren en el Censo del año 2000 en el formulario como indígenas y aprovechar la oportunidad para saber cuántos son (se calcula que son mas de 100,000 oaxaqueños); f) un proyecto en la frontera de California y Baja California para defender a los inmigrantes indocumentados y asistirlos en aspectos de derechos humanos. En el futuro se planea la construcción de un albergue “la casa del migrante indígena” en la ciudad de Tijuana 11 Tiene los siguiente objetivos: a) apoyar a los migrantes a través de diferentes proyectos: productivos, desarrollo comunitario, divulgación de los derechos humanos, indígenas, laborales, de la mujer y de los niños; b) impulsar proyectos de cultura; c) crear un mecanismo que reduzca los costos de envíos de remesas; d) gestionar recursos para la implementación de los proyectos que los comités están promoviendo en el ámbito de la comunidad; e) fomentar el aprovechamiento de las tierras de cultivo en Estados Unidos vía la renta; f) impulsar una red de información y comunicación electrónica para fortalecer la Red Internacional de Indígenas Oaxaqueños (RIIO) y los proyectos existentes.

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locales. El mismo FIOB está invitado. Se calcula que participan alrededor de cinco

mil personas. Entre sus objetivos figuran el apoyo económico a las familias y la

realización de pequeñas obras de beneficio social. Con el objetivo de fomentar

obras comunitarias de mayor importancia, deciden colaborar junto con el

gobierno federal, el gobierno estatal, la oficina de Fomento Social de BANAMEX y

personas solidarias en la creación de un instrumento legal para gestionar

recursos financieros adicionales, al que denominan Fideicomiso de Apoyo a

Migrantes que mencionamos anteriormente

Entre otros proyectos de RIIO destaca la Radio bilingüe, proyecto que surge

en 1980 y que se enfoca a la promoción cultural e informativa sobre temas de in-

terés relativos a los derechos humanos, problemas migratorios, laborales, entre

otros dirigidos a la comunidad de migrantes. Actualmente este proyecto tiene

cinco emisoras propias, las cuales se enlazan a través de satélite a 65 emisoras

en los Estados Unidos, México y Puerto Rico.

Los miembros de las organizaciones siguen participando en sus

comunidades y en actividades culturales en el nuevo medio. Tal y como ha sido

reseñado en otros estudios, siguen vinculados a sus comunidades enviando su

Tequio (envío de recursos económicos para la construcción de obras públicas),

ocupando gratuitamente cargos civiles y religiosos y promoviendo actividades

culturales en ambos países. En Estados Unidos realizan desde hace cinco años la

Copa Benito Juárez, que se celebra el 21 de marzo en la ciudad de Madera en

donde asisten más de 20 equipos de basquetbol que contribuyen con una cuota.

El dinero se utiliza para el traslado de los cuerpos de los paisanos que mueren en

ese país. Celebran también la Guelaguetza o Miniguelaguetza en la ciudad de Los

Ángeles

La organización de los migrantes en algunos casos ha sido iniciada por la

intervención del gobierno federal, de los gobiernos de algunas de las entidades

federativas y de los partidos políticos. La Secretaría de Relaciones Exteriores a

través del Programa para las Comunidades Mexicanas en el Extranjero ha alentado

la formación de más de 300 clubes en una decena de estados de la Unión

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Americana. Tanto el PRI como el PRD cuentan con comités de apoyo en diferentes

localidades de la Unión Americana.12 Las aportaciones de las organizaciones de

migrantes sirven para que el gobierno federal las tome como medida unitaria y

las triplique, a través de la SEDESOL. Las propuestas tripartitas de las

organizaciones de migrantes, el gobierno federal y los gobiernos de los estados

alcanzaron, en 1995, 30 millones de nuevos pesos. En Zacatecas, el gobierno

anterior trabajó también con el esquema 1:3 y estableció estímulos adicionales,

los que tuvieron un gran efecto al multiplicarse rápidamente el número de clubes

en los Estados Unidos y en el mismo estado. Según los datos del Coloquio los

Clubes estatales con un mayor índice de aportación son en este orden:

Zacatecas, Jalisco, Guerrero y Sinaloa. Los de Michoacán, Guanajuato, San Luis

Potosí y Oaxaca.(ibid:161-162)

La importancia que han adquirido esos programas y la vinculación de los

migrantes con sus comunidades es señalada también por el estudio de Nichols

(2000). La autora señala que el gobernador de Zacatecas se reúne en noviembre

de cada año en el sur de California con los representantes de la Federación de

clubs de Zacatecas para negociar los proyectos de infraestructura de sus

comunidades que serán financiados en el siguiente año. En Guanajuato, el ahora

presidente Vicente Fox impulsó el proyecto “Mi Comunidad” con el objetivo de

financiar microempresas que generaran empleos locales y alternativas a la

migración. En el marco de ese proyecto se inauguraron en 1999 en El Timbinal

las primeras maquilas.

Conclusiones

Como hemos visto de la exposición anterior, la presencia de los indios en las

ciudades no ha tenido la visibilidad e importancia que merece. Si bien la dinámica

12 De acuerdo con la información del Coloquio Nacional (1999:160) el PRI contaba con 14 comités de apoyo en localidades de Texas, Arizona, California e Illinois, y el PRD en California, Oregon, Washington, Illinois y Texas.

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migratoria hacia las ciudades ha variado a lo largo de los años y varía entre las

diferentes urbes, todas ellas comparten el hecho de no tener registrada dicha

presencia ni en términos de políticas ni en programas que estén dirigidos a estas

poblaciones y a sus situaciones particulares.

Si bien los indios urbanos comparten con el contingente de pobres urbanos

muchos elementos, a diferencia de éstos, los indios migrantes se enfrentan a

problemas específicos, tales como los derivados de su falta de dominio del

español, el provenir de culturas específicas que los han socializado en otros

valores, y aún en algunos casos, el tener sistemas normativos diferentes que les

dificultan su comprensión y entendimiento de diferentes situaciones a las que se

enfrentan en las ciudades.

Un elemento importante que habría que señalar es la gran diversidad de

situaciones en las que se encuentran los indios en las ciudades. El hecho de ser

indio no sobredetermina todas sus experiencias y vivencias, los diferentes grupos

indígenas tienen recursos y capitales (económicos, políticos, culturales y sociales)

diferentes, en sus lugares de origen y en consecuencia en sus lugares de

migración. Por ello encontramos que, en un extremo de las variaciones, tenemos

a aquellos grupos tales como los zapotecos y mixtecos que han logrado

enfrentarse en mejores condiciones a sus diferentes lugares de migración, que

tienen organizaciones hasta transnacionales y que son actores políticos en

contextos nacionales e internacionales. En el extremo opuesto tenemos el caso

de los otomíes en Guadalajara, en donde la falta total de recursos lleva a que

este grupo se “encapsule” y mantenga a la familia como su único recurso de

sobrevivencia. Los otomíes no logran mejorar sus condiciones de vida ni mejorar

sus niveles de calificación, laboral o educativa, podemos decir que básicamente

sobreviven en las ciudades.

A pesar de esas diferencias tenemos que los diferentes grupos indios que

habitan las ciudades comparten por lo menos las siguientes situaciones, aunque

con matices diferentes, y esto les da distintividad tanto como migrantes como

pobladores en las grandes urbes.

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a) Han contribuido a la riqueza cultural y étnica de las ciudades. Ha aumentado

no sólo el número de hablantes de lenguas indígenas en las ciudades, sino que

también la diversidad de manifestaciones étnicas y culturales como

consecuencia del aumento de hablantes de lenguas indígenas de grupos que

antes no se encontraban presentes en estos ámbitos.

b) Se podría hablar de la presencia de enclaves en el espacio urbano así como en

determinadas actividades laborales. Si bien en las delegaciones no hay

indicios de agrupación de hablantes de lenguas indígenas, los datos de campo

indican que hay cuadras, vecindades o espacios urbanos diversos en donde se

encuentra una cierta agrupación de hablantes de lenguas indígenas. Asimismo

también habría una cierta agrupación en algunas actividades laborales.

c) La agrupación socioespacial o laboral se teje a partir de las estructuras

familiares y de paisanazgo (pertenecer al mismo pueblo) y no principalmente

por el componente étnico. En otras palabras, la pertenencia al mismo poblado

o al mismo grupo familiar (ya sea consanguíneo o ritual) tiene más fuerza en

estas agrupaciones que la pertenencia a un determinado grupo étnico o

lingüístico.

d) Existencia de formas de organización y definiciones de identidades distintas

que las propiamente urbanas.

Ejemplo de esto son las definiciones diferentes acerca de las etapas de la vida.

En algunos estudios se reseña que los niños ingresen a temprana edad a

actividades generadoras de ingreso, ya que se concibe la participación de

todos los miembros del grupo familiar como necesaria y al grupo mismo como

un espacio en donde todos los miembros se organizan para la sobrevivencia,

nombrándolo como unidad familiar productiva.

El grupo familiar cubre una mayor cantidad de funciones. Se señala en

algunos estudios que el grupo familiar cubre las funciones de socialización e

interacción en situaciones de escasa o nula interacción con no-indígenas o no

miembros del mismo poblado, y que también tiene la función de capacitación

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para la futura vida laboral, tal es el caso de los vendedores ambulantes en las

ciudades.

Una mayor fuerza de las lealtades tanto familiares como de paisanazgo que se

manifiesta en la serie de ayudas para migrar, para conseguir casa, trabajo y

enfrentar situaciones adversas, tales como decesos, desempleo,

enfermedades, etcétera.

Una temporalidad y objetivos diferentes en las migraciones en las que se

participa. En muchos casos se reseña la importancia de la temporalidad de los

lugares de origen, en donde el ciclo festivo y/o agrícola determina los mo-

vimientos migratorios y las vivencias de los migrantes en sus nuevos lugares

(ejemplo de esto lo vemos en que las celebraciones comunitarias siguen

marcando sus ritmos de vida en la ciudad). En otros estudios también se

reseña que la elección del tipo de migración en la que se participará no sólo

está determinada por las opciones que se perciben en el mercado de trabajo

sino que también por los propios intereses de los migrantes. Ejemplo de ello

son los nahuas vendedores de amates, la venta de estos productos les

permite allegarse un ingreso y poder seguir participando en la vida de la

comunidad.

e) Persistencia de indicadores de marginalidad y pobreza. No obstante que no

todos los indios comparten las mismas situaciones en sus vivencias urbanas,

ya que a algunos de ellos la ciudad les significa un acceso a la educación y a

mejores condiciones de vida, como grupo y especialmente dentro de ciertos

grupo indígenas, tales como los otomíes, encontramos que se reporta una

presencia importante de indicadores tales como mayor analfabetismo y

deserción escolar, por lo tanto niveles educativos más bajos, poca o escasa

movilidad laboral, y fenómenos nuevos y no suficientemente señalados tales

como la incapacidad de comunicarse correctamente en algún idioma. En el

texto se señaló la presencia de lo que la autora llama como español-indígena

y del espangles entre los migrantes a Estados Unidos. A fin de cuentas lo que

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se está señalando es la persistencia de la desigualdad y la marginalidad de

estos grupos.

f) Creación de novedosas formas de organización. Las organizaciones creadas

por los migrantes tienen características novedosas al menos en los siguiente

aspectos: en sus objetivos, que van desde demandas en el ámbito étnico o

cultural, pasando por demandas como migrantes, trabajadores, ciudadanos

mexicanos, etc. En sus formas de organización, que van desde niveles del

pueblo o localidad hasta transnacionales, y que pueden conjuntarse diversos

niveles de organización y demandas. En el desdibujamiento de fronteras. Esto es,

las divisiones geográficas-políticas nacionales y fuera del ámbito del país no han

sido un impedimento para conjuntar organizaciones y demandas y crear niveles

más abarcativos de organización. Y finalmente en la apropiación de espacios y

elementos a través de los cuales circula información y crean espacios de

comunicación, y que van desde las formas más tradicionales como circulación de

información entre migrantes que van y vienen o a través de los que van

llegando, hasta la utilización de correos, noticias por la radio, periódicos y las

más modernas formas de comunicación como es a través del Internet.

La riqueza y diversidad de situaciones de los indios urbanos es un tema abierto a

la indagación. Sabemos más sobre ciertos grupos indios, aún cuando en esos

casos nuestro conocimiento todavía es insuficiente. Un gran vacío que hay que

señalar es sobre el conocimiento de las mujeres indígenas en las ciudades. La

dificultad para trazar los contornos de la presencia india en las ciudades es

especialmente relevante para el caso de las mujeres indias.

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