MICROEMPRESAS, PLANIFICACION Y MERCADO (1986)

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MICROEMPRESAS, PLANIFICACION Y MERCADO EN TORNO A LAS BASES SOCIOECONÓMICAS DEL SECTOR DE LA ECONOMÍA DEL TRABAJO JOSÉ PEDRO ALBERTI [1]

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MICROEMPRESAS, PLANIFICACION Y

MERCADO

EN TORNO A LAS BASES

SOCIOECONÓMICAS DEL SECTOR DE LA

ECONOMÍA DEL TRABAJO

JOSÉ PEDRO ALBERTI [1]

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TALLER DEL PROGRAMA DE ANALISIS Y ELABORACION SOBRE "EL SECTOR DE LA ECONOMIA DEL TRABAJO (SET) Y EL MOVIMIENTO DE LOS TRABAJADORES"

CLAT - COLACOT - Universidad de los Trabajadores de América Latina (UTAL) San Antonio de los Altos, Estado Miranda - Venezuela

I) INTRODUCCION

El presente documento sistematiza algunas reflexiones sugeridas por la lectura del trabajo "ELEMENTOS MACROECONOMICOS DE UN MODELO DE ECONOMIA SOLIDARIA" de CELATET. Estas reflexiones buscan transmitir aspectos de la experiencia acumulada en el país tanto en el terreno de la investigación como de la promoción de pequeñas unidades productivas de gestión colectiva. No se pretende aquí, por el escaso tiempo que pudo asignársele a este documento, abarca la totalidad del trabajo de CELATET, nos interesaría en esta instancia limitarnos a realizar algunos señalamientos respecto a, primero, los presupuestos básicos de la economía SET, segundo, el uso de las cuentas nacionales como instrumento para la medición de su impacto potencial y, tercero, algunos límites de la planificación económica.

Siendo conscientes que el fenómeno de las microempresas es solo un aspecto parcial en la propuesta del SET, deseamos concentrarnos en este sector por la importancia que progresivamente va adquiriendo, en términos de creación de puestos de trabajo, en aquellos circuitos de "economía popular" donde centra su atención el presente taller de análisis. Estas reflexiones están vinculadas a líneas de investigación del Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), especialmente en torno a la búsqueda de incentivos de desarrollo local, como así también, a experiencias personales realizadas en el plano de la creación y promoción de microempresas.

II) LOS PRESUPUESTOS BASICOS DE LA ECONOMIA "SET"

El objetivo del trabajo de CELATET se centra en la predicción de los resultados o potencialidades derivados de la configuración del SET, utilizando para ello instrumentos de análisis macroeconomico derivados de las Cuentas Nacionales, especialmente las técnicas de insumo-producto, con apoyo de servicios computarizados[2].

Como punto de partida se definen una serie de presupuestos básicos para reorganizar matrices de insumo-producto y cuentas nacionales en función del

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diseño del modelo SET, estos son "en esencia una proyección a nivel macroeconómico de los principios, propósitos y características que animan y persiguen las distintas formas y expresiones de economía solidaria" [3]:

a) en la Oferta Total:

Reducción de las diferencias de precios entre productores y consumidores por la orientación solidaria descartando la reproducción y acumulación de excedentes.

Expansión de la producción nacional y reducción de las importaciones por el tipo de desarrollo tecnológico elegido que se basa en el pleno aprovechamiento de los recursos nacionales con menor dependencia de importaciones y transferencia de tecnología.

b) en el Consumo Intermedio:

Reducción del consumo intermedio dentro del costo total de la producción bruta por el tipo de desarrollo tecnológico mencionado, como así también, por la cooperación e integración de las organizaciones de economía solidaria, tanto horizontal como verticalmente.

c) en la remuneración de los factores:

Reducción de la proporción de la producción bruta destinada a excedentes de exportación por la eliminación de rubros de remuneración del capital, y la conformación de reservas de excedentes, sólo para necesidades de inversión y desarrollo de formas asociativas.

Incremento de los ingresos de los productores directos por lo anterior.

d) en la demanda final:

Orientación prioritaria hacia la satisfacción de necesidades básicas de la población por el mismo propósito de servicio por parte de las formas de economía solidaria.

Contribución a la diversificación de las exportaciones, especialmente a las exportaciones no tradicionales y reducción de la brecha comercial.

e) en la ocupación:

Incremento del empleo, ya que el tipo de tecnología más fundamentado en la productividad del trabajo que del capital y el cambio de las relaciones de

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producción favorecerán la utilización mas plena y racional de las fuerzas productivas y, especialmente, del recurso humano potencial.

III) GRADO DE CONFIABILIDAD DE LAS CUENTAS NACIONALES.

Quisiéramos iniciar nuestras reflexiones, realizando algunas puntualizaciones respecto al uso de las cuentas nacionales para la elaboración de proyecciones de crecimiento y en general estudios sobre las modalidades de los que estamos llamando Sector de la Economía del Trabajo.

Estas puntualizaciones se refieren fundamentalmente a dos aspectos, por un lado la valoración de la actividad estatal, fuente de generación de infraestructura imprescindible para la actividad privada, y por otro lado la valoración de la misma actividad privada, especialmente en sus formas de "economía popular" que es nuestro objeto de análisis.

Cuando en los años treinta, luego de la crisis mundial y de la gran depresión las ideas de Keynes -y con ellas el instrumento keynesiano- triunfaban, los modelos de circulación de François Quesnay y de Karl Marx comenzaban a caer en el olvido o a ser considerados como parte de la historia de dogmas. La teoría keynesiana llenó este espacio e influyó profundamente el desarrollo de los siguientes esfuerzos de medición económica.

El resultado de estos esfuerzos, las cuentas nacionales, se han transformado para los economistas en algo casi natural por su incorporación a manuales elementales y a publicaciones estadísticas oficiales. Es tan natural, que ya no se indagan los sectores y transacciones que abarca, sino que se las toma sin mayor cuestión a pesar de que el concepto de circulación económica representa una construcción, que de acuerdo a las condiciones sociales y políticas y al objeto del análisis puede ser llenada con diversos y disimiles sectores y transacciones.

La discusión sobre cuentas nacionales no puede quedar recluida al nivel económico puro -problemas de agregación, de valuación, de ponderación- puesto que el Producto Bruto Interno tiene como medida de éxito para la política económica un importante valor político. El PBI figura en el catálogo de objetivos de todo actor social, puesto que cada uno de ellos espera de un crecimiento de esta magnitud un mayor grado de realización de sus objetivos específicos.

El centro de interés en el análisis keynesiano se orienta fundamentalmente a la demanda efectiva de mercado; es evidente que en el momento de implementación de políticas económicas, toda información sobre este punto es necesaria. Sin embargo, como vemos, las cuentas nacionales no pueden

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realizar una medición consecuente de la demanda efectiva, puesto que también en forma paralela han incorporado elementos de bienestar.

Partiendo del principio de valuar todos los bienes y servicios a precios de mercado, un primer punto de crítica se centra en la consideración de la actividad estatal, cuyos productos como, por ejemplo, "Defensa" y "Educación" no se ofrecen en mercados. Dado que no existen precios de mercado equivalentes se presenta el dilema de renunciar a la consideración de estos servicios o renunciar al principio de valuar todos los bienes y servicios a precio de mercado. La calidad y cantidad de los servicios estatales se entiende, sin embargo, es un aspecto a considerar en reflexiones sobre el bienestar económico y es por ello que se ha optado por la segunda alternativa. Los servicio estatales -con excepción de las empresas públicas- son considerados en las cuentas nacionales como demanda final, pero valuados según sus costos efectivos, e decir, los salarios de los funcionarios estatales y los costos de los materiales.

Esta decisión tiene algunas consecuencias inmediatas:

la ganancia del sector estatal en cada período es igual a cero, dado que los costos de los insumos coinciden con el resultado productivo.

como aporte del Estado al bienestar se consideran sus insumos y no sus productos, se critica el desmesurado consumo del Estado o la ineficiencia de sus servicios, pero no es posible establecer con las cuentas nacionales el valor que el Estado agrega a sus insumos. Esta lógica supone que los ocupados en este sector, son remunerados de acuerdo a su aporte al producto total. Cuando los costos ocasionados por el sector estatal aumentan, esto significa que la participación del Estado en el PBI aumenta y con ella la "generación de bienestar".

Dado que el PBI es una cuenta neta, sólo se considera como aporte de las empresas a la demanda final, los rubros de consumo, inversiones y exportaciones, y no el consumo intermedio de las empresas nacionales entre sí, puesto que de lo contrario, se considerarían por partida doble. De acuerdo a esta lógica, habría que analizar cada rubro de la producción del Estado, para determinar si provee al sector de empresas, o si es consumido por las familias como demanda final. Si bien hay sectores, para los cuales es posible realizar una clasificación de este tipo, -por ejemplo el transporte- para la mayor parte de la producción estatal, sería sumamente arbitraria. Habida cuenta de las dificultades para realizar esta clasificación, quedan solo las alternativas de considerar toda la actividad estatal, como consumo intermedio o como demanda final, optándose como es sabido por la segunda, con lo cual se quiebra el principio de cuentas netas. Este aspecto perjudica sensiblemente la

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cuantificación de la importacia del sector estatal, en programas de crecimiento económico.

La valuación del aporte del sector estatal al PBI en costos de insumos, implica además que el cálculo de aporte real de las empresas al PBI, que se hace a través de la división de los montos nominales en componentes de precio y cantidad, no pueda ser realizado para este sector. Dado que no es posible realizar una medición directa para la totalidad de los bienes públicos, no es posible determinar con exactitud, en caso de una participación creciente del Estado en el PBI, en cuanto se debe a un aumento real de la oferta de servicios estatales y en cuanto se debe a aumentos de tarifa.

Bajo estas consideraciones, es comprensible la radical propuesta de Bombach[4], en el sentido de renunciar a la consideración del Estado para en análisis de bienestar, reducir las cuentas nacionales solo al sector privado, y considerar los bienes y servicios estatales a través de parámetros sociales. Con ello podrían superarse los escollos que presenta la valuación del Estado, para la medición de impactos económicos de programas de crecimiento para el sector privado.

Sin embargo, en el tema que nos ocupa, la potencialidad de unidades productivas del Sector de la Economía del Trabajo, existen otras dificultades, respecto al uso de las cuentas nacionales, a las que queremos hacer referencia.

El siguiente punto de crítica se dirige a constatar, que el PBI no considera importantes factores vinculados con el bienestar, puesto que existen transacciones o ámbitos que si bien generan bienestar, no se expresan en mercados. Un bien expuesto a libre disposición, como por ejemplo, espacios para el estacionamiento de autos o playas, son considerados en las cuentas nacionales y aumentan el PBI en cuanto son cercados y ofrecidos en mercado, sin que entre un momento y otro exista realmente en aumento de bienestar.

Esto es más inquietante, cuando se constata la expansión del sector informal en las economías latinoamericanas. Infinidad de pequeñas empresas, que actúan ilegalmente en circuitos informales, abasteciendo consumidores y a otras empresas, no son consideradas, pero aumentan el PBI en cuanto el Estado encara políticas que induzcan su legalización. Esto es lógico justamente, en momentos en que se encaran planes de desarrollo de este sector, el Estado esta en condiciones de reflejar de este modo en las cuentas nacionales, un mayor impacto en términos de creación de pequeñas unidades productivas, que el que realmente puede darse. La creciente importancia de los sectores informales, en las economías latinoamericanas, dificulta entonces, la realización de estudios comparativos de bienestar a lo largo del tiempo al interior de un país,

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como así también, entre países desarrollados y subdesarrollados, dado que en los últimos, el PBI estaría subvaluado por efecto de la economía informal.

Dentro de este bloque de críticas, la valuación de la actividad privada en las cuentas nacionales, se puede señalar que el PBI no incluye los costos sociales que acompañan ciertos procesos productivos, como los efectos externos de tecnologías que perjudican el medio ambiente, contaminando tierra, agua y aire. Igualmente los positivos efectos externos que se derivan del uso de tecnologías blandas, apropiadas o suaves que proponen diferentes planes de desarrollo tampoco encuentran su consideración en las cuentas nacionales.

Los puntos anteriores muestran las dificultades que surgen, en la confección de modelos cuantitativos para la medición del bienestar sobre la base de precios de mercado, sin que hayamos puesto en duda la aptitud de los precios de mercado como base de reflexiones de bienestar.

La producción de un período abarca un monto de diversos bienes y servicios. Para sumarla a una expresión determinada, se necesita una expresión única. Como tal, funciona en prácticamente todas las economías, el dinero. Pero con ello no está resuelto el problema. Es necesario calcular además, los pesos relativos con los cuales entran los deferentes bienes en la contabilidad; y dado que están en juego reflexiones sobre el bienestar, estos pesos relativos deben corresponderse con el contenido de bienestar de los diferentes bienes.

Las cuentas nacionales utilizan como sistema de pesos relativos, los precios de mercado del período correspondiente. Esto implica que los precio de mercado son proporcionales a su contenido de bienestar. Con ello se establece la dependencia del sistema de preferencias de los consumidores del sistema de producción de los empresarios, lo cual, en consideración de la oligopolización de mercados y el escaso desarrollo de las sociedades de defensa de los consumidores en América latina, muestra además el bajo grado de negociaciones en este importante escenario. Dado que la mayor parte de las microempresas del sector informal, como así también, las pequeñas y medianas empresas de gestión cooperativa en nuestros países, sólo están accediendo a segmentos marginales de mercados por común oligopolizados, es habitual que peleen su inserción en el mercado a través de menores precios en iguales, mejores o peores condiciones de calidad de sus productos. Las cuentas nacionales leerán aquí, un menor aporte en términos de bienestar en todos los casos. Por otra parte no es necesariamente esperable, por la situación de mercado descrita, un efecto deflatorio de los productos de este sector, sobre nivel general de precios, ello dependerá de las condiciones de mercado en cada caso, aunque la norma parece ser que estas experiencias productivas se desarrollen en segmentos de mercado con grandes dificultades de articulación con el resto de la economía.

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Resumiendo éstas reflexiones, podemos decir que la proyección de crecimiento, en base a las cuentas nacionales, de un sector de economía compuesto por unidades productivas como las deseadas en la concepción del SET, debe tener en cuenta, primero, las dificultades de valoración del aporte estatal a este proceso de crecimiento, especialmente los insumos a entregar a estas unidades productivas, segundo, las problemáticas derivadas de la no consideración de la actividad informal, tercero, la ignorancia de las cuentas nacionales respecto a toda la temática de economías externas en términos de costos y beneficios sociales, y cuarto, las implicancias derivadas del uso del sistema de precios del período correspondiente como estructura de ponderación.

IV) LOS LIMITES DE LA PLANIFICACION ECONOMICA.

Si bien nuestras consideraciones sobre las cuentas nacionales, no invalidan su utilidad para la confección de proyecciones de crecimiento cuantitativo, creemos que llaman si a considerar con especial cuidado los resultados derivados de estas estimaciones. En la misma línea de reflexiones, quisiéramos mencionar algunas lagunas que observamos en el conjunto de las ciencias económicas, cuando de ellas se exige la programación del crecimiento económico, y por lo tanto, la consideración de los aspectos cualitativos sustanciales, asociados a las proyecciones de crecimiento.

Nuestra crítica se orienta a resaltar, la escasa consideración que en la ciencia económica vigente, ha tenido la incidencia del comportamiento heterogéneo y descentralizado de los actos sociales en los procesos de política económica, tema que consideramos de especial relevancia, cuando se reflexiona sobre el tipo de articulación de las microempresas en el conjunto de la economía. La exclusión de datos de carácter psico-social, político y cultural, que explican las diversas estrategias particulares, y la inclusión de funciones de comportamiento homogéneas y estereotipadas, -sin percibir que precisamente la aplicación de políticas, induce permanentemente variaciones en el comportamiento de los diversos actores- reducen las posibilidades de manejo de la realidad y otorgan a los pronósticos de la planificación económica una rigidez excesiva.

Este "chauvinismo" de las ciencias económicas, no ha dejado de incidir en un estilo excesivamente "institucionalista", en el abordaje de programas de desarrollo; Walter Cancela[5] señala al respecto que, "se crean al nivel de los gobiernos, o al nivel internacional, instituciones a las que se comete estructurar planes nacionales o dictar normas, las cuales no pueden superar, las más de las veces, la producción de literatura y burocracia administrativa. Un proceso real de transformación, se materializa con actores sociales poniendo en práctica acciones dirigidas al objetivo, para lo cual, los marcos institucionales existentes en la mayoría de los países, suelen ser suficientes. El progreso de las

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experiencias exigirá, en su momento, cambios institucionales, los cuales responderán, entonces, a las necesidades de la sociedad real, y no meramente a las imágenes proyectadas sobre el funcionamiento deseado".

La evolución de los sistemas de negociación económica en sus componentes sociales, culturales, políticos y psicológicos, ha ido moldeando comportamientos en los individuos, que por su creciente complejidad desbordan la visión que la ciencia económica -vía definición de supuestos- tiene de ellos. No es suficiente ahora, por ejemplo, como pudo serlo en los años posteriores a la crisis del '29, explicarnos si los individuos son capaces o no de percibir, el deterioro que la inflación genera en su ingreso real, para poder concluir en las tesis de neutralidad en un caso, o eficiencia en el otro de medidas expansivas de regulación de la demanda en la mejor de las intenciones keynesianas. Vastos sectores sociales, han aprendido a negociar en situaciones inflacionarias; tres décadas de inflación persistente, han inducido procesos de aprendizaje colectivo no imaginados por los teóricos de la primera mitad del siglo.

El comportamiento de los individuos en los procesos de negociación económica, responde más bien a estrategias como las formuladas en la "teoría de juegos"[6], donde diversas cuotas de poder relativo permiten, el beneficio de unos sobre el perjuicio de otros. En un mundo caracterizado por la quiebra del Estado benefactor a causa del recurrente desequilibrio que generan los desajustes estructurales no resueltos, por el desarrollo vertiginoso de los medios de comunicación que posibilitan nuevas y variadas formas de incidencia en la negociación social, y por la aparición en escena de diversos grupos de intereses específicos que se agregan a la pugna distributiva diversificando polémicas (desocupados, jubilados, cooperativistas, microempresarios, ahorristas, campesinos, consumidores, etc.) el conocimiento de los elementos que motivan las diversas estrategias particulares, comienza a ser cada vez más un punto fundamental para el análisis y formulación de políticas económicas.

No obstante, la lectura que la ciencia económica realiza del contexto social se nos presenta cada vez más rígida y parcializada pro la degradación que se obstina en imponer a todos aquellos factores "extraeconómicos" al nivel de variables exógenas y constantes (ceteris paribus) del análisis, manteniendo con ello un sesgo economicista en la concepción universal de su ámbito de acción. Esto acarrea una serie de consecuencias sobre las que hemos advertido en un anterior trabajo[7] y que detallaremos brevemente:

Estereotipia del comportamiento de los sujetos económicos, (irracionales-racionales) respecto de la política económica en base a rígidos supuestos, que permitan "demostrar" la eficiencia o ineficiencia de la misma, según la corriente teórica.

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Asignación maniquea de virtudes y pecado entre Estado y mercado, respecto de la estabilidad del sistema según la corriente teórica: eficiencia estatal-ineficiencia privada en Keynes, lo opuesto en Friedman.

Concepción omnipotente del Estado implícita en las tesis extremas sobre el carácter de la política económica, como exógeno-distorsionante en una o endógeno-regularizante en otra, que permiten ocultar en la primera y minimizar en la segunda la existencia de poder monopólico en la estructura de los mercados.

Indecisión de romper definitivamente con la creencia en el comportamiento benefactor del inversionista. Según esta visión, el empresario realiza aquella asignación eficiente de recursos que le brinde un beneficio máximo, coincidiendo éste, -en calidad y cantidad- con el deseado macroeconómicamente. El "arte de la ciencia político-económica" consistiría entonces, en encontrar el modo -vía mercado en Keynes, vía costos en Friedman- y el grado de incidencia -claro que indirecta y descartando todo tipo de control- sobre la tasa de ganancia, puesto que variaciones de ésta, producirían automáticamente variaciones similares en la tasa de inversión. Con esta novelesca concepción de lo empresarial, tomada quizá del Robinson Crussoe, se obstruye el desarrollo de mecanismos -de necesaria definición en amplio consenso democrático- que castiguen el uso improductivo de las ganancias y permitan evaluar opciones de inversión en términos de economías externas como consecuencias ocupacionales, ambientales, sanitarias o de agotamiento de los recursos naturales, aspectos estos especialmente considerados en programas orientados a la consolidación de experiencias de pequeñas unidades productivas.

En relación a los puntos anteriores, escasa consideración de la diversidad de comportamientos y expectativas descentralizadas en el ámbito económico: aún menor diferenciación de ellos según poder económico, social y político del sujeto; y ninguna reflexión sobre el carácter de corto o largo plazo en la permanencia de cada tipo de expectativa.

En la actualidad, se suman esfuerzos de análisis en las ciencias sociales con vistas a superar los rígidos supuestos de la teoría económica tradicional, focalizando la crítica en los límites que impone al ámbito del conocimiento en materia de política económica la búsqueda recurrente de modelos de "economía en equilibrio" bajo postulados "ceteris paribus", que obligan a la concentración en pocas variables económicas, desconociendo la incidencia del resto de las variables relevantes. Elemento central de las nuevas orientaciones es el intento de superar la dicotomía entre política y economía, y el destierro de los factores políticos y sociales a l categoría de "datos" del análisis económico: implícito en ello, quizá, el deseo de un renacimiento de la Economía Política.

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Estos intentos no son adjudicables a ninguna escuela económica específica, son fundamentalmente punto de encuentro de diferentes corrientes que comparten algún punto de vista respecto de la dinámica interna y las tendencias de largo plazo del sistema capitalista, a saber, que las irracionalidades macroeconómicas resultan del comportamiento microeconómico racional y concurrente de los individuos o grupos de intereses específicos en busca de maximizar sus beneficios particulares en la economía de mercado. Los motivos de su comportamiento son vistos como valores en forma de preferencias, objetivos e intereses, no indiferentes al reparto del poder en las estructuras del mercado, como supone la escuela neoliberal, ni fácilmente influenciables por el mecanismo simple de estímulo-reacción que practicaran los programas de orientación keynesiana.

El persistente desarrollo de estructuras oligopolíticas en los mercados, junto a la simultánea consolidación de sistemas de decisión social fuera del ámbito dualista "mercado-planificación", como son la negociación directa entre corporaciones privilegiadas y los subsistemas de sufragio con criterio de exclusión al interior de corporaciones, alejan al Estado y al mercado de los roles que los teóricos de una y otra escuela les habían asignado. En este sentido es interesante observar que los liberales siempre han visto en el Estado al burócrata ineficiente y no al empresario político, mientras que los keynesianos proyectan en el sector privado la imagen de un empresario desorientado, sin ver al monopolista estratega, en situación de condicionar, modificar o neutralizar la política económica del Estado.

La permanencia de políticas económicas diseñadas según los paradigmas tradicionales de la ciencia económica y diferenciadas en torno al falso dilema de "gestión estatal versus gestión privada" impiden al estadista comprender el significado de ciertos fenómenos particulares, dentro de los cuales las iniciativas privadas en torno a pequeñas unidades productivas de gestión colectiva, se muestran como respuestas concretas y novedosas del ámbito social. Estas iniciativas desarrollan formas y contenidos propios, su relación con los fenómenos tecnológicos, ocupacionales, financieros y culturales en sentido amplio es original y particular, y sin embargo, a pesar de su importancia en el conjunto de la economía[8], es poco lo que se sabe de ellas al interior de las ciencias económicas.

V) ARTICULACION SOCIO-ECONOMICA DE LAS MICROEMPRESAS EN EL RESTO DE LA ECONOMIA EN LA EXPERIENCIA URUGUAYA.

Habiendo resaltado entonces, la deficiente inclusión que en las cuentas nacionales tiene el fenómeno que nos ocupa, microempresas y sector informal, como así también, ciertas rigideces que impiden a las ciencias económicas un

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tratamiento integral de temáticas de desarrollo en general, y de este sector en particular, hemos llegado al punto en que nos interesa señalar algunas condicionantes básicas, que pueden encontrarse en la articulación de microempresas con el resto de la economía.

Si pudiéramos definir de alguna manera, la conclusión fundamental a la que hayamos podido arribar luego de una experiencia de tres años en la promoción de proyectos para este sector, creo que tendría una formulación un tanto desalentadora como la siguiente: la viabilidad de pequeñas unidades productivas con escasa cobertura legal implica necesariamente asumir ciertos datos de la realidad de este sector -baja productividad, baja rentabilidad, explotación de la fuerza de trabajo propia y de terceros, tecnologías primitivas, ignorancia de políticas de gestión empresarial, segmentación y marginalización de mercados- que conspiran en primera instancia contra el logro de éxitos fáciles en la instrumentación de planes de desarrollo para el mismo.

Tenemos asimismo la impresión que de encontrare respuestas adecuadas a estas restricciones podría consolidarse un sector de producción con capacidad de acumulación endógena en términos dinámicos; el funcionamiento de cada microempresa nos sugiere un equilibrio sumamente complejo de expectativas económicas y sociales, condicionamientos psicológicos, pautas culturales y otros factores circundantes, una relación entre iniciativa privada y medio ambiente en sentido amplio, que de ser fortalecida llenaría lagunas importantes dejadas por los planes de desarrollo instrumentados hasta el momento. El aspecto regional o local cobra aquí una impotencia decisiva, ..."en el campo de la organización de la producción, deberían revisarse las políticas de concentración industrial a la luz de la experiencia de inversiones en grandes establecimientos, inmovilizadas en equipos de alto costo inicial que han quedado rápidamente obsoletos. Una organización de la producción basada en unidades de menor dimensión, haría posible, en muchas ramas, la distribución más equilibrada de la población en el espacio y su ocupación más racional"[9].

No queríamos en esta entrega, sin embargo, ser exageradamente optimistas al respecto, nuestra intención es la de señalar una serie de restricciones y condicionantes en esta temática. Para ello y por razones de didáctica las expondremos agrupadas en torno a cuatro grandes factores productivos, capital, trabajo, tecnología y cultura económica.

V.1) Capital y microempresas.

Respecto al tema de la disponibilidad de recursos de capital, creemos importante hacer dos grandes puntualizaciones: la primera tiene un carácter macroeconómico y se resume en constatar la existencia de procesos de

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generación de excedentes en nuestra economía tanto en el pasado como en épocas mas recientes. Coincidimos con Alicia Melgar[10], en señalar que el Uruguay no ha recibido históricamente flujos masivos de capital extranjero, lo cual no ha sido obstáculo para que el crecimiento de la producción llegara a ser significativo, hasta mediados del presente siglo; y a partir de allí, incluso, la fuga de capitales ha sido una constante. Se puede notar en el mismo sentido, el hecho de que los depósitos en el exterior de uruguayos residentes en el país, alcanzan aproximadamente a la mitad del monto de la deuda externa.

"Es cierto que el retorno de esos capitales es harto importante y no es posible, en una perspectiva realista, basar en ellos ninguna estrategia de crecimiento, pero su existencia habilita suponer que nuestra economía puede en el futuro, generar nuevamente excedentes productivos, y que depende de decisiones políticas que éstos no vuelvan a esterilizarse".[11]

Este señalamiento tiene especial importancia para definir el sentido de futuros planes de desarrollo en nuestro país, junto a lo cual retomamos también la advertencia anterior respecto al peligro de excesivo "institucionalismo". Creemos que estos deben estar vinculados fundamentalmente a la promoción de experiencias imaginativas de conducción económica, priorizando los impactos cualitativos frente a los cuantitativos. También del desarrollo de nuevas formas de negociación económica depende la conformación de comportamientos inversionistas que permitan la obtención y reinversión productiva de excedentes económicos.

La segunda puntualización que queremos realizar, dentro de este complejo que abarca espectos vinculados con el capital, tiene un carácter microeconómico y está contrapuesta parcialmente a la hecha en primer término. Consiste básicamente en explicitar que las condiciones ilegales o semilegales de funcionamiento de las microempresas, por lo menos en su inicio, conspiran contra expectativas "normales" de generación de excedentes, y por lo tanto, de financiamiento bancario.

En una encuesta realizada entre 148 microempresarios de Montevideo, H. Apezechea[12], da cuenta de la contribución marginal, que los circuitos bancarios formales realizan en el financiamiento de este sector. El 70% de los microempresarios financió su actividad con ahorros personales, si a ellos sumamos los que se financiaron con préstamos de familiares y terceros, con ventas de propiedades, indemnizaciones por despido y similares, se llega a un 97,5% de los casos.

Se ha manifestado que la razón para el escaso financiamiento prestado por los bancos, se debe a las complejas trabas burocráticas a que se ven enfrentados los microempresarios para la obtención de los préstamos. Sin pretender restar importancia a este aspecto, la experiencia desarrollada nos lleva a pensar que

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existen problemas de aún mas difícil solución, como la desfavorable relación entre los costos del crédito, y los márgenes de beneficio de esta iniciativa, o como la reticencia al endeudamiento que se observa como elemento generalizado de comportamiento financiero en este sector. Sobre este último punto ahondaremos mas abajo.

Las tasas de interés bancarias y los plazos de amortización de los préstamos, son definidos en condiciones que no son representativas de la situación económica en que se generan y aún se fortalecen las microempresas, siendo imprescindible en nuestro entendido, la reformulación de ambos componentes del crédito, si se pretende hacer de este, un instrumento de promoción para el sector.

La incomprensión de aquellas condiciones en que se insertan microempresas, ha llevado a considerar en algunos programas de promoción para este sector, cálculos de inversión basados en métodos como "Valor Actual Neto del capital" (VAN) o "Tasa Interna de Retorno" (TIR). Quienes se han ocupado con estudios de inversión basados en estos métodos, saben de las dificultades que existen en el cumplimiento de sus supuestos, sin los cuales entran fácilmente en el reino de las ficciones.

Estos son básicamente a nuestro modo de ver:

Existencia de un inversionista en el punto de partida, orientado según una función de inversión desdoblada en dos alternativas de optimización, la primera vincula los réditos a percibir a través de una inversión financiera del capital disponible, con la relativa seguridad derivada de la misma, más los beneficios en términos de "tiempo libre". La segunda vincula la rentabilidad esperada de un proyecto de inversión productiva, con sus márgenes de riesgo, mas los costos que se derivan en términos de "tiempo ocupado".[13] La primera alternativa se incluye en la consideración de la segunda, como "costos de oportunidad" en forma de una tasa de interés comparativa.

La primera alternativa supone además, la existencia de un mercado financiero que permita predecir con escaso margen de error una tasa de interés real esperable al plazo elegido, digamos entre 7 y 15 años, para la maduración del proyecto productivo (transparencia del mercado financiero).

La segunda alternativa, supone el conocimiento de las condiciones de mercado del proyecto productivo, especialmente las fases de mercado del producto, introducción, penetración, maduración, decadencia, de modo tal que sea posible predecir con escaso margen de error los beneficios esperables al plazo elegido (transparencia del mercado abastecido).

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Aparte del difícil cumplimiento de estos supuestos para el sector que nos preocupa, puede realizarse aún otro error de ficción. Siendo inevitable que en la aplicación estricta de esta metodología, los proyectos de inversión en el área de microempresas sean rechazados por su baja rentabilidad, es posible que se incluya dentro de los beneficios de la empresa de remuneración de la fuerza de trabajo, con lo cual las conclusiones de estos cálculos pierden su valor fundamental, a saber, el comparativo.

No es casualidad que la aplicación de estos métodos sea habitual en instituciones que han instrumentado "evaluaciones por expertos", estudios de factibilidad desarrollados sin la participación de los beneficiarios en la discusión de las condiciones, los supuestos y los objetivos de los proyectos.

Según nuestras estimaciones, el logro de un puesto de trabajo con una remuneración de U$S 300 en un taller de artesanía, implica una inversión de U$S 1.500 a 2.500, en el rubro lavaderos, será de U$S 3.500 a 4.500 y en el comercio, de U$S 5.500 a 6.500. La obtención de una remuneración de U$S 300, a través de un depósito en moneda extranjera con una tasa real (descontadas las oscilaciones cambiarias) del 8%, implica la inversión de U$S 40.000.

Nos parece claro que el concepto de beneficio esperado en una microempresa inserta en el sector informal, está asociado a la instalación, compra o consolidación de un puesto de trabajo que permite, no exento de una cuota de autoexplotación, la valorización de capacidades laborales ociosas. En todo caso ello se realiza de acuerdo a una compleja función de inversión desdoblada en las alternativas de desocupación u ocupación en condiciones precarias.

En estas condiciones tiene especial relevancia en sustitución de análisis como el VAN o el TIR la estimación de lo que hemos definido como "ingresos esperados" de los microempresarios y el estudio de la actividad propuesta como generadora o no de esos ingresos. Por ingresos esperados, entendemos un parámetro que combina la remuneración que podría obtenerse, de acuerdo a la capacitación de cada persona en condiciones normales de ocupación y las expectativas de ingresos que las personas tienen en función de sus propias preferencias socioculturales.

Expresado en forma de preguntas podría sintetizarse en:

¿Cuál es el ingreso mínimo que permitiría al microempresario, mantenerse dentro del proyecto a largo plazo, rechazando oferta laborales externas?

¿Cuál sería el ingreso deseable a largo plazo?

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Normalmente este parámetro será igual o mayor al salario, según la capacitación de las personas y menor o igual a las expectativas de ingresos. El estudio de las posibilidades concretas que brinda la actividad proyectada, impone las restricciones para el logro de los ingresos esperados. Quizá sea importante destacar a modo de ejemplo, algunos casos de proyectos, que siendo económicamente viables en una escala moderada, fueron rechazados porque las expectativas de ingresos de los interesados, superaban excesivamente las posibilidades de la actividad proyectada, estas personas han podido optar por otras actividades de mayores riesgos, pero mayores beneficios también.

V.2) Trabajo y microempresas.

Creo que podemos mencionar también como resultado de nuestra experiencia, la constatación de ciertos estadios relativamente rígidos en la evolución de las microempresas.

El primero, asociado a una fase de introducción en el mercado, está vinculado a una alta autoexplotación de la fuerza de trabajo, nula cobertura en seguridad social y funcionamiento ilegal, siendo el objetivo primordial de este momento, la cobertura de los gastos operativos y la obtención de retiros que oscilan entre 1 y 2 salarios mínimos por puesto de trabajo[14].

El segundo estadio se relaciona con el logro de cierta penetración en el mercado, que permite regularizar los ingresos, comenzar a pagar cargas sociales, legalizar la actividad, tener la posibilidad, por lo tanto, de facturar. Difícilmente se producen en esta etapa, momentos de acumulación económica, la dualidad característica de la mayoría de as microempresas como unidades de producción-consumo, aspecto analizado por R. Mizrahi, hace que parte de los ingresos adicionales sea volcado a la satisfacción de necesidades de consumo insatisfechas, especialmente, a la adquisición de bienes de consumo de larga vida. Estos vienes tienen en el contexto de funcionamiento de microempresas, especial importancia, normalmente son considerados como reservas de ahorro, que por las características del mercado de bienes usados de nuestro país gozan de relativa liquidez. No es inusual que oficien como respaldo financiero en situaciones críticas, provocando nuevas inestabilidades n la relación producción-consumo de la unidad.

El tercer estadio presupone además del logro de los ingresos esperados, la formación de fondos para la reposición de equipos, el abordaje de estrategias primarias de propaganda, la planificación de la producción y la comercialización a mediano plazo.

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Las condiciones de mercado en que se desarrollan estos estadios de evolución están caracterizadas, generalmente, por la marginalización a espacios desechados por las grandes empresas a causa de rigideces en sus cuentas de costos. Se ha observado en estas empresas, la tendencia a la subcontratación de servicios que permitan exteriorizar gastos fijos. Las microempresas que trabajan en estos circuitos, se desenvuelven en contextos inestables caracterizados por la modalidad del trabajo contra pedido que impide planificar la producción y la formación de sotcks.

En general la ubicación marginal en el mercado, no estimula la definición de políticas agresivas hacia fuera, restando como variables de ajuste, solamente estrategias internas que llevan a la disminución de la calidad del servicio o la baja de su precio; ambos resultado realimentan las segmentaciones de mercado. Como podemos apreciar, la incidencia de este sector en la satisfacción de las necesidades básicas de la población, con buena oferta en términos cuantitativos como cualitativos, como así también la incidencia "correctora" en el nivel general de precios por la reducción de márgenes de intermediación y apropiación de excedentes, está trabada por la posición de estas iniciativas en los diferentes mercados, la cual, según muestra experiencia, está caracterizada por fuertes segmentaciones. En Argentina, como hemos podido conocer, alguna institución de promoción a este sector (PROCOP), ha llegado a la conclusión de que este es el nudo fundamental a resolver para lograr crecimiento y acumulación en el sector de microempresas, sobre la base de esta constatación, están diseñando estrategias de comercialización asociativas orientándose fundamentalmente al mercado interno. Es interesante recalcar también su apreciación respecto al comportamiento extremadamente individualista de los trabajadores, artesanos o maestros de oficio, que crean microempresas y su experiencia respecto a las dificultades que se encuentran entonces en estas iniciativas asociativas.

Las condicionantes que hemos descrito, imponen costos sociales de envergadura a los participantes de estas experiencias, menores ciertamente a los que genera la desocupación, pero de necesaria consideración en los programas de promoción a estos sectores. La inclusión de fondos especiales para aspectos sociales, diferenciados de los fondos para el financiamiento de las actividades productivas, puede encontrar usos puntuales y decisivos en las etapas iniciales de microempresas.

Pero ha sido nuestra impresión, que las formas colectivas de gestión[15], posibilitan una distribución equitativa y responsable de los costos sociales mencionados, entre todos los participantes de la iniciativa, fenómeno que no se percibe allí, donde existen relaciones laborales patrón-asalariados. En este caso pueden configurarse dos situaciones de injusticia, una de ellas y la menos común, ocurre cuando el patrón se hace cargo de beneficios sociales que la legislación exige, pero su situación económica no permite, la segunda cuando

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los asalariados sin tener cobertura social, reciben las inestabilidades inherentes a la actividad de este sector en forma multiplicada.

R. Mizrahi puntualiza al respecto que esto explica en parte "la flexibilidad que se le atribuye a la unidad informal para, adaptarse a las cambiantes condiciones de su entorno. Esta flexibilidad se mide entonces también en explotación de fuerza de trabajo propia y de terceros"[16].

Si bien en general compartimos el presupuesto básico de la propuesta de CELATET, que asigna a este sector un fuerte impacto ocupacional, creemos que por lo dicho, podríamos afirmar que ese impacto no será homogéneo ni lineal. Es posible apreciar, por lo menos, tres niveles de impacto ocupacional, el primero y el más directo se relaciona con el fenómeno desocupacional, la microempresa como una fuente de ingresos inestable y precaria, pero preferible a la ocupación, de aquí puede inferirse entonces, cierta relación positiva entre, la creación de puestos de trabajo en el sector informal de microempresas, y la tasa de desocupación. Un segundo estadio, esta vinculado al nivel de maduración organizacional, necesario como para sobrevivir a los costos sociales mencionados, donde el sistema cooperativo puede aportar contratos socioeconómicos consistentes a este fin. Un tercer estadio, se vincula con la superación de las rigideces de mercado y las posibilidades de expansión más allá de los "nichos" originarios.

V.3) Tecnología y microempresas.

Las condiciones de mercadeo de los productos de pequeñas unidades informales, imponen coeficientes de capital (capital/producción) sumamente bajos, con productividades inferiores a las del sector formal.

Nuevamente las estrategias de adaptación a estas condicionantes exógenas, difícilmente replicables, consisten en la búsqueda de combinaciones tecnológicas con escasa remuneración de los factores productivos, -baja rentabilidad y deficiente amortización de bienes de capital, más autoexplotación de la fuerza de trabajo- que permitan acceder al mercado con precios competitivos.

En los casos más extremos, se conforman unidades en "economía de guerra" sin márgenes de ganancia neta, y sin amortización de capital fijo; esta estrategia es temporal y sobrevive mientras dura la vida útil de los equipos.

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Se recurre a equipos en mal estado con desproporcionados costos de mantenimiento, los cuales por sus repetidas roturas, generan adicionalmente "costos sombras" por el incumplimiento o rechazo de pedidos de producción.

Debemos mencionar, en sentido contrario, como un error propio de microempresarios asistidos por planes de desarrollo, la configuración de dotaciones tecnológicas que marcan capacidades productivas sobredimensionadas para las condiciones reales de mercadeo de sus productos.

En repetidos casos ha sido posible eliminar las situaciones más extremas de desajuste entre tecnología y mercado, cuando los bienes de inversión fija son divisibles verticalmente entre sí, sin que esto tenga incidencia cualitativa sobre el proceso productivo. En estas condiciones, se prevee el equipamiento para puntos mínimo y medio de producción, cuando el funcionamiento puede crecer por arriba de esas proyecciones se realizan inversiones de ampliación.

Pienso que debería insistirse, en futuros programas de promoción, en transformar las restricciones tecnológicas en que operan las pequeñas unidades en posibles ventajas, su reducido bloque de capital fijo les posibilita cambiar fácilmente de actividades -maquinarias no sofisticadas pueden adaptarse a los cambios de rubros- lo cual permitiría con una adecuada planificación "pegarse" a los cambios de modas y preferencias de la demanda, aspecto que podría significar una clara ventaja frente a las grandes empresas.

Nuevamente retomamos en este apartado, la idea de potencializar al sector de microempresas como un núcleo endógeno, en capacidad de acumular en términos dinámicos, sufriendo, por tanto, fuertes procesos de aprendizaje. En este sentido nos interesa recalcar que estos procesos de aprendizaje tecnológico, no pueden negar la existencia de útiles tecnologías primitivas, pero tampoco reducirse a ellas, como así también no pueden negar la utilidad de la adopción de tecnologías exógenas, pero tampoco propiciar simples procesos sustitutivos. ..."en el campo tecnológico, debería revisarse también la tendencia a promover las llamadas tecnologías apropiadas, las cuales en su formulación mas difundida, aceptada y promovida por los centros de poder de los países centrales tienden, en general, a perpetuar el atraso y la dependencia tecnológica, bajo el manto de un supuesto respeto a las tradiciones culturales, que en el fondo no es mas que una referencia a la superficie comercializada de las verdaderas identidades culturales. Una política tecnológica acorde con las necesidades de redefinición de un nuevo patrón de acumulación, necesita incorporar los avances científicos, integrarlos a la cultura existente y, como consecuencia, modificarla. Ni sustituirla ni congelarla, sino potencializarla en el sentido de sus auténticos valores mediante la interrelación con las demás"[17].

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V.4) Cultura económica y microempresas.

Las características más relevantes del sistema de negociación y comportamiento de los actores económicos imponen una restricción de relevancia a nuestro trabajo: la falta de una imagen pública y legitimada del empresario, responsable de una función social entendida como necesaria, asumiendo riesgos y proponiendo beneficios.

En el Uruguay se han arraigado estrategias adaptativas de conducción empresarial, orientadas a la minimización de riesgos, a la búsqueda de alternativas de inversión financiera de relativa seguridad, o simplemente a la colocación de recursos en el exterior. Ha sido frecuente incluso en la literatura especializada, la definición de este comportamiento como "racional", entendiendo como tal, un sistema de decisiones empresariales que se basa en la eliminación de costos asociados a incertidumbres y la orientación a tasas de beneficio moderadas pero seguras.

Creemos que este fenómeno se reproduce en el sector de microempresas en condiciones de negociación que lo agravan, puesto que el microempresario debe tomar sus decisiones en el difícil trecho que va de un mercado de materias primas, en general oligopolizado, donde compra caro, a un segmento marginal de un mercado final, donde vende barato. Es claro que esta segmentación de mercados derivada de relaciones de intercambio desiguales consolida mecanismos de transferencia de recursos a unidades mayores.

La resignación como componente de política hacia fuera, consolida estrategias adaptativas que producen repetidos cuellos de botella al interior de las pequeñas unidades, como la inexistencia de stocks de materias primas y productos terminados, o la reticencia a la previsión financiera, todo lo cual redunda a través de crisis de iliquides en una permanente evolución de la oferta atrás de la demanda, agregando "costos sombra" por incumplimiento o rechazo de pedidos de producción.

Es posible que la introducción de fenómenos asociativos por rubro de producción, pudiera contribuir a la solución de este dilema, por ejemplo, a través de la conformación de stock de materia prima y fondos de capital de giro colectivos, como así también, a través de la creación de pools de recepción de pedidos de producción, asegurando a los clientes mayor seguridad en el cumplimiento.

Aún más peligroso ha resultado, en sentido inverso, el abordaje de estrategias empresariales "a lo grande", condicionadas por imágenes desproporcionadas de lo empresarial, lo cual termina paradójicamente, confirmando las estrategias

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adaptativas. Nos referimos en este caso al sobredimensionamiento de stocks de materia prima, "para ganarle a la inflación", a excesos de endeudamiento financiero, porque "toda empresa que crece genera deudas", y a decisiones de producción arbitrarias, comportamiento inversionista que deriva en una evolución de oferta desligada de la demanda.

En resumen, el logro de una nueva o, quizá, verdadera mentalidad de conducción empresarial, supone "un proceso de aprendizaje o transformación cultural, es decir, la construcción de un nuevo sistema de valores, la emergencia de una mentalidad apta para la administración de una empresa. Algunos de estos valores son conocidos y muchas veces practicados, como la admisión del riesgo, el énfasis en la iniciativa; otros es necesario ponerlos de relieve, como la búsqueda de la innovación en todos los terrenos: procedimientos de fabricación, formas de comercialización, sistemas de gestión participativa o mecanismos asociativos"[18].

[1] Uruguayo, master en ciencias económicas, investigador en el programa de economía del CLAEH, responsable del área de evaluación de proyectos de microempresas de la Unidad Técnica para la Reinserción Laboral.

[2] CELATET, obra citada, p.3.

[3] ibidem, pp. 115...

[4] G. Bombach, "Volkswirtschaftliche Gesamtrechnung; Antiquierte Methoden",

en Wirtschaftswoche 1972, Num. 25.

[5] Walter Cancela, "Propuestas y líneas de acción en la perspectiva de un nuevo modelo de desarrollo: algunas reflexiones", trabajo presentado en la Conferencia sobre Democracia-Desarrollo-Integración, organizada por CLAT en mayo de 1987 en Quito, Ecuador, p.15.

[6] Método de investigación matemática cuyo punto de partida es el teorema del mínimo-máximo: un jugador que intente maximizar su participación en el beneficio final de un juego, lo logra únicamente si simultáneamente intenta minimizar la participación de los contrarios, quienes a su vez aplicarán la misma

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estrategia. La demostración matemática fue lograda por J. Von Neumann en 1928.

[7] J. P. Alberti, "Política económica en la encrucijada. Cuatro incursiones entre teoría y realidad", en Cuadernos del CLAEH 39, Montevideo, 1986.

[8] En Montevideo las pequeñas empresas representan el 66% del total.

[9] Walter Cancela, obra citada, p.14.

[10] Alicia Melgar, "El desafío de la economía uruguaya", en Cuadernos del CLAEH 38, Montevideo, 1986.

[11] Ibidem.

[12] Hector J. Apezechea, "Aproximaciones a una descripción del microempresario y la microempresa en Montevideo", CIESU, Documento, agosto 1985.

[13] Es evidente la fuerte influencia de la función de inversión keynesiana en esta metodología.

[14] Un salario mínimo en el Uruguay se ubica en los 73 dólares.

[15] Entendidas en sentido amplio, puesto que las restricciones que impone la legislación respecto a la creación de cooperativas (duración del trámite, requisito de 6 miembros como mínimo) nos ha hecho considerar otras alternativas, como sociedades de responsabilidad limitada con igual participación por integrantes en el capital de la empresa.

[16] Roberto Mizrahi, obra citada.

[17] Walter Cancela, obra citada, p. 15.

[18] José Arocena, "El desarrollo de la pequeña y microempresa", en Cuadernos del CLAEH, Num.43, p.32.