Michael Löwy - Actualidad revolucionaria de Rosa Luxemburgo

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    Si hubiera que destacar el rasgo distintivo de la vida y del pensamiento de RosaLuxemburgo, tal vez sera el humanismo revolucionario. Tanto en su crtica delcapitalismo como sistema inhumano, en su combate contra el militarismo, elcolonialismo, el imperialismo, o en su visin de una sociedad emancipada, suutopa de un mundo sin explotacin, sin alienacin y sin fronteras, este huma-nismo atraviesa como un hilo rojo el conjunto de sus escritos polticos y tam-bin su correspondencia, sus emocionantes cartas desde la prisin, que han sidoledas y reledas por generaciones sucesivas de jvenes militantes del movi-

    miento obrero.Por qu esta figura de mujer juda y polaca, marxista y revolucionaria, tierna

    e intransigente, militante e intelectual nos sigue fascinando? Cmo permanecetan cercana 90 aos despus de su muerte? En qu consiste la asombrosa actua-lidad de su pensamiento, precisamente ahora, en este comienzo de siglo XXI?

    Veo al menos tres razones para ello:

    En primer lugar, en una poca de globalizacin capitalista, de mundializacinneoliberal, de dominacin planetaria del gran capital financiero, de internacio-

    nalizacin de la economa al servicio del beneficio, la especulacin y la acumu-lacin, la necesidad de una respuesta internacional, de una mundializacin dela resistencia, en resumen, de un nuevo internacionalismo est ms que nuncaa la orden del da. Ahora bien, pocas figuras del movimiento obrero han encar-nado, de manera tan radical como Rosa Luxemburgoo, la idea internacionalis-ta, el imperativo categrico de la unidad, de la asociacin, de la cooperacin,de la fraternidad de los explotados y oprimidos de todos los pases y continen-tes. Como es sabido, ella fue, junto a Karl Liebknecht, uno de los pocos diri-gentes del socialismo alemn, en oponerse a la Unin Sagrada y al voto de los

    crditos de guerra en 1914. Las autoridades imperiales alemanas con el apoyode la derecha socialdemcrata le hicieron pagar caro su oposicin internacio-

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    Actualidad revolucionariade Rosa Luxemburgo

    En el 90 aniversario de su asesinato

    Michael Lwy

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    Porque la otra parte de la alternativa es un siniestro peligro: la barbarie. Coneste trmino, Rosa Luxemburgo no design una imposible regresin a unpasado tribal, primitivo o salvaje: se trataba, en su forma de ver, de una bar-

    barie eminentemente moderna, de la cual sera un ejemplo contundente la 1Guerra Mundial, mucho peor en su inhumanidad criminal que las prcticas gue-rreras de los conquistadores brbaros del final del Imperio Romano. Nuncaantes en el pasado, semejantes tecnologas los tanques, el gas, la aviacin mili-tar se haban sido puesto al servicio de un poltica imperialista de masacre yde agresin a tan inmensa escala.

    Desde el punto de vista de la historia del siglo XX, la consigna de RosaLuxemburgo ha sido proftica: la derrota del socialismo en Alemania abri lava a la victoria del fascismo hitleriano y, en consecuencia, a la 2 Guerra mun-dial y a las formas ms monstruosas de barbarie moderna que la humanidadnunca haya conocido, simbolizadas y resumidas con el nombre deAuschwitz.

    No por casualidad la expresin socialismo o barbarie sirvi de bandera ysigno de reconocimiento a uno de los grupos ms creativos de la izquierda mar-xista de postguerra en Francia: reunido en torno a la revista del mismo nombre,animada durante los aos 50 y 60 por Cornelius Castoriadis y Claude Lefort.

    El dilema y la advertencia indicada en la consigna de Rosa Luxemburgosigue estando a la orden del da en nuestra poca. El largo perodo de replieguede las fuerzas revolucionarias del que poco a poco se empieza a salir ha veni-

    do acompaado de la multiplicacin de guerras y de masacres de purificacintnica, desde los Balcanes hasta Africa, el ascenso de racismos, chovinismos,integrismos de todo tipo, incluso en el corazn de la Europa civilizada.

    Pero se presenta un nuevo peligro, no previsto por Rosa Luxemburgo. ErnestMandel haba subrayado en sus ltimos escritos que el dilema del siglo XXIpara la humanidad ya no sera, como en 1915, socialismo o barbarie, sinosocialismo o muerte. Designaba con ello el riesgo de catstrofe ecolgicaresultante de la expansin capitalista mundial, con su lgica destructiva delentorno. Si el socialismo no viene a interrumpir esta carrera vertiginosa hacia

    el abismo el ascenso de la temperatura del planeta y la destruccin de la capade ozono son sus signos ms visibles, la supervivencia misma de la especiehumana estar amenazada.

    En tercer lugar, ante el fracaso histrico de las corrientes dominantes del movi-miento obrero, por un lado el poco glorioso derrumbamiento del pretendidosocialismo real heredero de los sesenta aos de estalinismo, y por otro ladola sumisin pasiva (o se trata de una adhesin activa?) de la social-democra-cia a las reglas -neoliberales- del juego capitalista mundial, la alternativa que

    representaba Rosa Luxemburgo, un socialismo a la vez autnticamente revolu-cionario y radicalmente democrtico, aparece ms pertinente que nunca.

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    Como militante del movimiento obrero del Imperio zarista haba fundado elPartido Socialdemcrata de Polonia y Lituania, afiliado al Partido ObreroSocialdemcrata ruso haba criticado las tendencias, en su opinin demasiado

    autoritarias y centralistas, de las tesis defendidas por Lenin antes de 1905. Sucrtica coincida, en este punto, con la del joven Trotsky en Nuestras TareasPolticas (1904).

    Al mismo tiempo, como dirigente del ala izquierda de la socialdemocracia ale-mana, pele contra la tendencia de la burocracia sindical y poltica, o de lasrepresentaciones parlamentarias, a monopolizar las decisiones polticas. Lahuelga general rusa de 1905 le pareci un ejemplo a seguir tambin enAlemania: tena ms confianza en la iniciativa de las bases obreras que en lassabias decisiones de los rganos dirigentes del movimiento obrero alemn.

    Al tener noticias en prisin de los acontecimientos de Octubre de 1917, sesolidariz inmediatamente con los revolucionarios rusos. En un folleto sobre la

    Revolucin Rusa, redactado en 1918 en prisin, que no fue publicado hasta1921, despus de su muerte, salud con entusiasmo este gran acto histricoemancipador y rindi un caluroso homenaje a los dirigentes revolucionarios deOctubre:

    Todo el valor, la energa, la perspicacia revolucionaria, la lgica de que puededar prueba un partido revolucionario en un momento histrico, han sido mos-trados por Lenin, Trotsky y sus amigos. Todo el honor y toda la facultad de

    accin revolucionaria que han faltado a la socialdemocracia occidental, sevuelven a encontrar entre los bolcheviques. La insurreccin de octubre no slohabr servido para salvar a la revolucin rusa, sino tambin el honor del socia-lismo internacional.

    Esta solidaridad no le impidi criticar lo que le pareca errneo o peligroso ensu poltica. Si algunas de sus crticas sobre la autodeterminacin nacional o ladistribucin de tierras- son muy discutibles, y bastante poco realistas, otras encambio, sobre la cuestin de la democracia, son completamente pertinentes yde una notable actualidad. An reconociendo la imposibilidad, para los bolche-

    viques, en las dramticas circunstancias de la guerra civil y de la intervencinextranjera, de crear como por arte de magia, la ms bella de las democra-cias, no por ello Rosa Luxemburgo dej de llamar la atencin sobre el peligrode un deslizamiento autoritario, y reafirm algunos principios fundamentalesde la democracia revolucionaria:

    La libertad slo para los partidarios del gobierno, slo para los miembros de unpartido por numerosos que sean- no es la libertad. La libertad es siempre lalibertad del que piensa de otra manera (). Sin elecciones generales, sin una ili-mitada libertad de prensa y de reunin, sin una libre lucha de opiniones, la vida

    se debilita en todas las instituciones pblicas, vegeta, y queda la burocracia comonico elemento activo.

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    Es difcil dejar de reconocer el alcance proftico de esta advertencia. Algunosaos ms tarde, la burocracia se apoderaba de la totalidad del poder, eliminan-do progresivamente a los revolucionarios de Octubre de 1917, a la espera de

    poder exterminarlos despiadadamente en los aos 30.Una verdadera refundacin del comunismo en el siglo XXI no puede ahorrar-se el mensaje revolucionario, marxista, democrtico, socialista y libertario deRosa Luxemburgo.

    En marzo de 1999, la OTAN lanzaba sus primeros ataques areos contraBelgrado, capital de lo que era entonces la ltima federacin yugoeslava(Serbia incluido Kosovo y Montenegro). Estos ataques que, segn los diplo-mticos de la Alianza Atlntica, se supona iban a durar algunos das iban atransformarse en tres meses de guerra, la primera de la historia de la OTAN ysin mandato de la ONU. La razn profunda del engranaje de guerra era, bajo laexcusa de proteger a los albaneses de Kosovo contra las fuerzas armadas ser-bias, salvar a la OTAN de s misma. Estos ataques areos queridos por Estados

    Unidos para banalizar este tipo de accin e imponer su derecho de instalacinen los Balcanes, haban catalizado (y no impedido) un enfrentamiento. Sinembargo, esta organizacin militar nacida en la guerra fra, habra debido cono-cer una disolucin tras la de su homloga del Este, el Pacto de Varsovia, en1991 (el ao de la desintegracin de la URSS, pero tambin el del desmantela-miento de la antigua federacin yugoslava).

    Las cuestiones nacionales imbricadas en los Balcanes han sido siempreexplotadas por las grandes potencias rivales para el control de esta regin vaalianzas cambiantes. Pero, esto no quiere decir que estas alianzas creen artifi-

    cialmente los conflictos nacionales ni que controlen a sus aliados ni que po-sean una estrategia estable. En el cambio de los aos 1980, tanto el FMI como

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    Michael Lowy es investigador en el CNRS (Centre national de la recherche scientifique) y profe-sor de la EHESS (cole des Hautes tudes en Sciences Sociales). Su obra ms reciente traducida alcastellano esLa estrella de la maana: surrealismo y marxismo (comentada por Marc Casanovasen VIENTO SUR n 98). Es militante del NPA y de la IV Internacional.

    Algunas mentiras de la seudoguerra humanitaria

    Kosovo 1999

    Catherine Samary