Mi Calendario ENSO 2015

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Daniel Medvedov Mi Calendario ENSO 2015 El Rey y el Hortelano: Dos Parábolas de la Compra y de la Negociación Madrid 2015

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•Motto: Este escrito obedece a un mensaje privado que uno de mis ex - alumnos que se auto - denomina “Palo Santo”, me envía por Facebook - “Palo Santo - me dijron q estuviste mendigando dinero a cambio d unos almanques o calendarios. fue bastante feo ver reirse a unos amigos sobre vos.”•

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Daniel Medvedov

Mi Calendario ENSO 2015

El Rey y el Hortelano: Dos Parábolas de la Compra y de la Negociación •

• Madrid 2015

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• Motto: Este escrito obedece a un mensaje privado que uno de mis ex - alumnos que se auto - denomina “Palo Santo”, me envía por Facebook - “Palo Santo - me dijron q estuviste mendigando dinero a cambio d unos almanques o calendarios. fue bastante feo ver reirse a unos amigos sobre vos.”

• Esto se parece a un hortelano que ha sembrado de hortalizas su huerto y luego de la cosecha ha ido al mercado de la ciudad a venderlos. Ha cambiado de la categoría de “sembrador” hortelano, a la categoría de “mercader” negociante. Pero entre todos que pasearon por delante de su tenderete de verduras, aunque todos eran “amigos”, hubo sólo uno, una mujer la que compró tomates, otros pidieron fiado y unos terceros - ni se molestaron en preguntar, o negociar, - sea por no tener, sea por no querer, sea por no poder.

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El hortelano recogió al final de la jornada en el mercado todos sus vegetales y salió al camino donde regaló a los paseantes mendigos todas las “verduras” de su huerto. Hubo uno que le preguntó si no tenía jengibre y el sembrador lo mandó a tomar por saco.

• También se parece eso a un rey que invitó a la boda de su hija a todos sus amigos, y esa gente, uno por uno, casi sin excepción, mandaron cartas de excusas - que por ré o por fá - no podían ir ni asistir a la boda. Entonces el rey mandó a sus guardias a convidar a la boda a todos los mendigos de las esquinas de la ciudad. Vinieron en el día de la boda engalanados con sus mejores ropas, que aunque míseras y humildes, lucían una pulcritud brillante y elegante.

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Pero hubo uno que se presentó así sucio, con sus piltrafas de la calle y cuando el rey pasaba en revista a todos los sentados a la mesa, vio a éste, y le dijo: “Tú - ¿Por qué has venido tan sucio y desaliñado a la boda de la hija del rey?” El mendigo se levantó y trató de decir algo, pero el rey mandó a sacarlo a patadas en la calle, para seguir en su oficio y no poner más nunca sus patas en el palacio.

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