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INTELIGENCIA SOCIAL La nueva ciencia para mejorar las relaciones humanas 1

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INTELIGENCIA SOCIALLa nueva ciencia para mejorar las relaciones humanas

Goleman Daniel1

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Relaciones interpersonales. Circuitos neuronales.

El descubrimiento más fundamental de esta nueva disciplina: estamos fabricados, conectados para relacionarnos.La neurociencia ha descubierto que el diseño mismo de nuestro cerebro lo hace sociable, inexorablemente atraído a un íntimo enlace cerebro a cerebro cada vez que nos relacionamos con otra persona. Este puente nervioso nos permite hacer impacto en el cerebro y, por ende, en el cuerpo de cualquier persona con la que interactuamos, así como hacen esas personas con nosotros.

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Cerebro social. Interactúa uno y demás.

La novedad más reveladora aquí puede ser que el “cerebro social” representa el único sistema biológico en nuestro cuerpo que continuamente nos sintoniza con las personas con las que estamos y que a su vez se deja influir por el estado interno de esas personas. Todos los otros sistemas biológicos, desde nuestras glándulas linfáticas a nuestro bazo, regulan su actividad con receptores que son sintonizados a señales que surgen desde dentro del cuerpo, no más allá de nuestra piel. Los senderos del cerebro social son únicos dentro del diseño del cuerpo humano en su sensibilidad al mundo en general.

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Inteligencia social. Definición en relación.

Podemos, en cambio, pensar en la “inteligencia social” como un término abreviado para cuando somos inteligentes no sobre nuestras relaciones sino en nuestras relaciones. Este concepto ensancha el foco de la inteligencia social desde una visión unipersonal a una perspectiva de dos personas, desde las habilidades dentro de un individuo a lo que surge cuando una persona entra en una relación.

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Emociones son como virus. Se pasan de uno a otro.

Cuando alguien nos arroja sus sentimientos tóxicos a la cara, explota en ataques de ira o de amenazas, demuestra disgusto o desdén, activa en nosotros un sistema de circuitos para esas mismas desagradables emociones. Su acción tiene una potente consecuencia nerviosa: las emociones son contagiosas. Nos “pescamos” emociones fuertes de la misma manera que nos “pescamos” un rinovirus, de modo que podemos “pescarnos” el equivalente emocional de un resfrío.

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Interacción de emociones. Economía emocional.

El hecho de que detonemos cualquier emoción en otros –o ellos en nosotros– testifica el poderoso mecanismo por el cual los sentimientos de una persona se extienden a otra. Esos contagios son la transacción central en la economía emocional, el dar y recibir de sentimientos que acompaña cualquier encuentro humano que tengamos, sin importar cuál es el asunto concreto que nos ocupe.

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Mente de “camino bajo”. Circuitos cerebrales automáticos.

El camino bajo es un sistema de circuitos que funciona por debajo de nuestra conciencia, automáticamente, sin esfuerzos y a una gran velocidad. Casi todo lo que hacemos parece estar manejado por inmensas redes nerviosas que operan por vía del camino bajo, en especial en nuestra vida emocional. Cuando nos atrae un rostro atractivo, o percibimos el sarcasmo en in comentario, debemos agradecerle al camino bajo.

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Cerebro y reacciones. Lo real igual a lo virtual.

Al igual que los aterrados espectadores en el París de 1895, los cerebros de los espectadores en esta situación actuaban como si la historia imaginaria de la pantalla estuviera sucediéndoles a ellos. El cerebro parece hacer poca distinción inicial entre las realidades virtuales y las reales. Por eso cuando la cámara se movía a un primer plano de un rostro, las zonas de reconocimiento de rostros en los cerebros de los espectadores se encendían. Cuando la pantalla mostraba un edificio o un paisaje, se activaba una zona visual diferente que percibe nuestro entorno fpisico.

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Empatía emocional. Construcción interna.

Cuanto más poderosamente hacía el desconocido la mímica de la persona a la que observaba, más certero era el sentido de lo que esa persona sentía, efecto muy marcado en el caso de emociones negativas, como la ira. La empatía –percibir las emociones de otro– parece ser tanto fisiológica como mental, y se construye al compartir el estado interior de otra persona.

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Sincronizar con los demás. Tener la misma frecuencia.

La mesera, que percibe las frecuencias de los demás, corporiza el principio de que entrar en sincronía proporciona un beneficio interpersonal. Cuanto más dos personas sincronizan inconscientemente sus movimientos y ademanes durante su interacción, más positivamente se sentirán con respecto al encuentro, y el uno con respecto al otro.

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Interacción por palabras. Camino alto y bajo.

Cualquier conversación funciona en dos niveles, el camino alto y el bajo. En el camino alto circulan racionalidad, palabras y significados. Pero el bajo expresa una vitalidad de forma libre que corre por debajo de las palabras, manteniendo la interacción unida a través de una conexión sentida de inmediato. El sentido de conexión se apoya menos en lo que se dice que en el enlace emocional más directo e íntimo y no hablado.Esta conexión subterránea no debe ser un misterio: siempre exhibimos nuestros sentimientos sobre las cosas mediante expresiones faciales espontáneas, gestos, miradas y otras señales por el estilo.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 51.

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Sincronizar emociones. Compenetración cerebral.

Cuando las personas entran en ese circuito o se compenetran, los cerebros envían y reciben una corriente permanente de señales que les permiten crear una armonía tácita y, si el flujo va por donde debe, amplificar su resonancia. Compenetrarse, permite que los sentimientos, los pensamientos y las acciones se sincronicen. Enviamos y recibimos estados internos para bien o para mal, ya sea risa y ternura o tensión y rencor.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 61.

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Mente de espejo. Reflejo de los otros.

Sin duda esa reacción no convocada señaló la actividad en mi joven cerebro de lo que llamamos “neuronas espejo”. Las neuronas “espejo” hacen exactamente eso: reflejan una acción que observamos en otra persona, haciéndonos imitar esa acción o tener el impulso de hacerlo. Esas neuronas “haz lo que él hace” ofrecen un mecanismo cerebral que explica la vieja canción: “Cuando sonríes, todo el mundo sonríe contigo”.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 62.

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Neuronas espejo. Base de la empatía.

Las neuronas espejo hacen las emociones contagiosas, permitiendo que los sentimientos que presenciamos fluyan a través de nosotros, ayudándonos a entrar en sincronía y seguir lo que está ocurriendo, y haciéndonos sentir como otro. “Sentimos” al otro en el sentido más amplio de la palabra: sentimos sus sentimientos, sus movimientos, sus sensaciones, sus emociones, cuando actúan dentro de nosotros.La habilidad social depende de las neuronas espejo.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 64-65.

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Atención compasiva. Tomar el tiempo de enfoque.

De los muchos factores en juego en el altruismo, uno crítico parece ser sencillamente tomarse el tiempo de prestar atención; nuestra empatía es más fuerte en la medida en que nos concentramos completamente en alguien y entonces nos compenetramos emocionalmente. Claro que las personas son diferentes, en su habilidad, su disponibilidad y su interés para prestar atención.

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Estado de “elevación”. Impacto de la compasión.

El simple hecho de enterarnos de que alguien presta ayuda puede tener un impacto único, induce un cálido sentido de elevación. Los psicólogos usan el término “elevación” para designar la luz que se nos enciende cuando somos testigos de la bondad de alguien. La elevación es el estado repetidamente mencionado cuando las personas cuentan cómo se sintieron al ver un acto espontáneo de valentía, tolerancia o compasión. La mayoría de las personas se sienten emocionadas, incluso conmocionadas.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 80.

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Empatía y comparte. Cuando duele el otro.

La empatía trae consigo un cierto grado de compartir emocional, un requisito esencial para de verdad comprender el mundo interior de cualquier persona. Las neuronas espejo, como dijo un neuro-científico, son “lo que nos da la riqueza de la empatía, el mecanismo fundamental que hace que ver a alguien experimentando dolor de verdad nos duela”.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 87.

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Empatía como ciclo. Fundamento del cerebro.

En la psicología de hoy en día, la palabra “empatía” es utilizada con tres sentidos diferentes: conocer los sentimientos de otra persona, sentir lo que esa persona siente y responder compasivamente a la aflicción de otro. Estas tres variantes de empatía parecen describir una secuencia 1-2-3: te veo, siento contigo y entonces actúo para ayudarte.Las tres encajan bien con lo que la neurociencia ha aprendido sobre cómo funciona el cerebro cuando nos sintonizamos con otra persona como observan Stephanie Preston y Frans de Waal en una importante teoría que asocia la percepción y la acción interpersonal.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 88-89.

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Bondad y cerebro. La resonancia con los demás.

…como escribió el sabio chino Mencio ( o Mengzi) en el siglo III A.C., mucho antes de Hobbes, “Todos los hombres tienen una mente que no soporta ver el sufrimiento de los otros”.La neurociencia ahora apoya la posición de Mengzi, agregando datos que faltaban a este debate de siglos de existencia. Cuando vemos a alguien en aflicción, circuitos similares reverberan en nuestro cerebro, una especie de resonancia empática de grueso cableado que se convierte en el preludio de la compasión. Si un niño llora, los cerebros de sus padres reverberan de manera muy parecida, lo que a su vez los hace ponerse automáticamente en movimiento para hacer algo para aliviar el dolor de su hijo.Nuestro cerebro ha sido preparado para la bondad.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 91.

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Sensación agradable o no. Células fusiformes (neurología).

Incluso antes de encontrar una palabra para lo que percibimos, ya sabemos si nos gusta o no. Las células fusiformes podrían ayudar a explicar cómo el camino bajo puede ofrecer un juicio instantáneo de “agrado” o “desagrado” milisegundos antes de que nos demos cuenta exactamente de lo que es eso.Tales juicios de alta velocidad pueden importar más cuando se trata de personas. Las células fusiformes entrelazan lo que podría ser nuestro sistema de guía social.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 102.

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Respuestas cerebrales. Camino bajo y camino alto.

El camino bajo, con sus ultrarrápidos enlaces de neuronas espejo, funciona como una especie de sexto sentido, llevándonos a sentir con otra persona aunque podamos estar sólo vagamente conscientes de nuestra sintonía. El camino bajo dispara un estado emocional simpático sin que intervenga un pensamiento: empatía primaria instantánea.El camino alto, por el contrario, se abre cuando monitoreamos cada cambio de estado de ánimo y atendemos intencionalmente a la persona con la que estamos hablando para comprender mejor lo que ha sucedido. Esto pone en juego nuestro cerebro pensante, especialmente los centros prefrontales. El camino alto agrega una enorme flexibilidad al repertorio mucho más fijo y limitado del camino bajo.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 107.

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…mentales. Razón/ emoción: dos caminos.

Cohen se concentra en la interacción entre el procesamiento neurológico abstracto del camino alto, donde la información con valencia positiva o negativa es considerada de un modo cuidadoso y deliberativo, y las operaciones del camino bajo, en las que las emociones y las predisposiciones para actuar rápidamente son fuertes. Lo que prevalezca dependerá de la energía de la zona prefrontal, ese mediador de la racionalidad.

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Actualizar el pasado. Creación de redes neurona.

Nuestros recuerdos son en parte reconstrucciones. Cada vez que recuperamos un recuerdo, el cerebro lo reescribe un poquito, actualizando el pasado según nuestras preocupaciones y comprensión actuales. A nivel celular, explica LeDoux, recuperar un recuerdo significa que será “reconsolidado”, levemente modificado desde el punto de vista químico por una nueva síntesis proteínica que ayudará a almacenarlo nuevamente luego de haberlo actualizado.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 118-119.

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Cerebro social. No está centralizado.

En realidad se refiere a la serie específica de sistemas de circuitos que se orquesta cuando las personas se relacionan entre sí. Aunque algunas estructuras cerebrales juegan un papel especialmente grande en el manejo de las relaciones, no parece haber ninguna zona importante dedicada exclusivamente a la vida social.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 121.

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Conciencia y facilidad. Todo son relaciones y otros.

Pero, como he llegado a comprobar, simplemente amontonar la inteligencia social dentro de la emocional aborta la posibilidad de pensar sobre la aptitud humana para relacionarse. El peligro proviene de fijarse en lo que sucede dentro de nosotros e ignorar lo que sucede cuando interactuamos. Esta miopía deja la parte “social” fuera de la inteligencia.Los ingredientes pueden organizarse en dos amplias categorías: la conciencia social, lo que percibimos sobre los otros, y la facilidad social, lo que hacemos en consecuencia con esa conciencia.

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Empatía hacia los otros. Necesidad de sintonizar y atención plena.

La sintonización es la atención que va más allá de una empatía momentánea y llega a ser una presencia completa y sostenida que facilita la afinidad. Le ofrecemos a una persona nuestra atención absoluta, y la escuchamos absolutamente. Procuramos entender a la otra persona en lugar de sólo dejar sentada nuestra opinión.Una atención tan profunda parece una aptitud natural; de todos modos, como con todas las dimensiones de la inteligencia social, las personas pueden mejorar sus habilidades de sintonización. Y todos podemos facilitar la sintonización simplemente prestando más atención, intencionalmente.

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Atención plena. Saber escuchar y modo unidad.

La atención completa, tan en peligro en esta época de tareas múltiples, se embota cada vez que dividimos nuestro enfoque. La enajenación y las preocupaciones disminuyen nuestra atención, de modo que somos menos capaces de reparar en los sentimientos y necesidades de las otras personas, mucho menos responder con empatía. Nuestra capacidad para sintonizar sufre, extinguiendo la afinidad.Pero la presencia completa no nos exige tanto. “Una conversación de cinco minutos puede ser un momento humano perfectamente significativo”, dice un artículo en el Harvard Business Review.

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Poca habilidad social. Efecto de “disemia”.

Las personas que no se manejan bien con esta habilidad social típicamente sufren de “disemia”, una dificultad para leer –y por ende, para actuar sobre esa lectura– las señales no verbales que guían las interacciones fluidas. Los indicadores externos de esta sutil falta de habilidad social son demasiado obvios: las personas disémicas están “afuera”, no se percatan de las señales de que, por ejemplo, una conversación está terminando. Perturban a aquellos con los que interactúan porque no observan las señales no verbales que mantienen fluido el tránsito en sentido de ida y vuelta.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 138.

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Inteligencia social. Es cognoscitiva e intuitiva.

El enfoque sobre el conocimiento de las relaciones deja de lado las habilidades no cognitivas esenciales tales como la empatía primaria y la sincronía, e ignora capacidades como la preocupación. Una perspectiva exclusivamente cognitiva hace a un lado el esencial pegamento social cerebro a cerebro que constituye la base para cualquier interacción. Todo el espectro de habilidades de la inteligencia social abraza las aptitudes tanto del camino alto como del bajo. Tanto el concepto como sus mediciones omiten demasiadas sendas del camino bajo y, así, excluyen los talentos sociales que han sido clave para la supervivencia humana.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 151.

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Relación uno con los demás. Ello y tú, caminos alto y bajo.

La indiferencia y la lejanía emocional de una relación Yo-Ello están en contraste directo con el Yo-Tú sintonizado. Cuando estamos en el modo Yo-Ello, tratamos a las otras personas como medios para algún fin. Por el contrario, en el modo Yo-Tú nuestra relación con los demás se convierte en un fin en sí misma. El camino alto, con su facilidad en racionalidad y conocimiento, puede bastar para el Ello. Pero el Tú, en el que estamos sintonizados, utiliza el camino bajo.

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Empatía intuitiva. “Amar” resonancia con el otro.

A nivel neurológico, mi “llegar a conocerte” significa adquirir una resonancia con tus patrones emocionales y mapas mentales. Y cuanto más se superpongan nuestros mapas, más identificados nos sentiremos y mayor será la realidad compartida que creemos. A medida que nos identificamos mutuamente, las categorías de la mente experimentan una especia de fusión , de modo que inconscientemente pensamos en aquellos que son muy importantes para nosotros de la misma manera en que pensamos en nosotros mismos.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 161.

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Dolor y sufrimiento. El cerebro no lo distingue.

Ese sentimiento de dolor tiene una base neurológica. Nuestro cerebro registra los rechazos sociales en la misma área que se activa cuando nos lastimamos físicamente: la corteza cingulada anterior (CCA), de la cual se sabe que, entre otras cosas, genera las sensaciones aflictivas del dolor físico.Matthew Lieberman y Naomi Eisenberger, que hicieron el estudio en la UCLA, sugieren que la CCA funciona como un sistema de alarma neurológica para detectar el peligro del rechazo y para alertar a otras partes del cerebro para que reaccionen en consecuencia. Dicen que, como tal, forma parte de un “sistema de apego social” que se monta sobre el cableado existente para alertar al cerebro de un daño físico.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 166.

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Dolor y rechazo. Es como físico.

Esa idea le da sentido a las metáforas que utilizamos para indicar el dolor de un rechazo: “me rompió el corazón”, sentimiento herido, sugieren la naturaleza física del dolor emocional. Esta ecuación de dolor físico y social parece tácitamente reconocida en el habla humana: en muchos idiomas diferentes en el mundo entero todas las palabras que describen el dolor social recurren al vocabulario de los dolores físicos.

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Proyecciones y. Asumir por el otro como uno.

La proyección ignora la realidad interior de la otra persona, cuando estamos proyectando, asumimos que el otro siente y piensa como nosotros.Esta tendencia fue notada hace tiempo por el filósofo del siglo XVIII David Hume, que observó “una notable inclinación” en la naturaleza humana a dotar a otras personas de “las mismas emociones que observamos en nosotros mismos y a encontrar en todas partes las ideas que están más presentes para nosotros” en nuestras mentes.

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Crueldad básica. No sentir al otro.

Cuando una persona tiene como rasgo distintivo el eludir la sintonía, típicamente se encuadra en uno de los tipos que los psicólogos denominan la “tríada oscura”: narcisistas, maquiavélicos y psicópatas. Los tres tipos comparten, en grado diverso, una esencia desagradable, aunque a veces bien oculta: duplicidad y malevolencia social, egocentrismo y agresión y frialdad emocional.

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Visión mental. Empatía hacia los demás.

La visión mental (a veces llamada “teoría de la mente”) consiste en escudriñar la mente de una persona para sentir sus sentimientos y deducir sus pensamientos. Esa es la habilidad fundamental de la precisión empática. Si bien no podemos en realidad leer la mente de otra persona, sí captamos pistas suficientes de su rostro, su voz, y sus ojos, leemos entre líneas lo que dicen y hacen, y hacemos inferencias notablemente precisas.Si carecemos de este sencillo sentido, estamos perdidos en lo que hace a amar, considerar, cooperar, para no mencionar competir o negociar, y seremos torpes en el encuentro social menos exigente.

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Empatía y neuronas espejo. Necesidad de empatizar.

Las neuronas espejo pueden ser cruciales para la visión mental. Incluso entre niños normales, la habilidad de imaginar la perspectiva de otra persona y empatizar es correlativa con la actividad de las neuronas espejo. Y las imágenes de RM en adolescentes revelan que, en comparaciones con los niños normales, un grupo de niños autistas mostró una deficiencia en la actividad de la neurona espejo de la corteza prefrontal mientras que leían e imitaban expresiones faciales.

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Contacto visual. Músculos del rostro.

De los cerca de doscientos músculos de la cara, los que rodean los ojos están especialmente sintonizados para expresar sentimientos. Si bien normalmente la gente enfoca alrededor de los ojos al mirar el rostro de alguien, los autistas evitan hacerlo, de modo que se pierden de una información emocional crucial. Evitar el contacto visual puede ser uno de los primeros indicadores de que un bebé será autista.

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Gen y comportamiento. Importa su expresión.

Para entender cómo operan nuestros genes, debemos apreciar las diferencias entre poseer un gen dado y el grado en el que dicho gen expresa su marca proteínica. En la expresión de un gen, básicamente, un poco de ADN produce ARN, el cual a su vez crea una proteína que hace que algo suceda en nuestra biología. De los aproximadamente treinta mil genes en el cuerpo humano, algunos se expresan sólo durante el desarrollo embriónico, y luego se apagan para siempre. Otros se prenden y apagan constantemente. Algunos se expresan sólo en el hígado, otros sólo en el cerebro.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 215.

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Genes y entorno: activación /desactivación. Todo se influye.

Es biológicamente imposible para un gen operar independientemente de su entorno: los genes están diseñados para ser regulados por las señales de su entorno inmediato, incluyendo las hormonas del sistema endocrino y los neurotransmisores en el cerebro, algunos de los cuales, a su vez, son profundamente influidos por nuestras interacciones sociales. Así como nuestra dieta regula ciertos genes, nuestras experiencias sociales también determinan un grupo específico de controles genómicos de activación/desactivación.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 216.

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Formación cerebral. Ratones y lamidas.

Cuanto más cuidadosa sea la madre, más alertas, confiados y sin miedo serán las crías. Cuanto menos cuidadosa sea, más lentos serán en el aprendizaje, y se sentirán más abrumados por riesgos y amenazas. Igualmente revelador, la cantidad de lamidas y cuidados de la madre determina cuánto una cría hembra, a su vez, lamerá y cuidará de sus crías en el futuro.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 220.

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Hábitos… Rutas prefijas neuronales.

Erickson utilizaba este relato como metáfora acerca de cómo se forman los hábitos. Pero su historia de los primeros pasos en la nieve, y los repetidos viajes por el sendero así formado, también ofrecen un modelo apto sobre cómo los senderos neurológicos se establecen en el cerebro. Las primeras conexiones hechas en el circuito neurológico se fortalecen cada vez que se repite la secuencia, hasta que dicho sendero se vuelve tan dominante que se vuelve la ruta automática, y así se establece un nuevo circuito.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 224.

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Andamio neurológico. Cambio de patrones de conducta.

Los neurocientíficos usan el término “andamio neurológico” para describir un circuito cerebral en donde estas conexiones se fortalecen con el uso repetido, como un andamio en una zona de construcción. Los andamios neurológicos explican por qué un patrón de conducta, una vez establecido, requiere un esfuerzo para ser modificado. Pero con nuevas oportunidades, o tal vez con esfuerzo y vigilancia, uno puede establecer y reforzar un nuevo sendero.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 230.

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Recuperación de la alegría. Base de la…

La habilidad de un niño para reparar tal desconexión, para resistir una tormenta emocional y volver a reconectarse, es la llave para una vida feliz. El secreto yace no en evitar las inevitables frustraciones y contratiempos de la vida, sino en aprender a recobrarse. Cuanto más rápida sea la recuperación, mayor será la capacidad del niño para la alegría.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 249.

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Prefrontales: derecho e izquierdo. Humor positivo y negativo.

La actividad en el área prefrontal solamente es un rastro de nuestro humor: el lado derecho se activa cuando estamos malhumorados, el lado izquierdo cuando estamos de buen humor.Pero incluso cuando estamos de un humor neutro, el porcentaje de actividad de fondo en nuestras áreas prefrontales derecha e izquierda es un medidor notablemente exacto del rango de emociones que experimentamos típicamente. La gente con más actividad en el lado derecho es particularmente susceptible a momentos de depresión o irritación, mientras que la que tiene más actividad en el lado izquierdo suele experimentar días más felices.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 261.

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Formación del amor. Apego /cuidado /sexo.

El apego determina a quién acudiremos por ayuda; esos son a quienes más extrañamos cuando están ausentes. El cuidado nos urge a ayudar a quienes más nos preocupan. En el apego nos enganchamos, cuando brindamos cuidados, somos los proveedores. Y el sexo, bueno, es sexo.Estos tres elementos se entremezclan en un elegante balance, una interacción que cuando todo va bien avanza el diseño de la naturaleza para la continuación de la especie.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 271.

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Ansiedad y amor. Desarrollo de signos personales.

Una vez que forman una relación, los individuos ansiosos pueden dejarse dominar por el miedo al abandono o por ser hallados, de algún modo, deficientes. Son propensos a todos los signos de la “adicción amorosa”: preocupación obsesiva, ansiedad y cohibición, y dependencia emocional. Con frecuencia sumidos en la angustia, son aquejados por preocupaciones de todo tipo respecto a sus relaciones, tales como ser abandonados por su pareja, o se vuelven hiper vigilantes y celosos en torno a supuestas infidelidades. Y con frecuencia presentan también el mismo tipo de preocupaciones en sus amistades.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 279.

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Necesidad de conciencia. Control de la testosterona.

Cuanto mayor el nivel de testosterona, peor la situación.Por otro lado, observa el estudio, muchos hombres con altos niveles de testosterona están felizmente casados. Lo que causa la diferencia, proponen los autores, es el punto en el que los hombres han aprendido a controlar los impulsos más salvajes inducidos por la testosterona. Los sistemas prefrontales tienen la llave para manejar los impulsos de todo tipo, tanto sexuales como agresivos. Esto nos lleva de regreso a la necesidad del camino alto y su capacidad para controlar al camino bajo, como un contrapeso a la líbido pura.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 300.

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Compasión y empatía. Importancia de la pareja.

La empatía juega el rol esencial en el cuidado, ya que después de todo se centra en responder a las necesidades de otros antes que a las propias. La compasión, un vocablo grandilocuente, en su ropaje diario es simple disponibilidad, sensibilidad o capacidad de respuesta, todas señales de buenos padres o amigos. Y cuando es cuestión de una pareja potencial, recordemos que tanto hombres como mujeres supuestamente consideran a la bondad como la característica principal a tener en cuenta.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 309.

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Química de la bondad. Basada en la oxitocina.

Los beneficios de la oxitocina parecen emerger en una variedad de interacciones sociales agradables, especialmente en todas las formas del cuidado de otros, cuando la gente intercambia energía emocional pueden provocar mutuamente el sentimiento placentero que esta molécula otorga. Uvnas-Moberg sugiere que la exposición repetida a la gente con quienes sentimos los lazos sociales más estrechos puede condicionar la liberación de oxitocina, por lo que el mero hecho de estar en su presencia, o incluso siquiera pensar en ellos, puede inducir una dosis placentera de oxitocina.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 310.

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Alergias sociales a hábitos. El problema de la pareja.

Esta letanía de quejas señala el florecimiento de una “alergia social”, una fuerte aversión hacia los hábitos de la pareja romántica que, como un alergénico físico, al primer contacto no causa reacción alguna, y no lo haría en la mayoría del resto de la gente, pero que se vuelve más sensible con cada exposición. Las alergias sociales emergen por lo general cuando una pareja romántica comienza a pasar más tiempo junta, comenzando a conocerse íntimamente, incluso sus defectos. La cualidad irritante de la alergia social crece a medida que el poder inoculante de la idealización romántica mengua.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 311.

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Base de la autoestima. Relación con los demás.

Este sentido de nuestro valor social y estatus, y por tanto de nuestra autoestima, proviene de los mensajes acumulativos que recibimos de los demás acerca de cómo nos perciben. Tales amenazas a nuestra posición en los ojos de los demás son biológicamente potentes, casi tan poderosas como las que aseguran nuestra supervivencia. Después de todo, la ecuación inconsciente mantiene que, si somos considerados no-deseables, bien podríamos sentir no sólo vergüenza, sino además, un rechazo total.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 330.

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Eliminar lazos negativos. Da más salud y bienestar.

El deshacernos de lazos sociales no beneficiosos puede ser una medida preventiva para administrar mejor nuestro propio estado emocional. De hecho un estudio central de ancianos estadounidenses que envejecían satisfactoriamente mostró que cuanto más emocionalmente satisfactorias eran sus relaciones, menores eran los niveles de indicadores biológicos de estrés como el cortisol.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 342.

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Malos recuerdos. Afectan la salud.

Porque los malos recuerdos pueden ser molestos, apareciendo repentinamente en la conciencia sin ser solicitados, y porque el simple recordar un conflicto puede disparar los cambios biológicos que lo acompañaron, la tendencia a volver sobre los problemas tiene un precio físico.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 345.

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Emociones sociales. Impactos fisiológicos.

Esa intuición ahora cuenta con datos sólidos que la apoyan: los fisiólogos han mostrado que a medida que la gente se vuelve emocionalmente interdependiente, juegan un papel activo en la regulación de la fisiología de las otras personas. Este entrecruzamiento biológico significa que las señales que cada persona recibe de la otra tienen un poder particular para afectar sus cuerpos, para bien o para mal.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 350.

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Compasión y salud. Desarrollo de emociones.

Este consejo sugiere que todos los que cuidemos de gente que sufra alguna condición médica, aún cuando no tengamos palabras, debemos ofrecer siempre el don de una presencia amorosa. Tal presencia requiere que tengamos empatía y balance emocional: si podemos ser testigos del sufrimiento del paciente sin sentirnos desbordados, él podría recibir un poco de alimento emocional de parte nuestra.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 355.

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Compasión y sanación. Nueva relación médico-paciente.

La palabra “sanar” (“heal” en inglés) proviene del inglés antiguo, hal, “completar o reparar”. El sanar tiene un significado más amplio que el sencillamente curar una enfermedad, implica ayudar a la persona a recuperar el sentido de totalidad y de bienestar emocional. Los pacientes necesitan sanar junto con el cuidado médico, y la compasión sana de modos en que ni la medicina ni la tecnología pueden hacerlo.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 365.

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Ansiedad y agotamiento. Impactos en neurología.

El “agotamiento” es un estado neurológico en el cual el incremento de las emociones dificulta el funcionamiento del centro ejecutivo. Mientras estamos agotados no nos podemos concentrar ni pensar claramente. Esa verdad neurológica tiene consecuencias directas para alcanzar la atmósfera emocional óptima, tanto en la escuela como en la oficina.Desde el punto de vista del cerebro, el funcionar bien en la escuela y en el trabajo involucran un mismo estado, la clave del éxito para el desempeño. La biología de la ansiedad nos expulsa de esa zona de excelencia.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 379.

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Miedo y ansiedad. Bloquea el acto cognitivo.

A mayor ansiedad, sentimos más impedida la eficiencia cognitiva del cerebro. En esta zona de desdicha mental, los pensamientos que nos distraen llaman nuestra atención y agotan nuestras fuentes cognitivas. Porque la gran ansiedad reduce el espacio disponible para nuestra atención, reduce nuestra capacidad para adquirir nueva información, y mucho menos para generar nuevas ideas. El estar al borde del pánico es el enemigo del aprendizaje y la creatividad.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 380-381.

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Estado de pánico. Anulación de lo cognoscitivo.

Experimentamos pánico cuando nos damos cuenta que, por ejemplo, hemos demorado demasiado tiempo en relación con aquel trabajo o memorando. A partir de este punto, el aumento de la ansiedad erosiona la eficiencia cognitiva. Cuando las tareas se multiplican en dificultad y el desafío se transforma en abrumante, el camino bajo se vuelve cada vez más activo. El camino alto se agota al ver nuestra capacidad devorada por los desafíos y el cerebro entrega el control al camino bajo. Este cambio neurológico de control de lo alto a lo bajo da cuenta de la forma de U invertida.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 384.

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Prejuicios y percepción. Problemas de categorías.

Pero una vez que se establece un prejuicio negativo, nuestros lentes se empañan. Tendemos a concentrarnos en lo que sea para confirmar nuestro prejuicio, e ignoramos lo que no lo hace. El prejuicio, en este sentido, es una hipótesis desesperada por probarse a sí misma frente a nosotros. Y entonces, cuando encontramos a alguien a quien se le aplique el prejuicio, nuestras presunciones tergiversan nuestra percepción volviendo imposible verificar si el estereotipo se aplica verdaderamente a esa persona. Los estereotipos hostiles en relación con un grupo –fundados en preconceptos sin fundamento– son categorías mentales fuera de control.Una vaga sensación de ansiedad, un poco de miedo, o la mera incomodidad al no conocer los signos culturales de ellos puede ser suficiente para dar comienzo a la tergiversación de una categoría cognitiva.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 425.

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Odio y cerebro. Impactos a los otros.

La furia y el miedo, ambos controlados por la amígdala, amplifican la destructividad de una desconfianza naciente. Cuando se ve abrumada por estas fuertes emociones, el área prefrontal queda incapacitada, puesto que el camino bajo controla al alto. Esto sabotea la capacidad de pensar con claridad, y por lo tanto impide una respuesta correctiva a la pregunta esencial, ¿posee verdaderamente todas estas características negativas que le atribuyo a Ellos?

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 426.

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Adiestramiento mental. Cambio de circuitos inconscientes.

Después de todo, la amígdala juega el rol del prejuicio implícito (así como el explícito). Y los circuitos del camino bajo parecen difíciles de modificar.Pero investigaciones más recientes han mostrado que los estereotipos automáticos y los prejuicios son fluidos, los preconceptos implícitos no reflejan los “verdaderos” sentimientos de una persona, sino que pueden cambiar. A nivel neurológico, esta fluidez puede reflejar el hecho de que incluso el camino bajo continúa siendo estudiante voraz durante toda la vida.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 427.

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Perdón y liberación. Sacar la obsesión de la mente.

Un antídoto se encuentra en el perdón. El perdonar algo contra lo que tengamos resentimiento, revierte la reacción biológica: disminuye nuestra presión sanguínea, las pulsaciones, y los niveles de hormonas de estrés así como también nuestro dolor y depresión. El perdón puede tener consecuencias sociales, como el hacer amigos de antiguos enemigos. Pero no necesita tomar esa forma. Especialmente cuando las heridas están todavía frescas, el perdón no requiere condonar una ofensa, olvidar lo sucedido o reconciliarse con el victimario. Significa encontrar una manera de liberarse uno mismo de las garras de la obsesión que nos lastima.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 437.

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Felicidad y riqueza. No relación lineal: expectativas.

Al explicar por qué la gente más rica no es la más feliz, Kahnerman argumenta que a medida que obtenemos más dinero, nos hacemos expectativas “más altas” y entonces aspiramos a tener aún más y a contar con placeres más caros, una banda sin fin que no termina, ni siquiera para los millonarios. Como él dice: “El rico puede experimentar más placeres que el pobre, pero también requiere más placeres para alcanzar la misma satisfacción”.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 441-442.

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Vida satisfecha. Base de buenas emociones: intercambio.

Seguramente, mucho de lo que hace que la vida valga la pena se reduce a nuestro sentimiento de bienestar, nuestra felicidad y necesidad de realización. Y la buena calidad de las relaciones es una de las fuentes más fuertes de dichos sentimientos. El contagio emocional significa que un buen número de nuestros estados de ánimo provienen de las interacciones que tenemos con otras personas. En cierto sentido, las relaciones sólidas son como vitaminas emocionales, que nos sostienen a través de tiempos difíciles y nos nutren a diario.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 443.

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Intercambio neurológico. Base vital de la vida.

La vitalidad surge del contacto humano, especialmente de los vínculos amorosos. La gente por quien más nos preocupamos son una suerte de elixir, una siempre renovada fuente de energía. El intercambio neurológico entre un padre y su hijo, entre un abuelo y su nieto, entre los amantes o una pareja satisfecha, o entre buenos amigos, tiene virtudes palpables.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 451.

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Conciencia e inconciencia. Como camino alto y bajo.

El camino bajo funciona en automático, fuera de nuestra conciencia, y a gran velocidad. El camino alto funciona con control de la voluntad, requiere esfuerzo y una intención consciente, y se mueve más despacio. La dicotomía alto-bajo nos ayuda a identificar una distinción que claramente importa para el comportamiento pero también puede simplificar excesivamente el sistema de circuitos desaliñadamente complicado y entrelazado del cerebro.La información neurológica específica de ambos sistemas no ha sido todavía dilucidada y sigue en discusión.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 453.

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Cerebro social. Circuitos que trabajan todo el cerebro.

De manera que el “cerebro social” –esos extensivos módulos neurológicos que orquestan nuestras actividades cuando nos relacionamos con otras personas– consiste en sistemas de circuitos que se extienden a lo largo y lo ancho. No hay un solo sitio que controle la interacción social en ningún lugar dentro del cerebro. Más bien el cerebro social es un grupo de redes nerviosas diferentes pero fluidas que se sincronizan relacionándose con otras. Opera a nivel de los sistemas, donde las extensas redes nerviosas se coordinan para servir a un propósito unificador.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 456.

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Inteligencia social. Sistema cerebral humano.

Desde una perspectiva evolucionista, la inteligencia está entre esas capacidades humanas que han ayudado a nuestra especie a sobrevivir. El cerebro social se desarrolló muchísimo en las especies de mamíferos que viven en grupo, perfeccionándose como un mecanismo de supervivencia. Los sistemas cerebrales que diferencian a los humanos de otros mamíferos crecieron en proporción directa con el tamaño del vínculo humano primario. Algunos científicos dicen que la destreza social –no la superioridad cognitiva ni la ventaja física– puede ser lo que le permitió al homo sapiens eclipsar a otros humanoides.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 465.

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Desarrollo de inteligencia social. Desde conocer hasta empatía.

Las funciones principales del cerebro social, desde la sincronía de la interacción, los tipos de empatía, el conocimiento social, las habilidades de interacción, y la preocupación por los demás, todo sugiere inteligencia social. La perspectiva evolucionista nos desafía a volver a pensar el lugar de la inteligencia social en la clasificación de las habilidades humanas, y reconocer que una “inteligencia” puede incluir habilidades no cognitivas.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 465.

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Inteligencia y sentimientos. El cerebro mezcla las dos.

Pero ése es precisamente mi punto: cuando se trata de la inteligencia en la vida social, el cerebro mismo mezcla las capacidades. Las habilidades no cognitivas como la empatía primaria, la sincronía y la preocupación son aspectos inmensamente adaptativos del repertorio humano para la supervivencia. Y estas capacidades por cierto nos permiten seguir mejor el mandato de Thorndike de “actuar con sabiduría” en nuestras relaciones.

Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 467-468.

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