MÉNTRIDA Y SUS RAÍCES MARIANAS

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    MNTRIDA Y SUS RACES MARIANAS E S T U D I O S O B R E R E L I G I O S I D A D P O P U L A R

    JESS GARCA CUESTA

    Coronacin de la Virgen. (Annimo, siglo XVIII) Retablo de la Ermita de la Virgen.

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    Este PDF incluye el artculo de presentacin del libro, escrito por Juan Manuel Magn Garca y publicado en el Programa de las Fiestas Patronales de 2012.

    (Est en la pgina 308 de este documento)

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    A la Virgen de la Natividad, Patrona, Alcaldesa y Reina de Mntrida.

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    Jess Garca Cuesta Diseo de cubierta y maquetacin:

    Juan Manuel Magn Garca

    Edita: Hermandad de Nuestra Seora de la Natividad.

    Imprime: RIGORMA GRFICA, S.A.

    Depsito Legal: TO-407-2012

    Este libro es un obsequio para los devotos de la Virgen y amantes de la Historia de la villa de Mntrida. Se agradece su aportacin voluntaria para las necesidades

    de la Hermandad de la Virgen.

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    I N D I C E

    Prlogo [9]

    Prembulo [12]

    1. FUENTES DOCUMENTALES DE LA RELIGIOSIDAD MARIANA EN MNTRIDA

    1.1. El pergamino de Santa Mara la Real de Obona (1284) [21]

    1.2. Ordenanzas Municipales (1566) [23]

    1.3. Relaciones Topogrficas de Felipe II (1576) [26]

    1.4. Informacin Jurdica (1653) [28]

    1.5. Libro de fray Luis de Sols (1734) [31]

    1.6. Descripciones del Cardenal Lorenzana (1782 y 1789) [33]

    1.7. Archivo Histrico Parroquial [35]

    2. ORIGEN ANCESTRAL DE LA DEVOCIN DE MNTRIDA A LA VIRGEN

    2.1. El hallazgo de Pablo Tardo [40]

    2.2. La Imagen aparecida recibe culto en la parroquia de Santa Mara [47]

    2.3. Venerada con el titulo de Berciana y luego de la Natividad [50]

    2.4. La Imagen milagrosa [52]

    2.5. El voto de la Romera [55]

    2.6. La Virgen favorece a Mntrida en los conflictos con Segovia [57]

    3. COFRADAS Y DEVOCIN MARIANA EN LA HISTORIA DE MNTRIDA

    3.1. Cofradas de Nuestra Seora de la Natividad [65]

    3.2. Otras cofradas marianas [84]

    3.3. Otras cofradas y hermandades [100]

    3.4. Las asociaciones pas del siglo XX [107]

    3.5. La actual Hermandad de Nuestra Seora de la Natividad [110]

    4. DEVOCIN Y PATRIMONIO

    4.1. La hacienda de la Virgen y su santuario [120]

    4.2. Edificios singulares [139]

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    4.3. La imagen de la Virgen de la Natividad [152]

    4.4. Las tradiciones festivas en honor a la Virgen [165]

    4.5. Reconocimiento popular [195]

    5. MUESTRAS DE FERVOR MARIANO EN LA VIDA COTIDIANA

    5.1. Referencias a la Virgen en los libros Sacramentales [2057]

    5.2. La Virgen y el culto a los difuntos [210]

    5.3. Fiestas votivas [214]

    5.4. Obras pas y Fundaciones benficas [219]

    5.5. El canto de la Salve a la Virgen [224]

    ANEXO DOCUMENTAL

    Anexo I [227] La Informacin Jurdica de 1653

    Anexo II [243] Prodigios atribuidos a Nuestra Seora de la Natividad

    Anexo III [258] Usos y costumbres en torno a las fiestas de la Virgen en Mntrida

    Anexo IV [270] Datos sobre la actual Hermandad de la Virgen

    Anexo V [289] Actuales Estatutos de la Hermandad de la Virgen

    Fuentes y bibliografa [303]

    Agradecimientos

    Agradezco a Juan Manuel Magn Garca, licenciado en Geografa e Historia, buen conocedor de la Historia de Mntrida y buen amigo, su inestimable colaboracin en la elaboracin de este libro, y a Jos Carlos Gmez-Menor Fuentes, condiscpulo en el Seminario, distinguido escritor, cannigo honorario, historiador y Acadmico Numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Histricas de Toledo, que me hace el honor de prologarlo. Y tambin, a la Hermandad de la Virgen, que sufraga la publicacin de este libro.

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    PRLOGO

    Escribo con mucho gusto el prlogo de este libro de don Jess Garca Cuesta, compaero de estudios eclesisticos en el Seminario de Toledo hasta nuestra ordenacin sacerdotal el 21 de septiembre de 1957, encontrndonos unidos nuevamente en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Histricas de Toledo de la que ambos somos miembros.

    Conozco los afanes sacerdotales de mi condiscpulo, entre otros, su inquietud en mejorar la situacin social y cultural de los pueblos en donde ha desempeado su labor pastoral, muy comprometido en la creacin de puestos de trabajo en cooperativas y centros de formacin cultural a favor de las clases ms desfavorecidas en tiempos difciles y comprometidos, particularmente en Extremadura, su tierra natal. Desde junio de 1979 reside en Mntrida en cuya parroquia y en la de Calalberche trabaj como cura prroco durante veinticinco aos, dedicando sus esfuerzos en rehabilitar el templo parroquial mentridano, declarado Monumento Histrico Artstico en 1982, y en la iglesia de Calalberche, que inicia su construccin das despus de su llegada.

    El contenido de esta ltima obra de don Jess est en plena sintona con sus cinco libros anteriores sobre Mntrida, de cuyo pueblo fue distinguido como Hijo Adoptivo y sobre la Virgen de la Natividad de la que es Capelln de Honor. Son sus dos grandes amores a los que ha dedicado incontables horas en la investigacin de su pasado, dejando a los mentridanos numerosas noticias de su patrimonio histrico.

    El presente libro viene a demostrar, con abundancia de documentos, las profundas races cristianas y marianas de este pueblo, redescubriendo el testimonio de su fe con vivencias profundas de religiosidad popular, cimentadas en una fe recia, frente a la indiferencia y el laicismo de hoy.

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    El anlisis del amor a la Virgen Mara en Mntrida arranca en el siglo XIII, ao 1270, fecha en que, segn la tradicin, tiene lugar la aparicin de la venerada imagen en Berciana, germen del culto y devocin a la Madre de Dios en este pueblo y su influencia en la comarca. Aquella primitiva semilla prendi con fuerza en la comunidad que, unida en asociaciones, cosech copiosos frutos de piedad, costumbres y tradiciones, particularmente marianas, creando el legado histrico y cultural de Mntrida, tal como aparecen en la verificacin de los documentos ampliamente estudiados por el autor.

    Llama la atencin el notable patrimonio de bienes muebles e inmuebles que posey la Virgen de la Natividad, generado por sus devotos, como prueba evidente de su amor, plasmado en donaciones de fincas, casas, ermitas, objetos preciosos para su culto, imgenes, fiestas, tradiciones y tantas otras formas de expresar el mensaje cristiano y mariano de acuerdo con la cultura y ambiente propias del lugar y tiempo en que surgen, slo explicables en la clave del amor a la Madre de Dios y su Hijo.

    Entre los variados signos indicativos de la piedad cristiana, la devocin a la Virgen Mara ocupa un lugar destacadsimo, el que corresponde a su condicin de Madre de Dios y Madre nuestra. Mara ha sido y contina siendo mediadora de la esperanza de un amor que tiene su fundamento en la fe en Jesucristo, redentor y salvador. Es smbolo de una fe fuerte que contiene los valores de un humanismo multicultural de carcter trascendente.

    El esmero de la Iglesia hacia Mara ha sido constante durante siglos. Los Concilios de Constantinopla (381), de feso (431) y de Calcedonia (451) atestiguan la progresiva reflexin sobre el misterio de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y paralelamente el progresivo descubrimiento del papel de Mara en el misterio de la Encarnacin, descubrimiento que llev a la definicin dogmtica de su maternidad divina y virginal.

    Han contribuido particularmente a la Mariologa, la Exhortacin apostlica Maralis cultus de Paulo VI y la Encclica Redemptoris Mater de Juan Pablo II. El estudio del culto de la Santsima Virgen ha sido muy vivo: se ha manifestado en la investigacin sobre sus races histricas (seis

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    Congresos Mariolgicos Internacionales, estudiaron sistemticamente las manifestaciones de la piedad mariana desde sus orgenes hasta el siglo XX), en el estudio de las motivaciones doctrinales y del cuidado por su insercin orgnica en el "nico culto cristiano" (Paulo VI, Marialis cultus, 1974), en la valoracin de sus expresiones litrgicas y de las mltiples manifestaciones de la piedad popular, teniendo en cuenta los Principios y Orientaciones de la Congregacin para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, del ao 2002.

    Despus de la lectura de este libro me siento obligado a felicitar complacidamente al pueblo de Mntrida por su pasado y presente histrico, por sus abundantes expresiones de religiosidad, por su constante amor a la Virgen, por su valioso patrimonio cultural. Ojal que a todas las parroquias de la dicesis le cupiera la suerte de disponer de libros que hablen de su propia historia, como la tiene Mntrida, que puede sentirse orgullosa de poder conocer su pasado, pero al mismo tiempo comprometida a mantener y enriquecer el tesoro heredado.

    Por ltimo, me congratulo con don Jess, tan apasionado por Mntrida y su Patrona, por este nuevo servicio a los mentridanos que, una vez ms, les frece la oportunidad de penetrar en los recnditos documentos de sus races cristianas y marianas, fundamentales para comprender el papel que han tenido, que tienen y que quiere tener la Virgen en su pueblo. Que Nuestra Seora de la Natividad le premie el amor y dedicacin que ha puesto en atender como pastor a sus feligreses durante tantos aos.

    JOS CARLOS GMEZ-MENOR FUENTES Numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Histricas de Toledo

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    PREMBULO

    El anuncio de la coronacin cannica de la imagen de Nuestra Seora de la Natividad, Patrona de Mntrida, es la razn que me motiva a escribir este nuevo libro. Al plantearme su publicacin, me propuse argumentar documentalmente que es merecedora de este ttulo honorfico, fundamentado en su trayectoria histrica, desde remotos tiempos hasta nuestros das, en cuyo recorrido los mentridanos han profesado a la Madre de Dios devocin y culto singulares.

    Para lograr este propsito se hizo necesario, en primer lugar, la bsqueda y verificacin de los documentos y pruebas pertinentes, tal como aparecen en sus fuentes originales, a cuyo efecto revisamos los libros del archivo histrico parroquial en sus ms de doscientos libros y miles de legajos, adems de otras indagaciones en diferentes mbitos archivsticos.

    Como consecuencia del rastreo documental, qued patente la abundante riqueza de testimonios de religiosidad popular, entraables vivencias colectivas de un pueblo sencillo, generadoras de valiosas expresiones de devocin, folklricas y culturales que han enriquecido, a lo largo de sucesivas generaciones, el patrimonio tradicional mentridano. En la pluralidad y variedad de su conjunto resaltan las manifestaciones de veneracin a la Virgen Mara, materializadas en diferentes actos de afirmacin y celebracin de la fe cristiana, que estn en la raz misma de la identidad histrica de Mntrida en su ms profunda dimensin, as humana como religiosa.

    La personalidad histrica de Mntrida brota de sus races cristianas y marianas, sin cuyo conocimiento resulta difcil comprender su pasado, sustentado primordialmente en el amor a la Virgen de la Natividad, como fuerza motora de su vida espiritual y social. Estas pginas pretenden dejar constancia del regalo de la presencia espiritual de Mara en nuestra historia, sin complejos, orgullosos de ser un pueblo mariano, presentando su figura sin exageraciones ni mezquindades, tal como se refleja en el rastro documental que nos ha sido legado como

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    testigo excepcional del discurrir histrico de nuestro pueblo. Al mismo tiempo, quieren remover y reavivar el fuego amoroso a la Patrona, actualizando sus propias experiencias y el testimonio generacional.

    A dichos objetivos, hay que aadir la invitacin de nuestro prroco a resear las pruebas documentales que acrediten la antigedad y autenticidad de la devocin de los mentridanos a su Virgen de la Natividad, previas y necesarias para proceder a la coronacin cannica de la imagen de nuestra Patrona.

    Como es conocido, en anteriores publicaciones, hemos divulgado abundantes noticias sobre el culto y devocin a la Virgen de la Natividad, a muchas de las cuales haremos necesariamente referencia en las pginas de este libro. En todo caso, la consulta a las mencionadas publicaciones, y de manera especial a nuestro libro La Virgen de Mntrida, que distribuimos a todos los hogares mentridanos en 2007 con motivo de mis Bodas de Oro Sacerdotales, ser de gran utilidad a los lectores que gusten profundizar en el tema1. Al igual como se hizo con anteriores libros, es mi deseo que el presente trabajo llegue de forma gratuita a todas las familias, a modo de servicio, ofrecido para promover la devocin a la Patrona y contribuir a la transmisin de nuestros valores culturales y religiosos.

    Hechas estas aclaraciones introductorias, y antes de entrar de lleno en la materia que justifica esta publicacin, dedicaremos unas pginas preliminares para sintetizar el significado y alcance del culto a la Madre de Dios, a la luz de la doctrina de la Iglesia, marco en el que necesariamente se circunscriben las manifestaciones de devocin popular a la Virgen, en cualquiera de las advocaciones en que tradicionalmente se la venera. Sern en este aspecto nuestros referentes principales la exhortacin apostlica Marialis cultus para la recta ordenacin y desarrollo del culto a la Santsima Virgen Mara, de Pablo VI (1974), y la carta encclica Redemptoris mater, de Juan Pablo II (1987), adems de la doctrina mariana tradicional sobre su culto y devocin.

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    Culto y devocin a la Madre de Dios en la Iglesia

    Conviene, antes que nada, hacer algunas precisiones sobre el concepto mismo de los trminos culto y devocin, con el fin de centrar el anlisis con las matizaciones que el rigor precisa. El diccionario de la Real Academia Espaola define la palabra devocin como amor, veneracin, fervor religioso, prontitud con que se est dispuesto a hacer la santa voluntad de Dios; y el concepto de culto religioso como homenaje externo de respeto y amor que el cristiano tributa a Dios, a la Virgen, a los ngeles, a los santos y a los beatos.

    En este sentido, distinguimos tres clases de culto: Culto de Latra o Adoracin que se debe slo a Dios, porque es el nico principio y fin de todo lo que existe; adorar significa reconocer a Dios como ser supremo, aceptar su dominio absoluto y amarle sobre todas las cosas. Culto de Dula o Veneracin que se da a los ngeles y santos; venerar equivale a respetar y honrar por algn motivo especial. Culto de Hiperdula que se da solamente a la Santsima Virgen Mara, por ser la Madre de Jess, el Hijo de Dios y nuestro Salvador. A la Virgen se la venera, pero no se la adora, y adquiere su sentido pleno situndolo siempre en relacin con Cristo y con la Iglesia, mediante ritos y ceremonias litrgicas encaminadas siempre a tributar un sincero y sentido homenaje de honor, estima y respeto.

    Por otra parte, conviene precisar que el culto de adoracin a Dios y el culto de veneracin a la Virgen no dependen de un lugar determinado, por muy famoso que pueda ser. El Padre del cielo no est atado a ningn lugar, ni pertenece a ningn pueblo concreto. Desde cualquier sitio podemos elevar nuestro corazn hacia Dios, pues el verdadero culto empieza por reconocer a Dios como Padre, que nos acompaa de cerca a lo largo de nuestra vida. Lo que desea son corazones sencillos que le adoren en espritu y en verdad, porque Dios es espritu, y quienes le adoran deben hacerlo en espritu.

    Tngase, adems, muy presente que Dios, como creador de todas las cosas, figura en la cspide de la escala honorfica. Al encumbrar a su Madre, llenndola de gracias, nos expresa su voluntad de que acudamos a ella con nuestras alabanzas, bien entendido que glorificar a Mara es

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    alabar al Hijo y, por l, a la Santsima Trinidad. En definitiva, el culto rendido a los servidores de Dios honra a Dios mismo, que se manifiesta a travs de ellos y por ellos nos atrae hacia l.

    La religiosidad popular

    Desde la perspectiva sucintamente formulada en los prrafos anteriores, podemos ahora adentrarnos en el anlisis de las genuinas manifestaciones de la religiosidad popular, entendida como el modo peculiar que tiene el pueblo, es decir la gente sencilla, de vivir y expresar su relacin con Dios, con la Virgen y con los santos, no slo en un ambiente privado e ntimo, sino tambin en comunidad. La piedad popular posee un inmenso valor y es un modelo de la encarnacin de la fe en las realidades culturales, que las impregna y al mismo tiempo se enriquece con ellas; es decir, es un modelo de inculturacin de la fe. Los Principios y Orientaciones de la Congregacin para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, del ao 2002, suministran y clarifican los diversos aspectos sobre este interesante tema.

    Resulta paradjico que, mientras en nuestra sociedad se desprecia el tema religioso, aparece con gran fuerza el fenmeno de la religiosidad popular, valorado incluso entre los ms crticos. Es el reto a una sociedad materialista en la que, engaosamente, se afirma que el progreso supone necesariamente la ausencia de Dios.

    Para su compleja definicin suele emplearse las palabras de religiosidad, piedad y religin del pueblo, con cuyos trminos quiere definirse un conjunto de valores religiosos y culturales, que arrancan del pueblo sencillo, dando sentido a sus creencias religiosas que se manifiestan espontneamente y de diversas maneras con expresiones de alabanza. Se trata, pues, de la forma cultural o existencial que la religin adopta en un pueblo determinado, y que configura la vida y la cultura de la comunidad. Es sencillamente la religiosidad del pueblo, de las gentes que viven y no pueden por menos que expresar pblicamente, con sincera y sencilla espontaneidad, su fe cristiana, recibida de generacin

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    en generacin, y que ha ido conformando la vida, costumbres y tradiciones de todo un pueblo.

    Tiene su arraigo en el sentimiento de lo divino, que reside en el alma de cada hombre y de cada pueblo. No hay hombres sin sentimientos religiosos, y no hay pueblos sin que la religin no forme parte de su cultura, que expresan, viven y celebran para dar gracias por favores recibidos, por cumplimiento de promesas, por hondas convicciones, por seguimiento de tradiciones, etc.

    Como en todos los aspectos de la vida, la religiosidad popular ha tenido detractores y seguidores. Aunque la Iglesia nunca ha rechazado la genuina piedad de la gente sencilla, puede decirse que en ltimo tercio del siglo XX, ha sido extraordinario el inters que ha despertado la religiosidad popular, debido a los muchos valores humanos y religiosos que encierra, considerada como un humanismo cristiano.

    Tiempo despus del Concilio Vaticano II hubo una fuerte oposicin, llegando a suprimirse en algunas iglesias las imgenes, las estructuras artsticas y los cultos a los santos, estando a punto de eliminar las ricas tradiciones y costumbres populares, en su mayora de raz netamente religiosa.

    En la actualidad se percibe una vuelta a las prcticas de piedad tradicional, pero en un mbito de purificacin y evangelizacin. La teologa de la liberacin, que inicialmente rechaz este tipo de religiosidad, cambi de postura y comprendi que una religiosidad popular trasformada podra ser un valioso medio para la evangelizacin y la liberacin de los pueblos.

    La estima viene motivada por los valores que encarna, como son la entereza ante las situaciones irremediables; abandono confiado en Dios; capacidad de sufrir, solidaridad y apertura hacia los dems, sentido de amistad, unin familiar y comunitaria en sus tradiciones, fuente de vitalidad y conservacin de la misma fe, siendo un punto de partida para madurar cristiana y culturalmente, dando lugar a un proceso de inculturacin, que abarca todos los aspectos de la vida humana.

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    Han sido los ltimos papas los que invitan a redescubrir y apreciar su importancia. As Pablo VI, aunque reconoce los aspectos negativos, elogia la vertiente positiva, afirmando que cuando est orientada, sobre todo mediante una pedagoga de evangelizacin, refleja sed de Dios, capaz de generosidad y sacrificio hasta el herosmo cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia divina. Engendra actitudes interiores, paciencia, sentido del sacrificio, fuerza para llevar la cruz en la vida cotidiana, aceptacin y ayuda con los semejantes.

    Si bien las expresiones de piedad popular tienen valores innegables, hay que reconocer que, en ocasiones, se quedan tan slo en un nivel de manifestacin folklrica, sin llegar a una verdadera adhesin de fe, por lo que se hace necesario una evangelizacin, pero no por el camino de la supresin y del rechazo, sino por una pedagoga pastoral, vinculada a Cristo y su Iglesia, acorde con la ley divina y con el Evangelio, que tenga como fin dar gloria a Dios, que promueva la participacin en los sacramentos y se comprometa a llevar una vida ms honesta, caritativa, justa, implicada en la prctica del apostolado.

    Igualmente, Juan Pablo II ha insistido en estos valores, pero tambin en su proceso de purificacin llevado con prudencia y paciencia mediante una adecuada formacin. Lo mismo ocurre con la Conferencia Episcopal Espaola que, al tratar el tema en repetidas ocasiones, aduce fuertes razones desde el punto de vista de la teologa, de la pastoral y de las ciencias humanas.

    La devocin popular a la Virgen Mara

    Entre los mltiples signos indicativos de la piedad cristiana, la devocin a la Virgen Mara ocupa un lugar destacadsimo, el que corresponde a su condicin de Madre de Dios y Madre nuestra. La devocin popular a la Santsima Virgen, diversa en sus expresiones y profunda en sus causas, es un hecho eclesial relevante y universal. Resultara casi imposible enumerar los distintos modos con que, a lo largo de los siglos, las almas enamoradas de Mara han expresado su amor hacia ella. Podemos afirmar que su culto y devocin se han desarrollado hasta nuestros das

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    con admirable continuidad, alternando perodos florecientes con perodos crticos, los cuales, sin embargo, han tenido con frecuencia el mrito de promover an ms su renovacin. Desde el momento en que Mara responde afirmativamente a la propuesta del arcngel Gabriel, se convierte en la Madre de Jess, siendo proclamada por su prima Isabel la Madre de mi Seor, dando comienzo a su devocin que continu con los apstoles y los primeros cristianos que expresaban sus alabanzas con oraciones y manifestaciones piadosas.

    El misterio de la maternidad divina y la cooperacin de Mara a la obra redentora, suscita en los creyentes de todos los tiempos una actitud de alabanza, tanto hacia el Salvador como hacia la mujer de la que naci segn la carne, honrndola con ejercicios de culto y devocin.

    El Concilio Vaticano II, al subrayar el carcter particular del culto mariano, afirma: Mara, exaltada por la gracia de Dios, despus de su Hijo, por encima de todos los ngeles y hombres, como la santa Madre de Dios, que particip en los misterios de Cristo, es honrada con razn por la Iglesia con un culto especial (Lumen Gentium, 66).

    As, desde los primeros siglos comenzaron a surgir en la Iglesia muchas y variadas maneras de honrar a la Madre, que el pueblo cristiano fue resumiendo en oraciones, himnos y preces, recogidas en los devocionarios, que luego pasaron al calendario litrgico. A veces son imgenes, edificios, fiestas, nacidas del alma de cada pueblo, para convertirse despus en propiedad de todos, como un valor cultural universal.

    Su culto tard algn tiempo en oficializarse por temor a la supersticin, tan extendida en el Imperio Romano. No obstante, a mediados del siglo IV, tena ya la Virgen dos templos dedicados en Roma, y se le dedicaban pinturas y mosaicos en abundancia.

    En el siglo VI aparecen en la liturgia las fiestas principales de la Virgen: la Anunciacin, la Asuncin, La Natividad y la Purificacin. A partir del Concilio de feso (ao 431) en que fue proclamada Madre de Dios, fueron muchos los monasterios las iglesias consagradas a Mara. En X Concilio de Toledo (ao 656) se habla ya de la fiesta de la Asuncin.

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    Desde el siglo XIII empieza en todo el mundo cristiano una ms intensa devocin a la Virgen, con el nacimiento de las cofradas, el culto a las imgenes aparecidas, a los santos y a las reliquias, que van a ser el substrato de la nueva religiosidad popular, muy favorecida por el Concilio de Trento, que foment las expresiones artsticas y festivas, como las romeras, las procesiones, las asociaciones benfico-caritativas, etc. Posteriormente, con las corrientes filosficas de los ilustrados y las doctrinas jansenistas, la devocin a la Virgen experiment cierto declive, que fue superndose a intervalos.

    El amor a Mara tiene una incidencia especial si va vinculado a connotaciones histricas o expresiones artsticas, capaces de suscitar particulares emociones ante determinadas imgenes, tradiciones, romeras, canciones, celebraciones, folklore, etc. Cuando la cultura de una comunidad se manifiesta en este sentido, podemos admitir que la devocin a Mara ha arraigado en el corazn del pueblo, como seal inequvoca de amor y garanta de la fe. De hecho, el cristiano que vive con un mnimo de sinceridad estas prcticas marianas est viviendo, en realidad, unos valores evanglicos, aunque sea parcialmente.

    La Iglesia exhorta a los cristianos a alimentar su piedad personal y comunitaria con ejercicios de piedad hacia la Virgen, pero, como antes indicbamos, siempre con referencia a su Hijo. As Pablo VI escribi que todo es referido a Cristo y todo depende de l.

    Esto tiene una especial aplicacin en el culto mariano. Todos los motivos que encontramos en Mara para tributarle culto, son de Cristo, privilegios depositados en ella por Dios para que fuera la madre del Verbo. Y todo el culto que le ofrecemos redunda en gloria de Cristo, a la vez que el culto a Mara nos conduce a Cristo.

    Juan Pablo II ha tratado el tema de la piedad popular mariana en sus constantes visitas a los santuarios como expresin verdadera del alma de un pueblo, en cuanto tocada por la gracia y forjada por el encuentro feliz entre la evangelizacin y la cultura local.

    El mismo papa resumi en El Roco lo que significa la religiosidad popular mariana:

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    Vuestra devocin a la Virgen representa una vivencia clave en la religiosidad popular y, al mismo tiempo, constituye una compleja realidad socio-cultural y religiosa. En ella, junto a los valores de tradicin histrica, de ambientacin folklrica y de belleza natural y plstica, se conjugan ricos sentimientos humanos de amistad compartida, igualdad de trato y valor de todo lo bello que la vida encierra en el comn gozo de la fiesta. Pero en las races profundas de este fenmeno religioso y cultural, aparecen los autnticos valores espirituales de la fe en Dios, del reconocimiento de Cristo como Hijo de Dios y Salvador de los hombres, del amor y devocin a la Virgen y de la fraternidad cristiana, que procede de sabernos hijos del mismo Padre celestial.

    La Iglesia anima a los cristianos a que fomenten con generosidad el culto a la Santsima Virgen, resaltando que ello implica aspectos muy importantes como son el reconocimiento de su maternidad divina, el amor al Hijo, la invocacin porque es nuestra intercesora y la imitacin de sus virtudes.

    La devocin, pues, radica en la intimidad del que se siente inclinado al servicio amoroso de quien le es superior. En nuestro caso es la Madre de Dios y Madre de todos los hombres, la criatura llena de gracia, la bendita entre todas las mujeres, el ser humano ms prximo a la divinidad. Para concordar ambas realidades, el Concilio Vaticano II advierte que en la devocin a la Virgen se evite toda falsa exageracin y tambin una excesiva mezquindad. Por ambos extremos puede desvirtuarse la devocin a la Virgen.

    El mismo Concilio recuerda que la verdadera devocin a Mara no consiste ni en un exaltado sentimiento estril y transitorio, ni en una vana credulidad vaca, sino que procede de una fe viva y del reconocimiento de su dignidad de Madre de Dios, que nos impulsa a acudir a su poderosa intercesin con amor filial y a imitar sus virtudes.

    Mara no es un mito ni un talismn; es una mujer de nuestra raza, elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo y Madre nuestra. La primera seguidora de Jess; la mediadora entre Dios y los hombres. Es un camino, el ms corto y seguro que conduce a Cristo, fuente de toda

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    gracia. Por su medio nos lleg la salvacin, y su tarea principal se concreta en facilitar a los hombres el encuentro con el Hijo. Todo encuentro con la Madre ha de terminar necesariamente en la voluntad del Hijo, en el consabido haced lo que l os diga.

    El amor filial a Mara reporta siempre beneficios, tanto a nivel personal como comunitario. Quienes la honran perseverantemente, obtienen una mayor benevolencia en la obtencin de gracias y una mayor posibilidad de alcanzar su salvacin eterna. Los santos coinciden en afirmar que la verdadera devocin a la Virgen es seal de predestinacin.

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    1. FUENTES DOCUMENTALES DE LA RELIGIOSIDAD MARIANA EN MNTRIDA

    El hallazgo en Berciana de aquella legendaria imagen celosamente guardada en el cofre enterrado junto a un tocn de encina, pone en evidencia de ser, como se presume, una de aquellas imgenes ocultas tras la invasin islmica de comienzos del siglo VIII la antigedad de la devocin mariana en estas tierras. La imagen nos habla de la especial veneracin a la Madre de Dios en la comunidad de creyentes que habitaron el trmino en que actualmente se ubica Mntrida, de la que se convierte de modo prodigioso en privilegiado testigo tras su recuperacin, despus de un periodo de ms de cinco siglos y medio en que permaneci escondida.

    No conocemos con certeza plena el momento histrico preciso de la fundacin de Mntrida; sabemos que la aldea surge como consecuencia del programa repoblador de las mrgenes del Alberche, a partir del ncleo originario de la antigua fortaleza del Alamn, formando parte de su amplio alfoz medieval. Lo que s sabemos documentalmente es que aquella primera comunidad repobladora de la aldea de Mntrida design a la Virgen Santa Mara como su Patrona, consagrando su primitivo templo a la Madre de Dios, titular entonces de la parroquia.

    As pues, esta especial predileccin por la Virgen est en el origen de la idiosincrasia de Mntrida como comunidad cristiana, tanto si atendemos a su remoto germen en la poblacin carpetana ubicada en tiempos en el solar de Berciana, como si lo situamos en el arranque de su actual poblamiento, despus de su fundacin medieval. En ambos contextos, la figura de la Virgen en referencia a la imagen aparecida en Berciana va a suponer un hilo conductor para las sucesivas generaciones de mentridanos, que actuar como referente tangible e inmediato de su especial devocin a la Madre de Dios, transmitida de padres a hijos a lo largo de los siglos.

    El rastro documental que esta actitud vital de tantas generaciones ha ido dejando a lo largo de la historia ha sido verdaderamente abundante,

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    de modo especial a partir del siglo XVI. Sin embargo, existe una laguna importante en los tiempos anteriores, como ocurre igualmente en todo lo dems relacionado con la evolucin histrica de Mntrida en poca medieval y en los tramos iniciales de la Edad Moderna.

    As, las noticias sobre la aparicin de la imagen en Berciana y sobre el arraigo de su devocin en la aldea medieval de Mntrida son muy escasas, adoleciendo del necesario rigor histrico los pocos datos que conocemos, procedentes de la tradicin oral (Informacin Jurdica, de 1653) y de un misterioso manuscrito (Pergamino del Monasterio de Santa Mara la Real de Obona, de 1284) transcrito por un fraile de la Orden de Mnimos de San Francisco de Paula, fray Luis de Sols, que lo cita y comenta en su libro Historia del prodigioso aparecimiento de la milagrosa y soberana imagen de Nuestra Seora de la Natividad, venerada extramuros de la villa de Mntrida, publicado en Madrid en 1734.

    En las pginas que siguen haremos una sucinta resea de los documentos en los que, de manera directa, se alude a la devocin a la Virgen de la Natividad en Mntrida y que han sido el sustrato que nos ha permitido recrear la historia de su vinculacin con los mentridanos, desde los remotos tiempos de la aparicin de su imagen en Berciana2.

    1.1. El pergamino de Santa Mara la Real de Obona (1284)

    Cuando en Mntrida se trata de indagar el origen de la devocin a la Virgen, se hace imprescindible recurrir a su aparecimiento en la dehesa de Berciana al pastor Pablo Tardo en 1270, cuyos pormenores se conocen gracias al relato presuntamente escrito en 1284 por el entonces prroco de la aldea, Braulio Gmez, que aunque no fue testigo directo de lo ocurrido, pudo recoger informacin de primera mano de quienes s lo fueron, y especialmente del anciano cabrero Pablo Tardo, verdadero protagonista del hallazgo de la imagen.

    Nada sabemos sobre el paradero del referido manuscrito de Don Braulio, del que tenemos noticia tan slo por el testimonio de fray Luis

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    de Sols, que sirvi circunstancialmente en la parroquia de Mntrida en la segunda y tercera dcadas del siglo XVIII, poca en la que perteneci a la comunidad del desaparecido convento de Nuestra Seora de la Concepcin, en la vecina localidad de Camarena.

    Sabemos por boca del propio Sols que, en su primera juventud, sirvi el oficio de amanuense a las rdenes del archivero del antiguo monasterio benedictino de Santa Mara la Real de Obona, en el municipio asturiano de Tineo, uno de los ms importantes de cuantos jalonan la ruta jacobea del Cantbrico. El aludido archivero del convento de Obona, Francisco Ortiz, experto palegrafo, permiti a Sols consultar pergaminos antiqusimos de diferentes antigedades, entre los que estaban varios aparecimientos de Nuestra Seora la Virgen Mara en Espaa. Consigui especial licencia para transcribir algunos de aquellos relatos, entre los que coincidi el del aparecimiento de Santa Mara de Bercalia, que fue como antiguamente se conoca a Nuestra Seora de la Natividad.

    Y as, completando con su manuscrito la informacin recopilada por el padre Celidonio Mazatern Velasco y por el licenciado Luis Prado Prez, de los que despus hablaremos, adems de los datos de la Informacin Jurdica de 1653, Luis de Sols nos leg la ms valiosa referencia historiogrfica del origen de la devocin mentridana hacia su Patrona, materializada en el referido libro Historia del prodigioso aparecimiento de la milagrosa y soberana imagen de Nuestra Seora de la Natividad, venerada extramuros de la villa de Mntrida.

    La transcripcin del citado pergamino proporciona informacin sobre las circunstancias en que tuvo lugar el hallazgo de la imagen escondida en la dehesa de Berciana, as como sobre las dificultades que tuvo el cabrero Pablo Tardo hasta hacer creble su mensaje en la aldea de Mntrida y el posterior traslado de la imagen aparecida al templo parroquial. Adems, el manuscrito del monasterio de Obona inclua datos biogrficos sobre Pablo Tardo y el relato de los primeros milagros obrados por la imagen de la Natividad, incluido el que ocurri en la persona del propio Don Braulio, que, segn explica, es la causa que motiv la redaccin del manuscrito.

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    Ignoramos cmo lleg el pergamino al asturiano monasterio benedictino de Santa Mara la Real de Obona, y, por supuesto, cul puede ser el actual paradero de tan misterioso documento. Tampoco sabemos dnde puede hallarse la transcripcin que del mismo hizo fray Luis de Sols, quien afirma haberlo depositado en el archivo de su convento de Camarena. Hemos tenido oportunidad de cotejar algunos documentos provenientes de dicho convento, en el Archivo Histrico Parroquial de Camarena, pero lamentablemente ninguno de ellos guardaba relacin con los papeles de Sols.

    1.2. Ordenanzas Municipales (1566)

    Hasta donde conocemos, desde el Pergamino de Obona (1284) no hay nuevas referencias documentales sobre la imagen aparecida ni sobre el culto a ella tributado hasta mediados del siglo XVI, en que encontramos la primera referencia directa a la Romera de San Marcos, que se celebra en memoria de la aparicin. Curiosamente, el dato se encuentra en un documento de carcter municipal: las Ordenanzas de 1566.

    No es nada habitual hallar referencias a celebraciones de carcter religioso en las ordenanzas municipales de la Castilla Moderna, documentacin de carcter normativo destinada a regular la vida econmica, social y poltica de las comunidades locales. Sin embargo, las ordenanzas de Mntrida redactadas en 1566 comienzan su articulado reseando cuatro procesiones a las que estaba obligado el vecindario a acudir anualmente, lo que da muestra del compromiso adquirido por el pueblo en relacin precisamente con la celebracin de su especial devocin mariana.

    Sin duda, estamos ante el testimonio de sendas fiestas votivas acordadas por el concejo, en reconocimiento a situaciones excepcionales de vivencias que supusieron para el colectivo vecinal un reconocimiento comunitario de favores recibidos del cielo.

    De las cuatro procesiones, una ha pervivido con singular vitalidad hasta nuestros das; se trata de la Romera de San Marcos, cuyo voto ser

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    objeto de anlisis ms adelante. El resto tienen tambin un marcado cariz mariano: una hace referencia a la costumbre de procesionar de la parroquia al santuario de la Virgen en la maana de todos los sbados del ao, con misa y responso en memoria de los difuntos; otra, sin fecha determinada en el calendario, es la romera a la ermita de la Poveda, en la vecina Villa del Prado; y la restante, una procesin a la desaparecida ermita de San Ildefonso, personaje singularmente asociado a la defensa de la Concepcin Inmaculada de Mara, en el da de su fiesta.

    Trasladamos a continuacin el tenor de los artculos de las ordenanzas que recogen estas celebraciones, precedido del prembulo con que da comienzo el documento3:

    En la villa de Mntrida, a veinte e dos das del mes de enero de mil e quinientos e sesenta e seis aos, este da estando en casa de Cristbal Garca, mayordomo del concejo de ella, los seores Francisco Snchez e Pedro Cuadrado, alcaldes ordinarios en la dicha villa, e Andrs Jimnez Rico e Juan Moreno de Robledo, regidores de la dicha villa, e con ellos Juan Luengo el viejo y Pedro Cuadrado el viejo, e Francisco Rodrguez de la Torre, e Juan Luengo el mozo, e Juan Herradn, e Diego Flores, e Francisco Cuadrado el viejo, personas diputadas para hacer las ordenanzas que por virtud de la provisin de su seora se manda hacer de nuevo, y enmendar algunas de las que hasta aqu haba, ans para panes, vias e semillas, e otras cosas de esta villa e vecinos de ella convenientes, hicieron e ordenaron las ordenanzas siguientes.

    En el nombre de Dios Todopoderoso y de su bendita Madre, nuestra Seora, la Virgen santa Mara, porque todo hombre que vive se requiere que tenga orden e razn en las cosas necesarias al servicio de Dios nuestro Seor e de su bendita Madre, e as mismo en la gobernacin de la justicia, por donde han de ser juzgados en las cosas e casos que cada uno penare, as en panes, vias, montes, deviedos e semillas, por la cual orden se han de regir y gobernar las justicias que agora son e fueren de aqu adelante en esta villa de Mntrida; la cual ordenanza, para se hacer y corregir, aadir e menguar, se hace con licencia del ilustrsimo seor duque del Infantado, nuestro seor e seor de la dicha villa, la cual se hace e ordena a fin de servir a Dios nuestro Seor y excusar el dao de las nimas; e se hicieron en la forma siguiente.

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    Procesin a Nuestra Seora de la Natividad

    Ordenamos y tenemos por bien que desde agora para siempre jams, en todos los sbados de cada ao por la maana, todos los clrigos e sacristn vayan en procesin con la gente que al presente se hallare a Nuestra Seora de la Natividad, que es fuera de la villa, e all se diga misa, e despus de dicha misa se diga un responso por los difuntos, tornen en procesin a [la parroquia de] San Sebastin. Y que esta procesin tomamos por voto para siempre jams; e la persona que contra ella fuere para lo estorbar, incurra en pena de doscientos maravedes para aceite de la lmpara de Nuestra Seora, por cada vez que en ello hallare, y los alcaldes lo executen luego sin dar largas, y si no lo executaren lo paguen de sus bienes.

    Procesin a Berciana

    Otros, tenemos por bien que en cada un ao, da de San Marcos, todos los vecinos de esta villa de cada una casa vayan dos personas en procesin a la ermita de Nuestra Seora de Berciana, y los clrigos y sacristanes con ellos. Y sean obligados a lo hacer, y para ello la justicia mande dar un pregn, con la pena que le pareciere, y aquella valga y se execute, y no haya vuelta en la tal pena, si no fuere con alguna persona que diere razn justa.

    Procesin a la Poveda

    Otros, ordenamos y tenemos por bien que en cada un ao e para siempre jams, que el da que a los alcaldes e regidores les pareciere, que a la razn fueren todos los vecinos de esta villa, de cada casa dos personas, vayan en procesin a Nuestra Seora de la Poveda, y los clrigos y sacristanes sean obligados a ir en la dicha procesin; por razn de sus trabajos, les den de comer; e a la gente que fueren, les den caridad general de pan e vino e queso. Y ninguno cese de ir, so pena de dos reales. Y el gasto que se hiciere en la procesin sea a coste del concejo. (Al margen) El gasto no exceda de dos mil maravedes del concejo; y que de cada casa se conceda que vaya uno.

    Procesin a Santo Ildefonso

    Otros, ordenamos y tenemos por bien que en cada un ao, el da de Santo Ildefonso, todo el pueblo vaya en procesin a la ermita del seor Santo Ildefonso de esta villa, atento que esta villa tiene hecho voto acerca de lo susodicho.

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    1.3. Relaciones Topogrficas de Felipe II (1576)

    Resulta extrao que un asunto de tanta repercusin en el vecindario, apenas encuentre reflejo en las respuestas dadas por Mntrida al cuestionario de las Relaciones Topogrficas de Felipe II. Mxime, si la persona responsable de su tramitacin resulta ser el prroco del pueblo, el licenciado Antonio Rosales de Pernia, personaje por dems culto y documentado.

    Las Relaciones Topogrficas constituyen una valiosa fuente de informacin, ya que se trata de la detallada respuesta a un amplio cuestionario que tenan que responder, por mandato del rey Felipe II, todos los municipios de la Corona de Castilla, en el que se incluyen preguntas de todo tipo, entre las que no faltan algunas referidas a temas de cariz religioso.

    La Relacin de Mntrida lleva fecha de 4 de febrero de 1576. Como la mayora de los pueblos dependientes de casas nobiliarias, como es nuestro caso, el cuestionario se envi a travs de la mxima autoridad del arzobispado toledano, en aquellas fechas, el Gobernador Busto de Villegas; eso explica que fuera el prroco de la villa, y no sus alcaldes, quien se hiciera cargo de cumplir los trmites establecidos en la cdula que acompaaba al cuestionario que se deba responder. Colaboraron con el Licenciado Antonio Rosales de Pernia el alcalde Alonso Luengo y Juan Cuadrado el viejo, como personas antiguas y entendidas y de buena memoria, actuando como fedatario el notario apostlico Juan Snchez Bermejo, familiar del Santo Oficio de la Inquisicin de Toledo.

    De gente tan competente caba esperar un mayor aporte de informacin referida a la devocin del vecindario hacia la Virgen de la Natividad; desde luego, la amplitud con que se responde a otro tipo de cuestiones de diferente cariz as lo justifica.

    Las referencias a temas religiosos quedan recogidas en cinco respuestas, que pasamos seguidamente a comentar.

    La 48 y 50 informan sobre la parroquia de la villa, de la que se dice estar bajo la advocacin de San Sebastin, pormenorizando despus las

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    capellanas que tiene y los beneficios curados de que goza, incluido el que comparte con la parroquia de La Torre de Esteban Hambrn, que comprende Berciana como iglesia despoblada, aclarando que cae en la jurisdiccin de Segovia la dicha Berciana.

    La respuesta 51 recoge informacin sobre las ermitas que tiene el municipio; se citan cuatro, dos intramuros y otras dos extramuros de la poblacin. La dedicada a San Ildefonso y la denominada de la Preciosa Sangre de Jesucristo, por una parte, ambas actualmente desaparecidas; y, por otra, las dos dedicadas a la Virgen de la Natividad: una, de la que se dice est junto al dicho pueblo, donde estaba antiguamente edificado el pueblo, refirindose a la hoy denominada ermita de la Virgen, y otra, que se intitula de Nuestra Seora de Berciana, de la que se afirma hallarse en una dehesa cuya jurisdiccin corresponde a la ciudad de Segovia, siendo el pasto del marqus de Montesclaros y perteneciendo sus montes a la villa de Mntrida. A propsito de la referida dehesa de Berciana, se indica que su solar lo ocup un pueblo que all existi antiguamente, cuyo vecindario se traslad al actual pueblo de Mntrida, aclarando que el cambio se favoreci por la Casa Ducal del Infantado, toda vez que la jurisdiccin de aquel lugar perteneca al alfoz segoviano y, ms en concreto, al trmino de la villa de Aldea (actual Aldea del Fresno). Con estas palabras se explica en el documento: que antiguamente haba un pueblo all y se traslad en esta villa, y se mud todo a esta villa; y la causa fue porque era all jurisdiccin de Segovia y Aldea, y el duque dio favor para se mudase a su trmino.

    En este punto hubiera cabido perfectamente una alusin al aparecimiento de la imagen; es difcil encontrar explicacin a una elipsis tan aparentemente injustificable. Se habla de la ermita y del pasado histrico de Berciana y, sin embargo, se obvia un hecho de tanta relevancia El tema resulta menos comprensible si tenemos en cuenta que en la redaccin de la pregunta 51 se pide taxativamente informacin sobre posibles milagros ocurridos en su jurisdiccin de los que se tuviera noticia.

    Algo similar sucede con la fiesta votiva de la Romera de San Marcos, de la que unos aos antes se deja constancia en el articulado de las

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    Ordenanzas Municipales y, sin embargo, se elude en la respuesta 52 de las Relaciones; en sta se hace alusin tan slo a la fiesta de San Sebastin, de la que se afirma que se celebraba por voto del pueblo, porque es advocacin de l, explicando incluso que el da de su vspera tenan asimismo votado no comer carne, en honor del santo.

    Hay, finalmente, una referencia a la cofrada de Nuestra Seora de la Natividad, como responsable del nico hospital existente en la villa, en respuesta a la pregunta 54.

    1.4. Informacin Jurdica (1653)

    Como ms adelante se explica, contamos con abundante informacin sobre el tema datada a partir del siglo XVI, procedente de las distintas series documentales del Archivo Histrico Parroquial, si bien se trata de datos fragmentarios mayoritariamente. Hay una excepcin, fechada a mediados del siglo XVII: la Informacin Jurdica promovida por el prroco Celidonio Mazatern de Velasco.

    En efecto, uno de los ms ricos aportes de datos sobre la devocin de los mentridanos a la Virgen de la Natividad referenciada en la imagen aparecida en Berciana procede, sin duda, de la denominada Declaracin o Informacin Jurdica llevada a cabo en el verano de 1653, en vsperas de la celebracin de los solemnes actos que tuvieron lugar poco despus, con motivo de la finalizacin del nuevo santuario de la Virgen, en la fiesta de su Natividad de aquel ao.

    El documento que lo contiene es un manuscrito compuesto por 31 folios, redactado entre los das 8 y 12 de junio de 1653, que se conserva en muy buen estado en el Archivo Histrico Parroquial4.

    Se trata de una iniciativa pensada para depurar y compendiar cuanta informacin se tena sobre la imagen aparecida en Berciana, as como sobre la devocin secular que los mentridanos le tributaban tradicionalmente; muy probablemente, fue una idea impulsada por Celidonio Mazatern Velasco, prroco de Mntrida a la sazn.

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    La frmula elegida para el caso es la que, en trminos legales se denominaba declaracin o informacin jurdica; se adopt con el expreso inters de dotar a la misma del mximo rigor y verosimilitud, con el fin de otorgar al documento resultante la mayor autoridad posible. A tal efecto, las actuaciones pertinentes se llevaron a cabo con las formalidades de rigor, siendo el entonces procurador fiscal del concejo, Alonso Luengo, quien formalmente inici los trmites, mediante escrito dirigido al alcalde ordinario Pablo Snchez para que presida todo el proceso y designe los testigos y dems personas que le asistan en la causa. Estas ltimas sern el propio Mazatern, en calidad de prroco de la villa, y el mayordomo de Fbrica de la Ermita de la Virgen, Juan Gonzlez Mayoral, en calidad de defensor y procurador fiscal. El escribano del concejo, Juan Garca Cuesta, levant acta de todo el proceso.

    Los siete testigos, cuatro hombres y tres mujeres, son elegidos entre los ms ancianos del vecindario; todos ellos aseguran guardar buena memoria de los testimonios recibidos de sus mayores y antepasados, como personas conocedoras de la historia y tradiciones de la villa, y en razn tambin de los cargos ejercidos a lo largo de su vida, en oficios de gobierno del concejo y de administracin de la cofrada de la Virgen, los varones, y como camareras de la Virgen, las mujeres.

    Una vez efectuados todos los trmites legales previos a la celebracin de la causa, el alcalde fij el da 8 de junio para que se iniciase la toma de declaracin de los testigos, lo cual se llev a efecto con las formalidades previstas para el caso, tomando testimonio a Ana Vaquera, Mara Moreno, Pablo Jimnez y Bartolom Martn. Dos das despus prosigui, hasta concluir definitivamente la toma de declaraciones, con los testimonios de Juan Lpez, Francisco Cuadrado y Mara Lobona.

    El interrogatorio se centra en tres aspectos, fundamentalmente: por un lado, en la aparicin de la imagen en Berciana a Pablo Tardo y su traslado a la iglesia de la aldea; por otro, en el voto de la celebracin de la Romera de San Marcos y de la edificacin de la ermita de Berciana; y, finalmente, en los sucesos ocurridos en torno al intento de robo de la

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    imagen por los de Segovia, en relacin con el proceso reivindicativo de la jurisdiccin de Berciana por parte de Mntrida.

    La falta de documentos escritos que recogieran cuanto se conoca al respecto por la tradicin oral motiv esta loable intervencin, cuyo objetivo primordial se explicita directamente en la cabeza del documento, resumido en las siguientes palabras: para que haya noticia cierta del caso en tiempos venideros, conviene que se ponga por escrito y en pblicas letras el modo, sitio y forma y tiempo que hace, y a quin fue aparecida dicha santa imagen, y lo que pas en los primeros tiempos y hasta los presentes acerca de esta materia.

    Hay una expresa intencin de reservar para futuras generaciones todos los datos conocidos hasta entonces; as se recoge en el documento, cuando el procurador general del concejo define el objeto de la propuesta al alcalde Pablo Snchez: que se haga una informacin de todo, para que est guardada en el archivo de la Iglesia ad futuram rei memoriam.

    Hay tambin una clara intencin, expresada por el prroco Mazatern al aceptar su participacin formal en la causa, respecto de evitar futuras adulteraciones en las tradiciones heredadas de las generaciones pasadas, o, dicho de otra forma, para mantenerlas en su mayor pureza. As se infiere de sus palabras, cuando pide que la declaracin se ponga en pblica forma por escrito, es decir, con todas las formalidades legales y en un documento pblico, y cuando argumenta: por cuanto es frgil la memoria de los hombres y con facilidad se pierde la noticia de lo que no est por escrito, se vara y altera la verdad.

    El da 12 de junio, concluidas las declaraciones de los testigos, el alcalde, como juez en el proceso, orden proceder a la entrega de la documentacin al mayordomo de la ermita, en su calidad de procurador fiscal en la causa, para que presentase las alegaciones pertinentes en el plazo de los tres das siguientes. El mayordomo Juan Gonzlez de Mayoral respondi que no tena nada que decir ni alegar contra la informacin llevada a cabo. En vista de lo cual, el alcalde Pablo Snchez orden al escribano cerrar la causa con las formalidades de rigor, con el fin de que pudiera surtir todos los efectos pertinentes.

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    La informacin vertida por los testigos interrogados, a la que en adelante haremos profusa alusin, sirvi al propio Celidonio Mazatern para recopilar datos y escribir un libro que vali de inestimable ayuda a cuantos posteriormente abordaron el tema; entre otros, el mentridano Luis de Prado Prez, abogado de los Reales Consejos, que redact a principios del siglo XVIII un manuscrito que no lleg a publicarse.

    Lamentablemente, desconocemos si el libro del Doctor Mazatern se conserva. S sabemos que, al igual que la Informacin Jurdica y el manuscrito del licenciado Luis de Prado Prez, todo ello fue objeto de consulta por parte de fray Luis de Sols, que utiliz tan valiosa documentacin en la elaboracin de su libro sobre la aparicin de la imagen de Berciana, que a continuacin pasamos a resear.

    1.5. Libro de fray Luis de Sols (1734)

    El padre fray Lus de Sols, religioso de la Orden de los Mnimos de San Francisco de Paula, aparece entre 1722 y 1738 en los libros parroquiales como predicador residente en Mntrida, como colaborador en las tareas pastorales de la parroquia. En un libramiento del concejo, fechado el 8 de enero de 1738, figura como uno de los nueve sacerdotes presentes en las honras fnebres por el X Duque del Infantado. En aquella poca se hallaba adscrito a la comunidad de frailes del convento de Nuestra Seora de la Concepcin, que su orden tena en Camarena.

    Su vinculacin con Mntrida le hizo interesarse vivamente por la singular devocin que en la villa se profesaba a la Virgen de la Natividad, cuyas manifestaciones ms relevantes recopil en un libro5, editado en Madrid, en 1734, bajo el dilatado ttulo Historia del prodigioso aparecimiento de la milagrosa y soberana Imagen de Nuestra Seora de la Natividad, venerada extramuros de la Villa de Mntrida. Refirense los notables y milagrosos sucesos de su Aparecimiento en la Dehesa de Berciana. Sols lo dedica y consagra a la misma Mara Santsima Seora nuestra en su soberana Imagen de la Natividad de la Villa de Mntrida.

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    La publicacin cont con el patrocinio de Eugenio de Prado Prez, vecino de la villa y devoto de la Virgen.

    En su prlogo, Sols narra la circunstancia en que tuvo ocasin de consultar y transcribir el manuscrito de Don Braulio, el clebre pergamino de la Biblioteca del Monasterio de Santa Mara la Real de Obona.

    Como antes sealbamos, en aquel monasterio benedictino transcurri una etapa de su vida de estudiante y ejerci como amanuense y ayudante del archivero mayor, Francisco Ortiz, lo que le permiti conocer la rica documentacin de la biblioteca conventual, de la que, al definir las razones que le impulsaron a escribir el libro, nos informa:

    Abunda este archivo de pergaminos antiqusimos, de diferentes antigedades, y entre ellas varios aparecimientos de nuestra Seora, la Virgen Mara, en Espaa. Dime licencia [el archivero mayor] para que trasladase las que pudiese. Pselo por obra; copi algunas, entre ellas aconteci ser una la de esta milagrosa imagen de nuestra Seora de la Natividad, llamada por el tiempo antiguo Santa Mara de Bercalia. Y como me toc la fortuna de venir, por orden de mis superiores, a esta Villa de Mntrida, escribo su historia genuina con todas sus circunstancias, para gloria accidental de Mara Santsima en esta su Imagen de la Natividad, y para excitar a los vecinos de esta Villa a su mayor culto, obsequio y devocin.

    El contenido del libro se estructura en una veintena de captulos, en los que se abordan los temas siguientes:

    Pasado histrico de la Dehesa de Berciana. (Captulo I)

    La imagen de la Virgen de Berciana hasta su aparicin en 1270. (Captulos II y III)

    La aparicin de la imagen de la Virgen de Berciana. (Captulos IV - VIII)

    Biografa de Pablo Tardo. (Captulo IX)

    Descripcin y ttulo de la imagen aparecida. (Captulos X y XI)

    La ermita de la Virgen. (Captulos XII y XIII)

    Las fiestas en honor de la Virgen de la Natividad. (Captulos XVI y XV)

    Milagros de la imagen de la Virgen de la Natividad. (Captulos XVI - XX)

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    1.6. Descripciones del cardenal Lorenzana (1782 y 1789)

    A finales del siglo XVIII el Cardenal Arzobispo de Toledo, Francisco Antonio Lorenzana, mand a las parroquias de la archidicesis un interrogatorio con catorce preguntas que deban contestar los encargados de las mismas y enviarlo al arzobispado, para recabar informacin sobre aspectos tan variados como la religiosidad del pueblo, sus edificios, gobierno poltico-econmico, limitaciones climticas, sistemas de cultivos, comercializacin de los productos, salubridad de las aguas, enfermedades ms comunes y otras averiguaciones de tipo histrico y geogrfico. El conjunto de estas respuestas constituyen una importante fuente documental, aportando datos relevantes sobre la situacin de los pueblos del arzobispado toledano en los albores de la Edad Contempornea.

    En Mntrida, se da la curiosa circunstancia de contar con dos informes6, fechados en 1782 y 1789, y suscritos respectivamente por Juan Garca Guerra, teniente cura, y por Josep Sanz Garca cura propio. Ambos realizan por separado una escrupulosa investigacin, consultando a diferentes vecinos y diversos documentos a su alcance.

    El primero de los citados, finaliza su informe de la forma siguiente: No ha llegado a mi noticia, ni me consta haya otra cosa en este pueblo y su jurisdiccin, que convenga a los particulares, que contiene el interrogatorio sobre que se me manda informar, ms que lo que llevo referido en cada uno de los catorce captulos, para cuyo efecto me he valido de personas ancianas noticiosas y escritos antiguos, que se hallan en los archivos de esta iglesia parroquial y su villa de Mntrida, donde yo, don Juan Garca Guerra, teniente cura de ella, lo certifico y firmo, a catorce de julio de mil setecientos ochenta y dos. El segundo, cierra su escrito as: Que es cuanto he podido adquirir de noticias pedidas por el interrogatorio, las que son muy ciertas. Y lo firmo como cura propio de Mntrida y de la Torre de Esteban Hambrn, en ella, en 11 de julio de l789. Don Josef Sanz Garca.

    Es interesante dejar aqu constancia que en la primera respuesta de la descripcin fechada en 1782, su redactor hace profesin de su devocin

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    a la Virgen, cuando justifica la etimologa y origen del nombre de Mntrida en base a su predileccin ancestral por la Madre de Dios. As, segn conjetura Juan Garca Guerra, la villa de Mntrida tom esta denominacin del anagrama Menti dar o Matri Deo, que, segn interpretacin, es dar loor y culto a Dios y a su Madre Santsima. De este modo, el padre Garca Guerra asocia en origen a Mntrida con su devocin mariana desde el momento mismo en que adopt su nombre.

    Sin embargo, no ser la descripcin de ste donde ms se refleje la devocin de los mentridanos hacia su Patrona. Ser el documento suscrito por Josef Sanz Garca donde encontramos muy copiosos datos referidos al culto que se tributaba en la poca a la imagen aparecida en Berciana, en su mayora directamente copiados del libro de Sols, que se cita de manera explcita. La respuesta a la segunda pregunta del cuestionario se centra de manera exhaustiva en el tema. Extractamos a continuacin la informacin que aporta en relacin con el templo dedicado a la Virgen en la villa:

    Pocos pasos del lugar est la ermita en que se venera una devotsima imagen de Nuestra Seora, con el ttulo de la Natividad; esta ermita fue edificada de nuevo a expensas de la devocin de los vecinos en el mismo sitio en que se hall la antigua iglesia parroquial, que era muy reducida y de poca firmeza, por ser entonces el pueblo tan corto que no llegaba a ochenta vecinos; pero como despus se fue aumentando considerablemente, as tambin se aument la devocin y tanto se esmeraron en ella, que ya ms que ermita es un suntuoso templo, poco menos vistoso que lo es la parroquial. Tiene de largo desde las gradas del presbiterio, que son de sillera, hasta el remate de abajo, ciento y ocho pies; de ancho, en correspondencia, treinta y seis; el presbiterio tiene de largo veinte y cuatro pies y de ancho, treinta y tres; tiene sacrista con su muy decente cajonera y dos piezas contiguas a ella para la vivienda de uno o dos vecinos, que no han de ser forasteros, lo que siempre esta embovedado y embaldosado; tiene el altar mayor en que est colocada la dicha imagen de Nuestra Seora, con su precioso camarn al respaldo y dos altares colaterales dorados, pero antiguos, que se discurre ser de la primera iglesia, de los cuales en uno est colocada una pintura de San Andrs Apstol y en el otro un lienzo del gran padre y doctor de la iglesia el seor San Gregorio; y en el cuerpo de dicho templo hay otro altar cuyo

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    retablo es de escultura, hecho a costa de Pedro Jimnez, vecino de dicha villa, en el que estn colocadas dos perfectas pinturas, la una de San Francisco Javier cuando bautizaba a los indios y la otra de San Francisco de Paula. El retablo del altar mayor se hizo nuevo a devocin de los vecinos el ao de 1674 y tuvo de costa de hechura y dorado cuatro mil ducados; se compone de dos cuerpos, de los que en el primero e inferior se compone de cuatro columnas astreadas (sic), sobre cuatro bien labradas repisas; en medio de cada dos de las cuatro columnas estn dos perfectas efigies de cuerpos enteros: la una, al lado derecho, del seor patriarca San Jos; y la otra, del izquierdo, la del patriarca San Joaqun, que ste como padre dignsimo y aqul como esposo benemrito tienen en medio a Mara Santsima, en esta su imagen soberana de la Natividad, en un hermoso trono y muy costoso, que poco ha le hicieron de plata, que segn me dicen tuvo de costa ochenta mil reales. El dicho templo es en su fbrica todo de ladrillo y cal; y todas las cuatro esquinas, de fuerte piedra de sillera. Toda la fbrica de este templo est situada en una bien formada plaza, que el arte pudo disponer a la falda de un collado, y estando afianzado con un robusto pretil que en forma de media luna por la parte inferior le mantiene, se levanta un hermoso baluarte o antepecho de cal y ladrillo fabricado, cubierto de piedras de sillera, y a trecho tiene ocho pilastras con ocho bolas fabricadas de la misma piedra, que todo sirve no solo de muralla y fortaleza a toda la fbrica, sino que forma una hermosa galera para registrar desde ella lo ameno, frondoso y dilatado de una legua de vega que se desata en copiosos frutos de vino y aceite, semillas y legumbres.

    1.7. Archivo Histrico Parroquial

    El Concilio de Trento (1545-1563) dict la obligacin de que en todas las parroquias hubiera archivos, donde quedaran registrados los sacramentos dispensados. En 1564, un decreto de Felipe II lo impuso en Espaa con carcter obligatorio, si bien en determinadas parroquias, como es el caso de Mntrida, ya era prctica habitual el registro sistemtico de entierros, bautizos y matrimonios en los denominados libros sacramentales.

    Gracias a los archivos parroquiales, contamos hoy con un valioso legado que nos permite conocer datos relevantes de nuestro pasado en mbitos tan diversos como el sociolgico, artstico, econmico, genealgico,

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    jurdico, antropolgico y, por supuesto, en el especfico de la religiosidad popular.

    En el Archivo Histrico Parroquial de Mntrida se custodian ms de doscientos libros manuscritos, adems de miles de documentos en varios centenares de legajos, datados a partir del siglo XVI hasta nuestros das, formando series bastante completas y, mayoritariamente, en un estado de conservacin muy aceptable (anexo VI).

    A lo largo de la historia, los fondos del archivo han sufrido algunas mermas y deterioros. El ltimo tuvo lugar en los inicios de la ltima Guerra Civil, cuando algunos documentos fueron pasto de las llamas, quemados junto a la puerta del templo parroquial. La diligente y providencial actitud del sacristn Mariano Torres Rodrguez salv, no obstante, la mayor parte del archivo.

    La lista de libros Sacramentales comprende las actas de Bautismo, Confirmaciones, Matrimonios, Expedientes Matrimoniales y Defunciones. Son imprescindibles para los estudios demogrficos, en la etapa previa a la implantacin de la estadstica oficial, en 1856. A travs de los libros de Bautismo podemos aproximarnos al ndice de natalidad, de fecundidad, composicin de las familias, tendencias al crecimiento o disminucin de nacimientos, rboles genealgicos, nombres de los padres y sus apellidos, padrinos, abuelos, procedencias, vecindad, lugar y fechas de nacimiento y de bautismo, etc. Los libros de Matrimonio registran cada boda celebrada en la parroquia: la fecha, datos de los contrayentes (el lugar de nacimiento, estado civil, edad, nombres de los padres y testigos, vecindad, padrinos, etc.) y las circunstancias especiales en que se celebr la boda, indicando, por ejemplo, si necesitaron los novios dispensa y la causa. Los libros de Defunciones sealan el da del fallecimiento, la edad del fallecido, su estado, la causa de la muerte en determinados casos, sacramentos recibidos, nombres de familiares, legados piadosos Aportan datos imprescindibles para el estudio de los ndices de mortalidad, mortalidad infantil y hasta sus causas: enfermedades, epidemias, etc. Los enterramientos nos muestran el nivel social de los difuntos por el lugar elegido, o sus preferencias religiosas por la eleccin del hbito con que son amortajados.

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    En los libros de Fbrica o de Cuentas parroquiales se hacen constar los ingresos y gastos de culto, conservacin de edificios, formacin del patrimonio, adquisicin de objetos sagrados, inventarios de bienes muebles e inmuebles, etc. Ofrecen una fuente muy valiosa para el estudio econmico y la procedencia de los bienes muebles e inmuebles, con expresin de los nombres de los donantes y artfices. Los libros de Inventarios proporcionan un cmulo de datos sobre los objetos propios de la institucin y su estado de conservacin.

    Los Libros de Cofradas contienen los estatutos, la relacin de hermanos, gastos e ingresos, inventarios de bienes y propiedades, formas de piedad y cuantiosas referencias a la religiosidad popular. Son muy interesantes para el estudio social y la religiosidad popular de la feligresa.

    En los libros de Fundaciones, Capellanas, Obras pas y Testamentos se asientan las clusulas testamentarias de los fundadores de estas instituciones para fines benficos. En ellas se pone de relieve la actividad religiosa, cultural y caritativa de cada poca.

    En los libros de Matrcula o Status Animarum aparece la relacin nominal de vecinos, edad, estado, profesin, calles donde habitan, religiosidad y profesiones en un periodo concreto.

    En los libros de Apeo y Becerro se inscriben la relacin de los bienes races de las instituciones parroquiales, siendo revisadas peridicamente por el visitar eclesistico en orden a su cumplimiento.

    La coleccin de Legajos y Documentos supera con creces el millar de testimonios que revelan el alto espritu de religiosidad contenida en su abundante informacin de tipo histrico, econmico, caritativo, artstico, etc.

    En todos estos fondos documentales hallamos muy abundante informacin sobre la evolucin de la devocin a la imagen aparecida en Berciana a lo largo del tiempo, a travs del rastro que ha ido quedando particularmente en algunas importantes series, como por ejemplo la de los libros de Fbrica de la Ermita y las de algunas cofradas y hermandades, como tendremos ocasin de explicar ms adelante.

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    2. ORIGEN ANCESTRAL DE LA DEVOCIN DE MNTRIDA A LA VIRGEN

    El pueblo de Mntrida se siente orgulloso de conservar una rica herencia de hondas races marianas, transmitidas por la fe de sus mayores desde tiempos muy remotos. Cuando la devocin a la Virgen est muy arraigada en un pueblo, esa comunidad tiene ya no slo un valor religioso, sino tambin unas seas de identidad con fondo cultural propio y distintivo.

    La veneracin que Mntrida profesa a la Madre de Dios, bajo la advocacin de la Natividad, desde su origen medieval hasta los tiempos presentes, justifica el ttulo de pueblo mariano, cuya religiosidad aparece escrita no slo en sus viejos anales histricos, sino enraizada en el corazn de cada mentridano desde su niez.

    En Mntrida, el aejo amor a la Virgen, hunde sus races all por el ao 1270 en que, segn tradicin, una imagen suya se hace la encontradiza en Berciana, con el deseo de permanecer siempre entre los mentridanos y ser su amparo y gua: pues quiero enriquecerlos, y de los peligros y ahogos sacarlos y liberarlos.

    A partir de aquel encuentro, el pueblo qued seducido por el amor a la Madre, unindose al concierto devocional de otras tantas comunidades, que desde los albores de la cristiandad han proclamado a esta mujer la ms dichosa, la llena de gracia, cumplindose as sus propias palabras: Desde ahora me llamarn bienaventurada todas las generaciones.

    Desde aquellos lejanos tiempos hasta nuestros das, han sido muchas y diversas las manifestaciones piadosas de los mentridanos en relacin con la devocin a la Virgen, cuya presencia en Berciana marc el inicio de una venturosa etapa en la vida religiosa y social del pueblo, que respondi con generosidad, estimulado por el amor a Mara como fuerza propulsora de sus actuaciones, dedicndola edificios, imgenes, vestimenta, festividades, objetos de orfebrera, fondos bibliogrficos con ms de mil documentos entre libros y legajos, repertorio musical, folklore, tradiciones, cofradas, instituciones, ttulos honorficos de

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    Patrona y Alcaldesa Honoraria Perpetua. Y ahora se proceder a su Coronacin Cannica, segn pblico anuncio de nuestro prroco con la posterior recogida de firmas al efecto.

    El arraigo y desarrollo de la devocin mariana, con sus luces y sus sombras, estn testimoniados desde el mismo nacimiento del pueblo, apareciendo con vigorosa vitalidad que penetra en la misma cepa de sus estructuras, convirtiendo el amor en accin, entrega, compromiso, cooperacin solidaria y perdn mutuo, constituyendo el eje central de su identificacin religiosa, histrica y cultural.

    La religiosidad popular mariana, como conjunto de valores socio-religiosos, arranca del pueblo, acorde con los tiempos, segn los matices de su particular espiritualidad, dando sentido a sus creencias y sentimientos cristianos, que los vive, guarda y transmite celosamente. Un ataque a estos valores sera una agresin a la cultura del pueblo, a sus propias races, que fueron capaces de configurar la realidad del propio patrimonio con sus expresiones religiosas, culturales, iconogrficas y costumbristas7.

    Al mismo tiempo que la devocin a la Virgen es un orgullo para todo mentridano, es tambin un reto para las nuevas generaciones, obligadas a cuidar la riqueza heredada, depurarla y enriquecerla, en sus tres funciones bsicas: conservar, celebrar y transmitir. Olvidar estas realidades sera ignorar nuestra propia historia y a las personas que durante siglos convivieron gozosamente con las mismas prcticas devocionales en su vida cotidiana.

    2.1. El hallazgo de Pablo Tardo

    Es creencia generalizada que la comunidad cristiana de Berciana, ante la invasin rabe, all por el ao 719, ocult en el tronco de una encina una imagen de Nuestra Seora, por temor a que fuera profanada, con intencin de recuperarla en fechas ms propicias, lo que ocurri, segn inmemorial tradicin, en los das 24 y 25 de abril de 1270 en que es aparecida a un pastor llamado Pablo Tardo. La imagen fue trada a Mntrida por el clero, justicia y pueblo, acomodndola en la parroquia

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    de Santa Mara, siendo venerada primeramente con el ttulo de Santa Mara de Berciana, para luego recibir culto con la advocacin de Nuestra Seora de la Natividad.

    Por aquel entonces la feligresa contaba con cincuenta vecinos, bajo los cuidados pastorales de un teniente cura, Fortunato Vidal, y un padre de misa, Antonio Moreno. Gobernaban el concejo Lope Rodrguez y Faustino Gmez. En 1284, Braulio Gmez, a la sazn teniente cura, escribe el relato del aparecimiento de la imagen en Berciana, que transcribimos tal y como est recogido en el libro de Sols (captulos III al VIII, pginas 47 a 122):

    Primera aparicin en 24 de abril de 1270

    Vive este ao de mil doscientos ochenta y cuatro del nacimiento de Nuestro Seor y Redentor Jesucristo en este Lugar de Mntrida, un hombre de sesenta aos, Pablo Tardo llamado. Emplebase ste en guardar cabras, a las que pastoreaba para la conservacin de su vida, en los montes y dehesas de esta poblacin de Mntrida cercanas. Siempre que entraba con sus cabras en la dehesa de Berciana, senta en su corazn no s qu misteriosa novedad, que ya le causaba alegras y ya le infunda temores; y esto le acaeca con mayor fuerza los sbados, pues en todos, por espacio de ms de diez aos, hacia un pequeo cerro, que est a la otra banda del arroyo, unas veces oa msica que le alegraba, otras veces estruendos que le atemorizaban; por las noches adverta muchas candelillas encendidas que circundaban el pequeo cerro. Juzgaba este pastor que era ilusin de sus sentidos o patraas del enemigo; y as, no haca caso de ello, antes bien se encomendaba a Dios y a su Madre Santsima por medio de sus oraciones.

    Un da que se aumentaba la msica, sinti en s el pastor Pablo Tardo impulso superior de subir a la pequea cumbre, para saber cul fuese la causa de tanto sonoro instrumento. Psose muy de veras en Dios, y con humildad y temor comenz hacia la cumbre a caminar; y al llegar a ella, vio, advirti y registr que estaba patente y al descubierto la Reina soberana de los cielos y tierra Mara Santsima, Seora Nuestra, a quien serva de alfombra el tronco pequeo de una cortada encina, estando Mara Santsima colocada sobre l, como sobre un trono de zafir. Al ver tal prodigio, quedse el pastor lleno de temor, admiracin y espanto.

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    Admirbase de la hermosura y belleza con que la soberana Seora resplandeca y brillaba; causbale terror y espanto lo nuevo y peregrino de suceso tan elevado, como de sus ojos nunca visto, ni aun de su entendimiento imaginado. Enajenados los sentidos, no acertaba ni a hablar; y embarazadas las potencias con visin tan prodigiosa, no poda discurrir en lo que haba de ejecutar. Arrojse humilde y reverente al suelo, adorando y besando la tierra, que pisaba tan soberana como prodigiosa Reina.

    Estando Pablo Tardo postrado en el suelo, se dign Mara Santsima a hablarle de este modo: Anda, Pablo, a Mntrida; da cuenta de lo que ests viendo. De mi parte, diles a los sacerdotes y justicia que vengan con reverente procesin a este sitio y saquen una imagen ma, que est aqu oculta, para que la lleven a colocar a su iglesia, pues quiero enriquecerlos con ella, y de los peligros y ahogos sacarlos y libertarlos.

    Alentado el pastor Pablo Tardo con estas dulcsimas palabras de Mara Santsima, se levant de la tierra y, puesto de rodillas, cndido y sencillo, la respondi de este modo: Seora, con mucha voluntad ir a Mntrida a dar tan grande nueva, haciendo lo que me mandas; pero no hay quien me guarde mis cabras, y se me perdern mientras voy y vengo. A este temor de Pablo Tardo, satisfizo la clementsima Reina diciendo: No temas que tus cabras se pierdan, yo ser pastora de ellas, ejecuta lo que te mando, que tu ganado a mi cargo queda.

    Comunicacin a los sacerdotes y justicia

    Obedeci el pastor a lo que la soberana Reina le mandaba y, dejando sus cabras, sin ms rplica, corri a Mntrida con acelerado paso. Apenas entr en este lugar, cuando comenz a dar voces comunicando el maravilloso suceso. Lleg al teniente cura, que se llamaba Fortunato Vidal, intimle la comisin que traa, y el cura, no dndole crdito, comenz a rerse del pastor. Instaba ste en su demanda; juntse la justicia, Lope Rodrguez y Faustino Gmez; llegse Antonio Moreno, padre de Misa, a todos declaraba Pablo Tardo el suceso y lo que les mandaba la Reina soberana de cielo y tierra, que quedaba en la dehesa de Berciana, y que fuesen a sacar su soberana imagen, que estaba all escondida. Ninguno de ellos, como de otros muchos que a la novedad se juntaron, quisieron creer al pastor; antes bien, hicieron de l burla y, de

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    lo que deca, ningn aprecio. Tratronle de fatuo, tonto y novelero, y que como tal vena a engaar al pueblo con aquella fantasa que haba soado, que se volviese a sus cabras a contarlas aquellas locuras y patraas, y si no, que le pondran como loco preso en una cadena.

    Vise el pastor Pablo Tardo no credo; conoci que a sus palabras no le haban dado asenso. Camina presuroso a la dehesa de Berciana, lleno de penas y sentimientos. Lleg al sitio en donde se le haba aparecido la sacrosanta Reina y suprema Seora Mara Santsima; no la encuentra, ni con sus ojos la registra; y aqu creci ms su dolor y tormento. Busc con cuidado a la divina Seora; vuelve y revuelve el tronco cortado de la encina, y como no hallaba seal ni noticia, comenz a llorar amargamente; y lleno de notable desconsuelo, se retir a su cabaa, en donde hall todas sus cabras recogidas. Pas toda la noche rezando y llorando; ya se consideraba indigno de que tan alta Seora en aquel sitio y lugar le esperara; ya atribua a sus culpas la ausencia de la Reina del cielo y tierra; ya dudaba si haba sido verdad o fantasa lo que le haba sucedido. Inclinbase, unas veces, a que haba sido ilusin y engao de sus sentidos, y que as, con razn, haba sido despreciado y no credo; otras veces, le persuada a que lo creyese por verdad y lo tuviese por cierto, una interior confianza en Dios y un superior impulso que le certificaba haber sido la visin cierta y verdadera. As estuvo el pastor toda la noche, luchando con estas dudas, de pena, dolor, lgrimas y sentimientos acompaadas.

    Nueva aparicin en 25 de abril

    Comenz a desabrochar botones de perlas el alba, y el pastor, de humilde confianza lleno, sali de su cabaa o choza; enderez sus pasos a la pequea cumbre de la dehesa y, al descubrir el tronco cortado de la encina, registrle florido y fecundo con la imagen sacrosanta de Mara Santsima, de la misma forma que antes se le haba aparecido; consolse muchsimo el afligido pastor, y postrado en tierra, la refiri lo que le haba pasado en Mntrida. Seora, no me quieren creer; responden a lo que les dije de orden tuya que es sueo, fantasa y mentira levantada de mi cabeza; que soy un tonto y que no se debe hacer caso de mi dicho. A estas palabras se dign la Pursima Virgen responderle: Toma esta carta, vuelve con ella a Mntrida, entrgala por seal, que a ella darn fe, y a todo lo que has dicho entero asenso y creencia. Levantse

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    el pastor del suelo y, recibiendo con suma reverencia y acatamiento la carta de mano de Nuestra Seora, caminaba presuroso con ella a Mntrida. Pero, al dar vista al lugar, le salieron los demonios en varias y horribles figuras al encuentro; procuraron detenerle y le instaban a que atrs volviese; pero como no pudieron, con golpes y empellones le maltrataron.

    Apenas le vieron las gentes, cuando comenzaron a hablar unas con otras: All vuelve el tonto y sobre tonto, porfiado; ello es sueo, y si no es sueo, est loco. Hay mayor delirio, pues nos quiere persuadir de una cosa tan difcil de creer? Ahora estuviera la Virgen Mara escondida en Berciana! Pero el pastor, con claras voces, prorrumpi en estas palabras: Ea, seores, ya me creern lo que ayer, de parte de la Seora Reina Mara Santsima les dije! Ahora me vuelve a enviar para que den crdito a lo que les digo, que vayan a Berciana a sacar y descubrir una imagen suya que est escondida; y, para que sepan que es cierto y verdad lo que les refiero, tomen esta carta, que es la seal que me ha dado para que os la entregue. Tom el cura la carta y, habindola ledo delante de todos, ya de temor, ya de alegra y regocijo se quedaron como absortos y pasmados, mirndose unos a otros. Luego que se recobraron de la admiracin, que les causaba tan prodigiosa novedad, se postraron en tierra, dando gracias a la Reina y Seora Mara Santsima. Dieron al pastor entero crdito; besaban y veneraban la carta como cosa bajada del cielo, y cada vez que esto ejecutaban, sentan en sus corazones jbilos y contentos. Divulgaron el prodigio por todos los lugares circunvecinos, para que todos fuesen participantes de tan admirable portento.

    El pueblo camina a Berciana

    Ordense luego al punto una devota y arreglada procesin de los sacerdotes, justicia y plebe compuesta y, cantando la letana de Nuestra Seora, caminaron presurosos, (aunque en orden puestos), del pastor Pablo Tardo guiados, a la dichosa dehesa de Berciana. Llegaron al sitio y tronco cortado de la encina, pusironse todos de rodillas, derramando tiernas lgrimas y afectuosas splicas. Luego, cavaron con mucha reverencia a la misma raz del cortado tronco de la encina y, a poca diligencia, hallaron una arquita de madera; sacronla de la tierra, diciendo en altas voces: Aqu est la imagen de Nuestra Seora, aqu

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    est el tesoro que buscamos, y aqu est la efigie de Nuestra soberana Reina.

    Abrieron la feliz arquita los dos sacerdotes, y vieron, oh maravilla y prodigio!, dentro de ella, a esta nuestra poderosa y sacrosanta imagen de Mara Santsima, quien de su divino rostro despeda tantas luces y resplandores, que a todos caus admiraciones. Y exhalaba tan subidos olores y fragancias, que a todos inundaron de tantos consuelos, que pasaron algunos de los circunstantes a quedarse absortos, pues, ni el olfato poda sufrir tanta abundancia de suavidades, ni los ojos tolerar tanta copia de luces como salan de la imagen de Nuestra Seora.

    Estaba vestida la soberana imagen de Nuestra Seora con una camisita de antiqusimo lienzo, su juboncito antiguo de damasco, al parecer azul, del cual penda una basquia o saya de la misma tela, sin ms adorno que una franja negra, cairelada, en la parte inferior, cuyo vestido hoy le tiene puesto; y me dicen todos haber intentado quitrsele para ponerle otro, y no haber podido. Es ms largo que la sacrosanta imagen, e ignoro el misterio.

    Extendi el cura la mano a la sacrosanta imagen de Nuestra Seora, sacla del arca y ensela a la gente, que ya por verla se atropellaban unos a otros impacientes. Pero, al verla en las manos del cura, todos se pusieron de rodillas, venerando a Mara Santsima en su imagen aparecida. Lloraban de puro alegres y, ms con lgrimas que con palabras, la daban gracias infinitas. Volvieron luego la soberana imagen a su arquita y, cogindola el cura entre los brazos, la trajeron en procesin a Mntrida. Colocronla, metida en el arca, en el altar grande de la iglesia, en donde hoy se venera con mucha devocin, no slo de todos los vecinos de este pueblo de Mntrida, sino tambin de otros lugares circunstantes y distantes, que vienen cada da a hacerla fiestas, a tributarla cultos y veneraciones y a pedirla en sus necesidades remedio, con quienes ha hecho muchos milagros.

    A la personalidad del pastor Pablo Tardo dedic en su manuscrito Don Braulio unas emotivas lneas, en las que expresa su visin personal de aquel personaje al que, segn sus palabras, conoci en el ltimo tramo de su vida. De este modo lo refleja fray Luis de Sols, en el captulo IX de su libro (pginas 124-125):

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    Vida y muerte del pastor Pablo Tardo

    Extendase en su fundacin este pequeo lugar de Mntrida, pues ahora consta de cincuenta pobladores, el ao de mil doscientos y setenta, que hace ahora catorce aos, cuando usando el misericordioso Dios de su infinita, y Mara Santsima Seora Nuestra de su soberana clemencia con este pueblo, se dign aparecerse al pastor Pablo Tardo en la dehesa de Berciana, para que sacasen a esta su soberana imagen, que estaba oculta y escondida.

    Era Pablo Tardo [as describe Don Braulio la vida del pastor un ao despus de haber muerto], a quien se apareci la Soberana Reina Mara Santsima, cuando finc en la muerte, un hombre de noventa y seis aos, e desde nio haca pastor de cabras. Era un hombre de mucha virtud, de quien se deca nunca haber fecho simproes, ni tuertos a alguien. Nunca fue casado, ni se haca mencin haber conocido mujer.

    Era mucho inocente, e sencillo e siempre cuid de cabras hasta que plug a Dios se nos descubriese esta figura de Nuestra Seora, que nos hace muchas mercedes, que desde entonces vendi las cabras e se hizo todo a servir a Nuestra Seora e Reina en esta su Imagen aparecida en Berciana, demandando limosna para alumbrarla. Fizo una choza en el terreno donde se le apareci la Virgen, de donde sacaron la Sacrosanta Imagen de nuestra Reina, e iba all a rezar todos los das.

    Trat por el tiempo de diez aos con mucha mesura a este pastor, que en sus hablas nunca hablaba de otra cosa que del aparecimiento de Nuestra Seora, e de esta su milagrosa Figura, e siempre lloraba.

    Fin en la muerte este ao de noventa y tres, da ocho de septiembre, veinte y tres aos despus del aparecimiento de Nuestra Seora en Berciana; fue su muerte como su vida, e le enterr junto al Altar de la Virgen Aparecida, que tenemos en esta Iglesia de Mntrida colocada, de toda esta pequea poblacin venerada e de todo el contorno reverenciada e estimada.

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    2.2. La Imagen aparecida recibe culto en la antigua parroquia de Santa Mara

    En el relato de Don Braulio se afirma que la imagen fue trada en procesin desde Berciana a la parroquia de Santa Mara, siendo colocada en el altar grande de la iglesia, en donde hoy se venera con mucha devocin, no slo de todos los vecinos de este pueblo de Mntrida, s