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Memorias entrecruzadas: La amortajada y Pedro Páramo Por Keri GONZÁLEZ * A Liliana Weinberg Raros son los escritores, sea cual fuere el género que practiquen, que al publicar su primer libro ofrecen una obra madura, una voz propia. Y más raros aún son aquellos que con el primer título inauguran o con- solidan una válida aportación en el campo de las letras. Emmanuel Carballo H ACIA LA MITAD DE LOS AÑOS TREINTA, durante uno de sus paseos cotidianos, María Luisa Bombal le confió a Jorge Luis Borges el argumento de La amortajada (1938), novela que escribía en ese en- tonces, él le respondió sin más y casi en tono profético que ese relato era imposible de escribir, dado que se mezclaba lo realista y lo sobre- natural. 1 Probablemente en ese momento Borges no imaginó que su amiga chilena se atrevería a desafiar su dictamen y que encima de esto tendría que retirar públicamente lo dicho, para afirmar que esa novela “imposible de escribir” es precisamente uno de “esos” libros que los latinoamericanos no deberían olvidar nunca, lo que convierte a La amor- tajada en una novela prodigiosa, dado que es la única historia imposi- ble de escribir que ha sido escrita, aun bajo la sentencia de un magnífi- co escritor. 2 María Luisa Bombal aportó una novedosa forma de reinterpretar la realidad de su tiempo, fue pionera en el uso de la forma y técnica narrativas que llegaron a romper con las modalidades tradicionales heredadas del positivismo literario. José Promis comenta que “ningún * Profesora e investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; e-mail: <[email protected]>. 1 María Luisa Bombal, “Testimonio autobiográfico”, en Obras completas, Luisa Guerra, comp., Santiago de Chile, Andrés Bello, 1996, p. 331; todas las referencias a La amortajada pertenecen a esta misma edición, inmediatamente después de cada cita apa- recerá entre paréntesis el número de página correspondiente. 2 Ágata Gligo, María Luisa (sobre la vida de María Luisa Bombal), 2ª ed., Santiago de Chile, Andrés Bello, 1985, p. 76.

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Memorias entrecruzadas:La amortajada y Pedro Páramo

Por Keri GONZÁLEZ*

A Liliana Weinberg

Raros son los escritores, sea cual fuere elgénero que practiquen, que al publicar suprimer libro ofrecen una obra madura, unavoz propia. Y más raros aún son aquellosque con el primer título inauguran o con-solidan una válida aportación en el campode las letras.

Emmanuel Carballo

HACIA LA MITAD DE LOS AÑOS TREINTA, durante uno de sus paseos cotidianos, María Luisa Bombal le confió a Jorge Luis Borges el

argumento de La amortajada (1938), novela que escribía en ese en-tonces, él le respondió sin más y casi en tono profético que ese relatoera imposible de escribir, dado que se mezclaba lo realista y lo sobre-natural.1 Probablemente en ese momento Borges no imaginó que suamiga chilena se atrevería a desafiar su dictamen y que encima de estotendría que retirar públicamente lo dicho, para afirmar que esa novela“imposible de escribir” es precisamente uno de “esos” libros que loslatinoamericanos no deberían olvidar nunca, lo que convierte a La amor-tajada en una novela prodigiosa, dado que es la única historia imposi-ble de escribir que ha sido escrita, aun bajo la sentencia de un magnífi-co escritor.2

María Luisa Bombal aportó una novedosa forma de reinterpretarla realidad de su tiempo, fue pionera en el uso de la forma y técnicanarrativas que llegaron a romper con las modalidades tradicionalesheredadas del positivismo literario. José Promis comenta que “ningún

* Profesora e investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma de laCiudad de México; e-mail: <[email protected]>.

1 María Luisa Bombal, “Testimonio autobiográfico”, en Obras completas, LuisaGuerra, comp., Santiago de Chile, Andrés Bello, 1996, p. 331; todas las referencias a Laamortajada pertenecen a esta misma edición, inmediatamente después de cada cita apa-recerá entre paréntesis el número de página correspondiente.

2 Ágata Gligo, María Luisa (sobre la vida de María Luisa Bombal), 2ª ed., Santiagode Chile, Andrés Bello, 1985, p. 76.

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estudio sobre nuestra literatura debería ignorar la importancia que estetexto [La amortajada] tiene como síntoma de los cambios que en latécnica y visión de mundo experimenta la narrativa latinoamericanadurante las décadas de los años 20 y 30”.3 El principal aporte artísticode dicha obra es, como la propia autora dijo, haber roto con la narra-tiva naturalista criollista en la literatura chilena y en algunos otros paíseslatinoamericanos, así como también haber dado más énfasis e impor-tancia a la narrativa intimista que a la de hechos.4

Lamentablemente esta imprescindible escritora chilena no ha sidoestudiada lo suficiente ni tampoco se le ha dado su justo lugar en elámbito literario lo cual resulta casi imperdonable si pensamos que suobra se anticipó a las corrientes literarias que vendrían a conocerseposteriormente como realismo mágico y real maravilloso. Bombal es,por decirlo de alguna manera, esa gran elipsis en la historia de la litera-tura chilena y latinoamericana; de ahí que me parezca sustancial desta-car que esta revolucionaria escritora ha influido quizá más de lo quepodemos imaginar en la literatura latinoamericana de la segunda mitaddel siglo XX. Un claro ejemplo de ello es Juan Rulfo, en quien La amor-tajada tuvo gran repercusión mientras escribía una de las novelas másparadigmáticas e influyentes de la literatura: Pedro Páramo (1955).5Así que pensar en la posibilidad de que La amortajada nunca hubierasido escrita —si Bombal le hubiera hecho caso a su amigo argentino—nos lleva a considerar de forma casi inevitable que ni Pedro Páramo niCien años de soledad tendrían el argumento o la estructura narrativaque conocemos en la actualidad.6

La crítica existente sobre la narrativa bombaliana hasta este mo-mento tampoco ha dado la importancia suficiente a su aporte para larenovación de la literatura latinoamericana; por ejemplo, nadie ha estu-diado a profundidad la técnica narrativa que aplicó para hacer reme-

3 José Promis, La amortajada, en Diccionario enciclopédico de las letras de Améri-ca Latina (A-E), Caracas, Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila, 1995, p. 222.

4 Marjorie Agosín, “Entrevista con María Luisa Bombal”, en Bombal, Obras com-pletas [n. 1], pp. 437-438.

5 Pedro Páramo, en Juan Rulfo, Toda la obra, Claude Fell, ed., crítica y coord.,Madrid, UNESCO/FCE, 1992 (Colección Archivos). Inmediatamente después de cada citareferente a la novela, aparece el número de página correspondiente a esta misma edición.

6 Liliana Weinberg afirma que antes de la obra de Juan Rulfo, “Macondo no eraentonces siquiera una aldea de veinte casas de barro y cañabrava, y no tenía todavíaexistencia literaria. Pero tras leer Pedro Páramo, García Márquez descubrió la posibili-dad de dar forma a su propia novela, véase Liliana Weinberg, “Fundación mítica deComala”, en Yvette Jiménez de Báez y Luzelena Gutiérrrez de Velasco, eds., PedroPáramo: diálogos en contrapunto (1955-2005), México, El Colegio de México, 2008,p. 321.

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morar a una muerta en La amortajada, ni ha analizado detalladamentelas similitudes entre esta novela y la de Juan Rulfo, así como tampocose han mencionado las semejanzas entre algunos de sus personajes ylos de escritores como Gabriel García Márquez, un ejemplo de estosería la similitud existente entre María Griselda y Remedios, la bella,debido a la belleza sobrenatural que caracteriza a ambas. Puede decir-se que Bombal fue una de las pioneras en explorar y sembrar las pri-meras semillas de la que llegaría a ser después una abundante cosechaliteraria: el “Boom latinoamericano”, movimiento en el que, por cierto,ninguna escritora de la región ha sido reconocida formalmente.

* * *

AL igual que Bombal, algunos autores siguieron el camino de la memo-ria para construir las historias de sus personajes: Juan Rulfo, JoãoGuimarães Rosa, Elena Garro y Gabriel García Márquez son sólo al-gunos de los que se aventuraron a explorar este terreno literario tancomplejo. La amortajada y Pedro Páramo son novelas que nos in-troducen por los caminos mágicos de la memoria, pues ambas sitúana sus personajes en un mundo espiritual desde el cual son capaces deenunciar su propia vida terrenal. A través del acto de la rememoración,Ana María y Juan Preciado emprenden la búsqueda de sus orígenes, omejor dicho, de un pasado que dé sentido no sólo a su vida sino tam-bién a su muerte, espacio simbólico desde el cual enuncian sus respec-tivos discursos; en ambos, lo fundamental radica en la reconstrucciónde su memoria desde el ámbito espiritual a partir de sus recuerdos másíntimos, provenientes de un espacio-tiempo indefinido, y buscan conello sanar su memoria herida.

Por un lado, a Juan Preciado los comalenses le ayudan a recons-truir su historia personal a través de sus recuerdos sobre Pedro Páramo,mientras que la amortajada emprende sola el acto de la rememoracióncomo camino hacia el descubrimiento de su propia historia, aunque eldetonante sean los deudos que la acompañan en su funeral. Las dosnovelas ofrecen una propuesta similar pero distinta a la vez: en PedroPáramo, la reconstrucción de la historia personal de Juan Preciado através de la memoria colectiva; y en La amortajada, el recuento de lavida de Ana María por medio de la memoria individual. Entonces,la muerte cobra más sentido cuando entendemos que ésta es, en lapropuesta de ambos escritores, tan solo una extensión de la vida, cuya

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interpretación se presenta bajo una visión intuitiva y primigenia, a tra-vés de esa capacidad única y esencial que llamamos memoria.

Pedro Páramo es sin duda la obra narrativa más audaz de la lite-ratura mexicana del siglo XX. En ella confluyen tanto los cuestionamientosexistenciales más complejos y enigmáticos de la condición humana, asícomo el folclore representativo de un pueblo que desafía a la muerte yse confronta con ella con su carácter más tangible como los huesos delos muertos. Mary Carmen Sánchez Ambriz afirma que “entre el mexi-cano y la chilena prevalecen múltiples afinidades textuales, se profundi-za en el yo individual, en espacios existenciales del ser humano […] yambos son seguidores de escritores como Joyce, Faulkner, Kafka,Woolf y Hamsun”.7 Si bien es cierto que la referencia a las similitudesencontradas no es nueva, también lo es que éstas resultan ineludiblespara el lector avezado, conocedor de ambos escritores. No obstante,antes que afirmar una influencia absoluta de María Luisa Bombal sobreJuan Rulfo, me interesa señalar algunos fragmentos que durante la lec-tura de Pedro Páramo resonaban en mí como ecos intertextuales deLa amortajada pero, sobre todo, me interesa desentrañar, como acer-tadamente afirma Liliana Weinberg,

el enigma de la lectura que un escritor hace de otro escritor, esto es, lasposibles claves del “uso” que un artista [como Juan Rulfo] hace de la obradel otro [María Luisa Bombal] —y que en este caso a su vez se traduce yculmina con el círculo perfecto de una nueva escritura— [de manera que]podamos encontrar un nuevo camino, menos descaminado que otros, paraalimentar nuestra propia interpretación.8

Al investigar sobre esta posible influencia me percaté de que aun cuan-do el tema ya se ha planteado con anterioridad, solamente ha sidoabordado de forma breve o prácticamente anecdótica, no con la serie-dad necesaria para lograr un acercamiento más profundo a esta rela-ción concomitante y crucial para la historia de las letras latinoame-ricanas.

A través de la presente indagación literaria propongo tan sólo elprincipio de lo que espero sea una fructífera cosecha de estudios aca-

7 Mary Carmen Sánchez Ambriz, “Ensayo: el desamor y la bruma”, Milenio Online,2010, en DE: <http://impreso.milenio.com/node/8783057.htm>. Consultada el 25-XII-2010.Si bien en Rulfo está documentado que entre sus influencias se encuentran los autoresmencionados, en el caso de Bombal no existe evidencia de que fuera seguidora ferviente deJoyce, Faulkner y Kafka; seguramente la autora conocía las obras de estos magníficosescritores pero nunca aceptó literalmente su influencia.

8 Weinberg, “Fundación mítica de Comala” [n. 6], p. 324. Las cursivas son mías.

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démicos destinados al análisis comparativo de estas dos paradigmáticasnovelas, piezas clave para la creación, seguramente, de otras obrasliterarias no menos importantes. Por ejemplo, García Márquez —quienen algún momento declaró haber leído la obra de la chilena cuandobuscaba algunas de las lecturas e influencias de Juan Rulfo— afirmóque la Bombal es la adelantada de lo que se ha dado en llamar Realis-mo mágico, y que sus lecturas son justamente las mismas que alentaron aRulfo, en especial, las de autores nórdicos como Hamsun y Laxness y dedramaturgos como Ibsen, grandes escritores “como ellos mismos loeran”, añade.9 De esta forma, he desempolvado el tema a través de loscomentarios breves pero sustanciales de quienes conocieron en vida aRulfo y también de aquellos que han intuido la existencia de ese lazotan sutil como innegable que une la historia de estas dos magníficasnovelas, coincidencia que podríamos llamar la más formidable y afor-tunada sincronía literaria del continente americano del siglo XX.

Así como en 1938 María Luisa Bombal hizo posible que una muertanarrara la historia de su vida durante su propio funeral, en 1955 JuanRulfo seguiría sus pasos por el camino de la memoria para dar voz aJuan Preciado, quien, en su estado fantasmal e inspirado por los re-cuerdos de su madre, va en busca de su padre a ese pueblo de ensue-ño del que ella le habló y en el cual conoció a Pedro Páramo. Es porello que Lucía Guerra dice que “no obstante el importe folclórico ypolítico atribuido a la muerte en Pedro Páramo, la noción de los per-sonajes muertos y aún rondando por la vida son un eco intertextual dela novela de María Luisa Bombal”.10 Sin embargo, con todas las simi-litudes encontradas en más de un párrafo de ambos textos, tambiénexisten diferencias elementales que los convierten en obras literariasasombrosas y únicas. Por ejemplo, en el caso de La amortajada, laprotagonista emprende su viaje por el camino de la memoria para des-prenderse de su pasado terrenal, liberándose y accediendo, finalmen-te, a la muerte última y definitiva: la de los muertos. Mientras que JuanPreciado parece aceptar con resignación lo que la misma amortajadallama la primera muerte: la de los vivos. Es decir, en el caso de lospersonajes rulfianos, éstos aceptan la muerte del cuerpo mas no la delalma. Incluso es evidente que para ellos existe una escisión entre estasdos entidades; un ejemplo de ello lo tenemos cuando Juan Preciado lepregunta a Dorotea a dónde cree que fue su alma, a lo que ella responde:

9 Gabriel García Márquez, “Juan Rulfo me dio el camino”, Viento en Vela (México),año 1, núm. 2 (diciembre del 2006), p. 17. En este breve artículo García Márquez habla deBombal como una de las influencias de Rulfo.

10 Lucía Guerra, “Introducción”, en Bombal, Obras completas [n. 1], p. 7.

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Debe andar vagando por la tierra como tantas otras; buscando vivos querecen por ella. Tal vez me odie por el mal trato que le di; pero eso ya no mepreocupa. He descansado del vicio de sus remordimientos. Me amargabahasta lo poco que comía, y me hacía insoportables las noches llenándome-las de pensamientos intranquilos con figuras de condenados y cosas deesas (p. 243).

De tal forma puede entenderse mejor cómo es que los “cadáveres” deJuan Preciado y Dorotea platican en la misma sepultura, resignados acompartir ese espacio reducido para toda la eternidad, lo que nosmuestra la visión tan distinta que los dos autores proponen acerca dela muerte, pues mientras que ésta, en la cosmovisión de Bombal, signi-fica la liberación total tanto del cuerpo como del alma,11 en la de Rulfoes un purgatorio en el cual los personajes no logran el descanso ni laliberación, condenados como están sus huesos a una rememoraciónsin fin. Sergio López Mena lo define así: “Comala, purgatorio de almasque se quejan y murmuran bajo el peso del pecado”.12 Por ello, Doroteadice a Juan Preciado: “—Ya déjate de miedos. Nadie te puede dar yamiedo. Haz por pensar en cosas agradables porque vamos a estarmucho tiempo enterrados” (p. 238); en este sentido, también podríantomarse en consideración las resonancias prehispánicas que de formatan sutil como poética encontramos en la obra rulfiana; de ahí queDorotea yazga acurrucada en la misma tumba que Juan Preciado: “Meenterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tusbrazos” (p. 238).

Indudablemente, la atmósfera misteriosa y mágica que rodea aComala es semejante a la que envuelve el funeral de la amortajada; lamuerte se convierte entonces en el espacio simbólico y psicológico deambas novelas, pues los personajes hablan desde la muerte para en-contrar sentido a su vida a través de su memoria herida. Sin embargo,en el caso de Juan Preciado, los recuerdos de algunos comalenses—Abundio Martínez, Eduviges Dyada, Damiana Cisneros y Dorotea—le proporcionan un nuevo ángulo de comprensión a su propia historiao, mejor dicho, a la que le fue contada por Dolores Preciado, su ma-dre, pero de cualquier forma, al igual que los otros personajes terminaencadenado a la eterna rueda de la rememoración; en tanto que laamortajada no sólo se libera de su cuerpo y sus recuerdos, sino tam-

11 Que por cierto nos remite a la idea fundamental del alma del Siglo de Oro y, por lotanto, a san Agustín y Francisco de Quevedo.

12 Sergio López Mena, Los caminos de la creación en Juan Rulfo, México, UNAM,1993, p. 93.

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bién de su alma. No obstante estas diferencias, ambos escritores alu-den de alguna manera al concepto quevediano de la muerte, expuestoen el soneto “Amor constante más allá de la muerte”, lo que nos lleva apensar que dicho soneto quizás sea una resonancia literaria compartidapor Bombal y Rulfo, quienes probablemente abrevaron en ese manan-tial poético para verterlo en el núcleo esencial de su obra narrativa; así,el padre Rentería, en el lecho de muerte de Susana San Juan, le dice:

—Aún falta más. La visión de Dios. La luz suave de su cielo infinito. El gozode los querubines y el canto de los serafines. La alegría de los ojos de Dios,última y fugaz visión de los condenados a la pena eterna. Y no sólo eso,sino todo conjugado con un dolor terrenal. El tuétano de nuestros huesosconvertido en lumbre y las venas haciéndonos dar reparos de increíbledolor; no menguado nunca; atizado siempre por la ira del Señor (p. 293. Lascursivas son mías).

Este fragmento enunciado por el padre Rentería posee ciertas imáge-nes que sin duda nos remiten al soneto de Quevedo, aunque en el casode Rulfo la interpretación de la muerte sea totalmente distinta, pues eldolor de los comalenses será atizado eternamente; en el caso de lanovela de Bombal, desde el principio hasta el final, dicho poema vienea ser un microcosmos de la historia de la protagonista, para quien todocobra sentido una vez que atraviesa el sendero de su memoria y lograllegar a la otra orilla totalmente liberada. No sucede lo mismo con lospersonajes rulfianos, quienes, por el contrario, habrán de vivir su muerterememorando toda la eternidad. De ahí que el soneto de Quevedorepresente un punto de partida para la interpretación de estas dos obras,sobre todo cuando la memoria es también la razón de ser de la vidavivida y de la vida después de la muerte:

Mas no de esotra parte en la ribera,dejará la memoria, en donde ardía:nadar sabe mi llama el agua fría,y perder el respeto a ley severa.13

Los personajes de Bombal y Rulfo son transgresores, ya que parecenhaber perdido el respeto a la muerte al buscar la trascendencia a través

13 Francisco de Quevedo, Poesía selecta, Barcelona, PPU, 1989 (Col. Universitas,núm. 9), p. 172. Es muy probable que tanto Bombal como Rulfo conocieran el soneto deQuevedo, uno de los más recurrentes de nuestra tradición; de cualquier forma, la lecturade éste es una vía de aproximación a la comprensión del complejo proceso de la muertepor el cual los autores hacen transitar a sus personajes.

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de su memoria. No obstante, en el caso de la amortajada, ella se resig-na a beber de las aguas del Leteo para finalmente olvidar, aunque noantes de haber recobrado el sentido de su existencia a través de susrecuerdos; por esto es importante distinguir a la protagonista de Bombalcomo un alma que se desprende poco a poco de su cuerpo y que, alfinal, se entrega a la muerte definitiva, a “la constante palpitación deluniverso” (p. 176).

Ahora bien, es fundamental advertir que los personajes de Rulfono son propiamente almas, es decir, no logran completar la metamor-fosis del cuerpo al alma; antes bien, algunos deciden perderla, comoDorotea:

Cuando me senté a morir, ella me rogó que me levantara y que siguieraarrastrando la vida, como si esperara todavía algún milagro que me limpiarade culpas. Ni siquiera hice el intento: “Aquí se acaba el camino —le dije. Yano me quedan fuerzas para más”. Y abrí la boca para que se fuera. Y se fue.Sentí cuando cayó en mis manos el hilito de sangre con que estaba amarra-da a mi corazón (p. 243).

Los personajes rulfianos permanecen eternamente como huesos queincluso hablan, suspiran y se quejan removiéndose bajo sus tumbas, ya quienes no queda otro remedio más que seguir apelando a la memo-ria, apegados como están a su pasado. De ahí que los murmullos tam-bién sean una constante en la atmósfera de la novela, pues es la formaen que los muertos de Rulfo se comunican entre sí; un ejemplo de ellolo tenemos cuando, estando ya en la misma tumba, Juan Preciado lecuenta a Dorotea: “Vi que no había nadie, aunque seguía oyendo elmurmullo como de mucha gente en día de mercado. Un rumor parejo,sin ton ni son, parecido al que hace el viento contra las ramas de unárbol en la noche, cuando no se ven ni el árbol ni las ramas, pero se oyeel murmurar” (p. 236). En Bombal, los murmullos también son recu-rrentes, aunque en su caso éstos provienen de la naturaleza que laacoge en su nueva condición de muerta: “Baja, baja la cuesta de unjardín húmedo y sombrío. Percibe el murmullo de aguas escondidas yoye deshojarse helados rosales en la espesura” (p. 117); en este senti-do, si bien no puede afirmarse que Rulfo, de su propia voz, haya acep-tado la influencia de Bombal, el haber dicho a José Bianco que la no-vela de ésta lo impresionó mucho cuando era joven, sin duda, resultauna pieza clave para el estudio de la obra de ambos escritores:

conversando con un escritor mexicano de gran talento, menor que MaríaLuisa, menor que yo, y autor de una obra tan breve como admirable, me dijo,

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creo recordar, que La amortajada era un libro que lo había impresionadomucho en su juventud. Ese escritor es Juan Rulfo. Quizá en Pedro Páramo,la novela de Juan Rulfo, podríamos discernir alguna influencia de La amor-tajada.14

Entre las anécdotas más notables por el contenido trascendental res-pecto de uno de los tantos cambios que, según se ha dicho, la obra deRulfo experimentó antes de ser publicada por primera vez, está lade Emmanuel Carballo. Cuenta que ambos pasaron un día entero enla librería Robredo hasta que por fin encontraron La amortajada yque Rulfo se encerró en su casa para leerla. Inmediatamente despuésde dicha lectura Rulfo ya no siguió adelante con el plan que tenía por-que en la primera versión —o borrador— de Pedro Páramo, queCarballo había leído, Susana San Juan era el personaje protagónico,que fue sustituido por la figura de Pedro Páramo, seguramente debidoa las coincidencias en cuanto al tema y la técnica narrativa, que muyprobablemente estaba representada también por el discurso en prime-ra persona de Susana San Juan, lo que sin duda la hubiera hecho coin-cidir extraordinariamente con Ana María, la amortajada:

Esa misma mañana, juntos, nos dimos a la tarea de conseguir La amortaja-da (publicada por Sur, en Buenos Aires), novela que en cierto sentido coin-cidía con la que Rulfo llevaba escrita […] Rulfo la leyó de inmediato ycambió la estructura del libro. Estaba a punto de comenzar la Semana Santa,y Juan, a quien le habían extraído la dentadura, aprovechó esos días parabocetar febrilmente una nueva versión de la novela. El personaje fundamen-tal, Susana San Juan, desapareció y en su lugar surgió como protagonistaPedro Páramo.15

Este pasaje anecdótico contado por Emmanuel Carballo es sin dudaun punto de partida para comprender, aun con el gran cambio realiza-do por Rulfo, el porqué de las similitudes entre las dos obras, a lo queel mismo Carballo agrega que son recuerdos que da a conocer por-que arrojan luz sobre el profesionalismo y el deseo de ser diferente deJuan Rulfo.16

En La amortajada, por ejemplo, la misma protagonista es quienorganiza la trama de la obra —incluso cuando también hay una pers-

14 José Bianco, “Sobre María Luisa Bombal y Juan Rulfo”, Viento en Vela (México),año 1, núm. 2 (diciembre del 2006), p. 17.

15 Emmanuel Carballo, Protagonistas de la literatura mexicana, 5ª ed., México,Porrúa, 2003 (Col. Sepan cuantos…, núm. 640), p. 419.

16 Ibid.

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pectiva narrativa en tercera persona—utilizando sus recuerdos comoun recurso que estructura la historia, de forma que sin más introduce allector en su pasado terrenal; en el caso de Pedro Páramo, la interven-ción personal de cada uno de los personajes, ya muertos, tambiénobliga al lector a involucrarse en la vida íntima de casi todos, pues lamayoría de ellos da su punto de vista —desde su estado descarna-do— de aquella legendaria Comala de ensueño, paraíso perdido quealguna vez habitaron. Por esto resulta sorprendente que ambos escri-tores compartieran tantos elementos similares dentro de sus novelas,comenzando por el mismo personaje protagónico que era una mujer,aunado a esa atmósfera mortuoria, los muertos mismos y la memoria,que en realidad son componentes fundamentales sin los cuales sus obrasno hubieran funcionado ni tampoco serían lo que son.

En este contexto adquiere tremenda importancia el testimonio deCarballo porque demuestra que Rulfo no imitó a María Luisa Bombal,su texto ya había sido escrito y Susana San Juan ya era su protagonis-ta, lo que tampoco invalida el hecho de que después de leer La amor-tajada, tan melódicamente poética, ésta hubiera comenzado a resonaren su oído melómano cuando modificaba el argumento original de Pe-dro Páramo. Haberse visto obligado a cambiar a su protagonista es elprimer indicio de la influencia de esta escritora en él:

Y me tocó corregir las páginas de Anderson Imbert, la Historia de la litera-tura hispanoamericana, y corrigiéndola me encontré una escritora chilena,María Luisa Bombal, de 1920. Y el señor Imbert no te analiza los libros, tecuenta las historias que cuenta cada libro, y gracias a eso vi que lo queestaba haciendo Rulfo era lo que hizo María Luisa Bombal. El personaje eraSusana San Juan, era muy importante […] No era un plagio y puedo asegu-rarlo, no era plagio, Rulfo no conocía la novela.17

Por consiguiente, es a Bombal a quien debemos el gran cambio que lalectura de su novela produjo en la obra maestra de Juan Rulfo, pueséste seguramente se vio en la necesidad de diferenciar su historia de Laamortajada, y muy probablemente es así como surgió la figura me-morable de Pedro Páramo, al experimentar la angustia de las influen-cias y la necesidad de ocultar al epígono.18

17 Leopoldo Lezama, “Amo al escritor, y me es indiferente el hombre…”, entrevistaa Emmanuel Carballo, Viento en Vela (México), año 1, núm. 2 (diciembre del 2006), p. 12.

18 El tema de la imitación o plagio abriría una serie de debates interesantísimos acercade problemas incluso legales, en torno de la autoría o derechos de autor, así como asituaciones ligadas a la creación e influencias literarias que angustian, o pesan en elproceso creativo de un escritor.

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Carballo insiste: “Enloquece a Susana San Juan y surge, poco apoco, Pedro Páramo […] Y la otra es una loca, perdió la razón […]Cambia totalmente. Ésa fue una aportación. Yo de ninguna maneradiría que Rulfo era plagiario, que estaba plagiando a Bombal. No, erauna coincidencia”.19 Así es como encontramos un parentesco literarioentre la amortajada y Susana San Juan, no una imitación. Incluso, enalgunos fragmentos parece que esa fuerza acumulada que debió existiren la creación de la protagonista original de Rulfo, fue distribuida entrela misma Susana y Dolores, pues como puede apreciarse en esta últi-ma, aún después de muerta su voz sigue resonando en los oídos de suhijo, incluso, la narración intimista que evidencia las sensaciones y emo-ciones de la amortajada es sólo comparable con las intervenciones deDolores:

Allá hallarás mi querencia. El lugar que yo quise. Donde los sueños meenflaquecieron. Mi pueblo, levantado sobre la llanura. Lleno de árboles y dehojas, como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos. Sen-tirás que allí uno quisiera vivir para la eternidad. El amanecer; la mañana; elmediodía y la noche, siempre los mismos; pero con la diferencia del aire. Allí,donde el aire cambia el color de las cosas; donde se ventila la vida como sifuera un murmullo; como si fuera un puro murmullo de la vida… (p. 235).

En este párrafo encontramos la referencia no sólo de la memoria, es-pacio imprescindible en ambas novelas, sino también, de nuevo, elmurmullo de la naturaleza que ayuda a dar forma a los recuerdos deDolores Preciado; lo mismo sucede en el fragmento de La amortaja-da que cito a continuación, en el cual, mientras el narrador sigue laperspectiva de la protagonista, los recuerdos de ésta se suceden en unmágico ambiente de murmullos mientras ella se va desprendiendo desu vida terrenal: “El murmullo de la lluvia sobre los bosques y sobrela casa la mueve muy pronto a entregarse cuerpo y alma a esa sensa-ción de bienestar y melancolía en que siempre le abismó el suspirar delagua en las interminables noches del otoño” (p. 98. Las cursivas sonmías). Pero también hay otro acontecimiento que de nuevo emparentaa estos dos personajes, pues ya casadas, ambas piden a sus maridosque las regresen con su familia de origen; en el caso de Dolores, ésta sela pasa suspirando porque extraña a su hermana, a lo que en este pasa-je memorable Pedro Páramo da solución de la misma forma astuta y

19 Lezama, “Amo al escritor, y me es indiferente el hombre…” [n. 17], p. 12.

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desvergonzada que lo caracteriza en su trato con todo aquel que nosea Susana San Juan:

— ¿Por qué suspira usted, Doloritas?— Quisiera ser zopilote para volar a donde vive mi hermana.— No faltaba más, doña Doloritas. Ahora mismo irá usted a ver a su herma-na. Regresemos. Que le preparen las maletas. No faltaba más (p. 195).

Y es así como Juan y Dolores Preciado se van a vivir a Colima con lahermana de ella, se quedan ahí y nunca más regresan a la Media Lunaporque Pedro Páramo nunca manda por ellos. Por este motivo, Juancrece como hijo ilegítimo de Pedro, de ahí que no lleve su apellido.

En el caso de Ana María, ésta le pide a Antonio que la regrese acasa de su padre porque ella también añora a su familia, así como ellugar donde creció y conoció a Ricardo, su primer amor:

Se había aferrado al brazo de su marido deseando hablar, explicar, y fue aquídonde su pánico, rebelde, saltó por sobre todo argumento:— “Quiero irme” […]Y fue así como Antonio la devolvió a su padre, por un tiempo (p. 148).

En La amortajada, Antonio sí vuelve por Ana María, pero tarda enregresar y se convierte en un hombre totalmente distinto al que ellaconoció, pues herido en su orgullo no vuelve a mostrarle su amor. Enambas mujeres, su deseo, la ilusión de regresar al lugar de origen nosólo las asemeja sino que también les cuesta caro, y lo pagan por elresto de sus vidas, al sufrir el abandono contundente y autoritario desus esposos —un factor común del sistema patriarcal que también com-parten— aun cuando en el caso de Dolores sea una separación tajan-temente física, y en el de Ana María un cruel distanciamiento emocional.

Por otro lado, resulta evidente que en la obra de ambos escritoresuno de sus más grandes aciertos ha sido la disposición de los elemen-tos de la naturaleza como las bases climáticas de sus historias, lo queproduce un efecto totalmente fantástico, sobre todo en su relación conel suceso trágico de la muerte; asimismo, los murmullos reemplazan elaspecto lúgubre de ésta y la convierten en vida. No obstante, lo mássorprendente es que aun cuando los dos textos comparten dichas ca-racterísticas, su propuesta acerca de la muerte es distinta: por ejemplo,en Pedro Páramo ésta es más tangible, más carnal y cercana a lomundano; mientras que en La amortajada es más subjetiva, comouna espiral que lleva a su protagonista hasta los recovecos más profun-

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dos de la naturaleza, lo que representa su retorno a los orígenes. Adiferencia de los personajes rulfianos, Ana María no se queda paraplaticar con sus familiares o amigos en la tumba, sino que se deja ir almás allá: “Y he aquí que, sumida en profunda oscuridad, ella se sienteprecipitada hacia abajo, precipitada vertiginosamente durante un tiem-po ilimitado hacia abajo; como si hubieran cavado el fondo de la criptay pretendieran sepultarla en las mismas entrañas de la tierra” (p. 174).Desde una perspectiva original, Bombal y Rulfo exponen el tema de lamuerte despojándola de su carácter trágico; Rulfo en un sentido lúdicoy Bombal desde la perspectiva de lo sagrado. En este sentido, Wal-demar Verdugo afirma:

Logró Bombal una de las más altas expresiones de la escritura en lenguaespañola, según pienso, encontrando en el resto de América sólo semejan-za en la obra de Juan Rulfo. Justamente, Bombal y Rulfo indicaron el trazopionero del llamado Realismo Mágico. A través de la fusión de lo que es conlo que no es —de lo real con la poesía— se manifiesta su literatura en laesencia misteriosa del mundo, enseñada con expresión tersa, de ceñidatransparencia, limpia del frondoso barroquismo de los novelistas anterio-res. La suya fue una nueva manera de escribir, con algo de surrealismo y a lavez senda de escape para los impulsos del subconsciente.20

Como he señalado, Carballo dice también que Rulfo, al ver las similitu-des entre Susana San Juan y la amortajada, vuelve loca a su protago-nista y entonces coloca en primer plano a Pedro Páramo hasta volverloel personaje central de la obra.21 Lo cierto es que con todo y esto,Susana San Juan sigue teniendo una importancia crucial en la novela,debido a que la vida de Pedro Páramo estará determinada siempre porel recuerdo de su gran amor; no olvidemos que por ella se cruza debrazos y abandona a su suerte al pueblo de Comala. Justamente, otrofragmento de Pedro Páramo que nos remite directamente al persona-je de la amortajada —que muerta sobre la cama inicia su recuentopersonal— es el de Susana San Juan, cuando una vez reposando en suataúd también comienza a hablar, a rememorar:

Estoy aquí, boca arriba, pensando en aquel tiempo para olvidar mi soledad.Porque no estoy acostada sólo por un rato. Y ni en la cama de mi madre, sino

20 Waldemar Verdugo Fuentes, “María Luisa Bombal: la abeja de fuego”, Letras.s5.com:la página chilena de literatura en español, Proyecto Patrimonio, 2005, en DE: <http://www.letras.s5.com/bomba250805.htm>. Consultada el 30-IV-2008, p. 1.

21 Lezama, “Amo al escritor, y me es indiferente el hombre…” [n. 17], p. 12.

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dentro de un cajón negro como el que se usa para enterrar a los muertos.Porque estoy muerta. Siento el lugar en que estoy y pienso… (p. 253. Lascursivas son mías).22

Curiosamente, a lo primero que alude Susana es a la muerte de sumadre y a la presencia de su nana Justina, quien —de la misma formaque Zoila con Ana María— se hace cargo de ella desde que nace, así,en un fragmento posterior, la perspectiva de Justina viene a corroborarla importancia que ella tuvo en la vida de Susana: “La había cuidadodesde que nació. La había tenido en sus brazos. La había enseñado aandar. A dar aquellos pasos que a ella le parecían eternos” (p. 266).

Por su parte, la amortajada, quien también comienza la enuncia-ción de su discurso desde su cama —el mismo lugar en que la velan susfamiliares—, a una de las primeras personas que recuerda es a Zoila, aquien le reconoce haber llenado la ausencia de su madre: “Está Zoila,que la vio nacer y a quien la entregó su madre desde ese momentopara que la criara” (p. 97). Además, esto resulta interesante porque enPedro Páramo, Dorotea afirma que Susana San Juan era huérfana, loque por un lado viene a ser una muestra más de su locura y, por otro,resalta con más fuerza el paralelismo entre Susana y Ana María, pueslo cierto es que ambas comparten la ausencia materna, así como lafigura fuerte y amorosa de sus incondicionales nanas: Zoila y Justina.23

Así como García Márquez hace un incomparable homenaje a JuanRulfo al inicio de Cien años de Soledad, de la misma forma Rulfotambién podría haber hecho un espléndido homenaje a la obra deBombal a través de algunos de los párrafos más poéticos de su novela

22 López Mena afirma que la Revista de la Universidad de México fue la segundapublicación que incluyó adelantos de la novela de Rulfo; allí se dan a conocer las secuen-cias 42 y 43 bajo el título “Fragmento de la novela Los murmullos”; en la secuencia 42,quien enuncia el discurso es Susana San Juan, discurso en el que por cierto la atmósfera essimilar al del funeral en el cual velan a la amortajada que yace en su mismo lecho de muerte;mientras que en la secuencia 43, Dorotea y Juan Preciado hablan acerca de ella, de lo queestá diciendo desde su cajón de muerta. El hecho de que estos fragmentos se publicaranaún antes de que la novela se llamara Pedro Páramo, bien podría confirmar lo dicho porCarballo acerca de que en un inicio Susana San Juan era la protagonista de la novela;cf. López Mena, Los caminos de la creación en Juan Rulfo [n. 12], p. 117.

23 Y de alguna forma María Griselda también, debido a las similitudes existentesentre ésta y Susana San Juan: las dos viven aisladas del mundo exterior por el mandato deAlberto y de Pedro Páramo, respectivamente. Además, ninguna de ellas tiene hijos, lo queviene a ser una afrenta directa al mundo patriarcal, pues parecen negarse de esta forma arepresentar el papel de la mujer sumisa y abnegada, por lo cual terminan en un estado dealienación; Susana a través de su locura y María Griselda por medio de su belleza sobre-natural e inasible que la separa de los otros personajes. De cualquier forma, ambas sonmujeres transgresoras porque escapan al dominio del orden social masculino.

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que serán citados a continuación. Ajenos al orden social, el lector pue-de apreciar la relación de dos elementos de la naturaleza que dan viday forma a la atmósfera de ambas historias: la muerte y la lluvia. Laprimera, aunque es inherente a la naturaleza humana, se vuelve miste-riosa porque escapa a todo razonamiento lógico, mientras que la lluviaes un elemento tan prodigiosamente descrito por Bombal y Rulfo quecasi podemos sentir su aroma.

Por lo anterior he elegido algunos párrafos nacidos de ese mundoliterario creado por la imaginación de estos dos magníficos escritoresen donde comparten también una visión semejante acerca de la natura-leza, de ese universo palpitante que da origen al enigma de la vida y dela muerte. La siguiente cita pertenece a La amortajada:

Luego, llueve nuevamente. Y la lluvia, cae obstinada, tranquila. Y ella laescucha caer. Caer y resbalar como lágrimas por los vidrios de las venta-nas, caer y agrandar hasta el horizonte las lagunas, caer. Caer sobre sucorazón y empaparlo, deshacerlo de languidez y tristeza (p. 98. Las cursivasson mías).

En el ejemplo anterior, quien narra es una muerta que al tener aúnconciencia de lo que acontece a su alrededor, experimenta sus senti-mientos de forma más intensa y sus emociones están a flor de piel, adiferencia del pasaje que citaré a continuación donde a Pedro Páramotambién parece languidecérsele el corazón de tristeza pero, en su caso,por su amor idealizado; de ahí que López Mena diga que las palabrascon que él le habla a Susana San Juan tienen con frecuencia un tonolírico que parece ajeno a los labios de un perdonavidas.24 La menciónde la lluvia deshaciendo de languidez y tristeza el corazón de la amor-tajada sólo puede remitirnos al eterno suspirar del niño Pedro Páramopor Susana San Juan:

Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotar del agua durantelargo rato; luego se ha de haber dormido, porque cuando despertó sólo seoía una llovizna callada. Los vidrios de la ventana estaban opacos, y delotro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas. “Mira-ba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada que respiraba sus-piraba, y cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana” (p. 191. Las cursivasson mías).

24 López Mena, Los caminos de la creación en Juan Rulfo [n. 12], p. 90.

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En estos dos fragmentos la similitud es asombrosa, aun cuando la pers-pectiva de cada protagonista es muy distinta, no sólo por la diferenciade edad, sino también porque las atmósferas de ambos son totalmenteopuestas —en La amortajada, la muerte; en Pedro Páramo, la vida.Sin embargo, la lluvia constante y persistente, la comparación de lasgotas de lluvia resbalando como lágrimas sobre los vidrios no dejanlugar a dudas: la influencia de Bombal está marcada claramente en laenunciación del discurso de Pedro Páramo, el niño. La alusión al aguacomo elemento natural primigenio dota a la atmósfera de las dos nove-las no sólo de misterio y magia, sino también de musicalidad. Así pode-mos apreciarlo en La amortajada: “La lluvia cae fina, obstinada, tran-quila. Y ella la escucha caer. Caer sobre los techos, caer hasta doblarlos quitasoles de los pinos, y los anchos brazos de los cedros azules,caer. Caer hasta anegar los tréboles, y borrar los senderos, caer” (p. 98).El verbo caer está repetido siete veces en tres líneas, en la primeraoración está conjugado en presente simple, mientras el resto de lasveces conserva su forma infinitiva, esta reiteración del verbo, que tienesu base en dos figuras retóricas, produce en la atmósfera lluviosa unsonido persistente y melancólico.25 Por su parte, en Pedro Páramoencontramos la caída obstinada de las gotas de agua provenientes delhidrante, y esta alusión del verbo caer aparece en tres ocasiones, aun-que bajo distintos modos verbales, además, la repetición del verbo oircompleta el cuadro musical rulfiano, caen las gotas y se oyen rumores,a diferencia de Bombal, quien utiliza el verbo escuchar:

En el hidrante las gotas caen una tras otra. Uno oye, salida de la piedra, elagua clara caer sobre el cántaro. Uno oye. Oye rumores; pies que raspanel suelo, que caminan, que van y vienen. Las gotas siguen cayendo sincesar. El cántaro se desborda haciendo rodar el agua sobre un suelo mojado.“¡Despierta!”, le dicen (p. 200).

En ambas obras podemos encontrar la similitud del sonido que emite elinsistente caer del agua, lo que nos recuerda como en un guiño decomplicidad lo que se dice de ambos: eran melómanos.26 La presenciarecurrente del agua, sea en forma de lluvia o como simples gotas ca-

25 Dichas figuras retóricas son: la conversión que consiste en repetir una mismapalabra varias veces al final de cada oración, verso o estrofa; y la reduplicación, que es larepetición de una palabra al principio o dentro de una oración. Sin embargo, no pretendoprofundizar en el aspecto lírico de las obras de Bombal y Rulfo, por considerarlo un temamuy extenso que podría ser materia de análisis en otro momento.

26 Beatriz Espejo, “Bombal, Carballo y Rulfo”, Viento en Vela (México), año 1, núm.2 (diciembre del 2006), p. 16.

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yendo del techo o del hidrante, insinúa al lector que, a pesar de lamuerte, la vida continúa y el constante gotear nos lo recuerda sutilmen-te; sumergida en esta atmósfera es como la madre de Pedro Páramo ledice a éste que su padre ha muerto: “La voz sacude los hombros. Haceenderezar el cuerpo. Entreabre los ojos. Se oyen las gotas de agua quecaen en el hidrante sobre el cántaro raso. Se oyen pasos que se arras-tran… Y el llanto” (p. 200). Indudablemente, las abundantes descrip-ciones de la lluvia en ambas novelas están relacionadas de forma intrín-seca con el suceso de la muerte, aunque en el caso de La amortajadacon la suya propia: “Escampa, y ella escucha nítido el bemol de lataenmohecida que rítmicamente el viento arranca al molino. Y cada golpede aspa viene a tocar una fibra especial dentro de su pecho amortaja-do” (p. 98); mientras que en Pedro Páramo la lluvia es escenario demuerte de más de un comalense, en la siguiente cita tenemos el casodel funeral del abuelo de Pedro Páramo: “La lluvia se convertía enbrisa. Oyó: ‘El perdón de los pecados y la resurrección de la carne.Amén.’ Eso era acá adentro, donde unas mujeres rezaban el final delrosario […] Sólo quedaba la luz de la noche, el siseo de la lluvia comoun murmullo de grillos…” (p. 191).

Otros momentos, que se asemejan por su grado de erotismo y laforma en que éste ha sido trabajado, están retratados en los siguientesfragmentos. En el que cito a continuación, se describe una de las esce-nas inventadas por los ataques febriles de Susana San Juan, quien ensu demencia crea una historia de amor, enfocando toda su atenciónen la figura de Florencio, su amante inexistente e idealizado.27 En estacita, el que enuncia las memorias de Susana es Juan Preciado, pues lecuenta a Dorotea lo que aquélla rememora desde su tumba:

Dice que él le mordía los pies diciéndole que eran como pan dorado en elhorno. Que dormía acurrucada, metiéndose dentro de él, perdida en la nadaal sentir que se quebraba su carne, que se abría como un surco abierto porun clavo ardoroso, luego tibio, luego dulce, dando golpes duros contra sucarne blanda; sumiéndose, sumiéndose más, hasta el gemido (p. 278).

En La amortajada hay un pasaje similar, cuando Ana María reciéncasada con Antonio hace intentos vanos por rehuir su presencia para al

27 No está documentado que Rulfo conociera La última niebla de Bombal, pero nodebe descartarse la posibilidad; en este caso, la protagonista de esa novela vendría a ser unreferente de Susana San Juan debido a que tiene un encuentro fortuito con un hombre delcual no puede comprobar su existencia; asimismo, a ella también le asaltan estadosfebriles.

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final sucumbir al deseo carnal que él logra despertar en ella. Es sor-prendente el parecido de las descripciones que los dos autores hacende la relación sexual y del placer que envuelve la experiencia física deambas mujeres; sin embargo, en el caso de la amortajada sabemos quees un acontecimiento real recuperado a través de su memoria, mientrasque en el caso de Susana San Juan, entendemos que se trata de unahistoria apócrifa. La siguiente cita pertenece a La amortajada:

Estiraba los brazos, palpaba nerviosamente a su alrededor, se aprestabasofocada a saltar del lecho, cuando una mano de fuego se le posaba sobreel seno, la tumbaba nuevamente hacia atrás. Y como si viniera a tocarle unaherida el gesto de aquella mano imperiosa la tornaba débil y gimiente, cadavez […]

Fue como si del centro de sus entrañas naciera un hirviente y lentoescalofrío que junto con cada caricia empezara a subir, a crecer, a envolverlaen anillos hasta la raíz de los cabellos, hasta empuñarla por la garganta,cortarle la respiración y sacudirla para arrojarla finalmente, exhausta ydesembriagada, contra el lecho revuelto (p. 143).

Incluso la forma en que la amortajada recuerda sus días de infanciacompartidos con Ricardo son muy similares a la nostalgia del paraísoperdido de Pedro Páramo con Susana San Juan, cuando volabanpapalotes en la época de vientos. Ambos protagonistas recuerdan connostalgia los lejanos días en que se enamoraron por primera vez, de ahíque haya una gran carga poética en estos pasajes. En el siguiente pá-rrafo, la amortajada recuerda a Ricardo, su amigo de la infancia, suamor de adolescente:

Recuerdo. Me encontraba al pie de la escalinata sacudiendo las ramas cua-jadas de gotas de un abeto. Apenas si alcancé a oir el chapaleo de loscascos de un caballo cuando me sentí asida por el talle, arrebatada delsuelo.

Eras tú, Ricardo. Acababas de llegar […] y me habías sorprendido yalzado en la delantera de tu silla […]

Chasquidos misteriosos, como de alas asustadas, restallaban a nues-tro paso entre el follaje. Del fondo de una hondonada subía un apaciblemurmullo (pp. 105-106).

La atmósfera que envuelve este fragmento es similar a uno en el queaparece Pedro Páramo, recordando a Susana San Juan, su amiga de lainfancia, lo que propicia la enunciación de un discurso sumamente nos-tálgico. También es una de las pocas descripciones en que conocemos

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parte del perfil de Susana cuando aún no perdía la razón, aunque bajola perspectiva de Pedro Páramo, el cacique, quien la convierte en sudama medieval y a la que durante toda su vida espera como un fielvasallo. Así es el amor del protagonista hacia Susana San Juan, pues suidolatría, su fidelidad y servilismo lo comprueban. López Mena diceque Susana “como personaje responde a un ideal de la hermosura, dela dignidad y de la desgracia”.28

Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotesen la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientrasestábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo decáñamo arrastrado por el viento. “Ayúdame, Susana”. Y unas manos sua-ves se apretaban a nuestras manos. “Suelta más hilo”.

El aire nos hacía reir; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilocorría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un levecrujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y alláarriba, el pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho,perdiéndose en el verdor de la tierra.

Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío (p. 188).

Otro aspecto que une ambas obras es la presencia de los sacerdotes;en La amortajada es el padre Carlos la figura de autoridad espiri-tual en la familia. En Pedro Páramo, el refugio de los pecadorescomalenses es el padre Rentería, quien al final se rebela contra sí mis-mo y contra su propio pueblo para unirse a la revolución.29 Sin duda,en los dos relatos, los fragmentos que corresponden al momento enque ambos sacerdotes visitan en su lecho de muerte a Ana María y aSusana San Juan, respectivamente, se asemejan en forma considera-ble, sobre todo por la actitud irrespetuosa de ambas cuando los curasintentan darles la extremaunción. Por ejemplo, el padre Carlos le dicea Ana María:

— Veo, señora; que el pecado de vanidad llevado hasta vanagloriarse delpecado bien podría ser su pecado mayor —repliqué yo tratando de contes-tarte a tono.

28 López Mena, Los caminos de la creación en Juan Rulfo [n. 12], p. 91.29 Un aspecto interesante a señalar es que mientras Bombal da a sus personajes un

simple nombre de pila, Juan Rulfo parece otorgar mucha importancia a los apellidos desus personajes; lo que probablemente responde a la distinta naturaleza de sus propuestasliterarias, pues, entre otras cosas, en Pedro Páramo los personajes pertenecen no sola-mente a un núcleo familiar, como en el caso de La amortajada, sino que todos ellos son larepresentación del pueblo.

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Me acuerdo, quisiste reir, pero en lugar de ello sofocaste una especiede gemido mientras recaías muy pálida sobre las almohadas. Y de pronto,aterrado, te vi tal cual te sentías y estabas desde hacía mucho: agotada yluchando con sonrisa falsamente traviesa contra un mal lento y sin piedad.

— Por favor, padre, le ruego no mirarme así… Todavía no estoy muerta,sabe; tuviste aún el valor de hacerme broma. Luego agregaste:

— Pero vuelva mañana, padre, vuelva sin falta, ¿quiere usted? (p. 173).

Que ambas obras se asemejen por las mujeres moribundas que seniegan a aceptar el perdón de Dios —en el caso de Ana María, ellaintenta posponer ese momento—, no sólo es una coincidencia sor-prendente, sino que además viene a recordar al lector la importanciaque la educación religiosa tuvo en la vida de ambos escritores, quienes,a su manera, exponen su visión acerca del contexto religioso de cadauno de sus países; en este sentido, no podría decir que el pasaje co-rrespondiente a Ana María, en su lecho de muerte, hubiera influidototalmente a Rulfo; sin embargo, la resistencia de Susana San Juanhacia “el perdón de Dios” podría ser un eco intertextual de la obra deBombal en la creación del escritor jalisciense, aunque la diferencia con-siste en que, en Pedro Páramo, Susana San Juan muere en un estadode locura:

Le extrañaba la quietud de Susana San Juan. Hubiera querido adivinar suspensamientos y ver la batalla de aquel corazón por rechazar las imágenesque él estaba sembrando dentro de ella. Le miró los ojos y ella le devolvió lamirada. Y le pareció ver como si sus labios forzaran una sonrisa […]

— ¡Ya váyase, padre! No se mortifique por mí. Estoy tranquila y tengomucho sueño (pp. 292-293).

A pesar de su demencia, Susana San Juan conserva cierta lucidez, porejemplo, cuando ella le pregunta a su nana si cree en el infierno y ésta leresponde que sí y que también en el cielo, Susana afirma terminante-mente, “yo sólo creo en el infierno” (p. 228), tal como si discernieraperfectamente uno de otro. Es por ello que no le interesa la visita delpadre Rentería, no está preocupada por recibir ningún perdón porqueestá convencida de que, de cualquier forma, irá al infierno. En contras-te, la amortajada accede a un estado de total lucidez desde el cualcomprende todo aquello que no pudo explicarse en vida aunque, aligual que Susana, prefiere evadir la presencia del sacerdote. Lo quebien podría ser una crítica de ambos autores hacia la religión católica yla visión de ésta respecto a la muerte, que ellos exponen de forma sutila través del discurso de sus personajes.

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Pero las coincidencias entre la obra de Bombal y la de Rulfo nocompeten solamente al ámbito de la creación literaria. En este sentidopodría hablarse de las semejanzas entre su obra breve y contundente,de su afición a la música y al alcohol; además, todo parece indicar queaun cuando no pertenecían al mismo espacio geográfico ni al mismogrupo literario, tenían amigos en común que conocían bien su obranarrativa, entre ellos, Borges. Y aunque no se sabe si Bombal leyó laobra de Rulfo, tampoco puede considerarse improbable el hecho de-bido a que las amistades que los rodearon eran grandes admiradorasde ambos. A este respecto John Huston, quien fue amigo de los dosescritores, comentó en una entrevista concedida a Waldemar Verdugolo siguiente:

Yo entendí el Realismo Mágico luego de leer esa obra de María Luisa [Laúltima niebla], y me pareció una veta magnífica para el cine, por el desafíoque significa rescatar una historia tan sugestivamente narrada. Tambiéncreo que la realidad puede hacerse mágica si uno lo consiente. Las mujeresque circulan por las páginas de María Luisa, y también por las obras de JuanRulfo, que es mi amigo, son seres desterrados de sí mismo [sic], destruidoso francamente muertos, como en La Amortajada y Pedro Páramo, que, sinembargo, siguen en pie, sostenidos por algo que a veces sólo existe en suimaginación.30

Por otro lado, en La amortajada sucede exactamente lo mismo queseñala García Márquez en Pedro Páramo: “Es imposible establecerde un modo definitivo dónde está la línea de demarcación entre losmuertos y los vivos, las precisiones son todavía más quiméricas. Nadiepuede saber, en realidad, cuánto duran los años de la muerte”.31 Peroambos autores libran inequívocamente los riesgos posibles derivadosde la oscilación entre el mundo de los vivos y el de los muertos, porquejustamente la memoria es un espacio simbólico que permite ese libretránsito de los personajes; así, tanto Bombal como Rulfo, sitúan a és-tos en una atmósfera de muerte pero, al mismo tiempo, hacen un trata-

30 Waldemar Verdugo Fuentes, “Entrevista a John Huston”, Letras.s5.com [n. 20],p. 24. Huston fue un director de cine norteamericano que trabajó con Bombal en larealización de la película House of mist, una adaptación al inglés de La última niebla, queBombal escribió especialmente para una editorial norteamericana y estuvo a punto de serexhibida en cines, pero por problemas dentro de la industria cinematográfica esto no seconcretó. Fue así como la escritora y John Huston se conocieron.

31 Gabriel García Márquez, “Breves nostalgias sobre Juan Rulfo”, en Rulfo, Toda laobra [n. 5], p. 799; artículo publicado por primera vez en Inframundo, el México de JuanRulfo, México, Editorial del Norte, 1980, pp. 23-25.

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miento tan sutil de la memoria que los proyectan ante el lector comoseres mágicos más que de ultratumba.

En algún momento, aunque ella ya no lo escucha, Pedro Páramo lepregunta a Susana San Juan: “¿Por qué ese recordar intenso de tantascosas? ¿Por qué no simplemente la muerte y no esa música tierna delpasado?” (p. 278). Tales palabras podrían estar dirigidas también a laamortajada y cobrar un sentido profundo y claro porque, sin duda,la rememoración de Ana María es, al final de cuentas, una música tier-na que la acompaña a lo largo de su transición por el lúgubre túnel de lamuerte, antes de que se entregue total e irremediablemente al eternopalpitar del universo. Sin duda, Bombal es un latido visible en el cora-zón del mundo rulfiano; en este sentido, López Mena afirma que elescritor mexicano “redactó una obra rica y compleja, que, lejos dequedarse en el costumbrismo, ahondó en las cavernas del espíritu hu-mano. En sus textos, más allá de los aires del campo palpita el dramaexistencial del hombre”.32 Palpitar que inevitablemente lo equipara conMaría Luisa Bombal, ya que ambas novelas nos enfrentan abiertamen-te a lo que, al menos desde la perspectiva occidental, es el sucesoineludible y quizás más doloroso de la condición humana: la muerte.

Aunque Rulfo jamás admitió abiertamente que la lectura de Bombalinfluyó en su obra, aun más allá del cambio de su protagonista, lasresonancias bombalianas están ahí, existen y son tan palpables como lamisma lluvia que puede olerse y escucharse a través de las descripcio-nes de estos dos grandes escritores latinoamericanos. Carballo teníarazón al afirmar que “después de Homero todos somos plagiarios”, alo que también añade asertivamente que Rulfo supo “esconder muybien sus influencias y parece que él lo inventó todo. No se descubre, esmuy hábil”.33 Opinión a la que Alí Chumacero se ha sumado al afirmar:“Es muy difícil encontrar en él antecedentes […] Juan Rulfo logró crearuna literatura que hace difícil buscar los pasos para llegar a ella, esdecir, los antecedentes. No es el escritor que imita a. No se describe aprimera vista el maestro de Juan Rulfo”.34 Quizás por esto Bombal semantuvo oculta durante mucho tiempo como una de sus posibles in-fluencias, en comparación con otras ya descubiertas como es el casode Faulkner, cuya novela Mientras agonizo (1930) también podríatener resonancias literarias en el argumento de La amortajada. Por

32 López Mena, Los caminos de la creación en Juan Rulfo [n. 12], pp. 128-129.33 Lezama, “Amo al escritor, y me es indiferente el hombre…” [n. 17], p. 13.34 Leopoldo Lezama, “Yo no le corregí ni una coma a lo escrito por Juan Rulfo”,

Viento en Vela (México), año 1, núm. 2 (diciembre del 2006), p. 8.

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esto, tendría que hablarse no propiamente de las similitudes en la obrade ambos autores latinoamericanos, sino de una sincronía, una her-mandad literaria, tal como dice Christopher Domínguez Michael: “Yoprefiero un Rulfo real, sometido a la determinante influencia epocal deFaulkner, lo mismo que al venturoso accidente de haber conocido yleído a la chilena María Luisa Bombal, la autora de La amortajada(1938), su hermana en el estilo y el espíritu”.35

Bombal y Rulfo supieron nombrar a la muerte como un símbolouniversal, algo que corresponde a cada individuo porque es inherente ala vida misma, a la vez que fueron capaces de transmitir desde unaperspectiva novedosa y profunda toda la complejidad de un sucesoineludible e irremediable proponiendo a través de su imaginación intuitivala posibilidad de la muerte como lo más humano de nuestra condición.

RESUMEN

El presente trabajo tiene como propósito un análisis comparativo entre La amor-tajada y Pedro Páramo que revela la influencia que tuvo la novela de MaríaLuisa Bombal sobre la versión final de la obra maestra de Juan Rulfo. Asimismo,se ofrece al lector un nuevo panorama respecto a los caminos del realismomágico, pues se exponen claramente algunas evidencias de que Bombal es laverdadera pionera de dicha corriente latinoamericana.

Palabras clave: María Luisa Bombal, Juan Rulfo, muerte y memoria temas narra-tivos, realismo mágico.

ABSTRACT

This paper offers a comparative analysis of La amortajada (“The ShroudedWoman”) and Pedro Páramo, revealing the influence of María Luisa Bombal’snovel over the final version of Juan Rulfo’s masterpiece. Likewise, the authoroffers the reader a new point of view regarding the courses taken by magicrealism, clearly exhibiting evidence that Bombal is the true pioneer of said Latin-American current.

Key words: María Luisa Bombal, Juan Rulfo, death and memory as narrativethemes, magical realism.

35 Christopher Domínguez Michael, Diccionario crítico de la literatura mexicana(1955-2005), México, FCE, 2007, p. 439.