Memorias digitales de Carlos von der Becke (Pocho)

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Memorias Digitales Memorias Digitales Diapositivas de Carlos H. von der Becke

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Diapositivas de Carlos H. von der Becke

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Mis antepasadosEs de justicia que al comenzar esta actividad tenga un breve

momento de reflexión para rememorar a mis antepasados. Sin duda que mi existencia depende en forma imperativa de lo que ellos vivieron y aportaron – y del ADN que de ellos he heredado emergen aspectos anatómicos y hábitos y callosidades mentales que – aunque no conviví con ellos estas décadas ni estuvieron presentes en mi vida cronológica – se manifestaron y perpetuaron a través de cada uno de mis gestos y a través de la interpretación de cada una de mis experiencias.

Y así me impongo el deber de hacer breves notas de los von der Becke, de los von Helbig, de los Tamborini y de los Soldati que me precedieron en el tiempo.

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Mis abuelosLos von der Becke – Mi abuelo Alfonso von der Becke-Klüchtzner

descendía de generaciones y generaciones de familias nobles de distintos principados alemanes. Alguno, por ventura, había llegado a ser canciller de uno de esos principados, otro fue un prolífico alquimista, autor de textos, otros tenían una fábrica de dedales y agujas en Iserlohn, en la cuenca del Ruhr (que se mantuvo dentro de la familia por siete generaciones), otros eran pastores luteranos, otros descendían por vía materna de la nobleza de Letonia en el Báltico (eran los barones von Klüchtzner). Nacido mi abuelo de una familia numerosa, al mismo tiempo que casi todos sus hermanos emigraban hacia América, él lo hizo a Ciudad Bolívar primero y a Buenos Aires en una segunda oportunidad, donde fue jefe administrativo en la construcción de líneas férreas en la pampa y Mesopotamia argentinas, así como del importante taller ferroviario de Tafí Viejo en Tucumán. Sólo quedó en Alemania (muchos años en Baden-Baden) un hermano militar, el coronel Erich v.d.B.-Klüchtzner, mi padrino de bautismo. El resto de los hermanos se derramó en diferentes latitudes de América y en Inglaterra. El químico Edmund murió a los 24 años en Armstrong, provincia de Santa Fe, Argentina.

Un tío abuelo Fritz v.d.B., médico durante una década a bordo del transatlántico alemán Cap Arcona, resultó conocido por su noviazgo con la famosa cantante de óperas, la soprano Lily Pons. Casó finalmente con su enfermera y Lily con el director de orquesta André Kostelanetz.

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Mis abuelos

Alfonso von der Becke-Klüchtzner

Clementina von Helbig

Emilio Tamborini

Natalia Soldati

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Mis abuelosAlfonso von der Becke-Klüchtzner fue jefe administrativo en la

construcción de líneas férreas, gerente de los talleres ferroviarios de Tafí Viejo (Tucumán) y jefe de toda la zona norte del Ferrocarril Central Argentino en la ciudad de Tucumán.

Clementina von Helbig fue su esposa diligente y genuinamente dedicada a su familia.

Emilio Tamborini, nacido en la lago Cartabbio, Varese, Piamonte, Italia, se dedicó a ser constructor y fue contratado por la Municipalidad de Rosario para adoquinar numerosas avenidas. Residía en sus años mozos en Casilda, Provincia de Santa Fe, Argentina.

Natalia Soldati fue su esposa, muy atractiva y señorial, coterránea de su esposo. Murió en Buenos Aires después de haber viajado a Europa Septentrional con algunas de sus hijas.

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Mis padresCarlos Maximiliano von der Becke, nacido en Cañada de Gómez,

del cual aparece un largo trabajo biográfico en mi portal. Abanderado de la Escuela Militar, fue quizás el mejor estratego de que disponía el Ejército Argentino. Maestro de numerosas generaciones, se formó asimismo en la Kriegsakademie de Berlín, siendo compañero de estudios de Edwin Rommel. Jefe de Estado Mayor General, al mismo tiempo que el nuevo cargo que él inauguró. el de Comandante en Jefe del Ejército con el grado máximo (General de Ejército de tres estrellas) - lo ostentó por primera vez en la historia de esta fuerza armada. En la misma época coincidió también con su elección como Presidente del Círculo Militar. Actuó luego como Jefe de la Delegación Militar argentina ante la Junta Interamericana de Defensa y ante las Naciones Unidas. Participó en numerosas conferencias internacionales en Europa y América.

Isabel Carolina Tamborini, nacida en Casilda, fue su esposa. Formaban una pareja de un garbo y una elegancia que mereció el recuerdo de quienes la trataron. Era muy sobria y dinámica, siempre agraciada y optimista. Aprendió numerosos idiomas antes y durante los destinos que a su esposo le tocó desempeñar.

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Mis tíos 1Dorothea von der Becke de Dörsing (la tía Dora) nacida en

Belgrano, quien sirvió de maestra (quizás la más querida y recordada por muchos de sus alumnos) de muy largas generaciones en la Cangallo Schule. Casó con Hugo Dörsing, pedagogo autor de muchos textos.

Alfonso Carden von der Becke (el tío Bubi) nacido en Rosario, dirigente máximo de la Reforma Universitaria, participante y premiado de los Juegos Olímpicos en la especialidad de tiro, médico urólogo muy destacado, era el más completo de los cuatro hermanos por sus sobresalientes condiciones humanas y de liderazgo. A lo largo de su vida obtuvo diversos premios y el cariño incondicional de sus numerosísimos amigos. Casó con Sara Gardey, nacida en San Luis, una muy meritoria y animosa compañera.

Alejandro von der Becke (el tío Nene), nacido en Tafí Viejo, dirigente universitario como su hermano, fue un reconocido bioquímico, un verdadero humanista, profesor titular de la UBA, presidente y Director Técnico de la firma Schering Argentina, presidente del Concejo Deliberante de Vicente López. Casó con Emma Othlinghaus, una esposa muy especial, maestra en su juventud.

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Mis tíos 2Pierina Tamborini (la tía Piera, mi madrina de bautismo), nacida

en Casilda, la más cariñosa tía entre todas, casada con don José Culasso (el tío Pepe), nacido en Casilda, un activo estanciero y propietario de una serie de Almacenes de Ramos Generales a lo largo de una línea férrea que circulaba por el sur de Santa Fe y Córdoba.

Adelaida Tamborini (la tía Negra), nacida en Casilda, la más distinguida y aristocrática de mis tías, casó con una personalidad carismática e indudable líder militar, quien llegó a ser Secretario General de la Presidencia y candidato muy votado en las elecciones de Presidente el 6 de setiembre de 1938 (con la fórmula Molina-Daireaux), comicios donde se impuso la fórmula Ortiz-Castillo. Lo recuerdo al General de Brigada don Juan Bautista Molina (el tío Juan), nacido en La Caldera, Salta, como mi indudable segundo padre. Incluso me contó con pelos y señales su vida. Comenzó siendo seminarista en el Seminario de Salta, luego soldado voluntario en el regimiento de Infantería de Salta, luego ascendió a suboficial, como el mejor suboficial ingresó como subteniente al Ejército (sin pasar por la Escuela Militar). Presidente del Círculo Militar, durante su período de actuación compró el Palacio Paz en la Plaza San Martín porteña y edificó el muy amplio balneario en Olivos.

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Mis tíos 3Margarita Tamborini (la tía Tita), también nacida en Casilda, con la

cual se completó la lista de las “Tres Generalas” hermanas entre sí, nacidas en esa ciudad. Casó con quien sería luego General de División don Roberto Tomás Dalton (el tío Ñato - mi padrino de confirmación), nacido en Córdoba, que se destacó por su muy recordada personalidad, que culminó como Embajador en Lima, Atenas, Beirut y Viena. Yo aprendí a admirarlo sinceramente y – aunque esto resulte muy extraño – a seguir sus consejos postmortem.

Emilio Tamborini (el tío Emilio) casado con Angelita Prioni, no lo traté casi nunca pues este líder oficialista del gremialismo en Rosario participaba muy escasamente de las reuniones familiares. Sé que fue Cadete del Colegio Militar, con estudios interrumpidos. Casó con Angelita Prioni y tuvo devaneos amatorios bastante persistentes. Algún pariente lo admiraba por su exitosa condición de dejar conforme a dos mujeres.

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Mi hermano Tengo un único hermano menor, que al igual que yo mismo ha

dejado relativamente abundante descendencia. Se trata de Raúl Emilio v.d.B., nacido en Buenos Aires, arquitecto especializado en urbanismo, recibido en la UBA con estudios hechos en la Catholic University of America y en la Edinburgh University. Relacionado con la von Humboldt Stiftung y otras instituciones educativas ha hecho frecuentes, casi siempre anuales viajes al extranjero. Es profesor de Urbanismo en la Universidad de Morón, de la cual fue decano durante numerosos años. Tiene una amplia colección de publicaciones en la especialidad de organización urbanística municipal, ocupando cargos de esa índole en las municipalidades de San Isidro y San Fernando. Está casado con Nelly Pereda, nacida en Buenos Aires, actualmente presidenta de la Asociación Argentino-Germana, el mismo cargo que ejerciera previamente mi hermano.

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Mis primosCasi todos mis primos nacieron en Buenos Aires, así que omito esa

referencia.Carlos Alberto Culasso, nacido en Rosario, estanciero de Monte

Buey, casado con Chichí Ghioldi, coleccionista de obras de arte. Hilda Culasso, nacida en Rosario, viuda del médico radiólogo Andrés

Cripovich María Cristina v.d.B., viuda del arquitecto Ernesto Casadó y suegra

de Juan Novara, emparentado con apellidos ilustres de la industria automovilística italiana.

Alfonso Alejandro Sigfrido v.d.B., doctor en medicina y diplomático de carrera, embajador en Rusia. Actualmente casado con Michaela princesa von Schönburg Waldenburg.

Amelia v.d.B., experta bibliotecaria, casada con Alberto Porcel, conocido coleccionista de platería sudamericana y otras especialidades artísticas (cuadros, libros, documentos)

Guillermo v.d.B., especializado en negocios de compra-venta inmobiliaria y de automóviles, casado con Beatriz Vera-Barros.

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Mis primos

Alejandro v.d.B., doctor en medicina, ex director de hospital, separado.

Jorge v.d.B., doctor en medicina, casado con María Laura GelemurEdmundo v.d.B., abogado, viudo de Delia E. Dumontet.Roberto Dalton, diplomático, embajador en Hungría y en Arabia

Saudita. Fallecido en Budapest. Casado con Mabel Maggi Laborde, fallecida en Buenos Aires (marzo 2006)

María Elena Dalton, autora de libros recetas de cocina para enfermos cardiovasculares, casada con J.J. Adolfo Cosentino, médico cardiólogo del Hospital Británico, que ha ocupado importantes cargos en organizaciones internacionales de médicos cardiólogos.

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Algunos docentes en mi familiaLa inclinación hacia la docencia corre en mi sangre.

Fueron docentes la tía Dora (quizás la más paradigmática de los docentes en mi familia, por la lealtad permanente a su recuerdo que aparecen mencionados por parte de sus ex alumnos tanto en la prensa como en las reuniones), mi padre, que fue docente en la Escuela Superior de Guerra durante décadas, donde asimismo fue director en dos oportunidades, mis dos tíos Alfonso y Alejandro, uno en la Facultad de Medicina y el otro en la de Bioquímica y Farmacia donde llegó a profesor titular y mi hermano Raúl, docente de urbanismo en la UBA y profesor titular y decano en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Morón.

Mis tres hijos varones han dedicado una variada cantidad de años también al ejercicio de la docencia.

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Mi infanciaComo primogénito de dos familias, los von der Becke argentinos y los

Tamborini residentes en Buenos Aires, se me mimó mucho durante mi infancia y adolescencia.

Entre los tres y los cinco años residí con mis padres, mi abuela materna y mi hermanito en Berlín, en el barrio de Charlottenburg, durante el gobierno del mariscal von Hindenburg (1930.32), donde concurrí a un Kindergarten. Periódicamente salíamos de viaje, por ejemplo a París a visitarlo al tío Juan o a Dordrecht a visitarla a la tía Tita. Algunas viejas fotos recuerdan esa época.

De vuelta a la patria habitábamos en Palermo, en Aráoz 2911, en las cercanías de la Avenida Las Heras y Canning (ahora Scalabrini Ortiz). La rutina era ir al colegio con el Omnibus Nº 5 de la Cangallo Schule, donde interactuábamos los infantiles pasajeros durante una hora de recorrido, lo cual influyó en la elección de Huracán como mi cuadro favorito. A la tarde una Fräulein, que cambiaba cada par de años, nos llevaba a Raúl y a mí, a andar en bicicleta por los vecinos bosques de Palermo para luego hacer los deberes en casa. Los fines de semana nos reuníamos los familiares en los parques que luego serían de la Escuela Lemos en Campo de Mayo y en la alquilada Quinta Frisia de seis hectáreas en Bella Vista. Mis padres compraron una quinta anexa a la Frisia y la rutina pasó a ser ir a la quinta de mis padres o mis tíos.

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Escuela primariaEn la Cangallo Schule iba a la clase “A” de los que sabíamos alemán. Me

recuerdo los recreos en el patio de los varones y el empeño de los maestros por educarnos con esfuerzo. Periódicamente hacíamos deportes al aire libre en establecimientos de la colectividad alemana. Me agradaba la clase de canto, donde ensayábamos las canciones que entonaríamos a fin de año en la fiesta final en el cinematógrafo Grand Splendid. Con motivo de la descripción vívida que nos hacía nuestro maestro al historiar la época de la Reforma de Lutero y la Contrareforma del catolicismo, nos dividíamos los cristianos en dos facciones religiosas, ubicándonos en nuestros escarceos los católicos en el largo escalón de la entrada al baño para ganar unos centímetros por encima de la abundante proporción de protestantes. Los también numerosos judíos miraban el resultado de las explicaciones del maestro de nuestro grado, prolongadas durante semanas, con harta curiosidad. Nunca fui primero de grado, pero en forma sistemática era el segundo detrás de un pequeño refugiado alemán muy talentoso.

Concurrí a la Cangallo Schule hasta quinto grado, logrando ingresar con esa educación primaria al renombrado Colegio Nacional de Buenos Aires, previo un examen de ingreso sin duda difícil. Como dicho Colegio duraba un año más que los restantes Colegios Nacionales, el ahorro de un año de la escuela primaria se interpretaba como compensatorio del esfuerzo para aprobar dicho examen.

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Escuela primaria

Me parece que el principal valor que resultó de mi pasaje por la escuela, por la Cangallo Schule, consistió por una especial internalización de la vivencia de la disciplina, como un autoordenamiento y una autoexigencia de, digamos, excelencia.

Puede ser, lo entiendo bien, que sea un valor superado y obsoleto, pero en mi caso me ayudó a ser más austero y espartano – lo cual parece que en su momento coincidió bien con mi personalidad en formación. Mi padre también me educaba en “Ser más que parecer”

Ya maduro, me había forjado como objetivo éstos, más que puritanos, pensamientos para mi vida

“Ein guter Mensch in seinem dunklen DrangeIst sich des rechten Weges wohl bewusst.“ (Goethe)

“Ein Man, ein Wort” (anónimo)“Lebe, wie du, wenn du stirbst,

Wünschen wirst, gelebt zu haben.” (Christian Fürchtegott Gellert)

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Mi inestable SecundarioMi educación secundaria fue la típica de un descendiente de militar, con un padre

que debía cambiar con frecuencia de guarnición. Con tal motivo cursé el primer año en el Colegio Nacional de Buenos Aires, el 2º, 3º y 4º años en el Colegio Nacional de Monserrat, de Córdoba, donde también se enseñaba latín como en el de Buenos Aires, el 5ª año tuve que rendir algunas equivalencias no vistas todavía en Córdoba, por lo cual me vi forzado a concurrir al Instituto Libre de Segunda Enseñanza para poder allí rendirlas como alumno libre y quedar en condiciones de reingresar, ya en último año, al mismo Colegio Nacional de Buenos Aires inicial de mi periplo. Éste Colegio, según la costumbre argentina, había cambiado su nombre como si con eso los resultados educativos fuesen mejores.

La concurrencia a tres casas de estudio me hicieron muy versátil y fueron una parte valiosa de mi experiencia secundaria. Quizás haya sido el primero de mi curso en 1942 en el Monserrat, pero nunca lo supe por cierto.

De Córdoba recuerdo a don Juan Antonio Ahumada, profesor de Composición y periodista, que con su impuesto deber de redactar una composición diaria - internalizando en mí el vigoroso estilo cortado de José Ruiz Martínez (Azorín) - me condicionó a la fértil tarea de escribir con gusto, actividad que siento vital.

Del “Central Buenos Aires” distingo al historiador don Diego Luis Molinari.

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Mis latinesComo curiosidad debiera aportar a esta altura algún párrafo

destacando el efecto positivo de haber recibido una educación de seis años de latín de nivel secundario, además de los cursos de lenguas clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La convivencia con Horacio (cuyo nombre llevo después del Carlos paterno), con Virgilio y con Marco Tulio Cicerón, me sellaron de una manera indeleble. No pude llegar a ser el humanista que hubiese sido mi ideal. Pero el sentirme entroncado con una raíz latina me bien ubica dentro de mi mismo.

Un querible humanista residente en Córdoba, aunque nacido en Italia, don José A. Caratti, concentró en su persona una parte no menor de mis ideales juveniles. Nunca sentí hacia el latín el menor rechazo o disconformidad. La memorización de textos y latinajos durante esos años, y la presencia de mi voluminoso diccionario de Valbuena, están muy ligados a sentirme bien.

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Asociaciones a las que me afiliéCon motivo de una vivencia personal en contacto con una destacada familia

cordobesa de rancio abolengo y acendrado catolicismo, la entrañable familia de los hermanos y sobrinos del obispo de La Rioja, Mons. Froilán Ferreyra Reinafé, uno de los fundadores de la Acción Católica Argentina, ambicioné intensificar la práctica de mi religión. A la vuelta de la estadía familiar en Córdoba, me inscribí como aspirante de la Juventud de Acción Católica en la Parroquia del Pilar en Buenos Aires, cercana a mi domicilio, Arenales 2040.

Los tenientes curas de la parroquia del Pilar, de esa época, eran muy destacados. Dos llegaron a ser obispos. Uno de ellos, Adolfo Arana, hijo de un compañero de armas de mi padre, ante quien contraje mi matrimonio en 1951, fue mi mentor en los ideales de la vida devota de San Francisco de Sales.

Con el correr de los años, además de ser miembro de esa institución, incursioné circunstancialmente en la de los Vicentinos (Sociedad de San Vicente de Paul) y en la Tercera Orden Franciscana. Ya casado, integré el Movimiento Familiar Cristiano primero y participé del Movimiento de Cursillos de Cristiandad de San Isidro, hacia 1972.

Fuera de dichas organizaciones, no fui miembro más que de la Asociación Universitaria Argentino - Nortemamericana, de la cual soy socio vitalicio.

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¿Precocidad?No quiero presumir de precocidad. Al llegar a mi adolescencia es válido

constatar que empecé a escribir para los periódicos algunas cortas reflexiones de la época latina clásica, de objetivo inescrutable. Algunos artículos no tan cortos aparecían en “Cátedra del pensamiento católico universal”, el suplemento dominical del diario católico El Pueblo, hacia 1944. Frente a esa absurda realidad, algunos parientes aún jóvenes me consideraban demasiado serio, nada jodón, introvertido y carente de calle. Lo atribuían a los colegios de elite en los cuales me estaba educando y pensaban que el remedio era anotarme en otros más comunes. Lo cierto es que como iba todas las tardes al Archivo General de la Nación a consultar legajos del siglo XVIII y como mi libro de lectura habitual eran, entre otros similares, las actas y los diarios de sesiones de las Asambleas Constituyentes Argentinas editadas por don Emilio Ravignani, mi estructura mental se mostraba fuera de normas y sin coincidencias con la de los jóvenes de mi época. Recibí, es cierto también, algún premio en el concurso de autores noveles de la Sociedad de Historia Argentina. Por último, presentado al Museo de Ciencias Sociales para que me hicieran un test vocacional que aclarara mis incertidumbres, el resultado fue que serviría para cualquier campo del conocimiento al que me quisiera dedicar. Entonces, ¿precocidad?

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UniversitarioComo fue movida mi vida en el secundario, no menos lo fue como

universitario. Me anoté en el doctorado en química de la Universidad de Buenos Aires y al año siguiente también en la Facultad de Filosofía. Al poco tiempo, para seguir a mi familia trasladada para cubrir cargos internacionales, entré a la Escuela de Química de la universidad de Georgetown en Washington, DC. Los jesuitas de Georgetown me invitaron a acelerar mis cursos concurriendo en el verano a la Universidad de George Washington, también en la misma capital. Con el pasar de los años concurrí a la universidad de Purdue en Indiana, especializándome en las escuelas de Bioquímica Agrícola, la de Química Orgánica y la de Ingeniería Química. En el verano me inscribí en la Universidad Complutense, esto es, la Universidad de Madrid. Más adelante actué en el Instituto do Açucar e do Alcool en Praça Mauá, Rio de Janeiro, Brasil, con el Dr José Gomes de Faría, así como años atrás lo había hecho en el Instituto de Fisiología dirigido por el Dr. Bernardo Houssay, cuando aún no había obtenido el premio Nobel.

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Mis primeros trabajos como ingeniero de las fermentaciones

Con mi especialización principal, la de Bioquímica Agrícola, obtenida en la Purdue University de West Lafayette, Indiana, presenté mis antecedentes en varias instituciones y fábricas. Tenía entre 23 y 24 años. Estuve a punto de ser incorporado a la fábrica de neumáticos “General” de Merlo y un par de semanas fui miembro de un puesto menor en los laboratorios dependientes del Ministerio de Salud Pública de La Plata. Pero lo que marcó a fuego mis siguientes 20 años fue mi real primer trabajo: ingresé a la sección Purificación de la fábrica de penicilina de E.R. Squibb and Sons en Martínez, con muchos químicos en esa y otras secciones de la empresa. Estaba en uno de los turnos rotativos. Soy muy alto y en esa época muy flaco con lo cual decían que era espectacular verme meterme en los cristalizadores ya drenados para rasquetear las paredes antes de cargar la tachada siguiente. No lo digo de paso, pues el episodio asociado a ese rasqueteado de paredes fue etapa indispensable para mis días futuros como ingeniero de fermentaciones. Pues el contacto con esos cristales provocó en mí una fortísima alergia a la penicilina G, que me inhabilitaba para seguir en esa sección. Los olores adheridos a mi cuerpo iban a cambiar por otros.

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Mis primeros trabajos como ingeniero de las fermentaciones

Se me pasó así de la sección Purificación a la sección previa (en el diagrama de flujo) denominada Fermentación. Por supuesto que seguía alérgico, pero solamente si me pasaba los dedos (mojados en caldo en fermentación) debajo de la nariz – por la picazón yo podía saber en qué etapa estaba el proceso. Otros efectos no había, fuera de los fuertes olores a fenilacetato mezclado con otros y adheridos a la piel, pese a la ducha final.

En Fermentación pasé muchísimos meses de muy linda experiencia en las teorías fermentativas que me habían enseñado en Purdue y que se actualizaban en los artículos de las revistas de EEUU a las que estaba suscripto.

Realmente entendía bien el tema y el Dr. Alberto Zanetta (padre de un amigo mío) me consiguió el ingreso a una desmesurada fábrica de fermentación alcohólica en construcción en San Nicolás, donde mi quehacer principal durante los primeros meses era la de capacitarme para la inmensa sala de fermentación con 45 fermentadores con 360.000 litros cada uno. El dueño de esa fábrica era la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DiNIE), Renuncié en excelentes términos y dejé atrás los turnos rotativos de Squibb,bastante esclavizantes e incómodos.

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Iluminaciones súbitasYo solo me he metido en el intríngulis de reflejar en un par de humildes

diapositivas temas que trascienden en mucho la cotidianidad de la vida. Podría directamente saltar al tema siguiente y obviarle al lector que deba apelar a su sentido del humor para digerir el contenido de las presentes Algo me disculpa esta pretensión de haber tenido iluminaciones súbitas el hecho que cuando los encuestadores de Gallup hace este tipo de preguntas, las respuestas positivas de la gente superan a las respuestas de otro signo.

Puedo mencionar un par de iluminaciones místicas que han tenido profundas derivaciones en mi vida posterior y dos pares de netas ocasiones de inundarme de sendos efectos Stendahl

El año 1943, (15 años), leyendo la Biblia de Straubinger, una noche en mi dormitorio de nuestro departamento en Arenales 2040 de la ciudad de Buenos Aires, dejé caer el tomito que tenía entre manos y resulté capturado, a continuación, por una intensa inhabitación mística – nada dolorosa – que me llevó a un estado completamente distinto que me pareció más real que el resto de las realidades. Como consecuencia, me afilié a la Acción Católica de la parroquia del Pilar y progresivamente a otras instituciones confesionales católicas ya mencionadas. A la noche siguiente (y algún par de días adicionales) me preparé para la reiteración de la misma experiencia, que contrariamente a mis expectativas, para sorpresa mía no se presentó más

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Iluminaciones súbitasEl año 1972, (45 años), en la capilla de un retiro espiritual ubicado en Pilar

(“La Montonera”), de rodillas y con varios otros concurrentes alrededor mío, entré por segunda vez en mi vida en éxtasis profundo. La experiencia no repitió la que había tenido tres décadas antes pero fue mucho más madura y comprometedora. Como consecuencia actué sobre mis compañeros de misa dominical, así como sobre el mismo curita que nos atendía dándonos la misa, en la zona de Martínez donde residía desde años antes, para que ellos también hicieran esos mismos ejercicios espirituales. Nos reuníamos todos los domingos unos cuarenta varones y de allí salió la primera construcción (hecha personalmente por muchos de ese grupo y del sacerdote mismo) perteneciente a una nueva capilla católica de Martínez, que el obispo de San Isidro denominó al terminar su primera etapa, María Madre de la Iglesia.

Otra consecuencia, muy notable, es la de no haber tenido durante mi vida, duda alguna de fe, de lo que entiendo que es fe fundamental y básica.

Las experiencias laicas de “efecto Stendahl” ocurrieron tres en París (70 años) y una en el lago Buenos Aires de la Patagonia (Calafate). Las de Paría fueron frente al cuadro de La Gioconda de Leonardo (Louvre), frente al cuadro de Chagall Au bec de vin y frente al espectáculo nocturno en uno de los puentes del río Sena. En los cuatro casos quedé absorto más de 40 minutos.

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¿Peligros de muerte?Operaciones en la infanciaCórticopleuritisHéctor Arux y Mario ShejtmanCamino de la conquista del desierto

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Conclusión basada en LeibnizPor introspección conocemos nuestros propósitos e intenciones más

evidentes. Podemos encontrarle sentido a cómo se desarrolla nuestra personalidad en términos de una progresión más o menos racional de metas o causas finales.

En paralelo con esta introspección podemos descubrir– a lo menos en teoría – una red de causas materiales que determinan nuestro destino a través de nuestra conducta – nuestros genes y nuestros memes, la secuencia de ambientes donde nos ha tocado vivir (o en algún caso, que hemos elegido), nuestra cadena de estados mentales y nuestras adaptaciones de supervivencia.

Unas causas – las finales - se han ensamblado con las otras – las materiales – y juntas han plasmado una cristalización de la idea con que Dios nos identifica a cada uno de nosotros.

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Articulación de disciplinasMis viajes de madurezMis creencias religiosas¿Mi estatua interior?Mis obras escritas principalesMis albaceas académicosMis ahijadosMis ventajas comparativasMis hijos y sobrinosMis nietos y sobrino nietosMis bisnietosMis ideas políticas¿Escritos de alguna trascendencia? ¿Poetastro?Mi postura frente a la vida

Mis gigantes gurúsMentores de la vida a quienes no conocíMentores de la vida a quienes conocíMentores profesionales desconocidos Mentores profesionales que conocíMis trabajos como independienteAutores que me fanatizaron Mis viajes de solteroMi noviazgo y casamiento Mi luna de mielEn San NicolásComienzos como docente universitario Mis flaquezas y restriccionesMis callosidades mentalesMis saltos interdisciplinarios

Temas, enunciados pero lamentablemente no escritos.