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    La Lmpara de DigenesBenemrita Universidad Autnoma de [email protected]

    ISSN (Versin impresa): 1665-1448ISSN (Versin en lnea): 1870-4662MXICO

    2006Diego Tatin

    FILOSOFA COMO MEDITACIN DE LA VIDALa Lmpara de Digenes, enero-junio, julio-diciembre, ao/vol. 7, nmero12 y13

    Benemrita Universidad Autnoma de PueblaPuebla, Mxico

    pp. 194-201

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina y el Caribe, Espaa y Portugal

    Universidad Autnoma del Estado de Mxicohttp://redalyc.uaemex.mx

    mailto:[email protected]://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/mailto:[email protected]
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    la cual la vida de los lsofos... es un comentario de la muerte (comentatio

    mortis est),4hasta Epicteto (Que la muerte, el destierro y todas las cosas que

    parecen terribles se presenten ante los ojos cada da, sobre todo la muerte...),5

    Marco Aurelio (La perfeccin moral es esto: pasar cada da como el ltimo), 6y

    sobre todo Sneca. El estoicismo y el cinismo romanos son sabiduras de vida

    y de muerte a la vez que losofas de resistencia a la tirana de los Csares.

    Si bien es a la losofa estoica como meditatio mortisque Spinoza pareciera

    contraponer la proposicin 67 de E, IV segn la cual El hombre libre en nada

    piensa menos que en la muerte, y su sabidura no es una meditacin de la muerte

    sino de la vida (non mortis, sed vitae meditatio est),7 la demostracin subsi-

    guiente matiza la oposicin. Un hombre libre -dice Spinoza all-... no se deja

    llevar por el miedo a la muerte (Homo liber... mortis Metu non ducitur), lo

    cual es tambin una idea eminentemente estoica.8La liberacin del miedo a lamuerte -mediante la meditatio vitaeen Spinoza; a travs de la meditatio mor-

    tisen el estoicismo- es el objetivo comn -y acaso lo sea de toda losofa. Si el

    estoicismo es un ars moriendi, lo es slo en la medida en que coincide con un

    ars vivendi. Por esto habla Epicteto, respecto a las promesas de la losofa, de

    una tchne per bon,9esto es de un arte de la vida, y tambin de una epis-

    tme per bon,10de una sabidura de la vida. El ars moriendiestoico no es

    una libido moriendi, ni tiene vinculacin alguna con el muero porque no mue-

    ro teresiano, fascinacin por la muerte que en la cultura losca contempo-rnea tiene acaso su exponente mayor en el pensamiento de Georges Bataille.

    La meditacin estoica de la muerte deber ms bien ser comprendida como un

    ejercicio de libertad frente a los poderes, internos y externos, a los que nos

    hallamos sometidos, esto es, como una condicin para desatemorizar la vida.

    El solitario lsofo de Amsterdam, por su parte, tiene como blanco la existencia

    supersticiosa y las formas mltiples de su funcionalidad poltica: la promocin del

    temor, la melancola, la tristeza, la inseguridad, que convergen en una inhibicin

    de la potencia siempre susceptible de ser considerada y ejercida en un sentidopoltico merced a un poder cuya ecacia no deriva tanto de su propia materiali-

    dad como del miedo, la ignorancia, la impotencia y el consentimiento de aqullos

    sobre los que se ejerce. Liberarse es meditar la vida porque, en ltima instancia,

    es dejar de temer la muerte. Meditar la vida no signica aqu otra cosa sino un

    amor mundimanifestado en un conocimiento que obtiene su forma plena cuando

    se atiene a las res singulares; as, cuantas ms cosas conoce el alma conforme

    al segundo y al tercer gnero de conocimiento, tanto menos teme a la muerte.11

    A la pregunta cmo ser libre ante el poder de otro, ante los poderes exte-riores que nos someten o nos destruyen?, Spinoza responde: meditando la vida,

    conociendo y amando el mundo, incrementando la potencia para anteponerla a lo

    que la amenaza y resistir a lo que la destruye. A la misma pregunta, Sneca con-

    ere una respuesta altamente impoltica: Medita la muerte; quien dice esto,

    manda que se medite la libertad. Quien aprendi a morir, deja de saber cmo se

    sirve; est por encima de todo poder. Qu le importan la guardia, la crcel, los

    encierros? Tiene abierta la puerta. La nica cadena que nos mantiene atados es el

    amor a la vida,12tambin: ...hasta tal punto no ha de temerse la muerte, que

    gracias a ella nada ha de ser temido. As que oye tranquilo las amenazas de tu

    enemigo.13Esta notable idea senequiana -que por lo dems obtuvo vericacin en

    su propia existencia- de la muerte como desrealizacin de la tirana, como lmite

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    a su expansin omnmoda y totalitaria, que desborda el espacio pblico en rea-

    lidad inexistente como tal para intervenir sobre todos los aspectos de la vida, es

    impoltica en la medida en que antepone a esto no una reaccin estrictamente po-

    ltica sino tica o existencial: todo el poder del tirano resultar impotente frente

    a quien no teme la muerte, como tambin sobre quien no est afectado por la es-

    peranza de los benecios que se presume redundan de su proximidad o adulacin.

    El desapego de la vida, la indiferencia respecto a castigos y premios abren as

    el (no-) lugar de desmoronamiento de cualquier poder. Sin embargo, la libertad

    estoica no hace ostentacin de s, consciente de que provoca la ira de quien no ha

    sabido dejar de servir, as como tambin la de los poderosos a quienes esa misma

    libertad revela su impotencia. El sabio estoico hace uso de una cautela que ha

    de concebirse en similares trminos a la cautela spinozista. Esforcmonos pues

    escribe Sneca en abstenernos de las ofensas... el sabio nunca provocar laira de los poderosos, ms an la evitar como se hace al navegar con tormenta...

    El marinero ms prudente pregunta a los prcticos qu es aquel hervor del mar,

    qu seales dan las nubes, y toma otro rumbo alejado de aquella regin, clebre

    por sus remolinos. Lo mismo hace el sabio: evita el poder que ha de daarle,

    cuidando ante todo de no parecer que lo evita.14Vencer el temor de la muerte,

    que es el origen de la servidumbre poltica, es lo que ensea la meditatio mortis

    estoica. Exactamente a lo mismo apunta la meditacin spinozista de la vida. En

    uno y otro caso, se aprende la libertad a la vez que se prescribe la cautela.15La meditacin de la vida es el efecto inmediato del amor intelectual de Dios; a

    la vez, el principal conocimiento del amor es que no somos sino una parte del todo

    y que la causa primera de lo que hacemos no somos nosotros mismos, sino Dios.

    Este conocimiento nos libera de la tristeza, la desesperacin, la envidia, el miedo

    y otras malas pasiones (TB, II, XVIII, 6), al tiempo que se traduce en una tica de

    la desapropiacin.16El anlisis spinozista de las pasiones deja al hombre completa-

    mente despojado de cualquier idea de mrito y demrito: queda slo un viviente

    que se sustrae a las representaciones de la vanidad, a la burla, a la admiracin, ala competencia, a la alabanza, al desprecio; tambin honra y vergenza, reconoci-

    miento y gratitud son desestimados junto a la opinin de la que dependen se-

    gn la cual somos la causa primera de lo que hacemos, es decir sujetos de nuestra

    potencia.17Queda pues un viviente que procura ms bien promover el mayor incre-

    mento posible de la potencia que lo especica, desarrollar su capacidad de afectar

    y ser afectado, su capacidad de encuentro y de composicin. Consiguientemente,

    la representacin de castigos y premios no ejerce motivacin alguna sobre el

    hombre libre, que desactiva su instrumentalizacin -slo ecaz respecto a unaexistencia regida por la imaginacin- tanto religiosa18, como poltica19y tica.20

    Segn Spinoza, no lleva el hombre la muerte dentro suyo como el fruto lle-

    va la semilla segn apuntaba Hegel-, ni est desde su nacimiento maduro para

    la muerte, como leemos en Ser y Tiempo. Ni, dialcticamente, enemigo de s

    mismo, ni ser-para-la-muerte, ni ser muriente sino, el hombre, un ser viviente

    en el curso inocente de las criaturas que han llegado a ser, y con cuya existencia

    es compatible la nuestra hasta que deja de serlo. Sin patetismo alguno, como

    una forma ms de su amor fati, Spinoza lo dice en el nico axioma que hay en

    la parte cuarta de la tica: En la naturaleza, no se da ninguna cosa singular

    sin que se d otra ms potente y ms fuerte. Dada una cosa cualquiera, se da

    otra ms potente por la que aqulla puede ser destruida por la que a n de

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    cuentas, agrego, ser destruida efectivamente. Esto es lo que sucede, apenas

    esto, y sera todo si no fuera porque un poco ms adelante encontramos una

    lnea que, como al pasar, enuncia lo ms radical y maldito: Quien tiene un cuer-

    po apto para muchas cosas, tiene un alma cuya mayor parte es eterna (E, V,

    39). Esta eternidad, la eternidad de la que habla Spinoza aqu, nada tiene que

    ver con la muerte (no es ni siquiera in-mortalidad), sino, siempre, con la vida.

    De Platn a Heidegger, la losofa se ha concebido como un aprendizajede la muerte y como una preparacin para ella como un largo duelo.En oposicin a casi toda esa historia, la sustraccin del pensamientoy la existencia a esta dimensin tanatolgica es la sintona mayor,el ms elevado punto de convergencia de Spinoza y el epicuresmo.

    Los ms grandes daos, dir Epicuro en la Carta a Meneceouna permanente tur-

    bacin del alma presa del terror y la esperanza es lo que resulta de una mala

    interpretacin de los dioses, del deseo de inmortalidad y de un apetito inmode-

    rado de placeres; la vida y el placer sometidos a la mala innitud, son la fuente

    misma de la desgracia que se corrobora en los hombres de todos los tiempos. No

    se trata de aprender a morir, sino de aprender que la muerte no tiene nada que

    ver con nosotros pues o est ella, o estamos nosotros, de manera que deja

    de vivir con temor quien comprende que no hay nada temible en no vivir. ParaEpicuro no es el dolor que, o es prolongado pero sutil, o intenso pero corto- lo

    que anula el placer, sino antes bien es el miedo; igualmente, no la muerte en

    s misma sino las ansias de inmortalidad es lo que impide una gozosa mortali-

    dad terrena. Sometidos a un crculo de temores y esperanzas algo muy seme-

    jante a lo que Spinoza llamar fuctuatio animi, el comn de la gente unas

    veces huye de la muerte por considerarla la ms grande de las calamidades y

    otras veces la aora como solucin a las calamidades de la vida. 21 Lo mismo

    dir Lucrecio en uno de los pasajes ms impresionantes del De rerum natura:...el temor a morir inspira a los humanos un odio tal a la vida y a la vista de

    la luz, que con pecho aigido se dan ellos mismos la muerte (III, vv. 79 y ss.).

    La transmutacin del miedo a la muerte en una aoranza suya se verica as en

    las vidas sometidas a la supersticin y la desgracia, una cosa por la otra, y distrae

    a los seres de la felicidad que siempre y nicamente es posible alcanzar en la vida

    con lo que la vida otorga. En otras palabras, un hombre libre en nada piensa me-

    nos que en la muerte, y su sabidura no es una meditacin de la muerte, sino de

    la vida. El pensamiento no concede negatividad alguna, denuncia la creencia de

    que las criaturas estn afectadas de muerte, disipa los dispositivos teolgico-pol-

    ticos que separan a los hombres de lo que son y de lo que pueden ser inhibiendo su

    vis existendi y anulando la potencia de la que estn dotados en cuanto vivientes.

    La muerte, Lucrecio lo repetir una y otra vez, viene de fuera;22aunque morimos,

    no somos seres para la muerte sino para la felicidad en esta vida. En cuanto a

    Spinoza, tampoco en su losofa morimos porque seamos para la muerte; antes

    bien, la destruccin es el cumplimiento de un axioma que rige el juego de las

    criaturas cuya ntima ley es, sin embargo, siempre la perseverancia. La cesacin

    que afecta a la existencia modal es siempre una desavenencia de la parte con eltodo, o con otras partes ms potentes y contradictorias con su existencia, mas

    nunca, entonces, podr decirse de un ser que est maduro para la muerte.

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    Como el estoicismo, como el epicuresmo, tambin el spinozismo es una lo-

    sofa de la cautela que, ante todo, busca pensar y cumplir una forma de vida. No

    encontraremos en ella ni provocacin, ni confrontacin con el entorno adverso,

    ni nada que pueda activar las malas pasiones de los poderosos o de quienes se

    hallan sometidos a la supersticin. Vive de tal modo que pases desapercibido,

    dice Epicuro en un fragmento que tal vez pueda vincularse con la consigna spi-

    nozista de hablar ad captum vulgi, segn la capacidad del vulgo, y de imitar las

    costumbres ciudadanas que no se oponen a nuestro objetivo.23 Resulta extra-

    o que todos los testimonios acerca de la vida de Epicuro y de Spinoza hablen

    de sencillez, temperancia, continencia, honestidad y amabilidad en el trato, a

    la vez que la voz epicuresmo haya sido empleada siempre como sinnimo de

    cualquier desenfreno, imaginario o real y adjudicada en ese sentido a Spinoza

    mismo-,24 en tanto que se ha llamado spinozistas a todos aquellos que apenassi tienen religin y no lo ocultan demasiado, segn deca Pierre Bayle en su

    artculo del Dictionnairedonde, por lo dems, hace clebre la imagen escan-

    dalosa y casi contradictoria en los trminos en el siglo XVII del ateo virtuoso.

    Una vida epicrea tiene dos grandes principios: el conocimiento y la amistad.

    Por primera vez es pensada una forma de comunidad entre los hombres que pres-

    cinde de todo lazo religioso, social o poltico.25La amistad recorre el mundo ente-

    ro reclamando a todos nosotros que despertemos a la felicidad (SV, 52), pero para

    ello hay que liberarse de la crcel de la rutina y de la poltica (SV, 58). Una vidaspinozista, una existencia que incrementa al mximo su potencia de vivir, de pensar

    y de afectar, tiene igualmente esos dos principios, el conocimiento y la amistad,26

    slo que aqu el de amistad no es un concepto contrapuesto a la poltica sino ms

    bien el principio de posibilidad de una existencia civil. En Spinoza ser la poltica

    una de las vas maestras hacia una forma de vida en la que las potencias singulares

    obtienen su intensidad mayor como potencia comn, comopotentia democratica.

    Recepcin del artculo: mayo de 2006.

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    14Ibd., XIV; el subrayado es nuestro.15El pensamiento de Spinoza tiene seguramente en Sneca una fuente impor-

    tante, ms all de la manera opuesta de comprender las pasiones y comportarse

    frente a ellas, de la crtica spinozista a la vita solitariaprescrita por el sabio

    estoico, etc. En la biblioteca de La Haya que Spinoza dej al morir, pudieron ser

    inventariadas una edicin de las Tragoediae(Basilea, 1541) y dos ediciones de

    las Cartas: una latina editada por Justo Lipsio, Epistolae(1659) y una holandesa

    traducida por Jan Glazemaker,Alle de Brieven...(Amsterdam, 1654). De hecho,

    Spinoza alude a Sneca en dos pasajes de su obra: en E, IV, 20, esc. se ejem-

    plica con el suicidio de Sneca inducido por Nern -mostrando que el lsofo

    de Crdoba no iba contra su naturaleza sino que buscaba evitar un mal mayor a

    travs de otro menor- que nadie deja de apetecer su utilidad, o sea, la conser-

    vacin de su ser, como no sea vencido por causas exteriores.... La otra mencintiene lugar en el captulo V del Tratado teolgico poltico: No obstante -escribe

    Spinoza all-, tampoco la naturaleza humana soporta ser coaccionada sin lmite,

    y, como dice Sneca, el trgico, nadie ha mantenido largo tiempo estados de

    violencia, mientras que los moderados son estables.

    Una originaria vinculacin de Spinoza al estoicismo fue realizada por W. Dilthey:

    die ganze eigentliche Ethik Spinozas, das Ziel seines Werkes auf dir Stoa ge-

    grndet ist... (Gesammelte Schriften, Bd. II: Weltanschauung und Analyse des

    Menschen seit der Renaissence und Reformation, 1970, p. 285). En lo que res-pecta a la liacin estoica de algunos conceptos fundamentales de la ontologa

    spinozista, ver el trabajo de Marc Narbonne, La notion de puissance dans son

    rapport la causa suichez les stociens dans la philosophie de Spinoza, en

    Archives de Philosophie, t. 58, 1, 1995, pp. 35-53.16Por otra parte, este conocimiento [que somos parte de un todo] hace que,

    despus de realizar algo excelente, no presumamos de ello..., sino que, por el

    contrario, todo cuanto hacemos lo atribuimos a Dios, ya que l es la primera y

    nica causa de todo cuanto realizamos y ejecutamos (TB, II, XVIII, 3).17Vase TB, II, XII, 2, y tambin ibid., II, XIII, 2. Con respecto a la conside-

    racin de la gratitud es posible advertir una reformulacin importante, pues si

    en el pasaje indicado del TB Spinoza escribe: Bien s que la mayor parte de los

    hombres juzgan que estas pasiones [reconocimiento y gratitud] son buenas. Mas

    eso no impide que yo me atreva a decir que no deben tener lugar alguno en el

    hombre perfecto, en la Eticase hace de la gratitud una capacidad propia de la

    libertad, de manera que Slo los hombres libres son entre s muy agradecidos

    (E, IV, 71). Ms an, en E, IV, 70 se recomienda en la medida de lo posible(quantum potest) evitar el benecio de los ignaros, puesto que, debido a su

    ingenium, stos procurarn siempre una devolucin de tal benecio con otro be-

    necio que ellos juzguen (ex eorum affectu) equivalente; no obstante, el escolio

    explicita la restriccin (Dico quantum potest...): con frecuencia se reciben bene-

    cios de los homines ignari; en ese caso -dice Spinoza- es necesario agradecerles

    dichos benecios segn su ndole propia (ex eorum ingenio congratulari). Por

    consiguiente, en la Eticala gratitud plena es propia de la amistad que relaciona

    a los hombres libres, en tanto que la gratitud por relacin a los ignorantes cuan-

    do prestan un benecio debe practicarse ex eorum ingenio, para no ser odiados

    por ellos.18E, V, 41, esc., donde Spinoza denuncia la esclavizacin y la pasividad a la que

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    conduce la imaginacin de una trascendencia que administra castigos y premios,

    segn lo cual los ms conciben todo lo relacionado con la fortaleza de nimo y

    las formas de la vida buena como una carga y una esclavitud de la que espe-

    ran (sperant) liberarse tras la muerte para recibir el premio de su tristeza, y que

    asumen por miedo a ser castigados con crueles suplicios, etc. Asimismo, en la

    carta 43 a Ostens, en la que Spinoza responde a un paneto de Velthuysen contra

    el TTP (seguramente se trata del primer escrito -que inaugura una serie inter-

    minable- redactado contra el TTP, pues la carta data de 1671) encontramos una

    crtica del miedo inspirado por la religin: Mas creo ver en dnde est empanta-

    nado este hombre. En efecto, como no encuentra en la virtud misma ni en el en-

    tendimiento nada que le agrade, preferira vivir segn el impulso de sus afectos,

    si no se lo impidiera una sola cosa: que teme el castigo (paenam timet). Por con-

    siguiente, se abstiene de las malas acciones y cumple los preceptos divinos comoun esclavo... De ah que l crea que todos aquellos que no se contienen con ese

    miedo, viven desenfrenadamente y dejan toda religin (Correspondencia, carta

    43, pp. 287-289; tambin TTP, cap. IV, pp. 139-140; y E, II, 49, esc.).19El hombre que se gua por la razn, en cuanto aspira a una vida libre y a

    conservar su ser se sujeta a las reglas y a la utilidad comunes; esto es, no obser-

    va las leyes comunes del Estado por miedo a los castigos que implicara su des-

    obediencia, ni en virtud de alguna esperanza de lograr un premio que no sea la

    libertad misma inmanente a la vida poltica que se atiene al derecho natural delos hombres (ver E, IV, 73).20La ltima proposicin de la Eticaconcentra la ms elevada implicancia prc-

    tica de la inmanencia ontolgica spinozista: La felicidad (beatitudo) no es el

    premio a la virtud (virtutis praemium), sino la virtud misma; y no gozamos de

    ella porque reprimimos nuestras concupiscencias (libidines), sino que podemos

    reprimir nuestras concupiscencias porque gozamos de ella (E, V, 42).21Epicuro, Carta a Meneceo, 125, en Obras completas, versin de Jos Vara,

    Ctedra, Madrid, 1996, p. 88.22...cuando a un animal cualquiera lo hiere un golpe ms fuerte de lo que su

    naturaleza soporta... se disuelve la disposicin de los tomos, y en lo ntimo del

    ser se suspenden los movimientos vitales (II, vv. 944-948); tambin III, vv. 806 y

    ss. (donde los agentes destructores no slo conciernen al cuerpo sino tambin

    al alma, y en este caso son los tormentos por el futuro, el miedo, la culpa, etc.);

    V, vv. 364-379, etc. Se recordar tambin, en Epicuro, Sentencias vaticanas, 14:

    Nacemos una sola vez y dos, no nos es dado nacer... Pero t, que no eres dueo

    del da de maana, retrasas tu felicidad y, mientras tanto, la vida se va perdien-do lentamente por ese retraso, y todos y cada uno de nosotros, aunque por nues-

    tras ocupaciones no tengamos tiempo para ello, morimos (op. cit., p. 99).23Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento, op. cit., p. 81; G, II, p.9.24Ver el trabajo de Jacqueline Lagre, Spinoza athe & picurien, en

    Archives de philosophie, 57, 1994, pp. 541-558.25Cfr.Carlo Viano, picure: la philosophie du plaisir et la socit des amis, en

    Les tudes philosophiques, 42, 1967, pp. 173-186.26El concepto de amicitiaes signicativo en la estructura de la parte IV de la

    Eticay, sobre todo, en el Epistolario.