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MAURICIO BEUCHOT LOS PROCESOS DE LA INTERPRETACIÓN Nota introductoria de GUILLERMO HURTADO UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL DIRECCIÓN DE LITERATURA MÉXICO, 2015

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MAURICIO BEUCHOT

LOS PROCESOS DE LA INTERPRETACIÓN

Nota introductoria deGUILLERMO HURTADO

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL

DIRECCIÓN DE LITERATURA

MÉXICO, 2015

Diseño de colección, nueva época: Mónica Zacarías NajjarFotografía: cortesía del autor

Primera edición: agosto de 2015

DR © 2015, Universidad Nacional Autónoma de MéxicoCiudad Universitaria, Delegación CoyoacánC.P. 04510 México, Distrito FederalCoordinación de Difusión CulturalDirección de Literatura

ISBN: 978-607-02-7072-7

Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad NacionalAutónoma de México. Todos los derechos reservados. Prohibida la repro-ducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita deltitular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México

NOTA INTRODUCTORIA

El filósofo mexicano Mauricio Beuchot es autor deuna obra que ocupa un sitio de indiscutible impor-tancia en la historia del pensamiento en lengua es-pañola.

Autor prolífico, de prosa clara y pulida —en laque, a veces, se adivina su familiaridad con la lengualatina—, Beuchot se ha ocupado de todos los temasde la filosofía.

En los inicios de su carrera académica, Beuchotrealizó valiosos estudios sobre la filosofía medieval ynovohispana, dando a conocer a sus contemporáneosla riqueza de ese legado que nos es propio pero igno-rado. Su libro La filosofía del lenguaje en la EdadMedia se convirtió en un clásico instantáneo y sustraducciones al español de textos escolásticos siguensiendo ejemplares.

En 1997 publicó una de las obras centrales de lafilosofía iberoamericana contemporánea: Tratado dehermenéutica analógica. Este libro es la piedra angu-lar sobre la cual Beuchot ha desarrollado un sistemafilosófico propio del mismo nombre, y fue también eldetonador de una escuela filosófica homónima que secultiva en diversos países del mundo.

¿Pero en qué consiste esta filosofía? Entre los ex-tremos del univocismo y del equivocismo, Beuchotdefiende la analogía como el principio de la herme-néutica, es decir, de la ciencia o arte de la interpre-tación. Esta idea, en apariencia sencilla, fue recogidapor cientos de filósofos para utilizarla en numerosasaplicaciones en los campos de la antropología, la psi-

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cología, la pedagogía, el derecho, la historia, la teoríaliteraria y la teología.

La hermenéutica analógica se opone al relati-vismo, el escepticismo y el nihilismo de nuestrostiempos. Frente a Nietzsche, que sostiene que no hayhechos sino sólo interpretaciones, Beuchot afirmaque sí hay hechos y que, aunque puede haber variasinterpretaciones válidas de ellos, no todas lo son porigual: unas lo son más que otras. O dicho de otromodo, no se censuran las diferentes lecturas de loshechos, pero se las contiene, se las ordena y se lasjerarquiza sin imponer una sola como la verdadera.

Aunque la noción de analogía que rescata Beu-chot es de origen medieval y, a fin de cuentas, aris-totélica, la manera en la que él la recupera le hainyectado vigor y actualidad. En la cultura mexicanatenemos dos antecedentes de pensadores que dedica-ron páginas brillantes al tema de la analogía: Vascon-celos y Paz. La hermenéutica analógica, como ha sidoseñalado por varios autores, es una filosofía con pro-fundas raíces en la cultura iberoamericana.

Pero el asunto va más allá de la interpretaciónde textos literarios. El rescate que ha hecho Beuchot dela analogía como una actitud ante los problemas a losque nos enfrentamos en cualquier campo tiene reper-cusiones en la manera en la que vivimos. La filosofíade Beuchot es una filosofía de la conciliación, de lamesura, del acuerdo. Una filosofía que nos previenede los extremismos y nos indica el camino hacia eldiálogo constructivo y tolerante. Una filosofía paraconstruir la paz dentro de la pluralidad.

Beuchot es un generoso erudito que ha trabajadoinfatigablemente por la cultura mexicana. Toda sucarrera académica la ha hecho en la UNAM, primeroen el Instituto de Investigaciones Filosóficas y luego

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en el Instituto de Investigaciones Filológicas. Susalumnos y discípulos se cuentan por centenares. Beu-chot es, sin duda, uno de los grandes maestros conlos que ahora cuenta la nación.

GUILLERMO HURTADO

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LOS PROCESOS DE LA INTERPRETACIÓN

I. INTRODUCCIÓN

En las humanidades nos damos al trabajo de interpre-tar textos. La rama del árbol de la filosofía que nosenseña los procesos generados en esa ardua labor esla hermenéutica, la cual está muy presente en el pen-samiento de hoy, a tal punto que se habla de la edadde la interpretación, o de la hermenéutica, para de-signar el momento actual. Pero hay que tener cuidadocon el tipo de herramienta que empleamos y exami-nar con detenimiento lo que conviene a nuestros afa-nes en este tipo de saberes.

Así pues, deseo hacer una exposición introduc-toria de lo que es o aspira a ser una hermenéuticaanalógica.1 Para tal efecto, primero hablaré de la her-menéutica en general, con el fin de dar una idea so-mera pero suficiente de ella, para después detallarlo que a esa noción añadiría el concepto de analogía.Habrá que exponer, por lo tanto, también muy bre-vemente ese concepto, del que toma su nombre lahermenéutica analógica, a fin de que sea compren-dido con claridad.

La hermenéutica analógica surge como una ten-tativa de respuesta, como un intento de solución, oquizá como una puerta hacia aires más respirables, eneste momento en que la pugna entre la univocidad yla equivocidad ha fatigado demasiado los espíritus. Porcombatir el univocismo, que toma cuerpo en posturas

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1 Para una presentación más detallada, cfr. Mauricio Beuchot, Tra-tado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de inter-pretación, UNAM, México, 5ª ed., 2015, p. 31 y ss.

racionalistas, cientificistas y positivistas, se ha dadoun lugar desmedido al equivocismo, que encarna enlos relativismos, subjetivismos y escepticismos, tanfrecuentes en nuestro momento. Hace falta unapostura intermedia, un tertium quid, una salida di-ferente. Y eso es lo que trata de construir la herme-néutica analógica. Pero, de acuerdo con lo dicho,comencemos por exponer la idea general en la quese contiene.

II. QUÉ ES LA HERMENÉUTICA

Esta rama de la filosofía es la disciplina que se ocupade la interpretación de textos. Interpretar es com-prender en un sentido dinámico, según el cual se vaprofundizando cada vez más en el significado. Lostextos pueden ser escritos, hablados y actuados. El tex-to supone un autor, que es quien lo ha producido, yun receptor o intérprete, que no siempre es el desti-natario que el autor tenía en mente. Así, en el textoconfluyen dos intencionalidades, a veces opuestas: ladel autor y la del lector.2 La intencionalidad del autores aquello que éste quiso expresar en su texto, y ladel lector es lo que él interpreta en el texto. Como seve, las dos intencionalidades no siempre coinciden;el lector en ocasiones no interpreta en el texto loque el autor quiso que se interpretara. Algunos au-tores, como Umberto Eco, hablan de una intenciona-lidad del texto, de una suerte de vida propia que éste

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2 Entiéndase que hablo aquí del lector por antonomasia y, comoes usual, para abarcar no sólo al que lee un texto escrito, sinotambién al oyente que escucha un texto hablado o al que observauna acción significativa.

llega a adquirir, de un mensaje muy distinto que seproduce según los múltiples lectores que lo interpre-tan.3 Aquí se origina un conflicto de intencionalida-des y, si damos la preferencia al autor, estamospropiciando una hermenéutica objetivista, que creeque se puede rescatar la intención de éste de manerapura y exacta. No obstante, en vista de que esto casinunca es alcanzable, si damos la preferencia al lector,estamos promoviendo una hermenéutica subjetivista,la cual llega a serlo a veces de manera excesiva; poreso, me parece que se requiere buscar una soluciónintermedia que no peque de simplismo a partir de unaidea de término medio trivial e inútil, sino que separecoger ese ideal de los griegos de un término mediovirtuoso, a la vez complejo y rico, difícil y fecundo,ya que es la virtud o areté, sobre todo la de prudenciao phrónesis4, lo que nos guía en el fondo en la vida.

Para interpretar un texto, se busca el contexto enel que fue producido, pues interpretar es poner untexto en su contexto, lo cual requiere un trabajoarduo. Además de saber el idioma en el que el textoestá escrito, es necesario investigar al autor, suépoca, su cultura, sus ideas, y demás elementos quenos puedan hablar de sus intenciones textuales. Tam-bién hay que ponderar la relación que el texto tienecon nosotros, seamos o no los destinatarios que elautor imaginaba y, aun en el caso de no ser esos

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3 Umberto Eco, Los límites de la interpretación, Lumen, Barcelona,1992, p. 29 y ss.4 La idea de la phrónesis como el modelo de la hermenéutica,como el esquema o estructura del acto interpretativo, es una tesisprincipal de Hans-Georg Gadamer, uno de los más grandes her-meneutas de nuestra época. Cfr. Jean Grondin, Introducción a Ga-damer, Herder, Barcelona, 2003, pp. 164-170.

destinatarios, captar qué nos dice a nosotros el texto.Esto es, ubicarnos en contexto frente al texto, anali-zar nuestra recepción del mismo. Gadamer decía quetoda interpretación es, al mismo tiempo, una autoin-terpretación. Al interpretar un texto, nos colocamosfrente a él (y frente a su autor).

Al interpretar un texto, al ubicarnos frente a él,al sentirnos interpelados por él, planteamos una ovarias preguntas: ¿qué dice el texto?, ¿qué quisodecir su autor?, ¿qué me dice a mí ahora?, y otras se-mejantes. Nos situamos frente al texto con la admi-ración que, según Aristóteles, nos hace investigar y,según Peirce, nos mueve a hacer una abducción o alanzar una o varias hipótesis interpretativas, casisiempre más de una. Luego, nos damos a la tarea deeliminar las hipótesis improcedentes para quedarnoscon las mejores o la mejor, y en ello las ponemos aprueba, es decir, las contrastamos con la informaciónque logramos recabar acerca del texto, para ver si lo-gramos rescatar la intencionalidad del autor, lo queéste quiso expresar. Al elegir una hipótesis comoprincipal, al tratar de apoyarla argumentativamente(así sea con una argumentación sólo retórica o tópica,y no, por supuesto, apodíctica), hacemos una deli-beración y la establecemos como tesis, como juiciointerpretativo o como respuesta a la pregunta inter-pretativa del comienzo. Según se ve, allí se da la es-tructura de la prudencia o phrónesis, como queríaGadamer, pues preguntar acerca del texto, deliberarpara proponer hipótesis y elegir las más viables, es elprocedimiento de esta virtud. Y no sólo Gadamer sos-tenía eso; también Popper, el gran filósofo de la cien-cia, llegó a decir que en el trabajo científico se elegíaentre dos teorías rivales no tanto por argumentaciónlógica sino por phrónesis, aplicando esa deliberación

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prudencial que nos haría encontrar las más adecuadasy fructíferas para la investigación subsiguiente.5

He dicho que interpretar textos es lo que hace-mos primordialmente en las ciencias humanas, sobretodo en la filosofía. Por eso la hermenéutica va siendocada vez más aceptada como un instrumento cognos-citivo importante para este saber. De hecho, la her-menéutica se ha colocado como la disciplina másimportante en la filosofía actual, llamada tardomo-derna o posmoderna. La posmodernidad es típica-mente hermenéutica, a veces con riesgo de exagerarsu presencia y sus límites. Pero se ha abusado de unahermenéutica equívoca; por ello, sin caer en una her-menéutica unívoca contraria, es conveniente alcanzaruna hermenéutica analógica.

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5 El mismo Gadamer compara la falsación de teorías de Poppercon la phrónesis o filosofía práctica de Aristóteles. Apunta: “Tam-bién cabe señalar que la teoría del trial and error desarrolladapor Popper no se limita en absoluto a la lógica de la investigacióny que, a pesar de toda la reducción y estilización de este es-quema, presenta un concepto de racionalidad lógica que se ex-tiende mucho más allá del campo de la investigación científica ydescribe la estructura básica de toda racionalidad, también la dela «razón práctica». Naturalmente, no hay que entender la racio-nalidad de la razón práctica sólo como la racionalidad de los me-dios con respecto a los fines dados. Precisamente la formulaciónde nuestros fines, la formación de las finalidades comunes denuestra existencia social, están sometidas a la racionalidad prác-tica, que se confirma en la apropiación crítica de las normas quenos guían en nuestro comportamiento social. De esta manera,también la posibilidad de disposición del mundo de los mediosque elabora la ciencia tiene que adecuarse a la racionalidad prác-tica.” Hans-Georg Gadamer, “¿Filosofía o teoría de la ciencia?”,en La razón en la época de la ciencia, Alfa, Barcelona, 1981, pp.107-108.

III. UNA HERMENÉUTICA ANALÓGICA

Para hablar de la hermenéutica analógica, una vezque hemos tratado de la hermenéutica en general,consideremos ahora la analogía, que es la noción quele sirve como vertebración. Tenemos como ventajaque el concepto de analogía posee una ya larga tra-dición, desde los griegos hasta la actualidad. Pero haheredado en diferentes épocas varias distorsiones,por lo que conviene tener cuidado, precaverse bienante ellas. La analogía no es la simple semejanza,sino que en ella predomina la diferencia: es compleja.Requiere que sepamos más en qué difieren las cosasque en qué se parecen. La idea simplista de analogíacomo mera semejanza es la que, con toda razón,causó suspicacia en autores acuciosos, como Foucault,quien denunciaba su uso en el hermetismo renacen-tista, para el que todo se asemejaba a todo, indiscri-minadamente.6 Pero no, la analogía es algo muchomás serio.

La analogía es, en la filosofía del lenguaje de todoslos tiempos, un modo de significación intermedio entreel unívoco y el equívoco.7 El significado unívoco pre-tende ser idéntico, claro y distinto; el equívoco es to-talmente diferente e inconmensurable, sujeto aoscuridad y relativismo. En cambio, el significado ana-lógico es en parte idéntico y en parte diferente, pre-dominando la diferencia, porque la semejanza mismaasí se nos muestra en la experiencia humana. “Ana-logía” significa en griego “proporción”.

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6 Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México,1978, pp. 26-52.7 Umberto Eco, Semiótica y filosofía del lenguaje, Lumen, Barce-lona, 1990, p. 193 y ss.

Los genios de la analogía fueron los pitagóricos,filósofos presocráticos y grandes matemáticos, quie-nes introdujeron la idea en la filosofía. A partir de laproporción, definida como a:b::c:d, encontraron la ar-monía en la música e investigaron las propiedades delas cosas en la física y la astronomía. También la usa-ron al descubrir los números irracionales y para expli-car la inconmensurabilidad de la diagonal, lo cualmanifiesta que la analogía o proporción ayuda a supe-rar la irracionalidad y acercar elementos que pareceninconciliables entre sí. Los pitagóricos transmitieronla idea a Platón, quien tuvo muchos amigos partidariosde esta corriente, como Timeo de Locres, Lisis y Teeteto,entre otros. Platón recogió la aplicación moral de laanalogía o proporción en forma de virtud (areté) enla prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia,según se advierte en la República. Pareja utilizaciónmoral de la analogía o proporción, en el ámbito delas virtudes, se observa en Aristóteles, en su Ética aNicómaco. Sin embargo, Aristóteles abordó la idea deanalogía de una manera más teórica, especulandoacerca de sus propiedades semióticas y epistemológi-cas. Estudió la analogía en su filosofía del lenguajeentre la sinonimia y la homonimia, esto es, entre launivocidad y la equivocidad. También añadió, a la ana-logía como proporción, la analogía que después se lla-mará de atribución, es decir, la atribución jerárquicade un predicado, que posee un analogado principal yanalogados secundarios, según cierta gradación desdelo más propio hasta lo más impropio. Por ejemplo, elpredicado “sano” se puede aplicar al organismo, al ali-mento, al medicamento, al clima, e incluso a la orina,en cuanto signo de salud para los médicos.

La teoría de la analogía atravesó la Edad Media,presente primordialmente en Santo Tomás de Aquino.

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Al llegar al Renacimiento, encontró sistematizaciónen Tommaso de Vio, el cardenal Cayetano, quien leasignó una clasificación muy aceptada. Cayetano di-vidió la analogía en los dos tipos que ya conocemos:la analogía de atribución y la analogía de proporcio-nalidad. A esta última la clasificó en otras dos: la deproporcionalidad propia y la de proporcionalidad im-propia o metafórica. La propia usa términos en sen-tido no figurativo o tropológico, por ejemplo: “Elinstinto es al animal lo que la razón al hombre” o“Las alas son a las aves lo que las aletas a los peces”.La impropia es una clase muy importante de metá-fora, la metáfora analógica, presente en, por ejemplo:“El prado ríe”, expresión que comprendemos a partirde la proporción siguiente: “Las flores son al pradolo que la risa al hombre”, en el sentido de dar alegría.

Como se ve, la analogía es muy amplia y puedeoscilar entre lo metafórico y lo metonímico, entre laanalogía de proporcionalidad impropia o metafóricay la analogía de proporcionalidad propia y la de atri-bución, más metonímicas. Abarca la metáfora y la me-tonimia, las cuales, según el semiótico RomanJakobson, son los dos polos del discurso humano, losdos extremos de nuestra racionalidad.8 La analogíaabarca y abraza a la metáfora y la metonimia, haceintersección entre ellas; por lo tanto, puede modu-larlas e interpretar, cuando sea conveniente, de unamanera metafórica, de una manera metonímica, o deuna manera mixta. Contiene riqueza.

La analogía casi se perdió en la modernidad, perose refugió en los barrocos, luego en Giambattista Vicoy después en los románticos. Pasado ese tiempo mo-

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8 Roman Jakobson, “Lingüística y poética”, en Ensayos de lin-güística general, Origen/Planeta, México, 1986, p. 381 y ss.

derno en que fue rechazada, preterida o incomprendida(tal vez por enigmática y molesta), muchos pensadoresestán tratando ahora de recuperarla. Alguien que su-brayó el valor de la analogía hace poco fue OctavioPaz.9 Más recientemente, Enrique Dussel, en México,Juan Carlos Scannone, en Argentina, y Germán Mar-quínez Argote, en Colombia, la han rehabilitado. Dehecho, existe todo un movimiento en torno a la her-menéutica analógica en América Latina, y ya co-mienza a desplazarse a otros países.

En consecuencia, la hermenéutica analógica tratade superar la distensión que se da en el presenteentre las hermenéuticas unívocas y equívocas. La her-menéutica, a lo largo de toda su historia, ha sido ja-lonada entre el univocismo y el equivocismo, demodo que puede hablarse de una hermenéutica uni-vocista, que restringe las posibilidades de la inter-pretación, y de una hermenéutica equivocista, queabre en demasía dichas posibilidades, hasta el puntode no poder discernirse entre una buena interpreta-ción y otra incorrecta. En esta época que llamamosde tardomodernidad o posmodernidad, ha habido unamayor tendencia hacia la hermenéutica equívoca. Y,como la analogía se halla semánticamente entre launivocidad y la equivocidad, ha existido la necesidadde implementar una hermenéutica analógica, cuyascaracterísticas consideraremos ahora. Unas son es-tructurales y otras funcionales, pero obviamenteestán conectadas entre sí y guardan una estrecha de-pendencia las unas con las otras.

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9 Cfr. su excelente libro Los hijos del limo, Seix Barral, Barcelona,1990.

Estructura de la hermenéutica analógica

La hermenéutica analógica tiene, como es natural, lacaracterística de ser mediación entre una hermenéu-tica unívoca y otra equívoca.10 No posee la exactitudo rigidez de la primera, pero tampoco incurre en lasextralimitaciones que cabrían en la segunda; trata desituarse como participando de ambas, aunque sinquedarse en un término medio equidistante, sino quese inclina más a la diferencia. En efecto, la analogía seencuentra entre la identidad y la diferencia, pero enella predomina la última sobre la primera. Así, unahermenéutica analógica estará más inclinada a laequivocidad que a la univocidad (mas no por eso sederrumba en aquélla), como conciencia de su carácterhumano y falible. Este predominio de la diferencia enla analogía tiene varias consecuencias estructuralesen la hermenéutica analógica, reflejadas en su mismavertebración interna, y que trataré de enumerar acontinuación.

1) Si incorporamos la analogía a la hermenéutica,tendremos una hermenéutica más amplia que la pu-ramente univocista y más estricta que la puramenteequivocista. Nos ayudará a evitar y superar la inter-pretación unívoca (moderna y positivista) y la in-terpretación equívoca (romántica y posmoderna).Una hermenéutica analógica va más allá que una her-menéutica unívoca, como la de muchos modernos ypositivistas, la cual ni siquiera puede considerarse

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10 Mauricio Beuchot, Perfiles esenciales de la hermenéutica, UNAM,México, 4ª ed., 2005, p. 21 y ss.

hermenéutica, pues excluye la polisemia o el múltiplesignificado, y también más allá de la hermenéuticaequívoca de muchos románticos y posmodernos, lacual se hunde irreductiblemente en la polisemia. Enuna hermenéutica analógica, en cambio, se tiene laposibilidad de retomar en cierta medida la univocidado identidad y en cierta medida la equivocidad o dife-rencia, aunque en ella predominará esta última. Así,nos hará evitar los extremos del impasse entre uni-versalismo y relativismo. Conservará la diferencia sinperder del todo la identidad, a través de la semejanza.

2) La hermenéutica analógica tendrá los distintosmodos de la analogía que se señalan en la tradiciónpitagórica, aristotélica y tomista, es decir, abarcará ladesigualdad, la atribución, la proporcionalidad propiay la proporcionalidad impropia o metafórica. Esto úl-timo nos indica que contiene la metaforicidad. Perola metáfora es sólo una de las formas de la analogía;ésta incluye también la metonimia, con lo cual aportaun espectro más amplio que la hermenéutica meta-fórica, por ejemplo, la planteada en ciertos momentospor Paul Ricoeur.11 En efecto, hay una parte metafó-rica en la analogía, que es la proporción impropia,aunque también hay analogías innegablemente me-tonímicas, como las de desigualdad, de atribución yde proporcionalidad propia. Si, como sostiene Jakob-son, la metonimia es el origen de la ciencia y la me-táfora el de la poesía, en la analogía tenemos elespacio suficiente para interpretar lo científico y lopoético, respetando su especificidad, y hasta paraencontrar algunos puntos en los que se toquen oentrecrucen, de manera que, en cierta medida y sin

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11 Paul Ricoeur, La metáfora viva, Ediciones Europa, Madrid, 1983,p. 423 y ss.

confusión, lo científico pueda interpretarse poética-mente y lo poético científicamente.

Además, la oscilación entre la analogía de atribu-ción y la de proporcionalidad nos dará la posibilidadde contar con una aplicación jerarquizada como en laprimera, pues la atribución implica un orden gradualde aproximación al texto o a la verdad textual. La se-gunda, que es más lineal o igualitaria, nos permitiráuna serie de interpretaciones más próximas entre sí,y sólo diversas por la manera en que se complemen-tan. Pero en ninguno de los dos casos se perderá lacapacidad de juzgar y evaluar cuáles se acercan mása la verdad del texto en cuestión, ya sea por la jerar-quía de aproximación a la verdad textual, ya sea porel carácter más rico y completo que tengan.

3) La hermenéutica analógica consigue abrir elámbito de las interpretaciones, pero sin que se vayanal infinito. No se considera válida tan sólo una inter-pretación, como en el positivismo, que es una her-menéutica univocista, pero tampoco se califican casitodas como válidas, al modo de algunos posmodernos,que ya transitan por una hermenéutica equivocista.En una hermenéutica analógica se pueden compararproporcionalmente las interpretaciones, e incluso—como acabamos de decir—, al emplear la analogíade atribución, es posible asumir una jerarquía, en laque una interpretación sea considerada el analogadoprincipal y las otras los analogados secundarios, estoes, una gradación de interpretaciones en las que unasse acercan más a la verdad textual y otras se alejande ella hasta resultar erróneas. De esta manera, la in-terpretación deja de estar simplemente abierta hastael infinito y, dada nuestra finitud, se acota el margeninterpretativo, en especial por el uso del diálogo y laargumentación dentro de la comunidad hermenéu-

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tica. La hermenéutica analógica implica un límite,dado por el predominio de la diferencia, pero tambiénpor la presencia irrenunciable de la identidad, queobliga a cierta objetividad y no sólo a la mera subje-tividad.

4) La hermenéutica analógica nos permite guar-dar un equilibrio entre la interpretación literal y laalegórica.12 Una hermenéutica unívoca buscaría elsolo sentido literal, desechando el alegórico; por suparte, una hermenéutica equívoca buscaría el solosentido alegórico, renunciando ya a todo sentido li-teral. En cambio, una hermenéutica analógica destacael sentido alegórico que pueden tener algunos textos,pero sin perder el sentido literal. Crea un equilibrioproporcional entre la búsqueda de la intencionalidaddel autor (lo que quiso decir) y la intencionalidad dellector (lo que de hecho éste interpreta), hasta elpunto de permitir una lectura simbólico-alegórica, in-clinada hacia la proporcionalidad metafórica, sin per-der por ello la capacidad de reducirla lo más posiblea la atribución de literalidad, porque la tensión haciaesta última impide la caída en el mero subjetivismointerpretativo.

5) La hermenéutica analógica nos permite oscilar,como en un gradiente, entre la interpretación metoní-mica y la metafórica. Abarca esos dos polos y semueve entre uno y otro. Algunos textos sólo permi-tirán una interpretación metonímica; otros, una me-tafórica. No obstante, habrá aquéllos que oscilenentre una y otra, y la hermenéutica analógica nos

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12 Cfr. la interesante polémica entre Umberto Eco, que defiendeel sentido literal, y Richard Rorty, que defiende el solo sentidoalegórico, en Umberto Eco, Interpretación y sobreinterpretación,Cambridge University Press, Cambridge, 1995, p. 96 y ss.

permitirá ajustar el gradiente entre ambas, según lorequiera la proporción de metonimia o la de metá-fora que se encuentre en los textos. Esto nos ayu-dará a aplicar, según se necesite, la metonimicidady la metaforicidad cuando vengan al caso, para noforzar los textos que sólo admitan una o la otra, ypara generar una lectura más rica en los que admitanlas dos. Resultará, de este modo, una interpretaciónamplia pero seria.

6) La hermenéutica analógica, asimismo, nos ayu-dará a captar el sentido sin renunciar a la referencia.En otras palabras, contribuirá a privilegiar el primerosin relegar la segunda. Es muy notorio que la herme-néutica actual prefiere el sentido, el cual viene porla coherencia o por la convención, y deja de lado lareferencia, que viene por la correspondencia y la ve-rificación, a la que casi desprecia o teme. En la líneadel sentido, hay una tendencia a la equivocidad,pues éste resulta de cada mente o sistema; en cam-bio, en la línea de la referencia, hay una tendenciaa la univocidad, pues ésta pertenece a la pretensióncientificista. De hecho, los univocismos, como el delpositivismo lógico, han sido referencialistas. Su in-genua pretensión de conocer unívocamente la referen-cia los ha hecho desembocar en grandes relativismos,por el desplome de esa rigidez extrema. Los críticosde esta tendencia, como Davidson y Rorty, más en lalínea pragmatista de la analítica (y el pragmatismose ha caracterizado por ser anti-positivista), han re-saltado los equívocos referenciales, esto es, la equi-vocidad que en ocasiones padece la referencia, lo quelos ha movido a negar la referencia misma.13 Con

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13 Donald Davidson, Inquiries into Truth and Interpretation,Clarendon Press, Oxford, 1984, p. 227 y ss.

todo, se puede adoptar una postura intermedia o ana-lógica, en la que, sin pretender una relación referen-cial biunívoca entre las palabras y las cosas, se evitecaer en el rechazo de toda referencia y se acepte unareferencialidad más dinámica, incluso movediza,pero suficiente. No pretender que la referencia seainequívoca, pero tampoco negarle toda adecuacióna lo real.

7) La hermenéutica analógica nos ayudará a teneruna interpretación a la vez sintagmática y paradigmá-tica —en el sentido estructuralista—, aunque serápreponderante la segunda. Mueve a no separar las doscomo irreconciliables, sino a intentar ver el punto enel que se entrecruzan, de modo que se avance en pro-fundidad no sólo con el movimiento de oposición de losintagmático y horizontal, sino también con el deasociación de lo paradigmático y vertical, que calahondo, pues vincula y distingue lo que se repite, en-contrando la novedad en la repetición, como la conti-nua innovación del eterno retorno de lo mismo perodiferente, esto es, de lo análogo. Por ejemplo, los mon-jes medievales leían los salmos en sentido paradigmá-tico, asociativo, pues los relacionaban con toda laSagrada Escritura, y reiterativo, ya que los cantabanun buen número de veces. Sin embargo, cada vez quelos salmos se repetían eran diferentes, enseñabanalgo nuevo. Lo mismo se veía distinto cada vez.

8) La hermenéutica analógica tiene como instru-mento principal la distinción, y por ello requiere deldiálogo. Es eminentemente dialógica. El diálogo esel que obliga a distinguir, y la distinción hace en-contrar con sutileza el medio entre dos extremos quese presentan como los cuernos de un dilema, pues ladistinción —como lo señalaba Peirce— tiene la es-tructura de un silogismo dilemático o razonamiento

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alternativo.14 Si tomamos una de las opciones, caemosen contradicción; si adoptamos la otra, también. En-tonces, hay que buscar un tercer término, un términomedio, que nos ayude a introducir otra u otras alter-nativas, que sean nuevas posibilidades para salir dela contradicción, que generalmente se da en los ex-tremos.

De hecho, la hermenéutica presupone una antro-pología filosófica o una filosofía del hombre en la queel ser humano se caracteriza por su humildad ante elconocimiento. Sabe que puede no saber, que puedeequivocarse, que puede engañarse o ser engañado.Sabe que puede no tener razón. Eso impele a sospe-char y a distinguir. El ejercicio de la sospecha, enefecto, está muy asociado al de la distinción, puesella es el procedimiento por el que se busca salir delerror posible. Distinguir es lo más hermenéutico y ladistinción es un acto sumamente analógico, ya quetrasciende la identidad pura (univocidad) y la dife-rencia pura (equivocidad), para colocarse en la ana-logía, la cual se reconoce como no pura, aunque sabetambién que no es completamente impura. Es la me-diación en la que predomina la diferencia.

9) Igualmente, una hermenéutica analógica noshará combinar y equilibrar proporcionalmente lo mo-nológico y lo dialógico. Es cierto que se necesita eldiálogo, y no lo hemos de negar; no obstante, en estetiempo en que tanto se resalta el diálogo, se tiendea olvidar, como bien lo señala Javier Muguerza, quelas principales decisiones (morales, sociales, políti-cas), las tomamos en momentos de reflexión, de mo-nólogo, o de diálogo sólo con nosotros mismos. Se

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14 Charles S. Peirce, “La crítica de los argumentos”, en Escritos ló-gicos, Alianza, Madrid, 1988, pp. 201-203.

trata de la reflexión compartida en el diálogo, y deldiálogo sustentado en la reflexión: una reflexión dia-logada y un diálogo reflexivo.

10) Además, una hermenéutica analógica nosayudará a superar la dicotomía entre descripción y va-loración, ejercicio tan importante para la ética y lapolítica. La división tajante entre hecho y valor con-duce a la llamada falacia naturalista, que señala comoinválido el paso del ser al deber ser y desautoriza elmovimiento de los enunciados descriptivos a los va-lorativos, lo que impide una fundamentación de lomoral y lo político en el estudio de la naturaleza hu-mana. La hermenéutica analógica, en cambio, noshace ver que no hay tal falacia, sino que, como lo en-seña la retórica (y la pragmática), todo enunciadodescriptivo tiene una fuerza ilocucionaria valorativa—como lo mostró Searle— y, por ello, no se infierede éste más de lo que ya expresa, sino que sólo se ex-plicita el contenido que ya posee en sí mismo. Tam-bién se requiere para la filosofía del derecho, puesésta demanda el estudio del hombre para saber quése le debe prescribir y qué derechos humanos tiene.

11) Finalmente, una hermenéutica analógicaayuda a superar la dicotomía de Wittgenstein entre eldecir y el mostrar. Wittgenstein separaba en demasía,sin punto de conciliación ni solución de continuidad,el decir y el mostrar. El decir era lo científico y elmostrar lo inefable: lo que no se podía decir sólo sepodía mostrar. Según él, las cosas más importantesde la vida, como lo ético, lo estético y lo místico, nose pueden decir y sólo se pueden mostrar. Sin em-bargo, la analogía fue usada por muchos místicos paradecir de alguna manera lo que estaba destinado amostrarse solamente. Frente a la teología positiva, enla que se pretendía decir mucho acerca del misterio,

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se estableció la teología negativa (en la línea judía,como en Filón y Maimónides, y en la línea cristianaoriental, como en Juan Damasceno y Gregorio Pala-más). No obstante, también se buscó una línea inter-media, como en Pseudo Dionisio, cuando no fueconsiderado sólo como teólogo negativo, sino en labúsqueda de la vía de la eminencia. Algo parecido su-cedió en Santo Tomás, Eckhart y San Juan de la Cruz.La analogía fue decir el mostrar y mostrar el decir;tratar de decir lo que sólo se podía mostrar. Pero sesabía que eso era posible sólo hasta cierto punto, enmuy pequeña medida, como balbuciendo, con ungran predominio de imágenes y metáforas, más queen el discurso directo y literal. Sin embargo, se con-siguió al menos decir algo sobre el misterio sin que-darse irremediablemente callado.

Se observa que la estructura de la hermenéuticaanalógica es la de la disciplina de la interpretación ola hermenéutica misma que, además, trata de verte-brar el concepto de analogía como característica desu acción interpretativa. Se trata de una interpreta-ción analógica, la cual pretende lograr una mayor su-tileza que la que admite la univocidad, que corre elpeligro de pecar de sobre-simplificación, pero, a lavez, más rigor que el que admite la equivocidad, lacual corre el riesgo de la sobre-interpretación, esdecir, de abrir demasiado el espectro de las interpre-taciones. Su principal instrumento es la distinción,más que el afirmar y el negar, pues trata de buscar lamediación entre las posturas contrarias y contradic-torias para intentar la integración de lo que de válidopueda encontrarse en ellas. Y esto es más complejoque sólo aceptar o rechazar en bloque. En este punto sepuede notar cierta semejanza con el pensamiento in-

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tegracionista que promovió el gran filósofo español,ya desaparecido, José Ferrater Mora.15

Funciones de la hermenéutica analógica

Las funciones de la hermenéutica analógica resultande la estructuración que hemos señalado en ella. Aloscilar entre la univocidad y la equivocidad, puedeejercer funciones de integración, salvaguardando ladiferencia, pero sin perder completamente toda re-ducción a la identidad, aunque, como ya se ha dicho,en ella predomina la distinción. Tratemos de señalaralgunas de esas características.

1) De acuerdo con lo expuesto, una función pri-mordial de la hermenéutica analógica es evitar los in-convenientes de una que sea unívoca y de otraequívoca. El primer tipo de hermenéutica es dema-siado restrictivo, incluso reduccionista; el segundo esexcesivamente abierto, incluso emergentista hasta elinfinito. La hermenéutica analógica superará el re-duccionismo de la sola interpretación válida, perotambién el emergentismo desbocado de las innúmerasinterpretaciones válidas y complementarias. Se ten-drá un conjunto amplio de interpretaciones válidas,pero definido y con posibilidad de jerarquía, es decir,un conjunto ordenado en el que se perciban los gra-dos de aproximación a la verdad textual, de modoque las que se alejen de ella lleguen a incurrir en la

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15 Javier Echeverría, “El integracionismo de José Ferrater Mora:una filosofía abierta al porvenir”, en Salvador Giner y EsperanzaGuisán (eds.), José Ferrater Mora. El hombre y su obra, Universi-dad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1994,p. 107 y ss.

falsedad. Eso permite el juego de la subjetividad y laobjetividad: se reconoce el predominio de la subjetivi-dad, sin abandonar por ello la capacidad de objetividadque debe tener la interpretación. Es lo que la analogíade atribución, en la cual hay un analogado principaly varios analogados secundarios, permite hacer. Sepodrá entonces establecer una interpretación princi-pal, en el sentido de más rica, más fecunda, másapropiada o adecuada —sin pretender, por supuesto,que agote toda la verdad textual—, que tenga unaadecuación o correspondencia con el texto que lasdemás nunca tendrán. Las otras interpretaciones po-drán convivir con ella, pero como complementarias ala misma, en las que se perciban otros aspectos y ex-ploren otras aristas. Con ello, la interpretación se en-riquece, pero no se abre desmesuradamente. Lahermenéutica analógica permite así varias interpre-taciones, pero con límites y con medida, es decir, conproporción, con analogía.

2) Con ello se podrá frenar el relativismo de la in-terpretación indefinida, así como el de la inconmen-surabilidad completa, factores que se aproximan alequivocismo. De hecho, se superará el impasse queahora se percibe en la hermenéutica, por su disten-sión hacia los dos extremos del universalismo y el re-lativismo. Eso ayudará a abrir los márgenes de lainterpretación, pero sin que pierdan su carácter defronteras o límites. Se ampliará la diferencia sin per-der la posibilidad de cierta identidad (por la seme-janza). Se abrirá la diversidad sin renunciar a launiversalidad. Se universalizará a posteriori, y a par-tir del diálogo, sin establecer una meta-filosofía im-positiva y opresora, sino una dia-filosofía, que surjadesde abajo y vaya integrando características univer-salizables de las distintas culturas. Debido a que la

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analogía nació (desde los pitagóricos) para conmen-surar de alguna manera lo inconmensurable, nos dala posibilidad de hacer conmensurables las culturas,de modo que sea posible criticarlas al mismo tiempoque aprender de ellas, todo ello mediante el diálogo.

Esto se relaciona con la hermenéutica diatópicade Raimon Panikkar y Boaventura de Souza Santos,la cual trata de resaltar las particularidades sin perderlo universal.16 En la hermenéutica analógica esto sepercibe gracias al predominio de la diferencia que, noobstante, nunca anula por completo la porción deidentidad —al menos como semejanza—, lo que per-mite universalizar. De otra manera se perdería la po-sibilidad de defender los derechos humanos, loscuales requieren al menos algo de universalidad en lacual apoyarse.

3) Se podría decir incluso que una hermenéuticaanalógica integra sin confundir y reduce dicotomíassin que se mezclen en extremo. Tal es la virtud de laanalogía. La hermenéutica analógica podría entoncescompararse con algunas filosofías del límite, como lade Eugenio Trías, y con algunas filosofías de la me-diación, como la de Andrés Ortiz-Osés, es decir, aque-llas que postulan que en el límite los extremos setocan, que el límite es para pisar los dos lados delmismo, así como para ser transgredido, pero no porla violencia, sino por la astucia, por la delicadatrampa que permita superarlo, traspasarlo sin violen-tarlo. Como hacía Hermes.

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16 Raimon Panikkar, La experiencia filosófica de la India, Trotta,Madrid, 1997, p. 46; Boaventura de Souza Santos, La caída delAngelus novus: ensayos para una nueva teoría social y una nuevapráctica política, Instituto Latinoamericano para una Sociedad yun Derecho Alternativos/Universidad Nacional de Colombia, Bo-gotá, 2003, p. 38.

Tratar de reducir dicotomías, pero de una maneracoherente, ha sido una posición peculiar del pragma-tismo. Lo plantea Peirce (pero también James yDewey), quien trata de no separar tanto lo teórico delo práctico, lo analítico de lo sintético y, hasta diríayo, lo universal de lo particular. Peirce propone comoideal la terceridad, es decir, el pensamiento en el queentre dos extremos se encuentra un tercero, siempremediador. Se trata de la difícil labor de la interme-diación, de cierta síntesis dialéctica, equilibrio, me-sura, proporción, es decir, analogía. El pensamientoanalógico está llamado a buscar la síntesis, la media-ción entre opuestos (como lo vio Nicolás de Cusa).

4) Cuando apuntamos que en la analogía predo-mina la diferencia sobre la semejanza, queremos decirque en una hermenéutica analógica se puede privile-giar lo diferente sin perder la semejanza. Es posiblemanejar lo movedizo sin hundirnos en el pantano,jugar con distintas interpretaciones, a veces osadas,sin perder el carácter de frónesis o prudencia que nospermita regresar a la orilla e hincar el ancla, de modoque no nos lleve la corriente ni el remolino. Una her-menéutica analógica sería una verdadera filosofía noprepotente ni impositiva, que no edifica meta-relatos,sino dia-relatos, los cuales son muy distintos.

Este carácter de dia-relato, de dia-filosofía, queya se mencionó, está muy cerca —según vimos— dela hermenéutica diatópica de Panikkar, que privilegialo particular sin perder lo universal. No obstante, enlugar de buscar universales culturales, busca invarian-tes humanos. Ambas son un esfuerzo por salvaguar-dar la diferencia, la diversidad, pero siempre en elmarco de la universalidad, de algo que asegure y ga-rantice la capacidad de universalización que se re-quiere, incluso para el diálogo.

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5) La hermenéutica analógica permitirá interpre-tar correctamente el símbolo, evitando los extremosde quienes desean explicarlo unívocamente y encon-trar los mismos ejemplos en las diferentes culturas,con lo cual lo reducen a una interpretación positivistao a una traducción cientificista, y el de los que lo in-terpretan equívocamente, a partir de la idea de quede hecho no se puede interpretar y sólo puede vivirse,esto es, evitando los extremos de la filosofía positivay la filosofía negativa. La primera, como la teologíapositiva, pretende decirlo todo, y la segunda, comola teología negativa, prefiere no decir nada; peroentre una y otra se establece una postura analogista,que trata de decir sin decir, esto es, de decir lo másposible sin pretender decirlo todo, pues eso equival-dría a no decir nada. Una hermenéutica analógica delsímbolo respetaría lo inefable del mismo, reconoceríasu carácter irreductible o inagotable, pero se atreveríaa decir algo de él, a interpretarlo de manera sólo apro-ximativa, proporcional (ya que “proporción” es lo quela misma palabra “analogía” significa).

Aquí sí he encontrado un punto de discrepanciacon Panikkar. En un congreso, llevado a cabo en laUniversidad Pontificia de México, en 1994, él me seña-laba que el símbolo no se interpreta, se vive. Lo ar-gumentaba apuntando que sólo el que ha nacido endeterminada cultura, por ejemplo la india, puede en-tender los símbolos de la misma. En cambio, yo creoque un símbolo de otra cultura se puede interpretar,claro que con pérdida. Empero, es posible intentaraprender qué significa y acercarse a su comprensión,al menos por analogía. Esa discrepancia es más noto-ria en un libro posterior de Panikkar, en el que hayun capítulo titulado “Es un discurso polisémico queno puede ser ni siquiera analógico”, aludiendo al dis-

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curso religioso, el cual no puede tener alguna reli-gión o alguna deidad como analogado principal.17 Allíse percibe el alejamiento de Panikkar respecto de laanalogía.

6) La hermenéutica analógica hará posible con-juntar, en el límite, hermenéutica y ontología, len-guaje y ser, sentido y referencia, y con ello lograr loque quería Heidegger en Ser y tiempo, esto es, inter-pretar el ser, traer el significado hacia el significante,la suposición hacia la significación, el objeto hacia elconcepto, el ente hacia el lenguaje. Lingüistizar laontología, pero también ontologizar el lenguaje; bus-car una ontología disminuida en sus pretensiones depresencia fuerte, pero también una hermenéutica li-mitada en sus presunciones de ausencia de represen-tación, sin fuerza representativa, porque lo uno estan fratricida como lo otro.

7) De acuerdo con ello, la hermenéutica analógicapuede abrir a una cierta ontología, una ontología ana-lógica, acorde con una hermenéutica analógica.18 Esanueva ontología auténticamente analógica será enverdad débil, la verdadera metafísica débil del pen-siero debole que propugna Vattimo. Al hacernos verque el símbolo tiene una cara hermenéutica y otraontológica, nos ayudará a recobrar la simbolicidadpara el hombre, lo cual repercutirá en la ontología,en la antropología, en la psicología y en la sociología,así como en la ética y la política. Propiciará, en prin-

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17 Raimon Panikkar, Iconos del misterio, Península, Barcelona,1998, p. 30.18 Cfr. Rodrigo Díez Gargari, “Hacia una ontología analógica,acorde con una hermenéutica analógica”, en Vertebración, año14, núm. 52, Universidad Popular Autónoma del Estado de Pue-bla, 2001, p. 80 y ss.

cipio, un replanteamiento de la ontología o metafí-sica, como el que propone Jean Grondin, y despuésafectará a todas las demás ramas de la filosofía y auna las ramas de la ciencia. Además, de esta manerapodrá colaborar en la recuperación del realismo muyrecientemente planteada por filósofos como MaurizioFerraris, Markus Gabriel, Quentin Meillassoux, entreotros.

En efecto, se sentía ya un agotamiento ante elrelativismo posmoderno, ante ese anti-realismo quesofocaba ya a la filosofía. Debido a ello, ahora hansurgido varias voces que claman por una vuelta delrealismo. Aquél que Ferraris llama “nuevo realismo”,Gabriel “realismo ingenuo” y Meillassoux “realismoespeculativo”. Todas ellas, búsquedas para recobraresa postura epistemológica y ontológica, de la manocon lo que ya se presenta como el “giro ontológico”(después del “giro lingüístico”), en el que se buscarecuperar la ontología o metafísica. Tal es el caso deJean Grondin. Y en eso colabora la hermenéutica ana-lógica. Ferraris ha reconocido que desde hace años yohe hablado de un realismo analógico, y Grondin meconsidera su aliado para restablecer una metafísicapara la hermenéutica. Tales coincidencias son signosde los tiempos.

8) Así como es capaz de superar la falacia natu-ralista y hacer que construyamos válidamente unaética desde nuestro conocimiento del ser humano, desu naturaleza, esto es, desde una ontología de la per-sona, la hermenéutica analógica también puede ayu-darnos a construir una filosofía política que superelos desencuentros entre el liberalismo y el comunita-rismo, en una síntesis más rica que privilegie a esteúltimo, es decir, que propicie las diferencias de lascomunidades, pero sin perder los logros innegables

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del liberalismo, como los derechos humanos, esto es,que evite la exclusión. Con ello se podrá acceder auna mejor respuesta al problema del multicultura-lismo, tan presente en nuestros países latinoameri-canos, a partir de un pluralismo cultural analógico,dentro de un marco democrático.

9) La hermenéutica analógica permite hacer unafilosofía propiamente latinoamericana, pero inserta enla filosofía universal, mundial.19 Ya que la analogía esla percepción de lo particular en lo universal, pero sincaer en el relativismo ni en el absolutismo, nos da loselementos para hacer filosofía latinoamericana sinsalir del seno de lo universal. De hecho, la hermenéu-tica analógica tiene componentes que le otorgan unestatuto altamente latinoamericano. La analogicidadfue conocida ya por los pensadores indígenas, y usadaen el encuentro entre la cultura española y la origi-naria. Gran parte del trabajo no-destructivo, positivoy conveniente fue por obra de la analogía. Ella per-mitió a Bartolomé de las Casas captar el humanismoindígena y no sólo el europeo. Si humanistas eurocen-tristas como Ginés de Sepúlveda —quien era conside-rado el moderno y avanzado—, condenaban a losindios en nombre de los ideales renacentistas y los acu-saban de crímenes de lesa humanidad (por prácticascomo los sacrificios humanos o la antropofagia), LasCasas supo ver, por analogía con el humanismo degriegos y romanos (quienes también hacían sacrificioshumanos, por ejemplo), el propio de los indígenas, ytrató de comprenderlo. Con ello tuvo una actitud emi-nentemente hermenéutica y analógica.

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19 Cfr. Victórico Muñoz, Hermenéutica analógica y filosofía lati-noamericana, tesis de maestría en Filosofía, UNAM, México, 2005,p. 32 y ss.

La analogía es el punto central del barroco mexi-cano y latinoamericano, en el que se da con másfuerza ese fenómeno tan nuestro del mestizaje.Cuando ya las razas no estaban tan ocupadas en des-truirse, por la fuerza del eros y de la vida se fusiona-ron, y engendraron ese análogo que es el mestizo,sobre todo en el mestizaje cultural, de productos ar-tísticos nuevos y distintos, que ya no son propia-mente españoles ni propiamente indígenas, sino algonuevo. En el mismo simbolismo del barroco se ve lapresencia de la analogía, en ese juego de metáfora ymetonimia, las cuales se mueven en la época con grandinamismo. La poesía tan lograda de Sandoval y Za-pata es un ejemplo de ello, aunque el paradigma esSor Juana, quien supo integrar lo conceptista y loculterano en su magno poema Primero sueño. Tam-bién se percibe ese mestizaje cultural en Sigüenza yGóngora, quien, en su Teatro de virtudes políticas,cuando se solía poner como ejemplo de tales virtudesa gobernantes griegos y romanos, él prefirió nombrar alos jerarcas indígenas.

En el siglo XVIII, la analogía también fue empleadapor el jesuita Francisco Xavier Clavijero. En la defensade los indios desarrollada en su Historia antigua deMéxico, la empleó para entender y dar a entender lacultura azteca a los europeos, principalmente a losilustrados como Buffon, Raynal y De Pauw, ante quie-nes defendió la dignidad de los indígenas americanos.Curiosamente, estos pensadores eran los estimadoscomo avanzados, sin embargo, se manifestaban encontra de los indígenas; los acusaban de inmadurezculpable. No eran capaces de reconocerles la dignidadhumana que proclamaban para los ciudadanos de Eu-ropa. En cambio, este jesuita criollo, ilustrado en al-guna medida pero anclado en la escolástica, supo

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reconocer, como ecléctico que era, la alta dignidadde los indios, con los cuales él mismo había convividoy a quienes ahora defendía en los discursos con losque adornaba su historia.

De igual manera encontramos la analogía en Oc-tavio Paz, gran poeta mexicano, premio Nobel de li-teratura y reconocido intelectual. Él hacía de laanalogía el núcleo de lo poético y, siguiendo aRoman Jakobson, apuntaba que la metáfora y la me-tonimia eran formas de la analogía, por lo que laanalogía era el núcleo del pensamiento humano. Asi-mismo, otros pensadores latinoamericanos han hechouso del concepto de analogía en su síntesis sistemá-tica, como Enrique Dussel y Juan Carlos Scannone,ambos originarios de Argentina, ya naturalizado me-xicano el primero. Ellos la usan en relación con ladialéctica, en forma de analéctica, y gracias a su in-teligente empleo, me enseñaron a usarla en la her-menéutica, en forma de hermenéutica analógica.También fue empleada por otro filósofo mexicanoque trabajó en Venezuela, Adolfo García Díaz, quienestudió la analogía en Santo Tomás, publicó artículossobre el tema, y le dio un alto valor en la lógica y laepistemología. Igualmente fue cultivada por otroeminente filósofo, originario de Florencia y radicadoen Venezuela —pero que trabajó muchos años enMéxico—, Alejandro Rossi, quien, en su discurso deingreso a El Colegio Nacional, apuntó que el primercurso que dictó en la UNAM fue sobre la analogía enSanto Tomás. La actitud analogista quedó para siem-pre en su obra tanto filosófica como literaria, por lainfluencia de sus estudios sobre Wittgenstein y porsu estrecha amistad con Octavio Paz, el gran poetaanalogista.

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Según se ve, una hermenéutica analógica respondea una larga tradición del uso de la analogía en la filo-sofía, la cual también abarca el cultivo de esta disciplinaen América Latina. De manera especial, ésta ayudará asuperar los pensamientos que se clausuran en sistemascerrados y en totalidades excluyentes, como un recursodel pensamiento que ha servido para comprender la al-teridad, sin las pretensiones de completa conversión auna otredad absoluta, pues eso es meramente ilusorio.No obstante, dentro de ciertos límites, se abre a la com-prensión del otro, pero brindándole la crítica que surgede la propia ubicación en el mapa de la cultura.

IV. EL ACTO DE INTERPRETACIÓN ANALÓGICO

Recogiendo lo que hemos dicho y tratando de ejem-plificar un poco, veamos cómo puede llevarse a caboel acto de interpretación que se da en una hermenéu-tica analógica. En primer lugar, recordemos que laanalogía es proporción, por lo que el acto interpreta-tivo analógico buscará en un texto la proporción quetoca al autor, al lector y al mismo texto en cuanto alsignificado. Así, hay un significado del autor y unsignificado del lector que, sintetizados, configuran elsignificado del texto. En una interpretación analó-gica, que trata de evitar la univocidad del sentido li-teral, la cual es inalcanzable, esto es, comprender quédijo verdaderamente el autor, y dado que en la ana-logía predomina la diferencia sobre la identidad, sedará preponderancia al significado del lector, sin queesto redunde en desprecio del significado del ha-blante o autor. No se trata de dejar de lado el signifi-cado o intencionalidad del autor, sino de reconocer ytomar conciencia de que éste es imposible de alcanzar

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y que siempre va a predominar nuestra subjetividad.Sin embargo, también se debe advertir que no por esohemos de resbalar hacia el equivocismo del mero sen-tido alegórico, según el cual prácticamente nada sepuede recuperar de la intencionalidad del autor ytodo se reduce a una producción de sentido que, a lapostre, nos hunde en el mar del relativismo y hastade la incomprensión.

Para lograr esa proporción, esa proporcionalidadentre las intencionalidades del autor y del lector, la in-terpretación analógica tiene como instrumento la dis-tinción. Distinguir los significados de un texto lleva aevitar el equívoco, así como a rechazar la pretensiónunívoca de la claridad total. Consiste en darse cuentade que la posibilidad del múltiple significado, de lapolisemia o multivocidad, puede encontrarse donde-quiera, pero también de que siempre acecha la equi-vocidad, y que se tiene que acudir a la analogía paraespantarla. De hecho, la multivocidad es doble: equí-voca o análoga. La primera es irreductible, la segunda,manejable. Por eso la analogía ahuyenta al fantasmade la equivocidad total, del que ya no hay salida.

El genial lógico y pragmatista Charles Sanders Peirceapuntaba que la distinción supera el dilema, el argu-mento dilemático, esa situación en la que nos encon-tramos sin salida. En el ámbito de la hermenéutica, noshallamos frente a dos interpretaciones igualmente in-sostenibles, o igualmente sostenibles, pero que no con-ducen a la comprensión. Según Peirce, el dilema seproduce por una enumeración insuficiente, por no con-tar con todas las posibilidades o hipótesis, lo que selogra distinguiendo. Si se nos presentan sólo dos inter-pretaciones problemáticas, hay que saber encontrar ypostular una tercera, o introducir una cuarta. Para ellose requiere sutileza, la cual, significativamente, era la

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virtud que se atribuía a los buenos intérpretes. Hacerdistinciones relevantes e interesantes, es decir, fructí-feras, ayuda a encontrar nuevas interpretaciones, a lan-zar buenas hipótesis hermenéuticas, que ayuden no sóloa salir de las situaciones difíciles, de las interpretacionesrivales insuficientes o igualmente cuestionables, sino aencontrar interpretaciones más adecuadas al texto y másricas y fecundas para nosotros.

Y es que, en efecto, para llevar al límite el símil,podemos comparar la situación hermenéutica o elacontecimiento interpretativo con un caso dilemá-tico, incluso paradójico, en el que nos encontramos,en un extremo, con dos interpretaciones rivales,cada una de las cuales nos lleva a una contradiccióno a una consecuencia indeseable, como ocurre preci-samente en el dilema, en el que cada una de las op-ciones lleva al absurdo. El dilema era llamado—según algunos, por San Jerónimo— silogismo cor-nuto ya que sus dos extremos a daban la impresiónde ser los cuernos de un toro que embestía, ante elque, por evitar un cuerno, se caía mortalmente en elotro.20 Pero se hablaba jocosamente de romper loscuernos del dilema, y esto se hacía introduciendo ladistinción, como haciendo acrobacias con el toro, paraburlarlo. La sutileza, la distinción, es algo eminente-mente analógico; era usada por los lógicos antiguospara evitar los dos cuernos de la univocidad y de laequivocidad. El propio Peirce, excelente lógico, ha-blaba de la analogía como capacidad de distinción,21

como posibilidad de encontrar matices, diferencias,

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20 Cfr. Mauricio Beuchot, Introducción a la lógica, UNAM, México,2004, pp. 97-98.21 Charles S. Peirce, “La crítica de los argumentos”, en op. cit.,p. 202.

diversos sentidos que hicieran escapar de la simplifi-cación univocista y del enredo equivocista.

También hay que decir que la hermenéutica ana-lógica es una experiencia. Jugando con la distinciónkantiana entre lo empírico y lo trascendental, Johan-nes Lotz intituló uno de sus libros sobre el tema Laexperiencia trascendental, dando a entender que sóloacercando lo trascendental a lo empírico —a pesar deque Kant los separaba demasiado— se podía accedera la propuesta epistemológica que allí se desarrollaba.A mí me gustaría también jugar con los términos yhablar de una experiencia hermenéutico-analógica,dado que la hermenéutica y la analogía no están tanalejadas de lo empírico ni tampoco de lo trascenden-tal. Se ha de llegar a la conformación de una virtudhermenéutico-analógica, es decir, una virtus interpre-tativa que asimile y haga propia la experiencia de laanalogía, que ponga en práctica lo que hace que unainterpretación sea analógica, lo que nos permite ha-blar de una hermenéutica basada en la analogía.

V. CONCLUSIÓN

El pensamiento analógico, en forma de hermenéuticaanalógica, puede servir para romper los extremos dela cerrazón que impiden comprender, así sea mínima-mente, al otro, y el de la apertura sin fin, que no esreal sino imaginaria (si no es que fingida), y nos co-loca en el punto medio frágil y movedizo del quetrata de comprender, pero sabiendo que su compren-sión no será absoluta, que tendrá pérdida, pero que,con todo, resultará suficiente, pues es la única quese puede alcanzar desde nuestra limitada compren-sión. Será un conocimiento que nos permita criticaral otro desde nosotros y, también, criticarnos a nos-

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otros mismos desde el otro, es decir, escuchar e in-corporar las enseñanzas que nos proporciona dentrodel diálogo enriquecedor que se entabla.

La hermenéutica analógica privilegia la diferencia,pues esta última predomina en la analogía por encimade la identidad. Retomando una expresión de Lévinas,su manera de defender la diferencia será combatiendola indiferencia que suele darse entre los seres huma-nos. Con ello se habrá protegido la diferencia de unamanera crítica y con ciertos límites, dentro del marcode la convivencia social pacífica y justa.

Confío en que este instrumento interpretativosirva para renovar la filosofía en la actualidad, lo cuales una tarea necesaria. Ya hace tiempo que la disci-plina está entrampada en la lucha entre absolutismosa ultranza y relativismos excesivos. Es tiempo de quesalga de ese impasse y se mueva hacia terrenos máspromisorios, por caminos que conduzcan a algunaparte. Estamos en un tiempo indigente y por eso esnecesario buscar el alimento que haga avanzar a la fi-losofía más allá de donde se había quedado estancada.Creo que desde América Latina podemos hacer nuestraaportación. No se trata de desconectarnos de la filoso-fía universal, sino de usar lo que ésta nos brinda paraconstruir un pensamiento propio, latinoamericano.Esto es algo que están haciendo, de manera excelente,filósofos nuestros como Guillermo Hurtado y AmbrosioVelasco, así como Mario Magallón y su grupo.22 Buscaruna voz propia, una manera de conocer, o episteme,que responda a nuestras interrogantes e inquietudes.

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22 Cfr. Mario Magallón Anaya y Juan de Dios Escalante Rodríguez(coords.), América Latina y su episteme analógica, UNAM, México,2014.

ÍNDICE

Nota introductoriaGuillermo Hurtado

Los procesos de la interpretación

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Mauricio Beuchot, Material de Lectura, serie El En-sayo Contemporáneo en México, núm. 8, editadopor la Dirección de Literatura de la Coordinaciónde Difusión Cultural de la UNAM, se terminó deimprimir el 18 de septiembre de 2015. La com-posición tipográfica, formación e impresión sehicieron en los talleres de Impresos Trece, S. deR. L. de C.V., Mar Mediterráneo 30, colonia TacubaC.P. 14410, Delegación Miguel Hidalgo, México,D.F. Se tiraron 1000 ejemplares en papel Culturalde 75 gramos. La composición se hizo en tiposOfficina Serif Book de 8, 11 y 15 puntos. La edi-ción estuvo al cuidado de Víctor Cabrera, JulietaGamboa y del autor.