Más allá de la diferencia de género: hacia una teoría del cuidado

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    Joan C. Tronto (1987). Ms all de la diferencia de gnero. Hacia una teora delcuidado. En: Signs: Jornal of Women in Culture and Society, vol. 12, University of

    Chicago.

    Traduccin del Programa de Democratizacin de las Relaciones Sociales.Escuela de Posgrado. Universidad Nacional de General San MartnAprobada y autorizada su publicacin por la autora.

    El trabajo de Carol Gilligan y sus colegas, que describe una tica del cuidado quecomplementa una comprensin de la moralidad como concerniente a la justicia, ha sido citadoa menudo como evidencia de la existencia de una moralidad de mujeres1. Gilligan haafirmado desde el principio que no considera la tica del cuidado como una categora de la

    diferencia de gnero.2

    Sin embargo, su trabajo es entendido generalmente como muestra deque las mujeres son diferentes de los hombres, como se evidenci en el foro Signsde In aDifferent Voice. Por ejemplo, Linda K. Kerber escribi, Al enfatizar las bases biolgicas dedistintas conductas Gilligan permite que sus lectores concluyan que la presunta afinidad

    para las relaciones de cuidado es tanto biolgicamente natural como buena. Catherine G.Greeno y Eleanor E. Maccoby declaran Sin embargo, no es menos cierto que Gilligan afirmaque las perspectivas expresadas por las mujeres en su libro representan una voz distinta esdecir, distinta de la de los hombres. Zella Luria tambin apunta que el libro contradecira ladeclaracin posterior de Gilligan de que no son necesarias psicologas distintas para hombresy mujeres. Por su parte, Carol Stack parece tomar el trabajo de Gilligan como unarepresentacin de un modelo femenino de desarrollo moral.3

    1 Ver Carol Gilligan, In a Different Voice: Womens Conceptions of Self and of Morality, HarvardEducational Review 47, n 4 (Noviembre 1977); 481-517; Womans Place in Mans Life Cycle, HarvardEducational Review 49, n 4 (Noviembre 1979); 431-46; Justice and Responsibility; Thinking about RealDilemmas of Moral Conflict and Choice, en Toward Moral and Religious Maturity: The First InternationalConference on Moral and Religious Development(Morristown, N.J.; Silver Burdett Co., 1980); In a DifferentVoice: Psychological Theory and Womens Development(Cambridge Mass.: Harvard University Press, 1982)[Hay traduccin castellana: La moral y la teora: psicologa del desarrollo femenino, Fondo de CulturaEconmica, 1985]; Do the social Sciences Have an Adequate Theory of Moral Development? en SocialScience as Moral Inquiry, ed. Norma Haan, Robert N. Bellah, Paul Rabinow, y William M. Sullivan (NuevaYork, Columbia University Press, 1983), 33-51, y Reply en On In a Different Voice: An InterdisciplinaryForum, Signs: Journal of Women in Culture and Society11, n 2 (Invierno 1986): 324-33.

    Entre trabajos en colaboracin y de colegas, ver: Carol Gilligan y Mary Field Belensky, A naturalistic Study ofAbortion Decisions,New Directions for Child development 7 (1980) 69-90; Carol Gilligan, Sharry Langdale, yNona Lyons, The Contribution of Womens Thought to Development Theory: The Elimination of Sex Bias inMoral Development Research and Education (Washington, D.C.: National Institute of Education, 1982); SusanPollak y Carol Gilligan, Images of Violence in Thematic Apperception Test Stories, enJournal of Personalityand Social Psychology 42, n1 (Enero 1982): 159-67, Differing about Difierences: The Incidente andInterpretation of Violent Fantasies in Women and Men, ibid. 45, n5 (Noviembre 1983): 1172-75, y Killingthe Messenger, ibid. 48, n2 (Febrero 1985): 374-75; Nona Lyons, Two Perspectives: On Self, Relationships,and Morality,Harvard Educational Review53, n2 (Mayo 1983): 125-45; y John M. Murphy y Carol Gilligan,Moral Devolpment in Late Adolescence and Adulthood: A Critique and Reconstruction of Kohlbergs Theory,Human Development23, n 2 (1980): 77-104.2Gilligan,In a Different Voice, 2, y Reply, 327.3

    Ver: OnIn a Different Voice: An Interdisciplinary Forum, en Revista Signs11, n 2 (Invierno 1986): LindaKerber, Some Cautionary Words for Historians, 304-10, especialmente 309; Catherine G. Greeno y Eleanor E.Maccoby, How Different is the Different Voice?, 310-16, especialmente 315; Zella Luria, A

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    El planteo de Gilligan es sutil. Por un lado, quiere decir que su argumento no va ms all deque el dominio moral tiene que extenderse para incluir la justicia y el cuidado. Por otro lado,apunta a que el foco en el cuidado es un fenmeno caractersticamente femenino en las

    poblaciones aventajadas que han sido estudiadas.4

    Para considerar el tema de las diferencias de gnero y la moralidad utilizar la teora deGilligan como la manera primaria de entender la naturaleza de la moralidad de las mujeres.Aunque otros escritores pueden ser identificados con este enfoque,5 ninguno ha sido tanampliamente ledo y tan extensamente interpretado como defensor de este concepto comoGilligan.6 No quiero tergiversar el trabajo de esta autora. La equiparacin del trabajo deGilligan con la moralidad de mujeres es un fenmeno cultural, y no es una creacin suya. Sinembargo, la discusin contempornea sobre su trabajo establece el contexto para los debatessobre las mujeres y la moralidad.

    Este ensayo sostiene que, aunque una tica del cuidado puede ser un asunto intelectual

    importante para las feministas, el debate alrededor de este asunto debe centrarse no endiscusiones acerca de las diferencias de gnero, sino en un discurso sobre la competencia dela tica como teora moral. Mi argumento tiene tres partes. Primero, equiparar el cuidadocon la mujer es cuestionable, porque la evidencia que apoya el vnculo entre la diferencia degnero y la diferencia de perspectiva moral es inadecuada. Segundo, es una posturaestratgica peligrosa para las feministas, porque la mera declaracin de la diferencia degnero en un contexto social en el que se identifica al hombre como normal contiene unaimplicacin de inferioridad para lo que pertenece nicamente a las mujeres. Tercero,filosficamente este argumento puede anularse, porque si las feministas piensan la tica delcuidado como categora de la diferencia de gnero, es muy probable que caigan en la trampade intentar defender la moralidad de las mujeres en vez de mirar crticamente las posibilidadesy los problemas filosficos de una tica del cuidado.

    Una crtica de la perspectiva de la diferencia de gnero

    Methodological Critique, 316-21, especialmente 318; y Carol B Stack, The Culture of Gender: Women andMen od Color, 321-24, especialmente 324.4Gilligan, Reply, 330.5

    Nel Noddings, Caring: A Feminine Approach to Ethics and Moral Education (Berkeley and Los Angeles;University of California Press, 1984); Sara Ruddick, Maternal Thinking,Feminist Studies 6, n 2 (Verano1980); 342-67, Preservative Love and Military Destruction: Some Reflections on Mothering and Peace, enMothering: Essays in Feminist Theory, Ed. Joyce Trebilcot, Totowa, N.J.: Rowman y Allanheld, 1983, 231-62, yPacifying the Forces: Drafting Women in the Interests of Peace, Revista Signs8, n 3 (Primavera 1983): 471-89.6Vase como evidencia el artculo de la revista Ms. donde Gilligan es proclamada la Mujer del Ao para esarevista: Lindsy Van Gelder, Carol Gilligan: Leader for a Different Kina of Future, Ms. 12, n7 (Enero 1984):37-40, 101. Una rpida revisin de las entradas en el Social Science Citation Indexrevelar cun ampliamente yen qu diversos campos ha sido citado el trabajo de Gilligan. Sarah B. Watstein, en su encuesta sobre eldesarrollo psicolgico de la mujer de 1983-84 reconoci que El propio nombre Gilligan se transform en unapalabra resonante tanto en crculos acadmicos como feministas (Watstein, Psychology, en The WomensAnnual, Nmero 4: 1983-1984, ed. Sarah M. Pritchard (Boston: G.K. Hall y Co., 1984), 167-86, esp. 178).

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    Carol Gilligan originalmente concibi su tica del cuidado cuando intent abordar losproblemas que vio en la psicologa de desarrollo moral de Lawrence Kohlberg.7Su argumentoprovee un relato psicolgico y del desarrollo referido a por qu muchas veces lasdeclaraciones de las mujeres sobre la moralidad son expresadas en trminos de cuidado, perosu enfoque deja muchas cuestiones no exploradas.8Al sugerir que una tica del cuidado se

    relaciona con el gnero, Gilligan descarta la posibilidad de que la tica del cuidado sea unatica creada en la sociedad moderna por las condiciones de subordinacin. Si la tica delcuidado se separa del asunto del gnero, surge una gama ms amplia de opciones. Sonopciones que cuestionan el lugar del cuidado en la sociedad y la vida moral, adems decuestionar la adecuacin del modelo de desarrollo cognitivo de Kohlberg.9

    La teora del desarrollo cognitivo de Lawrence Kohlberg hoy en da es la teora del desarrollomoral ms extensamente aceptada.10 Segn esta teora, los individuos desarrollan suscapacidades morales en la medida que profundizan sus capacidades cognitivas para entenderla naturaleza de las relaciones morales. Kohlberg afirma que el proceso de desarrollo moralavanza a travs de etapas determinadas, organizadas jerrquicamente y que se corresponden

    con niveles distintos del razonamiento moral.

    Una colaboradora de Kohlberg, Gilligan, estaba perturbada por un temprano hallazgo: que engeneral las muchachas estaban en una etapa ms baja del desarrollo moral que los varones.11Este hallazgo la llev a examinar el trabajo de Kohlbeg para ver si era posible hallar un

    prejuicio basado en las diferncias de gnero (gender bias). Descubri que, en general, loshombres y las mujeres siguen caminos distintos en el desarrollo moral, que respecto a lamoralidad existe una voz distinta de la que identific Kohlberg como definitoria del criteriomoral maduro.12

    7Vase Lawrence Kohlberg, con Charles Levine y Alexandra Heder, The Current Formulation of the Theory,

    en Essays of Moral Development, vol. 2, The Psychology of Moral Development: The Nature and Validity ofMoral Stages, Lawrence Kohlberg (Nueva York: Harper y Row, 1984), 212-319. Una bibliografa extensa esJamse S. Leming, Foundations of Moral Education: An Annotated Bibliography(Westport, Conn.: GreenwoodPress, 1983).8La propia Gilligan not el modo en que las teoras son limitadas por las preguntas que tratan de responder.Vase su Do the Social Sciences Have an Adequate Theory of Moral Development? (citado en nota 1), 36.9Linda J. Nicholson plante algo similar cuando advirti respecto de la extensa generalizacin de las diferenciasde gnero en Women, Morality and History, Social Research 50, n3 (Otoo 1983); 514-36, esp. 515.10Vase por ejemplo William M. Kurtines y Jacob L. Gewirtz editores:Morality, Moral Behavior, and MoralDevelopment(Nueva York; John Wiley e Hijos, 1984)11Gilligan,In a Different Voice(Citado en nota 1), 18.12 Algunos acadmicos desafiaron el planteo de Gilligan sobre la diferencia de gnero. John M. Broughton,revisando las entrevistas, hall cuatro varones y mujeres que mostraban ambos modelos de expresin moral.Vase su Womens Rationality and Mens Virtues: A Critique of Gender Dualism in Gilligans Theory ofMoral Development, Social Research50, n 3 (Otoo 1983): 597-642. Debra Nails tambin cree que Gilliganexager el alcance de la diferencia de gnero en sus hallazgos. Vase Social-Scientific Sexism: GilligansMismeasure of Man, ibid., 643-64. Cynthia J. Benton et al., en Is Hostility Linked with Affiliation amongMales and with Achievement among Females? A Critique of Pollak and Gilligan, Journal of Personality andSocial Psychology 45, n 5 (Noviembre 1983): 1167-71, reportaron un intento no exitoso de replicar loshallazgos de Gilligan acerca de la violencia. Otras crticas metodolgicas fueron realizadas por Greeno yMaccoby, y Luria (ambos en cita 3). Judy Auerbach, Linda Blum, Vicky Smith y Christine Williams observaronque en tanto Gilligan deja sin considerar la religin y la clase social, Gilligan atribuye todas las diferencias queella hall a la diferencia de gnero (On GilligansIn a Different Voice,Feminist Studies11, n 1 [1985]: 149-

    61, esp. 157). La propia posicin de Kohlberg sobre la diferencia de gnero ha cambiado desde sus hallazgosiniciales: l ya no halla diferencias significativas entre gnero. Su desafo a los hallazgos de Gilligan descansa enla extensiva revisin de la literatura realizada por Lawrence J. Walter (Sex Differences in the Development of

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    Cuando elabor este concepto, Gilligan describi esta voz distinta como expresin de unatica del cuidado distinta de la tica de justicia que est en el pinculo de la jerarqua moral deKohlberg. Como explic Gilligan respecto de la primera: En este concepto, el problemamoral surge de las responsabilidades que se chocan y no de una competencia entre derechos y

    requiere para su resolucin una modalidad de pensamiento contextual y narrativa, en vez deuna formal y abstracta. Este concepto de moralidad, en tanto est preocupado por la actividaddel cuidado, centra el desarrollo moral alrededor de la comprensin de la responsabilidad y lasrelaciones, de la misma manera en que el concepto de moralidad como equidad ata eldesarrollo moral al entendimiento de los derechos y las reglas.13

    En este pasaje, Gilligan identifica tres caractersticas fundamentales que diferencian la ticadel cuidado de la tica de la justicia. Primero, la tica del cuidado gira alrededor de conceptosmorales distintos que los de la tica de la justicia de Kohlberg, es decir, la responsabilidad ylas relaciones en vez de los derechos y las reglas. Segundo, esta moralidad se ata acircunstancias concretas y no a formalidades y abstracciones. Tercero, se expresa no como un

    juego de principios, sino como una actividad, la actividad del cuidado. En la voz distinta deGilligan, la moralidad no se basa en principios universales y abstractos, sino en lasexperiencias cotidianas y en los conflictos morales de la gente corriente en sus vidascotidianas.

    Gilligan y sus colegas consideraron que esta tica del cuidado se relaciona con los gneros.Una investigacin hecha por Nona Lyons vincul las dos perspectivas de la moralidad a dosnociones del yo: aquellos que vean el yo como separado de los otros y por lo tantoobjetivo solan manifestar una moral de justicia, mientras que quienes consideraban el yocomo conectado a los otros solan expresar una moral del cuidado. Ya que los hombrestienden a verse como separados / objetivos en sus percepciones del yo / los otros, y lasmujeres suelen verse en trminos de un yo conectado, la diferencia entre la justicia y elcuidado presenta un vnculo afectado por el gnero. Adems, los hombres normalmente seexpresan mediante la voz moral de la justicia, aunque las mujeres tienden a usar ambasformas de expresin moral.14

    Lyons y Gilligan no intentan explicar porqu los hombres y las mujeres que entrevistarondesarrollaron nociones distintas del yo. Una posibilidad es que cuidar es la actividadconstitutiva a travs de que las mujeres alcanzan su feminidad y en contra de la cual lamasculinidad toma forma. Tales teoras psicolgicas de las diferencias entre los gneros

    Moral Reasoning: A Critical Review, Child Development 55 n3 [Junio 1984]: 677-91, tambin citado porGrenno y Maccoby y por Luria). La mayora de los estudios en la revisin de Walter no hallaron diferencias degnero; aquellos que s hallaron diferencias lo hicieron en mujeres que se hallaban ms aisladas de oportunidadespara desarrollar roles de importancia en la sociedad, que es como Kohlberg siempre explic las diferencias degnero (vase Kohlberg con Charles Levine y Alexandra Hewer, Synopses and Detailed Replies to Critics, enKohlberg (nota 7), 345-61, esp. 347). En tanto Walter revis el test de razonamiento de justicia, Gilligan aceptaconceder que all no hay diferencias de gnero, pero desde que el razonamientos sobre la justicia es slo unaparte de la moral, sus hallazgos no responden el tema de las diferencias de gnero en el razonamiento moral.Vase Reply de Gilligan (Ver nota 1), 328. Tal vez sea interesante notar que esta disputa sigue el modelo queseguramente ser familiar a los cientficos sociales: diferentes metodologas tienden a producir diferentesresultados. Aqu, dos grupos de investigadores estn mirando fenmenos relacionados pero diferentes. Cadagrupo reclama, usando su mtodo, que los hallazgos del otro grupo no son vlidos.13Gilligan,In a Different Voice, 19.

    14Ver Lyons, (citado en nota 1).

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    proveen la evidencia ms firme para pensar en una tica del cuidado como una caractersticaintrnsecamente femenina.15Pero el trabajo de Gilligan insina otra explicacin posible de losorgenes del cuidado. En su descripcin sobre las mujeres en la investigacin sobre el abortoque condujo junto a Mary Belenky, escribi:

    Lo que empieza a emerger es un sentido de vulnerabilidad que impide que esas jvenesresistan, lo que George Eliot considera como la susceptibilidad de la joven a loscriterios desfavorables de otra gente, que proviene de su falta de poder y su incapacidadconsiguiente para hacer algo en el mundo la no disposicin de las mujeres provienede sus incertidumbres sobre sus derechos para hacer declaraciones morales o, tal vez,el precio implicado para ellas por emitir tales juiciosCuando las mujeres se sienten excluidas de la participacin directa en la sociedad, seven como sujetadas al consenso o el juicio determinado y cumplido por los hombres dequienes dependen para proteccin y apoyo, y por quienes tienen los nombres por losque son conocidas en la sociedad El conflicto entre el yo y el otro, de esta manera,constituye el problema moral central para las mujeres El conflicto entre la compasiny la autonoma, entre la virtud y el poder16

    Este pasaje sugiere que cualquiera sea la dimensin psicolgica disponible para explicar lasdistinciones morales de las mujeres, no excluye una causa social: las expresiones distintas delas mujeres sobre la moralidad puede ser una funcin de sus posiciones socialessubordinadas. Alternativamente, las causas psicolgicas pueden ser causas intermedias,dependientes sucesivamente de las condiciones sociales de un estatus secundario. Estas

    posibilidades sugieren que el trabajo de Gilligan sera vulnerable a la misma clase de crticasque plante ella en contra de Kohlberg. Las muestras de Gilligan pueden llevarla a sacar unaconclusin equivocada sobre la naturaleza de la voz moral que identific, porque si ladistincin moral es una funcin de la posicin social en vez del gnero, entonces la moralidadque Gilligan identific con las mujeres puede ser mejor identificada con el estatus

    subordinado o de minora.

    Hay poca duda sobre que el estatus de clase afecta el nivel de razonamiento respecto de lajusticia.17 Una investigacin que compar los niveles del desarrollo cognitivo moral entreblancos, negros y chicanos, descubri que los nios blancos llevaron la ventaja.18Indicarauna investigacin sobre estos grupos, as como Gilligan lo encontr para mujeres, que sus

    perspectivas sobre la moralidad no eran no desarrolladas sino simplemente no cupieron en lascategoras de Kohlberg,?19

    15Hilary Gram., Caring: A Labour of Love, en A Labour of Love: Women, Work and Caring, Janet Finch yDulcie Groves editoras (Londres; Routledge y Kegan Paul, 1983), 13-30, esp. 17. Graham saca sus conclusions

    del examen de los trabajos de Karen Horney, Jean Baker Miller y Nancy Chodorow. Greeno y Maccoby tambinrevisan los fundamentos de las diferencias psicolgicas de gnero.16Gilligan: In a Different Voice: Womens Conceptions of Self ando f Morality (Citado en nota 1), 486, 487 y490. Para ms evidencia sobre este punto, vase Gail Golding y Toni Laidlaw, Women and MoralDevelopment: A Need to Care, Interchange 10, n2 (1979-80): 95-103, esp. 102.17 Anne Colby, Lawrence Kohlberg, J. Gibbs y M. Lieberman, A Longitudinal Study of Moral Judgment,Monographs of the Society for Research in Child Development48, nros. 1-2 (1983); 1-96, esp. 70.18Anthony Cortese, A Comparative Analysis of Cognition and Moral Judgment in Chicano, Black and AngloChildren (ponencia presentada en la reunin anual de la American Sociological Association, San Francisco,Septiembre 1982) y Moral Development in Chicano and Anglo Children, Hispanic Journal of BehavioralScience 4, n3 (Septiembre 1982): 353-66.

    19 Al preguntar as no quiero implicar que esta clase de razonamiento moral encontrado entre mujeresestadounidenses privilegiadas debe sustituir la moralidad que se encuentra entre los hombres estadounidenses

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    Que yo sepa, nadie ha examinado a miembros de grupos minoritarios utilizando lametodologa de Gilligan para ver si sus perspectivas son mejor descriptas por la tica delcuidado que por las categoras de Kohlberg. La investigacin sobre el aborto de Gilligan,como el trabajo de Kohlberg, tienen la limitacin de enfocar nicamente en personas de las

    clases aventajadas.20

    Pero hay evidencia circunstancial que sugiere fuertemente que lasperspectivas sobre la moralidad de miembros de grupos minoritarios en los Estados Unidossuelen ser caracterizadas por una tica del cuidado en vez de una de la justicia. Por ejemplo,las discusiones que Robert Coles condujo con nios chicanos, esquimales e indios mostraronfrecuentemente crticas a los anglos por su falta de atencin a los asuntos moralesverdaderamente importantes y al cuidado de los dems y de la tierra.21De modo parecido, ensu representacin de lo esencial de la cultura negra, John Langston Gwaltney muestra que losnegros frecuentemente explicitan el mismo tipo de problemas morales.22Lo esencial de lacultura negra, segn Gwaltney, es que enfatiza el respeto fundamental por los otros, uncompromiso con la honestidad, la generosidad motivada por el conocimiento de que se puedenecesitar la ayuda de los otros en el futuro, y el respeto por las decisiones de los dems. En

    las historias de caso que Gwaltney apunt, una persona tras otra invoc estas virtudes y lascontrast con las perspectivas de la mayora blanca, que caracterizaron como codiciosa,tacaa, y egosta, y como gente que miente cuando les resulta conveniente. Es menoscoherente esta moralidad porque no se expresa abstractamente? Como Gwaltney explicsucintamente, Los americanos negros son, por supuesto, capaces de las mismas clases de

    pensamiento abstracto que practican todas las otras culturas humanas, pero la gente sensataen un ambiente de conquista est necesariamente preocupada por las realidades de suexistencia social.23

    Gerald Gregory Jackson tambin identific caractersticas de patrones de pensamiento deafricanos del oeste de frica y afro-americanos que recuerdan bastante la voz distinta deGilligan, salvo que son parte de un gran relato coherente sobre el lugar de los seres humanosen el cosmos. En contraste con el pensamiento analtico, lgico, cognitivo, racional, paso a

    privilegiados como un modelo universal para el desarrollo moral. El trabajo de Kohlberg ha sido criticado amenudo por ser la encarnacin ideolgica de los valores liberales. Vase, e.g., Edmund V. Sullivan,KohlbergsStructuralism: A Critical Appraisal, Instituto para los Estudios en la Educacin de Ontario, Monograph Series15 (Toronto: Notari Institute for Studies in Education, 1977). Sin embargo, si supiramos porqu las mujeresprivilegiadas, los nios de clase econmica baja, y los miembros de grupos minoritarios se diferencian de loshombres privilegiados en el modelo de Kohlberg, sabramos mucho ms sobre los lmites de este modelo, ytambin sobre los orgenes psicolgicos del cuidado. Para una crtica relacionada, vase Stack, Carol B., TheCulture of Gender: Women and Men of Color, 321-24, Signs11, no. 2 (Invierno 1986).20La muestra para la investigacin sobre el aborto consisti en entrevistas realizadas con mujeres de variadashistorias sociales y tnicas, pero ningn anlisis ha sido realizado desde la perspectiva de distinciones raciales ode clase. Vase Gilligan, Carol and Belensky, Mary Field, A naturalistic Study of Abortion Decisions, NewDirections for Child development7 (1980): 69-90. La otra muestra que se us para generar la mayora de loshallazgos de Gilligan y sus colegas era la que fue usada por Murphy y Gilligan para la investigacinlongitudinal, vase Murphy, John M. and Gilligan, Carol, Moral Development in Late Adolescence andAdulthood: A Critique and Reconstruction of Kohlbergs Theory, Human Development23, no. 2 (1980): 77-104. Se eligieron estos sujetos porque estaban en una clase de desarrollo moral en la universidad. As, la muestraya estuvo limitada por la oportunidad, inters, y habilidad de los individuos que van a la universidad. Noconozco ningn anlisis que considere la composicin racial, tnica, y de clase de estas muestras. Para unacritica de las muestras vase Luria, Zella, A Methodological Critique, 316-321, Signs 11, no. 2 (Winter 1986).21Robert Coles,Eskimos, Chicanos, Indians, Boston: Little, Brown y Co., 1977.22

    John Langston Gwaltney,Drylongso: A Self Portrait of Black America(Nueva York: Random House, 1980)23Ibdem, xxix.

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    paso de los europeos y euro-americanos, el pensamiento africano depende derazonamientos sincrticos y patrones de pensamiento intuitivo, integral, afectivo en quela comprensin llega a travs de la empata.24De hecho, Wade W. Nobles relaciona este

    patrn de pensamiento diferente, conectado, al hecho que los negros americanos parecen notener el mismo concepto del yo que los blancos. Nobles caracteriza esta perspectiva del yo

    que enfatiza un sentido de `cooperacin, `interdependencia, y responsabilidad colectiva`como el yo extendido. El paralelo con los argumentos de Lyon es llamativo.25

    La posibilidad de una causalidad no meramente psicolgica sino social para la voz distinta deGilligan ampla mucho las implicaciones e interpretaciones posibles de la investigacin sobreuna tica del cuidado. Una implicacin posible es que la teora de Kohlberg del desarrollomoral verdadero es correcta, de modo que el fracaso de las mujeres y los grupos minoritarios

    para desarrollarse correctamente es simplemente un reflejo de un orden sociallamentablemente desigual. Segn esta explicacin, las fuerzas sociales retardan el desarrollosocial de las mujeres y las minoras. Una segunda interpretacin rechaza la perspectiva de lasmujeres y las minoras como afectadas pasivamente por la sociedad. Se podra afirmar que las

    mujeres y las minoras se aferran orgullosamente a sus perspectivas morales -incluso si sonconsideradas como perspectivas inferiores por la sociedad- como forma de imponer susingularidad.

    Una tercera posibilidad difiere de las otras por su rechazo de la suposicin del principio deque el razonamiento de la justicia de Kohlberg es de algn modo superior a una tica delcuidado. Al enfatizar las cualidades positivas de una tica del cuidado, este enfoque dara lavuelta a la psicologa moral naturalista26de Kohlberg. Mientras las mujeres blancas y lasminoras ocupan lugares extremadamente distintos en el orden social, desempeandesproporcionadamente los roles del cuidado en nuestra sociedad. As, estos grupos, entrminos de una tica del cuidado, estn aventajados por sus roles sociales. Puede ser que,

    para que una tica del cuidado se desarrolle, los individuos necesitan experimentar cuidar alos otros y ser cuidados por los otros. Desde esta perspectiva, la experiencia cotidiana decuidar provee a estos grupos de las oportunidades para desarrollar este sentido moral. Laescasez de tales experiencias hace que los hombres privilegiados estn moralmente

    24Gerald Gregory Jackson, Black Psychology as an Emerging Point of View, citado por Anne C. Richards enSourcebook on the Teaching of Black Psychology, compilado y editado por Reginald L. Jones (Association ofBlack Psychologists, 1978), 2:17577. Vase tambin de Jackson Black Psychology: An Avenue to the Study ofAfro-Americans, Journal of Black Studies 12, n 3 (Marzo 1982): 241-60.25 Wade W. Nobles, Extended Self: Rethinking the So-called Negro Self Concept, Journal of BlackPsychology 2, n 2 (Febrero 1976): 15-24, esp. 19. Tambin nosotros podemos abrir las mismas preguntas

    respecto de los orgenes del cuidado entre los afro-americanos que sostenemos respecto de las mujeres. Jacksony Nobles proveen una explicacin cultural que describe a los afro-americanos como moralmente diferentes de losblancos a causa de sus races africanas. Esta idea es similar a la que plantea que las mujeres cuidan porque ese esel significado cultural de lo que es ser mujer. Otros autores han sugerido una causa ms posicional: Janet D.Ockerman sugiere en Self-Esteem and Social Anchorage of Adolescent White, Black and Mexican-AmericanStudents (Palo Alto, Calif.: Rand E Research Associates, 1979) que la subordinacin produce la respuestapsicolgica de una solidaridad grupal mayor. V. H. Zimmerman explica las diferentes tareas que tienen queresolver las mujeres negras para el desarrollo psicolgico, como resultado de la discriminacin racial, en TheBlack Woman Growing Up, en The Woman Patient, vol. 2, Concepts of Feminity and the Life Cycle, ed. CarolC. Nadelson y Malkah T. Notman (Nueva York: Plenum Publishing Corp., 1982), 77-92.26Vase Lawrence Kohlberg, From Is to Ought: How to Commit the Naturalistic Fallacy and Get Hawai with Itinthe Study of Moral Development, en Essays in Moral Development, vol.1, The Philosophy of MoralDevelopment: Moral Stages and the Idea of Justice, por Lawrence Kohlberg (Nueva York: Harper y Row, 1981),101-89. El ensayo fue originalmente publicado en 1971.

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    necesitados. Sus experiencias los llevan engaosamente a pensar que las creencias moralespueden ser expresadas con los trminos abstractos, universales, como si fueran puramentecuestiones cognitivas, como una ecuacin matemtica.27Esta interpretacin es la ms acordea los hallazgos de Lyon de que las mujeres, ms frecuentemente que los hombres, tienen lacapacidad de utilizar las dos clases de razonamiento moral.

    Es inferior la moralidad de las mujeres?

    Incluso si una tica del cuidado pudiera ser entendida como relacionada con la diferencia degnero, el hecho descontextualizado (unsituated)de una distincin moral entre los hombresy las mujeres es peligroso porque hace caso omiso del contexto intelectual ms amplio dentrodel que generalmente se reciben los hechos sobre el gnero. A pesar de que ha habidodcadas de cuestionamiento, todava vivimos en una sociedad en la que hombre representaal gnero humano y la norma se equipara con el hombre.28Por lo tanto, el de diferencias degnero es un concepto que incumbe una desviacin de lo normal. Dada la naturaleza

    conservadora de nuestras percepciones del conocimiento,29la evidencia de una distincin porgnero en s misma probablemente no llevar a una revisin generalizada de las categorasestablecidas, como las de Kohlberg.30 En cambio, va a llevar probablemente a unadenigracin de la desviacin asociada con las mujeres.

    La respuesta de Kohlberg a Gilligan es instructiva. Resolvi que aunque Gilligan hubieraidentificado una voz moral distinta, esta voz es de aplicacin limitada.31Kohlberg distingueentre dos sentidos de la palabra moral:

    27Las operaciones de la justicia, reciprocidad y equidad en el dominio de las interacciones, son equivalentes a

    las operaciones lgicas de relaciones de igualdad y reciprocidad en el dominio cognitivo no moral (vaseKohlberg, The Current Formulation of the Theory nota 7-, 306)28Vase Gilligan, In a Different Voice (nota 1), cap. 1. Vase tambin Nicholson (nota 9); y la Introduccin porSandra Harding y Merrill B. Hintikka, a Discovering Reality: Feminist Perspectives on Epistemology,Metaphysics, Method and Philosophy of Science(Dordrecht: D. Redle Publishing Co., 1983).29Vase la descripcin de la ciencia normal en Thomas Kuhn The Structure of Scientific Revolutions, 2 ndedition (Chicago: University of Chicago Press, 1970). El conocimiento es conservador en la medida que solemosconcebir nuevos conocimientos dentro de marcos; si el conocimiento no contiene un desafo al contexto en queprobablemente se va a situar, refuerza las percepciones existentes. Ya que las distinciones de gnero actualmentese perciben en trminos del hombre como la norma, podemos esperar que las distinciones de gnero recinidentificadas estn percibidas de la misma manera. Por supuesto, Lorraine B. Code tiene razn cuando escribe,Afirmar una distincin no es, inevitablemente, evaluar. Este es un paso adicional: uno que ninguna persona

    epistmicamente responsable, hombre o mujer, deber tomar sin consideracin cuidadosa. Es un imperativocognitivo fundamental. (Code, Responsibility and the Epistemic Community: Womens Place, SocialResearch50, no. 3 [Autumn 1983]: 537-54, esp 546-47). Sin embargo, los mundos del poder y el conocimientoestn entrelazados; no vivimos en un mundo que se mantiene fiel a las ideales de Code de la comunidadepistmicamente responsable.30Vase por ejemplo Benjamine R. Barber, Beyond the Feminist Mystique, New Republic (Julio 11, 1983),26-32. Un argumento similar al mo es sostenido por Nails (nota 12)31Kohlberg, en Synopses and Detailed Replies to Critics (nota 12), niega que sus estados de desarrollo moralreflejen una diferencia de gnero. Kohlberg cree que la contribucin ms importante de Gilligan es suidentificacin de la responsabilidad como una dimensin moral en s. Vase Lawrence Kohlberg, A Reply toOwen Flanagan and Some Comments on the Puka-Goodpaster Exchange, Ethics 92, n 3 (1982): 513-28,especialmente 513.

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    El primer sentido de la palabra moral corresponde a la perspectiva moral[que] enfatiza atributos de imparcialidad, universalidad, y el esfuerzo y la buenavoluntad para llegar a un acuerdo o un consenso con otros seres humanos engeneral, sobre lo que es el bien. Es esa nocin de una perspectiva moral quems claramente se plasma psicolgicamente en el modelo por estadios de lajusticia de razonamiento de Kohlberg.Hay un segundo sentido de la palabra moral, que capta el enfoque de Gilligansobre los elementos del cuidado y la responsabilidad, ms vvidamente evidenteen las relaciones que implican una obligacin especial con la familia y losamigos.32

    El ejemplo de Kohlberg de la segunda clase de asunto moral se tom de la descripcin de unamujer sobre su decisin de divorciarse.33 Aunque Kohlberg no niega que tales decisionesimplican una eleccin moral, cree que es claro que se trata de cuestiones parroquiales* y

    privadas, y no universales y socialmente significativas. Si aceptamos la explicacin deKohlberg de que hay dos clases distintas de problemas morales, y si los dos estn conectadosal gnero, el modelo nos es conocido: lo que es de los hombres es importante, general, y

    pblico; lo que es de las mujeres es limitado, especial, e insignificante. Acadmicos/asfeministas han enfatizado la necesidad de rechazar una evaluacin simplista de la divisin

    pblico / privado, que devala en forma implcita a las mujeres.34 Por consiguiente,entonces, el concepto de la moralidad de las mujeres debe desasociarse de lo privado, porquelo pblico y lo privado no son esferas morales separadas-pero-iguales.35

    Los contornos de la moralidad pblica generalmente determinan la forma de la moralidadprivada. Efectivamente, es en la esfera pblica donde son determinados los lmites de la esferaprivada. Para utilizar el ejemplo de Kohlberg, si las normas consensuadas universales de lasociedad no permiten el divorcio, entonces la mujer que expresa su dilema moral personalsobre el mismo no habra tenido que afrontar un dilema moral en absoluto; los lmites sobre el

    bien y el mal ya habran sido determinados, y ella debera haber sabido que elegir un divorcioestara mal.

    Este ltimo punto plantea una posibilidad incmoda. Tal vez la moralidad de las mujeres seanada ms que una coleccin de sobras morales, de cuestiones que aumentan su significadoslo porque se dejaron inconclusos los mandamientos y los lmites de la moral pblica.Gilligan ha apuntado que la tica del cuidado es una relacin tica, que est atada al hecho dequin es uno y qu posicin ocupa en la sociedad. Estos temas han sido considerados de

    32Kohlberg, The Current Formulation of the Theory, 229.33

    Ibid.,230-31.* Nota del traductor : ingles:parroquial: de limitado alcance34 Vase M. Rosaldo, The Use and Abuse of Anthropology: Reflections on Feminism and Cross-culturalUnderstanding, Signs 5, n 3 (Primavera 1980): 389-417. Linda Imray y Audrey Middleton sugirieron que elproblema no es la dicotoma pblico-privado en s misma, sino nuestra dificultad para entender que lo que esesencial en tal divisin no es una actividad o una esfera, sino el poder (Imray u Middleton, Public andPrivate: Marking the Boundaries, en The Public and the Private, ed. Eva Gamarnikow, David H. J. Morgan,June Purvis, y Dafne Taylorson, {Londres: Heinemann, 1983}, 12-2735 Una perspectiva diferente sobre el problema de la vida pblica y privada es presentada por Jean BethkeElshtain en Antigones Daughters,Democracy2, n 2 (Abril 1982). 46-59. Para una respuesta a Elshtain, vaseMary G. Dietz, Cithizenship with a Feminist FACE: The Problem with Maternal Thinking, Political Theory

    13, n 1 (Febrero 1985): 19-37.

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    importancia secundaria en la vida moral de todas las comunidades. Es decir, los requisitos dela justicia tradicionalmente han determinado los lmites del cuidado.

    Mientras la moralidad de las mujeres se ve como diferente y ms particular que la corrientedominante de pensamiento moral, inevitablemente se considera como una forma de

    pensamiento moral secundaria. Es la verdad porque, como sugiere la etimologa, lo que esprivado se priva de algo por lo menos en un sentido: en la medida en que los lmites de loprivado (en este caso, la moralidad expresada por el cuidado) son determinados por lascategoras y las definiciones de lo pblico (en este caso, la moralidad pblica, por ejemplo, latica de la justicia), lo que se relega a lo privado no se juzga en sus propios trminos. Lamoralidad privada no se percibe como independiente de las esferas pblicas msimportantes. Por su naturaleza, es dependiente y secundaria.

    Los pensadores que defienden una moralidad de las mujeres casi siempre han asumido que esun correctivo secundario a la perspectiva moral general, y no una alternativa a sta.36Haciendo esto, han hecho las cosas relativamente fciles para que los crticos descartasen la

    moralidad de mujeres considerndola secundaria e irrelevante respecto de la moralidadgeneral y los asuntos polticos.37 Sostener que la moralidad de las mujeres supone unacorreccin de los modos generales de moralidad es un argumento funcionalista. En la medidaen que la diferencia moral de las mujeres se ve como funcional para la mejora de la sociedaden su totalidad, resulta secundaria.38Si, tomando los hallazgos de Gilligan y otros trabajossimilares, lo mejor que podran hacer las feministas es reclamar que dejar afirmar a lasmujeres su moralidad en los aspectos ms importantes de la vida pblica mejorar la vida;39oque la vida pblica no tiene importancia y que las mujeres tendran que cultivar su moralidad

    36Gilligan en Do the Social Sciences Have an Adequate Theory of Moral Development? (Ver nota 1), parecesugerir que el cuidado es tal teora moral complementaria.

    37Un buen ejemplo de este fenmeno es el destinode Jane Addams. Fue enormemente popular por sus obras debien durante las primeras dos dcadas de este siglo. Cuando los Estados Unidos entraron en la Primera GuerraMundial, sin embargo, y ella continu manteniendo una firme creencia de que los valores morales, incluyendo elpacifismo, deban guiar la accin poltica, fue calumniada como traidora. Aunque Addams fuera honrada con elPremio Nobel de la Paz en 1931, su reputacin e influencia poltica nunca recobraron los niveles de la poca depreguerra. Vase Allen F. Davis, American Heroine: The Life and Legend of Jane Addams (Nueva York: OxfordUniversity Press, 1977). Un argumento similar al que he hecho puede hallarse en Emily Stoper y Roberta AnnJohnson, The Weaker Sex and the Better Half: The Idea of Womens Moral Superiority in the AmericanFeminist Movement, Polity 10 n 2 (Invierno 1977): 192-217. Debo notar que mi crtica al mal uso de eseargumento no es directamente contra Carol Gilligan. Auerbach, Blue, Smith y Williams (Ver nota 12) planteanuna objecin diferente a las consecuencias polticas del trabajo de Gilligan. Mientras yo enfatizo cmo elargumento de la moralidad femenina puede ser usado por propsitos conservadores (un punto que ellas toman enpg. 159), ellas tambin afirman que el problema con el libro [de Gilligan] no es que su planteo poltico esmalo, sino que carece completamente de planteo poltico (160). Gilligan sugiri una respuesta cuando alude a lanecesidad de que ambas moralidades tengan parte tanto en la vida pblica como en la privada (Reply [Vernota 1], 326). An as no dej claro qu quera decir esta interaccin.38 Varios autores plantearon similares argumentos. Vase especialmente a James C. Walter, In a DiffidentVoice: Cryptoseparatist Anlisis of Female Moral Development, Social Research50, n 3 (Otoo 1983): 665-95; Judith Stacey, The New Conservative Feminism, Feminist Studies9, n 3 (Primavera 1983): 559-83. Miuso del lenguaje funcionalista es inspirado aqu por mis lecturas de Susan Moller Okin, Women in WesternPolitical Thought(Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1978).39Vase por ejemplo Alice Rossi, Beyond the Gender Gap: Womens Bid for Political Power, SocialScienceQuarterly64 n 4 (Diciembre 1983): 718-33, esp. 731; y la separata de Katherine E. Kleeman,Learning to Lead:Public Leadership Education Programs for Women (Public Leadership Education Network, 1984), 3: La

    psicloga Carol Gilligan nos provee de una justificacin adicional para atraer ms mujeres a la vida pblica

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    en la esfera domstica,40 entonces estaran condenadas al fracaso. Tales argumentos, quetoman la forma podemos ser tiles para ustedes, no consideran el hecho de que los hombres

    privilegiados son los jueces de lo que es til, de lo que es importante, y, por tanto, de lo querequiere ser corregido. Entonces, en vez de presentar una teora moral alternativa, lamoralidad privatizada de las mujeres es una teora moral suplementaria. Y cundo y cmo se

    escucha esta voz moral diferente est ms all del poder de la diferente para decidir. De esamanera, como ha pasado antes, la voz moral de las mujeres, la tica del cuidado, se descartafcilmente.

    Al discutir que hay un problema estratgico con la moralidad de las mujeres, no quieroimplicar que la estrategia eclipsa la verdad. Si las mujeres fueran moralmente distintas de loshombres, la estrategia no nos dejara descartar este hecho. Sin embargo los hechos no son tansimples, y de esta manera es legtimo comprobar si es probable que la direccin en que nosllevan los hechos requiere que los pongamos en un contexto intelectual distinto. Intentmostrar que adoptar la tica del cuidado en forma simplista como una moralidad especfica delas mujeres, tiene consecuencias potencialmente perjudiciales. Esto no quiere decir que una

    tica del cuidado sea moralmente indeseable, sino que sus premisas tienen que entendersedentro del contexto de la teora moral, en vez de ser tratadas como los hechos dados de unateora psicolgica basada en el gnero.

    Una teora contextual del cuidado

    Para que tomemos con seriedad una tica del cuidado como una postura moral, susdefensores necesitan explorar las suposiciones en las que la misma se basa. A menos que elcontexto social y filosfico para una tica del cuidado se especifique, la tica del cuidado

    puede descartarse como un asunto de limitado alcance ( ingles: paroquial) de algunasmujeres mal informadas. Al realizar esta afirmacin, me diferencio de algunos/as tericos/asfeministas recientes que han evitado hacer una construccin terica completa y, en cambio, sehan centrado en las implicaciones prcticas de una tica del cuidado. Varios escritores, porejemplo, se han centrado en la cuestin de la paz como ejemplificadora de la manera en queel cuidado puede informar nuestro tratamiento de un problema poltico crucial.41Su enfoque,no obstante, no toma en cuenta el contexto en que las cuestiones de la guerra y la paz se

    presentan. Fuera del contexto de cualquier teora poltica o social general, la cuestin de lapaz puede ser descartada fcilmente porque falla en considerar otros valores (v.g., defensa uhonor), que pueden verse como ms generales o ms importantes 42. Slo cuando se evala elcuidado en su importancia relativa respecto de otros valores puede empezar a servir como

    punto de vista crtico para evaluar la vida pblica. Tal evaluacin requerir una teora moral y

    poltica del cuidado completamente desarrollada.

    40 Vase por ejemplo Susan Tenenbaum. Women through the Prism of Political Thought, Polity 15 n 1(Primavera 1982): 90-102.41Ver Sara Ruddick, Preservative Love and Military Destruction, y Pacifying the Forces (ambos nota 5).Jean Elshtain frecuentemente tiende a apoyar una posicin similar, pero en sus ensayos ms recientes es crticade un argumento simplista del alma bella por parte de las mujeres. An as, no provey ninguna alternativaterica para el pacifismo ingenuo excepto alrededor del estatismo. Ver Elshtain, On Beautiful Souls, JustWarriors and Feminist Consciousness, en Women and Mens Wars, ed. Judith Stiehm (Oxford: Pergamon Press,1983), 341-49, y Reflections on War and Political Discourse: Realism, Just War and Feminism in a NuclearAge,Political Theory13, n 1 (Febrero 1985): 39-57

    42Considrese por ejemplo cun afmera prob ser la tremenda ola de pacifismo entreguerras. Ver Meter Brock,Twentieth Century Pacifism(Nueva York: Van Nostrand, 1970).

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    Adems de definir el concepto de cuidado, sugiero tres grupos de problemas que surgen altratar el cuidado en un nivel terico.43

    La cuestin metatica

    Una razn por la que, desde el punto de vista de la tica de la justicia, el cuidado parece sertan inadecuado como postura moral es que la tica del cuidado necesariamente se basa en un

    juego distinto de premisas sobre lo que es una buena teora moral. Como apunt AlasdairMacIntyre, la nocin contempornea general de lo que vale como una teora moral se derivade Kant.44Segn su perspectiva, una teora moral consiste en un juego de principios moraleselegidos racionalmente despus de considerar los principios en competencia. WilliamFrankena define como la perspectiva moral a aqulla que se puede hacer universal eimparcial, que concierne a la descripcin del bien, y de la que se esperara que los principiosmorales elegidos plasmas en esas nociones estndares de la moralidad.45

    Un modelo alternativo para las teoras morales es la teora contextual metatica46. Estasteoras parten de suposiciones sobre la naturaleza de la moralidad que son diferentes de lasmetaticas inspiradas en Kant. En cualquier teora, la moralidad tiene que ser situadaconcretamente, o sea, para actores especficos en una sociedad especfica. No se la puedeentender como un recitado de principios abstractos. Segn tal idea, la moralidad se inserta enlas normas de una sociedad dada. Adems, la teora moral contextual dirige la atencin a lamoralidad de un acto singular y a las capacidades morales generales de los actores. Ser moralsignifica poseer un carcter moral, o, como dijo Aristteles, la virtud es una disposicin47.As la moralidad no puede determinarse mediante el planteo de dilemas morales hipotticos ola afirmacin de principios morales. Antes bien, la imaginacin, el carcter, y las acciones

    43Noddings (ver nota 5) distingue entre quien es cuidado y quien cuida. Cuidar, segn la autora, no es en s unavirtud sino la ocasin para ejercitar virtudes.44Alasdair MacIntyre, A Short History of Ethics(Nueva York, Macmillan, 1966), 190. En verdad, Gilligan hasido criticada por no presentar una forma de teora tica. Ver Gertrude Nunner-Winkler, Two Moralities? ACritical Discusin o fan Ethic of Care and Responsibility versus an Ethic of Rights and Justice, en Kurtines yGewirtz, eds. (nota 10), 348-61. Para una crtica de Kant que sigue algunos hallazgos de la tica del cuidado, verJean Bethke Elshtain, Kant, Politics and Persons: The Implications of His Moral Philosophy, Polity14 n 2(Invierno 1981): 205-21.45Ver William Frankena,Ethics, 2da. ed. (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, Inc., 1973). Kohlberg sigue elargumento de Frankena en la cita referida en la nota 32.46Las teoras contextuales pueden ser teleolgicas, deontolgicas, axiolgicas o aretaicas. El tema comn en las

    teoras contextuales es que evitan una resolucin formal y absoluta de cuestiones morales. El lector puedesospecharme de inventar una nueva frase simplemente para debilitar la postura de mi oponente. Al fin y al cabo,incluso Kohlberg cree que su teora es especfica a situaciones particulares y no universales. Efectivamente, talvez slo las obligaciones morales perfectas de Kant pueden ser descriptas como una moralidad no situada nicalificada. Si es el caso, entonces mi argumento de plantear la moralidad contextual es incluso ms fuerte porquerequiere que los filsofos morales dejen la ficcin conveniente de que su trabajo termina en cuanto han aclaradolas reglas morales. Las teoras morales contextuales involucran un desplazamiento de la cuestin moral esencialde Qu son los principios mejores? a la cuestin Cmo mejor equipar a los individuos para actuarmoralmente? Muchos filsofos morales estn empezando a afirmar la necesidad de volver a una teora ticacontextual. Una buena coleccin reciente de ensayos que muestra tanto la diversidad como los temas esencialesde esta perspectiva emergente se puede encontrar en Alasdair MacIntyre and Stanly Hauerewas, eds., Revisions:Changing Perspectives in Moral Philosophy(Notre Dame, Ind.: University of Notre Dame Press, 1983).47

    Aristteles, The Nichomachean Ethics (Harmondsworth: Penguin Books, 1976) [Hay traduccin castellana:tica Nicomaquea, varias ediciones].

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    morales singulares tienen que responder a la complejidad de la situacin. Entre ejemplosprominentes de la moralidad contextual, incluira la teora moral de Aristteles, la perspectivade sentimientos morales del Iluminismo escocs, y algunos contemporneos que escribensobre la moralidad48.

    Como resultado de una preocupacin reciente sobre el carcter, cualquier teora moralcontextual tiene que plasmar un retrato complejo del yo. Las teoras que son recelosas de losmotivos morales no racionales, muchas veces explican la accin moral como el resultado deestar por encima de las pasiones egostas. Los filsofos morales no contextuales dependen de

    pruebas racionales para comprobar las inclinaciones basadas en el inters personal. As loracional y lo moral se vuelven identificables.49 En contraste, los defensores de las teorasmorales contextuales muchas veces hacen hincapi en la sensibilidad y la imaginacin moralcomo las claves para entender la vida moral madura. En vez de proponer un ser humanoracional ideal, la moralidad contextual se sostiene, o no, en su capacidad para describir lasmaneras en que los individuos avanzan moralmente mostrando preocupacin por los dems.

    Como una teora moral completamente desarrollada, la tica del cuidado tomar la forma deuna teora moral contextual. Tal vez la caracterstica ms importante de una tica del cuidadoes que en el marco de la teora, las situaciones no se definen en trminos de derechos yresponsabilidades sino en trminos de relaciones del cuidado. La persona moralmente maduraentiende el equilibrio entre el cuidado para el yo y el cuidado para los dems. 50 La

    perspectiva del cuidado requiere que los conflictos se resuelvan sin perjudicar la continuidadde las relaciones. Los problemas morales se pueden expresar en trminos de acomodar lasnecesidades del yo y las de los dems, de lograr el equilibrio entre la competencia y lacooperacin, y de mantener la red social de relaciones en que uno se encuentra.

    Obviamente, si semejante cuidado es la tarea moral por excelencia, el contexto dentro del quese encuentran las exigencias contradictorias ser un factor importante para determinar laaccin correcta en trminos morales. Recurrir a principios abstractos, universales es salir dela red de relaciones. As, a pesar del rechazo del cuidado por parte de Kohlberg, comosecundario a y dependiente del razonamiento de la justicia, desde una perspectiva metaticadistinta, el cuidado puede determinar los lmites apropiados de los problemas relativos a la

    justicia.51

    Si las feministas reconocen una tradicin moral no-kantiana, podrn basar una tica delcuidado ms firmemente en la teora filosfica. An hay problemas serios con todas lasmoralidades contextuales, y especficamente con la tica del cuidado. Por consiguiente, como

    48Entre los tericos morales tradicionales, tengo en mente especialmente a David Hume y Adam Smith. Entrelos filsofos morales contemporneos, un sucinto prrafo sobre la posicin de la moralidad contextual puedehallarse en John Kekes, Moral Sensitivity,Philosophy59 n 227 (1984): 3-19.49La descripcin de John Rawls de la posicin original en A Theory of Justice(Cambridge, Mass.: HarvardUniversity Press, 1971) es probablemente el ejemplo ms conocido de esta perspectiva. La descripcin de lareciprocidad que hace Lawrence Kohlberg tambin pivotea en la aplicacin de la racionalidad. Ver Justice asReversibility: The Claim to Moral Adequacy of a Highest Stage of Moral Judgement, en Essays in MoralDevelopment(nota 26), 1:190-226, esp. 198.50Gilligan describe los estados del cuidado en Do the Social Sciences Have an Adequate Theory of MoralDevelopment? (nota 1) 41-4551Esta inversin de la posicin de Kohlberg es recomendable por los requerimientos lgicos del desarrollo de

    una tica del cuidado en una teora moral plena. Cmo sabr la persona que est cuidando cundo correspondeinvocar los criterios de justicia, ms remotos, es obviamente una cuestin crucial.

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    va a mostrar el siguiente anlisis, una tica del cuidado requiere ms elaboracin antes de quelas feministas puedan decidir si la adoptan como la teora moral apropiada para el feminismo.

    El convencionalismo y los lmites del cuidado

    Las teoras morales universales suponen que pueden ser aplicadas a todos los casos; encambio las teoras morales contextuales tienen que especificar cundo y cmo se aplican.52Los defensores de una tica del cuidado afrontan, como dice Gilligan, el problema moral dela inclusin, que depende de la capacidad de asumir la responsabilidad por el cuidado.53Esfcil imaginar que habr personas o problemas sobre los que somos indiferentes. Sinembargo, podemos preguntarnos si nuestra falta de cuidado nos libera de la responsabilidadmoral.54

    Esta cuestin surge porque no cuidamos a todos de igual manera. Seguramente habrpersonas o temas que no nos interesan o que no cuidamos.Cuidamos ms a la gente ms

    cercana emocional, fsica e incluso culturalmente.55 As, una tica del cuidado podravolverse una defensa del hecho de cuidar slo a la familia, a los amigos, al grupo, a la nacinde una persona. Desde esta perspectiva, el cuidado puede volverse una justificacin decualquier juego de relaciones convencionales. Cualquier defensor de una tica del cuidadonecesitar responder a las siguientes preguntas: Cules son los lmites apropiados de nuestrocuidado? Y ms importante Hasta dnde tienen que extenderse los lmites del cuidado?

    Adems, al centrarse en la preservacin de relaciones existentes, la perspectiva del cuidadotiene una cualidad conservadora. Si la conservacin de una red de relaciones es la premisainicial de una tica del cuidado, hay poca base para una reflexin crtica sobre si se trata derelaciones buenas, saludables, o dignas de conservacin. Sin duda, mientras juzgamos

    52 No nos habrn dicho nada acerca de moralidad antes de que nos sean dichos qu tipo de situaciones laspersonas sensibles al contexto tomarn como moralmente salientes, que peso pondrn en esos diferentes hechos,y as (Owen Flanagan y Jonathan Adles, Impartiality and Particularity, SocialResearch 50, n 3 [Otoo1983]: 576-96, esp. 591-92. Un sealamiento similar es realizado por Jonathan Dancy, Ethical Particularismand Morally Relevant Properties,Mind92, n 368 (1983): 530-47.53Gilligan Do the Social Sciences Have an Adequate Theory of Moral Development? 44. Aristteles insistique tratar de extender los lmites del amor familiar a toda persona simplemente destruira los lazos familiares(The Politics of Aristotle, trans E. Barker [Nueva York: Oxford University Press, 1946], 47; 1262b [2.4.8] [Haytraduccin castellana:La poltica, Aristteles, varias ediciones).54 As, David Hume entendi la justicia, una pasin artificial, como un complemento necesario a la pasin

    natural, la benevolencia. Hume sostuvo que si la benevolencia fuera suficientemente fuerte, no habra necesidadpara la justicia. Sin embargo, el alcance limitado de la benevolencia la hizo una base insuficiente para la vidamoral en la sociedad humana. Vase David Hume, Treatise of Human Nature, ed. L.A. Selby-Bigge and P.H.Nidditch (Oxford: Oxford University Press, 1978), bk. 3, pt. 2, 494-95.N De T: La frase original there will be some people or concerns about which we do not care. tiene dossentidos en ingls: no cuidar y no interesar. El ingls juega con ese doble sentido de care. Si no nosinteresa (we dont care about someone) alguien, entonces no vamos a cuidarlo (we wont care for her or him).55 Este aspecto fue grficamente ilustrado por el pensador del Iluminismo escocs Francis Hutcheson, quientraz una analoga entre la fuerza relativa de nuestros lazos emocionales ms cercanos y lejanos y las ataduras dela gravedad (Inquiry into the Original of Our Ideas of Beauty and Virtud [1726] en Collected Works of FrancisHutcheson, ed. Bernhard Fabian [Hildesheim, West Germany: George Olms Verlagsbuchhandlung, 1971],1:198-99). Tal vez algunas personas, los mejores entre nosotros, pueden resistir el influjo de aquellos ms

    cercanos a nosotros. Una provocativa reflexin sobre los santos morales se halla en Susan Wolf, MoralSaints,Journal of Philosophy89, n 8 (Agosto 1982): 419-39.

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    nuestras relaciones, probablemente vamos a ser partidarios de ellas y de otras similares.Aunque es de tales tendencias no reflexivas que puede derivarse el odio por las diferencias.Una de las razones por las que la imparcialidad es una caracterstica moral universal tanatractiva, es que en teora permite evitar los pedidos especiales que todos practicamoscuando no es as. Sin embargo podra ser posible evitar la necesidad de pedidos especiales

    y al mismo tiempo no llegar a principios morales universales; si fuera as, una tica delcuidado podra ser viable.56

    La posibilidad de que una tica del cuidado refuerce modelos sociales existentes tambinplantea la cuestin del relativismo. Es difcil imaginar cmo una tica del cuidado podraevitar la acusacin de que encarnara posturas morales distintas en sociedades distintas ydurante pocas distintas. Los filsofos no estn de acuerdo sobre la seriedad de esta clase delrelativismo; sin embargo, las teoras morales contextuales pueden suponer slo unamodalidad del relativismo, que Dorothy Emmet llama relativismo blando (literalmenterelativismo blando en ingls). Vista desde la perspectiva del relativismo blando, lavariacin cultural de ciertos principios morales no excluye la discusin de asuntos morales a

    travs de culturas distintas.57 La nica forma en que una tica del cuidado podra evitarcompletamente la acusacin de relativismo sera proponer alguna relacin del cuidado comouniversal; por ejemplo, la relacin de padres e hijos. Este camino, sin embargo, parececargado de dificultades an ms grandes para las acadmicas feministas, y prejuzga de unamanera inaceptablemente estrecha quines debieran ser los cuidadores.

    En la medida que el razonamiento universal de la justicia descarta la importancia delcontexto, la expansin de la tica del cuidado sugiere una teora moral mucho ms adecuada.Sin embargo, cmo asegurar que la red de relaciones se haga bastante amplia como para quealgunas personas o grupos no queden ms all de su alcance sigue siendo una cuestin

    principal. Sea cual sea el punto dbil del universalismo kantiano, su premisa del valor moraly dignidad igual de todos los seres humanos es atractiva porque evita ese problema.

    Las teoras morales contextuales pasadas normalmente trataban de resolver el problemarecurriendo a un observador imparcial abstracto. No obstante, esta solucin tambin resultainadecuada porque el observador imparcial normalmente impone las mismas limitaciones alcuidado que los pensadores convencionales.58La nica forma de resolver este problema esespecificar cmo pueden ser modificadas las instituciones sociales para expandir estacomprensin convencional sobre los lmites del cuidado. As, la legitimidad de una tica delcuidado depender de la adecuacin de la teora social y poltica de la que haga parte.

    La poltica y el cuidado

    56Meter Winch, The Universalizability of Moral Judgments, en suEthics and Action(Londres: Routledge yKegan Paul, 1972), 151-70.57Ver Dorothy Emmet,Rules, Roles and Relations(Nueva York: St. Martns Press, 1966), cap. 5, esp. 91-92.58 Por ejemplo, Adam Smith propuso la existencia de un observador imparcial en The Theory of MoralSentiments (Oxford: Oxford University Press, 1976), 3.1.2, 110. Richard Brandt es un filsofo moral recienteque abogaba por una teora del observador ideal, pero que recientemente se ha retractado porque no proveemanera de evitar que el observador ideal invoque lo que a l le parecen preferencias no dainas, pero que puedenser seriamente limitantes para las elecciones de otros. (El usa como un ejemplo la preferencia contra lahomosexualidad) Ver Brandt,A. Theory of the Good and the Right(Oxford: Clarendon Press, Oxford UniversityPress, 1979), 225-28.

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    En el anlisis final, el apoyo exitoso a una tica del cuidado requiere de la exposicin de unateora social y poltica compatible con los niveles ms extensos del cuidado. Todas las teorasmorales compatibilizan ms con algunas instituciones sociales y polticas. Quienes proponenuna tica del cuidado tienen que especificar qu instituciones sociales y polticas entiendenque son el contexto para los actores morales. Tal vez, deba hacernios dudar de que algunas

    de las visiones ms irresistibles de la poltica del cuidado sean utpicas.59

    Entre los argumentos que una teora del cuidado convincente necesita afrontar, se encuentrala mirada de cuestiones decisivas para cualquier teora social y poltica. De dnde viene elcuidado? Se aprende en la familia? Si es as una tica del cuidado tiene que indicar algosobre la necesidad de o la naturaleza de la familia? Quin determina quin puede ser unmiembro de una sociedad del cuidado? Cul tiene que ser el rol del mercado en una sociedaddel cuidado? Quin tiene que tener la responsabilidad de la educacin? Cunta desigualdades aceptable antes de que los individuos se vuelvan indiferentes a aquellos que son demasiadodesiguales en estatus? Hasta que punto las instituciones y teoras actuales apoyan la tica delcuidado?

    Por ltimo, necesitamos pensar cmo una tica del cuidado puede estar situada en el contextodel la teora poltica y social existente. Una tica del cuidado constituye una perspectiva delyo, de las relaciones y del orden social, que puede ser incompatible con el nfasis en losderechos del individuo, tan predominante en las sociedades occidentales, liberales,democrticas. Sin embargo, como es formulado actualmente por los tericos polticos, eldebate entre los defensores de los derechos y los defensores de la comunidad no ofrece unaalternativa clara para las feministas que defienden una tica del cuidado. Si bien los derechos

    pueden parecer onerosos cuando los miramos desde la perspectiva de nuestros deseos y denuestra necesidad de si-mismos interconectados y extensos, sin embargo sirven para protegera los individuos oprimidos. Mientras los anhelos actuales de ms comunidad parecenmanifestar una perspectiva del yo que permitira ms cuidado, no hay nada inherente a lacomunidad que la preserve de ser opresiva con las mujeres y otros grupos en desventaja. 60Silas feministas no asumen la responsabilidad de situar la tica del cuidado en el contexto de ladiscusin sobre derechos / comunidad, el resultado final puede ser que el cuidado justifique

    posturas que las feministas encontraran inaceptables.61

    Hacia una teora del cuidado

    59Considerar Charlotte Perkins Gilman, Herland, introduccin de Ann J. Lane (Nueva York: Panten Books,1979); Marge Piercy, Woman on the Edge of Time (Nueva York; Fawcett Crest, 1976), Lee Cullen Khanna traza

    un paralelo entre la tica del cuidado de Gilligan y la novela de Piercy, ver Frontiers of Imagination: FeministWorlds, Womens Studies International Forum7, n 2 (1984): 97-102.60 Ver por ejemplo Michael Sandel, Liberalism and the Limits of Justice (Cambridge: Cambridge UniversityPress, 1981). Parece dudoso que la visin de Sandel sea ms prometedora que la teora de Rawls de que lasfeministas necesitan sospechar de las invocaciones a la comunidad. Ver la revisin de Sandel por Brian Barry, enEthics94, n3 (Abril 1984): 523-25, y Amy Gutmann Communitarian Critics of Liberalism, Philosophy andPublic Affairs14, n3 (Verano 1985): 308-21.61Considerar el argumento de John Hardwig, Should Women Think in Terms of Rights? Ethics 94 n3 (Abril1984): 441-55. Hardwig responde esta duda negativamente, entre sus razones plantea que derechos implicauna particular visin atomstica del s-mismo. Usar los argumentos de derechos, afirma el autor, es adoptar suentendimiento del s.mismo. Las mujeres tiene que rodear su sentido de conectividad, sua naturaleza femenina, siusaran los argumentos de derechos. Y segn el autor, no debieran. Sin embargo, Hardwig no explica cmo lasmujeres pueden convencer a los hombres que s piensan en trminos de derechos, como tomarlos seriamente.

  • 7/23/2019 Ms all de la diferencia de gnero: hacia una teora del cuidado

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    He sugerido que las feministas no deberan celebrar una tica del cuidado como factor de unadistincin de gnero que apunte a la superioridad de las mujeres, sino que tienen que empezarla ardua tarea de construir una teora completa del cuidado. Como conjunto, los argumentosen este artculo sugieren que la direccin para el pensamiento moral feminista del futuro tiene

    que ser ms amplia y ms terica. Para demostrar esta ltima afirmacin, permtasemeconsiderar una respuesta menos drstica a la cuestin qu puede significar la tica delcuidado?

    Se podra afirmar que una tica del cuidado es nada ms que un conjunto de sensibilidadesque todas las personas morales maduras deberan desarrollar, junto a la sensibilidad ligada ala justicia. En vez de pensar la naturaleza de la filosofa moral, tendramos entonces quecambiar las instituciones educacionales y familiares responsables de construir las distincionesentre la justicia y el cuidado como distinciones basadas en el gnero. Tendramos que apoyarel desarrollo de dos moralidades iguales para todos y dejar que los individuos decidan cuandousar una u otra.

    Hay dos problemas con esa alternativa. Primero, semejante respuesta ignora la evidenciasobre los orgenes de las presentes diferencias de gnero. Sea que la causa de esasdistinciones sea una dimensin psicolgica de la feminidad, un producto cultural de laactividad del cuidado, o una posicin resultante de la subordinacin social, es difcil imaginarcomo cualquiera de estas causas o alguna combinacin de ellas podra afectar a todos losindividuos de igual manera.

    En segundo lugar, expresar semejante ideal ignora la tendencia a conformar dos moralidadesdeseables, para retroceder a una divisin de gnero rgida. Si hay dos moralidades deseables ydos gneros cul es el problema de considerar una como predominante de los hombres y laotra predominante de las mujeres? Tener esferas separadas pero, supuestamente, iguales,

    permitira que las dos moralidades distintas florezcan y delineen sus lmites ms claramente.

    La alternativa ms prometedora, he sugerido, es afrontar directamente la difcil tarea dediscutir la tica del cuidado en trminos de la teora poltica y moral. La tarea incluira mirarcrticamente la nocin de una moralidad de mujeres propuesta por las interpretaciones de lasinvestigaciones sobre la moral y las distinciones por gnero, y situar estas interpretaciones enel contexto de las investigaciones sobre la moral y las distinciones de clase, raza, y etnia.Adems, significara reconocer las limitaciones de una teora moral basada en el gnero ennuestra sociedad. Por ltimo, supondra explorar las promesas, y tambin los problemas,

    involucrados en considerar a la tica del cuidado como una teora moral alternativa, en vezde simplemente un complemento a las teoras morales tradicionales basadas en elrazonamiento de justicia.

    Aunque esta tarea ser difcil, hay mucho para ganar con ella. Atento al lugar del cuidadotanto en la experiencia cotidiana concreta como en nuestros modelos de pensamiento moral,

    podramos prepararnos mejor para fraguar una sociedad en la que el cuidado pueda prosperar.

    Departamento de Ciencia PolticaHunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York