MARZO 1949 LA TUBERCULOSIS BOVINA · 2006-10-25 · LA TUBERCULOSIS BOViNA Ante el problema de la...

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MADRID NLIMERO 5-49 H

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MARZO 1949

LA TUBERCULOSISBOVINA

Por RAFAEL GONZALEZ ALVAREZCatadrático de Ia Faouliad de Veterinaria de Madrid

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LA TUBERCULOSIS BOViNA

Ante el problema de la tuberculosis bovina nos hallamosen una situación que tiene notable parecido con el de la tuber-culosis humana, a causa cle su creciente eYtensión y de la rela-tiva impotencia de medios para combatirla eficazmente. Peroel peligro para la ganadería es alarmante por la ig-noranciaen que se encuentra el hombre clel campo acerca de la natura-leza de esta enr'ermedad. El carácter larvado con que apare-ce, los signos clínicos, poco aparentes para el profano si no esen estados muy avanzados del proceso, hacen que pase inad-vertida durante largos períodos de tiempo, dando la impresió^ial ganadero de normalidad sanitaria en sus reses. No es unaepizootia mortífera que arrasa rebaños enteros y siembra laruina en comarcas o regiones de un país, como sucede con elcarbunco, la peste porcina, etc. ; por el contrario, se desarrollacon un ritmo lento, animal por animal, y sus efectos solo sedejan sentir al cabo de bastante tiempo.

Por otra parte, el Estado no puede entablar utla lucha di-recta contra esta enfern^edad, al modo que puede organizarcampañas de vacunación contra el mal rojo, el carbunco, laviruela, etc., ni tampoco las medidas de policía sanitaria ver-daderamente eficaces están a su alcance, ya due aquellas apli-cables a tadas ]as enfermedades contagiosas (como son 1a cle-ntmcia, el ernpaclronamiento y ii^arca, el secuestro de los ani-males enfermos, la prohibición de mercados y ferias, etcéte-ra), además de su inutilidad en las zonas muy infectadas, quees <.londe interesa combatir el daño, acarrearían la paraliza-ción de actividades en dichas regiones. El sacrificio de los ani-males enfermos, tal como habría que hacerlo sobre reses, en sumayoría, en estado de agotamiento orgánico, logra eliminar-los cuando ya han sembrado el contagio a su alrededor.

La lu^cha contra la tuberculosis bovina es muy cara ysólo puecle emprenderse con éxito poniendo en juego todo unvasto plan, a base de clescubrir a los enfermos en su fase pri-maria o de pequeñas lesiones ocultas, para separarlos cuan-to antes del resto de los animales y evitar la propagación delmorbo.

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El pequeño ganaclero de los minifundios gallegos-^iond^^la tuberculosis alcanza una extensión inquietante-se ha adap-taclo a la compensación que le ofrece el Seguro cle Decomisoen el NTatadero, y no siente la gravedad del problema. z Quie-re esto decir que la tuberculosis bovina es un mal tolerable yhasta cierto punto compatible con una relativa nortnalidad ga-nadera ? Salir al paso de un estado de opinión que no ntide lasconsecuencias desastrosas due supone para la cría y explota-ción del ganaclo vacuno la permanencia cle una plaga, cle cre-ciente difusión, contra la cual se estrellarán todos los inten-tos de mejora zootécnica, es nuestro deber.

El azotc existe, y sus e^f.ectos repercuteri en la valoracióneconórnica de esta rama de nttestra riqueza ganadera. En pri-tner lttgar, disminuye graclualmente la vida iuedia de las re-ses, que así no llegan a dar todo su rendimiento ; se pre^cisaeliminar por el sacrificio animales jóvenes cttyo sostenimientc^es ya antieconómico y que son un manantial de contagio par^tlos d'emás. La cría de terneros tropieza cada vez con ma-yores dificultades, por la facilidad con due se infectatl en lasexplotaciones cloncle reina la tuberculosis. La merma en 1^. se-creci^^n láctea y el enflaqttecimiento restringen el valor de losanimales, su sostenimiento resulta una carga y el final de sucarrera en el matadero es el <lecomiso. El níunero muy consi-derable de decomisos no sólo irroga perjuicio al ganadero, sinodue detrae del consumo muchos kilos de carne, agravando el_ya angustioso problema de la alimentación humana.

La difusión de la tttberculosis en los animales domésticosagrícolas es un hecho qtte va, en cierto modo, unido al cultivointensivo, con paralelo fomento de la ganadería. Este modode explotación, característico de la Europa ,central y occidetl-tal, ha contribuícío poderosamente a la propagación de la tu-berculosis y explica el hecho de nue las más altas cifras demorbilidad se registren en las naciones de agricultura máshrogresiva del continente europeo. ^

Para fijar la atención sobre un porccntaje que sirva de re-ferencia y exprese un valor medio, podemos señalar due el2o por ioo representa la meclia de morbilidad en esta parte de.Europa. Con este porcentaje apuntamos por lo bajo, ya duehay zonas intensamente infectadas, con valores por ioo deI

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C^o al ^o. En cambio, la tuberculosis es mucho menos frecuen-te en los Estaclos Unidos y en los países de América centraly del Sur. 1' es que la estabulación permanente, o casi perma-nente, con la convivencia del g-anado en los mismos locales, esun factor de primer orden para el contagio. El ganado de pas-toreo del Oeste de los Estados Unidos y de las pampas ar-g^entinas se fralla, prácticamente, libre de la enfermedad.

En Esparia ocurre lo propio. La tuberculosis está muy ex-tendicla en el litoral nortei^o (5antander, Asturias, Vasconia),así como en Galicia, donde las formas de explotación del va-cuno se asemejan a las de los países centroeuropeos, mientrasque el ganado morucho de nuestras serranías, como el de lasgrandes dehesas extremeñas y andaluzas, rinden escaso tri-buto a la infección bacilar.

La explotación intensiva, sobre todo en lo que se refiere ala producción de leche, acttía como una causa debilitante quefavorece la inf.ección. El comer^cio de ganado, al traer a Es-paña razas procedentes de países donde abunda la tuberculo-sis bovina, con su aclimatación a veces difícil y sanitaria-mente onerosa, ha contribuído en gran escala a la propaga-ción de aquélla y a estabilizarla en su situación enzoótica ac-tual. Añádase a esto la sordidez de los establos, la f alta de hi-giene de ls mismos (aunque haya excepciones, cada vez másnumerosas), las forzosas carencias alimenticias por escasezde piensos en los años malos, y tendremos reunidos todos losfactores ambic^ztaJes que allanan el camino y facilitan el ata-qtre al microbio de la tubercttlosis.

Cómo adquLene la enferxYUeda^d el ^animal sano.

Ya se comprende que no puede haber tubercttlosis sin lapresencia del llamado bacilo d^e I^oclz en el organismo. Lascausas que venimos enumerando sólo favorecen la acción deéste, pero por sí solas no producen la enferrnedad. A1 gana-dero le interesa saber cómo se verifica la infección de sus ani-males, para tomar las medidas pertinentes.

El bacilo de Koch no es un germen que pulula en los te-rrenos-como sucede con el del carbunco, el del mal rojo o eldel tétanos-sino que pasa de los animales enfermos a los sa-nos, ya directamente o por intermedio de materias contami-

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nadas. Por tanto, la introducción de un animal tuberculosoen un establo es la seguridad de que la tuberculosis se adue-ñará de él, y de ahí la importancia que, para prevenir el con-tagio, tiene la vigilaneia clel ganado que se aclquiere.

Cuá.l es la vía que, en 1a mayor parte de los casos, toma elbacilo para invaclir el organismo cle los bóviclos ha sido asun-to de discusión entre los hombres de ciencia. Hubo una épocaen que se dió mucha importancia a la infección por la vía cli-gestiva, mediante la ing-estión de alimentos portadores delagente cattsal. La hipótesis es aplicable, sobre todo, al ternerolactante de madre tuberculosa o alimentatlo con leche sin ga-rantía de sanidad. Es menos probable para el novillo, muchomenos frecuentemente tuberculoso que el ternero.

131 elamen minucioso cle los casos de tuberculosis del ter-nero, en miles de cabezas, ha concíucido a la conclusión de^ queéste se inf ecta, las m^is de las veces, por inhalación de partícu-las virulentas flotantes en el aire; una parte no despreciablenacen ya tuberculosos, por padecer la maclre tuberculosis ute-rina, y el menor porcentaje lo dan terneros que adquirierone1. mal por injerir leche contaminada. Se ve que, aun el ternerose tuberculiza por convivencia en el establo con reses enfer-mas qu.e expulsan bacilos -con su respiración, esputos, flujonasal, etc., y tornan malsano el aire allí confinado.

f?n cuanto a la tuberculosis contraída en reses mayores-novillos--, es también el aire contaminado Por animales en-fermos el principal vehículo de contagio.

De estas consideraciones se desprende el conocimiento dedónde est^ti el peligro. Es la estabulación, la prc.nniscuiclacl deanimales, la causa de que unas reses contagien a otras. La in-feccibn por gotitas virulentas, o por partículas ^desecadas es^parcida.s en el aire, es el medio más frecuente de infección, yno hace f.alta que los individuos enfermos eliminen bacilos conel aire espirado, o la tos, porque está demostrado que, aun enel caso de lesiones ceyr^a-d^as, el microbio se elimina con las he-ces fecales, y éstas, al desecarse, desprenden partículas conta-minadas, que van a parar al aire. T os esputos, el flujo nasal,producen el mismo efecto, pero, además, se depositan a vecessobre pesebres y abrevaderos, y entonces, contaminados losalimentos, pueden provocar la tuberculosis por vía digestiva.

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Estos inconvenientes de la estabulación se agravan con lacapacidad reducida de los establos y vaquerizas, la deficient^aireación, la descui^clada renovación de las camas, la falta delimpieza en pesebres y abrevaderos, etc.

Cóm,o se d^es^arrolla la tuberculosis.

La tuberculosis no aparece de una inanera fulminante, nirecorre todas sus eta.pas en forma aguda y rápida. De ordi-nario permanece sin manifestaciones aparentes durante se-manas y meses ; y cuando los síntomas se revelan, la enferme-da^d evoluciona lentamente, con un curso progresivo, que pue-de tener algunos accidentes agudos de mal pronóstico. Lacausa de este ritmo moroso y poco acusado está en que, de.momento, la tuberculosis es un praceso local, `limitado al ór-gano por donde penetró en el organismo el bacilo de Koch.

Muchos animales vencen esta infección local o foco pri-^uario y se conducen toda su vida como individuos sanos.t;nicamente, en aquellos sujetos que disponen de escasas fuer-zas defensivas orgánicas; la tuberculo^sis pasa de lesión lacala enfermedad generalizada.

E1 pulmón se encuentra siempre atacado en estos casos,y se comprencle que ello ponga en peligro la vida del animal.

^'[uy frecuent:e es la generalización al sistema linfático,ocasionando abultamientos que se ven al exterior, por estar .interesados ganglios linfáticos de asiento superficial. El ani-mal enflaquece y su aspecto es bastante característico. En losterneros es muy frecuente esta forma ganglionar.

Las tumoraciones ganglionares se ven, a menudo, en elcuello, en la espalda y en el ijar (i). En las profundidades or-gánicas hay otras semejantes, y así se explican los grandestrastornos que ocasionan.

Otra forma de tuberculosis que aparece al exterior es latuberculosis s^r.a^2-a^r•ia, Las ubres aumentan de volumen y seendurecen, disminttye la secreción láctea y los ganglios si-tuados detrás y encima de las mamas aparecen tumefactos.

Pero, en contraste con estas formas aparentes, hay otras

(r) La fotografía de la por:ada representa una vaca con tuberculosis de losg::r.glios def cuello. del encuentro y del íjar. ( Fot. Manninger.)

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^insidiosas, dtte no afectan al estado ;eueral e incluso soii com-patibles coti un bticti est^ldo de car^ies. Unic<tnlente eti el ^Ia-t^dero sc rc^^ela el mal, más o mcnos e^tenso, que oblia^ adecomis^tr la canaL

La ttlberculosis pultnonar es la iorma n^ás i^recllente enlos animales adultos. El pulmón es, a^-eccs, cl ítniro úr^ano

^^ataca^clu. Las lesiones i-an pro^-resan^lo lentat>>ente ^^ esto hace

Pigs. i y 2.-'1'uberculosis del cuarto posterior derecho de la ubre. (Fotos :^Tan-ninger.)

flue ei n^ial no se exteriorice hasta ^^ue ^^artes niu^^ e^tensasclel pulm^,^n ^luedan elimitladas de 1^ función respiratoria. Poríiltimo el animal,'en el períado llan^ado tísl=co, se "^lueda enlí^s huesos" y sucun^}^e, si antes no se le sacrifica.

I_a l^entitud del proceso i^uede verse acelerada ^^or cau-sas <Ittc, al debilitar al organistli^o, pei-miteti a lo^s bacilos eti-trar en la circulación y generalizar la en^fernied^ld; y enton-ces tatnh^i^n se acelera el fin dc la misma con la nitierte delanimal. I?^t^^ ocurre en las ^°acas de leclle e^hlotadas al n^^t^i-

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mo, si además la alimentación no responde a tanta exigencia ;cuando bueyes de trabajo son forzados a jornadas excesivas;después de transportes por ferrocarril en malas condicionesy largos recorridos, etc. Los partos repetidos producen eImismo efecto debilitante, lo mismo que otras enfermedadesque puedan aquejarles.

A1 g-anadero le interesa impedir que el mal llegue a estosextremos y cuanto antes llevar al Matadero la res; teniendoen cuenta que el aprovechamiento cíe la misma está en razóninversa del grado de generalización de las lesiones.

La bucha ^contra la tub^ercu^lasi^ bovina.

Hay que desechar la idea+rle que la ttiberculosis bovinapueda combatirse a base de algtina vacuna o de alguna drogaantibiótica. Aunque se llegue a conseguir tan maravillosorecurso, la labor terapéutica no es de individuos sino de ma-sas, en los lugares muy infectados, que es donde interesa ata-jar la plaga, y sería antieconómico e ineficaz un tratamientode esta naturaleza. No obstante, como ayuda en la lucha, seabienvenido cualquier descubrimiento que ponga en manos delganadero un producto capaz de prevenir la infección o deyugularla en su comienzo, únicos casos en que puede tenerinterés conservar los animales en explotación.

Por el grado tan extenso del mal que, en Europa alcan-za y entre nosotros porcentajes de morbilidad de hasta el 80por zoo en Galicia, no puede esperarse un resultado eficaz enel sentido de ir rebajando esos porcentajes más que con laadopción de un plan general, qtie ataque ^el problema elimi-nando a los sujetos enfermos para evitar el creciente progre-so de la tuberculosis.

Encontrar vacunas o sueros, como en otras enfermeda-des contagiosas (peste porcina, carbunco, mal rojo, ^pesteavícola, etc.), no es fácil, por la naturaleza especial de la tu-berculosis. No se trata de ttna enfermedad que al curar el en-fermo quede ^ia^.n^u.^a^i.tia^do, protegido por defensas humoraleso celulares, aprovechables en una vacunación que simula unaenfermeda^cl leve de la que sale fácilmente triunfante el or-ganismo.

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La ine.jor clefensa en la tuberculosis es haber vencido lainfección primaria y poseer un buen juego cle clefensas orgá-nicas g-enerales. Si nosotros logramos artificialmente crearuna lesión primaria que sea innocua, pero que repercuta sobreel organismo en la misma forma que la lesión primaria natu-ralmente adquirida (aumento de la resistencia a nuevas in-^fecciones), se habrá dado un gran paso en la protección delos jóvenes, y en esto está fundada la vacuna llamada B C Gque, en estos momentos, vuelve a estar sobre el tapete. Porello vamos a dar una idea de las ind'icaciones que tiene y delos resultados que pueden obtenerse de su empleo.

La vacuna B C G no obra, como la generalidad de las va-cunas, provocando una reacción del organismo que le permi-te a éste luchar contra el agente cattsal de la enfermedad.Esta vacuna, como ya ;hemos insinuado, funda su acción en elhecho de que la lesión que produce el bacilo de Koch en el^si-tio por donde penetra en el individuo (en el pulmón, en el in-testino, por ejemplo) confiere una elevada resistencia paracontraer nuevamente la tuberculosis. Esa lesión primariabien cttra^cla es tma ventaja para su poseedor, frente a los queno han sido tocados por el bacilo. Hay un peligro y es que, apesar de que uno crea que la lesión está curada, a veces re-toña su actividad y engendra una tuberculosis aguda. Perosi pudiéramos gobernar la virulencia de dicha lesión y ha-cerla tota:(mente inofensiva, tal peligro habría desaparecido.Y esto es lo que hace la B C G. Sustituye la lesión tuberculo-sa naturaa de entrada del bacilo por una lesión que tiene losmismos caracteres y repercusión sobre el estado general delanimal, pero incapaz de ser tubercttlígena.

Se cor.nprende que la principal finalidad de este método esproteger a los nitios en la especie humana y a los terneros enla lucha contra la tttberculosis bovina. La B C G debe Ilegaral org^anismo antes de que se produzca la infección primera,o sea en los terneros recién nacidos. Implica la separación in-mediata de las madres y el aislamiento de los terneros en es-tablos especiales, donde no haya más que otros terneros enlas mismas condiciones. L a vacuna protege durante cierto nít-tnero de años y es necesario reforzar esta protección vacu-nando anualmente.

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La vacunación de los terneros tiene sus indicacionescuando operamos en un ambiente muy infectado y en con-<liciones de difícil aislamiento de los animales recién nacidos.En esas condiciones se vuelven tuberculosas, fatalmente, to-das las crías que no sean rápidamente aisladas. Si las aisla-mos, al mismo tiempo que las inoculamos la B C G, quedaránal abrigo de la infección. Los terneros vacunados no elimi-nan bacilos; no constituyen peligro para los demás animales.ni para las personas que los cuidan.

Una cle las bases funclamentales de la lucha antitubercu-losa es ^crear planteles de terneros sanos, como punto de par-tida de rebatios libres de tuberculosis. La. vacuna B C Gcontribuye eficazment:e a este objetivo allí donde la extensiónclel mal no permite esperar nada cle simples medidas de ais-lamiento y cle alimentación láctea sana.

Ahora bien, tales medidas complementan la acción de laB^.̀ G y cleben aplicarse, aun cuando se vacune con este pro-ducto. El aislan.7iento evita un contagio por convivencia conreses enfermas y la alimentación con leche de vacas sanas, ocon leche esterilizada, se opone a una infección por el aparatodigestivo; pues hay que tener en cuenta que la B C G no con-fi.ere la protección inmediatament^e y, hasta que se establece,el ternero se halla expuesto a contraer la en.f.ermedad.

Sin embargo, el empleo de esta vacuna tiene algunosinconvenientes. Uno de ellos es que los animales vacunadosreaccionan positivamente a la tuberculina y, al interpretarseest:a reacci^^n como señal de tuberculosis, el comercio de talesanimales encuentra dificultades, aunque la realidad es que norepresentan ningún peligro.

'I'odos los métodos eficaces descansan en el empleo de la.t^as^b^ercarli^z^z para descttb^rir los individuos portadores de le-siones tuberculosas, ya que el examen clínico no es suficiente.Animales que no manifiestan ninguna alteración aparente seencuentran a veces fuertemente infectados y basta que ten-gan alguna lesión tuberculosa en actividad, oculta en las pro-funclidades del organismo, para que eliminen bacilos, sobretodo por las heces fecales. Nos conviene disponer de un re-curso que revele la existencia de cualquier lesión tuberculosaapor insignificante que sea.

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- Este recurso es la tiii^erca^^li^z.^.7., sustancia que se obtienede e^tractos de cultivos del bacilo de Koch y que, en la ac-tualitlad, se prepara en medius sintéticos. Cttando se inoculacsta sustancia a un anin^al sano no produce reaccióu alguna.e sea es innoctta ; l^ro, cttando la inoculación se hace en un ani-nial que esconde una ]esión tubcrculosa, por mínima que sea,se obtiene una respuesta consistente en una elevación de teni-heratura y una ^hinchazón en ^el sitio ^de la in}'ección. Nledianteesta sencilla técnica, se descubren las reses tttbercttlosas deuna explotación que, al aislarlas, dejan dc propagar la enter-medad a las dem^ts.

L?na campaña ^lue se prohonga acabar de una vez con latuberculosis procedería, no al aislamiento de los reaccionan-tes, sii^o a su sacrificio, indeninizando a los propietarios delas reses. Fsto es lo que han hecho e^n los Esta<los Unidos,país rico y con poca morbilidad (en Tc^i8 había un d,c^ por zoode tuberculosos). Can^pañas g-igantescas a lo largo de ^^ariosaños han conseguido, prácticaniente, suprimir la tuberculo-sis de su ganadería vacuna. I'ero en Europa, donde el índicede mor^bilidad es muy elevado (del zo al ^.o por zoo), una lu-cha en tan anlplio frente costaría enormes sumas y hro^-oca-ría una gra^-e crisis ganadera. Los planes de lucha europeosse limitari a separar los anitnales reaccionantes a la tubercu-lina de los sanos, vigilarlos y e^plotarlos n^iientras est^naparente^nente norn^ales y son capaces ^de sunlinistrar leche_^; crías. ^En cuanto se manifiesta la tuberculosis, se sacrifican

Imporia ntucho_el cttidado de los ternerus, que a^nstittt-yen la base de nuevos l^^lanteles sanos. L^s terneros nacidosde madres positivas a la tubercul^ina deben ser, inmediata-tnente, aislados v criados en establos especiales, alimentadoscon leche esterilizada, o proccdente de ^^acas sanas. Puedenjt.intarse con los otros terneros de madres tiegativas a]a tu-berculiria.

F_,n cuarlto a los animales pue no han reacciotiado a la tu-berculina, deben ser e^plorados periódicamente c^n nue^-aspruebas tuberculínicas para ir entresacando _v aislando losque den reacci^n positi^=a.

Todo esto hay que completarlo con una severa vigilanciadel ganado que se adduiera para repoblar los establos, gana-

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do que deberá ser sometido a la prueba tubercttlínica y nodar reacción.

Un plan de acondicionamiento de los establos dentro denormas higiénicas hay que llevarlo a la práctica con el auxi-lio económico del Estado.

Cualquier campaña para extinción de la tuberculosis tie-ne que operar por etapas y por explotaciones aisladas. El ob-jeto es ir consiguiendo el saneamiento de los establos uno attno, y para ello ;hay que contar con la buena voluntad delg^anadero, el cttal encontrará ventajas que premien su sacrifi-c-io al someterse voluntariamente a las medidas de tubercu-linización, aislamiento, etc., incluso sacrificio de reses, aun-que se le indemnice.

F,n todos los países donde se han emprendido campañasantituberculosas, se ha procurado darlas este carácter volun-tario, y estimular el interés de los ganaderos con -certificado^de reba^iLOS libres de tube^^culosis que acarreaban privilegiospara vender la leche a precios especiales. Toda la política deabasto de leche 1>ura para consumirla cruda, tan trascenden-tal en puericultura, desca,nsa sobre la seguridad de tener ex-plotaciones lecheras indemnes a la tuberculosis.

Tal es el problema que se plantea en España y que debe-ntos ir resolvi^endo de esta manera progresiva, por etapas.La tuberculosis bovina significa una pérdida continua de ri-clueza y de productos pecuarios, una causa de desmerecimien-to zootécnico de las razas explotadas y un peligro de contagiopara el hombre.

No hay que olvidar que muchas tuberculosis humanas soncie origen bovino y que el hombre del campo, al que creía-mos tan feliz coti su aire puro y su relativo aislamiento, debemirar la vaca tuberculosa cotno t.in enemigo capaz de impuri-ficar la atmósfera de su vivienda y de exponer a él y sus fa-miliares a contraer la tttbercttlosis.

A la inversa, un vaquero tuberculoso puede igualtnentecontagiar al ganado que tiene a st.t cuidado.

GRAFICAS UGUINA-MELENDEZ VALDES, ^-MADRID