Marx La Cuestion Judia

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5/22/2018 MarxLaCuestionJudia-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/marx-la-cuestion-judia-561c2ba6d5634 1/41  Sobre La Cuestion Judia Carlos Marx 1 Bruno Bauer, Die judenfrage. braunschweig. 1843. - 2. Bruno Bauer,, Die Fähigkeit der heutigen juden und Christen, frel zu werden. Veintiún  pliegos desde Suiza. Editados por Georg Herwegh. Zurich y Wlnterthur,  1843. págs. 56-71 I Bruno Bauer, La cuestión judia (Die Judenfrage). Braunschweig, 1843. Los judíos alemanes aspiran a la emancipación. ¿A qué emancipación aspiran? A la emancipación cívica , a la emancipación política. Bruno Bauer les contesta: En Alemania, nadie está políticamente emancipado. Nosotros mismos carecemos de Libertad. ¿Cómo vamos a liberaros a vosotros? Vosotros, judíos, sois unos egoístas  cuando exigís una emancipación especial para vosotros, como judíos. Como alemanes, debierais laborar por la emancipación política de Alemania y, como hombres,  por la emancipación humana, y no sentir el tipo especial de vuestra opresión y de vuestra ignominia como una excepción a la regla, sino, por el contrario, como la confirmación de ésta. ¿O lo que exigen los judíos es, acaso que se les equipare a los súbditos cristianos ? Entonces, reconocen la legitimidad del Estado cristiano ,

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  • Sobre La Cuestion Judia Carlos Marx

    1 Bruno Bauer, Die judenfrage. braunschweig. 1843. - 2. Bruno Bauer,, Die Fhigkeit der heutigen juden und Christen, frel zu werden. Veintin

    pliegos desde Suiza. Editados por Georg Herwegh. Zurich y Wlnterthur, 1843. pgs. 56-71

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    Bruno Bauer, La cuestin judia (Die Judenfrage). Braunschweig, 1843.

    Los judos alemanes aspiran a la emancipacin. A qu emancipacin aspiran? A la emancipacin cvica, a la emancipacin poltica. Bruno Bauer les contesta: En Alemania, nadie est polticamente emancipado. Nosotros mismos carecemos de Libertad. Cmo vamos a liberaros a vosotros? Vosotros, judos, sois unos egostas cuando exigs una emancipacin especial para vosotros, como judos. Como alemanes, debierais laborar por la emancipacin poltica de Alemania y, como hombres,

    por la emancipacin humana, y no sentir el tipo especial de vuestra opresin y de vuestra ignominia como una excepcin a la regla, sino, por el contrario, como la confirmacin de sta. O lo que exigen los judos es, acaso que se les equipare a los sbditos cristianos? Entonces, reconocen la legitimidad del Estado cristiano,

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    reconocen el rgimen del sojuzgamiento general. Por qu les desagrada su yugo especial, si les agrada el yugo general? Por qu ha de interesarse el alemn por la liberacin del judo, si el judo no se interesa por la liberacin del alemn? El Estado cristiano slo conoce privilegios. El judo posee, en l, el privilegio de ser judo. Tiene, como judo, derechos de que carecen los cristianos. Por qu aspira a derechos que no tiene y que los cristianos disfrutan? Cuando el judo pretende que se le emancipe del Estado cristiano, exige que el Estado cristiano abandone su prejuicio religioso. Acaso l, el judo. abandona el suyo? Tiene, entonces, derecho a exigir de otros que abdiquen de su religin? El Estado cristiano no puede, con arreglo a su esencia, emancipar a los judos; pero, adems, aade Bauer, el judo no puede, con arreglo a su esencia, ser emancipado. Mientras el Estado siga siendo cristiano y el judo judo, ambos sern igualmente incapaces de otorgar la emancipacin, el uno, y de recibirla, el otro. El Estado cristiano slo puede comportarse con respecto al judo a la manera del Estado cristiano, es decir, a la manera del privilegio, consintiendo que se segregue al judo de entre los dems sbditos, pero haciendo que sienta la presin de las otras esferas mantenidas aparte, y que la sienta con tanta mayor fuerza cuanto mayor sea el antagonismo religioso del judo frente a la religin dominante. Pero tampoco el judo, por su parte, puede comportarse con respeto al Estado ms que a la manera juda, es decir,

    como un extrao al Estado, oponiendo a la nacionalidad real su nacionalidad quimrica y a la ley real su ley ilusoria, creyndose con derecho a mantenerse al margen de la humanidad, a no participar, por principio, del movimiento histrico, a aferrarse a la esperanza en un futuro que nada tiene que ver con el futuro general del hombre, considerndose

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    como miembro del pueblo judo y reputando al pueblo judo por el pueblo elegido. A ttulo de qu aspiris, pues, los judos a la emancipacin? En virtud de vuestra religin? Esta es la enemiga mortal de la religin del Estado. Como ciudadanos? En Alemania no se conoce la ciudadana. Como hombres? No sois tales hombres, como no lo son tampoco aquellos a quienes apelis. Bauer plantea en trminos nuevos el problema de la emancipacin de los judos, despus de ofrecernos una crtica de los planteamientos y soluciones anteriores del problema. Cul es, se pregunta, la naturaleza del judo a quien s trata de emancipar y la del Estado que ha de emanciparlo? Y contesta con una crtica de la religin judaica, analiza la anttesis religiosa entre el judasmo y el cristianismo y esclarece la esencia del Estado cristiano, todo ello con audacia, agudeza, espritu y profundidad y con un estilo tan preciso como jugoso y enrgico. Cmo, pues, resuelve Bauer la cuestin juda? Cul es el resultado? El formular un problema es resolverlo. La crtica de la cuestin juda es la respuesta a esta cuestin. Y el resultado, resumido, el siguiente: Antes de poder emancipar a otros, tenemos que empezar Por emanciparnos a nosotros mismos. La forma ms rgida de la anttesis entre el judo y el cristiano es la anttesis religiosa. Cmo se resuelve una anttesis? Hacindola imposible. Y cmo se hace imposible una anttesis religiosa? Aboliendo la religin. Tan pronto como el judo y el cristiano reconozcan que sus respectivas religiones no son ms que diferentes fases de desarrollo del espritu humano, diferentes pieles de serpiente que ha cambiado la historia, y el hombre la serpiente que muda en ellas de piel, no se enfrentarn ya en un plano religioso, sino solamente en un plano critico, cientfico, en un plano humano. La ciencia ser, entonces, su unidad. Y las anttesis en el plano de la ciencia se encarga de resolverlas la ciencia misma.

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    El judo alemn se enfrenta, en efecto, con la carencia de emancipacin poltica en general y con la acusada cristianidad del Estado. Para Bauer, la cuestin juda tiene, sin embargo, un alcance general, independiente de las condiciones alemanas especificas. Se trata del problema de las relaciones de la religin con el Estado, de la contradiccin entre las ataduras religiosas y la emancipacin poltica. La emancipacin de la religin es planteada como condicin, tanto para el judo que quiere emanciparse polticamente como para el Estado que ha de emancipar y que debe, al mismo tiempo, ser emancipado. "Bien, se dice, y lo dice el mismo judo, el judo debe ser emancipado, pero no como judo, no por ser judo, no porque profese un principio general humano de moral tan excelente; el judo pasar ms bien, como tal, a segundo plano detrs del ciudadano, y ser ciudadano, a pesar de ser judo y de permanecer judo; es decir, ser y permanecer judo, a pesar de ser ciudadano y de vivir dentro de relaciones generales humanas: su ser judo y limitado seguir triunfando siempre y a la postre sobre sus deberes humanos y polticos. Se mantendr en pie el prejuicio, a pesar de dominar sobre l los principios generales. Pero, si queda en pie, dominar, por el contrario, a todo lo dems." "Slo de un modo sofistico, en apariencia, podra el judo seguir siendo judo en la vida del Estado; la mera apariencia sera, por tanto, si quisiera seguir siendo judo, lo esencial y lo que triunfara; es decir, su vida en el Estado sera una mera apariencia o una excepcin momentnea frente a la esencia y la regla." ("Die Fhigkreit der heutigen Juden und Christen, frei zu werden", "Veintin pliegos", pg. 57.) Veamos, de otra parte, cmo plantea Bauer la funcin del Estado: "Francia, dice, nos ha ofrecido recientemente (debates sostenidos en la cmara de Diputados el 26 de diciembre de 1840), con relacin a la cuestin juda - como, constantemente, en todas las dems cuestiones polticas [desde la revolucin de Julio] - el espectculo de una vida libre, pero revocando su libertad en la ley, es decir, declarndola una simple apariencia

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    y, de otra parte, refutando sus leyes libres con los hechos." ("Judenfrage", pg. 64.) "En Francia, la libertad general no es todava ley, la cuestin juda aun no ha sido resuelta tampoco, porque la libertad legal - la norma de que todos los ciudadanos son iguales - se ve coartada en la realidad, todava dominada y escindida por los privilegios religiosos, y esta falta de libertad de la vida repercute sobre la ley y obliga a sta a sancionar la divisin de les ciudadanos de por s libres en oprimidos y opresores." (Pg. 65.)

    Cundo, entonces, se resolvera para Francia la cuestin juda? "El judo, por ejemplo, dejara de ser necesariamente judo si su ley no le impidiera cumplir con sus deberes para con el Estado y sus conciudadanos, ir por ejemplo en sbado a la Cmara de Diputados y tomar parte en las deliberaciones pblicas. Habra que abolir todo privilegio religioso en general, incluyendo por tanto el monopolio de una iglesia privilegiada, y cuando uno o varios o incluso la gran mayora se creyeran obligados a cumplir con sus deberes religiosos, el cumplimiento de estos deberes debera dejarse a su propio arbitrio como asunto puramente privado." (Pg. 65.) "Cuando ya no haya religiones privilegiadas, la religin habr dejado de existir. Quitadle a la religin su fuerza excluyente. y ya no habr religin." (Pg. 66.) "Del mismo modo que el seor Martin du Nord considera la propuesta encaminada a suprimir la mencin del domingo en la ley como una propuesta dirigida a declarar que el cristianismo ha dejado de existir, con el mismo derecho (derecho perfectamente fundado) la declaracin de que la ley sabtica no tiene ya fuerza de obligar para el judo equivaldra a proclamar la abolicin del judasmo." (Pg. 71.) Bauer exige, pues, de una parte, que el judio abandone el judasmo y que el hombre en general abandone la religin, para ser emancipado como ciudadano. Y, de otra parte, considera, consecuentemente, la abolicin poltica de la religin como abolicin de la religin en general. El Estado que

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    presupone la religin no es todava un verdadero Estado, un Estado real. "Cierto es que la creencia religiosa ofrece al Estado garantas. Pero a qu Estado? A qu tipo de Estado?" (Pg. 97,) En este punto, se pone de manifiesto la formulacin unilateral de la cuestin juda. No basta, ni mucho menos, con detenerse a investigar quin ha de emancipar y quin debe ser emancipado. La crtica tiene que preguntarse,

    adems, otra cosa, a saber: de qu clase de emancipacin se trata; qu condiciones van implcitas en la naturaleza de la emancipacin que se postula. La crtica de la emancipacin poltica misma era, en rigor, la crtica final de la cuestin juda y su verdadera disolucin en el "problema general de la poca". Bauer incurre en contradicciones, por no elevar el problema a esta altura. Pone condiciones que no tienen su fundamento en la esencia de la emancipacin poltica misma. Formula preguntas que su problema no contiene y resuelve problemas que dejan su pregunta sin contestar. Cuando Bauer dice, refirindose a los adversarios de la emancipacin de los judos: "Su error consista solamente en partir el supuesto del Estado cristiano como el nico verdadero y en no someterlo a la misma crtica con que enfocaban el judasmo" (pg. 3), encontramos que el error de Bauer reside en que somete a crtica solamente el "Estado cristiano" y no el "Estado en general", en que no investiga la relacin entre la emancipacin poltica y la emancipacin humana, lo que le lleva a poner condiciones que slo pueden explicarse por la confusin exenta de espritu crtico de a emancipacin poltica con la emancipacin humana general. Y si Bauer pregunta a los judos: tenis, desde vuestro punto de vista, derecho a aspirar a la emancipacin poltica, nosotros preguntamos, a la inversa: tiene el punto de vista de la emancipacin poltica derecho a exigir del judo la abolicin del judasmo y del hombre en general la abolicin de la religin?

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    La cuestin juda presenta una fisonoma diferente, segn el Estado en que el judo vive. En Alemania, donde no existe un Estado poltico, un Estado como tal Estado, la cuestin juda es una cuestin puramente teolgica. El judo se halla en contraposicin religiosa con el Estado que profesa como su fundamento el cristianismo. Este Estado es un telogo ex professo. La crtica es, aqu, crtica de la teologa, una crtica de doble filo, crtica de la teologa cristiana y crtica de la teologa juda Pero aqu, seguimos movindonos dentro de los marcos de la teologa, por mucho que creamos movernos crticamente dentro de ellos. En Francia, en el Estado constitucional, la cuestin juda es el problema del constitucionalismo, el problema de la emancipacin poltica a medias. Al conservarse aqu la apariencia de una religin de Estado, aunque sea bajo una frmula ftil y contradictoria consigo misma, la frmula de una religin de la mayora, la actitud de los judos ante el Estado conserva la apariencia de una contraposicin religiosa, teolgica. slo en los Estados libres de Norteamrica - o, por lo menos, en parte de ellos - pierde la cuestin juda su significacin teolgica, para convertirse en una verdadera cuestin secular. Solamente all donde existe el Estado poltico plenamente desarrollado puede manifestarse en su peculiaridad, en su pureza, el problema de la actitud del judo, y en general del hombre religioso, ante el Estado poltico. La crtica de esta actitud deja de ser una crtica teolgica tan pronto como el Estado deja de comportarse de un modo teolgico hacia la religin, tan pronto se comporta hacia la religin como Estado, es decir, polticamente. Y en este punto, all donde la cuestin deja de ser teolgica, deja la crtica de Bauer de ser crtica. "Il n'exste aux tats.Unis ni religin de l'tat, ni religion dclare celle de la majorit, ni preminence d'un culte sur un autre. L'tat est tranger tous les cultes," (1) ("Marie ou L'esclavage aux tats- Unis", etc., par G. de Beaumont, Paris, 1835, pg. 214.) Ms an, existen algunos Estados norteamericanos en los que "la constitution n'impose pas les croyances religieuses et la pratique a

    NuevoLeon2Texto escrito a mquina(1) En los Estados Unidos no existe religin del Estado, ni religindeclarada como de la mayora, ni preeminencia de un culto sobre otro. ElEstado es ajeno a todos los cultos. [N. del E.]

    NuevoLeon2Texto escrito a mquina

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    un culte comme condition des privilges potitques" (2) (1. c.,pgina 225). Sin embargo, "on ne croit pas aux tats-Unis qu'un homme Sans religion puisse tre un honnte homme" 3 (1. c., pg. 224). Norteamrica es, sin embargo, el pas de la religiosidad, como unnimemente nos aseguran Beaumont, Tocqueville y el ingls Hamilton. Los Estados norteamericanos nos sirven, a pesar de esto, solamente de ejemplo. El problema est en saber cmo se comporta la emancipacin poltica acabada ante la religin. Si hasta en un pas de emancipacin poltica acabada nos encontramos, no slo con la existencia de la religin, sino con su existencia lozana Y vital, tenemos en ello la prueba de que la existencia de la religin no contradice a la perfeccin del Estado. Pero, como la existencia de la religin es la existencia de un defecto, no podemos seguir buscando la fuente de este defecto solamente en la esencia del Estado mismo. La religin no constituye ya, para nosotros, el fundamento, sino simplemente el fenmeno de la limitacin secular. Nos explicarnos, por tanto, las ataduras religiosas de los ciudadanos libres por sus ataduras seculares. No afirmamos que deban acabar con su limitacin religiosa, para poder destruir sus barreras seculares. Afirmarnos que acaban con su limitacin religiosa tan pronto como destruyen sus barreras temporales. No convertimos los problemas seculares en problemas teolgicos. Despus que la historia se ha visto disuelta durante bastantes siglos en la supersticin, disolvemos la supersticin en la historia. El problema de las relaciones de la emancipacin poltica con la religin se convierte, para nosotros, en el problema de las relaciones de la emancipacin poltica con la emancipacin humana. Criticamos la debilidad religiosa del Estado poltico, al criticar al Estado poltico, prescindiendo de las debilidades religiosas, en su estructura, secular. Humanizamos la contradiccin del Estado con una determinada religin, por ejemplo con el Judasmo, viendo en ella la contradiccin del Estado con determinados elementos seculares, humanizarnos la

    NuevoLeon2Typewritten Text(2) La constitucin no impone las creencias religiosas ni la prctica de unculto como condicin de privilegios polticos. [N. del E.]

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    NuevoLeon2Typewritten Text(3) En los Estados Unidos no se cree que un hombre sin religin pueda serun hombre honesto. [N. del E.]

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    contradiccin del Estado con la religin general viendo en ella la contradiccin del Estado con sus premisas en general. La emancipacin poltica del judo, del cristiano y del hombre religioso en general es la emancipacin del Estado del judasmo, del cristianismo, y en general de la religin. Bajo su forma, a la manera que es peculiar a su esencia, como Estado, el Estado se emancipa de la religin al emanciparse de la religin de Estado, es decir, cuando el Estado como tal Estado no profesa ninguna religin, cuando el Estado se profesa ms bien como tal Estado. La emancipacin poltica de la religin no es la emancipacin de la. religin llevada a fondo y exenta de contradicciones, porque la emancipacin poltica no es el modo llevado a fondo y exento de contradicciones de la emancipacin humana. El lmite de la emancipacin poltica se manifiesta inmediatamente en el hecho de que el Estado pueda liberarse de un lmite sin que el hombre se libere realmente de l, en que el Estado pueda ser un Estado libre sin que el hombre sea un hombre libre. Y el propio Bauer reconoce tcitamente esto cuando establece la siguiente condicin de la emancipacin poltica: "Todo privilegio religioso en general, incluyendo por tanto el monopolio de una iglesia privilegiada, debera abolirse, y si algunos o varios o incluso la gran mayora se creyeran obligados a cumplir con sus deberes religiosos, el cumplimiento de estos deberes debera dejarse a su propio arbitrio como asunto puramente privado". Por tanto, el Estado puede haberse emancipado de la religin incluso aun cuando la gran mayora siga siendo religiosa. Y la gran mayora no dejar de ser religiosa por el hecho de que su religiosidad sea algo puramente privado. Pero la actitud del Estado ante la religin, refirindonos al decir esto al Estado libre, slo es la actitud ante la religin de los hombres que forman el Estado. De donde se sigue que el hombre se libera por medio del Estado, se libera polticamente, de una barrera, al ponerse en contradiccin consigo mismo, al sobreponerse a esta barrera de un modo abstracto y limitado, de

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    un modo parcial. Se sigue, adems, de aqu, que el hombre, al liberarse polticamente, se libera dando un rodeo, a travs de un medio, siquiera sea un medio necesario. Y se sigue, finalmente, que el hombre, aun cuando se proclame ateo por mediacin del Estado, es decir, proclamando al Estado ateo, sigue sujeto a las ataduras religiosas, precisamente porque slo se reconoce a si mismo mediante un rodeo, a travs de un medio. La religin es, cabalmente, el reconocimiento del hombre dando un rodeo. A travs de un mediador. El Estado es el mediador entre el hombre y la libertad del hombre. As como Cristo es el mediador sobre quien el hombre descarga toda su divinidad, toda su servidumbre religiosa, as tambin el Estado es el mediador al que desplaza toda su no-divinidad, toda su no-servidumbre humana. La elevacin poltica del hombre por encima de la religin comparte todos los inconvenientes y todas las ventajas de la elevacin poltica, en general. El Estado como Estado anula, por ejemplo, la propiedad privada, el hombre declara la propiedad privada como abolida de un modo poltico cuando suprime el censo de fortuna para el derecho de sufragio activo y pasivo, como se ha hecho ya en muchos Estados norteamericanos. Hamilton, interpreta con toda exactitud este hecho, desde el punto de vista poltico, cuando dice: "La gran masa ha triunfado sobre los propietarios y la riqueza del dinero." Acaso no se suprime idealmente la propiedad privada, cuando el desposedo se convierte en legislador de los que poseen? El censo de fortuna es la ltima forma poltica de reconocimiento de la propiedad privada. Sin embargo, la anulacin poltica de la propiedad privada, no slo no destruye la propiedad privada, sino que, lejos de ello, la presupone. El Estado anula a su modo las diferencias de nacimiento, de estado social, de cultura y de ocupacin al declarar el nacimiento, el estado social, la cultura y la ocupacin del hombre como diferencias no polticas, al proclamar a todo miembro del pueblo, sin atender a estas diferencias, como copartcipe por

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    igual de la soberana popular, al tratar a todos los elementos de la vida real del pueblo desde el punto de vista del Estado. No obstante, el Estado deja que la propiedad privada, la cultura y la ocupacin acten a su modo, es decir, como propiedad privada, como cultura y como ocupacin, y hagan valer su naturaleza especial. Muy lejos de acabar con estas diferencias de hecho, el Estado slo existe sobre estas premisas, slo se siente como Estado poltico y slo hace valer su generalidad en contraposicin a estos elementos suyos. Por eso Hegel determina con toda exactitud la actitud del Estado poltico ante la religin, cuando dice: " Para que el Estado cobre existencia como la realidad moral del espritu que se sabe a si misma, es necesario que se distinga de la forma de la autoridad y de la fe; y esta distincin slo se manifiesta en la medida en que el lado eclesistico llega a separarse en si mismo; slo as, por sobre las iglesias especiales, adquiere y lleva a la existencia el Estado la generalidad del pensamiento, el principio de su forma" (Hegel, "Rechtsphilosophie", 1 edicin pg. 346). En efecto, slo as, por encima de los elementos especiales, se constituye el Estado como generalidad. El Estado poltico acabado es, por su esencia, la vida genrica del hombre por oposicin a su vida material. Todas las premisas de esta vida egosta permanecen en pie al margen de la esfera del Estado, en la sociedad civil, pero como cualidades de sta. All donde el Estado poltico ha alcanzado su verdadero desarrollo, lleva el hombre, no slo en el pensamiento, en la conciencia, sino en la realidad, en la vida, una doble vida, una celestial y otra terrenal, la vida en la comunidad poltica, en la que se considera como ser colectivo, y la vida en la sociedad civil, en la que acta cmo particular; considera a los otros hombres como medios, se degrada a s mismo como medio y se convierte en juguete de poderes extraos. El Estado poltico se comporta con respecto a la sociedad civil de un modo tan espiritualista como el cielo con respecto a la tierra. Se halla con respecto a ella en la misma contraposicin y la supera del mismo modo que

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    la religin la limitacin del mundo profano, es decir, reconocindola tambin de nuevo, restaurndola y dejndose necesariamente dominar por ella. El hombre en su inmediata realidad, en la sociedad civil, es un ser profano. Aqu, donde pasa ante s mismo y ante los otros por un individuo real, es una manifestacin carente de verdad. Por el contrario, en el Estado, donde el hombre es considerado como un ser genrico, es el miembro imaginario de una imaginaria soberana, se halla despojado de su vida individual real y dotado de una generalidad irreal. El conflicto entre e! hombre, como fiel de una religin especial, y su ciudadana, y los dems hombres en cuanto miembros de la comunidad, se reduce al divorcio secular entre el Estado poltico y la sociedad civil. Para el hombre como bourgeois, " la vida dentro del Estado es slo apariencia o una excepcin momentnea de la esencia y de la regla". Cierto que el bourgeois, como el judo, slo se mantiene sofsticamente dentro de la vida del Estado, del mismo modo que el citoyen slo sofsticamente sigue siendo judo o bourgeois; pero esta sofstica no es personal. Es la sofstica del Estado poltico mismo. La diferencia entre el hombre religioso y el ciudadano es la diferencia entre el comerciante y el ciudadano, entre el jornalero y el ciudadano, entre el terrateniente y el ciudadano, entre el individuo viviente y el ciudadano. La contradiccin entre el hombre religioso y el hombre poltico es la misma contradiccin que existe entre el bourgeois y el citoyen, entre el miembro de la sociedad burguesa y su piel de len poltica. Bauer deja en pie esta pugna secular a que se reduce, en fin de cuentas, la cuestin juda, la relacin entre el Estado poltico y sus premisas, ya sean stas elementos materiales, como la propiedad privada, etc., o elementos espirituales, como la cultura y la religin, la pugna entre el inters general y el inters privado, el divorcio entre el Estado poltico y la sociedad burguesa; deja en pie estas anttesis seculares, limitndose a polemizar contra su expresin religiosa. "Precisamente su fundamento, la necesidad que

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    asegura a la sociedad burguesa su existencia y garantiza su necesidad, expone su existencia a constantes peligros, nutre en ella un elemento inseguro y provoca aquella mezcla, sujeta a constantes cambios, de pobreza y riqueza, de penuria y prosperidad, provocan el cambio en general". (Pg. 8) Confrntese todo el capitulo titulado "La sociedad civil" (pginas 8-9), escrito con arreglo a los lineamientos generales de la Filosofa del Derecho de Hegel. La sociedad civil,

    en su contraposicin al Estado poltico, se reconoce como necesaria porque el Estado poltico se reconoce como necesario. No cabe duda de que la emancipacin poltica representa un gran progreso, y aunque no sea la forma ltima de la emancipacin humana en general, s es la forma ltima de la emancipacin humana dentro del orden del mundo actual. Y claro est que aqu nos referimos a la emancipacin real, a la emancipacin prctica. El hombre se emancipa polticamente de la religin, al desterrarla del derecho pblico al derecho privado. La religin ya no es el espritu del Estado, donde el hombre - aunque sea de un modo limitado, bajo una forma especial y en una esfera especial - se comporta como ser genrico, en comunidad con otros hombres; se ha convertido, ahora, en el espritu de la sociedad burguesa, de la esfera del egosmo, del bellum omnium contra omnes.(4) No es ya la esencia de la comunidad, sino la esencia de la diferencia. Se ha convertido en expresin de la separacin del hombre de su comunidad, de s mismo y de los otros hombres, lo que originariamente era. No es ms que la confesin abstracta de la especial inversin, del capricho privado, de la arbitrariedad. La dispersin infinita de la religin en Norteamrica, por ejemplo, le da ya al exterior la forma de una incumbencia individual. la religin se ha visto derrocada para descender al nmero de los intereses privados y ha sido desterrada de la comunidad como tal comunidad. Pero no nos engaemos acerca de las limitaciones de la

    NuevoLeon2Typewritten Text(4) Guerra de todos contra todos.[N. del E.]

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    emancipacin poltica. La escisin del hombre en el hombre pblico y el hombre privado, la dislocacin de la religin con respecto al Estado, para desplazarla a la sociedad burguesa, no constituye una fase, sino la coronacin de la emancipacin poltica, la cual, por lo tanto, ni suprime ni aspira a suprimir la religiosidad real del hombre. La desintegracin del hombre en el judo y en el ciudadano, en el protestante y en el ciudadano, en el hombre religioso y en el ciudadano, esta desintegracin, no es una mentira contra la ciudadana, no es una evasin de la emancipacin poltica, sino que es la emancipacin poltica misma, es el modo poltico de emancipacin de la religin. Es cierto que, en las pocas en que el Estado poltico brota violentamente, como Estado poltico, del seno de la sociedad burguesa, en que la autoliberacin humana aspira a llevarse a cabo bajo la forma de autoliberacin politica, el Estado puede y debe avanzar hasta la abolicin de la religin, hasta su destruccin, pero slo como avanza hasta la abolicin de la propiedad privada, hasta las tasas mximas, hasta la confiscacin, hasta el impuesto progresivo, como avanza hasta la abolicin de la vida, hasta la guillotina. En los momentos de su amor propio especial, la vida poltica trata de aplastar a lo que es su premisa, la sociedad burguesa, y sus elementos, y a constituirse en la vida genrica real del hombre, exenta de contradicciones. Slo puede conseguirlo, sin embargo, mediante las contradicciones violentas con sus propias condiciones de vida, declarando la revolucin como permanente, y el drama poltico termina, por tanto, no menos necesariamente, con la restauracin de la religin, de la propiedad privada, de todos los elementos de la sociedad burguesa, del mismo modo que la guerra termina con la paz. No es, en efecto, el llamado Estado cristiano, que profesa el cristianismo como su fundamento, como religin de Estado y adopta, por tanto, una actitud excluyente ante otras religiones, el Estado cristiano acabado, sino ms bien el Estado ateo, el Estado democrtico, el Estado que relega a la religin entre los dems elementos de la sociedad burguesa. Al Estado que

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    es todava telogo, que mantiene todava de un modo oficial la profesin de fe del cristianismo, que an no se atreve a proclamarse como Estado, no logra todava expresar en forma secular, humana, en su realidad como Estado, el fundamento humano cuya expresin superabundante es el cristianismo. El llamado Estado cristiano slo es, sencillamente, el no-Estado porque no es posible realizar en creaciones verdaderamente humanas el cristianismo como religin, sino slo el fondo humano de la religin cristiana. El llamado Estado cristiano es la negacin cristiana del Estado, pero en modo alguno la realizacin estatal del cristianismo. El Estado que sigue profesando el cristianismo en forma de religin no lo profesa en forma de Estado, pues se comporta todava religiosamente ante la religin; es decir, no es la ejecucin real del fundamento humano de la religin, porque apela todava a la irrealidad, a la forma imaginaria de este meollo humano. El llamado Estado cristiano es el Estado imperfecto, y la religin cristiana le sirve de complemento y para santificar su imperfeccin. La religin se convierte para l, por tanto y necesariamente, en un medio, y ese Estado es el Estado de la hipocresa. Hay una gran diferencia entre que el Estado acabado cuente la religin entre sus premisas por razn de la deficiencia que va implcita en la esencia general del Estado o que el Estado imperfecto declare la religin como su fundamento por razn de la deficiencia que su existencia especial lleva consigo, como Estado defectuoso. En el segundo caso, la religin se convierte en poltica imperfecta. En el primer caso, se acusa en la religin la imperfeccin misma de la poltica acabada. El llamado Estado cristiano necesita de la religin cristiana para perfeccionarse como Estado. El Estado democrtico, el Estado real, no necesita de la religin para su perfeccionamiento poltico. Puede, por el contrario prescindir de la religin, ya que en l el fundamento humano de la religin se realiza de un modo secular. El llamado Estado cristiano, en cambio, se comporta polticamente hacia la religin y religiosamente hacia la poltica. Y, al

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    degradar a mera apariencia las formas de Estado, degrada igualmente la religin a mera apariencia. Para aclarar esta anttesis, examinemos la construccin baueriana del Estado cristiano, construccin nacida de la contemplacin; del Estado cristiano-germnico. " ltimamente - dice Bauer - suelen invocarse para demostrar la imposibilidad o la inexistencia de un Estado cristiano aquellas sentencias de los Evangelios que el Estado [actual] no slo no acata, sino que no puede tampoco acatar, si no quiere disolverse totalmente" [como Estado]. "Pero la cosa no se resuelve tan fcilmente. Qu postulan, en efecto, esas sentencias evanglicas? La negacin sobrenatural de s mismo, la sumisin a la autoridad de la revelacin, la repulsa del Estado, la abolicin de las relaciones seculares. Pues bien, todo esto es lo que postula y lleva a cabo el Estado cristiano. Este Estado se ha asimilado el espritu del Evangelio, y si no lo predica con las mismas palabras con que el Evangelio se expresa es, sencillamente, porque manifiesta este espritu bajo formas estatales, es decir; bajo formas que, aunque estn tomadas de la naturaleza del Estado y de este mundo, quedan reducidas a una mera apariencia, en el renacimiento religioso que se ven obligadas a experimentar. Este Estado es la repulsa del Estado, que se lleva a cabo bajo las formas estatales." (Pg. 55.) Y, a continuacin, Bauer desarrolla el criterio de que el pueblo del Estado cristiano no es ms que un no-pueblo, carente ya de voluntad propia, cuya verdadera existencia reside en el caudillo al que se halla sometido, el cul, sin embargo, por su origen y naturaleza, le es ajeno, es decir, ha sido instituido por Dios y se ha puesto al frente de l sin intervencin suya, del mismo modo que las leyes de este pueblo no son obra de l, sino revelaciones positivas, que su jefe necesita de mediadores privilegiados para entenderse con el verdadero pueblo, con la masa, y que esta misma masa se escinde en multitud de crculos especiales formados y

  • 17

    determinados por el azar, que se distinguen entre s por sus intereses, pasiones especiales y prejuicios y que reciben como privilegio la autorizacin de deslindarse los unos de los otros, etc. (pg. 56). Pero el mismo Bauer dice lo siguiente: "La poltica, cuando no quiere ser ms que religin, no puede ser poltica, lo mismo que no podemos considerar como asunto domstico el acto de lavar las cacerolas, si se lo considera como un rito religioso." (Pg. 108.) Pues bien, en el Estado cristiano-germnico la religin es "asunto domstico", lo mismo que los "asuntos domsticos" son religin. En el Estado cristiano-germnico, el poder de la religin es la religin del poder. Separar el "espritu del Evangelio" de la "letra del Evangelio" es un acto irreligioso. El Estado que hace que el Evangelio se predique en la letra de la poltica, en otra letra que la del Espritu Santo, comete un sacrilegio, si no a los ojos de los hombres, a los ojos de su propia religin. Al Estado que profesa el cristianismo como su norma suprema, que profesa la Biblia como su Carta, se le deben oponer las palabras de la Sagrada Escritura, que es sagrada, como Escritura, hasta en la letra. Este Estado, lo mismo que la basura humana sobre que descansa, cae en una dolorosa contradiccin, insuperable desde el punto de vista de la conciencia religiosa, cuando se le remite a aquellas sentencias del Evangelio que "no slo no acata, sino que no puede tampoco acatar, si no quiere disolverse totalmente". Y por qu no quiere disolverse totalmente? El mismo no puede contestarse ni contestar a otros a esta pregunta. Ante su propia conciencia, el Estado cristiano oficial es un deber ser, cuya realizacin resulta inasequible, que slo acierta a comprobar la realidad de su existencia mintindose a s mismo y que, por tanto, sigue siendo constantemente ante si mismo un objeto de duda, un objeto inseguro, problemtico. Por eso la crtica est en su pleno derecho al obligar a reconocer lo torcido de su conciencia al Estado que apela a la Biblia, ya que ni l mismo sabe si es una figuracin o una realidad, desde el momento en que la infamia de sus fines seculares, a las que la religin sirve

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    solamente de tapadera, se hallan en insoluble contradiccin con la honorabilidad de su conciencia religiosa, que ve en la religin la finalidad del mundo. Este Estado slo puede redimirse de su tormento interior convirtindose en alguacil de la iglesia catlica. Frente a ella, frente a una iglesia que considera al poder secular como su brazo armado, el Estado es impotente, impotente el poder secular que afirma ser el imperio del espritu religioso. En el llamado Estado cristiano rige, ciertamente, la enajenacin, pero no el hombre. El nico hombre que aqu significa algo, el rey, es un ser especficamente distinto de los dems hombres, y es, adems, un ser de por s religioso, que se halla en relacin directa con el cielo, con Dios. Los vnculos que aqu imperan siguen siendo vnculos basados en la fe. Por tanto, el espritu religioso no se ha secularizado todava realmente. Pero el espritu religioso no puede tampoco llegar a secularizarse realmente, pues qu es ese espritu sino la forma no secular de un grado de desarrollo del espritu humano? El espritu religioso slo puede llegar a realizarse en la medida en que el grado de desarrollo del espritu humano, del que es expresin religiosa, se destaca y se constituye en su forma secular. El fundamento de este Estado no es el cristianismo, sino el fundamento humano del cristianismo. La religin sigue siendo la conciencia ideal, no secular, de sus miembros, porque es la forma del grado humano de desarrollo que en l se lleva a cabo. Los miembros del Estado poltico son religiosos por el dualismo entre la vida individual y la vida genrica, entre la vida de la sociedad burguesa y la vida poltica; son religiosos, en cuanto que el hombre se comporta hacia la vida del Estado, que se halla en el ms all de su real individualidad, como hacia su verdadera vida; religiosos, en cuanto que la religin es, aqu, el espritu de la sociedad burguesa, la expresin del divorcio y del alejamiento del hombre con respecto al hombre. La democracia poltica es cristiana en cuanto en ella el hombre, no slo un hombre, sino todo hombre, vale como

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    ser soberano, como ser supremo, pero el hombre en su manifestacin no cultivada y no social, el hombre en su existencia fortuita, el hombre tal y como anda y se yergue, el hombre tal y como se halla corrompido por toda la organizacin de nuestra sociedad, perdido a s mismo, enajenado, entregado al imperio de relaciones y elementos inhumanos; en una palabra, el hombre que an no es un ser genrico real. La imagen fantstica, el sueo, el postulado del cristianismo, la soberana del hombre, pero como un ser extrao, distinto del hombre real, es, en la democracia, realidad sensible, presente, mxima secular. La misma conciencia religiosa y teolgica considerase en la democracia acabada tanto ms religiosa, tanto ms teolgica, cuanto ms carece, aparentemente, de significacin poltica, de fines terrenales, cuanto ms es, aparentemente, incumbencia del espritu retrado del mundo, expresin de la limitacin del entendimiento, producto de la arbitrariedad y la fantasa, cuanto ms es una real vida en el ms all. El cristianismo cobra aqu la expresin prctica de su significacin religiosa-universal, en cuanto que las ms dispares concepciones del mundo se agrupan unas junto a otras en la forma del cristianismo, y ms todava por el hecho de que no se les plantea a otros ni siquiera la exigencia del cristianismo, sino solamente la de la religin en general, de cualquier religin (cfr. la citada obra de Beaumont). La conciencia religiosa se recrea en la riqueza de la anttesis religiosa y de la diversidad religiosa. Hemos puesto, pues, de manifiesto cmo la emancipacin poltica con respecto a la religin deja en pie la religin, aunque no una religin privilegiada. La contradiccin en que el fiel de una religin especial se halla con su ciudadana no es ms que una parte de la general contradiccin secular entre el Estado poltico y la sociedad burguesa. La coronacin del Estado cristiano es el Estado que, profesando ser un Estado, se abstrae de la religin de sus miembros. La emancipacin del Estado con respecto a la religin no es la emancipacin del hombre real con respecto a ella.

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    Por eso nosotros no decimos a los judos, con Bauer: no podis emanciparos polticamente si no os emancipis radicalmente del judasmo. Les decimos, ms bien: porque podis emanciparos polticamente sin llegar a desentenderos radical y absolutamente del judasmo, es por lo que la misma emancipacin poltica no es la emancipacin humana. Cuando vosotros, judos, queris emanciparos polticamente sin emanciparos humanamente a vosotros mismos, la solucin a medias y la contradiccin no radica en vosotros, sino en la esencia y en la categora de la emancipacin poltica. Y, al veros apresados en esta categora, le comunicis un apresamiento general. As como el Estado evangeliza cuando, a pesar de ser ya Estado, se comporta cristianamente hacia los judos, as tambin el judo politifica cuando, a pesar de ser ya judo, adquiere derechos de ciudadana dentro del Estado. Pero, si el hombre, aunque judo, puede emanciparse polticamente, adquirir derechos de ciudadana dentro del Estado, puede reclamar y obtener los llamados derechos humanos? Bauer niega esto. "El problema est en saber si el judo como tal, es decir, el judo que confiesa por s mismo verse obligado por su verdadera esencia a vivir eternamente aislado de otros, es capaz de obtener y conceder a otros los derechos generales del hombre" "La idea de los derechos humanos no fue descubierta para el mundo cristiano sino hasta el siglo pasado. No es una idea innata al hombre, sino que ste la conquista en lucha contra las tradiciones histricas en las que el hombre haba sido educado antes. Los derechos humanos no son, pues, un don de la naturaleza, un regalo de la historia anterior, sino el fruto de la lucha contra el azar del nacimiento y contra los privilegios, que la historia, hasta ahora, vena transmitiendo hereditariamente de generacin en generacin. Son el resultado de la cultura, y slo puede poseerlos quien haya sabido adquirirlos y merecerlos." "Ahora bien, puede realmente el judo llegar a poseer estos derechos?

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    Mientras siga siendo judo, la esencia limitada que hace de el un judo tiene necesariamente que triunfar sobre la esencia humana que, en cuanto hombre, debe unirle a los dems hombres y disociarlo de los que son judos. Y, a travs de esta disociacin, declara que la esencia especial que hace de l un judo es su verdadera esencia suprema, ante la que tiene que pasar a segundo plano la esencia humana. "Y del mismo modo, no puede el cristiano, como tal cristiano, conceder ninguna clase de derechos humanos." (Pgs. 19-20.) Segn Bauer, el hombre tiene que sacrificar el "privilegio de la fe", si quiere poder obtener los derechos generales del hombre. Detengmonos un momento a examinar los llamados derechos humanos, y en verdad, los derechos humanos bajo su forma autntica, bajo la forma que les dieron sus descubridores, los norteamericanos y franceses. En parte, estos derechos humanos son derechos polticos, derechos que slo pueden ejercerse en comunidad con otros hombres. Su contenido es la participacin en la comunidad, y concretamente, en la comunidad poltica, en el Estado. Estos derechos humanos entran en la categora de la libertad poltica, en la categora de los derechos cvicos, que no presuponen, ni mucho menos, como hemos visto, la abolicin absoluta y positiva de la religin, ni tampoco, por tanto, por ejemplo, del judasmo. Queda por considerar la otra parte de los derechos humanos, los droits de l'homme, (5) en cuanto se distinguen de los droits du citoyen.(6) Figura entre ellos la libertad de conciencia, el derecho de practicar cualquier culto. El privilegio de la fe es expresamente reconocido, ya sea como un derecho humano, ya como consecuencia de un derecho humano, de la libertad.

    Dclaration des droits de lhomme et du citoyen,(7) 1791, art. 10: " Nul ne droit tre inquiet pour ses opinions mrne religieuses."(8) Y en el ttulo I de la Constitucin de 1791 se garantiza como derecho humano: " La

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    NuevoLeon2Typewritten Text(5) Derechos del hombre.[N. del E.](6) Derechos del ciudadano.[N. del E.](7) Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. [N. del E.](8) No debe perseguirse a nadie por sus opiniones, incluso lasreligiosas.[N. del E.]

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    libert tout homme d'exercer le culte religieux auquel il est attach". (9)

    La dclaration des droites de l'homme etc., 1795, incluye entre los derechos humanos, art. 7: "Le libre exercice des cultes."(10) Ms an, en lo que atae al derecho de hacer pblicos sus pensamientos y opiniones, se dice, incluso: "La ncessit d'nncer ces droits suppose ou la prsence ou le souvenir rcent du despotisme." (11) Consltese, en relacin con esto, la Constitucin de 1795, ttulo XIV, art. 354. Constitution de Pennsylvanie, art. 9, 3: "Teus les hommes ont recu de la nature le droit imprescriptible d'adorer le Tout Puissant selon les inspiratons de leur conscience, et nul ne peut lgalment tre en train de suivre, instituer ou soutenir contre Son gr aucun culte ou ministre religieux. Nulle autorit hurnaine ne peut, dans aucun cas, intervenir dans les questions de conscience et contrler les pouvoirs de l'me".(12) Constitution de New-Hampshire, arts. 5 y 6: "Au nombre des droits naturels, quelques-uns sont inalinables de leur nature, parce que rien nen peut tre lquivalent. De ce nombre sont les droits de conscience".(13) (Beaumont, 1.c., pgs. 213, 214.) Y tan ajena es al concepto de los derechos humanos la incompatibilidad con la religin, que, lejos de ello, se incluye expresamente entre los derechos humanos el derecho a ser religioso, a serlo del modo que se crea mejor y a practicar el culto de su especial religin. El privilegio de la fe es un derecho humano general. Los droits de l'homme, los derechos humanos, se distinguen como tales de los droits du citoyen, de los derechos cvicos. Cul es el homme a quien aqu se distingue del citoyen? Sencillamente, el miembro de la sociedad burguesa. Y por qu se llama al miembro de la sociedad burguesa "hombre", el hombre por antonomasia, y se da a sus derechos el nombre de derechos humanos? Cmo explicar este hecho? Por las relaciones entre el Estado poltico y la sociedad burguesa, por la esencia de la emancipacin

    NuevoLeon2Typewritten Text(9) A todos la libertad de practicar el culto religioso a que se halle adscrito. [N. del E.]

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    NuevoLeon2Typewritten Text(10) El libre ejercicio de los cultos.[N. del E.](11) La necesidad de enunciar estos derechos presupone o la presencia o el recuerdo reciente del despotismo.[N. del E.]

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    NuevoLeon2Typewritten Text(12) Constitucin de Pensilvania, art. 9, & 3: Todos los hombres han recibido de lanaturaleza el derecho imprescriptible de adorar al Todopoderoso con arreglo a las ins-piraciones de su conciencia, y nadie puede, legalmente ser obligado a practicar, insti-tuir o sostener en contra de su voluntad ningn culto o ministerio religioso. Ninguna autoridad humana puede, en ningn caso, intervenir en materias de conciencia ni fis-calizar las potencias del alma.[N. del E.](13) Constitucin de New-Hampshire, arts. 5 y 6: Entre los derechos naturales, algunos son inalienables por naturaleza, ya que no pueden ser sustituidos por otros.Y entre ellos figuran los derechos de conciencia.[N. del E.]

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    poltica. Registremos, ante todo, el hecho de que los llamados derechos humanos, los droits de l'homme, a diferencia de los droits du citoyen, no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egosta, del hombre separado del hombre y de la comunidad. La ms radical de las Constituciones, La Constitucin de 1793, puede proclamar:

    Dclaration des droits de lomme et du citoyen

    Art. 2. Ces droits, etc. (Les droits naturels et imprescriptibles), sont: lgalit, la libert, la sret, la proprit.(14) En qu consiste la libert? Art. 6. " La libert est le pouvoir qui appartient l'homme de faire tout ce qui ne nuit pas aux droits d'autrui",(15) o, segn la Declaracin de los Derechos del Hombre de 1791: "La libert consiste pouvoir faire tout ce qui ne nuit pas autrui."(16) La libertad es, por tanto, el derecho de hacer y emprender todo lo que no dae a otro. El lmite dentro del cual puede moverse todo hombre inocuamente para el otro lo determina la ley, como la empalizada marca el lmite o la divisoria entre dos tierras. Se trata de la libertad del hombre como una mnada aislada, replegada sobre s misma. Por qu, entonces, es el judo, segn Bauer, incapaz de obtener los derechos humanos? "Mientras siga siendo judo, la esencia limitada que hace de l un judo tiene necesariamente que triunfar sobre la esencia humana que, en cuanto hombre, debe unirle a los dems hombres y disociarlo de los que no son judos." Pero el derecho humano de la libertad no se basa en la unin del hombre con el hombre, sino, por el contrario, en la separacin del hombre con respecto al hombre. Es el derecho a esta disociacin, el derecho del

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    NuevoLeon2Typewritten Text(14) Estos derechos, etc. ( los derechos naturales e imprescriptibles) son: la igualdad.la libertad, la seguridad y la propiedad.[N. del E.]

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    NuevoLeon2Typewritten Text(15) La libertad es el poder del propio hombre de hacer todo lo que no lesione losderechos de otro.[N. del E.](16) La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro.[N. del E.]

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    individuo delimitado, limitado a s mismo. La aplicacin prctica del derecho humano de la libertad es el derecho humano de la propiedad privada. En qu consiste el derecho humano de la propiedad privada? Art. 16 (Contitution de 1793): "Le droit de proprit est celui qui appartient tout citoyen de jouir et de disposer son gr de ses biens, de ses revenus, du fruit de son travail et de son industrie."(17) El derecho humano de la propiedad privada es, por tanto, el derecho a disfrutar de su patrimonio y a disponer de l arbitrariamente ( son gr), sin atender a los dems hombres, independientemente de la sociedad, el derecho del inters personal. Aquella libertad individual y esta aplicacin suya constityen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo hombre encuentre en otros hombres, no la realizacin, sino, por el contrario, la limitacin de su libertad. Y proclama por encima de todo el derecho humano "de jouir et de disposer son gr de ses biens, de ses revenus, du fruit de son travail et de son industrie". Quedan todava por examinar los otros derechos humanos, la galit y la sret. La galit, considerada aqu en su sentido no politco, no es otra cosa que la igualdad de la libert ms arriba descrita, a saber: que todo hombre se considere por igual como una mnada atenida a s misma. La Constitucin de 1795 define del siguiente modo el concepto de esta igualdad, conforme a su significacin: Art. 3 (Constitution de 1795): "Lgalit consiste en ce que la loi est la mme por tous, soit qu'elle Protge, soit qu'elle punisse".(18) Y la sret? Art. 8 (Constitution de 1795): "La sret consiste dans la protection accord par la socit chacun de ses membres pour la corservation de sa personne, de ses droits et de ses proprits". (19) La seguridad es el supremo concepto social de la sociedad burguesa, el

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    NuevoLeon2Typewritten Text(17) El derecho de propiedad es el derecho de todo ciudadano a gozar y disponer a su antojo de sus bienes, de sus rentas, de los frutos de su trabajo y de su industria.[N. del E.]

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    NuevoLeon2Typewritten Text( su agrado)

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    NuevoLeon2Typewritten Text(18) La igualdad consiste en que la aplicacin de la misma ley a todos, tanto cuandoprotege como cuando castiga.[N. del E.](19) La seguridad consiste en la proteccin conferida por la sociedad a cada uno desus miembros para la conservacin de su persona, de sus derechos y de sus propieda-des.[N. del E.]

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    concepto de la polica, segn el cual toda la sociedad existe solamente para garantizar a cada uno de sus miembros la conservacin de su persona, de sus derechos y de su propiedad. En este sentido, llama Hegel a la sociedad burguesa "el Estado de necesidad y de entendimiento". El concepto de la seguridad no hace que la sociedad burguesa se sobreponga a su egosmo. La seguridad es, por el contrario, el aseguramiento de ese egosmo. Ninguno de los llamados derechos humanos va, por tanto, ms all del hombre egosta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en s mismo, en su inters privado y en su arbitrariedad privada, y disociado de la comunidad. Muy lejos de concebir al hombre como ser genrico, estos derechos hacen aparecer, por el contrario, la vida genrica misma, la sociedad, como un marco externo a los individuos, como una limitacin de su independencia originaria. El nico nexo que los mantiene en cohesin es la necesidad natural, la necesidad y el inters privado, la conservacin de su propiedad y de su persona egosta. Ya es algo misterioso el que un pueblo que comienza precisamente a liberarse, que comienza a derribar todas las barreras entre los distintos miembros que lo componen y a crearse una conciencia poltica, que este pueblo proclame solemnemente la legitimidad del hombre egosta, disociado de sus semejantes y de la comunidad (Dclaration de 1791); y ms an, que repita esta misma proclamacin en un momento en que slo la ms heroica abnegacin puede salvar a la nacin y viene, por tanto, imperiosamente exigida, en un momento en que se pone a la orden del da el sacrificio de todos los intereses en aras de la sociedad burguesa y en que el egosmo debe ser castigado como un crimen (Dclaration des droits de l'homme, etc, de 1795). Pero este hecho resulta todava ms misterioso cuando vemos que los emancipadores polticos rebajan incluso la ciudadana, la comunidad poltica,al papel de simple medio para la conservacin de estos llamados derechos humanos; que, por tanto, se declara al citoyen servidor del homme

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    egosta, se degrada la esfera en que el hombre se comporta como comunidad por debajo de la esfera en que se comporta como un ser parcial; que, por ltimo, no se considera como verdadero y autntico hombre al hombre en cuanto ciudadano, sino al hombre en cuanto burgus. "Le but de toute association politique est la conservation des droits naturels et imprescriptibles de l'homme." (20) (Dclaration des droits, etc., de 1791, art. 2). " Le gouvernement est institu pouir garantir l'homme la jouissance de ses droits naturels et imprescriptibles," (21) (Dclaration, etc., de 1793, art. 1.) Por tanto, incluso en los momentos de su entusiasmo juvenil, exaltado por la fuerza de las circunstancias, la vida poltica se declara como un simple medio cuyo fin es la vida de la sociedad burguesa. Cierto que su prctica revolucionaria se halla en flagrante contradiccin con su teora. As, por ejemplo, proclamndose la seguridad como un derecho humano, se pone pblicamente a la orden del da la violacin del secreto de la correspondencia. Se garantiza la "libert indfinie de la presse" (22) (Constitution de 1795, art- 122), como una consecuencia del derecho humano, de la libertad individual, pero ello no es bice para que se anule totalmente la libertad de prensa, pues " la libert de la presse ne doit pas tre permise lorsqu'elle compromet la libert politique" (23) (Robespierre jeune, "Histoire parlamentaire de la Rvolution francaise", par Buchez et Roux, t. 28, pg. 159); es decir, que el derecho humano de la libertad deja de ser un derecho cuando entra en colisin con la vida poltica, mientras que; con arreglo a la teora, la vida poltica slo es la garanta de los derechos humanos, de los derechos del hombre individual, debiendo, por tanto, abandonarse tan pronto como contradice a su fin, a estos derechos humanos. Pero la practica es slo la excepcin, y la teora la regla. Ahora bien, si nos emperamos en considerar la misma prctica revolucionaria como el planteamiento certero de la relacin, quedara por resolver el misterio de por qu en la conciencia de los emancipadores polticos se invierten los trminos de la relacin, presentando al fin como medio y al

    NuevoLeon2Inserted TextEl gobierno es instituido para garantizar al hombre el goce de su derecho natural e imprescriptible

    NuevoLeon2Typewritten TextLibertad indefinida de la prensa

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    NuevoLeon2Typewritten TextLa libertad de la prensa no debe ser permitida

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    NuevoLeon2Typewritten Textcuando compromete la libertad poltica

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    NuevoLeon2Typewritten Text(20) El fin de toda asociacin poltica es la conservacin de los derechosnaturales e imprescriptibles del hombre.[N. del E.](21) El gobierno ha sido instituido para garantizar al hombre el disfrute desus derechos naturales e imprescriptibles.[N. del E.]

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    medio como fin. Ilusin ptica de su conciencia que no dejara de ser un misterio, aunque fuese un misterio psicolgico, terico. El misterio se resuelve de un modo sencillo. La emancipacin poltica es, al mismo tiempo, la disolucin de la vieja sociedad, sobre la que descansa el Estado que se ha enajenado al pueblo, el poder seorial. La revolucin poltica es la revolucin de la sociedad civil. Cul era el carcter de la vieja sociedad? Una palabra la caracteriza. El feudalismo. La vieja sociedad civil tena directamente un carcter poltico, es decir, los elementos de la vida burguesa, como por ejemplo la posesin, o la familia, o el tipo y el modo del trabajo, se haban elevado al plano de elementos de la vida estatal, bajo la forma de la propiedad territorial, el estamento o la corporacin. Determinaban, bajo esta forma, las relaciones entre el individuo y el conjunto del Estado, es decir, sus relaciones polticas o, lo que es lo mismo, sus relaciones de separacin y exclusin de las otras partes integrantes de la sociedad. En efecto, aquella organizacin de la vida del pueblo no elevaba la posesin o el trabajo al plano de elementos sociales, sino que, por el contrario, llevaba a trmino su separacin del conjunto del Estado y los constitua en sociedades especiales dentro de la sociedad. No obstante, las funciones y condiciones de vida de la sociedad civil seguan siendo polticas, aunque polticas en el sentido del feudalismo; es decir, excluan al individuo del conjunto del Estado, y convertan la relacin especial de su corporacin con el conjunto del Estado en su propia relacin general con la vida del pueblo, del mismo modo que convertan sus determinadas actividad y situacin burguesas en su actividad y situacin generales. Y, como consecuencia de esta organizacin, se revela necesariamente la unidad del Estado en cuanto la conciencia, la voluntad y la actividad de la unidad del Estado, y el poder general del Estado tambin como incumbencia especial de un seor disociado del pueblo, y de sus servidores. La revolucin poltica, que derroc este poder seorial y elev los asuntos

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    del Estado a asuntos del pueblo y que constituy el Estado poltico como incumbencia general, es decir, como Estado real, destruy necesariamente todos los estamentos, corporaciones, gremios y privilegios, que eran otras tantas expresiones de la separacin entre el pueblo y su comunidad. La revolucin poltica suprimi, con ello, el carcter poltico de la sociedad civil. Rompi la sociedad civil en sus partes integrantes ms simples, de una parte los individuos y de otra parte los elementos materiales y espirituales, que forman el contenido, de vida, la situacin civil de estos individuos. Solt de sus ataduras el espritu poltico, que se hallaba como escindido, dividido y estancado en los diversos callejones de la sociedad feudal; lo aglutin sacndolo de esta dispersin, lo liber de su confusin con la vida civil y lo constituy, como la esfera de la comunidad, de la incumbencia general del pueblo, en la independencia ideal con respecto a aquellos elementos especiales de la vida civil. La determinada actividad de vida y la situacin de vida determinada descendieron hasta una significacin puramente individual. Dejaron de representar la relacin general entre el individuo y el conjunto del Estado. Lejos de ello, la incumbencia pblica como tal se convirti ahora en incumbencia general de todo individuo, y la funcin poltica en su funcin general. Sin embargo, la coronacin del idealismo del Estado era, al mismo tiempo, la coronacin del materialismo de la sociedad civil. Al sacudirse el yugo poltico se sacudieron, al mismo tiempo, las ataduras que apresaban el espritu egosta de la sociedad civil. La emancipacin poltica fue, a la par, la emancipacin de la sociedad civil con respecto a la poltica, su emancipacin hasta de la misma apariencia de un contenido general. La sociedad feudal se hallaba disuelta en su fundamento, en el hombre. Pero en el hombre tal y como realmente era su fundamento, en el hombre egosta. Este hombre, el miembro de la sociedad burguesa, es ahora la base, la premisa del Estado poltico. Y como tal es reconocido por l en los derechos humanos.

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    La libertad del egosta y el reconocimiento de esta libertad son ms bien el reconocimiento del movimiento desenfrenado de los elementos espirituales y materiales, que forman su contenido de vida. Por tanto, el hombre no se vio liberado de la religin, sino que obtuvo la libertad religiosa. No se vio liberado de la propiedad. Obtuvo la libertad de la propiedad. No se vio liberado del egosmo de la industria, sino que obtuvo la libertad industrial. La constitucin del Estado poltico y la disolucin de la sociedad burguesa en los individuos independientes- cuya relacin es el derecho, mientras que la relacin entre los hombres de los estamentos y los gremios era el privilegio - se lleva a cabo en uno y el mismo acto. Ahora bien, el hombre, en cuanto miembro de la sociedad civil, el hombre no poltico, aparece necesariamente como el hombre natural. Los droits de l'homme aparecen cmo droits naturels, pues la actividad consciente de s misma se concentra en el acto poltico. El hombre egosta es el resultado pasivo, simplemente encontrado, de la sociedad disuelta, objeto de la certeza inmediata y, por tanto, objeto natural. La revolucin poltica disuelve la vida burguesa en sus partes integrantes, sin revolucionar estas partes mismas ni someterlas a crtica. Se comporta hacia la sociedad burguesa, hacia el mundo de las necesidades, del trabajo, de los intereses particulares, del derecho privado, como hacia la base de su existencia, como hacia una premisa que ya no es posible seguir razonando y, por tanto, como ante su base natural. Finalmente, el hombre, en cuanto miembro de la sociedad burguesa, es considerado como el verdadero hombre, como el homme a diferencia del citoyen, por ser el hombre en su inmediata existencia sensible e individual, mientras que el hombre poltico slo es el hombre abstracto, artificial, el hombre como una persona alegrica, moral. El hombre real slo es reconocido bajo la forma del individuo egosta; el verdadero hombre. slo bajo la forma del citoyen abstracto. Rousseau describe, pues, certeramente la abstraccin del hombre

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    NuevoLeon2Typewritten TextLos derechos humanos

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    NuevoLeon2Typewritten Textderechos naturales

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    poltico, cuando dice: "Celui qui ose entreprendre d'instituer un peuple doit se sentir en tat de changer pour ainsi dire la nature humaine, de transformer chaque individu, qui par lui-meme est un tout parfait et solitaire, en partie d'un plus grand tout dont cet individu recoive en quelque sorte sa vie et son tre, de substituer une existence partielle et morale l'existence physique et indpendante. Il faut qu'il te l'homme ses forces propres pour lui en donner qui lui soient trangres et dont il ne puisse faire usage sans le secours d'autri." (24) ("Contrat social" lib. II, Londres, 1782, pg. 67.) Toda emancipacin es la reduccin del mundo humano, de las relaciones, al hombre mismo. La emancipacin poltica es la reduccin del hombre, de una parte, a miembro de la sociedad burguesa, al individuo egosta independiente, y, de otra parte, al ciudadano del Estado, a la persona moral. Slo cuando el hombre individual real recobra en s al ciudadano abstracto y se convierte, como hombre individual, en ser genrico, en su trabajo individual y en sus relaciones individuales; slo cuando el hombre ha reconocido y organizado sus "forces propres" (25) como fuerzas sociales y cuando, por tanto, no desglosa ya de s la fuerza social bajo la forma de fuerza poltica, slo entonces se lleva a cabo la emancipacin humana.

    II

    Capacidad de los actuales judos y cristianos para ser libres [ Die fhigkeit der heutigen Juden und Christen, frei zu werden]

    Por Bruno Bauer. (Veintin pliegos, pgs. 56-71.)

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    Bajo esta forma trata Bauer la actitud de la religin juda y la cristiana, como su actitud ante la crtica. Su actitud ante la crtica es su comportamiento hacia "la capacidad para ser libres". De donde se desprende: "El cristiano slo necesita remontarse sobre una fase, a saber, su religin, para superar la religin en general", es decir, para llegar a ser libre; "el judo, por el contrario, tiene que romper, no slo con su esencia judaica, sino tambin con el desarrollo, con el acabamiento de su religin, con un desarrollo que permanece extrao a l". (Pg. 71.) Como vemos, Bauer convierte aqu el problema de la emancipacin de los judos en una cuestin puramente religiosa. El escrpulo teolgico de quin tiene mejores perspectivas de alcanzar la bienaventuranza, si el judo o el cristiano, se repite ahora bajo una forma ms esclarecida: cul de los dos es ms capaz de llegar a emanciparse? La pregunta ya no es, ciertamente: hace el judasmo o el cristianismo libre al hombre?, sino ms bien la contraria: qu es lo que hace ms libre al hombre, la negacin del judasmo o la negacin del cristianismo? "Si quieren llegar a ser libres, los judos no deben abrazar el cristianismo, sino la disolucin del cristianismo y de la religin en general, es decir, la ilustracin, la crtica y su resultado, la libre humanidad." (Pg. 70.) Sigue tratndose, para el judo, de una profesin de fe, que no es ya, ahora, la del cristianismo, sino la de la disolucin del cristianismo. Bauer pide a los judos que rompan con la esencia de la religin cristiana, exigencia que, como l mismo dice, no brota del desarrollo de la esencia juda. Despus que Bauer, al final de la "Cuestin juda", haba concebido el judasmo simplemente como la tosca crtica religiosa del cristianismo, concedindole, por tanto, "solamente" una significacin religiosa, era de prever que tambin la emancipacin de los judos se convertira, para l, en un acto filosfico, teolgico. Bauer concibe la esencia abstracta ideal del judo, su religin, como toda

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    su esencia. De aqu que concluya, con razn: "El judo no aporta nada a la humanidad cuando desprecia de por si su ley limitada", cuando supera todo su judasmo (pg. 65). La actitud de los judos y los cristianos es, por tanto, la siguiente: el nico inters del cristiano en la emancipacin del judo es un inters general humano, un inters terico. El judasmo es un hecho injurioso para la mirada religiosa del cristiano. Tan pronto como su mirada deja de ser religiosa, deja de ser injurioso este hecho. La emancipacin del judo no es, de por s, una tarea para el cristiano. Por el contrario, el judo, para liberarse, no slo tiene que llevar a cabo su propia tarea, sino adems y al mismo tiempo la tarea del cristiano, la Crtica de los Sinpticos y la Vida de Jess, etc. "Ellos mismos deben abrir los ojos: su destino est en sus propias manos; pero la historia no deja que nadie se burle de ella." (Pg. 71.) Nosotros intentamos romper la formulacin teolgica del problema. El problema de la capacidad del judo para emanciparse se convierte, para nosotros, en el problema de cul es el elemento social especifico que hay que vencer para superar el judasmo. La capacidad de emancipacin del judo actual es la actitud del judasmo ante la emancipacin del mundo de hoy. Actitud que se desprende necesariamente de la posicin especial que ocupa el judasmo en el mundo esclavizado de nuestros das. Fijmonos en el judo real que anda por el mundo; no en el judo sabtico, como hace Bauer, sino en el judo cotidiano. No busquemos el misterio del judo en su religin, sino busquemos el misterio de la religin en el judo real. Cul es el fundamento secular del judasmo? La necesidad prctica, el inters egosta. Cul es el culto secular practicado por el judo? La usura. Cul su dios secular? El dinero. Pues bien, la emancipacin de la usura y del dinero, es decir, del

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    judasmo prctico, real, sera la autoemancipacin de nuestra poca. Una organizacin de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de sta, hara imposible el judo. Su conciencia religiosa se despejara como un vapor turbio que flotara en la atmsfera real de la sociedad. Y, de otra parte, cuando el judo reconoce como nula esta su esencia prctica y labora por su anulacin, labora, al amparo de su desarrollo anterior, por la emancipacin humana pura y simple y se manifiesta en contra de la expresin prctica suprema de la autoenajenacin humana. Nosotros reconocemos, pues, en el judasmo un elemento antisocial presente de carcter general, que el desarrollo histrico en que los judos colaboran celosamente en este aspecto malo se ha encargado de exaltar hasta su apogeo actual, llegado al cual tiene que llegar a disolverse necesariamente. La emancipacin de los judos es, en ltima instancia, la emancipacin de la humanidad del judasmo. El judo se ha emancipado ya, a la manera juda. "El judo que en Viena, por ejemplo, slo es tolerado, determina con su poder monetario la suerte de todo el imperio." Un judo que tal vez carece de derechos en el ms pequeo de los Estados alemanes, decide de la suerte de Europa. "Mientras que las corporaciones y los gremios cierran sus puertas al judo o no se inclinan todava lo suficiente a l, la intrepidez de la industria se re de la tozudez de las instituciones medievales." (B. Bauer, "Judenfrage", pg. 114.) No es ste un hecho aislado. El judo se ha emancipado a la manera judaica, no slo al apropiarse del poder del dinero, sino por cuanto que el dinero se ha convertido, a travs de l y sin l, en una potencia unversal, y el espritu prctico de los judos en el espritu prctico de los pueblos cristianos. Los judos se han emancipado en la medida en que los cristianos se han hecho judos.

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    El devoto habitante de Nueva Inglaterra, polticamente libre, informa por ejemplo el coronel Hamilton, "es una especie de Laocoonte, que no hace ni el menor esfuerzo para librarse de las serpientes que lo atenazan. Su dolo es Mammn, al que no adora solamente con sus labios, sino con todas las fuerzas de su cuerpo y de su espritu. La tierra no es, a sus ojos, ms que una inmensa bolsa, y estas gentes estn convencidas de que no tienen, en este mundo, otra misin que el llegar a ser ms ricas que sus vecinos. La usura se ha apoderado de todos sus pensamientos, y su nica diversin es ver cmo cambian los objetos sobre los que se ejerce. Cuando viajan, llevan a la espalda de un lado para otro, por decirlo as, su tienda o su escritorio y slo hablan de intereses y beneficios. Y cuando apartan la mirada por un momento de sus negocios, lo hacen para olfatear los de otros". Ms an, el seoro prctico del judasmo sobre el mundo cristiano ha alcanzado en Norteamrica la expresin inequvoca y normal de que la predicacin del evangelio mismo, de que la enseanza de la doctrina cristiana, se ha convertido en un artculo comercial, y el mercader quebrado que comerciaba con el evangelio se dedica a sus negocitos, como el evangelista enriquecido: " Tel que vous voyez la tte d'une congrgation respectable a commenc par tre marchand; son commerce tant tomb, it s'est fait ministre; cet autre a dbut par le sacerdoce, mais ds qu'l a eu quelque somme d'argent sa disposition, il a laiss la chaire pour le ngoce. Aux yeux d'un grand nombre, le ministre religieux est une vritable carrire industrielle."(26) (Beaumont, 1. c., pgs. ~85, 186.) Segn Bauer, constituye un estado mentiroso el hecho de que, en teora, se le nieguen al judo los derechos polticos, mientras que, en la prctica, posee un inmenso poder y ejerce una influencia poltica al por mayor, aunque le sea menoscabada al detall ("Judenfrage", pg. 114). La contradiccin existente entre el poder poltico prctico del judo y sus derechos polticos, es la contradiccin entre la poltica y el poder del dinero, en general. Mientras que la primera predomina idealmente sobre la

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    segunda, en la prctica se convierte en sierva suya. El judasmo se ha mantenido al lado del cristianismo, no slo como la crtica religiosa de ste, no slo como la duda incorporada en el origen religioso del cristianismo, sino tambin porque el espritu prctico judo, porque el judasmo, se ha mantenido en la misma sociedad cristiana y ha cobrado en ella, incluso, su mximo desarrollo. El judo, que aparece en la sociedad burguesa como un miembro especial, no es sino la manifestacin especfica del judasmo de la sociedad burguesa. El judasmo no se ha conservado a pesar de la historia, sino por medio de la historia. La sociedad burguesa engendra constantemente al judo en su propia entraa. Cul era, de por s, el fundamento de la religin juda? La necesidad prctica, el egosmo. El monotesmo del judo es, por tanto, en realidad, el politesmo de las muchas necesidades, un politesmo que convierte incluso el retrete en objeto de la ley divina. La necesidad prctica, el egosmo, es el principio de la sociedad burguesa y se manifiesta como tal en toda su pureza tan pronto como la sociedad burguesa alumbra totalmente de su seno el Estado poltico. El Dios de la necesidad prctica y del egosmo es el dinero. El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legtimamente prevalecer ningn otro Dios. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y los convierte en una mercanca. El dinero es el valor general de todas las cosas, constituido en s mismo. Ha despojado, por tanto, de su valor peculiar al mundo entero, tanto al mundo de los hombres como a la naturaleza. El dinero es la esencia del trabajo y de la existencia del hombre, enajenada de ste, y esta esencia extraa lo domina y es adorada por l. El Dios de los judos se ha secularizado, se ha convertido en Dios universal. La letra de cambio es el Dios real del judo. Su Dios es solamente la letra de cambio ilusoria.

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    La concepcin que se tiene de la naturaleza bajo el imperio de la propiedad y el dinero es el desprecio real, la degradacin prctica de la naturaleza, que en la religin juda existe, ciertamente, pero slo en la imaginacin. En este sentido, declara Thomas Mnzer que es intolerable "que se haya convertido en propiedad a todas las criaturas, a los peces en el agua, a los pjaros en el aire y a las plantas en la tierra, pues tambin la criatura debe ser libre". Lo que de un modo abstracto se halla implcito en la religin juda, el desprecio de la teora, del arte, de la historia y del hombre como fin en s, es el punto de vista consciente real, la virtud del hombre de dinero. Los mismos nexos de la especie, las relaciones entre hombre y mujer, etc., se convierten en objeto de comercio, la mujer es negociada. La quimrica nacionalidad del judo es la nacionalidad del mercader, del hombre de dinero en general. La ley insondable y carente de fundamento del judo no es sino la caricatura religiosa de la moralidad y el derecho en general, carentes de fundamento e insondables, de los ritos puramente formales de que se rodea el mundo del egosmo. Tambin aqu vemos que la suprema actitud del hombre es la actitud legal, la actitud ante leyes que no rigen para l porque sean las leyes de su propia voluntad y de su propia esencia, sino porque imperan y porque su infraccin es vengada. El jesutismo judaico, ese mismo jesuitismo que Bauer pone de relieve en el Talmud, es la actitud del mundo del egosmo ante las leyes que lo dominan y cuya astuta elusin constituye el arte fundamental de este mundo. Ms an, el movimiento de este mundo dentro de sus leyes es, necesariamente, la abolicin constante de la ley. El judasmo no pudo seguirse desarrollando como religin, no pudo

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    seguirse desarrollando tericamente, porque la concepcin del mundo de la necesidad prctica es, por su naturaleza, limitada y se reduce a unos cuantos rasgos. La religin de la necesidad prctica no poda, por su propia escencia, encontrar su coronacin en la teora, sino solamente en la prctica, precisamente porque la prctica es su verdad. El judasmo no poda crear un mundo nuevo; slo poda atraer las nuevas creaciones y las nuevas relaciones del mundo a la rbita de su industriosidad, porque la necesidad prctica, cuya inteligencia es el egosmo, se comporta pasivamente y no se ampla a voluntad, sino que se encuentra ampliada con el sucesivo desarrollo de los estados de cosas sociales. El judasmo llega a su apogeo con la coronacin de la sociedad burguesa; pero la sociedad burguesa slo se corona en el mundo cristiano. Slo bajo la gida del cristianismo, que convierte en relaciones puramente externas para el hombre todas las relaciones nacionales, naturales, morales y tericas, poda la sociedad civil llegar a separarse totalmente de la vida del Estado, desgarrar todos los vnculos genricos del hombre, suplantar estos vnculos genricos por el egosmo, por la necesidad egosta, disolver el mundo de los hombres en un mundo de individuos que se enfrentan los unos a los otros atomstica, hostilmente. El cristianismo ha brotado del judasmo. Y ha vuelto a disolverse en l. El cristiano fue desde el primer momento el judo teorizante; el judo es, por tanto, el cristiano prctico, y el cristiano prctico se ha vuelto de nuevo judo. El cristianismo slo en apariencia haba llegado a superar el judasmo real. Era demasiado noble, demasiado espiritualista, para eliminar la rudeza de las necesidades prcticas ms que elevndolas al reino de las nubes. El cristianismo es el pensamiento sublime del judasmo, el judasmo la aplicacin prctica vulgar del cristianismo, pero esta aplicacin slo poda llegar a ser general una vez que el cristianismo, como la religin ya

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    terminada, llevase a trminos tericamente la autoenajenacin del hombre de s mismo y de la naturaleza. Slo entonces pudo el judasmo imponer su imperio general y enajenar al hombre enajenado y a la naturaleza enajenada, convertirlos en cosas venales, en objetos entregados a la servidumbre de la necesidad egosta, al trfico y la usura. La venta es la prctica de la enajenacin. As como el hombre, mientras permanece sujeto a las ataduras religiosas, slo sabe objetivar su esencia convirtindola en un ser fantstico ajeno a l, as tambin slo puede comportarse prcticamente bajo el imperio de la necesidad egosta, slo puede producir prcticamente objetos, poniendo sus productos y su actividad bajo el imperio de un ser ajeno y confirindoles la significacin de una esencia ajena, del dinero. El egosmo cristiano de la bienaventuranza se trueca necesariamente, en su prctica ya acabada, en el egosmo corpreo del judo, la necesidad celestial en la terrenal, el subjetivismo en la utilidad propia. Nosotros no explicamos la tenacidad del judo partiendo de su religin, sino ms bien arrancando del fundamento humano de su religin, de la necesidad prctica, del egosmo. Por realizarse y haberse realizado de un modo general en la sociedad burguesa la esencia real del judo, es por lo que la sociedad burguesa no ha podido convencer al judo de la irrealidad de su esencia religiosa, que no es, cabalmente, sino la concepcin ideal de la necesidad prctica. No es, por tanto, en el Pentateuco o en el Talmud, sino en la sociedad actual, donde encontramos la esencia del judo de hoy, no como un ser abstracto, sino como un ser altamente emprico, no slo como la limitacin del judo, sino como la limitacin judaica de la sociedad. Tan pronto logre la sociedad acabar con la esencia emprica del judasmo, con la usura y con sus premisas, ser imposible el judo, porque su conciencia carecer ya de objeto, porque la base subjetiva del judasmo,

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    la necesidad prctica, se habr humanizado, porque se habr superado el conflicto entre a existencia individual-sensible y la existencia genrica del hombre. La emancipacin social del judo es la emancipacin de la sociedad del judasmo.

    Notas:

    (1) En los Estados Unidos no existe religin del Estado, ni religin declarada como de la mayora, ni preeminencia de un culto sobre otro. El Estado es ajeno a todos los cultos. [N. del E.] (2) La constitucin no impone las creencias religiosas ni la prctica de un culto como condicin de privilegios polticos. [N. del E.] (3) En los Estados Unidos no se cree que un hombre sin religin pueda ser un hombre honesto. [N. del E.] (4) Guerra de todos contra todos.[N. del E.] (5) Derechos del hombre.[N. del E.] (6) Derechos del ciudadano.[N. del E.] (7) Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano. [N. del E.] (8) No debe perseguirse a nadie por sus opiniones, incluso las religiosas.[N. del E.] (9) A todos la libertad de practicar el culto religioso a que se halle adscrito.[N. del E.] (10) El libre ejercicio de los cultos.[N. del E.] (11) La necesidad de enunciar estos derechos presupone o la presencia o el recuerdo reciente del despotismo.[N. del E.] (12) Constitucin de Pensilvania, art. 9, & 3: Todos los hombres han recibido de la naturaleza el derecho imprescriptible de adorar al Todopoderoso con arreglo a las inspiraciones de su conciencia, y nadie puede, legalmente ser obligado a practicar, instituir o sostener en contra de

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    su voluntad ningn culto o ministerio religioso. Ninguna autoridad humana puede, en ningn caso, intervenir en materias de conciencia ni fiscalizar las potencias del alma.[N. del E.] (13) Constitucin de New-Hampshire, arts. 5 y 6: Entre los derechos naturales, algunos son inalienables por naturaleza, ya que no pueden ser sustituidos por otros. Y entre ellos figuran los derechos de conciencia.[N. del E.] (14) Estos derechos, etc. ( los derechos naturales e imprescriptibles) son: la igualdad. la libertad, la seguridad y la propiedad.[N. del E.] (15) La libertad es el poder del propio hombre de hacer todo lo que no lesione los derechos de otro.[N. del E.] (16) La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro.[N. del E.] (17) El derecho de propiedad es el derecho de todo ciudadano a gozar y disponer a su antojo de sus bienes, de sus rentas, de los frutos de su trabajo y de su industria.[N. del E.] (18) La igualdad consiste en que la aplicacin de la misma ley a todos, tanto cuando protege como cuando castiga.[N. del E.] (19) La seguridad consiste en la proteccin conferida por la sociedad a cada uno de sus miembros para la conservacin de su persona, de sus derechos y de sus propiedades.[N. del E.] (20) El fin de toda asociacin poltica es la conservacin de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre.[N. del E.] (21) El gobierno ha sido instituido para garantizar al hombre el disfrute de sus derechos naturales e imprescriptibles.[N. del E.] (22) Libertad indefinida de la prensa.[N. del E.] (23) La libertad de prensa no debe permitirse cuando compromete la libertad poltica.[N. del E.] (24) Quien ose acometer la empresa de instituir un pueblo debe sentirse capaz de cambiar, por decirlo as, la naturaleza humana, de transformar a

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    cada individuo, que es por s mismo un todo perfecto y solitario, en parte de un todo mayor del que este individuo reciba, hasta cierto punto, su vida y su ser, de sustituir la existencia fsica e independiente por una existencia parcial y moral. Debe despojar al hombre de sus fuerzas propias, para entregarle otras que le sean extraas y de las que slo pueda hacer uso con la ayuda de otros.[N. del E.] (25) Fuerzas propias.[N. del E.] (26) Ese que veis a la cabeza de una respetable corporacin empez siendo comerciante; como su comercio quebr, se hizo sacerdote; este otro comenz por el sacerdocio, pero en cuanto dispuso de cierta cantidad de dinero, dej el plpito por los negocios. A los ojos de muchos, el ministerio religioso es una verdadera carrera industrial.[N. del E.]