Martín Rivas Novela de costumbres político-sociales ...

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Martín Rivas Novela de costumbres político-sociales Alberto Blest Gana Al señor don Manuel Antonio Matta Mi querido Manuel: Por más de un título te corresponde la dedicatoria de esta novela: ella ha visto la luz pública en las columnas de un periódico fundado por tus esfuerzos y dirigido por tu decisión y constancia a la propagación y defensa de los principios liberales; su protagonista ofrece el tipo, digno de imitarse, de los que consagran un culto inalterable a las nobles virtudes del corazón; y finalmente, mi amistad quiere aprovechar esta ocasión de darte un testimonio de que, al cariño nacido en la infancia, se une ahora el profundo aprecio que inspiran la hidalguía y el patriotismo, puestos al servicio de una buena causa con entero desinterés. Recibe, pues, esta dedicatoria, como una prenda de la amistad sincera y del aprecio distinguido que te profesa tu afectísimo Alberto Blest Gana. -I- A principios del mes de julio de 1850, atravesaba la puerta de la calle de una hermosa casa de Santiago un joven de veinte y dos a veinte y tres años. Su traje y sus maneras estaban muy distantes de asemejarse a las maneras y al traje de nuestros elegantes de la capital. Todo en aquel joven revelaba al

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MartínRivasNoveladecostumbrespolítico-sociales

AlbertoBlestGana

AlseñordonManuelAntonioMatta

MiqueridoManuel:

Pormásdeuntítulotecorrespondeladedicatoriadeestanovela:ellahavistola luz pública en las columnas de un periódico fundado por tus esfuerzos ydirigido por tu decisión y constancia a la propagación y defensa de losprincipios liberales; su protagonista ofrece el tipo, digno de imitarse, de losque consagran un culto inalterable a las nobles virtudes del corazón; yfinalmente,miamistadquiereaprovecharestaocasióndedarteuntestimoniodeque,alcariñonacidoenlainfancia,seuneahoraelprofundoaprecioqueinspiranlahidalguíayelpatriotismo,puestosalserviciodeunabuenacausaconenterodesinterés.

Recibe, pues, esta dedicatoria, comounaprendade la amistad sincera y delapreciodistinguidoqueteprofesatuafectísimo

AlbertoBlestGana.

-I-

Aprincipiosdelmesdejuliode1850,atravesabalapuertadelacalledeunahermosacasadeSantiagounjovendeveinteydosaveinteytresaños.

Sutrajeysusmanerasestabanmuydistantesdeasemejarsealasmanerasyaltraje de nuestros elegantes de la capital. Todo en aquel joven revelaba al

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provinciano que viene por primera vez a Santiago. Sus pantalonesnegrosembotinadospormediodeanchastrabillasdebecerro,a lausanzadelosañosde1842y43;su levitademangascortasyangostas;suchalecoderaso negro con grandes picos abiertos, formando un ángulo agudo, cuyabisectrizera la líneaquemarca la tapadelpantalón;susombrerodeextrañaforma y sus botines, abrochados sobre los tobillos por medio de cordonesnegros, componían un traje que recordaba antiguas modas, que sólo losprovincianoshacenverdetiempoentiempoporlascallesdelacapital.

Elmodocomoaqueljovenseacercóauncriadoquesebalanceabamirándole,apoyado en el umbral de una puerta, que daba al primer patio,manifestabatambién la timidez del que penetra en un lugar desconocido y recela de laacogidaqueleespera.

Cuando el provinciano se halló bastante cerca del criado, que continuabaobservándole, se detuvo e hizo un saludo, al que el otro contestó con aireprotector,inspiradotalvezporlatristecataduradeljoven.

-¿SeráéstalacasadelseñordonDámasoEncina?-preguntóéste,convozenlaqueparecíareprimirseapenaseldisgustoqueaquelsaludoinsolentepareciócausarle.

-Aquíes-contestóelcriado.

-¿Podráusteddecirlequeuncaballerodeseahablarconél?

Alapalabracaballero,elcriadopareciórechazarunasonrisaburlonaquesedibujabaensuslabios.

-¿Ycómosellamausted?-preguntóconvozseca.

-MartínRivas -contestóelprovinciano, tratandodedominar su impaciencia,quenodejóporestodereflejarseensusojos.

-Espérese,pues-díjoleelcriado;yentróconpasolentoalashabitacionesdelinterior.

Dabaneneseinstantelasdocedeldía.

Nosotros aprovecharemos la ausencia del criado para dar a conocer másampliamentealqueacabadedecirllamarseMartínRivas.

Era un joven de regular estatura y bien proporcionadas formas. Sus ojosnegros, sin ser grandes, llamaban la atención por el aire demelancolía quecomunicaban a su rostro. Eran dos ojos de mirar apagado y pensativo,sombreadosporgrandesojerasqueguardabanarmoníaconlapalidezdesusmejillas.Unpequeñobigotenegro,quecubríael labiosuperiory la líneaunpoco saliente del inferior, le daban el aspecto de la resolución, aspecto que

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contribuía a aumentar lo erguido de la cabeza, cubierta por una abundantecabellera color castaño, a juzgar por lo que se dejaba ver bajo el ala delsombrero. El conjunto de su persona tenía cierto aire de distinción quecontrastaba con la pobreza del traje, y hacía ver que aquel joven, estandovestidoconelegancia,podíapasarporunbuenmozo,alosojosdelosquenohacen consentir únicamente la belleza física en lo rosado de la tez y en laregularidadperfectadelasfacciones.

Martínsehabíaquedadoenelmismolugarenquesedetuvoparahablarconelcriado,ydejópasardosminutossinmoverse,contemplandolasparedesdelpatiopintadasalóleoy lasventanasqueostentabansusmoldurasdoradasaltravésde lasvidrieras.Mas, luegopareció impacientarsecon la tardanzadelqueesperaba,ysusojosvagarondeunlugaraotrosinfijarseennada.

Por fin, se abrió una puerta y apareció el mismo criado con quien Martínacababadehablar.

-Quepaseparaadentro-dijoaljoven.

Martínsiguióalcriadohastaunapuertaenlaqueéstesedetuvo.

-Aquíestáelpatrón-dijo,señalándolelapuerta.

El joven pasó el umbral y se encontró con un hombre que, por su aspecto,parecíahallarse,segúnlasignificativaexpresiónfrancesa,entredosedades.Esdecirquerayabaenlavejezsinhaberentradoaúnaella.Sutrajenegro,suscuellos bien almidonados, el lustre de sus botas de becerro, indicaban elhombremetódico,quesometesupersona,comosuvida,areglasinvariables.Su semblante nada revelaba: no había en él ninguno de esos rasgoscaracterísticos, tan prominentes en ciertas fisonomías, por los cuales unobservador adivina en gran parte el carácter de algunos individuos.Perfectamente afeitado y peinado, el rostro y el pelo de aquel hombremanifestabaqueelaseoeraunadesusreglasdeconducta.

AlveraMartín,sequitóunagorraconquesehallabacubiertoyseadelantóconunadeesasmiradasqueequivalenaunapregunta.Eljovenlainterpretóasí,ehizounligerosaludodiciendo:

-¿ElseñordonDámasoEncina?

-Yoseñor,unservidordeusted-contestóelpreguntado.

Martín sacó del bolsillo de la levita una carta que puso en manos de donDámasoconestaspalabras:

-Tengaustedlabondaddeleerestacarta.

-Ah, es ustedMartín -exclamó el señorEncina, al leer la firma, después de

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haberrotoelsellosinapresurarse.

-Ysupadredeusted¿cómoestá?

-Hamuerto-contestóMartíncontristeza.

-¡Muerto!-repitióconasombroelcaballero.

Luegocomopreocupadodeunaidearepentinaañadió:

-SiénteseMartín;dispénsemequenolehayaofrecidoasiento.¿Yestacarta...?

-Tengaustedlabondaddeleerla-contestóMartín.

DonDámasoseacercóaunamesadeescritorio,pusosobreellalacarta,tomóunosanteojosquelimpiócuidadosamenteconsupañueloycolocósobresusnarices.Alsentarsedirigiólavistasobreeljoven.

-Nopuedoleersinanteojos-ledijoamaneradesatisfacciónporeltiempoquehabíaempleadoenprepararse.

Luegoprincipiólalecturadelacartaquedecíalosiguiente:

«Miestimadoyrespetadoseñor:

»Mesientogravementeenfermoydeseo,antesqueDiosmellameasudivinotribunal, recomendarle a mi hijo, que en breve será el único apoyo de midesgraciada familia. Tengo muy cortos recursos, y he hecho mis últimasdisposiciones para que después demimuerte puedanmimujer ymis hijosaprovecharloslomejorposible.ConlosinteresesdemipequeñocaudaltendrámifamiliaquesubsistíapobrementeparapoderdaraMartínlonecesariohastaqueconcluyaenSantiago losestudiosdeabogado.Segúnmiscálculos, sólopodrárecibirveintepesosalmes,ycomolesería imposiblecon tanmódicasumasatisfacersusestrictasnecesidades,meheacordadodeustedyatrevidoapedirleel serviciodeque lehospedeen sucasahastaquepuedapor sí sologanarsusubsistencia.Estemuchachoesmiúnicaesperanza,ysiustedlehacelagraciaqueparaélhumildementesolicito,tendráustedlasbendicionesdesusantamadreenla tierray lasmíasenelcielo,siDiosmeconcedesueternagloriadespuésdemimuerte.

»Mandeasuseguroservidorquesusplantasbesa.

»JoséRivas».

DonDámasosequitólosanteojosconelmismocuidadoquehabíaempleadoparaponérselos,yloscolocóenelmismolugarqueantesocupaban.

-¿Ustedsabeloquesupadremepideenestacarta?-preguntó,levantándosedesuasiento.

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-Sí,señor-contestóMartín.

-¿YcómosehavenidousteddeCopiapó?

-Sobrelacubiertadelvapor-contestóeljovencomoconorgullo.

-Amigo -dijoel señorEncina-, supadreerabuenhombrey ledeboalgunosserviciosquemealegrarédepagarleensuhijo.Tengoenlosaltosdospiezasdesocupadasyestánaladisposicióndeusted.¿Traeustedequipaje?

-Sí,señor.

-¿Dóndeestá?

-EnlaposadadeSantoDomingo.

-Elcriadoiráatraerlo,ustedledarálasseñas.

MartínselevantódesuasientoydonDámasollamóalcriado.

-Andaconestecaballeroytraerásloqueéltedé-ledijo.

-Señor-dijoMartín-,nohallocómodaraustedlasgraciasporsubondad.

-Bueno,Martín,bueno-contestódonDámaso-,estáustedensucasa.Traigausted su equipaje y arréglese allá arriba. Yo como a las cinco, véngase unpoquitoantesparapresentarlealaseñora.

Martíndijoalgunaspalabrasdeagradecimientoyseretiró.

-Juan, Juan -gritó don Dámaso tratando de hacer pasar su voz a una piezavecina-,quemetraiganlosperiódicos.

-II-

LacasaendondehemosvistopresentarseaMartínRivasestabahabitadaporuna familia compuestadedonDámasoEncina, sumujer, unahijadediezynueveaños,unhijodeveintey tres,y treshijosmenores,quepor entoncesrecibíanlaeducaciónenelcolegiodelospadresfranceses.

DonDámaso se había casado a los veinte y cuatro años con doñaEngraciaNúñez, más bien por especulación que por amor. Doña Engracia, en esetiempo,carecíadebelleza;peroposeíaunaherenciadetreintamilpesos,queinflamólapasióndeljovenEncinahastaelpuntodehacerlesolicitarsumano.Don Dámaso era dependiente de una casa de comercio en Valparaíso y notenía más bienes de fortuna que su escaso sueldo. Al día siguiente de sumatrimoniopodíagirarcontreintamilpesos.Suambicióndesdeesemomento

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no tuvo límites.Enviado por asuntos de la casa en que servía, donDámasollegó a Copiapó un mes después de casarse. Su buena suerte quiso que, alcobrar un documento de muy poco valor que su patrón le había endosado,Encinaseencontraseconunhombredebienqueledijolosiguiente:

-Ustedpuedeejecutarme,notengoconquépagar.Massienlugardecobrarmequiere usted arriesgar algunosmedios, le firmaré a usted un documento porvalordoblequeeldeesaletraycederéaustedlamitaddeunaminaqueposeoyestoyseguroharáungranalcanceenunmesdetrabajo.

Don Dámaso era hombre de reposo y se volvió a su casa sin haber dadoninguna respuesta ni en pro ni en contra.Consultose con varias personas, ytodas ellas le dijeron que don JoséRivas, su deudor, era un loco que habíaperdidotodasufortunapersiguiendounavetaimaginaria.

EncinapesólosinformesylaspalabrasdeRivas,cuyabuenafehabíadejadoensuánimounaimpresiónfavorable.

-Veremoslamina-ledijoaldíasiguiente.

Pusiéronse enmarcha y llegaron al lugar donde se dirigían, conversando deminas. Don Dámaso Encina veía flotar ante sus ojos, durante aquellaconversación, las vetas, los mantos, los farellones, los panizos, como otrostantosdepósitosdeinagotableriqueza,sincomprenderladiferenciaqueexisteenel significadodeaquellasvoces.DonJoséRivas tenía toda laelocuenciadelmineroaquienacompañalafedespuésdehaberperdidosucaudal,yasuvozveíaEncinabrillarlaplatahastaenlaspiedrasdelcamino.

Mas, a pesar de esta preocupación, tuvo don Dámaso suficiente tiempo dearreglarensuimaginaciónlapropuestaquedebíahaceraRivasencasoquelaminaleagradase.Despuésdeexaminarla,ydejándosellevardesuinspiración.Encinacomenzósuataque.

-Yo no entiendo nada de esto -dijo-, pero no me desagradan las minas engeneral.Cédameusteddocebarrasyobtengodemipatrónnuevosplazosparasu deuda y quita de algunos intereses. Trabajaremos la mina a medias yharemosuncontratitoenelcualustedseobligueapagarmeelunoymedioporloscapitalesqueyoinviertaenlaexplotaciónyapreferirmeporeltantocuandoustedquieravendersuparteoalgunasbarras.

DonJosésehallabaamenazadodeiralacárcel,dejandoenelmáscompletoabandono sumujery a suhijoMartín,deunañodeedad.Antesdeaceptaraquella propuesta, hizo sin embargo algunas objeciones inútiles, porqueEncinasemantuvoenlostérminosdesuproposición,yfueprecisofirmarelcontratobajolasbasesqueéstehabíapropuesto.

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DesdeentoncesdonDámasoseestablecióenCopiapócomoagentedelacasadecomerciodeValparaísoenlaquehabíaservido,yadministróporsucuentaalgunos otros negocios que aumentaron su capital.Durante un año, laminacosteósusgastosydonDámasocomprópocoapocoaRivas todasuparte,quedandoésteencalidaddeadministrador.Seismesesdespuésdecompradalaúltimabarrasobrevinoungranalcance,ypocosañosmástardedonDámasoEncinacomprabaunvalioso fondodecampocercadeSantiagoy lacasaenquelehemosvistorecibiralhijodelhombreaquiendebíasuriqueza.

Graciasaésta,lafamiliadedonDámasoeraconsideradacomounadelasmásaristocráticasdeSantiago.Entrenosotroseldinerohahechodesaparecermáspreocupacionesdefamiliaqueenlasviejassociedadeseuropeas.Enéstashaylo que llaman aristocracia de dinero, que jamás alcanza con su poder y sufausto a hacer olvidar enteramente la oscuridad de la cuna, al paso que enChile vemos que todo va cediendo su puesto a la riqueza, la que ha hechopalidecer con su brillo el orgulloso desdén con que antes eran tratados losadvenedizos sociales. Dudamos mucho que éste sea un paso dado hacia lademocracia, porque los que cifran su vanidad en los favores ciegos de lafortuna, afectan ordinariamente una insolencia, con la que creen ocultar sunulidad,queleshacemirarconmenosprecioalosquenopueden,comoellos,comprarlaconsideraciónconellujooconlafamadesuscaudales.

La familia de don Dámaso Encina era noble en Santiago por derechopecuniario,ycomo tal,gozabade losmiramientos socialespor lacausaqueacabamosdeapuntar.Sedistinguíaporelgustohaciaellujo,queporentoncesprincipiabaaapoderarsedenuestrasociedad,yaumentabasuprestigioconlasolidez del crédito de donDámaso, que tenía por principal negocio el de lausuraengrandeescala,tancomúnentreloscapitaleschilenos.

MagníficocuadroformabaaquellujoalabellezadeLeonor,lahijapredilectadedonDámasoydedoñaEngracia.Cualquieraquehubiesevistoaquellaniñadediezynueveañosenunapobrehabitación,habríaacusadodecaprichosaalasuertepornohaberdadoatantahermosuraunmarcocorrespondiente.Asíesquealverlareclinadasobreunmagníficosofáforradoenbrocatelceleste,almirarreproducidasuimagenenunlindoespejoalestilodelaedadmedia,yalobservar su pie, de una pequeñez admirable, rozarse descuidado sobre unaalfombrafinísima,elmismoobservadorhabríaadmiradolaprodigalidaddelanaturaleza en tan feliz acuerdo con los favores del destino. Leonorresplandecíarodeadadeeselujocomounbrillanteentreeloroypedreríasdeunricoaderezo.Elcolorunpocomorenodesucutisylafuerzadeexpresióndesusgrandesojosverdes,guarnecidosdelargaspestañas,loslabioshúmedosyrosados,lafrentepequeña,limitadaporabundantesybienplateadoscabellosnegros, las arqueadas cejas y los dientes para los cuales parecía hecha apropósitolacomparacióntanusadaconlasperlas;todassusfacciones,enfin,

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conelóvalodelicadodelrostro,formabanensuconjuntounabellezaidealdelas que hacen bullir la imaginación de los jóvenes y revivir el cuadro depasadasdichasenladelosviejos.

DonDámasoydoñaEngraciateníanporLeonorlapredileccióndecasitodoslospadresporelmáshermosodesushijos.Yella,mimadadesdetemprano,sehabía acostumbrado a mirar sus perfecciones como una arma de absolutodominio entre los que la rodeaban, llevando su orgullo hasta oponer suscaprichosalcarácteryautoridaddesumadre.

DoñaEngracia,conefecto,nacidavoluntariosaydominante,enorgullecidaensumatrimonio por los treinta mil pesos, origen de la riqueza de que ahoradisfrutabalafamilia,sehabíavistopocoapococaerbajoelascendientedesuhija,hastaelpuntodemirarconindiferenciaalrestodesufamilia,ynosalvarincólumedeaquellasilenciosayprolongadaluchadomesticamásqueamoralosperritosfalderosysuaversiónhaciatodoabrigo,hijadesutemperamentosanguíneo.

En la época en que principia esta historia, la familia Encina acababa decelebrarconunmagníficobaile la llegadadeEuropadel jovenAgustín,quehabíatraídodelviejomundogranacopioderopayalhajas,encambiodelosconocimientosquenosehabíacuidadodeadquirirensuviaje.Supelorizado,lagraciadesupersonaysuperfectaelegancia,hacíanolvidarlovacíodesucabezaylostreintamilpesosinvertidosenhacerpasearlapersonadeljovenAgustínporlosenlosadosdelasprincipalesciudadeseuropeas.

Ademas de este joven y de Leonor, donDámaso tenía otros hijos, de cuyadescripciónnosabstendremosporsupocaimportanciaenestahistoria.

La llegada de Agustín y algunos buenos negocios habían predispuesto elánimodedonDámasohacialabenevolenciaconquelehemosvistoacogeraMartín Rivas y hospedarle en casa. Estas circunstancias le habían hechotambiénolvidarsuconstantepreocupacióndelahigiene,conlaquepretendíaconservarsusalud,yentregarseconenteralibertaddeespíritualasideasdepolítica que, bajo la formade suvehementedeseodeocupar un lugar en elSenado,inflamabanelpatriotismodeestecapitalista.

Porestarazónhabíapedidolosperiódicosdespuésdelabenévolaacogidaqueacabadehaceraljovenprovinciano.

-III-

MartínRivashabíaabandonadolacasadesuspadresenmomentosdedolorydelutoparaélysufamilia.Conlamuertedesupadre,nolequedabanenla

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tierramáspersonasqueridasquedoñaCatalinaSalazar,sumadreyMatilde,suúnicahermana.ÉlyestasdosmujereshabíanveladodurantequincedíasalacabeceradedonJosémoribundo.Enaquellossupremosinstantesenqueeldolorpareceestrecharloslazosqueunenalaspersonasdeunamismafamilia,los tres habían tenido igual valor y sostenidosmutuamente por una energíafingidaconlaquecadacualdisfrazabasuangustiaalosotrosdos.

Undía,donJoséconocióquesufinseacercabayllamóasumujeryasusdoshijos.

-Ésteesmi testamento-lesdijomostrándoleselquehabíahechoentendereldía anterior-; y aquí hay una carta que Martín llevará en persona a donDámasoEncina,queviveenSantiago.

Luego,tomandounamanoasuhijo:

-De ti va a depender en adelante -le dijo- la suerte de tu madre y de tuhermana;veaSantiagoyestudiaconempeño.Diospremiarátuconstanciaytutrabajo.

OchodíasdespuésdelamuertededonJosé,laseparacióndeMartínrenovóeldolor de la familia, y en la que el llanto resignado había sucedido a ladesesperación, Martín tomó pasaje en la cubierta del vapor y llegó aValparaíso,animadodeldeseodelestudio.Nadadeloquevioenaquelpuertonienlacapitalllamósuatención.Sólopensóensumadreyensuhermana,yleparecíaoírenelairelasúltimasysencillaspalabrasdesupadre.Dealtivocarácter y concentrada imaginación, Martín había vivido hasta entonces,aisladoporsupobrezayseparadodesu familia,encasadeunviejo tíoqueresidía en Coquimbo, donde el joven había hecho sus estudios mediante laprotección de aquel pariente. Los únicos días de felicidad eran los que lasvacacioneslepermitíanpasaralladodesufamilia.Eneseaislamiento,todossusafectossehabíanconcentradoenésta,yalllegaraSantiagojuróregresarde abogado a Copiapó y cambiar la suerte de los que cifraban en él susesperanzas.

-Dios premiará mi constancia y mi trabajo -decía, repitiéndose las palabrasllenasdefeconquesupadresehabíadespedido.

ContalesideasarreglabaMartínsumodestoequipajeenlaspiezasdelosaltosdelahermosacasadedonDámasoEncina.

A las cuatro de la tarde de ese mismo día, el primogénito de don Dámasogolpeabaaunapuertade laspiezasdeLeonor.El joven ibavestidoconunalevitaazulabrochadasobreunpantalónclaroquecaíasobreunpardebotasdecharol,encuyostacosseveíandosespuelitasdoradas.Ensumanoizquierdateníaunahuascaconpuñodemarfilyenladerechaunenormecigarrohabano

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consumidoamedias.

Golpeó, como dijimos, a la puerta, y oyó la voz de su hermana quepreguntaba:

-¿Quiénes?

-¿Puedoentrar?-preguntóAgustínentreabriendolapuerta.

Noesperólacontestaciónyentróenlapiezaconairedeeleganciasuma.

Leonor se peinaba delante de un espejo, y volvió su rostro con una sonrisahaciasuhermano.

-¡Ah-exclamó-,yavienescontucigarro!

-Nomeobligues abotarlo, hermanita -dijo el elegante-, esun imperial de adoscientospesoselmil.

-Podíashaberloconcluidoantesdeveniraverme.

-Asíloquisehacer,ymefuiaconversarconmamá;peroéstamedespidió,soprotestodequeelhumolasofocaba.

-¿Hasandadoacaballo?-preguntóLeonor.

-Sí;yenpagodetucomplacenciaparadejarmemicigarro,tecontaréalgoqueteagradará.

-¿Quécosa?

-AnduveconClementeValencia.

-¿Yquémás?

-Mehablódeticonentusiasmo.

Leonorhizoconloslabiosunatijeraseñaldedesprecio.

-Vamos-exclamóAgustín-,noseashipócrita.Clementenotedesagrada.

-Comomuchosotros.

-Talvez,perohaypocoscomoél.

-¿Porqué?

-Porquetienetrescientosmilpesos.

-Sí,peronoesbuenmozo.

-Nadieesfeoconesecapital,hermanita.

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Leonorsesonrió;mashabríasidoimposibledecirsifuedelamáximadesuhermanoodesatisfacciónporelarteconquehabíaarregladounapartedesuscabellos.

-Enestos tiempos,hijita-continuóelelegantereclinándoseenunapoltrona-,laplataeslamejorrecomendación.

-Olabelleza-replicóLeonor.

-Es decir que te gusta más EmilioMendoza porque es buen mozo.Fi, mabelle.

-Yonodigotalcosa.

-Vamos,ábremetucorazón,yasabesqueteadoro.

-Teloabriríaenvano;noamoanadie.

-Estásintratable.Hablaremosdeotracosa.¿Sabesquetenemosunalojado?

-Asíhesabido:unjovencitodeCopiapó;¿quétales?

-Pobrísimo-dijoAgustínconungestodedesprecio.

-Quierodecirdefigura.

-Nolehevisto;seráalgúnprovincianorubicundoytostadoporelsol.

En estemomento Leonor había concluido de peinarse, y se volvió hacia suhermano.

-Estáscharmante-ledijoAgustín,queaunquenohabíaaprendidomuybienelfrancésen suviaje aEuropa,usabagranprofusióndegalicismosypalabrassueltasdeaquelidiomaparahacercreerqueloconocíaperfectamente.

-Perotengoquevestirme-replicóLeonor.

-Es decir que me despides; bueno me voy. Un baiser ma chérie -añadióacercándosealaniñaybesándolaenlafrente.

Luego,altiempodetomarlapuerta,volviosedenuevohaciaLeonor:

-¿DemodoquedespreciasaesepobreClemente?

-Y¿quéhacerle?-contestóconfingidatristezalaniña.

-Mira,trescientosmilpesos,noteolvides.PodríasirteaParísyvolveraquíaser la reina de la moda. Yo te doy ma parole d’ honneur que harías deClementecireetpabile -dijo,queriendoafrancesarunaexpresiónvulgarconquepintamosalindividuoobediente,sobretodoenamores.

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Leonor,queconocíaelfrancésmejorquesuhermano,serióacarcajadasdelafatuidad con que Agustín había dicho su disparate al cerrar la puerta; y seentregódenuevoasutocador.

Los dos jóvenes que Agustín había nombrado se distinguían entre los másasiduos pretendientes de la hija de don Dámaso Encina; pero la voz de lachismografía social no designaba hasta entonces cuál de los dos se hubieraconquistadolapreferenciadeLeonor.

Comohemosvisto,lostítulosconquecadaunoellossepresentabaenlaarenadelagalanteríaerandiversos.

Clemente Valencia era un joven de veintiocho años, de figura ordinaria, apesardellujoqueostentabaensutrajegraciasalostrescientosmilpesosquetantorecomendabaAgustínasuhermana.Poraqueltiempo,esdeciren1850,los solteros elegantes no habían adoptado aún lamoda de presentarse en laAlameda encoupés ocalèches como acontece en el día.Contentábanse, losqueaspirabanaltítulodeleones,conuncabriolémásomenoselegante,quehacíantirarporpostillonesalaDaumontenlosdíasdelDieciochoygrandesfestividades.ClementeValenciahabíaencargadounoaEuropa,queleservíade pedestal para mostrar al vulgo su grandeza pecuniaria, que llamaba laatencióndelasniñas,ydespertabalacríticadelosviejos,losquemirancondespreciotodogastosuperfluo,desdealgúnsofápredilecto,dondeformansusdiarios corrillos en el paseode lasDelicias.Mas,Clemente se cuidabamuypoco de aquella crítica y lograba su objeto de llamar la atención de lasmujeres,que,alcontrariodeaquellosrespetablesvarones,raravezconsiderancomo inútiles los gastos de ostentación. Así es que el joven capitalista erarecibidoentodaspartesconelacatamientoquesedebealdinero,elídolodeldía. Las madres le ofrecían la mejor poltrona en sus salones; las hijas lemostrabangustosaselhermosoesmaltedesusdientes,yteníanparaélciertasmiradas lánguidas, patrimonio de los elegidos; al paso que los padres leconsultabancondeferenciasusnegociosytomabansuvotoenconsideracióncomoeldeunhombrequeencasonecesariopuedeprestarsufianzaparaunaespeculaciónimportante.

Emilio Mendoza, el segundo galán nombrado por Agustín Encina en laconversación que precede, brillaba por la belleza que faltaba a Clemente ycarecíadeloqueaésteservíadepasaporteenlosmásaristocráticossalonesdela capital. Era buen mozo y pobre. Empero, esta pobreza no le impedíapresentarse con elegancia entre los leones, bien que sus recursos no lepermitían el uso del cabriolé en que su rival paseaba en la Alameda susatisfecho individuo. Emilio pertenecía a una de esas familias que handescubierto en la política una lucrativa especulación y, plegándose desdetempranoalosgobiernos,habíagozadodebuenossueldosenvariosempleos

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públicos. En aquella época ocupaba un puesto de tresmil pesos de sueldo,mediante lo cualpodíaostentar en sucamisa joyasybordadosdevalorqueapenaseclipsabasupoderosoadversario.

Ambos,ademásdesuamorporlahijadedonDámaso,eranimpulsadosporlamisma ambición. Clemente Valencia quería aumentar su caudal con laherenciaprobabledeLeonor,yEmilioMendozasabíaquecasándoseconella,ademásdelaherenciaquevendríamástarde,laproteccióndedonDámasoleseríadeinmensautilidadensucarrerapolítica.

Entre estos dos jóvenes había por consiguiente dos puntos importantes derivalidad:conquistarelcorazónde laniñayganarse lassimpatíasdelpadre.Lo primero y lo segundo eran dos graves escollos que presentaban seriaresistencia por la índole de Leonor y el carácter de don Dámaso. Éstefluctuaba entre elministerio y la oposición amerced de los consejos de losamigosydeloseditorialesdelaprensadeambospartidos;yLeonor,segúnlaopinión general, tenía tan alta idea de su belleza, que no encontraba ningúnhombre digno de su corazón ni de su mano. Mientras que don Dámaso,preocupadodeldeseodeserSenador,seinclinabadelladoenquecreíavereltriunfo,suhijadabayquitabaacadaunodeelloslasesperanzasconqueenlanocheanteriorsehabíanmecidoaldormirse.

AsíesqueClementeValencia,opositorporrelacionesdefamiliamásbienqueporconvicciones,delascualescarecía,encontrabaadonDámasoenteramenteconvertidoalasideasconservadoras,aldíasiguientedehabersedespedido,deacuerdo con él, sobre las faltas del gobiernoy la necesidadde atacarlo.AsítambiénhallabalasonrisaenloslabiosdeLeonor,cuandoseacercabaaellacasipersuadidodequeEmilioMendozahabíatriunfadoensucorazón.

Igualcosaacontecíaasurival,quetrabajabaparahacerdivisaradonDámasoelsillóndeSenadorúnicamenteen laciegaadhesióna laautoridad,ysufríalosdesdenesdelahijacuandoyasecreíasegurodesuamor.

Taleseran losencontrados interesesquesedisputaban lavictoriaencasadedonDámasoEncina.

-IV-

EntregadoaprofundameditaciónsehallabaMartínRivas,despuésdearreglarsureducidoequipajeenlosaltosquedebíaalahospitalidaddedonDámaso.Alencontrarseenlacapital,delaquetantohabíaoídohablarenCopiapó;alverseseparadodesufamiliaquedivisabaenellutoylapobreza;alpensarenlaacaudaladafamiliaencuyosenoseveíatanrepentinamente,disputábanseel

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pasosus ideasensuimaginación,y tanprontoseoprimíadedolorsupechoconelrecuerdodelaslágrimasdelosquehabíadejado,comopalpitabaalaideadepresentarseantegentesricasyacostumbradasalasgrandezasdellujo,consumodesto trajeysusmanerasencogidasporel temory lapobreza.Enesemomentohabíandesaparecidoparaélhastalasesperanzasqueacompañanalasalmasjóvenesensuscontinuasperegrinacionesalporvenir.Sabía,porelcriado,quelacasaeradelasmáslujosasdeSantiago;queenlafamiliahabíaunaniñayun joven, tiposdegraciaydeelegancia;ypensabaqueél,pobreprovinciano, tendría que sentarse al lado de esas personas acostumbradas alrefinamiento de su riqueza. Esta perspectiva hería el nativo orgullo de sucorazón, y le hiciera perder de vista el juramento que hiciera al llegar aSantiagoylaspromesasdelaesperanzaquesuvoluntadseproponíarealizar.

A las cuatro y media de la tarde, un criado se presentó ante el joven y leanuncióquesupatrónleesperabaenlacuadra.

Martínsemirómaquinalmenteenunespejoquehabíasobreun lavatoriodecaoba, y se encontró pálido y feo; pero antes que su pueril desaliento leabatieseelespíritu,suenergíaledespertócomoavergonzadoylavoluntadlehablóellenguajedelarazón.

Al entrar en la pieza en que se hallaba la familia, la palidez que le habíaentristecidounmomentoantes,desaparecióbajoelmásvivoencarnado.

Don Dámaso le presentó a su mujer y a Leonor, que le hicieron un ligerosaludo.EnesemomentoentróAgustín,aquiensupadrepresentótambiénaljovenRivas,querecibiódeleleganteunapequeñainclinacióndecabeza.Estafríaacogidabastóparadesconcertaralprovinciano,quepermanecíadepie,sinsaber cómo colocar sus brazos, ni encontrar una actitud parecida a la deAgustín,quepasabasusmanosentresuperfumadacabellera.LavozdedonDámaso,que leofrecíaunasiento, le sacóde la torturaenquesehallaba,ymirando al suelo, tomó una silla distante del grupo que formaban doñaEngracia,LeonoryAgustín,quesehabíapuestoahablardesupaseoacaballoydelasexcelentescualidadesdelanimalenquecabalgaba.

Martínenvidiabade todocorazónaquella insípida locuacidad,mezcladaconpalabras francesas y vulgares observaciones, dichas con ridícula afectación.Admiraba además almismo tiempo, la riqueza de losmuebles, desconocidaparaélhastaentonces;laprofusióndelosdorados,lamajestaddelascortinasquependíandelantedelasventanas,ylavariedaddeobjetosquecubríanlasmesas de arrimo. Su inexperiencia le hizo considerar cuanto veía como losatributos de la grandeza y de la superioridad verdaderas, y despertó en sunaturaleza, entusiasta, esa aspiración hacia el lujo que parece sobre todo elpatrimoniodelajuventud.

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Al principio, Martín hizo aquellas observaciones a hurtadillas, pues sinconciencia de la timidez que lo dominaba, cedía a su poder repentino, sinocurrírselecombatirlo,comoacababadehaceralbajardesuhabitación.

DonDámaso, que era hablador, le dirigió la palabra para informarse de lasminas deCopiapó.Martín vio, al contestar, dirigidos hacia él los ojos de laseñora y sus hijos. Y esta circunstancia, lejos de aumentar su turbación,pareció infundirle una seguridad y aplomo repentinos, porque contestó conaciertoyvozentera, fijandocon tranquilidadsuvistaen laspersonasque leobservabancomoaunobjetocurioso.

Mientras hablaba, volvía también la serenidad a su espíritu, gracias a losesfuerzosdesuvoluntadnaturalmenteinclinadaalucharconlasdificultades.Ypudo,sóloentonces,observaralaspersonasqueleescuchaban.

EnelrincónmásoscurodelapiezadivisóadoñaEngracia,quesecolocabasiempreenelpuntomenosalumbradoparaevitar la sofocación.Esta señorateníaensusfaldasunaperritablancadelargoyrizadopelo,porelcualseveíaque acababa de pasar un peine, tal era lo vaporoso de sus rizos. La perritalevantaba la cabeza de cuando en cuando, y fijaba sus luminosos ojos enMartín con un ligero gruñido, al que contestaba cada vez doña Engraciadiciéndoleporlobajo:

-¡Diamela!¡Diamela!

Yacompañabaestaamonestaciónconligerosgolpesdecariño,parecidosalosquesedanaunniñoregalóndespuésquehalechoalgunagracia.

PeroMartínsefijómuypocoenlaseñorayenlasseñalesdedescontentodeDiamela,ydejótambiéndeadmirarlaspretenciosasmanerasdeleleganteparadetenerconavidezlavistasobreLeonor.Labellezadeestaniñaprodujoensualmaunaadmiraciónindecible.LoqueexperimentaunviajerocontemplandolacataratadelNiágara,ounartistadelantedelgrandiosocuadrodeRafaelLaTransfiguración dará, bien explicado, una idea de las sensaciones súbitas yextrañasquesurgierondelalmadeMartínenpresenciadelabellezasublimedeLeonor.Ellavestíaunabatablancaconelcinturónsueltocomoelde laselegantes romanas, sobre un delantal bordado, en cuya parte baja, llena decaladosprimorosos,seveíalafranjadevalenciennesdeunariquísimaenagua.Elcorpiño,quehacíaunpequeñoángulodedescote,dejabaverunagargantade puros contornos y hacía sospechar la majestuosa perfección de su seno.Aqueltraje,sencilloenapariencia,ydegranvalorenrealidad,parecíarealizarunacosaimposible:ladeaumentarlahermosuradeLeonor,sobrelacualfijóMartíncontandistraídaobstinaciónlavista,quelaniñavolvióhaciaotroladolasuya,conunaligeraseñaldeimpaciencia.

Un criado se presentó anunciandoque la comida estaba en lamesa, cuando

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AgustínestabahaciendounadescripcióndelBoulevarddeParísasumadre,almismotiempoquedonDámaso,queenaqueldíaseinclinabaalaoposición,ponía en práctica sus principios republicanos, tratando a Martín confamiliaridadyatención.

Agustínofrecióelbrazo izquierdoasumadre tratandodeagarraraDiamelaconlamanoderecha.

-¡Cuidado,cuidado,niño!-exclamólaseñoraalverlapocareverenciaconquesuprimogénitotratabaasuperrafavorita-,vasalastimarla.

-Nolocreamamá-contestóelelegante-.Cómolahabíadehacermalcuandoencuentroestaperritacharmante.

DonDámasoofreciósubrazoaLeonor,yvolviéndosehaciaMartín:

-Vamosacomer,amigo-ledijo,siguiendotrasdesuesposaydesuhijo.

Aquella palabra, «amigo», con que don Dámaso le convidaba, manifestó aMartínlainmensadistanciaquehabíaentreélylafamiliadesuhuésped.Unnuevo desaliento se apoderó de su corazón al dirigirse al comedor en tanhumilde figura, cuando veis al elegante Agustín asentar su charolada botasobre la alfombra con tan arrogante donaire, y la erguida frente de Leonorresplandecercontodoelorgullodelahermosuraydelariqueza.

MientrastomabanlasopasóloseoyólavozdeAgustín:

-EnlosFrèresprovençeauxcomíadiariamenteunasopadetortugadeliciosa-decía limpiándose el bozoque sombreaba su labio superior-. ¡Oh, el pandeParís!-añadíaalromperunodelosllamadosfrancesesentrenosotros-,esunpandivino,mirobolante.

-¿Yencuántotiempoaprendisteelfrancés?-lepreguntódoñaEngracia,dandounacucharadadesopaaDiamelaymirandoconorgulloaMartín,comoparamanifestarlelasuperioridaddesuhijo.

Mas, sea que con este movimiento no pusiera bien la cucharada en elrequerido hocico de Diamela, sea que la temperatura elevada de la sopaofendiesesusdelicadoslabios,laperralanzóunaullidoquehizodarunsaltosobre su silla a doñaEngracia; y sumovimiento fue tan rápido, que echó arodarporelmantelelplatoqueteníapordelanteyellíquidoquecontenía.

-¡Noves!¡Noves!¿Quéesloquetedigo?Esosaleportraerperrosalamesa-exclamódonDámaso.

-Pobrecita de mi alma -decía sin escucharle doña Engracia, dando fuertesapretonesdeternuraaDiamela,mientrasqueéstaaullabadesesperada.

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-Vamos,cállate,polissonne-dijoAgustínalaperra,que,viéndoseuninstantelibredelosabrazosdelaseñora,secallórepentinamente.

DoñaEngraciaalzólosojosalcielocomoadmirandoelpoderdelcriador,ybajándolossobresumarido,díjoleconacentodeternura:

-¡Mira,hijo,yaentiendefrancésestamonada!

-Oh,elperroesunanimal llenode inteligencia -exclamóAgustín-.EnParíslosllamabaenespañolymeseguíancuandolesmostrabaunpedazodepan.

Un nuevo plato de sopa hizo cesar el descontento de Diamela y dejórestablecerseelordenenlamesa.

-¿YquédicendepolíticaenelNorte?-preguntóaMartíneldueñodecasa.

-Yohevividolejosdelaspoblaciones,señor,conlaenfermedaddemipadre-contestóeljoven-,demodoqueignoroelespírituqueallíreinaba.

-EnParíshaymuchoscolorespolíticos-dijoAgustín-: losorleanistas, losdelabranchadelosBorbonesylosrepublicanos.

-¿Labrancha?-preguntódonDámaso.

-Esdecir,laramadelosBorbones-repusoAgustín.

-PeroenelNortetodossonopositores-dijodonDámaso,dirigiéndoseotravezaMartín.

-Creoqueeslomásgeneral-respondióéste.

-Lapolíticagatalosespíritus-observósentenciosamenteelprimogénitodelafamilia.

-¡Cómoesesodegato!-preguntósupadreconadmiración.

-Quierodecirqueviciaelespíritu-contestóeljoven.

-Sinembargo-repusodonDámaso-,todociudadanodebeocuparsedelacosapública,ylosderechosdelospueblossonsagrados.

DonDámaso,que,comodijimos,eraopositoraqueldía,dijocongranénfasisestafrasequeacababadeleerenundiarioliberal.

-Mamá,¿quéconfituraesésa?-preguntóAgustín,señalandounadulcera,paracortarlaconversacióndepolíticaquelefastidiaba.

-Ylosderechosdelospueblos-continuódiciendodonDámasosinatenderaldescontentodesuhijo-estánconsignadosenelEvangelio.

-Sonalbaricoques,hijo-decíaalmismotiempodoñaEngracia,contestandoa

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lapreguntadeAgustín.

-¡Cómo, albaricoques! -exclamó don Dámaso, creyendo que su mujercalificabaconestapalabralosderechosdelospueblos.

-No,hijo;digoqueaquélesdulcedealbaricoques-contestódoñaEngracia.

-Confitured’abricots-dijoAgustín,conelénfasisdeunpredicadorquecitauntextolatino.

Duranteestediálogo,MartíndirigíasusmiradasaLeonor,laqueaparentabalamayorindiferenciasintomarparteenlaconversacióndesufamilia.

Terminada lacomida, todos salierondel comedorenelordenenquehabíanentrado,yenelsalóncontinuócadacualconsutemafavorito.

AgustínhablabaasumadredelcaféquetomabaenTortonidespuésdecomer;don Dámaso recitaba aMartín, dándolas por suyas, las frases liberales quehabía aprendido por la mañana en los periódicos, y Leonor hojeaba condistracciónunlibrodegrabadosinglesesalladodeunamesa.Alassiete,pudoMartín libertarsede losdiscursos republicanosde suhuéspedy retirarsedelsalón.

-V-

Martínsesentóalladodeunamesaconelairedeunhombrecansadoporunalargamarcha.LasemocionesdesullegadaaSantiago,delapresentaciónenuna familia rica, la impresión que le había causado la elegancia deAgustínEncina,y labellezasorprendentedeLeonor, todo,pasandoconfusamenteensuespíritu,comolasincoherentesvisionesdeunsueño,lehabíanrendidodecansancio.

Aquella desdeñosa hermosura, que no se dignaba tomar parte en lasconversacionesdelafamilia,lehumillabaconsueleganciaysuriqueza.¿Eratanvulgarsuinteligenciacomoladesuspadresyladesuhermano,yéstalacausa de su silencio?Martín se hizo esta preguntamaquinalmente, y comoparacombatirlaangustiaqueoprimíasupechoalconsiderarlaimposibilidaddellamarlaatencióndeunacriaturacomoLeonor.Pensandoenella,entreviópor primera vez el amor, como se divisa a su edad: un paraíso de felicidadindefinida,ardientecomolaesperanzadelajuventud,doradocomolossueñosdelapoesía,estainseparablecompañeradelcorazónqueamaodeseaamar.

Unrepentinorecuerdodesufamiliadisipóporuninstantesustristesideas,ysacóasucorazóndelcírculodefuegoenqueprincipiabaainternarse.Tomósusombreroybajóalacalle.Eldeseodeconocerlapoblación,elmovimiento

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deésta,levolvieronlatranquilidad.Además,deseabacompraralgunoslibrosypreguntóporunalibreríaalprimeroqueencontróalpaso.Dirigiéndoseporlasindicacionesqueacabaderecibir,MartínllegóalaplazadeArmas.

En1850lapiladelaplazanoestabarodeadadeunhermosojardíncomoeneldía, ni presentaba al transeúnte que se detenía amirarlamás asiento que subordedelosa,ocupadosiempreenlanocheporgentedelpueblo.Entreéstosseveíancorrillosdeoficialesdezapateríaqueofrecíanunpardebotinesodebotasatodoelqueporallípasabaaesashoras.

Martín, llevadode lacuriosidaddever lapila,sedirigióde laesquinade lacalledelasMonjitas,endondesehabíadetenidoacontemplarlaplaza,porelmediodeella.Alllegaralapila,ycuandofijabalavistaenlasdosfigurasdemármolquelacoronan,unhombreseacercóaéldiciéndole:

-Unpardebotinesdecharol,patrón.

EstaspalabrasdespertaronensumemoriaelrecuerdodellustrosocalzadodeAgustínysusrecientesideas,quelehabíanhechosalirdelacasa.Pensóqueconunpardebotinesdecharolharíamejorfiguraenlaelegantefamiliaqueleadmitíaensuseno;erajoven,ynosearredró,conestaconsideración,antelaescasezdesubolsillo.Detúvosemirandoalhombrequeleacabadedirigirlapalabra,yéste,queyaseretiraba,volvióalinstantehaciaél.

-Averlosbotines-dijoMartín.

-Aquí están, patroncito -contestó el hombre, mostrándole el calzado, cuyosreflejosacabarondeacallarlosescrúpulosdeljoven.

-Vea-añadióelvendedor, tendiendounpañueloalbordedelapila-,siénteseaquíyselosprueba.

Rivassesentóllenodeconfianzaysedespojódesutoscobotín,tomandounodelosqueelhombrelepresentaba.Masnofuepequeñosuasombrocuando,alhaceresfuerzosparaentrarelpie,seviorodeadodeseisindividuos,deloscualescadauno leofrecíaunpardecalzado,hablándole todosaun tiempo.Martín,másconfusoqueelcapitánde larondacuandoseverodeadode losque encuentra en casa de don Bartolo, en el Barbero de Sevilla, oía lasdistintasvocesyforcejeabaenvanoporentrarelbotín.

-Veapatrón,éstosleestánmejor-ledecíauno.

-Póngase éstos, señor, vea qué trabajo, de lo fino no más -añadía otro,colocándoleunpardebotinesbajolasnarices.

-Aquítieneunospatoalavía-lemurmurabaunterceroaloído.

Y los demás hacían el elogio de su mercancía en parecidos términos,

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confundiendoalpobremozocontanextrañamaneradevender.

El primer par fue desechado por estrecho, el segundo por ancho y pormuycaroeltercero.

Entre tanto, el número de zapateros había aumentado considerablemente enderredordeljoven,que,cansadodelaporfiadainsistenciadetantovendedorreunido, se puso su viejo botín y se paró, diciendo que compraría en otraocasión.Enelinstanteviotornarseenásperolenguajelaoficiosidadconqueunminutohacíaleacosaban,yoyóalprimerodelosvendedoresdecirle.

-Sinotieneganasdecomprar,paquéestáembromando.

Yaotroañadir,comoenapéndicealodeéste:

-Palcaso,quetalveznitieneplata.

Yluegoaunterceroreplicar:

-¡Ycomoquetienetrazadefutrepobre,hombre!

Martín,reciénllegadoalacapital,ignorabalainsolenciadesuscompatriotasobrerosdeestaciudad,ysintióeldespechoapoderarsedesupaciencia.

-Yoanadiehe insultado-dijodirigiéndosealgrupo-,ynopermitiréquemeinsultentampoco.

-Yporquéloinsultan,porqueledicenpobre;noshotrossomospobrestambién-contestóunavoz.

-¡Entoncesleiremosquesrico,pué!-dijootroacercándosealjoven.

-Ysiestanricoporquénocomprópué-añadióelprimeroquehabíahablado,acercándoseleaúnmásqueelanterior.

Rivas acabó con esto de perder la paciencia y empujó con tal fuerza alhombre,queéstefueacaeralpiedesuscompañeros.

-Ydejáistepegueunfutre-ledijouno.

-Levantatehom,noseáisfalso-dijootro.

Elzapateroselevantóconefecto,yarremetióaljovenconfuria.Unariñadepujilato se trabó entonces entre ambos, con gran alegría de los otros, queaplaudíanyanimaban,elogiandoconimparcialidadlosgolpesquecadacualasesta con felicidad a su adversario. De súbito se oyó una voz que hizodispersarseelgrupo,dejandosolosalosdoscombatientes.

-Allívieneelpaco-dijeron,corriendodosotres.

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Yse fueron seguidos por los otros almismo tiempoque unpolicial tomó aMartíndeunbrazoyalzapaterodeotro,diciéndoles.

-Losdosvanpaentrocortitos.

Rivasvolviódelaturdimientoqueaquellariñalehabíacausadocuandosintióestavozyvioeluniformedelqueledetenía.

-Yonohetenidolaculpadeestariña-dijo-,suéltemeusted.

-Paentro,paentro,endenomás-contestóelpolicial.

Yprincipióallamarconelpito.

EnvanoquisoMartínexplicarleelorigendeloacaecido,elpolicialnadaoíaysiguió llamando con su pito hasta que se presentó un cabo seguido de otrosoldado. Con éstos, su elocuencia fracasó del mismo modo. El cabo oyóimpasiblelarelaciónqueselehacíaysólocontestóconlafrasesacramentaldelcuerpodeseguridadurbano:

-Páselospaentro.

Antetanuniformemododediscutir,Rivasconocióqueeramejorresignarseysedejóconducirconsuadversariohastaelcuarteldepolicía.

Al llegar,esperóMartínqueeloficialdeguardia,antequienfuepresentado,hiciera más racional justicia a su causa; pero éste oyó su relación y dio laordendehacerleentrarhastalallegadadelMayor.

-VI-

A la misma hora en que Martín Rivas era llevado preso, el salón de donDámasoEncinaresplandecíadelucesquealumbrabanaladiariaconcurrenciadetertulianos.

En un sofá conversaba doña Engracia con una señora, hermana de donDámasoymadredeunaniñaqueocupabaotrosofáconLeonoryeleleganteAgustín.Enun rincónde lapiezavecina rodeabanunamesademalilladonDámaso y tres caballeros de aspecto respetable y encanecidos cabellos. Allado de lamesa se hallaba como observador el jovenMendoza, uno de losadoradoresdeLeonor.

Doña Engracia conversaba con su cuñada doña Francisca Encina sobre lashabilidadesdeDiamelaysusprogresosenlalenguadeVaugelasydeVoltaire,mientras que un hijo de doña Francisca, perteneciente a la categoría de losniñosregalones,sedivertíaentirarlacolaylasorejasdelafavoritadesutía.

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LaniñaqueconversabaconLeonorformabaconellauncontrastenotableporsu fisonomía. Al ver su rubio cabello, su blanca tez y sus ojos azules, unextranjerohabríacreídoquenopodíaperteneceralamismarazaquelajovenalgomorenaydenegroscabellosquesehallabaasulado,ymuchomenosqueentreLeonorysuprima,MatildeElías,existiese tanestrechoparentesco.Lafisonomía de esta niña revelaba además cierta languidez melancólica, quecontrastaba con la orgullosa altivez de Leonor, y aunque la elegancia de suvestidonoeramenosqueladeésta, labellezadeMatildeseveíaapagadaaprimeravistaalladodeladesuprima.

Lasdosniñasteníansusmanosafectuosamenteentrelazadas,cuandoentróalsalónClementeValencia.

-¡Ah!, ya viene este hombre con sus cadenas de reloj y sus brillantes, quehuelenacapitalistademalgusto-dijoLeonor.

EljovennoseatrevióaquedarsealladodelasdosprimasporelfríosaludoconquelahijadedonDámasocontestóalsuyo,yfueasentarsealladodelasmamás.

-Sabesquetecorrencasamientoconél-dijoMatildeasuprima.

-¡Jesús!-contestóésta-,¿porqueesrico?

-Yporquecreenquetúleamas.

-Niaélnianadie-replicóLeonorconacentodesdeñoso.

-¿Anadie?¿YaMendoza?-preguntóMatilde.

-La verdad, Matilde, ¿tú has estado enamorada alguna vez? -dijo Leonormirandofijamenteasuprima.

Éstaseruborizóenextremoynocontestó.

-Cuando te ibas a casar, ¿sentías por Adriano ese amor de que hablan lasnovelas?-continuósuprima.

-No-contestóésta.

-¿YporRafaelSanLuis?

Matildevolvióaruborizarsesincontestar.

-Mira, nuncame había atrevido a hacerte esta pregunta. Túme dijiste hacetiempoqueamabasaRafael;luegotenegasteatodaconfidenciaydespuéstevipreparartusvestidosdenoviaparacasarteconAdriano.¿Acuáldelosdosamabas? A ver, cuéntame lo que ha sucedido. Ya hacemás de un año quemurió tunovioymeparecequeesbastante tiempoparaqueestéshaciendo

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papeldeviudasinserloyeldereservadacontumejoramiga.¿MedicesquenoamabasaAdriano?

-No.

-Entonces,nohabíasolvidadoaRafael.

-¿Podíaolvidarle?¿Ypuedoacasoahoramismo?-contestóMatilde,encuyospárpadosasomarondoslágrimas,queellatratódereprimir.

-¿Yporquéleabandonasteentonces?

-Túconoceslaseveridaddemipadre.

-¡Ah!, a mí no me obligaría nadie -exclamó Leonor con orgullo-, y menosamandoaotro.

-Si nohubieras amadonunca, como sostienes, nodirías estoúltimo -replicóMatilde.

-Laverdad;nuncaheamado,alomenossegúnlaideaquetengodelamor.Avecesmehagustadounjoven,peronuncapormuchotiempo.Eseempeñoconqueloshombresexigenqueselescorresponda,mefastidia.Encuentroenesoalgo de la superioridad que pretenden tener sobre nosotras y esta idea hacereplegarsemi corazón.Aún no he encontrado al hombre que tenga bastantealtivez para despreciar el prestigio del dinero y bastante orgullo para norendirseantelabelleza.

-Yo jamásmehehecho reflexiones sobre esto -dijoMatilde-.AméaRafaeldesdequeleviyleamotodavía.

-¿Yhashabladoconél,despuésquelamuertedeAdrianotedejólibre?

-No,nimeatreveríaahablarle.Notuvefuerzasparadesobedeceramipadreyasítienederechoparadespreciarme.Avecesleheencontradoenlacalle:estápálidoybuenmozocomosiempre.Teaseguroquemehesentidodesfallecerasuvista,yélhapasadosinmirarme,conesafrentealtaneraquellevacontantagracia.

Leonoroíaconplacerlaexaltaciónconquesuprimahablabadesusamoresypensabaquedebíasermuydulceparaelalmaesecultoentusiastaypoéticoquellenatodoelcorazón.

-Demodoquecreesqueyanoteama-dijo.

-Asílocreo-contestóMatilde,dandounsuspiro.

-¡PobreMatilde!Mira,yoquisieraamarcomotú,aunquefuerasufriendoasí.

-¡Ah,túnohassufrido!Nolodesees.

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-Yopreferiríamilvecesesetormentoalavidainsípidaquellevo.Aveceshellorado, creyéndome inferior a las demásmujeres. Todasmis amigas tienenamoresyyonuncahepensadodosdíasseguidosenelmismohombre.

-Asíserásfeliz.

-¡Quiénsabe!-murmuróLeonorpensativa.

Uncriadoanuncióqueel téestabapronto,y todossedirigieronaunapiezacontiguaalaqueocupabanlosjugadoresdemalilla.

Dijimosqueéstoserantresconeldueñodecasa.LosdosotroseranunamigodedonDámasollamadodonSimónArenalyelpadredeMatilde,donFidelElías. Estos últimos eran el tipo del hombre parásito en política que vivesiempre al arrimo de la autoridad y no profesa más credo político que suconvenienciaparticularyunaciegaadhesiónalagranpalabraordenrealizadaen susmás restrictivas consecuencias.La arenapolítica de nuestro país estáempedradaconestaclasedepersonajes,comopretendenalgunosqueloestáelinfiernoconbuenasintenciones,sinquepretendamos,poresto,establecerunsímilentrenuestrapolíticayelinfierno,pormásquelesencontremosmuchospuntos de semejanza. Don Simón Arenal y don Fidel Elías aprobaban sinexamen todo golpe de autoridad, y calificaban con desdeñosos títulos derevolucionariosydemagogosalosque,sinestarconstituidosenautoridad,seocupan de la cosa pública.Hombres serios, ante todo, no aprobaban que laautoridadpermitiese la existencia de la prensadeoposicióny llamaban a laopiniónpúblicaunamajaderíade«pipiolos»,comprendiendobajoestedictadoa todo el que se atrevía a levantar la voz sin tener casa, ni hacienda, nicapitalesainterés.

Estas opiniones autoritarias, que los dos amigos profesaban en virtud de suconveniencia, habían acarreado algunos disgustos domésticos a don FidelElías;doñaFranciscaEncina,sumujer,habíaleídoalgunoslibrosypretendíapensar por sí sola, violando así los principios sociales de su marido, quemiraba todo libro como inútil, cuando no pernicioso. En su cualidad deletrada,doñaFranciscaera liberalenpolítica,yfomentabaesta tendenciaensuhermano,aquiendonFidelydonSimónnohabíanaúnpodidoconquistarenteramente para el partido del orden, que algunos han llamado con ciertagracia,entiemposposteriores,elpartidodelosenergistas.

Sentadosalamesadeltétodosestospersonajes,laconversacióntomódistintogiroencadaunodelosgruposquecomponían,segúnsusgustosyedades.

Doña Engracia citaba a su cuñada la escena de la comida, para probar queDiamela entendía el francés, a lo cual contestaba doña Francisca citandoalgunosautoresquehablabandelahabilidaddelarazacanina.

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Leonor y su prima formaban otro grupo con los jóvenes; y don Dámasoocupabalacabeceradelamesaconsuamigoysucuñado.

-Convéncete,Dámaso-decíaledonFidel-,estasociedaddelaIgualdadesunapandilladedescamisadosquequierenrepartirsenuestrasfortunas.

-Ysobretodo-decíadonSimón,aquienelgobiernonombrabasiempreparadiversascomisiones-,losquehacenoposiciónesporquequierenempleo.

-Perohombre-replicabadonDámaso-,¿ylasescuelasquefundaesasociedadparaeducaralpueblo?

-¡Qué pueblo, ni qué pueblo! -contestaba don Fidel-. Es el peor mal quepuedenhacerestarenseñandoasercaballerosaesapandilladerotos.

-Si yo fuese gobierno -dijo don Simón-, no los dejaba reunirse nunca. ¿Adóndevamosapararconquetodossemetenenpolítica?

-¡Perosisontanciudadanoscomonosotros!-replicódonDámaso.

-Sí, pero ciudadanos sin un centavo, ciudadanos hambrientos -repuso donFidel.

-YentoncesparaquéestamosenRepública-dijodoñaFrancisca,mezclándoseenlaconversación.

-Ojalánoloestuviéramos-contestósumarido.

-¡Jesús!-exclamóescandalizadalaseñora.

-Mira,hija,lasmujeresnodebenhablardepolítica-dijosentenciosamentedonFidel.

EstamáximafueaprobadaporelgravedonSimón,quehizoconlacabezaunaseñalafirmativa.

-Alasmujereslasfloresylatualeta,queridatía-ledijoAgustín,queoyólamáximadedonFidel.

-EsteniñohavueltomástontodeEuropa-murmurópicadalaliterata.

-Endíaspasados-dijodonSimónadonDámaso-unministromehablabadeusted,preguntándomesieraopositor.

-¡Yoopositor!-exclamódonDámaso-,nuncalohesido;yosoyindependiente.

-Eraparadarle,segúncreo,unacomisión.

DonDámasosequedópensativo,arrepintiéndosedesurespuesta.

-¿Yquécomisiónera?-preguntó.

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-Norecuerdoahora-contestódonSimón-.Ustedsabequeelgobiernobuscalagentedevalerparaocuparlay...

-Ytienerazón-dijodonDámaso-,eselmododeestablecerlaautoridad.

-Mira,Leonor,yaestánconquistandoatupapá-dijodoñaFrancisca.

-No,amínomeconquistan,hija-replicódonDámaso-;siemprehedichoquelosgobiernosdebenempleargenteconocida.

-YonopierdolaesperanzadevertedeSenador-dijodonFidel.

-Noaspiroaeso-repusodonDámaso-;perosilospueblosmeeligen...

-Aquílosqueeligensonlosgobiernos-observódoñaFrancisca.

-Yasídebeser-replicódonFidel-;deotromodonosepodríagobernar.

-Paragobernarasí,mejorseríaquenosdejasenenpaz-dijodoñaFrancisca.

-Pero,mujer-replicósumarido-,yatehedichoqueustedesnodebenocuparsedepolítica.

Don Simón aprobó por segunda vez, y doña Francisca se volvió condesesperaciónhaciasucuñada.

Después del té la tertulia volvió al salón, donde siguieron la conversaciónpolíticalospapásylosjóvenesrodearonaLeonor,quesesentóalladodeunamesa.Sobreéstaseveíaunhermosolibrocontapasincrustadasdenácar.

-Mira, Leonor -le dijo su hermano-, ya te han aportado tu álbum, que medijistehabíasprestado.

-¿Noleteníausted?-preguntóLeonorconindiferenciaaEmilioMendoza.

-Lohetraídoestanoche,señorita,comohabíaprometidoausted.

-¿Lollevóustedparaponerleversos?-preguntóClementeValenciaasurival-.Yonuncahepodidoaguantarlosversos-añadióelcapitalistahaciendosonarlacadenadesureloj.

-Nimoitampoco-dijoeleleganteAgustín.

-Averelálbum-dijodoñaFranciscaabriendoellibro.

-Tía,sisonmorsoesliterarios-exclamóAgustín-,mejorseríaquehiciesenunpocodemúsica.

-Lea, mamá -dijo Matilde-, hay mayoría por lo que mi primollamamorsoesliterarios.

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DoñaFranciscaabrióenunapágina.

-Aquíhayunosversos-dijo-,ysondelseñorMendoza.

-¡Túhacesversosquerido!-ledijoAgustín-,¿quéestásenamorado?

Emiliosepusocolorado,ylanzóunamiradaaLeonor,quepareciónohaberlavisto.

-Esunacomposicióncorta-dijodoñaFrancisca,queardíaendeseosdequelaoyesenleer.

-Partapuestía-ledijoAgustín.

DoñaFrancisca,convozafectadayacentosentimental,leyó:

Alosojosde...

MásdulceshabéisdeserSimevolvéisamirar,Porqueesmaliciaamiver,Siendofuentedeplacer,Causarmetantopesar.

DesesometieneajenoElqueensuertetancruelSeaesemirarserenoSoloparamíveneno,Siendoparatodosmiel.

Siamandoospuedoofender,Venganzapodéistomar,PuesesfuerzaoshagaverQue,onoosdejodequerer,Omeacabáisdematar.

SieslavenganzamedidaPormiamor,atalrigorElalmasientorendida;PorqueesmuypocounavidaParavengartantoamor.

EmilioMendoza.

AlconcluirestalecturaEmilioMendozadirigióunalánguidamiradaaLeonorcomodiciéndola:«Ustedesladiosademiinspiración».

-Y¿encuántotiempohahechoustedestosversos?-ledijodoñaFrancisca.

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-Esta mañana los he concluido -contestó Mendoza, con afectada modestia,cuidándosemuybiendedecirquesólohabíatenidoeltrabajodecopiarlosdeuna composicióndel poeta españolCampoamor, entonces poco conocido enChile.

-Aquíhayalgoenprosa-dijodoñaFrancisca-:«Lahumanidadcaminahaciaelprogreso,girandoenuncírculoquese llamaamoryque tieneporcentroelángelqueapellidanmujer».¡Quélindopensamiento!-dijoconairevaporosodoñaFrancisca.

-Sí,paraelqueloentienda-replicóClementeValencia.

Continuó por algún tiempo doña Francisca hojeando el libro, en cuyaspáginas,llenasdefrasesvacíasodeestrofasqueconcluíanpidiendounpocodeamoraladueñadelálbum,ellasedeteníaconentusiasmo.

-Sidejanamitíaconellibro,escapazdetrasnochar-dijoAgustínasuamigoValencia.

DonFideldiolaseñalderetiradatomandosusombrero.

-¿Sabes queDámasome ha dado a entender que le gustaría que su hijo seaficionase aMatilde? -dijo a doña Francisca cuando estuvieron en la calle-.Agustínesunmagnificopartido.

-Es unmuchacho tan insignificante -contestó doña Francisca, recordando lapocaaficióndesusobrinoalapoesía.

-¿Cómo?¡Insignificante,ysupadretienecercadeunmillóndepesos!-replicóconcalorelmarido.

DoñaFranciscanocontestóalapositivistaopinióndesuesposo.

-UncasamientoentreMatildeyAgustínseríaparanosotrosunagranfelicidad-prosiguiódonFidel-.Figúrate, hija, queel añoentrante terminael arriendoquetengodelRoble,yquesudueñonoquiereprorrogarmeestearriendo.

-Hasta ahora la tal hacienda del Roble no te ha dado mucho -dijo doñaFrancisca.

-Éstanoeslacuestión-replicódonFidel-,yomepongoenelcasoquetermineelarriendo.CasandoaMatildeconAgustín,ademásqueaseguramoslasuertedenuestrahija,Dámasonomenegarásu fianza,comoya lohahecho,paracualquiernegocio.

-Enfin, túsabrás loquehaces-contestóconenfadolaseñora, indignadadelprosaicocálculodesumarido.

Lo restante del camino lo hicieron en silencio hasta llegar a la casa que

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habitaban.

VolveremosnosotrosadonDámasoyasufamilia,quequedaronsolosenelsalón.

-Ynuestroalojado,¿quésehabráhecho?-preguntóelcaballero.

Uncriado,aquien se llamóparahacerestapregunta, contestóquenohabíallegadoaún.

-Noserámuchoquesehayaperdido-dijodonDámaso.

-¡En Santiago! -exclamó Agustín con admiración-, en París si que esfácilegararse.

-Hepensado-dijodonDámasoasumujer-queMartínpuedeservirmemucho,porquenecesitounapersonaquellevemislibros.

-Parece un buen jovencito y me gusta porque no fuma -respondió doñaEngracia.

Martín,conefecto,habíadichoquenofumabacuando,despuésdecomer,donDámaso le ofreció un cigarro, en un rapto de republicanismo. Mas, aldespedirse, sus amigos le dejaban medio curado ya de sus impulsosigualitarios con la noticia de que unMinistro se había ocupado de él paraencomendarleunacomisión.

-Despuésdetodo-pensabaalacostarsedonDámaso-,¡estosliberalessontanexagerados!

-VII-

En vano protestóMartínRivas contra la arbitrariedad que en su persona secometía,solicitandosulibertadyprometiendovolveraldíasiguienteparaserjuzgado.Eloficialdeguardiasostuvo laprimeraordenquehabía impartido,coninflexibilidaddelosgranaderosdeNapoleónelGrande,quemoríanantesderendirse.

Rivas, cansado de protestar y de rogar, se resignó por fin a esperar conpaciencia la llegadadelMayor, entregándose a las tristes reflexionesque suextrañasituaciónlesugería.

Ante todo pensó en la explicación que tendría que dar al día siguiente a lafamilia de don Dámaso, en caso que no pudiese obtener su libertad hastaentonces.VeíadeantemanoconvergüenzalaorgullosamiradadeLeonor, larisa insultante de Agustín y la humilladora compasión de los padres. A su

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juicioeraLeonorlacausadesudesagradableaventura.Sumemorialetrazólabella imagen de aquella niña, que era imposible mirar sin emoción, y unatristeza profunda nació en su espíritu al considerar el desdén con que ellaescucharía larelacióndesudesgracia.Enaquellosmomentoselpobremozomaldijo su destino, y su corazón desesperado pidió cuenta al cielo de lapobreza de algunos y de la riqueza de otros. Sólo entonces pensaba en lasdesigualdades injustas de la suerte y nacía en su corazón un vago enconocontralosfavorecidosdelafortuna.

«Si Leonorme perdonase lo ridículo del trance en queme hallo», pensabaMartín,«lodemásmeimportaríamuypoco,yyosabríacastigarlainsolenciadelqueseatrevieseareír».

EstasolareflexiónmanifestabaqueRivas,pormásquehubiesequeridohuirde laprofunda impresiónque lavistadeLeonor lehabíadejadoenelalma,sólohabíaconseguidopensarenella.

«¡Medespreciará!»,pensabaconamargatristeza.

AvecesleocurríalaideaderegresaraCopiapóconloscortosrecursosdequedisponía,yconsagrarseallíatrabajarparasufamilia;mas,prontosuenérgicavoluntadlehacíaavergonzarsedequererquebrantarsujuramentoporelvanotemordeversedespreciadodeunamujerquesólohabíavistounavez.

ElMayorllegóalasdocedelanocheyconcedióaudienciaaMartín.Despuésdelarelaciónqueéstehizodelsuceso,elJefevioquelaspalabrasdeljovenhablabanmásensufavorquelapobrezadesutraje,ydioordendeponerleenlibertad.

Martín llegóa lasdoceymediaacasadesuprotectoryencontrócerrada lapuerta.Dioalgunosligerosgolpesquenadie,alparecer,oyóenelinteriordelacasayse retirósinatreverseahacerotra tentativaparaentrar.Armosedepaciencia y se resolvió a pasar la noche recorriendo las calles sin alejarsemuchodecasadedonDámaso.

Santiagoesunaciudadsilenciosadesdetemprano,asífuequeRivasnotuvomás espectáculo durante sus correrías que las fachadas de las casas y losserenos que roncaban en cada esquina, velando por la seguridad de lapoblación.

AldíasiguientepudoMartínentraralacasacuandoseabríalapuertaparadarpasoal criadoque iba a laplaza.Éste lemiró conuna sonrisaburlona, quesirviódeprecursoraljovenparasaboreardeantemanolahumillaciónenqueseencontraríaprontoantelafamiliadedonDámaso.

Poco antes de la hora de almorzar bajó al patio, resuelto a arrostrar la

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vergüenzadesusituaciónantesquedejarelcampolibrealassuposicionesdesuhuéspedydesushijos.

DonDámasovioaMartínquesedirigíaasuescritorioyleabriólapuerta.

-¿Cómosehapasadolanoche,Martín?-preguntó,contestandoelsaludodeljoven.

-Muydesgraciadamente,señor-contestóéste.

-¡Cómo!Nohadormidoustedbien.

-Hepasadoenlacallelamayorparte.

DonDámasoabriótamañosojos.

-¡En la calle!Y dónde estuvo usted hasta las doce, hora en que se cerró lapuerta.

-Estuvepresoenelcuarteldepolicía.

Martínrefirióentoncescircunstanciadamentesuaventura.Alterminarvioquesuprotectorhacíavisiblesesfuerzosparacontenerlarisa.

-Sientoenelalmaloquelehasucedido-dijodonDámaso,apelandoatodasuseriedad-, y para olvidar este desagradable suceso hablaré a usted de unproyectoquetengorelativoasupersona.

-Estoyasusórdenes-contestóeljoven,sinatreverseaexigirelsecretoadonDámasosobresuaventura.

-Disponeusteddemuchashorasdesocupadaseneldíadespuésdeatenderasusestudios-dijoelcaballero-,ydesearíasabersiustedtieneinconvenienteenocuparsedemicorrespondenciaydealgunoslibrosquellevoparaelarreglodemisnegocios.Yodaréaustedporesteserviciotreintapesosalmesymealegraré mucho de que usted acepte mi proposición: será usted como misecretario.

-Señor -contestó Martín-, acepto la ocasión que usted me presenta decorresponderenalgoalabondadconqueustedmetratayllevarégustososuslibros y correspondencia; pero me permitirá no hacer igual aceptación delsueldoconqueustedquiereretribuirtanligeroservicio.

-Perohombre,ustedespobre,Martín,yasípodríausteddisponerdecincuentapesos.

-Quieromásbiendisponerdelapreciodeusted-contestóRivasconunacentode dignidad que hizo sentir a don Dámaso cierto respeto por aquel pobreprovinciano,querechazaunsueldoquemuchosensulugarhabríancodiciado.

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MartínseimpusodeloquetendríaquehacerenelescritoriodedonDámasoyéste,mientrasrecorríaalgunospapeles,pensaba,apesarsuyo,enlaconductade su protegido. Para ciertas hombres, un rasgo que revela desprendimientodel dinero es el colmo de la magnanimidad. Por manera que don DámasoadmirócomounverdaderoheroísmolaspalabrasdeMartín.Elcultodeloroha tenido siempre tan numerosos prosélitos, que una excepción pareceincreíble,sobretodoenlostiemposquealcanzamos.Almismotiempoquesuadmiración,ytalvezcomolaúnicamaneradeexplicársela,seocurrióadonDámaso la idea de que Rivas tenía sus puntillas de lo que los hombrespositivos llaman quijotismo y, preocupado como estaba de pensamientospolíticos, pensó en que aquel joven seríamuy fácil de arrastrar por las que,desde su conversación de la noche procedente, juzgaba vanas palabras delibertadydefraternidad.

-Vea usted, don Martín -dijo después de algunos instantes de reflexión-,Santiagoestáahorallenodegentesquesóloseocupandepolítica.Siustedmepermite un consejo, le diré que tengamucho cuidado con esos pretendidosliberales. Siempre están abajo, nunca contentos y jamás han hecho nada debueno; acá para entre nosotros, creo que un hombre, para perdersecompletamente,notienemásquehacerse liberal.EnChile,a lomenos,creomuydifícilquesuban.

LafranquezadeestaspalabrasdioaconoceraMartínlosprincipiospolíticosqueconstituíanlaprofesióndefeconquedonDámasoaspirabaaocuparunpuesto en el Senado de la República. Alejado del trato social y entregadoúnicamente a sus estudios, Rivas ignoraba que aquella profesión era la queíntimamente cultivan lamayor parte de los políticos de su patria. Su juiciorectoy sunobleorgullode joven lehicieron concebirmuy triste ideade suprotector como personaje político. En este juicio teníamás parte su instintoque su criterio, porqueMartínnohabíapensado jamás condetención en lascuestiones que agitan a la humanidad como una fiebre, que sólo calmarácuando su naturaleza respire en la esfera normal de su existencia, que es lalibertad.

Poco antes de almorzar, don Dámaso refirió a su mujer y sus hijos lospercancesocurridosaRivas.

-¿Demodoqueesepobremuchachonohadormidoen toda lanoche? -dijodoñaEngracia,acariciandoaDiamela.

-Esdecir,mamá-dijoAgustín-,quehapasado lanocheà labelle étoile.Esunaaventuradeliciosa.

-Pero oigan ustedes -repuso donDámaso-, esemuchacho que va a comprarbotinesalaplazayquesólotieneveintepesosalmesparatodossusgastos,ha

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rehusado esta mañana un sueldo de treinta pesos que le ofrecí porque mesirvieradesecretario.

-Ah,ah -exclamóatusándosesubozoAgustín-,esdecirquequierehacerelfiero.

-¿Noquiereservirtedesecretario?-preguntódoñaEngracia.

-Sí,sí,aceptaelpuesto;peronoadmiteelsueldo.

Leonor miró a su padre como si sólo entonces oyese la conversación, yAgustínreclinándoseenunsofá:

-Es para que le perdonen lo de los botines -dijo, contemplando consatisfacciónsuseleganteschinelasdetacorojoysupantalóndemañana.

EnaquelinstanteentróMartín,aquienhabíanllamadoaalmorzar.

-Amigo Martín, ¿con que se duerme mal en Santiago? -le dijo Agustínsaludándole.

Martínsepusoencarnado,mientrasquedonDámasohacíaseñalesasuhijodecallarse.

-Escierto-contestóRivas,tratandodeaceptarlabromalomejorquepudo.

-Perohombre-replicóelelegante-,¡irabuscarcalzadoalaplaza!Porquénomedijousted,ylehabríaindicadounboterofrancés.

-¿Quéquiereusted? -contestóMartínconorgullo-, soyprovincianoypobre.Loprimeroexplicamiaventuray losegundoqueunboterofrancéssería talvezmuycaroparamí.

-Túnuncanoshasreferidolastorpezasquecometiste,porignorancia,alllegara París -dijo Leonor a su hermano-, y por eso criticas al señor con tantafacilidad.

EstaspalabraslasdijoLeonorconairerisueño,paradisimularlaacritudqueenvolvían,ysinmiraraMartín.

Rivasconocióquedebíadarlasgraciasalaniñaporladefensaqueacababadehacerdesucausa,perosuturbaciónnoledejódecirunasolapalabra.

Entre tanto Agustín, que conocía la superioridad de su hermana, no hallótampoco nada que contestar, y disimuló su derrota haciendo un cariño aDiamela,quesumadreteníayaensusfaldas.

-He contado su aventura a mi familia -dijo don Dámaso- para explicar laausenciadeustedanoche.

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-Yhahechoustedmuybien,señor-respondióMartín,quehabíarecobradosuserenidadconlaspalabrasdeLeonor-.Esperoqueestasseñoritas-añadió-meperdonaránmiinvoluntariafalta.

-Cómono, caballero -le dijo doñaEngracia-, es un contratiempo que puedesucederacualquiera.

-Ciertamente, a cualquiera -repitió Agustín, viendo que todos tomaban elpartido de Rivas-; lo que yo decía a usted era una plesantería sinconsecuencia.

Leonor había aprobado con la cabeza las palabras de su madre, y Martínrecibióestapequeñaseñalcomolaabsolucióndelridículoqueelorigendesuaventuraarrojabasobresupersona.

DespuésdealmorzarseinformódelasituacióndelInstitutoNacionalydelospasos que debía dar para incorporarse a la clase de práctica forense en lasecciónUniversitaria.

Practicadas todassusdiligencias, regresóacasadedonDámasoysepusoatrabajarenelescritoriodeéste,repitiéndoseparasí:

-Ellanomedesprecia.

Esteidealevantabaelenormepesoqueoprimíaasucorazónylemostrabadenuevolafelicidadenloshorizonteslejanosdelaesperanza.

-VIII-

DesdeeldíasiguienteprincipióMartínsustareasconelempeñodeljovenqueviveconvencidodequeelestudioeslaúnicabasedeunporvenirfeliz,cuandolasuertelehanegadolariqueza.

El pobre y anticuado traje del provinciano llamó desde el primer día laatencióndesuscondiscípulos,lamayorpartejóveneselegantes,quellegabanalaclaseconlosrecuerdosdeunbailedelavísperaolasemocionesdeunavisita mucho más frescos en la memoria que los preceptos de las SietePartidas o delProntuario de los Juicios.Martín se encontró por esta causaaisladodetodos.Entrenuestrajuventud,elhombrequenoprincipiaamostrarsu superioridad por la elegancia del traje tiene que luchar con muchaindiferencia, y acaso con un poco de desprecio, antes de conquistarse lassimpatíasdelosdemás.TodosmiraronaRivascomounpobrediabloquenomerecíamásatenciónquesuraídacatadura,yseguardaronbiende tenderleunamanoamiga.Martínconocióloquepodríamuypropiamentellamarseelorgullodelaropaysemantuvodignoensuaislamiento,sinmássatisfacción

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que la de manifestar sus buenas aptitudes para el estudio cada vez que laocasiónselepresentaba.

Unacircunstanciahabíallamadosuatención,yeralaausenciadeunindividuoaquienlosdemásnombrabanconfrecuencia.

-¿RafaelSanLuisnohavenido?-oíapreguntarcasitodoslosdías.

Y sobre la respuesta negativa, oía también variados comentarios sobre laausenciadelquellevabaaquelnombre,yque,ajuzgarporlainsistenciaconque se recordaba, debía ejercer cierta superioridad entre losotrosque así seocupabandeél.

Dosmesesdespuésdesuincorporaciónalaclase,notóMartínlapresenciadeunalumnoaquientodossaludabancordialmente,dándoleelnombrequehabíaoídoya.Eraunjovendeveintitrésaveinticuatroaños,depálidosemblanteyfaccionesdeunafinuracasifemenil,queponíanenrelievelafinacurvadeunbigotenegroy lustroso.Unaabundantecabellera,divididaen lamitadde lafrente, realzaba la majestad de ésta, y dejaba caer tras de dos pequeñas yrosadas orejas sus hebras negras y relucientes. Sus ojos, sin ser grandes,parecíanbrillarconlosdestellosdeunainteligenciapoderosayconelfuegode un corazón elevado y varonil. Esta expresión enérgica de su miradacuadrabamuy bien con las elegantes proporciones de un cuerpo de regularestaturaydesimétricasybienproporcionadasformas.

Alprincipiode laclase,Rivasfijócon interéssuvistaenaquel joven,hastaque éste habló a un compañero después de mirarle. En ese momento, elprofesorpidióaMartínsuopiniónsobreunacuestiónjurídicaquesedebatía,ydespuésdedarla,recibióunacontestacióndestempladadelalumnoaquienacababadecorregir.Martínreplicóconenergíayaltivez,dejandolarazóndesuparte,loquehizoenrojecerdedespechoasuadversario.

Entreel jovenquehabía llamado laatencióndeMartínyelqueestabaasuladohabíamediadolasiguienteconversación.

-¿Quién es ése? -preguntó Rafael, al ver la atención con que le observabaRivas.

-Es un recién incorporado -contestó el compañero-. Por la traza pareceprovinciano y pobre.No conoce a nadie y sólo habla en la clase cuando lepreguntanalgo.Noparecenadatonto.

RafaelobservóaRivasdurantealgunosinstantesypareciótomarinterésenlacuestiónqueéstedebatíaconsuadversario.

Alsalirdelaclase,elquehabíamanifestadosudespechoalversevencidoporMartín,seleacercóconademánarrogante.

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-Bienestáqueustedcorrija-ledijomirándoleconorgullo-,peronovuelvaaempleareltonoquehausadohoy.

-Nosufriré laarroganciadenadiey responderésiempreenel tonoqueusenconmigo-dijoMartín-,yyaqueustedsehadirigidoamí-añadió-,leadvertiréque aquí sólo admito lecciones de mi profesor y únicamente en lo queconciernealestudio.

-Tiene razón este caballero -exclamó Rafael San Luis adelantándose-; tú,Miguel,hascontestadoal señorconasperezacuandoél sólocumplíaconsuobligacióncorrigiéndote.Además,elseñorestáreciénllegadoyledebemosalomenoslasconsideracionesdelahospitalidad.

La discusión terminó con estas palabras, que el joven San Luis habíapronunciadosinafectaciónnidogmatismo.

Martínseacercóaélconairetímido.

-Creoquedebodaraustedlasgraciasporloqueacabadedecirenfavormío-ledijo-,yleruegolasacepteconlasinceridadconqueselasofrezco.

-Asílohago-lecontestóRafael,tendiéndolelamanoconfrancacordialidad.

-Yyaqueustedsehadignadohablarenmifavor-continuóRivas-,lesuplicoque cuando pueda me guíe con sus consejos. Hace muy poco tiempo quehabitoenSantiagoeignorolascostumbresdeaquí.

-Por loqueacabodever -contestóRafael-,ustedpoconecesitadeconsejos.LoquepredominaenSantiagoeselorgullo,yustedparecetenerlasuficienteenergíaparaponerloaraya.Yaquehablamossobreesto,leconfesaréaustedque intercedí hace poco en su favor porqueme dijeron que era pobre y noconocíaaningunodenuestroscondiscípulos.Aquílasgentessepaganmuchode las exterioridades, cosa con la cual no convengo. La pobreza y elaislamientodeustedmehaninspiradosimpatías,porciertasrazonesquenadatienenqueverconesteasunto.

-Mefelicitoportalessimpatías-dijoMartín-,ymealegrarémuchosiustedmepermitecultivarsuamistad.

-Tendráusteduntristeamigo-replicóSanLuisconunasonrisamelancólica-,peronomefaltaciertaexperienciaqueacasopuedaaprovecharle.Enfin,esolodiráeltiempo.Hastamañana.

Conestaspalabrassedespidió,dejandounaextrañaimpresiónenelánimodeMartínRivas,quesequedópensativo,mirándolealejarse.

Había,enverdad,ciertoairedemisterioentornodeaqueljoven,cuyavaronily poética belleza llamaba la atención a primera vista. Martín observó con

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curiosidad sus maneras, en las que resaltaba la dignidad en medio de lasencillez,y lavagamelancolíade suvoz le inspiróal instanteunapoderosasimpatía. Llamó también la atención de Rivas el traje de Rafael, en el queparecíareinarelcaprichoyunabsolutodesprecioalamodaqueuniformabaacasi todos losotrosalumnosde laclase.Sucuellovueltocontrastabacon larigidez de los que llevaban los demás, y su corbata negra, anudada condescuido, dejaba ver una garganta cuyos suaves lineamentos traían a lamemorialaquelosescultoreshandadoalbustodeByron.Martínvioademás,en lasúltimaspalabrasdeaquel joven,una ligeraanalogíacon su situación,complaciéndose en aumentarla con la idea de que sería como él un hijodesheredadodelafortuna.EstepensamientolehizoacercarseaRafaelaldíasiguienteyanudarconéllaconversacióninterrumpidaelanterior.

-Cuandoustedquiera-ledijoSanLuis-véngaseacomerconmigoaunhotelde pobre apariencia que suelo frecuentar y allí conversaremos másamigablemente.¿Dóndeviveusted?

-EncasadedonDámasoEncina.

-¡En casa de don Dámaso! -exclamó con admiración Rafael-. ¿Es usted supariente?

-No,he traídounacartademipadreparaélymehahospedadoensucasa.¿Ustedleconoce?

-Algo-contestóSanLuiscondisimuladaturbación.

Losdosjóvenespermanecieronsilenciososalgunosinstantes,hastaqueRafaelrompió el silenciohablandode sus asuntos, indiferentesymuydistintosdelquelesacabadeocupar.

Alsalirdelaclase,SanLuisconvidóaalmorzaraMartínysedirigieronaunhoteldepobreapariencia,comolohabíacalificadoelprimero.

Unabotellaestableciómásfranquezaenlaconversacióndelosdosjóvenes.

-AquínocomeráustedconelhijodedonDámaso-dijoRafael-,perosíconmáslibertad.

-¿Havistoustedsucasa?-preguntóRivas,aquienhabíapicadolacuriosidadlaturbacióndesunuevoamigoalhablardesuprotector.

-Sí,enmejorestiempos-contestóéste-.¿Ysuhija?

-Oh,estálindísima-dijoMartínconentusiasmo.

-¡Cuidado!Esarespuestarevelaunaadmiraciónquepuedeaustedserlefatal-observóSanLuis,poniéndoseserio.

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-¿Porqué?-preguntóRivas.

-Porque lo peor que puede suceder a un joven pobre como usted es elenamorarse de una niña rica.Adiós estudios, porvenir, esperanzas -exclamóSanLuisempinandoconfebrilentusiasmounvasodevino-.Ustedmepidióconsejosayer;puesbien,ahítieneustedunoyesdelosmáscuerdos.Elamorparaunjovenestudiantedebesercomolamanzanadelparaíso:frutovedado.Siustedquiereseralgo,Martín,yledigoestoporqueustedparecedotadodelanoble ambiciónque forma loshombresdistinguidos, rodee su corazóndeunacapadeindiferenciatanimpenetrablecomounaroca.

-Nopienso enamorarme -contestóMartín-, y tengopara ellomuypoderosasrazones,entreellaslaqueustedacabadeapuntar.

SanLuiscambióentoncesdeconversaciónyhablósobretandistintasmateriasycon talverbosidadqueparecía tenerempeñoenhacerolvidaraMartín lasprimeraspalabrasquehabíadichoaconsejándole.

En casa de donDámaso hablóMartín de su nuevo amigo, a quienAgustínhabíanombrado.

-Esemocito es muy intrigante -dijo don Dámaso-, y busca niña con buenadote.

-Peropapá-replicóLeonor-,esnecesarionoserinjusto;yotengomejorideadeSanLuis.

-Esunparvenido-dijoAgustín-,papátienerazón.Alaépocadondeestamos,todosquierenplata.

-Y hacen bien, cuando hay pobres que lamerecenmás quemuchos ricos -exclamóLeonor.

EstaspocaspalabrasarrojaronladudaenelespíritudeRivas.Laenergía, laemergenciaconqueLeonordefendíaaRafaeldelosataquesdesupadreydesu hermano, y las palabras de su amigo sobre el amor, hicieron brillar derepente cierta luz a sus ojos, que hirió su corazón con un malestardesconocido.NopodíapensarsinoqueSanLuishabíaamadoaLeonoryquesupasiónhabíasidocondenadapordonDámaso.Semejantedescubrimientoledesazonó como si acabase de recibir alguna triste noticia, y se entregó altrabajo sin explicarse el descontento que le hacíamirar el porvenir bajo unprismasombrío.

CuandohubodespachadolacorrespondenciadedonDámaso,supensamiento,despuésdedarmilvueltasa lamismaidea,nohabíallegadomásqueaestaconclusiónquelellenabadedesconsuelo.

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-Nohaydudaquesehanamado,ypuestoqueLeonorledefiende,debeamarletodavía.

-IX–

La idea de que Leonor amase a su nuevo amigo, infundió a Rivas ciertareservapara con éste, a pesarde laviva simpatíaquehacia él le arrastraba.Durante varios días trató en vano de aclarar sus sospechas en susconversaciones con Rafael San Luis. Las confidencias no vinieron jamás asatisfacerle.

Unatarde,despuésdecomerencasadedonDámaso,seretirabaMartíncomodecostumbre,antesquehubiesellegadolahoradelasvisitas.

-¿Esustedaficionadoalamúsica?-ledijoLeonorcuandoélhabíatomadosusombrero.

Martín sintió que la turbación se apoderaba de su pecho al responder. Leparecíatanextrañoquelaorgullosaniñaledirigieselapalabra,quealoírsuvoz se figuró estar bajo la alucinación de un sueño. Con esta impresión sehabíavueltohaciaLeonorsinresponderlaycomocreyendohaberoídomal.

Leonorrepitiósupreguntaconunapequeñasonrisa.

-Señorita -contestó Rivas conmovido-, he oído tan poco, que no puedocalificardegustolaaficiónquetengoporella.

-Noimporta-dijolaniñacontonoimperativo-,oiráustedloquevoyatocarle,ysiéntesealladodelpianoporquetengoquehablarconusted.

MartínsiguióaLeonorabismadodeadmiración.

DonDámaso,sumujeryAgustínjugabanaljuegofrancésllamadopacience,queeljovenlesenseñaba.

LeonorprincipióatocarlaintroduccióndeunvalsdespuésdemostraraRivasun asientomuy cerca de ella. El joven lamiraba extasiado en su belleza ydudando de la realidad de aquella situación, que no se había atrevido aimaginarunmomentoantes.

Leonor tocó la introduccióny losprimeroscompasesdelvalssindirigirle lapalabra. Y cuando Martín empezaba a figurarse que era el juguete de uncaprichodelaniña,éstafijóenélsumiradaaltanera.

-¿UstedconoceaRafaelSanLuis?-lepreguntó.

-Sí,señorita-contestóRivas,mirandoenestapreguntalaconfirmacióndelas

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sospechasqueleatormentaban.

-¿Le ha hablado a usted de alguien de mi familia? -volvió a preguntarleLeonor.

-Muypoco,lecreomuyreservado-contestóél.

-¿Ustedesamigosuyo?

-Muyreciente,leheconocidoenelcolegiohacepocosdías.

-Pero,enfin,ustedhahabladoconél.

-Casitodoslosdíasdesdequehicimosamistad.

-¿Ynadadeparticularlehadichoaustedsobrealguiendemifamilia?

-Nada.Ah,sí,mepreguntóunavezporusted.

Martínañadió lasegundapartedeestacontestaciónconlaesperanzade leeren el rostrode la niña la confirmaciónde la sospechaque aumentaba en suespíritu.

-¿Ah?-dijoLeonor-.¿Ynadamás?

-Nada más, señorita -contestó el joven, desesperado de la majestuosaimpasibilidaddeaquelrostrolindísimo.

Leonorsiguiótocandoalgunosinstantessindecirunapalabra.

Martínsesentíasofocado,inquieto,descontentoantelaarroganciadeaquellaniñaquesólosedignabadirigirlelapalabraparahablardeunhombreaquiental vez amaba. Su amor propio le infundía violentos deseos de poseer unabelleza singular, una inmensa fortuna o una celebridad; algo, en fin, que lepusiesea laalturadeLeonor,paraarrastrarsuatenciónyocuparsuespíritu,queacasoeneseinstanteseolvidabadeélcomodelosmueblesquehabíaentornosuyo.Humillábalemásquenuncasuoscuridadysupobreza,ysesentíacapazdeuncrimenparaocuparlospensamientosdelaniña,aunquefueraconeltemor.

Alcabodecortosmomentos,ellalemiródenuevo.

-Pero,enfin -dijoanudando laconversación interrumpida-,usteddebesaberloqueesejovenhaceoadóndevisita.

-Siento en el alma, señorita, no poder satisfacer la curiosidad que ustedmemanifiesta -contestóMartín con cierta dureza de acento-.No he recibido deSanLuisningunaconfidencianiséabsolutamentelascasasenquevisite.Sólonosvemosenelcolegio.

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Leonordejódetocar,hojeóalgunaspiezasdemúsicayselevantó.

-¿Yaestánustedesmuydiestrosenesejuego?-dijo,acercándosealamesaenquejugabansuspadresysuhermano.

-Tandiestroscomoyo-dijoAgustín.

Rivassepusorojodevergüenzaydedespecho.Leonornolehabíadirigidoniunasolapalabra,niunasolamirada.Sehabíaretiradocomosiélnoestuvieseallíporordenpuya.

-¿Usted no entiende este juego? -le preguntó por fin Leonor, comoacordándosesóloentoncesdequelehabíadejadojuntoalpiano.

-No,señorita-contestóél.

Y salió al cabo de algunos minutos, que empleó en buscar la manera dehacerlosinllamarlaatención.

Martínentróasucuartoconelcorazóndespedazado.Suangustialeimpedíaelexplicarse los encontrados y violentos sentimientos que le agitaban.Mudasimprecacionescontrasudestinoyelorgullode los ricos, locosproyectosdevenganza, un desaliento sin límites al mirar hacia el porvenir, arrebatos deconquistarse un nombre que le atrajese la admiración de todos, mil ideasconfusas hiriendo como otros tantos rayos su cerebro, haciendo dilatarse sucorazón, agitando la velocidad de su sangre, destrozándole el pecho,arrancándolelágrimasdefuego;heaquíloquelehacíaretorcersedesesperadosobreunasilla,mirarseconojosespantadosalespejo;ycomounrelámpagoenmediodeunadeshechatempestad,aparecíaensumenteacadainstante,ycortandolailacióndesusdemásideas,estaquesuslabiosnoformulaban,peroquehacíaestremecérseleelcorazón:«¡Ah,ysertanbella!¡Tanbella!».

Lacalmasobrevinopocoapoco,haciéndolepasaralosencantadosidiliosdelamorprimero.¡Habíaperdonado!Leonordescubríaderepentelostesorosdesucorazónvirgenyfogoso;aceptabaunamorllenodesumisiónydeternura,¡sedejabaadorar!Martínrecorrióasíunmundofantástico,oyendolamúsicacelestialdeunvalsacuyoscompasesserepetíanélyLeonorlosjuramentospara toda la vida, juramentos que ignoran los días de la vejez y piden unatumbapararenacerjuntosenlamansióndelavidainfinita.Vioquepuedederepentenacerenelpechounapasiónquepisoteaalorgullo,queencuentraenlatierraloselementosdeunafelicidadreputadacomoquimérica,yseacostódistraído,olvidándosedelaverdad.

MientrasRivas pasaba por esta crisis, en la que al fin se dibujó radiante suamor,comoapareceenelfondodeuncrisollaplataquelaaccióndelfuegohace desprenderse del metal, Leonor se retiraba con Matilde a un sofá

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apartadodelgransalónenqueconversabanalgunasvisitas.

-Comotedijeelotrodía-principiópordecirLeonor,estrechandounamanodesuprima-,MartínhablóenlamesadeRafaelSanLuis,aquienyodefendídelosataquesdemipadre.

MatildeapretólamanodeLeonorconreconocimiento,yéstacontinuó:

-EstatardellaméaMartínjuntoalpianoylehicevariaspreguntassobreSanLuis.Esamigodeél,perodepoco tiempoaestaparte.Nadamehapodidoinformarsobrelavidaquelleva,puesRafaelparecenohaberleconfiadoaúnningunacosaque reveleel estadode sucorazón;pero teprometoqueyo loaveriguaré. Rivas es inteligente, y espero que pronto se captará su enteraconfianza.Asísabremossitodavíateama.

LasdosniñascontinuaronsuconversaciónhastaqueEmilioMendozaocupóunasiento al ladodeLeonory comenzóahablarlede su amor, sinque ellamanifestaseelmenordesagradonidiesetampoconingunacontestaciónpropiaparaalentarlasesperanzasdeaqueljoven.

AldíasiguienteMartínrecibióconfrialdadelsaludodesuamigo.Éste,quehabíaconcebidoporéluncariñoverdadero,notóalinstantesureserva.

-¿Quétienes?-lepreguntó,empleandoporprimeravezaqueltonofamiliar-,teveotriste.

Martín se sintió desarmado en presencia de la cordialidad que San Luis lemanifestaba, cuando le había visto tratar a todos sus condiscípulos con lamayor indiferencia. Se hizo, además, la reflexión de que Rafael no teníaningunaculpadeloqueleatormentaba,ytuvobastanterazónparaconocerlaridiculezdesuscelos.

-Es verdad -dijo estrechando la mano que San Luis le había presentado-,anochesufrímucho.

-¿Puedosaberlacausa?-preguntóRafael.

-¿Paraqué?-respondióRivas-.Nadapodríashacerparadarmelafelicidad.

-¡Cuidado,Martín!,noolvidesmiconsejo.Elamor,paraunestudiantepobre,debesercomolamanzanadelparaíso:silopruebasteperderás.

-Y¿quépuedohacercuando...?

SanLuisnoledejóterminar.

-Noquierosabernada-ledijo-;hayciertossentimientosqueaumentanenelalmacuandoseconfían,yel amoresunodeellos.Nomedigasnada.Perotengoportiunverdaderointerésyquierocurarteantesqueelmalhayaechado

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raíces.Lasoledadesunconsejerofatalytúvivesmuysolo.Esnecesarioquete distraigas -añadió, viendo que Martín se quedaba pensativo-, y yo meencargodehacerlo.

-Difícilmeparece-dijoMartín,quesesentíabajolaimpresióndelaescenadelavíspera.

-Noimporta;haremosunensayo,nadasepierde.Venteamicasamañanaalasochodelanocheytellevaréaverciertasgentesquetedivertirán.

Losdosamigossesepararon,dirigiéndoseMartínacasadedonDámaso.

-X–

AlahoradecomerentróalsalóndondeLeonorsehallabasentadaalpiano.Latimidezquelaniñalehabíainfundidodesdeelprimerdíasemanifestóensupechomás poderosa que antes. Pareciole que si se dejaba ver, estando ellasola,Leonor leería en su corazónel amorque leprofesabaya.El amorquetemeno ser correspondido infunde esta clase de timidez a los hombresmásenérgicos.

«Me tendrá compasión», pensó al instante, retirándose y sintiendo que lahumillaciónquelehacíasufrirestasolaideaencendíasusmejillas.

Leonor alcanzó a divisar a Rivas cuando entraba. Lejos de manifestar laindiferencia que siempre mostraba por la presencia del joven, dejóprecipitadamentesuasientoysalióhastalapuertaparallamarle.

Martínvolvióentrelasorpresaylaturbaciónquelecausabaaquelllamadotanimprevisto.

-¿Por qué se retira usted? -le preguntóLeonor, notando la confusión que sepintabaenelsemblantedeMartín.

-Creíqueustedestabaocupadaytemíincomodarla-contestóél.

-¡Incomodarme!¿Yporqué?Yaveustedquelehellamado.

-Milgracias.

-Vengaasentarse,tenemosquehablar.

Martínpensó condisgustoque el tono afectuosoque empleabaLeonorparahablarleseríaunnuevomediodesometerleaalgúninterrogatorioparecidoaldel día anterior. Entró al salón tras de la niña y permaneció de pie, algodistantedeunapoltronaenqueéstasehabíasentado.

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Leonorleseñalóconamabilidadunasilla.

-Ayerseretiróustedsinqueyoleviese-ledijo,mirándolefijamente.

-Señorita-contestóRivas,serenadoyadelaturbaciónenqueestaba-,creíqueustednoteníanadamásquepreguntarme.

-No fue sólo coneseobjetoque le convidé austed.Es ciertoque cometí ladistracción de dejarle solo, y por eso he querido hablar con usted paramanifestarle el sentimiento que tengo al pensar que puedo haberle ofendidosinintenciónalguna.Estabapreocupadaynopenséenloquehacía.

Enestaspalabrasde satisfacción sólo faltabael tonoqueordinariamente lasacompaña. Parecía que la niña luchaba con su orgullo al expresarse así yqueríamanifestaraRivas ladistanciaque losseparaba,empleandoelacentoalgoimperiosodelquecreetratarconuninferior.Talsatisfacciónhabíasidodictada, enefecto,por el instintode rectitudque, apesardelorgulloque sufamilia había fomentado en ella, prevalecía en su corazón y hablabapoderosamente en su conciencia. Leonor notó el día precedente la salida deMartín y conoció al instante que, por humilde que fuese, tenía derecho deofenderse.Sienel lugardeRivas,pobreydesvalido, sehubieseencontradoalguno de sus elegantes y ricos adoradores, ella tal vez no habría fijado suatenciónenaquellacircunstancia,nipreocupádoseunminutoenaveriguarlarectituddesuconducta.Mas,alversaliraRivas,sintióunagraveimpresiónpor su falta y conoció que había obrado mal. De aquí a decidirse por unafrancasatisfacciónsólomedióeltiemponecesarioparapensarlo,esdecir,uninstantemuycorto.

Al verse, empero, en presencia del joven y en la necesidad de dar excusas,Leonorsintióqueelpasonoeratanfácilcomoalprincipiolehabíaparecido.Eraparaellatanextrañalasituación,quesólolafirmezadesuvoluntadpudodecidirlaacumplirloque,sincalcularlosinconvenientes,habíaresuelto.AsífuequealhablartemióquesuspalabrastuviesenalgunaotrainterpretaciónalosojosdeMartín,yempleóeltonodevozquelacolocabamuyaltosobreelhombreaquiensedirigía.

Despuésdehablar,miróaRivaspara leerensusemblante la impresiónquehabía recibido. Las últimas palabras despertaron las sospechas del joven, ybrilló en sus ojos el descontento que le causaban. Empleando entonces elmismotonoqueLeonor:

-Pormiparte,señorita-dijo-,ayersentíenelalmanopoderdaraustedmáscircunstanciadosinformessobrelapersonaquepareceinteresarle.

-¡Sinoespormí!-exclamósorprendidaLeonor,olvidándosedetodosigiloydelafectadotonodesuperioridadconqueacababadehablar.

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-¡Ah!-dijoMartín,sinpoderocultarsualegría-,¡noesporusted!

Leonor, con la penetración propia de su sexo en asuntos del corazón, supointerpretarlaalegríaquesepintóenelrostrodeljoven.

«¿Quemeamará?»,sepreguntó,sintiendounavaga timidezbajo laardientemiradaconqueRivashabíapronunciadolasúltimaspalabras.

Luego, como picada de la sorpresa que había sufrido al decir que no seinformaba deSanLuis por interés propio, volvió a su tono de voz anterior,cualsihubiesequeridocastigaraRivasporlaosadíadeamarla.

-Veo, caballero -dijo-, queusted tieneuna imaginaciónmuyvivaparabasarsuposicionessobreloqueoye.

-Es verdad, señorita, confieso que he pensado con ligereza -contestó él, sinllegaracomprenderaaquellaniña,quelellamabaparadarlesatisfaccionesypocodespuéslereconveníaconacentomásduroaúnquesuspalabras.

-¿Quémotivos tuvo usted para pensar que yo tuviese algún interés por SanLuisalinformarmeacercadesuvida?

-Ninguno,y leprotestoaustedcon lamayor sinceridadque, si tal sospechanacióinvoluntariamenteenmiimaginación,nohehechoniharíajamásusodeella.

-Así lo espero -le dijo Leonor con una mirada altanera que oprimiódolorosamenteelcorazóndeMartín.

EnestemomentoentródoñaEngraciaseguidaporsumarido.Alatravesarlaprimerapiezacontiguaalsalón,donDámasovioqueRivasyLeonorestabansolos.

-¿Porquéestálaniñasolaconestemuchacho?-dijoadoñaEngracia.

Al entrar entablóunaconversacióndenegocios conMartín,mientrasque laseñoraparticipóasuhijalaobservacióndelpadre.

-Mi papá no piensa lo que dice -exclamó Leonor con indignación-, y dademasiadaimportanciaasuprotegido.Bienestáqueleconcedahabilidadsi,como dice, le ayuda tanto en los negocios; pero no convengo en que lesupongatantovalimientoparaqueyofueseafijarmeenél.

LamadrebajólacabezasinatreverseareplicaryseconsolódelpocoprestigiodesuautoridadtomandoenlasfaldasaDiamela,quesaltabaasuspiespararecordarsupresencia.

Don Dámaso, entretanto, había olvidado ya la impresión que acababa derecibiralversoloaMartínconsuhija,yoíalaopiniónqueésteledabasobre

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unaimportanteespeculaciónquesehallabaconánimodeemprender.

La contestación de Leonor a su madre manifestaba que don Dámaso hacíafrecuenteselogiosdesusecretario,elque,iniciadoensussecretoscomercialescomo autor de la correspondencia que mantenía con sus agentes de lasprovincias, le había ayudadomás de una vez con saludables consejos. ParaestoMartín había hecho uso de la clara inteligencia que había recibido delcielo,másquedelaexperienciamercantil,dequecasicompletamentecarecía.Movidoporeldeseodepagarconalgolahospitalidadquese ledaba,poníatodosuconatoendesempeñarsupuestodemodoquedonDámasoconociesesuimportanciaysefelicitasedetenerleasulado.Demaneraque,enelcortotiempoquehabíaprestadosusservicios,MartíngozabadeunaltoconceptoenelánimodedonDámasoyeraconsultadoenlosnegociosqueésteemprendíaconsuscuantiososbienes.

En aquel instante, como dijimos, la conversación rodaba entre ellos sobrenegocios,yMartínacababadedarunaopiniónqueabríaunnuevocampoalasespeculacionesdedonDámaso.Éste,llenodesatisfacción,buscabaunmediodeexpresaraljovensureconocimiento.

-Henotado-ledijo-queustednovienealsalónenlanoche.

-Misestudios,señor,pocotiempomedejan-contestóRivas,aquiensemejanteobservación llenaba de contento, porque veía en ella la posibilidad deacercarseaLeonorydeconoceralosquelacortejaban.

-Sin embargo -replicó donDámaso-, cuando tenga tiempo, venga usted conconfianza; yo deseo que usted se relacione y vaya conociendo a nuestrasociedad.Paraunjovenquesededicaalaabogacíalasamistadessonsiempreunaventaja.

En la noche aprovechó Martín aquella invitación para presentarse en lossalonesdedoñaEngracia,en losquea lasnuevesehallabanyareunidas laspersonasqueconoceellector.

Necesario es también advertir que, en su corto tiempo de permanencia enSantiago, Rivas había mejorado notablemente sus prendas de vestuario,valiéndose de una industria indicada por Rafael San Luis. Ésta consistía enpedirartículosaunsastremedianteelpagodedocepesosalmes,queMartínhabíaprincipiadoapagaralrecibiruntrajecompleto.Deestemodopodíayapresentarse con la decencia necesaria, habiendo dejado ocho pesos paraatenderasusotrosgastosmensuales.

Para comprender la agitación que reinaba aquella noche en casa de donDámaso, daremos una idea de la situación de la capital, que explicará laconversación que mantenían los tertulianos de doña Engracia y pintará el

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estadodelosespíritusenaquellaépocadeardientepreocupaciónpolítica.

LaSociedaddelaIgualdad,delaquedosveceshemoshechomenciónenestahistoria, compuesta a principios de 1850 de un corto número de personas,habíavistoengrosarsecongranprontitudsusfilasyllegadoaserelobjetodela preocupación general a la fecha de los sucesos que vamos refiriendo. Sunombresolohabríabastadoparadespertarlasuspicaciadelaautoridadsinolohubierahechoelprogramade losprincipiosqueseproponíadifundiryelardor con que acudieron a su llamamiento individuos de las distintas clasessocialesdelacapital.Alcabodecortotiempo,laSociedadcontabaconmásde ochocientos miembros y ponía en discusión graves cuestiones desociabilidadydepolítica.ConestosedespertópocoapocounanuevavidaenlainertepoblacióndeSantiago,ylapolíticallegóasereltópicodetodaslasconversaciones,lapreocupacióndetodoslosespíritus,laesperanzadeunos,ydeotroslapesadilla.

Vioentonceselpacíficociudadanotornarseenforodeacaloradosdebatesasuestrado; abrazaron los hermanos diverso bando los unos de los otros; hijosrebeldesdesobedecieronlavoluntaddelospadres,yturbólasañapolíticalapazdegrannúmerodefamilias.En1850,ydespuésen1851,nohubotalvezuna sola casa de Chile donde no resonara la descompuesta voz de lasdiscusionespolíticas,niunasolapersonaquenoseapasionaseporalgunodelosbandosquenosdividieron.LicurgonohabríapodidoaplicarentoncesenChilesuleysobrelosindiferentesalacosapública,porquenohabríahalladodelincuentes.

LaSociedaddelaIgualdadllevabayacelebradascuatrosesionesantesdel19de agosto, en que tuvo lugar la famosa sesión llamada comúnmente de lospalos.

Enaquellanocheera tambiéncuandoMartínRivasdebíaasistirporprimeravezalanocturnatertuliadesuprotector.

-XI-

Reinaba,comodijimos,grandeanimaciónentrelaspersonasquecomponíanlatertuliaordinariadedonDámasoEncina.

Eralanochedel19deagosto,ydesdealgúntiempocirculabalanoticiadequela Sociedad de la Igualdad sería disuelta por orden del Gobierno. Citábasecomopruebaelataquedecuatrohombresarmadoshechoenunadelasnochesanteriores,altiempodeinstalarseenlaChimbaelgruponúmero7delosquecomponíanesasociedad.

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MartínsesentódespuésdeserpresentadopordonDámasoalaspersonasdesutertulia,ylaconversación,interrumpidaunmomento,siguiódenuevo.

-La autoridad -dijo don Fidel Elías, respondiendo a una objeción que se leacababadehacer-estáensuderechodedisolveresareunióndedemagogos,porque ¿qué se llama autoridad? El derecho de mando; luego, mandandodisolver,está,comodije,ensuderecho.

DoñaFrancisca,mujerdelopinante,secubrióelrostro,horrorizadadeaquellalógicaautoritaria.

-Además -repusodonSimónArenal,viejosolterónquepresumíadehombredeimportancia-,unbuenpueblodebecontentarseconelderechodedivertirseen las festividades públicas y no meterse en lo que no entiende. Si cadaartesanodasuopiniónenpolítica,noveolautilidaddeestudiar.

Don Dámaso, que tenía perdida la esperanza de ser comisionado por elGobierno,comoselehabíahechoesperar,sehallabaenaquellanochebajolainfluenciadelosperiódicosliberales,cuyosartículosrecordabaperfectamente.

-El derecho de asociación -dijo- es sagrado. Es una de las conquistas de lacivilización sobre la barbarie. Prohibirlo es hacer estéril la sangre de losmártiresdelalibertadyademás...

-Yo te viera hablar de mártires y de libertad cuando te vengan a quitar tufortuna-exclamóinterrumpiéndoledonFidel.

-Aquínosetratadeatacarlapropiedad-replicódonDámaso.

-Se equivoca usted -dijo don Simón Arenal-. ¿Cree usted que ese título estomadosinpremeditación?SociedaddelaIgualdadquieredecirsociedadquetrabajaráparaestablecerlaigualdad,ycomoloquemásseoponeaellaesladiferenciadefortunas,claroesquelosricosseránlospatosdelaboda.

-Esoes:lescanardsdesnoces-dijoeleleganteAgustín.

-Sobre eso no hay duda, señor -le dijo tambiénEmilioMendoza, que habíaaprobadohastaentoncesconlacabeza.

DonDámasosequedópensativo.Aquellosargumentoscontralaseguridaddesu fortuna, con que por entonces se trataba de intimidar a todo rico que sepresentabacontendenciasalliberalismo,ledejaronperplejoytaciturno.

-Los hombres de valor como usted -le dijo Emilio- deben aprovechar estaoportunidadparaofrecersuapoyoalGobierno.

-Claro-repusodonFidelconsuaficiónalossilogismos-;eseldeberdetodobuen patriota, porque la patria está representada por el Gobierno; luego

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apoyándoloeselmododemanifestarsepatriota.

-Pero,hijo-replicódoñaFrancisca-,tuproposiciónesfalsa,porque...

-Ta,ta,ta-interrumpiódonFidel-,lasmujeresnoentiendendepolítica,¿noesasí, caballero? -añadió dirigiéndose a Martín, que era el más próximo quetenía.

-Noesésamiopinión,señor-respondióRivasconmodestia.

DonFidellemiróconespanto.

-¡Cómo!-exclamó.

Luego,cualsiunaideasúbitaleiluminase:

-¿Esustedsoltero?-lepreguntó.

-Sí,señor.

-Ah,poreso,pues,hombre;nohablemosmás.

EnestemomentoentróClementeValencia,quesiemprellegabamástardequelosdemás.

-VengodelacalledelasMonjitas-dijo-,dondemedetuvountropeldegente.

-¿Qué,esrevolución?-preguntaronauntiempopalideciendodonFidelydonSimón.

-No es revolución; pero si la hay, el Gobierno tiene la culpa -contestóValencia, causandoconesta frasegran admiración a losque leoían, porqueestaban acostumbrados a la dificultad con que el capitalista hilvanaba unafrase.

-Creo que con la política hasta los tontos se ponen elocuentes -dijo doñaFranciscaaLeonor,queteníaasulado.

-Vamos,hombre, ¿quéhay?, estásesuflado -dijoAgustín aValencia, que secallócuandotodosesperabanensilenciolaexplicacióndeaquellaspalabras.

-Sí,¿quéesloquehay?-dijeronlosdemás.

-HabíasesióngeneralenlaSociedaddelaIgualdad-contestóClemente.

-Esoyalosabíamos.

-Lasesiónconcluyócomoalasdiez.

-Grannoticia-dijodoñaFranciscaporlobajo.

-Estoesloquemecontaronenlacalle-añadióeljoven.

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-¿Yquémás?-preguntóAgustín-,¿quéarrivódespués?

-Entraronunoshombresalsalóndondequedabanalgunossociosycargaronapalosconellos.

-¡Apalos!-dijeronhombresymujeres.

-¡Agolpesdebastones!-exclamóAgustínconacentoafrancesado.

-Esunaatrocidad-dijoindignadadoñaFrancisca-,parecequenoestuviéramosenunpaíscivilizado.

-¡Mujer,mujer!-replicódonFidel-,elGobiernosabeloquehace;¡notemetasenpolítica!

-Sí,peroestoesmuyfuerte-dijoAgustín-,estodepasaloslímites.

-Eldeberdelaautoridad-exclamódonSimón-esvelarporlatranquilidad,yestaasociaciónderevoltososlaamenazabadirectamente.

-¡Peroesoesexasperar!-objetóexaltadadoñaFrancisca.

-¡Quéimporta,elGobiernotienelafuerza!

-Bien hecho, bien hecho, que les den duro -dijo don Fidel-, ¿no les gustameterseenloquenodeben?

-Peroestopuedetraerunarevolución-dijodonDámaso.

-Ríasedeeso-lecontestódonSimón-,eslamaneradehacerserespetar.TodoGobiernodebemanifestarsefuerteantelospueblos,eselmododegobernar.

-Pero eso es apalear y no gobernar -replicó Martín, cuyo buen sentido ygenerososinstintosserebelabancontralaargumentacióndelosautoritarios.

-DicebienelseñordonSimón-replicóEmilioMendoza-:alenemigo,conlomásduro.

-Extraña teoría, caballero -repusoMartín, picado-; hasta ahora había creídoquelanoblezaconsistíaenlagenerosidadparaconelenemigo.

-Conotraclasedeenemigos,peronoconlosliberales-contestóMendozacondesprecio.

Rivasseacercóaunamesa,reprimiendosudespecho.

-Nodiscutausted,porquenooiráotrasrazones-ledijodoñaFrancisca.

Continuólaconversaciónpolíticaentreloshombresylasseñorasseacercaronaunamesa,sobrelacualuncriadoacababadeponerunabandejacontazasdechocolate.

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Martínobservó aLeonor durante todo el tiempoqueduró suvisita y le fueimposible conocer la opinión de la niña respecto de las diversas opinionesemitidas. Otro tanto le sucedió cuando quiso averiguar si Leonor daba lapreferencia a alguno de sus dos galanes, con cada uno de los cuales la vioconversar alternativamente, sin que en su rostro se pintase más que unaamabilidaddeetiqueta,muydistintadelaturbaciónqueretrataelrostrodelamujer cuando escucha palabras a las que responde su corazón. Mas estedescubrimiento,lejosdealegraraMartín,lediounprofundodesconsuelo.

Pensó que si Leonor miraba con indiferencia al empleado elegante y alfastuosocapitalista,nuncasuatenciónpodríafijarseenél,quenocontabaconningúnmediodeseduccióncapazdecompetirconlosqueposeíanlosqueyareputabacomosusrivales.Yalmismotiemposentíacadavezmásavasalladoelcorazónporlaaltanerabellezaquesuamorrodeabaconunaaureoladivina.Cada uno de sus pensamientos eran, en ese instante, otros tantos idiliossentimentalesdelosquenacenenlamentedetodoenamoradosinesperanzas,y se le figuraba por momentos que Leonor era demasiado hermosa pararebajarsehastasentiramorhacianingúnhombre.

MientrasRivas luchabaparanodirigir susojos sobreLeonor, temiendoquelos demás adivinasen lo que pasaba en su corazón, Matilde y su prima sehabíanseparadodelamesa.

-EstejoveneselamigodeRafael-dijoLeonor.

-¿Sabesqueesinteresante?-contestóMatilde.

-Tuopiniónnoesimparcial-repusoLeonorsonriéndose.

-¿LehasvueltoapreguntaralgosobreRafael?

-No, porque mis preguntas le hicieron creer que era yo la enamorada, yademásseofendióporquesólolellamabaparahacerleesaspreguntas.

-¡Ah,esorgulloso!

-Mucho,ymeextrañaquehayavenidoestanocheaquí,porquejamáslohabíahecho.Enlamesahablararavezsinqueledirijanlapalabra,ycuandolohaceesparamanifestarsudesprecioporlasopinionesvulgares.

-Veoquelohasestudiadocondetención-dijoMatildeentonodemaliciaasuprima-,ycreoqueteestásocupandodeélmásquedetodoslosjóvenesquevienenaquí.

-¡Quéocurrencia!-contestóLeonor,volviendodesdeñosamentelacabeza.

La observación deMatilde había, sin embargo, hecho pensar a Leonor queMartín, sin saberlo ellamisma, preocupaba su pensamientomás que lo que

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ordinariamente lo hacían los otros jóvenes de que en todas partes se veíarodeada. Esta idea introdujo una extraña turbación en su espíritu e hizocubrirsederuborsusmejillasalrecordarqueellacoincidíaconelpensamientoque le ocurrió al ver la alegría con que el joven había recibido antes sudisculpasobreelmotivodesuspreguntasacercadesuamigoSanLuis.Esaturbaciónyese ruboren laquedesdeñabaelhomenajede losmáselegantesjóvenes de la capital se explican perfectamente en el carácter de una niñamimadaporsuspadresyporlanaturaleza.

PormásqueLeonorhabíamanifestadoasuprimaeldeseodeamar,seveíaquegranpartedesuorgulloestabacifradoenlaindiferenciaconquetratabaalosjóvenesmásadmiradosporsusamigas.Asíesquelaideadehaberfijadosuatenciónenunoquemirabacomoinsignificanteladisgustóconsigomismaehizo formarelpropósitodeponerapruebasuvoluntadpara triunfarde loque ella calificó de involuntaria debilidad. El corazón de la mujer esaficionado especialmente a esta clase de pruebas, en las que encuentra unpasatiempoparadisiparelhastíodelaindiferencia.LeonormiróaRivasdesdeeseinstantecomoaunadversario,sinadvertirquesupropósitolaobligabaacaerenlafaltaqueacababadereprocharsecomounadebilidad.

Martín, mientras ella formaba esta resolución, se retiró desesperado. Comotodoelqueamaporprimeravez,notratabadecombatirsupasión,sinoquesecomplacía en las penas que ella despertaba en su alma. Hallábase bajo elimperio de la dolorosa poesía que encierran los primeros sufrimientos delcorazón y saboreaba su tormento encontrando un placer desconocido enabultarsesumagnitud.Elamor,enestoscasos,produceenelalmaelvértigoque experimenta el que divisa el vacío bajo sus plantas desde una alturaconsiderable.Rivasdivisóesevacíodetodaesperanzaparasualmaylalanzóaestrellarsecontralaimposibilidaddeseramado.

Estassensaciones lehicieronolvidar lacitaqueRafael lehabíadadoparaeldíasiguiente,ysólopensóenellacuandosuamigoledijoalsalirdeclase:

-Noolvidesquedebesvenirestanocheacasa.

-¿Adóndevasallevarme?-lepreguntóél.

-Nofaltesyloverás;quieroensayarunacuración.

-¿Conquién?

-Contigo;teveoconsíntomasmuyalarmantes.

-Creoqueesinútil-dijoMartíncontristeza,estrechandolamanodeSanLuis,quesedespedía.

Éste nada contestó, y a dospasosdeRivasdioun suspiroquedesmentía el

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contento con que acababa de hablar para infundir alegres esperanzas a suamigo.

-XII–

AlasochodelanocheentróMartínenunacasaviejadelacalledelaCenizaqueocupabaSanLuis.

Éste salió a recibirle y le hizo entrar enunapieza que llamó la atencióndeRivasporlaeleganciaconqueestabaamueblada.

-Aquí tienes mi nido -díjole Rafael, ofreciéndole una poltrona de tafileteverde.

-Al pasar por esta calle -dijo Rivas- no se sospecharía la existencia de uncuartotanlujosamenteamuebladocomoéste.

-Los recuerdos de mejores tiempos es lo que ves en torno tuyo -contestóRafael-. Entre muchas cosas que he perdido -añadió con acento triste-, mequeda aún el gusto por el bienestar y he conservado estos muebles... Perohablemosdeotracosa,porquequieroqueestésalegreparaestarloyotambién.¿Sabesadóndevoyallevarte?

-No,porcierto.

-Puesvoyadecírtelomientrasmeafeito.

Rafael sacó un estuche, preparó espuma de jabón y se sentó delante de unespejoredondo,susceptibledebajarysubir.Hechoestoempezólaoperación,hablandosegúnellaselopermitía.

-Tediré,pues,quetevoyapresentarenunacasaendondehayniñasyquevasa asistir a lo que en términos técnicos se llama un picholeo. Si conoces lasignificacióndeestapalabra,inferirásquenoesalsenodelaaristocraciadeSantiagoadondevasapenetrar.Laspersonasqueterecibiránpertenecenalasqueotrapalabrasocialchilenallamagentesdemediopelo.

-Ylasniñas,¿qué talesson?-preguntóRivaspara llenarunapausaquehizoRafael.

-Yatelodiré;perovamosporpartes.Lafamiliasecomponedeunaviuda,unvarónydoshijas.Daremosprimeroelpasoalbellosexoporordendefechas.La viuda se llama doñaBernardaCordero deMolina. Tiene cincuenta añosmalcontadosysediferenciademuchasmujeresporsuaficióninmoderadaaljuego,enloquetambiénsepareceaciertasotras.LashijassellamanAdelaidayEdelmira.Laprimeradebesunombreasupadrino,ylasegundaasumadre,

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quelallevabaenelsenocuandoviorepresentarOteloyquisodarleunnombrequelerecordaselasimpresionesdeunanochedeteatro.Yalaoiráshablardeestosrecuerdosartísticos.Adelaidacultivaensupechounaambicióndignadeunaaventureradedrama:quierecasarseconuncaballero.Paralasgentesdemedio pelo, que no conocen nuestros salones, un caballero o, como ellasdicen,unhijodefamilia,esel tipodelaperfección,porquejuzganalmonjeporelhábito.Lasegundahermana,Edelmira,esunaniñasuaveyrománticacomo una heroína de algunas novelas de las que ha leído en folletines deperiódicosqueleprestauntenderoaficionadoalasletras.Lasdoshermanasse parecen un poco: ambas tienen pelo castaño, tez blanca, ojos pardos ybonitosdientes;pero la expresióndecadaunadeellas revela los tesorosdeambiciónqueguardaelpechodeAdelaidaylosqueatesoraeldeEdelmira,deamorydedesinterés.Elcorazóndeéstaes,comohadichoBalzacdeunadesusheroínas,unaesponjaalaqueharíadilatarselamenorgotadesentimiento.

»Nos queda el varón, que tiene veintiséis años de edad y ni un adarme dejuicio en el cerebro. Es el tipo de lo que todos conocen con el nombredesiútico, y para aditamento le regalaron en la pila el deAmador.Lleva elbigote y la perilla correspondientes a su empleo, y dice vida mida cuandocantaenguitarra.Esuncuriosoobjetodeestudio,yaloverás.

»Ahora,decirtecómoviveestafamilia,sinmásapoyoqueunmozocalavera,esloquesólopuedehacerseporconjeturas.DonDamiánMolina,maridodedoña Bernarda, pretendía ser de buena familia, como lo verás por losrecuerdos de la señora.Vivió pobre casi toda su vida y dejó, segúnmehancontado,unpequeñocapitalitodeochomilpesos,conelcuallafamiliasehalibradodelamiseria.Elprimogénito,despuésdederrocharsuhaberpaterno,viveaexpensasdelamadreycosteaconlosnaipessusmenudosgastos.EntiempodeeleccionesesunactivopatriotasilaoposiciónlepagamejorqueelGobierno, y conservador neto si éste gratifica su actividad; a veces lleva sufilosofía hasta servir a los dos partidos a un tiempo, porque, como él dice,todossoncompatriotas.

»Condoschicasbonitasera imposiblequeel amornobuscaseallíun techohospitalario, y así lo ha hecho. Pero apenas lo creerás cuando te nombre elamarteladogalándeAdelaida.

-¿Quiénes?-preguntóMartín.

-Elelegantehijodetuprotector.

-¡Agustín!

-Elmismo.Poco tiempodespuésde llegardeEuropa, le llevóallíunamigosuyo.AlprincipiocreyóenamoraraAdelaidaconsutrajeysusgalicismos,yfuetomandoseriasproporcionessuaficiónalachicaamedidaqueencontró

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másenérgicaresistenciaquelaqueesperaba.

»Silamuchachalehubieseamado,creoqueélnohabríatenidoescrúpulodeperderla y abandonarla; mas con la resistencia su capricho va tomando elcoloridodeunaverdaderapasión.

-Ylaotra,¿aquiénquiere?

-Ahoraanadie,apesardelosrendidossuspirosdeunoficialdepolicíaqueleofreceseriamentesumano.Edelmirahasoñadotalvezalgodemáspoéticoenarmoníaconloshéroesdefolletín,porquedesdeñaloshomenajesdeestehijomenordeMartequesedesesperadentrodesuuniforme,comosisetratasedeunaperpetuapostergaciónensucarrera.

Al decir estas palabras,Rafael había concluido de vestirse y daba la últimamanoasupeinado.Enestemomento,ycomohabíadejadodehablar,fijólavistaRivasenunretratodedaguerrotipoquehabíacolocadosobreunamesadeescritorio.

-¡Hombre-dijo-,estacaralahevistoenalgunaparte!

-¿Sí? Quién sabe -contestó San Luis, alejando la luz-. ¿Quieres que nosvayamos? -añadió, apagando una de las velas y tomando la otra como parasalir.

-Vamos-respondióMartín,saliendojuntoconsuamigo.

Dirigiéronse de casa de San Luis a una casa de la calle del Colegio, cuyapuertadecalleestabacerrada,comoseacostumbraentreciertasgentesensusfestividadesprivadas.

Rafaeldiofuertesgolpesalapuerta,hastaqueunacriadavinoaabrirla.

Darunaideadeaquellacriada,tipodelasirvientedecasapobre,consutrajesucioyraídoysufuerteoloracocina,seríamartirizarlaatencióndellector.Hayfigurasquelaplumaseresisteapintar,prefiriendodejarsuproducciónalpinceldealgúnartista:allíestáenpruebaelNiñoMendigo,deMurillo,cuyadescripciónnotendríanadadepintoresconiagradable.

-Estamosenplenopicholeo-dijoRafaelaRivas,deteniéndosedelantedeunaventanaquedabaalestrechopatioaqueacababandeentrar.

-Veo-contestóMartín-muchasmáspersonasquelasquemehasdescrito.

-Ésassonlasamigasylasamigasdeéstas,convidadasalatertulia.Mira,allítienesalaambiciosaAdelaida.¿Quétalteparece?

-Muy bonita; pero hay algo de duro en su ceño que revela un caráctercalculadoryquerechazatodaconfianza.Estejuicioestalvezunresultadode

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ladescripciónquemehashechodeella.

-No, no, todo eso retrata la fisonomía deAdelaida, tienes razón; pero a losojos del vulgo esa dureza de expresión es majestad. Tu conocido AgustínEncinadicequeselefiguraunareinadisfrazada.Mira,noobstanteloqueseparececonsuhermana,¡quéinmensadiferenciahayentreellayEdelmira,queestáallícerca!¡Quítaleunpocodeesalanguidezqueelromanticismodaasusojosytendrásunacriaturaadorable!

-Tienesrazón-contestóRivas-,laencuentromásbonitaquelahermana.

-Mira,mira -dijo San Luis, asiendo el brazo deMartín-, allí vaAmador, elhermano; ese que lleva un vaso de ponche, llamado en estasreunioneschincolito.¿NoencuentrasqueAmadoressoberbioensuespecie?Esechalecoderasoblanco,bordadodecoloresporalgunaqueridaprolija,esde un mérito elocuentísimo. La corbata tiene dos listas lacres que dan uncoloridoespecialasupersona,yelpeloencrespado,comoeldeunángeldeprocesión, tiene lamudaelocuenciadelmáshábilpincel,porquecaracterizaperfectamentealpersonaje.Míralo,estáensuelementoconelvasode licorqueofreceaunaniña.

Enese instanteun jovenseacercóalqueasíocupaba laatenciónde losdosamigosyledijoalgunaspalabrasaloído.

Amadorsaliódelapiezaaotraquedabaalpatio,yporéstaal lugarenqueSanLuisyRivassehabíandetenido.

-Caballeros-dijoacercándose-,¿quenomeharánustedeslagraciadeentraralacuadra?

-Estábamosponiéndonoslosguantes-contestóRafael-,yaíbamosaentrar.

Luego,señalandoasuamigo.

-Don Amador -le dijo-, tengo el gusto de presentarle al señor don MartínRivas.ElseñordonAmadorMolina-dijoaMartín.

-Uncriadodeusted,paraquememande-dijoAmador, recibiendoel saludodeljovenRivas.

LostresentraronentoncesalapiezacontiguaalaqueAmadorhabíallamadolacuadra.

-XIII-

Las miradas de los concurrentes se dirigieron hacia los que llegaban

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precedidos por Amador. Los jóvenes les saludaron con amaneramiento yrecelo,lasniñashablándosealoídodespuésqueleseranpresentados.

El bullicio que reinaba en aquella reunión cuando Rivas y San Luis sedetuvieronenelpatiocesórepentinamenteapenasellosentraron.Enmediodeeste silencio se oyó una voz sonora de mujer que lo interrumpió con estaspalabras:

-Éles,yasequedaroncomomuertos,comosinuncahubieranvistogente.

EralavozdedoñaBernarda,que,puestaenjarraenmediodelsalón,animabaconelgestoalostertulianos.

Lasniñassesonrieronbajando lavistay los jóvenesparecieronvolverensícontalelocuenteexhortación.

-Dicebien,misiáBernardita-exclamóuno-,vamosbailandocuadrillas,pues.

-Cuadrillas,cuadrillas-repitieronlosdemás,siguiendoelejemplodeéste.

Unamigodelacasaseacercóalpiano,queélmismohabíahechollevarallípor lamañana,ycomenzóa tocarunascuadrillas,mientrasseponíandepielasparejasque ibanabailarlas.Entreéstasnohabíadistincióndeedadesnicondiciones, hallándose unamadre, que rayaba en los cincuenta, frente a lahija de catorce años que hacía esfuerzos por alargarse el vestido yparecergrandeariesgoderomperlapretina.

-Andá, rompete el vestido con tanto tirón -le decía la primera, causando ladesesperación de su compañero, que afectaba lasmaneras del buen tono enpresenciadeRivasydesuamigo.

En otro punto, un joven hacía requiebros en voz alta a su compañera paramanifestarquenoteníavergüenzadelantedelosreciénllegados.

-Señorita -le decía-, le digo que es ladrona porque usted anda robandocorazones.

Aloqueellacontestabaenvozbajayconelruborenlasmejillas:

-Favorqueustedmehace,caballero.

Doña Bernarda recorría, como dueña de casa, el espacio encerrado por lasparejas,diciendoa sumanerauncumplidoacadacual.Al llegar frentea lamamáquehacíavis-à-visconsuhija,principióamirarlameneandolacabezaconairedemalicia.

-¡Mira la vieja cómo se anima también! -exclamó-. ¡Y con un buen mozo,además!¡Esoes,hijita,nohayquerecular!

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-Porsupuesto,pues-contestóésta-,¿quelasniñasnomássehandedivertir?

Amadorseagitabaentodasdireccionesbuscandounaparejaquefaltaba.

-Yusted, señorita -dijoaunaniñadespuésdehaber recibido las excusasdeotras-,¿nomeharáelmerecimientodeacompañarme?

-No he bailado nunca cuadrillas -respondió ella con voz chillona-, ¿siquiereporca?

-Sale no más, Mariquita -le dijo doña Bernarda-, aquí te enseñarán,nopensísqueestanrudo.

Alcabodealgunasinstancias,Mariquitasedecidióabailar,ylacuadrilladioprincipioalcompásdelosdesacordessonidosdelpiano,sobrecuyopedaleltocador hacía esfuerzos inauditos, agitándose en el banquillo, que con talesmovimientossonabacasitantocomoelinstrumento.

No contribuía poco también la algazara de los danzantes y espectadores asofocarlosapagadossonidosdelpiano,porqueMariquitaylaniñadecatorceañosseequivocabanacadainstanteenlasfigurasyrecibíanleccionesdetresocuatroauntiempo.

-Poraquí,Mariquita-decíauno.

-Esoes,ahoraunsaludo-añadíaotro.

-Poracá,poracá-gritabaunavoz.

-Míreme a mí y haga lo mismo -le decía Amador, contoneándose alhaceradelanteyatrásconsuvis-à-vis.

-Nogritentanto,pues-vociferabaeldelpiano-,asínoseoyelamúsica.

-Tomá un traguitodemistelapara la calor -ledijodoñaBernardapasándoleuna copa, mientras que Amador daba fuertes palmadas para indicar al delpianoelcambiodefigura.

Enlasegunda,laniñadecatorceañosquisohacerlomismoqueenlaprimera,turbandotambiénalquebailabaasufrenteeintroduciendogeneralconfusión,porquetodosqueríanprincipiarauntiempoparacorregiralosequivocadosyrestablecerelordenafuerzadeexplicaciones.Estedesorden,quedesesperabaalos jóvenesya lasniñasquepretendíandara lareuniónelaspectodeunatertulia de buen tono, regocijaba en extremo a doñaBernarda, que, con unacopa de mistela en mano, aplaudía las equivocaciones de los danzantes yrepetíadecuandoencuando,llenadealborozoporloanimadodelareunión:

-¡Vayaconlalionaquearmanparabailar!

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RafaelSanLuisera,congransorpresadeRivas,unodelosquemásalegríamanifestaban,contribuyendoporsuparteencuantopodíaaembrollarelmuyenmarañadonudodelacuadrilla,haciendoavecesoírsuvozsobretodaslasotras y aprovechando la confusión para quitar a alguno su compañera yprincipiarconellaotra figura, loqueperturbaba la tranquilidadapenasdabavisosderestablecerse.

Martín observaba a su amigo desde aquel nuevo punto de vista, quecontrastaba con la melancólica seriedad que siempre había notado en él, ycreía divisar algo de forzado en el empeño que San Luis manifestaba poraparentarunaalegríasinigual.

-Suamigoeselregalóndelacasa-ledijoacercándosedoñaBernarda.

-Nolecreíatandebuenhumor-contestóRivas.

-Asíessiempre,gritónymetebulla;perotieneuncorazóndeserafín.¿Nolehacontadoloquehizoconmigo?

-No,nuncamehadichonada.

-Ésaesotraquetiene.Anadielecuentalasobrasdecaridadquehace;peroyoselacontaréparaqueloconozcamejor.Elañopasadoestuvealamuerte,ydespués de sanar, cuando quise pagar almédico y al boticario,me encontrécon que no les debía nada, porque él ya los había pagado. ¡Ah, es un buenmuchacho!

El profundo agradecimiento con que doña Bernarda pronunció aquellaspalabrashizounafuerteimpresiónenelánimodeRivas,llamandosuatencióndenuevosobrelalocaalegríadeSanLuis,queenesemomentohabíahechollegarasucolmolaconfusiónyalgazaradelosdelacuadrilla.

Alverseobservadoporsuamigo,Rafaelvinohaciaél.Enelcortoespacioquerecorrió para llegar hasta Martín su rostro había dejado la expresión decontentoquelocubríaporlaserenatristezaquerevelabaordinariamente.

-Estoprincipianomás -ledijo-, amedidaquenospierdan lavergüenzanosdivertiremosmejor.

-¿Yrealmentetediviertes?-lepreguntóMartín.

-Real o fingido, poco importa -contestó San Luis con cierta exaltación-, loprincipalesaturdirse.

Ysealejódespuésdeestaspalabras,dejandoaRivasenelmismolugar.Ibaéste a salir a la pieza contigua, cuando se halló frente a frente conAgustínEncina,quellegabadeslumbrantedeelegancia.Losdosjóvenessemiraronunmomentoindecisos,yunligeroencarnadocubriósusrostrosalmismotiempo.

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-¡Ustedporaquí,amigoRivas!-exclamóelelegante.

-Ya lo ve usted -contestóMartín-, y no adivino por qué se admira, cuandoustedfrecuentalacasa.

-Admirarme,esono;lodecíaporquecomoustedeshombretanretirado...YovengoporqueestomerecuerdaalgolasgrisetasdeParís,yluegoenSantiagonohayamuzamientosparalosjóvenes.

Agustín se fue, después de esto, a saludar a la dueña de casa, que, pormostrarlesuamabilidad,leseñalótresdientesquelequedabandesusperdidosencantos.

En estemomentoRafael, que acababa de divisar al jovenEncina, tomó delbrazoaRivasyseadelantóhaciaél.

-¿Has saludado -le dijo, estrechando la mano de Agustín- a este elegante?Aquítodaslaschicassemuerenporél.

-Estás de buen humor, querido -le contestó Encina, poniéndose ligeramenteencarnado-,muchomealegro.

Ypasó al salón, ostentando una gruesa cadena de reloj con la que esperabasubyugaraladesdeñosaAdelaida.

Terminadalacuadrilla,doñaBernardallamóaalgunosdesusamigos.

-Vamos al montecito -les dijo-, es preciso que nosotros también nosdivirtamos.

Varias personas rodearon una mesa sobre la cual doña Bernarda colocó unnaipe,ylasrestantes,conRivasySanLuis,entraronalsalón,dondeseoíaelsonidodeunaguitarra.

Tocábala Amador, sentado en una silla baja y dirigiendo miradas a laconcurrencia, mientras que la criada que había abierto la puerta a Rafaelpasabaunabandejaconcopasdemistela.

Hombres y mujeres acogieron el licor con agrado, y Amador, dejando laguitarra,presentóunvasoaRivasyotroaRafael,obligándolesaapurartodosucontenido.Aestalibaciónsucedíanvariasotrasqueaumentaronlaalegríapintada en todos los semblantes e hicieron acoger con entusiasmo la vozdeunoqueresonódiciendo:

-¡Cueca,cueca,vamosalacueca!

Agitáronsealairevariospañuelos,yRivasvioconnopocoasombrosaliralmediodelapiezaaunaniñaquedabalamanoalmismooficialquelehabíarecibidoenlapolicíalanochedesuprisión.

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-Éste es el oficial que estaba de guardia cuando me llevaron preso -dijo aRafael.

-Y elmismoenamoradodeEdelmira -le contestó éste-; acabade llegar, poresonolehabíasvisto.

ResonóenestolaalegremúsicadelazamacuecabajolosdedosdeAmador,yselanzólaparejaenlasvueltasymovimientosdeestebaile,juntoconlavozdelhijodedoñaBernarda,quecantó,elevandolosojosaltecho,elsiguienteverso,tanviejo,talvez,comolainvencióndeestebaile:

Antenochesoñéunsueño

Quedosnegrosmemataban,

Yerantushermososojos

Queenojadosmemiraban.

Seguían muchos de los espectadores palmoteando al compás del baile yanimandootrosalosdelaparejacondescomunalesvoces.

-¡Ay, morena! -gritaba una voz haciendo un largo suspiro con la primerapalabra.

-¡Ha,han!-decíaotraalmismotiempo.

-¡Ofrécele,chico!

-¡Noladejesparar!

-¡Bornéaleelpañuelo!

-¡Échalemásguara,oficialito!

Eranvocesquesesucedíanyrepetían,mientrasqueAmadorcantaba:

Adosniñasbonitas

Queriendomehallo;

Sifelizeselhombre,

Másloeselgallo.

Alterminarlarepeticióndeestasúltimaspalabras,unbravogeneralacogiólavieja galantería que usó el oficial, poniéndose de rodillas delante de sucompañeraalterminarlaúltimavuelta.

Continuaron entonces las libaciones, aumentando el entusiasmo de losconcurrentes, que lanzaban amanerados requiebros a las bellas y bromas de

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problemáticamoralidadalosgalanes.Alestiramientoconquealprincipiosehabíanmostradoparacopiarlosusosdelasociedaddegrantono,sucedíaesamezcla de confianza y alambicada urbanidad que da un colorido peculiar aestaclasedereuniones.Colocadalagentequellamamosdemediopeloentrela democracia que desprecia y lasbuenas familias a las que ordinariamenteenvidiayquierecopiar,suscostumbrespresentanunaamalgamacuriosaenlaque se ven adulteradas con la presunción las costumbres populares, y hastacierto punto en caricatura, las de la primera jerarquía social, que oculta susridiculecesbajoeloropeldelariqueza.

Rafael hacía a Rivas estas observaciones mientras huían de uno que seempeñabaenhacerlesapurarunvasodeponche.

-Por esto -decía San Luis-, entre estas gentes, los amores avanzan conmásceleridad que por medio de los estudiados preliminares que en los grandessalonesemplean losenamoradospara llegara laprimeradeclaración.Elusodelasojeadas,recursodelosamantestímidosydelosamantestontos,esaquícasi superfluo. ¿Te gusta una niña? Se lo dices sin rodeos; no creas queobtienes tan franca contestación como podrías figurarte.Aquí, y enmateriaquetoquealcorazón,lamujerescomoentodaspartes:quierequelaobliguen,ynoteresponderásinoamedias.

-Teconfieso,Rafael-dijoRivas-,quenopuedodivertirmeaquí.

-Eh,yonoteobligoadivertirte-replicóSanLuis-;perotedeclaroperdidosino te distraes siquiera con la escena que vas a ver. Te voy a mostrar unespectáculoquetúnoconoces.

-¿Cuál?

-El de un rico presuntuoso a merced de la pasión, como el más infeliz;espérate.

RafaelllamóaljovenEncina,quemultiplicabasusprotestasdeamoralladodeAdelaida.Elrostrodeljovenestabaencendidoporelvapordelamistelaypor la desesperación que le causaba la frialdad con que la niña recibía susdeclaraciones.

-¿Cómoestánlosamores?-lepreguntóSanLuis.

-Así,así-contestóAgustíncontoneándose.

-¿Quiereustedqueledigaunaverdad?

-Veamos.

-Alpasoquevaustednoseránuncaamado.

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-¿Porqué?

-PorqueustedestáhaciendolacorteaAdelaidacomosifueraunagranseñora.Espreciso,paraagradaraestasgentes,mostrarse igualaellasynodarseeltonoqueustedseda.

-Pero¿cómo?

-¿Habailadousted?

-No.

-PuessaqueabailaraAdelaidaunazamacueca,yellaveráentoncesqueustednosedesdeñadebailarconella.

-¿Creeustedquesurtabuenefectoeso?

-Estoyseguro.

Agustín, cuyas ideas no estabanmuy lúcidas con las libaciones, halló muylógicalaargumentaciónqueoía;perotuvounaobjeción:

-Lopeoresqueyonosébailarzamacueca.

-¿Pero qué importa? ¿No dice usted que en Francia ha bailado lo quellamancan-can?

-¡Oh,esosí!

-Puesbien,eslomismo,concortadiferencia.

AgustínsedecidióconaquelconsejoysolicitódeAdelaidaunazamacueca.

Unbravo acogió la aparición de la nueva pareja;Rafael puso la guitarra enmanos de Amador, que cantó, improvisando, con voz que la mistela habíapuestomássonora:

Sufriendoestoy,vidamía,

Demisuertelosrigores,

Mientrasque,ingrata,tirana,

Teríesdemisdolores.

Agustín,animadoporSanLuis,selanzódesdelasprimeraspalabrasdelcantocon tal ímpetu, que dio un traspié y bamboleó por algunos segundos a lasplantasdeAdelaida.Gritaronentoncestodoslosquepalmoteaban,dirigiendocadacualsuchuscadaalmalhadadoelegante.

-¡Allávaelpinganilla!

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-Venga,hijito,paralevantarlo.

-Noseasuste,quecaeenblando.

-Pásenlelabalanzaqueestáenlacuerda.

Enderezose,sinembargo,Agustínycontinuósubaile,haciendotalescabriolasymovimientosdecuerpoquelagritaaumentabalejosdedisminuir,yAmador,fingiendovozdetiple,cantabacongranregocijodelosoyentes:

Alsaltarunaacequia,

Dijounacoja:

Agárrenmelapata

Quesememoja.

Repitiendo todos estas últimas palabras, hasta que el elegante creyó que lasvocesqueoíalasarrancabaelentusiasmo,ycayóderodillasalospiesdesucompañera,paraimitaralosquelehabíanprecedido.

Adelaida recibió aquella muestra de galantería con una franca carcajada,corriendohaciasuasiento,ylosdemásrepitieronlosecosdesurisa,alveraljovenquehabíaquedadoderodillasenmediodelapieza.

RafaelsiguióaRivasalcuartovecino.Ésteparecíadescontentoconelpapelqueacababadeverrepresentaralhijodesuprotector.

-Esun fatuo redomado -contestóSanLuisaunaobservaciónqueélhizoeneste sentido-; y se figura, como nuestros ricos, en general, que su dinero leponeacubiertodelridículo.Además,estangrandeelacatamientoquenuestrasociedaddispensaalosquecubrenconorosuimpertinencia,quebienpuedoreírmedeunodeellos.

Rivas se separó de su amigo, que se había detenido junto a lamesa en quedoñaBernardajugabaalmonte.

UnasillahabíaalladodeEdelmira,yMartínsesentóenella.

-Pocapartelehevistotomarenladiversión-ledijolaniña.

-Soypocoamigodelruido,señorita-contestóél:

-Demaneraqueustedhabráestadodescontento.

-No,peroveoquenotengohumorparaestasdiversiones.

-Tieneustedrazón;yoquelashevistotanto,nohepodidoaúnacostumbrarmeaellas.

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-¿Por qué? -preguntó Martín, sintiendo picada su curiosidad por aquellaspalabras.

-Porque creoquenosotras perdemos en ellas nuestra dignidady los jóvenesque,comoustedysuamigoSanLuis,vienenaquí,nosmiransólocomounaentretención,ynocomoapersonasdignasdeustedes.

-Enestocreoqueustedseequivoca,alomenosporloqueamírespecta,yyaqueustedmehablacontantafranqueza,lediréquehacepocorato,mirándolaausted,creíadivinarensusemblanteloqueustedacabadedecirme.

-¡Ah,lonotóusted!

-Sí, y confieso que me agradó ese disgusto, y pensé, con sentimiento, queustedtalvezsufríaporsusituación.

-Jamás,comodijeausted,hepodidoacostumbrarmeaestasreunionesdequegustanmimadreymihermano.Entre jóvenes comoustedesynosotrashaydemasiada distancia para que puedan existir relaciones desinteresadas yfrancas.

«¡Pobreniña!»,pensóRivas,alencontrarotrocorazónherido,comoelsuyo,porelanatemadepobreza.

Aesta ideaunióMartín ladesuamor,para imaginarsequetalvezEdelmiraamaba,comoél,sinconsuelo.

-Nocomprendo-ledijo-eldesalientoconqueustedseexpresa,alpensarenque usted es joven y bella. No crea usted que sea ésta una lisonja -añadió,viendoqueEdelmirabajaba lavistacon tristeza-;miobservaciónnacede laprobabilidadconquepuedopensarqueusteddebehabersidoamadayhayatalvezpodidoserfeliz.

-Anosotras-contestóEdelmiracontristeza-nosenosamacomoalasricas;talvezlaspersonasenquienestenemoslalocuradefijarnossonlasquemásnos ofendan con su amor y nos hagan conocer la desgracia de no podercontentarnosconloquenosrodea.

-¿Demodoqueustednocreepoderhallaruncorazónquecomprendaelsuyo?

-Puede ser,mas nunca encontraré uno queme ame bastante para olvidar laposiciónqueocupoenlasociedad.

-Sientonoposeeraúnlaconfianzadeustedparacombatiresaidea-dijoRivas.

-Yyolehabloconestafranqueza-repusoella-porqueyasuamigomehabíahabladodeusted,yporqueustedhajustificadoenparteloqueéldice.

-¡Cómo!

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-Porqueustedhahabladosinhacermelacorte, loquecasi todos los jóveneshacencuandoquierenpasareltiempoconnosotras.

Varios de los concurrentes trataron de hacer bailar zamacueca a Rivas conEdelmira,aloqueambossenegaronconobstinación.MasnohabríanpodidolibertarsedelasexigenciasquelesrodeabansiRafaelnohubiesesocorridoasuamigo,asegurandoquejamáshabíabailado.

-XIV-

Entretanto,laanimaciónibacobrandopormomentosmayoresproporciones,ylos vapores espirituosos de la mistela, apoderándose del cerebro de losbebedores en grado visible y alarmante. Cada cual, como en casos talesacontece,elevabasuvozparahacerlaoírsobrelasotras,ylosquealprincipiose mostraban callados y circunspectos, desplegaron poco a poco unalocuacidad que sólo se detenía en algunas palabras a causa delentorpecimientocomunicadoalaslenguasporellicor.

Un arpa se había agregado a la guitarra y hecho desdeñar el uso del pianocomosuperfluo.Tocabande concierto aquellosdos instrumentos,y a lavoznasaldelacantora,queadúoseelevabaconladeAmador,seteníaelcorodeanimadas voces con que los demás trataban de entonar su acompañamientocon el estribillo de una tonada; todo lo cual hacía levantar de cuando encuandolacabezaadoñaBernardayexclamarpararestablecerelorden:

-¡Adiós,yasevolviómeriendadenegros!

El oficial de policía, a quien llamaban por el nombre deRicardoCastaños,aprovechándosedelmomentoenqueRivassepusodepieparalibertarsedelazamacueca, se había sentado junto a Edelmira y le daba quejas por laconversación que acababa de tener, mientras que Agustín, olvidado de suaristocráticadignidad,bebíatodoelcontenidodeunvasoenelqueAdelaidahabíamojadosuslabios.

-Y si usted no le quiere -decía el oficial a Edelmira-, ¿por qué deja que lehablealoído?

-¡Micorazónestodoausted-decíaenotropuntoAgustín-,yoselodoytodoentero!

LadelarpayAmadorcantaban:

Mevoy,perovoycontigo,

Tellevoenmicorazón;

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Siquieresotrolugar,

Nopermiteotroelamor.

Y todos los que por ambas piezas vagaban con vaso enmano, repetían condescompasadasvoces:

Nopermiteotroelamor

Y Rivas, entretanto, oía la última palabra, que despertaba en su pecho laamargamelancolíadesuaislamiento,haciéndolepensarque talveznoveríanuncarealizadalamagníficadichaqueellaprometealoscorazonesjóvenesypuros.Hostigábaleporesoelruidoyoprimíasupecholafacilidadconquelosotrosrendíansuscorazonesaunamorimprovisadoporlosvaporesdellicor.

Mientrashacíaestasreflexiones,Rafaelllamabaalosconcurrentesalpatioyprendía allí voladores, que, al estallar por los aires, arrancaban frenéticosaplausosyvivasprolongadosadoñaBernarda,dueñadelSanto.

LavozdeAmadorllamóalosconvidadosalinterior.

-Ahora,muchachos-dijo-,vamosacenar.

-¡Acenar-exclamaronalgunos-,ésesíqueeslujo!

-¿Yquéestabanpensando,pues? -replicóelhijodedoñaBernarda-;aquísehacenlascosasenregla.

Labulliciosagenteinvadióunapequeñapiezablanqueada,enlaquesehabíapreparado unamesa. Cada cual buscó colocación al lado de la dama de supreferencia, y atrás de ellas quedaronde pie los que no encontraron asientoalrededordelamesa.

-Hijitos-exclamódoñaBernarda-,aquíelquenotengatrinchesebotaapieyserascaconsusuñas.

Estaadvertenciapreliminarfuecelebradaconnuevosaplausosydiolaseñaldelataquealasviandas,quetodosemprendieroncondenuedo.

Frente a doña Bernarda, que ocupaba la cabecera de la mesa, ostentaba sucuero dorado por el calor del horno el pavo, que figura como un bocadoclásicoenlacenadeChile,cualquieraquesealacondicióndelquelaofrece.Elpescadofritoylaensaladadabanalamesasuvalorcaracterísticoylucíanjunto al chancho arrollado y a una fuente de aceitunas, que doña Bernardacontabaasusconvidadoshaberrecibidoporlamañanadepartedeunaprimasuya, monja de las Agustinas. Para facilitar la digestión de tan nutritivosalimentos, se habían puesto algunos jarros de la famosa cosecha baya deGarcíaPicayunasoperadeponche,enlaquecadaconvidadoteníaderecho

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dellenarsuvaso,conlacondicióndenomojarenellíquidolosdedos,segúnlaprevenciónhechaporAmadoralllenarelsuyoyapurarloenteroparadarsuopiniónsobresusabor.

Losgalanesiniciaronconlasniñasunaseriedeatencionesyfinezasolvidadasenlosmejorestextosdeurbanidad.Unjovenofrecíaalaquecortejabalapartedelpavodondenacenlasplumasdelacola,yalpasarestapresaclavadaeneltenedor, lanzaba un requiebro en que figuraba su corazón atravesado por lasaetadeCupido.Eloficialdepolicíasenegabaabeberenotrovasoqueelquelos labios de Edelmira habían tocado, yAmador amenazaba destruirse parasiemprelasaludbebiendograndesvasosdechichaaladeunajovenqueteníaal lado. Agustín, al mismo tiempo, habiendo agotado ya su elocuenciaamatoria con Adelaida, refería sus recuerdos sobre las cenas de París yhablaba de la supremade volalla, engullendo un supremo trozo de chanchoarrollado.

Las frecuentes libaciones comenzaron por fin a desarrollar su maléficainfluenciaenelcerebrodeloficial,quequisoprobarsuamordandounbesoaEdelmira, que lanzó un grito. A esta voz la dignidad maternal de doñaBernardalahizolevantarsedesusillaylanzaralagresorunareprimendaenlaquefigurabalaabueladeloficial,queenestecasoeratuerta,comobienpuedepensarse.Amadorquisocastigar tambiénlaosadíadel temerarioenamorado,perosuspiernassenegaronaconducirle,dejándolecaerentierra.Estesucesosuspendióporunmomentolaalegríageneral;masnoelefectodelamezcladelicoresenelestómagodeAgustín,quienfuellevadoporotroscomounheridoenunabatalla,almismotiempoqueeloficialprincipióadarvocesdemando,cualsiseencontrasealfrentedesutropa.Otros,entretanto,afuerzadebeber,sehabíanenternecidoyreferíansuscuitasalasparedesconelrostrobañadoen lágrimas, mientras que en algún rincón había grupos de jóvenes que sejuraban, abrazándose, eterna amistad, y muchos otros que repetían hasta elcansancioadoñaBernardaquenodebíaenojarseporquebesabanaEdelmira.Estosdiversoscuadros,enlosquecadapersonajesemovíaainflujosdellicor,ynodelavoluntad,teníantodoelgrotescoaspectodeesaspinturasfavoritasde laescuela flamencaen lasqueelartista trasladaal lienzo,sin rebozo, lasconsecuencias de lo que en los términos de la gente que describimos sellama borrachera. Anunciaban también esos cuadros la decadenciadelpicholeoconlainutilidadfísicadelosactores,deloscualeslamayorparterecibíansocorrosdelasbellas,paracalmarsufrimientoscapacesdedestruirlamásacendradapasión.

Lospocosquequedabanenpie,sinembargo,nodabanporterminadalafiesta,ymanteníanescondidalallavedelapuertadecalleparanodejarsaliraRivasy a San Luis, que querían retirarse.Allí tuvo lugar, como escena final, unadiscusióndeuncuartodehora,enlaquetomaronpartetodaslaspersonasque

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queríansalirylosobstinadosenprolongarladiversión.Porfin,losruegosdedoñaBernardahicierondesistirdesupropósitoalosqueguardabanlapuerta,que dio paso a los concurrentes que habían quedado con fuerzas paratrasladarseasushabitacionesporsuspropiospies.

DoñaBernardaysushijasvolvieronalcampodondeyacíaportierraeloficialy otro de los convidados, a los que se les cubrió con frazadas. El jovenheredero de don Dámaso Encina dormía profundamente en la cama deAmador,adondelehabíanllevadosinsentido.

Doña Bernarda se retiró con sus hijas a una pieza que servía a las tres dedormitorio.Apenassehallaronenella,aparecióAmador,que,másaguerridoque los demás en esta clase de campañas, había recobrado un tanto sussentidos.

-Vaya,hermana-dijoaAdelaida-,yacreoqueelmocitoestáenamoradohastalaspatas.

-¡Y esta otra tonta -dijo doñaBernarda, señalando a Edelmira- que se llevahaciendoladengosaconeloficialito!Podíaaprenderdesuhermana.

-Peromadre,yonoquierocasarme-contestólaniña.

-¿Yqué,estáispensandoqueyotevoyamantenertodalavida?Lasniñassedebencasar.

-Mirá, el oficialito tiene buen sueldo, y el sargento, que es pariente de lacriada,medijoqueloibanaascender.

-No todas encuentran marqueses, como ésta -repuso Amador, dirigiendo lavistahaciaAdelaida.

-Perocuidadopues-exclamólamadre-,andarsecontiento;estoshijosdericosóloquierenembromar.Adelaida,laquepestañea,pierde.

-Sinohablade casamiento, allí estáAmadorpara echarlode aquí -contestóAdelaida.

-Déjenmeloamínomás-repusoAmador-.Antesdeunaño,madre,hemosdeestaremparentadosconesosricachos.

Con esto se dieron las buenas noches, encargando la dueña de casa quedespertasentempranoalosinválidosdelafiesta,paraquepudieranirseantesdequeellassaliesenamisa.

Mientrastanto,Agustínroncabacomosuestadodeembriaguezloexigía,sinsaberloscaritativosproyectosdesushuéspedesparaacogerloenelsenodelafamilia.

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-XV-

RafaelyMartínllegaronacasadelprimeropocotiempodespuésdesalirdeladedoñaBernarda.

ErayacercadelastresdelamañanacuandolosjóvenesllegaronalacasadelacalledelaCenizaqueocupabaSanLuis.

-Yaesmuytardeparaquetevayas-dijoésteaRivas-,ymejormeparecequetequedesconmigo.Agustínnoseencuentraenestadodemoverse,demodoquenadieentraráynonotarántuausencia.

Al decir estas palabras encendíaRafael dos luces y presentaba aRivas unapoltrona.

-¿Nadatehasdivertido?-lepreguntó.

-Poco-dijoMartín,reclinándosecavilosoenlapoltrona.

-Te vi un momento conversar con Edelmira. Es una pobre muchachadesgraciada, porque se avergüenza de los suyos y aspira a gentes que lavalgan,alomenosporelladodelcorazón.

-Lo que he adivinado de sus sentimientos en la corta conversación quetuvimosmeinspirólástima-dijoMartín-.¡Pobremuchacha!

-¿Lacompadeces?

-Sí,tienesentimientosdelicadosyparecesufrir.

-Esverdad,pero¡quéhacer!Seráuncorazónmásquesequemeporacercarsealaluzdelafelicidad-dijoRafaelsuspirando.

Luegoañadió,pasandolosdedosentresuscabellos:

-Es la historia de lasmariposas,Martín, las que nomueren, conservan parasiemprelasseñalesdelfuegoquelesquemólasalas.¡Vaya,parecequeestoypoetizando,esellicorquehabla!

-Sigue -díjole Rivas, a quien, por el estado de su alma, cuadraba el acentotristeconqueSanLuishabíapronunciadoaquellaspalabras.

-Esa maldita mistela me ha puesto la cabeza como fuego. Tomemos té yconversemos; los vapores del licor desatan la lengua y ponen expansivo elcorazón.

Encendió un anafe con espíritu de vino, y un cigarro en el papel con queacababadecomunicarlaluzallicor.

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-Notehasdivertidosegúnhevisto-dijotendiéndoseenunsofá.

-Escierto.

-Tienesundefectograve,Martín.

-¿Cuál?

-Tomaslavidamuytempranoporelladoserio.

-¿Porqué?

-Porquetehasenamoradodeveras.

-Tienesrazón.

-A ver, hagamos una cuenta, porque en todo es preciso calcular: ¿en quéproporciónapreciastusesperanzas?

-¿Esperanzasdequé?

-DeseramadoporLeonor,porqueaLeonoresaquienamas.

-Ennada,nolastengo.

-Vamos,noerestandesgraciado-exclamóRafaellevantándose.

Rivaslemiróconasombro,porquecreíaqueamarsinesperanzaseralamayordesgraciaimaginable.

-Esdecir-prosiguióSanLuis-,queniunaojeada,niunadeesasseñalescasiimperceptiblesconquelasmujereshablanalcorazón.

-No,ninguna.

-¡Tantomejor!

-¿ConocesaLeonor?-lepreguntóMartíncadavezmásadmirado.

-Sí,eslindísima.

-Entonces,notecomprendo.

-Voyaexplicarme.Supongoqueellateame.

-¡Oh,jamáslohará!

-Esunasuposición.Meconfesarásqueunamorcorrespondidotienemilvecesmás fuerzas para aferrarse al corazón que el que vive de suspiros y sinesperanza.Estádicho:ella teama.Hasconquistadoelmundoentero,yparaafianzarlaconquistaquierescasarteconella.Éstaeslavida,ytúbendicesalcielohastaelmomentoenquevasapedirlaalospadres.Tuamoryeldetu

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ángel,queteelevaatuspropiosojosalaalturadeunsemidiós,tehanhechoolvidarqueerespobre,y la realidad,bajo la formade lospadres, teponeeldedoen la llaga. ¡Estás leprosoy te arrojande la casa comounperro!Estahistoria,querido,nopierdesudesgarradoraverdadporrepetirsetodoslosdíasenloquellamamossociedadescivilizadas.¿Quieresserelhéroedeella?

Martín vio que San Luis se había ido exaltando hasta concluir aquellaspalabrasconunarisasofocadaytrabajosa.

-¡Pobre Martín! -repuso San Luis, preparando el té-. Créeme, tengoexperienciaenmiscortosaños,ytelovoyaprobarconmipropiahistoria.Anadiehehabladodeella;peroenestemomentosurecuerdomeahogayquieroconfiártelaparaquetesirvadelección.Teheestudiadodesdequeteconozco,y si busqué tu amistad fue porque eres bueno y noble. ¡No quisiera vertedesgraciado!

-Gracias-contestóMartín-,atuamistaddebolapocaalegríaquehetenidoenSantiago.

SanLuissirviódostazasdeté,aproximóunapequeñamesajuntoaRivasysecolocóasufrente.

-Óyeme,pues-ledijo-.Noesunanovelaestupendaloquevoyacontarte.Eslahistoriademicorazón.Sinotehallasesenamorado,meguardaríabiendereferírtela, porque no la comprenderías a pesar de su sencillez. Me veoobligado a empezar, como dicen, por el principio, porque jamás nada te hedichodemivida.Mimadremuriócuandoyosóloteníaseisaños;elsueñometraeavecessuimagen,divinizadaporuncariñodehuérfano;perodespierto,apenas recuerdo su fisonomía.Me crié de interno en un colegio, al quemipadrevenía avermecon frecuencia. ¡Pasó la infancia, llevándose su alegríainocente,yvinolapubertad!Yohabíasidounniñopuroycontinuésiéndolocuandolareflexióncomenzóatenerparteenmisacciones.Alosdiezyochoaños me gustaba la poesía, y rimé con ese calor en el pecho de que hablaDescartes cuando describe el amor. A esa edad conocí a la dueña de eseretrato.

MartínmiróeldaguerrotipoqueRafaellepresentaba.Eraelmismoquehabíallamadosuatenciónalgunashorasantes.

-¿EsMatilde,laprimadeLeonor?-preguntó,fijándosebienenelretrato.

-Lamisma-contestóSanLuis,sinmirarlo.

-LavianocheencasadedonDámaso.

-Ese amor -continuó Rafael- llenómi corazón yme puso a cubierto de losdesarreglos a que el despertar de las pasiones arroja a la juventud. Amé a

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Matilde dos años sin decírselo. Nuestros corazones hablaronmucho tiempoantesquenuestraslenguas.Alosveinteañossupequeellameamabatambiénhacía dos. Me encontré, pues, en esa situación que califiqué hace pocodiciéndote que habías conquistado el mundo; ese mundo, para un joven deveinteaños,lopresentacontodassusgloriaselcorazóndeunamujeramante.

Rafaelhizounapausaparaencendersucigarro,quehabíadejadoapagarse.

-Hastaaquíeresmuyfeliz-dijoRivas,quepensabaqueladichadeseramadounavezseríabastanteparaquitarelacíbardetodaslasdesgraciasulteriores.

-Vivíhasta losveintidósañosenunmundorosado-continuóSanLuis-.Lospadres de Matilde me acariciaban porque el mío era rico y especulaba engrande escala. Ella, siempre tierna, me hacía bendecir la vida. Era, comoacabasdedecirlo,muyfeliz.Losmás lindosdíasdeprimaverasenublanderepente, y Matilde y yo nos encontrábamos en la estación florida de laexistencia.Tuveunrival:joven,ricoybuenmozo.Elmundodecolorderosatomaba a veces un tinte gris quemehacía sufrir de los nervios, y luegomialmohada me guardaba para la noche visiones que oprimían mi corazón.Despuésdelucharconloscelosporalgúntiempo,miorgullotransigióconmiamor;¡teníacelos!Nohaydignidaddelantedeunapasiónverdadera,ylamíalo era tanto, que vivirá cuanto yo viva.Matildeme descubrió una parte delcielo, jurándome que jamás había dejado de amarme, y yo vi cambiarsemiamor en una pasión sin límites cuando creí reconquistar su corazón. Losnublados se despejan y vuelven.Así vi lucir el sol y ocultarse otra vez trasnuevasdudas.Enestabatallapasóunaño.

»Mipadremellamóundíaasucuartoyalentrarsearrojóenmisbrazos.Mispropiaspreocupacionesmehabíanimpedidoverquesurostroestabamarchitoydesencajadohacíatiempo.Susprimeraspalabrasfueronéstas:

»-¡Rafael,todoloheperdido!

»Lemiréconasombro,porquelasociedadlecreíarico.

»-Pagomisdeudas-medijo-,ysólonosquedaconquévivirpobremente.

»-Y así viviremos -le contesté con cariño-. ¿Por qué se aflige usted? Yotrabajaré.

»Explicartelaruinademipadreseríareferirteunahistoriaqueserepitetodoslos días en el comercio: buques perdidos con grandes cargamentos, trigomalbaratadoenCalifornia, ¡esaminadepocosy ruinade tantos!En fin, losmil percances de las especulaciones mercantiles. Aquella noticia meentristeciópormipadre.ParamífuecomohablaralemperadordelaChinadelamuerte de uno de sus súbditos. ¡Yo poseía sesentamillones de felicidad,

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porqueMatildemeamaba!¿Quépodríaimportarmelapérdidadequinientososeiscientosmilpesos?

-¿Ellateamaba,apesardetupobreza?-dijoRivasconsuideafija.

-Todavía.SeguívisitandoencasadeMatilde,hablandodeamorconellaydeletrasconsumadre.Túsabesqueelamor tieneunavendaen losojos.EstavendameimpedíaverlafrialdadconquedonFidelreemplazóderepentelasatencionesquemeprodigaba.UnanochelleguéacasadeMatildeyencontrésóloenel salónadonDámaso, tuprotector.No séporqué sentíhelarsemisangrealrecibirsusaludo.

»-Mehalloencargado-medijo-deunacomisióndesagradable,yqueesperoqueustedacogeráconlamoderacióndeuncaballero.

»-Señor-lecontesté-,puedeustedhablar,enelcolegiorecibílasleccionesdeurbanidaddequenecesito,ynoesmenesterquemelasrecuerden.

»-Ustednoignora-repusodonDámaso-quelasituacióndeunaniñasolteraessiempredelicada,yquesuspadressehallaneneldeberdealejardeellatodolo que pueda comprometerla.Mi cuñadoElías ha sabido que la sociedad seocupamucho de las repetidas visitas de usted a su casa, y que teme que lareputacióndeMatildepuedasufrirconesto.

»Lapuntadelpuñalhabíaentradoenmediodemipecho,ysentíundolorqueestuvoapuntodeprivarmedelconocimiento.

»-¡Esdecir-ledije-,quedonFidelmedespidedesucasa!

»-Leruegaquesuspendasusvisitas-mecontestódonDámaso.

»Mibravatasobrelaurbanidadresultósercompletamentefalsa,porque,ciegodecólera,mearrojésobredonDámasoy le toméde lagarganta.Aquídeboadvertirte que un amigo me había referido que este caballero, acosado porAdriano,elotropretendientedeMatilde,paraelpagodeunagrancantidad,cuyo importe le perjudicaba cubrir, había obtenido un plazo,comprometiéndose a conseguir con su cuñado la mano de Matilde para suacreedor.Mehabíanegadoantesacreerlo,peromisdudasaesterespectosedesvanecieroncuandoleviencargadodearrojarmedecasadedonFidel,ylarabiamehizoolvidartodamoderación.

»Al ver enrojecerse el semblante de donDámaso bajo la furiosa presión demis dedos en su garganta y espantado por la sofocación de su voz, le soltéarrojándolecontraunsofáysalídesesperadodelacasa.

»Enlamíahalléamipadreencamatomandounsudorífico.MitíaClara,conla que vivo aquí, se hallaba a su lado, y sólo se despidió cuando le vio

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dormirse.Yomesentéalacabeceradesucamayveléallítodalanoche.

»Hubo momentos en que quise leer, pero me fue imposible; el dolor meahogaba,ymisojoshacíanvanosesfuerzosparahacersecargodelaspalabrasdel libro, porque enmi imaginación ardía un volcán. En dos horas sufrí unmartirio imposiblededescribir.La respiración trabajosademipadre,envezdeinspirarmealgúncuidado,meparecíaladedonDámaso,aquiencastigabaporlanoticiaterribleconquetronchabaparasiempremifelicidad.Alfin,mipadreprincipióatosercontalfuerza,queeldolorsesuspendiódemipechoparadarlugaraltemordelaenfermedad.Aldíasiguiente,elmédicodeclaróquemipadresehallabaatacadodeunafuertepulmonía.Laviolenciadelmalera tan grande que en tres días le arrebató la vida. Yo no me separé unmomentodesulecho,velandoconmitía,quevinoavivirenlacasa.Eneldíanosacompañabatambiénotrohermanodemipadre,queentonceserapobreyse ha enriquecido después. ¡Mi pobre padre expiró en mis brazosbendiciéndome!¡Yavesquetuvenecesidaddeunafuerzasobrehumanapararesistiratantodolor!

»Cuandodespuésdeunmessalíapagaralgunasvisitasdepésame,supequeMatilde y Adriano debían casarse pronto. El mundo rosado se cambió ensombríoparamídesdeentonces.¿Sufrir loquehesufrido, sincontarcon lamuertedemipadre,noteparecedemasiado?

-Esverdad-dijoMartín.

-Por eso te decía que tu mal no es irreparable, puesto que no eres amado;todavíapuedesolvidar.

-¡Olvidar cuando el amor principia no es fácil! -exclamó Rivas-; prefierosufrir.

-Tratadeamaraotraentonces.

-Nopodría.Además,mipobrezamecierra laspuertasde lasociedad,oa lomenosmeenajenasuconsideración.

-Fueloquemesucedió-dijoRafael-.Despuésdeunañodepesaresreneguédemi virtud y quise hacerme libertino. La desesperaciónme arrojaba a losabismos del desenfreno, en cuyo fondo me figuraba encontrar el olvido.Emprendí la realización de este nuevo designio con esa amargura, que nocarecedealiciente,delquesevengadeladesgraciacometiendoalgunamalaaccióncontrasímismo.Parecíamequeelsacrificiodealgunaniñapobrenoera nada comparado con las torturas que mi abandono me imponía. Desdeentonces descuidémis estudios, que había cursado con ejemplar aplicación,paracasarmeconMatildealrecibirmitítulodeabogado.Enlugardeasistiralasclases,frecuentéloscafésymatéhorasenterastratandodeaficionarmeal

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billar. Allí contraje amistad con algunos jóvenes de esos que gritan a lossirvientesyhacenoírsuvozcualsiquisieranocuparatodosdeloquedicen.

»Mireputacióndetunanteprincipiabaacimentarse,sinquehubieseperdidonilavirtudnielpunzanterecuerdodemisamoresperdidos,cuando,paseándomeunatardedeprocesióndelSeñordeMayoporlaPlazadeArmasconunodemisnuevosamigos, llamómiatenciónungrupode tresmujeres,deese tipoespecialqueparecemostrarseconpreferenciaenlasprocesiones.Unadeellasentradaenaños, jóvenesybellas lasotrasdos.Habíaenellasesenoséquéconquedistingueunbuensantiaguinoalagentedemediopelo.

»-Bonitasmuchachas-dijealquemeacompañaba.

»-¿No las conoces? -mepreguntóél-.Son lasMolinas,hijasde laviejaqueestáconellas.

»-¿Túlasvisitas?-lepregunté.

»-Cómo no, en casa de ellas hemos tenido magníficos picholeos -merespondió.

»Adelaidasobretodollamómiatenciónporlagraciaparticulardesubelleza.Sus labios frescos y rosados me prometían de antemano el olvido de mispesares.Susojosdemirarardienteydecidido,susnegrasyacentuadascejas,elnegropeloquealcanzabaaver fueradelmantón,sugallardaestatura,meofrecieronunaconquistadignademisnuevospropósitos.Fiadoenmibuenacara y en la osadía que juré desplegar en mi calidad de calavera, hícemepresentarenlacasayhablédeamoraAdelaidadesdelaprimeravisita.

»-Nomirélaprocesiónnialasbellezasquehabíaenlaplazaporverlaausted-dijepocodespuésdehallarmeasulado.

»Estecumplidodemalaleynopareciódisgustarla;miintroductorenlacasahabía dichoqueyo era rico y estome rodeabade una aureola que en todaspartes fascina. En la noche, al acostarme, mis ojos buscaron el retrato deMatilde.Su frentepuray sumirada tranquilamehicieronavergonzarmedelgénerodevidaquequería adoptar; pero los celos tuvieronmás imperioqueaquellarecriminacióndelaconciencia.SeguívisitandoencasadeAdelaidayaparenté una alegría loca en las diversiones para perder la memoria. HaygentesquesenieganacreerqueunapasióndesgraciadapuedadesesperaraunjovenenplenosigloXIX,sinpensarqueelcorazóndelahumanidadnopuedeenvejecerse.Yohe cargadocon el sentimientodemidesdicha enmediodelbulliciodelaorgíayheoídolavozdeMatildeenlosjuramentosdeAdelaida,porquealcabodeunmesellameamaba.Muchasvecesquiseretrocederantelavillaníademiconducta;perocedíalafatalaberraciónquehacedivisarlavenganzadelosengañosdeunamujerenelsacrificiodeotra.

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»Además,ladesgracia,Martín,destruyelapurezadelossentimientosnoblesdel alma; yde todos losdesengañosquebuscan el olvido enuna existenciadesordenada,losdeamorsonlosprimeros.¡Ah,enesepactosolemnededoscorazones que cambian su ser para vivir de la existencia de otro, el quetraiciona no sabe que al retirarse priva de su atmósfera vital al que dejaabandonado! Yo debí también hacerme esa reflexión antes de perder aAdelaida; pero la desesperación me había cegado. Las pocas personas queconocíamecontabanconbárbaraprolijidad losdetallesde lapróximauniónde Matilde con Adriano. Una señora, antigua amiga de mi familia, meponderabalafelicidaddeMatilde,diciéndomequelehabíanregaladotresmilpesos en alhajas.Despuésde todo, yo estoymuy lejos de tener la virtuddeJosé, y me creía con derecho a pisotear la moral, ya que el destino habíapisoteadocontantacrueldadmicorazón.

»Muypoco tiempobastóparaconvencermedequeelúnicomediodehacerfrente a la desgracia es la resignación, porqueme vi luegomás infeliz queantes. La vida impura de un seductor sin concienciame hizo avergonzarmeantelamía,ylosplaceresilícitosenquemehabíalanzado,lejosdecurarmede mi mal, me dieron la conciencia de mi bajeza, haciéndome considerarindigno del amor de Matilde, al que siempre aspiré después de perdida laesperanza. Hace pocos meses, mis obligaciones con la familia de esamuchachasehicieronmásserias,porqueteníaunhijo.DesdeentoncesempleétodosmisrecursospecuniariosenmejorarlacondiciónmaterialdelafamiliadedoñaBernardayformélaresolucióndecortarlasrelacionesconAdelaida.Ella recibió esta declaración conuna frialdad admirable. Su corazón, al quesiempre noté cierta dureza, pareció quedar impasible a lo que yo decía, ycuandoconcluídehablarnomediounasolaqueja.

»Desde ese día me ha tratado como si jamás una palabra de amor hubiesemediadoentrenosotros.¿Meamatodavíaomeodia?Nolosé.

»Ahoramepreguntarásporquétehellevadoaesacasaysinohepensadoenquepodíasucedertelomismoqueamí.

-Escierto-dijoMartín.

-Tengo la experiencia adquirida a costa de muchos remordimientos -repusoSanLuis-,y sólohequeridodistraerte.Teveo lanzadoenunavía funestaydeseosalvarte;porestoteofrecíunadistracciónyterefieroalmismotiempoloquehehecho.Sihubiesevistoentielcaráctergeneralmenteligerodelosjóvenes,mehabríaguardadomuybiendellevarteaesacasa.

-Tienes razón yme has juzgado bien -contestóMartín-; paramí, ¡Leonor onada! Yo no tengo derecho de quejarme, porque ella nada ha hecho parainspirarmeamor.Perohablemosdeltuyo.¿Quédiríassiyotevolvieseelamor

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deMatilde?

Rafaeldiounsaltosobresusilla.

-¿Tú?-ledijo-.¿Ycómo?

-Nosé;peropuedeser.

SanLuisdejócaerlafrentesobrelosbrazos,queapoyóenlamesa.

-Esimposible-murmuró-.Sunoviohamuerto,esverdad,peroyosoysiemprepobre.

Levantose después de decir estas palabras y empleó algunos momentos enprepararunacamasobreunsofá.

-Aquípuedesdormir,Martín-dijo-.Buenasnoches.

Ysearrojósindesnudarsesobresucama.

-XVI-

Conelatentadodel19contralaSociedaddelaIgualdad,lapolíticaocupabalaatención de todas las tertulias, en las que se sucedían las más acaloradasdiscusiones.

Así acontecía en casa de don Dámaso Encina, en donde se encontrabanreunidaslaspersonasquedecostumbrefrecuentabanlatertulia.Eralanochedel21deagostoylaconversaciónrodabasobrelosrumorespropaladosdesdelavísperasobrequeSantiagoseríadeclaradoenestadodesitio.

-ElGobiernodebía tomar estamedida cuanto antes -dijodonFidelElías, elpadredeMatilde.

-Seríaunaridiculez-replicósumujer.

-Francisca -contestóexaltadodonFidel-, ¿hasta cuándo te repetiré,hija,quelasmujeresnoentiendendepolítica?

-MeparecequeladeChilenoestanobscuraparaquenopuedaentenderla-replicólaseñora.

-Vea,comadre-ledijodonSimón,queerapadrinodeMatilde-,micompadretiene razón: usted no puede entender lo que es estado de sitio, porque esnecesarioparaesohaberestudiadolaConstitución.

Estecaballero,consideradocomounhombredecapacidadenlafamilia,porlodogmático de sus frases y la elocuencia de su silencio, decidía en general

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sobrelasdiscusionesfrecuentesquedoñaFranciscatratabaconsumarido.

-Porsupuesto-repusodonFidel-,ylaConstitucióneslacartafundamental,demodoquesinellanopuedehaberrazóndefundamento.

DonDámaso,mientrastanto,noseatrevíaasalirendefensadesuhermana,porquesusamigoslehabíanhechoinclinarsealGobiernoconeltemordeunarevolución.

-Túpodíasdefenderme-ledijodoñaFrancisca-;¡ah!,biendiceJorgeSandquelamujeresunaesclava.

-Pero,hija,sihaytemorderevolución,yocreoqueseríaprudente...

-DonJorgeSandpuededecirloqueleparezca-repusodonFidel,consultandolaaprobacióndesucompadre-;pero lociertodelcasoesque, sinestadodesitio,losliberalessenosvienenencima.¿Noesasí,compadre?

-Parece, por lo que ustedes les temen -exclamó doña Francisca-, que esospobresliberalesfuerancomolosbárbarosdelNortedelaEdadMedia.

-PeoressonquelassieteplagasdeEgipto-dijocontonodoctoraldonSimón.

-Yonoséalaverdadloquetemeríamás-exclamódonFidel-,sialosliberalesoa losbárbaros araucanos,porque laFrancisca se está equivocandocuandodicequesondelNorte.

-HedichoquesonlosbárbarosdelaEdadMedia-replicólaseñora,enfadadaconlapetulanteignoranciadesumarido.

-No,no-dijodonFidel-,yonohablodeedades,yentrelosaraucanoshabráviejosyniñoscomoentrelosliberales;perotodossonbuenospillos;ysiyofueseGobiernolesplantaríaelestadodesitio.

-Elestadodesitioeslabasedelatranquilidaddoméstica,amigodonDámaso-dijodonSimón,viendoqueeldueñodecasanosedecidíafrancamente.

-Esosí,yoestoyporlosgobiernosquenosasegurenlatranquilidad-dijodonDámaso.

-Pero, señor -exclamó Clemente Valencia, mordiendo su bastón de puñodorado-,nosquierendarlatranquilidadapalos.

-Agolpesdebastones-dijoAgustín.

-Así debe ser -replicóEmilioMendoza, que, comodijimos, pertenecía a losautoritarios-:esprecisoqueelGobiernosemuestreenérgico.

-Ysino,mañanaatropellanlaConstitución-dijodonFidel.

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-PeroyocreoquelaConstituciónnohabladepalos-observódoñaFrancisca,quenopodíaresistiralatentacióndereplicarasumarido.

-¡Mujer,mujer!-exclamódonFidel-,yatehedichoque...

-Pero,compadre-dijodonSimóninterrumpiéndole-,laConstitucióntienesusleyes suplementarias, y una de ellas es la ordenanzamilitar, y la ordenanzahabladepalos.

-¿Noves?¿Quétedecíayo?-repusodonFidel-.¿Hasleídolaordenanza?

-Perolaordenanzaesparalosmilitares-objetódoñaFrancisca.

-Todoconatodeoposiciónalaautoridad-dijoentonodogmáticodonSimón-debe ser considerado comodelitomilitar; porquepara resistir a la autoridadtienennecesidaddearmas,yenestecasolosqueresistenestánconstituidosenmilitares.

-¿Noves?-dijodonFidel,pasmadoconlalógicadesucompadre.

DoñaFranciscasevolvióhaciadoñaEngracia,queacariciabaaDiamela.

-Disputarconestospolíticosesparaacalorarsenomás-ledijo.

-Asíes,hija,yaestánprincipiando loscalores -contestódoñaEngracia,que,comoantesdijimos,padecíadesofocaciones.

-Digoqueestasdisputasacaloran-replicódoñaFrancisca,maldiciendoensuinteriorcontralaestupidezdesucuñada.

-Y yo, pues, hija -añadió ésta-, que sin disputar paso el día con la cabezacalienteylospiescomonieve.

DoñaFranciscasepuso,paracalmarse,ahojearelálbumdeLeonor.

Ésta se había retirado con Matilde a un rincón de la pieza cuando Martíndejaba su sombrero en la vecina, llamada dormitorio en nuestro lenguajefamiliar.

AgustínseadelantóhaciaRivasinmediatamentequelevioaparecer.

-Nodigaustednadadelodeanoche-ledijo,antesqueMartínentrasealsalón-,encasanosabenquenonosrecogimos.

AlmismotiempoLeonordecíaaMatilde:

-EstanocheverésipuedovencersudiscreciónparaquemedémásnoticiasdeRafael.

UnacircunstanciamuynaturalvinoafavorecerprontoelproyectodeLeonor,

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porque un criado entró trayendo unos cortes de vestido que doña Engraciahabíamandadobuscaraunatienda.Alavistadelosvestidos,doñaFranciscaperdiósumalhumorydejódepensarenpolítica,paraentrarconsucuñadaenuna larga disertación de modas, mientras que don Dámaso y sus amigosdiscutíanconcalor sobre losdestinosde lapatria conesaargumentacióndegrannúmerodelospolíticoschilenos,ydelacualllevamosapuntadasalgunasmuestras.Además,Agustín,cansadodelapolítica,sesentóalladodeMatildeparahablarledeParís,ylosotrosjóvenessiguieronladiscusión,porquenoseatrevieronaatravesarlasalaparairamezclarseenelgrupodelasniñas.

AlanunciarLeonorasuprimaquehablaríaconRivas,nosolamentelohacíaparaexplicaraéstaloqueibaahacer,sinoquebuscabatambiénalgoqueladisculpaseasuspropiosojosdeloquesuconcienciacalificabadedebilidad.

LaausenciadeMartínysupropósitodeensayarsusfuerzascontraunhombreque un instante había llamado su atención eran ideas cuyo predominio senegabaaconfesarseellamisma;asíesquebuscóunpretextoquedisculpaseasu juicio el deseo que la arrastraba a hablar con el joven. Leonor, de estemodo,dabaelprimerpasoenesaescaramuzapreliminardelaguerraamorosa,quetanpoéticamentehadesignadolaconocidaexpresióndejugarconfuego.Su presuntuoso corazón quería triunfar en lo que había visto sucumbir amuchas de sus amigas, y entraba en la liza con el orgullo de su belleza porarmaprincipal.

MartínbuscólosojosdeLeonoryloshallófijosenél.Aldirigirsealsalóndedon Dámaso, venía también, como Leonor, buscando, aunque por causadistinta,unadisculpaparaladebilidadquelearrastrabaalospiesdeunaniñaque su amor revestía de divinidad. Esta disculpa se fundaba en el deseo deservirasuamigo,dandoaLeonorsobreélmásamplios informesqueensuúltimaconversación.

Vioquelosojosdelaniñaleordenabanacercarseyfueaocuparunasientoasu lado con la reverencia de un súbdito que llega a presentarse ante susoberano.

La emoción con que Martín se había acercado turbó a pesar el pecho deLeonor, que hizo un ligero movimiento impacientada con su corazón queacelerabasuslatidoscontralosmandatosdesuvoluntad.

Este ligero movimiento persuadió a Martín de que se había equivocado alinterpretarlamiradadelaniña.Conestapersuasiónhabríaqueridohallarseamil leguas de aquel lugar, y maldecía su torpeza, dejando conocer en elsemblanteladesesperaciónqueleagitaba.

Por fin, cuando Leonor se creyó segura de sí misma, volvió la vista haciaRivas, poniendo término al eterno instante en que el joven juraba huir para

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siempredeaquellacasa.

-XVII-

-Nuestra conversación de antes de ayer -le dijo- fue interrumpida por mimamá,yyolosentímucho.

Rivasnohallónadaqueresponder,nitampococómoexplicarselaúltimapartedelafrasedeLeonor;laque,despuésdeesperarunacontestación,continuó:

-Losentí,porquequedéconeltemordenohabermeexplicadobiensobrelaspreguntasquehiceaustedsobresuamigoSanLuis.

Desvanecida su idea de haberse equivocado cometiendo una ridiculez alsentarsealladodelaniña,Martínsesintiómássereno.

-Seexplicóustedperfectamente,señorita-contestó.

-¿Comprendióustedquenolohacíapormí?

-Locomprendíentoncesyconozcoahoraelobjetoconqueustedlohacía.

-¡Ah!-exclamóLeonor-,¿ustedhadescubiertoalgodenuevo?

-Comoustedlodice,hedescubiertoelfindelaspreguntasqueustedmehizo.

-¿Yesefines...?

-Segúncreo,serviraunaamiga.

-Aver,cuéntemeustedloquesabe.

-EsaamigatieneinterésporRafael.

-¿Y...quémás?

-Ciertascircunstanciasloshanseparado.

-Yaveoqueustedharecibidoconfidencias.

-Esverdad.

-Y ahora se decide usted a ser comunicativo -dijo Leonor con acento dereproche.

-Sóloayerrecibíesasconfidencias-contestóMartín,quebrillabadealegríaalverseentanfamiliarconversaciónconlaqueundíaantesledesesperaba.

-Porconsiguiente-replicóLeonor-,ustedpuedeyacontestarme.

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-Creoquesí.

-Yaqueustedpareceenteradodetodo,comprenderáqueelobjetoprincipaldemispreguntaseraaveriguarunsolopunto:¿suamigoamatodavíaaMatilde?

-Contodaelalma.

-¿Deveras?

-Locreofirmemente.Elentusiasmoconquemehahabladodesusamores,latristezaqueeldesengañohadejadoensualmayeldesalientoconquemiraelporvenir,meparecenconfirmarmiopinión.

Martín había dicho estas palabras con tanto calor como si abogase por supropiacausa.SutonoarrancóaLeonorestaobservación:

-Hablaustedcomosisetratasedesupropiocorazón.

-Creoenelamor,señorita-dijoRivasconciertamelancolía.

Laniñaviounpeligroenaquellarespuestay tuvoinstintivamentedeseosdecallar; pero su orgullo le hizo avergonzarse de ese temor y le sugirió unapreguntaquenohabríadirigidoaningúnhombreencircunstanciasordinarias.

-¿Estáustedenamorado?

Martín no pudo ocultar la sorpresa que semejante pregunta le causaba, nitampocoeldeseo irresistibleque learrastróamanifestaraLeonorqueenelpecho de un pobre y obscuro joven de provincia podía alentar un corazóndignodeldeloselegantesquesiemprelahabíanrodeado.

-Unapersonaenmiposición-dijo-notienederechodeestarlo;perosípuedecreerenelamorcomoenunaesperanzaqueledéfuerzaparalaluchaaquelasuerteledestina.

-Veoqueeldesencantoqueusteddicesufresuamigolehacontagiadoaustedtambién.

-No, señorita; pero la especie de admiración con que usted me dirigió supreguntamehahechovolverenmí;principioacreer,porlopocoqueconozcoSantiago,queaquí seconsiderael amorcomounpasatiempode lujo,ymalpuedegastarloaquélparaquieneltiempoesdeuninmensovalor.

-Perodicen-replicóLeonor-quenadiepuedeimponerleyesalcorazón.

-Enestepuntotengopocaexperiencia-contestóMartín.

-¿Dedóndenaceentonceslafequeustedacabademanifestar?Usteddicequecreeenelamor.

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-Mi fe se fundaenmipropiocorazón;hayalgoquemedicecon frecuenciaquenoestá formadopara latirúnicamenteporelcurso regularde la sangre;quelavidatieneunladomenosmaterialquelasespeculacionesconquetodosbuscaneldinero;queenlospaseos,enelteatro,enlastertulias,elalmadeunjoven va buscando otro placer que el de mirar, que el de oír o que el deconversacionesmásomenosinsípidas.

-Yeseplacer,esealgodesconocido,lollamaustedamor.¿Noesasí?

-Ycreoqueelquedesconocesuexistencia-replicóMartínconciertoorgullo-,ohanacidoconunaorganizaciónincompleta,oesmásfelizquelosdemás.

-¡Másfeliz!¿Porqué?

-Tendrámenosquesufrir,señorita.

-Esdecir,queelamoresunadesgracia.

-Cadacualpuedeconsiderarlosegúnsuposiciónenlavida;amí,porejemplo,creoquemetocaconsiderarlocomotal.

-Luegoustedestáenamorado,puestoquetieneideastanfijasenestamateria.

EstaspalabrasresonaronconuntonoburlónquehizoencenderselasmejillasdeRivas.Sucarácterimpetuosolehizoolvidareltemorquelesobrecogíaalladodelaniña.

-Supongo-dijo-queestepuntonoleinteresaaustedtanvivamentequedeseeunacontestaciónsincerademiparte;peronotengodificultadparadársela;ypuestoqueme tocaconsiderarelamorcomounadesgracia,estoy resueltoasobreponermeasuinflujo.

-Esdecir,queustedseconsiderasuperioralosdemás.

-Seréegoístaynadamás;nocreoquehayagranméritoenseguirelcaminoquesejuzguemásventajoso.

Leonor,queesperabadominarasuantojo,seveíacontrariadaporlaaparentehumildadconqueRivasmanifestabaunaenergíaqueellasepropusovencer.Apeló entonces a su altanera mirada y al tono imperativo que empleabageneralmenteconloshombres.

-Usted se ha separado mucho del objeto de esta conversación -dijo,acentuandoestasduraspalabrasparamanifestarsudesagrado.

-Si usted tiene algomás que preguntarme -contestóMartín, aparentando nohaberse fijado en la intención de las palabras de Leonor-, estoy pronto,señorita,asatisfacersucuriosidadoaretirarmetambiénsiustedloordena.

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-Hablábamosdesuamigo-repusoLeonorcontonoseco.

-Rafaelamayesdesgraciado,señorita.

-Podíaustedenseñarlesufilosofíaderesignación.

-Esqueélmismomehaenseñadoquecuandodebensobrevenirdesengañosesmásprudentenobuscarcorrespondencia.

-Ustedcuentasiempreconlosdesengaños.

-Ésa es una prueba de que no me creo superior, como usted suponía, ymanifiestoquetengobastantemodestiaparacalificarmivalimiento.

-Haymodestiasqueseparecenmuchoalorgullo,caballero-dijoLeonor-;yentalcaso, la suyaprobaría todo locontrariode loqueusteddice.Noseaqueentresusleccionessuamigohayaolvidadodecirlequeelorgullodebebuscarunpuntodeapoyoparapodermanifestarse.

Noesperólacontestacióndeljovenyabandonósuasientosinmirarle.Porlaprimera vez en su vida, se sentía Leonor humillada en una lucha que ellamismahabíaprovocado.En lugarde los rendidosybanalesgalanteosde loselegantes con quienes había jugado hasta entonces esta clase de juego devanidad,hallabalaorgullosasumisióndeunhombreobscuroypobrequenoqueríadoblarlarodillaantelamajestaddesuamorpropioyleconfesabasinafectación ninguna que no aspiraba a tener la dicha de agradarla. Aquellaconversación le hacía pensar en que se había equivocado suponiendo queRivas laamaba,por laalegríaquecreyóverensusemblantecuando ledijoque no tenía interés porRafael SanLuis.Y este desengaño, que burlaba sucreenciaenelsupremopoderdesubelleza,irritósuvanidad,quecontabayaconunnuevoesclavoatadoalcarrodesusnumerosostriunfos.Alabandonarsuasiento,nopensabaenentretenerseacostadeMartín,ensayandoelpoderdesuvoluntaden la lidamorosa,sinoqueseprometíavengarsudesengañoinspirandounamorviolentoalquese jactabade tenersuficientefuerzaparahuirdeldominiodelapasión.

Martín,almismotiempo,quedabaentregadoalatristezaquecadaunadesusconversacionesconLeonordejabaensualma.Persuadíasecadavezmásqueera el juguete de aquella niña, que, para distraerse algunos momentos, seentreteníaenburlarsedelamorqueélhabíadejadoconfesarasusojosensuprimera conversación.Apenas la vio alejarse recorrió en lamemoria cuantohabía hablado, y maldijo su torpeza, que había dejado pasar variasoportunidades de hacer ver a la niña que tenía un corazón capaz decomprenderla y una inteligencia que ella no podría despreciar. Las últimaspalabrasdeLeonorledejaronaterrado,ydecíanbienclaroqueasusojosnielcorazónnilainteligenciapodíantenervalorningunosinoibanacompañados

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porlariquezaoundistinguidonacimiento.

Estareflexióndesconsoladoralehizoretirarsedesesperado,pidiendoalcielo,comolepidentodoslosamantesinfelices,elpodersobrenatural,nodeolvidar,sinodeinfundirenelpechodelamujeramadaunadeesaspasionesquelasarrastranasometersealavoluntaddelhombre.

De este modo, Leonor y Martín hacían votos con idéntico objeto: ellaconfiando en su hermosura; él, sin esperanza, pidiendo al cielo lo que leparecíaimposible.

NobienLeonorsehabíalevantado,despidiosedoñaFranciscaconMatildeysumarido.

Mientras Leonor arreglaba el pañuelo a su prima pudo sólo decirle estaspalabras:

-¡Teama!Mañanairéaverteyhablaremos.

Matilde estrechó sus manos con un agradecimiento indecible. Nunca habíaregresadoasucasamásalegreyligera.

Don Dámaso, al hallarse solo con su mujer, le manifestó las ideasconservadoras a que sus amigos le habían convertido al fin de la discusiónpolítica.

-Después de todo -le dijo-, no les falta razón a estosministeriales; ¿qué hahecho jamásdebuenoelpartido liberal?Yno seequivocanal aconsejarme,porque en todas partes del mundo los hombres ricos están al lado de losgobiernos,comoenInglaterra,porejemplo:todoslosloressonricos.

Hecha esta reflexión, se fue a acostar pensando en que con estas ideas eracomo más pronto ocuparía el asiento de Senador en el Congreso de laRepública.

-XVIII-

DijimosqueRafaelSanLuisocupabaconunatíasuyalacasadelacalledelaCeniza. Esta tía, a quien la falta de dinero y de hermosura habían dejadosoltera, concentró poco a poco todos sus afectos en Rafael cuando le viohuérfanoy abandonadode la suerte.Uniendounapequeña sumaqueposeíacon ochomil pesos que su sobrino había recibido de la testamentaría de supadre, después de cubiertos los créditos al tiempode sumuerte, doñaClaraSanLuisconsagrósusdesvelosaRafael,aquienllevóavivirasulado.Sinmásocupacionesquelaasistenciaalamisayalasnovenasdesudevoción,la

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señora siguió sobre el rostro de Rafael la historia de sus pesares, con laperspicacia de una persona que se encuentra ya libre de personalespreocupacionesenlavida.Sinsolicitarjamáslasconfidenciasdeljoven,suposeguirle paso a paso en su desaliento, atreviéndose cuandomás a aventuraralgúnconsejocristianosobrelanecesidaddelaresignaciónydelavirtud.

En losmismos días en que tenían lugar las escenas que llevamos referidas,doña Clara se hallaba profundamente ocupada en buscar a Rafael algunaocupación que le alejase de Santiago, en donde veía que descuidaba susestudiosparaentregarsealospasatiemposdeocioydedisipaciónenqueSanLuishabíabuscadoelolvidodesuspesares.

Enlamañanadel21,cuandoRafaeldormíaaúndespuésdereferirsuhistoriaaMartín,doñaClarasaliódelacasaenvueltaensumantónysedirigióaladesuhermanodonPedroSanLuis,quevivíaenunadelasprincipalescallesdeSantiago.

DonPedro,comoSanLuishabíadichoaRivas,era rico.Poseíano lejosdeSantiagodoshaciendasque los quebrantos de su salud le habíanobligado aponerenarriendo.Sufamiliasecomponíasólodesumujeryunhijo,llamadoDemetrio,quealasazóncontabaquinceaños.

AldirigirsedoñaClaraacasadesuhermano,lehabíaocurridounaideaconlaqueesperabarealizarsupropósitodemejorarlasuertedesusobrino.

Don Pedro tenía un verdadero afecto por los suyos y se hallaba siempredispuestoaservirles.

Recibióa suhermanaconcariñoy la llevóa sucuartodeescritoriocuandodoñaClaraledijoqueveníaparahablardeasuntosimportantes.

-¿CómoestáRafael? -lepreguntócuandovioa suhermanabienacomodadasobreunapoltrona.

-Bueno,yvengoahablartedeél;yasabesqueesmiregalón.

-Demasiado tal vez -observó don Pedro-, y es una lástima, porque es unmuchachocapaz.

-¿Noesverdad?Pero, hijo, su tristeza es cadavezmayorypocoapocovadescuidandotodossusestudios.

-Malo,túdebíasaconsejarle.

-Traigootroproyectoquedependedeti.

-¿Demí?Avercuáles.

-Afuerzadepensar -dijodoñaClara-,hevistoque loquemásconvendríaa

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estemuchachoseríaelalejarsedeSantiagoyconsagrarsealcampo,dondelaesperanzademejorarde fortunay lavidaactivadel trabajo leharánolvidaresamelancolíaqueleconsume.

-Tienesrazón,¿quieresquelebusqueunarriendo?

-Mejorqueeso.Túdeseas,segúnvariasvecesmehasdicho,ocuparatuhijotambiénentrabajosdecampo,¿noesverdad?

-Espreciso, pues, hija; esteniñono tiene saludpara estudiar y esnecesarioquevayaconociendolosfundosquehandesersuyos.

-Pues entonces, ¿por qué no lo pones a trabajar en una de tus haciendas encompañíaconRafael?

-Bienpensado-exclamódonPedro,aquienlaideadedejarsoloasuhijoenelcampopreocupabadesdelargotiempo-.¿SabessiRafaelquieresalirdeaquí?

-Nada le hepreguntado; pero eso loveremosdespués. ¿Cuándo concluye elarriendodelRoble?

-Enmayo del año entrante, y ayer he tenido aquí a don SimónArenal, quevieneanombrede su compadredonFidelparaque leprometaprolongar elarriendoporotrosnueveaños.

-¿Y...?

-Nadacontesté,porquenecesitabapensarsobresiconvendríaenviarallíamiDemetrio.

-Entonces-dijoconalegríalaseñora-,vasaresponderquenopuedes.

-Serálomejor,siRafaelquiereabandonarsucarreradeabogado,paralacualestudia.

-Yoloaconsejaré;esprecisoqueacepte,porquecreoqueporlosestudiosyanohayesperanza.

DoñaClaravolvióasucasallenadealegríayparticipósusnuevosproyectosasusobrino.Rafaelpidióalgunosdíasparareflexionar.

Al día siguiente, después de la clase, salió del colegio conMartín. Éste sehallabaaúnbajolasimpresionesdesuentrevistaconLeonor.

Pensó revelar a San Luis su conversación con la niña, pero un instinto dedelicadeza le hizo desistir de esta idea, porque no se hallaba facultado porLeonorpararevelarla.

SanLuis ledijo,para romperelsilencioenqueRivaspermanecía,haciendoestareflexión:

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-Meproponenunproyecto,Martín,sobreelcualdeseomedestuopinión.

-¿Quéproyecto?

-Eldeunarriendoenelcampo.

-¿Yprometealgunaganancia?

-Bastante.

-¿Tienestúaficiónalosestudios?

-Muypocaya.

-Entonces,acepta.

-Voy a explicarte los antecedentes, pues son ellos los quemehacenvacilar.¿Sabesquiéneselarrendatarioactualdelahacienda,yquedeseacontinuarenelarriendo?DonFidel,elpadredeMatilde.

-¡Ah!,esocambiauntantolacuestión;aver,explícatemás.

-Don Fidel no ha sido siempre el hombreministerial hasta lamás porfiadaintolerancia que tú conoces -dijo Rafael-. Antes de hacerse apóstata enpolítica,como tantosde losantiguospipiolos acuyopartidopertenecía,donFidel hacía la guerra al principio conservador, que por desgracia durará aúnmuchosañosenChile.Susprincipioslehabíanligadoestrechamenteconlosdelamismacomuniónpolíticaengeneral;peromuyparticularmenteconmipadreymitío,que,habiéndoseconsagradoalcampoeinvertidosusgananciasen bienes raíces, no ha perdido, comomi padre en el comercio, el fruto delargos trabajos en dos o tres especulaciones erradas. Cuando mi tío PedrocomprócasaenSantiagoparaveniracurarse, llovieron losempeñosparaelarriendo de su hacienda del Roble. Naturalmente, la preferencia debíaobtenerla el amigo y correligionario político, don Fidel, que solicitó elarriendo.Para donFidel el negocio eramás ventajoso también que para losdemás, porque posee al lado del Roble un pequeño fundo de cien cuadras,perfectamenteregadoyconbuenasalfalfas,queeselpastodequecarece lahacienda de mi tío, que, en cambio, es muy buena para siembras y paracrianza.Altiempodereducirelnegocioaescritura,sepresentóunadificultad,y fueésta la faltadeun fiador.DonDámasonosehabíaestablecidoaúnenSantiago, y los demás amigos de don Fidel no se hallaban en situación deprestarle ese servicio. Mi tío exigió el fiador porque el Roble había sidocompradocasitodoconeldotedesumujer,ynoquería,niaunporamistad,dejar de revestir el arriendo de las garantías necesarias. En estascircunstancias,donFidelrecibiólaofertadedonSimónArenalcomoladeunángelsalvador.DonSimónleconocíapoco;perollevabaunfinalofrecerlesufianza con tanta generosidad, y ese fin era el de satisfacer una ambición

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política.

»DonFidel,conefecto,ejercióyejerceaúngraninfluenciaentreloselectoresdeldepartamentoenqueseencuentrasufundo,ydonSimónquisoconquistaresainfluenciaparahacerseelegirDiputado.Acasomepreguntarás,quéinteréspuedetenerunhombrericocomodonSimónenserDiputado.Eseinterésseexplica sabiendo que don Simón es de familia obscura, enriquecidorecientemente,yquenecesitaocuparpuestoshonrosospararelacionarseconlasociedad a que aspiran llegar los caballeros improvisados, que es un tipobastantecomúnentrenosotrosyalqueélpertenece.DesdeentoncesdonFidelydonSimónestrecharon íntimamentesuamistad; sehicieroncompadres, serelacionódonSimónconlasmejoresfamiliasdeSantiago,ydonFidelpasó,medianteaquellayotrasfianzas,deliberalaconservador,porquedonSimónsehabíaplegadodesde el principio a estepartido, con la experienciaque ledabansusañosparasaberqueenpolíticanomedraentrenosotroselquenobuscasuapoyoalladodelaautoridad.Mitíoviopocoapocoqueperdíaunamigoensuarrendatario,peroelcontratoestabafirmadoynohabía lugaraningúnreclamo.Ahora,estandoparaexpirareltérminodelarriendo,donFidelquierecontinuaratodacosta,porquehanllegadodíasmuyflorecientesparalaagricultura con el nuevomercadodeCalifornia, y envía a su compadredonSimónparaobtenerunnuevo arriendodemi tío.Éstemepropone elRoblecon un hijo suyo, a quien, naturalmente, facilitará capitales para laespeculación.Heaquí,pues,elnegocio.

-Creoquedebesaceptarlo-dijoMartín.

-He pedido algunos días para responder -repuso San Luis-, y vas a ver midebilidad: este plazo lo he solicitado porque no puedo abandonarcompletamentelaesperanzadequeMatildemeame.

-¿Y qué ganas con esto, cuando siempre eres pobre? -preguntó Rivas, quevencíacondificultadlastentacionesqueledabandeinformarasuamigodesussospechasvehementessobreestepunto.

-Es cierto, soy todavía pobre -contestó San Luis-; pero si ella me amase,podríatalvezobtenersumanocediendoelarriendoasupadre,loqueparaélesunacuestiónimportantísima.Recomendándomedeestemodoasusojos,ély yo olvidaríamos lo pasado; Matilde sería el lazo de unión entre las dosfamilias,yyo,conelapoyodemitío,emprenderíacualquierotrotrabajoencompañíaconsuhijo.

MartínpensóquetalvezsuúltimaconversaciónconLeonordecidiríasobrelasuerte de su amigo, pues no podía suponer que las repetidas preguntas quesobreéllehabíahecholaniñahubiesensidopormeracuriosidad.

-Tienes razón -dijo a San Luis-; pero en lugar de pedir un plazo

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indeterminado,creoquedebesexponer tuplana tu tíoyhablarleconenterafranqueza. Así, este asunto se arreglará mejor que esperandoindeterminadamente.

Aldar esteconsejo, seproponíaMartínen su interiorparticipar a lahijadedon Dámaso lo que acontecía si ella le llamaba de nuevo para hablarle deRafael.

-XIX-

Leonor,paracumplirlapromesaquehizoasuprima,sepresentóencasadeéstaalasdocedeldíasiguiente.

Matilde la recibió con un abrazo. Una noche de esperanza había dado a surostro la frescura de la alegría y a sus ojos la viveza que les transmite elcorazóncuandolateporunaexpectativadeamor.

-Estamossolas-dijohaciendosentarseaLeonor-,mimamáhasalido.¡Yamefigurabaquenovendrías!

-Como viste, anoche llamé aMartín para preguntarle nuevas noticias sobreRafael.

-Y muchas debe haberte dado, porque la conversación fue larga -observóMatilderisueña.

-Todaslasquerecibí-dijoLeonor-seresumenenloqueanochetedije:Rafaelteama.

-¿CómolosabeMartín?

-Élselohadicho,aloqueparece.

-Sí, pero no basta que él lo diga -exclamóMatilde, entristeciéndose-. ¿Quépuedohaceryo?

-Túleamastambién.

-Esverdad;peroseguiremosseparados.

-Tuyaseráentonceslaculpa.

-¡Mía!¿Yquéquieresquehaga?

-Elcasomeparecemuyclaro.¿FueRafaelquienteabandonó?

-No,pero...

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-Fuistetú,éstaeslaverdad.

-Biensabesquenopodíadesobedeceramipapá.

-Masestadisculpanovaleparaél-replicóLeonor-.SanLuis,arrojadodetucasa,sinrecibirnoticianingunadetuparte,tuvosobradomotivoparacreerseolvidado.

-Yolejurémilvecesquejamásleolvidaría.

-Peroibasacasarteconotro;¿noeraestodesmentirtusjuramentos?

-Éldebesaberquelohacíacontramivoluntad.

-Mira,Matilde-dijoLeonorcontonoserio-,yocreoqueestosjuramentosdeamorsondemasiadosagrados,sobretodosisonhechosaunhombrequetuspadres recibían y festejaban. Si él empobreció después, tus juramentos nodesaparecíanporesoydebistecumplirlos.

-Ya sabes -contestó Matilde con los ojos llenos de lágrimas- que no tuvefuerzacontralavoluntaddemipadre.

-Losé-repusoLeonor-,ynotehagoestareflexiónsinoparamanifestartequesirealmenteamasaSanLuis,debesreparartufalta,puestoqueyasabesqueélnotehaolvidado.

-Sí,¿perocómohacerlo?

-Escríbele-contestóconvozresueltaLeonor.

-¡Ah,nomeatrevo!-exclamóMatilde.

-En tal caso, renuncia a su amor, puesto que no quieres dar el primer pasohacialareconciliación.

Matildesecubrióelrostroconlasmanos,prorrumpiendoenllanto.

-Pero,hijita-ledijoLeonorconacentomássuavequeelquehabíaempleadohastaentonces,yacariciandoconcariñoasuprima-, teafligessinrazón.Esprecisoquealgunaveztengasvalorenlavida.

-¡Ah,túhablasasíporquenoestásenmilugar!

-Eso no -repuso con viveza Leonor-; yo tendré energía para cumplir misjuramentossialgunavezloshago.

-Peroyaqueamímefaltaelvalor,túpodríasayudarme.

-¿Cómo?

-EncargandoaMartíndedecirleloquenomeatrevoaescribir.

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-Esverdad-dijoLeonorreflexionando-.PorlaspreguntasqueyolehehechoacercadeRafaelyporlasconfidenciasdeéste,Martínyalosabetodo;perosupongamos que por medio de él hagamos saber a San Luis que le amastodavía,¿bastaráesto?¿Noesnecesarioqueledesalgunasexplicacionesparasincerartuconductapasada?

-Tienesrazón-contestóMatildecondesaliento.

-Espreciso-añadióLeonor-quemidasbien,antesdedarunpasodecisivo,ladistancia que te separa de Rafael. Debes pensar que una vez transmitida lanoticia por medio de Rivas, San Luis querrá verte, oír de tu boca lajustificaciónde tu conducta, ynopodrásnegarte a ello, amenosde romperconélnuevamenteyparasiempre,porquetendrárazónparacreerseeljuguetedeunaburla.

-Yo le amo y tendré valor para todo si tú me ayudas -exclamó Matilde,secando el llanto que humedecía sus mejillas y estrechando con cariño lasmanosdeLeonor.

-¡Al fin te decides! -dijo ésta-. Con tus vacilaciones me estabas haciendodudardelasinceridaddetuamor.

-¡Ah!, créemelo, Leonor, le amo sobre todo; he llorado tanto durante estetiempo,queaveces,porvolverleaver,aoírdesuslabioslosjuramentosqueantesmehacía,mecreoconfuerzasdevencertodosmistemores.

-Veamos,pues,loquesepuedehacer-replicóLeonor.

-Meconfíoati,nomeabandones-dijoMatilde,besándolaconternura.

-Yocreoquedebesverle,yaquenoteatrevesaescribirle,yparaestoMartín,comodijiste,puedeservirnos.

-¿Cuálestuplan?

-AvisarlequeenlaAlamedapuedeversecontigo.

-¿Cuándo? -preguntóMatilde, sinpoderocultar laansiedadqueaquella solaidealecausaba.

-Mañana;irásconmigoyAgustínnosacompañará.

-¡Dios mío! -murmuró Matilde, a quien la emoción hacía temblar cual siestuvieseyaenpresenciadeRafael-,¡simipapállegaseasaberlo!

-Yome hago responsable de todo -contestó Leonor, que parecía animarse amedidaquesuprimasedejabavencerporelmiedo.

Matildelaabrazó,dándolelasgraciasentresollozosquenopodíareprimir.

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-Nadame deberás,Matilde -repusoLeonor, correspondiéndole sus caricias-,porque,ademásdemiamorati,tengootrointerésalservirte.

-¡Otrointerés!-exclamóMatilde,alzandolafrentequeapoyabaenelsenodesuprima.

-Sí,otrointerés-repusoésta-;quierorepararunafaltademipadre,quefueengranparte,comotúmehasdichovariasveces,lacausadequedespidiesenaRafaeldetucasa.

En esta explicaciónde su interés porMatilde, callabaLeonor una razón tanpoderosa para ella como la que acababa de aducir. Si bien era verdad quedeseaba reparar el mal causado por su padre, no influía poco en sudeterminación el deseo de distraerse, para combatir el desconsuelo que suúltima conversación conMartín había dejado en su alma. Sentía tanto másimperiosamente esta necesidad cuanto que ella misma había provocadoaquellaconversación,queladejabaunamargodesengañoalverescapárseleeltriunfo que de antemano saboreaba su orgullo.Éste era el primer golpe querecibía su amorpropioydebía naturalmentepreocuparla y entristecerla.Sinrenunciar a vengarse de aquella humillación de su vanidad, experimentó unardiente deseo de ocuparse de algo, deseo propio de organizacionesvehementescomolasuya,paraquieneslareflexiónylacalmaesunmartirio.Estamismavehemencia le impedíaconsiderar lasconsecuenciasqueelplanconcertadopodíatenerparalareputacióndesuprimayparaladeellamisma.

-Sabes que en la Alameda nos puede ver cualquiera persona conocida ycontarloamipapá-observóMatilde,trasunabrevepausa.

-Es preciso, Matilde -exclamó Leonor, a quien indignaba toda señal dedebilidad-,quehagasunaresoluciónformaldeadoptaralgunodelospartidosquesepresentanyqueparamíestánclaramente trazados: renunciaralamordeRafael,oponerteconvalorensituaciónquetupadrenopuedaobligarteaque aceptes el marido que a él le plazca imponerte. Lo que acabo deaconsejartefuesuponiendoqueestabascompletamentedecididaporRafael;sinoesasí,nodespasoninguno;peroolvídale.

-Talvezesperandosepresenteocasiónde...

-Dime,¿nohasesperadomásdeunaño?

-Escierto.

-Yentodoestetiempo,¿hadadoSanLuiselmenorpasoparaacercarseati?

-No, ninguno -contestóMatilde conunhondo suspiro-, por eso creí quemedespreciaba.

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-Ysinembargoteama;peroparecequesuresentimiento,otalvezeltemor,leimpidenbuscarte.Loquehaydeciertoesquenadaavanzarásesperando.Élseguirácreyendoqueleengañasteylasaparienciasjustificandosuopinión.

-Bienloconozco;perotemotantoquemipapállegueasaber...

-Puesyo,entucaso,preferiríaquelosupiese.Situamoressinceroynunca,comodices,amarásaotroqueaRafael,tardeotempranoloquetútantotemessucederá.

-Yomehabíaresueltoasufrirensilencio.

-PeroquisistesabersiSanLuistehabíaolvidado.

-Sí.

-Ymedijistequedaríastuvidaporrecobrarsuamor.

-Escierto.¡Ah,quisieratenertuvalor!

-Si no lo tienes, renuncia a tu amor; aún es tiempo.Me pediste consejos yapoyo.Yotehedicholoqueharíaentusituación.Mas,sinoposeessuficienteenergía para vencer tus temores por el hombre que amas, tienes razón, nodebesdarningúnpasocompromitente,porquelasociedadtedespreciaríaytúseguiríassiendodesgraciada.

-¡Ah!,peroyono renunciaré jamásalamordeRafael -exclamóMatilde-; tútienesrazón,hesufridomuchoyaparatenerderechodebuscarmifelicidad.

-Enesecaso,sitienesvalor,sigueadelante.Entresufrirensilencioytalvezdespreciada,asufrirdespuésdejustificarte,yoprefieroloúltimo.

-Yyotambién-dijoMatildeconresolución.

-Esdecir,quehablaréconMartín.

-¿Quéledirás?

-QuetúamasaRafael;estoyadebeRivashaberlosospechado.

-¿Yquémás?

-Quemañana tepasearásconmigopor laAlameda,cercade lapila, entre launa y las dos de la tarde. Que él puede encontrarse allí por casualidad yacercarseanosotrassitúlesaludas.

-Bueno -contestó Matilde, reprimiendo el temblor que estremecía todo sucuerpo.

-Paraesto esprecisoquemevayapronto -dijoLeonor-,porquedebohablar

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conMartínantesquesalgadelescritoriodemipadre,puesenlanochepuedenopresentarselaocasióndehablarle.

Cuandosedespedíanlasdosniñas,elcochededonDámasoesperabayaalapuertaporordenqueLeonorhabíadejadoensucasa.

Diéronse un tierno abrazo, despidiéndose hasta la noche, y Leonor subió alcarruaje,quepartióconvelocidad.

-XX-

MientrasLeonoryelrecuerdodeRafaelvencíanlostemoresenelcorazóndeMatilde, don Fidel Elías regresaba a su casa bajo el peso de la noticia queacababadetransmitirledonSimónArenalsobreelarriendodelahaciendadelRoble.

Entrópensativoalcuartoenquesumujerseentregabalamayorpartedeldíaalalecturadesusnovelistasypoetasfavoritos.Enaquelinstanteleía«ElSueñodeAdán» enElDiabloMundo, de Espronceda, y oyó la voz de sumaridocuando el héroe pide a Salada un caballo, como lo pedía Ricardo III parareconquistarsureino.LapresenciadedonFidellesacódesuéxtasispoéticoparaarrastrarlaalaprosadelavida.

-MedicemicompadreArenal-principiódiciendodonFidel-queelarriendodelRoblenoestánadaseguro.

Doña Francisca le miró sin comprender lo que oía. Además, estaba desdemuchotiempoacostumbradaaoírynoadarsuopiniónenlosasuntosquesumarido dirigía, por lo cual ella sólo la daba en presencia de otros paramanifestarsusuperioridadintelectual.

-MeacabadedecirdonSimón-prosiguióél,creyendoquedoñaFranciscanolehabíaoído-quedonPedroSanLuishadichoquetienequereflexionarantesdecomprometerseaprolongarelarriendodelahacienda.

-Esperemos,pues-contestóella,deseosadecontinuarsulectura.

-Buenoesdecirlo-replicódonFidel-,peroentretantoamímeinteresamuchoelsaberunacontestacióndefinitiva,porque,sipierdo lahacienda,mepuedoarruinar.

-Entonces,busquemosalgunosempeñosparadonPedro.

-Ya había pensado en ello; pero lo peor es estamaldita política, queme haprivadodesuamistadcuandomáslanecesito.

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-Ah, entonces te convences de que yo tengo razón -dijo animándose doñaFrancisca,alverunaoportunidaddedesquitarsedelashumillacionesaquesumaridolacondenabaensociedad.

-Yosémuybienloquehagoynosoyniñoparaquemeandendandoconsejos-repusoconvozagriadonFidel-.Perodejemoslahaciendaparahablardeotracosa.¿TeparecequeAgustínsedecidiráporMatilde?

-Nosé,quiénsabe...

-Para contestar eso no se necesita mucha penetración -dijo impaciente donFidel-.Yotepregunto,porqueunhombreocupadocomoyono tiene tiempodeandarsefijandoenesascosasquesonbuenasparalasmujeres.

-Nadahevistoquemehagapensardeotromodo-respondiódoñaFrancisca,tomandoconimpacienciaellibroqueacababadedejarsobreunamesa.

-Porquesiempreestáspensandoenlibrosyenzonceras;mientrasqueyosólomeocupodelbienestardelafamilia.

-Pero¿cómoquieresquemeocupepormiparte,cuandocreesquenadiepuedehacerlascosascomotú?

-Yésaeslaverdad;elhombrehanacidoparadirigirlosnegocios;perocomoyonotengotiempoparatodo,esprecisoquetútrabajesporeselado.AgustínesunbuenpartidoquenodebemosdejarescaparseyyohablaréconDámasosobreestenegocio,puestoqueyodebohacerlotodoenestacasa.

Doña Francisca abrió el libro y aparentó estar leyendo. Don Fidel tomó susombreroysaliópersuadidodequesóloéleracapazdedirigirdefrentevariosnegocios a un tiempo, porque él calificaba entre los negocios, como lageneralidaddelospadres,elestablecimientodeunahija.

DoñaFrancisca leviosalirsinextrañarse,porquesehallabaacostumbradaaterminardeestemodosusconversacionesconsumarido.

Volvió después a «El Sueño de Adán», deplorando la falta de poesía delhombreconquiensehallabaunidaporlazosindisolubles,yestaidealahizosuspender la lectura para tornar su memoria a Jorge Sand, con quien secomparabaporsuaversiónalacoyundamatrimonial.

ElcochededonDámaso,entretanto,llevóaLeonorcongranvelocidadasucasa a pesar delmalísimo empedrado de nuestras calles, que sólo ahora hallamadolaatencióndelaautoridadlocal.

Leonor atravesó con paso ligero el patio de su casa y llegó a la puerta delcuarto-escritoriodesupadre.

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En el tránsito de casa de don Fidel a la suya había pensado ya elmodo dedesempeñarsucomisióncercadeMartín.Sucarácter leaconsejóunaenterafranqueza en este asunto. Así fue que, después de asegurarse de que Rivasestaba solo, entró en la pieza y se aproximó al escritorio en que aquéltrabajaba.

Al verla, Martín se puso de pie. Su corazón latió con violencia y el colordesaparecióinstantáneamentedesusmejillas.

-Siénteseusted-ledijoLeonorconciertotonodesuperioridad.

-Permítame,señorita,permanecerdepie-contestóeljoven,viendoqueLeonorapoyabaunamanosobrelamesaysequedabainmóvil.

-Vengo con el mismo objeto de que antes le he hablado -repuso Leonor,acentuando estas palabras, cual si quisiese evitar a Rivas cualquiera otraexplicacióndeaquelpaso.

-Estoya susórdenes, señorita -respondióMartín, conel acentodeorgullosamodestiaquehabíallamadoanteslaatencióndelaniña.

-SetratadesuamigoSanLuis,decuyasconfidenciasmehablóustedanoche.Élnombróausted,porsupuesto,lapersonaqueama.

-EslaseñoritaMatildeElías,primadeusted.

-Rafael,segúnmedijousted,laamatodavía.

-Esverdad.

-¿Cree usted que se alegraría de saber que Matilde le ha correspondidosiempre?

-Creoqueestanoticialevolveríalafelicidad,señorita.

-Puesbien,ustedpuededecírselo;unanuevacomoéstaserecibedeunamigocondoblealegría,segúnmeparece.

-Tendréunplacerinfinitoendársela-dijoMartín.

La sinceridad con que el joven pronunció aquellas palabras hizo conocer aLeonorqueRivasposeíauncorazóncapazdeabrigarunaamistadverdadera.Estaobservacióntemplóuntantoelenconoconquecreíadebermirarledesdelanocheanterior.

ParecequedevueltaasucasaLeonorhabíacambiadountantoacercadelplancombinadoconsuprima,porquehizoademánderetirarse.

-Una palabra, señorita -dijoMartín-; Rafael se ha creído engañado; ¿creeráahoraloquevoyadecirle?

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-Nosé,ymeparecequesileinteresa,élpuedebuscarlosmediosdeaveriguarlaverdad.

Leonorsalió trasestaspalabras,yRivasdejócaersufrenteentre lasmanos,queapoyósobrelamesaqueteníadelante.

«Estávisto-sedijoconamargodesconsuelo-,meconsideraunpocomásqueauncriado;peromuchomenosquelosjóvenesquelavisitan».

LaamarguradeaquellareflexiónnacíadelimperiosoacentoconqueLeonoracababa de hablarle y de la profunda tranquilidad que ella manifestaba enpresenciadesuturbación.

ContinuóRivaspreocupadoconestasideas,hastaquediofinasutrabajodeaquel día y se retiró a su cuarto. De allí salió pocosmomentos después endirecciónalacasadeSanLuis.

-Nuncapodrás-dijoaRafael,quelerecibióconcariño-darmeentuvidaunanoticiacomolaquetetraigo.

-¡Una noticia! -exclamóRafael con un presentimiento vago de la realidad-;habla,¿quéhay?

-Matildeteama.

Rafaelmiróasuamigocontristeza.

-Mira,Martín-ledijo-,notechanceesconloqueparamíhaydemásserioenla vida. Me sometes en este momento a una horrible tortura, porque, sincreerteloquecontanpocaceremoniamedices,mefiguronoobstantequehayalgodeciertoenello.

-Esmuyverdadero-replicóRivas-;respetodemasiadotudolorparaengañarte;óyeme.

Refirió entonces a San Luis sus distintas conversaciones con Leonor, yterminóporlaqueacababadetenerlugar.

Rafaelleestrechóentresusbrazosconunaalegríaimposiblededescribirse.

-Metraesmásquelafelicidad-ledijo-,metraeslavida.

Principió a pasearse por la pieza, hablando de sus recuerdos y de susesperanzasconunaverbosidadincreíble.Alcabodeuncuartodehora,Martínconocíaconsuspormenorestodaslasescenasdeaquelamorpuroyardientequehabíallenadolavidadesuamigo,yenvidiabasufelicidad.

-Meolvidabadeti,mibuenMartín-ledijoRafael,sentándoseasulado-;¿ytusamores?

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-Notienenhistoria-contestóRivas-;supasado,supresenteysuporvenirnoencierranmásquedesconsuelo.Esuna locurade laquedebocurarmecomomehasaconsejadovariasveces.Yaloves,ellameconsiderabuenoparadarteaconocertufelicidad.

-Vamos, ten buen ánimo; Leonor tal vez te amará algún día. El interés quedemuestra por su prima prueba que tiene un corazón noble y podrácomprenderte. Esto me reconcilia con ella y hasta con su padre, a quienperdonoelmalquemehahecho.

Martíntomósusombreroparadespedirse.

-Notevayas-ledijoSanLuis-.Acompáñameacomer,comeremosconmitía.Ellasealegrarátantocomoyodeloquesucede.Además,tengonecesidaddehablar aún contigo; las últimas palabras que dijo Leonor me hacen pensarahora,porqueesprecisoqueyoveaaMatilde,quehableconella.¿MedicesqueLeonortecontestó...?

-Queatiteinteresabaaveriguarlaverdad.

-¡Ya lo ves! Debo buscar un medio para ver a Matilde. A ver, tú eresingenioso,¿quéharíasenmilugar?

-Leescribiría;estomeparecemuynatural.

-Lascartasmefastidian;yoquierooírsuvoz,quierodecirlequelaamomásquenunca.Vamos, piensa en algomejor que eso.Las cartas de amor o sonfríaso son ridículasporafectación.Además,unacarta suyamebastaríaporunavez;peroesprecisoqueyolavea.

-Enunacartapuedespedirleunaentrevista.

-Pero¿endónde?

-Ellatalvezresuelvaeseproblema.

-Bueno,laescribiré.

Llamaronacomer.Rafaelcontóasutía,antesdeentraralcomedor,lanoticiaqueMartínlehabíatraídoycomunicósualegríaalaseñora.Enlamesa,SanLuisdespidióalcriadoydijoasutía:

-EsprecisoqueustedhableconmitíoPedroylerefieraloquesucede.¡Ah,yo tuve una inspiración feliz cuando le pedí algunos días para reflexionarsobreelnegocioquemepropuso!

-¿Yquéledirésobreesto?-preguntódoñaClara.

-Lediráqueésteesunmedioexcelentedeobtenerelconsentimientodedon

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Fidel:yolecedoelarriendodelRoble,simitíomequierehaceresteservicio,yconestonosreconciliamos.Siél loexigeparadarmelamanodeMatilde,estudiaréhasta recibirmedeabogado,o si loprefiere, trabajaré enel campocon el apoyo demi tío. Usted, por supuesto, sabrá convencerle;mi tío nosquiereyesgeneroso.Yonodudodequeélmehagaesteservicio.

Despuésdecomer,MartínsedespidiódelaseñoraydeRafaelyllegóacasadedonDámasocuandolafamiliadeéstesalíadelcomedor.Alsubirlaescalaque conducía a su habitación, oyó el sonido del piano que Leonor tocabaordinariamenteasupadreaestahora.

Leonor esperaba ver aMartín en la mesa para continuar con él el plan dedesdeñosaindiferenciapormediodelcualqueríavengarsedelaspalabrasconquepensabaqueRivashabíahumilladosuamorpropio.Conlaausenciadeljoven,sefiguróquehabríaidoacasadeSanLuisyleparecióindudablequeasistiríaenlanochealatertulia.

Esta idea la ponía alegre, porque esperaba hacer arrepentirse a Rivas en lanochedesuspalabrasdelaanterior.

-XXI-

EnaquelmismoinstanteentrabaAgustínEncinaalcuartodeRivas.

ElelegantehabíaestrechadosuamistadconMartíndesdelanocheenquelevioencasadedoñaBernarda.

Unprincipiodeegoísmo,quedirigelamayorpartedelasaccioneshumanas,imperabaenelánimodeAgustínalbuscarlaamistaddeRivas,aquienmirabaconeldespreciodelelegantesantiaguinoporelquevistemalaropa.

«Martín podrá acompañarme a casa de las Molina y servirme mucho», sedecíaAgustín.

Esta idea le indujoavencer suorgullodepoderosohasta tratar aRivasconciertafamiliaridad.

Laexpresióndeservirmemucho,queAgustínhabíaempleadoalacercarseaMartín,necesitaexplicarsebajoelpuntodevistasocialenqueEncinalausabaalformularsureflexión.

Un joven visita una casa. El amor, esta estrella que guía los pasos de lajuventud, le ha dirigido allí. La falta de animación que se nota en nuestrastertulias anuda la voz en la garganta del que tiene que confiar a los ojos lafraseamorosaqueeltemordeseroídaporlosprofanosleimpidepronunciar.

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Peroel amor lleva el sellode lahumanidadque le rinde su culto: tienequedesarrollarse y progresar. Las miradas que bastaron para alimentar lo queStendhal llama «admiración simple» no alcanzan a satisfacer las exigenciasdelcorazón,quellegaprontoaloqueelmismoautordistingueconelnombrede«admiracióntierna».Esprecisoentoncesoír lavozdelamujerqueridayconfiarletambiénlasdulcescuitasdelalmaenamorada.Maslaconversaciónesgeneralofríaenlatertulia,ynoesfácildirigirenprivadolapalabraaunadelasniñas.

Entoncesbuscaunamigo.

Éstepuedeentreteneralamamáconunacharlamásomenosinsípida,oalashermanas,quesiempretieneneloídomáslistoquelamadre.

Yelenamoradopuedeentoncesdesarrollaramansalvasuelocuenciadefrasescortadasydesuspensivos.

En este sentido pensó Agustín que Rivas podría servirlemucho en casa dedoñaBernarda,enlaquelavigilanciadelamadreeratantomayor,apesardesuaficiónaljuego,cuantoeratambiénmayorelpeligrodelasituación,siendoelgalándesuhijaunmozodefamiliaacaudalada.

Agustín entró en el cuarto de Rivas entonando el estribillo de una canciónfrancesa.

-¿UstednohavueltoarendirvisitaalasMolina?-dijoaMartín,ofreciéndoleunhermosocigarropuro.

-No,nohevuelto-contestóMartín.

-¿Quenopiensaustedreturnaralacasa?

-Nadahabíapensadosobreesto.

-Sonexcelentesmuchachas.

-Asímehanparecido.

-Yopiensoirestanocheaverlas.¿Quiereustedacompañarme?

-Conmuchogusto.

-¿QuélehaparecidoAdelaida?

-Bastantebien,peronotantocomoausted-dijoMartínsonriéndose.

-¿Lehandichoaustedqueestoyenamoradodeella?-preguntóAgustín.

-Loheconocidoaprimeravista.

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-Pues,hombre,eslaverdad;nohayningunaniñadenuestrossalonesquemegustetantocomoAdelaida.

-Malo-dijoRivas.

-¿Porqué?

-Porque ese amor puede convertirse en pasión y hacerle cometer algunalocura.

-¿Quéllamaustedlocura?EnParístodostienenestaclasedeamores.

-Llamolocura,porejemplo,queustedllegaseaquerercasarseconella.

-¡Bah,querido, ustedno conoce elmundo!Todas estas chicas sabenqueunjovencomoyonosecasaconellas.

Martínhizotodaslasreflexionesmoralesquelevinieronalaimaginaciónparacombatirlosprincipiosparisiensesdelelegante,quiensecontentócondecirlequenoconocíaelmundo.

-Lo que hay de cierto es que yo la amo -dijo Agustín para terminar laamonestación de Rivas-, y que solo o acompañado por usted seguirévisitándola.Sentiré,sí,queustednomeacompañe.

-Siustedquiereleacompañaré-respondióMartín.

RivasdioestarespuestarecordandolapinturaqueSanLuislehabíahechodelcarácterdeAdelaidaydesusaspiracionesacasarseconalgúnhombrerico.

-Eso es, hombre -exclamóAgustín, contento de la respuesta-; es preciso sercomplacienteconlosamigos.Además,esnecesariodivertirseenalgo,porqueestavidadeSantiagoestaninsípida.Conque¿esconvenido?Mevoyavestiryleencuentroaustedlistodentrodemediahora.

-Bueno, estaré pronto -contestó Martín, pensando también que él teníanecesidaddedistraerdealgúnmodosutristeza.

MartínhizolasiguientereflexióndespuésdelasalidadelhijodedonDámaso:

«Cada vez siento aumentarse mi pasión a medida que la esperanza de seramadosealeja.¿Noesmejor,comoRafaelyAgustín,apagarenunamorfácillaseddelalmaquedevoralatranquilidaddelespíritu?».

EstaideaserevolvíaensuimaginaciónmientrasélsepreparabaparalavisitaquedebíahacerconAgustín.Latendenciadelamoracurarsuspesaresconelprincipio de los semejantes despertaba en él su orgullo, humillado ante laaltaneramajestaddeLeonor.

La vuelta de Agustín le sacó de su meditación. Venía vestido con una

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eleganciairreprochable.

En el camino tomó luego la palabra para hablar de sus amores, hasta quellegaronacasadedoñaBernarda.

Enesemomento,Leonorsehabíasentadoalpianoytocabaconentusiasmo.HallábasecontentadehabermanifestadoaRivasquepodíaencontrarseconélsinconmoverseydeseabasu llegadaparaaterrarleconsudesdén.Nopodíaolvidarlaspalabrasdeljovenalconfesarlesupropósitodenoamar.¿Noeraésteunreto insolentearrojadoasuhermosurayquenadiehastaentoncessehabíaatrevidoahacerle?

Cansadadetocarseretiródelpiano,yfueasentarsepensativaenunsofá.

Cadaruidodepasosqueseoíaenelpatiohacíalatirconviolenciasucorazón;asíesquerecibíaconunfríosaludoalaspersonasquellegaban.Laausenciade su prima vino a aumentar la duración de aquella larga noche, en la queesperabaexplicarlesusrazonesparanohaberdescubiertoaRivastodoelplanacordadoeneldía.

Perdidaya la esperanzadever llegar aMartín, su irritación seaumentóconaquelligeroincidentequelaprivabadelplacerdeunavictoria.ParecíalequeRivascometíaunafaltaimperdonablenopresentándosearecibirlainsultanteindiferenciaconquesepreparabaahacerleconocereldesprecioquelehabíainspiradosupresuntuosopropósitodenoamar.

Leonor creía de buena fe en aquel instante que ese propósito era usurpadocontralosfuerosdesubelleza,quetodosdebíanadmirar.

DonDámaso,porsuparte,sinpreocuparsedelaimpacienciadesuhijanidelsueñoenquedoñaEngraciahabíacaído,conDiamelaenlasfaldas,sesostuvodurante toda la noche en abierta oposición alministerio, contra donFidel ydonSimón,queleatacaronvigorosamente.

AlllegardonFidelasucasa,endondeMatilde,pretextandounfuertedolordecabeza, había quedado con doña Francisca, encontró sola a su mujer yentregadaalalecturadeJorgeSand.

Don Fidel, después de argumentar en contra de la oposición, delante de sucompadre y fiador, se preguntaba, al volver a su casa, si pasándose a laoposiciónpodríaobtenerlaprórrogadelarriendodelRoble.

EnpresenciadedoñaFranciscasiguióenvozaltasusreflexiones,que,girandoen tornode lasprobabilidadesqueelcasopresentaba, tomaron la formaqueindicanlassiguientespalabras:

-Lacosaseríaacertarelgolpe,porquesiahoramepasoalaoposición,pierdo

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lafianzademicompadre,que,comoyaseencuentrafigurandoentrelagentedecente,seecharáparaatrásconmigo.¡Malditapolítica!

DoñaFrancisca,quebajolaimpresióndesulecturasehallabaendisposicióndereducirlotodoateorías,exclamóparaformularuna:

-Mira, hijo, la política, como dice no sé qué autor, es un círculo inflamadoque...

-Quécírculo,mujer,niquéautor-replicóimpacientedonFidel-;sidonPedromefirmaseunnuevoarriendodelRobleyomereiríadetodoelmundo.

DoñaFranciscasecontentóconlevantarlosojos,comoponiendoalcieloportestigodelprosaicocorazónaquehabíaunidoelsuyo.

-XXII-

Rivas yAgustín entraron a casa de doñaBernarda en circunstancias que laseñorapreparaba lamesade juegoy llamaba ados amigosdeAmador, queconésteyeloficialdepolicíarodeabanalasniñas.

-Vaya,hijitos-decíadoñaBernarda-,noesténhablandozoncerasyvenganaecharunamanita.

Los dos amigos deAmador acudieron al llamado de la dueña de casa, querecibióalosquellegabanenesemomentoconelnaipeenlamano.

DoñaBernardaquisoadelantarsearecibirles.

-No se incomode usted, señora, por nosotros -le dijo Agustín-, continúesiempre.

-No,hijito,noesincomodidad-contestoledoñaBernarda.

-Quierodeciraustedquenosemoleste-replicóeljovenEncinacongraciosasonrisa.

-¡Ah!,sinolehabíaentendidoalfrancesitodeaguadulce-exclamóconalegrecarcajadadoñaBernarda-.¿Quierenustedesecharunamanita?

-Mástarde,señora-contestóAgustín-,vamosasaludaraestasseñoritas.

Lasniñas,quesehallabanenlapiezavecina,fueronllamadasporlamadre.

-Traiganlavelaparaacá-lesdijo-,yestaremostodosjuntos.

Adelaida y Edelmira obedecieron aquella orden, y el oficial de policía lassiguióconlapalmatoria.

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-Asímegustan losmilitaressubordinados-fueronlaspalabrasconquedoñaBernarda alabó la galantería deRicardoCastaños, que colocó la palmatoriasobreunamesaysesentóalladodeEdelmira.

AgustínvioqueenaquellapiezaeradifícilsostenerunaconversaciónanimadaconAdelaidasinseroído,yempezóahaceralabanzasdelcantodeAmador.

-¡Oh, yo soy loco por el canto! -dijo al joven Molina, que tomóinmediatamentelaguitarra.

-¿Quétonadalegustamás?-preguntóéste.

-Laqueustedamemás,todasmeplacen-contestóAgustín.

Amadorafinólaguitarra,mientrasqueAgustínentablabasuconversación,yentonó luego algunos versos, acompañándose con la música monótona denuestrasantiguastonadas:

Yonomepiensomatar

Porquienpormínosemuere;

Quereraquienmequisiere

yalquenomequiera,¡andar!

Agustín,aprovechándosedelruido,decíaconapasionadoacentoaAdelaida:

-Yonecesitounapruebadesuamor.

-¿Yustedquépruebameda?-preguntóella.

-¿Yo?Laqueusteddemande.

-Si usted me quisiese, como dice -replicó la niña-, se contentaría con mipalabraynomepediríamáspruebas.

-Esquenuncapuedohablarconustedconlibertad-repusoAgustín-,yporesoinsistoenloquelapedíaleotranoche.

-¿Laotranoche?¿Quécosa?Nomeacuerdo.

-Unacita.

-¡Ay,porDios!Esoesmuchopedir.

-¿Porqué?-preguntóAgustínconlamásrendidaentonacióndevoz.

-Siledoyunacita,¿quiénpuedeperderenella?Soyyo,¿noesverdad?

-¿Nomecreeustedbastantecaballero?

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-Alcontrario,demasiado.

-¿Yporquédemasiado?

-Porquenuncasecasaríaconmigo;digalaverdad.

Adelaida,aldecirestaspalabras,fijóeneljovenunamiradapenetrante.EralaprimeravezqueentrabaendiscusióntanfrancaconAgustín.

Éste, confundido con semejante pregunta, vaciló un momento; pero,recurriendoluegoalaclásicamoral,cuyasteoríashabíadesarrolladoaRivasenlatarde,respondió:

-Sí,¿porquédudausted?

Adelaidaleyóenlavacilaciónlafalsíadelarespuesta;masnodioseñalesdedisgusto.Fingiendo,porelcontrario,habercreídoenella,volvióapreguntar:

-¿Nomeengañausted?¿Melojura?

Agustín, lanzado en el campo de la mentira, no titubeó para responder alinstante:

-Sí,selojuro.

YlaligerezaconquelodijosirvióaAdelaidaparaconfirmarlaopiniónqueenlaanteriorrespuestaleacababadedarlaincertidumbredeljoven.

-¡Ah, si usted no mintiera! -exclamó con un acento de pasión que Agustíncreyósincero.

-Juroaustedquenomiento -respondióel joven-;concédameusted lacitayhablaremos.

En esemomento concluía la tonada deAmador, yAdelaida le dijo con vozbreve:

-Mañanaalasdocedelanoche;lapuertadecalleestaráabierta.

Agustíndiocasiunsaltosobresusilla;laalegríailuminósurostrohaciendocentellearsusojos.

-Merindeustedelmásfelizdelosmortales-exclamóapagandoelsonidodesuvoz,queseconfundióconlasúltimasvibracionesdelcanto.

-Retíreseusted,porquemimadrenosmira-ledijoentredientesAdelaida.

Elelegantesedirigióhacialamesadejuego,prodigandoalmismotiemposuscumplimientosaAmadorporlatonadaquenohabíaescuchado.

-A ver, francesito -le dijo doña Bernarda, que tallaba al monte-, haga una

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paradaalasota.

Martín,entretanto,habíapermanecidosoloensuasiento.Porunapropiedadcomún a los verdaderos enamorados, hallábase aislado en medio de laspersonasquelerodeaban,yalcompásdelasnotasdelatonadadeAmador,élcantabasuamorsinesperanzas,enversosincoherentesquesóloresonabanensuimaginación.

Cuandoterminóelcanto,susojosylosdeEdelmiraseencontraron.

La ideadebuscar su consuelo enotro amorhiriódenuevo sumente.En lamiradadeEdelmirahabíaunatristezaquecuadrabaconlaqueaélleafligía.

Enese instante,Amador llamóaloficialparaquelediesesuvotosobreunamistelahechaenlacasa,yRicardoCastañosnopudonegarseatanhonoríficaconsulta.

RivasaprovechóaquellacircunstanciaparasentarsealladodeEdelmira.

-Noesperabaverlotanprontoporaquí-ledijolaniña.

-¿Porqué?-preguntóMartín.

-Porquelaotranochecreoquenosedivirtióustedmucho.

-Perohabléalgunosmomentosconustedyellosbastaronparadarmedeseosdevolver.

Rivasdijoestaspalabrasparaprobarcómoseríanrecibidas,dominadoporsuideadebuscarunconsueloenunnuevoamor.

Edelmiralemiróconairedesorpresaydesentimiento.

-¿Esustedcomotodos?-lepreguntó.

-¿Porquémehaceustedesapregunta?

-Porquemefiguréqueustederadistintodelosdemás.

Rivas ignoraba la significación que dan generalmente las mujeres a frasescomolaúltimadeEdelmira.

Nopensóenquelaadmiraciónconqueellarecibiósucumplimientoyloqueacababa de decirle podían perfectamente interpretarse como de feliz agüeroparalosnuevosamoresaqueaspiraba.

-¿Cómomehaconsideradoustedentonces?-lepreguntó.

-Sincero en sus palabras -contestó Edelmira-, e incapaz de jugar con cosasserias.

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AquellaapelaciónsencillaasuhonradeztuvoparaelalmadelicadaynobledeMartíntodalafuerzadeunamargoreproche.Vioalinstantequeibaatomarun camino indigno de un hombre honrado, y la historia de Rafael trajoelocuentes a su memoria los remordimientos que su amigo le pintara enconversacionesposterioresasuprimeraconfidencia.

-Nocreausted -dijo-quehayamentidocuando ledijequeel recuerdode laconversaciónque tuveconustedmedabadeseosdevolver;es laverdad.Elmodocomoustedmepintóelpesarquelecausabasuposiciónenelmundome inspiróunavivasimpatía,porqueencontréciertaanalogíaconmipropiasituación.

-Megustamásqueustedmehabledeestemodo-repusoEdelmira-quecomoustedhabíaprincipiado.

-Loqueacabodedecirleessincero-replicóMartín.

-Sí,locreo,ymegustarámuchosiusted,algúndía,tienebastanteconfianzaenmíparahablarmeconlafranquezaqueyolohicelaotranoche.

-Ya he principiado, puesto que le digo que encuentro analogía entre misituaciónyladeusted.

Continuarondeestemodosuconversacióndurantelargorato.EdelmirahabíaencontradoenMartíneltipodelhéroequelasmujeresaficionadasalalecturadenovelasseforjanenlajuventud,ycedíaauntemormuynaturalcuandonoqueríaoírdesubocalosgalanteosqueoíadiariamentedeRicardoCastañosydelosdemásjóvenesquefrecuentabansucasa.Hallabaunagratasatisfacciónen penetrar en el alma de Rivas por medio de la expansión de la amistad,recursodeque instintivamentehacenuso lasalmassentimentalesque tienenhorrorinnatoalasformasestudiadasdellenguajeamoroso.

Martín,quehabíayacondenadoensuconciencialaideadeinspirarunamoralquenopodíacorresponder,hallóporsupartemuchadulzuraenlaamistadrománticaqueleofrecíaEdelmira.Enpocoratosusimpatíaporaquellaniñaocupóun lugar considerable en su corazón.Hallaba enellauna sensibilidadexquisita, unida a un profundo desprecio a las gentes que se creían conderechoasuamor,cuandoeranincapacesdecomprenderladelicadezadesussentimientos.Ensudesconsuelohabíaciertoperfumedepoesía,queraravezdejade encontrarun ecoamigoen el corazóndeun jovenmoralmentebienorganizado;asífuequeMartín,cautivadoporlasensibilidadquedescubríaenEdelmira,llegóaunpuntodesuconversaciónenquedijoestaspalabras:

-Leconfesarélaverdad:amoysinesperanza.

Estafrancaconfesión,conlaqueRivasseponíaenlaimposibilidaddedejarse

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tentar de nuevo por la idea de buscar un consuelo en el amor de Edelmira,oprimiódolorosamenteelcorazóndelaniña.Pareciolequelearrancabanunaesperanza,quesuconversaciónconMartínibarevistiendoformasprecisas.Almismo tiempo, esas palabras despertaron en su pecho lo que una mediaconfidencianodejanuncadedespertarenunamujer:lacuriosidad.

-¿Seráaalgunaseñoritaricaybonita?-preguntó.

-¡Esbellísima!-dijoMartín,conentusiasmoquenoprocuródisimular.

Esta contestaciónprodujounapausa,que fue interrumpidaporAmadory eloficial,queentrarondeclarandoquelamistelaeradeprimeracalidad.

Martínselevantódesusilla.

-Esperoqueustednodejarádeveniraverme-ledijoEdelmira.

-Teniendo ya una amiga como usted -contestó Rivas-, no necesitaré buscarcompañero.

Todos rodearonenesemomento lamesadel juegoyAmador tomóelnaipequedejabadoñaBernarda,contentaconhaberganadocienpesos.

El que perdía lamayor parte eraAgustín Encina, que, entusiasmado con elbuenéxitodesusamores,desafiabaatodosloscircunstantesaljuegodespuésdehaberperdido,paramanifestardelantedeAdelaidasudesprendimientodeldinero.

AmadorhizotraerunabotelladelanuevamistelaparafomentarlaanimacióndeAgustínylaslibacionescorrieronparejasconlasapuestas.

Sin duda el hijo de doña Bernarda conocía alguno de losmétodos con quecierta clase de jugadores se apoderan del dinero de los demás, con máscortesíaperonomáshonradezquelossalteadoresdecamino;porqueparecíahaberavasalladoalafortunaganandocadavezcantidadesquealcabodeuncuartodehorahabíanagotadoeldinerodeAgustín.

-Juego sobre mi palabra -exclamó éste, apurando una copita de mistela,cuandoseencontrósinplata.

-Comoustedguste -contestóAmador-, peroyoabandonaría elpartidoen sulugar.

-¿Porqué?-preguntóeljovenEncina.

-Porqueestádemalasuerte.

-Yolacompondré-contestóconorgulloelelegante,quemirabacondesprecioatanpobresadversarios.

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Amador y otros de los que rodeaban la mesa cambiaron una miradasignificativa.

-¿Cuántoapuesta?-preguntóelhijodedoñaBernarda,sacandodoscartas.

-Seisonzasalsietedeoros-dijoAgustín.

Al cabo de una hora había perdido mil pesos, que en media hora más sedoblaron.Martínintervinoentonces,ypusotérminoaljuego.

-Traigaustedpapelylefirmaréundocumento-dijoAgustínaAmador.

Eldocumentofueotorgadopordosmilpesos.Agustínlohabríafirmadoporcuatro,porqueenaquel instante recibíadeAdelaidaunamiradadeamorosaadmiración.

Al salir de casa de doña Bernarda, el joven Encina, entusiasmado con suconquista y con los vapores de la mistela, contaba, en su jerga peculiar, aMartín, lamanera irresistiblequehabíaempleadopara reducirelcorazóndeAdelaida.

Despuésdelasalidadelasvisitas,quedaronenlapieza,alladodelamesadejuego,doñaBernarda,AdelaidayAmador.

Edelmiraseretiródespuésdeoírdebocadesumadrealgunasamonestacionessobrelanecesidadenqueestátodamuchachadebuscarseunbuenmarido.

CuandoAmadorseviosoloconsumadreysuhermanamayor,cerrólapuertaporlacualacababadepasarEdelmira.

-¿Quéhubo?-preguntódespuésdeesto,dirigiéndoseaAdelaida.

-Paramañanaenlanoche-contestóella.

-¡Ah,ah!-exclamódoñaBernarda-,¿elfrancésdeaguadulcepidiólacita?

-Noeslaprimeravez-dijoAdelaida.

-Estos ricos -repuso Amador- quieren andar engañando muchachas; éste lopagarácaro.

-Entonces,mañanatraesatuamigo-añadiódoñaBernarda.

-Dejuro,pues-respondióAmador.

-¿Ysinoquiere?-preguntólamadre.

-Noledécuidado,mamita-contestóAmador,tomandounavelapararetirarse.

Luegoañadió,acercándoseaella:

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-Noseleolvidenomásloqueledijimos.

-¿Quesoytontaparaquesemevayaaolvidar?-contestóella-.Veríssiyoséhacerlascosas.

EnelmomentoenqueAmadorseretiraba,seoyóunligeroruidotraslapuertaqueéstehabíacerradoalprincipiaraquellaconversación.

-SerálatontadelaEdelmiraqueestaráoyendo-exclamódoñaBernarda.

-¿Quéimportaquenosoiga?-dijoAmador-.Mañanahadesaberloquepase.

Lamadrepareció satisfecha con la respuesta, y dio las buenasnoches a sushijos.

-XXIII-

RafaelSanLuishabíapasadocontantaprontituddelprofundoabatimientoenque vivía a la felicidad, que después de despedirse deMartín le parecía unsueñolainesperadanoticiaqueacababadetraerlesuamigo.

Suprimer cuidado fue el de enviar a su tía para enterar adonPedrode susnuevos proyectos sobre la hacienda del Roble, con cuyo arriendo esperabavencerlasdificultadesqueleseparabandeMatilde,ganándoselavoluntaddedonFidelElías.

Cuandosevioensucuarto,rodeadodesusmuebles,testigosdesuconstantedolor, cubrió de besos el retrato que guardaba de su querida y volvió lamemoriahacialospasadostiemposdesudicha,nosinunatristeimpresiónalrecordar las acciones de su vida desde que la suerte le había separado deMatilde.ElremordimientodehabersacrificadoelhonordeAdelaidaMolinaalconsuelodesuspenashablóentoncesmásaltoensuconcienciaqueenlosdíasanteriores.Lafelicidadlevolvióhacialavirtudasícomoladesesperaciónlehicieraquebrantar sus leyes.Sintióconvergüenzaqueno iríapuro,comoantes,ajuraramoralospiesdelaqueinmaculadosleguardabasucorazónysufe.Aquéllafuelaprimeraideaquevinoaenturbiarlaondacristalinadesualegría y también la que le sacó de la contemplación en que se hallabasumergido, para hacerle sentir la necesidad de mayores emociones que ledistrajesendesuenojosorecuerdo.

Ver aMatilde y oír de su boca las tiernas protestas de su amor santamenteconservado fue loquealmomentoocupó su imaginación.Recordóconestoque la última frase de Leonor, que Rivas le había transmitido, le abría elcaminoparabuscar losmediosde llegarhastaMatilde.Sentoseasumesayprincipió a escribir con un ardor febril.Al cabo de una hora había roto dos

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cartasyescribíalasiguiente,quefuelaúnicaquesatisfizosuimpaciencia:

«Unamigomeacabadedecirqueustedmeamatodavía.Nopuedopintarlelafelicidadqueestanoticiametraederepente;seríaprecisoqueustedmeoyese,porque una carta no bastaría para contener la historia de los pesares que lanuevaesperanzadesvanece.Siesverdadqueustedmeconservaeseamor,queha sido hasta hoymi única dicha ymi único pensamiento querido, déjemeoírlo de su voz. Esta súplica se la haría de rodillas si usted pudiese verme,porquesiusted ladesoye,creeréquemehanengañado,yvolverahoraamilargodesconsueloseríahorribleparamí».

San Luis se contentó con esta carta porque era la única que se hallaba enarmoníacon laagitacióndesuespíritu.Las largas frasesdeamorquehabíaconfiadoalasdosprimerasleparecieronmuyfríasparapintarelestadodesualmabajolaviolentaemociónqueleagitaba.DespuésdecerrarlasedirigióacasadedonFidel.Alllegaralumbraldeaquellapuertaquehabíaatravesadoporúltimavezconelcorazóndespedazado,temblabacomoenlaproximidaddeuninmensopeligro.

Paraentregarsucartanohabíaimaginadootromedioqueelinventadotalvezdesde el origen de la escritura.La hora favorecía sus intenciones, porque lanochehabíallegadoyayelmalalumbradodelascalleslepermitíaacercarsealacasasin temordeserconocido.Enelcuartodelzaguánpreguntóporunacriada antigua de doña Francisca, que había conocido durante sus visitas.Cuatrorealesbastaronparaqueelcriadoqueocupabalapiezadelzaguánseprestase a llamar a la persona por quien Rafael preguntaba, y diezminutosdespuéslacartasehallabaenmanosdeMatilde.

LlegadalahoraenquedonFidelasistíacondoñaFranciscaysuhijaacasadesucuñado,Matildefingióundolordecabezaparaquedarse,temiendoqueenlatertuliadedonDámasoalguienpudieseleerensusemblantelaturbaciónenquesehallabadespuésdeleerlacartadeSanLuis.

Alasochodelamañanadelsiguientedía,Leonorsalíadeunaiglesiaenvueltaensumantónyacompañadaporunasirviente.

Delaiglesiasedirigióacasadesuprima,quelarecibióenlamismapiezaenquehabíanestadoeldíaanterior.

-¿Estásrealmenteenferma,comoanochemedijeron?-preguntóaMatilde,encuyorostroseveíalapalidezquedejaordinariamenteunanochedeinsomnio.

-Mira esta carta -fue la contestación deMatilde, que puso enmanos de suprimalaqueRafaellehabíadirigido.

-¿Ytumamá?-preguntóLeonor,sentándoseysinmirarlacarta.

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-Estádurmiendo.

Leonor echó hacia atrás el mantón que cubría su frente y empezó a leer.Después de terminar, alzó los ojos sobre su prima. Ésta permanecía de pie,frenteaella,yenlaactituddeunculpabledelantedeljuez.

-Nohabráscomprendido-ledijoLeonor-cómoSanLuistepideunaentrevistadespuésdenuestraconversacióndeayer.

Matilde, en su turbación, no se había fijado en aquella circunstancia, y sóloentoncesrecordóqueensuconvenioconLeonorhabíanresueltocitaraRafaelparaesedía.

-Escierto-contestó.

-Al irme de aquí -repuso Leonor- cambié de plan.Me pareció más naturaldecir sólo la mitad de él y dejar que San Luis pidiese la cita. Esta cartamanifiestaquenomeengañé.¿Hascontestado?

-No,esperabaverteparahacerlo.

-¿Hascambiadoderesolucióndesdeanoche?

-Tampoco-dijoMatilde-.Esverdadquetengomiedo;peromevenceré.AhoraqueRafaelmeha escrito, es imposible cambiar dedeterminación, porque simenegasecreeríaquenoleamo.

-Tienesrazón.Demodoquelecontestarásahora.

-¿Quélediré?

-Lisa y llanamente lo que ayer convinimos. Es temprano y tu contestaciónllegaráatiempo.Noolvidesqueesparalasdosamástardar.YoestaréaquíconAgustínalauna.

Después de la salida de su prima, Matilde contestó en los términos queacababaderecomendarle,yenviósucartaporelmismoconductoquehabíarecibidoladeRafael.

Leonor llegó pronto a su casa y se dirigió a las piezas que ocupaba suhermano,aunadecuyaspuertasdiotresligerosgolpes.

LavozdeAgustínpreguntódelinterior:

-¿Quiénes?

-¿Noestásenpie?-preguntóLeonor.

-Entra,hermanita-dijoalaniña-.¿Quéesestotandemañana?¿Vienesdelaiglesia?

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Leonor dio una respuesta afirmativa a la última pregunta y se sentó en unapoltronadetafileteverdequelepresentóelelegante.

-Y tú, ¿cómo estás tan temprano en pie? -preguntó la niña, quitándose elmantón.

Agustínhabíapasadomalanocheconlafelicidad,queavecesdesvela tantocomoelpesar.

-Nosé-dijo-,despertétemprano.

-Anocheterecogistetarde.

-Sí,meentretuveporahí-contestóAgustín,queveíaconplacerunaocasiónderecordarsuvisitadelanocheanterior.

-¿Dóndeestuviste?-preguntóLeonor,conairededistracción.

-Encasadeunasniñas.

-¿Habíamuchosjóvenes?

-Algunos;yoestuveconMartín.

-¡ConMartín!-dijoLeonor,admirada-.¿Encasadequéniñas?

-¡Ah!,hermanita,eresmuycuriosa;secuentaelmilagrosinnombraralsanto.

-Nosabíaqueanuestroalojadolegustasevisitar-dijoLeonor,jugandoconellibrodemisaqueteníaentrelasmanos.

-Comoatodohijodevecino.

-¿Sonbonitaslasniñas?

-¡Oh,encantadoras!

ElentusiasmodeestarespuestaprodujoenLeonorunaextrañasensación.

-¿Lasconozcoyo?-preguntóconcuriosidad.

-Nosé...,puedeser.

Agustíndioestacontestaciónporque,sibiensehallabacondeseosdecontarqueeraamado,noquería,porotraparte,hacersospecharasuhermanalabajaesferasocialenquehabíaidoabuscarsusconquistasamorosas.

-Deesasniñas-dijoLeonor-,algunadebegustarte.

-Lamásbonita-contestóAgustínconorgullo.

-¿Yellatequiere?

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-Nofaltanpruebasparacreerlo.

Leonorhabíahecholaspreguntasanterioresparanollamarlaatencióndesuhermanosobreestaotra:

-¿YMartín...hacelacorteaalgunadeellas?

-Noséprecisamente;perolehevistoconversarmuchoconunahermanadelamía.

AgustíndioaesteposesivotodalafatuidadqueleinspirabaelrecuerdodelacitaquehabíaobtenidodeAdelaida.

-¿Yesbonitatambién?-preguntóLeonor.

-Bonita,¡cómono!,aunquenotantocomolaotra;peroesinteresante.

Laniñasequedópensativadurantealgunosmomentos.Sentíasehumilladaporaquellarevelación.

Era claro que Rivas habíamentido al contarle, con pretendidamodestia, supropósitodenoamar;yqueprobablementehablabadeamorconotracuandoella le esperaba para confundirle con su desdén. Mientras hizo estasreflexiones,leocurriólaideadequesusilenciopodíadespertarlassospechasdesuhermanosobrelacausaquelomotivaba,ydeterminóllamarsuatenciónsobreelasuntoquelallevabaallí.

-¡Ah! -exclamó al instante de pensar esto-, se me olvidaba que tengo quepedirteunservicio.

-¿Unservicio,hermanita?-dijoAgustín-,hablasoytodoati.

-QuieroquemeacompañeshoyalaAlamedaentrelaunaylasdosdelatarde.

-¿Paraqué?Hoynoesdomingo.

-Despuéstediré;prométemeprimeroquemeacompañarás.

-Teloprometo,notengodificultadninguna.

-Dime, Agustín, ¿tú estás verdaderamente enamorado de esa niña de queacabasdehablarme?

-¡Oh!,laamodetodomicorazón.

-Demodoquesinopudiesesverla,losentiríasmucho.

-Muchísimo;peronocreoqueestosuceda.

-Esonoimporta;supónqueteseparasendeella.

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-¡Caramba,noseríatanfácil!

-Yalosé;perodaloporhecho.

-¡Ah!,¿esunasuposición?Bueno.

-Estando así, sin verla, ¿no agradecerías mucho a la persona que teproporcionaseconellaunaentrevista?

-¡Cómono!¡Seloagradeceríaenelalma!

-PueseslomismoquetúvasahaceracompañándomealaAlameda.

-¡Ahpicarona!,tienestusamorcillos,¿eh?

-No,hijo,nosoyyo-dijoconciertatristezaLeonor.

-Entonces.¿Quiénes?

-Matilde.

-¡Laprimita!Yéstees¿elcuántos?PorquecuandoyoestabaenEuropa,supequeteníaamoresconRafaelSanLuis,túmeescribistequeseibaacasarconotro y ahora quiere que la lleven a la Alameda para ver, sin duda, a untercero.Fichtre!¡Excuseusteddelopoco!

-Noesparaverauntercero;MatildenohaamadonuncamásqueaRafaelSanLuis.

-Yentonces,¿cómoibaacasarseconAdriano?

-Engranparteporculpademipapá.

-¡Demipapá,hermanita!Nocomprendo.

-PorquetúnohassabidoquemipapáfueelqueaconsejóaltíoFidelparaquedespidieseaSanLuisdesucasa.

-¿Yporqué?

-DicenqueporqueestabapobreRafael.

-Nodejadeserunarazón.

-Aunquelofuese,mipadrenodebióintervenirparacausarladesgraciadeunjovenbueno.

-Esverdad.

-Yyocreoquenosotroscumplimosconundeberreparandosufaltaenloquepodamos.

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-Asímeparece,esjusto.

-MatildeamasiempreaSanLuis,ynuncaamaráaotro.

-Hacebien,yoestoyporlaconstancia.

Leonorexplicóenseguidalorestantedesuplan,dejandoasuhermanomuyconvencidodelanecesidaddeapoyaraMatildeensusamores.

Despidiéronsedespuésdeestaconversación,prometiendoAgustínnofaltaralahoraconvenida.

Elelegantesehallabaenundíadeindulgencia,conlaalegríaquelecausabalaexpectativade lacita;así fuequeno tuvounmomentodeescrúpuloparafavorecerlosamoresdeMatilde.

-XXIV-

Unpocoantesdelaunadeldía,salióLeonordesupiezaalcuartodeantesala.Lacompletaeleganciadesutrajehacíaresplandecersuadmirablebelleza.Unvestidodepopelinaclaroajustabasutalledelicado,quesedivisabaal travésde un ancho encaje de Chantilly que guarnecía una manteleta bordada, deterciopelo negro. Los numerosos pliegues de la pollera se perdíanlongitudinalmente hacia el suelo, realzando la majestad de su porte, y uncuellodefinosencajesdevalenciennes,ajustadoporunprendedordeópalos,confundía su blanco bordo con el blanquísimo cutis de su bien delineadagarganta.

Leonor se sentó a esperar a su hermano, entreteniéndose en jugar con unquitasolqueteníaentrelasmanos.Alcabodecortosinstantesseseparódesuasientoysepusodelantedelespejodelachimenea,pasandounamanosobresuslustrososbandeaux,conuncuidadoqueacreditabaelcultoqueprofesabaasupersona.

Muy distante se hallaba Leonor de figurarse que en ese momento dos ojosdirigíansobreellaunamiradaardientealtravésdelavidrieradelapuertaquecomunicabalaantesalaconelescritoriodesupadre.AquellosojoseranlosdeMartín, que, habiendo oído cerrar la puerta por la cual Leonor acababa depasar,sehabíapuestoenobservación,comomuchasveceslohacía,paraveralaniña,queaesahoraestudiabadiariamenteelpiano.

Tanta belleza y elegancia hacían latir el corazón del enamorado mozo condesesperadaviolencia.Conlaavidezdetodoamante,quisoRivascontemplardemás cerca a su ídolo e imaginó al momento un pretexto para acercarse.Sentía una extraña fascinación que le arrastraba en su amor a despreciar la

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altivezconqueeratratado;eraelefectodelamisteriosafuerzaqueimpulsaatodo infeliz aponderarse suspesares, a todocriminal a seguir en laobscurasenda a que un primer delito le arroja. Martín deseaba complacerse en supropia desgracia, sentir la opresión de su pecho ante la mirada altanera deLeonor,compararcercadeellalamiseriadesudestinoconlaopulentariquezayhermosurade la niña.Estas sensaciones le hicieron abrir la puerta conunardorfebril,sinexplicarseloquehacíaycegadoyaporladesesperaciónsobresusuertequelavistadeLeonorleinfundía.

Laniña volvió precipitadamente la cabezahacia el punto enque se abría lapuertayvioapareceraMartín,pálidoyturbadodelantedeella.

AlmomentovinieronalamemoriadeLeonorsuspropósitosdelavíspera,yrecibióelsaludodeljovenconfríamiradayorgullosoademán.

AnteaquelsaludoconocióRivasloaventuradoytemerariodeloquehacía.

-Señorita-dijoconvoztímida-,mehetomadolalibertaddepresentarmeparadeciraustedqueayercumplíelencargoqueustedsesirvióhacerme.

-Yo esperaba haber recibido anoche esa respuesta -contestó Leonorsentándose.

Martíntomóeltiradordelapuertaenseñalderetirarse.

-Mihermanomehizoestamañanaciertasconfidencias -dijoLeonor, sindartiempoaRivasdehacerloqueintentaba-,quemehanexplicadoporquénosucedióloqueyoesperaba.

La palidez de Martín desapareció bajo un vivo encarnado al oír aquellaspalabras, porque se figuró queAgustín hubiese hablado de la casa de doñaBernarda.

-No creí, señorita -contestó-, que usted aguardase con tanta impaciencia larespuesta.

-De modo que usted ha vuelto la felicidad a su amigo -dijo Leonor-, sinaceptarporningunaseñalexteriorladisculpadeljoven.

-Graciasausted,señorita-repusoMartíninclinándose.

-Ésteseráunmalejemploparausted-replicóconunaimperceptiblesonrisademalicia.

-Noveoporqué,señorita.

-Porquelafelicidaddesuamigopuedeinfluircontra losheroicospropósitosqueustedmemanifestólaotranoche.

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-Rafaelocupaunaposiciónmuydistintadelamía-dijoRivasconunacentotannaturalmentemelancólicoqueLeonorfijóenélunaprofundamirada.

-¿Porqueestásegurodeseramado?-preguntó.

-Precisamente.

-¿Yusted?

-Yo...nopretendoserlo-contestóMartínconverdaderamodestia.

-Esustedmuydesconfiado -replicóLeonor, con la sonrisaqueunmomentoantessehabíadibujadoensuslabios.

-Creoquemidesconfianzapodráservirmedeescudocontramayordesgraciaqueladenosernuncaamado.

-¿Mayordesgracia?¿Cuál,porejemplo?

-Ladeamarsinesperanza.

Martín pronunció estas palabras con voz tan íntimamente conmovida queLeonor, a pesar de su imperio sobre símisma, se puso encarnada y bajó lavistaalencontrarseconlaardientemiradadeljoven.

Su invencible orgullo la hizo al momento avergonzarse de su involuntariaemoción.

Enelinstantedebajarlavistaoyólavozdesuamorpropioescarnecerlaporsudebilidad.Demodoqueapenassusdilatadospárpadoshabíancubiertolaspupilas, alzáronse de nuevo dejando ver la arrogante mirada del orgulloofendido.

-Nodebeustedarredrarseanteesadesgracia-dijo-;pocossonloshombresquenoencuentranalgunavezsiquieraquienlosame.PorloquemedijoAgustín,ustedestáencaminodeencontrarseprontoacubiertodeloquetantoparecetemer.

Levantosealdecirestodesuasientoconlamajestaddeunareina,yarrojóaljoven,mirándoleconairedeburla,queennadadisminuíasudignidad,estaspalabras:

-Unade lasniñasqueustedesvisitaronanoche,diceAgustínquemanifiestaaficiónporusted;yavequepuedetenermásconfianzaensuestrella.

YsaliódelapiezallamandoaunacriadaydejandoaRivassinmovimientoenelpuntodondehabíapermanecidodepiedurantetodalaconversación.

MuyluegooyólavozdeLeonorquedecía:

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-DiaAgustínqueleestoyesperandohacemásdeunahora.

Estas palabras le sacaron de su estupefacción. Abrió la puerta y entró alescritoriodedonDámasoconlaslágrimaspróximasaescapárseledelosojos.

Las últimas palabras deLeonor y lo que había dicho después a la criada lehacían creer que lemiraba como un objeto de pasatiempo y de burla. Estacreencia arrojó en su alma una tristeza que nubló los resplandores que todojovendivisaenelporvenir.

«Vamos -se dijo con rabia, apoyando ambasmanos en la frente-, es precisotrabajar».

Y tomó la pluma con ardor desesperado, evocando el recuerdo de su pobrefamiliaparacalmarladesesperaciónqueleoprimíaelpechoyledabadeseosdellorarcomounniño.

Leonor volvió a sentarse pensativa en el sofá que había ocupado mientrashablabaconMartín.Maquinalmentesedetuvieronsusojosenlapuertaqueeljovenacababadecerrar,yparecíaleverleaún,depie,próximoaesapuerta,pálido y turbado, dirigirle con ardientemirada y conmovido acento aquellafrase que en pocas palabras pintaba elmelancólico desconsuelo de su alma:«Amor sin esperanza». Y bajó de nuevo, por un movimiento maquinaltambién, suvista;peroal levantarlaotraveznobrillabanyaen susojos losrayos, de su orgullo receloso y tenaz, sino la vaga expresión que pinta laalboradadeunanuevaemociónenelalma.

Leonorpensóentonces,massin formularconprecisión talpensamiento,queenaquellaspalabrasdeunverdaderosentimentalismo,enlaelocuentemiradadelosojosnegrosdeMartín,enlaíntimaemociónqueacusabasuvoz,habíamilvecesmásatractivosqueenlosestudiadoscumplimientosdeloselegantesjóvenesquecadanoche le repetíansushostigososcumplidos.Aquella ligeraentrevista dejaba en su ánimo una profunda y desconocida emoción, unatristeza indefinible que borraba de su memoria la imagen del pobreprovinciano, tímido y mal vestido, para ceder su lugar al joven modesto ysentimental, que en pocas palabras dejaba entrever un corazón capaz degrandessensaciones.

LallegadadeAgustínvinoacortaraquellasreflexiones,sinformafija,enquevagabacomplacidalamentedeLeonor.

El elegante había apurado la combinación de la corbata con el chaleco ypantalonesalamásperfectaarmoníadeloscolores;elcutislustrosodesucaraatestiguabaelpasodelanavajasobreunabarbanaciente,ysupelodespedíaelperfumedelamásricapomadadejazmíndePortugalquefabricalaSociedadHigiénicadeParís.

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-¿Tehehechoesperar,mitodabella?-preguntóaLeonor,ostentandoconartelagraciadesupantalóncortadoporDussotoyenlacapitaldelaelegancia.

-Algo-contestóLeonorlevantándose.

Salieron de la casa y llegaron poco después a la de don Fidel, donde losesperabaMatilde.

Éstahabíadadotambiénuncuidadoprolijoasutraje,quebienpodíarivalizarengraciaconeldesuprima.Laresoluciónunpocoviolentadequesehabíaarmadoañadíaciertagraciaasubelleza,modestahastalatimidez,ysusojosestabananimadosporunavivezaqueaumentabasubrilloysuhermosura.

Pusiéronse en camino, aparentando una alegría que sólo Agustín tenía enrealidad,porqueLeonorysobre todoMatildenopodíanocultar la turbaciónquedeellasseapoderabaalaproximarsealaAlameda.Alllegaralpaseodeque nos enorgullecemos todos como buenos santiaguinos, Leonor habíarecobradoyasuserenidadyalentabaaMatilde,aquieneltemorhabíahechoperderenteramentelavivezayanimaciónquealsalirdesucasasemirabaensusemblante.

LaAlamedaestabadesiertacomoloestáendíasquenosonfestivos.Elalegresoldeprimaverajugabaenlasdescarnadasramasdelosálamosyextendíasusdoradosrayossobreelpisodelpaseo.

Las dos niñas avanzaron conAgustín hasta el punto en que se encuentra lapila.LasoledaddellugarinfundióconfianzaaMatilde,ylaconversación,quealllegarhabíalanguidecido,recobrósuanimacióncuandoestuvieronsentadosnolejosdelmaiténquealgúnintendenteamigodelosárbolesnacionaleshizocolocarenelóvalodelapilacomounamuestradesupredilección.

Poco rato después que se hallaban en aquel lugar, Agustín dijo al oído deLeonor:

-AllívieneRafael.

Matildelehabíadivisadodesdelejosyhacíapoderososesfuerzosparaocultaryreprimireltemblordesucuerpo.

SanLuisseacercóalsofáysaludócongraciaaLeonoryasuprimaprimero,dandolamanoaAgustín,queleacogióconrisueñosemblante.Igualcortesíahabía mostrado al saludar a cada una de las niñas, sin que hubiese podidodistinguirse que una de ellas ocupaba su corazón únicamente desdemuchosaños.

Rafael tuvo también bastante oportunidad para entablar luego unaconversación, en la que todos tomaron parte, destruyendo de este modo el

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naturalembarazoquedebíasucederalsaludo.Conesaconversación,Matildese serenó del todo; pudo dirigir sin temblar sus miradas a Rafael, con laternuradeunamorverdadero,quedesdeñaelartificioydejaretratarseenelrostrolasgratasemocionesqueseapoderandelalma.

Leonordiopocodespués la señalde lavuelta, levantándoseyapoderándosedelbrazodesuhermano.RafaelofrecióelsuyoaMatilde,ylasdosparejassepusieronenmarchaconlentopaso.

SanLuisentablóprontolaconversaciónconquehabíasoñadotantasvecesensusdíasdetristeza;pintóconcalorsuspesares;hizoestremecersedegozoelcorazón de su querida con la expresión apasionada de un amor que habíallenado su existencia, y recibió con una alegría que le costaba reprimir lassencillasytiernaspalabrasconqueMatildelecontólosdoloresdelsacrificioquehabíahechoalavoluntadpaterna.Huboenesamutuaconfidenciadedoscorazones unidos por una pasión sincera y separados por la ambición, esaexpansión sin arte que desborda del pecho inundado por una felicidadcompleta, palabras que contaban con una vida sin límites, miradas quebrillabanconcelestialventura.

-Enfin-dijoRafael-,todosmispesareslosborraestemomento;yaveoquelosmáslocossueñosdelaimaginaciónpuedenrealizarse.¡Ustedmeama!

Esta frase fue pronunciada cuando Matilde refería los temores que habíavencidoparadarlacita.

-Ahora-añadiólaniña,queenaquelmomentodesupremadichasentíaensualmaunvalordecidido-miresoluciónesirrevocable.Hesufridomuchoparanotenerenadelantelafuerzaderesistir.

Rafaelcontóentoncessunuevoplanylasprobabilidadesconquecontabaparavencer la obstinación de don Fidel. Este plan abría a los amantes el camporosado de la esperanza, desarrollando a sus ojos los mirajes infinitos quesiempre se presentan a los enamorados felices. Los alegres proyectoscernieronsobreellossusalasdoradasylesparecióqueelcieloeramásazulymáspuroelaireenqueresonabansuspalabras.

Enandar trescuadrashabíanempleadocercademediahora,durante lacualAgustín contaba a Leonor sus amores, transformando en su narración aAdelaidaenlahijadeunadelasprincipalesfamiliasdeSantiago,ysinllegara la relación de la cita, que fue sustituida por mil pruebas de una violentapasión,inventadasporlaimaginacióndelelegante.

Al terminar la cuarta cuadra, Leonor se detuvo y fue preciso separarse;MatildeyRafaelcreíannohaberhabladotodavía.Eljovensedespidiócomohabía saludado; llevaba la esperanza de una nueva entrevista si Leonor

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consentíaenacompañardenuevoaMatilde,mientrasseponíaenejecuciónelplanquedebíadarporresultadoelconsentimientodedonFidelElías.

-XXV-

Nuestra narración debe en este punto retroceder hasta el día siguiente de lafiesta celebrada en casa de doña Bernarda, para explicar las palabras quemediaronentreésta,AdelaidayAmador,despuésdelavisitaenqueAgustínEncinahabíaobtenidolacita.

ElsecretoqueRafaelhabíareveladoaMartínsobresusamoresconAdelaidaMolinaeratambiénconocidoporEdelmirayAmador,aquienesestaniñalohabíaconfiadoparaocultarasumadreelfrutodesuextravío.AmadorhabíaservidodeauxiliarasuhermanaenestedesignioyfacilitádolalosmediosdeausentarsedecasadedoñaBernardaduranteunmes,alcabodelcualAdelaidaregresódeunpaseoaRenca,endondedejabaasuhijoconunahermanadedoñaBernarda.

Edelmira,porsuparte,sehabíalimitadoallorarsobrelafaltadesuhermana.

Inútil nos parece referir circunstanciadamente los medios de que se valióAmadorparaevitar lassospechassobretandelicadoasunto.Elresultadofueque Adelaida regresó al hogar de la familia sin que la más ligera manchaempañasealosojosdelmundoellustredesureputación.

PeroAmadorerahombrequegustabadesacarpartidodelosaccidentesdelavida para compensar los rigores de la suerte contra su siempre necesitadobolsillo.Porestosevaliódelascendientequeaquelsecreto ledabasobresuhermanaparaobligarlaasermenosdesdeñosaconelamarteladohijodedonDámasoEncina.

Adelaidameditabasóloalgunavenganzacontraelquelaabandonaba,cuandoAgustínentróalacasaatraídoporsuslindosojos.Elelegantellegaba,comose ve, en mal momento, y debió naturalmente sufrir por algunos días losdesdenesquesumalaestrellaledeparaba.

Sinembargo,Agustínnosedesalentóconlosprimerosreveses,yatribuyóasu constancia la sonrisa afable que sus requiebros hicieron dibujarse en loslabiosdeAdelaida,cuandoAmadorhabíaordenadoaquellaamabilidadconlamiradesacaralgúnpartidodeaquelamordeunhijodefamilia.

LaambiciónhizoentreveraAmadorhastalaposibilidaddeenlazarsuestirpeplebeyaypobreconladoradadelnuevoamantedeAdelaida.

Ésta se dejó dominar y consintió en representar el papel que en aquella

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comedia la asignaba su ambicioso hermano, sin esperar más ventaja de suobediencia que la posibilidad de mejorar de fortuna, y poder así, con másprobabilidad,encontraralgúnmediodevengarsedeRafaelSanLuis.

Al día siguiente de la fiesta celebrada por doña Bernarda en honor de sucumpleaños,AmadorentróalcuartodeAdelaidaencircunstanciasquedoñaBernardayEdelmirahabíansalidoalastiendas.

-¿CómotefueanocheconAgustín?-preguntóAmadorsentándose-.¿Siempreenamorado?

-Siempre -contestó Adelaida sin levantar la vista de una costura en que sehallabaocupada.

-¿Ytúquéledices?

La niña miró a su hermano con la resolución que naturalmente se pintabasiempreensusemblante.

-Yo -dijo- nada casi le contesto, porquehasta ahora nomehas explicado loquequiereshacer.

-¿Loquequierohacer?¿Notehedichoquelehagascreerquelequieres?

-¿Yparaqué?

-Primero, porque estoy pobre -dijo Amador encendiendo un cigarro ylanzandoalaireelfósforoconqueacababadeprenderlo.

-Nosécómoestéspobrecuandotodaslasnochescasileganasplata-replicóAdelaida,volviendoasucostura.

-Hartosacoconganarle;mefirmadocumentos.

-¿Yporquénoloscobras?

-¿Sabesloquesucede?Variasocasionesmehapasadolomismo;unoleganaalhijodeunricoy,cuandonolequierenpagar,sevadondeelpadre,queseponefuriosoyloamenazaaunoconmandarloalacárcel.

-¿YlaplataquetepagóAgustín?

-Esoesmuypoco,unaodosonzas;semevanentrelosdedos.

Adelaidasequedóensilencio.

Amadordejópasaruncortoratoydijo:

-Loqueyoquieroesquetúyyosaquemosalgunabuenaventaja.Dime,¿notegustaríacasarteconAgustín?

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-YasabesqueyoloprimeroquequieroesqueRafaelmelapague.

Esta vulgar contestación resonó de un modo extraño entre los labios deAdelaida,encuyosojosbrillaronalmismotiempolossombríosreflejosdeunodioconcentradoytenaz.

-Yoteayudarésitúmeayudas-ledijoAmador-.Mira,noseaslesa;sihacesloquetedigo,tecasasconAgustínyeresrica.¿Quémásquieres?

-Túhablasdecasamientocomosifuesetanfácil-replicóAdelaida,quenoseatrevíaacontradecirasuhermano,queeradueñodesusecreto.

-Ciertoqueesdifícil-contestóéste-;peroyosécómohacerlo.

-¿Cómo?

-Levas dando esperanzas aAgustín. ¿Nomehas dichoque siempre te estápidiendocita?

-Cierto.

-Bueno;cuandoyoteavise,ledascita.Entoncesllegoyoconunamigoquetengoporahíyloobligoacasarse.

-Sí,¿peroquiénnoscasa?

-Miamigo;notedécuidado.

-Tuamigonoesmásquesacristán.

-¿Yesoquéimporta?Escúchameprimero.Comohemosdetenerquedecírseloa mi madre y ella no consentiría si supiese que mi amigo no es más quesacristán,ledecimosqueescuraoquetraelicenciaparacasar.

-¿Ydespués?

-Yo digo amimadre que después que ella vea que están casados le diga aAgustínquenotedejarájuntarteconélhastaquenoseloaviseasufamiliayden parte que se han casado. Así estoy seguro quemimadre no se opone.Agustín entonces se lo tiene que contar a su padre y éste, como ya no hayremedio,seconformaydapartealosamigos.YoleaconsejaréaAgustínquedigaensucasaquesevanacasarenelcampooencualquieraparte.UnavezquehayandadopartedescubroyolacosaaAgustín,quepornopasarporlavergüenza de contarlo y que en Santiago se rían de él, se casa entonces deveras.

-Peroentoncesmeaborrecerá,viendoloqueyohagoconél.

-¿Yparaquélevasadecirquesabesnada?Mira,apenasélentrealacitanospresentamosmimadreyyo; tú tehaces la inocentey llorasogritassi teda

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gana; entretanto yo obligo a Agustín y se casan. Agustín creerá que tú nosabíasnada.

Adelaida opuso a este plan algunas objeciones demasiado débiles ante lavoluntaddesuhermano,queencasodeformalresistencialaamenazabaconperderla.Esteplanademásnodejódelisonjearuntantosuorgullo,quelahizodivisarsecomolamujerdeunjovenricoydelaprimeraclasedelasociedad,conlaquepodríarozarseentoncesdeigualaigual,triunfandodelaenvidiadesusamigas.OtracausaobrabaademásenelánimodeAdelaidaparasometerseconmuypequeñaresistenciaalavoluntaddeAmador;estacausatomabasuorigen del estado de su alma. Abatida por la conciencia de su desgracia,fácilmenteseadheríaalnuevoplanquelaofrecíalaprobabilidaddecambiarsudestinoporlafelicidaddeunaexistenciaregaladaconlosgocesmaterialesdellujo,queocupantanvastolugarenelalmahumana.

Despuésdeestaconversación,AdelaidatemplósusrigoresconAgustínhastaelpuntodehacerlecreerenquecorrespondíaasuamorydarlelacitaparalacualelelegantesepreparabadespuésdelpaseoalaAlamedaconLeonorysuprima.

Amador,enlosdíasquehabíamediadoentresuconversaciónconAdelaidayel designado para la cita, tuvo cuidado de hacer entrar en susmiras a doñaBernarda,aquienlaideadeverasufamiliaenlazadaconlaopulentadelosEncina le hizo concebir granorgulloporhaber dado a luzunhombre comoAmador,capazdeconcebirunplancomoelqueéstelerevelaba.Mecidapordulces esperanzas prometió su cooperación, creyendo, según Amador se lodecía,queelamigocomplacientedesuhijoeraunsacerdoteconlicenciaparabendecirlaunióndeAdelaidayAgustín.

-Sinohacemosesto,madre-habíadichoAmadoralexponerlesuplan-,eldíamenospensadoalgunodeestosricosnosseducealaniñayquedamosfrescos.

-Tienes mucha razón -contestó doña Bernarda, con los ojos húmedos de lavivaemociónquelecausabalaideadelosregalosconquelaricafamiliadesuyerno,porfuerza,colmaríanecesariamenteasuhija,sinoporamor,a lomenosporvanidad.

-No crea tampoco -añadió Amador- que todo está en casarlos, porque esprecisoquelafamiliadeAgustínreconozcaelmatrimonio.

-Dejuro,pues-repusolamadre.

-Entonces,hagaloqueledigo:cuandousteddéparteasufamilia,ledicealmocito,entoncesleentregoasumujer.

-¿Ysinoquiere?

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-Loamenazoyo,pues,yledigoquelesalepeor.

Conestas explicaciones se comprenderá ahora el sentidode la conversaciónque, después de la salida de Agustín y de Rivas, tuvo lugar entre doñaBernardaysusdoshijosmayoreslanocheanterioralafijadaparalacita.

-XXVI-

Agustín regresó con su hermana del paseo en que habían acompañado aMatilde,consultandoacadamomentosureloj,cuyospunterosselefigurabaretardabanaqueldíasumarcha,queélmedíaconsuimpacienciadeverllegarlanoche.

Había convenido con Adelaida que, para alejar toda sospecha, no sepresentaríaalavisitaordinariaencasadedoñaBernarda,yqueunpostigodeunapequeñaventanaconrejadepalo,quedabaalacalle, indicaría,estandoabierto,quesuqueridaleesperaba.

Aquel día Martín no se presentó a la hora de comer; había recibido unaesqueladeSanLuisque lo llamabaparareferirlesusemocionesdelpaseoyhablarledelafelicidadquedesbordabadesucorazón.

Agustín sostuvo la conversación en la mesa con gran prodigalidad degalicismos y frases afrancesadas, algunas de las cuales, según decía doñaEngracia, la regalona Diamela comprendía, porque así lo indicaba elmovimientodesusorejas.

Don Dámaso, preocupado con sus indecisiones políticas, mezclaba algunaspalabrasalaconversacióndesuhijo,palabrasqueporsupocaanalogíaconelasunto de aquélla habrían hecho pensar que estaba dormido o era sordo, yLeonor evocaba, sin pensarlo ni quererlo, la sentimental imagen deMartín,apoyado a la puerta y dirigiéndola aquella mirada que a un mismo tiempohabía hecho experimentar a su corazón una sensación de calor y de fríoinexplicable.

Despuésdecomer,Agustínseretiróasucuartoyfumóvarioscigarros,paraadormecersuimpaciencia,siguiendoenlascaprichosasformasquedibujaelhumo al subir al techo el giro caprichoso también de sus esperanzas ydevaneos.

A lasnuevede lanocheentróal salónde su familiadespidiendounolordeagua de colonia de lavanda y de varios bouquets favoritos de otras tantasprincesas y duquesas europeas, que pronto llenó los ámbitos del salón,revelando la prolija escrupulosidad con que el elegante se había perfumado

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paraelmejoréxitodesuamorosacorrería.

ParaengañarsuimpacienciasesentóalladodeMatilde,quepocosmomentosanteshabía llegadoconsuspadres.Elcorazónde lahijadedonFidelhabíacomunicadoasurostrolaalegríaconquepalpitaba.EnlasmejillasdeMatildelucía ese color diáfano y brillante con que las emociones de un amor feliziluminan el rostro de la mujer, que parece adquirir una nueva vida en suatmósferavitaldelsentimiento.EntaldisposiciónencontróAgustínasuprimay le fue fácil entablar conellaunaconversaciónanimadaquepronto recayósobreSanLuis.

DonFidelydoñaFrancisca,quedesdedistintospuntosobservabanasuhija,notaron la animación con que Matilde hablaba, y supusieron al instante,presumiendodegranexperiencia,queentreaquellosdosjóvenesquecontantavivezaconversabandebíanestarseiniciandolospreliminaresdeunapasión.

TalideasugiriódistintasreflexionesalosobservadorespadresdeMatilde.

«¡Ah!,¡ah!,yonomeequivoconunca;bienhabíapensadoyoquesehabíandequerer»,pensabadonFidel.

DoñaFranciscadecía,mirandoasuhija:

«Despuésde todo,nodejadeseruna felicidad ladeposeerunalmavulgar,extrañaalosestáticosarrobamientosdelasalmasprivilegiadasqueatraviesanelerialdelaexistenciasinencontrarotracapazdecomprenderladelicadezaconqueaspiranarealizar,etc.,etc.».

Y ambos se imaginaban que la alegría que animaba el rostro deMatilde nopodía provenir sino de las galanterías con que su primo debía estarlacortejando.

Martín entró en ese momento al salón. Traía en su pecho el peso de lasconfidencias de su amigo, que naturalmente le ponían en la precisión deenvidiarunafelicidadqueleparecíaimposiblealcanzarparasí.Laaspiraciónde ser amado, sueño constante de la juventud, cobraba en su almaproporcionesinmensasqueconincansabletenacidadleesclavizaba.

Leonor,que temíanoverlepresentarse aquellanoche, lejosde confesarse lasatisfacción que acababa de sentir al verle aparecer, encontró en su orgullorazones para considerar la visita del joven como una osadía, después de laescena de la mañana. El altivo corazón de aquella niña, mimada por lanaturaleza y por sus padres, no quería persuadirse de que, en la lucha quehabía emprendido para jugar con sus propios sentimientos y burlar eldecantadopoderdel amor, ibaporgradosperdiendo su altanera seguridadydandocabidaaciertasemocionesextrañas,cuyodulceimperioleparecíauna

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humillacióndesudignidad.

Martín,despuésdesaludar,sehabíasentadosolo,nolejosdelpiano,ydirigíaa hurtadillas sus ojos hacia el punto en que Leonor hablaba con EmilioMendoza.

DesdesuasientonopodíanotarelcambioquesehabíahechoenelrostrodeLeonor,que,agitadaporlossentimientosqueacabamosdedescribir,aparentóoírcongraninteréslaspalabrasdeMendoza,queapenasescuchabamomentosantes.

Alcabodealgunosminutos,Leonorpareciócansadade laafectadaatencióncon que oía las palabras galantes del joven y cayó nuevamente en sudistracción.AprovechándoseentoncesdeuninstanteenqueEmilioMendozacontestaba a unapregunta dedoñaFrancisca,Leonor se dirigió al piano, encuyo banquillo se sentó, dejando correr distraídamente sus dedos sobre lasteclas.

Martín, en aquel momento, recordaba como una felicidad perdida laconversaciónquealgunosdíasanteshabíatenidoconLeonorenaquelmismolugar.El corazón que ama sin esperanzas se ve obligado a poetizar lasmásinsignificantesescenaspasadas,afaltadepoderesperarenelpresentenienelporvenir. Por esto Rivas evocaba el recuerdo de aquella conversación,olvidándosevoluntariamentedelpesarqueentonceslehabíadado.

-Martín, en ese libro que tiene a su lado está la pieza que busco; tenga labondaddepasármelo.

Estaspalabras,dichasporLeonorentonomuynatural,sacaronaljovendesumeditación.Al tiempo de pasar el libro, su espíritu buscaba la intención deaquella orden con la inclinación de todo enamorado a imaginar un sentidoocultoatodaslaspalabrasqueoyedelapersonaaquienama.LafrialdadconqueLeonorlediolasgracias,poniéndoseahojearellibro,lepersuadióquealpedírselo ella no había tenido otra intención que la de buscar una pieza.Martín,novicioenelamor,pensabasiemprelocontrariodeloqueensucasohabríapensadoalgunode los fatuosquepululanen los salones, figurándoseque,paraconquistaruncorazón,notienenmásque,comoelsultánusadesupañuelo,arrojarunamiradaalavíctimaquepretendenavasallar.

MartínibaaretirarsecuandodijoLeonorsindirigirseaél:

-Lashojasdeestelibronosesujetan.

Yalmismo tiempososteníael librocon lamano izquierda, tocandoalgunasnotasconladerecha.

-Siustedmepermite-ledijoacercándoseMartín-,yopuedosujetarellibro.

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Leonor,sincontestar,dejóalamanodeljovenocuparellugarenqueteníalasuyayempezóatocarlaintroduccióndeunvalsqueleerafamiliar.

-¿Podráustedvolverlahojasolo?-lepreguntóalcabodealgunosinstantes.

-No,señorita-contestóRivas,que temblabadeemoción-;esperaréqueustedmeindiqueelmomentooportuno.

Laconversaciónestabayaprincipiadayeraprecisoseguirla.Alomenosasípensó Leonor, mientras que Rivas había olvidado todos sus pesares,entregándoseacontemplaralaniña,quefijabasuvistaalternativamenteenellibroyenelpiano.

-Hoy habrá visto usted a su amigo -dijo Leonor, cuando tuvo que mirar aRivasparaindicarlequeeraprecisovolverlahoja.

-Sí, señorita -contestó Martín-; le he encontrado el hombre más feliz delmundo.

-Demodoqueustedlehabrácompadecido-repusoLeonor,mirandofijamentealjoven.

-¡Yo!¿Yporqué,señorita?-exclamóésteadmirado.

-Paraserconsecuenteconsuteoríadehuirdelamorcomodeunadesgracia.

-Miteoríaserefierealamorsinesperanza.

-Ah,semehabíaolvidado.¿Yeseamorpuedeexistir?

MartíntuvoalmomentolaideadecitarsecomounejemplodeloqueLeonoraparentaba dudar; de pintarle con la elocuencia de una profundamelancolíalos dolores que destrozan al alma que ama sin esperanza; de revelarle suadoración respetuosa y delirante con palabras que pintaran los tesoros depasión que guardaba en su pecho para la que ignoraba poseer su absolutodominio. Pero al momento también, anudó la voz en su garganta y heló elvalordequesesentíaanimadoelrecuerdodelglacialdesdénconqueLeonorhabíarecibidosuspalabrasysuinvoluntariamiradaenlaconversacióndelamañana.Viosedeantemanoescarnecidoporsuamor,sefiguróconespantolaaltaneraysarcásticamiradaconquelaniñarecibiríasuspalabras,ysualmasereplegópalpitantealareservaquesucondiciónleimponía.

Estas reflexionespasaronpor su espíritu con tal rapidez, que sólomedióuninstantemuybreveentrelapreguntadeLeonorylarespuestaqueéldio.

-Semefiguraquesí,señorita-contestó,tratandodedominarsuemoción.

-¡Ah!,esdecir,queustednoestáseguro.

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-Segurono,señorita.

-En su amigo, sin embargo, tiene usted un ejemplo de que no debeconsiderarsecomounadesgracia.

-Rafaelhabíasidoamadoantes,demodoquepodíaesperarvolverloaser.

-Eso no; si él hubiese pensado como usted, habría tratado de olvidar, y esdignoahoradesufelicidadporquehatenidoconstancia.

-¿De qué serviría ser constante a un hombre que no se atreviese a confesarnunca su amor? -dijo Rivas, alentado por el raciocinio y la conclusión deLeonor.

-Nosé-contestóella-;pormipartenocomprendoenunhombreesatimidez.

-Señorita, se trata de su felicidad y tal vez de su vida -replicó con emociónMartín.

-¿Noexponenloshombresmuchasvecessuvidaporcausasmenosdignas?

-Esverdad;peroentoncescombatencontraunenemigo,yenelcasodequehablamostalvezpuedendarasuamormásprecioqueasuvida.Rafael,porejemplo, del que hemos hablado, no creo que tiemble en presencia de unadversario, y no obstante jamás se habría atrevido a dirigirse a su prima deusted sin las felices circunstanciasque loshan reunido.Unamorverdadero,señorita,puedeponertímidocomounniñoalhombremásenérgico,ysieseamoressinesperanza,leinfundirámayortimidezaún.

-Dicen que todo se aprende con la práctica -dijo Leonor con una ligerasonrisa-,ypresumoqueelmododevenceresatimidezestésujetoalamismaregla.

Martínnocontestó,porquetemíaadivinarelobjetodeaquellaobservación.

-¿Nolocreeusted?-lepreguntóLeonor.

-Difícilmeparece-contestóél.

-Sinembargo,nadasepierdeensayándolo,ycreoqueustedestáencaminodehacerlo.

-¡Yo!Jamáslohepensado.

Leonornosedignóreplicar.

-Ustedseolvidadevolver lahoja-ledijo,despuésquehabía tocadotodoelvalsdememoria.

-Esperaba la señal -contestó Martín, turbado ante la fría mirada con que

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Leonordijoaquellaspalabras.

Laniña,entretanto,habíavueltoaprincipiarelvals.

-¿Yquéplantieneahorasuamigo?-preguntó.

-En primer lugar -contestó Rivas-, no piensa más que en volver a ver a laseñoritaMatilde.

-EldomingopensamossaliracaballoalCampodeMarte;allípuedeverla.

-Esta noticiame la agradecerá en el alma -dijoRivas-, si ustedme permitedársela.

Leonorcesódetocaryabandonóelpiano.Martín,queporfaltadeesperanzamirabatodoporelladodelpesimismo,pensóqueaquellaconversaciónhabíasidosostenidaporLeonorparallegaradecirlelasúltimaspalabras,asícomoenunacartaseponemuchasvecesenlaposdataelobjetoquelahadictado.

Agustínlosacódesumeditación,viniendoaconversarconélhastalasoncedelanoche,horaaqueambosseretiraron.

PocodespuésseretirótambiéndonFidelElíasconsumujeryMatilde.

-¿Hasvisto-dijoenelcaminoadoñaFrancisca-loqueAgustínyMatildehanconversado?Que es lo que yo decía: ya se quieren, estoy seguro de ello, ymañanavoyahablarconDámasoparaquearreglemoselmatrimonio.

-¿No sería mejor esperar hasta saber de cierto si se aman? -observó doñaFrancisca.

-¡Esperar! ¿Se te figura que un partido como Agustín se encuentra tanfácilmente? Si esperamos no faltará quien lo comprometa. ¡Quién sabe endónde visita!No, señor, en estas cosas es preciso ser vivo.Mañana hablaréconDámaso.

EnesemismomomentoAgustíndabaunanuevamanoa suelegante trajeyvaciabaensuropamezcladasgotasdelasmásafamadasesenciasdeolorparaasistiralacita.

-XXVII-

MediahoraantesdelaconvenidaseencontrabaAgustínenlasinmediacionesdelacasadedoñaBernarda.

Lasvisitassehabíanretirado,ylacriadacerrólapuertadecalle,querechinóal girar sobre sus goznes.No lejos deAgustín, que ocultó su rostro bajo el

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cuellodeunanchopaletó,pasarondosdelosvisitantesdedoñaBernardaconRicardoCastaños,eloficialdepolicía.

ElcorazóndelhijodedonDámasopalpitódealegríaalverabrirseelpostigoquedabalaseñaldequeeraesperado.Considerábaseeneseinstantecomoelhéroefelizdealgunanovela,ydeantemanoseregocijabasuorgulloalpensarque una mujer bonita le amaba lo bastante para sacrificarle su honra. Estareflexiónlerealzabaconsiderablementeasuspropiosojos,llenándoledeamory reconocimiento hacia la divina criatura que le entregaba su corazón,fascinadaporlosirresistiblesatractivosdesupersona.

Enladulceexpectativadesudichalesorprendieronlascampanasdealgunosrelojes de iglesias que daban las doce. Era la hora convenida, y Agustín, apesardelasatisfaccióndesuorgullo,sintiómiedoalempujarsuavementelapuerta,queseabrióconelmismoruidoconquesehabíacerrado.Aloíresteruido, el elegante tuvo tentaciones de arrancar y retrocedió algunos pasos;pero,viendoquenadasemovíaenelinteriordelacasa,seadelantóconmásseguridadyentróenelpatio.

El patio estaba obscuro, lo que le permitió distinguir mejor un rayo deamortiguada luzquesedivisabaal travésde lapuertade laantesala,quenoestaba cerrada herméticamente.Adelaida no le había dicho que le esperaríaconluz,yaquellacircunstancianodejódedesconcertarsuvalor.

Despuésdeunosmomentosdeperplejidad,queempleóenobservaraltravésdelapuerta,elsilencioquereinabaentodalacasaledecidióaentrar,loquehizo congrandesprecauciones, a finde evitar el ruidode esta nuevapuertaque tenía que traspasar. Un instinto de precaución le aconsejó dejarlaentreabiertaparatenerexpeditoelcaminodelahuidaencasonecesario.

LapiezaenqueAgustínacababadepenetrarestabasolayalumbradaporunaluzqueardíatrasdeunapantallaverde,enunapalmatoriadecobredorado.

Agustínsintióaumentarseelmiedoconquehabíaentradoalencontrarsesolo,ylepasóporlamentelaideadeunatraición.Comoentresusprendasmoralesnofigurabaelvalor,teníanecesidaddeapelaralafuerzadesupasiónyasupoco enérgica voluntad para no dar cabida a los consejos delmiedo, que leimpelíanavolversedeprisaporelcaminoqueacababadeandar.

LaentradadeAdelaida,encircunstanciasquesuvoluntadibayaanegarlesuapoyo,levolviórepentinamentealacalmaylaideadesufelicidad.

-Yatemíaqueustednollegase-dijoalaniña,tratandodetomarlaunamano,queellaretiró.

-Estaba esperando en mi cuarto -contestó Adelaida- que todo estuviese en

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silencio.

-¡Qué imprudencia la de dejar la luz! -exclamó con tierno acento elenamorado,dirigiéndosehacialamesaparaapagarla.

-Nolaapagueusted-lecontestóAdelaida,fingiendounadeliciosaturbación,quellenódeorgulloaljovenalvereltemoramorosoqueinspiraba.

-¿No tiene usted confianza en mí? -preguntó, renovando su ademán deapoderarsedeunamanodeAdelaida.

-Sí,peroconlaluzestamosmejor-contestóéstaretirandosumano.

-¿Porquénomedejaustedsumano?-preguntóeljoven.

-¿Paraqué?

-Parahablarausteddemiamorysentirentrelasmíasesadivinamanoque...

Ungranruidocortóladeclaracióndelgalán,quevioconespantoabrirseunapuertayaparecerenellaadoñaBernardayAmadorconlucesquecadacualtraía.

El primer impulso deAgustín fue el de huir por la puerta que había dejadoentreabierta, mientras que Adelaida se había arrojado sobre una silla,ocultandosurostroentrelasmanos.

Amador corriómás ligeroqueAgustíny se interpusoentre éstey lapuerta,amenazándoleconunpuñal.

El rostro del elegante se puso pálido como el de un cadáver, y la vista delpuñallehizodaraterrorizadounsaltohaciaatrás.

-¡Nove,madre!-exclamóAmador-,¿quéledecíayo?Éstossonloscaballerosquevienena las casasde lasgentespobres,perohonradas,paraburlarsedeellas.Peroyonoconsientoeneso.

Mientrasestodecía,Amadordabavueltaalallavey,sacándoladelachapa,laponíaensubolsilloyseadelantabaalmediodelapiezaconaireamenazador.

-¿Quéhavenidoustedahaceraquí?-exclamóconvozatronadoradirigiéndoseaAgustín.

-Yo...creíaquenosehabíanacostadoy...comopasabaporaquí...

-¡Mentira!-legritóAmadorinterrumpiéndole.

-¡Ah,francesito-exclamódoñaBernarda-,conqueasítemetesenlascasasaseduciralasniñas!

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-Miseñora,yonohevenidoconmalasintenciones-contestóAgustín.

-Estapicaronatienelaculpa-dijoAmador,aparentandohallarseenelúltimogradodeexasperación-,porquesiellanohubieseconsentido,elotronopodríaentrar.Éstamelahadepagarprimero.

Trasestaspalabras,searrojósobreAdelaidaconfuribundoademán,ydirigiósobreellaunapuñaladacontantamaestría,quecualquierahubiesejuradoquesólolaagilidadconqueAdelaidaselevantódesusillalahabíalibradodeunamuertesegura.

DoñaBernarda se echó en los brazos de su hijo, dando gritos de espanto einvocandosuclemenciaennombredegrannúmerodesantos.Amadorparecíano escucharla y preocuparse sólo del maternal abrazo, que al parecer leprivabadetodomovimiento.

-Pues si ustednoquiere que ésta pague sumaldad -exclamó-, déjenme soloconestemocito,quequieredeshonrarnosporqueesrico.

SuademánsedirigíaentoncesaAgustín,quetemblabaenunrincón,endondedetrásdeunassillasseguarecía.

Al oír estas palabras y al ver cómo Amador arrastraba a su madre paradesasirsedesusbrazos,AgustíncreyóllegadosuúltimoinstanteyelevósusfervientessúplicasalEternoparaquelelibrasedetantempranaeinesperadamuerte.

UnsupremoesfuerzodeAmadorechóarodarporlaalfombraelcuerpodesumadre, y de un salto llegó al punto en que Agustín se encomendaba alTodopoderoso,parapetándoselomejorquepodíatrasdelassillas.

AlverqueAmadorlevantabaeltremendopuñal,Agustínsearrojóderodillas,implorandoperdón.

-¿Y qué ofrece, pues, para que lo perdonen? -le preguntó el hijo de doñaBernarda,conaireyacentoamenazadores.

-Todoloqueustedesexijan-contestóelaterradoamante-;mipadreesricoylesdaré...

-¡Plata!,¿noesasí?-exclamóAmador,haciendochispeardefingidacólerasusojos-.¿Tefigurasquetevoyavendermihonorporplata?¡Asísonestosricos!Sinotienesmejorcosaqueofrecer,tedespachoaunquedespuésmeafusilen.

-Haré lo que ustedes quieran -dijo con lastimosa vozAgustín, penetrado deespantoalavistadeldesordenquesepintabaenelsemblantedeAmador.

-Loqueyoquieroesquetecasesodenotemato-contestóAmador,contono

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deresolución.

-Bueno,mecasomañanamismo-dijoAgustín,quemirabaaquellacondicióncomoelúnicomediodesalvarlavida.

-¡Mañana!¿Tequieresreírdenosotros?¿Paraquetemandasescambiarquiénsabedónde?No;hadeserahoramismo.

-Peroahoranopuedo,¿quédiríamipapá?

-Tupapádiráloqueseleantoje.¿Paraquétienehijosquequierendeshonraralagentehonrada?Vamos,¿tecasasono?

-Peroahoraesimposible-exclamódesesperadoelelegante.

-¡Imposible!¿Noves,tonta-dijoAmadordirigiéndoseasuhermana-,novespara lo que éste te quiere?, para reírse de ti. ¡Ah, yo conozco a los de tucalaña!-exclamó,mirandoaAgustín-.Porúltimavez:¿tecasasono?

-Lejuroaustedquemañana...

Amadornoledejóconcluirlafrase,porque,quitandolassillasquedeAgustínleseparaban,quisoapoderarsedeljoven.

Mientrasquitabalassillas,habíadadotiempoadoñaBernardadeacercarse,yéstasujetósubrazo,colgándosedeél,cuandoAmadoralzabaelpuñalenelaire.

Agustín, que no vio el movimiento de doña Bernarda, se arrojó al sueloprometiendoqueconsentíaencasarse.

-¡Ah,ah!,¿consientes,no?-ledijoAmador-.Hacesbien,porquesinmimadretehabíatraspasadoelcorazón.Vamosaver,¿dirásalpadrequeyotraigaquequierescasarte?

-Sí,lodiré.

-Yoveoquelohacesdemiedo-exclamóAdelaida-,ynoquierocasarmeasí.

-No,noesdemiedo-contestó,avergonzado,elelegante-;yoofrecíahacerlomañana,perosuhermanonomecree.

-Ahoramismo-dijoAmador-,yolomando.

Dirigiose a todas las puertas del cuarto y las cerró, guardándose las llaves.Luegosacódelbolsillo laquepertenecíaa lapuertaquecomunicabaconelpatio,queabrió.

-Ustedesmeesperaránaquí-dijo-,yovoyabuscaralcuraqueviveaquícerca.Siustedsearranca-añadiódirigiéndoseaAgustín-,mevoymañanaasucasa

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y lecuentoalpapá todas susgracias, ademásdeajustar conusted la cuentadespués.

-Notengaustedcuidado-contestóAgustín,queaúnsesentíahumilladoconlaobservacióndeAdelaida.

Amadorsaliócerrandoconllavelapuertaquecaíaalpatio.

Oyoseelruidodesuspasossobreelempedradoyluegoeldelapuertadecallequeseabríaysecerraba.

Inmediatamentedespués,AgustínpareciósalirdelespantoquelabienfingidacóleradeAmadorlehabíacausadoysedirigióadoñaBernarda:

-Señora -le dijo-, yo prometo queme casarémañana si ustedme deja salir;ahoraesimposiblequelohaga,porquepapánomeperdonaríaquemecasasesinavisarle.

-¡Lascosasdelfrancesito!-exclamódoñaBernarda,haciendounmovimientode hombros-. ¿Qué no ve que Amador era capaz de matarme si lo dejoarrancarse?¡Tanmansitoquees!Yalovioustedendenantesquepornadanoleajustaunapuñaladaalaniña.

-Pero,señora,porDios,yolejuroquevuelvomañanaacasarme.

-Siyopudieralodejaríasalir-exclamóAdelaidamirándolecondesprecio-,ysinomeobligasennomecasaría,porqueveoqueustedmeestabaengañando.

Agustín se tiró con desesperación su perfumado cabello. Todo parecíarebelarseensucontra.

-Seengañausted-exclamóconvozdesúplica-,porquelaamodeveras;peronocreoqueustedconsiderehonrosoparaustedloquemeobliganahacer.Yomecasaríasinnecesidaddequemeamenazasen.

-Consígalo si puede con Amador -le dijo doña Bernarda-. ¿Qué quiere quehagamosnosotras?

Entre súplicas y respuestas transcurrió como un cuarto de hora. Agustín sesentódesesperadoyocultóelrostroentrelasmanos,apoyandoloscodossobrelas rodillas. A veces le parecía una horrible pesadilla lo que le acontecía ydivisaba la vergüenza a que se vería condenado diariamente delante de sufamiliaydelasaristocráticasfamiliasquefrecuentaba.

UnruidodepasosresonóenelpatioyentróluegoAmador.

-Aquíestáelpadre-dijoaAgustínconsombríotonodeamenaza-.¡Cuidadocondecirqueno,nichistarunasolapalabraquehagaverloquehaydecierto,porquealaprimeraquediga,lotiendodeunapuñalada!

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Dichasestaspalabras,volvióalapuertaquecaíaalpatio.

-Dentre,mipadre-dijo-,aquíestántodos.

Unsacerdoteentróenlapiezaconairegrave.Unpañuelodealgodóndobladocomo corbata y atado por las puntas sobre la cabeza, que además estabacubierta por el capuchón del hábito, le ocultaba parte del rostro y parecíapuesto para librar del aire a una abultada hinchazón que se alzaba sobre elcarrilloizquierdo.

Unpar de anchas antiparras verdes ocultaba sus ojos y cambiaba el aspectoverdaderodesufisonomíaconayudadelpañueloamarradosobrelacara.

-Vaya,párensepues-dijoAmador.

DoñaBernarda,AdelaidayAgustínsepusierondepie.

El padre hizo que Adelaida y Agustín se tomasen de las manos. DoñaBernardayAmadorsecolocaronaloslados.Después,acercandolavelaquetomóenunamanoallibroquehabíaabiertoytomadoconlaotra,comenzó,conlavozguturalymonótonadelcaso,lalecturadelafórmulamatrimonial.

Terminadas lasbendiciones,Agustín sedejó caer sobreuna sillamáspálidoqueuncadáver.

ElpadreseretiróacompañadodeAmador,despuésdefirmarunapartidadelactoqueacababadeverificarse.

Amador regresó luegoa lapiezaenquepermanecíansilenciosos lamadreylosreciéncasados.

-Vaya,donAgustín-dijoconciertasorna-,yaestáustedlibre.

-Jamás me atreveré a confesar un casamiento celebrado de este modo -contestóAgustínconvozsombría.

-Por poco se aflige el francesito -dijo doña Bernarda-. ¿Qué no quiere a laAdelaidapues?

-Por lo mismo que la amo habría querido casarme con ella con elconsentimiento demi familia -repitióAgustín, que, viéndose casado, queríapor lo menos destruir en el ánimo de Adelaida la mala impresión que suresistenciahubiesepodidodejarla.

-¡Vaya!Lomismotieneatrásqueporespaldas-exclamóAmador-;enlugardepedirantesdecasarseelconsentimientoalpapá,selopidedespués.

-Noeslomismo-contestóelnovio-,ypasarámuchotiempoantesquepuedadecirapapáqueestoycasado.

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EstaspalabrasoprimieronlavozdeAgustínconla idea,queledesesperaba,dehallarseemparentadoconaquellaquealgunashorasantesconsiderabasólodignadeservirasuscaprichos.

-Pueshijito -ledijodoñaBernarda-,nopienseque leentrego lamujerhastaqueavisea su familiaqueestá casado.Allá en la casade supapáesdondeustedlarecibirá.

EstanuevadeclaraciónnohizotantoefectoenelánimodeAgustín,porqueloteníayaembargadoconlarealidadabrumadoradesutristeaventura.

-Y si él no da parte,madre -dijoAmador-, yo tengo boca; pues, ¿qué estáspensando? Y no me morderé la lengua para contar que mi hermana estácasada.

La amenaza deAmador pareció impresionarmás fuertemente al contristadojovenqueladedoñaBernarda.

-Esprecisoquea lomenosmeden tiempoparaprepararelánimodepapá-exclamóexasperado-.¡Cómoquierenquelohagaderepente!

-Seledaránalgunosdías-contestóAmador.

-Yenestosdías,¿ustedprometecallarse?

-Loprometo.

-Vayapues,yaestarde-dijodoñaBernarda-,yserábuenoquesevayaparasucasita.

Agustín se dirigió entonces a Adelaida, que fingía perfectamente un pesardesgarrador.

-Veo-ledijo-queustedsufretantocomoyodelaviolenciaquehancometidosusparientes.

Adelaida,portodacontestación,bajólosojossuspirando.

-Yohabríaqueridodarlemimanodeotromodo-continuóelelegante.

-Yyosientomuchoque...

AquílossollozoscortaronlavozdeAdelaida,dejandoconestareticenciamásagradableimpresiónenelespíritudeljovenquesihubiesedichoalgo,porquepensóqueAdelaidaeracomoélvíctimadelatrama.

-Noteaflijas,tonta-dijodoñaBernardaasuhija.

-Esa aflicción -repuso Agustín- me prueba que ella no participa de lo queustedeshanhecho.

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Para sellar la tardía entereza con que pronunció aquellas palabras, Agustínsalióencasquetándosehastalascejaselsombrero.

-Noseleolvideloconvenido-ledijoAmador,asomándosealapuertadelaantesalacuandoAgustínllegabaaladelacalle.

Dioun fuerte golpe a esta puerta, como todapersonadébil quedescarga sucólera contra los objetos inanimados, y se dirigió a su casa con el pechodespedazadoporlavergüenzayporlarabia.

Amador,entretanto,habíacerradolapuertayechádoseareír:

-¡Vaya con el susto que lemetí! -exclamó-. ¡Hasta se le olvidaron todas laspalabrasfrancesasconqueandasiempre!

Después de algunos comentarios sobre la conducta que debían observar enadelante, separáronse los dos hijos de lamadre, dirigiéndose cada cual a suaposento.

Adelaidaencontróasuhermanaenpie:

-¡Cómo has consentido en pasar por esa farsa! -le dijo Edelmira, que, alparecer,habíaobservadosinservistalaescenadelsupuestomatrimonio.

-Meadmiratupregunta-respondióAdelaida-,¿novesqueAgustínsehabríaburladodemísihubiesepodido?Todosestosjóvenesricossefiguranquelasdenuestraclasehannacidoparasusplaceres.¡Ah,siyohubiesesabidoestoantes,tendríamejorcorazón,peroahoralosaborrezcoatodosigualmente!

Edelmira renunció a combatir los sentimientosque ladesgraciahabíahechonacerenelcorazóndesuhermana.

-Éste -añadióAdelaida-habría jugadoconmicorazóncomoelotro si yo lohubiesequerido;noestádemásdarleunabuenalección.

Como Edelmira no contestó tampoco a estas palabras, Adelaida se calló,siguiendo en su imaginación las reflexiones que, como la que precede,manifestaban la preocupación constante de su espíritu. Adelaida, así comotantasotrasvíctimasdelaseducciónqueensuprimeramorrecibenunterribledesengaño, había perdido los delicados sentimientos que germinan en elcorazónde lamujer, entre losdoloresdeldesencantoyelviolentodeseodevenganzaqueelabandonodeRafaelhabíadespertadoensupecho.Sualma,queen ladichahabríaencontradoespacioparaexplayar losnobles instintos,arrojadaensuprimeraymáspuraexpansiónaladesgracia,parecíasólocapazde odio y de sombrías pasiones. Ignorando su historia, todos atribuían aorgullolaindiferenciaconqueAdelaidaconsiderabalascosasdelavida.Estahistoriadeuncorazóndestrozadoalnaceralavidadelsentimientoesbastante

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comúnentodaslassociedadesyenlanuestra,particularmenteenlaesferaaque Adelaida pertenecía, para que no encuentre un lugar preparado en esteestudiosocial.

Adelaidahabíahechodesurencorelpensamientode todossus instantes,demodo que en su criterio no existía ya diferencia entre las personas que sepresentasenparasaciarlo,contalqueperteneciesenalaaristocraciadenuestrasociedad. Por esto no había tenido un solomomento de compasión por lasafliccionesdeAgustín,elque,despuésdeentrarensucuarto,searrojósobrelacamadandoriendasueltaasudesesperación.

-XXVIII-

LosdíasquemediaronentrelasescenasreferidasenelcapítuloanterioryeldomingoenqueLeonorhabíaanunciadoaRivasquesaldríaconsuprimaalCampo deMarte, fueron paraAgustín fecundos en tormentos y sobresaltos.Teníaesevigilanteyrecelososinsaborquetorturaelalmadelquehacometidounafaltaysefiguraquelostrivialesincidentesdelavidavienendeantemanopreparadosporeldestinoparadescubrirlealosojosdelmundo.UnapreguntadeLeonorsobrelosamoresqueéllehabíaconfiadoantes,algunaobservacióndesupadresobresusfrecuentesausenciasdelacasa, learrojabanenlamásdesesperante turbación y hacíanle ver en los labios de todos las fatalespalabras que revelaban su secreto.Hijo de una sociedad que tolera de buengradolaseducciónenlasclasesinferiores,ejercidaporsuscompatricios,peronounactodehonradezqueconcluyeseporelmatrimonioparapaliarunafalta,Agustín Encina no sólo temía la cólera del padre, los llantos y reprochesamargosdelamadre,elorgullosodespreciodelahermana,queleamenazabansidescubríasucasamiento, sinoqueenmediodeesasespadasdeDamoclessuspendidassobresugargantadivisabaelfantasmazumbóneimplacablequedomina en nuestras sociedades civilizadas, ese juez adusto y terrible quellamamoselquédirán.Elinfelizelegante,quetancaroexpiabasuconatodelibertinaje en el campo de fácil acceso que forma la gente demedio pelo,perdía el color, el sueño y el apetito ante la idea de ver divulgada su fatalaventura en los dorados salones de las buenas familias, y escuchaba porpresentimiento los malignos comentarios que al ruido de las tazas del té,alrededordelbrasero,alcompásdealgunaariadeVerdiodeBellini,haríandesu situación losmás caritativosde sus amigos.Alpesode estas ideashabíaperdidosugenialalegríaysudecididaaficiónalafrancesamientodellenguaje.Laconcienciadesusituaciónlehacíamirarconindiferencialasmáselegantesprendasde suvestuario; elmundono teníayaventuraparaél. ¡Unacorbatanegra le bastaba por un día entero para envolver su cuello! ¡Había vistocambiarselacoronafloridadeDonJuanydeLovelace,quepensabacolocar

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ensussienesparaquelaturbalaenvidiase,enlacoyundaabrumadoradeunmatrimonioclandestinoycontraídoenbajaesfera!Sólosufaltadecoraje lelibertaba del suicidio, única salida que divisaba en tan angustiado yvergonzoso trance. Si contar que una seducción era una gloria, referir laverdaderaunbaldónquelearrojabaparasiempreenlavergüenza.Heahísusituación,queAgustínnopodíadisimularse,yqueafuerzadepensarenellacobrabaporinstanteslasmásaterradorasproporciones.

Durante estos días de continuo sinsabor, Agustín asistía todas las noches acasa de doña Bernarda y representaba, por consejo deAmador, el papel degalánquelosdemásamigosdelacasaleconocían,paraalejarasítodasombrade sospecha acerca de sumatrimonio.En todas estas visitas se acompañabaconMartín,aquienengañabatambién,refiriéndolesupuestasconversacionesconAdelaida,afindehacerlecreerquesiempresehallabaenlospreliminaresdelamor.

Martín le seguía gustoso, porque encontraba en sus conversaciones conEdelmira un consuelo a los pesares que le agobiaban. La confianza que sehabíanprometidoaumentabadedíaendía.Valiéndosedeella,ysinhablardesuamoralahijadedonDámaso,RivasdescubríaaEdelmiraladelicadezadesu corazón y el fuego juvenil de sus pasiones exaltadas por un amor sinesperanza.Edelmiraoíaconplaceresasdulcesdivagacionessobrelavidadelcorazónqueparalosjóvenes,quevivenprincipalmentedeesavida,tienetanpoderososatractivos.CadaconversaciónlerevelabanuevostesorosenelalmadeRivas,aquienveíayarodeadodelaaureolaconquelaimaginacióndelasniñas sentimentalesengalana la frentede loscumplidoshéroesdenovela.YhemosdichoyaqueEdelmira,apesardesuoscuracondición,leíaconavidezlosfolletinesdelosperiódicosqueunamigodelafamilialeprestaba.

RicardoCastaños veía con gran disgusto las conversaciones del Edelmira yMartín, a quien consideraba ya como su rival. En vano había queridodesprestigiarle,refiriendoconcoloresdesfavorablesparaRivaslaaventuradelaplazay laprisióndel joven.Los recursosmezquinosde su intrigahabíanproducidoenelcorazóndeEdelmiraunefectoenteramentecontrarioalqueélseprometía.Laguerraqueunamanteodiadodeclaracontrasupreferidorivalenelcorazóndeunamujersirvelasmásvecesparaaumentarsuprestigio,poresa tendencia hacia la contrariedad natural a la índole femenil. Por esto,mientrasmayorempeñodesplegabaeloficialparadañaraMartínenelánimode Edelmira, con mayor fuerza se desarrollaban en ésta los sentimientosopuestosenfavordeaqueljovenmelancólico,dedelicadolenguaje,quedabaalamorlavaporosaformaqueencantaelespíritudelamujer.

Entre Edelmira y Martín, sin embargo, no había mediado ninguna de esasfrasesgalantesconquelosenamoradosbuscanelcaminodelcorazóndesus

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queridas. Martín tenía con Edelmira un verdadero afecto de amistad, cuyasolidezaumentabaamedidaquedescubríalasuperioridaddelaniñasobrelasde su clase,mientras queEdelmira lemiraba ya con esa simpatía que en lamujertomalasproporcionesdelamor,sobretodocuandonoessolicitado.

MuchoagradabaaAgustínlaasiduidaddelasvisitasdeRivasacasadedoñaBernarda. Temiendo exasperar a la familia con su ausencia, no se atrevía afaltarunasolanoche,ycreíaqueacompañadoporunamigoeramenosnotablea suspropiosojosya losdeAdelaida la ridículay falsaposiciónenquesehallabacolocado.

Entretanto Amador había principiado ya a recoger los frutos de su intriga,cobrandoasusupuestocuñadoalgunasdeudasdejuegoqueéste,porasegurarsusilencio, sehabíaapresuradoapagarle,diciendoasupadre,al tiempodepedirleeldinero,queeraparapagaralgunascuentasdesastre.

Amador rebosaba de alegría al ver la facilidad con que Agustín habíasatisfecho su exigencia, y sehabía apresuradoaderrochar el dinero con esafacilidad que tienen los que le adquieren sin trabajo.Además de sus gastospresentes, lehabíasido tambiénprecisocubrirel importedeotrosatrasados,parasuspenderporalgúntiempolascontinuaspersecucionesaquesusdeudaslecondenaban.Condecididoamoralocio,sinprofesiónningunalucrativaysinmásrecursosqueeljuego,Amadorsehallabasiemprebajoelpesodeunpasivomuyconsiderableenatenciónasuseventualesentradas.EldinerodeAgustínletrajo,pues,ciertaholganzaaqueaspirabaalemprenderelplanconquelehabíaengañado.Conunrelojquedebíaasuhabilidadenhacertrampas,yunagruesa cadenaqueacababadecomprar,Amadorhabía adquiridogranimportanciaasuspropiosojosyaparentabaairesdecaballeroenelcafé,quelehacíannotardetodalaconcurrencia.

ElsábadoqueprecedióaldíafijadoparaelpaseoalaPampillaencasadedonDámasoEncina,tuvolugarentredoñaBernardayAmadorunaconversaciónquedebíaatacardenuevolatranquilidaddeAgustín.

Era por la mañana, y Amador trataba de recuperar el sueño que losespirituososvaporesque llenaban sucerebrodespuésdeunanochedeorgíaahuyentabandesuspárpados,produciendoentodosucuerpolaagitacióndelafiebre.

DoñaBernardaentróalcuartodesuhijodespuésdehaberesperadolargoratoaqueselevantase.

-Vamos,flojonazo-ledijo-,¿hastacuándoduermes?

-Ah,esusted,mamita-contestóAmador,dándosevueltaensucama.

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Estirólosbrazosparadesperezarse,diounlargoyruidosobostezoy,tomandouncigarrodepapel,loencendióenunmecheroqueprendiódeunsologolpe.

-Me he llevado pensando en una cosa -dijo doñaBernarda, sentándose a lacabeceradesuhijo.

-¿Enquécosa?-preguntóéste.

-YavanporcióndedíasqueAdelaidaestácasada-repusodoñaBernarda-,yAgustínnolehahechonisiquieraunregalito.

-Escierto,pues,quenolehadadonada.

-Dequénossirvequesearicoentonces;unopobrelehabríadadoyaalgunacosa.

-Yoarreglaréesto-dijoAmadorcontonomagistral-;noledécuidado,madre.¡Sielchicoquierehacerseeldesentendido,seequivoca!Nopasadehoyquenoselodiga.

-Altodotambién,pues-observólamadre-,nosólonoconfiesaelcasamientoasufamilia,sinoquesequierehacerelinocenteconlosregalos.

-Déjelonomás,yoloarreglaré-dijoAmador.

Doña Bernarda entró entonces en la descripción de los vestidos queconvendríanasuhija,sinolvidarlosqueaellalegustaríatener,indicandolastiendasenquepodríanencontrarse.Loprolijodelosdetalleshacíaverquelabuena señora habíameditado detenidamente su asunto, del cual impuso conescrupulosidadaAmador.Ensuenumeraciónentraron,ademásdelosvestidosdecolor,unabuenabasquiñanegrayunmantóndeespumillaparaella,quenopodía, por el calor, sufrir el de merino. Ayudada con los conocimientosaritméticosqueAmadorhabíaadquiridoenlaescueladelmaestroVera,cuyorecuerdohacetemblaraúnaalgunosdesdichadosqueexperimentaronelrigordesuférula,doñaBernardasacólacuentadelnúmerodevarasdegénerodehiloqueentrabanenunadocenadecamisasparaAdelaida,conmáselimportede losvuelosbordadosquedebíanadornarlas, eldedosdocenasdemedias,varios pares de botines franceses y diversos artículos de primera necesidadparalaque,segúnella,estabadestinadaafigurarenbreveenlamásescogidasociedaddeSantiago.

-Pero, madre -le dijo Amador-, ¿cómo quiere que Agustín o yo vayamos acomprartodoeso?¿Noserámejorqueéldélaplatayustedhagalascompras?

-¡Vequégracia!Porsupuesto-respondiódoñaBernarda.

-Lediréqueconunosquinientospesossepuedecomprarlomásnecesario.

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-Oseiscientos,mejoresdemásquedemenos-dijolamadre.

EnlanochesepresentóAgustínacompañadodeRivas.

Amador le llamóluegoaunpuntode lapiezadistantedelqueocupaban lasdemáspersonasqueallíhabía.

-¿Y...cuándoavisa,pues,asufamilia?-dijoalelegante,quepalidecióbajolamiradadesudominador.

-Esprecisohacerlo con tiento -contesto-, porque si no elijo bien la ocasión,papápuedeenojarseydesheredarme.

-Eso está bueno -replicó Amador-; pero, ¿usted se ha olvidado que tienemujer?¿Endóndehavistonovioquenohaganiunsoloregalito?

-Heestadopensandoenello.Ustedsabequenopuedopedirplataapapátodoslosdías.

-¡Qué!Unricocomoustednopuedehallarseenapurosporlafriolerademilpesos;ellunesvoyabuscarlosasucasa.

-¡Peroellunesesmuypronto!-exclamóaterrorizadoAgustín-.Elotrodíanomáspedímilpesos,ahoraesimposible;¿quédirápapá?

-Papá dirá lo que le dé la gana; lo cierto del caso es que yo iré el lunes abuscarlosmilpesos.

-Espéremesiquieraunosquincedías.

-¡Quince días! ¡Qué poco!Dejante queme tiene usted avergonzado conmimamitaylasniñas,porquelesteníadichoqueatodaslesregalaríaalgo.

-Ésaesmiintención;peronecesitotiempoparapedirapapálaplatasinqueentreensospechas.

-Ysientra,¿quétiene,pues?¿Quéseestáfigurandoquesiemprenoshemosdeestarcallados?Yonodigoqueustednolehagaalpapáelánimosobrelodel casamiento, pero lo de la plata es otra cosa. El viejo es bien rico y noimportaqueleduela.

-Pero,¿cómopedirletanpronto?

-Nosécómo,yaledigo;ellunessinfaltametieneporallá.

RetiroseAmador,dejandoperplejoyabismadoalinfelizqueteníaensupoder.LarabiaquelaexigenciadedinerodespertabaenAgustínsecalmaba,omásbien reprimía su ímpetu por el temor de ver revelado el secreto de sucasamiento,queélselisonjeabapoderaplazarhastauntiempomásoportuno,figurándose, como todo el que conun carácter débil se encuentra en alguna

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apuradaalternativa,queeltiempolereservabaalgúnmododesalirdeldifíciltranceenqueseveíacolocado.

BajoelpesodesemejantesituaciónseretiróAgustínalasoncedelanoche,sinquelaspalabrasdeAdelaidaniloscariñosquedoñaBernardaleprodigabahubiesen podido calmar la inquietud que oprimía su corazón. En el caminoanduvosilenciosoal ladodeMartín,aquienelextrañosilenciodesunuevoamigo no alcanzaba a preocupar, porque, como todo enamorado que no sehallaconsuconfidente,preferíacaminarensilencio,paradarriendasueltaasuspensamientossobreLeonor.

-XXIX-

Amaneció el domingo en que Leonor había anunciado que saldría con suprimaalCampodeMarte.

AlgunospormenoresquedaremosacercadeestospaseosengeneralestánmásbiendedicadosalosqueleanestahistoriaynohayantenidoocasióndeveraestagloriosacapitaldeChilecuandosepreparaparacelebrarlosrecuerdosdelmesdeseptiembrede1810.

Estos preparativos son la causa de los paseos al Campo de Marte, en quenuestra sociedad va a lucir las galas de su lujo, allí primero y después a laAlameda.

ParacelebrarelsimulacrodeguerraqueanualmentetienelugarenelCampodeMarteeldía19deseptiembre,losbatallonescívicossedirigenaesecampoen los domingos de los meses anteriores, desde junio, a ejercitarse en elmanejodearmasyevolucionesmilitaresconquedebenfigurarladerrotadelosdominadoresespañoles.

Enesosdomingos,nuestrasociedad,quesiemprenecesitaalgúnpretextoparadivertirse, se da cita en el Campo deMarte conmotivo de la salida de lastropas.

Antes que las familias acomodadas de Santiago hubiesen reputado comoindispensableelusodeloselegantescochesqueostentaneneldía,lasseñorasibanaestepaseoencalesayavecesencarreta,vehículoqueentalesdíasusanahorasolamentelasclasesinferioresdelasociedadsantiaguina.

Los elegantes, en lugar de las sillas inglesas y caballos inglesados en quepasean su garbo al presente por las calles laterales del paseo, gustabanentonces de sacar en exhibición las enormes montañas de pellones, lasantiguas botas de campo y las espuelas de pasmosa dimensión, que han

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llegadoaserdeusoexclusivodelosverdaderoshuasos.

Peroentoncescomoahora,lasalidadelastropasalaPampillaeraelpretextodetalespaseos,porquelaíndoledelsantiaguinohasidosiemprelamisma,yentre lasseñoras,sobre todo,noseadmiteelpaseoporsus fineshigiénicos,sinocomounaocasióndemostrarsecadacuallosprogresosdelamodayelpoderdelbolsillodelpadreodelmaridoparacostearlosmagníficosvestidosquelasadornanenestasocasiones.

EnSantiago,ciudademinentementeelegante,seríauncrimendelesamodaelpresentarsealpaseodosdomingosseguidosconelmismotraje.

De aquí la razón por que en Santiago sólo los hombres se paseancotidianamente,yporque lasseñorassienten,cuandomáscadadomingo, lanecesidaddetomarelairelibredeunpaseopúblico.

Losquenodeseaniralllanoonotienencarruajesenquehacerlo,sepaseanen la calle del medio de la Alameda, con la seriedad propia del carácternacional,yesperan la llegadade losbatallones,observándose losvestidossisonmujeres,obuscandolasmiradasdeéstaslosvarones.

Antesqueeltamborhayaanunciadolavenidadelosmilicianos,loscochesseestacionanenfilasalbordedelaAlameda,yloselegantesdeacaballolucensupropiodonaireyeltrotedesuscabalgaduras,dandovueltasalolargodelacalleyhaciendocaracolearlosbridonesenprovechodeladistracciónysolazdelosquedeapielesmiran.

Lacrítica, esta inseparablecompañerade todabuena sociedad,dacuentadelos primorosos trajes y de los esfuerzos con que los dandies quierenconquistarselaadmiracióndelosespectadores.

Encadacorrillodehombresnuncafaltaalgunodebuenatijera,quesobrelosvestidosdelosquepasan,recordandoconadmirablememorialafechadecadavestido.

-El de la Fulana, ese verde de una pollera, es el que tenía de vuelos el añopasado,quesepusoenelDieciocho.

-Mirena laMenganacon lamanteletaquecompróahora tresaños;ellacreequenadieselaconoceporquelehapuestoelencajedelvestidodesumamá.

-ElvestidoquellevalaPerenganaeselqueteníasuhermanaantesdecasarse,yeraprimerodesumamá,quelocomprójuntoconeldemitía.

Con estas observaciones, que prueban la privilegiada memoria femenil, semezclanlasadmiracionessobretalocualadefesiodelasamigas.

Lastropasdesfilan,porfin,encolumnaporlacallecentraldelaAlameda,en

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mediode laconcurrenciaquedeja libreelpaso,y losoficialesquemarchandelantedesusmitades repartensaludosaderechae izquierdacon laespada,absorbiéndoseavecesenestaocupaciónhastahacersepisarlostalonesporlatropaquemarchatrasellos.

En1850,épocadeestahistoria,habíaelmismoentusiasmoqueahoraporestafestividad,precursoradeladelDieciocho,bienqueentonceselladonortedela Alameda no se llenase completamente, como en el día, de brillantescarruajes, desde los cualesmuchas familias asisten al paseo sinmoverse demuellescojines.

LeonorhabíaanunciadoasupadrequedeseabairalaPampillaacaballoconsuprima,yaqueldeseohabíasidounaordenparadonDámaso,quealasdocedeldomingoteníayapreparadosloscaballos.

HabíaunoparaLeonoryotroparaMatilde,dehermosasformasyarrogantetrote.

OtrodepasoparadonDámaso,aquiensuhijahabíaexigidolaacompañase.

Dos más, destinados a Agustín y a Rivas, a quien su nuevo amigo habíaconvidadoparaserdelacomitiva.

Eldíaeradelosmáshermososdenuestraprimavera.

AlastresdelatardehabíagrangentíoenelCampodeMarte,presenciandolasevolucionesyejerciciode fuegode losmilicianos.Loscoches,conduciendohermosasmujeres, corrían sobre el verde pasto del campo, flanqueados porelegantescaballerosquetrotabanalladodelaspuertas,buscandolasmiradasy las sonrisas. Alegres grupos de niñas y jóvenes galopaban en direccionesdistintas,gozandodelaire,delsolydelamor.Entreestosgrupos llamabalaatención el que componían Leonor, su prima y los caballeros que lasacompañaban. El trote desigual de las cabalgaduras hacía que las niñasmarchasenavecessolas,avecesrodeadasporloshombresquesedisputabansulado.AestegrupohabíanvenidoaagregarseEmilioMendozayClementeValencia,quepicabansuscaballosparaescoltaraLeonor.Siempreretiradodeellaycontemplándolaconarrobamiento,seguíaMartínlamarcha,sinfijarseen las bellezas del paisaje que desde aquel llano se divisan. Leonor se lepresentaba en aquellosmomentos bajo un nuevo punto de vista que añadíadesconocidos encantos a su persona. El aire daba a susmejillas un diáfanoencarnado, el ruidobélicode las bandas demúsica hacía brillar sus ojos deanimación,ysutalle,aprisionadoenunachaquetadepañonegro,delacualsedesprendíalalargapollerademontar,revelabatodalagraciadesusformas.Elplacermásvivoseretratabafrancamenteensurostro.Noeraenaquelinstantela niña orgullosa de los salones, la altiva belleza en cuya presencia perdíaRivas toda la energía de su pecho; era una niña que se abandonaba sin

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afectaciónalaalegríadeunpaseo,enelquelatíadecontentosucorazónporlanovedaddelasituación,porlabellezadeldíaydelpaisaje,porlasoleadasdeairequeazotabansurostro,impregnadasconlosagrestesoloresdelcampo,húmedoaúnconelrocíodelanoche.

Lacomitivasehabíadetenidounmomentocercadeunbatallónquecargabasus armas. Al ruido de la primera descarga, los caballos se principiaron amover,dandosaltosalgunosdeellos,queserepitieronalasegundadescarga.EntrelosmásasustadossecontabaelcaballodedonDámaso,quealruidodelos tiros había perdido su pacífico aspecto para transformarse en el másalborotadobridón.

-Yme habían dicho que era tanmanso -decía donDámaso, palideciendo alsentirlo encabritarse con furia, cuando, después de la segunda descarga,principióelfuegograneado.

Al ruido continuo de este fuego, todos los caballos principiaron a perder lapacienciayalgunosaseguirelejemplodeldedonDámaso,queenunespantohabía echado al suelo una canasta con naranjas y limas que un vendedorpresentabaalosjóvenes.Conesteincidentehubouncambioenlaposicióndecada jinete, y ora fuese efecto de la casualidad, ora de un movimientointencional,Leonor se encontró de repente al lado deRivas; yMatilde, quetratabadecontenerlosmovimientosdesucaballo,oyóasuladolavozdeSanLuisquelasaludaba.

-Aquíestamosmal-dijoLeonoraMartín-.¿Legustaaustedgalopar?

-Sí,señorita-contestóRivas.

-Sígameentonces-repusoLeonorvolviendosucaballohaciaelsur.

HizoseñasalmismotiempoaMatilde,queemprendióelgalope,mientrasquedonDámasoarreglabaconelnaranjeroelpreciodelasnaranjasqueporcausadeélhabíanidoapararamanosdelosmuchachosquesiempreescoltanalosbatallonesensussalidasalllano.

-Síguelastú,yalasalcanzo-dijodonDámasoaAgustín,alverpartiralosqueconélestabanagalopetendido.

Leonorazotabaasucaballo,queibapasandodelgalopealacarrera,animadotambiénporelmovimientodeldeMartín.

Éste corría al lado deLeonor sintiendo ensancharse su corazón por primeravezalinflujodeunaesperanza.Elconvitedelaniñaparaquelasiguiese,lanaturalidad de sus palabras, la franca alegría con que ella se entregaba alplacer de la carrera, le parecieron otros tantos felices presagios de ventura.Bajo la influencia de semejante idea, mientras corría, contemplaba con

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entusiasmo indecible a Leonor, que, animada por la velocidad creciente delcaballo, con el rostro azotado por el viento, vivos de contento infantil losgrandes ojos, le parecía una niña modesta y sencilla que debía tener uncorazón delicado y exento del orgullo con que hasta entonces le habíaaparecido.

Lacarrera se terminómuycercadel lugarqueocupa lacárcelpenitenciaria.Leonorsedetuvoycontemplódurantealgunosmomentosa losdemásde lacomitiva,quehabiendosólogalopadoveníanaúnmuydistantesdelpuntoenqueellaseencontrabaconRivas.

-Noshandejadosolos -dijomirandoaMartín,queenesemomentosecreíafelizporprimeravezdesdequeamaba.

Durante la carrera, y alentado por las ideas que describimos, Martín habíaresueltosalirdesutimidezyjugarsufelicidadenungolpedeaudacia.AloírlaspalabrasdeLeonor,sintiópalpitarconviolenciasucorazón,porqueveíaenellas una ocasión de realizar su nuevo propósito. Armose entonces deresoluciónyconvozturbada:

-¿Losienteusted?-lepreguntó.

Paraseguirpasoapasoelestudiodelaltanerocorazóndelaniña,nosvemosobligados a interrumpir con frecuentes advertencias las conversaciones entreella y Martín. Entre dos corazones que se buscan, y sobre todo cuando seencuentrancolocadosa tantadistanciacomo losqueaquípresentamos,cadaconversación va marcando sus pasos graduales que deben conducirlos aestrecharse o a separarse para siempre. La poca locuacidad es un rasgopeculiardesemejantessituaciones.Enlaspresentescircunstanciasmuypocaspalabras habían bastado para poner a esos dos corazones frente a frente.Leonor estaba muy lejos de pensar que iba a recibir aquella pregunta porcontestación,yesapreguntasolafuebastanteparadespertarsuorgullo.Habíamandado convidar a Martín para librarse del galanteo infalible de sus dosenamoradoselegantes,que,sobretodoenlosúltimosdías, lafastidiaban.EnRivas veía Leonor el objeto de la lucha que se había propuesto para sacartriunfante a su corazón, y contaba con la timidez del joven, acaso con sufrialdadrealocalculada,masnoconlaosadíaquerevelabalapregunta.ParacontestarlaacudióLeonoraesaindiferenciaglacialconquehabíacastigadoyaaMartínenotraocasión;fingiendonohaberoído,dijosolamente:

-¿Cómodiceusted?

Lasangredel jovenparecióagolparse todaa susmejillas,quecambiaronsujuvenil sonrosadoen el rojo subidode lavergüenza.PeroRivas, como todohombre naturalmente enérgico, sintió rebelarse su corazón con aquellacontrariedad,yapesardequelatíaconviolenciaydequesulenguaparecía

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negarseaformularningunasílaba,hizounesfuerzoparacontestar.

-Pregunté,señorita,siustedsentíaelversesolaconmigo-dijo-,paraexplicarausted que la he seguido por orden suya y temiendo que pudiera sucederlealgúnaccidente.

-¡Ah! -exclamó Leonor, no ya indiferente, sino con tono picado-. Usted havenidoparasocorrermeencasonecesario.

-Paraservirla,señorita-replicócondignidadeljoven.

Leonor oyó con placer el acento de aquellas palabras, que revelaban ciertaaltaneríaenelquelashabíapronunciado.

-Ustedseimponedemasiadasobligacionesparapagarnuestrahospitalidad-ledijo-.¿Nobastaqueustedsirvaamipadreentodossusnegocios?

-Señorita -repuso Martín-, yo me coloco en la posición que usted parecequerer señalarme, porque aún estoy lejos de tener una alta idea de miimportanciasocial.

-¿Secomparaaustedconalguienqueleparezcamuysuperior?

-Conesoscaballerosquevienenhacianosotros,porejemplo.

-¿ConAgustín?

-No,señorita,conlosotros,conlosseñoresMendozayValencia.

-¿Y por qué con ellos precisamente? -preguntó Leonor con una ligeraturbaciónquedisimulóconmaestría.

-Porqueellos,porsuposición,puedenaspiraraloqueyonomeatrevería.

CuandoRivasdijoestaspalabras,lacabalgata,queveníaagalopecortohaciaellugarenqueseencontrabaconLeonor,estabayamuypróxima.

-Noveoladiferenciaqueustedindica-contestóLeonorconvozqueparecíaafectuosa y confidencial-; amis ojos un hombre no vale ni por su posiciónsocial y mucho menos por su dinero. Ya ve usted -añadió con una ligerasonrisa que bañó en la más suprema felicidad el alma de Rivas- que casisiemprepensamosdediversomodo.

Dio con su huasca un ligero golpe al anca de su caballo y se adelantó ajuntarseconlosquellegaban.

Martínlavioalejarse,diciéndose:

«¡Extrañacriatura!¿Tienecorazónosólocabeza?¿Seríedemí,orealmentequiereelevarmeamispropiosojos?».

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ElgrupoqueformabalacomitivahabíallegadohastaelpuntoenqueMartínse encontraba cuando hacía estas reflexiones. Ellas, como se ve, eran muydistintas de las que sus anteriores conversaciones con Leonor le habíansugerido.Ya la esperanza doraba con sus reflejos el horizonte de sus ideas,abriendonuevocampoa lassensacionesdesupechoya losdevaneosdesuespíritu.EsaesperanzasolaeraparaMartínunafelicidad.

MientrasLeonoryRivasteníanlaconversaciónqueprecede,losdemásdelacomitivacaminabanhaciaellos,comodijimos,agalopecorto,quefuepocoapoco cambiándose en trote. Rafael se había colocado al lado deMatilde yrepetido con ella una conversación sobre elmismo tema que la primera, elmismo también en que se engolfan todos los enamorados. En su rostroresplandecía la felicidad; y sus ojos, al mismo tiempo que sus labios, sejuraban ese amor al que siempre los amantes danpor duración la eternidad.SanLuis,quedeseabaaprovecharelmomentoparainformarasuamantedelosprogresosfavorablesdesuintentodeunirseaella,saliódelidilioamorosoparahablardelasrealidades.

-Mitío-dijo-seencuentraperfectamentedispuestoaservirmeyprotegerme,misesperanzasaumentan.Sisupadrevuelveaempeñarseparaelarriendodela hacienda, es lomás probable que seamos felices. ¿Podré contar con queustedtengalaenterezadeconfesarasupadrequemeamatodavía?

-Sí,latendré-contestóMatilde-;sinosoydeusted,noserédenadie.

-Esaspalabras-repusoRafael-lasrecibiríaderodillas;conelsufrimiento,miamor por usted ha aumentado, puede decirse, porque se ha arraigado parasiempreenmipecho.

Insensiblementevolvieronaleternodivagarsobrelamismaideaqueformaelparaísodelosenamoradosquesecomprenden.AsíllegaronallugarenquesehallabaMartín.AlgunaspalabrashablóSanLuis,despuésdeesto,conLeonoryRivas,y,viendoacercarseadonDámaso,seretiróalgalope.

Don Dámaso había arreglado su asunto con el naranjero y emprendido lamarcha para reunirse a los suyos. A su edad, y cuando no se monta confrecuenciaacaballo,elcuerposeresienteprontodelmovimientoalgoásperodelacabalgadura,auncuandoseadepaso,comolaqueélmontaba.Alllegaralgrupoenqueestabansushijos,donDámasoesperabadescansardel largotrotequehabíadado;peroLeonoremprendióluegolamarchaylosdemáslasiguieron,congrandescontentodedonDámaso,aquienelsolyelcansanciocomenzabanadarelmástristeaspecto.

Caminandoalrededordeloscarruajesydelagentedeacaballoquerodeabaalosbatallones,lacomitivaencontróalcocheenquedoñaEngraciasepaseaba,acompañada por doñaFrancisca, y conDiamela en las faldas.DonDámaso

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aseguróasumujerquenoestabacansadoycomióalegrementeconlosdemáslimas,naranjasydulcesqueentalesocasionessepasandeloscochesalosdeacaballo.Pero,porsumal,Leonorparecíainfatigable,yfueprecisoseguirlaennuevasexcursioneshastalahoraderegresaralaAlameda.Allívolvieronadetenerse junto al coche de doñaEngracia. En diezminutos de reposo, donDámasosefigurabahaberserepuestodelafatiga;masalemprenderdenuevolamarcha,sucuerpo,quesehabíaenfriado,sintiótodoelpesodelcansancio;y el pasodel caballo, a pesar de su suavidad, le arrancó ahogadosgemidos,que el buen caballero confundió con la promesa formal de no volver asemejantesandanzas.Susjuramentosserepitieronvariasveces,porquefueronmuchoslospaseosquediosuhijaalolargodelaAlameda,deteniéndosesólodurantepequeñosmomentos,quedonDámasoaprovechabaparavolverasulugar el nudo de su corbata, que parecía querer dar la vuelta completa a supescuezo con elmovimiento de lamarcha, y para volver su sombrero a sunatural posición, trayéndolo del cuello de la levita, en que iba a reposar,dejandolafrentealaire,sobrelospuntosdesucabezaenqueacostumbrabaasentarlo.

Albajardelcaballoenelpatiode lacasa,donDámasohizoalgunosgestosquemanifestabansulamentableestado,yrogóaLeonorqueeneseañonolevolvieseaconvidarparasaliratalespaseos.

-XXX-

Inmensos esfuerzos de paciencia y las más reiteradas súplicas tuvo queemplearAgustínEncinaparaobtenerdeAmadoralgunosdíasdeplazoa suexigencia de dinero. Sin otramira que la de ganar tiempo, había solicitadoaquel aplazamiento, porque sabía que un nuevo pedido de plata a su padredespertaría las sospechas de éste y haría probablemente descubrir sucasamiento.

La idea dominante de Agustín era ocultar este casamiento, alentado por lavaga esperanza de todo el que, puesto en una difícil posición, esperaba deltiempo,másbienquedesuenergía,elallanamientodelasdificultadesquelerodean.

Su amor a Adelaida, basado sobre las elásticas ideas de moralidad que lamayorpartedelosjóvenesprofesa,sehabíamodificadosingularmentedesdequesecreíaunidoaellaporlazosindisolubles.Encontrandounaesposadondeélhabíabuscadounaquerida,sussentimientos,deunapasiónqueéljuzgabasincera, se entibiaron ante la inminencia del peligro con que su enlace leamenazaba a toda hora. Temiendo siempre la burla, el deshonor, según lasleyesdelcódigoquerigealassociedadesaristocráticas,Agustínsólopensaba

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en conjurar elmás largo tiempo posible ese peligro, en vez de ocuparse deAdelaida.

Así transcurrieron losdíashastael10deseptiembre.DoñaBernarda,enesedía, manifestó a su hijo que el Dieciocho estaba muy próximo y que nadahabíancompradoaúnparasolemnizartangranfestividad.

EntodaslasclasessocialesdeChileesunaleyquenadiequiereinfringirladecomprarnuevostrajesparalosdíasdelapatria.

DoñaBernardaobservabaesaleycontodoelrigordesuvoluntad,ypensabaqueenaquellaocasiónpodrían,ellaysushijas,acudiralastiendasmejorquenunca,conelauxiliodeldineroqueAgustíndebíaentregaraAmador.

Estaconsideracióndiolugaraunacuerdoentrelamadreyelhijoparaexigirelpagodelacantidadestipuladasinotorgarunsolodíamásdeplazoquelosyaconcedidos.

En lanochedeldía enque severificó tan terminanteacuerdo,AgustínvinocomodecostumbreconRivasacasadedoñaBernarda.

Amadornotificóasucuñadosupuestolaordenconminatoria,yanuncióquesepresentaría sin falta al día siguiente para percibir la suma. Los ruegos deAgustín seestrellaroncontra lavoluntaddeAmador,que fulminó la terribleamenazadedivulgarlanoticiadelmatrimonio.

Edelmira conversaba entretanto con Martín, en los momentos que podíasubstraerse a la porfiada vigilancia de Ricardo Castaños. En esasconversacioneshallabaaquellaniñanuevosencantoscadadía,yabandonabasucorazóna losdulces sentimientosqueMartín la inspiraba, sinatreverseamanifestaral jovenunamorqueélnohabíacontribuidoa formardeningúnmodo.Edelmira, como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, era dada a lalecturadenovelasypornaturalezaromántica;estacualidadledabalafuerzadecultivarensupechounamorsolitario,alquepocoapocoibaentregandosualma, sin más esperanza que la de amar siempre con esa melancolíavoluptuosa que las pasiones de este género despiertan comúnmente en elcorazón de la mujer, la que posee una organización más pasiva que la delhombreenestoscasos,porquesussentimientossonmáspurostambién.

Devueltaalacasa,Agustínnoquisoentraralsalónyseretiróasucuarto.Enel camino había luchado victoriosamente contra su debilidad, que leaconsejaba confiarse enteramente aMartín y ponerse bajo el amparo de susconsejos.PeroelamorpropiohabíatriunfadoyAgustínguardósusecretoysupesarparaélsolo,esperandocontemorlallegadadelsiguientedía.

Martínseretiró tambiénasucuartosinpresentarseenelsalón,comoen las

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noches anteriores lo había hecho.Después del paseo a caballo, la esperanzaqueensupechohabíanhechonacerlaspalabrasdeLeonorpermanecíaenelmismoestado.Laniñahabíadestruidoconestudiada indiferencia losdeseosquealentabanaRivasdedeclararlesuamor;masnoledesesperabatampoco,porque a veces tenía palabras con las cuales la pregunta que en la PampillahabíahechoMartínvolvía,comoentonces,suscitandolasmismasdudasensuespíritu.

Duranteaquellosdías,donFidel,porsuparte,habíahechoseriasreflexionesacerca de la determinación que anteriormente anunciara a su mujer. Noobstantequeaparentabanoseguiren[todo]másquelosconsejosdesupropiainteligencia,laobservaciónhechapordoñaFranciscasobreloprematurodesuproyecto tuvo bastante fuerza a sus ojos para obligarle a esperar. Pero donFidel era hombre de poca paciencia, así fue que transcurridos los días quemediaron entre la última de sus conversaciones con su mujer, que hemosreferido, y el 10 de septiembre, a que han llegado los acontecimientos denuestranarración,donFideldeterminóllevaraefectosupropósitodehablaradon Dámaso sobre su deseo de ver unidos in facie eclesia a Matilde conAgustín.Esteenlace,segúnsuscálculos,eraunbuennegocio,puestoquesusobrinoheredaríaporlomenoscienmilpesos.AsícalculabadonFidel,conlaprecisióndelhombreparaquienlasilusionesdelmundovantomandoelcolormetálicoquefascinalavistaamedidaqueseavanzaenlaexistencia.

Apesardeesto,donFidelnodescuidabaelnegociodelarriendodelRoble.Suambiciónleaconsejabamascaradoscarrillos,comovulgarmentesedice,yleparecía que era una empresa digna de su ingenio la de casar aMatilde conAgustínyobteneralmismo tiempounnuevoarriendopornueveañosde lahacienda en que se cifraban susmás positivas esperanzas de futura riqueza.ContalmirahabíasuplicadodenuevoasuamigodonSimónArenalelhacerotratentativacercadeltíodeRafaelparaconseguirelarriendodeseado.

DonFidelnocreyónecesarioesperarlarespuestadesuamigo,yeldía11seapresuróadirigirseacasadedonDámasoantesdelasdocedeldía,horaenque sucuñadosalíade sucasaadarunavueltapor lascallesyaconversaralgunashorasenlosalmacenesdelosamigos,ocupacióndelaquemuypocoscapitalistasdeSantiagosedispensan.

Mientras caminadonFidel, nosotrosveremos aAmadorMolinaque llega acasadedonDámaso,comoenlanocheanteriorlehabíaanunciadoaAgustín.El hijo de doña Bernarda era aquella vez puntual, como todo el que cobradinero,y llevabaelsellodelsiúticomásmarcadoentodasupersonaqueencualquieradelasdemásocasionesenquehafiguradoenestasescenas.

Sombrero bien cepillado, aunque viejo, inclinado a lo lacho sobre la orejaderecha.

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Corbata de vivos y variados colores, con grandes puntas figurando alas demariposa.

Camisa de pechera bordada por las hermanas, bajo la cual se divisaba laalmohadilla forrada en raso carmesí, que por entonces usaban algunos, conpretensionesdeelegantes,paraostentaruncuerpoesbeltoylevantadopecho.

Chalecobienabierto,decoloresenpleitoconlosdelacorbata,abotonadopordosbotonessolamenteydejandoveraderechaeizquierdalostirantesdeseda,bordadosaltelarporalgunaqueridaparafestejarleenundíadesusanto.

Frac de color dudoso, y dejando ver por uno de los bolsillos la punta delpañueloblanco.

Pantalonescompradosalanceyunpococortos,colorperlaalgodeteriorado.

Yporfinbotasdebecerro,consuligeroremiendosobreeldedopequeñodelpiederecho,ylustradasconprolijocuidado.

Añádaseaestoungruesobastón,queAmadordabavueltasentre losdedos,haciendomolinete,yuncigarrillodepapel,arqueadoporlapresióndeldedopulgardeladerechabajoelíndiceyeldedogrande,eneldedosiguienteunasortija con este mote en esmalte negro: «Viva mi amor», y se tendrá elperfectoretratodeAmador,que,alentrarencasadedonDámaso,acariciósusbigotesyperilla,comoparadarseunairedematamorospropioparainfundirseriostemoresenelánimodesuvíctima.

Agustín le esperaba entregado a una mortificadora inquietud. En sus ojoshundidos, en la palidez de su rostro, se veían, a más de los temores delmomento,lasangustiasdeunanochedeinsomnioydesobresalto.

Hacía poco que la familia de don Dámaso había concluido de almorzar,cuandoAmadorseencontróenelpatiodelacasa.

Oíase en el interior el sonido del piano en que Leonor ejecutaba algunosejercicios.DonDámasoyMartínseencontrabanenelescritoriodespachandoalgunas cartas de negocios, y Agustín, tras los vidrios de una puerta,observabaconojoinquietoalaspersonasqueatravesabanelpatio.

AlveraAmador,abrióconprecipitaciónlapuertaylehizoentrar.

Amador se sentó sin que le ofreciesen asiento y puso su sombrero sobre laalfombra.

-¡Caramba-dijo,pasandoenrevistaelamuebladoyadornosdelapieza-,estoestádeloquehay!

Agustín cerró bien las puertas, mientras que Amador sacaba unmechero y

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encendíaelcigarroquesehabíaapagado.

-¿Y...yaestánprontoslosrealitos?-preguntóaljoven,queseparóasufrentepálidoyturbado.

-Todavía no -dijo Agustín-; estoy seguro que papá se va a enojar con estepedidodeplata.

-Qué le haremos, pues; tendrá dos trabajos: el de enojarse y el de soltar laspesetas.

-Y si no quiere lo perdemos todo -replicóAgustín suplicante-, ¿por qué noesperaalgunosdías?

-Siyotuvieracasacomoéstaymueblesycriadosybuenabucólica,deseguroque esperaba; pero, hijito, la familia está pobre y sumujer no puede andarvestidacomounacualquiera.Sielviejoseenoja,esporquenosabequeustedsehacasado;yoledaréatragarlapíldorasiquierehacerelcicatero;déjelonomás.

Agustín sevolviódesesperadohacia lapuertaquedabaalpatioyvioadonFidelElíasqueentrabaalescritoriodesupadre.Aquellavisitaleparecióunfavordelcielo.

-Mire usted -dijo a Amador-; allí va mi tío Fidel entrando al cuarto de mipadre.¿Cómoquierequevayaahoraapedirledinero?

-AguardaremosaqueeltíoFidelsevaya-respondióAmador-.¿Notieneustedporhei un puro y alguna copita de licor? Así conversaremos como buenoshermanos.

Agustín le dio un cigarro habano y le presentó una licorera con copas ybotellas. Amador prendió el cigarro en su mechero, se sirvió una copa decoñac,que tragócomounagotadeagua; llenódenuevolacopaymiróconsatisfacciónasuvíctima.

-No está malo -le dijo-. ¡Vaya lo que vale ser rico! ¡Y uno que tiene queecharsealestómagounanisadoordinario!

Les dejaremos seguir su conversaciónmientras que damos cuenta de la quedonFidelydonDámasoacababandeentablar.

Don Fidel llevó a su cuñado a un rincón de la pieza, mientras que Rivasescribíasobreunamesaenotro.

-Tevengoahablardeunasuntoquemepreocupadesdehacedías-dijoenvozbaja-,yquenosinteresaalosdos.

-¿Cómo así? -preguntó donDámaso, tomando para hablar elmismo aire de

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misterioconqueselehabíadirigidodonFidel.

-Comotúnoeresmuyobservador,notehabrásfijadoenunacosa.

-¿Enquécosa?

-Tuhijoymichiquillasequieren-dijodonFidelaloídodesucuñado.

-¿Deveras?-preguntóconadmiracióndonDámaso-,nomehabíafijado.

-Peroyomefijoentodoyamínosemevaninguna;estoyseguroqueestánenamorados.

-Asíserá.

-Bueno, pues, yo te vengo a ver para eso, es preciso que nos arreglemos;Agustínmepareceunbuenmuchachoynoserámalmarido.

-¡Pero,hombre,todavíaestámuyjovenparacasarse!

-¿Yyodequéedadteparecequemecasé?Teníaveintidósañosnomás.Eslamejoredad.Losquenosecasanprontoesportunantear.Siquieresquetuhijose pierda, déjalo soltero y verás cómo te cuesta un ojo de la cara. ¡Ah, yoconozcoestascosas!¿Novesqueamínosemevaninguna?

-Puede ser, puede ser -repuso don Dámaso, siguiendo su propensión ainclinarsealparecerdeaquelconquienhablaba-.Peroesprecisover loquedicelaEngraciaprimero.¿Novesqueyosolonoesregularquedispongadeunhijo?

-¡Ah!,esdecirqueandasbuscandodisculpas-dijodonFidel,olvidando,conlaimpaciencia,elhablarenvozbaja.

-No,hombre,porDios-replicódonDámaso-;yonobuscodisculpas.Pero¿noteparecemuynaturalqueconsulteantesamimujer?PorquealfinyalcaboellaeslamadredeAgustín.

-Peroloqueyodeseosaberestudeterminación:¿apruebasonoloquetehevenidoaproponer?

-Pormiparte,cómono,conmuchogusto.

-¿Yteempeñaráscontumujerparaqueconsienta?

-También.

-Acuérdatedeloquetedigo:sidejasatuhijosoltero,eldíamenospensadosebotaatunanteytecomeunojodelacara.Yoséloquesonestascosas,puesamínosemevanasínomás.

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Con la seguridad de nuevas promesas de don Dámaso, se retiró don Fidel,satisfecho del modo como había conducido aquel negocio y dejando a sucuñadopensativo.

-Enesode losgastosno le falta razón -murmuró, recordando los frecuentesdesembolsosdedineroquehabíahechoúltimamenteporAgustín.

Metiólasmanosenlosbolsillosyprincipióapasearsepensativoalolargodelapieza.

Amador,entretanto,empezabaaimpacientarsedeesperaryselevantóaespiarlasalidadedonFidel.

-Vamos,yasevaeltío-dijoviéndolesalir.

AgustínmiróadonFidel,queatravesabaelpatioconelsemblantealegreporlas felicitaciones que se iba dando a sí mismo. Con él se iba también suesperanzadelibrarse,porundíaalomenos,depedireldineroasupadre.

Intentódenuevoconseguirunplazo,peroAmadorsemostróinflexible.

-Vaya,pues-dijoéste-,tendréyomismoqueirahablarconelpapá.Estovapareciendojuegodeniños.

-Bueno,espéremeestanocheensucasaylellevarélaplataolacontestacióndepapá-exclamóAgustín,armándosedeunaresolucióndesesperada.

-No, no, aquí estoy bien -contestó Amador sentándose y encendiendo otrocigarro-;vayanomás,hableconelpapáytráigamelacontestación.

Agustínalzó losojosalcielo implorandosuayuda,ysedirigióalcuartodedonDámasocomounavíctimaalsuplicio.

-XXXI–

DonDámasocontinuabasupaseoysusreflexiones.Elvaticiniodesucuñadoleparecíaunoportuno avisopara fijarse en adelante conmás cuidado en laconductadesuhijo.

Martín concluyó sus quehaceres y se retiró del escritorio, dejando a suhuéspedentregadoaestasreflexiones.

CuandoAgustínentróenelcuarto,donDámasolemirósiguiendola ilacióndesusideas.

-Agustín,¿endóndevisitasahora?-lepreguntó.

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Agustín,quehabíapreparadoyalafraseconquedebíaentablarsupeticióndedinero,seturbóaloírlapreguntadesupadre.Temerosodeverdivulgadosusecreto,parecíalequesemejantepreguntaeraunindicioevidentedequedonDámasoteníayaalgunasospechadesucasamiento.

-¿Yo?-contestóbalbuciente-,visitoenalgunas,comoustedsabe,y...

-Sería tiempo que pensases ya en trabajar en algo -le dijo don Dámasointerrumpiéndole.

-Oh,yoestoymuydispuestoa trabajar. ¡Ojaláahoramismosepresentase laocasión!

-Bueno,me gusta oírte hablar así -le dijo el padre revistiéndose de un airedoctoral-, los jóvenes no deben estar de ociosos, porque no hacenmás queperdertiempoydinero.

EstareflexióncaíamuymalparalascircunstanciasdeAgustín.Noobstante,laideadeverapareceraAmadorydequetodosedescubrieseledioánimoparapersistirenlaresoluciónconquehabíaentrado.

-Asíes,papá-dijo-,ustedtienerazónyporesoyodeseotrabajar.

-Estábien,hijo,yotebuscaréalgunaocupación.

-Gracias.Cuandoestétrabajandonopensaréenhacergastos,comoahora,que,sinsabercómo,meencuentroconunadeudademilpesos.

Agustín pronunció su frase con la mayor serenidad que le fue posible yobservóconansiedadelefectoqueproducíaensupadre.

DonDámaso,quehabíavueltoasupaseo,sedetuvoyfijólosojosensuhijo.Las palabras que don Fidel acababa de decirle tomaron entonces en suimaginaciónunalcanceprofético.

-¡Milpesos!-exclamó-.¡Perohacemuypocosdíasquetediotrotanto!

-Escierto,papá,peroyonosécómo...semehabíaolvidado...yademásconlosamigosyelsastre...

-Fidel tiene razón -dijo agitado don Dámaso-, estos muchachos no piensanmásqueengastar.

Luego,volviéndosehaciaAgustín:

-¡Pero, hombre,mil pesos!Es decir, dosmil pesos enmenos de dosmeses.Caramba,amigo,ustedestágastandocomoquenolecuestanada.

-Enadelanteseráotracosa,yustedverácuandoyoestétrabajando-repusoentonomelosoelelegante.

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-¡Eh!,¡quéhasdetrabajar!Ahoralosmocitosnopiensanmásqueenbotarlaplata que sus padres han ganado a fuerza de trabajo. Sí, señor, Fidel tienerazón,todossonunostunantes.

-Yoleprometoaustedquetrabajaré,ycuandopaguelosmilpesosquedebo,nogastouncentavomás.

-A mí no me bastan esas promesas, amiguito. ¿Sabe usted lo que hay? Esprecisoentrarenunavidaarreglada.

-Oh,yoestoytandispuestoque...

-Sí,sí,ésassonbuenaspalabras,asídicentodos.No,amigo,laqueyollamovidaarregladaesladelmatrimonio.¿Meentiendeusted?

Agustín bajó los ojos espantado del giro que tomaba la entrevista. Eraimposible ya retroceder, y lo quemás importaba en esemomento era ganartiempo. Ésta fue la única reflexión que surgía del espíritu del angustiadomozo.

-Espreciso,pues,que túpiensesencasarte -continuódonDámasocon tonomástranquilo,puesalverqueAgustínhabíabajadolavista,creyóqueeraenseñaldesumisiónyobediencia.

DonDámaso,quesóloeraenérgicopormomentos,sentíaunverdaderoplacerencuantoveíarespetadasuautoridad.Laactitudconquesuhijoquisoocultarel terror que en su corazón despertaron sus palabras le dispuso muyfavorablemente hacia él. Como Agustín seguía con la vista clavada en laalfombra,donDámasocontinuóconmayorafecto.

-Aver,Agustín,conversemoscomoamigos.Amímegustaquemerespeten,escierto;perodeseotambiénquemishijostenganconfianzaconmigo.¿Quéteparecetuprimita?

-¿Miprimita?

-Sí,Matilde;esbuenamoza.

-Oh,sí,muybuenamoza.

-Ytienebuengenio,¿noescierto?

-Excelente,papá,muybuengenio.

-¿Notegustaríaparamujer?

-¡Mucho, papá! -contestóAgustín, que quería salir del pasomanifestándosesumisoycomplaciente.

-Pues,hijo-exclamóconalegríadonDámaso-,aquíacabadeestartutíoyme

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dicequeparaélseríaunafelicidadladevertecasadoconsuhija.

-Siaustedleparecebien,yo...

-Meparecebien, hijo,muybien; espreciso entrar en juiciodesde tempranoparatenerunavejezfeliz.

-Sinduda,papá;peroibaadecirlequeMatildenomequiere.

-Bah,ríetedeeso,hijo-replicódonDámaso,golpeandodenuevoelhombroaAgustín-; lo mismo creía yo antes de casarme. Hay niñas tímidas que auncuandoquieranaunjovennoseatrevenadárseloaconocer;asíestuprimita,peroháblaleunpocoyverás.Yoestoyseguroqueellateestáqueriendo.Mira,noestoyseguro;perocreoquetutíomelodijoaquí.

DonDámasoagregabaestaduda,quenoloeraensuespíritu,parapersuadirasuhijoquetandócilselemanifestaba.

-No,papá,nopuedeser,Matildeamaaotro.

-Cuentos,hijo, todas lasniñas tienenamorcilloshastaquesepresentaunoylashabladecasamiento.

-En fin, papá -replicó Agustín, no queriendo en aquellas circunstanciascontrariarasupadre-,creoquelacosanoestanurgenteque...

-Urgenteymuyurgente-dijoelpadrecontonodistintodelafectuosoconquehabíahabladohastaentonces.

-Yonecesitosabersiellameamaysi...

-Todoesoestámuybueno.Yotambiénnecesitoquenoandesporahíbotandomidinero.Esprecisoquemiresestocomomuyserio.

-Sinduda,papá,yasíqueustedmehayadadoparapagarloquedebo...

-¿Cuántoes?

-Milpesos.

-¿Nadamás?

-Nadamás.

-Novengamosdespuésconquenoshemosolvidadodealgo.

-Estodoloquenecesito.

-Estábien,hijo,mañanametraeslascuentasdeloquetengasquepagarytucontestaciónsobrelaprima,ytodosepagará;vaya,pues,estáconvenido.

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Agustínmiróestupefactoasupadre,quenolediotiempodereplicar,porquesalióinmediatamentedelcuarto.

«Lascuentasy lacontestaciónsobreMatilde -replicóabismadoelelegante-,ahorasíqueestoymuchopeorqueloquevine.¿Cómosalirdeesteapuro?».

Dirigiosepensativoydesesperadoasucuarto,endondeAmadorleesperaba.

-Nove,pues-dijocontestandoa la interrogadoramiradaconqueAmadorlerecibía-,consuapurolohaechadotodoaperder.

-¿Cómo?¿Cómoeseso?¿Quéesloquehay?-preguntóAmador,mirandoconinquietudeldescompuestosemblantedesuvíctima.

-Que usted lo ha echado todo a perder -repitióAgustín, dejándose caer conprofundoabatimientosobreunasilla.

-Perodiga,pues,¿cómohasido?¿Quéhubo?

-Papáseincomodó.

-¿Seincomodó?¡Veanquélástima!¿Ydespués?

-Dicequeparapagarquiereverlascuentas.

-¿Quécuentas?

-Lascuentasdeloqueledijeyoquedebía.

-¿Yquéhayconeso,pues?Lellevalascuentas.

-Pero,¿cómoselasllevosinoexisten?

-Vaya, amigo, por poco se echa amuerto usted; yo le haré las cuentas quequiera.

Agustínmiró con espanto al que con tanta frialdad le hablaba de presentardocumentosquenoexistían.ElsemblantedeAmadorrespirabaunaserenidadperfecta, y había en sus ojos una tranquilidad que le asustó. Por unpresentimiento repentinosevioAgustín lanzadoconaquelhombreen lavíavergonzosa de la falsificación y del engaño a que con tanta naturalidad leconvidaba Amador. Este solo presentimiento le hizo ruborizarse y temblar.Conélsedespertarontambiénensupecholosinstintosdedelicadezaqueelmiedohabíahastaentoncessofocado,yellosleinfundieronlaenergíaquelefaltabaparapreferirunafrancaconfesióndeloocurridoantesquemancharseconelcontactoimpurodelqueleofrecíalosmediosdeengañarasupadre.

-Mañana -dijo-, sin necesidad de documentos, haré que papá me dé esacantidad.

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-Bueno, pues, yo no espero más que hasta mañana -respondió Amador,tomandosusombrero-;sielpapáseenojaynoquieredarlaplata,yolelargoelaguayselocuentotodo.Hastamañana,pues.

Saludóconairedeamenazaysaliódelcuarto.

Agustínse tomólacabezacon lasmanosypermaneció inmóvilporalgunosinstantes.Luegolevantólosojos,enlosquebrillabaunrayoderesolución,ydejandoelasientoenqueseencontraba,saliódelcuartoysubiólaescalaqueconducíaalashabitacionesdeRivas.

Martín,sentadodelantedeunamesa,estudiaba,omásbienleíaenunlibrosincomprender.LasorpresasepintóensurostroalverentrarconprecipitaciónaAgustín,cuyasdescompuestasypálidasfaccionesindicabanlaagitaciónaquesuespíritusehallabaentregado.

Rivas se levantó saludando con cariño a Agustín, que empezó a pasearsepensativo por la pieza. Terminado el primer paseo, se detuvo y miró ensilencioaMartín.

-Amigo-ledijo-,soymuydesgraciado.

-¡Usted!-exclamóRivasconasombro.

-Sí, yo; si hubiese seguido sus consejosno estaría comoestoy, perdidoparasiempre.

Martínlepresentóunasilla.

-Veoqueestáustedmuyagitado,Agustín-ledijo-,siénteseaquí.Siustedmeviene a buscar para confiarme sus pesares, cuente con que, además deagradecerleesaconfianza,haréloposiblepordarlealgúnconsuelo.

-Muchas gracias -contestó Agustín sentándose-. Es cierto que vengo aconfiárselo todo. ¡Ah!,desdehacealgunosdías,amigo,hesufridomucho,ycomo no he tenido a nadie con quien hablar, me siento con el corazónoprimido. Ahora me acordé que usted me dio un buen consejo, que pordesgracianoseguí,yhevenidoadesahogarmipechoconusted,porquecreoqueesbuenamigo.

HabíaenestaspalabrasunprofundosentimientoqueconmovióelcorazóndeMartín.Elelegante,quehabíadevoradosolosuspenas,seexpresabacontalabandonoqueRivassintióporéluninteréssinceroyafectuoso.

-Siustedmepermite -ledijo-, seré suamigo.Pero, ¿qué le sucede?Talvezalgunacosaalaquedaustedmásimportanciaquelaquetieneenrealidad.

-No,no,ledoylaimportanciaquemerece.¿Sabeloquehay?¡Estoycasado!

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-¡Casado!-repitióMartínenelmismotonoenqueAgustínlohabíadicho.

-Sí,casado.¿Yselefiguraaustedconquién?

-Nopuedofigurármelo.

-ConAdelaidaMolina.

-¡ConAdelaida!Pero,¿desdecuándo?Ciertoqueestomeparecemuyextraño.

-Óigame usted y sabrá lo que ha sucedido, todo por no haber seguido susconsejos.

Agustín refirió a Rivas el suceso del matrimonio con sus más pequeñascircunstancias, y luego las continuas exigencias de dinero, hasta las escenasporquehabíapasadoaqueldíaconAmadorycondonDámaso.

-ApesardelaosadíaconqueusteddicequeAmadorleamenazaderevelarasupadreestesecreto-observóMartínreflexionando-,yoencuentrotodoestomuysospechoso.¿Sabeustedsielquelespusolasbendicioneseracura?

-Nosé,esunpadrequenohevistoenmivida.

-¿Presentóalgunalicenciadecuraparapodercasarlos?

-Nosé,yoestabaentoncestanturbadoquenosabíaloquemepasaba.

-Debemosantetodohacerunacosa.

-¿Cuál?

-Informarnos en todas las parroquias y hacer registrar los libros dematrimoniosdesdeeldíaenqueustedsecasó.

-¿Yparaqué?

-Paraversilapartidaexiste,porquenomefaltansospechasdequeustedseajuguetedealgunaintriga,porloqueustedrefiere.

-¡Escierto,ustedtalveztengarazón!-exclamóAgustín,comoiluminadoporunrayosúbitodeesperanza.

-Si la partida no está asentada en ninguna parroquia, es claro que elmatrimonioesnulo,porquehasidohechosinelpermisocompetente.

-Siusteddescubrieseesto-ledijoAgustínconentusiasmo-,seríamisalvador,ledeberíalavida.

-¿Amadorhadichoquevolveríamañana?

-Sí,alamismahoraquehoy.

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Martín designó entonces las parroquias que él recorrería, señalando otras aAgustínconelmismoobjeto.

-Para esto no debe usted pararse en gastos -le dijo-, es preciso desplegar lamayoractividad;esnecesarioquenosotrostengamoslacertidumbresobreestoantesqueAmador sepresenteaquí,yquehayamosprevenidoa supadredeusted.

-¿Amipadre?¿Yparaqué?

-ParaevitarqueAmadoruotrocualquieravengaasorprenderle.

-¿Ysielcasamientonoesnulo?

-Es preciso tener valor y franqueza. ¿No tendrá don Dámaso razón paraofenderseconustedsiotrapersonaenvezdeustedletraetalnoticia?

-Escierto.

-Además, si, por desgracia, elmatrimonio es válido, previniendo a su padrecontiempo,podrátalvezarreglarlascosasdealgúnmodoqueanosotrosnosenosocurre.

-Cierto-repitióAgustín,admirandolaprevisiónconqueRivasraciocinaba.

-Vamos,pues-dijoéste-,esprecisoponernosenmarcha.

-Bajoamicuartoyallí tomaréeldineroque tengo; sondoscientospesos,ypartiremos,¿noleparece?

-Lomásprontoserálomejor-dijoRivas,tomandosusombreroybajandoconAgustín.

Pocosmomentosdespuéssalieron,cadacualendirecciónalospuntosdondesedirigíansuspesquisas.

-XXXII–

DonFidelElíasregresóasucasafelicitándose,comodijimos,desuactividadymaestríaparaconducirlosnegocios.

Entrenosotros esbastante conocidoel tipodelhombrequedirige a este fintodoslospasosdesuvida.

Para tales vivientes, todo lo que no es negocio es superfluo.Artes, historia,literatura, todoparaellosconstituyeunverdaderopasatiempodeociosos.Lapolítica les merece atención por igual causa y adoptan la sociabilidad por

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cuanto las relaciones sirven para los negocios. Hay en esas cabezas unsoberbio desdén por el que mira más allá de los intereses materiales, yencuentranenlalistadeprecioscorrienteslamásinteresantecolumnadeunperiódico.

Entre estos sectarios de la religión del negocio se hallaba, comoha visto ellector,donFidelElíasporlosañosde1850;esdecir,diezañosha.Yendiezañoslapropagandayelejemplohanhechonumerosossectarios.

DonFidel,yalodijimos,mirabacomounbuennegocioelcasaraMatildeconAgustín Encina.Mas no por eso dejaba de interesarse vivamente en el otronegocioqueteníaentremanos:elarriendodelRoble.

DijéronleensucasaquedonSimónArenalhabíaestadoabuscarle,ysindejarelsombrero,nientrarenexplicacionescondoñaFranciscasobresuentrevistacondonDámaso,sedirigióllenodecuriosidadacasadedonSimón.

DoñaFrancisca le vio salir con el placer quemuchasmujeres experimentancadavezquesevenlibresdesusmaridosporalgunashoras.Haygrannúmerodematrimoniosenqueelmaridoesunacruzquesellevaconpaciencia,peroquesedejaconalegría,ydonFideleraunmaridocruzentodalaextensióndelapalabra.

DoñaFranciscaleíaalasazónaValentina,deJorgeSand,ydonFidel,hombredenegocios,contodalafrialdaddetal,hacíaunatristefiguracomparadoconel ardiente y apasionado Benedicto. Por esta causa doña Francisca vio congustosalirasucruzyvolvióconvehemenciaalalectura.

DonFidelnosecurabadeJorgeSandmásquedelospobresdelhospicio,yasífuequesaliósinverlosreflejosderománticoarrobamientoquebrillaronen losojosdesuconsorte;hastamás le importabaelnegociodelRoblequeestudiarlasimpresionesdesumujer.

LlegóacasadedonSimónconlarespiraciónagitadayelánimoinquietoporladuda.

DonSimónleofrecióasientoyuncigarrodehoja,asegurándolequeerandelosmejoresquesalíandelacigarreríadeReyes,situadaenlaplazueladeSanAgustín.

Conuncigarroseentablanentrenosotroslamayorpartedelasconversacionesentre hombres y puede decirse que el cigarro es uno de los agentes desociabilidadmásacreditadosyactivos.

DonFidelElíasencendióelsuyoyesperó,nosinemoción,quesuamigoledijeseelobjetodelavisitaquehabíaestadoahacerle.

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-¿Ledijeronqueestuveensucasa?-fuelapreguntadedonSimón.

-Sí, compadre -contestó don Fidel-, y apenas lo supeme vine derecho paraacá.

-Fuiadecirlequehecumplidosuencargo.

-Ah,¿estuvoustedcondonPedroSanLuis?

-Anoche.

-¿Yquédicedelahacienda?

-Elhombreponesuscondicionesparahacerunnuevoarriendo.

-¿Quécondiciones?

-Unaqueesmuydifícilsefigureusted.

-¿Queesmuydura?

-Segúncomoustedlaconsidere.

-Vamosaver,dígalo,compadre,hablandoescomosehacenlosnegocios.

-DonPedromehadichoquedeseaquesuhijoprincipieatrabajar.

-Y¿quéhayconeso?

-Queparaquesuhijotrabajelopiensaasociarconsusobrino.

-¿ConRafaelSanLuis?

-Sí.

-Hastaahoranoveoloquetengoquehacerconeso.

-Que piensa dar en arriendo elRoble a su hijo y a su sobrino, en caso queustednoconsientaenloqueRafaellehapedido.

-¿Quélehapedido?

-QuesoliciteparaéllamanodeMatilde.

DonFidelnosehallabapreparadopararecibirunataquesemejante.Nohallóquédecir.Susfaccionessecontrajeroncomolasdeunhombrequeseentregaaunaprofundareflexión.

-Deverasqueestonomelopodíafigurar-dijo.

-Ésaessucondición-repusoelcompadre.

-¿Ysiyoaccedieseaella?-preguntódonFidel,despuésdeunaligerapausa.

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-EnesecasoarrendaríaaustedelRobleypondríaatrabajarasuhijoyasusobrinoenotrahacienda.

-Yausted,¿quéleparece,compadre?

-¿Amí?,nosé;ésteyasehaceunasuntodefamilia.

-Asíes-dijovolviendoasuscavilacionesdonFidel.

Ante todo, se dijo que el asuntomerecía pensarse detenidamente, porque lapropuestadedonPedronoparecíadesechableaprimeravista.HemosdichoquedonFidelteníacomprometidalamayorpartedesufortunaenlahaciendadelRoble,yestaconsideraciónobrabapoderosamenteensuánimoparamirarcomopreferibleelcasamientodeMatildeconRafaelqueconAgustín.Segúntodas las probabilidades, éste tendría fortuna, pero sólo a la muerte de supadre; y don Fidel calculó que don Dámaso, en perfecta salud como sehallaba, viviría largos años aún. Además, el apoyo que su cuñado podíaprestarleeraproblemáticoynunca tanventajosopara susnegocioscomounnuevoarriendodelRoblepornueveaños.

-UstedsabequeRafaelestuvoahoratiempoparacasarseconMatilde-dijoalcabodeestasconsideraciones.

-Asísupe-respondiódonSimón.

-Lacosasedeshizopormicuñado-prosiguiódonFidel-.Rafaelnoteníanadaentonces,peroesunbuenjoven.

DonSimónaprobóconlacabeza.

-Sisutíoleprestasuapoyo,noesunmalpartido-continuódonFidel.

-Asíparece.

-Lo mejor, compadre, será no tomar sobre esto una resolución precipitada;tiempotenemosparapensarlo.

Varió entonces de conversación y permaneció media hora más con elcompadre,dirigiéndosedespuésasucasa.

LlegóenmomentosenquedoñaFranciscaleíaelpasajeenqueBenedictoseencuentra en la alcobadeValentina.La llegadadedonFidel interrumpió sulecturacuandosucorazónnadabaenplenoromanticismo.

DonFidelrefiriósusdosvisitasdeaqueldía:sumediocompromisocondonDámaso y la inesperada condición que se le imponía para el arriendo delRoble.

DeaquellarelacióndescartódoñaFranciscalaprosareferentealosnegocios

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con que don Fidel la había sazonado y formuló en su imaginación la partepoéticaquesedesprendíadelaconstanciadeRafaelSanLuis.Enelestadoenque se encontraba su ánimo por la lectura de Valentina, bastaba estacircunstanciaparadecidirlaporlapropuestadedonPedro.

-¡Ah!-exclamó-.¡Miraloqueesunverdaderoamor!

-Ytrabajandoenelcampo-dijodonFidel-,elmocitoesepuedeserunpartido.

-¡Eso sí que prueba un corazón bien organizado! -continuó ella conentusiasmo.

-Porque la otra hacienda de don Pedro es buen fundo -observó don Fidel,dispuesto a sufrir por primera vez las románticas divagaciones de sumujer,porqueveíaqueellaeradesuopiniónenaquelnegocio.

-¡Oh!,estoyseguraqueharáfelizaMatilde.

-Contresmilvacaspuedesacartodoslosañosunabuenaengorda.

-Creoquenohayquevacilar,hijo,esunafelicidadparanosotros.

-Asímeparece;esunahaciendaenlaque,portérminomedio,secosechandecincoaseismilfanegasdetrigo.

-Rafael,además,esunjovenilustrado.

-Sincontarconlaleñaycarbón,quedejanunabuenaentrada.

-Túloreducestodoadinero-exclamóimpacientedoñaFrancisca,horrorizadade la prolijidad con que su marido raciocinaba sobre intereses cuando setratabadelafelicidaddeMatilde.

-Hija, lo demás es pura pamplina -contestó don Fidel, impacientándosetambiéndel entusiasmo románticode su consorte-; cuandouno tienemuchaplataytienefamilia,debeantetodofijarseenlopositivo.Yodigoestoporqueconozcoalmundomejorquenadie,yamínosemevaninguna.¿DequénosserviríaqueRafaelfueseenamoradocomounAbelardosinotuvieseconquémantenerasufamilia?

-Laplatanobastapara la felicidad -dijodoñaFrancisca, alzando losojosalcieloconvaporosaexpresión.

-Quemedenplataymeríodelodemás-replicódonFidel-.Andaquevayanamandaralaplazaconamorybuencorazónyconllevarseleyendolibros.

-Bueno, pues, hablemos de otra cosa; sobre esto tengo mis conviccionesasentadas.

-Lo que yo tengo asentado es tu porfía -exclamó don Fidel, viendo que su

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mujer,envezdeconvertirseasudoctrina,evitabaladiscusión.

DoñaFranciscamirósulibropararesignarseconalgúnpensamientopoético.

-Esdecir,queaceptamosloquedonPedropropone-dijodonFidel,despuésdeunapausa,queempleóencalmarsumalhumor.

-Hazloqueteparezca-contestódoñaFrancisca.

-Asíloentiendo,amínomepuededarnadielecciones,porquesémuybienloquehago;elarriendodelRobleporotrosnueveañosnosconvienemásqueloquetuhermanopodríafavorecernos.

-PerotendrásquehablarconDámaso,diciéndoleloquehay.

-Le diré que la constancia deMatilde me ha vencido y... en fin, no se medejarádeocurriralgo.

Salió de la pieza y doñaFrancisca fue a buscar a su hija para anunciarle lafeliznoticia.

MientrasquedonFidelseocupabadeestemododesusnegocios,donDámasohabíainformadoasumujeryasuhijadelobjetoconquesucuñadolehabíavisto. Para donDámaso la opinión deLeonor era de tanto peso como la dedoñaEngracia,que,comomadre,principióporoponersealcasamientodesuhijo.

-¿Ytú,hijita,quédicesdeesto?-preguntóelcaballeroaLeonor.

-Yo,papá-contestóella-,creoqueustedesnodebenprecipitarse.

-¿Noves?Lomismodigoyo-exclamódoñaEngraciaacariciandoaDiamela,acciónqueellaempleabaparaexpresarcualquieraemociónquelaagitara.

-¡Pero si dejamos soltero a estemuchacho se va a hacer un derrochador dedineroinsufrible!¡EsloúnicoquehaaprendidoenEuropa!-dijodonDámaso,que,comocapitalistayantiguocomerciante,mirabalascosasbajoelpuntodevistamaterial.

-Trataremos de corregirle -contestó doñaEngracia, acariciando la cabeza deDiamela.

-Eso es insignificante, somos bastante ricos -repuso Leonor dirigiendo a supadresualtaneramirada.

-En fin,élhaquedadodecontestarmañana -replicódonDámaso-;veremos,pues.

DonDámasosalióadarsupaseodiarioporelcomercio,ylamadreylahijaquedaronsolas.

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-Es preciso que hables conAgustín, hijita -dijo doñaEngracia, que contabamásconelinflujodeLeonorsobretodalafamiliaqueconelsuyo.

-Pierdacuidado,mamá-respondiólaniña-,esecasamientonosehará.

Doña Engracia abrazó a Diamela para manifestar su alegría y la perritacorrespondióasuscariciasmoviendolacolaentodasdirecciones.

Alahoradecomerlafamiliaseencontrabareunidaenlaantesala.Martín,quellegabaenesemomento,fuellamadocuandoibaasubirasucuarto.

Agustín llegó pocos instantes después, en circunstancias que la familia sesentabaa lamesa.SusojosbuscaronalgunaesperanzaenlosdeRivas,peroéste se encontraba en presencia de Leonor y por consiguiente muy pocodispuestoaocuparsedeotracosa.

DoñaEngraciatratóderomperlamonotoníaqueemanabadelapreocupacióngeneralapelandoa lasgraciasdeDiamela.PeroDiamela sehizoenvano lamuerta, mientras que su ama suponía que pasaban sobre ella carruajes ycaballos punzándola con golpes incitativos del caso. Esta gracia, que seenseñabaatodoslosperroschilenosenlascasas,llamómuypocolaatencióndeAgustín,cuyocorazónfluctuabaentrelostemoresylaesperanza;ymuchomenos ladeMartín,quesehallaba,porelpensamiento,prosternadoante suídolo,conesareverenciadelalmaquesóloinfundeelprimeramor.

AlsalirdelcomedorAgustínseacercóaRivas,quesiempresequedabaatrásparadejarpasaralafamilia.

-Vamosamicuarto-ledijoconuntonodeactorquedaunacitapararevelaralprotagonistaelsecretodesunacimiento.

Agustínhabíaperdidosupretenciosanaturalidadysusdesaliñadasfrasesconlos últimos sufrimientos. Su espíritu estaba cubierto con los tintes sombríosdeldramarománticoyporestoempleabaaqueltonoparallamaraMartín.

ÉstelesiguióalcuartoindicadoysesentóenlasillaqueAgustínleofreció.

-¿Cómoleha ido?-fuesuprimerapregunta,despuésdecerrar lapuertaconllave.

-Muybien-contestóRivas-,enlasparroquiasqueherecorridoyenlacurianoexisteningunapartidadematrimonio.¿Yustedhaencontradoalgo?

-Nadatampoco-contestóAgustínconalegría.

-Mañanatempranotendréloscertificados-dijoMartín.

-Yyotambién.

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-¿Noveusted?Elmatrimonioesnulo;loqueahoraimportaesqueelsecretonosalgadelafamilia.

AgustínnopudocontenerseydioaRivasunfuerteabrazo,diciéndole:

-Ustedesmisalvador,Martín.

Apenas había pronunciado estas palabras, se oyeron algunos golpes a lapuerta.

-¿Quiénes?-preguntóAgustín.

LavozdeLeonorcontestóaestapreguntadelotroladodelapuerta.

-¿Leabrimos?-preguntóaMartínelelegante.

Rivas hizo con la cabeza un signo afirmativo. Su corazón había latido conviolenciaaloírlavozdelaniña.

AgustínabriólapuertayLeonorentró.

-Parecequeestánustedestratandodesecretosmuyimportantescuandoestántan encerrados -dijo al ver aMartín, que se puso de pie y caminó hacia lapuertacomopararetirarse-.¿Porquésevausted?-lepreguntó.

-TalveztieneustedalgoquehablarconAgustín-contestóeljoven.

-Escierto,tengoalgoquehablarconél,peroustednoestádemás.

Leonor se sentó en un sofá, Agustín a su lado y Martín en una silla algodistante.

-Mipapá-dijoLeonor-noslohacontadotodoantesdecomer.

-¡Cómotodo!-exclamóAgustín.

-Lavisitadeltíoysusintenciones.

-¿Sobrequé?-preguntóAgustín.

-¿Notehahabladomipapádecasamiento?

-Sí.

-¿ConMatilde?

-Sí.

-AesovinomitíoFidel.

-Ah,ah,esolosabía-dijoAgustín.

-¿Quépiensascontestar?

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-Quenopuedo.

-Mipapáesperalocontrario.

-Porloqueyolecontestéhoy,yalocreo;peroesquenopodíahablarclaro-dijoAgustínmirandoaRivas.

-¿Yahora?

-Esdecir,mañanaseráotracosa.

-¿Porqué?

-Hermanita,entodoestohayunsecretoquenopuedoconfiarte.

-¿Unsecreto?

-Lo único que puedo decirte es queme he encontrado en un gran peligro yestabaperdidosinomehubieseauxiliadoMartín.

Leonormiróaaqueljoven,aquiensupadreelogiabasiempreyqueaparecíaahoracomoelsalvadordesuhermano.

«Yo sabré ese secreto», se dijo al ver la ardiente y sumisamirada con queMartínrecibiólasuya.

Siguió por algunos instantes la conversación, alentando a su hermano en lanegativaconquedebíacontestarasupadre.Luegocambióinsensiblementedeasuntoyhablódemúsica,desusestudiosenelpianoydelaspiezasmásenboga,consultandoaveceslaopinióndeAgustínyladeRivas,yconcluyóporestaspalabras:

-Estanochelestocaréunvalsnuevoquetalvezustedesnoconocen.

ConestoquedóMartíncitadopara lanoche,porqueLeonor lehabíamiradosóloaélaldecirestaspalabras.

ConestapersuasiónasistióenlanochealatertuliadedonDámaso,enlaquefaltabandonFidely su familia, quehabían juzgadoprudentenopresentarseaquellanoche.

Pocosminutosdespuésde la llegadadeMartín sedirigióLeonoralpianoyllamó al joven con la vista.Martín se acercó temblando.La disimulada citaquehabíarecibidoylamiradaconquelaniñalellamabaasuladobastabanparallenarledeturbación.

-Ésteeselvals-ledijoLeonor,extendiendosobreelatrilunapiezademúsica.

Principióatocarla,yMartínsequedódepie,paravolverlahoja.

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-A lo que veo -le dijo Leonor, tocando los primeros compases-, usted havenidoaserlaprovidenciadelafamilia.

-¿Yo,señorita?-preguntóélconadmiración-.¿Porqué?

-Mipadredicequeparasusnegociosustedessubrazoderecho.

-Esqueseexageralospequeñosserviciosquehepodidohacerle.

-Además,sinusted,talvezMatildeseríasiempredesgraciada.

-En eso he tenido un papel muy insignificante para que usted me atribuyaméritosdequecarezco.

-Esverdadqueustedfuealprincipiomuyreservado.

-Noeraunsecretomío,sinodemiamigo.

-Aquiensupusoustedmuyprontoqueyoamaba.

-Suposicióninvoluntaria,señorita,delaqueprontomedesengañé.

-Haymástodavía:Agustíndiceahoraqueustedessusalvador.

-Otraexageración,señorita;hehechomuypocoporélenrazóndeloquedeboasufamilia.

-Nocreoqueseatanpoco,porloquediceAgustín.

-Nuncaharé losuficienteconsiderandomiagradecimientohaciasupadredeusted.

-Agustínmehadejadoinquietadiciéndomequetodoelpeligroenquesehaencontradonohadesaparecidotodavía.

-Yotengomasesperanzaqueél,señorita.

-¿Es un asunto tan grave que no pueda confiarse? -preguntó LeonorempezandoaimpacientarseconlasevasivasrespuestasdeMartín.

-Señorita,esunsecretoquenomepertenece.

-Creía -replicó ella revistiéndose de su altanería- que le he dado a ustedbastantespruebasdeconfianzaparaquepudiesecorresponderla.

-Loharíacontodamialmasipudiese.

-¡Es decir que sobre usted nadie tiene influencia ninguna! -exclamóLeonorcontonosarcástico.

-Usted la ejerce imperiosísima sobre mí, señorita -contestó Rivas,acompañandoestasosadaspalabrasconunaardientemirada.

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Leonornosedignómirarle,sinembargoquesintióperfectamenteelfuegodeaquellamirada.Siguiódurantealgunosmomentos tocandoelvals sinhablarunasolapalabraydejóelpianocuandoterminó.

EnlorestantedelanochenotuvoparaRivasunasolamiradayconversólargoratoconEmilioMendoza,que,alretirarse,secreíaelpreferido.

Leonor, al acostarse, se confesabavencidapor la obstinación conqueRivashabía callado su secreto; pero en esa reflexión, hecha a solas y sin doblezninguna,hallabaunmotivodeadmiraciónporaquelcarácterlealycaballerosoque prefería arrostrar su desdén a traicionar la amistad. Ella tenía bastanteelevacióndeespírituparacomprenderladelicadezadelareservadeMartín,yensupechoprevalecíaelaprecioatalreservasobreeldeseodeesclavizaraljoven,deseoqueantesimperabaensuvoluntadylepedíasuorgullo.

-XXXIII-

A las 9 de la mañana siguiente, Agustín y Martín se hallaban reunidos,despuésdehabersalidounahoraantesenbuscadeloscertificadosqueeldíaanterior habían pedido en las parroquias más inmediatas a la casa de doñaBernarda.

Con aquellos certificados, Agustín había vuelto a la alegría natural de sucarácter, y prodigaba a Rivas mil protestas de amistad y reconocimientoeternos.

-Soyausted por lavidaentera -ledecía, leyendoaquelloscertificados-; conestos papeles voy a fudroayar a Amador. ¡Veremos ahora quién de los doshaceelfiero!

-Yo insisto -dijo Martín- en que es preciso imponer a su padre de lo quesucede.

-¿Ustedcree?Noveolanecesidadabsoluta.

-Por loqueustedmecuenta -repusoMartín-,Amadorescapazde iraversecondonDámasoaloírlanegativadeustedsobreeldinero.

-Escierto.

-Y en ese caso serámuy difícil explicar el asunto cuando donDámaso estébajolaimpresiónqueleproduciráunanoticiacomolaqueAmadorledaría.

-Tieneustedrazón;peroeselcasoqueyonomeatrevoairahablarconmipadre.

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-Iréyoyleinstruirédetodoloocurrido.

Agustín manifestó a Rivas su agradecimiento por aquel nuevo servicio,empleandosulenguajepeculiardefrasesfrancesasespañolizadas.

Martín se dirigió al escritorio de don Dámaso, pues sabía que a esa horaesperabaelalmuerzoescribiendo.Entablólaconversaciónsinrodeosyrefirióla desgraciada aventura de Agustín, atenuando en cuanto le fue posible suconducta. Don Dámaso le oyó con la inquietud de un padre que vecomprometida la honra de su hijo y la propia. El honor de las Molina leimportaba un bledo, y se pasmaba de la insolencia de esas gentes, que porconservar su reputación querían casar al hijo de un caballero. Al fin contóRivassuentrevistaconAgustíneldíaanterior,lospasosquehabíandadoylassospechas que le asistían sobre la nulidad del matrimonio. Esto últimopermitióadonDámasorespirarconlibertad.

-Conestoscertificadosdeloscuras-dijorecorriendolospapelesqueRivaslepresentaba-creoquenoquedarádudasobreelasunto.

-El hermano de la niña -dijo Martín- debe presentarse hoy nuevamente enbuscadeldinero.

-¿Cómolepareceaustedquelerecibamos?

-Yo creo que será mejor dar un golpe decisivo antes que él se presente -contestóRivas.

-¿Cómo?

-Presentándose usted hoymismo en la casa y declarando a lamadre que elmatrimonioesnulo.PorelconocimientoquetengodeAmador,semefiguraquehayalgúnmisterioenesto;eshombrecapazdetodo.

Don Dámaso, acostumbrado a seguir en sus negocios las inspiraciones deMartín,hallóacertadoaquelconsejo.

-¿Aquéhoralepareceaustedquedeboir?

-Antes que vengaAmador, después del almuerzo; Amador debe venir a lasdoce.

ConvinieronentoncesenelgiroquedonDámasodebíadaralaentrevista.

-¿Nomeacompañausted?-dijodonDámasoaMartín.

-Señor -contestóel joven-,yodeboaesapobrefamiliaalgunasatencionesyme dispensará usted de acompañarle. Fuera deAmador, las demás personasquelacomponensonbuenasgentes;Adelaidaesunaniñadesgraciada.

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-Siestosearreglacomoloespero-dijodonDámaso-,seráunnuevoservicioqueledeberemosausted.

-Le suplicaré que usted no toque este asunto con Agustín, que ha sufridobastanteenestosdíasyseencuentrabienarrepentido.

-Bueno,loharéasíporusted.

Uncriadoanuncióqueelalmuerzoestabaenlamesa.DonDámasosedirigióalcomedorhablandosobreotrosnegociosconMartín.

DuranteelalmuerzobuscóenvanoéstelosojosdeLeonor.Laniñasehabíaimpuesto tanta más reserva y frialdad para con Rivas cuanto mayor era elinterésquesentíaporél.Las reflexionesde lanocheprecedentehabíansidofecundasendeduccionesventajosasparaMartín;peroLeonor,alcabodeellas,sehabíahechoporprimeravezunapreguntafranca:«¿Estaréenamorada?».

Esta pregunta había surgido como un relámpago cuando, tras largasreflexiones, el sueño había principiado a cerrar sus lindos párpados,guarnecidosdehermosaspestañas.Leonorabrió tamañosojosaloírlaconelcorazón. El sueño huía espantado y en balde le buscó ella enterrando superfumada cabeza en la almohada de plumas en que la apoyaba.Mil ideasincoherentes sedibujaronentoncesen suespíritu.Semejantesa la salidadelsol, cuyos rayos bañan de vívida luz algunos puntos, dejando la sombrarelegada en otros, esa idea de amor, luminosa, radiante, acompañada de sucortejodereflexionessúbitas,iluminópartesdesualma,siasípuededecirse,conhermososresplandoresydejólaobscuridadyconfusiónenotras.Amarleparecíaunsueñoencantadoyventuroso;perosuorgullodebíatambiénelevarsuvozenaquelsupremoinstante.Amaraunjovenpobreydesconocido,aunjovenquehasta entoncesnohabía llamado la atencióndeningunamujer, leparecíaunadesgracia;mástalvezporquesusmejillasseencendieronanteelpensamientodeloquediríalasociedadalunir,ensuscomentarioscaseros,elnombredeMartínRivasalsuyo.Laimaginacióndeaquellaniñafueduranteaquelinsomniounespejodondevinieronareflejarsetodaslassuposicionesdeuncorazónen luchaconunpoderoso sentimiento.Laaltivadesdeñadoradetantoselegantessevioenamoradadeunjovenmodestoquevivíaalojadoensucasaygozaba,porúnicafortuna,deunapensióndeveintepesos,mientrasquesusamigas,aquieneshabíaconsideradosiemprecomoconsideraríaunareinahermosaalasdamasdesucorte,secasaríanconjóvenesderiquezaydenombre,alosquedaríanorgullosaselbrazoenelpaseo.

«Nopensemosmásenestalocura»,fueloqueLeonorsedijo,dándosevueltaenellechoparanooírsobresualmohadalosviolentoslatidosdelcorazón.

Yvolvióabuscarelsueño,peroabuscarloenvano.

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AlamañanasiguientetomóLeonorlafatigadelinsomnioporlavictoriadesuvoluntad. La claridad del día, que disipa las proporciones fantásticas quedurante la noche cobran generalmente las ideas, introdujo en su espíritu unentorpecimientoqueellacreyósersuhabitualyfríaindiferencia.Pero,alverentrar a Martín con su padre, el espíritu se despejó de nuevo, y de nuevovolviótambiénlaluchaentrelavoluntadorgullosayelcorazón,conelenterovigordelailusiónydelajuventud.

PeroMartínignorabatodoestoynovioenlaindiferenciadeLeonormásquela tiranía de su mala estrella y el constante presagio de interminabledesventura.

Asípues,elalmuerzofuesilencioso.DoñaEngraciasólohablabadecuandoencuandoconlaregalonaDiamela,yAgustíndirigiólavistasobresupadreparaleerensusemblantelaimpresiónquelehabíaproducidolarevelacióndesu secreto.DonDámaso estaba tan preocupado con la entrevista aconsejadaporRivas, que fue a los ojos de su hijo impenetrable, y se retiró al fin delalmuerzo,sinqueAgustínhubiesepodidoadivinarsiestabaonoperdonado.

LlamódonDámasoaMartíny salieron juntoscondirecciónacasadedoñaBernarda.

-Aquéllaeslacasa-dijoRivasseñalándola.

DonDámasoseseparódeMartínyentróenlacasaqueéstelehabíaseñalado.

DoñaBernardaseencontrabacosiendoconsushijasenlaantesala.

-¿LaseñoradoñaBernardaCordero?-preguntódonDámaso.

-Yo,señor-contestódoñaBernarda.

Don Dámaso entró en la pieza. Por su aspecto conoció al instante doñaBernardaqueerauncaballeroyselevantóofreciéndoleunasilla.

-Señora -dijo donDámaso-, ¿cuál de estas dos señoritas es la que se llamaAdelaida?

-Ésta,señor-respondiólamadre,señalandoalamayordesushijas.

Adelaida tuvo un vago presentimiento de que aquel caballero venía allí poralgún asunto concerniente a su matrimonio con Agustín. La pregunta queacababadeoírdabasobradofundamentoparatalsospecha.

-Desearía hablar con usted a solas algunas palabras -dijo don Dámaso a lamadre,despuésdehabermiradoatentamenteaAdelaidayaEdelmira.

DoñaBernardamandósalirasushijas.

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-Hevenidoaquí, señora -prosiguiódonDámaso-, porquedeseo arreglar conustedunasuntodesagradable.

-¿Dequécosa,señor?-preguntódoñaBernarda.

-Aquísehacometidounabusoquepuedeserparaustedyparasufamiliadegravesconsecuencias-respondiódonDámasocontonosolemne.

-¿Yquiénesusted?-preguntóellaconadmiraciónporloqueoía.

-SoyelpadredeAgustínEncina,señora.

-¡Ah!-exclamópalideciendodoñaBernarda.

-YoquierosuponerqueustedhayaobradodebuenafealcreerquecasabaaAgustínconsuhija.

-¡Conque se lo han contado ya!Qué quiere, pues, señor. Su hijo andaba enmalasyhuboquecasarlos.

-Peroloqueustedtalveznosabeesqueesecasamientoesnulo.

-¡Cómonulo!

-Esdecir,queAgustínysuhijanoestáncasados.

-¡Quéestáhablando!Casadosymuycasados.

-Puesyotengolaspruebasdelocontrario.

-Nohaypruebasquesetengan;aguárdeseunpoquito.

Aldecirestaspalabras,doñaBernardaseacercóalapuertadelpatio.

-Amador,Amador-dijollamando.

AmadorseencontrabaenesemomentovistiéndoseparairacasadeAgustín.Acudió al llamado de sumadre, y palideció al ver a don Dámaso, a quienconocíadevista.

-Mira,hijo-exclamólamadre-,miraloquemevieneadecirestecaballero.

-¿Quécosa?-preguntóAmadorconvozapagada.

-DicequenoesciertoquesuhijoestácasadoconAdelaida.

Amadortratódesonreírsecondesprecio,perolasonrisasehelóensuslabios.Sehallaba tandistantede figurarseque iba aoír semejante aserción,que sesintió ante ella desconcertado y vacilante. Pero imaginó que no habíasalvaciónposiblesinoenlamásobstinadanegativayvolvióaesforzarseparasonreír.

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-Nosabrá,pues,estecaballeroloquehasucedido-respondióconaireburlón.

-Sé muy bien que se ha cometido una violencia -exclamó don Dámaso-, ytengodocumentosparaprobarqueelmatrimonioaquesearrastróamihijoescompletamentenulo.

-Aver,pues,¿cuálessonlaspruebas?-preguntóAmador.

-Aquí están -dijo don Dámaso, mostrando los papeles que Martín le habíaentregado-,ymeservirédeellasencasonecesario.

Amadorveíaqueelasuntoibatomandounsesgopeligroso,peronoseatrevíaaproponerunatransacciónenpresenciadesumadre.

-Bueno, si usted tiene pruebas, nosotros también -contestó-; veremos quiéngana.

DonDámasoreflexionóqueeramejorconduciramigablementeelnegocio,yprosiguió:

-Laspruebasqueyo tengoson incontestables, el casamientoesnuloa todasluces;perocomoésteesunasuntoquepuedeperjudicaramireputaciónyalade mi familia, he venido a entenderme con esta señora para que nosarreglemossinhacerruidonidarescándalo.

-Qué escándalo, pues, si están casados -dijo doña Bernarda, consultando elsemblantedesuhijo.

Amadorevitólamirada,porquesesentíacolocadoenmuymalterreno.

-Convengo-dijodonDámaso-enquemihijohizomalalveniraunacita,peroesacitaeraunlazoqueseletendía.

-Sí, pues, ¿no quería que lo dejasen nomás? -exclamó doñaBernarda-. ¿Yporqueesricosefiguraquelospobresnotienenhonor?Altodotambién,¡porquénolodejaronquefueseelamantedelaniña!¡AveMaría,Señor!

-Cálmeseusted,señora-ledijodonDámaso-,esprecisoqueustedmireesteasuntotalcomoes.

-Comoeslomiro,¿ydiei?Estáncasadosynohaymásquedecir.

-Yo puedo llevar este asunto a los tribunales y probaré allí la nulidad delcasamiento; pero en ese caso no me contentaré con eso, porque pediré uncastigoparalosquehantendidounlazoaunjoveninexperto.

-¡Sí, qué inexperto, y se vino a meter a la casa a las doce de la noche! -exclamódoñaBernarda-.Quéhacestú,pues-añadiómirandoasuhijo-,yasetepególalengua.

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-Vea,señor,mimadretienerazón-dijoAmador-.Ustednopuedeprobarqueelcasamientoesnulo,porquenosotrostenemospruebasdelocontrario.

-¿Cuálessonesaspruebas?

-Yosabré,ycuandollegueelcaso...

-¿Existelapartidadecasamientoanotadaenalgunaparroquia?

Amadorsequedócallado,ydoñaBernardalepreguntó:

-¿Nomedijistequeselahabíanentregadoalcura?

-Dejenomás,madre -contestó él, nohallandocómo salir del paso-; cuandollegueelcaso,sobraránpruebas.

-¿No ve, caballero? Hay pruebas y están casados, y no hay más queconformarse-exclamódoñaBernarda.

-Loquemimadrediceeslaverdad-repusoAmador-;siustednoquierequeestosesepa,lopodemoscallarhastaqueaustedleparezca.

-No lo callaré por mi parte y me presentaré hoy mismo entablando accióncriminalcontraustedes.

-Entable cuanto le dé la gana; hei veremos -contestó doña Bernarda,consultandootravezlamiradadesuhijo.

-Porsupuesto-dijoAmadorparacontentarasumadre.

DonDámasoselevantóconimpaciencia.

-Hacenmal ustedes enobstinarse -replicó-, porque lo perderán todo.Yomeencuentrodispuestoadarloqueseajustoencalidaddeindemnizaciónporlacalaveradademihijo,siustedesconsientenencallarsesobreesteasunto;perosi me obligan a esclarecerlo ante los tribunales, seré inflexible y el castigorecaerásobrelosculpables.

-Comoleparezca-dijodoñaBernarda-,nadiemequitaráqueyoloshevistocasarse.¿Noescierto,Amador?

-Cierto,madre,asífue.

-Ustedes reflexionaránenesto -dijodonDámaso-,ysimañananohe tenidounacontestaciónfavorable,mepresentaréaljuez.

Salió sin saludar y atravesó el patio entregado a una mortal inquietud. Laconfianza con que doña Bernarda aseveraba el hecho y el testimonio deAmador, cuyas vacilaciones no podía apreciar donDámaso, le arrojaban enunadesesperanteperplejidad.Apesardeloscertificadosqueteníaensupoder,

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parecíale que doña Bernarda y Amador se hallaban en posesión de algunapruebairrecusablequepodíahacerleperdertanimportantecausa.Bajoelpesodetalestemores,llegóasucasaconelrostroencendidoyvacilanteelánimoenmediodetanterribleduda.

-XXXIV–

NoeradonDámasoEncinacapazdetomardeterminaciónalgunaenasuntodetrascendenciaporconsejosdesupropiodictamen;demaneraquealllegarasucasa, llamó a su mujer y a Leonor para consultarlas sobre la marcha queconvendríaadoptarentrancetandifícilydelicado.

Aloír la relacióndelcaso,doñaEngraciaestuvoenpeligrodeaccidentarse.Suorgulloaristocrático learrancóunaexclamaciónquepintaba larabiay lasorpresaqueenoleadasdefuegoenviólasangreasusmejillas.

-¡Casadoconunachina!-dijoconvozahogada,apretandoconvulsivamenteaDiamelaentresusbrazos.

Y laperrita soltóun alaridodedolor con semejante inesperadapresión, quehizocoroconlavozdesuamaydioasuspalabrasunaimportancianotable.

DonDámasosetomólacabezaconlasdosmanosexclamando:

-Pero,hija,elmatrimonioesnulo,¿novesquetenemospruebas?

-¡Quédirán,porDios,quedirán!-volvióaexclamardoñaEngracia,apretandocon más fuerza a Diamela, que esta vez dio un gruñido de impaciencia,aumentandoladesesperacióndedonDámaso.

Éste se volvió hacia Leonor, que permanecía impasible en medio de laconfusióndesuspadres.

-Dile,hija-repuso-,queelmatrimonioesnuloyquehaycómoprobarlo.

-Esonobasta,esonobasta-respondiódoñaEngracia-,¡todalasociedadvaasaberloquehasucedidoynosehablarádeotracasa!

-Papá-dijoLeonor-,¿nodiceustedqueMartín fueelque imaginóelbuscarlaspruebasqueustedtiene?

-Sí,hijita,Martín.

-Creoque lomásacertadoentoncessería llamarle;él talveznos indicará loquedebehacerse.

-Tienes razón -contestó don Dámaso, como si le hubiesen dado un medio

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infalibledesalirdeaquelaprieto.

HizollamaraMartín,quesepresentóalcabodecortosinstantes.

DonDámaso le refirió suvisita adoñaBernarday laobstinaciónquehabíaencontradoenéstayensuhijo.

-Yahora,¿quéharemos?-fueronlaspalabrasconqueterminósurelación.

-Yoestoypersuadidoque todoesuna farsa -contestóRivas-, pues, según loque usted refiere, si ellos tuviesen las pruebas de que hablan, las habríanmanifestado, y sobre todo Amador, a quien conozco, no habría estado tanhumilde.

-Loquesenecesitaesasegurarsedetodoeso,tenerunapruebairrecusabledelanulidaddelmatrimonioycomprarelsilenciodeesasgentes-dijoLeonoraMartín, con tono tan perentorio y resuelto como si ella y el joven tuviesensoloselcargodeventilaraquelasuntodefamilia.

-Usted hiere la dificultad, señorita -respondió Martín-, aquí se trata decomprar.MeasistelasospechadequeAmadoreselquetieneelhilodeestatrampa,ycreoquecondinerosepodrállegaralfinqueustedindica.

-Mipapá-repusoLeonor-estápronto,segúnentiendo,agastarlonecesario.

-¡Cómono,cuantoseapreciso!-exclamódonDámaso.

-Conmilpesosserábastante-dijoMartín.

-¿Seencargaráusteddetodo?-preguntoledonDámaso.

-Alomenosmecomprometoahacerlohumanamenteposibleparaarreglarlo-contestóRivascontonoresuelto.

-Excelente-exclamódonDámaso-,¿quiereustedllevarunalibranzaalavistacontramicajero?

-Noserámalo,porqueestovaldrámásqueunapromesamía-dijoMartín.

DonDámasopasóasuescritorioparafirmareldocumento.

DoñaEngracialuchaba,entretanto,conlasofocaciónenquelehabíapuestolanoticia,yconDiamela,que,cansadaensusfaldas,hacíaesfuerzosparasaltarsobreelestrado.

LeonorseacercóaMartín,quepermanecíadepiealgodistantedelsofáenquedoñaEngraciaysuhijaseencontraban.

-¿Demodo que sin que usted lo quisiese -le dijo- he sabido el secreto queustedmeocultaba?

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-Espero que usted me hará justicia -contestó Rivas-. ¿Podía divulgar unsecretoquenomepertenecía?

-Yalocomprendo-replicólaniñaconaltanería-,puestoqueustedestabamásinteresadoenocultarloqueendivulgarlo,comodiceusted.

-¡Interesado!¿Enqué?

-SetratabadepersonasqueustedvisitaconAgustín.

-Esverdadqueleheacompañadoallívariasveces.

-Segúndicemipapá,haydosniñas,bonitasambas-dijoconmaliciaLeonor-,yentiendoqueAgustínhacelacorteaunasola.

Martín no encontró cómo justificarse de aquella imputación tan directa; enpresenciadeLeonor,lohemosdichoya,eljovenperdíasunaturalserenidad.Turbado con la acusación que encerraban las palabras que acababa de oír,hallóunarespuestamássignificativaque laquesehabríaatrevidoadarconenterasangrefría.

-Desdehoymeretirodelacasa-contestó-;creoquenopuedoofrecermejorjustificación.

-Seimponeustedunsacrificioenorme-ledijoLeonorconsonrisaburlona.

EnestemomentovolviódonDámasoconelvalequehabíaofrecido,yLeonorseretiróalladodesumadre.

Martín oyó las recomendaciones del padre de Agustín sin prestarle granatenciónysaliómáspreocupadodelaspalabrasdeLeonorquedelpasoqueseacababadecomprometeradar.Aquellaspalabrasylasonrisaconquefuerondichas levolvíana la ideadequeerael juguetede loscaprichosdeLeonor.Persuadíasedequeéstaabrigabauncorazónfantásticoycruel.

«Es demasiado orgullosa para permitir que la ame un hombre sin posiciónsocial,comoyo»,sedecíaconprofundaamargura.

Enalasdeestatristereflexión,selanzabaMartínalcampoinmensoenquelosamantes desdeñados aspiran el acre del perfume de las pálidas flores de lamelancolía.Todosufrimientotieneuncostadopoéticoparalasalmasjóvenes.Martínseengolfabaenlapoesíadesudesconsuelo,prometiéndoseserviralafamilia de Leonor en razón directa de los desdenes que de ella recibía.Halagabanasucorazón,huérfanodeesperanzas,aquellas ideasdesacrificiocon que los enamorados infelices sustentan la actividad del corazón, comoparasacarpartidodesudesventura.

«Sufrirporella-sedecía-,¿noespreferibleaunaindiferenciafatigosa?».

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Así, poco a poco, iba recorriendo su alma las distintas fases de un amorverdadero, y se encontraba entonces en situación de aferrarse a sus pesarescomo a un bien relativo, en vez de desear la calma de la indiferencia, esteLeteocuyasmágicasaguasimploransolamenteloscorazonesgastados.

Pensando en Leonor, se dirigió a cumplir el compromiso contraído con lafamiliadeAgustín.

«Si salgo bien -pensaba-, ella tendrá que agradecérmelo, puesto que latranquilidaddelossuyosnopuedeserletambiénindiferente».

En casa de doña Bernarda habíase establecido conciliábulo después de lasalida de don Dámaso. Doña Bernarda, Adelaida y Amador hablaban en elcuartodeéstesobrelavisitaqueacababanderecibir.

-Yomealegrodequelosepantodosesosricos-decíalamadre,sinadvertirlapreocupaciónpintadaenelrostrodesusdoshijos.

Despuésdedisertarsobreelasuntoyedificarcastillosenelaire,poniendoporcimientolavalidezdelmatrimonio,seretiródoñaBernardaconestaspalabras,dirigidas a su hija, que bajaba la frente para ocultar los temores que laasaltaban:

-Nosetedénada,Adelaida,elricoesetienequetragarselapíldora,aunquehagamásgestosqueunahorcado;serássuhijapormásqueleduela,ytehadellevaralacasanomás.

Cuando Adelaida y Amador quedaron solos, fijaron el uno en el otro unaprofundamirada.

-Alguien ha metido la mano en esto -dijo Amador-, porque Agustín no escapaz de dudar de que está bien casado. ¡No será mucho que esa tonta deEdelmira...!

-Entretanto -observó Adelaida-, si descubren la verdad nos hunden. ¿Cómoprobamosnadasiellossepresentanalajusticia?

-Asínomáses-contestóAmador,rascándoselacabeza-,senoshadadovueltalatortilla.

-Tú me has metido en esto -replicó Adelaida, presa ya del miedo que leinspirabaelresultado-,yesnecesarioquetratesdeacomodarlotodo.

-¡Eh,siyotemetí,fueparatubien!-exclamóAmador-,ylacosanoestátanmala, porque el viejo estámuy interesado en que no sepan lo sucedido.Yoestoyseguroquesiyofueseaconfesarlelaverdadmedaríalasgracias.

-Nohaymásquehacerentonces-contestóAdelaida,presurosadeverselibrea

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tanpocacostadelasconsecuenciasdeaquelasunto.

-Noseáis tonta -le dijoAmador en tono de amigable confidencia-. El viejoofrecióplatasinoscallábamos.

-Yonoquieroplata-replicóAdelaidaconorgullo-,yoquierosalirdelpantanoenquemehasmetido.

-Bueno,pues,yotesacaré-respondióAmador.

Adelaidaseretiró,despuésdeexigirasuhermanoformalpromesadehacerloqueellapedía.

Amador calculaba que, aceptando la proposición que don Dámaso habíaformulado, todavía le quedaba algún provecho que sacar del desenlacedesgraciadodesuempresa.

«Amimadre-sedijo-lacontentoconunregalito,paraquenoseenojecuandolecuentequelaestabaengañando,ymequedatodolodemásquemeden».

Animado con esta reflexión, resolvió escribir a Agustín para pedirle unaentrevista.SehallabayasentadoytomabalaplumacuandoMartíngolpeóalapuertadesucuarto.

ComoAmadorignorabaelobjetodeaquellavisita, tomóunairedeseriedadparasaludaraMartín.

-VengodepartededonDámasoEncina -dijoéste, sinaceptar lasillaque leofrecióAmador.

-Aquíestuvoestamañana-contestóAmador,esperandoqueRivasledijeselacomisiónquellevaba.

-Mehaencargadoquemeveaconustedsolo.

-Aquímetiene,pues.

-Alhacermeesteencargo,medijoquenohabíapodidoentendersecondoñaBernarda.

-Asínomásfue.Ustedconoceamimadre,noaguantapulgasenlaespalda.

-MedijodonDámasoque,porlopocoqueustedhabíahablado,leparecíamástratablequelaseñora.

-Esoesloquetienemimadre;luegoselevalamostazaalasnarices.

-Miobjeto,pues,eselarreglarmeconustedsobreestedesagradableasuntodeAgustín.

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-¡Quémásarregladodeloqueestá!

-DonDámasomehadichoquehagapresenteaustedlasconsecuenciasdeesteasunto si llega a ponerse enmanos de la justicia; ustedes no tienen ningúnmediodeprobarlavalidezdelcasamiento,ydonDámaso,porsuparte,puedeprobarqueaquísehacometidounaviolencia,paralacualpediráuncastigo.Si, por el contrario, usted confiesa la nulidad de este matrimonio y ofrecealguna prueba de seguridad que ponga a la familia deAgustín al abrigo detodo cuidado en este punto, donDámaso ofrece alguna indemnización paratransaramigablemente,porquereconocelafaltadesuhijo,bienquenopodíacometerlasinparticipacióndeAdelaida.

Amadorsequedópensativodurantealgunosmomentos.

-Siustedtuvieseunahermana-añadióAmador-,yalgunoanduviese...pues...enamorándola, como usted sabe, ¿no es cierto que usted trataría deescarmentarlo?

-Sinduda.

-Bueno,pues,esofueloqueyohiceconAgustín.

-Bienhecho;peroustedllevólacosademasiadoadelante.

-Asínosemeteráotravezenesasandanzas.

-Ustedpuedehacerterminaresteasuntoahoramismo-dijoMartín,sacandoelvalededonDámaso-;veausted.

-¿Quéesesto?-preguntóAmadormirandoelpapel.

-UstedpidióayermilpesosaAgustín;puesbien,supadrelosofreceaustedencambiodeunacarta.

-¿Deunacarta?¿Yquéquierequelediga?

-Lo que usted acaba de decirme: que quiso castigar a Agustín y fingió uncasamiento.

Amadorcreyóquesehabíaresistidoyalosuficienteparafijarseenlapalabra«fingió»,queRivasdijoparasondearel terreno.Eldocumentodemilpesosestabaallítentándole,porotraparte,yélcalculóqueobstinándosenopodríaconseguirnadamejorqueloquese leofrecía,yquedabaconsuobstinaciónexpuestoalasconsecuenciasdeunpleito.

-Vaya,pues-dijosonriéndose-,díctemeustedlacarta.

DictoleentoncesMartínunacartaenlaqueAmadorexponíalasrazonesquehabíatenidoparacastigaraAgustín.Terminadaestaexplicación:

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-¿Dequiénsevalióustedparaesto?-preguntóRivas.

-Deunamigo.

Continuó dictando Martín, valiéndose de la relación que Agustín le habíahechodelsucesoycompletándolaconlasexplicacionesdeAmador,quediotambiénelnombreycalidaddelquelehabíaservidoparalarepresentacióndesufarsa.

-¿Ustedmeprometequenoleseguiráningúnperjuicio?-preguntóAmadoraldarelnombredelsacristán.

-Bajomi palabra; ya ve usted que esta carta es sólo un documento para latranquilidaddedonDámaso,yquedeningúnmodopuedeperjudicaraustednianadie.Cualquieraquelalea,veráquehasidounasuntoenquesehadadounabuenalecciónaunjovenquenoibaporelbuencamino.

FirmóAmadorlacartayrecibióelvaledevorándoleconlavista.

«Despuésde todo-pensódoblándolo-,noestá tanmalo,ynomehacostadomuchoganarlo».

RivasvolvióacasadedonDámasollenodealegríaporqueesperabaqueconel buen éxito de su comisión no podría menos que encomendarsefavorablementealosojosdeLeonor.

-XXXV–

GuardóAmador,comoguardaríaunareliquiaundevoto,eldocumentoquelehacíadueñodemilpesos,ysedirigióalcuartodeAdelaida.

-Todo está arreglado -le dijo, refiriéndole la entrevista que acababade tenerconMartíncontodossuspormenores,exceptoloreferentealvalequeteníaenelbolsillo.

Milpesos erapara el hijodedoñaBernardauna sumaenorme.La facilidadconquelaganaba,lejosdesatisfacersuambición,ladespertómáspoderosa,sugiriéndolelasiguientereflexiónquehizoenvozalta:

-Sinonoshubiesenvendido,otrogallonoscantaría.SemeponequeEdelmiraeslaqueselohacontadotodoaMartín.

Adelaida no respondió.Hallábase contenta con el pacífico desenlace de unaintrigadecuyaparticipaciónsehabíaprontoarrepentido,yleimportabanpocolassuposicionesdeAmador,quemirabaelasuntoporsuaspectopecuniario.

-Nadie puede haber sido sino esa tonta de Edelmira -prosiguió Amador-

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;haymelapagará.

-Túteencargarásdecontarleamimadreloquehasucedido-ledijoAdelaida.

-Esprecisodejarquepasenalgunosdías;selodiremosdespuésdelDieciocho.Ahoralacosaestámuyfrescayseenojaríamucho.

De este modo convinieron Amador y Adelaida en no turbar la alegría queesperabangozarenlosdíasdelapatria.Conocedoresdelviolentocarácterdelamadre,suponían,conrazón,quelanoticiaverdaderadeloacaecidoirritaríasu enojo y les privaría tal vez de las diversiones que Amador esperabaprocurarseconeldineroqueibaarecibir.

-Siyoselocuentoahora-dijoAmador-,seenojaráconmigo;peroconustedesnosóloseenojará,sinoquelasencierraenelDieciochoynolasdejasaliraningunaparte.

Sólopuedenapreciarlaimportanciadeesteargumentolosquesepanelapegode todas nuestras clases sociales por las fiestas cívicas que solemnizan elaniversariodenuestraindependencia.NoverelDieciocho(éstaeslaexpresiónmásgenuinaenestamateria)esunsuplicioparacualquierapersonajovenenChile,y sobre todoenSantiago,dondeel aparatoypompaque sedaa estasolemnidadatraelapresenciademuchoshabitantesdeotrospueblosvecinos.

Pero,delospersonajesdelapresentehistoria,elquemenossepreocupabadela proximidad del gran día, y mucho sí de adelantar su negocio sobre lahaciendadelRoble,eradonFidelElías.Resueltoaaceptarlaspropuestasquepor medio de don Simón Arenal había recibido, y no contento con lamediacióndetercero,donFidelhizounavisitaadonPedroSanLuisyentróen tan franca explicación con él sobre el negocio que al cabo de poco ratodabalapromesadequesuhijasecasaríaconRafaelelmismodíaenquesefirmaseelnuevoarriendodelRoble.

-Usted encontrará muy natural también -le dijo don Pedro- que mi sobrinovuelvaavisitarencasadeusted.

-¡Cómono!Yasabeustedquesóloporconsejosextrañosmeprivédelplacerde recibir a su sobrino. Cuando quiera presentarse en mi casa, seráperfectamenterecibido-contestódonFidel.

-Muy luego -repuso don Pedro- iré yo a pagar a usted esta visita y meacompañaráRafael.

A esa hora, en casa de don Dámaso, Agustín esperaba con impaciencia lavueltadeRivas.

Leonorentróenelcuartodesuhermanoysesuscitólaconversaciónsobreel

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asuntodelcasamientoquepreocupabaatodalafamilia.Agustín,quehabíayarecobradounapartedesulocuacidad,refirióasuhermanalospormenoresdelsuceso.

-Ylaotrahermana,¿quétales?-preguntóLeonor.

-Muybuenamoza-contestóAgustín.

-¿NomedijistequeunadeellasgustabadeMartín?

-Sí, pues, ésa: Edelmira -dijo Agustín, que en su agradecimiento por losfavoresqueRivasleestabaprestando,novacilóendarporciertoloqueensuespírituerasólounasospecha.

Leonorsequedópensativa.

-Ahí estáMartín -exclamó el elegante, divisando a Rivas que atravesaba elpatioendirecciónalescritoriodedonDámaso.

LlamoleAgustínyRivasentróenlapieza.

LeonoryAgustínlepreguntaronalmismotiempo.

-¿Cómolefue?

-Perfectamente -contestó Martín-; traigo una carta que calmará todas lasinquietudes.

Aldeciresto,presentóaLeonorlacartadeAmadorMolina.

-¿Lapuedoleeryo?-preguntólaniña-.¿Noesreservadaparamí?Digoesto-añadiómirandoasuhermano-porqueestecaballeroestanreservadoconmigo.

-Aver,leelacarta,hermanita-exclamóAgustín-,yoquemodeimpaciencia.

-Parecequetevavolviendoelfrancés-ledijoriéndoseLeonor.

-Es que la noticia de Martín me da transportes inoídos de alegría -dijo eleleganteabrazándola.

Leonordiolecturaalacarta,mientrasqueacadapárrafoAgustínexclamaba:

-¡Oh,perfecto,perfecto!

-Me has dicho que estemozo es ordinario -dijo la niña, después de leer lafirma-,peroestacartaestámuybienescrita.

-Pues, hijita -replicó Agustín-, no sé cómo eso es hecho, porque Amadorpuedellamarseunsiutiquepursang.

-Entonces le han dictado la carta -repuso Leonor, riéndose de la frase de

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Agustín; y mirando a Rivas con malicia, añadió-. ¿Habrá sido tal vez laseñoritaEdelmira?

-¡Oh,ah!-exclamóAgustín,cuyaalegríahabíaaumentadoconlalecturadelacarta-,oesmademoiselleEdelmira,oalguienqueseleacerque,¿noesesto,Martín?

-Amadorescribióenpresenciamía-contestóMartín,poniéndoseencarnado.

-Esonohacenada-dijoAgustín-,loprincipalesqueyoredevengogarçon.

-Bienseteconoceenellenguaje-ledijoLeonor.

La carta fue llevada porLeonor yAgustín a donDámaso, que hablaba condoñaEngracia,mientrasqueDiamelahacíacabriolasenlaalfombra.Aloírsulectura,elrostrodedonDámasoseiluminódealegría;cadafraseprodujoensusemblanteelmismoefectodelsolcuando,porlamañana,extiendepocoapocosusrayosenladormidapradera.

DoñaEngracia,paraexpresarsuemoción,sehabíaapoderadodeDiamela,aquienestrechabaconfuerzaacadamovimientoaprobativodelacabezadesumarido.

-Papá-observóLeonor-,ycreoquelacartahasidodictadaporMartín.¿Nolaencuentraustedbienescrita?

-Tienes razón.Veausted,biendice laFrancisca,queesaficionadaa leer: elestilo es el hombre, según no sé quién; uno acabado en on... En fin, pocoimporta,graciasaMartíntodoestáarreglado;siestemozoesparatodo.Mira,Leonor,túdebíashacerleaceptaralgúnregalo;amínuncamequiereadmitirnada.

-Ahíveremos-contestólaniña-,nomeparecefácil.

AgustínfuellamadoentoncesdeordendedonDámaso,yrecibióunaseverareprimendaporsucalaverada.

-Qué quiere usted, papá -dijo el joven algo confundido-, es preciso quejuventudsepase.

-Bien está, pero que se pase de otro modo -replicó don Dámaso, con lagravedaddeunbarbadecomedia-.Lomejor-añadióenvozbaja,acercándosea doña Engracia- será que pensemos seriamente en casarlo; la propuesta deFidelllegamuyatiempo.

LaseñoradiounfuerteapretónaDiamelaparaexpresarelsentimientodetodamadrealverpasaraunhijoalbandodeHimeneo.

EnlanochebuscóMartínenbaldeunadeaquellasconversacionesalsondel

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piano,queauntiempoformabansudeliciaysumartirio;peroLeonortocósinllamarle,yEmilioMendozasirvióparavolverlahojadelapieza.

En unmomento en queAgustín se había sentado junto aRivas, llamó a suhermana,queseretirabadelpiano.

-VenaayudarmeaalegraraMartín-ledijo-,estádeunatristezanavrante.

-Sinduda-respondióLeonor-principiaasentirelpesodelapromesaquehizo,talvezirreflexivamente.

-¿Quépromesa,señorita?-preguntóRivas.

-La de retirarse de casa de las señoritasMolina -dijo Leonor con altivez yacentuandoconlavozlapalabraqueponemosconcursiva.

-Lapromesamelahiceamímismo,ypodría,sinfaltaranadie,quebrantarla-replicóMartínpicado.

-Nolocreo,¡tieneustedpropósitostansostenidos!-dijolaniña.

-¿Quépropósitossonésos?-exclamóAgustín-.Veamos,queyosepa,todolodeesteamigomeinteresaahora.

-Eldenoamaranadie,porejemplo-contestóLeonor.

-¿Verdad,querido?-preguntóelelegante.

-Y,sinembargo,parecequeconlaseñoritaMolinaibaflaqueandosuvoluntad-repuso Leonor con acento burlón, antes que Rivas pudiese contestar a lapreguntadeAgustín.

Yconestaspalabras, laniñavolvió laespaldayfueasentarseal ladodesumadre.

-Esta Leonor es pétillante de malicia -dijo Agustín al ver retirarse a suhermana.

«¡Escruel!»,sedijoparasíMartínconprofundoabatimiento,yseretiródelsalón.

En esa misma noche tuvo lugar la visita de Rafael a casa de Matilde, encompañíadedonPedro.

Losamantesrecobraron,ensabrosaconversación,losdíasquehabíanestadosin verse. Don Fidel hizo al sobrino de don Pedro una acogida tanto máscordialcuantomayoreraelbeneficioqueesperabadelnegociodelRoble,ydoñaFranciscatuvoconRafaelalgunosmomentosdeconversaciónenlosquepudodarriendasueltaasuromanticismo,alimentadopor la lecturadeJorgeSand.

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-Lamujerdelamodernacivilización-ledijobajolainfluenciadelasteoríasdelautorfavorito-noesmenosesclavaqueentiempodelpaganismo.Siendouna flor que sólo se vivifica al contacto de los rayos del amor -añadió conentusiasmo-,elhombrehaabusadodesufuerzaparacoartarhastalalibertaddesucorazón.Ustedcomprenderáporquéconsuconstanciahadadopruebasde poseer un alma superior a las metalizadas con que diariamente nosrozamos.

YSanLuis,quebogabaavelasdesplegadasenelmarde las ilusionesydelamor, tomó a lo serio aquella frase y continuó la conversación en elmismotonorománticodesuinterlocutora.

-No estará demás -decía en otro punto del salón el tío de San Luis a donFidel-queesperemossiquieraunmesantesdeverificaresteenlace;mientrastanto,yomeocuparédelasuertedeRafael,quedebetrabajarconmihijo.

Asíquedóarregladoqueelmatrimoniotendríalugaramediadosdelentrantemes de octubre,mientras que los jóvenes olvidaban elmundo jurándose unamorindefinido.

Despuésdelasalidadelasvisitas,cayódoñaFranciscaenplenarealidadaloírlosproyectosdesumaridosobrenuevostrabajosquepensabaemprenderenelRoble, contando con el nuevo arriendo. Pasar de las teorías sobre laemancipaciónde lamujeralcómputode las fanegasde trigoquedaría talocualpotrero,erauncontrastedemasiadonotableparasupoéticaimaginación,que,comoordinariamenteacontecealasdesusexo,abrazabaconvehemenciaintolerante las ideas de su autor favorito. Contentose, entonces, conrecomendar entre dos bostezos a don Fidel la visita que debía hacer a suhermano,yseretiróconsuhija.

AldíasiguientellegódonFidelacasadedonDámaso,encircunstanciasqueésteysufamiliasalíandealmorzar.

-Tío,encantadodeverle-dijoAgustínsaludandoadonFidel.

ÉstellamóaparteadonDámaso,ydespuésdealgunosrodeosleparticipóelobjetodesuvisita,quedesbaratabalosplanesdesucuñado,elquepersistíaensuideadeestableceraAgustín.

-XXXVI–

Llegaronlosdíasdelapatriaconsusblanqueadosenlascasas,susbanderasen laspuertasdecalleysussalvasdeordenanzaen la fortalezadeHidalgo.Latió el corazónde los cívicos con la idea de endosar el trajemarcial, para

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lucirlo ante las bellas; latió también el de éstas con la perspectiva de losvestidos, de los paseos y de las diversiones; pensaron en susbrindispatrioteroslospatriotasdeldíaparaelbanquetedelatarde;resonólacanciónnacionalentodaslascallesdelaciudad,ySantiagosacudióelletargohabitualquelodominapararevestirsedelaperiódicaalegríaconquecelebraelaniversariodelaindependencia.

Perolosdías17y18delgloriosomesnosonmásqueelpreludiodelardienteentusiasmo con que los santiaguinos parece quisieran recuperar el tiempoperdidoparalasdiversionesduranteelrestodelaño.Loscañonazosalrayarelalba,lacanciónnacionalcantadaaesahoraporlasniñasdealgúncolegio,conasistenciadecuriososprovincianosquelleganalacapitalconpropósitodenoperdernadadelDieciocho,laformaciónenlaplazaylamisadegraciaenlaCatedral,elpaseoalaAlameda,laasistenciaalosfuegosyalteatro,nosonmásquelosprecursoresdelagrandiversióndeldía19:elpaseoalaPampilla.

NoesSantiagoenesedíaladignahijadelosseriosvaronesquelafundaron.Pierde entonces la afectada gravedad española que durante todo el año lacaracteriza.Esunalocaciudadqueconalegrespaseosseentregaalplacerdepopulares fiestas. En el 19 de septiembre, Santiago ríe y monta a caballo;estrenavestidosdegalaycanta los recuerdosde la independencia; ruedaencoche con ostentación ataviada y pulsa la guitarra en medio de copiosaslibaciones. Las viejas costumbres y lamoderna usanza se codean por todaspartes, se miran como hermanas, se toleran sus debilidades respectivas yaúnansusvocesparaentonarhimnosalapatriayalalibertad.

Una descripción minuciosa de las fiestas de septiembre sería una digresióndemasiado extensa y que para los santiaguinos carecería del atractivo de lanovedad.Loshabitantesdelasprovinciaslasconocentambiénporlarelaciónde los viajeros y por las que en sus pueblos se celebran a imitación de lacapital.Omitiremos,pues,esadescripciónparacontraernosalosincidentesdelahistoriaquevamosrefiriendo.

Alasoracionesdeldía18, losvoladoresdelucesanunciabanelprincipiodelos fuegos artificiales. Cada uno de estos cohetes que estallaban a grandealtura eran saludados por la multitud apiñada en la plaza con milexclamaciones, entre las que los ¡Oh! y los ¡Ah! del soberano puebloformabanuncorodeingenuaadmiración.

Enungrupo,compuestodelafamiliadedoñaBernardaydesusamigos,sediscutía el mérito de cada cohete y se prodigaban saludos a las personasconocidasquepasaban.

Amador daba el brazo a doña Bernarda; Adelaida descansaba en el de unamigo de la casa, y Edelmira, a pesar suyo, había aceptado el de Ricardo

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Castaños,queseaprovechabadelaocasiónparahablaralaniñadesuamorinalterable.

A la sazón entraba otro grupo a la plaza, compuesto de las familias de donDámasoydedonFidel.Leonorhabíatenidoelcaprichodeiralosfuegosyhabía sido preciso acompañarla. Doña Engracia con su marido cerraban lamarchadelacomitiva,llevandoalaizquierdaaunacriadaquecargabaensusbrazosaDiamela.AdelantecaminabanMatildeyRafaelenamorosaplática,LeonoryAgustínhablandodecosasindiferentes,yRivasdabaelbrazoadoñaFrancisca,quetratabadeentablarconélalgunarománticaconversación.

PeroAgustínnosecontentabaconqueleoyesenlosquellevabaasulado,yhacíaenvozaltaladescripcióndelosfuegosdeParís.

La comitiva se detuvo en un punto inmediato al que ocupaba la familia dedoñaBernarda.

-Oh,enParísunfuegodeartificioescosaadmirable-exclamóAgustínenelmomentoenquecuatroarbolitoslanzabanalairesuscohetesinflamados.

-¡Oh, ah! -exclamó al mismo tiempo la multitud, en señal de aprobativaadmiración.

-¡Ay, la vieja, esconde a Diamela! -gritó doña Engracia al ver salir endirecciónaellos,delarbolitomáspróximo,unodeloscohetesquellevanesenombre.

La turba aplaudió la confusión que la vieja introdujo en un grupo deespectadores,altravésdelcualpasóconlavelocidaddelrayo.

-¡CómoaplaudiríansiviesenelbouquetenParís!-dijoAgustín-.¡Esosíqueesmagnífico!

-Oh,retirémonosdeaquí-exclamódoñaEngraciaalverelinminentepeligroenqueDiamelasehabíaencontrado-.¡Pobrecita-añadiótomandoalaperraensusbrazos-,estátemblandocomounpajarito!

Doña Francisca, entretanto, no abandonaba su intento de conversaciónromántica.

-Nuncame sientomás sola -decía aRivas- que enmedio del bullicio de lamuchedumbre; cuando se vive por la inteligencia, todas las diversionespareceninsípidas.

Un fuego graneado de chispeadoras viejas, que pasó sobre la cabeza de lafamilia,ahorróaMartíneltrabajodecontestar.

-Aquívaasucedernosalgunaavería-dijodoñaEngracia,ocultandoaDiamela

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bajolacapa.

Paracalmarlostemoresdelaseñora,lacomitivasedirigióaotropuntomásseguro,pasandopordelantededoñaBernardaylossuyos.

-¿QuiénesesaquevaconRafael?-preguntódoñaBernarda.

-EslahijadedonFidelElías-contestóAmador.

-Loengreídoqueva,nisaludasiquiera-repusodoñaBernarda.

AdelaidapalidecióalveraMatildeyaRafaelpasarasulado.LahistoriadeRafaelleerabienconocidaparapodercalcularlaimportanciadeloqueveía.

-Mira,mira-dijoAgustínaLeonor,mostrandoaAdelaida-,aquéllaeslaniñaconquienmequeríancasar.

-¿Ylaotraeslahermana?-preguntóLeonor.

-Sí.

-¿ÉsaeslaenamoradadeMartín?

-Lamisma.

-Esbonita-dijoLeonor.

Martínpasóconsupareja,haciendounligerosaludoalasMolina,yEdelmira,alcontestarlo,ahogóunsuspiro.

-SiyosupiesequeustedquiereaesejovencitoRivas-ledijoeloficial-,yomevengaríadeél.

-YAgustín no nosmira tampoco -dijo doña Bernarda-, el francesito quierehacerseeldesentendido.

Los volcanes que estallaron en aquel momento llamaron hacia ellos laatencióndedoñaBernarda.

Losfuegosseterminaronporelcastillotradicional,conlosataquesobligadosdebuques.Ningúnincidenteocurrióquetuvieserelaciónconlospersonajesdeestahistoria,losqueseretiraronasuscasaspacíficamenteyalgunosdeellosreflexionandosobreelencuentroquehabíantenido.

DoñaBernarda no podía conformarse con queAgustín hubiesemanifestadotantaindiferenciaymenosprecioporsufamilia.

-Siseandaconmuchas -decía-,yopublicopor todaspartesqueestácasadoconmihijayqueardaTroya.

Amador tratabadecalmarla, asegurándolaqueél arreglaría el asuntoapenas

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terminasenlasfiestasdelDieciocho.

En el teatro fue Martín, desde una luneta, testigo de la admiración que labellezadeLeonorsuscitabaentre laconcurrencia.Casi todos losanteojossedirigían al palco en que la niña ostentaba su admirable hermosura, ataviadaconlujosaelegancia.LasalabanzasdelosquelerodeabansobrelabellezadeLeonor acariciaban el alma de Rivas, infundiéndole una dulce melancolía.Escuchabaen lasmelodíasde lamúsicayenelmurmulloque formaban lasconversaciones cierta voz amiga, hija de su ilusión, que le presagiaba laventura de ser amado algún día por aquella criatura tan favorecida por lanaturaleza. Semejante a los mirajes que por una ilusión óptica ofrecen lasgrandesplaniciesalosojosdelviajero,esepresagiodeamordesaparecíaanteRivascuandoéstequeríadarlelaformadelarealidad,puesteníaentoncesqueconsiderar ladistanciaquedeLeonor le separaba,yalejándosedelpresente,ibaadibujarsevagoyconfusoentrelassombrasdeunporvenirdistante.

Pasada la primera satisfacción del triunfo,Leonor había pensado enMartín.Hallóciertaorgullosasatisfacciónen la ideaqueenesemomento leocurría,de desdeñar la admiración de todos, para ocuparse de un joven pobre yobscuro, al que con su amor podía elevar hasta hacerle envidiar por loselegantesypresuntuososdeaquellaperfumadaconcurrencia.Estaideasurgiónaturalmente de su espíritu caprichoso y amigo de los contrastes. Alabandonarse a ella, buscó Leonor a Martín con la vista y no tardó enencontrarle.Unamirada de fuego respondió a la suya y la hizo ruborizarse.Cadamovimientodesucorazónqueleanunciabaqueelamorleinvadía,eraunasorpresa,comolohemosvistoya,paraelorgullodeLeonor.Laimpresiónque lamiradadeRivas acababadehacerle fuebastanteparaque alzara conorgullolafrenteymiraseconaltaneríaalaconcurrencia,comodesafiandosucrítica y su poder. Se creía dueña todavía de su corazón y se dijo en esemomentoqueellapodíahacerdeMartínunhombremásfelizquelosquelamiraban,sinpensarqueestasolareflexiónargüíaencontradesupretendidaindependencia.

PasaronelprimeroyelsegundoentreactosmientrasqueLeonorluchaba,sinsaberlo, entre su amor y su orgullo.Al bajarse el telón en el segundo acto,volvió a buscar los ojos deMartín y le hizo una señal para que subiese alpalco,señalqueeljovennosehizorepetir.

Leonor abandonó el primer asiento y ocupó uno en un rincón del palco,dejandootrovacíoasulado,queofrecióaMartín.

-Parece-ledijo-queustednosediviertemuchoestanoche.

-¡Yo,señorita!-exclamóeljoven-.¿Porquécreeustedeso?

-Lehevistopensativoy¿sabeloquemehefigurado?

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-No.

-Que usted está arrepentido del propósito que formó el otro día en mipresencia.

-Norecuerdocuálseaesepropósito.

-EldenovolveracasadelasseñoritasMolina.

-Siento tener que contradecirla -replicóMartín, tomando el tonode risa conque Leonor había hablado-, pero le aseguro a usted que no había vuelto arecordartalpropósito,loquepruebaquemecuestamuypocoelcumplirlo.

-Enlaplazavialaniña,ylealaboelgusto,esbonita.

-Paratansinceraalabanzadelabellezadeunaniña-dijoMartín-senecesitahallarseenelcasodeusted.

-¿Porqué?-preguntóLeonor,sincomprenderelsentidodeaquellaspalabras.

-Porquesóloestandoseguradelasuperioridadpuedeconfesarselabellezadeotra-respondióeljoven.

-Veoqueustedvaaprendiendoellenguajedelagalantería-ledijoLeonorcontonoserio.

Aqueltonoeralavozdesuorgullo,quenoconsentíaenqueeljovensaliesede su esfera de admirador tímido y respetuoso. Ese mismo orgullo le hizoarrojaraMartínsualtaneramiradadereinaypreguntarle:

-¿Mecreeustedrivaldeesaniña?

ElcorazóndeRivasseoprimiócondoloralrecibiresamirada,yvolvióasupensamiento de que, bajo el magnífico exterior de belleza, aquella criaturaextrañaocultabaunalmacruelyburlona.

-Nohetenidotalidea-dijoconmelancólicadignidad-ysientoenelalmalainterpretaciónquesehadadoamispalabras.

Desde la galería del teatro, en donde la familia Molina ocupaba variosasientos,EdelmirahabíavistoentraraMartínysentarsealladodeLeonor.

-EstoyseguroqueMartínestáenamoradodeesaseñorita-dijoaEdelmiraeloficialdepolicía,quenolaabandonabauninstante.

YEdelmira ahogó otro suspiro, pensando en que aquella observación de sucelosoamanteseríatalvezverdadera.

AlmismotiempodecíadoñaBernardaasuhijamayor:

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-Mira, Adelaida, el otro Dieciocho estarás también sentada en palco con tufrancés,nosetedénada.

DespuésdelasentidaconsideracióndeMartín,Leonorsequedópensativa,yeljovenseretiróalcabodealgunosinstantes.

«Hesidomuysevera»,pensóLeonor,alverleretirarse,proponiéndoseborrarlaimpresiónquesuspalabrashubiesendejadoenelánimodeRivas,altomareltéenlacasadevueltadelteatro.

PeroMartínnovolvióasuluneta,nilehallóLeonorenelsalónalllegaralacasa.

-¿Martínnohallegado?-preguntóalacriadaquehabíallevadolabandejadelté.

-Llegótemprano,señorita-contestóésta.

Al acostarse, Leonor había olvidado los triunfos del teatro, las lisonjeraspalabrasconquevariosjóveneshabíanhalagadosuvanidaddurantelanoche,los rendidos galanteos de Emilio Mendoza y la tímida adoración delacaudaladoClementeValencia; pensaba sólo en la dignidad con queMartínhabíacontestadoasumiradadedesprecio.

«Hesidomuysevera-serepetía-,élhasufrido,¡peronosehahumillado!».

Su orgullosa índole no podía prescindir de admiración al encontrar másdignidad en el pobre provinciano que en los ricos elegantes de la capital,siempredispuestosadoblegarseatodossuscaprichos.

-XXXVII–

Tirada por una yunta de bueyes y con colchas de cama puestas a guisa decortina,caminabaalasdiezdelamañanadel19deseptiembreunacarretacontoldodetotora,delasqueusanciertasgentesparalospaseosalaPampilla.

Enesacarreta,sentadasobrealmohadasyalfombras,ibalafamiliaMolinaenalegrecharlaconalgunosdesusamigos.

DoñaBernarda apoyaba su diestra sobre una canasta de fiambres, y en otraconbotellaslaizquierda.Susdoshijasibanalfrentedeella,yreclinadojuntoa Edelmira el oficial Ricardo Castaños, que, por gracia especial de su jefe,había obtenido permiso para faltar a la formación en aquel día. Al lado deAdelaida se hallaba otro galán, y sentado al frente, casi a caballo sobre elpértigo, con ambas piernas colgando y con la guitarra entre los brazos,completabaAmadorMolinaaquelcuadrocaracterísticode19deseptiembre.

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Lacanciónqueésteentonabaeraapropósitoparaelcasoyterminabaconelverso:

Tira,tiracarretero

Queencororepetían losdeadentro, imitandoconbocaymanosel ruidodelosvoladoresyapurandorepetidosvasosdeponchepreparadoadhocporlasinteligentesmanosdeAmador.

NoseguiremosensumarchaalafamiliadedoñaBernarda,queasullegadaalCampodeMarterecibiósucolocaciónenunadelascallesqueformanfrenteala cárcel penitenciaria, compuesta de las numerosas carretas con ventas yfamiliasquelleganalcampoenesedía.

En casa de don Dámaso Encina golpeaban el empedrado del patio con susferrados cascos dos hermosos caballos, que a las dos de la tarde montaronRivasyAgustín.

LosdosjóvenesllegaronalaAlamedaporlacalledelaBanderaysiguieronlacorrientedecarruajesyde jinetesencabalgatasquesedirigenaesahoraprincipalmentealCampodeMarte.

-Esprecisoque teanimes -decíaAgustínaMartín,haciendoencabritarse sucaballoparalucirsugraciaalosespectadoresqueestacionanenlaspuertasdecalleenlascasasdelaAlameda.

EstafraseconqueAgustínqueríacomunicarelcontentoaRivasnoeramásque la continuación de las reiteradas instancias con que había vencido laresistenciadesuamigoparaacompañarlealpaseo.

-¿Lafamiliavendráalllano?-preguntóMartín.

-Creoqueno-contestóAgustín-,mamátienemiedodesalirenestedía.

Mientrastanto,lafamiliaMolina,colocada,comodijimos,enunadelascallesdecarretas,seentregabaconardoralasdiversionesdeldía.Laszamacuecasse sucedían las unas a las otras, y con ellas las abundantes libaciones, queaumentabansingularmenteelentusiasmopatrióticodelosdanzantes.

Amadoranimabaalosdemásconelejemplo,doñaBernardabebíavasotrasvaso a la salud de los que bailaban, el oficial de policía improvisaba frasesgalantesenhonordeEdelmira,yvarioscuriososquehabíanrodeadolacarretaaplaudíancadabaileyapurabanelvasoconalegresdichosydescompasadasrisas.Laanimación,enunapalabra,sepintabaentodoslosrostros,menosenel de Edelmira, que asistía con pesar a una diversión tan contraria a susdelicadosysentimentalesinstintos.

MasRicardoCastañosnosedabaporderrotadoporlaindiferenciaconquesu

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querida miraba la general alegría; y como en un rapto de amor quisieseapoderarse de una mano de Edelmira, doña Bernarda, que le sorprendió alempinarunacopademistela,exclamóentrerisueñayenojada:

-Mira, oficialito, que si te andáis con muchas te mando meter alaplenipotenciariaqueestáaquíenfrente.

Con grandes aplausos celebraron los circunstantes aquella amenaza, queacompañó doña Bernarda con un ademán con que señalaba la cárcelpenitenciaria,alaqueelpueblodacomúnmenteelnombreconquelaseñoralahabíadesignado.

Aquel aplauso llamó la atención de Agustín y Rivas, que en ese instantepasaban por delante de la carreta y no habían podido distinguir a la familiaMolinaentrelaspersonasdeacaballoquelarodeaban.

-Aquíparecequesedivierten-dijoAgustínpicandosucaballo.

Martínlesiguiódecerca.

Doña Bernarda vio al momento a los jóvenes y se adelantó hacia ellosexclamando:

-¡Aquíestáelfrancesito!SeñorRivas,cómolopasa.Anocheandabanustedesmuyenterados,noconocíanalosamigos.

-¡Esposible,señora!-dijoconfingidaadmiraciónelelegante-.¿Anoche,diceusted?Notuveelhonordeverla.

-Sí,sí,hágaseeldisimuladonomás-respondiódoñaBernarda.

-Doyaustedmipalabradehonorque...

-Nomedépalabra,mire-añadió,presentándoleunvaso,yentonomásbajo-;tomemosun tragopor sumujercita.Conqueelpapádicequeelmatrimonioesdeporver,¿no?

Amador,quesehabíaacercadoapenasdivisóa los jóvenes,oyólaspalabrasdesumadre,peronotuvotiempodeimpedirqueAgustínlerespondiese:

-Yoentiendoqueyatodoestáarreglado,ypapácreelomismo.

-¿Arreglado?¿Cómoeseso?-preguntódoñaBernardaasuhijo.

-Sí,madre-contestóAmador-,despuéshablaremosdeesto;ahoranosestamosdivirtiendo.

-Mejor,pues-exclamódoñaBernarda,exaltadayauntantoporellicor-;tantomejor, Cuchito es de la familia y es preciso que se baje a divertirse connosotros.

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-Sientoenelalmanopoder...-dijoAgustín,aquienAmadorhacíaseñasdenocontradecirasumadre.

-Aquí no hay alma que se tenga -dijo doña Bernarda, apoderándose de lasriendasdel caballodeAgustín-. ¿Esustedde la familiaono? ¡Quées esto,pues!

EltonoconquedoñaBernardadijoaquellaspalabrashizoconoceraAmadorquepeligrabasusecretoyqueeraprecisocalmarasumadreparanotenerqueexplicarlesuarregloconMartínsobreelsupuestoenlaceencircunstanciatanpocopropicia.

-Mimadre no sabe nada todavía -dijo al oído deAgustín-, y si usted no seapea,escapazquearmeaquíunbochinche.

-Yonopuedodescender-contestóAgustín,quetemíamostrarseenpúblicoensemejantecompañía.

LosquerodeabanalgrupodelafamiliaMolinasehabíanretiradocasitodosalverqueelbailehabíacesado.

Entretanto, doña Bernarda no soltaba las riendas del caballo de Agustín yexigíaquesebajase.

-Empéñese usted para que se apee -dijo Amador a Martín-, hágame esteservicio.

Martín vio que, para calmar a doña Bernarda, era preciso bajarse; ycontribuyeron a su decisión estas palabras que Edelmira le dijo al mismotiempo:

-¿Seavergonzaráusteddequeleveanaquí?

-Vamos,francesito-exclamabadoñaBernarda-,sinoteapeasmeenojo.

Martínechópieatierra,yAgustínsiguiósuejemplo,tomandodespuéselvasoquedoñaBernardalepresentaba.

EnesemomentoRicardoCastañosquebrabaunvasoenelpértigodelacarretaporqueEdelmirahablabaconMartín.

-Ustednoshaolvidado-ledecíalaniña,conunamiradaenqueseretratabanlosprogresosqueelamorhabíahechoensucorazóndurante laausenciadeRivas.

-Nolaheolvidadoausted-respondióéste-,peroparatranquilizaralafamiliadeAgustínheprometidoquenovolveríaacasadeusted.

-¿Demodo que yo voy a sufrir por faltas ajenas? -exclamó con ingenuidad

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Edelmira.

-¡Usted!¿Yporqué?-preguntóeljoven-.¿Porquépuedesufrir?

-Másdeloqueustedseimagina-contestóruborizándoselaniña-,enestosdíasloheconocido.

Martínnotuvotiempodecontestar,porquesusojossedetuvieronconespantoenuncarruajequeseacababadedetenerfrenteaellos.

EnesecarruajesehallabanLeonorydonDámaso.

Agustínestabacomounagranaynohallabahaciaquépuntodirigirlavista.

DonDámasolehizoseñasdeacercarse.

-¡Túconesasgentes!-ledijo.

-Papá,voyaexplicarle-contestóavergonzadoelelegante.

-Montaacaballoysíguenos-repusodonDámasoconvozsevera.

Leonor se había reclinado en el fondo del coche, después de arrojar unamiradadeprofundodesprecio.

AlmismotiempoEdelmiradecíaaMartín:

-Ustedmehadichoquetendríaconfianzaenmí.

-Es verdad -le contestó Rivas haciendo heroicos esfuerzos para ocultar suvergüenzaydesesperación.

-¿Ama usted a esa señorita? -preguntó Edelmira, fijando en el joven unaardientemiradayconvoztemblorosadeemoción.

-¡Quépregunta! -exclamóMartín, apelando a una sonrisa-. Seríamirarmuyalto.

-Vamos,vamos-ledijoentoncesAgustín-,papádicequelesigamos.

Ydespuésdedarenredadasdisculpas,montaronacaballoyemprendieronelgalopetraselcarruajededonDámaso.

«Yohedesaberloquehay»,sedijodoñaBernarda.

Edelmirareprimióunalágrimaqueasomabaasusojos,ytomólaguitarraqueAmadorlapresentabaparaquecantaseunazamacueca.

-¡Vivalapatria!-exclamóAmadorparadistraerlapreocupacióndesumadre.

Yempezarondenuevo ladanzay labebidahasta cercade lasoracionesdeaquelmemorabledía.

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-XXXVIII–

LapresenciadeLeonorenelCampodeMartesorprendiótantomásalosdosjóvenescuantoque,porlamañana,habíadichoenelalmuerzoquesóloiríaalaAlameda.

Tal había sido, con efecto, la intención deLeonor en lamañana de ese día.DespuésdesuconversaciónconRivasenelteatroydereconocerquelehabíatratadocondemasiadaseveridad,experimentóundeseodeencontrarsesolaydemeditarsobreelestadodesucorazón,estadopropiodelanuevafazenquepor grados iba penetrando su alma, esclava hasta entonces de las frívolasocupacionesdelavidamaquinalenquelamayorpartedelasmujereschilenasdejan pasar losmás floridos años de su existencia.No creemos aventurada,después demeditarla, la expresión «maquinal» con que hemos calificado elgénerodevidadenuestrasbellascompatriotas.Leonor,comocasitodasellas,sinmás ilustraciónque laadquiridaen loscolegios,habíaencontradoque laprincipalpreocupacióndelasdesusexoversabasobrelasprendasdeltrajeylas estrechas miras de una vida casera y de círculo. Su natural altanería leinspiró,desdeluego,eldeseodetriunfarenesaarenaybrillóporlaeleganciacomo brillaba por su hermosura; fue la reina del buen tono y la heroína dealgunas fiestas. Estos triunfos bastan para llenar la vida mientras que elcorazónpermaneceindolentealexcitanteinflujodesuverdaderodestino.Perohemosvisto que el hastío había golpeado, aunque suavemente, a su alma, yhemostambiénseguidopasoapasolasmetamorfosisdesucorazóndesdequeconocióaMartín.HabíallegadoLeonoralpuntodepensareneljovenporlamañanadespuésdehaberlohechodurantegranpartedelanoche.ParecíaleyaquesuplandeavasallaraMartíneraun juegocruelyencontrabacapciososargumentos para crear la necesidad de manifestarle arrepentimiento de sussarcásticaspalabras.Enestasmeditaciones, en lasqueel espíritu, comounaarañacolgadadesuhilo,bajaysuberepetidasveces,empleóLeonorunahora,despuésdehaberdichoquenoiríaalaPampilla.

Todoespírituvigorosoesgeneralmenteimpaciente.LeonorpensóqueesperarhastalanocheparaveraMartínycalmarsutristezaconalgunamiradaounapalabra consoladora sería poner un siglo entre su deseo y la ejecución. Enamor,todadilaciónsemideporsiglos;tanambiciosoeselcorazóncuandoseencuentra en el verdadero campode su gloria, que encuentramiserables lostérminosordinarios conque apreciamos el tiempo.EntoncesLeonordecidióborrar ese siglo. Su determinación de ir al Campo de Marte fue para donDámasounaorden,comoloeratododeseodesuhija.Heaquílacausanaturalpor que Leonor llegó a ver a Martín y a su hermano cuando acababan debajarsedelcaballo.

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AlverLeonoraRivasconversandoconEdelmirasintióensucorazónunhieloque jamáshabíaexperimentado.Conel firmepropósitodedespreciarleydenopensarmásenél,noseocupódeotracosadurantelavueltaalaAlameda.¿Por qué Martín le parecía más interesante desde que otra mujer, joven ybonita,leamaba?Leonornopudoexplicarseesteenigma,mientrasdesfilabanantesusojoslosgruposdeseriospaseantesquevanyvienenporlaAlamedaen la tarde del 19 de septiembre, las engalanadasmujeres con sus vestidosnuevos,lastropasquemarchanalcompásdemúsicamarcialporlacalledelmedio,ylastristesfigurasdeloscívicosdeRencaydeÑuñoa,consusraídosy estrafalarios uniformes, por las calles laterales. Sus ideas se confundíancomoesasmasasdesereshumanosquepasabandelantedesuvista.Sentíasetristeporlaprimeravezdesuvida,yregresóasucasademalhumor.

En esa noche Martín no fue al teatro, y Leonor oyó con disgusto lajustificacióndesuhermano,queexplicóadonDámasolaescenadelacarreta.ApesardeunalargaconversaciónquetuvoenelteatroconMatildeyRafaelsobregeneralidadesdeamor,nopudodesterrardesuimaginaciónla ideadeque Rivas, quebrantando su promesa, dejaba el teatro por la casa de doñaBernarda.Alacostarsehabíareflexionadotantosobreelmismoasunto,quesuorgullonoserebelabaantelaideadetenerporrivalaunamuchachademediopelo;demodoquealdíasiguiente,habiendooídoaAgustínqueRivasibaaalmorzarconRafaelSanLuis,sintióheladalaatmósferadelcomedor,dondeesperabaverle.

Martín había buscado un pretexto para ausentarse, porque no se atrevía acomparecerdelantedeLeonordespuésdeloocurridoenlaPampilla.

-Leonor-dijoAgustínaRivascuandoéstevolviódecasadeRafael-eslaquemenos cree en las disculpas que he dado; es preciso que tú la convenzas,porqueloqueellacree,locreetambiénpapá,ytodavíaestáserioconmigo.

En la comida de ese día, Martín tuvo una verdadera sorpresa, que le dejóperplejosobreloquedebíapensardurantealgunosmomentos.OcasionóestasorpresaelairenaturaldeafabilidadconqueLeonorlesaludóydirigióvariasveces la palabra. Al cabo de sus reflexiones concluyó Rivas por esta tristededucción,propiadeunenamoradoquenosecreecorrespondido:«Memiracondemasiadodesprecioynoestádehumorparaburlarsedemí».

-Ahora es la ocasión de que me justifiques -le dijo Agustín al salir delcomedor.

-Apenas me atrevo -contestó Rivas, que, deseando hablar con la niña,necesitabaquealguienlealentaseaello.

-Hazmeese favor -replicóel elegante-.Ella temirabien;mira, estamañanamepreguntóqueporquénohabíasidoanochealteatro.

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Diciendoesto,Agustín llevóa suamigoal salón,endondeLeonor sehabíasentadoatocarelpiano.

Hemos visto que Martín, a pesar de su timidez de enamorado, sentíadespertarse su energía en presencia de las dificultades. En aquella ocasióncobrófuerzasalversesoloconLeonor,puesAgustínledejójuntoalpianoyseacercóahojearunlibroalamesadelmedio.

-Noleviaustedanocheenelteatro-ledijoLeonorconunanaturalidadquetranquilizócompletamentealjoven.

-Quedéalgocansadodelpaseo-contestóél.

Leonorlemiróconmalicia.

-Sin embargo -le dijo-, usted se bajó a descansar en la Pampilla, y habíaelegidounbuenlugar.

-MehadichoAgustínqueustednoparecedarmuchocréditoalaexplicaciónquehizodelosmotivosquenosobligaronadaresepaso.

-Enloqueustedencontrarádemasiadamalicia,¿noesverdad?

-Omuymalaideadenosotros.

-No, a usted le hago entera justicia, porque reconozco el mérito de suinventiva.

-¿Cómoasí,señorita?

-PorquesiendolaexplicacióndadaporAgustíndemasiadoingeniosaparaqueyopuedaatribuírsela,hedebidonaturalmentepensarqueesdeusted.

-Pormásqueestejuicioseahonrosoparamicapacidad,nopuedoaceptarlo;Agustínnohahechomásquereferirlaverdaddeloacaecido.

-Perohayalgoqueyoviqueélnohaexplicado.

-¿Quécosa?

-Una conversación, con apariencias de muy tierna, que usted tenía con laseñoritaEdelmira.

-Ya que usted me hace el honor de recordar algo que me concierne, mepermitirácontestarlaconenterafranqueza.

-¿Algunaconfidencia?-preguntóLeonorconunaireindefinibledeinquietudreprimidaydedisimuladaindiferencia.

-No,señorita,unaexplicaciónsobreloqueustedvio.

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-Sédeantemanoquelaexplicaciónserásatisfactoria,puestoquereconozcosufacilidaddeinventiva.

-Puedeustedcalificarladespuésdeoírme.

-Aver.

-Es cierto que hablaba ayer con interés cuando usted me vio al lado deEdelmira.

-¡Vaya,veoqueustedvateniendoconfianzaenmíparacontarmesussecretos!-dijoLeonorconextrañoacentoysinmiraraRivas.

Hubiérase dicho que aquellas palabras habían salido de su boca después deluchar con acelerados latidos de su corazón. Un hermoso prendedor decamafeorodeadodeperlas,quesujetabasucuellodefinosencajes,bajabaysubíacomounesquifequesemecesobrelasolas;tanvisibleeralooprimidoyafanosodesurespiraciónalpronunciaraquellaexclamación.

-Noesun secreto, señorita; loquehequeridocontar austedes, como lehedicho,unasencillaperofrancaexplicación.

-Aver,pues,yaleescucho.

-Elinterésqueteníaytendrésiempreparahablarconesaniñanace,señorita,delaprecioverdaderoqueheconcebidoporsucarácter.

-¡Cuidado,conmuchocalorhablausteddeeseaprecio!

-Soyapasionadoenmisafectos,señorita.

-Por eso le digo cuidado; dicen que ese aprecio se cambia con facilidad enamor.

-Nolotemo.

-¿Porquelodesea?

-Porqueséquenopuedoamarla.

-Esustedmuypresuntuoso,Martín-dijoLeonorconacentograveymirándolerisueñaalmismotiempo.

-¿Porqué,señorita?

-Porquefíademasiadoenlafuerzadesuvoluntad.

-¡Bienquisierapodercontar conella! -exclamóRivascon sinceroacentodepesar-.Viviendoporlavoluntad,seríamásfeliz.

Leonor evitó seguir la conversación en ese terreno, como un picaflor que

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abandonalaatractivabellezadelarosa,demiedoasusespinas,ysecontentaconlasmásmodestasfloresquelarodeanenunjardín.

-Veamos-ledijo-siustedestanfrancocomodice.

-Póngameustedaprueba.

-Esaniñaleamaausted.

AltravésdelasonrisaconqueLeonoracompañóesafrase,habíaensumirarunairedeangustiaquesólomuyexpertosojoshabríanadivinado.

-Nolocreo,señorita-contestóMartíncontonoresuelto.

-Seaustedsincero;Agustínmelohadicho.

-Lo ignoro completamente, y con temor de dar a usted pobre idea de mimodestia,lediréquelosentiríasiasífuese.

-¿Porqué?

-Porloqueustedmehatachadodepresuntuoso;porquenopodríaamarla.

-Ah,ustedaspiramásaltoylacreedeoscuracondición.

-Esono.Yomehalloenelcasodeabogarporlaindependenciadelcorazón.Anteelamor,nodebenvalernadalasjerarquíassociales.

-Entonceslacausaqueustedtieneparanoamaraesaniñaesunmisterio.

-No,señorita,noesunmisterio.

VolvióLeonoraabandonarporeseladolaconversación,porqueleocurríalapreguntaescabrosaqueexplicaselacausadequehablaban:«¿Entonces,estáustedenamoradodeotra?».

Peroellanopreguntóeso,sinoque,comolohabíahechounmomentoantes,hizoloquepodríallamarseunavuelta.

-Anoche-dijoaljoven-estuvealgotercaconusted.

-Mucho he estudiado, señorita -dijo Rivas con tristeza-, el modo de nodesagradaraustedcuandotengoelhonordehablarla,yconfiesoquehesidocasisiempredesgraciado.

-¡Sehafijadoustedenesto!-dijoconestudiadaadmiraciónlaniña.

-Son incidentes de mucha importancia para mí, señorita -contestó con vozconmovidaMartín.

Elprendedordecamafeovolvióamecersecomoelesquifesobrelasolas.

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Almismotiempo,Leonorseturbóenunanotadelvalsquesabíadememoriayclavólosojosenelpapeldemúsicaqueteníaalavista.

-Tieneustedlamemoriademasiadofeliz-dijodespuésderepetirvariasveceslanotaenquehabíatropezado.

-Noeslamemoria,señorita,eselconstantetemordedesagradarla.

-¡PorDios!,¿mecreeustedmuydemalgenio?-exclamóLeonoraparentandosorpresaparaocultarsuturbación.

-Sólodesconfíodemí,señorita.

-Le repetiré lo que creo haberle dicho antes, no veo motivos para esadesconfianza. Si realmente me hubiese desagradado, ¿no evitaría todaconversaciónconusted?

Estas palabras fueron acompañadas con los últimos golpes del vals, queLeonor tocóantesque leshubiese llegadosu turno.Susmanos temblabanalcerrar el piano, y sin decir nada más se acercó a la mesa junto a la cualAgustínseguíahojeandoellibro.

Más turbado que ella, permanecía Martín en el mismo punto que ocupabadurante la conversación. Pareciole que un rayo de luz había iluminado desúbito su mente para dejarle en la más completa obscuridad después. Alinterpretar en pro de su amor las sencillas palabras que acababa de oír, sucorazón se oprimió espantado como en presencia de un abismo y tuvovergüenza de su tenacidad. ¡Ella estaba allí, majestuosa y altanera comosiempre,hermosahastaelidealismo,rica,admiradadetodos!

«¡Qué locura!», se dijo con frío en el pecho, oprimido por los violentosembatesdesucorazón.

AgustínseacercóaLeonor.

-Espero que Martín te habrá convencido, hermanita -le dijo estrechandocariñosamenteconambasmanoslacinturadelaniña.

-¿Dequé?-preguntóLeonor,poniéndoseencarnada.

Parecequeaquellapreguntacoincidíadeunamaneracasualconloqueenesemomentolapreocupaba.

-De que fue imposible resistir y tuvimos quedescender del caballo -repusoAgustín.

-Ah,sí,enteramente-contestólaniñasaliendodelsalón.

-Mealegro-dijoAgustínaRivas-.Ellaconvenceráapapáynosarreglaremos

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deltodoconél.

-XXXIX-

Disipados los vapores del licor en el cerebro de doña Bernarda Cordero,despuésdelpaseoalCampodeMartedeldía19,acudiéronlelosrecuerdosalamañanasiguiente,sobrelaspalabrasquedebocadeAgustínhabíaoído.Deellas se desprendía con claridad que existía un arreglo sobre el asunto delcasamiento y corroboraban esta deducción las equívocas razones que habíaempleadoAmador en aquella circunstancia. ¿Qué arreglo era aquél?, y ¿porquése ledejaba ignorarsuscláusulasaella,madrede la interesada?, fueronpreguntasquesurgierondelamentededoñaBernardatraslargameditación,avivando,comoeraconsiguiente,sucuriosidadydandoorigenaunpropósitofirmedeaclararsemejanteenigmaydenopermitir,comoelladecía,«quelahaganaunatontayquieranmeterleeldedoenlaboca».

Interrogóalefectoasuhijo,quien,deseosodeaplazarcuantofuesedable laexplicacióndeloacaecido,contandoconqueelenojodesumadredisminuiríaen proporción del tiempo que transcurriese, respondió con evasivasexplicacionesque,lejosdeadormecersussospechas,lasaumentaron.

ReiteróvariasvecesdoñaBernardasuspreguntasy,firmeensuspropósitos,Amador contestó con nuevos subterfugios, tratando, sin embargo, de dejartraslucir con vaguedad la verdadera proporción del hecho. Y como pasasenalgunos días sin que doña Bernarda renovase sus indagaciones, el mozo sepersuadióqueunsistemadegradualexplicacióneraelmásapropósitoparaenterarasumadredeloocurrido,sinquelamagnituddeldesengañoirritasesumal humor, como temía, con razón, sucediese, revelándola sin rodeos elengañodeque,porrealizarsuabortadoplan,lahabíahechovíctima.

PeronoeradoñaBernardaCorderodelasquepodíansatisfacersucuriosidadconincompletasexplicaciones,demaneraque,lejosdecontentarseconloqueAmadorlacontestaba,resolviódarungolpe,asuentendermaestro,que,alparque la impondría de todo, serviría eficazmente para la total conclusión deaquelasunto.

Cubierta con su mantón salió un día de su casa, a principios de octubre,resuelta a tener una entrevista con el padre del que ella reputaba su yerno.HabíadiscurridosobreaquelpasodurantevariosdíasymeditadotambiéncondetenciónacercadelaspalabrasqueemplearíaenlaentrevistaydelaenergíaconquesehallabadispuestaarechazartodaproposicióndeavenimientoquenotuvieseporbaselaunióndelosespososreconocidaportodalafamiliadedonDámaso,que,comorico,debíahospedarlosensucasaydarles,comoella

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decía,«casaymesapuesta».

Don Dámaso le ofreció asiento y doña Bernarda entabló pronto laconversación.

-Vengo,pues,señor-dijo-,alasuntitoqueustedsabe.

-A la verdad, señora -contestó donDámaso-, no sé de qué asuntome hablausted.

-¡Vaya!,yanosabe,¿dequéhadeser,pues?Delasuntitoaquel,pues.

-Tengaustedlabondaddeexplicarse.

-Dígame,señor,¿queselehaolvidadoquesuhijitoestácasadoconmihija?

-Señora-dijoconsorpresadonDámaso-,muchomeextrañaquevengaustedahablarmedeesteasunto.

-Yentonces,pues,¿quiénquierequelehable?¿Nosoylamadre?¡Lascosassuyas!Yonomáshedeser,pues.

Comoseve,doñaBernardadesplegabadesdeelprincipiodelaconversaciónlaenergíayclaridadconqueteníaresueltodartérminoalnegocio.

-No estamos ahora en que usted sea la madre, nadie lo niega -replicó donDámaso, algo incómodo con las preguntas y exclamaciones de suinterlocutora-.Meextrañaqueustedparezca ignorarque todoestáarregladoyayquenohaymásquehablarsobrelamateria.

-¡Ydiei,pues!Lomismodigoyo;sitodoestáarreglado,quesejunten,pues.¿Paquéestamosembromando?

-¿Quiénesquiereustedquesejunten?

-Esosniños.¡Mirequégracia!Agustínconmihija,¿quiéneshandeser?

-Pero, señora, parece que usted no quiere entender; le repito que todo estáarreglado.

-Bueno,pues,lomismomediceAmador;peroloqueyoquierosaberesquéclasedearregloesése.

-¡Cómo!¿Nolosabeusted?

-Ysilosupiese,¿paquéselopreguntaba?

-Suhijodeusted,sumismohijo,haconfesadoqueelmatrimoniohabíasidounafarsa.

-¡Cómoeseso!Yyo,¿quenolovi?¡ADios,pues,altodotambién!¿Quesoy

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tonta?¿Yelcuraqueloscasó?

-Elcuranoeracura,eraunamigodesuhijodeusted.

-¿Quiéndiceeso?

-ElmismoAmador.

-¡Queestáloco!¡Yoselohabíadeoír!

-Elhechoesqueéllohaconfesado.

-¿Aquién?

-Amí.

DonDámaso,alcontestar,sedirigióasuescritorioymostróadoñaBernardalacartadeAmador.

-Veausted-ledijo-,aquí tieneustedunacartadesuhijoenlaquerefiere laverdaddeloocurrido.

-Averquédice lacarta-respondiódoñaBernarda,que,nosabiendoleer,noqueríaconfesarlo.

-Aquílatieneusted-dijodonDámaso,mostrandoelpapel.

DonDámasoleyólacartadeAmador,desdelafechahastalafirma.

Aquella súbita revelación dejó aterrada a doña Bernarda. Las confusasrespuestas que en distintas ocasiones había recibido de su hijo no le habíandadolamenorsospechadelaverdad.FigurábasesiemprequeelarregloaqueAmador aludía era un convenio ajustado para aplazar el reconocimiento delmatrimonioporpartedelafamiliadeAgustín.Lacarta,cuyalecturaacababadeoír,echabaportierratodassusesperanzasydescorríaantesusojoselveloqueocultabaelcuadrodesuvergüenza.Sucarácterirritablequedóexasperadoconaquellaocurrenciaysólopensóenregresarasucasaparadescargarsobresushijostodoelpesodesucólera.

-Siestohay-dijotemblandodeindignación-,melahandepagar.

DespidiosededonDámasoyconpasoligerosedirigióasucasa.

DuranteeltiempoquedoñaBernardaempleóenformarlaresolucióndeveradonDámaso,que,comohemosvisto,ejecutóaprincipiosdeoctubre,ningúnincidentedignodemencionarsehabíaocurridoentrelosdemáspersonajesquefiguranennuestranarración.

Felices y apacibles corrían los días para Matilde y Rafael San Luis, que,entregados a los devaneos de un amor que nada contrariaba, esperaban con

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ánimotranquiloeldíaprefijadodelaunión.NuevasseguridadesquedonFideltenía recibidas sobre el segundo arriendo del Roble le hacían aceptar lasrepetidas visitas del enamorado amante de su hija con la más afectuosabenevolencia, mientras que doña Francisca se entregaba a sus lecturasfavoritasyteníalargasyrománticasconversacionesconsufuturoyerno,quienlaacompañaba,conlacomplacenciadelhombrefeliz,enlascorreríasalpaísde los sueños de que doña Francisca gustaba para descansar de la vidaprosaicadelacapital.

NorespirabanenlagrataatmósferadelafelicidadenquesemecíanMatildeysufamilialashijasdedoñaBernardaCordero,aquienhemosvistosalirllenadeindignacióndesuentrevistacondonDámaso.

Adelaida gemía en silencio, combatida por el despecho de la noticia, quepronto se había difundido en Santiago, sobre el casamiento de Rafael SanLuis.

Nadie debe extrañarse que llegase a oídos deAdelaidaMolina la nueva delenlace proyectado de su antiguo amante. En nuestra buena capital, todaespeciecirculaconrapidezasombrosaypasadebocaenbocarecorriendolosdiversos círculos y jerarquías de nuestra sociedad. Además, Adelaidapertenecíaaunaclasesocialqueaspirasiemprealasconsideracionesdequelaclasesuperiordisfruta,yqueporestoviveimpuestadesusalteraciones,quesecomplaceencomentar,ydesusdebilidades,quecriticaconplacer.Noesextraño,pues,quelavozpública,tansonoraensociedadesqueseocupandeinteresespequeñoslasmásveces,comoladeSantiago,llevasealosoídosdeAdelaidaqueRafaelSanLuis ibaadejarelestadoenelquepodíaofrecerleunareparacióndesufalta.

Al lado de Adelaida suspiraba su hermana en la melancolía de su amorsolitario.

Poseía Edelmira uno de esos corazones para los cuales la ausencia es unestimulante.En losdíasqueMartínhabíadejadodevisitar sucasa, suamorhabía crecido como las flores de nuestros cerros, que, solitarias, no recibenmásriegoqueeldelasaguasdelcielo.Loquefecundabasuamorerasólosuimaginaciónexaltadaporsucaracterísticosentimentalismo.

Tambiénvinodespuésadarlenuevopábulolaobservaciónqueeloficialhabíahecho en el teatro. La belleza y majestad de Leonor la habían anonadado.Parecíaleimposiblequeunhombrepudieseverlasinamarla,yMartínvivíaensu propia casa. El joven cobraba entonces a sus ojos las proporcionesgigantescas del hombre amado por otra mujer; el adagio sobre la fruta delcercadoajenoestárealizándosetodoslosdías,aunenlosamoresmásidealesyplatónicos.

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A los pesares de consumir su fuego en las meditaciones melancólicas delaislamiento, juntábanse enEdelmira losqueunapasiónque le eraodiosa lecausabadiariamente.

Ricardo Castaños soportaba sus desdenes con admirable constancia y eraapoyadoensuspretensionespordoñaBernardayporAmador,quelemirabancomo un excelente partido. Los hombres no podemos tal vez apreciar esehastío que causa a la mujer la perseverancia de los amantes importunos,porquehayfibrasenelcorazónde lamujerdecuyasensibilidadcarecen lasnuestrasquepudierancomparárselasenlomoral.

Aquella obstinación del jovenCastaños era para Edelmira un suplicio atrozdesde que habían resonado en su alma los conciertos con que el corazóncelebra la alborada de sus primeros amores. Para buscar un alivio a suspesares, Edelmira apeló a un medio que acaso muchas niñas de ardienteimaginaciónhabránpracticadoenlasoledaddesuscorazones.EscribíacartasaMartín,quejamásenviaba,peroquepoderosamentecontribuíanaalimentarsuilusión.Enesascartasbrillabancelajesdepasiónenmediodelasnubesdeuna fraseología imitada de los folletinesmás románticos, que habían dejadoprofundosrecuerdosensu imaginación.TodasestasCalipsos,en laausenciadelamante,tienenmilencantadoresrecursosparasustentarseconrecuerdosyfingidasventuras.

Edelmira escribió muchas cartas antes de hallar insípido este amorosopasatiempo,quenollegóadejardesatisfacerlahastabastantetiempodespuésdelosprimerosdíasdeoctubreaquehemosllegadoenestahistoria.

MuylejossehallabaMartínRivasdefigurarsequeeraelobjetodeunapasiónsemejante. El interés con que Edelmira le reconvino por su ausencia, en sucorta conversación con ella en el Campo de Marte, aumentó su aprecio yamistadporaquellaniña,sinhacerlesospechar,sinomuyvagamente,quebajoesa apariencia de amigable solicitud se ocultaba otro más poderososentimiento. Martín no llevó sus reflexiones en este caso más allá de estasuposición:«Siyolehicieselacorte,talvezmeamaría».

Vivíaenexcesopreocupadodesupropioamorparaadivinareldeotrapersonaaquienpocohabíavistoenlosúltimosdías.LaconductadeLeonorinfluíaenque esa preocupación no decayese en el desaliento, porque en lasconversaciones subsiguientes a la que oímos en el anterior capítulo le habíadejado siempre vislumbrar una esperanza, que a las veces rechazabaMartíncomoundelirioyqueenotrasocasionesrevestíadelasformasdelarealidad.

NoobedecíaLeonorcon talconductaa lasveleidadesde lacoquetería,nialpropósito estudiado de aumentar con el aguijón de las dudas la pasión deRivas.Eraensusreticencias,yavecesensuspocosignificativaspalabras,tan

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sinceracomosihubiesedeclaradoconfranquezasuamor.Lasituaciónenquese encontraba con respecto a Martín era nueva y excepcional para ella.Acostumbrada a lo que puede llamarse el miramiento social, rodeada degalanes ricos y elegantes, celebrada por su belleza como la más digna deaspiraralosmásbrillantespartidos,Leonor,paradeclararenvozaltasuamoraMartín,teníaquevencerideasarraigadasdesdelaniñezensuespírituysehallaba en la necesidad de medir la importancia del hombre que habíaconquistadosucorazónantesdearrostrarlaspreocupacionesyquebrantarlosusosde lasociedadenquevivía.Deaquísus frecuentesconversacionesconRivasy lasvacilacionesconqueavecespronunciabapalabrasdeesperanza,queellajuzgabasignificativas,yquesóloservíanparaperpetuarlasdudasenqueeljovenvivíadesdealgúntiempo.

-XL-

DejamosadoñaBernardaCorderocaminodesucasa,despuésdeoírdebocadedonDámasolarevelacióndelsecretoqueleocultabasuhijo.

Durantelamarcha,lairritaciónqueestanoticialehabíacausadoseaumentó,comoeradefigurarse.Destruíaaquellarevelacióntanambiciosasesperanzas,concebidas por causa de Amador, que, al verlas desvanecerse, su enconocontra el que, engañándola, se las hiciera abrigar, crecía en proporción delprestigioquecualquieraesperanzaadquierecuandoesperdida.Asífuequealentrarensucuartoarrojósobreunasillaelmantóny llamóasuhijamayorcondesabridavoz.

Adelaidasepresentóalmomento.

-¿Ytuhermano?-lepreguntódoñaBernarda.

-Ensucuartoestará-contestólahija.

-Llámalo,tengoquehablarconustedes.

Pocos instantes después llegaron a la pieza en que doña Bernarda esperabaAdelaidayAmador.

DoñaBernardamiróasuhijoconexpresióndeirareconcentrada.

-Conquemehasestadoengañando,¿no?-ledijoapoyandoambasmanosenlacinturayconunsingularmovimientodecabeza.

-¡Yo!¿Porqué,pues? -contestóAmador,que, como todoelquevivecon laconciencia vigilante por causa de alguna falta, sospechó al momento elsignificadodeaquellapregunta,quelehizopalidecer.

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-¡No sé, pues! Estaré tonta que hasta mis hijos me engañan. ¡Era lo quefaltaba!ConqueAdelaidaestábiencasada,¿no?

-Pero, madre, ¿no le he estado diciendo estos días que ya todo estabaarreglado?

-¡Bonitoelarreglo!¡Nohagáisotroyquedaraislimpio!Arreglado,quedandonosotroscomounosnegros.¿Conquécarasvamosaandarporlacalle?Hastaloschiquillosnosseñalaránconeldedo.

-¡Lascosassuyas!-dijoAmadorconfundido.

Doña Bernarda se exasperó con esta exclamación, que en su estado deirritabilidad creyó poco respetuosa. Ésta fue la señal para que, descargandosobre Amador y sobre Adelaida todo el peso de su furor, prorrumpiese endesatinadas maldiciones, horrorosos insultos y amenazas terribles, que ladecencia nos impide transcribir. Adelaida, más tímida que Amador, creyólibertarse de aquella granizada de improperios que amenazaba degenerar envíasdehecho,dandocontemblorosavozestadisculpa:

-Yonotuvelaculpa,mamita.

AloqueAmadorreplicóentonosarcástico:

-Sí,pues,lahabrétenidoyo.¡Novequeerayoelquemeibaacasar!Bueno,pues,yonomeandoconsantostapados.

-Y¿quiénesentonces?-exclamódoñaBernarda-.¿Nofuistetúquienmevinoahablardelcasamiento?¿Paraquémeengañaste?Algúninteréstenías.

-¿Quéinterésquierequetuviese?¡Estosíqueesbonito!

-¿Ycómoéstadicequenotuvolaculpa?-preguntódoñaBernardaseñalandoasuhija.

-Sí,pues,porqueellalodiceyafuecierto.

-Enlacartadicesquetútrajisteaunamigovestidodepadre.

-¿Enquécarta?

-EnlaqueescrebistesadonDámaso.

-Asífue;peroyonolohicepormí,sinoporAdelaida.

DoñaBernardasevolvióhaciaéstaconlavistainflamadadecólera.

-Yonotengolaculpa-repitióAdelaidaencontestaciónaesamirada.

-Eso es, pues, échame la culpa a mí ahora -dijo Amador picado y

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respondiendoaotramiradadesumadre.

Luegoañadió:

-Siellanotienelaculpa,pregúnteleporquélohacíayo.

-Aver,responde,pues-dijoaAdelaidadoñaBernarda.

-¿Porqué...?¿Cómoséyo?Túmedijistequemeconvenía.

-¡Noves!-exclamódoñaBernarda-,bienlodecíayo;túsolotieneslaculpa.

Asuexclamaciónagrególaseñoraunanuevagranizadadeinsultosdirigidosasuhijo,quesólopudohacerlainterrumpirseconestaspalabras:

-Averigüebienprimeroloquepasaensucasaynomeinsultesinrazón.

Adelaidadirigióunamiradasuplicante,queAmadornopudoverporquesólopensabaencalmarasuirritadamadre.

-¿Quépasaenmicasa?-preguntóésta.

-QueledigaAdelaidasinofueporellaqueyolohice.Nadalecuestadecirquenotienelaculpa;yonotengonadaquetaparyellasíquetiene.

Adelaida conoció el peligro en que estaba si su hermano seguía hablando ytomólapalabraparaecharsobreella toda laresponsabilidadde loacaecido;mas aquel recurso era tardío después que las sospechas de algún nuevomisterioentraronenelespíritudelamadreconloqueacababadeoír.EnvanoAdelaida juró que ella había incitado a su hermano sólo por el deseo decasarse con un caballero, doña Bernarda repetía sólo por contestación estapregunta:

-Sí,peroalgotienesquetaparcuandoéstelodice.

Hubiéranse calmado las sospechas de doña Bernarda si Amador hubieseconfirmadolasaseveracionesdesuhermana;peroseguardóbiendehacerlo,porquetemíaverdenuevodescargarsesobreéllacóleradesumadre.

Entretanto, comoviesedoñaBernardaqueAdelaida repetía lomismoyqueAmador callaba, volviose hacia éste y prorrumpió en amenazas si no ledescubríalaverdad.

-Sinomelaconfiesas-ledijomostrándolelospuñosyenelmayorestadodeexaltación-, te hago sentar plaza de soldado por incorregible; acuérdate quetodavíanotienesveinticincoaños.

Poco importaba a Amador semejante amenaza, que fácilmente podía burlarabandonando la casamaterna.Masparamantenerse en cualquieraotraparteera preciso ganar la subsistencia trabajando, y Amador era holgazán

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inveterado. Pareciolemás fácil confesar la verdad, perdiendo a su hermana,que entrar en riña abierta con su madre, la que siempre proveía a susnecesidades, y a veces, a fuerza de economía, le sacaba de grandes apuros,pagandosusdeudas.Larelajacióndesuscostumbreslehabíaprivadodetodosentimiento noble desde temprano, por lo cual no pensó ni un instante ensacrificarse porAdelaida arrostrando solo la indignación de doñaBernarda.Lassugestionesdesuegoísmohablaronúnicamenteensupecho,ysinvacilarrefirióasumadrelaconsecuenciadelosamoresdeAdelaidaconRafaelSanLuis,buscandoalfinalgunaspalabrasparaatenuarelhecho.

DoñaBernardapalidecióaloír la terrible revelacióndeAmador,y searrojófuriosa sobre Adelaida, a quien arrastró por el cuarto, asiéndola de lashermosastrenzasdesupeloydandogritosdescompasados.

Acudieron a sus voces Edelmira y la criada, que conAmador interpusieronjuntossusesfuerzosparaarrancaraAdelaidademanosdedoñaBernarda.

Afinde impedirque losgritosde lamadreyde lahija,unidosa losde losdemás que por ella intercedían, llegasen a oídos de los que por la callepasaban, la criada corrió al patio y cerró la puerta de calle.Mientras tanto,doñaBernardadesplegabafuerzasextraordinariasparasusexoyedad,nosóloarrastrando aAdelaida, a quien el dolor arrancaba lastimeros quejidos, sinodandofuertesbofetonesaEdelmirayAmador,queluchabanporarrancarlesuvíctima. Un frío espectador de aquel drama doméstico habría, tal vez,desatendidolavozdelacompasiónporlogrotescodelcuadro,cuyoprincipalpersonaje era doña Bernarda repartiendo furiososmanotones con la diestra,mientrasqueen lamano izquierdasehabíaenvuelto las largas trenzasde lainfelizmuchacha.Perocomotodoen la tierra,aquellaescenadebía teneruntérmino,comoenefectolotuvo,puesalenviardoñaBernardaunapalmadaaEdelmira,queconheroicoarrojoleapretabaambosbrazos,lamanoizquierdadedoñaBernardasesoltódelastrenzas,yelimpulsoqueasuderechahabíadadofuetal,quenosóloarrojósobreunasillaalacompasivaEdelmira,sinoque,faltadeapoyoconlacaídadeésta,fuearodardoñaBernardaalmediodelapieza,quedando,conlaexasperaciónenqueseencontrabayelgolpequealcaerrecibió,sinmovimientonisentido.

Levantáronla sus hijos, ayudando a esta operación lamismaAdelaida, y lallevaronasucama,endondelacriadalefrotabalospies,Amadorleechabaaguaenlacaraylasniñasllorabansinconsueloabrazadaslaunadelaotra.

Recobró por fin su espíritu la señora y vertió amargas lágrimas sobre ladeshonra de Adelaida. Al exceso de agitación en que se había encontrado,sucedió el abatimiento que en lo físico y en lo moral van en pos de todoesfuerzoextraordinario,ysesintiótanmolidaaldíasiguientequelefuemásgrato permanecer en el lecho para recobrarse. Todo el reconocimiento que

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abrigabahaciaRafaelSanLuisporserviciosqueledebíasetornóenodioydeseo de venganza con la revelación de su conducta, y empleó el día endescubrir unmediode tomaruna justa reparaciónde su afrenta.Mas, comosusmeditacionesno ledieranunresultadosatisfactorio, resolvióapelara lasvíasdeconciliación,quetalvezacarrearíanlafelicidadylahonraasufamilia.

Satisfechadesunuevaresolución,dirigiose,algunosdíasdespuésdelaescenaqueledabaorigen,acasadeRafaelSanLuis.

Eran las diez de la mañana. Rafael se encontraba solo en su cuarto. Lapresencia inesperada de doña Bernarda le llenó de turbación y de funestospresentimientosenelalma;sinembargo,tratódedominarseyderecibirlaconcariñosaurbanidad.

Parece que la señora ocultaba también por su parte los sentimientos que laocupaban, para manifestar una tranquilidad que estaba muy lejos deexperimentarenaquelmomento.Sentoseconrostrorisueñoenlapoltronaqueconamablesonrisa lepresentóRafael,y,echandohaciaatráselmantónconquesecubríalacabeza,dijoenacentodereconvenciónamistosa:

-Yaustedsenoshaperdidodelacasa,pues.

-Noesporfaltadeamistad,créamelo,misiáBernarda-contestóneljoven.

-Algún motivo tiene. ¿No sabe, pues?, herradura que cascabelea, clavo lefalta.

-¿Quémotivopuedotener?Absolutamenteninguno,ustedconocemiamistad.

-Cómono,yyotambiénlehequeridoharto.Vea,elotrodíanomásleestuvediciendoaAdelaida:«¿QuéesdedonRafael?¿Quelehanhechoalgoquenoviene?».

Rafael se fijó al momento en que doña Bernarda nombraba sólo a su hijamayor,yconestoaumentaronsuspresentimientosdequeaquellavisitateníaotroobjetoquelasimpleaparienciadeamistadconqueseanunciaba.

-Ledoyaustedlasgraciasporsucariño-contestó.

-Bueno,pues,¿yquenopiensavolveravernos?-preguntódoñaBernarda.

-Casitodaslasnocheslastengoocupadasy,apesardemideseo,nosécuándopueda ir -respondióRafael,quequeríadescubrircuantoanteselobjetode lavisita.

-Sí,pues, así lodecíamosallá encasa: ¡cuándohadevolver!Ya tieneotrasamistadesdegentericayseavergonzarádeveniracasa.

-¡Avergonzarme!Seengañausted,misiáBernarda.

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-Lapruebaestá,pues,enquenoquierevolver-replicólaseñora,contonoenqueseadvertíalafaltadelaafabilidadquehabíaempleadoalprincipio.

Rafaelnotóesafaltaysedejóllevardesupocopacientecarácter.

-Nohedichoquenoquierovolver-dijo-,sinoquenopuedo.

-Lomismotiene,elcasoesquenovuelveyyoséporqué.

Enestaspalabraseltonodedescontentohabíaaumentado.

-Lacausaeslaquehedicho;notengotiempo.

-Porahíandandiciendoqueustedvaacasarse.

-¿Lohaoídousted?

-Ayernomás.¿Yescierto?

-Puedeser.

-¡Nove!¿Noselodecía?

-Esuncompromisomuyantiguo,datadeantesquetuvieseelgustodeconocerausted.

-Antiguoserá,pues,¿quéledigoyo?Peroseleolvidaquetambiénporcasatienecompromiso.

Alpronunciarestaspalabras, fijó resueltamentedoñaBernardasumiradaenRafael, mientras que en sus facciones se veía el sello de una resoluciónpremeditadayfirme.

Eljovenpalidecióaloírlas;aunquelasolapresenciadedoñaBernardaledabavehementessospechasdeloquelallevabaasucasa,noesperabaquetansinrodeosseatrevieseaatacarle.

-Noséaquécosaserefierausted-contestó,fingiendonoadivinarelsentidodeloqueoía.

-Cómo no lo ha de saber, y mejor que yo también. Más vale que nosarreglemoscomoamigos.

-Enfin,señora,¿quéesloqueustedquiere?-exclamóRafaelconimpaciencia.

-Queustedsecaseconmihija,queporustedestádeshonrada-contestóconenergíadoñaBernarda.

-Imposible -dijo el joven-, estoy comprometido a casarme con una señoritaque...

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DoñaBernardaleinterrumpiófuriosa:

-¿Yanosotrosquénostienequesacar?Mihijatambiénesseñoritayustedlaengañóconpalabrasdecasamiento;siustedfuesecaballerodebíacumplirsupalabra.

En vano buscó Rafael argumentos y disculpas para paliar su falta; doñaBernardareplicósiempreconlacontestaciónqueacababadedar.

-En fin -exclamóSanLuis exasperado-, es absolutamente imposible quemecase con su hija, y lo mejor que usted puede hacer por ella es aceptar lapropuestaquevoyahacer.

-¿Quépropuesta?-preguntólaseñora.

-Tengodocemilpesosqueheredédemipadre;prometoreconoceramihijoydaraAdelaidalamitaddeestasuma.

-Noesplataloqueyopido-contestódoñaBernarda.

Y añadió a esto mil recriminaciones que Rafael tuvo que soportar conhumildad,concluyendoconestaamenaza:

-No quiere casarse, ¿no? Pues yo me presentaré al juez, y veremos quiénpierde;ladesgraciademihijalasabenyamuchosparaqueyomepareenellaalpresentarme.Ustedquierelaguerra;seladaremos,noledécuidado.

YsaliódelapiezadeRafael,dejándoleentregadoaunamortalinquietud.

RafaelSanLuisescribióaMartín,citándoleparaelportalqueahorallamamosportalviejooBellavista,paradistinguirlodeldeTagleydelpasajeBulnes.

UnahoradespuéshallábanselosdosamigosreunidosenellugardesignadoytomaronelcaminodelaAlameda.

-Necesitode tuconsejoparaunasuntograve -dijoRafael,apoyándoseenelbrazodeRivas.

-¿Quéesloquehay?-preguntóéste.

-Enmediode lacalmahaaparecidounanubequepresagia tempestad;no teimaginaríasnuncaaquiénhetenidodevisita.

-¿AAdelaidaMolina?

-¡AdoñaBernarda!Losabetodoyquierequemecaseconsuhija.

-Tienerazón-dijofríamenteMartín.

-Yalosé-replicóincómodoRafael-,ynotepedíatuopiniónsobreeso.

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-Adelante.

-Nosemeocurreningúnmediodepararestegolpe.Heofrecidolamitaddeloquetengo,ylamalditaviejanosecontentaconseismilpesos.

-Enesecaso,hazloquetodavíapuedes:ofrecelosdocemil.

-No admitirá, no quiere oír hablar de nada si no consiento en casarme.Mepareceinútildecirtequeestoesimposible,puesnohabríaconsentidoenelloauncuandonomehallaseenvísperasdemisoñadafelicidad.

Martínsequedósilencioso,pensandoqueaquellafrasepodríasalvaramuchasinfelicesniñasexpuestasalaseducciónsipudieranoírla.

-¿Quéharíastúenmicaso?-preguntóRafael.

-DiscurriendocomoacabasdehacerloypuestoquedoñaBernardanoquiereoírhablarmásquedematrimonio,lequitaríalaocasióndepensarenello.

-¿Cómo?

-Casándomepronto.

-Tienesrazón;perosiemprequedaunpeligro.

-¿Cuál?

-DoñaBernardameamenazóconpresentarsealjuzgado.

-¿Creestúqueseatrevieseahacerlo?

-Mucho lo temo;esmujerviolentaycapazdeabrigarodios irreconciliables.Creoqueporvengarsedemínosearredraríaantelanecesidaddepropalarladeshonradesuhija.

-Quedaunmedio,aunquenoseguro.

-¿Aver?

-Amadorescodicioso.

-Másqueunavarodecomedia.

-Lepagaremosunosquinientospesosporqueobtengadesumadrelapromesadedesistirdesupresentación.

-¿Podríastúhablarconél?

-Conmuchogusto.

-Meharásconestoungranservicio-exclamóRafaelreconocido-.¡Túsabesloquehe sufridoantesdevermecomoahoraa laspuertasde la felicidad! ¡La

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amenaza de doña Bernarda me hace temblar! Si mi conciencia estuviesetranquila, nome sucedería esto; pero, como tú dices, la pobre señora tienerazónydenadalesirvemiarrepentimiento.

-Enfin,haremosloquesepueda.

-TedeboyaelinmensoserviciodehabermedevueltoaMatilde,ysiconsiguesque doña Bernarda se calle, te la deberé de nuevo. ¡Cómo podré pagartejamás!

-Hablemosdeotracosa.¿Noeresmiamigo?

-Bueno,hablemosdetusamores,¿cómosiguen?

-Siempre mal -dijo Rivas con una sonrisa que no alcanzó a borrar lamelancolíadesurostro.

-Nocreoquetanmal-replicóRafael.

-¿Porqué?¿Sabestúalgo?-preguntóconinterésMartín.

-Matildeme dice que su prima habla de ti constantemente; éste es un buenpresagio.

-Hablarádemícomodetantosotros.

-Ahíestálaparticularidad,hablasólodeti.Aver,cuéntame,¿quéhablasconLeonor?Yotalvezseamásperspicazquetú.

Provocadoasíaunaconfidencia,refirióMartíntodaslasconversacionesquehabía tenido con Leonor, especificando las menores ocurrencias yconservandohastalaspalabrasconlafelizmemoriadelosenamorados.Hablóconcalordesus recientesesperanzasyconangustiadesudesaliento;ésteyaquéllas,mercedalaelocuenciadeunamorverdadero,aparecieronaRafaelcomo la luz de la luna, que en un cielo entoldado brilla de repente ydesaparecedespuéstrasespesosnubarrones.

-Sinohaysobrequé fundarunacertidumbre -ledijoal fin-,no faltaenquéapoyaresperanzas;yo,entulugar,haríaunactodeaudaciapararealizarlas.

-¿Cómo?

-Leescribiría.

-¡Nunca!, ¡nunca burlaría así la confianza de los que me dan tan generosahospitalidad!

-Martín,amigo,noeresdeestesiglo.

Martínsólocontestóconunsuspiroahogado.

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-¿Esdecirqueteresuelvesavivirenladuda?-repusoSanLuis.

-Sí;además,teloconfieso,lamajestaddeLeonormeanonada.Elvalorqueaveceshe tenidoparacontestarleconalgunaenergíameabandonacuandonoestoy con ella y mido la inmensa distancia que nos separa. ¡Me veo tanobscuro,tanpequeñoalcontemplarla!

-Enfin,túeresdueñodehacerloqueteparezca.

LosdosjóvenesselevantarondeunsofádelaAlamedaenquesehallaban.

-¿Cuándoteocuparásdemiasunto?-preguntóRafael.

-Hoymismosipuedo;voyaescribiraAmador.¿Cuántopuedoofrecerle?

-Tú arreglarás el asunto como mejor te sea posible; yo estoy dispuesto asacrificarcuantotengo.

Separáronse frente a labocacalledelEstado,y semarcharoncadacual a sucasa.

A esa hora hallábase en su cuartoAmadorMolina con el oficial amante deEdelmira,queacababadeentrar.

-Amador, vengo a hablar contigo -había dicho después de saludar RicardoCastaños.

-Aquíestoy,pues,hijo-contestóAmador-,¿quéseofrece?

-Túsabesqueyoquieroatuhermana.

-Algodetienda,amigo;todossomosaficionados,pues.

-Perocreoqueellanomequiere.

-¡Adiós!¿Yquémejorquería?

-Ati,¿quéteparece?

-¡Quémehadeparecer!Quetequiereyharto.

-¿Ycómonolodice?

-¿Quenoconoces loque son lasmujeres? ¡Vaya,parecesniño!Nohayunaquenodisimule.

-Entonces,¿túcreesquesecasaríaconmigo?

-Dejuro,pues,hombre.Anda,encuentraunaquenolegustecasarse.Nohaymásquehablarlesdecasacayselesríesolalacara.

-Yatumadre,Amador,¿quéleparecerá?

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-Lehadeparecerbiennomás.¿Aquiénnolegustacasarasushijas?Hastalosricos,pues,hombre.

-¿Entoncestúlepuedeshablarpormí?

-Bueno,pues,hijo-contestóAmador,dandounabrazoaRicardo.

-Yosoycortodegenioparaesto-repusoeloficial-,ymeacordédeti;Amadormesacarádeapuro,dije,yvine,pues.

-Bienhecho,estanochemismolehabloamimadre,ypierdecuidado.

Pocos momentos después se separaron, ambos contentos. El oficial con laesperanzadeunirsealaquedetodocorazónamaba,yAmadorconlaideadequelamisióndequequedabaencargadoleserviríaparaobtenerelperdóndedoña Bernarda, que, desde que había descubierto la verdad de su abortadaintriga,sólolehablabaparareñirle.

Hallábase entregado a estas reflexiones cuando oyó golpear a la puerta delcuartoysalióaverquiéngolpeaba.

Un criado le entregó una carta; era de Martín Rivas, que le pedía que leesperasealaoraciónenelóvalodelaAlamedaparahablardeunasuntoqueinteresabaatodalafamiliadedoñaBernarda.

-¿Quécontesta le llevo? -preguntó el criado, cuando vio queAmador habíaterminadodeleerlacarta.

ContestóAmadorporescritoqueseencontraríapuntualmentealahorayenellugarindicados.

CuandosehallódenuevoypreocupadoenadivinarelobjetoconqueRivaslecitaba, pensó en que eramás prudente esperar, para cumplir con el encargoqueRicardolehabíadejado,elhabersevistoconMartín.

Poco antes de la hora convenida, acudió Amador al óvalo de la Alameda,adondellegóRivasalgunosmomentosdespués.

SinrodeoshablóMartíndelobjetoconquelellamabayleofreciódoscientospesosparaqueintercediesecondoñaBernarda,afindehacerladesistirdesuamenaza.

-¿Usted dice que Rafael ofreció seis mil pesos parami hermana, y quemimadrenoquiso?-preguntóAmador.

-Sí-contestóRivas.

-Yo lediré,pues,mimadreesporfiada,yestá furiosaconmigopor lode lacarta;conlosmilpesosquemedieronnomepaganloquetengoqueaguantar.

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-Habrátrescientospesosparausted-dijoMartín.

-¿YnoofrecennadamásparaAdelaidaysuniño?

-Ochomilpesos;Rafaelnopuededarmásporquenotiene.

-Veremos,pues.

-¿Cuándomedaráustedlacontestación?

-Nosé,pues,¡quiénsabecuándocontestemimadre!

-Tanprontocomolatenga,meescribiráusted.

-Bueno.

RegresóAmadora sucasadespuésdeestaconversaciónyhallóa sumadrecosiendoconsusdoshijas.

-Mamita-ledijoaloído-,vayaparasucuarto,quetengoquehablarconusted.

-¿Qué hay? -preguntó doña Bernarda cuando estuvo sola con su hijo en elcuartodedormir.

Amadorprincipiójustificándosedelascosaspasadasyasegurandoquetodolohabíahechoporelinterésdelafamilia.

-No lehabíaqueridovolver ahablardeesto -añadió-,hastano tener algunaotracosabuenaquedecirle.

-¿Entonces tienes algo bueno ahora? -preguntó doña Bernarda algoapaciguada.

-¡Cómo no, dejante que yo ando siempre pensando en la familia y ustedtodavíaenojadaconmigo!

-Aver,pues,¿quéesloquehay?

-¿Nolegustaríacasaraunadesushijas?

-Quépregunta.

-¿QuétallepareceRicardo?

-Bueno.

-QuierecasarseconEdelmira.

ElsemblantededoñaBernardasellenódealegría.

-Ricardotienebuensueldoypuedeascender-añadióAmador.

-Meparecemuybien-dijolamadre.

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-EntoncesustedhablaráconEdelmira.

-Yohablaréestanoche.

-Esprecisoque seponga tiesa,mamita, porqueRicardo dice que ella no loquiere.

-Que venga a hacer la taimada conmigo -dijo en tono de amenaza doñaBernarda.

-Eso es,nodé soga, porquemaridos comoRicardo no se ofrecen todos losdías.

-Quehagalataimadanomás,déjateestar.

-Haytambiénotracosa.

-¿Cuál?

RefirioleAmadorsurecienteconversaciónconMartínydijoqueofrecíahastasietemilpesosparaelhijodeAdelaida,contalquedoñaBernardadesistiesedesuacusación.

-Ya sé que no conviene presentarme al juez -dijo doña Bernarda-; estuve avermeconunprocuradorqueconozco,amigodeldifuntoMolina,ymedijoquenosacaríamásquealimentos.

-Y, además -repuso Amador-, ¿para qué ir a hacer que esto ande por lostribunales,cuandolossietemilpesosesmejor?

Amador había hablado dos veces de siete mil pesos, en lugar de ocho queMartín le había facultado para ofrecer. Su cálculo era que, ofreciendo laprimera cantidad, quedarían mil pesos a beneficio suyo, además de sugratificacióndetrescientospesos.

-Recibenustedeslossietemilpesos-añadió-,ynadiesabeparaquéson.

-Pocoimportaquesepan-dijodoñaBernardacontonosombrío-,lacriadadeaquílosabe.

-¿Quiéndijo?

-Yo se lopregunté, y ella se lohabrá contadoquién sabe a cuántas; lo sabetambiénlaquetieneelniñoylosabrántodos.¡Malditofutre,lehadecostarcaro!

-Peroesmejor,mamita,queaseguremosprimerolaplata.

-Allá entiéndanse ustedes como puedan -replicó con desabrido acento laseñora.

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Yse retiróabuscar sucostura, jurandoentredientesqueRafael tendríaquearrepentirsetodalavidadeloquehabíahecho.

Amador contestó al día siguiente que su madre se comprometía a nopresentarse al juez con tal que se diese a Adelaida la cantidad estipulada,valiéndoseparadarestarespuestadeloquedoñaBernardahabíadichoacercadesuconsultaconsuamigoelprocurador.Grandefuesusorpresacuando,enlugardeentregarleRafaellosochomilpesosdelosqueélesperabareservarsemil,vioaMartínencargadodeextenderunaescrituradedonaciónanombrede San Luis y depositar el dinero en una casa de comercio, con cargo deentregaraAdelaidalosintereses.

Practicadas estas diligencias, fue Rivas a casa de Rafael a darle cuenta deellas.

-Apesardeesto-ledijo-,nodebesconsiderartecomolibredeunnuevoataquehastaquenoestéscasado.

-Asílocreo-contestóRafael-,yporesoheconseguidoconmitíoqueobtengareduccióndel plazo fijadopor donFidel.Espero estar casadodentrodedossemanas,amástardar.

-XLI-

Doña Bernarda esperó al día siguiente para hablar a Edelmira de laspretensiones de Ricardo Castaños a su mano. Impresionada con laconversaciónqueacababadetenerconAmador,yseguradesuautoridadconrespecto a su familia, no se dio prisa en hablar a una de sus hijas sobrematrimoniocuandoteníaquepensarenvengarsedelagraviohechoalaotra.Dejó,pues,paraeldíasiguienteelasuntodeRicardoCastaños,yseentregóareflexionarenlosmediosdecastigaraRafaelSanLuis.

Satisfactorio fue probablemente el resultado de sus reflexiones, porque allevantarsedoñaBernardaparecíamástranquilaqueenlosdíasanteriores,ysuvoz,alllamaraEdelmira,habíaperdidolaasperezaconquetratabaalosdesucasadesdesuvisitaaladedonDámasoEncina.

Edelmira acudió temblorosa al llamado de sumadre, porque no se figurabaquetuviesequedecirlenadadelisonjero,enelestadodeirritaciónenquelahabíavistodurantelosúltimosdías.

-Siéntateaquí -ledijodoñaBernarda señalandouna silla juntoa ella-.Se teofreceunabuenasuerte-añadiódespuésdeunbrevesilencio.

Edelmiralevantósobresumadreunamiradadetímidainterrogación.

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-Yaves-prosiguiólaseñora-loquelehapasadoatuhermanaportonta.Yotambiénhetenidolaculpapordejarqueentrenencasaestosmalvadosfutres.PerotúhastenidomásjuicioquelaotrayporesoDiosseacuerdaahoradeti.

DoñaBernardahizounapausaensuexordiomoralparaencenderuncigarro,pausa durante la cual el corazón de su hija se colmó de amargospresentimientos.

-Ricardo-prosiguiódoñaBernarda-quierecasarsecontigo.

Edelmirasepusolívidaytemblósobresusilla.

-Es un buenmuchacho -continuó la madre-, tiene buen sueldo y lo han deascender.Nosotrossomospobres,ycuandoseofreceunpartidocomoéste,nohayquesoltarlo.

EsperóensilencioalgunosinstantesdoñaBernardaparaoírlacontestacióndesuhija.PeroEdelmiranadarespondió;mirabaalaalfombraconabatidafrenteyparecíalucharconlaslágrimasqueasomabanasusojos.

-¿Quéteparece,pues,hija?-preguntólamadre.

Laniñaparecióhacerunesfuerzoylevantóalcielolosojoscualsiinvocarasuauxilio.

-Mamita...-dijoentonobalbuciente-,yonoquieroaRicardo.

-¿Cómo es eso? -exclamó doña Bernarda-. ¡Estamos frescos! ¡Miren quéprincesaparaandarseregodeando!¿Quémeimportaamíquenoloquieras?¿De dónde has sacado que es preciso querer? ¿Me lo habrás oído amí poracaso? ¡Miren si será lesa ésta! Te buscarán unmarqués, a ver si te gusta.¡Contimás que sois tan bonita! ¡No será mucho que queráis aalgúnfutretambién!

-¡Yono,mamita! -exclamólaniña,quesefigurabaquedoñaBernarda ibaaleerensusojosyadivinarsuamoraMartín.

-¿Yentonces,pues,quémásquieres?¡Allátodastuviesenlamismasuerte!

-Yonodeseocasarme,mamita-dijoconhumildevozEdelmira.

-Sí,pues;hacesmuybien,paraestarviviendosiempreacostillasdelamadre.¡Bonitashijas!Una...yasesabe...¡BenditoseaDios!¡EldifuntoMolinahabíadeveresto,bienhizoDiosenllevárselo!¡Yéstaahoranoquierecasarse!Envezdealiviarasupobremadre.¿Quieresnosertonta,niña?

ConcluyódoñaBernardaestasexclamacionesconunarisaque infundiómástemoraEdelmiraqueelque lehabríadadounaamenaza.Nopudosostenertampoco la terrible mirada con que su madre la acompañó y tuvo que

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inclinarsetemblorosaysumisa,enseñaldeobediencia.

DoñaBernardaencendióotrocigarroparaserenarseyseacercódespuésasuhija.

-¿Quéhay,pues?-ledijo.

-Yo no estaba preparada para esto -respondió Edelmira, dejando rodar laslágrimasquesehabíanagolpadoasusojos.

-¿Que te digo yo que te casesmañana, pues? Si no corre tanta prisa.Yo tehabloporquesoytumadreyséqueteconviene.

Estaspalabrasdescubrieronunnuevohorizontea losojosdeEdelmira.Veíaqueuna resistenciaobstinadahabríacolmado la irritacióndesumadrehastaexasperarla,yconocióqueloúnicoqueleerapermitidoensemejantetranceeraganaralgúntiempo.

-Esoesloqueyopido,mamita-dijo-,demesiquieraunmesparacontestar.

-Esoes...llévateesperandoparaqueelotroseaburraysemandecambiar.Setefiguraquedentrodeunmesmevasaencontrarmuymansita,¿no?¿Quiénmanda aquí, pues? Ya te digo que no te vas a casar mañana, pero lacontestaciónlahasdedarluego.

-Pero,mamita...

-¿Quéesesto,pues?¿Estáspensandoqueyohedeconsentirenquesepierdaestaocasión? ¡Parecequenomeconocieras!Datea santoconque teesperealgúntiempo.

-Haréloqueusteddiga,mamita.

-Asímegusta,esoeshablarcomobuenahija.

-Peromedaráustedsiquieraunosdosmesesparaprepararme.

-Sobraconunmes,ynohaymásquehablar.

Edelmirabajólafrenteconresignación.

-Y no andes con tonteras, pues, en este tiempo -repuso la madre-. Con él,formalita,peronosoberbia,ydejémonosdecarasafligidas.Vasasermásfelizquetodas.

Edelmiraseretiróasucuartodespuésdeoíralgunasotrasamonestacionesquele hizo doña Bernarda con el tono autoritario que, desde los asuntos deAdelaida,empleabaconlosdesufamilia.

Alencontrarsesola,searrojósobreunasillajuntoalacabeceradesucamay

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regó con abundantes lágrimas la almohada, confidente de sus amoressolitarios. Despedíase en su llanto de sus largas veladas llenas de ilusionessentimentales, tanto más queridas cuanto más irrealizables se presentaban;decíauntiernoadiósalasinformesesperanzas,alasmelancólicasalegrías,alas castas aspiraciones de ese amor huérfano e ignorado que se habíacomplacido en alimentar como un consuelo contra las amarguras de suexistencia.Abatidaporelprimergolpede tan inesperadodolor,nopensóenresistirnienbuscarlosmediosdesustraersealacrueldaddesudestino;pensóen llorar tansólo,como lloran losniños,porbuscarundesahogoalcorazónoprimido.

Doña Bernarda, por su parte, pensó que, asegurando en cierto modo elporvenirdeunadesushijas,lequedabatodavíalamisióndevengarlapérdidadelporvenirdelaotra,ideaquenohabíaabandonadounsoloinstantedesdelafatal revelaciónde losamoresdeAdelaida.Suenconocontraéstadisminuíaen razón del que alimentaba contra Rafael, y poco a poco se habituó aconsiderara suhijamásdesgraciadaqueculpable.Lavistade sunieto,quehizo llevar a la casa, lejos demitigar su sed de venganza, la encendiómásactiva y tenaz, llegando a constituirse en una necesidad imprescindible.Dominadaporestaidea,entablórelacionesconloscriadosqueservíanadonFidelElías,ysehallóinstruidadeestemododelospreparativosqueenlacasaseejecutabanparaelcasamientodeMatilde;espiólospasosdeSanLuis,quevivíaentregadoasuamor,olvidadoyadelostemoresquelehabíaninspiradolasamenazasdedoñaBernarda,ymeditóensilenciosuvenganza,sinhaceranadiepartícipedesusproyectos.

Mientrastanto,enlasituacióndeLeonorydeMartínnohabíamásvariaciónque las incidenciasnaturalesdeunamorcon lascondicionesdelquehemospintado,enelqueelorgullo,vencidoamedias,porunaparte,y laexcesivadelicadeza por la otra, se hallaban colocados en el resbaladizo terreno quehabitan los corazones enamorados. Mediaban ya entre ellos esas miradasvagas con que dos amantes empiezan a comprenderse; esas palabras quebalbucientespronuncianloslabios,aunqueserefieranaextrañoasuntoqueelque ocupa los corazones; esas reticencias en las cuales se apoyan, en casossemejantes, los espíritus, para lanzarse en la siempre florida región de laesperanza;esaatmósferaespecial,tibia,embalsamada,dequelosamantessesienten circundados cuando, enmedio de todos, viven solos, y hallan en elsilencioelocuentesarmonías,enelaireventurosospresagios,enlanaturalezaenterauna secreta complicidaddel inmenso sentimientoque los agita.Y sinembargoellosnosonfelices.

Leonorveíadesarrollarseantesusojoselmagníficopanoramadelamoryseimpacientaba ya de la timidez deMartín.Ella era demasiado orgullosa paradar el primer paso; él demasiado reverente para subir al pedestal en que

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colocabaasuídolo;yambossuspiraban.Yenesosinstantesdeabatimiento,enqueelcorazóndivisalaesperanzacomounmiraje,Leonor,despertandoasuantiguoorgullo,jurabaolvidaraMartín,yMartín,quetantonopresumíadesusfuerzas,pedíaalcielolearrancasedelpechoaquellaimagenyconellasuamor desventurado. Pero una mirada desbarataba aquel propósito y hacíaolvidaraquellasúplica;volvíanaquemarsusalasenlanuevaluz,¡mariposasquelejosdesudulcecalornoencontrabanyalaatmósferavitalindispensableasusvidas!

-XLII–

Habiéndose fijadoparadíamáscercanoelplazoacordadoentre las familiasrespectivasalenlacedeMatildeconRafael,notábaseyagranmovimientoencasadedonFidelElíasconmotivodelapróximafestividad.

LosparientesdeMatildeenviabansusregalosalanovia.

DoñaFrancisca, descendiendo a los prosaicos detalles de la vida, preparabaconsuhijalosmoldesalamodaparalaconfeccióndelosvestidos.

Hacíanse frecuentes viajes a casa de la modista para probarse el vestidonupcialyotrosdelujo,encomendadosalingeniodelamismaartista.

Sediscutíaconcalorsobrelasalhajas,abriendoycerrandolascajitasforradasenterciopeloqueveníandealgunajoyeríaalemanadelacalledelaAhumada.

Llegabanvisitasy sehablabapor lobajoalprincipio.Veníapocoapoco laconversacióndetraposyeltonodelasvocesibacrescendo,comoenelariadedonBasilio.Se exhibían los regalos, se exaltabaunmoldeparadeprimirotroyseagregabanloscomentariossobrelacruzdebrillantesquetodanoviatiene,hastaquemuchasveceselmarido seconvierte enotramáspesadadellevar.

Seibanlasvisitasy,antesdeguardar loqueacababandever, llegabanotrascon las cuales se ponían en tabla los mismos asuntos que los de la reciénconcluidasesión.

Yasísepasabanlosdías.

AnalizarlasmúltiplesilusionesqueentalescircunstanciasmecíanelcorazóndeMatilde,comomeceneldecasitodaslasquesecasanporsuvoluntad(quedelasobedientesoresignadashaygransuma),seríalomismoquedescribirlamagníficasalidadelsolenundespejadocielodeprimavera.Lasfloresdeesailusión abrían sus temblorosas hojas a las caricias del amor que llenaba supechoy embalsamabanel auraqueen losoídosdeunamantemurmura sus

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divinaspromesas.Así,paraMatildelavidapasadaysusdebereseransueño;elpresente,ladicha,ydelporvenirirradiabatanvivaluzque,comoladelsol,ofuscabasuvistaypreferíanomirarlo.

-Tú, que no amas -decía estrechando las manos de Leonor con dulceabandono-,nopuedescomprendermifelicidad.

Leonor fijaba en ella una profunda mirada, de esas que pertenecen sólo alcuerpocuandovagaenalgúnotropuntoelalma.

-Mira -continuaba suprima-, cuandoestoy lejosdeRafaelmeencuentro sinpalabras; talvezqueunamorcomoelmíonohalleningunaque lopinteentoda su extensión. Pero a ti, ¡qué te importa todo esto! -añadía, viendo queLeonorcaíapocoapocoenunadistracciónmaldisimulada.

-Cómono-contestabaLeonorconunasuavesonrisa.

-Nomecomprendes.

-Tecomprendomuybien.

-¡Ah!¿Estásenamorada?

EnlavivezaconqueestapreguntafuehechaporMatildeveíasequeporunmomentolamujervencíaalaamante,lacuriosidadalplacerdehablardesuamor.

Leonorcontestóconigualviveza,peroponiéndosecolorada:

-¡Yo!No,hijita.

-Mientes.

-¿Porqué?

-Noeres ahora,Leonor, loque eras antes. ¿Cuándoestabasnuncapensativacomo ahora te veomuchas veces?Dime, no seas reservada.Mira que yo avecessoyadivina.¿Cuáldelosdos,ClementeoEmilio?

Leonor no contestó más que avanzando ligeramente el labio inferior conmagníficodesdén.

Matildenombróentoncesamuchosdeloselegantesdelacapital,yobtuvolamismacontestación.Porfin,añadióentonodeexclamación:

-¿SeráMartín?

-¡Oh!¡Quélocura!

LasmejillasdeLeonorseencendieronconvivísimoencarnado.

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-¿Yporquéno?-repusoMatilde-.Martínesinteresante.

-¿Teparece?-preguntóLeonor,fingiendolamásabsolutaindiferencia.

-Yoleencuentroasí,y¿quétienequeseapobre?

-Oh,esono-exclamóLeonorlevantandolafrenteconsuregiamajestad.

-Tienegrancorazón.

-¿Quiéntelohadicho?

-Túmisma.

Leonorbajólafrenteyfingióhabersepicadoundedoconunalfiler.

-Me has dicho también que tiene talento -prosiguió Matilde-. ¿Quieresnegármelotambién?

-Escierto.

-¿Noves?Tengobuenamemoria.

-Perotúlealabastantoporqueleestásagradecida.

-Bueno,perorepitoloqueteoigo.

-Tambiénledebemosalgunosserviciosencasa.

-Quetúleagradecesmucho.

-Escierto.

-Másquesifueseotrocualquiera,puestoquemehablassiempredeél.

Leonornodioningunacontestación.

-¿Sabesqueyotengoderechodeenojarmecontigo?-dijoMatilde.

-¿Porqué?

-Porque desconfías demí, después que pormi parte te he confiado siempremissecretos.

-¿Quéquieresquetecuente?

-QueamasaMartín.¿Podrásnegarlo?

-Yomismaloheignoradopormuchotiempo.

-¡Alfinloconfiesas!

-Es verdad, conozco que no puedo dejar de pensar en él -dijo Leonorlevantandoconorgullosulindafrente.

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-Estoyseguradequeéltequierehacetiempo.

-¿Quiéntelohadicho?-preguntóconvivointerésLeonor.

-Nadie,peroseconoceaprimeravista.

Vencida sunatural reserva,Leonor refirióa suprima lahistoriade suamor,quehemosvistogradualmentedesenvolverseycrecerensupecho.Hablóconfelizmemoria de todas sus conversaciones conMartín, como éste las habíacontado a Rafael San Luis, sin omitir ninguna circunstancia, ni aun lasimpresionesquehabíasentidoalcreeraRivasenamoradodeotra.

-¡Ah!,¿tambiénestáscelosa?

-Celosa no; pero si supiese que amaba a otra, tendría bastante fuerza devoluntadparaolvidarle.

-Porloquemecuentas-repusoMatilde-,nuncasehaatrevidoélahablartedesuamor.

-Nunca.

-¿Nitúlehasdejadocomprendernada?

-Nosé,talvezalgunapalabramíaledéquepensar;peropuedovolveratráseldíaquequiera.

-¡PobreMartín! -exclamóMatildedespuésdeunbreve instantede silencio-.Entuposiciónpuedessermáscompasivaconél.

-¿Teparece?

-Darleaentenderquelequieres,¿quéteharíaperder?

-Teadviertoqueesorgullosoytalveznohablapororgullo.

-Opordelicadeza;túleconocesmejorqueyo.

EstaobservacióndejóaLeonorpensativa.Alcabodealgunosinstantesmiróelreloj,eranlasdosdelatarde.

Satisfechasucuriosidad,MatildehabíavueltodenuevoasuasuntofavoritoyhablabadeRafael,cuandoentródoñaFranciscaconunnuevovestidoparasuhija.

DejaremosaMatildeadmirarelvestidoconsumadre,paraseguiraLeonor,quesedespidiódeellas,subióalelegantecochedesufamilia,quelaesperabaalapuerta,ydioordendetirarparasucasa.

Albajarsedelcarruajevioenelzaguánaunacriadademalacatadura,conuna

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cartaenlamano,quepreguntabapordonMartín.

Leonorentrósinqueaquellacriadallamasedeunmodoparticularsuatención;masnosinpensarydecidirquelacartavendríadeRafaelSanLuisodeotroamigo.

ElcriadodelzaguánllevólacartaaMartín,queseencontrabaenelescritoriodedonDámaso.

Martínabriólacartayleyóloquesigue,despuésdelafecha:

«Ustedesmiúnicoamigo,ycomomelohadichovariasveces,confíoensupalabra.Poresomedirijoausted,cuando losquepudieranaconsejarmemeabandonanomepersiguen.Enmipesar,vuelvolosojosalquetalveztengapalabras de consuelo conque secar el llanto que los llena, y por eso quieroconfiarleloquemesucede.MimadrequierecasarmeconRicardoCastaños,quemehapedido.Estabatanlejosdepensareneso,quehastaahoranoséloquemepasa.Usted siempremehamanifestadoamistadymeaconsejaráenestecaso,contandoconquesiempreseloagradecerásuamiga,

»EdelmiraMolina».

Martínleyódosvecesestacarta,sinadivinarquelasencillanaturalidaddesusfrases, escritas con intenciones que encontrarán más tarde su explicación,encerrabaunmundodetímidasesperanzas.

Llamóalcriadodespuésdelasegundalectura.

-¿Quiéntrajoestacarta?-lepreguntó.

-Unaniñaquedijovolveríaporlacontesta-respondióelsirviente,conlacasiimperceptiblesonrisaqueusanlosdesuclaseparamanifestarasusamosquesabenbiendeloquesetrata.

-Bueno,ahoratedarélacontestación-dijoMartín.

ElcriadosaliódelapiezayRivasescribiólosiguiente:

«Edelmira:

»Muchasorpresamehacausadosucarta,yleagradezcoinfinitolaconfianzaque usted me manifiesta. Proviene mi sorpresa de las mismas causas quemotivanlaturbaciónenqueustedpareceencontrarse,ymehallabatanpocopreparado para darmi opinión sobre un asunto de esta naturaleza, que, a laverdad, nada acierto a decirle de un modo terminante y que encuentresatisfactorio.

»Mepide usted que la aconseje, sin pensar, tal vez, que esmuy delicada lamateria sobre que debohacerlo.Ante todo confesaré que no puedo ser juez

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imparcialenelpresentecaso,porquecuantopuedadecirle se resentiráde lasincera amistad que le profeso. Si se me pidiera formular un voto por elporvenir de usted, al punto lo formularía tan ardiente y verdadero por sufelicidad, que dejaríami ánimo contento por la idea que todos abrigan quepuede realizarse un deseo justo, pidiéndolo al cielo con entero fervor delcorazón.Pero se trata de aconsejarla sobreunpuntoquepuededecidir parasiempredesusuerte,ymefaltadecisiónparahacerlo.Nadieesmejorjuezqueunomismo,Edelmira,enasuntoscomoelqueaustedlaocupa;consulteustedsucorazón.Elcorazónhablamuyaltoenestoscasos.

»Si,fueradeesto,mispalabrastuviesenalgúnpoderparacalmarlaafliccióndequeustedmehabla, omehallase en la feliz situacióndepoder prestarlealgún servicio, no vacile usted en escribirme, en honrarme con la confianzaquemeofreceensucartayenvalersedemícuandocreaquepuedaserledealgunautilidad.

»Suamigoafectísimo,

»MartínRivas».

Cerró Martín esta carta y la dio al criado, con encargo de entregarla a lapersonaquedebíavenirporella.

Enlacomidasehablódelpróximomatrimonioquetendríalugarenlafamilia,y gracias a la verbosidad de Agustín pudo Leonor dirigir varias veces lapalabraaRivasenelcursodelaconversacióngeneral.

Alsalirdelamesa,AgustíntomóelbrazodesuamigoyambosacompañaronaLeonorhastaelsalón,endondeella,comodecostumbre,sesentóalpiano,mientrasquelosdosjóvenessemantuvierondepiealladodeella.

-HoyestuveconMatilde-dijoLeonor,comocontinuandolaconversacióndelcomedor-,nopuedenustedesfigurarselocontentaqueestá.

-Esnatural,señorita-dijoMartín.

-Los franceses -añadió Agustín- dicen: l’amour fait rage et l’argent faitmariage;peroaquíelamorhacedelosdos,rageetmariage.

-CreoqueahoraeslaniñamásfelizdeSantiago-repusoLeonor.

-Porquénolaimitas,hermanita-dijoAgustín-; túpuedesser tanfelizcomoellacuandoquieras,¿notienesdoselegantesenamorados?

Martínfijóenlaniñaunamiradaprofundaypalideció.

-¿Dosnomás?-preguntóriéndoseLeonor.

ConestaspalabraslapalidezdeMartíncambióderepenteenvivoencarnado.

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-Cuandodigodos-replicóAgustín-hablode losquemás tevisitan,mi todabella;yasabemosquepuedeselegirentrelosmásricossiquieres.

-¡Quémeimportanlosricos!-exclamócondesdeñosotonoLeonor.

-¿Preferiríasalgúnpobre,hermanita?

-Quiénsabe...

-Nocomprendeselsigloentonces,tecompadezco.

-Haymuchascosasquepuedenvalermásquelariqueza-dijolaniña.

-Graveerror,macharmante;lariquezaesunagrancosa.

-¿Y usted piensa lo mismo que Agustín? -preguntó Leonor dirigiéndose aRivas.

-Piensoqueenciertoscasospuedeserunanecesidad-contestóMartín.

-¿Enquécasos?

-Cuandounhombre, por ejemplo, considera la riqueza comounmedioparallegarhastalaqueama.

-Pobreideatieneusteddelasmujeres,Martín-díjolelaniñaentonoserio-;notodassedejanfascinarporelbrillodeloro.

-Sí,perotodasrafolanporellujo-exclamóAgustín.

-Me he puesto en el caso de un hombre obscuro y que aspire amuy alto -repusoMartínconresolución.

-Si esehombrevalepor símismo -replicóLeonor-,debe tener confianzaenhallarquienlecomprendayaprecie;ustedesmuydesconfiado.

EstaspalabraslasdijoLeonorlevantándosedelpianoyencircunstanciasqueAgustínseacababadealejar.

-Desconfío -dijoMartín- porqueme encuentro tan obscuro como el hombrequehepuestoporejemplo.

-Yaveustedqueparamí-lecontestólaniñaconvozconmovida-lariquezanoesunarecomendación,yhaymuchascomoyo.

Hubiérase dicho que Leonor tenía miedo de oír la contestación de Martín,porquesealejóalinstantedepronunciarestaspalabras.

Rivaslaviodesaparecer,conelcorazónpalpitantecomoelqueensueñosverealizadasufelicidadydespiertaalasirla.Cuandolaniñahubodesaparecido,suimaginaciónseengolfóbuscandoelsentidodeloqueacababadeoír.

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EnesemomentoentrabauncriadodecasadedonFidelElíaspreguntandoporLeonor,aquienentregóunpapelqueconteníasóloestaspalabras:

«Ven a verme, necesito de ti. Creo que voy a volverme loca de dolor. Teesperoalinstante.

»Tuprima

»Matilde».

Paraconocerlossucesosquedieronorigenaestacarta,acaecidosdespuésdela salida de Leonor, debemos volver a casa de don Fidel Elías, en dondedejamosaMatildeconsumadre.

-XLIII-

PocodespuésquesalióLeonordelsalónendondedejabaadoñaFranciscayaMatilde,llegaronRafael,donFidelElíasydonPedroSanLuis.

Mientrasquelosdosúltimoshablabanconladueñadecasa,MatildeyRafaelse retiraron junto al piano, al cual se sentó la niña, y con distraída manoprincipióatocarmientrashablabaconsuamante.

Enesaconversaciónhabitaronporunmomentoloscastillosenelairequelosamantes dichosos edifican dondequiera que miren; hablaron de ellos,únicamentedeellos,cualcumplealosenamorados,sereslosmásegoístasdelacreación;repitiéronseloquemilvecessehabíanjuradoya,ysequedaron,porfin,pensativos,enmudacontemplación,absortoelespíritu,enajenadadeplacerelalma,palpitandoacompásloscorazonesyperdidalaimaginaciónenlafelicidadinmensaquesentían.

Ese cielo limpioy serenodel amor feliz, esa atmósfera transparenteque losrodeaba, se turbaronde repente.Una criada entró en el salóny se acercó alpiano.

-Señorita -dijoenvozbajaaloídodeMatilde-,unaseñoradeseahablarconusted.

-¡Conmigo! -dijo la niña, despertando del dorado sueño en que se hallabamirandoasuamante.

-Sí,señorita.

-¿Quiénserá?Pregúntalequéquiere.

Lacriadasalió.

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-¿Quién me tiene que buscar a mí? -dijo Matilde, engolfando otra vez sumiradaenlosenamoradosojosdeRafael.

La criada regresópocodespuésqueMatilde acababadepronunciar aquellaspalabras.

MatildeyRafaellavieronvenirysevolvieronhaciaella.

-DicequesellamadoñaBernardaCorderodeMolina-fueronlaspalabrasdelacriada.

Hubiérase dichoqueun rayohabía heridode repente aSanLuis, porque sepuso pálido, mientras Matilde repetía con admiración el nombre que habíadicholacriada.

-Yonoconozcoatalseñora-dijo,consultandoconlavistaaRafael.

Ésteparecía petrificado sobre su silla.El golpe era tan inesperadoy con talprontitud acudieron a su imaginación todas las consecuencias de la visitaanunciada, que la sorpresa y la turbación le embargaban la voz. Mas noembargarondelmismomodosuespíritu,quealinstantecalculóloangustiadodelasituaciónenqueseveía.Dotado,empero,deunánimoresuelto,vioqueeraprecisosalirdeltrancepormediodealgúngolpedecisivo,yaparentandoesefastidiodelqueporalgúnimportunoseveprecisadoadejarunaocupaciónagradable,dijoaMatilde:

-Mándeledecirquevuelvaotravez.

LaniñanotólapalidezdeSanLuisylaturbaciónquepugnabapordisimular.

-¿Quétieneusted?-lepreguntóconamantesolicitud.

-¿Yo?Nadaabsolutamente.

-Preguntaaesaseñoraquequéesloquequiere-dijoMatilde,volviéndosealacriada.

-Sidice,señorita,quetienequehablarconsumerced.

La niña volvió indecisa a consultar la vista deRafael, y éste repitió lo quehabíadicho:

-Quevuelvaotravez.

-Dilequeestoyocupada,quevuelvadespués-repitióMatildealacriada.

Éstasaliódelsalón.

-Cuandomenosseráalgunaviudavergonzante-dijolaniñaconunasonrisa.

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-Puedeser-contestóeljoven,tratandotambiéndesonreírse.

En aquel momento encontrábase Rafael en situación parecida a la de unapersonanerviosaqueesperaladetonacióndeunarmadefuego;respirabacondificultadyhacíaesfuerzosparapercibir todoruidoqueviniesedelexterior.ConinmensainquietudcalculabaeltiempoquelacriadaemplearíaparallegarydaradoñaBernardalarespuestaquellevaba,loqueéstaobjetaríayloquelacriadaodoñaBernardatardaríanenllegaralsalón.EstaúltimahipótesisnacíaenelturbadoespíritudeljovendelconocimientoqueteníadelcaráctertenazyresueltodedoñaBernarda.

Así pasaron cincominutos demortal angustia paraRafael y de inexplicablesilencioparaMatilde,quebuscabaensusojoslacontinuacióndelidilioque,unmomentohacía,cantabanconelalma.

Abriose por fin la puerta del salón y los espantados ojos de Rafael vieronentrar a doña Bernarda, haciendo saludos que a fuerza de rendidos erangrotescos.

Matilde y los demás que allí había lamiraron con curiosidad. La niña y sumadrenopudieronprescindirdeadmirarsealvereltrajesingularconquelaviudadeMolinasepresentaba.

PrecisoesadvertirquedoñaBernarda sehabíaataviadoconelpropósitodeparecerunaseñoraalaspersonasantequieneshabíadeterminadopresentarse.Sobre un vestido de vistosos colores, estrenado en el recién pasado 18 deseptiembre, caía, dejando desnudos los hombros, un pañuelo de espumilla,bordadodecolores,compradoalanceaunacriadadeunaseñoravieja,quelohabía llevado en sus mejores años. Sin sospechar que aquel traje olía de alegua a gente de medio pelo, doña Bernarda entró convencida de que lebastaría para dar a los que la viesen una alta idea de su persona. A estoagregaba sus amaneradas cortesías, para que viesen, según pensaba en suinterior, que conocía la buena crianza y no era la primera vez que seencontrabaentregentes.

-¿Quiénseráestaseñoratanrara?-preguntóenvozbajaMatildeaRafael.

Éstesehabíapuestodepie,yconsemblantedemudadoypálido,dirigíaunaextrañamiradaadoñaBernarda.

-¿CuálserádoñaFranciscaEncinadeElías?-preguntóésta.

-Yo,señora-contestódoñaFrancisca.

-Me alegro del conocerla, señorita, y este caballero será su marido, ¿no?Aquéllaessuhijita,nohayquepreguntarlo,pintaditaasumadre.¿Cómoestá,donRafael?Aestecaballeroloconozco,pues,cómono,hemossidoamigos.

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Vaya,pues,mesentaréporquenodejodeestarcansada.¡Losaños,pues,misiáPanchita,yavanpintando,comohadeser!Lademásfamilia,¿buena?

-Buena-dijodoñaFrancisca,mirandoconadmiraciónatodosloscircunstantesysinexplicarselaaparicióndetanextrañopersonaje.

Losdemáslacontemplabandehitoenhitoconigualadmiraciónalaqueenelrostrodeladueñadecasasepintaba.

-¿Queesloca?-preguntóMatildeaRafael.

Yaldirigirlelavistanotótalangustiaenlaslívidasfaccionesdeljoven,queinstantáneamentesintióoprimírseleconinexplicablemiedoelcorazón.

DoñaBernarda,entretanto,viendoquenadieledirigíalapalabraytemiendodarpruebademalacrianzasipermanecíaensilencio,lorompióbienpronto.

-Yo,pues,señora-dijo-,lehededeciraloquevengo.Paraesohicellamarasuhijita,porqueamínomegustameterbulla.Entregentecortéslascosassehacencalladito.Laniña,pues,memandódecir conunacriadaquevolvieseotrodía;esonoerajusto,puesyaestabaaquíyo,ycomosoyviejaymicasaestálejos,porpoconoheechadolosbofes.Dejantequehesudadoelquiloenelcamino,¿cómomeibaavolveralacasaasínomás,conlacolaentrelaspiernasysinhablarconnadie?¿Queacasovengoapedirlimosna?GraciasaDiosnonosfaltaconquécomer.Conquemedije:yaestiempo,antesquesecasen,ymevine,pues.

AprovechóunapausadoñaFrancisca,enlaquedoñaBernardatomabaaliento,parapreguntarle:

-¿Yaquédeboelhonordeestavisita?

-Elhonoresparamí,señora,paraqueustedmemande.Seloibaadecir,puesestabaresollando.Medicenqueustedvaacasarasuhijita.¡Perovean,siespintadaasumadre!

-Asíes,señora-contestódoñaFrancisca.

-Yconesecaballero,¿noescierto?-repusoseñalandoaRafaeldoñaBernarda.

Rafael hubiera querido hundirse en la tierra con su desesperación y suvergüenza.

-Señora-dijoconacentodedespechoadoñaBernarda-,¿quépretendehacerusted?

-AquíamisiáPanchitaselovengoadecir.

-No debía permitir que siga hablando sus locuras estamujer -dijo Rafael a

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doñaFrancisca.

-¿Locuras?,no-exclamóconlavistacoléricadoñaBernarda-.Alláveremos,pues,sisonlocuras.Vea,señora-añadióvolviéndoseadoñaFrancisca-,dígalealacriadaquellamealamuchachaquemeesperaenlapuertaconunniñito.Veremossiyohablolocuras.

-Pero, señora -exclamó don Fidel, tomando un tono y ademán autoritarios-.¿Quésignificatodoesto?

-Estáclaro,pues,loquesignifica-replicódoñaBernarda-.Ustedesvanacasarasuniñaconunhombresinpalabra.Vanaverlo,pues.

Levantoserápidamentedesuasientoysedirigióalapuerta.

-Peta,Peta-gritó-,venacáytraealniño.

Todossemiraronasombrados,menosRafael,queseapoyabaalpianoconlospuñoscrispadosycoléricoelsemblante.

EntrólacriadadedoñaBernardatrayendounhermosoniñoenlosbrazos.

-Vaya,pues,aquíestáelniño-exclamódoñaBernarda-.Quediga,pues,donRafaelsinoessuhijo. ¡Quedigaque tienepalabrayquenohaengañadoaunapobreniñahonrada!

-Pero,señora-dijodonFidel.

-Aquí está la prueba, pues -repuso doña Bernarda-. ¿No dice que yo hablolocuras?Aquíestálaprueba.Niegue,pues,queesteniñoessuyoyquelediopalabradecasamientoamihija.

Profundosilenciosucedióaestaspalabras.TodosfijaronsuvistaenSanLuis,queseadelantótemblandodeiraalmediodelsalón.

-Hepagadoconcuantotengoasuhija-exclamó-,yaseguradocomopuedoelporvenirdeestacriatura.¿Quémáspide?

Matilde se dejó caer sobre un sofá, cubriéndose el rostro con lasmanos, yvolvieronaquedartodosensilencio.

-Aver,pues,señora-dijodoñaBernarda-,yoapeloausted,aversileparecejusto que porque una es pobre vengan, así no más, a burlarse de la gentehonrada.¿Quédiríaustedsi,loqueDiosnopermita,hicieranotrotantoconsuhija?Acualquieraseladoytambién.Aunquepobre,unatienehonor,ysi lediopalabra,¿porquénolacumple,pues?

-Nadapodemoshacernosotrosenesto, señora -dijodonFidel,mientrasquedonPedroSanLuisseacercabaasusobrinoyledecía:

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-Meparecemásprudentequetevayas;yoarreglaréestoentulugar.

Rafael tomósu sombreroy salió,dandounamiradaaMatilde,queahogabasussollozoscondificultad.

DonPedroSanLuisseacercóentoncesadoñaBernarda.

-Señora-ledijoenvozbaja-,yomeencargodelporvenirdeesteniñoydeldesu hija. Tenga usted la bondad de retirarse y de ir esta noche a casa; ustedimpondrálascondiciones.

OrafuesequedoñaBernardadiesemásprecioalavenganzaqueporespaciode tantos días había calculado, que a la promesa de don Pedro; ora que,posesionada de su papel, quisiese humillar con su orgullo plebeyo elaristocrático estiramiento de los que con promesas de dinero trataban deacallarsuvoz,miróuninstantealqueasíhablabay,bajandodespuéslavista,dijoconenternecidoacento:

-Yo no he pedido nada a usted, caballero; vengo aquí porque creo que estaseñora y está niña tienen buen corazón, y no han de querer dejar en lavergüenzaaunapobreniñaqueningúnmalleshahechoyaesteangelitodeDios,quequierendejarhuacho,nimásnimenos.Mástarde,donRafaelpuedecasarse conmi hija, cuando se le pase la rabia y vea que no se ha portadocomogente.

-Pero,señora-dijodonFidel-,meparecequeRafaeleslibredehacerloqueleparezca,yusteddebíaentenderseconél.

-Yosébienloquehagocuandovengoaquí-replicóconvozmásenternecidaaúndoñaBernarda-.Loqueyoquierosaber-añadiódirigiéndoseaMatildeyasu madre- es si estas señoritas consentirán en que mi pobre hija se quededeshonrada, cuando ellas tienen honor y plata, no como una pobre, que notiene más caudal que su honor. ¿Cómo no han de tener conciencia, pues -repusodespuésdeunprolongadosollozo-,cuandoniunaqueespobreharíaunacosaasí?¡Yalevanafaltarmaridosaestaseñoritaconlodonosaquees!Dioses justo, señorita,y losquesonbuenos, sonbuenos.¿Paraqué ledigomás? Yo se la doy a cualquiera y que meta su mano en la conciencia, ¿secasaríacuandosabequeporsucausaquedaenlavergüenzaunapobreniñayunacriaturacomounhuachitodeloshuérfanos?

DoñaBernardaterminóestosraciociniosconlavozcortadaporlossollozos,alzandolosojosylasmanosalcielo,ysonándoseconestrépito,altiempoquerepetíavariasvecesalgunasdelaspalabrasqueacababadedecir.

-Vea, señora -le dijo doñaFrancisca, en cuya romántica imaginación habíanproducidounfavorableefectolasrazonesalegadaspordoñaBernarda-.Usted

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ve, ahora no es posible decidir un asunto de tanta importancia; veremos aRafaelcuandosehayacalmadoymañanaopasadodecidiremos.

-Ustedeslohandever,pues,señoritas-contestódoñaBernarda-,ysobretodolaqueseibaacasar,creyendoquesunovioeralibre,pues.Yaledigonomás,¿quéharámipobrehija,aquienhanengañado?Asíeslasuertedelaspobres,ygraciasaDiosquenuestrafamiliaesbuenaynotienedonRafaelnadaquesacarle;eldifuntoMolina,mimarido,teníasucomercioynoledebíaanadieniuncristo.

-Todosetendrápresente-dijodoñaFrancisca.

-Bueno,pues, señorita;enustedconfío.Contimás queenestoyoheandadocomo gente, pues queme dije:mejor es ir a ver a esas señoritas que vivenengañadas,quenopresentarsealjuezyqueelasuntoandeenbocadetodos.¿Quéculpas tienenellas,pues,paraque tengaqueaparecersunombreen lacasa de justicia? Si son señoras, pues queme dije, han de querer arreglarlotodo sin bulla y hande ser cristianas con la gente pobreperohonrada.Másvaleteneragradecidosqueenemigos;enesonohayduda,yaunaniñabonitayrica,dondelefaltóunnovio,haylevinieroncientoaltiro,loquenolespasaalaspobres,aquieneslasengañancadaycuandohayocasión.

-Bueno,pues,señora,trataremosdearreglaresto.

Volvió doña Bernarda, ya deshecha en llanto, a reproducir sus argumentos,teniendocuidadodedarunaformamásprecisaalasamenazasqueacababadeinsinuarconciertamaestría,ymanifestandoquesehallabadispuestaaseguirelasuntohastaensusúltimasconsecuencias,conlocualsaliódejandoenlamayorconsternaciónalosquelahabíanescuchado.

-XLIV–

Matilde se arrojó en brazos de su madre con la voz embargada por lossollozos.

-Vamos,vamos-dijodonFidel-,esperoquenotomaránustedesaloseriolosdesatinos de la vieja. Que hable cuanto le dé la gana. ¡Cómo podemosnosotrosvolverleelhonorasuhija!¿Noleparece,miseñordonPedro?

El interés hablaba por boca de don Fidel en aquellas palabras. La idea deromper el ajustado enlace de su hija con Rafael le parecía deplorable,considerandoquedetalenlacedependíaelarriendodelRoble.

-Yohablaréahoramismoconlaseñoraytratarédeapaciguarla-contestóasupreguntadonPedroSanLuis.

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-Meparecemuybien,y ledoyaustedlasgracias. ¡Vayaconlas ideasde lavieja!Estábamosbienquefuésemosnosotros,conunaquijotería,arepararlosextravíos de sus hijas. ¿Por qué no las cuida como debe, en vez de venir aquejarsedelaseducción?Veanquevestalestan...

-Hijo,basta,porDios-exclamódoñaFrancisca,escandalizadadelasmáximassocialesqueempezabaaexponersumaridodelantedeMatilde.

-¡Qué hay, pues! Yo sé lo que digo -replicó don Fidel, que se irritaba decualquieraobjecióndesumujer-.¡Esaviejaesunalocayquiénsabequémás!¡Comosiyonoconocieraelmundo!

-Pero,hijo-volvióadecirdoñaFranciscaconelocuenteademánymiradaenquepedíaasumaridorespetaseeldolordesuhija.

Mal juezeradonFidel,preocupadosiempreconsuarriendodelRoble,paraconocer lo que hubiese herido el corazón deMatilde. Sólo pensó en que laaflicción de ésta provenía del temor de perder su novio, y se acercó a ella,golpeándolecariñosamenteunhombro.

-Nosetedénada,hijita-ledijo-.Nadietequitarátumarido.

DonPedroSanLuisaprovechóaquellainterrupcióndeladisputamatrimonialque acababa de iniciarse para asegurar de nuevo que cooperaría cuanto lefueseposiblealarreglodeaquelasuntoydespedirse.

Hallándose entonces don Fidel en el seno de los suyos, dio rienda a suverdaderapreocupación.

-Ustedes -dijo- dejan irse así nomás a don Pedro.Ya se ve, yo soy el quetengoquehacerlotodoenestacasa.

-¿Yquépodíamoshacernosotras?-preguntóindignadadoñaFrancisca.

-¿Quépodíanhacer?¡Noesnada!Sermásamablesconél.Repetir,comoyo,que no haremos caso de esa vieja loca y hacerle toda clase de atenciones.¡Bienquedábamossisemeescapaseelarriendo!

-Yonoestoyparapensarenarriendos-replicódoñaFrancisca,llevándoseasuhijaydejandoadonFidelcontinuarsusreflexionesespeculativas.

Matildesearrojódenuevoenbrazosdesumadrecuandoseviosolaconella.Sehabíanretiradoalcuartodelaniñayallípudieronambasdarlibrecursoasullanto.

-¡Ah, mamá, quién lo hubiera creído! -dijo Matilde levantando los ojosanegadosenlágrimas.

Unlargosilenciosiguióaestadolorosaexclamación,enqueelpechoherido

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delaamanteexhalabaeldolordetanamargodesengaño.

DoñaFranciscasecósusojosyconocióquesudebereraelinfundirvalorasuhija,cuyoprimerabatimientotomabalasproporcionesdeladesesperación,amedida que su espíritu salía del anonadamiento causado por lo cruel einesperadodelgolpequeacababaderecibir.

-Vamos,hijita -ledijoprodigándola tiernoscariños-,cálmate,porDios, todopodráarreglarse.

-¡Arreglarse,mamá!-exclamóMatildelevantándoseconunaenergíadequeselahubieracreídoincapaz-.¡Arreglarse!¿Ycómo?¿Creeusted,comomipapá,quellorolapérdidadeunmarido?¿Esdecir,queyonoleamaba?¿Esdecir,que puedo amar aún al hombre queme hace creer que he sido siempre suúnico amor, cuando, cansado tal vez de otro, viene a buscarme para quedarlibre de los compromisos contraídos en otra parte? ¡Ah, quéme importa unmaridosiloquelloroesmiamor!CuandoperdíaRafaellaprimeravez,¿meviousteddesesperarmecomoahora?Sufríelgolpeconvalor,porque lecreídignodeunsacrificio.Meseparabandeél,peronadiemehacíadespreciarle.Yahora,¡quédiferencia...!

Lossollozosahogaronsuvoz,queprodujosonidosinarticulados,mientrasquela pobre niña llevaba lasmanos a su corazón, que le oprimía el pecho conviolentoslatidos.

-No llores, hijita, cálmate -fueron las únicas palabras que pudo proferir lamadre, convencida de que en ese instante no había consuelo alguno paramitigartanacerbodolor.

-Aun suponiendo que mi amor resistiese al desengaño con que acaban deherirlo -repuso Matilde, tranquilizándose poco a poco con los afectuososcariñosdesumadre-,suponiendoqueyopudieseolvidarloqueacabodever,¿podríavivirtranquilaasulado?¿Nadietendríaderechoaacusarmiegoísmo,yseríafelizsabiendoquepormívivíasacrificadaunaniñainfelizquenohacometido más falta que la de engañarse? ¿No me engañaba yo tambiéncreyéndole que jamás había amado a otra? Mire, mamá, esto es horrible;cuantomás pienso en ello veo que es un abismo sin fin. ¡No le amo ya, leaborrezco!¿Quiénpuedeasegurarmequenosehacasadoconlamadredesuhijopor faltadeamor, sino talvezporqueerapobre?¿Quiénmeharácreerquenomepreferíasinoporlariquezademipapá?

Estasuposicióncruelparecióarrojarunnuevoeinmensodoloralpechodelaniña, que cesó de hablar, miró con ojos espantados a su alrededor yprorrumpió de repente en desesperados gemidos. En vano buscó doñaFranciscalasmáscariñosaspalabrasparatemplarsudesesperación;envanolaestrechócontrasucorazón,conjurándola,porsuamor,aquenoseabandonase

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a ese pensamiento.Matilde no la oía, no sentía sus halagos, no entendía elsentidode laspalabrasque llegabanasuoído.Conducidapor laúltimaideaque había expresado, repasaba en la memoria las horas de su amor, losjuramentos,lasdulcesmiradas,yesaidealaguiabaenelfloridocampodelosrecuerdos,tronchandoconmanoimpíalasilusionesqueloesmaltaban.

Algunashoraspasarondeestemodo.Matildehablaba,aveces, siguiendoelhilodesusreflexionesycaíaluegoenelviolentopesarquecadaideanuevaarrojaba, como pábulo, al fuego voraz de su creciente dolor. Éste, como lafelicidad, encuentra pequeño el recinto de un solo corazón amigo a queconfiarse;porestofuequeMatilde,pareciéndolequesumadrenoalcanzabaacomprenderloquesentía,seacercóaunamesayescribióaLeonorlaspocaspalabrasquerecibióésta,despuésdedejarcaer,comovimos,unaesperanzaenelalmadeMartín.

-XLV-

MediahoradespuésderecibirlacartadeMatilde,llegóLeonoracasadeésta,acompañadaporsupadre.

Leonorentróalapiezadesuprima,delaqueacababadesalirdoñaFrancisca,ydonDámasoenlaantesala,adonde,alsabersullegada,vinierondonFidelysumujer.

Enunlargoabrazopermanecieronlasdosniñassinproferirunapalabra,hastaqueLeonor,quenoacertabaaexplicarselacausadelaafliccióndeMatilde,rompióelsilencio.

-¿Quéhay?¿Quétienes?-preguntó-.Tucartamehallenadodesobresalto.

Matilde,entonces,haciendounesfuerzoparadesecharelllantoque,alavistade suprima,habíavueltoa susojos, le refirióminuciosamente la escenaenquedoñaBernardaCorderohabíasidolaprincipalprotagonista.

Leonorsequedóabismadaconaquellarevelacióny,alcompadecerasuprima,surgió en su espíritu la idea siguiente, que manifestaba el estado de sucorazón: «Tal vezMartín esté en amores con la otra. ¡Es tan amigo de SanLuis!».

-¿Qué harías tú en mi lugar? -preguntó Matilde, creyendo que su primapensabasóloensudesgracia.

-¿Yo...?Deveras,Matilde,quenoséquédecirte.

-Peroponteenlugarmío.¿Quéharías?

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-¿Podríastúperdonarle?-preguntóLeonor,sindarasuprimalarespuestaquelepedía.

-Podréperdonarle-contestóésta-,peroyanopodréamarle.

-Esmuydifícilaconsejarenestoscasos-repusoLeonor.

-Notepidounconsejo.Quierosaberloquetúharíasenmicaso.

-Ledespreciaría.

-Esprecisoquesepasquemipapánoquierepornadaromperestematrimonio.

-Entoncesloromperíayo-dijoLeonorconsucaracterísticaresolución.

-Es lo que yo haré también -dijo Matilde-. Ya no temo nada, y toda laautoridaddemipapánobastaparaobligarmeasufrirmásdeloqueacabodesufrir.

Quedaronensilencioalgunosinstantes,yMatildeañadió:

-¿Cómohacerlo?Mipapásenegaráadecirlo,niaélniasutío.

-Escríbeleentonces-dijoLeonor.

-Tienesrazón,quetodoseacabedeunavez,asínadapodráhacerdespuésmipapá.

Sesentóalladodelamesaytomólapluma.

Al escribir el nombre de su amante, sus ojos se nublaron con lágrimas quefueronacaersobreelpliegoenquehabíapuestolamano.

-¿Quélediré?-preguntóaLeonorconvozapagada.

-Noteprecipites.Piénsalobien-respondióésta.

-No,no-exclamóMatildeconenergía-,estoyperfectamenteresuelta,ynadiemeharácambiarsobreesto.

-Creoqueconpocaspalabrasbasta.

Matilde se puso a escribir, alentada por la febril agitación en que seencontraba.Alcabodealgunosminutosenderezóelcuerpoyleyó:

«Entre usted y yo todo está concluido. Me parece inútil extenderme enexplicaciones sobre una resolución que está justificada con tan poderososmotivosenmiconciencia.Leescriboparaevitarcualquieraotraexplicaciónquenoestoydispuestaaoírnialeer.

»MatildeElías».

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-Creoqueesobasta-dijoLeonor.

Matildellamóaunacriadaylarecomendóllevarasudestinolacartasinqueencasasospechasenaquésalía.

Hechoestosesentóalladodesuprima.

-Teníanecesidaddeverte -ledijo-,porque túmedasvalor.Ya loves,nohevaciladonitemblado.

Coneste esfuerzopareció anonadada,puesocultó su rostroy sólo sevio sucuerpoagitadoporlossollozos.

-Aún es tiempo, si quieres -le dijo Leonor-; la criada no debe haber salidotodavía.

-¡Qué!¿Creesquemearrepiento?Nolloroporeso.¡Todosehaconcluido!

Don Dámaso escuchó también la relación de lo acaecido de boca de suhermana, con las consiguientes interrupciones hechas por don Fidel, que sepreciabadeexplicarmejorelasunto.

-Bienlodecíayo-exclamódonDámaso,quenoolvidabaelpesodelasmanosdeRafael-,esemozoesuntunante.

-Pero, hombre, ¿quién no ha hecho otro tanto? -replicó don Fidel-. Sonniñeríasporlasquetodoshanpasado.

-¡Jesús,Fidel,quéprincipios!-exclamóescandalizadasuconsorte.

-Mirahija-repusoésteensentenciosotono-,lasmujeresnoconocenelmundocomonosotros.

-Peroconocenlamoralidad.

-¿Yquieres decir que yo soy inmoral porque tengo filosofía? -preguntó conagriotonodonFidel-.Yoconozcoelmundomásquetú.Quelodigatumismohermano.

DonDámaso,queerainclinadoatejer,valiéndonosdelaexpresiónchilena,nosóloenpolítica,sinoentodoscasos,dijo:

-Esciertoquemuchoscometenestaclasedefaltas.Yonoloniego.

-¿Noves,noves?-dijodonFidelasumujer-.Cuandoyodigoqueconozcoelmundo, es porque estoy seguro de ello. Lo de Rafael es un pecadilloinsignificante,yluegoseecharáenolvido.

-NoséqueloolvidetanprontoMatilde-contestódoñaFrancisca.

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-Lo olvidará, ¿que no conozco yo a las mujeres? Dentro de dos días ni seacuerdadetalcosa.

-Loveremos-dijodoñaFrancisca.

-Loverás.Yonomeequivoco.

MientrasdonFidelbuscabaunacajadefósforosparaencenderuncigarro,donDámasoseacercóasuhermana.

-Loqueyoteaseguro-ledijo-esqueesemuchachonoesbueno.

-YMatildenoloperdonará-respondiódoñaFrancisca.

-Mejor,hija, tantomejor.Esehombrenopuedehacerla feliz.En tu lugaryomeopondríaahoraalcasamiento.

-Perotúdebesayudarmetambién-ledijodoñaFrancisca.

-¡Oh!,cuentaconmigo-exclamódonDámaso.

VolviódonFideladondeellosestaban,ypocoratodespuésdonDámasohizollamaraLeonorysedespidióconelladesuhermanaydesucuñado.

EnlanocherefirióLeonoraMartínelsucesodecasadedonFidel.

-LapobreMatilde-ledijo-esmuydesgraciada,yempiezoacreerqueustedtienefundamentoparapracticarsuteoríadelaabsolutaindiferencia.

-Desgraciadamente -dijo Rivas-, no siempre puede uno ser dueño de sucorazón,yesateoríasequedacasisiemprecomotal,sinpodersepracticar.

-¿Ah?Ustedhacambiadoya-exclamóLeonor-;muchopodertieneentonceslaseñoritaEdelmira.

-Noesella,señorita-replicóMartín-,laquehaechadoportierramipropósito.

Leonor no quiso proseguir la conversación, porque la sinceridad con queMartínhabíahabladodestruíalasospechaconcebidaencasadeMatilde.

Alverlaabandonarsuasiento,lasesperanzasquelaconversacióndelatardelehabíandadoabandonaronaMartín.

«Siempreigual-sedijo-.¿Acasonoamaránunca?».

Pocodespuéssaliódelsalónydelacasa,encaminándosealadeRafael;peroRafaelnoestabaensucasa.

-Salióhaceunahora-ledijosutía.

-Volverémañana temprano; tenga usted la bondad de decírselo -dijoMartín

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despidiéndosedelaseñora.

Enaquellamismanoche,donFidelfueacasadedonPedroSanLuis.

-Loqueconviene-ledijo,despuésdeexponersuteoríassobrelavidasocial-eshacercuantoantesestecasamiento.

-Puesyo creoquedebemosdejarquepase algún tiempo, amenosqueellosmismosdeseenotracosa.Esprecisovermododearreglarnosconestaviejaquepuedeincomodarnos.

-Yo haré que losmuchachos se veanmañana -repuso don Fidel, que en unaplazamientodelmatrimonioveíasólolademoradesuarriendo.

En este momento entró Rafael en la pieza. Los dos que conversaban nopudieron reprimir un movimiento de admiración al verle. Su descompuestosemblante,elturbadomirar,laexpresiónextrañadelsaludoqueleshizoyelairedeacerbamelancolíaconquesedejócaersobreunasilla,dejaronmudosporalgunossegundosadonPedroyadonFidel.

Ésteinterrumpióprimeroelsilencio,dirigiendolapalabraaRafael:

-Cabalmente-ledijo-,estábamosaquíconelseñordonPedrodiciendoqueloqueahoraconvieneesapresurarelcasamiento;yohabloporlafelicidaddemihija,¿quéleparece?

-Esinútil,señor-contestóeljovenconvozapagada.

-¡Cómoinútil!-exclamó,levantándose,donFidel.

Rafaelsacóunacartadelbolsilloyselapasódiciéndole:

-Leaustedyloverá.

DonFidel leyó con rapidez la carta deMatilde, que era la que tenía en susmanos.Doblándolaexclamó:

-¡Bah, niñerías! Usted sabe que su amor vale más que estas palabrasarrancadaspor la sorpresa.Vamos juntos a casayveráusted lodistintaqueestá.

-No,señor,jamásvolveré-dijoconsombríoacentoRafael.

-¡Quéocurrencia!Veausted,miseñordonPedro,loquesonlosenamorados:comoelvidrio,portodosetrizan.

DonPedrotomólacartademanosdedonFidelylaleyó.

-Lacartaesseria-dijo.

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-Noconoceustedalasniñas,miseñordonPedro-replicódonFidel-.¿Noveustedqueestáclaroquequierequelarueguen?QuevengaRafaelconmigonomás,verá.

-Yonoiré,señor-dijoSanLuis-;esacarta,quealparecerhaescritoMatildesinanuenciadeusted,medicebienclaroquetodoestáconcluido.

-No puede ser, yo lo arreglaré todo. ¡Hacerle caso a una muchachadeschavetada!Estoyseguroqueaestahoraestáarrepentidadehaberescrito.

-Doyaustedlasgraciasporsuinterés-díjoleRafael-,perolesuplicoquedejeaMatilde en completa libertad. Si ella siente haberme escrito esta carta, lodirá,porquesabequeyovolaríaaponermeasuspies.

-Loqueyoquiero -dijodonFidel, consecuente con su ideadel arriendo- esqueustedesseantestigosdemisesfuerzosybuenavoluntad.

-¡Oh!,nadatenemosquedecirdeusted-exclamódonPedro.

-Amímegustalaformalidadenlosnegocios-repusodonFidel-,yporesoesquecuandoyocontraigouncompromisonofaltoaélniporlapasión.

-Yotampocoolvidarélosmíos-dijodonPedro.

Estas palabras dieron a don Fidel un indecible bienestar, después de lainquietud en que la carta de Matilde le había puesto. Pensó que ellasencerrabanlaformalpromesadellevaradelantelodelarriendo,apesardeloacontecido,ymirótodolodemáscomosecundario.

Después de arrancar, por medio de protestas enérgicas contra la falta deformalidad en los negocios, nuevas promesas referentes al Roble, salió donFideldelacasayregresóalasuya,conintencióndeinterponersuautoridad,afindeasegurarmejorelarriendopormediodeunaretractacióndeMatildedelacartaqueélacababadeleer.

PeroMatilde,comovimos,habíacobradoenergíaensupropioabatimiento,y,aunqueconlágrimas,suporesistiralaimperiosavozdedonFidel,quesaliódenuevodesucasa,consolándoseconqueelarriendodelRobleestabacasiasegurado.

Con la convicción que llevaba de que sería imposible, a menos de unaviolencia,llevaracaboelmatrimonio,rotodetanextrañoyrepentinomodo,se encaminó a casa de don Dámaso, felicitándose de la previsora idea queacababadenacerensuespírituyqueeraprecisoprincipiaraponerenplanta.

«AsegurarelarriendoycasaraMatildeconAgustín-pensabaenelcamino-seríaungolpemaestro».

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EntróalsalónyllamóaparteadonDámaso.

-Loquedijehoydelantedemimujernoesloqueyopienso-ledijo-,peroesprecisohablarasí,porquedeotromodosevaldríandeesoparametermeenuncuento; a mi pesar y por dar gusto a Matilde, que se había encaprichado,contrajecompromisocondonPedroSanLuis;peroahoratodohacambiado.

-¿Cómo?-preguntódonDámaso.

Refiriole don Fidel lo de la carta de Matilde y la resolución que su hijamanifestaba.

-¡Magnífico!-exclamódonDámaso.

-TodomideseoesqueseamujerdeAgustín-dijodonFidel-,perocomonoqueríacontrariarla...

-Puestoqueellamismadesiste,lacosaesdiferente.

-Esloqueyopienso;peroseráprecisodejarquepasenalgunosdías.

-Ah,porsupuesto.

DonFidelseretiróaquellanochedandograciasadoñaBernardaporloqueenlamañanacalificabadeintempestivavisita.

-XLVI–

Con grande impaciencia esperó Martín la venida del día siguiente. Suinquietud por la suerte deRafael le quitó el sueño de aquella noche.A esainquietudmezclábasetambiéneldesconsueloenquelevimosquedardespuésde su última conversación con Leonor. Y esas dos preocupaciones sedividieron durante largas horas el dominio de su espíritu, hasta que rendidoporelsueñosequedódormidopocoantesderayarelalba.Sinembargodesulargoinsomnio,abandonóellechoalassietedelamañanayempleócomodecostumbredoshorasensusestudios.

AlasnuevefueacasadeRafael.

Lashabitacionesdeésteestabancerradas,ygolpeóaunapuertaquedabaalinteriordelacasa,ocupadapordoñaClara,latíadeRafael.

Alosgolpessepresentólaseñora,quepocosmomentosanteshabíallegadodelaiglesia.

-¿Rafaelhasalidotantemprano?-preguntóMartín,despuésdesaludaradoñaClara.

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-¿Quenosabe loquepasa?-contestó laseñora, juntandolasmanosconaireconsternado-.¡Rafaelsenoshaido!

-¿Adónde?-preguntóconansiedadeljoven.

-A laRecoletaFranciscana -respondió laseñoraconunademánenelquealtravésdelapesadumbresenotabaalgunasatisfacción.

-¡AlaRecoleta!-repitióMartín-.¿Cuándo?

-Estamañanamuytemprano.

-¿Yporquéhatomadotanviolentadeterminación?

-¿Entoncesustednosabenada?

-SupeayerloocurridoencasadedonFidelElías.

-Bueno,pues;despuésdeesoRafaelrecibióunacartadelaniña;ledecíaquenopensasemásenellayquéséyoquémás.¡Pobrecito!¡Siustedlehubiesevisto!Lloróanochecomounniñochico.¡Quéllorar,porDios!¡Mepartíaelalma!

-¡PobreRafael!-dijoRivasconverdaderopesar.

-Elpobrecitomelocontótodoanoche.¡Jesús,hijito,cómovivenlosjóvenesahora!Poreso,vea,nohesentido tantoquesehaya idoa laRecoleta.SiesprecisoreconciliarseconDios.¡Cómoquererserfeliztambiényvivirdeesemodo!

Lasencillapiedadde laseñora impresionóelcorazónnobledeMartín;peroquisodefenderasuamigo.

-Ustedsabecómopensabaélahorayloarrepentidoquevivíadesufalta.

-Así es, hijito; pobre Rafael -dijo la señora, en cuyos ojos asomaron laslágrimas.

-Hoyiréaverle-dijoMartínlevantándosedesuasiento.

-Mehadichoqueesinútil,norecibiráanadie.

Luego,comosilevinieseunrecuerdo,añadió:

-Ah,semeolvidaba,medejóunacartaparausted;aquílatengo.

Entregó la señora una carta cerrada aRivas, y éste se despidió de ella paraleerlaensucasa.Alllegarleentregóelcriadootracarta.

-Esaniñadelotrodía la trajoyvaavolverpor la contesta -ledijoconunasemisonrisadeinteligencia.

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RivassubióasuhabitaciónyabriólacartadeRafaelSanLuis,dejandosobrelamesalaqueelcriadoacababadeentregarle.

LadeSanLuisdecíalosiguiente:

«QueridoMartín:

»Cuandomañanavengasabuscarme,teexplicarámitíalaresoluciónquehetomado.Esdenoche, y en el silenciopuedomeditarmejor sobre el terriblesucesodeestedía.¡Laheperdido!¿Tepintarémidolor?Nopodríahacerlo.Recordarásqueundía,leyendolavidadeMartínLutero,lejuzguépusilánimeporqueelterrorquelecausólamuertedeunamigo,aquienhirióunrayoallado suyo, le hizo entrarse de fraile. Ese juicio era la vana jactancia de lajuventud que hablaba por mi boca. Tú, que le absolvías, comprenderás eltrastornodemi espíritu al recibir el golpequemeanonada. ¡Esun rayodelcielo!Me ha venido a herir en mi amor, en medio del corazón, quemandohasta las raícesde la esperanza, el últimode losbienes efímeros conqueelhombreatraviesalavida.Sólounavez,al ladodelcadáverdemipadre,queexpiróenmisbrazos,hesentidoenelalmaunhielocomosientoahora:eslaconcienciadelabandonoenquequedo;de laorfandadeternadeuncorazónsinamor,quesóloconamorsesustentaba,dequenadaenelmundopodráyaconsolarme.

»Sólotreslíneas,Martín,sonlasdesucarta,perotreslíneasquehancorridocomolavaardientepormipecho,devastándolotodomenosmiamorinmenso.Enpocaspalabras,sinfórmulaningunaquemitiguesuaspereza,ellamearrojaa la frente su desprecio aterrador. Nada que hable de un pasado de ayer,palpitantetodavía,seadvierteenesaslíneas;nadaquehagaesperarelperdónquetodaslasalmasnobles,comoundestellodeDios,guardanparanuestrasmiserables flaquezas.Ella, con un corazónde ángel, con el almabañada dedivinapureza,medesprecia,Martín,ymeaborrece.¿Cómolucharcontraestahorrorosaconvicción?Hastahoycreíayoquemivoluntaderacapazdehacerfrentea todos loscontrastes,yeraporquenocontabaconéste,porquecreíaque perder la vida era lomás temible que pudiese amenazarme y contra lamuertemesentíaconvalor.

»Algunashorashepasado,Martín,reflexionando,comohepodido,enloquedebo hacer. Una idea volvía a cada instante a mi espíritu con increíbletenacidad. ¡Es un castigo de Dios! ¿Qué derecho tengo yo, en efecto, deaspirar a la felicidad, cuando he pisoteado sin compasión la de otro serinocente y débil? Si la justicia del cielo interviene a veces en las faltas delmundo, debo olvidar la moral acomodaticia con que nos acostumbramos aburlarnos,por torpespasiones,de loquehay sobre la tierrade respetable,ypostrarmederodillasanteelfallo justicierodeDios.Elpesodeestaverdad,quecasimaquinalmenterepitenenlasiglesiasdesdeloaltodelpúlpito,hiere

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elespírituenladesgraciayaterrorizaelalmaque,enmediodeladicha, lasoyeracondescuidadofastidio.Cedo,pues,alpesodeesaidea:sufuerzameprivadelamía.

»Pero no creas que, llevado de la impresión de tan tremendo pesar, voy aconsagrar mi vida a la penitencia, atándome a un claustro con votosindisolubles.Quiero buscar la calma en el silencio; quiero con ejemplos devirtud fortalecerme;quierover si esposibleborrar su imagenqueridademipecho; siesposible llorarlacomosiellahubiesedejadodeexistir.Después,cuando el tiempo haya tranquilizado mi ánimo y convertido en llevaderamelancolíaelatrozdolorquemedesgarra,¡quiénsabeloqueharé!Hevividotanto en mi amor, que, por lo demás, apenas me conozco; por esto ni aúnpuedoprevermiresolución.

»No creas tampoco que he dejado de pensar enAdelaida.Ni a ella ni a sumadre puedo culpar de mi desgracia; las perdono, y ojalá ellas lo haganconmigo.Podría,bienlosé,repararalosojosdelmundomifaltaydevolverlesuhonra,quehemancillado;pero,túnoloignoras,Martín:nolaamo.Seríaunauniónmonstruosaquenopodríatenerotrotérminoqueunsuicidio,yesotambién la haría desgraciada.Conozco que podría darlemi vida, pero no lafelicidad.Enfin,estotalvezpuedepensarsemásdespacio.

»Enmi retirono recibiré a nadie, ¡ni aun a ti!Te escribiré cuando sienta lanecesidad de hacerlo. Mi tía queda encargada de recibir mis cartas ymandarmelasquemedirijan.Unpadre,amigoantiguodemifamilia,mehafacilitadoesteretiro.Élserámiconsejero.

»Tuamigo

»RafaelSanLuis».

MartíndejócaersobrelacamalacartadeSanLuis,yapoyandolafrenteenunamano,seentregóalastristesmeditacionesqueaquellalecturalesugiriera.

Le llamaronaalmorzarcuandopensaba todavíaen ladesgraciadeRafael,yhabíaolvidadolaotracartaquealllegarhabíarecibido.Latomóantesdesalirybajóalcomedor.Alatravesarelpatioabrióaquellacartaysólotuvotiempodeleerlafirma:eradeEdelmiraMolina.

Paraexplicarla,antesdehacerlaconocer,debemosretrocederaldíaanterior,enqueEdelmira había dirigido aMartín la primera carta quehavisto ya ellector.

VimosqueEdelmira,despuésdelaúltimaconferenciacondoñaBernarda,enlaqueportemoraéstahabíaconvenidoencasarseconRicardoCastaños,sedespidiódelascartasqueseentreteníaenescribiraRivasyqueguardabacon

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el cariño que por toda ilusión tienen las almas apasionadas. La perentoriaexigenciadesumadredespertabaalaniñadeaquelsueñodeamor,enelque,comoella,tantossemecenforjándoseunporvenirventuroso.Peroafuerzadeacariciaresailusión,Edelmirahabíallegadopocoapocoamirarlacomounaposibilidad.Loquealprincipio leparecíauna locura, llegóa convertirse enesperanza con la porfiadameditación y con la vehemencia que desplegó sucorazón al entregarse al melancólico placer de amar en silencio al querepresentaba el ideal forjado de antemano en su mente. En este estadode cristalización, valiéndonos de la pintoresca teoría sobre el amor deStendhal, Edelmira pensó que obligarla a dar sumano a otro era arrancarleviolentamente su querida esperanza, sin darle siquiera tiempo para tratar derealizarla. Su voluntad protestó en silencio contra esta violencia hecha a suamor,tambiénsilencioso.Desemejanteprotestaaldeseodeburlarlaopresióndelpoderquelamotivaba,nohabíamásqueunalíneadedistancia.Deaquísuresolución de escribir aMartín, resolución que nada tiene de irregular, si sepiensaenlaeducaciónquehabíarecibidoEdelmirayenlaclasesocialaquepertenecía.Bienqueenestaclasetengaelrecatofemenillosmismosinstintosque en la elevaday culta de la sociedad, los hábitosdevida, dequehemospresenciadoalgunoscuadros,vanpocoapocovenciendoesatimidezpudorosaque,comounaaveasustadiza,sedespiertaenlamujerentregadaasuspropiosinstintosenlavidadelcorazón.Menoscultoentrelasgentesdemediopelo,ellenguaje galante debe naturalmente vencer por la fuerza del hábito lasusceptibilidaddeloídoylomismotambiénlaimpresionabilidaddelcorazón.Losdesgreñosdelpicholeoylacrudafraseologíaamorosadanalasmujeresdeestajerarquíasocialdiversasideassobrelasrelacionesdelmundoquelasque,desdetemprano,sedesenvuelvenenelespíritudelasniñasnacidasenloque llamamosbuenas familias.Poresto fuequeEdelmira,aunquemáscultaquelamayoríadelasdesuclase,nohallónadadeextrañoenelmedioqueleocurríaparasondearlossentimientosdeRivas.Estepaso,porotraparte,sedaentodaslasclasessociales,aunquecondistintaforma,siemprequeelcorazónesfogosoyalimentaunamorsolitario;pueshaymomentosenquecualquieramujertienefuerzaparavencersutimidezybuscarenelcorazóndelhombreaquienamaunecoalapoderosavozdelsentimientoqueabrasaelsuyo.

Vimos que la primera carta que Edelmira dirigió a Rivas podía sóloconsiderarsecomoeldesahogoquetodosbuscanenuncorazónamigocuandoseencuentranbajoelpesodealgúndolor.Al leer lacontestacióndeMartín,vioquehabíaenellatansincerasexpresionesdeamistad,quemuybienpodíasu espíritu, dominado por una idea, interpretarlas en el sentido de supreocupación.Asífueque,aunqueEdelmiranoseatrevióadecirsequeRivasvelaba laexpresióndesuamorconpalabrasdeconsueloamigable, lopensóporlomenosvagamenteyrecibióconellasademásungranconsuelo,porqueesaspalabras leofrecíanun apoyoen casonecesariopara llevar adelante su

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resolucióndenoobedecerasumadreenaquellacircunstancia.

Alentadaconelbuenéxitodelprimerpaso,seresolvióporconsiguienteadarelsegundo,yescribióaMartínlacartaquelevimosabrircuandosedirigíaalcomedor,endondesehallabalafamiliadedonDámaso.

En lamesa se habló poco, pues donDámaso quiso respetar la amistad queMartínteníaaSanLuis,engraciadelosserviciosqueleprestabaRivascomoencargadodesusnegocios.Mas,alsalirdelcomedor,AgustínllamóaRivas,que iba a entrar al escritorio,mientras queLeonor se sentaba delante de unbastidorenelquehabíaunbordado.

-¿Y qué devendrá Rafael esto? -preguntó el elegante, encendiendo uncigarrillopuroyofreciendootroaMartín.

-SehaidoestamañanamuytempranoalaRecoleta-dijoRivas.

-¡Esrománticoeso!Lecompadezcodetodomicorazón-exclamóAgustín.

-Medejóunacarta;estádesesperado-añadióMartín.

-Nocomprendoesadesesperación-dijoLeonor-,cuandopodíadistraerseconotrosamorescomolohahechoya.

-Hermanita,hayamoresyamores-repusoAgustín-,esnecesarionoconfundir.

-¡Ah!,nosabía-replicóLeonor.

-Sepuedeamarporgustoyporpasión-continúoelelegante.

-Loqueveo-dijoLeonor,mirandofijamenteaRivas-esquenohayhombrecapazdeamar.

Rivasprotestóconunamirada,mientrasqueAgustínexclamaba:

-¡Ah!,por ejemplo,mi todabella, estás en el error.Sinhablar deAbelardo,cuya tumbahevistoenelPèreLachaisedeParís,hayuna fuladeotrosquehanpasadolavidaaamar.

-Usted, que se calla, pensará lo mismo, aunque lo piense en español -dijoLeonoraRivas.

-Creo, señorita -contestóMartín-, queusted juzgaa loshombres conmuchaseveridad.

-¿Y el ejemplo de su amigo San Luis no justificami opinión? -preguntó laniña.

-Perohayexcepciones-replicóMartín.

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-¡Cómo no! -dijo Agustín-. Hay excepciones: allí está, como he dicho,AbelardoenelPèreLachaise,sincontarelresto.

-¡Excepciones!-decíaalmismotiempoLeonorsincuidarsedesuhermanoydirigiéndoseaMartín-.¿Endóndeestán?¿Cómopuedeunaconocerlas?

-Fíateamíparaeso,hermanita -dijoelelegante-,yo losconozco:Martínesdelnúmero.

-¡Ah! ¿Usted se cuenta entre las excepciones? -le preguntó sonriéndoseLeonor,mientrasqueRivassentíaencendérselelasmejillas.

-Señorita-contestóéste-,haycosasenqueparecequeunopuedeelogiarseasímismosinsonrojo,yéstaesunadeellas;creoquepuedoconsiderarmeentrelasexcepciones.

-Ustedcree,peronoestáseguro.

-Muyseguro-contestóMartín,enviandoalaniñatanardientemirada,queellatuvoquebajarlavistasobreelbastidor.

-¿Es decir, Martín, que estás enamorado? -le preguntó Agustín-. Veamos,cuéntanoseso,amigomío.

-¡Vas a obligarle amentir! -exclamóLeonor, dominando con una sonrisa laturbaciónconquehabíadadoalgunaspuntadasenelbordado.

-¿Porqué,señorita?-preguntóRivasenelmismotonodebroma.

-Noquerráustedcomprometeralaqueame-repusoLeonor.

-Desgraciadamente no alcanzo a comprometerla -replicó el joven conresolución-.Estácolocadatanaltorespectoamí,quemivoznopuedellegaraella-añadió,aprovechandoelmomentoenqueAgustínsehabíaparadoparabotarenelpatiosucigarro.

-Hablandofuerteseoyedesde lejos-lecontestóLeonorconunasonrisaquedisimulabamuymalsuturbación.

-En ese caso -repuso el joven-, cuando usted me pregunte lo mismo queAgustín,nomentiré.

LeonorbajólafrentesobreelbordadoyAgustínvolvióasuasiento.

PocosmomentosdespuésMartínentróalescritoriodedonDámaso,ypasóunlargoratosinacordarsedelacartadeEdelmiraqueteníaenelbolsillo.

-XLVII–

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LarespuestadeLeonoracababadeabrirleunnuevohorizonte,enelquepaseóMartín su imaginación con la porfiada avidez del que concibe la primeraesperanzadeencontrarcorrespondenciaasuamor.Elcuentodelamuchachaque se entretiene en formar castillos en el aire cuando se dirige al pueblovecino a vender su cántaro de leche, pinta perfectamente el fulgor de esasprimerasesperanzasdelamor,muchasde lascualessedesvanecencomoloscastillosdelamuchacha,querodaronporelsueloconsucántaroyla leche.Felizmente para Rivas, no hubo nada en aquella ocasión que nublase elhorizonte en que su imaginación bordaba las deliciosas escenas de la dicharealizada.LaspalabrasdeLeonor,laturbaciónquelashabíaacompañado,laexpresióndesusojos,todoleayudabaensuventurosodevaneo.

SóloalcabodemediahorarecordóMartínqueteníaensupoderunacartaquenohabíaleído.

Abriolayleyóloquesigue:

«Queridoamigo:

»Muchomehaconsoladosuamablecarta,yledoyporellalasgracias.Ustedes mi único confidente, porque los de mi familia no me prestarían ahoraningúnapoyocontraloquemeamenaza,demodoquealofrecermeustedsuamistad, ahoraque estoy tristey sin amigosni hermanos conquienespodercontar, me hace usted un gran servicio.Más se lo habría agradecido si mehubiese dado el consejo que en mi otra carta le pedía. Repasando en lamemorialoqueledije,paraverporquénomedaustedeseconsejoquetantonecesito,veoquedebosermásfrancaconusted,ycomoustedesmiamigo,selo diré todo.Mi repugnancia por el casamiento a que quiere obligarme mimadrenoessóloporqueno tengocariñoningunoporRicardo,sinoporotrarazón, además, que me cuesta decírsela a usted sobre todo, y es que micorazónnoestálibreynopodríanuncaserdichosasinoconelqueamocontodamialma.Yaconestopodráusted,Martín,aconsejarme,porqueeltiemposevapasandoyacadamomentomeencuentromástristeconestoymenosmeconformocontenerquecasarmeconquiennoquiero.

»Dispénsemesileincomodo,peronotengomásamigoqueusted,ynuncaloolvidarásuafectísima,

»EdelmiraMolina».

«¡Pobremuchacha!»,sedijoRivas,tomandopapelparacontestarasucarta.

Por su respuesta podrá inferirse el grado de exaltación que sus ideas teníandespuésdesurecienteconversaciónconLeonor.

«Queridaamiga:

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»¿Ama usted y se considera desgraciada? ¿No encuentra usted en su almabastante energía para resistir? Busque su fuerza en ese mismo amor y laencontrarápoderosa.Cuandocreíquesólosetratabadevencerloquepodríatal vez ser sólo un capricho, a trueque de asegurarse el bienestar, creí quedebía limitarme a ofrecer a usted mi amistad, evitando tener parte en unadeterminación que iba a influir en su porvenir; pero usted ama a otro, ‘contodasualma’,ymepreguntasiporobedecerasumadrehabíadeabandonareseamorydarsumanoaquiennopuededarsucorazón.Creo,pormiparte,tanexclusivoalamor,tanausteroelcultoqueledebemoscuandoespuro,queconsidero una debilidad el oprimirlo bajo el peso de una obedienciacualquiera.Susleyes,además,nopuedenimpunementeburlarseenlavida,yaquiennoleguardesufe,nopuedeguardarleelporvenirmásquelágrimasydesconsuelos.¿Porquénosearrojaustedalospiesdesumadreylehablaennombredesucorazón?Ellahasidojoventambiénylacomprenderá.Siustedno tienevalorparaesto,mándeme llamaryyohablaréconella.Miamistadhacia usted es tan sincera que creo tendría poder para ganar su causa yablandaruncorazónquenoaspiratalvezmásquealafelicidaddesushijos.

»Porotraparte,Edelmira,unamorcomoelquecreoseaustedcapazdesentir,debeencontrarsufuerzaensuinocenciayabandonarelmisterio.

El corazón de una madre es el santuario más puro en que pueda ustedconservarsureliquiahastapoderlapresentaralosojosdetodos.Tengausted,pues, confianza en ella, y no marchite con lágrimas una pasión que debeformar el orgullo de las almas nobles como la de usted, por no vencer unatimidezque,despuésdeatacada,miraráustedcomounaquimera.

»Mepideustedqueladispense.¿Dequé?Yosolicitosuconfianza,laexijoennombredenuestraamistad.¡Ojaláqueelserdepositariodesussecretosmedéalgún títulopara servirlacomo lodeseo,paracontribuira su felicidadcomoardientementeloanhelo!

»Dispongasiempredesuamigoafectísimo,

»MartínRivas».

Edelmira recibió esta carta en la tardedemanosde la criadade su casa, dequienhabía tenidoquevalerseparaentablar sucorrespondenciaconMartín.Las teorías que en pocas palabras desenvolvía el joven sobre el amorencendieron el alma de Edelmira, haciendo en ella brillar el fuego de unaverdadera pasión. Pensó que el corazón de aquel hombre era un tesoro y lodeseó con avidez. Las formas sentimentales de un capricho románticocobraron en su meditación las proporciones exageradas de un bien que erapreciso adquirir a toda costa; y con tal convicción, a la hipótesis deque laspalabrasdeamistadencubríanladelicadaexpresióndeunamorquebuscaba

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una esperanza, llegó poco a poco a convertirse en su espíritu casi encertidumbre.

Engolfada en esa dulce expectativa del que no quiere tocar aún la realidad,aunque espere encontrar en ella la realización de sus deseos, Edelmira dejópasaralgunosdíassinescribir.

Durante estos días Leonor no había ofrecido al joven ninguna ocasión derenovar las escenas de reticencias en que algunos enamorados campean porcierto tiempo antes de dar el ataque decisivo. Para consolarse,Martín habíatrabajado con tesón en los negocios de don Dámaso, que poco a pocodescansabaenéldetodoelpesodesustareascomerciales.Tambiénocupabangran parte de su tiempo los estudios, que había un tanto descuidado, ysiguiendo la práctica de los estudiantes chilenos, tenía que recuperar congrandesesfuerzosdeaplicacióneltiempoperdidoantesdel18deseptiembre,época en que los alumnos de los colegios dan por terminada la holganzavoluntaria,paraconsagrarsealosexámenesdelfindelaño.Ademásdeestasocupaciones,Martínhallabatiempo,ensucalidaddeenamorado,parahablarde su amor con la infinita variedad de formas de que la imaginación saberevestirlasimpresionesqueunamismacausaproduce,yqueelcorazónsabeasuvezmultiplicarconinagotablefecundidad.

PerolosdíaspasabansinqueRafaellecontestase.

Porfin,alcabodediezdías,elcriadoleentregóunacartaconlasonrisaqueindicabasuprocedencia.EradeEdelmira.

«Su carta -le decía- me ha consolado; pero, a pesar de lo que estimo suconsejo, nuncame atreveré a hablar amimadre como le hablo a usted. Leconfesaréqueletengomiedo,ycreotambiénqueellamerecibiríamal,puesle gusta que la obedezcan sin responder, sobre todo después de lo que hapasadoconlaAdelaida.

»Mediceustedqueencontraréfuerzasenmipropioamor,yesciertoquelasencuentroparadecidirmeasufrirlo todo,antesquecasarmecontramigusto;peronohallomásfuerzaqueésa,puesnomeatreveréaconfesaramimadrequeamoaotro.Talvezmesucedeestoporunacosaquenoledijeenmiotracarta,yesqueamosinsercorrespondida,ynosésiloseréalgúndía.Muchosdíashedejadopasarsinescribirle,pornomolestarleyporquenomeatrevíaahacerle la confesión que le hago ahora.Al fin es preciso que usted lo sepatodo,yaqueconocemicorazóncomoyomisma.

»Esperoqueustedmeayudesiempreconsusconsejos.Leaseguroqueésteesmiúnicoconsuelo,yloúnicoquemedavalorenlaaflicciónenquemeveo;con lo que pasa el tiempo y llega el día en que tendré que contestar a mimadre».

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EstacartadeEdelmira,alaquecomoalasotrashemostratadodeconservarsu forma,purgándolas sólodeciertas faltasqueharían incómoda su lectura,hirióprofundamentelasensibilidaddeRivas,porquehallógrananalogíaentresu situación y la de la niña con respecto al amor. Ella y él alimentaban enefecto una pasión huérfana, y no tenían más placer que engalanarla deesperanzas. Esta analogía le hizo simpatizar más aún con la suerte deEdelmira.

«Creía,Edelmira -lecontestó-,que lasuertedeamarsinesperanzanopodíacaberalaque,comousted,esbellaytieneunnoblecorazón,cuyoamorpuedeenorgullecer a cualquiera.Después de su confesión, ¿qué puedo decirle?Niaúnmeatrevo apreguntar el nombredel que ignora su felicidad, ignorandoqueustedleama.Peroestoyseguroqueesunhombredignodeusted,capazde comprenderla y de abrigar en su pecho un tesoro como el que usted leconsagra. ¿Me equivoco? No lo creo, y con esta persuasión sólo puedoaconsejarlequeguarde intacto suamor,porqueél será la salvaguardiade supureza.No sé por qué, tengo un presentimiento que el cielo reserva algunarecompensa a los que saben conservar tan hermoso sentimiento sindesalentarseensuvirtud.

»Entretanto,creoqueusted,apesardesutimidez,debeformarlaresolucióndeconfiarestesecretodesucorazónasumadre.Eldíaenqueustedtengaquedecidirsedefinitivamentenoestá lejano,ymejoresprevenir losánimoscontiempo,envezdecausarlesunasorpresaquepuedeserfatalparausted.Paraapoyaresteconsejolerepetirémisofertasanteriores:dispongausteddemí,ycrea que tendré una satisfacción infinita en hacer algo que contribuya a sudicha».

Edelmiradiounhondosuspiroalleerestacarta.Habíarecorridoyaenlastresanterioreslasfasesdistintasdesuplanyllegadoalanecesidaddenombraralqueamaba.Aunquevagamente,comolodijimos,creíaquealgunafrasedelasrespuestas deMartín, o algún incidente imprevisto, de aquellos que siempreesperan los enamorados, estos creyentes ciegos en la casualidad, le daríaocasión oportuna de revelar aMartín por entero el secreto que amedias leconfiaba.Peroaquellasrespuestashabíandestruidosuilusión,ylacasualidadnohabíarealizadotampocolosimposiblesquecadacualexigedeella.¿Quéhacer?Unlargosuspirofuesurespuestaaestatristepregunta.Lascartasquemil veces leía le revelaban queMartín poseía un corazón noble y ardiente.¡Qué miraje para una niña enamorada! ¿No era esto divisar un pedazo delParaíso sin poder tocar ninguna de sus flores? Edelmira las vio lucir susgallardascorolas,mecersealsoplodelasbrisasembalsamadasyenviarlesusperfumes envueltos en sus pliegues fugaces. Esos perfumes le dieron losvértigosardientesdelinsomnio,duranteelcualestapregunta,¿quéhacer?,sepresentaba como el ángel con su espada flamígera para arrojarla de ese

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Paraíso.Suimaginaciónseestrellóporunaparteconsunaturalrecato,yporotra con su firme resolución de resistir a sumadre, demanera que, tras unlargo y agitado insomnio, no imaginó otro medio de salvación que el deentregaraltiemposudestino.

Unacircunstanciacontribuyóentoncesparahacerlainsistirenestaresolución.RicardoCastañospropusoadoñaBernardaretrasareldíadelcasamientohastaque hubiese obtenido el empleo de capitán que el jefe del cuerpo le habíaofrecido;lapropuestaseelevaríaafinesdenoviembreypodíafijarseparaelenlaceamediadosdediciembre.

Edelmira comunicó aMartín esta feliz noticia en una carta, a la cualRivascontestó felicitándola, pero repitiendo su consejo de comunicar a doñaBernarda el secreto de su amor, si Edelmira no desistía de su propósito deresistencia. Pero la niña recibió este consejo con las objeciones de antes, yvolvióaconfiaraltiempolasolucióndeaquelproblema.

Adormecidos sus temores en tan infundada confianza, despertolos un día elmismoRicardo,anunciandoquelapropuestaparasuascensoestabahechayseríadespachadaalcabodecuatrooseisdías.LaconversaciónenqueRicardohabía dado esta noticia tuvo lugar el 29 de noviembre; quedaban porconsiguiente pocos días para los preparativos delmatrimonio, fijado para eldía 15 del siguiente. Con esto volvieron para Edelmira las angustias de laluchadesesperadaentreeltemorasumadreysuaversiónaljovenCastaños,que creía que con tres galones en la bocamanga ofrecía un imperio a sudesdeñosaquerida.Edelmiravioquehabíaesperadoenvanodeltiempoyqueeraprecisoabrazarunpartidodecisivo, sopenade tenerquedar sumanoyrenunciaraladichaparasiempre.

-XLVIII–

Sin considerarse enteramente feliz durante aquel tiempo, Rivas habíaengañado su impaciencia y alentado a veces su energía con su decididacontracciónalestudioyalostrabajosdeescritoriodedonDámaso.Congranplaceranuncióasufamiliaaprincipiosdediciembreelfelizresultadodesusexámenes,queledejabanlibrehastaelañosiguiente,anunciandoasumadrequeporrazonesdeeconomíaleeraforzosorenunciaralviajequedurantelasvacacionespodríaemprenderparairaverla.

Pero, además de esta causa, su amor era lo más poderoso que le fijaba enSantiago,puesleparecíaquelaausencialeharíaperderhastalaposibilidaddeseramado,queLeonorledejabaentreverdecuandoencuando.

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Hemosvistocómoestaniñahabíaidopocoapocoacostumbrandosuorgulloalamordeunhombrequeocupabaunaposiciónsocialtaninferioraladelosque con mayores exigencias cada día solicitaban su mano. Vencido eseorgullo,quedábaletodavíaladesconfianza,hijadeesemismoorgullo,queleinfundíatemoressobreelamordeMartín,decuyasinceridaddudabaaveces,porquenopodíaexplicarsebienlatimidezdeljoven,aquienveíaentodoslosdemásactosdesuvidadesplegarserenidadydecisión.Deaquísureserva,quese avenía mal con la franqueza y resolución que la caracterizaban; de aquítambiénsudesigniodenoavanzardemasiadoenlasendaporquemarchaba,hastanotenerdatosirrecusablesacercadelamordeRivas.Sincomprenderladelicadeza del joven, que jamás se había aventurado a sacar partido de lasdiversasocasionesenquehubierapodidodeclarársele,LeonorsecontentabaconconversacionescomolasqueconocemosyconhablarcontinuamentedesuamoraMatildeElías.Matilderecibíalasconfidenciasdelaquehabíasidodepositariadesusesperanzas,y loeraahoradesudesdicha,sindesalentarlajamásconelpesardesudesengaño,queriendopagardealgúnmodoaMartínlosligerosserviciosqueledebía.

Todos en la familia habían admirado el valor con queMatilde sobrellevó elpeso del golpe que había destruido tan rápida como inopinadamente sufelicidad. Algunas palabras de ella, dichas a Leonor, explicaban la enterezaque nadie había esperado en la débil y tímida criatura, a quien el menorsentimientohastaentoncesabatía.

-Sihubiese conservadoaprecioporRafael, nadamehabría consolado;pero,perdonándolesuengaño,nollorosupérdida,sinomiamorquesemuere.

Llevaba,enefecto,ensucorazónun lutodesuamoryelperdóndelque lohabíadesgarrado.

-Martín -decía otras veces aLeonor- tiene un corazón recto que aborrece elengaño;élmismocondenalaconductadeRafael.Sialgunaveztedicequeteama,puedescreerlemásqueeljuramentodecualquierotro.

Con la llegada del verano se hacían los preparativos para salir al campo encasadedonDámaso.HabíaseconvenidoqueMatildeacompañaríaasuprimadurantelapermanenciadelafamiliadeLeonorenunahaciendadesupadre,vecinaaunacostabastantevisitadaporlagentedeSantiagoenlaestacióndebaños.

Esto daba ocasión para que Martín escribiese a San Luis una larga carta,hablándoledesusalegresexpectativas,conmotivodeestepaseo.

«Habrá una pieza para nuestros trabajos, me ha dicho don Dámaso -leescribía-, y en las horas restantes podré verla. Tal vez recorreremos juntosalgunos lugaresque, si no sonpintorescos,yo tengoenmi imaginacióncon

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quéengalanarlos.Yluego,miqueridoamigo,enesosdíasdeconfianzaydetranquilidad, cuandoLeonor, entregada a símisma, tenga esos arranques delocura infantilque tuvoennuestropaseoalCampodeMarte, ¿nocreesquepuedapresentarseunaocasióndedecirlecuántolaamo,dehablarledelcultoque leprofesodesde tanto tiempo?Todoesto,mira,medesvanece,yapenaspuedo contener los latidos del corazón, al que con tanto ahínco he querido,peroenvano,enseñaradominarse;ellalomandaymisleccionessepierdenenelruidodesupasión».

El destino, sin embargo, reservaba muy duras pruebas al que tan alegresproyectosseentreteníaenformar.

Dijimos que el día prefijado por doña Bernarda para el casamiento deEdelmiraconRicardoCastañoserael15dediciembre.

El 14 resolvióEdelmira acudir a todo su valor, y se arrojó a los pies de sumadre, pidiéndole, ennombredel cielo, queno laobligase adar sumanoaquiennopodíaamar.

-¡Mirensiserálesa!-exclamódoñaBernarda,levantandolasmanosalcielo-.Allá quisieran todas tu suerte. ¡No te digo, pues! Vean qué desgracia, ¡laquierencasarconuncapitándepolicíayalaseñoraleparecepoco!Haremos,pues,queenviudealgúncomandanteparaquetelotraigan.

-Pero,mamita,yonopuedoserfelizconesehombre-dijolaangustiadaniña.

-Sí,pues,comoeresadivina,sabesquenovasaser feliz;quieressabermásque tu madre. Si no lo quieres, lo has de querer después; para eso será tumarido.Yonohedesaliralacalleabuscarconquiéncasarte,nihasdeestartodalavidaviviendoamiscostillas,quealgúnaliviolehandedaraunasushijas.YotampocoqueríaaldifuntoMolinacuandonoscasamos,yhartoqueloquisedespués,ynoquieroquemehablesmásdeesto,yyomandoaquí.

EnvanobuscóEdelmiraelapoyodeAmador,porqueéstesenegóaintercederensufavor.

-Mimadreloquiere-lerespondió-,ynohaysantoquelaapeedeloqueselemeteenlacabeza.Déjatedelesuras,¿quémásquieresqueuncapitán?

LaterquedaddelosdesufamiliahizodenuevopensaraEdelmiraenelúnicososténconquepodíacontar.VolviólavistahaciaRivas.

«Sitodosmeabandonan-pensótomandounapluma-,élmesalvará».

Era presa Edelmira en aquel momento de los agitados vaivenes de ladesesperación; parecíale verse ya conducida al altar por Ricardo, bajo lamiradaimperiosadedoñaBernarda,ydiciendoadiósparasiemprealapazdel

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almayasucastoamoraMartín.Esecuadrohabíasidosupesadilladurantecercadedosmeses,peroahoratomabayalasformasdelarealidad,ynadieseofrecíaparapoderhuirdelosquelaatabanasuhorribledestino.

BajoestasimpresionesescribióaMartín,refiriéndolelasinútilessúplicasquehabíahechoasumadreyasuhermano.Lepintabasudesesperacióncon laelocuenciadelaverdady,recordandosusrepetidasofertasdeservirla,lepedíasuapoyoparaponerenejecuciónunplanquehabía imaginadoyqueeraelúnico que podía salvarla. Su plan se reducía a huir de la casa materna yasilarseen lade la tíadeRenca,quehabíahospedadoasuhermanacuandohabíatenidoqueocultarsusamoresadoñaBernarda.

«Esatía-continuabalacartadeEdelmira-tienegranpoderconmimadre,ylehaprestadomuchosservicios,sobretododedinero,porquetieneenRencaunachacrabastantegrande,asíesquemimadrenolenieganada.HubierapodidopediramitíaquevinieseaSantiago,pero,ademásquenoquierevenirnunca,porqueenviudóaquíyqueríamuchoasumarido,mimadrelehabríahablado,mientras que, viendo la resolución que tomo y el paso que doy, ella medefenderá.Comoesmuchomásjovenquemimadre,sehacriadoconnosotrascomohermana,ynosquieremucho;estoyseguraquemerecibirámuybien».

A estas explicaciones agregaba Edelmira las protestas de una resoluciónirrevocable, y pedía a Martín que le proporcionase un carruaje para el díasiguientealassietedelamañana,horaenque,sopretextodeconfesarse,iríaalaiglesiadeSantaAnaconlacriadadesucasa.

Recibió Martín esta carta al día siguiente de haber escrito a San Luis,hablándoledesusproyectosdeviajealcampoconlafamiliadedonDámaso.Después de suplicar a Edelmira que pesase bien la resolución que leanunciaba,ledecíaensucontestación:

«Siustedpersiste,mañanaelcarruajeestaráprontoalahorayenellugarqueustedme indica. Permítame, entonces, que no la deje a usted abandonada amerceddeuncocheroyque laacompañeacasadesu tía.Seráparamíunafelicidad el prestarle este servicio. Usted puede salir de la iglesia a la horaconvenidaymeencontraráallí;tomeustedparaestolasprecaucionesquecreaconvenientesysobretodonomeprivedelasatisfaccióndeacompañarla».

Edelmira besó esta carta, cuando estuvo sola en la noche, y se guardó decomunicar a nadie sus designios. A fin de hacer con más libertad suspreparativosdeviaje,esperóqueAdelaiday todos losdesucasaestuviesenentregadosalsueño.Enesospreparativos,suprimercuidadofueeldearreglaren un paquete, atado con una cinta, las cartas de Rivas, que formaban sutesoro.

Despuésseacostóameditarensusuerteyesperarlahoradeldíasiguienteen

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quedebíadirigirsealaiglesia.

-XLIX-

AlasseisymediadelamañanadelsiguientedíasalióEdelmiradesucasaconlacriadayllegópocodespuésaSantaAna.

Enlaplazueladeestaiglesiaseveíauncochedeposta,acuyasvarashabíauncaballo que tenía por la rienda un postillónmontado en otro de la conocidarazadeCuyo,aquetambiénpertenecíaeldevaras.

Elpostillón,haciendodecuandoencuandosonarsurebenque,entonabasottovoceunatonadapopularconvoznasalymonótona.

Edelmirasintióuntemblorinvoluntarioalverelcarruajeenquedebíaefectuarsufuga,ysinadvertirlosedetuvounmomentoacontemplarlo.

ParecequeelaspectodeEdelmiraydesucriadadespertóelhumorgalantedelpostillón,queinterrumpiósutonadaparadecirles:

-¿Québuscanesosluceros?Aquímetienenparaservirlas.

-Paquéseapurasinaidelonecesita-lecontestólacriada.

Edelmirasaliódesucontemplaciónconaquellaspalabrasydirigiósuspasoshacialapuertadeltemplo.

-Adiós -exclamó el postillón viéndolas marcharse-, se van y me dejan aobscuras,¡tantorigorcontanbonitosojillos!

-Yél,tanfrescoquelohandever-replicolelacriada,mientrasqueEdelmira,asustadaconaqueldiálogo,apretabaelpaso.

Pocos pasos faltaban a la niña y su criada para llegar a las gradas de losadelantedelfrentedelaiglesia,cuandosepresentóRivas,quesindudadesdealgúnpuntovecinoespiabalallegadadeEdelmira.

Éstasepusolívidaaldivisarletancercaysedetuvoturbada.

Martínaparentó sorpresadeaquel encuentro,paraevitar las sospechasde lacriada,yexclamó:

-¿Ustedporaquí,señorita,aestashoras?

Edelmira respondió con voz balbuciente y apartándose de la criada, a quienparecíannohaberdisgustadolasgalanteríasdelpostillón,haciaelcualvolvíalavistaconfrecuencia.

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-¡Ya ve usted que soy puntual! -dijoMartín a Edelmira en voz baja-. ¿Estáustedresuelta?

Edelmiramirabaasuinterlocutorcomosihubieseolvidadoenaquelinstanteelmiedoqueteníaylospesaresquehabíanenflaquecidosurostro.

-Muyresuelta-lecontestó.

-¿Ymepermiteustedquelaacompañe?

-¿Porquévaustedaincomodarsepormí?-lepreguntóellaconacentotriste.

-Eso corre de mi cuenta -replicó Martín-, y, como le dije en mi carta, noconsentiréendejarlaamerceddelcochero,aquiennoconozco.

EstaobservaciónsobreelcocherohizogranfuerzaenelánimodeEdelmira,asustadayaconlasgalanteríasqueelpostillónacababadedirigirle.

-Además -añadió Rivas-, usted me ha dado derechos de amistad que metomaré ahora la confianza de hacer efectivos; lejos de ser para mí unaincomodidadelacompañarla,esunplacer.

Edelmiraoíaconarrobamientolascariñosaspalabrasdeljoven,enquiencasiúnicamentehabíapensadoduranteelúltimotiempo.

-¿Notieneustedbastanteconfianzaenmí?-preguntóRivas.

-¡Oh!-dijoella-,enustedmásqueennadie.

-Entoncesvoyaesperarlaenelcoche.Comoustedve,puedoperfectamenteestarallísinservisto.

-Yotratarédesalirlomásprontoquepueda-contestólaniñadirigiéndosealaiglesia.

Lacriadanovioaquelmovimientodesuama,porquecontestabaconbizarríaalfuegodeojeadasdelgalantepostillón.

AlverpasaraMartín,siguiónomuycontentaaEdelmira,quehabíaentradoyaalaiglesia.

-Espéreme aquí -le dijo ésta señalándole un punto-, yo voy a buscar alconfesor,luegovuelvo.

Martín,entretanto,habíaentradoalcocheyesperaba.

Edelmira tendió su alfombra delante de un altar y se puso de rodillas enoración.

DespuésdepediralCielo,en fervienteplegaria, suprotecciónysuamparo;

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después de pedirle valor para el paso decisivo que iba a dar, se levantó,recogió laalfombray fueacolocarse juntoaunconfesonario,desdeelcualpodíaveralacriadaquehabíaquedadoesperándola.

Lacriadaseentreteníamirandolossantosde losaltaresyocupada,comoloestágeneralmentelagentedenuestropueblo,ennopensarennada.

Aprovechose entonces Edelmira de la distracción de la criada para dejar elconfesonarioydirigirsealapuertadelaiglesia,observándolasiempre.

Las devotas que principiaban a llegar, vestidas todas de basquiña ymantóncomoEdelmira,favorecieronsusalidaconsumovimientodeidasyvenidasaltravésdeltemplo,quemiranlamayorpartedeellascomosucasa.

Edelmira se halló en la plazuela con el corazón palpitante y el cuerpotembloroso. Como la mirasen con curiosidad los que pasaban y las queentraban a la iglesia, juzgó que eramás prudente obrar con resolución y seencaminódirectamentealcoche.

Abrioselapuertadeéste,subióEdelmirayRivasdijoalpostillón:

-Marcha.

Loscaballos,oyendosonarelrebenque,partieronatrotelargo.

La criada de Edelmira, cansada ya de mirar los altares, miraba en esemomento al lego que andaba encendiendo algunas luces y pensaba que elpostillóneramásbuenmozoqueellego.

Yparecequeelpostillón,quetanprontohabíacautivadolapreferenciadelacriada, ayudadode la instintivamaliciade lagentedenuestropueblo,hacíacaritativas suposiciones sobre la pareja que conducía, porque, improvisandouna variante a una conocida canción, entonaba, acompañándose con elrebenque:

Mevoy,perovoycontigo,

Tellevoenmicorazón;

Siquieresotrolugar,

Aquíenelcochecabimosdos.

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Edelmirahabíaocultadoelrostroentrelasmanosypugnabaporcontenerlossollozosqueseagolpabanasugarganta.

Martín esperó que pasase un tanto aquella explosión de un dolor querespetaba,yhablósólocuandoviomástranquilaasucompañeradeviaje.

-Todavíaestiempodevolver-ledijo-,ordeneusted,Edelmira,yoestoyasudisposición.

-Nocreaustedquemearrepiento-contestólaniña,enjugandolaslágrimasdesusojos-,llorodevermeobligadaasalirdemicasa.

-Si usted tiene confianza en su tía -repuso Martín-, espero que todo searreglarácomoustedlodesea.

-Comoyolodeseo,no-dijoEdelmira,fijandosusojosenRivasconsingularexpresión-;peromelibrarédelcasamiento.

-Lodemáspuedevenirdespués.

-¡Quiénsabe!

Estaexclamacióndedesconsuelofueacompañadadeunsuspiro.

-Demaneraqueustedamaconpasión-dijoRivasvivamenteinteresadoenelamordeEdelmira,alque,comodijimos,hallabaanalogíaconelsuyo.

ElrostrodeEdelmirasecubriódeencarnado.

-¿Noselodijeenmicarta,pues?-contestóbajandolavista.

-¿Ysinesperanza?-preguntóMartín.

Enesemomentoseoíamásacentuadayclaralavozdelpostillón,querepetía,haciendosonarelrebenque:

Siquieresotrolugar,

Aquíenelcochecabimosdos.

Cabimosdos,guayayai...

YsuvozseconfundíaconladelosfrutillerosqueaesashorasentrabanalacapitalavenderlasmuycelebradasfrutillasdeRenca.

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Edelmira yMartín se habían quedado en silencio, oyendo la voz del alegrepostillón.

-¿Seacuerdadehaberoídoesacanción?-preguntólaniña.

-A su hermano, la noche que tuve el gusto de conocer a usted -respondióMartín-;peroAmadornolaengalanabaconeseúltimoverso.

-Vaya,tieneustedmuybuenamemoria.

-¿Queustedhabíaolvidadoestacircunstancia?

-¡Oh!,no,meacuerdomuchodeesanoche.Mástodavía,meacuerdodetodoloquehabléconusted.

-Talvezporqueélnoestaría-dijosonriéndoseMartín.

-¿Quién?

-Eldequeestábamoshablando.

-¡Ah!,no.Entoncesnoqueríaanadie.

Apesardelanaturalidaddeestaexclamación,habíatal tristezaenlavozdeEdelmira,queRivasledijo:

-Hastaahoraustedhatenidoconfianzaenmí,¿searrepienteusteddeello?

-¡Yoarrepentirme!No.

-Ledirijoestapreguntaporquequerríapoderservirlaentodo.

-¿Quémásquierehacerpormí?Bastantesehaincomodadoya.

-Máspodríahacer,talvez,siustedmenombraraalqueama.

-¡No,no-exclamóconvivezalaniña-,nunca!

-¿Creeustedquelehagoestapreguntaporcuriosidad?

-No,pero...

-Vaya,noinsistiré;perocréamequenohasidocuriosidad,sinolaesperanzadepoderservirla.

-Se locreo,Martín.Dispénsemesino lecontesto;peroes imposibleahora-dijoconsentidoacentoEdelmira;yluegoañadió,dandoasuvozesetonodeafabilidadqueempleamosconunapersonaaquientememoshaberofendido-.Selodirédespués,¿no?

-Dígamelosólosicreequepuedeserleútilqueyolosepa.

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-Bueno.

-Peropodemoshablar de él sin nombrarle -repusoMartín, pensandoquenopodríahaberningunaconversaciónmásagradablequeaquéllaparaEdelmira.

-Esosí-contestóellaconunasonrisa.

Hablaron entonces alegremente. Con los recuerdos de su amor, Edelmiraparecía olvidada de la situación en que se hallaba, y pintó con sencillaelocuenciaelnacimientodeesapasión,sinexplicarlascausas,queellamismaignoraba.Martínerabuenjuezparaapreciarelméritodelcuadroquelaniñale trazabayencontrórasgosdeadmirableverdad,quelepusieronfrenteconsusnumerososrecuerdosdesoledadydeamor.

Asíllegaronacasadelatía,que,despuésdeoírlasexplicacionesquelehizoEdelmira,prodigóaMartíndelicadasatenciones.

-Siustedquierehacerpenitencia-ledijo-,quédeseaalmorzarconnosotras.

RivasseprestódebuenaganayalmorzóalegrementeconEdelmiraysutía.Enlosplatosquelepresentaron,enlagrancanastadefrutillasqueesparcíasuaromático olor por toda la pieza, en losmuebles que la adornaban, en todohallóeljovenunaspectoagrestequeensanchósucorazón.Enestadisposicióndeánimoaceptólaofertaquelehizolaviudadeuncaballoensilladoparadarunpaseo,enelqueMartínempleódoshoras,galopandoaveces,deteniéndoseotras paramirar un cercado, cualquier paisaje en el que con la imaginacióncolocabaaLeonor,yél,asuspies,olvidadodelmundo,lehablabadesuamorestrechandosuslindasmanos.

AldespedirseparavolveraSantiago,Edelmiraleacompañóhastaelcoche.

-Mientras usted andaba a caballo, he cumplidomi promesa -le dijo dándoleunacarta-;aquívaelnombrequeustedmepreguntóenelcamino.

Rivastomólacartaysedespidió,sinadvertirlaturbaciónconqueEdelmiraselahabíaentregado.

-No, no la abra hasta que esté lejos -le dijo la niña cuando el coche iba aponerseenmarcha.

Rivaslehizounnuevosaludodedespedidaypartió.

Elpaseoqueacababadehaceracaballoylasatisfaccióndehaberprestadounservicio aEdelmira pusieron aMartín demuybuenhumor.Reclinado en elcoche,quecaminabaconbastanterapidez,seentregódurantelargoratoalasideas que el proyectado viaje al campo con la familia de don Dámaso leofrecía, y sólo pensó en abrir la carta de Edelmira cuando se encontrababastantelejosdelacasaenquelahabíadejado.

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Estacartadecíalosiguiente:

«Martín:

»Yaconoceustedlahistoriademiamor,puesnadaleheocultado,yveráporquénomeatrevíenelcaminoadecirleelnombredelqueamocuandosepaqueeselquehepuestoalprincipiarestacarta.

»EdelmiraMolina».

-¡Yo!-exclamóRivasconadmiración.

Luego, después de leer la carta por segunda vez, dijo con verdaderosentimiento:

-¡PobreEdelmira!

Yaenlorestantedelcaminosólopudopensarenlarevelacióndelpapelquetenía entre las manos, y llegó a Santiago lleno de tristeza por haber sido,aunqueinvoluntariamente,lacausadeladifícilposiciónenqueseencontrabaEdelmira.

DejóelcocheenlaPlazadeArmasyseencaminóapieacasadedonDámasoEncina.

Al tiempode subir a su habitación, sintió la voz deAgustín que le llamabadesdesucuarto.

-Hombre-ledijoconviveza-,¿dedóndevienes?

-HeestadofueradeSantiago,¿porquémelopreguntas?-contestóRivasconinquietud.

Agustíncerró lapuertadesucuarto,quedabaalotropatioquecomunicabacon lashabitaciones interiores, ydespués, acercándoseaMartín, ledijo congranmisterio:

-Voyacontarteloquehapasado.

-L-

Paracomprender loqueAgustíndijoentoncesaRivasdebemosaveriguar loquehabíasucedidodurantelaausenciadeéste.

LacriadaconquienEdelmira llegóen lamañanadeesedíaaSantaAnasehabíaquedadohaciendocomparacionesentreellegoqueprendíalasvelasdeun altar y el galante postillón que tan finos requiebros había dirigido a

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Edelmiraoaella.

La criada se inclinaba a creerque era ella la quehabía cautivadoal galantepostillón,yyadijimosquelehallabamuchomásinteresantequeellegoqueencendíalasluces.

Perocomoapocoratoseretiróéste,lacriadanotuvoyaconquiénestablecercomparaciones,yseentretuvocontandolosaltaresyluegolasvelasquecadauno tenía;ycomoalcabode trescuartosdehoranotóquenohabía rezado,dijoalgunasSalvesyalgunosPadrenuestros.

PasadaunahorasepusoapensarquenopodíasermuypequeñoelnúmerodepecadosdeEdelmira,cuandoempleabatantotiempoenconfesarse,ycansadadepensarenesto,dejódepensarysequedódormida.

Unabeataladespertómediahoradespués,parapreguntarlesihabíapasadoelEvangeliodeunamisaqueseestabadiciendoalasazón.

Lacriadasecontentóconresponder:

-Noloheyvisto,nohapasadoporaquí.

Labeataseretiródiciéndole:«Diosteguarde»,ylacriadadiovariosbostezos.

Cansadade esperar, recorrió todos los confesonarios y después la iglesia entodasdirecciones,mirandoalacaradelasdevotasquelaocultandebajodelmantón.

NohallandoaEdelmiraenlaiglesia,salióalaplazuela.AllívioqueEdelmiranoestabatampoco,ynotóconsentimientolaausenciadelamablepostillón.

Volvióentoncesmásdeprisaaentraralaiglesiayamiraralasdevotas,quelacalificaron de «china curiosa», y salió nuevamente a la plazuela llena deinquietud.

LoprimeroqueseveencualquieraplazueladeSantiagoesalgún individuodel cuerpo de policía. La criada se dirigió a uno que con su pito tocabavariacionesterriblescontraeloídodelostranseúntes.

-¿Quéhorasserán?-lepreguntó.

-Cuándodejarándeserlasdiez,pues-contestóelpolicial.

-¡Las diez, buen dar! -exclamó la criada, echando a andar con gran prisacaminodelacasa.

Eran como las diez y cuarto cuando llegó a ésta, en donde doña Bernardapedíaconexigenciaelalmuerzo.

-¿YEdelmira?-preguntóalverentraralacriada.

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-¿Quenollegó,pues?-dijoésta.

SebuscóenvanoaEdelmiraportodalacasa,ydespuésdeestosereuniólafamilia para averiguar en dónde podría encontrarse. Después de milsuposiciones se esperóunahora; transcurrida esta hora la familia se sentó aalmorzar; y tras el almuerzo se esperaron dos horas más, sin entrar ensospechasdequeEdelmirahubiesepodidofugarse.

Mas como Edelmira no llegaba, doña Bernarda llamó a la criada y le hizoreferirelviajealaiglesia,encuyanarraciónlacriadasemanifestóturbadaalomitir el encuentro de Edelmira conMartín. Esta turbación despertó vagassospechas en el espíritu deAmador, quien las comunicó a sumadre, la quepropuso elmediode las amenazas, y aunde la violencia, para arrancar a lacriadaelsecretodeaquellaausencia,siacasoexistíatalsecreto.

-Estaschinassonhechaspormal-dijosentenciosamentedoñaBernarda-,yasíesprecisotratarlas.

Enconsecuencia,lacriadacompareciódenuevoanteeltribunaldelafamiliayapocoratosehallóenvueltaenlasredesqueconbastantedestrezaletendióAmador.Lasamenazasacabaronestaobra,puesantesdemediahoralacriadahabíareferidotodaslascircunstanciasdelaexcursióndelamañana.

-Madre-dijoAmador,cuandoestuvosolocondoñaBernarda-,noserámuchoqueéstasehayaarrancadoconMartín.

-¡Dios la libre! -contestó apretando los puños la señora-, porque la mandoderechitaalacurrución.

PorestenombredesignabaellalaCasadeCorreccióndeMujeres.

En esas circunstancias llegóRicardoCastaños, el que, impuesto del suceso,fue de opinión de dirigirse a casa de don Dámaso, opinión aceptada porunanimidaddesufragios.

AmadoryRicardollegaronalastresymediadelatardeacasadelhuéspeddeMartín.

ElcriadolesdijoqueRivashabíasalidoantesdelassietedelamañana.

Lahoraerasospechosa,porlocuallosdosmozossemiraron.

-¿Volveremos?-preguntóeloficialdepolicía.

-Mejorseráqueentremosdondeelcaballeroylecontemoslacosa.

Esteparecerprevaleciódespuésdeunligerodebate,enelqueAmadorsostuvosu opinión con la esperanza de molestar a Martín, para vengarse de suparticipaciónenlosasuntosdeAdelaida.

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-Si él no anda en esto -dijo-, ¿qué andaba haciendo tan temprano por laiglesia?¡QuécasualidadtambiénquellegasealmismotiempoqueEdelmira!

EstareflexióndespertóloscelosdeRicardo,que,comosimandasecargarasucompañíacontraelenemigo,dijoconresolución:

-Adelante.

-Métalenomás-lecontestóAmador,tomandoladelantera.

Don Dámaso Encina estaba en su escritorio, leyendo un artículo de unperiódicodeoposición.

Amadoryeloficiallesaludaroncongrancortesía,yelhijodedoñaBernardatomólapalabraparadecirelobjetodeaquellavisita.

-NocreoqueMartínseacapazdetalcosa-dijodonDámasocuandoAmadoranunciósussospechas,alterminarsurelato.

-No lo conoce usted, señor -replicóAmador-, parece que no fuera capaz dequebrarunhuevo,peroestodolocontrario.

DonDámasollamóasuhijoparaaveriguarloquesupiesedelantedelosdosmozos.

Agustínoyólarelacióndelhechoydijo:

-¡Esunaindignidad!Yonolocreo.

-¿YaquéhasalidotantempranoMartín?-replicóAmador.

-Sepuedesalirdebuenahorasinirporestoarobarselasmuchachas-contestóAgustín, aprovechando la ocasión de burlarse del que le había hecho sufrir,pocotiempohacía,lospadecimientosdelfingidocasamiento.

-Novenimosaquíparaqueustedsería-ledijoRicardoCastañosamostazado.

-Digoloquepienso-repusoAgustín-,ysiesciertoqueRivasleshaquitadolaniña,lomejorseráqueustedeslabusquenporotraparte.

Don Dámaso interpuso su autoridad y declaró que siMartín tenía parte enaquellafuga,seharíajusticiaporelhonordelacasa.

ConestoseretiraronAmadoryeloficial.

-Papá,éstosquierensacarleplata-dijoAgustín.

-Sealoquequiera-contestódonDámaso-,elhechoesquenodejandehabermotivos para sospechar deMartín, y si fuese verdad, yo no permitiría quehabitaseenmicasaunjovenquedatanmalejemplo.

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Retirose Agustín, dejando muy satisfecho a su padre de haber manifestadoenterezaenaquelasunto,yentróalcuartodeLeonor.

-Hermanita-ledijo-,¿nosabesloquepasa?

-No.

-Vienen a acusar a Martín de que se ha robado a Edelmira Molina, miexcuñada.

Leonor dejó caer un libro que estaba leyendo y se levantó pálida como uncadáver.

Agustínlerefirióloqueacababadeoírenpresenciadesupadre.

-Ytú,¿quépiensasdeesto?-lepreguntóLeonor,conafanosainquietud.

-Afemía,nosédemasiadoquépensar-respondióAgustín,que,comohemosvisto,creíahubieseamoresentreMartínyEdelmira.

Leonorsintióunviolentodeseodellorar,perotuvofuerzasparadominarse.

-PeroMartínme ha negado siempre que tenga amores con esamuchacha -exclamódandounfuerteacentodedesprecioalapalabraquesubrayamos.

-Qué quieres,mi bella, cada uno tiene sus pequeños secretos en este bajomundo.

-Ésa es una hipocresía imperdonable -volvió a exclamar Leonor, con malreprimidacólera.

-Hipocresía, hermanita, tanto que tú quieras; pero es preciso pensar que elpobremuchachoeshombre,despuésdetodo.

-¿Yporquéniegaentonceslosamoresquetiene?

-¿Por qué? ¡El bello asunto! No todas las verdades son para dichas, bellahermanita.

LeonorsedejócaersobreelsofáenquelahabíaencontradoAgustín.

-Observo-añadióéste-quenoeresindulgenteconesepobreMartín,quenosharendidobuenosservicios.Esonoesbueno,hermanita;asínosepodráhacerunproverbioqueseríabonito:«Elcorazóndelamujerestodogenerosidad».

-¡Yquédigoyo!-exclamóLeonorimpaciente.

-Nosé,peroveoquetratasesteasuntotanseriosamente...

-Teequivocas,Agustín-repusolaniña,conserenidadbienfingida-.¡Quémeimportaamítodoesto!Esosserviciosdequehablastúsonlosquemehacen

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sentirloquepasa,porquepapáymamánopuedenmirarestoconindiferencia.

-¡Ah!,asímegustaoírte,hablascomounlibro.Teibaacastigarfumandoaquíunprensado,peroteperdono.

Y salióAgustín del cuarto de Leonor, encendiendo un gran cigarro puro alentrarensuhabitación.

Pocos momentos después llegó Rivas, a quien Agustín llamó como vimosantes.

-Voyacontarteloquehapasado-lehabíadicho,despuésdecerrarconairedemisteriolasdospuertasdesuhabitación.

-Aver-dijoRivassentándose.

-AmadoryelamorosodeEdelmiravienendesalirdecasa.

-¿Sí?-preguntóMartín,cambiandoligeramentedecolor.

-Hanvenidoaquejarseapapádequetúleshasrobadolaniña.

-¡Miserables!-exclamóRivasentredientes.

-Lomismohedichoyo.Esprecisoconfesarquelaquejaesplaisante.Perotehedefendidoconcalor,poreseladonoteinquietes,yteaseguroquesefueronfuriosos.Loquerestaquehaceresquitartodasospechaapapá.

-¿Yparaqué?-preguntóMartínconsangrefría.

Agustínlemiróabismado.

-Porejemplo-exclamó-,esunpocofuerteloquedices.

-Noveoporqué.

-¿Novesporqué?¡Cáspita!Nobastaquenoseacierto,esprecisoquepapáseconvenzadetuinocencia.

-Hayuninconvenienteparaquecrealoquedices.

-¿Quéinconveniente?

-QueloquediceAmadoresciertoamedias.

-¡Cierto!¡TehasllevadoaEdelmira!

-Laheacompañado.

-¿Adónde?

-ARenca.

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Agustínselevantó,púsoseelsombrero,yhaciendoaRivasunsaludo:

-Meinclinoantetutalento-ledijo-.¡MiraquesiyohubiesehechootrotantoconAdelaida,nosehabríanreídodemí!Eresunhombredefuerza,amigo;meinclino,eresmimaestro.

-¿Porqué?-lepreguntóMartín,riéndosedelacómicagravedaddesuamigo.

-¡Cómo!¿Teparecepocorobarseunachicagentilcomounaflor?Eresdifícil,amigomío,ymuymodesto.

-Yonolaherobado,laheacompañado.

-LomismodaChanaqueJuana,sueledecirpapá.

-Nomecomprendes-replicóMartín.

-Demasiadotecomprendo,alcontrario,¡felizmortal!

ExplicóRivas entonces todos los antecedentes, pero sin hablar del amor deEdelmira.

Agustínencendiósucigarro,quesehabíaapagado.

-Lacosacambiadeaspecto-dijo-.Esdecir,quetehassacrificadoalaamistad.

-Noveoenquéconsisteelsacrificio.

-Vaya, las mujeres que pretenden ser tan maliciosas se equivocan también.FigúratequeLeonorsepusofuriosa.

-¡Ah!-dijoRivasturbado-,¿losabetambién?

-Todo,ycreeloqueyocreía,aunquetratédedisculparte.

Enestemomentollamaronacomer.

-¿Perovasanegarlotodoapapá?-ledijoAgustín.

-Nohecometidoningúncrimenparaocultarmisacciones-contestóRivascondignidad.

-Libreatidehacerloqueteplazca-díjoleAgustín,abriendolapuerta-,yotedigomiopinión.

Caminaronhaciaelcomedor.

Agustínibainquieto,porqueteníaporRivasunverdaderocariño.

Rivascaminaba resuelto,aunquepalpitándoleconviolenciaelcorazón; todosutemoreraeldespreciodeLeonor.

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Cuandoentraron,lafamiliasehallabasentadaalamesa.

-LI-

Reinabaenelcomedorungransilenciocuandolosdosjóvenessesentaron.

Don Dámaso saboreaba la sopa con un aire de gravedad afectado, y doñaEngraciapartíaunpedazodecocidoparaDiamela.

Leonorfijabalavistaenunadelasventanasdelapieza,delaquependíaunavastacortinaderepssobreotrablancadefinísimotejido.

Martínbuscóenvanoesamirada,ycreyóleersusentenciaenlafrentedelaniña,queselevantabaconsingularaltanería.

Sinembargo,aquelsilencioerademasiadoembarazosoparaquepudiesedurarmuchotiempo,ynecesariamentedebíainterrumpirloelmásdébildecarácter.

Don Dámaso dejó, poco a poco, la gravedad con que había contestado alsaludodeRivas,ysedecidióalfinadirigirlelapalabra,yaquenadierompíaunsilencioqueleincomodaba.

-¿Haestadousteddepaseo?-lepreguntó.

-Sí,señor-contestóMartín.

NingunaotrapreguntaseleocurrióadonDámaso,yvolvióelsilencio.PeroAgustínnoeradelosquepodíanestarsecalladosmuchorato,yleparecióquedebíaseguirelejemplodesupadre.

-Aquínohaylugaresapropósitoparapartidasdecampaña,comoenParís-dijo.

Y se engolfó en una descripción del lago de Enghien, del parque de Saint-Cloud y de varios puntos de los alrededores de París. Como los demás seencontraban poco dispuestos a interrumpirle, pudo continuar su disertacióndurantecasitodalacomida,lanzandounnutridofuegodegalicismosyfrasesafrancesadas,conlasquecreíadarelcoloridolocalasudescripción.

-Allísíquepuedeunodivertirse-exclamóconentusiasmoal terminar-,ynoaquí,dondelosenvironesdeSantiagosontanfeos,sinparques,sincastillosysinnada.

La comida concluyó sin que Leonor hubiese parecido notar la presencia deMartínenlamesa.

Alsalir,doñaEngraciadijoasumarido:

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-Espero,pues,hijo,quehablesconMartín,porqueestonopuedequedarseasí.

-Haytiempo,hablaréestanoche-contestódonDámaso,que,teniendograndesmiramientospor sudigestión, seprevalíade estepretextoparano tenerunaseriaexplicaciónconRivasacercadelasuntodeEdelmira.

-Bueno, pues, pero no dejes de hacerlo; esta casa no es para escándalos -repusodoñaEngracia,dandounapretónaDiamela,comoparahacerlatestigodesurecato.

Laperritacontestóconungruñido,yseretirarondelaantesalaaquehabíanllegado.

TrasdesuspadresveníanLeonoryAgustín.Rivassalióelúltimodelcomedoryseretiróprontoasuhabitación.

-¿SabesquehayalgodeciertoenlodeMartín?-dijoAgustínaLeonorcuandoestuvieronsolos.

-¿Quiéntelohadicho?-preguntólaniña,queinteriormenteselisonjeabaconqueMartíndesbarataríalasacusacionesquepesabansobreél.

-ElmismoMartín-contestóelelegante.

-¡No ves! ¡Ni se atreve a negarlo! -exclamó Leonor, con una expresión deenconoqueporsísolaparecíahablardevenganza.

-Perolohahechodepurobueno.

-¿Sí,no?-dijolaniñaconsardónicasonrisa.

-Figúratequelaviejaqueríacasaraesapobreniñacontrasuvoluntad.

-YMartín,depurobueno,comotúdices,sedeclarósudefensor,¿noesesto?Muymalinventadamepareceladisculpa;yapasóeltiempodedonQuijote.

-¡Peste, hermanita! -exclamó Agustín, que había heredado de su padre lafacilidadparacambiardeopiniónencualquierasunto-,¿sabesquemedasquépensar?Bienpuedestenerrazón.

-¡Ytúlehabíascreído!-añadióLeonorconexpresiónderabiamalcontenida-.¡Vaya!, tienesuna facilidadadmirableparacreerlo todo.Aver, ¿quéhabríashechotúensulugar?Habríasconfesadounafalta;porqueésaesunafaltamuygrande,¡quéimportaquelamuchachaseapobre,cuandoesvirtuosa!

-TodoloquedicesmepareceverdaderocomoelEvangelio,mibella,yyonosoymás que un inocente;Martínme ha hecho comulgar con una rueda demolino.

-Ymuygrande.

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-Enorme,¡yyoquemelatraguésinhacerunsologesto!

AgustínseretiródandoexclamacionesyLeonorentróasucuarto.Noqueríaconfesarse que estaba furiosa, y para distraerse se puso a probarse unsombreroquehabía compradopara el campo.Mientras semiraba al espejo,dos grandes lágrimas corrían por sus frescas mejillas encendidas por eldespecho.

En lanoche,viendodonDámasoqueMartínnoasistía al salón, e instigadoporsumujer,lemandóllamar,ymientrastodosconversabanenesapieza,sequedóconRivasenlaantesala.

Al ver los semblantes de ambos, se hubiera creído que don Dámaso era elacusado, tal era ladificultadqueparecía tenerparadarprincipio al diálogo.Martín,sereno,sinafectación,esperabaquedonDámasorompieseelsilencio.Viendo,alcabodealgúnintervalo,queesperabaenvano,yquedonDámasobuscabamilmanerasdedisimularsuturbación,sedecidióasacarledeaquelapuro.

-Hehablado,señor,conAgustín-ledijo-,yséporéllaacusaciónquemehanhechoanteusted.

-¡Ah,ah!,yasabeusted,pues,hombre,mealegro; figúreseustedquesemepresentanesosdosmozosymedicenloqueustedsabrá;porsupuestoqueyonohecreídoentalcosa,peroaquílaseñora...

-Antes que usted prosiga, señor -díjoleMartín en una pausa en que parecíabuscar alguna palabra-, debo decirle que esa acusación no es del todoinfundada.

-¿Cómodice?-preguntódonDámaso,creyendoquehabíaoídomal.

-Digo,señor,quelaacusaciónqueustedhaoídocontramínoesenteramenteinfundada. Tiene algo de cierto, aunque es natural que mis acusadores seequivoquenenmucho.

-Medejaustedperplejo-ledijodonDámaso.

MartínlerefiriólomismoqueantesdecomerhabíacontadoaAgustín.

-Pormi parte -repuso donDámaso-, bien se figurará usted que le disculpo;peroyaveustedloqueesunacasadondehayfamilia.Aquílaseñoraestanrígida,hombre,detodoseescandaliza;yono,ysobretodo...

-Mucho leagradezco,señor,su indulgencia -contestóMartín-;miconcienciaestátantranquilaquecasinolanecesito.Porlopocoqueustedmedice,creoentender que la señora está alarmada, y no seré yo, que tantas atenciones yfavoresdeboausted,elquedestruyalatranquilidaddesufamilia;comprendo

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lo que debo hacer, y mañana me permitirá usted dejar su casa para que elánimodelaseñorapuedatranquilizarse.

-¡Hombre,nosetratadeeso!-exclamódonDámaso-.Peroustedcomprendemiembarazo,¿no?Laseñoradiráquenoescierto,yluego...

-Jamáshedadomotivoparaquesepongaendudamiveracidad-dijoeljovencondignidad.

-Porsupuesto,ynadieduda...mas...hombre,yaconoceustedalaseñoray...

Martíninsistióenloquehabíadicho,ydonDámasoseenredóensuspropiasdisculpas,sindecirnadadedecisivo.

«Siseva,meharámuchafalta»,pensabamientrasMartíndejabasuasientoyentraba en el salón, donde se encontraba reunida la tertulia ordinaria de lacasa.

LeonorconversabaconMatilde,queveníadesdepocotiempoacasadesutío,despuésquesehabíarotosumatrimonio.

Cuando Rivas entró en el salón, se notaba en su fisonomía muy diversaexpresiónde laqueordinariamente teníaenpresenciadeLeonor.Elaspectodel joven indicaba una resolución firme e invariable, porque sin vacilar niturbarsesedirigióallugarqueocupabanlasdosniñas,ysumiradaeraseguracomosuademán.

Leonorsepusomuypálidaalverleacercarseconeseairederesoluciónyledirigióunamiradaglacial.

PeroesamiradanointimidóaRivas,queparecíadominadoporunaideafija.

Esaideaseencerrabaenunareflexiónque,alsepararsededonDámaso,habíaformulado interiormente así: «Si ella no me cree, qué haremos; pero yo lehablaré».

Con tan firme designio se sentó al lado de Leonor, haciéndolo, empero, demaneraquelosdemásnoviesennadadepremeditadoenaquelpaso.

Leonorvolviólacabezahaciasuprimaconinsultanteafectación;peroMartínnosedesalentóconesto.

-Señorita-ledijoconseguravoz-,deseohablarconusted.

-¡Conmigo!-exclamóLeonor,encuyoacentosenotó,peroapenas,unligerotemblor-. ¿No habló usted ya con mi papá? -añadió, dando a su rostro lamajestuosaarroganciaquetantointimidabaaMartín.

-Porlomismoquehehabladoconél-replicóéste-,deseoahoraqueustedme

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hagaelfavordeoírme.

-De veras que el tono en que usted me habla me asusta -díjole la joven,aparentandounaadmiraciónllenadeindiferenciaalaparquededesprecio.

-Tal vez estoy afectado, dispénseme usted; lo que me sucede ahora es tantrascendentalparamiporvenir,quenoesextrañomeimpresione.

-¿Qué le sucede? -preguntó Leonor, con una sonrisa que contrastaba con laseriedaddeljoven.

-Ustedlosabe,señorita.

-¡Ah,lodelaseñoritaEdelmira!Nolohecreído.

-Agustíndebehaberledicholaverdadquemeoyóhacepoco.

-Sí,Agustínmerefirióalgodeunservicioqueustedhabíaqueridohaceraesaseñorita.Unamaladisculpa,¡invencióndeAgustín,alcabo!

-Señorita,esoqueustedllamadisculpaeslaverdad.

-¿Deveras?Dispénseme,creíaqueeraunahistoriainventadaporAgustínparahacermereír.

-¿Creeustedentoncesquenohayahombrecapazdehacerunserviciocomoése?

-Detodosmodos,yahayuno,yéseesusted,porqueahoraqueustedlodice,debocreerlo.

-Mehablaustedconuntonoquedesmientesuspalabras.

-¿Cree usted que me estoy tomando el trabajo de fingir? -le dijo Leonor,levantandoconorgullosubellísimafrente.

-No creo que usted tenga necesidad de tomarse ése ni ningún otro trabajoconmigo -contestole Rivas con entera dignidad-, pero querría divisar másseriedadensuspalabras,porqueapreciosujuicioylaopiniónqueustedpuedatenerdemí.

-Teniendoentalapreciomiopinión,debióustedhabermeconsultadoparasuraptoosufuga,llámeloustedcomoquiera,yyotalvezhabríaingeniadounplanmenosfácildeadivinarqueelsuyo.

Había tanto sarcasmo en la voz de Leonor, que Martín sintió los coloressubírselealasmejillas.

-Usted es cruel conmigo, señorita -le dijo con cierta aspereza-, me humillademasiado. Si, como su mamá, cree usted que haciendo un servicio, que

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volveríaahacersi fuerepreciso,he faltadoa losmiramientosquedeboa lafamilia,yaquevengoajustificarme,podíaustedemplearmásindulgencia.

EstaspalabrasprodujeronalgunaimpresiónenelánimodeLeonor,quehabíacontadoconqueRivassedefenderíapormediodetrivialesdescargos.

Eljovencontinuó:

-Su mamá se ha limitado a darme a entender, por medio del señor donDámaso, que debo salir de su casa. Cierto que no necesitaba de estainsinuaciónparahacerlo;mehabríabastadohaber incurridoeneldesagradode usted.Mas, comomi resolución está hecha ya sobre esto, no he queridoalejarmesinreferiraustedlaverdaddelhechoyjustificarmeensuopinión.Ahoraustedmerecibeconsarcasmos.¿Porquénomedejaustedllevarlaideaquesiemprehetenidodesucorazón?Meserámásconsoladorrecordarlaconagradecimientoqueconpesar,porquede todosmodos tendréque recordarlasiempre.

Leonorlemiróconmovida;lamelancólicavozdeljovenlaimpresionabaasupesar.

-Mi papá se habrá explicado mal -le dijo con voz en que se traslucía mástimidezqueorgullo.

-No sé, ni lo averiguaré ya -repuso Martín-. Mi deseo principal es eljustificarmealosojosdeusted.

-Hahechoustedmuybien-ledijoella-,esaniñaerasuamadayfuemuyjustoqueustedlasirviese.

NopudosaberMartín si esaspalabraseranonosinceras,yvioqueLeonorparecíadarconellasporterminadalaconversación.

-Talvezalgúndía-ledijo-eltiempomejustifique.

-Y lo que deja usted al tiempo, ¿no puede hacerlo usted hoy mismo? -preguntoleLeonormirándolefijamente.

-Nopuedo,señorita,tengounsecretoajenoquerespetar.

Todas sus sospechas acudieron entonces al espíritu de la niña, y creyó queaquéllaerasólounafarsabienrepresentadaporMartín.

-Secreto siempre de la amiga, ¿no es esto? Qué hacer, esperaremos lajustificacióndeltiempo.

Habíavueltoelsarcasmoasuvoz,yelorgullobrillabaensumirada.

-Yomelisonjeabaconlaideadequeustedmecreeríabajomipalabra-ledijo.

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-Asíloharé-contestóellasecamente.

«¿Cómoinsistir?¡Ellamedesprecia!»,fueloquepensóMartínaloíraquellarespuesta.

Además, Leonor, como para cortar la conversación, dirigió la palabra aMatilde,queenaquelmomentohablabaconAgustín.

HubieraqueridoarrojarsealospiesdeLeonoryexpirarallí,pidiendoalcieloquelejustificasesinnecesidaddetenerquemancharsuhonor,sirviéndosedelascartasdeEdelmira,quepodíansalvarleenparte.

Entretanto,LeonorseguíahablandoconMatilde,yRivastuvoquedecidirseadejarsuasiento.

Saliódelsalón,yalencontrarsesoloensucuartosedejócaersobreunasillallorando como un niño. Al cabo de un cuarto de hora recordó la carta deEdelmira,quesacódelbolsillo.

-¡Pobre niña! -dijo, volviendo a la comparación que siempre hacía entre susuerteyladeella.

AlmismotiemporecordótambiénquepocoanteshabíapensadoquelascartasdeEdelmirapodríandesvanecer lassospechasdeLeonor,ysacándolas todasdeuncajóndelamesaenquesehabíaapoyado,lasquemóalaluzdelavela,juntoconlaquehabíarecibidoaqueldía.

Al verlas consumirse sintió una dulce satisfacción en su pecho, diciéndose:«Asímehallarélibredetentaciones».

Y fijó la vista en la luz con la expresión de un hombre cuyo cerebro estáturbadoporunodeesosgolpesmoralesqueparalizanhastaelllanto,quitandocasideltodolaconcienciadeloquesepadece.

LanocheaquellafueparaMartínunanochedemartirio.Paradistraersupesarempleó algún tiempo en el arreglo de su equipaje, que, no siendo muyvoluminoso,estuvoluegopreparadoparalamarcha.Concluidoslosaprestos,pasóun largo ratoapoyada la frenteen losvidriosdeunaventanaquedabasobre el patio. Desde allí, ya que con la vista no podía divisar a Leonor,recorrió con la memoria los incidentes de su vida desde que, pobre, perodescuidadoyllenodeesperanzas,habíaatravesadoaquelpatio.Enesaelegíaquecasitodoshemosentonadoalasesperanzasperdidas,sedespidióRivasdelosdorados sueños conque el amor regala los años floridosde la juventud;pero, dotado por la naturaleza de sólida energía, lejos de abatirse con laperspectivadesu tristeporvenir,encontróensupropiosufrimiento la fuerzaqueamuchoslesfaltaenestoscasos.Pensóensumadreyensuhermana,yrecordó que les debía la consagración de sus fuerzas. Fortalecido con este

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recuerdo, se sentóa lamesayescribióadonDámasounacartadándole lasgracias por la generosidad con que le había hospedado, y otra aRafael SanLuis,enlaquelerefirióloacaecidoysudeterminacióndeirsealladodesufamiliahastaqueseabrieranuevamenteelInstitutoNacional,dondevendríaacontinuarsusestudiosalañosiguiente.

DespuésdeescribirestascartaslequedabaaúnquecontestarladeEdelmira.Largo rato reflexionó sobreestacontestación,porque sibien leparecíadurodecirlelaverdad,larectituddesualmalemandabanofomentarunapasiónalaquenopodíacorresponder.Porfin triunfóesamismarectitudyescribióaEdelmira,participándoleelestadodesucorazóndesdesullegadaaSantiago.AunqueenesacartanonombrabaaLeonor,esenombrepodíaadivinarseencada una de sus páginas. Terminaba Rivas su carta a Edelmira sin hacer lamenor alusión a los sucesos de aquel día, participándola su proyecto deausentarsepordosmesesdelacapital.

A las seis de lamañanadel día siguiente transportóMartín su equipaje a laposadaenquealllegaraSantiagosehabíahospedado.

En seguida encargó al criado de donDámaso la remisión de las cartas quedurantelanochehabíaescrito,remunerándolecongenerosidadacostadesuseconomías,paraasegurarsesupuntualidad.

Buscódespuésyencontróluegounbirlocho,queyateníaocupadounasiento,yalasdiezdelamañanasepusoenmarchaparaValparaíso.

-LII-

A principios de enero del año siguiente, la familia de don Dámaso seencontrabaenlahaciendadeéste.

Como estaba convenido, Matilde había formado parte de la comitiva yocupaba con Leonor un cuarto cuyas ventanas daban sobre el huerto de lacasa.

Agustínysupadresalíandiariamenteacaballoporlamañanaysereuníanconla familia a la hora de almorzar, después de lo cual se tocaba el piano, yAgustín,noencontrandonadamejorenqueocupareltiempo,hacíalacorteasuprima.

Doña Engracia veía con satisfacción las atenciones que su hijo dirigía aMatilde, a quien todos en la casa profesaban un verdadero cariño, y con nomenossatisfacciónasegurabalaseñoraqueeltemperamentodelcampohabíasentadomuybienaDiamela.

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Inquietábanla sí, no poco, los ataques a que en esa vida de campo estabaexpuesta la virtud de Diamela, con las grandes cuadrillas de galanes querodeabanacadaunode losvaquerosque llegabande loscerrosa saludaralpatrón.

Don Dámaso, por su parte, leía los periódicos que llegaban de Santiago,inclinándoseyaalministerio,yaalaoposición,segúnlaimpresiónquecadaartículo le producía, y al despachar su correspondencia hacía continuosrecuerdos de Martín, que con tanta expedición sabía interpretar suspensamientosyahorrarleestetrabajo.

Lasoledadymonotoníadeaquellavidadecampo,enlaquetranscurríanlassemanas sin incidente alguno digno de apuntarse, había obrado de diversomodo en el alma de las dos primas, que, aunque viviendo en la mayorintimidad,guardabancadacualsussecretospensamientos.

Matildehabíalloradosudesengaño,comohemosvistoya,peroesedesengañohabíadestruidosuaprecioaRafaelSanLuisy,conlafaltadeestimación,elamorsehabíaapagadoensupecho.

El tiempo y la ausencia de los lugares que habían presenciado su felicidadcicatrizaronpocoapocolaheridadesualma,dejándolesóloesamelancolíaqueprecedealcompletoconsuelodelospesares.Entalestado,lasatencionesdeAgustín,aquienabonabansujuventud,sualegríaysuelegancia,hicieronqueMatildeolvidaseprimerosusantiguosamores, seconsolasedespuésdelviolentogolpequealaspuertasdelafelicidadlahabíaarrojadoaladesdicha,y concluyese, por último, por cobrar gusto y afición a las animadasconversacionesconquesuprimolaentretenía.

ElestadodeánimodeLeonoreracompletamentedistinto.Laquealprincipioparecía certidumbre acerca de la existencia de amores entre Martín yEdelmira,transformosepocoapocoendudaconelcontinuomeditaraquelasoledad la condenaba.Volvieronentonces a lamemoria los recuerdosde laspasadasconversaciones,de lasmiradasconqueMartín ledecía suamor,yaquedepalabranohabíaosadohacerlo,yestosrecuerdosdieronverosimilitudalosdescargosconqueeljovenhabíaexplicadosuconducta.Ingeniosocomoessiempreelespírituenbuscarrazonesenapoyodeloqueelcorazóndesea,el de Leonor apeló a la franqueza con que Rivas había confesado suparticipaciónenlafugadeEdelmira,paraconcluirdeallíenfavordesucausa,alegando que el que ha delinquido se parapeta para mayor seguridad en lacompletanegativa.Deestasreflexionesnació,comoeralógico,enLeonorelsentimiento de haberle tratado con tanta aspereza y contestado con amargossarcasmos a la sinceridad de Martín. En la distancia todas estas ideasrevistieron lamemoria del joven con ventajosos colores, demodo que pocoantesdel regresode la familiaaSantiago,que tuvo lugara finesde febrero,

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Martín, sindefenderse,habíavueltoaconquistar supuestoenelcorazóndeLeonor, con la ventaja para él de que la niña acusaba entonces de necio alorgullo con que siempre había hecho helarse en los labios de Martín laspalabrasdeamorqueparecíanpróximasadesprendersedeellos.

Víctimas de esta gradual reacción en favor de Rivas fueron varios de losgalanes de Leonor, inclusos Emilio Mendoza y Clemente Valencia, que enaquellaépocallegarondevisitaalahaciendadedonDámaso.Hubiérasedichoque Leonor ponía empeño en conservar al amante ausente una escrupulosafidelidad, que se alarmaba con declaraciones que antes recibía con risadesdeñosa, porque huía con esmero las ocasiones de encontrarse sola concualquieradeesosjóvenes,yconfrecuencia,cuandolaalegríaylaconfianzareinabanenelsalón,ella,retiradabajolosárbolesdelhuerto,recorríaconlamemoria losdíaspasadosenSantiago,ycreía sentirpresentimientosdequelasescenasdeentoncesserenovarían.

Poraqueltiempo,RafaelSanLuisescribíaaMartín:

«Queridoamigo:

»Despuésdedosmesesdesoledadysilencio,demeditaciónylágrimas,soylomismo que antes: amo como siempre. He pedido al cielo que borre de mipecho este amor; a las místicas contemplaciones, su olvido; a los bellosejemplosdevirtudquehepresenciado,lafuerzadealmaquemataalcorazón;nadahatenidolavirtudquelafábuladabaalasaguasdelLeteo;nohepodidoolvidar. No diré como los fatalistas: ‘Así estaba escrito’, pero siempre mepreguntaré con el alma sobrecogida de terror: ‘¿Es un castigo de Dios?’.Porquellevoenmimemoria,comoelciliciodelospenitentes,elrecuerdodelosdíasdedichadesvanecidaya todashorassuimagen,enamoradaavecespara mi martirio, y repitiéndome en otras las crueles palabras con que mecondenabaensucarta.Enesteestado,¿quéhacer?

»La soledad del claustro, lejos de calmar el ardor demi pecho, le ha dadopábulo; ni la oración ni el estudio han tenido para mí el bálsamo con queconsuelan los pesares de otros; en esta atmósfera de hielo arde siempre concalormifrente;esteairenobastaalaansiedaddemipecho,ymijuventudyeldolorporfiadodemialmamepidenmásespacio,másluz,másaire,otravida,en fin, que agotando las fuerzas del cuerpo acabe también con la tesoneravigilanciademiespíritu.

»Asícomoalentraraquínoquiseformarningunaresoluciónviolenta,asínohe querido tampoco dejarme llevar del estado moral que te describo paraabandonarmi retiro.Pienso ahora comopensaba al cabo sólodeunmesdereclusión,y sólodespuésdeeste segundomesdepruebahedeterminadoyavolveralladodemipobretía,que,conlamejorbuenafedelmundo,mecreía

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yalanzadoenelcaminodelareligión.

»Saldré,pues,mañanadeaquíymeocuparécomopueda.Hayporahoraciertaocupaciónqueseavienemejorconmicarácteryquetalvezserámáseficazparamitigarlaintensidaddemimal.Cuandovolvamosareunirnos,acasotútambiénbusquesenellaunalivioatuspesaresquesupongoteafligen.Vente,pues, y tal vezme sigas en la vía en que voy a lanzarme; si como antes lohacíamos,nosembramosesperanzasenelcampodelporvenir, troncharemosparaconsuelolasfloressecasquenoshadejadoesasemilla.Paramíelsoldela felicidad principió a brillar con demasiado fulgor y agostó esas pobresflores; pero no olvides que no siempre debemos llorar; yo te mostraré unaempresaalaquepodemosconsagrarelvigordenuestrasalmas.

»RafaelSanLuis».

Casialmismotiempoqueestacarta,habíallegadoamanosdeRivasotradeEdelmiraMolina,quedecíalosiguiente:

«Queridoamigo:

»No le ocultaré el pesar queme causó la carta en que ustedme decía queamaba a otra sin nombrármela.Cualquiera que sea, le aseguro que ruego alcieloporquelepagueconelamorqueustedmerece;yaunquehelloradomidesgracia, no me quejo, porque le debo a usted demasiado para que puedatenerenmiraotracosaquesufelicidad.LoquetambiénpidoaDiosesquemeproporcione algún día la ocasión de probarle el desinterés de mi afecto, ypoderhacerlealgúnservicioencambiodelosqueustedmehahechocontantadelicadeza.

»Le escribo ésta desde la casa demi tía, en donde ustedme dejó, y voy acontarlecómoesquenohevueltoa lademimamita.Dosdíasdespuésqueustedmetrajo,llegóAmadorabuscarme,peroseopusomitíaaquemefuese,yescribióamimamitadiciendoquesólovolveríayocuandoellaprometiesequemedejaríaen libertaddecasarmeono, segúnyoquisiese,yaunquemimamita lehacontestadoqueseharácomolopidemi tía,éstamehadejadoaquíparaquelaacompañealgúntiempomás.

»Medespidodeseándole lamáscompletafelicidadydiciéndolequesiempretendráunaamigareconocidaensuafectísima

»EdelmiraMolina».

Estas dos cartas, y las explicaciones que las preceden, bastan para dar aconocerlasituacióndelosprincipalespersonajesdeestahistoriaenlaépocadelregresodeMartínRivasalacapital,aprincipiosdemarzode1851.

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-LIII-

La narración de los sucesos acaecidos en la vida privada nos ha tenidoapartados durante largo espacio de tiempo de la escena pública, cuyaanimaciónrecuerdantodavíalosquehabitabanenlacapitaldeChileafinesde1850yaprincipiosde1851.

Ligeramentebosquejamosenlosprimeroscapítuloselespíritupolíticoqueporentonces traía divididas a todas las clases sociales de la familia chilena, yespecialmente a los habitantes de Santiago, foco de la activa propagandaliberalqueprincipióalevantarsuvozenlaSociedaddelaIgualdad.

Sinavanzarnoseneldominiodelahistoria,debemosdarunarápidaojeadaalasituaciónpolíticaenquesepreparabaungrandeacontecimientopúblico,degrantrascendenciaparaalgunosdelospersonajesdequenoshemosocupado.

La efervescencia de los ánimos, mantenida por las lides sangrientas que laprensadeambospartidoshacíapresenciaralpúblico,llegóasucolmoconlanoticia del motín popular que estalló en la capital de Aconcagua el 5 denoviembre de 1850. Temblaron los espíritus previsores con los que debíanconsiderar como el precursor de nuevos y más sangrientos disturbios,apercibiéronse para la lucha los exaltados, y aumentó su vigilancia elGobiernoconaqueltansignificativoaviso.Desdeentoncescreciótambiénelfurorde laprensa, alimentando laencarnizadaenemigade losbandos,y losrencoresdepartidoecharonenlospechoslasprofundasraícesqueretoñan,alpresente,diezañosdespués,conelvigordelosprimerosdíasdelalucha.Laprensa liberal, defendiendo el derechode insurrección, y la vozpública querecoge las opiniones aisladas, condensándolas enuna sola que tienemuchasveceseldondelaprofecía,habíanarrojadoenlosespírituslacreenciadequeel movimiento de San Felipe tendría en Santiago una terrible repercusión.Hablábase, ya en febrero, de la proximidad de una revolución en la que secontabacomobeligerantescontralaautoridadacasitodaslasfuerzasdelíneaqueguarnecíanentonceslacapital;contábaseconmasasinmensasdepuebloqueacudiríanalaprimeravozdeciertosjefes,yesperábasealmismotiempoque la fuerza cívica fraternizaría, según la expresión de entonces, con sushermanosdelpuebloenlacruzadacontraelpoder.

Talera,enresumen,lasituacióndeSantiagoaprincipiosdemarzode1851,cuandoMartínRivasllegabaalaposadadequedosmesesanteshabíasalidoparasuviajeaCoquimbo.

Vistiose a la ligera, y saliendo de la posada tomó el camino de la casa deRafaelSanLuis.Uncuartodehoradespués,losdosamigossedabanunlargo

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y cariñoso abrazo. Al sentarse buscó cada cual en la fisonomía del otro elrastroquesuponíandebíahaberdejadoeldolorduranteeltiempoquehabíanestadoseparados.

San Luis halló en el rostro deMartín la expresión juvenil y reflexiva a untiempoquesiemprelehabíaconocido;lamismapurezadelcolortrigueñoquerealzabalaprofundapenetracióndesumirada,lamismanoblezaenlafrente;eraimposibleleerenaquelrostroserenolarevelacióndeningúnsecretopesar.

Rivas, por su parte, halló que la mirada de Rafael, sus pálidas mejillas, lacontracción de las cejas, algo de indefinible en la expresión del conjunto,hablabande loscombatesdelcorazónenqueaquel jovenhabíavivido tantotiempo.

Enambos,aquellainvoluntariainspecciónduróuncortomomento.

-Enfin,¿cómotehaido?-preguntóRafaelconcariño.

-Telopuedesfigurar-contestóRivas-;pasadoelplacerdeabrazaramimadreyamihermana,todolodemásfuetristeza.

-¿Nolahasolvidado?

-¡Niuninstante!

-Pobre Martín -dijo San Luis tomándole las manos-, ¿recuerdas mispronósticoscuandoreciénnosconocimos?

-Mucho,peroentoncesyaeratarde.

-¿Recibistealláunacartamía?

-Sí,ysupuseporellaquehabríasalafechaterminadotuvidadeanacoreta.

-Enesacartatehablédeunaocupaciónquepensabatomar.

-Sí,¿cuáles?

-Unanuevaquerida-dijoSanLuisconunasonrisamelancólica.

-¿PorlaquehasolvidadoaMatilde?-preguntóRivas.

SanLuisseacercóasuamigo.

-Mira-ledijomostrándolesunegrocabello-,¿novesalgunascanas?

-Escierto.

Rafael exhaló un prolongado suspiro, pero sin afectación ninguna desentimentalismo.

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-Minuevaquerida-dijo-eslapolítica.

-¡Ah!,recuerdoquecuandoteconocíteocupabasmuchodeella.

-Nos hemos vuelto a encontrar; he aquí cómo: pocos días después que teescribíalnorte,recibíunacartadedosamigosconquienesmehabíaligadoenlaSociedaddelaIgualdad.Aquílatienes-añadióleyendo-:«Esperamosquetufiebreamorosasehayacalmado;lapatrianoteengañará,yelmomentodeprobar que no la has olvidado se halla próximo; ¿le dejarás creer que tucorazónesindignodelcultoqueantesleprofesabas?Teesperamosenellugarquetúconoces».

»Esto-continuóRafael-acabódedecidirmeyvencerlarepugnanciaconque,apesardemihorrorporelaislamiento,pensabaenvolveramiantiguavida.Alsalir,miprimeravisitafueparalosqueasímeofrecíanunnuevocampo,enelquemequedabalaprobabilidad,sinodeolvidarmisrecuerdos,alomenosdequitarlessupunzanteamargura.Doscausas,comosiempre,presentabansuscombatientes en la arena política; la vieja y gastada de la resistencia, delexclusivismoydelafuerzaporunaparte;laquepidereformasygarantíasporlaotra.Creoqueelquesientaensupechoalgodeloquetantosafectantenercon el nombre de patriotismo, nopodía vacilar en su elección; yo abracé laúltima,yestoydispuestoasacrificarmeporella.

EntróentoncesenunaminuciosapinturadelestadopolíticodeSantiago,quenosotros bosquejamos ya muy a la ligera, y desarrolló sus teorías sobre elliberalismoconelcalordeunalmaapasionadayllenadefeenelporvenir.ElfuegodesuconviccióndespertóprontoenelalmadeRivaselgermendelasnoblesdotesqueconstituíansuorganizaciónmoral.

-Tienes razón -dijo aSanLuis-, envezde llorar desengaños comomujeres,podemosconsagrarnosaunacausadignadehombres.

-Estanoche-dijoRafael- tepresentaréennuestra reunióny te impondrásdenuestros trabajos; por mi parte, estoy persuadido que el tiempo de lasmanifestacionespacíficashapasadoya;elpresenteesde lucha,ynoveoenqué piensan los que nos dirigen. En mi puesto de soldado me resigno aesperar,peroconimpaciencia.

DuranteestaconversaciónhabíadesaparecidocompletamentetodovestigiodeabatimientodelsemblantedeRafael,suspálidasmejillassehabíancoloreadoysusgrandesojosbrillabandeentusiasmo.

Después de hablar aún durante largo rato, los dos amigos se separaron,dándosecitaparalanoche.

Martínfuepuntualalacita;queríadesecharlospensamientosquelavistade

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lascallesdeSantiagohabíadespertadoconsusrecuerdos,ytuvonecesidaddeunagranenterezadevoluntadparanopasarporlacasadedonDámaso,queseparóamiraralgunosinstantesdesdeunaesquina.

En la reunión a que le condujo San Luis, oyó Martín calorosos discursoscontra lapolíticadelGobierno,y loscargosquecontraélvenía formulandodesdetiempoatráslaoposición.

Allíviojóvenesentusiastas,dedandiesconvertidosentribunos,deseososdeconsagrarsusfuerzasalapatriayllamandolahoradelpeligroparaofrecerlesusvidas.Enelestadodesuánimo,Rivasencontróalgúnconsuelo,sintiendolatirsucorazónconlaideadecontribuirtambiénalarealizacióndelasbellasteoríaspolíticasy socialesqueaquellos jóvenesprofesabanypedíanpara lapatria.Alsalirdelareunión,alasoncedelanoche,Rafaelletomódelbrazo.

-Tevoyapedirunfavor-ledijo.

-¿Cuál?

-Desde que te conocí -prosiguió San Luis-me inspiraste un cariño sincero;después hemos vivido en íntima confianza. Pero, a pesar demis deseos deestarsiemprecontigo,nomeatrevíaantesaproponertequeviviésemosjuntos,porquesabíaquenadavalíapara ticomolacasadondepodíasveraLeonorcon tanta frecuencia. Ahora estás solo, ¿por qué no te vienes a casa? Túconocesamitía;esunasanta,ytequiereporqueeresmiamigo;estaráscomoentucasa,ytecuidaremoscomoaunniñoregalón.

La sinceridad de aquella oferta decidió al instante a Martín, que dio conefusiónlasgraciasasuamigo.

-Bueno-dijoRafaelconalegría-,principiadesdeestanoche;tecedomicama,ymañanaenviamosportuequipaje.

-Tengoproyectadounpaseoparamañana -contestóMartín-,yprefiero,parahallarmás fácilmente un carruaje temprano, novenirmehastamañana en latarde.

-Comoteparezca.¿Adóndevas?

-ARenca,averaEdelmira.

Diéronselasbuenasnochesysesepararon.

AlasdiezdelamañanadeldíasiguienterecorríaMartínelcaminodeRenca,cuyosincidentesletrazabanelcuadrodelasesperanzasconqueporprimeravezloshabíavisto.Entoncesencontrabaenlospaisajesqueseofrecíanasusojos las promesas de alegres días pasados en el campo al lado de Leonor;ahora,menoslaimagendelaniñaamante,todohabíadesaparecidodehecho,

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condenadoallutoantesdehaberconocidolaalegría.Aldivisarlacasaenquehabía dejado a Edelmira, disipose un tanto esta preocupación, que vino areemplazar la de la suerte de aquella niña, a la cual profesaba una sinceraamistad.

Se bajó en el patio y se dirigió a la casa. Edelmira le había visto desde laventanadelapiezaenquesehallaba,ysaliócorriendoarecibirle.

El sincero cariño con que Martín la saludó hizo desaparecer del rostro deEdelmiraeltintederuborconquealversecercadeljovensehabíacubierto.Yambosentablaronunaconversaciónenlaquesetratóprimerodelavidaquehabíanllevadodurantelosúltimosdosmeses.

-Aunquedeseomuchovolveralladodemimamita-dijoEdelmira,despuésdeesto-, quiero que pase algún tiempo más todavía, para estar segura de queRicardoseharetiradodecasaparasiempre.

Ninguna palabra que hiciese alusión a la última carta de Edelmira fuepronunciada en aquella entrevista, en la que la tía de la niña tomó parte,rodeando de atenciones a Martín. Dos horas después, cuando Rivas sedespedía,Edelmiraselevantóconlaexpresióndeunapersonaquehatomadounaresolucióndespuésdevacilaralgúntiempo.

-Tengoquepreguntarlealgo-dijoaMartín,aprovechándosedeuninstanteenquelatíaacababadesalir.

-Estoyasusórdenes-contestóeljoven.

-Para que usted me conteste como lo deseo -repuso Edelmira, poniéndoseencarnada-,lerecordarélofrancaquehesidoconusted.

-Lorecuerdomuybien,ylejuroausted...

-Nomejurenada;perorespóndamealoquevoyapreguntarle:¿noesLeonoraquienustedama?

-Sí.

-Asílohepensadosiempre,ycomomihermanomecontóhacepocolavisitaque hizo conRicardo al padre de esa señorita, he visto que el servicio queustedmehizoledebehaberperjudicado.

-Algohaydeeso-dijoMartín,tratandodesonreírse.

EntrólatíadeEdelmira,yeljovensedespidiódeambas.

Edelmirasalióaacompañarlecomolohabíahecholaprimeravez,ysedetuvolargo rato a contemplar el carruaje en quemarchabaRivas. Cuando éste seperdiódevistaenunrecododelcamino,Edelmiraentróenlapiezaydijoasu

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tía:

-¿Noledecíayo?Martínhaperdidopormísufelicidad,peroyoharécuantopuedaparavolvérsela;asítalvezlogrepagarlesugenerosidad.

-LIV-

El15deabrilentróMatildeencasadeLeonor,acompañadadesumadre.Éstay lahija ibanvestidasdebasquiñaymantón.Veníande la iglesiayeran lasnuevedelamañana.DoñaFranciscaentróalcuartodesuhermanoyMatildealdeLeonor.

-¿Quéhaces?-preguntóalahijadedonDámaso,queconunlibroenlamanomirabaaunaventanaenvezdeleer.

-Nada,estabaleyendo.

-¿Sabesporquéhevenidoaverteaestashoras?

-Nosé.

-AlsalirdeSanFranciscohetenidounencuentro.

-¿Conquién?

-Adivina.

LeonortuvoelnombredeRivasenloslabios,perocontestó:

-Nosemeocurre.

-ConMartín-dijoMatilde-.Meconocióalmomento,ymesaludó.

Leonornotratódedisimularlaturbaciónquesepintóensusemblante.

-¡Está aquí -exclamó-, y mi papá que lo ha hecho buscar, suponiendo quehubiesellegado!¿Cómoviene?

-Buenmozo,mehaparecidomejorqueantes.

-¿Ibasolo?-preguntóconmaliciaLeonor.

-Solo,yauncuandohubiese idoconRafael, te aseguroquepocomehabríaimportado;túsabesqueesoseacabó.

Pocos momentos después vino doña Francisca a buscar a su hija y sedespidierondeLeonor.

Quedó ésta reflexionando sobre la noticia que su prima acababa de traerle.

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Sabía que anunciando la llegadadeRivas a donDámaso, éste haría todo loposibleporllevarledenuevoasucasa;perolaalegríaquelediolaideadeveraMartíncomoantes,enlaintimidaddelavidaprivada,ladisipómuyluegoelrecuerdodelosmotivosporqueeljovenhabíasalidodesucasa.

«¿Cómoséyosimeama?»,sedijoconhumildadlaaltivabelleza,aquienlosmás distinguidos galanes de la capital continuaban tributando rendidohomenaje.

Elamor,duranteaqueltiempo,habíahechoensuorgullolaobradeunagotadeaguaquecaeconstantemente sobreunapiedra:habíavencido sualtaneraresistencia.Suvigorosaorganizaciónmoralcedíaanteelimperiodelapasión,porqueeramujerantesdeser lahijamimadadesuspadresyde lasociedadelegante en que había cultivado los gérmenes de altanería de su carácter.Aquella soberbia hermosura, que había jugado con el corazón de variosadmiradores sumisos, aceptaba francamente ahora el papel de amantedesdeñada,yexperimentabaunplacer irresistibleenconsagrarsucorazónalquealprincipioconsiderabacomounserinsignificante.Bajoelimperiodelatransformación gradual operada en todo su ser, las pálidas flores delsentimentalismohabíanalzadosusmelancólicascorolasenelalmaquepocotiempoantessereíadelvasallajequeelamor,tardeotemprano,debeimponeraloscorazonesbiendotadosporelcielo.

Despuésdealmorzar,evocóLeonorlosrecuerdosdesusconversacionesconMartín, de esos incidentes triviales que componen un mundo para losenamorados, tocandoenelpianolaspiezasqueenesosdías tocabaconmásfrecuencia.

Enestaocupaciónlaencontróunacriada,queseacercóaellayledijo:

-Unaseñoritaestáenelpatioypreguntaporsumerced.

Leonorentreabrió lascortinasdeunaventanaymiróalpatio.Vioallíaunaniña,vestidadebasquiñaymantón,cuyo rostro juvenilyhermososugirióaLeonorestapregunta:«¿Dóndehevistoestaniña?».

Elmantóncubríaunapartedelafrentedeladesconocida,ydabadeestemodoasusfaccionesunaexpresiónquemuybienexplicabaladificultaddeLeonorparaconocerla.

-Preguntacómosellama-dijoalacriada.

Desempeñóéstaelencargoyoyólacontestaciónsiguiente:

-Dígale que soyEdelmiraMolina, y que necesitomucho hablar a solas conella.

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-¡Edelmira!-exclamóLeonorcuandolacriadaledijoestenombre.

Parecióreflexionaralgunosmomentos,yluego,levantandolavista:

-Hazlaentrarenmicuarto-dijo.

Cuandolacriadasaliódenuevoalpatio,Leonorechóunamiradaaunodelosespejos del salón en que se hallaba, y, sin pensar tal vez en lo que hacía,arreglósuscabellosdivididosendoslargasygruesastrenzas.Hechoesto,sedirigióasucuarto,alquetambiénacababadeentrarEdelmira.

Leonor contestó con ademán de reina al humilde saludo de la que creía surival.

-Señorita-dijoéstaconalgúnembarazo-,vengoaquíacumplirconundeber.

-Siéntese usted -dijo Leonor, que conoció los esfuerzos que hacía Edelmiraparavencersuturbación.

Edelmiratomólasillaqueleseñalabanyvolvióadecir:

-Debo un gran servicio a un joven que vivía en esta casa el año pasado, ycomohacepocosdíasquehesabidolacausaporquesaliódeaquí,sóloahorahepodidovenir.Mihermano-añadió-mehatraídoymeesperaenlapuerta.

-¿Yquépuedohaceryoenesteasunto?-preguntóLeonorconvozseca.

-Yomehedirigidoausted-repusoEdelmira-,porquenomehabíaatrevidoahablar con su mamá, y veía que de todos modos debía dar este paso parajustificaraMartín.

Elnombredel jovenporquienelcorazóndeaquellasdosniñas latía resonódurantealgunossegundosenlapieza.

-He sabido -prosiguió Edelmira- que aquí han creído queMartín me habíasacadodemicasa.AsílohicieroncreerasupadredeustedmihermanoyotrojovenqueestuvieronconélelmismodíaqueyomefuideSantiagoaRenca,endondehevividohastaahora.

-¿Sefueustedsola?-preguntóLeonorconciertaironíamezcladadeinquietud.

-No, Martín tuvo la generosidad de acompañarme -contestó Edelmira consencillez-.Poresocreyeronqueélteníaamoresconmigoymerobabademicasa.Peroestonoescierto:yomefuiaRencaporquequeríanquemecasaseconeljovenqueesedíavinoaquíconmihermano.Martíntuvolabondaddeacompañarme,ysinélseríaahoradesgraciada.

-MuygenerosoydesinteresadohasidoMartín,enefecto-dijoLeonor-,puestoquesinqueustedleamaseseexponíadeesemodo.

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-Yonohedichoquenoleamo-dijoconvivezayenergíaEdelmira.

-¡Ah!-exclamóLeonor,encuyosojosbrillaronrayosdedespecho.

Aquellamiradahizo suspirar a la otra niña, porque con ello le bastabaparaconvencersedequeMartíneracorrespondidoporLeonor.

-Noveo,entonces -dijoconaltaneríaLeonor-, loque tengoquehaceryoentodoesto.SiustedamaaMartín,serámejordecírseloaélmismo.

-Sí,señorita, leamo-repusoconhumildeperoapasionadoacentoEdelmira-;peroélnomeamanimehaamadonunca.

-Nosésideboalabarsufranquezamásquesumodestia-dijoLeonorconvozsarcástica-,ysientoqueMartínnoestéaquíparaintercederconélenfavordeusted.

-No he venido a pedir servicio ninguno -replicó Edelmira con altivez-. HevenidoajustificaraMartín,porquehesidotalvezlacausadesudesgracia.

-¡Ah!,¿esdesgraciado?

-Sí,loséporélmismo,melohadichohacedosdías.

-¿Dónde le ha visto usted? -preguntó Leonor, olvidándose de su papel deindiferente.

-FueavermeaRenca.

-Esmuchafineza-dijoLeonorconamargotonodeburla-.¡Cómodiceustedquenocorrespondeasuamor!

-Haidoporqueesnobleymehaprometidosuamistad.

-Nodesmayeusted,delaamistadalamornohaymuchadistancia.

-No,señorita;essólounamigo,ytengopruebasquejustificanloquedigo.

-¿Pruebas?

-Sí,tengopruebasylastraigo,porque,comoledijehacepocorato,midebereseldejustificaraquienmehaservidocongenerosidad.

Sacó Edelmira todas las cartas que conservaba de Martín y las presentó aLeonor.

-Siustedsetomalamolestiadeleerestascartas-ledijo-,veráqueeslaverdadcuantoacabodereferir.

LeonorabriólaprimeracartaquelepasóEdelmirayprincipióaleerlaconunasonrisadedesprecio.

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-Peroéstapareceunacontestación -exclamócuandohabía recorridoalgunaslíneas.

Edelmira leexplicó loqueellahabíaescritoaMartínyLeonorprosiguiósulectura, no ya con aire de desprecio, sino de vivo interés. De este modoconociólarectituddelasamistosasrelacionesquemediabanentreEdelmirayMartín,y la lealtadconqueéstehabíaprocedidoenaquelasunto.Al leer lacartaqueRivasdirigióaEdelmiraantesdeemprendersuviaje,Leonor tuvodificultadparadisimularsualegría.Nopodíaquedarlayaningunadudadequeeradueñadelcorazóncuyanoblezaserevelabaenlascartasqueteníaensusmanos.

AlmiraraEdelmira,despuésdeesta lectura, laexpresióndesurostrohabíacambiadocompletamente.Alairónicaterquedaddesusojosreemplazabaenesemomentolamásafectuosabenevolencia.

-Estas cartas -dijo- no dejan la menor duda y honran sobremanera a lagenerosidaddeusted.

-Señorita -contestó con entusiasmo Edelmira-, ningún sacrificio me seríapenosotratándosedeMartín,ynohabloasíporelamorqueletengo,porqueustedhavistoqueconesascartasnopuedequedarmeesperanza,sinoporquemi reconocimiento es verdadero; así es que sólo cumplo con un debercontandoaustedlaverdad.

-Yodoyaustedlasgraciasporlaconfianzaquehatenidoenmí,nosólopormi parte, sino también por la de mi familia, porque debemos a Martínservicios de importancia, ymi papá se alegrarámucho de ir a verle. ¿Sabeusteddóndeviveahora?

-EncasadeunjovenSanLuis,amigosuyo.

Aldespedirse,LeonoracompañóaEdelmirahastaelpatioyestrechósumanocon cariño. Estas manifestaciones afectuosas acabaron de convencer aEdelmiradequeRivaseracorrespondido.

Leonor,despuésdeesto,entróalcuartodeAgustín,aquienencontróen lasgravesocupacionesdesutocado.

-Meestoyhaciendolatoiletteysoyatialinstante-ledijoeljoven.

AlpocoratoabriólapuertayLeonorentróenlapieza.

-Tetraigounabuenanoticia-dijoésta.

-¿QuehasvistoaMatilde?-preguntóelelegante,creyendoquesetratabadesuprima,aquiencadadíasesentíamásaficionado.

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-No,esotraclasedenoticia:MartínestáenSantiago.

-Nohamuchopensabaenél,¡tanbuenamigo!Mehahechofaltaestetiempo.¿Dóndevive?

-EncasadeSanLuis.

-¡Esoesgrave!

-¿Porqué?

-Porque,comosabes,soyelsucesordeesejovenenelcorazóndelaprima.

-Noimporta,tudeberesirabuscaraMartín.

-¡Cáspita,hermanita!, eresperentoria. ¿Teolvidascómoha salidoMartíndecasa?

-No,no;laculpaesdepapá,quedioimportanciaachismesindignos.Poresonos toca ahora reparar el mal y quitarle el derecho que le hemos dado decreernosingratos.

-Nohablabasasíhacepoco,hermanita.

-Sí,peroahorahecambiado.

-Elreycaballerolodecía:souventfemmevarie.Esovieneentodosloslibrosfranceses,hermanita,yeslaverdad.

Quedó convenido que Agustín y Leonor hablarían con don Dámaso sobreaquel asunto, y como en la tarde recibiese éste con gran placer la noticia,diciendoqueMartínlehacíamásfaltacadadía,elelegantefueenlanocheacasadeRafael.

Éste y Martín habían salido, por lo cual Agustín quedó de volver al díasiguiente.

Importamuchorecordarqueesedíasiguienteerael19deabrilde1851.

-LV-

MartínyRafaelvolvierona lacasadeéstea lasdocede lanochedel18deabril.Enlosdoserafácilconocerlaexaltaciónquealespíritucomunicanlaspasionespolíticas,porquesuhablareraanimadoyeranentusiastaselgestoylamirada conque apoyaban sus liberalesdisertacionesy los cargosqueporentoncesformulabalaoposicióncontraelGobiernoqueterminabasusegundoperíodo,ycontraelquesetemíalereemplazase.

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Martín había abrazado con calor la causa del pueblo y conseguido con estodesterrardesupecholahondamelancolíaquedurantelosdosúltimosmesesleagobiaba.Poniendoempeñoenacallarlavozdesuamorenelruidodelaspasionespolíticas,habíalogradoalcanzarquelaimagendeLeonorvivieseensu memoria como un dulce recuerdo, y no como el constante aguijón quedestroza el alma de los que se dejan avasallar por el dolor. A fin deconservarseentalestado,Rivasvivíaentresuslibrosduranteeldíayentreloscorreligionariospolíticosdurantelanoche.

Rafael,quenadaestudiaba,vivíaentregadoaocupacionesdelasquenodabacuenta ni a su amigo. Sombrío y silencioso a veces, aparentando en otrasocasiones una gran alegría, conversaba en secreto con personas que confrecuencia venían a buscarle, y solía salir de la casa después de llegar conMartín del club secreto que frecuentaban. Algo de misterioso había en suconductaquellamabalaatencióndeRivas,perohastaentonceséstesehabíaabstenidodetodapregunta.

Los nombres de Leonor y Matilde se pronunciaban rara vez entre los dosjóvenes,pareciendoquecadaunodeellosqueríaocultaralotroelcultoqueasupesarlesprofesabanensilencio.

Llegaron,comodijimos,acasadeRafaelalasdocedelanoche.

Alencenderlaluz,colocadasobreunamesa,seofrecióasusojosunatarjetaqueSanLuisacercólavelaypasódespuésaRivas.

«AgustínEncina», decía la tarjeta.Ymás abajo, escrito con lápiz: «Volverámañanaalasonce».

Martín se sentó preocupado, mientras que San Luis encendió un cigarro yempezóapasearse.Elcalorconqueamboshablabanalentrarparecíahaberdesaparecidoconlalecturadelatarjeta.Alcabodealgunosminutos,Rafaelinterrumpióelsilencio.

-¿Quédicesdeestavisita?-preguntó,parándosedelantedeMartín.

-Nolaesperaba-respondióéste.

-Perotealegra.

-Nosé.

-Tevendráaproponerquevuelvasasucasa.

-Nolocreo.

-Supónquefueseasí,¿quéharías?

-Noaceptaríalaoferta.

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-¿Ysi te lahacennosóloennombrede lospadres,sinotambiénenelde lahija?

-Contestaríalomismo.

-Hacesbien-dijoSanLuis,volviendoasupaseo.

-Nopuedonegarqueesunafamiliaa laquedebomuchasconsideraciones-repusoMartíndespuésdebrevepausa-.LleguéaSantiagopobreysinapoyo;ella no sólomehadado la hospitalidadquemuchosofrecen a susparientescercanos como una limosna;me ha dadomás que eso: un lugar en la vidaprivadadelafamiliayenelaprecioydistincionesdequemehancolmado.

-¿CuentaspornadatusserviciosadonDámasoyelhabersacadoasuhijodelatolladeroenqueseencontraba?

-Habríapodidohacermásaúnenserviciodeellos,ynoestaríaporestolibredelreconocimientoquelesdebo.

-Entoncesvuelvealacasa-dijoconásperavozRafael.

-Hedichoquenovolveré-repusoMartínconvozseca.

Reinó nuevamente el silencio, que por segunda vez rompió San Luis,entablando la interrumpidaconversaciónpolítica.PeroMartínno tomóparteenellaconlaanimaciónquemanifestabaantesdehabervistolatarjeta,conlocual,viéndolepreocupadoSanLuis,lediolasbuenasnochesyseretiró.

FuepuntualAgustínalacitadeldíasiguiente,puesalasoncedelamañanaentrabaenelcuartodeRivas.

Losdosjóvenesseabrazaronconcariño.

-Tevengoa llevar-dijoAgustín-,y te traigofinosrecuerdosdetodos losdecasa,desdepapá,quedeseaabrazarte,hastaDiamela,queigualmenteaspiraamordertelostalones.

-MiqueridoAgustín-dijoRivas-,¡cuántoagradezcoatufamiliaelcariñoquemedispensa!Nuncapodréolvidarlo;pero,comoves,mehalloenlaabsolutaimposibilidaddeaceptartancordialofrecimiento.

-Yopregunto,¿porqué?

-PorquenomeperdonaríaRafaelqueledejasesolo.

-Tuprimeracasahasidolanuestra-repitióAgustín.

-Ya lo sé, y conservo por las atenciones que debo a tu familia un profundoagradecimiento.

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-Es igual, querido, si no te vienes, te llamaremos ingrato en todos los tonosposibles.

-Por no serlo, rehúso tu oferta muy a pesar mío -dijo Rivas, golpeandocariñosamenteelhombrodelelegante.

-Vamos, querido, pas de façons conmigo, vámonos;mira que he prometidoespecialmenteaunapersonaquenovolveríasinti.

-¿Aquién?-preguntóRivasconvivointerés.

-A Leonor. Por ella hemos sabido que estabas aquí. Yo no sé cómo lo haaveriguado; ya seve, los franceses tienen razóndedecir: «Loquequiere lamujer,Diosloquiere».

-ManifestarásalaseñoritaLeonorcuántoleagradezcosuinterés-dijoMartínconmovido- y lo que siento no poder aceptar el generoso hospedaje queustedesmeofrecen.

-Sí,bienmerecibiráella-dijoelelegante-.CuandoLeonorformulaundeseo,se entiende que es una orden, y ella ha dicho terminantemente que todostenemoseldeberde reparar laofensaque tehicimos, interpretandomalunaacciónquepruebatugenerosidad.

-¡Ah,mehacejusticia!-exclamóRivasconalegría.

-¡Y quién no te la rinde! -exclamó Agustín en el mismo tono-. En casa laopiniónesunánime,menosenpolítica,porquetodavíanopuedotomartinoapapá;hoyesopositorymañanaministerial.Conquenotearrestesaesto,ventecontodaconfianza.Papádicequetenecesitamucho.

VolvióMartínaexcusarsealegandosuscompromisosconSanLuis.

-Tendrás que venir a casa en persona a explicarte -le contestó Agustín-.¿Anunciotuvisita?

-Tratarédeirestanoche-dijoRivas.

Obtenidaestacontestación,lanzoseAgustín,consuordinarialocuacidad,enlavía de las confidencias, refiriendo sus amores conMatilde y las esperanzasquealimentabadesercorrespondido.

Al cabo de una hora se despidió, dejando a Martín entregado a lasmeditacionesque lo relativoaLeonor le sugería.El recuerdode laspasadasescenas en casa de la niña, y del voluble carácter con que le había tratado,conteníalafuerzaconqueeldeseodeverlahabíadespertadoenélgraciasalaspalabrasdeAgustín.

Enestasmeditaciones,y sinhaberdeterminadoaúnnada fijo sobre lavisita

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quehabíaofrecidoparalanoche,leencontróRafaelalascuatrodelatarde.

Rafaelparecíaalegreyanimado.ConunasonrisapreguntóaRivas:

-¿VinoAgustín?

-Sí,mehahechounalargavisita.

-¿Teconvidóparallevarteasucasa?

-Mucho.

-¿Quécontestaste?

-Quetrataríadeirestanoche.

-Malhecho -dijoRafael, con el tonode autoridadqueMartín le habíavistoemplearconsuscamaradasdecolegio,peroquejamáshabíausadoconél.

-Eso sólo puedo juzgarlo yo -respondió Rivas, cuyo altivo corazón sesublevabacontratodatiranía.

-Enlaintimidadenquevivimos,bienpuedodarteunconsejo-repusoSanLuisdulcificandolavoz.

-Averelconsejo-dijoMartín.

-Creoquenodebesiraesacasa,alomenosporahora.

-¿Yporqué?

-Porqueteexponesaentrardenuevoenlacarreradelossufrimientosquetehe visto recorrer desde que te conozco. Tienes un corazón demasiado puro,Martín,paraarrojarloalospiesdeunaniñaorgullosayllenadeinexplicablescaprichos; lopisarásinpiedadporelgustodepresentarlocomounavíctimamás sacrificada a su hermosura. Por otra parte, nada avanzarías haciéndoleestanocheunavisita,porque,tímidocomoeresconlasmujeres,cuandomásteatreverásamirarla,ybuscaráscualquierpretextoparahacertenuevamentesuesclavo.

Aquí San Luis hizo una pausa, pero viendo que Martín nada replicaba,prosiguió:

-Te traigounanoticiaquepuedehacerte tomarotrocaminopara llegar aundesenlaceentusyademasiadorománticosamores.

-¿Quénoticia?

-Tepreguntaré,antesdedártela,unacosa.

-Aver...

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-Lasopinionesquehasemitidoennuestroclubsecreto,¿hansidosincerasohijassolamentedelhastíodetualma?

-Sinofuesensinceras,nolashabríaemitido.

-Esdecirquehasabrazadonuestracausacontodassusconsecuencias.

-Contodas-dijoMartínconaireresuelto.

-¿Ymirascomoformales loscompromisosquehascontraídoallíde tener tubrazoaladisposicióndeunaordenqueyoteasegureserdenuestrojefe?

-Losmirocomosagrados.

-¿NiLeonorteharíadesistirdecumplirlos?

-Niellaninadie.

-Eres el hombre que he creído siempre conocer -dijo San Luis, sentándosefrenteasuamigo.

-Esperotunoticia,despuésdetanceremoniosointerrogatorio-lecontestóéste.

-Minoticiaesésta:todoestápreparadoymañanaestallalarevolución.

Rafaelhabíabajadolavozparadecirestaspalabras.

-Muy pocos -continuó- poseen este secreto. De nuestro club sólo cuatro losaben, y entre ellos y yo hemos distribuido los puestos a los demás. Te hereservadoparaqueseasmisegundosiaceptaselcombate.

-Hashechobien-dijoMartínconanimación.

-Ya ves -repuso San Luis- por qué me oponía a tu visita a Leonor. Tengomiedodesupoderynoquerríaquenuestrosamigostetuviesenporcobarde.

-Tienesrazón,noiréaverla.

-Muchoscreenquenohabrácombateyque la fuerzade línea seplegaráenmasaanuestrasbanderas;yonolocreo,perotengofeennuestrotriunfo.

-¿Conquéfuerzacuentanustedes?-preguntóRivas.

-Lo más seguro es el batallón Valdivia; a este cuerpo añaden parte delChacabucoytalvezalgunafuerzadeArtillería.Paramí,loúnicoquehaydepositivoeselValdivia,conelcual,biendirigido,ycon lagentedelpueblo,que nosotros armaremos, podemos apoderarnos de todos los cuarteles,principiandoporeldelaArtillería,dedondepodemossacarlospertrechosdeguerra que nos falten; Bilbao, Lillo y Recabarren, que tú conoces, tomaránparteenlajornadaylesheprometidoqueseríasdelosnuestros.

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-Te doy las gracias por la buena opinión que de mí tienes -dijo Martín,estrechandolamanoasuamigo-,ypondrétodoempeñoenquenolapierdas.

-Antesdepasaradelante,ycomotenemostodalanocheparahablarsobreesto-repusoSanLuis-,voyadecirteahoraloquehepensadoquepodríashacer,enlugardeiracasadeLeonor.

-¿Quécosa?

-Estoyseguroqueaunquevivasconellaotrotiempoigualalquehaspasadoenlacasa,nuncateatreverásadeclararletuamor.

-Sinofuesetanricaynodebieseyoasupadretantasatenciones,talvezmeatrevería-contestóRivas.

-Enesasrazonesfundoyomiopinión,ycomosonreales,digolaverdad:noteatreverásadeclararte.Porotraparte,ellaesdemasiadoorgullosaparatendertelamanoydecirte:«Heleído,Martín,ensucorazón,porqueelmíosiente lomismo».Estoesdemasiadohermosoparaquepuedarealizarse.

-¡Asíes!-exclamóMartíndandounsuspiro.

-Notequeda,pues,másqueuncamino,yexcusaráatusojoselpasoquevoyaaconsejarteloexcepcionaldelasituaciónenqueteencuentras.

-Esperotuideaconimpaciencia.

-Mi idea es que le escribas diciéndole que la amas y que tu carta se laentreguenmañana.

Martínsequedópensativo.

-¿Deseasqueellaignoresiempretuamor?-dijoRafael.

-¡No!-contestóRivasconcalurosavoz.

-Pues entonces nunca tendrás mejor ocasión que ahora para decírselo: laproximidaddeunpeligrodisculpatuosadía,yella,siteama,darásuperdóncon toda su alma. Si, por el contrario, no eres correspondido, nada pierdespuesto que no habrás ido a presentarte en la casa y no podrán acusarte dedeslealtad.

Pocos argumentosmás tuvo que emplear San Luis para convencer a Rivas,que olvidó el peligro que al siguiente día le aguardaba, para entregarse alplacerdeundesahogoalquedespuésdetantotiempoaspirabasucorazón.

Enlanoche,RafaelsedespidiódeRivas.

-Aquí tedejo-ledijo-.Yovoyarecibir lasúltimasórdenesymetendrásdevueltaantesdelasdoce.

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CerrólapuertayMartínseacercóalamesaparaescribirlacarta,cuyasfrasesbrillabanyaensuimaginaciónconcaracteresdefuego.

-LVI-

EraparaMartínaquellaocasiónlacircunstanciamássolemnedesuvida:ibaporprimeravezahablarde suamora laquedominabaen sucorazón,y sehallabaenvísperasdeacometerunaempresaenquejugabalavida.Sinsentirmiedo, experimentaba sin embargo esa zozobra que a los pechos másenérgicosinfundelaideadeunamuertecercana,cuandoelvigordelasaludpareceaferrarelalmaconmásfuerzaalnativoinstintodelaconservación.Entalestado,tomólaplumayescribió:

«Señorita:

»Cuandoustedrecibaestacarta,talvezhabrédejadodeexistiromeencuentreengravísimopeligrodeello;sóloconestaconvicciónmeatrevoadirigírsela.¿Esunsecretoparaustedelamorquemehainspirado?Nolosé.Apesardelatimidez que usted me ha infundido siempre, a pesar de que conozco miposiciónrespectoalasuya,yapesartambiéndelasconsideracionesquedeboa la familia que con tanta generosidadme ha tratado, creo no haber tenidosiemprelafuerzasuficienteparaocultarelsecretodemipecho.Hagoaustedestaconfesióncontodalasinceridaddemialmaysinpretensiones:ustedhasido mi primero y único amor en la vida. La resistencia que la razón meaconsejabaoponeraldominiodeesteamornohatenidopoderparacombatirloymi corazón se ha sometido a su imperio sin fuerzapara resistir, como sinesperanza de verlo correspondido. Después de haber luchado con él, yconseguidoalmenoseltriunfodeocultarloatodosyausted,nopuedoresistiral consuelo de hablarle de él, cuando un accidente natural puede mañanaquitarmelavida.Perdónemeustedtanatrevidadebilidad,estalvezeladiósdeunmoribundo;talvezladespedidadeunoaquienmañana,siéndolelasuerteadversa, tendráquevagar lejosdeusted;de todosmodosesunaconfidenciaqueentregoa su lealtadyqueesperonomireustedcondesdénni trateconburla,porquepartedeuncorazónquesecreedignodesuaprecio,yaquenohaqueridomiestrellaqueloseadesuamor.

»Además, señorita, nada he dicho hasta ahora, desde que dejé su casa, parasincerarme de una acusación injusta, que tal vez el tiempo ponga entransparencia. Y si he tenido energía para resignarme a sufrir el peso dedeshonrosas inculpaciones, mientras he tenido la esperanza de poderjustificarme,ahoraquepuedefaltarmeparasiemprelaocasióndehacerlo,hequeridoalomenosrepetiraustedquefueronsinceroslosdescargosqueantesdi de mi conducta, y llevar así el consuelo de que usted me crea ahora,

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considerandolasolemnidaddelmomentoenquelehagoesterecuerdo».

Martín agregó a esta carta las manifestaciones del agradecimiento queconservabaalafamiliadeLeonor,yevitó,comoenlaslíneasquepreceden,elamanerado romanticismo puesto en boga por las novelas para el estiloamatorioepistolar.Aldirigirseaunaniñaqueenlasfamiliaresescenasdelavidaíntimanohabíaperdidoasusojoslasproporcionesdeunídolo,Rivasnohalló otra expresión del profundo amor que dominaba a su alma, ni pudoexplayar el fuegode la imaginación exaltada con las frases prestigiosas quebullenenelcerebrodelosenamorados.Noobstante,despuésdereleervariasvecesaquellacarta,sintiosecomodescargadodeungranpesoal imaginarsequenomoriríasinqueLeonorconociesesucorazónylediesealomenossuaprecio,encambiodelamorqueleenviabacomounaofrendarespetuosa.

AlasoncedelanocheentróSanLuisenelcuarto.

-Todomarchaperfectamente-ledijoaMartín-,yaquítraigonuestrosarreosdebatalla.

Diciendoesto,sacódoscintosconunpardepistolascadaunoydosespadasquetraíaocultasbajounacapa.

-Aquí tienes -prosiguió, pasando a Rivas un cinto y una espada-, te armodefensor de la patria, en cuyo nombre te entrego estas armas para quecombatasporella.

Los dos jóvenes revistaron las armas, se distribuyeron los cartuchospreparados para las pistolas y se ciñeron las espadas, ocultándose sumutuapreocupación bajo un exterior risueño y palabras chistosas sobre suimprovisadasituacióndeguerreros.

Despuésdeesto,RafaelexplicóaMartínloquesabíadelplandeataqueydelos elementos con que contaban para el triunfo. Durante esta conversación,queseprolongóhastalasdosdelamañana,alarmábanseconcadaruidoqueoíanenlacalle,permaneciendoaveceslargosintervalosensilencio,comosihubiesen querido percibir, en medio de la quietud de la noche, cualquiermovimientodeladormidapoblación.

-Lahorade ir anuestropuesto se acerca -dijoRafael,mirandoel reloj, queapuntabalastres-.¿Tienesahítucarta?

-Sí-contestóMartín.

-HepagadounpesoalcriadodedonDámasoparaquemeespere-añadióSanLuis-,prometiéndoleochoalentregarletucarta.

Saliódelapiezaaldeciresoyvolvióalcabodepocosmomentos;surostro

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estabapálidoyconmovido.

-¡Pobretía!-dijoalentrar-,duermetranquila.

Arrojóunamiradaasusmuebles,testigosdesusalegríasypesares,ycomoelquequieresustraersealpesodelosrecuerdosexclamó:

-Vámonosluego,talvezvolveremosvictoriosos.

Salieron a la calle, ocultando las armas bajo las capas con que se habíancubierto, y caminaron silenciosos hasta la Plaza deArmas, que atravesaron,dirigiéndosedeallíacasadedonDámasoEncina.Alllegaraésta,SanLuisdijoaMartín:

-Espérameaquí.

Yllegóalapuertadecalle,quegolpeósuavemente.Elcriadoabrióalinstante.

-EntregarásestacartaalaseñoritaLeonor-ledijo,dándolelacartadeMartín-.Es necesario que se la des apenas se levante y en sus propiasmanos.Aquítienes tu plata -añadió renovando su encargo y haciendo prometer al criadoquelocumpliríafielmente.

LlamóenseguidaaRivasycaminaronjuntoshastaeltajamar.AllísedirigióRafaelaunacasavieja,cuyapuertaabrióconfacilidad,ehizoentraraRivasenunpatioobscuro,juntandotraséllapuertadecalle.

Pocosinstantesdespuésempezaronallegargruposdedosydetreshombres,armados con pistolas que ocultaban bajo las mantas o las chaquetas, y amedidaquelosminutostranscurrían,lapuertadabapasoanuevosgruposquefueronllenandoelpatio.

SanLuislosjuntóydistribuyóendosgrupos,alosquediolomejorquepudounaformaciónmilitar,yconfirióelmandodeunodeesosgruposaMartínyaotro jovenel delotro, reservándoseelmandoen jefepara sí.AlgunosotrosjóvenesdelclubaqueRivasySanLuisasistíanfueroncolocadosporésteenpuestos subalternos, y formada en batalla toda su gente, hízoles Rafael unaligera arenga apelando al valor chileno. Después de esto dio a uno de susoficialeslaordendeiralaplazaydeveniraavisarlallegadadelafuerzadelínea que allí debía reunirse. El emisario volvió al cabo de diez minutos,anunciandoqueelbatallónValdiviaiballegando.

Dio entonces SanLuis la señal de lamarcha, y todos en elmejor orden sedirigieronalpuntodesignado,alquellegaronpocosmomentosdespuésqueelbatallónValdivia,quetanimportantepapeldebíadesempeñarenlajornadadel20deabril.

SanLuis se reunió al coronel donPedroUrriola, jefe principal delmotín, y

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conferenció con él y con los demás jefes que habían concertado elmovimiento.Laopinióndequelafuerzadelíneaylacívicatomaríanparteenfavordeellosprevalecíaencasi todos,yRafaelfueunodelosqueconmáscalor abogaron porque era necesario entrar inmediatamente en acción yapoderarsedeloscuartelesparaarmaralpueblo.

Eltiempotranscurríadandorazónalosqueopinabanporelataque,puesalascinco y media de la mañana se había aumentado muy poco la troparevolucionaria,estacionadaenlaPlazadeArmasdesdelascuatro.

Decidiose,pues,principiarelataqueysediolaordenaunpiquetedemarcharencompañíadelafuerzadeSanLuisaapoderarsedelcuarteldeBomberos.

Losdelíneaylospaisanossepusieronenmarchaaquemarcartuchos,enuncombateque,coneltiempoperdidoentomaraquelladeterminación,debíaserunodelosmássangrientosquerecuerdalahistoriadelacapitaldeChile.

-LVII-

Deunapublicaciónhechaaldíasiguientedelalucha,tomamosdospárrafos,quedescribenlospreliminaresdelcombatedel20deabril.

«Dirigiose el coronel Urriola a la plaza -dice el escrito citado- y logrósorprenderelprincipal,quesóloteníatreshombresfuera,estandoelrestodelaguardiadentrodelcuartel,comoesdecostumbre.

»También se tomaron el cuartel de Bomberos, y las armas del cuartel serepartieron al pueblo, y se agregaron a los sublevados los soldados de laguardia;lomismoquesehizoconlossoldadosdelChacabucoqueestabanenelprincipal».

El cuartel de Bomberos, en efecto, había opuesto muy poca resistencia alataquede los amotinados, que se apoderaronde las armasy regresaron a laplazaenmayornúmero.

Allí vino a consternarlos una noticia inesperada: dos sargentos delValdivia,quehabíamarchadoendospiquetesde este cuerpo a apoderarsedel cuartelque ocupaba el batallón número 3 de guardia nacional, acababan deinsurreccionarsecontralosoficialesquemandabanesafuerzaydisparadountiro de fusil a cada uno de ellos, dejando muerto al uno y herido al otrogravemente,despuésdelocualsehabíandirigidoconlospiquetesaengrosarlasfilasdelGobierno.

Esta noticia llegó a la plaza esparciendo entre los revolucionarios funestospresentimientos;elejemplodeladefecciónpodíahacersecontagiosoycundir

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en el batallón Valdivia, única fuerza veterana que hasta entonces hubiesetomadoparteenlasublevación.

Entretanto,lanoticiadelmotínhabíaresonadoenlosconfinesmásapartadosdelaciudad,yelpuebloacudíaentropela laPlazadeArmas,endondelosjefesdelainsurrecciónpredicabanlarevueltasintenerarmasqueofreceralosque se presentaban a tomar parte en ella. La misma noticia, comunicadatambiénalGobiernopordistintaspersonas,habíahechoquelospartidariosdela administración aprovechasen para la defensa los preciososmomentos quelos revolucionarios habían perdido en inútiles escaramuzas y vanasexpectativas. Tocábase la generala en todos los cuarteles, apercibíase el deartillería para la resistencia, reuníanse en la plazuela de La Moneda lascompañíasdeloscuerposcívicosquesehabíanpodidoponersobrelasarmas,yapoderábaselafuerzadelGobiernodelcerrodeSantaLucíadominandolascallescircunvecinas.

Los de la plaza, durante aquel tiempo, viendo que ninguna nueva fuerza seplegabaasusbanderasycareciendodearmasparaelpueblo,resolvierondarunataquealcuarteldeartillería,depósitodearmasymuniciones,ypunto,porconsiguiente,degranimportanciaparaeléxitodelaempresa.«Elcuarteldeartillería-dicelarelacióncitadaya-estásituadoalpiedelcerrodeSantaLucíahacialaCañada,enunacasadealquiler,malísimaposiciónmilitar,haciendoesquinaentrelacalleAngostadelasRecogidasylaCañada.Conunespacioinmensoabiertoasufrenteyaloscostados,tieneunacalledeatraviesoaochovarasdelapuertaprincipal, loqueexponeaungolpedemanolaspiezasdeartilleríaquesaliesenaobraralapuerta.Casialfrentedeestapuertaprincipalestá la calle de San Isidro, desde donde puede ser barrida la puerta por losfuegosdefuerzassuperiores».

Para llegar al cuartel, cuya posición queda descrita, los revolucionarios sedirigieronalaCañadaporlacalledelEstado.

Antesdedescribirelsangrientocombatequetuvolugarenaquelpunto,nosesforzosoverloquepasabaaesahoraencasadedonDámasoEncina.

Situada la casa de éste en una de las calles más centrales de Santiago, lanoticiade la revoluciónvinoadespertara la familiaenmediodelprofundosueñodelasprimerashorasdelamañana.

DonDámasodioun salto de su cama a la vozde revoluciónquedaban loscriados en las piezas inmediatas a su dormitorio; saltó imitado por doñaEngracia con admirable agilidad al oír que sumarido, con acento aterrado,decíamientrasbuscabasuspantalones:

-¡Hija,revolución,revolución!

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Lafaltadeluzaumentabaelterrordeaquellaspalabras,quenosóloasustaronadoñaEngracia,sinoqueaumentaronelmiedodedonDámaso,quenocreyódarles tan fatídica acentuación al pronunciarlas. Al impulso de tan súbitoterror,losespososemprendieronenelcuartocarrerasdesatinadasenbuscadeprendasdevestuarioqueteníanalamanosinnotarlo.

-¿Ymisbotas,quésehanhecho?-decíadonDámasodesesperado,corriendoportodoelcuartoenbuscadeellas.

-Mira, hijo, te llevas mis enaguas -le gritaba doña Engracia, que, habiendoprendido una luz, se hallaba al pie de la cama replegando su pudor en lapoquísimaropaquelacubría.

Con el auxilio de la luz vio donDámaso en efecto que, sin saber cómo, sehabía echado sobre los hombros las enaguas de su consorte, y queriendodeshacersedeellascongranprisa,lasarrojódesatentadoalacabezadedoñaEngracia,que,porpescarlasalvueloconunamano,mientrasqueconlaotrasosteníasobreelsenolosplieguesdelacamisa,diounmanotónalavela,quecayóapagándoseenlaalfombra.

Alosgritosqueconesteincidentedieronlosespososaterrados,uniéronselosladridosdeDiamela,aumentandolaturbaciónyeldesordenenlapieza,enlaquecadacualparecíaquererapagarlavozdelotroconlafuerzadelasuya.

Porfin,encendiosenuevamentelavela,hallódonDámasosusbotas,sepusodoñaEngracia lasenaguasysecalmóDiamela,acostándoseen lacamaquehabíandejadosusamos.

-Es necesario vestirse ligero -decía don Dámaso dando el ejemplo de laactividad,peronodelacierto,porquecadaprendaparecíahaberseescondidoentanapuradotrance.

Oyéronseentoncesredobladosgolpesalapuerta.

-¡Quehabránentradoaquí!-exclamóponiéndoselívidodonDámaso.

-Papá,papá-gritódesdeafueralavozdeAgustín-,levantequehayrevolución.

-Allávoy-contestódonDámaso,abriendolapuertaasuhijo.

Mientras acababan de vestirse, don Dámaso y doña Engracia dirigían aleleganteunfuegograneadodepreguntassobrelarevolución,ycomoAgustínnadasabía,secontentabaconrepetirlasasuvez.

-¿Y Leonor? -preguntó por fin don Dámaso, viendo que su hijo en nadasatisfacíanicalmabasuansiedad.

DirigiéronselostresalcuartodeLeonor,aquienhallaronvestidayaysentada

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tranquilamentealladodeunamesa.

-Hija,hayrevolución-ledijodonDámaso.

-Asídicen-contestóconserenidadlaniña.

-¿Quéharemos?-preguntóelpadre,pasmadodelvalordeLeonor.

-¿Quéquiereustedhacer?-dijoésta-,esperaraquímeparecelomejor.

Pero don Dámaso no podía estarse quieto y no comprendía cómo en eseinstantepodíanadiesentarse.Asífuequesaliódelapieza,llamóaloscriados,ordenó que se trancasen las puertas y entró de nuevo al cuarto de Leonor,diciendo:

-Estoesloquesaledeandarperorandoalosrotos.¡Malditosliberales!Comoellos no tienen nada que perder, hacen revoluciones. ¡Ah!, si yo fueraGobiernolosfusilabaatodosahoramismo.

Algunos tirosqueseoyerona ladistancia leembargaron lavozehiciéronlearrojarsecasiexánimesobreunsofá.

DoñaEngracia, llenadepavor también, seechóenbrazosdesumarido, sinpensar que al estrecharlo tenía entre ellos a Diamela, que lanzó espantososalaridosentancrueleinesperadatortura.

-Papá, mamá, seamos hombres; ¡ah, cállate, Diamela! -decía Agustín,aparentandounaserenidadquesuspiernastemblorosasdesmentían.

LaúnicapersonaqueallíparecíaimpasibleeraLeonor,quelosexhortabasinafectaciónnimiedoaserenarse.

Deestemodotranscurrieronlosminutosyllególaclaridaddeldía,quecalmóun tanto la agitación en que todos los de la casa, menos Leonor, seencontraban.

Unacriadaentróalapieza,yconlavozahogadaporlaturbación:

-Señor-dijo-,estángolpeandolapuerta.

Hubiérase creído que anunciaban con esas palabras a donDámaso que unalluviadebombasestabacayendoenlostejadosdelacasa,porqueconambasmanossetomólacabezayexclamó:

-¡Vendránasaquear!¡Vendránasaquear!

Leonor,sinhacercasodelosgritosdesupadre,dijoaAgustín:

-¿Porquénovasaverquiéngolpea?

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-¡Yo! Fácil es decirlo. ¿Y si son algunos rotos armados? Yo no, yo losdefenderéaustedes,peronoabramoslapuerta.

-Original manera de defendernos -replicó la niña, saliendo de la pieza ydirigiéndosealapuertadecalle,dondelosgolpesredoblabandeunamaneraalarmadora.

LosqueasígolpeabanerandonFidelElías,sumujer,Matildeyalgunasniñasde la familia; entraron en la casa contando cada cual a un tiempo con losdemásloquehabíanvistoenlacalle.Mientrasentrabanalaspiezasinteriores,elcriadoquecuidabalapuertaseacercóaLeonor.

-Señorita-ledijo-,mehandadoestacartaparasumerced.

Laniñatomólacartaylaabriómaquinalmente.

Al leer la firma de Martín, turbáronse sus ojos y dijo al criado con vozahogada:

-Estábien,retíratealapuertayavísamesigolpean.

Mientraspronunciabaestaspocaspalabras,surostrohabíarecobradosuenteratranquilidad,ysólolaligerapalidezquelocubríadabaindiciodequesualmasehallabadominadaporunafuerteemoción.

EnvezdedirigirseLeonoralapiezaenqueseencontrabalafamiliacondonFidel,entróenotraqueestabasola,ydespuésdecerrar lapuerta,abrióconavidezlacartaquehabíaechadoenunbolsillo.

Consulecturaperdióeltranquilovalorqueladistinguíaentretodoslosdelacasa; púsose aún más pálido su rostro y sus ojos se llenaron de lágrimas,mientrasquesuagitadorespiraracusabalosviolentoslatidosdesucorazón.

-¡Quéhacer,Diosmío! -exclamó, resumiendoen esta exclamación todas lasangustias que la agobiaban con la idea del peligro en que Rivas debíaencontrarseenaquelinstante.

Luegoselevantóderepente,cualsiunnuevoymásterriblegolpelahubieseheridoenelcorazón.

-¡Ysiestuvieseheridoya!¡Omuerto!-añadió,alzandoalcielolosbellísimosojosquelaslágrimasdeamornublabanporprimeravez.

Dirigió aDios entonces una ferviente oración por la vida deMartín; ruegosublime,sinpalabrascoordinadas,peroqueteníalamásardienteelocuencia:la del alma enamorada.Y después, como convencida por vez primera de laimpotenciadelorgullo,delaestérilvanidaddelabelleza,llorócomounniño,conabsolutoolvidodetodoloquenotuvieserelaciónconsuamor.

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Pasados así algunos momentos, hizo un gran esfuerzo para serenarse, ydespués de arreglar el desaliño que un instante de completa desesperaciónhabíadejadoensuvestido,saliódelcuartollevandosobreelcorazónlacartadeRivas.

La llegadadedonFidelhabía,entretanto,dadounnuevogiroa las ideasdedon Dámaso, y serenádolo casi enteramente. Don Fidel contó al llegar lasnoticiasqueenlacalleacababaderecoger,noticiasquesuponíanalafuerzarevolucionariaapoderadayadetodosloscuartelesydirigiéndosealaCasadeMoneda,últimobaluartedelGobierno.

-Talvezaestahora-dijoalterminar-todoestéconcluido.

Ainstanciassuyas,todossalierondelapiezaenquesehallabanysubieronalosaltosparaobservardesdeelbalcónelmovimientodelacalle.

-Hombre, ¿qué es lo que hay? -preguntó don Fidel a dos hombres que a lasazónpasabancorriendo.

-QueelpueblohaganadoyelcoronelUrriolasehatomadolaartillería-dijounodeellos.

-¡Vivaelpueblo!-gritóelotro.

-¡Viva!-repitiódonDámaso,quesiempreestabaporelvencedor.

Luego,comoparacohonestaraquelgritosedicioso:

-Algunavez-dijo-sehabíadehacer justiciaestospobresquevivensiempreoprimidos.

-Porquenopuedenellosoprimirnos -replicódonFidel,que teníahorrora lachusma.

-Es muy justo que el pueblo recobre sus derechos conculcados -dijo donDámaso con admirable entonación patriótica, olvidándose que media horaantesnoexistíatalpuebloparaél,sinosimplementelosrotos.

Mientras así discurrían y tomaban lenguas de lo que acontecía, Leonor sehallaba en el cuarto que antes ocupaba Rivas, y a la par que pedía a losmuebleslahistoriadelausente,rogabaalcieloporélyestrechabaconpasiónlacartaqueocultabaensuseno.

Oyéronseenestemomentolasdescargasdelcombatequeseempeñabaenelcuarteldeartilleríayquehicieronaloscuriososdesertardelbalcónybajarentropellaescala,paraponerseacubiertodecualquieraccidenteimprevisto.

Nosotros, en vez de seguirlos, volveremos al campo del combate, dondealgunosdenuestrospersonajesfiguranentrelosbeligerantes.

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-LVIII-

Dejamosa la columna revolucionariaenmarchaparael cuarteldeartillería,bajandohacialaAlamedaporlacalledelEstado.

San Luis marchaba al frente de su tropa, cuyas filas se habían engrosadonotablementeenaqueltránsito,bienquemuchosdelosquellegabancarecíandearmasdefuego.

Martín,serenocomosimarchaseenunaparada,seempeñabaenconservarelordenentrelossuyos,exhortándolosaobservarlaformaciónmilitar.

Lagente,apiñadayaenlaAlamedayenlasveredasdelacalle,victoreabaalos revolucionarios,quedesembocaronenelmejorordenycontandoconuntriunfofácilenelcuarteldeartillería.

Pero antesde llegar a éste, divisaron los revolucionariosvariospiquetes delbatallóndelíneaChacabuco,apostadosendiversospuntosdelvecinocerrodeSanta Lucía. Dominando éste con sus fuertes el cuartel que se proyectabaatacar,eraprecisodesalojarprimeroalosdelChacabucodesusposiciones,afin de prevenir un ataque por ese lado. Lanzáronse con esta mira losrevolucionariosaescalarelcerro;perolosdeaquelpunto,envezdeoponerresistencia, abandonaron sus posiciones y bajaron precipitadamente hacia laCañadaporelladodelfuertedelsur,entrandoconceleridadenelcuarteldeartillería, que les abrió sus puertas y aumentó con este nuevo refuerzo elreducidonúmerodelosdefensoresdelcuartel.

A pesar de su ligereza, la tropa revolucionaria no pudo frustrar el éxito deaquel rápido movimiento y llegó a las inmediaciones del cuartel cuando lapuertadeéstesecerrabasobrelossoldadosdelChacabuco.

Eljeferevolucionariodioentonceslaordendeatacarelcuartel,ylatropasepuso en movimiento, dando principio al ataque en medio del clamoreo delpueblo,cuyamayorparteobservaba impasibleaquellaescena,absteniéndosedetomarparteenella,acasoporfaltadearmasyjefes,sinloscualesnuestrasmasas casi nunca se deciden por la iniciativa, por esperar la voz de loscaballeros,que,apesardelaspropagandasigualitarias,miransiemprecomoasusnaturalessuperiores.

Rafael SanLuis dirigió su gente al costado del cuartel,mientras que por elfrenteembestían losdelValdivia.El combate sehizoentoncesgeneral,bienque los sitiados economizaban sus tiros por no tener puntos adecuados paradirigirlosconcerteza.Mientrasque la tropaveteranahacíaunnutrido fuegosobrepuertasyventanas, losdeSanLuisydemás jefespopularesarrojaban

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piedrassobrelostechosytrabajabanporderribarlapuertaprincipal,abriendoun forado cerca del umbral. En medio del más vivo fuego, una partida dehombrescapitaneadaporMartínRivaslogróecharalsuelounadelaspuertasquedabansobrelacalledelasRecogidas.

-¡Adelantemuchachos!-gritóMartín,blandiendolaespadaenunamanoyenlaotraunapistola.

Yestodiciendo,tratódepenetrarenelcuartelseguidodelossuyos;perolosrecibiótanmortíferofuegodeadentro,quecasitodoslosqueseguíanaRivasvolvieronlaespalda.Envanolosalentóésteconelejemploylapalabra,puesenesemomentoseoyeronlosprimerosdisparosdeunapiezadeartilleríaqueuncapitánde los sitiadoshabíapuestoen lacalledeatravieso.Unvivísimotiroteo trabose entonces, atronando los ámbitos de la población el ruidoincesante de la fusilería y los repetidos tiros de cañón que barrían la callediezmandolasfilasrevolucionarias.

El ruido de estas descargas era el que había hecho bajar del balcón a lasfamilias de don Dámaso y de don Fidel. En el momento en que LeonorinvocabalapiedaddelcieloparaMartín,éste,comolosantiguoscaballeros,selanzabaalomáscrudodelapelea,llevandoensupecholaimagenyensuslabioselnombredeLeonor.

Apesar de sudenuedo, veíanseya engran aprieto los sitiados con el fuegosostenidoyelbravoempujedelossitiadores,cuandoaparecióporlabocacallede las Agustinas una columna con «el coronel García a la cabeza», dice larelación citada.Esta columna, compuesta de la guardia nacional que los delGobierno habían podido reunir, avanzó llenando la calle y se vio a pocotomada entre dos fuegos por un destacamento del Valdivia, que el jeferevolucionarioenvióaatacarporsuretaguardia,yelrestodelosamotinados,querompieronsusfuegosalmismotiempocontrasufrente.Elestruendodelcombatefueterribleenaquellosinstantesyrivalizabanentemerariocorajelosrevolucionarios con los jefes y oficiales de los delGobierno, que veían portodasparteslloversobreellosunagranizadadebalas.

Rivas y San Luis parecían querer también rivalizar en arrojo y sangre fría,pues,nocontentosconanimaralossuyos,apoderándosecadacualdeunfusil,dejaroncolgarlaespadadelacinturaehicieronfuegocomosoldadossobreelenemigo.Lasvocesdelosjefes,ahogadasporelruidodelasdetonaciones,seconfundíanconloslamentosdelosquecaíanheridosylasimprecacionesdelosqueretrocedíandespuésdeavanzar,repetidasporlasmortíferasdescargasdelenemigo.

Enlomásreñidodelcombate,unabaladerribóalcoronelUrriola,jefedelosrevolucionarios,elquecayódiciendo:«¡Mehanengañado!».Palabrasqueha

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recogidolahistoriacomounapruebadequelosrevolucionariosnocontabanconlaobstinadaresistenciaqueencontraron.

Lanoticiadelamuertedeljefecundióluegoporlasfilasdelossublevados,yprontosuinflujomoralhízosesentirenelcombate,pues,calmandoelfuegoypasandodeagresoresaagredidos,sereplegarontodoshacialaCañada,frentealapuertaprincipaldelcuartelatacado.Reunidosenunamasacompacta,losrevolucionarios rompieron allí de nuevo casi con más ardor que antes susfuegos,haciéndoselaluchamásencarnizadaenesosmomentos,puesseabriólapuertadel cuartelparadarpasoadospiezasdeartilleríaque lanzaronunvivofuegocontralosenemigos.

En un grupo colocado en la bocacalle de San Isidro, Martín y Rafaeldescargabansustiros,secundadosporsugente,sobrelatropaqueacababadesalirdelcuartel,yhacíanque losqueno teníanarmassesirviesende lasdeaquellosquecaían.

Aquél fuesindudaelmomentomáscrudode tanencarnizadocombate.Losbeligerantes,colocadosapocospasoslosunosdelosotros,desafiándoseconelgestoylavoz,podíandirigirconcertezasustirosyhastaverelefectodeellossobreloscontrarios.Elruidoeraatronadoryloshombrescaíandeamboslados enhorrorosa abundancia.Los curiosos, quedesde el alba llenaban losalrededores, se habían dispersado ante tan peligroso espectáculo para dejardisputarse la victoria a los combatientes, que, con encarnizada enemistad,parecíanhaberolvidadoquecadatiroregabaelsuelochilenoconlagenerosasangre de alguno de sus hijos. Temerario arrojo en presencia del peligro,porfiada tenacidad para la defensa y el ataque simultáneos, ardorincontrastable a la par de heroica sangre fría, fueron prendas del carácternacionalquebrillaronenamboscamposenaquel supremo instante.Lasdospiezas de artillería, sobre las cuales Rivas, San Luis y los suyos hacían unfuegomortíferodesde labocacalledeSanIsidro,disminuíanpocoapoco lafrecuenciadesusdisparos,porquelagranizadadebalasquesobreellascaíanhabía puesto fuera de combate a dos oficiales que sucesivamente las habíanmandadoyalamayorpartedelatropaquelasservía.Eljefedelcuartelhabíareemplazadoenelmandodeesaspiezasalosdosoficialesgravementeheridosalpiedeellasydeloscualesunoerasupropiohijo.Peroalallegadadeljefe,una furiosadescargaderribó a casi todos los artillerosque aúnquedaban enpie, y avanzando los revolucionarios tras el humode esa descarga, lograronapoderarsedelosdoscañonesquelamuertedejabasindefensores.MartínyRafaelllegaronjuntosyfuerondelosprimerosquepusieronsusmanossobrelaspiezasquetantosestragoshabíancausadoenlasfilasdelossuyos.

-¡Victoria!¡Victoria!-gritóSanLuis.

Y esta voz la repitieron todos arrastrando los cañones al punto que ellos

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ocupaban.Masnobienhabíacesadoelclamoreodelosqueclamabanvictoria,cuando la puerta principal del cuartel se abrió de nuevo y una horribledescarga de fusilería envió sobre los revolucionarios una nube de balas quehizoentreellosespantosamatanza.

SanLuisseasióconfuerzadelbrazodeMartín,quesehallabaasu lado,ygritóalossuyos:

-¡Fuego!¡Elenemigoestáenagonía!

Palabrasqueelruidodenuevasdescargasahogaron,mientrasqueeljovenqueacababadepronunciarlasechósusdosbrazosalcuellodeRivasdiciéndole:

-Mehanheridoynopuedotenermeenpie.

Martín le tomó de la cintura, sacole de las filas de los combatientes y,llevándolejuntoaunapuertadeuncuarto,hízolasaltardeunpuntapiéyentróenlapiezaarrastrandoaRafael,cuyaropaestabayabañadaensangre.

Dosmujeres y un viejo había en el cuarto en queMartín acababa de entrarllevandoaSanLuis.

-Señora, aquí hay un joven a quien usted puede prestar algún servicio -dijoRivasalaqueparecíademásedad.

Lasdosmujeres,elviejoyMartínquitaronlalevitaaRafaelylehallaronelpechoatravesadopordosbalas.Surespiraciónhacíabrotartorrentesdesangredelasdosheridas.

SanLuistomólasmanosdesuamigo.

-Nomemuevas-ledijo-,seráimposiblesanarmeysientoquevoyavivirmuypoco.

LosojosdeRivas,enlosquemomentosantesbrillabaelbelicosofuegoqueardíaensupecho,sellenarondelágrimas.

-¡Tútambiénestásherido!-exclamóSanLuis,viendoqueunamanodeMartínseteñíapocoapocoensangre.

-Nosé-dijoéste-,nadahesentido.

LamismadescargaquehabíaheridoaSanLuishabíatambiénlanzadounadesusbalassobreelbrazoderechodeMartín.

-Lavictoriaescasisegura-añadióRafael,hablandopormomentosconmayordificultad-.¿Oyeslasdescargas?Elfuegodelcuartelsevaapagando.

Cadapalabraqueasípronunciabaparecíacostarleungranesfuerzoysuvozseextinguía por grados, mientras que la sangre del pecho brotaba a pesar del

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empeñoconqueMartíny losque allí habíaquerían contenerla conpañosyvendasimprovisadas.

Despuésdeunapausa,durantelacualSanLuisparecíaquereradivinarconeloído lo que sucedía en el lugar de la refriega, estrechó con febril ardor lasmanosdeMartín,yhaciendounesfuerzoparalevantarse:

-Despídeme-ledijoconvozenternecida-demipobretía;sivesaAdelaida,dilequemeperdone;ytúnomeolvides,Martín,porque...

Elesfuerzoquehizoparaconcluirsufraseparecióapurarelúltimosoplodevidaquelequedaba,porquelaspalabrassehelaronensuslabiosysucabezacayósobrelapobrealmohadaquelehabíanpuestolasmujeres.

-¡Muerto! ¡Muerto! -exclamó Martín, estrechándolo entre sus brazos yllorandocomounniño-.¡PobreRafael!

Dioporalgunos instantes librecursoasus lágrimas,yalzándosederepente,besóvariasveceslafrenteylasmejillas,yapálidas,deSanLuis;prometióalasmujeresqueseríanbienrecompensadassientregabanelcadáverencasadedonPedroSanLuis,ysaliódelapiezaexclamando:

-¡Yotevengaré!

Brillaban en ese instante con sombrío resplandor sus ojos y con la diestraapretabaconvulsivamentelaespadaquedesenvainóalsalir.

CuandoMartínllegóallugardelcombate,reinabaallílamayorconfusión.Lafuerzarevolucionariasedesorganizabaenesosmomentos.UnodelosoficialesdelChacabuco,hechoprisioneroen laguardiadelprincipal,aprovechándosedeldesordenquelerodeaba,emprendiólafugahaciaelcuarteldeartilleríayvariossoldadossiguieronsuejemplo,comunicándoseelcontagioalosdemásqueallíhabía.Conestoel fuegode los revolucionarioscesópocoapoco,ycuandoRivasllegóalfrentedelcuartel,todosentrabancreyéndosevictoriososycaíanallíenpoderdelossitiados.

Martín entró también con lamisma ilusión y se encontró en el zaguán conAmadorMolina, quehabiéndoseocultadodurante la refriega,gritaba en eseinstante en favor delGobierno y contra los revolucionarios que al principiohabíaqueridoapoyar.

UnjovendelosquehabíanmilitadoconRivasseacercóaél.

-Estamosperdidos-ledijo-,latropanosabandonayesprecisohuir.

EnesemismomomentoAmadorgritaba:

-Ricardo,aquíhaydosrevolucionarios.

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-¡Cobarde! -le dijo Martín, tomándole del pescuezo-, te tengo lástima y teperdono.

Y al decir esto le dio un fuerte empellón que estrelló a Amador contra lapared.

-Huyamos, es una necedad dejarnos prender -dijo a Martín el joven queacababadehablarle.

Y le arrastró fuera del cuartel, a cuya puerta principiaban a agolparse loscuriosos.

Martínseresistióalgunosmomentos,duranteloscualesAmadorhabíahuidoal patio llamando al oficial de policía, que con alguna tropa de su mandoformabapartedeladivisióndeloscívicosquehabíanauxiliadoalcuartel.

Cuando Rivas se decidió a retirarse, Amador corrió hacia el zaguán conRicardoCastañosyalgunossoldados.

-Vamos, vamos -dijo el joven aMartín-, no les demos el gusto de que nostomenprisioneros.

-Adiós-ledijoMartín,estrechándolelamano.

Y emprendió la fuga con dirección a casa de donDámasoEncina,mientrasqueAmadoryRicardolebuscabanentrelaspersonasquellegabanalzaguán.

Estacircunstancialepermitiótomaralgunadelanterasobresusperseguidores,quesalieronalacallecuandoélsehallóyaaunacuadradistantedelcuartel.

-VamosabuscarleacasadedonDámaso-dijoAmadoraloficial-,ysinolohallamosallí,lohemosdebuscarportodalaciudad.

-LIX-

Hemos referido las principales peripecias del sangriento combate que tuvolugar en Santiago el 20 de abril de 1851, tratando de ceñirnos a los partesoficialesdeaquellajornadayalarelaciónqueanteriormentecitamos.

Tócanosahoraocuparnosdelospersonajesquefiguranenestahistoria.

Leonor y los demás de la casa habían pasado aquellas horas en mortalansiedad.ElruidodelcombaterepercutíaensusturbadoscorazonesavivandoelmiedoencasitodosellosylamásinquietazozobraeneldeLeonor.

DoñaEngraciahabíareunidoatodosloshabitantesdelacasaenunapiezayrezabaconellosunrosariotrasotro.DonDámasoyAgustínpronunciabanel

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Orapronobisconunadevociónejemplar,mientrasqueLeonorabandonabalapiezaysubíaalosaltosdelacasa.

Allí,apoyadaenelbalcónyprestandoeloídoalbullicioqueresonabaenlaciudad,rogabaaDiosporMartínyluchabaporapartardesuimaginaciónlosfunestospresentimientosqueoprimíansupechoalestampidodecadatiro.Noseatrevíaainterrogaralasgentesquepasabanporlacalle,portemordequealgunoledieselafunestanoticiaquesuscuidadospresagiaban.

Teniendo fija la vista en dirección al lugar del combate, divisó ungrupodehombresqueseadelantabahacialacasa.Alpasarbajoelbalcón,unodeellosseparócomoparatomaraliento.

-Señorita -dijo a Leonor-, nos han vencido, los del Valdivia se pasaron alGobierno.

Dichas estas palabras, siguió corriendo tras los otros que se hallaban yadistantes.

Leonorsintiódiscurrirporsusvenasunfríorepentinoalpensarque,estandoderrotados, Martín habría muerto o estaría prisionero. Elevose entonces sualmaalcieloconnuevofervory,sinsaberloquehacía,comenzóaorarenaltavoz, mezclando el nombre de Rivas a las ardientes palabras de su oraciónimprovisada.

En esemomento divisó, no lejos, a un hombre que corría hacia la casa.Uninstantedespuéscreyóqueseencontrababajoelinflujodealgunaalucinaciónyapoco ratodioungritodealegríaybajóprecipitadamentealpatio:habíareconocidoaMartín.

El patio estaba solo y la puerta de calle asegurada con llave y una gruesatranca.TorcióLeonorlallaveyapartólatrancaconlamismafacilidadquesiéstanohubiese tenidoelpesoenormequecedióa su fuerza.Hechoestoenpocossegundos,abriólapuerta.

Rivas llegaba en ese instante y se encontró frente a frente conLeonor,másbellaquenuncaeneldesordendesutrajeylapalidezdesurostro.

Eljoven,queacababadearrostrarconserenidadlosmilpeligrosdetreshorasdecombate,seturbóenpresenciadeaquellaniñapálida,quefijabaenél,conindecibleexpresióndejúbilo,susgrandesojosllenosdelágrimas.

-Señorita-balbuceó-,yovengo...

Peronopudoproseguir,porqueLeonorletomóconambasmanosunadelassuyas,diciéndole:

-Entre,entreligero,quepuedenverle.

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YMartín obedeció a la suavepresiónde aquellasmanosy al dulce tonodeimperioconquelaniñaacompañóesemovimiento.

Cerró entonces Leonor la puerta con la misma fuerza y ligereza que habíaempleadoparaabrirlaydijoaMartín:

-Sígame.

Atravesaronelpatio,yenvezdeentraralaspiezasenqueserezabaelrosario,Leonorabrió ladelcuartodeAgustínydiounavueltaporel segundopatioparaentrarasupropiahabitación,cuyapuertacerrótrasMartín.

-Nadienoshavisto-dijoconlaagitacióndeunapersonaqueacabadedarunalargacarrera.

Martín se quedó de pie, en medio de la pieza, contemplando a Leonor, ypareciéndole que todo aquello era un sueño. Aquella hermosa niña, cuyonombreacababadeinvocartantasvecesenelestruendodelarefriega,estabaahora a su lado, en la habitación que siempre había considerado como unsantuario. Y la altiva belleza de altanera frente, de mirada desdeñosa, seacercabaaélconsemblanterisueño,aunqueturbado,ylemirabaconamor.

-Siénteseustedaquí-ledijo,acercándoleunasilla-.Herecibidoestamañanasucarta-añadiómirándoleconternura.

Iba a continuar, y dando un grito ahogado, se acercó precipitadamente aljoven.

-¡Ah! Usted está herido -le dijo tomándole el brazo, cuya mano estabamanchadadesangre.

-Nodebesernada,porquenosientodolorninguno-contestóMartín.

-Aver,quíteselalevita-replicóentonodemando.

La manga de la camisa, que presentaba un gran espacio ensangrentadopegándosealaherida,queeramuyleve,habíaestancadolasangre.

-Noesmásqueunrasguño-dijoMartín.

-Noimporta,aseguremoslacuración-repusolaniña.

Y sacando de su cuello un fino pañuelo de batista, que llevaba a guisa decorbata,loaplicósobrelaherida,despuésdeapartarlamangadelacamisa.

-Mehahechousted sufrir en estamañanamásque en todamivida -le dijomientraslevendabalaheridaconelpañuelo-.¿Porquénovinoustedanoche,comoloprometióamihermano?

-Señorita-contestóMartín,resueltoarepetirlarevelaciónquehabíahechoen

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sucarta-,notuvevalorparavenir.Apesardeltiempoquehepasadolejosdeaquí,apesardemiinterésporlacausaporlaqueacabodeexponermivida,siempremiamoraustedmehadominado,yconocíque,viniendoanoche,mehabríatalvezfaltadoenergíaparahoy.

-¡Exponerasí suvida! -dijoLeonoren tonode reprocheybajando lavista-.¿Porquénomehablóustedconlafranquezaqueempleaensucarta?

-Porque jamás tuve antes fuerzas para hacerlo. Además, ¿no me habíacondenadoustedporlasapariencias?

-Escierto,peroEdelmiramismamehadesengañado,mostrándomelascartasqueustedcontestabaalassuyas.

-Miposicióntambiénmehaobligadoacallar-añadióRivascontristeza.

-¡Qué importa su posición si yo le amo! -exclamó Leonor, dirigiendo a losojosdeMartínsuprofundamirada.

-Oh, repítame, Leonor, esa palabra -le dijo Martín, con loca alegría,apoderándosedelasmanosdelaniña.

-Sí, le amo y no lo ocultaré a nadie -repuso Leonor-. Esta mañana herecordado todos los días desdequeusted llegó, y veoquehe sido cruel pororgullo; si usted hubiese muerto hoy -añadió palideciendo-, jamás habríapodidoperdonármeloniconsolarme.Auncuandonohubieserecibidosucarta,nadie habría podido quitarme de la imaginación que yo tenía parte en ladesesperadaresoluciónqueustedhatenido;malhecho,Martín,deexponermeasíallorartodalavida.

-¿Podíayoadivinarmifelicidad,despuésquesemedespedíadesucasa?

-¡Yporqué se ledespedía!Sino lehubieseamado, ¡quéme importabaqueustedamaseaesapobreniña!

-Miesperanza,Leonor,melodecía,pero¿cómoaveriguarlo?

-Preguntándomelo.

-Ustedolvidaahora-dijosonriéndoseeljoven-quetieneavecesmiradasquehelaríanlasangredelmásatrevido,yquenohadejadodeemplearlasmuchasvecesconmigo.

-Castígueme usted, esmuy justo -contestó ella con una adorable sonrisa desumisión.

-Peroestemomentorecompensaconusuraloquemiamormehahechosufrir-replicóMartínconapasionadavoz.

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Y, sin darse cuenta de lo que hacía, dejó su asiento y se puso de rodillasdelante de Leonor, estrechándole con pasión las manos, que ella leabandonaba.

-Hemos sido muy locos, Martín -díjole la niña, perdiendo su mirada en elardiente reflejo de los ojos con que él la contemplaba extasiado-. ¿No noshabíamos dicho varias veces con los ojos que nos amábamos? Ah, es muycierto.Ustedtienesiemprerazón;yohetenidolaculpa.Detodosloshombresquemerodeaban,usted,eldemáshumildeposición,meparecíaelmásnobleyteníamiedodeconfesarmeamímismalapreferenciademicorazón.Puesbien,desdeahorasabréenmendarme,porquesuamormeenorgullece.

-Nosésisoyelmásdignodesuamor-dijoMartín-,peroasegurosíquesoyelmás amante. ¿Qué poder tenía yo para defenderme de su belleza?Me dejévencerporellasinpreguntarmeloquepodíaesperar,ycuandoquisecombatir,me hallaba ya sin fuerzas contra la pasión que se había apoderado de mipecho.Desdeentoncesnadapudoarrancarlayadelcorazón,nielsentimientodedignidadque lacondenaba,ni la faltadeesperanza,nieldesdénconqueustedavecesrecibíamismiradas.Asífuequeestamañanajugabaconplacermi vida, porque me creía despreciado por usted y veía que sólo la muertepodríaextinguirmiamor.

LaniñaoyóaquellaspalabrasconavidezydejóqueRivasbesaseconardorsusmanos.Habíapedidotantoalcieloporelhombrequeteníaasusplantas,quecreíaescucharsuapasionadolenguajeporelmilagrodeunaresurrección.

Martín iba a proseguir cuando se oyeron voces y fuertes golpes dados a lapuerta.

-¡Leonor!-gritódonDámasodesdeafuera.

Leonor corrió hacia la puerta;miró por el ojo de la llave y vio a su padreacompañadodeRicardoCastañosydealgunossoldadosquesemanteníanadistancia.

-Estáustedperdidosinohuye-dijocorriendohaciaMartín-,hayallíunoficialyalgunossoldados.

-¡Leonor!-volvióagritardonDámaso,golpeandolapuerta.

-Huya por aquí,Martín -dijo la niña, abriendo otra puerta-, usted conoce lacasa, puede salir por el escritorio demi papá y llegar a la callemientras lebuscanenestecuarto.

-Yallímeperseguiránotros-contestóRivas.

Losgolpes redoblabany seoyó lavozdeRicardoCastañosque amenazaba

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echarabajolapuerta.

-Siustedmeama,huya,porDios-exclamóLeonorllenadeansiedad.

-Siconsigosalvarme,volveré-dijoRivas-,ysinofueraporlareputacióndeusted,preferiríadisputarlesaquímilibertad.

Leonorleempujófueradelcuartoycayóenunsofácasisinsentido.

Lavozdesupadrelasacódesuestupor,ydirigiéndosealapuertaaqueéstellamaba,laabriódeparenpar.

-Señorita -ledijoRicardo-,unpenosodebermeobligaapedirlemepermitaregistrarestapieza.

-Registreusted,caballero-contestóLeonorconaltaneroademán-,unvencedor-añadióconironía-noempeñasugloriaprestándoseaestoqueustedllamauntristedeber.

-¡Niña!-ledijoporlobajodonDámaso.Luegoañadióenvozalta-.Esjustoquelosdefensoresdelordenpersiganalosrevoltosos.Veausted,señoroficial,usted es testigo que yo no he opuesto ninguna resistencia. ¡Bien estábamosque yome pusiese a ocultar demagogos cuando, con los revolucionarios, lagentequetienealgoeslaquepierde!

Mientrasquelossoldadosregistrabanminuciosamentecadarincóndelcuarto,don Dámaso seguía disertando contra todo el partido liberal, y Leonor sesentabaenelsofátemblandoporlasuertedeRivas.

Éste,conocedordelacasa,atravesóvariaspiezasyllegóalpatioporlapuertadelescritoriodedonDámaso.

EnesemomentodejabaLeonorlapiezaenlaqueseguíanlaspesquisasdelatropaysalíatambiénalpatioaversiRivashabíasalidodelacasa.

ApenasMartínsehallóenelpatiosedirigióalapuertadelacalle.Peroésta,sobreestarcerrada,sehallabacustodiadapordospolicíasconsableenmano.Llegadoalzaguán,Rivasvioqueera imposibleretrocederniocultarse,pueslosdoscentinelasdelapuertaselanzaronsobreélblandiendosustizonas.Eljoven,sindesconcertarse,apoyólaespaldaaunadelasparedesdelzaguány,desenvainando su espada, principió a parar los desatinados golpes que lospoliciales le descargaban. Mientras así le atacaban entre los dos, daban almismo tiempo voces para llamar a los otros. En aquel momento, y cuandoRivas descargaba sobre uno de ellos un golpe que le hacía reculardespavorido, Leonor llegó al patio y divisó al joven, que arremetía al otropolicial.Enesemomentotambién,advertidoslosdeadentroporlasvocesdelosqueseveíanvencidosporMartín, llegaronentropelycercaronal joven,

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que siguiódefendiéndoseconheroicovalor,mientrasqueLeonordecíaa supadre:

-Sálvale,papá,quevanamatarle.

A las voces de los combatientes vinieron a unirse los gritos de lasmujeres,que, con doña Engracia a la cabeza, interrumpieron el rosario y llegaron alpatioalmismotiempoquelossoldadosquehabíanacudidoalasvocesdelosqueatacabanaMartín.

DonDámasoseacercótemblandoalgrupoquerodeabaaRivas.

-Laresistenciaesinútil,Martín-ledijo-,entrégueseusted.

-Sinoserinde,háganlefuego-gritóRicardoCastaños,quenosólomirabaenaqueljovenaunrevolucionario,sinoalautordesusdesgraciasamorosas.

Leonordioungritoaloírestaorden,yalverquedosdelossoldadoscargabansusarmasparacumplirla,corrióalzaguándespavorida.

-No se defienda usted más, van a asesinarle -dijo a Rivas, que continuabaluchandoconadmirablesangrefríayqueobedecióaaquellavozcomoaunaorden.

Apoderáronsedeélcuatrosoldadosyledesarmaron.

-Espero -dijo a Ricardo don Dámaso- que se tratará a este joven conmiramientoygenerosidad.Yo, comopartidariode la administración -añadióconenfáticavoz-,intercederéporélconelseñorPresidente.

DioselaordendelamarchaysalióRivasrodeadodelatropaqueacababadeprenderle,despuésde recibirunamiradadeLeonor,que,máspálidaqueuncadáver, parecía querer enviarle su alma en aquel silencioso pero elocuenteadiós.

-LX-

Siguiendolosconsejosdelaprudencia,habíasequedadoAmadorMolinaenlacalle,despuésdeconducirhastalacasadedonDámasoalosqueacababandeprender a Martín. Reuniose a la comitiva que salía, viendo que ya ningúnpeligropodíacorrer,yllegóconellaalcuarteldondeRivasfueencarcelado.

DuranteesetiempoloshabitantesdelacasadedonDámasosehallabanbajoel peso de la consternación en que la reciente escena les había dejado ycomentaban, cada cual a su sabor, los incidentes acaecidos, para explicar lasúbita aparición deRivas cuando todos estaban seguros de que la puerta de

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calle había permanecido trancada toda la mañana. Y como la noticia de laaprehensióndeRivascundieseenpocoratodelacasaaladelosvecinos,deladeéstosalacalleenteraydeallíalasotrasinmediatas,alcabodeunahoraviose el salón principal de donDámaso lleno de personas de distinción, deambossexos,quellegabanatomarlenguasdetannotablesuceso.

Don Dámaso permaneció en la antesala rodeado de los amigos, y doñaEngraciaenelsalóncircundadadelasamigas.

Dignas eran de oírse las conversaciones a que en ambas piezas losacontecimientosdeldíadabanlugar,porquepintabanporunapartelafecundainventivade lasalarmadas imaginacionesfemenilesy lasúbita reacción,porotra,queenelespírituyopinionesdeloshombreshabíaoperadoeldesenlacedelsangrientodramadelamañana.

-Nos hemos escapado de una buena -decía don Dámaso a otros que el díaanteriorsedaban,comoél,porliberales-.¡Quéhabríamoshechoconeltriunfodelacanalla!

-LoqueahoradebehacerelGobiernoes fusilarprontounasdosdocenasdeesos revoltosos -observaba con enérgico acento uno que, encerrado toda lamañana en su cuarto, había hechomandas a todos los santos del calendarioparaquelelibrasendelpeligro.

-Pero,hijita-decíaalmismotiempounaseñoraadoñaEngracia,hablandodeRivas-, ese hombre debe ser un facineroso. ¿Es cierto quemató aquí en elpatioatrespoliciales?

-¡Ay,hijita!-exclamóotra-,¿quéhubierahechoyoconunhombreasíenmicasa?¡Creoquemehabríamuertodelsusto!Pero¿cómoentróaquícuandolapuertaestabacerrada?

-Por los tejados, pues -respondía otra-, si esos liberales no tienen nadasagrado.

-Oporelalbañal,sinoseparanennada.

-Poresoesbuenoponerrejaenlaacequia.

Doña Engracia se contentaba con estrechar a Diamela entre sus brazos,mientrasdeestemododisertabansusamigas.

Enlapiezavecina,unodeloscaballerosdecía:

-AhoraescuandoloshombrespatriotasdebenacercarsealGobiernoparaquelosdemagogosveanqueestáncondenadosporlaopinión.

-Eso estaba pensando -dijo don Dámaso-, los buenos ciudadanos debemos

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presentarnosalGobierno.¿Quierenustedesquevayamosalpalacio?

-Bueno,bueno-contestabantodos.

-Yesprecisoquepidamosmedidasenérgicas-dijoelqueacababadeabogarporlosfusilamientos.

Tomaron los sombrerosy sedirigieronaLaMonedaparadarse los airesdetriunfadoresypedirlamuertedelosqueleshabíandadotantremendosustoenaquellamañana.

Leonor,entretanto,sehabíaretiradoasucuartoy llorabadesesperadapor lasuertedeMartín,mientrasquesumemorialerepetíasurecienteconversaciónconeljoven,suspalabrasdeamorqueaúnresonabanensualmacomoelecodemúsicacelestialylavalerosaenergíaconqueacababadeverledefendersecontratantosadversariosauntiempo.Sideamorhastaentonceshabíalatidosu corazón, de orgullo palpitaba ahora con semejante recuerdo y jurabaconsagrarsuvidaalquereconocíadignodetanpreciosaofrenda.MaslaideadelosnuevospeligrosquecercabanaRivasturbómuyluegoelarrobamientode su devaneo; vio que en vez de llorar era preciso defender su vidaamenazada, y salió de su cuarto resuelta a tocar todos los resortes quepudiesencontribuiralalibertaddeMartín.

DominadaporestepensamientoentróenlapiezadeAgustín,quereparabaladebilidad en que los sobresaltos de la mañana le habían dejado, bebiendorepetidascopasdekirsch.

-¡Ay,hermanita,quéterribledía!-exclamóalverentraraLeonor-.Teconfiesoquecompadezcoalasmujeresyaloshombrescobardes,porquemefiguroelmiedoquehandebidotener.

-EnloquedebemospensarahoraesensalvaraMartín-contestóLeonorsinhacercasodelabaladronadadesuhermano.

-¡Nosotros!¿Yquépodemoshacer? -dijoelelegantesorbiendootracopadelicor.

-Esprecisoquemipapáhableconlosministros,conelPresidente,contodoslosquetenganalgúninflujoenelGobierno.

-Poco a poco,mi bella, el día está peligroso para empeños, y comoMartíntuvo la desgraciada ocurrencia de venir a ocultarse aquí, podrán creer quenosotroshemostomadoparteenlarevoluciónsihablamosensufavor.

-¡Tienesmiedodehaceralgoporunhombreaquiendebesungranservicio!Agustín, tecreía ligero,peronoingrato-dijoLeonor lanzandoasuhermanounamiradadedesprecio.

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-No, no es ingratitud, querida; pero, ya lo ves, en política es preciso serprecavido.Quédiantre,veremosloquesepuedehacerporelpobreMartín,aquiennoniegoquedeboservicios.Perotúquieresquetodosehagaporvapor.

-El caso no es para pensar, sino para obrar -replicó la niña con tono deresolución-.Si túnohacesnada,hablaréconmipapá,ysiél tomalascosascontufrialdad,iréyomismaaintercederporMartínconalgunasamigasquenosenegaránaservirme.

-¡Cáspita,hermanita,conquéfuegolotomas!Cualquieradiríaquenosetratasólodeunamigo...

-Sino de un amante, ¿no es verdad? -interrumpió Leonor con impaciencia-.Piensaloquequieras-añadiósaliendodelapieza.

-¡Caramba!, ésta sacó toda la energía que me tocaba a mí como varón yprimogénito-dijoalverlasalirAgustín.

Leonor entró a su cuarto después de ordenar a una criada que le avisase lallegadadesupadre.

Una hora después entró don Dámaso al cuarto al que se había retirado sumujertanluegocomoseviolibredelasvisitas.

Agustín, que le habíavisto atravesar el patio, entró en lamismapiezapocodespuésdeél.

-Estabaelpalacio llenodegente-dijodonDámasoquitándoseelsombrero-.¡Quéuniformidadenlaopiniónparacondenaralosrevoltosos!Elvalorcívicomásdecidido reinabaallí y creoquehabríamosmarchado todoscantandoalcombatesihubiesesidopreciso.

Apenasterminabaestafrase,bajolacualhabríasidodifíciltrasluciralliberalqueporlamañanaabogabaporlacausadelpueblo,Leonorentróenlapiezaconfrenteerguidayconresueltamirada.

-¿Cómolehaido,papá?-dijosentándosejuntoadonDámaso.

-Perfectamente, hijita.ElPresidentemeha dado las gracias pormi decisiónpor la causa del orden -contestó el caballero con aire de satisfechaimportancia.

-Nolepreguntosobreeso-replicóLeonor-.¿QuéhaydeMartín?

-Ah,¿deMartín?Debenhaberlollevadopreso.¡Pobremuchacho!

-¿Yustednohahechonadaporél?-preguntólaniña,fijandoensupadreunaprofundamirada.

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-Elmomentonoeraoportuno,hijita-repusodonDámaso-.Losánimosestánahorademasiadoexaltados,esmejoresperar.

-¡Esperar! -exclamó la niña-. Martín no ha esperado nunca para servirnoscomosiemprelohahecho.

-Escierto,hijita;nadieniegaqueMartínseríaunjovencumplidosinohubiesehecholalocurademetersealiberal.

-Anosotrosnonos toca juzgarlo -dijoLeonor-,ynuestrodeberes influirencuantopodamosenfavorsuyo,yaqueestápreso.

-Influiremos,notedécuidado,yoestoyahoramuybienconlosdelGobierno.

-Sí, pero entretanto el tiempo pasa y pueden someter a juicio a Martín -exclamólaniñaconvisibleimpaciencia.

-Esoesinevitable-contestódonDámasoconcalma.

EstacontestaciónparecióexasperaraLeonor,queselevantóindignada.

-Papá,usteddebeiralinstanteahablarconelMinistrodelInterior-dijoconacentoimperativo.

-Eso me comprometería, porque Martín ha sido encontrado en mi casa.Dejemospasaralgunosdías-contestódonDámaso.

-Iré yo entonces a verme con la mujer del Ministro -exclamó Leonorexasperadaconlaindiferenciadesupadre.

-¡Qué interés tan vivo tienes por Martín! -dijo en tono de reconvención elcaballero.

-Másqueinterés-replicóLeonorconexaltación-,leamo.

Estaspalabrasparecieronhaberproducido endonDámaso, enAgustíny endoñaEngraciaelmismoefectoque lasdetonacionesdel combatedeaquellamañana.

Don Dámaso se levantó de un salto, Agustín pareció espantado y doñaEngracia se apoderó de Diamela, que dormía a su lado, dándola un fuerteapretón.

-¡Niña,quéestásdiciendo!-exclamódonDámasoaterradoconloqueacababadeoír.

Su exclamación se confundió con un gemido de Diamela, víctima de laimpresionabilidadnerviosadesuama.

-DigoqueamoaMartín-contestóLeonorconvozseguraymagníficoademán

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deorgullo.

-¡AMartín!-repitióabismadodonDámaso.

Leonornosedignócontestar,sinoquevolvióasentarsellenademajestad.

EnesemomentoconociódonDámasoelascendientequeaquellaniñaejercíaensuánimo,porque,alquererarmarsedeseveridad,seencontróconlamiradaserenayresueltadeLeonor,queparecíadesafiarle.

Don Dámaso se dejó llevar de la debilidad de su carácter y bajó la vistadiciendo:

-Nodebíashaceresaconfesión.

-¿Yporquéno?Martín,aunquepobre,tienealmanoble,elevadainteligencia;estobastaparajustificarme.¿Preferiríaustedqueocultaseloquesiento?¿Nosonustedeslosnaturalesdepositariosdemiconfianza?

Leonorpronuncióestaspalabrasconacentoquenoadmitía réplica.Las trespersonas que la escuchaban carecían, además, de la energía que paracontradecirlahabríasidonecesarioposeeralhacerfrenteauncarácterresueltoyaltanerocomoeldelaniña.

DoñaEngraciasecontentóconestrecharaDiamela.

Agustíndijoporlobajoalgunaspalabras,mitadfrancesas,mitadespañolas,ydonDámasoprincipióapasearseenlapiezaparaocultarsufaltadeenergía.

Leonorprosiguió:

-Usted sabe, papá, queMartín es un jovende esperanza, ustedmismo lohadicho muchas veces; es también de muy buena familia; no le falta, porconsiguiente,másqueserrico,yestoyseguraque,conlasaptitudesqueustedlereconoce,nuncaserápobre.¿Quémalhagoentoncesenamarle?Hartomásvalequelosjóvenesquehastaahoramehansolicitadoyesmuynaturalqueyo le diera la preferencia. Ahora que él se encuentra gravementecomprometido y que por desesperación tal vez ha tomado parte en larevolución, debemos nosotros pagarle con servicios los muchos que ledebemos.ÉlsalvóaAgustíndeunaintrigavergonzosayquelehabríapuestoenridículoantelasociedadentera,yademáshacorridocontodoslosnegociosdelacasaconunaciertoqueustedalabatodoslosdías.

-Encuantoaeso, es lapuraverdad;ynomiento sidigoquedeboaMartínmuchapartedelasgananciasdeesteaño.

DonDámasodijoestaspalabrascontentísimodehallarunasalida,yaqueseencontrabasinfuerzaparaimponeraLeonorsuautoridad.

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LaniñaseaprovechódeesaspalabrasparaseguirpersuadiendoasupadredelanecesidaddeatenderdesdeluegoalasuertedeRivas;yfuetanelocuente,que al cabo de poco rato salía don Dámaso a empeñarse con personas deinflujoenfavordeMartín.Unareflexiónlesugiriósudebilidad.

«Cuandomásconseguirélomandendesterrado-sedecía-,yunavezfueradelpaís,Leonorleolvidaráysecasaráconotro».

DonDámaso,comotodapersonasinenergíadecarácter,contabaconlaayudadeltiempoparasalirdeladificultad.

-LXI-

Martínfueconducidoalcuarteldepolicíayencerradoenunaestrechaprisión,acuyapuertasecolocóuncentinela.

Cuatro paredes mal blanqueadas, un techo entablado con gruesas tablas deálamo,unaventana sinbastidoresy cerradaporuna tosca rejadehierro, heaquítodoloqueseofrecióalavistadeRivasenlapiezaqueibaaservirledeprisión.Nohabíaallíniunsolomueble.

El jovensesentósobre los ladrillos,apoyó laespaldaa laparedycruzó losbrazos sobre el pecho. En esta actitud, bajó la frente, cual si el peso de lasideasqueasucerebroseagolpabanleimpidiesemantenerlaerguidacomoalentrarenelcalabozo.

Losacontecimientosmásrecientesdeaquelagitadodíaocuparonprimerosuatención.LabellezadeLeonor,suapasionadolenguaje,suinteréscariñoso,laprofundatristezadelaúltimamirada,brillaronauntiempoenlamemoriadeRivas,hicieronlatirsucorazónypoblaronladesnudaprisiónconlasrosadasylucientes imágenes que, como de un foco luminoso, irradian del almaenamorada.

AlverlaapasionadaexpresióndelrostrodeMartín,cuyosojosvagabanenelespacio, hubiérasedichoque aquel joven, encerradoenunmiserable cuarto,soñabaconlaconquistadeunimperio.

Masprontolaimaginacióninquietapidióalamemoriaotrosrecuerdosyhuyóaquellaalegríadelasfaccionesdelprisionero;llenosedesuspirossupechoy,comoahogadoporelpesar,sepusodepieyseacercóalaventana.Suslabiosdejaronescaparseconprofundopesarestaspalabras:

-¡PobreRafael!

Ylaslágrimasseagolparonasusojos,ylossuspirosquellenabansupechose

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convirtieronendoloridossollozos.

-¡Tannobleytanvaliente!¡PobreRafael!-repitióconamargopesar.

Lloró así largo rato, hasta que las lágrimas se agotaron dejando sus ojosescaldados;yentoncesvinolareflexióndelhombre,laresignaciónestoicadelvaliente,laserenaconformidaddelquehaconsagradosuvidaaunacausaquecreejusta.

«Talvezhasidomásfelizqueyo-sedecía-,másvalemorircombatiendoquefusilado».

Ni un solo músculo de su semblante se contrajo ante aquella idea, nicambiarondecolorsusmejillas.Suenérgicocorazónmiródefrenteelpeligro,burlando lamáxima, generalmente verdadera, de que ni el sol ni lamuertepuedenmirarsefijamente.Rivasposeíaesevalortranquiloquenonecesitadetestigos ni de admiradores y que encuentra su fuerza tal vez en algúnprivilegiopeculiardelaorganizaciónnerviosadelindividuo.

Pero a la caída de la tarde y cuando su espíritu había recorrido no sólo lasescenasdeldía,sinolasdesuvidaentera;cuandounrayodesol,despuésdeatravesardiagonalmentelapieza,llegóaconvertirseenunpuntoquetambiénseborró,Martínsintiófríoenelcuerpoyunamargosentimientoenelalma;habíallegadofatalmentealcampodelashipótesisaquellegatodoelqueseve bajo el peso de alguna desgracia, y se decía: «Si yo hubiese sidomenosorgulloso,habríasabidoantesqueLeonormeamabaynoestaríaahoraaquí,sinoasulado».

Comoseve,enpocashoraslaimaginacióndeRivashabíarecorridotodaslasfases que podía presentarle la situación en que se encontraba. Mas, ya lodijimos, era valiente, y sin esfuerzovolvió a sentarse con tranquilidad en ellugarquehabía elegidoprimero,y cansadodepensar, buscó elolvidoen elsueño.

Pocos momentos después, y cuando Rivas, cediendo al cansancio que leagobiaba,habíaprincipiadoaquedarsedormido,elruidodelapuertaqueseabrióconestrépitolesacódesusopor.

Unsoldadoentrótrayéndole,enunagranbandeja,algunasfuentesdecomida.Trasélentróotroconunacamaqueelprimerohizocolocarenunrincóndelcuarto,dejandoélmismolabandejasobrelaventana.

Despuésdeesto,seacercóaMartínconairedemisterio.

-Leaesepapelitoyconteste luego-ledijodejandocaerunpapeldobladoenvariosdobleces.

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Y se alejó, poniéndose a arreglar la cama, mientras que Martín, lleno deasombro,leíalosiguiente:

«Mi papá ha conseguido que podamos enviarle diariamente la comida. Leremito una cama y en la almohada van papel y lápiz para que puedacontestarme. He logrado que Agustín, venciendo sus temores, se gane alsoldadoque le lleva lacomida.Ánimo,pues,yoveloporusted.Esperoquesurtabuenefectounempeñoqueheinterpuestoparapoderllegarhastausted.Estaesperanzamedavalor;peroauncuandoustednomevea,nocreaporesoquedejadepertenecerleenteroelcorazónde

»LeonorEncina».

Martíncontestó,palpitantedealegría,loquesigue:

«Si un corazón amante puede pagar los sacrificios que usted hace por mí,ustedsabequeelmíolepertenece.Estamañana,lospeligros,lamuerteenmirededor; después, su dulce voz, Leonor, abriéndome las puertas del paraíso;más tarde la prisión, la soledad, y luego, de nuevo esa voz poblando demágicoscuadroslastristesparedesdeuncalabozo.¡Ah,Leonor,todoestomeabismayturbamirazón!Enmediodeestecaos,loúnicoquebrillaparamí,serenoysinnubes,esunpuntoresplandeciente:¡ustedmeama!

»Ya talvezha llegadoanoticiasdeusted lamuertedeRafael.Muriócomovaliente, y era un noble corazón que el viento de la desgracia habíamarchitado. Mi felicidad inmensa, el amor de usted, no bastan en estemomento para secar las lágrimas con que lloro; perdóneme, Leonor, estaconfesión. Si elmás feliz de los amantes no puede hacer olvidar al amigo,juzgueustedporeseefectoellugarquesuamordebeocuparenmicorazón».

-Vamos,vamos-ledijoacercándoseelsoldado-,yanopuedoesperarmás.

Martínagregóalaligeralasseñalesdellugarenquehabíaquedadoelcadáverde su amigo, rogando aLeonor que transmitiese esta noticia a la familia deSan Luis, y entregó su carta al soldado, dándole el poco dinero que tenía.Probódespués,apenas,lacomidayvioconciertodespreciocerrarsedenuevola puerta de su calabozo. ¡Con la carta que estrechaba sobre el corazón,despreciabalarabiadesusenemigosysentíafuerzasparaperdonarlos!

La lecturadeesacartay las ilusionesquecreabaenel espíritudeMartín leayudaronasobrellevarconpaciencialasoledadhastaeldíasiguiente.PorelmismoconductorecibióunasegundacartadeLeonor,enlaqueledescubría,enunlenguajetiernoysencillo, lostesorosdeunamorqueMartínnuncasehabíaatrevidoaesperar.

Endosdíasmásdeestacorrespondencia,Rivashabíallegadoacreerquelos

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quellevabadeprisiónhabíansidolosmásfelicesdesuvida.

Entretanto, la causa que contra él se seguía marchaba con la rapidez que,desde entonces hasta ahora, despliega la justicia chilena en los juiciospolíticos. Y como Martín, además de estar notoriamente convicto de suparticipación en los sucesos del 20 de abril, había confesado no sólo esaparticipación, sino que también en alta voz los principios liberales queprofesaba,enelcortotérminodecuatrodíaslacausaestabarematadayelreocondenadoalapenademuerte.

Leonor recibió la noticia de esta sentencia pocodespués de haber leído unacartaquesupadreacababademostrarle,enlaquesedabapermisoparaquedonDámasoylosdesufamiliapudiesenvisitaraMartíndelasseisalassietedelatarde.Lahorahabíapasadoyayeraprecisoesperaraldíasiguiente.Laideadelafatalsentenciatuvoporestolargotiempoparasometeralaniñaaunahorrorosatortura.Durantelanochesevioasaltadaportodoslostemoresquelasreflexionesdesufamiliaparapersuadirlaqueaquellasentencianoseejecutaríahabíancalmadoensuánimoeneldía.Suamor,entandurotrance,cobraba las proporciones de una inmensa pasión, y no podía pensar unmomentoenlamuertedeRivassinhacerloalmismotiempoenlasuyapropia.

Despuésdeesanochedelágrimas,LeonorsaliómuytempranodesupiezayentróenladeAgustín,quedormíaprofundamente.

Alavozdesuhermana,eleleganteserestrególosojos.

-¡Quématinalestás!-exclamó,viendoaLeonordepiealladodesucama-.¡Yquépálida,hermanita!-añadió-.Cualquieradiríaquehasveladotodalanoche.

-Asíhasido-dijolaniña-.¿Podíadormirconesahorriblesentencia?

-Cálmate,lasentencianoseejecutará.

-¿Quiénme responde de ello? -preguntó Leonor, cuyos ojos se llenaron delágrimas.

-Todoslodicen.

-Esonobastayporesovengoapedirteunservicio.

-Soytodoati,mibella,ordenayobedezco.

-EsprecisoquehoymeacompañesaveraMartín.

-Esonodejadetenersusdificultades,¿cómoentramos?

-Conunacartaquetienemipapá.TúselapedirásdiciéndolequevasaveraMartínytevasconmigo.

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-Hacesdemíloquequieres.

Al dar las seis, en efecto, Leonor y Agustín presentaron la carta y fueronconducidosalaprisióndeMartín.

EljoventeníasobrelaventanatodaslascartasdeLeonor,queseentreteníaenleerunaauna.

Al abrirse la puerta, Leonor le vio enderezarse y ocultar con ligereza lascartas. Al reconocer a la joven, Rivas corrió hacia la puerta y sus manosestrecharonlaqueellaletendió.

-¡Peste! -exclamó Agustín, mirando en su derredor-. ¡No es por cierto elconfortinglésloqueaquíreina!Mipobreamigo-añadió,abrazandoaRivas-,estoesdegutante,mipalabradehonor.

Martín se sonrió con tristeza y olvidó todos sus cuidados en los ojos queLeonorfijabaenélllenosdelágrimas.

-Es laúnica sillaquehepodidoconseguir -dijopasandoaLeonorunamalasilladepaja.

Laniñasesentóyvolviólacaraparaenjugarlaslágrimas.

-Vamos,hermanita-ledijoAgustínenternecidotambién-,tengamosmásvalor;lareflexiónesloquenosdistinguedelosirracionales.

MartínnopudoreprimirunafrancacarcajadaaloírlasentenciosamáximaqueAgustínemitíaconvozlastimosa.

Leonormiróasuamantellenadeorgullo.

-Las cosas deben tomarse como vienen -dijo Rivas, no queriendo dejarsecontagiarporlatristezadelosdoshermanos.

-¡Peroesasentencia...!-exclamóLeonor.

-La esperaba desde el primer día y no me ha conmovido -respondió elprisioneroconmodestavoz-.Loquehahechosípalpitarmicorazón-añadióenvozbajaaloídodeLeonor-hasidoloquenoesperaba:suscartas.

Altravésdelaslágrimasquehumedecíanlospárpadosdelaniña,brillóensusojosunrayodepasiónaloírestaspalabras.

Fuese intencionalodistraídamente,Agustínseacababadepararen lapuertadelcalabozo,delantedelacualsepaseabaelcentinela.

Martín se apoderó de una mano de Leonor, mientras que ella seguíamirándole.

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-Lafelicidadquesientoalvermeamado-ledijo-llenadetalmodomipecho,quenodejalugarenélparalostemoresquepudierainspirarmemisituación.Además-añadióconciertaalegría-,noséquépresentimientomedicequenopuedomorir.

-Sinembargo-replicóLeonor-,esprecisopensarseriamenteenlafuga.

-Muydifícilmeparece.

-Notanto;veaustedelplanqueheimaginado:vengoconAgustínmañanaaestahoraytraigopuestosdosvestidos.UnotomaustedysaleenmilugarconAgustín.

-¡Y usted! -preguntó Rivas con admiración al ver brillar de entusiasmo losojosdesuquerida.

-Yo -contestó ella- me quedo aquí. ¿Qué pueden hacerme cuando medescubran?

Martínhubieraqueridoarrojarsederodillasparaadorarcomounadivinidadala que, como una cosamuy natural, le ofrecía el sacrificio de su honra porsalvarle.

-¿Creeustedqueyoconsentiríaenconservarmividaacostadesuhonor?-ledijobesándolaconpasiónlamanoqueestrechabaentrelassuyas.

-Loqueyoquieroesqueustedsalgadeaquí-contestóLeonorconagitación-.Espreciso,Martín,quenoseformeustedilusiones;enelGobiernohaymuchoencarnizamientocontralosquehantomadoparteenlarevolución.¿Quiénnosasegura que elConsejo de Estado le indulte a usted?Y en caso de indulto,¿quépena sustituirána lade lamuerte?Nada sabemosy todoestomehacetemblar.

-Caramba-dijoAgustín,queacababadeacercarseaellos-,Leonortienerazón.Estacasatieneunaspectomuytriste;esprecisoquetratesdesalirdeaquí.

-Si tú tienes valor -dijo Leonor a su hermano-, Martín puede salir ahoramismo.Quédateensulugaryélsaldráconmigo.

Agustínsepusomuypálidoynopudodisimulareltemblorqueconmoviósucuerpoantelasolaideadecorreraquelpeligro.

-Leconoceránalsalir,hermanita-dijoconvozapagada-,yluego,¿quiénmeharíahuiramí?

-Tendríanqueponerteenlibertad-replicóLeonor.

-Agustíntienerazón-dijoRivas-,meconoceríanalsalir.

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-Esoesclarocomoeldía-observóelelegante,serenándoseunpocoysacandosureloj,comodeseosodeverllegarlahoradeirse.

-SiAgustínme traemañana una buena lima y un par de pistolas, haré unatentativa-dijoMartín.

-Es convenido. No hay nada más que decir -exclamó Agustín volviendo amirar el reloj, temeroso de que su hermana propusiese algún otromedio deevasiónquelecomprometiese.

Enesemomentoelcarceleroanuncióqueerahoradesalir,yLeonoryAgustínsedespidierondeRivas,prometiéndoleloquepedíaparaefectuarsutentativadefugaeldíasiguiente.

-LXII-

Pero esa tentativa no pudo llevarse a efecto, porque la celeridad de losprocedimientosjudicialeshabíaexcedidotodaprevisión.

CuandoLeonoryAgustínsepresentaron,solicitandoveraRivas,envirtuddelpermisoquemostraban,recibieronestalacónicacontestación:

-Nosepuede.

-¿Porqué?-preguntóLeonorconinquietud.

-Porqueestáencapilla-contestóelquehabíadadolaprimerarespuesta.

LeonorseapoyóenelbrazodeAgustínparanocaer,aterradaporelespantoqueprodujeronensualmaesasfúnebrespalabras.

Agustín,temblandodemiedo,llevóaLeonoralacalle,dondeelcarruajelosesperaba.

La niña se arrojó sobre un asiento de atrás, prorrumpiendo en desesperadossollozos.

-Acasa-dijoAgustínalcochero.

Elcochesepusoenmarcha.

Al cabo de pocos instantes, Leonor alzó la frente; hubiérase dicho que, altravésdelaslágrimasqueinundabansusojos,brillabaenellosunlejanorayodeesperanza.

-¡Todonoestáperdido!-exclamóechándoseenbrazosdeAgustín.

-Porsupuesto,hermanita-dijosincomprenderloquedecíaelelegante-,note

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hagaspena,hermanita.

-¿Se tehaocurridoalgúnmediodesalvaraMartín?-preguntoleLeonorconunaexaltaciónfebril,engañadaporelairedeseguridadconquesuhermanohabíapronunciadolaspalabrasqueanteceden.

-¿Amí?Ninguno.Nuncasemeocurrenada-contestóconvivezaelelegante,quetemióqueLeonorquisieseexigirlealgúnsacrificio.

-Puesamísemehaocurridounaidea.

-¿Averlaidea?

-LlévameacasadeEdelmiraMolina.

-¿Paraqué?

-Allílosabrás.

-Pero,hermanita,mepareceinconvenientequetú...

Leonornoledejóacabarsufrase,porquebajóunodelosvidriosdeadelantedelcoche,yporallídijoalcochero:

-Para.

Luego,dirigiéndoseasuhermano,ledijoconvozimperativa:

-Dalelasseñas.

Agustínobedeciósinmurmurar,yelcochetomóelcaminoqueseleindicó.

-Es preciso que hablemos con Edelmira -dijo Leonor al cabo de algunosmomentosdesilencio.

-Peroyendoacasadesumadrenoeselmediomássegurodeconseguirlo-replicóAgustín.

-¿Porqué?

-Porque allí me conocen, y después de la historia que tú recordarás, meaborrecencordialmente.

-Tienesrazón-dijoLeonor,comprimiéndoselafrenteconlasmanos-.PeroesabsolutamenteindispensablequeyomeveahoymismoconEdelmira.Aver-añadió con febril impaciencia-, piensa tú, discurre, ¡yo tengo ardiendo lacabeza,ysemeturbanlasideas!

Laafligidaniñaocultó su rostroydejó caer la cabeza sobre el respaldodelcoche. En su seno los sollozos se agolpaban como las olas al soplo de latormenta.

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-Yo discurriré -dijo el elegante-, pero no sigamos a casa de doñaBernarda,porqueloperdemostodo.

-Acasa-gritóLeonoralcochero.

Luego se volvió hacia su hermano.Sus ojos despedían rayos de fuego, y lacontraccióndesuscejasanunciabalaenergíaqueeracapazdedesplegar.

-Volveremos a casa -dijo-, pero te advierto que antes de dos horas debeshabermefacilitadounaentrevistaconEdelmira.

-Pero,hermanita,¿cómoquieresquelasaqueyodesucasa?

-Nosé;masyoestoyresueltaahablarhoyconella,ysitúnomeproporcionaslaocasióndehacerlo,iréyosolaaverla.

-Noesconvenientequevayastodasola-exclamóexasperadoelelegante.

-Iré, iré -repitió Leonor con exaltación-, nadie podrá impedírmelo. ¿No vesqueMartínestáencapilla?¿Novesquesilefusilanyomorirétambién?

NadapudoobjetarAgustínaestegritodelalmaenérgicadesuhermana,yseconvenció de que para evitarle el dar algún paso desesperado debía hacercuanto le fuese posible por cumplir sus deseos. El joven se acordó en esemomentodelaambicióninsaciablededineroqueconstantementedominabaaAmador.

-HayunmediodequehablesconEdelmira-dijo.

-¿Cuál?-preguntólaniñaconavidez.

-Eldedaralgunosrealesalhermanodelamuchachayélmismotelatraeráacasa.

EnestemomentoelcochellegabaainmediacionesdecasadedonDámaso.

-Te daré dinero -dijo Leonor cuando bajaban del coche-, espérame en tucuarto.

Conefecto,alcabodepocoratovolvióLeonorcontreintaonzasdeoroqueentregóasuhermano.

-Toma -ledijo-, confíoen ti; túnoquerrásverme llorar toda lavida,¿noesverdad?

Aldeciresto,estrechabaaleleganteconcariñososabrazos.

-¡Caramba!-exclamóAgustín-.EresunCreso,hermanita.¡Quéricaestás!

-Papámeacabadedaresedinero;leheexplicadomiplanenpocaspalabras.

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-Entretanto,amínadamehasexplicado,demodoqueyoandoaoscuras.

-Andaprimero,despuéslosabrástodo.

Agustín salió de la casa y Leonor se dejó caer de rodillas, implorando laprotección del cielo por el buen éxito de su empresa. Al cabo de algunosmomentosdefervorosaoración,seacercóalescritoriodeAgustín,yprincipióaescribirunacartaaRivas,enlaquereferíasusproyectos,prodigándolelasmás ardientes protestas de aquel amor que, lentamente desarrollado en supecho,habíacobradoyalasproporcionesdeunapasiónirresistible.

EnesosmismosmomentosAgustínllegóacasadedoñaBernarda.Alpisarelumbral de aquella puerta, todos los recuerdos de la escena del supuestomatrimonio, en las que le había tocado representar el papel de víctima,asaltaronsumemoriaehicieronlatirdemiedosucorazón.Perolaconvicciónenquesehallaba,dequeeraprecisoobedeceraLeonor,ledioenterezaparagolpearalapuertadelcuartodeAmador.

Éste abrió la puerta, y no sabiendo el objeto de la visita que le llegaba,contestóconunsaludoinciertoalsaludodeAgustín.

-Deseohablarconustedasolas-dijoelelegante.

-Aquíestamossolos-contestóAmador,haciéndoleentrarycerrandolapuerta.

-Voyausarconusteddetodafranqueza-dijoAgustínsinsentarse.

-Asímegusta,nohaycomolafranqueza-exclamóAmador.

-¿Quiereustedganarunosquinientospesos?

-¡Quinientospesos!¡Quépregunta!¿Yaquiénnolegustalaplata,pues?¿Pitausted?-dijoAmador,pasandoenmediodesusexclamacionesuncigarrillodepapelalelegante.

-No,gracias,elservicioquereclamodeustedesmuysimple.

-Hablenomás,tengobuenasentendederas.

-MihermanadeseahablarahoramismoconsuhermanaEdelmira.

-¿Paraqué?

-Nosé;perosospechoqueseaparaqueellaintervengaconalguienenfavordeMartínRivas,queestácondenadoamuerte.

-Pobre Martín, yo lo hice agarrar preso, ahora me pesa; vea, llevaré aEdelmira, nopor el interésde losquinientos, aunque estoymuypobre, sinoporhaceralgoporMartín.

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-¡Magnífico!ApenasllegueustedacasaconEdelmira,recibirálasuma.

-Yaledigoque,aunqueestoypobrecomounacabra,nolohagoporinterés.

-Locreobien;perolaplatanuncaestádemás.

-Asíes,vea;amísiempremeestádemenos.

Despidiéronse, prometiendo Amador que en media hora más estaría conEdelmiraencasadedonDámaso.

PocosmomentosdespuésqueAgustíndabacuentaaLeonordelresultadodesuentrevista,AmadoryEdelmirallegabanalacasa.

LeonorcondujoaEdelmiraasucuarto,dejandoasuhermanoencompañíadeAmador.

Cuandolasdosniñassehallaronsolasenunapieza,cuyapuertahabíacerradoLeonor, ambas se contemplaron con curiosidad, y en ambas se pintó lasorpresadesdelaprimeramirada.

Edelmirahalló,envezde laaltaneraexpresiónqueanteshabíanotadoen lahermosahijadedonDámaso,unadulzuratalensumirada,quesintióporellaunairresistiblesimpatía.

Leonor vio que el rosado tinte de las mejillas de Edelmira había sidoreemplazadopor lapalidezdelsufrimiento;que lavivezadesumirarestabaapagadaporlafuerzadeunavisiblemelancolía,yadivinó,conlapenetracióndelamujerenamorada,queEdelmiranohabíadejadodeamaraRivas.

Esta idea, que en otra circunstancia le habría desagradado, pareció animarlaporelcontrario.

-¿Sabe usted la situación en que se encuentra Martín? -le dijo, haciendosentarseaEdelmirajuntoaella.

-Sabíaqueestabapreso-contestóésta-;peroahora-añadióconvoz turbada-mihermanomedicequeestácondenadoamuerte.

La que esto decía y la que escuchaba se miraron con los ojos llenos delágrimas.

LeonorsearrojóenbrazosdeEdelmiraexclamando:

-¡Ustedesmiúltimaesperanza!¡Esprecisosalvarlo!

ElcorazóndeEdelmiraseoprimiódolorosamentealoíraquellaspalabrasqueencerraban la confesión del amor que Leonor había ocultado en su primeraentrevista.

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Leonorcontinuóconexaltación,ysincuidarsedesecar lasgruesas lágrimasquecorríanporsusmejillas:

-Yohehechohastaaquícuantohepodido,ymelisonjeabadequeMartínseríaindultado; parece que le temen mucho, cuando se niegan a perdonarle. Yoestoy cansada de imaginar medios de evasión, y aun cuando me hallodispuesta a sacrificarme por él, nada acierto a combinar que sea realizable.Estamañana, desesperada al oír la funesta noticia de que le han puesto encapilla,noséporquéhepensadoenusted;dígamequehe tenidounabuenainspiración. Usted me dijo, cuando estuvo aquí hace tiempo, que deseabaserviraMartín;laocasiónhallegadodemanifestarlesuagradecimiento.Yaveustedqueestannoble,tanvaliente.¡Yquierenmatarlo!

Edelmira se sintió fuertemente conmovida al ver la desesperación con queLeonorpronuncióaquellaspalabras.LaadmirablebellezadeLeonorenmediode tan acerba aflicción, lejos de causarle los celos que la hermosura de unarivaldespiertaenelcorazónde lamujer,parecióejercersobreEdelmiraunaespeciedefascinación.

-Yo,señorita-dijo-,estoydispuestaahacerloqueustedmedigaporsalvaraMartín.

-¡Perosiamínadasemeocurre,porDios!-exclamóLeonorcomprimiéndosela frente con las manos-. Parece que las ideas se me escapan cuando creohaberlasconcebido...Aver...¿PorquésemeocurrióqueustedpodríasalvaraMartín...?¡Ah!¿Nohabíaunoficialdepolicíaquequisocasarseconusted?

-Escierto.

-Esjoven,¿noesverdad?

-Sí.

-Ese joven debe amarla todavía; usted es demasiado bella para que él hayadejadodeamarlaporundesaire,¿noesasí?Estoyseguradequeél laama.Puesbien,Martínestápresoensucuartelyustedpuedecomprometerleaquefacilitesuevasión.Ofrezcaustedtodoloqueseanecesario:dinero,empleos,mi padre ofrece cuanto le pidan. ¡No me niegue usted este servicio, se loagradeceréeternamente!

-Señorita -dijo Edelmira-, voy a hacer cuanto pueda; si usted consigue queAmadormeacompañeaveraRicardo,talvezlogremossalvaraMartín.

LeonorestrechóconfrenesíaEdelmira,prodigándolelosmástiernoscariñosporaquellarespuesta.

-Vamos aver a suhermano -dijodespuésde esto-, puesno tenemos tiempo

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queperder.

SalierondelapiezaenqueseencontrabanyentraronenladeAgustín.

Amadorapuraba ladécimacopadeun licorque lehabíaofrecidoAgustínyfumabatendidounhabanoprensadodeenormelargo,conlagravedaddeunmagnatequetieneconcienciadesuimportancia.

Leonorexplicóenpocaspalabraselnuevoplan,ydespuésdepediraAmadorqueacompañaseaEdelmira,coninsinuantespalabrasseacercóapreguntaraAgustínporeldineroquelehabíaentregado.

El elegante puso con disimulo las treinta onzas enmanos deAmador, cuyorostroseiluminóconindeciblealegría.

-Por salvar aMartín, que ha sidomi amigo -dijo-, haré lo que usted guste,señorita.

-Tú los acompañarás para traerme la respuesta -dijo Leonor a Agustín,llamándoloaparte-;ynotemiresengastos.Sieloficialponedificultades,dilequepapáseencargadesuporvenir;yorespondodeello.

Abrazó después a Edelmira con la ternura de una hermana, y llevó suheroísmohastaestrechar lamanodeAmador,quedespedíaunolora tabacoquemadoinsoportable.

-MándemeconAgustínlanoticiadelresultado-dijoaEdelmiraalatravesarelpatio-;sóloesperoenusted.

-Nadatemas,hermanita-dijoAgustín-,aquívoyyoparaarreglarlotodo;quelapestemeahoguesinosacamosaesepobreMartíndelaprisión.

Despidiéronseen lapuertadecalle,yLeonorentróa sucuarto.Allí sedejócaersobreunsofá,rendidadeemociónydezozobra.

-LXIII-

GransorpresasepintóenelrostrodeRicardoCastañoscuandovioentrarasuhabitación a las tres personas que vimos salir en su busca de casa de donDámasoEncina.

Ricardo Castaños pertenecía, como ha podido verse en el curso de estahistoria, a esa clase de enamoradosque sabenoponer a los desdenes de susqueridaslaresignaciónquelosfilósofosaconsejanenloscontrastesdelavida.A pesar de haberse visto despreciado por Edelmira, su amor vivía en sucorazónyconservabatodoelvigordelosdíasenquehabíaestadopróximoa

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unirse con la niña por lazos indisolubles. Así fue que, al verla entrar en lapiezaqueocupabaenelcuartel,loslatidosdesucorazónseacelerarondetalmanera,quealasorpresaqueensusojossepintaba,vinomuyluegoaunirseelrojotintequedieronasusmejillaslasoleadasdesangrequeelímpetudelcorazónlestransmitía.

Confusoysinacertaraformularpalabrasclaras,ofrecióasientoaEdelmirayalosdosjóvenesquelaacompañaban.

EdelmirarompióelsilencioquealainvitacióndeRicardohabíasucedido;convozsegurayresueltaexpresióndefisonomía,dijo:

-Venimosaverloparaunasuntomuyimportante.

-Señorita,aquímetiene-contestóésteponiéndosemáscolorado.

-Aunque estos caballeros -prosiguió Edelmira volviéndose hacia Agustín yAmador- saben a lo que vengo, me gustaría más estar sola con usted paraexplicarmemejor.

-Aquínohayescribano-dijoAmadorriéndose-,hablanomás,quenohemosdedarfedespuéssiloquedigasteperjudica.

-Estaseñoritatienerazón-replicóAgustín-,yosoypartidariodeltête-à-tête,ynosotrospodemos,entretanto,irafumaruncigarro.

-Andarentonces-dijoAmador-,vamosapitar.

Los dos jóvenes salieron y principiaron a pasearse en un corredor, sobre elcualabríalapuertadelapiezadeloficial.

Éstehabíaquedadodepie,ybuscabaensuimaginaciónalgúncumplimientoparaentablarlaconversación.

Edelmiraleahorróestetrabajodiciéndole:

-Muchoextrañaráustedvermeaquí.

-Esono,señorita;perodeseguroquenoloesperaba-contestóRicardo.

-Yoconozcoquenomeheconducidobienconusted,ymearrepientodeello-prosiguiólaniña.

-Tantofavor,señorita,yoledoylasgracias.

-¿Meamaustedtodavía?-preguntóEdelmira,fijandoeneljovenunaresueltaypenetrantemirada.

-¡Vayasilaquiero!-exclamóRicardo-,lapruebalatieneenquetodoslosdíaspasoporsucasaporverla.

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-Ustedpuededarmeahoraunapruebaquemeconvencerámásquetodo.

-Hablenomásyverásidigolaverdad.

-QuieroqueustedsalveaMartínRivas.

Ricardohizounmovimientodesorpresa.

-Aunquelopudieranoloharía-dijocontonoderabia.

-Puessiustedquiereprobarmequemeama,esprecisoquesalveaMartín.

-¡Bonitacosa!¿Paraqueustedlosigaqueriendo?No,másbienquelofusilen,yasíseacabatodo.

El oficial de policía pronunció estas palabras con un acento sombrío, queconvencióaEdelmiradequeelamordeaquelhombrenosehabíaentibiado.

-Pues si lo fusilan, jamás nos volveremos a ver usted y yo -díjole la niñalevantándosedesuasiento.

-Pruébemeustedquenoloquiere,pues-exclamóconpasiónRicardo-.Siasífuese,podríamoshablar.

-Estoydispuestaahacerlosiustedlosalva.

-¿Cómomeloprobará?

-Casándomeconustedsiquiere.

Estaspalabrashicieronvacilaraloficialalgunosmomentos,duranteloscualespermanecióensilencio.

Luegodespuésreplicó:

-Yentonces,¿porquéseempeñatantoporél?

-¿Esustedreservado?-preguntoleEdelmira.

-¡Cómono!

-Entonces diré que quiero salvarlo porque lo he prometido a la hermana deAgustín;quienhavenidoparallevarlelanoticiadeloqueustedconteste.

-¿EntoncesesaseñoritaquiereaMartín?

-Sí.

-¿Yustedno?

-No.

-Y¿cómopuedoyosalvarlo,pues?

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-¿Nopuedeustedentrardeguardiamañana?

-Nometoca.

-Peropuedecambiarlaconaquelaquienletoque.

-Esosí.

-Estandousteddeguardia,leesmuyfácilhacerfugarseaMartín,pagandoalcentinelaparaquehuyaconél.

-Escierto;peroyolediréunacosa:notengoplata.

-ÉsaladaráAgustín.

-¿Y quién me asegura que después que Martín esté libre usted cumpla supalabra?

-Lojurarésiustedquieredelantede testigos,enpresenciademimadre,quehastahoymehahabladodeusted.

-Vea,Edelmira-dijoRicardodespuésdereflexionaralgunossegundos-,ustedsabe que yo la he querido y la quiero mucho. ¿Qué más quisiera yo quecasarme conusted, pues?Pero la condiciónqueustedpone esmuydura; sidejoarrancarseaMartín,mepuedendardebaja.

-Ah,siustedapreciamássucarreraqueamí...

-Noquierodecireso,sinoqueperdiendomisueldomequedoenlacalleylaquierodemasiadoaustedparaquemepudieseconformarconverlapobreamilado.

-Siesporesonomás,creoquenotieneustedporquétemer.

-¿Cómopues?

-Si alguna persona rica, agradecida al servicio que le hiciera poniendo enlibertad a Martín, le prometiese hacerse cargo de su suerte, ¿tendría usteddificultadenaccederaloquelepido?

-Notendría,yaledigoquelohagoporusted.

EdelmirallamóaAgustín,queenesemomentosehallabaconAmadorcercadelapuertadelapieza.

-Quisiera que usted repitiese a este caballero lo que al salir nos encargó laseñoritaLeonor-ledijo.

-¡Cáspita!,noestanfácil.Mihermanahablócomounloroyyonobrilloporlabuenamemoria-contestóelelegante.

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-Sí, pero usted no puede haber olvidado -replicó Edelmira- lo que ella dijoparaelcasodequeRicardoperdiesesuempleo.

-¡Ah...!, eso no; dijo que papá responde de todo, y Leonor puede decirloporqueellallevaapapáporlapuntadelanariz.

-Yaveustedquenoloengaño-dijoenvozbajaEdelmiraaRicardo.

Estetonoconfidencialdelaquesiempreselehabíamostradodesdeñosa,hizobrillardealegríaydeamorelrostrodeloficial.

-Yo no digo que ustedme engañe en eso -replicó-.Dígamenomás quemecumplesupalabradecasarseconmigoyquenosequejarádespuéssiquedopobre.

-Si Martín está libre mañana en la noche -contestó Edelmira, haciendoinauditos esfuerzos por ocultar su emoción-, estoy dispuesta a casarme conustedeldíaquequiera.

-Estarálibreopierdominombre-dijoeloficial,apoderándosedeunamanodeEdelmiraysellandoconunardientebesoaquellaespeciedejuramento.

Laniñalehizorepetirvariasvecesquenofaltaríaasupalabra,yAgustínsecomprometió a traer el dinero necesario para pagar al centinela que debíaayudaralafuga.

EdelmirayAmadorregresaronconAgustínacasadedonDámaso,endondeLeonorlesesperaba,entregadaaunainquietudmuycercanadeldelirio.

Cuando Edelmira le dijo que Martín se salvaría, Leonor dio un grito decontentoytomándolaentresusbrazoslacolmódelocascaricias.

-¿Y cómo ha conseguido usted esto? -preguntó Leonor, sin notar queEdelmira,presadeunprofundoabatimiento,habíaocultadosurostroparanodejarverlaslágrimasquelobañaban.

-Jurándolequemecasaríaconél-contestólaniña.

YaldaraquellarespuestaparecióquelaabandonabanelvalorylaresignaciónquedurantesuentrevistaconRicardohabíadesplegado,pueslossollozoscasiahogaronsusúltimaspalabras.

Leonor miró durante algunos momentos a Edelmira con una expresiónindefinible;laadmiraciónyloscelosquedormitanenelfondodetodoamorverdaderoocuparonalmismotiemposualma.Enesosmomentos,quefueronmuy rápidos, se dijo almismo tiempo: «Le ama tanto como yo» y «¡Pobreniña!¡Tieneuncorazónangelical!».

Y como dijimos, aquel instante de involuntaria reflexión pasó con rapidez,

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porqueLeonorsearrojóenternecidaenbrazosdeEdelmira.

-Diossólo-ledijo-escapazderecompensaraustedportantagenerosidad.Sialgo vale para usted mi eterno reconocimiento, acéptelo, Edelmira, ypermítamesersuamiga.

Estaspalabras,pronunciadascontodoelcalordeunalmagenerosa,calmaronelllantodeEdelmirayledevolvieronlaserenidad.

Leonorrepitiómilvecessusprotestasdeagradecimientoconaquellaspalabrascariñosas que las mujeres saben emplear en la efusión del corazón, y supohacerolvidaraEdelmiraladiferenciasocialdesuscondicionesrespectivas.

Enlamañanadeldíasiguiente,RicardoyAmadorsepresentaronencasadedon Dámaso y arreglaron con Leonor y Agustín el plan de fuga que debíaejecutarseenlanochedeesedía.

-LXIV-

Martín,entretanto,dabauntristeadiósalavidayalosamores,estasegundavidadelajuventud.

Eneseadióshabía,sinembargo,juntoconlatristeza,laserenaresignacióndelvaliente.Además, el amorocupaba tangrande espacio en su alma, quemásbien le contristaba la idea de separarse de Leonor para siempre que la deperderlaexistenciaenlaflordesusaños.

En esta disposición de espíritu, Rivas se había ocupado con calma de susúltimasdisposiciones.Noposeíaningúnbien,demodoqueelcuidadodelosintereses materiales no le robó ninguno de los preciosos instantes que lequedaban.

Poseíasíuninmensotesorodeamor,alquequeríaconsagrarsualmaenteraenaquellosmomentossolemnes.

Escribió,pues,unalargaysentidacartaasumadreyasuhermana.Cadaunadelasfrasesdeesacartateníaporobjetofortificarsusánimosparalaterriblepruebadedolorquelasesperaba.

«Acaso-ledecíaalconcluir-lamuertenoseaparamíunmalenlaspresentescircunstancias. Obstáculos casi insuperables se me presentarían, si viviese,pararealizarlafelicidadaqueLeonormehadadoelderechodeaspirar;ytalvez,combatiéndolos,habríasufridohumillacionesdemasiadocruelesparamicorazón.TengoconfianzaenDiosynomefaltavalor; laspurasbendicionesdeustedesmeallanaránelcaminoparacompareceranteeldivinoJuez».

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Cerrada esta carta, pareciole que podía ocuparse ya enteramente de Leonor.Parahablarledesuinmensapasiónleescribíalahistoriadelmodocomoellahabía nacido y desarrolládose en su alma. Sencilla y tierna historia deenamorado,llenadeidealesaspiraciones,deardientesamargurasborradasyadelamemoriaconladichadelosúltimosdías.Eltrágicofinqueaguardabaalprotagonista era la única sombra de aquel cuadro pintado con los diáfanoscoloresdelajuventudydelamor.Martínloretocabaconlapredileccióndelartista por su obra favorita, y añadía una frase de amor a las mil que laesmaltaban,cuandolapuertadesucalabozoseabrióensilencio.

Era la oración, y Martín vio entrar a un hombre embozado, que no pudoconoceralinstante.

ÉstesequitóelembozoalacercarsealamesaenqueRivasescribíaalaluzdudosadeunanegraveladesebo.

-¿Quéobjetotieneestavisita,señordonRicardo?-preguntóMartínconciertaaltanería,alreconoceraRicardoCastaños.

-Leaestepapel-contestóeloficial,entregandoaRivasunacarta.

Rivasleyólosiguiente:

«Todoestáconcertadoparasufuga.RicardoCastañospagaráalcentinela,queenseñaráaustedelcaminoseguroparasalir.Aproveche,pues, laocasión,ytenga prudencia, recordando que del éxito de este paso no sólo depende suvida,sinotambiénladesuamante

»LeonorEncina».

Martín levantó sobreRicardo losojos, en losquebrillaba la esperanza,y almismotiempohizoademándeguardarlacarta.

-¿Noserámejorquelaqueme?-ledijoeloficial.

-¿Por qué? -preguntó Martín, que guardaba como un tesoro las cartas deLeonor.

-Porquesipordesgracialepillan-repusoRicardo-,esepapelmecompromete.

-Tieneustedrazón-contestóRivas,quemandoelpapel.

-Bueno -dijo Ricardo-, ahora yome voy y usted no tienemás que salir; elsoldadoqueestádecentinelalollevaráporuncaminoseguro.

-Una palabra -dijoMartín, acercándose a Ricardo-: ustedme presta en estemomentounservicioquenomeesperaba,ymuchomenosdepartedeusted,quemehaconsideradocomosuenemigo.

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-Esono-dijoeloficial-;yoloperseguíytomépresoaustedporqueestábamoscombatiendo.

-¿Nadamásqueporeso?-preguntóRivas-.Hablemosconfranqueza:ustedmehacreídosiempresurival.

-Escierto.

-Sinembargo,sehaengañadousted;jamáshehabladodeamoraEdelmira,seloasegurobajomipalabradehonor.

-¡Cierto!-exclamóllenodealegríaRicardo.

-Cierto; y si antes creí que esta confesión, hecha por mí a usted, pareceríahumillante,yaqueusted sehaprestadoa servirme,creodeberhacérsela sinindagar la causa que usted haya tenido para ello. Si usted ama a esa niña -añadióMartín-,creoqueestaconfesióndestruirálosjuiciosquehayaformadoen contra de ella; entretanto, yo no tengo otro medio de manifestarle miagradecimiento que haciendo esta confesión y rogándole que acepte miamistad.

-Gracias -dijo con efusión Ricardo, estrechando la mano que le presentóMartín.

El oficial salió, dejando la puerta abierta, después de decir a Rivas queapagaselaluzparasalirtrasél.

EnlafugadeMartínnohuboningunadelasperipeciasdequelosnovelistasseaprovechanparaexcitarlacuriosaimaginacióndeloslectores.Elsoldadoqueguardabasucalabozoabandonóconélelpuestodesufacción,condujoaMartín por pasadizos solitarios, hasta llegar a un patio, igualmente solo, endonde, mediante el auxilio de una escalera, ambos salvaron los tejados ybajaronaunacalle.

-Adiós,pues,patrón-dijoelsoldadoaRivas.

Yseechóaandarpor lascalles,pensandoen lasonzasdeoroque sonabanagradablementeensusbolsillos,despuésdehabersidoentregadasaRicardoCastañosporlatorneadayblancamanodeLeonor.

Rivasdivisóapocadistanciadelpuntoenquelodejóelsoldadouncarruajealquesedirigióinmediatamente.Unhombreseadelantóarecibirle,diciéndoleconvozbienconocida:

-Túeressalvado,Martín,déjameabrazarte.

YAgustínEncinaleestrechóentresusbrazosconuncariñofraternal.

-Mihermanaestáallí,queteespera-añadióelelegante,señalandoelcarruaje.

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Enesemomento,Leonorbajabadelcoche.

-Estosmomentos-dijoaRivas,dejándoleestrecharlamanoquelepasóparasaludarle-hansidoparamídeunainquietudmortal;acadainstantecreíaoíralgunavozdealarma.

-Vamos,esprecisomontarymeternosenruta-dijoAgustín-;ellugareste,tancercadelaprisión,nomeparecedelosmásrecreativos.

LeonorsesentóenunodelosasientosdeatrásdelcocheycolocóasuladoaRivas.Agustínsesentóalfrentedeellos.

-Enun lugarcercano -dijoésteaMartín- tenemosesperándoteunmozoconcaballosqueteserviránmejorparatomarcaminosexcusadosporsilesdaelcaprichodeperseguirte.

-Jamáspodrépagar losserviciosqueustedesmehacen-dijoMartín llenodereconocimiento.

-¿Nohayenellosalgúnegoísmodemiparte,cuandosalvándoleaustedsalvotambiénmifelicidadamenazadademuerte?-ledijoconvozbajaydulcísimaLeonor.

-Vaya -dijo, casi almismo tiempo,Agustín-,quédices túdepagar,querido;somos nosotros los que te estamos pagando lo que te debemos. ¿Te parecepoco haberme ahorrado la molestia de tener por cuñado a ese insaciablecomedordepesetasquesellamaAmador?Oye,querido,eladagiofrancés:Unbienfaitn’estjamaisperdu,ésaeslaverdad.

Agustínsiguiómanteniendolaconversaciónduranteelcamino,mientrasque,escuchándole apenas, Leonor y Martín se decían en voz baja esas frasescortadas que parecen seguir los latidos del corazón, y que los amantesencuentranmilvecesmáselocuentesqueelmásbrillantediscurso.

Llegado que hubieron a una callejuela solitaria en los suburbios de lapoblaciónyainmediacionesdelacalledeSanPablo,quellevaalcaminodeValparaíso,elcochesedetuvoporordendeAgustín.

Lostresbajarondelcarruaje,yAgustínsedirigióaunhombrequesepresentóacaballotirandootrodelarienda.

-Es preciso que aquí nos separemos -dijo Leonor aRivas-; escríbame ustedcadavezqueleseaposible.¿Tendrénecesidaddejurarlequepensaréenustedatodahora?

-No,perodígameotravez,Leonor,queesverdadcuantomehasucedidoenestosdías;avecescreoquetodohasidounsueño.Sobretodoeseamor,alquejamásmeatrevíaaspirarsinoenlasoledaddemicorazón.

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-Eseamor,Martín,estanverdaderocomotodolodemás.

-Ydurarásiempre,¿noesverdad?-murmuróeljovenestrechandoconpasiónlasmanosdeLeonor.

-Seráelúnicodemivida-dijoella-.Ynocreaqueésteseaunjuramentovanoarrancadoporunapasajeraafición;noheamadomásqueaustedenelmundo.¡Quiénmehubieradicho,cuandollegóustedacasa,queibaaamarle!

-¡Yyo-dijoRivas-,quelamiréaustedcomounadivinidad!¡AhLeonor,quépequeñomesentíantelaorgullosaaltivezdelamiradaconqueustedcontestóamisaludo!

-¡Y cómo figurarse también -exclamó la niña con el acento alegre de unainfantilcoquetería-quebajoelexteriordeunpobreprovincianoseocultabaelcorazónquedebíaavasallarme!Martín,ustedmehacastigadopormiorgullo,porqueleamoahorademasiado.

Estas últimas palabras fueron pronunciadas con un acento de apasionadamelancolía, que formó un notable contraste con la viveza infantil de lasprimeras.

-¿Searrepienteusteddehacermefeliz?-preguntóRivas.

-Mearrepiento,alcontrario,denohaberledichoantesqueleamaba-contestólaniñaconlamismamelancolía.

-¡Quéimporta,cuandoconestassolaspalabrasmehaceustedolvidartodolopasado!-replicóMartín.

-Perotenemosquesepararnos,yyomeresignoaestesacrificioporqueséquesetratadelavidadeusted.

-Y yo también lo acepto gustoso porque sé, Leonor, que su recuerdo mealentarápara lucharcon lamala suerte si ellameespera;porque sé tambiénquemiperseveranciatendráunainmensacompensacióncuandopuedavolverasuladoyescuchedesubocapalabrascomolasqueacabodeoír.

-Seráprecisoaplazarhastaentoncesnuestrafelicidad-dijolaniña,ahogandounsuspiroquelearrancabalaideadequeenpocosmomentosmásdejaríadeoírlavozdesuamante.

-Y ese día llegará pronto, ¿no es verdad? -dijoMartín, a quien, después deolvidarseporuninstantedelaseparaciónqueleesperaba,aquelsuspirodelaniñadespertóalarealidaddesusituación.

-¿Pronto?Sí,llegarápronto,porqueyonotendrésosiegohastaqueconsigaelperdóndelasentenciaquepesasobreusted.Felizmentemesientoconsobrada

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fuerzaparavencertodoslosobstáculos:nilasnegativasdemispadres,nilasnecias habladurías delmundome arredrarán. ¿No se tratará de volvernos aver?Ah,yotendréfuerzasyvalorparatodo.¿Nosabe,Martín,quesóloustedhastahoyhapodidodominarmivoluntad?¿Sabeustedquehahechocasiunmilagro?Yomismanolocomprendo;peroconozcoquelavoluntaddeustedserá en adelante la mía, que sus deseos serán órdenes para mí y queúnicamentemenegaríaaobedecerlesiustedmemandasedejarledeamar.

Rivasbajódelcieloaqueesaspalabras,dichasconeldulcísimoacentodelamujer enamorada, habían elevado su alma, al oír la voz deAgustín, que seacercódiciéndoles:

-Vamos,Martín, amigomío, esprecisoque terminen losadiosesymontesacaballo.

Parahacerestaadvertencia,elelegantehabía fumado lamitaddeuncigarropuro,hablandoconeldeacaballonolejosdelcocheydiciéndosedecuandoencuando:«Esprecisoserbuenamigoydejarquesedenelúltimoadiósenpaz.¡Cáspita,elpobremuchachohasufridobastante,segúncreo,paraqueyolepermitaesteligerorecreativo!».

A favor de la obscuridad,Martín imprimió un ardiente beso en la frente deLeonorybajódelcarruaje.

Leonorsecubrióelrostroconlasmanosydiolibrecursoalaslágrimasqueduranteaquellaconversaciónhabíacontenidoaduraspenas.

Entretanto,RivasdiouncariñosoabrazoaAgustínysaltósobresucaballo.

-Nosotros trabajaremos acá por ti, querido -díjole Agustín-; ten cuidado nomásquenoteatrapenantesdesalirdeValparaíso.Elmozoqueteacompañalleva una maleta para ti con un ligero equipaje; allí encontrarás cartas derecomendaciónparaciertoscomerciantesdeLima,amigosdepapá,yademáslos realillosquenecesitaspara losgastosdeviajey losprimerosque tengasque hacer en Lima; lo demás está previsto en las cartas de que te hablo;vamos,todavíaadiós,ybuenafortuna;¡enruta!

Estrecharonsusmanosconcordialafectolosdosjóvenes,yMartínemprendióelgalopedespuésdedarunamiradadedespedidaaLeonor,que, inmóvilalpiedelcarruaje,ocultabaentrelasmanossurostrobañadoenlágrimas.

-LXV-

CartadeMartínRivasasuhermana

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«Santiago,octubre15de1851.

Cincomesesdeausencia,miqueridaMercedes,parecequeenvezdeentibiarhan aumentado el amorprofundoque alimentami pecho.Hevuelto a ver aLeonor,másbella,másamantequenunca.Laorgullosaniñaquesaludócontansoberanodesprecioalpobremozoquellegabadeunaprovinciaasolicitarel favor de su familia, tiene ahora para tu hermano tesoros de amor que ledeslumbranyhacencaerderodillasantesumiradaangelical.Sonlosmismosojoscuyamiradabastabaparahacermepalidecerlosquemeprestanahorasusdivinosfulgoresparalanzarmialmapalpitanteenlasindefiniblesregionesdela pasiónmás pura ymás ardiente a unmismo tiempo; es lamisma frentemajestuosa que se inclina ahora ante mis ojos con la poética sumisión deamorosasolicitud;losmismosrosadoslabios,desdeñososantes,queahoramesonríenyarticulanloscastosjuramentosqueafianzaránnuestraunión;es,enfin,queridamía, labella, la imponenteLeonordeantes, transfiguradapor lamisteriosainfluenciadelamor.

»DesdeLimatereferíconprolijaminuciosidadlavidaquellevéenSantiagodesde el día demi llegada. En esas cartas predominaba el egoísmo del quequiere,trazandosusrecuerdos,evocaratodashoraselpasado,paraolvidarlatristeza del presente. Gracias, pues, a ese egoísmo, conoces a todos lospersonajes que han intervenido enmis acciones y quiero completarmi obradiciéndoteelestadoenquelosencuentroamivuelta.

»Agustín,siempreeleganteyamigode las frasesa la francesa,sehacasadohacepocosdíasconMatilde, suprima;hablándomedesu felicidad,medijoestas textualespalabras: ‘Somos felices comodos ángeles, nos amamosa lalocura’.

»Fuialdíasiguientedemillegadaaésta,díadomingo,alaAlameda;yodabaelbrazoaLeonor,locualbastaráparaquefácilmentetefigureselorgullodequemesentíadominado.Apocoandardivisamosunaparejaquecaminabaendirección opuesta a la que llevábamos; pronto reconocí aRicardoCastaños,que con aire triunfal daba el brazo a Edelmira. Nos acercamos a ellos yhablamoslargorato.Despuésdelaconversación,mepreguntésierafelizesapobreniña,nacidaenunaesferasocialinferioralossentimientosqueabrigabaantesensupecho,ynoheacertadoadarmeunarespuestasatisfactoria,pueslatranquilidad y aun alegría que noté en sus palabras las desmentía lamelancólica expresión de sus ojos. Acaso, me digo ahora, Edelmira haconsagradosuvidaa lafelicidaddelhombreaquiensunoblecorazónlahaunido; y para quien, como yo, conoce la nobleza de su alma, ésta es lacontestaciónquetienemásprobabilidadesdeverdadera.

»Parainformartedeunavezdetodolorelativoaestafamilia,tediréquehesabidoporAgustínque lahermanadeEdelmira,Adelaida,sehacasadocon

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unalemán, dependientedeuna carrocería; queAmador anda ahoraocultoyperseguido por sus acreedores, que han resuelto alojarlo en la cárcel, y quedoñaBernardavivealladodeEdelmiraycultivaconmásardorquenuncasupasiónalosnaipesyalamistela.

»UnademisprimerasvisitashasidoconsagradaalatíadeRafael.Lapobreseñoramerefirió,con losojos llenosde lágrimas, lospasosquesuhermanodonPedrodioparaencontrarelcadáverdemidesventuradoamigo.Salídeesacasa con el corazón despedazado, después de visitar las habitaciones deRafael,quesutíaconservatalescomolasdejamosenlanochedel19deabril.Ésta es la única nube que empaña mi felicidad. La vigorosa hidalguía deRafael, su noble y varonil corazón, vivirán eternamente enmimemoria; nopuedopensar,sinprofundosentimiento,enlapérdidadetanricaorganizaciónmoral.Ladesgracia,quehabíadadoasusojos lamelancólicaexpresiónquedominabaensufisonomía,notuvofuerzasparaabatirlosnoblesinstintosdesualma.¡Yalmascomoésasnodebenllevarsetanprontoalcielolaselevadasdotes que pueden fructificar en la tierra! En el corazón de ese amantedesesperado,lavozdelalibertadhabíahechonacerotromundodeamor,enelquepasaban,comolejanassombras,lasmelancolíasdelprimero.MicariñoalamemoriadeRafaellocomprenderásentodasuextensión,queridahermana,cuandotedigaqueconLeonorhablotantodeélcomodenuestrosproyectosdefelicidad.

»Conociendo, por la pintura que tantas veces te he hecho, el carácter deLeonor,teexplicaráscómohayapodidoellaconseguirquesuspadresytodasufamiliaaceptasennuestrauniónconinequívocasmuestrasdealegría.Asílodeseabaellay así ha sido.DonDámaso,despuésdeobtenermi indulto conpoderosos empeños, ha tenido que reconocer delante de su hija que él, alcasarse,noestabaenmuysuperiorcondiciónalamía.

»DoñaEngraciasehamostrado,comosiempre,dócilalavoluntaddesuhija;Agustín me trata como a un hermano, y todos los miembros de la familiasiguensuejemplo.Despuésdeesto,¿quémequedaqueagregar?Pintartemifelicidad sería imposible. Leonor parece haber guardado para mí solo untesoro de dulzura y de sumisión de que nadie la creía capaz. Ella dice quequiere borrar de mi memoria la altanería con que me trató al principio.Hablándome del sacrificio de Edelmira, me dijo anoche: ‘Yo sólo puedoadmirarla,peroconozcoquenohabríatenidosugenerosidad.Ustedquemehahechoconocerelamor,mehadadotambiénaconocerelegoísmo’.

»Enfin,miqueridaMercedes,simedejasellevardeldeseo,tedescribiríaunaaunalasescenasenqueoigopalabrasllenasdeunaternuraindecible,deesasquesóloustedes,lasmujeres,sabendecircuandoaman.Peroasí,estacartanoterminaríanuncayelcorreosemarchahoy.

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»Transmiteamimadreelcariñosoabrazoqueteenvíatuamantehermano

»Martín».

Quince días después de enviar esta carta, escribió otraRivas a su hermana,participándole su enlace con Leonor. Esa carta eramenos expansiva que laanterior.

«Hubieraquerido-ledecíaal terminar- iryoenpersonaa traerlasaustedes;peroesunpuntosobreelcualLeonorhahechovalersuantiguaaltivez.‘Irás’,me ha dicho, ‘pero conmigo’.No tarden, pues, en venirse; sólo ustedesmefaltanparacompletarmifelicidad».

DonDámaso Encina encomendó aMartín la dirección de sus asuntos, paraentregarse, con más libertad de espíritu, a las fluctuaciones políticas queesperaba le diesen algún día el sillón de Senador. Pertenecía a la numerosafamilia que una ingeniosa expresión califica con el nombre de tejedoreshonrados, en los cuales la falta de convicciones se condecora con el títuloacatadodemoderación.

FIN

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