Martinez Marzoa La Critica Del Juicio y La Cuestión Grecia-Modernidad

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La Crtica del Juicio

AA. VV. Estudios sobre la Crtica del Juicio, Visor y C.S.I.C., Madrid, 1990, pp. 147-164.

La Crtica del Juicio y la cuestin Grecia-Modernidad

Felipe Martnez Marzoa

La presente intervencin parte de una determinada manera de leer a Kant, la cual asume conscientemente el hecho de no ser la nica posible. Esa manera de leer, a su vez, tiene que ver con una determinada comprensin de la relacin Grecia-Modernidad-filosofa. De acuerdo con esa manera de leer, cabe establecer algunos puntos previos.

La cuestin kantiana de las condiciones de la posibilidad de... es, como se desprende inmediatamente del significado de las palabras historiogrficamente restituible para el momento en que Kant las emplea, la cuestin de en qu consiste.... En qu consiste qu? o condiciones de la posibilidad de qu? La cuestin kantiana es: en qu consiste la validez, por ejemplo: en qu consiste el que tal experiencia que yo he tenido sea experiencia, esto es, sea vlida como experiencia o, lo que es lo mismo, como conocimiento, o en qu consiste el que yo haya tomado una decisin, vlida como decisin ma.

La cuestin que constituye la filosofa es, pues, vista a travs de Kant, la cuestin de en qu consiste la validez. Recordemos ahora que la primera aparicin histrica de la palabra philosopha en un contexto aclaratorio, aparicin concretamente del verbo philosophen, asocia el philosophen con algo que all mismo se llama theora, y que esto ocurre no slo bastante antes de que philosopha y philosophen designen un modo autodelimitado de discurso, sino tambin bastante antes de que theora tenga algn significado especficamente filosfico. El bastante antes no se refiere slo ni fundamentalmente a la cronologa, sino que menciona la anterioridad con la que las palabras estn ya en la lengua y siguen estando en ella antes y con independencia de que algn decir especfico haga de algunas de ellas un uso tambin especfico, algo as como precedente remoto de lo que son nuestros trminos tcnicos; incluso cuando theora ha pasado ya a ser un trmino filosfico, la misma palabra sigue funcionando en el griego normal con el sentido que ahora vamos a atribuirle y sin el cual no podra en modo alguno entenderse el especficamente filosfico, al menos mientras ste aparece precisamente en la filosofa griega. Theora es la actividad o actitud del theors. Sin entrar aqu en mayores detalles (de los que por mi parte ya me he ocupado en algn otro lugar), dir que el theors es el que est en el juego o en la fiesta viniendo de fuera. Es ciertamente un extranjero en el sentido de xnos, no de brbaros; por 1o tanto, est efectivamente en el juego, en la fiesta, pertenece al mismo mundo, habla la misma lengua; pero est como extranjero, llegando de fuera, por lo tanto est y no est, est en una cierta distancia. Con la palabra misma est vinculada en la filosofa griega la autointerpretacin segn la cual es precisamente el theors quien tiene la ms profunda relacin con la esencia del juego o de la fiesta; la

theora es la prxis ms autnticamente tal. Quien est pura y simplemente dentro del juego est en l de manera trivial e irrelevante, sin asumir propiamente el juego, digamos: no puede en absoluto saber qu juego est jugando, ni siquiera que est jugando algn juego. Un estar que conserva cierta distancia con respecto a aquello en lo que se est, una participacin que, sin embargo, no se deja subsumir en aquello en lo que participa, eso es el ms radical estar y el ms profundo participar.

Si aplicamos esta nocin, griega, de theora a la caracterizacin del estado de cosas kantiano, diremos que el juego es el discurso vlido, ya sea en el sentido de validez cognoscitiva, ya en el de validez decisoria; la prxis es, pues, respectivamente, o bien el conocimiento, la ciencia (fsico-matemtica), o bien la conducta, la decisin; la theora, o sea, la filosofa, es entonces la pregunta sobre en qu consiste la validez del discurso. La pregunta filosfica ha adquirido esta particular forma desde el comienzo de la Edad Moderna, momento en que cierta vieja pregunta, precisamente la pregunta filosfica, se recupera, por obra de Descartes, en la forma nueva de pregunta acerca de en qu consiste la legitimidad (la validez) del enunciado, esto es: acerca de cundo y en virtud de qu condiciones se est legitimado para formular un determinado juicio.

Esto hemos dicho aplicando en parte a Kant nociones griegas, pero, a la vez, es evidente que la pregunta filosfica no tiene en su origen griego el mencionado carcter de cuestin de en qu consiste la validez; este es slo el modo en el que la pregunta se recupera al comienzo de la Edad Moderna, si bien, al decir que se recupera, ya hemos dicho que de algn modo se trata de la misma pregunta. Como quiera que la versin moderna pregunta en qu consiste la legitimidad del enunciado y la antigua tiene una frmula final en el aristotlico t t n (en qu consiste ser), se podra, de un modo demasiado fcil, observar que la cuestin de en qu consiste la legitimidad del enunciado es la cuestin de en qu consiste la legitimidad de la referencia de un predicado a un sujeto y que, por lo tanto, es la cuestin en qu consiste ser. En efecto, fue la capacidad de ser mera cpula en un enunciado lo que capacit al verbo ser para, finalmente, en el proceso de la filosofa griega antigua, convertirse en la designacin por excelencia del tema de la filosofa. Si he dicho que la conexin es demasiado fcil es porque no quisiera darla por establecida sin hacer expresas dos matizaciones.

En primer lugar, que, al hablar de ser como la cpula del enunciado; en ningn modo se est sentando la suposicin de que todo enunciado haya de poder ser obtenido por substitucin de variables en la frmula A es B; expresiones del tipo A es B no son aqu, como tampoco en Aristteles ni en Leibniz, frmulas con variables, sino mera esquematizacin de un cierto anlisis fenomenolgico de en qu consiste el decir, de cules son los elementos constitutivos de un decir en general, anlisis que ya desde Aristteles haba establecido, por una parte, que todo decir se refiere a algo, trata de algo, seala a algo que de alguna manera ya est ah, a un hypokemenon, y, por otra parte, que, de eso a lo que se refiere, todo decir dice algo, que hay, pues, algo dicho de kategoromenon; si nos permitimos designar el primero de estos dos elementos como A y el segundo como B, resulta muy natural designar con es la conexin entre ambos, pero no en el sentido de que pensemos (ni de que Aristteles o Leibniz o Kant pensasen) que en todo enunciado haya una expresin separable para el hypokemenon y una para el kategoromenon y la relacin entre ambos pueda entonces expresarse en todo enunciado con el verbo ser, sino nicamente en el sentido de que, cuando efectivamente hay el verbo ser, este verbo tiene la mera funcin de, sin aadir por su parte substancia semntica alguna, aclarar que cierta conexin es precisamente la de hypokemenon y kategoromenon, o sea, que hay lo que Aristteles llama apphansis, siendo as que el verbo ser es el nico (de las lenguas en las que existe) con el que ocurre exactamente lo que acabamos de decir.

Una segunda matizacin, ya adelantada en parte. Si bien el peculiar papel de la palabra ser en el discurso lo que capacita para ser designacin del tema de la filosofa, ese tema no era en la Grecia antigua interpretado como el de la validez del discurso. Ni siquiera fue reflexin alguna sobre la validez del discurso lo que hizo desempear a ser ese papel. Simplemente n enai se elev en algn momento a la condicin de designacin del tema de la filosofa porque su papel en la lengua le confera esa posibilidad. Por similar motivo se elevaron a lo mismo, en contextos diferentes, trminos como physis o lgos o ain. La palabra n enai era en principio un trmino ni ms ni menos adecuado que los otros citados para esa designacin; lo que ocurre es que su capacidad para efectuarla derivaba de un hecho puramente gramatical, de algo que no podra desaparecer sin que se desquiciase toda la estructura de la lengua, mientras que, en el caso de las dems palabras citadas, se trataba de fenmenos de lxico, por lo tanto mucho ms modificables y que de hecho se modificaron precisamente como consecuencia de la tematizacin de lo que se quiso designar con esas palabras, tematizacin que condujo rpidamente a una restriccin de significado. Finalmente qued slo n enai, lo que indica ciertamente, en vez de restriccin, un aplanamiento de la fuerza significativa de esta misma palabra. Alternativamente lo uno y lo otro, restriccin y aplanamiento, ocurri con physis; de ah que aun hoy podamos hablar, por una parte, de lo natural y la naturaleza en contraposicin a otras cosas, como la historia, el arte o la Gracia divina, y, por otra parte, podamos preguntar por la naturaleza del devenir histrico, la naturaleza de la creacin artstica o la naturaleza del acto redentor.

Vuelvo al hilo central de mi exposicin tras estas necesarias matizaciones. La cuestin de la validez es la versin moderna de la cuestin del ser. Sobre esta versin, Kant introduce una radical novedad, a saber: la consideracin de modos distintos de validez, o, en otros trminos, la radical irreductibilidad de la decisin a conocimiento, de la validez prctica a validez cognoscitiva. Esta particularidad forma parte de lo que designamos como el peculiar rasgo kantiano de la finitud y es coherente con las dems partes definitorias de ese rasgo. Concretamente es coherente con el que la validez, la cognoscitiva o, en su caso, la prctica, se presenta como un Faktum de la Razn, ciertamente no como un hecho (factum en el sentido de quaestio facti en contraposicin a quaestio iuris), sino precisamente como un ius, una legitimidad o validez, pero como una legitimidad que tiene el carcter de un Faktum en el sentido de que es algo con lo que el filsofo se encuentra y que no deduce; Faktum es el que haya en general conocimiento, el que tenga sentido la distincin entre tesis verdaderas y tesis no verdaderas, y, en su caso, el que haya en general decisin, el que yo haya en general de tomar decisiones y de reconocer determinados actos como actos mos. A este carcter fctico est vinculada la pluralidad de modos de discurso o modos de validez, en el sentido de que sta es pluralidad irreductible por lo mismo que es fenomenolgicamente constatada y no deducida, o, como dir Fichte con carcter de reproche, por ser evidencia fctica y no evidencia gentica; es claro que, si la diversidad de modos de validez apareciese en evidencia gentica, entonces por definicin no sera diversidad irreductible; ahora bien, esto, que desde un punto de vista idealista es una crtica a Kant, en Kant mismo es el meollo de su pensamiento. Igualmente es fctico en el mencionado sentido fenomenolgico el que la pluralidad en cuestin sea precisamente dualidad, a saber: la de validez cognoscitiva y validez prctica. Y a la misma facticidad y finitud pertenece el que entre, por una parte, aquello que el filsofo pone de manifiesto, las condiciones de la posibilidad, y, por otra parte, el contenido, haya una distincin tajante, en otras palabras: el carcter irreductiblemente contingente del contenido. A esta misma constelacin pertenece el carcter epaggico de la filosofa, su carcter de ponerse en camino a partir del Faktum en direccin a las condiciones de la posibilidad del mismo, esto es, como dira Aristteles, de lo ms claro y ms notorio para nosotros a lo que es ms claro y ms notorio en cuanto a la physis o pura y simplemente, es decir: en direccin a las arkha atia stoikhea. Me he permitido expresar esto empleando trminos aristotlicos para al menos sugerir algo cuya exposicin seguramente requerira de otras formas, a saber: que ya ese rasgo mismo de la finitud acerca a Kant a los griegos, no slo por lo que se refiere al carcter epaggico de la filosofa, sino ante todo en lo que es la raz de ese carcter, esto es: la concepcin misma del ser como finitud. Ms adelante nos encontraremos con alguna manifestacin concreta de esta proximidad.

De la interpretacin del ser como la validez forma parte la nocin moderna de sujeto, de la cual a su vez forma parte la unidad de dicho sujeto. De esto, y de cmo ocurre esto especficamente en Kant, ya se han ocupado muchos autores, entre otros yo mismo, y no voy a repetirme ahora. Esa unidad del sujeto comporta que la kantiana irreductibilidad recproca entre lo prctico y lo cognoscitivo habr de ser entendida de manera que, precisamente por esa irreductibilidad recproca, el discurso prcticamente vlido y el cognoscitivamente vlido resulten ser los dos modos de discurso de una misma y nica Razn. Correlativamente, se demuestra kantianamente que el mbito de los posibles objetos de conocimiento y el de los posibles objetos de decisin no pueden ser materialmente distintos, o sea, que todo objeto posible de conocimiento es un posible objeto de decisin de algn posible sujeto prctico en algn momento, y viceversa, sin que esto vaya en absoluto en perjuicio de la recproca irreductibilidad de ambos modos de validez del discurso, muy al contrario: el que no haya en absoluto trnsito vlido del conocimiento a la decisin, de lo cognoscitivo a lo prctico, ni viceversa, slo es entendible admitiendo que lo cognoscitivo y lo prctico no son dos partes del todo, sino que cada uno de ellos es el todo, lo cual sugiere que son el mismo todo, si bien eso mismo no aparece jams en el punto cero de la escisin, sino siempre o como lo cognoscitivo o como lo prctico. Fichte en 1804, aun reconociendo que se menciona en Kant una raz comn de lo cognoscitivo y lo prctico, observar que esa raz comn aparece en Kant como esencialmente insondable; naturalmente, Fichte hace de esto una objecin; dado que, al ser la raz comn insondable, no podran en ningn caso derivarse de ella los dos troncos, lo que ocurre, piensa Fichte, es que a dos absolutos se aade un tercero, cuando absoluto slo puede haber uno; esta es la lectura (y la objecin) idealista, mientras que intrakantianamente, finitsticamente, no se trata aqu en modo alguno de absoluto, y, una vez ms, lo que para el idealismo es el defecto es intrakantianamente el meollo y la razn de ser del pensamiento de Kant.

Tenemos, pues, en Kant, por una parte el problema del ser planteado en trminos modernos, como problema de la validez o legitimidad del discurso, que comporta la nocin moderna de sujeto o de Razn, y tenemos ese problema planteado, dentro de lo moderno, concretamente en trminos de finitud, que comporta la pluralidad (concretamente dualidad) de modos de validez y el consiguiente problema de dnde reside o comparece (o, si se prefiere, dnde y cmo se oculta) la unidad de la Razn o del sujeto. La radicalidad con que Kant formula la escisin de los dos modos de validez hace que el problema de la unidad ya no pueda formularse como problema de la legitimidad de un discurso, pues no hay discurso en el punto cero de la escisin, ni discurso que abarque ambos tipos. Aquello en lo que comparece y se oculta la unidad de la Razn ya no podr ser la validez de un discurso. En otras palabras: al ser planteado radicalmente en trminos de finitud, el problema del ser rompe en cierta manera el marco de su versin moderna, versin que, sin embargo, es aquella en la que est siendo planteado, tambin en Kant. La unidad de la que en ltimo trmino se trata ya no podr comparecer en el modo de la validez de un discurso.

Y, efectivamente, as ocurre en Kant; la exigencia de sealar a una raz comn de lo cognoscitivo y lo prctico conduce a sealar por un momento, quiz slo en unas pocas y enigmticas lneas, a una presencia (o, si se quiere, a una no-presencia) que no es la validez de un discurso. No se trata de que Kant alcance para la cuestin del ser un marco distinto del moderno, pero s de que llega a tocar, y hasta a designar con una palabra, la limitacin esencial de ese marco. Hay, pues, una especie de quiebra interna del mismo.

Kant ha obtenido, antes de la Crtica del Juicio, dos sistemas de condiciones de la posibilidad, cada uno de ellos como constitucin de una cierta validez inicialmente reconocida en su caso como el Faktum cuya constitucin (condiciones de la posibilidad) es precisamente lo que ha de averiguar el filsofo. El reconocimiento de los dos Fakta es el reconocimiento de la irreductibilidad de la distincin entre los dos modos de validez. De la misma irreductibilidad de la distincin, considerada como Faktum, surge, en los trminos ya mencionados, la exigencia de una raz comn que no podr ser a su vez la validez de un discurso. Segn mi interpretacin, que no es cosa de justificar aqu desde sus bases, ocurre que de la consideracin de los dos sistemas de condiciones de la posibilidad obtenidos surge la identificacin del problema unidad-escisin de lo cognoscitivo y lo prctico con el problema de la unidad-dualidad en el conocimiento mismo, a saber: entre intuicin y concepto; el que todo lo sensible haya de ser conceptuable tiene que ver con que el mbito de los posibles objetos de conocimiento es a la vez y por otra parte el de las posibles acciones de un posible sujeto prctico en general. De este modo, si hay, como sin duda Kant afirma, una raz comn anterior a la escisin de intuicin y concepto, ella habr de ser a la vez raz comn de la propia distincin entre lo cognoscitivo y lo prctico. Estas consideraciones y su desarrollo sistemtico permiten caracterizar kantianamente la raz comn de dos maneras complementarias, a saber: como esquematizar sin concepto y como finalismo sin finalidad, ambas frmulas sistemticamente empleadas por Kant y ambas para designar lo mismo. Sistemticamente, la exigencia de una raz comn y su caracterizacin, como esquematizar sin concepto o finalismo sin finalidad, son anteriores al hallazgo de un Faktum en el que la raz comn as caracterizada comparezca; es decir: aqu ya no se procede a partir de un Faktum para averiguar las condiciones de su posibilidad, sino que primeramente se ejerce una comparacin o confrontacin de los dos sistemas de condiciones de la posibilidad anteriormente descubiertos, una especie de meta-metafsica que habra de poner de manifiesto la raz comn de lo descubierto en la metafsica de la naturaleza y en la metafsica de la conducta, y slo despus se busca un Faktum en el que la exigida y caracterizada raz comn se documente o comparezca. Escurridiza bsqueda, porque habr de ser la de algo prerreflexivo, transdiscursivo y no tematizable. Como es sabido, Kant dice que ese esquematizar sin concepto o finalismo sin finalidad es lo que reconocemos cuando reconocemos que la figura es bella. Lo que comparece en el Faktum de la belleza es algo que, por as decir, no-comparece, que permanece no tematizable, esencialmente desconocido. Como creo haber mostrado en otra parte, eso desconocido, no tematizable, que no-compareciendo comparece en el Faktum de la figura bella, es lo que Kant en los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio llama la naturaleza, que evidentemente no es ni la naturaleza de la Crtica de la Razn pura ni la Natur de Naturschnheit en contraposicin a Kunstschnheit. La Natur de los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio aparece precisamente para exponer lo propio de la obra de arte una vez que ha quedado bastante claro que Kant utiliza de manera sistemtica y reiterada para caracterizar la Kunstschnheit frente a la Naturschnheit las mismas notas que para caracterizar la belleza en general, y que, por lo tanto, la nocin de una mera y pura Naturschnheit, supuestamente sin mediacin artstica de ningn tipo, es slo un concepto referencial necesario, siendo as que la mediacin artstica es esencial a la belleza misma como tal.

Afirmo, por el momento hipotticamente, que esa naturaleza de los pargrafos 45-46, naturaleza cuya presencia (o, si se prefiere, cuyo ocultamiento) es la belleza, esa naturaleza, digo, es la physis griega. Incluso a ttulo de hiptesis, esta afirmacin necesita de matizaciones.

En primer lugar. Ya he indicado que la palabra griega physis experiment pronto, y precisamente como consecuencia de la tematizacin de lo designado por ella, los dos procesos alternativos entre s que he mencionado como restriccin y aplanamiento; o bien physis conserva su sentido de presencia, construccin o estructura y crecimiento o madurez, pero entonces su aplicacin se restringe a cierto mbito de entes y/o cierto modo particular de ser, o bien se mantiene su aplicabilidad universal (del tipo: la naturaleza de esto o de lo otro), pero entonces en total vaciedad lxica. En cambio, cuando remito ahora a la physis griega, me refiero al momento en que esta alternativa an no se ha ejecutado, sino que un cierto crecimiento o madurez, presencia y constitucin, es asumido como el tener lugar de en principio cualquier ente, el cielo y la tierra, los dioses y los mortales, la polis y el templo. Cuando digo an, la anterioridad a que me refiero no es cronolgica, sino que es la anterioridad de la palabra misma frente a su uso especficamente filosfico. Con todo, en el primer momento en que physis aparece como palabra clave de la filosofa, o de aquello que andando el tiempo ser reconocido como la filosofa, esto es, en Herclito, physis conserva todava, en el propio discurso de Herclito, a la vez su riqueza de significado y la universalidad de su posible aplicacin.

Segunda matizacin. Es imposible que Kant sepa que la naturaleza a la que se refiere en los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio es la physis griega, porque la idea que Kant tiene de la Grecia antigua est basada en los tpicos del clasicismo ilustrado. Sin embargo, es histricamente real (y no slo real para nosotros) que la aparicin de ese concepto significa una invocacin a Grecia. Pues, ya que no en Kant mismo, la naturaleza en cuestin aparece identificada con el mundo de los griegos pocos aos despus de escrita la Crtica del Juicio. Vale decir: ese filosofema kantiano suministra la base conceptual para un tipo de referencia a Grecia absolutamente nuevo en la historia moderna; y es en este contexto donde por primera vez se produce en la Edad Moderna un contacto real con la Grecia antigua, contacto ms real cuanto ms fiel es la asimilacin del concepto kantiano aludido (por ejemplo: ms real en Hlderlin que en Schiller, aunque, ciertamente, real en ambos). Contacto con Grecia que, desde luego, est vedado a todo clasicismo y, dicho de manera ms general, a todo esfuerzo definido en favor o en contra de una imitacin de lo griego.

Slo a partir del sentido griego de physis cabe entender, por ejemplo, el papel de la naturaleza en el poema de Hlderlin Wie wenn am Feiertage..., pero, a la vez, el que en Hlderlin pueda aparecer la physis griega slo es posible si el propio Hlderlin tiene a su alcance, en su propio universo conceptual, algo que conecte con tal nocin; y a este respecto no podemos remitir a otra explicacin que a la condicin que Hlderlin tena de asiduo lector de Kant y en especial de la Crtica del Juicio.

Digo, pues, que la naturaleza de los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio aparece pocos aos despus identificada (no por Kant) con el mundo histrico de la Grecia antigua, con aquello en lo que vivan y a lo que pertenecan los griegos. Frente a eso, el pas del atardecer (Abendland), al que pertenecemos nosotros, es el mbito de la escisin, de la reflexin.

Hago un inciso para indicar en qu conexiones aparece aqu el trmino reflexin.

Cuando Kant dice Reflexionsurteil y reflektierendes Urteil, detrs de la posibilidad de este uso terminolgico est el hecho de que Reflexion, en ciertas terminologas de la lgica escolar (recogidas todava, por ejemplo, en la Propedutica filosfica de Hegel), designa el acto de llevar contenidos de la representacin al tipo de relacin con casos posibles propio del universal o concepto, entendido ste como la representacin vlida para una pluralidad en principio infinita de casos posibles, representacin indiferente a su aplicacin a este o aquel caso. Trasladado esto a trminos especficamente kantianos, lo que hay es que al conocimiento le es inherente la fijacin del procedimiento de construccin de la figura, por lo tanto la posible tematizacin de ese procedimiento y por ende la separacin del mismo con respecto al acto de construir, o sea: la constitucin del procedimiento en regla de suyo indiferente a su propia aplicacin a este o aquel caso concreto; en trminos an ms kantianos: el trnsito de esquema a concepto.

Kantianamente, esta exigencia inherente al conocimiento, la exigencia de fijacin de la regla de construccin, como exigencia a priori, no es otra cosa que la posicin de objeto en general, la cual estriba en la autoposicin del sujeto o apercepcin pura. En otras palabras, la reflexin, a una con y por lo mismo que es lo anteriormente dicho, es, con igual originariedad, la autorreferencia constitutiva del sujeto como tal, en la cual se constituye tambin el objeto como objeto. Por as decir, antes de la reflexin (antes del trnsito de esquema a concepto) no hay ni sujeto ni objeto, ni lado subjetivo ni lado objetivo.

Doy de momento por terminado el inciso sobre reflexin y retomo la lnea central de mi exposicin.

Sera un trabajo distinto del presente perseguir historiogrficamente la gnesis de la asociacin entre el concepto la naturaleza de los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio y el mundo de los griegos. Nos basta, para lo que ahora pretendemos, decir que esa asociacin es fundamental ya en el Hiperin de Hlderlin. La trayectoria de Hlderlin a partir de ese momento est determinada por la cuestin de cmo ha de hacerse justicia al hecho de que la naturaleza, la physis, es lo transdiscursivo, lo no-presente, no ttico, desconocido, lo que slo se manifiesta substrayndose y dando lugar as a lo otro, a la escisin. La preocupacin por expresar esto, sin lo cual la naturaleza no sera en modo alguno la de Kant, sino a lo sumo cierto concepto prerromntico o romntico que ella no es en absoluto en Hlderlin, est ya en el propio Hiperin, donde eso que se identifica con la Grecia antigua aparece precisamente en la figura (o, mejor, en la no-figura) de la muerte: Diotima tiene que morir e Hiperin habr de asumir la morada en el brbaro, escindido y parcializado Norte. El primer plan argumental para el Empdocles, el llamado plan de Frankfurt, nos presenta lo mismo: la muerte como el nico acto que tiene carcter a la vez nico y total, como el acto en el que la unilateralidad se rompe, en el que queda en suspenso lo que all se llama la ley de sucesin. A su vez, la dinmica de las sucesivas versiones del Empdocles est regida por el hecho de que esa no-presencia slo sera representada por la muerte en la medida en que la muerte misma no fuese acto alguno; considerada como un acto, la muerte es tan unilateral como cualquier otro acto; el problema sigue siendo, pues, bajo otra forma, el de cmo representar 1o esencialmente no presente, attico, desconocido. El verdadero resultado de la problemtica interna del Empdocles es la renuncia a hacer presente la tragedia, la renuncia a terminar la obra. En la carta de Hlderlin a Bhlendorff de 4 de diciembre de 1801, lo que hemos visto identificado con la Grecia antigua aparece, ciertamente, como lo propio o natural de los griegos, el fuego del cielo, en tanto que lo propio o natural de los hombres del atardecer (de los modernos, de nosotros) es, en efecto, el mbito de la separacin, la claridad de la presentacin y la precisin, pero todo ello de tal manera que lo propio es en cada caso aquello cuyo libre uso es ms difcil; por ello, dice Hlderlin, podremos superar a los griegos en la bella pasin, pero siempre habremos de aprender de ellos en cuanto a la sobriedad, es decir: a lo propio nuestro; lo propio aparece en cada caso como el punto de partida de un movimiento caracterstico de cada mbito histrico, movimiento en el que se conquista el trmino opuesto o ajeno, pero esta apropiacin de lo otro no es en absoluto una meta que Hlderlin proponga, sino algo que tiene lugar por as decir fcilmente; meta es ms bien, al menos para el moderno, la reconquista de lo propio; este modo peculiar de poseer lo propio que consiste en retornar a ello desde lo ajeno es lo que Hlderlin llama libre uso de lo propio, y eso es precisamente lo ms difcil.

Que el camino hacia lo griego es indispensable para el moderno precisamente por cuanto sin ese camino nunca podra producirse el retorno, la reconquista (el libre uso) de lo propio, esto, si tenemos en cuenta la identificacin que hemos reconocido de Grecia con la naturaleza de los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio y de lo moderno con la escisin y el discurso vlido, significa precisamente que no puede ser la naturaleza aquello de lo que temticamente se trata, por cuanto ella es lo esencialmente desconocido, transdiscursivo, prerreflexivo, no ttico, o, en otras palabras, que la physis slo se manifiesta (slo tiene lugar) desapareciendo y remitindonos a lo otro, a la escisin, o sea: que la physis no es sino la distincin misma de la physis y lo otro. Si llamamos, como lo hace a veces Hlderlin, a lo comn el mbito de los dioses y a la escisin el de los hombres, designacin que se justifica considerando la identidad que opera en la Grecia antigua entre el mbito de los contenidos de la obra bella y el de lo divino, entonces lo mismo que acabamos de decir se expresar tambin de la siguiente manera: el mbito de los dioses o de la belleza no es en su esencia el mbito de los dioses o de la belleza en s mismo, sino aquello que rige su diferenciarse del mundo escindido, de la unilateralidad; no los dioses, sino aquello, el nmos, lgos, plemos, que hace dioses a los dioses y hombres a los hombres. De ah que el camino hacia Grecia, indispensable, slo es genuino, slo es verdaderamente camino hacia Grecia, si produce l mismo el retorno.

La historiografa filosfica ha puesto desde hace algunos aos su vista en el momento del apartamiento de Hlderlin con respecto a Fichte, considerndolo como un instante clave en la historia de la filosofa, como un punto de partida comn a Hegel y a Schelling, del que ambos, cada uno a su manera, se separaran, pero del que ambos dependeran. Hlderlin es el primero que, habiendo pasado por la escuela de Fichte, formula una crtica de fondo a su concepcin, crtica que puede quiz resumirse en pocas palabras en el modo que a continuacin indico.

Es imposible reconocer como lo absolutamente primero el yo, porque yo quiere decir, como Fichte expresamente reconoce, autoposicin o autoconciencia, y esto implica relacin a s mismo y, por lo tanto, ya desdoblamiento. La conciencia no puede ser en modo alguno un incondicionado, porque tiene por condicin su propio desdoblamiento y su referencia a s misma en ese desdoblamiento. Lo absolutamente primero es anterior a toda reflexin, y en ello no se pone ello mismo, no hay se ni pone ni siquiera hay mismo, pues todos estos trminos introducen una condicin, a saber, desdoblamiento y autorreferencia, que hace que ya no pudiese en modo alguno tratarse de lo absolutamente primero. Lo verdaderamente primero habr de ser transreflexivo, no ttico, no poner, thesis. Hlderlin lo llama simplemente el ser. Tal es al menos el trmino predominante en los escasos, fragmentarios y difciles textos tericos de Hlderlin; porque hay que decir que ese ser es desde luego lo mismo que la naturaleza del poema Wie wenn am Feiertage... y lo mismo que ya desde Hiperin se identifica con la Grecia antigua y aparece en la figura (o sea: no-aparece en la no-figura) de la muerte.

Como ya he dicho, hace algunos aos que la historiografa filosfica ha sealado esa posicin crtica de Hlderlin ante Fichte como un momento crucial de la historia de la filosofa. Lo que no ha hecho hasta ahora la historiografa filosfica, que yo sepa, es sealarle a esa posicin de Hlderlin una continuidad con la historia central de la filosofa. En la medida en que se han buscado precedentes o fuentes de inspiracin se ha recurrido a fenmenos perifricos, como la Vereinigungsphilosophie del siglo XVIII. Creo que la interpretacin de la teora de lo bello de Kant como reconocimiento de la nica comparecencia (o, si se prefiere, de la no-comparecencia) de la raz comn, en particular el interpretar en este sentido el trmino naturaleza de los pargrafos 45-46 de la Crtica del Juicio, nos permite no darnos por satisfechos con las aludidas remisiones a fenmenos perifricos y, por el contrario, aspirar a encontrar en un punto central de la historia de la filosofa del que sabemos que Hlderlin era riguroso lector (la Crtica del Juicio y en particular la Crtica del Juicio esttico) el punto de entronque de ese paso hlderliniano cuya centralidad en la historia de la filosofa est hoy tan bien establecida. Es una tarea por realizar. Entretanto permtaseme aadir lo que pudiera valer como una cierta confirmacin indirecta del planteamiento.

El ser de Hlderlin es todava el ser de la Lgica de Hegel, en el sentido de que la diferencia del uno al otro se explica por el camino que Hegel ha recorrido entre tanto. Dicho a grandes rasgos, ante lo que l considera imposibilidad de derivar de la pura thesis transreflexiva la separacin o la reflexin, Hegel ha optado por el camino, en cierta manera inverso, de tratar de mostrar que la reflexin contiene en s lo suficiente para dar razn del ser mismo; as, por una parte, ha erigido la reflexin, la constitucin del sujeto como tal, en principio absoluto, reinterpretndola en el nico modo en que ella puede quiz ser principio absoluto, a saber: como la diferencia absoluta, que no depende de ningn otro, por cuanto no es diferencia sino de s misma, la negatividad absoluta o referencia negativa a aquello que no es otra cosa que esa misma referencia negativa; y, por otra parte, ante la imposibilidad de derivar del ser la reflexin, Hegel opta por tratar de mostrar que es el ser lo que tiene su raz en la absoluta negacin o que la verdad del ser es la reflexin, estructura fundamental de lo que Hegel llama la esencia. As, el ser queda relegado al papel del estadio de lo abstracto, inmediato, todava no desplegado en sus condiciones. Ahora bien, correlativamente, a ese papel quedan relegadas tambin Grecia en la filosofa de la historia y la belleza en la filosofa del espritu. Puesto que, sin duda, el planteamiento de Hlderlin frente a Fichte fue tambin un punto de partida decisivo en la trayectoria de Hegel, el hecho de que incluso en la madurez de este pensador Grecia sea el estadio del ser y, como tal, el estadio de la belleza confirma los puntos de vista que aqu se han venido defendiendo. Cf. mis libros Releer a Kant, Barcelona, 1989, y Desconocida raz comn, Madrid, 1987.

Herdoto, 1, 30.

Cf. mi artculo En torno al nacimiento del ttulo filosofa, en Anales de filosofa, Univ. de Murcia, 1983.

Cf. mi Herclito-Parmnides (Bases para una lectura), Murcia, 1987.

Todo ello alude al comienzo de la Fsica de Aristteles (libro A, cap. 1).

Cf. nota 1.

J. G. Fichte, Die Wissenschaftslehre, Zweiter Vortrag im Jahre 1804 vom 16. April bis 8. Juni, Hamburgo, ed. R. Lauth y J. Widmann, 1986, pg. 20

Cf. nota 1.

Cf. mi Desconocida raz comn, trabajo citado en nota 1.

Cf. mi Herclito-Parmnides, citado en nota 4.

Hlderlin, Smtliche Werke, Kritische Textausgabe, ed. D. E. Sattler, t. 12, 1986, pgs. 19-28.