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1 mARTadero Cuando por primera vez me acerqué a la dirección del proyecto mARTadero en Cochabamba, me encontré con un complejo de edificios macizos construidos a inicios del siglo pasado. Me asombró este lugar y me pregunté ¿para qué sirvió esto? La explicación que me da Fernando García, director del proyecto mARTadero es que fué, por muchos años, un matadero de animales. De allí deriva su nombre mARTadero. Me causa cierto susto pensar en el pasado de este lugar y a la vez me asalta la curiosidad: ¿cómo han podido escoger este lugar los que pensaron en transformar la sociedad a través del arte y la cultura en general? y ¿cómo han logrado darle a este sitio un uso tan positivo? Hace más de 12 años, un grupo de personas comprometidas con la cultura y el desarrollo social logró que la municipalidad les ceda el ex matadero de la ciudad: un conjunto arquitectónico de 3.000 m2, construido en 1924, de carácter patrimonial. Este grupo formó una asociación con el nombre paradó- jico de NADA (Nodo Asociativo para el Desarrollo de las Artes). Hoy el ex matadero cuenta con muchas iniciativas culturales y algunos emprendimientos productivos: Una escuela de Break-Dance, un Hack-Lab, un taller permanente de creatividad para niños, una pro- ductora audio-visual, una residencia artística, un café, una unidad productiva de mujeres artesanas en mosaiquismo, por nombrar solo algunas. “Convencido de las ventajas de la conexión, de las redes y de la urgencia de ponernos de acuerdo en una Cultura de Futuro” como dice en su página web, el proyec- to mARTadero cuenta hoy con siete áreas de creación artística y siete programas de desarrollo social, y unas doce personas trabajando. www.martadero.org Aproximándonos al proyecto mARTadero mARTadero en Cochabamba (Bolivia) : un espacio cultural que permite a muchos crecer con autonomía © proyecto mARTadero

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Cuando por primera vez me acerqué a la dirección del proyecto mARTadero en Cochabamba, me encontré con un complejo de edificios macizos construidos a inicios del siglo pasado. Me asombró este lugar y me pregunté ¿para qué sirvió esto? La explicación que me da Fernando García, director del proyecto mARTadero es que fué, por muchos años, un matadero de animales. De allí deriva su nombre mARTadero. Me causa cierto susto pensar en el pasado de este lugar y a la vez me asalta la curiosidad: ¿cómo han podido escoger este lugar los que pensaron en transformar la sociedad a través del arte y la cultura en general? y ¿cómo han logrado darle a este sitio un uso tan positivo?

Hace más de 12 años, un grupo de personas comprometidas con la cultura y el desarrollo social logró que la municipalidad les ceda el ex matadero de la ciudad: un conjunto arquitectónico de 3.000 m2, construido en 1924, de carácter patrimonial. Este grupo formó una asociación con el nombre paradó-jico de NADA (Nodo Asociativo para el Desarrollo de las Artes).

Hoy el ex matadero cuenta con muchas iniciativas culturales y algunos emprendimientos productivos: Una escuela de Break-Dance, un Hack-Lab, un taller permanente de creatividad para niños, una pro-ductora audio-visual, una residencia artística, un café, una unidad productiva de mujeres artesanas en mosaiquismo, por nombrar solo algunas. “Convencido de las ventajas de la conexión, de las redes y de la urgencia de ponernos de acuerdo en una Cultura de Futuro” como dice en su página web, el proyec-to mARTadero cuenta hoy con siete áreas de creación artística y siete programas de desarrollo social, y unas doce personas trabajando.

www.martadero.org

Aproximándonos al proyecto mARTadero

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Claudia Michel trabaja desde el año 2010 en el proyecto mARTadero, a partir de un Festival de Cine Europeo. Se desempeña como coordinadora programática lo que implica “organizar mejor las propuestas que llegan con las áreas artísticas, por ejemplo en apoyo técnico y la parte logís-tica.” El proyecto mARTadero realiza dos eventos periódicos grandes: el CONART, un festival de arte contemporáneo, y la Bienal de Arte Urbano (BAU), me explica Claudia. Además de ser coordinadora programática, ella también asume junto con su colega Magda Rossi la responsabilidad de una de las unidades productivas del mARTadero, el café ‘La mosquita muerta’. ¿Por qué le gusta ser partícipe del proyecto mARTadero? “En este espacio hay mucha libertad de hacer las cosas” dice y lo compara con su experiencia laboral anterior donde trabajó como psicóloga. Era una entidad estatal y estaba muy jerarquizada. Claudia añade que “lo bueno es que también te puedes sumar a ideas que otros dan… y se ve muchos resultados.”

“No seguimos una lógica proyectista” sigue explicando Daniel Cotillas, encargado del área de comu-nicación. ¿Y por qué se llama “proyecto” mARTadero entonces? Porque es “una construcción colectiva permanente de una comunidad”, una comunidad en Cochabamba con vínculos y conexiones con otras comunidades similares que crean transformación social a través del arte en todo el mundo. Pero también se podría hablar de “un mega- proyecto”, añade Daniel “porque engloba a varios proyectos, en construcción constante”. Este “mega-proyecto” tiene una visión concreta, pero “mañana la pode-mos cambiar si las circunstancias cambian.” Por ahora, esta visión está planteada no a corto plazo sino a un horizonte de 30 años, tiempo por el cual la municipalidad ha cedido el ex-matadero a la Asocia-ción NADA.

Para los que forman parte del proyecto mARTadero, su visión principal es dar un impulso para que se den procesos sociales a partir del arte y la cultura. Los resultados de estos impulsos no los puedes predecir exacta-mente, menos medir de forma tradicional. Si bien es cierto que se puede documentar cuantos participantes hubo en un evento o en un taller, según Daniel los múltiples efectos que se dan luego, a veces después de tiempo, no se pueden medir porque ni son procesos a corto plazo, ni se hubie-sen esperado a veces. “Una cosa lleva a la otra, un cambio a otro” agrega Daniel.

Otro elemento importante de este “proyecto” es que quieren lograr una autogestión e independencia financiera máxima posible. Por lo tanto, hay un financiamiento tripartito entre los espacios que se alquilan, las unidades productivas y los proyectos que se solicitan a entidades diversas, tanto es-tatales como privadas. A la vez, -en conjunto con otros colectivos- se está insistiendo en que el estado Plurinacional de Bolivia cree una ley de cultura que apoye de manera incondicional las iniciativas culturales en el país.

Claudia Michel y Magda Rossi en el café la Mos-quita muerta que forna parte del mARTadero

Un “proyecto” como construcción colectiva a largo plazo

“Un espacio con libertad para hacer las cosas…”

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Daniel trabaja como coordinador del área de comunicación. Pero no solo ve su trabajo en la difu-sión de lo que hace el proyecto mARTadero sino que entiende la comunicación como un proceso de interacción social, como un trabajo colaborativo- participativo. Como ejemplo menciona que es importante no solo contar, después de un Festival realizado, desde la perspectiva de él u otros del mARTadero sino que el reto principal es “¿cómo crear una narrativa de este festival involucrando en ella a los participantes del Festival?”

La gestión del conocimiento para Daniel consiste en dar varios pasos que tienen que ver con el en-cuentro de las personas – de manera presencial o virtual. El ejercicio comunicativo es entonces un constante intercambio entre pares y diversos en diferentes niveles y el reto es pensar de manera crí-tica acerca de ¿cómo darle un nuevo significado propositivo a un evento cultural para que sea un aporte a un desarrollo y a un cambio social? Esto es ver con otros ojos la función del arte y la cultura, lo que no siempre es fácil de hacer entender a los demás como veremos más adelante.

Preguntándole a Daniel ¿de dónde tiene él este concepto de la comunicación y de la cultura’ dice que “su escuela ha sido y es el mARTadero”. Esta “escuela” la valora más que estar en una empresa internacional grande – como en la que laboró antes. Trabajar en este tipo de empresa puede ser una oportunidad para otros, pero Daniel tiene el interés de enfocar de manera diferente la comunicación, lo que le es posible en el proyecto mARTadero.

A este espacio cultural “viene mucha gente con muchas propuestas” y “puedes ir dando rienda suelta a tus ideas” sigue diciendo Daniel. Todo es posible y “si las cosas no las desarrollas es porque no se te ha ocurrido o porque el contexto no está para ello.” El dinero nunca juega un papel importante en el inicio de éstas, pero luego que se difunden las buenas ideas normalmente se consiguen el o los me-dios financieros para realizarlas. Este ambiente abierto lleva al hecho que “hay muchas conexiones” tanto con gente comprometida en esfuerzos similares en América Latina como en Europa, de manera más intensa con Italia por ejemplo.

Escuela de Break-Dance en el mARTadero

La comunicación entendida como un proceso de interacción social a nivel local y global

El proyecto mARTadero es como una escuela

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La idea del proyecto mARTadero desde un inicio ha sido la de relacionarse con el barrio, Villa Coro-nilla. Es así que la OTB (la Organización territorial de base) tiene su espacio en el mARTadero. Pero las relaciones no siempre son fáciles con las instancias que representan el barrio de manera oficial. Es por ello que los que forman el proyecto mARTadero se concentran en estos momentos en establecer relaciones de trabajo con los colegios, con los niños de las parroquias y niños y jóvenes en general. Ellos vienen a los talleres o se imparte talleres para los profesores en los colegios. Evitar la actitud de reclamar a los otros “lo que deberían hacer”, enfocándose en lo que - junto con otros- pueden hacer, “criticando propositivamente” la llama Daniel su estrategia, “haciendo las cosas de manera diferente”. O también se podría decir “hacer política, pero evitando un estilo de política tradicional” según Daniel “siendo y manteniendo espacio abierto de diálogo y debate”.

Cuesta el hacer entender a todos los que vienen, incluso a algunos artistas que el fin del proyecto mARTadero no es solo exponer su arte, sino hacer incidencia social a través del arte, manifiesta Clau-dia. La pregunta para los artistas es entonces “¿qué es lo que vas a dejar? ¿Cómo puede servir tu arte para la transformación social?” Me interesa el ¿por qué es tan fuerte este sentir de trabajar la transfor-mación social? Porque “no trabajar lo social en Bolivia es algo ridículo” explica Claudia considerando la situación de marginación económica y social de muchos en el país. En este contexto, hacer y presentar “arte y cultura para la transformación social” es imprescindible. Y hay algo más que hace especial el aporte del arte a la transformación social según Claudia: “El arte simboliza cosas que están dentro de las personas, lo que no se pueden articular con palabras”, toca otros sentidos y además lo puedes “digerir más fácilmente”. De esta manera, se crean “nuevas posibilidades” añade Claudia “con todas las expresiones humanas”.

“Se el cambio que quieres ver en el mundo” dice un mural en el mARTadero según lo que dijo M.Gandhi.

Relacionarse en un territorio es importante, pero no siempre es fácil

Entender que el arte puede servir para el cambio social

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Y quiero saber ¿cómo es que ellos mismos, como equipo del proyecto mARTadero, hacen y son ejem-plo de una proceso de cambio social? Claudia menciona que es bueno “buscar las cosas que sí funcio-nan”. A la vez le parece importante tener una actitud de “provocar, motivar, sin tener la certeza” de lo que va a resultar en un proceso de transformación social, porque estos procesos se caracterizan por ser un escenario que depende de muchos factores diferentes.

“Hacemos y aprendemos de los errores” y “cada situación nos da ciertas pautas” añade Claudia. Ser un espacio que se abre y que apuesta por ampliarse, en vez de ser un ‘centro’, que se enfoca más hacia dentro, es una de las características del proyecto mARTadero. Esta cualidad de aprender constante-mente necesita “principios firmes e ideas motoras” en los cuales “te guías en tu accionar para no ter-minar haciendo todo.” Según Daniel. “Pero lo importante es mantenerse flexibles”. Todo ello solo es posible si existe un equipo diverso, agregan Claudia y Daniel, un equipo “auto-exigente”, como dicen, “con pensamiento crítico”, en el cual existe una confianza entre todos. “Así se pueden superar muchas dificultades”. Lo bueno es que “te permite echar a andar todo lo que tienes adentro”, lo que com-prueba que “cada quien debe hacer para lo que es bueno”. “Si haces lo que apasiona, lo haces bien, si te enfocas en lo que sabes hacer – y no te metes en todo – lo haces bien” termina diciendo Claudia.

Se siente que los que conforman el proyecto mARTadero viven la transformación social que quieren ver, en su propio contexto y a través de sus acciones, y los espacios del mARTadero permiten a otros experimentar esta transformación también.

Hay varias experiencias de cambio social a partir del arte y la cultura donde se expresan estas cua-lidades del cambio social en la práctica. Estas son experiencias y conexiones, las cuales el proyecto mARTadero “ha incubado”, como lo expresa Fernando García. La red TELARTES es una de estas expe-riencias, una red de artistas, gestores y espacios culturales auto gestionados a nivel nacional. Pero también son experiencias sociales alternativas, las cuales el proyecto mARTadero intenta ir desarrol-lando directamente como veremos más adelante.

Lil Fredes, coordinadora de comuni-cación de TELARTES trabaja actual-mente en un proyecto especial, a través del cual está sistematizando las experiencias de espacios cultu-rales independientes en toda Bolivia. Le gusta estar como comunicadora social en el proyecto mARTadero porque vive “esta filosofía horizon-tal que te permiten plantear nuevas ideas e iniciativas y plantearte retos.” Y sigue explicando que “esta opor-tunidad de crecimiento no la hay en otros lados, menos para jóvenes cuyas ideas normalmente no son es-cuchadas”.

“Se el cambio que quieres ver en el mundo” dice un mural en el mARTadero según lo que dijo M.Gandhi.

“Se el cambio que quieres ver en el mundo”

Experiencias de cambio social en la práctica

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Lil personalmente está convencida de que desde lo artístico y lo cultural se puede cambiar una socie-dad. Esto se ve también en cosas pequeñas como, por ej. , cuando en el día de la mujer un grupo de mujeres utilizó los muros, lo que fue una solución creativa para que no se sigan pegando cualquier afiche por allí. Pero también se muestran estos cambios sociales concretos “cuando en la Bienal de Arte Urbano se conocen los vecinos y cuando hay gente de otras zonas que vienen a esta zona con nueva mirada.” También el mismo hecho que los vecinos y las autoridades cambiaran su visión y ya no vean a los que dibujan graffitis, los graffiteros, como vándalos, es un logro importante. “Exigir al estado con pro-puestas”, afirman, y no sólo practican esto en el proyecto mARTadero, sino también en TELARTES, red que existe desde 2012. En aquel año, se plantearon un reto mayor: la de exigir una ley de culturas. En la elaboración de esta ley muchas de las iniciativas, que se han asociado en TELARTES invirtieron voluntariamente muchas horas de trabajo. Pero lo hicieron alrededor de una intención común, la de contar algún día con esta ley, que les apoye a todos en su financiamiento independiente. Este trabajo en conjunto les ayudó a todos en muchos sentidos: les dio la oportunidad de conocerse mutuamente, de darse cuenta que tienen mucho en común, el compartir datos y el hecho de aprender de la gestión de cada uno ha sido muy valioso en este esfuerzo…. “además de conseguir un anteproyecto de ley” cuenta Lil.

Conseguir políticas culturales que sostienen este tipo de espacios culturales sería un logro muy impor-tante para Lil también porque ella ya no se puede imagi-nar trabajar en un espacio con menos autonomía. Lil ve las consecuencias de esta manera de vivir el arte y la cultura todos los días: “Soy testigo de cómo las culturas transfor-man, como pueden resolver conflictos, y cómo aportan so-luciones creativas”. Y manifiesta que está claro que “es un deber de un ser humano de aportar a sus sociedad”. A Lil le gusta que “lo artístico-cultural porque siempre es nuevo”, es así que “en el mARTadero se aprende muchísimo, tanto desde los debates conceptuales como desde cómo hacer proyectos”. Sin embargo ella cree que “hay que entender que estas transformaciones sociales muchas veces no se ven de la noche a la mañana, que hay que ser perseverante y paciente. Es por esto que muchos esfuerzos se caen y también porque no se enfocan y hacen de todo, a veces no voluntariamente sino porque están obligados a hacerlo en un contexto de pocos fondos económicos.” Y agrega que

a veces le parece que los esfuerzos se caen también porque “no se planifica mucho” que también es una parte importante de un proceso social, según Lil.

http://www.telartes.org.bo/ (en este sitio web se encuentra también el ante-proyecto de ley y la ley aprobada de culturas)

Lil Fredes quien apoya a la red TELARTES

Con perseverancia y enfocándose se ven cambios reales

Juntos encontrar soluciones creativas y cambiar la perspectiva

© proyecto mARTadero

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Magda Rossi estudió derecho inter-nacional en Italia y luego trabajó en organizaciones internacionales en Bolivia. De manera voluntaria organizó intercambios de artistas ligado al proyecto mARTadero con Italia. Hoy se desempeña como coordinadora de las artes visuales. En conjunto con Claudia organiza la Bienal de Arte Urbano (BAU). Ya rea-lizaron la tercera Bienal (BAU) y tiene tanto éxito que ya existen más de 80 murales pintados. Al inicio era difí-cil conseguir muros, pero - como ya manifestó Lil - ahora hay una diná-mica social muy interesante alrede-dor de la Bienal. “Hay una receptivi-dad de los vecinos, porque han visto la calidad de los trabajos” constata Madga. Se pudo así superar los pre-juicios contra los grafiteros y los vecinos en la última Bienal de Arte Urbano en el 2015 hasta aportan materiales de trabajo para los artistas. También se acercó la municipalidad para ser parte de la Bienal. “Romper formas de trabajar y salir del espacio del mARTadero ayuda a conectarse más con la gente”, afirma Magda. Y en las redes sociales el arte urbano por si solo se difunde. http://bau.martadero.org/

El CONART, un festival de arte contemporáneo, se realizó por primero vez en el 2004. Fue el evento fun-dador del proyecto mARTadero. Sin embargo, refaccionar el antiguo matadero tomó mucho tiempo. Es así que recién en el 2014 se realizó nuevamente un festival CONART, en el cual participaron 23 artistas. Pero el CONART no es solo una exhibición. Lo interesante es que el mismo proceso de realizar las obras de arte ha sido diseñado como un proceso social. Se les pidió a los 23 artistas trabajar con las así llamadas “libretas Moleskine”, pequeñas libretas tal como las utilizaron muchos pintores en Paris en los siglos 19 y 20. Para ello se colaboró con la Fundación Lettera27. www.lettera27.org y www.at-work.org.

Después de darles un tema general a los artistas y designarle un territorio al cual viajar, estos se fueron por toda Bolivia. Realizaron sus obras de arte en esta libreta – que tienen formato bastante pe-queño – para luego realizar una exposición con ellos. Los visitantes pudieron estudiar las libretas con sus manos, acercándose a través de los ojos de los artistas a la realidad boliviana. “Queremos pro-mover arte contemporánea accesible a mucha gente y que genere una reflexión en ellos” dice Magda Rossi y añade “queremos que sea un público más amplio que normalmente”. Las libretas están actualmente en una exposición en Milán en Italia, después de haber culminado una exposición en Chile. http://conart.martadero.org/

Uno de los más de 80 murales pintados en las Bienales de Arte Urbano pasadas

El Arte Urbano permite conectar a gente y romper con prejuicios

El Arte contemporáneo como proceso social accesible para todos

© proyecto mARTadero

© proyecto mARTadero

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¿Y en qué es diferente y rompe los esquemas el proyecto mARTadero en comparación con los proyectos en los cuales estuvo involucrada Magda antes? ¿Cuál es su motivación de seguir trabajando aunque “la parte económica es un vaivén” como dice ella? “El mARTadero es un espacio único donde se crean cosas de calidad. El lugar mismo es único en Bolivia” responde Magda y sigue diciendo “Es un espacio con muy diferentes experiencias, de aquí y de afuera, un equipo muy mezclado y siempre tratamos de potenciarnos a nosotros, un área con la otra, es también entonces cuando más impacto tienen las cosas.” Como a los demás que trabajan y co-crean el proyecto mARTadero le gusta tener mucha autonomía y la posibilidad de moverse sola. ¿Y qué le aconsejaría a otros que quieren crear “un proyecto” similar? Lo más importante le parece que es el atreverse a hacer lo que realmente te apasiona. Esto significa que “tienes que lanzarte en algún momento aparentemente al vacío”. Pero que a lo largo salir del esquema, crear tú proyecto y llevarlo adelante sin demasiado miedo es muy satisfactorio, según Magda.

Otro día converso con César Aranda, quién trabaja como profesional de informática en el proyecto mAR-Tadero invirtiendo sus energías sobre todo en el Hack-Lab. Este Lab existe como tal o con otros nombres en muchas ciudades y reúne a los que están convencidos que el mundo necesita softwares y redes libres, sin fines de lucro y sin vigilancia permanente. Como Hack-Lab dentro del espacio del mARTadero trabajan sobre todo con el software libre LINUX y han creado la plataforma Barrio Hacker. Ésta provee entre otros de un servicio de Mensajería, de Blog y una nube virtual, llama-da “La Mochila” donde puedes guardar archivos. Varias agrupa-ciones juveniles y otras asociaciones, también personas privadas han creado su Blog aquí. En estos momentos, el Hack-Lab está conectando a diferentes colegios en Cochabamba a una red libre. Empezaron juntando a tres de ellos, por ahora, dándoles también clases a los profesores en el m anejo de Software y del Internet según el interés de los mismos. Poco a poco se va a am-pliar la difusión de esta red libre, conectándola con otras afines.

Asumir algo nuevo, “tomar consciencia y actuar” no es fácil para muchos, pero para César es importante vivir las consecuencias de lo que uno promueve “en carne propia”. Es así que él hace poco cerró sus cuentas en Facebook y Skype, lo que causó un fuerte impacto a su alrededor porque muchos no se han concientizado aún de la importancia de la independencia de las redes. César se dio cuenta que para moverse a un cambio real en este sentido, se necesita una decisión colectiva. ¿Pero será que César les está haciendo reflexionar a los demás con su decisión? ¿Se darán cuenta que ya es tiempo de movernos todos hacia una cultura “libre” y hacia una mayor ´libertad digital´?

En los talleres que César da a niños de diferentes edades, él y algunos amigos del Hack-Lab, les están enseñando otra práctica educativa: Aprender haciendo algo real, “cosas tangibles”. Estos son por ejem-

Vivir las consecuencias de lo que uno promueve “en carne propia”, pero de manera colectiva

Trabajar en conjunto hace más potente el trabajo

Una cultura libre promovida por redes autónomas e independientes

César Aranda enseñando cómo funciona la plataforma libre, el Barrio Hacker, en su computadora

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plo pequeños animales de metal que se juntan con un motorcito. Crear cosas tangibles les ayuda no solo a los niños porque utilizan todos sus sentidos, sino también a los que enseñan – mayormente profesio-nales en informática –porque les trae retos nuevos en la parte mecánica y electrónica. Su última idea, de los que forman el Hack-Lab, es la de construir mini-computadores a muy bajo costo, tipo Raspberry. Para ello quieren reutilizar computadoras antiguas, lo que ya lo vienen haciendo, por ej. Haciendo de pan-tallas consolas de juego. Todo esto ayuda a muchas personas a tener acceso al “mundo digital” y rompe la lógica de tener que gastar mucho dinero para ser parte de la sociedad – digital, global en este caso.

Por ahora, parece que todos somos parte de una “fase de transición” hacía una cultura de libre acceso al mundo digital como se dio cuenta César cuando se retiró de los canales de comunicación “tradicionales”. Muchos del Hack-Lab que ya quisieran dar otros pasos hacía más libertad no pueden vivir aún de ella y tienen que moverse en escenarios de trabajo “esclavizantes y monótonos” como lo expresa César. Por esto, César tiene la idea de crear una cooperativa de profesionales con amigos del Hack-Lab. El trabajo de esta cooperativa se caracterizaría por una interacción con gente real que ayude a “palpar más la rea-lidad”. Unir la parte técnica con lo social, ser uno mismo y dar un desarrollo más integral, también hacer cosas más tangibles. Ésta es la realidad que César quiere crear y vivir. Parte de este futuro diferente, que él tiene en mente, es incidir en la educación y en la práctica misma de las grandes empresas, planteando nuevos planes de estudio que integren práctica y teoría. Pero en verdad su visión va más allá aún: crear algo como “fábricas-escuelas” donde los que aprenden fabrican cosas reales para sí mismo y para los demás. Estas fábricas se desempeñarían como escuelas y fábricas a la vez – no necesariamente privadas, como la son mayormente hoy en día. César está pensando esto como una propuesta amplia de una so-ciedad diferente, no solo como un nicho o un juego, sino una sociedad, en la cual se comparte y genera el conocimiento con y para todos, también los bienes. Una sociedad también en la cual se reutiliza y se trabaja en equipo. El espacio mARTadero es para él como un laboratorio de aprendizaje y “desde el cual se puede lanzar una propuesta real que tenga impacto social”.

Susana Obando es coordinadora del área de interacción social. Este área es un enlace entre las áreas artísticas y las de desarrollo social. Susana, como to-das las demás personas con las cuales hablé, tiene mucho que contar. Trabaja sobre todo con jóvenes. Busca animar sus expresiones culturales pero con el fin de “activarlos para el cambio social” para que ellos sean los actores principales de este cambio. Los temas que Susana abarca en conjunto con los jóvenes son por ejemplo: una educación con cali-dad y empleo digno juvenil, los derechos humanos, aspectos todos que son de interés para los jóvenes. Para trabajar estos temas el proyecto mARTadero entra a los colegios con un programa de tres meses para hablar con los chicos a través de expresiones creativas sobre estos temas, en talleres de teatro, fotografía, cine-clubs, y de producción de audiovi-suales. En el mARTadero mismo también ofrecen

Soñando con un trabajo con más autonomía y más sentido para muchos….

Activar a jóvenes para un cambio social concreto

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estos talleres pero con una duración de seis meses, y luego terminan con un festival en Noviembre de cada año en el cual se conocen todos los jóvenes “ARTivistas”, como les llama Susana y se retroalimenten entre ellos, en lo que llaman “trueque de ideas”.

Desde estos programas surgieron grupos juve-niles fijos, auto-gestionados. Hay un grupo de teatro, un colectivo de fotografía, un elenco de danzas y el así llamado Grupo 7, que se dedica a la gestión social-cultural.

El Grupo 7 realizó hace poco un “Bloqueo”, pero no un Bloqueo de carretera como se los conoce en Bolivia, sino un “Bloqueo de Ideas” o sea una Feria de Ideas que “bloqueó” una pista del Barrio Coronillas como una idea propositiva de trans-formación social. Y el colmo: A través de los pre-mios se ejecutaron varias de estas ideas de cam-bio social en toda Cochabamba. En Quillacollo, por ejemplo, jóvenes mejoraron una cancha gestionado por un miembro joven de la OTB. “Zona Roja”, una comunidad de jóvenes grande en Cochabamba, con el premio ganado, realizó una obra de teatro acerca de la violencia en el enamoramiento y otro grupo lo invirtió en su parque de Skate. Además se les anima a todos los grupos juveniles a gestionar más fondos y posibilidades. Así como Susana también gestiona recursos para realizar el trabajo con los jóvenes, ella les motiva a su vez a hacer lo mismo. “Principio de Ida y vuelta” lo llama a ésto. Y hay muchas ideas más. Por ejemplo la de crear una “comunidad de Artes Urbanas” la cual realizaría acciones concretas de trans-formación social urbana uniendo las diferentes sub-culturas, artes urbanas para transformar vidas con mejoras concretas; ser comprometido en este tipo de acciones le cambia la vida a los jóvenes porque requieren disciplina.

Susana está ligada con el proyecto mARTadero desde hace siete años. Para ella el mARTadero es un sitio donde puedes “fusionar necesidades personales con lo social.” Existe un enorme potencial de tu desarrollo personal “por las opor-tunidades y la responsabilidad que tienes”.. Estas te permi-ten “responder a las expectativas” y así asumir literalmente responsabilidad “lo que es muy gratificante”. Y Susana añade “el mARTadero te envuelve, no te deja ir porque es apasionante”. Esta pasión y la responsabilidad por sus propias acciones es lo que Susana y los demás del equipo del mARTadero tratan de transmitir a los jóvenes para que entiendan que todo es un recibir y un dar - al contrario que muchas ONG que solo dan. En los mini-proyectos de trans-formación social que realizan los jóvenes son ellos los que asumen todo, y también realizan una sistematización de la experiencia por video. “Tienen un protagonismo real y genera responsabilidad en ellos.”

Asumir responsabilidad real te hace desarrollar personalmente

¿Un bloqueo más en Bolivia?

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Otra estrategia para romper esquemas mentales en los chicos y “cruzar mundos” es la de fomentar intercambios y festivales culturales entre jóvenes de diferentes estratos, por ej. estudiantes de la Universidad Católica con los del barrio, chicos de los colegios estatales con chicos de los colegios privados. Y a Susana le motiva ver ahora última-mente más de 500 jóvenes en el festival anual con ellos, algo que ella no se imaginaba hace siete años cuando empezó este trabajo “apasionante”. Para ella “la cultura es una parte fundamental para un desarrollo integral y mAR-Tadero es un ejemplo de esto”, de “un espíritu colabora-tivo” y no competitivo que hace crecer a los participantes y también a los que pasan por el mARTadero, como tuve la oportunidad de hacerlo durante dos días. Si me hubiese quedado más tiempo, hubiese podido conocer muchas más acciones de transformación social e iniciativas como “Enredarte con NADA” que apoya artistas emergentes, o el “Festival Grito Rock” que está llegando desde Rio de Ja-neiro, pero todo esto será sin duda alguna para la próxima oportunidad.

Susana Obando activa a jóvenes para que realicen cambios concretos a favor de su entorno

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Contacto : Proyecto mARTadero (Ex-Matadero) Calle 27 de agosto y Ollantay Cochabamba, Boliviawww.martadero.org/ [email protected]

Texto escrito por Heike Teufel (AGEH-Misereor) y consensuado con el proyecto mARTadero. Se le agradece a todo el equipo del mARTadero que acompañó la elaboración de este documento; también por las fotos que fueron colocados a disposición para ser publicados aquí.Toda reproducción autorizada citando la fuente.Febrero 2017

«Estamos convencidos de que un arte y una cultura vivos y participativos contribuyen fundamentalmente al desarrollo y bienestar social, y, por ello, consideramos prioritario el generar un espacio amplio e inclusivo (físico y

conceptualmente) para la creación.»

© proyecto mARTadero