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EL RECIENTE interés académico y político en las redes de comunidades que viven fuera de su “patria” condujo a una proliferación de estudios en el campo de la migración, pero también al surgimiento de una literatura acerca de las diásporas. Tradicionalmente, la palabra diáspora se utilizó de una manera bastante limitada: en general, como referencia a las comu- nidades diseminadas de su país o región de origen y que viven en una especie de exilio como resultado de uno solo o de una serie de episodios traumáticos. Sin embargo, en la actualidad la definición se ha expandido para incluir un conjunto de experiencias más diverso. De hecho, Robin Cohen, quien intentó desarrollar el criterio de definición así como una tipología de las diásporas, identifica cinco tipos diferentes: la diáspora de víctimas de persecución, la diáspora laboral, la diáspora imperial, la diáspora comercial y, finalmente, la diáspora cultural. 1 Un análisis de la experiencia marroquí –el caso considerado en este documento– sugeriría que se trata de una diáspora laboral. Dicho esto, Cohen sostiene que no todos los grupos que emigran hacia el extranjero en busca de empleo se convierten en diásporas. Las comunidades en el extranjero deben manifestar “evidencia de a) un fuerte mantenimiento de lazos grupales... durante un periodo largo (con respecto a la lengua, la religión, la endogamia y las normas culturales), b) un mito acerca de una *Este documento procede de una investigación más amplia realizada para varios países, Laurie A. Brand, Citizens Abroad: Emigration and the State in the Middle East and North Africa, Nueva York, Cambridge University Press (en prensa). Traducción del inglés de Mónica Portnoy. **Profesora-investigadora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad del Sur de California. 1 No obstante, se debe señalar que Cohen no extrae ninguna implicación teórica de su cate- gorización, por lo que sigue siendo completamente descriptiva (Robin Cohen, Global Diasporas: An Introduction, Seattle, University of Washington, 1997). Marruecos: la evolución de la participación institucional del Estado en las comunidades diáspora* Laurie A. Brand**

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eL reciente interés académico y político en las redes de comunidades que viven fuera de su “patria” condujo a una proliferación de estudios en el campo de la migración, pero también al surgimiento de una literatura acerca de las diásporas. Tradicionalmente, la palabra diáspora se utilizó de una manera bastante limitada: en general, como referencia a las comu-nidades diseminadas de su país o región de origen y que viven en una especie de exilio como resultado de uno solo o de una serie de episodios traumáticos. Sin embargo, en la actualidad la definición se ha expandido para incluir un conjunto de experiencias más diverso. De hecho, Robin Cohen, quien intentó desarrollar el criterio de definición así como una tipología de las diásporas, identifica cinco tipos diferentes: la diáspora de víctimas de persecución, la diáspora laboral, la diáspora imperial, la diáspora comercial y, finalmente, la diáspora cultural.1

Un análisis de la experiencia marroquí –el caso considerado en este documento– sugeriría que se trata de una diáspora laboral. Dicho esto, Cohen sostiene que no todos los grupos que emigran hacia el extranjero en busca de empleo se convierten en diásporas. Las comunidades en el extranjero deben manifestar “evidencia de a) un fuerte mantenimiento de lazos grupales... durante un periodo largo (con respecto a la lengua, la religión, la endogamia y las normas culturales), b) un mito acerca de una

*Este documento procede de una investigación más amplia realizada para varios países, Laurie A. Brand, Citizens Abroad: Emigration and the State in the Middle East and North Africa, Nueva York, Cambridge University Press (en prensa). Traducción del inglés de Mónica Portnoy.

**Profesora-investigadora de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad del Sur de California.

1No obstante, se debe señalar que Cohen no extrae ninguna implicación teórica de su cate-gorización, por lo que sigue siendo completamente descriptiva (Robin Cohen, Global Diasporas: An Introduction, Seattle, University of Washington, 1997).

Marruecos: la evolución de la participación institucional del Estado en las comunidades

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patria y una fuerte conexión con ella, y c) niveles elevados de exclusión social en las sociedades de destino…”. En el caso marroquí no hay nin-guna duda de que a) se cumple, aunque uno puede preguntarse cuánto tiempo se requiere para constituir “un periodo largo”. También existe un fuerte arraigo con la patria (a pesar de que no exista ningún mito asociado a ella); y las dificultades de integración han sido extensamente descritas. Sin embargo, resulta interesante que, si se observa la literatura sobre la emigración marroquí –escrita o no por marroquíes– la palabra diáspora rara vez se utiliza. Lo que aquí aparece como más pertinente es que, ya sea que se elija o no denominar al conjunto de comunidades de marroquíes en el extranjero como una diáspora laboral, la presencia de gran cantidad de marroquíes en el extranjero en comunidades crecientemente establecidas en naturaleza y sustanciales en tamaño se debe inicialmente a una búsque-da de trabajo para eludir el desempleo y aliviar la pobreza en casa.

El destino de la emigración marroquí, que empezó antes de la Segunda Guerra Mundial, inicialmente fue, de manera preponderante, Francia que, junto con España, controló al país bajo un régimen de administra-ción colonial llamado protectorado. Los marroquíes involucrados eran, sobre todo, de origen rural, y las grandes ciudades –Casablanca, Meknes y Rabat– normalmente constituyeron la primera escala en la búsqueda de empleo, la cual generalmente acababa más allá del Mediterráneo.2 Las diferentes percepciones respecto del valor de la emigración estaban claras desde el principio. Por ejemplo, ya en 1933 la Cámara de Comercio de Casablanca expresó la preocupación que sintió por la “hemorragia” que representaba el primer flujo migratorio hacia el norte. Por otro lado, con la pacificación de Marruecos aún incompleta, la résidence-générale francesa adquirió una mirada más positiva de la emigración: cada marroquí que dejó el país se vio como un rifle menos que pudiera levantarse contra los europeos así como una boca para alimentar. En la visión de los adminis-tradores franceses, el impacto económico positivo que el dinero enviado a casa por parte de los emigrantes tendría en aquellos “apaciguados” que se quedaron atrás constituía un bono adicional.3

2Catherine Wihtol de Wenden, Les immigrés et la politique, París, Presses de Sciences Po, 1988, p. 140.

3Hassán Bousetta, “Comment Hassán II a organisé l’immigration des marocains”, Demain, núm. 68, 15 al 21de junio de 2002, p. 9.

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Con la Independencia en 1956, la migración procedente del Rif (la región norteña que había formado parte del protectorado español y que había resistido firmemente la presencia española) se animó particu-larmente, debido a su reputación tanto para la oposición como por las limitadas posibilidades económicas.4 De hecho, el Rif y el Souss (el área del sur alrededor de Agadir), ambas áreas beréberes conocidas como “el Marruecos inútil” debido a su valor agrícola marginal, se convirtieron en las mayores fuentes de trabajadores migratorios. Los migrantes del Rif se dirigieron fundamentalmente hacia Alemania, Bélgica y los Países Bajos, mientras que la emigración del Souss se dirigió particularmente a Francia.5

Con el paso de los años, la naturaleza y grado de participación del Estado marroquí en la inmigración y en las comunidades y vidas de sus expatriados sufrió varias transformaciones importantes. Este documento pretende, en primer lugar y brevemente, dar una idea general del acerca-miento del Estado al proceso de emigración del reino como se interpreta a través de los sucesivos planes de desarrollo socioeconómico. Con esa evolución como telón de fondo, el documento analiza en detalle tres “generaciones” en los esfuerzos del Estado para organizar a las comuni-dades en el extranjero o para participar con ellas: las sociedades amicales, o de amistad, planeadas con base en las experiencias argelina y tunecina; los representantes parlamentarios de las comunidades en el extranjero; y un ministerio separado consagrado a los asuntos de las comunidades expa-triadas. A través de un cuidadoso análisis tanto de los factores nacionales como de los factores externos, se realiza el esfuerzo de explicar por qué el Estado marroquí se vio involucrado cuando lo hizo, usando las formas que utilizó. El documento también sugiere por qué estas iniciativas ins-titucionales fueron infructuosas y/o se interrumpieron, y concluye con una breve discusión acerca de cómo la evolución de dichas instituciones reflejó una transformación mayor en la manera en que el Estado ve y trata a los ciudadanos.

4El único producto que hizo famoso al Rif y que atrae millones de dólares a la economía marroquí es el kif (N. de la T.: planta de donde se extrae el hachís).

5Noureddin El-Aoufi, “Trajectoires et régulation de la politique d’émigration”, en Kacem Basfao y Hinde Taarji (dir.), Annuaire de l’Emigration Marocaine, Fundación Hassán II para los Marroquíes Residentes en el Extranjero, Rabat, 1994., pp. 590-591. A partir de aquí nos referire-mos a este anuario como aem.

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Política de emigración del Estado marroquí

Una revisión de los documentos del gobierno marroquí revela que los políticos posteriores a la Independencia observaron una clara vincula-ción entre la emigración y la regulación del mercado de trabajo nacio-nal. Enfrentado con el creciente desempleo y con el deseo de organizar los flujos migratorios para reducirlo, en primera instancia, el gobierno promovió la creación de la Oficina de Emigración en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Esta oficina tenía dos objetivos: centralizar ofertas procedentes de países extranjeros y proponer zonas de contrata-ción y supervisar la selección de trabajadores obreros según criterios pro-fesionales y de salud. También se suponía que la Oficina de Emigración garantizaría la aplicación de las convenciones de poder laboral pactadas por el gobierno marroquí (que comenzaron en 1963) así como el análisis de los expedientes de los obreros que buscaban trabajo en el extranjero.

El Estado marroquí limitó sus funciones a las de ser intermediario y coordinador de los flujos migratorios.6

El sucesivo desarrollo de planes subraya la continua preocupación del Estado por el (des)empleo y la capacitación. El primero de estos planes, el Plan Quinquenal 1960-1964, se concentró en las necesidades desencade-nadas por la reciente independencia (1956) y la partida de muchos fran-ceses, puesto que el encontrar el suficiente número de cuadros capacita-dos y la integración al desarrollo en los sectores económicos se volvieron imperativos.7 En la medida en que se discutió el desempleo, se sostuvo que éste necesitaba enfrentarse mediante una política de industrializa-ción, estimulada por la inversión nacional. La única mención a temas relativos era la correspondiente a la necesidad de limitar la inmigración –en ese momento procedía particularmente de Argelia, que todavía esta-ba sumida en sus luchas por la independencia– a los casos en los que no pudiera encontrarse ningún marroquí calificado.8

Durante ese periodo, pocas fuentes señalan la manera en que el régi-men trató la emigración fuera del esquema de convenciones formales, no obstante son instructivas. Por ejemplo, Ahmed Boukhari describe

6El-Aoufi, op. cit., pp. 590-591.7Reino de Marruecos, Plan Quinquennal, 1960-1964; Rabat, Ministerio de Economía de la

Nación, División de Planificación y Coordinación Económicas, 1960, p. 46.8Reino de Marruecos, op. cit., p. 60.

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Marruecos en esa época como un país en el que los procesos para obte-ner un pasaporte y los documentos necesarios para dejar el territorio eran complejos y fastidiosos. Los musulmanes marroquíes tenían que demostrar que poseían un ingreso mínimo para obtener un pasaporte y se requería una especie de autorización aduanal antes de que se les permitiera cruzar la frontera. Es más, en este proceso estaban compren-didos varios niveles: el provincial, para facilitar la entrega rápida de pasaportes; el distrital, para obtener certificados de residencia; el de la Sûreté Nationale, para acelerar las investigaciones políticas; y los servicios aduanales y de policía fronteriza.9 Para esta discusión, el punto que resul-ta pertinente es ver cuán caro (ya sea en pago directo o en sobornos) y engorroso era el proceso. Obtener un pasaporte costaba dinero y tomaba tiempo, y eso no garantizaba que se concediera. También representaba una manera en la que determinadas partes y niveles de la administración marroquí se forraban los bolsillos.10 La lección más importante es que la emisión del pasaporte como parte de política de emigración estaba carac-terizada por la corrupción.11

Para regresar la política a la manera en como se expresa en los documentos oficiales, el plan trienal de 1965-1967 se trató principal-mente de los desarrollos en infraestructura que el Estado pensaba iniciar durante ese periodo.12 Sin embargo, no es sino hasta el plan 1968-1972 que se encuentra la mención a una “política de emigración temporal” en el marco de la sección de población.13 Los niveles de las remesas no se encuentran incluidos en las cuentas proporcionadas; sin embargo, el documento declara que algunos factores psicológicos y administrativos habrían obstaculizado la extensión de la emigración. La nueva estrategia consistió en tomar como objetivo otros países europeos, especialmente algunos países mediterráneos, con la expectativa de lograr así tres resul-

9Ahmed Boukhari, Le secret: Ben Barka et le Maroc, un ancien agent des services spéciaux parle, Neuilly-sur-Seine, Francia, Editions Michel Lafou, 2002, pp. 111-112.

10Boukhari, op. cit., p. 112.11Véase también, Omar Bendourou, Le Régime Politique Marocain, Dar al-Qalam, Rabat, 2000,

pp. 149-150.12Reino de Marruecos, Plan Triennal, 1965-1967, Gabinete Real, División de Planeación y

Coordinación Económicas, Imprimerie Nationale, 1965.13Reino de Marruecos, Plan Quinquennal, 1968-1972, Mohammedia, Fedala, Primer Ministro,

Ministerio de Asuntos Económicos de Planificación y de la Formación de Cuadros, División de Planeación y Coordinación Económicas, vol. I, s.f., p. 32.

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tados: primero, un crecimiento en las reservas de divisas extranjeras, que se utilizaban para colaborar en el financiamiento de una parte de la inversión doméstica; segundo, empleo para parte de la población que podría no ser absorbida por el mercado nacional; y tercero, el desarro-llo entre un gran grupo de nacionales en el extranjero de calificaciones profesionales propicias para el espíritu de negocios y el desarrollo eco-nómico.14

Así, es evidente que en esta fase el gobierno estaba muy consciente de la contribución de los trabajadores marroquíes o tme (Trabajadores Marroquíes en el Extranjero, como se les llamó entonces)15 y consideró importantes sus fuertes contribuciones en divisas. El Estado también reconoció el papel que desempeñaba la emigración como válvula de esca-pe para el desempleo, aunque siguió viendo el problema del desempleo –así como la solución de la emigración– como temporal, en espera de que en el futuro los emigrantes Marroquíes volverían y enriquecerían el mer-cado local con sus inversiones y con su recientemente adquirido sentido comercial. Los funcionarios estatales no se habían dado cuenta aún (o no habían reconocido) que el desempleo y la emigración se habían converti-do en características estructurales de la economía marroquí.

A pesar del conocimiento del Estado sobre el papel que desempe-ñaban las remesas, durante los primeros años de la emigración, no se contaba con ningún sistema real que facilitara las transferencias. Algunas veces las personas simplemente regresaban con francos en sus bolsillos; otras, enviaban el dinero por correo en “giros postales”.16 Para rectificar esta situación, en 1968 el Estado encargó a la Banque Populaire (bp) que organizara la repatriación de divisas. Esto no significó un monopolio: también participaron otros bancos, pero la bp abrió oficinas en emba-jadas o territorios consulares y, por consiguiente, tuvo que ocuparse de la mayor parte. En 1968 las transferencias bancarias de los trabajadores marroquíes en el extranjero representaron únicamente 8.7 por ciento de los fondos totales transferidos por la emigración. Diez años después

14Reino de Marruecos, op. cit., p. 93. 15La terminología utilizada para referirse a los emigrantes ha cambiado con los años. En el

contexto de la política gubernamental, la primera denominación, tme, subrayaba el hecho de que originalmente se trataba de una comunidad de trabajadores en el extranjero (antes de la reunifica-ción familiar), y que esa gente era entendida, primero y ante todo, como trabajadores.

16Entrevista a Ismail.

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dichas transferencias sumaron más de 50 por ciento de las repatriaciones y, hacia 1988, llegaron a 72 por ciento. La proporción de las transferencias asumidas por la bp subió de 30 por ciento en 1970 a 77 por ciento en 1977. Otras medidas que se tomaron para alentar las transferencias incluyeron el desarrollo de transferencias bancarias directas entre bancos europeos y marroquíes, así como el condicionamiento del Estado respecto al tipo de cambio del dirham al franco.17

Luego, de manera previsible, en el plan 1973-1977 se encuentra la primera contabilidad de remesas de los expatriados, mismas que se acre-ditan –junto con el estímulo al turismo y a las exportaciones– al producir una balanza de pagos positiva.18 El plan incluye proyecciones del núme-ro de marroquíes que probablemente se vayan al extranjero, con una meta de 155,000 expatriados para finales del periodo comprendido en el plan (1977), a pesar de que se admite de manera contundente que una cifra de la mitad de ese número podría ser más realista.19

Este plan se trazó antes de la reducción europea a la inmigración ori-ginada por la crisis petrolera de 1973, de manera tal que las proyecciones deben entenderse como el resultado de las condiciones prevalecientes en 1972, que no se encontraban en el plan.

La mitad de la década de 1970 también experimentó desarrollos regio-nales que afectarían la visión del Estado marroquí de la emigración. En 1974, España anunció su intención de retirarse de lo que se conoce como el Sahara occidental y, en octubre de 1975, Hassán II lanzó su famosa Marcha Verde para afirmar los derechos marroquíes a la colonia anterior. Lo que sucedió fue la creciente participación militar marroquí en un con-flicto armado por el territorio contra el (Polisario) Frente Popular para la Liberación de Saguía El-Hamra y Río de Oro. Como consecuencia de esto, las tensiones económicas en el presupuesto marroquí aumentaron drásticamente, lo que le dio al monarca razón de más para interesarse en la capacidad del Estado para atraer divisas, procedentes de remesas

17Groupe d’Etudes et de Recherches Appliquées de la Faculté des Lettres et des Sciences Humaines, “Etude des Mouvements Migratoires du Maroc vers la Communauté Européenne. Résumé du rapport final”, Comisión de Comunidades Europeas, 5 de enero de 1992, pp. 75-76, 88., pp. 75-76, 88.

18Reino de Marruecos, Plan de Développement Economique et Social, 1973-1977, Casablanca, Primer Ministro, Secretariado de Estado del Plan para el Desarrollo Regional y para la Formación de Cuadros, vol. i, Dar El-Kitab, s.f., p. 90.

19Reino de Marruecos, op. cit., p. 122.

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o de inversión extranjera. Precisamente fue en ese momento cuando los estados tradicionales de contratación de obreros de Europa occidental cerraban sus fronteras al trabajo extranjero.

Los efectos directos y secundarios a largo plazo de un cambio tan drástico no fueron obvios en ese momento. Prácticamente, la política esta-tal europea del otro lado de la frontera evolucionó en dirección a alentar el retorno de inmigrantes, al tiempo que permitía la unificación familiar. Algunos inmigrantes aceptaron los incentivos financieros y regresaron a casa, pero en muchos otros casos las esposas y los niños se unieron a sus maridos y padres. Como consecuencia, el tamaño de las comunidades en el extranjero en realidad creció. La composición de las comunidades también cambió, como sucedió con sus necesidades sociales, culturales, religiosas, lingüísticas, económicas y educativas, junto con sus “horizontes de la resi-dencia”, con la posibilidad planteada de manera gradual de una segunda (y, eventualmente, una tercera) generación de migrantes. Entonces, que la presencia de estos desarrollos sirviera como un disparador para los cam-bios por parte del Estado expulsor como tal, no debe resultar sorpresivo.20 Posteriormente analizaremos las respuestas institucionales del Estado; sin embargo, en lo que respecta a los documentos de planificación, hasta la aparición del plan 2000-2004 no existió ningún cambio en la visión estatal de los tme como devisards (proveedores de divisas)21 o como paliadores del desempleo. De hecho, de manera inusual, el Plan de 1978-1980 sólo realiza una breve mención a los tme, a pesar de que trata sobre los niveles de remesas para el periodo 1973-1977.22

Los años comprendidos en el periodo 1981-1985 fueron particular-mente difíciles para Marruecos: la sequía aumentó la carencia de comida y desencadenó una migración rural-urbana aún mayor; el precio de los fosfatos, la exportación más importante de Marruecos, se tambaleó; la guerra en el Sahara occidental continuó pasando factura; la deuda crecía y, como consecuencia, en 1983 el reino se vio obligado a llevar a cabo un programa de ajuste estructural dictado por el Fondo Monetario

20El-Aoufi, op. cit., pp. 593-594.21Este término proviene del francés devise o moneda, que supone que el valor básico de esa

gente era su extrema capacidad para ganar dinero.22Reino de Marruecos, Plan de Développement Economique et Social, 1978-1980, Primer Ministro,

Secretariado de Estado del Plan y para el Desarrollo Regional, vol. i, s.f., p. 128.

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Internacional (fmi). Del mismo modo que sucedió con otros acuerdos de ajuste estructural, éste requirió que se lograra un serio ajuste de cinturón mediante las reducciones en los subsidios estatales y otros servicios, así como recortes drásticos en la inversión nacional, una combinación que tuvo profundos efectos negativos en los niveles de empleo.

Dado el pavoroso estado del presupuesto gubernamental, no es sor-prendente que el plan de 1988-1992 señalara que los ahorros nacionales financiaron 51 por ciento de la inversión en el periodo 1981-1985 y 72.5 por ciento en 1986 y que la presencia de suficientes ahorros nacionales para financiar una porción tan grande de la inversión había pasado por el sector privado, particularmente por medio de la movilización de recursos de los mre –Marocains résidents à l’étranger (Residentes Marroquíes en el Exterior).23 El plan anticipó que las transferencias de los mre contribui-rían de manera significativa a mantener el estado actual de las cuentas en equilibrio o en números rojos.24 Así, Marruecos alcanzó un punto en el cual la contribución de los mre a la economía nacional había sobrepasado más que el aligeramiento en el desempleo nacional. De hecho, desde la década de 1980, cubrieron el déficit comercial.25

En el momento en que surge el plan 2000-2004, pareciera que, final-mente, el Estado reconoció la centralidad de los mre, puesto que este documento presenta la más seria y multifacética consideración hacia los expatriados hasta hoy. El documento sostiene que la consolidación de las relaciones entre los mre y Rabat contribuyó al ingreso de divisas, del mismo modo que estos lazos ayudaron a cimentar otras formas de intercambio económico entre Marruecos y los países receptores. Dada la importancia de estas relaciones, la estrategia del plan requería de la creación de una unidad de investigación sobre emigración que permi-tiera a Marruecos rastrear y entender los flujos de emigración, seguir el desarrollo de los lazos de los mre con Marruecos, así como poner en

23Reino de Marruecos, Orientation Plan for Economic and Social Development, 1988-1992, Mohammedia, Primer Ministro, Ministro Adjunto a la Oficina del Primer Ministro encargado de la Planeación, Directorado de Planeación, Imprimerie de Fedala, 1988, p. 46.

24Reino de Marruecos, op. cit., p. 123.25Moustafa Kharoufi, “Les effets de l’émigration sur les sociétés de départ au Maghreb: Nouvelles

données, nouvelles approches”, Correspondances, Boletín Científico del Institut de Recherche sur le Maghreb Contemporain (irmc), p. 5, en www.irmcmaghreb.org/corres/textes/karoufi.htm

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marcha una política más dinámica con respecto a las ahorros de los mre, incluida la simplificación de los procedimientos para la inversión.26

No obstante, la verdadera innovación del plan 2000-2004 se encuentra en la sección “Desarrollo Sectorial, Administración General”, en la que por primera vez aparece una mención aparte a los mre. El documento pone el acento en que las relaciones entre lo que llama la cme (Comunidad Marroquí en el Extranjero) y Marruecos son muy profundas y, por con-siguiente, implícitamente inseparables. Además del aspecto político de la cme, nunca discutido en ninguno de los planes precedentes, este plan señala sus dimensiones sociales, culturales y económicas. Como lo mani-fiesta el plan, la cme permanece profundamente ligada a su identidad. Para conservar estos lazos, el gobierno debe supervisar los esfuerzos dedicados a fortalecer la identidad de los mre para evitar que los marroquíes opten por integrarse a sus países receptores. Uno de los objetivos para este periodo era poner una mayor atención a los asuntos que afectan a los mre; defen-der sus derechos y preservar las líneas de apego/pertenencia a Marruecos. Otro de los objetivos era que el mfa trabajara de manera que la cme se vinculara al proceso de desarrollo nacional y se animara a participar en el financiamiento de los proyectos sociales y económicos de Marruecos.27

Resumen

Con el tiempo, la visión del Estado respecto de los emigrantes evolu-cionó desde aquella que planteaba que un marroquí en el extranjero representaba un trabajador desempleado menos en el país, a otra que los veía como contribuyentes para la economía nacional y, finalmente, a una visión de los emigrantes como recurso multifacético con lazos económi-cos, sociales y culturales con el reino. Como lo veremos posteriormente, se dieron cambios políticos importantes en la relación de Rabat con estas comunidades que no se reflejan directamente en esta serie de planes. Dado que se trata de planes de desarrollo económico, debiera esperarse que el acento en el campo de los mre estuviera en el papel económico y la contribución de los emigrantes, y no en otros ámbitos. No obstante,

26Reino de Marruecos, “Les orientations et les perspectives globales de développement économi-que et social”, en Le Plan de Développement Economique et Social, 2000-2004, vol. i, Sale, Ministerio paraSale, Ministerio para la Previsión Económica y del Plan, Dirección de Programación, Print-Diffusion, 2001, p. 225.

27Reino de Marruecos, “Le développement sectoriel”, op. cit., vol. ii, pp. 60-62.

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incluso en este punto, el último plan muestra un cambio evidente en el pensamiento estatal con respecto a la necesidad de incorporar a estos trabajadores como miembros reales (que contribuyen) del sistema de gobierno, ya que la necesidad del Estado de que generen riqueza eco-nómica (elemento clave para la soberanía) aumenta. De esta manera, los emigrantes se transformaron de sujetos costosos, mínimamente dota-dos, en valiosas inversiones que generan recursos adicionales. Como la presentación siguiente lo demuestra, la evidencia de la evolución en el pensamiento del Estado con respecto al papel, la identidad y la obedien-cia de los emigrantes es incluso más abundante cuando se analizan los desarrollos institucionales.

La evolución de las instituciones gubernamentales

involucradas con los expatriados marroquíes

A pesar de la larga historia de emigración, no fue sino hasta la década de 1970 cuando el makhzen, el Estado marroquí, comenzó sus primeras acti-vidades institucionalizadas dirigidas a involucrarse en las comunidades de expatriados. Aparte de la preocupación del Estado por el creciente activismo sindical en el que se encontraban los tme, los desarrollos euro-peos ofrecen pocas perspectivas acerca de por qué surgió del reino una iniciativa organizacional de este tipo en ese momento. Por esta razón, analizaremos los desarrollos en el ámbito nacional con la esperanza de encontrar posibles respuestas.

Desde su ascensión al trono en 1962, Hassán II intentó domar a la oposición nacional manifiesta a través de varios partidos políticos impor-tantes, mientras que mantenía lo que durante mucho tiempo había sido una fachada de una monarquía parlamentaria con una oposición. El blanco privilegiado de ira monárquica del régimen en ese momento fue la Union Nationale des Forces Populaires (unfp), formación política de izquierdas que se había escindido del partido de origen Istiqlal (indepen-dentista) en 1959. La continua represión estatal contra la unfp, así como los cargos en 1963 en los que se vieron involucrados algunos de sus per-sonajes importantes respecto de un complot para asesinar al rey y tomar el poder, llevó a la cárcel y al exilio a varios de sus miembros.

En marzo de 1965, un nuevo desafío en la forma de huelgas estu-diantiles y obreras sacudió Casablanca, la capital comercial del reino y

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su ciudad más importante. Sangrientamente reprimido por las fuerzas de seguridad, el descontento condujo a la imposición de un estado de excepción, cuyo resultado fue la apropiación de mayores poderes por parte del rey. Hacia 1970 en Marruecos la escena política se había radi-calizado: los principales partidos de oposición intentaban rechazar por segunda vez las reformas constitucionales propuestas por el rey, así como boicotear las elecciones legislativas. La oposición que se encuentra en el extranjero, como el al-Fiqh Basri de la unfp, tenía a su disposición recur-sos sustanciales para apoyar la actividad antirrégimen; incluso contaban con entrenamiento militar de voluntarios en otros países árabes que bus-caban derrocar a la monarquía por la fuerza de las armas. Muchos de los reclutados pertenecían a las filas de la Unión Nacional de Estudiantes Marroquíes (unem), particularmente de sus brazos europeos. De hecho, en enero de 1973, el régimen decidió finalmente paralizar las funciones de la unem en Marruecos. Dos meses después, un grupo insurgente aso-ciado con Basri lanzó una insurrección armada en varias partes del reino, sofocada por la fuerza de las armas.

Más allá del sindicalismo de la Union Marocaine du Travail, la unem representaba la principal fuerza movilizadora del país, hasta su clausura, también en 1973. Después de esto, la izquierda marroquí per-manecía activa fundamentalmente en las comunidades en el extranjero. En Europa, los activistas estudiantiles intentaron politizar y movilizar al mayor número de trabajadores, muchos de los cuales ya estaban compro-metidos en la actividad sindical. Comunidades crecientes de trabajadores y estudiantes expatriados; oposición vociferante y radical en el extranje-ro; intentos de golpe y subversión en el país: en este clima se establecie-ron las primeras asociaciones en el extranjero patrocinadas por el Estado marroquí –los amicales (en francés) o widdadiyyat (en el árabe), sociedades de amistad. Una lógica de seguridad interior llevó a su fundación.

Los amicales

Los amicales marroquíes se basaban en un modelo argelino, el de los Amicales de los Argelinos en Europa (aae), que se desarrolló fuera de la Federación de Francia del Frente de Liberación Nacional (fffLn). El fffLn se había pensado, en un principio, para que organizara la salida de trabajadores migratorios pero, en la práctica, se dedicó a tareas de inte-

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gración social, control y defensa de la población argelina.28 Una función extra era la de mantener la lealtad política de los argelinos residentes en el extranjero.29

En 1973, en París se llevó a cabo una conferencia de embajadores y cónsules marroquíes en Europa en la cual se decidió la creación de asocia-ciones marroquíes llamadas Amicales des Travailleurs et Commerçants (Sociedades de Amistad de Trabajadores y Empresarios) a lo largo y a lo ancho de las comunidades expatriadas. Evidentemente, una iniciativa de este tipo también contó con el apoyo de los establecimientos de negocios franceses, dado que buscaba supervisar y frenar a los elementos más activistas o “radicales” de las comunidades marroquíes.30 Oficialmente, los objetivos principales de los amicales estaban representados por el esta-blecimiento de contactos con los consulados, con las administraciones de los dos países y, de una manera general, con todos los cuerpos que estuvieran relacionados con la situación social de los trabajadores y de los empresarios y sus familias. El objetivo más amplio era el de mantener determinado control sobre la comunidad en el extranjero y utilizar estas instituciones para informar a las poblaciones de expatriados acerca de las decisiones políticas del gobierno marroquí que los involucraran de mane-ra directa. Al mismo tiempo, existía el deseo de instar a los emigrantes a que siguieran enviando remesas de dinero a su país de origen y a que pro-veyeran servicios sociales, incluido el establecimiento de asociaciones sin fines de lucro como las mezquitas.31 A principios de la década de 1990 la federación de amicales reunía, solamente en Francia, a 128 asociaciones.

Para un marroquí existían varias ventajas al unirse a un amicale. Primero, dada su estrecha relación con el consulado o la embajada, los amicales se permitieron el lujo de acceder a una gama diversa de informa-ción práctica –el tipo de cambio, el precio de la tierra de regreso al país, las oportunidades de inversión, y así sucesivamente. El amicale también era un lugar donde algunos podían realizar ciertas negociaciones: com-

28Wihtol de Wenden, op. cit., p. 138.29Mark J. Miller, “Political Participation and Representation of Noncitizens”, en William

Rogers Brubaker (ed.), Immigration and the Politics of Citizenship in Europe and North America, Nueva York, University Press of America, 1989, pp. 135-136., pp. 135-136.

30Wihtol de Wenden, op. cit., p. 180.31Abdelatif Saidi, “Les stratégies des associations marocaines bruxelloises”, en www.users.

skynet.be/suffrage-universel/bmar02.htm

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pras y ventas, préstamos, traducción de documentos y cosas similares. Se ofrecían clases de árabe para los niños, así como otras clases para adultos, y los amicales establecieron salas de oración, y organizaron equi-pos de fútbol. Algunas de sus actividades mejor publicitadas eran las celebraciones que auspiciaban con motivo de las festividades nacionales marroquíes.32

También existían desventajas por no unirse a un amicale. Los marro-quíes que se encontraban activos en los conflictos sindicales europeos, a menudo tenían problemas al regresar a casa, si habían sido denun-ciados ya sea por las autoridades consulares o por los amicales. Lejos de ser “fieles intermediarios entre en el gobierno y las comunidades en el extranjero, cuyo poder se derivó de la confianza de la comunidad marro-quí”, como se los describió en el periódico oficial del reino, Le Matin du Sahara,33 desde sus inicios, sirvieron como instrumentos antidemocráticos de contratación o de capacitación. Preocupado por la imagen del país en el extranjero, el régimen pretendió limitar la agitación social entre sus expatriados. También temió que la participación de los mre en los proce-sos democráticos y en la sindicalización en Europa tuviera un efecto de contagio en el reino.34 Además, existía la posibilidad de que, si los marro-quíes participaban demasiado abiertamente en los conflictos internos de los trabajadores en Europa (como lo hicieron en varias huelgas de los sec-tores automotriz y minero en el periodo 1971-1974), podían convertirse en personnae non gratae, y esto podría, a su vez, afectar la contratación para el empleo y los niveles de las remesas.

A finales de 1985, en un discurso ofrecido a la comunidad durante una visita a Francia, el Rey Hassán admitió que los amicales no habían tenido éxito en defender a la comunidad y satisfacer sus necesidades y se declaró decepcionado por el favoritismo y el nepotismo que habían plagado su funcionamiento.35 En su imputación, señaló que se había emprendido una iniciativa real para ubicar a los amicales en fundaciones verdaderamente democráticas. En esas circunstancias, debía llevarse

32Abdelkader Belbakri, “Commerçants: un rôle à la fois économique, culturel et social”, en Basfao y Taarji (dir.), op. cit., pp. 303-305.

33Citado en Belguendouz, op. cit., p. 52.34Ibidem, pp. 52-53.35Al-‘Alam, 26 de diciembre de 1985.

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a cabo una conferencia que definiera nuevas bases para la relación, de acuerdo con la voluntad o el deseo de cada trabajador marroquí.36

Pero el primer mensaje de Hassán a la comunidad era que “seguían siendo marroquíes”. En 1981, cuando la plataforma del Partido Socialista Francés incluyó un puntal para conceder en el largo plazo derechos de voto a nivel municipal a los residentes no ciudadanos, Hassán lo había objetado. Quizás más importante para el largo plazo y para la preocu-pación del rey de que los marroquíes mantuvieran su identidad fue la ley francesa del 9 de octubre de 1981. Antes de su aprobación, según un decreto de 1939, se exigía a todas las asociaciones extranjeras la obtención de autorización previa del Ministerio del Interior y, como consecuencia, se había prohibido el establecimiento de muchas asociaciones de traba-jadores inmigrantes. La Ley de 1981 levantaba todas las restricciones a los derechos de asociación de los extranjeros y los colocaba bajo la juris-dicción del derecho común de asociaciones (regulado por la Ley 1901), lo cual marcó un momento crucial en muchos sentidos para Francia, para los grupos de inmigrantes y para las asociaciones y su relación con el país de origen. De hecho, se ha argumentado que fue precisamente este cambio en la legislación el que creó el movimiento de Beur,37 qué alcanzó su apogeo entre 1983 y 1993. Entre los jóvenes Beurs, la imposibilidad de asimilación o su rechazo los condujo a buscar una identidad cultural dis-tinta de la de sus padres, mientras trataban de preservar las ventajas que disfrutaban en Francia. La marcha de diciembre de 1983 por la igualdad contra el racismo marcó una ruptura real con los países de origen ya que los puntos de referencia de este movimiento se encontraban cada vez menos en el pasado y cada vez más en el futuro.38

Como resultado, los reclamos de Hassán a sus súbditos –según la ley marroquí, un marroquí no puede renunciar a su ciudadanía, siempre será un sujeto del trono de Alaoui– se veían desafiados tanto por la actividad de la sociedad civil basada en la comunidad fuera de los límites de las instituciones propiciadas por el Estado y por las ofertas disponibles para

36Sin embargo, hacia 1999, los amicales seguían existiendo, incluso los mismos miembros ami-cales del consejo de la fhii ocupaban su lugar (Belgendouz, op. cit., pp. 260-261).

37El término Beur procede del argot francés utilizado para la palabra árabe. Sin embargo, gra-dualmente se incorporó al uso común. Se refiere específicamente a los árabes de origen norafricano (magrebí), más que a los árabes del Medio Oriente.

38Belgendouz, op. cit., pp. 34-37, 45, 59.

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las comunidades marroquíes de mayor integración o participación en Europa. Si el reino debía mantenerse eficaz, en contraste con los lazos meramente formales, legales con esta comunidad de recursos crecientes (humanos, económicos, políticos y culturales), algo debía cambiar.

Representantes para los mre

Mientras tanto, el 23 de junio de 1983, anticipándose a una próxima ronda de elecciones parlamentarias, programadas entonces durante octubre, se adoptó un proyecto de ley que modificaba la composición de y la elección a la Cámara de Representantes. Después de consecutivas rondas de elec-ciones criticadas por flagrantes irregularidades, aparentemente, Hassán II quiso demostrar su preocupación porque el proceso fuera justo. Es más, mientras el reino se embarcó en llevar a cabo un programa de ajuste estructural, el rey buscó una extensa (pero también bastante maleable) mayoría parlamentaria que pavimentara el camino para las desagradables políticas venideras. Por consiguiente, convocó a los partidos políticos de oposición a revisar las listas electorales, la determinación de distritos electorales, así como los diversos aspectos técnicos de las elecciones,39 y, en noviembre de 1983, se conformó un gobierno de unidad nacional en el cual participaron los líderes de los principales partidos.

Los desarrollos políticos –el aplazamiento de un referéndum sobre el problema del Sahara y luego las violentas protestas de rechazo a las reformas dictadas por el fmi– suspendieron dos veces las elecciones pro-gramadas. Sin embargo, el 27 enero se emitió un nuevo proyecto de ley sobre las elecciones que aumentaba el número de escaños en la Cámara de Representantes de 267 a 306 para tomar en cuenta la evolución del país desde 1977 y para asignar cinco escaños camerales a los marroquíes en el extranjero.40

Para fines electorales, las comunidades de mre entonces se dividían en cinco distritos electorales, cada uno de los cuales tenía asignado un escaño parlamentario: París y sus alrededores; Lyón y el sur de Francia; Bélgica, Holanda, Alemania, Escandinavia y la urss; España, Portugal,

39J.C. Santucci, “Chronique Marocaine” (Annuaire de l’Afrique du Nord, vol. xxiii, 1984), París, Editions cnrs, 1986, p. 906.

40Dahir 1-83-267 del 27 de enero de 1984; J.C. Santucci, “Chronique marocaine” (Annuaire de l’Afrique du Nord, vol. xxii, 1983), París, Editions cnrs, 1985, p. 835., p. 835.

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Inglaterra, Italia, las Américas y África subsahariana; y el mundo árabe. Los temas de campaña incluyeron la necesidad de enseñar árabe a los niños, de conservar la identidad árabe e islámica de los marroquíes, de luchar contra el racismo, y de mejorar los acuerdos bilaterales concer-nientes al trabajo y la seguridad social con los estados receptores. Los múltiples candidatos disputaron cada escaño y la votación se llevó a cabo durante tres días, de viernes a domingo, tomando en cuenta a los trabajadores. Según los informes del periódico oficial Le Matin du Sahara, no hubo ningún problema durante la votación en ninguna de las casillas electorales.41 Mientras que todos los informes de la prensa de oposición –del Istiqlal, del Partido Popular Socialista (pps), y de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (usfp), para el periodo comprendido entre el 16 y el 18 de septiembre– condenaron las irregularidades en la votación en el propio Marruecos, mi investigación no reveló ninguna queja de o acerca de los distritos en el extranjero.

Dos de los candidatos a los escaños de los mre que ganaron, per-tenecían a partidos considerados de oposición (el Istiqlal y la usfp), mientras que los otros tres provenían de partidos considerados de centro o cercanos al palacio (la Unión Constitucional, el Partido del Centro Social y la Federación Nacional de Independientes). La cuestión es cómo explicar la decisión de crear dichos escaños y su oportunidad, particularmente cuando parece que no hubo ninguna mención pública previa del movimiento.

El embajador Rachid Lahlou, representante de los mre, reclamó que había sido tomado por sorpresa cuando miembros de su partido le preguntaron si estaba interesado en contender por un escaño de los mre. Señaló que en ese momento había dos corrientes de pensamiento. El pri-mer grupo, que tenía una vista más paternalista de los mre, sentía que las necesidades de los emigrados se hallaban en vías de ser satisfechas y, por consiguiente, que no requerían representación parlamentaria. Parte de esta oposición provenía de los amicales, quienes oficialmente expresaban preocupación porque las campañas electorales de los partidos políticos introducirían la política, lo que implicaba división y conflictos en las comunidades. Por supuesto, el advenimiento de partidos políticos tam-bién significó nuevos interlocutores y, aparejados a ellos, nuevos poten-

41Le Matin du Sahara, 16 de septiembre de 1984.

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ciales patrocinadores. Un desarrollo de este tipo habría necesariamente interrumpido el poder e influencia de los amicales (de hecho, aunque los amicales pusieron a sus propios candidatos para la elección por delante, ninguno ganó). El segundo grupo, que incluía a muchos miembros de las comunidades en el extranjero, sentía que los mre merecían más aten-ción/representación estatal que únicamente la de los amicales. No querían simplemente encadrement (ta’tir),42 querían asociarse (shirakah). Esto era especialmente cierto para el creciente número de profesionales y miem-bros de asociaciones en las comunidades marroquíes.43

Del mismo modo que Lahlou, `Akka al-Ghazi, un representante de los mre surgido de la usfp, no tenía idea de dónde procedía el ímpetu por la representación de los mre. También él había sido tomado por sorpresa cuando la embajada/consulado le informó que se había incorporado un nuevo artículo a la ley electoral que proporcionaba representación para los mre. Señaló que la elección de Mitterrand en Francia, en 1981, y la plataforma socialista que la acompañó mencionada anteriormente, había marcado un cambio, y sentía que podía haber habido una relación entre eso y el acercamiento hacia los mre.

Así, parecería que la decisión de otorgar representación a los expatria-dos habría tenido disparadores tanto europeos (principalmente franceses) como marroquíes. Hassán II quería que los marroquíes desarrollaran la habilidad de protegerse en el extranjero, pero para no involucrarse en la política doméstica de los países receptores. La plataforma socialista amenazó con ofrecer a los mre la posibilidad de integrarse de manera más completa al sistema político francés, al tiempo que la ley de 1981 volvió más fácil la organización asociativa de los emigrados. Ambos desarrollos –en el contexto de creciente edad y diversidad de la comunidad marroquí en Francia– amenazaron la visión de Hassán II de lo que debiera ser el vínculo de los marroquíes con Marruecos.

Mientras que nunca había existido una provisión que prohibiera a los marroquíes adquirir una segunda nacionalidad, los marroquíes tampoco

42El nombre encadrement no puede traducirse fácilmente a una única palabra en español. La habitual traducción arábiga, ta’tir, tiene el mismo significado para el francés que las palabras ingle-sas framing o “bracketing”. La idea es la de incorporar gente en las organizaciones, aunque desde el punto de vista del gobierno, se trataría de instituciones que ofrecen “asesoría”. En otras palabras, en el concepto se encuentra implícita determinada noción de organizar para dirigir o controlar.

43Entrevista del autor con el embajador Rachid Lahlou, Rabat, 5 de julio de 2002.

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tienen el derecho a renunciar a la ciudadanía marroquí, lo que habría constituido un requisito previo para adquirir la ciudadanía en la mayoría de los países receptores durante los años prósperos de la emigración. Esta situación debe haber hecho que, durante mucho tiempo, el régimen afianzara su creencia de que continuaría ordenando la lealtad de sus con-nacionales en el extranjero. Sin embargo, en esta particular coyuntura histórica, dado el telón de fondo de la crisis económica y la aplicación del programa de ajuste estructural, mantener dichos lazos se volvió crítico virtualmente en el mismo momento en que parecía que los inmigrantes tenían otras opciones. Para garantizar que las transferencias de remesas al reino continuaran, el Estado marroquí debía fortalecer los vínculos de los expatriados con la nación. Si, por otro lado, los mre se tentaron con la posibilidad de integración política en Francia, la integración económica seguiría y las arcas del Estado marroquí indudablemente sufrirían.

Dicho esto, el hecho de que esta representación parlamentaria no se contemplara en el primer proyecto de nuevas medidas relacionadas con las elecciones (las cuales eran todas relativas al procedimiento) en junio de 1983, sugiere que no era algo que se hubiera considerado durante mucho tiempo. De hecho, el prorrateo de escaños de los mre fue parte de una expansión general en el número de escaños parlamentarios, atribuida a la necesidad de tomar en cuenta el crecimiento demográfico del reino. A pesar de los esfuerzos realizados durante el curso de la investigación de este proyecto para determinar lo que activó exactamente la decisión del Estado –a través de las entrevistas o a través de las fuentes de archivo– no pudo obtenerse ninguna respuesta definitiva.

Las actividades y la desaparición de los mre

como miembros del Parlamento

En un principio, la institución de escaños parlamentarios para las comu-nidades en el extranjero constituyó una buena señal para el surgimiento de una política estatal más dinámica respecto de los expatriados. Al ini-cio de su mandato, los diputados mre parecen haber estado relativamente activos. Por ejemplo, en 1984, Al-Ittihad al-Ishtiraki, miembro de la usfp, destacó en varias ocasiones las declaraciones y actividades de su propio representante mre, `Akka al-Ghazi. En diciembre de 1984, presentó al parlamento el tema de las entonces recientes acciones que apuntaban a

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detener la reunificación familiar. También mencionó la importancia de la cuestión del Sahara en Francia, dado que allí se encontraban viviendo los marroquíes en medio de una gran comunidad argelina, la cual tenía una política diferente hacia el Sahara. En este caso, la comunidad marroquí fungió, como también lo señaló el Rey, como un importante embajador para su país, al cultivar la simpatía francesa por la posición marroquí.44 En abril de 1985, Ghazi cuestionó al gobierno respecto de lo que estaba haciendo para proteger a los trabajadores en el extranjero,45 y algunos meses más tarde se quejó de que los amicales no estaban haciendo su trabajo.46

Ghazi declaró que de los logros de los que estaba particularmente orgulloso era la abolición de la práctica de negar/retirar pasaportes. Durante el primer año de mandato de los representantes de los mre en el parlamento, se confiscaron unos 500 pasaportes en Tánger, Nador y Bab Sebta. Se trataba de gente a quienes los amicales habían solicitado servicios y no los habían complacido. Los diputados intervinieron, y la difundida práctica de confiscar pasaportes se canceló (lo que no quiere decir que se hubiera terminado por completo).

Ghazi también sostuvo que como resultado de los esfuerzos de los diputados, se dieron órdenes a alcaldes, a gobernadores, y a varias ofi-cinas gubernamentales, para que abrieran sábados y domingos durante el periodo de vacaciones de verano de los mre. Además, se solicitó a los gobernadores provinciales que celebraran reuniones especiales con los mre para que los atendieran representantes de distintos ministerios. Entonces, se supuso que los resultados de estos encuentros debían pasar-se a las autoridades de los ministerios pertinentes para realizar una acción más profunda.47

No obstante, los numerosos problemas continuaron plagando a los representantes de los mre. Uno de estos problemas fue que en el momen-to en que el representante fuera elegido, debía dejar su país de residencia para estar presente en Marruecos para las sesiones parlamentarias. Esto implicó la dificultad de permanecer en contacto con los distritos electo-

44Al-Ittihad al-Ishtiraki, 7 de diciembre de 1984.45Ibidem, 17 de abril de 1985.46Ibidem, 31 de octubre de 1985.47Entrevista del autor a Akka Al-Ghazi, Rabat,19 de julio de 2002.

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rales. Pero existieron otros problemas inherentes al funcionamiento del sistema político marroquí. En 1984, las condiciones que rodeaban la elec-ción de la legislatura dieron lugar a un acercamiento entre los dos prin-cipales partidos de oposición, la usfp y el Istiqlal, que activó los cismas en algunos partidos de la mayoría progubernamental. Evidentemente, en este poder interior de maniobra en el parlamento descansa otra parte de la historia de la desaparición de los representantes de los mre.

En 1989, divisiones en el Movimiento Popular, mp (principalmente rural y berebere) llevó a su fundador, Mahjoubi Aherdane, a establecer un nuevo partido: el Movimiento Nacional Popular (mnp). Con los años, a pesar de que el mp no siempre estuvo de acuerdo completamente con los makhzen, Aherdane ofreció personalmente un fuerte apoyo al régimen. Debilitado por la fractura de su movimiento, Aherdane intentó incremen-tar su presencia en el parlamento, y el ministro del Interior, Driss Basri –quien según se dice cortejó y buscó el apoyo para obtener más votos para los representantes de los mre, más allá de sus partidos de origen y en el bando de Aherdane. Peor aún que el cambio al interior del partido, sin embargo, estos tres representantes se vieron absorbidos por cuestiones relacionadas con la política interna marroquí y perdieron interés en las comunidades de los mre. Al parecer ésta fue una consecuencia imprevis-ta, ya que, de acuerdo con lo señalado por uno de nuestros entrevistados, la meta de Basri había sido formar un bloque parlamentario controlable, y no que estos diputados se apartaran de sus distritos electorales.48

En el periodo que condujo a las siguientes elecciones, las cuales se llevaron a cabo finalmente en 1993 luego de varias suspensiones, los diputados no tenían ninguna razón para creer que sus mandatos se aca-barían. Sin embargo, cuando se emitió la ley electoral que modificaba el número de escaños en el parlamento que se disputarían en las elecciones, el número de escaños aumentó de 306 a 333, pero no incluyó ninguna provisión para los escaños de los mre. El diputado de los mre, Ahaïdar, informó que en 1992 el ministro del Interior Basri simplemente les dijo a los representantes de los mre que ya no los necesitaban.49

Una entrevista publicada con Rafiq Haddaoui, el entonces recientemen-te designado Ministro de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (mcme,

48Entrevista del autor con el embajador Rachid Lahlou, op. cit.49Entrevista del autor a Marzuk Ahaïdar, Tánger, 15 de julio de 2002.

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véase infra), arroja luz sobre el problema. Se le preguntó a Haddaoui si el problema con la experiencia del diputado de los mre habría sido la oposi-ción de algunos ministros gubernamentales. Haddaoui respondió que una Comisión Nacional, que había analizado todas las cuestiones relacionadas con las elecciones, incluso la cuestión de la representación parlamentaria de los mre, había reexaminado la experiencia a la luz del hecho de que muy pocos otros países habían tenido experiencias similares de representación y recomendó eliminar los escaños para los mre.50

Además, Haddaoui comentó que había quienes –incluyendo al minis-tro–, en las comunidades de mre, expresaron su preferencia por cargos gubernamentales diferentes, y que la representación de los mre se can-celara porque la forma que adquirió no se correspondía con la naturaleza de la presencia de los marroquíes en el mundo.51 Por supuesto, de haber sido ésta la verdadera razón, se podría pensar en una forma reestructu-rada de representación. Al parecer, Rabat había instado a algunos líderes amicales a que demandaran la supresión de esta representación debido a la ausencia de comunicación entre los diputados de los mre y el mcme luego de su establecimiento en 1990.52 En otras palabras, la supresión de la representación parece no haber tenido nada que ver con las condicio-nes en el extranjero o incluso con los serios desarrollos políticos internos; en cambio, parece haber sido la víctima de batallas políticas sobre el territorio y las finanzas.

Otra posible explicación para la abolición de los escaños de los mre tenía que ver con los partidos políticos. Inicialmente, los partidos estaban obviamente disgustados porque los diputados de los mre actuaban de manera conjunta, como un bloque, en lugar de trabajar con sus propias formaciones partidistas. Al-Ghazi señaló que los diputados del mre habían ido con el entonces presidente de la cámara, Ahmed Osman (rni), y le pidieron una oficina para ellos cinco, de manera tal que pudieran encon-trarse con los mre y discutir acerca de sus problemas. También querían un presupuesto extra para llamadas telefónicas, etcétera. Esto les fue acordado, pero luego los líderes de sus respectivos grupos parlamentarios pidieron a

50Alaoui Noufissa, Interviews de Mr. le Ministre Rafiq Haddaoui, 1991-1993, Ministerio para la Comunidad Marroquí en el Extranjero, mimeo, s.f., pp. 44-45.

51Idem.52Belguendouz, op. cit., pp. 63-64.

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Osman que retirara estos privilegios, con el argumento de que dado que cada partido ya contaba con su propia oficina, no había necesidad de tener una adicional. Lahlou también señaló que dado que tres de los diputados finalmente habían desertado de sus partidos de origen, estos partidos –la usfp, la uc y el psc– se hallaban menos entusiastas para repetir o continuar el experimento. De esta manera, no hicieron mucho caso a dicha repre-sentación en las elecciones de 1993.53 A partir de entonces, hubo razones relacionadas con el régimen –y con los partidos políticos– que presionaron para acabar con el experimento, mientras que, al mismo tiempo, no existía ningún distrito electoral fuerte, organizado o que se hiciera oír que presio-nara para su continuación.

Un memorando de la Kutla (bloque de los partidos de oposición que incluye al Partido Popular Socialista, a la Organización para la Acción Democrática y Popular, a la usfp y al Istiqlal), de abril de 1996, respecto del entonces próximo referendo constitucional de septiembre de 1996, propuso futura representación para los mre en la segunda cámara, más que en la primera, mientras que Lahlou et al. tuvieron sus escaños en el parlamento correspondiente al periodo 1984-1992. En esa época, el parlamento marroquí se componía de dos cámaras: la primera, elegida de manera directa y por distrito (con dos tercios del total de los escaños); y la segunda, en la cual los escaños se asignaban a algunos profesionales y asociaciones con intereses especiales. La representación de los mre también fue defendida en la primavera de 1997 por parte del mmp y de la Reagrupación Nacional de Independientes (rni), ambos partidos considerados generalmente como “partidos de palacio”, como parte de la comisión nacional que prepararía las elecciones. Sin embargo, ninguno de los dos partidos tomó ninguna otra acción.

El 30 de septiembre de 1997, el ministro del Interior Basri presentó una razón de seguridad relacionada con el orden público en los países receptores para explicar por qué los mre no participarían en las elecciones de 1997 –una decisión extraña, ya que no parece haber habido problemas cuando se solicitó a los mre que votaran en 1984 (como lo testimonia la evaluación realizada por Le Matin du Sahara presentada anteriormente) ni en el referendo para los cambios constitucionales de 1996. Por otra parte, el cancelar los escaños de los mre constituyó un cambio radical de postu-

53Entrevistas a Al-Ghazi y a Lahlou.

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ra, ya que, de acuerdo con la votación del referendo, Basri había dejado las puertas abiertas a todas las formas de representación de la comunidad: ya sea a través del sufragio directo (como sucedió en 1984), o de manera indirecta, para la segunda cámara. Existió una propuesta para que los mre tuvieran escaños en el Consejo Económico y Social o en un Consejo Consultor Supremo (para los mre) que estaba a punto de establecerse.54 Sin embargo, llegado el momento, las elecciones de diputados para la primera cámara, de noviembre de 1997, dejaron fuera completamente a los mre; lo mismo sucedió en las elecciones de diciembre de 1997 para la Cámara de Consejeros (la segunda cámara).

Para resumir, las distintas explicaciones ofrecidas para justificar el fin del experimento fueron las siguientes: la inmadurez política de los mre, las divisiones en las comunidades de mre, la ineficiencia o los errores de los diputados de los mre, y las demandas de las asociaciones de mre (amicales) para que se suprimiera esta representación. Las primeras tres explicaciones parecen dudosas, dado que pudiera caracterizarse fácilmen-te al electorado marroquí y a sus diputados en general en estos términos. Ciertamente, la presencia de diputados mre en Rabat fue menos deseable en términos de forma así como por el contenido de la representación. Pero la ausencia de proximidad o de contacto con los electores tam-bién es característica de muchos diputados marroquíes de los distritos marroquíes. Es más, no existía ninguna expectativa sobre el poder de los diputados: su posición no era reconocida por los estados receptores y no podían intervenir en el extranjero en defensa de sus comunidades.55 La cuarta explicación parece más creíble: esta representación había desafiado el papel de los amicales, cuyos candidatos para los escaños del mre habían sido derrotados. De hecho, Lahlou señaló que durante este periodo, los amicales habían trabajado para marginar a los diputados.

También puede ser el caso que la propuesta de los diputados de los mre haya sido la manera que Hassán II encontró de responder a la “amenaza” francesa para que se abriera la participación política de los inmigrantes. En este contexto, pudiera haberse pensado como una vía que sirviera como señal del interés del régimen por sus nacionales en el extranjero. En ese caso, entonces el hecho de que al momento de la

54Belguendouz, op. cit., p. 66.55Ibidem, p. 64.

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siguiente ronda de elecciones en 1993 los mre tuvieran un Ministerio y la Fundación Hassán II (véase infra) para conducir sus necesidades podía constituir una explicación suficiente para acabar con el experimento. De hecho, hacia 1992, el ministro del mcme, Haddaoui, sostuvo el argumen-to de que existía suficiente representación institucional de los mre sin los diputados parlamentarios.56 En cualquier caso, dados todos los problemas señalados, el fin del experimento parecía sobredeterminado.

Un ministro para los mre

Cuando en 1985 Hassán II emitió su crítica a los amicales en su discurso a la comunidad marroquí en Francia, el experimento parlamentario de los mre ya estaba en curso. Por esta razón, su promesa de reorganizar los amicales para que fueran más democráticos requería de otra iniciativa. Las comunidades localizadas en Europa –basadas de manera creciente en la familia– eran arrancadas de manera sorprendente de sus raíces: el perfil socioeconómico de esas comunidades estaba cambiando de manera gradual y una tercera generación aparecía en el horizonte. Además de estas trans-formaciones, a inicios de la segunda mitad de la década de 1980, el propio reino comenzó a atravesar por un proceso de liberalización política interna que involucró, de manera más notoria al principio, un retiro paulatino de su torpe represión, así como mayores posibilidades para la libre expresión. A pesar de lo paulatino de los cambios, éstos fueron significativos.

En este contexto, y como respuesta a los desafíos y las oportunida-des planteados por la presencia de un buen número de marroquíes en el extranjero, a finales de abril de 1990 se creó un Ministerio con todas las de la ley, encargado de los asuntos de la comunidad marroquí en el extranjero. Previamente, los asuntos de los mre habían interesado a numerosos ministerios u oficinas gubernamentales, aunque dos tuvieron la responsabilidad primaria: el primero fue el Ministerio de Trabajo, que identificó a las comunidades como trabajadores exportados; el segundo fue el Ministerio de Asuntos Extranjeros, que tuvo una oficina especial dedicada a los mre y un interés natural, dado el papel de embajadas y consulados, en los asuntos de los expatriados. La nominación de un ministro delegado del primer ministro al que se le encomendaron los

56Entrevistas a Rafiq Haddaoui, p. 48.

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asuntos de los mre significó un reconocimiento por parte del rey y sus consejeros de que las funciones de ambos ministerios habían sido reba-sadas por la creciente naturaleza multidimensional de las preocupaciones de las comunidades: las complejas cuestiones a las que los mre tuvieron que enfrentarse en los ámbitos de vivienda, educación, seguridad social, aduanas, situación personal, inversión y la legislación.

De acuerdo con el decreto que lo estableció, el Ministerio para la Comunidad Marroquí en el Extranjero (mcme) (Decreto núm. 2-91-89) debía actuar en cuatro campos: promover la acción (social, económica y cultural) dirigida a los nacionales que vivían en el extranjero; dar segui-miento a los movimientos migratorios de los marroquíes; participar en las relaciones y en las negociaciones internacionales de todo tipo relacio-nadas con la emigración y con las condiciones de vida de los marroquíes en el extranjero; y desarrollar programas para facilitar la reintegración de los emigrantes al momento de su último retorno. En 1992 se abrió una oficina para recibir quejas, como parte de la División de Asuntos Legales, Internacionales y de Documentación, que tenía como misión asesorar a los marroquíes residentes en el extranjero acerca de sus derechos.57

El 31 de julio de 1989, Hassán II, dirigiéndose directamente a Rafiq Haddaoui, el ministro recientemente designado, dio las siguientes razo-nes para el establecimiento del Ministerio:

Los representantes de la comunidad marroquí nos solicitaron el estableci-miento de un órgano gubernamental que se encargara de tratar los asuntos más allá del ámbito del empleo. Dado que los problemas de nuestras comu-nidades marroquíes no tienen nada que ver con el Ministerio de Trabajo, que estamos vinculados con nuestros súbditos en extranjero por el acta de obediencia (bay`ah) de la misma manera en que lo estamos con nuestros hermanos en Marruecos, que tenemos una responsabilidad paternal, reli-giosa y moral con ellos, nuestros ciudadanos en el extranjero merecen una mayor preocupación que la que merecen sus conciudadanos que viven en Marruecos, cuyas necesidades se consideran día y noche. Les encomenda-mos los intereses de estos hijos que son nuestros... El objetivo de la misión es salvaguardar estos lazos y el acta de obediencia...58

57Fadlallah Mohammed Fallat, “Le Maroc et son émigration” (l’Annuaire de l’Afrique du Nord, vol. xxxiv, 1995), París, Editions cnrs, 1997, p. 987.

58Belguendouz, op. cit., pp. 56-57.

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De hecho, de acuerdo con Haddaoui, las comunidades mismas habían expresado al rey su deseo de un Ministerio como éste. Hasta ese momen-to, sus problemas sólo habían sido tratados de una manera muy general por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, y el mae no se encontraba en buena posición para responder a todas las necesidades de la comunidad con sus recursos limitados. Para cumplir con su trabajo, una institución de este tipo debía tener un íntimo conocimiento y entendimiento del espectro de preocupaciones de los mre relacionadas con su estadía, con sus relaciones con Marruecos y con la posibilidad de un retorno definiti-vo. Haddaoui añadió que la tarea esencial del Ministerio era defender los intereses de los mre, tanto en Marruecos como en el extranjero. Finalmente, este Ministerio debía facilitar que los mre entraran en contacto con diversos servicios administrativos: estaba comunicado diariamente con el mae, del mismo modo en que se coordinaba con los demás ministerios invo-lucrados. Además, contaba con los agregados sociales ubicados en las embajadas y en los consulados. Por consiguiente, no se trataba de que fuera el único interlocutor para los mre, sino más bien, un interlocutor privilegiado especializado en su situación y en sus problemas.59

En febrero de 1991, el gabinete adoptó una estructura propuesta para el Ministerio, la cual consideraba dos partes. La primera debía ser una división de emigración cuyo objetivo era seguir la política de inmigración en cada uno de los países receptores, por lo menos en parte para deter-minar mejor las posibilidades de mayor emigración hacia esos países. La segunda división debía encargarse de las cuestiones legales, las investiga-ciones, las estadísticas y las relaciones internacionales, tanto bilaterales como multilaterales. Esta división debía aún subdividirse en dos seccio-nes, con investigación y su aplicación en forma de programas sociales y culturales en el campo de la primera. Entre los objetivos de la segunda división se encontraba la cobertura de medios así como la transmisión de información sobre Marruecos, ya que se sentía que los mre no recibían la suficiente información sobre la vida en el reino.60

Los ambiciosos planes y el renovado discurso con respecto a los mre volvieron aún más lamentable el siguiente capítulo de la historia del Ministerio. Esto sucedió porque, más allá del inicial y evidente apoyo

59Entrevistas a Rafiq Haddaoui, pp. 1-3, 11.60Ibidem, p. 14.

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del rey, y del ambicioso programa que planteó, las actividades del mcme nunca se desarrollaron por completo para lograr sus metas, y finalmente su existencia se terminó. Como se expresó anteriormente, el mae había considerado los asuntos de los mre como parte de su terreno. Por consi-guiente, algunos funcionarios del mae objetaron desde el principio el esta-blecimiento del mcme. La justificación oficial para las objeciones era la necesidad de contar con una política extranjera coherente que sólo podría lograrse si una única oficina se responsabilizaba de los asuntos de los mre. Sin embargo, en la práctica, parece que algunos embajadores marroquíes se molestaron por la autoridad que los funcionarios del Ministerio de la cme tenían con relación a determinados aspectos del expediente enco-mendado teóricamente a algunos diplomáticos (empleados del mae). Muchos cónsules se ofendieron por el hecho de que el mcme recibió que-jas de los mre con respecto al funcionamiento de los servicios consulares o la conducta de los empleados del mae. Para estos diplomáticos, estas acciones eran, bien personalmente penosas, o bien podían perjudicar la alta política que les había sido encomendada.61

Los amicales constituían otra posible fuente de problemas. Al respon-der algunas preguntas sobre esta red, Haddaoui señaló que existía una necesidad de encontrar interlocutores serios en las comunidades de mre, particularmente en el ámbito de la sociedad asociativa/civil. El Ministerio pretendía que los grupos fueran creativos e imaginativos, interesados en trabajar por sus compatriotas sin esperar nada a cambio. Haddaoui mani-festó que mientras algunos amicales habían hecho un trabajo excelente, su número era limitado.62

Aceptar el reto del mae y de los amicales constituía una fórmula para alcanzar la lenta muerte institucional.63 El primer paso se dio en marzo de 1994 cuando el mcme fue degradado a Subministerio (sous-ministère). Luego, a finales de febrero de 1995, como parte de una reestructuración ministerial, el título de la cabeza del mcme bajó a la categoría de subsecre-tario de Estado ligado al mae y todas las actividades del mcme, de hecho,

61Belguendouz, op. cit., pp. 57-58.62Entrevistas a Rafiq Haddaoui, pp. 7, 114-115.63Omar Azziman, designado como director de la fhii en 1997, aparentemente también infor-

mó que el ministro había asumido un montón de proyectos innecesarios y despilfarradores bajo el gobierno de Haddaoui, lo cual pudo constituir otra razón para las medidas contra el mcme (extraí-do de la grabación de la entrevista con el empleado marroquí del mae).

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se congelaron. Las autoridades del mae alentaron esta nueva política para debilitar al mcme y dar la impresión de que sus estructuras eran inútiles y debía disolverse.64 Al mismo tiempo, pareciera que consideraciones financieras también pueden haber desempeñado alguna función. La situación presupuestaria del gobierno llevó a recortes en otros ministerios y la ayuda para la Fundación Hassán II asociada a éstos (véase infra) se redujo precipitadamente.65

Finalmente, como parte de la reorganización total del gabinete del 13 de agosto de 1997, el primer ministro, a sugerencia del mae, ordenó la transferencia de todas las responsabilidades del mcme al mae, aboliendo con esa acción al Ministerio por completo. Esto se llevó a cabo utilizando un decreto que nunca se publicó en el Boletín Oficial.66 Como consecuen-cia, algunas de las funciones del Ministerio se integraron a la oficina del mae vinculada con los mre, y muchos de los empleados de mcme también fueron absorbidos por el mae, incluso los investigadores y muchos de los cuadros de nivel medio.

La desaparición del Ministerio se debe más a la lucha burocrática cuerpo a cuerpo y a la limitada capacidad estatal que a una falta de interés por o de reconocimiento de la importancia de la cartera de los mre, lo que en realidad se ha convertido en un reclamo común. Ciertamente, existía el reconocimiento de que se necesitaba consagrar a los mre una atención más enfocada, pero también más diversificada. No obstante, las guerras por el territorio comenzadas por el mae y los amicales –que representaban ambos poderosos intereses muy arraigados– se combinaron para congelar la actividad del mcme y, en última instancia, regresar al mae la responsa-bilidad primaria respecto de los mre.

La Fundación Hassán II

Prácticamente al mismo tiempo del establecimiento del mcme se daba inicio a una segunda institución que comenzó siendo un tipo de adjunta al Ministerio, la Fundación Hassán II para los Marroquíes Residentes en el Extranjero. Establecida por decreto real del 13 de julio de 1990, se trata de una “institución sin fines de lucro con vocación social, dotada

64Belguendouz, op. cit., p. 58.65Entrevista a Djelal Messaouden de la fhii, Rabat, 30 de junio de 2000.66Belguendouz, op. cit., p. 59.

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de una personalidad moral así como de autonomía financiera”. Su prin-cipal misión es la promoción y protección de la comunidad marroquí en el extranjero. Su documento fundacional (Ley núm. 19-89) registró las siguientes funciones como sus principales misiones: participar en la ense-ñanza del árabe, de la cultura nacional y de la religión a los hijos de los marroquíes en el extranjero; contribuir con los centros vacacionales para los hijos de mre durante el verano; proveer asistencia financiera a los mre necesitados; y organizar y financiar actividades culturales, asociativas y deportivas propicias para los mre (106). No existe mención alguna res-pecto a que el Estado desempeñe un papel político directo (cabildeo) ni una función de beneficiario económico (por ejemplo, envío de remesas).

La fhii sería administrada por una junta directiva compuesta por 27 miembros designados por el Ministro del mcme de acuerdo con las sugerencias de los 13 ministerios gubernamentales involucrados, cada uno de los cuales debía tener un representante. Además, debía haber un representante de la Asociación Profesional de Bancos Marroquíes, (Groupement Professionnel des Banques du Maroc) y 13 miembros esco-gidos entre los pertenecientes a las oficinas de los amicales. Al principio, también se consideró la posibilidad de que existieran comités regionales en los países receptores, constituidos por la junta directiva.67

De acuerdo con su material informativo, la Fundación:

…desea convertirse en un puente entre los ciudadanos marroquíes que viven en el extranjero y su país de origen, Marruecos. Constituye un vínculo por excelencia entre culturas y civilizaciones. Se propone cultivar un sentido de comunicación con y para la comunidad marroquí en el extranjero. Está a cargo de promover las relaciones sociales, económicas, culturales y edu-cativas con los países involucrados en las cuestiones de inmigración. La Fundación Hassán II personifica la preocupación por los marroquíes resi-dentes en el extranjero. Asegura y facilita su reintegración al momento que regresen a Marruecos. La Fundación pretende ser una federación que reúna a todos los marroquíes residentes en el extranjero alrededor de su país y sus instituciones. Defiende sus derechos y sus intereses. Está abierta a todas las

67Ley núm. 19-89 que trata sobre la creación de la Fundación Hassán II para los Marroquíes Residentes en el Extranjero, mimeo.

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formas de cooperación con las instituciones públicas y privadas en los países de residencia.68

¿De dónde surge el ímpetu por fundar la fhii al mismo tiempo que el nuevo Ministerio? Se ha argumentado que las mismas fuerzas –las voces de los representantes de las comunidades en el extranjero– que presio-naron para el establecimiento del Ministerio pueden haber desempeñado un papel importante. Es posible que la evolutiva liberalización política en Argelia, que comienza en 1988, y el papel prominente desempeña-do en ella por el Front Islamique du Salut (fis) hayan hecho surgir las preocupaciones del gobierno marroquí por el contagio, incrementando de esta manera el imperativo por influir en los mre de modo total, par-ticularmente en cuestiones religiosas-culturales, para “vacunar” a los marroquíes en el extranjero contra la militancia islámica. Una fuente sostiene que el establecimiento de la fhii, así como del mcme, constitu-yeron respuestas a la importancia de las remesas que en 1990 represen-taron 48 por ciento del total de las exportaciones, pese a que la ausencia de mención alguna a las consideraciones financieras en la legislación que crea la fhii pone en duda esta conclusión.

La particularidad de la fhii es que no es un ministerio, pero el gobierno establece sus orientaciones. Cuando fue creada se pensaba que complementaría al mcme. De hecho, curiosamente, las dos institucio-nes fueron originadas por la misma persona, con el ministro del mcme delegado a la Fundación. Aparentemente, este tipo de dualismo condujo también a un dualismo financiero, resumido por un empleado de la fhii en la frase, “El Ministerio piensa, la Fundación gasta”,69 sugiriendo que la Fundación se convirtió en la actividad rentable del Ministerio. Mientras algo del presupuesto de la Fundación procedía del Estado, la fhii también recibió determinado porcentaje de las ganancias de varios bancos que encauzaban al reino la mayor parte de las remesas de los expatriados. La razón para esto era que, dado que esos bancos obtuvieron mucho dinero de los mre debían, a su vez, retribuir en parte colaborando con la fhii.

Dada la estrecha relación entre el mcme y la fhii, no debiera sorpren-der que la desaparición gradual del primero tuviera implicaciones para

68Folleto informativo de la Fundación Hassán II.69Entrevista a Messadouden.

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la última. Como hemos visto, en febrero de 1995 el mcme se convirtió en un Subministerio. Aproximadamente para la misma época, hubo una caída aguda en las contribuciones de los bancos que estaban pagando una parte del presupuesto de la Fundación. Las publicaciones de la fhii dejaron de aparecer, hubo un recorte en las actividades culturales y se despidió a los empleados. Posteriormente, se dio un cercenamiento de las actividades de la fhii en el contexto de la reducción de categoría y el congelamiento de las labores del mcme. En última instancia, se decidió que el acuerdo existente entre la Fundación y el Subministerio no estaba funcionando y que los dos debían separarse. Sin embargo, el malestar continuó hasta 1997, cuando el mcme se suprimió por completo y se dio una reorganización total de la Fundación.

En un discurso del 7 de mayo de 1996 que planteaba los problemas de la Fundación, Hassán II anunció su decisión de confiar la presidencia a su hija menor, Lalla Meryem. El rey continuó este nombramiento con la designación de un respetado activista por los derechos humanos y ministro de Justicia, Omar Azziman, como el nuevo presidente designa-do de la Fundación. Azziman, cuya reputación era íntegra, envió un claro mensaje respecto de las intenciones del rey para esta institución. En un discurso del 16 de junio de 1997, Hassán II, subrayando las cualidades que buscaba en el poseedor de dicho cargo, mencionó: “una visión global y un profundo entendimiento de la obediencia vinculan al Trono y a los ciudadanos marroquíes sin importar dónde se encuentren...”70

La reorganización implicó cambios importantes. La siguiente cita de Azziman saca a relucir un cambio clave en el discurso estatal con respecto a los mre:

En la Fundación no todos buscamos impedir la integración de los marro-quíes en el extranjero. Por el contrario, sabemos que su integración en el país receptor tiene un impacto sobre sus éxitos. Queremos que nuestros compatriotas en el extranjero vivan en armonía con su sociedad receptora y que se sientan a gusto tanto dentro como fuera de Marruecos.De esta manera, pueden evitar ser desgarrados por el exilio, y salvarse del dolor que implica la pérdida de puntos de referencia. De esta manera, nues-

70Véase Reino de Marruecos, Discours et interviews de S.M. le Roi Hassán II, Rabat, Ministerio de Comunicación, 1998, p. 147.

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tra comunidad en el extranjero puede convertirse en una fuente de riqueza capaz de contribuir al desarrollo y modernización de Marruecos.71

Esta visión se halla en absoluto contraste con el lenguaje utilizado por Hassán II en su discurso a la comunidad en Francia 12 años antes. Mientras aquí existe un claro énfasis en mantener la vinculación con Marruecos, también hay un reconocimiento evidente y una clara acepta-ción de que los mre se integrarán en diversos grados a los estados recep-tores. La meta del Estado marroquí ya no es bloquear la integración que pueda satisfacer las necesidades de los expatriados, sino encontrar las maneras de seguir conservando lazos de lealtad y de afecto, dado que los mre se encuentran cada vez más, y de manera permanente, asentados en el extranjero. Puede parecer que sólo se trata de un cambio en el énfasis, pero de hecho representa una evolución en la política, por medio de la aceptación en lugar de la lucha, la cual constituiría, ciertamente, una batalla perdida contra la realidad de la creciente integración.72

Conclusiones

El hecho de que todas las instituciones analizadas aquí –los amicales, los representantes de los mre, el mcme y la fhii– se quedaron cortos para alcanzar sus metas podría llevar a algunos a la conclusión de que, por consiguiente, estas instituciones no fueron importantes. En Marruecos no es raro escuchar que el Estado no toma realmente en serio los intereses de sus expatriados, ya que de hacerlo, lo haría más y mejor. Ciertamente, los amicales lograron intimidar a muchos marroquíes como parte de su función de seguridad, pero su torpe enfoque también significó que no pudieran ofrecer al Estado un panorama exacto de las agrupaciones de expatriados. Muchos se convirtieron en feudos personales o familiares

71Citado en Belguendouz, op. cit., p. 280.72Dicho esto, se debe recordar que el plan 2000-2004 discutido anteriormente plantea la

importancia de evitar que los marroquíes elijan la integración. Este lenguaje puede representar divisiones en la burocracia, en los diferentes públicos (ya que el plan se dirigía a aquellos que se encontraban dentro del país, mientras que las declaraciones de Azziman se dirigen de manera evidente a la cme), o en los diferentes entendimientos del término “integración”, ya que en el documento de planificación implica perder a los mre ante el Estado receptor, mientras que para Azziman implica la aceptación de un cierto grado de integración que facilite la vida del emigrante en el extranjero.

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que obedecían al makhzen, aunque de esta manera sirvieron de muy poco. Los representantes de los mre cayeron víctimas de la competencia con los amicales, de su molesto ataque al existente sistema de partidos políti-cos y de la dificultad para representar a los lejanos distritos electorales en los que no vivían. En el caso del mcme, la lucha burocrática cuerpo a cuerpo que rápidamente lo paralizó constituyó otro ejemplo de bata-llas personales o territoriales que aplastaron sus pertinentes y quizás un poco elevadas metas. Finalmente, el ejemplo de la fhii demostró que incluso los esfuerzos invertidos en el prestigio personal del rey podían ser obstaculizados por la inercia institucional y la ambición personal. Al considerar el desarrollo institucional, ya sea en el contexto del Primer o del Tercer Mundo, la cuestión de la capacidad se debe tener presente. Las intenciones no necesariamente se traducen en instrumentos o logros políticos eficaces.

La discusión de este documento demostró que varios factores desem-peñaron papeles importantes en la decisión del makhzen de establecer instituciones para o entre los ciudadanos marroquíes en la diáspora. La primera de estas instituciones, los amicales, a pesar de haber sido moldea-da en la experiencia argelina, se derivó de los intereses puramente marro-quíes –primero y ante todo, relacionados con la seguridad interna y del régimen. Su propósito fue reflejo del carácter de las comunidades de mre de la década de 1960 y principios de la década de 1970: principalmente compuestas por hombres solteros o solos, de los cuales algunos eran sindicalistas o activistas estudiantiles que buscaban un cambio radical del régimen para cuando volvieran a casa. Para proteger la estabilidad del reino (y quizás también el flujo continuo de trabajadores hacia Europa), la agitación obrero-estudiantil debía monitorearse y minimizarse.

Las subsecuentes formas institucionales que se desarrollaron señalan un deseo de ir más allá del estilo y la estructura amicale, aunque, dadas las relaciones clientelares de las que dependía el makhzen, el liderazgo amicale reaparece en las instituciones de segunda generación. Mientras tanto, las comunidades mismas habían sufrido importantes transiciones: no sólo eran más grandes, también eran fundamentalmente familiares lo que, aunado al cierre efectivo de fronteras de la mayoría de los estados de Europa occidental a la nueva inmigración, significó que muchos de los mre decidieran quedarse más tiempo. Entonces, los niños nacerían

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y crecerían en el extranjero, y eso originó un nuevo conjunto de nece-sidades de los expatriados además de las preocupaciones del Estado marroquí. Rabat ya no podía suponer que, en el futuro, estos marroquíes pensarían en regresar al país para retirarse, aportando consigo sus ahorros y experiencia acumulados. Tampoco podía simplemente esperar o supo-ner que mantendrían sus lazos afectivos con la familia, la cultura, la religión y el rey. La política europea y el surgimiento del movimiento Beur plantearon la posibilidad real de que el Estado marroquí perdiera de manera efectiva partes de estas comunidades –su lealtad política, su aportación económica, su sentido real de pertenencia– en favor de los estados receptores.

Esta historia de desarrollo institucional en la diáspora marroquí mues-tra claramente las bases de la naturaleza cambiante tanto de los intereses del Estado como de la participación estatal en este conjunto de comuni-dades resultado de la emigración por motivos laborales. Durante menos de 20 años, la propuesta del reino hacia la filiación de sus ciudadanos en el extranjero se transformó de la insistencia en el rechazo a la asimilación como la llave para mantener su control sobre sus ciudadanos, al reconoci-miento de que sólo aceptando que estos mre se integraban gradualmente a los países europeos receptores existía la oportunidad de conservar lazos (reconstruidos) con sus nacionales. En ese proceso, el Estado también cambió su visión de los mre como simples trabajadores en el extranjero, valorados por su ausencia y por sus remesas hacia el país, y los empezó a tratar como miembros de una comunidad hacia la cual el Estado tenía responsabilidades, como ciudadanos reales y ya no como súbditos reales. Se trata de una transformación en el desarrollo institucional estatal y en la práctica de la ciudadanía que ofrece lecciones importantes a otros estados exportadores de trabajadores en Medio Oriente y en la región del norte de África, e incluso en otros países.

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