Mario Bunge, La Filosofía Tras La Pseudociencia

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el escéptico 26 J osé López-Rega fue la nociva eminencia gris durante el decli- ve senil del general Perón y durante la presidencia de su esposa y sucesora, Isabelita. López-Rega había sido cantante fracasado, poli- cía, guardaespaldas, autor de un best- seller sobre negocios y estrellas, amor y estrellas, y cosas por el estilo; creía firmemente en lo oculto y prac- ticó la magia negra. López-Rega no sólo creía en la influencia de los astros y en el mundo espiritual, sino también en su propia capacidad para conjurar y manipular a los espíritus. En una ocasión intentó transferir el alma del difunto Juan Perón a su torpe sucesora, Isabelita. Sin embar- go, dicha tarea resultó estar más allá de sus facultades (ver, por ejemplo, Martínez, 1989). A López-Rega no se le conoce por su aportación a la filosofía. Sin embar- go, al igual que todo el mundo, sos- tuvo ideas filosóficas concretas. Entre éstas se hallaban los mitos ancestrales sobre el alma inmaterial, la posibilidad de la cognición para- normal y la existencia de seres sobre- naturales. Estas creencias sustenta- ron su convicción de que era capaz de influir en el comportamiento de la gente mediante el puro poder de la mente, así como de contactar con poderes más elevados. A cambio, dichas creencias y prácticas le confi- rieron la autoconfianza, el prestigio y la autoridad necesarios para perpe- trar sus siniestras maniobras políti- cas. Entre otras, fue el organizador del escuadrón de la muerte que llevó a cabo innumerables asesinatos y sesiones de tortura de sus rivales políticos durante el periodo com- prendido entre los años 1973-76, en los que gozó de las mayores cotas de poder político. Así, el Brujo, como era conocido popularmente el Minis- tro de Bienestar Social, contaba con el respaldo de mitos filosóficos mile- narios. Todo esfuerzo intelectual, sea autén- tico o sea falso, posee una filosofía subyacente y, en concreto, una onto- logía (una teoría sobre el ser y el devenir) y una gnoseología (una teo- ría del conocimiento) 1 . Por ejemplo, la filosofía relacionada con la biolo- gía evolutiva es el naturalismo (o materialismo) junto con el realismo gnoseológico, una visión según la cual el mundo existe por sí mismo y puede ser investigado. Por contra, la filosofía subyacente al creacionismo (tanto el tradicional como el “cientí- fico”) es el sobrenaturalismo (la forma más antigua de idealismo), además del idealismo gnoseológico (que implica indiferencia por las pruebas empíricos). Sin duda alguna, la mayoría de los científicos, así como la mayoría de La mayoría de los cientí- ficos, así como la mayo- ría de los pseudocientífi- cos, no son conscientes de defender ninguna concepción filosófica. Además, les disgusta que se les diga que lo hacen. Mario Bunge, Profesor de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1982 Todo esfuerzo intelectual, sea auténtico o falso, posee una filosofía subyacente. La ciencia, por ejemplo, encierra seis tipos de ideas filosóficas, ideas que son completamente diferentes de las relacionadas con las pseudociencias. La evaluación de la filosofía subyacente a un campo del saber es una reveladora manera de efectuar distinciones y juzgar su valor. L L A A F F I I L L O O S S O O F F Í Í A A T T R R A A S S L L A A P P S S E E U U D D O O C C I I E E N N C C I I A A

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José López-Rega fue la nocivaeminencia gris durante el decli-ve senil del general Perón y

durante la presidencia de su esposa ysucesora, Isabelita. López-Regahabía sido cantante fracasado, poli-cía, guardaespaldas, autor de un best-seller sobre negocios y estrellas,amor y estrellas, y cosas por el estilo;creía firmemente en lo oculto y prac-ticó la magia negra. López-Rega nosólo creía en la influencia de losastros y en el mundo espiritual, sinotambién en su propia capacidad paraconjurar y manipular a los espíritus.En una ocasión intentó transferir elalma del difunto Juan Perón a sutorpe sucesora, Isabelita. Sin embar-go, dicha tarea resultó estar más alláde sus facultades (ver, por ejemplo,Martínez, 1989).

ALópez-Rega no se le conoce por suaportación a la filosofía. Sin embar-go, al igual que todo el mundo, sos-tuvo ideas filosóficas concretas.Entre éstas se hallaban los mitosancestrales sobre el alma inmaterial,la posibilidad de la cognición para-

normal y la existencia de seres sobre-naturales. Estas creencias sustenta-ron su convicción de que era capazde influir en el comportamiento de lagente mediante el puro poder de lamente, así como de contactar conpoderes más elevados. A cambio,dichas creencias y prácticas le confi-rieron la autoconfianza, el prestigio yla autoridad necesarios para perpe-trar sus siniestras maniobras políti-cas. Entre otras, fue el organizadordel escuadrón de la muerte que llevóa cabo innumerables asesinatos ysesiones de tortura de sus rivalespolíticos durante el periodo com-prendido entre los años 1973-76, en

los que gozó de las mayores cotas depoder político. Así, el Brujo, comoera conocido popularmente el Minis-tro de Bienestar Social, contaba conel respaldo de mitos filosóficos mile-narios.

Todo esfuerzo intelectual, sea autén-tico o sea falso, posee una filosofíasubyacente y, en concreto, una onto-logía (una teoría sobre el ser y eldevenir) y una gnoseología (una teo-ría del conocimiento)1. Por ejemplo,la filosofía relacionada con la biolo-gía evolutiva es el naturalismo (omaterialismo) junto con el realismognoseológico, una visión según lacual el mundo existe por sí mismo ypuede ser investigado. Por contra, lafilosofía subyacente al creacionismo(tanto el tradicional como el “cientí-fico”) es el sobrenaturalismo (laforma más antigua de idealismo),además del idealismo gnoseológico(que implica indiferencia por laspruebas empíricos).

Sin duda alguna, la mayoría de loscientíficos, así como la mayoría de

La mayoría de los cientí-ficos, así como la mayo-ría de los pseudocientífi-cos, no son conscientes

de defender ningunaconcepción filosófica.Además, les disgusta

que se les diga que lo hacen.

Mario Bunge, Profesor de la Universidad McGill de Montreal (Canadá) y Premio Príncipe deAsturias de Comunicación y Humanidades en 1982

Todo esfuerzo intelectual, sea auténtico o falso, posee una filosofía subyacente. La ciencia, porejemplo, encierra seis tipos de ideas filosóficas, ideas que son completamente diferentes de lasrelacionadas con las pseudociencias. La evaluación de la filosofía subyacente a un campo delsaber es una reveladora manera de efectuar distinciones y juzgar su valor.

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los pseudocientíficos, no son cons-cientes de defender ninguna concep-ción filosófica. Además, les disgustaque se les diga que lo hacen. Y lamás popular de las filosofías de laciencia respetables de hoy en día, larepresentada por los positivistas lógi-cos y los seguidores de Popper, afir-ma que ciencia y filosofía se hallanmutuamente disociadas en vez deconverger. Sin embargo, esta visiónes errónea. Nadie puede evitaremplear gran cantidad de conceptosfilosóficos tales como realidad, tiem-po, causalidad, azar, conocimiento yverdad. Y, de vez en cuando, todosreflexionamos sobre problemas filo-sóficos, como la naturaleza de lavida, la mente, los objetos matemáti-cos, la ciencia, la sociedad y el bien.Además, la neutralidad resulta peli-grosa, pues enmascara falacias filo-sóficas en las que podrían caer losauténticos científicos, disuadiéndo-les del uso explícito de herramientasfilosóficas en sus investigaciones.

Dado que no existe consenso sobrela naturaleza de la ciencia, y no diga-mos sobre la pseudociencia, indaga-ré en las filosofías que acechan trasel psicoanálisis y la psicología com-putacional.

1. CIENCIA: LA AUTÉNTICA YLA FALSANos interesaremos tan sólo por lasciencias y pseudociencias que dicentener relación con los hechos, tantode tipo natural como social. Así pues,no nos ocuparemos de la matemáti-ca, excepto como herramienta parala exploración del mundo real.Obviamente, este mundo se puedeexplorar tanto de manera científicacomo acientífica. En ambos casos,semejante exploración, como cual-quier otra actividad humana delibe-rada, comporta cierta aproximación,es decir, un conjunto de conjeturasgenerales, un bagaje de conocimien-to sobre las cuestiones a explorar, y

un objetivo, así como un medio ométodo de trabajo.

En cierto sentido, las conjeturasgenerales, el conocimiento disponi-ble sobre los hechos a explorar y elobjetivo, dictan conjuntamente losmedios o el método a emplear. Deese modo, si lo que vamos a explorares la mente, si la hemos concebidocomo entidad inmaterial y si nuestroobjetivo es la comprensión de losprocesos mentales tal como se hacíaen el pasado, el camino más corto esla libre especulación. Dado lo idea-listas que resultan esas conjeturassobre la naturaleza de la mente, seríaridículo pretender confirmarlasmediante la exploración del cerebro.Pero si, por el contrario, se consideraque los procesos mentales son proce-sos cerebrales, y si el propósito es la

comprensión de los mecanismossubyacentes a los fenómenos menta-les, entonces es imprescindible elmétodo científico, particularmenteen su faceta experimental (ésta es labase filosófica de la neurocienciacognitiva). Es decir, el que un cientí-fico estudie o no el cerebro paraentender la mente depende funda-mentalmente de su filosofía más omenos tácita sobre la mente.

En general, se suele iniciar unainvestigación escogiendo un ámbitoo dominio de hechos (D); luego seconstruye (o se da por sentado) algu-nas suposiciones generales (G) sobreéstos, se reúne un corpus (C) con elconocimiento disponible sobre loselementos contenidos en (D), sedecide sobre el objetivo (O), y, envista de lo anterior, se determina el

La filosofía tras la pseudociencia

La filosofía subyacente mueve laspseudociencias. (Skeptical Inquirer)

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método de estudio (M) adecuadopara (D). Por tanto, un proyecto deinvestigación arbitrario (p) se esbo-zará mediante el siguiente quinteto:p=(D, G, C, O, M). La función deesta lista es mantener el hilo de lofundamental al encuadrar definicio-nes posteriores.

La investigación científica de unámbito de hechos (D) supone queéstos son materiales, legales y escru-tables, a diferencia de lo inmaterial(particularmente, de lo sobrenatural),que ilegal o inescrutable; la investi-gación se basa en un cuerpo dehallazgos científicos previos (C); asi-mismo se realiza con el objetivoprincipal de describir y explicar loshechos en cuestión (O) con ayudadel método científico (M). A su vez,este último se puede describir breve-mente con la siguiente secuencia:elección del conocimiento de fondo;definición del (de los) problema(s);solución provisional (por ejemplo,hipótesis o técnica experimental);ejecución de pruebas empíricas(observaciones, mediciones o expe-rimentos); evaluación de los resulta-dos del ensayo; corrección eventualde los pasos anteriores y nuevos pro-blemas aportados por el resultado.

Contrariamente a la creencia amplia-mente extendida, el método científi-co no excluye la especulación: tansólo pone orden en la imaginación.Por ejemplo, no basta con producirun ingenioso modelo matemáticosobre algún dominio de hechos delmodo en el que suelen hacerlo loseconomistas matemáticos. La con-sistencia, la sofisticación y la bellezanunca son suficientes en la investiga-ción científica, el producto final de lacual, supuestamente, debe ajustarse ala realidad, o sea, ser verdadero enalguna medida. A los pseudocientífi-cos no se les acusa de ejercer su ima-ginación, sino más bien de dejarsearrastrar por ella. El lugar para la

especulación desenfrenada está en elarte, no en la ciencia.

El método científico presupone que,en principio, cualquier cosa puedeser objeto de debate y que todo deba-te científico debe ser válido lógica-mente (aun cuando no puedan invo-carse de forma explícita principios oreglas lógicas). Este método tambiénencierra dos ideas semánticas clave:el significado y la verdad. Los dispa-rates no se pueden investigar; portanto, no pueden ser declaradoscomo falsos (imagine calcular omedir el tiempo necesario para volarde un lugar a otro empleando la defi-nición del tiempo de Heidegger,como “maduración de la temporali-dad”). Asimismo, el método científi-co no puede ponerse coherentementeen práctica en un vacío moral. Ahíinterviene el ethos de la ciencia bási-ca, lo que Robert K. Merton (1973)caracterizó como universalismo,altruismo, escepticismo organizadoy comunismo epistémico (compartirel método y los hallazgos).

Por último, hay otras cuatro caracte-rísticas distintivas en toda cienciaauténtica: mutabilidad, compatibili-dad con el grueso de los conocimien-tos precedentes, intersección parcialcon —al menos— alguna otra cien-cia y control por parte de la comuni-dad científica. La primera condiciónderiva del hecho de que no existeninguna ciencia “viva” sin investiga-ción, y la investigación suele enri-quecer o corregir el fondo de conoci-mientos. En suma, la ciencia se vamodificando, es eminentementemutable. Por el contrario, las pseudo-ciencias y sus ideologías de fondo ose hallan estancadas (como la parap-sicología), o cambian bajo la presiónde grupos de poder o por efecto dedisputas entre facciones (como hasido el caso del psicoanálisis).

La segunda condición podríamos

redefinirla así: para que una ideamerezca la atención de una comuni-dad científica, no puede ser ni tanobvia ni tan extravagante que rompa(aunque sea parcialmente) con losconocimientos previos. La compati-bilidad con dichos conocimientos esnecesaria, no sólo para depurar lasespeculaciones, sino también paracomprender la nueva idea y poderevaluarla. Efectivamente, la validezde una hipótesis o de un diseño expe-rimental está parcialmente determi-nada por su grado de conformidadcon los conocimientos previos razo-nablemente consolidados (por ejem-plo, se pone en cuestión la telequine-sia por el hecho de violar el principiode conservación de la energía). Lohabitual es que los principios de laspseudociencias se aprendan en unospocos días, mientras que los de laauténtica ciencia pueden llevar todauna vida, aunque sólo sea por elvoluminoso bagaje científico en queestán basados.

La tercera condición, la de usar o ali-mentar otras áreas de investigación,deriva del hecho de que la clasifica-ción de las ciencias genuinas es, dealgún modo, artificial. Por ejemplo,en lo relativo al estudio de la pérdidade memoria, ¿se trata de psicología,neurociencia o ambas cosas? ¿Y quédisciplina investiga la distribución dela riqueza? ¿La sociología, la econo-mía o ambas? Debido a estas super-posiciones e interacciones parciales,el conjunto de todas las cienciasconstituye un sistema. Por el contra-rio, normalmente, las pseudocienciasestán aisladas.

La cuarta condición, el control porparte de la comunidad científica,puede explicarse de la manerasiguiente. Los investigadores no tra-bajan inmersos en un vacío social,sino que experimentan los estímulose inhibiciones de sus compañeros detrabajo (aunque no los conozcan per-

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sonalmente). Toman prestados pro-blemas y descubrimientos, y pidenque se les critique; y si tienen algointeresante que decir, reciben opinio-nes, hasta sin haberlas solicitado. Talinteracción de la cooperación con lacompetencia es un mecanismo degeneración de problemas y de con-trol y difusión de los resultados; con-vierte la investigación científica enuna empresa que se auto-cuestiona,auto-corrige y auto-perpetúa. Estohace del logro de la verdad algo

menos característico de la cienciaque la capacidad y la voluntad paradetectar y corregir errores (al fin y alcabo, el conocimiento cotidiano estálleno de trivialidades bien confirma-das que no han surgido de la investi-gación científica).

Lo antedicho se refiere a las caracte-rísticas más destacadas de la auténti-ca ciencia, sea la natural, la social ola biosocial (puede leerse más al res-pecto en Gardner 1983, Wolpert

1992, Bunge 1998a y Kurtz 2001).Por el contrario, el tratamiento pseu-docientífico de un dominio dehechos viola al menos una de lascondiciones antes descritas, autopro-clamándose, al mismo tiempo, comocientífico. Dicho tratamiento puedeque sea contradictorio o que conten-ga ideas poco claras. Puede queasuma como reales hechos imagina-rios, tales como las abducciones alie-nígenas o la telequinesia, los genesautorreplicantes y egoístas, o lasideas innatas. Puede postular que loshechos en cuestión sean inmateria-les, inescrutables o ambas cosas.Puede que carezca de base en hallaz-gos científicos previos. Puede llevara cabo operaciones empíricas pro-fundamente erróneas, como el test dela mancha de tinta, o no haber inclui-do grupos de control. Puede que fal-sifique resultados de pruebas o,incluso, que prescinda totalmente derealizarlos.

Por otra parte, las pseudociencias noevolucionan o, si lo hacen, sus cam-bios no provienen de investigaciónalguna. Se hallan aisladas de otrasdisciplinas, aunque, ocasionalmente,se entremezclen con otras pseudo-ciencias, como atestigua la astrologíapsicoanalítica. Y, lejos de agradecerla crítica, lo que intentan es consoli-dar la creencia. Su propósito no es labúsqueda de la verdad sino la per-suasión: simular llegadas, sin salidasy sin viajes. Mientras que la cienciaestá llena de problemas, y cada unode sus hallazgos trae consigo proble-mas nuevos, la pseudociencia secaracteriza por la seguridad. En otraspalabras, la ciencia engendra másciencia, pero la pseudociencia esestéril, puesto que no genera proble-mas nuevos. En resumen, el princi-pal problema de la pseudocienciayace en que su investigación es obien profundamente defectuosa obien inexistente. Esa es la razón porla cual la especulación pseudocientí-

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fica, contrariamente a la investiga-ción científica, no ha proporcionadoni una sola ley sobre la naturaleza ola sociedad.

Hasta aquí una descripción somerasobre la ciencia verdadera y la cien-cia falsa. Apliquemos nuestro análi-sis ahora a un par de interesantescasos recientes: la química física y laneuropsicología.

2. DOS CASOS: LA AUTO-ORGANIZACIÓN Y EL SUB-CONSCIENTE.Nuestro primer ejemplo es el trata-miento de los sistemas auto-organi-zados; conjuntos complejos que con-siguen autoensamblarse en ausenciade fuerzas externas. La auto-organi-zación, la morfogénesis biológica enparticular, es un proceso maravillosopero apenas comprendido. No es deextrañar que haya sido objeto demuchas especulaciones pseudocien-tíficas, adornadas de expresionesrimbombantes pero vacías, como“fuerza constructiva”, “entelequia”,“élan vital”, “campo morfogenéti-co”, “autopoiesis” y otras por el esti-lo. Todos esos factores se suelen con-siderar como algo inmaterial y, portanto, fuera del alcance de la física yla química. Y ni se han descrito endetalle ni han sido objeto de experi-mentación en laboratorio. Por tanto,hablar de dichos factores es pura ver-borrea, la mera agitación de una vari-ta mágica.

Por el contrario, la aproximacióncientífica a la auto-organización espráctica, pero también imaginativa.Veamos un ejemplo reciente de estaaproximación: la obra de Adams,Doic, Keller y Fraden (1998). Unoscoloides, diminutas varitas y esferas,fueron suspendidos aleatoriamenteen tubos capilares de vidrio sellados;luego se dejaron a merced de suspropios sistemas y se observaronbajo el microscopio. Las varitas eran

virus y las esferas, bolas de plástico;a los primeros se los cargó negativa-mente y a los últimos, positivamente.Tras algún tiempo, la mezcla se sepa-ró espontáneamente en dos o másfases homogéneas. En función de lascondiciones experimentales, unafase podía consistir en capas de vari-tas que se alternaban con otras deesferas, o las esferas podían ensam-blarse en columnas.

Paradójicamente, estas variacionesde segregación se explican por larepulsión entre partículas cargadas—lo cual, intuitivamente, evitaría laaglomeración de partículas con lamisma carga—. Y la igualmenteparadójica disminución de entropía(el incremento del orden) se explicaobservando que la aglomeración dealgunos coloides viene acompañadade un aumento de la entropía transla-cional del medio. En cualquier caso,el proceso global puede explicarseen términos estrictamente naturalis-tas. Al mismo tiempo, los autoresadvierten de que sus resultados noconcuerdan con la teoría pertinente—ni tampoco, por supuesto, con nin-gún sistema físico general—. Talausencia de conclusión perfecta escaracterística de la auténtica ciencia,a diferencia de la pseudociencia,donde todo está prefabricado desdeel principio.

Un segundo ejemplo se halla en elestudio del inconsciente. Se ha escri-to mucho sobre el particular, lamayoría desde el terreno especulati-vo, desde que Sócrates dijera sercapaz, mediante un hábil interrogato-rio, de descubrir el conocimientomatemático implícito en un jovenesclavo analfabeto. Gracias al bestseller de Eduard von Hartmann, DiePhilosophie des Unbewussten(1870), el tema ya era popular en1900, cuando Freud propuso susextravagantes fantasías por primeravez. Entre otras cosas, Freud entroni-

zó el inconsciente y le adjudicópoderes causales que supuestamenteintervenían en cantidad de fenóme-nos inexplicados, como los lapsuslinguae y el mítico complejo deEdipo. Pero, por supuesto, jamás, nia él ni a ninguno de sus seguidores seles ocurrió aproximarse a esta mate-ria de manera experimental.

El estudio científico de los procesosmentales inconscientes comenzóhace un par de décadas, con el estu-dio de pacientes con doble personali-dad y visión ciega2 Desde entonces,diversas técnicas de visualización delcerebro, como el escáner PET y laresonancia magnética funcional, hanhecho posible discernir si una perso-na siente o sabe algo incluso antes deque sepa que lo siente o que lo sabe.Además, esas técnicas permitenlocalizar tales procesos mentales deuna manera no invasiva. Tenemos unejemplo en el trabajo de Morris,Öhman y Dolan (1998), que, comono es de extrañar, no cita ningúnestudio psicoanalítico. Veámoslo.

La amígdala es el minúsculo órganocerebral que siente emociones tanbásicas y ancestrales como el miedoo la ira. Si sufre algún daño, la vidaemocional y social de una personapuede quedar gravemente limitada.La actividad de esta amígdala sepuede monitorizar mediante un escá-ner PET; este aparato permite alinvestigador detectar las emocionesdel sujeto e incluso determinar enqué lado de la amígdala se ubican.No obstante, dicha actividad neuronalpuede que no alcance el nivel de con-ciencia. En tal caso, tenemos que acudiral escáner cerebral.

Por ejemplo, si a un sujetohumano normal se le muestrabrevemente un rostro enojadocomo estímulo principal, einmediatamente se le enseña unamáscara inexpresiva, dirá haber

malas alternativas

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visto esta última, pero no recorda-rá haber visto la anterior. Sin embar-go el escáner nos cuenta una historiadistinta. Nos revelará que, si el rostroenfadado ha sido asociado a un estí-mulo ‘aversivo’ como ruido blancode alta intensidad, el estímulo princi-pal activará la amígdala, aun cuandoel sujeto no recuerde haberlo visto.Resumiendo, la amígdala “conoce”cosas que el órgano de la conciencia(sea el que sea o dondequiera que seencuentre) no conoce. Los psicoana-listas podrían emplear este mismométodo para medir la intensidad delodio de un hombre hacia su padre.Pero no lo hacen, porque no creen enel cerebro: su psicología es idealistay, por tanto, no cerebral. Encontrarámás información sobre este tema enla sección 4.

El número de ejemplos de pseudo-ciencia abarca hasta donde quera-mos. La astrología, la alquimia, laparapsicología, la caracterología, lagrafología, la “ciencia” de la crea-ción, el “diseño inteligente”, la“ciencia” cristiana, la rabomancia, lahomeopatía y la memética general-mente se consideran pseudociencias(ver por ejemplo Kurtz 1985, Randi1982, y The Skeptical Inquirer). Porcontra, que el psicoanálisis y la psi-cología computacional sean cienciasfalsas no está tan ampliamente acep-tado. Es por lo que las examinaremosen la sección 3. Pero en primer lugarechemos un breve vistazo a la filoso-fía y veremos que parte de la mismatambién es falsa.

3. LA FILOSOFÍA: PROCIEN-TÍFICA Y ANTICIENTÍFICA.La caracterización de la investiga-ción científica descrita anteriormentecomprende ideas de seis tipos: lógi-cas, semánticas, ontológicas, gnose-ológicas (concretamente, metodoló-gicas), éticas y sociológicas. Deforma más específica, encierra lanoción de consecuencia lógica y de

coherencia lógica; las nocionessemánticas de significado y de ver-dad; los conceptos ontológicos dehecho real y de ley real (patronesobjetivos); los conceptos gnoseoló-gicos de conocimiento y prueba; elprincipio de la honradez intelectual,y la noción de comunidad científica.

¿Y por qué es esto así? Pues porquela investigación científica es, enpocas palabras, la búsqueda honradadel saber auténtico sobre el mundoreal, concretamente sobre sus leyes,con la ayuda de medios tanto teóri-cos como empíricos —en concreto,el método científico— y porque atodo cuerpo del saber científico se lesupone una coherencia lógica, ydebe ser sujeto de discusión racio-nal, en el seno de una comunidad deinvestigadores. Todas las expresio-nes en cursiva se dan en discursos(metacientíficos) sobre cualquierciencia basada en hechos (empírica).Y la disciplina encargada de diluci-dar y sistematizar los conceptoscorrespondientes es la filosofía. Enefecto, la filosofía es el estudio de losconceptos y principios más funda-mentales y multidisciplinarios. Porlo tanto, se supone que los filósofosdeben ser generalistas y no especia-listas. Y algunos de nosotros asumi-mos a veces la ingrata tarea de some-ter a juicio las credenciales de algu-nas creencias o ideologías pseudo-científicas.

En la actualidad, las diferentesescuelas filosóficas tratan los com-ponentes filosóficos de la cienciaantes mencionados de manera muydiferente; algunas escuelas los igno-ran por completo. Recordemos bre-vemente cuatro ejemplos contempo-ráneos: existencialismo, positivismológico, popperianismo y marxismo.

El existencialismo rechaza la lógicay, en general, la racionalidad; adoptauna ontología extremadamente

superficial, casi ininteligible e inclu-so ridícula; y no necesita semántica,epistemología o ética. No sorprendeque haya carecido de impacto algunoen la ciencia (excepto, de forma indi-recta y negativa, por su degradaciónde la razón y su apoyo al nazismo).Tampoco sorprende que no hayaproducido ninguna filosofía inteligi-ble (y, mucho menos, estimulante)de la ciencia.

Por el contrario, el positivismo lógi-co defiende la lógica y el métodocientífico, pero no posee una semán-tica defendible; ni tampoco unaontología que trascienda el fenome-nalismo (“sólo hay apariencias”); sugnoseología sobrevalora la induc-ción y malinterpreta o infravalora lateoría científica, a la que consideraun mero resumen de datos, tampocoposee una ética más allá del emoti-vismo de Hume. Como era de espe-rar, el positivismo lógico malinter-preta la física relativista y la cuánticaen lo concerniente a operaciones delaboratorio, en vez de considerar laexistencia objetiva de entidades físi-cas en ausencia de observadores (ver,por ejemplo, Bunge 1973). No obs-tante, el positivismo lógico es cienti-ficista y, por tanto, muy superior a laanticiencia característica del postmo-dernismo.

El popperianismo ensalza la lógicapero rechaza la mera idea de hacersemántica; no contiene ningunaontología más allá del individualis-mo (o atomismo, o nominalismo);valora la teoría hasta el punto de con-siderar el experimento sólo comouna vía para probar hipótesis; sobre-valora la crítica, infravalora la induc-ción y prescinde de la evidenciapositiva. No posee ninguna ética másallá de las premisas de Buda, Epicu-ro e Hipócrates de no producir nin-gún daño. No obstante, el popperia-nismo tiene el mérito de haber defen-dido una interpretación realista de las

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teorías físicas y de haber devaluadoel inductivismo. Pero Popper prime-ro infravaloró y luego aceptó la bio-logía evolutiva, aunque malinterpre-tándola, exclusivamente como la eli-minación de las inadaptaciones; seopuso al monismo psiconeuronalinherente a la psicología biológica;rechazó la concepción materialistade la historia, adoptada por la escue-la historiográfica más avanzada —lade Annales—; y defendió la microe-conomía neoclásica, que —comoexpondré más adelante— es pseudo-científica a la vez que conceptual-mente difusa, e inmune a la falsifica-ción empírica.

En cuanto al marxismo, ha presen-tado algunas ideas revolucionariasen ciencias sociales, concretamen-te la concepción materialista de lahistoria y la centralidad del con-flicto social. Sin embargo, el mate-rialismo marxista es estrechamen-te economicista: infravalora elpapel de la política y la cultura (enconcreto, de la ideología). Ade-más, el marxismo, siguiendo aHegel, confunde la lógica con laontología. Por lo tanto, adolece deuna escasa lógica formal; su onto-logía materialista se difumina traslas penumbras románticas de ladialéctica tales como el principiode unidad de los contrarios; sugnoseología es el realismo inge-nuo (la “teoría del conocimientocomo reflejo”), que no deja sitio ala naturaleza simbólica de lasmatemáticas o de la física teórica;idealiza los conjuntos sociales endetrimento de los individuos y susaspiraciones legítimas, exagera elimpacto social de la percepción yadopta la ética del utilitarismo, queprescinde de la investigación des-interesada, por no hablar delaltruismo. No sorprende que, alhallarse en el poder, los filósofosdel materialismo dialéctico sehayan opuesto a algunos de los

descubrimientos científicos másrevolucionarios de su época: lalógica matemática, la teoría de larelatividad, la mecánica cuántica,la genética, la teoría sintética de laevolución y la neuropsicologíapost-pavloviana.

En resumen, ninguna de esas cua-tro escuelas encaja con la filosofíainherente a la ciencia. Mi propues-ta es que cualquier filosofía capazde comprender y promocionar lainvestigación científica reúne lascaracterísticas siguientes (Bunge,1974-1989):

— Lógica: Coherencia interna ycumplimiento de las reglas de lainferencia deductiva; aceptaciónde la analogía y la inducción comomedios heurísticos, sin afirmar apriori la validez de los argumentosanalógicos o inductivos.

— Semántica: Teoría realista delsignificado como referencia pro-puesta (denotación) —y a diferen-cia de la extensión— unida al sen-tido o la connotación. Y una con-cepción realista de la verdad fácti-ca [acerca de hechos] como ade-cuación de una proposición a loshechos a los que se refiere.

— Ontológica: a) Materialismo (naturalismo):Todas las cosas reales son materia-les (poseen energía) y se ajustan aalgunas leyes (causales, probabi-lísticas o ambas). Los procesosmentales son procesos cerebrales ylas ideas en sí mismas (aunquesean verdaderas o útiles) son fic-ciones. b) Dinamicismo: Todos los objetosmateriales se hallan en flujo. c) Sistemismo: Toda cosa es un sis-tema o un componente (potencialo real) de un sistema.d) Emergentismo; Todo sistematiene propiedades (sistémicas o

emergentes) de las que los compo-nentes carecen.

— Gnoseológica: a) Realismo científico: Es posibleacceder al conocimiento de la reali-dad, al menos de forma parcial y gra-dual, y se supone que las teoríascientíficas representan partes ocaracterísticas del mundo real, aun-que sea de forma imperfecta. b) Escepticismo moderado: el cono-cimiento científico es tanto faliblecomo mejorable. Sin embargo, algu-nos hallazgos —por ejemplo, queexisten átomos y campos, que lasideas no existen más allá del cerebroy que la ciencia vale la pena— sonadquisiciones firmes. c) Empirismo moderado: Todas lashipótesis fácticas se deben poderprobar empíricamente y tanto laspruebas positivas como las negativasson indicadores de su valor de ver-dad. d) Racionalismo moderado: El cono-cimiento progresa mediante conjetu-ras y razonamientos lógicos, combi-nados con la experiencia. e) Cientificismo: Todo lo que es posi-ble saber y merece la pena saber seconoce mejor de manera científica.

— Ética: Humanismo secular: Lanorma moral suprema es “persiguetu propio bienestar (biológico, men-tal y social) y el de los demás”. Estamáxima prescribe que la investiga-ción científica debe satisfacer tantola curiosidad como la necesidad yabstenerse de causar daños innecesa-rios.

— Sociológica: Socialismo epistémico:La labor científica, aunque sea arte-sanal, es social, por cuanto se ve unasveces estimulada y otras inhibida porcompañeros de trabajo y por el ordensocial del momeno; y el árbitro (pro-visional) no son las autoridades insti-tucionales, sino la comunidad deexpertos. Cada una de dichas comu-

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nidades prospera con los logros desus miembros y eso facilita ladetección y corrección de errores(atención: estas ideas están muylejos tanto del pensamiento mar-xista que defiende que las ideasson emitidas y eliminadas por lasociedad, como de la visión cons-tructivista-relativista de que los“hechos científicos” son construc-ciones sociales locales, esto es,meras convenciones de la comuni-dad o de la tribu).

Mi planteamiento es que los princi-pios filosóficos antes expuestos sontácitamente satisfechos por las cien-cias maduras o “duras” (física, quí-mica y biología); que las cienciasinmaduras o “blandas” (psicología yciencias sociales) satisfacen algunosde ellos; y que las pseudocienciasviolan la mayoría de ellos. En defini-tiva, que el cientificismo es coexten-sivo con la buena filosofía.

Además, la razón por la que las pseu-dociencias se parecen a la religión,hasta el punto de que algunas son unsustituto de ésta, es que compartenuna filosofía, el idealismo filosófico,que no debemos confundir con idea-lismo moral. Ciertamente, la pseudo-ciencia y la religión postulan entida-des inmateriales, habilidades cogniti-vas paranormales, así como una éticaheterónoma. Paso a explicarlo.

Cada religión posee su núcleo filosó-fico, y las filosofías inherentes a lareligión comparten los siguientesprincipios idealistas: a) Ontología idealista: Existen enti-dades espirituales autónomas, comolas almas y las deidades, que no seajustan a ninguna ley científica. b) Gnoseología idealista: Algunaspersonas poseen habilidades cogniti-vas que escapan del ámbito de la psi-cología experimental: la inspiracióndivina, la perspicacia innata o lacapacidad de percibir entidades espi-

rituales o profetizar sucesos sin laayuda de la ciencia. c) Ética heterónoma: Todo el mundose halla sujeto a poderes sobrehuma-nos inescrutables e inamovibles, ynadie tiene la obligación de justificarsus creencias mediante experimentoscientíficos.

Los tres componentes filosóficoscomunes para religión y pseudocien-cia están en desacuerdo con la filoso-fía inherente a la ciencia. Por tanto,las tesis de que la ciencia es una ide-ología más, y que no puede entrar enconflicto con la religión porqueambas abordan problemas distintos,de maneras distintas pero mutua-mente compatibles, son falsas (mássobre religión y ciencia en Manner yBunge 1996).

4. LOS CASOS DEL PSICOANÁ-LISIS Y DE LA PSICOLOGÍACOMPUTACIONAL¿Comparten el psicoanálisis y la psi-cología computacional los rasgosfilosóficos que, según veíamos en lasección 3, caracterizan a las cienciasmaduras?

El psicoanálisis viola la ontología yla metodología de toda cienciagenuina. Ciertamente, sostiene queel alma (“mente”, según la traduc-ción estándar al inglés de las obras deFreud) es inmaterial y que puedeactuar sobre el cuerpo, como semuestra en los efectos psicosomáti-cos. Sin embargo, el psicoanálisis no

supone ningún mecanismomediante el cual una entidad inma-terial pueda alterar el estado deotra material; simplemente afirmaque se da el caso. Además, esaafirmación es dogmática, puestoque los psicoanalistas, a diferenciade los psicólogos, no realizan nin-guna prueba empírica. Concreta-mente, ningún psicoanalista hamontado jamás un laboratorio. Elpropio Freud diferenció enfática-

mente el psicoanálisis tanto de la psi-cología experimental como de laneurociencia.

Para conmemorar el primer centena-rio de la publicación de La interpre-tación de los sueños, de Freud, elInternational Journal of Psychoa-nalysis publicó un informe realizadopor seis analistas de Nueva York(Vaughan et al., 2000), que supuesta-mente informaron de la primera prue-ba experimental del psicoanálisis enun siglo de existencia. En realidad, nose trató de ningún experimento, pues-to que no se contó con ningún grupode control. Por lo tanto, aquellosautores no tenían derecho a concluirque las mejoras observadas se debie-ron al tratamiento; pudieron haberocurrido simplemente de formaespontánea. Así pues, los psicoanalis-tas no emplean para nada el métodocientífico, puesto que no saben dequé se trata. Al fin y al cabo, no tie-nen formación científica; en elmejor de los casos son médicosgeneralistas.

El psicoanalista francés JacquesLacan —un héroe del postmodernis-mo— admite esta idea y sostiene queel psicoanálisis, lejos de ser una cien-cia, es simplemente una prácticaretórica: “l’art du bavardage”. Alfinal, dado que los psicoanalistassostienen que sus conclusiones sontanto reales como efectivas sinhaberlas sometido al ensayo experi-mental o a pruebas clínicas rigurosas

la filosofía tras la pseudociencia

Dado que los psicoanalistassostienen que sus conclu-

siones son tanto realescomo efectivas sin haberlassometido al ensayo experi-mental o a pruebas clínicas

rigurosas, difícilmentepuede afirmarse que proce-dan con la honradez intelec-

tual por la que se suponedeben regirse los científicos.

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difícilmente puede afirmarse queprocedan con la honradez intelectualpor la que, se supone, deben regirselos científicos (aunque ocasional-mente cometan deslices). En suma,el psicoanálisis no está cualificadopara considerarse una ciencia. Con-trariamente a la creencia general, noes siquiera una ciencia fallida, pues-to que prescinde del método científi-co e ignora los contraejemplos. Setrata simplemente de charlataneríapsicológica.

La psicología computacional afirmaque la mente consiste en una serie deprogramas informáticos que en prin-cipio pueden implementarse en cere-bros o en máquinas, —o quizá inclu-so en fantasmas. Así, esta popularescuela adopta la visión funcionalis-ta de que la materia no tiene impor-tancia, tan sólo importa su función.Esta visión está fomentada por onto-logías idealistas, donde la cienciasólo investiga cosas concretas avarios niveles: la física, la química,la vida —pensante y no pensante—o lo social. Además, los computacio-nistas cometen una petición de prin-cipio al dar por sentado que ciertosprocesos mentales son actos compu-tacionales. No tienen ninguna pruebade que todos los procesos mentalessean computacionales; se limitan aaseverar esa tesis.

Pero esta tesis es falsa, puesto que nilos procesos emocionales ni los cre-ativos son algorítmicos, y solamentelo son una fracción de los procesoscognitivos. Por ejemplo, no puedehaber ningún algoritmo para laactuación espontánea, para plantearproblemas originales, para formularhipótesis originales, para conformaranalogías fructíferas o para diseñarartefactos originales, como algorit-mos, máquinas u organizacionessociales radicalmente nuevos. Efec-tivamente, todo algoritmo es un pro-cedimiento para realizar operaciones

de un tipo específico, como la clasi-ficación, la suma y el cálculo devalores de funciones matemáticas.Por el contrario, los descubrimientoscientíficos originales no pueden serdeterminados con precisión anticipa-damente, por eso es necesaria lainvestigación.

En resumen, la psicología computa-cional es acientífica porque ignoralas pruebas negativas y porque sedesentiende de la materia de lamente: el cerebro que crea el pensa-miento. Consecuentemente, se aíslaa sí misma con respecto a la neuro-ciencia y a la ciencia social y el ais-lamiento disciplinar es un indicadorfiable de la falta de cientificidad. Elsecreto de su popularidad reside notanto en sus hallazgos sino en lapopularidad de los ordenadores, enque no requiere ningún conocimien-to de neurociencia y en la fantasía deque los enunciados del tipo “X cal-cula Y” poseen capacidad explicati-va, mientras que, de hecho, éstassolo enmascaran nuestra ignoran-cia sobre los mecanismos neurona-les (recordemos que no hay expli-cación verdadera sin mecanismo yque todo mecanismo es material;ver Bunge 2006)

Valga lo dicho como muestra depseudociencia. El tema de su filoso-fía subyacente es fascinante y vasto,y básicamente inexplorado (ver, sinembargo, Flew 1987). Pensemos tansólo en los múltiples reductos depseudociencia que se refugian en laciencia, como por ejemplo el princi-pio antrópico, el intento de diseñaruna teoría del todo, el discurso sobrela información en bioquímica, eldogma de la biología “todo-está-en-los-genes”, la sociobiología humana,la psicología evolucionista (pura-mente especulativa) californiana ylos modelos de teoría de juegos apli-cados a la economía y a la cienciapolítica. Al analizar un error flagran-

te en la ciencia, casi siempre seencuentra un gazapo filosófico.

5. CASOS FRONTERIZOS:PROTO- Y SEMI-Todo intento no matemático de clasi-ficar cualquier conjunto de elemen-tos se topará, probablemente, concasos fronterizos.

Las principales razones de tal vague-dad son, por una parte, que los crite-rios de clasificación son, en sí mis-mos, imprecisos o que el objeto encuestión contiene sólo alguna de lascaracterísticas necesarias para situar-lo en una casilla determinada. Recor-demos el caso del ornitorrinco, elmamífero que pone huevos.

En cualquier caso, en el terreno de laciencia encontramos multitud de dis-ciplinas, teorías o procedimientosque, lejos de caer claramente dentrodel rango de lo científico o de lo queno lo es, pueden denominarse comoproto-científicas, semi-científicas ocomo ciencia fallida. Echemos unbreve vistazo a dichos casos.

Una proto-ciencia, o ciencia emer-gente, es obviamente una ciencia instatu nascendi. Si sobrevive, puedeconvertirse llegado el momento enuna ciencia madura, una semi-cien-cia o una pseudociencia. En otraspalabras, cuando se dice que una dis-ciplina es una proto-ciencia, esdemasiado pronto para decidir si escientífica o acientífica. Ejemplos: lafísica previa a Galileo y Huygens, laquímica anterior a Lavoisier, y lamedicina antes de Virchov y Ber-nard. Todas esas disciplinas madura-ron deprisa y se convirtieron en ple-namente científicas (podemos llamarcientíficas a la medicina y la ingenie-ría aunque se trate de tecnologíasmás que de ciencias).

Una semi-ciencia es una disciplinaque comenzó como ciencia y es con-

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siderada normalmente como tal, aun-que no reúna todas sus característi-cas. Mi opinión es que la cosmolo-gía, la psicología y la economía sonsemi-ciencias. En efecto, la cosmo-logía todavía está repleta de especu-laciones que contradicen sólidosprincipios de la física. Aún existenpsicólogos que niegan que la mentesea un producto del cerebro y otrosque consideran los sistemas neurona-les como funciones mentales “secun-darias” o “mediadoras”. Y, porsupuesto, muchos de los llamadospremios Nobel de economía (quede hecho son premios del Banco deSuecia) se otorgan a inventores demodelos matemáticos que no tienenningún reflejo en la realidad econó-mica —de entrada porque ignoranla producción y la política— o adiseñadores de políticas económicasque perjudican a los pobres. Losmodelos de teoría de juegos, pro-puestos por Thomas C. Schelling,que ganó un premio Nobel en 2005,son un ejemplo destacado. En uno deellos diseñó el bombardeo estratégi-co de la población civil vietnamita.El mismo teórico descubrió tambiénque los afroamericanos se segregansolos: “se sienten más cómodos entrelos de su propio color” (Schelling1978: 138-139).

En ciertos casos es difícil saber sialgo es científico, semi-científico opseudocientífico. Por ejemplo, lagran mayoría de los físicos del sigloXIX consideraban que el atomismoera una pseudociencia, dado quesolamente producía evidencias indi-rectas en pro de la hipótesis atómica.Peor aún, ya que no existía ningunateoría concreta acerca de los átomosen sí mismos, el atomismo era muydifícil de comprobar, y tan sólo lo eramediante predicciones de mecánicaestadística. Pero la teoría se convirtióen científicamente respetable casi deforma súbita como consecuencia dela teoría de Einstein sobre el movi-

miento browniano y la confirmaciónexperimental de la misma por Perrin.Tan sólo los positivistas más conser-vadores, como Ernst Mach, se opu-sieron al atomismo hasta el final.

Otro ejemplo: la teoría cuántica essin duda un paradigma del éxito de laciencia de alto nivel. Pero la interpre-tación de Copenhague de esta teoríaes pseudocientífica, puesto que sitúaal observador en el centro del univer-

so, ya que supone que todos los suce-sos físicos son consecuencia de pro-cesos de laboratorio. El que esta tesissea descaradamente falsa se demues-tra por el hecho de que la teoría esválida para las estrellas, que porsupuesto son inhabitables, y porqueno contiene ningún postulado quedescriba a los observadores (mássobre el tema en Bunge 1973, Mah-ner 2001).

La teoría de cuerdas es un tema sos-pechoso. Parece científica porqueaborda un problema abierto que es ala vez importante y difícil, como laconstrucción de una teoría cuánticade la gravitación. Por esta razón, yporque ha estimulado las matemáti-cas, está atrayendo a los cerebrosjóvenes más brillantes. Pero la teoríapostula que el espacio tiene seis osiete dimensiones en vez de tres,solamente para garantizar la cohe-rencia matemática. Dado que esasdimensiones extra no son observa-bles y que la teoría se ha resistido ala confirmación experimental duran-te más de tres décadas, tiene visos deciencia-ficción o, al menos, de cien-cia fallida.

El caso de la frenología, la “cienciade las protuberancias craneales”,resulta instructivo. Proponía unahipótesis materialista, comprobable,según la cual todas las funcionesmentales eran funciones cerebraleslocalizables con precisión. Pero envez de ensayar experimentalmenteesta excitante hipótesis, los frenólo-gos la explotaron exitosamente enferias y otros lugares de entreteni-miento: iban por ahí palpando el crá-neo de la gente y diciendo haberlocalizado los centros del altruismo,del amor a la progenie, de la imagi-nación y cosas por el estilo. La apa-rición de la neurociencia modernapuso fin a la frenología.

El descrédito de la frenología arrojódudas no sólo sobre el localizacio-

nismo radical, sino también sobre losintentos científicos de cartografiar lamente dentro del cerebro. En concre-to, los dispositivos de imagen cere-bral inventados a lo largo de las tresdécadas pasadas fueron recibidoscon escepticismo al principio, por-que el mero hecho de intentar locali-zar procesos mentales sonaba a fre-nología. Pero estas nuevas herra-mientas han demostrado ser muyfructíferas y, lejos de confirmar lahipótesis frenológica (un módulopara cada función), han propiciadomuchos nuevos hallazgos, entre ellosque todos los subsistemas del cere-bro están interconectados. Si unaherramienta o una teoría conduce adescubrimientos importantes, nopuede ser pseudocientífica, puestoque uno de los signos de la pseudo-ciencia es el de estar construida alre-dedor de una vieja superstición.

Finalmente, un aviso de cautela. Lamayoría de nosotros desconfiamosde teorías o herramientas radical-mente nuevas y esto ocurre por algu-na de estas dos razones: por la iner-cia intelectual o porque es necesariocuestionar a todo recién llegado para

la filosofía tras la pseudociencia

Antes de emprender preci-pitadamente un proyecto

de investigación, analíceloen busca de presupuestos

filosóficos endebles.

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asegurarnos que no es un impostor.Pero debemos evitar confundirambas razones. A los curiosos lesgustan las novedades, pero sólomientras que éstas no amenacen condesmantelar su esquema de conoci-mientos

6. PSEUDOCIENCIAYPOLÍTICALa pseudociencia es siempre peligro-sa porque contamina la cultura y,cuando concierne a la salud, la eco-nomía o la política, pone en riesgo lavida, la libertad o la paz. Pero, porsupuesto, la pseudociencia esextraordinariamente peligrosa cuan-do goza del apoyo de un gobierno,una religión organizada o grandescorporaciones. Nos bastará un puña-do de ejemplos para ilustrar estepunto.

Algunos legisladores estadouniden-ses invocaron la eugenesia, propues-ta en sus inicios por científicos bien-intencionados y por intelectualesprogresistas, para presentar y apro-bar leyes que restringieran la inmi-gración de gente de “razas inferio-res” y condujeran a la institucionali-zación de miles de niños considera-dos mentalmente débiles. La políticaracial de los nazis se justificómediante la misma “ciencia” y con-dujo al asesinato o la esclavitud demillones de judíos, eslavos y gitanos.

La sustitución de la genética por lasdescabelladas ideas del agrónomoTrophim Lysenko, que disfrutó de laprotección de Stalin, fue la responsa-ble del espectacular retroceso de laagricultura soviética y, lejos de con-ducir a mejoras, originó una severaescasez de alimentos. La misma dic-tadura sustituyó la sociología por elmarxismo-leninismo, cuyos fielesseñalaron la injusticia de los malesde las sociedades capitalistas pero senegaron a estudiar los problemasigualmente graves del imperio sovié-tico. La consecuencia fue que esos

problemas empeoraron y ningúnanalista social soviético previó elsúbito colapso del imperio.

Los casos más recientes de la cone-xión de la pseudociencia con la polí-tica son los relativos al cambio cli-mático, investigación con célulasmadre, “diseño inteligente” y protec-ción de la fauna por parte del actualgobierno de los Estados Unidos.Tales interferencias están destinadasa tener un impacto negativo en laciencia, la medicina y el medioambiente. El último caso de apoyode un gobierno a la pseudociencia esla decisión del ministro de sanidadfrancés de eliminar de una Web ofi-cial un informe que decía que la tera-pia cognitiva-conductual es másefectiva que el psicoanálisis (Frenchpsicoflap 2005).

CONCLUSIÓNLa pseudociencia está tan cargada defilosofía como la ciencia. Sin embar-go, la filosofía inherente a una deellas es perpendicular a la que seatrinchera en la otra. En concreto, laontología de la ciencia es naturalista(o materialista), mientras que la de lapseudociencia es idealista. La gnose-ología de la ciencia es realista, mien-tras que la de la pseudociencia no loes. Y la ética de la ciencia es tan exi-gente que no tolera los auto-engañosni los fraudes que plagan la pseudo-ciencia. En suma, la ciencia es com-patible con la filosofía procientíficaesbozada en la sección 2, mientrasque la pseudociencia no lo es.

Pero, ¿y qué más da?, puede que sepregunte el lector. ¿Para qué sirve elejercicio de patrullaje fronterizo arri-ba citado? Respuesta: puede ayudarcomo advertencia de que un proyec-to de investigación inspirado en unafilosofía errónea probablemente fra-casará. A fin de cuentas, esto es todolo que podemos hacer cuando eva-luamos una propuesta de investiga-

ción antes de contar con todos losdatos: comprobar si el proyecto estrivial o, peor aún, contrario al “espí-ritu” de la ciencia, por lo que podríamerecer el infame premio IgNobel(Bunge 2004). Lo mismo se puededecir, a fortiori, de la evaluación dela investigación en curso. Por ejem-plo, en la actualidad, la física de par-tículas rebosa de sofisticadas teoríasmatemáticas que postulan la existen-cia de entidades extrañas que nointeractúan perceptiblemente, o no lohacen en absoluto, con la materiaordinaria y, como consecuencia, sona buen seguro indetectables (algunade esas teorías llegó incluso a postu-lar que el espacio-tiempo tiene diez uonce dimensiones en vez de las cua-tro reales). Como esas teorías estánen contradicción con el grueso de lafísica y violan el requisito del análi-sis empírico, podemos calificarlas depseudocientíficas aunque lleven ron-dando un cuarto de siglo y aparezcanpublicadas en las revistas más seriasde física.

Segundo ejemplo: Todos los estu-diantes de económicas y gestiónempresarial deben estudiar microe-conomía neoclásica. Sin embargo, esimprobable que usen dicha teoríapara abordar ningún problema eco-nómico en la vida real. La razón desemejante inutilidad es que algunosde los postulados de la teoría sonabiertamente irreales y otros, excesi-vamente difusos, luego difícilmentecomprobables. En efecto, la teoríasupone que todos los actores delmercado son libres, mutuamenteindependientes, perfectamente bieninformados, igualmente poderosos,inmunes a la política y completa-mente “racionales”, o sea, capacesde elegir la opción que con mayorprobabilidad maximizará la utilidadesperada. Pero el mercado real estápoblado de individuos y empresasque poseen una información imper-fecta y, lejos de ser completamente

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libres, pertenecen a redes sociales o amonopolios. Además, la utilidad encuestión está mal definida, pues es elproducto de dos cantidades que secalculan de manera subjetiva en vezde basándose en datos firmes, comola probabilidad del suceso en cues-tión y la correspondiente utilidad delagente (la mayoría de las veces, no seespecifica la forma precisa de la fun-ción de utilidad. Y, cuando se especi-fica, la elección no se justifica empí-ricamente). Milton Friedman (1991)se jactó de que, en su actual forma,esta teoría era como “vino viejo enbotella nueva”. En mi opinión, el

hecho de que la teoría haya permane-cido intacta durante más de un siglo,pese al significativo progreso deotras ramas de la ciencia social,constituye un claro indicador de quees pseudocientífica (más en Bunge1998b).

Moraleja: antes de lanzarse a un pro-yecto de investigación, analícelo enbusca de presupuestos filosóficosendebles, como la creencia de que lasofisticación matemática suple a laciencia de los hechos, de que elmanejo de símbolos indefinidospuede maquillar la indefinición con-

ceptual o a la falta de apoyo empíri-co, o que pueden existir sonrisas (opensamientos) sin cabeza.

Resumiendo, dígame qué filosofía esla que utiliza (no la que profesa) y lediré lo que vale su ciencia. Y dígamequé ciencia es la que usa (no con laque dice estar de acuerdo) y le diré loque vale su filosofía.

NOTAS1. El término inglés “epistemology” y el español “epistemología”tienen significados diferentes. La traducción más correcta (y es laque se ha optado en el presente texto a partir del texto original delDr. Bunge en inglés) de la primera sería “gnoseología” o sea teoríadel conocimiento (sea científico, común o cualquier otro), en tantoque “epistemología” equivale en español sólo a “filosofía de laciencia”, es decir, ontología, gnoseología, axiología, metodología,etcétera, de la ciencia. En castellano, la “epistemología” estaríaincluida en la “gnoseología”, en tanto que en inglés, “epistemo-logy” equivale a gnoseología. De todos modos, mucha gente utili-za “epistemología” de un modo ambiguo, unas veces queriendodecir gnoseología y otras, filosofía de la ciencia. La confusión es,en el fondo, un anglicismo producto de nuestra dependencia cultu-ral. El Diccionario de la RAE ayuda algo en la clarificación, aun-que al final veremos que no del todo. Así, en él, “epistemología”sería la “doctrina de los fundamentos y métodos del conocimientocientífico”. Sin embargo, si se busca “gnoseología” encontramosque en tanto que su primera acepción es “teoría del conocimiento”(en general), su segunda acepción es “epistemología”. Inclusosuponiendo que para los académicos de la RAE el principio deidentidad no sea válido (o sea, para ellos, aparentemente, gnoseolo-gía = epistemología, pero epistemología = gnoseología, lo cual esbastante discutible), desde nuestro punto de vista, su prescripciónva contra lo que el uso sugiere, ya que en todo caso sería al revés,dado que casi nadie usa gnoseología como epistemología, en tantoque mucha, mucha gente usa epistemología como gnoseología(además de como filosofía de la ciencia, que es la acepción correc-ta) [Nota del Corrector].2. La visión ciega es una dolencia consistente en que el pacienteve, pero no es consciente de ello [N. del Corrector].

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Traducción de Jesús M. Villaro, del origi-nal de Mario Bunge “The Philosophybehind Pseudoscience,” Skeptical Inqui-rer, Julio/Agosto, 2006. Corrección deRafael González del Solar. Publicado contodos los permisos.

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