Mariano Fernandez - El Mito de Isis y Osiris

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,Serie: Nowtilus FronteraColeccin: La puerta del misteriowww.nowtilus.comwww.lapuertadelmisterio.com Ttulo de la obra: La cara oculta de JessAutor: Mariano Fernndez UrrestiEditor: Santos RodrguezDirector de la coleccin: Fernando Jimnez del OsoCoordinacin: Lorenzo Fernndez BuenoResponsable editorial: Gilberto SnchezDiseo y realizacin de cubiertas: Rodil & HerraizDiseo de interiores: Rodil & HerraizMaquetacin: Rodil & Herraiz www.rodilherraiz.comReservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, queestablece pena de prisin y/ o multas, adems de las correspondientes indemnizacionespor daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, dist ribuyeren ocomunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, osu t ransformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporteo comunicada a t ravs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.Editado por Ediciones Nowtilus S.L.www.nowtilus.comCopyright de la presente edicin: 2002 Ediciones Nowtilus S. L.Doa Juana I de Castilla 44, 3c, 28027 MadridProduccin: C.D. Form S. L.ISBN: 84-9763-004-1EAN: 978849763004-7Fecha: Septiembre 2002Printed in SpainImprime: Grficas Varona S.A.Depsito Legal: NDI CEPrlogo de Fernando Jimnez del Oso. . . . . . . . . . . . . ,Primera part e: Jess y los mit os Egipcios1. El mito de Isis y Osiris . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I,2. Los evangelios y el mito egipcio. . . . . . . . . . . . . . . . ,3. Jess y Mara Magdalena ante el mito egipcio . . . . . ,,Segunda part e: El enigma de los rollos de Qumrn1. El descubrimiento de los rolloso una pelcula de espas y bucaneros. . . . . . . . . . . ,I2. La poltica de consenso del equipo internacional . . . Io,3. Los rollos del Mar Muerto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . II,4. Jess y los esenios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I,,Tercera part e: El enigma de Rnnes-le-Cht eau1. El pueblo ms misterioso del mundo . . . . . . . . . . . I,,2. Franois Brengery su inquietante hallazgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I8,3. Qu tesoro? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ::,4. La tumba de Jess?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . :,,Eplogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . :,IBibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . :,,,Alas afueras de la antigua Jeric hay un spero monte desnudo devegetacin; lo llaman el Monte de la Cuarentena, aunque tambines conocido como el Monte de las Tentaciones. A medio caminode su escarpada ladera se levanta un monasterio ortodoxo construido aprincipios del siglo pasado. El piadoso edificio y las numerosas cuevasabiertas por los eremitas son las nicas seales que recuerdan el carctersagrado del monte, si es que realmente lo tuvo en algn momento, porqueno es la historia, sino la tradicin, quien afirma que fue en l donde se re-fugi Jess para enfrentarse con su propia sombra, con esa parte oscuradel hombre donde anidan pasiones y temores. Lo que all pas en esos cua-renta das, lo sugiere el propio nmero, utilizado simblicamente en elAntiguo y en el Nuevo Testamento, como en otros textos mgico-religio-sos, para significar un cambio trascendente en lo espiritual. Sin entrar enel carcter divino del personaje, que eso es materia de fe y no de historia,es lcito deducir que quien ascendi al monte era un hombre comn y elque baj de l un hombre que haba trascendido esa condicin. De loque no hay duda, en el supuesto que el pasaje sea autntico, es de que suestancia en ese monte implica un antesy un despus, la frontera que se-para su vida oculta sin que ese adjetivo tenga otro valor que el de laausencia de informacin acerca de ella de su vida pblica.PRLOGOque, por una u otra razn, alcanzaron categora legendaria. De esa forma,Jess comparte tan maravilloso origen con Buda, Quetzalcoatl, AlejandroMagno, Huitilopochtli, Apolonio de Tiana y una largusima lista de h-roes y presuntos dioses encarnados.Aunque los datos documentados se reducen a un par de referencias in-directas, y no contemporneas a l, los historiadores ya no se cuestionanla existencia real de Jess, entre otras cosas, porque sera absurdo pres-cindir de su persona y admitir la innegable existencia de un movimientoreligioso basado en ella, por mucho que se le achaque a San Pablo laresponsabilidad de haber dado forma y contenido al cristianismo talcomo lo conocemos. La prctica ignorancia de la historia respecto a Jessse debe a que en su poca no fue un personaje de relieve, sino uno msde los muchos agitadores con pretensiones mesinicas o indepen-dentistas o de ambas al tiempo, que era lo usual en la, por entonces,convulsa Palestina. Nos hallamos, pues, ante un hombre con una bio-grafa diseada a la medida de su dimensin espiritual, en gran parteinventada y con tales discrepancias entre sus hagigrafos, que se ha es-peculado si no se estn refiriendo a dos personas distintas en lugar de auna sola. As las cosas, y dada la extraordinaria trascendencia religiosa ysocial que Jess tuvo despus de su muerte, es lgico que, al margen dela fe, muchos investigadores hayan dedicado su tiempo y su esfuerzo abuscar en otras fuentes material con el que cubrir las pginas no escri-tas de su vida, sin importarles que, como en este libro, el resultado seasorprendente y desestabilizador.Fernando Jimnez del Osovvioco,La falta de datos previos ha dejado el terreno libre para las ms variadashiptesis, algunas en el terreno de lo verosmil y otras absurdas, inclusoentre las aceptadas sin discusin por los creyentes. Y es que resulta difcilseparar lo real de lo inventado cuando se trata de un personaje legendario.Lejos de apagarse con su muerte, el movimiento religioso y social cre-ado en torno a la figura de Jess creci de forma vertiginosa. Sin embargo,aun convencidos de estar venerando a un ser excepcional ni ms nimenos que Dios hecho hombre sus seguidores no saban prcticamen-te nada sobre su vida y origen. Entre cuarenta y sesenta aos despus desu desaparicin, basndose en relatos orales o en testimonios de los msancianos y armndolo todo en funcin del carcter divino que se le atri-bua, los evangelistas le proporcionaron finalmente una biografa. Que lanaturaleza de sta es ms piadosamente tendenciosa que real, queda demanifiesto cuando se comparan los textos. Apcrifos aparte, ms aleja-dos de los hechos y menos fiables, ni siquiera los Evangelios que conformanel Nuevo Testamento coinciden entre s, especialmente en cuanto con-cierne a los aos previos a su vida pblica. As, por citar un ejemplo, Mateoy Lucas afirman que naci en Beln, en lugar de en Nazareth, como sos-tienen Marcos y Juan con mayor fidelidad a la tradicin, ya que inicialmentelos cristianos fueron conocidos como la secta de los nazarenos en pro-bable alusin al origen de su lder. La intencin de los dos primeros eraconciliar la figura de Jess con la del Mesas anunciado por el profetaMiqueas, que debera nacer en Beln y ser de la estirpe de David. Para tam-bin cumplir esa condicin, Mateo y Lucas, cada uno por su lado, leinventan sendas genealogas que le vinculan con el rey judo y que nocoinciden entre s. Otros datos biogrficos, objeto de encendidas pol-micas, como el que Jess tuviese hermanos lo que parece desprendersede algunos pasajes evanglicos, han sido retorcidos hasta el absurdo paraque esa posibilidad no pusiera en tela de juicio la virginidad de Mara,dogma de fe para los creyentes, pero histricamente irrelevante, ya queera prctica comn atribuir una concepcin no carnal a los personajesx.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss8IIMuchos se acercan al pozo, pero ninguno baja a su interior.Login 74 atribuido a Jess en el Evangelio segn TomsPara Mariam, por la magiaPara Lorenzo, por su amistad y confianzaI,Sin duda alguna, pocas figur as han podido sercontempladasdesde t antos ngulos como la de Jess de Nazaret . Su propiaexistencia cuestionada en los documentos histricos por unosy apoyada casi en las mismas fuentes por ot ros, su vida y su muer-te han ser vido par a que los ms ilust res investigadores y tambin losms miser ables t r aficantes de documentos se hayan cr uzado y en-t recruzado dur ante siglos.Los misterios del cristianismo son tan grandes que reunirlos todoscomo deca el evangelista a propsito de las enseanzas y dichos deJess sera tarea imposible para ningn libro y ningn autor, y me-nos an para este autor. No obstante, seleccionamos tres problemas quese han planteado sobre este hombre (?) o este Dios (?) que durante si-glos ha enamorado o hechizado a millones de corazones. Hemos tratadode resumir opiniones vertidas al respecto que permitirn tener una dis-paridad de criterios, lo cual siempre enriquece, pensamos nosotros.Proponemos un viaje por el Egipto hermtico en busca de esos datosque, segn algunos autores, hermanan sin opcin a discusin ningu-na las enseanzas de Jess con los mitos del pas de las pirmides. Hayquien ha visto en la propia tradicin juda una herencia de los secre-tos egipcios debida a la estancia de los judos bajo la sombra del faran,I NTRODUCCI NI:XIX y con un enigmtico cur a llamado Fr anois Brenger Saunirepor protagonista.En efecto, el prroco de un pueblo del sur de Francia llamado Rnnes-le-Chteauhizounext r aordinar iodescubr imientoarqueolgicomient r as se proceda a la rehabilit acin de la iglesia del lugar, que,irnicamente, estaba dedicada a Mara Magdalena. A par tir del des-cubr imiento, elhombresehizoext r aordinar iamenter ico. Qudescubri? Por qu el lugar recibe miles de visitantes cada ao cuan-do es un pequeo pueblo encaramado en lo alto de un lugar perdido? Rpidamente se buscaron relaciones con Jess de Nazaret: encon-tr documentos procedentes de los templarios, que anduvieron poraquella zona, en los que se demost raba la existencia de una descen-dencia de Jess con Mara Magdalena? O quiz fue un tesoro? Qutesoro, si nos decantamos por esta opcin? Y si resultaba que eran do-cumentos comprometedores para la Iglesia y sir vieron al cura parachantajear nada menos que a Roma? O, rizando el rizo, encontr laubicacin exacta de la tumba de Jess? De ser as, resultaba evidenteque no haba podido morir en la cruz o si lo haba hecho no le ente-r r aron en ningn sepulcro propiedad de Jos de Ar imatea, y esoincomodaba bastante, puesto que a lo mejor resultaba que tampocohaba resucitado. Grave contratiempo para las creencias comnmen-te admitidas como artculo de fe!Por todo ello, el pequeo pueblo de Rnnes-le-Chteau se tor naMeca de investigadores y curiosos. Y tambin ser objeto de visita eneste libro que, esperemos, sir va al menos par a profundizar un pocoms en la figura de ese enigma que parece resumir a todos los dems:Jess de Nazaret.Mariano Fernndez Urrestiix1vouuccixI,aunque las pruebas histr icas sobre este par ticular tambin son es-quivas. Y en especial se ident ific a Moiss con un iniciado en losmisteriosos rituales egipcios.Se podr pensar en un Jess reflejo simblico de Osir is y en unaMara Magdalena eco de las voces de Isis? Cmo afirmarlo? Pero tam-bin, cmo negarlo?Nos limitaremos a exponer algunas de esas opiniones que tal vez pue-den per mit ir al lector reconst r uir en su cor azn y en su mente unanueva arqueologa a propsito de Jess de Nazaret.En segundo lugar, nuestra atencin se centrar en Qumrn y en losrollos que dorman plcidamente dentro de unas nforas en pleno des-ier to de Judea hasta que el destino, burln, llev hasta all en 1947 aun pastor beduino de la tribu de los Taamire. Intentaremos describircon algn aplomo todo lo que ocurri despus, que fue mucho: pira-tera, falsificaciones, vent asilegalesdemanuscr itos, falt adet icaprofesional y, sobre todo, lo que parece un interesado estudio del con-tenido de ese hallazgo.Para muchos, nunca hubo duda de que los textos hacan referenciaa la comunidad religiosa esenia, de la que ya habla en su Historia NaturalPlinio, a la que cita con nombre propio y sita, precisamente, junto alas yermas riberas del Mar Muerto. Y para otros muchos, la relacin deJess de Nazaret con esa secta juda es incuestionable; llegados a esepunto todos vuelven sus ojos hacia Juan el Bautista para buscar el en-lace perfecto entre los sacerdotes esenios y su primo, Jess.Sin embargo, es sa la versin correcta? Era Jess un esenio o se ins-pir en ellos de algn modo? Y qu pasara si todo esto no fuese as ynos encontramos ante el legado de un grupo nacionalista y guerrille-ro judo al que tal vez pertenecieron los cristianos?Jess es algo as como una figur a maleable a la que todo el mun-do da la forma que desea, por eso el paso del tiempo no ha impedidoque nuevas lectur as sobre l aparecier an. Incluso a finales del siglox.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vssIPrimera parteJESS YLOSMI TOSEGI PCI OSI,I,En su aspecto ms elevado la Cristiandad es en realidad larestauracin y continuacin de los Misterios egipcios.Lewis SpencerAlo largo de los siglos la figura de Jess de Nazaret ha ser vidopara unir y para dividir a los hombres; para provocar guerrasy para motivar martirios; para creer y para descreer. Es por elloque no podemos acercarnos a algunas de las teoras que sobre l se hanpropuesto sin anunciar que slo pretendemos con ello ofrecer ngu-los var iados desde los cuales mirar. A veces veremos un ngulo quearrojar en apariencia luz, pero luego el inverso parecer emborronarla imagen. Tal vez resulte que slo se pueda ver a Jess en codificadoyqueseaslolaIglesialadueadelsistemadepagoporvisin?Creemos, sinceramente, que no.Sea como fuere, no es nuestro propsito otro que el arriba indica-do. No somos tan audaces como para proponer, conforme han hechoalgunos autores, que el debate no se centra en si Jess era un hombreo un Dios, sino si es un personaje real o no. Por ejemplo, se atribuye aAlbert Churchward la frase siguiente:Los evangelios cannicos se pue-Captulo 1ELMI TODEI SI SYOSI RI Stado de reconstruir el mito originario del que pudo haber surgidoeste mito llamado Jess. En todo caso, sera conveniente referir que secita con regularidad en este apar tado a Adonis, Mithra, Zaratustra yuna larga lista en la que se incluyen los que hasta aqu nos han trado:los dioses egipcios, y en especial Osir is y Horus. Es por ello que va-mos a dejar de lado al resto del panten internacional y nos centraremosen estos ltimos.Isis, Osiris y HorusAntes de invitar a dar un paso ms al lector, nos parece oportuno pre-sentar a quienes se han visto como modelos en los que la t r adicincristiana pudo inspirarse, o tal vez copiar, la historia de Jess. Lo ha-remos de forma breve, puesto que su anlisis con detenimiento excedelo que aqu es posible y se pretende.Isis era el nombre griego que se dio a la diosa Iset egipcia, cuyo nom-bre significaba, segn nos dice Sebastin Vzquez en El Tarotde losdioses egipcios, la personificacin del trono. Y ello era as porque elconcepto de trono era femenino entre los egipcios. Por esa razn,h elmencionado autor propone como traduccin ms ajustada a la reali-dad la de el lugar donde se asienta el seor.Isis era, sin duda, la principal diosa del panten egipcio. A su alre-dedor se tejieron creencias, ritos y misterios a los que ms tarde haremosuna breve referencia. Pero antes, se debe aadir que Egipto era para susantiguos habitantes la imagen especular de lo que haba en el cielo. Cadacosa en la tierra tena su reflejo entre los astros, y a la inversa. Y tam-bin sus dioses eran identificados con astros. En el caso de Isis, con laestrella Sirio, pero tambin sobre esta cuestin volveremos ms ade-lante. Digamos ahora que, segn la leyenda, Isis era hija de Geb y deNut, y hermana por tanto de Osir is de quien tambin sera poste-riormente esposa, Nephtis, Set y Horus El viejo. Se la sola representarcomo una mujer dotada de grandes alas extendidas.vi xi1o uv isis s osivis:Ide demostrar que no pasan de ser una coleccin de proverbios del Mitoy la Escatologa egipcios. Y en su misma lnea estara Joseph Wheless,para quien los evangelios son todas las falsificaciones sacerdotales con-cluidas un siglo despus de sus fechas figuradas.Pues bien, no nos adher imos con fer vorni a st as ni a ot r as op-ciones, pero s vamos a dedicarel capt ulo a recordarbrevementealgunos aspectos relacionados con la religin egipcia, en concretocon las figur as de dos de sus dioses ms emblemticos, Osir is e Isis,par a explicar al menos de forma sucinta las bases en las que se asen-t ar n las compar aciones que se han est ablecido ent re la t r adicincr istiana y la egipcia.Jess y los diosesSon abundantes las propuestas en las que se ofrece la comparacin deJess con numerosos dioses solares. La investigadora Francisca Martn-Cano Abreu recordaba en el Boletn del Temple n 22, de 22 de diciembrede 2000, las afirmaciones de Guichot, para quien no cabe la menor dudade que Cristo es la viva imagen de Krisna incluso en el nombre, elcual tambin habra nacido de una virgen, Maya cuyo nombre re-cuerda a su juicio al de Mara.Pero Krisna no sera nada ms que uno de tantos a los cuales Jesshabra imitado, bien conscientemente o inconscientemente si es quese admite su realidad histrica, o bien de los cuales se habran copia-do sus atributos por parte de los redactores de los textos evanglicossi es que se prefiere creer que su vida fue pura ficcin.En este sentido, podemos recordar lo que nos dice Mircea Eliade apropsito de la abundante presencia de smbolos y elementos cultu-rales solares o de estructura mistrica en el cristianismo, que han llevadoa muchos autores a pensar que Jess no existi histricamente. Se pre-fierehablarenalgunoscasosdeunmito histor izado. Yautoresdiferentes, como Arthur Drews, Peter Jensen o P. Couchoud, han tra-x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss:ohaba envidiado a Osiris. Fue por ello que busc setenta y dos cm-plices para tramar una celada contra Osiris cuando ste regresase. Yla ocasin se present pronto, puesto que, una vez volvi a casa, Osirisdecidi ofrecer una fiesta.Plutarco cuenta cmo, por algn modo que se nos escapa, Set ave-r igualalongit uddelcuer podeOsir isensecreto. Yconesainformacin encarga la construccin de un arca de madera en la quecabra de forma exacta el cuerpo de su hermano. Entonces, en mitaddel festejo, Set anuncia que regalar el valioso cofre a quien de todoslos presentes sea capaz de meterse en l y resulte que las medidas delcandidato coincidan con las dimensiones del cofre. Se podra hablarde una versin egipcia del cuento de Cenicienta, pero sin zapato y conun cofre en su lugar.Varios de los conjurados se prestan al juego para incitar a Osiris a in-tentarlo y al final lo consiguen. Qu sucede? Pues de inmediato Set ysus cmplices sellan el cofre y le lanzan al ro. Eso, lgicamente, pro-voca la muer te de Osir is, que viaja en su fret ro por el agua hast adesembocar en Biblos, Fenicia.Pronto hay quien ve un buen ejemplo de lo ocurrido en la posteriortraicin que sufre Jess a manos tambin de un allegado suyo, JudasIscariote. Pero lo relevante para lo que nos ocupa est por llegar.A partir de ese momento, Isis cobra un protagonismo que analizare-mos al confrontar su personalidad con la de Mara Magdalena en el tercercaptulo de este libro. Baste ahora con recordar que, tras muchas vicisi-tudes, consigue recuperar el cuerpo de su difunto esposo y retorna conl a casa. Pero all la espera Set, implacable, que en esta ocasin hacetrocear en catorce pedazos el cuerpo sin vida de su hermano: cabeza, co-razn, pecho, ojo, brazos, pies, orejas, tibias, muslo, puo, dedo, espinadorsal, falo y nuca. Y manda esparcir los restos por el pas del Nilo.De nuevo Isis, infatigable y abnegada, sale al mundo en compaade Nephtis, su hermana, para recuperar los fragmentos y lo consigue,vi xi1o uv isis s osivis:,Por su parte Osiris, adems de hermano de la anterior, debe su nom-brealat r aduccingr iegadelUsireegipcio. Habit ualmenteleencontramos representado como un hombre momificado que aprie-ta contra su pecho un cayado y el mayal. Y, segn se ha dicho, comoarriba es abajo para el egipcio, se asimil a Osiris con la estrella Orin.Sebastin Vzquez mira hacia Abidos a la hora de anunciar dnde es-taba su principal centro de culto. All, nos dice, segn la tradicin seguardaba su cabeza, y (...) fue la sede de los famosos misterios osira-cos. Estetemplofueunimpor t ant simocent rodeperegr inajeprecisamente por ser depositario de dicha reliquia.Y he aqu una curiosidad que tal vez los autores proclives a ver ejem-plos en la t r adicin egipcia de las cosas que luego ocur r ieron en elcristianismo pudieran tener en cuenta: haba numerosos templos egip-cios en donde se deca conservar alguna reliquia de Osiris y ello debidoa lo que la leyenda afirmaba y que a continuacin describiremos .Decimos esto porque, con el devenir de los siglos, resultara que nu-merosas reliquias supuestamente relacionadas con Jess iban a apareceren decenas de templos de la cristiandad: lienzos que cubrieron su cuer-pomuer to, restosdelacr uzsobrelaquefueclavado, lanzasqueatravesaron su costado... Y luego, tal vez por simpata, la costumbre seextendi a los santos cristianos. Pero sa es otra historia.Era Osiris un dios bondadoso y civilizado que ense la agriculturaa sus devotos sbditos. Y ah tenemos la primera pista para quienesquieren ver en l y en Jess un mito agrario, como luego se ver. El casoes que Osiris, segn leemos en la obra de Plutarco Los misterios de Isisy Osiris, decidi un buen da llevar sus conocimientos a otros puebloslos que buscan ejemplos cristianos podran pensar en que sali a pre-dicar su particular buena nueva, y para no dejar desatendido el reinoencomend su gobierno a su hermana y esposa Isis.Esa decisin poltica no gust en absoluto a su hermano Set, quiental vez se vea con ms capacidad para ejercer el cargo y que siemprex.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss::Los misterios egipciosAhora que han sido presentados brevemente los protagonistas prin-cipales y conocemos algo de sus andanzas, aadamos que a su alrededorcreci un secreto culto sobre el cual todas las especulaciones se hanplanteado. Algunos de los aspectos que dichos misterios contienen talvez sirvan para buscar nuevos antecedentes en el cristianismo, que pau-latinamente quedara con menos planteamientos originales, si es queel lector opta por abrazar las teoras que aqu tan solo bosquejamos.Pero su anlisis presenta un problema no menor: eran rituales secre-tos. De este modo, no se sabe con certeza qu ocurra en ellos, aunquealgo se cree saber.Lewis Spencer nos dice en Los misterios del ant iguo Egipto que stosse dividan en dos fases, Mayores y Menores. Los pr imeros estabanasociados a Isis y los segundos a Osiris. Qu se pretenda con estosritos de iniciacin? Aunque no lo sepamos con cer teza, es posible queSpencerse aproxime cuando afir ma que t odo act o de iniciacinera considerado como la muer te del antiguo hombre y el nacimien-to del Nuevo. Tal vez por ello Plutarco dice: En el momento de lamuer te, el alma recibe la misma impresin que aquellos iniciadosen los Misterios.Una y otra vez la palabra muerte asociada a la resurreccin: imposi-ble evitar la asociacin de ideas con lo que siglos despus le sucederaa Jess. Adems, y esto es algo de lo que volveremos a hablar en el si-guiente captulo, el suceso de la resurreccin de Jess tiene lugar entotal secreto: no hay testigos, o al menos no se citan en ninguna parte,salvo que tomemos por tales a los ngeles de los que hablan los evan-gelios. Pero t ampoco est amos seguros de que asist ier an al milagro,tan solo entran en escena al llegar las mujeres.Qu tiene que ver con los Misterios? Pues que, adems de la propiaresurreccin lo cual no es poco est el secreto. Y en los Misterios,tal secreto no se practicaba por vicio o para fastidiar, si concedemosvi xi1o uv isis s osivis:,con la sola excepcin del falo. Entonces, con la ayuda de Thot, Nephtisy Anubis, realiza una serie de ritos mgicos que no se especifican comouno deseara y resucita al muerto. Y tanto logra resucitarle que conci-be con l un hijo sin que parezca que hubiera medios para ello. Es decir,una verdadera concepcin virginal, se apresurarn a decir los que es-tablecen las comparaciones a las hacemos referencia.Con su accin se consiguen un par de cosas de indudable mrito: naceun hijo, Horus, que vengar a su padre, y logra que a los ojos de los egip-cios sea posible nada menos que la resurreccin de los muertos. Por ahnos volvemos a aproximar a Jess de Nazaret, y no hablamos slo de laresurreccin, sino incluso de Horus, hijo de una virgen, del cual hay es-tatuas en las que aparece en el regazo de su madre Isis con un modeloiconogrfico tan semejante al que despus veremos en estatuas cristia-nas de la Virgen con el Nio. Este dato no podamos dejar de mencionarlo.Completemos la trinidad nuevamente una comparacin con el cris-tianismo asalta a quien desee encontrarla hablando brevemente deHorus, de quien ya sabemos lo esencial: era hijo de Osiris e Isis y con-cebido de forma imposible, mgica. Su existencia estar marcada porlos combates contra Set, su to. Esas luchas algunos las asemejan a loscombates simblicos que sostuvo Jess con Satn su nombre, dicen,recuerda al de Set, aunque tal vez es mucho decir. En todo caso, nohablamos de cualquier lucha. Pasan cosas tremendas: Set logra arran-carunojoaHor us, peroThot selovuelveacolocarensusit io.Finalmente Horus mata a Set tras haberlo castrado, tal vez en recuer-do de lo que le ocurri a su padre.Sebastin Vzquez nos dice que para los egipcios, siempre segn lassemejanzas entre el arriba y el abajo, los dos ojos de Horus eran el Solderecho y la Luna izquierdo. Son tantas las representaciones egip-cias del famoso Ojo de Horus que no ser necesario que las citemosaqu, ni tampoco ser preciso recordar que se suele representar a estedios con cabeza de halcn.x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss:de Los m ist erios del ant iguo Egipt o lo expresa clar ament e al decir :Es el pensamiento, la intencin, lo que mueve a lo Absoluto a ac-t uar de confor midad con los deseos del hombre, no los actos, tonoso gestos.Llegados a est e punto podemos encont r arsimilit udes t al vez enlo que con el devenir de los aos ocur r ira en ot ros r itos y credos,t al vez en los que llevaban a cabo los caballeros t emplar ios en losalbores del siglo XIV, cuando se busc su perdicin y confesaron ac-tos incluidos en unos r it uales de los que ya ni siquier a saban culer a su verdadero espr itu.Y qu decir de las misas actuales? Se ora o se recita en ejercicio mne-motcnico jaleado por la fuerza de la costumbre? Sirva el apunte paraquien le sirva y regresemos a Egipto.Se podan llevar a cabo los ritos en cualquier parte? Evidentemente,no. El alma humana se pona en armona con el Creador en determi-nados lugares, de modo que a lo mejor result a que no es t an cier toque Dios est en todas partes o al menos no est igual en todas ellas.Y esos lugares eran los templos, envueltos en silencio y penumbra, re-medos de las viejas cuevas prehistricas llenas de energa telrica. Elsilencio y la penumbra son, dice Spencer, la luz y la vida de la existenciaarcana. Es all donde se produce el rito, la resurreccin.Dnde ocurri la resurreccin de Jess? : en el interior de una tum-ba excavada en la piedra, y tambin en secreto, en silencio, sin testigos.Pero sobre la muerte volveremos en el siguiente captulo. Digamos aho-ra algo ms sobre los Misterios.Los clsicos y los MisteriosAlgunos autores clsicos nos dan someras informaciones sobre lo queocurra en esos ritos. Herdoto (484486 a.C.) fue testigo de primeramano de cuanto por all se cocinaba, no en vano reconoce haber sidopersonalmente iniciado en esas ceremonias. Sin embargo, a la hora devi xi1o uv isis s osivis:,la razn a Spencer, el cual propone estas ideas: la verdadera razn parael secreto (...) no era el deseo de mantener los Misterios en secreto, sinoel temor al peligro que el contacto entre lo sagrado y lo sucio acarreara ambos. Es decir, que lo que se pretenda era evitar la contaminaciny los peligros consiguientes tanto para el contaminado como para elcontaminador. Lo cierto es que all se estaba jugando con energas cuyanaturaleza ni siquiera sospechamos.El cr ist ianismo plantear de algn modo un escenar io similar : lacada del hombre, la necesidad de una resurreccin espiritual y una co-municacinconst anteconladivinidad, algoquelosegipciosconseguiran justamente a travs de los Misterios. Lewis Spencer con-cluye que en su aspecto ms elevado la Cristiandad es en realidad larestauracin y continuacin de los Misterios.En igual sintona se muestra M. Moret en Reyes y dioses de Egipto alafirmar que el credo de Isis tena un fuerte impacto sobre los hombrespor su llamado directo al individuo (...) El devoto de Isis, presa delxtasis a los pies de su Dios, interpreta la revelacin no en palabra, sinoen espritu (...) Desde ese da ha existido el Misticismo. Y, segn estatesis, el misticismo cristiano es heredero directo del egipcio. Se podacomunicar uno directamente con la divinidad, tal vez por ello Jessafirmaba que l y el Padre eran la misma cosa. Moret sostiene que eldevoto de Isis era tambin su propio sacerdote, en el sentido de queesas prcticas evitaban la idea de un dios distante.Ahor a bien, con el paso del t iempo es posible que esas act ividadesdesconocidas degener asen en meros r it uales, como nos proponeSpencer. A su juicio, cuando lleg Herdoto par a recibir la inicia-cin es posible que ya no se supier a muy bien cul er a el espr it ude un r itual que se repeta situando al Mister io a la altur a de la cien-cia, un r it ual en el que cada causa produce el mismo efecto una yot r a vez si las condiciones son idnt icas. Y ello porque se haba per-dido el verdadero espr it u mgico que deba abr igar el r ito. El autorx.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss:oimpelida hacia estadios directos de conocimiento de Dios, pudiera lle-gar a pensarse, pero todo es tan brumoso como el terreno que separala leyenda del hito histrico. Tan oscuro como la inscripcin que se-gn se dice estaba en la base de una estatua de Minerva en Sais, a la quese considera representacin de Isis: Soy todo lo que ha sido, es, y queser; y hasta ahora ningn mortal ha sido capaz de descubrir lo que estbajo mi velo.Tras nar rar lo que ya sabemos del mito de Isis y de Osir is y haberavanzado algunas opiniones sobre su posible significado, Plutarco es-t imaqueningunadeellassepar adament econt ienelaverdader aexplicacin, aunque t al vez todas junt as se acerquen a ella. En fin,siempre confusin, amagar y no dar puesto que tal vez era imposi-ble hacerlo por ley secreta.Hay otros autores que tambin se ocuparon de estos asuntos, comoYmblico o como Lucio Apuleyo, nacido en Mandaura (actual Orn)en 114 d.C. en el seno de una noble familia. Apuleyo describe en su obraLa metamorfosis o el asno de oro cmo su pasin por saber los secretosdel arte de la magia le llev a realizar un amplio recorrido que inicia enla provincia de Tesalia y concluye con su admisin en el colegio de lossacerdotes de Isis. En el proceso le ocurren cosas ciertamente mgicascomo la apar icin en sueos de un sacerdote de Osir is, el cual medenunci los secretos de aquella religin, amn de recibir al propioOsiris mientras dorma: a bien pocos das, el dios principal, Osiris, meapareci en sueos....El resto de la historia y singulares infortunios que tuvo que superarApuleyo pueden ser ledos en su propio ensayo. Si ahora han sido tra-dos aqu, como las anteriores citas de clsicos, ha sido slo para mostraral lector que la creencia en estos ritos era comn en la antigedad, sibien es muy posible que cuando estos autores se acercaron a los Misteriosstos ya hubieran perdido parte de su verdadera y mgica esencia. Y situvieron influencia en pensadores y buscadores de Dios, aunque fue-vi xi1o uv isis s osivis:,escr ibir sobre ellos se muest ra remiso, cauto y hasta se dira que te-meroso de contar lo que sabe.Escribe que los egipcios realizan celebraciones pblicas no slo unavez al ao, sino varias veces; la que es mejor y ms rgidamente obser-vada es en la ciudad de Bubastis, en honor a Diana; la segunda en laciudad de Busur is, es en honor a Isis, porque en est a ciudad est elmayor templo a Isis y est situado en medio del Delta Egipcio.... Trasrecordar que los griegos denominaron a Isis como Demeter, cita otroslugares de culto del pas de las pirmides.Ms adelante explica que durante los ritos de Isis en Busuris los hom-bres y mujeres, en nmero de millares, se golpean a s mismos despusdel sacrificio; pero la razn por la que se golpean entre s sera impopara m divulgar. Y de este modo se comporta a la hora de ofrecer otrosdetalles sobre lo que realmente pasaba en esos actos. Afirma cosas comoque los Carianos establecidos en Egipto se cor tan las frentes con cu-chillos y apor t a ot ros aspectos confusos. Una y ot r a vez se muest r areticente a dar detalles especficos, como cuando nos dice que en la ciu-dad de Sais tienen lugar unos r itos en un recinto sagrado en el cualhay una tumba de uno de cuyo nombre Yo considero impo divulgaren tal ocasin. Y poco ms adelante su relato viene a desembocar enla misma terca postura: En este lago ejecutan de noche la presentacinde las aventuras de esa persona, que se llaman Misterios. Sobre estasmaterias, sin embargo, si bien con certeza en conocimiento de sus par-ticulares, debo observar un discreto silencio.Tambin Plutarco (50 120 d.C.) se ocup de estas oscuras prcti-cas y escribi un tratado sobre Isis y Osiris. En esa obra da cumplidainformacin sobre los aspectos metafricos de las leyendas de ambosdioses y ofrece datos que pudieran permitir tomarlas como hechos his-t r icos. Set r at adeunaambigedadcasiest udiadaendondelainformacin y el silencio se entremezclan hbilmente. Se intuye quebajo los ritos existen grandes revelaciones. El alma del iniciado se vex.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss:8tiempos se celebraban para pedir a la Gran Diosa Madre bondad en lascosechas. Es por ello que se sita el nacimiento de Juan el 24 de junio,en el solsticio de verano y poca de siembra, y la de Jess el 25 de di-ciembre, cuando el solsticio de invierno invita al agricultor a procederde igual modo, segn MartnCano Abreu.A todo ello habra que aadir la relacin entre estos datos y otros mu-chos que no podran acoger ahora estas pginas. Referencias vinculadascon las estrellas y su trnsito, no en vano ya se dijo que Osiris era vis-to como la estrella Orin, mientras que Isis era asimilada a Sirio. Nadade todo esto es casual y adems guarda relacin con la disposicin yfuncionamiento de pirmides y otros monumentos de Egipto tambinvinculados a los ritos mistricos, segn explica ampliamente, y con unamaestra que aconseja la consulta directa del lector, Robert Bauval ensu obra La cmara secreta, de la cual se ha realizado un extracto de in-ters en Misterios del Antiguo Egipto.vi xi1o uv isis s osivis,Ira dentro del territorio pagano, bien pudieran haber influido en la con-formacin de otras religiones, como la juda, al igual que sirvieron parainculcar ejemplos en los ritos de Elusis y en tantos otros lugares.La siembra y las estrellasYa hemos dicho con anterioridad que son muchas las personas que venen la leyenda de Osiris un perfecto mito agrario, no en vano l mismoense al pueblo el ar te de la agricultura. Y no contento con ello, sucuerpo es troceado y se reparte como una semilla por las tierras de unro Nilo que las r iega en la poca de la crecida y sabe ext r aer de esatierra negra el fruto que da de comer al pueblo.Podemos pensar en lo que significa esta metfora para la alquimia,palabra que procede del rabe y que justamente evoca esa tierra negray una posterior transmutacin del plomo (tierra oscura) al oro (el mis-mo color del trigo). Incluso se dice que Isis coloca los restos del difuntoen una canasta de trigo.Y Jess? Sera otro mito agrario, nos dice Francisca Mar tn-CanoAbreu, lo mismo que lo sera Juan el Bautista. Ambos son, sino iguales,s muy parecidos, segn expone esta autora. Los dos nacen de una vir-gen y aade que Juan vino al mundo seis meses antes que Jess, lo querepresenta los perodos de la siembra. Para ella, ambos fueron prota-gonistas de la misma historia y en la misma medida, y si los autoresde los evangelios no los pusieron a la misma altura se debi a que noentendieron la simbologa compleja que encer r aban los personajesde otras mitologas matriarcales de la religin Mistrica, en las que sebasaron para crearlos. Plantea al respecto la existencia de dos parejasde similar importancia: Mara y Jess e Isabel y Juan. Las dos mujeresseran herederas de la Gran Diosa Madre y ambas conciben a un hijodivino. Las fechas elegidas por los redactores de los textos evanglicospara situar ambos nacimientos no seran elegidas al azar sino que, se-gn este cr iter io, se debieron a que las fiest as sagr adas en todos losx.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss,ovi xi1o uv isis s osivis,,x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss,:Restos de templos sagrados junto al ro Nilo. Segn algunos investigadores, Jess pudo haberrecibido enseanzas secretas en alguno de ellos.Representaciones pictricas que recrean la resurreccin del faran. La misteriosa fiesta del HebSed tambin ha permitido emparentar los ritos egipcios con la resurreccin de Jess.Pinturas en la tumbas faranicas. La interpretacin de alguna de ellas ha provocado disputasent re autores ortodoxos y heterodoxos.Representacin del dios Anubis, dios que jugaba un papel esencial clave en el proceso de lapesada del alma del difunto y tambin el mito de Osiris.vi xi1o uv isis s osivis,,x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss,Mscara funeraria de Tutankamn que form parte del descubrimiento de Carter y Carnarvonen el Valle de los Reyes.La verdad de la muerte se oculta t ras el oro alqumico de la mscara. Tal vez la resurreccinfsica se pueda comparar a la t ransformacin alqumica.El arte puede arrojar luz sobre los mitos si se mira con un espritu ms abierto y menosacademicista, segn algunos autores.vi xi1o uv isis s osivis,,x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss,oPinturas para la ltima morada de los faraones y altos dignatarios y cuya interpretacin siguesiendo objeto de polmica por parte de muchos autores.Representaciones del arte de Amarna, impuesto por Akenatn t ras la implantacin del culto aldios Atn en el que el naturalismo es uno de sus rasgos caractersticos.vi xi1o uv isis s osivis,,x.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vss,8Guardianes imperturbables de secretos milenarios que siguen haciendo correr ros de tinta sobrela naturaleza ltima de los mismos.Luces para t ratar de arrojar claridad sobre las tinieblas a las que el espritu del hombre se veabocado.Ent rada en la tumba del faran en el Valle de los Reyes, uno de los enclaves ms enigmticos yfascinantes de Egipto.vi xi1o uv isis s osivisIx.vi.xo vvvx\xuvz uvvvs1i | i. c.v. ocui1. uv )vssoO miles de piedras para const ruir cunas de resurreccin? Esa es la arriesgada propuesta deot ras corrientes de interpretacin.Una t rinidad misteriosa. Parece como si el misterio viniera siempre a los ojos del hombre deforma t rina, en pirmides; con Isis, Osiris y Horus, o con el Padre, el Hijo y el Espritu Santo.Miles de piedras para const ruir tumbas? As lo creen la mayor parte de los estudiosos ehistoriadores.:oICOLECCI NLAPUERTADELMI STERI ODirigida por Fernando Jimnez del OsoDesde NOWTILUS FRONTERA ofrecemos una coleccin te-mtica nica: La Puerta del Misterio. Realizada por un grupode autores especializados en el periodismo de investigacinde todo aquello que resulta desestabilizador, extrao o misterioso; querezuma frescura, aventura y rigurosidad; que posee los ingredientes ne-cesarios para que el lector sacie su curiosidad por aquellos temas quepermanecen situados en los lmites de la realidad, pero que no dejande estar presentes en nuestra sociedad, y en la curiosidad de todos.Ediciones Nowtilus presenta una coleccin diferente, cuyo objetivo esinformar con veracidad, crear opinin y que los lectores sean los quesaquen sus propias conclusiones.De la mano del Doctor Jimnez del Oso recorremos los enigmas delpas de los faraones, las caras desconocidas de Jess, el uso de las plan-tas mgicas, el secreto de los templarios en Espaa, los lugares de poder,las claves ocultas del cristianismo, la certeza del fenmeno ovni y losexpedientes oficiales, las tcnicas de captacin de las sectas, y cmo de-fendernos de ellas. En definitiva, la obra ms completa jams realizada,escrita por autores de reconocido prestigio y solvencia.Sectas, la amenaza en la sombraCmo actan, quines son y cmo defendernos.Por Antonio Luis MoyanoISBN: 84-9763-005-XEl problema de las sectas se ha convertido en los ltimosaos en una de las grandes lacras sociales, an pendientede solucin. Cualquiera de nosotros, independientemen-te de la raza, cultura o estrato social, puede caer en las redesde estas agrupaciones que, como demuestra el autor de laobra, no cesan de crecer y expandir su poder. En un exce-lente trabajo de campo realizado desde dentro y fuera deellas, aprenderemos a identificarlas, y a defendernos de ellas.:o,:o,Las Plantas Mgicas Sus propiedades desconocidas, los rituales y cmo utilizarlas.Por Mar Rey BuenoISBN: 84-9763-008-4A lo largo de la historia el uso de las plantas, tanto en suvertiente ritual como curativa, ha hecho que aparezca unanueva ciencia cuyo elemento principal es el conocimien-to de la botnica.Plantas curativas, malignas, los filt ros de amor, etc, sonpar te de un libro ampliamente document ado y repletode sorpresas, pero por encima de todo de gran utilidad.La Espada y la Cruz Tras las huellas de los templarios en Espaa.Por Xavier MusqueraISBN: 84-9763-009-2Si existe una orden de caballera que ha alcanzado con elpaso de los siglos la categora de mito, sta es sin lugar adudas la Orden de los Caballeros Pobres del Templo deSalomn, ms conocida como la Orden del Temple.Su misteriosa aparicin, sus primeros pasos, el enrique-cimiento y poder que atesoraron, y sus secretos son partede las claves que el autor desvelar en esta obra.:oPoltergeist, una incmoda realidad Fenmenos inexplicables en nuestro hogar.Por Lorenzo Fernndez BuenoISBN: 84-9763-006-8Casas encant adas, fenmenos ext r aos, sucesos par a-nor malesparecenfor mar par t edelmundodelceluloide pero que son tan reales como la vida misma.El poltergeist no es selectivo; se manifiesta cmo y cun-do le viene en gana, desencadenando unos fenmenosque casi siempre sorprenden a la vctima sin prepara-cin alguna. En esta obra, narrada de forma diferente,se habla de los ms clebres, de los clsicos, y de los msdocument ados, desde el r igory la invest igacin pur a-mente periodstica.El enigma de las MomiasLa bsqueda desesperada de la inmortalidad.Por David E. Sentinella VallvISBN: 84-9763-011-4Desde que el hombre es hombre el miedo a la muer te, aese ltimo viaje sin retorno aparente, le ha llevado a uti-lizar los ms variados sistemas para intentar luchar contraella. La momificacin ha sido uno de ellos, y en esta obraestn todas las claves, desde las tcnicas para realizarla, alas maldiciones de las momias.:o,Crnicas de Fenmenos InslitosUna aventura por el sendero de los dioses.Por Miguel BlancoISBN: 84-9763-012-2Ritualesdevud, chamanesenelAmazonas, ridosdesiertos plagados de leyenda. Esta obra es un diario de via-je escrito con el polvo en las botas y el sudor an resbalandopor las mejillas. El autor se introduce en lugares anterior-mente vetados a cualquier occidental para demostrar, sinmargen a la duda, que lo imposible, en ocasiones, cobra for-ma en los cinco continentes del planeta.Lugares de Poder Los enclaves donde el hombre transciende.Por Juan Ignacio Cuesta MillnISBN: 84-9763-013-0Son muchos los lugares repartidos por el mundo que des-t acansut ilmenteporencimadelosdems. Sonlosconocidos como lugares de poder, enclaves en los quese concentran una serie de energas que transforman al in-dividuo, que hacen que ste trascienda. El talante viajerodel autor confiere a este volumen un aspecto aventurero,pero tambin prctico. No en vano le ha llevado a expe-rimentar en estos sitios, obteniendo resultados nicos ysorprendentes que nos narra apasionadamente.:ooLa invasin Ovni La evidencia que los gobiernos ocultan.Por Bruno CardeosaISBN: 84-9763-010-6La posibilidad de que objetos volantes de origen inciertoestn surcando impunemente nuestros cielos se ha con-vertido en certeza a raz de las desclasificaciones de informesovni que en los ltimos aos han llevado a cabo diferen-tes gobiernos. A pesar de las crticas, lo que queda demanifiesto es que los ovnis continan manifestndose, sien-do ocultados bajo los epgrafes de mxima confidencialidadde los estamentos militares. Esta sorprendente investiga-cin periodstica as lo pone de manifiesto.Los secretos del Antiguo EgiptoUn recorrido diferentepor el misterioso pas de los faraones.Por Juan Jess Haro VallejoISBN: 84-9763-007-6Hablar de Egipto es hacer referencia a la cultura ms impre-sionante y enigmtica que ha pasado por la faz de la Tierra.En un tiempo remoto, en un pas en el que tan slo habadesierto y muerte, apareci una cultura que cultiv las ar-tes y las ciencias, una civilizacin que dio los mejoresastrnomos, matemticos, ingenieros, para llevar a caboobras imposibles con un elemento siempre presente: elculto a sus dioses y a la magia.:o,La Transcomunicacin, Quin hay ah?El misterio de las psicofonas.Por Pedro Amors SogorbISBN: 84-9763-016-5Es sin lugar a dudas el fenmeno paranormal ms ines-perado, impactante y llamativo de cuantos se incluyen enel fascinante universo del misterio. Hablamos de la psi-cofona, voces sin rostro que en ocasiones se manifiestanpara demostrar que existen otras realidades paralelas a lanuestra. Cmo se realizan, cules son sus peligros o qulugares son los propicios para efectuar la prctica, son al-gunos de los argumentos de este excepcional estudio.Tras las huellas del pasado ImposibleLa arqueoastronomay el conocimiento oculto de la antigedad.Por Tom MartnezISBN: 84-9763-017-3A lo largo y ancho de nuestro planeta hay una serie de cons-trucciones, yacimientos y objetos que permanecen fuerade su tiempo, construidos hace miles de aos con una pre-cisin y tcnica que espanta. El conocimiento que alguienen el pasado inculc a las civilizaciones de esas pocas sur-ge de una manera tan precisa y rpida, que ha despertadolas dudas de los arquelogos apcrifos, que se han atre-vido a buscar las huellas de aquellos que dejaron, a su pasopor nuestro mundo.:o8Vctimas del MisterioCrnica negra de los fenmenos extraos.Por Lorenzo Fernndez BuenoISBN: 84-9763-014-9La crnica negra del misterio es, por desgracia, amplia yvar iada. Desde la investigacin per iodstica, el autor hareunido en este volumen la serie ms destacada de casos.A pesar de la distancia y diferencia social de aquellos quefueron siniestros protagonistas de los mismos, poseen unascaractersticas comunes: un absoluto desprecio por la vidahumana, e impor tantes dosis de mister io en sus facetasms dantescas.Enigmas del Cristianismo La Sbana Santa, estigmatizados, apariciones marianasy objetos sagrados.Por Jos Gregorio Gonzlez GutirrezISBN: 84-9763-015-7Enigmas del Cristianismo, misterios de la Iglesia, en de-finitiva todo se incluye dentro de una misma idea: en elseno de la cr istiandad se han producido, desde hace si-glos hasta nuestros das, una suerte de fenmenos que dadasu relevancia han sido rpidamente callados para que notraspasaran el grueso muro que separa la Baslica de SanPedro del resto de los mortales.:,IEn Busca del MisterioMemorias de un viaje por la senda de lo desconocido.Por Fernando Jimnez del OsoISBN: 84-9763-020-3Hablar de aventura, de viaje tras las huellas de lo inslito,es hacer referencia a Fernando Jimnez del Oso. En este li-bro su autor hace crnica viva de cuantos sucesos extraosinvest ig en un viaje de miles de kilmet ros por todaSudamr ica y Cent roamr ica. Nar rado con estilo gil yameno, Jimnez del Oso lanza varios guios al lector, con-faancdot asjamscont adasydesvelaqupodemosencontrar si vamos en busca del misterio.:,oPactos Satnicos Blasfemia y magia negra desde tiempos remotoshasta nuestros das.Por Santiago CamachoISBN: 84-9763-018-1Han sido la causa de muchas piras inquisitoriales. Los pac-tos satnicos se han prodigado en la clandestinidad a lo largode la historia, llegando hasta nuestros das importantes re-miniscencias de unos cultos que se niegan a desaparecer.Religin para unos, filosofa para otros, vandalismo parala mayora, el autor de esta obra narra de forma amena laevolucin del satanismo en los ltimos siglos, y se ha in-filt rado envarioscolectivossatnicosparanarrarnosdirectamente su experiencia, eso s, desde dentro.PsycokillersAsesinos sin alma.Por Juan Antonio CebrinISBN: 84-9763-019-XAsesinos en serie, psicpatas que no muestran sentimien-to ni piedad a la hora de abalanzarse y descuartizar a susvctimas, gentes sin alma Juan Antonio Cebrin nos sor-prende una vez ms con una obr a indit a que saca a laluz los aspectos ms oscuros de la nat ur aleza humana.Narra de forma impecable la personalidad execrable de lospsycokillers ms clebres de la historia.