MARÍA AUXILIADORA, LA VIRGEN DE DON BOSCO … · excomunión del Papa hace que los fusiles caigan...

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MARÍA AUXILIADORA, LA VIRGEN DE DON BOSCO LECTURAS PARA CONOCER Y AMAR A LA MADRE DE DIOS (Marcelo Escalante, SDB) INTRODUCCIÓN En la vida de un cristiano lo más importante debe ser Dios Uno y Trino. Dios Padre envió a su Hijo, para que guiado por el Espíritu Santo, nos alcanzara la salvación. Esta es una verdad que debe acompañarnos durante toda la lectura (o triduo), pero también durante toda nuestra vida. Cristo es el que nos trae la salvación, a él le debemos el ser hijos de Dios, y por medio de él queremos llegar hasta el corazón mismo de Dios. “Para ser dignos del amor de María Auxiliadora hay que querer profundamente a su Hijo” decía Don Bosco. Esto nos muestra que la adoración que dirigimos a Dios, de ningún modo está en contra de la devoción de la Santísima Virgen, más por el contrario, esta devoción es un camino de encuentro con Él. Es triste encontrar, gracias a Dios en sólo unos pocos, algunos que afirman: “yo creo en la Virgen y no más”, es algo lamentable. Algo así no puede sino entristecer a la misma Madre de Dios, pues bien sabe que su labor no es la de ser fin, sino medio. Nuestra vida debe estar orientada hacia Dios, y en ese camino encontramos algunos puentes, puentes que nos ayudan a no caer en un abismo, puentes que nos muestran un sendero claro y recto, puentes que son bellos, atractivos y santos; pero al fin y al cabo, sólo puentes. Al realizar estas lecturas, les invito hermanos a tener claro el ideal que perseguimos: llegar a Dios. Entonces, un buen lema podría ser el que ya se usaba desde tiempos muy antiguos en la Iglesia: “A Jesús por María”. Si es que tenemos claridad en esto, si es que en nuestras devociones sabemos que el sentido último y verdadero consiste en llegar a un fin tan alto, a Dios mismo; entonces podremos tener la seguridad de que nuestras oraciones y plegarias serán escuchadas, porque seremos verdaderos discípulos seguidores de Jesús, de la mano de su madre, caminando hacia el Paraíso. Propongo este folleto en el marco de Preparación al Bicentenario del nacimiento de Don Bosco. Ojalá pueda servir, también para que la vida del padre y maestro de la juventud, iluminen nuestra devoción y así podamos ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

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MARÍA AUXILIADORA, LA VIRGEN DE DON BOSCO LECTURAS PARA CONOCER Y AMAR A LA MADRE DE DIOS

(Marcelo Escalante, SDB)

INTRODUCCIÓN

En la vida de un cristiano lo más importante debe ser Dios Uno y Trino. Dios Padre envió a su Hijo, para que guiado por el Espíritu Santo, nos alcanzara la salvación. Esta es una verdad que debe acompañarnos durante toda la lectura (o triduo), pero también durante toda nuestra vida. Cristo es el que nos trae la salvación, a él le debemos el ser hijos de Dios, y por medio de él queremos llegar hasta el corazón mismo de Dios. “Para ser dignos del amor de María Auxiliadora hay que querer profundamente a su Hijo” decía Don Bosco. Esto nos muestra que la adoración que dirigimos a Dios, de ningún modo está en contra de la devoción de la Santísima Virgen, más por el contrario, esta devoción es un camino de encuentro con Él.

Es triste encontrar, gracias a Dios en sólo unos pocos, algunos que afirman: “yo creo en la Virgen y no más”, es algo lamentable. Algo así no puede sino entristecer a la misma Madre de Dios, pues bien sabe que su labor no es la de ser fin, sino medio. Nuestra vida debe estar orientada hacia Dios, y en ese camino encontramos algunos puentes, puentes que nos ayudan a no caer en un abismo, puentes que nos muestran un sendero claro y recto, puentes que son bellos, atractivos y santos; pero al fin y al cabo, sólo puentes.

Al realizar estas lecturas, les invito hermanos a tener claro el ideal que perseguimos: llegar a Dios. Entonces, un buen lema podría ser el que ya se usaba desde tiempos muy antiguos en la Iglesia: “A Jesús por María”.

Si es que tenemos claridad en esto, si es que en nuestras devociones sabemos que el sentido último y verdadero consiste en llegar a un fin tan alto, a Dios mismo; entonces podremos tener la seguridad de que nuestras oraciones y plegarias serán escuchadas, porque seremos verdaderos discípulos seguidores de Jesús, de la mano de su madre, caminando hacia el Paraíso.

Propongo este folleto en el marco de Preparación al Bicentenario del nacimiento de Don Bosco. Ojalá pueda servir, también para que la vida del padre y maestro de la juventud, iluminen nuestra devoción y así podamos ser “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

1. MARÍA AUXILIADORA Y MADRE

El 24 de Mayo celebramos una fiesta muy importante, la fiesta de María Auxiliadora. El nombre que hoy meditamos es el de María como Auxiliadora y Madre. Entre estos dos nombres hay mucha relación, están tan ligados el uno al otro que de un modo claro nos enseñan la relación que debemos tener hacia la Madre de Dios.

Cuando alguien exclama ¡Auxilio! Es porque se encuentra en una verdadera necesidad, el “auxilio” es algo urgente, es algo más que un favor, es una ayuda pero de vida o muerte. Ante graves peligros no dudamos en pedir ¡Auxilio! Y en primer lugar ¿a quién elevamos este grito? ¡A la madre! Es un factor psicológico, la madre es la que siempre ha estado presente en nuestra vida, es la que pone su misma vida en riesgo para salvar la nuestra. La madre es la que no falla en los momentos de extrema necesidad… tantas otras cosas que podríamos decir para concluir que la madre es el mejor auxilio.

Eso lo vivió también el Papa Pio V, en el s. XV. Los turcos, amenazaban con entrar a Europa, poniendo en peligro no sólo la seguridad del continente, sino también la de la Iglesia, pues donde ellos entraban imponían la religión musulmana. Para contrarrestar el avance de los turcos se formó la Liga Santa, que combatió en el mar Mediterráneo Oriental. Esta fue una batalla de amplia desventaja para el lado cristiano, no sólo en soldados, sino también en número de barcos y el día de la batalla hasta el viento se puso en contra. La situación era adversa, el peligro era real e inmediato, una derrota representaba un golpe durísimo a toda la cristiandad.

Fue entonces cuando el Papa, que había hecho rezar el rosario antes de comenzar la batalla, ante esta situación tan adversa alzando los ojos al cielo, suplico ¡Auxilio! Y el Auxilio le vino de manos de la Santa Madre de Dios. La batalla, conocida como la de “Lepanto”, fue favorable para los cristianos, contra todo pronóstico, incluso de los mismos generales de las flotas de la Liga Santa. De manera espontánea surgió entre la conciencia de los cristianos el haber recibido una ayuda especial, un auxilio que vino desde el mismo cielo, de parte de la Santa Madre de Dios. María es nuestra Auxiliadora, decían.

¿Y el 24 de Mayo? Otro papa, esta vez Pío VII, se encontraba en el exilio, prácticamente preso de Napoleón, quien quería apropiarse de toda Europa, sin respetar ningún otro poder, ni siquiera el del Papa. Ante semejante atropello el Papa emitió la excomunión a Napoleón y a sus secuaces, pero ellos respondieron con burla diciendo “acaso la excomunión del Papa hace que los fusiles caigan de las manos de los soldados”. Por ello, Pio VII prometió a la Virgen que si le concedía la gracia de volver a Roma, le instauraría su fiesta en ese día. Y así fue, la soberbia y la ambición de Napoleón no contaron con el crudo invierno de Rusia, que en medio de una blanca nieve llegaba a los 0° C; y sus soldados no podían sostener los fusiles en sus manos, estos caían al suelo…

Mientras intentaban retornar a su patria, en un intento por salvar la propia vida, fueron interceptados y sometidos sin mayor problema por el ejército ruso, el imperio de Napoleón se vino abajo. El Papa Pio VII regresó a Roma en libertad el 24 de Mayo de 1814 y declaró oficialmente ese día como la fiesta de María Auxiliadora de los Cristianos.

María es una madre buena que cuida amorosamente de sus hijos y que no duda en actuar ante el peligro. Por eso le llamamos Auxiliadora. Don Bosco decía: “corren tiempos difíciles, la Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora”. Y en su vida, ¡cuántas veces sintió ese auxilio! Ante los grandes peligros, ante las grandes necesidades, incluso ante las situaciones que parecían imposibles, en todas él salió airado.

Nosotros ahora estamos preparándonos a celebrar la fiesta de la Virgen, sin lugar a dudas, un acontecimiento muy especial. La virgen es la dispensadora de las gracias de Dios, es decir, que puede alcanzarnos favores de manos de su Hijo, pero no busquemos a la Virgen por los favores que nos pueda dar ¿qué clase de hijo es aquél que busca a su madre sólo por sacarle dinero? Pidámosle a la Santa Madre de Dios que nos regale su Auxilio, que nos alcance la Gracia de Dios principalmente al momento de la tentación, para que podamos decir desde el corazón “no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal”.

La Virgen es nuestra madre y por eso es también Auxiliadora nuestra, amémosla por ello y tengamos la seguridad de sentir su auxilio.

2. MARÍA AUXILIADORA Y MAESTRA

Para Don Bosco el sentido de su apostolado era el de la evangelización de la juventud, mediante la educación. Por ello, su obrar bien podría ser sintetizado ene el esfuerzo por evangelizar educando y educar evangelizando. Pero, nadie da nada que no tenga, si es que Don Bosco supo ser educador fue porque antes fue educado ¿por quién? En primer lugar por su madre, Mamá Margarita, quien supo guiarle por el camino del bien, la madre campesina analfabeta pero de gran sabiduría que supo hacer de sus hijos buenos cristianos y honestos ciudadanos. Fue ella, precisamente, quien enseñó a Don Bosco el culto y la devoción a la Virgen María, aunque no fuese a María Auxiliadora sí que era el culto a la Santa Madre de Dios.

Luego, mientras Don Bosco crecía y comenzaba su actividad con los jóvenes, siendo ya sacerdote, tuvo otra maestra, una maestra celestial, una maestra que estaba siempre presente. Él la sentía así. Era una maestra que le enseñó un modo de educar y evangelizar: la educación es cuestión del corazón. Ciertamente María Auxiliadora fue la maestra de Don Bosco presente en la escuela de la vida, con unas lecciones que se fueron convirtiendo en el estilo educativo que después él usó en la educación de sus jóvenes. Ya en el sueño de los 9 años, el “extraño personaje” le dijo: “yo te daré la maestra” Y el anuncio se cumplió.

Surge seguramente la pregunta y el deseo: ¿Qué enseña? ¿Cómo enseña María? ¿Qué hago para entrar en su escuela? Las respuestas son sencillas y útiles a la vez. María enseña el camino para llegar a Jesús, en las bodas de Caná dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”, es tal vez la lección más clara que nos quiere dar a nosotros. Pero es también Auxiliadora, la Virgen de los tiempos difíciles, pues ella es la maestra de los momentos de dificultad, la que enseña a superar los peligros o a sobrellevarlos, es la maestra de la vida, presente en la vida. El cómo es algo de más profundidad, María enseña en la vida misma; cuando rezamos el Ave María decimos: “ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”, pues la Virgen se hace presente en nuestra vida, su enseñanza es silenciosa, pero activa.

El Sistema Educativo de Don Bosco es conocido como el Sistema Preventivo. Y aunque es mucho más que la conocida frase: “prevenir antes que lamentar”; también la incluye. En la preventividad entra en juego el amor, el mismo que quiere que se eviten las situaciones negativas, y que en vez abunden las situaciones positivas, las situaciones que lleven al crecimiento y a la maduración. No olvidemos que María es madre de Dios y madre nuestra. Entonces, ella misma quiere que todos nosotros, sin importar la edad, crezcamos, maduremos, nos fortalezcamos en todos los aspectos de la vida, ante todo en el de la fe, en el amor a Dios, que al fin y al cabo es el punto importante en la vida de un cristiano, la verdadera sabiduría.

Recordemos a Don Bosco, en su Oratorio habían como unos 300 chicos, la gran mayoría de ellos huérfanos y muchachos de la calle ¡el trabajo no era nada fácil! Sin embargo, él supo ganarse

a todos ellos, siendo amables, conociendo a cada uno por su nombre, compartiendo con ellos lo que más les gustaba, dándoles una familia. Y todo ello lo aprendió de María Auxiliadora.

Hoy más que antes, parece que la educación de los hijos no es una tarea sencilla, pero es posible. Y Dios nos ha dado una maestra, la misma que tuvo Jesús. Como Don Bosco lo experimentó en su vida, sintámonos también nosotros Hijos de María, y así también seremos discípulos y misioneros de Dios.

3. MARÍA: AUXILIADORA Y GUÍA

Cuando uno piensa en la obra que Don Bosco realizó en su vida no puede menos que quedar maravillado. Más aun cuando se sabe que él venía de una familia pobre, que tuvo muchos problemas para lograr una educación, precisamente no tenía medios para acceder a ella, que vivió en un tiempo de mucho conflicto político, guerras, ataques a la Iglesia… La situación, no era nada sencilla, pero al final pudo fundar una congregación religiosa que hoy es una de las más grandes del mundo, construyó varios colegios e Iglesias, mandó misioneros a América… y muchas obras más que no podrían explicarse si es que no se las ve como obras de Dios mismo, obras en las que María Auxiliadora tuvo un papel de Guía e Inspiradora.

“Tu Palabra Señor es luz para mis pasos”, dice el salmo, del mismo modo en la vida de Don Bosco, la virgen María fue guía que indicaba el camino a seguir. “Pongámonos todos bajo el manto de la Virgen. Ella nos librará de nuestros peligros y nos guiará”, decía a sus colaboradores cuando se le informaba de las cosas que eran contrarias a la obra que se quería desarrollar.

Un lugar importante en el que la Virgen muestra a Don Bosco su papel de guía e inspiradora es el de los sueños. Aunque el mismo Don Bosco era de la idea de no darles mayor importancia del que se merecen, los usaba para mostrar cómo la Virgen está interesada en su obra, la de los salesianos. En las charlas que daba a sus jóvenes, antes de irse a dormir, las “Buenas Noches”, era común escucharle frases como: “La Virgen quiere esto…” “Ella me dijo…” y otras que muestran con claridad que para Don Bosco la Virgen era guía e inspiradora de todas sus obras.

El ser guía va muy de la mano del ser inspiradora. Las obras que realizó Don Bosco eran ampliamente bendecidas por el Señor. Por ello suscitaban la atención de propios y extraños, muchos se admiraban de los cambios que se producían en jóvenes que antes no habían tenido ningún tipo de instrucción. Nuevamente el sueño de los 9 años es un punto de referencia a partir del cual Don Bosco se inspira. En éste, una de las protagonistas indiscutibles es la Virgen, presentada como una señora de aspecto majestuoso, que se acerca con ternura hacia Juan, le pone la mano en la cabeza. ¡Así vivió Don Bosco! Tenía la seguridad de que Ella tenía su mano sobre su cabeza acompañándole como madre, guiándole, cuidándole e inspirándole las actividades.

Ciertamente nosotros no tenemos inspiraciones divinas, ni sueños en los que la Virgen nos hable, pero tenemos la Biblia, la Eucaristía y el ejemplo de la vida de los santos, entre ellos Don Bosco. Usémoslos como guía, como enseñanza para nuestra propia vida. Así podremos ser “felices en el tiempo y en la eternidad”, como quería Do Bosco para todos sus hijos. Tengamos por último la seguridad de que la Virgen tiene su mano sobre nuestra cabeza, que estamos bajo su celestial protección. Contra la desafiante frase “ver para creer”, los cristianos respondemos que es necesario “primero creer para poder ver”.

4. MARÍA AUXILIADORA Y SOSTENEDORA

En el s. XIX, tiempo en el que vivió Don Bosco, la situación política y económica no era fácil. Todavía los países no eran independientes, unos dependían de otros, todavía existían algunos reinados y principados. Por otro lado, la producción del campo no era muy buena, mucho se iban a la ciudad y acababan peor, porque estaba llena de gente que buscaba trabajo y al no encontrarlo se dedicaban al robo, a la bebida, a la prostitución, etc. Y peor todavía, en 1852 azotó el cólera, con consecuencias terribles, miles murieron y otros miles de jóvenes y niños quedaron huérfanos. Don Bosco no se quedó de brazos cruzados, sino que quiso responder a esta triste situación.

Prácticamente, sin un ingreso fijo, con poco que ofrecer, se dedicó a atender a estos pobres muchachos. Al comienzo sólo les reunía los fines de semana para darles algo de catequesis, una sana recreación y para la Misa y la Confesión. Con el tiempo se dio cuenta de que eso no era suficiente, que si quería que los chicos salieran adelante, entonces tendría que darles educación; entonces comenzó también a darles clase por la noche, dicen que era muy admirable ver a un grupo de chicos que después de haber trabajado duro todo el día, iban por la noche a pasar clase. Pero Don Bosco vio que se necesitaba algo más. El bien que se hacía en el tiempo en el que se veía con sus muchachos, prácticamente se perdía cuando no estaba con ellos. Es decir, con Don Bosco aprendían educación y buen comportamiento, y en el trabajo sus patrones les enseñaban mañas y vicios; Don Bosco les formaba religiosamente, y muchos oían blasfemias de sus patrones… Y entonces, se decidió a dar un paso más allá, tomó una decisión que no era fácil, más bien todo lo contrario: comenzó a alojar a algunos muchachos en su casa.

La experiencia no fue siempre feliz. Con los primeros que empezó sufrió un fracasó, ellos se fueron y se robaron las cobijas y las ollas. Pero no se desanimó, siguió adelante con su idea. Su madre, mamá Margarita no estaba muy de acuerdo, y es que no tenían recursos suficientes para los chicos que venían los fines de semana ¿y se iba a poder mantener a un grupo de chicos dándoles techo y comida? Pero confiando en la Virgen fueron adelante.

Comenzaron con un solo interno, y en la época de más crecimiento llegaron a tener más de 600. ¡Extraordinario! Pensemos un momento, 600 muchachos internos, representan 600 camas, 600 bocas que alimentar. Pero la tarea más ardua era la de evangelizarlos por medio de la educación. Y no eran todos santos, como ya dijimos, eran muchachos huérfanos, salidos de la calle… y además eran jóvenes adolescentes.

¿Cómo se las ingenió Don Bosco para darles alimento material y espiritual? Su secreto era muy conocido, la Virgen le ayudaba en todo. Cuando las cosas estaban mal, cuando las cuentas estaban por vencer y no había con qué dinero pagar, algo sucedía… llegaba una donación y se podía continuar adelante con la obra de bien. “Con la ayuda de María Auxiliadora se obtiene todo” decía.

En una conferencia que daba a sus salesianos, los que tenían miedo por los problemas que se asomaban, Don Bosco les decía con tranquilidad: “Confíen en María Auxiliadora y verán lo que son los milagros”. Aunque las situaciones sean muy difíciles, y parezca que no hay solución, no perdamos la esperanza. Dios nunca nos abandona, por el contrario nos regala su ayuda de un modo o de otro. Uno, tal vez el más grande y bello, de esos regalos divinos es su misma madre.

5. MARÍA AUXILIADORA Y PROTECTORA

En la tradición de la Iglesia es común poner bajo la protección de algún santo una obra especial. Todos los templos están consagrados a algún santo por ello, se pone bajo su protección a los que lo frecuentan. Entre los salesianos tenemos, además de Don Bosco, tres grandes patronos: María Auxiliadora, San José y San Francisco de Sales; tenemos fe

en que ellos nos alcanzarán de Dios una protección especial, pues se encuentran más cerca de él, en comunión plena con el Señor.

Don Bosco sintió la protección de la Virgen de un modo claro y concreto. Ella se hizo presente en la vida de Don Bosco de diversos modos, como madre, como guía, como inspiradora y también como protectora. En el tiempo de Don Bosco hubieron grandes situaciones adversas a la obra que él quería realizar. Un caso muy claro se encuentra en los ataques que sufrió, los que atentaron contra su vida, en más de una ocasión se salvó de morir. Pero ¿quiénes buscan la muerte de un santo?

Junto con un Obispo, Don Bosco inició un diario llamado las Lecturas Católicas, en este diario se presentaban amenas historias y noticias que servían además de catequesis y de corrección de los errores transmitidos por algunas sectas. Fue por este motivo que más de una vez la vida de Don Bosco

corrió peligro, salvándose “de milagro”. La Virgen, decía, siempre nos cuida.

La celestial protección de María se vio de un modo muy claro, en un incidente que quedó grabado en la mente de muchos. Poco a poco la obra de Don Bosco fue creciendo, cada vez había más jóvenes y menos campo para albergarlos. Después de pensarlo un poco, y con un poco menos de dinero se decidió a hacer una ampliación. Al parecer no tenía dinero suficiente para usar material de primera calidad, así que echo mano de aquello que le alcanzaba. Una noche, cuando la obra ya estaba bien avanzada, se escuchó un gran estruendo. Todos estaban asustados y nadie sabía lo que había ocurrido. Cuando salieron a ver se dieron cuenta de que la construcción nueva se había venido abajo. Don Bosco sólo atinó a decir que el diablo había metido la cola para evitar que se hiciera un bien. Pero, todos sabían que fue un verdadero milagro que no hubiera ni un solo herido. Si el accidente hubiera ocurrido sólo unas horas más tarde, mientras los chicos estaban en el patio o en clase, las consecuencias hubieran sido terribles. Una vez más, la Virgen hizo sentir su maternal protección.

Otro hecho tuvo lugar también en el Oratorio, esta vez en sus inicios. Como mencionamos en otra meditación, en 1852 el temido cólera azotó tremendamente a Turín, y en realidad a gran parte de Europa. Fue un hecho lamentable, murieron miles. En aquéllos tiempos esta enfermedad era altamente mortal y contagiosa, algunos decidían ser encerrados en sus casas y morir allí para no contagiar a nadie. Hubo tantas muertes y tanto miedo que nadie quería ir a socorrer a los enfermos. Sólo Don Bosco respondió a la invitación, claro está con sus muchachos. No obligó a nadie, pero todos los mayores se anotaron. Don Bosco les aseguró que si se mantenían en gracia y confiaban en la Virgen nada les pasaría, y así fue. Los muchachos de Don Bosco hicieron las veces de enfermeros y ni uno salió contagiado. Nuevamente, María Auxiliadora no hizo esperar su protección.

Nosotros también vivimos en tiempos en los que se necesita de una especial protección. Y la Virgen nos la quiere dar. Ahora bien, recordemos que no hay que tentar a Dios, es decir, no entendamos mal esto. La protección de la Virgen no ampara nuestra imprudencia. Pero en lo que va más allá de nuestras manos, allí sí que ella actúa, nos muestra que es también protectora del pueblo de Dios. Por ello la invocamos como María Auxiliadora de los Cristianos.

6. MARÍA AUXILIADORA E INMACULADA

No es extraño que a veces se puedan dar ciertas confusiones entre los devotos de la Madre de Dios. La Virgen de las Nieves, María Auxiliadora, la Virgen Dolorosa, la Virgen de Chiquinquirá, etc ¿son las mismas? Con seguridad podemos responder que sí. Entonces ¿por qué tantos y tan diversos nombres? La respuesta puede ser ilustrada con un bello ejemplo.

Cada vez que leemos un pasaje de la Biblia, por ejemplo una parábola, digamos la de Jesús Buen Pastor (Jn 10) encontramos nuevos significados. Podemos armar bibliotecas y bibliotecas con nuevas interpretaciones, nuevos sentidos, nuevas aplicaciones y siempre del mismo pasaje. Y esto con cualquier pasaje de la Biblia, principalmente del Nuevo Testamento. La Palabra de Dios siempre tiene algo nuevo que decirnos.

Del mismo modo, no importa el título con el cual la invoquemos, siempre nos referimos a la misma Madre Santísima de Dios. Ella misma se nos muestra en distintas circunstancias para que comprendamos algunos de sus interminables rasgos. Con la Virgen de Guadalupe, se nos muestra morena, mestiza; así dio a conocer a los hijos de América que también para ellos, ella es su madre. En las cofradías de Semana Santa la encontramos sufriente al lado del sufrimiento de su hijo, la Virgen Dolorosa es un consuelo para los que andan pasando por alguna honda tristeza. Al ver una imagen de la Virgen de Fátima recordamos a María que se apareció a tres pastorcillos, a tres niños; es la madre que cuida de sus hijos más pequeños y desprotegidos. Y así podríamos ir repasando una a una todas las imágenes de la Virgen y podríamos ver en cada una, una faceta diferente.

Cuando invocamos a María bajo el título de Inmaculada Concepción, decimos que Ella, por una Gracia muy especial de Dios fue preservada de todo tipo de pecado, inclusive del pecado de Adán. En otras palabras, la Virgen no tuvo pecado original. La Inmaculada concepción fue una de las devociones más practicadas por Don Bosco. En el seminario en el que estudió, en Chieri, en la capilla había un lugar muy importante dedicado a ella. También la capilla en la cual recibió el sacerdocio, estaba dedicada a la Inmaculada. El Oratorio comenzó un 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, cuando Don Bosco dio catequesis a un pobre niño y le enseñó a rezar el Ave María.

Entonces, inclusive antes de la devoción a María Auxiliadora, la devoción a la inmaculada Concepción estuvo muy presente en la vida de Don Bosco, y quiso transmitirlo a sus hijos.

Posteriormente, conforme su obra se fue consolidando, Don Bosco entendió que la Virgen quería ser honrada bajo el título de Auxiliadora. “La Virgen desea ser honrada bajo el título de Auxiliadora de los cristianos. Los tiempos están tan mal que necesitamos con urgencia su ayuda para preservar y defender la fe cristiana”. Con estas palabras Don Bosco comenzaba una de las obras más grandes, más costosas, pero también más gratificantes de toda su vida: La Basílica de María Auxiliadora.

Fue todo un hecho maravilloso, en un sueño se le mostró el lugar donde la Iglesia debía ser construida, el lugar donde se realizó el martirio de Solutor, Adventor y Octavio. Lógicamente la obra significaba un dineral. Don Bosco contactó a un contratista que llevará a cabo el proyecto y le dio el primer adelanto: 40 céntimos. ¿Una burla? ¡No! Por el contrario, un signo de que la Virgen sería, y no Don Bosco, sería la que se construiría su casa. Y así fue. Cuando se vio la obra terminada, Don Bosco dijo que cada ladrillo fue un milagro realizado por ella. Y hubieron varios testigos que dieron fe de ello.

La Virgen como Inmaculada es un signo de la victoria del bien sobre el mal, de la gracia sobre el pecado. La virgen como Auxiliadora es signo de la presencia atenta y confiable de la Madre de Dios. Seamos imitadores de la Virgen y así llegaremos a ser imitadores de Jesús. Imitemos su pureza, su victoria sobre lo que no nos hace puros y seamos como ella prestos a ayudar, a colaborar, a dar auxilio a quienes lo necesitan, especialmente a los jóvenes más pobres y necesitados.

ORACIÓN (Compuesta por Don Bosco)

Oh María, Virgen poderoso, tú eres la fuerte y gloriosa defensa establecida en la Iglesia; tú eres el gran Auxilio de los Cristianos; tú eres tan poderosa como un ejército ordenado en batalla; tú eres la única que ha vencido a todas las herejías del mundo. En las dificultades, en los combates, en las necesidades defiéndenos de los enemigos y en la hora de nuestra muerte recíbenos en el gozo eterno. Amén.